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CAPITULO 3:Sangre y las Sacerdotisas de la Luna: Conchas de Spondylus en el Ritual
MocheAlana Cordy-Collins
Departamento de Antropología de la Universidad de San Diego
IntroducciónLa evidencia arqueológica y artística nos informa que una ceremonia principal,
enfatizada por la sociedad Moche fue un ritual sangriento confinado a varones, capturados
en combate, y la libación de su sangre (Donnan 1978; Alva y Donnan 1993; Donnan y
Castillo 1994). La única mujer en lista de participantes de elite en este ritual es una
sacerdotisa, la que, ahora podemos sugerir, que fue la principal funcionaria en el culto a la
Luna. La siguiente investigación de su identificación como una sacerdotisa de la Luna es
multilineal, pero más íntimamente relacionada a la repentina aparición de conchas
simétricas de Spondylus princeps tardíamente en la evolución cultural Moche.
La Concha SagradaUno de los más intrigantes objetos simbólicos del antiguo mundo peruano es la
concha de Spondylus (Figura 3.1). Conocida coloquialmente como ostra espinosa u ostra
púa y científicamente como Spondylus spp., este espectacular bivalvo, ha sido un objeto de
importancia ritual en la región por mucho más de cuatro mil años. Los restos arqueológicos
más tempranos son unos pocos y pequeños fragmentos recuperados de sitios del Período
Formativo (ca. 3000-2500 a.C.) a lo largo de la costa peruana. A través del tiempo, la
cantidad de Spondylus en uso en el Perú se incrementó, en vastas cantidades de evidencia
hasta la época de apogeo del Imperio Chimú (ca. 1400 d.C.). Aparte de su belleza física,
dos características de la concha son notables: (1) no es nativa de las aguas frías de la costa
del Perú, y (2) allí siempre se encuentra en contextos rituales.
El molusco es autóctono de ambas costas de las Américas, donde seis especies o
subespecies, todas viviendo en habitats de aguas cálidas, han sido reconocidas por los
malacólogos. Aquellas cercanas al Perú se encuentran en el Golfo del Guayaquil en el
Ecuador. Allí, dos son las especies locales: la más grande S. calcifer, con su borde interno
rojizo-purpúreo, y la más pequeña S. Princeps, con un borde interno carmesí. S. princeps es
el habitante más profundo, encontrado tanto como 50 – 60 metros bajo (35) la superficie del
océano. A pesar de, la obvia dificultad de recolectar los mariscos a tales profundidades – o
talvez precisamente a causa de ello – S. princeps fue la especie más utilizada por los
antiguos peruanos.
Mi estudio a largo plazo de las conchas Spondylus en el Perú prehispánico ha
revelado un patrón claro: desde el comienzo del Período Inicial (ca. 1800 a.C) hasta el final
del Horizonte Tardío (ca. 1530 d.C), las antiguas culturas del Perú asignaron
consistentemente a la ostra espinosa, para cuatro fines específicos. Ellos las usaban
presentándolas íntegras o en partes en peticiones a los dioses, enterrándolas como
ofrendas mortuorias de elite, trabajándolas para joyería y ornamentos por su nobleza, e
inculcando su imagen en todos los medios de alto estatus, incluyendo cerámica, textiles y
metal. Está ampliamente asociada con el sacrificio, en parte, seguramente, a causa de su
color rojizo y también a causa de su significado como una sustancia sagrada.
El RompecabezasLa única aparente ruptura en este continuum social ocurre con los Moche (100-800
d.C.). Parecería que los Moche deliberadamente evitaron cualquier representación (37) del
Spondylus en cualquier medio. En verdad, hasta que fueron hechos los descubrimientos
arqueológicos de Sipán en los ochentas, nos inclinábamos a creer que el acceso peruano a
la concha de algún modo, había sido cortado durante la época Moche. Ahora sabemos que
esto no fue así.
Un notable número de bivalvos fueron encontrados entre los suntuosos bienes del
Sacerdote Guerrero de Sipán, un aristócrata que vivió y murió en el valle de Lambayeque
alrededor del siglo tres d.C. (Alva y Donnan 1993: Fig. 57). Sus cohortes, el Sacerdote Ave y
el Viejo Señor, fueron también enterrados con respetables cantidades de la exótica concha
(Alva y Donnan 1993: 145-147, 170-171). Subsecuentemente, y hacia el sur en el valle de
Jequetepeque, las excavaciones han revelado que la nobleza Moche temprano de La Mina y
Dos Cabezas también fueron enviados a la vida en el más allá con un ajuar de Spondylus
(Fig. 3.2). Por otro lado, cuatrocientos años después en Jequetepeque, las elaboradas
tumbas de San José de Moro han demostrado que las elites Moche del siglo ocho aún
acompañaban sus restos con conchas espinosas. Esta presencia de verdaderas conchas de
Spondylus en clarísimos contextos rituales Moche representan un verdadero acertijo: de allí
que la pregunta no puede ser que si los Moche veneraron éstos moluscos porceláneos; el
rompecabezas fue porque ellos no las representaron – a menos que ellos lo hallan hecho de
una manera altamente simbólica que nosotros no hemos podido identificar. Para investigar
esta posibilidad, necesitamos examinar las asociaciones del Spondylus entre otras culturas.
Así, llegamos a un interesante descubrimiento. Sabemos que los Incas importaban conchas
de Spondylus1 para rituales de agua, a las que ellos se referían como "las hijas del mar"
(Cobo 1956 1653: 85). Dos milenios antes de los Incas la gente Cupisnique y Chavín del
norte del Perú veneraron la ostra espinosa, junto con el caracol Strombus galeatus, como
una díada. En un claro ejemplo, ellos asociaron el Spondylus con el lado izquierdo, una
característica que usualmente pertenece a la mujer, mientras que, en una segunda
instancia, la asociaron directamente con la femineidad (Cordy-Collins 1979b). Al norte en
Mesoamérica, los antiguos Maya emplearon el Spondylus en un ritual de derramamiento de
sangre, donde estaba asociado con mujeres de alto estatus (Taylor 1992: 552). Empezamos
a ver un cuadro emergente en donde la concha está vinculada con la femineidad. Este
cuadro supone un pronunciado énfasis, si observamos en la actualidad a los Indios Kogi de
Colombia. Ellos entierran dos clases de conchas con sus difuntos (Reichel-Dolmatoff 1974).
Cada una tiene un significado específico y asociaciones regimentadas dentro de las
creencias de los Kogi. Uno es un univalvo que se asocia con la masculinidad y la derecha.
El otro es un bivalvo y pertenece a la femineidad (como entre los Chavín, Inca y Maya) y la
izquierda (como entre los Chavín). Ésta oposición complementaria, divide que el mundo en
partes polares, fue una arraigada percepción entre muchas culturas del Nuevo Mundo.
¿Pueden haber existido relaciones entre las mujeres y las ostras espinosas entre los
Moche? (38). Si existieron, un cuidadoso examen de la parafenalia y los elementos
simbólicos asociados con la mujer en el arte Moche podrían revelarlo.
La Mujer Moche y la SacerdotisaEn todo el arte Moche, la mujer no es prominentemente representada. Ciertamente,
ellos la están representando, pero casi siempre en un rol secundario.
Las únicas mujeres de obvia importancia en el arte Moche son sacerdotisas. Aunque
ella es mejor conocida de la Ceremonia del Sacrificio (Donnan 1978, 1988), una sacerdotisa
también es, una de dos importantes individuos en la Ceremonia del Bote de Totora (Cordy-
Collins 1972, 1977; McClelland 1990). Las sacerdotisas también aparecen de forma
prominente en la Ceremonia del Entierro (Donnan and McClelland 1979) y en la Ceremonia
de los Objetos Animados2. Múltiples representaciones en la Ceremonia del Entierro sugieren
la existencia de varias sacerdotisas, talvez una hermandad. En verdad, la excavación de dos
mujeres enterradas con las mismas indumentarias en San José de Moro, muestran que las
imágenes de sacerdotisas en el arte apoyan la inferencia de que un número de verdaderas
mujeres Moche desempeñaron este rol (Donnan y Castillo 1992, 1994)3. Si las analogías
Cupisnique/Chavín, Inca, Maya y Kogi son válidas para los Moche, ésta figura de
sacerdotisa – como la mujer por excelencia – podría estar representada con las conchas de
Spondylus.
La Supuesta OstraPara nosotros, el rasgo más sobresaliente de la concha de Spondylus es su
superficie exterior espinosa. Ésta también fue una importante característica para muchas
sociedades antiguas, desde Chavín hasta los Inca, un hecho que nos permite identificarla en
su arte. Así, hemos supuesto que los Moche también pudieron haber enfatizado la superficie
espinosa si es que ellos representaron la concha. Pero ¿qué tal si ellos cambiaron el énfasis
hacia otra de sus características, tales como su color o su forma?. Desafortunadamente, a
causa de que la vajilla Moche es esencialmente rojo sobre crema, el color rojo de la concha
no sería un indicio – ni para nosotros o para los Moche. Otra característica más promisoria
es su forma: como una copa. Entonces debemos preguntar: ¿son las sacerdotisas
mostradas alguna vez con una copa?. La respuesta es si, en dos claras instancias:
1. La clásica escena de la Ceremonia del Sacrificio ilustra la sangre de los prisioneros
siendo recolectada en "copas" sin pedestal por dos individuos, uno de los cuales es
una sacerdotisa (Figura 3.3, parte baja a la derecha)4.
2. Una escena de la Ceremonia del Bote de Totora (Figura 3.4) muestra una
sacerdotisa cogiendo una "copa" idéntica junto a un personaje secundario. Aunque
son omitidos en esta pintura, todas las escenas similares del bote de totora ilustran,
bajo la cubierta principal, prisioneros humanos amarrados y/o jarras atadas, que son
semejantes a los prisioneros (Figuras 3.5-3.8). (39)
Si esas "copas" son conchas de Spondylus encubiertas, habría allí una asociación
adicional. Y, en verdad, así es. Un artículo del vestuario de la sacerdotisa puede ser
identificado con toda seguridad como una pesa de piedra del tipo usado en el buceo para
buscar conchas de Spondylus. Es de forma rectangular u oval, y aparece en su vestido –
usualmente cerca de la cintura o el dobladillo (Figuras 3.5, 3.7 y 3.9). Verdaderos ejemplos
de tales pesas de piedra para buceo fueron encontrados en las excavaciones de un taller de
procesamiento de Spondylus en la Isla de La Plata en Ecuador (Marcos y Norton 1981: 149).
La forma y tamaño relativo de los ejemplares excavados son comparables con los objetos
usados en la cintura de los buceadores de Spondylus en el arte Moche originado en
Lambayeque (Cordy-Collins 1990: Figs. 2 y 15). A su vez las pesas ecuatorianas y
lambayecanas son comparables en tamaño y forma al objeto que las sacerdotisas visten en
la Ceremonia del Bote de Totora y en un (40) ejemplo abreviado de la Ceremonia del
Sacrificio (Figura 3.10, arriba a la izquierda; McClelland 1990: 89).
De este modo, la evidencia parece argüir que los Moche habrían representado,
después de todo, la concha de Spondylus en su arte, pero en un contexto muy limitado y en
un período muy limitado de tiempo. Todos los ejemplos de sacerdotisas en el arte son
tardías, aunque ellas aparezcan en la Ceremonia del Sacrificio, del Bote de Totora, del
Entierro o la de los Objetos Animados. Además, los únicos entierros de sacerdotisas
conocidos en la cultura Moche son tardíos también, ca. 720 d.C. Este período – el siglo ocho
– fue un tiempo de tremendos cambios y transtornos dentro de la sociedad Moche. Cambios
climáticos pueden haber sido un factor (McClelland 1990), y muy repentinamente quizás (41) en unas pocas generaciones o menos, las viejas fronteras se disolvieron. Cerámica foránea
de la costa central y la sierra del Perú hace su aparición en la esfera Moche (Donnan y
Castillo 1992; 1994). Un nuevo patrón de entierro se mezcló con el patrón Moche (Cordy-
Collins 1993; 1994a). Divinidades exóticas aparecieron (McClelland 1990). Se desarrolló un
comercio a larga distancia y el perro sin pelo mexicano fue llevado al reino Moche (Cordy-
Collins 1994b). Un nuevo tipo de taparrabo, aparentemente foráneo, aparece en el
inventario cultural. En lugar del tradicional taparrabo bolsudo, usado consistentemente hasta
ahora en la costa norte, el tipo de prenda mesoamericana atada con cuerdas en la parte
delantera se puso de moda (Figura 3.11). ¿Y el Spondylus?. Igualmente cambió. Todas las
conchas de Spondylus recuperadas arqueológicamente del período Moche temprano,
provenientes de Sipán, La Mina o Dos Cabezas, son (42) característicamente deformadas
(Figura 3.12; Alva y Donnan 1993: Figs. 164 y 167). Sin embargo, desde el 700 d.C. en
adelante, todos los Spondylus de contextos datables son conchas curvadas y
simétricamente formadas (ver Figura 3.1). Parecería que de igual modo la fuente de
Spondylus Moche cambió5. Todos los yacimientos de Spondylus se encuentran hacia el
norte del territorio Moche; el nuevo sitio debe estar en esta dirección. En otra parte, he
argumentado que los ecuatorianos en ésta época estaban ayudando a introducir en
crecientes cantidades este molusco marino en el Perú (43) (Cordy-Collins 1990). Además,
existe evidencia inequívoca para sustentar un intercambio comercial ecuatoriano con el
oeste de México en esta época (Hosler, Letchman y Holm 1990). Por lo tanto, podemos
preguntar ¿qué actitudes mesoamericanas o creencias relativas al Spondylus pueden ser
relevantes para las sacerdotisas Moche y su implicancia con las conchas?.
Los MayaEntre los Maya es interesante saber que la sangre del sacrificio fue recolectada
algunas veces por mujeres que usaban valvas de Spondylus como copas de recolección,
como una escena en Bonampak sugiere (Taylor 1992: 552, mural del Cuarto 2). Tal práctica
es claramente paralela con aquella de la sacerdotisa Moche en sus obligaciones durante la
Ceremonia del Sacrificio (y talvez aquellas en la Ceremonia del Bote de Totora, también).
¿Podría la idea Moche, de mujeres recolectando sangre humana del sacrificio en conchas
de Spondylus, haber tenido su origen entre los Maya?. Explorando la práctica Maya aún
más, sabremos que aquellas mujeres eran asociadas con la Diosa Luna. Tenemos fuerte
evidencia circunstancial de una deidad lunar Moche.
Un Culto Lunar PeruanoPodemos establecer al menos cinco puntos saltantes para sustentar un Culto Lunar
en la costa del Perú en épocas antiguas:
1. Poco después de la conquista hispana del Perú, los españoles registraron una
creencia norcosteña sobre una deidad lunar conocida como Si. Esta deidad era
femenina, fue venerada en un templo especial llamado Si-an, "Casa de la Luna". Si-
an (también conocido como Signan o Siñan) aún está en pie, hoy día, localizado
justo afuera del pueblo de Guadalupe, en el valle de Jequetepeque, a menos de dos
kilómetros del lugar donde las sacerdotisas de San José de Moro fueron enterradas.
Las crónicas nos dicen que sus discípulos la veneraban por medio de sacrificios
humanos (Rowe 1948: 49-50).6
2. Los españoles también documentaron que los Inca, adoraban al sol (hombre), que
era simbolizado con oro, mientras veneraban a la luna. La luna era asociada con la
plata y con las mujeres, una opinión es que los Incas la pudieron haber co-utilizado,
como hicieron con otros elementos culturales cuando ellos conquistaron la costa
norte en el siglo quince. Un mito de creación registrado en la costa norte declara que
las mujeres nobles emergieron de un huevo de plata (Davidson 1980: 27).
3. Entre el siglo ocho Moche, la plata fue claramente asociada con las mujeres,
específicamente con las sacerdotisas. Las dos recuperadas en San José de Moro
estaban enterradas con un envoltorio corporal de plata (Donnan y Castillo 1994). (45)4. Los Moche, tan temprano como el siglo tres, reconocieron una dualidad plata/oro en
donde la plata estaba asociada con la izquierda (Alva y Donnan 1993: 221, 223), el
lado femenino entre los Kogi y el lado del Spondylus entre los Chavín.
5. Los botes de totora de las sacerdotisas con frecuencia son reducidos a una forma
creciente (Figura 3.13) que algunos investigadores han sugerido representa una luna
creciente (Benson 1985, 1989; Lavallée 1970: 103, 106-107). Hasta ahora, he
argumentado contra ésta interpretación, citando la carencia de atributos lunares
asociados (Cordy-Collins 1977). Sin embargo, a la luz de los datos disponibles a
mano, este argumento parece menos defendible; pienso que es muy probable que el
bote represente una luna después de todo. Además, muchos ejemplos de este
creciente están adornados con salientes espinosas. Una imagen así, pudo haber
sido tenida como la representación de la mismísima ostra espinosa7.
Para compilar las características más saltantes de éstos cinco puntos, produjimos un
complejo iconográfico en el que están asociadas las conchas de Spondylus, las mujeres
nobles, la sangre, la plata y la luna. Este complejo es casi exactamente paralelo al de los
antiguos Maya.
La Sacerdotisa-SacerdoteExiste una interesante ambigüedad en términos de representaciones de
sacerdotisas, a medida que la sociedad Moche hacia su transición hacia la tradición
Lambayeque. Ellos hicieron cada vez más modificaciones por características masculinas –
incluyendo un taparrabo Mesoamericano. Imágenes hibridizadas de sacerdotisas (siempre
identificables por un característico tocado adornado con plumas) fueron creadas, con lo cual
ellos estaban fusionandola con la contraparte masculina en la Ceremonia del Bote de Totora
(46) (quien es identificable por su característica aura de porras y escudos). Estos individuos
hibridizados visten un taparrabo y el tocado adornado con plumas de las sacerdotisas, y
están auroleados por porras y escudos (Figura 3.14; Donnan 1976: Fig. 6). Otro ejemplo de
ésta hibridización se evidencia en las excavaciones arqueológicas. Las dos sacerdotisas
recuperadas en San José de Moro han sido enterradas con máscaras de tamaño natural
hechas de cobre plateado. Aquellas máscaras eran los prototipos de las máscaras de
tamaño natural hechas en cobre dorado asociadas con los varones de los entierros
Lambayeque (Cordy-Collins 1993, 1994a, ver ejemplos de esto último en Shimada y Griffin
1994). Las máscaras de plata son desconocidas para el período tardío, sin embargo, podría
ser que los roles y obligaciones de las viejas sacerdotisas fueran co-utilizados por los
nuevos sacerdotes Lambayeque. Esto es interesante de resaltar en ésta cuestión, porque
entre los Maya, a veces los varones se ponían atuendos femeninos para las ceremonias de
derramamiento de sangre, amalgamando así, géneros en comparables estilos de moda8.
La pregunta que surge entonces es: fueron los Maya, con su largo desfile sacrificial
de prisioneros reales, quienes introdujeron la Ceremonia del Sacrificio en la cultura Moche?.
La respuesta es un tanto equivoca; las excavaciones en Sipán han establecido que la
Ceremonia del Sacrificio Moche es antigua, datando al menos de alrededor del siglo tres.
Las imágenes de decapitadores enterradas con el Sacerdote Guerrero, el Viejo Señor, y el
individuo de la tumba saqueada sugieren que la práctica del sacrificio humano de sangre en
la costa norte se extiende desde mucho más atrás en las épocas Cupisnique (Cordy-Collins
1992 y en este volumen). Sin embargo, es notable que Sipán no haya producido
sacerdotisas. Aquellas de San José de Moro vivieron alrededor de cinco siglos más tarde
que los sacerdotes de Sipán. Es atractivo especular que las sacerdotisas pudieron haber
llegado tardíamente, como parte de prácticas culturales que fluyeron y refluyeron entre
Masoamérica y el área Andina durante los siglos siete y ocho d.C. Si su origen Moche yace
en el culto Maya a la Diosa Lunar, es fácil comprender el porque de su asociación (47) allí,
con la sangre humana del sacrificio que habría proveído un fuerte motivo para su adopción
en la Ceremonia del Sacrificio del antiguo Perú.
AddendumLa Sacerdotisa
Existen dos puntualizaciones mayores que pueden hacerse sobre la sacerdotisa
Moche. Primero, puede demostrarse que ella es el mismo personaje que oficia tres
ceremonias aparentemente interrelacionadas mostradas en el arte: Sacrificio, Bote de
Totora y Entierro. Segundo, es demostrable que "ellas" son, de hecho, "varias"; existe buena
evidencia de más de una mujer Moche ocupando el rol de sacerdotisa, sincrónica y
diacrónicamente. Examinar los detalles de su vestuario y sus asociaciones en las escenas
de la Ceremonia del Sacrificio nos permite su identificación positiva en las escenas del Bote
de Totora, del Entierro y de los Objetos Animados.
La Ceremonia del Sacrificio
El rasgo más característico de la sacerdotisa Moche es su tocado, que es una franja
con grandes plumas. Las que están en número de dos (Donnan 1978: Figs. 241 parte
inferior, 243 y 250), tres (Donnan 1978: Fig. 254 a la izquierda), o cuatro (Cordy-Collins
1972: Fig. 28a). Otro rasgo de su tocado, mostrado en dos escenas de la Ceremonia del
Sacrificio (Figuras 3.15 y 3.16; Donnan 1978: Figs. 243 y 254 izquierda) es pertinente en
nuestro análisis. Este rasgo es un paño para la cabeza, que forma una cola que baja por su
espalda. En la Figura 3.15 tiene pequeños accesorios en la parte inferior, mientras que en la
Figura 3.16, su eje vertical es ornamentado con elementos ovales alargados, que asemejan
ser alas de insectos.
La Ceremonia del Bote de Totora
Existen tres variantes esenciales de la Ceremonia del Bote de Totora (Cordy-Collins
1972; 1977). Sin embargo, existe una coherencia interna de las representaciones de
sacerdotisas en cada una de ellas. Por conveniencia, esas variantes son categorizadas aquí
como Tipos 1, 2 y 3. Con mayor detalle, en el Tipo 1, la sacerdotisa está de pie en un bote
de totora (Figuras 3.4-3.8). Su tocado en tres de esos ejemplos es casi idéntico a aquel que
ella viste en la Ceremonia del Sacrificio. En la Figura 3.4, éste es una franja con tres plumas,
la izquierda y la derecha están inclinadas hacia abajo, y la central se mantiene erguida. Un
paño para la cabeza sin decorar baja por su espalda. Las Figuras 3.6 y 3.7 muestran un
tocado con una pluma central erguida similar, pero con tres o dos (respectivamente) plumas
más pequeñas cayendo hacia la derecha e izquierda. En la Figura 3.5 la parte inferior de la
cola para la cabeza está decorado de forma similar a aquel que ella viste en la escena de la
Ceremonia del Sacrificio mostrada en la Figura 3.15, mientras que (48) en la Figura 3.6 la
cola está adornada con elementos ovales como aquellos de la escena en la Ceremonia del
Sacrificio de la Figura 3.16.
Tres asociaciones adicionales son iguales a la sacerdotisa de la Ceremonia del Bote
de Totora con la sacerdotisa en la Ceremonia del Sacrificio. El carácter esencial de la
Ceremonia del Sacrificio es el derramamiento de la sangre de los prisioneros atados y la
recolección y consumo de la sangre por individuos de elite usando vasijas especiales
(Donnan 1978: 158-173; Donnan 1988; Donnan y Castillo 1992, 1994). Las Figuras 3.5-3.8
ilustran botes de totora con prisioneros atados y juntos bajo la cubierta, con un grupo
alineado de jarras similarmente atadas – emparentadas aparentemente con los prisioneros.
En la Figura 3.4 la sacerdotisa está cogiendo una copa de igual forma que la usada para
recolectar la sangre de los prisioneros en la Ceremonia del Sacrificio (Figura 3.3).
Las escenas Tipo 2 de la Ceremonia del Bote de Totora ofrecen menos detalles
(como en la Figura 3.9), pero una escena es especialmente notable (Figura 3.17; ver
también Hocquenghem 1987: Fig. 114). La sacerdotisa se muestra sin prisioneros, pero con
jarras amarradas. Adicionalmente, ella bebe de la misma suerte de copa grande usada por
los bebedores de sangre de elite en la Ceremonia del Sacrificio (comparar la Figura 3.3 y
Donnan 1978: Figs. 240-243, 249-250, 254-255). Además, en este mismo ejemplo, ella viste
una banda en la cabeza con plumas (en este caso, las más largas están atrás y al frente,
mientras que la más pequeña está en el centro), y la cola del paño para la cabeza con
elementos ovales alargados que caen por su espalda. En forma y manchas, éstas son muy
similares a las alas de las libélulas tal como se muestra en el arte Moche. Dado el rol de la
sacerdotisa en la Ceremonia del Sacrificio, este insecto vorazmente carnívoro es una
insignia pertinente para ella. Aquí, como en muchas escenas de la Ceremonia del Bote de
Totorade tipo 1 y 2, la sacerdotisa está emparejada con un segundo individuo (50) (Figura
3.9 derecha; Cordy-Collins 1972: 14-17), un hombre (la prenda corta supone tal
identificación), que usualmente está rodeado por un aura de porras y escudos.
Ocasionalmente, ésta aura se muestra también alrededor de una prominente figura
masculina con quien la sacerdotisa está cercanamente asociada en la Ceremonia del
Sacrificio (Cordy-Collins 1972: Fig. 28a; Donnan 1978: Fig. 241). Así, su traje y sus
asociaciones indican que la sacerdotisa en la Ceremonia del Bote de Totora es la misma
sacerdotisa de la Ceremonia del Sacrificio. Muchas escenas de la Ceremonia del Bote de
Totora del Tipo 2 representan a la sacerdotisa vistiendo diferentes, pero consistentes,
prendas que parecen ser redecillas (la Figura 3.9 es representativa). Ella se muestra
vistiendo con frecuencia una capa que está adornada con elementos circulares (ver también
el Tipo 1 ejemplificado en la Figura 3.7). Su tocado es una simple franja con muchas plumas
pequeñas (el número exacto varía) y una cola de paño segmentada. Muchos ejemplos la
ilustran con objetos ovales alargados a la altura de la cintura (e.g., Figuras 3.5 y 3.7-3.9) y la
muestran con uno o más elementos verticales que aparentemente sujetan el objeto a su
traje (Cordy-Collins 1977: Figs. 1, 3, 5, 12, 13, 16 y 18). Este es el objeto que he identificado
como una pesa de buceador (ver la discusión en el cuerpo del texto).
Las escenas de la Ceremonia del Bote de Totora del Tipo 3 son abreviaciones de las
escenas de Tipo 2, donde el bote es reducido a una simple forma creciente (Cordy-Collins
1977). A veces los moche pintaron un creciente (Figura 3.13), mientras que otras veces ellos
dejaron que la parte inferior de la cámara de la vasija representara la forma creciente
tridimensionalmente. Una de éstas ilustraciones (Cordy-Collins 1977: Fig. 17) es
especialmente notable porque la sacerdotisa es representada con su boca emanando lo que
se puede identificar como una "antena de libélula", basados en su característica espiral
retorcida hacia adentro (Donnan 1978: 41). Nuevamente, esto parece referirse a su rol en la
Ceremonia del Sacrificio.
La Ceremonia del Entierro
Existe gran consistencia en las representaciones de la Ceremonia del Entierro
(Donnan y McClelland 1979), pero existen importantes variaciones que se relacionan con la
sacerdotisa. Con mucha frecuencia ella viste un traje de red con la cola de paño
segmentada conque usualmente aparece en la Ceremonia del Bote de Totora. Sin embargo,
también existen ilustraciones de ella vistiendo prendas decoradas con puntos o círculos
como los que se muestran en la escena del Bote de Totora de la Figura 3.17, en donde ella
tiene alas de libélula (comparar con Donnan y McClelland 1979: Figs. 10-11).
Frecuentemente ella también viste una capa con puntos, como en las escenas de la
Ceremonia del Bote de Totora citadas arriba. Casi invariablemente el tocado de la
sacerdotisa es una simple banda con plumas pequeñas usualmente encontradas en las
representaciones de la Ceremonia del Bote de Totora. Dos excepciones la muestran
vistiendo un tocado con un par de plumas flexibles (51) similares a las que ella viste en la
Ceremonia del Sacrificio (ver Donnan 1978: Figs. 241 parte inferior y 243). Otro ejemplo la
ilustra con una "antena de libélula" emergiendo de su boca (Donnan y McClelland 1978: Fig.
6).
La Ceremonia de los Objetos Animados
En estas escenas, la sacerdotisa involucrada en la captura de objetos
antropomorfizados tales como ropas y otros equipos personales (Figura 3.10, al centro y a la
derecha; Donnan 1978: Fig. 278). En ésta ceremonia ella está usando un vestido y un
tocado de plumas flexibles. Ella también viste una pesa de buceador en su falda. Así, la
coincidencia de rasgos entre las cuatro ceremonias arguyen fuertemente a favor de la
equivalencia de las sacerdotisas representadas en ellas.
Multiplicidad
Existen dos categorías de evidencia de que la sacerdotisa haya sido más de una
sola. La arqueología ha producido evidencia diacrónica. Las excavaciones en San José de
Moro han desenterrado entierros de dos sacerdotisas quienes parecen haber tenido un
oficio secuencial (Donnan y Castillo 1992; 1994). La evidencia sincrónica de varias
sacerdotisas deriva del arte9,donde múltiples imágenes de sacerdotisas aparecen en todas
las escenas de la Ceremonia del Entierro. Especialmente convincente es una escena tal, en
la que sacerdotisas en pie intercambian una concha con sacerdotisas sentadas (Donnan y
McClelland 1979: Fig. 10). Un punto particularmente fuerte para este argumento es que dos
sacerdotisas visten diferentes versiones de los vestidos corrientes. Esto puede ser una
dicotomía del vestuario que fue destinada para transmitir un estatus diferencial entre las
mujeres. Las que están sentadas pueden ser "Madres Superioras", y las otras acólitas.
Aunque otro ejemplo de multiplicidad es encontrado en una viñeta de la Ceremonia
del Sacrificio en donde una sacerdotisa sentada recibe (lo que suponemos sangre) de una
copa grande aparentemente sostenida por una sacerdotisa de pie – la tapa de la copa
grande está en la mano de la mujer parada (Figura 3.10, arriba a la izquierda). La pose y
actitud de la mujer sentada es semejante a aquella de la sacerdotisa en la Ceremonia del
Bote de Totora mostrada en la Figura 3.17. En el ejemplo corriente, el vestuario de las dos
sacerdotisas es similar, pero el individuo sentado viste una capa o manto zoomorfizada.
Esa, junto con ella han estado asistidas por mujeres de pie, lo que indica un estatus
diferencial entre las dos.
En conclusión, podríamos puntualizar que la Figura 3.10 representa a la sacerdotisa
empleada en tres de sus roles en una botella individual, esto no puede haber sido una
coincidencia (ella se muestra en un bote de totora en la cima de la parte central). Una
explicación más probable es que esto indica una coincidencia de eventos en la plantilla
mental del artista Moche. (52)
NotasNota del Autor: Una versión preliminar de este capítulo fue presentada como una ponencia en el
simposium "Paralelos, Patrones y Políticas: Arte Moche y Maya" en el Museo de Arte en Denver el 15
de Octubre de 1994.
1. Probablemente por medio de los Chincha controlaron la red costeña de intercambio (ver
Rostworowski 1975).
2. El Addendum de este capítulo contiene una detallada discusión documentando los casos para
la mujer en éstos cuatro contextos siendo el mismo personaje.
3. Existen documentos que dan fe, que eso había ocurrido en el territorio Moche norteño (norte
del valle de Jequetepeque) durante el siglo dieciseis, allí una orden de alto rango de mujeres
comandaban los servicios de mujeres de menor rango (Netherly 1977: 232-233).
4. Daniel Arsenault (1994) ha hecho un muy convincente argumento para ésta figura siendo un
naipe antropomorfizado simbólico de las sacerdotisas.
5. Jorge Marcos me informó que las conchas lisas y deformadas pueden ser encontradas juntas
en los mismos yacimientos; la primera se desarrolla en depósitos arenosos, mientras que la
última crece alrededor de las rocas. Cada localidad literalmente deja su marca en las conchas
(comunicación personal 1999). A causa de que las dos formas pueden ocurrir juntas,
parecería que un proceso de selección dictaminó que formas serían enviadas hacia los
mercados.
6. El folklore dice que fueron niños los sacrificados allí para la deidad.
7. Me gustaría agradecer a una anónima mujer del auditorio en Denver quien me sugirió esto.
8. De modo similar, entre los shamanes históricos Mapuches de Chile, los hombres pueden
asumir aspecto de mujer para practicar su oficio (Tom Dillehay, comunicación personal 1995)
9. Las dos sacerdotisas de San José de Moro pueden haber sido parcialmente contemporáneas.
(53)
En: Ritual Sacrifice in Ancient Peru. Pp 35-53. Elizabeth P. Benson y Anita G. Cook
editoras. University of Texas Press. Austin (2001).