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LA MALVADA INFANTITA O NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA Carmen Santonja Nadie sospechó jamás que aquella cabecita de querubín albergara desde su más tierna infancia los pensamientos e intenciones más ruines. ¿Quién iba a pensar que fue ella, cuando apenas contaba siete años, la que envenenó al lebrel más querido de su abuelo, el rey? Y lo hizo porque sí, por fastidiar, sabiendo que el enojo del rey haría rodar cabezas. «Cuantas más, mejor», pensaba el angelito consciente de que a ella jamás la alcanzaría la ira de su abuelo. La ira de su abuelo se desvanecía al contemplar su dulce carita. Así que planeó el asesinato del perro con minucioso deleite, disfrutando de antemano con el disgusto del rey y el pavor de sus servidores. Por eso le acometió un ataque de ira interno (que no alteró en nada sus delicadas facciones, pues ya era ducha en el arte del disimulo) al advertir cierto malicioso regocijo en la tierna mirada de su abuela la reina. «Maldita sea...», murmuró para sí antes de preguntar con el más inocente de los acentos: —Abuela, si supieras quién envenenó a Solimán, ¿qué harías? Y la abuela, que sí era inocente, le confesó al oído en un susurro: —Le premiaría con la gran cruz de tu tatarabuelo Arnolfo. Ya no podía soportar más la presencia eterna de ese maldito animal, resollando por las noches a los pies de nuestra cama. Sólo le faltaba al rey nombrarle condestable al perrito... —Pero el pobre abuelo ha sufrido mucho...—contestó la niña, dedicándole un mohín de reproche a su insensible abuela. —Lo siento por él, hijita —replicó ésta—, pero ¿sabes? No hay mal que por bien no venga. ¡Oh revelación! Aquella fue la primera vez que la aviesa infantita escuchaba el famoso dicho y decidió en su fuero interno consagrar su vida entera a contradecirla. Sí, practicaría el mal en

Santonja, Carmen-La Malvada Infantita

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Famoso relato breve de la escritora española Carmen Santonja, parodiando los cuentos de hadas y demoliendo los soportes de la literatura neoclásica. Breve y muy divertido.

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Carmen Santonja

LA MALVADA INFANTITA O NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGACarmen Santonja

Nadie sospech jams que aquella cabecita de querubn albergara desde su ms tierna infancia los pensamientos e intenciones ms ruines. Quin iba a pensar que fue ella, cuando apenas contaba siete aos, la que envenen al lebrel ms querido de su abuelo, el rey? Y lo hizo porque s, por fastidiar, sabiendo que el enojo del rey hara rodar cabezas. Cuantas ms, mejor, pensaba el angelito consciente de que a ella jams la alcanzara la ira de su abuelo. La ira de su abuelo se desvaneca al contemplar su dulce carita. As que plane el asesinato del perro con minucioso deleite, disfrutando de antemano con el disgusto del rey y el pavor de sus servidores.Por eso le acometi un ataque de ira interno (que no alter en nada sus delicadas facciones, pues ya era ducha en el arte del disimulo) al advertir cierto malicioso regocijo en la tierna mirada de su abuela la reina.Maldita sea..., murmur para s antes de preguntar con el ms inocente de los acentos:Abuela, si supieras quin envenen a Solimn, qu haras?Y la abuela, que s era inocente, le confes al odo en un susurro:Le premiara con la gran cruz de tu tatarabuelo Arnolfo. Ya no poda soportar ms la presencia eterna de ese maldito animal, resollando por las noches a los pies de nuestra cama. Slo le faltaba al rey nombrarle condestable al perrito...Pero el pobre abuelo ha sufrido mucho...contest la nia, dedicndole un mohn de reproche a su insensible abuela.Lo siento por l, hijita replic sta, pero sabes? No hay mal que por bien no venga.Oh revelacin! Aquella fue la primera vez que la aviesa infantita escuchaba el famoso dicho y decidi en su fuero interno consagrar su vida entera a contradecirla. S, practicara el mal en cadena sin permitir que un solo eslabn interrumpiera una sucesin progresiva de calamidades hasta la catstrofe final, que habra de ser sonada.Pero no lo consigui. En su busca desesperada del mal autntico cometi las ms espantosa tropelas, pero siempre un bien, a veces mayor, resultaba de sus atrocidades sin freno.

As ocurri cuando a los diez aos cort, sin dejar pendiente de un hilo, la cuerda que sujetaba el columpio de su primito Carlos Felipe, heredero del trono Heredero del trono!!! Slo por ser nio! Aunque fuera mucho ms pequeo que ella! Y muchsimo ms tonto!!!

(Hay que aclarar que la generacin intermedia haba fallecido vctima de la peste y que dicha peste no fue provocada por la infantita.)El columpio se rompi, como estaba previsto. El principito sali por los aires, como estaba previsto. Lo que no estaba previsto fue que le crecieran de pronto en los omplatos un par de alitas nacaradas de mariposa y, en vez de caer, comenzara a volar, y volar, y volar..Angelitos al cielo! exclam su beatfica abuela juntando las manos sobre el pecho, mientras contemplaba la implacable ascensin de su nieto a las alturas.Maldita sea!! mascull la nia. Acabo de fabricar un asqueroso santito. En efecto an hoy se venera en lo que fuera aquel reino a San Carlos Mara Felipe Nepomuceno patrn de los lepidpteros.

Y as fue cuando arrimando un candelabro al cortinaje, prendi fuego a la biblioteca de su abuelo, famosa en el mundo entero por sus documentos histricos, preciosos incunables y tratados cientficos, perdindose para siempre en el incendio, al tiempo que volmenes nicos e irrecuperables escritos por los ms grandes sabios muertos, a siete sabios vivos que, procedentes de todo el orbe, haban acudido all para documentarse en las ms diversas materias.Alabado sea el Seor, hermanos! clam el obispo desde el plpito en la misa que se celebr por los difuntos. No hay mal que por bien no venga! El fuego ha purificado ese almacn de herejas indigno de un prncipe piadoso. La cristiandad est de enhorabuena.Maldita sea..! No era mi intencin procurarle otro beneficio a la Iglesia, se dijo la infantita

Y as sucedi cuando a los catorce aos se introdujo en el confesionario de la capilla del castillo disfrazada de demonio para asustar a su abuela falleciendo sta del soponcio arrastrando a la tumba con ella a su amante esposo que muri de pena a los tres das.Dos pjaros de un tiro! fue el piadoso comentario de la vbora. El trono es mo!

Pero no contaba con la minora de edad, ni la aparicin en escena de un hijo de su abuelo fruto de un anterior matrimonio anulado por el Papa, prncipe honrado y prudente, a la sazn abad de un monasterio, que no dud un minuto en aceptar la regencia propuesta por la corte.Maldita seaaa!!! grit la infanta a los cuatro vientos desde las almenas del castillo sabiendo que nadie la oira. Le he hecho el caldo gordo a ese bastardo!

Y as vino a acontecer cuando denunci a la Santa Inquisicin a un joven curilla que andaba pidiendo a gritos el capirote, predicando con exaltado fervor apostlico y hermosa voz de bartono cosas non gratas y opuestas a los intereses de la nobleza y la iglesia, en reuniones clandestinas a las que la infanta acuda, escapndose del castillo vestida de harapos, y del cual se haba encaprichado no siendo correspondida.El infortunado joven muri en el calabozo pero su semilla prendi... (Maldita sea! Ahora he fabricado un cochino mrtir del pueblo!), siendo el fuego sofocado en poco tiempo a golpes de maza y de hisopo.

Y as ocurri por fin, cuando una vez allanado el camino eliminados todos los escollos y devuelto el bastardo a su monasterio sin problemas, llegle la hora de acceder al trono y encontrse ante un ltimo inconveniente escrito a fuego en las leyes del pas: No reinar mujer soltera, y detallado en el testamento de su abuelo: Mi nieta Clara Margarita contraer sagradas nupcias con el prncipe Conrado de Kraakenstadt, porque as lo ha decidido mi real persona.

Un prncipe consorte! Qu necesidad tena ella de un prncipe consorte? Aunque fuera (como lo era Conrado) el ms gallardo, el ms noble, el ms valiente, el ms fuerte, el ms justo...

Eso era precisamente lo que ms le fastidiaba a nuestra infanta: aquel intolerable cmulo de perfecciones.Maldita sea...! Adnde voy a parar yo con semejante pardillo? Si al menos tuviera un defecto...

Pero las virtudes del prncipe resplandecan de tal manera que nublaban la vista, as que fue a visitar a un brujo que le proporcion un lquido mgico, con el que, echndose una gota de l en cada ojo neutralizara el insoportable resplandor de la verdad y la belleza encarnadas en el prncipe de Kraakenstadt, pudiendo as hacerle frente sin menoscabo de sus perversas intenciones.

Porque el odio que le inspiraba Conrado era tan grande que superaba incluso su ambicin por el trono. Un trono compartido perda todo su inters, y la vida sin trono no era vida.

Como no encontraba salida alguna, concibi su ltima maldad: morir matando. S, se envenenara ella misma e inoculara el veneno al prncipe la misma noche de bodas con el primer beso de amor fingido. Moriran ambos y el reino quedara sumido en el caos. Al no haber sucesin directa, reivindicaran sus derechos todos los parientes lejanos, que, procedentes de otros reinos, vendran a disputarse el botn. Habra luchas fratricidas por el poder y al fin surgira de la nada un cualquiera de linaje dudoso que se hara con l.

Un innoble tirano, peor que yo, si cabe! Eso es lo que se merecen todos!

Cuando la infanta dio al prncipe su beso mortal ocurri algo inesperado. El prncipe, en vez de morir, se convirti en rana, una preciosa rana verde esmeralda que salt al regazo de la infanta moribunda diciendo:

Gracias, reina ma; estaba escrito que una bondadosa princesa de la humana estirpe, mediante un beso de amor, acabara con el encantamiento que sufro desde hace mil aos. Sabed, oh bienaventurada princesa!, que yo Croacolicruac II, prncipe heredero de Batraciolandia, fui encantado ya en la cuna por un malfico genio de los estanques, siendo condenado a sufrir la humana apariencia hasta que una autntica princesa de dicha subespecie me concediera su mano y me otorgara su primer beso de amor. Mi agradecimiento ser eterno. Nunca os podris imaginar el bien que me habis hecho.

Dicho esto, la rana, sin ms explicaciones, cruz a saltos el aposento y desapareci por la ventana.

Maldita sea...! escupi la infanta entre los estertores de la agona. 1

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