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1 SEGUNDA PONENCIA: MEDIO FÍSICO, ACTIVIDAD AGRARIA Y MEDIO AMBIENTE José Manuel Moreira Madueño Servicio de Evaluación de Recursos Naturales Consejería de Medio Ambiente Junta de Andalucía

SEGUNDA PONENCIA: MEDIO FÍSICO, ACTIVIDAD AGRARIA Y …€¦ · (>1/50.000), las problemáticas anteriores se ven vinculadas a actuaciones más específicas sobre unidades espaciales

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SEGUNDA PONENCIA:

MEDIO FÍSICO, ACTIVIDAD AGRARIA Y MEDIO AMBIENTE

José Manuel Moreira MadueñoServicio de Evaluación de Recursos NaturalesConsejería de Medio AmbienteJunta de Andalucía

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Introducción

Llevar a cabo una reflexión acerca de la interrelación que se produce entre esta trilogíaterminológica puede parecer, algo innecesario por lo evidente de la misma. No obstante, esto es asípor diversos motivos, entre los que destaca la ambigua definición de uno de los componentes de latrilogía. Nos referimos a la concepción de lo que se entiende por medio ambiente.

Las comunicaciones agrupadas bajo esta Ponencia reflejan la incertidumbre que aún hoy seplantea en cuanto la interrelación de estos términos. Un buen número de comunicaciones responde aalguno de los términos de la relación, es decir analizan o describen el medio físico y la agricultura queen él se desarrollan. Un número también elevado de comunicaciones, se centra en procesos dedescripción vinculados con uno de los términos de la trilogía, de forma que analizan la actividadagraria sobre un territorio, o las variables del medio físico que condicionan a dicha actividad. Untercer bloque de comunicaciones describe las incidencias de actividades agrarias sobre el mediofísico en aspectos concretos, lo que podemos denominar como impactos de la actividad. Finalmente,sólo un par de comunicaciones realiza una aproximación a la interrelación de estos términosmediante el uso de nuevas tecnologías de la información.

Ante esta disparidad de enfoques recogida por las comunicaciones presentadas bajo estaPonencia, podemos reflexionar sobre cuál puede ser la causa de que una interrelación, en principiosencilla, sea planteada de un modo confuso, con dispersión temática y sin un claro hilo conductor.

Ya hemos mencionado anteriormente que el término más confuso de la trilogía es el de medioambiente y ello, posiblemente, porque es el de más reciente cuño. De hecho todos tenemos claro elconcepto de medio físico, como soporte natural de la actividad humana. También el binomio actividadagraria tiene una fácil comprensión y no necesita de mayores precisiones. Sin embargo, el términomedio ambiente es joven, complejo y subjetivo, por lo cual presenta dificultades de su definición y usoposterior (RAMOS, A., 1993).

Un término que carece de significado único, pero que da nombre a Programas de lasNaciones Unidas, Agencias, Ministerios y cumbres mundiales, justifica el que origine situaciones dealguna perplejidad.

Lo equívoco de este término que, en su origen, significa “alrededor de un centro” (del francés“environnement”), ha intentado evitarse recurriendo a un consenso por encuesta (como hizo laAgencia de Protección Ambiental en Estados Unidos) para escoger una acepción común. También hasido frecuente utilizar definiciones genéricas, de forma que, como lo define la Real Academia de laLengua, ambiente es: “conjunto de características climáticas, edáficas y bióticas en las que sedesarrollan las actividades de seres vivos”; y medio ambiente es el “conjunto de las condicionesexternas que afectan al comportamiento de un sistema” y, por extensión, “conjunto de circunstanciasfísicas, culturales, económicas, sociales, etc., que rodean a las personas”.

Si asumimos esta última acepción es fácil comprender el por qué hoy se habla de medioambiente desde los enfoque y disciplinas más dispares (la Economía, el Derecho, la Ingeniería, laGeología, Edafología, ...) ya que todo puede verse englobado en esta amplia definición. Asimismoesta definición genérica permite evitar la confusa identificación a que se ha llegado muchas veces, enlo institucional y en la divulgación, entre problemas y medio ambiente. Esto último da una visión muyparcial del término, ya que concede muy poco peso a otro tipo de circunstancias de enormetrascendencia sobre nuestro entorno y que sirven para analizar los sistemas naturales en suinterrelación con las actuaciones humanas.

El hecho de que la definición genérica de medio ambiente englobe una gran diversidad deacciones está dando lugar, por otra parte, a que desde todas las disciplinas se hable de ese nuevo yoscuro concepto que está socialmente de moda, pero se hace desde la individualidad de cada una deellas, con el consiguiente problema de falta de interrelación entre visiones que secularmente hanestado separadas. El hombre, desde la más remota antigüedad, ha parcelado el análisis de lo quenos rodea, para mayor especialización y facilidad de comprensión, en disciplinas con sus propias ypeculiares herramientas de análisis. De esta forma, la perfecta y compleja síntesis de nuestroentorno, es analizada de formas muy diversas y no siempre relacionadas. Desde este punto de vista,cada cual interpreta que su parcela es medio ambiente sin considerar una integración de múltiples

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variables que es consustancial al análisis ambiental. En este sentido, es necesario mencionar que eltérmino medio ambiente conlleva algo modificado o modificable donde el hombre actúa sobre unecosistema éste responde, aquél vuelve a actuar y así sucesivamente. Sólo con este enfoque deinterrelación estaremos realmente aproximándonos a un análisis ambiental.

Si, bajo la perspectiva de interrelación entre actividad y medio ambiente, analizamos elproceso que hemos heredado, vemos que la historia de las acciones humanas sobre la naturaleza esla propia historia de la humanidad. Pero en los dos últimos siglos esta actividad se ha acelerado enintensidad, extensión y residuos generados, dando lugar a preocupación social en los casos en quelos cambios producidos son cercanos y afectan a la calidad de vida más inmediata (contaminaciónurbana, hídrica, etc.). No obstante, la percepción de los problemas no tiene por qué ser paralela a suimportancia, existiendo una proyección territorial de la problemática ambiental en la que se incluyenacciones sobre los usos del suelo, la gestión de la agricultura y los bosques, la destrucción deespacios naturales y de la biodiversidad terrestre, de enorme trascendencia global frente a nuestraspreocupaciones locales. Estos problemas tienen su origen en el tratamiento que damos a la materiaviva y a su soporte, el suelo. Por ello, la actividad agraria constituye una de las actividades humanasde mayor trascendencia en el planteamiento del medio ambiente a nivel del sistema terrestre.Aspectos como las devastaciones de suelos, bosques, aguas, biodiversidad y paisajes se handesarrollado extraordinariamente en los últimos años y amenazan con romper los sensiblesequilibrios ecológicos que mantienen a los ecosistemas, de ahí la enorme importancia que unenfoque ambiental de esta trilogía terminológica presenta.

Una observación de nuestro planeta con nuevas tecnologías de la información como lateledetección espacial, y a diversas escalas, nos puede ejemplificar la trascendencia actual de lainterrelación planteada. La visión del mundo aportada por las imágenes de satélite muestra la realidadfísica del planeta Tierra tal cual es, sin el contenido de abstracción mental que suponen los mapas(estas imágenes constituyen, posiblemente, la mayor aportación a la representación cartográficadesde el Renacimiento). En ellas, y a la escala de millones, no apreciamos más que las grandesestructuras físicas y la respuesta de organización de los grandes ecosistemas terrestres, lascondiciones físicas del clima, las aguas, el relieve, ... No apreciaremos a esta mayor escala planetariala incidencia de la actividad agraria. Pero si sobre las mismas imágenes efectuamos unaaproximación hasta la escala de 1/1.000.000, observaremos claramente que casi todo el espacioterrestre se organiza en función de la existencia o no de una actividad agraria, la actividad humana demayor incidencia espacial en la tierra. La historia milenaria de la humanidad ha actuado sobre unasuperficie terrestre extraordinaria, de modo que podemos asegurar que muy pocos lugares escapan auna relación positiva o negativa con dicha actividad.

A este nivel de escala los problemas ambientales que podemos extraer de la actividad agrariapodrían relacionarse, por ejemplo, con la degradación de un 15% anual de la superficie del Planetaen países subdesarrollados, a causa de actividades humanas, destacando en este proceso losiguiente: (U.I.C.N., P.N.U.M.A., W.W.F., 1991):

- Un 30% de las tierras sometidas a regadío se ven afectadas por problemas de salinización.- 6/7 millones de hectáreas de tierras agrícolas se tornan improductivas, al año, por aceleración

de procesos erosivos.- Más de un millón de hectáreas de tierras agrícolas de capacidad de uso excelente pasan a

ser ocupadas por usos urbanísticos.- El sobrepastoreo causa estragos en tierras de pluviometría escasa.- La tala de bosques tropicales, para pastoreo o cultivo, provoca la pérdida de nutrientes,

erosión y reducción de la capacidad de retención de agua.

En países desarrollados la problemática ambiental se vincularía la sobreproducciónalimentaria, a la reducción de la diversidad biológica con predominio de monocultivos y destrucciónde la diversidad cultural de los paisajes y a la degradación de los recursos hídricos por contaminacióndifusa.

Si cambiamos la escala de aproximación y observamos zonas del planeta a nivel dereconocimiento territorial (E: 1/500.000 – 1/100.000), la plasmación sobre el espacio de la actividadagraria ofrece una visualización de la ordenación territorial que la actividad provoca y cómo tierras

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concretas muestran una relación, en positivo o en negativo, con el medio que la soporta, resultandode ello una calidad ambiental más o menos adecuada.

A esta escala de reconocimiento, la problemática ambiental que se deriva de la interrelacióndel medio físico, la actividad agraria y el medio ambiente, podría resumirse analizando espacialmentelas pérdidas de cubiertas vegetales que protegen el suelo, el aumento de los incendios forestales, lacontaminación por vertidos incontrolados, la degradación de espacios de interés para labiodiversidad, la degradación del patrimonio hídrico, el aumento de la erosión, la deforestación, laacumulación de residuos, la pérdida de valores culturales de la agricultura tradicional, el uso irracionaldel suelo, el abuso de pesticidas, fertilizantes y monocultivos, etc.

A un mayor nivel de aproximación al territorio, en escalas de semidetalle y detalle(>1/50.000), las problemáticas anteriores se ven vinculadas a actuaciones más específicas sobreunidades espaciales concretas y donde, en función del tipo de actividad, la problemática ambientalresultante será muy diferente. Estaríamos hablando de degradaciones específicas y de impactosambientales de muy diversa índole.

Hasta aquí hemos hecho un planteamiento de analizar la interrelación de los tres términos ensu plasmación territorial a diversas escalas. No obstante hay otras posibles formas de analizar estainterrelación.

Una interrelación con diferentes enfoque en el tiempo

Antes de profundizar más en la valoración de los tipos de problemáticas ambientalesresultantes de esta interacción que, especialmente, es evidente, no quisiéramos dejar de analizar quéenfoques se han utilizado para abordar la interrelación desde diversas perspectivas.

A este respecto, lo reciente del término medio ambiente y su confusa definición hace que, enla década de los años 70, los análisis que la bibliografía ofrece sean tan difusos e idealistas comopara que podamos hablar de un enfoque “ecologista”, donde las temáticas y planteamientos en tornoa esta interrelación son extraordinariamente diversos. El libro Agricultura y Medio Ambiente(U.N.E.S.C.O., 1973) puede ser un reflejo de esta fase difusa.

En la década de los años 80 se consolida un enfoque de análisis de la interrelación en el quelo fundamental a conocer y evaluar son los impactos que se derivan de la actividad agraria. Es elenfoque que podemos llamar de la “ingeniería”. Lo fundamental es evaluar los impactos específicos yresolver los problemas En este enfoque la interrelación tiene una sola dirección, la de la incidencia dela actividad sobre el medio. El libro titulado, Contaminación difusa agraria (M.O.P.U., 1988) es unfiel reflejo de este segundo tipo de enfoques.

En la década de los años 90 se consolida una nueva forma de hacer en el análisis de lainterrelación. Es esencial en este enfoque el contemplar la bidireccionalidad de la relación entre elmedio ambiente y la actividad agraria. Esta bidireccionalidad analiza, fundamentalmente, la capacidadde utilización inicial de los recursos (medio físico) que ejercen una influencia sobre el sistemaproductivo existente (la actividad agraria) y que, como consecuencia del impacto de este sistemasobre los recursos, da lugar a una calidad ambiental resultante de la interrelación. Este tipo deplanteamiento ante la relación de los tres conceptos es el que reflejan documentos como eldenominado Cuidar la Tierra, (U.I.C.N.; P.N.U.M.A.; W.W.F., 1991) y el Atlas de Medio Ambiente(W.W.F., 1991).

Frente a la unidireccionalidad de los anteriores análisis, en éste lo fundamental es lainterrelación bidireccional que debe de tener a los siguientes paradigmas:

- Hay que conservar la vitalidad y diversidad de los ecosistemas naturales, modificados ocultivados.

- Es necesario mantener estos ecosistemas dentro de su capacidad de uso real.- Es obligado generar una base de conocimientos adecuados para poder sustentar la toma de

decisiones de un desarrollo sostenible de los ecosistemas terrestres.

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Esta nueva visión de la interrelación podríamos llamarla “ecológica” o “conservacionista” y, enella, el reconocimiento de que la actividad agraria no es otra cosa que la creación de ecosistemasartificiales permite cambiar la actitud respecto al cultivo de productos y su utilización.

A nivel global, bajo este enfoque sigue siendo válido el que la actividad agraria busca laobtención de rendimientos máximos, para lo cual se fuerza el riego, la fertilización, etc., sinpreocupación por las consecuencias que se puedan derivar. Pero también es cierto que, en lospaíses no sometidos al problema del hambre y sí a la sobreproducción, se está en disposición decomprender que, por ejemplo, cultivar plantas no significa sólo el cultivo de una especie vegetal, sinoque se trata de un ecosistema en el que el suelo, el agua, los microorganismos, etc., constituyencomponentes no menos importantes que la propia planta. Hay que tener mayor conciencia de que alactuar en la forma que sea alteramos el equilibrio del ecosistema artificial de que se trate. El objetivodeberá ser siempre la optimización de la actividad y no sólo la obtención de rendimientos máximos.Sólo así se evitarían los riesgos de contaminación, envenenamiento y otros daños imprevisibles por elhombre al medio que le rodea.

Para lograr esta optimización de la actividad agraria necesitamos la misma información básicasobre ella que sobre los ecosistemas naturales y seminaturales. Mejoras genéticas, balances de aguade los ecosistemas y conocimiento espacial de los mismos y de sus interrelaciones soninvestigaciones fundamentales a tener en cuenta (EVENARI, M. 1973). Sin embargo, estaaseveración realizada hace ya 20 años, está aún lejos de haber sido resuelta, sobre todo en lo que serefiere al seguimiento espacial y temporal de estos ecosistemas cultivados.

Ante el panorama expuesto podemos preguntarnos de qué forma se materializa hoy en día elanálisis de esta interrelación en nuestro ámbito más inmediato. Para ello expondremos inicialmentecómo las instituciones ambientales perciben la interrelación. En segundo lugar presentaremos, bajo elenfoque de la “ingeniería”, cuáles son las principales incidencias o impactos que un buen número deactividades agrarias ocasionan sobre el medio físico y el medio ambiente. En tercer lugar, haremosuna exposición de cuál sería, a nuestro entender, un enfoque ambiental complejo de estainterrelación bajo una perspectiva geográfica.

Una aproximación a las demandas de conocimiento de la interrelación. El ejemplo delas Instituciones con competencias de Medio Ambiente en España

Si tenemos en cuenta que corresponde al Estado la legislación básica de medio ambiente(artículo 149 de la Constitución); a las Comunidades Autónomas la gestión y establecimiento denormas adicionales de protección del medio ambiente (artículos 149 y 148 de la Constitución) y quetambién a los Ayuntamientos, en el ámbito de sus competencias, corresponde la protección del medioambiente (artículo 140), dado, pues, el gran número de competencias horizontales que seentrecruzan entre diferentes instituciones o distintos niveles administrativos (Estado, Comunidades,Ayuntamientos) y entre diferentes organismos a un mismo nivel (diferentes Ministerios y/oConsejerías), es prácticamente imposible determinar con precisión y seguridad los límitescompetenciales de cada nivel administrativo, dado el carácter poliédrico y multidisciplinar del medioambiente (RODRIGUEZ RAMOS, L. 1993). No obstante, podemos extraer de este entramado político-administrativo una visión de las demandas más comunes de conocimiento por las Institucionespúblicas si nos centramos en aquellas que han asumido “oficialmente” competencias en la materia.

Desde el punto de vista del análisis de la problemática ambiental, surgida de la relación entremedio físico, actividad agraria y medio ambiente, la preocupación de las Instituciones públicasentendidas en la materia podemos resumirla extrayéndola de las exposiciones de las prioridades queéstas hicieron a nivel estatal y autonómico con motivo de la I Conferencia General sobre GestiónAutonómica del Medio Ambiente (A.M.A., 1993).

A nivel de Estado. Las competencias son asumidas mayoritariamente por el Ministerio deObras Públicas, Transporte y Medio Ambiente añadiéndose, en aspectos de Conservación de laNaturaleza, la actividad de I.C.O.N.A., organismo autónomo integrado en el Ministerio de Agricultura.

Desde el Estado los problemas ambientales que se destacan en relación con la agricultura yel medio físico pueden resumirse en los siguientes, a tenor de la exposición de las prioridades degestión expresadas por el responsable del organismo en la mencionada Conferencia.

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- En relación a los suelos:

• Pérdidas de cubierta vegetal ocasionadas por la tendencia creciente del número deincendios y por causas estructurales y culturales que también se incrementan.

• Contaminación de suelos. Existen centenares de vertederos incontrolados.

- En relación a la conservación de la naturaleza:

• Degradación de los espacios o zonas de interés.• Pérdida de biodiversidad y recursos biológicos y genéticos. Limitación de las áreas

protegidas con problemas con las poblaciones colindantes dedicadas a actividadesagrarias.

- En relación al medio rural:

• Degradación asociada a la general del medio ambiente. Degradación del patrimoniohídrico, ríos y riberas, erosión, deforestación, degradación de áreas de interés natural yarqueológico, disminución de la agricultura extensiva, desarraigo y reducción de lapoblación rural.

- En relación a la agricultura:

• Uso irracional del recurso suelo. Abuso de fertilizantes y pesticidas. Especialización.Conflictos con la conservación de la naturaleza.

A nivel de las Comunidades Autónomas. La visión de esta relación puede seguirse,igualmente, de la exposición de las políticas ambientales definidas en la Conferencia General sobreGestión Autonómica del Medio Ambiente.

En esta Conferencia los responsables de los órganos de gestión ambiental explicaban lasprioridades relacionadas con distintas facetas, resumiéndose las vinculadas con la actividad agrariadel siguiente modo:

Andalucía: Consejería de Medio Ambiente.- Búsqueda de soluciones a los déficits ambientales generados por los principales residuos

(plásticos, alpechines).- Planes para prevención y control de incendios y erosión.- Planes de reforestación y control de plagas.- Evaluación de Capacidad de Uso y de Riesgo a través de tecnología de sistemas de

información geográfica (S.I.G.).- Declaración de espacios naturales protegidos.

Cantabria: Consejería de Ecología, Medio Ambiente y Ordenación del Territorio.- Desarrollo de un plan de Gestión de Residuos Sólidos Urbanos en Zonas Rurales de

Montaña.- Declaración de espacios naturales protegidos.

Castilla y León: Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio.- Sequía y falta de abastecimiento de agua a poblaciones.- Política de declaración de espacios naturales protegidos y de búsqueda de inversiones para

conservación en espacios agrarios desfavorecidos.- Política forestal sobre tierras agrícolas marginales y sobre montes arbolados con búsqueda

de incentivos para su conservación y mejora.- Lucha por los incendios forestales con trabajos preventivos.- Preocupación por los residuos ganaderos (futuro plan corrector con reutilización para abono y

energía).

Cataluña: Departamento de Medio Ambiente.- Difusión de manuales de buenas prácticas productivas.

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- Declaración de Espacios de Interés Cultural sometidos a protección.

Extremadura: Consejería de Obras Públicas, Urbanismo y Medio Ambiente.- Planes de reforestación con especies autóctonas para atajar la erosión.- Política de Conservación de espacios naturales: declaración de parques naturales.- Ley de la Dehesa para evitar deforestación y usos excesivos por actividades agroganaderas y

forestales.- Lucha contra incendios forestales.- Potenciación del medio rural con planes cinegéticos y piscícolas.

Galicia: Consejería de Ordenación del Territorio y Obras Públicas.- Gestión del agua en sus niveles de calidad y aprovechamiento óptimo.- Establecimiento de recogida, transporte y reciclado de residuos agrícolas y ganaderos.- Luchas contra los incendios forestales.- Protección de ecosistemas forestales, con medidas de restauración.- Declaración de espacios naturales protegidos.

Baleares: Consejería de Obras Públicas y Ordenación del Territorio.- Creación de espacios naturales protegidos y conservación del paisaje.- Compatibilización entre potencialidad de los recursos y su utilización.- Prevención y recuperación de zonas en incendios forestales.- Utilización de la tecnología S.I.G. para evaluación y control de impactos ambientales.

Canarias: Consejería de Política Territorial.- Mantener la capacidad de regeneración de los recursos naturales.- Protección y restauración del paisaje.- Gestión integral del agua.- Mejora de la calidad ambiental de las actividades agropecuarias. Mantenimiento de fertilidad

natural, evitar la erosión, fomento de productos ecológicos.- Programa de protección de espacios naturales, hábitats y espacios.- Control de la erosión.- Subprograma de Información-Modernización de la gestión territorial con tecnología S.I.G.

Madrid: Agencia de Medio Ambiente.- Conservación de la naturaleza con declaración de Parque Regionales.- Creación de un Sistema de Información Ambiental.- Recuperación paisajística.

Murcia: Consejería de Medio Ambiente.- Política forestal y conservación de espacios naturales.- Recuperación de áreas agrarias marginales para bosques.- Fomento de producción agraria compatible con conservación de recursos naturales.- Prevención y extinción de incendios forestales.

Navarra: Departamento de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente.- Análisis de la erosión de suelos.- Programas de formación para el uso racional de fertilizantes y plaguicidas, como lucha contra

la contaminación difusa.- Supeditar la explotación forestal a su compatibilidad de conservación.- Control de proyectos y afecciones en suelo no urbanizable con la obligación de efectuar un

Estudio de Afecciones Ambientales.- Restauración del medio degradado.- Creación de un Sistema de Información Ambiental.

País Vasco: Departamento de Urbanismo, Vivienda y Medio Ambiente.- Búsqueda de una utilización racional de los recursos naturales, tanto renovables como no

renovables, a través del estudio del medio físico y de los conflictos entre los usos del territorioy la protección de la naturaleza.

Asturias: Consejería de Medio Ambiente y Urbanismo.

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- Aprovechamiento de biogas.- Declaración de parques, parajes y paisajes naturales, con ejecución de Planes de Ordenación

de Recursos Naturales.

La Rioja: Consejería de Medio Ambiente.- Plan de residuos sólidos de zonas rurales.- Lucha contra la erosión a través de lucha contra incendios y repoblaciones.- Futura declaración de espacios naturales protegidos.

Valencia: Consejería de Medio Ambiente.- Disminución de contenidos en nitratos en el agua potable.- Planes de reforestación en Planes Hidrológicos.

Es preciso considerar que este resumen no es resultado de un examen exhaustivo deactividades, sino un indicador de la preocupación institucional por los problemas que vinculan mediofísico, actividad agraria y medio ambiente. El gráfico 1 sintetiza aquellas temáticas de la interrelaciónmás priorizadas por las instituciones públicas.

Asimismo, hay que reseñar que se denota una gran preocupación por la restauración yconservación en el sentido de declaración de espacios protegidos y de búsqueda de financiación pararecuperación des espacios degradados de modo que, desde el punto de vista institucional, la relaciónentre medio físico, actividad agraria y medio ambiente se observa con menor tensión que otros tiposde actividad, no considerándose a esta actividad como un elemento agresor en esencia. No obstante,sí se consideran prioritarios procesos que están vinculados directa o indirectamente con lasactividades agrarias y que, en gran medida, dependen de ella, como son la erosión, los incendios, omantener un adecuado nivel de explotación de los recursos con actividades adaptadas a la capacidadde uso de éstas, conservando libres de este tipo de actividades los espacios marginales que aúnsiguen conservando un estadio de preservación aceptable.

Habría que tener presente que una buena parte de los organismos que llevan a cabo lagestión ambiental en las Comunidades Autónomas abogan por el uso de la tecnología de lossistemas de Información Geográfica, como instrumentos para la evaluación de procesos e impactosque inciden sobre el medio. Si añadimos a ello que la mayor parte de los organismos titulares de lascompetencias en medio ambiente lo son también de la ordenación del territorio y urbanismo,podremos derivar que las Instituciones públicas dan una enorme prioridad a la proyección espacial dela problemática ambiental, hecho de enorme interés para un colectivo como el de los geógrafos.

No obstante, es también cierto que, en el enfoque institucional de la problemática, el peso dela que, en su momento, denominamos visión desde la “ingeniería”, de los impactos específicos esigualmente acentuado.

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GRÁFICO 1.- ÁREAS PRIORIZADAS EN LA GESTIÓN POR ORGANISMOS PÚBLICOS COMPETENTES EN MEDIO AMBIENTE

100

43.7 43.7

37.5

31.2 31.2 31.2

18.7

12.5 12.5

6.2 6.2

0 0

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

ConservaciónEspacios Naturales

IncendiosForestales

RegeneraciónPaisajes

Compat. Capac.Usos Recursos

Erosión Control Residuos Desarrollo S.I.G.Evaluac.

Gestión Aguas Impactos IncidenciasFactores Físicos

Plagas Forestales Caza y Pesca DescripciónPaisajes

Incid. Norm. yPlaneam.

%

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Propuesta de un esquema de análisis de la interrelación desde un enfoque ambiental.

Hasta aquí hemos planteado la situación de confusión que se deriva de la relación entremedio físico, actividad agraria y medio ambiente, como consecuencia de análisis pluridisciplinares nointegrados, y hemos examinado las demandas de conocimiento en torno a esta interrelación que sededucen del interés expresado por las Instituciones públicas vinculadas con el medio ambiente. Losdiferentes enfoques de la interrelación que hemos analizado son perfectamente válidos vistos desdecada una de las disciplinas que los abordan, pero no responden adecuadamente a la esencia delmedio ambiente como algo modificado o modificable donde el hombre actúa sobre un ecosistema,éste responde, aquél vuelve a actual y así sucesivamente. En este sentido, ¿cómo podríamosresumir, bajo un enfoque ambiental, esa interrelación? El gráfico 2 intenta plasmar las variables yprocesos que podríamos incluir en un análisis ambiental de la interrelación del medio físico originalcon la actividad humana y la resultante de esa relación como calidad ambiental. Este esquemarecoge un concepto de qué entiende el autor como medio ambiente y cómo debe de abordarse,desde una perspectiva ambiental, la relación entre el hombre y su entorno. En esta concepción sehuye de entender por medio ambiente aquello que desde la competencia institucional se definió comotal y se aborda el concepto bajo la globalidad que la definición de la Real Academia de la Lenguapermite establecer, contemplando todos los elementos del esquema en un continuo flujo de acción-reacción.

De un modo muy resumido podríamos explicar este gráfico del siguiente modo: existe unmedio físico original, con unos recursos potenciales relativos a la atmósfera, suelo, subsuelo, relieve,agua, vegetación, fauna, ..., el cual es descrito por disciplinas especializadas con sus propiosmétodos. Como consecuencia de las características propias de este medio físico original el sistemaproductivo imperante en cada sociedad se ve influenciado, en mayor o menor grado, en función delestado de la tecnología utilizada. Esta actividad humana tiene, igualmente, unas sistemáticas dedescripción asentadas en disciplinas que, a lo largo de la historia, tienen su fundamento en el análisisy descripción de estos procesos productivos.

Las influencias que el medio físico o los recursos naturales ejercen sobre el sistemaproductivo (en nuestro caso la actividad agraria) son de dos tipos. Por una parte, el medio da lugar aunos riesgos potenciales (agravados en mayor o menor medida por el nivel tecnológico), de los queen el caso de la actividad agraria podríamos destacar la erosión, la sequía, las heladas,... Estosriesgos, para ser conocidos, precisan ser evaluados a través de procesos de modelización dondeintervienen, básicamente, parámetros del medio físico, si bien condicionados, en parte, por laactividad humana. Por otra parte, el medio físico original ofrece una capacidad de uso que permitirásu utilización o no por el sistema productivo en función de esas características intrínsecas quepresenta. Para conocer la capacidad de uso, que ejerce una influencia directa sobre el sistemaproductivo, será preciso emplear procesos de valuación con modelos que definan la capacidad deuso general del medio (para bosques, agricultura, ganadería, ...) o la aptitud específica del mediopara actividades más concretas (para cereales, olivar, cítricos, pinos, carga ganadera,...).

Si observamos la relación cuando el sistema productivo comienza a actuar sobre el mediofísico podemos describir la interrelación de la siguiente forma. De una parte, cada proceso productivogenera sobre cada elemento del medio físico original una serie de transformaciones, positivas onegativas, que denominamos impactos de la actividad. Estos impactos específicos han de serdescritos y evaluados y, como veremos más adelante, el enfoque derivado de la evaluación deimpacto ambiental es uno de los más asentados en la valoración de la relación del hombre con suentorno. Los impactos dan lugar a un medio físico transformado a través de degradacionesespecíficas, pero la no adaptación del sistema productivo a la capacidad de uso, la aptitud específicao los riesgos potenciales que ofrece el medio en su origen, pueden dar lugar a una degradacióngeneral de dicho medio, lo cual, a su vez, volverá a incidir sobre el sistema productivo a corto, medioo largo plazo.

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Todo el conjunto de interacciones tiene lugar sobre el espacio a escalas muy diversas, desdelo local de los impactos específicos provocados por una actuación muy concreta, hasta lo globalcondicionado por la sobreexplotación de recursos básicos no respetando sus capacidades de uso.Esta proyección territorial de las degradaciones específicas o generales, como consecuencia de unmedio físico transformado, es la que nos proporciona una calidad ambiental resultante de lainteracción de procesos y toda la interrelación en su conjunto definiría, a nuestro entender y de unamanera sucinta, le medio ambiente.

De este esquema planteado podemos deducir dos posibles formas de abordar el análisisambiental, en el que lo fundamental no es la descripción de las variables, sino la interacción de losprocesos, la evaluación. Por un lado, el enfoque tecnológico que prima el análisis y evaluación de losproblemas más inmediatos al hombre y que se plasma en la valoración de los impactos ambientales yen la búsqueda de soluciones de ingeniería para paliarlos en la medida de lo posible. Este enfoqueestá perfectamente asentado desde hace años y los procedimientos de valoración e incluso degestión administrativa son algo común. En este sentido, más adelante haremos una breve reseña decuáles son los impactos negativos más frecuentes que se derivan de la actividad agraria.

Por otro lado, hay otro posible enfoque que se derivaría de la proyección espacial de laproblemática ambiental y de la interacción en el territorio de los flujos que hasta aquí hemosmencionado. Para poder abordar este análisis, esencialmente geográfico ambiental, es preciso teneren cuenta las exigencias que debe de cumplir la información a utilizar. Estas exigencias proceden, deuna parte, de la esencia de lo ambiental aquí definido, interacción en el espacio, y, de otra, del hechode que los enfoques tradicionales, con los que se zaborda una nueva visión social de la relación conla realidad sintética del medio ambiente, están sufriendo, recientemente, un cambio revolucionariodesde el punto de vista de la interrelación de la información que se utiliza para analizar y gestionar elmedio ambiente. Ello se debe, en gran parte, a los avances en nuevas tecnologías de la informacióncomo son los Sistemas de Información geográfica (S.I.G.) y la teledetección espacial, que suponenuna vía de trabajo que permite ese análisis integral, propio del medio ambiente.

Si reflexionamos sobre cuáles serían los condicionantes que, bajo esta perspectiva, deberíade cumplir, hoy en día, la información necesaria para poder llevar a cabo un análisis y evaluación delmedio ambiente, podrá comprenderse el por qué de la contribución transcendental de estosinstrumentos.

En primer lugar, es preciso considerar que se necesita una información expresada en elespacio en el que se inserta y con el que se relaciona. Toda información ambiental para que puedaintegrarse con cualquier otro tipo de parámetros debe de estar referenciada cartográficamente. Losmapas se constituyen, así, en un elemento básico de cualquier análisis ambiental en la actualidad. Lanueva tecnología de los S.I.G. maneja siempre en ordenador información espacial, lo que obliga atener un cuidado exquisito en la localización cartográfica de cualquier información a emplear. Sólocon esta precaución espacial podremos relacionar, por ejemplo, perfiles de suelos (tomados en unascoordenadas concreas) con el crecimiento de la vegetación en parcelas situadas sobre ellos, cuandoqueremos hacer seguijientos en el tiempo y sobre territorios extensos.

En segundo lugar, hay que tener en cuenta que el hombre ha alterado los ciclos de lanaturaleza acelerando extraordinariamente sus ritmos de cambio. Hasta hace pocos años seconcebía que el decenio era un ciclo adecuado para el análisis territorial y a éste se acomodaban losanálisis clásicos, haciéndose censos, vuelos aéreos, cartografías de usos del suelo, etc. Hoy losritmos de alteración del medio ambiente, por la actuación del hombre, se han acelerado y es precisoutilizar técnicas y procedimientos que respondan mejor a estos nuevos ciclos. La teledeteccióncontribuye, con su capacidad de análisis multitemporal, a obviar este problema desde el punto devista de la información sobre el medio. Pero, además, es preciso considerar que pocas veces se hancontemplado en el análisis espacial que la naturaleza, sobre todo en regiones mediterráneas, tieneunos ciclos alternantes muy acentuados que se alejan de las visiones estáticas que ofrecen losdocumentos cartográficos convencionales. Estos ciclos alternantes rigen la dinámica vital de todonuestro entorno, pero fundamentalmente, de los espacios naturales. Sólo con instrumentos como lateledetección espacial y la tecnología S.I.G. es posible hoy en día controlar de forma adecuada laevolución anual de estos ciclos vitales en la naturaleza, sea ésta natural o cultivada.

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En tercer lugar, la nueva concepción del medio que nos rodea obliga a disponer de una nuevainformación sobre él. La información clásica segmentada disciplinarmente no contribuyesuficientemente al conocimiento de la realidad sintética ambiental. Es preciso disponer de informacióninterrelacionada en el tiempo y en el espacio, de las temáticas más variadas. Es necesario asumir uncambio en los enfoques clásicos con los que venía generándose información sobre el medio, parapermitir, así , un análisis adecuado a esta nueva situación. Un sencillo ejemplo puede evidenciar estaimperiosa necesidad:

Los espacios naturales han dejado de ser santuarios en los que la conservación es absoluta,pasando a ser zonas sometidas a extraordinarias presiones exteriores e interiores, cuya dinámicasupera, con creces, los procedimientos convencionales de análisis espacial. El hecho de que lareferenciación espacial básica, la cartografía topográficas, haya sido concebida siempre como unaherramienta de trabajo al servicio del urbanismo, la obra pública o el ejército, ha dado lugar a lacreación de modelos cartográficos que, en numerosas ocasiones, no recogen las necesidades que seplantean desde un enfoque ambiental. Así, las zonas húmedas litorales, zonas de no actuación porexcelencia, se ven desprovistas del documento de partida básico en el que cualquier informaciónmedioambiental ha de ser referida, ya que si analizamos un mapa topográfico de cualquier zona delas marismas, sólo dispondremos de algunas referencias planimétricas y algunas cotas altimétricas(siempre de orden métrico) cualquiera que sea la escala de representación. Por el contrario, una zonaurbana o de regadío, a la misma escala, sí tiene bien establecidos todos los elementos derepresentación necesarios para la gestión de estos espacios.

Podríamos concluir que las escalas a las que se ha dado respuesta a las necesidades deinformación de los espacios naturales no han superado nunca el nivel de semidetalle, pero con unoscontenidos informativos que, en zonas húmedas por ejemplo, sólo llegan a recoger datos a nivel dereconocimiento territorial.

Con este tipo de documentos de base resulta extremadamente complicada la referenciacióncorrecta de la información ambiental, si consideramos la necesidad de manejar ésta de un modointegrado. Hay que añadir que la cartografía temática convencional no se suele expresar con fines deintegración de información, sino como documentos aislados, perdiendo asi una gran parte de susposibilidades de uso medioambiental.

Es necesario, por consiguiente, generar información básica y temática con nuevos criteriosque permitan una mejor capacidad de análisis ambiental, ya que la gestión de los espacios naturalesprecisa de un conocimiento territorial profundo que muestre las características básicas de estaszonas, no a nivel de reconocimiento territorial, como hasta ahora, sino a nivel de detalle. Pero estambién preciso acomodarlas sistemáticas de levantamiento de información sobre los recursosnaturales a nuevos procedimientos metodológicos que permitan sobrepasar las abstraccionesmentales que los mapas (básicos o temáticos) suponen, para aproximarnos a la compleja realidadambiental, integradora en el tiempo y en el espacio de todo tipo de factores.

Igualmente es preciso considerar la fiabilidad de la información que estamos utilizando. Hastano hace mucho la representación espacial de la información carecía de métodos de validaciónestadísticas, de forma que lo representado en un mapa ha sido siempre una plasmación simbólica enla que, más o menos, podíamos confiar. Para un análisis espacial adecuado es preciso concebir larepresentación cartográfica como un instrumento que debe de expresar los márgenes de error de loque representa, de forma que de un mapa de cultivos podamos extraer una estadística quecontemple, mediante técnicas adecuadas, la calidad de la información cartografiada. Las nuevasrepresentaciones de variables ambientales derivables del uso de las nuevas tecnologías de lainformación permiten esta nueva aproximación a la realidad territorial.

Utilizando estos dos posibles enfoques de la interrelación, haremos seguidamente unadescripción, primero desde el punto de vista del análisis de los impactos específicos de diferentesactividades agrarias y, segundo, desde el análisis de la interrelación espacial, abordando lasinfluencias que el medio físico ejerce sobre la actividad agraria (evaluación de la capacidad de uso) yla incidencia de la actividad sobre el medio, valorando la evolución de la adaptación del sistemaproductivo al medio físico original. A este respecto, la región de Andalucía será el territorio sobre elque realizaremos el referido análisis espacial.

14

Las incidencias de la actividad agraria sobre el medio ambiente. Descripción dealgunos de los impactos más frecuentes.

La actividad agraria va acompañada de aspectos poco conocidos o difundidos, vinculados alos impactos negativos que sus prácticas ocasionan sobre el entorno, en que se desarrolla. Hasta nohace mucho estos impactos se solían conocer o prever, pero el cambio revolucionario que se haproducido en el uso de nuevas técnicas en la actividad agraria está dando lugar a que los efectosnegativos no se conozcan por los agricultores, e incluso tampoco sean previsibles, de modo directo,para especialistas en la materia.

Un somero repaso a las principales transformaciones vinculadas, de un modo u otro, a laactividad agraria en nuestro entorno y que pueden tener incidencias negativas sobre el medio podríaser el siguiente:

1) Las transformaciones en regadío. Es evidente que la puesta en riego de una tierraproporciona un beneficio económico a nivel particular, y mejora la capacidad de producción dealimentos a nivel global, pero da lugar a fuertes alteraciones sobre los compuestos físicos y biológicosdel medio que no son nada desdeñables, (M.O.P.U., 1988).,

Los impactos más evidentes provienen de la incidencia sobre la cantidad y calidad de lasaguas tanto superficiales como subterráneas. Esta agua verán reducidos sus recursos y degradadassus características, sobre todo si se elige erróneamente su procedencia y/o se hace uso abusivo delas mismas con sistemas de riego no adecuados. Asimismo, plaguicidas y fertilizantes provocaránuna contaminación difusa, por escorrentía e infiltración, de graves consecuencias en numerososaspectos ambientales (véase Tabla 1).

La puesta en regadío de una tierra puede tener también incidencia (positiva o negativa) sobreuna aceleración de procesos de erosión, al alterarse, normalmente, la estructura del suelo y el gradoy la longitud de las pendientes de las tierras. La elección de una estructura de riego y un drenaje noeficientes pueden acentuar este tipo de impactos. Por otra parte, al contaminación difusa de lossuelos por productos fitosanitarios y fertilizantes puede llegar a producir efectos nocivos de elevadamagnitud en aspectos biológicos del medio, incluido el propio ser humano,

Se han de sumar incidencias, como el aumento de insectos provocado por la elevación de lahumedad ambiente, que actúan como vectores de transmisión de enfermedades, o como ladesaparición de especies animales y vegetales del ecosistema transformado.

Finalmente, las infraestructuras generadas y las propias alternativas de cultivo dan lugar a unimpacto paisajístico notable.

2) La agricultura intensiva bajo plástico. El uso de este tipo de técnicas de cultivo se haacentuado enormemente en las dos últimas décadas, dando lugar a un aumento de la producción yde la competitividad de los productos extraordinario. Pero, paralelamente a este tipo de beneficios,corren alteraciones ambientales que son similares a las mencionadas para las transformaciones enregadío, pero añadiéndose algunas de mayor calibre.

Tanto aguas superficiales como subterráneas ven afectados sus recursos en calidad ycantidad, produciéndose, con frecuencia, fenómenos de salinización (sectores costeros de Almería,Granada,...) y de contaminación por fertilizantes y productos fitosanitarios.

Los suelos, a menudo, sufren procesos de alteración muy fuertes que pueden conllevar,desde su salinización hasta la contaminación por productos fitosanitarios, fertilizantes y metalespesados que se incorporan al complejo de cambio catiónico del suelo y de ahí pasar a los seresvivos. La mayor alteración se produce en los procesos de generación de suelo artificial en losinvernaderos, con utilización de estiércol y arenas de forma masiva, cuya extracción puede alterar,además, otros territorios.

Igualmente, el plástico utilizado masivamente en este tipo de actividad y su cambio bianualproduce alteraciones por contaminación atmosférica (cuando se incineran sus desechos) y, siempre,paisajísticas.

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Monocultivo y ambiente húmedo y cálido darán lugar a plagas persistentes, usos masivos deproductos fitosanitarios, riesgos para la salud y los ecosistemas, etc.

3) Cultivo de áreas con fuerte pendiente. El impacto paisajístico, la erosión y/o ladegradación del ecosistema preexistente, son los impactos negativos más notables que puedeocasionar este tipo de prácticas, si bien existen algunos otros menores (véase Tabla 2), vinculados altipo de uso que se desarrolla sobre estas áreas (regadío, secano) y a la obra de implantación que sepueda realizar (construcción de terrazas, taludes, etc.).

4) Explotaciones ganaderas. Este tipo de actividad se desarrolla de dos formas posibles yambas pueden tener incidencias negativas sobre el medio ambiente. Si se efectúa una actividadbasada en pastoreo, no contemplando la capacidad de carga ganadera que un territorio puedesoportar, se producirán fenómenos de eliminación de la vegetación, erosión, destrucción de laestructura edáfica superficial y deterioro generalizado del medio. Si la actividad es intensiva yconcentrada, con estabulación del ganado, se producen impactos como la acumulación de purines yestiércol, malos olores, contaminación de las aguas superficiales, desarrollo de vectores deenfermedades para el hombre o los animales, o la contaminación de los suelos.

También, durante la fase de implantación de una ex implantación de una explotaciónganadera, las vías y obras realizadas, incidirán sobre el uso de la tierra, consumirán recursosenergéticos, darán lugar a ruidos y provocarán cambios en el paisaje y los ecosistemas.

Cuando la explotación está en funcionamiento, los desperdicios que genera constituyen elelemento de mayor incidencia sobre los componentes físicos y biológicos del medio Tabla 2).

5) Construcciones rurales. Las edificaciones rurales necesarias para el desarrollo de laactividad agraria son, cada vez más, causa de diversos tipos de incidencias sobre los componentesambientales físicos y biológicos. Frente a la utilización en el pasado de materiales y diseños acordescon el terreno y paisaje, son hoy en día cada vez más frecuentes los materiales y diseños foráneosque acentúan los impactos paisajísticos. No obstante, gastos energéticos, alteración de los usos de latierra y de los ecosistemas e impactos por ruido durante la construcción, son comunes también a estetipo de edificaciones.

6) Roturaciones. Como consecuencia de la eliminación de una cubierta vegetal preexistentepara la implantación de cualquier tipo de cultivo se producen graves riesgos de alteración que fueronmuy frecuentes en el pasado, provocando catástrofes ecológicas que hoy se reflejan en las enormesextensiones de ecosistemas degradados que dominan nuestro entorno. Hoy se reducen aactuaciones locales, cada vez más esporádicas. Los impactos que de ellas se derivan suelenvincularse a la erosión del suelo, que se ve más acelerada debido a la eliminación de la coberturavegetal protectora de la energía cinética de la lluvia. Asimismo, las labores alteran el perfil edáfico,reblandeciendo el terreno, cambiando su estructura y facilitando la erosión. Igualmente, al eliminar lavegetación se aumenta la escorrentía superficial, se elimina la flora y fauna original, provocando ungrave desequilibrio ecológico que, a veces, termina con el abandono de las tierras convertidas eneriales.

A gran escala las roturaciones pueden provocar cambios climáticos y, evidentementepaisajísticos.

El cultivo de tierras en pendiente da lugar a una aceleración de los procesos de erosión yescorrentía, agravados por prácticas agrícolas como el arado a favor de la pendiente o la creación decaballones de altura excesiva, tan comunes en la agricultura de nuestras tierras.

7) Quema de rastrojo. Esta práctica agrícola es tradicional en nuestro país, condicionada porla mayor facilidad para la realización de labores posteriores, como la alzada, y por el ahorro de unalabor de enterrado que implica un gasto adicional, así como por la disminución de malas hierbas yparásitos en cultivos posteriores.

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El impacto más inmediato, pero también el más pasajero, es el paisajístico. El peligro deincendio que ocasiona a los ecosistemas que rodean al cultivo es igualmente negativo. Pero, además,a nivel general, produce una contaminación atmosférica nada desdeñable dada su difusión.

Por lo que se refiere al suelo, provoca la destrucción inmediata de su potencial de humus y,por tanto, la destrucción de materia orgánica, nada abundante en los suelos mediterráneos. Destruyela microestructura del suelo provocando, además, su deshidratación. Al quedar el suelocompletamente desnudo tras la quema del rastrojo, las primeras lluvias otoñales dan lugar a fuertespérdidas edáficas.

8) Los incendios de matorrales, provocados para dar lugar al rebrote de retoños deespecies vegetales más apetecibles para los rebaños de cabras y ovejas, suelen ser tambiénfrecuentes en el mundo mediterráneo y suelen ocasionar incendios forestales de consecuenciasimprevisibles. Todos los impactos mencionados más arriba para la quema de rastrojos se ven aquímultiplicados, añadiéndose la pérdida de biodiversidad de las masas vegetales y la muerte de lafauna existente, junto con la degradación, a largo plazo, del espacio afectado.

9) Repoblaciones forestales. Este tipo de actividad produce un impacto positivo a largoplazo, si se realiza con especies autóctonas. No obstante, a corto y medio plazo, los componentes dela actividad actúan sobre los componentes ambientales físicos y biológicos provocando impactosnegativos de más o menos trascendencia según los casos (véase Tabla 3).

Así, los métodos de eliminación de la vegetación preexistente darán lugar a impactos más omenos intensos en función de que se utilicen procedimientos químicos, mecánicos o manuales ysegún la superficie afectada (GUZMAN, A. 1993).

Las técnicas de preparación del suelo provocarán un impacto negativo tanto mayor cuantomás intensa sea la alteración del mismo. Las especies empleadas, si no son autóctonas, darán lugara alteraciones del ecosistema y a un cultivo forestal más que a una regeneración de ecosistemasdegradados

Los suelos, como consecuencia de las labores de preparación y eliminación, sufren impactosde muy diverso tipo, que pueden resumirse en: alteración de su régimen de humedad, alteración desu temperatura superficial, variación del pH, salinización, pérdida de materia orgánica, aceleración delos procesos de erosión, mezcla de horizontes, etc... A este respecto las actividades más negativas,en caso de repoblaciones forestales serían: uso de cultivos equivalentes (plantaciones de turnocorto), laboreo excesivo, no restitución de elementos fertilizantes, sustitución de especies en situaciónclímax por otras de estadios inferiores, alteración de suelos raros, aterrazamientos, ...

Sobre el agua y el régimen hidrológico, las repoblaciones tendrán una incidencia positiva alargo plazo, pero, a corto plazo, el impacto puede ser negativo y más intenso cuanto mayor sea lapendiente de la zona y más irregular el régimen de precipitaciones. La erosión y la estabilidad de laspendientes son los impactos más negativos ya que pueden verse acelerados por las actividadesdesarrolladas. La cantidad de las aguas superficiales y subterráneas pueden verse igualmentealterados por este tipo de actuaciones.

La fauna de la zona sometida a repoblación sufre impactos directos e indirectos. Las aves veneliminadas, a corto plazo, la vegetación arbórea y arbustiva. La ictiofauna verá la alterado su mediopor aumento de la turbidez del agua. En general, es frecuente un empobrecimiento faunístico en losprimeros estadios de la repoblación.

Finalmente, el paisaje sufre alteraciones fuertes por la eliminación de la vegetación, remocióndel suelo, modificación de las formas topográficas, etc,...

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Un ejemplo de análisis de la interrelación desde la perspectiva de la proyecciónespacial y temporal de variables y procesos.

1) Evolución de ecosistemas en el período 1976-1987 en Andalucía.

Si tomamos en consideración las directrices que, a nivel mundial, se están contemplandocomo una estrategia para la preservación de la integridad de los ecosistemas de la Tierra, orientandolas actuaciones de planificación para preservar, en el mayor grado posible, los ecosistemas naturalesy modificados de cada país, sería conveniente matizar que, en realidad, no hay ningún ecosistema enel mundo que sea “natural”, en el sentido de que haya escapado a toda influencia humana. Esevidente, además, que en territorios con agricultura milenaria, como es el caso de Andalucía, granparte de los ecosistemas naturales han desaparecido y los que aún persisten están sometidos aelevadas presiones por la actividad humana. Los antiguos bosques, humedales y pastizales fueronmodificados para destinarlos a usos agrícolas, acuícolas o de servicios, de forma que los usos uocupaciones actuales del territorio regional son el resultado de numerosas transformacionesrealizadas sobre los ecosistemas originales.

Con todo, analizando los usos y coberturas actuales del suelo, puede deducirse que el gradode alteración de los ecosistemas naturales es muy diferente en el conjunto de la región y que, dadoque a lo largo de la historia, el hombre ha adaptado globalmente los usos más adecuados a lascapacidades de los recursos, hay en día, podemos aún hablar de ecosistemas “naturales” o”naturalizados” que cubren una buena porción del territorio de Andalucía.

En este sentido, plantearemos en muy pocas líneas un análisis de la evolución reciente de losgrandes ecosistemas existentes en Andalucía, entendiendo por tales los clasificados comoecosistemas naturales, modificados, cultivados y construidos (U.I.C.N., P.N.U.M.A., W.W.F., 1991).La definición de estos grandes ecosistemas, adaptada a un territorio de historia milenaria,evidentemente, tiene que ser matizada en relación a territorios donde la actividad humana ha tenidouna menor implantación. Así, podemos entender que, si asimilamos, en un extremo de jerarquía deconservación, ecosistemas naturales o naturalizados con aquellos ecosistemas autorregulados, enlos que existe una alta proporción de especies nativas con respecto a las especies introducidas, y enel otro extremo, ecosistemas construidos, aquellos que son regulados por el ser humano y ofrecenuna alta degradación y una proporción de especies introducidas, con respecto a las especies nativas,prácticamente dominantes, podríamos efectuar un análisis de la evolución de estos grandesecosistemas en Andalucía, en el período de 1976-1987 y establecer la relación que dicha evoluciónmuestra con respecto a la capacidad general de uso de las tierras de la región. El decenio 1976-1987es trascendental en cuanto a cambios de uso del suelo, condicionados por cambios políticos yeconómicos en el país, pero, además 1976 y 1987 son, hoy por hoy, las únicas fechas de las que sedispone de un reflejo espacial de los usos del suelo y coberturas vegetales para la región.

Entenderemos aquí, pues, que en Andalucía son ecosistemas naturales o naturalizados todasaquellas zonas de bosques de especies autóctonas, humedales y superficies de aguas que no hansufrido un proceso de alteración acentuado como para que su estructura actual ofrezca una diferenciaradical con respecto a la situación originaria de estos ecosistemas. Se designarán como ecosistemasmodificados todas aquellas zonas con vegetación arbustiva y/o herbácea y humedales que, tras unproceso de actuación humana, conservan un elevado número de características y especiesautóctonas procedentes de la degradación de los ecosistemas naturales y cuyos componentesestructurales no son objeto de cultivo. Extensas superficies de matorral arbolado, matorrales ypastizales integrarían en Andalucía esta clase. Los ecosistemas cultivados son aquellos en los cualesel impacto humano es superior al de cualquier otra especie y, en ellos, se cultivan la mayoría de suscomponentes estructurales. Ejemplos de estos ecosistemas en Andalucía, amén de todas las tierraspropiamente cultivadas, serían las dehesas y zonas de repoblación forestal. Finalmente,entenderemos como ecosistemas construidos aquellos en los cuales abundan edificios einfraestructuras al servicio del ser humano y donde la diversidad, productividad y habitabilidad paraotras especies que no sean la humana, se han reducido enormemente.

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23

Ateniéndonos a la anterior clasificación, las clases de usos y coberturas vegetales existentesen Andalucía en 1976 (DE LA ROSA, D. Y MOREIRA, J.M. 1987) y 1987 (MOREIRA, J.M. yFERNÁNDEZ-PALACIOS, A., 1994) han sido agrupadas, presentando la tabla 4 un análisiscomparativo de la evolución porcentual de la significación superficial de estos grandes ecosistemasde Andalucía.

Un examen somero de estos datos, obtenidos como consecuencia de la valoración desuperficie de los mapas de usos y coberturas vegetales del suelo, muestra cómo la proporción de loscuatro grandes grupos de ecosistemas es muy diferente. En el conjunto de la región los ecosistemasnaturales o naturalizados suponían en 1976 un 9,5% de la superficie regional; los ecosistemasmodificados un 41,5%; los cultivados un 47,9% y los construidos un 1,1%. Esta situación es,evidentemente, lógica tras milenios de actividad antrópica sobre el medio natural. Los ecosistemasnaturales aparecen como espacios de refugio donde, dadas las condiciones físicas reinantes, elhombre no ha recurrido a una transformación de estas tierras. No obstante, a nivel provincial seaprecian grandes diferencias, provocadas por la mayor o menor presencia de condiciones que hanfavorecido la permanencia de estos ecosistemas. Así, las provincias que en 1976 presentaban unamenor superficie de ecosistemas naturales eran las de Almería (9,87%), Granada (11,2%), y Málaga(11,1%), y las que mayor Huelva (23,6%) y Cádiz (23,2%). En medio del eje agrario de Sevilla(11,4%), Córdoba (13,3%) y Jaén (15,7%) ofrecía clara evidencia de la fuerte actividad agraria que hatransformado, a lo largo de la historia, sus ecosistemas. Existe, pues, una clara dicotomía entre elsector suroriental de la región, donde actividades del pasado y un medio natural de comportamientoextremado han dado lugar a una superficie de ecosistemas conservados muy reducida y en el sectoroccidental, donde una adaptación histórica a la capacidad de uso de las tierras y un medio menosextremado han permitido la pervivencia de ecosistemas naturales refugiados en las zonas de menorcapacidad de uso. En este sentido, la elevada capacidad de uso del recurso suelo en el Valle Centraldel Guadalquivir justifica la escasez de estos ecosistemas en las provincias de Sevilla, Córdoba yJaén.

En 1987 se produce un descenso general del peso de estos ecosistemas en su significaciónsuperficial en la región, si bien, este descenso es mínimo, ya que supone la pérdida de sólo un 1% desuperficie a nivel regional. Hay, pues, una tendencia a la estabilidad de este tipo de ecosistemas en elconjunto de la región y ello se ha visto favorecido por una serie de actuaciones del gobierno regionalentre las que destacan la Ley de Inventario de los Espacios Naturales Protegidos de Andalucía (1984)y la creación de la propia Agencia de Medio ambiente (1984). Por provincias, la situación escontrastada. Frente a la estabilidad en la tendencia al cambio ofrecida por provincias como Almería,Granada, Málaga (las que ofrecían ya menores superficies de ecosistemas conservados), Huelva yJaén, destaca el fuerte cambio ofrecido por las provincias de Cádiz (pasa de un 23,2% a un 16,6%),Córdoba (13,3% al 8,9%) y, en menor medida, Sevilla (del 11,4% al 9%). La interpretación de estastendencias de cambio deben de ser, igualmente, diferentes. Así, transformaciones sobre humedales ypuesta en cultivo de tierras justifican los cambios en Sevilla. Un proceso de cultivo extensivo yadehesamiento en la Sierra Morena pueden ser responsables de este cambio en Córdoba. En Cádiz,la degradación de tierras por incendios, la transformación de humedales y el cultivo de zonasmarginales pueden explicar el proceso.

Por lo que respecta a los ecosistemas modificados, estos suponían en 1976 un 41,5% de lasuperficie de Andalucía, con una cifra similar a la de ecosistemas cultivados. Estos ecosistemas son,posiblemente, resultado de un proceso de ensayo-error al que el hombre ha sometido al mediodurante milenios en sus deseos de explotar los recursos que la naturaleza ponía a su alcance. Estosecosistemas pueden ser considerados, además, como una especie de colchón de reserva a partir delcual recuperar la naturaleza transformada. Por consiguiente, estas cifras indicaban una buenaposición en cuanto a disponibilidad de tierras situadas en un segundo escalón para la conservación. Anivel de provincias destaca la situación de Almería, con más de un 60% de sus tierras comoecosistemas modificados, y Huelva (50%). En el extremo opuesto vuelve a mostrarse la actividadagraria condicionadora de los restantes ecosistemas en las provincias de Sevilla (18,3%), Jaén(31,12%) y Córdoba (31,8%).

Las tendencias de cambio en estos ecosistemas modificados ofrecen un panorama muchomás acentuado en esta década que el mostrado por los ecosistemas naturales. La región pierde en1987 un 9% de su superficie considerada como ecosistemas modificados. Este cambio es muy fuerteen provincias como Almería, que pasa del 62,8% al 49,1% de superficie, Córdoba (del 31,8% al

24

19,3%) y Huelva (del 50,3% al 38,2%), y es menor en Sevilla (del 18,3% al 12,8%), Málaga (del36,5% al 30%) y Jaén (del 31,1% al 27,2%); Cádiz y Granada aparecen como las provincias consuperficies de ecosistemas modificadas más estables.

Las nuevas agriculturas y los nuevos regadíos, próximos a zonas litorales, así como la puestaen cultivo de tierras hasta entonces invadidas por matorral o pastizal explicarían, en diverso grado,este proceso.

Los ecosistemas cultivados, suponían en 1976 casi un 50% de la superficie de Andalucía,resultado de un proceso de colonización y adaptación milenaria de diversas culturas sobre el territorioregional. Sevilla, Córdoba, Málaga y Jaén superaban esta cifra de superficie ocupada en sus tierraspor estos ecosistemas, mientras, en el extremo opuesto, un medio natural no adecuado, por razonesdiversas, daba lugar a que Almería y Huelva ofrecieran porcentajes próximos sólo al 25% designificación superficial.

La tendencia de cambio en estas década ofrece, como es lógico suponer, tras analizar latendencia ofrecida por los ecosistemas naturales y modificados, unas cifras con fuertes incrementos.Así, para el conjunto de Andalucía estos ecosistemas aumentan en un 9%, siendo estos incrementosmuy importantes en Almería (pasa del 27,2% al 40,4%) por el crecimiento de las nuevas agriculturas;Córdoba (pasas del 53,6% al 74,2%) por la consideración de tierras adehesadas como ecosistemascultivados y la puesta en cultivo de zonas de sierra Morena y Pedroches; Huelva (pasa del 25,9% al36,2%) por nuevas agriculturas en el litoral y Sevilla y Cádiz, por el crecimiento de superficiesirrigadas. Las provincias de Jaén, Málaga y Granada aparecen en este caso, como las menosafectadas por tendencias de cambio.

Finalmente, en el extremo de la pirámide de conservación de ecosistemas, los espaciosconstruidos llegaban a representar en 1976 un 1,1% de la superficie de Andalucía, contrastando laescasez de este tipo de ecosistemas en provincias como Almería (0,5%), Granada (0,5%) y Huelva(0,8%), con la relativamente elevada superficie que estos ecosistemas ocupaban en Cádiz (1,9%) yMálaga (1,8%). Transcurrida la década 1976-1987, se produce un aumento de superficies construidasque, desde un punto de vista absoluto, no es de gran magnitud, pero sí desde un punto de vistarelativo. La región duplica la superficie de ecosistemas construidos. Esta tendencia, fomentada por elcrecimiento del turismo en la costa y por desajustes de un crecimiento urbanístico e industrial pocorespetuoso con el medio, eleva estos porcentajes, en provincias como Cádiz, donde se alcanza el3,8% de la superficie provincial, Málaga (3,2%), Huelva (2,5%) y Sevilla (2,5%). Por el contrario, lasprovincias de Jaén y Córdoba permanecen estabilizadas. Almería, con escasa significaciónporcentual de estos ecosistemas en 1987, multiplica, no obstante, por cinco su superficie, mostrandouna tendencia de cambio extraordinariamente acentuada.

2) Análisis de la interrelación entre capacidad de uso de los ecosistemas y utilizaciónde las tierras en Andalucía.

La puesta en relación de la capacidad de uso de un recurso y el uso efectivo que de él serealiza podría ser contemplada como un indicador de la mayor o menor eficacia, por parte delhombre, de adaptarse a dichas capacidades. Un estudio llevado a cabo por la Agencia de MedioAmbiente (DE LA ROSA, D. Y MOREIRA, J.M., 1987) ponía en evidencia la capacidad general de usoagrológico de los recursos tierra de la región, a través de una sistemática que valoraba lascaracterísticas de relieve, suelo, agua, clima y componentes bióticos vegetales, dando lugar a unaevaluación con orientación ecológica de estos recursos, tierra, que fueron clasificados bajo lassiguientes nomenclaturas según su características:

- Tierras de excelente capacidad de uso (S1). Las tierras incluidas en esta clase son las demás alta calidad agrológica, con ninguna o muy pocas limitaciones que restrinjan su uso. Permiten unamplio cuadro de cultivos agronómicos, especies forestales y no ofrecen problemas de manejabilidady son de excelente productividad bajo un manejo acertado y muy buena fertilidad natural.

Estas tierras no precisan de prácticas especiales de conservación, al presentar unos riesgosmuy limitados de erosión o de cualquier otra degradación.

25

- Tierras con buena capacidad de uso (S2). Las tierras agrupadas bajo esta nomenclaturapresentan algunas limitaciones de orden topográfico, edáfico o climático, lo que reduce un tanto elconjunto de utilizaciones agrícolas o forestales posibles y su capacidad productiva.

Pueden ofrecer algunos problemas de manejabilidad, aunque su productividad debe serbuena bajo un manejo adecuado. En general, requieren de prácticas moderadas de conservación desuelos para prevenir su deterioro o mejorar las relaciones suelo-agua-aire.

- Tierras con moderada capacidad de uso (S3). Las tierras incluidas en esta clasepresentan limitaciones importantes vinculadas a los factores topográficos, edáficos o climáticos,quedando reducido considerablemente el conjunto de cultivos posibles, así como su capacidadproductiva para bosques. Las técnicas de manejo son más difíciles de aplicar y mantener, teniendocostos más elevados. Precisan de prácticas intensas y, a veces, especiales de conservación paramantener una productividad continuada.

- Tierras marginales y de protección (N). Estas tierras no reúnen, por lo general, lascondiciones adecuadas para cultivos agrícolas, siendo recomendable su conservación para cubiertasvegetales naturales o naturalizadas, como única forma de mantener y recuperar la capacidadproductiva del recurso y sus características físicas y bióticas. En su explotación deben tenerpreferencia los fines de conservación o vida silvestre, científicos y otros que impliquen beneficiocolectivo o de interés social.

La tabla 5 muestra la distribución porcentual de superficie ocupadas en Andalucía por cadauna de estas clases de capacidad general de uso, remitiendo al lector al mencionado estudio pararecabar mayor información relativa a la metodología y distribución espacial de los resultadosobtenidos.

Si, como comentamos al inicio de este capítulo, ponemos en relación las cifras obtenidas enla evaluación de capacidad de uso con las existentes en cuanto a usos y coberturas vegetales delsuelo en las dos fechas aquí analizadas, podríamos establecer unos índices que valorasen el gradode acomodación que uso y capacidad de uso presentan, a nivel de grandes cifras, en el conjunto dela región y conocer cómo estos índices evolucionan en el tiempo. Partimos en este caso de unapremisa que no siempre tiene por qué ser cierta: que coinciden espacialmente los ecosistemasactuales con las áreas de capacidad de uso definidas por factores físicos.

Efectivamente, sin consideramos que las tierras clasificadas como marginales o de protecciónno deberían tener otro uso que el de cubiertas vegetales autóctonas, y relacionamos la superficie detierras con dichas capacidad de uso (N) con la superficie ocupada por los que hemos denominadoecosistemas naturales (En), obtendremos un índice (Ic) que, expresado en tantos por uno, identificarála conservación que se ha producido de estos ecosistemas naturales.

EnIc = N

A este índice lo denominaremos en adelante índice de adaptación a la conservación.

Relacionando las tierras de capacidad de uso marginal o de protección (N), con losecosistemas naturales (En) y los ecosistemas modificados (Em), existentes en cada fecha, pondríamosen evidencia cómo, acumulando las superficies de tierras menos transformadas por el hombre, sepodría disponer de un margen de actuación para la regeneración o reconstrucción de ecosistemasautóctonos. Tendríamos, así, lo que denominaremos índice de adaptación a la rehabilitación deecosistemas.

En+ EmIR =N

26

Por último, poniendo en relación las superficies de tierras de adecuada capacidad de usoagrológico, es decir, las tierras de excelente capacidad de uso (S1) y buena capacidad (S2=), conaquellos ecosistemas que, en cada fecha de análisis, aparecían como ecosistemas cultivados (Ec),estaremos teniendo en cuenta la adaptación que existe en cuanto a la acomodación del uso de losrecursos en relación a su capacidad de uso agrológico. A este índice lo denominaremos índice deadaptación de los ecosistemas cultivados a la capacidad de uso agrológico

S1 + S2Ia = Ec

La tabla 6 recoge el conjunto de índices de adaptación ecológica elaborados para 176 y 1987a nivel de grandes conjuntos territoriales de Andalucía.

Las conclusiones que pueden obtenerse del análisis de los datos para el período 1976-1987son de diverso tipo, matizando algunos de los resultados sobre usos y coberturas vegetales quecontemplamos anteriormente.

En el conjunto de la región y a nivel global, como consecuencia de su historia milenaria, sepodría considerar que se han puesto en juego todas aquellas tierras que tienen capacidad de usoagrológico adecuado para los cultivos. Ello explica unos índices de adaptación a la conservaciónbajos (0,20 en 1976) y relativamente estables en el tiempo (0,18 en 1987). No obstante, existe unconjunto de tierras marginales que son abandonadas para usos agrarios o utilizadas en función decoyunturas económicas variables. Este hecho explicaría que el índice de adaptación a larehabilitación de ecosistemas naturales mostrase un valor próximo a 1 en 1976 y descendiera a 0,87en 1987. El valor 1 indicaría que la suma de tierras ocupadas por ecosistemas naturales ymodificados es igual a la superficie de tierras con capacidad de uso marginal o de protección y, porconsiguiente, que sería relativamente fácil recuperar estos ecosistemas hacia un nivel mayor deconservación. El descenso de este índice por debajo del valor 1 en 1987 indica una pérdida decapacidad de recuperación de tierras para ecosistemas naturales y, por tanto, una elevadadinamicidad del medio a nivel de cambios en los usos y coberturas del suelo, sobre todo en losdenominados ecosistemas modificados.

Por lo que se refiere a los valores del índice de adaptación de los ecosistemas cultivados a lacapacidad de uso agrológico (Ia), si éstos estuviesen cerca del valor 1, sería como consecuencia deque la superficie de tierras de adecuada capacidad de uso agrológico y la de usos cultivados en lafecha analizadas coinciden. Cuanto más lejos encontremos el valor de este índice de 1, másdesajustes de adaptación agrológica se presentarán sobre un territorio. En este sentido, Andalucíamostraba en 1976 un valor de 0,54 para este índice, evidenciando la existencia de fuertesdistorsiones en cuanto a la puesta en cultivo histórica de tierras no muy adecuadas para sersometidas a procesos productivos. Ello indicaría también que existe un gran potencial de tierras quedeberían reconvertir su situación actual de tierras de uso marginal a tierras con uso natural onaturalizado.

En el período 1976-1987 este índice es el que muestra un cambio más brusco y contendencia más negativa, ya que su valor pasa de 0,54 a 0,45, evidenciando que, lejos de producirseun ajuste del uso a la capacidad de los recursos, sigue creciendo la tensión al pasar a ser cultivadastierras con una capacidad de uso agrológico no adecuado.

De todas formas, es preciso matizar que en este índice se consideran como ecosistemascultivados sistemas de explotación que, como la dehesa o las repoblaciones forestales, pueden estardistorsionando la impresión que inicialmente obtenemos. Si estos dos sistemas de explotación nofuesen contemplados en el índice, éste alcanzaría un valor, en 1987, de 0,61, a todas luces menosdesalentador que el 0,.45 comentado anteriormente.

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28

Realizado este análisis a nivel regional, observamos que, a nivel provincial, existen grandesdiferencias en los comportamientos de los índices elaborados. Así, las provincias orientales de laregión (Almería, Granada, Málaga y Jaén) muestran los valores más bajos del índice de adaptación ala conservación de los ecosistemas naturales, con cifras próximas al valor medio regional (0,20), peroen el caso de Almería éste se reduce hasta el 0,15. Por el contrario, y como consecuencia lógica, yaque difícilmente pueden ponerse en juego más ecosistemas naturales para otros usos, son lasprovincias que de 1976 a 1987 muestran una mayor estabilidad en el valor del índice. Sólo Jaénmuestra un descenso pequeño en este período, mientras el resto de provincias mantiene de una aotra fecha su valor.

Las provincias occidentales de la región presentaban en 1976 valores que, en general,doblaban los valores ofrecidos por las orientales y la media regional, destacando el alto índice deCádiz (0956), Huelva (0,43) y Sevilla (0,43) en contraste con el Córdoba (0,36).

También desde el punto de vista de la evolución temporal, de 1976 a 1987, se muestrangrandes diferencias entre las provincias occidentales. Así, frente a la estabilidad del índicepresentada por Huelva (pasa de 0,43 a 0,42), las otras tres provincias pierden valor en el índice, deforma muy acentuada en el caso de Cádiz (pasa de 0,56 a 0,40) y Córdoba (de 0,36 a 0,24) y menosen Sevilla (de 0,43 a 0,35).

En conjunto, pues, podemos concluir que las provincias orientales ofrecen una dinámica muybaja en este índice, pero que, dado sus bajos niveles, cualquier proceso de alteración de ecosistemasnaturales conlleva pérdidas cualitativamente muy graves. Las provincias occidentales, por elcontrario, aún con valores apreciablemente superiores a la media regional, muestran una tendencia adisminuir su capacidad de adaptación a la conservación de ecosistemas naturales vinculada conprocesos de muy variada índole (incendios, puestas en cultivo, urbanización,...).

En lo que respecta al índice de adaptación a la rehabilitación de ecosistemas naturales (Ir), lasituación no es muy diferente a la comentada a nivel regional, si bien existen matices que esconveniente destacar. Las provincias que en 1976 ofrecían un valor de este índice por debajo delumbral 1 eran las de Jaén (0,82) y Málaga (0,86), quedando justo en dicho valor el índice deGranada. Sevilla y Almería se acercaban, aunque superándolo, a este valor y Córdoba, Huelva yCádiz mostraban valores relativamente altos. En esta fecha, pues, se rompe la dicotomía entre zonaoriental y occidental, pero sólo aparentemente, ya que son Sevilla y Almería las provincias que noresponden a dicha dicotomía. Almería (1,15) porque se aleja de los valores bajos propios de otrasprovincias orientales y Sevilla (1,14) porque ofrece un índice relativamente bajo frente a las otrasprovincias occidentales.

Todos los valores en 1976, salvo los de Jaén y Málaga, indicarían una buena situación pararecuperar, a partir de ecosistemas modificados el equilibrio entre uso y capacidad de uso de lastierras en la región. Sin embrago, en 1987, la tendencia a la baja, vista para el conjunto de Andalucía,se confirma en todas las provincias, ofreciendo éstas un descenso del índice generalizado a lo largode la década. En este caso, destacan por la relativa estabilidad del índice las provincias de Jaén (de0,82 a 0,72), Málaga (de 09,86 a 0,76) y Granada (de 1 a 0,88), si bien la pérdida es del orden de 10décimas. Con aproximadamente 20 décimas de pérdidas se sitúan las provincias de Huelva (de 1º,34a 1,11), Cádiz ( (de 1,40 a 1,20) y Almería (de 1,15 a 0,93). Muy por encima de estos descensos en lacapacidad de rehabilitación se encontrarían las provincias de Sevilla (de 1,14 a 0,84) y, sobre todo,Córdoba (de 1,22 a 0,65). Por consiguiente, en tan solo una década, se ha pasado de una situaciónen la que la mayor parte de los territorios de la región ofrecían un balance positivo en cuanto a lacapacidad de recuperación de ecosistemas naturales, a otra en que sólo dos provincias, Cádiz yHuelva, ofrecen un índice por encima del valor 1, destacando la fuerte distorsión que en este períodosse ha producido sobre provincias como Córdoba y Sevilla y los bajos valores alcanzados por Córdoba(0,65), Jaén (0,72) y Málaga (0,76).

Finalmente, en relación a los valores y evaluación del índice de adaptación de losecosistemas cultivados a la capacidad de uso agronómico, mencionaremos que se produce,asimismo, en todas las provincias un comportamiento variado. En 1976 superaban el valor medioregional (0,54) las provincias de Cádiz (0,79), Sevilla (0,65), Almería (0,63), y Córdoba (0,59). El restode las provincias se encontraba por debajo del valor medio regional, destacando el bajo valor delíndice en las provincias de Jaén (0,38) y Huelva (0,42). En 1987 la situación muestra un descenso

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generalizado de los índices en todas las provincias, volviendo a destacar, por sus bajos valores,Huelva (0,30) y Jaén (0,35). En este sentido, se observa que muchos procesos de colonización detierras abordados en la década sobre la provincia de Huelva han sido llevados a cabo sobre tierrascon capacidad de uso marginal y, por tanto, aumentando las tensiones sobre los recursos tierras aniveles muy elevados. Un fuerte descenso de este índice se produce también sobre Almería (0,42),en la que el crecimiento de las nuevas agriculturas está afectando, asimismo, a tierras marginales, aligual que en Córdoba (0,43).

En resumen, tendencia a un mayor desajuste entre usos de los ecosistemas y capacidad deuso de los mismos, incidiendo, fundamentalmente, sobre ecosistemas modificados uy evidenciando laextraordinaria dinamicidad que, aún una tierra de historia milenaria, como Andalucía, presenta enrelación a la plasmación espacial de la problemática ambiental derivada de los desajustes entre laactividad agraria y la capacidad de uso de los ecosistemas.

En otro orden de cosas, es preciso mencionar que, si bien el procedimiento seguido aquí paraanalizar la interrelación espacial y temporal de la capacidad de uso y del sistema productivoimperante en Andalucía ha sido de índole descriptivo, la información utilizada ha sido generada através de nuevas tecnologías de la información (teledetección y S.I.G.), cumpliendo con losrequerimientos a que hacíamos mención en otro apartado de esta Ponencia. Asimismo, para definir lacapacidad de uso ha sido obligado llevar a cabo procesos de modelización espacial de variables cuyaexposición lógicamente, sobrepasa los objetivos aquí perseguidos.

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GRÁFICO 3.- COMPARACIÓN ENTRE LAS TEMÁTICAS ABORDADAS POR LAS COMUNICACIONES PRESENTADAS AL VII CONGRESO DE GEOGRAFÍA RURAL, EN RELACIÓN A LA APRECIACIÓN DE LA PROBLEMÁTICA EN LAS PRIORIDADES DE GESTIÓN DE LOS ORGANISMOS PÚBLICOS

100

43.7 43.7

37.5

31.2 31.2 31.2

18.7

12.5 12.5

6.2 6.2

0 00 0

3

9.4

6.4

0

6.4

0

9.6

12.6

0 0

32

19

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

C o n se r v a c i ó n

E s p a c i o s

N a t u r a l e s

I n c e n d i o s

F o r e st a l e s

R e g e n e r a c i ó n

P a i sa j e s

C o m p a t .

C a p a c . U so s

R e c u r so s

E r o s i ó n C o n t r o l

R e si d u o s

D e sa r r o l l o

S . I . G .

E v a l u a c .

G e st i ó n A g u a s I m p a c t o s I n c i d e n c i a s

F a c t o r e s

F í s i c o s

P l a g a s

F o r e st a l e s

C a z a y P e sc a D e sc r i p c i ó n

P a i sa j e s

I n c i d . N o r m . y

P l a n e a m .

%

Temas priorizados en gestión Temáticas abordadas por comunicaciones

31

Conclusiones

Frente al conjunto de enfoques que hemos presentado como posibles de realizar paraanalizar la interrelación entre medio físico, actividad agraria y medio ambiente, podemos plantearnoscuál es el posicionamiento que la actividad de los geógrafos muestra. Si este análisis lo restringimosa las orientaciones y temáticas abordadas por las comunicaciones presentadas bajo el título de estaPonencia podríamos mencionar lo siguientes:

a) Comparando las temáticas abordadas por las comunicaciones, con las demandas delas instituciones públicas que gestionan el medio ambiente (Gráfico 3) observamosuna escasa coincidencia de intereses, si bien, para hacer al respecto un diagnósticomás preciso, habría que considerar también las comunicaciones presentadas en otrasponencias de este mismo Coloquio.

b) Frente a la necesidad de realizar modelización para evaluar las interacciones mutuasentre medio físico, actividad y medio ambiente, predominan metodologías descriptivasque utilizan información ya existente.

c) Frente a la necesidad de vincular el análisis a la interacción en el espacio, predominala descripción de procesos globales y/o conceptuales.

De este somero análisis, que no tiene por qué ser extrapolado a la actividad de los geógrafosen general, pero que puede ser un indicador de la misma, podríamos concluir las siguientesorientaciones:

- La visión localista de relación unidireccional que normalmente se ha utilizado en laconcepción tecnológica del medio ambiente, comienza a modificarse y a verse en términos debidireccionalidad, incluso a nivel de las instituciones que llevan a cabo la gestión del medio, elcual no es contemplado ya sólo como conjunto de problemas, sino como recurso potencialque condiciona nuestra calidad de vida.

- El medio ambiente precisa para su conocimiento y correcta gestión informacióninterrelacionada en el espacio y el tiempo, elaborada con métodos que permitan constatar sufiabilidad.

- Las nuevas tecnologías de la información, S.I.G. y teledetección espacial, son instrumentosimprescindibles para ello y los geógrafos deberíamos de potenciar en nuestros análisis el usode estas tecnologías.

- Sería conveniente que los geógrafos dirigiésemos nuestros esfuerzos a dominar, en esteterreno, lo que es nuestra verdaderas capacidad: la proyección espacial de la problemáticaambiental, utilizando, para ello, nuevas tecnologías y procedimientos de evaluación ymodelización.

- La actividad agraria constituye una de las actividades humanas de mayor trascendencia a enel planteamiento del medio ambiente a nivel del sistema terrestre. Pero su análisis no puederealizarse sólo de forma descriptiva. Es preciso apoyarse en métodos empíricos yexperimentales para generar información.

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BIBLIOGRAFIA

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Cita bibliográfica:

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