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Introducción: Para que un linfocito T reconozca un antígeno a través de su TCR hace falta que ese antígeno sea digerido intracelularmente hasta convertirlo en péptidos, y que éstos sean expuestos en el surco de moléculas MHC del propio haplotipo. En este tema veremos pues estos dos aspectos interconectados a los que acabamos de aludir: 1. Procesamiento del antígeno: es la degradación del antígeno proteico hasta péptidos. 2. Presentación del antígeno procesado: es la asociación de algunos de esos péptidos con moléculas codificadas por genes del complejo principal de histocompatibilidad (MHC). Las moléculas MHC de clase I, en una situación normal se unen a péptidos derivados de moléculas propias, y en el caso de infección por un parásito intracelular (virus, ciertas bacterias, protozoos) se unen a péptidos derivados de proteínas del patógeno. En ambos casos los péptidos derivan de procesamiento citosólico del antígeno endógeno . Las moléculas MHC de clase II se unen a péptidos derivados de antígenos exógenos que previamente han sido introducidos en la célula presentadora por endocitosis o fagocitosis, y que son sometidos a procesamiento endocítico .

SEMINARIO 3

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Preguntas para el seminario de inmunologia basica USMP FILIAL NORTE FACULTAD DE MEDICINA HUMANA

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Page 1: SEMINARIO 3

Introducción:

Para que un linfocito T reconozca un antígeno a través de su TCR hace falta que ese antígeno sea digerido intracelularmente hasta convertirlo en péptidos, y que éstos sean expuestos en el surco de moléculas MHC del propio haplotipo. En este tema veremos pues estos dos aspectos interconectados a los que acabamos de aludir:

1. Procesamiento del antígeno: es la degradación del antígeno proteico hasta péptidos.

2. Presentación del antígeno procesado: es la asociación de algunos de esos péptidos con moléculas codificadas por genes del complejo principal de histocompatibilidad (MHC).

Las moléculas MHC de clase I, en una situación normal se unen a péptidos derivados de moléculas propias, y en el caso de infección por un parásito intracelular (virus, ciertas bacterias, protozoos) se unen a péptidos derivados de proteínas del patógeno. En ambos casos los péptidos derivan de procesamiento citosólico del antígeno endógeno.

Las moléculas MHC de clase II se unen a péptidos derivados de antígenos exógenos que previamente han sido introducidos en la célula presentadora por endocitosis o fagocitosis, y que son sometidos a procesamiento endocítico.

¿Cuál es el rol de las moléculas del MHC en la presentación antigénica?

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La presentación antigénica es un proceso crucial en la activación específica de células inmunes ante un antígeno. En la presentación antigénica se produce un proceso de reconocimiento molecular entre moléculas del sistema MHC (Major histocompatibility complex: Complejo mayor de histocompatibilidad) que portan el péptido antigénico y moléculas TCR (T cell receptor). Las células implicadas en el proceso son, por un lado, las células presentadoras que muestran el complejo MHC-antígeno en su membrana y, por otro, los linfocitos T que aportan sus receptores específicos de membrana denominados TCRs. La activación de la célula T no sólo exige que exista un reconocimiento molecular entre el complejo MHC-antígeno y el TCR sino que requiere un conjunto adicional de interacciones entre proteínas de membrana de ambas células y factores solubles. La complejidad del proceso ha hecho que se llame sinapsis inmune al conjunto de interacciones que tienen lugar en la interfaz entre la célula T y la célula presentadora..

Las células presentadoras de antígeno tienen la misión de procesar un patógeno y exponer sus antígenos en la superficie de su membrana para activar a los linfocitos T de forma específica. Dependiendo del tipo de antígeno y de la ruta de procesamiento los antígenos pueden presentarse vía clase I (MHC-I) o vía clase II (MHC-II) lo que desencadenará un tipo de respuesta distinta. Casi todas las células del organismo expresan moléculas MHC-I en su membrana, pero sólo las células presentadoras especializadas llamadas APC (Antigen Presenting Cells) presentan moléculas MHC-II. Son células APC las células dendríticas, las células de Langerhans de la piel, los macrófagos y los linfocitos B.

¿Cómo es la capacidad de reconocimiento antigénico entre el TCR y las Igs?

El punto clave del sistema inmune adaptativo es su capacidad de reconocimiento específico de cualquier tipo de molécula o partícula extraña. Para ello, el sistema inmune cuenta con las inmunoglobulinas (Ig) y con los receptores de los linfocitos T (TCR), los cuales exhiben tres importantes propiedades:

- diversidad- heterogeneidad

- - procedencia a partir de reordenaciones de genes.

Las inmunoglobulinas funcionan como

1. la parte específica del complejo de las células B, a nivel de membrana, que reconoce al antígeno;

2. moléculas circulantes, es decir anticuerpos secretados por las células plasmáticas procedentes de activación, proliferación y diferenciación de células B. Estos anticuerpos se localizan en el suero, en los líquidos tisulares (intersticiales) y recubriendo ciertos epitelios internos. Estas Ig circulantes son los efectores de la rama humoral del sistema inmune específico (de hecho inician la fase efectora, pero como veremos, la eliminación definitiva del Ag no suelen hacerla directamente los anticuerpos).

Los receptores de células T aparecen sólo como moléculas de membrana de los linfocitos T. Reconocen al antígeno restringido por el MHC de la célula diana o de la célula presentadora. Suministran la base de la inmunidad celular específica (en el caso de los linfocitos TC) y del mecanismo de los linfocitos T colaboradores (TH).

Por otro lado, la superficie de los linfocitos T interactúa también con las moléculas del del MHC durante el

reconocimiento del TCR. Son conocidas como correceptores. En las poblaciones de linfocitos, el

correceptor CD4 se encuentra en los linfocitos T colaboradores y el correceptor CD8 se encuentra en

los linfocitos T citotóxicos. El CD4 tiene cuatro dominios Ig en su porción extracelular y funciona como

un monómero. El CD8, por el contrario, funciona como un dímero que posee o bien dos cadenas alfa

idénticas, o más normalmente, con una cadena alfa y otra beta. ambas cadenas alfa y beta poseen cada

una un dominio IgV en su porción extracelular. Se encuentra también una molécula más en la superficie

de los linfocitos T que también está implicada en la señalización por el TCR, el  receptor CD3. Ésta es una

molécula que ayuda a trasmitir una señal a partir del TCR después de su interacción con las moléculas

del CMH. En humanos el CD3 está compuesto por tres cadenas diferentes, la cadena gamma, la delta y

la épsilon, todas las cuales son moléculas de la superfamilia de las inmunoglobulinas con un único

dominio Ig.

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De modo similar a lo que sucede en los linfocitos T, los linfocitos B también poseen correceptores de

superficie y moléculas accesorias que asisten en la activación de la inmununoglobulina del receptor de

los linfocitos B (BCR). Se utilizan dos cadenas en la señalización, CD79a y CD79b que poseen un único

dominio Ig. El BCR también utiliza un complejo de correcepción, que contiene a CD19, una molécula de la

familia de las inmunoglobulinas con dos dominios IgC2.

Referencias bibliográficas:

Abbas, A.K, Lichtman, A.H, Pillai, S. Inmunologìa celular y molecular. (8va ed.). España: Editorial Elsevier; 2015. Pags.8-9

http://www.ugr.es/~eianez/inmuno/cap_05.htm [Accessed 24 August 2015].

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