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Selección, estadio y Estado
La pérdida ante la selección de Chile nos comienza a dejar una lección: esas alegrías
del fútbol son tan efímeras que en tan sólo noventa minutos las mismas quedan
hundidas de un tajo, y con un solo gol, en el fondo de nuestras propias redes.
Hoy estamos en el mundial, y todo es tan efímero que en unos pocos días, las
alegrías y hasta las frustraciones quedarán en el pasado, y será la ocasión para que
el fútbol deje su lugar a una realidad que seguirá intacta. En muy pocos días la
inestabilidad política y los amargos datos de la violencia, demandará la atención
primordial que hoy se le ha cedido a un balón redondo de fútbol y a un estadio.
En los hechos, la selección y su presencia en el mundial es utilizada por los
mercaderes del deporte hondureño para comerciar y poner en venta a unos cuantos
jugadores, los cuales, no sudan la camiseta por su amor patrio, sino también y
primordialmente, porque ganan decenas de miles de dólares, y juegan lo mejor
posible para llamar la atención de contratistas en el competitivo y productivo
mercado del deporte.
Ya perdimos ante Chile, y aunque deja un sentimiento de tristeza y frustración, esa
derrota se convierte en un camino que nos devuelve con mayor prontitud a las
tareas que demanda nuestra realidad. Si la selección está siendo financiada con
fondos del Estado, y por ello, con nuestros impuestos, sería una muy buena tarea
que demandemos una profunda auditoría del uso de esos recursos, y que
escudriñemos la ingerencia de sectores de la alta empresa privada en el uso de los
recursos que el Estado destina al deporte, para sus propios beneficios.
Ya pedimos contra Chile, y ahora nos toca asociar esta derrota con los otros goles
que los políticos y la alta empresa privada le meten continuamente al pueblo. El
control de la selección para fines privados es un gran golazo de las mismas personas
y grupos que nos golean desde los partidos políticos y desde el Estado. El Estado y el
estadio son dos instancias en donde abundan los goles.
En el estadio, los equipos de los grandes empresarios se esfuerzan en distraernos
con jugadas que buscan meter goles en las redes, mientras los mismos empresarios
convertidos en políticos y funcionarios públicos, a través del Estado nos meten esos
grandes golazos con el nombre de leyes, impuestos, contrabandos, robos, y a veces
golpes de Estado bajo el nombre de sucesión presidencial. Y nos seguirán metiendo
goles a no ser que así con la misma atención y euforia que miramos los partidos en
el estadio, volvamos nuestra vista y nuestra atención hacia las barbaridades que los
dueños del estadio hacen con nuestro pobre Estado.
Nuestra palabra | 16 Junio 2010