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SENTIDOS DE LA VICTIMIZACIÓN Y AGENCIA DE LAS VÍCTIMAS:
Una mirada a los proyectos de Fortalecimiento a Unidades Productivas y Estrategias de
Comercialización de productos, implementados por la Alcaldía de Medellín.
CATHERINE DUQUE CHALARCA
Director del Cider
Óscar Armando Pardo Aragón
Autora
Catherine Duque Chalarca
Directora del trabajo de grado
Diana Marcela Gómez Correal
Lectores
Interna: Camille Boutron
Externo: Luis Eduardo Pérez Murcia
2017
Perfil académico y profesional de la autora
Socióloga de la Universidad de Antioquia y Magister en Estudios Interdisciplinarios
sobre Desarrollo de la Universidad de los Andes. Se ha desempeñado como
investigadora social en el sector público y privado y como interventora en el marco de
procesos de planeación local y presupuesto participativo implementados por la
Alcaldía de Medellín. Ha acompañado procesos desarrollados por ONGS locales como
la Consulta Ciudadana e Institucional para la ejecución de la Casa de la Memoria para
Medellín y la sistematización de la experiencia de retorno al municipio de San Carlos
para el Centro Nacional de Memoria Histórica (CMH). Su participación en estos
procesos motivó su interés por profundizar en temas relacionados con víctimas y
derechos humanos, y la llevó a querer abordar la relación entre victimización, agencia
y desarrollo humano en el marco de su tesis de maestría.
1
RESUMEN
La investigación busca comprender, a la luz del Desarrollo Humano y algunos elementos de la
Teoría de la Estructuración, la relación entre victimización, agencia y desarrollo humano. Se
examina el caso de los programas de Fortalecimiento a Unidades Productivas y la Estrategia de
Comercialización de Productos Crisálidas, implementadas por la Unidad de Atención y
Reparación a las Víctimas de la ciudad de Medellín durante el periodo 2011-2015. El estudio
concluye que ambas iniciativas, al no corresponder con una visión de reparación integral, ofrecen
un escenario de ampliación de libertades que se estructura mayormente desde lógicas de desarrollo
económico, limitando la superación de los problemas estructurales como la desigualdad, la pobreza
y la exclusión que afectan a las víctimas. Se observa, además, la configuración desde los programas
del sentido de víctima principalmente como sujeto de ayuda, noción que posibilita su acceso al
sistema institucional de atención pero frente a la que algunas víctimas se resisten y/o se adaptan
estratégicamente. Finalmente, se vislumbra que los programas estatales habilitan capacidades en
las víctimas como las de emprendimiento, que en conjunción con su experiencia y reflexividad las
llevan a resignificarse y asumir nuevos escenarios y cursos de acción.
Palabras clave: Victimización, desarrollo humano, libertades, agencia.
2
ABSTRACT
Under the light of Human Development and some elements of the Structuration Theory, The
research pretends to understand the relation between victimization, agency and human
development. The programs of Strengthening to Productive Units and Merchandising Products
Strategy “Crisálidas” implemented by the Medellin’s City hall through the Unit of Victims
Attention and Repairness between 2011 and 2015, were examinated. The research concludes that
both initiative, as they don’t match with an integral repairness vision, they just offer a place for
freedoms expansion mainly structured in economics development logics, which ties the
overcoming of structural problems such as inequality, poorness and the exclusion that affects
victims. Aditionaly, is observed from the programs the configuration of victims sense mainly as a
helped beings, notion that makes possible the access to the institutional system of attention, even
when some victims resist to this concept or they adapt strategically. Finally, is glimpsed that state
programs enable habilities in the victims such as entrepeneurship, which added with their
experience and reflexivity, take them to resignify and take on new scenarios and courses of action.
Keywords: victimization, human development, freedoms, agency.
3
A las personas que de manera incondicional entregaron parte de su tiempo y abrieron su corazón para
contar sus experiencias, gracias por tanta generosidad y afecto.
A mi esposo, apoyo incondicional y compañero de viaje.
4
TABLA DE CONTENIDO
1. INTRODUCCIÓN ................................................................................................................................................ 5
2. MARCO CONCEPTUAL .................................................................................................................................. 13
2.1. Sentidos construidos de la victimización ................................................................................................... 13 2.1.1. ¿La víctima como sujeto sacrificado o como ciudadano con derechos? Algunas consideraciones en
torno al concepto. ................................................................................................................................................ 13 2.1.2. Sentidos hegemónicos de la victimización ........................................................................................ 16
2.2. Víctimas y desarrollo humano: el sujeto víctima como agente del desarrollo ........................................... 18
3. MARCO METODOLÓGICO ............................................................................................................................. 24
4. RESULTADOS: LA VÍCTIMA COMO AGENTE DEL DESARROLLO HUMANO: UN SUJETO QUE SE
CONSTRUYE Y RESIGNIFICA EN LA INTERACCIÓN DE LO HEGEMÓNICO Y LO COTIDIANO .............. 28
4.1. Sujetos de la investigación y contexto de las iniciativas ............................................................................ 28 4.2. Sentidos de la victimización creados y reforzados: De la víctima como sujeto de ayuda a la víctima estratega
y emprendedora. ...................................................................................................................................................... 31 4.3. Víctimas y capacidad de agencia: Aportes y deficiencias de los proyectos en la ampliación de libertades
para el desarrollo humano. ...................................................................................................................................... 38
5. DISERTACIONES FINALES: LA VÍCTIMA COMO AGENTE DEL DESARROLLO HUMANO .............. 46
6. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ................................................................................................................ 52
7. ANEXOS ............................................................................................................................................................ 56
7.1.ANEXO 1: Fases de la investigación ................................................................................................................ 56 7.2. ANEXO 2: Guía de entrevista sujeto víctima .................................................................................................. 57 7.3. ANEXO 3: Guía de entrevistas a funcionarios públicos unidad municipal de atención y reparación a víctimas
................................................................................................................................................................................. 59 7.4. ANEXO 4: Cuadro de categorías analíticas ..................................................................................................... 61 7.5. ANEXO 5: Cuadro de trayectorias de las víctimas .......................................................................................... 62 7.6. ANEXO 6: Ruta metodológica de los proyectos analizados ............................................................................ 66
5
1. INTRODUCCIÓN
La relación entre victimización, agencia y desarrollo humano es un tema de gran importancia y
pertinencia en el campo de los estudios sobre desarrollo en el contexto colombiano. Por un lado,
porque la sociedad ha experimentado a través de los años problemáticas como la desigualdad, la
pobreza, la discriminación y la exclusión que se han constituido en procesos de larga duración que
han afectado fuertemente a la población y que, junto con otras causas, han operado como
generadores de los conflictos políticos y militares existentes (Cortés, 2006). En este sentido, el
país ha funcionado según lo planteado por Uprimny y Saffon (2009), retomando a Rawls (1973),
De Greiff (2006) y Kalmanovitzel (2009), como una “sociedad bien desordenada” donde la
desigualdad es imperante, los principios básicos de justicia no funcionan de manera efectiva y se
experimentan crisis humanitarias y frecuentes victimizaciones.
Este tipo de escenarios plantean grandes desafíos que involucran la comprensión del sujeto víctima
como un ser situado, que además del flagelo de la victimización, experimenta otras problemáticas
que tienen un peso importante como limitantes de su desarrollo humano; estas requieren de
soluciones mediante la implementación de medidas de justicia que contemplen la posibilidad de
ampliar las libertades de los individuos rescatando lo que tienen razones para valorar (Hoyos,
2008, retomando a Sen, 1995). Algunos estudios académicos ya han advertido la encrucijada que
se presenta en estos contextos, donde el Estado debe dar solución a las necesidades económicas,
sociales y culturales, a la vez que avanza en la implementación de medidas de justicia correctiva
en función de restablecer los derechos de las víctimas (Uprimny y Guzmán, 2010; Perez, 2013).
Por otro lado, esta relación plantea la necesidad de rescatar al sujeto víctima como un agente, es
decir, como una persona con capacidad de actuar y provocar cambios (Sen, 2000) y de ejercer
poderes causales en su vida cotidiana (Giddens, 2011), cuestionando posturas y sentidos de la
victimización que lo ponen en el plano de la pasividad en el marco de los programas institucionales
y de concepciones que le otorgan un carácter sufriente sin posibilidades de acción. En este sentido,
la presente investigación tiene como objetivo general comprender esta relación entre
victimización, agencia y desarrollo humano a través del estudio de caso de los proyectos de
6
Fortalecimiento a Unidades Productivas (UP)1 y la Estrategia de Comercialización de productos,
implementada por la Alcaldía de Medellín en el periodo 2011-2015, considerando sus aportes en
la implementación de medidas que además del restablecimiento social y económico propendan por
la superación de problemas como la discriminación, la exclusión, la desigualdad, entre otros, y
posibiliten la actuación de los sujetos víctimas como agentes. Además de ser un estudio de caso,
esta investigación se propone rescatar la voz de las víctimas que participan en estos y de sus
miradas sobre los programas institucionales pensados para ellas. Por lo anterior, la misma cuenta
con los siguientes objetivos específicos, los cuales facilitan arribar a una mejor comprensión del
caso analizado: 1) Indagar por los sentidos de la victimización que construyen y refuerzan dichos
proyectos y, 2) determinar el aporte de los mismos en la ampliación de libertades para el desarrollo
humano y ejercicio de la capacidad de agencia de las víctimas.
Estudios de esta índole adquieren total relevancia en contextos como el de la ciudad de Medellín,
donde existen factores de vulnerabilidad en la vida de las víctimas que requieren soluciones
importantes. En caracterizaciones realizadas por la Alcaldía de Medellín (2012b), se resalta que
para esta fecha de la población víctima de desplazamiento encuestada un 4% practicaba la
mendicidad, un 21% obtenía parte de los ingresos de la donación de terceros y un 11% recibía
subsidios estatales. Además, que un 58% de dicha población, eran familias en condición de
pobreza que no alcanzan a cubrir mínimos de subsistencia. De acuerdo con el Plan de Desarrollo
Municipal 2012-2015, dicha ciudad es considerada el segundo escenario urbano con mayor
número de personas víctimas del conflicto armado, fenómeno que se constituye en uno de los
principales generadores de violencia urbana, aunque no el único, ya que pueden rastrearse otros
tipos de violencia asociadas con dimensiones socioeconómicas relacionadas con la inequidad y la
exclusión (Naranjo y Hurtado, 2004).
Con este panorama, la noción de víctima y la manera en que se ha significado cobra total
importancia, pues esto determina el enfoque de los procesos, modelos y programas que se
desarrollan en función de atenderla, asistirla y repararla. La categoría de víctima tiene su origen
inicial en el mundo religioso y del humanitarianismo. Adquiere centralidad en el siglo XX con el
Holocausto (Gómez, 2015), cuando empieza a ser reconocida a través de discursos y doctrinas
1 De ahora en adelante UP. “Se entiende por Unidad Productiva toda unidad de negocio que se dedique a la transformación de
materias primas/insumos, o la comercialización o los servicios a terceros (Alcaldía de Medellín, 2013, p. 8)
7
como las de los Derechos Humanos. Uribe (2008), afirma que a través del Derecho de Gentes y
el Derecho Internacional Humanitario se pudieron establecer protocolos para proteger a la
población no combatiente, sin embargo, en este contexto más que ser concebidas como sujetos de
acción con derechos ciudadanos y portadoras de la verdad, fueron concebidas como individuos
pasivos y receptores de ayuda. Truñó (2010), comparte este planteamiento al considerar que los
Derechos Humanos fundan una concepción esencialista de la víctima en la que su condición es
determinada por violaciones a sus Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario,
sin tener la posibilidad de ser superada. Hablando del caso colombiano, esta misma autora plantea
que a través de marcos jurídicos como la Ley de Justicia y Paz, se le ha otorgado a la víctima una
etiqueta que distingue entre la víctima y la víctima-beneficiaria, donde sólo la segunda es acreedora
de la reparación.
No obstante, con el paso del tiempo, también se han desarrollado posturas que le atribuyen a la
misma un lugar como sujeto de derechos o como un “derechohabiente” (De Greiff, 2011), que
requiere ser reparado y cuya reparación compromete al Estado (Roht y Orlovsky, 2009), y se han
establecido procesos (como los Tribunales de Núremberg y Tokio), que han permitido que diversos
países las reconozcan políticamente, permitiéndoles emerger como “actores primarios de las
guerras”2 con derecho a la verdad, la justicia, la reparación y garantías de no repetición (Uribe,
2008). Estos mecanismos deben posibilitar la reivindicación y el restablecimiento de derechos que
construyan a las víctimas como ciudadanos en un contexto donde la ciudadanía es precaria
(Fuentes y Atehortúa, 2015), y donde podría considerarse que la victimización limita el ejercicio
de las libertades y opciones de las personas, en los términos planteados por Sen (2000).
En Colombia, la noción legal de víctima empieza a circular a partir de los años noventa y cobra
fuerza en el marco de la Ley de Justicia y Paz (Gómez, 2016). En esta Ley el reconocimiento de
dicho carácter estaba condicionado a la constatación de la victimización y limitada a determinados
tipos de violencia y responsables. Posteriormente, surge la Ley de Víctimas y Restitución de
Tierras (Ley 1448 de 2011), la cual involucra una definición más amplia de víctima contemplando
la responsabilidad de actores del Estado y considerando la existencia de víctimas directas e
indirectas. Este reconocimiento político ha traído un amplio despliegue de acciones de reparación
2 Concepto desarrollado por la investigadora María Teresa Uribe (2008) a través del cual las víctimas son concebidas como un
nuevo actor nuevo que aparece en la escena pública y que cuenta con una identidad propia. Incluye sujetos, grupos sociales o
étnicos.
8
y de medidas de justicia transicional, además de políticas sociales y económicas pensadas con el
fin de atender y asistir a las víctimas.
La reparación como medida de justicia transicional y como parte del discurso del Derecho
Internacional Humanitario permite instaurar una definición de víctima no sólo como sujeto de
derechos sino también como sujeto que demanda el reconocimiento de los actores involucrados en
la vulneración y le otorga responsabilidad al Estado en cuanto debe asumir el compromiso público
de responder por estas violaciones (ICTJ, Magarell, s.f). Según lo plantea la Asamblea de Naciones
Unidas en la Resolución 60/147 del 16 de diciembre de 2005, la reparación debe ser adecuada,
efectiva y rápida, y debe promover la justicia cuando de violaciones al Derecho Internacional
Humanitario y a los derechos humanos se trata. De esta manera, una reparación integral comprende
cinco elementos: restitución, indemnización, rehabilitación, satisfacción y garantías de no
repetición, directriz también adoptada por Colombia en la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras
(1448 de 2011).
El concepto de reparación ha sido ampliamente debatido, ya que existe una tendencia a confundir
la reparación con políticas sociales en beneficio de las víctimas (Pérez, 2013). De Greiff (2006),
por ejemplo, establece una aclaración conceptual del término, diferenciando aquellas reparaciones
que se dan en el contexto del derecho jurídico y el internacional, entendidas como todas las
medidas que se emplean para corregir los daños ocasionados a las víctimas; de las reparaciones
dadas en el campo de los programas estatales, donde el uso del concepto tiene un sentido más
restringido y deja de lado otros elementos como la justicia, la verdad y la reforma institucional.
Pérez (2013), por su parte, deja por sentada la distinción entre políticas sociales como medidas de
asistencia social para las víctimas que responden a obligaciones inmediatas y, la justicia reparadora
que responde a obligaciones progresivas. En el contexto colombiano la Ley de Víctimas (Ley 1448
de 2011), establece una diferenciación entre las medidas de reparación y las medidas de asistencia
a las víctimas, planteando que si bien las segundas pueden tener un efecto reparador, no sustituyen
o remplazan a las medidas de reparación (art.25, par.1°). Roht y Orlovsky (2009), la distinguen
por su carácter procesual, argumentando que “las reparaciones, al igual que el desarrollo, son un
proceso, no un bien que se entrega” (p. 571).
Esta discusión es pertinente para el estudio del caso que convoca esta investigación. Aunque los
proyectos estudiados se enmarcan en un actual modelo local de atención y reparación que
9
respondió a una transformación institucional generada en la ciudad a partir de lo dispuesto en la
Ley 1448 de 2011 y a través del cual se instauró la Unidad de Atención y Reparación a las Víctimas
del conflicto armado de la ciudad (UMARV); reúne medidas ya implementadas para la atención a
las víctimas como las concernientes al desplazamiento forzado3 y fija la transición de instituciones
existentes, fusionando instancias y departamentos (Alcaldía de Medellín, 2013). El programa de
Autonomía Económica de dicha Unidad se enmarcó dentro del componente de Restablecimiento
operando a través de medidas de estabilización socioeconómica4 para asistir a esta población
(Alcaldía de Medellín, 2013b).
En el marco de este subcomponente se han implementado el proyecto de creación y
Fortalecimiento a Unidades Productivas (UP) y la estrategia de comercialización de productos
denominada Crisálidas Emprendiendo Sueños (Alcaldía de Medellín, 2013b). El primer proyecto
en mención, tiene como objetivo apoyar la creación o fortalecimiento de negocios de las víctimas
del conflicto armado en la ciudad a través de formación, asistencia y/o apoyo económico (Alcaldía
de Medellín, 2013b). El segundo, busca integrar a las mismas, concebidas en este contexto como
“emprendedores y emprendedoras”, a dinámicas del mercado actual, ayudando en la
comercialización de sus productos (Alcaldía de Medellín, 2013b). En este proceso han participado
principalmente víctimas del desplazamiento forzado, en su mayoría mujeres5, cuya trayectoria
laboral ha sido de carácter “informal”6. En el año 2013, la UMARV expresó haber acompañado a
3 La Ley 387 de 1997 en su artículo 17º plantea, acerca de las medidas de estabilización socioeconómica, que “el Gobierno Nacional
promoverá acciones y medidas de mediano y largo plazo con el propósito de generar condiciones de sostenibilidad económica y
social para la población desplazada en el marco del retorno voluntario o el reasentimiento en otras zonas rurales o urbanas. Estas
medidas deberán permitir el acceso directo de la población desplazada a la oferta social del gobierno, en particular a los programas
relacionados con: 1. Proyectos productivos. 2. Sistema Nacional de Reforma Agraria y de Desarrollo Rural Campesino. 3. Fomento
de la microempresa. 4. Capacitación y organización social. 5. Atención social en salud, educación y vivienda urbana y rural, la
niñez, la mujer y las personas de la tercera edad, y 6. Planes de empleo urbano y rural de la Red de Solidaridad Social.
Sólo hasta el año 2007 se formaliza la Política Pública local de Atención y Prevención al Desplazamiento Forzado (Acuerdo 049
de 2007) en la ciudad de Medellín, y posteriormente, en el 2009 se crea la Gerencia para la Coordinación y Atención de la Población
Desplazada, adscrita a la Secretaría de Bienestar Social de la ciudad (Corporación Región, 2011). Con la readecuación del modelo
de atención y reparación a la población víctima de la ciudad, dicha gerencia entra a hacer parte de la UMARV y se retoma la
experiencia de la misma en la atención y asistencia esta población. 4 Si bien estas son medidas de estabilización socioeconómicas que buscan un efecto reparador y son implementadas en el marco de
la política local de Atención y Reparación a las Víctimas, estas obedecen a un enfoque asistencial y, por lo tanto, es importante que
las mismas se conciban como un proceso con el deber de trascender la lógica asistencial y constituirse en escenarios de reparación
integral y de promoción del desarrollo humano de los sujetos víctimas. 5 La mujer se ha constituido en un sujeto ampliamente victimizado en el marco del conflicto armado en el país, constituyéndose en
una población de gran importancia para los procesos de reparación. La particularidad de su condición y su carácter de víctima
directa e indirecta la han configurado como un sujeto activo de diversas iniciativas institucionales. 6 Para efectos de este ejercicio, el trabajo de carácter informal será entendido de acuerdo con los parámetros definidos por la
Organización Internacional del Trabajo OIT, en la Resolución relativa al Trabajo decente y la Economía Informal (2002): “Entre
los trabajadores de la economía informal hay trabajadores asalariados y trabajadores por cuenta propia. La mayoría de los
trabajadores por cuenta propia se encuentran en condiciones tan inseguras y vulnerables como las de los trabajadores asalariados,
10
2400 familias que contaban con escasos ingresos y bajos niveles de productividad como producto
de su dificultad para acceder a los mercados laborales en el contexto de la ciudad.
De esta manera, aunque por sus características estos proyectos operan como programas de
asistencia a las víctimas7, existen esfuerzos porque estas medidas tengan un “efecto reparador” en
los términos en que lo plantea la Ley 1448 de 2011 (art.25, par.1°), que pueden vislumbrarse en el
interés de garantizar una dimensión procesual (Roht y Orlovsky, 2009), insertando en las acciones
estabilizadoras el discurso del emprendimiento. Un ejemplo de ello lo ofrecen las siguientes
afirmaciones: “La población intervenida tiene falencias en la lectoescritura, esto implica cambiar
las metodologías teniendo que acudir al recurso experiencial como lo sugiere la propuesta
metodológica del proyecto, para movilizarlos de posturas rígidas frente al cambio que demanda la
actividad que realizan, refiriéndose a dicha situación en los términos: “emprendedor”,
“empresario”, “comerciante” y “microempresario” de cara a que este rol sea una realidad
perdurable en el mediano y largo plazo y se limite un poco el avance en el proceso de formación
por el corto tiempo” (Alcaldía de Medellín, 2013c, p. 69).
Considerando este interés de la institucionalidad, la presente investigación buscó analizar los
proyectos en mención, rescatando la importancia de que trasciendan la lógica asistencial y se
constituyan en medidas reparadoras e integrales que no se limiten exclusivamente al plano de los
“servicios económicos y las oportunidades sociales” (Sen, 2000). Lo anterior podría posibilitar la
significación de la víctima como un sujeto de derechos y apuntar con más eficacia a la ampliación
de sus libertades y capacidades, y podría ser propicio a la construcción del sujeto víctima como
agente del desarrollo humano que puede experimentar transformaciones en su vida cotidiana y
soluciones de los problemas de desarrollo que enfrenta.
A partir de lo anterior, se establecieron diversas preguntas de investigación que guiaron el análisis:
¿Qué sentidos8 de la victimización crean y refuerzan los proyectos?, ¿Qué sentidos de la
y pasan de una situación a otra. Dado que carecen de protección, derechos y representación, esos trabajadores suelen quedar
atrapados en la pobreza” (p. 25/61). 7 Ver Ley 1448 de 2011, artículo 49: ASISTENCIA Y ATENCIÓN. Se entiende por asistencia a las víctimas el conjunto integrado
de medidas, programas y recursos de orden político, económico, social, fiscal, entre otros, a cargo del Estado, orientado a restablecer
la vigencia efectiva de los derechos de las víctimas, brindarles condiciones para llevar una vida digna y garantizar su incorporación
a la vida social, económica y política. Por su parte, entiéndase por atención, la acción de dar información, orientación y
acompañamiento jurídico y psicosocial a la víctima, con miras a facilitar el acceso y cualificar el ejercicio de los derechos a la
verdad, justicia y reparación. 8 La noción de sentido surge en el marco de la corriente de pensamiento fenomenológico desarrollado por Husserl (citado por
Herrera, 2010), para quien “el mundo de la vida” está cargado de sentido presupuesto de antemano para el hombre del cual el ser
11
victimización construyen las víctimas a partir de su experiencia de participación en los proyectos?,
¿Cuáles son los aportes de los proyectos en la ampliación de libertades para el desarrollo humano
y ejercicio de la capacidad de agencia de las víctimas?, y finalmente, ¿permiten los proyectos de
Fortalecimiento a Unidades Productivas y Estrategias de Comercialización de productos, la
construcción del sujeto víctima como agente del desarrollo humano?
Preguntas de esta índole son pertinentes en el campo de los estudios sobre desarrollo, que si bien
cuenta con importantes aportes en este sentido, se constituye en un campo de conocimiento que
aún no se agota y que requiere seguir siendo explorado, más aún en contextos de transición política
como el que vive en el presente Colombia. Gran parte de la literatura que relaciona conceptos
como victimización, agencia y desarrollo humano, terminan en propuestas que se centran
principalmente en abogar por nociones como la “reparación transformadora”, como una manera
de ligar la agencia de las víctimas y la ampliación de capacidades y libertades con el campo
especifico de la reparación de las víctimas (Uprimny y Saffon, 2009; De Greiff, 2009; Uprimny y
Guzmán, 2013). De igual manera, la perspectiva de género en estudios conceptuales y empíricos
que establece vínculos entre dichos conceptos, han ocupado desde hace bastantes años un lugar
importante en la literatura nacional e internacional. López y Lemaitre (2013), por ejemplo, han
explorado la categoría de reparación transformadora con enfoque de género, mientras Truñó
(2010), ha realizado estudios que parten de las subjetividades y miradas de las mismas acerca de
la victimización y de los discursos que se han configurado en las leyes y las instituciones para
atenderlas.
La presente investigación buscó ir más allá de estas reflexiones y aportes, y explorar esta relación
anclada al caso del proyecto de Fortalecimiento a Unidades Productivas y la Estrategia de
Comercialización de productos Crisálidas, desde varias dimensiones. Por un lado, desde los
sentidos construidos y reforzados en torno al concepto de víctima que se instauran como discursos
para entenderla, atenderla y asistirla, que pueden responder a modelos de desarrollo concretos.
Desde la postura teórica asumida en esta investigación, estos se entienden como elementos
estructurales que funcionan como reglas y determinan algunas prácticas cotidianas de las víctimas
(Giddens, 2011). Por otro lado, a partir de la comprensión de que el acceso a derechos,
humano se apropia “a través del lenguaje, la comunicación o la tradición”. Adicionalmente, el sujeto va construyendo nuevos
sentidos del mundo de la vida a medida que lo experimenta.
12
oportunidades y libertades (Sen, 2000) (como el acceso al mercado laboral, a la productividad y al
campo del emprendimiento), derivado de estos procesos, son recursos estructurales (Giddens,
2011), que pueden posibilitar la ampliación y el ejercicio de la capacidad de agencia de las víctimas
y generar transformaciones tanto en su vida cotidiana como en las condiciones de vulnerabilidad
y los problemas de desarrollo que experimentan.
En este contexto, se retoma el concepto de agencia desde lo propuesto por Amartya Sen (2000) y
Anthony Giddens (2011), y algunos elementos de la teoría de la estructuración, para explorar esta
relación con la intención de que pueda constituirse en un insumo para las administraciones locales
y generar así propuestas para implementar procesos más integrales para las víctimas.
En esa medida , los resultados de este proceso de investigación pueden generar conocimiento sobre
nuevas maneras de enfocar y orientar los proyectos de Autonomía Económica para las víctimas
del conflicto armado de la ciudad, recuperando su voz y rescatando sus miradas sobre los proyectos
de restablecimiento ofrecidos por la insitucionalidad; además, es pertinente en función de
cuestionar el modelo de desarrollo, bajo el cual se han orientado los mismos en el ámbito local y
nacional.
13
2. MARCO CONCEPTUAL
2.1.Sentidos construidos de la victimización
Plantear la existencia de un único sentido de la victimización es tan arriesgado como tratar de
definir esta “categoría” sin caer en la trampa de otorgarle un carácter estático que deje de lado las
amplias dimensiones de la misma. No obstante, diversas disciplinas e incluso organismos
internacionales y nacionales se han dado a la tarea de lanzar definiciones del concepto que son
funcionales a cada contexto o mirada de la realidad (política, jurídica, comunitaria o psicosocial)
y de acuerdo con las necesidades que se encuentran de atención de estos sujetos (Rodríguez, 2008).
En este contexto, se han fijado determinados sentidos y significados que abordan el tema desde
múltiples aristas, pero siempre confluyen en el debate sobre las implicaciones de definir a la
víctima de la violencia puesto que esto lleva en sí mismo una paradoja o dualidad. Por un lado, de
acuerdo a lo planteado por Rodríguez (2008), existen posturas que cuestionan el uso del concepto
de víctima por considerar que llevan al sujeto a ser apreciado desde posiciones de lástima y
conmiseración, y en tal caso a ser visto como un ser pasivo con necesidad de protección y ayuda.
Por otro lado, se considera que la definición de la víctima contribuye a su visibilización,
reconocimiento y al pleno uso de sus derechos civiles (Rodríguez, 2008). En esta doble mirada del
concepto se enmarcan los sentidos de la victimización que se han construido, los cuales construyen
realidades y fijan maneras de actuar o no en el mundo, pues el lenguaje tiene esta cualidad
performativa de crear, transformar e instituir realidades (Langshaw, 1955).
2.1.1. ¿La víctima como sujeto sacrificado o como ciudadano con derechos? Algunas
consideraciones en torno al concepto.
Para algunos autores, el origen del término “víctima” y su significado etimológico fue importado
directamente del campo de la religión, y aunque con el paso del tiempo ha sufrido un proceso de
secularización, quizás uno de los discursos que más ha contribuido a fijar una imagen de la víctima
como un individuo sufriente y sacrificado ha sido este (Marín, 2012). Puede decirse que esta
definición de la víctima ha sido tan determinante que ha permeado no sólo gran parte de los
discursos ajenos a la religión, sino que ha incidido en otras nociones más secularizadas del mismo.
Tal es el caso de las visiones construidas desde el ámbito jurídico, donde si bien se realiza un
esfuerzo por romper con esta concepción, las definiciones terminan apuntando a lo mismo: “(1) la
14
afectación, tanto en el plano individual o colectivo, determinada por factores de origen físico,
psíquico, económico, político o social, así como del ambiente natural o técnico; (2) el sufrimiento
resultado de un designio, incidental o accidental; (3) el sufrimiento de manera injusta” (Marín,
2012, s.p).
Esta mirada de la víctima como un sujeto sacrificado ha motivado diferentes posturas. Autores
como Hartog (2012), rescatan esta visión por considerar que pone a la víctima en el plano del
heroísmo y donde se instala “una religión civil del sacrificio” (p.13) como una “escuela de
servidumbre voluntaria”, donde la víctima más que ser que ser un sujeto pasivamente sacrificado,
es un héroe activo que asume esta postura por el bienestar de otros. Según dicho autor, esta es la
víctima antigua que se opone sustancialmente de la víctima moderna que se instaura a partir de
1945, y se refiere a aquellos muertos, desplazados, desaparecidos y sobrevivientes que
inocentemente sufrieron daños y a los que “a nadie les pidió su opinión” (p.13). Del
reconocimiento de la víctima moderna, que se da entre otras cosas por el reconocimiento de los
crímenes de lesa humanidad, se deriva el acto de conmemorar y con este de prácticas traducidas
en políticas como el patrimonio, la memoria y la identidad. Hartog (2012) es entonces crítico frente
a esta postura de la víctima “pasiva” moderna que se conmemora, pues desde su punto de vista
“Conmemorar es una cosa, exigir una reparación es otra” (p.14).
En una perspectiva diferente, existen posturas que plantean que el reconocimiento por parte de los
países de la importancia de no olvidar los hechos de violencia y la vulneración de los derechos de
los pueblos extrayendo de ellos, como lo expresa Torodov (1997) un “valor ejemplar”, ha perfilado
a la víctima como un sujeto visible, portador de una voz, cuyos relatos, narrativas e interpretaciones
del pasado construyen una versión de los hechos que favorece la verdad y posibilita la
implementación de mecanismos de justicia transicional. En este punto también adquiere un papel
central el discurso como una manera de fijar a la víctima en este caso como un sujeto visible, que
trae consigo una historia y que cuenta con una legitimidad de la palabra (Jelin, 2001).
Estas visiones aunque pueden parecer contradictorias, ponen en evidencia la necesidad latente de
que la víctima se signifique como un sujeto con potencial de acción que exige reparación y que
cuenta con legitimidad de la palabra. En este contexto, el reconocimiento de la víctima no debe
servir para efectos de “compadecer”, sino para efectos de exigir. De ahí que, como lo plantea De
Greiff (2011), en la misma línea de lo argumentado por Hartog (2012), la declaración del estatus
15
o categoría de víctima tiene un propósito que va más allá de reconocer los abusos, reversar y dar
espacio público a sus historias, y es el de reconocer su estatus de ciudadanos. El reconocimiento
de las víctimas como ciudadanos, implica una construcción de la víctima de sujeto de derechos
(Fuentes y Atehortúa, 2015), que puede sentar las bases para su accionar como agentes que además
de ser conmemorados, puedan gozar efectivamente de sus derechos. En este sentido, el
reconocimiento de la víctima desde su vulnerabilidad podría facilitar procesos de agencia si se
asume desde lo planteado por Butler (2006), al considerar que reconocer la vulnerabilidad humana
permite asumir una responsabilidad por la vida física propia y la de otros. Desde esta lógica, solo
un sujeto que reconoce su vulnerabilidad tiene capacidad de acción y de resistencia.
No obstante, en este proceso se puede correr el riesgo de caer en esencialismos donde la condición
de víctima se convierta en el elemento más determinante de su vida. Esta visión es defendida por
Montenegro y Piper (2009), quienes argumentan que la categoría de víctima se ha modelado a
través del lenguaje, configurando una identidad y un estatus determinado por las marcas del
pasado, que abarcan toda la vida del individuo que ha visto vulnerados sus derechos en contextos
de violencia política. Las autoras denominan este fenómeno como la “retórica de la marca” la cual
“produce por esta vía la categoría de víctima: (…) Se trata de un sujeto traumatizado en el proceso
de violencia que lo transformó en víctima” (p. 43).
Si bien desde la perspectiva de estas autoras, la identidad de víctima política ha posibilitado la
emergencia de movimientos sociales identitarios, ha sido un medio contundente para facilitar
procesos de reconciliación y ha facilitado el acceso de las mismas a los mecanismos de reparación;
este estatus ha creado una postura esencialista que limita otras formas de acción política
indispensables en los procesos de reconciliación, refuerzan al sujeto como víctima y lo marcan a
partir de la distinción con los demás. La identidad de víctima de la violencia determina entonces
todos los espacios de la vida y la subjetividad del individuo y el lugar que ocupaba antes de la
victimización cambia radicalmente para estar acorde con este nuevo rol que cumple en la sociedad
(Montenegro y Piper, 2009).
Con una visión similar, pero rescatando el papel de las víctimas como sujetos con capacidad de
decisión, Truñó (2010) alude a la categoría de “esencialismo estratégico”, donde las víctimas
asumen ese rol apelando a ciertas características de esta condición y “habitando el lugar de
víctimas” para generar así prácticas transformadoras. De esta manera, plantea que aunque habitar
16
el lugar de víctima no es cómodo, el uso estratégico de la condición de víctima puede ser eficaz
para resolver situaciones cotidianas, acceder a derechos o identificarse con otros en su experiencia.
Este último punto es importante y ha incentivado perspectivas que abogan por la construcción de
sentidos de la victimización que consideren dimensiones individuales y colectivas de la categoría.
La víctima vista desde una dimensión individual es aquella a quien se le reconocen los daños
sufridos y que puede como individuo acceder a medidas de justicia que garanticen el
restablecimiento de sus derechos (CMH, 2009). Por esta razón, la perspectiva jurídica es la que
más apunta a la idea de una víctima desde la dimensión individual. Sin embargo, tal y como lo
plantea el CMH (2009), si bien esta mirada jurídica es necesaria y válida en función del acceso a
la justicia, es importante que se trascienda y se conciba a la misma desde su dimensión colectiva,
pues se corre el riesgo de que se privilegie una mirada individualizada de la historia, donde el daño
se particulariza despojándolo de un contexto y de una mirada colectiva que le da sentido.
De esta manera, más que señalar que la dimensión individual es negativa y que la dimensión
colectiva es positiva, lo que busca la diferenciación del término es mostrar la necesidad de que la
víctima no sólo acceda a los mecanismos de justicia como individuo aislado, sino que se empiece
a reconocer al Otro en la experiencia, lo cual la llevará a concebirse como un sujeto con capacidad
de acción en la escena pública y permitirá la implementación de otros procesos colectivos.
2.1.2. Sentidos hegemónicos de la victimización
Una perspectiva importante para comprender el proceso de construcción de sentidos sobre la
victimización, es entender que la categoría de víctima es parte y producto del discurso de los
Derechos Humanos y que, como lo afirman Gómez (2016) y Truñó, 2010), este discurso se ha ido
convirtiendo en dominante y hegemónico. Cabe destacar el significado que la Asamblea General
de las Naciones Unidas le otorga al concepto de víctima en la Resolución (60/147) “Principios y
directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las normas
internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del derecho internacional
humanitario a interponer recursos y obtener reparaciones” donde el concepto adquiere un carácter
colectivo (Truñó, 2010):
“Se entenderá por víctima a toda persona que haya sufrido daños, individual o colectivamente,
incluidas lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdidas económicas o menoscabo
17
sustancial de sus derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que
constituyan una violación manifiesta de las normas internacionales de derechos humanos o una
violación grave del derecho internacional humanitario. Cuando corresponda, y en conformidad con
el derecho interno, el término víctima también comprenderá a la familia inmediata o las personas a
cargo de la víctima directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir para prestar
asistencia a víctimas en peligro o para impedir la victimización.” (NU, 2005, art.8).
La justicia transicional, un modelo que se nutre del discurso de los derechos humanos y de la
noción de víctima que éste promueve, se ha convertido en las últimas décadas en el mecanismo
“ideal” para transitar de la guerra a la paz en contextos conflictivos. Según lo argumenta Gómez
(2016), la justicia transicional hegemónica se ha convertido en una forma de gobernabilidad global
que promueve la aplicación de ciertas medidas de justicia y de materialización de los derechos de
las víctimas como la manera “correcta” y “civilizada” de dirimir los conflictos, y como la receta
exitosa para que los países “subdesarrollados” avancen en la senda del desarrollo. Según esta
autora, en países como Colombia estas medidas se aplican sin abordar y resolver las causas
estructurales que generaron los conflictos, de esta manera, la reconciliación termina por ser una
imposición, la verdad una herramienta sin potencial de transformación y la reparación una
transacción económica que termina por “monetarizar” los derechos de los sujetos victimizados.
En este contexto, la reparación puede terminar generando y afianzando procesos de desarrollo que
no necesariamente aportan en función de producir cambios cotidianos9 ya que al estar muy
centradas en lógicas económicas, no aportan de manera contundente en el desarrollo de múltiples
capacidades de estos sujetos. En este escenario, la reparación no se distingue de la simple “ayuda”
y termina por carecer de trasfondo moral y político, despojando a la víctima de su condición de
sujeto de derechos (Roht y Orlovsky, 2009). En este sentido, Roht y Orlovsky (2009) son críticos
al considerar que esta es:
“Una categoría limitada de respuesta al daño y se refiere generalmente a violaciones de derechos
civiles y políticos esenciales, tales como masacres o desapariciones, en lugar de temas más amplios
de exclusión social o negación de derechos económicos, sociales o culturales (…). Con esto no se
9 Cambios traducidos en el mejoramiento de condiciones económicas, en la superación de las desigualdades económicas y sociales,
en la superación de condiciones de vulnerabilidad, en el mejoramiento de sus viviendas, en el goce efectivo de los derechos,
incluidos los derechos a la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, en mayores posibilidades de
participación social y política; además, cambios en condiciones relacionadas con estados del ser como la posibilidad de sentirse
productivo, satisfecho, pleno, feliz, entre otros y, finalmente, cambios en las relaciones e interacciones sociales próximas.
18
quiere decir que las reparaciones por violaciones de derechos económicos, sociales y culturales no
sean posibles sino, simplemente, que a la fecha ningún programa presentado bajo título de reparación
ha intentado atender a tales violaciones cuando no ha habido la concurrencia de violaciones de
derechos civiles y políticos básicos” (p.525).
De esta manera, los programas de reparación, tanto en Colombia como en otros escenarios, se han
quedado cortos en función de atender problemas como la desigualdad, la pobreza o la exclusión,
que han sido los principales generadores de conflicto; promoviendo “estados de cosas similares”
en las “transiciones” (Gómez, 2016, p. 142) y minando el potencial de transformación de las
sociedades. Este elemento crítico es importante en aras de pensar en los términos bajo los cuales
los proyectos analizados plantean la atención y asistencia de los sujetos víctimas que participan en
el mismo, y su intención y capacidad para abordar los problemas estructurales y las condiciones
de precariedad en las que han vivido las mismas de manera previa a la victimización.
2.2.Víctimas y desarrollo humano: el sujeto víctima como agente del desarrollo
En su sentido más simple, puede entenderse que el desarrollo humano es un proceso de expansión
de las libertades humanas, de sus capacidades, opciones y oportunidades. Tal y como lo argumenta
el PNUD (s.f) “las oportunidades esenciales que las personas valoran en gran medida van desde
las oportunidades políticas, económicas y sociales de ser creativos y productivos hasta el goce del
respeto propio, el empoderamiento y el sentido de pertenencia a una comunidad” (párr.18). A partir
de esta claridad, los proyectos objeto de este análisis serán entendidos como medios y fines para
la expansión de las capacidades de las víctimas y de sus libertades.
Tal y como lo argumenta Sen (2000), las libertades humanas se dividen en cinco categorías: 1)
libertades políticas que comprenden las oportunidades de los sujetos de participar, incidir en
decisiones políticas y de gozar de sus derechos; 2) servicios económicos, entendidos como
oportunidades de “producir, consumir o realizar intercambios” (p. 58); 3) oportunidades sociales
entendidas como la posibilidad de acceso a aquellos sistemas que le permiten a los sujetos vivir
mejor en su vida privada y pública, entre ellos se encuentran los sistemas de salud, educación,
entre otros; 4) las garantías de transparencia que involucran la libertad para acceder a la
información clara y franca y 5) la seguridad protectora, como una red de protección social que
comprende mecanismos institucionales para proteger y dar solución a problemas de vulnerabilidad
presentes en una sociedad.
19
Considerando lo anterior, la victimización puede entenderse como un proceso de negación de
libertades humanas, toda vez que la vulneración de un tipo de libertad puede acarrear la negación
de otros tipos de ellas. En este contexto los argumentos de De Greiff (2009) pueden tener sentido:
“Las atrocidades masivas se constituyen en una afrenta y conducen a la disminución de las
capacidades [humanas]” (p.50). En este sentido, podría considerarse que la vulneración de los
derechos humanos y los derechos fundamentales que involucra el acto de la victimización, son
impedimentos para el desarrollo humano. De ahí la importancia de garantizar libertades políticas
y goce efectivo de derechos como una manera de asegurar el libre desarrollo de las capacidades
de los sujetos víctimas: “Los derechos humanos y el desarrollo comparten una visión y un
propósito común: asegurar la dignidad y la libertad de las personas en todas partes” (p.50).
Por su parte, el restablecimiento de derechos es entendido aquí como un medio o escenario para la
generación y ampliación de las libertades de los sujetos que han sido victimizados. Por lo tanto,
esta debe ser un proceso integral que involucre diversas dimensiones, aunque se oriente con
intencionalidades concretas. De esta manera, si bien pueden existir políticas que abogan por la
ampliación de la capacidad productiva y por ende de la autonomía económica de los sujetos
víctimas, en la práctica la expansión de esta libertad económica debe posibilitar la generación o
ampliación de otros tipos de libertades.
Esto podría posibilitar que la asistencia de las víctimas, tal y como han sido pensadas en el marco
de los proyectos analizados, trascendieran a una dimensión más procesual (Roht y Orlovsky, 2009)
e integral que permita construcción del sujeto víctima como agente del desarrollo, en la medida en
que experimenta la ampliación de sus libertades económicas y sociales como un proceso que ocurre
a la par de la ampliación de otras libertades. Sin embargo, esto no quiere decir que la reparación,
por contar con estas características, sea el escenario ideal para que ello ocurra, pues como ya ha
sido afirmado, en contextos como el colombiano se ha limitado al plano de la “monetarización”
(Gómez, 2016), quedándose corta en atacar otros problemas estructurales. De igual manera, el
desarrollo no debe reducirse al plano de lo económico pues “su objetivo central debe ser el ser
humano” (PNUD, 1990, p. 34) y en esta medida debe sincronizarse con los objetivos de los
20
programas pensados para las víctimas, de tal manera que puedan ser más eficaces en la labor de
construir al sujeto víctima como agente del desarrollo10.
La agencia,11 definida como “la capacidad de una persona para actuar y provocar cambios y cuyos
logros pueden justificarse en función de sus propios valores y objetivos” (Sen, 2000, p.35),
adquiere total relevancia en este contexto. Cabe destacar que la agencia junto con los conceptos
de capacidades y libertades, se instauraron como parte del constructo del desarrollo humano, teoría
desarrollada por Amartya Sen, que cuestiona las mirada del desarrollo limitada al campo de lo
económico, donde el bienestar humano está supeditado a los dictámenes de la economía. Sin
embargo, más allá de ello, para este autor las personas no deben considerarse simples receptores
de los programas económicos y sociales, sino como agentes de cambio con un rol activo (Fukuda-
Parr (2003), retomando a Sen (2000). Esta consideración sustenta la idea de que los proyectos
analizados como programas con fines de restablecimiento social y económico, deberían favorecer
la construcción de sujetos víctimas con roles activos dentro de su desarrollo, más que como simples
beneficiarios de los mismos. En este escenario, la agencia puede constituirse en una práctica de
poder en la medida en que expresa la capacidad para obrar del sujeto que produce un efecto o
transformación en su propia vida y en relación con otros.
Esta noción de la agencia como poder es desarrollada por Giddens (2011) quien considera que “ser
un agente es ser capaz de desplegar (repetidamente, en el fluir de la vida diaria) un espectro de
poderes causales, incluido el poder de influir sobre el desplegado por otros” (p.51). Para el autor,
en la práctica de la agencia intervienen diversos elementos: la racionalización de la acción, que
está asociada con la comprensión teórica que tienen los individuos de su actividad, el registro
reflexivo de su actividad y la motivación o intención de la acción. La acción de un agente, desde
10 Esta propuesta puede verse reflejada en las aproximaciones sobre la “reparación transformadora”, como una propuesta que busca
ir más allá en el camino de reparar a las víctimas y de ofrecer condiciones para generar reales transformaciones sociales (Uprimny
y Saffon (2009). 11 El concepto de agencia nos remite a las discusiones sobre el rol del sujeto como actor en el marco de condicionamientos
estructurales. Autores como Giddens (2011) y Bourdieu (2007) han avanzado en comprensiones más relacionales de esta dicotomía,
otorgándole al sujeto el poder y la capacidad de construir y no registrar pasivamente el mundo social. En una línea similar, Touraine
(1998) realiza un rescate del sujeto como un actor que reconoce al otro en su diversidad y que puede ser considerado un colectivo
o grupo social. El concepto de agencia entra a ser parte del lenguaje del empoderamiento y empieza a ser dotado de características
como la autodeterminación, la orientación por razón, la acción y el impacto sobre el mundo (Crocker & Robeyns, 2009) y a
relacionarse con condiciones como la capacidad, el poder efectivo, las metas y las responsabilidades ((Alkire, 2009). Los
desarrollos de Sen (2000), se enmarcan dentro de esta línea considerando la agencia como una libertad y camino para el desarrollo
de otras libertades en un marco de oportunidades ampliadas a través de la acción del Estado.
21
la perspectiva de Giddens (2011), se entiende como una práctica “situada” en el tiempo y en el
espacio, a través de la cual el mismo reproduce la estructura.
Por su parte, el concepto de estructura en Giddens, obedece a un debate clásico en la sociología
que ha estado presente en la corriente funcionalista, donde la estructura es externa a los individuos
y las instituciones son entendidas como las garantes del constreñimiento moral de los mismos en
las sociedades modernas; además, considera las ideas de la corriente estructuralista, desde las
cuales la estructura se asimila a través códigos que tienen significados sociales y simbólicos
soterrados.
Giddens (2011) establece una relectura de estas corrientes de pensamiento que no asimilan a los
individuos como capaces de realizar grandes transformaciones estructurales y plantea una postura
de encuentro en la que el concepto de “estructura” se entiende como las “reglas y recursos o
conjuntos de relaciones de transformación que se organizan como propiedades de sistemas
sociales” (p.63). Según Giddens (2011), si bien la estructura está por fuera del tiempo y del espacio
y se caracteriza por la ausencia del sujeto, esta se encuentra inserta en sistemas sociales atravesados
por el tiempo y el espacio donde “hay actividades situadas de agentes humanos” (p.63). Por su
parte, los sistemas sociales se definen como las “relaciones reproducidas entre actores o
colectividades, organizadas como prácticas sociales regulares” (p.63)
De esa manera, la estructura está implícita dentro de los sistemas sociales y por lo tanto “la
constitución de agentes y la de estructura no son dos conjuntos de fenómenos dados
independientemente, no forman un dualismo sino que representan una dualidad”12 (p.63). De esta
manera la estructura aunque plantea marcos de acción predeterminados que habilitan canales para
que el sujeto la produzca y reproduzca, también abre espacio para que se generen prácticas
transformadoras. El sujeto víctima como agente, aunque se ve constreñido por la estructura a través
de reglas constitutivas y reguladoras “como técnicas o procedimientos generalizables que se
aplican a la reproducción de prácticas sociales” (p.25), también se ve habilitado a través de
recursos “como medios a través de los cuales se ejerce poder” (p.24) para reproducir la estructura
12 Giddens (2011) considera que agencia y estructura no son fenómenos independientes. Desde su perspectiva, la constitución de
agentes y de estructura no se da como un proceso de antagonismos sino como un proceso dual donde estos dos fenómenos a pesar
de ser distintos convergen en la estructura misma. En este sentido, la estructura tiene un carácter dual: es constrictiva y habilitante.
De esta manera, el autor se aparta de la idea de dualismo porque no concibe la constitución de ambos fenómenos de manera
independiente y se aleja de posturas como las provenientes de las corrientes clásicas de la sociología, donde ambos elementos son
considerados como escenarios opuestos y antagónicos.
22
y generar transformaciones en el marco que la misma le ofrece (Giddens, 2011). En este sentido,
la estructura cumple una doble función, “es constrictiva y habilitante” (Giddens, 2011, p. 29).
En este punto puede apreciarse con mayor claridad un encuentro entre los postulados del desarrollo
humano y los de Giddens, pues en ambos casos se le otorga un poder al sujeto para generar
transformaciones dentro de los marcos de acción o libertades que se le ofrecen. Esta mirada
pretende ser profundizada en este estudio de caso, donde se considera que los proyectos analizados
al ampliar las libertades, pueden ofrecer marcos de acción a los sujetos víctimas para actuar y
generar prácticas de poder. Además se entiende que los proyectos en mención funcionan como
elementos estructurales que pueden expresar la dualidad de la estructura, pero que no se
constituyen en la estructura en sí misma, ya que la estructura, como lo afirma Giddens (2011) no
tiene presencia espacio temporal y existe como huella “mnémica” que orienta las acciones
humanas, mientras que la acción de los proyectos nace de prácticas institucionalizadas donde
intervienen diversos actores, que pueden reproducir rasgos o propiedades estructurales de sistemas
sociales y se encuentran situadas en el espacio y en el tiempo.
El poder desplegado mediante la agencia cuenta con diferentes dimensiones asociadas a prácticas
sociales estratégicas que tienen efecto en la temporalidad y la espacialidad. Autoras como Ruth
Lister (2003, 2004) citada por Coulthard (2012), entienden este fenómeno muy ligado a la relación
entre estructura y agencia planteada por Giddens (2011), al considerar que la agencia puede
desarrollarse de manera estratégica en diferentes escenarios y momentos, así: 1) Agencia cotidiana,
referida a la toma de decisiones diarias. 2) Agencia estratégica, que tiene que ver con la toma de
decisiones en torno a estrategias a más largo plazo. 3) Agencia personal, como reflejo de las
decisiones propias del individuo y 4) Agencia política y ciudadana, que tiene que ver con la
capacidad del sujeto de producir cambios más amplios.
En este sentido, el presente proyecto entiende que la estructura prefija sentidos de la victimización
que, como bien lo afirma Gómez (2015), pueden ir desde visiones estereotipadas y hegemónicas
de las víctimas, a sentidos colectivos que determinan sus maneras de actuar. Estos se constituyen
en escenarios de disputa que llevan a las víctimas a construirse y pensarse incluso de formas contra
hegemónicas. Así, los proyectos productivos analizados si bien pueden asimilarse como elementos
estructurales que contribuyen en la reproducción de sentidos de la victimización concretos y
hábitos asociados a la misma, también deben considerarse recursos de la estructura (Giddens,
23
2011) o escenarios de ampliación de libertades (Sen, 2000) que pueden habilitar canales para que
las víctimas puedan agenciar cambios a través de su práctica. Desde este punto de vista, estos son
una expresión de la “dualidad de la estructura” (Giddens, 2011).
Por su parte, la agencia de las víctimas puede constituirse en una práctica de poder situada
(cotidiana, personal, estratégica y política que puede llegar a ser contra hegemónica) que
contempla múltiples aspectos (transformación, constitución de nuevos sentidos, hábitos o
comportamientos esperados y adaptación) y puede generar nuevos marcos de acción del sujeto
víctima. En conclusión, el desarrollo humano no se entiende aquí sólo como la ampliación de
libertades, capacidades y oportunidades de las víctimas, sino también como un escenario para la
construcción de sentidos sobre la victimización que amplían las posibilidades de actuación de los
sujetos víctimas en el espacio y en el tiempo y en el plano de lo individual y lo colectivo. El
siguiente gráfico relaciona los conceptos que se han tenido en cuenta para el desarrollo de esta
investigación, dejando por sentado la vía a través de la cual se entiende que los proyectos objeto
de análisis construyen al sujeto víctima como agente del desarrollo humano:
24
3. MARCO METODOLÓGICO
“Un caso no puede representar el mundo, pero sí puede representar un mundo en el cual muchos casos se sienten reflejados. Un caso y la narración que lo sostiene, no constituyen una voz individual encapsulada en sí misma, sino que, antes al contrario, una voz puede, nos atrevemos
a afirmar, en un instante determinado, condensar los anhelos y las tensiones de muchas voces silenciadas”
R.E Stake
La presente investigación se llevó a cabo desde un enfoque cualitativo que trabaja con las palabras
de las personas, ya sean habladas o escritas y con la conducta observable (Bodgan y Taylor, 1992).
Además, se adoptó como metodología de investigación el estudio de caso que es definido por Yin
(1994) como “una investigación empírica que estudia un fenómeno contemporáneo dentro de su
contexto (...) Una investigación de estudio de caso trata exitosamente con una situación
técnicamente distintiva en la cual hay muchas más variables de interés que datos observacionales;
y, como resultado, se basa en múltiples fuentes de evidencia” (p. 13).
En este sentido, se buscó realizar un estudio de caso interpretativo13 que permitiera una mayor
comprensión del caso analizado, es decir, de los proyectos de Fortalecimiento a UP y la Estrategia
de Comercialización de la Alcaldía de Medellín y las víctimas que han sido foco de los mismos.
Uno de los factores que me llevó a determinar la importancia de este caso como un proceso
susceptible de análisis, fue considerar su relación directa con el desarrollo de las capacidades de
los sujetos víctimas, conclusión a la que se llegó a través de la experiencia de trabajo con algunos
programas pensados para las víctimas de la ciudad, tales como la Consulta Ciudadana e
Institucional para la construcción de la Casa de la Memoria de Medellín y la sistematización de
las experiencias de Retorno a Oriente y de la Alianza Medellín San Carlos, desarrolladas por la
Corporación Región para el Centro Nacional de Memoria Histórica (CMH).
A partir de mi participación en este último proyecto pude conocer la Estrategia “Crisálidas,
Emprendiendo Sueños”, la cual tuvo sus orígenes en el Programa de Retornos de la Alcaldía de
Medellín. El conocimiento inicial sobre dicha Estrategia me permitió formular algunas preguntas
referidas a los aportes reales de los procesos institucionales en la ampliación de las capacidades de
13 Se plantea como un estudio de caso interpretativo porque va más allá de la labor de estudiar un fenómeno dentro de su contexto,
para interpretarlo como una realidad compleja: “Se centra en la individualidad como una conquista creativa, discursivamente
estructurada, históricamente contextualizada y socialmente producida, reproducida y transmitida. Al centrarse en la particularidad,
pretende construir un saber en torno a ella, al tiempo que reconoce en la singularidad una perspectiva privilegiada para el
conocimiento de lo social” (Galeano, 2004, p.69).
25
las víctimas, las cuales quise continuar explorando y se derivaron en los interrogantes que guiaron
la presente investigación.
Posteriormente, el acercamiento a la UMARV, me permitió conocer a funcionarios de esta
institución que operaban los proyectos. De ahí que la selección de las víctimas que fueron
entrevistadas, obedeció en gran parte a la voluntad de los funcionarios por facilitar contactos de
los que consideraban casos emblemáticos dentro del programa de Autonomía Económica de la
Unidad, lo que se articuló con algunos criterios de selección como garantizar diversidad en las UP
elegidas y el hecho de que llevaran un tiempo considerable de participación en los proyectos, sin
importar distinciones de género o edad (Ver anexo 1: Fases de la investigación).
Al interior de la investigación cualitativa se adoptó la fenomenología como paradigma, en vista de
que “estudia los fenómenos tal como son experimentados, vividos y percibidos por [la persona]”
(Martínez, 2002, p.167). Por esta razón, aunque se contó con un guion de entrevista, se partió de
la comprensión de que el mundo de la vida del sujeto víctima “tiene lugar sobre un fondo de sentido
con el que cada uno de nosotros contamos permanentemente sin hacerlo explícito, sin que esté
expresado o fijado de alguna manera” (Husserl, citado por Herrera, 2010, p.257), y se buscó
explorar en ese contexto de sentido expresado a través del lenguaje en el que discurre la experiencia
de las víctimas.
A través de una entrevista semiestructurada que contó con una guía diseñada (ver anexo 2: Guía
de entrevista sujeto víctima), pero que obedeció a una marcada inclinación por rescatar las
narrativas de las víctimas, se recurrió al registro reflexivo14 de la práctica de seis de ellas15, las
cuales fueron referenciadas por el programa de Autonomía Económica de la UMARV de la ciudad
de Medellín. Particularmente, la gran mayoría de participantes referenciadas por la Unidad fueron
mujeres cabeza de hogar con un rango de edad entre los cuarenta y cincuenta años, población que
para la fecha se constituía en el grueso de participantes de este programa.
14 La categoría de registro reflexivo se retoma de las conceptualizaciones de Giddens (2011) según las cuales los agentes registran
sus prácticas cotidianas y los contextos en que estas se desenvuelven: “Es decir que los actores no solo registran de continuo el
fluir de sus actividades y esperan que otros, por su parte, hagan lo mismo; también registran por rutina aspectos sociales y físicos
de los contextos en los que se mueven” (p. 19). 15 Se llevaron a cabo un total de seis entrevistas obedeciendo al criterio de saturación de la información, donde al contar con seis
narraciones lo suficientemente profundas y con información relevante, la investigadora pudo tomar la decisión de suspender la
recolección de la información por considerar que existía una saturación de la misma, es decir, que existía información recurrente y
considerable sobre la forma en que los sujetos de la investigación describían la ejecución de los proyectos analizados, una renuente
alusión a la “ayuda” como una categoría para explicar la implementación de los procesos institucionales pensados para las víctimas
y una reiterada mención del tema del emprendimiento y los negocios.
26
Dentro de los emprendimientos o UP fortalecidas y comercializadas, se encontraron tres de
gastronomía y culinaria, una microempresa de confecciones y distribución de uniformes para el
área de la salud, un estudio de producción musical y una unidad productiva dedicada a la
elaboración y comercialización de artesanías. Este proceso metodológico involucró un
acercamiento inicial para la generación de confianza y reconocimiento de la UP de los sujetos de
la investigación, y posteriormente, un nuevo acercamiento más profundo donde se abrió el espacio
para el diálogo.
Este estudio planteó grandes dilemas éticos por las características de la población que fue
entrevistada, ya que la narración de sus experiencias, en muchos casos, revivió el dolor y generó
expresiones emocionales. Por esta razón, aunque para efectos de claridad de la investigadora, se
estableció un guion de preguntas extenso, en la práctica estos sólo fueron ejes orientadores de una
conversación en donde los sujetos tuvieron la libertad para hablar de sus experiencias y de su
universo de sentido. Como lo afirma Guber (2005) “Esto no significa adoptar un enfoque ateórico,
sino evitar caer en el teoricismo estéril y en ciertas modalidades del sociocentrismo” (p.143) pues
“según la concepción positivista nos hemos acostumbrado a creer que para saber algo basta con
preguntar. La respuesta a una pregunta colmaría la ansiedad de conocimiento. Pero esto es sólo
parcialmente cierto, ya que supone que las preguntas formuladas por el investigador pertenecen al
mismo universo de sentido que las respuestas del informante” (p.134).
Sumado a lo anterior, esta investigación contó con un reto bastante importante que se ha puesto
en evidencia incluso en el plano de lo conceptual: no llevar a que a través del proceso se acentuaran
identidades sufrientes al formular preguntas álgidas que pudieran generar malestar en los sujetos
de la investigación. Además, fue necesario no invadir su privacidad, sino generar un espacio en el
cual las mismas se sintieran en absoluta confianza y tranquilidad para decidir sobre sus relatos.
Por esta razón, también, se solicitó la firma de un consentimiento informado que garantizaba a las
víctimas el uso de la información suministrada sólo con fines académicos y se aclaraba que sus
nombres son cambiados en el cuerpo del texto con el fin de generar una mayor confianza.
Por otro lado, este proceso involucró conocer el funcionamiento de estos proyectos a través de una
entrevista semiestructurada a la directora del programa de Autonomía Económica de la UMARV
(Ver anexo 3: Guía de entrevista a funcionarios públicos) y la Revisión de fuentes secundarias
27
(Planes de Desarrollo, documentación del proyecto, informes y balances suministrados por la
Alcaldía de Medellín 2012-2015).
A partir de lo anterior, se procedió a la codificación y análisis de la información recolectada a
través del programa Atlas.ti7 Qualitative Data Analysis, teniendo como base un temario de
categorías construidas a partir del marco teórico (Ver anexo 4: Cuadro de categorías analíticas).
28
4. RESULTADOS: LA VÍCTIMA COMO AGENTE DEL DESARROLLO
HUMANO: UN SUJETO QUE SE CONSTRUYE Y RESIGNIFICA EN LA
INTERACCIÓN DE LO HEGEMÓNICO Y LO COTIDIANO
4.1.Sujetos de la investigación y contexto de las iniciativas
Abordar un tema que involucra la comprensión de sentidos de la victimización y las prácticas de
agencia de las víctimas, implica rescatar las experiencias de vida de una población profundamente
golpeada por el fenómeno del conflicto armado presente en la ciudad16. Las historias de los sujetos
de la investigación son el reflejo de un universo de sentido que buscó ser comprendido a través del
presente estudio, que evidencian su particularidad y la manera en que el Estado y el modelo de
desarrollo bajo el cual opera se hace presente y visible en sus vidas para atenderlas y repararlas
(Ver anexo 5: Cuadro de trayectorias de las víctimas y Anexo 6: Cuadro de ruta metodológica de
los proyectos analizados).
Eugenia y Patricia son dos madres cabeza de familia mayores de 40 años que habitaban la comuna
trece de la ciudad de Medellín. Allí, debido a la agudización del conflicto armado intraurbano se
vieron obligadas a desplazarse a otros lugares de la ciudad por temor a la materialización de una
serie de amenazas de muerte contra sus hijos. Antes del desplazamiento, ambas trabajaban por el
sostenimiento de sus familias en temas como la confección de ropa y la venta de comidas, llegando
en determinado momento a formar microempresas familiares que les proveían recursos necesarios
para este propósito. Una vez se encontraron en su nuevo contexto, acudieron a redes de apoyo
próximas como la familia y las instituciones para ser acompañadas en estos procesos e iniciaron
la búsqueda de nuevas alternativas para el sostenimiento de sus hijos. En este devenir, Eugenia
empieza a desempeñarse como lideresa de víctimas en la ciudad, mientras que Patricia se inserta
en espacios de formación y capacitación como el SENA y comienza a participar de procesos de
emprendimiento como “Capital Semilla”. Estas dos mujeres empezaron a ser parte de los proyectos
de fortalecimiento a UP gracias a las redes de apoyo que fueron logrando a través de su
participación en otros espacios de formación y liderazgo. Sus actuales UP están asociadas con las
16 Tres de las víctimas entrevistadas lo fueron de grupos paramilitares existentes en el contexto de la ciudad; dos, aluden haberlo sido de grupos
guerrilleros que operaban en el contexto rural. Una de ellas no hizo mención explícita de su victimario, lo cual puede explicarse por la renuencia para detenerse con mayor profundidad en la experiencia de la victimización y detallar aspectos de la misma.
29
labores que cumplían antes del desplazamiento, sin embargo, sólo una de ellas ha sido integrada a
la Estrategia Crisálidas.
Ana y Beatriz son dos mujeres mayores de sesenta años, ambas desplazadas del municipio de
Apartadó del departamento de Antioquia. En estos dos casos el desplazamiento significó la
desintegración familiar, ocasionando la separación de cónyuges, padres y hermanos. Con el paso
del tiempo, estas mujeres pudieron reunirse nuevamente con sus familiares y acceder a los
programas para las víctimas que existían en la ciudad. Sin embargo, esto sucedió mucho tiempo
después de la victimización ya que ninguna de las dos contó con los recursos ni la información
suficiente para interpretar el marco al que obedecía su desplazamiento. En el contexto del
desplazamiento, Ana tenía un restaurante y habitaba en una finca de su propiedad. Posteriormente,
buscó acceder a recursos económicos trabajando en casas de familia y en ventas informales de
alimentos. En ese trasegar, fue generando su propia marca de chocolates artesanales, iniciativa que
fue fortalecida mediante el proyecto de la UMARV. Beatriz, por su parte, inició su trayectoria
ocupacional en el lugar de acogida a través de ventas informales de dulces y comida en las afueras
de colegios e iglesias. Ambas son parte de la estrategia Crisálidas y asisten con frecuencia a ferias
para la comercialización de sus productos.
Silvia es una mujer de 35 años, víctima del desplazamiento forzado intraurbano, quien reside con
sus padres en un corregimiento de la ciudad de Medellín. Siendo muy joven se vio enfrentada a un
accidente que le ocasionó una condición de discapacidad. Desde este momento empezó por su
propia iniciativa a insertarse en los programas de la Alcaldía de Medellín para esta población,
pudiendo acceder a capacitaciones y a formación en labores artesanales y, posteriormente,
desempeñarse como educadora artística en proyectos sociales de esta institución. Como sucedió
en la mayoría de los casos aquí descritos, Silvia no se identificó como víctima en el momento
inmediatamente posterior a la victimización sino que lo hizo mucho después a partir de la
información que le iban suministrando en escenarios institucionales. En su búsqueda de los
programas existentes para la población en situación de discapacidad, logró conocer de primera
mano información sobre el proyecto de fortalecimiento a UP y de esta manera accedió a éste y a
la Estrategia Crisálidas, proceso a través del cual empezó a distribuir sus artesanías en cuero.
Andrés es un joven de 26 años que habitaba la comuna trece de la ciudad de Medellín. En este
contexto empezó a ser reconocido por hacer parte de un grupo de raperos de la ciudad y comenzó
30
a participar de movimientos juveniles que promovían la formación de niños y niñas en artes
musicales. Sin embargo, debido a las denominadas “fronteras invisibles” y al conflicto existente
en las periferias urbanas de la ciudad de Medellín, empezó a ser blanco de amenazas junto con sus
compañeros de grupo, algunos de los cuales fueron asesinados. De esta manera, se vio obligado a
desplazarse de su barrio junto con sus compañeros y familiares. Su participación en corporaciones
de carácter musical lo llevó a conocer la oferta institucional para la población víctima y finalmente
a ser fortalecido con su grupo a través de un estudio de producción musical.
La ciudad de Medellín ha sido un caso particular entre muchos, pues se ha constituido en un
escenario puntual de acciones de grupos armado y de narcotráfico, además de ser la capital
departamental con mayor número de grupos armados en su interior (Giraldo, 2008, p.106).
Además, se considera el segundo escenario urbano en el país con mayor número de personas
víctimas del conflicto armado, lo cual ha hecho necesario que exista una infraestructura para la
atención de las mismas (Plan de Desarrollo municipal 2012-2015).
Por esta razón se ha desarrollado un modelo local de atención a las víctimas del conflicto armado
que comporta algunas diferencias con el modelo nacional pero reconoce la normatividad y
jurisprudencia vigente, entre ellas la Ley 1448 de 2011 que como discurso hegemónico en el país
(Truñó, 2013) permitió la definición y la comprensión del significado de víctima a nivel local y
determinó la forma en que la institucionalidad se organizó para atenderla (Alcaldía de Medellín,
2012).
El modelo se materializó de muchas formas. Una de ellas tuvo que ver con la existencia de una
organización especializada para la atención de las víctimas, esta es la Unidad Municipal de
Atención y Reparación a Víctimas (UMARV) creada en el año 2012. La UMARV abarca diversos
componentes, entre los que se incluye el de Restablecimiento, el cual cuenta con una línea de
Autonomía Económica que ha tenido la intención de fortalecer la capacidad de gestión empresarial
de las víctimas orientada a la generación de ingresos que permitan su incidencia en el desarrollo
local, contando para ello con los proyectos de Creación y Fortalecimiento a UP de las víctimas del
conflicto armado y de la Estrategia de Comercialización de estos productos a través de la marca
Crisálidas17 (Alcaldía de Medellín, 2013b).
17 La marca Crisálidas, Emprendiendo Sueños surge en el programa de Retornos y Reubicaciones de la UMARV de la ciudad de
Medellín. Su nombre hace alusión al proceso de desarrollo que experimenta el insecto hasta su forma adulta.
31
Comprender que existe un modelo local de atención para las víctimas del conflicto armado en la
ciudad es importante en la medida en que permite vislumbrar que este responde a unas lógicas y
discursos que tienen que ver con la forma en que se ha concebido la atención y asistencia de las
víctimas e indagar en los modelos de desarrollo a los cuales responden, modelos que aportan de
manera definitiva en la construcción del sujeto víctima.
4.2.Sentidos de la victimización creados y reforzados: De la víctima como sujeto de
ayuda a la víctima estratega y emprendedora.
Partiendo de considerar que los proyectos objeto de este estudio son concebidos en el marco del
mismo como elementos estructurales que cumplen la doble función de constreñir18 y de ofrecer
recursos y libertades a la víctima; este apartado aborda el tema de los sentidos creados y reforzados
por los proyectos en mención, buscando aportar en la comprensión de los procesos de atención y
restablecimiento las víctimas generadas desde la institucionalidad, como un escenario donde se
promueven lógicas de Estado y de desarrollo.
Teniendo en cuenta lo anterior, quizás una de los primeros elementos que vale la pena resaltar a
partir de las entrevistas realizadas, es la constante mención de la palabra “ayuda” como parte del
vocabulario utilizado para referirse a la atención y a las políticas de restablecimiento estatales.
Alusión que va adquiriendo mayor fuerza y va evidenciando que esta es una interpretación
heredada de su interacción con los proyectos aquí estudiados y con otros procesos de los que las
mismas han podido participar en el marco de los programas pensados para las víctimas de la
ciudad.
De esta manera, una de las principales interpretaciones a las que permiten llegar las entrevistas, es
que a través del proceso de fortalecimiento a UP se generan y refuerzan sentidos de la
victimización que ponen a la víctima en el plano de sujeto de ayuda. Como una consecuencia
lógica, la atención recibida termina considerándose un acto de generosidad por parte del Estado y
no una responsabilidad del mismo para con ellas y el sujeto víctima se construye desde este
discurso a partir de visiones estereotipadas (Gómez, 2015) que la conciben desde posiciones de
necesidad y dependencia, más que como un sujeto con derechos.
18 En el marco del presente ejercicio investigativo se entiende que el constreñimiento no es una función necesariamente consciente
de los proyectos analizados, sino que es una consecuencia no esperada de la manera en que opera la misma institucionalidad. La
función de constreñir es una de las dimensiones de la estructura, este constreñimiento ocurre a través de reglas (Giddens, 2011)
32
Pero esta no es solo una consecuencia del marco institucional bajo el cual opera la atención de las
víctimas a nivel local, sino que también es producto de la puesta en marcha de un modelo de
desarrollo económico que permea estos procesos y pone en funcionamiento una misión para el
desarrollo del sujeto víctima, donde el restablecimiento no se piensa más allá de la garantía de
unos mínimos de subsistencia por parte del Estado:
“Y cuando se restablece nosotros miramos varias dimensiones: Que sean atendidas psicosocialmente,
cuando ellas lo requieran, se sabe que las 100 familias no requieren una atención psicosocial porque
ellos han asumido que ellos ya han sido capaces de asumir y retar estas situaciones pues de conflicto,
pero hay unas que si nos dicen: “necesito ser atendida psicosocialmente”; que hayan tenido la
reunificación; que tengan identificación de la libreta militar; que tengan la tarjeta de identidad, todos
los documentos de identidad; que mínimo estén estudiando, ósea que puedan terminar su primaria y
su bachillerato, mínimo hasta noveno pues es lo que exige la ley (…) En un 85% más o menos, las
UP que nosotros estamos fortaleciendo de esas familias es el único sustento económico que tienen
(…) y que posiblemente estas UP no puedan ser legalizadas a un corto plazo, como a veces se ha
querido, que esos negocio estén legalmente constituidos con cámara de comercio porque si nosotros
les llevamos a eso, pues se descapitalizarían porque son negocios de subsistencia económica de las
familias, ósea no son negocios de capitalización, no son negocios donde quedan excedentes
grandísimos, sino que son negocios para comer”(funcionaria UMARV, líder Autonomía
Económica).
Dicha misión para el desarrollo del sujeto víctima, inicia con un diagnóstico donde se determina
su grado de vulnerabilidad y su necesidad de atención, este diagnóstico ocurre a través de una
visita domiciliaria o la indagación de las condiciones que rodean la vida del sujeto víctima. Es un
acto de determinar desde afuera la necesidad de desarrollo de la víctima y ofrecer lo que desde el
Estado se plantea como solución a su déficit o necesidad, de ahí la existencia de rutas de atención
prefijadas que responden a maneras de concebir el restablecimiento de las víctimas en la ciudad y
que son heredadas por las mismas como recursos estructurales (Giddens, 2011), oportunidades
sociales y servicios económicos (Sen, 2000). Esta noción de diagnóstico para la ayuda se encuentra
expresado dentro de los testimonios de las víctimas, así:
“Entonces en la UMARV al visitarnos y al ver qué éramos, porque tú te presentas donde equis
persona, no saben quién eres. Pero nosotros les expusimos el caso porque ellos no sabían cuál era el
grupo de nosotros, ni rap, ni nada de eso, ellos no entendían nada de eso. Llegaron, nos hicieron las
33
visitas y ahí fue donde los conocimos, conocimos mucha gente y los invitamos a nuestra casa, les
presentamos nuestro estudio y ahí conocieron nuestra música (…). Entonces ahí fue que ellos dijeron
‘no muchachos, a ustedes hay que ayudarles’, hicimos un proceso y nos invitaron a unos cursos”
(Andrés, 26 años).
“Usted va, por ejemplo a pedir una vivienda, y hay viviendas gratuitas. Si usted como víctima va
peinado y organizado, dicen: ‘no ella no tiene necesidad, vamos a ver en qué grado de vulnerabilidad
está’. Así paso lo mismo con las ayudas, con las indemnizaciones, que si a usted lo van a indemnizar,
hay que mirar usted en qué grado de vulnerabilidad esta, si usted dijo: ‘ah, yo tengo una unidad
productiva’, ‘ah no, ya ella dejó de ser vulnerable’, entonces ya no te dan las ayudas humanitarias,
sino que ya te dan una indemnización y esa indemnización usted tiene que aprender a vivir con eso,
y esa indemnización es tan poca que usted no le va alcanzar para comprarse una casa, ni le va alcanzar
para ninguna otra cosa" (Silvia, 35 años).
De manera general, el diagnóstico para la ayuda tiene como punto de partida el reconocimiento de
la víctima por parte del Estado, lo cual se realiza a través de una declaración que la ingresa en un
sistema generado para atenderla. Una vez la víctima es reconocida se integra al mercado de la
"ayuda", que en el caso concreto de las intervenciones que convocan este análisis, involucra el
acceso a recursos económicos. En este punto, vale la pena cuestionarse por el real efecto de este
reconocimiento del estatus de víctima (De Greiff, 2011), pues si bien debería contribuir al
restablecimiento de la víctima como un ciudadano, en la práctica de estos proyectos parece estar
más orientados a llevarla con más fuerza a “habitar el lugar de víctima” (Truñó, 2010) para tener
acceso a los “recursos” y “oportunidades” ofrecidas por el Estado.
“Se demuestra que se es víctima con la historia clínica, se demuestra con el denuncio en Fiscalía.
Actualmente nos reconocieron como víctimas y ellos nos dan un código de caracterización, ellos
manejan como un código, entonces buscan el código de las familias, entonces ellos dicen: ‘la familia
Gutiérrez está reconocida desde el 2008 bajo el código tal’. Entonces digamos si usted está
reconocida con el código de desplazados, dicen: ‘Ah sí, es este’. De hecho para entrar acá fue lo
mismo, usted es víctima a ver la cédula: ‘ah sí, usted es reconocido entonces sí, entonces venga pues’
(Silvia, 35 años).
En el mercado de la ayuda, el sujeto víctima se convierte de manera estratégica en un tramitador
de ayudas humanitarias, como una manera de aprovechar los recursos y oportunidades ofrecidos
por el Estado para tratar de solucionar situaciones cotidianas. Este escenario refuerza aún más el
34
sentido de la víctima como un sujeto de ayuda, sentido que termina por ser funcional al discurso
neoliberal que le transfiere a la misma la responsabilidad de tramitar su sostenimiento dentro de
las rutas prefijadas de antemano para ella, ofreciendo un falso escenario de “libertades” (Sen,
2000), donde las posibilidades son limitadas:
“Nosotros como víctimas no vamos a salir nunca de un sistema de víctimas, pero no estamos bajo la
responsabilidad del Estado, o sea, el Estado no tiene por qué sostenerme toda la vida. Entonces ahí
fue donde llegaron madres hace quince años con niños de cuatro o cinco años, ya tienen mayoría de
edad, entonces en ese momento también era un negocio que usted llegara con ocho, diez y quince
personas porque entre más personas tuviera usted en su núcleo familiar, más grande iba a ser el
mercado y más ayuda le iban a dar. Todo eso lo fui aprendiendo yo porque yo ni ayuda humanitaria
recibí, pero empecé a caminar en todo esto y empecé a ver. Ya entonces se crea la Ley 1448 y ellos
dicen: ‘es que la Ley 1448 nos esta re-victimizando’, no, lo que la Ley 1448 quiere es realmente
restablecer sus derechos y que si usted llegó a la ciudad de Medellín, se convirtió en un ciudadano
de la ciudad de Medellín, busque las ayudas, todos los programas que tiene la ciudad para usted”
(Eugenia, 53 años).
En esta misma línea, otro de los elementos que puede resaltarse dentro de las entrevistas es el
estímulo de este tipo de procesos para reforzar la necesidad de que los sujetos asuman la marca de
ser “víctima”, pues si esta no se asume no se accede a la ayuda y en este sentido se es un sujeto
que deambula. Por esta razón, las mismas empiezan a luchar con su construcción como ciudadanos
porque sienten que tienen que seguir cargando con "la retórica de la marca", es decir, con la
posición de individuo traumatizado por la experiencia violenta (Montenegro y Piper, 2009), para
seguir accediendo a la misma. Finalmente las víctimas terminan relacionándose con esa marca
como un mal necesario, es una cruz con la que tienen que seguir cargando porque los procesos
institucionales provocan y crean la necesidad de que se la atribuyan en función no sólo de
identificarlas, sino también de atenderlas y restablecerlas:
“Lo que pasa es que lastimosamente, digamos hay lugares del Estado en que para usted acceder a
una ayuda tiene que ir esperando como lastimas, y eso no es así. Digamos en mi caso particular soy
víctima, soy desplazada, pero eso no es algo que me tiene que identificar a mi como persona. A mí
lo que me identifica es mi nombre, pero no de que ‘ay porque usted es víctima venga yo le compro’,
‘porque es víctima venga yo le ayudo’. No, soy una persona común y corriente, que tengo una
condición especial, sí. ¿Cuál condición? Que soy víctima, soy desplazada pero eso no le impide a
35
uno poder superarse y salir adelante como cualquier persona. Simplemente lo que uno pide es una
ayuda para salir adelante, una ayuda para que me conozcan, pero no una ayuda en el sentido de que
‘pobrecita le ayudamos’, no, entonces es como tampoco como inspirar esa parte (Silvia, 35 años).
Recapitulando, para acceder a la ayuda la víctima debe ser diagnosticada, reconocida, identificada
y se debe determinar su grado de vulnerabilidad, vulnerabilidad que en este contexto no es
entendida los términos planteados por Butler (2006), como un reconocimiento subjetivo que
configura posibilidades de acción y resistencia, sino como una manera de declarar condiciones
objetivas de la vida de la víctima a partir de estándares instaurados para determinarla. Esto
responde a la lógica misma del desarrollo, bajo la cual el grado de necesidad y vulnerabilidad más
que ser declarado por la víctima es determinado por las instituciones que la atienden. Allí la víctima
se configura como un sujeto necesitado y el Estado se instaura como el salvaguarda y oferente de
libertades muy restringidas. En este contexto, es el Estado quien parece llevar "el desarrollo" al
sujeto víctima, pero un desarrollo muy centrado en la dimensión económica y muy limitado a los
tiempos y recursos institucionales que terminan generando una dependencia de la misma frente la
institucionalidad. Esta estructura institucional es propicia a crear, reforzar y estimular sentidos de
la “victimización estereotipados”, bajo los cuales la víctima es un receptor de ayuda y portador de
una marca, transfiriéndole unos hábitos concretos que terminan por estar presentes incluso en el
discurso de algunas de ellas:
Eso dizque es un ejercicio pero yo digo que es un ejemplo que les estamos dando a toda esa gente
que está allá sentada para que la gente aterrice, reflexionen, despierten, pongámonos a hacer algo,
porque hay veces que les ayudan, les va muy bien, pero no, no toman conciencia, vinieron al mundo
a esperar que les den (Beatriz, 64 años).
No obstante, en la mayoría de los casos, el acervo de experiencia de las víctimas las lleva a ser
muy críticas y a resistirse a la adopción de “la marca”, por considerar que esta se identifica muy
poco con su experiencia personal de sobrevivencia:
“Nosotros no sabíamos normalmente qué era. Cuando llegamos yo miraba y decía: ‘pero la gente que
hay acá es del campo’. Nos fueron explicando, nos fueron diciendo ‘bueno, qué pasó’. Entonces
nosotros explicamos y ahí fue cuando ya nos dijeron: ‘eso es un desplazamiento intraurbano’.
Nosotros nunca llegamos allá con el asunto de que nos dieran dinero o un fortalecimiento. Nosotros
no sabíamos nada, absolutamente nada. Yo realmente veía la ropa y decía: ‘Uy, están muy mal, ¿yo
por qué estoy acá, yo en serio estoy así de mal?’. (Andrés, 26 años).
36
“Es muy difícil, yo la primera que salí de la UAO19 yo salí llorando, yo no creí que me iba a tocar.
Uno siempre piensa que víctima es la persona de más bajos recursos, la persona de un pueblo, que
no es estudiada. Lo veía uno así, el que es víctima es porque es malo, porque se metió en algo”
(Patricia, 44 años).
“Es que por eso yo te decía, el Estado tiene la culpa por el hecho de que nos dicen siempre: ‘dele el
papelito, digan que son víctimas del conflicto armado’. Entonces por qué de entrada yo tengo que
decir eso, es lo que recalco mucho. Yo digo: ‘no, pero es que eso es como pedir limosna a la gente’
(…) Nos hacen ver como los más pobrecitos, como los que menos tenemos. Sí nosotros somos los
más pobres y los que menos tenemos en este momento es por culpa del Estado, entonces no nos
hagan ver como más mendigos de lo que ya nos han hecho pasar, también necesitamos, y estamos
luchando día a día por una calidad de vida” (Silvia, 35 años).
Por esta razón, algunas de ellas han resignificado la experiencia de victimización y han construido
nuevos significados sobre la misma, entendiéndola como una oportunidad y estableciendo posturas
estratégicas de adopción de dicha “marca” o de “esencialismo estratégico” (Truñó, 2010) sin
conformarse con el hecho de que esta etiqueta las determine. De esta manera aparece el sentido de
"victima emprendedora", donde las víctimas empiezan a identificarse con la lógica del
emprendimiento transmitida por los proyectos, lógica que responde a una intención del programa
de Autonomía Económica de otorgarle al restablecimiento un carácter duradero. Esto puede
rastrearse dentro del discurso y los testimonios de las víctimas, quienes dentro de sus afirmaciones
hacen un rescate continuo de su papel como emprendedoras y de su capacidad para trabajar por
sus negocios.
La lógica del emprendimiento opera en el marco de los proyectos como un discurso y “recursos
estructural” (Giddens, 2011), que transmite significaciones que le llegan a las víctimas en su
interacción con los espacios ofrecidos por el programa de Autonomía Económica. Este recurso
estructural termina por habilitar la posibilidad de que las víctimas reproduzcan la estructura e
interpreten de manera estratégica su ingreso al sistema de "ayuda" en cuanto se asume esta
identidad, sin dejar de asumir otras posturas como las del liderazgo y la formación de negocios
que le ofrecen otros marcos de acción a la misma:
19 Unidades de Atención y Orientación para las víctimas en Medellín que se encuentran localizadas en algunos sectores de la
ciudad.
37
“Si, son los funcionarios del Programa de Autonomía Económica de la UMARV] los que han estado
informándome y, como te digo, el desplazamiento para mí se formó como una oportunidad, una
oportunidad de vida de la cual la he aprovechado al máximo. Entonces eso me ayudo a ayudarle
mucho a las mujeres, a decirles es que uno es capaz, y si yo fui capaz usted es capaz de hacer todo lo
que sea” (Patricia, 44 años).
“El Estado así como invierte plata que en la paz, debería de invertirle más a las víctimas, nosotros
deberíamos de tener un punto de venta hace mucho tiempo y ahí si acepto que me digan que soy
víctima y desplazada (…) No como debajo el metro que le dan una chasa, eso tampoco es ayuda eso
es como seguir la mendicidad. Yo no pido limosna, pero entonces vendo confites y tampoco es así.
Entonces hacer algo grande por las víctimas, nosotros deberíamos de tener un punto de venta hace
mucho tiempo” (Silvia, 35 años).
Para algunas de las personas entrevistadas, el pasar de la "marca" de la víctima necesitada de ayuda
a ser quien emprende proyectos para su desarrollo personal, no deja de representar una lucha
cotidiana entre los sentidos que la constriñen y los sentidos que ella va construyendo en su
experiencia, que se expresan en nuevos marcos de acción y nuevas formas de nombrarse. En este
contexto, instalar la noción de “emprendedora” se dificulta pues de entrada el llevar la marca de
víctima implica caracterizar el papel y experimentar una dificultad para representar otros
personajes:
“Crear empresa tampoco es fácil para una persona que es víctima, una persona que no tiene dinero
sino que vive de las oportunidades que le da la vida… Yo les cuento a todas las mujeres que les han
ayudado que si es posible pero cuidando, cuidando esa poquita semilla que les dieron y mirando
hasta donde pueden llegar” (Patricia, 44 años).
“Yo me defino como una persona común y corriente que tiene una situación, porque no es una
condición si no que es una situación, donde pido no ser reconocida como víctima, bueno, ya estoy
reconocida como víctima, pero ese reconocimiento muchas veces es como la marca que yo te decía.
Por ejemplo, estamos aquí en esta feria ¿yo qué necesidad tengo de decirle a usted que viene aquí y
me dice: ‘hola buenos días, a como los bolsos’ y yo le diga: ‘soy víctima del conflicto armado’, yo
creo que eso a usted no le interesa. Usted viene a preguntar cómo es el bolso, cómo lo hace y sus
características, acá se nota mucho eso, [que la gente dice]: ‘somos víctimas del conflicto armado,
hacemos estas artesanías para salir adelante’. Sí, es verdad pero no hay que decir en todo momento
que somos víctimas, simplemente: ‘soy artesana y hago estos productos’ y ¿por qué me compran?
porque el producto es bonito, es más novedoso, no porque sea víctima” (Silvia, 35 años).
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En este sentido, los proyectos analizados expresan el dualismo de la estructura planteada por
Giddens (2011) al funcionar como constrictores en la medida en que asimilan el desarrollo del
sujeto víctima desde el plano económico, olvidando otras problemáticas estructurales presentes en
sus vidas, tales como la discriminación, la exclusión social y la desigualdad de género, y sirviendo
como canales de transmisión de sentidos de la victimización que ponen a la víctima en el plano de
la ayuda y que pueden llegar a desconocer su estatus como ciudadana acreedoras de derechos.
Pero también operan como recursos de la estructura, ofreciendo a la víctima a través de las apuestas
y enfoques de las políticas de restablecimiento, nuevas formas de significarse. De este recurso
estructural se deriva la noción de “víctima emprendedora”, sentido que la misma adopta de manera
estratégica para asumir nuevas prácticas, tales como la “agencia estratégica” Lister (2003, 2004)
citada por Coulthard (2012).
4.3.Víctimas y capacidad de agencia: Aportes y deficiencias de los proyectos en la
ampliación de libertades para el desarrollo humano.
A grandes rasgos, puede considerarse que los proyectos que convocan el presente análisis, se
enfrentan con deficiencias relacionadas con la manera en que opera el proceso de atención a las
víctimas en la ciudad, contribuyendo en la expresión de algunos tipos de agencia que no dejan de
estar determinados por los marcos de acción y libertades restringidas que ofrecen. No obstante, en
la relación de la víctima con la estructura institucional, esta no necesariamente aparece como un
sujeto absolutamente determinado, pues sus experiencias y trayectorias tienen un peso importante
que entra en juego en el proceso de la implementación de las intervenciones y le permite
resignificar la experiencia de la victimización y ponerla a su favor para empezar a significarse
desde otras dimensiones.
Uno de los primeros elementos encontrados dentro de lo expresado por los sujetos entrevistados,
es que los aportes del fortalecimiento a UP en la ampliación de libertades para el desarrollo humano
y el ejercicio de la capacidad de agencia de las víctimas se encuentra muy determinado por las
experiencias personales previas a la participación de los proyectos, experiencias que se constituyen
en terrenos abonados para que dichos procesos de intervención logren este efecto. Dichos terrenos
abonados corresponden al ejemplo de mujeres que experimentaron además de la victimización
generada en el marco del conflicto armado, desigualdades como la de género o algún tipo de
discriminación relacionada con situaciones de discapacidad física. Hacer frente a estas situaciones
39
las empoderó de antemano para ejercer poder en su vida personal al buscar transformar sus
condiciones de vida y a vislumbrar la necesidad de instaurar cambios sociales. Algunos de sus
testimonios de vida nos dan cuenta de que si bien estos proyectos no responden a un enfoque de
género, la superación de este tipo de desigualdad se constituye en un elemento necesario en la tarea
de restablecer a las víctimas:
“Sencillamente por locura me casé a los 17 años… luché mucho porque ese matrimonio funcionara,
tuve tres hijos haciéndome ideas mentales como se dice, de que mi esposo iba a cambiar, por lo que
a los 20 años … me separé. Eso ha sido un trajinar constante, eso fue mi primer desplazamiento en
cuanto a mi vida, en el matrimonio” (Eugenia, 53 años).
“Como te digo soy madre cabeza de hogar y cuando el papá de mis hijos me dejó él me aplastó y me
aplastó al modo de decirme que yo no era capaz, entonces fue como una lucha demostrarle yo si soy
capaz, soy capaz de sacar mis hijos adelante y soy capaz de ser una gran persona y hasta el momento
todavía me falta mucha lucha pero lo he logrado y lo seguiré logrando” (Patricia, 44 años).
En estos casos, al proveer capacitación y generar redes de apoyo para los sujetos víctimas, los
proyectos generaron nuevos marcos y posibilidades de acción de estas mujeres, quienes empezaron
a ejercer su agencia movidas por la reivindicación de sus derechos y por el interés de aportar a
otros. Esta puede interpretarse como una práctica situada de “agencia ciudadana” Lister (2003,
2004) citada por Coulthard (2012), en la medida en que contribuye sustancialmente en la
transformación de condiciones de vida personal y colectiva y son una expresión de poder cotidiano
de las víctimas que se expresan como reivindicaciones potentes de género:
“Nosotros con el Ministerio del Interior y aquí con la Casa de la mujer emprendedora, hicimos
muchos talleres haciendo propuestas a la ley 1448. Entonces yo en una reunión de esas … pedí la
palabra, con conocimiento o no, porque es que los funcionarios me apabullaban mucho porque yo no
tenía conocimiento de las leyes, me cogían por fuera y me decían: ‘usted sabe que dice la Ley 387
en su decreto no sé qué con su artículo tal’, y yo les decía: ‘amor, que pena pero es que yo no soy
abogada, yo solamente sé que tengo un derecho y que lo voy a hacer valer’” (Eugenia, 53 años).
“Creaciones me da para eso, yo no tengo más entradas, ni tengo ayudas, no tengo compañero, no
tengo nada, entonces soy yo la que sostengo todo mi hogar. Entonces mira que ha mejorado, pero
¿cómo he mejorado? Porque he estudiado, porque he luchado (…) No está dando mucha rentabilidad
pero es otro sueño que se está construyendo día a día. Te digo, no tengo económicamente dinero,
pero si ha cambiado mi nivel social de vida a comparación de cómo era cuando vivía en mi casa
40
propia de donde me desplazaron, en San Javier. (...) Sacara partido o no sacara partido, aprendía, iba
desarrollando el mercadeo, las ventas que eran muy difícil para mí, y entonces debido a esto quisieron
formar ellas una cooperativa y las muchachas me escogieron como directora, en estos momentos
estamos luchando para que esa cooperativa nos salga adelante y quiero como formar con ellas una
línea, una línea del siguiente producto (...) Entonces eso me ayudo a ayudarle mucho a las mujeres,
a decirles es que uno es capaz, y si yo fui capaz usted es capaz, porque si yo fui capaz usted es capaz
de hacer todo lo que sea” (Patricia, 44 años).
A partir de lo anterior, puede decirse que uno de los grandes aportes de este proyecto en la
ampliación de libertades para la agencia es la de otorgar redes de apoyo para la comercialización
y distribución de productos a través de la posibilidad de participar en la Estrategia Crisálidas
Emprendiendo Sueños, espacio que puede permitir una generación de ingresos sostenible en el
tiempo y garantizar que los productos sean distribuidos en espacios más allá de los provistos por
la institucionalidad.
“Entonces ir a Colombia Moda porque a ahí nos dimos a conocer y se hicieron como muchas alianzas
y la gente pues en el caso mío me encargaban bolsos, me decían si yo quiero un bolso grande, de tal
color, entonces de ahí me salieron varios encarguitos, entonces eso ya fue después de Colombia
Moda, ellos fueron a mi casa, les hice su producto. En Colombiatex era como mirar la maquinaria
que iba como sacando pero digamos que todavía no, porque yo no tengo capital para invertir en
maquinaria, y digamos que tampoco me gustaría porque entonces mi producto ya dejaría de ser
artesanal” (Silvia, 35 años).
De igual manera, los aportes de los proyectos se pueden traducir en mejoramientos cotidianos de
las condiciones de vida de las víctimas, que cambian la vida personal de las mismas e impactan su
entorno próximo:
“Con este negocio en este momento ayudo al sostenimiento de mi casa, es decir, para el arriendo no
alcanza, claro que en temporada como amor y amistad o en diciembre las ventas se disparan (…) Por
ejemplo la calidad de vida con respecto a la economía cambio, la calidad en cuanto al trabajo cambio,
porque ahora tengo como algo que hacer a pesar de que voy a cumplir 62 años, este trabajo para mi
es una bendición porque me entretengo, paso el tiempo entretenida, me gusta interactuar con las
personas, me gusta lo que hago y me ha cambiado en el núcleo familiar, mi hija ahora que está en la
casa me ayuda mucho con esto y mi esposo que era tan negativo se ha dado cuenta que se puede …
41
Él no me apoyaba, pero ahora que ve que entra un ingreso a la casa por medio de los chocolates me
apoya, entonces son muchas cosas” (Ana, 61 años).
Además de los elementos mencionados, fue interesante apreciar en las entrevistas que el escenario
de libertades ofrecidos por el fortalecimiento a UP, aunque limitado, favorece el ejercicio de una
capacidad de “agencia estratégica” que sin generar cambios radicales en los hábitos y formas
actuales de vida de los sujetos víctimas, si se entienden como un instrumento de desarrollo y de
transformación a futuro20. Este es un contexto propicio para que el sujeto adopte de manera
estratégica "la marca" de ser víctima en función de trabajar por cambios que muy probablemente
no se ven reflejados en sus condiciones de vida actuales, pero que se pueden materializar en
escenarios próximos. Esta situación puede interpretarse como una “práctica situada de poder”
(Giddens, 2011) en la medida en que el sujeto víctima aprovecha estos recursos y oportunidades
estructurales, además de las libertades económicas ofrecidas para generar efectos futuros sobre su
vida, de ahí que si bien la UP no se considera una única fuente de ingresos, ni el único medio para
la subsistencia y la autonomía, si se le aprecia como un camino para el logro de proyectos futuros
y el desarrollo de otras libertades que, en muchos de los casos, están asociados con la continuidad
de los emprendimientos generados por ellas:
“Trabajar mucho, igual si no somos constantes y no se trabaja en esto no vamos a lograr nada.
Entonces siempre estamos muy enfocados ya sea en lo que nos guste, en el estudio de grabación o
por aparte y no dejar de lado la empresa porque igual ahí es donde tengo la estabilidad económica”
(Andrés, 26 años, UP).
“Mi meta es conseguirme una casa, una casa de primer piso, donde yo pueda mejorar mi calidad de
vida, la calidad de vida de mis papás que ya son dos adultos mayores, como estar más tranquilos, no
como a la espera de esto, entonces tener una casa propia, como ir subsanando muchas cosas. Yo digo
que teniendo una casa propia … para mi seria mucha ventaja en lo económico” (Silvia, 35 años).
“Que Creaciones este llena de empleadas y se sostenga, ese es una de los principales sueños, y en
cuestión laboral ese es el que más me gustaría a mí, que pudiera estar dándole empleo a bastante
20 Desde el enfoque que aquí se plantea el cambio se entiende como un proceso que se da en un espacio y un tiempo establecidos,
incluyendo el plano de la subjetividad y lo cotidiano. En este contexto, los sujetos cuentan con una conciencia reflexiva llena de
sentidos a partir de su realidad y de ellos mismos, sin embargo cuando se enfrentan a nuevas reglas y recursos reflexionan en torno
a ellos y los agregan a su acervo o a su propia conciencia reflexiva permitiendo la re significación de su experiencia y permitiéndoles
nombrarse desde otras dimensiones. En este sentido, el cambio se entiende más desde el obrar de los agentes, integrando nuevos
hábitos y rutinas a sus formas de vida, obrando y relacionándose desde nuevas formas discursivas y ampliando sus marcos de
acción.
42
[gente] sin tener yo que estar sufriendo porque falta dinero, porque no hay con que pagar una nómina,
porque ya llegaron las cuentas y no hay con que pagar. Pero lo principal que yo deseo es ser feliz y
creo que es lo más difícil, es lo más difícil pero se está logrando” (Patricia, 44 años).
En este contexto, la práctica de agencia estratégica no sólo en lo referido a los proyectos
analizados, sino a nivel general significa continuar participando de procesos institucionales como
un ejercicio que debe ocurrir a la par con el trabajo personal por objetivos futuros:
“Yo entendí que todo lo que se llama participación gubernamental es un sofisma de distracción para
las comunidades (…) Porque es que ellos necesitan, todos los que son funcionarios que trabajan en
participación, es poder ganarse su plata, pero desde los gobiernos ya tienen creado que va ser, cómo
van hacer con las víctimas y entonces las víctimas llegan y dicen: ‘Nosotros queremos que en el
barrio hagan esto’, entonces montan esto pero debajo van otras cosas que en ningún momento las
montamos nosotros, sino que ya venían creadas, ¿todo para qué?, para poder justificar los dineros
que gastan (…) Entonces yo de todas maneras siempre a la par que yo estaba aprendiendo como
lideresa, trabajando por las comunidades, yo nunca deje mi negocio” (Eugenia, 53 años).
Sumado a lo anterior, el ejercicio de prácticas de agencia estratégica se constituye en una manera
de producir resistencia cotidiana de la víctima en un contexto de limitados recursos estructurales,
los cuales operan bajo unos tiempos establecidos, recursos económicos mínimos y con requisitos
de participación determinados y plantean rutas de atención prefijadas a las que el sujeto víctima se
tiene que adaptar:
“Que nos den, ósea estamos de mendigos, y las instituciones nos re victimizan porque dicen: ‘es que
no cumpliste el tiempo para estar acá’, para darle a uno cinco mil o diez mil pesos” (Eugenia, 53
años).
Sumado a lo anterior, cuando el sujeto víctima es informado de las rutas que existen para su
atención y asistencia, el espectro de opciones ofrecidas para ella responden a determinadas lógicas
y visiones estatales, que se presentan como una manera de empoderarlas frente a su proceso de
restablecimiento, pero que no las incluyen de una manera activa: “Si [la víctima] lo busca porque
nosotros ya le hemos brindado toda la asesoría y le decimos: ´mira esto está abierto para ti, tú lo
puedes hacer ¿quieres?´” ((Funcionaria UMARV, líder de Autonomía Económica).
Las rutas de atención y asistencia comprenden, en primera instancia, el mencionado diagnóstico
para la ayuda o el diagnóstico para el desarrollo de la víctima. En segunda instancia, las víctimas
43
que entran a hacer parte del proceso de fortalecimiento reciben capacitaciones en temas
relacionados con el emprendimiento y asesorías individuales en la construcción de sus planes de
negocios y son orientadas en función del acceso a espacios de formación académica. Dicho en
palabras de la líder de Autonomía Económica de la UMARV para el periodo 2012-2015:“lo que
se hace a través de este proceso es enrutarlas. O sea, nosotros priorizamos esas familias que
estamos fortaleciendo para insertarlas a la ruta de empleo y educación”.
En este trasegar, los proyectos en mención presentan dos deficiencias que se traducen en
dificultades para la ampliación de libertades y ejercicio de la capacidad de agencia de las víctimas
y que pueden dar cuenta de problemas que enfrenta el modelo de atención a las víctimas en
Medellín. En primera instancia, se encuentra deficiencia para acompañar procesos que se apartan
de lógicas muy predeterminadas de "lo productivo", donde se expresan diferentes comprensiones
del desarrollo, que en determinado momento terminan por afectar la continuidad de los procesos
de fortalecimiento a los emprendimientos generados por las víctimas.
En este sentido, si bien existe una apuesta por parte de los funcionarios de la UMARV en función
de rescatar los saberes y gustos de los sujetos que participan del fortalecimiento; también entran
en escena visiones muy determinadas por las lógicas de desarrollo económico, bajo las cuales lo
"productivo" se equipara con la idea de generar ingresos, quedándose muy corto en el
acompañamiento otro tipo de emprendimientos. Esta aseveración es evidenciada en el contraste
que presentan los siguientes testimonios:
“Estamos tratando de fortalecer lo que ya hay, lo que la gente empíricamente ha hecho y lo que le
gusta.; entonces esa situación a mí me parece que ha sido muy importante porque recogemos la
historia tradicional y también la multiculturalidad” (funcionaria UMARV, líder Autonomía
Económica).
“Lo que pasa es que nosotros somos un caso especial dentro de la UMARV, porque es que cuando
yo llego a los procesos me dicen ‘¿y su producto qué es? ¿Cuál es su cosa Productiva?’ Porque eso
tiene un nombre, su Unidad Productiva. Entonces yo les digo ‘un estudio musical’, entonces me
miran y empiezan a voltear hojas, pero es que acá no dice cómo tiene que hacer ni cuanto se gasta,
cuánto gana, el IVA de la luz, que el IVA de esto, que el IVA de aquello. Entonces yo llego y les
digo ‘bueno y ¿entonces cuánto es el IVA de una pista?’ Y ellos dicen ‘¿y qué es una pista?’ Porque
es un caso especial, ellos nunca habían tenido esos casos. Ellos atienden son tiendas, supermercados,
44
peluquerías, cosas así. Mientras que nosotros llegamos y dijimos ‘nosotros somos es músicos y
nuestro fortalecimiento es musical totalmente’” (Andrés, 26 años).
Esta deficiencia tiene que ver con una comprensión de la generación de ingresos como un paso
definitivo y único para el logro de la autonomía de las víctimas donde se le transfiere la
responsabilidad a la misma de producir su vida a partir de unas garantías netamente económicas,
lo que pone en evidencia que los procesos de restablecimiento ofrecen un espectro de libertades
muy fragmentado y reducido que difícilmente puede aportar en la superación de los problemas de
desarrollo que afectan de manera directa la vida de las víctimas y que junto con la victimización
requieren de soluciones por parte del Estado. En este contexto, se le otorga a la víctima un
desembolso21 que es finito y que involucra un acompañamiento en la construcción de planes de
negocio y en la compra de insumos, desembolso que es útil en la tarea de fortalecer la UP pero que
no es determinante en generar la continuidad de la misma. De esta manera, si la UP no cuenta con
potencial de comercialización, se va extinguiendo con el paso del tiempo:
“Es que ese fue el asunto, que la UP ya empezó a pedir resultados (…) Entonces ya empezamos a
ver y empezaron a pedir cuentas de grupo. ¿Cuánto fue del concierto? ¿Cuánto fue de lo otro? ¿Por
qué le paga a este eso? Y se empezaron a generar problemas y yo decidí cancelarlo y quedamos con
un estudio, con un súper mega estudio que nadie utilizaba” (Andrés, 26 años).
En segunda instancia, el proceso de fortalecimiento por si solo es deficiente en la generación de
autonomía y auto sostenibilidad de los sujetos víctimas. Ello ocurre por el hecho de que el
fortalecimiento se cimienta principalmente en el restablecimiento de derechos económicos y si
bien promueve un acompañamiento a la UP, la misma está condenada a extinguirse cuando no
responde a la lógica de productividad del proyecto. En este sentido, los proyectos expresan una
debilidad general de los programas institucionales para las víctimas, pues al estar centrados en una
realidad no se articulan con otras demandas y necesidades de las víctimas que son igualmente
importantes.
De ahí que el restablecimiento en los términos en que se encuentra ideado en el marco de los
proyectos, debería dar un paso más allá del plano de los “servicios económicos” y sustentarse sobre
la idea de un desarrollo más humano que contemple un mayor espectro de ampliación de libertades
21 De acuerdo con la Alcaldía de Medellín (2013), para este momento el valor del desembolso se definía según lo estipulado en el
Plan de Desarrollo Municipal. Algunas de las víctimas entrevistadas hablan de un promedio de dos a tres millones de pesos. Cada
UP puede recibir hasta dos fortalecimientos.
45
de los sujetos víctimas. Si bien el enfoque del emprendimiento como elemento discursivo, podría
servir como eslabón para que el restablecimiento cuente con un “enfoque reparador” (Ley 1448 de
2011); este aún se queda corto en la tarea de trascender la lógica productiva que permea los
procesos y que se encuentra sustentada principalmente en el desarrollo económico del sujeto
víctima. Por esta razón, se plantea como un reto que los proyectos trasciendan la lógica asistencial
y ofrezca un escenario de libertades y oportunidades más amplio, como recursos estructurales que
le permitan a la víctima su actuación como agente.
Finalmente, el discurso de la ayuda y la dependencia que impera en la implementación de los
proyectos, no permite que el efecto de esta intervención sea lo suficientemente contundente en la
tarea de romper con el círculo de la informalidad laboral y de garantizar que se superen
determinantes estructurales como la pobreza y la inequidad social y económica. En consecuencia,
se reproduce una informalidad que afirma condiciones de vulnerabilidad y que puede aportar en la
construcción de un sujeto víctima como un eterno necesitado de las instituciones. Esta es una
consecuencia no esperada de estos procesos que se deriva de la manera en que opera la atención,
situación que es interpretada por las víctimas así:
“A mí no me pueden catalogar de auto sostenible, porque es que yo tengo que pensar en establecer
mi negocio y el negocio de nosotros es cargando mi hijo y yo al hombro un montón de arepas,
haciendo recorrido por todo Medellín. Eso no es dignidad para una persona que diga: ‘tengo un buen
empleo, tengo un empleo que me dignifique’. La meta mía es poder tener mi negocio establecido y
sobre todo porque sé que tengo productos que se venden y tengo la forma de analizar qué es lo que
se puede hacer (…) Vendemos bien, pero también tenemos que pagar transportes para ir de aquí hasta
allá de allá hasta acá” (Eugenia, 53 años).
46
5. DISERTACIONES FINALES: LA VÍCTIMA COMO AGENTE DEL
DESARROLLO HUMANO
Los planteamientos de los capítulos anteriores dan cuenta de un proceso institucional diseñado
para las víctimas de la ciudad de Medellín, donde entran en juego discursos y visiones del
restablecimiento de derechos muy permeadas por lógicas institucionales que entienden y asocian
el desarrollo del sujeto víctima desde una dimensión económica. De esta relación, puede surgir
dos consecuencias: la primera de ellas es la creación y el fortalecimiento de sentidos de la
victimización asociados con visiones estereotipadas de las víctimas como sujetos de ayuda. La
segunda se constituye en una consecuencia de la primera, pues lo anterior puede derivar en el
hecho de que estos proyectos no tengan un efecto contundente en fortalecer otras dimensiones
importantes como el restablecimiento de su ciudadanía y con ello el hacerse acreedoras a derechos
políticos y sociales que las habiliten como sujetos con capacidad de agencia y acción. Este
escenario plantea la construcción de un sujeto víctima a través de rutas de acción prefijadas que
buscan solucionar su déficit y atender una necesidad diagnosticada.
No obstante, como lo evidencian las entrevistas, en este camino las víctimas no aparecen como
papeles en blanco para ser moldeados de manera determinante por la estructura, sino que por el
contrario cuentan con un acervo de experiencia ya sea como líderes o lideresas, ya sea por su
historia personal o por su incursión previa en otros espacios institucionales, que les permite
resignificar incluso los sentidos estructurales que la determinan. De esta manera, a partir de las
reflexiones que suscita el análisis de este caso, puede decirse que el sujeto víctima como agente
del desarrollo humano se construye a través de los proyectos en dos escenarios que pueden parecer
contradictorios pero que en últimas le permiten generar cambios en su vida cotidiana, en sus
maneras de actuar y de significarse: el hegemónico y el cotidiano.
El escenario hegemónico corresponde al planteado al inicio de este apartado, donde se promueve
como forma de restablecimiento un modelo de desarrollo económico y la víctima se entiende como
un sujeto de ayuda que requiere ser diagnosticada. En el caso analizado, esta visión de desarrollo
económico predominante es funcional a la expresión de visiones particulares sobre lo productivo,
la autonomía y el auto sostenimiento, muy mediadas por un enfoque del progreso económico como
el fin último del desarrollo y donde el restablecimiento se encuentra muy asociado con la idea de
ayuda. De ahí que la capacidad institucional que se despliega a través de estos proyectos se
47
encuentre organizada para fortalecer principalmente emprendimientos en la línea de lo que se
considera tiene potencial de comercialización y que le apunte primordialmente al fortalecimiento
de capacidades para competir, emprender y desenvolverse en el campo económico.
Pero en su cotidianidad las víctimas no son sujetos pasivos o netamente inconscientes, sino que
son sujetos que por sus experiencias cuentan con recursos propios y se relacionan con los recursos
ofrecidos por la estructura a través de su conciencia, reflexividad, necesidades y emociones. Estas
últimas, le permiten a las víctimas una re significación del sentido de la victimización que las lleva
a definir estrategias y emprender acciones diferentes como las de ayudar a otros, acceder y explorar
espacios y realidades distintas a las que acostumbraban y a experimentar mejoramientos cotidianos
en sus formas de vida.
En este contexto, la víctima no necesariamente se construye como sujeto de ayuda, sino que asume
de manera estratégica la “marca” de víctima emprendedora asumiendo un “esencialismo
estratégico” que le permite construirse desde otras dimensiones y dar el paso a ser un “agente
estratégico” con posibilidades de transformación a futuro. En este sentido, si bien la categoría que
de emprendimiento se configura como el resultado de una lógica neoliberal que despoja al Estado
de su responsabilidad, se constituye en el recurso estructural que la misma aprovecha para
construirse desde otros escenarios como los negocios y el emprendimiento. Esto implica un grado
de capacidad de negociar con su propia realidad y con la estructura que se le ofrece y de asumir
estratégicamente la identidad de víctima y la etiqueta de emprendedora para empezar a trabajar
por proyectos que generen cambios futuros.
Esto permite considerar que el sujeto víctima no sólo es construido a través de las lógicas de Estado
y desarrollo, sino que también se resiste, se adapta, y también aprovecha los recursos y libertades
ofrecidos por la estructura para resignificarse como ciudadano, como agente y constructor de su
desarrollo. En este sentido, si bien esta investigación no se preguntó de manera directa por la
relación víctima, ciudadanía y desarrollo humano, de manera intrínseca permitió identificar que
las víctimas que participan en proyectos como los analizados, experimentan una lucha por ser
reconocidas como ciudadanas acreedoras de derechos. Explorar esta relación mencionada de
manera más explícita, continua siendo una tarea que no se agota y que puede arrojar grandes
conocimientos que cualifiquen los procesos de restablecimiento.
48
Recapitulando, puede decirse que la relación entre victimización, agencia y desarrollo humano es
una relación de contradicciones que expresan la dualidad de la estructura presente en los procesos
asistencia y restablecimiento de derechos pensados para las víctimas. De esta manera, a la vez que
se promueven sentidos, reglas y modelos de desarrollo (como escenarios hegemónicos), se ofrecen
recursos estructurales que la víctima como un sujeto reflexivo puede aprovechar para adoptar
prácticas de poder que aporten en su vida y en la de otros (como escenarios cotidianos). El sujeto
víctima se encuentra entonces en una lucha entre ser constreñido y asumir la marca de ser víctima,
asumir esencialismos estratégicos para acceder a los procesos institucionales y reivindicar su
condición de ciudadana acreedora de derechos. En esta disputa la marca de víctima emprendedora
resuelve esta posición esencialista y la lleva a asumir una nueva identidad que se deriva en una
capacidad de agencia estratégica. En esta disputa la víctima se construye como un agente de
desarrollo que aunque constreñido, con libertades limitadas, cuenta con recursos y experiencias
que aprovecha en la tarea de significarse como sujeto activo con poder y capacidad de acción.
En este panorama, se pueden apreciar algunos aportes de los programas en la ampliación de ciertas
libertades de las víctimas. Uno de estos es la generación de redes de apoyo para la distribución de
productos que se traducen en nuevos marcos de acción para el sujeto víctima, dándose a conocer
en espacios distintos a los que acostumbraban. Este puede convertirse en un escenario propicio
para el empoderamiento y el ejercicio de la capacidad de agencia de las víctimas en la medida en
que se conjuga con sus experiencias vitales para permitirles explorar espacios desconocidos donde
puedan poner en escena su capacidad creativa.
De la acción de los proyectos también pueden rastrearse mejoramientos cotidianos como generar
pequeños ingresos para el sustento familiar, cambios en el nivel de vida, acceso a algunos recursos,
entre otros. No obstante, si puede apreciarse que sin ser muy radicales los proyectos, las víctimas
valoran de manera positiva estas rutas de acción ofrecidas por la institucionalidad como una forma
de trabajar por objetivos a futuro. Asumir la marca del ser víctima puede convertirse en algunos
casos en una acción estratégica de poder, donde el condicionamiento y los recursos de la estructura
se aprovechan y ofrece alternativas de cambio en marcos de acción que son muy restringidos.
En este contexto, si bien el presente proyecto no se preguntó de manera directa por el tema del
género, si es de resaltar que la experiencia de las mujeres cobra vital importancia porque sus
narrativas expresan la necesidad de que los proyectos de restablecimiento como escenarios de
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ampliación de libertades se convierta en un instrumento poderoso contra la desigualdad de género.
En este caso, puede decirse que los mismos aportan de una manera significativa a la resignificación
de la experiencia de ser víctima mujer, y contribuye a fortalecer y generar en ellas posiciones de
liderazgo social, comunitario y de emprendimiento. Considerar este elemento es importante en
términos de entender que todos los proyectos de acompañamiento a las víctimas deben contar con
un componente claro que le apunte a la superación de desigualdades estructurales como la pobreza,
la discriminación y la desigualdad de género.
En este sentido, los proyectos de fortalecimiento a UP y la estrategia de comercialización de
productos, deberían dar un paso contundente en la tarea de articularse con la reparación o dar el
paso hacia un enfoque reparador que garantice una mayor integralidad en la expansión de las
diversas libertades de los sujetos víctimas. Estas libertades pueden traducirse, retomando las
consideraciones de Sen (2000), en: el acceso a la educación como una manera de ampliar las
capacidades de las víctimas; el disfrute de libertades políticas que involucra el goce efectivo de
derechos como la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición; la seguridad
protectora que garantice la posibilidad de superar condiciones de vulnerabilidad; la transparencia,
que en este caso puede relacionarse con el acceso a la información clara y oportuna sobre
programas y mecanismos de restitución de derechos y, finalmente, los servicios económicos que
pueden asociarse con los desembolsos e indemnizaciones, importantes pero no únicos en la tarea
de reparar.
Propuestas como la “reparación transformadora” (Uprimny y Saffon, 2009), adquiere relevancia
dentro de este contexto donde las demandas para este tipo de proyectos deberían ir más allá de la
garantía de unos mínimos económicos y extenderse al campo del desarrollo humano. En este
sentido, vale la pena continuar generando preguntas de investigación en torno a la manera en que
los proyectos institucionales de estabilización y restablecimiento de derechos sociales y
económicos, pueden dar el paso para convertirse en procesos con un fuerte enfoque reparador que
garantice una mayor integralidad en las acciones y que genere efectos duraderos, permitiendo
eficaces transformaciones de las realidades de las víctimas. Sin embargo, ¿cómo se puede lograr
esta transición cuando la implementación misma de los procesos de reparación se queda corta en
atender las complejas necesidades de las víctimas y en atender a estándares de integralidad como
los establecidos por las Naciones Unidas (2005)?. Esta es una pregunta que sigue estando presente
50
en el campo del conocimiento y que puede convocar muchos más estudios desde diversas
disciplinas. Lo que si puede afirmarse es que para que esto suceda estas iniciativas deberían
apuntar, como bien lo anotan algunos autores, a generar procesos integrales (UN, 2005) con un
carácter procesual (Roht y Orlovsky, 2009), con obligaciones progresivas (Pérez, 2013) y con un
sentido transformador (Uprimny y Saffon, 2009).
Sumado a lo anterior, puede concluirse es que si bien estos proyectos están pensados con fines
concretos, deberían generar mecanismos para reivindicar múltiples derechos de las víctimas
articulando el restablecimiento a la reparación y garantizando aspectos como la no repetición en
la medida en que se atacan condiciones de vulnerabilidad articuladas con su experiencia. Además,
deben conjugarse con medidas de satisfacción que permitan también el acceso a la verdad y la
justicia, como mecanismos que junto con la reparación les permitan rehacer sus vidas no sólo desde
el plano de lo económico, sino también en el plano emocional y afectivo.
De igual manera, el que existan rutas de acción establecidas de antemano que no consulten la
opinión de las víctimas, no deja de ser problemático y obliga a pensar en la necesidad de que el
restablecimiento pierda ese carácter de misión para el desarrollo económico, donde se le ofrece al
sujeto víctima lo que se considera puede dar solución a su “necesidad”. Rescatar la voz de las
víctimas y sus lecturas, se constituye también en un reto de este tipo de proyectos, pues ellas
cuentan con la “legitimidad de la palabra” (Jelin, 2001) que puede ser valiosa en función de
expresar sus necesidades. En este escenario, la vulnerabilidad (Butler, 2006) más que constituirse
en un arma para determinar la vida de las víctimas y reforzar el discurso de la ayuda y el
asistencialismo, podrá ser un arma para el reconocimiento de responsabilidades por parte del
Estado y de transformación y resistencia, por parte de las víctimas.
Por lo anterior, es importante que los proyectos trasciendan la lógica de desarrollo económico
donde el restablecimiento se equipara con la idea de la libertad a nivel económico y la generación
de capital, y donde “lo productivo” se limita al plano de lo instrumental. Rescatar lo que los sujetos
víctimas “tienen razones para valorar”, ampliando de esta manera múltiples libertades y
capacidades (Sen, 2000), se constituye en una tarea y reto fundamental de los proyectos. En este
sentido, si bien se observa una intención de los funcionarios del programa de autonomía económica
por hacerlo, se hace necesario superar las barreras institucionales que imponen la falta de
51
continuidad en los procesos y que reproducen problemas estructurales como la informalidad
laboral.
Finalmente, una de las conclusiones más importantes que permite la lectura propuesta en la
presente investigación, es que el desarrollo humano no es algo dado, sino que es una construcción
a partir de la puesta en escena de elementos estructurales y de sentidos particulares que ponen en
juego múltiples intencionalidades. Los estudios del desarrollo exigen una mirada menos
determinista que le den un peso a la estructura como generadora de discursos y modelos de
desarrollo, pero que también considere que los recursos y limitantes estructurales llegan a sujetos
con experiencias vitales, con capacidad de reflexión, con emociones y posibilidades y que este
escenario contradictorio produce diversos efectos en sus vidas. El sujeto víctima como agente del
desarrollo humano se produce en este escenario que puede parecer contradictorio, pero que no deja
de ser importante en la tarea de permitirle ejercer poder en su vida cotidiana.
52
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CA.
56
7. ANEXOS
7.1 ANEXO 1: Fases de la investigación
FASE ELEMENTOS QUE LA
INTEGRAN
ESTADO
FASE 1:
Exploración,
diseño y
descripción
Diseño: selección del “caso o casos”
Definición de temas que involucran
recolección y sistematización de
información preliminar, es decir,
conocimiento del entorno y contexto
inmediato donde se llevará a cabo la
investigación.
Planteamiento de pregunta.
Evaluar factibilidad y pertinencia del
estudio.
Toma de decisiones sobre escenarios e
informantes.
Construcción e identificación de
categorías.
Caso seleccionado a través de la proximidad con algunos
programas de la ciudad para las víctimas a través de la
experiencia laboral (Casa de la Memoria para Medellín,
Sistematización del proceso de retorno Medellín-San Carlos)
Tema definido, se contó con información preliminar recogida en
medios virtuales.
Preguntas iniciales planteadas a través de aproximaciones
preliminares a la estrategia.
Pertinencia del estudio evaluada. Se encontró pertinente y viable
el estudio, se contaba con contactos en la ciudad de Medellín
para identificar los sujetos de la investigación.
Definidos criterios de selección sobre informantes (años de
participación en los proyectos, variedad de UP, insertos o no en
la estrategia Crisálidas)
Estas fueron identificadas a partir de la teoría.
FASE 2:
Focalización,
interpretación,
recolección de
la información,
registro,
sistematización.
Trabajo de campo: establecimiento de
relaciones con porteros e informantes,
recolección de información.
Registro, sistematización y análisis
preliminares.
Confrontación objetivos-logros.
Ajustes al diseño inicial.
Construcción de categorías emergentes.
Contacto con la líder del Programa de Autonomía Económica de
la UMARV y la líder de la Unidad de Atención y Orientación
(UAO) de las víctimas, barrio belencito. Visitas a UP, se
acompañó una jornada de “feria” donde las emprendedoras de la
estrategia “Crisálidas” ofrecieron sus productos en el primer
piso de la Alcaldía de Medellín. Allí se establecieron los
contactos iniciales con las víctimas y se programaron
entrevistas.
- Se transcribieron entrevistas.
- Se realizó una lectura detallada de cada una de ellas.
- Se trianguló la información a través del programa
Atlas.ti.
- Se encontraron categorías emergentes como la
“víctima emprendedora” y víctima como sujeto de
ayuda, diagnóstico para la ayuda.
FASE 3:
Profundización,
análisis,
presentación de
resultados.
Redacción de informe final.
Interpretación de los datos.
Clasificación o tipificación de la
información.
Triangulación.
Confrontación datos- Categorías de
análisis.
Informe final redactado a partir de sistematización y análisis de
la información.
Fuente: Elaboración propia a partir de cuadro construido por Galeano (2004) de proceso metodológico en el estudio
de caso (p. 73).
57
7.2 ANEXO 2: Guía de entrevista sujeto víctima
Categoría Fases de la entrevista
o temática abordada Preguntas asociadas
SUJETO
VÍCTIMA
Caracterización de la
victima
1. Quién es: nombre, donde y con quién vive, cuántos años
tiene, pertenece a alguna organización?.
ESTRUCTURA Preguntas de
transición
2. ¿Y qué pasaba en ese momento con su familia?
3. ¿Cómo se describe usted o a su familia antes de participar
del proyecto?
4. ¿Cómo era su vida en ese momento?
5. ¿Qué dificultades tuvo que sortear?
SUJETO
VÍCTIMA
Sentidos de la
victimización creados
y reforzados (visiones
estereotipadas,
sentidos hegemónicos
o contra
hegemónicos)
En cuanto a la experiencia de victimización:
6. ¿Cómo se sintió en ese momento?
7. ¿A dónde o a quien acudió en ese momento?
8. ¿Con quién contó para sortear ese momento difícil?
9. ¿Supo de algún programa de alguna institución del
gobierno?¿Cuál?
10. ¿En qué tipo de procesos participó?
11. ¿Cómo cree usted que los demás lo veían en ese
momento?
12. ¿Cómo se veía a usted mismo en este momento?
13. ¿En ese momento conoció a otras personas que estaban
atravesando por su misma situación?
14. ¿Cómo las veía usted a ellas?
15. ¿A partir de ese momento empezó a hacer parte de alguna
organización de víctimas?
16. De ser así ¿En qué consistió su participación en la misma?
17. ¿Cuál era su papel al interior de esta organización?
18. ¿Le creyeron cuando usted se declaró como víctima?
19. ¿Qué tuvo que hacer para que le creyeran?
20. ¿Qué tuvo que hacer para tener acceso a los programas de
las instituciones que trabajaban con el tema?
21. ¿Tuvo conocimiento de sus derechos como víctima en ese
momento? ¿A través de qué medios los conoció?
22. ¿Qué significaba ser víctima para usted en ese momento.
ESTRUCTURA
RECURSOS,
OPORTUNIDA
DES Y
LIBERTADES
Dualidad de la
estructura (Reglas,
recursos, hábitos,
ampliación de
libertades y
capacidades)
23. ¿A qué se dedica ahora?
24. ¿Se dedica a lo mismo a lo que se dedicaba antes?
25. ¿Y le gusta lo que hace actualmente?
26. ¿Cómo llegó al proyecto?
27. ¿Cómo se enteró del proyecto?
28. ¿Cuánto tiempo lleva en el proyecto?
29. ¿De qué actividades participa en el proyecto?
30. ¿Qué ha aprendido en el proyecto?
31. ¿Lo aprendido le ha servido para algo?
32. ¿Para qué ha sido útil lo aprendido?
33. ¿Ha creado cosas nuevas a partir de lo aprendido?
58
34. 34. ¿Su unidad productiva fortalecida a partir de la
participación en el proyecto le genera ingresos?
35. ¿Para qué le sirven estos ingresos?
36. ¿Ha innovado o ha cambiado en algo su producto desde
que está participando en este proyecto?
37. ¿Ha tenido acceso a espacios educativos a través del
proyecto? ¿A cuáles? ¿Qué cosas ha aprendido allí?
38. ¿Ha tenido la oportunidad de comercializar sus productos?
39. ¿A quién se los vende?
40. ¿Cuáles son sus principales clientes?
41. ¿Ha cambiado en algo su vida a partir de tu participación
en estos proyectos?
42. ¿Ha cambiado en algo su forma de verse a si mism@ a
partir de su participación en estos proyectos?
43. ¿Cómo se describe a usted en este momento?
AGENCIA
Agencia y desarrollo,
reproducción de la
estructura,
transformación
44. ¿Cómo vive ahora?
45 ¿De qué cosas (a nivel económico y en cuanto a
responsabilidades se encarga en su hogar?
46. ¿Quién toma la mayor parte de las decisiones en su hogar?
47. ¿Cuáles de esas responsabilidades a nivel económico
puede suplir con lo que recibe a través de su unidad
productiva?
48. ¿Su participación en estos proyectos le ha permitido
ingresar a otros espacios en los que usted no había
participado? De ser así ¿Cuáles son?
49. ¿En qué consiste su participación en estos espacios?
50. ¿Hace parte de alguna organización de víctimas en este
momento?
51. En caso de ser afirmativa la anterior respuesta ¿En qué
consiste su participación en esta?
52. ¿Por qué vio importante su participación en la
organización?
53. ¿Está conforme con la oferta que tiene la ciudad para
atender a las víctimas?
54. ¿Qué dificultades enfrenta en este momento?
55. ¿De qué estrategias se vale para superarlas?
56. ¿Con quién cuenta en este momento para superar los
obstáculos que encuentra?
57. ¿Cuáles son sus redes de apoyo?
58. ¿Cree que el proyecto ha cambiado en algo su visión de si
mism@?
59. De ser así ¿En qué?
60. ¿Qué cosas de las que hacía antes ha dejado de hacer
después de participar en el proyecto y que cosas nuevas ha
empezado a hacer?
61. ¿Cuáles han sido desde su punto de vista los principales
aportes del proyecto en su vida?
59
7.3. ANEXO 3: Guía de entrevistas a funcionarios públicos unidad municipal de atención y
reparación a víctimas
Dependencia: Línea de restablecimiento
Autonomía Económica
Preámbulo:
Esta entrevista busca acceder al conocimiento específico de los funcionarios (as) involucrados (as)
en la formulación o implementación de los proyectos de Fortalecimiento a Unidades Productivas
y Estrategias de Comercialización implementados por la Administración del Municipio de
Medellín durante el periodo 2012-2015, así como sus vivencias y experiencias sobre los mismos.
Con el fin de hacer de esta entrevista una experiencia valiosa y satisfactoria para las partes, se debe
tener en cuenta:
La grabación de la entrevista constituye el medio ideal para el análisis de la información
en la presente investigación, pues evita la tergiversación de la información suministrada y
permite un diálogo libre y espontáneo durante su desarrollo. Por esta razón, solicito
respetuosamente su respectiva autorización para la utilización de este medio.
Toda la información obtenida en esta entrevista tendrá un manejo estrictamente
confidencial y anónimo, y será utilizada exclusivamente por la investigadora del proyecto
para los fines antes descritos. No tiene carácter de evaluación del proceso.
Dado el carácter libre y voluntario de la entrevista, la persona puede interrumpir el curso
de la misma o responder selectivamente las preguntas planteadas cuando encuentre motivo
para ello.
La entrevista se iniciará sólo en el momento en que el facilitador considere que las
condiciones están dadas para hacerlo y tendrá una duración aproximada de una hora.
Entrevista:
Información general:
1. Datos generales del entrevistado: Nombre, dependencia en la que trabaja.
Información específica:
1. ¿Qué pasaba en Medellín en materia de atención a víctimas al momento que inició el proyecto?
2. ¿De dónde surgió esta iniciativa?
3. ¿Qué actores la impulsaron desde el principio (funcionarios, organizaciones de víctimas)?
4. ¿Por qué bajo la línea de fortalecimiento?
5. ¿Había alguna experiencia previa?
6. ¿Qué aprendizajes se retomaron de allí para el diseño de la nueva?
7. ¿Cómo se inició el proceso de diseño?
8. ¿Hubo alguna metodología orientadora?
9. ¿En qué espacios se construyó?
10. ¿Bajo qué supuestos se diseñó el programa?
11. ¿Bajo qué visión de víctimas se diseñó el programa?
12. ¿Bajo qué visión de fortalecimiento se inició el programa?
13. ¿Hubo alguna participación de víctimas o de sociedad civil en el diseño?
60
14. ¿Hubo alguna asesoría externa?
15. ¿Desde qué experiencia venían las personas que trabajaron en el diseño y qué aportes tuvieron en
la concepción del programa?
16. ¿Qué líneas se establecieron para la acción del programa?
17. ¿Cuáles fueron los objetivos y cómo se definieron?
18. ¿Por qué se priorizaron esas líneas y no otras?
19. ¿Cómo fue el proceso de definir la estrategia?
20. ¿Quienes participaron en dicha definición?
21. ¿Cómo se definió la población objetivo y las zonas de influencia?
22. ¿Cómo fue la puesta en marcha?
23. ¿Se articuló con otro programa?
24. ¿Cuáles eran las expectativas iniciales del proyecto?
25. ¿Cambiaron de alguna forma durante la puesta en marcha?
26. Cuales han sido los aprendizajes tempranos del proyecto
27. ¿Qué implicaciones ha tenido el proyecto?
28. ¿Con qué dificultades se ha encontrado el proyecto?
29. Desde su punto de vista, ¿Cuáles han sido los mayores aportes del proyecto para el restablecimiento
de las víctimas?
61
7.4. ANEXO 4: Cuadro de categorías analíticas
Cuadro de Categorías analíticas
Concepto Categoría analítica Temas
Sujeto víctima
Sujeto sufriente y sacrificado
Sentidos de la victimización
reforzados (visiones
estereotipadas, sentidos
hegemónicos o contra
hegemónicos)
Sujeto marcado
Sujeto colectivo
Sujeto con derecho y político
Sujeto reparado
Estructura
Sentidos hegemónicos de la victimización
(DDHH, justicia transicional, reparación)
Dualidad de la estructura (Reglas,
recursos, hábitos, ampliación de
libertades y capacidades)
hábitos asociados a la victimización
Oportunidades-Recursos: acceso mercado
laboral y productivo
Oportunidades-Recursos: Acceso a
derechos y Reparación.
Agencia y
desarrollo humano
Poder ejercido
Agencia y desarrollo,
reproducción de la estructura,
transformación
Escenarios de expresión de poder
prácticas situadas (Estratégica, cotidiana,
personal o política)
Cambios en modos de vida
Prácticas de transformación
Construcción de sentidos y cambios de
hábitos
Nuevos marcos y posibilidades de acción
62
7.5. ANEXO 5: Cuadro de trayectorias de las víctimas TRAYECTORIAS DE LAS VÍCTIMAS Y EXPERIENCIA DE PARTICIPACIÓN EN EL PROYECTO
Nombre Edad Características
familiares
Tipo de
victimización
Unidad creada o
fortalecida/experienci
a productiva
Tipo de
Unidad
Cómo y cuándo se
insertó en el
proyecto.
Experiencia según fases del
proceso
Inserta en la
estrategia Crisálidas
Participación
en otros
programas de
víctimas
Eugenia 53
años
Madre soltera,
tres hijos
Desplazamiento
forzado intraurbano
generado por
grupos paramilitares,
desde la comuna
13 de la ciudad de Medellín. Eugenia
se desplazó a otro
barrio de la ciudad, junto con
sus hijos por temor
a que se materializaran
amenazas
realizadas en contra de uno de
sus hijos. Esto
ocurrió de manera posterior al
asesinato de su
hijo mayor por parte de grupos
paramilitares
presentes en el territorio.
Unidad fortalecida,
experiencia productiva previa con
microempresa familiar
de arepas en el barrio San Javier de la comuna
13 de Medellín. .
Gastronómic
a: Venta de arepas.
Su proyecto venía
siendo fortalecido desde el año 2009.
Ha sido fortalecida
tres veces (año 2009, 2011 y 2013)
Identificada a través de su
participación en procesos de la UARIV. Su reconocimiento en estos
espacios le permitió llegar a través
del contacto con la líder del programa de Autonomía Económica
para el año 2009; Asistencia a varias
actividades de capacitación en temas de mercadeo, emprendimiento y en la
construcción de planes de negocios.
Argumenta haber recibido un acompañamiento continuo por parte
de los funcionarios de la UMARV,
quienes además de asesorarla acerca de las rutas para insertarse en el
proceso, han cumplido un papel
fundamental como clientes de su UP. Ha recibido asesoría en el proceso de
compra de insumos para su negocio y
ha recibido tres desembolsos de manera individual y colectiva (en UP
generadas con otras personas). Sin
embargo, para la fecha en que fue entrevistada no podía recibir más
desembolsos por parte de la Unidad,
así que el acompañamiento de la misma estaba supeditado al apoyo
con la promoción y compra de sus
productos.
Puesto que por las
condiciones de ejecución del
programa, su UP no
podía seguir siendo fortalecida a través de
desembolsos, el
acompañamiento siguió brindándose a
través de la inserción
de la misma en la estrategia Crisálidas.
Esta inserción ocurre
por voluntad de la líder del programa de
Autonomía
Económica, sustentada bajo los
criterios de
comercialización. Eugenia participa
activamente de ferias
con el fin de promocionar sus
productos.
Talleres de
formación para el
acompañamient
o emocional a víctimas del
conflicto
armado con ACNUR,
participación
en espacios para generar
propuestas para
la Ley de Víctimas con la
"UARIV",
participación en
organizaciones
de víctimas (ASODEAM)
Patricia 44
años
Madre soltera,
dos hijos
Desplazamiento
forzado
intraurbano, por
grupos
paramilitares
presentes en la comuna 13 de la
ciudad de
Medellín. El Desplazamiento
obedeció a
Unidad fortalecida,
experiencia productiva
previa con
microempresa de
confecciones en su
casa, en la comuna 13 de la ciudad de
Medellín.
Microempre
sa de
confecciones
Unidad productiva
fortalecida en el
año 2011
Llegó al programa por referencia de
su hijo, quien también había recibido
un fortalecimiento a través del
programa de Autonomía Económica.
Su contacto inicial fue la líder, para
ese momento, del programa, quien la visitó en su casa. Recibió
capacitaciones en costos, mercadeo y
en desarrollo de planes de negocios y posteriormente un desembolso con el
que adquirió insumos para su UP,
Por las características
de su negocio, no ha
sido convocada para
ser parte de la
estrategia Crisálidas.
Sin embargo, a través de su contacto con el
programa de
Autonomía Económica, ha
recibido orientación
De manera
previa a su
participación
en estos
proyectos,
Eugenia había participado en
procesos de
capacitación ofrecidos por el
SENA donde se
63
amenazas
realizadas a su hijo, que la
motivaron a
trasladarse del lugar con su hijo y
su hija.
tales como: maquina plana, maquina
familiar, cortadora y telas.
para participar en
otros escenarios que le han permitido un
mayor
fortalecimiento de su UP como Capital
Semilla. Para la fecha
de la entrevista, Patricia hacía un
balance positivo del
fortalecimiento que le había permitido
avanzar en otras
condiciones como
generar empleo y
tener su propio local
de ventas de uniformes para el
área de la salud.
priorizaba el
acceso de la población
desplazada. De
manera simultánea a su
participación a
los proyectos en mención,
participó en
programas como Capital
Semilla a través
de los cuales
obtuvo recursos
para su UP.
Beatriz 64 años
Madre soltera, un hijo
Desplazamiento rural-urbano,
desde el municipio
de Apartadó hacia la ciudad de
Medellín. El
desplazamiento fue percibido por
su núcleo familiar
próximo (padres y hermanos) y
obedeció a
amenazas contra los integrantes de
su familia,
generadas por grupos guerrilleros
presentes en la
zona.
Beatriz no contaba con una UP al momento de
empezar a hacer parte
del proyecto. Su experiencia productiva
estaba encaminada a la
sobrevivencia, lo que la había llevado a vender
dulces y comida en las
afueras de los colegios y en las calles para
responder a sus
necesidades cotidianas y las de su hijo. Sin
embargo, recibía
continuamente el apoyo económico de su
familia. Sin embargo,
en este proceso fue afinando e innovando
en la elaboración de
obleas, potencial identificado por el
programa de
Autonomía Económica, que apoyó la creación
de esta UP.
Gastronómica: Venta de
obleas
Unidad productiva fortalecida en el
año 2012
Llegó al programa a través de contactos a través de un político,
quien al conocer su producto le
recomendó remitirse al programa de Autonomía Económica de la Unidad.
Lo particular de la trayectoria de
Beatriz, es que esta nunca se identificó como víctima ni accedió a
espacios institucionales pensados
para ella. Por esta razón, los trámites para su reconocimiento como
desplazada ocurren como un medio
para cumplir el requisito de participación en los proyectos en
mención.
Beatriz se encuentra inserta en la
estrategia Crisálidas
por criterio de los funcionarios del
Programa de
Autonomía Económica de la
UMARV. Para la
fecha de la entrevista, contaba con un
puesto de venta
localizado en la Unidad de Atención y
Orientación (UAO)
del barrio belencito de la ciudad de
Medellín, espacio
ofrecido mediante la estrategia Crisálidas.
Ana 62 años
Casada, madre de tres hijos
Desplazamiento forzado rural-
urbano, desde el
Urabá antioqueño
A pesar de que Ana se ocupaba en el contexto
de desplazamiento de
atender su propio
Gastronómica: Venta de
chocolates
artesanales
Unidad productiva fortalecida en el
año 2014
Ana, describe este momento, así: "Hubo un año en que la ayuda
humanitaria no me llegaba, y me
dijeron: ´vaya a tal lugar´, fui
Ana se encuentra inserta dentro de la
estrategia Crisálidas.
Allí promociona y
64
a la ciudad de
Medellín. Ana se desplazó
inicialmente sola
con sus hijos, pues su esposo decidió
continuar
habitando el contexto del
desplazamiento en
función de proteger su
negocio y sus
tierras. Ana se
desplazó por el
temor a que
grupos de procedencia
desconocida de la
zona hicieran efectivas
amenazas contra
su familia por considerarlos
ayudantes de
grupos guerrilleros de la zona.
negocio de comidas, en
el contexto receptor trabajó como empleada
del servicio en casas de
familia para garantizar el sostenimiento de sus
hijos. Posteriormente,
empezó a idear adaptarse a otras
estrategias de
sobrevivencia como la venta de helados en las
calles de la ciudad. En
este devenir, Ana
empezó a fabricar
chocolates y venderlos
en las tiendas y en las calles, lo que le
permitió innovar e ir
construyendo nuevas ideas sobre su producto.
Ana nunca se identificó
como víctima y accedió a espacios
institucionales de
atención por información que le
llegaba a través de
personas que iba
conociendo en la
medida en que promocionaba sus
chocolates. De esta
manera, una vez fue informada sobre la
posibilidad de una
"ayuda humanitaria" empezó a insertarse en
espacios institucionales
para las víctimas de la ciudad.
allá pero lleve un chocolate porque
yo ando con la bolsita de mis chocolates. Llegue y la primera
persona que me encontré fue a la
doctora Olga (líder del programa de Autonomía Económica) y le dije
´señora “ yo vendo unos
chocolaticos muy ricos, usted me puede colaborar?´, y me dijo
´muestra´, se lo mostré y me
dijo, “esto está muy bonito y está muy bueno´, ´vaya
donde fulana que ella la va anotar
para un fortalecimiento´. Y me
anotaron y como al mes me llamaron
y me
dieron 2 millones de pesos…".
vende sus productos
en algunas ferias ofrecidas a través de
la misma. De igual
manera, argumenta que los funcionarios
del programa de
Autonomía Económica se
constituyen en los
principales clientes de sus productos.
Silvia 35
años
Soltera, vive
con sus padres
y su hermano.
Desplazamiento
forzado
intraurbano, desde el barrio San
Javier de la
Comuna 13 de la ciudad de
Medellín al
corregimiento San
La UP de Silvia fue
fortalecida. Dicha
Unidad nació por el conocimiento que fue
adquiriendo a través de
sus estudios en fabricación de
artesanías en el SENA.
Esto le permitió
Unidad productiva
fortalecida en el
año 2014
Silvia llega al proyecto de
fortalecimiento a UP por referencia
del Secretario de Inclusión Social de la ciudad, con quien había tenido una
relación próxima porque a través de
esta secretaría Silvia participaba en proyectos para la población
discapacitada. Silvia describe este
proceso inicial, así: "Fui a buscar a la
Silvia como persona
en condición de
discapacidad ha tenido gran
participación en
proyectos generados por la Secretaría de
Inclusión Social para
esta población.
65
Cristóbal. Silvia
cuenta con una condición de
discapacidad
debido a un accidente
experimentado a
sus 14 años.
adquirir experiencia
para trabajar en proyectos de la Alcaldía
de Medellín como
tallerista en programas para personas con
discapacidad mental,
trabajo en el que se desenvuelve por dos
años. En este contexto,
a partir del año 2008, Silvia empieza con la
elaboración de
artesanías y a buscar
espacios para
promocionar sus
productos.
líder de Autonomía Económica y me
presenté: ´Soy víctima del conflicto armado, soy artesana y me
dijeron que aquí hay un programa
para esta población´, y ella encantada me empezó a preguntar sobre mi
producto. Fueron a mi casa a
cerciorar, allá tengo mi taller tomaron fotos, vieron toda mi
casa…entonces ya empecé con ellos,
esa misma semana hubo una feria que fue arriba en
el museo de la memoria y allá me fue
muy bien. Yo pensé que me iban a
decir lo de siempre: “nosotros te
llamamos o ´nosotros te avisamos´, o
´estamos llenos´"
Andrés 26
años
Vive con su
pareja
sentimental
Desplazamiento
forzado
intraurbano generado por
amenazas de
"grupos armados" contra su vida y su
grupo musical. Se
desplaza con su grupo musical, su
mamá, su hermana
y su compañera sentimental.
Andrés se desempeñaba
como cantante de rap y
participaba activamente de espacios educativos
en formación musical
para niños.
Estudio de
producción
musical
Recibió dos
fortalecimientos en
diferentes años, uno individual y
uno colectivo. El
acceso al fortalecimiento en
diferentes
categorías obedeció a que el
fortalecimiento a
nivel colectivo no tuvo continuidad y
sostenibilidad en el
tiempo. Posteriormente,
Andrés recibió un
fortalecimiento individual donde la
responsabilidad por
el sostenimiento del estudio de
grabación se
encontraba soportado
únicamente en él.
Llegó al programa por referencias de
conocidos a través de su experiencia
de trabajo en la fundación "Pasolini". Andrés se remitió a la UMARV por
recomendación de conocidos de este
lugar y allí recibió información sobre el programa de fortalecimiento a UP.
Posteriormente, recibió una visita
diagnóstica por parte del programa de Autonomía Económica y como
requisito para acceder al
fortalecimiento tuvo que cumplir con un proceso de capacitación en planes
de negocio. Recibió continua
asesoría individual tanto en la administración de su unidad
productiva
Por las características
de su UP, no se
encuentra inserto en la estrategia
Crisálidas
Fuente: Elaboración propia a partir de información obtenida en trabajo de campo
66
7.6. ANEXO 6: Ruta metodológica de los proyectos analizados Ruta metodológica de los proyectos analizados
PROYECTO DE
FORTALECIMIENTO
A UNIDADES
PRODUCTIVAS
Criterios de selección de la
población
Fases del proceso
Familias victimas de desplazamiento forzado
incluidas en el Registro
Único de Victimas (RUV), que residan en Medellín y se
encuentren en proceso de
superación de condiciones de vulnerabilidad.
· Tener Unidad Productiva
(UP) con un año mínimo de funcionamiento
· Si la UP va a fortalecerse
solo puede haber recibido una vez recursos de la
Unidad Municipal de
Victimas. Si la UP va a crearse se
requiere:
· Que la víctima solicitante tenga visión y vocación
emprendedora,
disponibilidad de tiempo para trabajar el negocio, una
idea clara y viable de
negocio según demandas del mercado y de conformidad
con el diagnóstico
empresarial y plan de negocio.
· Ya sea que la UP vaya a
crearse o ser fortalecida solo se apoyan negocios en la
ciudad de Medellín.
Fase 1. Identificación de las familias: se establece atendiendo a los criterios definidos anteriormente y, a partir de bases de datos suministradas por los
componentes de la Unidad Municipal de Atención y Reparación a Víctimas y otras
entidades como Sena, Medellín Solidaria, UARIV, DPS, ISVIMED, Secretaria de las Mujeres, Unidad de Seguridad Alimentaria, así como en los recorridos territoriales
donde se identifican familias incluidas en el RUV con unidad productiva en
funcionamiento. Fase 2. Visita domiciliaria de diagnóstico: Se realiza con el fin de aplicar los
siguientes instrumentos de diagnóstico (anexos): Caracterización socioeconómico, perfil empresarial y perfil ocupacional. La visita también permite verificar in-situ el
estado del emprendimiento, cuando lo haya.
Fase 3. Análisis de los instrumentos de diagnóstico; es posterior a la aplicación de
los instrumentos detallados en el punto anterior y busca aportar una lectura
pormenorizada –individual y de conjunto- de la situación socioeconómica de las
familias que aspiran ingresar al proceso, las características del negocio, así como los
conocimientos, competencias y habilidades del emprendedor(a).
Fase 4. Proceso de formación: este proceso implica 10 talleres de formación en
contabilidad, mercadeo, administración, proyecto de vida, género, organización para
el trabajo, oferta educativa y empleabilidad, legislación vigente para víctimas y rutas de acceso a derechos.
Fase 5. Asesoría individual: se adelanta con el fin de acompañar a él o la emprendedora en la construcción del plan de negocios y/o plan de inversión al cual se
anexan las cotizaciones, RUV, fotocopia de la cédula, Acta formal de entrega, acta de
compromiso, diagnóstico empresarial, perfil ocupacional y demás documentación que dé cuenta del proceso.
Fase 6. Acto simbólico de cierre: es un espacio de encuentro colectivo adelantado con los y las participantes del proceso, con la finalidad de visibilizar la contribución
de cada emprendedor/a y su determinación en lograr una inversión rentable. El acto
pretende ser un sello de compromiso individual y colectivo e incluye entrega de certificado de participación.
Fase 7. Desembolso: las unidades productivas creadas o fortalecidas reciben un
recurso económico que se define en el Plan de Desarrollo municipal. Este recurso se
entrega directamente a la persona titular (Jefe de Hogar) en el RUV; cuando él o la participante del proceso no es titular, si no otro miembro del núcleo familiar, está
última podrá participar del proceso y recibir el recurso económico UNICAMENTE
CON AUTORIZACIÓN escrita validada ante notario, donde consta que voluntariamente el titular cede el recurso a otro miembro del grupo familiar registrado
en el RUV.
Fase 8. Acompañamiento a compras: tiene el propósito de garantizar que el recurso
se invierta de acuerdo con el plan de negocios o el plan de inversiones desarrollado conjuntamente con cada emprendedor/a. Las compras se adelantan previa
identificación de proveedores que se seleccionan en discusión reflexiva con el grupo
de emprendedores.
Fase 9. Seguimiento a las unidades: se realiza posterior a la inversión con el
objetivo de identificar avances y dificultades que puedan afectar la sostenibilidad del
negocio y generar acciones que oportunamente permitan aprovechar oportunidades
y/o contener amenazas.
Ruta estrategia de
comercialización
Crisálidas
Emprendiendo Sueños
En este proceso busca
integrar a los emprendedores y emprendedoras a las
dinámicas del mercado actual
Fase 1. Identificación de las familias: Se hace a través de remisiones realizadas por
los diferentes componentes de la Unidad Municipal de Atención y Reparación a Victimas e instituciones como DPS, UARIV, Medellín Solidaria, Secretaría de La
Mujer entre otras.
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que logren comercializar sus
productos y buscar mayores oportunidades a través de
formación, participación en
ferias, ruedas de negocio, eventos de ciudad,
intercambios de experiencia,
encuentros académicos.
Fase 2. Elaboración de la ficha técnica: Se realiza una entrevista individual con
cada emprendedor/a donde se evidencia cuáles son los productos que ofrece el emprendedor y el nivel de calidad del producto, capacidad de producción, precios,
experiencias de comercialización, dificultades o necesidades del emprendedor. Todo
lo anterior se registra en una ficha técnica por líneas Confección, Alimentos, Artesanías, Agroecología. Se realiza un registro fotográfico de los productos. Las
personas que muestran avances en el proceso y calidad en el producto son enviadas al
equipo de comunicaciones que administra la página Web, para que sus productos sean ofertados en ella.
Fase 3. Construcción base de datos: Se registran por línea comercial, incluyendo
nombre, cédula, datos de contacto, dirección, teléfono, comuna, productos que
comercializa y el listado general de los productos principales.
Fase 4. Proceso de formación: Lograr que los emprendedores mejoren sus
capacidades comerciales y de producción para poder competir en los diferentes
espacios de comercialización del mercado actual tanto a nivel local, municipal, nacional e internacional, dentro del proceso de formación los temas que abordados
son: mercadeo y publicidad, costos y precios, empaque, proceso de producción,
tiempos, servicio al cliente, proyecto de vida y se transversaliza la atención Psicosocial y jurídica. El proceso de formación se hace de forma práctica participando
en las diferentes estrategias para así evaluar el conocimiento adquirido, dificultades y
avances en la práctica. El proceso de formación se realiza en nivel inicial para las personas nuevas y en un
nivel avanzado y práctico para las personas que vienen de años anteriores.
Fase 5. Estrategia de comercialización: En las diferentes estrategias de
comercialización cada emprendedor realiza una muestra y venta de sus productos. Para la participación en los eventos se seleccionan según el tipo de unidad productiva,
el tipo de mercado y las necesidades de los clientes.
Fase 6. Evaluación semestral: Se realiza trimestralmente a través conversatorios donde se exponen los diferente avances, dificultades, logros, teniendo en cuenta la
participación de los eventos, el producto, la atención de cada emprendedor, esto con el
fin de mejorar la estrategia y buscar ser más competitivos en los futuros eventos.
Fuente: Elaboración propia a partir de lo contenido en Alcaldía de Medellín (2013b).