SECRETOS DE UN ARZOBISPO

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Colección “Cultura y sociedad”

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Teresa Gutiérrez de Cabiedes

SECRETOS DE UNARZOBISPO

DIÁLOGO CON

MONS. FRANCISCO PÉREZ GONZÁLEZ

Prólogo de Paloma Gómez Borrero

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1ª edición: noviembre 20102ª edición, 6ª impresión: enero 2015

Revisión: Ana Hidalgo

Diseño de cubierta y maquetación: Antonio Santos

© 2010, Editorial Ciudad NuevaJosé Picón 28 - 28028 Madrid

www.ciudadnueva.com

ISBN: 978-84-9715-221-1Depósito Legal: M-44388-2011

Impreso en España - Printed in SpainImprime: Afanias Industrias Gráficas - Alcorcón (Madrid)

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A todos los que buscan una luz y a quienes gastan su vida encendiendo velas.

A nuestros padres,que dejaron nacer la llama de una vida…

¡eterna!

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«De igual modo que una vela enciende a otra,y así llegan a brillar miles de ellas;así enciende un corazón a otroy se iluminan miles de corazones».

León Tolstoi

«Siga adelante dondequiera que estéy use su pluma siempre que pueda.Debemos llenar el mundocon el amor y la compasión de Jesúsy vencer todo odio y toda oscuridad».

Madre Teresa de Calcuta

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PRÓLOGO

En el día a día de la profesión periodística tro-piezas con multitud de interrogantes y hechos mis-teriosos. La velocidad a la que nos empuja la tecno-logía y el ritmo vertiginoso de la actualidad parecenengullir la sed de luz. Pero en cualquier momento,las vacaciones, una enfermedad o una merienda conlos nietos vuelven a poner en el candelero esas in-cógnitas que deciden nuestra felicidad.

Siempre he admirado a las personas en las queparece que el tiempo se detiene: encuentran la pala-bra oportuna, calma para escuchar, un amor que nose agota. A esa gente no se la olvida: pasa por tu vi-da e imprime una huella indeleble, un deseo de sermejor. Por eso recuerdo perfectamente una tarde deNavidad en la que mi vuelo Madrid-Roma fue unregalo. Vi entre los pasajeros a don Francisco Pérez,un sacerdote español que viajaba al corazón de lacristiandad para ser consagrado obispo. Reciente-mente había sido nombrado titular de la diócesis deOsma-Soria. Me acerqué a darle la enhorabuena ymantuvimos una conversación cordial. Pero cuál

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fue mi sorpresa cuando, al aterrizar en el aeropuer-to de Fiumicino, el recién estrenado obispo se nosacercó a mi marido y a mí y nos preguntó: «¿Cómovais a casa? ¿Tenéis coche?». Nosotros le contesta-mos que cogeríamos el trenino. Y, con una sonrisaenvolvente, nos invitó: «Por favor, ¡hoy no necesi-táis el tren! ¡Venid con nosotros!». En pocos minu-tos estábamos subidos en un minibús con su fami-lia, como si fuésemos uno más. La sencillez y lacercanía de aquel joven prelado me atraparon, ysurgió una amistad que se ha ido enriqueciendo conel tiempo.

Aquella tarde no hubiera imaginado que añosdespués tendría entre las manos un libro del que co-nociera tanto al entrevistado como a la entrevista-dora. En el caso de Teresa Gutiérrez de Cabiedes, elcruce de nuestras vidas se produjo de un modo cu-rioso. Un día de mayo del año 2000 me envió unacarta diciéndome que se licenciaba en periodismo yque quería venir a aprender de mí el oficio de un co-rresponsal. Aquel verano del Gran Jubileo estabacargadísimo de trabajo. Pero esta joven mostrabaempeño y audacia (me había escrito sin conocerlade nada, sin intermediarios). No podía decirle queno. Me pidió que la dejara ser mi sombra. Y la dejé.Recuerdo con gratitud aquellos días de «maestraobligada» en los que mi alumna también me enseñóa mirar la realidad con ojos rejuvenecidos. Su pa-sión investigadora tantas veces se convertía en pre-

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guntas que me obligaban a desempolvar la memoriay las rutinas.

Cuando supe que monseñor Pérez y Teresa es-taban preparando este libro, me entusiasmé. El pre-lado tiene el carisma de la comunicación; la perio-dista, la virtud de hacer asequible lo profundo. DonFrancisco es un hombre sabio, sobre todo en el ar-te de vivir derramando amor a su paso (¡cómo leechan de menos quienes han estado bajo su cuida-do!); Teresa se ha dedicado profesionalmente a bus-car vidas que encarnen convicciones épicas. El re-sultado del tándem es formidable: la conversaciónatrapa desde el principio hasta el final. Los enigmasdesvelados involucran al lector irremediablemente:existe, sobre todos, un secreto que puede convertir-nos en protagonistas de la Historia.

Me llama la atención la valentía que revela estaconversación. La periodista no ha temido exprimirlos secretos de un arzobispo. Pero tampoco monse-ñor ha escondido sus cartas. Los dos manifiestanuna búsqueda sincera y un respeto exquisito. Sor-prende constatar que incluso la discordia pueda so-nar con armonía. En esta entrevista no existen con-cesiones gratuitas ni preguntas sorteadas: la palabradiálogo parece ser una falsilla constante. Tampococaben los tópicos manidos: cada capítulo pone eldedo en una llaga del hombre contemporáneo. Eldolor, el perdón, la misión insustituible de cada vi-da, el papel de la Iglesia en la sociedad, las lacras de

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la guerra, el terrorismo y la desunión… van siendoalumbrados con palabras sanadoras.

Quizá el mayor acierto de este libro sea, preci-samente, la luz que regala. Vivimos en un mundocada día más pesimista, más ahogado por las quejas.También solemos lamentar la falta de sentido críti-co, que nos empuja a ser «borregos» del pensa-miento dominante. Lograr hacer una reflexión pro-funda y al mismo tiempo luminosa es un reto queaquí se ha conseguido de un modo magnífico.

Juan Pablo II, ese papa amado que nos ha deja-do una herencia impagable, decía: «En realidad, to-das las cosas, todos los acontecimientos, para quiensabe leerlos con profundidad, encierran un mensajeque, en definitiva, remite a Dios». Seguir de cerca lavida del pontífice polaco significaba, inevitablemen-te, encontrarse con el rostro amoroso del Creador.Al leer las páginas que siguen, he tenido esa mismaimpresión que me ha sobrevenido en tantos viajes abordo del avión papal: el misterio de Dios es inson-dable, pero hay personas que nos lo hacen cercanocon su vida.

No me extraña que don Francisco exprese suprofunda admiración por Juan Pablo II. Él tambiénes un obispo que vive al pie de la calle, siempre aldía de las preocupaciones y de los gozos de sus fie-les. Quienes lo conocemos hemos sentido en propiapiel que está traspasado por un Amor desbordante.Teresa ha escaneado su vida pero no se ha quedado

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en experiencias divertidas, pedagógicas, exóticas oentrañables; se apoya en los sucesos para trascen-derlos e indagar más allá de lo aparente. Así es co-mo logra hacer palpable el epicentro del misterio: elcristianismo significa, antes que nada, un encuentrocon Alguien que transforma la existencia. Por esoeste diálogo nos aporta un modo de mirar que in-terpela, enriquece y abre de par en par las puertasde la esperanza.

Yo también tengo un «secretillo»: la responsa-bilidad de escribir un prólogo siempre provoca cier-to temor en mi pluma. Pero finalmente ha vencidola alegría de introducir este relato luminoso, quenos ayuda a entender mejor el mundo en el que vi-vimos y la felicidad a la que aspiramos.

PALOMA GÓMEZ BORRERO

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SACAPUNTAS DE UNAS HUELLAS

Los antiguos esculpieron en nuestra tradiciónuna máxima: no existe nada nuevo bajo el sol. Lascrisis, los vicios, la alegría provocada por un reciénnacido, el zarpazo de cada muerte, la nobleza hu-mana, su caída estrepitosa… Todo está inventado.Todo, o casi.

Y sin embargo, basta que corra la vida con suvaivén constante de gozos y desgracias para queirrumpa la fuerza creativa de la libertad. Los acon-tecimientos zarandean la historia pero cada unoforja su destino. Los hijos de Adán no siempre su-cumbimos a los encantos de la belleza ni nos rendi-mos fatalmente ante el infortunio. Misteriosamen-te, en el libro de instrucciones de la vida no aparecela receta del éxito. ¿Quién sabe en qué punto exac-to de la batalla se gana una guerra?

Hay personas que demuestran que no todo estáescrito. Existen hombres y mujeres que aciertan conel remedio que hace digna la existencia. Ven lo quetodos vemos. Pero sus ojos acarician la realidad conuna luz nueva. Dichoso quien camina al lado de un

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