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Las bombas no impiden que los sefardíes de Sarajevo celebren su 'Sefarad 92' David Kamhi se saca la pistola que llevaba oculta bajo la camisa vaquera y la guarda en un armario. Tiene 56 años, es profesor de violín en la Academia de Música (el conservatorio de Sarajevo) y vicepresidente de la sociedad humanitaria y cultura La Benevolencia. La sociedad tiene más de 100 años de vida y a pesar del sitio que sufre Sarajevo acaba de celebrar en la capital bosnia, Sefarad 92: el 500 aniversario de la pérdida del paraiso. Los judíos de Sarajevo, una comunidad de 800 almas, proceden en su mayoría de España. De padres a hijos han conservado un hermoso español con el que condenan la agresión que sufre la ciudad y reclaman la ayuda del mundo. Los morteros y los cañones callaron el viernes en la capital bosnia. Acaso decidieron acatar por unas horas el mandato de hermandad que todos los participantes en Sefarad 92 proclamaron desde el estrado levantado en los salones del hotel Holiday Inn. Desde, el presidente de la comunidad judía, Ivica Ceresnjes, al presidente bosnio, Alija Izetbegovic, los oradores recordaron que la convivencia entre diferentes religiones y culturas fue la que le permitió a Sarajevo convertirse en una isla de tolerancia. El asedio que sufre la capital bosnia es un intento de aniquilar la convivencia de siglos entre musulmanes, croatas, serbios, judíos y gitanos en Bosnia-Herzegovina, declaró Izetbegovic en la ceremonia inaugural. El presidente bosnio recordó su infancia, cuando cada fiesta religiosa judía o cristiana o musulmana era celebrada en común, ante el obispo de Sarajevo y Bosnia, Vinko Puljik, y el imam de los musulanes bosnios, Jakub Selimoski, y los cerca de 500 invitados que desafiaron la amenaza de los francotiradores. Los actos conmemorativos de la expulsión de los judíos de España y de su asentamiento en Bosnia -"madre patria", como dijo el presidente de la comunidad judía- finalizaron ayer lunes como una "demostración de que los ciudadanos de Sarajevo" musulmanes, cristianos y judíos, estamos decididos, a pesar de este cruel asedio, a seguir viviendo en hermandad", aseguró el vicepresidente de la sociedad serfardí La Benevolencia, David Kamhi. La comunidad judía de Sarajevo es una de las más antiguas de Yugoslavia. De acuerdo con los documentos conservados en la biblioteca Vakuf, desde el año 1565 hay constancia de la residencia de judíos en la ciudad: en aquel entonces eran 15 las familias judías residentes en la urbe. Dos siglos después, la comunidad había aumentado lentamente hasta llegara contar con 1.770 miembros. Para los judíos el tiempo que vivieron en España es considerado como la Edad de Oro. No es extraño que. comparen el Sarajevo anterior a la guerra que ahora padece con el tiempo en que en Toledo convivían armónicamente las llamadas tres culturas: musulmana, judía y cristiana. "Aquí no importa si eres judío o musulmán. Sufrimos una agresión y todos tenemos la obligación de combatir", asegura campechano en un perfecto español de nuestros días David Kamhi, que exhibe un carné del Ejército de Bosnia-Herzegovina con el número 00001. "Celebramos Sefarad en recuerdo del paraíso que dejamos en España. El español es nuestra lengua materna, el español de Cervantes y de Lope de Vega", dice el vicepresidente de La Benevolencia.

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Las bombas no impiden que los sefardíes de

Sarajevo celebren su 'Sefarad 92' David Kamhi se saca la pistola que llevaba oculta bajo la camisa vaquera y la guarda en un

armario. Tiene 56 años, es profesor de violín en la Academia de Música (el conservatorio de

Sarajevo) y vicepresidente de la sociedad humanitaria y cultura La Benevolencia. La sociedad

tiene más de 100 años de vida y a pesar del sitio que sufre Sarajevo acaba de celebrar en la

capital bosnia, Sefarad 92: el 500 aniversario de la pérdida del paraiso.

Los judíos de Sarajevo, una comunidad de 800 almas, proceden en su mayoría de España. De

padres a hijos han conservado un hermoso español con el que condenan la agresión que

sufre la ciudad y reclaman la ayuda del mundo. Los morteros y los cañones callaron el viernes

en la capital bosnia. Acaso decidieron acatar por unas horas el mandato de hermandad que

todos los participantes en Sefarad 92 proclamaron desde el estrado levantado en los salones

del hotel Holiday Inn. Desde, el presidente de la comunidad judía, Ivica Ceresnjes, al

presidente bosnio, Alija Izetbegovic, los oradores recordaron que la convivencia entre

diferentes religiones y culturas fue la que le permitió a Sarajevo convertirse en una isla de

tolerancia. El asedio que sufre la capital bosnia es un intento de aniquilar la convivencia de

siglos entre musulmanes, croatas, serbios, judíos y gitanos en Bosnia-Herzegovina, declaró

Izetbegovic en la ceremonia inaugural.

El presidente bosnio recordó su infancia, cuando cada fiesta religiosa judía o cristiana o

musulmana era celebrada en común, ante el obispo de Sarajevo y Bosnia, Vinko Puljik, y el

imam de los musulanes bosnios, Jakub Selimoski, y los cerca de 500 invitados que desafiaron

la amenaza de los francotiradores. Los actos conmemorativos de la expulsión de los judíos de

España y de su asentamiento en Bosnia -"madre patria", como dijo el presidente de la

comunidad judía- finalizaron ayer lunes como una "demostración de que los ciudadanos de

Sarajevo" musulmanes, cristianos y judíos, estamos decididos, a pesar de este cruel asedio, a

seguir viviendo en hermandad", aseguró el vicepresidente de la sociedad serfardí La

Benevolencia, David Kamhi.

La comunidad judía de Sarajevo es una de las más antiguas de Yugoslavia. De acuerdo con

los documentos conservados en la biblioteca Vakuf, desde el año 1565 hay constancia de la

residencia de judíos en la ciudad: en aquel entonces eran 15 las familias judías residentes en

la urbe. Dos siglos después, la comunidad había aumentado lentamente hasta llegara contar

con 1.770 miembros. Para los judíos el tiempo que vivieron en España es considerado como

la Edad de Oro. No es extraño que. comparen el Sarajevo anterior a la guerra que ahora

padece con el tiempo en que en Toledo convivían armónicamente las llamadas tres culturas:

musulmana, judía y cristiana.

"Aquí no importa si eres judío o musulmán. Sufrimos una agresión y todos tenemos la

obligación de combatir", asegura campechano en un perfecto español de nuestros días David

Kamhi, que exhibe un carné del Ejército de Bosnia-Herzegovina con el número 00001.

"Celebramos Sefarad en recuerdo del paraíso que dejamos en España. El español es nuestra

lengua materna, el español de Cervantes y de Lope de Vega", dice el vicepresidente de La

Benevolencia.

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Idioma y tradiciones

Los judíos expulsados de España por un edicto de marzo de 1492 llegaron a Sarajevo a través

de Italia, Grecia y Bulgaria. Con el consentimiento de Siavush Pasha, en 1581 se iniciaron los

trabajos de construcción de la primera sinagoga. Mientras que otros judíos expulsados de

España y que se instalaron en Francia, Holanda, Inglaterra o Alemania perdieron su lengua

materna, los que eligieron como residencia el imperio otomano conservaron el idioma y las

tradiciones culturales españolas. En Sarajevo publicaban el periódico La Alborada, cuya

colección se conserva en la ciudad. El español era y es el idioma que hablan en casa, aunque

los más jóvenes de las últimas generaciones no demuestren tanto afán por conservar la

lengua como sus mayores, y muchos ya no lo hablan.

A comienzos de 1941 residían en Sarajevo entre 12.000 y 13.000 judíos. No menos de 8.000

fueron exterminados por los nazis. De las 18 sinagogas que entonces existían en Bosnia-

Herzegovina, sólo una pudo ser restaurada, la sinagoga de la calle Dobrovoljacka, número 83.

Es la única que hoy existe en Bosnia-Herzegovina. Aunque ahora no está abierta al culto, por

eso se puede visitar sin kipa en la coronilla. Ha recibido algunos impactos leves. Construida en

1902, fue utilizada por los judíos ashkenazi, procedentes en su mayor parte de Polonia, hasta

la II Guerra Mundial. Desde entonces es compartida por ashkenazis y sefardíes.

Durante la II Guerra Mundial, los nazis intentaron hacerse con la Haggadah de Sarajevo (uno

de los más antiguos manuscritos judíos, valioso no sólo por el texto, que relata la liberación de

los judíos del yugo que sufrían en Egipto, sino por las riquísimas iluminaciones). El libro data

de la segunda mitad del siglo XIV y fue llevado por la familia Cohen a Sarajevo probablemente

desde Barcelona. En abril de 1941, cuando los nazis ocuparon Sarajevo, la astucia del director

del Museo Nacional impidió que la Haggadah fuera incautada. En estos días de guerra

también está a buen recaudo. Y del mismo modo que la comunidad judía contribuyó a la

restitución de la libertad en Bosnia-Herzegovina en la II Guerra Mundial, también hoy combate

junto a los musulmanes bosnios "frente a la agresión de los extremistas chetniks ", proclama

David Kamhi.

"Nosotros nos sentimos plenamente españoles. España es nuestra segunda patria y

consideramos al rey Juan Carlos I como nuestro propio rey". Las celebraciones han incluido

conciertos de música sefardí, lecturas de poesía, mesas redondas y exposiciones. Querernos

que se sepa la verdad sobre lo que está ocurriendo en la República de Bosnia-Herzegovina ",

subraya Kamhi. Su sociedad, La Benevolencia, está intentando que Toledo acoja a, 50

familias judías de Sarajevo mientras dura el sitio que está aniquilando la ciudad y todas sus

comunidades. Kamhi expresa al mismo tiempo pena y rabia: "Bosnia-Herzegovina era un

ejemplo para toda Yugoslavia: aquí convivían y conviven sin problemas musulmanes bosnios,

católicos croatas, ortodoxos serbios y judíos serfardíes ".

Fuente: http://elpais.com/diario/1992/09/15/cultura/716508016_850215.html

Martes 15 de septiembre de 1992