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JOSÉ LUIS SICRE

Satáncontra los evangelistas

Un debate en el cielo

MENSAJERO2

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puedeser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (CentroEspañol de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra. Puede contactar conCEDRO a través de la red: www.conlicencia.com o por teléfono: +34 91 702 1970 / +34 93 272 0447

© Ediciones Mensajero, 2015Grupo de Comunicación Loyola

C. Padre Lojendio 2, 2.º48008 Bilbao – España

Tfno.: +34 944 470 358 / Fax: +34 944 472 [email protected] / www.mensajero.com

Diseño de cubierta:María José Casanova

Edición DigitalISBN: 978-84-293-3804-9

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Índice

PortadaCréditosMotivo y carácter de este libro1. La denuncia2. Juan Bautista3. Cambio de planes: la infancia4. Bautismo de Jesús5. Tentaciones6. Comienzo de la actividad de Jesús7. Interrogatorio a Lucas8. Marcos y su tablilla9. Mateo lee a Lucas10. Una visita inesperada del Espíritu11. Satán contra todos (I)12. Satán contra todos (II)13. El alegato de Lucas14. Recuento de milagros (I)15. Recuento de milagros (II)16. El informe de Asmodeo17. La trampa18. La defensa de los tres evangelistas y de un desconocido19. El decretoEpílogoAgradecimientos

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Motivo y carácter de este libro

Hace tres o cuatro meses, un viejo amigo, Antonio Caballos, vino a verme con malaintención: quería que escribiera un libro. Su argumento para convencerme era elsiguiente:

«La gente no entiende los Evangelios. Cuando encuentra un pasaje difícil, o lo interpreta al pie de la letra,sacando conclusiones funestas, o lo rechaza como algo sin valor histórico. Lo que haces en tu blog[1] apropósito de las lecturas del domingo deberías aplicarlo a todos los pasajes conflictivos de los Evangelios ypublicar un libro».

«Contra el vicio de pedir está la virtud de no dar». Así que, cuando nos despedimostan amigos, no tenía la menor intención de escribir ese libro. Pero más tarde, mientrasestaba ocupado con un tema totalmente distinto (la violencia en la Biblia), se me cruzóuna imagen por la cabeza, me puse a escribir, y en poco más de mes y medio ha salidoeste libro.

La imagen que se me cruzó fue la de Satán discutiendo amistosamente con Dios apropósito de la bondad de Job. Podía aplicarla al problema de la interpretación de losEvangelios. No se trataría de una discusión entre Satán y Dios, sino de un debate ante lacorte celeste, en el que Satán defendería el punto de vista del hombre moderno,hipercrítico a veces, obsesionado con lo que ocurrió realmente, mientras los evangelistasdefenderían el valor de los símbolos como forma de transmitir un mensaje más universaly profundo.

Los entusiastas de la verdad histórica olvidan que dos de los pasajes evangélicos quemás han influido en los últimos veinte siglos no tienen nada de históricos: las parábolasdel hijo pródigo y del buen samaritano. El padre, los dos hijos, el que baja de Jerusalén aJericó, los bandidos, el sacerdote, el levita, el samaritano, no son personajes históricos.Lo que se cuenta no ocurrió nunca; lo que se transmite es real y mantendrá su valormientras haya una persona que las lea.

¿Cómo saber lo que quieren transmitir los evangelistas? Durante años, cuando noentendía un texto del Antiguo o del Nuevo Testamento, aplicaba el consejo de sanIgnacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales: si lees algo que no entiendes o teescandaliza, no condenes a su autor; dialoga con él, pregúntale cómo entiende lo quedice. Este libro pretende que Marcos, Mateo y Lucas expliquen al hombre moderno suspuntos de vista, los cambios que introducen, la intención que los guía. Si leyesen estelibro, es posible que no siempre estuviesen de acuerdo con lo que pongo en sus bocas,pero no creo que me denunciaran a la Conferencia Episcopal.

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Al ir escribiendo, el debate adquirió dos rasgos, que se me impusieron sin yopretenderlo. Las intervenciones de Satán resultaron cada vez más satánicas; no cabíaesperar otra cosa de él. Por otra parte, el tratamiento humorístico se fue abriendocamino, como forma de hacer agradable la lectura y de suavizar ciertas afirmaciones que,en caso contrario, podrían resultar hirientes.

A la Trinidad la trato con la confianza que nos enseñó Jesús al llamar a Dios«Padre». Si a alguno le parece excesiva y se escandaliza, puede leer lo que se dice sobreDios en el Antiguo Testamento. Sale mucho peor parado.

A algunos que han leído el libro durante su redacción les ha extrañado la forma enque trato a los demonios, sin cargar las tintas, casi afectuosa. Es influjo del Evangelio deMarcos, que los presenta como unos pobres desgraciados, como niños malcriados quechillan y patalean, pero se van a la cama en cuanto Jesús les da un grito. Me alineo conSanta Teresa, que les tenía más miedo a quienes hablan mucho del demonio que a losmismos demonios.

Cuando iba terminando el libro, caí en la cuenta de que responde, en gran parte, a lapreocupación de Antonio. Pero con una diferencia. Él quería que le sirviese una fuentede pescado. Yo le ofrezco una caña para que aprenda a pescar. En este libro noencontrará tratados todos los pasajes difíciles de los Evangelios, pero sí un punto de vistaque le ayudará a leerlos de forma distinta, más parecida a la de los evangelistas.

Por último, no faltará quien me acuse de leísta, laísta y loísta. Le recuerdo queJavier Marías, madrileño y gran escritor, defendió hace años este aspecto del hablaandaluza como el más correcto. Algo bueno debíamos tener.

Termino esta obra el 19 de julio, aniversario de la caída de Jerusalén en manos delos babilonios (aunque se discute si el año 586 o el 587 a.C.). Esta fecha se convirtiópara los judíos en motivo de duelo y ayuno. Espero que no le ocurra a nadie lo mismocon este libro.

Granada, 19 de julio de 2015

[1] http://elevangeliodeldomingojlsicre.blogspot.com.es

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En tiempos antiguos, cuando todavía no existía el infierno, Satán formaba parte de lacorte celeste y trataba con Dios como un amigo. En aquella época se sitúa la acción dellibro de Job. Más tarde, a Satán se le subieron los humos a la cabeza, tramó una rebelióny lo desterraron con todas sus huestes. Pero, en recuerdo de los buenos tiempos, elSeñor Dios les permitía, en circunstancias excepcionales, presentarse a su presencia. Enuna de esas raras ocasiones tuvo lugar el debate que aquí se cuenta.

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1.La denuncia

Un día que ángeles y demonios fueron a presentarse ante el Señor, le preguntó Satán:

–¿Vuestra Majestad ha leído los Evangelios, esos libros que hablan de su Hijo?

Al Señor Dios le molestaba reconocer en público que no los había leído, pero Satánno le dio tiempo a responder.

–Dicen cosas tan distintas, a veces tan contrarias, que parecen escritos para que lagente pierda la fe en Jesús. A Mateo, Marcos, Lucas y Juan debería mandarlos conmigoal infierno.

El Espíritu Santo intervino de inmediato.

–No se puede condenar a nadie sin escucharlo previamente.

–No hay nada que escuchar –objetó Satán–. Basta leer.

–Pero a veces es fácil no entender lo que se lee, y ver contradicciones donde no lashay.

El Señor Dios impuso silencio, meditó un momento y sentenció:

–Llamad a Marcos, Mateo, Lucas y Juan.

Cuando estuvieron en su presencia, les preguntó:

–¿Es cierto que habéis escrito unos libros sobre Jesús que están llenos decontradicciones, y que por culpa vuestra la gente puede perder la fe?

Marcos, asustado, fue el primero en responder.

–Padre, yo no tengo culpa de nada. Fui el primero en escribir un evangelio. Si haycontradicciones y diferencias, la culpa es de estos dos, que añadieron cosas a lo que yodije y cambiaron otras. Con Juan no me meto, porque él va por sus caminos.

–Juan, ¿qué significa eso de que tú vas por tus caminos?

–No quise repetirme, Padre. Estos tres ya habían escrito casi lo mismo. Yo intentéofrecer algo nuevo, muy distinto.

El Padre se acaricia su hermosa barba.

–Y vosotros, Mateo y Lucas, ¿es cierto que añadisteis cosas a lo que dijo Marcos yque cambiasteis otras?

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–Es cierto, Padre –responde Mateo–. Cuando leí lo que había escrito Marcos, notéque faltaban muchas enseñanzas de Jesús; y algunas cosas resultaban oscuras, había queexplicarlas.

–A mí me ocurrió lo mismo –añade Lucas–. Yo…

Satán no le deja continuar.

–Mentira, Majestad. Mienten los dos. No se limitaron a añadir cosas que faltaban.Inventaron lo que les dio la gana. Y ni siquiera se pusieron de acuerdo.

–Era imposible ponerse de acuerdo –protesta Mateo–. Vivíamos muy lejos el unodel otro, ni siquiera nos conocíamos.

El Señor Dios no está dispuesto a tolerar peleas ni discusiones y manda salir atodos. Cuando se queda a solas con el Espíritu le pregunta:

–¿Es cierto que por culpa de estos cuatro la gente está perdiendo la fe?

–Satán exagera y miente. La mayoría de la gente no lee los Evangelios, sobre todolos católicos.

–Entonces no es preciso mandarlos al infierno.

No queda claro si el Padre pregunta o afirma. El Espíritu es tajante.

–De ninguna manera. Pero podríamos distraernos con un buen debate. Que Satánlos acuse, con los libros en la mano, y ellos, que se defiendan.

–¿Cuatro contra uno? Parece injusto.

–Yo excluiría a Juan. Como ha dicho Marcos, va por sus caminos.

–Siguen siendo tres contra uno.

–Satán tiene un montón de amigos a los que pedir ayuda.

–¿Te refieres a los teólogos?

–No seas irónico, Padre. Me refiero a sus demonios.

–Lo del debate parece buena idea. Ya estoy un poco cansado de escuchar a losveinticuatro ancianos repitiendo que soy digno de recibir la gloria, el poder y el honor.

* * *

Eligió Satán entre sus numerosas huestes a Lucifer, a Lilit y su esposo Samael, aMefistófeles, Samyaza, Asmodeo, Azazel y Belial, les repartió copias de los tresEvangelios y les ordenó:

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–Leedlos con atención, anotad todas las diferencias y contradicciones queencontréis. Luego nos reuniremos a discutirlas. Lo importante es demostrar que estoslibros hacen perder la fe.

Mefistófeles, el más sabio de sus secuaces, echó una mirada atenta a los libros ypreguntó:

–¿En qué manuscritos y códices se basa esta versión?

Satán lo miró desconcertado y Mefistófeles aclaró:

–Lo que escribieron Marcos, Mateo y Lucas no se conserva. Estas ediciones sebasan en códices y papiros posteriores, copias de copias, que a veces no coincidenplenamente. Si usamos un texto que no es seguro, podrán defenderse diciendo que esono lo han escrito ellos.

–¿Tan grandes son las diferencias entre los códices y papiros?

–En general, no. A veces se trata de minucias. Otras diferencias son másimportantes.

Satán reflexionó.

–El texto que os he dado dicen que es el que usan en casi todas las facultades deteología. Si Marcos, Mateo y Lucas no están de acuerdo en algún detalle, no haremosproblema. Tenemos argumentos más que de sobra.

Iba ya a levantar la sesión cuando Mefistófeles preguntó:

–¿No vamos a tratar el Evangelio de Juan? Ese sí que tiene diferencias.

–No. Su Majestad y el Espíritu han dicho que solo estos tres. El de Juan es tandistinto que no se puede comparar.

–Con el mismo criterio, aconsejo que no empecemos por lo que cuentan Mateo yLucas sobre la infancia de Jesús. Son relatos tan diferentes que no se prestan acompararlos; siempre podrán aducir que usan fuentes o elementos simbólicos distintos.Deberíamos empezar por la predicación de Juan Bautista.

* * *

Marcos mira azorado a Mateo y Lucas.

–Lo siento, me salió sin querer. No deseaba echaros la culpa.

–La culpa es tuya –estalla Mateo–. Si hubieses dicho las cosas de forma más clara yhubieras añadido más discursos de Jesús, yo no habría escrito nada. Pero es que túescribes sin pensar, a lo que salga. ¿Te has dado cuenta de cómo presentas a Jesús la

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primera vez que hablas de él? «Por entonces vino Jesús de Nazaret de Galilea y se hizobautizar por Juan en el Jordán». Como si la gente supiese quién es Jesús.

–Claro que lo sabe –protesta Marcos.

–Puede que lo sepan los de tu comunidad, pero un lector normal y corriente no sabenada. Por eso tuve que escribir yo lo de la infancia, para que el lector supiese quién esJesús antes de bautizarse.

–Yo tuve la misma impresión al leer tu evangelio –dice Lucas más sereno– e hice lomismo que Mateo, contar la infancia.

Marcos no puede contenerse.

–Me culpáis de que no cuento nada de Jesús niño y vosotros contáis cada uno loque se le ocurre. Tú, Mateo, te inventas que vinieron unos magos de Oriente y que, porsu culpa, tuvieron que huir a Egipto; y me callo lo de la matanza de los niños de Belén,que yo nací en Jerusalén, a nueve kilómetros de distancia, y en la vida oí hablar de esamatanza. Y tú, Lucas, ¿de dónde sacaste lo de los pastores adorando al niño? Y de lahuida a Egipto no cuentas nada; al contrario, dices que la familia volvió pronto a Nazaret.El colmo es lo de la genealogía de Jesús. No coincidís en los nombres ni por casualidad,solo en que el padre de Jesús se llamaba José; en cuanto os remontáis al abuelo, tú,Mateo, dices que se llamaba Jacob, y tú, Lucas, que se llamaba Elí (Marcos resoplaacalorado). Yo prefiero callar a inventar.

Lucas interviene conciliador.

–Si seguimos así, vamos a darle la razón a Satán cuando dice que por nuestra culpala gente puede perder la fe en Jesús. Lo que tenemos que hacer es preparar bien nuestradefensa. Explicar por qué cada uno cuenta las cosas a su modo. Nosotros no inventamospor capricho, Marcos. Lo que ocurre es que ciertas cosas son difíciles de explicar, hayque recurrir a símbolos y relatos ficticios.

Se hizo un largo silencio. Al final, Mateo propone:

–Lo que ha dicho Marcos de nuestros dos relatos de la infancia es cierto. Sondemasiado distintos. Sería mejor empezar por Juan Bautista, como hizo él. Yo meencargo de proponérselo al Espíritu, que es el que va a hacer de moderador.

–Habrá que preparar el debate –sugiere Marcos.

–Naturalmente (Mateo duda un momento). Pero, cuando nos reunamos, prefieroque seas tú, Lucas, el que dirija. Eres más sereno que yo.

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2.Juan Bautista

Los tres evangelistas se han reunido a preparar el debate. Marcos con aire algodistraído, como si la responsabilidad principal no fuera suya. Mateo, a la expectativa delo que sugiera Lucas. Este tiene delante copias de los Evangelios, pero no se centra en elsuyo, sino que juega con las páginas de Marcos, concentrado. De improviso, comienza aleer en voz alta.

«Tal como está escrito en la profecía de Isaías: “Mira, yo envío por delante a mi mensajero para que teprepare el camino. Una voz grita en el desierto: Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos”, aparecióJuan en el desierto bautizando y predicando un bautismo de penitencia para el perdón de los pecados. Toda lapoblación de Judea y de Jerusalén acudía a que los bautizase en el río Jordán, confesando sus pecados. Juanvestía un traje de piel de camello, se ceñía un cinturón de cuero, y comía saltamontes y miel silvestre».

Levanta la mirada hacia Marcos y le dice:

–Un comienzo espléndido, de veras. ¿Sabes lo que más me gustó? Yo había sido unprosélito del judaísmo, llevaba años leyendo las Escrituras Sagradas, las sabía dememoria; me admiraba su riqueza, las maravillas que Dios había hecho en ese pueblo. Ycuando conocí a los cristianos y me propusieron unirme a ellos, sentí miedo de que meobligaran a olvidar todo aquello. Al leer el comienzo de tu Evangelio me di cuenta de queno debía tener miedo. Jesús aparece en íntima relación con las Escrituras. En JuanBautista se cumple lo anunciado por Isaías; su bautismo está en relación con la promesahecha por Ezequiel de un agua pura que nos purificaría; su forma de vestir es semejantea la del profeta Elías; su comida, la de un israelita piadoso que respeta las normasalimentarias mandadas por Dios a Moisés. Es imposible exponer en menos palabras laestrecha relación entre lo antiguo y lo nuevo.

Marcos lo mira con satisfacción, aunque imagina que después de la alabanzavendrán las críticas. Para sorpresa suya, quien interviene es Mateo.

–Estoy de acuerdo con Lucas. A mí también me gustó mucho esa presentación deJuan.

–Yo solo la retoqué en dos puntos –añade Lucas, y Marcos teme el comienzo de losreproches–. En primer lugar, no dices nada de cuándo tuvo lugar la actividad de Juan. Yoquise situarla en su momento histórico. Por eso añadí: «El año quince del reinado delemperador Tiberio, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, tetrarca de GalileaHerodes, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítida y Lisanio tetrarca deAbilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, la palabra del Señor se dirigió a Juan,hijo de Zacarías, en el desierto». Me llevó tiempo averiguar esos datos, no creas, pero

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me parecía importante indicarlos, daba más solemnidad al relato; al mismo tiempo, dejanclaro que Juan no solo viste como Elías, sino que recibe la palabra de Dios como losantiguos profetas.

Lucas hace una pausa, satisfecho de su aportación.

–¿Y el segundo retoque? –pregunta Marcos.

–Es una tontería, una sencilla aclaración. Tú dices que Juan apareció en el desiertobautizando. El desierto es el lugar menos apropiado para bautizar, no hay agua. Por esoyo lo puse recorriendo toda la cuenca del Jordán. Allí si hay agua suficiente para bautizar.

Mateo se sonroja levemente. Él había mantenido el texto de Marcos, y considera laintervención de Lucas un ataque indirecto.

–La cuenca del Jordán puede ser más acuática, pero es menos teológica que eldesierto de Judá.

Lucas sonríe benévolo.

–Es cierto, Mateo. De todos modos, no creo que esta diferencia provoque a la genteuna duda de fe. En el resto tampoco veo grandes problemas. La mayor diferencia es quetú, Marcos, cuando hablas de la predicación de Juan solo dices esto: «Detrás de mí vieneuno con más autoridad que yo, y yo no tengo derecho a agacharme para soltarle la correade las sandalias. Yo os bautizo con agua, él os bautizará con Espíritu Santo». Es lo másimportante, sin duda, pero falta algo. Tú dices que Juan predicaba un bautismo depenitencia para el perdón de los pecados. Pero no detallas el contenido de su predicación.Mateo y yo lo añadimos.

–¿Hay contradicciones entre vosotros? –quiere saber Marcos.

–De ninguna manera. Diferencias, sí. Porque yo añado algunas cosas prácticas paraexplicar en qué debía manifestarse la conversión.

–¿Cuáles?

–En vez de poner un pesado discurso en boca de Juan, presenté a diversos gruposque le preguntaban lo que debían hacer. A la multitud le respondía: «El que tenga dostúnicas, dé una al que no tiene; lo mismo el que tenga comida». A unos recaudadores deimpuestos, los famosos publicanos, «No exijáis más de lo que está ordenado». A lospolicías, «No maltratéis ni denunciéis a nadie y contentaos con vuestra paga».

Lucas calla un momento. Luego se dirige a Mateo.

–¿Tú añadiste algo parecido? A ti te gustan las cosas prácticas.

–No. Yo me reservé para el final.

–¿Para qué final?

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–Para el final del Evangelio.

Lucas lo mira sin comprender plenamente pero no indaga más.

–Entonces, no hay especiales problemas en la presentación de Juan Bautista.

Los tres estuvieron de acuerdo.

* * *

Entre los colaboradores de Satán reina un velado desconcierto. Nunca habían imaginadoque terminarían leyendo los Evangelios, mucho menos para comparar las diferencias quepudieran darse entre ellos. Se advierte que casi todos están a la expectativa, dejando elprotagonismo a Satán. Sin embargo, antes de que este empiece, Lilit, sin pedir permiso,toma la palabra.

–He descubierto algo magnífico. Voy a darle a Mateo un golpe de muerte.

Incluso el sabio Mefistófeles la mira sorprendido.

–¿Qué has encontrado?

–Mateo habla de Jesús como si fuera un simple imitador de Juan Bautista, unpredicador sin originalidad.

–Yo no he visto eso en ningún sitio –reconoce Azazel, demasiado obtuso de tantovagabundear por el desierto.

–Porque no habéis leído lo que sigue. Según Marcos, cuando Jesús comienza apredicar dice: «Se ha cumplido el plazo y está cerca el reinado de Dios: arrepentíos ycreed la buena noticia». Da la impresión de un mensaje nuevo, original, muy atrevido.Pero, según Mateo, eso mismo lo predicaba ya antes Juan Bautista: «Arrepentíos, queestá cerca el reinado de Dios». ¿Os dais cuenta? Los mismos temas: arrepentimiento yreinado de Dios. Jesús se limita a copiar a su maestro, solo añade detalles sinimportancia: que se ha cumplido el plazo y que deben creer en la buena noticia.

Samael, que siempre lleva la contraria a su esposa, se muestra en desacuerdo.

–A mí me parece muy importante lo que añade Jesús. No es lo mismo decir «Elreinado de Dios está cerca» que decir «Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios estácerca».

Satán reflexiona.

–Aunque lleves parte de razón, podemos atenernos a lo que ha dicho Lilit: Marcospone en boca de Jesús una predicación que parece muy original, y Mateo sugiere que deoriginal no tiene nada, que la copió de Juan Bautista. Veremos la cara que pone cuando

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se lo digamos (antes de seguir se dirige a Lilit con rostro tenebroso). La próxima vez,pídeme permiso antes de hablar. Y quede claro que tú no vas a dar ningún golpe demuerte a Mateo. El único que habla en el debate soy yo.

Para evitar una reprimenda parecida, Mefistófeles indica con un gesto que deseahablar.

–Yo he descubierto que Mateo y Lucas ofrecen una imagen de Jesús muy distinta ala de Marcos. En Marcos, cuando Juan Bautista habla de Jesús solo dice de él: «Detrásde mí viene uno con más autoridad que yo, y yo no tengo derecho a agacharme parasoltarle la correa de las sandalias. Yo os bautizo con agua, él os bautizará con EspírituSanto». Mateo y Lucas añaden que Jesús bautizará también con fuego, y estas otraspalabras: «Ya empuña el bieldo para aventar su era: el trigo lo reunirá en el granero, lapaja la quemará en un fuego que no se apaga». ¿Os dais cuenta de la diferencia?

Mefistófeles duda de que la hayan captado y explica:

–Marcos presenta a Jesús como un personaje de gran autoridad, que va aproporcionar un bautismo mejor. Es una imagen positiva, que despierta curiosidad einterés. En cambio, la imagen que ofrecen Mateo y Lucas provoca rechazo y miedo. Anadie le gusta que lo amenacen con fuego, ni que lo comparen con el trigo, mucho menoscon la paja… a nadie le apetece pasarse la eternidad en un granero o quemándose.

–Entonces –resume Satán satisfecho, pensando en lo que dirá durante el debate– loque hacen Mateo y Lucas es estropear lo de Marcos (estalla en una risa diabólica yestridente). Estoy deseando ver cómo se pelean entre ellos. ¿Habéis advertido algo más?

Lucifer mira desdeñosamente a sus compañeros.

–Lo que más me ha divertido es la diferencia de los insultados (sabe que no loentienden, y eso le hace disfrutar más). Mateo llama «camada de víboras» a los fariseosy saduceos, mientras Lucas dirige ese insulto a las multitudes que van a escuchar a Juan.

–¿Qué sacas de ahí? –le pregunta Satán.

–Fariseos y saduceos representan a la gente piadosa y a las autoridades religiosas; aellos se los puede insultar tranquilamente porque nunca van a prestarle atención a Juan nivan a seguir a Jesús. Pero insultar a las multitudes que acuden con buena voluntad abautizarse es un despropósito, significa enfrentarse al auditorio. Lucas pretende que lagente se ponga desde el principio en contra de Juan y de Jesús.

Mefistófeles no parece convencido de esa interpretación pero calla. A Satán no legusta que los demonios se peleen.

* * *

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La noticia del debate ha creado gran expectación en el cielo. En el centro del escenario,tres tronos de jaspe y cornalina sobre los que brilla un halo de esmeralda. En torno aellos, en amplio semicírculo, se sitúan a la derecha, en las filas superiores, ángeles,arcángeles, tronos, dominaciones, potestades, querubines y serafines; en las filasinferiores, santos, beatos, venerables, siervos de Dios y el resto del pueblo santo; a laizquierda, multitud de demonios, capitaneados por Satán y sus ayudantes. La entrada delos veinticuatro ancianos con vestiduras blancas y coronas de oro en la cabeza provocaun murmullo de admiración. Se aproxima el momento solemne, y todos esperan que delos tronos salgan relámpagos y se escuchen truenos, como dice el Apocalipsis, pero elEspíritu ha dado orden de que el debate tenga lugar con calma y sin artificios sonoros nilumínicos. El Padre, Jesús y María ocupan sus puestos de honor en medio de la ovaciónde la derecha, mientras la izquierda guarda temeroso silencio. El Espíritu acalla laovación con un breve gesto y se dirige al Padre.

–Como moderador, he leído los tres relatos sobre la actuación de Juan Bautista y noencuentro especiales diferencias. Me refiero a diferencias que puedan provocar una crisisde fe al lector. Comenzaremos escuchando las acusaciones y luego tendrán la palabra losacusados. Satán puede hablar.

Sin sentirse cohibido ante la multitud de seres celestes, antiguos amigos suyos yahora rivales, Satán no se priva de comenzar con una indirecta.

–El Espíritu siempre tiende a considerar bueno lo que él ha inspirado. Pero nosotrosno tenemos la misma opinión. Quede claro, Majestad, que no nos guía el deseo de atacarla fe, como siempre dicen de nosotros, sino el deseo de defenderla de los ataques que amenudo se le hacen. Ataques tanto más peligrosos cuanto más sutiles, procedentes depersonas consideradas los mayores partidarios de su Hijo: estos tres evangelistas. Hastahace poco tiempo, los cristianos leían poco los Evangelios, no los leían o los leían sinprestar atención a los detalles. Ahora, cuando estos libros se pueden descargar incluso enel teléfono móvil o la tableta, cabe el peligro de que comiencen a leerlos, se den cuentade las contradicciones que contienen y terminen perdiendo la fe. Y no piense VuestraMajestad que eso nos alegra. En una humanidad sin fe, nos quedamos sin trabajo. Ycomo dijo un humano: «Hay algo peor que el infierno: el aburrimiento».

El Padre se remueve en su trono.

–No te andes por las ramas, Satán. Ve al grano.

Los veinticuatro ancianos inclinan las coronas en señal de aprobación. Satán, no tansatisfecho de la advertencia, continúa.

–El Espíritu ha dicho que no ha encontrado nada que pueda provocar una crisis defe. ¿Qué diría el Espíritu de un autor que convierte a Jesús en un mero papagayo,repitiendo como un bobo las palabras de Juan Bautista? No me interrumpas, Mateo. Eres

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tú el culpable de eso. ¿Qué diría el Espíritu de un autor que, cuando la gente acude llenade buena voluntad a bautizarse, pone en boca del profeta insultos inadmisibles, como«camada de víboras»? ¿Ha visto el Espíritu algo más repugnante que un nido de víboras,retorciéndose y amenazando al que se acerca? ¿Son igual de repugnantes quienes deseanentrar en contacto con Juan y con Jesús? Haces bien en callarte, Lucas. ¿Qué diría elEspíritu de dos autores que copian a un tercero, no para mejorarlo… ¡para estropearlo!?¿De dos autores que ofrecen desde el comienzo una imagen terrible de Jesús, dispuesto aquemar en la hoguera al que se desmande? ¿Es así como se atrae a la gente a la fe? Asíse la aleja.

El Padre sonríe para sus adentros. Buena intervención. Mucho más distraída que elinterminable canto de los serafines. María, en cambio, indignada, le susurra a Jesús aloído:

–¿Mateo ha dicho que eres un papagayo de Juan?

–No, madre, no lo ha dicho.

–¿Y Juan Bautista dijo que tú ibas a quemar a la gente?

–Calla, madre, ahora lo van a explicar.

Mientras, a una indicación del Espíritu, Mateo se ha adelantado. Tras una profundareverencia comienza a hablar.

–Padre, tu Espíritu inspiró hace tiempo estas sabias palabras: «¿Hasta cuándo,insolentes, os empeñaréis en la insolencia, y vosotros, necios, odiaréis el saber?». Larespuesta es fácil: hasta la eternidad. Los insolentes y necios, como Satán y suscompinches, no tienen remedio, odian el saber. Se contentan con leer dos frases, saltancinco o diez páginas, malinterpretan otra idea, y presentan como conclusionesindiscutibles las mayores aberraciones. Me acusan de convertir a Jesús en meropapagayo de Juan Bautista. Difícilmente podía hacerlo en una época y un país dondenadie sabía lo que es un papagayo. Pero toleremos la imagen y vayamos al contenido. SiSatán se hubiera molestado en echar un ligero vistazo a mi Evangelio, habría advertidoque está lleno de enseñanzas de Jesús, expuestas en cinco largos discursos y en otrasfrases sueltas. ¿Cómo puede decir que convierto a Jesús en un papagayo de Juan,cuando a este solo le atribuyo un breve discurso? ¿Que coinciden en el anuncio delreinado de Dios? Sin duda alguna. Pero Satán, que no lee, o si lee no se entera, no haadvertido la gran diferencia: Juan anuncia el reinado de Dios; Jesús explica en quéconsiste, cómo se puede pertenecer a él, cómo se vive dentro de él. Un papagayo nollega a tanto.

–No me detengo en el insulto «camada de víboras», porque, como Satán bien sabe,yo no lo dirijo a toda la gente. Lucas se encargará de responder a esa acusación. Pero síquiero decir algo sobre la acusación de copiar a Marcos para estropearlo y de ofrecer una

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imagen terrible de Jesús. Nada más lejos de mi intención que estropear el Evangelio deMarcos, por el que siento profundo respeto. Es difícil imaginar el mérito que tiene ponerpor escrito la actividad y la enseñanza de Jesús, presentándola no de modo confuso yalocado, sino de forma coherente, con un dinamismo digno de todo elogio. Pero a mí mehabía llegado un manuscrito, un rollo no muy grande, con numerosos dichos de Jesús.Para sorpresa mía, casi nada de aquel rollo aparecía en el Evangelio de Marcos. Por otraparte, no me cabía duda de que contenía palabras pronunciadas por Jesús. Añadir esaspalabras al Evangelio de Marcos no parecía una tentación del maligno, sino algo inspiradopor el Espíritu. Reconozco que algunas cosas que contaba Marcos de Jesús no medejaban plenamente satisfecho, y también en los relatos introduje algunos cambios. Perode ahí a decir que mi intención era estropearlo hay un abismo.

–Dice Satán que ofrezco una imagen terrible de Jesús. Si lee con atención, se darácuenta de que esa imagen no la ofrezco yo, sino Juan Bautista. Y si me acusa entoncesde ofrecer una imagen terrible de Juan, le respondo claramente: sí, como era terrible laimagen de Elías, al que tanto se parece. Y si insiste en preguntarme si Juan tenía unaimagen terrible de Jesús… le responderé más adelante, cuando tratemos ese tema,suponiendo que tú, Padre, sigas soportando las sandeces de los necios.

El Espíritu se siente en la obligación de intervenir.

–Mateo, para insultos, ya tienes bastante con los que diriges en tu Evangelio a losescribas y fariseos. En este debate debes comportarte con moderación. Lo importante noson los insultos, sino las ideas.

«El Espíritu siempre tan moderado», piensa el Padre. A mí me divierte la gentecomo Mateo, que pierde con facilidad los estribos. Me ha gustado su intervención.Veremos si Lucas es capaz de superarlo.

Lucas no hace una profunda reverencia como Mateo. En cambio, dirige una sonrisacómplice a María, como intentando tranquilizarla.

–Alguien que tiene por oficio tentar a los demás, ponerles trampas, debería conocermejor la psicología humana y saber valorar el uso del insulto. Ante un auditorio profano,como en el ágora de Atenas o el foro de Roma, el orador no puede insultar a sus oyentes;al contrario, debe ganarse su benevolencia. Esas personas solo toleran y quieren que seinsulte al adversario político, al jefe del partido opuesto, porque esa gente no busca laverdad, no quiere cambiar un ápice sus ideas y su conducta. Pero cuando el auditorio escomo el de Juan Bautista, gente en busca de la verdad, descontenta de su conducta,deseosa de que la impulsen a una vida nueva, no se ofende porque le llamen «camada devíboras». Al contrario, lo agradece. Y se dice: «Esto es lo que yo buscaba, alguien queme zarandee, que me haga verme como un ser repugnante, que me obligue a cambiar».Por eso, al completar la predicación de Juan Bautista, insistí en las exigencias prácticasde la conversión: vestir y dar de comer al necesitado, no extorsionar ni robar… cosas que

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no son de mi invención, sino inspiradas desde hace siglos por el Espíritu a diversosprofetas.

–La acusación de ofrecer una imagen terrible de Jesús no merece comentario nidefensa. Si estos debates continúan, quedará clara cuál es mi imagen de Jesús, que notiene nada de terrible.

–Dice Satán que Mateo y yo, con nuestra forma de contar el evangelio, alejamos ala gente de la fe. Yo escribí para todo lo contrario, para que un gran amigo, elexcelentísimo Teófilo, se afirmara en la enseñanza recibida. Igual que Mateo, yo conocíay estimaba el Evangelio de Marcos; también llegó a mis manos ese manuscrito con frasespronunciadas por Jesús; y gracias a mis frecuentes viajes pude ponerme en contacto conpersonas que me proporcionaron nuevos datos sobre él y su enseñanza. Con todo elloescribí mi Evangelio, que a veces se parece a los de Mateo y Marcos, pero en otrosmomentos se diferencia bastante.

Mientras Lucas vuelve a su asiento, el Espíritu toma la palabra.

–Parece claro que la acusación de que los Evangelios quitan la fe, como pretendíandemostrar Satán y su cohorte, carece de fundamento con los datos que se han aportadohoy. Después de hablar con las dos partes, el próximo tema será el bautismo de Jesús. Secierra la sesión.

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3.Cambio de planes: la infancia

Cuando los demonios llegan al despacho de Satán, Lucifer no puede contenerse.

–Si hubiese hablado yo, no habría terminado el debate de esa forma. ¿No te dascuenta, Satán, de las tonterías que ha dicho Lucas? «A la gente le gusta que la insulten».Podías haberle atacado diciendo que Jesús no insultaba a la gente cuando empezaba ahablar.

–No te acalores, Lucifer –lo calma Mefistófeles, sonriendo–. Hemos caído en latrampa como estúpidos. La culpa ha sido nuestra, por saltarnos la infancia. ¿Quépretendemos? Demostrar que los evangelios hacen perder la fe. Para eso no podemosquedarnos en detalles nimios ni en interpretaciones rebuscadas. ¿Habéis leído conatención los relatos de la infancia de Mateo y Lucas? Estoy seguro de que no. Si queréisque nos apuntemos la primera victoria, ahí tenéis la clave. Leedlos. Y tú, Satán, ve alEspíritu a decirle que hay cambio de planes. Que no vamos a hablar del bautismo deJesús en la próxima reunión, sino de su infancia.

–¿De toda la infancia? Es muy larga.

–Tú dile que de la infancia. Nosotros elegiremos lo que nos interese.

–¿Y si no acepta el cambio de planes?

–Entonces daremos por supuesto que hemos ganado el debate.

* * *

Los evangelistas están reunidos en el despacho de Lucas, a punto de comenzar sutrabajo, cuando entra un ángel y se dirige a Mateo.

–El Espíritu quiere hablar contigo.

A Lucas le molesta un poco que no lo llamen también a él. Marcos, en cambio,parece contento de su papel secundario. Al cabo de un rato vuelve Mateo con cara seria.

–Malas noticias. El Espíritu acaba de decirme que ha habido un cambio de planes ytenemos que hablar de la infancia de Jesús en la próxima reunión.

Marcos reacciona de forma extraña, no se sabe si alegre o molesto.

–A este paso no me vais a dejar abrir la boca. El otro día no dije nada, y el próximotampoco lo haré.

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–Mejor para ti. Va a ser una discusión difícil.

–¿Por qué?

–Me imagino de lo que van a acusarnos: de que decimos cosas muy distintas, deque nos hemos inventado muchos relatos… y de que, cuando la gente lo advierta, va apensar que no pueden fiarse de nada de lo que contamos. Que todo es mentira.

–No seas tan pesimista, Mateo –intenta tranquilizarlo Lucas–. Yo no intenté mentiren ningún momento. Y tú tampoco. Lo importante no es lo que contamos, sino lo quequeremos decir. Por ejemplo, aunque no vinieran unos magos de Oriente a adorar aJesús, han venido muchos paganos a adorarle. Eso es lo que tú pretendes decir, ¿verdad?

–Eso es lo que querrá decir –lo interrumpe Marcos–. Pero la gente está convencidade que eran tres magos, que vinieron…

–Yo no he dicho que fueran tres –protesta Mateo.

–Pues la gente está convencida de que eran tres, y venían en camellos…

–Yo no hablo de camellos.

–Dile a la gente que no había camellos y te matan. Para ellos los camellos son tanimportantes como la estrella. ¡La que has liado con la estrella!

–La estrella es un símbolo, una referencia a la estrella de Jacob.

–Pregúntales a muchos periodistas, y te dirán que la estrella es una conjunción deJúpiter y Saturno.

–No digas tonterías. ¿Cómo va a posarse una conjunción de Júpiter y Saturno en elsitio donde estaba el niño? Además, la estrella se apaga cuando llegan a Jerusalén yvuelve a brillar cuando salen para Belén. No se puede decir de forma más clara que laestrella es un símbolo.

–Eso es lo que tú piensas. Para la gente, en los Evangelios no hay símbolos, hayrealidades. Los magos son magos, la estrella es estrella; y si tú no hablas de camellos, losponen ellos. Después de todo, Isaías habló de dromedarios y camellos que vendrían aJerusalén trayendo incienso y oro. Si los magos traían oro, también traían camellos.

–Lo que yo he pretendido es contraponer la actitud de los paganos, que buscan alMesías haciendo un largo camino, lo adoran y le ofrecen sus dones, con la actitud deHerodes y las autoridades religiosas judías, que se enteran de que ha nacido el Mesíaspero no acuden a adorarlo; al contrario, Herodes intenta matarlo. Es un símbolo de loque ocurrió más tarde: los paganos se incorporaron a la Iglesia y las autoridades judías seconfabularon para matar a Jesús.

–¿Y para eso te inventas toda la historia?

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–Contar historias es la mejor manera de enseñar. A la gente le gustan las historias.

–Pero luego no distinguen entre la ficción y la realidad, entre lo que cuentas y lo quequieres decir. Si ahora le dices a la gente que no hay magos ni camellos ni estrella,pierden la fe.

–Pues si su fe depende de unos camellos y una estrella, ¡que la pierdan!

–Calma, Mateo, no te excites –lo tranquiliza Lucas–. Si te pones en ese plan, le dasla razón a Satán y los suyos. Se pondrían contentísimos. «A Mateo no le importa que lagente pierda la fe». Eso es lo que dirían. Y no tendrían que argumentar nada más.

–No pienses que a ti te van a dejar tan tranquilo, Lucas. Porque si yo me inventomagos, tú te inventas pastores.

–Son también un símbolo, Mateo. Los pastores representan a la gente más pobre ydespreciada.

–Eso lo dirás tú. ¿Has visto alguna vez un belén? Los pastores no son pobres nidespreciados; son las personas más buenas y simpáticas del mundo, llevándole a Jesúsquesos, tarros de miel, ovejitas…

–En tiempos de Jesús, los campesinos odiaban a los pastores porque sus ovejas secomían los sembrados. Y llevaban una vida durísima. Se pasaban la noche vigilando elrebaño. Los pastores simbolizan a todos los pobres y marginados que aceptan a Jesús.

–Eso os pasa por usar tantos símbolos –les reprocha Marcos–. Por eso yo no quisecontar la infancia, para no meterme en complicaciones.

* * *

En el despacho de Satán el ambiente es más sereno.

–¿Qué habéis encontrado? –pregunta.

Mefistófeles es el primero en tomar la palabra.

–Yo estoy desconcertado. Debe tratarse de la misma familia, porque los padres sellaman José y María, el niño Jesús, y nace en Belén, en tiempos del rey Herodes. Perotodo lo demás es distinto.

Azazel pega un salto en su asiento.

–Yo no lo veo tan distinto. A mí me han gustado mucho los dos relatos.

–No seas imbécil, Azazel. A un demonio no pueden gustarle. Seguro que no te hasenterado de nada.

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–Me he enterado perfectamente. José y María, que vivían en Nazaret, tuvieron queir a Belén y allí nació Jesús, y entonces vinieron unos pastores a adorarlo, y luegovinieron unos magos de Oriente, y como el rey Herodes quería matar al niño, huyeron aEgipto, y cuando volvieron de Egipto, se fueron otra vez a Nazaret.

Satán lo mira desesperado. ¿Qué hace Azazel entre ellos? Con razón los antiguosisraelitas le mandaban cada año un cabrito al desierto. Ni era demonio ni era nada. Unpobre inútil.

Mefistófeles, sin inmutarse, continúa.

–He confeccionado una lista de todas las diferencias que he encontrado entre Mateoy Lucas. Diferencias irreconciliables. Os la reparto. Estúdialas bien, Satán. Y un consejo:procura interrogar a María.

–¿La madre de Jesús? ¿Crees que lo permitirán?

–Inténtalo. Es esencial.

* * *

Una vez constituida la corte celeste, el Espíritu cede la palabra directamente a Satán, quese dirige al Padre.

–Majestad, con vuestro permiso desearía hacer unas preguntas a María, la madre devuestro Hijo.

El Padre mira sorprendido al Espíritu. Le pide que se acerque y le susurra:

–¿Estás de acuerdo?

–No, no me había avisado. Pero si no se lo concedemos, será peor. Dirá que leponemos dificultades, que no somos imparciales.

El Padre se dirige a María.

–María, haz el favor de responder a las preguntas de Satán.

Ella baja de su trono y se sitúa en el centro; dos ángeles se apresuran a traerle unsillón, en el que se sienta. Satán le habla con sumo respeto.

–Señora, siempre la representan pisándome la cabeza, pero no se preocupe, no voya vengarme de eso. Solo me gustaría hacerle unas preguntas muy sencillas (mira endirección a Mateo). ¿Qué hicieron ustedes con el oro?

El rostro de María muestra auténtico asombro.

–¿Qué oro?

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–No disimule, señora. El oro que le regalaron al niño los magos de Oriente.¿Compraron una casa? ¿Un campo? ¿Puso José una carpintería? ¿Lo repartieron entrelos pobres?

–Nadie nos regaló nunca oro.

–Por favor, señora. No me tache de embustero. Está escrito aquí, en el Evangeliode Mateo. ¿Se gastaron el oro en Egipto? No digo que lo derrocharan, había quesobrevivir y darle de comer al niño.

–¡Usted se ha vuelto loco! Nunca estuvimos en Egipto.

Satán se finge desconcertado.

–Usted niega que unos magos de Oriente le regalaran oro al niño, niega haber estadoen Egipto… Es posible que yo haya leído un evangelio muy mal informado.

–¿Puedo retirarme? –pregunta María indignada.

–Un momento, por favor. Otra pregunta muy sencilla. Cuando Jesús tenía año ymedio o dos años, ¿dónde vivían ustedes?

–En Nazaret, como siempre.

–¿Está segura de que no vivían en Belén?

–Segurísima. En Belén solo estuvimos cuando nació el niño. Después nos volvimosa Nazaret.

–¿Inmediatamente después?

–Pasados los cuarenta días de mi purificación, después de presentarlo en el templo.

–Así que cuando Jesús tenía unos dos años, no vivían ustedes en Belén. Leagradezco mucho su declaración, señora. Puede retirarse.

Estaba ya levantándose cuando Satán le dirige de nuevo la palabra.

–Perdone que vuelva a molestarla. Cuando usted se quedó embarazada, lo primeroque hizo fue ir a un pueblo de la serranía de Judá, ¿verdad? ¿Podría decirme cómo sellama ese pueblo?

María titubea.

–No. No recuerdo el nombre.

–¿Es posible? ¿A qué fue usted allí?

–A darle la enhorabuena a una parienta mía que se había quedado encinta.

–¿Hizo usted un viaje de tres o cuatro días, muy cansado y peligroso, solo paradarle la enhorabuena a su parienta?

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–Se trataba de algo especial. Era ya anciana y pensaba que nunca tendría hijos.

–Comprendo. Así que se puso usted en camino hacia un pueblo cuyo nombre norecuerda. Le resultaría difícil encontrarlo, ¿verdad?

–No. Entonces sabía cómo se llamaba.

–Pero ahora lo ha olvidado. Esas cosas ocurren. Naturalmente la acompañó José, suesposo.

María mira a Lucas un poco preocupada.

–No. Fui sola.

–¿Tanto trabajo tenía José? Los hombres son imprevisibles. Así que se fue sola y sequedó en ese pueblo desconocido hasta que nació el niño.

–No, me volví a Nazaret antes de que naciese.

–¿Antes de que naciese? Su parienta era muy anciana, ¿verdad?

–Sí.

–¿Y no se le ocurrió quedarse para ayudarla después del parto?

–Había otras personas que podían hacerlo.

–Así que no conoció al niño.

–No.

–Usted lo único que quería era darle la enhorabuena a su parienta. El niño no leinteresaba.

–Yo no he dicho eso.

–Efectivamente, señora, usted no lo ha dicho. Lo ha sugerido Lucas. No me atrevoa decir que se inventó todo ese viaje; lo que sí puedo decir es que es el viaje peorcontado que conozco. Se nota que no es un gran escritor.

Mira irónicamente a Lucas, que se revuelve en su asiento. Si se pudiese estrangulara un demonio, lo estrangularía. ¡Poner en duda sus cualidades de escritor, de las que él sesiente tan orgulloso! Mateo tampoco se muestra muy alegre después de la intervenciónde Satán. Está a punto de levantarse cuando este lo interrumpe dirigiéndose al Padre.

–Majestad, desearía preguntar también algo a José, el esposo de María.

El Padre, aunque molesto con Satán por el interrogatorio al que ha sometido aMaría, no puede negárselo.

–Concedido.

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José no ocupa un puesto de honor, ha preferido pasar desapercibido entre lamultitud de ángeles. Se abre paso entre ellos y se sitúa en el centro, pero rechazasentarse en el sillón que le ofrecen. Satán lo mira con una mezcla de temor y respeto.

–Ya sé que no le gusta hablar, seré breve. ¿Confirma la declaración de su esposa deque nadie les regaló oro?

–Sí.

–Y de que nunca estuvieron en Egipto.

–Sí.

–Entonces… no vino un ángel a avisarle por la noche de que huyesen a Egipto,porque Herodes quería matar al niño.

–¿Un ángel?

–Un mensajero divino. Como esos entre los que estaba hace un momento. Podíatener un aspecto normal y corriente.

–¿Y vino por la noche?

–Exactamente, «en sueños», eso es lo que dice el Evangelio de Mateo.

–A veces tengo sueños muy raros. Pero yo no recuerdo ningún mensajero divino. Ynadie quería matar al niño, no diga tonterías.

–Entonces, ¿no se le apareció de nuevo ese ángel en Egipto para ordenarle quevolviese a Israel?

–Ya le he dicho que nunca estuvimos en Egipto.

–O sea, que ese ángel tampoco se apareció. ¿Y el primero? Porque hay tres ángeles.¿El primero tampoco se le apareció?

–No sé de qué me está hablando.

–Le comprendo perfectamente, no se moleste. Es que a algunos escritores les gustameter ángeles por todas partes. Puede retirarse.

Satán echa una mirada de satisfacción a su bancada, que sonríe triunfante, mientrasMateo y Lucas deliberan en voz baja. Al final, Mateo se pone en pie, hace unareverencia y suplica:

–Padre, Satán nos ha sorprendido de forma traicionera pidiendo interrogar a Maríay José. Antes de responderle, desearíamos estudiar el caso por nuestra cuenta.

El Padre dirige una rápida mirada al Espíritu y a Satán.

–Concedido.

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* * *

José, acompañado de María, se presenta como un torbellino. Nunca lo han visto así.

–¿Qué es eso del oro, Mateo? ¿Y lo de los tres ángeles?

–Calma, José. Te lo puedo explicar todo, no te alteres.

–No se trata de que me lo expliques ahora; tenías que habérmelo dicho antes deescribirlo.

–No podía.

–¿Por qué?

–Porque estabas muerto, José. Cuando escribí el Evangelio llevabas muerto muchosaños. No podía pedirte permiso para presentarte como el personaje más importante de lainfancia de Jesús, semejante a los antiguos patriarcas.

José se siente desconcertado.

–¿De qué patriarcas hablas?

–De Abrahán, Isaac, Jacob… Con ellos comienza la historia de Israel y contigoempieza la historia del nuevo pueblo de Dios. A ellos se les aparecía el Señor en visiones,les hablaba en sueños… a ti también tenía que hablarte Dios, y pensé hacerlo a través deun ángel.

José nunca ha sido propenso a la vanidad, pero lo que dice Mateo le halaga.

–Satán dice que fueron tres ángeles.

–No. Era siempre el mismo. Pero es verdad que lo puse en contacto contigo tresveces.

–Y lo del viaje a Egipto, ¿a cuenta de qué viene?

–Para que se cumpliese la Escritura.

–¿Qué Escritura?

–La que dice: «De Egipto llamé a mi hijo». Para llamarlo de Egipto hacía falta queestuviera en Egipto. ¿No lo comprendes?

–No comprendo nada. ¿De qué hijo estás hablando?

–En el texto de la Escritura, el hijo de Dios es el pueblo de Israel, al que Dios llamapara que venga de Egipto a la tierra prometida. Eso lo recuerdas, ¿verdad?

–Sí.

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–A mí se me ocurrió aplicar ese texto a Jesús. Igual que Israel vino de Egipto, Jesúsviene de Egipto.

–Pero si nunca estuvimos en Egipto.

–Eso no importa. Lo importante es el simbolismo.

–¿Qué simbolismo?

–Que Jesús es el nuevo Israel.

–¡Que Jesús es el nuevo Israel! ¡Estás loco, Mateo! Y lo peor es que me estásvolviendo loco.

María lo agarra del brazo mientras se dirige a Mateo.

–No le hables más ahora, que está muy excitado. Cuando se calme, le explicas loque falte.

–¿Falta más todavía? –se admira José.

–Sí –reconoce Mateo–. Quedan más cosas.

–¿Más simbolismos? (José no oculta un deje de ironía).

–Sí.

–Pues explícaselos a otro.

María lo aparta suavemente.

–Anda, ve a darte un paseo. Mira alguna de esas constelaciones tan bonitas. Voy ahablar un momento con Lucas y enseguida te acompaño.

Cuando José desaparece, el aspecto de María cambia; no está tan indignada comosu marido pero no puede ocultar su malestar.

–Lucas, menos mal que Azazel es amigo mío y me avisó que se iba a hablar de lainfancia y que me iban a interrogar. Menos mal que tuve tiempo de leer lo que escribiste.No sabes el mal rato que he pasado por tu culpa.

–¿No te ha gustado lo que escribí?

–Sí. Es muy bonito. Pero casi todo me resultó nuevo.

–¿Te refieres a lo de Juan Bautista?

–Claro. Menos mal que Satán no me pidió que repitiese el himno que entoné delantede Isabel. No habría recordado ni una palabra.

–No puedes quejarte; es un gran himno, parecido al que entonó Ana, la madre delprofeta Samuel.

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–¿Y para qué lo entono yo? ¿Para que la gente piense que me parezco a la madre deSamuel y que Jesús es como Samuel? ¿Tú también estás con los simbolismos, comoMateo?

–Sí, la relación de Jesús con Samuel me interesaba presentarla desde el principiopara preparar la escena en la que Jesús se queda en el templo con doce años.

–Esa es otra, Lucas. ¿Quién te ha dicho que el niño se quedó en el templo y noshizo pasarlo fatal durante tres días? No digas que he sido yo.

Lucas sonríe ligeramente, como pidiendo excusa, pero María no le deja hablar.

–Volviendo a la visita a Isabel, sabes de sobra que Isabel no es pariente mía, y quenunca fui a visitarla.

–Lo segundo es cierto, nunca fuiste a verla. Pero lo primero es falso: Isabel y tú soisparientes. ¿No dijo Jesús que todo el que escucha su palabra y la cumple es su hermano,su hermana y su madre? Como vosotras dos cumplís la voluntad de Dios, sois parientes.Por cierto, María, lo hiciste muy bien cuando Satán te preguntó si conociste al niño deIsabel.

–En ese momento me sentí estúpida. ¿Cómo va a ir una mujer a visitar a unapariente que está a punto de dar a luz y volverse a su casa antes de que nazca el niño?¿Cómo pudiste cometer ese error, Lucas?

–Tú sabes muy bien, María, que yo no cometo errores. Mis aparentes errores sonintencionados. No te quedabas hasta que naciese el niño porque habrías estorbado en esemomento. Cuando naciese Juan, el protagonismo debía tenerlo su padre, Zacarías.Además, tú ya habías cumplido de sobra tu función.

–¿Qué función?

–La de demostrarles a los discípulos de Juan Bautista que Jesús es más importanteque Juan. No porque lo diga yo. Lo sugiere Juan, saltando de alegría en el vientre deIsabel cuando siente la presencia de tu hijo. Y lo dice la misma Isabel cuando se admirade que vayas a visitarla y te llama «la madre de mi Señor». Más tarde lo dirá tambiénZacarías, cuando nazca Juan, en el canto que entona.

Lucas hace una pausa para dar más solemnidad a lo que sigue.

–Gran parte de lo que cuento en la infancia pretende que los discípulos de JuanBautista acepten a Jesús con la misma alegría con que lo aceptó su maestro, y con lamisma admiración y respeto con que lo hicieron los padres de Juan.

–¿Tanta importancia tenían los discípulos de Juan?

–Esa fue mi sorpresa. Yo creía que habían desaparecido cuando metieron a Juan enla cárcel y lo decapitaron. Luego me enteré de que, cuando Pablo llegó a Éfeso, encontró

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allí a un grupo que solo había sido bautizado con el bautismo de Juan. Del Jordán aÉfeso hay miles de millas, pero hasta allí habían llegado sus discípulos.

–¿Así que lo de mi parentesco con Isabel y el viaje a verla te lo inventaste para eso,para que los discípulos de Juan aceptaran a Jesús? ¿No podías haberlo dicho de otraforma, sin inventar tanto?

–Dime una forma mejor. Podía haberme inventado un discurso de Juan antes deque le cortaran la cabeza, invitando a sus discípulos a seguir a Jesús. Los historiadoresgriegos se inventan muchos discursos. A mí me pareció mejor acudir a estos relatos. Elproblema, María, es que actualmente no hay discípulos de Juan Bautista y la gente nocapta lo que quieren decir.

–¿Se han quedado obsoletos, como dicen ahora?

–Por favor, no uses esa palabra latina tan horrible. Siguen siendo muy actuales. Loshimnos que compuse, las palabras que pronunciáis Isabel, tú, Zacarías y Simeón, lasrepiten todos los días allá abajo en la liturgia.

Lucas hace un nuevo silencio. Esta vez no pretende dar solemnidad a sus palabras.Su tono es reflexivo.

–La reacción de José y la tuya me han hecho caer en la cuenta de un detalleimportante. Habéis reaccionado como cualquier persona de las que viven ahora en elmundo. Habláis como personas del siglo XXI, preocupadas por lo que ocurrió o noocurrió, por saber si esto fue así o de otra manera, mientras que Mateo y yo escribimoscomo autores del siglo I, más interesados en el mensaje que en lo que se cuenta. Tengoque hablar con él para buscarle solución a este problema.

* * *

Se advierte un fuerte contraste entre las dos bancadas. En la derecha, una especie defrustración y malestar; el ataque a María y José les ha resultado muy duro, pero algunoscuchichean que la culpa, en el fondo, es de Mateo y Lucas. No se atreven a decirlo envoz alta para que no los manden a la bancada de la izquierda. En esta, la satisfacción esgrande, aunque tampoco se atreven a manifestarla claramente para que no los expulsendel debate.

El Espíritu se dirige a los evangelistas.

–Podéis comenzar vuestra defensa. ¿Quién hablará primero?

Todos esperan que lo haga Mateo, pero es Marcos quien los sorprende poniéndoseen pie y colocándose en el centro.

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–Padre, puede resultar extraño que comience hablando yo, que no he dedicado unasola frase a contar la infancia de Jesús. Pero lo que está en juego es algo mucho másgrave y que también afecta a mi Evangelio: la aparente oposición entre relatos históricosy relatos ficticios, y el valor de los símbolos. Los relatos ficticios han gozado siempre demucha estima; a la humanidad le han servido de entretenimiento, y muchos historiadores,como el gran Heródoto, los han incorporado a su obra sin que nadie se escandalizara.Más tarde, autores escrupulosos reprocharon a los antiguos historiadores el dejarsearrastrar por esas fantasías, y exigieron que se contase la verdad y solo la verdad. Comosi esta tarea fuese fácil. Porque si hay algo claro en todas las épocas y culturas es que elrelato de la historia ha sido siempre manipulado, y cada cual la cuenta según sus propiosintereses.

Mateo y Lucas se admiran de este exordio. Marcos es famoso por el estilo tanmodesto de su Evangelio. ¿Dónde ha aprendido a expresarse de ese modo? ¿En Roma?

–Para comprender las obras que nosotros tres hemos escrito, hay que partir denuestros auditorios. Nosotros no escribimos para sabios eruditos, sino para gente amenudo muy sencilla. Es cierto que Lucas dedicó su Evangelio a un personajeimportante, pero sabía que sería leído también en la comunidad, donde mucha gente separecía a los sencillos pastores que corren a adorar a Jesús en Belén. Y Mateo, según élmismo me ha confesado, escribió para cristianos que conocían muy bien las Escrituras,pero que no presumían de sabios y entendidos; no ponían en discusión el valor históricode un relato, sino que intentaban sacar de él una enseñanza válida para su vida. Encuanto a mí, me han reprochado algunos que cuente muchos milagros y hable tanto delos demonios, aquí presentes, pero yo estaba convencido de que era la forma másadecuada de transmitir la buena noticia de Jesús. Porque debe quedar claro que ningunode los tres pretende, como afirman Satán y sus compinches, destruir la fe. Todo locontrario. Y la prueba más clara es que, al cabo de tantos siglos, los cristianos siguenusando con fruto nuestros escritos. Es cierto que algunos relatos pueden plantearlesproblemas. Y esa dificultad quizá aumente a medida que crezca el abismo entre la antiguacultura y la del hombre moderno.

–Pero ¿qué cabe hacer? ¿Sugiere Satán que eliminemos todos los relatos quepueden desconcertar al hombre moderno? ¿Sugiere que se prohíba la lectura de Sófoclesy Esquilo en Grecia porque los griegos actuales ya no entienden su lenguaje? ¿Sugiereque se impida la publicación del Libro de los muertos porque los egipcios de hoy día sonmusulmanes y no creen en esas cosas? ¿Sugiere que se entierre el hermoso poema deGilgamés porque en Iraq solo interesa ahora el problema del terrorismo?

Marcos hace un gesto grandilocuente. Probablemente le han dicho que así actuabaCicerón.

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–Cuando no se entiende una obra antigua, lo que se debe hacer no es criticarla, sinoestudiarla. Condenar a su autor, acusarlo de mentir, de querer destruir la fe, es el recursode ignorantes y perezosos. Lo que está en juego no es si vinieron unos magos de Oriente,en camellos, dromedarios o andando, sino lo que representan esos magos: los millones decristianos que han buscado a Jesús y lo han adorado.

–Satán, dándoselas de listo, ha querido burlarse de María preguntándole quéhicieron con el oro. Para Satán, necio y padre de la necedad, no existen los símbolos. Eloro solo puede ser oro. Me extraña que no le preguntase a María cuánto le regalaron alniño, si medio kilo, cuatro kilos o un quintal.

Mira con desprecio a Satán y concluye de forma lapidaria.

–La sangre de los mártires vale más que todo el oro del mundo.

Gran número de ángeles bate las alas entusiasmado.

* * *

La sesión del debate ha terminado, pero María y José desean seguir hablando con losevangelistas. José está más calmado. Además, después del ataque de Marcos a Satán, noquiere aparecer como un necio que desprecia el valor de los símbolos. Pero le quedanciertas dudas, y pregunta:

–Entonces, ¿da lo mismo que un relato sea verdad o mentira? ¿Qué hay de verdaden todo lo que contáis?

–No te pongas como Satán, José –le reprocha María–. Ya te han dicho que esosrelatos no son mentira; expresan algo distinto, más profundo, de lo que dicen a primeravista.

–¿Por ejemplo?

–Por ejemplo, que Jesús viene a salvar a todo el mundo, no solo a los judíos; que aJesús le interesan sobre todo los pobres, no los ricos…

–Que Jesús es un nuevo Moisés –añade Mateo.

–¿Un nuevo Moisés? (José no sale de su asombro). ¿No habíamos quedado en queera el nuevo Israel?

–Las dos cosas. Pero es más importante la comparación con Moisés. Por eso teníaque matar a los niños de Belén.

–¿Tú mataste a los niños de Belén?

–Yo, no. Herodes. Te acuerdas de Herodes, ¿verdad?

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–¿De Herodes el Grande? ¡Vaya si me acuerdo! Menudo… (la mirada de María leimpide terminar la frase). ¿Y mató a todos los niños de Belén? Yo sabía que habíamatado a algunos de sus hijos y de sus mujeres, pero a los niños de Belén no lo sabía.¡Qué hijo…!

–¡José, aquí no se dicen esas cosas!

–Es que matar a todos los niños…

–Bueno, a lo mejor no los mató –reconoce Mateo–. Pero eso es secundario. Loimportante es el paralelismo entre Moisés y Jesús. En Egipto, un faraón temeroso deperder su poder manda matar a todos los niños israelitas y solo se salva Moisés. En Judá,un rey temeroso de perder su poder manda matar a todos los niños de Belén y solo sesalva Jesús.

–¿Y se salva poniéndolo en una canastilla en el río, como Moisés?

–No. Se salva escapando a Egipto.

–A Moisés lo quieren matar en Egipto y Jesús se salva en Egipto. ¿Eso también esun simbolismo?

–La verdad es que no lo sé, no se me había ocurrido.

José toma a María de la mano y se la lleva.

–Esta gente es muy complicada, María. Yo me pierdo.

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4.Bautismo de Jesús

Cuando llegan al despacho de Lucas, Mateo se deja caer en un sillón y lanza unprofundo suspiro.

–Menos mal. Ya pasó lo peor. Te aseguro que si vuelvo a escribir un evangelio noinvento nada.

Lucas no está de acuerdo.

–Sería muy aburrido. Yo prefiero inventar. Jesús siempre estaba inventandohistorias. Yo me inventé dos parábolas que han tenido un éxito enorme, la del buensamaritano y la del hijo pródigo.

–No las conozco.

–Claro que no las conoces, las inventé yo.

–¿Y las pusiste en boca de Jesús?

–¡Pues claro! Para eso las inventé. Corresponden totalmente al modo de pensar deJesús. Yo solo he puesto las historietas, muy buenas, por cierto. El mensaje se basa en loque decía Jesús.

Mateo vuelve a suspirar profundamente.

–Y todo esto por culpa del Espíritu. Podía habernos dejado tranquilos, sininspirarnos nada y sin tener que escribir.

–¿Y el bien que hemos hecho, Mateo? La lástima es que no cobremos derechos deautor.

Marcos introduce un toque práctico.

–Tendremos que preparar lo del bautismo, ¿no? ¿Habéis cambiado mucho lo que yoconté?

Lucas no responde. Lo mira lleno de curiosidad.

–¿De dónde has sacado tú todo eso que has dicho? Cuando empezaste a hablar deSófocles, del Libro de los muertos, y de ese poema con un nombre que no recuerdo, mequedé como quien ve visiones. Si te viese tu madre… ¡con el trabajo que le costó queaprendieses griego!

Marcos sonríe.

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–Estás reaccionando como los nazarenos cuando apareció Jesús por allí. «¿Dedónde le viene a este esa sabiduría?». En mi caso es más fácil de explicar. El Espíritu mellamó antes de la reunión y estuvimos preparando el discurso. Me ha salido bastante bien,¿verdad?

* * *

En el despacho de los demonios, Satán reparte un papel con cierta displicencia.

–Ahí tenéis el relato del bautismo, en dos columnas: el de Marcos y el de Lucas.

Lilit es la primera en reaccionar.

–¿Es que Mateo no cuenta el bautismo?

–Lee lo que os he dado. Las diferencias que introduce Lucas las he puesto ennegrita. Hasta Azazel podrá entenderlo.

MA RCOS

Por entonces vino Jesús de Nazaret deGalileay se hizo bautizar por Juan en el Jordán.En cuanto salió del agua,vio el cielo abierto y al Espíritu bajandosobre él como una paloma.Se oyó una voz del cielo:Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto.

LUCA S

Mientras todo el pueblo se bautizaba,también Jesús se bautizó; y mientras oraba se abrió el cielo, bajó sobre él el Espíritu Santoen figura corpórea de palomay se oyó una voz del cielo:–Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto.

Durante breve tiempo se dedican a la lectura.

–¿Qué os parece?

–En lo esencial son casi iguales –opina Samyaza–. Hay algunas diferencias, pero nome parecen importantes. Me refiero a capaces de quitarle a la gente la fe.

Satán quiere asegurarse de que han leído bien.

–¿En qué coinciden?

–En que Jesús se bautiza, en el cielo abierto, el Espíritu como paloma y la voz delcielo. La voz del cielo dice exactamente lo mismo en los dos casos.

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–Bien. Las diferencias están claras. Lucas añade que Jesús se bautiza con todo elpueblo y que estaba haciendo oración. ¿Se os ocurre algo interesante para atacar aMarcos y Lucas?

–Marcos no habla de la oración de Jesús –sugiere Belial sin mucho convencimiento.

En cambio, Azazel parece entusiasmado con su descubrimiento.

–Yo diría lo de la paloma. Al Espíritu seguro que no le gusta que lo comparen conuna paloma.

Satán lo mira asombrado. Es buena idea. Podría utilizarla si llega el momento.

–¿Nada más?

No se oyen más opiniones, y Satán calla. Hay algo fundamental, pero no lo dice.Prefiere sorprenderlos en el debate.

–¿No vamos a ver el texto de Mateo? –pregunta Lilit.

–No. Con lo que hemos visto hay bastante.

–Todos se admiran de la respuesta. Lo que han visto les parece una nimiedad. Peronadie se atreve a llevarle la contraria.

* * *

La admiración suscitada por su discurso ha llenado de satisfacción a Marcos, que toma lainiciativa.

–Mateo, seguro que Satán va a ir por ti. Lucas y yo coincidimos casi por completo,no creamos dificultad.

–¿Tú nos ha añadido nada, Lucas? –se extraña Mateo.

–He añadido que Jesús estaba haciendo oración después de bautizarse. En losmomentos importantes me gusta presentar a Jesús haciendo oración. También añadí queJesús se bautizaba con toda la gente.

–¿Y no has cambiado nada?

–No.

–¿No te extrañó nada en el relato de Marcos?

Lucas se para a pensar.

–Ahora mismo no recuerdo. Creo que no. Me pareció todo normal.

Mateo levanta las cejas en señal de admiración pero no comenta nada.

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* * *

La expectación inicial suscitada por el debate ha aumentado considerablemente. Y lostestigos de Jehová, que solo disponían de las ciento cuarenta y cuatro mil localidades quehabían solicitado inicialmente, han tenido que apretarse, aunque sin problemas deincomodidad, cosa inconcebible en el cielo.

En cambio, el Espíritu está un poco molesto con el desarrollo del debate. En lasesión anterior, al hablar de la infancia, podían haberlo mencionado en muchasocasiones. Lucas dice en su Evangelio que fue el Espíritu quien inspiró a Isabel, a María,a Zacarías, a Simeón… pero en el debate se ha olvidado de mencionarlo y de darle lasgracias. Lo mismo le ha ocurrido a Mateo, que no para de citar a los profetas sin indicarque fue él quien los inspiró. Hoy, en el debate del bautismo, espera que hablen de él. Poreso, no puede ocultar su satisfacción cuando escucha las primeras palabras de Satán.

–Vamos a debatir sobre un episodio en el que el Espíritu desempeña un papelfundamental viniendo sobre Jesús. Pero hay algo que me extraña.

Satán realiza su habitual pausa retórica.

–¿Está de acuerdo el Espíritu con que lo comparen con una paloma? ¿No le pareceuna falta de respeto? Esa imagen ya la había usado el profeta Oseas, pero para hablar delpueblo de Israel como una paloma atolondrada. Supongo que los evangelistas nopretenden acusarlo de atolondrado. ¿O acaso sí? (mira a los evangelistas, sin esperarrespuesta). Por otra parte, aunque las palomas son muy bonitas, en muchos sitios estánhartos de ellas, lo ensucian todo. ¿Inspiró el Espíritu esa imagen o se la han sacado losevangelistas de la manga?

La pregunta es tan directa que el Espíritu olvida una vez más su papel de moderadorpara responderle.

–Satanás, yo la única imagen que he inspirado es la tuya como serpiente. Y no memolesta la paloma, no soy tan susceptible como piensas. Al Padre lo comparó también elprofeta Oseas con un león, una pantera, un leopardo, una osa… y no lo mandó por esocon los tuyos.

Satán finge profunda humildad.

–Si al Espíritu no le duele que lo ofendan, no seré yo quien lo discuta (dirigiéndoseal Padre). Ruego a María que vuelva a responderme a unas preguntas.

Una protesta creciente se escucha en la bancada de la derecha, mientras la izquierdase prepara entusiasmada a un nuevo ataque. El Padre, esta vez, no consulta al Espíritu.

–¿Otra vez, Satán?

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–Lo siento, Majestad. Pero el testimonio de María es importantísimo.

–Está bien –refunfuña el Padre–. Pero no te atrevas a ofenderla lo más mínimo.

–Nada más lejos de mí, Majestad. Todo lo contrario.

María vuelve a sentarse en el sillón que le traen los ángeles. Satán se detiene anteella, pensativo.

–María, ¿ha leído usted unos evangelios que llaman apócrifos?

El Espíritu objeta de inmediato.

–Esa pregunta es absurda. Aquí no se debate sobre los evangelios apócrifos. María,no tienes obligación de responder.

–Le agradecería al moderador –le reprocha melifluo Satán– que no se convierta enabogado defensor. No estoy atacando a la señora, sé que no ha leído esos evangelios. Erauna pregunta retórica. Entre esos evangelios, hay algunos dedicados a contar la infanciade Jesús. Un relato muchísimo más amplio que los de Mateo y Lucas, que, en realidad,no cuentan casi nada de Jesús niño. Esos evangelios apócrifos de la infancia presentan aJesús como un niño bastante raro. Por ejemplo, cuentan que un día Jesús hizo unapaloma de barro; un niño, con el que siempre estaba peleando, la pisó y la rompió.¿Cómo reacciona Jesús? ¿Lo perdona? No. Lo mata (se detiene ante María y guarda unrato de silencio). ¿Mató Jesús alguna vez a un niño?

Un grito de protesta brota de la bancada de la derecha, mientras en la izquierdatemen que les aumenten los tormentos por tanto desacato. La mirada de María es tanfuribunda que Satán se apresura a seguir.

–No hace falta que responda. Lo sé perfectamente. Jesús nunca mató a un niño. Esuna de esas mentiras que se inventan los falsos evangelistas. ¿Y robar? ¿Le protestóalguna vez un vecino porque Jesús le había robado unas manzanas o unos racimos deuva? Seguro que no. ¿Era un hijo desobediente, le faltaba a usted y a José el respeto?¿Tuvieron ustedes o los vecinos alguna queja de él?

Esta vez la pregunta no es retórica, Satán espera la respuesta.

–No. Nunca.

–Jesús era un santito.

–No era un santito, en el tono en que usted lo dice. Era un niño y luego unmuchacho normal. Muy bueno, pero normal.

–Está mintiendo.

Esta vez el clamor de protesta es terrible, pero el Padre está tan asombrado que noquiere interrumpir el interrogatorio.

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–No miento –responde firme, casi agresiva, María.

–Sí miente. Jesús no era un muchacho normal. ¿Cuántas noches perdió usted elsueño, preocupada porque no tenía novia?

–Ninguna. Me había explicado muy bien por qué no la tenía. Debía dedicarse a lascosas de su Padre.

–¿De José?

–De José, no. De su Padre con mayúscula. De Dios.

Esta vez el que parece desconcertado es Satán. Se concentra y continúa.

–Entonces, ¿Jesús nunca hizo daño a nadie?

–Ya le he dicho que no.

–Y era un muchacho piadoso.

–Sí, rezábamos juntos a menudo. Y él se levantaba todos los días temprano para ira rezar solo al monte.

–En resumen: un buen hijo, un buen vecino, un buen israelita. Eso es todo, señora.Perdone si la he ofendido. Con quienes debería sentirse usted molesta es con Marcos yLucas.

El Padre se extraña de que no mencione a Mateo. Lo mira, y advierte que estesonríe ligeramente. No sabe por qué.

–Ruego que acuda Marcos a declarar –pide Satán.

A Marcos le extraña ser él el convocado, pero le gusta que lo llamen y sentirse elcentro de atención.

–No voy a preguntarle por qué ofende al Espíritu comparándolo con una paloma. Éldice que no le molesta. Voy a preguntarle por qué ofende a Jesús. ¿Ha oído usted ladeclaración de su madre?

–Sí.

–Un niño y un muchacho normal. No solo normal. Extremadamente bueno ypiadoso, del que nadie tiene queja en el pueblo. ¿Está de acuerdo?

–Sí.

–Sin embargo, usted lo presenta como un pecador. Usted dice que Juan predicabaun bautismo para el perdón de los pecados. Inmediatamente después cuenta que Jesúsmarchó al Jordán a que Juan lo bautizara. No fue a hablar con Juan, fue a que lobautizara, a que le perdonaran los pecados. ¿Le parece bonito comenzar a hablar deJesús diciendo que es un pecador como otro cualquiera?

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La respuesta de Marcos desconcierta a Satán.

–Me equivoqué. No caí en la cuenta de lo que escribía.

Lucas, sin pedir permiso, se levanta y también confiesa.

–A mí me ocurrió lo mismo. Copié lo que decía Marcos sin pensar que podía sermalinterpretado. El único que lo hizo bien fue Mateo.

–¿Qué hizo bien Mateo? –pregunta el Padre, molesto de que no se digan las cosasclaras.

Mateo se levanta, intentado simular una falsa modestia.

–Padre, no podía presentar a Jesús como un pecador cualquiera que necesita serbautizado. Se me ocurrió una solución muy sencilla: introducir un diálogo entre Juan yJesús. Cuando Jesús se presenta ante Juan para que lo bautice, este le dice: «Soy yoquien necesito que me bautices tú, ¿y tú acudes a mí?». Jesús le responde que no pongaobstáculos, que hay que cumplir la voluntad de Dios. Entonces Juan accede y lo bautiza.

Aunque Mateo se muestra orgulloso de su recurso, el Padre no parece igual deconvencido.

–Así que, según tú, Mateo, Jesús no es un pecador, aunque lo parezca. ¿Sabes loque dijo un emperador romano de su esposa? Que la esposa del César no solo debía serhonesta sino parecerlo.

–Comprendo que no te guste por completo mi recurso, Padre. Pero no se meocurrió nada mejor. Podía haber suprimido el relato del bautismo, como he oído que hizoel cuarto Evangelio, pero no me parecía serio.

El Padre se considera obligado a saltarse el protocolo.

–¿Está presente el autor del cuarto Evangelio?

Juan evangelista, con cierto disgusto, sale al centro.

–¿Es cierto que tú no cuentas el bautismo de Jesús?

–Es cierto, Padre, no lo cuento.

–¿Por qué?

–No me parecía digno poner a Jesús al nivel de los demás. Para mí era másimportante el testimonio de Juan Bautista y la vocación de los primeros discípulos.

El Padre reflexiona un rato. Luego llama al Espíritu y hablan a solas.

–¿Estos cuatro están inspirados por ti?

–Sí. Los cuatro.

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–¿No podías haberlos puesto más de acuerdo?

–Si quieres respetar la libertad humana… imposible. Cuando les sugiero algo, cadacual lo interpreta como considera conveniente.

–¿Y lo mismo te ha ocurrido con todos los autores de la Biblia?

–Con todos.

–¡Qué paciencia! (el Padre medita un momento). ¿Es verdad que el profeta Oseasme compara con una osa? ¿Eso se lo inspiraste tú?

–Yo, no. Los profetas son los peores. Se consideran inspirados a todas horas.

Marcos, que al principio ha esperado pacientemente, comienza a irritarse de tantainterrupción.

–¿Puedo irme ya?

–No. No he terminado –le dice seco Satán–. Seguiré en cuanto las divinas personasdejen de interrumpirme.

Su falta de respeto provoca el abucheo inmediato de la derecha. El Espíritu la calmay hace un gesto a Satán para que continúe.

–Entonces, Marcos, usted confiesa que se equivocó al presentar a Jesús como unpecador cualquiera.

–No he dicho eso. He dicho que no me expresé de forma adecuada.

–¿Usted diría que Su Majestad, al que usted se permite llamar Padre, tampoco seexpresa de forma adecuada? ¿Que habla a la ligera? ¿Que dice lo primero que se leocurre, sin medir las consecuencias?

–Eso no lo he dicho nunca. Ni lo diría.

–No se irrite. Usted no lo ha dicho. Pero lo ha sugerido. Después del bautismo, seescucha una voz del cielo. El que habla es Dios, ¿verdad?

–Sí.

–¿Y qué dice?

–«Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto».

–Esas palabras son de un salmo, si no me equivoco.

–Se equivoca. La parte final es de un salmo, pero la primera es de Isaías.

–Gracias por la corrección. Así que el Señor Dios, que conoce muy bien lasEscrituras, empalma un texto de Isaías con un salmo para decirle a Jesús algo que nosabe: que es su Hijo querido, su predilecto.

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Marcos intuye una trampa, pero no logra descubrir dónde se esconde. Permanececallado.

–Si no responde nada, «el que calla, otorga», como dice el refrán. ¿Le parece justoexpresarse de forma tan inadecuada, haciendo que Dios se dirija a Jesús con las palabras«Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto»?

–No veo nada inadecuado en esas palabras.

Satán finge inmenso asombro y se dirige a Mateo.

–No ve nada inadecuado, Mateo. Le parece lo más normal del mundo. ¿Está ustedde acuerdo?

Mateo, después de su intervención anterior, prefiere no decir nada. Pero el Padre,intrigado, lo fuerza a hablar.

–¿Estás de acuerdo, Mateo?

A regañadientes, y con más modestia que la vez anterior, responde.

–Pensé que se podía contar de otra forma. Jesús sabe quién es, no hace falta que selo digan. Por eso, la voz del cielo no se dirige a él, sino a la gente.

–¿Qué dice la voz del cielo? ¿Qué dices tú que digo yo? –quiere saber el Padre.

–La voz del cielo dice: «Este es mi hijo querido, mi predilecto». No digo tú, digoeste.

Satán no pierde la ocasión de ironizar dirigiéndose al Padre.

–¿Vuestra Majestad recuerda si dijo tú o este?

–Mi Majestad está admirada de tantas sutilezas.

Afortunadamente advierte un gesto de María.

–¿Qué quieres, María?

–Quiero que vuelva a interrogarme Satán.

La bancada de la izquierda reacciona con desconcierto. A Eva fue fácil engañarla,pero de esta no se fían. Satán, tras dudar un momento, accede. No puede mostrarseinseguro. Marcos y Mateo se retiran a sus sitios y María ocupa su sillón. Satán oculta sudesconcierto con la ironía.

–¿Qué desea, señora? ¿Se había olvidado de algún pecado que cometió Jesús?

–Quiero que me pregunte por el día antes de irse al Jordán.

–¿El día antes? ¿Qué ocurrió el día antes? Los Evangelios no lo dicen.

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–Usted quiere saber por qué Jesús fue a ver a Juan, y lo único que se le ocurre eshablar de sus inexistentes pecados. Usted se pasa toda la vida pensando en el pecado,como si no hubiera cosas más importantes. Para Jesús lo importante era el reinado deDios.

–¿Qué significa eso, señora? ¿Que Su Majestad, aquí presente, bajará a la tierra areinar? ¿Dónde reinaría? ¿En Jerusalén? ¿En Roma? ¿En Alejandría?

–Algunos decían que en Jerusalén.

–¿En Jerusalén? Señora, tengo fama de malo pero no soy tonto. El profeta Isaíasdice que la orla del manto de Su Majestad basta para llenar el templo. Jerusalén esdemasiado pequeña para que Dios establezca allí su corte y su reinado.

–Lo de Jerusalén no lo digo yo ni lo decía Jesús, lo decían otras personas. Lo queJesús quería decir es que los políticos que gobiernan en el mundo explotan a la gente yencima se hacen llamar bienhechores. Para él, el ideal sería un mundo nuevo en el quereinase Dios.

–¿Eso se lo dijo el día antes de irse?

–Eso me lo comentó con mucha frecuencia. Lo que ocurrió el día antes es que llegóun muchacho diciendo que venía del Jordán y que allí había un profeta que anunciaba lallegada del reinado de Dios. Pero en ese reino no se podía entrar de cualquier manera;había que convertirse y bautizarse para que se perdonaran los pecados. Jesús no lo pensódos veces. Me dijo que le preparara algo de comer, que al día siguiente se iba a conocer aJuan.

–¿Le dijo también que iba a bautizarse?

–No lo sé. No lo recuerdo.

–Si le hubiera dicho que iba a bautizarse para que le perdonaran los pecados, ¿sehabría extrañado usted?

–No. ¿Por qué habría de extrañarme?

–Jesús era muy bueno. No había cometido ningún pecado. No necesitababautizarse.

–Un rito de purificación nunca viene mal.

Satán se siente desconcertado.

–Perdone, no la entiendo. ¿Qué ha querido decir?

–¿Usted ha oído hablar del profeta Ezequiel?

–Naturalmente.

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–Ezequiel anunció que Dios derramaría sobre nosotros un agua pura que nospurificaría. Juan derramaba esa agua. A cualquier buen israelita le gustaría recibir esebautismo. A los demonios, no, desde luego.

Se oye una gran carcajada en la bancada de la derecha. Satán advierte quecomienza a perder terreno.

–Señora, no acabo de entender por qué quiere que vuelva a interrogarla.

–Porque ha centrado usted el debate en una cuestión absurda, si Jesús era pecador ono lo era. Jesús era un hombre como los demás. Era un buen israelita. Si Juan practicabael bautismo, es lógico que Jesús se bautizase, como todos… y con todos, como diceLucas.

–Entonces, ¿no hay motivo para escandalizarse, como le ocurre a Mateo?

–Yo creo que no. Pero mire usted. En las comunidades cristianas hay gente paratodos los gustos y con toda clase de ideas. No me extrañaría que algunos seescandalizasen de ver a Jesús bautizándose. Así que también comprendo lo que hizoMateo.

–Usted, por lo visto, comprende a todo el mundo. Al único que no me comprendees a mí.

–Así es.

* * *

Cuando llegan al despacho, Marcos no se contiene.

–Este maldito Satán no se fija más que en tonterías. Presume de listo y es unsuperficial. Que si la paloma, que si el niño era muy bueno… Lo más importante delrelato lo ha pasado por alto.

Lucas lo asombra con su actitud comprensiva.

–La misión de Satán no es destacar el mensaje, sino fijarse en lo que puede distraerla atención. Hacer que la gente se pierda en cuestiones secundarias y sin provecho. Esolo ha conseguido perfectamente. ¿Qué es lo que tú pretendías, Marcos?

Tras el debate anterior, él mismo duda de lo que pretendía. Reflexiona antes decontestar.

–Yo pretendía desconcertar al lector. Es la primera vez que hablo de Jesús, y lopresento de dos formas muy opuestas. Al principio, como un israelita normal y corriente,que acude a Juan y se hace bautizar por él. Después del bautismo, todo cambia: se rasga

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el cielo, baja el Espíritu, se oye la voz de Dios. Es un contraste enorme. Así que la gente,cuando oye el relato o lo lee, tiene que preguntarse: ¿quién es Jesús? Y si conoce lasEscrituras…

–Por eso no te preocupes, Marcos. No las conocen.

–Algunos, sí. Y si no las conocen, que se lo expliquen. El cielo que se rasgarecuerda a la visión que tuvo Ezequiel; la venida del Espíritu, a lo que dice un personajede Isaías: «El Espíritu del Señor está sobre mí»; la voz del cielo…

–Cuando leí tu relato –lo interrumpe Lucas– me extrañó que hicieses tantasreferencias a las Escrituras. Las conoces muy bien.

–No es mérito mío –admite Marcos–. Lo conté tal como me lo contaron a mí.Todas esas alusiones sirven para sugerir que en Jesús se cumplen las esperanzas antiguas,las promesas de los profetas. Y que Dios le encomienda una gran misión. Pero fíjate enqué ha convertido Satán todo eso.

–Estás demasiado pesimista, Marcos –es Mateo quien le habla–. Yo he terminadosatisfecho… Aunque reconozco que quien ha salvado la situación ha sido María. Ha sidocapaz de demostrar que los tres lo hemos hecho bien. Ni el Espíritu lo habría hechomejor.

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5.Tentaciones

Efectivamente, la intervención de María ha provocado un vuelco en las dos bancadas.La izquierda, convencida poco antes de su triunfo, no se muestra tan optimista despuésde escucharla. La derecha, que llegó a ver la situación muy mal, respira ahora con alivio.Satán es consciente de que debe desquitarse, levantar la moral de sus partidarios. Por esocomienza la nueva sesión apartándose del guion habitual.

–Majestad, no es normal que en un debate los oponentes ataquen al moderador. Sinembargo, debo hacerlo. Más aún, no solo me quejo, ¡lo acuso! ¡No lo acuso en nombrede mis demonios! ¡Lo acuso en nombre de la humanidad! ¡Lo acuso en nombre demillones de cristianos que padecen las funestas consecuencias de su inspiración!

Satán ha adoptado un tono melodramático y trasnochado, pero efectivo. El Espíritu,sin perder la sonrisa, lo mira con asombro y extrañeza. El Padre, en cambio, no está deacuerdo con la dureza de esas palabras y lo llama al orden.

–Satán, este debate es entre tú y los evangelistas, no entre tú y el Espíritu. ¿Cómote permites acusarlo en nombre de la humanidad y de millones de cristianos?

–Lo de la humanidad es pura retórica, lo reconozco humildemente. Y lo de millonesde cristianos puede rebajarse a unos miles. Pero hay gente que se pregunta extrañada,incluso escandalizada, qué hay de verdad en los Evangelios. Y cuando intento echarle laculpa a estos tres, siempre se escudan en que escribieron inspirados por el Espíritu. Si lapalabra «acusar» resulta muy dura, diré que me gustaría interrogar al Espíritu.

El Padre mira al Espíritu, que accede de inmediato.

–Por mi parte no hay inconveniente. ¿Sobre qué quieres interrogarme, Satán?

–Quisiera interrogaros a propósito de mí mismo.

–¿De ti mismo?

–Sí, de lo que estos tres dicen que yo he hecho o dicho en cierta ocasión. Se lopodría preguntar a ellos; pero, como no se pondrían de acuerdo, prefiero acudir a lafuente. Deseo interrogaros sobre lo que Vuestra Divinidad dice que yo he dicho o hecho.

–¿En qué ocasión?

–En las tentaciones de Jesús.

–Las recuerdo perfectamente.

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–Vuestra Divinidad, sí. Pero la mayoría de los presentes, no. Permitidme que lasrecuerde. Vuestra Divinidad comenzó inspirando a Marcos que escribiese algo muybreve, pero en lo que desempeñábamos un papel importantísimo vos y yo:«Inmediatamente el Espíritu lo llevó al desierto, donde pasó cuarenta días sometido apruebas por Satanás. Vivía con las fieras y los ángeles le servían». Yo prefiero mi títulohebreo, Satán, pero no voy a discutir por eso. ¿Estáis de acuerdo en que es eso lo quevos le inspirasteis a Marcos?

–Estoy de acuerdo en que Marcos lo escribió así. No estoy de acuerdo en que yo selo inspirase así.

–No lo entiendo. ¿No fuisteis vos quien le dictó eso a Marcos?

–Yo nunca he dictado nada. Yo inspiro, no dicto.

–Sigo sin entenderlo. ¿Qué diferencia hay entre inspirar y dictar?

–Yo inspiré a Marcos que escribiese el Evangelio. Él entonces se puso a trabajar, apreguntarle a la gente, a recoger tradiciones sobre Jesús y a organizarlas como creyóoportuno.

–¿Y usted no tuvo nada que ver en ese proceso?

–Lo animaba cuando se sentía desbordado, cuando no sabía cómo continuar. Peronunca le dicté nada.

–¿Con los otros tres fue igual?

–Exactamente igual.

Satán mira al Espíritu de manera desafiante, aunque se juega que vuelvan aprecipitarlo en el abismo.

–¿Vuestra Divinidad es consciente de la gravedad de lo que dice? Inspiráis a cuatropobres hombres que escriban cada uno un evangelio, y luego los abandonáis a suspropias fuerzas, permitiendo que se contradigan.

–No se contradicen, se complementan. Cada uno ofrece su punto de vista.

–¿No basta con un solo punto de vista?

–No.

–¿Por qué?

–Porque los auditorios son distintos. Cada uno escribe para su comunidad o parasus lectores.

Satán parece calcular mentalmente.

–¿Cuántos auditorios, cuántas comunidades cristianas, había en aquella época?

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–Nunca me entretuve en contarlas. Bastantes.

–Por lo menos quince o veinte. Seguramente muchas más. ¿Por qué no inspiróVuestra Divinidad veinte o treinta evangelios, uno para cada una?

–Cuando Juan escribió el cuarto Evangelio, me pareció que ya había bastantes. Selos iban pasando unas a otras y los copiaban.

El Espíritu responde sin inmutarse, con una calma que irrita a Satán.

–Entonces, ¿sois o no responsable de lo que cuentan esos cuatro Evangelios?

–Lo soy, naturalmente, y mucho.

–Y si la gente se extraña o se escandaliza de lo que cuentan, ¿de quién es la culpa?¿De Vuestra Divinidad o de ellos?

–Ni mía ni de ellos.

–¿Es que piensa echarle la culpa a la gente?

–No se trata de echarle la culpa a nadie, Satán. Este interrogatorio no lleva a ningúnsitio, estás dándole siempre vueltas a lo mismo. Hay que volver al plan primitivo.Pregunta a los evangelistas.

* * *

A Marcos le gusta que reconozcan su mérito de haber sido el primero en escribir unevangelio. Cuando Satán lo convoca, acude con gusto al estrado, pero el comienzo deSatán lo desconcierta.

–Ante todo, quiero agradecerle que ofrezca una imagen positiva de mí. Me refiero aque no me echa la culpa de todo lo malo. Hace siglos, hablando en términos humanos,un autor me presentó como el culpable de todas las desgracias de Job. Él estaba tan felizen la tierra y yo me dedicaba a ponerlo a prueba. Desde entonces no he conseguidolibrarme de la fama de malo. Usted en cambio, Marcos, no me echa la culpa a mí, sino alEspíritu, que fue el que impulsó a Jesús al desierto para que yo lo tentase. ¿Puededecirme cómo lo tenté?

Marcos no espera esa pregunta tan directa. Duda qué contestar.

–Le ayudaré a responderme. Según dicen, yo comencé a tentar a Job haciendo queunos sabeos… ¿Sabe usted quiénes eran los sabeos? ¿No? Yo tampoco. Me imagino queun pueblo o un grupo de bandoleros. Da lo mismo. Pues bien, unos sabeos apuñalan alos mozos que estaban guardando las vacas, toros y bueyes de Job, y los roban. Unadura prueba. Job podría consolarse con el ganado menor, las ovejas, pero un rayo del

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cielo las consume a ellas y a sus pastores. Ya solo le quedan los camellos, muy valiosos;una banda de caldeos, que debían de ser como los sabeos, los roba después de apuñalara los mozos que los guardaban. Toda su riqueza, todos sus animales, han desaparecido.Y entonces le asesto el golpe peor: mato a sus hijos, siete varones y tres muchachas. Unhuracán derrumba la casa donde están reunidos y los mata. Si es verdad eso que cuentanque yo hice, entiendo muy bien en qué consisten las pruebas a las que sometí a Job.Pero… ¿tenté yo a Jesús de esa manera? Jesús no tenía vacas, ni ovejas, ni camellos, nihijos e hijas. ¿Cómo lo tenté? ¿No dice nada? Le voy a sugerir otra posibilidad: cuandoJob había perdido todo, lo ataqué en su propia carne con llagas malignas desde la plantadel pie hasta la coronilla. ¿Tenté yo así a Jesús? ¿Le causé algún daño físico?

Ante el silencio de Marcos, Satán se dirige al Espíritu.

–El testigo no sabe qué decir o no tiene ganas de colaborar. Quizá da el debate porperdido. ¿Puedo interrogar a Mateo?

Marcos se retira y Mateo se sitúa en el centro. Igual que Marcos, rehúsa sentarse;esa dignidad piensa que solo le corresponde a María. Satán sonríe maligno.

–Espero que se muestre más colaborador que su compañero. Deseo empezar conuna pregunta muy sencilla. Imagino la respuesta, pero quiero que la diga en voz alta.Según Marcos, Jesús pasó cuarenta días en el desierto y los ángeles le servían. Supongoque sería llevándole alimento, igual que los cuervos le llevaban pan al profeta Elías. Sinembargo, usted dice que Jesús pasó esos cuarenta días ayunando, y que los ángeles solovinieron a servirle al final. Imagínese que yo soy un buen cristiano… Comprendo que esmuy difícil de imaginar… Imagine un buen cristiano que lee los dos Evangelios, el deMarcos y el suyo, y se pregunta: ¿quién de los dos tiene razón? ¿Sirvieron los ángeles aJesús durante cuarenta días o estuvo ayunando durante ese tiempo? Imagine que esebuen cristiano tiene cierta formación bíblica y sabe que Moisés ayunó cuarenta días ycuarenta noches en el Sinaí. Probablemente se dirá: el ayuno de Jesús se lo inventaMateo para compararlo con Moisés. ¿Qué le respondería usted?

–Antes de responderle, te hago a ti una pregunta, Satán: ¿has dedicado suficientetiempo a preparar el debate o estás improvisando? Me inclino por lo segundo. Lucas dicelo mismo que yo a propósito del ayuno de Jesús: durante los cuarenta días no comiónada. Ni Lucas ni yo nos hemos inventado nada. Los dos lo recibimos de una tradiciónanterior.

–¿Y Marcos se basa en una tradición diferente?

–Eso deberías preguntárselo a él. Suponiendo que quiera responderte.

Mientras Satán sopesa la posibilidad de volver a llamar a Marcos, Mateo se leadelanta.

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–Antes te has quejado de que Marcos no dice cómo tentabas a Jesús. Yo sí lo hago.Después del bautismo, la voz del cielo le ha dicho: «Tú eres mi Hijo querido, mipredilecto». ¿Qué consecuencias saca de eso Jesús? ¿Es un salvoconducto para hacer loque le apetezca? ¿Para realizar cualquier tipo de milagros a su favor? ¿Para dominar elmundo? En eso consisten tus tentaciones, en poner a prueba su fidelidad a Dios y sumodo de entender lo que significa ser Hijo suyo.

Satán advierte que está perdiendo terreno e intenta recuperarlo con un golpe deefecto. Se dirige al Padre con su habitual falsa modestia.

–Una cosa que me escandaliza, Majestad, es lo poco que estima Mateo a Jesús.Aprovecha cualquier ocasión para rebajarlo. Reconozco que lo hace con habilidad ymuchos lectores quizá no lo noten. Pero en las tentaciones resulta descarado. Dice queyo sometí a Jesús a tres pruebas: la de convertir unas piedras en pan, la de obtener todoel poder y la gloria del mundo, y la de tirarse del alero del templo. Paso por alto loabsurdo de estas pruebas, que a mí no se me habrían ocurrido en la vida. Lo que meescandalizan son las respuestas de Jesús. Es el Hijo querido de Dios, su predilecto, y sinembargo no se le ocurre ni una sola frase original. En los tres casos sale al paso de laprueba citando unas palabras de Moisés: «El hombre no vive solo de pan, sino de todapalabra que sale de la boca de Dios», «Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto»,«No tentarás al Señor, tu Dios». ¿Ha notado Vuestra Majestad la forma tan sutil de decirque Jesús no tiene ni una idea propia, que es un buen discípulo de Moisés, pero nadamás? Es como si Mateo le estuviera diciendo al lector: «No le hagas caso a la voz delcielo. Este Jesús, ni es el Hijo querido de Dios ni su predilecto. A lo sumo, un rabinomedianamente formado».

El Espíritu detiene a Mateo, que está a punto de lanzarse sobre Satán mientras grita.

–¡Mentiroso ignorante! ¡Ni has leído mi Evangelio ni te enteras de lo que digo!Sigue, sigue leyendo, y veremos si Jesús es un discípulo de Moisés o un rabinomedianamente formado. Más adelante…

El Espíritu lo interrumpe.

–No adelantemos cosas, Mateo. Ahora hay que centrarse en el episodio de lastentaciones. ¿Tienes algo que responder a las acusaciones de Satán?

Mateo respira hondo.

–Ante todo, decir que yo estimo poco a Jesús y que intento rebajarlo es una vilcalumnia, propia del padre de la mentira. Y sugerir que fui yo quien puso esas frases enboca de Jesús demuestra gran ignorancia, porque también Lucas las tiene. Una vez máslas tomamos de la tradición anterior, no inventamos nada. Pero me alegro de que hayasacado el tema de la relación entre Jesús y Moisés, porque será capital en el resto de miEvangelio. Ahora prefiero retirarme; es demasiado duro soportar tantas estupideces.

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A Satán los insultos lo reconfortan. Le demuestran que el rival ha perdido lapaciencia, y eso es prueba de debilidad. Al mismo tiempo, se maldice por no haber leídodespacio el Evangelio de Lucas. Tuvo la impresión de que decía exactamente lo mismoque Mateo y no lo preparó con detenimiento. Duda de si interrogar a Lucas, pero este sealza y se dirige al Espíritu.

–Me gustaría aportar mi granito de arena al debate. Ya veo que Satán no conoce loque yo digo o lo ha leído muy deprisa. Ante todo, como ha dicho Mateo, yo también mebasé en una tradición anterior, en la que introduje dos cambios, uno muy pequeño y otromás importante. El pequeño deberías agradecérmelo, Satán, pues te presento más listo delo que eres. Según la tradición antigua, tú le proponías a Jesús que convirtiera «estaspiedras en panes». Por mucha hambre que tuviera Jesús, ¿qué necesidad había deconvertir ocho o nueve piedras en panes? Con una sola, de buen tamaño, bastaría. Asíque cambié el plural en singular: convierte «esta piedra en pan». Tu propuesta resulta asímucho más sensata. El otro cambio es más importante: la tradición antigua ponía latentación de tirarse del alero del templo en segundo lugar, y terminaba ofreciendo a Jesústodos los reinos del mundo. Reconozco que es un final grandioso, pero yo le tengo unafecto especial a Jerusalén y preferí acabar allí. Por eso cambié el orden de las dosúltimas tentaciones.

–Y ahora quiero volver a algo que dijiste antes: que las tres pruebas a las quedecimos que sometiste a Jesús son absurdas, que a ti no se te habrían ocurrido en la vida.Si hubiera que entenderlas al pie de la letra, tienes razón. Solo a un loco se le puedeocurrir convertir una piedra en pan o tirarse del décimo piso de un edificio. En cuanto amostrar toda la gloria del mundo desde la cima de un monte… todos sabemos que,cuanto más se sube, menos se ve. Pero si no las interpretas al pie de la letra, estas trestentaciones reflejan las pruebas que Jesús debió superar a lo largo de su vida. La de usarsu poder en beneficio propio (Jesús, que hizo tantos milagros, no hizo ni uno solo a sufavor), la de pedir a Dios milagros que lo confirmaran en su misión y la de arrastrarsepara conseguir el poder.

Lucas calla y Satán siente que debe preguntarle algo. No puede dejarlo marchar sinmás. No está seguro de qué preguntarle y lo salva Mefistófeles, que se acerca a él y lehabla al oído. El Espíritu prefiere no interferir. Cuando Mefistófeles se retira, Satán sedirige a Lucas.

–Aparte de esos dos cambios que ha mencionado, ¿en lo demás es igual a Mateo?

–Sí, con pequeñas diferencias de estilo, naturalmente.

Satán lo mira desafiante.

–¿Por qué no ha dicho nada de Marcos? Usted lo tomó como punto de partida, loha copiado literalmente en muchas ocasiones. ¿Por qué no confiesa que está en

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desacuerdo con la visión que tiene Marcos del Espíritu?

–¿En qué no estoy de acuerdo?

Satán ríe por vez primera en mucho tiempo.

–¿Quiere que le recuerde cómo empieza Marcos su relato y cómo lo comienzausted?

Lucas guarda silencio y Satán cita.

Marcos dice que, después del bautismo, «al punto el Espíritu lo lanza al desierto».Usted escribe: «Jesús, lleno de Espíritu Santo, se alejó del Jordán y se dejó llevar por elEspíritu al desierto». ¿Advierte la diferencia?

–Es clara. Yo uso más palabras. Pero decimos prácticamente lo mismo.

–Lo conozco bien, Lucas, y si en vez de estar respondiendo a mi pregunta seencontrara delante del excelentísimo Teófilo, diría algo muy distinto. Sonreiría conhumilde suficiencia y comentaría: «Querido Teófilo, este es uno de esos cambios genialesque se me ocurren. Marcos habla del Espíritu como si fuera una fuerza bruta, igual queaparece en los relatos del libro de los Jueces». Y como el excelentísimo Teófilo ignora dequé jueces se trata, le demostraría su saber contándole que Otniel fue impulsado por elEspíritu del Señor a luchar contra los sirios; que Sansón, invadido por el Espíritu delSeñor, descuartizó a un león como quien descuartiza un cabrito, y más tarde, invadidopor el mismo Espíritu, asesinó a treinta inocentes filisteos para robarles sus vestidos ypagar una estúpida apuesta. Al final de una lección tan erudita, comentaría con falsamodestia: «Yo no podía decir que el Espíritu lanzaba a Jesús al desierto como se lanzauna flecha. El protagonista tenía que ser Jesús, sin restarle importancia al Espíritu. Poreso, excelentísimo Teófilo, valora la espléndida solución que se me ocurrió: «Jesús, llenode Espíritu Santo, se alejó del Jordán y se dejó llevar por el Espíritu al desierto».

Satán calla y contempla despreciativo a Lucas antes de terminar.

–¿No es eso lo que le habría dicho a Teófilo y a los miembros de su comunidad?

Lucas lo contempla sereno, sin alterarse. Luego le responde sin perder la calma.

–¡Qué bien tergiversas, Satán, los textos de la Escritura! Citas los pocos que teinteresan y silencias los muchos contrarios a tu opinión. Es cierto que algunos textospresentan al Espíritu como una fuerza bruta, pero no es esa la idea predominante. ElEspíritu es el que guía y mueve al bien, a alabar a Dios y cumplir su voluntad. Estoyseguro de que así es como lo presenta Marcos.

–Entonces, ¿por qué no se limitó a copiarlo? ¿Por qué lo modificó?

–Cuando encuentro algo que puede extrañar o escandalizar a mi comunidad, locambio.

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–¿Lo cambia? ¿Sin escrúpulos de conciencia?

–Sin ningún escrúpulo. Después duermo perfectamente. Un privilegio de losescribas de alto rango es poder alterar y comentar los textos. Ya que me conoces tanbien, debes saber que yo pertenezco a ese grupo selecto de escribas… Igual que Marcosy Mateo, por supuesto.

Satán lo mira curioso.

–¿Podría aclararme eso de los escribas de alto rango? Yo pensaba que todos eraniguales, que se limitaban a copiar textos con absoluta fidelidad.

–Esos son los del nivel inferior. Desarrollan un trabajo muy meritorio, peropuramente mecánico. El segundo nivel es el de los escribas que pueden alterar el textoañadiendo glosas y pequeños comentarios, incluso relatos y oráculos proféticos; más quecopistas son autores de obras menores. Los libros de Isaías, Jeremías, Ezequiel, estánrepletos de oráculos que no escribieron ellos; los añadieron los escribas de este segundogrupo. Por último, están los de alto rango, muy pocos, capaces de organizar todo elmaterial del que disponen y de enriquecerlo con aportaciones propias. Marcos sería unbuen ejemplo.

–Así que ustedes tres tienen libertad para organizar y alterar las tradicionesrecibidas, quitando y poniendo lo que les dé la gana.

–Dicho de ese modo, no es correcto. Nunca se puede quitar algo esencial, y nuncase puede añadir algo en contra del pensamiento de Jesús. Volviendo a las tentaciones,insisto en que Mateo y yo no hemos inventado nada, hemos copiado la tradición. Lo másprobable es que esas tres tentaciones se le ocurrieran a Jesús para expresar lasdificultades que encontró en su vida. Pero si me dijeran que no se le ocurrieron a él, sinoa uno de sus discípulos, yo me quedaría tan tranquilo, no me supondría ningúnproblema.

–Sí, usted se queda tan tranquilo. Pero el buen cristiano de hoy, que no conoce lasdiversas clases de escribas y considera algo sacrosanto el derecho de propiedadintelectual, piensa que lo que aparece en boca de Jesús debió de decirlo Jesús, no undiscípulo suyo, ni un evangelista con gran dosis de imaginación.

–El cristiano de hoy día tiene gran capacidad de adaptación. Tú sabes, Satán, cómohan cambiado las costumbres y las ideas en pocos años. También podrán aceptar unnuevo punto de vista con respecto a nuestras obras.

Satán sonríe triunfante.

–Eso es lo que usted piensa, Lucas. Yo estoy convencido de que seguirán pensandoque la Iglesia los ha engañado y que los evangelios mienten.

Luego se vuelve con una reverencia solemne al Padre y termina.

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–Por mi parte, no tengo más que decir ni preguntar.

El Espíritu interroga a los evangelistas con la mirada. Ante su falta de reacción,proclama:

–Doy por concluido el debate de hoy.

* * *

Cuando llegan al despacho, Mateo se muestra irritado con Marcos.

–¿Qué te pasa? ¡No has dicho una palabra!

–Es que Satán me saca de mis casillas, me desconcierta. Lo que menos podíaesperar es que me preguntara cómo tentaba él a Jesús.

–No te quejes de eso, Marcos, es la pregunta más elemental –le dice Lucas.

–Elemental para los que siempre buscáis detalles prácticos. Yo no conocía esemanuscrito que habéis usado vosotros. No podía inventarme tentaciones de Jesús. Poreso imaginé una escena muy distinta. Jesús no es como Moisés, que ayuna cuarenta díasy cuarenta noches. Los ángeles están siempre a su servicio y Satanás lo pone a prueba entodo momento, no al final de los cuarenta días.

La irritación de Marcos da paso a una sonrisa irónica.

–A vosotros dos, que presumís de conocer tan bien las Escrituras, ¿a qué osrecuerda mi escena? El desierto, animales…

–Lo de los animales nunca lo entendí, Marcos, y conste que pasé mucho tiempodándole vueltas –reconoce Mateo–. Por eso los suprimí.

–A mí me ocurrió lo mismo –admite Lucas–. También los suprimí.

–¡Y os quedasteis tan tranquilos! Pensad un poco qué sugiere una escena con Jesúsen el desierto, viviendo con animales, tentado por Satán y servido por los ángeles.

Mateo y Lucas le dan vueltas al tema durante un buen rato. Mateo es el primero enhablar.

–Los cuatro elementos juntos no me sugieren nada. Si hablaras solo de Satán,animales y ángeles, Jesús podría ser el nuevo Adán, rodeado de animales, tentado porSatán… que termina venciendo la tentación… y los ángeles, en vez de expulsarlo delparaíso, como a Adán y Eva, le sirven. Pero el desierto no es el paraíso, me rindo.

–Yo me inclino a pensar –dice Lucas– que has querido comparar la actitud de Jesúscon la del pueblo de Israel, que pasó cuarenta años en el desierto, un lugar lleno deserpientes y alacranes, como dice Moisés en el Deuteronomio; durante ese tiempo, Dios

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lo puso a prueba para ver si le era fiel, pero el pueblo falló continuamente. Jesús, encambio, supera la prueba desde el primer momento, y por eso los ángeles le sirven desdeel principio, no solo al final.

Lucas suelta una carcajada sonora, como si todo se hubiera iluminado de repente.

–De modo, Marcos, que has querido decir lo mismo que Mateo: que Jesús es elnuevo Israel. Pero de un modo muy distinto. Él lo sugiere cuando la familia vuelve deEgipto, citando las palabras de Oseas: «De Egipto llamé a mi hijo», y tú con el relato delas tentaciones.

Mateo disimula su frustración por no haber acertado la respuesta como Lucas. Encuanto a Marcos, no parece tan orgulloso de su breve relato, y les confiesa:

–La pregunta que os hice antes se la hacía a la comunidad siempre que leía esteepisodio: «¿Qué os sugiere esta escena?». La gente me miraba con miedo y se quedabacallada.

Aunque es el más joven, se permite una reflexión atrevida.

–¿Por qué seremos los tres tan complicados?

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6.Comienzo de la actividad de Jesús

Satán y sus partidarios tienen la impresión de haberse anotado un buen tanto en ladiscusión anterior. La pena, piensa Mefistófeles, es que este debate tenga lugar en elcielo, no en la tierra. En el cielo, toda la bancada de la derecha, la única a la que sepermite manifestarse, está a favor de los evangelistas, acepta sus explicaciones y lasaplaude con entusiasmo. En la tierra sería muy distinto. Allí la gente se inclinaría acompartir las críticas de Satán; no porque le tengan especial cariño, sino porque susobjeciones les resultan más fáciles de entender que los enrevesados simbolismos de losevangelistas. A Mefistófeles le gusta filosofar de vez en cuando, y ha llegado a laconclusión de que el problema del género humano es que ha cambiado mucho en pocotiempo, demasiado rápidamente… pero no todos han cambiado, algunos siguen pensandocomo sus antepasados de hace veinte o cuarenta siglos. Ese es el punto débil de losEvangelios, concluye satisfecho. Quieren dirigirse a toda clase de personas: blancos,negros, amarillos, cobrizos, europeos, asiáticos, americanos… a gente de culturacientífica y alto nivel tecnológico y a gente que todavía cree en los milagros másinverosímiles, en adivinos y brujas. «Imposible que tengan éxito, están condenados alfracaso de entrada», sentencia con alegría. Luego, como no es tonto, se admira de queunas obras condenadas al fracaso hayan perdurado veinte siglos y sigan siendo losescritos más editados en cualquier lengua. Para consolarse, se dice: «Sí, los máseditados, pero poco leídos, y casi nadie los entiende».

Satán, más práctico, no se pierde en disquisiciones. En el debate anterior cometió elgran error de no preparar adecuadamente el relato de Lucas. Ahora no debe ocurrirle lomismo. Pondrá a trabajar duramente a todo el grupo. Además, decide enriquecerlo conBelcebú. «Azazel no aporta nada, no comprendo cómo se me ocurrió invitarlo. Belcebútiene más prestigio entre los demonios». Y, para sorpresa y malestar de todos los otros,que no ocultan su envidia, Belcebú se incorpora al grupo. Al comenzar la reunión, Satánlos mira con aire intimidatorio y les dice:

–Hemos visto las tentaciones. A partir de ahora, los Evangelios cuentan la actividadde Jesús. No podemos limitarnos a un solo episodio, a un milagro o una discusión con losfariseos; sería pesado e interminable. Además, ya estoy harto de que esos tres se escapenhaciendo referencia a los malditos símbolos. Vamos a fijarnos en cómo cuentan la vidade Jesús. Por ejemplo, si en un Evangelio hace o dice cosas que en otro no hace ni dice.

–Me imagino lo que va a ocurrir –lo interrumpe Lucifer–. Mateo y Lucascoincidirán en añadir cosas a Marcos, y lo justificarán aludiendo a ese manuscrito al quetuvieron acceso. Terminaremos como siempre.

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–Por lo que he leído, no creo que sea como tú dices –lo rebate Satán–. En cualquiercaso, leedlos y comparadlos con atención, que no se os escapen detalles importantes.¿Está claro? Sus palabras han adquirido un tono amenazador.

–¿Tenemos que llegar hasta el final? –pregunta Asmodeo, asustado de la inmensidadde la tarea.

–No. Comenzad leyendo el Evangelio de Marcos hasta el momento en el que losfariseos y los herodianos deciden matar a Jesús.

–Eso será casi al final… Es demasiado –objeta Asmodeo.

–No. Es muy al principio. Leedlo y anotad qué cosas se cuentan. Luego mirad siMateo y Lucas coinciden o se diferencian. Si cuentan lo mismo y en el mismo orden.

Lucifer saca a relucir su habitual escepticismo.

–Yo puedo decir, sin leerlos, que no cuentan lo mismo. Basta ver que los Evangeliosde Mateo y Lucas tienen más páginas.

–Eso lo sabe cualquiera, Lucifer. Lo importante es saber qué cuentan esas páginasde más. Déjate de protestar y trabaja. Yo voy a decirle al Espíritu el tema quetrataremos: los comienzos de la actividad de Jesús.

* * *

El Espíritu escucha atentamente a Satán, sopesa su propuesta y le responde:

–Tendremos que avisar a los evangelistas. Gabriel, haz el favor de llamarlos.

Al cabo de poco se presentan los tres; en cuanto ven a Satán se ponen a ladefensiva, de él no pueden esperar nada bueno. El Espíritu les comunica la decisión:

–Satán dice que el próximo debate será sobre los comienzos de la actividad deJesús.

–¿«Dice» o «propone»? –responde cáustico Mateo–. ¿Desde cuándo es él quienmanda?

–Él no manda nada –lo calma el Espíritu–. Pero es el acusador y puede elegir eltema del que acusaros.

–¿Y quiere que ese tema sean los comienzos de la actividad de Jesús? ¿Qué significaeso? ¿Cuándo terminan los comienzos y sigue lo demás? Solo a un demonio se le puedeocurrir semejante estupidez.

Satán disfruta cada vez que Mateo se irrita, lo considera una victoria, y echa leña alfuego.

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–Ya que Marcos me parece el más riguroso, con menos inventos y simbolismos,propongo considerar los comienzos de la actividad de Jesús desde que empieza a predicarhasta el momento en el que fariseos y herodianos deciden matarlo.

–¿Y qué quieres que hagamos?

Satán lo mira incrédulo.

–¿Yo? No quiero que hagáis nada. Solo os aviso, para que luego no vengáis conquejas.

* * *

Mientras caminan hacia el despacho, Lucas le echa el brazo por el hombro a Mateo.

–Tienes que controlarte. ¿No te das cuenta de lo contento que se pone Satán cadavez que te irritas? Y tú, Marcos, no te pongas tan contento con sus elogios; no pretendenalabarte sino criticarnos a nosotros dos.

–No me alegro de sus elogios –sonríe Marcos–. Me alegro de no tener que trabajar.Satán ha dejado muy claro qué episodios piensa discutir, y yo me los sé de memoria.

No añade nada más. Pero cuando llegan al despacho y se encuentran cómodos,Marcos cierra los ojos, se concentra un momento, y habla sin titubeo alguno.

–La actividad de Jesús comienza cuando arrestan a Juan Bautista. Entonces se retiraa Galilea a anunciar la buena noticia del reinado de Dios. Llega al lago y llama a loscuatro primeros discípulos: Simón y Andrés, Santiago y Juan. El sábado siguiente predicaen la sinagoga y expulsa a un espíritu inmundo, provocando la admiración de la gente porsu doctrina y su poder. Salen de la sinagoga, van a casa de Simón y cura a su suegra, queestaba en cama con fiebre; por la tarde, al ponerse el sol, cura a muchos enfermos yendemoniados. Al día siguiente se levanta muy temprano, de madrugada, y se marcha aun lugar desierto a rezar. Simón y los otros tres lo buscan para que vuelva a Cafarnaún,pero él prefiere dirigirse a las aldeas vecinas y predica en las sinagogas de Galilea. Cura aun leproso… y siguen cinco episodios muy relacionados entre ellos, aunque parecen muydistintos: la curación de un paralítico, la vocación de Leví, una discusión sobre el ayuno,otra sobre el sábado y la curación en sábado de un hombre con la mano atrofiada.

–Que esos cinco episodios son muy distintos está claro. Lo que no veo es esarelación tan profunda de la que hablas –le dice Mateo.

–Los cinco episodios son muy polémicos: Jesús reivindica su poder de perdonar lospecados, su deseo de buscar a los pecadores y no a los justos, de traer un mensajetotalmente nuevo que excluye el ayuno, y de ser señor del sábado. Como los fariseos nopueden aceptar nada de esto, deliberan cómo acabar con él.

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A Lucas le ha extrañado la rapidez y seguridad con la que Marcos ha resumido loque cuenta en su Evangelio; le parece imposible que pueda recordar tantos episodiosdistintos sin dudar un momento. Le cruza por la mente una idea horrible: ¿se habrápuesto de acuerdo con Satán, y sabía ya lo que íbamos a tratar? La rechaza al puntocomo una tentación. Por otra parte, mientras lo escuchaba, le venía a la memoria supropio Evangelio y se alegraba de haber respetado, casi por completo, el orden y elcontenido del relato de Marcos. Es verdad que él, Lucas, ha introducido algunos cambiosy añadido un episodio importantísimo en la sinagoga de Nazaret, otra vez muy simbólico.«Veremos lo que dice Satán. Pero no adelantemos acontecimientos». Abandona susreflexiones y se dirige a Marcos.

–Mi relato de los comienzos coincide casi por completo con el tuyo.

–Pues el mío –murmura sombrío Mateo– no coincide casi en nada. Solo en lapredicación inicial en Galilea y la vocación de los cuatro primeros discípulos. Nada más.

–¿No cuentas ningún milagro? –se asombra Marcos.

–Milagros concretos, de paralíticos o leprosos, no. Solo digo, en general, que Jesúscuraba toda clase de enfermedades y dolencias. Los milagros concretos los reservo paramás tarde, para después del Sermón del Monte.

–Podías haber copiado lo que yo cuento, como hizo Lucas.

El tono de Marcos suena a suave reproche y Mateo no lo acepta.

–Yo no puedo contar las cosas como tú, Marcos. Soy más exacto. Cuando leí tuEvangelio, encontré un detalle repetido que terminó irritándome. Jesús entra en lasinagoga de Cafarnaún y la gente se admira de su enseñanza, porque enseña conautoridad, no como los escribas y fariseos. Yo me pregunté: ¿qué dijo Jesús? ¿Quéenseñó que causó tanta admiración? Lo busco, pero tú no lo dices. Sigo leyendo: Jesúsrecorre Galilea con los cuatro discípulos, predicando en las sinagogas. ¿Qué predicó?Tampoco lo dices. Vuelven a Cafarnaún, entran en la casa, se reúne tanta gente que noqueda un hueco libre, y tú dices que les exponía el mensaje. ¿Qué mensaje? ¡Nuevosilencio! Más adelante, cuentas que toda la gente acudía a Jesús y él les enseñaba. ¿Quéenseñaba? Cuando vi que, una vez más, no concretabas nada, me prometí escribir algomuy distinto. Para ti, lo primero son los milagros; para mí, lo primero es la predicación,el mensaje. Por eso concebí un comienzo de la actividad de Jesús muy distinto. En esecomienzo quedaría claro que Jesús es poderoso en palabras y obras. Primero enpalabras, pronunciando un gran discurso sobre cómo deben ser sus seguidores. Luego,poderoso en obras, realizando diez milagros.

–¿Y de dónde sacaste ese discurso? ¿Del manuscrito?

–Del manuscrito… pero organizando la materia de forma personal.

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–Inventándotelo.

–El esquema es mío, no lo niego. Pero las palabras son de Jesús.

A Marcos le ha herido el resumen tan irónico que ha hecho Mateo de su Evangelio yla crítica de hablar mucho de la predicación de Jesús sin concretar qué enseñaba.

–No te has dado cuenta de lo que yo pretendía –le dice a Mateo–. Tú eresdemasiado práctico. Lo que más te interesa es que la gente haga tal cosa buena o no hagatal otra mala. En eso te pareces a los profetas, y sé que es eso lo que le gusta a la gente:que le digan lo que tiene que hacer. Yo preferí desviar la atención hacia Jesús. Conocer aJesús es más importante que observar unas normas de conducta.

Lucas intenta calmar los ánimos una vez más.

–Bien. Ya sabemos las diferencias que hay entre nosotros. Veremos por dónde saleSatán.

* * *

Los demonios están todos concentrados en la labor, no por gusto, sino por miedo. ConSatán no caben bromas. Belial quiere ganarse buena fama y pregunta en voz alta:

–¿Habéis notado algo importante que no cuenta Marcos?

–En Marcos faltan muchas cosas –chilla molesto Samyaza.

–Me refiero a algo muy importante, nada más comenzar.

Todos releen los tres comienzos. Tardan en responder, y Belial adelanta larespuesta.

–En Marcos, Jesús no va a Nazaret. Después de que arresten a Juan Bautista sedirige a Galilea, pero no va a Nazaret, sino a Cafarnaún.

–¿Es que tenía que ir a Nazaret? ¿Hizo allí algo importante? –preguntaingenuamente Azazel.

–¿No has leído a Lucas, imbécil?

–No he tenido tiempo. Todavía voy por Marcos.

–Cuando leas a Lucas, sabrás si hace algo importante.

Todos vuelven a concentrarse en el trabajo. Al cabo de un rato es Lilit la que estallaen un grito estridente.

–Dos cosas, Satán, dos cosas que debes tener en cuenta. El momento de lavocación de los cuatro discípulos y si hay milagro o no.

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–¿Qué quieres decir? –pregunta Satán.

–A buen entendedor, pocas palabras bastan. Tú lee y no olvides lo que te he dicho.

Al cabo de un rato, Satán pregunta:

–¿Algo a propósito de Mateo?

–Puedes machacarlo –escupe Lucifer–. No cuenta casi nada de lo que ocurrió.

Es entonces cuando se levanta Belcebú y se dirige a Satán. No dice nada, pero leextiende un papel doblado. Desea atraer la atención, demostrar su superioridad y que suelección para formar parte del grupo ha sido acertada.

–¿Qué dice aquí? –le pregunta extrañado Satán.

–Léelo –la palabra de Belcebú suena más a una orden que a una respuesta.

Satán lo despliega y ve que está dividido en dos columnas.

–¡Me has copiado!

–Hay que aprovecharse de las ideas ajenas cuando son buenas –le respondeBelcebú, esta vez con deseos de adular.

Todos se han reunido en torno a Satán y leen el contenido del papel. Belcebú,imitando a Satán, les facilita la tarea de modo que se adviertan enseguida las principalesdiferencias entre Marcos y Lucas.

MARCOS

Muy de madrugada,cuando todavía estaba oscuro,se levantó,salió y se dirigió a un lugardespoblado,donde estuvo orando.Simón y sus compañeros lobuscarony cuando lo encontraron,le dijeron: –Todos te están buscando.Les respondió:–Vámonos de aquí a las aldeasvecinas, para predicar también allí,pues a eso he venidoY fue predicando en sus sinagogas

LUCAS

Por la mañana

salió y se dirigió a un lugar despoblado.

La multitud lo anduvo buscando,y cuando lo alcanzaron,lo retenían para que no se fuese.Pero él les dijo:También a las demás ciudades tengo quellevarles la buena noticia del reinado de Dios,porque para eso he sido enviado.Y predicaba en las sinagogas

de Judea.

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y expulsando demoniospor toda Galilea.

Belcebú, a diferencia de Satán, no pregunta; indica directamente los puntos críticos.

–Quizá la principal diferencia es que, en Marcos, Jesús dice «he venido», y enLucas, «he sido enviado»; es decir, en Marcos Jesús tiene la iniciativa, hace lo queconsidera conveniente, y en Lucas la iniciativa es de otro, de Dios. Si te parece unadiferencia muy sutil para el debate, fíjate en esta otra: Marcos habla de un viajemisionero acompañado de los cuatro discípulos; cuando Jesús se va al descampado, elloslo buscan para que vuelva a Cafarnaún, y Jesús les dice: «Vámonos a las aldeasvecinas». «Vámonos», en plural, vosotros y yo. Y se dedica a predicar y expulsardemonios por toda Galilea. Lucas cambia totalmente ese viaje misionero. En primerlugar, no son Simón y sus compañeros los que buscan a Jesús, sino «la multitud». Ycuando Jesús se niega a volver, se marcha solo; no dice «vámonos», sino «tengo quellevarles la buena noticia». Pero el cambio más grande está al final, cuando dice que lamisión la llevó a cabo en las sinagogas de Judea, no en Galilea.

–¿No es lo mismo Galilea que Judea? –pregunta Azazel.

Lo miran con desprecio. Solo Lilit añade un comentario sarcástico.

–Se nota que en la vida saliste del desierto.

* * *

Reina expectación en la asamblea por saber cómo tratarán los comienzos de la actividadde Jesús. Este mantiene la misma actitud que en todo el debate anterior: sentado a laderecha del Padre, contempla la escena y escucha los testimonios como si no le afectaranpersonalmente; solo cuando interrogan a María muestra especial interés. El Espíritu, quecada vez interviene menos, hace un gesto a Satán dándole permiso para hablar. Este secoloca en el centro y habla directamente a la bancada de la derecha.

–Imagino que ustedes, ángeles, arcángeles y toda la plana mayor al servicio de SuMajestad, tendrán enorme interés por saber cómo comenzó Jesús su actividad. Si quierensaberlo, les aconsejo que le pregunten a él directamente. Porque si piensan encontrar larespuesta en los Evangelios, se llevarán una gran sorpresa. Cada uno lo cuenta de maneradistinta… tan distinta que no sé cómo empezar.

Satán finge enorme desconcierto. De repente, como si hubiera tenido una gran idea,se dirige al Padre.

–Con todo respeto, desearía comenzar haciendo unas preguntas a María.

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Una oleada de miedo recorre la bancada izquierda. Los interrogatorios a la señorasiempre han terminado mal para Satán. ¿Cómo se atreve a correr un nuevo riesgo?Mientras, se ha repetido el ritual de los ángeles colocando el sillón y María sentándose enél. Satán la mira de reojo.

–¿Le costó mucho recuperarse del susto?

María ya ha descubierto sus trucos y no responde.

–Comprendo que calle –continúa Satán–. Le han dado tantos sustos… PrimeroGabriel, con ese saludo tan extraño que le dirigió; luego el anciano Simeón, diciéndoleque una espada le iba a atravesar el alma; más tarde el niño, quedándose en Jerusaléncuando tenía doce años; por último, sus vecinos de Nazaret, cuando quisieron despeñar aJesús por el precipicio.

Todo el auditorio, incluido el Padre, parece asombrado. María, en cambio,interviene serena, como si esperase algo parecido.

–En Nazaret no hay ningún precipicio.

–Eso mismo pienso yo, señora. Incluso me he dado una vuelta por allí hace un rato,para asegurarme. Muchos peregrinos, pero ningún precipicio. Sin embargo, Lucas diceque Nazaret está construida sobre un precipicio y que por él intentaron despeñar a su hijolos nazarenos.

–Pregúntele a Lucas.

–Lo haré. Pero usted debería protestarle de que le haga pasar tan malos ratos.

–Los malos ratos los pasé, y no por culpa de Lucas.

–¿Podría usted explicarse?

–Ahora mismo, no. Quizá en otro momento.

–De acuerdo. Así que usted niega que los nazarenos quisieran despeñar a Jesús.

–Yo solo he negado que en Nazaret haya precipicio.

–Es usted demasiado inteligente, señora. Y la noto con pocas ganas de colaborarconmigo, cosa que comprendo. Otra pregunta, y termino. Usted me contó hace poco elúltimo día de Jesús antes de irse al Jordán en busca de Juan. ¿Lo recuerda?

–Sí.

–¿Tardó mucho en volver a Nazaret?

–¿Qué entiende usted por mucho?

Satán se queda desconcertado.

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–Lleva razón. Quiero decir si hizo muchas cosas antes de volver a Nazaret, siestuvo en otros sitios; por ejemplo, en Cafarnaún, o recorriendo Galilea.

–¿Quiere decir si del Jordán vino directamente a Nazaret o fue antes a otros sitios?

–Exactamente. Lo ha formulado usted muy bien.

–Pues no lo recuerdo. Pero me inclino a pensar que del Jordán vendría primero aNazaret, y de allí iría a Cafarnaún.

–¿Qué le hace pensar eso?

–Para ir del Jordán a Cafarnaún bordeando el lago hay que pasar por Tiberíades. Unjudío piadoso nunca pisaría esa ciudad… Pero no comprendo a qué vienen estaspreguntas.

–Se lo explico. Me he puesto en la piel de un cristiano que desea conocer la primeraactividad de Jesús, leo estos tres Evangelios y termino hecho un lío. Marcos dice queJesús no pasó por Nazaret. Mateo, que pasó por Nazaret pero sin hacer nada especial,camino de Cafarnaún. Y Lucas habla de una intervención tan polémica en la sinagoga deNazaret que estuvo a punto de costarle la vida. En su opinión, que me parece la másautorizada, ¿quién de los tres lleva razón?

María no duda un segundo.

–Mateo.

–Es decir, que Jesús pasó por Nazaret sin hacer nada especial. ¿Los otros dosmienten?

–No tergiverse mis palabras, Satán. No he dicho que mientan.

–Pero no cree que digan la verdad.

–Como siga así, me levanto y me voy.

–No se moleste, señora. Es que yo represento a personas muy sutiles, que cortanpelos en el aire y no se contentan con cualquier respuesta.

–Y yo no me contento con cualquier pregunta.

María se levanta en medio de una estruendosa ovación de la derecha que abochornae irrita a Satán. Cuando amaina, se dirige al Espíritu.

–Desearía conocer con más detalle lo ocurrido en Nazaret. ¿Podría interrogar aLucas?

Lucas se adelanta de inmediato, pero sorprende a Satán dirigiéndose al Espíritu.

–Me temo que mi interrogatorio será un poco largo. Sugiero que lo dejemos paraotra sesión.

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El Espíritu lo mira asombrado.

–Acabamos de empezar, Lucas. Solo ha intervenido María.

–Ya lo sé. Pero insisto en que sería preferible dejarlo para otro momento.

Satán sonríe, recorre con su mirada todo el auditorio y termina dirigiéndose alPadre.

–Vuestra Majestad advertirá el miedo que invade a Lucas. Por mi parte, se le puedeconceder la interrupción. No saldrá bien parado por mucho que se prepare.

El Padre hace un leve gesto al Espíritu, que anuncia:

–Termina la sesión. Continuaremos en otro momento.

En medio de una oleada de decepción, todos comienzan a abandonar sus puestos.

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7.Interrogatorio a Lucas

Cuando llegan al despacho de Lucas, es Marcos quien no puede contenerse.

–¿Por qué has pedido retrasar el debate? ¡Has causado un pésimo efecto! Ahoramismo todos piensan que algo muy grave falla en tu Evangelio.

–A lo mejor falla en el tuyo –le dice Mateo a Marcos con una pizca de ironía– y poreso ha preferido callar hasta que os pongáis de acuerdo.

–No –dice Lucas–. El problema es mío. He caído en la cuenta cuando hablabaMaría. Por eso he pedido una interrupción. Marcos, repíteme lo que hace Jesús despuésde las tentaciones.

–¿Lo que yo cuento?

–Sí. Pero no te equivoques lo más mínimo.

Marcos se concentra, un poco intimidado.

–Cuando arrestan a Juan Bautista, Jesús se dirige a Galilea, anuncia la buenanoticia… Un día, pasando junto al lago, llama a los primeros discípulos, llegan aCafarnaún…

–Jesús no ha pasado por Nazaret –Lucas afirma más que pregunta.

–No.

–¿Por dónde ha ido al lago? ¿Por Tiberíades?

–¡Ni idea! María ha dicho que un judío piadoso nunca iría por allí.

Lucas reflexiona un momento.

–Después de curar a la suegra de Pedro y a otras personas, ¿qué hace Jesús?

–Al día siguiente se levanta de madrugada y marcha a un descampado a rezar;Simón y los otros lo buscan para que vuelva a Cafarnaún, pero él decide ir a otros sitiosy predica en las sinagogas de Galilea.

–¿Se va solo a ese viaje?

–No. Lo acompañan los otros cuatro.

–¿Seguro?

Marcos duda un momento.

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–Eso es lo que me contaron. A lo mejor el que me lo dijo no estaba bien informado.

–No me preocupa si esa persona estaba bien o mal informada. Lo único que meinteresa es saber exactamente lo que cuentas tú. Dices que fue una gira misionera por lassinagogas de Galilea, ¿solo de Galilea?

–Sí, solo de Galilea.

Aunque parezca imposible en el cielo, Marcos ha comenzado a sudar porque elinterrogatorio de Lucas lo está poniendo nervioso. Cuando espera una nueva andanadade preguntas, Lucas se levanta y los deja sin decir una palabra. Marcos mira preocupadoa Mateo.

–¿Qué dijo María? ¿Tú entiendes lo que ha pasado?

–Lo único que recuerdo es que María le dijo a Satán: «Eso pregúntaselo a Lucas»,o algo parecido.

–¿A qué se refería?

–No lo sé. Yo tampoco entiendo nada. Pero tengo la impresión de que Lucas se hametido en un buen lío del que le va a costar trabajo salir airoso.

Marcos, al que nunca se le habría ocurrido la expresión «salir airoso», mira a Mateocon asombro y admiración.

* * *

Si grande era la expectación de la vez anterior, ahora se ha multiplicado por mil. Inclusolos veinticuatro ancianos, siempre tan circunspectos y solemnes, no dejan de cuchichearentre ellos sobre la evolución del debate. Con la entrada del Padre se acallan losmurmullos y el Espíritu cede la palabra a Satán. Este es consciente de la gran ventajaadquirida sobre Lucas en la sesión anterior.

–La última vez –comienza– intenté saber qué había ocurrido con exactitud enNazaret, si es que había ocurrido algo. Las respuestas de María solo nos permitieronsaber que en Nazaret no hay precipicios ni barrancos por los que despeñar a unapersona. En todo lo demás se mostró reacia a responder y, sin dejarme terminar elinterrogatorio, se levantó muy dignamente y se fue. No puedo reprochárselo, porque esmuy dueña de hacer lo que le plazca y no tengo nada contra ella. Pero cuando quiseconocer la opinión de Lucas, este, muerto de miedo, pidió una interrupción del debate,cosa que Vuestra Majestad y el Espíritu le concedieron graciosamente sin que yo meopusiera.

El Espíritu corta en seco su perorata.

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–Satán, ya te avisó el Padre en una ocasión que vayas al grano, déjate de florituras.

–Ni en el cielo se valora ya la buena oratoria –murmura Satán para sus adentros.

Luego, en voz alta y tono displicente:

–Por favor, que salga Lucas.

Cuando se coloca en el centro, el rostro de Lucas es un misterio. Otras veces tanalegre y expresivo, parece ahora esculpido en mármol. Imposible saber si se sientepreocupado ante las preguntas que puedan hacerle o plenamente seguro de rebatir a suadversario. A Satán le impresiona esa máscara inexpresiva pero no se deja intimidar.Ataca desde el primer momento.

–Usted escribe en su Evangelio que, inmediatamente después de las tentaciones,Jesús volvió a Galilea, enseñaba en sus sinagogas y fue a Nazaret. La primera localidadque menciona es Nazaret. ¿Está de acuerdo?

–Sí. Es la primera que menciono por su nombre.

–Y después de estar en Nazaret escribe usted que Jesús «bajó a Cafarnaún, ciudadde Galilea». ¿De acuerdo?

–Sí.

–Por consiguiente, cuando llegó a Nazaret no había estado todavía en Cafarnaún.¿Cómo me explica entonces las palabras que usted mismo pone en boca de Jesús cuandohabla en la sinagoga de Nazaret? Las leo exactamente: «Seguro que me diréis aquelrefrán: “Médico, cúrate a ti mismo”. Lo que hemos oído que sucedió en Cafarnaún,hazlo aquí, en tu ciudad».

Satán se aparta de Lucas y se dirige al auditorio.

–Me entró curiosidad por saber qué había sucedido en Cafarnaún, qué había hechoallí Jesús. Releí lo que Lucas cuenta antes, y ni siquiera menciona esa ciudad, como élmismo acaba de reconocer. Yo, con buena voluntad, pensé: quizá incluye a Cafarnaúnentre las sinagogas de Galilea. ¿Hizo en alguna de ellas algo sorprendente? Por más quebusqué, no encontré nada. Jesús se limita a enseñar.

Satán se vuelve a Lucas con aire desafiante.

–Usted se considera un gran historiador. Al principio de su Evangelio le dice alexcelentísimo Teófilo, y cito literalmente: «He pensado escribirte todo por orden yexactamente, comenzando desde el principio». ¿Cómo puede decir que escribe conexactitud, cuando se olvida de contar algo sorprendente que hizo Jesús en Cafarnaún?

El rostro inexpresivo de Lucas adquiere una mirada serena antes de responderle.

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–¿Sabes cuánto costaba el papiro en aquellos tiempos? ¡Estaba carísimo! Cuando secometía un error, aunque fuese pequeño, había que dejarlo. A no ser que la copia fuesepara un millonario caprichoso que no admite fallos y está dispuesto a invertir una fortunaen un original perfecto. ¿Comprendes adónde quiero llegar?

–No.

–Al contar los comienzos de la actividad de Jesús, pensé seguir de cerca a Marcos,pero introduciendo algunos cambios. Yo quería indicarle al lector cómo entiende Jesús suactividad y, al mismo tiempo, dejarle claro que esa actividad no se limita al pueblo deIsrael, sino que concede especial atención a los paganos.

–¿Marcos no habla de eso?

–No.

–¿Seguro que no? ¿Está usted de acuerdo, Marcos? No, por favor, no se levante,era una pregunta retórica (dirigiéndose de nuevo a Lucas). Creo recordar que, en elEvangelio de Marcos, Jesús dice que «no ha venido a buscar a los justos sino a lospecadores». Me parece una forma muy clara de decir cómo entiende su actividad, ¿no leparece?

–Solo una parte de su actividad: su relación con los pecadores. Hay otros aspectosque no trata Marcos.

–Y usted quiso añadirlos. ¿Usando el famoso manuscrito del que usted y Mateosacan todo lo que les interesa?

–No. Creando una obrita de teatro, una tragedia en miniatura, de la que estoyorgulloso; es de lo más genial de mi Evangelio.

Satán se vuelve al Espíritu.

–Ruego al moderador que prohíba las manifestaciones de vanidad igual que hacortado mis alardes oratorios.

El Espíritu no se digna responderle y Lucas continúa.

–La tragedia tiene lugar en la sinagoga de Nazaret, la patria de Jesús. Losprotagonistas son Jesús, el sacristán y, como en toda buena tragedia griega, el coro; peroel coro, los nazarenos, además de hablar, actúa. En cuanto a la tramoya, aparte de lassillas para los asistentes y otra para Jesús, solo hay que preparar el rollo del profetaIsaías.

Lucas hace una larga pausa y todos, incluso Satán, esperan con interés quecontinúe.

–La tragedia se desarrolla en dos actos. En el primero, Jesús entra en la sinagoga unsábado, le entregan el rollo del profeta Isaías, lo desenrolla, busca el texto que le interesa

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y lee: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la BuenaNoticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a losciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia delSeñor».

–Con eso ya sabe el lector a qué ha venido Jesús. No viene a hacerse con el poderpolítico, a expulsar a los romanos, a codearse con los poderosos, a enriquecerse… Vienea preocuparse por los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos… a anunciarles unabuena noticia. Como puedes ver, Satán, la idea que propongo es más amplia que la debuscar a los pecadores.

–Al final del primer acto, Jesús pronuncia unas palabras solemnes: «Hoy, enpresencia vuestra, se ha cumplido este pasaje de la Escritura». Entonces responde elcoro, con una mezcla de admiración, por lo que ha dicho, y de sorpresa, por quien lo hadicho, el hijo de José.

–Inmediatamente comienza el segundo acto. Jesús, en vez de seguir ganándose a losnazarenos, se enfrenta a ellos. Dice el refrán que «ningún profeta es aceptado en supatria». Jesús lo interpreta en el sentido de que «ningún profeta es enviado a su patria».Y pone dos ejemplos: en época de hambre, Elías fue enviado por Dios a ayudar a unaviuda de Sarepta, en Fenicia; y en un momento en el que había infinidad de leprosos enIsrael, Eliseo solo cura a un sirio, Naamán. Del mismo modo, él, Jesús, no piensa realizaren Nazaret ningún milagro.

–La reacción del coro es instantánea. No canta. Se indigna, se levanta, saca a Jesúsfuera de la ciudad e intenta despeñarlo. Pero Jesús se abre camino entre ellos y semarcha.

Lucas calla y el silencio se prolonga un buen rato. Tanto, que Satán se sienteobligado a intervenir, aunque no sabe qué decir.

–Marcos no cuenta nada de eso.

–No. Mateo tampoco.

–Es invento suyo.

–La presentación dramática, sí. El contenido responde perfectamente a la realidad, alo que hizo Jesús durante su vida y a lo que hemos hecho sus seguidores. La idea defondo del segundo acto me la sugirió Marcos. Él dice que, al cabo de poco tiempo, losfariseos y herodianos decidieron acabar con Jesús. ¿Por qué motivo? Porque seconsidera superior a los demás, con poder de perdonar los pecados; porque come conrecaudadores de impuestos y pecadores; porque no obliga a sus discípulos a ayunar;sobre todo, porque no observa el sábado. Yo intenté adaptar esas ideas a mis lectores deorigen pagano. Para ellos, el gran problema no es la observancia del sábado, el perdón delos pecados, el ayuno… El gran problema es que se sienten menospreciados, como si no

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valiesen para Dios tanto como los judíos o los cristianos de origen judío. Sus enemigosno son los fariseos y herodianos, sino los judíos nacionalistas, que consideran a Diosposesión suya y no admiten que se preocupe por los paganos. El coro, los nazarenos,representa a esos judíos nacionalistas, que quieren acaparar los milagros de Jesús;cuando ven que él no está de acuerdo, deciden despeñarlo… igual que en el Evangelio deMarcos los fariseos traman acabar con él.

–Despeñarlo por un precipicio que no existe.

–El precipicio es para darle dramatismo a la escena.

–Y a eso usted lo llama escribir las cosas «exactamente».

–Se nota que no ha leído usted a los grandes historiadores griegos.

Satán, que no los ha leído, prefiere cambiar de tema y sorprende al auditorio conuna pregunta inesperada.

–¿Qué tiene usted contra Andrés, el hermano de Simón Pedro?

Lucas no consigue evitar una reacción extraña, que nadie consigue interpretar.

–No tengo nada contra él –responde al fin–. Ni siquiera lo conocí.

–Entonces ¿por qué omite mencionarlo en un momento tan importante como el dela vocación de los cuatro primeros discípulos? Ya me había llamado la atención un detallecurioso: cuando Jesús sale un sábado de la sinagoga de Cafarnaún, Marcos dice que «sedirigió a casa de Simón y Andrés»; usted escribe: «Entró en casa de Simón». Nomenciona a Andrés. No le di especial importancia, pensé que Simón era el mayor y lacasa era suya. Pero en el episodio de la vocación también evita mencionar a Andrés, apesar de que Marcos y Mateo dicen expresamente que estaba con Simón Pedro cuandoJesús los llamó a los dos. Le repito mi pregunta: ¿qué tiene usted contra Andrés?

–Le repito mi respuesta: absolutamente nada. Mi fallo, en todo caso, ha sidodestacar demasiado el papel de Simón Pedro.

–Para destacarlo no era preciso eliminar a su hermano. Pero no insisto porque veoque no tiene una respuesta satisfactoria.

Mira sonriendo a la bancada de la izquierda, que disimula a duras penas los signosde contento para no ser reprendida.

–Volviendo a eso de que usted, Lucas, destaca el papel de Pedro… de eso no cabeduda. Lo destaca tanto que incluso se inventa una pesca milagrosa.

Satán advierte la sorpresa de parte del auditorio y explica.

–Marcos y Mateo cuentan la vocación de los primeros discípulos de forma muysencilla. Jesús pasa junto a ellos por la orilla del lago de Genesaret, los llama y ellos le

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siguen. Pero Lucas, que es un gran historiador, que escribe exactamente lo ocurrido,añade algo que los otros dos desconocían o habían olvidado. Les voy a leer primero loque cuenta Marcos, que coincide casi a la letra con Mateo:

«Caminando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban las redes al lago, pueseran pescadores. Jesús les dijo: “Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres”. Al punto, dejando lasredes, le siguieron. Un trecho más adelante vio a Santiago de Zebedeo y a su hermano Juan, que arreglabanlas redes en la barca. Inmediatamente los llamó. Y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con losjornaleros, se fueron con él».

–Una escena normal, de las que puede presenciar cualquier persona. Pues fíjensecómo la cuenta Lucas. Un día que Jesús estaba predicando a la orilla del lago…

«Vio dos barcas junto a la orilla, los pescadores se habían bajado y estaban lavando sus redes. Subiendo auna de las barcas, la de Simón, le pidió que se apartase un poco de tierra. Se sentó y se puso a enseñar a lamultitud desde la barca. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

–Boga lago adentro y echa las redes para pescar.Le replicó Simón:–Maestro, hemos bregado toda la noche y no hemos sacado nada; pero, ya que lo dices, echaré las

redes.Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces que reventaban las redes. Hicieron señas a los socios de

la otra barca para que fueran a echarles una mano. Llegaron y llenaron las dos barcas, que casi se hundían.Al verlo, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús y dijo:

–¡Apártate de mí, Señor, que soy un pecador!Pues el estupor se había apoderado de él y de todos sus compañeros por la cantidad de peces que

habían pescado. Lo mismo sucedía a Juan y Santiago, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Jesúsdijo a Simón:

–No temas, en adelante serás pescador de hombres.Entonces, atracando las barcas en tierra, lo dejaron todo y le siguieron».

A Satán le irrita el impacto positivo que ha causado la lectura en el auditorio, inclusoen el estúpido Azazel, que parece emocionado, pero contaba con eso. Se dirige a Lucas,que no parece preocupado por las diferencias sino orgulloso de ellas.

No cabe duda de que el hecho histórico es el mismo: la vocación de los primerosdiscípulos, aunque usted ha tenido la osadía de reducir el número de cuatro a tres. ¿Porqué ha inventado una pesca milagrosa?

–Yo no veo el milagro por ninguna parte –le rebate Lucas–. Un milagro habría sidoque los peces fueran volando a caer en la barca. Aquí todo es normal… Incluso tienenque pedir ayuda a los de la otra barca.

–Y si todo es normal, ¿por qué Simón Pedro cae a los pies de Jesús y le dice que seaparte de él, que es un pecador? Aunque, después de lo que estoy escuchando en estedebate, me pregunto si Simón Pedro dijo eso, o es usted el que dice que lo dijo.

–A Simón Pedro lo tiene cerca. Puede preguntarle a él.

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–No –corta rápido el Espíritu–. Prohíbo terminantemente llamar como testigos atodas las personas que aparecen en los Evangelios. El debate sería interminable.

–Tenemos toda la eternidad por delante, Vuestra Divinidad –ironiza Satán.

–He dicho que no. Lucas, responde a la pregunta de Satán. ¿Por qué Simón Pedroreacciona de esa manera?

Lucas hace un gesto resignado, como si supiera que no van a entenderlo, pero loexplica.

–El relato de Marcos me resultó muy extraño. Jesús llega a Cafarnaún, no conocede nada a esos cuatro muchachos, pero pasa junto a ellos, los llama, y ellos lo dejantodo, trabajo y familia, para seguirle. Yo lo presenté de forma que resultase más normal alos lectores: Jesús llega a Cafarnaún, predica en la sinagoga y expulsa a un espírituinmundo; cuando termina la ceremonia, Simón, que se supone que estaba presente, loinvita a comer a su casa; al llegar, encuentran a la suegra en cama con fiebre y Jesús lacura; luego se va otra temporada de Cafarnaún, él solo, a predicar en las sinagogas deJudea. Cuando vuelve a Cafarnaún, al cabo de unos meses, es cuando tiene lugar lavocación de los discípulos, cuando ya se conocen de antemano. Resulta más lógico.

–Ciertamente, resulta más lógico. Pero sigue sin explicar por qué Simón reaccionade esa manera.

–Para sugerir al lector que la vocación de Simón tiene cierto parecido y enormesdiferencias con la vocación de Isaías.

–¿Otra de las genialidades de su Evangelio?

–Efectivamente. La vocación de Isaías tiene lugar en un escenario grandioso: Diossentado en un trono alto y excelso, la orla de su manto llenando el templo, los serafinescantando el «Santo, Santo, Santo», las puertas temblando… La reacción del profeta esconfesar, muerto de miedo, que es un hombre de labios impuros, pero Dios leencomienda una misión.

–La vocación de Simón tiene lugar en un escenario completamente distinto: el lago,unas barcas; no hay serafines, sino unos pescadores cansados después de una noche detrabajo inútil… Incluso la pesca que presencian se puede interpretar como un caso debuena suerte. Sin embargo, la reacción de Pedro es la misma que la de Isaías:reconocerse pecador. Lo cual no impide que Jesús le encomiende una misión, igual queDios a Isaías. Con una gran diferencia: la misión de Isaías será terrible, destructiva; la dePedro, positiva: «pescador de hombres».

–Muy bonito –comenta irónico Satán–. Pero a mí lo que me interesa saber es si lascosas ocurrieron como usted las cuenta o como las cuentan Marcos y Mateo.

–Como las cuentan ellos y como las cuento yo.

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–¡Déjese de bromas, Lucas! Estamos en un debate serio.

–Lo he dicho muy en serio. Ellos cuentan el hecho de la vocación, yo ayudo ainterpretarlo. El lector de Marcos y Mateo corre el peligro de considerar la vocación delos primeros discípulos algo normal, sin mayor importancia. Yo le ayudo a descubrir elaspecto misterioso de la vocación.

–Así que a usted, que escribe «exactamente», no le interesa lo que ocurrióexactamente, sino interpretar los hechos subjetivamente.

–Subjetivamente, no. Profundamente. Si pudiese preguntarle a Pedro, creo queestaría de acuerdo conmigo.

–Ya he dicho –el Espíritu se muestra tajante– que no voy a permitir que citéis aotros testigos ni Satán ni vosotros tres.

–Quisiera añadir algo –dice Lucas–. La comparación de Simón con Isaías tiene laculpa de que no mencionase a Andrés. Desviaba la atención del lector hacia otropersonaje.

Satán no desaprovecha la ocasión. Se vuelve a su bancada y le comenta:

–El gran historiador Lucas, cuando un personaje le molesta, aunque sea importante,lo suprime tranquilamente.

Luego, dirigiéndose al evangelista:

–Hace un rato, cuando resumió la actividad de Jesús, me hizo caer en la cuenta dealgo que no habíamos advertido ni yo ni mi equipo: ha cambiado el relato de Marcos endos detalles importantes. El primero, que Jesús, después de curar a la suegra de Simón ya otras personas, vuelve a predicar solo, sin la compañía de los cuatro discípulos. Elsegundo, que predicó en las sinagogas de Judea, no en las de Galilea. ¿Por qué realizóestos cambios? ¿Se basan en alguno de esos testigos presenciales y servidores de laPalabra a los que usted alude en su prólogo?

–Es posible. No recuerdo exactamente.

–Debió ser una persona muy bien informada para que usted se permitiesecontradecir a Marcos. ¿Cómo es posible que haya olvidado su nombre?

–A lo mejor no me lo dijo nadie, sino que se me ocurrió a mí.

Satán no oculta su sorpresa.

–¿Se le ocurrió a usted? ¿Lo dice tan tranquilo?

–Tranquilísimo. En el Evangelio de Marcos, Jesús no sube a Jerusalén hasta el finalde su vida, nunca predica en Judea. A mí me dio la impresión de que faltaba algo. Jesús,

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que había recibido del Padre la misión de anunciar la buena noticia a su pueblo, no podíaprescindir de Judea.

–Reconozco que tiene su lógica. Pero usted añade ese viaje misionero en contra delrelato de Marcos.

–Con buena voluntad se pueden compaginar fácilmente. Primero misiona solo porJudea y luego misiona, acompañado de los cuatro, por Galilea.

–Lucas, usted sabe perfectamente que la buena voluntad no basta en este caso. Pormucho que presuma de escribir exactamente, escribe lo que quiere.

–¿Y tú piensas que esas pequeñas diferencias con Marcos bastan para que la gentepierda la fe? La fe no depende de nimiedades.

La bancada derecha aplaude a Lucas; la izquierda está de acuerdo con su jefe. ElEspíritu se limita a preguntar.

–Satán, ¿has pensado el tema de la próxima sesión?

–Sí. La enseñanza de Jesús. Aunque al Espíritu le sorprenda, estos tres no se ponende acuerdo en qué enseñaba ni cómo enseñaba.

–No saques conclusiones precipitadas, Satán. Eso tendrás que demostrarlo, y dudoque lo consigas.

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8.Marcos y su tablilla

Satán no puede ocultar su malhumor al recordar las últimas palabras del Espíritu: «Esotendrás que demostrarlo, y dudo que lo consigas». Con un moderador tan parcial esimposible vencer el debate. A lo sumo, se consigue poner en aprieto a los evangelistassobre algunos puntos, como ha hecho con Lucas. Pero Satán no se da por vencido.

–Ahora vamos a ir por los tres al mismo tiempo –avisa a su equipo–. Habrá quetrabajar duro. No tenéis que limitaros a encontrar diferencias y contradicciones en laenseñanza de Jesús. Hay que procurar dejarlos en ridículo.

Ninguno entiende qué quiere decir con eso, pero el único que se atreve a preguntares Azazel.

–¿Cómo vamos a dejarlos en ridículo?

–Demostrando que presentan el mensaje de Jesús de forma tan oscura que nadie loentiende. A veces se entiende lo que enseña, pero otras ponen en su boca frases tan rarasque resultan un misterio. Por eso os he dicho que habrá que trabajar duro.

* * *

En el despacho de Lucas no reina el malhumor sino un ligero desconcierto. Recuerdanmuy bien lo último que dijo Satán: «Estos tres no se ponen de acuerdo en qué enseñabaJesús ni en cómo enseñaba». ¿Tendrían que releer todo lo que escribió cada uno yanalizar por dónde podrían venir los ataques? Al cabo de un rato, Mateo rompe el fuego.

–Me imagino por dónde va a empezar, Lucas. Nos va a echar a pelear a nosotrosdos contra Marcos por el modo de enseñar de Jesús. Tú, Marcos, dices al principio de tuEvangelio que «sin parábolas no les exponía nada». Yo, en cambio, empiezo con undiscurso muy largo en lo alto de un monte; las parábolas las reservo para más adelante.

–Yo hago igual –dice Lucas–. Comienzo con un discurso de Jesús… no en unmonte, en la llanura. Las parábolas vienen más tarde. De todos modos, no creo que esesea un gran problema. Pienso que el ataque va a venir por el contenido, por lasdiferencias que puede haber entre nosotros.

–En lo que enseñó Jesús supongo que no habrá diferencias entre vosotros: los dosusasteis el mismo manuscrito. Supongo que lo copiaríais sin cambiarlo.

El silencio de Mateo y Lucas no presagia nada bueno.

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–¿Lo cambiasteis? ¿No coincidís siempre? –pregunta Marcos preocupado.

–Yo me vi en la obligación de adaptarlo a veces… y añadí cosas que no estaban enél –reconoce Lucas.

–A mí me ocurrió lo mismo –asiente Mateo.

Tras un largo silencio interviene Lucas; ha recuperado la seguridad y habla sin elmenor vestigio de preocupación.

–Vamos a hacer lo siguiente: tú, Marcos, te vas a leer tu Evangelio…

–Me lo sé de memoria –presume Marcos.

–Aunque te lo sepas de memoria. Vuelve a leerlo, fíjate en lo que enseña Jesús y encómo lo enseña. Además, intenta recordar si añadiste algo a lo que te contaron, algúncomentario, lo que sea. Tú, Mateo, te vas a leer mi Evangelio…

–Querrás decir el mío.

–No. El tuyo, no; el mío. Anota todo lo que te resulte nuevo y cualquier otradiferencia de importancia. Yo haré lo mismo con el tuyo.

–Vas a tener más trabajo que yo –sonríe Mateo–. Yo le he dado una importanciaenorme a la enseñanza de Jesús. Escribí nada menos que cinco discursos.

–¡Cinco! –se admira Marcos–. Yo solo tengo dos.

–Pues yo, ¡cinco! Como los cinco libros de la Torah, como los cinco libros de losSalmos…

–Como los cinco dedos de la mano –bromea Marcos.

–Yo tampoco recuerdo más que dos en el mío –dice Lucas–, pero tengo muchasparábolas. Bueno, ¡a trabajar!

En ese momento entra el Espíritu con unas tablillas parecidas a las que usaban losescribas cuando ellos escribieron sus Evangelios.

–Esto os facilitará la tarea –les dice–. No hay que escribir nada, basta hablarle.

Para hacerles una demostración, ordena a las tablillas: «Evangelio de Mateo».

–¿Texto griego o traducción? –preguntan las tablillas al unísono.

–Griego.

–¿Con aparato crítico?

–Sin aparato.

Inmediatamente se iluminan las tres con el texto de Mateo. Los evangelistas lasmiran asombrados.

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–¿Se les puede pedir cualquier cosa? –pregunta Marcos.

–Acceso restringido. Solo admiten preguntas a propósito de los Evangelios. Pero, deellos, todo lo que queráis. Por ejemplo (y les habla a las tablillas), «textos en los queaparece el Espíritu Santo en cada Evangelio».

–¿Sinópticos solo o Sinópticos y Juan? –preguntan las tablillas.

–Sinópticos.

Las tres responden al unísono.

–Seis textos en Marcos, once en Mateo, diecisiete en Lucas. Si desea ver los textos,diga: «Ver».

Lucas carraspea, orgulloso de haber vencido con gran diferencia, mientras Marcosno puede evitar sonrojarse de la poca importancia que le ha concedido al Espíritu. Peroeste no parece molesto.

–Una para cada uno –les dice, al tiempo que se las entrega–. Pero que no se entereSatanás.

–¿A los demonios no les vas a dar nada?

–Les he dado una máquina de escribir antigua que han desechado en el Vaticano.

* * *

En el despacho de Satán reina una actividad demoníaca y el ruido infernal de unas teclasoxidadas golpeando un viejo carro de goma ya gastado. Todos quieren usar esa máquina,cuyo sonido anticuado y macabro les parece el más adecuado a su ambiente. Hasta queSatán, cansado de peleas, decide que se encargue de ella Asmodeo, que habíademostrado en la tierra gran habilidad manual cuando eliminó a los siete maridos de Sara.Los demás deberán resignarse a dictarle los resultados de sus pesquisas.

Todos se esfuerzan por anotar el menor detalle extraño, discutible, capaz de callar alos evangelistas y dejarlos en mal lugar delante de toda la corte celeste. La consigna deljefe ha sido clara: «Hay que atacarlos por donde menos lo esperen». Pero no es fácilimaginar cuáles pueden ser esos puntos débiles.

–Atacar a los tres al mismo tiempo me parece difícil –se lamenta Lucifer–. Seríamejor centrarse en dos, sobre todo en Mateo y Lucas.

–A veces lo haremos como dices. Pero a Marcos no podemos dejarlo de lado. Elideal sería encontrar frases en que los tres dijesen cosas distintas sobre el mismo tema.

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–También sería interesante –sugiere Belcebú– ver si alguno omite lo que dicenotros.

* * *

La tarea de Marcos ha sido fácil y rápida. Lo único que le molesta es que el programa lohan diseñado a partir de ediciones posteriores de los Evangelios, y el texto incluye unacantidad enorme de numeritos que entorpecen la lectura. Pero le ha bastado decir:«Evangelio de Marcos», «Frases que pronuncia Jesús», para que al instante aparezcanen pantalla. Su rostro se ilumina con una sonrisa de satisfacción. Los cinco discursos deMateo lo habían dejado acomplejado, pero las frases que él pone en boca de Jesúsocupan siete pantallas. No se puede decir que haya descuidado su enseñanza. Comienzaa leerlas y le resulta curioso la cantidad de veces que Jesús pregunta algo. Habla con latableta:

–Preguntas de Jesús.

–¿Con contexto?

–Sin contexto –responde, sin saber exactamente lo que dice.

–¿Con numeritos?

–Sin numeritos.

La respuesta es inmediata:

–Jesús hace más de cincuenta preguntas. ¿Las quiere todas?

Marcos, a pesar de haberlas escrito, se admira. ¡Más de cincuenta preguntas! Demodo que Jesús enseña no solo afirmando, sino también preguntando. Como le dijeronen Roma que hacía un filósofo griego. Está a punto de decir: «Ver», pero se contiene.Son demasiados textos. Se le ocurre una idea atrevida: preguntarle a la tablilla si hayalguna pregunta que no aparece en Mateo y Lucas. ¿Sabrá la respuesta?

–Preguntas de Jesús que no aparecen en Mateo y Lucas.

–¿Con contexto?

–Con contexto.

–¿Con numeritos?

–Sin numeritos.

–Si nunca va a querer numeritos, diga: «Configuración sin numeritos».

–De acuerdo.

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–De acuerdo, no. «Configuración sin numeritos».

–Configuración sin numeritos. Configuración sin numeritos.

El resultado es inmediato:

–Se han encontrado catorce preguntas de Jesús sin paralelos en Mateo y Lucas.Ocho se dirigen a los discípulos en general; dos, a Santiago y Juan; una, a Pedro; una, aun ciego; una, al padre de un niño epiléptico; una, a los fariseos que le preguntan sobre lalicitud del divorcio.

–Preguntas a los discípulos en general. Ver.

«¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?

¿No comprendéis? ¿Tenéis la mente embotada?

Tenéis ojos ¿y no veis?; tenéis oídos ¿y no oís?

¿De qué estáis discutiendo?

¿De qué hablabais por el camino?».

–Preguntas a Santiago y Juan. Ver.

«¿Qué queréis que os haga?

¿Sois capaces de bautizaros con el bautismo que yo he de recibir?».

–Pregunta a Pedro. Ver.

«Simón, ¿duermes?».

Marcos recorre las tres pantallas. ¿Qué tienen de especial estas preguntas para queMateo y Lucas las hayan suprimido? Las relee y no le resulta demasiado difícil intuirparte del problema. Algunas de ellas dejan muy mal a los discípulos: cobardes, sin fe,torpes, ciegos, sordos… Pero no comprende por qué han suprimido las otras. «Tendréque preguntárselo a esos dos», se dice. La tablilla lo tiene entusiasmado. ¿Será capaz deacertar una pregunta difícil?

–Palabras de Jesús en arameo, ver –le ordena.

–¿Con traducción o sin ella?

–Con traducción.

–¿Con contexto?

–Con contexto.

–Si va a querer siempre el contexto, diga: «Configuración con contexto».

–Configuración con contexto.

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–Han aparecido las siguientes palabras de Jesús en arameo con la traduccióncorrespondiente, a veces bastante libre:

Talitha qum, que significa: «Chiquilla, te lo digo a ti, levántate». [Contexto:resurrección de la hija de Jairo].Qorban, es decir, «ofrenda sagrada». [Contexto: discusión sobre las tradiciones].Effatha, que significa: «Ábrete». [Contexto: curación de un sordomudo, textoexclusivo de Marcos, sin paralelo en Mateo y Lucas].Eloi, eloi, lema sabakhthani, que significa: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué meabandonaste?». [Contexto: Jesús en la cruz. Paralelo en Mateo. Omitido porLucas].

«Esta tablilla es peligrosísima», piensa Marcos. Lo sabe todo. La lectura de lapantalla le deja contento; no podrán decirle que no se remonta a fuentes mejores, a laspalabras auténticas de Jesús. Pero le extraña que Mateo y Lucas no hayan contado lacuración del sordomudo. ¡Es un relato esencial, cargado de simbolismo! Y ellos, quetanto presumen de simbólicos, no lo han entendido. Se pregunta qué otra cosa sobre laenseñanza de Jesús puede preguntarle a la tablilla. Ya va conociendo su manejo y evitapreguntas inútiles.

–Parábolas, sin contexto.

Pero la tablilla le sorprende.

–¿Con explicación o sin ella?

–¿Qué significa eso?

–A veces, Jesús explica la parábola; a veces, no.

–Con explicación.

–¿Con aplicación práctica?

–¿Qué significa?

–A veces Jesús aplica la parábola a una situación concreta.

–Con aplicación práctica.

–¿Con paralelos de Mateo y Lucas?

–Con paralelos.

Una vez más la respuesta es inmediata:

–Han aparecido siete comparaciones de la vida diaria, tres parábolas del reino deDios y una sobre el destino de Jesús. Dos comparaciones se aplican a los discípulos. Una

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parábola del reino se explica; las otras, no. Cuatro comparaciones no se entienden fuerade contexto. Una parábola del reino carece de paralelo en Mateo y Lucas.

Las últimas palabras sorprenden a Marcos. ¿Mateo y Lucas no han copiado una desus parábolas del reino? ¿Por qué?

–Parábola sin paralelo en Mateo y Lucas, ver.

La tablilla no se hace esperar.

«El reinado de Dios es como cuando un hombre siembra un campo: de noche se acuesta, de día se levanta, yla semilla germina y crece sin que él sepa cómo. La tierra por sí misma produce fruto: primero el tallo,después la espiga, después grana el trigo en la espiga. En cuanto el grano madura, mete la hoz, porque hallegado la siega».

«¿Qué tiene de raro esta parábola?», se pregunta Marcos. ¿Por qué la habránsuprimido? Este tema hay que aclararlo, puede ser uno de los puntos por donde nosataquen. Las otras dos parábolas sobre el reino las recuerda: la del sembrador y la de lasemilla de mostaza. La del destino de Jesús debe ser la de los viñadores homicidas, nohay otra. Se queda mirando a la tablilla:

–Enseñanzas de Jesús a la gente.

–¿Incluidos los fariseos, escribas y saduceos?

Marcos duda un momento, pero esas enseñanzas también se dieron en presencia dela gente.

–Sí.

–¿Empiezo por los aforismos?

–¿Qué es eso?

–Una frase breve de contenido doctrinal.

Marcos no se hace una idea clara pero le intriga la propuesta.

–Aforismos de Jesús.

Del médico no tienen necesidad los sanos, sino los enfermos. No vine a llamar ajustos, sino a pecadores.El sábado se hizo para el hombre, no el hombre para el sábado.El que cumpla la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano y hermana ymadre.Quien quiera seguirme, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz y sígame.Quien se empeñe en salvar la vida, la perderá; quien la pierda por mí y por la buenanoticia, la salvará.Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

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De modo que eso es un aforismo. Piensa en los discursos tan largos y vacíos decontenido que escuchó a lo largo de su vida y se ríe. Con pocas palabras se puedenenseñar cosas profundísimas. De repente le viene a la memoria algo que le ocurriódiscutiendo con una cristiana de Roma.

–Enseñanza sobre el divorcio.

«Quien repudia a su mujer y se casa con otra comete adulterio contra la primera. Si ella se divorcia delmarido y se casa con otro, comete adulterio».

Ahí está. La última frase la había añadido él, no la había dicho Jesús. Entre losjudíos la mujer no podía divorciarse. En Roma, sí. Por esto la añadió. Pero le quedacierta duda. Prueba un truco con la tablilla para ver si le da resultado:

–«Si ella se divorcia del marido…». Paralelo en Mateo y Lucas.

–Sin paralelo.

Efectivamente. La diferencia es importante. Satán podrá acusarlo de cambiar laenseñanza de Jesús, de decir lo que él no dijo. Está reflexionando sobre esto,preocupado, cuando la tablilla le sorprende con una propuesta:

–Uso de la ironía en Jesús. Si está de acuerdo, diga «sí».

–Sí.

–Solo se ha encontrado este ataque contra los escribas:

«Guardaos de los escribas. Les gusta pasear con largas túnicas, que los saluden por la calle, los primerosasientos en las sinagogas y los mejores puestos en los banquetes. Con pretexto de largas oraciones, devoranla hacienda de las viudas».

¿Para qué sugiere un tema si no hay mucho material? Marcos decide ponerla aprueba con preguntas breves y rápidas.

–Mandamiento principal, con contexto, ver.

[Contexto: preguntado por el mandamiento principal, responde]: «El más importante es: “Escucha, Israel, elSeñor nuestro Dios es uno solo. Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda lamente, con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás al prójimo como a ti mismo”. No hay mandamientomayor que estos».

–Enseñanza de la viuda, con contexto, ver.

[Contexto: la viuda echa un cuadrante en el cepillo del templo. Jesús comenta a sus discípulos]: «Os aseguroque esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que todos los otros. Pues todos han echado de lo que lessobra; esta, en su indigencia, ha echado cuanto tenía para vivir».

–Enseñanzas a los discípulos, con contexto y paralelos.

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–¿Incluido el discurso del fin del mundo?

–Sí.

–Es muy largo. Treinta y dos numeritos.

Marcos intuye que a la tablilla no le entusiasma el discurso.

–Sin discurso del fin del mundo.

–Empiezo por algunos aforismos.

Lo que sale del hombre es lo que contamina al hombre. [Explicación: de dentro, delcorazón del hombre, salen los malos pensamientos, fornicación, robos, asesinatos,adulterios, codicia, malicia, fraude, desenfreno, envidia, calumnia, arrogancia,desatino. Todas esas maldades salen de dentro y contaminan al hombre].Si uno aspira a ser el primero, sea el último y servidor de todos.Uno que haga un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. Quien noestá contra nosotros, está a nuestro favor.Quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.Este Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate portodos.El espíritu es decidido, la carne es débil.

A Marcos le molesta que la tablilla esté tomando cada vez más la iniciativa.

–Instrucciones de Jesús a los discípulos.

–Se han encontrado instrucciones sobre el apostolado, la conducta personal ycomunitaria, la oración y la expulsión de cierto tipo de demonios.

Marcos se resigna a que la tablilla imponga el ritmo.

–Apostolado.

–Se han encontrado tres apartados; el último falta en los principales códices, seconsidera un añadido posterior.

Marcos no sabe qué son los códices pero desea conocer las instrucciones a losdiscípulos.

–Ver.

Les encargó que no llevaran más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero en lafaja, que calzasen sandalias pero que no llevasen dos túnicas.Cuando entréis en una casa, quedaos allí hasta que os marchéis. Si un lugar no osrecibe ni os escucha, salid de allí y sacudíos el polvo de los pies para que lesconste.Id por todo el mundo proclamando la buena noticia a toda la humanidad. Quien

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crea y se bautice se salvará; quien no crea se condenará. A los creyentesacompañarán estas señales: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán lenguasnuevas, agarrarán serpientes; si beben algún veneno, no les hará daño; pondrán lasmanos sobre los enfermos y se curarán.

El último apartado no lo escribió él, de eso está seguro. ¿Quién lo habrá añadido?Quizá por eso falta en los principales códices.

–Conducta personal y comunitaria.

Si tu mano te hace caer, córtatela. Más te vale entrar manco en la vida que con lasdos manos ir a parar al horno, al fuego inextinguible. Si tu pie te hace caer,córtatelo. Más te vale entrar cojo en la vida que con los dos pies ser arrojado alhorno. Si tu ojo te hace caer, arráncatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino deDios que con los dos ojos ser arrojado al horno, donde el gusano no muere y elfuego no se apaga.Dejad que los niños se acerquen a mí; no se lo impidáis, porque el reino de Diospertenece a los que son como ellos.Quien quiera entre vosotros ser grande, que se haga vuestro servidor; y quienquiera ser el primero, que se haga esclavo de todos.

–Oración.

Cuando oréis pidiendo algo, creed que se os concederá, y os sucederá. Cuando ospongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, y vuestro Padre del cielo osperdonará vuestras culpas.Velad y orad para no sucumbir en la prueba.

La enseñanza sobre la expulsión de cierto tipo de demonios la recuerda muy bien:los discípulos le preguntan por qué no han podido expulsar al demonio del niñoepiléptico, y él responde que ese tipo de demonios solo sale a fuerza de oración. «Esperoque Mateo y Lucas digan lo mismo».

–Expulsión de cierto tipo de demonios, paralelos de Mateo y Lucas.

–¿Pasaje completo o enseñanza final?

–Enseñanza final.

–Marcos lo atribuye a falta de oración. Mateo, a falta de fe. Lucas: sin paraleloexacto, enseñanza a la gente sobre la fe.

Nueva sorpresa. Otro punto que podrá usar Satán para demostrar que cada cualpone en boca de Jesús lo que le interesa. No son muchas las diferencias que haencontrado, pero sí detalles interesantes. De repente se le ocurre decirle a la tableta:

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–Configuración.

Ante él aparece un mundo misterioso que no se atreve a indagar. Pero hay algo quele parece seguro: «Manual de instrucciones». Se sumerge en él un rato larguísimo.Cuando termina, va en busca de Mateo y Lucas. Los encuentra abatidos.

–No funcionan –murmura Mateo.

–¿Qué habéis hecho?

–Nada. Yo le pregunté a la mía qué pasaba ahora mismo en Jerusalén, y Lucas a lasuya qué pasaba en Grecia. Y dejaron de funcionar.

–Se han bloqueado –sentencia Marcos con aire de superioridad–. Por preguntar loque no debíais.

–Reiniciar –ordena a las tablillas–. Evangelio de Mateo. Evangelio de Lucas.

Los textos aparecen de inmediato. Mateo y Lucas miran a Marcos como si hubierahecho un milagro semejante a los de Jesús.

–¿Cómo lo has conseguido?

–Es muy fácil, no tiene importancia. Lo que no os va a ser fácil es responder a unaspreguntas que quiero haceros.

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9.Mateo lee a Lucas

Las dudas planteadas por Marcos no han suscitado demasiado interés en Mateo yLucas. Una vez recuperado el funcionamiento de sus tablillas, los dos se han dedicado aformularles las preguntas más variadas e incorrectas. Mateo ha tenido que corregirse tresveces antes de conseguir que aparezca el Evangelio de Lucas, el que debe leer. Le intrigasaber si Lucas tiene alguna parábola que él no conozca, pero no está seguro de cómohablarle a la tablilla. Por fin se decide:

–Haga el favor de decirme si en el Evangelio de Lucas hay alguna parábola que noaparezca en mi Evangelio.

–Formulación incorrecta. Cuando preguntes, no seas palabrero.

Si no se la hubiera regalado el Espíritu, Mateo diría que la tablilla está embrujada,porque el aviso que le da se asemeja al que él escribió en su Evangelio: «Cuando recéis,no seáis palabreros». «Está burlándose de mí», piensa. Antes de un nuevo fracasoprefiere dirigirse a Marcos y le muestra la tablilla.

–No sé cómo hablarle.

–¿Qué quieres saber?

–Si Lucas tiene alguna parábola que yo no tengo.

Marcos ordena con la desgana propia de quien se siente superior.

–Parábola de Lucas sin paralelo en Mateo.

Para sorpresa suya, la tablilla le ofrece dos opciones:

–Búsqueda rápida (recomendado)

–Búsqueda personalizada (solo para expertos)

Marcos no quiere quedar en mal lugar ante Mateo y elige «Búsquedapersonalizada». Dos nuevas opciones desafían su temeridad:

–Según la clasificación de Bultmann y Dodd

–Según la clasificación de Crossan

–¿Quiénes son esos? –pregunta Mateo extrañado.

–Tres rabinos –aventura Marcos, al que los nombres no le suenan de nada.

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El miedo empieza a invadirlo. ¿Y si se bloquea otra vez la tablilla? Sonríe paradisimular su inquietud y pregunta a Mateo:

–¿Qué prefieres?

–Bultmann y Dodd. A mí me gusta que la gente vaya de dos en dos.

Nueva pantalla, esta vez incomprensible.

–Metáfora o símil tomado de la vida diaria

–Comparación

–Parábola

«¿Por qué complican tanto la búsqueda?», maldice Marcos para sus adentros. Él loque quiere son parábolas, parábolas sin más. Elige la tercera opción. El resultado no es elque esperaba:

– Parábola breve

– Parábola extensa

– Cuento largo

Mateo comienza a impacientarse.

–Un buen catequista habría respondido inmediatamente.

«Lleva razón», piensa Marcos; pero no se da por vencido y decide hacer unaprueba.

–Parábola breve. Sin contexto. Ver una.

–¿Con numeritos?

–¡¡¡Sin numeritos!!!

–No es preciso que grite.

«Si una mujer tiene diez monedas y pierde una, ¿no enciende un candil, barre la casa y busca diligentementehasta encontrarla? Al encontrarla, llama a las amigas y vecinas y les dice: “Alegraos conmigo, porqueencontré la moneda perdida”».

Mateo lee la parábola breve. El tema le resulta conocido, pero no la imagen.

–¿Cuándo escribe eso Lucas?

Marcos se arrepiente de no haber pedido el contexto. Menos mal que ya vaentendiendo el funcionamiento de la maldita tablilla.

–«Si una mujer…». Con contexto, sin numeritos.

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[Contexto: alegría de Dios por un pecador que se convierte. Antes se ha contado la parábola de la ovejaperdida].

–Por eso me sonaba –exclama Mateo–. La de la oveja perdida sí la tengo yo.

Este simple descubrimiento ha cambiado la actitud de los dos ante la tablilla. Ahoraparecen dispuestos a perdonarle sus impertinencias.

–Parábola extensa. Ver una. Con contexto, sin numeritos.

[Contexto: invitación a la conversión]. «Les propuso la siguiente parábola: Un hombre tenía una higueraplantada en su huerto. Fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo al hortelano: “Llevo tres añosviniendo a buscar fruta en esta higuera y no la hallo. Córtala, que encima está esquilmando el terreno”. Él lecontestó: “Señor, déjala todavía este año; cavaré alrededor y la abonaré, a ver si da fruto. Si no, la cortas elaño que viene”».

–Eso –comenta Mateo– no es una invitación a convertirse (advierte que Marcos nolo entiende, y se lo explica). El propietario es Dios, el hortelano soy yo, y la higuera erestú. La parábola se dirige a mí, para que tenga paciencia y me esfuerce porque tú desfruto.

–Pero el fruto tengo que darlo yo.

–Sí, pero la parábola se fija en el peligro que corro yo de no darte una oportunidad,de cortarte a la primera de cambio. Me gusta esta parábola de Lucas. ¿Quién se lacontaría?

Marcos se anima a pedir otra parábola del mismo tipo.

–Parábola extensa. Ver otra. Con contexto, sin numeritos.

Esta vez, al contexto y al texto sigue una nota.

[Contexto: necesidad de orar siempre]. «Supongamos que uno tiene un amigo que acude a él a media nochey le pide: “Amigo, préstame tres panes, que ha llegado de viaje un amigo mío y no tengo qué ofrecerle”. Elotro desde dentro le responde: “No me vengas con molestias; estamos acostados mis niños y yo; no puedolevantarme a dártelos”. Os digo que, si no se levanta a dárselos por amistad, se levantará por suimportunidad y le dará cuanto necesita». [Nota: Hay otra parábola sobre el mismo tema. Si desea verla, diga:«Ver»].

–¿Quieres conocerla? –pregunta Marcos a Mateo.

–Sí.

–Ver.

–La parábola tiene aplicación. ¿Quiere verla? –pregunta la tablilla.

–Ver.

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«Para inculcarles que hace falta orar siempre sin cansarse, les contó una parábola: Había en una ciudad unjuez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en la misma ciudad una viuda que acudía a él paradecirle: “Hazme justicia contra mi rival”. Por un tiempo se negó, pero más tarde se dijo: “Aunque no temo aDios ni respeto a los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar agolpes conmigo”».

[Aplicación]: «El Señor añadió: Fijaos en lo que dice el juez injusto; y Dios ¿no hará justicia a sus elegidos siclaman a él día y noche? ¿Les dará largas? Os digo que les hará justicia pronto. Solo que, cuando llegue elHijo del Hombre, ¿encontrará esa fe en la tierra?».

Marcos desea seguir con otra búsqueda, pero Mateo se ha abstraído leyendo laparábola.

–¿Tú entiendes el final? –le pregunta a Marcos.

Marcos lo lee, incluso dos veces, pero reconoce que no lo entiende.

–Al principio se habla de la oración; al final, de la fe. No sé. Habrá que preguntarlea Lucas. ¿Sigo?

–Pide un ejemplo de lo último, de cuento largo.

«Si son largos», piensa Marcos, «más vale pedirle solo una lista».

–Cuento largo. Lista.

–Se han encontrado tres. En orden de extensión, el más breve es el buensamaritano, con 9 numeritos; el rico y Lázaro, 13; el padre y sus dos hijos, conocidaerróneamente como «el hijo pródigo», 22.

–¿Empezamos por el más corto? –sugiere Marcos.

Mateo asiente.

–Buen samaritano. Con contexto, sin numeritos, ver.

–¿Con aplicación?

–Sí.

[Contexto: un doctor de la ley pregunta a Jesús quién es su prójimo]. «Jesús le contestó: Un hombre bajabade Jerusalén a Jericó. Tropezó con unos asaltantes que lo desnudaron, lo hirieron y se fueron dejándolomedio muerto. Coincidió que bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, pasó de largo. Lo mismo unlevita, llegó al lugar, lo vio y pasó de largo. Un samaritano que iba de camino llegó adonde estaba, lo vio y secompadeció. Le echó aceite y vino en las heridas y se las vendó. Después, montándolo en su cabalgadura, locondujo a una posada y lo cuidó. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al posadero y le encargó:“Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuelta”».

[Aplicación]: «¿Quién de los tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de losasaltantes? Contestó: “El que lo trató con misericordia”. Y Jesús le dijo: “Ve y haz tú lo mismo”».

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–¡Qué mala idea tiene Lucas! –comenta Mateo riendo–. Deja fatal al sacerdote y allevita y alaba al samaritano. Yo hubiera puesto a un fariseo y un escriba, y alabaría a unpublicano.

A Mateo le gustaría leer los otros dos cuentos, el del rico y Lázaro y el del padre ylos dos hijos, pero no quiere abusar de Marcos. Los leerá luego, cuando esté solo.

–¿Podrías pedirle una lista de las parábolas de Lucas que yo no cuento?

Marcos se sobresalta recordando que por ahí empezaron todas las preguntas; seconcentra un momento e intenta conjurar el peligro:

–Parábolas de Lucas sin paralelo en Mateo. Solo lista.

Está a punto de añadir «sin numeritos» pero le entra curiosidad por ver qué significaeso.

–En búsqueda rápida se han encontrado doce parábolas en sentido amplio. Lasindico por orden de aparición, con el título más conocido y con numeritos:

Los dos deudores: 7,40-42El buen samaritano: 10,29-37El amigo importuno: 11,5-8El rico estúpido: 12,16-21Cuando te inviten a una boda: 14,7-14La moneda perdida: 15,8-10El hijo pródigo: 15,11-32El administrador injusto: 16,1-12.El rico y Lázaro: 16,19-31El criado y su señor: 17,7-10El juez y la viuda: 18,1-8El fariseo y el publicano: 18,9-14

–Son bastantes –comenta Mateo–. ¿Para qué sirven los numeritos?

–Ni idea. A lo mejor es para saber si son largas o cortas.

–Cuando me quede solo, ¿puedo preguntarle lo mismo que tú? Me gustaría leerlasdespacio.

–Dile lo mismo que yo he dicho: «Parábolas de Lucas sin paralelo en Mateo. Sololista». Y luego dices el título de la que quieras leer, «Los dos deudores», por ejemplo. Sino sale, búscame y te ayudo.

Marcos está a punto de levantarse, pero a Mateo le ronda una idea por la cabeza.Las parábolas están muy bien, pero Lucas ha dicho que él también tiene discursos de

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Jesús. Le gustaría leer alguno. ¿Cómo puede pedírselo a la tablilla? Marcos piensa unmomento.

–¿Tú qué quieres saber? ¿Si se parece a los tuyos?

–Sí.

–Dime el comienzo de uno cualquiera de tus discursos. Del primero, por ejemplo.

–¿Para qué?

–Para ver si Lucas tiene uno que empiece igual. Eso facilitaría las cosas.

–Dichosos los pobres…

–¿Eso qué es? –se admira Marcos.

–El comienzo del primer discurso.

Marcos procura ocultar su asombro y habla a la tablilla:

–Dichosos los pobres… Sin numeritos, ver.

–¿Con contexto?

–Sí.

[Contexto: comienzo del discurso de Jesús tenido en la llanura a una gran multitud. Primera bienaventuranza;modifica la correspondiente de Mateo]. «Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios».

–¿Cambia mucho lo que tú dices? –pregunta Marcos.

–Yo sitúo el discurso en lo alto de una montaña. Y la primera bienaventuranza es:«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos».

–Y eso, «pobres en el espíritu», ¿qué significa?

–Puede significar muchas cosas…

–Lo de Lucas se entiende muy bien.

–Demasiado bien, diría yo.

Pero Mateo no quiere detenerse ahora a discutir opiniones.

–Me gustaría saber si cambia todas mis bienaventuranzas.

–¿Cuántas son?

–Ocho. Bueno, nueve, si tienes en cuenta la última.

–No hay quien te entienda, Mateo. ¿Ocho o nueve?

–Yo al principio hablaba de ocho, pero luego encontré otra, más larga, algo distintade las anteriores; la añadí y quedaron nueve.

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Ante la duda de si son ocho o nueve, Marcos da una orden imprecisa a la tablilla.

–Bienaventuranzas en Lucas. Sin numeritos. Ver.

–Se han encontrado cuatro bienaventuranzas.

Dichosos los pobres, porque el reinado de Dios os pertenece.Dichosos los que ahora pasáis hambre, porque seréis saciados.Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.Dichosos cuando os odien los hombres y os destierren, os insulten y denigrenvuestro nombre a causa de este Hombre. Saltad entonces de alegría, que vuestropremio en el cielo es abundante. Del mismo modo trataron sus padres a losprofetas.

[Nota: a las bienaventuranzas siguen cuatro «ayes» de formulación parecida].

Mateo no sale de su asombro. Solo cuatro. La última se parece mucho a la novenasuya, pero la segunda le resulta completamente nueva. Y cuatro «ayes», los cantosfúnebres de las plañideras. Él no ha puesto ninguno después de las bienaventuranzas, losha reservado para Corozaín y Betsaida, para los fariseos… Sin consultar a Marcos, seatreve a dar la orden:

–Ayes, sin numeritos, ver.

–Se han encontrado treinta ayes: 13 en Mateo, 2 en Marcos, 15 en Lucas; ningunoen Juan. ¿Desea verlos todos?

Marcos sonríe satisfecho al advertir el desconcierto de Mateo pero decide echarleuna mano.

–Las bienaventuranzas están al comienzo de tu Evangelio, ¿verdad?

–Sí.

–Entonces los ayes también estarán al comienzo del Evangelio de Lucas. Vamos aprobar.

–Ayes en Lucas. Cuatro primeros, sin numeritos, ver.

La tablilla no se hace esperar:

¡Ay de vosotros, los ricos!, porque ya recibís vuestro consuelo.¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque pasaréis hambre.¡Ay de los que ahora reís!, porque lloraréis y haréis duelo.¡Ay de vosotros cuando todos hablen bien de vosotros! Del mismo modo trataronsus padres a los falsos profetas.

–Hemos acertado –comenta Marcos con falsa modestia.

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A Mateo, las diferencias con Lucas no le molestan ni preocupan. Al contrario, leresultan sumamente interesantes.

–Pregúntale a la tablilla si el discurso de Jesús es muy largo.

Marcos frunce el ceño, sugiriendo la enorme dificultad de la tarea. Al fin, dice:

–Discurso inicial de Jesús en Lucas. Cantidad de numeritos.

–El discurso tiene treinta numeritos. El discurso paralelo de Mateo, ciento once.

Marcos suelta una carcajada.

–Ahora comprendo por qué te dijo la tableta: «Cuando hables, no seas palabrero».

Luego, dirigiéndose a la tablilla:

–Discurso inicial en Lucas, sin numeritos, ver.

Al punto aparece en pantalla y él se despide de Mateo.

–Ya puedes leerlo. Si tienes algún problema, me avisas.

* * *

Marcos está releyendo el manual de instrucciones de la tablilla cuando entra Mateo.

–¿Se ha vuelto a bloquear? –le pregunta.

–No. Funciona muy bien. Pero es que necesitaba hablar con alguien. He estadoleyendo el discurso de Lucas, despacio… Es curioso… Cuando escribes, no te dascuenta de lo mucho que te condicionan los demás. Yo empiezo mi discurso delimitandoposturas, dejando claro cómo debe comportarse un cristiano a diferencia de un escriba yun fariseo… Cómo debe evitar el legalismo de los escribas, el interpretar la leyateniéndose a la letra y no a su espíritu… cómo debe practicar las obras de piedad, lalimosna, la oración, el ayuno, sin deseos de llamar la atención, no como los fariseos…cómo se debe diferenciar de un pagano, y no servir al dinero… Pues de todo eso, enLucas, ni una palabra. ¿Sabes por qué? Me lo imagino. Porque a su comunidad no lepreocupan los escribas, ni los fariseos, ni la ley de Moisés sobre el divorcio, ni el ayuno,ni otras muchas cosas que para mi comunidad eran esenciales. ¿Sabes cuáles son losproblemas de la comunidad de Lucas?

Mateo espera una respuesta de Marcos que no se produce. Continúa.

–La pobreza. Ese es el problema de la comunidad de Lucas. Pobreza, hambre,sufrimiento… y encima se sienten perseguidos por los judíos. Jesús comienza a hablarles,y no dice, como en mi Evangelio: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos esel reino de los cielos». Dice: «Dichosos los pobres porque vuestro es el reino de Dios».

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¿Adviertes la diferencia? Los pobres los tiene delante. Y son verdaderos pobres. Por esoañade una bienaventuranza que yo no conocía: «Dichosos los que ahora pasáis hambre».

–Entonces viene lo genial, Marcos. A esta comunidad pobre, que pasa hambre, lloray es perseguida, se contraponen los ricos, los que pueden comer de todo, los que sedivierten, los alabados por todo el mundo. Son como dos bandos, dos enemigosmortales. ¿Qué hará Jesús? ¿Animará a sus discípulos a luchar contra sus enemigos?Todo lo contrario. «Amad a vuestros enemigos, tratad bien a los que os odian; bendecida los que os maldicen, rezad por los que os injurian».

–Luego se fija en las relaciones dentro de la comunidad, presentando dos tipos decristianos: el que critica, juzga, condena, se considera superior a los demás, sin darsecuenta de que es un ciego con una viga en el ojo; y el que de forma sencilla, como elárbol bueno, sin llamar la atención, solo pronuncia palabras agradables, porque «de laabundancia del corazón habla la lengua».

Mateo calla, como si estuviese saboreando un vino excelente, y Marcos le pregunta:

–¿Eso es todo el discurso?

–Un resumen, naturalmente. Al final añade la misma parábola que yo, sobre la casaconstruida sobre roca o sobre arena, para insistir en que no basta con escuchar, hay queponer en práctica lo escuchado.

–Yo hubiera sido incapaz de escribir un discurso así –reconoce Marcos.

–Pues yo voy a seguir leyendo a Lucas. Estoy aprendiendo mucho.

–Espera un momento. En la tablilla también se puede escribir. Mejor dicho, tú ledictas y ella escribe. Y no tienes que dictar despacio, como antiguamente.

–¿De veras?

–Solo tienes que decirle: «Crear nuevo documento». Y empiezas a hablar.

* * *

Cuando llega a su despacho, Mateo mira a la tablilla con una mezcla de ilusión ydesconfianza. ¿Será verdad lo que le ha dicho Marcos? ¡Con la cantidad de tiempo que éltardó en dictar su evangelio! Por probar nada se pierde.

–Crear nuevo documento.

La tablilla adquiere un aspecto resplandeciente, a la espera de irse rellenando.Mateo, desconcertado, no sabe qué decir. Ninguna de las palabras que le vienen a la

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mente le parece adecuada. Por fin, tras mucho esfuerzo, encuentra una fórmula que lesatisface:

–Enseñanzas de Jesús en Lucas sin paralelo en Mateo.

No tiene que esperar nada. Al mismo tiempo que habla, sus palabras vanapareciendo de forma mágica. Mateo respira hondo. ¡Lo ha conseguido! Sin podercontenerse, como un niño chico, corre junto a Marcos.

–¡Es verdad! ¡Escribe!

–¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?

–Ahora voy a dictar todo lo que encuentre en el Evangelio de Lucas.

–Haz documentos distintos. Y varias carpetas.

El entusiasmo y la seguridad de Mateo se desvanecen de inmediato.

–¿Qué es eso? ¿Cómo se hacen?

Marcos lo mira a los ojos y decide rápido. «Si se lo hago yo, perderé menostiempo».

* * *

Sin embargo, no fue fácil para Marcos crear las carpetas. Las dudas de Mateo erancontinuas y tampoco él encontraba fácilmente la solución. Mateo buscaba las enseñanzasde Jesús en discursos y parábolas. Marcos, en las frases breves pronunciadas por Jesúsen los relatos. Dos de ellos se prestaron a especial discusión.

El primero fue un curioso episodio en el que Jesús no enseña con palabras, sino conun gesto. Juan y Santiago, los «atronadores», como les puso de mote Jesús, al ver queuna aldea de Samaría no quiere acogerlos, proponen a Jesús actuar como el profeta Elías:haciendo caer un rayo del cielo. Jesús no les dice una palabra, pero la mirada que lesecha debió dejarlos helados. Mateo y Marcos decidieron incluirlo en las enseñanzas a losdiscípulos.

El segundo relato hablaba de un tal Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos,que se convierte en modelo de cómo debe actuar el cristiano rico. Lucas había tratadopoco antes el tema de la avaricia y el correcto uso del dinero en una serie de parábolas.Esas no planteaban dificultad, las incluyeron de inmediato en la carpeta. Pero ¿quéhacían con la historia de Zaqueo? Dejarla fuera habría empobrecido de forma intolerablela enseñanza de Jesús sobre la riqueza, silenciando su actitud ante los ricos, que no fue lade odio y desprecio que esperaban sus seguidores. Después de muchas dudas, decidieronincluirla también.

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Otro quebradero de cabeza lo planteó el tema de la oración. A nivel teórico, lanovedad de Lucas se concentraba en dos parábolas (el vecino inoportuno y la viuda y eljuez), pero Jesús enseña sobre todo con su ejemplo, rezando en los momentosfundamentales de su vida; y los personajes clave de la infancia aparecen siempreentonando himnos de alabanza y acción de gracias: Isabel, María, Zacarías, Simeón.Marcos dudaba de incluirlos, pero Mateo fue tajante: los relatos de la infancia, dijo,presentan ejemplos de oración, no contienen enseñanzas de Jesús sobre la oración.

Finalmente, Lucas ponía en boca de Jesús, al llegar a Jerusalén, unas palabras queno sabían cómo clasificar: era una mezcla de lamento y de reproche, acompañado delanuncio de un castigo. Por el tema, decidieron incluirlo en la carpeta de la conversión.

Una vez recogidos los datos, surgió un nuevo problema. ¿Cómo ordenar lascarpetas? ¿Por la importancia del tema en sí mismo? ¿Por la importancia que le concedeLucas?

–Se me ocurre una idea –dijo Marcos–. Podemos contar cuántos numeritos dedica acada tema y ordenamos las carpetas con ese criterio. Así quedará clara la importanciaque Lucas les concede.

Mateo aceptó la propuesta y la tablilla ofreció los siguientes resultados:

ENSEÑANZAS DE JESÚS EN LUCAS SIN PARALELO EN MATEO

→ Sobre la avaricia y el uso del dinero (37)

→ Sobre el amor de Dios a los pecadores (24)

→ Sobre los discípulos (17)

→ Sobre la humildad (14)

→ Sobre la conversión (13)

→ Sobre la oración (12)

→ Sobre la misión de Jesús (3)

Cuando se desplegaban las carpetas, aparecían los siguientes textos:

→ Sobre la avaricia y el uso del dinero

1213Uno de la gente dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». 14Jesús le respondió:«Amigo, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?». 15Y les dijo: «¡Atención! ¡Guardaos decualquier codicia, que, por más rico que uno sea, la vida no depende de los bienes!». 16Y les propuso unaparábola: «Las tierras de un hombre dieron una gran cosecha. 17Él se dijo: “¿Qué haré, que no tengo donde

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guardar toda la cosecha?”. 18Y dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros mayores, enlos cuales meteré mi trigo y mis bienes. 19Después me diré: Querido, tienes acumulados muchos bienes paramuchos años; descansa, come, bebe y disfruta”. 20Pero Dios le dijo: “¡Necio, esta noche te reclamarán lavida! Lo que has preparado, ¿para quién será?”. 21Así le pasa al que acumula tesoros para sí y no es rico alos ojos de Dios».

161A los discípulos les decía: «Un hombre rico tenía un administrador. Le llegaron quejas de que estabaderrochando sus bienes. 2Lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que me cuentan de ti? Dame cuentas de tuadministración, pues no podrás seguir en el puesto”. 3El administrador pensó: “¿Qué voy a hacer ahora queel amo me quita mi puesto? Para cavar no tengo fuerzas, pedir limosna me da vergüenza. 4Ya sé lo que voy ahacer para que, cuando me despidan, alguno me reciba en su casa”. 5Fue llamando uno por uno a losdeudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”. 6Contestó: “Cien barriles de aceite”. Ledijo: “Toma el recibo, siéntate enseguida y escribe cincuenta”. 7Al segundo le dijo: “Y tú, ¿cuánto debes?”.Contestó: “Cien fanegas de trigo”. Le dice: “Toma tu recibo y escribe ochenta”. 8El amo alabó aladministrador deshonesto por la astucia con que había actuado. Pues los ciudadanos de este mundo son másastutos con sus colegas que los ciudadanos de la luz. 9Y yo os digo que con el dinero sucio os ganéisamigos, de modo que, cuando se acabe, os reciban en la morada eterna».

1610El que es de fiar en lo poco, es de fiar en lo mucho; el que es deshonesto en lo poco, es deshonesto enlo mucho. 11Pues si con el dinero sucio no habéis sido de fiar, ¿quién os confiará el legítimo? 12Si en lo ajenono habéis sido de fiar, ¿quién os encomendará lo vuestro?

1614Los fariseos, muy amigos del dinero, oían todo esto y se burlaban de él. 15Él les dijo: «Vosotros pasáispor justos ante los hombres, pero Dios os conoce por dentro. Pues lo que los hombres exaltan lo aborreceDios».

1619Había un hombre rico, que vestía de púrpura y lino y banqueteaba espléndidamente cada día. 20Y habíaun pobre, llamado Lázaro, cubierto de llagas y echado a la puerta del rico, 21que ansiaba saciarse con lo quecaía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamerle las llagas. 22Murió el pobre y los ángeles lo llevaronjunto a Abrahán. Murió también el rico y lo sepultaron. 23Estando en el lugar de los muertos, en medio detormentos, alzó la vista y divisó a Abrahán y a Lázaro a su lado. 24Lo llamó y le dijo: «Padre Abrahán, tenpiedad de mí y envía a Lázaro, para que moje la punta del dedo en agua y me refresque la lengua; pues metorturan estas llamas». 25Respondió Abrahán: «Hijo, recuerda que en vida recibiste bienes y Lázaro, por suparte, desgracias. Ahora él es consolado y tú atormentado. 26Además, entre vosotros y nosotros se abre uninmenso abismo; de modo que, aunque se quiera, no se puede atravesar desde aquí hasta vosotros ni pasardesde allí hasta nosotros». 27Insistió el rico: «Entonces, por favor, envíalo a casa de mi padre, 28dondetengo cinco hermanos; que los amoneste para que no vengan a parar también ellos a este lugar detormentos». 29Le dice Abrahán: «Tienen a Moisés y los profetas: que los escuchen». 30Respondió: «No,padre Abrahán; si un muerto los visita, se arrepentirán». 31Le dijo: «Si no escuchan a Moisés ni a losprofetas, aunque un muerto resucite, no le harán caso».

→ Sobre el amor de Dios a los pecadores

158Si una mujer tiene diez monedas y pierde una, ¿no enciende un candil, barre la casa y buscadiligentemente hasta encontrarla? 9Al encontrarla, llama a las amigas y vecinas y les dice: «Alegraosconmigo, porque encontré la moneda perdida». 10 Os digo que lo mismo se alegrarán los ángeles de Dios porun pecador que se arrepienta.

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1511Un hombre tenía dos hijos. 12El menor dijo al padre: «Padre, dame la parte de la fortuna que mecorresponde». Él les repartió los bienes. 13A los pocos días, el hijo menor reunió todo y emigró a un paíslejano, donde derrochó su fortuna viviendo como un libertino. 14Cuando gastó todo, sobrevino una carestíagrave en aquel país, y empezó a pasar necesidad. 15Fue y se puso al servicio de un hacendado del país, elcual lo envió a sus campos a cuidar cerdos. 16Deseaba llenarse el estómago de las bellotas que comían loscerdos, pero nadie se las daba. 17Entonces, recapacitando, pensó: «¡A cuántos jornaleros de mi padre lessobra el pan mientras yo me muero de hambre! 18Me pondré en camino a casa de mi padre y le diré: Hepecado contra Dios y te he ofendido; 19ya no merezco llamarme hijo tuyo. Trátame como a uno de tusjornaleros». 20Y se puso en camino a casa de su padre. Estaba aún distante cuando su padre lo divisó y seenterneció. Corriendo, se le echó al cuello y le besó. 21El hijo le dijo: «Padre, he pecado contra Dios y te heofendido, ya no merezco llamarme hijo tuyo». 22Pero el padre dijo a sus criados: «Enseguida, traed el mejorvestido y vestidlo; ponedle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23Traed el ternero cebado y matadlo.Celebremos un banquete. 24Porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido, se había perdido y ha sidoencontrado». Y empezaron la fiesta. 25El hijo mayor estaba en el campo. Cuando se acercaba a casa, oyómúsica y danzas 26y llamó a uno de los criados para informarse de lo que pasaba. 27Le contestó: «Es que haregresado tu hermano y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado sano y salvo».28Irritado, se negaba a entrar. Su padre salió a rogarle que entrara. 29Pero él respondió a su padre: «Mira,tantos años llevo sirviéndote, sin desobedecer una orden tuya, y nunca me has dado un cabrito paracomérmelo con mis amigos. 30Pero, cuando ha llegado ese hijo tuyo, que ha gastado tu fortuna conprostitutas, has matado para él el ternero cebado». 31Le contestó: «Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lomío es tuyo. Había que hacer fiesta porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido, se había perdidoy ha sido encontrado».

→ Sobre los discípulos

951Cuando se iba cumpliendo el tiempo de que se lo llevaran, afrontó decidido el viaje hacia Jerusalén, 52ydespachó por delante unos mensajeros. Ellos fueron y entraron en una aldea de samaritanos parapreparársela. 53Pero estos no lo recibieron, porque se dirigía a Jerusalén. 54Al verlo, Juan y Santiago, susdiscípulos, dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos que caiga un rayo del cielo y acabe con ellos?». 55Él sevolvió y los reprendió. 56Y se fueron a otra aldea.

962El que ha puesto la mano en el arado y mira atrás no es apto para el reinado de Dios.

1428Si uno de vosotros pretende construir una torre, ¿no se sienta primero a calcular los gastos, a ver sitiene para terminarla? 29No suceda que, habiendo echado los cimientos y no pudiendo completarla, todos losque miren se pongan a burlarse de él 30diciendo: «Este empezó a construir y no puede concluir». 31Si un reyva a trabar batalla con otro, ¿no se sienta primero a deliberar si podrá resistir con diez mil al que viene aatacarlo con veinte mil? 32Si no puede, cuando el otro todavía está lejos, le envía una delegación a pedir lapaz. 33Lo mismo cualquiera de vosotros: quien no renuncie a sus bienes no puede ser mi discípulo.

177Si uno de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando, cuando este vuelva del campo, ¿le dirá, acaso,que pase enseguida y se ponga a la mesa? 8¿No le dirá, más bien: «Prepárame de comer, cíñete y sírvememientras como y bebo, después comerás y beberás tú»? 9¿Tendrá que agradecer al siervo que haga lomandado? 10Lo mismo vosotros, cuando hayáis hecho cuanto os han mandado, decid: «Somos siervosinútiles, solo hemos cumplido nuestro deber».

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→ Sobre la conversión

131En aquella ocasión se presentaron algunos a informarle acerca de unos galileos cuya sangre habíamezclado Pilato con la de sus sacrificios. 2Él contestó: «¿Pensáis que aquellos galileos, dado que sufrieronaquello, eran más pecadores que los demás galileos? 3Os digo que no; pero si no os arrepentís, acabaréiscomo ellos. 4O aquellos dieciocho sobre los cuales se derrumbó la torre de Siloé y los mató, ¿pensáis queeran más culpables que el resto de los habitantes de Jerusalén? 5Os digo que no; pero si no os arrepentís,acabaréis como ellos». 6Y les propuso la siguiente parábola: «Un hombre tenía una higuera plantada en suhuerto. Fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. 7Dijo al hortelano: “Llevo tres años viniendo a buscarfruta en esta higuera y no la hallo. Córtala, que encima está esquilmando el terreno”. 8Él le contestó: “Señor,déjala todavía este año; cavaré alrededor y la abonaré, 9a ver si da fruto. Si no, la cortas el año que viene”».

1941Al acercarse y divisar la ciudad, dijo llorando por ella: 42«Si también tú reconocieras hoy lo que conducea la paz. Pero eso ahora está oculto a tus ojos. 43Te llegará un día en que tus enemigos te rodearán detrincheras, te sitiarán y te cercarán por todas partes. 44Te derribarán por tierra a ti y a tus hijos dentro de ti,y no te dejarán piedra sobre piedra; porque no reconociste la ocasión de la visita divina».

→ Sobre la humildad

147Observando cómo escogían los puestos de honor, dijo a los invitados la siguiente parábola: 8«Cuandoalguien te invite a una boda, no ocupes el primer puesto; no sea que haya otro invitado más importante que tú9y el que os invitó a los dos vaya a decirte que le cedas el puesto al otro. Entonces, abochornado, tendrásque ocupar el último puesto. 10Cuando te inviten, ve y ocupa el último puesto. Así, cuando llegue el que teinvitó, te dirá: “Amigo, sube a un puesto superior”. Y quedarás honrado en presencia de todos los invitados.11Pues quien se ensalza será humillado, quien se humilla será ensalzado». 12Al que lo había invitado le dijo:«Cuando ofrezcas una comida o una cena, no invites a tus amigos o hermanos o parientes o a los vecinosricos; porque ellos, a su vez, te invitarán y quedarás pagado. 13Cuando des un banquete, invita a pobres,lisiados, cojos y ciegos.14Dichoso tú, porque no pueden pagarte; pues te pagarán cuando resuciten losjustos».

189Por algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, les contó esta parábola: 10«Doshombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, el otro recaudador. 11El fariseo, de pie, oraba así en vozbaja: “Oh, Dios, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ocomo ese recaudador. 12Ayuno dos veces por semana y pago diezmos de cuanto poseo”. 13El recaudador,de pie y a distancia, ni siquiera alzaba los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “Oh, Dios, tenpiedad de este pecador”. 14Os digo que este volvió a casa absuelto y el otro, no».

→ Sobre la oración

115Supongamos que uno tiene un amigo que acude a él a media noche y le pide: «Amigo, préstame trespanes, 6que ha llegado de viaje un amigo mío y no tengo qué ofrecerle». 7El otro desde dentro le responde:«No me vengas con molestias; estamos acostados mis niños y yo; no puedo levantarme a dártelos». 8Osdigo que, si no se levanta a dárselos por amistad, se levantará por su importunidad y le dará cuanto necesita.

181Para inculcarles que hace falta orar siempre sin cansarse, les contó una parábola: 2«Había en una ciudadun juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. 3Había en la misma ciudad una viuda que acudía a élpara decirle: “Hazme justicia contra mi rival”. 4Por un tiempo se negó, pero más tarde se dijo: “Aunque no

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temo a Dios ni respeto a los hombres, 5como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya aacabar a golpes conmigo”». 6El Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; 7y Dios ¿no hará justiciaa sus elegidos si claman a él día y noche? ¿Les dará largas? 8Os digo que les hará justicia pronto. Solo que,cuando llegue el Hijo del Hombre, ¿encontrará esa fe en la tierra?».

→ Sobre la misión de Jesús

1331En aquel momento se acercaron unos fariseos a decirle: «Sal y retírate de aquí, porque Herodes intentamatarte». 32Jesús les contestó: «Id a decir a ese raposo: “Mira, hoy y mañana expulso demonios y realizosanaciones; pasado mañana terminaré. 33Con todo, hoy y mañana y pasado tengo que seguir mi viaje, porqueno cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén”».

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10.Una visita inesperada del Espíritu

Cuando el 3 de abril de 1973, según el cálculo terrestre, llegó al cielo la noticia de queMartin Cooper había realizado una llamada desde un teléfono móvil, nadie le concedióespecial importancia. Nadie, salvo el Espíritu Santo, que advirtió las enormesposibilidades que le ofrecía ese instrumento para ampliar su forma de inspirar a loshumanos. Su esperanza se desvaneció al poco tiempo. Siempre que intentaba conectarcon cualquier persona, anciana o joven, hombre o mujer, empresario u obrero, larespuesta era siempre la misma: un pitido intermitente que significaba «comunicando», ouna indicación de «fuera de cobertura».

Esto no quiere decir que el Espíritu se aburriese, cosa imposible en el cielo. Su nivelde comunicación con el Padre y el Hijo era continuo y excelente. Pero, a veces, leapetecía un rato de charla menos teológica. Además, había advertido que Marcos estabaayudando a Mateo en el uso y abuso de la tablilla, mientras Lucas se encontraba solo.Como siempre, entró sin llamar ni avisar, como el viento que sopla donde quiere ycuando quiere.

–Mateo y Marcos están estudiando tu evangelio –le dijo.

–Quedamos en que iba a hacerlo Mateo solo.

–Sí, pero no sabía cómo usar la tablilla y acudió a Marcos. ¿Qué tal te va a ti conella?

Lucas la tiene en las manos, pero da la impresión de que la está usando como sifuera un libro.

–Bien. Dije «Evangelio de Mateo» y apareció enseguida. Lo estaba leyendo cuandoentraste. ¡Eres sorprendente, Espíritu! No salgo de mi asombro cuando veo que a Mateoy a mí nos inspiras las mismas cosas con relatos completamente distintos. He estadocomparando cómo contamos la infancia de Jesús. No se parecen en casi nada, como dijoSatán en el debate, pero transmiten exactamente lo mismo: Jesús, el Salvador, el rey deIsrael, es aceptado por unos, sean magos o pastores, y rechazado por otros… y laspersonas que más lo quieren, José y María, son las que más sufren. ¿Cómo conseguisteinspirarnos lo mismo de forma tan distinta?

El Espíritu se siente orgulloso del elogio de Lucas pero disimula su contento.

–No es tan difícil. Llevo muchos siglos inspirando. ¿Por dónde vas?

–Como se trata de conocer la enseñanza de Jesús, leí el discurso que pronuncia enlo alto del monte…

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–Nos salió bastante bien –le interrumpe el Espíritu–. Mateo quería componer undiscurso programático, en el que Jesús dejase claro quiénes podían ser sus discípulos ycómo debían comportarse. Le sugerí que los contrapusiera a los escribas, los fariseos ylos paganos. Pero la mejor sugerencia que le hice fue la del comienzo. Él quería queJesús hablase en lo alto del monte, como Moisés en el Sinaí. Yo le dije: «De acuerdo. Meparece buena idea. Pero marca la diferencia. Moisés subió al monte solo, nadie podíaacercarse bajo pena de muerte; y no podía decir lo que se le ocurriera, solo lo que Diosle dijese. Tú pon a Jesús en el monte, pero los discípulos se acercan a él, sin miedo amorir, sin rayos ni truenos… y la voz que se escucha en lo alto del monte no es la delPadre sino la de Jesús». Mateo me miró asombrado y no dijo nada. Solo me pidió que lodejara trabajar unos días y luego volveríamos a hablar.

El Espíritu se parece a Lucas en el gusto por saborear sus ocurrencias. Necesitapaladearlas como un vino añejo. Eso hace que el silencio se prolongue y Lucasaprovecha para intervenir.

–En ese discurso he encontrado muchas cosas que yo no conocía. Se nota que estápensado para judíos, para gente que conoce la ley y los profetas. Pero no sé cómoreaccionaría un judío al escucharlo. Creo que Satán puede atacar por ahí.

–Si tú lo dices… Voy a hacer de Satán. Tú harás de Mateo.

El Espíritu da dos vueltas alrededor de Lucas y le increpa.

–«No penséis que he venido a abolir la ley o los profetas». ¿Le suenan esaspalabras, Mateo? Las ha puesto usted en boca de Jesús para tranquilizar a los judíospiadosos, a los escribas y fariseos. ¡Es usted un mentiroso o un hipócrita! No cabe otrasolución. Un mentiroso, si Jesús no pronunció esas palabras y usted las puso en su boca;un hipócrita, si las pronunció y, a pesar de ello, usted añadió lo que añadió. Sé que ustedme entiende, pero los demás miembros de este alto tribunal, excluyendo a Su Majestad,que todo lo sabe, los demás miembros, repito, incluyendo a los veinticuatro ancianos…

Lucas, imitando la voz con rumor de cascadas del Eterno Padre, lo interrumpe:

–Satán, no te andes por las ramas.

–Pido perdón, Majestad. Si me dejo arrastrar por el ímpetu oratorio es a causa de lagravedad del problema. Según Mateo, Jesús, después de decir que no ha venido a abolirla ley y los profetas, repite seis veces, sí, seis veces, no exagero, las siguientes palabras:«Habéis oído que se dijo a vuestros antepasados, pero yo os digo».

–¿Y cuál es el problema? –pregunta Lucas.

–En tiempos antiguos, Su Majestad dictó a Moisés unas leyes a propósito del nomatar, no cometer adulterio, del repudio, del juramento, del ojo por ojo, de amar alprójimo y odiar al enemigo. Y usted, Mateo, escribe que Jesús se opuso a esas leyes,

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cambiándolas o suprimiéndolas, contraponiendo «lo que se dijo a vuestros antepasados»con «lo que yo os digo». Usted, Mateo, hace que Jesús diga lo contrario que SuMajestad. ¿Cómo pudo ocurrírsele semejante mentira con ribetes de blasfemia? ¿Se lainspiró el Espíritu, o se la inventó usted a medida que escribía?

–Muy buena objeción –sonríe Lucas.

–No te rías. ¿Cómo le responderías a Satán?

–¿Yo? No tengo nada que responder. Que responda Mateo.

–Mateo eres tú.

–Si yo estuviese en el lugar de Mateo, me quedaría tan tranquilo, recordando unaspalabras de Jesús: «Cuando os conduzcan a las sinagogas, ante los jefes o autoridades,no os preocupéis de cómo os defenderéis o qué diréis; el Espíritu Santo os enseñará enaquel momento lo que hay que decir».

–El problema –le rebate el Espíritu– es que no estamos en una sinagoga sino en lacorte celeste, y yo soy el moderador del debate y no puedo enseñaros nada en esemomento… Esas palabras de Jesús que acabas de citar también las trae Mateo en lasinstrucciones a los doce, cuando los envía de misión. Es un discurso muy largo, enormeen comparación con el tuyo. Si consultas la tablilla, te dirá: «El discurso de Jesús a losdoce ocupa en Mateo 38 numeritos; en Marcos, 4; en Lucas, 3». En esta ocasión quedasel último, incluso por detrás de Marcos.

–Porque yo reservé algunas de esas instrucciones para el discurso a los setenta ydos discípulos.

El Espíritu lo mira asombrado.

–¡Setenta y dos discípulos! ¿De dónde salen, Lucas? ¡Mateo y Marcos no dicennada de ellos! ¿Qué le vas a responder a Satán si te pregunta?

–Hemos quedado en que el problema no es mío, sino tuyo. Piensa en lo que vas ainspirarme en ese momento.

–Lo pensaré. Antes quiero resolver una curiosidad. Se dirige a la tablilla y lepregunta:

–¿Cuántos numeritos tiene el discurso de Lucas a los setenta y dos?

–Catorce –le responde.

–¿No te parece un poco extraño, Lucas? En tu Evangelio, Jesús dedica tresnumeritos a los doce apóstoles y catorce a esos setenta y dos desconocidos… Habrá queir pensando en buscar respuesta también a ese problema. Otra cuestión: ¿por qué eldiscurso de Mateo es tan largo y el tuyo tan corto?

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–Él dice algunas cosas, como la prohibición de dirigirse a países de paganos y aciudades de samaritanos, que yo no incluí. Mi comunidad no las habría entendido, lehabrían escandalizado.

–De modo, Lucas, que te escandalizan unas palabras de Jesús.

El Espíritu ha vuelto a argumentar como Satán y Lucas le sigue el juego.

–No he dicho eso. He dicho que mi comunidad podría no entender esas palabras.Además, después de la resurrección, Jesús envió a los discípulos a predicar al mundoentero, hasta los confines de la tierra.

–En consecuencia, el gran historiador Lucas, que presume de exacto, deja de contarlo que no le interesa.

–Lo que no me interesa, no. Lo que no interesa a mi comunidad.

–Demasiado sutil, Lucas, no sé si conseguirás convencer a Satán.

El Espíritu se concentra un momento, pensando por dónde puede venir otro ataque.

–Cuando sigas leyendo, otro discurso en el que vas a notar mucha diferencia es enla crítica a los escribas y fariseos: 38 numeritos de Mateo contra 13 tuyos.

–En mi comunidad, los escribas y fariseos no eran tan importantes…

–Siempre excusándote con tu comunidad, Lucas. Voy a citarte unas palabras deldiscurso de Mateo y me dirás si son o no importantes para ella. Dice que los escribas«todo lo hacen para exhibirse ante la gente: llevan cintas anchas y borlas llamativas ensus mantos; les gusta que los salude la gente por la calle y los llamen monseñor».

–En mi comunidad nadie llevaba cintas, ni borlas, y a nadie lo llamábamosmonseñor.

–Estabais muy atrasados.

De repente Lucas adopta una defensa que desconcierta al Espíritu.

–Si hubieras leído atentamente mi Evangelio, no habrías dicho que el discurso deMateo es mucho más largo que el mío, porque yo no dedico un discurso a los escribas yfariseos; solo recojo dos reproches de Jesús: el primero a un fariseo que lo invitó acomer, y el segundo a un escriba que se siente ofendido por sus palabras.

–Muy bien, Lucas. Así es como tienes que actuar, atacando. Adelántate a lasposibles objeciones. Si Satán te pregunta sobre ese tema, añade que tú sitúas laenseñanza de Jesús en un ambiente cotidiano, durante una comida. Mateo, en cambio,comienza de forma muy solemne e irónica: «En la cátedra de Moisés se han sentado losescribas y los fariseos. Lo que os digan ponedlo por obra, pero no los imitéis; pues dicen

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y no hacen». Cuando Satán advierta que conoces perfectamente las diferencias y no teasustan, será él quien se sienta desconcertado. ¿Has leído la instrucción comunitaria?

–No he tenido tiempo, me has interrumpido cuando iba por el discurso de la misión.

–No te quejes. Te estoy entrenando para el debate. Marcos está ayudando a Mateo,yo te ayudo a ti. En la instrucción comunitaria vas a encontrar cosas muy interesantessobre el perdón de las ofensas y la corrección fraterna.

–Ese tema también lo trato yo.

El Espíritu lo mira con una sonrisa irónica.

–Lo único que dices es: «Si tu hermano peca, repréndelo; si se arrepiente,perdónalo». ¿Sabes lo que escribió Mateo? Le sugerí que se inspirase en lo que hacíanen la comunidad de Qumrán, un grupo que habitaba en el desierto de Judá. Fíjate cómodesarrolló el tema: «Si tu hermano te ofende, ve y amonéstalo, tú y él a solas. Si teescucha, has ganado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de uno o dos,para que el asunto se resuelva por dos o tres testigos. Si no les hace caso, informa a lacomunidad. Y si no hace caso a la comunidad, considéralo un pagano o un recaudador».Como ves, la reprensión puede llegar a exigir tres pasos, si los dos primeros no tienenéxito. A propósito del perdón, ¿recuerdas cuántas veces hay que perdonar al hermano?No me digas que no lo sabes, está en tu Evangelio.

–Lo recuerdo: «Si siete veces al día te ofende tu hermano y siete veces vuelve a tidiciendo que se arrepiente, perdónalo».

–A Mateo le inspiré algo mejor. Pedro le pregunta a Jesús cuántas veces debeperdonar al hermano que le ofende. Dándoselas de generoso, sugiere: ¿hasta siete veces?Y Jesús le responde: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete». Acontinuación, Jesús cuenta una parábola magnífica sobre dos deudores a los que sumonarca perdona una deuda. No dejes de leerla. Basta que le digas a la tablilla:«Parábola de los dos deudores».

El Espíritu calla un momento y Lucas piensa que va a desaparecer, pero siguehablando.

–A Mateo le inspiré parábolas muy buenas. A ti también, no protestes. De la quequedé más satisfecho fue de la última, la del juicio de las naciones, cuando Jesús divide atodos en dos grandes grupos: los que le han alimentado, dado de beber, vestido, visitado,ayudado, y los que no han hecho nada de eso. No te estás enterando de lo que digo,¿verdad? Cuando la leas verás que es muy fácil de entender… y muy difícil de practicar.

–Hay otra parábola que me gusta mucho porque desconcierta a la gente: unpropietario va a la plaza del pueblo a contratar labradores a distintas horas del día, desdeel amanecer hasta cuando solo queda una hora de sol. Al final, con toda la mala idea del

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mundo, empieza a pagar por los últimos; los primeros piensan que recibirán mucho más,pero les paga exactamente lo mismo, lo que habían convenido. Naturalmente, seindignan, protestan, y el propietario les dice que él puede hacer con su dinero lo que le déla gana. ¿Qué te parece?

Lo que a Lucas le parece no debe decirse en el cielo, donde esas palabras estánprohibidas. Pero el Espíritu lo intuye y ríe alegremente.

–Dicho de forma suave, ese propietario es un indeseable, ¿verdad? Pues esepropietario es Dios, que paga a los paganos igual que a los judíos, aunque han empezadoa trabajar a última hora. ¿Cómo no se te ocurrió esa parábola, Lucas? Me decepcionas…Hablando de discursos y parábolas –el Espíritu parece incansable y con ganas de hablar–Mateo tiene un gran discurso con siete parábolas sobre el reino de Dios. Tú empezaste aescribir otro parecido, copiando a Marcos, pero se te quedó en un discursito con dosparábolas. Otras las desperdigaste por tu Evangelio…

–Jesús no era tan insensato como para contar siete parábolas seguidas –ataca Lucas.

El Espíritu lo mira desconcertado.

–Es verdad. Las parábolas hay que contarlas una a una, para sacarles su jugo. Nocomprendo cómo se le pudo ocurrir a Mateo acumularlas. De todos modos, en esediscurso hay tres parábolas que tú no conoces: la del tesoro, la de la perla y la de la red.Después te las dejo en la tablilla.

Lucas decide adoptar la táctica de adelantar la objeción.

–A propósito de parábolas, y ya que la responsabilidad de la defensa recae sobre ti,que debes inspirar la respuesta correcta, te advierto que vas a tener un gran problema:explicar por qué Jesús habla en parábolas.

–No veo dificultad en explicarlo –presume el Espíritu.

–Yo te lo aviso, por lo que pueda ocurrir.

Al Espíritu le gusta el tono desafiante adoptado por Lucas y lo asume él también.

–¿Puedes decirme cuántas parábolas tiene Mateo que tú no tienes? Sin preguntarle ala tablilla.

–Las que tú has citado: la del juicio de las naciones…

–Yo las he citado en desorden, y no todas… Imagínate que te lo pregunta Satán.Adelántate y dilas de corrido: el trigo y la cizaña, el tesoro en el campo, el mercader enperlas finas, la red, el escriba instruido, los jornaleros de la viña, los dos hijos, las diezmuchachas, los talentos, y el juicio de las naciones.

–No sé de qué tratan. Ni siquiera las he leído.

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–Eso no importa. Darás la impresión de dominar el tema. No te escandalices por loque digo. Jesús también era bastante cínico algunas veces. ¿Te suena este consejo a losdiscípulos: «Sed prudentes como serpientes y sencillos como palomas»? Un consejomagnífico. Algunos presumen de ir por la vida como serpientes y otros se comportancomo palomas. Lo difícil es unir las dos cosas, según las circunstancias.

–No conocía ese consejo.

–No está en Marcos, solo en Mateo.

–Y tú, Espíritu, ¿no te avergüenzas de que Mateo presente a Jesús como unoportunista, que se acomoda a lo que haga falta con tal de salir adelante? Porque eso selo inspiraste tú.

El Espíritu no hace caso a la objeción y vuelve a la carga.

–Otras palabras de Jesús que no conoces: «Acudid a mí, los que andáis cansados yagobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy tolerante yhumilde de corazón, y os sentiréis aliviados. Porque mi yugo es blando y mi carga esligera». Contra los fariseos y todos los que son como ellos –le comenta–, contra los quedisfrutan amargándole la vida a la gente.

–De esos sí había en mi comunidad. Pero no conocí esas palabras de Jesús. Unapena.

–Otra cosa de Mateo, que no conoces, es la promesa de Jesús a Pedro: «¡Dichosotú, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo ha revelado nadie de carne y sangre, sino miPadre del cielo! Pues yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta Piedra construiré miIglesia, y el imperio de la muerte no la vencerá. A ti te daré las llaves del reino de Dios: loque ates en la tierra quedará atado en el cielo; lo que desates en la tierra quedarádesatado en el cielo».

El Espíritu se transforma de nuevo en Satán y acusa:

–Me admira, Mateo, que una promesa tan importante solo la traiga usted.

Esta vez Lucas no sigue el juego.

–A mí también me admira. Tengo curiosidad por saber qué respuesta le inspirarás aMateo si se lo preguntan.

–Ya veremos. Hay otra enseñanza de Jesús que no conoces, a propósito deldivorcio. Los discípulos eran bastante machistas, querían poder divorciarse fácilmente.Jesús les dice que de eso, nada. En ese momento, Mateo añade algo que no está enMarcos: «Los discípulos le dijeron: “Si esa es la condición del marido con la mujer, másvale no casarse”. Y él les respondió: “No todos pueden con esa solución, si no son losque reciben tal don. Pues hay eunucos que son así de nacimiento; los hay castrados por

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los hombres y los hay que se han castrado por el reinado de Dios. El que pueda con ello,que lo acepte”».

Lucas comprende por qué algunos dicen que el Espíritu sopla cuando quiere ydonde quiere… y también sopla lo que quiere. Esos saltos continuos de un tema a otro,ese sentirse a veces como Mateo y a veces como Lucas, lo están mareando. No se atrevea protestar porque le está facilitando la tarea; sin embargo, no puede impedir un suspirode alivio cuando advierte que el Espíritu, de forma tan repentina y silenciosa como vino,ha desaparecido.

* * *

En ese momento, un pitido de la tablilla lo sobresalta. Mira la pantalla y encuentra:

ESPÍRITU SANTO ‡

Desconcertado, sale en busca de Marcos, pero se encuentra al arcángel Gabriel.

–¿Qué significa esto? –le pregunta.

–Que el Espíritu Santo te manda un documento adjunto. Usamos ese símbolo parano confundir nuestros mensajes con los de los terrestres.

–¿Y qué tengo que hacer?

Gabriel lo mira asombrado.

–¿Nunca has abierto un adjunto?

–Ni siquiera sabía que existían.

–Di «leer adjunto». Con eso basta.

Mientras Gabriel se aleja, protestando de la gente tan ignorante que ha entrado en elcielo, Lucas duda de dar la orden a la tablilla. ¿Qué habrá metido en ese adjunto elEspíritu? Imagina que las parábolas de Mateo y otras cosas parecidas. La curiosidad lovence. Vuelve a su despacho y pronuncia las palabras mágicas:

–Leer adjunto.

Inmediatamente se resuelve el misterio.

«Querido Lucas: Te envío una selección de las parábolas de Mateo que no tenéis ni tú ni Marcos. Dile a latablilla: “Parábolas de Mateo, ver”. Van acompañadas de título; a los numeritos no tienes que hacerles caso».

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Está a punto de leerlas cuando irrumpe Marcos, de forma tan repentina como elEspíritu.

–¿Sabes que se pueden editar los documentos?

Lucas, que, después de la larga visita del Espíritu, desea un rato de paz, se contienea duras penas.

–No sé qué es editar y no sé qué es un documento.

–Es muy sencillo. ¿Qué tienes en la tablilla?

–Iba a leer una parábola de Mateo titulada «El trigo y la cizaña».

–Muy bien. Léela.

–Tiene numeritos.

–No importa. Léela.

1324El reinado de Dios es como un hombre que sembró semilla buena en su campo. 25Pero, mientras lagente dormía, vino su enemigo y sembró cizaña en medio del trigo, y se marchó. 26Cuando el tallo brotó yempezó a granar, se descubrió la cizaña. 27Fueron entonces los siervos y le dijeron al amo: «Señor, ¿nosembraste semilla buena en tu campo? ¿De dónde le viene la cizaña?». 28Les contestó: «Un enemigo lo hahecho». Le dijeron los siervos: «¿Quieres que vayamos a arrancarla?». 29Les contestó: «No; que, alarrancarla, vais a sacar con ella el trigo. 30Dejad que crezcan juntos hasta la siega. Cuando llegue la siega,diré a los segadores: “Arrancad primero la cizaña, atadla en gavillas y echadla al fuego; luego recoged el trigoy guardadlo en mi granero”».

–¿La has leído ya? ¿Sí? Di: «Editar documento».

–Editar documento.

–Ahora puedes añadir comentarios tuyos, seleccionar alguna frase que te guste…Por ejemplo, ¿has entendido la parábola?

–No.

–Pues di: «Añadir comentario: la parábola no se entiende».

–Añadir comentario: la parábola no se entiende.

Para sorpresa de los dos, lo que aparece en pantalla no son esas palabras sino esteaviso:

«La parábola la explica Jesús más adelante del modo siguiente:

1336Se le acercaron los discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña”. 37Él les contestó: “Elque sembró la semilla buena es el Hijo del Hombre; 38el campo es el mundo; la buena semilla son losciudadanos del reino; la cizaña son los súbditos del maligno; 39el enemigo que la siembra es el diablo; la siegaes el fin del mundo; los segadores son los ángeles. 40Como se recoge la cizaña y se echa al fuego, así

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sucederá al fin del mundo: 41el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles para que recojan de su reino todos losescándalos y los malhechores, 42y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.43Entonces, en el reino de su Padre, los justos brillarán como el sol. Quien tenga oídos, que escuche”».

–¿La entiendes ahora? –pregunta Marcos.

–Creo que sí. Me recuerda algo que yo cuento a propósito de Juan y Santiago.Querían destruir con un rayo a una aldea samaritana que no los había acogido. Jesús senegó en redondo. No hay que arrancar la cizaña antes de tiempo, como diría estaparábola.

–Pues, si quieres, añade ese comentario tuyo, y aparecerá cada vez que busques laparábola. Así no se te olvida. Bueno, te dejo; tengo mucho trabajo.

–¿Qué Evangelio estás leyendo, el de Mateo?

–No. Estoy leyendo el manual de instrucciones de la tablilla.

* * *

La idea de añadir comentarios propios al Evangelio de Mateo le resultó interesante aLucas. Con la ayuda de Marcos consiguió realizar búsquedas cada vez más curiosas,incluso inútiles, que fue incorporando a la tablilla. A las parábolas de Mateo que le habíasugerido el Espíritu añadió otros textos que le gustaron de forma especial, y el conjuntoterminó de la forma siguiente:

→ El tesoro, la perla y la red

1344El reinado de Dios se parece a un tesoro escondido en un campo: lo descubre un hombre, lo vuelve aesconder y, lleno de alegría, vende todas sus posesiones para comprar aquel campo.

45El reinado de Dios se parece a un mercader en busca de perlas finas: 46al descubrir una de gran valor, va,vende todas sus posesiones y la compra.

47El reinado de Dios se parece a una red echada al mar, que atrapa peces de toda especie. 48Cuando se llena,los pescadores la sacan a la orilla y, sentándose, reúnen los buenos en cestas y los que no valen los tiran.49Así sucederá al fin del mundo: vendrán los ángeles y separarán a los malos de los buenos 50y los echaránal horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

La expresión «llanto y rechinar de dientes» le gusta mucho a Mateo; la usa seisveces; yo una sola vez, en la parábola del rico y Lázaro.

→ Los dos deudores

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1823El reino de Dios se parece a un rey que decidió ajustar cuentas con sus criados. 24Nada más empezar, lepresentaron a uno que le adeudaba diez mil monedas de oro. 25Como no tenía con qué pagar, mandó el reyque vendieran a su mujer, sus hijos y todas sus posesiones para pagar la deuda. 26El criado se prosternó anteél suplicándole: «¡Ten paciencia conmigo, que te lo pagaré todo!». 27Compadecido de aquel criado, el rey lodejó ir y le perdonó la deuda. 28Al salir, aquel criado tropezó con otro criado que le debía cien monedas. Loagarró del cuello y, mientras lo ahogaba, le decía: «¡Págame lo que me debes!». 29Cayendo a sus pies, elcompañero le suplicaba: «¡Ten paciencia conmigo y te lo pagaré!». 30Pero el otro se negó y lo hizo meter enla cárcel hasta que pagara la deuda. 31Al ver lo sucedido, los otros criados se sintieron muy mal y fueron acontarle al rey todo lo sucedido. 32Entonces el rey lo llamó y le dijo: «¡Criado perverso, toda aquella deuda tela perdoné porque me lo suplicaste! 33¿No debías tú tener compasión de tu compañero como yo la tuve deti?». 34E, indignado, el rey lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. 35Así os tratará miPadre del cielo si no perdonáis de corazón cada uno a su hermano.

Esta parábola la cuenta Jesús después de que Pedro le pregunte cuántas veces hayque perdonar. El final deja claro que el perdón no es cuestión de cantidad sino de calidad.Perdonar setenta veces siete significa «perdonar de corazón».

→ El dueño de la viña y los trabajadores

201El reinado de Dios se parece a un hacendado que salió de mañana a contratar braceros para su viña. 2Seapalabró con ellos en un denario al día y los envió a su viña. 3Volvió a salir a media mañana, vio en la plaza aotros que no tenían trabajo 4y les dijo: «Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido». 5Ellos sefueron. Volvió a salir a mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. 6Al caer de la tarde salió, encontró otrosque no tenían trabajo y les dijo: «¿Qué hacéis aquí parados todo el día sin trabajar?». 7Le contestan: «Nadienos ha contratado». Y él les dice: «Id también vosotros a mi viña». 8Al anochecer, el dueño de la viña dijo alcapataz: «Reúne a los braceros y págales su jornal, empezando por los últimos y acabando por losprimeros». 9Pasaron los del atardecer y recibieron un denario. 10Cuando llegaron los primeros, esperabanrecibir más; pero también ellos recibieron un denario. 11Al recibirlo, protestaron al hacendado: 12«Estosúltimos han trabajado una hora y les has pagado igual que a nosotros, que hemos soportado la fatiga y elcalor del día». 13Él contestó a uno de ellos: «Amigo, no te hago injusticia; ¿no nos apalabramos en undenario? 14Pues toma lo tuyo y vete. Que yo quiero dar al último lo mismo que a ti. 15¿O no puedo yodisponer de mis bienes como me parezca? ¿Por qué tomas a mal que yo sea generoso?». 16Así, los últimosserán los primeros y los primeros serán los últimos.

La frase del numerito 16 se parece mucho a una que tengo yo: «Mirad, hay últimosque serán primeros y primeros que serán últimos». Pero yo la pongo al final de unaparábola completamente distinta. Probablemente a Mateo le ocurrió lo mismo que a mí:no sabíamos qué quería decir Jesús con esa frase, e intentamos explicarla poniéndola alfinal de una parábola.

→ Los dos hijos

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2128A ver, ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le dijo: «Hijo, ve hoy a trabajaren la viña». 29El hijo le respondió: «No quiero»; pero luego se arrepintió y fue. 30Acercándose al segundo, ledijo lo mismo. Este respondió: «Ya voy, señor»; pero no fue. 31¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?Le dijeron: «El primero». Y Jesús les contestó: «Os aseguro que los recaudadores y las prostitutas entraránantes que vosotros en el reino de Dios. 32Porque vino Juan, enseñando el camino de la justicia, y no lecreyeron, mientras que los recaudadores y las prostitutas le creyeron. Y vosotros, aun después de verlo, noos habéis arrepentido ni le habéis creído».

El conjunto se parece bastante a algo que tengo en mi Evangelio: «Todo el puebloque escuchó y hasta los recaudadores dieron la razón a Dios aceptando el bautismo deJuan; en cambio, los fariseos y los doctores de la ley rechazaron lo que Dios quería deellos, al no dejarse bautizar por él».

→ El juicio de las naciones

2531Cuando el Hijo del Hombre llegue con majestad, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en sutrono de gloria 32y ante él comparecerán todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastorsepara las ovejas de las cabras. 33Colocará a las ovejas a su derecha y a las cabras a su izquierda.34Entonces el rey dirá a los de la derecha: «Venid, benditos de mi Padre, a heredar el reino preparado paravosotros desde la creación del mundo. 35Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteisde beber, era inmigrante y me acogisteis, 36estaba desnudo y me vestisteis, estaba enfermo y me visitasteis,estaba encarcelado y vinisteis a verme». 37Los justos le responderán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento yte alimentamos, sediento y te dimos de beber, 38inmigrante y te recibimos, desnudo y te vestimos?39¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y fuimos a visitarte?». 40El rey les contestará: «Os aseguro quelo que hayáis hecho a uno solo de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis». 41Después dirá a losde su izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42Porquetuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, 43era inmigrante y no meacogisteis, estaba desnudo y no me vestisteis, estaba enfermo y encarcelado y no me visitasteis». 44Ellosreplicarán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, inmigrante o desnudo, enfermo o encarcelado yno te socorrimos?». 45Él responderá: «Os aseguro que lo que no hicisteis a uno de estos más pequeños nome lo hicisteis a mí». 46Estos irán al castigo perpetuo y los justos a la vida eterna.

Espléndida. Como me comentó el Espíritu: «Fácil de entender, difícil de practicar».

→ Interpretación de «no matarás»

521Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás; el homicida responderá ante el tribunal». 22Pues yoos digo que todo el que se deje llevar por la cólera contra su hermano responderá ante el tribunal. Quienllame a su hermano inútil responderá ante el Consejo. Quien lo llame loco incurrirá en la pena del horno defuego. 23Si mientras llevas tu ofrenda al altar te acuerdas de que tu hermano tiene queja de ti, 24deja laofrenda delante del altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y después vuelve a llevar tu ofrenda.

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Supongo que Pablo no conoció esta interpretación del mandamiento. Si la conoció,no la practicó. Se encolerizaba fácilmente, no ahorraba insultos a los judaizantes, y no sele habría pasado por la cabeza dejar la ofrenda delante del altar para reconciliarse conellos.

→ Interpretación de «no cometerás adulterio»

527Habéis oído que se dijo: «No cometerás adulterio». 28Pues yo os digo que quien mira a una mujerdeseándola ya ha cometido adulterio con ella en su corazón. 29Si tu ojo derecho te induce a pecar, sácatelo ytíralo lejos de ti. Más te vale perder una parte de tu cuerpo que ser arrojado entero al infierno. 30Y si tu manoderecha te lleva a pecar, córtatela y tírala lejos de ti. Más te vale perder una parte de tu cuerpo que terminarentero en el horno.

Marcos tiene unas palabras parecidas sobre cortarse la mano y el pie, pero en otrocontexto. Yo estuve dudando si copiarlas, pero preferí no hacerlo porque siempre haygente exaltada capaz de interpretarlas al pie de la letra.

→ Oración, limosna y ayuno

61Guardaos de hacer las obras buenas en público solamente para que os vean; de lo contrario, no osrecompensará vuestro Padre del cielo. 2Cuando des limosna, no hagas tocar la trompeta por delante, comohacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que los alabe la gente. Os aseguro que ya hanrecibido su paga. 3Cuando tú hagas limosna, no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha;4de ese modotu limosna quedará escondida, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.

5Cuando oréis, no hagáis como los hipócritas, que gustan de rezar de pie en las sinagogas y en las esquinaspara exhibirse ante la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga. 6Cuando tú vayas a orar, entra en tuhabitación, cierra la puerta y reza a tu Padre a escondidas. Y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.

16Cuando ayunéis, no pongáis cara triste como los hipócritas, que desfiguran la cara para hacer ver a lagente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. 17Cuando tú ayunes, perfúmate la cabeza ylávate la cara, 18de modo que tu ayuno no lo vean los hombres, sino tu Padre, que está escondido; y tuPadre, que ve en lo escondido, te lo pagará.

Las tres grandes obras de piedad. Jesús no quiere que sus discípulos las practiquencomo los fariseos, para llamar la atención de la gente.

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11.Satán contra todos (I)

Gabriel no pudo callarse y, cuando los arcángeles se enteraron de que Lucas tenía unatablilla, aunque no sabía usarla demasiado bien, supusieron que Mateo y Marcos tambiénla tenían. El autor del regalo no se prestaba a discusión, porque nadie podía imaginar quelas hubieran robado de la oficina de informática. Rafael sugirió pronto una explicación:«El Espíritu no puede intervenir en el debate, se las ha regalado para que lo preparenbien». No todos estuvieron de acuerdo, pero el rumor, que se corrió pronto por losdiversos órdenes celestes, acrecentó el interés por la sesión siguiente.

Mientras, el despacho de Satán hervía de actividad. Después de intenso trabajo enequipo, Asmodeo pudo presentar a Satán un imponente volumen de acusaciones, conabundantes erratas, perfectamente compatibles con la ortografía del infierno.

Cuando se abre la sesión, después del ritual acostumbrado, todos esperan uncomienzo solemne de Satán, una acusación terrible contra los evangelistas. Sin embargo,sorprende a todos, incluso al Espíritu, con unas sencillas palabras:

–Majestad, desearía preguntar a los acusados si han hecho pan alguna vez.

Mantuvo un largo silencio, en medio del desconcierto general, antes de seguir.

–No es preciso que me respondan. Era una pregunta retórica. Estoy seguro de quenunca lo han hecho… Sin embargo, saben lo que es la levadura y para qué sirve,¿verdad? Se preguntará Vuestra Majestad, se preguntará esta asamblea –tanto la partedigna como la indigna, de la que formo parte– a dónde quiero ir a parar. A algo muysencillo: a hablar de la levadura. Porque estos tres pretendidos autores ponen en boca deJesús unas palabras sobre la levadura que me tienen desconcertado.

Esta vez, la oratoria barata y anticuada de Satán no provoca una reprimenda delPadre ni del Espíritu; están intrigados por lo que podrá decir.

–Según Marcos, un día dijo Jesús a sus discípulos: «¡Atención! Cuidado con lalevadura de los fariseos y con la de Herodes». No se preocupen si no lo entienden,volveré sobre el tema. Lo importante es que Mateo pone en boca de Jesús estas otraspalabras: «¡Atención! Absteneos de la levadura de los fariseos y de los saduceos». YLucas, simplemente: «Absteneos de la levadura». Cualquiera que desee ser un buencristiano, un fiel seguidor de la enseñanza de Jesús, se preguntará desconcertado: ¿de quédebo abstenerme? ¿De la levadura? ¿De la levadura de los fariseos y de Herodes? ¿De lalevadura de los fariseos y saduceos? Pero no acaba aquí su desconcierto. Porque siintenta saber a qué se refiere Jesús con la levadura, Marcos no se lo explica; Mateo ledice que significa la doctrina de los fariseos y saduceos; y Lucas la refiere a la hipocresía.

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Satán mira con su habitual sonrisa sardónica a la bancada de la derecha, queprocura no reflejar la inquietud que le provoca ese sutil ataque.

–Ya que estamos en la cocina, sigamos con otros elementos culinarios: el fuego y lasal. A partir de ellos demostraré cómo los evangelistas alteran, tergiversan y manipulan elmensaje de Jesús.

–El punto de partida son estas curiosas palabras que pone Marcos en boca de Jesús:«Todos serán sazonados al fuego. La sal es buena; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con quéla sazonarán? Vosotros tened sal y estad en paz con los demás».

–No crean que nos ha resultado fácil, a mí y a mi equipo, entender lo que aquí sedice. Ni siquiera estamos seguros de haber dado con la interpretación correcta. Aquí seunen dos métodos para dar sabor a los alimentos: el primero se conoce como rehogar,sazonar una vianda a fuego lento, sin agua; el segundo es el más habitual de ponerle sal.

–A partir de aquí, todo es misterio. ¿Qué significa «todos serán sazonados alfuego»? ¿Que los harán pasar una temporada en un ambiente parecido al mío? ¿Es unareferencia críptica a lo que más tarde llamaron el purgatorio? ¿Todos, sin excepción,incluida la señora madre de Jesús, deberán pasar por esa desagradable experiencia?

–Si complicado es el comienzo, no le va a la zaga lo que sigue. Porque ahora no setrata de sazonar con sal, sino de la imposibilidad de sazonar una sal que ha perdido susabor. La consecuencia lógica sería: «No permitáis que vuestra sal se vuelva sosa». Perono. Lo que se aconseja es: «Tened sal y estad en paz con los demás».

–Si me dejara arrastrar por el cinismo –vicio que me repugna– diría: «¡Qué penaque los emperadores romanos y todos los reyes que les sucedieron no tuvieran en cuentaeste sapientísimo consejo de Marcos! ¡Basta tener sal para estar en paz con todo elmundo! ¡Basta tener sal para evitar guerras, muertes y destrucción!». Pero no soy uncínico, y me pregunto angustiado: ¿se imaginan ustedes a Jesús diciendo esta tontería?

–La prueba palmaria de que no son palabras de Jesús la tenéis en la conducta deMateo y Lucas, que cambiaron drásticamente el texto de Marcos. Mateo elimina elfuego, se queda con la sal, y dice a los discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Si lasal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá su sabor? Solo sirve para tirarla y que lapise la gente». Al menos deja claro que la sal son los seguidores de Jesús, y que el peligroque corren es el de perder su sabor.

–Algún ingenuo dirá entusiasmado: «Esas son las palabras auténticas de Jesús, lasque trae Mateo». Pero nada más fácil de destruir que la ingenuidad del ingenuo. Bastadarle a leer las palabras que usa Lucas: «Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa,¿con qué la sazonarán? No sirve ni para el campo ni para el estercolero; hay que tirarla».Aquí no se identifica a los discípulos con la sal, como hace Mateo. Lo que tenemos esuna sencilla instrucción, de esas que tanto gustan a los sabios, para demostrar a sus

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discípulos que son tontos y que no entenderían nada si ellos no se lo explican. En estecaso, el maestro no tiene ganas de explicar el sentido porque, según Lucas, Jesús terminacon estas palabras: «Quien tenga oídos para oír, que escuche». Una forma elegante dedecir: «Si no lo has entendido, peor para ti; eres un perfecto estúpido».

–Satán –lo interrumpe el Espíritu–, estás atribuyendo al texto cosas que no dice.Limítate a exponer los hechos.

Tras un gesto de aceptación, Satán recorre con la mirada el auditorio, sin atreverse aalzarla hacia el Señor Dios, y dice con tono humilde:

–Sé que les estoy cansando, que estas comparaciones minuciosas aburren. Pero lagravedad del caso me obliga a detenerme en esos aspectos. ¿Qué dijo Jesús y qué lehicieron decir Marcos, Mateo y Lucas? ¿Pronunció una simple instrucción sapiencial, sinexplicarla, como dice Lucas? ¿La aplicó a sus seguidores, como afirma Mateo? ¿Creóuna terrible confusión, uniendo el fuego y la sal, como propone Marcos?

–Vuestra Majestad, los veinticuatro ancianos, los siete órdenes celestes dirán que meestoy fijando en tonterías sin importancia. Pero el mismo Jesús dijo en una ocasión que«El que es de fiar en lo poco, es de fiar en lo mucho; el que es deshonesto en lo poco, esdeshonesto en lo mucho». Y si no puedo fiarme de los evangelistas en algo tan baladícomo la levadura, el fuego y la sal, ¿cómo podré fiarme de ellos cuando traten cuestionesde suma gravedad?

Satán da un largo paseo, fingiendo buscar respuesta a la pregunta que ha lanzado,sin lograr encontrarla.

–Tras este breve y modesto exordio –continúa– desarrollaré algunos aspectos deespecial importancia; no todos, aclaro: solo algunos de los que se van encontrando amedida que se desgranan las páginas de los Evangelios.

–Satán, usa un lenguaje correcto –le reprende el Espíritu–. Las páginas no sedesgranan.

–Es cierto, pido perdón. ¿Puedo decir «se recorren»? ¿O debo contentarme con unvulgar «se leen»? Pues bien, enumero cuatro cuestiones que trataré en este recorrido,más sucinto de lo que yo quisiera, pero adecuado al deseo de no fatigar al ilustreauditorio. Empezaré hablando del uso de parábolas por parte de Jesús; seguiré con laoración del Padre nuestro; continuaré con las instrucciones a los discípulos cuando losenvía a la misión; y terminaré con un caso concreto centrado en el divorcio. Estos temasafectan a los tres acusados por igual.

Satán abre la primera página del volumen elaborado por Asmodeo y simulaconcentrarse en su lectura.

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–Comenzaré por el uso de parábolas, procedimiento habitual en todos los pueblos yculturas para enseñar de forma amena y agradable las cuestiones más complejas. Jesúsfue un maestro en el recurso a este género. Pero tuvo la desgracia de no escribir nada, ysus comparaciones, semejanzas, imágenes, cuentos e historias cayeron en manos de unosirresponsables que las interpretaron y cambiaron a su gusto, o incluso las convirtieron enauténticos enigmas de imposible solución, como hemos visto hace poco.

–Escribe Marcos que, en cierta ocasión, se reunió gran cantidad de gente en torno aJesús, él les contó diversas parábolas y, al final, «con muchas parábolas semejantes lesexponía la Palabra, conforme a lo que podían comprender».

–«Conforme a lo que podían comprender». ¿Qué deducen de estas palabras? QueJesús se adaptaba a la capacidad de sus oyentes, gente sencilla de Galilea, campesinos ypescadores. Si han llegado a esta conclusión, se equivocan. Porque el mismo Marcospresenta poco antes a Jesús contando la parábola del sembrador, que no entiende nadie,ni la gente ni los discípulos. Y cuando estos le preguntan qué significa, les responde: «Avosotros se os comunica el secreto del reinado de Dios; pero a los de fuera todo se lespropone en parábolas, de modo que por más que miren, no vean; por más queescuchen, no comprendan; no sea que se conviertan y sean perdonados» (Mc 4,11-12).

–¿Han escuchado alguna vez blasfemia mayor? Decir que Jesús habla en parábolaspara que la gente no vea, no comprenda, no se convierta, y se condene. Y esto lo escribeMarcos, que al principio de su Evangelio ha dicho que Jesús predicaba: «Arrepentíos ycreed la buena noticia». El que predicaba la conversión ahora procura que no seconviertan; y el que anunciaba una buena noticia ahora proclama un mal anuncio.

–Si creen que Mateo y Lucas mejorarán este entuerto, su esperanza se veráfrustrada. Lucas, consciente del desaguisado, escribe algo más suave: «A vosotros se osconcede conocer los secretos del reinado de Dios; pero a los demás se les habla enparábolas, para que viendo, no vean, y escuchando, no comprendan». Al menos omitelas duras palabras: «no sea que se conviertan y sean perdonados».

–En cuanto a Mateo, después de añadir al escándalo otro misterio, busca unaescapatoria elegante echándole la culpa a la gente y al profeta Isaías: «A vosotros se osconcede conocer los secretos del reinado de Dios, pero a ellos no se les concede. Al quetiene le darán y le sobrará; al que no tiene le quitarán incluso lo que tiene. Por eso leshablo contando parábolas: porque miran y no ven, escuchan y no oyen ni comprenden.Se cumple en ellos aquella profecía de Isaías: Por más que escuchéis, no comprenderéis;por más que miréis, no veréis. Se ha embotado la mente de este pueblo; se han vueltoduros de oído, se han tapado los ojos. Que sus ojos no vean ni sus oídos oigan, ni sumente entienda, ni se conviertan para que yo los sane».

–Es asombroso cómo culpa Mateo a la gente, cómo la presenta de forma indigna yrastrera. Dice de ellos que no tienen nada, y van a quitarles incluso lo que no tienen; que

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miran y no ven, escuchan y no oyen ni comprenden, tienen la mente embotada, los oídosduros, los ojos tapados… A pesar de todo esto, dice Mateo que Jesús les hablaba enparábolas. ¿No significa esto una miserable pérdida de tiempo?

–Volviendo al comienzo, me pregunto: ¿para qué habla Jesús en parábolas? ¿Paraacomodarse a la capacidad de la gente? ¿Para que no le entiendan, no se conviertan y secondenen? ¿No advierte Vuestra Majestad, no advierte todo el sabio auditorio, la sutilmanera que tienen los evangelistas de desprestigiar a Jesús, atribuyéndole intenciones quenunca tuvo? ¿No se confirma la necesidad de prohibir la lectura de estos libros, comohemos defendido desde la primera sesión?

–Por si esto no fuera suficiente, paso a la oración que enseñó Jesús a sus discípulos:el Padre nuestro. Parece que Marcos nunca la rezó; si la rezó, no debía saber que era delSeñor y que era importante, porque no la cita en su Evangelio. Ya me conozco sustrucos; dirá que él no tuvo acceso al manuscrito que usaron Mateo y Lucas… Como sifuera preciso un manuscrito para conocer la oración más famosa de todos los tiempos.Pero no piensen que Mateo y Lucas son mucho más dignos de crédito que Marcos.

Para empezar, no coinciden en el momento en que Jesús enseñó esa oración. SegúnMateo, fue en un largo discurso tenido en lo alto del monte a una inmensa multitud; loincluye en medio de unos consejos sobre la limosna, la oración y el ayuno. Lucas, encambio, lo cuenta de forma muy distinta: Jesús no está teniendo un discurso, ha estadorezando, hace una pausa y, entonces, uno de los discípulos… no se dice quién, porquelos Evangelios siempre son bastante imprecisos, le pide que les enseñe a rezar igual queJuan Bautista enseñó a sus discípulos. Y Jesús les enseña el Padre nuestro. Me dirán quees una diferencia sin importancia. ¿Qué más da un gran auditorio o el grupo selecto delos doce? ¿Qué importa que lo enseñe en lo alto de un monte o a la sombra de unaencina? De acuerdo. Pero recuerden lo que les he dicho sobre la imprecisión de losEvangelios. El que quiera datos exactos más vale que no los lea.

Hay algo mucho más importante. Las oraciones de Mateo y Lucas no coinciden. Lade Mateo es más larga. Tiene dos peticiones más: «hágase tu voluntad en la tierra comoen el cielo» y «líbranos del mal», o «del maligno», como quieran entenderlo. ¿Añadióestas peticiones Mateo? ¿Las suprimió Lucas? Me parece más lógico lo primero. Encualquier caso, yo me digo: Marcos no conoce la oración, Mateo y Lucas no coinciden…¿Cómo permitió eso el Espíritu? Él ha dicho que no dictaba, que se limitaba a inspirar.Pero en una cuestión tan importante podía haber inspirado un poquito más, ¿no lesparece?

Ante el silencio del Espíritu, el Padre interviene serio.

–¡Satán, tus ironías bordean la falta de respeto! ¡Más cuidado!

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–Lo tendré, Majestad. Seré tan moderado que ni siquiera les pediré a losevangelistas que respondan a lo que he dicho sobre la oración. No quiero ponerlos en unapuro.

Consulta el volumen de Asmodeo y continúa.

–Paso a las instrucciones de Jesús a los discípulos cuando los envía en misión. Si nofuera por mi conocida sobriedad, me extendería en indicar las numerosas diferencias eincluso contradicciones. Ustedes, los ángeles, enviados con frecuencia allá abajo acumplir diversos encargos, son los que mejor me pueden entender. Imaginen que, antesde salir, les entregan tres escritos donde se indica a dónde deben dirigirse, qué debenhacer, lo que pueden llevar para el camino y cómo deben comportarse cuando lleguen auna ciudad.

–Empecemos por lo más importante para un mensajero o un misionero: a dóndedebe ir. El primer documento, el de Marcos, no les dice nada. El de Lucas, tampoco.Pero Mateo afirma de manera tajante: «No os dirijáis a países de paganos, no entréis enciudades de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas descarriadas de la casa de Israel».

–Pasemos a lo que deben hacer los misioneros. Marcos lo limita a luchar contra losespíritus inmundos; Lucas lo resume en «proclamar el reino de Dios y sanar enfermos»;Mateo es, de nuevo, el más extenso: «Proclamad que el reinado de Dios está cerca.Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, expulsad demonios».

–¿Qué pueden llevar para el camino? Según Marcos, nada más que un bastón; nipan, ni alforja, ni dinero; pueden calzar sandalias, pero que no lleven túnica de repuesto.

Si les parece muy poco, escuchen a Lucas, que les quita incluso el bastón y lassandalias: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero, ni dostúnicas». Y este es también el punto de vista de Mateo: «No llevéis en el cinturón oro niplata ni cobre, ni alforja para el camino ni dos túnicas, ni sandalias ni bastón». Despuésde leer estas instrucciones, el pobre misionero se pregunta: ¿puedo llevar bastón? ¿Puedollevar sandalias? Pero dejémoslo sumido en la incertidumbre y sigamos adelante.

–¿Cómo deben comportarse cuando llegan a una ciudad? Marcos y Lucas dicen lomismo: «Cuando entréis en una casa, quedaos allí hasta que os marchéis. Si en un lugarno os reciben ni os escuchan, salid de allí y sacudíos el polvo de los pies como protestacontra ellos». Pero Mateo añade instrucciones mucho más concretas: «Cuando entréis enuna ciudad o aldea, preguntad por alguna persona respetable y hospedaos con él hastaque os marchéis. Al entrar en la casa, saludadla con la paz; si la merece, entrará en ellavuestra paz; si no la merece, vuestra paz retornará a vosotros. Si alguien no os recibe niescucha vuestro mensaje, al salir de aquella casa o ciudad, sacudíos el polvo de los pies».

«Me dirán, y acepto la objeción con mi habitual humildad, que muchas de estasdiferencias son insignificantes, que las concreciones de Mateo no contradicen a las

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exposiciones sucintas de Marcos y Lucas. Me dirán, y nuevamente lo acepto, que el usodel bastón y las sandalias estarían justificados por la experiencia posterior, cuando losmisioneros debían recorrer terribles senderos intransitables y plagados de bandidos. Perolo que interesa dilucidar es si Jesús dijo realmente lo que se le atribuye, y cuál de los tresevangelistas lleva razón, si es que la lleva alguno, cosa que dudo.

El Espíritu lo interrumpe enérgico.

–Satán, no dictes sentencia antes de tiempo. Solo te corresponde presentar tusobjeciones.

–Pido nuevamente perdón. Termino con una cuestión práctica. ¿Les gustaría saberlo que pensaba Jesús a propósito del derecho del varón a repudiar a su mujer porcualquier causa, como admitían muchos doctores de su época? A mí también. Pero meresulta imposible hacerme una idea clara. Porque Marcos y Lucas condenan el repudiosin reservas; Mateo, en cambio, lo admite en caso de porneia, un término que parecehaber elegido a propósito para crear confusión, porque unos lo interpretan comoadulterio, otros como concubinato, otros como unión ilegal… Pero es que hay otradiferencia en esta materia tan importante. Mateo y Lucas solo consideran la posibilidadde que el varón se divorcie de la mujer; Marcos, en cambio, también tiene en cuenta laposibilidad de que la mujer se divorcie del marido. Me dirán nuevamente: Marcos piensaen lectores romanos, donde la ley permite a la mujer divorciarse. Pero a mí no meinteresa lo que piense Marcos, sino lo que piensa Jesús. Y me quedo con la duda de cuálde los tres evangelistas lleva razón, si es que la lleva alguno.

Satán agita el volumen que le ha preparado Asmodeo.

–Estas y otras muchas diferencias que aquí se contienen demuestran cómo losevangelistas tergiversan y deforman la enseñanza de Jesús, motivo más que suficientepara prohibir la lectura de sus obras y privarles a ellos de la bienaventuranza de la quetan indignamente gozan.

–Alguno habrá podido deducir de mi exposición que Marcos, Mateo y Lucas sontres grandes amigos, aunque a veces discrepen en ciertos datos, y que su único enemigosoy yo. Quien así piense, se equivoca. ¡Son ellos sus peores enemigos! Entre ellos existeuna guerra soterrada y cruel, como demostraré a continuación.

–A continuación, no, Satán –decide el Espíritu–. Te has alargado mucho y hay quedejarles tiempo para que preparen su defensa. Se levanta la sesión.

* * *

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Las reacciones de las dos bancadas son las habituales a mitad de las sesiones: euforia enla izquierda, preocupación disimulada en la derecha. Solo el Padre y el Espíritu parecenplenamente satisfechos a causa del placer que les proporciona el debate. Jesús contemplay escucha abstraído, como si nada fuera con él. María es la única que, en este caso,realiza algo poco habitual en ella: se alza rápido de su trono y se dirige a Lucas. Nadie, nisiquiera el Espíritu, a pesar de que todo lo penetra, consigue enterarse de lo que lesusurra.

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12.Satán contra todos (II)

A los demonios, cualquier alegría les provoca dolor. Por eso, con enorme esfuerzo,intentan reprimir la satisfacción que les ha producido la intervención de Satán.Mefistófeles, que siempre anda filosofando, se pregunta qué más les da a ellos que seprohíban los Evangelios o se condene a sus autores. Se resigna concluyendo que lamisión de un demonio es fastidiar por fastidiar, independientemente del beneficio quepueda procurarle, que sabe de antemano que es nulo. Pero no puede dejar de mirar concierto escepticismo el volumen confeccionado por Asmodeo, del que Satán extrae taninteligentes objeciones.

* * *

En el despacho de Lucas, el ambiente es distinto. Lo de la levadura ha sido un golpebajo, como confirma Marcos de inmediato.

–Le he pedido a la tablilla una estadística rápida de cuántos cristianos han oídohablar de la levadura en los Evangelios. Fijaos en la respuesta: «El 33% de los cristianosno sabe qué es la levadura. El 93,4% niega que en los Evangelios se hable de la levadura.El 5,2% responde que la levadura se usa en una parábola del reino de Dios. Y solo el1,4% conoce lo de “Absteneos de la levadura…”». ¿Qué significa esto?

Como ni Mateo ni Lucas saben a dónde quiere ir, los dos callan.

–Significa que Satán ha hecho una montaña de un grano de arena. Dice que la genteva a perder la fe por una frasecita que ni siquiera conocen. Además, ¿a quién puedeinteresarle la levadura de Herodes, que lleva un montón de siglos muerto? ¿O la levadurade los saduceos, que ya ni existen? Y lo del fuego y la sal… ¿Qué culpa tengo yo? Asíme lo enseñaron, y así lo escribí. Vosotros os tomasteis más libertad…

–Lo importante es no perder la calma –aconseja Lucas–, recordar muy bien de quénos ha acusado Satán e intuir qué tiene preparado para la próxima sesión.

–Recordar lo que ha dicho es muy fácil –sonríe Marcos–. La tablilla sirve tambiénpara grabar. «Discurso de Satán», le dice.

Se oye un ligero rumor de fondo y a continuación:

–Majestad, desearía preguntar a los acusados si han hecho pan alguna vez.

Mateo y Lucas lo miran asombrados.

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–¿Tienes ahí todo el discurso?

–De principio a fin.

–Eso nos ayudará mucho –se anima Mateo–. Podremos estar al tanto del menorfallo de su argumentación.

–Y yo tengo otra arma secreta –dice Lucas, dándose cierta importancia–. Peroahora mismo no puedo decir cuál es.

–Esos secretismos traen después malas consecuencias –protesta Mateo.

–Lo siento, no puedo decir más.

–Pues, entonces, no haber dicho nada.

Marcos, el más joven, es quien calma los ánimos.

–Ya estamos peleándonos, como quiere Satán. Vamos a escuchar de nuevo lasacusaciones.

* * *

Reunida la corte celeste, Satán vuelve a tomar la palabra.

–Mi exposición anterior, interrumpida por el moderador cuando advirtió que lasituación se ponía muy mal para sus falsos amigos…

–Satán –lo interrumpe de inmediato el Padre–, no emitas juicios de valor sobre losevangelistas.

–Lo de falsos amigos lo decía con buena intención, para prevenir al Espíritu dequienes abusan de su bondad e inspiración. Pero veo que siempre se interpretan mal mispalabras y sigo adelante. Mi exposición anterior, decía, abarcaba a estos tres amigos porigual. Ahora me centraré en cada uno de ellos.

–Comienzo por Marcos, aunque no me detendré mucho en él. Fue el primero enescribir y no se presta a establecer comparaciones con Mateo y Lucas. Pero deboacusarle de haber presentado a Jesús como un pésimo maestro, que desconcierta a susdiscípulos con palabras ininteligibles. ¡Atención! No digo que Jesús lo fuese. Digo queMarcos lo presenta de esa forma digna de oprobio y vituperio.

–El amor de Marcos a la oscuridad quedó ya patente en su relato de las tentaciones,donde se limita a decir que se pasó cuarenta días en el desierto siendo tentado por mí,mientras vivía con las fieras y los ángeles le servían. Esas pocas palabras no las entendíanadie, y Mateo y Lucas se esforzaron por darles un mínimo sentido, aunque actuandocon la arbitrariedad que les caracteriza.

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–Pero limitémonos a la forma tan oscura como presenta la enseñanza de Jesús. Tanoscura, que Mateo y Lucas se vieron obligados a inventarse algo para aclararla. Porejemplo: «¿Se enciende un candil para meterlo debajo de un cacharro o debajo de lacama? ¿No se coloca en el candelero?». Imagínense que forman ustedes parte del grupode los doce, o de las mujeres que lo acompañaban, y le oyen decir a Jesús esas palabras.¿Qué conclusión sacan? Que el maestro se ha vuelto loco o que ha bebido dos copas demás. ¿Quién va a entusiasmarse con una persona que proclama en tono solemnesemejante obviedad? Lucas, poco perspicaz a pesar de lo mucho que presume, reprodujola sentencia casi igual. Pero Mateo se sintió en la obligación de añadir algo que dierasentido a esas palabras: «No se enciende un candil para taparlo con un celemín, sino quese pone en el candelero para que alumbre a todos en la casa. Brille igualmente vuestra luzante los hombres, de modo que, al ver vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padredel cielo». Ahora la imagen del candil, por obra y gracia de Mateo, sirve para extraer unaenseñanza, cosa que no ocurre en el precipitado y obtuso Marcos.

–Pasemos a otro ejemplo, mejor todavía para mi propósito: una parábola. «Elreinado de Dios es como un hombre que sembró un campo: de noche se acuesta, de díase levanta, y la semilla germina y crece sin que él sepa cómo. La tierra por sí mismaproduce fruto: primero el tallo, luego la espiga, y después el grano en la espiga. En cuantoel grano madura, mete la hoz, porque ha llegado la siega».

–Léanla tres, cinco veces, cuantas quieran… Si no la entienden, no se preocupen.Mateo y Lucas tampoco la entendieron, y concluyeron que ni siquiera era posiblemejorarla. ¿Qué hicieron? ¡Suprimirla!

Satán ha pronunciado «¡suprimirla!» con un tono tan trágico que hasta losarcángeles se conmueven.

–Pasemos a Mateo. Leyendo su Evangelio se advierte que presume de ser buencatequista, de ser un escriba instruido en el misterio del reino de los cielos. Ya hemosvisto cómo a veces inventa ciertas frases para aclarar lo que dice Marcos. Pero tampocoél se libra de oscuridades, contradicciones y ligerezas que desconciertan gravemente a suslectores.

Dirigiéndose al Espíritu pide:

–Ruego que Mateo se presente a declarar.

No hay cosa que más odie Mateo que el que lo acusen de oscuro, contradictorio yligero. Con visible indignación se coloca en el centro para ser interrogado. Satán, por suparte, sin preámbulo ni saludo, sin dirigirle siquiera la mirada, comienza su ataque.

–¿Usted diría que las bienaventuranzas son parábolas?

–No. Hasta el más tonto distingue una bienaventuranza de una parábola.

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–¿Usted diría que las discusiones legales son parábolas?

Mateo le lanza una mirada despreciativa y calla.

–Responda, por favor. Es importante.

–No. Las discusiones legales no son parábolas.

–¿Usted diría que las exhortaciones son parábolas?

–No.

–¿Usted diría que el discurso con el que usted comienza su Evangelio, el conocidocomo Sermón del Monte, es un conjunto de parábolas?

–Tiene algunas parábolas.

–Lo sé. Pero ¿diría usted que ese discurso es como el que tiene más adelante, conlas parábolas del reino?

–No. Son distintos.

–¿En qué se distinguen?

–El primero tiene algunas parábolas; el segundo son solo parábolas.

–¿Cuál de los dos es más largo?

–El primero, el Sermón del Monte.

–¿Mucho más o un poco más?

–Mucho más.

–Y en ese discurso mucho más largo solo hay algunas parábolas, muy cortitas,como la de la sal, el candil, la puerta estrecha… ¿Está de acuerdo?

–Sí.

–Entonces, ¿cómo se atreve a escribir, al final del segundo discurso, que Jesús «sinparábolas no les exponía nada»?

Mateo guarda un largo silencio. Luego, de mala gana, responde:

–Lo copié de Marcos.

–«Lo copié de Marcos». Y, al copiarlo, ¿no se dio cuenta de la contradicción quesuponía? ¿No recordó que Jesús ya había enseñado muchas cosas sin usar parábolas?

–No recuerdo si caí en la cuenta. Es posible que lo advirtiese, pero ya no podíavolver atrás. El papiro era muy caro.

–Podía haber tachado esa frase.

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Mateo mira a Satán con desprecio.

–Un buen escriba nunca tacha.

–Un buen escriba prefiere contradecirse y engañar al lector.

Satán celebra su ironía con una mueca horrible. Luego se dirige de nuevo a Mateo.

–¿Le parece bien que alguien llame a otra persona «perro»? ¿O que la llame«cerdo»?

–No.

–No sea tan escueto, por favor. ¿Por qué no le parece bien?

–Jesús lo prohibió.

–¿Por qué lo prohibió?

–No lo dijo claramente. Supongo que le parecía un insulto.

–Si yo llamo a otro «perro» o «cerdo», lo estoy juzgando, ¿verdad?

–Lo está valorando, juzgando y condenando.

–Muchas gracias. Lo ha formulado usted mucho mejor que yo. Y eso de valorar,juzgar y condenar no está bien, porque Jesús dijo: «No juzguéis y no seréis juzgados».Acláreme una duda, por favor. Inmediatamente después de recordar estas palabras deJesús, «no juzguéis y no seréis juzgados», usted escribe: «No echéis lo santo a losperros, no echéis vuestras perlas a los puercos, no sea que las pisoteen y después serevuelvan para destrozaros». Si Jesús nos prohíbe juzgar, ¿cómo podemos decidirquiénes son perros y cerdos?

–Son frases pronunciadas por Jesús en diversos momentos. Cada una hay queentenderla en su contexto.

–Pero, según usted, el contexto es el mismo para las dos: el Sermón del Monte. Elque lo lee se siente desconcertado y se pregunta: ¿qué hago con ese individuo que pareceun malvado, un criminal, un enemigo de la fe verdadera? ¿Lo juzgo o no lo juzgo? ¿Loconsidero un perro, un cerdo, o no lo considero nada? No es preciso que responda,comprendo su desconcierto. Pero advierto a este tribunal de lo peligroso que resulta unautor como Mateo, que crea tales angustias de conciencia en sus desgraciados lectores.

Satán pasea, consulta el volumen de Asmodeo, se planta ante Mateo y le pregunta:

–Usted es judío, buen conocedor de la ley y los profetas… La ley protege a lasviudas, Isaías las estimaba mucho, las defendía de los legisladores inicuos. Usted… ¿porqué las odia?

–¿A las viudas? No las odio. No digas estupideces, Satán.

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–Entonces, ¿por qué suprimió el pasaje en el que Jesús elogia a una viuda?

Mateo duda, desconcertado.

–No recuerdo a qué te refieres.

–Es usted demasiado intelectual, Mateo; se le olvidan los detalles más humanos yhermosos. Le voy a recordar el episodio. Tiene lugar en el templo de Jerusalén, pocosdías antes de morir Jesús. Marcos lo cuenta de la siguiente forma:

«Sentado frente al cepillo del templo, observaba cómo la gente echaba monedillas en el cepillo. Muchos ricosdaban en abundancia. Llegó una viuda pobre y echó unas monedillas de muy poco valor. Jesús llamó a losdiscípulos y les dijo: “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el cepillo más que todos los demás. Puestodos han dado de lo que les sobra; pero esta, en su indigencia, ha dado cuanto tenía para vivir”».

–¿Por qué suprimió este episodio?

Mateo se concentra antes de responder.

–Ahora lo recuerdo. Marcos pone esa escena después de una serie de discusiones enla explanada del templo con los sacerdotes, los escribas, los ancianos… con todas lasautoridades políticas y religiosas, sobre cuestiones muy serias: la autoridad de Jesús, eltributo al César, la resurrección, el mandamiento más importante… Me pareció que esaescena de la viuda no venía a cuento, distraía al lector.

–El lector prefiere las discusiones teológicas a los ejemplos concretos, ¿verdad? Lasdiscusiones no comprometen a nada, los ejemplos te pueden cambiar la vida.

Mateo advierte la ironía.

–No he dicho eso.

–¿Se lleva usted bien con Marcos? No me refiero al momento presente… Ya sé quetodos ustedes se llevan bien. Me refiero a su vida anterior, cuando escribió el Evangelio.

–No podía llevarme bien con él porque no lo conocí. Pero estimé mucho su obra.Ese tema ya salió en una sesión anterior y pienso que quedó claro.

–Estimó su obra, pero la corrigió en bastantes ocasiones. Por ejemplo, Marcosatribuye a Jesús estas palabras: «El que no está contra nosotros está con nosotros». Algopositivo, optimista, que usted cambia en estas otras, drásticas y pesimistas: «El que noestá conmigo está contra mí».

–No corrijo nada. Son dos frases distintas. La primera se dirige a los discípulos,para que no vean enemigos por todas partes. En la segunda, Jesús advierte que, ante él,no caben términos medios: o se está a favor o se está en contra.

–O sea, que ante Jesús no caben términos medios; pero ante sus discípulos, sí.Dudo que el papa y los obispos, allá abajo, estén de acuerdo con su interpretación.

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Pasemos a otro caso en el que corrige a Marcos. Él escribe que hay que perdonar sieteveces; usted lo corrige y afirma: no siete, setenta y siete. No insistiré en esta cuestiónporque, en el fondo, siete o setenta y siete significan lo mismo: siempre. Pero hay otracorrección, que ya mencioné en la sesión anterior, que me parece muy grave: en Marcos,Jesús condena el repudio en cualquier circunstancia, mientras que, en su evangelio, loadmite en caso de porneia. ¿Es usted consciente de los problemas que puede provocaresa simple palabrita?

Satán se retira un poco de Mateo y vuelve a consultar el volumen.

–Allá abajo, Mateo, dirían que es usted una persona de filias y fobias. Mejor dicho,de muchas fobias y pocas filias. No estima a las viudas, corrige a Marcos siempre quepuede, odia a los escribas, odia a los fariseos… En el Evangelio de Marcos hay un pasajeen el que un escriba y Jesús aparecen en óptimas relaciones. El escriba le pregunta cuáles el mandamiento principal, y Jesús le responde que son dos: amar a Dios y al prójimo.Y escribe Marcos: «El escriba le respondió: “Muy bien, maestro; es verdad lo que dices:que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él, y que amarlo con todo el corazón,con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismovale más que todos los holocaustos y sacrificios”. Al ver Jesús que había respondidoacertadamente, le dijo: “No estás lejos del reino de Dios”». ¿Por qué suprimió usted estediálogo final entre el escriba y Jesús?

Mateo guarda silencio un rato. Al final, con voz baja, casi inaudible, confiesa:

–No me caían bien los escribas. Nos hicieron sufrir mucho, a mí y a mi comunidad.

–No le caían bien los escribas –grita Satán para que todos lo oigan–. Y como no lecaían bien, suprime un precioso testimonio de estima mutua. Si no le caían bien losescribas, supongo que tampoco simpatizaría con los fariseos… No es preciso que loreconozca, basta leer su Evangelio. Las pocas palabras contra ellos que recoge Marcoslas convierte usted en un discurso larguísimo y terrible. ¿Puedo suponer que se inventó lamitad?

Satán no espera respuesta y le dice al Espíritu:

–Mateo puede retirarse. Ahora me centraré en Lucas, pero no es preciso que vengaal centro, no pienso interrogarlo. De todos modos, si más adelante toma la palabra,quisiera que me explicase por qué infravalora a Jesús.

Satán celebra interiormente el clamor que se ha alzado por todas partes y la cara deasombro e indignación de Lucas.

–Me han entendido bien: por qué infravalora a Jesús, por qué no le concede laautoridad y el valor que tiene. Naturalmente, Lucas es inteligente y no se traiciona encada página. Pero en una ocasión deja clara esa poca estima que siente por su Señor. Un

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día, se presenta ante él un individuo y le pide: «Maestro, di a mi hermano que reparta laherencia conmigo».

Satán detiene su exposición y lanza una mirada en torno.

–En esta admirable concurrencia hay santos y santas, beatos y beatas, siervos ysiervas de Dios, venerables y «venerablas»…

–Satán, habla correctamente –vuelve a interrumpirle el Espíritu–. «Venerablas» noexiste.

–Como siempre, acepto humildemente la corrección del Espíritu, aunque laconsidero machista… Venerables, papas, obispos, confesores, directores espirituales,seglares piadosos… ¿Qué habría hecho cualquiera de ellos y ellas ante una peticiónsemejante? Habría acudido a hablar con el hermano procurando que reinase la paz entrelos dos. ¿Qué hace Jesús?

Tras una pausa dramática:

–Le responde a ese individuo: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitroentre vosotros?». ¿Imaginan a un papa, a un obispo, a un sacerdote, poniendo en dudasu autoridad divina para hacer de juez o árbitro en estas cuestiones? En cambio, Lucas, ysolo él –porque Mateo y Marcos no caen en esta terrible blasfemia–, niega que Jesústenga autoridad para tratar estos temas. Y es tan sutil su ataque –alguno diría tandemoníaco, pero les aseguro que no se lo inspiré yo ni ninguno de mi séquito– que poneesas palabras en boca del mismo Jesús.

–Después de esto, cualquier cosa que pueda añadir resultará de poca monta. Porejemplo, sus omisiones malintencionadas, tendentes a ocultar cuestiones gravísimas.Todos ustedes saben, y si no, lo aprenden ahora, que Juan y Santiago, con el concursode la madre o sin él –porque las imprecisiones de estos tres no permiten hacerse una ideaclara– le pidieron a Jesús un puesto a su izquierda y otro a su derecha cuando terminaratriunfando en Jerusalén. Episodio fundamental para conocer la calaña de estosindividuos. ¿Qué hace Lucas? Lo suprime. Si le pregunto, dirá que lo hizo para salvar labuena fama de esos dos apóstoles. En cambio, no tuvo escrúpulos en añadir un episodioque resta autoridad a Jesús.

–Pero no piensen que es lo único que suprime Lucas. Más adelante, ya en vísperasde la pasión, Jesús maldijo una higuera, y al día siguiente estaba seca. No sé si Lucaspresume de ecologista, como dicen allá abajo, y no le gustaba presentar a Jesúsmaldiciendo una pobre higuera que no ha hecho nada malo. ¿Conclusión? Suprime elepisodio.

–Cinco veces, noble auditorio, cinco veces en un rápido e incompleto esbozo, me hevisto obligado a usar el verbo «suprimir». Mateo y Lucas suprimen una parábola deMarcos; Mateo suprime el episodio de la viuda y el elogio de Jesús al escriba; Lucas

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suprime la petición de Juan y Santiago y la maldición de la higuera… Al parecer, cadaevangelista se siente con derecho a suprimir lo que no le gusta o no entiende.

–Pero Lucas, excelente historiador, no solo se permite suprimir sino también añadir.Todos hemos oído hablar de los doce apóstoles. Pero ¿quién ha oído hablar de setenta ydos discípulos? Lucas, y solo Lucas. Me imagino por qué. Su desbordada fantasía,indigna de quien se precia de historiador riguroso, le hizo ver a Jesús rodeado de setentay dos colaboradores, igual que Moisés tuvo en el desierto setenta ayudantes. Y si meobjetan que no es lo mismo setenta que setenta y dos, les responderé que, después deacudir los setenta a la tienda del encuentro, hubo otros dos, Eldad y Medad, sobre losque vino el Espíritu. Pero no me toca demostrar de qué fuente bebe la fantasía de Lucas,sino advertir al ilustre auditorio que a estos imaginarios setenta y dos discípulos dirigeJesús un discurso muchísimo más largo que el otro destinado a los doce.

–Lucas suprime, Lucas añade… y hay veces en las que ni él sabe lo que añade.Quiero decir que pone en boca de Jesús palabras tan extrañas que se prestan a sacar lasmás equivocadas conclusiones. Hay una parábola que no puedo dejar de leerles paracorroborar mi acusación.

«Un hombre rico tenía un administrador. Le llegaron quejas de que estaba derrochando sus bienes. Lo llamóy le dijo: “¿Qué es eso que me cuentan de ti? Dame cuentas de tu administración, pues no podrás seguir en elpuesto”. El administrador pensó: “¿Qué voy a hacer ahora que el amo me quita mi puesto? Para cavar notengo fuerzas, pedir limosna me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me despidan,alguno me reciba en su casa”. Fue llamando uno por uno a los deudores de su amo y dijo al primero:“¿Cuánto debes a mi amo?”. Contestó: “Cien barriles de aceite”. Le dijo: “Toma el recibo, siéntate enseguiday escribe cincuenta”. Al segundo le dijo: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Contestó: “Cien fanegas de trigo”. Le dice:“Toma tu recibo y escribe ochenta”. El amo alabó al administrador deshonesto por la astucia con que habíaactuado. Pues los ciudadanos de este mundo son más astutos con sus colegas que los ciudadanos de la luz».

–Fíjense cómo termina la parábola: «El amo alabó al administrador deshonesto».¿Imaginan cosa más absurda que un propietario elogiando al administrador que le harobado? Pero prescindamos del absurdo. ¿Qué enseña la parábola? Que el ideal es ir porla vida robando y engañando. En el reino celeste en el que nos encontramos –aunque yoindignamente y de forma provisoria–, donde todo lo domina la bondad y la honradez,esta parábola no representa ningún peligro. Pero allá abajo, donde la corrupción seconsidera virtud, donde el robo y la mentira imperan por doquier, la parábola puedeproducir un efecto pernicioso, justificando el vicio en nombre de Jesús. ¿No sabía Lucaslo que decía? ¿O es un elemento más en su sutil ataque a la persona y el mensaje de supretendido Señor?

Satán levanta el volumen mientras clama:

–Lo dicho, y otros muchos detalles, que omito para no cansarles, prueban lanecesidad de condenar estos libros e impedir que los lean los cristianos. Hasta no hacemucho, la Iglesia, maestra de sabiduría, obligaba a leerlos públicamente en latín, con la

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laudable intención de que nadie, o casi nadie, entendiese lo que dicen. Pero la noveleríade los últimos tiempos ha hecho cambiar esta sabia norma por el uso de la lectura enlenguas vernáculas. Debo reconocer que tampoco así se entera la gente. Pero cabe elpeligro que denuncié desde el primer momento: si estos libros se difunden, si la gente loslee, la incredulidad se extenderá por todo el mundo, crecerá el mal, y nosotros nosquedaremos sin trabajo. He dicho.

* * *

Apenas ha terminado Satán, a duras penas consiguen Marcos y Lucas retener a Mateo,dispuesto a refutar de inmediato las acusaciones hechas a él y a sus compañeros. «No teprecipites. Hay que pensar bien la respuesta», le dicen en voz baja. El Espíritu,advirtiendo cierto desconcierto entre los evangelistas, toma la iniciativa.

–Satán ha hecho acusaciones muy graves, que requieren una respuesta meditada yserena por parte de los acusados. Se interrumpe la sesión.

–Con el debido respeto –protesta Satán– no considero adecuado interrumpirla. Ellospresumen de tener las ideas claras y de gozar de tu inspiración… Les resultará fácilresponder.

–Satán, comprendo tu deseo de dejarlos en ridículo, pero no lo comparto. Seinterrumpe la sesión. Los serafines pueden cantar el «Santo, Santo, Santo».

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13.El alegato de Lucas

Apenas han entrado en el despacho de Lucas, Marcos advierte que su tablilla tiemblade forma extraña y en la pantalla aparece el ya conocido aviso:

ESPÍRITU SANTO ‡

Mientras Mateo y Lucas lo contemplan extrañados, él presume con falsa modestia.

–Un adjunto del Espíritu. Lo leeré luego.

–Léelo ahora –le ordena Mateo–. Seguro que es para los tres.

En realidad, a Marcos lo come la curiosidad por conocer el mensaje.

–Leer adjunto –le dice a la tablilla.

La pantalla muestra un mensaje más largo de lo que imaginaban.

«Cumpliendo con mi obligación de inspiraros las palabras adecuadas cuando os lleven ante los tribunales, osrecuerdo las principales acusaciones que os ha hecho Satán:

–de no poneros de acuerdo en el sentido de la levadura, el fuego y la sal, en el uso de parábolas porparte de Jesús, la oración del Padre nuestro, las instrucciones a los discípulos y el divorcio.

–de suprimir lo que os viene en gana, citando los siguientes ejemplos: Mateo y Lucas suprimen unaparábola de Marcos; Mateo suprime el episodio de la viuda y el elogio de Jesús al escriba; Lucas suprime lapetición de Juan y Santiago y la maldición de la higuera.

–a Marcos, de poner en boca de Jesús palabras ininteligibles, presentándolo como un mal maestro.–a Mateo, de oscuridades, contradicciones y ligerezas; de corregir a Marcos; de odiar a las viudas, a los

escribas, a los fariseos.–a Lucas, de infravalorar a Jesús, de suprimir y añadir a capricho; de incluir una parábola que invita al

robo y la injusticia.Si no se os ocurre cómo responder a estas acusaciones, enviadme un mensaje pidiendo ayuda».

Mateo, que no está de muy buen humor, comenta críticamente:

–Lo único que hace es resumir las acusaciones. No inspira lo que tenemos quedecir.

–Pero tú parecías convencido de lo que tenías que decir –le dice Marcos–. Estabasa punto de comenzar tu discurso.

–Menos mal que no empezaste –opina Lucas–.Te habrías enredado en una serie deacusaciones sin importancia. Lo importante es discutir los problemas de fondo.

–Y ¿cuáles son esos problemas? –pregunta Marcos.

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–Eso es lo que tenemos que descubrir.

–¿Le pedimos ayuda al Espíritu?

–En principio, no. Ya nos ha ayudado con ese resumen. Ahora nos toca a nosotrospensar.

* * *

Asmodeo mira con orgullo su volumen, pero tiene que contemplarlo desde lejos porqueSatán, feliz de la ayuda que le ha prestado, no permite que nadie lo toque.

–Los he machacado –comenta ufano Satán–. Lástima que el Espíritu hayaintervenido una vez más en su ayuda. Si los deja hablar, si intentan defenderse, losdestruyo como…

–¿Y ahora qué hacemos? –pregunta Lilit, y al punto tiembla por la temeridad dehaberle interrumpido.

En realidad, Satán no sabía cómo terminar la frase, con qué comparar la destrucciónde los evangelistas, y en el fondo agradece la interrupción; pero no puede reconocerlo enpúblico y responde con voz agria.

–Seguid estudiando. Esto no ha terminado. Quedan los milagros y los otros relatos.

–Ahí salimos nosotros mucho –grita entusiasmado Azazel–. Me refiero a losmilagros.

–Y siempre nos callan –le dice despectivo Lucifer.

–Ya podéis empezar a leerlos. Igual que hicimos con la enseñanza de Jesús. Quémilagros cuenta uno que no cuentan los otros, cómo los interpretan, en qué sediferencian… Lo que vayáis descubriendo se lo pasáis a Asmodeo.

* * *

El Espíritu está extrañado, incluso algo molesto, de no haber recibido respuesta a sumensaje. Lo mínimo que se debe hacer cuando se recibe un adjunto es acusar recibo ydar las gracias. También le habría gustado prestar un poco de ayuda, sugerir algunasideas, un enfoque de la defensa… Nada de esto le han pedido. Por eso, su actitud resultaun tanto seca cuando se dirige a los evangelistas al comienzo de la siguiente sesión.

–¿Tenéis algo que responder a las acusaciones de Satán?

Lucas ha notado el malestar del Espíritu y prefiere dirigirse al Padre.

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–Comenzaré yo hablando en nombre de los tres.

Uno de los problemas que tienen los oradores en el cielo es que todos gozan deperfecta salud y no pueden carraspear al comenzar un discurso; tampoco pueden recurrira «bien» o «bueno», porque su mente funciona a la perfección y saben la palabra exactacon la que deben comenzar.

–Padre, ancianos, corte celeste, solo una mente excepcional, privilegiada, puedeabrirse paso en el fárrago palabrero de Satán, intentando ordenar y organizar ideas tandispersas y confusas como las que ha expuesto en sus dos intervenciones anteriores.

El Espíritu se descubre en esa mente excepcional, privilegiada, y sonríe ante elcomienzo de Lucas, que continúa.

–Afortunadamente, Mateo, Marcos y yo, los tres unidos, formamos esa menteexcepcional, capaz de librarse de las redes que le tiende el enemigo. Satán comenzóatacándonos a propósito de unas palabras sobre la levadura. Siguió con otras parecidassobre el fuego y la sal… No nos resultó difícil advertir que esa era la trampa en la quequería que cayésemos: discutir nimiedades, perdernos en juegos de palabras… Satán hatendido una cortina de humo para engañarnos a todos. Ha desplazado la atención aaparentes contradicciones, añadidos y omisiones, con textos a menudo sin especialrelevancia, para que no salga a la luz lo esencial del evangelio. Y eso es lo que pretendodesmontar ahora en mi alegato. Estrujando toda la verborrea de sus intervencionesanteriores, dos son las principales acusaciones que nos hace. Primera: Jesús usaba unlenguaje claro, sencillo, acomodado a sus oyentes, y nosotros lo hemos convertido en ungalimatías ininteligible. Segunda: no hemos respetado el mensaje original de Jesús, sinoque lo hemos cambiado y adaptado, suprimiendo y añadiendo lo que nos venía en gana,con la excusa de hacerlo comprensible a nuestras comunidades.

Lucas hace una pausa y se dirige al Espíritu.

–Pido interrogar a Satán.

La petición, aunque nada extraña, conmociona al auditorio. La bancada de laizquierda sabe que la sabiduría de Satán es superior a la de cualquier humano, y que enépocas lejanas consiguió enredar al mismo Dios en una apuesta temeraria. Pero laseguridad con la que Lucas ha formulado su petición les crea cierta inquietud. El Espíritu,por su parte, siente el deseo de darle una lección a Lucas, para que aprenda a noprescindir de su ayuda. Accede, y Satán ocupa el centro. Lucas empieza sin rodeos.

–En su intervención anterior usted calificó a Jesús de maestro de sabiduría. ¿Está deacuerdo?

–Sí.

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–Y, en su opinión, un maestro de sabiduría se expresa siempre de forma clara ysencilla.

–Usted me infravalora, Lucas. Quiere que le diga que no siempre, que a veces losmaestros se expresan de forma deliberadamente oscura y enigmática, para obligar apensar a sus discípulos, para que descubran la verdad por ellos mismos. Entonces, usted,con una sonrisa en los labios, diría: «Por eso en los Evangelios hay frases y enseñanzasde Jesús que resultan misteriosas, no son culpa nuestra». Si es eso lo que pretende, se loconcedo.

Lucas no esperaba esa confesión y se siente desconcertado.

–Entonces, ¿admite que Jesús se expresó a veces de forma oscura?

–Indudablemente. Incluso podría citarle más frases oscuras de las que ustedrecuerda. Por ejemplo, una que solo usted trae en su Evangelio: «Donde está el cadáverse reúnen los buitres». Es un dato de experiencia, lo sabe cualquier campesino, peroresulta un misterio en el momento en el que Jesús pronuncia la frase. Perdone que se loexplique al auditorio, que no lo conoce. Jesús está hablando del día en que se revelará elHijo del Hombre. Los discípulos le preguntan dónde ocurrirá eso, y él les responde:«Donde está el cadáver se reúnen los buitres». ¿Qué pensaba usted, Lucas? ¿Que iba adecirle: «Esa frase tan oscura no puede ser de Jesús; además, el único que la trae esLucas, por consiguiente se la inventó él para desprestigiarlo»? No, Lucas, estoyconvencido de que esa frase la pronunció Jesús, y usted ha tenido un gran mérito alencontrarla y transmitirla.

El Espíritu disfruta viendo cómo Satán juega con Lucas, y de interrogado seconvierte en interrogador. «Se lo tiene merecido», piensa. Lucas, tras cierto titubeo,continúa.

–Si admite que Jesús se expresó a veces de forma oscura, tendrá que admitir quenosotros debíamos aclarar su pensamiento.

–De ninguna manera, Lucas. Le voy a citar dos ejemplos de cómo deberían haberactuado ustedes. El primero es de un profeta. Ya que a Jesús la gente lo consideraba unprofeta, no viene mal la referencia. El profeta Oseas, por motivos muy diversos, en losque no voy a detenerme para no cansar a la asamblea, resultaba muy difícil de entender.Hasta tal punto que el discípulo que recogió y editó sus oráculos, un poco desesperadodespués de tanto esfuerzo, escribió como colofón: «Quien sea sabio, que lo entienda;quien sea inteligente, que lo comprenda». No se le pasó por la cabeza desvirtuar laenseñanza del profeta añadiendo comentarios y explicaciones de su cosecha. El segundoejemplo es el librito de Qohelet, el Eclesiastés. También en él abundan sentenciasenigmáticas, que, al cabo de siglos, siguen dando que pensar a sus intérpretes. Como enel caso de Oseas, no fue Qohelet quien puso sus enseñanzas por escrito, sino un

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discípulo. Y este también respetó la obra del maestro sin alterarla. Podría añadir otrosmuchos casos de discípulos que respetaron la enseñanza recibida. ¿Por qué no imitaronustedes estos sabios ejemplos? Yo nunca he atacado el lenguaje de Jesús; he atacado laforma en que ustedes lo tergiversan, sacando conclusiones muy distintas de la mismafrase.

El Espíritu está comenzando a sentir lástima de Lucas, pero no quiere intervenir.Quien lo hace, de forma repentina y decidida, es el Padre, que se alza de su trono yproclama:

–Se interrumpe la sesión. El Hijo y el Espíritu se reunirán conmigo de inmediato. Elarcángel Miguel se encargará de devolver al infierno a todos los demonios sin excepción.

Hay un tono de grave preocupación en su rostro y sus palabras. Nadie, ni siquieraSatán, piensa que pueda tratarse de una artimaña para sacar del aprieto a Lucas.

* * *

–De buena te has librado, Lucas –le tranquiliza Marcos–. Te estaba haciendo puré.Menos mal que tuve una buena ocurrencia.

Mateo y Lucas lo miran extrañados. Marcos señala su tablilla y les muestra lapantalla en la que aparece este mensaje:

«Al Eterno Padre: Los demonios traman rebelarse durante la intervención de Lucas. Conviene actuar condecisión y rapidez. Espíritu Santo».

–Menos mal –respira Mateo–. El Espíritu nos ha salvado.

De repente, cae en la cuenta de algo extraño.

–¿Cómo ha llegado a tu tablilla un mensaje del Espíritu Santo al Padre?

–No ha llegado, ha salido –contesta enigmáticamente Marcos.

–¿Qué quieres decir?

–He sido yo quien envió el mensaje. He hackeado la tablilla del Espíritu, ha sidomuy fácil.

–¡Estás loco, Marcos! Eso nos puede costar el cielo.

–No os preocupéis. Si el Espíritu me acusa de algo, le responderé que fue él quienme lo inspiró. Pero es que había que hacer algo, Lucas, no podías seguir así. Lo deinterrogar a Satán ha sido un error.

–No fue solo idea mía. Vosotros estuvisteis de acuerdo. ¿Qué hacemos ahora?

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–Esto tiene fácil solución –declara Marcos.

Se dirige a su tablilla y le dicta:

«Nuevo mensaje.Para: Espíritu Santo.Asunto: Debate.Texto: El simulacro de rebelión de los demonios ha funcionado con pleno éxito. El debate puede continuar.Evangelistas solicitan tu apoyo. Firmado: Mateo, Lucas, Marcos».

* * *

Cuando el Espíritu se presenta, ninguno de los tres se atreve a levantar la mirada. Sesienten avergonzados de lo ocurrido. El Espíritu se mantiene en silencio largo rato, hastaque decide hablar, imitando el tono de voz de Lucas.

–«Afortunadamente, Mateo, Marcos y yo, los tres unidos, formamos esa menteexcepcional, capaz de librarse de las redes que le tiende el enemigo». ¿Te suenan esaspalabras, Lucas? ¡Vaya mente excepcional! Lo único excepcional ha sido la caradura deMarcos hackeando mi tablilla y mandando un mensaje al Padre. De lo contrario, yahabría terminado el debate con la victoria clarísima de Satán. ¿A quién se le ha ocurridoesa locura de entrevistarlo? ¿Ha sido a ti, Lucas? ¿Querías lucirte delante de toda la corteceleste? ¡Menudo lucimiento!

–Se nos ocurrió a los tres –murmura Marcos–. No fue culpa suya.

–No soy tonto, Marcos. Ninguna idea se les ocurre a tres personas al mismotiempo… fuera de nosotros, la Santísima Trinidad. De todos modos, da igual quiéntuviese la idea. Ahora lo importante es ver cómo salís de ese atolladero. ¿Qué se osocurre?

Ninguno de los tres se atreve a proponer nada.

–¿Piensas seguir interrogando a Satán? –pregunta el Espíritu a Lucas.

–¡No! –salta Marcos anticipándose–. Yo no puedo enviar otro mensaje al Padrepara que interrumpa la sesión.

–Por lo visto, Marcos, estás convencido de que el interrogatorio sería un fracaso.No tienes mucha fe en Lucas. Entonces, ¿qué hacemos?

–Podríamos responder cada uno a las acusaciones que se nos han hecho –sugiereMateo.

–Y Satán aparecería como el gran vencedor del debate. Incluso los querubinespensarían que la suspensión fue una artimaña del Padre cuando vio lo mal que lo estaba

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haciendo Lucas. Hay que adoptar una postura más agresiva. ¡No podéis defenderos,tenéis que atacar!

–¿A quién? –pregunta ingenuamente Marcos.

–A Satán. ¿No os habéis dado cuenta de lo que dijo? Va a caer en su propia trampa.

–¿Cómo? –le pregunta indeciso Lucas.

El Espíritu lo mira despacio, conteniéndose, y murmura:

–¿Hasta cuándo tendré que soportaros? ¿Para qué os he regalado la tablilla?Estudiad lo que os he mandado.

Y desaparece en el remolino. Los tres miran sus tablillas, que ofrecen el mismomensaje:

ESPÍRITU SANTO ‡

–Un adjunto del Espíritu.

* * *

Al constituirse de nuevo la asamblea, casi todos esperan una explicación de lo ocurrido.El arcángel Miguel, encargado de mantener a raya a los demonios, ofrece un breveinforme, advirtiendo de antemano que no admitirá preguntas.

–La sesión fue suspendida para llevar a cabo un simulacro de rebelión, que se harealizado con pleno éxito. Si el Padre lo permite, el debate puede continuar.

Satán salta de inmediato, sin que nadie pueda impedírselo.

–Lo mío no es una pregunta sino una afirmación. Resulta curioso que en eternidadde eternidades, desde que mis amigos y yo fuimos precipitados al infierno, nunca se haproducido una rebelión. Y hoy, precisamente hoy, cuando Lucas estaba haciendo elmayor de los ridículos, se declara el estado de emergencia. Deseo que esta anomalíaconste en acta. Es una prueba más del partidismo con que la corte actúa a favor de losacusados.

Luego se sitúa en el centro y proclama con voz solemne:

–Estoy dispuesto a seguir siendo interrogado por Lucas.

Lucas se sitúa a su lado y le dice con desusada cortesía:

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–Antes de la interrupción, nos aconsejaste imitar la conducta de dos escribas: losque editaron el libro del profeta Oseas y el libro del Eclesiastés. ¿Lo recuerdas?

–Perfectamente.

–A propósito del discípulo de Oseas dijiste, y cito literalmente: «No se le pasó por lacabeza desvirtuar la enseñanza del profeta añadiendo comentarios y explicaciones de sucosecha». En cuanto al editor del Eclesiastés, vuelvo a citar literalmente: «Este tambiénrespetó la obra del maestro sin alterarla». ¿Estás de acuerdo?

–Sí.

–Muchas gracias. Puedes volver a tu puesto.

Mientras Satán, desconcertado y decepcionado, se retira, Lucas se dirige al Padre.

–En un momento anterior de este debate se decidió que nadie más que losestrictamente interesados fuese llamado a declarar. Pero la acusación ha hecho referenciaa dos personas que los acusados deberíamos haber imitado. El caso es tan grave quesolicito una excepción a la norma anterior y que se permita la comparecencia de esas dospersonas.

El Padre y el Espíritu cruzan una mirada aquiescente.

–Se admite la excepción –proclama el Padre–. Puede llamar a sus testigos.

–Por favor, acuda el testigo número uno. No se extrañen de que no dé su nombre.Él prefirió el anonimato cuando trabajó en la tierra y yo lo respeto.

Un personaje relativamente joven, de aspecto inteligente, ocupa el puesto dejadolibre por Satán.

–¿Puede decirme cuál fue su profesión en la tierra?

–Escriba en el templo de Jerusalén.

–Entre los numerosos trabajos que realizó, hubo uno relacionado con los oráculosdel profeta Oseas.

–Sí. Hice la edición final.

–¿Qué significa que hizo la edición final? ¿No la hace el profeta?

–No. Los profetas, en general, sobre todo los antiguos, escriben muy poco.

–¿A quiénes se refiere cuando dice «los antiguos»?

–A Isaías, Amós, Oseas, Miqueas…

–Entonces, ¿cómo llegaron sus oráculos hasta nosotros?

–Sus discípulos los aprendían de memoria, y más tarde los pusieron por escrito.

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–¿Y usted qué hizo en el caso del profeta Oseas?

–Recogí lo que los discípulos fueron dejando por escrito e intenté organizarlo deforma coherente.

–¿Fue una tarea fácil?

–Para nada. Muchos oráculos no quedaba claro a qué se referían y no sabía dóndecolocarlos.

–¿Fue usted quien añadió esas palabras finales: «Quien sea sabio, que lo entienda;quien sea inteligente, que lo comprenda»?

El testigo sonríe.

–Sí. No pude evitarlo.

–Hace poco, en este tribunal, alguien ha dicho, hablando de usted, que «no se lepasó por la cabeza desvirtuar la enseñanza del profeta añadiendo comentarios yexplicaciones de su cosecha». ¿Está de acuerdo con esta afirmación?

–Con lo que dice de mí, sí; pero no vale para lo que hicieron otros.

–Explíquese, por favor, no lo entiendo.

–Yo fui muy respetuoso con el texto que me llegó, no añadí comentarios niexplicaciones de mi cosecha. Pero otros ya los habían añadido antes.

Lucas finge enorme sorpresa.

–¿Los discípulos de los profetas se permitían añadir comentarios y explicaciones?

–Los discípulos, y otros que no fueron discípulos directos. ¿Quiere un ejemplo?

–Sí, por favor.

–Oseas era un profeta del reino del Norte, de Israel.

El testigo se interrumpe, como dudando.

–¿Tiene usted mucha idea de la historia de nuestro pueblo? Es que la época deOseas es complicada. Estaba el reino del Norte, Israel, y el reino del Sur, Judá. Oseas eradel Norte, de Israel. Por consiguiente, sus oráculos solo deberían hablar de los problemasdel reino del Norte. Sin embargo, al poco de comenzar el libro, encontramos unareferencia a Judá; se advierte enseguida que no es de Oseas, la añadió alguien más tarde.

Lucas parece muy interesado en la declaración del testigo.

–¿Podría concretar lo que ha dicho?

–Sí. Cuando la mujer de Oseas da a luz a su segundo hijo, una niña, el Señor le diceal profeta: «Llámala “No compadecida”, porque yo no me compadeceré de Israel ni lo

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perdonaré». Estas palabras encajan perfectamente en el mensaje de Oseas. En cambio,no ocurre lo mismo con lo que sigue: «Pero de Judá me compadeceré y lo salvaré,porque soy el Señor su Dios. No lo salvaré con arco, ni espada, ni batallas, ni caballos, nijinetes». La referencia a Judá no pega en un oráculo dirigido al Norte.

–¿Es el único caso en que un discípulo añade algo al texto de Oseas?

–No. Podría citar otros ejemplos.

–Se lo agradezco, pero no disponemos de tiempo. A propósito de esos añadidos,¿diría usted que desvirtúan la enseñanza del profeta?

–Es un tema sobre el que discutíamos mucho los escribas. Nuestra conclusión fueque no la desvirtúan, sino que la completan y la adaptan. Por eso respetamos tambiénesos comentarios.

–Muchas gracias. Puede retirarse. Pido la comparecencia del testigo número dos.

El segundo testigo, tan anónimo como el primero, ofrece un aspecto más divertido,moderadamente cínico.

–Le agradezco su amabilidad –comienza Lucas–. ¿Puedo presentarlo como eldiscípulo preferido de Qohelet, hijo de David, rey de Jerusalén?

–Debería presentarme como el discípulo preferido de un maestro que se presentabaa sí mismo como hijo de David.

–¿No era hijo de David?

Ni soñando. Pero tenía mucho sentido del humor.

–Un humor algo especial, ¿no cree? Su lema era: «Vanidad de vanidades, todovanidad». ¿Le creó muchos problemas ese escepticismo?

–Bastantes.

–¿Podría decirme de qué se le acusaba?

–De todo. De corromper a la juventud, de hedonista, de defender que el placer es loúnico importante, de pesimista, de cínico…

–Pero terminó siendo considerado un autor inspirado.

–Sí, aunque costó trabajo y muchas discusiones.

–¿Usted diría que gran parte del mérito fue suyo?

–No entiendo su pregunta.

–La entiende perfectamente, no sea como su maestro. El mérito de que la obra deQohelet fuese considerada un escrito sagrado se debe a que usted añadió una serie de

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frases a lo largo del libro. ¿Qué pensaba realmente Qohelet? Se lo voy a resumir en estaspocas palabras:

«Acerca de los hombres, pensé así: Dios los prueba para que vean que por sí mismos son animales; pues esuna la suerte de hombres y animales: muere uno y muere el otro, todos tienen el mismo aliento y el hombreno supera a los animales. Todos son vanidad. Todos caminan al mismo lugar, todos vienen del polvo y todosvuelven al polvo. ¿Quién sabe si el aliento del hombre sube hacia arriba y el aliento del animal baja a la tierra?Y así observé que el único bien del hombre es disfrutar de lo que hace: esa es su paga; pues nadie lo ha detraer a disfrutar de lo que vendrá después de él».

–Algo terrible, ¿no le parece? El hombre es como un animal cualquiera, viene delpolvo, vuelve al polvo, y quienes piensan que su espíritu sube al cielo después de muertono demuestran demasiada inteligencia. Conclusión: a disfrutar de la vida. O, como diceen otro sitio: «El único bien del hombre es comer, beber y alegrarse».

–Con esta mentalidad, es difícil que terminara convirtiéndose en un autor sagrado.Pero usted esparció a lo largo de la obra unas cuantas frases piadosas, que matizaban loanterior. Por ejemplo: «Comprendí que el único bien para el hombre es alegrarse ypasarlo bien en la vida. Pero que el hombre coma y beba y disfrute en medio de susfatigas es don de Dios». Basta añadir unas pocas palabras para que lo anterior adquieraun sentido nuevo, religioso. Otro caso: su maestro era absolutamente escéptico apropósito de la administración de la justicia. Le recuerdo lo que decía: «Otra cosaobservé bajo el sol: en la sede del derecho, el delito; en el tribunal de la justicia, lainiquidad». Pero a usted le bastó añadir unas pocas palabras para que todo fuera másaceptable: «y pensé: al justo y al malvado los juzgará Dios». Podría multiplicar losejemplos…

–Mi maestro era un hombre de profunda fe en Dios –protesta el testigo.

–Sin duda alguna. Pero no le gustaba presumir de fe. Le molestaban las frasespiadosas, carentes muchas veces de contenido. Usted, en cambio, añadió algunas.

–No quería que su obra fuera marginada y olvidada.

–No le acuso por ello. Ha hecho usted un gran favor a la humanidad. Hace pocodijo alguien en este tribunal que usted «respetó la obra del maestro sin alterarla».Después de lo que nos ha dicho, ¿está de acuerdo con esa afirmación?

Solo en parte. Respeté la obra, pero reconozco que la alteré.

–¿Le parece compatible respetar y alterar?

–Totalmente; en el libro de Job…

–Lo siento, pero debemos terminar. Muchísimas gracias.

Lucas da un breve paseo y se detiene ante Satanás, pero no se dirige a él.

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–Alguien, abusando de la bondad del auditorio, con absoluta ignorancia de cómo seescribieron los libros de Oseas y del Eclesiastés, puso a sus editores como modelos derespeto a la mentalidad del maestro. Así deberíamos haber actuado nosotros, losevangelistas, sin alterar un ápice lo que enseñó Jesús, sin completarlo ni explicarlo. Perosi estos dos discípulos deben servirnos de modelo, Satán debe reconocer que los hemosimitado perfectamente. Ninguno de nosotros tres, Mateo, Marcos y yo, negamos haberinterpretado, comentado y completado la enseñanza de Jesús en algunos puntos que, anuestro parecer, precisaban aclaración. Pero a esta confesión debemos añadir dosexplicaciones.

La primera, por qué lo hicimos: nunca fue para tergiversar y falsear su mensaje,sino para hacerlo inteligible y útil a las comunidades para las que escribíamos.

La segunda, quién nos movió a ello. Porque Satán no ha sabido distinguir alverdadero responsable de este proceso. Su miopía es tan grande que le impide captar elconjunto. Solo distingue un breve momento histórico, el de la vida pública de Jesús, yuna fuente de verdad, lo que Jesús dijo y enseñó. Pero los Evangelios no abarcan solo unperíodo de dos o tres años; y la fuente de verdad no es solo Jesús, sino también suEspíritu, que sigue hablando a la Iglesia a través de los siglos. Satán piensa que Jesústransmitió la verdad plena y que cualquier cosa que se cambiase o añadiese atentabacontra esa verdad. Satán se equivoca, como siempre. ¡Jesús no transmitió la verdadplena! ¡Le quedó mucho que enseñar!

Estas palabras de Lucas producen gran conmoción en el auditorio, pero él no da piea que la protesta aumente.

–Solicito que el Espíritu se preste a declarar.

–¡El moderador no puede declarar! –chilla Satán.

–Entonces solicito que se preste a declarar Juan, el autor del cuarto Evangelio.

–¡Protesto! Quedamos en no admitir más testigos que los estrictamente relacionadoscon el proceso. Con los dos anteriores ya hay bastantes excepciones.

–De acuerdo. Me contentaré con citar el cuarto Evangelio. Eso no puedesnegármelo, Satán, tú has citado antes a Oseas y el Eclesiastés.

–¿Piensa justificar con ese libro que Jesús no transmitió la verdad plena?

–Exactamente. Juan, que debía de estar mejor informado que nosotros de lo queocurrió en la última cena, pone en boca de Jesús un largo discurso de despedida, en elque pronuncia las siguientes palabras: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero nopodéis con ellas por ahora. Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta laverdad plena». Que nadie se escandalice. El mismo Jesús admite que no pudo decir todoa los discípulos, no por culpa suya, sino por culpa de ellos, pero que el Espíritu de la

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verdad los llevaría hasta la verdad plena. Y nosotros, los evangelistas, igual que losapóstoles, profetas, misioneros, doctores, hemos ido conociendo y proponiendo mejoresa verdad, no por mérito nuestro, sino gracias al Espíritu.

La bancada de la derecha está a punto de estallar en un estruendoso aplauso cuandoLucas la detiene con un gesto.

–Se ha hablado mucho aquí de si Jesús hablaba siempre con claridad, si su lenguajese acomodaba a sencillos campesinos y pescadores. Me gustaría que tuviesen eltestimonio de la persona que mejor lo conoció. Pido interrogar a María.

El Padre no vacila un segundo en acceder, sin consultar siquiera al Espíritu, y Maríaocupa su sillón en el centro del escenario.

–Mi pregunta, María, no tiene que ver con los Evangelios, es puramente familiar.Eso de que «nadie echa un remiendo de paño nuevo en un vestido viejo»… ¿se loenseñó usted?

–Sí, cuando era niño y me vio un día remendando su túnica.

–Y él dedujo de ahí que no había que ayunar.

María lo mira extrañada.

–¿Qué tiene que ver el remiendo con el ayuno?

–Eso mismo me pregunto yo. ¿Jesús era muy raro hablando? ¿Usted siempreentendía lo que le decía?

María frunce el ceño.

–A veces era mejor callarse y no hacerle caso. Que es lo que hice en una boda quese celebró en Caná y a la que nos invitaron a los dos…

–¿Qué ocurrió en esa boda? –Lucas no puede disimular su curiosidad.

–Los novios se quedaron sin vino, y yo se lo comenté. Él me respondió que todavíano había llegado su hora.

–¿Y eso qué significaba?

–Me imagino que no tenía ganas de hacer un milagro. Ya le he dicho que a vecesrespondía de forma rara. Había que darle muchas vueltas a la cabeza para entenderle.

–¿Usted le oyó hablar en público?

–Al principio, no; me quedé en Nazaret. Luego, cuando también iban otras mujerescon él, lo acompañaba a todas partes.

–¿Y la gente lo entendía?

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–Si le soy sincera, creo que a veces no. Incluso le diría que casi nunca. Pero lesgustaba escucharlo. Contaba unas historias muy entretenidas; además, se metía amenudo con los fariseos.

–Le voy a contar una escena para que me diga si le parece típica de su hijo o es uninvento mío. Imagínese que un día está hablando con sus discípulos sobre algo muygrave que va a ocurrir; ellos le preguntan dónde, y él responde: «Donde está el cadáverse reúnen los buitres». ¿Le parece una respuesta típica de su hijo?

–Completamente.

–Pero ¿usted entiende lo que ha dicho?

–No. Pero es lo que decía José cuando no quería que le hicieran más preguntas.

–Entonces, si en los Evangelios se encuentran frases oscuras, misteriosas, de difícilinterpretación, no habría que acusar a los evangelistas de mala voluntad, de quererdesprestigiar a Jesús.

–De ninguna manera. La culpa es suya.

–¿Se atreve usted a acusar a su hijo? –sonríe Lucas.

–Las madres tenemos derecho a decir ciertas verdades que los demás debencallarse.

–Muchas gracias, María. Por cierto, lo del remiendo y el ayuno es muy fácil deentender. El Evangelio que predicaba su hijo era algo nuevo, y no podía compaginarsecon el ayuno, que era una práctica antigua.

María piensa un momento.

–La comparación es bonita, pero podría haberlo dicho de forma más clara.

Se escucha un murmullo divertido en la bancada de la derecha, que el Espírituaprovecha para dar por terminada la sesión.

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14.Recuento de milagros (I)

Afortunadamente, los espíritus puros no ocupan espacio. De lo contrario, no cabrían enel despacho de Lucas. Salvo el Padre, que se ha abstenido por motivos de imparcialidad,Jesús, que sigue empeñado en asistir al debate desde fuera, y los veinticuatro ancianos,que lo consideran contrario a su dignidad, casi todos los seres celestes y muchos de losantiguos terrestres han acudido a dar la enhorabuena a Lucas y al Espíritu.

La situación es muy distinta en el despacho de Satán.

–¿Cómo se te ocurre citar dos libros que no has leído? –le recrimina Mefistófeles–.¡Nos has dejado en ridículo!

–Todo ha sido culpa de la interrupción. Hasta ese momento todo iba perfecto. Teníaa Lucas apabullado.

–Yo sé por qué se interrumpió el debate –interviene Azazel.

–Tú no sabes nada, imbécil –lo calla Belial.

–Sí lo sé. Vi a Marcos jugando con una tablilla y enseguida se levantó Su Majestad.

–¿De qué tablilla hablas, estúpido? No digas tonterías.

–Marcos tiene una tablilla embrujada.

–¡Tú sí que estás embrujado! ¡Vete al infierno!

Azazel se aparta, pero permanece en segundo plano mientras Asmodeo presenta sunuevo volumen.

–Aquí está todo lo que me han dado sobre los milagros. Lilit ha incluido también losque cuenta el cuarto Evangelio, el de Juan.

–Ese no entra en el debate.

–Pero ella insiste en que es muy importante tenerlo en cuenta. Dice que nos va ahacer un gran favor.

–Lo dudo mucho –comenta escéptico Lucifer–. Digamos lo que digamos, siempreencontrarán respuesta.

Asmodeo no es tan pesimista y vuelve a centrar la atención en su nuevo volumen.

–He catalogado los milagros por materias. Los más abundantes son las curacionesde todo tipo: fiebre, lepra, parálisis, tisis, ceguera, hemorragia, sordomudez, epilepsia,deformación, hidropesía, herida de espada…

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–¿Herida de espada?

–Sí. Cuando fueron al huerto a prender a Jesús, uno golpeó al criado del sumosacerdote y Jesús lo curó. Pero ese milagro solo lo cuenta Lucas.

–Se lo habrá inventado, como siempre. Sigue.

–Tres resurrecciones de muertos…

–¿Quiénes?

–La hija de un tal Jairo, el hijo de una viuda y Lázaro.

–¿Qué Lázaro?

–El hermano de Marta y María. Ese milagro solo lo cuenta el cuarto Evangelio.

–¿Solo lo cuenta Juan? –Satán comienza a mostrarse interesado.

–Y la resurrección del hijo de la viuda solo la cuenta Lucas.

–¡Qué curioso! ¡Muy interesante!

–Luego vienen unos milagros que no sé cómo catalogar, porque no hay enfermos nimuertos. Son cinco: convierte agua en vino…

–¿Estás loco, Asmodeo? ¿Te imaginas a Jesús convirtiendo agua en vino?

–Él no quería, pero lo obligó su madre.

–Me lo creo menos todavía. Sigue.

–Camina sobre el agua; calma una tempestad; multiplica panes y peces…

–¿Qué significa eso? ¿Cómo el milagro de Eliseo?

–No conozco ese milagro –se excusa Asmodeo.

–Eliseo dio de comer a cien personas con veinte panes de cebada.

–El de Jesús es mucho más grande: con cinco panes y dos peces da de comer acinco mil personas, sin contar mujeres y niños.

–¿Y quiénes repartieron los panes y los peces entre la gente?

–Los discípulos.

–¿Solo doce camareros para tanta gente? Imposible.

–Hay también otra multiplicación de siete panes para cuatro mil personas. Esta no lacuenta Lucas.

–¿Algo más?

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–Una cosa que no sé si es un milagro. Pocos días antes de morir, maldijo unahiguera y se secó.

–¿De la noche a la mañana? ¿No estaba ya seca?

–Por lo que cuentan, fue de repente. Por último, otra cosa que no sé si es unmilagro: para pagar el tributo al templo, le dijo a Pedro que pescara un pez; cuando lopescó, le abrió la boca y encontró en ella una moneda.

–Eso no es un milagro, es un cuento persa. ¿No has oído nunca el cuento delpescador que encontró una perla en la boca de un pez? ¿Eso es todo?

–Sí. Este es el catálogo. Hay algo que deberías saber. Marcos cuenta dos milagrosmuy extraños.

–¿A qué te refieres?

Al modo en que Jesús los realiza.

–Cuéntame.

* * *

Marcos mira su tablilla mientras pregunta:

–¿Cuántos milagros tengo yo que no tenéis vosotros? Dicho de forma menoselegante: ¿cuántos milagros de los que yo contaba no quisisteis copiar?

Ante el silencio de Mateo y Lucas comenta:

–El malvado se niega a reconocer su maldad. Lo dice un salmo… o algo por elestilo. Otra pregunta, muy sencilla: ¿en qué Evangelio cura Jesús a los ciegos de dos endos?

–En Mateo –acierta Lucas.

–Muy bien. ¿En qué Evangelio Jesús no camina sobre el agua?

–En Lucas –responde Mateo.

–Lucas, a ti te gusta mucho suprimir. La segunda multiplicación de los panes, la delos cuatro mil, no la cuentas, ni la curación de la hija de la cananea, ni la maldición de lahiguera. Ten cuidado con Satán, te puede poner en un aprieto.

–¿Por qué?

–Hombre, si suprimes tantas cosas… Además, no puedes decir que no las conocías,están en mi Evangelio.

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–Ya se me ocurrirá alguna excusa.

–Que sea con la ayuda del Espíritu, no te vaya a pasar como hace poco. Otra cosaque vas a tener que explicar es todo lo que añades. Fíjate, Mateo, la cantidad de cosasque añade Lucas, que tú no conoces: Jesús resucita al hijo de una viuda en un pueblecitollamado Naín.

–Se habrá equivocado. Debe de ser la hija de Jairo, en Cafarnaún.

–No. No es una niña, es un muchacho. Y en Naín.

–¿Cómo se llamaba la viuda?

–No lo dice. Ni tampoco el nombre del muchacho. Solo que fue en Naín.

Lucas, que sigue con desgana el diálogo entre Marcos y Mateo, comenta:

–Naín está al lado de Sunán. «El que tenga oídos para oír, que escuche».

Marcos y Mateo se miran como si Lucas se hubiera vuelto loco.

–Otros milagros que añade Lucas son la curación de una mujer tullida, de unhidrópico y de diez leprosos. ¡Nada menos que diez, Mateo! Tú te habrías contentadocon dos.

–Te pareces a Satán –se burla Lucas–, pero lo haces peor que él.

–No os peleéis –dice Mateo–. ¿Y yo? ¿He añadido muchos milagros?

Marcos mira su tablilla.

–No. Tú has sido más sobrio. Aparte de que siempre hablas de dos ciegos en vez deuno…

–La ley exige dos testigos.

–Pero al paralítico no lo conviertes en dos paralíticos. Bueno, allá tú. Aparte de eso,la tablilla solo indica que pones a Pedro caminando sobre el agua; pero, como terminahundiéndose, podemos decir que es medio milagro. También menciona, entre signos deinterrogación, la moneda que encontraste en la boca del pez. Por lo visto, no es seguroque se trate de un milagro.

–¿Por qué?

–Pudo ser cuestión de suerte.

–Pero Jesús sabía que la moneda estaba allí.

–Tampoco habría sido un milagro. Solo un caso de adivinación.

Permanecen un rato en silencio mientras Marcos no deja de jugar con la tablilla. Alcabo de un rato comenta:

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–Menos mal que el Evangelio de Juan no entra en el debate. Solo cuenta cincomilagros y nada más que uno coincide con los nuestros.

–¿¡Cuatro distintos!? ¿Importantes?

–Yo diría que sí. Convierte agua en vino, cura a uno que llevaba treinta y ocho añosparalítico, devuelve la vista a un ciego de nacimiento y resucita a Lázaro, el hermano deMarta y María. ¿Te parece poco?

–Nunca oí hablar de esos milagros.

–Ni yo tampoco.

De repente, Marcos se incorpora, excitado.

–Esto es muy grave. Voy a ver al Espíritu.

* * *

Asmodeo ha expuesto con detalle su pesquisa y termina categórico:

–Esas dos curaciones no son milagros, son pura magia.

Para sorpresa suya, Satán parece distraído por otra idea, como si no advirtiese laimportancia capital de lo que acaba de decirle. De hecho, no le comenta nada, se limita ahacer una pregunta a Belial.

–¿Qué dijo ese estúpido de Azazel?

–No recuerdo que dijese nada.

–Sí. A propósito de una tablilla que tenía Marcos.

–No sé. ¿Quieres que lo busque?

–Sí, tráelo enseguida.

–Estoy aquí, no me había ido –dice Azazel, medio a escondidas.

–¿Qué dijiste de la tablilla que tenía Marcos?

–Que está embrujada. Cuando le habló, se levantó Su Majestad.

Satán se confirma en la estupidez de su siervo.

–De modo que se le habla y Su Majestad se levanta.

–Sí.

–¿Y sirve para algo más?

–No lo sé.

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–¡Qué pena que no sigas en el desierto! ¿Tienes algo que hacer?

–No.

–Pues búscame una tablilla de esas. Y no aparezcas por aquí hasta que me traigasuna.

Mientras Azazel se retira, Satán le comenta a Belial:

–Por lo menos nos lo quitamos de encima hasta que termine el debate. ¿Cómo seme ocurriría invitarlo a formar parte del equipo?

* * *

–Ya sé a lo que vienes, Marcos –le dice el Espíritu nada más verlo entrar–. Estásasustado.

–No es para menos. Si Satán se entera de los milagros que cuenta Juan…

–Ya los conoce. Por eso no te preocupes.

–Entonces ¿podemos quedarnos tranquilos?

–No. Azazel está intentando conseguir una tablilla.

–¿Azazel? ¿Para qué quiere una tablilla? Bueno, no importa. No va a decirle nadaque no sepamos.

–Puede hacer búsquedas cruzadas y daros un buen susto.

–¿Qué son las búsquedas cruzadas?

–No te lo pienso decir. Estudia el manual. Lo importante es ver qué hacemos conAzazel.

Marcos piensa un momento.

–Hay que procurar que no encuentre ninguna tablilla.

–Eso es fácil –dice el Espíritu–. No puede entrar en el cielo.

–No me fío de los demonios. Si se ha enterado de que existen las tablillas, lo mismopuede hacerse con una de ellas.

–Y aumentarían las dificultades…

–Sí. En esto de los milagros hemos actuado con mucha imaginación… y muchalibertad.

–La imaginación y la libertad no son malas… si sabéis justificarlas.

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–Mejor no tener que justificar nada.

–Esa postura tan cobarde no te pega, Marcos. Yo tengo una solución mejor:proporcionarle a Azazel una tablilla.

–¿Estás loco? Perdón, no quería ofender.

–Es lo mejor para vosotros, tendréis que justificar vuestra postura y nadie os podráacusar de que eludís las dificultades… Además, puede resultar divertido.

* * *

Satán está estudiando el nuevo volumen que le ha proporcionado Asmodeo cuando entraprecipitadamente Azazel.

–Ya he encontrado una. Aquí está.

Satán lo mira incrédulo.

–¿Qué es esto? ¿La tablilla?

–Una igual que la que tenía Marcos.

–¿Cómo la has conseguido?

–La encontré.

–No seas imbécil. ¿Cómo vas a encontrar una cosa tan valiosa? O la has robado o tela han dado. Pero tú no sirves ni para robar.

–¡La he encontrado! Cuando iba buscándola, me deslumbró un resplandor intensoy, cuando recobré la vista, tenía delante la tablilla.

Satán mira a Belial y Lucifer.

–¿Os creéis esa historia?

–Yo, sí –confiesa Lucifer–. Azazel es demasiado tonto para inventársela.

–Entonces, la cosa es más grave. Significa que alguien ha querido que tengamos latablilla. Y ese alguien solo puede ser un enemigo: el Espíritu.

–¿Qué hacemos? ¿Tirarla? –pregunta Belial.

Satán no responde. Llama a Mefistófeles y le informa de lo ocurrido.

–¿Qué sugieres?

–Usarla. Es claro que nos la dan para engañarnos, pero es preferible saber dónde seesconde la trampa.

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–¿Tú sabes cómo se usa? –le pregunta Satán a Azazel.

–No. Yo solo vi que Marcos le hablaba.

Satán mira con recelo a la tablilla y por fin se atreve a decirle:

–Hola.

La tablilla se ilumina al punto y deja ver su mensaje:

Nombre de usuario:

Contraseña:

Los cuatro se sienten asustados y sin saber qué hacer. Mefistófeles razona: «Si se lepuede hablar, se le puede preguntar», y formula su pregunta:

–¿Qué significa nombre de usuario?

–Nombre del que usa la tablilla.

–¿Quién la usa?

–Usted sabrá.

–El que la usa soy yo, imbécil, Satán. Di que el nombre de usuario es Satán.

–Satán.

–¿Desea todos los textos en que aparece Satán en los Evangelios?

Tras un primer instante de desconcierto, la vanidad le vence.

–Dile que sí.

–Sí.

–¿Con contexto?

Mefistófeles no sabe a qué se refiere, mira interrogante a Satán.

–Dile que sí. Cualquier cosa que te pregunte, dile que sí.

–Sí.

–¿Con numeritos?

–Sí.

Tras un milisegundo de vacilación, la tablilla responde:

–Lo siento. No ha introducido la contraseña. Repita la búsqueda.

Mefistófeles no se da por vencido.

–¿Qué es la contraseña?

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–Código alfanumérico elegido por el usuario; se recomienda un mínimo de ochocaracteres.

Satán, irritado por no entender nada, le arrebata la tablilla a Mefistófeles y se la tiraa Azazel a la cabeza.

–¡Vete al infierno con esta porquería!

Azazel obedece al punto. Sale corriendo con el rabo entre las piernas hasta queencuentra un sitio tranquilo, donde nadie le puede ver. Mira a la tablilla y le dice:

–Hola.

La tablilla reacciona igual que antes.

Nombre de usuario:

Contraseña:

–Nombre de usuario: «Azazel». Contraseña: «Azazel1234».

La tablilla se ilumina y Azazel, sin vacilar un segundo, dicta:

–Nuevo mensaje. Para Marcos. Sin remitente, sin asunto, sin adjunto.–Texto: «El insensato desprecia la saliva, al sensato le gusta escupir».

* * *

Marcos está imaginando que hará Satán con la tablilla cuando advierte que la suyatiembla suavemente. El mensaje, no sabe por qué, le asusta.

«El insensato desprecia la saliva, al sensato le gusta escupir».

Buscando ayuda, se dirige a Mateo y Lucas.

–Mirad el mensaje que me ha llegado.

Ellos lo leen. Mateo varias veces, como queriendo descifrar el enigma. Lucas, trasun rápido vistazo, se aparta como si la cuestión no le interesase.

–No es un proverbio –dice Mateo–. Los conozco todos de memoria.

–¿Qué puede significar?

Lucas interrumpe su paseo.

–¿Es posible que no lo entiendas? Es facilísimo. ¿Quién te lo manda?

–No lo dice. No lo sé.

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–¿No habrá sido el Espíritu?

–No. Seguro que no. He estado con él hace poco.

–Pues el que te lo manda pretende hacerte un gran favor. Y si me preguntas algomás, te responderé como el maestro: «Donde está el cadáver se reúnen los buitres».

Y Lucas se aleja sonriendo.

* * *

«El insensato desprecia la saliva, al sensato le gusta escupir». «¿Qué querrá decir?», sepregunta Marcos desde hace horas. ¿Desde cuándo las personas sensatas vanescupiendo? Y Lucas, que sabe la respuesta, no quiere decir nada. Acudir al Espíritu leda vergüenza; acaba de decirle que estudie el manual.

«Calma, Marcos», se dice. Ese proverbio debe estar relacionado con el tema quevamos a debatir, los milagros. La solución estará en hacer una búsqueda cruzada, comoha dicho el Espíritu. Pero no sé cómo se hace y no tengo ganas de estudiar el manual.¿Por dónde empezarías una búsqueda sencilla? No por «sensato» ni «insensato»,saldrían infinidad de textos. «Despreciar» es un verbo muy frecuente, igual que«gustar». La búsqueda más rápida sería por «saliva» y «escupir». Medita un poco,valorando el resultado de su razonamiento, y decide hacer una prueba:

–Escupir –le dice a la tablilla.

–El verbo escupir se usa tres veces en los Evangelios: dos en Marcos y una en Juan.

–Ver textos de Marcos. Con contexto. Con numeritos.

Cuando aparecen en pantalla, Marcos se sonroja de vergüenza mientras se da ungolpe en la frente.

–¡Con razón decía Lucas que la solución era facilísima! Ahora comprendo por quéél y Mateo suprimieron estos milagros.

Se levanta excitado, pensando quién le habrá mandado el mensaje, cuando sutablilla vuelve a vibrar.

«El insensato espera que lo golpeen, el sensato se adelanta a golpear».

«Un consejo muy poco evangélico», piensa. Pero esta vez sí sabe quién se lo envía:el Espíritu Santo.

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15.Recuento de milagros (II)

Constituida la corte, Satán espera, con el nuevo volumen en la mano, que le autoricen acomenzar el debate. Sin embargo, el Espíritu toma la palabra y se dirige al Padre.

–El tema que debatiremos en esta sesión es el de los milagros de Jesús. Hasta ahora,siempre ha sido Satán el primero en hablar, y los evangelistas respondían a susobjeciones. Sin embargo, estos me han pedido cambiar el orden en este caso. Dada ladificultad del tema, y para eliminar de entrada ciertos equívocos, quieren ser ellos los quecomiencen exponiendo su punto de vista antes de someterse al interrogatorio de Satán.

El malestar de Satán es manifiesto, pero no se atreve a protestar cuando el Espírituconcede la palabra a Marcos, que se sitúa en el centro y comienza su exposición.

–Padre, ancianos, corte celeste, son muchos quienes piensan que los milagros soloplantean dificultades a las personas de escasa fe, y que el verdadero creyente los aceptasin problemas, basándose en la sencilla idea de que «para Dios nada hay imposible». Sinembargo, hay personas, de cuya fe no podemos dudar, que sienten rechazo o malestarante ciertos milagros. Para ellas, los milagros, más que una ayuda, son un obstáculo paracreer. Algunos de los aquí presentes quizá desconfíen de esas personas y piensen: «Si losmilagros les crean problemas, será que no tienen tanta fe como dice Marcos». Pero lasolución no es tan fácil. Para demostrarlo, voy a hablarles de dos de esas personas que seescandalizan de algunos milagros y prefieren no hablar de ellos: Mateo y Lucas, losevangelistas.

Un murmullo de sorpresa recorre la bancada de la derecha mientras Satán sesobresalta imaginando lo que puede seguir.

–Cuando escribí mi Evangelio –continúa Marcos–, quise dejar claro que losdiscípulos no eran seres maravillosos, inteligentes, llenos de fe; al contrario, eran obtusos,desconfiados, miedosos, ambiciosos… Veían actuar a Jesús, y no captaban el sentidoprofundo de lo que hacía; lo escuchaban, y no entendían nada. En palabras de Isaías,eran ciegos y sordos. Jesús debió de llevar a cabo con ellos una labor paciente, que lesupuso gran esfuerzo. Y tuve la inspiración, que agradezco al Espíritu, de expresar eseproceso con los discípulos relacionándolo con dos milagros: la curación de un sordo y lade un ciego. Pero necesitaba unas curaciones llamativas, difíciles, que a Jesús le costasentrabajo. Y elegí estas dos que leeré a continuación. La primera es la de un sordomudo.

«Le llevaron un hombre sordo y tartamudo y le suplicaban que impusiera las manos sobre él. Lo tomó, loapartó de la gente y, a solas, le metió los dedos en los oídos; después, escupiendo, le tocó la lengua con

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saliva; levantó la vista al cielo, suspiró y le dijo: Effatá, que significa “ábrete”. Al punto se le abrieron losoídos, se le soltó el impedimento de la lengua y hablaba normalmente».

–Fíjense que no es una curación como otra cualquiera. La gente pide a Jesús que leimponga las manos al enfermo, cosa que ha hecho en otras ocasiones para curar aalguien. Pero Jesús no les hace caso. Se lleva al sordo lejos de la gente, se queda con él asolas, le mete los dedos en los oídos… ¿Han imaginado alguna vez a Jesús metiendo losdedos en los oídos del sordo? Luego escupe… sí, escupe, un gesto que nos parece pocoeducado, y pone saliva en la lengua. Pero no termina ahí el ritual; eleva los ojos al cielo,suspira, y pronuncia una palabra aramea que, para el interesado, era clara; pero para loslectores de mi Evangelio, de lengua griega, resultaba misteriosa. Con todo esto intentabatransmitir que la curación del sordomudo no fue cosa sencilla, sino muy difícil. Lo mismoocurre, poco después, con la curación de un ciego, que cuento de la siguiente manera:

«Cuando llegaron a Betsaida, le llevaron un ciego y le pidieron que lo tocase. Tomando al ciego de la mano,lo sacó a las afueras de la aldea, escupió y le untó con saliva los ojos, le impuso las manos y le preguntó:“¿Ves algo?”. Y mientras recobraba la vista dijo: “Veo hombres; los veo como árboles, pero caminando”. Denuevo le impuso las manos en los ojos. El ciego afinó la mirada, fue sanado y distinguía todo con claridad».

–Habrán advertido la semejanza con el milagro anterior: a Jesús le piden que toqueal ciego, pero él lo saca de la aldea, escupe, y le unta con saliva los ojos. La vista mejora,pero no por completo. Hace falta tocar de nuevo los ojos para que distinga todo conclaridad.

–Pues bien, en medio de estos dos milagros, hablando Jesús con los discípulos, lespregunta, o más bien les reprocha: «Tenéis ojos ¿y no veis? Tenéis oídos ¿y no oís?».Para Jesús, conseguir que los discípulos vean y oigan supone un esfuerzo tan grandecomo curar al sordomudo y al ciego.

–¿Por qué me he detenido en estos dos milagros, que, para mí, tienen gran valorsimbólico? Porque Mateo y Lucas los suprimieron. O no captaron su sentido, o noquisieron presentar a Jesús metiendo los dedos en los oídos de un sordo y, muchomenos, escupiendo y tocando la lengua y los ojos con saliva. Para ellos, estos dosmilagros, más que una ayuda, eran un obstáculo para la fe.

–En los milagros, lo de menos es el hecho en sí mismo; lo importante es lo quesignifican. Alguno se escandalizará: ¿cómo puede decir Marcos que lo de menos es quecomieran pan y peces cinco mil personas, sin contar mujeres y niños? Pues sí, lo demenos es que comieran cinco mil o cincuenta mil hace muchos siglos; lo importante es siJesús sigue dando de comer hoy día a su comunidad allá abajo. Un milagro solo esverdadero milagro cuando sigue teniendo sentido y valor para los cristianos al cabo de lossiglos. Siento que no participe en este debate el evangelista Juan, porque fue él quienmejor expresó esta idea. Espero que no se moleste si resumo brevemente su punto devista.

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–Juan no es amigo de los milagros. Y dice que tampoco Jesús lo era. A unfuncionario real que le suplica por su hijo enfermo, le reprocha: «Si no veis señales yprodigios, no creéis». Y a Tomás le repite una enseñanza parecida: «Porque me hasvisto, has creído. Dichosos los que creyeren sin haber visto». Para Jesús, el ideal es creersin ver, creer sin necesidad de milagros. Por eso, Juan solo cuenta cinco, pero dándolesun sentido simbólico: si Jesús cura a un ciego de nacimiento, lo importante no es que esepobre hombre vuelva feliz a su casa; lo importante es que Jesús es la luz del mundo. Siresucita a Lázaro, lo importante es que, para todos nosotros, es la resurrección y la vida.Si convierte el agua en vino, no es para que se emborrachen los que ya llevaban unabuena dosis dentro, sino para simbolizar ese banquete maravilloso en el que Dios serviráa la humanidad «manjares exquisitos y vinos de solera».

–Insisto, por consiguiente, en que quedarse en el hecho milagroso en cuanto tal espeligroso y absurdo. Absurdo, porque nos impide captar el sentido profundo de esehecho, lo que significa para mí. Peligroso, porque se presta a caer en el ridículo, cuandoSatán y sus compinches nos asalten con ironías de todo tipo: ¿se murió Lázaro porsegunda vez? ¿Vino a resucitarlo Jesús? ¿Cuánto tiempo tardaron doce camareros enrepartir el pan y los peces a veinte mil personas? ¿Para qué quería el paralítico la camillasi ya se había curado?

–Cuando escribimos los Evangelios, hace ya tantos siglos, la cultura y forma depensar de los cristianos eran muy diversas. Algunos, muy sencillos, creían sin dificultadcualquier milagro que se les contase y les suponían una ayuda para su fe. En esto no sediferenciaban de sus contemporáneos, gente en su mayoría muy crédula. Para ellosescribimos sobre todo Mateo, Lucas y yo. Había también grupos reducidos, más cultos ycríticos, y a ellos se dirige Juan. A lo mejor su comunidad era tan crédula e ingenua comolas nuestras, pero Juan quiso educarla, obligarle a ver los milagros desde otro punto devista.

–Les he animado a no ser tajantes con respecto a los milagros, a no condenar deentrada a quienes no los entienden o no los consideran necesarios para creer en Jesús. Yles he puesto como ejemplos a tres personajes nada sospechosos: Mateo, Lucas y Juan.

–Otra cosa que quiero decirles a propósito de los milagros es que no se los puedeconsiderar aislados. Cada uno de ellos forma parte de la victoria de Jesús sobre lasfuerzas del mal, sobre Satán. Por eso yo le doy tanta importancia a los demonios, quesirven para hacer más amenos los milagros, al tiempo que subrayo su impotencia: no sonseres terribles, son pobres diablos, incapaces de oponer la menor resistencia a Jesús, queles manda callar y abandonar la escena.

Marcos está a punto de retirarse cuando vuelve y se dirige al Padre.

–Ruego que me perdonen, pero acabo de recordar otro milagro que suprimió Lucas,y que demuestra la libertad con la que los evangelistas actuamos en este tema. Para mi

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gusto es de los relatos más bonitos e irónicos: la curación de la hija de la mujer cananea.Mucha gente se escandaliza cuando Jesús le dice a la madre: «Deja que primero sesacien los hijos. No está bien quitar el pan a los hijos para echárselo a los perritos». Nose dan cuenta de que la mujer, en vez de sentirse ofendida, aprovecha la imagen paradejar callado a Jesús y conseguir lo que pretende. Jesús se pasó la vida discutiendo conescribas, fariseos, sacerdotes, herodianos, saduceos, y ninguno logró callarlo. La únicapersona que lo calló fue esta cananea. A mí me resulta un relato espléndido, irónico ydivertido, que deja a esta pagana a gran altura. Sin embargo, Lucas, que tanto estima alos paganos, no entendió la ironía del pasaje, o pensó que sus cristianos no lo iban aentender, y no copió este bello relato.

–Espero, Lucas, que no te hayas molestado por lo que he dicho. Te cedo la palabra.

Satán hierve de cólera. ¿Cómo ha sabido Marcos que iba a atacarle por esos dosmilagros, los del sordo y el ciego, que de milagros no tienen nada, pura magia, conrituales extraños, palabras extrañas… una vergüenza? Iba a dejarlo en ridículo porpresentar a Jesús como un mago, iba a llamar como testigos a Mateo y Lucas… y ahoratodo se ha venido abajo. Y encima, lo de Juan. A Lilit se la llevarán los demonios…aunque parezca imposible; me avisó de la importancia de esos relatos, y el elementosorpresa ha desaparecido por completo. ¿Será verdad que la tablilla que llevó Azazel estáembrujada? ¿Será esa tablilla la que ha informado a Marcos? Mientras Satán se devanalos sesos en busca de respuesta, Lucas está dispuesto a comenzar su exposición.

–Padre, ante todo quiero decirle a Marcos que puede quedarse tranquilo. No memolesta lo que ha dicho. Al contrario, me ha resultado muy interesante su explicación deese milagro. Y es bueno que lo haya dicho, para que todos sean conscientes de quenosotros, al escribir, estábamos no solo inspirados por el Espíritu, sino tambiéncondicionados por nuestros lectores. Efectivamente, tuve miedo de que el pasaje seinterpretara mal y preferí suprimirlo. Pero ahora me centro en otra cuestión esencial paraentender los milagros de Jesús: su relación con los realizados por los antiguos profetas,especialmente Elías y Eliseo.

–Empiezo por un ejemplo concreto. Quien conozca los Evangelios de Mateo yMarcos y lea el mío se llevará una gran sorpresa: cuento un milagro que ellos noconocen, la resurrección del hijo de una viuda en el pueblecito de Naín.

–Cualquiera pensará: ¿cómo son Mateo y Marcos tan descuidados que no informande este milagro? ¿Es posible que nadie se lo contase? Debo decirles que ni ellos fuerondescuidados ni nadie se lo contó. Si añado que ese milagro lo inventé yo, sentirán ganasde condenarme a las profundidades del infierno. Intentaré librarme de sus llamasexplicándoles lo que pretendí.

–Mi comunidad, y otras que conocía, estaban formadas, como acaba de decirMarcos, por gente humilde, sencilla, que disfrutaba escuchando los milagros que se

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cuentan en las Escrituras. Dos relatos, en concreto, las maravillaban, los dos sobreresurrecciones de muertos y ambos muy parecidos.

–El primero lo realiza el Señor por intercesión del profeta Elías. Se trata del hijo deuna viuda que lo ha acogido en su casa; el niño enferma, muere, y la viuda se queja alprofeta. Elías toma al niño, lo sube al piso de arriba, donde él duerme; lo tiende en lacama, reza al Señor pidiéndole que lo resucite, se echa tres veces sobre el niñorepitiéndole a Dios que lo resucite; Dios lo escucha, devuelve la vida al niño, y Elías loentrega a su madre.

–El segundo tiene protagonistas muy parecidos: Eliseo, un niño muerto y su madre.La historia es mucho más larga, muy hermosa, pero no me detendré en ella. Bastarecordar que el niño muere y la mujer acude al profeta para quejarse de lo ocurrido. Lareacción inicial de Eliseo es entregar su bastón a su criado para que lo coloque sobre elniño, pero la madre no acepta intermediarios y le obliga a ir él personalmente. CuandoEliseo llega a la casa, se repite un ritual parecido al de Elías: el niño está ya en lahabitación de arriba, el profeta sube, cierra la puerta, ora al Señor, sube a la cama y seecha sobre el niño, para que vaya entrando en calor, y así hasta siete veces; al final, elniño estornuda, abre los ojos, y Eliseo lo entrega a su madre.

–Estos dos milagros tan parecidos se prestaban a presentar a Jesús como muysuperior a Elías y Eliseo. Bastaba utilizar algunos de sus elementos y cambiar otros. Loselementos básicos tenían que ser una madre y su hijo muerto. En este caso, la madresería una viuda, como en el relato de Elías. En cuanto a la localización, sería máscercana a la de Eliseo: él realizó el milagro en Sunán; Jesús lo realizaría en Naín, a solodos kilómetros de distancia.

–Para poner de relieve la superioridad de Jesús, lo importante eran los cambios.

–El primero consistió en convertir un acontecimiento privado en algo público: Elíasy Eliseo realizan el milagro a solas con el niño muerto, en la habitación de arriba; Eliseoincluso cierra la puerta. Jesús realizará el milagro en público, en medio de dos multitudes,la que le sigue y la que sale del pueblo acompañando al féretro.

–El segundo cambio fundamental era la relación entre Jesús y la madre del niñomuerto: en el caso de Elías, la mujer se queja al profeta y este actúa; en el de Eliseo, lamadre reprocha su conducta al profeta, y, cuando este pretende resolver el problemaenviando a su criado, se niega en redondo y obliga al profeta a acompañarla; la viuda deNaín no hace ni dice nada, no reprocha ni pide. Toda la iniciativa es de Jesús, que secompadece de ella.

–El tercer cambio se produce en la forma de realizar el milagro. Elías reza al Señory se echa tres veces sobre el niño suplicando a Dios que le devuelva la vida; Eliseo reza y

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se echa siete veces sobre el niño, ojos con ojos, boca con boca; Jesús no reza ni toca alniño, le basta darle una orden.

–El resultado final es el siguiente:

«A continuación se dirigió a una ciudad llamada Naín, acompañado de los discípulos y de un gran gentío.Justo cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a un muerto, hijo único de una viuda; laacompañaba un grupo considerable de vecinos. Al verla, el Señor sintió compasión y le dijo: “No llores”. Seacercó, tocó el féretro, y los portadores se detuvieron. Entonces dijo: “Muchacho, yo te lo ordeno,levántate”. El muerto se incorporó y empezó a hablar. Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaronsobrecogidos y daban gloria a Dios diciendo: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros; Dios se haocupado de su pueblo”».

–Fíjense en la reacción final de la gente. No se dedican a darle la enhorabuena a lamadre o al muchacho. Dan gloria a Dios porque los beneficiados son ellos: «Un granprofeta ha surgido entre nosotros; Dios se ha ocupado de su pueblo». Los milagros deJesús, incluso los que pueden parecer más personales, están al servicio de todo el pueblo.La mejor enseñanza de este milagro de Naín sería lo que dice Jesús en el caso de Lázaro:«Yo soy la resurrección y la vida». No solo de la hija de Jairo, del hijo de la viuda deNaín, de Lázaro, sino de todos.

–Satán, con su habitual superficialidad, volverá una y otra vez sobre el hechoconcreto: ¿existió esa viuda de Naín? ¿Se le murió un hijo? ¿Lo resucitó Jesús? Si sedemuestra que nada de esto es verdad, el relato es pura falsedad, no sirve de nada ydebería ser eliminado del Evangelio.

–Yo le preguntaría a Satán y a los que piensan como él: ¿existió el buen samaritano?¿Hubo un hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó y unos bandidos casi lo matan agolpes? ¿Es cierto que pasaron junto a él un sacerdote y un levita y no lo atendieron parano quedar impuros en caso de que estuviera muerto? ¿Es cierto que el samaritano le dioal posadero unas cuantas monedas para que lo cuidase? Si nada de esto es cierto, si setrata de una historieta inventada, la parábola del buen samaritano no sirve de nada ydebería ser tachada del Evangelio. Y lo mismo podríamos decir de la parábola del hijopródigo y de tantas otras.

–En los milagros, como en todo el Evangelio, lo importante no es lo que se dice,sino lo que se quiere decir. «La letra mata, el espíritu vivifica», como dijo alguno. Peroya he hablado bastante. Cedo el puesto a Mateo.

El auditorio mira a Mateo con interés. ¿Podrá decir algo que no hayan tratado yaMarcos y Lucas? Su aspecto sereno, seguro de sí mismo, sugiere que sí.

–Dijo Marcos hace poco, a propósito de la multiplicación de los panes, que lo demenos es que comieran cinco mil o cincuenta mil hace muchos siglos; lo importante es siJesús sigue dando de comer hoy día a su comunidad. Si hubiese leído con atención miEvangelio, podría haber encontrado en él la confirmación de lo que dijo.

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–En esta asamblea celeste dominan con mucho los espíritus puros, angélicos, quegozan de toda clase de ventajas y privilegios; al no tener hambre ni sed, no necesitancomer ni beber. Y esto, que es una ventaja, se convierte en un gran inconveniente a lahora de entender el Evangelio. En cambio, todos aquellos que vivieron una temporada enla tierra me comprenderán. Cuando se come pan y pescado, ¿qué es lo importante, elpan o el pescado? Si la pesca no ha sido miserable, el pescado; el pan sirve deacompañamiento. En el caso de la multiplicación de los panes y los peces, tratándose deun milagro de Jesús, no hay peligro de escasez: el pescado abundaría. Pero, si leen mirelato, encuentran lo siguiente:

«Después mandó a la multitud sentarse en la hierba, tomó los cinco panes y los dos pescados, alzó la vista alcielo, dio gracias, partió el pan y se lo dio a sus discípulos; ellos se lo dieron a la multitud. Comieron todos,quedaron satisfechos, recogieron las sobras y llenaron doce cestos».

–Es un truco de prestidigitación. Al principio todos ven los cinco panes y los dospeces. Luego, sin que nadie lo advierta, desaparecen los peces, y Jesús solo parte el pan,que es lo que entrega a los discípulos para que la multitud coma. ¿Por qué suprimo lospeces en el momento culminante? Porque lo que me interesa transmitir no es que Jesúsorganizase un banquete hace siglos, sino que sigue alimentando a su comunidad en lacelebración eucarística, donde no se come pescado sino pan. Alzar la vista al cielo, dargracias, partir el pan y repartirlo son los gestos típicos de la eucaristía.

–Yo no añadí muchos milagros a los contados por Marcos. Me parecía másimportante indicar su sentido. Hasta ahora hemos hablado de milagros llamativos,difíciles de realizar, o de resurrecciones. Pero lo más frecuente en la vida de Jesús eranlas curaciones de pequeñas enfermedades, habituales entre la gente. Nadie le negaba aJesús la capacidad de realizarlas, ni siquiera los escribas y fariseos, aunque ellos lasatribuían a Belcebú, príncipe de los demonios.

Satán salta como un resorte.

–¡Protesto! Todos los evangelistas cometen ese inmenso error. El príncipe de losdemonios soy yo, no Belcebú, que ni siquiera es un demonio en su origen, sino un vulgardios cananeo, el «Señor de las moscas».

El Padre y el Espíritu intercambian una mirada irónica y el Espíritu proclama:

–Se acepta la protesta. Mateo puede continuar.

–Como decía, los escribas y fariseos atribuían los milagros de Jesús a que tenía unpacto con el demonio, se llame como se llame; y otros solo pensaban que Jesús era muypoderoso, que tenía dones excepcionales. A mí me interesaba ofrecer una interpretaciónmás profunda, y por eso añadí unas palabras del profeta Isaías: «Él tomó nuestrasdebilidades y cargó con nuestras enfermedades». Jesús no cura enfermos como sirepartiese rebanadas de pan. Se identifica con la debilidad y el sufrimiento de todos

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nosotros. Y, como no puede curarlo todo, muere por aquellos que no podrá curar niresucitar. Lo que identifica plenamente a Jesús con todos nosotros no son sus milagrossino su muerte.

Mateo guarda un rato de silencio antes de continuar.

–Antes dijo Lucas que algunos relatos de milagros pretenden demostrar que Jesús essuperior a Elías y Eliseo. Otros lo presentan superior a Moisés. En mi Evangelio yoquería demostrar que Jesús era poderoso en palabras y obras. El poder en las palabras lodemuestra con el Sermón del Monte. El poder en las obras, con diez milagros que realizainmediatamente después. Cuando comencé esa parte, me pregunté: ¿qué milagro cuentoprimero? Y me decidí por el de la curación de un leproso, por un motivo muy sencillo, asaber, que en las Escrituras se cuentan dos curaciones de ese tipo: la de Miriam, lahermana de Moisés, y la de Naamán, el sirio. Moisés, el gran Moisés, no puede curar asu hermana; solo puede pedir a Dios que la cure. Eliseo puede curar a Naamán, pero nisiquiera se digna salirle al encuentro; se limita a enviarle la receta por medio de unayudante. Marcos había expresado muy bien el contraste entre Moisés, Eliseo y Jesús:

«Se le acercó un leproso y le suplicó: “Si quieres, puedes sanarme”. Él se compadeció, extendió la mano, lotocó y le dijo: “Lo quiero, queda sano”. Al punto se le fue la lepra y quedó sano».

–Jesús, a diferencia de Moisés, puede curar. A diferencia de Eliseo, se compadece ytoca al enfermo, que era lo que había esperado Naamán. En pocas palabras se transmitela superioridad de Jesús sobre los otros dos.

Esta vez es Marcos quien no puede contenerse.

–Y si reconoces que yo expresé muy bien el contraste entre Moisés, Eliseo y Jesús,¿por qué no respetaste mi texto? ¿Por qué suprimiste que Jesús «se compadeció»?

–Reconozco mi fallo, Marcos. Hoy no lo habría hecho. Pero estaba preocupado conla visión tan humana que a veces ofrecías de Jesús. A mí no me gustaba hablar de sussentimientos.

–¿Y qué tenían de malo sus sentimientos? Jesús no era una piedra.

–Llevas razón. Yo mismo dije más tarde que Jesús se compadecía de la multitud.

–Bueno –interviene el Espíritu–. Esa es una cuestión marginal. ¿Tienes algo másque decir de los milagros, Mateo?

–Sí. Hemos hablado de ellos como una forma de expresar la superioridad de Jesússobre los grandes personajes de las antiguas Escrituras. Pero hay otros, pocos, quepretenden sugerir su igualdad con el Padre. Esos son los más delicados. Porque resucitarun muerto, por mucho que nos sorprenda, se cuenta también de Elías y Eliseo. Perodominar la naturaleza es algo infinitamente superior.

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–Lo que cuento a este propósito me lo sugirió, como tantas otras veces, un relato deMarcos. Cuenta él que un día iban Jesús y los discípulos en una barca atravesando ellago cuando se levantó un viento huracanado mientras él dormía. Los discípulos lodespertaron preguntándole: «Maestro, ¿no te importa que naufraguemos?». Entonces élse levantó, increpó al viento, ordenó al lago que callase, y sobrevino una gran calma.Como conclusión, los discípulos, sobrecogidos, se preguntan: «¿Quién es este, que hastael viento y el lago le obedecen?».

–Esta escena me trajo a la memoria un salmo que enumera diversos peligros por losque van atravesando distintos grupos de personas, y siempre se salvan porque «gritaronal Señor en su angustia y los libró de la tribulación». Uno de esos grupos son marinerosque se adentran en naves por el mar; de pronto se alza un viento tormentoso que hinchael oleaje; los hace subir al cielo, bajar al abismo, ruedan y se tambalean por la cubiertacomo borrachos. «Pero gritaron al Señor en su angustia y los libró de la tribulación».

–Entonces me vino la idea, o la inspiración del Espíritu, de acomodar el relato deMarcos al salmo. Los discípulos, en vez de dirigirse a Jesús preguntándole: «Maestro,¿no te importa que naufraguemos?», le dicen: «¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!».Parece lo mismo, pero no lo es. Jesús no recibe el título de maestro, sino el de Señor. Yle piden que los salve, lo mismo que los marineros del salmo piden a Dios. Jesús estáinfinitamente por encima de Moisés, de Elías, de Eliseo… Está a un nivelmisteriosamente cercano a Dios, que nosotros no sabíamos definir de forma más exacta.Imagino que esa cercanía absoluta a Dios es lo que quiso expresar Lucas cuando diceque Jesús no necesitó rezar para resucitar al hijo de la viuda.

Mateo vuelve a guardar silencio.

–Para terminar, deseo añadir otras dos cosas. La primera, que Jesús nunca hizo unmilagro en beneficio propio. Y eso queda muy claro al comienzo y al final de su vida. Alcomienzo, cuando Satán le propone que convierta unas piedras en pan, su respuesta estajante: «No solo de pan vive el hombre». Al final, cuando vuelven a tentarlo diciéndole:«Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz», él permanece en ella y en ella muere.

–La segunda cosa que quiero decir, y con esto termino, es que los milagros hay queverlos en estrecha relación con la era mesiánica, el futuro maravilloso que esperaban losjudíos. A propósito de él decía el profeta Isaías:

«Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lenguadel mudo cantará».

–Tenemos cuatro tipos de enfermos: ciegos, sordos, cojos, mudos. Pero el texto nohabla de personas reales. Para el autor son metáfora del cambio prodigioso que seoperará en el futuro, imagen del mundo ideal. Esto, que era promesa poética, yo lopresenté hecho realidad en Jesús: «Los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan

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limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buenanueva». Precisamente por esta relación con el reino de Dios, los milagros son tambiénuna llamada a la conversión. «¡Ay de ti, Corozaín; ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro yen Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que habrían hechopenitencia, cubiertas de sayal y ceniza». Los milagros invitan al arrepentimiento, y elarrepentimiento nos prepara para entrar en el reino de Dios: «Arrepentíos, que el reino delos cielos está cerca».

* * *

Satán ha escuchado con atención e indignación las palabras de los tres evangelistas. ¿Quépuede decir él ahora? ¿Por dónde atacarles? Cualquier objeción le resulta ridícula. Mirael volumen de Asmodeo, con las diversas variantes que ofrecen los relatos, pero no lesencuentra demasiado sentido. ¿Qué más da que el centurión de Cafarnaún tenga enfermoa su niño, como dice Mateo, o a su siervo, como escribe Lucas? ¿Qué importa queLucas suprima un milagro o que Mateo añada otro? Recuerda el episodio de Pedrocaminando sobre el agua. Solo lo cuenta Mateo. ¿Qué puede hacer? ¿Preguntarle cuántosmetros recorrió Pedro antes de comenzar a hundirse? ¿Por dónde le llegaba el aguacuando Jesús lo tomó de la mano? Satán advierte que sus objeciones, a primera vista tanserias, son ridículas, porque se quedan en la superficie, no captan el mensaje que Mateopretende transmitir.

Se siente decepcionado consigo mismo y con su equipo. Se siente traicionado porun desconocido al que le gustaría desenmascarar. En medio de la sorpresa general, sedirige al Padre con las palabras:

–No tengo nada que preguntar.

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16.El informe de Asmodeo

En la oficina de los demonios reina un claro malestar, capitaneado por Mefistófeles yLucifer. Nadie comprende cómo Satán se ha dado por vencido de entrada, a pesar de losnumerosos datos que le habían proporcionado entre todos, recogidos en el segundovolumen de Asmodeo. Es cierto que el hecho de que comenzaran hablando losevangelistas había tirado por tierra el plan preconcebido; y que Marcos, como si supieralo que iba a ocurrir, se había adelantado a explicar los dos milagros que planteabanmayores problemas. Pero eso no justificaba la actitud derrotista de Satán. Se podía haberhecho mucho más.

El desánimo los ha contagiado a todos. Ya no se trabaja con la intensidad y elentusiasmo de antes. Los datos se recogen de forma escueta, mecánica, por cumplir laobligación impuesta, sin encontrarle mucho sentido. Así es como fueron llegando aAsmodeo los relativos a la pasión. Y él, sin excesiva confianza en su jefe, los enumeró deforma esquemática.

Informe del demonio Asmodeo sobre los relatos de la pasión

En cumplimiento de la misión que me ha sido encomendada, enumero los datos queconsidero de interés, seguidos de breves sugerencias para el debate. A petición expresa deLilit, se ha tenido también en cuenta el cuarto Evangelio.

1. Episodios exclusivos de cada evangelista

Llaman especialmente la atención los episodios exclusivos de cada evangelista, que noaparecen en los otros:

Mateo contiene dos episodios: el final de Judas y los guardias en la tumba.Lucas, además de incluir algunas enseñanzas de Jesús, cuenta tres: Jesús anteHerodes; Jesús y las mujeres de Jerusalén; la actitud de los dos ladrones.Juan cuenta el lavatorio de los pies y omite la institución de la eucaristía; desarrollael diálogo de Pilato con Jesús; habla de las tres Marías y el discípulo amado a lospies de la cruz.

Sugerencia para el debate: ya que no se puede interrogar a Juan sobre las grandesdiferencias de su relato, lo único de interés me parece la actitud de los dos ladrones.

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2. Diferencias de detalles

Hay dos casos, al menos, en los que los relatos discrepan:

¿Quién carga con la cruz? Según Marcos, Mateo y Lucas, Simón de Cirene, desdeel primer momento; según Juan, el mismo Jesús.¿Qué dijo Jesús en la cruz? Los evangelistas no se ponen de acuerdo:

Marcos y Mateo: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».Lucas: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen»; «Hoy estarásconmigo en el paraíso»; «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».Juan: «Mujer, ese es tu hijo. […] Hijo, esa es tu madre»; «Tengo sed»;«Todo está terminado».

Sugerencia para el debate: las enormes diferencias en algo tan importante como lasúltimas palabras pronunciadas por Jesús ofrecen un excelente material para elataque. Mientras Mateo y Marcos sugieren un Jesús desesperado, parece que Lucasy Juan han pretendido ofrecer una imagen más piadosa y aceptable.

3. Los datos aumentan y se completan

Comparando los cuatro relatos, se advierte cómo los datos se van ampliando yconcretando, como demuestran los siguientes ejemplos:

Marcos y Mateo dicen que Jesús mandó a dos discípulos a preparar la cena dePascua; Lucas indica que esos dos discípulos fueron Pedro y Juan.Marcos no dice qué discípulo traicionará a Jesús; Mateo y Juan dejan claro queserá Judas.Marcos y Mateo dicen que un discípulo le cortó una oreja al criado del sumosacerdote; Lucas y Juan indican que fue la oreja derecha; y Juan, además, que eldiscípulo fue Simón Pedro.

Sugerencia para el debate: ¿merecen crédito los nuevos datos o los inventan losevangelistas?

4. Se advierte una clara tendencia a relacionar lo que se cuenta con lo anunciadoen las Escrituras

La traición de Judas, con Sal 41,10: «Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba, ycon quien compartía mi pan, sobresale en traicionarme».La huida del resto de los discípulos, con Zac 13,7: «Heriré al pastor y sedispersarán las ovejas».Cuando los soldados se sortean las vestiduras de Jesús, se cumple Sal 22,18: «Sereparten mis vestidos, se sortean mi túnica».

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Cuando le ofrecen una esponja mojada en vinagre, se cumple Sal 69,22: «En mised me dieron vinagre».Cuando los que pasan junto al crucificado se burlan de él moviendo la cabeza, secumple Sal 22,8: «Al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza».

Sugerencia para el debate: ¿No demuestra esta táctica el deseo de justificar elfracaso de Jesús?

Advertencia: Aparte de las palabras de Jesús en la cruz, no advierto diferencias tangrandes que puedan plantearles problemas. Podrán escaparse fácilmente aludiendo a susdiversas fuentes de información. Quizá sea una pérdida de tiempo debatir estascuestiones. En cambio, los relatos de las apariciones de Jesús resucitado muestrancontradicciones tan insalvables que es ahí donde podríamos dar la batalla final.

ASMODEO

* * *

Satán llevaba poco tiempo leyendo el informe de Asmodeo cuando, en el despacho de laoposición, la tablilla de Marcos comenzó a vibrar y ofreció en pantalla el mismo informe,sin indicar el remitente. Tras leerlo con atención, se dirigió a Mateo y Lucas.

–El demonio Asmodeo nos ha ahorrado el trabajo. Os paso lo que ha descubiertosobre los relatos de la pasión y lo que sugiere a Satán para el debate. El que sale peorparado soy yo. Como de costumbre, me faltan muchas cosas que vosotros traéis. Perome pregunto, igual que Asmodeo, si no os habréis inventado más de un dato. ¿Quién tecontó lo del buen ladrón, Lucas? ¿Y a ti, Mateo, lo de los guardias ante el sepulcro?

Mateo y Lucas están leyendo el informe cuando la tablilla de Marcos vuelve avibrar.

«Nada más veraz y peligroso que la palabra. Nada más engañoso y cómodo que la pluma».

–A este informador, quienquiera que sea, le gustan los enigmas, como a Sansón.Necesitaríamos una Dalila que nos descubriese el misterio.

–No parece tan complicado –comenta Lucas–. Hay un contraste entre lo veraz y loengañoso, entre la palabra y la pluma. ¿Qué está intentando Satán desde el primer día?Demostrar que hemos falseado el mensaje de Jesús. La palabra de Jesús es veraz, lo quenosotros escribimos es mentira. ¿Cuál es el próximo tema de debate? La pasión. Pues ahíestá la clave. Satán va a centrarse en cómo deformamos las palabras de Jesús en esosmomentos. ¿Qué tenemos que hacer?

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–Yo propongo –dice Marcos, entusiasmado con el descubrimiento de Lucas– queveamos todo lo que dice Jesús desde que lo apresan en el huerto hasta que muere. A míme resultará fácil recoger los datos preguntando a la tablilla. Luego, vosotros completáiscon lo que hayáis añadido.

* * *

A Marcos no le ha resultado difícil recopilar los datos; incluso ha extendido la búsqueda atodas las personas que aparecen en el relato de la pasión. Curiosamente, ninguna de lascercanas a Jesús (discípulos, mujeres que lo acompañaban, María…) dice nada. Quienmás habla es Jesús, aunque casi todas sus palabras se encuentran al principio. Cuandoempiezan los interrogatorios, habla muy poco. Otros dos personajes importantes sonCaifás, el sumo sacerdote, y Pilato; después de Jesús, son los que más hablan. Y luegouna serie de personajes anónimos: soldados, la criada que denuncia a Pedro, losacusadores en el proceso, la gente que acude a verlo crucificado, los sumos sacerdotes, elcenturión que lo confiesa Hijo de Dios.

Se reúne con Mateo y Lucas:

–Os comento lo que he encontrado en mi Evangelio. En mi opinión, el enigma serefiere a las palabras que pronuncia Jesús ante Caifás, cuando le pregunta si es el Mesías:«Yo soy. Veréis al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Todopoderoso y llegandoentre las nubes del cielo». Es entonces cuando lo acusan de blasfemo y lo condenan amuerte. Son palabras veraces y peligrosas.

–¿Y qué pretende decirnos el informante? –pregunta Mateo–. ¿Que el debate se vaa centrar en ellas? Me resulta muy raro. ¿Qué otra cosa dice Jesús que se preste adebate?

–Al principio, cuando llegan al huerto, les dice a Pedro, Santiago y Juan: «Memuero de tristeza». Esto también puede ser veraz y peligroso; Satán podría acusarme depresentar a Jesús de forma muy humana.

–Lo mío es más fuerte –admite Lucas–: digo que llegó a sudar gotas de sangre.¿Qué más dice Jesús?

–«Abbá, Padre, tú lo puedes todo, aparta de mí esta copa. Pero no se haga mivoluntad, sino la tuya».

–Ahí no veo problema –admite Lucas, tras pensarlo.

–Pues de las frases importantes solo nos queda la última: «Eloi, eloi, lemasabakhthani» («Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»).

–Yo esas palabras las suprimí –confiesa Lucas.

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–¿Por qué? –se admiran Mateo y Marcos al unísono.

–La gente podía escandalizarse.

–¿De qué? ¿De oír a Jesús rezando? –se indigna Mateo.

–No. De acusar a Dios de haberlo abandonado.

–Dios no lo ha abandonado. Son las primeras palabras de un salmo. Al final terminahablando de la victoria.

–Eso lo sabéis vosotros, yo también. Pero la mayoría de la gente que iba a leer miEvangelio, no.

–Entonces, según tú, cuando Jesús está en la cruz ¿no dice nada?

–Sí. Pronuncia tres frases. Las tenéis ahí, en el informe de Asmodeo. La primera, apropósito de quienes lo matan: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Lasegunda…

–Un momento, Lucas. Esas palabras no pueden ser verdaderas; los que mataron aJesús sabían perfectamente lo que hacían.

–Yo no estoy tan seguro, Mateo. Probablemente pensaban que cumplían con sudeber. La segunda palabra es al buen ladrón…

–¿Qué es eso del buen ladrón? –le pregunta admirado Marcos.

–A Jesús lo crucificaron con dos ladrones, eso lo dices tú.

–Sí.

–Uno de ellos lo insultaba, pero el otro le pidió que se acordase de él cuandoestuviera en su reino, y Jesús le dice «Hoy estarás conmigo en el paraíso». La tercerafrase, en el momento de morir: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Mepareció más adecuada que «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».

Marcos recapacita, echa un nuevo vistazo al informe, y concluye:

–El problema es más grave de lo que parece. Fijaos en lo que dice aquí a propósitode Juan. Otras tres frases de Jesús, pero distintas de las de Lucas y de las nuestras:«Mujer, ese es tu hijo. […] Hijo, esa es tu madre»; «Tengo sed»; «Todo estáterminado». Por aquí va a venir el ataque. Siete frases de Jesús en la cruz y solo Mateoy yo coincidimos en una. «Nada más engañoso y cómodo que la pluma».

Los tres permanecen un rato en silencio, que rompe Mateo.

–A esas palabras de Jesús que has dicho yo solo añado otras contra la violencia,cuando uno de los discípulos le corta la oreja al criado del sumo sacerdote: «Envaina laespada: quien empuña la espada, a espada muere. ¿Crees que no puedo pedirle al Padre

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que me envíe enseguida más de doce legiones de ángeles? Pero entonces ¿cómo secumplirá lo que está escrito, que esto tiene que suceder?».

Lucas lo interrumpe:

–A ese criado lo cura Jesús. Le toca la oreja y lo cura.

–¿Quién te ha dicho eso?

–Es lo que yo cuento.

–¿No dirá Satán que es otro engaño de la pluma?

–Jesús pasó toda su vida haciendo el bien, hasta el último momento, incluso a susenemigos. Eso no es ningún engaño de la pluma.

Mateo tiene poco más que añadir.

–La mujer de Pilato, la noche antes del proceso, tiene un sueño y le manda unrecado a su marido: «No te metas con ese inocente, que esta noche en sueños he sufridomucho por su causa».

Marcos se muestra sorprendido.

–¿Y qué hizo Pilato?

–Nada. No le hizo caso.

–¿Y por qué cuentas eso?

–Los sueños son muy importantes; este sirve para demostrar que incluso unaromana considera inocente a Jesús. Yo no tengo nada más. Te toca a ti, Lucas.

–Solo recuerdo haber añadido dos cosas. Al principio, cuando Judas lo besa en elhuerto, Jesús le dice: «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?», como si leofreciese una última oportunidad de arrepentirse. Luego, cuando Jesús va camino delCalvario y ve llorando a las mujeres de Jerusalén, les dice: «Vecinas de Jerusalén, nolloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque llegará un día enque se dirá: “¡Dichosas las estériles, los vientres que no parieron, los pechos que nocriaron!”. Entonces se pondrán a decir a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a lascolinas: “Sepultadnos”. Porque si así tratan al árbol lozano, ¿qué no harán con el seco?».Tengo también una entrevista de Jesús con Herodes, pero ahí no abre la boca, no dicenada.

Tras un largo silencio, Marcos concluye:

–Después de todo lo que hemos dicho, sigo convencido de que el ataque va adirigirse contra las palabras de Jesús en la cruz.

–¿Y qué podremos responderle? –pregunta Lucas.

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–Eso es lo que vamos a ensayar ahora mismo. Empiezo yo porque soy quien pusoen boca de Jesús las palabras «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».

Marcos se concentra un momento.

–¿Por qué lo hice? Porque así me lo contaron desde niño. Y me parececompletamente lógico. ¿Qué haría Jesús en la cruz? Recuerdo lo que escribí al principiodel Evangelio sobre un día cualquiera de Jesús: se levanta de madrugada y marcha a unsitio retirado a rezar. Es lógico que su vida la termine también rezando. Pero no podía seruna oración como la de otro día cualquiera, debía estar marcada por las circunstanciasespeciales en las que se encontraba. Y este salmo expresa de forma espléndida cómo sesentiría Jesús en la cruz. Por una parte, el terrible sufrimiento de los crucificados, el doloren todo el cuerpo, especialmente en las heridas de manos y pies, la sensación de asfixia,la angustia de la muerte. El que sufre eso se siente abandonado de Dios. Al mismotiempo, Jesús escucha las burlas de quienes lo rodean, y de eso también habla el salmo:«Yo soy un gusano, no un hombre: afrenta de la gente, despreciado del pueblo. Al vermese burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: “Acudió al Señor, que lo ponga asalvo, que lo libre si tanto lo quiere”». Jesús va reconociendo en sus sufrimientos lo quehabía escrito el salmista. Pero este no termina desesperado. Al contrario, está convencidode que Dios intervendrá en su favor y de que su descendencia le servirá. Aplicándolo aJesús, su descendencia somos nosotros. Jesús, en la cruz, muere con un canto deesperanza en los labios.

Mateo asiente; él no tiene nada que añadir a lo dicho por Marcos. Lucas toma lapalabra.

–Cuando empecé a contar la pasión de Jesús, yo estaba muy condicionado por lacantidad de cristianos que habían sufrido el martirio y las reacciones que advertía enmuchos de nosotros cuando llegaban noticias de nuevos encarcelados y ajusticiados. Erafácil dejarse llevar por el odio y el deseo de venganza. Y me pareció que la mejor formade enfrentarse a esas reacciones era insistir en su espíritu de perdón. El amor a losenemigos, el perdón al que te agravia, lo había predicado durante su vida. Pero tenía másfuerza si eso lo decía cuando lo han condenado injustamente, lo han azotado y le estánatravesando las manos y los pies. Pero Jesús no solo perdona, que ya tendría muchomérito, sino que también intenta justificar a sus verdugos: «Padre, perdónalos, porque nosaben lo que hacen». Si Satán estuviera aquí delante, interrogándome, preguntaría:«¿Está usted seguro, Lucas, de que Jesús pronunció esas palabras?». Yo estoy seguro deque las pronunció, aunque nadie las oyera.

–La segunda frase que añadí, la dirigida al buen ladrón, tampoco podría demostrarlea Satán que la pronunció Jesús. Soy el único que la consigna y, como diría Mateo, deacuerdo con la ley hacen falta dos testigos. Pero esa escena, para mí, es muy importante:empalma con los comienzos de la predicación de Jesús, cuando animaba a la gente a

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convertirse. Ahora, Jesús, sin decir nada, sin pronunciar una palabra, con su simpleforma de morir, está animando a uno de los dos ladrones a arrepentirse, a creer en labuena noticia de que el reino de Dios está cerca. El ladrón solo pide un recuerdo, y Jesúsle promete un paraíso. Quien escuche o lea estas palabras de Jesús sabrá que siemprehay posibilidad de convertirse, aunque sea a última hora.

–Las dos primeras palabras se refieren al perdón de los pecadores. La tercera secentra en Jesús: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Como habéis dicho,Jesús murió rezando. Pero yo no podía usar ese salmo, «Dios mío, Dios mío…», porquemi comunidad no lo conoce y no lo habría entendido. Por eso elegí estas otras palabrasque me parecían un resumen perfecto de lo que fue su vida. Incluso en el momento delsufrimiento y la muerte, sigue viendo a Dios como Padre, y se entrega a él por completo.

Tras un silencio, Mateo se anima a decir algo.

–El problema con Satán es que a él no le preocupa ni le interesa lo que Jesús pudodecir o sentir, sino lo que se puede afirmar históricamente. A veces, más que un debateme parece un diálogo de sordos.

* * *

Mientras, en el infierno, Satán controla la tablilla que Azazel tiene en las manos.

–¿Le has enviado a Marcos el informe de Asmodeo?

–Sí. Ya lo ha recibido.

–¿Mandaste también el acertijo?

–Sí. «Nada más veraz y peligroso que la palabra. Nada más engañoso y cómodoque la pluma».

–Muy bien. Solo falta que caigan en la trampa.

–Caerán –comenta optimista Lucifer.

–Y tú –amenaza Satán a Azazel–, mucho cuidado con volver a traicionarme.

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17.La trampa

Marcos, Mateo y Lucas han leído y releído los relatos de la pasión, atentos al menordetalle discutible, procurando ofrecer la explicación más lógica a cualquier duda. AunqueMateo ha comentado que este debate le parece, más bien, un diálogo de sordos, estánconvencidos de que podrán alzar su voz con suficiente fuerza y convicción para serescuchados. Tranquilos y confiados, aguardan el comienzo de la sesión, que tiene lugaren cuanto el Padre ocupa su trono y el Espíritu concede la palabra a Satán. Este se dirigeal moderador.

–Teniendo en cuenta la triste experiencia pasada, cuando el moderador interrumpíael debate si veía en dificultades a sus amigos o estos pedían una interrupción parapreparar sus respuestas, pido que esta sesión se desarrolle sin artimañas ni subterfugiosde ningún tipo.

–Habla claro, Satán –le exige el Espíritu–. ¿Qué quieres decir?

–Que no se interrumpa el debate. Que no se busquen excusas para continuarlo enotro momento.

–¿Estáis de acuerdo? –pregunta el Espíritu a los evangelistas.

Aunque les extraña la petición, los tres acceden, y Satán comienza con mássolemnidad de lo habitual.

–Majestad, ancianos, corte celeste. Ya el profeta Jeremías, que imagino presente,denunciaba la pluma falaz de los escribas. Y, como dice un proverbio moderno: «Nadamás veraz y peligroso que la palabra. Nada más engañoso y cómodo que la pluma».

Mateo y Lucas se sobresaltan al escuchar el proverbio. ¿Ha sido Satán quien lo haenviado? Les parece imposible. Solo a Marcos se le pasa por la cabeza que la tablillaregalada a Azazel se haya vuelto en su contra.

–Podría hablar largamente –continúa Satán– de la engañosa y falaz pluma de estostres escribas, que han falseado una vez más lo ocurrido durante la pasión. Podríademostrar que no coinciden sus relatos en detalles importantes, como si Jesús fueentrevistado por Herodes, ni en anécdotas triviales, como si la esposa de Pilato tuvo unsueño y le escribió a este una misiva. Discrepan incluso en las palabras pronunciadas porJesús en la cruz. Y esto, deberán reconocer, es lo más asombroso, porque si hay algodigno de recordar y respetar son las últimas palabras pronunciadas por un gran personajea la hora de su muerte.

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–Sin embargo, no me detendré en estas diferencias y contradicciones. Sería unapérdida de tiempo, porque aducirían las explicaciones más rebuscadas para justificar loinjustificable. Prefiero interrogarlos uno por uno sobre otras cuestiones. Les advierto queconozco muy bien sus Evangelios; no intenten engañarme, no digan que dicen lo que nodicen, porque me resultaría muy fácil demostrar sus mentiras. Aténganse, porconsiguiente, a la verdad estricta, sin quitar ni añadir nada a lo que escribieron.Comenzaré por Marcos.

–Menos mal que lo hemos preparado bien –comenta Marcos a Mateo y Lucas antesde dirigirse al centro–. No sé a qué viene tanta solemnidad.

Satán da dos vueltas en silencio alrededor de Marcos. Si intenta ponerlo nervioso,no lo consigue.

–Cuando murió Jesús, lo colocaron en un sepulcro excavado en la roca, ¿verdad?

–Sí –contesta Marcos, extrañado de una pregunta tan simple.

–Y el primer día de la semana, María Magdalena, María de Santiago y Saloméfueron al sepulcro muy temprano a ungir el cadáver de Jesús. ¿Qué ocurrió entonces?

–El debate es sobre los relatos de la pasión. Esa pregunta no corresponde.

Satán se dirige a la corte con gesto grandilocuente.

–¡Qué bien hice en advertir a este tribunal sobre las artimañas y subterfugios de losacusados! ¿Quién ha dicho que esta sesión se centraría en la pasión? ¡Fíjense cómobusca excusas para no responder! ¡Insisto, Marcos! ¿Qué comentaban las mujerescuando iban camino del sepulcro? Si no recuerda lo que escribió, se lo puedo leer.

–Lo recuerdo muy bien. Se preguntaban cómo iban a correr la piedra que cerraba elsepulcro, porque era muy grande.

–¿Y no les preocupaban los guardias?

–¿Qué guardias?

–Los soldados que habían pedido los sumos sacerdotes y los fariseos a Pilato paraproteger el sepulcro.

–Nunca he oído hablar de esos guardias. A las mujeres solo les preocupaba cómocorrer la piedra, pero la encontraron corrida, y a un joven vestido con un hábito blanco,que les dijo…

–Perdón, ¿dónde estaba ese joven?

–Dentro del sepulcro.

–¿De pie o sentado?

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–Sentado a la derecha.

–A la derecha, conforme se entra. ¿Es eso lo que quiere decir?

–Sí.

–Bien. ¿Y qué ocurre?

–El joven les dice a las mujeres que Jesús ha resucitado y que vayan a decirles a losdiscípulos y a Pedro que lo verán en Galilea.

–¿En Galilea o en Jerusalén?

–En Galilea.

–Y luego cuenta usted que Jesús se apareció a las mujeres.

–No intentes confundirme, Satán. Yo no cuento que Jesús se apareciese a lasmujeres. Y ellas no cumplieron la orden del joven: estaban tan asustadas que no dijeronnada a nadie.

–Ahí terminó usted su Evangelio, ¿verdad?

–Sí. Luego añadieron otras cosas, pero esas no las escribí yo.

–De modo que, por lo que usted cuenta, Jesús no se apareció a nadie.

–No.

–Y nos quedamos con la curiosidad de saber si los discípulos fueron a Galilea yvieron allí a Jesús. Un final muy curioso. Puede retirarse, Marcos. A ver qué nos dice suamigo Mateo.

A medida que se desenvolvía el interrogatorio, Mateo y Lucas han caído en lacuenta de que les han tendido una trampa. El debate no se centrará en la pasión sino enlas apariciones de Jesús resucitado. Mateo, mentalmente, ha intentado recordar lo quecontó, aunque no está seguro de que la memoria le ayude tanto como a Marcos.

–Bien, Mateo, me gustaría que me contase lo que ocurrió el primer día de lasemana. Ya sabemos que fueron tres mujeres al sepulcro a ungir a Jesús, ¿verdad?

Mateo duda un instante. «Eso sí lo recuerdo», piensa. «Suprimí una. ¿Por qué meempeño en que todo tiene que ser siempre de dos en dos?».

–Yo solo hablo de dos.

–Exactamente, elimina a Salomé. ¿Por qué? Me imagino que a ella no le haríaninguna gracia.

–Ya he dicho otras veces que, según la ley, dos testigos bastan.

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–Y usted, entre la verdad y la ley, prefiere quedarse con la ley. Entonces quedamosen que dos mujeres fueron muy temprano a ungir el cuerpo de Jesús.

–No. Fueron a examinar el sepulcro.

–Entonces no llevaban perfumes, no los habían comprado antes.

–No.

–Iban solo a echarle un vistazo al sepulcro, por si lo habían cambiado de sitio –ironiza Satán–. ¿El sepulcro estaba cerrado por una piedra muy grande?

–Sí.

–Me alegro de que por fin coincida usted en un detalle con Marcos. Pero ustedañade que la piedra la habían sellado los sumos sacerdotes y los fariseos. Tenían miedode que robaran el cadáver de Jesús. ¿Qué pasa entonces?

–En el momento en el que las mujeres llegan al sepulcro, baja un ángel del cielo yhace rodar la piedra.

–Entonces, las mujeres entran en el sepulcro y encuentran a un muchacho sentado ala derecha.

–No. Las mujeres no entran.

–¿No ven a ningún muchacho? –pregunta Satán decepcionado.

–Ven al ángel.

–Sentado a la derecha.

–No. Sentado encima de la piedra.

–¿Encima de la piedra? –Satán exagera su admiración–. ¿Y les dice algo?

–Que Jesús ha resucitado. Que entren en el sepulcro a ver el sitio donde lo habíanpuesto y que luego vayan a decirles a los discípulos que lo verán en Galilea.

–A los discípulos y a Pedro.

Mateo se queda pensando.

–No. Solo a los discípulos. De Pedro no digo nada.

–Pero ellas, muertas de miedo, se callan la boca.

–No. Sienten mucho miedo, pero también mucha alegría. Y corren a dar la noticia alos discípulos.

–Y de repente, se les aparece Jesús, las saluda, ellas le abrazan los pies, y él lesencomienda la misma misión: que vayan a decirles a los discípulos que lo verán enGalilea. ¿Fueron de verdad a Galilea?

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–Sí. Allí se despidió de ellos.

–¿Está seguro de que fue en Galilea, de que no fue en Jerusalén?

–Sí.

–¿Podría concretarme el sitio? Galilea es bastante grande.

–En lo alto de un monte.

–¿Podría decirme de qué monte?

–El monte concreto es lo de menos.

–¡Cómo va a ser lo de menos, Mateo! ¿A dónde irán los peregrinos? (tras una pausaacompañada de una sonrisa irónica). Pasando a otra cuestión, ¿qué pasó con los guardiasdel sepulcro?

–Los sumos sacerdotes los sobornaron para que no dijeran la verdad.

–¿Qué tenían que decir?

–Que, mientras estaban dormidos, vinieron los discípulos y robaron el cadáver.

Satán mira a Mateo atentamente.

–Imaginemos que yo soy amigo de uno de los guardias y le pregunto: «¿Qué hicisteanoche?». Me contesta: «Estuve vigilando un sepulcro, pero me quedé dormido, ymientras, llegaron unos cuantos ladrones, rompieron los sellos, rodaron la piedra yrobaron el cadáver sin que nos diéramos cuenta». «¡Qué sueño tan profundo!», lecomento. «Supongo que os habrán dado un buen castigo». «No, nos han dado unpremio para que nos callemos la boca».

Luego, dirigiéndose a la bancada de la izquierda:

–Ni un niño chico se cree semejante historia. Con lo serio que es usted, Mateo, nole pega inventarse ese cuento.

–No lo inventé yo. Solamente lo puse por escrito.

Satán suspira profundamente.

–¡Siempre las mismas excusas! Por favor, que venga Lucas.

Lucas imagina lo que puede ocurrir. No quiere ni pensarlo.

–Estimado Lucas, gran escritor e historiador, espero que nos saque de las dudas enque nos han dejado Marcos y Mateo. Estamos en el primer día de la semana, ¿cuántasmujeres van al sepulcro, dos o tres?

–Ni dos ni tres. Todas las mujeres que habían acompañado a Jesús desde Galilea.Pero nombro especialmente a tres.

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–María Magdalena, María de Santiago y Salomé, como dice Marcos.

–Salomé, no. Juana.

–¿Van a ungir a Jesús o a examinar el sepulcro?

–A ungir a Jesús.

–Veo que usted se inclina más por la versión de Marcos. Entonces, llegan alsepulcro… ¿No les extrañó que la piedra estuviera corrida?

–No.

–A lo mejor no había piedra. Bien. Entran, y ven a un muchacho sentado a laderecha.

–No. Entran y no ven nada. Se quedan desconcertadas. Y entonces se les presentandos personajes con vestidos…

–Marcos y Mateo dicen que era uno. ¿Usted dice que son dos? ¿Y dónde están?¿Sentados a la derecha o sentados en la piedra?

–Se presentan de repente, no están sentados.

–Y les dicen que Jesús ha resucitado y que vayan a decirles a los discípulos que loverán en Galilea, ¿verdad?

–Les dicen que Jesús ha resucitado, como lo anunció cuando estaba todavía enGalilea: que sería entregado a los pecadores y crucificado, y que al tercer día resucitaría.

–¿Y no les dicen que los discípulos tienen que ir a Galilea?

–No. No les dan ninguna orden.

–Pero entonces se les aparece Jesús, ellas abrazan sus pies…

–Jesús no se les aparece. Ellas les cuentan la noticia a los once y a los demás, perono las creen. Piensan que están locas, que es un delirio. El único que se queda con ciertaduda es Pedro. Marcha al sepulcro y solo ve las sábanas.

–Usted dice que Pedro volvió a la casa extrañado. ¿Por qué?

–No digo la causa, pero me parece evidente. Si se han llevado el cadáver, lo normales que se lleven también las sábanas.

–¿Y Jesús no se le aparece?

–Sí, pero no lo cuento.

Satán se vuelve a las bancadas.

–Debo reconocer que Lucas es listo. Más que listo, astuto. Se ha dado cuenta de latrampa en la que ha estado a punto de caer. Porque él no cuenta ninguna aparición a

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Pedro. Sin embargo, poco después, todos los discípulos comentan, y cito literalmente:«Realmente ha resucitado el Señor, y se ha aparecido a Pedro». Si se apareció a Pedro,¿por qué no lo contó? Usted ha escrito larguísimo sobre la aparición a dos discípulos quese dirigían a Emaús, dos discípulos que no conoce nadie, ni siquiera usted, porque soloda el nombre de uno de ellos, Cleofás. Jesús camina con ellos, habla con ellos, entra enla posada, parte el pan… Usted, que sabe tantas cosas sobre la aparición a estos dosdiscípulos desconocidos, ¿no sabe nada de la aparición a Pedro? ¿Se le apareciórealmente, o fue Pedro quien dijo que se le había aparecido el Señor?

La bancada de la derecha estalla en una sonora protesta mientras Satán sonríetriunfante y continúa con tono irónico:

–Quienes piensan que los evangelistas ponen por las nubes a los doce, o a los oncecuando Judas se suicida, deberían leer a Lucas. Él es mucho más democrático. Por eso,después de aparecerse a los dos de Emaús, Jesús se aparece a los once y a todos losdemás compañeros. Y se revela tan democrático y populista que incluso come enpresencia de todos ellos un trozo de pescado asado. Si Mateo llega a leer esto, le da uninfarto.

–Pero no piensen que terminan aquí los problemas. Nos queda el lugar de ladespedida de Jesús. Marcos y Mateo me habían convencido de que fue en Galilea. Lucasdice que fue cerca de Betania, y Betania no está en Galilea; está a unos cuatro kilómetrosde Jerusalén.

–En resumen, no hay acuerdo sobre la noticia de la resurrección de Jesús, ni a quiénse aparece, ni dónde se despide de los discípulos. El problema sería aún mayor situviéramos en cuenta el cuarto Evangelio, en el que Jesús se aparece a María Magdalena,a los discípulos sin Tomás, a los discípulos con Tomás, y a siete de ellos en el lago,donde Jesús hace de cocinero, aunque no come.

–Saquen ustedes las conclusiones. ¿Se pueden seguir publicando y leyendo unoslibros que crean tal confusión en los lectores, que parecen escritos para hacer perder la feen Jesús? Eso es lo que planteamos a Su Majestad el primer día, y lo que esperamoshaber demostrado suficientemente.

Satán comienza a retirarse a su puesto, pero Lucas lo interrumpe.

–Un momento, Satán. Hasta ahora solo has hablado tú. Ahora te toca escucharnuestra respuesta.

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18.La defensa de los tres evangelistas

y de un desconocido

A Satán le sorprende la reacción de Lucas. Está tan convencido de haber tomado porsorpresa a los evangelistas que no esperaba una respuesta. Pero no pierde la compostura.Piensa que, por muchos equilibrios que hagan, no podrán tirar por tierra sus argumentos.Se retira a su puesto y mira displicente a Lucas, que comienza su exposición.

–Padre, corte celeste: quien no haya leído nuestros Evangelios pensará que Satánlos conoce de memoria y domina las más mínimas diferencias entre ellos. En cambio,quien los haya leído, habrá advertido que se ha quedado en lo más superficial, omitiendoincluso los textos más esenciales de nuestros relatos.

–Satán, una vez más, concede toda la importancia a la reconstrucción exacta de loshechos, y se escandaliza de no poder saber con seguridad si las mujeres que marcharonal sepulcro fueron dos, tres o todas; si se les apareció un muchacho o un ángel; si este sesentó a la derecha o encima de la piedra; y así otros muchos datos. Satán querríareconstruir paso por paso lo ocurrido, sin discrepancias de ningún tipo, y pretendeconvencernos de que entonces, solo entonces, daría validez a nuestros relatos y podríacreer en lo que contamos.

–Aunque Satán y otros muchos se escandalicen, repito una vez más que lareconstrucción histórica exacta no nos interesa a ninguno de los tres. Para nosotros esmucho más importante el valor simbólico de lo que contamos, lo que debe suponer parael lector, para darle sentido a su vida.

–Y les voy a demostrar la poca importancia que le damos a la reconstrucciónhistórica con mi propio ejemplo. Satán parece ignorar que yo escribí una continuación delEvangelio, a la que no di título, pero conocida actualmente como los Hechos de losApóstoles. Si la hubiese leído, habría encontrado tremendas diferencias en el tema que hatratado en esta sesión.

–Al comienzo de los Hechos cuento lo ocurrido los últimos días antes de que Jesússubiese al cielo. Pero cualquier lector atento advierte que los relatos son tan distintos, tanopuestos en muchos puntos, que consideraría imposible que los hubiera escrito el mismoautor. Sin embargo, les aseguro que los dos los escribí yo. Y voy a indicarles los puntosen que difieren para demostrarles lo poco que me preocupa la reconstrucción históricaexacta.

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–Empiezo por la cronología, aspecto que debe cuidar un buen historiador. En elEvangelio, todo ocurre en poco más de un día. Las mujeres van al sepulcro el primer díade la semana, de madrugada. Ese mismo día, Jesús se aparece a los dos que van aEmaús, y cuando se acercan al poblado está acabando el día; tras reconocer a Jesús,vuelven de inmediato a Jerusalén, y se supone (aunque no lo digo, porque soy muy malhistoriador) que llegarían muy de noche. Están comunicando la noticia al resto cuando seles aparece Jesús y les habla. Cuando es de día, los saca hacia Betania, donde es llevadoal cielo. En total, todo se desarrolla desde la madrugada del día primero hasta el mediodíadel día siguiente. En cambio, en los Hechos digo que Jesús, después de padecer, sepresentó vivo a los apóstoles durante cuarenta días. ¿Es que me había olvidado ya de loque escribí en el Evangelio? ¿Tan tonto soy que no vi la contradicción tan palmaria entreambos datos?

–Antes de responder, pasemos a otra gran diferencia: la topografía. En el Evangeliodigo que Jesús llevó a los discípulos hacia Betania y allí fue llevado al cielo. En losHechos digo que los discípulos volvieron desde el monte de los Olivos. Betania no distamucho del monte, pero no son lo mismo. ¿Cómo no fui más cuidadoso y exacto en elEvangelio?

–Nueva gran diferencia. En el Evangelio, Jesús ordena a los discípulos quepermanezcan en la ciudad hasta que los revistan de fuerza desde el cielo, y ellos no dicennada. En Hechos, cuando Jesús les repite casi lo mismo, tiene lugar el siguiente diálogo:«Ellos lo rodearon preguntándole: “Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino deIsrael?”. Jesús contestó: “No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que elPadre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobrevosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría yhasta los confines del mundo”».

–Finalmente, con respecto a la despedida de Jesús, en el Evangelio la cuento de estemodo: «Alzando las manos, los bendijo. Y, mientras los bendecía, se separó de ellos yera llevado al cielo». En el libro de los Hechos: «Lo vieron levantarse hasta que una nubese lo quitó de la vista». En el Evangelio, Jesús bendice; en Hechos, no. En el Evangelio,es llevado al cielo; en Hechos, una nube lo quita de la vista. ¡Qué ocasión ha perdidoSatán! Podría haberse ensañado conmigo por poner y quitar bendiciones y nubes acapricho. Y no solo nubes, también hombres vestidos de blanco. En el Evangelio, losdiscípulos se postran y vuelven a Jerusalén muy contentos. En Hechos: «Mientrasmiraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco,que les dijeron: “Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesúsque os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse”».

–Estos dos relatos tan distintos del mismo hecho los escribí yo, no les quepa lamenor duda. Y si Satán me pregunta: «¿Es que no te preocupa la exactitud histórica?», lediría: «No como tú la entiendes». Pero, si le sirve de consuelo, le añadiré que, allá abajo,

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son muchos quienes piensan como él, y estarían dispuestos a condenar como hereje alque dudase de los cuarenta días, la nube o los dos hombres vestidos de blanco. Ellostampoco han leído; o, si han leído, no se han enterado.

–Y ahora te explico, Satán, por qué introduje esos cambios. Con respecto a loscuarenta días, todos saben que el número cuarenta indica un período de tiempocompleto, perfecto para bien o para mal: cuarenta días dura el diluvio, cuarenta días laestancia de Moisés en el Sinaí, cuarenta años la marcha de los israelitas por el desierto,cuarenta días el viaje de Elías al Horeb… Por otra parte, cuando me convertí, meenseñaron que el Señor Jesús, después de resucitar, se había aparecido a muchaspersonas y en distintas ocasiones. Es lo mismo que le enseñaron a mi buen amigo Pablo,como él escribió a la comunidad de Corinto: «Se apareció a Cefas y después a los doce.Después se apareció a más de quinientos hermanos de una sola vez; la mayoría viventodavía, algunos murieron ya. Después se apareció a Santiago y después a todos losapóstoles». Tantas apariciones requerían más de un día; por eso, cuando escribí losHechos, introduje ese período perfecto de tiempo, cuarenta días, en los que Jesús seaparece y los confirma en la fe.

–¿Por qué concreté la localización, pasándola de cerca de Betania al monte de losOlivos? Probablemente me lo sugirió la lectura de la visión de Ezequiel en la que la gloriade Dios abandona Jerusalén: sale del Santísimo y se sitúa en el umbral del templo; luego,en la puerta oriental; finalmente, antes de desaparecer, en el monte al oriente de laciudad, el monte de los Olivos. Me resultaba un hermoso paralelismo: Jesús, nuevamanifestación de la gloria de Dios, desaparece en el mismo sitio.

–La pregunta de los discípulos sobre la restauración del reino de Israel responde a lapreocupación de tipo político, muy fuerte todavía entre algunos cristianos cuando yoescribí mis dos obras. El tema me parecía tan importante que lo traté en la aparición a losdiscípulos de Emaús, decepcionados porque esperaban que Jesús fuera el liberador deIsrael y lo habían matado.

–¿La nube? Fue una concesión a mis cristianos de origen pagano. Ellos habían oídocontar que una nube se puso debajo de Hércules y así subió al cielo y alcanzó lainmortalidad. Jesús no iba a ser menos. Por eso la añadí en los Hechos. Pero, al que nole guste, puede quitarla tranquilamente.

–Otro gran cambio que introduje, el más desconcertante para Satán y para muchoslectores, es el de Galilea por Jerusalén. Marcos y Mateo situaron la despedida de Jesúsen Galilea, como si todo terminase donde había comenzado. Yo preferí Jerusalén porque,como dice un salmo, «desde Jerusalén extenderá el Señor el poder de su cetro». A partirde la ciudad santa, el evangelio debía extenderse a Judea, Samaría y hasta el confín delmundo.

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–No quiero cansarles, pero insisto en que Satán ha suprimido las enseñanzas másimportantes de mis relatos de las apariciones: la resurrección de Jesús no es algo que sepueda demostrar científicamente, sino algo en lo que se cree fiándonos de su palabra ydel testimonio de las Escrituras. Así se lo dicen los ángeles a las mujeres, y Jesús a los deEmaús y a todos los demás: que en él debía cumplirse lo escrito en la ley de Moisés y enlos profetas y salmos, es decir, que el Mesías tenía que padecer y resucitar de la muerte.A eso no se llega por pruebas científicas, sino comprendiendo las Escrituras. Y eso es loque Jesús les concede antes de despedirse de ellos.

Lucas parece a punto de alejarse cuando vuelve y comenta a las bancadas:

–En cuanto a lo de Jesús comiendo pescado, si a Satán no le gusta, puede olvidarlo.En mi relato de los Hechos Jesús no come nada. Ahora le cedo la palabra a Marcos porsi quiere decir algo.

Mientras hablaba Lucas, Azazel ha disfrutado viendo cómo Satán se reconcomíapor dentro. «El cazador cazado», piensa. Tendió una trampa y ha caído en ella. Laverdad es que nadie podía imaginar que Lucas contase los mismos hechos de dos formastan distintas. Ha tirado por tierra toda la argumentación de Satán. Y eso le alegra –en laimposible medida en que puede alegrarse un demonio– porque está ya harto de soportarinsultos.

–Espero ser breve –comienza Marcos–, tan breve como mi relato. Me alegro de queLucas haya citado lo que escribió Pablo a los corintios. A mí también me enseñarondesde pequeño que Jesús se había aparecido a toda esa gente. Pero no me dijeron quéhabían visto ni qué les había dicho. Preferí no inventar nada. Por otra parte, había algoque me desconcertaba: en esa lista que mencionó Lucas no aparece ninguna mujer, algomuy extraño, porque ellas también acompañaron a Jesús desde Galilea y fueron lasúnicas que permanecieron junto a la cruz. Probablemente, los catequistas pensaban queel testimonio de unas mujeres no iba a ser aceptado por la mayoría, sobre todo sianunciaban una noticia tan sorprendente. Pero a mí me pareció esencial recordar lo quecontaban algunas de ellas, aunque no dijesen que Jesús se les había aparecido. Además,me gustaba esa ironía de unas mujeres encargadas por Dios de dar órdenes a losapóstoles y a Pedro. Era una forma de castigarlos, aunque fuese suavemente, por haberloabandonado en la cruz mientras ellas se mantenían a su lado. El hecho de que no dijerannada, muertas de miedo, lo consideré una forma sorprendente de terminar el Evangelio.Satán quiere que todo sea lógico, pero lo que ocurrió fue desconcertante. A un galileo locondenan a muerte las autoridades religiosas, políticas y militares; y sus discípulos, genteignorante, obtusa, que no entiende la mitad de las cosas que Jesús les enseña, en vez desalir huyendo y volver cada uno a su casa, terminan extendiendo su mensaje por elmundo entero. Esto no se puede explicar lógicamente. Es lo que, para mí, simboliza elsilencio de las mujeres. Como prometí, he sido breve.

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Marcos se retira y cede el puesto a Mateo, que dice:

–Yo completé el relato de Marcos en algunos aspectos. Ante todo, unos detalles quepueden parecer tontos, pero yo soy así, bastante meticuloso. Si las mujeres saben quehay una piedra muy grande cerrando el sepulcro, y que ellas no van a tener fuerzas paramoverla, es absurdo que lleven perfumes para ungir el cuerpo; van simplemente a mirarla tumba. Algunos varones pensarán que es absurdo ir a ver la tumba. Pero la mayoría delas mujeres estará de acuerdo en que no tiene nada de raro. Por otra parte, siencontraron la piedra corrida, como dice Marcos, alguien tuvo que correrla. Y nadiemejor que un ángel bajado del cielo, que, al mover la piedra, origina un pequeñoterremoto.

–Los cambios principales que introduje fueron dos: la aparición de Jesús a lasmujeres y la despedida de Jesús en Galilea. Estos dos relatos son parecidos y diferentesal mismo tiempo. Parecidos, porque en ambos Jesús encomienda una misión: a lasmujeres, la de avisar a los apóstoles que vayan a Galilea; a los once, la de que hagandiscípulos de todos los pueblos. Diferentes, porque las mujeres abrazan los pies de Jesúsy se postran ante él, mientras los once se postran, pero algunos dudan. El eternocontraste entre la psicología femenina y la masculina. Ellas ganan.

–Satán ha hecho una tragedia de la diferencia entre Galilea y Jerusalén. Yo sitúo ladespedida en un monte de Galilea. Y explico lo del monte. A lo largo de todo miEvangelio, como ya indiqué al comienzo de este debate, he contrastado las figuras deMoisés y Jesús. Para darle una pista al lector, imaginé la persecución de Herodes, lamatanza de los niños de Belén y la huida a Egipto. En las tentaciones, a Jesús lo presentocomo un buen discípulo de Moisés, que responde a Satán con palabras tomadas de la ley.Pero poco después, en el Sermón del Monte, Jesús es infinitamente superior a Moisés;no necesita que Dios le hable, interpreta y cambia con soberana autoridad lo que Moiséshabía enseñado a los antepasados. Ese contraste entre Moisés y Jesús, que recorre todoel Evangelio, culmina en la despedida. Moisés muere en el monte Nebo, completamentesolo. Los israelitas le hacen duelo durante treinta días, y la Escritura le dedica unencendido elogio: «Ya no surgió en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señortrataba cara a cara, ni semejante a él en los signos y prodigios que el Señor le envió ahacer en Egipto contra el faraón, su corte y su país, ni en la mano poderosa, en losterribles portentos que obró Moisés en presencia de todo Israel». Gran elogio,maravilloso. Pero Moisés está muerto y solo cabe llorarle.

–La situación de Jesús es muy distinta. Ha muerto también, pero ha resucitado.Desaparece, como Moisés, en un monte, pero rodeado de sus discípulos, a los quecomunica: «Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra. Por tanto, id a hacerdiscípulos entre todos los pueblos, bautizadlos consagrándolos al Padre y al Hijo y alEspíritu Santo, y enseñadles a cumplir cuanto os he mandado. Yo estaré con vosotrossiempre, hasta el fin del mundo».

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–Los cristianos de mi comunidad, muchos de ellos de origen judío, acostumbrados aponer a Moisés por encima de todo, aprendían con eso que Jesús es muy superior aMoisés, infinitamente superior, y que no permanece junto a ellos a través de los escritosde la ley, sino de forma real y misteriosa.

–Satán intenta demostrar que nuestro esfuerzo al escribir los Evangelios solo sirvepara que la gente pierda la fe. Ciertamente, no fue esa mi intención. Todo lo contrario.

Mateo ha terminado su intervención de forma bastante abrupta y Satán no parecedispuesto a rebatir a ninguno de los tres. Los asistentes tienen la sensación de que eldebate ha concluido y esperan una resolución final del Padre o del Espíritu, cuandosurge, no se sabe de dónde, un personaje desconocido, que, sin pedir permiso, ocupa elcentro y se dirige al Espíritu.

–No sé si te acordarás de mí, pero yo fui aquel al que inspiraste completar elEvangelio de Marcos. Tengo tanto derecho a hablar como cualquiera de ellos.

Al Espíritu no le molesta su forma algo desvergonzada de expresarse; además, lorecuerda muy bien y le permite hablar. El desconocido se dirige a Marcos.

–Lo siento, no fue culpa mía. Yo habría respetado tu Evangelio tal como lo dejaste.Pero el Espíritu insistió en que añadiera tres apariciones con un mensaje desconcertante:aunque haya motivos para no creer en la resurrección, hay que creer en ella. Yo noentendía lo que el Espíritu quería, ni cómo podía expresarlo. Pero él me dijo: «No tepreocupes, es muy fácil. Te basas en lo que cuentan los otros, y lo cambias. Empieza porla aparición a María Magdalena». Yo conocía esa aparición que cuenta el cuartoEvangelio, muy hermosa, inspirada en el encuentro de la esposa y el esposo en el Cantarde los Cantares. «No quiero nada de sentimentalismos» –me dijo el Espíritu–, «túescribe solamente que se apareció a María Magdalena, de la que había expulsado sietedemonios». A mí me pareció muy poco delicado recordar ese detalle, que podía haberseomitido fácilmente, pero el Espíritu me insistió en que era fundamental contarlo de esaforma tan cruel. «¿Por qué?», le pregunté. «Porque así, cuando les diga a los discípulosque Jesús ha resucitado, tendrán motivo para no creerla, dirán que se le ha metido dentroel octavo demonio». Yo no entendía demasiado bien su punto de vista, pero él siguió…

–Un momento –interviene Satán, saltando como un resorte–. A mí me dijo elEspíritu que él no dicta, que solo inspira. Que así lo había hecho con los cuatroevangelistas. Ahora usted dice que le dictaba lo que tenía que escribir.

–Yo no he dicho que me lo dictara palabra por palabra. Además, yo no soy uno delos cuatro evangelistas… Soy un intruso. Conmigo se podía permitir más libertades.

El Espíritu interviene dirigiéndose al desconocido.

–No intentes mejorarlo, que lo estropeas. Sigue con tu relato.

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El desconocido continúa dirigiéndose a Marcos.

–La segunda aparición –me dijo el Espíritu– tómala de Lucas, los discípulos deEmaús, pero no te alargues como él; di simplemente que se apareció con otro aspecto ados de ellos que iban caminando por el campo. «¿Con otro aspecto?», le preguntéextrañado. «Sí, y añade que tampoco a ellos los creyeron». «¿No digo nada de laconversación por el camino, ni de que lo reconocieron?». «No», me cortó seco. «Solo loque te he dicho». Yo iba ya tomando un poco de confianza y le pregunté: «¿Por qué?».Y él me dijo: «Cuando les digan a los once que se les apareció con otro aspecto, tendránmotivo para no creer». Recuerdo que en aquel momento estuve tentado de preguntarle siera el Espíritu del Señor o un mal espíritu, pero me callé la boca porque sabía que era elbueno, aunque no entendiese su propósito.

–Lo entendiste al final –le interrumpe el Espíritu.

–Sí. Cuando me inspiraste (aquí el desconocido mira con sonrisa irónica a Satán) latercera aparición, la de los once. Jesús empezaría reprochándoles no haber creído a losque lo habían visto. Pero ellos no pondrían objeción alguna. No dirían: «La Magdalenaestaba loca» o «Los otros dos vieron a uno distinto». Aceptarían humildemente quedebían haber creído el testimonio de esas personas, aunque pareciesen los testigos menosdignos de crédito. Luego, Jesús les enviaría a proclamar la buena noticia por todo elmundo, sabiendo que les acompañarían una serie de señales prodigiosas: expulsaríandemonios, hablarían lenguas nuevas, agarrarían serpientes y beberían veneno sin sufrirdaño, curarían enfermos imponiéndoles las manos…

El desconocido deja de hablar con el Espíritu y se dirige a todo el auditorio.

–Para eso, me inspiró que leyese el libro de los Hechos de Lucas. Como él lo cuentacon mucho detalle, yo lo resumí en pocas palabras. Pero terminé con la mejor prueba dela resurrección de Jesús: «Ellos salieron a predicar por todas partes, y el Señor los asistíay confirmaba la Palabra con las señales que la acompañaban».

Cuando se retira, todos los presentes tienen la sensación de que ahora sí haterminado realmente el debate y esperan una decisión del Padre, pero este los sorprendecon una declaración inesperada:

–La Trinidad se retira a deliberar.

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19.El decreto

Reunidos el Padre, el Hijo y el Espíritu para deliberar sobre la acusación presentada porSatán y la defensa hecha por los evangelistas, decidimos:

1. Carece de fundamento la acusación de que los evangelistas pretenden quitar la fea sus lectores. En ningún momento se ha podido demostrar, mientras que ha quedadoclara su buena intención.

2. En consecuencia, no hay motivo para prohibir la lectura de estos libros ni supublicación; al contrario, se aconseja encarecidamente su difusión y lectura.

3. Para no caer en las trampas tendidas por Satán, que pueden parecer muy válidas,los lectores de los Evangelios no deberán contentarse con una lectura rápida y superficial,sino dedicarles el tiempo y la atención necesarios para entenderlos rectamente.

4. El Padre y el Hijo, tras agradecer encarecidamente al Espíritu su intensa yfructífera labor, le recomiendan que, si piensa inspirar algún otro libro en el futuro,procure hacerlo de forma que no se preste a malentendidos.

5. Satán volverá a sus dominios, donde permanecerá hasta que las Divinas Personasdecidan si les interesa un nuevo debate en el que podría aportar sus habituales sofismas.

Dado en el cielo, en el séptimo eón de la eternidad.

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Epílogo

Este libro deja en el aire un problema que, debido a su estilo y pretensiones, no puedoabordar aquí: ¿qué hay de histórico en los Evangelios? ¿Qué relatos tienen valor históricoy cuáles, valor simbólico y teológico? La pregunta, aunque justificada, sigue siendo algosatánica y refleja una mentalidad que no es la de los evangelistas. Para ellos, loimportante no es lo «histórico», sino lo real. Y los símbolos contienen tanta realidadcomo el dato más objetivo. Pero el tema de la historicidad ha sido tratado por tresautores, al menos, fáciles de leer y consultar en castellano.

José Antonio PA GOLA , Jesús. Una aproximación histórica, PPC, Madrid 2007. Supublicación creó un gran revuelo y provocó ataques de personas que ni siquiera lo habíanleído. Quien no disponga de tiempo para leerlo todo, puede echar un vistazo al Anexo 1(«Breve perfil histórico de Jesús»).

Gerd THEISSEN – Annette MERZ, El Jesús histórico, Sígueme, Salamanca 20124.Más técnico y mucho más extenso que el anterior (¡638 páginas!), resulta esencial paraquien desee profundizar en el tema.

John P. MEIER, Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico, VerboDivino, Estella 1998-2010. Obra monumental, de la que han aparecido hasta ahora cincovolúmenes (el tomo II contiene dos partes). El tomo V estará dedicado a la autenticidadde las parábolas y aparecerá en inglés en este año 2015. Los títulos y la fecha depublicación en castellano de los cuatro primeros tomos son los siguientes:

Tomo I: Las raíces del problema y de la persona (1998).

Tomo II/1: Juan y Jesús. El reino de Dios (1999).

Tomo II/2: Los milagros (2000).

Tomo III: Compañeros y competidores (2003).

Tomo IV: Ley y amor (2010).

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Agradecimientos

Al autor del libro de Job, que abordó un problema teológico enorme a partir de un cuentoy un desafío entre Dios y Satán. Sin su genialidad, no se me habría ocurrido el enfoquede esta obra.

A Marcos, Mateo y Lucas, que se esforzaron por darnos a conocer la persona y elmensaje de Jesús, y al Espíritu Santo, que los inspiró y ayudó.

A Kurt Aland. Sin su sinopsis griega de los Evangelios, habría necesitado muchísimasmás horas para escribir algunos capítulos.

A los amigos y amigas que han leído estas páginas durante su redacción, especialmente aGabriela Giampetruzzi y Pilar Alcina por las sugerencias que me han hecho y la atentacorrección del manuscrito.

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Índice

Portada 2Créditos 3Índice 4Motivo y carácter de este libro 51. La denuncia 82. Juan Bautista 123. Cambio de planes: la infancia 204. Bautismo de Jesús 345. Tentaciones 466. Comienzo de la actividad de Jesús 567. Interrogatorio a Lucas 668. Marcos y su tablilla 769. Mateo lee a Lucas 8710. Una visita inesperada del Espíritu 10211. Satán contra todos (I) 11512. Satán contra todos (II) 12313. El alegato de Lucas 13314. Recuento de milagros (I) 14715. Recuento de milagros (II) 15816. El informe de Asmodeo 16817. La trampa 17618. La defensa de los tres evangelistas y de un desconocido 18319. El decreto 190Epílogo 191Agradecimientos 192

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