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Sangre Preciosa
(Fragmento de la predicación “Andar con Dios es más que la teología”)
“Nosotros no nos pertenecemos; somos comprados con un precio.”
¿Y qué tipo de precio? La sangre de Dios. Tertuliano (197 d.C.)
Hay quienes dicen que nosotros quitamos méritos a Jesús porque
tratamos de obedecerlo y llevar una vida pura, comentan que
nosotros no creemos en lo que Él hizo en la cruz y en Su sacrificio,
también piensan que el sacrificio de Cristo en la cruz es lo único que
es necesario.
Nosotros vamos a asistir a uno de los primeros días de una boda,
muchos serán los llamados pero pocos los escogidos, Dios está
llamando a todo el mundo, pero a los que escuchan y se preparan son
a los que Él escogerá.Cuando hablamos de la paz es importante
señalar que: ciertamente no hay ninguna paz mayor que estar
rendido a Dios y andar en toda la luz que tenemos (ser perfectos), en
ese momento “pasa algo” y ya no tenemos temor, cuando nosotros
sabemos que estamos haciendo lo que debemos estar haciendo (esto
es “lo correcto, obedecer a los mandatos de Dios”), hay una
bendición en eso. Hay personas que están buscando paz en todo el
mundo, están buscando una seguridad de salvación...”DEJEN DE
BUSCAR ESA SEGURIDAD Y ESE CONOCIMIENTO SEGURO DE
QUE SON SALVOS Y EMPIECEN A OBEDECER A DIOS
ESCUCHANDOLO Y OBEDECIENDOLO” Pues sí hacen eso ni
siquiera se preocuparán de su seguridad de ser salvos, en realidad
eso ya no tendrá importancia (el querer ser salvo) porque EL SEÑOR
es digno de ser servido. No permitas que tu conocimiento tenga
mayor importancia que tu manera de vivir y andar con Dios, no te
llenes de orgullo; Dios ha escogido a los que escuchan su voz.
Vamos a asistir a la fiesta de bodas del cordero, nosotros aun no
somos la novia de Cristo, pero estamos comprometidos con Él
cuando decidimos seguirlo. Una vez que se realiza el matrimonio no
hay manera de separar esa unión, cuando lleguemos a la eternidad,
allí es cuando tendremos esa salvación que muchos piensan que ya
han alcanzado en este tiempo.
El novio lleva a su novia para sí mismo, un ejemplo claro lo vemos en
lo que ocurre al llevarse a cabo las bodas judías: Todos los amigos y
parientes que fueron invitados, después de la cena de la fiesta de
boda presencian una carpa en aquel lugar (en medio de todos) y el
hombre y la mujer que se van a casar entran allí, y si la mujer es
encontrada virgen ellos consuman el casamiento (después de tener
relaciones matrimoniales), y en ese lugar se muestra la sangre para
comprobar que la mujer era pura, que era virgen; ellos tenían la
costumbre de salir con una prenda manchada y demostrar a todos
que hubo sangre, que ahora ellos son esposo y esposa, y que un
pacto ha sido establecido y todos se regocijan en la fiesta y se ponen
a festejar durante varios días por el matrimonio que se ha formado.
Pero si no hay sangre y se vio que la mujer no era virgen, el novio
tiene el derecho de decir “Esto no es lo que yo quería, yo quería una
mujer virgen y esta no lo es”. O él tiene la opción de derramar su
propia sangre, manchar la prenda y decir “Aquí está, yo voy a
aceptar a esta mujer” y esto para demostrar a todos que es una
virgen.
Tu y yo estamos comprometidos, tu y yo no tenemos sangre propia
suficiente, tu y yo nos pararemos delante del novio y Él decidirá si
nosotros somos dignos de su sangre preciosa o no, Él nos va a
examinar para ver si fuimos fieles, leales durante el periodo de
compromiso, para ver si fuimos perfectos (andando en la luz que
tenemos) y Él o nos aceptará o nos rechazará. Sí nosotros solamente
estamos diciendo “Pues es tu sangre, lo único que tú tienes que
hacer es derramarla sobre la prenda, no tiene importancia la manera
en que yo vivo”. Puedes decirle a Cristo que derrame Su Sangre
argumentando que no eres digno y que ni siquiera intentarás serlo,
puedes decir: “Yo voy a vivir según la manera que me convenga”, “Yo
voy a aprender teología en vez de andar Cristo y serle fiel” “Porque
yo sé que Su Sangre es lo único necesario, Él ya la derramó, sólo
necesito que manche la prenda” puedes decir muchas más cosas,
pero ¡ESO NO VA A FUNCIONAR EN EL DÍA DEL JUICIO!, tú no vas
a pisotear esa Sangre, tú tienes que escuchar la voz de Dios. Jesús
dijo “mis ovejas escuchan mi voz y me siguen, y lo que yo les digo
que han de hacer, lo hacen” he aquí a aquellos que siguen lo que la
Biblia dice, no como un libro de leyes, sino porque concuerda con la
voz de su novio, la voz que escuchan del cielo.
Nosotros estamos haciendo todo lo posible por agradarlo , “Aquí
estoy, tengo otra oportunidad, no tengo sangre propia que sea
suficiente para el día en que me presente delante del juez, delante
del novio, yo no tengo suficiente por mi propia cuenta, así que voy a
esforzarme para ser aceptado por Él, voy a llevar la vida más pura y
más perfecta que pueda porque yo quiero agradarle, para que Él en
su misericordia derrame Su Sangre por mí y manche la prenda” y
que Él lleve esa prenda fuera de la carpa y exprese a todos que
”Aquí hay sangre” y acepto a esta, o, yo estoy escogiendo a este.
“Ellos aceptaron la oportunidad que yo les di para escucharme y
obedecerme, seguirme y hacer mi voluntad y aquí está la prueba”
¡ESCUCHA!...Ese es el propósito del ayunar y orar, es para examinar
nuestras vidas, toma un poco de tiempo para simplemente escuchar
la voz de Dios, si no estás seguro acerca de algo entonces pregunta a
tu hermano, “Haz pues frutos dignos de arrepentimiento”, sí tú has
ofendido a alguien y lo sabes, y sabes que ese alguien se enojó
contigo por haberle ofendido, pues deja el sacrificio allí delante del
altar, anda y arréglalo. Sí hay alguna manera de que tú puedas
arreglar algo que has hecho mal, pues anda y hazlo, no lo ignores, sí
hay algo que tú puedes hacer pero no quieres hacerlo, entonces no
estás en el lugar que agrada a Dios, ni dentro de Su voluntad,
¡Arréglalo!
Cuando escuchas la voz de Dios, a veces esa voz te habla y te
pregunta “¿Qué de esto, lo recuerdas?, anda y arréglalo”. Esa es la
evidencia, ese es el fruto del verdadero arrepentimiento, sí estás
haciendo algo malo, sí estas obrando mal y lo sabes, arréglalo,
cambia, si sabes que Dios quiere que hagas algo y sigues
postergándolo, mejor atiéndelo, sé digno de la Sangre, no te llenes
de orgullo.
Romanos 2:14-16:”Porque cuando los gentiles que no tienen ley,
hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley,
son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus
corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o
defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por
Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio”….
La ley de Dios está escrita sobre el corazón de cada hombre, haz lo
que tú sabes que es lo correcto, lo que es bueno; hay lo malo y hay lo
bueno, haz entonces lo bueno, sé honesto, sé fiel, sé leal, haz lo que
es digno para Él, ten paciencia para con los de afuera. Nos
maravillamos de cuan misericordioso es Dios para con nosotros,
podríamos haber nacido en medio de la selva, andando desnudos,
cazando monos, buscando comida, pero en vez de eso no criamos con
la Biblia, escuchando acerca de la Palabra de Dios, sin embargo, no
lo entendimos y no escuchamos. Pero Dios siguió hablándonos y un
día decidimos que queríamos escuchar, cuan misericordioso y
bondadoso es el Señor.
No debemos enojarnos con alguien porque ese alguien no sigue a
Dios, no tenemos sangre propia suficiente para ofrecer como un
símbolo de una virgen pura delante de Dios, servíamos a Su
enemigo por nuestra propia voluntad, y de la misma manera
queremos servir a Dios por nuestra propia voluntad.
Que Dios bendiga Sus Palabras
Por David Keeling
“Sabiendo que fueron rescatados de su vana manera de vivir, la cual recibisteis de sus padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación”. 1 Pedro 1:18-19
“Porque el Señor soportó entregar su carne a la destrucción, a fin de que fuéramos nosotros purificados por la remisión de nuestros pecados, lo que se nos concede por la aspersión de su sangre”. Bernabé (70-130 d.C.)
“Pongamos nuestros ojos en la sangre de Cristo y démonos cuenta de lo precioso que es para su Padre, porque habiendo sido derramada por nuestra salvación, ganó para todo el mundo la gracia del arrepentimiento.” Clemente de Roma (30-100 d.C.)