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Cóir,ro HtcEn CRUCTGRAMAS Hace muchos años, una prima mía que era mayor que yo inventó un crucigrama y lo mandó a una revista in_ fantil, que lo publicó, y envió ala autora, a vuelta de correo, cinco pesos. Cuando me enteré de esto, admiré a mi prima, le envidié horriblemente los cinco pesos de aquella épo- ca, y sobre todo, la satisfacción de inventar algo que apareciera en una revista y pudiera verlo todo el mundo. Imaginaba yo familias enteras ante la revista, abierta en la página en quo apareció el crucigrama y oomen- tando: "¿Cómo le hizo esta niña para inventar alto tan ingenioso?" Yo no sólo no hubiera podido inventar el crucigra- ma que inventó mi prima, sino que no podía ni resol_ verlo. Esta incompetencia se me ha ido curando, gracias, en parte, a la temporada que pasé en una oficina en la que no había nada que hacer, ni con quién platicar. Mis únicas diversiones eran asomaflne alayentanay ver a las empleadas del laboratorio de análisis clínicts que había enfrente comiendo tortas y resolviendo cruci_ gramas. Tantos resolví que ahora soy experto. Aunque sea pecar de inmodesto, voy a escribir algu_ nas ideas sobre esta mataria, con la esperanza de que r45

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Cóir,ro HtcEn CRUCTGRAMAS

Hace muchos años, una prima mía que era mayor queyo inventó un crucigrama y lo mandó a una revista in_fantil, que lo publicó, y envió ala autora, a vuelta decorreo, cinco pesos.

Cuando me enteré de esto, admiré a mi prima, leenvidié horriblemente los cinco pesos de aquella épo-ca, y sobre todo, la satisfacción de inventar algo queapareciera en una revista y pudiera verlo todo el mundo.Imaginaba yo familias enteras ante la revista, abiertaen la página en quo apareció el crucigrama y oomen-tando: "¿Cómo le hizo esta niña para inventar alto taningenioso?"

Yo no sólo no hubiera podido inventar el crucigra-ma que inventó mi prima, sino que no podía ni resol_verlo.

Esta incompetencia se me ha ido curando, gracias,en parte, a la temporada que pasé en una oficina en laque no había nada que hacer, ni con quién platicar. Misúnicas diversiones eran asomaflne alayentanay ver alas empleadas del laboratorio de análisis clínicts quehabía enfrente comiendo tortas y resolviendo cruci_gramas. Tantos resolví que ahora soy experto.

Aunque sea pecar de inmodesto, voy a escribir algu_nas ideas sobre esta mataria, con la esperanza de que

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sean de utilidad para los que, como mi prima, quleran

ganarse la vida inventando crucigramas, o los que, comoyo, pasen temporadas sin más que hacer que resolverlos.

Inventar crucigramas es mucho más sencillo que

resolverlos. El que los inventa está sentado en su mesa

de trabajo junto a un altero de diccionarios, mientrasque el que los resuelve tiene en una mano el periódicoy en la otra nomás un lápiz, está sentado en una oficinaesperando a que den las dos para irse a su casa, en un

café esperando a su novia, o en un autobús haciendo

un viaje aburridísimo. En estas condiciones es más

sencillo deci¡ "necesito una palabra que empiece con

"e", tenga cinco letras y termine con "a", que encon-

trarse en el cuestionario la siguiente clave:"7 (horizontal) Isla del mar Egeo que durante la

Edad Media recibió el nombre de Negroponto."Podemos estar seguros de que el hueco que co-

mienzaconT y va en sentido horizontal va a quedarse

en blanco hasta que se llenen los huecos transversales.

Siempre y cuando, para llenarlos no sea necesario con-

testar preguntas como:"Hija de Hipólito y Amnitas".O bien:"Río del África que nace en las montañas Kipenge-

re, se junta con el Rufiji y desemboca en el océano Ín-dico, al sur de Zanzibar".

A veees los crucigramas resultan insolubles poraburridos. Dentro de esta categoría están los que dicen

"Apócope de para", "primera y tercera persona dol

singular, del pluscuamperfecto del verbo correro', {)

bien, "pronombre indefinido", etcétera.

Supongamos que por necesidades del oficio un

compositor de crucigramas tenga necesidad de ponor

lapalabra "corrida". No es mala palabra. No podemos

decir, ni siquiera, que intrínsecamente sea aburrida.

Pero se puede definir de varias maneras: "Participiopasivo del verbo correr" (0; que es una definición so-

porífera, o bien: "cesante (refiriéndose a una sirvien-ta)"; "las de toros comienzan a las cuatro"; "¡que no

me traigan la carta, tráiganme la comida!"; "corrí dan-do tumbos para llegar a tiempo a la de toros." "Can-ción de la Hija Desobediente", etcétera.

También puede ocurrir que al componer el cruci-grama aparczcan combinaciones de letras que en rigorno pueden considerarse palabras. Como, por ejemplo:CAMPFTO. En este caso, no es ni siquiera posibleatribuirla a la palabra una connotación mitológica obíblica, lo cual podría hacerse con una palabra comoAEOUBA, que tampoco existe, pero es fácil de defi-nir: "Hija de Eudoxio y Malena". CAMPFTO no se pres-

tapara esta clase de trampas. ¿Qué es lo que debe haceren estos casos el compositor de crucigramas?

Yo sugiero tres soluciones altemativas. Una de ellasconsiste en definir la palabra así: "Contracción de

Campo Frito".Otra, más ingeniosa, consiste en atribuir el desper-

fecto a una errata de imprenta y definirla de la siguien-te manera: "J Horizontal. Dfmfnutfvo de Campo".

La tercera solución, más conveniente, consiste en

volver a hacer el crucigrama.

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Cóuo potvgn EN REGLA NuESTRos pApELES

Mi vocación de archivista nació de ver muebles vie-jos: archiveros de madera. prensas para copiar, viejoslibros de la caja, una máquina con base cromada y unescritorio de cortina con muchos cajones. Todo esto

era resto de un despacho en el que se habían manejadolos negocios difuntos de mi familia. También había li-bretas de casa de banco en las que se apuntaban conletra llena de filigranas, depósitos en pesos fuertes, pe-sos oro, pesos plata...

Los pesos habían desaparecido sin dejar más rastroque las libretas, de lo archivado tampoco quedaba na-da, pero al ver aquellos muebles tan bien hechos, se me

antojaba llenarlos de documentos interesantes.Era vocación de archivista mitad anticuario y mitad

escritor: cuando abría un libro de caja, de los grandes,pesados, con columnas de varios anchos y diferentescolores, cerraba los ojos deslumbrado y me decía: esta

superficie cuadriculada, tan bella, hay que llenarla de

apuntes. ¿Quién me hubiera dicho que iba a llegar a

los cuarenta y tantos sin saber qué se apunta en un li-bro de caja, ni para qué sirve tanta columna, ni teneruna idea clara de qué es activo, ni qué pasivo?

Pero si los receptáculos para guardar papeles do

manera ordenada me apasionan, los papeles en sí, rn§

aburren. Mi primer contacto con papeles ajenos lotuve cuando un secretario dinámico de los Scouts de

México decidió poner en orden el archivo del Consejo

Nacional. Se necesitaban voluntarios y yo me ofrecí air cada martes a las siete de la noche, de pantalón cor-

to, sombrero de cuatro pedradas y zapatos con estope-

rples a una oficina en el 16 de Septiembre, a ordenar lacorrespondencia que había tenido don Nacho Bóveda

-ex jefe scout, alias "el Globito"- con los jefes de los

gupos de provincia. Alguien pedía tres cartillas de pri-mera,y se le contestaba que en ese instante se las esta-

ban poniendo en el buzón. Alguien acusaba al jefe de

tropa del Grupo Primero de San Sebastián de los Te-

palcates de perversión de menores; alguien proponía

la creación de un nuevo patronato y se proponía a sí

mismo para desempeñar el cargo de tesorero, etcétera.

Nunca vi nada tan aburrido. Todo esto se guardaba

primero por ciudad y después por fecha en unos mue-

bles bastante feos, en los que de estar todavía hasta la

fecha, en espera de algún cataclismo o de que algúnsecretario desesperado le prenda fuego a la constanciade tantas aspiraciones, y preocupaciones filantrópicas.

Gracias a esta experiencia aprendí a ordenar pape-

les. Inventé un sistema de archivar que es lógico, sencillo,que permite que cada documento siga una trayectoriaperfectamente defrnida de antemano y que no se preste

a ninguna confusión. Voy a explicarlo a grandes rasgos:

El sistema que voy a proponer tiene como criteriode la distribución de documentos no el asunto de que

traten, ni la materia a que se refieran, ni mucho menosla localidad de que procedan o a la que vayan dirigi-dos, sino única y exclusivamente el grado de urgenciaque tenga su respuesta.

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El aspecto fisico de mi archivo es de sencillez ad-mirable. No se necesita hacer grandes inversiones enaflnazones de metal o de madera de cedro, ni hace fal-ta catálogo, ni fichero. Basta con tener tres carpetasgrandes, de diferentes colores: la primera es verde pis-tache, la segunda azul celeste y la tercera rojo sangre.Estos colores arbitrarios nos evitan la molestia de in-ventar letreros para diferenciar las diferentes partidasde documentos: "correspondencia erótica", ..cuentas

morosas", "corespondencia con acreedores,,... Nadade eso. Tres colores que indican grados de urgencia.

El archivero se opera de la siguiente manera: al re-cibirse un documento, cualquiera que sea su índole: lafelicitación del cartero, un aviso de desahucio ,la cartade un amigo o el estado de cuenta bancaria, se pone enla primera carpeta. Quiere decir que no hay mucha ur-gencia para contestar. Así se van acumulando documen-tos hasta que la primera carpeta,la verde pistache, estárepleta. Al llegar a este momento, se sacan los docu-mentos de la primera carpeta y se pasan a la segunda,la azul celeste, 1o que indica que es más urgente con-testarlos. Previamente se sacan los documentos de lasegunda carpeta, que también está repleta y se pasan ala tercera, la rojo sangre, que contiene documentoscuya contestación es inaplazable. Los documentos queestán en la carpeta rojo sangre, a s\t vez, se sacan, seponen en el boiler y se queman. Es sencillísimo, ¿no,/

Casas pnpsmoas

Las casas prestadas siempre están en lugares reputa-dos bellísimos y espectaculares: en el fondo de una ba-rranca, al pie de un peñasco o en la punta de un ceffo.Sus dueños no son gente común y corriente -la

gentecomún y corriente no presta nunca su casa- y paraexplicarnos cómo llegar ala casa que nos están pres-tando recurren a señas como las siguientes:

-Le preguntas al primero que te encuentres en lacalle por la casa del "gringo buey". No tiene pierde.Todo el mundo [a conoce. Es la mía.

-Llegas a una miscelánea que se llama "Elyira".

Entras y le dices a la mujer que está detrás del mostra-dor que vas de mi parte, que te abra la casa.

O bien:

-Le dices a un taxista que te lleve rumbo alFara-llón. Ahora fijate bien, en el momento en que el autotoma una curva y distingues el Farallón, ves.a tu iz-quierda dos casas idénticas color fresa machacada.Lamía es la que está al sur. No te vayas a equivocar, por-que la otra es de un energúmeno.

Los días anteriores a la toma de posesión están lle-nos de aprensiones para el futuro ocupante, a pesar deque los dueños están seguros de que la operación va a

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ser un éxito y le han dado indicaciones concretas parael mejor disfrute de la temporada:

-Te recomiendo la vista del lado norte.

-Al atardecer cierra las ventanas para que no semetan los murciélagos.

-Dile a Delfino que te abra la bodega y mételemano al alcohol como si estuvieras en tu casa. Lo mis-mo con lalatería, no tengas reparos. Si una noche se teantoja cenar caviar, hazlo con toda confianza...

A pesar de la actitud hospitalaria del dueño, el queva a vivir en la casa prestada suele despertar ala me-dianoche e imaginarse a sí mismo, llegando a la puertade una casa desconocida, con maletas y palos de golf.El cuidador no está o se niega a abrirle. Esto le quita elsueño, pero al salir el sol, ve las cosas de otra maneray les dice a sus conocidos;

-Mi mujer fue a comprar bastimento. Vamos a pa-sar unos días en N. Fulano nos prestó su casa.

Los interlocutores se llenan de envidia-

-Dicen que la casa es preciosa. Lástima que no

está del lado sur delabahía, que es el que tiene la bue-na brisa.

-Es muy agradable llegar a casa particular en vez

de tener que parar en hotel. Sobre todo, es más barato.

-¿Fulano te prestó su casa? ¿Qué querrá de ti?

Cuando los conocidos se quedan a solas, comentan:

-Yo soy enemigo de andar pidiendo favores. pre-fiero mil veces rascaÍne con mis propias uñas y llegara hotel. Aunque sea modesto.

Los temores del que va a vivir en casa ajena sonsiempre infundados. Nunca hay necesidad de identifi-carse. Basta con encontrar al cuidador, decirle "vengode parte de Fulano" y ya está uno adentro.

Cuando el cuidador deja solos a los recién llegados,antes que éstos abran las maletas y saquen su ropa, exa-minan con ojo crítico las pantuflas del dueño que estándebajo de la cama, el camisón de la dueña que está col-gado de un perchero y las fotos que adornan las pare-des de la habitación. Hacen comentarios:

. -No sé qué me parece más extraordinario: que enuna familia haya tantos dientones, o que siendo dien-tones tengan tantas ganas de fotografiarse.

La primera noche es generalmente mala. Debido enparte, a que el matrimonio recién llegado se ha comidotres cuartos de kilo de jamón de Westfalia. A la maña-na siguiente, la señora visitante se pone el kimono dela dueña de la casa, entra en la cocina y hace huevosrelueltos en una escupidera de plata inglesa del sigloXVIII.

La temporada quedará grabada en la mente de losdueños y en la de los visitantes, y se convertirá en untema recurrente de conversación.

-¿Podrás creerlo? ¡Echaron por el excusado el

sombrero "canotier" de papá grande! -dirán

los due-ños.

Y los invitados:

-Fue como pasar un week-end en la casa de Usher.

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LsveNm«ss TEMpRANo

-Paso por ti cuando reviente el alba. Es decir, a las

nueve y media -dicen

mis amigos.Mvo en un mundo dado a la molicie, del que no pien_

so salir.Los efectos de madrugar son de muchas índoles.

pero todos corrosivos de la personalidad. Hay quien sclevanta temprano a firerzas, se para frente al espejo abostezar y a arreglarse el cabello y la caracon ei objc-to de dar la impresión de que se lavó. Este intento cspatético. Si alcanza lugar sentado en el camión que lolleva al trabajo, se duerme en el hombro del vecirro,desayuna tamales en la esquina del lugar donde traba-ja, o bien, dos huevos crudos metidos en jugo de nl-ranja

-esta mezcla produce cáncer en el intestillo

delgado-, pasa la mañana trabajando un poquikr yquitándose las lagañas; y se va de bruces en el canlir,lltde regreso, a las seis de la tarde.

Los que se levantan temprano a fuerzas constittrycrrun grupo social descontento, en donde se gestaríalr r.c-voluciones si sus miembros no tuvieran la tendcnr:iir rr

quedarse dormidos. Envez de revolucionar bostczirrr ysienten que el destino les hizo trampa.

Los que madrugan por gusto son pcorcs.

-Yo siento que la cama materiallnr¡nlc lnc irvir.rrlla las cinco de la mañana --dicen unos.

O bien: -Mal veo despuntar el sol, brinco de la

cama, abro la ventana y pregunto: "solecito, solecito,

¿qué quieres de mí hoy?".

-Cuando me estoy rasurando oigo el canto del pri-

mer jilguero, después, un rcgaderazo con agua helada,me seco con una toalla especial de ixtle para que meabra el poro, y por último, mi té de boldo. euedo comonuevo.

Esta clase de gente tiene la costumbre de salir a lacalle de noche y caminar con paso vivazpor el centrodel asfalto. No usan la banqueta, porque creen que haygente agazapada en los zaguanes, lista para asaltarlos

-no se dan cuenta de que los asaltantes están dormi-dos a esas horas-, dejan a su paso una estela de aguade Colonia o talco desodorante que queda flotando enel ambiente hasta que pasa el primer autobús. Van amisa de cinco, a la Adoración Nocturna, a hacer ejer-cicio, a pasear un perro desmañanado, o, peor todavía,a despertar al velador del edificio para que les abra eldespacho.

Son por Io general gente de dinero y creen que lafortuna que tienen se las concedió Dios nomás por elgusto que le da verlos levantarse temprano. Aconsejanesta práctica saludable a todo el que encuentran

-enrealidad no tienen otro tema de conversación-, inven-tarían refranes si pudieran, como no pueden, repiten elconsabido de "al que madruga, Dios le ayuda,,, quecarece de fundamento histórico.

Esta clase de personajes también tiene la tendenciaa obligar a niños a que les piquen lapanzacon el dedo.

-Mira, niño, es como de fierro. Aprende: estoy así

porque me levanto temprano. Tengo sesenta años ymírame.

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Llegan a los sesenta como jóvenes, dando brinqui.tos y mueren de sesenta y uno, víctimas de una trom.bosis cuádruple.

Los que inventaron que es bueno levantarse tcm.prano son los que determinaron que los tumos de trah{ocambien rayando el sol, que los fusilamientos so llo.ven a cabo al amanecer, que se reparta la leche al alhr,que no se permita la entrada de vehículos de carga des.pués de la siete de la mañana, eÍcétera. Son los únicosresponsables de que la ciudad empiece a funcionar a

una hora de la que nada bueno puede esperarse.

E,L eeRrco AZUL MARINo

El oficio de sastre tiene algo de milagroso. Con unas

tijeras, aguja e hilo, convierte la materia inerte -latela- en algo que tiene vida propia -el traje.

Cuando veo a un señor con las solapas en su lugar,la camisa inmaculada y unos pantalones que no se han

abombado, ni están cayéndose, ni se van de lado, medigo:

-He aquí un hombre que gracias a la fortaleza desu carácter ha logrado dominar su indumentaria.

Estaproeza nunca la hc logrado. Mis memorias de

hombre elegante son como las de los que se han casa-do siete veces; los ratos buenos se han olvidado y noquedan más que los recuerdos de un millón de pleitos.

Una de las prendas de ropa más famosas que he

usado es el abrigo azul marino. Este abrigo, el único quehe tenido, me lo regaló un amigo de la familia pocoantes de que yo emprendiera un viaje a Nueva York.

-En Nueva York, en invierno -me decia la gen-

te- hace un frío que ningún mexicano puede concebir,y ninguna ropa mexicana abriga bastante para resistir-1o. Por otra parte, si te compras un abrigo allá, regresasa México y no te lo r,uelves a poner.

Después de estas reflexiones, acepté de buena gana elabrigo azul marino regalado. Era un abrigo magnífico,

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que su dueño, el que me lo dio, había usado treintaaños antes, cuando estudió en el extranjero. Olía a naf'-talina, pero estaba en perfecto estado. Era largo, gruesoy cruzado. Me quedaba como hecho a lamedida. Cuan-do me lo probé en México, se veía un poco raro, perodespués de todo erapara defenderme de un frío "in.concebible".

Como el viaje comenzaba a fines de julio, metí elabrigo con tres camisas en una maleta. Al ponerla so-

bre la báscula en el aeropuerto noté con sorpresa que

pesaba veinticuatro kilos.Cuando llegué a Nueva York, alquilé cuarto en un

hotel, saqué el abrigo de la inaleta y lo colgué en elcloset. Esa noche me despertó un ruido extraño. Habíaalguien dentro del closet. Encendí las luces, me levan-té y fui a ver 1o que pasaba. El abrigo azul marino se

había bajado del gancho. Esa costumbre tenía. Estaboyo muy tranquilo en mi cuarto y de repente oía un rui.do como de alguien que se desmaya; abría la puerta

del closet y encontraba el abrigo en el piso.

Un día, a mediados de agosto, cambié de aloja-miento. Como había comprado ropa, se llenó la malet¿y el abrigo no cupo en ella. Salí a la calle con la malo.ta en una mano y el abrigo en la otra. La temperatufaen ese momento era de 98o Farenheit a la sombra. Paró

un taxi. El taxista, antes de preguntarme a dónde iba,me dijo:

-Mire, nomás de ver ese abrigo me da náusea.

Nunca llegué a usar el abrigo azul marino en NuovlYork, porque el otoño fue muy benigno y como mitplanes cambiaron, el primer día de ventisca emprendfel viaje a California. No sólo no lo usé en NuevaYorklno 1o usé en ningún lado. Lo mandé por exprés y cuan-

do llegó a México lo colgué en el closet. Allí estuvomuchos años, desmayándose de vez en cuando, hastaque entraron unos ladrones en mi casa y se llevarontoda mi ropa, incluyendo el abrigo azul marino.

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T,qcos y ToRTAS coMPUESTAS

Uno de los más importantes inventores que ha habidoen la historia del Distrito Federal es el gran tortero Ar-mando, inventor de las tortas que llevan su hombre, Suinfluencia en la evolución alimenticia de los mexica.nos es tal que ya nadie sé acuerda de cómo eran la¡tortas antes de Armando.

Según la leyenda, \a carrera de Armando culminóen una misión diplomática. Dicen que con motivo doalgún suceso notable: el centenario de la consumaciónde la Independencia, por ejemplo, se decidió que la

embajada de México en Francia diera un fiestón, Paraatender debidamente al cuerpo diplomático y a los fun-cionarios del Gobiemo francés, viajó a Francia, en bar-co, Armando, con un canasto de aguacates,

La1r¡rta de Armando es una creación banoca en lnque intervienen aproximadamentc veintioinr¡o clc-mentos

-entre los que se cuentan el lilo del cuchillo

y la habilidad del operador para rebanar la lechr"rga*-que deben interyenir en orden riguroso. Si se altera el

orden -por

ejemplo, si se pone primero el chipotle ydespués el queso- o si la calidad de alguno de los ele-mentos falla

-que el aguacate sea pagua- lo que se

come uno no es torta de Armando.Las tortas de Armando se hacían con carnes que a

nadie le gustan ahora -lengua,

galantina, queso de

puerco- y se deben comer acompañadas de un vasochicha y de encurtidos en vinagre de los que había am-plia provisión en cada mesa, y de los que consumidosen abundancia provocaron la extremaunción de cuandomenos un cliente, que yo sepa. Conviene agregar queese mismo cliente se salvó y que vivió cuarenta añosmás que empleó en narrar y en repetir su proeza.

La torta de Armando es clásica, y como tal, pasó ala historia. En lo complicado de su concepción, en lavariedad de los elementos que intervenían en su com-posición y en lo riguroso de su elaboración estaban lassemillas de su muerte. La lorta de Armando no pudoadaptarse a las necesidades de la vida moderna, ni alas condiciones del mercado y fue sustituida por algomucho más práctico: la torta caliente de pavo.

La torta caliente de pavo deslumbra por su senci-llez. No tiene más que rebanadas de pavo asado y gua-camole. La tapa de la telera va mojada en salsa delpavo. Esta torta se come acompañada de cebolla y chi-les en vinagre; tuvo su apogeo en la época de Alemán,y es coetánea con el principio de nuestra industrializa-ción y con la idea

-desechada hoy en día- de que el

guajolote es el animal más suculento.La torta de pavo caliente, a su vez, fue sustituida

por la torta caliente de pierna -que

empezó a tomarimpulso a fines del periodo de Ruiz Cortines y llegó asu apogeo en la época deLópez Mateos- no se dife-rencia de la anterior más que en el animal del que pro-viene la carne de que está hecha.

Latorta de pierna tiene aceptación todavía en la ac-tualidad pero es evidente que va de salida. Al estudiarla evolución anterior, se puede prever que la próximamutación implicará un cambio de animal, del más chicoal más grande

-del guajolote al puerco y del puerco a

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la res- y una simplificación en la fabricación de Iatorta. Es decir, partir un bolillo y meterle un bistec en

medio; lal,rlrta del futuro es el pepito.Un día, cuando yo era niño, llegó mi abuelo a la casa

y mientras se quitaba los guantes anunció con ciertttsolemnidad que acababa de ver, en la esquina de l6 tft:Septiembre y San Juan de Letrán, a unos hombres que

vendían tacos que estaban envueltos en un 'Jorongocolorado"'.

-Me comí tres y no están mal drjo.La introducción en el mercado de los tacos sudados

constituye uno de los momentos culminantes de la tec-

nología mexicana, comparable en importancia a la in-vención de la tortilladora automática o ala creación dclprimer taco al pastor. El taco sudado es el Volkswagen

de los tacos: algo práctico, bueno y económico. Entrc

que pide uno los tacos y se limpia uno la boca satisfc-

cho, no tienen por qué haber pasado más de cinco mi'nutos. Se conservaron en primera línea durante sois

periodos presidenciales y si han caído últimamente en

desuso se debe únicamente alaidea, neurótica poro sn

boga, de que todo alimento que no se elabora en prc-

sencia del cliente es venenoso.En lo que respecta a los tacos al carbón, cabc dccir kr

siguiente: es una lástima que el mexicano haya ncr:c'xitn'

do cuatrocientos años para darse cuenta de c¡uo ttttnbiétt

de carne de res se pueden hacer tacos y que estc dcsc:tt'

brimiento haya ocurrido en la época en que ntlc§trll

riqueza forestal daba las últimas boqueadas. 'Iccnolt'l'

gicamente son un retroceso. Fracaso de Ia lócnicu,pero triunfo de la mercadotecnia: algo invcnlittlo pttrtt

aumentar los precios haciéndole oreor al clictttr'l qtts

está comiendo regalado.

-¡Hombre, un bistec y dos krrtillas por tlcs ¡lol*tlxl

¿,Qué rnás puede uno pedir'/

FosrE¡os cívrcos

Unos buenos festejos cívicos son la cosa más dificil deinventar, si se pretende que sean originales, solemnes

-sin llegar a ser soporíferos- y que afecten positiva-mente a todas las capas de la población, sin provocardivisiones ni enemistades.

Generalmente 1o primero que se le ocurre al comitéencargado de formular el programa de los festejos eshacer un monumento.

Es posible que haya división y que la mitad de losmiembros proponga que se tumben unos árboles paraerigir la estatua, mientras que la otra mitad propongaque se arrase una colonia de pobres

-foco de contami-

nación fisica y moral- y que se planten árboles parahacer un parque, en cuyo centro se erigirá la estatua.Da igual. En ningún caso se librará el pueblo del mo-numento.

Es una lástima, porque si de hacer festejos se trata,no hay ceremonia más aburrida que la de descubriruna estatua, aun en el caso óptimo de que se atore elcordón y sea necesario llamar a los bomberos para quedesde la escalera jalen lamanta. Los monumentos sonpiedras que cuestan una fortuna y que se olvidarían in-mediatamente, si no fuera porque estorban el tránsito.

Lo ideal sería que los festejos fueran algo vital yque tuvieran relación directa con el festejado.

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Supongamos que se trata de conmemorar a un pró-

cer que tuvo antecesores, aunque sea lejanos, en la tri-bu huehuetoca, que de é1 se conserva el sable y que se

distinguió por ser gran viajero. El caso es sencillísimo:se organiza una carrera de relevos desde el corazón de

la selva huehuetoca hasta la ciudad en que el héroe

hiunfó o fue fusilado. Durante varios días, con sus no-

ches, los indígenas iriin corriendo,' en relevos, llevando

uno el sable y varios, antorchas, hasta llegar alaplazaprincipal de la ciudad meta, en donde estarán esperán-

dolos el cabildo, el gobernador, los descendientes del

héroe y los niños de las escuelas.

Supongamos que se trata de celebrar el nacimientode un poeta. Se puede convocar a un concurso de so-

netos, que culmine en un encuentro "intemacional" de

poetas -con

delegados de Nicaragua- que se reuni-

rán abajo de un árbol, de una de cuyas ramas, dice laleyenda, el festejado murió colgado.

Otro procedimiento para conmemorar, que se apli-ca a cualquier clase de festejado, consiste en sacar los

restos del cadáver de donde estén enterrados y hacer-

los viajar. Si están en el lugar en que el prócer murióse llevan a donde nació, y si no, viceversa.

Para esto, se colocan las cenizas en una urna y ésta

se traslada con mucha solemnidad en el vehículo más

antiguo y más incómodo de que se pueda echar mano

-la cureña de un cañón de 75 mm o una carreta de

bueyeS son perfectas- que recorrerá la distancia entre

las dos localidades históricas con un séquito formadopor los burócratas de la región afectada.

rJnavez llegada a su destino, la urna se deposita en

la capilla ardiente que se ha arreglado de antemano en

el sótano del edificio público más adecuado -si el

conmemorado es poeta, en la biblioteca, si es político,en el palacio, etc.- en donde permanecerá frente a

una lamparita de sebo que arderá constantemente.Las capillas ardientes en lugares lóbregos son más

económicas que los monumentos, y se convierten en ellugar propicio para hacer bromas pesadas.

Si el conmemorado fue hombre depaz, no hay pro-blema. Si, por el contrario, se trata de un hombre que

cambió el curso de la historia con una matanza, hayque tener cuidado para no poner a la nación en peligrode que, a consecuencia de los festejos, el curso de la his-toria luelva a cambiar. Si, por ejemplo, el prócer mu-rió frente a un pelotón de españoles, es evidente que laconmemoración más adecuada debería ser una matan-za de españoles. Esto sería llevar las cosas demasiadolejos. En este caso conviene dar ala muerte del feste-jado carácter apoteósico, y construir arcos de triunfoen los caminos que recorrió antes de ser fusilado, conletreros que digan: "laruta del paredón".

Otra tarea importante del comité organizador con-siste en establecer claramente qué clase de personajelue el festejado.

Supongamos que se trata de conmemorar a un ge-neral que después de una larguísima carrera opaca, letocó perder gloriosamente una de las batallas decisivasen la historia de México.

¿Qué hacer? Desde luego inventarle una frase céle-bre, que ponga de manifiesto la entereza de su ánimoante la derrota total. Decir que le dijo al enemigo algoasí como "nos ganaron, pero no nos vencieron","mañra-na será otro día"; o bien algo que demuestre que nues-tro héroe no fue responsable de la derrota:

-Si la caballería no estuviera acantonada en las

Lomas, estarían ustedes corriendo como conejos.

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Si el t'estejado fue marido y padre modelo, si tuvoamores con un coro de segundas tiples, y si tcnía prlrlema para la educación de sus hijos "la letra con sitn-gre entra", son cuestiones que no nos importan, (lollotampoco nos importa si le gustaban los pcrros o r..rrr

afecto a leer novelas de Dumas,pdre. Si tiene unu liu ,

se célebre, con esto basta. Demasiados rasgos provo-

can confusión.Lo mismo se aplica al aspecto fisico. Para crcur

imagen hay que proceder por eliminación. Hay quc rr:-presentar al prócer en un momento determinad«l ysiempre con la misma ropa, que al fin no ticnc por t¡tei

cambiarse. Recordemos que la calva del cura llitlul¡¡o.la levita de luárez y el pañuelo de Morelos son rnrls

importantes para identificar a estos personajes quc su

estructura ósea. Hay que darle al festejado un rasgo

discordante. La imagen de un militar de mediados dslsiglo pasado no nos dice nada. Pero si está rasurado ytrae anteojitos cuadrados, ya sabemos quién es: es ol

general Zaragoza.

El oocron Mexlcn y Los coNeursrADoRES

En la sobremesa, el doctor Mexica y yo éramos losúnicos nativos. Estábamos metidos en conversacionesdiferentes y no teníamos más contacto que las miradasde desconfianza que nos echábamos uno al otro, a tra-vés del ramo de flores que estaba en el centro.

El doctor Mexica era un hombre alto, con perfil comode relieve maya, moreno, de pelo lacio, y los ojos delcolor de la miel de maple. Al sonreír, sus labios se par-tían y dejaban a descubierto unos dientes blanquísimos,ribeteados de oro.

Cuando nos sirvieron el segundo coñac, el doctorempezó a decir:

-Paxtle, cuando se pronuncia "pachtle", quiere

decir "buenos días" en el lenguaje ordinario; en cam-bio, cuando la X se pronuncia gutural, "pajtle",lapa-labra sirve para designar una yerba que apelmazada ypuesta en forma de tapones en las fosas nasales sirvepara curar el catarro, machacada e ingerida con los ali-mentos es laxante, puesta a secar y después quemadaen un sahumerio sirve para descongestionar los pul-mones y en forma de infusión y tomada como agua deuso es el mejor agente para provocar el aborto. Estasaplicaciones del pajtle aparecen en el códice Nepomu-cénico que data de fines del siglo XV. En esa época en

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Europa la medicina estaba en pañales: no sabían mirsque poner sanguijuelas.

El doctor Mexica no explicó por qué, si los aztecastenían medios tan buenos para provocar el aborto, sr"ls

descendientes se reproducen de una manera al parcccrinvoluntaria e incontrolable.

-En la casa de ustedes -prosiguió

el doctor Mc-xica, refiriéndose a la suya propia- tengo un cráncoque data del siglo XIII. Este cráneo tiene una peculia-ridad muy especial: tiene dos dientes que no son propios,

Fueron extraídos de la mandíbula de otro pacientc c

insertados en la del dueño del cráneo que llegó a rnis

manos. ¿Qué procedimiento siguieron los módicos indí-genas para extraer primero los dos dientes y para injcr-tarlos después en la cavidad correspondiente de la otramandíbula? Vayan ustedes a saber. ¿De qué instrumcn-tos se valieron y qué clase de anestesia usaron? Nrulirr

sabe. Tampoco podremos saber nunca cuál fue cl olr.jr:-

to de la operación. No sabremos si los incisivos prooc-dían de un cadáver al que se le arrancaron los dientcs,o bien, si se los quitaron ala fircrza a una persona quo

tenía los dientes sanos, o si ésta los cedió por interés «l

por tontería a otra que los tenía podridos. Tambión os

posible que la operación cuyos efectos han llcgadohasta nosotros, en forma verificable, en el cránco qucyo tengo, haya sido un ensayo científico, un ejercicioen cadáveres: quitarle a uno para ponerle a otro. listc

cráneo es el que tengo en casa, pero no es el más inte-resante. Se han encontrado otros que demuestran que

los aztecas tenían una técnica perfectamente desarro-lladapara efectuar incrustaciones de piedras preciosasen los dientes. Todo esto fue hecho en una época en laque en España la odontología consistía en amarrar uncordel al diente y cerrar una puerta...

Al teminar el parlamento, me dirigió la sonrisa res-

plandeciente. Los demás comensales me miraron en

silencio, cediéndome la palabra.

-Yo también tengo antepasados indígenas

-drje.

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