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JAIMES AYALA HEIDI POLET 42141703 Teresa de Calcuta fue una monja católica de origen albanés naturalizada india, que fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta en 1950. Durante más de 45 años atendió a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos, al mismo tiempo que guiaba la expansión de su congregación, en un primer momento, en la India y luego en otros países del mundo. Tras su muerte, fue beatificada por el papa Juan Pablo II, otorgándole el título de beata Teresa de Calcuta. Laura Montoya Upegui, la primera mujer colombiana en ostentar el título de Santa, nació en Jericó, en el departamento de Antioquia, el 26 de mayo de 1874, fundó la Comunidad Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena – Misioneras Lauristas-. Hasta hace unos cinco años, varias de sus misioneras estuvieron en Cartagena, en la obra que ellas fundaron, el colegio Madre Laura, en el barrio Piedra de Bolívar. Sus biografías y enseñanzas se han convertido en normas de vida, en ejemplos de vida, en grandes pilares de nuestra religión y no solo para sus devotos, sino para todos aquellos que quieran trabajar por las personas menos favorecidas, ayudar a la comunidad, vivir en vocación y obra de servicio y cumplir la obra de Dios, Ser Supremo que todo lo puede y todo lo controla. Sus vida siempre estuvieron selladas por el dolor, la pobreza y toda clase de acontecimientos desafortunados, los mismos que servirían más adelante para templar cada uno de sus caracteres y hacer de ellas las mujeres que la historia conoce: estas dos mujeres son seres mágicos y maravillosos que se desvivieron por los más desvalidos y por aquellos que, como los indígenas, muchos creían que no merecían ser cuidados, no merecían ser atendidos, no merecían ni siquiera vivir o morir dignamente porque simplemente no tenían ni alma. Trabajando de sol a sol; repudiadas y humilladas hasta por su propia familia y congregación; pasando hambre y toda clase de necesidades, un día cualquiera deciden dejar todas las “comodidades” que tuviesen y empiezan una maravillosa obra que no terminada en nada mas y menos que en congregaciones de misioneras religiosas que trabajan en pro de la comunidad.

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JAIMES AYALA HEIDI POLET42141703

Teresa de Calcuta fue una monja católica de origen albanés naturalizada india, que fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta en 1950. Durante más de 45 años atendió a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos, al mismo tiempo que guiaba la expansión de su congregación, en un primer momento, en la India y luego en otros países del mundo. Tras su muerte, fue beatificada por el papa Juan Pablo II, otorgándole el título de beata Teresa de Calcuta.

Laura Montoya Upegui, la primera mujer colombiana en ostentar el título de Santa, nació en Jericó, en el departamento de Antioquia, el 26 de mayo de 1874, fundó la Comunidad Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena – Misioneras Lauristas-. Hasta hace unos cinco años, varias de sus misioneras estuvieron en Cartagena, en la obra que ellas fundaron, el colegio Madre Laura, en el barrio Piedra de Bolívar.

Sus biografías y enseñanzas se han convertido en normas de vida, en ejemplos de vida, en grandes pilares de nuestra religión y no solo para sus devotos, sino para todos aquellos que quieran trabajar por las personas menos favorecidas, ayudar a la comunidad, vivir en vocación y obra de servicio y cumplir la obra de Dios, Ser Supremo que todo lo puede y todo lo controla.

Sus vida siempre estuvieron selladas por el dolor, la pobreza y toda clase de acontecimientos desafortunados, los mismos que servirían más adelante para templar cada uno de sus caracteres y hacer de ellas las mujeres que la historia conoce: estas dos mujeres son seres mágicos y maravillosos que se desvivieron por los más desvalidos y por aquellos que, como los indígenas, muchos creían que no merecían ser cuidados, no merecían ser atendidos, no merecían ni siquiera vivir o morir dignamente porque simplemente no tenían ni alma.

Trabajando de sol a sol; repudiadas y humilladas hasta por su propia familia y congregación; pasando hambre y toda clase de necesidades, un día cualquiera deciden dejar todas las “comodidades” que tuviesen y empiezan una maravillosa obra que no terminada en nada mas y menos que en congregaciones de misioneras religiosas que trabajan en pro de la comunidad.

Desde que tuvieron su primer encuentro místico con Dios, cada una hizo proyectos para favorecer y ver cómo podían trabajar por esas almas, especialmente por los indios de Antioquia en el caso de nuestra Santa Laura, y en la comunidad de la india en el caso de La Madre Teresa de Calcuta. Sus obras misioneras se vieron guiadas y bendecidas por la palabra y obra de Dios, cada una de ellas fue guiada y fueron abiertas puertas en honor y gloria de Dios quien nunca las desfavoreció y por el contrario siempre estuvo abriéndoles caminos para que nada se dañara.

La tradición oral de ellas, que se conserva en cada una de sus comunidades; Las Lauritas y las Misioneras de la Caridad, las describen como mujeres sencillas, con ingenuidad de niño, de gran carácter y sumamente humildes. Están seguras que se hubieran opuesto a toda la algarabía y acciones que se han armado por cada una

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de su beatificación y hoy santificación, porque ellas siempre quisieron pasar por desapercibidas.