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La Revista DE MOTOS 22 Nota: Si todavía no han leído la primera parte de esta Prueba Aventura, en la que les contamos las incidencias del viaje desde Medellín hasta Rioha- cha sobre las AKT, la pueden encontrar en nuestra página web www. demotos.com.co Segunda parte Para el tercer día de viaje, la idea era llegar al Cabo de la Vela alrededor de las diez y media de la mañana por lo que nos pegamos una ma- drugada olímpica; a las cinco estuvimos listos en la puerta del parqueadero para sacar las motos. El hombre que nos atendió, fue quién nos resolvió el misterio de las placas: resulta que ante la inmensa cantidad de carros roba- dos en Venezuela, la DIAN llevó a cabo el año pasado una amnistía con la que acogieron to- dos los vehículos hurtados hasta la fecha, los legalizaron y les dieron esas placas color verde y blanco para identificarlos. Ahora esos carros, que son casi todos, sólo pueden circular dentro del departamento y por supuesto no pueden ni arrimarse a la frontera. Siguiendo con la madrugada, una vez todo estuvo listo tomamos rumbo al Cabo, pero an- tes debíamos buscar gasolina y comprar aceite para ambas motos y así como por allá es fácil encontrar gasolina en cualquier parte, es igual- mente difícil conseguir lu- bricantes de marca; cuan- do los vimos exhibidos en la vitrina de una bomba, nos sentimos salvados, pero la verdad fue que allí perdimos el madrugón esperando hasta las siete de la mañana a que llegara el encargado, pero bue- no, al menos podíamos seguir tranquilos sabien- do que los motores no se iban a secar. A propó- sito, respecto al consumo de aceite de la dos tiempos, esta era la segunda vez que le debía- mos llenar el tanque, la primera fue a la salida de Cartagena pasados los 700km, ahora ha- bían pasado sólo 417km pero hay que tener en cuenta que al motor se le exigió más y que la resistencia opuesta por el viento era demasia- do recia para una máquina tan pequeña, dispa- rando el consumo. En el caso de la AK 110, era muy poco lo que había consumido el monocilín- drico de 4 tiempos, pero preferimos llevarla por arriba del nivel máximo y sabíamos que el aceite sobrante no estaría de más. Cuando se sale de Rioacha rumbo al Cabo de la Vela la ruta es la siguiente: se toma una recta de unos 60 km. luego de los cuales se llega a un cruce de caminos conocido como Cuatro Vías sobre el que pasan, a unos seis o siete metros de altura, los rieles del tren del Cerrejón; justo en el momento que llegába- mos, pasaba una locomotora, un mamotreto impresionante que visto desde abajo parecía aún más grande e imponente. En este lugar, donde se puede conseguir la gasolina en pimpinas (ca- necas), se gira hacia la izquierda, paralelos a la vía férrea y se sigue derecho durante una me- dia hora hasta llegar a un nue- Texto: Daniel Velandia G. - Fotos: Mauricio Gallego - Carlos Meza

Segunda parte - La Revista De Motos · ninguna a la mano, buenas fueron las AKT. En esto consistió la segunda etapa del abuso ex-cesivo; pasamos por entre grietas, subimos los cerros,

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Nota: Si todavía no han leído la primera parte deesta Prueba Aventura, en la que les contamos lasincidencias del viaje desde Medellín hasta Rioha-cha sobre las AKT, la pueden encontrar en nuestrapágina web www. demotos.com.co

Segunda partePara el tercer día de viaje, la idea era llegar alCabo de la Vela alrededor de las diez y mediade la mañana por lo que nos pegamos una ma-drugada olímpica; a las cinco estuvimos listosen la puerta del parqueadero para sacar lasmotos. El hombre que nos atendió, fue quiénnos resolvió el misterio de las placas: resultaque ante la inmensa cantidad de carros roba-dos en Venezuela, la DIAN llevó a cabo el añopasado una amnistía con la que acogieron to-dos los vehículos hurtados hasta la fecha, loslegalizaron y les dieron esas placas color verdey blanco para identificarlos. Ahora esos carros,que son casi todos, sólo pueden circular dentrodel departamento y por supuesto no pueden niarrimarse a la frontera. Siguiendo con lamadrugada, una vez todo estuvo listotomamos rumbo al Cabo, pero an-tes debíamos buscar gasolinay comprar aceite paraambas motos y asícomo por allá es fácilencontrar gasolina encualquier parte, es igual-mente difícil conseguir lu-bricantes de marca; cuan-do los vimos exhibidosen la vitrina de unabomba, nossentimos

salvados, pero la verdad fue que allí perdimosel madrugón esperando hasta las siete de lamañana a que llegara el encargado, pero bue-no, al menos podíamos seguir tranquilos sabien-do que los motores no se iban a secar. A propó-sito, respecto al consumo de aceite de la dostiempos, esta era la segunda vez que le debía-mos llenar el tanque, la primera fue a la salidade Cartagena pasados los 700km, ahora ha-bían pasado sólo 417km pero hay que tener encuenta que al motor se le exigió más y que laresistencia opuesta por el viento era demasia-do recia para una máquina tan pequeña, dispa-rando el consumo. En el caso de la AK 110, eramuy poco lo que había consumido el monocilín-drico de 4 tiempos, pero preferimos llevarla porarriba del nivel máximo y sabíamos que el aceitesobrante no estaría de más.Cuando se sale de Rioacha rumbo alCabo de la Vela la ruta es lasiguiente: se

toma una recta de unos 60 km. luego de loscuales se llega a un cruce de caminos conocidocomo Cuatro Vías sobre el que pasan, a unosseis o siete metros de altura, los rieles del trendel Cerrejón; justo en el momento que llegába-mos, pasaba una locomotora, un mamotretoimpresionante que visto desde abajo parecía aúnmás grande e imponente. En este lugar, dondese puede conseguir la gasolina en pimpinas (ca-necas), se gira hacia la izquierda, paralelos a lavía férrea y se sigue derecho durante una me-dia hora hasta llegara un nue-

Texto: Daniel Velandia G. - Fotos: Mauricio Gallego - Carlos Meza

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Los trenes del Cerrejón son tan largos que se pierden enel horizonte, jalados por sus imponentes locomotoras.

Las Salinas de Manaure ofrecen una panorámica única

vo cruce con tres opciones. A la derecha está el pasodel ferrocarril donde nos topamos con otro tren al quele contamos dos locomotoras y 82 vagones, que equi-valen más o menos a un kilómetro y medio de longitud;luego está la población de Uribia en la que hallamos laúnica gasolinera por esos lados. Cuando nos detuvi-mos en este sitio para tanquear y desayunar, nos ibavolviendo locos la manera de pitar de los conductoresen esta pequeña población; sin embargo tras un análi-sis concluimos que el fenómeno no se debía al afán dela gente, sino más bien a que les gusta mucho saludar-se, son muy amistosos y al parecer todos se conocencon todos por lo que pitar es algo así como un acto decortesía.Del lado opuesto de Uribia, es decir a la izquierda delcruce, se llega aManaure quedista unos 27km. por supues-to no podíamosir a la Guajira sinconocer las sali-nas por lo quehacia allá nos di-rigimos. Manau-re es un lugarpequeño a ori-llas del mar quegira en torno a laexplotación de lasal marina y la extracción del gas.Para acceder a las salinas es ne-cesario solicitar una autorizaciónespecial al ingeniero encargadoen la refinadora, de esto nos en-teramos cuando ya habíamos lle-gado a la segunda portería quedelimita el acceso, un poco tardetal vez, pero afortunadamente elhombre que vigilaba nos permitióseguir por un camino alterno.Confieso que me decepcioné unpoco al no encontrarme con lasmontañas de sal que esperabaver, pero en cualquier caso, fueuna berraquera estar en ese lu-gar, las salinas son hectáreas yhectáreas de tierra en las que lasal se extrae por evaporación del

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PrPrPrPrPrueueueueueba ba ba ba ba AAAAAvvvvventurenturenturenturenturaaaaaPrPrPrPrPrueueueueueba ba ba ba ba AAAAAvvvvventurenturenturenturenturaaaaaagua, los colores que predominan son elazul del cielo y del océano que está al fon-do y el blanco de la sal extraída, pero so-bre aquella que aún no ha sido recogida,hay una capa de agua con tonos ocre y ro-jizos que le dan un encanto mayor al pano-rama. Hubiésemos querido seguir hacia elparque donde se ven los flamencos rosa-dos y al que se accede desde las salinaspero ellos se reúnen entre febrero y abrilpor lo que ese plan quedó pospuesto hastauna nueva ocasión.Luego de unas cuantas fotos retomamosel rumbo de vuelta hacia Uribia y el crucede caminos, una vez allí, seguimos la rutaque finalmente nos llevaría hasta nuestrodestino. Pero primero tendríamos por de-lante 65km de destapado, tramo que ob-viamente fue el más duro para las motos.Los primeros 48 km los recorrimos sobreuna recta en buenas condiciones pero con

mucha piedra suelta, al principio el sentido co-mún nos recomendaba llevar un ritmo prudenteno sólo por temor a una caída o un pinchazo,sino por consideración con nuestras máquinas,pero pasados unos minutos no hubo más corte-sías para nadie y pronto rodábamos a 80km/h,pensando en que los chinos que fabrican estasmáquinas jamás se imaginarían lo que en Co-lombia les estábamos haciendo. Pues bien, lasdos motocicletas se portaron a la altura y so-

portaron con creces ésta primera etapa de ex-cesos, que no fueron los únicos. Cuando en-contramos la desviación hacia el Cabo de la Vela,nos vimos en medio de un camino improvisadoque en realidad son muchísimas huellas que secruzan una y otra vez pero que al final llegan almismo sitio; este camino, atraviesa un terrenoarenoso que por tramos es firme y en otros pa-rece la piscina de arena de un jardín infantil,con subidas, bajadas y curvas en las que al es-tilo París Dakar – guardando las proporciones-nos dimos rienda suelta para derrapar, hacerzig-zag, quedar enterrados y jugar todo lo quequisimos sobre las motos. De improviso en me-dio del juego, la arena y el Trupijo (ese arbustoque abunda en la zona), nos topamos con unletrero dándonos la bienvenida al Cabo de laVela, faltaba ya muy poco, de hecho desde esepunto se divisaba el mar en el horizonte, gratasorpresa y satisfacción de una parte por haberalcanzado el on}bjetivo, aunque por otro ladolas ganas de seguir divirtiéndonos, en nuestrasimprovisadas “enduro” eran muy grandes.El Cabo de la Vela es un lugar absolutamentepintoresco y cautivador. Se trata de unas cuan-tas construcciones que, con la excepción de laiglesia evangelista, el puesto de salud, la esta-ción de policía y unos tres o cuatro hospedajes,están hechas con cactos secos, o yotorojo comole llaman en lengua Wayú. El sitio por su distri-bución recuerda los poblados de películas del

Con semejantes playas no pudimos resistirla tentación de un baño con todo y moto.También subimos por un sendero hasta elfaro, donde el fuerte viento nos obligaba asostener las motos.

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Ficha TécnicaAK 110

Monocilíndrico 4T, SOHC,refrigerado por aire

107 c.c.9 : 1

6.7 hp a 8.500 rpm6.8 Nm a 6.500 rpm

Eléctrico y patada4 velocidades - rotativa

TelescópicaDoble amortiguador

DiscoTambor

95 kg. (en seco)4.5 Lt. (1 Lt. de reserva)

$3.295.00012.000km o 6 meses

AK 100Monocilíndrico 2T,

refrigerado por aire98 c.c.6,6 : 1

9.11 hp a 7.500 rpm8.0 Nm a 6.500 rpm

A patada4 velocidades Telescópica

Doble amortiguadorTamborTambor

83 kg. (en seco)12 Lt. (2 Lt. de reserva)

$2.390.00012.000km o 6 meses

Motor

CilindradaRel. compresiónPotencia Max.Torque Max.ArranqueCajaSusp. Del.Susp. Tra.Freno Del.Freno Tra.Peso vacíoCapacidad tanquePrecioGarantía

viejo oeste, una especie de vía separa las dos hileras de casas, todascon vista al mar, la vegetación es casi nula y el viento sopla de un modoimpresionante. Cuando bajamos de las motos ante la mirada curiosa detodos los que andaban por ahí, pues al parecer nadie había ido hasta alláen unas motos tan pequeñas e “inapropiadas” para el lugar, descansa-mos un rato y decidimos cuál era el rumbo a seguir. De acuerdo con lopresupuestado, la idea era ir hasta el Cabo y regresar el mismo día hastaRioacha, pero ante la vista del lugar y la oportunidad única que teníamosde pasar la noche allá, decidimos que lo mejor era quedarnos.Desde el “Caserío del Cabo” se pude ir al Faro que es el punto más

Desde nuestra "suite" al aire libre disfrutamosdel hermoso atardecer que ven a la derecha

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extremo o la punta del cabo si se quiere, sellega también al cerro de la Virgen y a la playade Azúcar. Para subir al faro el camino es bas-tante escarpado y angosto no apto para vehí-culos, no obstante nos aventuramos a subir connuestras compañeras, inteligente decisión. Muydivertido resultó el ascenso y sí en la playa elviento era fuerte, por allá arriba no había formade soltar las motos a menos que las quisiéra-mos ver en el piso, de hecho, en un descuidocon una ráfaga de viento la 100 se fue a tierra,quedando con el manubrio y la farola un pocotorcidos. Al bajar del faro nos pusimos a darvueltas por las cercanías. El terreno era aptopara unas motos de enduro pero al no tenerninguna a la mano, buenas fueron las AKT. Enesto consistió la segunda etapa del abuso ex-cesivo; pasamos por entre grietas, subimos los

cerros, rodamos por la playa e incluso las meti-mos al mar, evocando las imágenes de otrosaventureros. Al caer el atardecer, llegó el mo-mento de una pausa, tiempo para bañarnos enel mar y descansar, caminar por la playa, comerun delicioso pescado, pero sobre todo, de dis-frutar en nuestras hamacas del silencio, la cal-ma y la magnífica noche estrellada.Habíamos cumplido con la primera parte denuestro objetivo, y las motos se habían com-portado perfectamente. Soportaron con crecesel maltrato que les propinamos, ninguna de lasdos dio señas de desajuste, no les apareció ruidoalguno, cada una mantuvo el rendimiento sindecaer y dormimos tranquilos sabiendo que ennuestras manos teníamos unas máquinas con-fiables y supremamente aguantadoras.El día siguiente comenzó en medio de una paz

PrPrPrPrPrueueueueueba ba ba ba ba AAAAAvvvvventurenturenturenturenturaaaaaPrPrPrPrPrueueueueueba ba ba ba ba AAAAAvvvvventurenturenturenturenturaaaaa

Sobre las AKT disfrutamos almáximo rodando en el desierto ycontemplando los hermosos paisajes.

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rueda y cambiarlo bajo un sol inclemente, dan-do gracias a que teníamos uno de repuesto; lacosa iba bien hasta que caímos en cuenta, trasun buen rato de estar intentando inflar la llanta,que el inflador se había dañado, en esto perdi-mos algo más de una hora en medio de eseinfierno y resolvimos la situación con un sprayinflador que nos permitió retomar la marcha, perono contamos con las consecuencias de aquellaasoleada.Unos cuantos kilómetros más adelante, debidoal intenso calor y a la falta de líquidos, quienesto escribe empezó a dar señales de deshi-dratación, lo que nos obligó a realizar más pa-radas de las necesarias y a rebajar un poco elpromedio de velocidad alargando la jornada;para rematar cuando ya nos faltaba muy pocopara llegar a Santa Marta, nos detuvieron en unreten militar instalado para evitar la circulaciónde las motocicletas, debido a una protesta cam-pesina que tenía lugar en una población cerca-na. Primero nos dijeron que la detención seríahasta las cinco de la tarde (eran apenas las tresy media), luego ¡¡que hasta las ocho!!, bastantedesconsoladora resultaba la situación pero comotodo en la vida, lo malo siempre tiene algo bue-

no y uno de los soldados notó que estaba to-mando suero, lo puse al tanto de mi situación yal parecer quedó conmovido pues convino consus lanzas en dejarnos continuar.Al final del día logramos llegar a Santa Martadonde pudimos descansar, cosa que contribu-yó a disminuir el malestar que sentía. Desde allínos quedaban dos días para culminar la aven-tura, el primero iríamos hasta Caucasia y el si-guiente a Medellín; etapas que transcurrieronsin percances. Cuando llegamos, seis días des-pués de la partida habíamos recorrido en total2.548 inolvidables Kilómetros sobre las AKT.Balance FinalLas motos merecen una calificación muy alta,soportaron el recorrido completo sin falla algu-na, los pocos percances sufridos con la 100 sonasuntos menores que no comprometen en lomás mínimo su desempeño; muy bien el motor,demostró a los detractores del dos tiempos queuna máquina de este tipo y esta procedenciapuede soportar el uso y el abuso, siempre ycuando se le dé un manejo racional, cosa queseguramente agradecerán sus compradores.Adolece definitivamente de un freno traserodeficiente y de una suspensión que se puede

deliciosa, un buen desayuno, una última zam-bullida en el mar antes del baño con balde por-que allá no hay agua potable – ni luz eléctrica- yel balde se paga a 1000 pesos cada uno. Reco-gimos todo y alistamos las motos mojándolascon agua dulce para quitarles un poco la sal,lubricamos las cadenas y llenamos los tanquescon gasolina de pimpina. Un tanto nostálgica lapartida, pero tocaba; aquel día nos habíamospropuesto llegar hasta Santa Marta por lo quepronto nos pusimos en camino. Pasamos Uri-bia y seguimos, cuando íbamos aproximándo-nos a Cuatro Vías noté que la 110 en la queviajaba Mauricio tenía la llanta trasera con pocoaire, cosa que me preocupó pues podía costar-nos una varada con el consabido retraso. Asíse lo hice saber cuando llegamos al cruce, peroal no disponer de ningún lugar para echarle aire,simplemente seguimos confiando en nuestrasuerte. Hicimos bien en no preocuparnos máspor esa llanta por que igual llegó así hasta Rio-acha, la que se estalló fue la trasera de la AK100cuando estábamos casi a mitad de camino, enmedio de la nada y sin ninguna sombra en elhorizonte. Resultó que el neumático se rajó enla base de la válvula, nos tocó entonces bajar la

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Llenando los tanquescon Gasolina de "pimpina"

- Todo el viaje nos tomó 6 días y 2.548km saliendo desde Medellín.- En total las dos motos consumieron28 galones de corriente.- La AK 100 gastó 22 galones y la AK110 consumió 16 galones.- En cuanto a promedios, el menor con-sumo de la 100 fueron 143 km por ga-lón y la 110 llegó a dar 202 km con un

sólo galón. En contraste con estas ci-fras, el mayor consumo de la 100 fuede 112 km por galón y de la 110 fue de125 km por galón.- La AK 100 se gastó en promedio uncuarto de aceite cada 800km.- La diferencia en el tamaño de los tan-ques se nota en las 24 tanqueadas dela 110 frente a 11 de la 100.

Aquí encontraran algunas sugerencias que les pueden ser de mucha ayu-da si piensan ir de viaje a La Guajira.- Muy importante llevar la moto en perfectas condiciones y un kit de herramientasbásico que incluya todo lo necesario para un eventual pinchazo.- Es importante llevar antisolar, un pequeño botiquín con lo básico, sombrero ocachucha y dado el intenso calor, siempre cargar agua potable.- En algunas zonas de La Guajira es fácil perderse, por eso recomendamosviajar en el día, seguir los caminos demarcados y preguntar a los pobladores.- Antes de planear el viaje es importante conocer el estado del clima, por que laslluvias complican bastante el tránsito por los caminos de arena.

Sugerencias para viajar

Cifras y promedios

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mejorar, mostró unos promedios de consumonormales con 125 kilómetros por galón para todoel trayecto y respecto al consumo de aceite pro-medió unos 800km por cuarto, cifra que debemejorar bastante en el uso normal. De la 110poco más podemos agregar, repetimos que esuna lástima el alto nivel de vibraciones cuando

se le exige al limite,

pues resulta incómodo al usarla en etapas lar-gas, pero aparte de esto nada más merece co-mentario y en ciudad que es donde seguramen-te vivirá la mayor parte del tiempo este aspectopasará por completo desapercibido. También hayque decir que soportó los 2.500km sin ningúnproblema, incluidos 130km de terreno destapa-do, rodando a fondo, sin que se le desajustara

ni siquiera un radio de las ruedas ysu motor a lo lar-

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go de todo el viaje nunca dio señales de reca-lentamiento o fatiga, aún cuando la exigenciaestuvo muy por encima del uso normal y estohabla por sí mismo de la clase de vehículo quees. En conclusión de las AKT se puede decirque superaron la prueba y de La Guajira, quees un lugar que les vale la pena conocer.

Reparando el único percance seriode todo el viaje, un pinchazo en

el regreso que nos costóuna insolada.