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Bogotá 24 de marzo de 2015 A TODOS LOS INTEGRANTES DE LA GRAN FAMILIA JMV EN COLOMBIA. Reciban un saludo muy especial en Jesús, el Cristo, a quien seguimos y servimos como vicentinos y a quien llegamos siempre tomados de la mano de nuestra siempre fiel y tierna madre María. Por este medio, y en pocas líneas, quiero presentarme a cada uno y cada una de ustedes pues desde hace algún tiempo y aunque quizá no lo sepan, tenemos mucho en común. Hace aproximadamente mes y medio, el Padre Orlando Escobar, C.M. superior de los Padres Vicentinos en Colombia, me pidió ser el Director de JMV Colombia, pero hace tan solo una semana llegó el nombramiento oficial de parte del padre General, por esta razón, la no oficialización de mi responsabilidad con el movimiento, no había querido escribir, ya que considero prudente esperara que todo esté en su debido lugar y con su respectivo permiso; ahora después de haber sido nombrado oficialmente me acerco a ustedes con más confianza para manifestarles la alegría que siento de estar al servicio de ustedes, los y las jóvenes de JMV. Es decir, escribo para decirles: ¡JMV aquí estoy! Estoy convencido que la esencia del cristianismo, es el discipulado sencillo pero sincero, frágil, a veces, pero constante, no sin dificultades pero, no por ello carente de entusiasmo y alegría. Discipulado que no consiste en otra cosa diferente a ir de camino con Aquel que se acerca a nuestra vida (Lc 24, 15) para seguir con nosotros paso a paso y quien, siendo compañero de camino, es al mismo tiempo el Camino (Jn 14, 6); por eso, desde esa perspectiva, me presento ante ustedes como un caminante más, como un compañero que va al lado de cada uno y cada una de ustedes. No tengo ninguna otra pretensión más que compartir la vida, compartir el camino, seguir creciendo junto con ustedes y aprender de sus experiencias de vida, de fe y fraternidad de la mano de Jesús y María.

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Bogotá 24 de marzo de 2015

A TODOS LOS INTEGRANTES DE LA GRAN FAMILIA JMV EN COLOMBIA.

Reciban un saludo muy especial en Jesús, el Cristo, a quien seguimos y servimos como

vicentinos y a quien llegamos siempre tomados de la mano de nuestra siempre fiel y tierna

madre María.

Por este medio, y en pocas líneas, quiero presentarme a cada uno y cada una de ustedes

pues desde hace algún tiempo y aunque quizá no lo sepan, tenemos mucho en común.

Hace aproximadamente mes y medio, el Padre Orlando Escobar, C.M. superior de los

Padres Vicentinos en Colombia, me pidió ser el Director de JMV Colombia, pero hace

tan solo una semana llegó el nombramiento oficial de parte del padre General, por esta

razón, la no oficialización de mi responsabilidad con el movimiento, no había querido

escribir, ya que considero prudente esperara que todo esté en su debido lugar y con su

respectivo permiso; ahora después de haber sido nombrado oficialmente me acerco a

ustedes con más confianza para manifestarles la alegría que siento de estar al servicio de

ustedes, los y las jóvenes de JMV. Es decir, escribo para decirles: ¡JMV aquí estoy!

Estoy convencido que la esencia del cristianismo, es el discipulado sencillo pero sincero,

frágil, a veces, pero constante, no sin dificultades pero, no por ello carente de entusiasmo

y alegría. Discipulado que no consiste en otra cosa diferente a ir de camino con Aquel

que se acerca a nuestra vida (Lc 24, 15) para seguir con nosotros paso a paso y quien,

siendo compañero de camino, es al mismo tiempo el Camino (Jn 14, 6); por eso, desde

esa perspectiva, me presento ante ustedes como un caminante más, como un compañero

que va al lado de cada uno y cada una de ustedes. No tengo ninguna otra pretensión más

que compartir la vida, compartir el camino, seguir creciendo junto con ustedes y aprender

de sus experiencias de vida, de fe y fraternidad de la mano de Jesús y María.

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Me atrevo a compartir aquí una breve anécdota de hace pocos días pero que, para mí, ha

sido muy simpática y que puede perfectamente tener lugar en este espacio:

Estando en Guatemala en el encuentro Latinoamericano de Familia Vicentina, una

hermana se acercó y me estuvo hablando de su Provincia, de su comunidad local,

de sus servicios, dificultades y alegrías y después de un buen rato de compartir me

dijo que algún día me invitaría para que les orientara un retiro espiritual, “por

supuesto” dije yo, “cuando usted quiera hermana organizamos y yo con mucho

gusto sirvo en lo que pueda”; Después de ello me preguntó ¿hace cuántos años

te ordenaron sacerdote?, pues yo era el sacerdote más joven del encuentro y la

curiosidad hizo su aparición, “Hace año y medio fui ordenado hermanita”, fue mi

respuesta y ante esto ella simplemente dijo: “bueno, lo el retiro tendrá que

esperar mucho tiempo ya que aún no tienes mucho que decirnos, no tienes

experiencia, eres solo un muchacho”. Mi respuesta fue simple pero sincera:

“Hermana yo creo, que con o sin experiencia, toda mi vida hablaré de lo mismo:

del Señor, del Reino de Dios, del Evangelio, de María, del Carisma que vivo, de

la evangelización y servicio a los empobrecidos y toda la vida me sentiré un

discípulo”.

La misma respuesta que di a la hermana es lo que pretendo compartir con ustedes:

sentirme uno más con ustedes, disfrutando la vida y la pasión por Jesús, experimentar a

su lado la ternura por María y de María y entrar juntos en las dinámicas del Reino que

nos llevan a acercarnos a los empobrecidos de nuestro mundo. Seamos discípulos juntos

y así disfrutemos la alegría de vivir el Proyecto de Dios.

Espero contar con sus oraciones y disfrutar el trato sencillo y sin condicionamientos que

nos permita caminar juntos y ayudarnos unos a otros en nuestra travesía.

Con Aprecio, su amigo y compañero de camino,

Christian Cataño, C.M.

Director Nacional JMV

[email protected]