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7/21/2019 Sergio Rascovan_Lo Vocacional
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Revista Brasileira de Orientao Profissional, 2004, 5 (2), pp. 1 - 10 1
Lo Vocacional: una Revisin Crtica
Sergio Rascovan1
Universidad Nacional de Lans (UNLa), Argentina
1 Endereo para correspondncia: Lavalle 3940 3 G Ciudad Autnoma de Buenos Aires. Cdigo Postal 1190. Telfono (011) 4864 7263.
E-mail: [email protected] - www.puntoseguido.com
RESUMENEl artculo parte de reconocer la dimensin subjetiva y social del campo vocacional. Comienza por plantear
la tensin y confrontacin entre la modalidad clnica y modalidad psicotcnica como formas de abordajede los problemas vocacionales. El objetivo que perseguimos es deconstruir uno de los conceptos ms
fuertes que instituyeron los discursos y las prcticas de Orientacin Vocacional, desde una perspectiva
clnica. Se trata de la autodenominada identidad vocacional / ocupacional. Partimos de la revisin del
concepto de identidad personal y lo relacionamos con el de subjetividad. Ms adelante cuestionamos la
categora vocacin y proponemos una perspectiva transdisciplinaria que articule lo subjetivo-singular
(dinmica del deseo y del goce) con las determinaciones del contexto (productoras ellas mismas de una
subjetividad social) y las modalidades cambiantes de los objetos a elegir. Por ltimo analizamos las
caractersticas del nuevo escenario social y sus implicancias en la prctica de la Orientacin Vocacional.
Palabras claves: identidad vocacional; subjetividad; transdisciplinario; reconstruccin.
RESUMO: Orientao Vocacional: uma Reviso CrticaEste artigo terico parte do reconhecimento das dimenses subjetiva e social no campo vocacional.
Inicialmente delineia a tenso entre a modalidade clnica e a psicotcnica como estratgias de abordagem
aos problemas vocacionais. O objetivo a que pretendemos desconstruir um dos conceitos que mais
fortemente instituram os discursos e as prticas de Orientao Vocacional, desde a perspectiva clnica.
Trata-se da autodenominada identidade vocacional/ocupacional. Partimos da reviso do conceito de
identidade pessoal e o relacionamos com o de subjetividade. Depois questionamos a categoria vocao
e propomos uma perspectiva transdisciplinria que articule o subjetivo-singular (dinmica do desejo e do
prazer) com as influncias do contexto (produtoras de uma subjetividade social) e as modalidades mutveis
dos objetos a escolher, isto , um entrecruzamento inextricvel entre sujeito, objeto e contexto. Analisamos
as caractersticas do novo cenrio social e suas implicaes na Orientao Profissional.
Palavras-chave: identidade vocacional; subjetividade; transdiciplinario; reconstruo.
ABSTRACT: Vocational Guidance: a Critical ReviewThis theoretical paper takes for granted the subjective and social dimensions in the vocational field. It starts
outlining the tension and confrontation between the clinical and psychotechnical approaches to the vocational
issues. The objective is deconstruct one of the concepts that underpinned the discourses and practices in
Vocational Guidance, from a clinical perspective, which is the so called vocational/occupational identity. We
revise the concept of personal identity and relate it to subjectivity. Later on, we question the category
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vocation and propose a transdisciplinary perspective that links the subjective-unique (dynamics of wishes
and pleasure) to the context influences (themselves producing a social subjectivity) and the changeable
aspects of the objects to choose. This means an inextricable fabric between subject, object and context. We
analyze the characteristics of the new social setting and its implications on Vocational Guidance.
Keywords: vocational identity; subjectivity; transdisciplinary; reconstruction.
LaOrientacin ha sido pensada de diferentes
maneras a lo largo de un siglo de existencia, desde
1908 cuando Frank Parsons acu el trmino
Choosing a Vocation. Bajo el mismo rtulo circu-
laron discursos y prcticas tan variadas y dismiles
que generaron -al menos para muchos de quienes
trabajamos en este campo- la necesidad de promo-
ver un proceso de elucidacin crtica. Esto es,pen-
sar lo que hacemos y saber lo que pensamos
(Castoriadis, 1989).Empezaremos por diferenciar la nocin de cam-
po (lo vocacional) y de intervencin (Orientacin Vo-
cacional). Lo vocacional es un campo de
problemticas vinculadas con elqu hacerhumano.
Podramos decir que los problemas relacionados con
la eleccin y realizacin de un hacer, bsicamente el
estudio y/o el trabajo, son problemas a los que gen-
ricamente llamamos vocacionales. El campo vocacio-
nal est directamente asociado con las problemticas
ocupacionales tan dramticamente instaladas en elescenario social mundial a partir de la dcada de 1980.
Sostenemos lo vocacionalcomo el entrecruzamiento
de una dimensin social, propia de toda organiza-
cin econmico-productiva y una dimensin subje-
tivaasociada a las formas singulares en que los sujetosconstruyen sus trayectos o itinerarios de vida, princi-
palmente en el rea laboral y de la educacin.
De modo que en el marco del conjunto de pro-
blemticas humanas, podramos establecer un cerco
en aquellas a las que adjetivaramos como vocacio-
nales. Desde esta perspectiva, lo vocacionallejos
qued de ser pensado como un acto de mandato
divino, de revelacin religiosa o de llamado interior.
La Orientacin Vocacionalsurge como respu-esta - desde un campo disciplinar, la psicologa - a
las demandas sociales propias de una poca histri-
co-social, capitalista e industrial. Es decir, es la par-
ticular formacin econmica social de poca la
condicin de posibilidad para que surja una discipli-
na y una prctica social.
La Orientacin Vocacional es un invento de
la modernidadpara asistir a las personas que se
preguntan por su hacer, presente y futuro. Como
intervencin tiene diferentes particularidades, que
devienen tanto del marco conceptual con el que se
trabaja, como as tambin, del contexto en el que
se ejerce la prctica.
La Orientacin Vocacional, en un sentido es-
tricto, es la intervencin tendiente a facilitar el proce-
so de eleccin de los objetos vocacionales. En susentido amplio, es una experiencia a travs de la cual
se procura dilucidar algo respecto de la forma singular
que cada sujeto tiene de vincularse con los otros y
con las cosas; de reconocer su propia posicin subje-
tiva en tanto sujeto deseante a partir de lo cual poder
proyectarse hacia el futuro (Rascovan, 1998).
En cada cultura circulan un variado nmero de
objetos correspondientes tanto al mundo del tra-
bajo -ocupaciones, profesiones, oficios como al
universo de los estudios - carreras, cursos, espe-cialidades. Ambos circuitos constituyen la oferta
propia de cada etapa histrica, entre los cuales los
sujetos fuertemente condicionados por sus condi-
ciones materiales de existencia - intentan seleccio-
nar, elegir y, finalmente, decidir sobre su/s objeto/s
de preferencia.
La Orientacin Vocacional en un siglo de exis-
tencia produjo diversos discursos y prcticas, desde
las primeras pruebas estandarizadas hasta la llama-
damodalidad clnica, la intervencin siempre estu-
vo determinada por coordenadas epocales, tanto en
sus expresiones instituidas y dominantes, como en su
vertiente crtica e instituyente.
En este derrotero, la modalidad clnica result
ser una prcticasubjetivante como forma de inte-
leccin y abordaje de los problemas vocacionales.
La modalidad clnica fue y sigue siendo, desde su
origen, una reaccin - necesaria y saludable - para
enfrentar al modopsicotcnico de operar en Orien-
tacin Vocacional que, amparndose en una cues-
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tionable rigurosidad, termin deshumanizando al con-
sultante. Sin duda el principal aporte de la estrategia
clnica fue su fuerza contracultural, su espritu crtico,
su carcter subversivo contra aquellas prcticas que
se fueron convirtiendo en recursos refinados de con-
trol social.Rodolfo Bohoslavsky (1971) como el autor ms
destacado de la modalidad clnica fue pionero al
escribir un libro Orientacin Vocacional. La es-
trategia clnica. Este escrito es la expresin ms
cabal de cmo se concibi la Orientacin Vocacio-
nal en un contexto histrico particular. Fue un libro
hecho para rivalizar. Un documento fundacional di-
seado para confrontar con la rigidez y cientificidad
de la estrategia psicotcnica.
A pesar de haber nacido como una modalidadrupturista, cierta estrategia clnica qued encapsu-
lada en categoras inspiradas en un psicoanlisis tan
rgido y mecanicista como la prctica a la que pre-
tenda combatir. Es el propio Bohoslavsky quin lo
advierte. Por eso a los pocos aos es pionero, tam-
bin, al promover una profunda revisin de los con-
ceptos que la modalidad clnica haba instituido. Para
la segunda edicin de su primer libro escribi una
addendaen la que realiza una severa autocrtica a su
propia produccin intelectual. En slo tres pginas
condensa su pensamiento crtico y abre nuevos hori-
zontes de anlisis e intervencin.
Ms tarde en el convulsionado ao 1975, en
una Argentina que presagiaba la inminencia de su
perodo histrico ms nefasto, compila un libro Lo
vocacional, teora, tcnica e ideologa del que
pocos recuerdan su existencia. En esa produccin
recupera el espritu de su primera obra, cuyo princi-
pal valor fue haber resistido a las formas adaptacio-
nistas, mecnicas, sumisas de encarar la Orientacin
Vocacional, tpicas del discurso y laprctica psico-tcnica.
Al enunciarlo vocacional como encrucijada,
Bohoslavsky nos adverta que la modalidad clnica
podra perder su principal motivo de existencia,
subvertir lo instituido. Podramos decir que en algn
sentido fue lo que ocurri. Surgido como dispositivo
alternativo, comenz a naturalizarse. Se cristaliz y,
en su versin ms esquemtica, perdi aquella fuer-
za de sus comienzos.
En esta breve reconstruccin de la Orientacin
Vocacional, qued explicitada la ineludible asocia-
cin entre formacin econmico-social, discursos y
prcticas. En esa relacin de interdependencia se
fueron acuando ciertas categoras conceptuales que
en la actualidad se siguen enseando en las ctedrasuniversitarias de la Argentina y repitiendo como si
dicha relacin se mantuviese esttica, como si an vi-
viramos en sociedades capitalistas depleno empleo.
Por ello nos proponemos deconstruiruno de
los conceptos ms fuertes que instituyeron los dis-
cursos y las prcticas de Orientacin Vocacional,
desde una perspectiva clnica. Se trata de la autode-
nominada identidad vocacional/ocupacional. En-
tendemos pordeconstruccin, siguiendo a Jaques
Derrida (1989), el desmontar y problematizar la re-lacin inmediata y natural del pensamiento unido
a la verdad y el sentido.Deconstruirsupone una
rigurosa problematizacin de los supuestos hegem-
nicos que legitiman la bsqueda y garanta del origen
como fundamento ltimo de la razn.
En la mayor parte de la literatura especializada
de nuestro pas, se expresa que los autodenomina-
dos procesos de Orientacin Vocacional tienen por
objetivo desarrollar la identidad vocacionaldel su-
jeto que consulta. Hoy podramos preguntarnos Los
procesos de Orientacin Vocacional instituyen o, al
menos, promueven el desarrollo o el fortalecimiento
de la identidad vocacional? En caso que la respu-
esta fuese afirmativa, admitira una segunda pregunta
Es saludable hoy, establecer un dispositivo para ins-
tituir una identidad vocacional? Acaso los gran-
des y graves cambios en la vida social en general y
en el mundo del trabajo en particular, no son una
feroz interpelacin a esas categoras conceptuales
propias de otro contexto socio-histrico?
Procuraremos ir desmenuzando estos interro-gantes. Tal vez sea oportuno aclarar que el concepto
de identidad vocacional / ocupacionalremite a
otro concepto, el de identidad personal.
El concepto de identidad al igual que tantos otros
se construy desde unparadigma moderno sus-
tancialista, esencialista. Desde esta lgica, el con-
cepto de identidad, que surgi como intento de
articulacin entre lo individual y lo social, termin
en gran parte de la produccin terica en psicolo-
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ga- explicndose en s mismo, como una entidad
cerrada, verdadera y nica. El individuo fue consi-
derado un ser autnomo, consciente, libre, capaz de
determinarse a s mismo.
Precisamente es la nocin desujeto que aporta
cierto psicoanlisis la que viene a enfrentar estaconcepcin de individuo como indiviso, homogneo
y encapsulado en sus propios lmites.
Es el psicoanlisis, precisamente, el motor de
este cambio que ha provocado una verdadera revo-
lucin copernicana. La primera tpica freudiana es
determinante al dividir el aparato psquico en los sis-
temas consciente, preconsciente e inconsciente. De
este modo, el aparato psquico se presenta hetero-
gneo, escindido, dividido, disociado. Esta particu-
laridad del aparato psquico es estructural y,obviamente, no se restringe a sus formas patolgicas.
En este sujeto escindido, elyo deja de ser un
todo, lo uno congruente, coherente, quedando liga-
do directamente al fenmeno del narcisismo, va de-
fensas inconscientes. Elyo tendra, entonces, una
dimensin inconsciente a travs de la cual pone en
funcionamiento sus propias defensas, de manera que
dicho mecanismo no es a voluntad. Es decir, las de-
fensas inconscientes del yo no se eligen libremente,
sino que, sencillamente se cumplen.
El registro de unyo, asiento de la identidad, slo
ser posible desde la otredad. Hayyo porque hay
otros. El proceso de identificacin es justamente la
operatoria psicolgica por la cual elyo establece
relaciones con los otros, hace lazo.
Para comprender la dinmica del psiquismo, sin-
tticamente podramos decir que la identificacin,
desde una perspectiva psicoanaltica, se despliega
en dos sentidos: un lugarenque se identifica, la ima-
gen, y el lugardesde dnde se identifica, la posicin
social y cultural. El primero, de orden imaginario,est asociado con lo que se conoce comoyo ideal.
El segundo sentido corresponde al registro simbli-
co y se relaciona con el denominado ideal del yo.
La dialctica de lo imaginario parte de un sujeto
que establece una relacin libidinal con su imagen
ante la cual queda fascinado, resultando una primera
unificacin, libidinalmente investida. Este proceso se
constituira a partir de una primera inscripcin de
satisfaccin, que a su vez, sera la matriz generativa
de la fantasmtica del sujeto. Y, justamente, lo fan-
tasmtico es la cualidad distintiva en la mediatizacin
de la relacin del sujeto con el mundo.
Eseyo idealsera el molde de unidad primera
del sujeto. A partir de all, y sobre ese sostn, se van
hilvanado las ulteriores identificaciones. Vale puntu-alizar que la identificacin primaria produce alinea-
cin, enajenacin. El sujeto se ve, se reconoce, all
donde noest, en esa imagen. El reconocimiento de
esa imagen permitir adquirir atributos de perma-
nencia, de identidad, de sustancia. Sin embargo, ese
logro tendr su contracara en tanto condicionar al
psiquismo a la fijeza, la inmovilidad. La tensin con-
flictiva del narcisismo en la que queda el sujeto es,
por un lado, permanecer encerrado, cristalizado en
una imagen de s mismo y por otro, perder esa adqui-sicin, perder esa unidad y correr el riesgo de volver
a precipitarse en una fragmentacin.
El segundo sentido es de orden simblico y se
relaciona con lo que se conoce como ideal del yo.
El proceso de identificacin primaria ocurre en un
mundo cultural, simblico. Es decir, el nio nace en
un mundo de simbolizaciones, nace en una trama de
significaciones que determina lugares sociales que,
en la modernidadestn asociados con la institucin
familia.
Como venamos sealando la identidad tiene que
ver los otros. No hayyo sin otros. Sin embargo en
las conceptualizaciones iniciadas por J. Lacan se di-
ferencia los otros, del Otro con maysculas, para
indicar la diferencia existente entre los otros como
pares, como congneres, al Otro entendido como la
alteridad del Inconsciente, lo radicalmente hetero-
gneo a la consciencia.
El Otro es todo el cdigo inconsciente, es toda
la red de articulaciones, de pensamientos incons-
cientes, la forma de operar del inconsciente. Estadistincin entre otro y Otro es decisiva. Tiene efectos
en la direccin de la cura o, en el caso de la Orienta-
cin Vocacional, en el proceso de eleccin ya que,
respecto de ese Otro del Inconsciente slo se puede
lograr acceder a cierta verdad, an cuando que-
brante la unidad narcisstica en la que el sujeto se
cree que es. El proceso de acceso a una verdad in-
consciente siempre es doloroso y generalmente muy
lesivo para el narcisismo. La construccin de la iden-
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tidad podramos entenderla como crdito otorgado
por los otros, que a travs de la conciencia habilita la
construccin de una imagen sobre s resguardada por
los procesos psquicos defensivos de desmentida y
represin.
De este modo la identidad dependera de esereconocimiento por la conciencia, regulado por las
defensas delyo. En este sentido, las imgenes que
construye intentan dejar afuera lo inconsciente, aun-
que nunca ser posible hacerlo de manera absoluta.
La identidad por lo tanto se conforma alrededor de
un proceso de unin a los otros, es decir, deperte-
nencia,pero al mismo tiempo, tambin, desepara-
cin con los otros, o sea, de diferencia.
La identificacin tendr que ver, por un lado,
con lapertenencia ligada a las primeras experien-cias desatisfaccin, mientas que laseparacin, la
diferencia, estara asociada al dolor. De ese modo
podra postularse que la identidad como proceso
que se construye a partir de las identificaciones- se
configurara en torno de las experiencias de satis-
faccin por un lado y, del dolor por otro, que en con-
junto, establecenmarcas que edifican la subjetividad.
La identidad es, pues, la representacin de s
como perteneciente a un conjunto, pero tambin como
diferente al mismo. Su paradoja ms evidente con-
siste en que siendo una referencia al s mismo, slo
puede sostenerse con lo que est en otra parte.
Ana Mara Fernndez (1996) en sus trabajos
insiste en evitar todopsicologismo en el anlisis de
la subjetividad. Reconoce el valor del psicoanlisis
desde lo disciplinario pero sostiene la necesidad de
efectuar un abordaje de la subjetividad desde la com-
plejidad y, por tanto, con un criterio transdisciplinario.
Por eso sostiene que pensar desde la diversi-
dad los distintos modos de produccin subjetiva,
implica un proceso de des-sustancializacinde losrelatos de la interioridad psquica estructurada bsi-
camente en la infancia, el inconsciente, el deseo. Y
agrega: lo que hoy da est puesto en cuestin es la
existencia de un mecanismo universal de estructura-
cin del sujeto Cunto de lo que cremos estructura
universal de la subjetividad ser narrativa propia de
la modernidad? (Fernndez, 1996, p.4).
Al pensar la subjetividad inevitablemente nos
enfrentaremos, entonces, con los cruces, las inter-
secciones, las articulaciones entre dimensiones di-
versas: psquicas, biolgicas, sociales, culturales,
ambientales, polticas. En esta propuesta de no invi-
sibilizar los diferentes registros que intervienen en la
produccin de subjetividad, nos parece central recor-
dar algunas posiciones que resultan esclarecedoras.La primera forma de reconocimiento de la indi-
vidualidad, de la separacin y diferenciacin del su-
jeto (de la modernidad) respecto del grupo, est
ligada a la institucin social de la propiedady, a
partir de sta, la constitucin de una esfera de lo
privado. Esto es esencial para superar un nivel de
generalizacin abstracta como la de lo simblico y
visualizar la complejidad de las singularidades hist-
ricas reales (forma social, propiedad, rasgos de la
cultura, etc. Para la experiencia moderna la individu-alidad no puede ser asumida sin esta referencia, ya
que la propiedad y la privacidad caracterizan la cua-
lidad que toma la individualidad en los procesos his-
tricos. Y se trata, tanto en la propiedad como en la
privacidad, de relaciones sociales, es decir, que slo
se sostienen con referencia a otros: tener lo que el
otro no tiene o tener ms, poder sustraer a la mirada del
otro alguna parte de la vida personal (Galende, 1998)
Pareciera pues, que el concepto desubjetivi-
dadpermitira integrar lo idntico y lo diferente, la
estructura y el acontecimiento, lo individual y lo so-
cial, lo pblico y lo privado. Coincidiendo con esta
perspectiva que propone Ana Mara Fernndez, es
que preferiramos hablar de subjetividad, de pro-
duccin de subjetividad, antes que de identidad. Si
aceptamos esta premisa, la investigacin de la subje-
tividad consistira bsicamente en la interrogacin
de los sentidos, las significaciones y los valores que
produce una determinada cultura, su forma de apro-
piacin por los sujetos y los efectos sobre sus accio-
nes prcticas.Volviendo a nuestro tema central, podramos
afirmar que la identidad vocacionalsupone, iden-
tidadpor un lado, y vocacionalpor el otro. Ha-
biendo planteado nuestra posicin respecto de la
identidad, queda ahora por responder Qu es
la vocacin? Qu es lo vocacional?
La vocacin como categora moderna expre-
sa una certeza, un absoluto que en la vida subjeti-
va puede hallarse, va revelacin y/o hallazgo o, por
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el contrario, a travs de un proceso de construccin
ms o menos racional a lo largo de la vida. Ambas
perspectivas, en sus innegables diferencias, se en-
cuadran en el mismoparadigma: lineal, certero y
absoluto para pensar y operar en torno a la vocacin.
Si hay vocacin, se la puede descubrir, se la puedeconstruir, ya que, en este sentido, la vocacin es una
verdad.
La vocacin as concebida aparece como por-
tadora de una impronta de origen que la liga a un
llamado interno, innato en un caso, o a una cons-
truccin asociada con el conjunto de experiencias
desarrolladas en la vida social. Vocacin que de esa
manera se nutre de diversos vnculos que los sujetos
establecen con variados objetos (otros sujetos, acti-
vidades, lugares, experiencias) de la realidad social.Tanto desde una perspectiva como de la otra, la
vocacin es quin parece guiar al sujeto hacia una
nicaactividad determinada (carrera-ocupacin). Y,
la Orientacin Vocacional, desde esta concepcin
ser la prctica psicolgica que le asegure al sujeto
descubrirla y/o encontrarla.
El principal aporte del paradigma crtico-nutrido
de nociones como elucidacin crtica (Castoriadis),
deconstruccin, (Derrida), anlisis genealgico
(Foucault)1, deseo y goce (Lacan) - fue romper la
nocin absoluta, certera de la vocacin. A partir de
all nos fuimos atreviendo a afirmar que la vocacin
noexiste, si por ella entendemosuna relacin nece-sariaentre el sujeto y el objeto. Reforzamos la posi-cin acerca de un sujeto no atado a un slo objeto,
postulando que entre uno y otro se abre la dimensi-
n de la falta y con ella, la posibilidad de buscar, de
explorar, de crear.
La vocacin ms que revelacin o construccin
de algo seguro, categrico ser bsqueda. La met-
fora del horizonte es la que mejor representa la din-mica de la vocacin como bsqueda: Caminando
hasta encontrarlo, all donde (no) est y seguir sien-
do, buscando, viviendo.
El horizonte siempre presente, observable y es-
curridizo, en tanto produccin imaginaria, le sirve al
sujeto para movilizarse (caminante no hay cami-
no, se hace camino al andar...), para activarlo, para
ponerlo en marcha. La paradoja del horizonte y de
la vocacin es que al mismo tiempo,son y no son.
La vocacin no es (si se la toma como proceso
acabado), es unser siendo como proceso abierto,indefinido, contingente. Entendida en este sentido,
como algo que se va construyendo-deconstruyen-
do-reconstruyendo a lo largo de la vida, como algo
que se mantiene pero que tambin cambia, la voca-
cinsexiste, y podemos desarrollarla, enriquecer-
la, reorganizarla.
La vocacin como bsqueda de un horizontey
como proceso de construccin-deconstruccin-
reconstruccin, quedar necesariamente implicada
en los procesos relativos al deseo y el goce, con laherida narcisstica que inevitablemente producir en
la teora y en la prctica de la Orientacin Vocacional.
Desde una perspectiva psicoanaltica, sostene-
mos que la eleccin de un objeto vocacional queda-
rpegada a la dinmica del goce y el deseo en la
que el primero constituir la meta final en la bsque-
da de satisfaccin del sujeto pero que conllevar la
amenaza de un peligro a su integridad, cuyas causas
ignora. Por ello el sujeto se encuentra profundamen-
te dividido ante el goce: buscar alcanzarlo y se pro-
teger de su proximidad.
Como experiencia subjetiva, el goce no se al-
canza sino cuando se atraviesan las barreras de pro-
teccin. De ah que gozar est acompaado del dolor
que provoca un peligro consumado.
El goce tiene su contracara, la culpa que el su-
jeto siente por haber gozado, a travs de la cual pro-
cura componer un envoltura de olvido al goce
experimentado. Otras veces, la conciencia ignora que
una situacin dolorosa sea encubridora de un goce
oculto. Ese es el aporte freudiano a la inteligibilidadde la estructura del sntoma neurtico: el sujeto sufre
con su sntoma sin advertir que en el mismo acto,
goza.
Por eso podr afirmarse, siguiendo a J. Lacan,
que el principio del placer mantiene un lmite en rela-
1 Los tres autores mencionados nos aportan herramientas para operar crticamente respecto de la institucin de regmenes de verdad
en las teoras, desmontando las cristalizaciones propias de cada cuerpo terico, devenido en doctrina, abriendo visibilidad a nuevas
problemas que las teoras esconden o invisibilizan, e impidiendo que los problemas se cosifiquen en determinados sistemas. Dichas
herramientas conceptuales colaboran a pensar con criterios multireferenciales y no unidisciplinarios, aunque no anulan los objetos
disciplinarios, sino que relativizan los efectos de verdad que stos instituyen.
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cin al goce. El principio del placer indica que, si hay
un temor, es el que corresponde al goce.
Sin embargo, es imposible definir el estatuto
del goce, sin ubicarlo en relacin con la estructura del
deseo. El deseo se traduce subjetivamente como
bsqueda y proyecto, referido a la experiencia se-xual, amorosa pero tambin, a la vocacional. El de-
seo surge del sentimiento de que algo falta.
Reconoce la experiencia de vaco e impulsa a la bs-
queda de aquello que lo satisfaga. Por eso para de-
sear es preciso que algo falte y, justamente, lo que
falta al deseo remite a lo que podramos denominar
la cosa del goce, causa ltima de la estructura de-
seante. Lo paradojal es que el deseo se presenta
como una defensa ante el goce.
Suele ocurrir que cuando un sujeto est por al-canzar la meta de su deseo, queda invadido por una
particular inquietud y, a menudo, se envuelve en una
parlisis que termina por anclarlo en la frustracin, la
derrota o el fracaso. En otros casos la conquista de
lo deseado, en vez de aportarle al sujeto la felicidad
prometida, termina generando un profundo derrum-
be fsico o psquico.
El psicoanlisis lacaniano construy un esque-
ma conceptual en el que se distinguen diversas mo-
dalidades defensivas del sujeto en la preservacin
de su deseo como aquello incumplido. Esquema
vlido para todas las experiencias humanas, entre
ellas, obviamente las sexuales, las amorosas y las
vocacionales. As, por ejemplo, en la histeria, la de-
fensa reside en mantener el deseo insatisfecho, el
neurtico obsesivo sita a su deseo como imposible
y el fbico lo conserva con tcnicas evitativas.
Todos estos ejemplos ponen de manifiesto que
el deseo encierra algn peligro para el sujeto. Sin
embargo, si lo observamos detenidamente, adverti-
remos que el deseo como tal, no es necesariamenterechazado: la connotacin de peligro solo est en
relacin con la posibilidad de cumplimiento del de-
seo. El eje de la cuestin no es el deseo sino, justa-
mente, el goce.
La estructura del deseo se expresa como ind-
cil a que algo deje de faltar. Y la funcin del princi-
pio del placer es la de mantener al sujeto a resguardo
para que una dosis de insatisfaccin sea preservada,
que siempre haya un pedacito de goce que falte y
que el deseo insaciable persista su inacabable bs-
queda. Las satisfacciones permitidas por el principio
del placer son de nunca acabar y, cuando el deseo
alcanza su trmino, la dicha puede acarrear incmo-
das consecuencias (Rabinovich, 2002).
La vocacin como proceso subjetivo basculaalrededor de la dinmica del deseo y el goce. Sin
embargo, conviene reforzar nuestra posicin al res-
pecto. En primer lugar insistimos que lo subjetivo
es una de las dimensiones de la problemtica voca-
cional. Por eso preferimos hablar de lo vocacional
antes que de vocacin, ya que lo subjetivo no supo-
ne su nico organizador.
En segundo lugar, sostenemos una perspectiva
transdisciplinaria que articule lo subjetivo-singular
(dinmica del deseo y el goce) con las determinacio-nes del contexto (productoras ellas mismas de una
subjetividad social) y las modalidades cambiantes de
los objetos a elegir. Es decir, un entramado inextri-
cable entresujeto, objeto y contexto.
Lo vocacionalser esa complejidad que no
podr sustraerse a ninguna de las dimensiones
que lo constituyen. Si hasta ahora hemos intentado
ahondar en la dinmica subjetiva, ayudados por los
aportes del psicoanlisis, restara hacer lo propio con
la dimensin social. Para ello tomaremos algunas
categoras planteadas por Robert Castel (1997) en
su obraMetamorfosis de la cuestin social.
La nueva cuestin socialtiene como caracte-
rstica sobresaliente la conmocin que provocada por
el desempleo masivo y la precarizacin de las situa-
ciones de trabajo. Este proceso puso en evidencia la
inadecuacin de los sistemas clsicos de proteccin
para cubrir estas dificultades. Se multiplicaron ex-
ponencialmente los sujetos que pasaron a ocupar una
posicin de supernumerarios en la sociedad, inem-
pleables, desempleados o empleados de maneraprecaria, intermitente. De esta manera para muchos,
el futuro empez a tener a diferencia de los aos de
regular estabilidad laboral, el sello de lo aleatorio.
Robert Castel plantea que la asociacin traba-
jo estable/insercin relacional slida caracteriz
una zona de integracin. A la inversa, la ausencia de
participacin en alguna actividad productiva y el aisla-
miento relacional conjugan sus efectos negativos para
producir exclusin, o mejor dicho, desafiliacin.
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Los procesos sociales llevan a las personas de
una zona a otra. As es posible pasar de la integra-
cin a la vulnerabilidady de sta a la inexistencia
social. Ya no se trata de un fenmeno estrictamente
de exclusin sino de desafiliacin en tanto las per-
sonas han sido desligadas, pero se mantienen bajo ladependencia del centro. La exclusin no es una au-
sencia de relacin social sino un conjunto de relacio-
nes particulares con la sociedad como un todo. No
hay nadie que est fuera de la sociedad sino un con-
junto de posiciones cuyas relaciones con su centro
son ms o menos laxas.
El drama que trae aparejado el derrumbe de la
condicin salariales la prdida del lugar del traba-
jo como principal ordenador de la vida social, como
principal sostn de la identidad de las personas. Elproblema del empleo no se restringe a los sectores
menos calificados, por el contrario se irradia al con-
junto social. Es la llamada inempleabilidad de los
calificados. De manera que el problema no es slo
el que plantea la constitucin de unaperiferia pre-
caria sino tambin el de la desestabilizacin de los
estables. (Castel, 1997)
Insistiremos en que la sociedad salarial necesit
del Estado como principal sostn y proteccin de
los individuos. A la inversa, actualmente en las soci-
edades reguladas principalmente por el mercado, la
economa se autonomiza y la condicin salarial se
desmorona, perdiendo el Estado social su poder in-
tegrador.
En un escenario social as esbozado podemos
seguir hablando de identidad vocacional / ocupa-
cional?
Evidentemente, no.
La tarea especfica en Orientacin Vocacional,
debera tender a facilitar la construccin de recorri-
dos abiertos al cambio. Propiciar una construccinsubjetiva que no se amolde estrictamente a las es-
tructuras de ttulos y carreras sino que se organice
dinmicamente como una subjetividad dispuesta a
enfrentar problemas.
Una prctica que promueva la construccin de
una identidad vocacional/ocupacionaltal como se
describe en los tradicionales libros de Orientacin
Vocacional sera, en la actualidad y a nuestro enten-
der, una intervencin iatrognica.
El objetivo de un proceso de Orientacin Vo-
cacional no ser, pues, acceder a una identidad
vocacional/ocupacional, sino el acompaamiento
en determinado perodo de transicin a construir una
decisin, a partir de establecer un espacio y un tiem-
po en el que, ante todo, se pueda pensar, imaginar,soar, como forma de elaborar un proyecto futuro.
Para ello, en los distintos mbitos y niveles de inter-
vencin deber intentarse desentraar dnde la ela-
boracin del proyecto futuro hace nudo. La
intervencin consistir, entonces, en la operatoria que
permita desanudaraquello que se ha hecho nudo y
que por tanto, obstaculiza el proceso de eleccin.
Seguramente no podremos seguir sosteniendo
en la actualidad las mismas categoras conceptuales
que en la poca de apogeo de la sociedad salarial.Recordemos lo que afirmaba Rodolfo Bohos-
lavsky en la dcada del 70:
Podemos partir del producto que, en el
caso de la Orientacin Vocacional, es la
identidad ocupacional, producto de algo
que ha ocurrido en la persona que elige.
Ese algo, que determina la identidad ocu-
pacional, lo denominar identidad vocaci-
onal. Dir que una persona tiene identidad
ocupacional o, mejor, que ha adquirido su
identidad ocupacional cuando ha integra-
do sus distintas identificaciones, y sabe qu
es lo que quiere hacer, de qu manera y en
qu contexto. La identidad ocupacional in-
cluir, por lo tanto, un cundo, un a la ma-
nera de quin, un con qu, un cmo y un
dnde. Defino en cambio la identidad vo-
cacional como una respuesta al para qu y
por qu de la asuncin de esa identidad
ocupacional Bohoslavsky (1971, p. 63).
Es contundente la afirmacin del maestro. Losque hoy estamos en contacto con jvenes (y no tan
jvenes) acompandolos en la construccin de sus
proyectos de vida, no podramos decir lo mismo.
Creemos que la identidad vocacionalen pocas
de sociedad salarial se haba transformado, induda-
blemente en un verdadero universal. Algo as como
una esencia de la subjetividad, cuando en rigor
debemos insistir - no es otra cosa que una produccin
histrica de las significaciones imaginarias que insti-
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tuyen formas de vivir la existencia humana ligadas al
hacer, bsicamente al trabajo y al estudio. Al consti-
tuirse la identidad vocacional/ocupacionalen esen-
cia y verdad, se dificulta la posibilidad de interrogar
esa particularidad de la cultura.
Justamente lo que hoy nos estamos proponi-endo es indagar la produccin de subjetividad que
promovieron las severas modificaciones en el mun-
do del trabajo. Por ello es que intentamos ms que
desarrollar una identidad vocacional, generar es-
pacios en los que el sujeto se niegue a identificarse
con un papel, con una funcin o una utilidad social.
Lo no idntico pasara a ser una dimensin de la
experiencia individual opuesta a la racionalidad ins-
trumental.
La preocupacin por ser alguien, es decir la lu-cha por una identidad, le puede hacer el juego a las
industrias culturales, con oferta de modelos para
construir una imagen, una forma de ser, hacer y te-
ner. En las sociedades hipermodernas no falta, en-
tonces, identidad conforme a una imagen, sino sujetos
de sus actos.
As es como, en las llamadas patologas del
reconocimiento social, los sujetos aparecen con
dificultades de organizacin psquica. Son quienes
no pueden hacerse reconocer por lo que son, hacen,
sienten y desean. Surge el conflicto entre la expe-
riencia singular y las normas sociales en virtud de las
cuales se puede ser reconocido y apreciado.
Esta idea nos lleva a pensar que la llamada inte-
gracin social puede ser interpretada como el con-
trol ejercido por los centros de poder sobre actores
sociales cada vez ms manipulados. Frente a ello,
los sujetos buscarn afirmarse defendiendo su liber-
tad contra una sociedad demasiado organizada.
Lo vocacionalcomo deseo de hacerpuede
quedar encapsulado en el trabajo-empleo, entendi-
do como actividad obligatoria a cambio de una
remuneracin. Si as ocurre lo vocacionalcomoforma de despliegue de la subjetividad queda atra-
pado en las formas que la sociedad ha generado,
premoldeado.Lo vocacionalas entendido se resu-
me a ocuparlos lugares prescriptos por la sociedad
y no a construir o inventar lugares para habitar.
En nuestras sociedades tecnolgicas y globali-
zadas, desiguales y excluyentes, cada vez resulta ms
difcil abrir nuevos surcos, nuevos recorridos. Sin
embargo all est la clave del proceso de construccin
subjetiva, en elplus que los sujetos, los grupos y lascomunidades pueden creativamente darse, para bus-
car en sus vidas otros horizontes que los socialmente
instituidos por los poderes hegemnicos.
Observamos con preocupacin formas de so-
breadaptacin en las que ser alguien o tener xi-
to est asociado a asumir una identidad personal
tributaria de las expectativas de un sistema que pri-
vilegia la acumulacin de riqueza a cualquier precio
y de cualquier manera o, su contraparte, formas de
autoexclusin, expresadas en jvenes o adultos que
desalentados por las escasez del empleo, se desani-
man y desertan a encarar la bsqueda de un proyecto
vital en los mbitos educativos o laborales.
En sntesis, proponemos pensarla eleccin
vocacionalcomo un proceso y un acto de eleccin
y realizacin de un hacercon unplus inevitablemen-
te ligado a la bsqueda de satisfaccin.
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inicial-pgina final.
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10 Sergio Rascovan
Recebido: 21/01/05
1 reviso: 03/03/05
Aceite final: 10/03/05
Sobre o autor
Srgio Rascovan, Magister en Salud Mental Comunitaria, Universidad Nacional de Lans (UNLa). Licen-ciado en Psicologa, Universidad de Buenos Aires (UBA). Vicepresidente deAPORA, Asociacin de Profe-
sionales de la Orientacin de la Repblica Argentina. Co-Director de PUNTo SEGUIDo, institucin dedicada
al estudio de las intersecciones entre salud y educacin (www.puntoseguido.com). Autor del libroLos jve-
nes y el futuro Y despus de la escuela ... qu ? Co-autor y compilador del libro Orientacin Vocacional.
Aportes para la formacin de orientadores. Autor y co-editor deImgenes Ocupacionales, set de fo-
tografas para la realizacin de actividades en Orientacin Vocacional. Profesor titular de la materiaOrientacin
Vocacionalen la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad de Palermo. Profesor en
el Mdulo Orientacin Vocacional y Educativa en el nuevo escenario social. Carrera de Especializacin
Orientacin Vocacional y Educativa. Universidad de Tres de Febrero. UNTREF APORA.
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