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DOS LECCIONES La obra de Luis Villoro es vasta y cono- cida y nos da. o al menos. me da. dos lecciones básicas. Paso a razonarlas. Sobre los que nos dedicamo s a la Filo- sofía. y en general. sobre cualquier inte- lectual de América Latina. pesan tres peligros. Al primero lo podríamos lla- mar el fervor sucursalero : se conoce en la juventud un autor o varios. o una co- rriente de pensamiento. para continuar el resto de la vida repiti endo ciertas fór- mulas hasta volverlas mantequilla ran- cia; entonces. lo que se escribe. si uno escribe. son trabajos polvorientos en una jerga que nad ie ent iende y que. con un falso sentido de la piedad . publican las editoriales universitarias. El segun- do peligro reacciona contra el primero: hay que airear la casa. como se dice. hay que estar al día. Quien entre noso- tros no haya sido tentado por el afán de novedades. que arroje la primera pie- dra. Si tenemos gusto francés. en los cincuenta habremos jurado por el Diablo y por Sartre. en los setenta por la ciencia (que más que ciencia era ciencia-ficción) y el estructuralismo. en los setenta por Althusser y un Leniñ convertido en Talmud. para entrar en los ochenta ya enérgicamente partida- rios de la "deconstrucción". Si somos. en camb io. devotos de los anglosa jo- nes. la actitud no cambia. sólo los nom - bres: en los cincuenta. es probable. se habrán carnapianamente deshechado las brumas metafísicas para convertirse en los sesenta a Oxford y la ordinary 1anguage philosophy, en los setenta sintet izarlo todo con Quine y preparar- ..n uevas de- claraciones de fe esencialista de los ochenta . Contra estos dos peligros .' se nos apela a dejar de mirar tanto afuera y observarnos un poco por dentro. Lás- tima que esta sensata invit ación muy .. Luis Villoro : Creer. seber . conocer . Siglo XXI Editores. México. 1982. pronto degenere en la algarabía del en- tusiasmo nacionalista y sus efectos más visibles: regresos a los aztecas. a la mala gramática. a don Porfirio. y el orgullo de -en cada libro. en cada hora de clase. en cada cong reso- desparra- mar patetismo. confusión conceptual y. sobre todo, aburrimiento. La primera lección que entrega Luis Villoro a nuestra argumentación. lo que llamaré su lección formal. es haberse enfrentado a menudo con los tres peli- gros y. prudentemente. haberlos evita- do. Se me objetará : sin duda. Villoro no fue presa del fervor sucursalero y no se quedó. por ejemplo. ni en el existencia- lista francés ni en el fenomenólogo. de los que alguna vez estuvo cerca ; ya un- que dos de sus libros. Los grandes te- mas del indigenismo en México ' y El proceso ideológico de la revolución de lndependencie' , tratan específicamen- te de temas nuestros. el entusiasmo na- cional ista nunca lo cegó . Pero ¿y el afán de novedades ? ¿Qué decir de un pensa- dor que pasa de preocuparse por el in- digenismo y la ideología de la indepen- dencia mexicana . a la experiencia del silenc io. a un Descarte s leído con un no sé qué heideggeriano. a Husserl. al marxismo. de ahí a la filosofía de la his- toria y a problemas políticos conc retos. luego a Wittgenstein y. finalmente. y por ahora. a una teo ría del conocimien- to en la mejor trad ición analítica? Mi respuesta es simple. Quien recorre un camino intelectual. o mejor: quien por las circunstancias académicas e históri- cas de su medio es obligado a recorrer un camino intelectual lleno de curvas y rodeos lo puede hacer. en general. con una de las siguientes actitudes: la pri- mera consiste en sucumbir a uno o va- rios de los t res pelig ros anotados. Un ejemplo de la segunda actitud lo encon- tramos. en cambio. en aquel Kant que. enfrentado a varias tradiciones y a dife- rentes pensadores -p ietismo. raciona- lismo . emp irismo. escolástica wolf iano- leibniziana. Hume. Rousseau- y. a la vez. hondamente preocupado por los acontecimientos sociales de su época, supo ir extrayendo de los lugares más diversos los materiales que su reflexión necesitaba. La d istinc ión que trazo no es. por supuesto. ni de talento ni de sig- 1 La casa chata. México. 1978 (1era. ed; El Colegio de México. 1950). 2 U.N.A.M.. México. 1981 11 era. ed. UNAM . 1953 ). 38 nificación histórica -s i alguien ignora que un frívolo. como lo son nuestro s ai- readores profesionales. puede ser infi- nitamente inteligente. ahí está la pala- bra inglesa elever para recordárselo -sino. repito. de algo más relevante. de actitud. La pregunta es. pues: ¿en qué consiste esta actitud que. pese a los constantes cambios de su obra. aleja definitivamente a Villoro de cualquier afán de novedades? Nadie que conozca a Villoro dejará de afirmar que es un hombre cauteloso- y ahí está el co- mienzo de mi respuesta. La lección for- mal que entrega Villoro está dada por sus cautelas: apasionarse por lo que se está haciendo pero nunca perder la cal- ma ; ello le ha permitido no alejarse de las ciencias ni de la política pero tam- poco convertirlas en fetiches a los que es necesario ofrecer la capacidad de pensamiento prop io. Además. esta mezcla de pasión y distancia infunde a su obra una comp leja unidad . Su libro más reciente. Creer, saber, conocer es. no sólo. su mejor libro sino tamb ién. en este sentido. ejemplar: aunque la pers- pectiva desde donde se argumenta es preponderantemente analítica. en nin- gún momento Villoro olvida sus viejas preocupaciones. En primer lugar. el libro se ubica como el fragmento de un trabajo más amplio donde se estud ien las relaciones entre el pensamiento y las formas de dominación. Las preocupa ciones políti- cas. pues. ni abandonan ni asfixian la argumentación. En segundo lugar. el análisis del conocimiento no se reduce al análisis del conocimiento científico. por más im port ancia que se le dé a este último. En tercer lugar. aunque. como señalábamos. la perspectiva es analíti- ca. Villor o nunca olvida otras perspecti - vas que le interesan o alguna vez le han interesado: el marxismo y la fenomeno- logía. 3 En cuarto lugar . hacia el final del libro. reaparecen algun as de las obse- siones tal vez más honda mente arraiga- das en Villo ro: la experiencia de la sabi- duría. Como se recordará. su libro Pági- nas filosóf icas 4 "explora en diversos sentidos" (como él mismo dice) esta experienc ia. 3 Cf sus Estu dios sobre Husserl . U.N.A.M .. México. 1975. • Páginas filosóficas. Cuaderno 15 de la Fa- cultad de Filosofia. Letr as y Ciencias. Universidad Veracruzana. México. 196 2.

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DOS LECCIONES

La obra de Luis Villoro es vasta y cono­cida y nos da. o al menos. me da. doslecciones básicas. Paso a razonarlas.

Sobre los que nos dedicamo s a la Filo­sofía. y en general. sobre cualquier inte­lectual de América Latina. pesan trespeligros. Al primero lo podríamos lla­mar el fervor sucursalero : se conoce enla juventud un autor o varios. o una co­rriente de pensamiento. para continuarel resto de la vida repiti endo ciertas fór­mulas hasta volverlas mantequilla ran­cia; entonces. lo que se escribe. si unoescribe. son trabajos polvorientos enuna jerga que nadie ent iende y que. conun falso sentido de la piedad . publicanlas editoriales universitarias. El segun­do peligro reacciona cont ra el primero:hay que airear la casa. como se dice.hay que estar al día. Quien entre noso­tros no haya sido tentado por el afán denovedades. que arroje la primera pie­dra. Si tenemos gusto francés. en loscincuenta habremos jurado por el Diabloy por Sartre. en los setenta por laciencia (que más que ciencia eraciencia-f icción) y el estructural ismo. enlos setenta por Althusser y un Leniñconvert ido en Talmud. para entrar enlos ochenta ya enérgicamente partida­rios de la " deconstrucción". Si somos .en cambio. devotos de los anglosa jo­nes. la act itud no cambia. sólo los nom ­bres: en los cincuenta. es probab le. sehabrán carnapianamente deshechadolas brumas metafísicas para convertirseen los sesenta a Oxford y la ordinary

1anguage philosophy, en los setentasintet izarlo todo con Quine y preparar­

s~~-,-~.(Ilodp.par~J~ !!...nuevas de­claraciones de fe esencialista de losochenta . Contra estos dos peligros .' senos apela a dejar de mi rar tanto afueray observarnos un poco por dent ro. Lás­tima que esta sensata invitación muy

.. Luis Villoro : Creer. seber. conocer. SigloXXI Editores. México. 1982.

~SEÑASpronto degenere en la algarabía del en­tusiasmo nacionalista y sus efectosmás visibles: regresos a los aztecas. ala mala gramát ica. a don Porfirio. y elorgullo de -en cada libro. en cada horade clase. en cada congreso- desparra­mar patet ismo. confusión conceptual y.sobre todo, aburrim iento .

La primera lección que entrega LuisVilloro a nuestra argumentación. lo quellamaré su lección formal. es haberseenfrentado a menudo con los tres peli­gros y. prudentemente. haberlos evita­do. Se me objetará : sin duda. Villoro nofue presa del fervor sucursalero y no sequedó. por ejemplo. ni en el existen cia­lista francés ni en el fenomenólogo. delos que alguna vez estuvo cerca ; yaun­que dos de sus libros. Los grandes te­mas del indigenismo en México ' y Elproceso ideológico de la revolución delndependencie' , tra tan específ icamen­te de temas nuestros. el entus iasmo na­cional ista nunca lo cegó . Pero ¿y el afánde novedades ? ¿Qué decir de un pensa­dor que pasa de preocuparse po r el in­digenismo y la ideología de la indepen­dencia mexicana . a la experiencia delsilenc io. a un Descartes leído con un nosé qué heideggeriano . a Husserl. almarxismo. de ahí a la fi losofía de la his­toria y a problemas políticos conc retos.luego a Wittgenstein y. finalmente. ypor ahora. a una teo ría del conocimien­to en la mejor trad ición analít ica? Mirespuesta es simple. Quien recor re uncamino intelectual. o mejor : qu ien porlas circunstancias académicas e histór i­cas de su medio es obligado a recorrerun camino intelectual lleno de curvas yrodeos lo puede hacer. en general. conuna de las sigu ientes act itudes: la pri­mera consiste en sucumbir a uno o va­rios de los t res pelig ros anotados. Unejemplo de la segunda actitud lo encon­tramos. en cambio. en aquel Kant que.enfrentado a varias trad iciones y a dife­rentes pensadores -pietismo. raciona­lismo . emp irismo. escolástica wolfiano­leibniziana. Hume. Rousseau- y. a lavez. hondamente preocupado por losacontec imientos sociales de su época,supo ir extrayendo de los lugares másdiversos los materiales que su reflexiónnecesitaba. La d istinc ión que trazo noes. por supuesto. ni de talento ni de sig-

1 La casa chata. México. 1978 (1era. ed; ElColegio de México. 1950) .

2 U.N.A.M.. México. 198 1 11 era. ed. UNAM .1953 ).

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nific ación histórica -si alguien ignoraque un frívolo. como lo son nuestro s ai­readores profesionales. puede ser infi­nitamente inteligente. ahí está la pala­bra inglesa elever para recordárselo-sino. repito. de algo más relevante. deactitud. La pregunta es. pues: ¿en quéconsiste esta act itud que. pese a losconstantes cambios de su obra. alejadefinit ivame nte a Villoro de cualquierafán de novedades? Nadie que conozcaa Villoro dejará de afirmar que es unhombre cauteloso - y ahí está el co­mienzo de mi respuesta. La lección for­mal que entrega Villoro está dada porsus cautelas : apasionarse por lo que seestá haciendo pero nunca perder la cal­ma ; ello le ha permit ido no alejarse delas ciencias ni de la polít ica pero tam­poco convertirlas en fet iches a los quees necesario ofrecer la capacidad depensamiento prop io. Además. estamezcla de pasión y distanc ia infunde asu obra una comp leja unidad . Su libromás reciente. Creer, saber, conocer es.no sólo. su mejor libro sino tamb ién. eneste sent ido . ejemplar : aunque la pers­pect iva desde donde se argumenta espreponderantemente analít ica. en nin­gún momento Villoro olvida sus viejaspreocupaciones.

En primer lugar. el libro se ubicacomo el fragmento de un trabajo másampl io donde se estud ien las relacionesentre el pensam iento y las formas dedominación. Las preocupa ciones políti­cas. pues. ni abandonan ni asfixian laargumentación. En segundo lugar . elanálisis del conocimiento no se reduceal análisis del conoc im iento científico.por más import ancia que se le dé a esteúlti mo. En tercer lugar. aunque. comoseñalábamos. la perspect iva es analít i­ca. Villoro nunca olvida otras perspecti ­vas que le interesan o alguna vez le haninteresado: el marxismo y la fenomeno­logía.3 En cuarto lugar . hacia el final dellibro. reaparecen algun as de las obse­siones tal vez más honda mente arraiga­das en Villo ro: la experiencia de la sabi­duría. Como se recordará. su libro Pági­nas filosóficas4 " explora en diversossentidos" (como él mismo dice) estaexperiencia.

3 Cf sus Estu dios sobre Husserl . U.N.A.M..México. 1975.

• Páginas filosóficas. Cuaderno 15 de la Fa­cultad de Filosofia. Letras y Ciencias. UniversidadVeracruzana. México. 196 2.

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Luis Villoro

La lección formal que entrega Villoroa nuest ra arg umentación es. pues. unalecc ión de equil ibr io : no apresurarse. nodejarse engatuzar pero tampoco desen­gañarse; cautela. Sacar de cada situa ­ción lo mejo r que ésta pueda ofrece r.No preocuparse ni demas iado ni dema ­siado poco de ser fiel a sí mismo: viv ir­se en rodeos.

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Impa rt ir una lección formal. viv ir en unaact itud valiosa. basta para levantar unmonumento públ ico. No construyen. encambio. un pensador. Para ello se exigeque esté presente lo que llamaré unalección ma terial: planteas y argumen­taciones relevantes sobre problemasrelevante s. La palabra "relevante" eneste caso sign if ica: planteas de proble­mas y argumentaciones que considera­mos que están b ien o mal en algún sen­tido que nos concierne. planteas deproblemas y argume ntaciones que. poralguna razón. nuestros argumentosperciban como necesario retomar paradefender o. sobre todo. para atacar. Esnecesa rio di st ingu ir. entonces. entre lalecc ión fo rmal y la lección material:ambas suelen. incluso. entrar en con ­flicto. Una act itud valiosa se recogeatendiéndo la; pero la mane ra de aten­der argumentos es ponerlos a prueba.discutirlos. eventualmente. negarlos. Lacrítica per jud ica un monumento públ i-

ca; la única recepcion mortal para unpensador es. sin embargo. que los jóve­nes no lo discutan. Me interesa razonarcinco problemas en relación a Creer,saber, conocer.

El pr imer problema es el método queVilloro usa. o cree usar . en su argumen­tación. El segundo. tercero y cuartoproblemas atañen al tema central de sutrabajo: la defi nición tradicional de sa­ber como creencia verdadera y justifi ­cada y la discus ión del concepto decreenc ia y de las bases que justificannuestras creenc ias. Como quinto pro­blema discuto las relaciones entre losdos tipos ideales de sabe r: la ciencia yla sabidu ría.

1. Método . Villoro dist ingue entreconceptos y hechos y. correlativamen­te. entre fi losofía y ciencia : "El análisisde los conceptos epistémicos es tareade la fUosofía, la explicación de los he­chos rfp conocimiento, asunto de laciencie " (p. 12). Villoro agrega : "Todoesto no quiere decir que los plantea­mientas 'filosóficos y científicos sobre elconocimiento no se requieran mutua­mente. Pero sólo si no se confunden, sipermanecen separados sus preguntas ysus métodos, pueden ser de utilidad re­cíproca" (p. 13). Este planteo del pro ­blema del método puede entendersecomo el resultado de poner en obra susconocidas cautelas : tener la actividadcientífica presente ante la reflexiónpero no olvidarse de poner distancia. in-

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cluso de aquello que más se est ima . Ladificultad surge porque no queda claroen Villoro el carácter ni de la distinciónni de la relación entre conceptos y he­chos o entre filosofía y ciencia. Pode­mos pensar en distinciones y relac ionesrígidas o en distinciones y relaciones norígidas. Distinciones y relac iones rígi­das entre conceptos y hechos o entre fi­losofía y ciencia son. por ejemplo. lasque se establecen en la Crítica de la ra­zón pura o en la obra de Husserl. El dis­curso filosófico se basa. en parte al me­nos. en una reflex ión acerca de la cien­cia pero se trata de un discurso pura ­mente conceptua 1. a priori. construídocon argumentos muy espec iales . los ar­gumentos trascendenta les. Las relacio­nes ent re filosofía y cienc ia son tam­bién. desde esta perspectiva. relac ionesrígidas: relaciones de fundamentaciónde la f ilosofía a la cienc ia. Sólo si acep ­tamos una dist inc ión rígida habrá unadist inc ión epistemológica radical -unadistinción de preguntas y métodos­entre conceptos y hechos. y entre filo­sofía y ciencia.

Dist inciones no rígidas entre con­ceptos y hechos son. en cambio. pura ­mente metodológicas. incluso podríadecirse puramente tácticas. Tomemoscomo defin ición de agua H20 . H20constituye un concepto de agua ¿cómolo obtenemos? A parti r de cierto propó ­sito . mediante reglas que fueron enun­ciados empíricos . Una vez en posesiónde ese concepto. se recogen muestrasde agua. No obstante. podría darse elcaso de que un análisis más cu idadosode esas muestras llevase a cambiar ladefinición. Entre la def inición o concep­to de agua y las muestras emp íricas deagua no hay. pues . subordinación sinoreciprocidad: estamos frente a distin­ciones y relaciones no rígidas. Si supo­nemos a este respecto que todos losconceptos func ionan más o menoscomo el concepto de agua. entonces not iene sentido un " análisis conceptual"independiente de la discusión sobre loshechos a que alude un concepto.

Villoro oscila entre ambas pos icio­nes y no queda claro cuál quiere-ebra­zar. Por un lado. rechaza cua lqu ier ten ­tativa de oto rgarle cierta autonomía alos conceptos. Por ejemplo. polemizan­do contra el sujeto kantiano. observa :". .Pero los sujetos epistémicos son in­dividuos empíricos, porque sólo exis­ten sujetos empíricos. Sujeto epistémi-

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co no es un sujeto "trsscendentel" fue­ra de la historia, sino la persona real . . ."(p. 147). Pero. por otro lado. tampocoQuiere "naturalizar" la epistemología.más todavía. llama a esos intentos denaturalización. confusiones : "piscolo­gismo ': "sociotoaismo" (p. 12). Si en­tre conceptos y hechos. y entre filosofíay ciencia no se aceptan ni las distincio­nes y relaciones rígidas ni las no rígidas.es necesario proponer. entonces. unacombinación de ambas u otras relacio­nes. pero ¿cuáles?

2. La definición de saber. Villoro partede la definición tradicional de saber:

Un sujeto S sabe la proposición p si ysólo si (1) es verdad Quep. (2) S creeQue p y (3) S está completamentejustificado en creer Que p.

Contra esta definición se han introduci­do los llamados ejemplos de GettierSsegún los cuales: la proposición p estájustificada para el sujeto S pero es fal­sa. la proposición q se infiere de p. y porello está también justificada para S yes. además. verdadera. pero no por lasrazones Que la justifican para S. Unejemplo de Gettier es: un profesor tienebuenas razones para creer que uno desus estudiantes. Edgar. lee latín. De lapremisa de que Edgar lee latín concluyeque. al menos. un estudiante en su ola­se lee latín. Edgar. en realidad . no leelatín pero la conclusión es verdaderaporque otro estudiante suyo sí lee latín.Nuestro profesor tiene una creenciaverdadera y justificada cuando cree queal menos uno de sus estudiantes lee la­tín. pero ese profesor ¿sabe que esaconclusión es verdadera? El profesorparece cumplir con las tres condicionesde la definición tradicional y. sin embar­go. está en lo cierto por casualidad. Porlo tanto. la definición tradicional es in­completa o incorrecta.

Aceptando la segunda posibilidad.Villoro funde la primera condición -pes verdadera- con la tercera -S estácompletamente justificado en creer quep -y propone la siguiente definición:

S cree que p si y sólo si (1) S cree quep y (2) S esté objetivamente justifi­cado en creer que p.

• Edmund Gettier. " Is Justified True BeliefKnowledge7" Analysis, XXIII (1963) .

Villoro piensa que la ventaja de su defi­nición radica en la elim inación de lamención expresa de la verdad de p cuyaexigencia vuelve inaplicable cualquierdefinición: nunca nadie podría estar se­guro de saber ya que nunca se puedeestar seguro de que cierto enunciado esverdadero (a menos que se acepten losenunciados analíticos). Por otra parte.con el requisito de que las razones paracreer sean objetivamente suficientes yno sólo suficientes para quien cree. sele quita subjetiv idad a esta condición.Con esta modificación Villoro cree lo­grar un concepto de saber que es apli­cable sin perder la especificidad de esteconcepto -sin convertirlo. por ejemplo,en " creencia razonable"- ni caer en elrelativismo. Pero Villoro. tal vez. no re­conoce totalmente lo que está hacien­do. En primer lugar. en su definición desaber -tal como él entiende la condi­ción (2)- "saber". contra lo que Villoroexplícitamente declara. se identifica a"creencia razonable" . Leamos el si­guiente pasaje:

"¿Sabían los físicos del siglo XVIIque la luz tenía siempre una trayec ­toria rectilínea? ¿Sabían los mate­máticos antiguos que por un puntoexterior a una recta sólo podía tra­zarse una paralela a esa recta? Aho­ra nosotros sabemos que ellos sólocreían saberlo, porque ahora tene­mos razones que nos muestran queesas dos proposiciones no son ver­daderas. Sin emba;go, pese a ser fal­so lo que creían, ellos, para juzgarque sabían, tenían la misma garantíaque ahora tenemos nosotros parajuzgar que sabemos otras proposi­ciones de la ciencia contemporánea,las cuales más tarde, a la luz de razo­nes que ahora nos son inaccesibles,podrían mostrarse equivocadas. Enefecto, en ambos casos, juzgar quese sabe sólo implica aseverar que apartir de las razones disponibles, sepuede inferir que no hay otras razo­nes accesibles a nuestra comunidadepistémica, susceptibles de revocarnuestro saber, pero no implica queno pudiera haber otras razones, ac­cesibles a otras comunidades episté­micas, capaces de revocarlo." (p.193).

La razonabilidad de una creencia tienegrados y podemos llamar " saber" al

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grado límite de razonabilidad intersub­jetiva. pero . en este caso. saber ycreen­cia razonable no son conceptos cualita­tivamen te diferentes. A lo más. " saber"se dist ingue de "creencia razonable"como la racionalidad subjet iva se dis­tingue de la racionalidad intersubjet iva;de esta manera. hablar de "saber fali­ble" , esto es. de saber que tal vez nosea saber. es hablar de grados decreencia razonable. Por eso. sospechoque Villoro no es u.i realista. desde elmomento en que defiende una versión.

, debilísima. concedamos . pero versiónal fin. de verificac ionismo : a Villoro nole interesan conceptos que trasciendensus cond iciones específicas. concretasde aplicabilidad.

En segundo lugar. Villoro es un rela­tivista. No estamos, sin embargo. frentea un relat ivismo individualista yontoló­gico. Villoro pone de manifiesto el ca­rácter socia l de su relat ivismo cuandoafirma: "L os enuncia dos 'S sabe que p'y 'p es falso ' son inconsistentes aseve­rados por la misma persona en el mis­mo momento, pero no lo son, afirmadospor personas que pertenecen a diferen­tes comunidades epist émices" (p. 194)Más adelante. Villoro concluye: " La re­lat ivización de la noción de objetividada condic ion es históricas y sociales es. , ,la única alternativa real frente al escep­ticismo ." (p . 195)

Su relat ivismo es. además, episte­mológico , ya Que como Kant. Vill oropropone un concepto de verdad absolu­ta en tanto idea regulativa :

"La existencia de una realida d inde­pendiente de los sujetos. a la quepuedan adecuarse sus juicios, es laúnica explicación recion et. tanto dela coincidencia de las justificacionesobjetivas de una pluralidad de suje­tos, como del progreso del saber. Laverdad absoluta no es plenamentealcanzable por sujetos históricos; suacceso a ella siempre será parcial yestará limitado por condiciones fác­ticas." (p. 195)

Si tomamos en cuenta estas dos conse­cuencias. lo más adecuado no es modi­ficar la defin ición tradic ional de sabersino reconstruirla para defenderla. Eneste sentido. considero que las pro­puestas que siguen sólo en el modo depresentación difieren sustancialmentede lo que Villoro dice.

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Con respecto a la primera cond ición-p es verdadera- Villoro mismo afir­ma que es necesario retene r la verdadcomo una idea regulat iva; por lo tanto,no es elim inable la condición de verdadde la def inición de saber. Los ejemplosde Gettier han mostrad o que la terce racond ición es, al menos, incompleta.Para volv erla inmune a estos ejemplos,es neces ario sustitui r el sujeto particu­lar "S" por el sujeto general "cualquie- .ra", Con " S" se entiende un sujeto par­ticu lar. ya sea individual o colectivo,esto es, un sujeto empírico concreto.Con " cualquiera", en cambio, se aludea una const rucción teórica: literalmentehablamos de cualquier sujeto posible. Osi se quiere usar el vocabulario kant ia­no. con " cualquiera" nos referimos al" sujeto trascendental" : a un posiblecualquiera competente para juzgar tan­to en el presente como en el pasado oel futuro .De esta manera tenemos:

Un sujeto S sabe la proposición p siy sólo si ( ' ) p es verdadera , (2) S creeque p y (3 ) cualquier sujeto estácompletamente justi ficado en creerp .

Dos perspectivas para juzgar una def i­nición son su completez y su aplicabil i­dad. Con respecto a la completez, la an­terio r definición de saber es, considero,sat isfac toria. Sus posibles cr it erios deapl icac ión presentan, en cambio, algu­nas dif icultades. La segunda condición-S cree p- no presenta , en general.problemas de aplicación (aunque decaso en caso pueda resultar comp lica­do dec idir si S efect ivamente cree o só­lo apare nta creer) ; la dejaré de lado.

La aplicab ilidad general de la prime­ra condición es, en cambio, mu y dudo ­sa. ¿Cómo en relación a una propos i­ción pode mos estar seg uros de que esverdadera? No hay manera. La primeracondición expresa una exigencia a al­canzar de la que nunca se puede estarcierto de que fáct icamente se cumple .Hablaré, por eso, en este sent ido deuna condición contrafáctica o regulati ­

va.La terce ra cond ición es la que pre­

senta mayores probl emas. La únicamanera de inmunizar esta cond ición alos ejemplos de Gett ier es int roducirlacomo:

~SEÑAS

(C) Cualqu ier sujeto está completa­mente justificado en creer p .

Formulada de esta manera se trata deuna condición contrafáctica o regulati ­va. Cuando busco apl icarla se me pre­senta, en camb io, la dificultad de que,en última instancia sólo puedo enten­derla como la condición :

(F) S está completamente just ifi cadoen creer p .

¿Cuál es la relac ión entre los sentidos(C) y (F) de la tercera condic ión? Pararesponder int roduciré como conjetu rala sigu iente regla de realización de unacondición cuyo sentido es puramentecontrafáctico :

C-F: Para cualquier condición con­trafáctica hay, por lo menos . unacond ición fáct ica que suele realizarlaaunque esa realización no conllevenecesariamente a cumplir con lacond ición contrafáctica.

Si aplicamos la regla C-F a la terceracondición de la defin ic ión de saber , te­nemos :

1. La real ización fáct ica de (3) o (F)es la ún ica manera de realizar con­trafacticamente (3) o (C) aunque laprime ra realización no conlleve ne­cesariamente a la segunda .

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En la aplicac ión' de la regla C-F pode­mos sustitu ir " realizaciones fáct icas de(3) o (F)" por "creencia razonable" y" realización contrafáctica de (3) o (C)"por " saber" y obtenemos la siguienteapl icación de la regla C-F:

, a. La única manera de produc ir sa­ber es producir creencia razonableaunque la primera producción noconlleve necesariamente a la segun­da.

Regresemos a la primera condición ,también su aplicación sigue la regla C­F; sólo que esta vez, la regla fáctica arealizar es el sent ido fáct ico de la terce­ra condición :

2. La única manera de producir ver­dad reconoc ible racionalmente esproducir creencia razonable aunquela primera condición no conlleva ne­cesariamente a la segunda.

Las aplicaciones ,-, a de la regla C-Fson directas , la aplicación 2 de la reglaC-F es indirecta. A conceptos que,como el de saber, poseen:(' ) por lo menos una condic ión consentido contraf áctico. y(2) la aplicación de esa condición selleva a cabo directa o indirectamente através de la regla 'C-F, los llamaré con­ceptos lemas o conceptos consignas omás explícitamente. conceptos que fun­cionan en tanto un lema o una con­signa. La definición tradic ional de saberno debe ser, pues. modificada, sino re­cuperada en tanto concepto lema.

3. Creer. Frente a la pregunta "¿qu~ escreer?", Villoro atiende dos respuestastradicionales. Por un lado. se discute lacreencia como el resultado de una cua­lidad pecul iar, esto es, la creencia como" ocurrencia mental" . Por otro lado, seanaliza el conductisrno. la creenciacomo disposición. Villoro ' se inclina- aunque no sin críticas - por la segun­da respuesta, ya que la primera es" mentalista" e " idealista" pues los con­ceptos que usa se refieren a " .. .cuali­dades subjetivas. privadas" (p. 27) . Noquiero "defender la primera respuesta,sólo atacar la segunda en tanto me pa­rece un ejemplo claro de teoría que seacepta sólo porque suena a teoría cien­tífica. Una teoría dispos icional postulaun conjunto de disposic iones que tengo

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que atribu irle a ciertos objetos para ex­plicar su comportamiento. Dice Villoro :".. .La solubilidad de la sal me explicaque le suceda desaparecer en el agua,la fragilidad del vidrio, que se rompa porun golpe ligero, la timidez de mi amigome sirve para comprender su compor­tamiento retraído y silencioso . . ." (pp.3 1-32). En los dos primeros ejemploshablaré de "disposiciones determina­das". en el últ imo. de " disposición inde­terminada". Las disposiciones se ex­presan con un conjunto de enunciadoscontrafácticos de manera tal que :

(1) S tiene la disposición d

implica una serie de enunciados como:

(2) Si X está en la situación s,. secomportará como c,

Con respecto a las disposiciones deter­minadas. efect ivamente se tiene unconjunto de enunciados de la clase (2) ;por ejemplo. la solubilidad de la salo lafragilidad del vidrio admiten esta clasede enunciados. De ahí también que losenunciados disposicionales determina­dos se sustituyen sin demasiada dificul­tad por enunciados casuales. El lengua­je disposic ional es. por eso. en estecontexto sólo una manera de hablar . Ladificultad surge porque este no es elcaso con los enunciados disposiciona­les indeterminados. No se necesita te­ner demasiada perspicacia psicológicapara aceptar que por timidez una perso­na puede comportarse de maneras ra­dicalmente diferentes. Por timidez. porejemplo . un hombre puede huir de lasmujeres o puede exhib irse estruendo­samente ante ellas o puede aparecercomo indiferente u hostil o protector ointolerante o generoso o malvado o si­lencioso o charlatán: de caso en caso.un comportamiento tiene. pues. que serinterpretado como actualización decierto motivo. Y lo mismo puede decir­se de cualquier motivo psicológico: or­gullo. ambición. temor. osadía. vanidad.envidia. De esta manera . si se quierehablar de disposiciones psicológicas setendrá que ofrecer una teoría indepen­diente de una pos ible teoría sobre lasdisposiciones determinadas. Hasta en­tonces. " disposición" es casi otra pala­bra para " motivo".

Se me objetará : " disposición" es loque podríamos llamar un " concepto-

puente". su valor no radica en su poderexplicativo sino en su capacidad dereenviamos a otros conceptos con po­der explicativo propio como. por ejem ­plo . el de actitud (suponiendo que esteconcepto sí tenga poder explicativopropio) . Bien. pero si esta es la únicafunc ión del concepto de disposición .hay que aclararla . En la argumentaciónes de la mayor relevancia distingu ir loque en realidad tenemos•. de lo quecreemos tener .

4 . Las bases de una creencia. A la pre­gunta ¿por qué cierta persona cree al­go? es posible responder. por lo menos.de tres maneras . Como señala Villoro(p. 74) : por los antecedentes que colo ­caron a una persona en situación decreer, por los motivos que la llevaron adeterminada creencia. por las razonesque tiene para justificar sus creenc ias.Con respecto a . las dos primeras res­puestas es conveniente pensar los " an­tecedentes" como "antecedentes so­ciales " y los " mot ivos" como " mot ivospsicológicos" . distinguiendo así clara­mente dos niveles de análisis. En el pri­mer nivel. se rem ite a cierta estructurasocial y. a través de ella. a un fragmentode historia ; cuarido realizamos estasexplicaciones podemos decir que esta­mos reconstruyendo el supuesto socialde un conocimiento. En el segundo ni­vel. el análisis conc ierne un trozo debiografía y en estos casos. podemoshablar de reconstruir el supuesto antro ­pológico de un conocimiento.

Considero que estas tres clases deexplicación no sólo atañen nuestrascreencias sino también nuestras accio­nes. Para generalizar las observacionesde Villoro me refer iré a la explicación deuna acción.

Cualquier persona actúa por razonesaunque en la mayoría de los casos és­tas permanezcan implícitas. Por ejem­plo. supongamos que alguien arries­gando su propia vida salva a su esposaque se está ahogando. y a la pregunta¿por qué lo ha hecho? responde :

(1) Porque la quiero.

Tal vez algunos de nosotros considere­mos que (1) alude a una razón válida ysuficiente para justi ficar la acción reali­zada. Pero. variemos el ejemplo y su­pongamos esta vez que algu ien dejamorir a su esposa. y a la pregunta ¿porqué lo ha hecho?, responde :

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(2) No ocultaré mis razones: ellaandaba con otro hombre.

Quizás algunos de nosotros busque co­rregir (2) señalando:

(2') Tus celos serán tus motivospara actuar. tu ideologí a. pero no tusrazones.

Con la respuesta (2') se vuelve claroque. por lo pronto. la dist inción entrerazones y motivos establ ece práct ica­mente una diferencia de norm ati vidad.Admit ir un enunciado como una razónpara actua r es. en parte al menos. acep­tarlo . En cambio. considerarlo sólo unmot ivo es. por lo menos. distanciarsede él. cuando no. abiertamente cri ti car­lo (si lo con sideramos un moti vo ideoló­gico). Por supuesto. la respuesta (2' )podría desarrollarse . expl icitarse:

(2") Tus celos te arrastran a actuarporqu e en tu infancia se te negó cari­ño. y po r lo tanto. estás muy insegu­ro de tu valer.

De esta manera. a part ir de alguna teo ­ría psicológica, desarrollaríamos unaexplicación de la acción. Esta explica­ción podría, adem ás, cont inuarse conuna explicación que aluda a la estructu­ra socia l:

(3) La inseguridad de tu valer se ar­ticula en una conducta de celos des­de el momento en que vives en unasociedad donde la insti tución de laprop iedad privada determina directao indirectamente el resto de las rela­ciones sociales.

Lo dicho respecto a las relaciones entrerazones. motivos y antecedentes deuna acción se aplica, creo. sin mayoresproblemas a las relaciones entre razo­nes, motivos y anteceden tes de unacreencia . Se trata . pues. de tres pos ibili­dades generales de explicar tantocreencias como acciones .

Nuestro anális is corre. sin embargo.el albur de sugerir que el estudio de laproducc ión social y psicológica de losconocimientos y de las acciones debereducirse -como piensa una trad ic iónmuy influyente en sociología del cono ­cimiento- al estud io de la producciónsocial y psicológica de los discursoserróneos e ideológicos o de las accio -

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nes condenables. Villoro parece confir­mar esta conjetura cuando señala :

" Todo hombre cree por razones .Cuando éstas son sufic ientes. bastanpara explicar la creencia. Sólo quienjuzga insuficientes tiene que acudir aotras causas para explicarla" . (p.123).

Este suele ser. sin duda. el caso desdeel punto de vista de un agente. A quienactúa. la introducción de razones quecons idera válidas le basta como expl i­cación de una acción o un conocimien­to . Só lo cuando se sospecha que " algomarcha mal " con estas razones . se co­rnienza. en la práctica. a buscar expl ica­ciones psicológicas y sociales .

Pero desde el punto de vista de unobse rvador el planteo es ot ro . Un histo­riador o un sociól ogo pueden aceptarciertas razones sin que ello dism inuyael interés en descubrir a partir de quécond iciones sociales y psico lógicas selas ha adoptado, Por ejemplo. podemosaceptar la mecáni ca de Newton comouna teoría verdadera (o al menos. par­cia lmente verdadera) y al mismo tiem ­po. estar interesados en su contexto deproducción. Por eso. explicar los ante­cede ntes sociales o los motivos psico­lóg icos de adopci ón de una creenc ia ode la realización de una acción . noconsti tuye teóri camente (contra lo quesuele pensarse) una forma del discursode la sospecha. En este sentido. muyadec uadamente Villoro corrige esta po­sib le confu sión:

" . . .Las explicaciones por anteceden­tes y motivos y las explicaciones porrazones no pueden exclu irse porqueresp onden a dos intereses teóricosdife rentes. Las primeras responden alinterés en las creencias como hechospsíqu icos ysoc iales ; la última. al inte­rés por su verdad." (p. 124)

5. Diferentes tipos de conocimiento.Aunque mucho de lo que Villoro diceacerca de las relaciones entre la cienciay la sabiduría es admirable. tengo lasospecha. sin embargo. de que algunospasajes podr ían malentenderse :

" A l hombre sabio no lo nan inst ruidotratados científicos sino la observa­ción personal. el trato frecuente conotros hombres. el sufrim iento y la lu­cha . el contacto con la naturaleza. la

vivencia intensa de la cultura ". (p.226)

y más adelante Villoro señala :

" .. .el sabio no ha sido instruido porescuelas. ni ha seguido una doctrinacompartida. La iluminación no esformulación de una teoría explicati­va." (p. 228)

Hay. sin duda. diferentes maneras deser sabio. Pero es un error pensar que lasabiduría no se puede aprender. Ve inteaños de aprendizaje en la Academiaconvierten a Aristóteles en uno de losmayores sabios de la tradición. Tal vez.entre todas las formas de lucha y deaventura. ninguna más difícil. insól ita .peligrosa que la aventura de la razón . Yesto Villoro lo sabe. Me inquieta. sinembargo. que el lector pueda caer en latentación positivista por cierta perversa"d ivisión de trabajo" muy común: de un

.lado. se ub ica la argumentación racio­nal cuyo paradigma son las ciencias na­turales y cuya reflexión filosófica es lateoría de la ciencia. Acerca de la "vida".ambas no dicen nada . Del otro lado. searrumban los gustos personales. losplaceres arbitrarios. la irracionalidad.Por eso. en nuestra época . junto a laciencia más desarrollada. como sucomplemento y cómplice. no es raro to ­parse con terapias regresivas. ideoló­gías burdas. sectas autoritarias. esto es.con la esqu izofrenia institucionalizada :de nueve a seis representamos. en eltrabajo. a personas racionales. y el res-to del tiempo. la "vida" nos transformaen patanes incapaces de entender cual­quier experiencia que no sea un lugarcomún . La " lección material" de un in­dividuo no tiene ya conexiones con su" lección formal" . Positivismo en la teo­ría. irracionalidad en la práctica : así nosva.

La sabiduría no está desligada de laargumentación de una época : el cultode la ignorancia nunca ha sido un cami­no para llegar a ella. Más todavía . sos­pecho que cada época admite sólo al­gunas formas de sabiduría en relacióncon el resto de sus teorías y prácticas.Por eso. en nuestra época . la sabiduríase encuentra -:si se quieren citar algu­nos nombres conocidos- en Einstein yen Proust . en Schoenberg y en Freud,en Wittgenstein y en Sorges. no en losgurus. ni en los masajes mágicos. Re-

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cordar estas verdades es una tarea dela Filosofía- cuando ésta no busca sui ­cidarse en la mera acrobacia intelec­tual.

Carlos Pereda

LA REALIDAD YCADENAS

El lenguaje es un dios y los dioses unlenguaje: no hay salida

Para Rafael Cadenas es lamentable eluso del lenguaje vaciado. el auge cultu­ral y social del lenguaje y sobre todo suvac iado en lo que más le interesa: lapoesía. El vaciado del lenguaje es másdramático que su vaciedad. más barro­co. Esta realidad del lenguaje. su pérdi­da de valor comunicativo. su incapaci­dad referencial cada vez más patenteen una época de serias analogías con elSiglo de Oro donde el lenguaje era deplata (ahí están las llagas de Góngorasegún García larca) coincide con suauge en la preocupación de los teóricosde la literatura. La literatura es lengua­je. se dice. La poesía es lenguaje califi­cado estéticamente. también se dice .La poesía tiene que cargar con una rea­lidad que pone los pelos de punta : unir.de una buena vez por todas. la palabra yla cosa . Porque la filosofía ya sabe queambos elementos se alejan como alapagar un televisor: la disminución fu ­gaz de una estrella. Para no perder la'larga tradición analógica de unidad en­tre palabra y cosa es necesaria la poe­sía. Si cumple con este cometido corn ­pletamente filosófico pero también ab­solutamente social. ya está bien.Nietszche acusó al hombre por su con­fianza en el lenguaje. Actualmente sesabe que tenía razón . Porque por másfascinación que se pueda sentir por ladenuncia o por la forma de denunciaque adquiere la escritura actual (denun-cia de una situación social: la separa­ción de la palabra y las cosas eso no su­pone olvidarse que pese a la belleza delas palabras. al fin y al cabo las que que-dan son las cosas . O Tao : " las palabrashermosas no son verdaderas". Es decir.al caer la máscara todo queda desnudo,

... Rafael Cadenas : Ralllidlld y lita;lIturll.Equinoccio . Caracas. 1980.