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 3 2 Ar Ar g entina: ¿muer g entina: ¿muer te y r te y r esur esur r r ección? ección? Notas sobr Notas sobr e la r e la r elación entr elación entr e ec onomí a y e ec onomí a y política en la transición del “modelo de los política en la transición del “modelo de los noventa” a l del “dól a r al to”* noventa” a l del “dóla r alto”* Eco no mía y po tica  M ar tí n S chor r * *  A ndr é s Wa i ner * * * Se agradece n los valiosos comen tarios realizados por Enr ique Arc eo y se lo exime de toda responsabilidad en cuanto a los errores u omisiones existentes. Al final de este trabajo -redactado en septiembre 2004- se inserta un post-scriptum de marzo 2005 con comentarios actualizados ( Nota RE). ** Licenciados en Sociología (UBA). El “modelo de dólar alto” ha logrado congregar el apoyo de amplios sectores (muchos de los cuales, vale recalcarlo, se beneficiaron ampliamente durante la vigencia del “mo- delo de los noventa”) y se sostiene en un bloque social en el que el liderazgo es ejercido por grandes empresas y grupos económicos nacionales y extranjeros cuyo ciclo de acu- mulación y reproducción ampliada del capital se encuentra fuerte y crecientemente trans- nacionalizado. Si bien el nuevo “modelo” ha logrado que la economía empezara a crecer (fenómeno previsible tras cuatro años de caída profunda), el tipo de estructura producti- va existente (que denota un ostensible grado de primarizació n), las características estruc- turales de los actores que conducen el bloque dominante y los tremendos legados de la Convertibilid ad en muy diversos planos (situación social, desarticulación productiva, ni- veles insostenibles de endeudamiento externo, etc.) plantean muchas más dudas que cer- tezas en cuanto a la validez de uno de los principales argumentos utilizado por los defen- sores del nuevo patrón de desenvolvimi ento del capitalismo doméstico para legitimarlo: que más temprano que tarde el crecimiento “derram ará” y se mejorarán notablemen te las condiciones de vida de la mayoría de la población. En ese sentido, en la actualidad la sociedad argentina parece estar frente a un dilema de hierro en términos económicos y políticos: o se consolida el “modelo de dólar alto” con su correlato en materia de inequidad distributiva y exclusión y fragmentació n económico- sociales, o se avanza en la implementación de un nuevo “modelo”. En ese marco, cabe preguntarse si no es el momento de empezar a discutir cómo hacer para lograr un proce- so de reconstrucció n nacional que revierta el sendero desindustria lizador y concentrador de las últimas décadas y que se asiente sobre crecientes niveles de inclusión económica y social; es decir, sobre bases y alianzas sociales diametralmente distintas de las que ca- racterizan al “modelo

SCHORR-Argentina, Muerte y Resurreccion

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    ArArgentina: muergentina: muerte y rte y resuresurrreccin?eccin?Notas sobrNotas sobre la re la relacin entrelacin entre economa ye economa ypoltica en la transicin del modelo de lospoltica en la transicin del modelo de losnoventa al del dlar alto*noventa al del dlar alto*

    Economa y poltica

    Mar t n Schor r**Andrs Wainer**

    * Se agradecen los valiosos comentarios realizados por Enrique Arceo y se lo eximede toda responsabilidad en cuanto a los errores u omisiones existentes.Al final de este trabajo -redactado en septiembre 2004- se inserta un post-scriptumde marzo 2005 con comentarios actualizados (Nota RE).

    ** Licenciados en Sociologa (UBA).

    El modelo de dlar alto ha logrado congregar el apoyo de amplios sectores (muchosde los cuales, vale recalcarlo, se beneficiaron ampliamente durante la vigencia del mo-delo de los noventa) y se sostiene en un bloque social en el que el liderazgo es ejercidopor grandes empresas y grupos econmicos nacionales y extranjeros cuyo ciclo de acu-mulacin y reproduccin ampliada del capital se encuentra fuerte y crecientemente trans-nacionalizado. Si bien el nuevo modelo ha logrado que la economa empezara a crecer(fenmeno previsible tras cuatro aos de cada profunda), el tipo de estructura producti-va existente (que denota un ostensible grado de primarizacin), las caractersticas estruc-turales de los actores que conducen el bloque dominante y los tremendos legados de laConvertibilidad en muy diversos planos (situacin social, desarticulacin productiva, ni-veles insostenibles de endeudamiento externo, etc.) plantean muchas ms dudas que cer-tezas en cuanto a la validez de uno de los principales argumentos utilizado por los defen-sores del nuevo patrn de desenvolvimiento del capitalismo domstico para legitimarlo:que ms temprano que tarde el crecimiento derramar y se mejorarn notablemente lascondiciones de vida de la mayora de la poblacin.

    En ese sentido, en la actualidad la sociedad argentina parece estar frente a un dilema dehierro en trminos econmicos y polticos: o se consolida el modelo de dlar alto consu correlato en materia de inequidad distributiva y exclusin y fragmentacin econmico-sociales, o se avanza en la implementacin de un nuevo modelo. En ese marco, cabepreguntarse si no es el momento de empezar a discutir cmo hacer para lograr un proce-so de reconstruccin nacional que revierta el sendero desindustrializador y concentradorde las ltimas dcadas y que se asiente sobre crecientes niveles de inclusin econmicay social; es decir, sobre bases y alianzas sociales diametralmente distintas de las que ca-racterizan al modelo

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    I. Antecedentes: la crisis delmodelo de los noventa(1998-2001)

    Como resultado de los favora-bles ndices macroeconmicos vi-gentes, en la actualidad es muydifcil encontrar voces crticas en-tre el empresariado, el sistema po-ltico y amplias capas de la socie-dad argentina hacia el modelo dedlar alto existente en el pasdesde comienzos de 2002. Sinembargo, es necesario recordarque el proceso de salida de la cri-sis del rgimen de Convertibilidadfue el resultado de duros enfrenta-mientos en el seno de los sectoresdominantes. Tras casi cuatro aosde recesin econmica, en 2001las disputas giraban casi exclusi-vamente en torno del tipo de cam-bio, aun cuando no se manifesta-ran explcitamente de esta mane-ra. En trminos generales, se pue-den distinguir dos grandes prota-gonistas de este conflicto de inte-reses: por un lado, sectores delempresariado productivo, ma-yormente nucleados en la UninIndustrial Argentina (UIA), y, porotro, buena parte del sector finan-ciero local y de las empresas pri-vatizadas. En el medio, desple-gando una peculiar estrategia dependuleo, se encontraba el prin-

    cipal representante institucionalde los acreedores externos: elFondo Monetario Internacional(organismo que, de realizar unadefensa a ultranza del modeloconvertible, termin cerrando fi-las detrs de su salida devalua-cionista).

    Si bien se pueden encontrar an-tecedentes a lo largo de la dcadade los noventa1, el cambio discur-sivo en los sectores dominantesde la Argentina comenz a acre-centarse a partir de las devalua-ciones en el extranjero sudesteasitico (1997) y el Brasil (1999)y, fundamentalmente, del comien-zo en el nivel domstico de unaetapa de recesin econmica amediados de 1998 (la gnesis delnuevo modelo no parece estardisociada del hecho de que estacrisis tuvo impactos negativos so-bre la performance econmica dela mayora de las compaas inte-grantes de la elite empresaria lo-cal; ello, a diferencia de lo sucedi-do en la de 1995, cuando estas fir-mas lderes prosiguieron con elfuerte proceso de expansin yacumulacin que haban venidoregistrando desde el lanzamientode la Convertibilidad). Fue en esemomento cuando los representan-tes de la industria o, como lesgusta autodenominarse, los sec-

    1 El viraje estratgico de algunos sectores dominantes puede ubicarse a mediados deldecenio pasado, a partir del proceso de reestructuracin iniciado por los principalesgrupos econmicos locales. Estos actores, luego de participar activamente de las pri-vatizaciones, se desprendieron de buena parte de esas participaciones realizandocuantiosas ganancias patrimoniales que colocaron en el exterior o las utilizaron paraganar y/o afianzar posiciones en actividades muy ligadas con la exportacin (Basual-do, 2000, 2001 y 2003, y Kulfas y Schorr, 2003).

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    tores de la produccin reclama-ron en forma manifiesta medidasque compensaran la sobrevalua-cin del peso: Hace siete aosque no se toca el tipo de cambio ymientras tanto en el mundo pasa-ron cosas. Hay que tomar medi-das urgentes; por ejemplo, la sus-pensin de los aportes patronales:sera una devaluacin compensa-da2. Si bien no se peda directa-mente el abandono de la Conver-tibilidad, ya que sta gozaba deamplio consenso entre los secto-res dominantes e, inclusive, en-tre los sectores medios y los po-pulares, el tipo de cambio se fueconstituyendo en el eje casi exclu-yente de las disputas alrededor dela poltica econmica3.

    En ese marco, y tras largos aosde presionar por la retirada delEstado de los ms diversos mbi-tos, importantes integrantes delestablishment productivo (enparticular, los grupos econmicosde capital nacional sea de mane-ra directa o a travs de sus nume-rosos intelectuales orgnicos)empezaron a plantear en formacada vez ms radicalizada quepara salir de la recesin e ingresaren un sendero virtuoso de creci-miento de la produccin y el em-pleo era imprescindible encarar lareindustrializacin del pas con ejeen los mercados externos (de allsu reclamo de polticas activas porparte del Estado y/o de abandonar

    el esquema de la Convertibilidad yde consolidar las bases para unmodelo de dlar alto).

    Esta avanzada anti-modelo sevio reflejada en el espacio que ga-naron individuos como Jos DeMendiguren, quien no tuvo repa-ros en poner en tela de juicio el r-gimen convertible: Si la competiti-vidad de las empresas se atacadesde afuera con estas devalua-ciones [se refiere a las acaecidasen otros pases]... llegar un mo-mento en que habr que discutir laconvertibilidad (Clarn, 19/8/98).Asimismo, hacia fines de 2001 es-te importante referente de la UIAdestacaba que la vulnerabilidadexterna se fue agudizando a lo lar-go de los aos noventa como con-secuencia de la falta de una polti-ca de desarrollo de los sectoresproductivos y del empresariadonacional, que determin un signifi-cativo dficit comercial, transfe-rencias crecientes de utilidades ydividendos, un aumento vertigino-so del endeudamiento externo yque la prdida de competitividaddel sector productivo argentino esuna realidad innegable. Desde losinicios de la dcada de los noven-ta, se gener una distorsin en losprecios relativos de los sectorestransables que se tradujo en unaapreciacin de la moneda nacio-nal y la consiguiente prdida decompetitividad (Unin IndustrialArgentina, 2001).

    2 Declaraciones del por entonces presidente de la UIA, Claudio Sebastiani (Clarn,24/3/98).

    3 Sobre este tema consltese Gaggero y Wainer (2004).

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    En esa lnea, el grupo econmi-co Techint cumpli un rol ms quedestacado a la hora de criticar elmodelo -a pesar de haberse vis-to ampliamente beneficiado porste-, siendo sus propios directi-vos los que llevaron ms lejos elataque al 1 a 1, tal como lo sin-tetiz Roberto Rocca: Todo elmundo se da cuenta de que el tipode cambio [fijo] es un problema.Este no es momento para tocar eltipo de cambio. Pero cuando estconsolidado el prximo gobierno,no tendra que haber inconvenien-tes en poder anunciar con tranqui-lidad un rgimen de fluctuacincambiaria, como flucta el yencontra el dlar, o el marco contrael dlar, o las monedas europeasentre s, y no pasa nada. El Brasilpudo devaluar con xito porquenunca tuvo ese problema psicol-gico que existe en la Argentina,pero que en algn momento se vaa superar (Pgina 12, 19/8/99).

    La salida devaluacionista de laConvertibilidad logr congregar amuy diversos sectores estructu-rndose en lo ideolgico-discursi-vo sobre la defensa de la produc-cin, la industria, la competitivi-dad, el trabajo, el regreso delEstado y la Nacin (obviamen-te, por la naturaleza y los objetivosde las fracciones del capital con-centrado interno que conducan -yconducen- el bloque devaluacio-nista, tales conceptos estaban -yestn- definidos de una maneraun tanto peculiar). Estos planteos

    por un nuevo modelo econmicosustentados sobre la modificacindel tipo de cambio contaron con elinvalorable apoyo de amplios sec-tores del espectro poltico-sindicalnacional y de buena parte de lacomunidad acadmica local e in-ternacional4. Con la mira puestaen construir una fuerza social ca-paz de impulsar y convalidar esteproyecto productivo, se insistien que estas medidas mejoraranel ingreso de los sectores popula-res y beneficiaran principalmentea las pequeas y medianas em-presas. A fines del ao 2000, Os-valdo Rial, titular de la UIA, sinte-tizaba esta idea de la siguientemanera: La sociedad, los indus-triales, los productores agrope-cuarios, los pequeos comercian-tes, los trabajadores, los sectoresde la cultura y los religiosos debe-mos entender que de la crisis sali-mos con un modelo que estimulela produccin y el poder adquisiti-vo de la gente (Clarn, 24/11/00).

    En las postrimeras de la admi-nistracin Menem, estos actoresno encontraron demasiadas res-puestas por parte de un gobiernoque ya estaba en retirada y que seapoyaba crecientemente sobre elsector financiero (bancos yAFJPs) y las prestatarias privadasde servicios pblicos -ahora ma-yormente en manos de empresaso conglomerados transnaciona-les-, con lo cual optaron por tenercomo interlocutores a los candida-tos presidenciales por la Alianza

    4 Para un tratamiento de estas cuestiones, vase Schorr (2001).

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    (UCR-Frepaso) y el Partido Justi-cialista (un postulante enfrentadopolticamente a Menem). En estesentido, desde el ya conformadoGrupo Productivo (integrado porla UIA, la Cmara Argentina de laConstruccin y las Confederacio-nes Rurales Argentinas) se gesta-ron intensas reuniones con Fer-nando de la Ra y Eduardo Duhal-de, as como con otros actores re-levantes que pudieran sumarse alreclamo productivo y nacional(entre ellos la CGT y la Iglesia). Elsurgimiento del Grupo Productivoimplic la ruptura del Grupo de losOcho -agrupamiento que nuclea-ba a las principales corporacionesempresarias del pas-, cuyo apoyoa las reformas neoliberales imple-mentadas durante la gestin deMenem result fundamental.

    Con el gobierno de la Alianza, sibien al comienzo hubo algunasseales hacia el frente producti-vo, la situacin no se modific demodo significativo: mientras quese nombr como ministro de eco-noma a un hombre muy ligadocon la UIA5, la poltica econmicasigui la misma senda que la desu predecesor, con algunos pe-queos retoques6. En ese con-texto, a medida que se haca cadavez ms evidente esta falta decambios profundos en la polticaeconmica, a lo que se sumaba lapobre performance de la econo-

    ma domstica en el marco de unescenario internacional adverso,la disputa en torno del tipo decambio volvi a emerger con fuer-za; as lo expres Guillermo Gote-lli, organizador de la VI Conferen-cia Industrial: no es lo mismo te-ner su propia poltica monetaria,su moneda, que ser un pas sat-lite de armadura sin soberanasobre sus mercados. No es igualun pas que integra armnicamen-te sus actividades primarias conlas industriales y con los serviciosque el que privilegia a un sectorpor el otro (Unin Industrial Ar-gentina, 2000).

    Este viraje hacia un tono mscrtico se cristaliz con la asun-cin como presidente de la UIA deDe Mendiguren en mayo del 2001,quien comenz reclamando la in-corporacin del peso brasileo (elreal, ya devaluado) en la futuracanasta de monedas que lanzarael ministro Cavallo como una nue-va etapa de la Convertibilidad.Tambin es a partir de este mo-mento cuando se hace ms expl-cita la intencin de construir otromodelo que contemple una redis-tribucin del ingreso y una situa-cin ms favorable para el peque-o y mediano empresariado. Sinembargo, paradjicamente, enmateria de poltica social estosmismos actores sostenan medi-das que iban en el sentido opues-

    5 Jos Luis Machinea, entre otras cosas, haba dirigido el Instituto para el Desarrollo In-dustrial de la UIA durante el perodo en que Roberto Rocca presidi ese organismo.

    6 Al respecto, vale recordar que se lanzaron algunas medidas reclamadas por la diri-gencia industrial (como, a ttulo ilustrativo, el Compre Nacional), pero la mayor par-te de ellas nunca lleg a ponerse en prctica o tuvo escasa relevancia.

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    to a estos objetivos, como ser lacongelacin del salario mnimo yla flexibilizacin de las condicio-nes de despido7 (medidas que, co-mo se analiza ms adelante, re-sultan funcionales a una estrate-gia exportadora asentada sobreun tipo de cambio real competiti-vo).

    A medida que la crisis econmi-ca se agudizaba y se yuxtaponacon una creciente conflictividadpoltica y social8, las disputas al in-terior de los sectores dominantesse tornaron cada vez ms abier-tas. En ese sentido, la campaaque lanz el Grupo Productivocontra la propuesta de dolariza-cin de la economa, esgrimidafundamentalmente por sectoresempresarios muy favorecidos du-rante el gobierno de Menem, porel propio ex presidente y por el ul-traortodoxo CEMA, cont con elapoyo de muchos actores que es-taban enfrentados con el sector fi-nanciero y las privatizadas. Nue-vamente, el eje de la discusin es-tuvo puesto sobre la cuestincambiaria, como lo manifestaronla UIA y la CGT en un documentoconjunto: ms all de las obviasrazones de autonoma y dignidadnacional, [la dolarizacin] signifi-

    cara privarnos para siempre deinstrumentos esenciales de polti-ca econmica. Abandonaramosdefinitivamente la posibilidad detener poltica monetaria. La Ar-gentina pasara a importar definiti-va y pasivamente la poltica mo-netaria de los Estados Unidos y adepender de su fase del ciclo eco-nmico y de su aumento de pro-ductividad (Clarn, 9/12/01).

    Luego de la instrumentacin delcorralito y tras las jornadas del19 y 20 de diciembre de 2001 nohaba dudas de que la Convertibi-lidad haba llegado a su fin y quie-nes quedaron en mejor posicinfueron los sectores que venanpresionando por la salida deva-luacionista; ello, como productode haber generado un esquemade alianzas sociales mucho msslido, inclusivo y heterogneo enlo que respecta a la composicinde sus integrantes que la que con-formaron los impulsores de la op-cin dolarizadora. Inmediatamen-te despus de la renuncia de Dela Ra, trascendi que el GrupoProductivo dara a conocer unapropuesta de plan econmico queincluira la flotacin del peso, lapesificacin de la economa, unamoratoria en el pago de la deuda

    7 Vase el Informe del departamento de Poltica Social del Anuario 2001 de la UIA.8 La crisis poltica se manifest con toda intensidad en las elecciones legislativas de oc-

    tubre de 2001, en las que el voto negativo (en blanco y nulos) logr un rcord abso-luto y se verificaron altos niveles de abstencin. Durante el transcurso de ese aotambin se registraron crecientes niveles de movilizacin popular con cortes de rutas,huelgas, escraches, etc., y en el mes de diciembre una consulta popular realizadapor el Frente Nacional Contra la Pobreza (Frenapo) logr reunir ms de tres millonesde votos a favor de un cambio radical en la orientacin de las polticas pblicas y deun profundo replanteo del funcionamiento poltico-institucional del pas.

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    externa y subsidios al desem-pleo9.

    II. El triunfo del modelo dedlar alto y la redefini-cin del esquema de ga-nadores y perdedoresen el interior del bloquedominante

    Luego de doce convulsionadosdas, en los que, entre otras cues-tiones, se sucedieron cinco man-datarios presidenciales y se anun-ci la declaracin de la cesacinde pagos de una parte de la deu-da externa, el 1 de enero de 2002la Asamblea Legislativa designcomo presidente provisional al en-tonces senador Eduardo Duhalde.A los pocos das de iniciada lanueva gestin se sancion la leyde Emergencia Pblica y Reformadel Rgimen Cambiario N25.561, la cual determin cambiosdecisivos en el plano macroeco-nmico, fundamental, aunque noexclusivamente, el abandono delrgimen convertible a partir de ladevaluacin de la moneda nacio-nal10.

    Duhalde asumi la presidenciacon un discurso extremadamentecrtico hacia los sectores ms be-neficiados con el modelo de losnoventa y con el eje puesto en la

    produccin, tal como lo habanvenido reclamando las fraccionesdel gran capital que estaban de-trs de la opcin devaluacionis-ta: Mi gobierno pondr fin a laalianza del poder poltico con elpoder financiero, que perjudic alpas, para sustituirla por una alian-za con la comunidad productiva(Clarn, 5/1/02). Para llevar ade-lante este modelo productivo,entre otras cosas, se cre el Mi-nisterio de la Produccin, cuyo pri-mer titular fue De Mendiguren,quien repiti el discurso que venasosteniendo acerca de las virtu-des del nuevo rgimen, el cualdebera recomponer el ingreso delos sectores populares: Vamos areconvertir a los sectores produc-tivos para que tengan valor agre-gado dentro de una economaabierta, competitiva y globalizadapero de manera exitosa y no paradesintegrarnos en ella. Queremosuna visin estratgica que nos dmejores salarios, como hacenotros pases (Clarn, 18/1/02).

    Sin embargo, lejos de producirseuna mejora en el ingreso de lostrabajadores, el modelo de dlaralto que se ha ido conformandodesde la asuncin de Duhaldeprodujo, como era de esperar, unade las mayores erosiones del sa-lario real en las ltimas dcadas

    9 Vase Los industriales piden la flotacin, Clarn, 22/12/01.10 Originalmente, la ley N 25.561 estableci el reemplazo de la paridad convertible por

    otra, tambin fija, de $ 1,4 = U$S 1,0. A los pocos meses de sancionada dicha norma,y en respuesta a las fuertes presiones desplegadas por, fundamentalmente, el FMI, laadministracin Duhalde estableci la libre flotacin cambiaria, lo cual deriv en un fe-nomenal incremento del tipo de cambio (tanto en trminos nominales como reales).

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    (sobre todo para el creciente uni-verso de trabajadores informales).Ello profundiz una tendencia delargo plazo iniciada a partir de laltima dictadura militar (1976-1983)11 y deriv en un incremento-importante aunque variable se-gn los sectores- en los mrgenesbrutos de rentabilidad empresaria.

    En ese marco, como productodel desfavorable panorama que elnuevo modelo presenta para lossectores populares, el mismo re-quiere legitimacin social para re-producirse. Al respecto, el esque-ma de dlar alto vigente en elpas es presentado como el mo-delo de la produccin y el trabajo,mientras sus defensores en loscampos acadmico, poltico y em-presarial destacan que, como re-sultado directo del shock devalua-cionista que se ha registrado apartir del abandono de la Conver-tibilidad, la economa argentina halogrado ingresar en un sendero decrecimiento que permitir revertirla crisis laboral y el cuadro de ine-quidad distributiva heredados delmodelo de los noventa. Esto, de-rivado en lo sustantivo del consi-guiente incremento de las expor-taciones. El comportamiento delproducto bruto interno en el ltimotiempo parece avalar las posturasesgrimidas por los defensores del

    nuevo modelo12, lo cual ha sen-tado las bases para su convalida-cin social y, en ese marco, parano debatir sobre una cuestin su-mamente relevante: cules sonlos actores econmicos concretosque ms se benefician con la vi-gencia de un tipo de cambio realcompetitivo y cules son los queresultan perjudicados?

    A los efectos de explorar estaproblemtica, en el cuadro N 1se presenta la evolucin, entre2001 y 2003, de las ventas al ex-terior realizadas por la elite expor-tadora (se trata de las cien empre-sas de mayor volumen anual deexportaciones) y de su peso rela-tivo en el total de exportacionesde la Argentina. Desde esta pers-pectiva se constata que:

    entre 2001 y 2002 las exporta-ciones totales del pas cayeronun 3%, y entre 2002 y 2003 seincrementaron un 15%; en esosperodos las ventas al exteriorrealizadas por la cpula expor-tadora crecieron un 11% y un20%, respectivamente;

    como resultado de ello, las lde-res exportadoras del pas (mu-chas de las cuales son propie-dad de grandes grupos econ-micos de capital nacional y ex-tranjero fuertemente transna-

    11 Segn una estimacin realizada en el rea de Economa y Tecnologa de la FLACSO,en la actualidad el salario promedio vigente en la Argentina es aproximadamente un60% ms reducido que a comienzos de los aos setenta.

    12 Desde mediados de 2002 se viene asistiendo a un importante crecimiento del PIB quees explicado, en buena medida, por un proceso de recuperacin respecto de nivelessumamente reducidos y que se asienta sobre la creciente utilizacin de capacidadociosa instalada.

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    cionalizados en trminos pro-ductivos, comerciales y finan-cieros -no obstante lo cual, se

    presentan como la burguesanacional, legtima interlocutoradel gobierno-)13 pasaron de ex-

    13 Como se mencion, en los ltimos aos de vigencia del equema convertible estos sec-tores, adems de presionar por una salida devaluacionista, empezaron a plantear lanecesidad del regreso del Estado para promover y apoyar la produccin nacional.Este dato no debera soslayarse porque esta defensa de lo productivo y de lo na-cional fue y es realizada por buena parte de los mismos actores que resultaron am-pliamente favorecidos por la profunda aunque heterognea desindustrializacin quese viene registrando desde hace un cuarto de siglo, a la vez que recibieron ingentessumas de dinero por la venta de sus principales empresas a capitales forneos. Enotras palabras, se trata de los mismos actores econmicos que promovieron y se be-neficiaron con la crisis fabril y la extranjerizacin del aparato productivo local que hoytanto cuestionan (sin mencionar que durante la dcada de los noventa destinaron unaparte considerable de sus recursos a actividades no industriales, como la prestacinde servicios en especial, los pblicos privatizados, o a la valorizacin financiera y lafuga de capitales al exterior). Al respecto, resultan sumamente ilustrativos los recien-tes planteos del propietario del grupo Macri: En la Argentina actual estamos necesi-tando de lderes que convoquen a un New Deal, a un Nuevo Acuerdo, ofreciendo prio-ridad de proyectos al empresariado nacional... No conozco la solucin ptima, pero ss que no se encuentra en el liberalismo ilimitado, irrestricto, sin reglas de juego nicontroles eficientes. Nuestra solucin no es el neoliberalismo, cuyas consecuenciasson bien visibles: vaciamiento del Estado, extranjerizacin de la economa, marginali-dad de sus fuerzas empresarias y productivas, una gigantesca injusticia social. Las

    Cuadro N 1. Argentina. Evolucin de las exportaciones de la elite exporta-dora* segn estratos, 2001-2003 (en millones de dlares y porcentajes so-bre el total de exportaciones del pas)

    2001 2002 2003Mill. de % Mill. de % Mill. de %dlares dlares dlares

    Primeras diez 8.283,5 31,2 9.267,5 36,0 12.640,5 42,8Entre el puesto 11 y 25 4.145,4 15,6 4.981,6 19,4 5.943,3 20,1Entre el puesto 26 y 50 3.051,7 11,5 3.160,5 12,3 3.232,7 10,9Entre el puesto 51 y 100 2.714,6 10,2 2.727,3 10,6 2.444,6 8,3TOTAL ELITE 18.195,2 68,6 20.136,9 78,3 24.261,1 82,1TOTAL EXPO. PAS 26.542,7 100,0 25.709,4 100,0 29.565,8 100,0

    * Se trata de las cien empresas de mayor volumen anual de exportaciones.En los aos de referencia estas compaas representaron menos del 1% delas firmas del pas que realizaron ventas al exterior.Fuente: Elaboracin propia sobre informacin del rea de Economa y Tec-nologa de la FLACSO y del Ministerio de Economa y Produccin.

  • plicar casi el 69% de las expor-taciones totales en 2001 a msdel 82% en 200314;

    este incremento de alrededorde 13 puntos porcentuales es elresultado de tres procesos con-currentes: un notable incremen-to en la participacin en las ex-portaciones globales de las 10primeras empresas del ranking(en 2003, este reducido grupode compaas dio cuenta deaproximadamente un 43% deltotal), un leve crecimiento en elaporte relativo de las firmas quese ubican entre la posicin 11 yla 25 (el ao pasado explicaronms del 20% de las exportacio-nes agregadas) y una declina-cin en la contribucin de lasempresas que ocupan lospuestos 26 a 100;

    dentro del selecto grupo de lasveinticinco primeras del panelcorrespondiente al 2003 que-dan incluidas once compaasoligoplicas del sector agrope-cuario y/o de la produccinagroindustrial (Cargill, BungeArgentina, Molinos Ro de la

    Plata, Louis Dreyfus, AceiteraGeneral Deheza, Vicentn, Ni-dera, La Plata Cereal, A.C.Toepfer, ADM Argentina y Aso-ciacin de Cooperativas Argen-tinas), siete que operan en laactividad petrolera y en la mine-ra (Repsol, Petrobrs, MineraAlumbrera, Chevron San Jorge,Pan American Energy, VintageOil Petroleum y Refinera delNorte), tres ligadas con la in-dustria siderrgica (Siderca, Si-derar y Aluar), dos automotrices(Volkswagen y Ford) y otrasdos que se desenvuelven en elcomplejo qumico-petroqumico(Dow y Compaa Mega); y

    este perfil sectorial tambinqueda de manifiesto cuando seanalizan las empresas de la eli-te exportadora que se ubicanpor debajo del puesto 25 del or-denamiento (la mayora de lasfirmas que componen este es-trato, lderes en sus respectivosmercados, acta en los secto-res mencionados, mientras queuna minora, si bien opera enotras actividades -como la ela-

    41Modelo del dlar alto

    propuestas y consignas de una empresa extranjera nunca son las mismas que las deuna empresa nacional. A qu se tendra que dedicar la burguesa nacional? A todo,pero especialmente a cuidar que no entre nadie al pas a menos que lo haga de lamano de un argentino. Esa burguesa puede asegurar a los inversores extranjerosmayor confianza y buena disposicin si sus espaldas son cuidadas por socios localesque respalden sus inversiones... Recuerdo que, en los inicios del gobierno de Ral Al-fonsn, cuando dialogu con los jvenes de la Coordinadora, les confirm que si no-sotros no empezbamos a crear una burguesa nacional, un empresariado industrialnacional, nunca podramos romper con ese mecanismo perverso que permite que losque vienen de afuera se lleven toda la riqueza y nos dejen a cambio algunos espeji-tos de colores... En sntesis, no hay modelo de pas sin un empresariado nacional(Noticias, 7/8/04).

    14 En el Anexo que se presenta al final del trabajo se puede consultar la composicin delos respectivos rankings.

  • boracin de papel y madera, decuero y derivados y la pesca-,presenta similares caractersti-cas estructurales a las de aqu-llas en trminos de eslabona-mientos productivos, creacinde puestos de trabajo, compor-tamiento de los precios y la de-manda internacionales, et-ctera.).

    De lo anterior se desprenden dosconclusiones relevantes que per-miten matizar las supuestas virtu-des del modelo de dlar alto vi-gente y de la salida exportadoraligada con ste. Primero, la feno-menal concentracin de las expor-taciones de nuestro pas indicaque, en ausencia de polticas queapunten a revertir dicho cuadro, elsostenimiento de un tipo de cam-bio elevado (con las implicanciasregresivas que ello supone en tr-minos distributivos -ms an si seconsidera el bajsimo nivel exis-tente de retenciones a las expor-taciones dada la magnitud asumi-da por la depreciacin real del pe-so-) es ampliamente funcional a la

    fraccin exportadora del podereconmico local15.

    Segundo, del tipo de productoselaborados y/o comercializadospor la cpula exportadora se des-prenden varios argumentos de pe-so en contra de uno de los su-puestos del modelo actual: quela devaluacin por s misma escondicin necesaria y suficientepara que la economa ingrese enuna senda sostenida de creci-miento que logre revertir tres delos principales males heredadosdel modelo de los noventa, comoson la desindustrializacin, la cri-sis laboral y la distribucin regresi-va del ingreso. Ello explicara losmotivos por los cuales, al menoshasta el presente, la principal po-ltica aplicada ha sido la maxide-preciacin del peso y por qu,ms all de la implementacin deciertas (y escasas) medidas muypuntuales, se puede afirmar quean no existe en el nivel nacionaluna estrategia de desarrollo pro-ductivo en general, e industrial enparticular (la lgica del piloto au-

    42 realidad econmica 211

    15 Basta con mencionar, en tal sentido, que segn las estadsticas oficiales entre diciem-bre de 2001 (ltimo mes de vigencia de la Convertibilidad) y el mismo mes de 2003 elsalario medio del sector privado disminuy en trminos reales ms de un 7% para elcaso de los trabajadores registrados y casi un 30% para el de los no registrados, locual deriv en la consolidacin de la muy inequitativa matriz distributiva que rige en laArgentina desde mediados de los aos setenta (vase: http://www.indec.mecon.go-v.ar). Al respecto, cabe realizar dos observaciones. La primera es que la cada del sa-lario acaecida desde el abandono del modelo de los noventa no slo favoreci a lasempresas exportadoras por la cada en los costos que trajo aparejada (con la conse-cuente mejora en la rentabilidad bruta), sino tambin por el incremento en los saldosexportables. La segunda es que de considerar que la vigencia de salarios sumamen-te deprimidos constituye una condicin bsica del esquema de dlar alto y de la sa-lida exportadora, puede concluirse que este dato difcilmente se modifique sustanti-vamente en lo que a la reversin del mismo respecta, no as a su profundizacin entanto perduren este modelo y el tipo de perfil productivo existente (Arceo, 2003).

  • tomtico que caracteriz al mo-delo de los noventa parece seguirvigente).

    Ahora bien, la ostensible consoli-dacin estructural de la elite ex-portadora en lo que va del mode-lo de dlar alto no debera llevara concluir que fue la nica fraccindel capital que se vio favorecidacon la devaluacin. En este senti-do, si bien se ha revertido de mo-do considerable la relacin defuerzas al interior de la clase do-minante respecto de lo sucedidodurante el decenio de los noventa-cambio que se ha manifestadoprincipalmente a travs de unamejora de los precios relativos delos bienes transables (agro, indus-tria, petrleo y minera) frente alos no transables (banca y servi-cios)-, no puede soslayarse el he-cho de que este modelo de dlaralto es funcional a la burguesaen general (en tanto clase), no s-lo porque le ha permitido restable-cer las bases de su dominacin,sino tambin porque ha represen-tado una salida para el capital ensu conjunto, en especial para lasfracciones ms concentradas.

    Tngase presente que despusde cuatro aos de recesin, sibien existan sectores que habanlogrado mantener altas rentabili-dades a pesar de la cada del pro-ducto (tal el caso de las prestata-rias de servicios pblicos), era evi-dente que la Convertibilidad mos-traba signos de agotamiento y noofreca posibilidades de acumula-cin en el mediano plazo, sobre

    todo si se considera el -muy des-favorable para los pases latinoa-mericanos- escenario internacio-nal vigente a fines de los aos no-venta.

    Adicionalmente, las posibilida-des de inversin y de crecimientode la economa argentina se en-contraban debilitadas por las limi-taciones de la estructura producti-va existente en el contexto de unaeconoma abierta: presin a la ba-ja sobre los precios de los bienestransables producidos en el pasinducida por la competencia exter-na; sobrevaluacin del tipo decambio que alentaba las importa-ciones y la transferencia de divi-sas al exterior; un alto costo dela mano de obra medido en dla-res combinado con una escasadotacin tecnolgica; un mercadointerno en franco deterioro por au-mento del desempleo, cada delos salarios, consolidacin de unamatriz distributiva sumamente ine-quitativa y polticas monetariascontractivas; una deuda externaque exceda con creces la capaci-dad de pago del pas y que no ce-saba de aumentar en tanto era ne-cesario para mantener el tipo decambio a la relacin 1 a 1; agu-da crisis fiscal resultante de, fun-damentalmente, la privatizacindel sistema previsional, las deva-luaciones fiscales, el pago de in-tereses de la deuda y la vigenciade una regresiva estructura impo-sitiva; etctera.

    Frente a este panorama pocoalentador, lo que estaba en discu-

    43Modelo del dlar alto

  • sin era, en ltima instancia, si laforma en que se saldra de la Con-vertibilidad (con devaluacin omediante una dolarizacin) deri-vara en la consolidacin de la es-tructura de precios y rentabilida-des relativas existente o en su al-teracin (o, en otras palabras, enel mantenimiento del esquema deganadores y perdedores den-tro del bloque dominante o en sumodificacin). En este sentido, sibien el modelo de dlar alto le haproporcionado considerables be-neficios a los sectores de la pro-duccin ligados con la exporta-cin, tambin le ha brindado unasalida a aquellos grandes capita-les que se vieron ms perjudica-dos en un primer momento. Debe

    tenerse en cuenta que con la re-cuperacin de la economa y laestabilizacin de los precios y deltipo de cambio que se han venidoregistrando desde mediados de2002, muchos sectores desfavo-recidos por la devaluacin recupe-raron parte del terreno perdido, locual ha viabilizado cierta rearticu-lacin del bloque de poder y la re-duccin de los conflictos en su in-terior. Este es el caso de diversasactividades manufactureras queproducen para el mercado internoy que se vieron favorecidas por al-gunas oportunidades en lo querespecta a la sustitucin de impor-taciones16, del sector bancario quefue compensado por el Estado17

    y de muchas empresas privatiza-

    44 realidad econmica 211

    16 De todos modos, cabe destacar que en la actualidad la sustitucin de importacionesencuentra algunas restricciones significativas. La primera se relaciona con las dificul-tades que enfrenta buena parte de las empresas que opera en el mbito nacional pa-ra acceder a lneas de crdito tendientes a aumentar el capital de trabajo (esta situa-cin es particularmente perjudicial para las PyMEs, no as para las de grandes dimen-siones, que tienen la capacidad de fondearse en el mercado financiero internacio-nal, importantes generadoras de divisas y poseedoras de cuantiosos recursos en elextranjero que podran repatriar). La segunda con el hecho de que hay productos queno pueden elaborarse en el pas ya sea por la desarticulacin del tejido productivodomstico acaecida en los noventa con sus antecedentes desde 1976, o porque laproduccin del mismo ha sido monopolizada en el nivel mundial por algn pas cu-ya productividad es muy superior y/o los niveles salariales son mucho ms bajos queen la Argentina, y, en ausencia de una redefinicin de la estructura arancelaria, estadiferencia no logra ser compensada por el tipo de cambio (de all que no sea casualel considerable crecimiento que experimentaron en el ltimo tiempo las importacionesde bienes finales). La tercera con el lmite que fija un deprimido mercado interno (so-bre todo para los bienes de consumo masivo). Sobre estas cuestiones, conslteseSchorr (2004).

    17 Si bien los bancos que operan en la plaza domstica perdieron bastante en lo peorde la crisis, como resultado de las compensaciones estatales (que derivaron en unincremento de consideracin en la deuda pblica vase Ministerio de Economa yProduccin, 2004) y de la reactivacin econmica han logrado obtener nuevamen-te resultados positivos, aunque muy inferiores a los del decenio pasado (la perfor-mance econmica de las entidades bancarias se puede consultar en http://www.bcra-.gov.ar).

  • das que empezaron a registrar re-sultados positivos como conse-cuencia de, entre otras cuestio-nes, la cada de los costos labora-les, la pesificacin de ciertasobligaciones contractuales, la re-duccin de la inversin y la recom-posicin de la demanda que deri-v en mayores ingresos18.

    De lo que antecede no deberadeducirse que la demanda internaha crecido impulsada por un au-

    mento del consumo de los secto-res populares -el salario medioreal se encuentra an un 15% pordebajo de los muy reducidos nive-les de diciembre de 2001-, sinofundamentalmente por el incre-mento del llamado consumo pro-ductivo (que ha demandado msbienes y servicios) y el de los es-tratos sociales de altos ingre-sos19/20. Cabe recordar que en tr-minos de demanda agregada, en

    45Modelo del dlar alto

    18 No obstante, cabe destacar que, por el tipo de estructura de precios y rentabilidadesrelativas que se configur a partir del abandono del modelo de los noventa, en la ac-tualidad los beneficios de las prestatarias privadas de servicios pblicos se ubicanmuy por debajo de los extraordinarios niveles de los aos noventa (aunque la mayo-ra logra resultados operativos positivos), al tiempo que muchas tienen situaciones pa-trimoniales muy deterioradas, producto de la particular estrategia de endeudamientodeplegada durante la Convertibilidad. Para un tratamiento de estas cuestiones, con-sltese Azpiazu y Schorr (2003) y Zlotnik (2004).

    19 Las evidencias disponibles indican que en la actualidad la masa salarial representa-ra alrededor del 20% del PIB, cuando a mediados del siglo pasado lleg a represen-tar aproximadamente la mitad. Si se tiene en cuenta la importante y creciente disper-sin salarial, se puede concluir que los sectores populares repesentan un proporcinmucho menor de la demanda agregada, ya que los salarios altos (ejecutivos, geren-tes, funcionarios, etc.) explican una parte importante de este porcentaje por su mag-nitud, a pesar de que sus perceptores son numricamente inferiores en el universo delos asalariados. Vase Basualdo (2004) y Vinocur y Halpern (2004).

    20 Refirindose a estos procesos, en un trabajo reciente se destaca: Muchos piensanque la Argentina sigue en crisis. Y eso es verdad para la mitad de la poblacin que vi-ve en la pobreza y para otra parte importante que trata de no caerse al mapa de lamarginalidad. Pero para unos pocos hace bastante que la crisis qued atrs, bonan-za que tratan de disimular aunque los rostros que se reflejan en el espejo de sus ba-lances los delata. A medida que se van conociendo los ejercicios econmicos de com-paas que cotizan en la Bolsa de Comercio se revela la recuperacin sostenida deventas, mrgenes y utilidades. Otro de los factores que se descubre en esa cara ocul-ta de la superacin de la crisis muestra que no ha cambiado la perversa dinmicaarraigada en los 90: las mieles del crecimiento no se derraman hacia el resto de lasociedad, sino que quedan para beneficio de unos pocos. Analizando los balances delas empresas de 2003 se concluye que han ganado mucho dinero en el desarrollo desus negocios. Siderrgicas (Siderar, Acindar), petroleras (Repsol, Petrobras), privati-zadas (Telefnica, Telecom, Edenor, Central Puerto), vinculadas al mercado interno(Cermicas San Lorenzo, Loma Negra, Grimoldi) y, obviamente, las relacionadas conel campo... muchas compaas estn en el mejor de los mundos: aquellas que expor-tan reciben dlares con costos en pesos devaluados; las que se favorecen por la sus-titucin de importaciones aumentaron su produccin que venden a precios dlar y ca-

  • muchos sectores el consumo pro-ductivo supera en volumen al con-sumo final; por lo cual, el aumentode la produccin, sobre todo enlas grandes unidades industriales(muchas de ellas ligadas con laexportacin), implica una mayor

    demanda de insumos y/o de otrosbienes involucrados en el procesoproductivo, lo que puede benefi-ciar a los sectores que elaboraneste tipo de mercancas en el mer-cado interno21.

    46 realidad econmica 211

    si sin competencia externa; y algunas vinculadas con el mercado interno estn em-pezando a repuntar gracias al desahorro de dlares de las clases media-alta y alta,que acumularon billetes verdes en exceso cuando pareca que todo se derrumbaba...En ese escenario, por qu los trabajadores no reclaman con mayor intensidad au-mentos de sus depreciados salarios? Entre varios motivos, dos sobresalen: primero,por lo que ya en el siglo XIX se sealaba como razn operante en la baja del salario,la presencia de un ejrcito de desocupados, tropa que en la Argentina es multitudina-ria. Segundo, montado en ese batalln de desclasados, la permanencia, ms all deldiscurso, de normas de flexibilizacin y precarizacin laboral que debilitan al trabaja-dor. En ese contexto, la intervencin del Estado en la conformacin del ingreso deltrabajador se vuelve imprescindible. La suma fija no remunerativa aplicada durante elGobierno de Duhalde tuvo su motivacin en la necesidad de compensar un poco losefectos devastadores de la devaluacin sobre el salario. En cambio, el adicional dis-puesto durante el Gobierno de Kirchner tiene su justificacin ya no en la crisis sino enla morosidad de las empresas para compartir al menos en forma moderada el fuerteaumento de productividad y de utilidades. Esos escasos pesos que el Estado `obliga distribuir, que fueron un beneficio para unos pocos dentro de un mercado laboralfragmentado, pusieron en evidencia las agudas distorsiones que aqu encuentra elcapitalismo con el que se llena la boca la comunidad empresaria (Zaiat, 2004).

    21 Respecto de esta ltima cuestin, vale la pena mencionar que la recuperacin que seha venido registrando desde mediados de 2002 ha trado aparejado un incrementoconsiderable en las compras al exterior (particularmente importante en maquinaria yequipo y bienes intermedios). Este dato no debera soslayarse porque, por un lado,refleja la desarticulacin del tejido manufacturero local verificada en los ltimos aosy, por otro, alerta sobre un tema sumamente relevante: que en ausencia de una radi-cal redefinicin del grado de apertura de la economa y de la estructura arancelaria,as como de una poltica activa de reconstruccin de encadenamientos productivos(cuyos logros, por cierto, no se visualizan sino en el mediano/largo plazo) y de unshock distributivo, lejos de incrementarse la produccin interna de estos bienes, mstemprano que tarde existirn presiones tanto por el lado de las divisas (para pagar lasimportaciones) como por el de los precios de los bienes finales (por el costo de la ma-quinaria y/o de los insumos involucrados en el proceso productivo). En este sentido,cabe incorporar una somera comparacin histrica. Actualmente, se estara ante unproblema similar al que exista en la industrializacin sustitutiva (sobre todo, hastamediados de los aos sesenta), en tanto el crecimiento econmico genera una con-siderable demanda de divisas para pagar importaciones de bienes de capital e insu-mos intermedios que lo hagan viable. En aquel entonces, dicha situacin, que sederivaba de la falta de maduracin de estos sectores (proceso que se concretara,con no pocas dificultades, a comienzos de los setenta), generaba una brecha exter-na que terminaba frenando el proceso expansivo. En el presente, la elevada elasti-cidad importaciones/producto se vincula con la destruccin, bajo la hegemona neo-

  • A todo esto debe recordarse quela centralizacin de capitales quese produce luego de toda crisisbeneficia ampliamente a aquellosque logran sobrevivirla, permitien-do recomponer los mrgenes deganancia a costa de eliminar a lacompetencia. Adems, si bien es-taba en discusin la forma en quese abandonara el modelo de losnoventa, en lo que siempre estu-vieron de acuerdo los sectores do-minantes era en que la salida se-ra mediante una mayor explota-cin de la fuerza de trabajo22. Co-mo lo demuestra la experiencia in-ternacional, las crisis capitalistasde magnitud como la sufrida por laArgentina entre mediados de1998 y 2002, suelen derivar en laeliminacin de capitales y en ata-ques generalizados sobre la fuer-za de trabajo. Las respuestas a lacrisis -buscando recomponer la

    tasa de ganancia- normalmenteimplican agudos avances sobrelos salarios y las condiciones la-borales23. En el caso domstico, lomencionado queda en evidenciacuando se considera la prdidadel poder adquisitivo del salario, laregresiva redistribucin del ingre-so y la persistencia de altos nive-les de desocupacin y precariza-cin laboral (de all que no sea ca-sual que a fines de 2003 la deso-cupacin alcanzara a alrededordel 15% de la Poblacin Econmi-camente Activa y la subocupacina casi el 16%, que la pobrezaabarcara a cerca del 50% de losindividuos residentes en aglome-rados urbanos -muchos de loscuales son ocupados- y que msde un 20% de argentinos se en-contrara debajo de la lnea de in-digencia)24/25.

    47Modelo del dlar alto

    conservadora, de gran parte de los ncleos neurlgicos de la matriz productiva do-mstica y de una enorme masa crtica acumulada a lo largo de varias dcadas, y con-figura un escenario mucho ms acuciante que durante la sustitucin de importacionespor cuanto se da en el marco de una economa fuertemente endeudada y extranjeri-zada (con el consiguiente impacto que ello conlleva sobre la balanza de pagos); deall que, dadas las dificultades que enfrenta el pas para proveerse de recursos del ex-terior (sea bajo la forma de endeudamiento y/o de Inversin Extranjera Directa), losesfuerzos que se deben realizar para obtener un supervit comercial son mucho msgrandes que los que haba que hacer durante el esquema sustitutivo (y con implican-cias mucho ms regresivas en materia distributiva). Un tratamiento pormenorizado dela forma en que la restriccin externa limit el crecimiento de la economa argentinadurante la sustitucin de importaciones puede consultarse en Basualdo (2004), Brauny Joy (1981) y Diamand (1973).

    22 Sobre el particular, vase Basualdo (2001) y Schorr (2001).23 Un tratamiento de esta temtica se puede consultar en Shaikh (1996).24 Las evidencias disponibles permiten concluir que una parte muy importante de los

    puestos de trabajo que se gener en el transcurso del nuevo modelo correspondial sector informal, lo cual merece tenerse en cuenta no slo porque alude a una ge-neralizacin de la precariedad de los trabajadores, sino tambin a un acentuamientode la heterogeneidad de los ingresos que perciben los distintos estratos que los com-ponen (rea de Economa y Tecnologa de la FLACSO, 2004).

    25 A pesar de hablar a favor de la produccin y el trabajo, los empresarios nacionales

  • En definitiva, la salida devalua-cionista de la Convertibilidad haderivado en una fuerte transferen-cia de ingresos desde el trabajohacia el capital. Sin embargo, ellono da cuenta de la totalidad de lastraslaciones registradas, en tantodentro del capital los principalesbeneficiados por el nuevo mode-lo han sido los grupos econmi-cos nacionales ms relevantes ynumerosos conglomerados ygrandes firmas de origen forneoque, a favor de una importantepresencia en el mbito fabril (so-bre todo en las ramas de mayorgravitacin dentro del espectromanufacturero local) y en el sectorprimario (agro, petrleo y deriva-dos, minera), constituyen el n-cleo de la oferta exportadora de laArgentina. Por diferentes razones,otros sectores capitalistas se hanvisto relativamente relegados enel mencionado proceso de trans-ferencia intersectorial de recursos-a pesar de que algunos recibie-ron compensaciones para nadadespreciables- y su expansin enel nuevo escenario macroecon-

    mico enfrenta limitaciones de dis-tinto tipo. Es el caso de la banca ylas empresas privatizadas (estoes, los ganadores de los noven-ta) que no han logrado recuperarlas elevadsimas rentabilidadesobtenidas durante la dcada pa-sada, as como de muchos secto-res (en especial, aquellos en losque las PyMEs tienen una impor-tante gravitacin agregada) en losque las posibilidades en materiasustitutiva se ven condicionadaspor la concurrencia de diferentesfactores. As, puede concluirseque, vis--vis el modelo de losnoventa, el de dlar alto ha tra-do aparejadas modificaciones designificacin en la composicindel bloque dominante, el cual pa-s a ser hegemonizado por lossectores productivos26.

    III. Los lmites sociales delmodelo posconvertibilidad

    Por lo expuesto anteriormente,se puede concluir que el modelode dlar alto, ms que revertir

    48 realidad econmica 211

    fueron, paradjicamente, los primeros opositores a todo incremento salarial, tal comolo sostuvo la UIA amparndose en la defensa de las pequeas empresas: No com-partimos la decisin gubernamental de apartarse de la poltica de dilogo en materiade relaciones laborales, sustituyndola por las decisiones unilaterales [se refiere a losaumentos salariales por decreto]... que son inconvenientes e inoportunas y no respe-tan tanto los principios internacionales como la legislacin nacional en la materia... laalteracin de reglas en la materia que implica la iniciativa gubernamental, afectarfundamentalmente a las pymes y eso repercutir en su capacidad para generar em-pleo, cuando esta debera ser la meta comn de Gobierno, trabajadores y empresa-rios en el marco de una poltica para la produccin y el trabajo (Clarn, 18/7/03).

    26 Lo mismo que el sector financiero local y gran parte de las empresas privatizadas,hasta el momento los acreedores externos (con la excepcin de los organismos mul-tilaterales que lograron quedar a resguardo del default) integran las posiciones su-bordinadas dentro del bloque de poder.

  • tiende a cristalizar el dramticocuadro social vigente en la Argen-tina dado que con la mejora de losndices econmicos (es decir, conla recomposicin del ciclo de acu-mulacin de, fundamentalmente,el gran capital asociado con lasalida exportadora) la situacinsocial ha permanecido prctica-mente inalterada. Es por ello queen esta etapa de consolidacindel modelo, tambin debe con-solidarse una Argentina con altastasas de desocupacin y pobreza,as como una creciente fragmen-tacin y precarizacin laborales yuna distribucin del ingreso lati-noamericanizada. Sin duda, stees el principal desafo que tienenpor delante los sectores dominan-tes locales ya que, a diferencia deotras naciones del subcontinenteque presentan similares indicado-res sociales, la Argentina contdurante gran parte del siglo XXcon altos niveles de participacineconmica y de organizacin pol-tica de los sectores populares. Enese marco, naturalizar la nueva si-tuacin social implica derrotar alos sectores que se niegan a in-

    corporar como un dato ms elimpresionante deterioro de lascondiciones de vida de la mayorparte de la poblacin que se vieneregistrando, casi sin interrupcio-nes, desde mediados de los aossetenta27.

    Es en el marco del mencionadodilema que se pueden compren-der numerosas demandas des-de el sector empresario, el siste-ma poltico y la academia quetienen por objetivo principal el depresionar al gobierno para queadopte las medidas necesariaspara disciplinar la protesta social.En general, el blanco elegido hansido las distintas organizacionesde desocupados, que conformanel sector de la sociedad que msse ha organizado y movilizado enlos ltimos tiempos. El argumentocentral sostiene que los episodiosde violencia (cortes de calles, to-ma de edificios, ocupacin de es-pacios, etc.) constituyen malasseales que, como tales, desin-centivan las inversiones y perjudi-can la economa. Aunque esto noparece tener un correlato directocon lo que sucede en la realidad28,

    49Modelo del dlar alto

    27 A esto debe sumrsele tambin que, por la concurrencia de diversos factores, es po-co factible que se mantengan las altas tasas de crecimiento que se obtuvieron en el2003, lo cual agravara an ms el problema. As lo reconocen muchos de los princi-pales analistas econmicos del establishment: Sobre la base de los trabajos publica-dos recientemente, se puede deducir que con tasas de crecimiento de 3 a 3,3% pro-medio por ao (alrededor del 2% anual per cpita) a partir de 2005 como pretende elGobierno, la Argentina slo podra retornar a los niveles de pobreza de mediados dela dcada de los 90 (del orden de 17 a 18%) recin entre 2025 y 2040, es decir quese tardara nada menos que entre 20 y 36 aos! (M. A. Broda, La Nacin, 8/8/04).

    28 En un reportaje concedido a un matutino, el empresario Enrique Pescarmona sostuvo:Es cierto que la violencia puede complicar la economa. Es una situacin difcil. Perocreemos en la Argentina. Seguidamente, de un modo paradjico, afirm frente a unapregunta acerca de si frenara sus inversiones por hechos de violencia o la toma de

  • desde distintos integrantes delpartido de los negocios (polti-cos, empresarios e intelectualesorgnicos) se ha venido presio-nando para poner fin a la conflicti-vidad social que ha signado alnuevo modelo desde sus inicios.

    A pesar de haber mantenido unaactitud cautelosa, en el propiogobierno se ha dado lugar a estetipo de reclamos, en especial des-de el Ministerio del Interior29 y lacartera de Economa, como lo re-flej el ministro Lavagna: El de-sorden, sobre todo cuando se re-pite, por ms que sea focalizado,nunca ayuda... [los hechos de vio-lencia] deben ser removidos, serresueltos en el mediano plazo...de lo contrario efectivamente ter-minan afectando decisiones decarcter econmico y social (Cla-rn, 22/7/04). Pero tambin otrosactores relevantes del sistema po-ltico -y no slo desde la derechams previsible- se han manifesta-do duramente en este sentido, co-mo el ex presidente Duhalde: Lanica vez que estuve preso fue enmi gobierno y preso de estos se-ores [los piqueteros]. En realidadson mis enemigos... con las pro-

    testas de los piqueteros hay queaplicar la ley... todos los pases or-denados no permiten estas cosas.Nuestro pas todava no es unpas normal: viene de una crisistremenda, casi terminal, entoncessubsisten estos elementos de lacrisis que ninguna democraciapuede tolerar indefinidamente(Clarn, 20/8/04).

    Estas declaraciones desde elsistema poltico vienen a respon-der los cuestionamientos que serealizan desde el establishmentacadmico y los sectores empre-sarios a la poltica oficial respectode la protesta social -por ser de-masiado blanda o compasiva-,poniendo las acciones de los sec-tores populares como uno de losprincipales factores -si no el prin-cipal- que pueden afectar el creci-miento econmico en el mediano-/largo plazos: Librada a sus pro-pias fuerzas, y a pesar de la crisisenergtica, la economa estabapara aterrizar suave y lentamentey para crecer casi 8% este ao,ms cerca de los pronsticos delBanco Central que de los de Eco-noma. Sin embargo... otras fuer-zas se oponen a la economa, y si

    50 realidad econmica 211

    una empresa, que no [parara inversiones], tenemos presentados varios proyectospara invertir mucho dinero nuestro. Es ms, estamos desinvirtiendo de otros lugarespara invertir en la Argentina. Somos locos pero, qu le vamos a hacer. Y nuestra situa-cin financiera no es la de las mejores (El Cronista Comercial, 26/7/04). En el mismosentido se manifest Luis Pagani, titular de la Asociacin Empresaria Argentina y pro-pietario del grupo Arcor, al sealar que no hubo casos de empresas que desistieran dehacer inversiones por las protestas piqueteras (Pgina 12, 23/12/03).

    29 Numerosas han sido las declaraciones del ministro de Interior, Anbal Fernndez, so-bre los piqueteros en este sentido: Que no embromen y vayan a laburar, Usted lesmuestra palas y les agarra fiebre. Ganas de trabajar no tiene ninguno, Si incurren endesmanes, van a ir presos, Quienes estn hoy en la calle no son gente comn, sonmilitantes (vase las ediciones de los das 17/8/04 y 20/8/04 de Clarn y Pgina 12).

  • no se corrigen en tiempo y formallevarn a un aterrizaje ms rpi-do. La principal es el crescendode la violencia, pero sobre todo laincapacidad del gobierno para en-contrar una respuesta justa y me-surada, que motiv al ministro La-vagna a manifestar que ello ponaen peligro la marcha de la econo-ma30.

    En esta misma lnea crtica apa-recen muchos de los economistasestrella de los noventa como Mi-guel A. Broda: Ni el default de ladeuda, ni la renegociacin de loscontratos con las empresas deservicios pblicos privatizadas,que llevan ya 31 meses sin definir-se, ayudan a despejar la incerti-dumbre que atenta contra la inver-sin y el crecimiento. Tampoco ladebilidad de las instituciones, ni laretrica contra las empresas, ni laausencia de lmites entre las pro-testas sociales y los delitos contralos derechos de las personas o lapropiedad. Ningn gobierno decentroizquierda en el mundo esreacio hoy a atraer con reglas cla-ras la inversin del sector privado,local y extranjero, porque ello im-plica progreso y bienestar. La Ar-

    gentina parece una excepcin, ensu afn de vivir de las nostalgiasde un pasado irrepetible (La Na-cin, 8/8/04). En un sentido similarse manifest uno de los principa-les referentes de la Fundacin deInvestigaciones Econmicas Lati-noamericanas (FIEL): [los inci-dentes de los ltimos tiempos]dan al pas una mala imagen, de-salientan inversiones y terminanperjudicando a los que quieren te-ner trabajo... Es un elemento ne-gativo ms. [Va a haber] menosproyectos de inversin y el capitaltendr ms altos los riesgos queasume... Hay muchos grados den-tro de lo que es represin. El go-bierno est para proteger el biencomn. Yo hoy estoy atrapado enel trnsito porque hay cortes enautopistas31.

    Las corporaciones empresariasque representan a las diferentesfracciones del gran capital ms fa-vorecidas con el nuevo modelotampoco se han quedado atrs enla ola de reclamos sobre la cues-tin; paradjicamente, una de lasprimeras y ms duras en este sen-tido ha sido la UIA32. Es imposiblecomprender el espacio que han

    51Modelo del dlar alto

    30 J. J. Llach, El Cronista Comercial, 28/7/04.31 Declaraciones de Daniel Artana en Infobae, 1/9/04.32 En el cierre de la XIX Conferencia Industrial el titular de la UIA, lvarez Gaiani, sos-

    tuvo sobre la cuestin piquetera: Creemos necesaria una decidida y firme accin delEstado que asegure, dentro del marco de la ley, la seguridad y tranquilidad que tan-tas veces fueron elogiadas como patrimonio argentino... Debemos sealar nuestrapreocupacin por el incremento de la inseguridad que nos afecta a todos... si quere-mos construir el pas que todos soamos, coincidimos en la necesidad de contar coninversiones de envergadura, debemos ofrecer condiciones mnimas de seguridad...[no se puede] ignorar nuestra alarma por la proliferacin de cotidianos actos de pro-testas que alteran el normal desarrollo de las actividades productivas y que lamenta-blemente comienzan a adquirir caracteres violentos e intimidatorios (Clarn, 5/12/03).

  • ganado este tipo de reclamos enlos medios de comunicacin sintener en cuenta que se ha venidodesarrollando desde hace tiempouna campaa de desprestigiohacia el movimiento piquetero enparticular, la cual ha encontradoeco en vastos sectores medios e,incluso, en ciertas fracciones delmovimiento obrero. Tambin hacontribuido a generar este espa-cio la manera en que se buscaconfundir desde sectores de po-der la protesta social con el delito.Esto ha dado lugar a duros recla-mos como el que realiz reciente-mente el presidente de la Socie-dad Rural Argentina (SRA) en lainauguracin de la 118 edicin dela tradicional exposicin Rural:Desterremos para siempre la vio-lencia como mtodo, el pasamon-taas y la ocultacin de identidadcomo medio intimidante, y la tomade rehenes como recurso, ante lapasividad y complacencia de quie-nes deben ser nuestros garan-tes... Es hora de terminar con laconfusin entre el derecho de pe-ticionar y el delito de extorsionar(Clarn, 1/8/04).

    No obstante, vale la pena men-cionar que no todas las posturasdesde el empresariado han coinci-dido estrictamente en este tema;de hecho, desde la entidad quenuclea a la cpula empresaria (laAsociacin Empresaria Argentina-AEA-) se ha respaldado la polti-ca de desmovilizacin social delgobierno, tal como lo seal Pa-gani, su titular: La entidad estcon la posicin del gobierno, en elsentido de que se debe proseguircon el dilogo33, diferencindosede esta manera de sectores mscrticos en esta materia como laUIA o la SRA. Esto podra estarmarcando algunas diferencias degrado entre aquellos empresariosque entienden que el flanco msvulnerable del modelo vigente esla cuestin social y tienen encuenta que va a ser necesario lle-gar a soluciones a ms largo pla-zo que la simple estrategia repre-siva34.

    52 realidad econmica 211

    33 Declaraciones de Luis Pagani (Clarn, 30/6/04). Tambin se manifest en esta mismalnea Oscar Vicente, directivo de Petrobrs (ex Prez Companc), quien, refirindose acmo resolver la cuestin piquetera, seal: Es complicado, porque la gente piensacon el estmago, no con su cabeza y por eso se hace complicado intervenir... Se cri-tica la forma de manejarlos [los planes sociales], pero no es fcil encontrar una alter-nativa. Hay que ver cmo hacemos para crecer en este pas. Con ms mano de obra,ms educacin. Todos dicen que lo ms lindo es que las personas se ganen su sus-tento, y no que se le d un plan Trabajar, pero... (Clarn, 30/6/04).

    34 Parecera ser que an existe un amplio rechazo social a la represin directa y no de-ben ser pocos los miembros de los sectores dominantes que recuerdan la salida anti-cipada de Duhalde como consecuencia, entre otras cuestiones, del asesinato de lospiqueteros Daro Santilln y Maximiliano Kostecki tras la represin desatada en elPuente Pueyrredn el 26 de junio de 2002.

  • IV. Las bases de sustenta-cin del nuevo modelo

    Como se mencion, la vigenciade un tipo de cambio real compe-titivo, as como la salida exporta-dora asociada con el mismo, hanlogrado aglutinar a amplios secto-res, desde gran parte de la clasepoltica hasta los think tanks delestablishment, pasando obvia-mente por el ncleo del podereconmico interno35 e, incluso, elFMI. Respecto de estas cuestio-nes, cabe traer a colacin una delas principales conclusiones quesurgen de un estudio reciente dela Fundacin Mediterrnea (des-pus de haber sido una defensoraacrrima del modelo de los no-venta -recurdese la decisivaparticipacin de Cavallo y su s-quito en los gobiernos de Menemy de la Alianza-, en la actualidadesta institucin es uno de los refe-rentes ms importantes del mo-delo de dlar alto): La diferencia

    entre los efectos pro-inversin deimpulsar las exportaciones antesque priorizar la sustitucin de im-portaciones son claros. En el lti-mo caso se generaran inversio-nes para servir un mercado de 37millones de personas, la mitad delas cuales dispone de ingresos in-feriores a $ 250 por mes. El incen-tivo en este caso sera desarrollarinversiones de pequea escala,que redundaran en una baja pro-ductividad laboral y bajos salariosreales, condenndonos a un cr-culo vicioso de baja productividad-bajos salarios-mercado pequeo,que requerira mantener altos ni-veles de proteccin en el mercadodomstico sin chances de lograruna competitividad externa genui-na. Lo contrario ocurrira en el ca-so de incentivar las exportacionesantes que el mercado domstico.Las exportaciones ofrecen unamayor rentabilidad a la inversin yesta a su vez permite una mayorcapacidad productiva y una mayorproductividad para servir grandes

    53Modelo del dlar alto

    35 As lo manifestaron importantes dirigentes de los grandes grupos econmicos y nu-cleamientos empresarios en mltiples ocasiones desde la asuncin de Kirchner: Creoque Kirchner es el presidente adecuado, que en estos cinco meses tom medidas co-rrectas como los cambios en la Corte Suprema de Justicia y encamin la negociacincon los organismos multilaterales de crdito (Luis Pagani Arcor, Pgina 12,7/11/03); Roberto [Lavagna] est haciendo un gran trabajo... est conduciendo la eco-noma con mucho pragmatismo y mucha firmeza (Roberto Rocca Techint, Pgina12, 18/12/03); El gobierno ha comprendido el desafo que significa desarrollarnos osucumbir, y se ha puesto a la altura de las graves circunstancias que enfrentamos condecisin y valenta. El empresariado debe apoyar al gobierno y ponerse a su disposi-cin, para que los argentinos logremos revertir la decadencia y disfrutar del pas quesoamos y merecemos. Por mi parte, estoy decidido a dedicar a esos objetivos estaltima etapa de mi vida (Franco Macri, Clarn, 21/6/04). Sobre estas cuestiones, va-se tambin Respaldo de un fuerte ncleo empresario a las polticas oficiales (Pgina12, 23/12/03) y Fuerte respaldo empresario al gobierno en el tironeo con el FMI (Cla-rn, 23/12/03).

  • mercados externos ms competi-tivos36.

    Se trata, sin duda, de un planteoque suscribira la mayora de losimpulsores del esquema de fun-cionamiento del capitalismo ar-gentino inaugurado a comienzosde 2002 pero que, no casualmen-te (dados los sectores del gran ca-pital que financian -y a los que re-presentan- la Fundacin Medite-rrnea y otros tanques de ideas),deja fuera del anlisis a los acto-res econmicos concretos queconstituyen el ncleo que hege-moniza y conduce el bloque desustentacin del modelo de laproduccin y el trabajo. En esemarco, se puede afirmar que lasalida exportadora basada casiexclusivamente sobre la polticacambiaria (es decir, sobre el sos-tenimiento de un tipo de cambioreal elevado, del piloto automti-co y de una estructura productivamuy ligada con el aprovechamien-to de la dotacin local de recursosnaturales y de muy reducidos ni-veles salariales) difcilmente con-tribuya a la resolucin de los acu-ciantes problemas que enfrenta la

    Argentina en trminos de desin-dustrializacin, deterioro del mer-cado laboral y distribucin del in-greso, pero s a viabilizar un saltocuantitativo en el proceso de acu-mulacin y reproduccin ampliadadel capital de los distintos inte-grantes de la elite exportadora.

    Si hay cuestionamientos al go-bierno por parte del poder econ-mico, stos se centran en cuestio-nes como la poltica de derechoshumanos, la estrategia frente alconflicto social, etc., pero encuanto a la gestin econmica losapoyos estn ampliamente difun-didos. Es en este sentido que de-beran interpretarse las reiteradasmenciones en los rganos deprensa del establishment a losyerros del gobierno en materiapoltica y sus aciertos en materiaeconmica. Inclusive aquellos tec-ncratas que dominaron la polticaeconmica de los noventa sostie-nen que la actitud confrontativadel gobierno ante el FMI y ciertossectores empresarios no va msall de una retrica poltica peroque, por lo bajo, las acciones gu-bernamentales van claramente en

    54 realidad econmica 211

    36 Snchez y Butler (2004). En este estudio tambin se seala que: El ahorro domsti-co hoy alcanza 20% del PIB, pero se sigue canalizando en buena medida a la fuga decapitales y, adems, en el futuro ser menor en la medida que los asalariados recu-peren parte de la participacin en el PIB que perdieron luego de la devaluacin. Porello es que aparece como muy importante recuperar el acceso del sector privado a losmercados de capitales externos, para lo cual juega un rol clave la reestructuracin dela deuda pblica en default. La oportunidad est. Con las rentabilidades actuales de-beramos estar viendo las muy necesitadas inversiones masivas en gran cantidad desectores manufactureros, que parecen estar esperando que les den seales correc-tas. Y estas seales incluyen obviamente mejorar el clima de negocios (el copamien-to de empresas por parte de piqueteros ciertamente est contraindicado), promoveruna reorientacin de la produccin hacia mercados externos... y minimizar la incerti-dumbre acerca de la disponibilidad de insumos energticos crticos.

  • sentido pro-mercado37. Desde yaque algunos sectores, como laUIA, estuvieron a favor de un d-lar alto desde el comienzo, pero elrespaldo empresario va ms all,tal como lo ha manifestado AEA.Ha sido muy importante el apoyode la entidad a sostener un tipo decambio elevado, a la renegocia-cin de la deuda y las posturas delgobierno frente al FMI: Si se in-tentara un ajuste mayor (al 3% desupervit), se ahogara la incipien-te reactivacin seal Luis Paga-ni, quien tambin sostuvo quecon los nmeros macro actualesla Argentina tampoco puede mejo-rar su oferta a los acreedores pri-vados del exterior (Pgina 12,23/12/03).

    Al respecto, la puja entre las dis-tintas fracciones de los sectoresdominantes por el destino del ex-cedente fiscal an est abierta,con sectores empresariales quese inclinan por mejorar la oferta alos acreedores externos y pagarleal FMI, otros -o los mismos- queprefieren terminar con los impues-tos distorsivos (retenciones, im-puesto al cheque) y otros que sos-tienen que debe destinarse a in-crementar la demanda del merca-do interno va obras pblicas y re-ducciones de impuestos al consu-mo. Esta ltima es la posicin quehan adoptado los grandes gruposeconmicos miembros de AEA:

    El excedente fiscal debera desti-narse a los planes de infraestruc-tura que quedaron paralizados, oa crditos para las empresas pe-queas y medianas, a tasas msbajas y plazos mayores (Clarn,23/12/03). Por su parte, la SRA havenido reclamando insistentemen-te por la eliminacin de los dere-chos de exportacin, as como elFMI y los acreedores externoshan presionado para que el go-bierno mejore su oferta de rees-tructuracin de la deuda externa.

    Como se sugiri, muchos de losapoyos a la poltica econmica dela actual administracin implicanuna reconversin de grandesempresarios muy ligados con elmodelo menemista. Bajo lasbanderas de la reconstruccin deun empresariado nacional y ge-neralmente teniendo como mode-lo al Brasil, muchos grandes acto-res econmicos ven en el gobier-no de Kirchner una oportunidadpara reposicionarse mejor en lasrelaciones de fuerza al interior dela clase dominante. Un caso para-digmtico ha sido el de Macri,quien en fecha reciente sostuvo:Kirchner quiere respaldar seria-mente las empresas nacionalespara que sean las protagonistascentrales del nuevo crecimientoeconmico. Claro, es un gobiernoque recin se est consolidando,todava no hay posibilidades de

    55Modelo del dlar alto

    37 En fecha reciente, Artana sostuvo: El gobierno no la quiere mejorar [la oferta de rees-tructuracin de la deuda], pero sospecho que la va a haber en el proceso de negocia-cin... es parte de la retrica del gobierno [mostrar] las cosas como de alta tensin yluego terminan haciendo lo que la comunidad internacional quiere... Hay una retricapara consumo domstico y otra para afuera (Infobae, 1/9/04).

  • que las empresas puedan planifi-car su expansin en el mediano ylargo plazos. Pero yo estoy muyesperanzado en que el principalcambio de este gobierno, respec-to de todos los anteriores, sea elfomento a la empresa nacional.Kirchner es el hombre indicadopara cambiar la Argentina en esadireccin (Noticias, 7/8/04). Eneste mismo sentido han realizadodeclaraciones varios pesos pesa-dos, entre ellos Paolo Rocca,presidente del grupo Techint38.

    V. Consideraciones finales

    Del conjunto de los desarrollosprevios se desprende que el mo-delo de dlar alto ha logrado con-gregar el apoyo de amplios secto-res (muchos de los cuales, valerecalcarlo, se beneficiaron amplia-mente durante la vigencia delmodelo de los noventa) y se sos-tiene en un bloque social en elque el liderazgo es ejercido porgrandes empresas y grupos eco-nmicos nacionales y extranjeroscuyo ciclo de acumulacin y re-produccin ampliada del capitalse encuentra fuerte y creciente-mente transnacionalizado. Si bienel nuevo modelo ha logrado quela economa empezara a crecer(fenmeno previsible tras cuatroaos de cada profunda), el tipode estructura productiva existente(que denota un ostensible gradode primarizacin), las caractersti-cas estructurales de los actores

    que conducen el bloque dominan-te y los tremendos legados de laConvertibilidad en muy diversosplanos (situacin social, desarti-culacin productiva, niveles insos-tenibles de endeudamiento exter-no, etc.) plantean muchas msdudas que certezas en cuanto a lavalidez de uno de los principalesargumentos utilizado por los de-fensores del nuevo patrn de de-senvolvimiento del capitalismo do-mstico para legitimarlo: que mstemprano que tarde el crecimientoderramar y se mejorarn nota-blemente las condiciones de vidade la mayora de la poblacin.

    En ese sentido, en la actualidadla sociedad argentina parece es-tar frente a un dilema de hierro entrminos econmicos y polticos: ose consolida el modelo de dlaralto con su correlato en materiade inequidad distributiva y exclu-sin y fragmentacin econmico-sociales, o se avanza en la imple-mentacin de un nuevo modelo.En ese marco, cabe preguntarsesi no es el momento de empezar adiscutir cmo hacer para lograr unproceso de reconstruccin nacio-nal que revierta el sendero desin-dustrializador y concentrador delas ltimas dcadas y que seasiente sobre crecientes nivelesde inclusin econmica y social;es decir, sobre bases y alianzassociales diametralmente distintasa las que caracterizan al modelode la produccin y el trabajo (y elmodelo de los noventa, paradji-

    56 realidad econmica 211

    38 Vase Rocca, a favor del dlar alto y la suba de tarifas (Clarn, 14/8/04).

  • camente, tan criticado por los de-fensores de aqul, cuando tantoen trminos conceptuales comoen lo que se relaciona con susprincipales implicancias socio-econmicas no difieren sustan-cialmente).

    Al respecto, el actual contexto lo-cal y la situacin vigente en el ni-vel internacional hacen pensarque la definicin de un programaorgnico de reconstruccin nacio-nal -enmarcado en una determi-nada estrategia de desarrollo- de-bera organizarse en torno de lassiguientes prioridades: a) la maxi-mizacin en materia de impactoocupacional y el mejoramientosignificativo de la pauta de distri-bucin del ingreso existente, conla consiguiente ampliacin delmercado interno (slo a partir deuna recuperacin de la demandadomstica se alcanzarn escalasque permitan sentar las bases pa-ra el surgimiento y/o la recupera-

    cin y/o la consolidacin de proce-sos sustitutivos de bienes finales,as como avanzar en nuevas ex-portaciones); b) la dinamizacinde las economas regionales; c) laminimizacin del efecto del incre-mento de la demanda y la inver-sin sobre las importaciones (lareforma arancelaria -as como latributaria- no parece estar incluidaen la agenda de la administracinKirchner); d) el impulso al incre-mento de las exportaciones notradicionales por parte de las Py-MEs (en particular, las de produc-tos diferenciados con alto conteni-do de ingeniera local)39; e) la re-cuperacin nacional de capacidadcientfica y tecnolgica; f) el impul-so a la conformacin de cadenasde valor y a la generacin de cre-cientes niveles de integracin na-cional de la produccin; g) el fo-mento a la reconstitucin del en-tramado local de pequeas y me-dianas empresas; h) el aprove-

    57Modelo del dlar alto

    39 Una medida de estas caractersticas permitira, por un lado, incrementar las hoy es-casas ventas al exterior de productos manufacturados (sobre todo, de bienes conalto grado de elaboracin cuyos precios relativos tienden a aumentar en el largo pla-zo en el nivel internacional y que oscilan relativamente poco en el corto y el media-no) y desconcentrar la oferta exportadora de la industria argentina (actualmente muyconcentrada en torno de unos pocos grupos econmicos y grandes compaas). Porotro, empezar a revertir los procesos de desindustrializacin y de reestructuracin re-gresiva del sector de los ltimos aos y a avanzar hacia un perfil exportador menosligado con la explotacin de recursos naturales y ms vinculado con actividades ubi-cadas en las etapas finales del proceso productivo (la oferta exportadora de las Py-MEs si bien muy escasa en la actualidad se caracteriza, en trminos relativos a lade las grandes firmas, por un elevado grado de industrializacin y una mayor gene-racin de empleo por unidad de producto). La puesta en prctica de este tipo de me-didas no slo sera importante por los motivos mencionados, sino tambin por cues-tiones de naturaleza ms poltica: restarle centralidad estructural esto es, poder decoaccin a las diferentes fracciones integrantes de la elite exportadora (proveedo-ras casi exclusivas de un bien las divisas tan escaso como necesario para unaeconoma como la argentina).

  • chamiento del importante poderde compra de las prestatarias pri-vadas de servicios pblicos y delsector estatal; y (i) la integracinlatinoamericana40.

    Naturalmente, la concrecin deun proyecto de estas caractersti-cas no slo supondra un profun-do replanteo del modelo econ-mico, sino tambin, y en ese mar-co, el inicio de un proceso de in-versin de las relaciones de fuer-za entre las clases y fracciones de

    clase resultantes de la vigencia decasi tres dcadas de neoliberalis-mo extremo. De lo contrario, la re-solucin del mencionado dilemaseguir perjudicando a ampliascapas de la sociedad (en especial,a los sectores populares), consoli-dando las bases estructurales deuna Argentina cada vez ms de-pendiente y socialmente fragmen-tada.

    Septiembre de 2004

    58 realidad econmica 211

    40 Sobre todas estas cuestiones, consltese CTA (2002) y Schorr (2004).

    Anexo. Composicin de la cpula exportadora de la Argentinasegn actividad principal y tipo de empresa, 2001-2003 (en mi-llones de dlares)

    Empresa Actividad Tipo deprincipal empresa* 2001 2002 2003

    REPSOL Petrleo y derivados CE 1.773,5 2.098,0 2.580,0CARGILL Agroindustria ET 1.465,8 1.653,0 1.924,0BUNGE ARGENTINA Agroindustria ET 804,6 1.133,7 1.702,6MOLINOS RO DE LA PLATA Agroindustria GL 145,0 254,0 1.534,0LOUIS DREYFUS Agropecuaria ET 957,0 900,0 1.182,9ACEITERA GENERAL DEHEZA Agroindustria GL 837,0 916,0 1.093,2VICENTN Agroindustria GL 493,3 514,1 701,3NIDERA Agroindustria ET 425,5 505,0 666,4LA PLATA CEREAL Agroindustria ET s/d 136,3 643,1A.C. TOEPFER Agropecuaria ET 342,1 573,3 613,0PETROBRAS Petrleo y derivados CE *** *** 583,7MINERA ALUMBRERA Minera ET 342,0 510,0 572,0ADM ARGENTINA Agropecuaria ET 162,1 315,1 477,0CHEVRON SAN JORGE Petrleo y derivados ET 537,2 464,3 475,5ASOC. DE COOP. ARGENTINAS Agropecuaria ELI 238,9 350,7 472,3SIDERCA Siderrgica GL 453,6 405,0 470,0PAN AMERICAN ENERGY Petrleo y derivados ASOC 246,5 284,8 467,4SIDERAR Siderrgica GL 297,9 422,5 380,0VINTAGE OIL ARGENTINA Petrleo y derivados ET 95,2 316,7 356,2ALUAR Siderrgica GL 338,5 333,3 337,8VOLKSWAGEN Automotriz ET 306,5 289,7 297,3

  • Empresa Actividad Tipo deprincipal empresa* 2001 2002 2003

    FORD ARGENTINA Automotriz ET 536,0 442,0 290,0DOW QUMICA Petroqumica ET 235,5 233,0 284,0COMPAA MEGA Petroqumica ASOC 80,7 315,1 246,5REFINERA DEL NORTE Petrleo y derivados ASOC 113,9 120,0 233,8SIPETROL ARGENTINA Petrleo y derivados ET 117,6 233,3 220,7SHELL Petrleo y derivados ET 149,4 442,1 215,0ESSO Petrleo y derivados ET 134,0 311,0 213,0GENERAL MOTORS Automotriz ET 181,1 212,0 210,0ARCOR Agroindustria GL 163,0 160,0 170,0ALTO PARAN Celulosa y papel ET 96,9 162,9 164,6NOBLE ARGENTINA Agropecuaria ET ** 82,9 161,9OLEAGINOSA OESTE Agroindustria ET 168,1 141,6 154,2OLEAGINOSA MORENO Agroindustria ET 192,1 138,6 151,2SADESA Cuero y derivados ELI 149,0 139,9 133,8DAIMLER CHRYSLER Automotriz ET 72,0 109,9 114,4PROFERTIL Petroqumica CE 52,6 66,0 107,1SWIFT ARMOUR Agroindustria ET 84,5 91,0 105,0EXPOFRUT Frutcola ET 138,0 100,9 104,2VORIDIAN Qumica ET ** 85,0 97,8ACINDAR Siderrgica ASOC 80,0 67,9 95,9TRANSPORTADORA DE GAS DEL SUR Gasfera ASOC 41,6 61,9 94,3CONARPESA (C.C. ARMADORE) Pesquera ASOC 129,8 66,0 92,9CERRO VANGUARDIA Minera ET 94,9 175,8 92,2YOMA Cuero y derivados GL 96,1 79,2 91,2MOLINO CAUELAS Agroindustria ELI 67,0 80,0 90,1TOTAL AUSTRAL Petrleo y derivados CE 108,8 78,9 89,1SOLVAY INDUPA Petroqumica ET 88,1 90,7 88,4TECPETROL Petrleo y derivados GL 75,2 98,7 88,0TOYOTA ARGENTINA Automotriz ET 135,3 127,6 88,0WINTERSHALL ARGENTINA Petrleo y derivados ET 92,8 123,1 86,5CURTIEMBRES FONSECA Cuero y derivados ELI 79,1 72,0 84,5S.A. SAN MIGUEL Frutcola ASOC 105,0 71,2 80,0DUPONT Qumica ET 105,4 83,9 73,0UNILEVER DE ARGENTINA Qumica ET 59,4 57,0 72,0DANA ARGENTINA Automotriz ET ** 56,5 69,3SCANIA ARGENTINA Automotriz ET 68,8 59,1 68,9CURTARSA CURTIEMBRES Cuero y derivados ET 91,3 97,0 66,5AGRICULTORES FEDERADOS ARG. Agropecuaria ELI 53,8 58,3 65,9SANCOR Agroindustria GL 79,8 90,3 60,0PEUGEOT CITROEN Automotriz ET 261,2 100,8 59,3EAGLE OTTAWA FONSECA Cuero y derivados ASOC ** 52,0 59,1TOREDO Cuero y derivados ET ** ** 58,7CITRUSVIL Frutcola ELI 57,7 87,2 56,0QUICKFOOD Agroindustria GL ** 45,2 54,5

    59Modelo del dlar alto

  • Empresa Actividad Tipo deprincipal empresa* 2001 2002 2003

    PETROKEN Petroqumica ASOC 45,4 44,0 53,7NESTL Agroindustria ET 52,3 48,7 53,0ATANOR Qumica ET 43,0 41,3 51,3LEDESMA Agroindustria GL 38,9 55,8 50,4TERMOANDES Energa elctrica CE ** ** 50,1MONSANTO Qumica ET 50,0 48,7 50,0MALTERA PAMPA Agropecuaria ET 51,6 52,5 48,8AGFA GEVAERT Qumica ET 42,7 55,1 48,2INSTITUTO MASSONE Qumica ELI ** ** 47,8RENAULT Automotriz CE 73,8 53,5 47,6FATE Ind. del neumtico GL 53,0 51,1 45,9ARBUMASA Pesquera ET 62,6 42,5 45,8FINEXCOR Agroindustria ASOC ** 49,0 45,0BAYER Quimca CE 52,1 44,0 44,9ANTONIO BARILLARI Pesquera ELI 40,5 ** 40,7CARRARO ARGENTINA Automotriz ET ** ** 40,4KIMBERLY CLARK Qumica ET 37,4 ** 40,0MASISA ARGENTINA Maderera ET ** ** 39,2SINTETIC Textil S/D 48,9 40,1 37,8PIRELLI NEUMTICOS Ind. del neumtico ET 40,6 50,2 37,3FRIAR Agroindustria GL ** ** 35,5ANTONIO ESPSITO Cuero y derivados ELI 39,5 40,3 35,3HARENGUS Pesquera ELI ** ** 35,3MASTELLONE HERMANOS Agroindustria GL 69,0 46,5 35,2COPETRO Petrleo y derivados ET 54,8 54,2 35,1PETROQUMICA RO TERCERO Petroqumica ELI ** 34,2 35,0IND. JOHN DEERE Maquinaria agrcola ET ** ** 34,8PLUSPETROL ENERGY Petrleo y derivados ASOC ** ** 34,5VIEIRA Pesquera ET ** ** 34,4CHARGEURS WOOL ARG. Lanera ET ** ** 34,4NIZA Agroindustria GL 39,0 ** 33,4MC CAIN ARGENTINA Agroindustria ET 46,8 39,3 32,8ARGENOVA Pesquera ET 35,2 ** 32,8SUC. DE A. WILLINER Agroindustria ELI ** ** 32,3ALPESCA Pesquera ET ** ** 32,0SETON ARGENTINA Cuero y derivados ET 113,8 *** ***TRADIGRAIN Agropecuaria ET 245,0 ** ***EASTMAN CHEMICAL Qumica ET 69,5 ** ***JOHNSON MATTHEY Qumica ET 67,3 ** ***CURTIDOS SAN LUIS Cuero y derivados ELI 39,9 ** ***PECOM AGRA Agroindustria GL 290,5 266,4 ***PECOM ENERGA Petrleo y derivados GL 356,9 120,0 ***EG3 Petrleo y derivados CE ** 118,5 ***PETROLERA SANTA FE Petrleo y derivados CE 67,8 95,7 ***

    60 realidad econmica 211

  • Empresa Actividad Tipo deprincipal empresa* 2001 2002 2003

    SIAT Siderrgica GL 48,4 80,3 ***PANAMERICAN SUR Petroqumica ASOC 52,4 67,6 ***PREZ COMPANC Petrleo y derivados GL *** 57,4 ***PROD SUDAMERICANOS Agropecuaria ET 141,0 ** **COMER. DE ENERGA Petrleo y derivados ASOC 61,1 ** **GLENCORE CEREALES Agropecuaria ET 44,4 ** **IVECO ARGENTINA Automotriz CE 40,5 ** **PATAGONIAN FRUITS TRADE Frutcola ET 37,7 ** **CONAGRA ARGENTINA Agropecuaria GL 36,1 ** **FERRERO ARGENTINA Agroindustria ET 35,5 ** **OLEGA Agroindustria ET 34,4 ** **CURTIEMBRE ARLEI Cuero y derivados ELI 117,3 89,2 **CAS. ASOC. PETROLERAS Petrleo y derivados ET ** 53,0 **A. SOUTH AMERICA Pesquera ET ** 50,7 **PIONEER NATURAL RESOURCES Qumica ET ** 46,8 **MOLFINO HERMANOS Agroindustria GL ** 41,4 **FIAT AUTO Automotriz CE 270,9 40,2 **IMPSA Metalrgica GL 48,4 37,1 **PROCTER & GAMBLE Qumica ET ** 36,0 **CEPA Agroindustria GL ** 34,9 **CENTRAL COSTANERA Energa elctrica ASOC 62,5 34,5 **CA. GENERAL DE COMBUSTIBLESPetrleo y derivados GL ** 33,7 **

    TOTAL 18.195,2 20.136,9 24.261,1

    * CE: empresa que forma parte de un conglomerado extranjero; ET: empresa extran-jera que no forma parte de un conglomerado econmico; GL: empresa que forma par-te de un grupo econmico nacional; ELI: empresa nacional que no forma parte de ungrupo econmico; ASOC: asociacin entre distintos tipos de empresa. La clasificacinde las firmas del panel se realiz a partir de la situacin correspondiente al ltimo aoen que form parte del ranking.** En el ao de referencia, la empresa se encontraba por debajo del puesto 100 delranking de las cien primeras exportadoras del pas.*** En el ao de referencia, la empresa no figura en el ranking de las cien primeras ex-portadoras del pas por diferentes motivos (ausencia de informacin, empresa que secrea en los aos siguientes, etc.).Fuente: Elaboracin propia sobre informacin del rea de Economa y Tecnologa dela FLACSO.

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    63Modelo del dlar alto

    Desde el cierre de este artculo seprodujeron algunos hechos relevantes(como, por ejemplo, la finalizacin delproceso