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San Felices de los Gallegos está situado en el oeste dela provincia de Salamanca, cerca de la frontera conPortugal y en el centro de la comarca conocida comoEl Abadengo. Este nombre procede, según CésarMorán, de cuando el territorio pertenecía a los tem-plarios, que tenían allí un abad al que llamaban aba-dón, hasta que en 1313, al desaparecer esa orden, pasóa depender del obispado de Ciudad Rodrigo.

Se asienta sobre un terreno granítico apto para laganadería y el olivar, cultivos casi abandonados. Susinviernos son fríos y los veranos calurosos, pero suavi-zados por la influencia del Atlántico, con las mayoresprecipitaciones en abril y octubre. La vegetación predo-minante es el monte de encinas y el olivar.

Una primera aproximación a los aspectos históricos yartísticos de San Felices de los Gallegos fue realizadapor Guillermo Toribio de Dios, cuyos trabajos deinvestigación, fruto del cariño por su lugar natal, vie-ron la luz por vez primera en 1939 bajo el título deHistoria de la villa de San Felices de los Gallegos. Segúndice este historiador, el origen de San Felices seremonta a los tiempos del obispo de Oporto, donFélix XI, quien en el año 688 debió fundar el pueblocon una colonia de gallegos, lo que explicaría la dobleprocedencia de su nombre. Sin embargo, la existenciade población previa en la zona data de la SegundaEdad del Hierro, como atestiguan algunos dólmenes y

castros cercanos, o la propia existencia de un verracodentro de su casco urbano. Existen también restos deépoca romana relativamente próximos, como la villarecientemente excavada en la localidad de Saelices elChico, y restos altomedievales, como el yacimientode Medinilla, nombre de origen árabe que viene a sig-nificar pequeña ciudad, dentro también de los límitesde San Felices.

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Vista aérea de San Felices de los Gallegos

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Es no obstante en la época de la repoblación cuandoarranca su historia más segura y desde cuando se con-servan testimonios escritos. Según la mayoría de loshistoriadores, la localidad fue reconquistada en elsiglo XII, quizá hacia 1169, año apuntado por JulioGonzález como el de la fundación por el propioobispo don Félix ya mencionado, pero hablando conmás propiedad esta fecha debe entenderse como de“refundación”.

Se documenta que ya a comienzos de la Baja EdadMedia San Felices pertenecía a la iglesia de SantaÁgueda de Ciudad Rodrigo, que a su vez había sidoentregada por Fernando II de León a la Orden deCluny. En 1284, Sancho IV el Bravo donó el lugar deSan Felices de los Gallegos a Martín Pérez dePortacallero y poco después el rey se lo cambió pordos tercios de Laguna de Negrillos y se lo entregó a suhijo D. Felipe. El propio Sancho IV instituyó en 1291el Mercado del Lunes, siendo la primera vez que SanFelices aparece citado en los documentos como villa,título que debió conseguir no muchos años antes. Yapara entonces la localidad se había convertido en undestacado centro comercial y había aumentado consi-derablemente sus habitantes.

Por otra parte, su situación fronteriza favoreció quedurante los siglos medievales se fuera convirtiendo en unimportante punto estratégico y defensivo, viéndoseenvuelto de lleno en las guerras fronterizas entre Castillay Portugal, y llegando a formar parte de una y otraCorona en repetidas ocasiones. La más importante deesas contiendas tuvo su inicio en 1296, cuando el reyportugués D. Dionis (Dioniso IV de Portugal) entró enCastilla por Riba de Coa apoderándose, entre otros luga-res, de San Felices, conquista que confirmó el Tratado deAlcañices firmado el año siguiente. Sería también porentonces cuando por mandato de este monarca se debióiniciar la construcción de un castillo en la villa.

Durante el siglo XIV hubo sucesivos cambios demanos en la posesión de San Felices, por voluntad desus señores, por causa de herencias, permutas o recla-maciones, siendo sus titulares sucesivamente, D.Alonso Sánchez, hijo de D. Dionis, D. Alfonso deAlburquerque, quien en 1348 le concedió un privilegioque introdujo los lugares y aldeas de Barba de Puercoen la jurisdicción de San Felices, D. Alfonso deMolina, hijo del infante del mismo nombre, quien leotorgó por fuero el de Ciudad Rodrigo, y D. Sancho,conde de Alburquerque.

Iglesia parroquial. Detalle de la torre occidental

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Los cambios en la tenencia de la villa continuarontambién en el siglo XV cuando fueron señores titularesdoña Leonor, reina de Aragón, su hija doña María deAragón, reina de Castilla, el conde de Ureña y Graciánde Sese, que terminó sus días colgado del arco de lascampanas, entregándose entonces San Felices por losReyes Católicos a D. García Álvarez de Toledo, pri-mer duque de Alba. A su muerte, el tercero de sushijos, D. García, de igual nombre que su padre, reci-bió la villa de San Felices, aunque finalmente recayóen el primogénito y sucesor en el ducado, D. Fadrique,que no se había resignado a perderla, tras la entrega asu hermano de las villas de Horcajada y el Bohoyo,además de ciertas rentas.

A partir de entonces San Felices perteneció de maneradefinitiva al ducado de Alba y dentro de éste a laCorona de Castilla. La tranquilidad lograda permitióque el siglo XVI fuera realmente próspero. Entre fina-les del siglo XV y principios del XVI se fundaron losconventos de San Juan de Letrán, de dominicos, y deLa Pasión, de agustinas, lo cual hace suponer que porentonces los vecinos y los recursos eran ya suficientescomo para mantener esas dos nuevas casas de religio-sos. La economía alcanzó gran desarrollo y la pobla-ción fue aumentando progresivamente hasta contaren 1591 con 400 vecinos, unos 1.200 habitantes,según datos consignados por Méndez Silva en suPoblación general de España (1596). Prueba de ese auge esque entonces se citaba a la villa como “Saelices elGrande”. Además, a partir de mediados del Quinientoshubo una gran actividad artística, especialmente en elterreno de la arquitectura, construyéndose nuevasermitas y casas particulares, e incluso reconstruyén-dose la primitiva iglesia y haciéndose importantesobras en el convento de dominicos, pero también enotros campos, gracias al trabajo de destacados y reco-nocidos artistas locales y foráneos.

Ya en 1640, San Felices jugó un decisivo papel en laguerra que sublevó a Portugal contra Felipe IV, pues seestableció en la villa la guarnición encargada de reali-zar la práctica totalidad de las operaciones militaresen la zona. Medio siglo después, hacia 1706, y enplena guerra por la sucesión de Carlos II, los portu-gueses ocuparon la villa por espacio de varios meses,hasta octubre de 1707. De entonces datan algunos

baluartes de piedra que todavía se pueden ver hoy enla fortaleza-castillo.

A lo largo de todo el siglo XVIII San Felices mantuvo sucondición de ser uno de los principales enclaves milita-res de la frontera portuguesa, junto con Ciudad Rodrigo,el fuerte de la Concepción, Fermoselle y Puebla deSanabria. La centuria trascurrió tranquila, sin que laguarnición acuartelada en el castillo de la villa tuvieraningún protagonismo. Además, de nuevo se vivió unbuen momento económico y demográfico, que en elterreno artístico tuvo su correspondencia en las nume-rosas obras y reformas que se hicieron a partir demediados del siglo.

Durante la Guerra de la Independencia San Felicestuvo de nuevo un papel protagonista, pues su cercaníaa Ciudad Rodrigo hizo que se viera arrastrado por losacontecimientos bélicos. Así, a comienzos de 1809 laguarnición se reforzó con un regimiento de auxiliaresenviado desde Ciudad Rodrigo, pero el 15 de marzode 1809, fue tomada la villa, permaneciendo ocupadapor el ejército francés durante casi tres años. Ya en

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Castillo. Torre del Homenaje

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1811, los soldados estacionados en San Felices fueronlos encargados de cubrir la retirada hacia Portugal delas tropas francesas derrotadas en la batalla de Fuentesde Oñoro. Finalmente, a comienzos de 1812, LordWellington recuperó la plaza de Ciudad Rodrigo, conlo cual es de suponer que poco después la tropa fran-cesa abandonaría San Felices. La guerra dejó comoresultados, además de las pérdidas humanas y econó-micas, la destrucción del convento de San Juan deLetrán y la ruina parcial de varias iglesias. Por su parte,el castillo se había convertido en hospital de inválidos.

El siglo XIX continuó con la inestabilidad política y unanueva guerra, la carlista, que produjo consecuencias

de tipo económico. A todo ello se unieron los efectosde la desamortización eclesiástica, que causó la des-aparición definitiva del convento de dominicos. Deese siglo, el acontecimiento más destacado y signifi-cativo para la historia local tuvo lugar el 11 de mayode 1852, día en el que la villa, junto con los pueblos deAhigal de los Aceiteros y Barba del Puerco, ganaron elpleito sobre el “noveno” que mantenían desde hacíavarios siglos contra el duque de Alba, en relación conlas rentas y sus atrasos que los vecinos pagaban anual-mente, desde tiempo inmemorial, a sus señores. Lafiesta que se instituyó para celebrar este triunfo se con-tinúa celebrando en nuestros días.

Todavía hay que citar, entre otras cosas, el derribo devarios arcos de la muralla para permitir una mejor cir-culación, y el incendio de la iglesia parroquial ocurri-do en octubre de 1887, que destruyó, además delarchivo municipal, su importante retablo mayor, conpinturas de Luis de Morales, y un artesonado mudéjar.

La última centuria se ha caracterizado por el lentopero continuado declive de San Felices de losGallegos. La emigración de fines del XIX y comienzosdel XX, primero, por la imperiosa necesidad de hallartrabajo remunerado, y luego en los años cincuenta ysesenta, el éxodo rural, propiciaron poco a poco unacaída demográfica y un retraso injustificado a lo quecontribuyó en cierta medida la tardanza en introducirlos servicios e infraestructuras modernas, como elagua corriente, la electricidad o las carreteras.Superado todo eso, hace huella el envejecimiento dela población. Sólo en la última década del siglo XX, conla inversión en servicios públicos y rehabilitaciones seha contribuido a la promoción turística y cultural, yparece que se ha producido un nuevo resurgir de estapoblación, tan cercana a Ciudad Rodrigo, tan impor-tante en otros siglos, pero tan olvidada por ahora.

El recinto amuralladoSi importante y de interés es la historia, San Felices delos Gallegos cuenta además con numerosos y atractivostestimonios de su pasado, dentro de los cuales ocupa unlugar preferente su arquitectura militar, lo que le valió endiciembre de 1965 la declaración de ConjuntoHistórico-Artístico, y más recientemente, en 1995, elPremio de Turismo de la Junta de Castilla y León.

Torre de las Campanas

Testimonio de los primeros pobladores de la zona conocido como“Burro de San Antón”. Al fondo el Calvario y las Tres Cruces

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El entramado urbano de San Felices empezó a confi-gurarse en el siglo XIII y quedó plenamente definidodurante los siglos XV y XVI, permaneciendo sin cam-bios desde entonces. Sin lugar a dudas, el recinto for-tificado de la villa es el conjunto más sobresaliente. Ensu extremo occidental se levanta el castillo, mandadoedificar por D. Dionis a finales del siglo XIII. Tal y comoapuntó Edward Cooper, se trató en origen de una pri-mera torre que posteriormente se desmochó, durante latenencia del primer duque de Alba entre 1476 y 1479,para levantar encima una torre más señorial. Dirigió lasobras Juan Carrera, quien también reconstruyó el casti-llo de Coria entre 1473 y 1478. Se levantó así la torredel homenaje que ha subsistido hasta nuestros días, encuyo cuerpo inferior se aprecian, por el cambio en elmodelo constructivo, los restos de la primera torre.

Rodeando el emplazamiento del castillo se construyóuna muralla o Cerca Vieja, cuyo origen se ha atribui-do tradicionalmente a la época de D. Dionis, argu-mentándose que surgiría como muralla defensiva dela primera torre-castillo. Sin embargo, se detectan enella restos constructivos anteriores, pertenecientescon seguridad al siglo X, lo que retrasa su datación yapunta la posibilidad de que el origen de San Feliceshaya que situarlo en la época de la repoblación de

Ramiro II. Además, según el citado Cooper hay tam-bién ciertos lienzos que pueden fecharse en épocaromana o incluso prerromana, lo que estaría en con-sonancia con un probable asentamiento romano sur-gido al auspicio de la cercana Miróbriga (CiudadRodrigo). Pero en opinión del arqueólogo MiguelÁngel Muñoz, se ve en estos últimos restos una filia-ción medieval, identificándolos con unas obras docu-mentadas de reparación que D. Dionis mandó ejecutaren la Cerca Vieja.

Tomando como hipótesis más segura la que sitúa laconfiguración de la Cerca Vieja durante el siglo X, sesucederían después diferentes fases constructivashasta conformar su aspecto definitivo: la realizaciónde varias torres cuadradas en el siglo XII, la recons-trucción en la centuria siguiente de las dos puertas deacceso al recinto, la del Moro y la de la Torre, todavíavisibles, las obras efectuadas por D. Dionis y, por últi-mo, la reconstrucción del castillo a finales del siglo XV.Durante la guerra de Sucesión, los portugueses queocuparon San Felices hicieron varias reformas y levan-taron una serie de baluartes defensivos bordeando elperfil exterior de la Cerca Vieja.

Aparte de esta última, debieron existir otros cuatrorecintos de muralla que protegían la villa desde épocamedieval, en parte inéditos hasta nuestros días. Su tra-zado hipotético se puede adivinar gracias a los datosaportados por E. Cooper, por los diferentes planos his-tóricos que sobre San Felices se conservan, especial-mente el del ingeniero Antonio de Gaver, de 1752,que es el más acorde con la realidad, las propias evi-dencias que quedan sobre el terreno y por lo descu-bierto con las campañas de excavaciones arqueológi-cas que se han llevado a cabo en los últimos años, laúltima en la Plaza Mayor. Así, se sabe de la existenciade las puertas de las Campanas y del Puerto, de lo quese conserva una torre llamada de las campanas y unarco apuntado, y de otras de las que sólo queda elnombre (de los Lagares, de la Luz, de la Alhóndiga yde Bañobárez), cuyos últimos restos desaparecieron acomienzos del siglo XX. A pesar de lo dicho, ante laausencia de más datos arqueológicos e incluso de sucerteza histórica, en lo relativo a la cronología, por elmomento, tan sólo se puede decir que tales murallasse encuadran dentro de los siglos bajomedievales.

Convento de la Pasión. Fachada norte

Castillo y recinto amurallado

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Edificios más sobresalientesAl protagonismo del castillo y recintos fortificados deSan Felices de los Gallegos se añade también unimportante patrimonio arquitectónico. Entre los edifi-cios religiosos el más destacado es la iglesia parro-quial. Dedicada a Nuestra Señora de los Álamos, esobra de gran entidad, situada en el lado norte de laPlaza Mayor, sobre una plataforma ligeramente eleva-da en relación con el resto del terreno. La complejidadarquitectónica de esta fábrica es notable, pues fueronmuy diversas las intervenciones que se hicieron enella a lo largo del tiempo. El templo original era romá-nico y de esa etapa se conserva una puerta de mediopunto en el muro norte, hoy cegada, una capilla concanecillos en la línea de cornisa, y la portada de lospies. Ésta muestra un arco de medio punto ligeramen-te apuntado con arquivoltas, tres columnas a cadalado y capiteles vegetales, que permiten fecharla aprincipios del siglo XIII. El templo se amplió a media-dos del siglo XVI, adquiriendo así su configuracióndefinitiva de planta basilical con tres naves, coro a lospies y una única cabecera poligonal con bóveda estre-llada reconstruida a finales del XIX tras habersederrumbado a causa de un incendio. Las naves estánseparadas por grandes arcos semicirculares apoyadosen columnas con capiteles de orden dórico, y secubren con artesonado de madera. También del XVI

es una torre que se adosó a la cabecera, la portadameridional con alfiz que da a la plaza y varias venta-nas con arco de medio punto. En 1618 se levantó lacapilla del licenciado D. Bartolomé del Corral y ya enel siglo XVIII se modificó el cuerpo superior de la torreexistente y se hizo una nueva a los pies según las tra-zas y condiciones dadas por el arquitecto mirobrigen-se Manuel Moíños.

Destacados artistas trabajaron para la iglesia parro-quial. Sobresale el pintor Luis de Morales, que entre1572 y 1574 hizo el retablo mayor, destruido en elincendio antes mencionado y del que procedería unatabla conservada en el Museo de Salamanca. Por otraparte, en la segunda mitad del siglo XVI también deja-ron su impronta en la villa otros muchos, como losconocidos escultores Lucas Mitata y Juan de Salazar,los pintores Lucas Mateos y Estacio Gutiérrez, los pla-teros Fernando Álvarez, padre e hijo, y FernánGómez, el bordador Juan de Salazar, o los canteros ymaestros de obras García de Ruesga, Juan de laPuente, Marcos Saravia, Rodrigo de la Gándara yBartolomé y Sebastián Morgado, cuyas obras en SanFelices, a pesar de que se han perdido en gran parte,todavía permanecen inéditas.

La otra gran construcción religiosa es el convento deagustinas de la Pasión. Se fundó hacia 1508 por doñaPetronila Cuadrado, en buena medida gracias a laslimosnas aportadas por los vecinos del pueblo.Desde entonces la historia de la villa ha corrido para-lela a la de esa pequeña comunidad de religiosasagustinas canonesas, en cuyos muros vivió la muyconocida Madre Trinidad. Sin mencionar las intere-santes obras artísticas que custodia en su interior, enlo relativo a la arquitectura se desconocen los auto-res del convento inicial, remodelado en dos etapasdiferentes. Así, en un primer momento, hacia finalesdel siglo XVII, el arquitecto Cristóbal de Honorato ySan Miguel, hizo, entre otras obras, la reestructura-ción del claustro. Y en una segunda etapa, a partir demediados del XVIII, se reconstruyeron las celdas yposteriormente se levantó una nueva iglesia barroca,de bellas proporciones, con coro bajo y alto, en laque participación los maestros de cantería JuanVicente, Juan de Otero y José Vicente Castellanos,bajo la más que probable dirección del arquitecto

Recinto amurallado. Detalle

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portugués Manuel Méndez, lo que explicaría su clarafiliación con la arquitectura barroca lusa.

Nada queda del convento de dominicos de San Juande Letrán, cuya fundación tuvo lugar hacia 1475. Elprimitivo edificio conventual construido por entoncesse renovó durante el último tercio del siglo XVI y pri-mera mitad del XVII. Como consecuencia de la Guerrade la Independencia quedó prácticamente destruido, yaunque hubo intentos por reconstruirlo la desamorti-zación eclesiástica supuso su desaparición definitivaen 1835.

De las numerosas ermitas que hubo sólo se han con-servado la de Jesús Nazareno y la de la Luz (NuestraSeñora del Rosario). La primera data del siglo XVI, aun-que fue ampliada en el XVIII. Y a mediados de este últi-mo se construyó además la ermita de la Luz.Desaparecieron las de Santa Ana, Santa Lucía, SanAlbín, Santa Bárbara, de los Remedios, San Sebastián,San Antón, San Félix y San Gregorio. Se sabe de suexistencia por diversas referencias documentales.

Gran importancia tuvo el hospital y ermita deRocamador cuyo origen databa del siglo XV. La ermitase mandó reparar en 1755 por estar muy deteriorada,cosa que no se hizo. Con el mismo nombre se cons-truyó entre 1781 y 1790, una ermita nueva según lastrazas y dirección del arquitecto local Manuel Martín.Existió además el hospital y ermita de la Misericordia,fundado sobre las casas que cedió el clérigo Pedro delCorral en 1567. Su edificio, que ha pervivido, tieneuna entrada en arco de medio punto de grandes dove-las de finales del siglo XVI, pues no en vano poco des-pués se le citaba como hospital nuevo. Durante laGuerra de Sucesión pasó a ser hospital de militares ycomo tal se le denominó.

Tanto la iglesia parroquial como cada una de las diver-sas ermitas tuvieron sus correspondientes cofradías.Según el censo del conde de Aranda del año 1761 exis-tían las del Santísimo Sacramento, Nuestra Señora laMayor, Nuestra Señora de Entrambos Álamos,

Nuestra Señora de Roque Amador, Santa Ana, SantaBárbara, Ángel de la Guarda, San Sebastián, San Félix,Ánimas y Santa Vera Cruz. En el convento de SanJuan existió la cofradía de Nuestra Señora del Rosarioy en el de la Pasión la de San Antonio Abad.

Son también dignos de mención otros edificios decarácter civil, como la casa de los Mayorazgos, situa-da frente a los pies de la iglesia, pero un poco despla-zada del resto de la Plaza Mayor, construida en el sigloXVI, aunque sus escudos heráldicos han sido colocadosen un momento posterior, o la alhóndiga, actual Casade Cultura, edificada en 1587 por Rodrigo de laGándara y Sebastián Morgado en sillería muy bienescuadrada. Más aún destaca la casa consistorial oayuntamiento, con fachada sostenida por siete colum-nas monolíticas sin basas y capiteles con golas en loslaterales a la manera de zapatas, cuyo segundo cuerpomuestra cuatro grandes balcones con marco moldura-do en cantería. El interior del edificio alberga tambiénla cárcel, con banco corrido, chimenea y letrina. Enella se encuentra una inscripción que reza “CarolusIV/1791”, indicando el momento de terminación de laobra. El contrato se firmó en junio de 1790 con elarquitecto José Francisco Pereira y otros dos compa-ñeros suyos que siguieron en todo el plan y condicio-nes dadas de nuevo por Manuel Martín.

Por ultimo, hay que citar las casas de fachadas tam-bién de cantería que se distinguen en el ala oeste de laplaza, con bellas balconadas de madera adornadas decelosías, que remiten a la primera mitad del XVI, asícomo la casa de los Señores del Ron, entre otras.

Todas estas construcciones y alguna otra que se esca-pa, pues no es la finalidad de estas líneas el recordar-las todas, formaron y forman parte de la historia deSan Felices de los Gallegos y de sus habitantes.Historia y arte unidos están pregonando un conjuntode sumo atractivo. Muralla, castillo y edificios religio-sos son sus señas de identidad. Las fiestas que en suámbito se celebran, como la popular corrida de toros,le dan animación y vida.

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Restos del recinto de muralla