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4. Las relaciones internacionales en la posguerra 1919-1924 La aplicación de los tratados de paz fue enormemente dificultosa. En un contexto de serias dificultades económicas, las tensiones surgieron por doquier. Especialmente grave fue el pago de las reparaciones de guerra por parte de Alemania. A partir de 1925, sin embargo, se abrió un corto período de concordia que hizo a muchos pensar en que la paz internacional se podía consolidar. La depresión iniciada en 1929 puso fin a esas esperanzas. 4.1. La Sociedad de Naciones En abril de 1919, la Conferencia de París aprobó el Pacto de la Sociedad de Naciones . La nueva Sociedad fijó su sede en Ginebra (Suiza). Sus principales instituciones eran una Asamblea General, un Consejo, del que eran miembros permanentes las grandes potencias, y un Secretario General, encargado dirigir los más de 600 funcionarios que trabajaban para la Sociedad. Teniendo como objetivo esencial el mantenimiento de la paz, la Sociedad buscó garantizar la protección de los pequeños países ante las grandes potencias. Se trataba de crear un nuevo orden internacional basado en el principio de la seguridad colectiva. La Sociedad de Naciones consiguió algunos éxitos. Su época dorada fue el período 1924-1929, cuando se firmó el Tratado de Locarno (1925), Alemania ingresó en la Sociedad (1926) y se firmó el Pacto Briand-Kellogg (1928). Sin embargo, cuando la situación internacional se enturbió tras la depresión de 1929, la Sociedad de Naciones se mostró totalmente incapaz de mantener la paz.

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4. Las relaciones internacionales en la posguerra 1919-1924

La aplicación de los tratados de paz fue enormemente dificultosa. En un contexto de serias dificultades económicas, las tensiones surgieron por doquier. Especialmente grave fue el pago de las reparaciones de guerra por parte de Alemania. A partir de 1925, sin embargo, se abrió un corto período de concordia que hizo a muchos pensar en que la paz internacional se podía consolidar. La depresión iniciada en 1929 puso fin a esas esperanzas.

4.1. La Sociedad de Naciones

En abril de 1919, la Conferencia de París aprobó el Pacto de la Sociedad de Naciones.

La nueva Sociedad fijó su sede en Ginebra (Suiza). Sus principales instituciones eran una Asamblea General, un Consejo, del que eran

miembros permanentes las grandes potencias, y un Secretario General, encargado dirigir los más de 600 funcionarios que trabajaban para la Sociedad.

Teniendo como objetivo esencial el mantenimiento de la paz, la Sociedad buscó garantizar la protección de los pequeños países ante las grandes potencias. Se trataba de crear un nuevo orden internacional basado en el principio de la seguridad colectiva.

La Sociedad de Naciones consiguió algunos éxitos. Su época dorada fue el período 1924-1929, cuando se firmó el Tratado de Locarno (1925), Alemania ingresó en la Sociedad (1926) y se firmó el Pacto Briand-Kellogg (1928). Sin embargo, cuando la situación internacional se enturbió tras la depresión de 1929, la Sociedad de Naciones se mostró totalmente incapaz de mantener la paz.

¿Cuáles fueron las razones del fracaso de la Sociedad de Naciones?

Por un lado, la ausencia de potencias clave en el concierto mundial. EEUU se negó a entrar en 1920 y nunca participó. La URSS fue vetada al principio y solo participó de 1934 a 1939. Alemania no ingresó hasta 1926 y, con Hilter, abandonó la Sociedad en 1993. Japón se marchó en 1933 e Italia en 1936. Por otro lado, la falta de medios económicos o militares para imponer sus resoluciones.

3.2. Las posturas divergentes de los vencedores

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Los representantes de los vencedores llegaron a París con sus propias aspiraciones que a menudo eran diferentes de las de sus aliados.

Clemenceau personificó la postura de mayor dureza con Alemania. En los meses posteriores al armisticio repitió varias veces una frase que se hizo célebre:"Alemania pagará".

Los países anglosajones, Estados Unidos y Gran Bretaña, sin querer dejar de castigar a Alemania, optaron por una actitud más conciliadora, conscientes de que no les interesaba castigar en exceso a la potencia germana.

Italia demandó reiteradamente compensaciones territoriales por su participación en la guerra. Finalmente, el Tratado de Londres de 1915 fue aplicado de una forma parcial. Italia no consiguió obtener una parte importante de sus reivindicaciones.

Los representantes de los derrotados no fueron invitados a la conferencia de paz. Los acuerdos, duramente negociados entre los vencedores y concretados en los diversos tratados de paz, les fueron presentados como un hecho consumado al que simplemente debían plegarse. Los alemanes, representantes de la recién nacida república de Weimar, firmaron el tratado de paz en Versalles el 28 de junio de 1919 tras ser amenazados con una invasión total de su país.  En Alemania se empezó a hablar del diktat, de la imposición, de Versalles.

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El aislamiento de los Estados Unidos

El presidente Wilson, del partido demócrata, fue el gran impulsor de la Sociedad de Naciones. La nueva organización internacional se basaba en el principio de la seguridad colectiva, por el cual EEUU y los demás países miembros quedaban comprometidos en la defensa de la seguridad de los demás miembros de la Sociedad.

Sin embargo, la oposición republicana, con mayoría en el Senado, se negó a ratificar los acuerdos de la Conferencia de París.

El triunfo del republicano Harding en las elecciones de 1920 llevó a que EEUU confirmó el rechazo norteamericano al ingreso en la Sociedad de Naciones.  

4.3. La aplicación del Tratado de Versalles: el problema alemán

En 1921, la Comisión de Reparaciones anunció la cantidad total que debía pagar Alemania en concepto de reparaciones: 132.000 millones de marcos-oro. Alemania protestó y dio largas al cumplimiento de los plazos de pago previstos.

En París se fue imponiendo la idea de que había que forzar a Alemania a pagar. Una nueva solicitud alemana de moratoria en julio de 1922 precipitó la decisión del gobierno francés, presidido por Poincaré.

El 11 de enero de 1923, tropas francesas y belgas ocuparon la cuenca del Ruhr, el corazón minero e industrial de Alemania. Ya que Alemania no pagaba, se invadía el país y se cobraban las indemnizaciones mediante la explotación de las riquezas del Ruhr.

La reacción del gabinete alemán fue decretar la resistencia pasiva. Las fábricas cerraron y el gobierno de Berlín sufragó a los huelguistas. La situación llevó a la economía alemana al colapso. Uno de los fenómenos más espectaculares de la historia económica del siglo XX se adueñó de Alemania: la hiperinflación.

La ruina de Alemania no beneficiaba a nadie. Poco a poco se fue imponiendo la convicción de que la cooperación era, para todos, mejor que

el enfrentamiento. En febrero de 1924, el canciller alemán Stresemann comunicó al gobierno francés que Alemania estaba dispuesta a firmar con Francia y otros países que pudieran estar interesados un acuerdo que garantizase las fronteras franco-alemanas marcadas en Versalles, incluyendo la zona desmilitarizada. A partir de ese momento las relaciones internacionales entraron en un esperanzador periodo de concordia.

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El Tratado de Locarno en 1925, por el que Alemania aceptaba las fronteras occidentales marcadas en el Tratado de Versalles; el ingreso de Alemania el Sociedad de Naciones en 1926; y el Pacto Briand-Kellog de renuncia a la guerra en 1928 fueron los grandes hitos de este corto período de armonía.

La depresión económica de 1929 arrasó esta efímera concordia. Se inició de nuevo el camino hacia un nuevo conflicto general.

Desde 1919, Francia mantenía una política que consistía en la construcción de un cordon sanitaire (línea de cuarentena) en Europa Oriental, diseñada para que contuviese a las dos Alemanias y a las naciones soviéticas con sus ideologías, a las cuales se comparaba metafóricamente con enfermedades. La caída de la República Soviética Húngara de Béla Kun en 1919 en manos de las fuerzas combinadas de Rumania, Checoslovaquia y Francia fue un ejemplo temprano de la fuerza del cordon sanitaire. En 1921, Francia firmó una alianza defensiva con Polonia mediante la cual ambos estados se comprometían en ayudar al otro si alguno era atacado por otra potencia europea. En 1924, 1926 y 1927, las autoridades francesas firmaron alianzas defensivas similares con Checoslovaquia, Rumania y Yugoslavia, respectivamente.

En 1925, Francia firmó nuevos tratados con Polonia y Checoslovaquia, los cuales ajustaron los niveles de cooperación militar entre los estados firmantes. Además, los franceses trataron de transformar la Pequeña Entente de Checoslovaquia, Rumania y Yugoslavia, la cual había sido establecida en 1921 para oponerse a los húngaros, en una alianza anti-alemana.11 En 1921, Polonia y Rumania habían firmado una alianza defensiva conjunta; esta unión fue lo más cerca que llegó Polonia de la Pequeña Entente. Los franceses habrían preferido que Polonia fuese miembro, pero el antagonismo entre este país y Checoslovaquia volvía imposible la idea.

Más allá del convenio de la Liga de las Naciones, Gran Bretaña no tenía compromisos defensivos en Europa Oriental en la década de 1920 y dejaron establecido que querían mantenerse así. En 1925, el Secretario Británico de Asuntos Exteriores, Sir Austen Chamberlain, declaró en público que el corredor polaco "no vale los huesos de un solo granadero británico".12 13

A finales de la década de 1920 y principios de la siguiente, se estableció un complicado conjunto de alianzas entre las naciones de Europa, con el objetivo de prevenir guerras futuras, ya sea con Alemania o con la Rusia soviética. En 1932 y nuevamente en 1934, Polonia firmó un pacto de no agresión de diez años con la Unión Soviética. También en 1932, los soviéticos firmaron pactos de no agresión de diez años con Finlandia, Estonia y Letonia. En enero de 1934, Alemania y Polonia firmaron otro pacto de no agresión por diez años; al año siguiente, los soviéticos firmaron tratados de alianza con Francia y Checoslovaquia. El tratado soviético-checoslovaco comprometía a los soviéticos a ayudar a Checoslovaquia si era atacada por un país vecino, al igual que lo había hecho anteriormente Francia.

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En noviembre de 1933, comenzaron a circular rumores en París de que Francia, Bélgica y Polonia estaban considerando una opción de "guerra preventiva" contra Alemania. El historiador británico Lewis Bernstein Namier declaró más tarde que los polacos les habían propuesto a los franceses una guerra preventiva en ese momento, pero que los franceses habían declinado la oferta. Sin embargo, no existe evidencia en los archivos de ninguno de los tres países de la consideración de la "guerra preventiva" en 1933.