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SAN JUAN DE ÁVILA Y LA VIRGEN DE LA CAPILLA Francisco Juan Martínez Rojas El pasado 20 de agosto, durante la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Benedicto XVI anunció en Madrid que en este año 2012 San Juan de Ávila sería reconocido oficialmente como Doctor de la Iglesia. La propuesta había partido de la Conferencia Episcopal Española, y tras completar el proceso exigido por la Santa Sede para otorgar ese título a un santo, falta sólo que sea señalada la fecha en que solemnemente el Apóstol de Andalucía se convierta en el trigésimo quinto Doctor de la Iglesia. Es conocida la amplia labor de apostolado que Juan de Ávila y la escuela sacerdotal que él formó realizaron en la diócesis de Jaén, teniendo como epicentro la ciudad de Baeza. El Santo Maestro fomentó la vida eucarística en los fieles giennenses y la devoción a la Santísima Virgen, por lo que su próxima declaración como Doctor de la Iglesia constituye un momento privilegiado para recordar su rico magisterio, sobre todo en su vertiente mariana. San Juan de Ávila (1499-1569) 1 fue definido por el Papa que lo canonizó en 1970, Pablo VI, como un sacerdote, que bajo muchos aspectos podemos llamar moderno 2 . Esta aseveración encuentra una justificación razonada cuando, leyendo sus numerosas obras 3 , se repasa la mariología del Apóstol de Andalucía, y se

SAN JUAN DE ÁVILA Y LA VIRGEN DE LA CAPILLA

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AUTOR: FRANCISCO JUAN MARTINEZ ROJAS

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SAN JUAN DE ÁVILA Y LA VIRGEN DE LA CAPILLA

Francisco Juan Martínez Rojas

El pasado 20 de agosto, durante la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa

Benedicto XVI anunció en Madrid que en este año 2012 San Juan de Ávila sería

reconocido oficialmente como Doctor de la Iglesia. La propuesta había partido de la

Conferencia Episcopal Española, y tras completar el proceso exigido por la Santa Sede

para otorgar ese título a un santo, falta sólo que sea señalada la fecha en que solemnemente

el Apóstol de Andalucía se convierta en el trigésimo quinto Doctor de la Iglesia.

Es conocida la amplia labor de apostolado que Juan de Ávila y la escuela sacerdotal

que él formó realizaron en la diócesis de Jaén, teniendo como epicentro la ciudad de

Baeza. El Santo Maestro fomentó la vida eucarística en los fieles giennenses y la devoción

a la Santísima Virgen, por lo que su próxima declaración como Doctor de la Iglesia

constituye un momento privilegiado para recordar su rico magisterio, sobre todo en su

vertiente mariana.

San Juan de Ávila (1499-1569)1 fue definido por el Papa que lo canonizó en 1970,

Pablo VI, como un sacerdote, que bajo muchos aspectos podemos llamar moderno2. Esta

aseveración encuentra una justificación razonada cuando, leyendo sus numerosas obras3, se

repasa la mariología del Apóstol de Andalucía, y se comprueba cómo ésta aparece

íntimamente unida a la visión de Cristo y de la Iglesia que el Apóstol de Andalucía ofrece

en sus escritos4.

María es, según Ávila, el miembro singular de la Iglesia que mejor traduce y

visibiliza la santidad de la Cabeza. Es la primera santa en Cristo, que, por su respuesta de

santidad, es prototipo de toda santidad eclesial. Y esta principalidad de María se expresa

fundamentalmente con los títulos de Madre Reina y figura de la Iglesia. De S. Agustín

tomó Juan de Ávila la idea de María como la criatura que ha concebido a Cristo en la fe

más perfecta, y así lo manifestó en repetidas ocasiones, concluyendo que la Virgen es más

alta que nadie y cerca de Dios en bondad y alteza, y cerca de nosotros por misericordia5.

La santidad de María, según el Santo Maestro, no se redujo a un momento

determinado de su vida, sino que siempre fue santa, así en su santa Concepción como en

toda su vida6. En cuanto a la santidad positiva, María es la cumbre de gracia y virtud que

excede a cualquier criatura. Ella, en su fidelidad a Dios, es tan superior a los ángeles y a

los santos, que es incomparable porque, mientras que en los santos se da la gracia por

partes, mas a la Virgen se derrama toda la plenitud de la gracia divina […] mas ansí

como fue llena de gracia y santidad, así fue también en esta vida muy lastimada con

trabajos7.

Es notable la insistencia con que S. Juan de Ávila relaciona a la Virgen María con

la Iglesia. María es la suprema realización de la santidad eclesial, y por eso él la llamaba la

Santa de los santos. De ahí que según el pensamiento del Santo Maestro, la presencia de

María en la comunidad eclesial sea siempre dinámica, ejemplar, silenciosa y fecunda8,

haciendo que sus hijos, que aún se encuentran en este mundo en lucha con el pecado,

descubran en ella el modelo más perfecto y acabado de virtud y santidad. Por esto María es

1 Entre la amplísima bibliografía sobre S. Juan de Ávila se pueden consultar como introducción a su biografía Q. ALDEA, Ávila, Juan de, en Diccionario de Historia Eclesiástica de España (Madrid 1972), vol. I, 162-164 (con abundante bibliografía); L. MUÑOZ, Vida y virtudes del venerable varón el Padre Maestro Juan de Ávila, predicador apostólico. Con algunos elogios de las virtudes de sus más principales discípulos (Madrid 1635), L. SALA BALUST – F. MARTÍN HERNÁNDEZ, Santo Maestro Juan de Ávila (Madrid-Roma 1970), y J. J. GALLEGO PALOMERO, Sacerdocio y oficio sacerdotal en San Juan de Ávila (Córdoba 1998) 319-327.

2 Citado por J. DEL RÍO, Santidad y pecado en la Iglesia. Hacia una eclesiología de San Juan de Ávila (Córdoba 1986) 257.

3 L. SALA BALUST (ed.), Obras completas del Beato Juan de Ávila (Madrid 1952-1953), 2 vols. Cf. L. SALA BALUST – F. MARTÍN HERNÁNDEZ, Santo Maestro Juan de Ávila, 19*-47*; DEL RÍO, Santidad y pecado, 259-268, J. ESQUERDA BIFET, Doctrina teológica del Beato Maestro Juan de Ávila en tiempos de postconcilio, en Miscelánea Comillas 47-48 (1967) 95-128; ID., Diccionario de San Juan de Ávila (Burgos 1999); A. HUERGA, La vida cristiana en los siglos XV-XVI, en AA.VV., Historia de la Espiritualidad (Barcelona 1969), vol. II, 90-94.

4 Cf. DEL RÍO, Santidad y pecado, 163-166; J. ESQUERDA BIFET, Síntesis mariológica de los escritos de Juan de Ávila, en Ephemerides Mariologicae 11 (1961) 169-191; ID., Espiritualidad sacerdotal mariana en Juan de Ávila, en Estudios Marianos 35 (1970) 85-114; ID., La oración contemplativa en relación a la devoción mariana según el Maestro Juan de Ávila, en Anthologica Annua 24-25 (1977-78) 499-550; ID., Diccionario, 377-379, 590-601; T. HERRERO, La Inmaculada en el Beato Juan de Ávila, en Estudios Marianos 18 (1957) 371-380; R. JIMENO, La mariología estática en el Maestro Ávila (Granada 1955); A. MOLINA PRIETO, Presencia de María en el epistolario del Santo Maestro Juan de Ávila , en Estudios Marianos 36 (1972) 281-304; B. G. MONSEGU, Los textos mariológicos de la Escritura en las obras del maestro J. de Ávila, en Estudios Marianos 23 (1962) 327-356; N. PÉREZ, S.J., Historia mariana de España (Valladolid 1947), vol. II/2, 280-281.

5 Citado por DEL RÍO, Santidad y pecado, 164.6 Ibíd.7 Ibíd.8 Cf. MOLINA, Presencia de María, 303.

un punto de referencia necesario de todo creyente, que para alcanzar su madurez plena

como miembro de la Iglesia, debe contemplar el ideal al que aspira, plenamente realizado

ya en María. Ése es el sentido que encierra la conocida expresión de S. Juan de Ávila: Más

quisiera estar sin pellejo que sin devoción de María9.

Es sobradamente conocido cómo Juan de Ávila estuvo directamente implicado en la

puesta en marcha de la universidad de Baeza, y cómo imprimió al estudio general baezano

un sello nítidamente pastoral, de modo que, antes de la creación de los seminarios

tridentinos, ya el centro universitario beaciense tenía como fin primordial la formación

sacerdotal, según la impronta cisneriana de la universidad de Alcalá de Henares. Baeza se

convirtió en un intenso foco de espiritualidad, en perfecta sintonía con los postulados más

genuinos de la reforma católica. Evangelismo y paulinismo se dieron la mano gracias a la

figura de Juan de Ávila, que, durante su estancia baezana, no restringió su presencia a los

asuntos meramente académicos, sino que desarrolló una amplia labor pastoral,

entregándose a un fecundo apostolado por las tierras del Santo Reino, continuado

posteriormente por el círculo de discípulos que en Baeza se reunió a la sombra de su rico

magisterio, y que es conocido comúnmente como la escuela sacerdotal avilista10.

Dentro de ese ámbito de clérigos influídos por San Juan de Ávila se puede incluir al

Dr. Gaspar Salcedo de Aguirre11. Natural de Baeza, donde nació en 1545. Estudió en la

universidad baezana, donde pudo conocer personalmente a Juan de Ávila y sus discípulos

más directos: Bernardino de Carleval, Pedro de Ojeda y Diego Pérez de Valdivia. Como

9 Sermón 63, citado por ESQUERDA, Espiritualidad sacerdotal mariana, 90.10 J. ESQUERDA BIFET, Escuela sacerdotal española del siglo XVI: Juan de Ávila, en Anthologica

Annua 17 (1969) 1-55; ID., Diccionario, 302-305, 351-360.11 Sobre este interesante personaje a caballo entre el XVI y el XVII cf. los numerosos trabajos de su

mejor conocedora, la Dra. Dña. María Dolores RINCÓN GONZÁLEZ, Aproximación al humanista Gaspar Salcedo de Aguirre (1545-1632), en Boletín del Instituto de Estudios Giennenses 188 (2004) 61-90; ID., Las idea pedagógicas de Gaspar Salcedo de Aguirre, en Iberoromania 61 (2005); ID., Criterios de selección en la Universidad de Baeza: Huarte de San Juan y los planteamientos avilistas: Quod natura non donat, Academia non praestat, enim vero labor omnia vincit improbus, en Elucidario 1 (2006) 135-146; ID., La literatura emblemática en la obra de Gaspar Salcedo de Aguirre, en D. CHICHARRO, Literatura Giennense en el olvido, Instituto de Estudios Giennenses, Jaén 2007, 173-216; ID., El género emblemático en Baeza: la obra del Dr. Gaspar Salcedo de Aguirre, en M. A. MORENO, Estudios de Humanismo Español. Baeza en los siglos XVI-XVII, Baeza 2007, 485-618. La Dra. Rincón González está preparando en la actualidad la edición de tres obras de Salcedo de Aguirre: Allusiones Novi Testamenti ad Vetus, y Relación de algunas cosas insignes... y Descripción del Reino de Jaén. Cf. igualmente A. TARIFA – R. FRÍAS, Don Gaspar Salcedo de Aguirre, un clérigo giennense en la España de los Austrias. Noticias sobre su vida y sus escritos, en Boletín del Instituto de Estudios Giennenses 173 (1999) 195-223.

estudiante, Salcedo de Aguirre obtuvo el grado de doctor en Artes, en 1568 –un año antes

de la muerte de Ávila-, y en Teología, en 1574. A lo largo de su formación en la

universidad baezana, fue aprehendiendo el idearium avilista, donde la devoción mariana

ocupaba un lugar fundamental en la vida de piedad, tal y como él reflejó posteriormente en

sus obras. La carrera docente de Salcedo de Aguirre se inició ya en 1568 como catedrático

de Artes y Filosofía, llegando a lograr la prestigiosa cátedra de Prima de Teología. Ahora

bien, la culminación de su colaboración con esta universidad la alcanzó con la aceptación

del cargo de Rector, en 1578, tras la marcha a Barcelona de Diego Pérez de Valdivia.

Asimismo, fue sucesivamente párroco de la Magdalena de Jaén, Arjonilla y San Ildefonso,

también de Jaén, donde recibió sepultura el 21 de enero de 1632.

En el último tercio del s. XVI, Don Gaspar Salcedo de Aguirre se había

manifestado ya como un consumado humanista, no sólo por haber ocupado una cátedra de

teología en la universidad de Baeza con el aplauso general del alumnado, sino por haber

estampado algunas obras de notable interés. Buena prueba de ello es el mapa del Reino de

Jaén, que realizó Salcedo siendo prior de Arjonilla, corriendo el dibujo a cargo de Juan

Domenico de Villarroel, cosmógrafo real, y siendo cortado en Sevilla por Baptista

Camillo. Este mapa se conserva en la actualidad en la Biblioteca Nacional de Madrid. En

1594 Salcedo dio prueba de su fecunda erudición en un curioso libro que vio la luz en las

prensas baezanas de Juan Bautista de Montoya: Pliego de cartas en que ay doze epistolas

dedicadas a personas de diferentes estados y officios12. Finalmente, en 1608 publicó en

Jaén una obra más especializada, fruto de su actividad como docente de teología y afamado

orador: Allusiones Novi Testamenti ad Vetus, estampadas por Fernando Díaz de Montoya13.

Las Allusiones pretenden servir al predicador para facilitar un uso más provechoso de la

Escritura, y ofrecen como dato curioso el texto de algunas importantes homilías que

corrieron a cargo de Salcedo de Aguirre, como por ejemplo, la tenida en una fiesta de Sto.

Tomás de Aquino en el estudio baezano, y el sermón fúnebre en las solemnes exequias de

Felipe II, que predicó siendo prior de Arjonilla.

12 Se conserva un ejemplar de esta interesante obra en la Biblioteca Nacional de Madrid, signatura R – 2679.

13 Se conserva un ejemplar de esta obra en la Biblioteca del Seminario Diocesano de Jaén.

Pero por su vinculación con la Virgen de la Capilla, la obra que atrae nuestra

atención es la publicada en Baeza en 1614: Relación de algunas cosas insignes que tiene

este Reyno, y Obispado de Jaén14. Como en la misma portada se especifica, las cosas

insignes en las que se centra este pequeño volumen de 44 hojas son la venida de la Virgen

a la iglesia de S. Ildefonso, de Jaén, la Santa Verónica, la Crucifijo de la Yedra y Nuestra

Señora de la Cabeza, de Andújar. Pero el autor no se ciñe exclusivamente a estos cuatro

núcleos, sino que amplía el contenido ofreciendo breves noticias sobre la cruz del puerto

Muradal y Navas de Tolosa, la predicación de S. Vicente Ferrer en Baeza, en 1411, la

universidad y escuelas de esta misma ciudad, y el nombre y antigüedad de Baeza.

En la Relación de algunas cosas insignes, el Dr. Salcedo de Aguirre se revela como

un humanista erudito que conoce con detenimiento las fuentes históricas giennenses de

aquel tiempo, y con un lenguaje moderado y atrayente, extraña mezcla de estilo culto y

popular a la vez, expone esa serie de realidades insignes de un singular modo que está a

caballo entre el aséptico relato histórico y la narración hagiográfica y edificante.

La estrecha vinculación de Salcedo con la iglesia de S. Ildefonso de Jaén, de la que

era párroco cuando publicó la obra en cuestión, se manifiesta en la epístola dedicatoria del

epítome, que su autor dirige a Nuestra Señora de la Capilla de Santo Ilefonso. Tomando

como punto de partida un texto del santo Arzobispo toledano, Salcedo de Aguirre se acoge

filial y confiadamente a la intercesión de la Virgen para obtener el auxilio del Espíritu

Santo y poder llevar a cabo dignamente una empresa tan alta como es describir los

acontecimientos que recoge su libro:

Os suplico Señora mía, Reyna mía, Patrona mía […] que me concedays el

espíritu de vuestro hijo, Redentor mío para sentir y escrevir cosas verdaderas

dignas de vos, para gloria de vuestro hijo y vuestra, para consuelo de los fieles, y

por la gracia que hallastes ante Dios, le halle yo ante vos para alcançar lo que os

suplico; y porque tengo inflamados desseos de notificar al mundo este celestial

fabor que hizistes a esta Iglesia de vuestro sapientísimo Dotor, os dedico y ofrezco

esta obrita a vos Reyna de los Angeles, Emperatriz de los cielos: deseando que mi

lengua y mi pluma merezcan emplearse en vuestro servicio15.

14 Se conserva un ejemplar en la Biblioteca Nacional de Madrid, signatura R – 35428.15 Ibíd, s.p.

El tratado primero lo dedica D. Gaspar Salcedo de Aguirre a describir el Descenso

de la Virgen a la capilla de S. Ildefonso, acontecimiento ocurrido en la noche del 11 de

junio de 1430. Para su relato, se sirve del proceso testifical que dos días después de aquel

hecho sobrenatural levantó el provisor Villalpando. Por ello, la pretensión del autor de este

libro no es ofrecer datos que resulten novedosos o descubrir aspectos del Descenso

desconocidos hasta entonces. De cara al lector, su intención primordial es edificante,

queriendo hacer caer en la cuenta a quien lee sus páginas de la singularidad de este favor

con que la Virgen había distinguido a la ciudad de Jaén, y que por ello equiparaba a la

parroquia de S. Ildefonso con otros famosos santuarios marianos, como los que Salcedo

cita: el Pilar, Montserrat, el Puig, la Peña de Francia, Loreto, etc.

La misma intencionalidad hagiográfica y edificante se prolonga en los tres tratados

siguientes, que, como el primero, quedan ilustrados no sólo por un texto atrayente y

colorista, sino también por unas xilografías, que sin duda enriquecen el valor bibliográfico

de este pequeño libro.

La Relación de algunas cosas insignes de D. Gaspar Salcedo de Aguirre, junto con

el resto de su producción literaria, hace merecedor a su autor de un puesto de honor entre

los escritores giennenses del Seiscientos. En el estudio del origen de la devoción a la

Virgen de la Capilla, Salcedo de Aguirre será continuado por otras obras inmediatamente

posteriores, como el Memorial del licenciado Becerra16, y el que fuera profesor de la

universidad de Baeza y párroco de San Ildefonso se convierte en nexo de unión entre el

fomento de la devoción a la Virgen que llevó a cabo San Juan de Ávila en la diócesis de

Jaén y la principal devoción mariana de la capital del Santo Reino. Una vinculación, la de

el Apóstol de Andalucía y la Virgen de la Capilla, que conviene recordar cuando la Iglesia

se apresta a declarar Doctor al Santo Maestro Ávila.

16 A. BECERRA, Memorial en que se hace relación de la descensión de la Virgen Santísima Nuestra Señora y de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de la Capilla (Jaén 1639). En la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva un ejemplar de este libro, con la signatura R – 2 62145.