1

DIOCESIS DE SANTA ROSA DE OSOS

“Estamos evangelizando para que el pueblo de Dios acreciente y anuncie su fe en cristo, Rostro Misericordioso del Padre,

Quien nos llama a ser misericordiosos, visitando al enfermo”

HACIA EL CENTENARIO DE NUESTRA DIÓCESIS Misión con el adulto mayor

Semana santa año 2016

“A Jesús de Nazaret ustedes lo crucificaron y le dieron

muerte por medio de gente sin ley, Dios liberándolo de las

regiones de la muerte, lo resucitó, porque la muerte no podía retenerlo”. Hch. 2, 23b-24)

INTRODUCCIÓN En el año del Jubileo de la Misericordia, con especial cariño se pone a disposición de todos, este material de apoyo, preparado siguiendo la propuesta del Papa Francisco que ha querido regalar a la Iglesia un año de gracia y un tiempo favorable para anunciar el amor de Dios, manifestado en Jesucristo. El texto contiene las homilías para las celebraciones litúrgicas, las predicaciones para algunos momentos que la tradición ha puesto en estos días santos, como son el prendimiento, la hora Santa, el Vía Crucis, las siete Palabras y la soledad de María. También contiene las pascuas para celebrar con los niños, los Jóvenes y las familias, durante los días lunes, martes y miércoles santos, por último para las celebraciones litúrgicas ofrecemos una guía para las celebraciones, comentarios a la Palabra de Dios y oración de fieles. Acojamos con gozo la invitación que el Papa Francisco nos hace en la bula Misericordiae Vultus, # 12: “La Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, que por su medio debe alcanzar la mente y el corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno. En nuestro tiempo, en el que la Iglesia está comprometida en la nueva evangelización, el tema de la misericordia exige ser propuesto una vez más con nuevo entusiasmo y con una renovada acción pastoral. Es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella viva y testimonie en primera persona la misericordia. Su lenguaje y sus gestos deben transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a reencontrar el camino de vuelta al Padre”. Aprovechemos todas estas oportunidades de gracia que se nos ofrecen en la Semana Santa y pidamos la gracia de vivir nuestra fe siendo “Misericordiosos como el Padre”.

I. SENTIDO DE LA SEMANA SANTA

La Semana Santa, conocida como semana mayor, es un período de 7 días que comienza con el domingo de Ramos y culmina con el Domingo de Resurrección. Con la Semana Santa, el cristiano conmemora el Triduo Pascual, es decir, los momentos de la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesucristo.

1. Itinerario cuaresmal

2

Llegamos a la Semana Santa después de haber vivido el itinerario cuaresmal como tiempo especial que nos ofrece la Iglesia para vivir una sincera conversión del corazón que nos haga cada vez más coherentes en nuestra vida cristiana, como verdaderos discípulos de Jesús. Cuaresma es el tiempo de conversión en el que los cristianos estamos vigilantes, para mirar nuestro corazón, nuestras actuaciones, la debilidad humana que nos lleva a cometer el pecado en múltiples formas, oponiéndonos al querer de Dios y causando daño a los demás y a la creación. También el tiempo de cuaresma nos recuerda la experiencia de cuarenta días que vivó Cristo en el desierto, ayunando y orando.

2. Llamados a ser misericordiosos con nuestros hermanos No hay misericordia, si no ayudamos a nuestros hermanos. Por ello nosotros al estilo de Jesús, durante la cuaresma y durante la Semana Santa practicamos el ayuno y la ofrenda que nos deben llevar a ser solidarios con las personas menos favorecidas; estos ejercicios de misericordia y caridad los debemos practicar todos los cristianos revestidos de compasión, no para aparentar, sino para atender el llamado de Jesús “Sean misericordiosos como el Padre Dios” (Lc. 6, 36). La misericordia y la caridad se concretan en las obras de ayuda a los hermanos que necesitan y claman misericordia, porque dice Jesús yo sigo sintiendo hambre, enfermedad, pobreza, discriminación, exclusión, desnudez, sed, soledad, tristeza, y abandono en mis hermanos que están en cárcel, el secuestro, en el centro de bienestar del anciano, en las calles…

3. Llamados a renovar nuestra vida Durante la semana Santa meditaremos en el sufrimiento y la muerte de Cristo, contemplaremos sus heridas, el mal trato que los judíos le dieron a Jesús, quien pasó haciendo el bien y defendiendo la verdad, la justicia e implantando el amor, como el nuevo estilo de vida para el mundo, tan afectado por los conflictos, las injusticias y las desigualdades. Contemplaremos a Jesús juzgado por la justicia humana, tan frágil, parcial y llena de intereses que favorecen a los poderosos. Contemplaremos la muerte humillante a la que se sometió Jesús por amor a la humanidad, en fidelidad y obediencia al Padre, en la que ofrece en sacrificio su vida al Padre, como la mayor prueba de amor que puede darse a la humanidad cansada, herida y sufriente. La muerte de Jesús redime a la humanidad, que acercándose a Él, redescubre el nuevo sentido de la vida.

4. Semana Santa, gran oportunidad para encontrarse con Jesús misericordioso Haremos del año jubilar y la Semana Santa oportunidades para anunciar, celebrar y vivir la Misericordia de Dios nuestro Padre, manifestada en Jesús, quien a través de su Pasión, Muerte y Resurrección ofrece al mundo el perdón y el amor que transforman desde el corazón, la vida de cada persona. Por nuestro bautismo todos los cristianos católicos estamos llamados a consagrar estos días santos al Señor, participando en las diferentes celebraciones, en las que nos encontraremos con Jesús, Rostro Misericordioso del Padre; mediante los sacramentos de la Eucaristía y la penitencia, la escucha de la palabra de Dios orada y predicada, los ejercicios penitenciales (procesiones, representaciones, altares), el canto, los servicios que prestamos para que las celebraciones sean decorosas, nos ayuden al recogimiento y favorezcan nuestra piedad.

5. La Misericordia nos exige conversión, perdón y compromiso con la paz Jesús se encarna en la realidad de palestina, sintiendo en su persona, su familia, su comunidad, las situaciones de sufrimiento en los que se hallaba gran parte de la población; Jesús movido por su compasión se acercó a cada persona para sanarla, liberarla, perdonarla, devolviéndole el

3

sentido de su vida, la gracia y la dignidad que por el pecado y la diversas situaciones de injusticia, muerte, desigualdad, intolerancia y abandono habían perdido. Estas mismas realidades las vivimos en nuestra realidad actual. En esta semana Santa Jesús nos llama nuevamente como cristianos-discípulos a ser Sal y Luz del mundo (Mt. 5, 14), siendo reflejos de su misericordia y fermento del amor, por lo tanto debemos comprometernos en construir comunidades y ciudanía más justas y en paz. Debemos en esta en esta Semana Santa llegar a una verdadera conversión, a partir de una buena confesión, para continuar el itinerario del año jubilar de la misericordia, cambiando la mente y el corazón para ser hombres nuevos (Ef. 4, 23-24) capaces de incidir desde la misericordia en la transformación de los lugares y ambientes donde se desarrolla la vida cotidiana de la familia, de la comunidad, del mundo del trabajo... En Colombia tenemos un gran reto, la paz, por tanto como cristianos, como Iglesia, podremos aportar a la construcción de esa paz, desde los valores del Evangelio: la misericordia, el perdón, la justicia, la verdad y la defensa de la vida.

6. La Semana Santa nos exige recogimiento para encontrarnos con Jesús Durante los días Santos, correspondientes al triduo pascual (jueves, viernes y sábado), como cristianos nos dedicamos al encuentro con Cristo y con nuestros hermanos; por ello, dejamos a un lado, la rutina, el acelere y las tareas de cada día. Por nuestro compromiso cristiano paralizamos la vida de nuestras comunidades, apagamos la música mundana, cerrando los negocios y nos alejamos de todo desorden, para centramos solo en la Semana Santa.

II. DOMINGO DE RAMOS

1. Sentido de la celebración

La celebración del Domingo de Ramos es la puerta de entrada a la Semana Santa, renovamos con esta celebración la entrada de Jesús en la ciudad de Jerusalén y por tanto en nuestra comunidad cristiana. Jesús llega a Jerusalén después de recorrer aldeas, campos y lugares donde se congregaban los judíos a escuchar la Buena Nueva del Evangelio; llega para celebrar la Pascua, finalizando así, la misión encomendada por el Padre. Los ramos bendecidos nos ayudan a expresar la alegría de seguir y anunciar a Cristo y la llegada de su Reino, los conservaremos en nuestras casas para recordar también la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. 1.1. Lo que hay que preparar

El Misal romano bien registrado, el Leccionario, los cantores y los cantos apropiados, los ornamentos rojos, si se quiere capa pluvial.

Los ramos que no sean de la palma de cera, también banderitas, globos, agua bendita, el incensario para la proclamación del Evangelio.

La cruz y los ciriales. 1.2. Monición antes de la procesión

Queridos hermanos y hermanas. Empezamos en el marco del año santo de la misericordia el inicio de la Semana Santa. Esta es una semana solemne en la que queremos vivir con Cristo, su Pasión, Muerte y Resurrección. Hoy conmemoramos la entrada victoriosa de Jesús en Jerusalén, como Mesías, para consumar su misterio Pascual. También leemos la Pasión en la que contemplamos a Cristo, Siervo doliente, cumple su misión de servidor, entregando su vida por todos. Acompañaremos al Señor, que misteriosamente está presente con nosotros, con las palmas en las manos, con cantos en nuestros labios y una gran alegría en el corazón; recibamos al Mesías pobre, humilde y misericordioso como nuestro Rey y nuestro Salvador.

4

1.3. Liturgia de la Palabra para iniciar la procesión: (Lucas 19, 28-40) 1.4. Bendición de los ramos

Oremos: Oh Dios, Salvador nuestro Tu Hijo Jesús se dio a sí mismo el nombre de “madero verde”, porque él es el árbol en el que estamos injertados de forma que podemos recibir de él la savia de la vida espiritual. Que estos ramos verdes que portamos en nuestras manos expresen que estamos unidos a él y que queremos vivir en él como el pueblo al que él libera del pecado y al que da nueva vida con amor hacia ti, Dios nuestro, y hacia los hermanos. Bendice + estos ramos vivos, para que los agitemos aclamando a Jesús como al Señor a quien queremos seguir fielmente en nuestro camino hacia ti, nuestro Dios vivo. Que él no permita que nos marchitemos como hojas inútiles y secas, pues él es nuestro Señor y Salvador, por los siglos de los siglos. (El sacerdote rocía los ramos con agua bendita en silencio. 1.5. Iluminación bíblica para la procesión

¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! (Marcos 11,9) Acuérdate de mí según tu gran amor, porque tú, Señor, eres bueno. (Salmo 25, 7) Mira a tu rey viene a ti, humilde y sentado en un borrico. (Mateo 21,5) El Señor es Dios, él nos ilumina, comiencen la procesión con ramos hasta el altar. (Salmo

118, 27) El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor. (Salmo 103:8) Él será grande, será llamado hijo del Altísimo. (Lucas 1, 32) Si alguien tiene sed que venga a mí y que beba. (Juan 7, 37) ¡Toquen para Dios toquen; toquen para nuestro rey toquen! (Salmo 47,7) Jesús dijo: “soy rey como tú dices y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad”.

(Juan 18,37) Este es mi Hijo elegido; escúchenlo. (Lucas 9, 35) “Yo soy la luz del mundo, el que me siga no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz

de la vida”. (Juan 8, 12) Dios es el rey de toda la tierra: ¡toquen con destreza! (Salmo 47,8) ¡Puertas, alzad los dinteles, levantaos, antiguos portones, y que entre el rey de la gloria!

(Salmo 24, 7) ¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza: su grandeza es insondable! (Salmo 145, 3) Pero vayan y aprendan lo que significa: “Lo que pido de ustedes es misericordia y no

sacrificios.” Porque no he venido a llamar a justos sino a pecadores. (Mateo 9:13) 2. EUCARISTÍA DEL DOMINGO DE RAMOS 2.1. Comentario a las lecturas de la Palabra de Dios (La eucaristía se inicia con la Oración

Colecta, si antes se hecho la procesión)

Escuchemos al señor que nos habla por medio de su Palabra. El profeta Isaías nos presenta al Siervo que se entrega al servicio de toda la humanidad. Cristo es el Servidor fiel al Padre que por amor y misericordia a la humanidad asumió el sufrimiento para salvarnos. El apóstol Pablo nos invita a seguir a Jesús en su Pasión, humillado y despreciado por la gente; le veremos exaltado a la derecha del Padre. Nosotros también debemos humillarnos, muriendo al pecado para que podamos participar en su gloria. La Pasión del Señor que nos trae el Evangelio de San Lucas es tan sobrecogedora y elocuente por sí misma que nos lleva a contemplar a Jesús que movido por su misericordia y obediencia al Padre entrega su vida como la prueba de amor, para

5

que los hombres en él tengamos vida y podamos alcanzar la salvación. Pidamos que Dios nos abra el corazón para recibir el mensaje que Él quiere comunicarnos. 2.2. Oración universal

Presidente: Hermanos, este año Jubilar es una oportunidad para descubrir la misericordia de Dios, que como a hijos nos da, presentémosle nuestra oración que brota de lo más íntimo del corazón y tengamos la certeza de que Él, como Padre misericordioso, nos escucha. Respondemos: Padre, por tu infinita Misericordia escúchanos

Por nuestra Iglesia para que con su amor de madre nos guie siempre por el camino de la misericordia que conduce al Padre y así todos podamos anunciar la Buena Noticia a nuestros hermanos marginados por su condición económica, social y política. Roguemos al Señor.

Por los que rigen nuestra comunidad, para que guiados por el Rostro Misericordioso de Jesucristo sepan conducir al pueblo santo de Dios por los senderos que llevan la paz. Roguemos al Señor.

Por todos los que sufren soledad, hambre, desprecio y, en general, rechazo social, para que encuentren consuelo en todas sus necesidades y reconozcan que Dios es Padre de infinita misericordia. Roguemos al Señor.

Por los que reflejan la misericordia de Dios desde su ámbito laboral, dedicando de su tiempo y entregándose al servicio de los hermanos vulnerados y que velando por su integridad física, mental y emocional se esfuerzan por devolverles la dignidad. Roguemos al Señor.

Por quienes nos reunimos hoy en torno al altar para recibir el amor misericordioso del Padre, reflejado en Cristo y por quienes nos reconocemos necesitados de su compasión, para que en esta semana que hoy iniciamos, vivamos un profundo encuentro con Jesús. Roguemos al Señor.

Presidente: Padre bueno, que quieres salvar a todos los hombres, escucha nuestras súplicas y alcánzanos de tu infinita misericordia los beneficios de la salvación para que impulsados por el Espíritu Santo, sintamos en el corazón el compromiso de ayudar a los hermanos. Por Jesucristo Nuestro Señor.

III. DÍAS SANTOS: LUNES, MARTES Y MIÉRCOLES

1. Sentido de estos días santos

Estos días son grandes e importantes en la finalización del itinerario de cuaresma. Tendremos para cada día la convocación de los niños, jóvenes y familias para vivir un retiro llamado Pascua, como preparación inmediata al Triduo Pascual. La liturgia de la Palabra de Dios para estos días nos ofrece textos privilegiados del Profeta Isaías, donde se presenta el siervo doliente, figura de Jesús que padece por amor y misericordia a la humanidad, el sufrimiento y la muerte en la cruz. Los salmos de estos días son oraciones profundas en las que se expresa la confianza a Dios que nos salva, nos libra y por su bondad, nos protege en los momentos de peligro y angustia. Tendremos dos textos del evangelio de San Juan que nos presentan, en primer lugar la unción, que una mujer, llamada María hace a Jesús y en segundo lugar, en la intimidad de la Cena, Jesús experimenta la traición de Judas. El texto de Mateo nos presenta la preparación y celebración

6

de la Cena y dentro de ésta, la sinceridad de Jesús que interpela a Judas, quien acepta su falta; sin embargo entrega a las autoridades judías a su Maestro por treinta monedas de plata.

2. Lo que debe prepararse El templo debe expresar austeridad y recogimiento, así como la sobriedad en la liturgia, de ser posible, se recomienda retirar las imágenes o cubrirlas. Para estos días no se celebran misas votivas dedicadas a devociones particulares. Los ornamentos que utiliza el celebrante son de color morado; antes de cada celebración eucarística se puede hacer una ambientación con audios sobre el tema de la cruz, el perdón, la misericordia…Se sugiere que para cada día y teniendo en cuenta el evangelio, se organice un cuadro representativo con el tema del mismo, así: Para el lunes, una mesa pequeña con un frasco de perfume, Jesús y la mujer ungiendo sus pies. El martes la representación sencilla de la cena, donde aparece Jesús sentado con al menos tres discípulos, uno de ellos representa a Judas. El miércoles la misma escena, donde aparecen Jesús y Judas con la bolsa de las monedas. Los actos de Piedad, que generalmente consisten en procesiones penitenciales (viacrucis) han de ser sobrios y sencillos.

3. PASCUAS: INFANTIL, JUVENIL, FAMILIAR

3.1. Pascua infantil

Queridos Amiguitos, con el lema: “LOS NIÑOS QUEREMOS SER MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE”, les invitamos a vivir la Pascua Infantil de este año 2016 y a vivir nuestro ser de Iglesia en este año Santo de la Misericordia. Texto inspirador: Mt 25, 31 – 46. MOTIVACIÓN: Durante la Cuaresma aprovechar espacios y oportunidades para motivar e invitar a los niños y niñas a participar. Se recomienda hacer volantes, invitar antes o despues de la Misa dominical, utilizar la radio y la TV locales, ir a las escuelas, lo importante es extender la invitación a todos los niños y niñas de la comunidad parroquial, la Pascua Infantil es una actividad para proyectarnos a todos los niños y niñas. PREPARACIÓN: es importantisimo que el equipo que va a dirigir la Pascua Infantil, se reuna a preparar teniendo es sus manos el guión previsto, tener en cuentra la metodologia, distribuir el tiempo, preveer los materiales y sobre todos orar el mensaje que van a transmitir a los niños y niñas. El subsidio tiene una metodologia a seguir, presenta contenido y actividades que nos ayudarán a preparar de la mejor manera, no quiere decir que deban seguirlos al pie de la letra, porque la intensión es ofrecerles algunas actividades y tareas que Ustedes, pueden adaptar, enriquecer con creatividad para darlo a lod participantes. AMBIENTACIÓN DEL LUGAR: Logo del Año de la Misericordia, Un letrero grande con el lema: “LOS NIÑOS QUEREMOS SER MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE”, carteleras con cada una de las obras de misericordia y todo a creatividad de los organizadores… glodos, serpentinas. MATERIALES: es necesario preveer todos los materiales para favorecer la realización de la Pascua.

7

Abramos los ojos: los personajes y sus disfrazes para la dramatización.

Guardemos en el corazón: quien o quienes y como se van a explicar las obras de miseridordia ayudados por el contenido.

Vivamos con alegría: Un chamizo grande, Obras de Misericordia escritas en tiras de papel, cartulina tamaño oficio, colores, marcadores.

Celebremos nuestra fe: un camino que tenga obtáculos, pierdras, pantano, espinas; imágenes referentes a los textos biblicos,

Misión o Proyección: Crucifijo, sal, veladora,letreros, imagenes de realidades de los niños, velitas,papelitos blancos.

SALUDO: Bienvenidos amiguitos, nuestro amiguito Jesús nos ha invitado a compartir en este día, aprendamos de él lo que debemos hacer en bien de los demás, para ser misericordiosos como el Padre.

LLEGAREMOS A LA META

Al finalizar la Pascua Infnatil los niños y niñas han descubierto la importancia de vivir la misericordia, con acciones concretas, transmitidas por el mismo Jesucristo en su Evangelio y se comprometen a ser testigos del Resucitado.

HABLEMOS CON DIOS

CANTO: este u otro (adjunto archivo mp3) Yo creo en las promesas de Dios (2v), Yo creo en las promesas de mi Señor

Coro: si soy fiel en lo poco, Él me confiará más/ si soy fiel en lo poco, mis pasos guiará Yo creo en la misericordia de Dios (2v) Yo creo en la misericordia de mi Señor

Yo creo en el Espíritu de Dios (2v) Yo creo en el Espíritu de mi Señor Yo creo en el amor de Dios (2v), Yo creo en el amor de mi Señor

ABRAMOS LOS OJOS

8

Dramatizaciòn: JESÚS, ESTA EN TODOS MIS HERMANOS Personajes: Jesús, una familia papá, mamá, hija e hijo, un niño que hace de pordiosero, un señor borracho, una joven drogadicta. Escenario: arreglar el espacio una sala comedor donde la familia se prepara para recibir al invitado especial de la cena que es Jesús. Máma: reune a la familia y les dice, les tengo una gran noticia esta noche estarà Jesús con nosotros, debemos preparar todo para recibirle. Papá: somos una familia afortunada, Jesús nos visitara, debemos estar orgullosos y sentir alegría de tan grande deferencia. Hija: Les contare a mis amigos, ellos estaràn envidiosos y yo me sentiré alagada por todos. Mientras todos se preocupan por preparar todo para recibir a Jesùs… Pordiosero: toca la puerta Mamá: que haces aquí? Pordiosero: tengo hambre, nadie me quiere dar algo de comer. Mamá: Ahora no tengo tiempo de atenderte, vete, estoy ocupada recibiré una visita muy especial y tu presencia ensucia mi casa. Borracho: toca la puerta Hijo: Mamá un Señor pide que comer, huele maluco y esta borracho Mamá: dile que se vaya que nadie lo puede atender… bien sabes que estamos apresurados por que en minutos llega Jesús. Drogadicta: toca la puerta Papá: No faltaba mas largate de aquí, vuelve mañana si quieres. Ahora no tenemos tiempo para ti, estamos esperando a alguien muy importnate. Todos miran el reloj… es la hora y Jesús no llega, toda la familia empieza a desesperarse y aguarda la llegada de Jesús. Mamá: abre la puerta y observa si llega Jesús, y no ve a nadie. Al momento todos ven que Jesús pasa de largo, van corriendo hacia el y le dice: Mamá: Jesús, todo esta listo te estamos esperando, entra a nuestra casa necesitamos tu presencia. Jesús: tres veces toque la puerta en tu casa y no me recibiste… en el pordiosero, en el borracho, el el drogadicto te pedi de comer y no me lo diste: “Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo”. Dialoguemos con los niños y niñas:

9

1. Qué es lo que más les llamó la atención? 2. Cómo acoge la familia a Jesús? 3. Quiénes tocan la puerta y como son recibidos? 4. Jesús, visito o no a la familia? 5. En quienes está Jesús? 6. Que mensaje nos que da para la vida?

ESCUCHEMOS A DIOS: Mt 25, 31 – 46.

Jesús dijo a sus discípulos: Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y Él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquéllas a su derecha y a éstos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo, porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me alojaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver”. Los justos le responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te alojamos; desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?” Y el Rey les responderá: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”. Luego dirá a los de su izquierda: “Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me alojaron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron”. Éstos, a su vez, le preguntarán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, forastero o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?” Y Él les responderá: “Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo”. Éstos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna. Para reflexionar con los niños y niñas ¿Cómo vendrá el Hijo del Hombre? ¿Qué hará con las naciones? ¿Qué les dirá a los de la derecha? ¿Qué le contestaran los justos? ¿Qué les dirá a los de la izquierda? ¿Qué responderán los de la izquierda?

GUARDEMOS EN EL CORAZÓN

Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf Is 58, 6-7: Hb 13, 3). 1. ¿Cuál es el primero y más importante de los mandamientos? Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.

10

3. ¿En qué parte de la Biblia hay una especie de lista sobre cómo mostrar nuestro amor al prójimo en algunos aspectos materiales? En la descripción del Juicio Final que el mismo Jesucristo nos da en el Evangelio de San Mateo: “Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; forastero y me recibieron en su casa; sin ropas y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme”. (Mt. 25, 35-36) 4. La Iglesia nos ha dado un listado bastante completo, basado en este texto bíblico, que nos sirve de guía en nuestro amor al prójimo. ¿Lo conocen? Son las llamadas Obras de Misericordia: Corporales y Espirituales. 5. Veamos primero qué significa misericordia ... Miser= miseria. Cordia=corazón. Misericordia significa sentir con el otro sus miserias y necesidades, y –como consecuencia de ese compasión (sentir con) – ayudarlo, auxiliarlo. 6. ¿Cuántas y cuáles son las Obras de Misericordia? En total son 14: 7 Corporales y 7 Espirituales. Las 7 Obras de Misericordia Espirituales Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras de misericordia espirituales, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. (Catecismo)

1. Enseñar al que no sabe. Es importante que cooperemos con nuestros hermanos, pero es mas importante enseñarles a realizar por ellos mismos aquello que no saben. Por ello, enseñémosle a orar, a perdonar, a perdonarse, a compartir, etc.

2. Dar buen consejo al que lo necesita.

Para dar buen consejo es necesario que nosotros mismos hayamos sido aconsejados por un director espiritual, que nos ayude a orar a Dios Padre, para que nos envíe su Santo Espíritu y nos regale el don de consejo. Así, bajo la guía del Señor, tanto nuestras palabras como nuestro actuar, serán un constante aconcejar a los que lo necesitan.

3. Corregir al que se equivoca.

Muchas veces nos enojamos o reímos cuando vemos a algún hermano equivocarse, olvidándo que no somos perfectos e inevitablemente nos equivocaremos también. Pensemos, ¿nos gustaría que se rieran de nosotros?, definitivamente NO, así que, cuando alguien se equivoque corrijámoslo con amor fraternal para que no lo vuelva a hacer.

11

4. Perdonar al que nos ofende.

¡Que difícil!, tanto que Jesús nos dice que debemos perdonar 70 veces 7, es decir, SIEMPRE. Además en el Padre Nuestro, nos pone la condición de PERDONAR NUESTROS OFENSAS, COMO NOSOTROS PERDONAMOS A LOS QUE NOS OFENDEN. Así que, a perdonar, perdonar, perdonar....

5. Consolar al triste. Jesús nos ha dicho: "Dichosos los que lloran porque serán consolados". El consuelo de Dios, por medio de su Espíritu Santo, nos consuela. Pero, además, Dios se vale de nosotros para consolar a los demás. No se trata de decir: no llore, sino de buscar en las Escrituras, las palabras que mejor se adecúen a la situación. En los salmos podremos encontrar esa palabra de consuelo que requerimos, por eso, es conveniente recitarlos

y meditarlos constantemente. 6. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.

¡Que fácil es ver la paja en el ojo del prójimo y no vemos la viga en el nuestro!. Cuando seamos capaces de disimular los defectos de nuestro hermano, estaremos colaborando en la construcción del Reino del Señor. Tengamos paciencia con los ancianos, los niños, el vecino, el compañero de trabajo y ellos la tendran con nosotros, en nuestros defectos. 7. Rogar a Dios por los vivos y los difuntos.

Cuando escucho a mis hijos orar pidiendo a Diosito por nosotros, por sus hermanos, por sus compañeros de escuela y por sus abuelitos ya fallecidos, me siento agradecido de saber que muchos elevan una oración al Creador por mi y por mis familiares o amigos que se me adelantaron a la casa del Padre. Cada oración es una intercesión, y el Señor nos pide que oremos unos por otros para mantenernos firmes en la fe, así como El oró por Pedro para que una vez confirmado, le ayudara a sus hermanos.

Las 7 Obras de Misericordia Corporales Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf Mt 25, 31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres (cf Tb 4,5-11; Si 17, 22) es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna: es también una práctica de justicia que agrada a Dios (cf Mt 6, 2-4) . (Catecismo)

Visitar a los enfermos. Nuestros hospitales estan llenos de enfermos olvidados por sus familiares, o bien, personas que por la lejanía con el centro hospitalario, no reciben visita alguna. Es bueno dar dinero para los necesitados, pero que bueno es darnos nosotros mismos. Compartamos de nuestro tiempo con ellos y llevémosles una palabra de aliento, un rato de compañía a esos cristos en su monte de los olivos.

12

Dar de comer al hambriento. Jesús nos ordena compartir con el necesitado cuando nos dice, "El que tenga dos capas déle una al que no tiene, y el que tenga alimento, comparta con el que no"(San Lucas, 3-11). Al compartir nuestro alimento, no solo les llenamos el estómago a nuestros hermanos necesitados, sino que les mostramos el amor de Dios que no los deja desfallecer.

Dar de beber al sediento. Con cuantas ganas nos bebemos un vaso de agua fresca luego de recorrer un largo trecho para calmar nuestra sed. ¿Cuántas veces pensamos en nuestros hermanos que no tienen un lugar donde beberlo?. Pensemos en aquellos que se enferman porque deben calmar su sed con agua contaminada, aquellos que mueren de sed porque otros la desperdician, incluso Jesús, en su trance de muerte, sintió sed y lo

exclamó con tanta vehemencia, que un soldado romano le acercó una esponja con hiel y vinagre para que la calmara. ¿Sómos nosotros peores que ese soldado romano como para negar agua al sediento?.

1. Dar posada al peregrino. Existen muchos inmigrantes que esperan nuestra ayuda para poder vivir dignamente junto a su familia, ayuda que debe hacerse presente en toda forma y a todo momento. Recordemos que esos hermanos desposeídos son Sagrarios del Espíritu Santo que merecen al menos una Tienda de Encuentro con el amor Divino.

2. Vestir al desnudo. A menudo nos encontramos con hermanos que estan vestidos con harapos o bien se encuentran desnudos, viéndose disminuída su dignidad de hijos de Dios. Ayudémosles a recobrarla brindándoles una vestidura limpia y respetable, que les permita reencontrar al Señor en la bondad de los demás.

3. Visitar a los encarcelados.

Cada mañana nos levantamos y corremos a los centros de estudio o trabajo, y posiblemente pasemos frente a un centro de reclusión en el que muchos de nuestros hermanos sufren la soledad y la indiferencia. Nuestra Santa Madre Iglesia nos llama a llevarles, no solo cosas materiales, sino el cariño de toda la comunidad a cada uno de ellos, para que se sientan parte del rebaño del Único Pastor.

Enterrar a los muertos. Sepultarlos no significa olvidarlos, por el contrario, esta obra de misericordia coporal nos lleva a la obra de misericordia espiritual que nos invita a rezar por los vivos y los muertos. Al enterrarlos no debemos olvidar que es nuestro deber mantener sus sepulturas en buen estado, pues en ellas se contienen los restos mortales de aquellos que fueron Templo del Espíritu Santo.

13

VIVAMOS CON ALEGRÍA

CONSTRUYAMOS EL ÁRBOL DE LAS OBRAS DE MISERICORDIA Dividir el grupo en 14 equipos, a cada equipo se le entrega una obra de misericordia escrita en una tira de papel grande, una cartulina tamaño oficio, colores, marcadores, lana…

Compartir acerca de la Obra de misericordia que les correspondió. Formular entre todos un compromiso y escribirlo en la cartulina Después cada grupo presenta su compromiso y lo cuelga en el chamizo preparado en el lugar más visible, mientras colocan el compromiso se puede cantar: Danos un corazón

grande para amar u otro corito.

CELEBREMOS NUESTRA FE Signo: Un Camino. Dinámica: Consiste en realizar diferentes movimientos con el cuerpo, según lo indica la canción. (Adjunto archivo mp3)

Jesucristo me dijo que me vaya a la derecha, a la derecha, a la derecha. Jesucristo me dijo que me vaya pa´ la izquierda Voy a la izquierda, voy a la izquierda. Jesucristo me dijo que me vaya pa delante , me voy pa´lante, me voy pa´ lante. Jesuscristo me dijo que me vaya atrás Me voy pa´ atrás me voy pa´ atrás Donde el me llame...Yo iré!!! Donde lo precise... Allí estaré!!! Y si es necesario... Su nombre en la luna proclamaré!!! No importa la... adversidad!!! No importa si el enemigo está, Nada he de temer porque Jesús mi fortaleza es. Arriba, abajo, a la derecha, a la izquierda, Media vuelta, saltando, todos a Cristo vamos alabando (x2)

Jesucristo me dijo (BIS TODA LA CANCIÓN) (RAP FINAL), Todos con la mano derecha vamos abriendo una brecha. Todos con la mano izquierda agarra a tu hermano para que no se pierda. Todos con las manos al frente vamos haciendo una alabanza diferente. Todos dando un paso para atrás vamos alabando que esto ya se va acabar (x2) y se acabó... Diálogo:

¿En qué consistía la dinámica?

¿A quién se obedecía en la canción?

¿Que indicaba Jesús?

¿Quiénes se divirtieron en la realización de la actividad?

¿Qué conforman todos juntos?

¿Cómo se divierten más desarrollando la actividad solos o en comunidad?

¿Qué es comunidad? Es importante ayudar a los niños y niñas a descubrir que vivimos en comunidad y que es allí donde Jesús nos pide poner en practica las Obras de Misericordia. Textos bíblicos:

14

Se distribuirán en el camino algunas imágenes que contiene textos bíblicos y para pasar de una a la otra se deberá seguir un camino, el cual deberá tener obstáculos como piedras, pantano, desechos, los cuales todos deberán cruzar. En cada imagen se realizara reflexión acerca del texto bíblico del cual se habla. Familia: Salmo 133:1

“¡Cuán bueno y cual agradable es que los hermanos convivan en armonía!”.

Colegio: 1 Pedro 3:8

“En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes”.

Parroquia: Romanos 12:4-5

“Pues así como cada uno de nosotros tiene un solo cuerpo con muchos miembros, y no todos estos miembros desempeñan la misma función, también nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo, y cada miembro está unido a todos los demás”.

Comunidades de Vida Consagrada: Hechos 4:32

“Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar. Nadie consideraba suya ninguna de sus posesiones, sino que las compartían”.

Al finalizar el recorrido se les preguntará: ¿qué encontraron en el camino y cuál fue su forma de actuar frente a estos?

Se continua explicando que en el caminar de nuestra vida siempre hemos estado acompañados de muchas personas que nos cuidan y ayudan a superar esos obstáculos que se nos presentan en nuestro diario vivir, las primeras personas que aparecen en nuestras vidas son los padres y familia, amigos del colegio y trabajo y así todos conformamos una sola comunidad llamada iglesia, aquella que está formada por todos los que tiene una relación personal con Jesucristo, que ha depositado su fe en Jesús y forma parte de su cuerpo. Este tiempo nos recuerda que Dios no amo tanto que dio a su hijo. Oración: Momento de dar gracias a Dios por el don de la vida y por todas las personas que día a día trabajan por el bienestar de todas las personas, los médicos, los maestros, los sacerdotes, policías… Y Escribir en un papel el nombre de todas las personas que han ayudado a tu crecimiento tanto personal, como espiritual, guárdalo en tu bolsillo, para tenerles presente durante la realización de tus tareas cotidianas y así poder reconocer su importancia en cada paso que se da en el camino de la vida y ofrécelas a Dios para que los bendiga y en este tiempo puedan estar atentos a escucharle y abrirle sus corazones para cumplir siempre su santa voluntad, agradándole en todo momento con cada acto.

MISIÓN – PROYECCIÓN

LOS NIÑOS SOMOS SAL Y LUZ DEL MUNDO Signo: en el centro colocar un Crucifijo, un recipiente con sal y una veladora

encendida, imágenes de diferentes situaciones o realidades que vive la humanidad preferentemente de niños, y un cartel visible que diga: “USTEDES SON LA SAL DE LA TIERRA” y otro que diga: “USTEDES SON LA LUZ DEL MUNDO”, en una bandeja velitas para repartir en su momento a cada participante. Cuando están todos alrededor del signo preparado entra un joven o Señor vestido de Jesús y les dice a los Niños… Si esta presente el Sacerdote, excelente si el los envía.

15

Jesús: queridos amiguitos, estoy aquí para recordarles que: Ustedes son sal de la tierra y luz del mundo, sal que da sabor y luz que alumbra a todo hombre. Hoy aprendieron las acciones que debemos realizar en bien de los demás: las obras de misericordia, la velita que van a recibir y van a encender es signo de su compromiso de hacer el bien a todos sus hermanos. Un animador reparte las velitas y otros ayudan para que las enciendan compartiendo la luz entre ellos. Todos con la luz en alto. Jesús les dice: LOS ENVÍO A SER SAL DE LA TIERRA Y LUZ EN MEDIO DE TODOS SUS HERMANOS

Todos cantan: Esta es la luz de Cristo; yo la haré brillar, esta es la luz de Cristo; yo la haré brillar. Esta es la luz de Cristo; yo la haré brillar. /Brillará, brillará, sin cesar./ (bis) PADRE NUESTRO: Unidos como verdaderos hermanos terminanos rezando el Padre Nuestro… ORACION FINAL: Concluimos haciendo repetir a los niños esta sencilla oración: Jesusito de mi vida, eres niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón. ¡Tómalo! ¡Tómalo! Tuyo es, y mío no.

16

DIÓCESIS DE SANTA ROSA DE OSOS

100 AÑOS ANUNCIANDO EL EVANGELIO

(1917 - 2017) DELEGACIONES DE PASTORAL JUVENIL Y VOCACIONAL

EL PADRE MISERICORDIOSO SALE AL ENCUENTRO DEL HIJO

PRESENTACIÓN: La pascual Juvenil es una oportunidad para convocar a los jóvenes de la parroquia y favorecer el encuentro, la participación y la reflexión en el marco de la Semana Mayor. Presentamos una propuesta para una acción evangelizadora que se puede adaptar de acuerdo a las realidades de cada comunidad parroquial. Exige preparación y trabajo en equipo. Esta propuesta está basada en la parábola del Padre Misericordioso. Se busca que los jóvenes, mediante acciones, vivan los diferentes momentos que vivió el joven que relata el Evangelio. Seguramente les parecerá muy extensa debido al número de páginas, pero aclaramos que es más la explicación que se da para momento, que el texto que en realidad se utiliza. Agradecemos a quienes puedan realizar esta acción evangelizadora en el marco del gran Jubileo de la Misericordia. Si pueden enviarnos algunas evidencias, les estaremos igualmente agradecidos. (pjuvenil@dsro.org)

17

OBJETIVO: Animar y orientar a los jóvenes de la comunidad parroquial para que descubran, mediante las acciones significativas de esta pascua juvenil, la importancia de acogerse al amor, el perdón y a la misericordia de Dios. METODOLOGÍA: Se aconseja que se viva en cuatro momentos o lugares, de modo que entre uno y otro se vaya caminando. Puede ser alrededor del parque principal o de acuerdo a las realidades de la parroquia. Cada lugar o momento tiene sus propios signos para mostrar a los que van transeúntes. Se pretende que merezcan la atención de quienes están en la calle. Preferiblemente no vivir esta pascua en un lugar cerrado y mucho menos en el templo, pues este lugar sagrado se deja para el último momento. Los lugares de la pascua son:

1. Lugar o momento Yo también pido lo que me corresponde

2. Lugar o momento Yo también me pierdo

3. Lugar o momento Yo también reflexiono

4. Lugar o momento Yo también lo busco (TEMPLO PARROQUIAL)

RECURSOS Humanos: Se requiere de un equipo de trabajo. Personas líderes que tengan alguna experiencia de trabajo con jóvenes, puede ser: comité juvenil, seminarista, educadores, director de la oficina de la juventud del municipio, acólitos, lectores, coro, entre otros. Cada momento o lugar debe tener unos responsables de la organización logística y una persona que será el animador del momento o del lugar. Logísticos: tres lugares para los primeros momentos, pues el cuarto momento se vivirá en el templo o capilla. Sonido, micrófono, computador, música, sillas, hidratación, dulces, refrigerio (en la medida de las posibilidades) Económicos: Se deja de acuerdo a las circunstancias de la comunidad parroquial. No hay mayor inversión. Todas las acciones propuestas se pueden adaptar a las circunstancias de cada parroquia. Materiales: Cada lugar tiene sus materiales que ayudan al signo y al desarrollo de las acciones. Al iniciar las descripciones, se exponen los materiales para cada lugar.

DESARROLLO DE LA PASCUA

Materiales: pendón con el logo del año de la misericordia que está en el templo; cofre con monedas, maletas, vinilos de varios colores, pinceles, pita para amarrar, tapaojos o pañoletas, copias del texto de Lucas 15, 11 – 32.

Primer lugar

Yo también pido lo que me corresponde

Se ha hecho la convocatoria a través de los diferentes medios: avisos parroquiales, emisora, altoparlantes, invitación escrita, entre otros. Se da la bienvenida a los jóvenes, preferiblemente el párroco. Se les explica la metodología para la celebración de la Pascua Juvenil.

18

Recibimiento: Cada participante que llega se le pinta con vinilo un círculo en la mano, preferiblemente con diferentes colores, de modo que el color les permita encontrarse luego como grupo. Lugar: en un espacio visible, colocar el afiche con el logo del año de la misericordia que está en todos los templos. Cofre con monedas o algo que las represente. Junto a este signo, maletas o bolsos que representen el viaje Saludo del sacerdote: El párroco o sacerdote encargado les da la bienvenida y los invita a vivir con seriedad y en espíritu de meditación, el trabajo que se va a realizar. Les recuerda el jubileo de la misericordia y su significado. Juegos: LABERINTO HUMANO: Todos en círculo agarrados de las manos, quien dirige va a ser la punta y empieza a pasar por arriba, por abajo, por donde quiera. Sin soltarse de las manos todos lo siguen. Cuando todos estén enredados, se pide que se vuelva a la posición inicial, sin soltarse. EL REY MANDA: Quien dirija el juego hace las veces de Rey. Todos los demás formaran un equipo. Cada equipo elige un nombre a fin de favorecer la animación del juego con una barra a su favor. Cada equipo elige a un representante y este será el único que servirá al Rey acatando sus órdenes. Si el rey pide por ejemplo, un reloj, el representante de cada equipo trata de conseguir el reloj en su equipo a fin de llevarlo prontamente al Rey. Solo se recibe el regalo del primero que lo entregue. Al final gana el equipo que haya suministrado más objetos. Oración Inicial: Como el juego los ha integrado y los ha organizado por grupos de acuerdo al color que se ha pintado en su mano, se les pide que cada grupo forme un círculo, se unan a modo de abrazo. Esta oración inicial debe surgir de los mismos jóvenes. Ofrecen sus intenciones y oran por el éxito de la pascua juvenil. Animador del primer lugar o momento: (No lee, sino que relata el significado del tema de la pascua): El Padre misericordioso, sale al encuentro del hijo: Muchas veces hemos escuchado la parábola que nos relata el Evangelio de Lucas en el capítulo 15. Se conoce como la “parábola del hijo pródigo”, pues nos hemos fijado en aquél hijo que pidió su herencia y se marchó a vivir las experiencias que solo el mundo, visto desde el materialismo, puede ofrecer. Pero en esta Pascua, fuera de reflexionar en los dos hijos, vamos a tener como personaje central al “Padre” que rico en misericordia recibe, acoge y restaura los derechos de su hijo menor. Este “Padre” se convierte en la imagen del Padre Dios que se fija en la persona y no en sus errores; que no juzga, sino que salva; que no esclaviza, sino que devuelve la plena libertad y dignidad. Proclamación del texto bíblico: (Todos en pie) Evangelio de Lucas 15, 1-3. 11 – 32 Solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Ese acoge a los pecadores y come con ellos». Jesús les dijo esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos. El más joven de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde.

19

Y les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo más joven, reuniéndolo todo, se fue a un país lejano y malgastó allí su fortuna viviendo lujuriosamente. Después de gastar todo, hubo una gran hambre en aquella región y él empezó a pasar necesidad. Fue y se puso a servir a un hombre de aquella región, el cual lo mandó a sus tierras a cuidar cerdos; le entraban ganas de saciarse con las algarrobas que comían los cerdos; y nadie se las daba. Recapacitando, se dijo: ¡cuántos jornaleros de mi padre tienen pan abundante mientras yo aquí me muero de hambre! Me levantaré e iré a mi padre y le diré: padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros. Y levantándose se puso en camino hacia la casa de su padre. Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y se compadeció; y corriendo a su encuentro, se le echó al cuello y lo cubrió de besos. Comenzó a decirle el hijo: Padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: pronto, sacad el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo, y vamos a celebrarlo con un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado. Y se pusieron a celebrarlo. El hijo mayor estaba en el campo; al volver y acercarse a casa oyó la música y los cantos y, llamando a uno de los criados, le preguntó qué pasaba. Este le dijo: Ha llegado tu hermano, y tu padre ha matado el ternero cebado por haberle recobrado sano. Se indignó y no quería entrar, pero su padre salió a convencerlo. El replicó a su padre: Mira cuántos años hace que te sirvo sin desobedecer ninguna orden tuya, y nunca me has dado ni un cabrito para divertirme con mis amigos. Pero en cuanto ha venido este hijo tuyo que devoró tu fortuna con meretrices, has hecho matar para él el ternero cebado. Pero él respondió: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero había que celebrarlo y alegrarse, porque ese hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado"(Lc). Palabra del Señor Animador del primer lugar o momento: Les explica que toda la reflexión durante la pascua juvenil va a estar enmarcada en esta parábola del Padre Misericordioso que sale al encuentro del hijo perdido. Por eso, le entrega a cada grupo una copia del texto del evangelio, para que allí en el grupo nuevamente sea proclamado. Al finalizar esta lectura, se da un espacio para el diálogo grupal a partir de esta

pregunta: ¿Qué momento o situación personal me hace recordar esta parábola? Un joven que se ha preparado con anterioridad, pero que está en uno de los grupos, se levanta, y dice:

Joven: (Monólogo). Soy el hijo menor. No quiero seguir en mi casa paterna. La vida acá es aburrida, monótona. Quiero viajar, conocer, salir y darme la vida que muchos se dan. El trabajo y la obediencia no fueron hechos para mí. El mundo, los placeres, los amigos, la fama, el consumismo me esperan. Quiero ser feliz, quiero ser libre, quiero ver la vida con otros ojos. (Se

acerca al sacerdote y le dice) Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde, iré a tierras lejanas para construir mi futuro, mi propia vida. Sacerdote: "Un hombre tenía dos hijos. El más joven de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde. Y les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo más joven, reuniéndolo todo, se fue a un país lejano. Se escucha música, se recomienda “vivir mi vida” de Marc Anthony: https://www.youtube.com/watch?v=YXnjy5YlDwk Seguidamente, el sacerdote toma las monedas del cofre y empieza a entregarle de a una moneda a los participantes. El animador del lugar les entrega los tapaojos, uno por grupo, además, las pitas para

20

amarrarse, de acuerdo al número de integrantes. Eligen a uno para que sea quien se vende los ojos y tome una de las maletas. Los demás, amarran su mano izquierda y la atan a la maleta. Luego de organizarse, van saliendo por grupos para el segundo lugar, todo de acuerdo a las indicaciones del animador. Quien tiene los ojos vendados debe llevar la maleta y a ella van sujetos los demás miembros del grupo, estos lo deben guiar con sus palabras, indicándole dónde hay escala, hueco, puerta, giro a la derecha o izquierda.

Materiales: sonido, música, computador, ropa, dispositivos electrónicos, comidas, bebidas, copias de fotografías y marcas de vehículos, dulces, papel bond, marcadores, pitos. Recibimiento: Los compañeros deben llegar al lugar guiando solo con palabras a quien lleva los ojos vendados y lleva la maleta y a ella están todos sujetos. Allí se sigue escuchando la canción “vivir mi vida” que se escuchó antes de salir del primer momento, luego se coloca otro tipo de música en alto volumen, que invita a la fiesta, al baile, la bulla, a la rumba. Lugar: en el centro del lugar debe haber ropa de marca, tenis, celulares, tabletas, computador, audífonos, botellas de licor, cigarrillos, comida, marcas de vehículos impresas, siluetas de personas, fotografías de actores, cantantes, futbolistas. Todo aquello que signifique despilfarro, derroche. Se puede, utilizar una cámara de humo. Después de un rato de música y de fiesta, se interrumpe para escuchar un trozo de la Parábola: Animador del lugar: El Padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo más joven, reuniéndolo todo, se fue a un país lejano y malgastó allí su fortuna viviendo lujuriosamente.

Segundo lugar

Acá se ha llegado a un establecimiento público, donde se escucha música a alto volumen, aparentemente se está pasando bien. Hay fiesta, “alegría”, gritos

Yo también me pierdo

21

Continúa la música. Pasados unos minutos, se invita a los jóvenes para que compren y consuman los dulces que allí se tienen. Los deben comprar con las monedas que se les entregaron en el primer lugar. Quien no tenga la moneda, no podrá consumir los productos. Mientras lo consumen, se invitan a entablar un diálogo. Animador del lugar: de acuerdo al signo de venir amarrados siguiendo a alguien sin poder ver, podemos vernos cuando seguimos a alguien por el solo hecho de ser amigos, quizá muchas veces no vamos por los mejores caminos, pero tampoco vamos conducidos a las mejores metas.

¿Alguna vez han cometido errores sólo por seguir a otras personas?

¿Te has exagerado en pedir respeto a tus derechos, pero te olvidas de tus deberes?

¿Alguna vez te has sentido perdido?

¿Qué significa la felicidad? ¿Eres feliz? ¿Cómo piensas construir tu felicidad?

¿Cuáles son los mayores problemas de los jóvenes en la actualidad?

¿Por qué el joven es tan propenso al consumo de drogas, de licor, al sexo desenfrenado, la prostitución, la violencia?

Debemos tener nuestra independencia ¿ahí qué papel tiene mi familia?

Se tiene un momento de diálogo para escuchar las opiniones de los jóvenes

Animador del lugar: Los organiza nuevamente por los grupos que llegaron y los anima para que en pliegos de papel bond, elaboren un cartel o un grafiti, con frases que inviten a los jóvenes a no dejarse arrastrar por el pecado; a no dejarse llevar por personas, momentos o impulsos que los alejan de Dios, de su familia y de su proyecto de vida. Mientras se realiza este trabajo se puede escuchar alguna música de reflexión. Se proponen las siguientes. Dónde está tu amor:

Son by four https://www.youtube.com/watch?v=oWyN7d1tJvw Detente un poco: Iván Lanzziano https://www.youtube.com/watch?v=wzxzUOPe_MY&list=PL7H0ts12bKWUc21unvqaGURpM4jR8bcRL&index=25 No te des por vencido: Felipe Gómez https://www.youtube.com/watch?v=dH997XiBI2s&index=27&list=PL1C67F0F7B0D9D8D7 Terminado el trabajo en la elaboración de los carteles, se pide que vayan saliendo por grupos para desplazarse al lugar tres. Salir en orden y como en especie de marcha o desfile. Cada grupo llevará en alto su cartel con el mensaje para las personas que hay en la calle. Hacer ruido con los pitos para llamar la atención de los transeúntes. Materiales: Basura, ropa vieja, desperdicios de alimentos, cinta de enmascarar gruesa, recipiente con aserrín o harina remojada, sonido, música,

Tercer lugar

Es el lugar del silencio, de la reflexión. Del

entrar en sí mismo para decidirse a

caminar hacia la casa del Padre

misericordioso. Es reconocer que es

necesario volver a la casa del Padre

Yo también reflexiono

22

Recibimiento: El animador los va a recibir vestido con ropa sucia, andrajosa, de mal olor y descalzo. Les pide que entreguen los carteles y que guarden los pitos. Habrá música instrumental de fondo.

Lugar: Preferiblemente un lugar donde no haya sillas, sino que esté totalmente vacío y con basura y aserrín regada en el piso. En el centro, un recipiente con desperdicios de alimentos (aguamasa); también se organiza una ropa sucia. Se les pide que se ubiquen alrededor del salón y el animador del lugar proclama el texto del Evangelio. Animador del lugar: Después de gastar todo, hubo una gran hambre en aquella región y él empezó a pasar necesidad. Fue y se puso a servir a un hombre de aquella región, el cual lo mandó a sus tierras a cuidar cerdos; le entraban ganas de saciarse con las algarrobas que comían los cerdos; y nadie se las daba. Recapacitando, se dijo: ¡cuántos jornaleros de mi padre tienen pan abundante mientras yo aquí me muero de hambre! Me levantaré e iré a mi padre y le diré: padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros. Y levantándose se puso en camino hacia la casa de su padre. El animador les entrega un trozo de cinta de enmascarar, lo suficiente para tapar la boca. Se les explica que se reúnan por parejas, y en silencio y de forma respetuosa, el uno tapa la boca del otro. Cuando ya todos tienen su boca tapada, el animador les pide que se distribuyan alrededor del salón, se sienten y empiecen a disponerse para hacer reflexión, para entrar en sí mismos.

Se escucha música instrumental de fondo y se les pide que cierren sus ojos para lograr una mayor concentración. Mientras se escucha la canción “te equivocas” de Jon Carlo, ( https://www.youtube.com/watch?v=-C0TSdK8XuE) dos personas que le ayudan al animador, toman las manos de los participantes y las introducen entre el aserrín mojado o la

harina, de modo que ellos se sientan sucios. Terminado este momento, el animador empieza a hablar pausadamente, con

mucha seguridad y ayudado por un micrófono y música instrumental de fondo Animador del lugar: ¿Has visto noticias últimamente? Niños muriendo en la guajira por que la corrupción se ha apropiado lo que era para su alimento. Campesinos saliendo de sus tierras y perdiendo sus cultivos por falta del líquido precioso, el agua. Hemos despilfarrado y destruido las fuentes y nacimientos del agua. (Espacio de silencio). Los precios de los alimentos cada día más altos. La tala de árboles va en crecida y las basuras inundan nuestras ciudades y pueblos (Espacio de silencio). ¿Has experimentado alguna vez el hambre o la sed? Cuántas veces hemos preferido botar los alimentos porque no nos gustan. Somos indiferentes ante las necesidades de los demás y nos sentimos cómodos y seguros. (Espacio de silencio). Hemos abandonado a quienes nos aman verdaderamente y se prefiere estar en una red social que estar conectados por el cariño con mamá, papá, hermanos, abuela, tías y amigos (Espacio de silencio). En mi mundo he preferido el alcohol, las drogas y he perdido mi dignidad como ser humano cuando me entrego al placer por el placer mediante el sexo. ¿A cuántas personas he pisoteado? ¿A cuántas personas les he hecho daño? Me he creído más que otras personas (Espacio de silencio).

23

Igual que el joven de la parábola, ¿te has sentido sucio, lleno de pecados, y tus equivocaciones te pesan en la conciencia? ¿Crees que no hay salida? Igual que nos incomoda sentir que tenemos sucias nuestras manos, de igual manera no somos felices cuando estamos en pecado. Debemos reconocer la necesidad de regresar a la casa del Padre. Levántate, ponte en camino, y dile que has pecado contra el cielo y contra él. Se ha escogido a un joven para que vista las ropas que están en el signo y sea quien inicie la peregrinación hacia el cuarto lugar que es el Templo parroquial. Se invitan a los jóvenes a que salgan uno a uno mostrando las manos sucias y con la boca vendada. Finalmente lo hará el animador. Tratar que sea un ambiente de seriedad y reflexión. Materiales: Dos recipientes, uno con agua y otro vacío. Video beam, computador, sonido, bombas o flores, ropa limpia, zapatos, anillo, vino, custodia, reclinatorio, refrigerio, Recibimiento: A la entrada del atrio se tendrán dos recipientes, uno con agua y otro para lavarse. Todos en silencio se congregan, luego de lavarse las manos, a la entrada del templo. Mientras tanto, se escucha en el templo el himno de la misericordia https://www.youtube.com/watch?v=_nWzaMIxb2o Lugar: La puerta central del templo debe estar abierta y en la medida de lo posible con bombas o flores o algún arreglo especial. En el templo, en un lugar visible, debe haber una ropa limpia y aparentemente nueva, zapatos, anillo, vino que representa el ambiente festivo. El sacerdote en la puerta se dirige a los jóvenes. Sacerdote: Queridos jóvenes. Al celebrar esta pascua juvenil, en el marco de la semana mayor, la parábola del padre misericordioso que sale al encuentro de su hijo perdido, nos llevó a vivir cada uno de esos momentos que este joven experimentó: pedir lo que le corresponde, perderse en el mundo hasta tocar fondo, reflexionar sobre la necesidad de volver al Padre y colocarse en camino para experimentar su inmenso amor y misericordia. Bienvenidos. Animador del lugar: Con palabras del Papa Francisco explicaremos el significado de la Puerta Santa: “Atravesar la Puerta Santa es signo de una verdadera conversión de nuestro corazón. Cuando atravesamos esta Puerta es bueno recordar que debemos tener abierta también la puerta de nuestro corazón. Estoy delante de la Puerta Santa y pido al Señor ayúdame a abrir la puerta de mi corazón. No tendría mucha eficacia el Año Santo de la misericordia si la puerta de nuestro corazón no dejara pasar a Cristo que nos empuja a andar hacia los otros, para llevarlo a Él y a su amor. Por lo tanto, como la Puerta Santa permanece abierta, porque es el signo de la acogida que Dios mismo nos reserva, así también nuestra puerta, aquella del corazón, esté siempre abierta para no excluir a ninguno. Ni siquiera aquella o aquel que me molestan. Ninguno. Sacerdote: Invita a todos los jóvenes a ingresar al templo. Los recibe con un abrazo de bienvenida y les recuerda: “ábrete al amor de Dios, porque es eterna su misericordia”.

Cuarto lugar

Es el lugar del encuentro con el Padre Misericordioso. Se aprovecha la puerta central del templo para ingresar a él y simular la puerta santa que es el mismo Cristo, quien entra por ella experimenta el amor de Dios que consuela, perdona y da esperanza.

Yo también lo busco

Templo

24

Animador del lugar: (Invita a colocarse en pie) Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre y se compadeció; y corriendo a su encuentro, se le echó al cuello y lo cubrió de besos. Comenzó a decirle el hijo: Padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: pronto, sacad el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo, y vamos a celebrarlo con un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado. Y se pusieron a celebrarlo. Luego se proyecta en el video beam alguno de estos dos vídeos: Vuelve a casa - Lilly Goodman https://www.youtube.com/watch?v=MTsNEbAv8Kc Hijo pródigo – Felipe Gómez https://www.youtube.com/watch?v=J4Y1-IiercY Donde no haya estas herramientas tecnológicas, se invita a los jóvenes para que, en torno a la parábola, ellos mismos hagan una representación teatral de las diferentes situaciones por las que pasó el joven. Sería interesante que se iluminara de acuerdo a todas las propuestas que tiene el joven de hoy para destruir y acabar su vida, pero también y más importante, es que ellos mismos muestren cómo puede el joven perdido volver a la casa del Padre. En pocas palabras, escenificar a los pródigos de hoy y cómo se puede volver a la vida. Seguidamente, el sacerdote haciendo las veces de Padre, se acerca al lugar donde están las prendas de vestir e invita al joven que vistió las prendas sucias del tercer lugar para que se acerque también. Dice: Sacerdote: Hijo, has vuelto a tu casa paterna. No importa lo que hiciste ni lo que perdiste. Es hora de recuperarte y gozar del amor y la misericordia de Dios. Hay que borrar todas las marcas que en ti ha dejado el pecado y que te hacen ver como pródigo. El sacerdote le ayuda a cambiarse el vestido, mientras un joven entre los participantes dice: Joven 1: Esta vestidura nueva es el mismo Cristo. Significa el hombre nuevo del que todos estamos revestidos. Dice San Pablo a los Gálatas: Todos los Bautizados en Cristo, se han revestido de Cristo (Ga 3, 27). Es el vestido propio de quienes han regresado al Padre y se sienten amados por Él. El hombre nuevo, generado por Cristo, debe estar revestido de misericordia, bondad, humildad, amor recíproco. El bautismo nos ha regenerado para una nueva vida en Cristo El sacerdote coloca el anillo el joven Joven 2: al joven le corresponde mucho más de lo que creía. Solamente ahora lo sabe. Recibir el anillo es una señal que indica que un pecador arrepentido recibe algo divino: el Espíritu Santo. Este anillo nos muestra que este hijo sigue perteneciendo al Padre y que su herencia aún le pertenece. El sacerdote ayuda a colocar el calzado Joven 3: El calzado nos separa de la suciedad de la tierra y nos fortalece para caminar. Este objeto le da al hijo, esclavo por el pecado, la libertad de los hijos de Dios. Al colocarse las sandalias en los pies, el Padre se adelanta al hijo quien venía a pedirle trato de jornalero.

Sacerdote: Finalmente, el Padre convoca a una fiesta por la vida nueva de su hijo. Se sacrifica el ternero cebado, es decir, el animal cuidado celosamente para sacrificar en un momento especial. Para el padre, ha llegado el momento especial: la nueva vida. Todos los sentimientos del Padre (ver al hijo, conmoverse, correr, echarse al cuello, besarlo) y todos sus dones (vestido, anillo, sandalias, ternero) concluyen en el banquete y en celebrar la fiesta del reencuentro. Los invito para que nos unamos en torno al mejor banquete del verdadero Cordero de Dios que ha saciado nuestra hambre y que quita el pecado del mundo.

25

Se expone el Santísimo y se tiene un momento de oración en la alabanza (cantos alegres) con la participación de los jóvenes. Es el momento para aprovecharlo y colocar en algún lugar cerca al altar una silla y un reclinatorio para quienes deseen acercarse al Sacramento de la Reconciliación. Luego de la absolución, el sacerdote ayuda a levantarse al penitente y le recuerda que nuevamente ha renovado su vestido, se ha colocado un anillo como nuevo

heredero del cielo y su dignidad y comunión han retornado.

Animador de la pastoral juvenil: (dentro de la oración ante Jesús Eucaristía): hemos mirado la

actitud y el caminar del hijo perdido; hemos reflexionado sobre el amor del Padre

misericordioso; pero nos falta una actitud: el del hijo mayor que viene del campo.

Hace una corta reflexión. Algunas pautas:

- No podemos creer que la recompensa es sólo para los que no han salido de casa o

tratan de hacer las cosas “bien”.

- En Cristo somos hermanos. El Padre corrige al hijo mayor, pues, no es “ese hijo tuyo”,

sino ese “hermano tuyo”. En Dios recuperamos la fraternidad, la comunidad.

- Debemos evitar la soberbia y el egoísmo de creernos los únicos capaces de acercarnos a

Dios.

- La misericordia supone un salir hacia los otros, así conozcamos su pecado. El amor es

gratuito y va más allá de los merecimientos, siempre mira al caído.

Si se desea se hace oración de acción de gracias, perdón, súplica e intercesión. Luego el

sacerdote imparte la bendición con el Santísimo, da sus agradecimientos por la participación y

los invita para compartir un ágape o un refrigerio en algún lugar fuera del Templo.

26

PASCUA PARA LAS FAMILIAS

“FAMILIAS MISERICORDIOSAS COMO NUESTRO PADRE DIOS”

1. PREPARACIÓN PREVIA

El párroco elabora una carta y la entrega personalmente a unas 20 familias, de diversos sectores; familias de esas que se sabe que van responder. La carta es una invitación sencilla a celebrar la pascua de la familia, además indicar el lugar y la hora y que cada familia lleve una foto pequeña donde esté toda la familia, lapicero y la Santa Biblia.

Ambientación del lugar de encuentro: tener visible el pendón de la misericordia y el lema del mes, un rostro grande de Jesús, un velón, unas flores, la Santa Biblia y el letrero “familias misericordiosas, bienvenidas”. Todo organizado en una mesa donde hay varias sillas.

Materiales: fichas pequeñas, recortadas en cartulina de dos colores (verde claro y rojo claro), Pedazos pequeños de papel, la foto pequeña que trae cada familia, el afiche grande de Jesús, el canto bendecid oh Señor mi familia, la oración de la misericordia, cinta de enmascarar y lapiceros.

Propósito del encuentro pascual: Las familias participantes, en ambiente de comunión,

oración y diálogo viven el encuentro con Cristo, “Rostro Misericordioso del Padre”, que sufre, muere y resucita para renovar en cada familia la vida, el perdón y la misericordia que sana las heridas producidas por el pecado.

2. DESARROLLO DEL ENCUENTRO El encuentro inicia con un canto (Dios está aquí…) y una breve oración para poner en manos del Señor esta pascua. Pedimos a uno de los participantes para que haga la oración inicial El encuentro consta de 4 partes:

1) MIREMOS LA REALIDAD DE NUESTRAS FAMILIAS Cada familia se reúne y presenta 2 alegrías y 2 dificultades vividas en su familia y las escriben en el cartón rojo claro. Este ejercicio solo demora 10 minutos, luego los animadores invitan a las familias para que los vayan leyendo y pegando en el rostro de Jesús.

Lectura de fe: Terminado el ejercicio los participantes hacen una lectura de fe de lo que compartieron las familias. ¿Cómo se hace esto? Cada participante desde su experiencia de fe va diciendo lo que observa en esos hechos presentados, un ejemplo: en la realidad de estas familias yo observo debilidades, pero también hay fe y amor.

2) ESCUCHEMOS LO QUE DIOS NOS COMUNICA EN SU PALABRA Empecemos con estas dos preguntas: ¿En qué consiste ser misericordioso (a)? ¿Cuándo alguno de ustedes ha sido misericordioso?

27

Escuchemos la Palabra: Vamos a proclamar, de manera pausada, los siguientes textos que son (Salmo 25, 4-6; Isaías 49, 15; Oseas 11, 4; Lucas 6, 35-36; Mateo 5, 7) Al final los participantes resaltan alguna frase que les llegó al corazón.

Para complementar leemos lo siguiente: El pueblo de Israel y todos los pueblos de la tierra hoy como ayer seguimos experimentado la misericordia de nuestro Padre Dios. En la Sagrada Escritura encontramos esa palabra y esos gestos de Dios que revelan su misericordia hacia su pueblo que ha sufrido presión y esclavitud injusticia, abandono, enfermedad y maltrato, todo consecuencia de los gobiernos injustos. Movidos por su fe acuden a Dios en que descubren que es paciente y misericordioso como lo es una madre o un padre con su hijo. Jesús es el Rostro Misericordioso del Padre que no solo anuncia la misericordia, sino que la encarna en todas sus palabras y acciones y como discípulos nos enseña a ser misericordiosos. Jesús como el Padre tiene entrañas de misericordia, se conmueve, acoge, sana la vida devolviéndole la dignidad. En medio de un pueblo resentido y herido por el abandono, la injusticia y el odio, Jesús propone el camino de la misericordia y el perdón.

3. ESCUCHEMOS A LA IGLESIA QUE NOS ENSEÑA Dios es el autor de la familia, ella es escuela de rico humanismo, por tanto para que pueda lograr la plenitud de su vida y misión se requiere un clima de benévola comunicación y unión. La familia se halla hoy oscurecida por ciertas deformaciones. Todos los que tienen influencia en la sociedad, colaboren en la tutela de os valores familiares. Porque como Dios se unió con su pueblo por una alianza de amor y fidelidad, así Jesús sale al encuentro de los esposos cristianos por medio del sacramento del matrimonio. El genuino amor conyugal es asumido es asumido en el amor divino y se enriquece por la virtud redentora de Cristo. (Gaudium et Spes 47-52). El matrimonio no es, por tanto, efecto de la casualidad o producto de la evolución de fuerzas naturales inconscientes; es una sabia institución del Creador para realizar en la humanidad su designio de amor (Carta encíclica Humnae Vitae, # 8- Pablo VI)

La familia, en los tiempos modernos, ha sufrido, la acometida de las transformaciones amplias, profundas y rápidas de la sociedad y de la cultura. Muchas familias viven esta situación permaneciendo fieles, otras se sienten inciertas y desanimadas y otras a causa de diferentes situaciones de injusticia se ven impedidas para realizar sus derechos fundamentales. La familia tiene la misión de ser cada vez más lo que es, es decir, comunidad de vida y amor. Por esto la familia recibe la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor por la Iglesia su esposa. (Exhortación Apostólica, Familiaris consortio # 17- San Juan Pablo II, papa). La Iglesia, experta en humanidad y fiel a su misión, anuncia con profunda convicción el “Evangelio de la familia” que le fue encomendado con la revelación de Jesucristo e ininterrumpidamente enseñado por los Padres, los Maestros de espiritualidad y el Magisterio de la Iglesia”. Muchas familias cristianas responden a su vocación y misión, incluso a pesar de los obstáculos, incomprensiones y sufrimientos. Tres aspectos que resalta este sínodo:

1) La escucha de la realidad de la familia hoy con la complejidad de sus luces y sombras, a través de los ojos de la fe.

2) La mirada en Cristo para repensar con renovada frescura y entusiasmo la revelación,

transmitida en la fe de la Iglesia.

28

3) La confrontación en el Espíritu Santo a fin de discernir los caminos para renovar la Iglesia y la sociedad en su compromiso por la familia. (Sínodo sobre la familia # 1, 2 y 3, octubre de 2015).

4. CELEBREMOS Y PRACTIQUEMOS LA MISERICORDIA EN FAMILIA

Comentario: La sociedad del siglo 21, es la sociedad del conocimiento, la globalidad, el sentido ecológico, la defensa de los derechos fundamentales, sin embargo todavía se dan situaciones de violencia, desigualdad, injusticia y pobreza que claman a la compasión y la misericordia. Es cierto que como familias cristianas hemos aprendido a practicar las obras de misericordia, tanto las corporales, como las espirituales, pero el Señor hoy nos vuelve a llamar a ser misericordiosos con todos, de manera especial con los que sufren.

Proclamación de la misericordia: (Mateo 25, 31-36), luego se deja un momento de

silencio. Ahora invitamos a algunas familias para que pasen a la mesa, se sientan y escriben en el recorte de papel la obra de misericordia que más practican, luego ese papel lo pegan en la foto que han traído y colocan la foto en el crucifijo, después toman juntos el velón, que significa la presencia de Cristo resucitado, Rostro Misericordioso del Padre, lo levantan y alguno hace una breve oración al Señor, la asamblea responde: Tu misericordia Señor es eterna”.

Cantemos y oremos la misericordia: bendecid oh Señor mi familia y oración de la

Misericordia

Oremos la Misericordia de Dios

“Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación. Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena del buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición, y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido. Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana: ¡Si conocieras el don de Dios!

Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso. Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad para que

sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error: haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios. Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres, proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos. Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén”.

CANTEMOS: BENDECID OH SEÑOR MI FAMILIA

29

- Que ninguna familia comience en cualquier de repente, y que ninguna familia se acabe por falta de amor. La pareja sea el uno en el otro de cuerpo y de mente, y que nada en el mundo separe un hogar soñador.

- Que ninguna familia se albergue debajo del puente, y que nadie interfiera en la vida y en

la paz de los dos, y que nadie los haga vivir sin ningún horizonte, y que puedan vivir sin temer lo que venga después.

- La familia comience sabiendo porqué y dónde va, y que el hombre retrate la gracia de

ser un papá. La mujer sea cielo y ternura y afecto y calor, y los hijos conozcan la fuerza que tiene el amor.

CORO: Bendecid, oh Señor, las familias. Amén. Bendecid, oh Señor, la mía también. (2 veces)

- Que marido y mujer tengan fuerza de amar sin medida, y que nadie se vaya a dormir sin buscar el perdón, que en la cuna los niños aprendan el don de la vida. La familia celebre el milagro del beso y el pan.

- Que marido y mujer de rodillas contemplen sus hijos, y que por ellos encuentren la

fuerza de continuar. Y que en su firmamento la estrella que tenga más brillo, pueda ser la esperanza de paz y certeza de amar.

Vivamos la misericordia cada día: Queridas familias no podemos contentarnos con los contenidos de esta reflexión, la celebración de esta pascua nos debe ayudar a pasar de la muerte que produce el pecado de la indiferencia y el egoísmo, a la vida nueva que nos comunica Cristo resucitado. Hoy el Señor nos llama a ser familias misericordiosas como Nuestro Padre Dios.

Jubileo de la misericordia: Durante este año del jubileo de la misericordia tendremos

varios espacios para ser más misericordiosos: Participar en los espacios de formación que nos ofrece la parroquia, leer el documento del Papa Francisco sobre el rostro de la misericordia (Misericordiae Vultus), practicar con los hermanos que sufren, las obras de misericordia, participar en la semana santa, celebrar los sacramentos con mayor fe, participar en las peregrinaciones a los santuarios destinados para celebrar el sacramento de la reconciliación y la Eucaristía, para poder recibir la indulgencia plenaria.

IV. SANTO TRIDUO PASCUAL

Los próximos tres días se suelen llamar "Santos" porque nos hacen revivir el acontecimiento central de nuestra Redención; nos remiten de nuevo al núcleo esencial de la fe cristiana: la Pasión, la Muerte y la Resurrección de Jesucristo. Son días que podríamos considerar como un único día: constituyen el corazón y el centro de todo el año litúrgico, la vida de la Iglesia y la fe de los cristianos.

1. JUEVES SANTO

Sentido de la celebración de este Día

30

En el Jueves Santo, la Iglesia hace memoria de la última Cena, durante la cual el Señor, en la víspera de su Pasión y Muerte, instituyó el sacramento de la Eucaristía, fuente y cumbre de la vida cristiana, y el del sacerdocio ministerial. Con el gesto humilde pero sumamente expresivo del lavatorio de los pies, se nos invita a recordar lo que el Señor hizo a sus Apóstoles: al lavarles los pies proclamó de manera concreta el primado del amor, un amor que se hace servicio hasta la entrega de sí mismos, anticipando también así el sacrificio supremo de su vida que se consumará al día siguiente en el Calvario. Según una hermosa tradición, los fieles concluyen el Jueves Santo con una vigilia de oración y adoración eucarística para revivir más íntimamente la agonía de Jesús en Getsemaní.

1.1. MISA DEL JUEVES SANTO EN LA MAÑANA

La mayoría de las parroquias programan este día en la mañana la Eucaristía para los enfermos. Con el fin de entronizar, los santos óleos en la parroquia, presentamos esta guía, aprovechando la acogida a la vez de los enfermos, que mediante los sacramentos de la penitencia y la unción reciben la misericordia de Dios.

RECEPCIÓN DE LOS ÓLEOS EN LA PARROQUIA

a) Introducción

El rito que se ofrece a continuación conviene que se realice en los días que anteceden al Triduo Pascual, por ejemplo, dentro de la misa que suele celebrarse en algunas parroquias en la mañana del Jueves Santo (no así dentro de la celebración vespertina de la Cena del Señor). En todo caso antes de la Vigilia Pascual, pues los santos óleos se comienzan a emplear en la liturgia bautismal de dicha celebración. Así las cosas, se procede, dentro de la Misa, ya sea después de la Liturgia de la Palabra, específicamente, después de la homilía o, si se prefiere, luego de la oración conclusiva de la respectiva celebración (después de la poscomunión). Algunos laicos que colaboran en la pastoral con enfermos, los catequistas de los catecúmenos o de los padres y padrinos de los niños que se bautizarán y catequistas que acompañan a los jóvenes en su preparación para la confirmación, llevan hasta el presbiterio los respectivos óleos, que el obispo ha bendecido recientemente en la Misa Crismal.

b) Rito

Los laicos llevan los óleos y los colocan en una mesa visible a la asamblea, pero nunca sobre el altar. Entonces el párroco dice la siguiente monición: El pasado jueves 17 de marzo, el Señor Obispo, Jorge Alberto Ossa Soto, celebró en la Catedral, la Misa Crismal, en la que bendijo el óleo de los enfermos, el óleo de los catecúmenos, y consagró el Santo Crisma. Allí estuvo rodeado de los sacerdotes que trabajamos en la Diócesis de Santa Rosa de Osos. En esa concelebración se puso de manifiesto la espiritualidad de comunión y los sacerdotes renovamos nuestras promesas de fidelidad al pueblo cristiano, hechas el día de la ordenación. Hoy, Cristo, el ungido por el Padre, nos reúne en torno al signo de los óleos consagrados. Por ello en esta celebración, pedimos por todos aquellos que, ungidos en su enfermedad, recobran su salud corporal y espiritual. Renovamos nuestro deseo de vivir intensamente el Bautismo y la Confirmación en los que el Espíritu nos ungió para ser fuertes en la lucha contra el mal. Y pedimos por los Presbíteros y Obispos, ungidos y consagrados, de manera especial, para la

31

santificación del Pueblo de Dios. También, nuestra parroquia recibe los santos óleos con agradecimiento y con una oración por todos cuantos serán ungidos con ellos durante este año.

c) Canto: Un solo Señor, o Pueblo de reyes, u otro que se refiera a Cristo, el “Ungido del Padre”.

b) Plegarias El párroco introduce la oración diciendo: Dirijamos ahora nuestra plegaria de agradecimiento y de petición al Padre por Jesucristo en el Espíritu Santo.

• Plegarias referentes al óleo de los enfermos. El Párroco dice: En la Sagrada Biblia el apóstol Santiago nos exhorta a recibir este óleo de mano de los presbíteros, para confortar a los enfermos en sus dolores espirituales y corporales, de modo que los que sufren se asocien íntimamente a la Pasión redentora de Cristo. Bendito seas, Señor, por el Óleo de los enfermos, signo de curación. A cada plegaria nos unimos todos diciendo: Amén. A continuación alguno de los laicos que participan en la pastoral con los enfermos propone las siguientes intenciones referentes al óleo de los enfermos: -Que los enfermos ungidos en el nombre del Señor recobren la salud. -Que Dios los conforte en sus sufrimientos y perdones sus pecados. -Que los fieles den el paso de este mundo al Padre confortados por la santa Unción y la oración

de la Iglesia. -Que Dios haga fructificar el trabajo pastoral de los sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y

laicos dedicados a la atención de los enfermos.

• Plegarias referentes al óleo de los catecúmenos. El Párroco dice: La unción con este óleo, llamado de los catecúmenos, y que precede al Bautismo, prolonga el efecto de los exorcismos por cuanto los bautizados son fortalecidos para renunciar a Satanás y al pecado antes de acercarse a la fuente de vida y renacer a la gracia. Bendito seas, Señor, por el Óleo de los catecúmenos, signo de fortaleza. A cada plegaria nos unimos todos diciendo: Amén. A continuación alguno de los laicos que participan en la catequesis de catecúmenos o que ayudan a los padres y padrinos a prepararse para el bautismo de los niños propone las siguientes intenciones referentes al óleo de los catecúmenos: -Que quienes van a ser bautizados, ungidos con el óleo de los catecúmenos, se mantengan firmes en el seguimiento de Jesucristo y venzan las tentaciones. -Que los adultos, los jóvenes y los niños en edad catequética que se preparan para el bautismo, se compenetren con el espíritu del Evangelio. -Que los padres que preparan el bautismo de sus hijos, ayudados por los padrinos y por toda la comunidad, cuiden de la educación cristiana de los nacidos a la vida de gracia.

• Plegarias referentes al Santo Crisma. El Párroco dice: El Santo Crisma, simboliza a Cristo por su agradable aroma, su incomparable suavidad y su virtud para evitar la corrupción. Con él somos ungidos en el Bautismo y la Confirmación. También los presbíteros y obispos por la unción crismal, en el Orden sacerdotal, son

32

consagrados y destinados de una manera especial al oficio santificador. Bendito seas, Señor, por el óleo perfumado del Santo Crisma. A cada plegaria nos unimos todos diciendo: Amén. A continuación alguno de los laicos que acompañan a los jóvenes en su preparación para la confirmación propone las siguientes intenciones referentes al santo Crisma: -Que quienes sean ungidos con él en la cabeza después de recibir el bautismo vivan siempre como miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey que irradien el buen olor de Cristo. -Que los ungidos en la frente con el Crisma en la Confirmación, habiendo recibido el sello del don del Espíritu Santo, sean testigos de Jesucristo con su vida y participen asiduamente en la celebración de la Eucaristía. -Que quienes han sido ungidos en la ordenación episcopal guíen la Iglesia como sucesores de

los apóstoles, con la fuerza del Espíritu Santo. -Que los presbíteros, con sus manos ungidas, santifiquen al pueblo cristiano y ofrezcan al Padre

del cielo, en nombre de la comunidad, el sacrificio de Cristo. -Que los altares e iglesias ungidas por el obispo y santificadas por el poder del Señor,

manifiesten con un signo visible el misterio de Cristo y de la Iglesia. -Que todos los fieles seamos piedras vivas de la Iglesia del Señor. Oración conclusiva El párroco termina este rito con la siguiente oración: Oremos: Dios creador providente, que nos proporcionas los dones de tu naturaleza y haces de ellos signos de los dones espirituales; tu confortas a los enfermos, fortaleces en la lucha contra el pecado y santificas a tus fieles; concede a cuantos serán ungidos con los santos óleos ser fieles a tu gracia. Por Jesucristo nuestro Señor. (Seguir la liturgia de la eucaristía de la eucaristía del Jueves Santo en la mañana)

1.2. Lo que debe prepararse En un lugar seguro de la sacristía o en la casa cural ha de disponerse un espacio con un sagrario con llave, bien asegurado, para guardar los copones con la reserva del Santísimo Sacramento. Para la Santa Misade la Cena del Señor: ornamentos Blancos, el Misal Romano, el Leccionario, incensario y naveta. Los asientos para los doce varones que participan en el Lavatorio, el lavabo y la jarra para el lavatorio con sus toallas; para el sacerdote se prepara una toalla que se pondrá en la cintura. Recordar el beso que el sacerdote da a los en los pies. Si se hace alguna representación ilustrativa de la cena con las imágenes sagradas, hágase en la medida de lo posible fuera del presbiterio. Para la procesión al monumento: el palio, la capa pluvial blanca o al menos el velo humeral, incensario, naveta, y los cirios llevarán los acompañantes.

33

1.3. MISA DE LA CENA DEL SEÑOR:

Monición de entrada: El Triduo Pascual comienza con la misa vespertina de la Cena del Señor del Jueves Santo, día de reconciliación, memoria de la eucaristía y pórtico de la pasión. Se celebra lo que Jesús vivió en la cena de despedida: «Cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que él vuelva» (1 Cor 11,26). En uno de los tres días anteriores al jueves puede celebrarse comunitariamente la penitencia. Después de una introducción al sentido de la reconciliación previa al triduo, se canta algo apropiado y se hace oración. Dos o tres lecturas bíblicas ayudan a tomar conciencia mediante un examen concreto comunitario, hecho eventualmente entre varias personas, según el tema elegido para la revisión. Se puede introducir un gesto penitencial, como es el encendido o apagado de algunas velas, la quema de papeles en un brasero, romper una vasija de barro, etc. Si la comunidad es grande -y en tanto sea posible-, se divide en grupos para tomar conciencia de los pecados. Luego se pide perdón por medio de unas peticiones preparadas; si es posible, se hace también de manera espontánea y se invita a la reconciliación con un silencio prolongado. Después, individual o comunitariamente, se da la absolución. El abrazo de paz y un canto sellan el final.

1.4. Comentarios a las lecturas

Los israelitas celebraban solemnemente cada año la Cena de Pascua con la que conmemoraban su liberación de Egipto. Jesús en la última Cena inaugura una Nueva alianza en la que hace partícipe a la humanidad, llamada al amor, el servicio y la unidad, renovando constantemente este signo eucarístico. Jesús lava los pies de sus discípulos, con este gesto de humildad, hace visible la actitud de servicio que caracteriza su presencia en la comunidad. Escuchemos. 1.5. Pautas para la homilía: Amor, Eucaristía y Misericordia Cuando las sombras de la tarde caían sobre Jerusalén, los discípulos convocados por su Maestro suben a la sala preparada, y, hallándolo todo dispuesto, se ponen a la mesa para un doble banquete: el de la sencilla cena de Pascua, el del espléndido banquete de palabras y signos con el que Jesús les entrega su corazón. Amor: Donde reina el amor y la unidad, allí está Dios, dice un cántico que se acostumbra en este día. Es el amor la expresión más grande del corazón humano. El amor, más allá de las meras experiencias sentimentales, es el reflejo de la solicitud con la que Dios nos acompaña, con la que invitó al Pueblo Elegido de Israel a sacrificar un cordero y a compartir en una cena pascual la noticia de su liberación, como lo escuchábamos en la primera lectura. Es el amor el que hace que “el sacrificio de alabanza” del que habla el Salmo 115, para dar gracias al señor por el bien que nos ha hecho, sea la expresión del amor con el que “el hijo de tu Sierva” ofrezca el sacrifico de su amor inefable anticipado en el pan y el vino de la Cena. Es el amor el mandato que se hace concreto en el signo del Lavatorio con el que Jesús no sólo se pone a los pies de la humanidad, sino que nos enseña a hacernos servidores por amor, es decir, a darle sentido divino a cada gesto que resalte que somos hermanos. Que es la intención del lavatorio, que no dramatiza la Cena sino que nos insinúa un gesto de comunión. Es el amor, en definitiva, el que ha motivado toda una larga historia que a partir de la tarde santa de esta Cena se empieza a manifestar de un modo más pleno en la vida de Jesús dada a todos, entregada por todos, ofrecida a todos. Eucaristía: Precisamente en esta celebración (en esta tarde), en esta Cena Pascual, ha querido Jesús dejarnos su corazón en el Sacramento que no sólo recibiremos sino que más tarde adoraremos en silencioso coloquio: La Eucaristía.

34

La humanidad tiene un hambre constante, no saciada. No es sólo la ausencia dramática de pan, es el pan dramáticamente partido en un mundo sin afecto, sin solidaridad, sin ternura. Es aquí donde adquiere todo su esplendor la idea novedosa, el amor maravilloso con el que Cristo asume su vida como ofrenda y como presencia que nos ilumina, como lo enseñaba Santo Tomás de Aquino: “al nacer se nos dio como amigo, en la cena como alimento, al morir como rescate, y al reinar, como premio”. Esta Cena llena de luz la Jerusalén sobre la que ya extienden no solo las sombras de la noche sino también la dulzura del misterio con el que se cierran los ritos del Viejo Testamento y empieza a ofrecerse el nuevo Cordero, en la nueva Alianza, en el nuevo rito, abierto ahora a infinitos comensales, a esos muchos, imposibles de contar, a los que quiere Jesús alimentar. Después de comulgar a Jesús, él va hacia el Sagrario que hemos preparado. Esta procesión evoca no su captura en la noche santa de su pasión, sino su constante camino hacia nosotros, hacia nuestra vida, hacia nuestra sed y nuestra hambre de amor y de esperanza. Jesús no quedará encarcelado, es más, nunca ha estado tan libre como ahora como cuando viene a buscar las manos vacías de la humanidad, para llenarlas con la plenitud de su presencia. Misericordia: Una de las obras de misericordia es alimentar. Precisamente, tras comprender que el amor se ha hecho eucaristía, entendemos porqué Jesús quiere ser el pionero en esta bondadosa disponibilidad tan generosa y admirable. Hoy, tras enseñar a sus discípulos cómo las tradiciones del viejo Israel se renuevan y se transforman, hoy cuando el Cordero Nuevo, se dispone a su sacrificio que se consuma en la cruz, Jesús ha enseñado también que en el amor servicial y disponible se encontrará el nuevo distintivo para el Pueblo de Dios que nacerá de su costado. Pero es hoy también, cuando nos manda a prolongar en los siglos esta Santísima Cena, Invitando al banquete del amor a todos, saciando con generosidad el hambre concentrado de muchos corazones, haciendo presente una justicia verdadera que no se quede en resentimientos llenos de amargura, sino que propicie gestos de amor que alimenten la vida, que nos enseñen a ser más hermanos, que nos comprometan a vivir más fraternalmente y en una paz que transforme la vida y le dé una calidad verdadera a la existencia humana iluminada por la fe. La Fiesta Pascual apenas se abre verdaderamente. Con amor y con fe haremos de la Eucaristía el signo más vivo del amor misericordioso, aprendiendo la lección magistral de caridad, de esperanza, de alegría con la que Jesús vive su Cena Postrimera, la primera cena de la Nueva Alianza. En el Año de la Misericordia la Cena de Jesús es elocuente en todos sus signos. Es amor puesto de rodillas para lavar el corazón del hombre, es amor que se hace sacrificio de alabanza para elevar las manos a Dios colmadas con la alegría de darnos, de ser hermanos. En esta Cena santísima, pidamos que no nos falte el amor que nos une, que no nos falte el pan que nos alimenta, que no nos falte un corazón misericordioso que ofrezca vida y paz a todos. Que la Madre de las Misericordias, la que, como pensamos, más que amasar el pan de la Cena, acunó en sus brazos a Cristo, Pan de Vida, nos ayude a celebrar con la vida este encuentro con el Amor, Eucaristía, que es Misericordia de Dios. Amén.

1.6. Monición del lavatorio de los pies En estos momentos, queridos hermanos, damos inicio al lavatorio de los pies. El celebrante, imitando el gesto de Jesús lavará los pies a doce varones de nuestra comunidad. Con este gesto Jesús nos enseñó que tenemos que amarnos los uno a los otros. La expresión máxima de amor es el servicio desinteresado y generoso a los demás.

35

1.7. Oración de los fieles

Presidente: Hermanos, el año de la misericordia nos da la certeza de que Dios es amor y está cerca de nosotros, presentémosle nuestra oración con fe y humildad. Respondemos: Padre de Misericordia, escúchanos.

- Por la Santa Iglesia de Dios, para que por su Misericordia, abra sus puertas a los hijos alejados para que se reincorporen a la fe mediante el anuncio de la Buena Nueva y la celebración de los sacramentos. Oremos.

- Por el Papa, los Obispos y en general, los ministros de la Iglesia, para que ellos sigan siendo

misericordiosos, trabajen por la unidad, el perdón y el amor a ejemplo de cristo. Oremos. - Por las autoridades civiles, militares y por los servidores públicos de nuestra comunidad,

para que a ejemplo de cristo, sean servidores de la comunidad, reconozcan el amor de Dios en cada persona y se muestren misericordiosos. Oremos.

- Por quienes participamos en esta Santa Cena, para que como discípulos de Jesús,

reflejemos en nuestra vida y en nuestras obras el amor, el servicio y la misericordia que nos lleva a compartir con nuestros hermanos necesitados. Oremos

- Por el mundo, especialmente por nuestro por nuestro país, afectado por la violencia en sus

diversas expresiones, para que siguiendo el mandato del señor, trabajemos por la reconciliación y la reparación de las víctimas, camino a la paz. Oremos.

Presidente: Padre bueno, que quieres la salvación de todos los hombres: concédeles los beneficios de tu misericordia, y que como tú sean misericordiosos. Por Jesucristo Nuestro Señor. 1.8. Comentario después de la oración de comunión El sacerdote y los ministros del altar se preparan para llevar en procesión el Santísimo Sacramento al altar de reserva (se hace una pausa). En estos momentos los ministros van quitando los ornamentos y velas del altar en el presbiterio (desnudan el altar). Comenzamos ahora un tiempo sagrado de profunda oración y reflexión sobre los acontecimientos que llevaron a las autoridades religiosas del pueblo y a los romanos a la decisión de crucificar a Jesús.

1.9. MEMORIA DE LA ORACIÓN EN EL HUERTO Y EL PRENDIMIENTO DEL SEÑOR Monición: Jesús sabe que ha llegado su hora, el momento de glorificar al Padre, para ser glorificado, también él en la cruz. Ante la realidad de la muerte, sólo puede encontrar fortaleza en el diálogo amoroso con el Padre, diálogo que se vive a través de la oración para no caer en la tentación y hacer sólo la voluntad de Aquél que lo ha enviado. En medio de esta escena de oración, irrumpe Judas con los que arrestan a Jesús de manera violenta, pero Él en un gesto de amor, cura la oreja del sirviente del sumo sacerdote que resultó herido en el arresto. Estos signos descritos en el Evangelio, deben ser interpretados hoy por cada uno de nosotros, y llevarse a la práctica, como signo de misericordia y perdón. Jesús nos está invitando a la oración constante y a dejar de lado la violencia, pues fueron nuestros pecados los que los llevaron a ser clavado en una cruz para nuestra salvación. Texto bíblico (Lc. 22, 39-53) “Acabada la cena salió Jesús y se encaminó, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo orad, para no caer en tentación. Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba diciendo Padre, si

36

quieres, aparta de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo, que lo confortaba. En medio de su angustia, oraba con más intensidad. Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la tristeza, y les dijo ¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en tentación. Todavía estaba hablando, cuando apareció una turba; iba a la cabeza el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús. Jesús le dijo Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre? Viendo los que estaban con él lo que iba a pasar, dijeron Señor, ¿herimos con la espada? Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino, diciendo dejadlo, basta. Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra él ¿Habéis salido con espadas y palos como en busca de un bandido? Estando a diario en el templo con vosotros, no me prendisteis. Pero esta es vuestra hora y la del poder de las tinieblas”.

1.10. Pistas para la homilía breve: Queremos, Señor, al hacer esta memoria de tu oración en el huerto y de tu prendimiento, pedirte que colmes nuestras vidas de unos sentimientos que, de algún modo, reparen los dolores de aquella “hora de tinieblas” en la que iniciaste tu pasión gloriosa. Queremos que ocurran para nosotros dos cosas: La primera, que nos enseñes que tu oración en el Huerto retrata también nuestra vida con sus dolores y sus tristezas. Es en este contexto que queremos que nos enseñes a hacer la voluntad del Padre, a no desechar la copa gloriosa que cada vez se nos ofrece oculta en las pequeñas dificultades que sólo pueden superarse en comunión contigo. Queremos también que nos ayudes a llenar de luz esta hora en la que el poder de las tinieblas quisiera imponer su código de terror y de desesperación. Solo tú nos enseñarás a irradiar el amor que nos regalas, a difundir la paz que nos ofreces, a dejarnos atar el alma con el lazo indestructible de la Misericordia Divina, para que seamos libres de verdad. Señor del Prendimiento: enséñanos que en estas dos peticiones que te hacemos, reconocemos que tu Misericordia es infinita. Amén. Marchemos en procesión hacia el templo, y al llegar allí vivamos nuestra fe en la hora santa.

1.11. Iluminación bíblica para la procesión

El hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido! (Mateo 26,24)

Acuérdate, Señor, de tu ternura y gran amor, que siempre me has mostrado; olvida los pecados y transgresiones que cometí en mi juventud. Acuérdate de mí según tu gran amor, porque tú, Señor, eres bueno. (Salmos 25, 6-7)

Padre mío, si es posible aparta de mí este cáliz de amargura; pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú. (Mateo 26,39b)

Velen y oren, para que puedan afrontar la prueba; pues el espíritu está bien dispuesto, pero la carne es débil (Mateo 26,41)

En aquel momento dijo Jesús a la gente: “¿cómo contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos? Todos los días me sentaba en el Templo para enseñar, y nunca me detuvisteis. (Mateo 26,55)

Cuando se acercan contra mí los malhechores a devorar mi carne, son ellos, mis adversarios y enemigos, los que tropiezan y sucumben. (Salmo 27,2)

¡Queden derrotados y avergonzados los que buscan mi muerte! ¡retrocedan humillados los que planean mi desgracia! (Salmo 35,4)

37

El sacrificio del justo es aceptable, su memoria no quedará en el olvido. (Eclesiástico 35,6)

Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial (Mt. 6:14)

Aun cuando grito y pido ayuda, se hacen sordos a mi oración. (Lamentaciones 3,8) Padre ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique. (Juan 17,1) Dentro de poco dejarán de verme; pero dentro de otro poco volverán a verme. (Juan 16,

16) En mi angustia grité a Yahvé, pedí socorro a mi Dios; desde su templo escuchó mi voz. (2

Samuel 22,7) Entró en agonía y oraba con mayor insistencia. Su sudor se convirtió en gotas de sangre

que caían hasta el suelo. (Lucas 22, 44) A fin de que, así como reinó el pecado en la muerte, reine también la gracia que nos

trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor. (Rm. 5, 21)

1.12. HORA SANTA

Adoración Eucarística: Al final de la solemne celebración en la Cena del Señor, Jesús es llevado al Altar de la Reserva, junto al cual se invita a tener algún momento de adoración y de silencio en el que, alguna palabra puede servir para iluminar esta experiencia de oración.

Inicio de la Oración: Quien predica en la Adoración Eucarística puede llevar alba, y

estola roja. Inicia la meditación orando un momento de rodillas ante el Sagrario y luego pasa al ambón para iniciar su meditación con la lectura Bíblica, omitiendo los saludos.

Lectura del santo evangelio según san Juan (15,1-8) “En aquel tiempo, dijo Jesús a sus

discípulos: “Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.” Palabra del Señor.

a) Intercesión y oración por el mundo

San Juan XXIII, al final de una procesión en la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo dijo en tono de oración: - ¡Oh Jesús! ¡Mira! De cada altar y de cada corazón cristiano se alza en este día la más sentida y emocionada plegaria: - ¡Oh Jesús!, míranos desde tu Sacramento como el Doctor Angélico te invoca y con él toda la Iglesia: Buen Pastor, pan verdadero: ésta es la grey que has reunido desde los cuatro puntos de la tierra; la grey que escucha tus palabras de vida y que se propone custodiarla, practicarla, difundirla. Es la grey que te sigue dócil, ¡oh Jesús! La grey que ansía tanto ver reflejada tu amable faz en las líneas de tu Iglesia, madre de todos, madre que a todos abre los brazos y el corazón… - ¡Oh Jesús, alimento sobrenatural de las almas, a Ti acude este pueblo inmenso! Desengañado de las perspectivas de una irrealizable felicidad terrena, vuelve a considerar su vocación humana y cristiana con nuevos impulsos de virtudes interiores, con prontitud para el sacrificio

38

del que Tú diste prueba incomparable con el ejemplo y con la palabra. Hermano del hombre, has precedido Tú los pasos de cada hombre, has visto y perdonado las culpas de cada uno, has elevado a todos a un testimonio de vida más noble, más convencido, más activo. - ¡Oh Jesús! Pan verdadero!, único alimento substancial de las almas, recoge a todos los pueblos en torno a tu mesa: ella es una realidad divina sobre la tierra, es prenda de divinos favores, es seguridad de justa comprensión entre las gentes y de pacífica competición para el verdadero progreso de la civilización. - Nutridos por Ti y de Ti, ¡oh Jesús!, los hombres vivirán fuertes en la fe, alegres en la esperanza, activos en las múltiples actuaciones de la caridad. Esta es también nuestra confiada súplica en esta noche, ante el Sagrario en el que el Divino Pastor de la humanidad, Jesús, nos aguarda para este momento de coloquio, de oración, de intimidad en el trato con quien sabemos nos ama, como dicen los místicos. En las palabras del San Juan XXIII sabemos que Jesús nos precede y acompaña, que el abrió en la Cena la puerta de su corazón y le mostró que es preciso mantener la unidad a Él y en Él conservando así el lazo de amor que nos une a su amor infinito y el fuego encendido en su Corazón que hace que la Iglesia, esta nuestra familia extendida por el mundo, se mantenga en la esperanza, navegando, a veces, contra la corriente adversa de la hora presente de la historia. El Santo Padre, recién canonizado, nos ha dicho que la Mesa de la Eucaristía es una realidad divina sobre la tierra. Estamos ante Dios mismo que ha escogido el misterio de este sacramento para ocultarse a las miradas de los esclavos de la razón y revelarse a los servidores de la alegría. Por eso esta noche Jesús se muestra en el secreto y en el misterio de este sagrario cerrado a los ojos escrutadores del mundo sin Dios y abiertos a los corazones de los que aquí y en tantos lugares del mundo quieren sentirse como María de Betania a los pies del amor, junto al que es luz de cada corazón, junto al que merece que le escuchemos o le sirvamos. La noche del Jueves Santo es, entonces una vela de esperanza y de amor. Se “visita” a Jesús, porque en Él Dios Padre ha tomado la iniciativa de “visitar y redimir a su pueblo” (Lucas 1,68) para despertar en el corazón de todos la certeza de que, quien en Él confía y en Él espera, ya ha conseguido un amigo que no falla, una luz que no se apaga, una ternura seria y cálida que devuelve la confianza y asegura la paz del corazón. La oración de hoy mira a cada ser humano. Pone la humanidad entera delante del Sagrario del mismo modo como arden ante esta adorable presencia las luces que la fe nos pide encender no sólo para disipar las tinieblas del recinto sino para iluminar las oscuridades de cada corazón. Delante de Jesús que se ha quedado para escucharnos, está entonces el mundo entero. La indiferencia de muchos queda compensada por la piedad de tantos que buscan, junto al Sagrario, un nuevo aliento para llevar al mundo una palabra de consuelo, una voz de alegría, un mensaje de reconciliación y de paz. Pongamos en la presencia del Señor la vida humana toda, los conflictos del mundo en el que vivimos han puesto en juego la dignidad de la vida, ya amenazándola en su origen, ya condenándola en su final. Jesús dijo que era la vida del mundo y al encarnarse asumió todo lo nuestro, menos el pecado, para enseñarnos en la humildad de Belén, a nacer en la ternura de unos brazos que le esperaron con amor, para enseñarnos en la cruz a entregarla con amor y a dignificar cada instante. En esta noche supliquemos paz para tos, serenidad para quienes gobiernan los pueblos, clemencia para quienes poseen la autoridad, concordia de corazones para que cesen los conflictos, misericordia para cubrir con el perdón las injurias que destruyen. En el año de la Misericordia, pidamos para que la Iglesia sea servidora fiel del amor de Dios en medio de un mundo desconsolado y sin luces para vivir. Que el Señor desde el Sagrario acompañe a los que sufren y consuele a los que experimentan de modo singular la soledad y la tristeza.

39

Oremos, con amor, en silencio.

b) Oración por la Iglesia

En el año de la Misericordia, no olvidemos que el pan de la vida es el alimento de la Iglesia, es amor que se hace consuelo para el pueblo santo que Dios ha puesto en medio del mundo como fermento de amor y de paz. San Juan Pablo II, decía: “¡Mane nobiscum, Domine! Como los dos discípulos del Evangelio, te imploramos, Señor Jesús: ¡Quédate con nosotros! Tú, divino Caminante, experto de nuestras calzadas y conocedor de nuestro corazón, no nos dejes prisioneros de las sombras de la noche. Ampáranos en el cansancio, perdona nuestros pecados, orienta nuestros pasos por la vía del bien. Bendice a los niños, a los jóvenes, a los ancianos, a las familias y particularmente a los enfermos. Bendice a los sacerdotes y a las personas consagradas. Bendice a toda la humanidad. En la Eucaristía te has hecho "remedio de inmortalidad": danos el gusto de una vida plena, que nos ayude a caminar sobre esta tierra como peregrinos seguros y alegres, mirando siempre hacia la meta de la vida sin fin. ¡Quédate con nosotros!”. También nosotros esta noche hacemos nuestras las palabras de San Juan Pablo II, también nosotros ahora, como los peregrinos de Emaús a los que volveremos a encontrar el domingo cuando caiga la tarde, le suplicamos al Señor que se quede. Mejor, le recordamos que ya se ha quedado con nosotros en esta tarde también sublime, en esta vigilia del memorial de su muerte, en esta hora que evoca su paso dramático por las calles de la Ciudad Santa llevado “como cordero al matadero”(Isaías 53) por “una jauría de mastines”(Salmo 21). Más en esta ocasión retomamos las categorías de personas que componen la Iglesia, sí, esta comunidad extendida por el mundo, esta familia inmensa de creyentes que aguardan que cesen las duras luchas en las que sobreviven tantos hermanos, esta familia de hijos que escucha, a veces con una rara indiferencia, el clamor de quienes tras su última comunión, han hecho suyas las palabras de un bellísimo y dramático canto que dice: Quédate, buen Jesús, que anochece y se apaga la fe; que las sombras avanzan, Dios mío, y el mundo no ve. Quédate, por piedad, no te vayas, porque Tú eres amor, y una nube derrama en mi mente su tul de dolor, su tul de dolor. Quédate con nosotros tus hijos ¡Oh divino Jesús! te decimos lo mismo que un día los dos de Emaús; no te vayas, Jesús que anochece y se apaga la fe, que las sombras avanzan, Dios mío, y el mundo no ve. Con vosotros me quedo, las sombras tendiéndose van; ¡ay por siempre! ¡Ay de aquel que no crea! ¡Ay de aquel que no crea! al partir yo el pan. Es este el sentimiento de esta noche en la Iglesia, en la familia de Dios, en la Viña que el Padre cultiva y a la que hemos de estar unidos en la fe, esta es la palabra de esperanza con la que queremos permanecer en medio de la noche, para mirar en Jesús la luz de la verdad, el consuelo del perdón y sobre todo su constante pastoreo para el Rebaño que El mismo redime con su entrega amorosa. Por eso es más que propicio guardar en el corazón mismo del Señor todas las esperanzas del pueblo santo que en esta noche le mira en silencio, le adora con fe. Ante todo queremos que el Amor de los Amores que mora en el misterio del altar haga llegar su sombra amorosa al Papa, al Colegio de los Obispos que, en comunión con él apacientan el inmenso rebaño del Señor. Que la misericordia cubra a cuantos acompañan el pueblo santo.

- Que esta gracia acompañe también a cada uno de los que, en todo el mundo, proclaman con la vida misma su fe.

- Que la presencia amorosa de Jesús en la Eucaristía sea el sustento de cuantos avanzan por el mundo, inmersos en el sufrimiento, en el dolor de la enfermedad, en la soledad, en la incomprensión.

40

- Que la luz de la esperanza que irradia este Tabernáculo, fuente de vida y de paz, ilumine el camino de los Misioneros y Misioneras.

- Que el “amor de los amores” haga florecer en el mundo la semilla de la paz tan deseada. En el año de la misericordia, pidamos que este milagro de amor que es la Eucaristía, haga brotar en todos los corazones la bondad, la verdad y la belleza de una fe sencilla y noble que pueda trazar caminos de esperanza y que pueda hacer vibrar el mundo con el ritmo inconfundible de la caridad que es misericordia, reconciliación y paz para todos. Se puede hacer una pausa de silencio.

2. VIERNES SANTO

2.1. Sentido de la celebración de este día El viernes Santo es el día penitencial por excelencia, comienza recordando los juicios que hicieron a Jesús Anás Caifás, Herodes y Poncio Pilato, estos terminan con la condena a muerte de cruz. Con Jesús hacemos el recorrido del Viacrucis para contemplar luego la escena dolorosa del Monte Calvario. La tarde del Viernes Santo presenta el drama inmenso de la muerte de Cristo en el Calvario. La cruz erguida sobre el mundo sigue en pie como signo de salvación y de esperanza. Con la Pasión de Jesús según el Evangelio de Juan contemplamos el misterio del Crucificado, con el corazón del discípulo Amado, de la Madre, del soldado que le traspasó el costado. San Juan nos lleva a contemplar el misterio de la cruz de Cristo como una solemne liturgia. Todo es digno, solemne, simbólico en su narración: cada palabra, cada gesto. La densidad de su Evangelio se hace ahora más elocuente. Y los títulos de Jesús componen una hermosa Cristología. Jesús es Rey. Lo dice el título de la cruz, y el patíbulo es trono desde donde Él reina. Es sacerdote y templo a la vez, con la túnica completa que los soldados echan a suertes. Es el nuevo Adán junto a la Madre, nueva Eva, Hijo de María y Esposo de la Iglesia. Es el sediento de Dios, el ejecutor del testamento de la Escritura. El Dador del Espíritu. Es el Cordero inmaculado e inmolado al que no le rompen los huesos. Es el Exaltado en la cruz que todo lo atrae a sí, por amor, cuando los hombres vuelven hacia él la mirada. Hoy no se celebra la Eucaristía en todo el mundo. El altar luce sin mantel, sin cruz, sin velas ni adornos. Recordamos la muerte de Jesús. Los ministros se postran en el suelo ante el altar al comienzo de la ceremonia. Son la imagen de la humanidad hundida y oprimida, y al tiempo penitente que implora perdón por sus pecados. Van vestidos de rojo, el color de los mártires, de Jesús, el primer testigo del amor del Padre y de todos aquellos que, como él, dieron y siguen dando su vida por proclamar la liberación que Dios nos ofrece.

2.2. VIACRUCIS DE LA MISERICORDIA I ESTACIÓN: Jesús sentenciado a muerte R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Pilato sacó afuera a Jesús y lo sentó en el tribunal, en el lugar llamado Enlosado, en hebreo Gábbata. Era la víspera de Pascua, al mediodía. Dice a los judíos: - Ahí tienen a su rey. Ellos gritaron: ¡Afuera, afuera, crucifícalo! Les dice Pilato: - ¿Voy a crucificar a su rey? Los sumos

41

sacerdotes contestaron: No tenemos más rey que el César. Entonces se lo entregó para que fuera crucificado.” (Jn. 19, 13-16a) Meditación: Los discípulos de Jesús somos constructores del Reino que El mismo puso en nuestras manos. Un reino que no se parece en nada al que tantos buscan implantar en el mundo. En esta estación Jesús coronado de espinas comparece ante la iniquidad de un tribunal humano acusado por algunos que no entendieron el mensaje que proponía un nuevo orden de cosas que solo es posible cuando se vive en el amor, en la generosidad y en la verdad. Oración: Señor, ante ti que fuiste sentenciado a muerte y que soportaste tantos ultrajes por la salvación de la humanidad, oramos por quienes sufren pacientemente los defectos de sus hermanos y oran por ellos. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén. II ESTACIÓN: Jesús cargado con la cruz R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Se lo llevaron; Jesús salió cargando él mismo con la cruz, hacia un lugar llamado La Calavera, en hebreo Gólgota.” (Jn 19, 16b - 17) Meditación: Se acercan a Jesús sus verdugos y le ofrecen un madero dramático en el que han cruzado dos trozos de leño. Para nosotros, más que un tormento ese madero es la bandera del Rey, de nuestro Rey. Todos los reinos humanos tienen bandera, la izan victoriosos como señal de posesión, juran por ella, la defienden, la veneran. Ahora, en el camino doloroso que conduce hasta el Gólgota, le es ofrecida a Jesús una Bandera, es la bandera discutida que anunció Simeón (cfr. Lucas 2, 35). Jesús la besa, se abraza a ella y la toma sobre sus hombros para marcar con ella el camino de la Iglesia, para enarbolarla como los héroes en la cima del monte, indicando su victoria. Oración: Señor, ante ti que llevas la cruz como signo de salvación y redención, te oramos por los vivos y difuntos de nuestras familias, tu que eres la vida concédeles la salvación. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén. III ESTACIÓN: Jesús cae, por primera vez, bajo el paso de la cruz R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Vengan a mí, los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy tolerante y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su vida. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.” (Mt 11, 28-30)

42

Meditación: Puede parecer a muchos que aquí se humilla y se aplasta un hombre, pero para nosotros aquí se levanta la humanidad. Jesús se hizo de tal modo solidario con la humanidad, que no esquivó llegar incluso hasta el dolor mismo con tal de levantar al hombre y de hacerle recobrar su dignidad y su esperanza. La Primera Caída de Jesús en su camino recuerda aquella vez primera en la que la humanidad se alejó del amor de Dios y evoca la ternura con la que el Dueño de la vida, rescató a su pueblo y le devolvió la esperanza. Oración: Ante ti Señor que caes por primera vez, y que en medio de tu dolor nos consuelas, oramos por quienes están en el error y por quienes los quieren ayudar con una corrección fraterna acercándolos a tu misericordia y perdón. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén. IV ESTACIÓN: Jesús se encuentra con su Santísima Madre. R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María la Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al lado al discípulo predilecto, dice a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dice al discípulo: - Ahí tienes a tu madre. Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa”. (Jn 19, 25-27) Meditación: La vía dolorosa es cruzada por varios y misteriosos caminos, entre ellos el de María, la Madre, la que, según la tradición espera a Jesús con el corazón transido de dolor. Es en la vida de María donde mejor se ha realizado el plan de Dios, aceptado y recibido por ella sabiendo que en la voluntad divina estaba también esta espada de la que nos hablaba San Lucas hace un instante. En la Madre leemos también la figura de la Iglesia, la de una comunidad que es familia. Ella se hace caminante con los discípulos de Jesús y llora con los sufrimientos de todos, porque todos somos la espada que traspasa su corazón. Que Colombia, siempre fiel al amor de María, pueda encontrar con su ayuda caminos de paz y de esperanza. Oración: Ante ti Señor, que en el camino a la cruz compartes tu dolor con tu Santísima Madre, que con entrañas de misericordia, te conforta, oramos por quienes despreciando a su madre no aceptan su consejo y se apartan del camino del bien, guíalos con tu misericordia, tú Señor que eres Camino, Verdad y Vida. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén. V ESTACIÓN: El Cireneo ayuda al Jesús a llevar la Cruz. R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Cuando lo conducían, agarraron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevara detrás de Jesús.” (Lc 23, 26)

43

Meditación: Simón de Cirene, si somos exactos, sería el primer discípulo de verdad. Se hizo discípulo en un encuentro dramático y pudo hacer realidad aquello que dijo Jesús: “Quien quiera seguirme que tome su cruz” (Lucas 9,23). Hoy, a casi dos mil años de distancia, sigue vivo en nosotros el recuerdo de un extranjero, venido de Cirene, que luego contó a sus hijos Alejandro y Rufo, la maravillosa experiencia que cambió su vida: supo ser solidario con el dolor y aprendió con dolor a llevar la cruz de otro que resultó ser, no solo el Salvador del Mundo, sino también Señor de la Historia. Por esto, en ese camino doloroso, en Simón de Cirene encontramos también nosotros un amigo nuevo que aprendió a llevar la cruz y que nos quiere invitar a seguir al que carga con nuestros dolores. Oración: Ante ti Señor, que fuiste ayudado por el Cireneo para llevar juntos el peso de la cruz, te oramos por todos los enfermos de nuestra comunidad que se sienten solos y abandonados, para que sean visitados y consolados por sus hermanos, sintiéndose así, confortados por tu misericordia y bondad que sana el sufrimiento. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén. VI ESTACIÓN: la Verónica enjuga el rostro de Jesús R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “oigo en mi corazón buscad mi rostro. Tu rostro buscaré señor, no rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi salvación” (sal. 26) Meditación: Una mujer, dice la tradición, sale al encuentro del Señor en el camino hacia el Calvario. Ha visto en su crudeza todo el dolor del Señor de la vida, que en su rostro ha decidido asumir los muchos rostros del dolor, de la violencia, de la muerte. Dicen que Jesús le regaló, impresa en su alma misma, una imagen que, como extraño misterio no muestra enojo, no revela venganza, solo irradia amor e inspira compasión. Es la imagen del Siervo doliente la que devuelve la paz. La violencia humana solo es vencida por un acto de amor, sin amarguras, sin resentimientos, es decir, una mujer que sale al camino, es la vencedora de tantas violencias, porque se hizo misericordia y se llevó como premio el rostro agradecido del Rey de la Gloria. Oración: Ante ti Señor, que movido por tu compasión, ayudas a quienes sufren, ahora recibes la compasión de una humilde mujer que quiere descubrir tu rostro misericordioso. Te oramos por quienes tienen sed de tu amor y por quienes dan tan solo un vaso de agua a los más pequeños para que nosotros practiquemos esta obra de misericordia. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén. VII ESTACIÓN: Jesús cae por segunda vez R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo

44

“Cristo padeció por ustedes, dejándoles un ejemplo para que sigan sus huellas. No había pecado ni hubo engaño en su boca; cuando era insultado no respondía con insultos, padeciendo no amenazaba, más bien se encomendaba a Dios, el que juzga con justicia. El llevó sobre la cruz nuestros pecados cargándolos en su cuerpo, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus cicatrices nos sanaron.” (1 Pe. 2, 21b-24) Meditación: Otra vez la caída. Si la primera recordaba las infidelidades de otro tiempo, la segunda nos presenta al hombre de hoy segunda vez postrado bajo el peso de tanto dolor, de tanto desprecio por la ley divina del amor. Jesús humildemente baja hasta el dolor del mundo otra vez, mil veces más. No dejará de hacerlo porque sabe que nosotros, sus discípulos, tropezamos y caemos, olvidamos la misericordia y reincidimos en nuestras infidelidades. Necesitamos levantarnos nuevamente, buscar las raíces de nuestra violencia, volver al camino, recobrar la dignidad, sentir el amor de Dios. Oración: Señor, ante ti que caes por segunda vez, oramos por todas las personas que carecen de lo necesario para vivir, e incluso muchos caen y mueren por la desnutrición y el hambre. Haz que en lugar de un corazón de piedra, poseamos un nuevo corazón de carne, un corazón capaz de compartir el alimento que nuestros hermanos necesitan. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén. VIII ESTACIÓN: Jesús consuela a las hijas de Jerusalén R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Le seguía una gran multitud del pueblo y de mujeres llorando y lamentándose por él. Jesús se volvió y les dijo: - Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. Porque llegará un día en que se dirá: ¡Dichosas las estériles, los vientres que no concibieron, los pechos que no amamantaron! Entonces se pondrán a decir a los montes: Caigan sobre nosotros; y a las colinas: Sepúltennos. Porque si así tratan al árbol verde, ¿qué no harán con el seco?” (Lc 23, 27-31) Meditación: Siempre en el discurrir de la Historia, estarán ellas, las mujeres fieles, las que por ser madres, hermanas, hijas, amigas, jamás defraudan, nunca vacilan, tienen la fuerza y la entereza necesarias para asumir la vida con decisión y amor. Por eso están también junto a Jesús, haciendo gala de una fidelidad que ni siquiera pudieron vivir sus apóstoles más cercanos. Jesús las encuentra en su vía dolorosa y les prodigará una mirada de amor agradecido que las hace discípulas misioneras, modelos de fe, de esperanza y amor de verdad. También entre nosotros hemos encontrado el valor de tantas mujeres servidoras de la paz, consagradas, catequistas, maestras, madres. Que entendamos su misión y que recordemos que Ellas son la cuna en la que nace la paz. Oración: Señor, ante ti que consuelas a las mujeres de Jerusalén, oramos por los que recorren la vida entre lágrimas, amargura y soledad debido a la exclusión, al violencia y la indiferencia, porque muchos hoy pasan de largo y no ven su realidad, para que nosotros movidos por la compasión les brindemos consuelo haciendo su vida más feliz. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén.

45

IX ESTACIÓN: Jesús cae por tercera vez R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Él, en cambio, fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Sobre él descargó el castigo que nos sana y con sus cicatrices nos hemos sanado.” (Is. 53, 5) Meditación: La tercera caída de Jesús es también la tercera oportunidad que se nos da de reconsiderar nuestra vida y descubrir que Dios no cesa en su amor y que su misericordia es constante invitación a vivir rectamente, con corazón puro, lejos de las trampas que nos tiende el mundo. Jesús se acerca al final de su doloroso camino, pero la humanidad prosigue esta marcha. Sin embargo ahora el camino se aligera, porque Jesús nos seguirá mostrando a quienes queremos ser sus discípulos que nuestra tarea será, desde ahora levantar del polvo al desvalido, tender nuestra mano solidaria al que ha caído, para que todos recuperen la dignidad que Cristo nos conquistó con su entrega. Oración: Señor, ante ti que el peso de la cruz te ha hecho caer, oramos por los extranjeros, los inmigrantes, los refugiados, y por todos los que han salido forzosamente de su tierra, para que como nuestro Padre Misericordioso los acojamos reconociendo siempre en ellos su dignidad. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén. X ESTACIÓN: Jesús despojado de sus vestiduras R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Los soldados… tomaron su ropa y la dividieron en cuatro partes, una para cada soldado; tomaron también la túnica. Era una túnica sin costuras, tejida de arriba abajo, de una pieza. Así que se dijeron: - No la rasguemos; vamos a sortearla, para ver a quien le toca. Así se cumplió lo escrito: Se repartieron mi ropa y se sortearon mi túnica. Es lo que hicieron los soldados.” (Jn 19, 23-24) Meditación: Jesús nos muestra aquí el dolor de tantos seres humanos a los que el mundo les ha arrancado a girones sus esperanzas, sus deseos de vivir, su dignidad. Los discípulos misioneros del Señor hemos de asumir la tarea de cubrir el despojo de la humanidad con el vestido nuevo de la esperanza, con las vestiduras luminosas del amor que perdona, sana, redime y comunica vida, para que cada ser humano, cada persona que habita en este mundo sienta cómo es el amor de Dios el que restaura de verdad la vida, haciendo de todo ser humano un santuario de vida y de paz. Oración: Señor, ante ti que has sido despojado de tus vestiduras exponiendo tu Santo Cuerpo a la deshonra, oramos por quienes hoy son abusados y maltratados, despojados de su dignidad sintiendo la desnudez del desamparo, la falta de afecto y la discriminación. Para que nosotros, revestidos de tu misericordia, los cubramos con el vestido de tu gracia y puedan vivir entre con dignidad. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria)

46

Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén. XI ESTACIÓN: Jesús es clavado en la Cruz R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Al llegar al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron allí, y con él a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Mientras tanto Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. (Lc. 23, 33-34a). Entonces uno de los malhechores añadió: Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino. Jesús le respondió: En verdad te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”. (Lc. 23, 42-43) Meditación: Se alza ahora sobre el mundo la única bandera que une y da identidad: Jesús elevado sobre todo, vencedor aunque parezca vencido, triunfador, aunque michos piensen que ha sido derrotado. Según su promesa, es ahora cuando atrae a todos, cuando se revela en su grandeza todo el poder del amor, cuando sus brazos abiertos trazan sobre el mundo la señal del perdón y de la paz. Ahora están unidos Cristo y Cruz de un modo tan pleno que no podrá entenderse nunca al Rey sin su trono y al trono sin su Rey. En este instante vemos los discípulos el Maestro como se inicia el único reinado que atraviesa los siglos porque se apoya en el amor y en la entrega verdadera. Todo lo demás pasa, Jesús será desde ahora todo para todos. Oración: Señor ante ti que mientras eras clavado en la cruz sufriste un terrible dolor y a pesar de ello orabas al Padre Misericordioso, para que perdonara a quienes te causaron estos tormentos, te pedimos que nos ayudes a perdonar a quienes nos han ofendido, han asesinado a nuestros familiares y nos han despojado de la tierra, para que reconociendo su culpa reparen nuestro dolor y empecemos a construir la paz. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén. XII ESTACIÓN: Jesús muere en la Cruz R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Después, sabiendo que todo había terminado, para que se cumpliese la Escritura, Jesús dijo: - Tengo sed. Había allí un jarro lleno de vinagre. Empaparon una esponja en vinagre, la sujetaron a una caña y se la acercaron a la boca. Jesús tomó el vinagre y dijo: - Todo se ha cumplido. Dobló la cabeza y entregó el espíritu.” (Jn 19, 28-30) Meditación: En verdad este es el Hijo de Dios, dice el centurión y lo repite la fe. Estamos ante el desconcertante misterio de Dios que se revela de este modo y que nos anuncia en la muerte de su Hijo hasta dónde puede llegar el amor, pues ya lo había dicho el mismo Jesús: “¡Así amó Dios al mundo! Le dio al Hijo Único, para que quien cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3,16). Cuando para muchos cesa la vida, para los que creemos en Jesús esta hora nona es la hora del reinado de Dios, es la hora en la que, gracias al amor redentor del Hijo entregado por muchos, por todos, podemos decir de cada hermano: Verdaderamente este ser humano es hijo de Dios.

47

Oración: Señor ante ti que agonizas en el madero de la cruz, sediento y abandonado, con tu paciencia y entrega nos enseñas que el amor más grande es dar la vida por los amigos, oramos por los hombres y mujeres que inconscientes destruyen la vida en el vientre de las madres y en el lecho de los ancianos, perdiendo el sentido de la vida; haz que nosotros podamos enseñarles que la vida es el tesoro más grande que hay que cuidarlo con amor y misericordia aún en los momentos más difíciles. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén. XIII ESTACIÓN: Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su madre R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Había un hombre llamado José, natural de Arimatea, ciudad de Judea. Pertenecía al Consejo, era justo y honrado y no había consentido en la decisión de los otros ni en su ejecución, y esperaba el reino de Dios. Acudió a Pilato y le pidió el cadáver de Jesús. Lo descolgó y lo envolvió en una sábana.” (Lc 23, 52- 53a) Meditación: Cómo nos representan José de Arimatea y Nicodemo. Cómo estamos unidos a ellos quienes somos discípulos del Maestro y queremos, como esos varones del tiempo de Jesús, seguirlo buscando, ir por Él hasta la cruz, recogerlo y recibirlo en el corazón, ir a llevarlo al mundo, contando a todos que el Señor de la vida nos ha conquistado la vida verdadera. Aquel viernes estos hombres fueron hasta la montaña y recogieron el cuerpo de Jesús. Ahora nosotros queremos ir al mundo a recoger con amor el cuerpo de Cristo extendido por todos los confines de este mundo, para reunirlo en la Iglesia, para congregarlo en la comunión del mismo amor, para hacerlo una familia, para que se nutra con el Pan de los hermanos y se lance al mundo con la misión de llenarlo todo con el amor de Dios. Oración: Señor ante ti, que por la piedad y misericordia de José, hombre justo, que asistió a tu Madre en este momento de dolor bajando con profundo respeto tu cuerpo de la cruz para disponerlo a la sepultura, oramos por quienes durante su secuestro han sido asesinados y por quienes habiendo cometido errores, hoy están privados de su libertad para que nosotros nos mostremos misericordiosos visitándolos en su soledad y abandono y después de corregir sus faltas los acojamos en la sociedad. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén. XIV ESTACIÓN: el cuerpo de Jesús es Sepultado R: Alabado sea mi Dios V: Te alabamos oh Cristo y te bendecimos R: Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo “Tomaron el cadáver de Jesús y lo envolvieron en lienzos con los perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos. En el lugar donde había sido crucificado había un huerto y en él un sepulcro nuevo, en el que nadie había sido sepultado. Como era la víspera de la fiesta judía y como el sepulcro estaba cerca, colocaron allí a Jesús.” (Jn. 19, 40-42)

48

Meditación: El Sepulcro no es sólo un monumento en el que se guarda un cuerpo destrozado. Es la cuna de la nueva vida, es el espacio que se hace testigo de la victoria de Jesús sobre la muerte, es la puerta que se abre para que todos vengan y vean como la muerte ya no tiene poder, como el dolor se ha quedado encerrado, como las sábanas y el sudario graban para siempre las huellas del amor más grande, para dar paso a una vida nueva, llena de luz y de esperanza. Jesús es puesto con amor en un sepulcro nuevo, para que de allí, de ese Jardín del Edén restaurado y renovado, salga el nuevo Adán a renovar eternamente la vida de quienes lo quieran acoger como Dios y como hermano. Oración: Señor ante ti, contemplamos la manera en que tu Santísimo cuerpo fue llevado al sepulcro, queremos pedirte por el eterno descanso de tantas personas que a causa de la violencia y los desastres naturales no han tenido posibilidad de una cristiana sepultura. Oremos para que nosotros, movidos por la misericordia acompañemos con caridad y solidaridad cristianas a quienes han llevado hasta el sepulcro o no han podido sepultar a las personas que tanto aman recordando que tú eres la Resurrección y la Vida. (Padrenuestro, Avemaría y Gloria) Señor pequé, ten misericordia de mí; los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz, Amén.

2.3. Rito conclusivo Indulgencia: Para obtener la gracia de la Indulgencia con la que la Iglesia ha enriquecido la práctica de la Vía de la Cruz, pidamos por el Papa, por la unidad y santidad de la Iglesia, por el descanso de los fieles difuntos y, con amor proclamemos nuestra fe.

El Credo Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

2.3.1. Oración por la Paz de Colombia Padre, Tú eres un océano de paz y nos regalas por medio de tu Hijo Jesucristo y por la acción del Espíritu Santo este don, y lo siembras en nuestro corazón por medio de la conversión y la reconciliación. Tú nos confías la paz a nuestra responsabilidad, convirtiéndonos en artesanos de la paz, para construirla con “pasión, paciencia, experiencia y tesón”. Tú quieres que nuestras familias sean escuelas de paz donde te escuchemos, acojamos y te sigamos mejor y, así ́germinen palabras y gestos de perdón, escucha, diálogo, ternura, amor y reconciliación. Que los niños y jóvenes se conviertan en protagonistas de un futuro de paz. Acompáñanos en las responsabilidades que tenemos en nuestra vida social, política, económica, cultural y eclesial. Haz que difundamos el respeto por la vida, las personas y la creación; que seamos solidarios, fraternos, justos y trabajadores del bien común. Acoge en tu casa a quienes murieron víctimas de la guerra fratricida, mueve el corazón de los actores violentos para que vuelvan a Ti y sean también ellos constructores comprometidos de la paz. Fortalece a las víctimas en su dignidad y otórgales valentía para ofrecer el perdón. Que

49

María Reina de la paz, nos ayude a desarmar el corazón, a vivir la justicia, el perdón, la reconciliación y la paz, para que nazca en Colombia la civilización del amor. Amén.

2.4. Oración Final Atiende, Dios de amor, la oración confiada de esta familia santa que ha recorrido el camino de la Cruz de tu Hijo, y haz que los testimonios valerosos de tantos creyentes que han sido misericordiosos como el Padre, nos ayuden a proclamar la eterna vigencia del amor que salva, que consuela, que alimenta, que calma la sed de vida y de esperanza de la humanidad. Que todos los que hemos celebrado la Muerte Gloriosa de Jesús, iluminados por el Espíritu Santo, podamos ser Misericordiosos como el Padre. Amén. Bendigamos al Señor. R. Demos gracias a Dios.

2.5. CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR:

2.5.1. Lo que hay que preparar

Para la acción litúrgica El altar estará sin manteles, los celebrantes se postran sobre el suelo mismo. Ornamentos rojos: Estolas, Casulla para el presidente, Dalmáticas, Misal romano, tres leccionarios o tres copias exactas de la Pasión según san Juan. El texto de la Oración Universal en dos ejemplares. El Crucifijo para la adoración con su velo rojo, los cirios que acompañan este rito. Una mesa adornada sobriamente para colocar el crucifijo durante la adoración.

Para la sagrada comunión: el velo humeral para traer la reserva desde el monumento que será siempre blanco, aunque las demás vestiduras sean rojas. Dos cirios para acompañar este traslado y los candeleros para ponerlos luego junto al altar. El mantel para el altar y el corporal.

Monición Inicial: Esta tarde estamos reunidos para celebrar la muerte victoriosa de Cristo en la cruz. Contemplemos y meditemos en Jesús, el Cordero sacrificado por nuestra liberación. Jesús, el Señor, muere en la cruz y nosotros estamos aquí movidos por la fe, por la admiración, por el agradecimiento, por el amor; porque su Sangre, su Cruz, son la fuente de nuestra vida, la luz de nuestro camino, la fuerza que nos transforma. La celebración de hoy no es la Eucaristía, la Iglesia no celebra la misa en este día. La liturgia de hoy tiene cuatro partes: lectura de la Palabra de Dios, oración de los fieles, veneración de la Santa Cruz y la distribución de la Sagrada Eucaristía.

2.5.2. Comentarios a la palabra de Dios En el texto del profeta Isaías se describe la pasión salvadora y gloriosa del Siervo de Dios. Sobre él cayeron los pecados de todos los seres humanos. Cristo, que nos señaló y nos abrió el camino hacia la salvación, pasó por todos los sufrimientos y debilidades humanas, menos el pecado. Contemplemos a Jesús que padece y muere, fiel al padre Dios y fiel a la Verdad y Misericordia por la humanidad. Detengámonos en cada una de las palabras y gestos de Jesús, en su silencio y paciencia; contemplemos al pueblo enardecido que olvidando el amor y misericordia de Jesús, pide la condena a muerte, contemplemos a las mujeres y hombres piadosos que tuvieron misericordia con Jesús el Gran Misericordioso.

2.5.3. Comentario a la oración universal

Hoy, ante Jesús que da la vida por la humanidad entera, nuestra oración debe ser más intensa, para que a todos llegue la vida que nace de la cruz. Unámonos, pues, ahora, en oración para que el fruto de la salvación alcanzada por Cristo en la cruz llegue a todos.

50

2.5.4. Comentario antes de la veneración de la cruz

Para los cristianos, la cruz es el instrumento elegido por Cristo para nuestra salvación. Es el signo del amigo que entrega su vida por aquel que ama. Desde la Cruz Cristo es proclamado Redentor y Salvador. Recibamos ahora, en medio de nuestra asamblea, la cruz de Jesucristo. En Él está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección. Dispongámonos a adorar a nuestro Salvador, porque Él ha muerto para darnos vida. Todos nos iremos acercando a venerar la Cruz. Luego tendremos la Sagrada Comunión para aquellos que están debidamente preparados. La Eucaristía que ayer celebrábamos nos alimenta también hoy. (Terminada esta celebración, ya no se distribuye la sagrada comunión).

2.5.5. Colecta Pontificia por los Santos Lugares Cada año la Iglesia Católica, convocada por la Congregación de las Iglesias Orientales, realiza en este día la Colecta Pontificia por los Santos Lugares que, como su nombre lo indica, es en beneficio del sostenimiento de los Santos Lugares, así como de las obras sociales que en Tierra Santa se están llevando a cabo. Este año la colecta, inspirada en la peregrinación sobre las huellas históricas de Jesús, que hizo el Papa Benedicto XVI a Tierra Santa en mayo del año pasado, también se realizará durante este día. Depositemos con generosidad nuestras ofrendas como fruto de la solidaridad y caridad cristianas.

2.6. LAS SIETE PALABRAS DE JESUCRISTO EN LA CRUZ Ϯ PRIMERA PALABRA, “Jesús dijo: Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”. (Lc 23, 34) Concluido el escándalo de los insultos, empezó el momento de la oración. Jesús que había evitado hablar cuando lo acusaban, que había esquivado todo tipo de respuesta polémica o hiriente, se vuelve ahora a su gran soledad interior para hablar con su Padre, como lo había hecho permanentemente durante toda su vida. Todo podía temblar y hasta fallar, menos su gran certeza de que el Padre le escuchaba. No oraba por sí mismo. Casi nunca lo había hecho en su vida. Hubiera podido pedir ser quitado de la cruz; cuando menos, que la muerte llegara pronto. Hubiera podido suplicar por su madre o sus amigos a los que dejaba solos; tal vez hubiera orado por la continuidad de su obra que dejaba en las manos de unos humildes y débiles pescadores. Hubiera podido mendigar ser comprendido por sus enemigos. Pedía, sí, por ellos, sus enemigos, pero no para que lo entendieran sino para ser perdonados. En realidad, no hacía otra cosa que poner en práctica lo que tantas veces había predicado. “Amad - había dicho - a vuestros enemigos y rogad por quienes os persiguen” (Mt 5, 44). Ahora Jesús aprovechaba estos últimos momentos para realizar esa oración y ese amor. No es posible hacer la experiencia de la misericordia de Dios sin aprender el gusto del perdón. Una persona incapaz de perdonar no sólo es incapaz de amar, ni siquiera sabe que es amada y perdonada por Dios. Hablando del perdón, nos limitamos a subrayar la dificultad y hasta el heroísmo que requiere. Deberíamos, sobre todo, descubrir en él la belleza y su dimensión de novedad. Quien perdona es un revolucionario. Rehúsa hacer siempre lo mismo. El mundo está enfermo de costumbres. Solamente hemos aprendido a repetir determinadas acciones, como jugadores

51

de un juego aburrido. Tú me has hecho esto, yo te hago mismo. Tú obras así, yo te respondo de la misma manera. Qué aburridos y dolorosos son nuestros círculos viciosos de ofensa y reparaciones, nuestros indeterminados espirales de rencores, agresiones, riñas, resentimientos, susceptibilidades. En un momento dado aparece una persona que no está dispuesta a meterse en este juego y a sus reglas codificadas por la pereza y el interés. Un revolucionario. Un valiente que introduce en el viejo juego de los mutuos despechos el elemento novedad que echa todo a rodar: el perdón. Tú me haces daño, yo respondo amándote. Quien perdona inventa situaciones nuevas, soluciones inéditas, crea relaciones distintas, tiene imaginación, no se resigna a imitar lo que hacen los demás. Hagamos algo nuevo, tengamos iniciativa como el Padre celestial. Seamos misericordiosos, seamos creadores. Sonriamos a quien nos voltea la cara, ayudemos a quien nos dé la espalda: estos son actos creadores, libres. Existe un mundo viejo, que se derrumba. Es el mundo del odio, del hastío, de las rendiciones de cuentas, de las injusticias vividas y sufridas que hay que reparar, de las ofensas cuidadosamente guardadas en la memoria. El mundo decrépito de las revanchas. Quien perdona reconoce que este mundo no se puede vivir. Sabe que la mayor contaminación es la del odio y todas sus múltiples formas, siendo la peor de ellas la indiferencia. Por eso, se encarga personalmente, de construir un mundo nuevo y la materia prima es el perdón. En este mundo nuevo, insólito, tiene razón quien ama más, vence quien es manso, es fuerte quien perdona: se cambia la escala de valores de la sociedad moderna. Es preciso, la libertad de obrar de otra manera. La libertad de sorprender al adversario con una reacción de paz que él no había previsto en absoluto. Este mundo nuevo es un anticipo, un pedacito del Reino de Dios. Procura no excluir a nadie de tu perdón. No condenar a nadie al infierno que supone la separación de tu corazón. Perdona a todos. También a aquella persona que se te hace insoportable, aburrida, petulante, mezquina. También a aquel que se ha aprovechado miserablemente de ti. Aquel compañero que te ha desilusionado con su comportamiento. A todos aquellos contra quienes tendrías suficientes motivos para estar enojado. No dejes a nadie fuera de tu perdón. Ϯ SEGUNDA PALABRA: “Entonces Jesús le dijo, en verdad te digo hoy estarás conmigo en el paraíso”. (Lc. 23, 43) Al comenzar esta reflexión sobre la segunda palabra pronunciada por Jesús en su agonía los invito a reavivar en nuestro corazón aquella actitud con la cual debemos ponernos en frente del misterio de la Cruz del Señor: «la contemplación»; una contemplación que frente a la Revelación de Dios nos conduzca al reconocimiento de que delante de Él tan solo somos, en palabras de Abrahán: “polvo y ceniza” (Gn 18,27) ; quizás este fue el sentimiento de uno de los malhechores cuando en un acto de fe y de justicia reconoce la injusticia que pesa sobre el Rey, manifestando con sus palabras una reprensión a su compañero, la cual al mismo tiempo se hace oración de súplica al Hijo de Dios que muere como bandido: “¿Ni siquiera temes a Dios tú, que estás en el mismo suplicio? Lo nuestro es justo, pues estamos recibiendo lo que merecen nuestros actos, pero éste no ha hecho nada malo. Y añadió: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas como rey”. (Lc 23,40-42). Una simple definición de paraíso nos hace pensar en el jardín de delicias donde Dios colocó a Adán y Eva, según el relato del libro del Génesis; pero trae a nuestra mente también la imagen del cielo como el “lugar” en el que los bienaventurados gozan de la presencia de Dios. Seguramente podemos enmarcar la respuesta de Jesús a uno de los malhechores en esta

52

segunda perspectiva: «Jesús le dijo: te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23,43). Así, en este contexto, «en Jesús crucificado se realiza la máxima revelación posible de Dios en este mundo, porque Dios es amor, y la muerte de Jesús en la cruz es el acto de amor más grande de la historia», de modo que es Él, como nos lo dice en el Evangelio de San Juan, quien nos conduce al Padre porque es Camino, Verdad y Vida (cfr. Jn 14,6). Todos deseamos vivir en paraísos porque unido a la imagen del paraíso en la tierra está también el ideal de felicidad que cualquier hombre puede albergar en su corazón; sin embargo, constatamos con asombro que los grandes paraísos que nos forjamos bajo el deseo del hombre, caen, se desploman, se esfuman como los castillos que construimos con la arena de la playa o con las cartas del juego de naipe. Podríamos entonces hacernos la siguiente pregunta en esta parte de la reflexión: ¿cuál es el paraíso al que le estoy apostando mi vida? La respuesta la tiene cada uno en su corazón. No obstante, la fe que profesamos en Aquél que nos ha amado primero (1 Jn 4,19) nos asegura que estar con Él debe ser el paraíso en el que todo cristiano debe permanecer a lo largo de la vida, pues el Hombre del Calvario es el que camina con nosotros en todo momento: en la alegría, en la tristeza, en la enfermedad, en la prosperidad, en la desgracia, en la gloria y también en la derrota; también Él soporta con nosotros el suplicio, a lo mejor, ese es el momento donde se proclama la firmeza de la fe; así parece que fue para uno de los malhechores y por qué no, también para muchos mártires. Aunque “debemos hacer todo lo posible para superar el sufrimiento, […] extirparlo del mundo por completo no está en nuestras manos, simplemente porque no podemos desprendernos de nuestra limitación, y porque ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, de la culpa, que, lo vemos, es una fuente continua de sufrimiento. Esto sólo podría hacerlo Dios: y sólo un Dios que, haciéndose hombre, entrase personalmente en la historia y sufriese en ella. Nosotros sabemos que este Dios existe y que, por tanto, este poder que “quita el pecado del mundo” (Jn 1,29) está presente en el mundo”. Ahora, para finalizar nuestra reflexión los invito a seguir mentalmente la siguiente oración: Señor, ¡misericordia! Cuántas veces me he quejado de mi cruz […]. Cuántas veces he huido de la cruz que tú me ofreces como remedio y salvación de mi alma y la de muchas personas más. Sólo pienso en el dolor que paso y egoístamente quiero que me la quites y te pido osadamente explicaciones de “por qué”. Señor, enséñame a orar como el buen ladrón, que si no puedo llevar mi cruz como tú, […], que pueda por lo menos reconocer mis errores. Y con una santa osadía tornar mi mirada hacia ti y pedirte que sólo te acuerdes de mí, no que me quites la cruz, sino que sólo te acuerdes de mí, porque pensar en lo Bueno que eres ya para mí es alivio entre mis pesares. Ϯ TERCERA PALABRA: Mujer: ahí tienes a tu hijo, hijo ahí tienes a tu madre (Jn. 19,26) María es Madre de Misericordia, del Señor de la Misericordia. Desde el momento mismo de la Encarnación y por pura misericordia de Dios, María santísima es madre espiritual de todos los creyentes en Cristo. Esta maternidad espiritual es confirmada, de manera especial, en el momento culmen de la vida del Señor, en el momento de la Cruz, por la cual hemos sido redimidos. Con la entrega de María al discípulo amado, símbolo de todos los discípulos del Señor, queda ratificada la función maternal de María, que ha comenzado con la Encarnación del Hijo eterno de Dios. Esta maternidad espiritual de María es obra de la abundante Misericordia de Dios. El Padre ha querido, por pura misericordia, que su unigénito fuera engendrado en el vientre virginal de aquella jovencita de Nazaret. Por pura Misericordia la mujer de la obediencia, la mujer del silencio, la mujer de la fidelidad, la mujer de la caridad, la mujer discípula, la Mujer en todo el sentido de la palabra, es nuestra madre. Ella miró al que traspasaron, miró al Hijo de sus entrañas; lo miró con misericordia. El Hijo miró a quien lo engendró, miró a la madre del dolor,

53

miró a la madre de las misericordias, miró a la mujer; la miró con misericordia… En esa mutua mirada de Misericordia, el Hijo no tuvo más remedio que entregar a la mujer desolada al cuidado del discípulo amado, para hacerla su madre. Y en la persona del discípulo amado, ha confirmado el amparo maternal de esta mujer para con todos los cristianos. Dejémonos envolver por la mirada misericordiosa del Hijo; dejémonos cautivar por la mirada misericordiosa de la Madre. Como el discípulo amado aceptemos a María como Madre. Como el discípulo amado, aceptemos el ser hijos de la Madre de la Misericordia, de la madre del Señor de la Misericordia. Movidos por la misericordia del Hijo y de la Madre, avancemos hacia la casa del Padre misericordioso, para que con la fuerza del Espíritu de Misericordia, continuemos en la tarea de ser discípulos amados, colmados de misericordia. Ϯ CUARTA PALABRA: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mc. 15 33-35) “Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona. A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: “Eloí, Eloí, ¿Lemá Sabactaní?”, que quiere decir, ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? Al oír esto algunos de los que estaban allí decían: Mira llama a Elías”. Jesús en todo momento vivía haciendo la voluntad del Padre (Cf Jn 4, 34), y por eso toda su vida está siempre en una permanente comunicación con Él; los evangelistas nos presentan que todas sus jornadas estuvieron precedidas por la profundidad de una oración que le permitía entrar en intimidad con Dios (Cf Lc 6, 12), cuando realizaba sus signos y milagros tenía en cuenta al Padre y lo invocaba (Cf Jn 11, 41); en el Getsemaní, lleno de angustia y sabiendo todo el dolor que tendría que pasar, se entrega a la voluntad del Padre con una absoluta confianza en Él “Padre aparta de mi este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Cf Mt 26, 39). Y en el momento más doloroso de su existencia, desde lo alto de la Cruz, lacerado y sangrando, en medio del sufrimiento, de la agonía de muerte, de la soledad y el abandono, Jesús que conocía muy bien todo el Antiguo Testamento hace suyas las palabras del salmo 22 y ora a su Padre. Al escuchar esta cuarta Palabra muchos se podrían preguntar: ¿El Padre abandonó a Jesús en el momento más crucial de su existencia? Claro que no, Dios podía haber aniquilado a todos aquellos que lo crucificaron, impidiendo la muerte de su Unigénito, pero no lo hizo por el amor tan grande que sentía por la humanidad, esa era la misión de Jesús - morir en la cruz para redimir al género humano-, y el Padre permitió que todo se cumpliera para poder reconciliar el mundo con él mismo. Jesús se hace semejante en todo a nosotros menos en el pecado, asume nuestra frágil condición humana, el dolor, el sufrimiento, la soledad, incluso la muerte. En esta cuarta palabra podemos descubrir la solidaridad de Jesús con todas aquellas personas que hoy viven grandes sufrimientos, pruebas y angustias; es el grito de quienes sufren a causa de una dolorosa enfermedad, de los que pierden a un ser querido a causa de la guerra y el desamor, de los que mueren de hambre y de sed, de los que no tienen un techo y les toca dormir debajo de un puente, de los que no tienen abrigo, de los que son condenados injustamente, de los niños que son maltratados, explotados y abusados, de todo ser humano que sufre en soledad, de quien se siente abandonado y lanza su grito de dolor al cielo preguntando ¿Por qué…?. Esa pregunta pide una respuesta, una explicación, una luz que de la capacidad de comprender el sentido de lo que es la vida humana. En los momentos de lágrimas y dolor, el ser humano puede sentir que Dios está lejos, que se ha ido, que Dios no puede, que Dios castiga, que Dios no se preocupa de los problemas y sufrimientos de sus hijos. Y frente a todos estos interrogantes, Dios responde: “¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo

54

olvidara, yo no me olvidaré de ti” (Cf Is 49, 15). La respuesta de Dios la encontramos en lo alto de la Cruz; Jesús crucificado es la respuesta del corazón misericordioso del Padre a la humanidad que busca una respuesta a su tristeza, a su angustia, a su dolor y a su sufrimiento. Jesús crucificado se une a todos los que están agobiados por el peso de la cruz, recoge las miserias, las fatigas, las agonías y sufrimientos de los seres humanos. Le dice a todos los que hoy se sienten tentados a desconfiar de Dios por el peso de sus penas y dolores, que Dios está con ellos y sufre con ellos, que no pierdan la esperanza, antes bien, los invita a seguir su ejemplo de confianza y abandono en los brazos del Padre misericordioso y providente. “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc 23, 46). En este año de la misericordia, esta cuarta palabra nos debe llevar a compadecernos de aquellas personas que pasan todos los días cerca de nosotros y experimentan el dolor, el sufrimiento, el abandono y la soledad. Debemos ser para ellas los brazos, la mirada, la ternura, el consuelo de Dios; dejemos que a través de nosotros, Dios pueda abrazar a quienes se sienten solos y abandonados, mirar con amor a quienes son ignorados y despreciados, hablar de vida eterna a quienes no le han encontrado sentido a su vida y han perdido la esperanza, acoger con amor y misericordia a todos aquellos que son rechazados y desechados en nuestra sociedad. Ϯ QUINTA PALABRA: “Sabiendo Jesús que todo se había ya consumado, para que se cumpliera la escritura dijo, tengo sed”. (Jn 19, 28) Jesús, sintiendo la proximidad de su muerte, desgastado por el peso de la cruz, el extenuante sol, los improperios recibidos camino del Gólgota, pronuncia una de las palabras más humanas y más desgarradoras, tengo sed, la necesidad de calmar, una ansiedad física, de lograr tener por un momento el preciado líquido, fuente vida, que de alguna manera refresque esos momentos culminantes de su misión en el mundo, y esos angustiosos minutos, antes de cumplir el designio del padre celestial. Que humanidad, que pobreza, que abandono, al ser más maravilloso, que tanta agua viva mano de su vida, se le niega lo más básico, el agua. Al rey de reyes, que sintió nuestra miseria y se compadeció de ella, se le niega, lo mínimo, el elixir de la vida. Jesús, cual sería tu abandono y desazón al contemplar la indolencia de tus verdugos que para humillarte se mofan, y en vez de agua, te da vinagre, en vez de darte agua para aliviar tu tormento, lo hacen más grande aún al, darte algo ácido y humillante para cualquier ser humano en ese momento último. La sed, más que una sensación de sequedad, Jesús hoy nos vuelve a repetir, tengo sed, sed de paz, el señor quiere que nosotros ayudemos a construir un mundo más vivible y armonioso para todos, sed de justicia, el señor quisiera que nosotros buscáramos el bien común y que todos tuvieran las mismas oportunidades y el bienestar que dignificara su condición de hijos de dios. Jesús, tiene sed, sigue haciendo vida y clamor esta palabra cuando, ante las injusticias de la vida, la desigualdad de la humanidad, el sufrimiento de muchos, ante la indiferencia de unos pocos, sigue viendo la sed, de tantos hombres que claman por un mundo más justo, equitativo, solidario y fraterno para todos. Necesitamos todos tener sed. Sed de dios, para buscarlo, seguirlo y amarlo, para que nuestra vida no tenga sino, el único sentido y la única meta, el encuentro con él. En un mundo que busca a dios, con sed, pero a la vez, con indiferencia y falta de compromiso, es necesario, que todos bebamos de esa agua que calma todas nuestras necesidades, que llena hasta el cansancio, que calma cualquier angustia…Dios. Comprometámonos todos a ayudar a calmar la sed que manifestó el señor, y que se sigue haciendo patente, en nuestros hermanos que sufren, en especial, por las injusticias, las ingratitudes y el abandono. recordemos a tantos marginados del progreso, el bienestar y lo básico para llevar una vida digna, pensemos en tantos niños y adultos que viven en constante sed, porque reciben solo migajas, y se tienen que conformar por ser siempre los menos tenidos

55

en cuenta, los marginados, los desechados de la sociedad consumista, y que tristemente, se considera seguidora de dios, solo tu señor Jesús, calmas nuestra sed, solo tú eres el bálsamo que alivia nuestras fatigas y dolores, solo tu Señor, eres el agua viva que constantemente destilas bienestar para los que te buscamos como sedientos, en un mundo lleno de sequedad y aridez espiritual…Señor calma nuestra sed. Ϯ SEXTA PALABRA: “Jesús tomó el vinagre y dijo: -Todo está consumado" (Jn. 19,30) Esta palabra tiene un aire que la une al libro del Génesis de muchos modos y por muchas razones: es la sexta palabra, como el sexto día de la Creación, pronunciada en la que en muchos lugares y en los antiguos misales se llamaba feria sexta: “vio Dios todo lo que había hecho y era muy bueno. Pasó una noche, pasó una mañana: el día sexto” (Génesis 1, 31). Y es, exactamente lo que estamos celebrando en este grandioso viernes, el primer viernes de nuestra historia, ya que en efecto alcanzan su plenitud todas las obras divinas, incluido el ministerio de amor y de esperanza para el que había sido puesto Jesús en el mundo. Las coincidencias son admirables. Jesús dice que se ha alcanzado la meta y por eso esta palabra tiene todo el aire de síntesis, de resumen del amor generoso que ha salvado al mundo y le ha devuelto la esperanza y la alegría a quienes yacían en las sombras de la muerte y del pecado. La obra amorosa del Señor es la misericordia en todas sus expresiones. Es el amor del corazón dado a los pequeños y a los pobres, a los niños y a las mujeres, a los pecadores más recalcitrantes y a las personas humildes que fueron acercándose a Jesús en casi tres años de amorosa presencia, de caminos recorridos, de pueblecitos que se inundaron de alegría con el paso vivo del amor de Dios. Incluso, en esta meditación sobre las obras divinas en favor de la humanidad, podríamos pensar en toda la fuerza del consuelo que ofreció Jesús de modo concreto en dos de ellas: Visitar a los enfermos y ofrecer un buen consejo a quien lo necesita. Adentrémonos en la palabra que meditamos. La enunciamos retomando dos o tres palabras de la anterior: “tomó el vinagre”50: es innegable que el narrador sagrado quiera ultimar los detalles de la hora postrimera del Divino Maestro, pero en esta expresión cómo no leer la actitud amorosa con la que Jesús apura hasta el fondo, no sólo el cáliz de su Pasión, sino la dramática realidad de la humanidad. Palpó, como tantísimas veces nos lo ha dicho el Papa Francisco, la carne dolorida de la humanidad, las soledades más hondas, incluso la sombra terrible que se cernía sobre el corazón de uno de sus discípulos amados que salió cuando “era ya de noche”51, saboreando aún el pan del amor, mientras se dirigía a perpetrar la traición. La vida pública de Jesús es un canto armonioso al amor que acude al corazón enfermo, y no sólo al cuerpo lacerado de los que sufren. Es una visita eterna e interminable que se prolonga en el amor con el que la Iglesia, en la persona de sus ministros, sigue llegando al lecho del enfermo y a la casita en la que tantos hermanos nuestros apuran el cáliz de la soledad, para decirles que la Creación llega a su plenitud cuando el amor hecho Pan de Vida besa los labios del que llora y sufre y le dice que Dios le recrea, le alimenta, le sostiene y le acompaña porque le ama. Que bello meditar en estas expresiones del amor divino delante del Señor cubierto de heridas, delante del que cargó “todas nuestras dolencias”, como cantaba esta tarde Isaías en la Acción Litúrgica, porque el dolor compartido se hace ligero y porque la fuerza que sacó de la nada astros luminosos, también hará aflorar en las heridas del que llora la flor de la esperanza y de la alegría en la penúltima palabra de Jesús hay también mucho de aquella obra de misericordia que es dar un buen consejo, porque es precisamente la lección que quisiéramos también aprender en esta noche junto al trono del Mártir de los mártires. Jesús nos aconseja y recomienda trazarle al hermano caminos de esperanza y de alegría, ofrecerle la fuerza y la certeza de un sentido para su vida, aprendiendo a dar gracias por el bien

56

recibido, aprendiendo a señalar en el mundo las diversas y maravillosas manifestaciones de la Misericordia de Dios que ha iluminado a santos y a santas para desplegar sobre el árido panorama del mundo toda la gracia amorosa de Dios en los más diversos apostolados, en las más vivas expresiones de caridad. Esta sexta palabra corona, como dijimos, la obra de la salvación que se inició, como ya lo dijimos, con la creación del mundo. Aunque ya lo anotamos, es la feria sexta, es el sexto día de la semana última de Jesús y también estamos recordando el sacrificio Pascual del Cordero que fue sacrificado y que estuvo en la cruz cuando, como nos contó san Lucas el domingo pasado, “era la hora sexta”53, que se vuelve preludio de la victoria soberana de Jesús. Es la hora de la misericordia, incluso así conmemorada con piedad por muchos. En esta hora, acojamos el amor con el que nos visita Dios en su hijo y pidámosle que nos ayude a ser “misericordiosos como Él. Ϯ SÉPTIMA PALABRA: “Y Jesús clamando con fuerte voz, dijo Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. (Lc. 23, 46) Hemos llegado al final de este recorrido, a la última expresión lanzada por Cristo en la cruz. Se acerca la hora en aquel calvario para que el Hijo del Hombre entregue su último aliento de vida por rescate y salvación de los culpables. Hemos pasado ya un itinerario de palabras y hechos de amor; hemos visto cómo el hijo de Dios se apasionó por nuestra historia; lo hemos contemplado como el Maestro que da de comer, como el siervo que lava los pies, como el fiel que clama al Padre que lo libre, como el hombre que ha tenido miedo, como el criminal que ha sido apresado, como el oprobio del pueblo, como el reo de muerte. Y ya no hay nada más, no hay más dolor, no hay más amargura, no hay más soledad. Por eso en un acto de confianza plena en el Padre, Jesús grita con el último aliento de vida: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”. Jesús entrega su espíritu que va lleno de amor, perdón, caridad y vida. Amor que inició desde toda eternidad, se materializó en la encarnación y se contempló en el pesebre; amor que se sometió en obediencia a la familia de Nazaret, se perfeccionó en la sumisión al Padre y que inició su recorrido en Galilea; amor que predicó, que vivió y por el que murió. Su espíritu va inundado de perdón, como el que se le profirió a la mujer adúltera, al ladrón arrepentido y a sus verdugos. Este mismo espíritu va cargado de caridad, como la que lo animó a tener compasión de los oprimidos, los pobres, las mujeres; todos aquellos que vagaban como ovejas sin pastor. El espíritu de Jesús llega al Padre con el testimonio de la vida que llevaba y regalaba, como lo hizo con Lázaro, el hijo de aquella mujer en Naim o la hija de Jairo. Su espíritu Él lo entrega, a Él no se lo quitan, Él lo dona. Vale la pena que cada uno entre en sí mismo y examine su vida, que se confronte, que se pregunte: “¿cómo está mi espíritu hoy?”, “¿Cómo han mejorado mis obras buenas en esta cuaresma y triduo pascual?”, “¿Qué tiene mi espíritu para entregarle al Padre?”. ¿Acaso hay en él amor, perdón, misericordia, vida, entrega? O por el contrario tu espíritu alberga odios, mentiras, egoísmos y desesperanzas. Acaso ¿este tiempo privilegiado de la cuaresma y semana santa, este año jubilar de la misericordia no ha penetrado tu corazón? ¡Permítele a Cristo entrar! “El toca a la puerta, si le abres Él entrará y cenaran juntos”, solo déjalo entrar para que haga estragos, cambios, para que guie tu vida. Solo ábrele las puertas. Pidámosle a nuestro Señor Jesucristo, que nos haga cada vez más como Él, que nos permita redescubrirlo en el hermano, especialmente en el necesitado. Pidámosle para que nos enseñe a vaciar nuestra vida de las cadenas del resentimiento, la venganza, el egoísmo y el odio, y que nos siga mostrando como llenarla de fe, esperanza y caridad; de amor, misericordia y

57

generosidad; de pasión, felicidad y entrega. Que nuestro Señor Jesucristo haga de nuestra vida un sacrificio de misericordia agradable al Padre.

2.7. Pautas para el sermón del descendimiento Dice la inspirada voz de la Liturgia, tomándolo del corazón de los poetas: “Jesús de María, Cordero Santo, pues miro vuestra sangre, mirad mi llanto. ¿Cómo estáis de esta suerte, decid, Cordero casto, pues, naciendo tan limpio, de sangre estáis manchado? ….Ya os oigo, Pastor mío, ya voy a vuestro pasto, pues como vos os dais ningún pastor se ha dado. ¡Ay de los que se visten de sedas y brocados, estando vos desnudo, sólo de sangre armado. Nadie tendrá disculpa diciendo que cerrado halló jamás el cielo, si el cielo va buscando. Pues vos, con tantas puertas en pies, mano y costado, estáis de puro abierto casi descuartizado. ¡Ay si los clavos vuestros llegaran a mí tanto que clavaran al vuestro mi corazón ingrato! ¡Ay si vuestra corona, al menos por un rato!, pasara a mi cabeza y os diera algún descanso. Y es aquí cuando venimos a buscarte y cuando las manos piadosas de quienes representan a Nicodemo y José el de Arimatea nos regalan la prueba del amor Divino que baja hasta el regazo de María, la Virgen Purísima o en muchos lugares se toma ahora la imagen del Señor. Procédase con toda reverencia mientras que se hacen los diversos pasos del descendimiento con las siguientes invocaciones. Oh sublime omento para contemplarte y adorarte, Oh Cristo.

Al tomar tu Corona de Espinas te damos gracias por tu amor entregado, déjanos reinar contigo. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

Que tu mano derecha nos señale la entrada a la gloria. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos;

Que tu mano izquierda nos muestre el corazón abierto en el que podemos ahogar nuestras penas. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos

Que tus pies traspasados nos muestren el camino de la vida. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

Que tu costado abierto nos sirva de faro para avanzar en medio de las tinieblas del mundo iluminados por el corazón mismo de quien todo lo ha entregado. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.

Oh, Señor de la Gloria, permítenos decirte que es nuestro amor el que espera ahora tu victoria, ya que “… ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna, podrá apartarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor Nuestro”. Permítenos recordar, finalmente que tu misericordia es eterna.

2.8. Procesión al Santo Sepulcro: Monición para iniciar la procesión: Ha muerto la vida, Jesús baja al sepulcro, el universo calla. Todo ha enmudecido. El silencio sagrado de la noche nos recuerda la pasión y muerte del Siervo de Dios. Pero es precisamente ese silencio, la oportunidad para meditar sobre nuestra realidad, sobre aquellas situaciones de pecado que tienen apagada nuestra vida y que no nos permiten contemplar la vida que ofrece Cristo. En el silencio nos podemos encontrar con Dios y con nosotros mismos. Acompañemos a Jesús hasta el sepulcro con un silencio profundo pero meditado en el amor con el que se ha entregado por nosotros y por el cual ha soportado todos estos sufrimientos, sabiendo que sus heridas nos han salvado.

58

2.8.1. Oración para la procesión: Rosario de la Divina Misericordia

a) Comenzar con un Padre Nuestro, Avemaría, y Credo.

b) Quien entona dice: Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Tu Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, para el perdón de nuestros pecados y los del mundo entero.

c) Quien entona dice: Por Su dolorosa Pasión y el pueblo responde: ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

d) Al finalizar las cinco decenas de la coronilla se repite tres veces: Santo Dios, Santo

Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero.

3. SÁBADO SANTO

3.1. Sentido de la celebración

de este día El Sábado Santo se caracteriza por un profundo silencio. Los templos están cerrados, no se celebra ninguna liturgia. Los creyentes, mientras aguardan el gran acontecimiento de la Resurrección, perseveran con María en la espera del día del Señor, rezando y meditando. En efecto, hace falta un día de silencio para meditar en la realidad de la vida humana, en las fuerzas del mal y en la gran fuerza del bien que brota de la Pasión y de la Resurrección del Señor.

3.2. PROCESIÓN DE LA SOLEDAD

Monición: Nos hemos reunido para contemplar en la Madre de la Soledad, la presencia amorosa de una Iglesia que con Ella vela junto al Sepulcro aguardando la Resurrección. Cada ser humano recibe desde el Calvario el regalo de una Madre. En el testamento del Redentor hay un espacio para la ternura y para la bondad, se abre una puerta de esperanza porque Cristo en María nos comparte el maternal para que no nos falten el afecto y la comprensión que solo las Madres saben ofrecer. Se recomienda que entre la reflexión de uno y otro dolor se rece el santo rosario y el canto de la salve.

3.2.1. LOS SIETE DOLORES: SIGNO DE LA MISERICORDIA DE MARÍA “El camino para penetrar en los sufrimientos del Hijo es penetrar en los sufrimientos de la Madre”. Y es que no podemos ignorar el dolor que como madre, sintió María al pie de la cruz. Entre todas las mujeres, ella responde al profeta Isaías que pregunta ¿Puede acaso una madre olvidarse de su criatura hasta dejar de enternecerse por el hijo de sus entrañas? No, María está allí en la última hora, en la hora en que su hijo, el Cordero de Dios, se entrega para perdonar nuestras culpas. Allí sufre por el amor al hijo de sus entrañas. Que al meditar sobre los siete dolores de la Madre Santísima, nosotros profundicemos en la realidad y significación del drama redentor, y asimilemos esta experiencia de María para nuestra vida cotidiana.

59

PRIMER DOLOR: “La Profecía de Simeón”

Texto bíblico: Lucas 2, 27-32. 34-35 “Vino, pues, al templo, movido por el espíritu y, cuando sus padres entraban con el niño Jesús para cumplir lo que mandaba la ley, Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios diciendo: Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar que tu siervo muera en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos, como luz para iluminar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.” Simeón los bendijo y dijo a María, su madre mira este niño traerá a la gente de Israel, ya sea caída o resurrección, será un señal para muchos en Israel. Mientras a ti misma una espada te atravesará el alma. Por este medio, sin embargo saldrán a la luz los pensamientos íntimos de los hombres”. Reflexión: Cuando Simeón se alejó, María y José emprendieron su camino de regreso a Belén. Las palabras del profeta continuaban resonando en la intimidad de sus corazones, y entendieron con toda claridad, que Dios mismo había hablado por boca del anciano. En el secreto de su alma, María repasaba todo lo que había oído decir sobre Jesús, primero al ángel Gabriel, luego a Isabel su parienta, después a José que le había contado su sueño con el ángel; hacía apenas unos pocos días, a los pastores de Belén, y ahora a Simeón, el profeta de Yahvé. El Misterio de Dios, presente en Jesús, llenaba su existencia; la fe y la esperanza eran su fuerza; la alegría de tener a su hijo y de compartir con Dios su secreto maravilloso, iluminaba su vida sencilla y pobre. El dolor que vendría y que ya sentían caminar a su lado, no podría, de ninguna manera, sumirlos en la tristeza, porque sabían que el amor de Dios es siempre más grande y más fuerte que todo dolor y todo sufrimiento. Entonces, alegre y gozosa, María renovó una vez más su entrega, repitiendo en su corazón, su “SÍ” incondicional a Dios, aquella bella mañana de la anunciación: “He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1, 38).

SEGUNDO DOLOR: La Huida a Egipto Texto bíblico: Mateo 2, 13: “Después que partieron los Magos, el Ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes buscará al niño para matarlo”. Reflexión: Contemplemos la huida de María y José, con Jesús recién nacido, como desplazados de su país, para protegerlo de la ira de Herodes, que equivocadamente veía en él, una amenaza directa para su reinado. Del mismo modo que la visita de estos personajes extraños, fue para María y José, un motivo de gran alegría, el aviso del ángel para que salieran rápidamente de Israel y se refugiaran en Egipto, les causó un gran dolor, no sólo por lo que un viaje repentino implicaba en sí mismo, sino también por lo que significaba para ellos, dejar su tierra, su familia, sus amigos, su modo de vida, y dirigirse a un país extranjero donde todo es diferente y por la misma razón, profundamente intimidante. Sin embargo, ambos vieron en estas circunstancias difíciles de su vida la Voluntad de Dios, y enfrentaron el momento con valor y dignidad, seguros de que Él mismo los protegía y los guiaba. La vida de Jesús, María y José, en Egipto, como desterrados, fue una vida con todas las dificultades propias de su condición. Pero su fe se fue haciendo cada vez más fuerte, y resistieron la prueba.

TERCER DOLOR: El Niño Jesús perdido en el templo Texto bíblico: Lucas 2, 41-43.46. 48-50: “Los Padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua y, cuando cumplió doce años, fue también con ellos para cumplir con este recepto. Al terminar los días de la fiesta, mientras ellos regresaban, el niño Jesús se quedó

60

en Jerusalén sin que José lo supiera, ni tampoco su Madre. Después de tres días lo hallaron en el Templo. Al encontrarlo, se emocionaron mucho y su madre le dijo: - Hijo, ¿por qué te has portado así? Tu padre y yo te buscábamos muy preocupados. Él les contestó: ¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?”. Reflexión: Lucas nos cuenta que cuando Jesús cumplió los 12 años, edad en la que los varones israelitas empezaban a ser servidores de la Ley, fue con sus padres a Jerusalén, para celebrar allí la Fiesta de la Pascua. Y nos dice que al volver a casa, al concluir la primera jornada de camino, María y José no lo encontraron entre sus parientes y amigos, por lo que debieron regresar a la ciudad. Allí, al cabo de tres días, lo hallaron en el Templo, hablando con los doctores, que estaban admirados de su sabiduría. Podemos imaginar fácilmente, el dolor de María ante la ausencia de Jesús, y también, el impacto que les causó a ella y a José su respuesta tajante y sin explicaciones: “¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que debo encargarme de las cosas de mi Padre?...”.Nunca antes Jesús les había hablado de esta manera. Siempre había sido un niño cariñoso, obediente, sumiso... Entonces, ¿qué pasaba ahora?... ¿Qué razones tenía para actuar de esta manera?... Todo sonaba extraño y difícil de entender. María guardó silencio. De su boca no salió ni una sola palabra de reproche, y su corazón permaneció libre de todo resentimiento. Se mantuvo serena y humilde. En lo profundo de su alma una luz empezaba a abrirse camino lentamente, y ella comprendió que aquel suceso era una nueva manifestación del Misterio de Jesús; un misterio que ni ella ni José entendían, pero que ambos amaban, aceptaban y acogían con su corazón de creyentes fieles.

CUARTO DOLOR: María se encuentra con Jesús camino al Calvario Texto bíblico: Jn. 19, 25-27 “Cerca de la cruz de Jesús estaba su madre, con María, la hermana de su madre, esposa de Cleofás, y María de Magdalena. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo que más quería, dijo a la Madre mujer, ahí tienes a tu hijo. Después dijo al discípulo ahí tienes a tu madre. Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa”. Reflexión: Aunque no estuviera presente constantemente a su lado, porque las circunstancias y las costumbres no se lo permitían, no podemos dudar de que María siguiera muy de cerca todas las actividades de Jesús a lo largo de su vida pública. Hasta sus oídos llegaban las alabanzas de quienes creían en él, y también las falsas acusaciones que le hacían. Por eso, no fue difícil para ella, enterarse de la persecución de los fariseos, los doctores de la ley, y los sumos sacerdotes, y tampoco de los sucesos que tuvieron lugar en el Monte de los Olivos, mientras Jesús oraba, después de haber celebrado la Pascua con sus discípulos. Del juicio del Sanedrín, aquella misma noche; del juicio de Pilato, muy temprano en la mañana; de la flagelación y la coronación de espinas; y, finalmente, de su condena a muerte de cruz. Tan pronto como llegó a sus oídos la noticia de que Jesús había salido del palacio de Pilato, cargado con la cruz, y que era llevado por los soldados para ser ejecutado, María ya no pudo permanecer más tiempo lejos de él, y aunque un dolor inmenso laceraba su alma, corrió a su encuentro. No podía dejarlo solo, en aquella hora trágica y definitiva; su amor de madre no se lo permitía. Ya podemos imaginar el infinito dolor de la Madre, cuando pudo acercarse a Jesús, abriéndose paso entre la turba. Lo que sintió al ver de cerca su mirada triste, su rostro ensangrentado, la corona de espinas que hería su cabeza, la pesada cruz que arrastraba con dificultad, y las heridas de su cuerpo castigado con los azotes de sus verdugos. Seguramente los soldados romanos trataron de alejarla, como hacían siempre con las madres de los

61

condenados, pero ella insistió en seguir el cortejo a pesar de su inmenso sufrimiento, y su total impotencia para cambiar las cosas.

QUINTO DOLOR: Jesús muere en la Cruz Texto bíblico: Jn. 19, 29-30 “Había allí un jarro lleno de vino agrio. Pusieron en una caña una esponja empapada en aquella bebida y la acercaron a sus labios. Jesús probó el vino y dijo todo está cumplido. Después inclinó la cabeza y entregó el espíritu”. Reflexión: Imposible pensar en otro momento más doloroso en la vida de María, que aquel en el que vio a Jesús crucificado como un criminal; desecho físicamente, humillado por los jefes de su pueblo; María contempló su muerte, en medio del silencio y la aparente ausencia de Dios. La presencia de María al pie de la cruz, debió ser para Jesús un gran consuelo y a la vez un nuevo dolor. Sentía su amor de madre y todo lo que ese amor le comunicaba de ternura, de apoyo, de comprensión, de paz; pero experimentaba también la angustia de verla allí padeciendo todos y cada uno de sus sufrimientos físicos y espirituales, en una íntima compenetración, y no podía hacer nada para dar a su corazón adolorido aunque fuera el más pequeño alivio, una esperanza. ¿Cómo pudo María permanecer al pie de la cruz de Jesús, sin morir ella también de dolor?... La respuesta es clara: por la fuerza de su fe inconmovible y su amor profundo y generoso, a Dios y a su Voluntad salvadora. El Espíritu Santo la llenó con sus dones y sus gracias para que viviera esta circunstancia trágica, sin dejarse arrastrar al abismo de la desesperación, segura y confiada en que si Dios había permitido que sucediera lo que estaba sucediendo, era porque aquel acontecimiento entraba en sus planes de amor por los hombres. La muerte de Jesús, dramática y sobrecogedora, pone punto final a la escena. María siente que su corazón se desgarra por el dolor que experimenta. Las palabras del anciano Simeón muchos años atrás, resuenan en su mente y en su corazón una vez más, pero un momento después, aunque todo sigue siendo oscuro, en el secreto de su alma, llena del Espíritu Santo, parece nacer una esperanza.

SEXTO DOLOR: María recibe el cuerpo de Jesús al ser bajado de la Cruz Texto bíblico: Marcos 15, 42-45): “Había caído la tarde y, como era la víspera del sábado, alguien tuvo la valentía de ir donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. Era José, del pueblo de Arimatea, miembro respetable del Consejo Supremo, que esperaba también el Reino de Dios. Pilato se extrañó que ya hubiera muerto, y llamó al capitán para saber si realmente era así. Él lo confirmó, y Pilato entregó el cuerpo de Jesús”. Reflexión: Una de las obras del arte religioso, más famosas en el mundo entero, es "La Pietá" de Miguel Ángel. Representa a María con Jesús muerto en sus brazos. El artista plasmó majestuosamente en esta maravillosa obra, un momento cumbre en la vida de Nuestra Señora como madre de Jesús. María contempla amorosa y doliente, el cuerpo exánime de su hijo, que yace inmóvil en sus brazos de madre. Los mismos brazos que lo acunaron cuando era pequeño, las mismas manos que lo acariciaron con ternura y delicadeza cuando estaba enfermo y cuando dormía. Lo contempla en absoluto silencio que es oración callada. Con pleno dominio de sus emociones maternales. Su rostro expresa con total transparencia los sentimientos más íntimos y profundos de su corazón, desgarrado por la muerte injusta y horrible que ha padecido.

62

Detenernos ante esta imagen de María, admirarla como obra de arte y también, como creyentes, nos lleva inmediatamente a pensar en el inmenso sufrimiento que invadió la vida entera de la Madre y la inmensa soledad en que quedó sumida su alma, después de la muerte cruel de Jesús. Muchos momentos de tristeza y de soledad interior debió enfrentar María a lo largo de sus años, pero este es el principal de todos, la circunstancia más difícil de encarar, y también la más incomprensible para ella. Pero en su corazón está la fe, y cuando hay fe, todo sufrimiento, por grande que sea, es soportable. Porque la fe da sentido aún a lo que no se puede comprender.

SÉPTIMO DOLOR: Jesús es colocado en el Sepulcro Texto bíblico: (Juan 19, 39-40): “Nicodemo trajo como cien libras de mirra perfumada y áloe. Envolvieron el cuerpo de Jesús con lienzos perfumados con esta mezcla de aromas, según la costumbre de enterrar de los judíos. Cerca del lugar donde crucificaron a Jesús había un huerto, y en el huerto, un sepulcro nuevo, donde nadie había sido enterrado. Aprovecharon entonces este sepulcro cercano para poner ahí el cuerpo de Jesús, porque estaban en la preparación de la fiesta de los judíos”. Reflexión: Los evangelios no nos lo dicen con claridad, pero es fácil suponerlo. María acompañó a Jesús hasta su sepultura, la cual se realizó precipitadamente por la proximidad de la celebración de la Pascua. Estaban con ella, Juan y las demás mujeres que habían permanecido a su lado desde su llegada al Calvario, y durante todo el tiempo que se prolongó la agonía de Jesús. Una vez cerrada la tumba, y sellada, como era costumbre, María abandonó el lugar con su dolor y su soledad a cuestas. En el secreto de su corazón, María oraba y en su oración callada pero ferviente, repetía una y otra vez su “SÍ” de Nazaret. María no comprendía los hechos que acababa de presenciar, no entendía por qué Jesús, su hijo querido, el Hijo del Dios Altísimo, había muerto así, en plena madurez, dejando a medio camino su misión de profeta del Señor; y tampoco entendía por qué su muerte había sido tan cruel, tan humillante; la muerte de un criminal. María no comprendía, pero sabía, tenía plena certeza de que las cosas de Dios no son para entenderlas sino para aceptarlas con humildad, con fe, con esperanza. María callaba... María oraba... María se entregaba nuevamente...María creía... Seguía creyendo a pesar de lo que había sucedido con Jesús. María amaba... Seguía amando a pesar de lo que le habían hecho a Jesús. María esperaba... Seguía esperando a pesar del aparente fracaso de Jesús; de su profundo dolor de madre, de su inmensa soledad, del hondo vacío que sentía en su corazón. Sabía que Dios no defrauda a nadie, porque es el Dios del amor, el Dios del perdón, el Dios de la Vida.

3.2.2. Iluminación bíblica para la procesión

Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: Mira, este niño hará que muchos caigan o se levanten en Israel. Será signo de contradicción. (Lucas 2, 23)

Cuando se fueron el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, tomo al niño y a su madre, huye y a Egipto y quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar el niño para matarlo. (Mateo 2,39)

Al verlo, se quedaron asombrados, y su madre le dijo: hijo, ¡por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos buscado angustiados. (Lucas 2,48)

Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que tanto amaba, dijo a su madre: mujer, ahí tienes a tu hijo. (Juan 19, 26)

63

Jesús probó el vinagre y dijo: todo está cumplido e inclinando la cabeza, entregó el espíritu. (Juan 19,30)

Pero unos de los soldados le atravesó el costado con una lanza y enseguida brotó del costado sangre y agua. (Juan 19,34)

Entre los dos se llevaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas de lino bien empapadas en la mezcla de mirra y perfuma, según la costumbre de sepultar a los muertos. (Juan 19, 40)

Regresen a casa de su madre. Que el Señor las trate con la misma bondad con que nos han tratado a los que murieron y a mí. (Rut 1, 8b)

Tú que eres el Dios de mi antepasado y el Dios del pueblo de Israel, el dueño de cielo y tierra, el creador de las aguas y el rey de toda la creación; escucha mi súplica. (Judith 9,12)

Sé para mi roca de mi amparo y fortaleza protectora. (Salmo 31, 3b)

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. (Mateo 5, 5)

Te invoco el día de la angustia, pues tú me sabes responder. (Salmo 86, 7)

3.2.3. PAUTAS PARA EL SERMÓN DE LA DOLOROSA

Siempre estará unida la Madre al Hijo, siempre sabremos que la Madre nos conduce al Hijo y nos sigue exhortando a “hacer lo que él diga” para que se siga realizando el Reino, la vida, la esperanza, la presencia del Señor. María es la Señora de la oración abandonada en la misericordia de Dios, es la alegría de vivir en amor y paz, es la mano bondadosa que sanaba y consolaba a los mártires de la fe, a los testigos elegidos y escogidos por el Señor para el sacrificio y la gloria. En función de ese oficio maternal, ella es elegida desde toda la eternidad, y por eso es llamada Llena de Gracia para que desde siempre se admirara en ella la predilección de Dios, el amor del Padre que quiere ofrecernos lo mejor de su amor para que aprendamos a vivir en correspondencia a esa misericordia. María construye paz. La madre del Mesías, Príncipe de la Paz es un testigo de excepcional de la obra pacificadora de Cristo. Lo acompañó siempre. Lo acogió en su seno, lo dio a luz, lo amo con ternura. Los siete dolores, son un camino de fidelidad y un camino de paz: Paz que brota en el alma de María cuando, en la circuncisión de Cristo preludia sus dolores. Paz que la inunda cuando, subiendo la escalinata del templo, escucha la voz recibe la profecía de Simeón Paz en la huida a Egipto, Paz en la Flagelación y en el encuentro en la calle de la Amargura. Paz en el Calvario. Paz en el descendimiento. Paz en la sepultura de Cristo.

V. RESURRECCIÓN DE JESÚS

1. VIGILIA PASCUAL

1.1. Sentido de la celebración La Vigilia Pascual es la celebración más importante del año, la culminación de la Semana Santa y el eje de toda la vida cristiana, hasta el punto de haber sido denominada “madre de todas las vigilias”. La Vigilia Pascual más antigua que se conoce es del siglo III. Hacia el año 215, según la Tradición de Hipólito, el bautismo era celebrado, con la eucaristía, en la Vigilia Pascual. Esto se generalizó en el siglo IV. A finales de este siglo algunas

64

Iglesias introdujeron el lucernario pascual, que finalmente se extendió a todas partes. A partir del siglo XII se comenzó a bendecir el fuego.

1.2. Lo que hay que preparar La fogata, el Cirio Pascual, eI incensario, la naveta, el Leccionario y las lecturas bien preparadas, la iluminación festiva del altar para el canto del Gloria, la fuente Bautismal, allí se dispone también el Acetre y el hisopo para la aspersión.

1.3. Comentario inicial Hermanos esta noche nuestra Iglesia se reíste de fiesta porque celebramos el triunfo de Cristo sobre el pecado y la muerte, para darnos nueva vida. Nuestra celebración de Hoy es la gran vigilia pascual y consta de cuatro partes:

• Liturgia de la luz • Liturgia de la Palabra. • Liturgia bautismal. • Liturgia eucarística.

a) Comentario a la liturgia de la luz

Se desarrolla de noche, fuera del templo, en torno al fuego y el Cirio Pascual, símbolos de Cristo, al que siguen los bautizados con sus luminarias encendidas. El lucernario, o rito del fuego y de la luz, tiene su origen en la práctica judía y cristiana primitivas de encender una lámpara a la llegada de la noche, junto con una bendición. Los fieles, con los cirios apagados en la mano, son los “exiliados”. Con el fuego se enciende el cirio pascual, y con éste se encienden las velas que portan los fieles; de este modo, se entra en procesión en la iglesia, ya preparada y adornada suficientemente. El cirio encendido evoca la resurrección de Cristo. Al llegar al templo se proclama el pregón pascual.

b) Comentario general a la liturgia de la palabra

La palabra de Dios nos presenta la historia de la salvación. Son fundamentales las lecturas del Génesis (creación), Éxodo (liberación de Egipto), Profetas (habrá una nueva liberación) y Evangelio (la Resurrección). Se pueden intercalar con cantos las lecturas.

Antes de iniciar el Himno del Gloria: En el silencio de esta noche, estamos recordando la constante y siempre renovada acción de Dios para dar la vida al hombre. Antes de escuchar las lecturas de la Nueva Alianza, cantamos el himno de alabanza a Dios. Que por amor y Misericordia a la humanidad ha resucitado a su Hijo Jesucristo de la muerte.

Comentario a las lecturas del nuevo testamento: La fe en Cristo resucitado es

efectivamente liberadora, porque Jesús salva al ser humano del pecado, que es la fuente de todas las alienaciones y esclavitudes. El fundamento de la vida cristiana es la identificación con la pascua, es decir, el paso de la muerte a la vida que se ha producido en Cristo Jesús muerto y resucitado para nuestra salvación. La noticia central del mensaje cristiano, es que Cristo ha resucitado. La resurrección de Jesús es el misterio central de nuestra fe y el fundamento principal de nuestra esperanza de liberación total de todo lo que nos oprime.

PAUTAS PARA LA HOMILÍA

65

Un gozo novedoso y lleno de esperanza inunda la Iglesia en esta noche santísima de la Victoria Pascual de Cristo, que estamos celebrando en esta Vigilia. Nuestra vigilia es rica en signos y en la Palabra de Dios, vamos a centrar la reflexión en estos tres aspectos:

1. La luz: Iniciábamos nuestra fiesta pascual con un rito único: la bendición de la luz y la entronización del Cirio Pascual que representa a Cristo Resucitado. En medio de la noche, hicimos fuego, luego tomamos la luz y tras señalar sobre el Cirio las cifras que nos recuerdan que el tiempo es de Dios y que Cristo es el señor de la historia, la columna luminosa nos recordó que en medio de las tinieblas de la historia de hoy es la fe la lámpara que nos ilumina, es Jesús resucitado el que le comunica al creyente y a todos los hombres de buena voluntad que hemos comprendido que el amor misericordioso que hoy canta la Iglesia es la vida y la alegría que transforma y da sentido a la humanidad. El Pregón Pascual cantaba algo novedoso, pero a la vez maravilloso: que Dios se acordó de su pueblo y que en una noche como esta superó definitivamente el prodigio que le dio la libertad a Israel con una victoria más grande incluso que el paso del Mar Rojo: la Resurrección de Jesús. En efecto, cuando Jesús retorna de la muerte todo se hace nuevo. Es nueva la larga historia de la Creación que hemos escuchado, el sacrificio de Isaac, la salida de Egipto, y se hacen realidad las profecías con las que Isaías, Ezequiel y Baruc nos fueron preparando para el anuncio con el que, finalmente San Pablo en la Carta a los Romanos, nos recordó que hoy ha vencido Jesús y que la alegría de encontrarlo que nos cuenta el Evangelio de san Lucas nos compromete a resucitar, es decir, a dejarnos llenar de la luz del que vive eternamente.

2. El Bautismo: Y es que la luz de la pascua, la alegría de Jesús vivo hace que el hombre recreado, redimido, renovado, descubra en el signo con el que un día le acogieron en la Iglesia, el Bautismo, cuál es su vocación, cuál es su verdadero destino, cuál su máxima realización. Renovaremos la gracia del Bautismo porque un día fuimos pasados por un Mar más luminoso que el Mar Rojo, Dios nos regaló en la Fuente Bautismal la dicha de ser su familia, sus hijos, su pueblo santo y elegido, bendecido por Dios, elevado a la grandeza de un Sacerdocio de Reyes, precisamente porque un Rey, Jesús crucificado e inmolado por nosotros, protagonizó una lucha dramática, como lo cantaremos mañana en la secuencia de pascua al decir “lucharon vida y muerte en admirable duelo”. Incluso el Costado Abierto de Jesús en la Cruz, nos hizo pregustar esa fuente de agua viva en la que, lavados de nuestras culpas, se nos ha llamado a ser del todo nuevos, justos, alegres, comprensivos, solidarios, comunicadores de esperanza, de vida, de paz, de fe, de perdón y de amor sincero. Un Bautizado no es simplemente una cifra en un registro parroquial ni un nombre en un elenco de pertenecientes a una religión. Nosotros no somos una serie de personas vinculadas a unas ideas del pasado sino una verdadera comunidad, un cuerpo vivo y dinámico que tienen que impregnar la cultura humana con la luz del Resucitado, que tiene que impregnar el mundo con una nueva manera de vivir que nos haga más fieles a Dios y más cercanos a todos. El bautizado cree y espera, cree y ama, hace que su fe lo lance a llevar a todos, la vida, la paz, la novedad de hacerlo todo al estilo de Jesús.

3. Misericordia: La Pascua del Año de la Misericordia es la celebración de la vida de Dios

sembrada en el corazón de todos. Es permitir que la luz radiante del Resucitado venza las tinieblas del corazón, lave el dolor y el pecado, de sentido a cada persona, a cada familia de creyentes, a cuantos buscan a Dios y deben encontrarlo vivo y gozoso allí donde escogió manifestarse: en la Iglesia que nace, precisamente, de la Pascua de Jesús, de la muerte dolorosa seguida del silencio del sepulcro y derrotada en el momento en el

66

que el Hijo amado de Dios revestido de una vida nueva, luminosa, extraordinaria, nos sale al encuentro enarbolando su bandera de paz. La Pascua es un canto al amor de Dios, a la bondadosa misericordia con la que Jesús, saliendo de la muerte, viene al encuentro de cada persona, invitándonos a todos a una vida más fiel y más alegre. Es una bondad que nos invita a “no buscar entre los muertos al que vive”, como les dicen los varones de blancos vestidos al grupo de Discípulas que, encabezadas por Santa María Magdalena, la queridísima beneficiaria del perdón misericordioso, madrugaron a cumplir una obra de misericordia, la que honra a los difuntos y son llamadas a realizar otra tan hermosa como aquella: enseñar, proclamar a todos que Jesús vive. Es esta nuestra gran tarea. Para ello nos hemos dispuesto en estos días santísimos, para ello han trabajado con amor tantas personas, los Sacerdotes, los evangelizadores, los catequistas, los ministros de la Sagrada Liturgia, las comunidades comprometidas en la proclamación de la fe, los que con su trabajo llenaron de esplendor cada momento de nuestras fiestas pascuales, a los que merecen el aplauso agradecido por lo que nos han ayudado a celebrar con tanto amor. Nuestra misión es decirle al mundo que Jesús vive, que el reina sobre la muerte, que él nos invita a construir la vida siendo Misericordiosos como el Padre.

c) La liturgia bautismal

Es La tercera parte de la Vigilia que nos invita a celebrar el nuevo nacimiento. Se desarrolla especialmente cuando hay bautismos, sobre todo de adultos. En el caso del bautismo de niños, los padres hacen la petición, el presidente de la comunidad responde, se convoca a los santos en las letanías, se bendice el agua, se exhorta a la profesión de fe y a los compromisos cristianos y se procede al bautismo. Las promesas bautismales se renuevan estando todos de pie, con los cirios encendidos, mediante un diálogo que concluye con la aspersión. Un gran aplauso rubrica el acto sacramental.

d) Liturgia eucarística Con la Eucaristía llegamos al momento culminante, el más importante de la celebración de esta noche. Glorifiquemos y demos gracias al Padre porque en Cristo resucitado nos abre el camino de la vida. VI DOMINGO DE PASCUA

1. Iluminación bíblica para la procesión del resucitado Jesús no es un Dios de muertos, sino de Vivos. (Marcos

12, 27) Jesús Ha resucitado; no está aquí. Miren el lugar donde

lo pusieron. (Marcos 16,6) “Por eso el Señor los espera, para tenerles piedad; por eso se levanta para mostrarles

compasión. Porque el Señor es un Dios de justicia. ¡Dichosos todos los que en él esperan!” (Isaías 30:18)

Dios lo resucitó rompiendo las ataduras de la muerte. (Hechos 2,24) Mataron al autor de la vida, pero Dios lo ha resucitado de entre los muertos. (Hechos 3,16) Tenemos fe en aquel que resucitó a Jesús (1 Pedro 4,24) Confiesa con tu boca que Jesús es el señor y cree en tu corazón que Dios lo resucitó de

entre los muertos. (Romanos 10,9)

67

“Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios”. (Rm. 12, 1)

Esta es la buena noticia, que Jesús resucito de entre los muertos. (Romanos 2,8) Nosotros creemos que Jesús murió y resucitó. (1 Tesalonicenses 4,14) Y si Cristo no resucitó es vana nuestra predicación y vana nuestra fe. (Gálatas 15, 14) ¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? (1 Corintios 15,

55) El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un

madero (Hechos 5, 30)

1. Comentario inicial Hermanos hemos pasado con cristo de la muerte a la vida, por tanto hemos nacido de nuevo. Hoy iniciamos una nueva experiencia de pascua para dejar que Cristo resucitado inunde la vida de cada uno de nosotros, de nuestras familias y de la comunidad, con su luz, misericordia y amor. Hoy con nuestra fe renovada regresamos nuestros lugares de trabajo, de estudio, de residencia, llevando a Cristo en nuestros corazones para anunciarlo a los demás.

2. Comentario a las lecturas La palabra de Dios nos habla sobre la gran noticia que se difundió en Jerusalén y que llenó a muchos de alegría, que Cristo ha resucitado y se ha dejado ver. Esta noticia cambió la vida de los discípulos y primeros creyentes, la tristeza se convirtió en alegría, su silencio en la proclamación gozosa de Cristo que ha cumplido su promesa y está vivo en medio de nosotros, la soledad se convirtió en comunidad y la pasividad e incertidumbre se convirtió en misión.

3. PAUTAS PARA LA HOMILÍA

Ha llegado la Pascua, anunciada y preparada, dispuesta y celebrada con fe por una comunidad que, en el Año de la Misericordia, reconoce en cada obra de Dios una revelación de su amor infinito, una manifestación del poder del amor y de la fuerza de la esperanza. Vamos a centrar nuestra reflexión en 3 aspectos fundamentales.

1. Gozo: Contrasta esta palabra con la realidad del mundo en el que vivimos. Hay demasiadas luchas, demasiadas violencias, demasiadas desesperanzas, pero sobre todo ese panorama confuso descuella, luminosa y alegre la luz del Cirio Pascual sobre el que hemos trazado las cifras que distinguen este Año de Gracia y en el que hemos escrito que Jesús Resucitado es el Señor de la Historia y el Salvador de todos.

La Pascua fue, en otro tiempo, la reconstrucción de un momento grandioso para Israel, que fue su salida de Egipto, como lo escuchamos anoche en la Vigilia. Aquella Pascua primera de la Iglesia empieza con el caos en el que estaba Jerusalén tras la muerte de Jesús. El Templo arruinado, frustrada, con seguridad, la fiesta de las casas por el impacto de los sucesos. No se ha profundizado mucho en la búsqueda de testimonios diversos a los de los apóstoles para retratar el amanecer de ese primer día de la semana, de ese primer domingo. En la pequeña comunidad de los amigos de Jesús, la noticia de la victoria es tan humana: asombro, incertidumbre, sorpresa, alegría sin fin acallada por aquello en lo que insiste San Juan: el miedo a los judíos. En medio de ese temor, qué gozo acoger nuevamente al Señor, qué alegría verlo nuevamente. Santa Laura Montoya en su autobiografía cuenta una reacción suya ante la imagen del Resucitado hoy hace exactamente 120 años: “¡Qué hermoso vuelves! ¿No ha sido un sueño aquel terrible, sangriento leño, aquellas horas de cruel dolor?”

68

Por eso luego, el mismo San Lucas nos cuenta la alegría que desbordaba el corazón de aquel puñado de apóstoles, de las mujeres y por qué no, de María, la Madre, como para indicarnos que hemos de ser testigos de esa victoria y contarla sin cesar a todos, anunciarla sin descanso al mundo.

2. Testimonio: amadísimos. No podemos reservarnos esta misión o reducirla simplemente a lo que otros puedan hacer en la experiencia evangelizadora. Nuestra vida debe ser el primero y más evidente de los signos de la resurrección, porque el mundo no puede ver otro rostro de Jesús Resucitado que el rostro de los que en Él creen y esperan, por más bellas que puedan ser las imágenes que lo quieren representar.

El Resucitado, no es entonces una bella estatua ni un cuadro sublime en el que los artistas han puesto sus mejores talentos, el Resucitado es la cabeza de un cuerpo que se llama la Iglesia y que tiene como tarea esencial grabar en la faz de cada creyente y de cada ser humano los rasgos del Resucitado, esto es, el rostro de la alegría que consuela, el rostro del perdón que da comienzo a todo esfuerzo de paz, el rostro de la cercanía que hace que todo ser humano se sienta acogido y amado con respeto, con sinceridad, con la certeza de que Jesús dio su vida por una multitud que, dispersa por el mundo, que sin modo de ser contada con las cifras del hombre, debe conocer y amar a aquel Hombre Nuevo que es Dios con nosotros, que es el amor concreto y generoso que nos salva. Sólo se puede testimoniar a partir de lo que se conoce. Por ello tras la celebración de la Pascua, la Iglesia nos va a enseñar a conocer a Jesús contándonos el testimonio que de Él dieron los apóstoles y como prácticamente en cada página de los Hechos de los Apóstoles hay un anuncio explícito y gozoso de la gloria del Resucitado.

3. Misericordia: La Pascua del Año de la Misericordia literalmente debe ser la demostración del amor de Dios que acude presuroso en su Hijo y nuestro Hermano Jesús, Dios verdadero y hombre verdadero, agua viva para nuestra sed, pan de vida para nuestra hambre, vestidura de amor que cubre la humanidad, hospedaje tierno y amoroso, visita que libera a los que viven presos por el pecado.

Jesús resucitado sigue obrando la misericordia. Consuela y enseña, sana y restaura, alimenta y aconseja; de modo que aprendamos su lección de esperanza, de paciencia, de acogida bondadosa, de amor y preocupación por todos, como por ejemplo por los Discípulos de Emaús que, desconsolados y confusos ven como, tras encontrar al Señor en el camino, donde primero estaba el hielo del dolor y del desconcierto, surge luego una hoguera de amor, de alegría y de esperanza, como ala que deberíamos encender en tantos hermanos nuestros que sufren, que lloran, que no son amados, que no saben amar. El mejor fruto de esta Pascua de la Misericordia es que no nos olvidemos que la Semana Santa ya no es una semana de actos y celebraciones sino un tiempo en el que cada celebración y cada experiencia de fe nos propone una tarea clara y sencilla: hacer que Jesús vivo llegue a nuestra vida para que por medio nuestro llegue a todos, despertando en el mundo una aurora de esperanza, una oportunidad para perdonar, para mostrar el buen camino, para vivir la fe. Demos gracias a Dios por los Sacerdotes, los Discípulos de nuestros Seminarios, por los evangelizadores, los catequistas, los ministros de la Sagrada Liturgia, las comunidades comprometidas en la proclamación de la fe, los que con su trabajo llenaron de esplendor cada momento de nuestras fiestas pascuales, a los que merecen el testimonio de nuestra gratitud. Gracias a cuantos asistieron a todo lo que hemos celebrado, porque sin duda, seremos todos los evangelizadores de la misericordia y los testigos constantes de la vida de Jesús. Saludemos, finalmente, a la Reina del Cielo y, salgamos a su encuentro, como bellamente se hace en algunas procesiones de este día, para contarle, no la noticia de la resurrección, porque

69

Ella ya la sabe, sino la noticia de que nosotros, animados por su Hijo, salimos de inmediato a proclamar que el reina sobre la muerte, y que él nos invita a construir un mundo nuevo siendo Misericordiosos como el Padre. Oración de fieles Presidente: presentemos nuestras súplicas a Dios nuestro Padre, rico en Misericordia, por medio de Jesús resucitado en este primer domingo de Pascua, respondemos diciendo: R/: Cristo Resucitado escúchanos

Para que en la Iglesia, nacida en la alegría de la pascua, descubra la presencia viva y actuante del Señor Resucitado y la refleje en su testimonio de vida diario. Roguemos al señor.

Para que la alegría que hoy celebramos los cristianos católicos, la comuniquemos de corazón a corazón con los que sufren, los secuestrados, los enfermos. Roguemos al Señor.

Que la luz, la paz y la presencia de Cristo Resucitado, ilumine los corazones de los colombianos, para que nos comprometamos a construir una paz basada en la justicia, el perdón, la verdad y la solidaridad con las víctimas. Roguemos al Señor.

Por el papa, los obispos, sacerdotes, diáconos y laicos para que revestidos de misericordia seamos testigos del amor de Dios, comprometiéndonos para construir comunidades y ciudadanía que ayuden a renovar la realidad en la que vivimos. Roguemos al Señor.

Por todos los que hemos participado en esta Semana Santa, por los que trabajaron en la comisiones y por los que nos apoyaron como animadores para que Jesús resucitado los colme de paz y alegría. Roguemos al Señor.

Presidente: escucha, Señor Jesús, estas oraciones que el Espíritu Santo pone en nuestros corazones. A Ti, que Resucitado, vives con el Padre y el Espíritu, y reinas por los siglos de los siglos. Amén. Bibliografía:

La Santa Biblia

Catecismo de la Iglesia Católica

Misal Romano

Normas Litúrgicas

Material de apoyo Semana Santa P. Diego Alberto Uribe Castrillón, Arquidiócesis de Medellín. Universidad Pontificia Bolivariana.

Agradecimiento a los que colaboraron en este material de apoyo:

Padre John Mario Mesa

Padre José Joaquín Trujillo

Hermana Cecilia Bermeo Jimbo, Misionera de Santa Teresita

Señores seminaristas: Edinson Sucerquia y Sergio Andrés Hincapié de pastoral de multitudes y Diego Ceballos quien apoya la Vicaría de Pastoral.

Otros sacerdotes y seminaristas.