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Economía, banca y
mercados
financieros
Tema 3 El mercado, la utilidad
marginal, los rendimientos
decrecientes y la “oferta y
la demanda”
Versión 2016 © Tea Cegos, S.A.
ECONOMÍA, BANCA Y MERCADOS FINANCIEROS Tema 3. El mercado, la utilidad marginal,
los rendimientos decrecientes y la
“oferta y la demanda”
© Tea Cegos, S.A. 2016 2
ÍNDICE
EL MERCADO ......................................................................................................... 3
UNA DESCRIPCION ....................................................................................... 3
CLASIFICACIÓN DE LOS MERCADOS ........................................................ 5
LOS “FALLOS DEL MERCADO” .................................................................. 11
LA “UTILIDAD MARGINAL”, “LA LEY” DE LOS RENDIMIENTOS DECRECIENTES Y LA
“LEY” DE LAS “ECONOMÍAS DE ESCALA” .......................................................... 16
DEFINICIÓN Y EXPLICACIÓN DEL CONCEPTO DE
“UTILIDAD MARGINAL” .............................................................................. 16
DEFINICIÓN Y EXPLICACIÓN DEL CONCEPTO D ELA “LEY” DE LOS
“RENDIMIENTOS DECRECIENTES” Y DE LA “LEY” DE LAS “ECONOMÍAS DE
ESCALA” ...................................................................................................... 18
LA TEORÍA “NEOCLÁSICA” DE LA OFERTA Y LA DEMANDA Y DE LA FIJACIÓN DE
PRECIOS ............................................................................................................... 26
LOS CONCEPTOS BÁSICOS ....................................................................... 26
LA “ELASTICIDAD” DE LA OFERTA Y DE LA DEMANDA .......................... 29
LA FIJACIÓN DE LOS PRECIOS EN LA TEORÍA NEOCLÁSICA ................ 30
CONCLUSIONES Y REFLEXIONES ............................................................... 36
ECONOMÍA, BANCA Y MERCADOS FINANCIEROS Tema 3. El mercado, la utilidad marginal,
los rendimientos decrecientes y la
“oferta y la demanda”
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EL MERCADO
UNA DESCRIPCIÓN
Mercado es el lugar de encuentro, así lo ha sido desde tiempos inmemoriales y en
todos los pueblos y culturas ha resultado ser el sistema ideal para el intercambio. La
humanidad llego a este sistema de “orden natural” de manera evolutiva y no hay
otro más eficiente para la asignación de recursos escasos, tal y como ha mostrado
la misma historia de los seres humanos. En él se da un proceso de conocimiento que
rompe la incertidumbre al coordinar las intenciones de los diferentes agentes
económicos. No es que sea un punto de equilibrio estático, en el que una vez
alcanzado un acuerdo entre oferta y demanda ya no hay nada a hacer, de hecho,
ese equilibrio no se realiza en sus últimas conclusiones, pues dada la naturaleza
cambiante de las circunstancias que los individuos enfrentan, siempre están
apareciendo nuevas necesidades y por ello se crean nuevos incentivos para llegar
a satisfacerlas. En efecto, el mercado es un proceso que tiende de forma
sistemática hacia un “orden” como producto de esa acción de los empresarios,
pero ese proceso empresarial de coordinación jamás se detiene ni se agota, pues
la nueva información que aportan precios, deseos y cantidades, puesta de
manifiesto en el mismo, genera nuevas ideas que se transmiten y que modifican el
conocimiento de los diferentes actores, ya sean consumidores o productores. Los
desajustes, en su caso, son ocasiones de ganancias o de pérdidas que son así mismo
informaciones valiosas para todos los implicados.
Las cinco características básicas de la utilización del mercado son:
1ª)-. Es un punto donde se encuentran los que ofrecen y los que demandan
productos y servicios. (Puede ser con ubicación física o virtual, como en el caso
de los “market place” en internet”)
2ª)-. Es un orden natural, espontaneo y evolutivo en el que se realiza un proceso
dinámico de intercambio de esos bienes y servicios. Proceso que nunca se
termina realmente y que por ello constantemente hace avanzar la civilización.
3ª)-. Permite coordinar gran cantidad de decisiones que afectan a la distribución
de la riqueza y al ciclo del producto y que ello se haga sin necesidad de una
dirección consciente de parte de nadie.
4ª)-. En el mercado se da una competencia entre sus actores. La función
empresarial es un proceso competitivo dinámico en el que los actores buscan
corregir desajustes o disfunciones, satisfacer necesidades o plantear venta de
productos y servicios a un precio que resulta beneficioso por compra más barata
en otro sito o fabricación más económica. Cada empresario hace un esfuerzo
por superar el resultado de sus rivales y conseguir un beneficio. Esto se hace de
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los rendimientos decrecientes y la
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manera no estática, a diferencia de lo que luego veremos que plantea la
definición de “competencia perfecta” o de “competencia imperfecta”.
5ª)-. Oferentes y demandantes reciben información en él a través del mecanismo
de los precios. En función del mismo pueden escoger alternativas y decidir en
consecuencia el producir más o, todo lo contrario, porque el precio de los bienes
que deben producir es muy bajo y no se espera obtener rentabilidad suficiente
para los capitales que deben exponerse, habida cuenta de la preferencia
temporal de los actores, de los riesgos a correr y de la tasa de rentabilidad
alternativa existente hoy.
El precio de mercado es muy importante ya que informa si una mercancía es
más escasa o abundante de acuerdo con las preferencias de los consumidores.
Sin esta información es imposible producir en forma “ordenada”. Es decir, sin que
acabemos en continuos despilfarros, pues una autoridad central no puede
abarcar toda la información cambiante por segundos y en continua interacción
que realizan los actores en el mercado. Esa autoridad central puede querer
aumentar el bienestar de las personas o poner a su disposición bienes a un precio
bajo, o bien incrementar el “nivel” de producción, pero lo máximo que
conseguirá es que los productos fijados en un precio máximo desaparezcan del
mercado o que solo sean encontrables en el “mercado negro”, o bien que se
produzcan bienes sin que luego nadie desee utilizarlos. (Con la paradoja de que
se incrementaran las “estadísticas nacionales de producción”, pero no la
satisfacción general). En definitiva, no puede ser que una autoridad central
quiera “hacer más” sin que considere las consecuencias no deseadas, y
perjudiciales en la mayoría de los casos, que ocasiona el distorsionar el “orden
natural” del mercado, tanto en lo que se produce como en los precios que se
fijan libremente en el mismo. Hay que dejar producir los bienes y servicios que la
gente considera más importantes y en las cantidades que ella desea. Sin precios
libres, en un mercado libre a su vez, esta información no existe y la producción
se desordena y se acaban produciendo bienes y servicios en cantidades y
calidades distintas a las necesidades prioritarias de las personas o se tiene una
completa desaparición del mercado de los productos obligados a tener un
precio máximo. (Recordemos que al hablar de precios nos referimos a los
establecidos en todos los mercados ya sean de bienes, servicios, empleo, tipos
de interés y de cambio).
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CLASIFICACIÓN DE LOS MERCADOS
Los mercados pueden clasificarse según diferentes criterios.
Según su volumen
o Mercados mayoristas: Venta al “por mayor” o en grandes cantidades.
o Mercados minoristas: Venta al “por menor” o en pequeñas
cantidades.
Según la regulación
o Mercados regulados: El estado ejerce controles y pone limitaciones
más o menos absolutas y drásticas sobre los precios y las condiciones.
o Mercados desregulados: El estado no ejerce controles y por lo tanto
las condiciones y los precios se fijan libremente en base a la oferta y la
demanda.
Según que las transacciones sean sobre bienes o servicios
o Mercado de bienes: Se compran y venden productos y mercancías.
o Mercado de servicios: Contrataciones de prestación de acciones de
soporte.
Podemos considerar que el mercado de bienes y servicios se divide en dos
submercados:
o Mercado de bienes y servicios de consumo. En ese mercado, las
empresas venden y las familias e individuos compran.
o Mercado de recursos productivos, o sea, de bienes y servicios
necesarios para la producción. En él, se intercambian todos los bienes
(materias primas, semielaborados, maquinaria, etcétera) y servicios
(incluidos el trabajo personal y los servicios financieros) que, directa o
indirectamente, se utilizan en cualquier fase de la producción.
En ambos mercados, las situaciones cambian constantemente y es preciso
encontrar nuevas respuestas a nuevas circunstancias y por ello, a menudo Hay
que replantearse las preguntas siguientes:
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los rendimientos decrecientes y la
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¿Qué producir? Las preferencias de los consumidores muestran a las
empresas qué bienes y servicios deben producir.
¿Con qué recursos? Las empresas buscan, en los mercados de recursos
productivos, las combinaciones que les permitan producir esos bienes y
servicios para venderlos a un precio estimado en el mercado tal que
compense con el coste de producirlos.
En el esquema anterior, el mercado se considera dividido en dos (de consumo y
de recursos). Nada impide considerar que cada uno de ellos se divide en otros.
Así, se habla de mercado del ocio, mercado inmobiliario, mercado financiero,
mercado laboral, etcétera.
Según el número de participantes.
o Competencia perfecta: Concepto teórico no existente en la práctica,
según el cual se daría esa situación cuando hubiese tal cantidad de
oferentes y demandantes que ninguno pudiese influir en el
funcionamiento del mercado y especialmente en los precios del
mismo. Constituye la base de todo el desarrollo de la llamada “teoría
económica neoclásica”, así llamada inicialmente en palabras de
Thorstein Veblen y cuyo mayor desarrollo, e inicial tratamiento,
debemos a Alfred Marshall, quien introdujo ese concepto de
“competencia perfecta” para de este modo poder llevar a cabo un
tratamiento matemático de las relaciones de oferta y demanda en el
mercado. (Como la competencia en la vida real no se ajustaba a los
supuestos de partida, hubo que realizar más adelante un desarrollo de
la llamada “competencia imperfecta”, “monopolista” u “oligopolista”
según los casos. Cosa que inicialmente hicieron la economista Joan
Robinson y su colega Edward Chamberlin).
Las características de la “competencia perfecta” son una muestra de
un pensamiento racional, válido en sí mismo, como medio de
explicarse una realidad, así construida para mejor entenderse, pero
imposible de implantar o corresponder con la realidad. Era el caso de
Marshall, quien dijo que usaba las matemáticas por esa razón (él era
un matemático) pero que sabía muy bien que esos supuestos eran solo
válidos en su cabeza, pues el mundo real iba por otros derroteros… Es
una muestra también de lo que en el tema 1 llamábamos “razonar
económicamente en términos no euclidianos” y que se concreta en
este caso para definir “la competencia perfecta” del siguiente modo:
Número de oferentes tan elevado y de tamaño tan pequeño
que no pueden influirse unos en otros ni mucho menos en el
precio.
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La demanda es perfectamente “elástica” lo que quiere decir
que cualquier productor puede vender las cantidades que
desee al “precio vigente”, pero que no venderá nada si sube el
precio, pues los consumidores se desplazaran hacia su
competencia que lo hace a un precio menor.
No existen barreras de entrada ni de salida para nuevos
oferentes.
Todas las empresas venden el mismo producto homogéneo y
de iguales características y formato.
Se dispone de una información total y perfecta por todos y la
tecnología es conocida así mismo por todos igualmente.
No se dan innovaciones tecnológicas ni se sustituyen factores
de producción por otros más eficientes sin que ello no sea de
común conocimiento e implantación por todos los actores.
La función productiva se supone carente de organización,
coordinación y control.
Los recursos maximizadores de ganancias se seleccionan bajo
información perfecta y, o, probabilidades definidas.
No se dan “costes de transacción”, no hay “costes de
contratos” (“teoría de la agencia”) y se actúa con derechos de
propiedad garantizados.
Por su parte, la teoría de la “competencia imperfecta” buscó dar
entrada a supuestos más acordes con la realidad y así vino a
considerar cuestiones como la importancia del diseño, la publicidad,
la facilidad de acceso del comprador al producto o al mercado,
rendimientos diferenciados entre productos, innovaciones técnicas
que segmentan los productos, comodidad de uso, imagen de marca,
etc. Chamberlin hablo de costo de producción como la suma de los
gastos para aumentar la oferta cuando la demanda está dada y de
coste comercial cuando se suman los gastos necesarios para
aumentar la demanda si la oferta es la que aparece fijada. Pero
hemos de decir en su contra que ambos costes son necesarios cuando
la información es imperfecta y hay que dar a conocer el producto. No
solo se compra el elemento físico del producto, sino lo que el mismo
representa psicológicamente o los atributos añadidos que tiene, tales
como: servicios postventa, fiabilidad de las entregas, calidad
asegurada-certificada, etc. Todo director de marketing sabe que
debe lograr diferenciar su producto de la competencia y que cuando
este se constituye en una “comodity” el precio es “tiranizado” desde
la otra parte. Teorizar sobre competencia imperfecta es igualmente un
puro ejercicio de “distracción intelectual” de igual modo que lo era el
de la “competencia perfecta”, ambas buscan el que se piense que
existe un equilibrio donde básicamente no puede haberlo por la labor
del empresario y el proceso dinámico del mercado.
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o Oligopolio: Cuando hay pocos ofertantes para un determinado
producto o servicio. y por lo tanto hay más facilidades para casos de
acuerdo o colusión en la fijación de precios y condiciones de venta.
(Cuando solo existen dos oferentes o demandantes se está en el caso
del “duopolio”). Cada empresa del oligopolio influye con sus
decisiones sobre las de las otras y es influida a su vez por las de sus
competidores. En estos casos ciertas políticas de acción deben verse
a la luz de la llamada “teoría de juegos” y del conocido como “dilema
del prisionero”. Por ello, para evitarse perjuicios de unos a otros es muy
frecuente el buscar una “colaboración fuera del circuito” poniéndose
de acuerdo sobre precios mínimos, cantidades a demandar, etc. Esta
es la situación conocida como de “cártel” que puede ser explícita,
como el caso de la OPEP para el petróleo, u oculta y que suele ser
perseguida por representar un fraude a la competencia. (Como la
labor que hicieron varias entidades crediticias de primer orden para
ponerse de acuerdo en la comunicación de sus respuestas a la hora
de fijar el tipo de interés interbancario, Libor o Euribor). El cártel actúa,
bien sobre cuotas de producción o de mercados a servir, bien sobre
precios o sobre ambas. No siempre estos acuerdos están exentos del
“dilema del prisionero” y más de una vez sus miembros “traicionan” a
los otros en alguna de estas cuestiones…
La fusión de varias empresas, ya sea verticalmente u horizontalmente
(fusionar toda la gama de operaciones desde la materia prima a la
distribución o bien de todas las empresas de una fase) así como la
posición de “holding” en la que se tiene el dominio sobre una variada
gama de servicios y suministros, no necesariamente debe verse como
una maldad intrínseca, lo importante, no nos cansaremos de repetirlo,
no es el tamaño, sino la libertad para competir, pues no es posible
decir “científicamente” cuál es la dimensión más eficiente para una
empresa. Siempre algún empresario, guiado por sus impulsos y
arriesgando su patrimonio, acaba por encontrar respuesta a esto y la
misma no es eterna, pues inmediatamente será desafiado por otros
empresarios en cualquier “punto débil” que deje al aire… Desde la
posición correctamente metodológica del economista no se puede
decir qué tamaño de empresa es mejor, sino mostrar las
consecuencias deseadas y no deseadas de las decisiones que se
tomen. El economista sí puede señalar que la libertad de mercado es
la que asegura la mejor toma de decisiones o donde se hacen más
explicitas esas consecuencias para obtener más rentabilidad y
satisfacción de los consumidores, pero la decisión, en cualquier caso,
corresponde siempre al empresario.
o Monopolio: Un solo ofertante/demandante de un producto o servicio
y que por lo tanto puede fijar el precio y las condiciones de venta. La
empresa monopolista puede fijar precios y el mercado da la resultante
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de la demanda o viceversa, fijar cantidades y el mercado da el precio.
Los tipos de monopolios son:
“Monopolios gubernamentales”. En España se les ha conocido
con el sobrenombre de “estancos”. Los más llamativos fueron
los de la sal antes del siglo XVIII, o los más recientes del tabaco
(la “Tabacalera”), los ferrocarriles (la “RENFE”) y el petróleo (la
“CAMPSA”). Aunque fueron presentados como “reguladores
del mercado” y positivos, todos ellos han sido siempre muestras
de “privilegios”, fuente de logros para “cazadores de rentas” o
incentivos para unas actividades económicas en donde
merece más la pena la proximidad y las relaciones con el poder
que el invertir en dar a producir rentablemente una idea
empresarialmente válida. No todos nacen de una regulación
estatal completa y limitativa al máximo, pueden serlo fruto de
una regulación restrictiva para la fabricación o distribución de
un tipo de productos que, aun cuando no limitan su
producción, sí fijan tal cúmulo de restricciones o barreras de
entrada que cierran la posibilidad de total libertad para el
ejercicio de la actividad o la profesión. Vr. Gr.: establecimiento
de farmacias, licencias de transporte o de auto-taxis, ejercicio
de profesiones con obligación de colegiación previa y tarifas
mínimas, concesiones del “espectro radio eléctrico” para
cadenas de radio y TV, reglamentos para el ejercicio de la
actividad de juegos de azar, apuestas y loterías,
reglamentaciones para el establecimiento de centros
comerciales y de horarios y días de apertura de los mismos, la
propia actividad bancaria, etc.
Dentro de esta adscripción conviene estudiar la cuestión de las
patentes y los derechos llamados de “copyright”. Estos últimos
no tendrían problema de existir dentro de un mercado libre
pues en una creación artística o literaria no se transmite la
propiedad de la obra sino el derecho de no reproducirla
comercialmente en beneficio propio. Las “patentes”, sin
embargo, son algo que va mucho más allá, al otorgar el
derecho de fabricación a su titular sin competencia alguna
durante un periodo largo. (Normalmente veinte años). Así, si dos
productos se inventan de manera simultánea solo se fabricará
aquel que antes consiga patentar la idea, actuando de este
modo sobre el derecho de propiedad del segundo. (Y del
beneficio de todos por no tener una pluralidad de elección). Tal
vez fuese mejor “invertir las tornas” y dar patentes a los autores
literarios y artísticos y “derechos de copyright” a los inventores
de productos o de procedimientos de fabricación. Al ser las
primeras unas ideas producto del intelecto humano de manera
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directa, es casi imposible que sean idénticas, las otras, por el
contrario, son aplicaciones tecnológicas derivadas de la
ciencia y resulta fácil por ello llegar a una misma conclusión
simultáneamente por dos o más empresas. Si dejamos que en
estos últimos inventos haya libertad de creación, la
incertidumbre sobre si los costes de I+D podrán amortizarse o
no, es menor pues no se tendrá encima la “guadaña” salvaje
del privilegio del patentar en primer lugar. El “viejo argumento”
de que sin patentes no habría interés en hacer “I+D” es una
falacia pues, de estimular algo, las patentes solo lo hacen en las
etapas iniciales, cuando aún nada se ha investigado sobre un
tema. En el momento en que alguien patenta algo se deja de
tener interés por los demás en ese asunto y con ello se pierden
muchas oportunidades de mejora y de mayores satisfacciones
para los consumidores, a la vez que se crea “un estanco” para
el que obtuvo el privilegio estatal de la patente. Una
contradicción a la que cabe añadir el que toda investigación
científica es “gradual” y un avance depende del saber lo que
otros han hecho. Por ello, los científicos siempre buscan publicar
abiertamente sus trabajos y que otros los corrijan, amplíen o
completen. No obstante, el mismo mecanismo del registro de
las patentes, al ser de pública consulta, permite cierta
atenuación de este impedimento pues, afortunadamente,
cualquier “inventor avispado” puede, a la vista de lo allí dicho,
saber de algún modo el cómo variar lo indicado en el registro
para producir, de forma simultánea, un producto parecido sin
violentar el “derecho de patente”, “marca” o “procedimiento
de fabricación”.
“Monopolios de mercado”. Se dan cuando una sola empresa
es la proveedora de un producto o servicio, pero sin que medie
acción alguna que impida la competencia de otras empresas.
Proceden del éxito empresarial de quien lo ostenta y no de una
concesión gubernamental. Tales serían los casos de:
“Microsoft”, “Google”, “Apple” o “Zara”. No hay impedimento
para la competencia en todos estos casos y de hecho existen
otros oferentes, aunque a larga distancia. Estas empresas son
sabedoras de que, dado que el proceso de mercado es
“dinámico” y no estático o de “competencia perfecta” o
“imperfecta”, en cualquier momento pueden ser “desafiadas”
y encontrarse con un fuerte rival. (Tal y como le pasó a IBM en
los años ochenta del siglo XX con el ordenador personal al no
haber previsto el éxito de “Microsoft” y “Apple”).
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los rendimientos decrecientes y la
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Este tipo de monopolio suele darse cuando se poseen altas
economías de escala, lo cual es clave en servicios como
electricidad, telefonía, agua, gas, etc. Pero lo importante es
darse cuenta que lo clave no es la magnitud de la dimensión
(IBM lo era) sino el que exista real posibilidad de entrar en el
mismo mercado, sin cortapisas, con una idea que arrase a la
anterior. Mientras exista libertad para competir, ningún
monopolio, cártel o fusión de empresas podrá explotar en su
favor esa situación o hacerlo en contra de los consumidores por
mucho tiempo.
LOS “FALLOS DEL MERCADO”
Ante la “imposibilidad” que en la realidad se cumplan los supuestos de la
“competencia perfecta” ni de la “competencia imperfecta”, se ha buscado el que
los mercados sean regulados por el estado, pues, como es natural y lógico, no
ofrecen “los beneficios esperados” que le suponen ambas situaciones estáticas de
la “teoría neoclásica”, sino que se “apuntan” una serie de “fallos”, o como se les
conoce eufemísticamente en la jerga de los economistas: “deseconomías
externas”. Entre las principales de estas tenemos:
La aparición, ya comentada, de monopolios
“Externalidades” por implicaciones ecológicas o de otra índole
Distribución desigual de las rentas
Ciclos económicos y aparición de crisis
En los dos casos primeros se está ante una “situación de ineficiencia de Pareto”.
Llamada así por haber sido este economista el que primero hablo de que “una
situación económica era eficiente cuando no había posibilidad de mejora de nadie
sin empeorar la situación de otro”. Este concepto de eficiencia presenta varias
debilidades. Por ejemplo, puede darse una situación en que todos ganan excepto
uno que no pierde y se queda igual. (A este último no le parecerá la cosa tan
eficiente…)
De los monopolios ya hemos hablado. En lo que se refiere a la contaminación, los
problemas ecológicos, etc., las llamadas de manera general “externalidades
negativas”, se argumenta que se dan por haber una producción excesiva, o ser
hecha bajo unas condiciones inadecuadas y que el mercado no actúa bien en
estos casos y que por ello se hace necesaria una intervención de los poderes
públicos para:
ECONOMÍA, BANCA Y MERCADOS FINANCIEROS Tema 3. El mercado, la utilidad marginal,
los rendimientos decrecientes y la
“oferta y la demanda”
© Tea Cegos, S.A. 2016 12
Desincentivar la producción vía impuestos y tasas
Prohibirla más allá de un valor fijado
Establecer licencias, permisos o “estancos”
Generar un mercado de compraventa de “derechos de contaminación”
entre empresas y países más o menos contaminantes.
Analizando rigurosamente hay que decir que ningún bien tiene en sí mismo
características solo públicas o solo privadas. Muchas de las “externalidades
negativas” lo son por haber una “no propiedad privada” de los bienes que se creen
comunes y de los que nadie se preocupa, como ya vimos en el tema 1 al hablar de
los “bienes públicos”. Al respecto hay que decir que es labor del economista el
señalar como la propiedad privada de los mismos ofrece soluciones con menor
coste y externalidades que la contraria (intervenciones mencionadas de los poderes
públicos) y que corresponde a la ética y a la política el decidir que, si alguna parte
de los miembros de la sociedad se ve privada de acceder a su disfrute por esa
privatización, se generen sistemas de otorgamiento de vales de acceso más o
menos gratuitos. (El economista dirá, de acuerdo con su misión y bajo su método de
trabajo, que ya conocemos, que ello debe hacerse, en su caso, con cargo al
presupuesto público, informando antes a todos y con recaudación de impuestos
suficiente. Pues de lo contrario solo queda el recurso a la deuda, la cual, dirá
entonces el economista, tiene las consecuencias de su límite de cuantía y de su
coste creciente con la magnitud-riesgo de la misma. La siguiente opción que el
economista puede ofrecer como alternativa, es la del endeudarse y luego
“repudiar la deuda” …, Sí…, es algo posible, dirá el economista, y
desgraciadamente ha sido muchas veces utilizado a lo largo de la historia, pero
luego no cabe quejarse de que nadie quiera volver a prestarnos o que, de hacerlo,
lo haga a unos precios desorbitados y teniendo que ofrecer en garantía nuestras
más preciadas posesiones... La otra opción posible, dirá también el economista, es
la de “imprimir” billetes de dinero, y, o, dar a los bancos la posibilidad de generar
depósitos para uso a crédito por particulares y empresas, haciendo tal cosa sin
ahorro previo, o monetizar deuda publica en el banco central, pero ante eso, el
economista insistirá, una vez más, en “la parte oculta” de esa solución pues la
misma, dirá, representa solo “pan para hoy y hambre para mañana” ya que no
tendrá otro resultado que la inflación. Si ahora, contra esa “subida desbocada de
precios” el poder público impone decretos de precios máximos, la consecuencia
no deseada que invariablemente se producirá, señalará el economista al político
desaprensivo que toma tamañas decisiones, será la de la desaparición de esos
productos del mercado normal y la aparición del “mercado negro” y el conocido
entre nosotros como “estraperlo”. ¡En definitiva, dirá el buen economista: “no se
pueden poner puertas al campo…”)
En este sentido cabe decir también que muchos animales en curso de extinción
serían objeto de cuidados si fuesen privatizados como ocurre con la cría de gallinas,
vacas, etc. No es por otra causa que desde que en algunos países se ha privatizado
la cría de elefantes, el marfil pueda volver a ser objeto de comercio y que la caza
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furtiva y depredadora de estos proboscídeos haya dejado de ser rentable en esos
lugares. Reservas de la biosfera privatizadas aparecen ahora mejor conservadas y
pueden visitarse sin comportamientos depredadores. Es verdad que debe pagarse
un precio por su disfrute, pero ya hemos dicho que el economista señala las
consecuencias y beneficios y corresponde al político, y en su caso a la ética, el
decidir cómo hacer accesible el bien a todos sin que su contraria nos cueste a todos
más o signifique la desaparición completa del disfrute para cualquiera por su
extinción.
El tercero es un caso a discutir también desde criterios éticos y no económicos, pues
la economía es incapaz de decidir la cuestión de la conveniencia de fines
diferentes como sí se propone la ética. La economía solo dice que, cuando nos
hallemos en la necesidad de elegir, pensemos en las consecuencias visibles y en las
no deseadas de lo que estamos escogiendo. Por tanto, no le releva a nadie del
dilema de decidir. (Podríamos decir que ninguna ciencia lo hace, ni puede
establecer el problema final de la preferencia). Pero, para ser racionales del todo,
tenemos que elegir con pleno conocimiento de las soluciones rechazadas (“costes
de oportunidad”). Aquí es, justamente, donde la economía adquiere su
significación práctica: gracias a ella podemos ver con claridad las consecuencias
de los diferentes fines entre los que podemos escoger y si esa elección de fines es
congruente entre sí. Alguien puede considerar un mal en sí mismo el tolerar las
desigualdades de ingresos, o los “fallos del mercado”, en tanto que otra posición
más igualitaria, considerará el acabar con las desigualdades como un fin que debe
perseguirse con preferencia sobre todos los demás. Lo mismo cabría decir sobre la
afirmación de que el mercado no es bueno. Pero es ilegítimo considerar buenas
económicamente a estas proposiciones y antieconómicas a sus contrarias. No es
posible considerarlas como decisiones racionales económicamente si no se
formulan ambas con un pleno conocimiento de la naturaleza del sacrificio que
cada una supone a la persona humana. Así, para ambos casos, sería imprescindible
conocer, no sólo la naturaleza esencial de los mecanismos del sistema capitalista,
sino también las condiciones necesarias y las limitaciones a que quedarían sujetas
las personas en una sociedad como la propuesta para sustituirlo. En esta elección
sólo un conocimiento cabal de las deducciones del análisis económico puede dar
la capacidad de juzgar racionalmente. En definitiva, la economía ofrece la solución
del conocimiento de las consecuencias deseadas y no deseadas, pero no permite
eludir la necesidad de elegir, aunque eso sí, nos da la posibilidad de armonizar
nuestras elecciones, hacerlo con rigor y ser coherentes y racionales. El economista
David Ricardo dijo que su colega, Jean Baptiste Say, había dicho muy juiciosamente
y bien que: “no corresponde al economista político aconsejar, sino que debe ser
quien diga cómo podemos hacer que haya más riqueza disponible para todos, por
ello no puede, ni debe, aconsejarnos el que prefiramos la riqueza a la indolencia o
ésta a aquélla”.
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La proposición, por ejemplo, de que un arancel general sobre las importaciones
afecta la demanda extranjera de nuestras exportaciones y nos produce costes a
todos los consumidores, aportando solo ganancias a una minoría, es una deducción
perfectamente neutral de una de las más elementales proposiciones de la teoría
económica. Sin embargo, es difícil mencionarla en algunos círculos sin ser acusado
de querer sumir en el paro a toda una industria, una región, un pueblo o un sector,
cuando no, de ser “antipatriota”, asocial o algo peor. Como vemos, se dan razones
pretendidamente psicológicas, políticas o sociológicas, contra el sistema
económico que se dice origina el contencioso o “fallo”, para eludir el decidir desde
la ética o la política; al mismo tiempo nadie habla de las consecuencias no
deseadas del dicho arancel de nuestro ejemplo (lo cual, sí hace y debe hacer, la
economía) pues con el arancel se protege a unos en contra de los más y se frena
el desarrollo de todos. Eso sí lo debe decir la economía. Ahora, ante la vista de “los
dos lados” de la situación que nos ha ofrecido el economista, debemos decidir,
desde posturas éticas o políticas, si debemos o no, imponer un arancel. (O un salario
mínimo, o un precio máximo para un producto o un servicio, una escala de
remuneraciones, etc., pues estamos ante iguales situaciones que las de imponer un
arancel). Pero no podemos decir, (por no pensar que el “decidir se debe hacer
desde la ética”), que "la vida es demasiado compleja para ser juzgada por el
análisis económico" o que “el mercado es intrínsecamente malo”. Precisamente
porque la vida social es tan complicada, es indispensable que el análisis económico
nos capacite previamente para entender, por lo menos, ambas partes de ella. (En
especial la parte que casi siempre “no se ve” o “que no se quiere que se vea”).
En el cuarto de los casos presentados de “deseconomías” o fallos del mercado, el
decir que el mismo está abocado a ciclos de crisis y “burbujas”, es algo que
sabemos resulta de la propia dinámica de este, al hacer que ciertos productos o
servicios sean innecesarios ante el avance científico y tecnológico. Esos adelantos
suponen cambios importantísimos por la aplicación de sus descubrimientos, tal y
como fue el caso de la máquina de vapor en su día, luego de la electricidad, o el
uso de internet y la implantación de las TIC en nuestros días. En el ínterin de su
aplicación, esos avances y mejoras, lógicamente, pueden causar temporalmente
paro o imposibilidad de encontrar empleo en un mismo lugar, pero estos inventos
suponen poder tener precios menores para lo fabricado, distribuido o servido. Es
normal que creen problemas para los que persisten en continuar con sistemas
periclitados u obsoletos. Ello, tal vez, pueda juzgarse desfavorablemente desde la
ética o las creencias de algunos, y a ello nada podrá oponer el economista, al que
tan solo le cabe, desde “su método”, el señalar lo que se tiene y las consecuencias
de implantar o no, esos procedimientos o nuevos inventos. Precisamente, el
economista debe hacer ver en qué parte esos ciclos y esas crisis, burbujas y
especulaciones insensatas, son debidas también a una manipulación de los
mecanismos del mercado. Tal y como ocurre, y así lo veremos en el tema
correspondiente, con el “manejo del dinero”, que al haberlo dejado sin referencia
a patrón de valor alguno y confiado su creación al crédito bancario sin respaldo
ECONOMÍA, BANCA Y MERCADOS FINANCIEROS Tema 3. El mercado, la utilidad marginal,
los rendimientos decrecientes y la
“oferta y la demanda”
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de ahorro previo o al generarlo de un “modo fiat” por parte de una autoridad
(Gobierno-Banco central), puede llevar a una oferta excesiva del mismo que será
la causante de la inflación, de esas crisis y de las burbujas consiguientes.
Conclusiones. Nadie puede creer que el mercado sea un sistema perfecto, como
no es ni equilibrado, ni estático. Los “fallos” comentados del sistema de mercado
no son intrínsecos del tal sistema de mercado sino generalmente de “no dejarlo
funcionar” y de no respetar, en consecuencia, el sistema de libre fijación de los
precios, ya sean de bienes y servicios, de los salarios, de los tipos de interés o de los
tipos de cambio. El mercado es dinámico, y por ello su “eficiencia” tiene ese
carácter al tener a los empresarios en posición de permanente vigilia para actuar
allí donde se descubre una oportunidad o una disfunción. Ese “dinamismo” puede
“parecer duro” pues supone que el problema fundamental no es el del “reparto”
sino el de hacer la “tarta mayor”, es decir conseguir crear más riqueza. No otra
debe ser la respuesta a una afirmación tantas veces oída en los viajes: “…parece
mentira lo rico que es este (tal o cual) país…, tiene minas, petróleo, naturaleza
agradecida y, sin embargo, sus gentes son pobres y deben emigrar o vivir
malamente”. El que esto se pregunta, olvida, o no conoce, lo que nos enseñó Adam
Smith en su libro “La riqueza de las naciones” al referirse a cómo “un país con
muchas minas de oro y plata podría ser muy pobre y que otros, por el contrario, sin
esas minas, sabiendo trabajar productivamente y comerciando (y teniendo un
estado de derecho, deberíamos añadir) podrían procurarse mucho más oro y
plata”. En los primeros estadios de la humanidad era cierta una mayor igualdad,
pero a la vez una miseria completa. El desarrollo económico surgido de la libertad
y del sistema de mercado ha sido mejor, con sus “imperfecciones”, exigencias de
cambio, y estado de alerta permanente de los empresarios (y de todos habría que
añadir, pues a todos nos concierne el no dejarnos caer en la menesterosidad
voluntaria), que los sistemas alternativos ensayados hasta la fecha y de los que aún
quedan todavía hoy muestras desgraciadas en algunos países.
No se trata de que por esas “imperfecciones”, si queremos llamarlas así, no haya
que ayudar al débil, al que no tiene posibilidades por accidente o enfermedad, o
al que se encuentra aquejado de algún mal incapacitante, ni tampoco de negar
la educación, la sanidad u otros bienes similares al que desgraciadamente, y de
verdad, temporalmente no puede procurárselos. Lo que dice el sistema de
mercado, y el buen hacer económico, es que eso se haga con “luz y taquígrafos”,
mostrando a todos lo que ello cuesta en términos de “coste de oportunidad”, es
decir, lo que representa en impuestos, pues si hace “vergonzantemente”, por la
“puerta de atrás”, vía déficit público, deuda descontrolada, o emisión de dinero
papel o bancario, es decir, con inflación o trastocando el sistema de precios, de
nada servirán esas ayudas para el que las recibe (pues acabara estando peor), ni
tampoco para los demás, a los que se les condena al empobrecimiento (“todos
iguales, pero todos pobres”) y posiblemente a una dictadura para todos, pues será
difícil imponer esas condiciones al conjunto de la sociedad sin una eliminación de
ECONOMÍA, BANCA Y MERCADOS FINANCIEROS Tema 3. El mercado, la utilidad marginal,
los rendimientos decrecientes y la
“oferta y la demanda”
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los mecanismos democráticos, como la historia ha puesto tantas veces de
manifiesto. (Y sigue haciéndolo, como desgraciadamente vemos en las noticias).
LA “UTILIDAD MARGINAL”, “LA LEY” DE LOS RENDIMIENTOS DECRECIENTES Y LA “LEY DE LAS “ECONOMÍAS DE ESCALA”
DEFINICIÓN Y EXPLICACIÓN DEL CONCEPTO DE “UTILIDAD MARGINAL”
La utilidad marginal es la noción que “ordena el valor de los bienes”. Se define como
“el significado de orden” que otorga un agente económico a un bien por cada
unidad adicional del mismo que obtiene, entendida como medio para alcanzar sus
fines. Es decir, suponemos con esa definición que cada unidad adicional
equivalente de un bien será asignada a un fin de menor prioridad que la anterior,
por esto, una vez que tenemos la cantidad suficiente de alimentos para
mantenernos ya no valoramos tanto las unidades adicionales de los mismos. La
“paradoja del valor” confundió durante mucho tiempo porque nuestras opciones
son por cantidades limitadas de los distintos bienes. (Quien está en un desierto y
debe optar entre un vaso de agua o una onza de oro sabemos que se decidirá por
la primera alternativa. Obviamente, si la misma pregunta se la hacemos a una
persona que vive en una ciudad la respuesta cambiará totalmente pues la
disponibilidad de agua en una ciudad normalmente es tan grande que su utilidad
marginal es prácticamente cero).
En este concepto se inspiró también el famoso psicosociólogo americano Maslow
cuando estableció su conocida “pirámide” de las motivaciones y las necesidades
de los individuos, pues una persona de bajos ingresos seguramente destinará
prioritariamente sus ganancias a comprar alimento o prendas de abrigo. Pero a
medida que sus ingresos reales crecen la utilidad marginal de estos bienes será más
baja y preferirá comprar otros bienes que lo que hacen es aumentar su calidad de
vida o sus satisfacciones sociales, culturales o espirituales. El concepto de utilidad
marginal no es algo teórico, así, por ejemplo, es muy usado en la gestión de carteras
de inversión ya que, a partir de un punto de límite eficiente, cada vez que un inversor
invierte en activos con una potencial rentabilidad mayor, el riesgo que asumirá
crecerá más que exponencialmente
Todo lo anterior es muy importante pues, contra lo que se puede creer, Adam Smith,
a quien se le ve como “el padre de la economía” sentó un precedente nefasto al
ECONOMÍA, BANCA Y MERCADOS FINANCIEROS Tema 3. El mercado, la utilidad marginal,
los rendimientos decrecientes y la
“oferta y la demanda”
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seguir el criterio de que dicho valor de los bienes proviene, solo y en exclusiva, del
trabajo humano que ha contribuido a crearlos. Ello era confundir el valor con el
precio y mezclarlo, además, con el coste. La paradoja no podía resistir mucho
tiempo sin resolverse, pero aun cuando había precedentes, Turgot, por ejemplo, ya
en el siglo XVIII hablaba del valor de los productos en referencia a la escasez de
éstos y de la utilidad para su poseedor, no fue sino hasta el siglo XIX cuando, dentro
de los esfuerzos de explicar el mecanismo de formación de precios por un
procedimiento alternativo a dicha teoría del valor-trabajo, fue acuñada,
prácticamente de manera simultánea y sin contacto entre ellos, por W. S. Jevons,
en Gran Bretaña, L. Walras en Suiza y por K. Menger en Austría. Fue, no obstante, al
economista Friedrich von Wieser, discípulo de Menger, al que se le atribuye en
realidad la acuñación del término “utilidad marginal” (“Grenznutzen” en alemán).
Es curioso que Adam Smith, quien tuvo el error de poner el valor de los bienes en la
hora de trabajo para obtenerlos, como hemos visto, sin embargo hablase de la
“paradoja del agua y los diamantes” (de la que ya se habían hecho eco antes, bajo
diferentes formas, Copérnico o Locke) y que tiene mucho que ver con la explicación
de la utilidad marginal, dado que si el precio de un bien se define a través de su
utilidad marginal y no a través de la utilidad objetiva, está claro que allí donde el
agua sea abundante, su utilidad marginal será baja; por el contrario, la utilidad
marginal de los diamantes será alta a causa de su rareza. Por ello también se sabe
que la oferta repentina y abundante de un bien en el mercado hace bajar su precio
y viceversa. Con este concepto no nos fijamos en la utilidad que una mercancía
aisladamente produce para determinar su demanda, sino en la utilidad marginal
que ésta posea para quien va destinada, pues ese será el incentivo de compra para
el consumidor. Podemos concluir que el valor de las cosas depende de dos factores:
utilidad y escasez. Para que un bien tenga valor tiene que ser útil y escaso.
Al ser la utilidad marginal el aumento o disminución de “satisfacción” que
acompaña al incremento o descenso de la cantidad que se posee de un bien,
resulta posible tener la tentación de tratarla matemáticamente (y ese fue el
desarrollo que precisamente le dieron Jevons y Walras en su inicio), pues puede
decirse, desde ese planteamiento, que es igual a la derivada de la curva que
describiría a una hipotética función de utilidad a medida que aumentan los bienes
a disposición del consumidor. Se le llama en realidad “ley de la utilidad marginal
decreciente”, ya que, manteniéndose constante todo lo demás, la dicha derivada
decrecerá. Es importante ver bien esto pues el precio de un bien, “dentro de esa
racionalidad” debería ser, en consecuencia, el de la utilidad marginal. (Cuanto
menos valoran las personas un bien menos estarán dispuestas a pagar por él y
viceversa).
El valor de los bienes, o sus utilidades marginales, se puede comparar, pero no medir.
Podemos decir que preferimos una naranja a dos manzanas, pero no podemos
afirmar, más que figurativamente, o para el caso del tratamiento matemático de
dicha utilidad, que un plátano nos produce 5,25 veces más placer que dos peras...
ECONOMÍA, BANCA Y MERCADOS FINANCIEROS Tema 3. El mercado, la utilidad marginal,
los rendimientos decrecientes y la
“oferta y la demanda”
© Tea Cegos, S.A. 2016 18
(Recordemos el “pensamiento no euclidiano en economía”). Por supuesto, que
menos aún, se pueden comparar cuantitativamente las valoraciones de dos, tres o
más personas. Por otra parte, hay que recordar que el poeta ya dijo que “solo los
necios confunden precio y valor”. El valor que algo tiene le viene del que le asignan
las personas por percibirlo útil para algo, y sus usos pueden ser tantos como se le
ocurra al ingenio humano, tal y como las cambiantes modas nos ponen todos los
días de manifiesto con los más variados artículos, utensilios, tejidos, texturas, sabores,
etc. Por ello, las escalas de necesidades de las personas son ordinales y no
cardinales y hay que rechazar la posibilidad de que los consumidores sean
indiferentes entre distintas opciones, por ser imposible de observar esto en la
práctica y que no se pueda medir su intensidad. (Otra cosa es el hacer el “supuesto
no euclidiano” de que “sí lo es” o que “podría serlo” y entonces deducir toda una
teoría matemáticamente tratable y dibujar todas las curvas y gráficas a que ese
razonamiento abstracto pudiera dar lugar…)
DEFINICIÓN Y EXPLICACIÓN DEL CONCEPTO DE LA “LEY” DE LOS “RENDIMIENTOS DECRECIENTES” Y DE LA “LEY” DE LAS “ECONOMÍAS DE ESCALA”
Presentación
También puede ayudarnos a comprender el concepto anterior de utilidad marginal
una “ley económica” que opera en el corto plazo. Es la llamada “ley de los
rendimientos decrecientes”. Para entenderla basta con pensar en el rendimiento de
una parcela de tierra a al que continuamente se le van añadiendo obreros que la
trabajan… Es evidente que la producción crecerá al inicio, pero habrá un punto en
que ese crecimiento dejará de ser directamente proporcional y que incluso se
invertirá. Pensemos ahora en una dotación de capital (bienes y derechos de todo
tipo en el activo de una empresa) si se da una mayor contratación de personas se
puede incrementar el producto total. Lo que en “cuenta de resultados”
denominamos como EBITDA. (También cabria considerar al EBIT o resultado de
explotación antes de intereses e impuestos una vez deducidas al EBITDA provisiones
y amortizaciones). Pero habrá un momento en que ese crecimiento irá dando
incrementos de ese EBITDA o EBIT cada vez menores. Es decir, mayores incrementos
del factor variable no suponen incrementos del “producto total” tal y como muestra
el gráfico del cuadro 1.
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los rendimientos decrecientes y la
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Cuadro 1. “La ley” de los rendimientos decrecientes
Por su parte, la “producción media” es la relación entre la producción total y el
número de trabajadores.
PM = PT / T
(Producción total / Nº de personas)
En economía se conoce como “productividad marginal” al incremento en la
“producción total” ante un incremento de una unidad del “factor variable”
(una persona más en nuestro caso).
PMg = Inc.PT / Inc. T
Está claro que una determinada tecnología será más eficiente cuando
tengamos más producción con los mismos factores productivos. Se trata de
conseguir máximas “salidas” con “mínimas” aportaciones. Para ello no queda
más remedio que seleccionar la tecnología más “barata” de entre las más
eficientes.
Vamos a ver un conjunto de definiciones que nos van a permitir elaborar una
serie de curvas y gráficos que nos ayudaran a comprender la relación de los
costes con la producción y las ventas y en “donde están los umbrales de
beneficio para las empresas” en función de sus tamaños y sus estructuras
ECONOMÍA, BANCA Y MERCADOS FINANCIEROS Tema 3. El mercado, la utilidad marginal,
los rendimientos decrecientes y la
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productivas, todo con la finalidad de llegar a tener una mejor comprensión de:
“por qué el tamaño no lo es todo”
Recordemos que los costes totales se dividen en fijos y variables:
CT = CF + CV
Los costes variables dependen del nivel de producción y los costes fijos son
independientes del mismo.
CF = constante (Solo a corto-medio plazo)
CV = cv por unidad * q (“q” es el número de unidades producidas)
También podemos hablar de “costes totales medios” como la relación o
división, de los costes totales y la cantidad producida:
CTmed. = CT/ q
Es decir, que:
CTmed. = [(CF / q) + (CV / q)] = CFmed. + CVmed.
Definamos ahora al “coste marginal”, en igual consideración que antes,
cuando hemos hablado de la “utilidad marginal y de la “productividad
marginal”, por lo que diremos que será: el incremento del coste total cuando
aumentamos en una unidad la cantidad producida:
CMg = Inc.CT / Inc. q
Así, el cuadro 2 nos ofrece las curvas de costes fijos, costes variables y costes
totales, el cuadro 3 nos da la curva de estos costes en términos medios según
las cantidades. Por su parte, el cuadro 4 nos da las curvas de “costes
marginales” y nos ejemplifica el cómo, a diferentes cantidades producidas-
vendidas, pueden darse o no beneficios y donde está el umbral de
rentabilidad.
En efecto, viendo los diferentes puntos de la gráfica del cuadro 4 podemos
decir que los casos “E” y “F” del mismo son de “claro beneficio”, el punto “D”
es el “umbral de beneficio”, pues en el mismo, para ese precio de venta, se
cubren la totalidad de los gastos fijos y variables. En el punto “C” hay pérdidas
pues, aunque se cubren los costes variables, solo se atiende a una parte de los
costes fijos. En el punto “B” solo se cubren los gastos variables y nada los fijos y
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en el punto “A” solo se dan pérdidas. El cuadro 5, por su parte, recoge en una
tabla los datos base de esas curvas y podemos ver cómo queda claramente
puesto de manifiesto cual es “el punto” de menor coste medio. (Entre las
cantidades 6 y 7).
Cuadro 2
0
50
100
150
200
250
300
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11
CO
STES
CANTIDADES
TRES CURVAS DE COSTES
COSTES VARIABLES COSTES FIJOS COSTES TOTALES
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Cuadro 3.
Cuadro 4
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
50
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11
CO
STES
CANTIDADES
COSTES MEDIOS
COSTES VARIABLES MEDIOS COSTES FIJOS MEDIOS COSTES TOTALES MEDIOS
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Cuadro 5. Los costes totales medios, costes marginales y umbral de beneficio
CANTIDAD
PRODUCIDA
COSTES
TOTALES
MEDIOS
COSTE
MARGINAL
SI VENTAS =
COSTE
MARGINAL
1 59,0 1,0 PÉRDIDAS
2 30,5 2,0 PÉRDIDAS
3 21,3 3,0 PÉRDIDAS
4 17,3 5,0 PÉRDIDAS
5 15,4 8,0 PÉRDIDAS
6 14,8 12,0 PÉRDIDAS
7 15,0 16,0 BENEFICIOS
8 16,0 23,0 BENEFICIOS
9 18,0 34,0 BENEFICIOS
10 21,0 48,0 BENEFICIOS
11 25,5 70,0 BENEFICIOS
En cualquier caso, hay que tener en cuenta también a las denominadas
“economías y deseconomías de escala” pues, a largo plazo, todos los costes
son variables y esa variabilidad se mueve, a su vez, con el tamaño, por lo que
escoger una u otra dimensión no es neutral. La “ley de rendimientos
decrecientes” puede operar en el corto plazo, pero la “ley de las economías
de escala” o de “rendimientos crecientes” es la que opera en el medio-largo
plazo. En el cuadro 6 se tiene un ejemplo. La situación “A” es la de inicio,
partimos de actuar con una máquina y dos personas. Si duplicamos los factores
productivos (situación “B”) conseguimos duplicar la producción y el aumento
del tamaño, pero no ha influido nada sobre los costes medios. En el caso “C” la
producción aumenta más que proporcionalmente, hay “rendimientos
crecientes o de escala” en ella habrán descendido los costes medios. En la
situación “D” hay “deseconomías de escala”, aquí habrán aumentado los
costes medios.
Cuadro 6. Ejemplo de economías y deseconomías de escala
SITUACION CANTIDAD CAPITAL TRABAJO
A 300 1 2
B 600 2 4
C 750 2 4
D 575 2 4
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Las razones que pueden aducirse para explicar que se den esas “economías
de escala” son varias, entre la más importantes tenemos:
Posibilidad de compras en mayor cantidad y por ello mejor precio o
acceso a proveedores más cualificados.
El tamaño permite acciones más eficaces de gestión y organización y
contar con medios de productividad superiores.
El tamaño ayuda a la implantación de tecnologías, disponer de personas
más cualificadas, fabricaciones en cadena, reducciones de costes de
almacenamiento, etc.
El tamaño da costes financieros menores, al primar la banca el volumen
en los precios de los préstamos.
Mayor diversificación y posición más ventajosa para afrontar riesgos e
incertidumbres.
Pero junto a esas “economías” se tendrá que considerar “la parte que no se
ve”: el crecer supone que a partir de un cierto umbral haya mayores
dificultades de coordinación, costes de control, costes administrativos,
deficiencias en el reparto de servicios, costes extras al tener que “encuadrar”
las singularidades de culturas diversas procedentes de poblaciones diferentes
en las que la empresa ubique sus factorías, etc.
Reflexiones sobre la “ley” de los “rendimientos decrecientes” y de la “ley” de
las “economías de escala”.
Los cuadros 4 y 5 son un buen ejemplo para lo que dijimos en el tema 2 sobre
“la empresa tratada bajo la concepción neoclásica”. Este tipo de
razonamiento la sitúa normalmente en el “punto D” o “punto de equilibrio” pues
es donde el precio iguala al coste medio. Esto es cuando menos una
simplificación, aunque más valdría calificarlo de “un no estar” en la realidad de
la vida de las personas y de las empresas tal y como se da en el día a día. Ese
gráfico presupone que “los costes están dados” y que la empresa siempre es
óptimamente eficiente y se sitúa allí donde sus costes medios son mínimos. Lo
cual no es sino “mucho suponer” y, además, no se dice nada de cuál es el
“proceso empresarial” que realiza el empresario para intentar ir hacia ahí. Este
no está nunca parado, sino que se mueve en continuo para, no solo “calcular
costes” sino ajustarse a los precios de venta y cambiar la organización y los
medios para hacerlos más eficientes.
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Frente a lo que supone la teoría neoclásica de la empresa, no son los costes los
que determinan el precio de venta en el mundo real sino al revés. El empresario
es el que “ve” que puede conseguirse un precio pues cree que el mercado
“está receptivo” a ese precio o puede “hacérselo ver”, alternativa y, o,
complementariamente, con una buena campaña de marketing. A partir de
aquí, es cuando el empresario se preocupa por lo costes, para así calcular sus
posibilidades de beneficio. A la teoría económica neoclásica “le va bien” para
su modelo que el empresario solo sea alguien que “no quiere tener beneficio”
(“punto “D”) ¡?! o que, a lo sumo, “meta un % de beneficios dentro del coste”
… ¡?! pero la realidad no es esa, como bien sabemos y constatamos en el día
a día de las empresas. Es decir, no hay costes objetivos, sino que éstos
continuamente deben ser descubiertos en cada circunstancia mediante el
“business acumen” de cada empresario siempre en vigilia y alerta. Para ese
empresario no pasan desapercibidas muchas posibilidades alternativas que
una vez las “descubre” cambian radicalmente la concepción subjetiva que
tiene de los costes.
Tenemos pues, de este modo, un soporte teórico más firme basado en
evidencias sobre las que constituir el razonamiento económico desde la
realidad tal y cual es, y no sobre el de una economía “idealizada” que, a lo
sumo, solo en contadísimas ocasiones, puede tener lugar. Vemos aquí, una vez
más, la importancia de que el método en economía sea el de centrarse sobre
la acción humana real, a la vez que no podemos hacer tantas simplificaciones
para adaptar esa realidad para que sea tratable matemáticamente y que ello
haga a la economía, “aparentemente más científica” pero convirtiéndola en
una pura “distracción intelectual” …
El empresario no está al servicio de una economía de suma cero, el mercado
es un proceso dinámico de cooperación y competencia y no un “estado de
equilibrio comparativo” como desea la teoría neoclásica: perfectamente
competitivo, con una función productiva carente de organización, de
coordinación y de control, donde se seleccionan los recursos y los productos
maximizadores de ganancias bajo información perfecta y probabilidades
definidas, sin costes de transacción y con derechos de propiedad
garantizados….
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LA TEORÍA “NEOCLÁSICA” DE LA OFERTA Y LA DEMANDA Y DE LA FIJACIÓN DE PRECIOS
LOS CONCEPTOS BÁSICOS
La oferta
Los oferentes (vendedores) y los demandantes (compradores) actúan en el
mercado buscando su máxima satisfacción o beneficio.
La oferta es la cantidad de un bien o servicio que los vendedores ofrecen
en un periodo determinado.
La cantidad ofrecida de un bien o servicio por los potenciales vendedores
depende de un conjunto de factores, principalmente del:
o Precio al que puede venderse el bien o servicio: si el precio aumenta,
los oferentes tendrán mayor incentivo para producir y producirán más
cantidad; o sea, la oferta varía en relación directa al precio.
o Coste de producción: si el coste aumenta, los oferentes tienen menos
interés en producirlo. La oferta varía en relación inversa al coste de
producción.
El conjunto de bienes y servicios que las empresas están dispuestas a producir en un
periodo de tiempo, con unas condiciones dadas de precio y coste de producción,
se denomina oferta agregada.
El conocimiento de la oferta agregada es importante para el estudio del potencial
de producción de una economía. Se conoce como función de oferta a la relación
entre los precios que los vendedores aceptarían por un bien o servicio y la cantidad
que, a cada uno de esos precios, ofrecerían del mismo, manteniéndose constantes
los otros factores.
El economista británico Alfred Marshall, en su obra Principios de Economía (1890),
explica la oferta a partir del coste marginal (coste de producir la última unidad).
Explica que la oferta se detiene en el punto en que el precio iguala el coste
marginal; en otras palabras, mientras el precio al que pueda venderse una
unidad supere a su coste de producción habrá oferta. La oferta es, pues, una
función creciente (la cantidad ofrecida aumenta cuando aumenta el precio).
Su representación gráfica es la curva de oferta. (Cuadro 7)
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Cuadro 7. La “curva de oferta
Cantidad
Lo que el gráfico anterior significa es que, si los factores distintos al precio
permanecen constantes, la oferta crece cuando el precio aumenta y disminuye
cuando éste decrece. Aunque puede representarse la función de un solo oferente,
la expresión función de oferta se refiere, normalmente, a la suma de las ofertas que
concurren en un mercado para determinado bien o servicio. La curva de oferta, por
lo tanto, suele representar la oferta global que existiría, en un mercado, para ese
bien o servicio en un periodo determinado.
La curva de oferta muestra los deseos de los vendedores. Cada punto representa
una combinación de cantidad y precio: la cantidad expresada en el eje
horizontal, que se vendería al precio expresado en el eje vertical. Como la
función de oferta, la curva de oferta es creciente: un aumento en el eje vertical
(precio) también significa un aumento en el eje horizontal (cantidad ofrecida); o
sea: los vendedores ofrecerían mayor cantidad de un bien o servicio, si el precio
aumentase; y viceversa.
La demanda
La demanda es la cantidad de un bien o servicio que los compradores piden en
un periodo determinado. La realidad nos muestra que la cantidad que los
compradores demandan de un bien o un servicio depende de diversos factores;
principalmente de:
El precio del bien o servicio: Si el precio aumenta, la demanda disminuye;
o sea, la cantidad demandada varía en relación inversa al precio. Por
ejemplo, disminuye la demanda de apartamentos si aumenta su precio.
La necesidad que sienten los compradores: Si la necesidad aumenta, la
demanda también aumenta; o sea, la cantidad demandada varía en
Precio
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relación directa a la necesidad del bien o servicio. Por ejemplo, aumenta la
demanda de algo que se pone de moda.
Los ingresos o renta de los compradores: En general, si los ingresos aumentan,
la demanda también aumenta; o sea, la cantidad demandada suele variar
en relación directa a la renta. (En algunos bienes —mal denominados
“inferiores”— se da el fenómeno inverso; por ejemplo, el consumo de algunos
alimentos como pan, pollo, etcétera suele disminuir cuando aumenta el nivel
de vida).
El precio de otros bienes o servicios sustitutivos: Si ese precio aumenta, la
demanda aumenta; o sea, la cantidad demandada varía en relación directa
al precio de los bienes o servicios sustitutivos. Por ejemplo, la demanda de
carne aumenta si aumenta el precio del pescado.
La demanda también depende de otros muchos factores, como el ahorro de
los compradores, su capacidad de obtener crédito, las expectativas de
futuros precios, etcétera.
Se conoce como función de demanda a la relación entre los precios que se
pagarían por un bien o servicio y la cantidad que se demandaría del mismo, a
cada uno de esos precios (manteniéndose constantes los otros factores: la
necesidad de los compradores, su nivel de renta, etcétera)
Marshall explica la demanda a partir del principio de utilidad marginal. La
demanda se detiene en el punto en que la utilidad de la última unidad es igual
al precio que se paga por ella (o sea, a la utilidad que podría obtenerse en un
bien alternativo pagando el mismo precio). Mientras la utilidad de la última
unidad sea superior al precio habrá demanda. La demanda es una función
decreciente (la cantidad demandada disminuye cuando aumenta el precio,
y viceversa). Su representación gráfica es la curva de demanda. (Cuadro 8)
Cuadro 8. La curva de demanda
Precio
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Cantidad
Lo que el gráfico significa es que, si los factores distintos al precio permanecen
constantes, la demanda crece cuando el precio disminuye y baja cuando éste
aumenta. Aunque podría representarse la función de demanda de un comprador
individual, la expresión función de demanda se refiere, normalmente, a la suma de
las demandas de los compradores que concurren en un mercado para obtener
determinado bien o servicio. La curva de demanda, por lo tanto, suele representar
la demanda global que existiría, en un mercado, para ese bien o servicio en un
periodo determinado.
La curva de demanda también puede representar la demanda de una
categoría general de bienes o servicios. En cualquier caso, muestra los deseos de
los compradores. Cada punto de la curva representa una combinación de
cantidad y precio: la cantidad expresada en el eje horizontal que se compraría
al precio expresado en el eje vertical. La curva de demanda es decreciente, un
aumento en el eje vertical (precio) significa una disminución en el eje horizontal
(cantidad de producto demandado); o sea: los compradores demandarían
menor cantidad si el precio aumentase; y viceversa.
El conjunto de bienes y servicios demandados por una economía (empresas,
familias, etcétera), en un periodo de tiempo, se denomina demanda agregada.
LA “ELASTICIDAD” DE LA OFERTA Y DE LA DEMANDA
En algunos bienes y servicios, el precio tiene gran influencia sobre la oferta. Se dice
entonces que estos bienes y servicios tienen una oferta muy elástica. En otros, en
cambio, la oferta responde poco a los estímulos del precio; es poco elástica. Los
productos de fácil obtención, y los servicios producidos con recursos similares a los
que se utilizan en otras tareas, suelen tener una oferta muy elástica; es decir, muy
sensible a los estímulos del precio. En cambio, los productos que requieren un largo
periodo de producción y los servicios prestados por personal muy especializado,
difícil de conseguir, tienen una oferta poco elástica.
La elasticidad de la oferta es su capacidad de reaccionar a variaciones de precio;
es decir, el aumento porcentual de oferta provocado por determinado aumento
porcentual de precio, o la disminución de oferta provocada por determinada
disminución de precio.
En algunos bienes y servicios, el precio tiene gran influencia sobre la demanda. De
estos bienes y servicios, se dice que tienen una demanda muy elástica. En otros, la
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demanda responde poco a los estímulos del precio; es poco elástica. El pescado
fresco es un ejemplo de bien de demanda muy elástica. Muchas personas no lo
compran por su alto precio. Cuando baja de precio, su demanda aumenta mucho.
Los artículos de primera necesidad tienen demanda poco elástica. Su
abaratamiento no provoca un gran aumento de consumo y su encarecimiento
apenas lo disminuye.
La elasticidad de la demanda es su capacidad de reaccionar a variaciones de
precio; es decir el aumento porcentual de demanda provocado por determinada
disminución porcentual de precio, o la disminución de demanda provocada por
determinado aumento de precio. En definitiva, la demanda es la fuerza que impulsa
el movimiento de la actividad económica. Depende de muchos factores,
destacando entre ellos el precio (sobre todo en los bienes y servicios de demanda
elástica).
LA FIJACIÓN DE LOS PRECIOS EN LA TEORÍA NEOCLÁSICA
FORMACIÓN DEL PRECIO
Caso 1-. Sin interacciones mutuas entre oferta y demanda
Aisladamente, ni la curva de demanda ni la curva de oferta indican el precio a que
puede comprarse o venderse un bien o servicio. Este precio vendrá dado por la
coincidencia de intereses entre oferentes y demandantes. La preferencia de los
demandantes hacia los bienes más baratos y la de los oferentes hacia los más caros
coinciden en un punto de equilibrio: el precio. A cierto precio, la cantidad que los
oferentes están dispuestos a vender y la cantidad que los demandantes están
dispuestos a comprar coinciden. Ese punto de coincidencia es el de la intersección
de las curvas de demanda y oferta que da la situación de equilibrio, en la que se
igualan la cantidad ofrecida y la demandada.
Al ser la oferta una función creciente y la demanda una función decreciente, la
curva de oferta y la curva de demanda de un bien o servicio sólo pueden tener un
punto de intersección: el que representa el precio en el que coincide la cantidad
ofrecida con la demandada. Los precios ajustan la oferta y la demanda ya que, en
una economía de libre mercado, el precio de un bien se forma en el punto en que
se equilibra la cantidad ofrecida y la cantidad demandada.
El precio representa el equilibrio de la cantidad que los vendedores ofrecen con la
que los compradores demandan; a un precio superior quedaría oferta insatisfecha
y a un precio inferior quedaría demanda insatisfecha. También podemos decir que
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el precio determina la cantidad que los productores están dispuestos a costear
(porque su precio no supera su coste marginal) y la que los consumidores estarán
dispuestos a pagar (porque su precio no supera su utilidad marginal). El precio
determina el equilibrio entre la producción y el consumo (mientras los demás
factores, distintos al precio, se mantengan constantes). Ver cuadro 9.
Cuadro 9. El equilibrio entre oferta y demanda
(ofrecida y demandada)
En la figura anterior el punto de intersección de las curvas de oferta y demanda
representa:
El precio de equilibrio (sobre el eje vertical)
La cantidad de equilibrio (sobre el eje horizontal)
Debemos tener presente que tanto la curva de oferta como la curva de demanda
sólo representan los deseos de los potenciales vendedores y compradores. Es decir,
las funciones de oferta y de demanda son funciones teóricas que pueden
construirse a través de estudios de mercado. Pero, de estas curvas, el único punto
real, comprobable si hay datos fiables, es el de intersección, es decir, el punto en
que los intereses (precio y cantidad) de los compradores y vendedores coinciden y,
por lo tanto, las compraventas se realizan.
Otra limitación de las funciones de oferta y de demanda es que consideran que sólo
cambia el precio del bien o servicio y que se mantienen constantes los restantes
factores (necesidad y renta de los compradores, bienes alternativos, etcétera) que
también influyen sobre la oferta y la demanda. La variación de estos factores
Cantidad
Oferta
Cantidad
de equilibri
o
Precio
Precio de
equilibrio
Deman
da
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restantes implicaría un cambio de comportamiento y, por lo tanto, darían lugar a
nuevas curvas (que se estudian en el próximo apartado). En un mercado sin
restricciones a la competencia entre oferentes y entre demandantes, como es el
supuesto de la teoría neoclásica, la influencia de un solo oferente o de un solo
demandante sobre el precio se supone insignificante.
Las funciones de oferta y demanda, además de ser puramente teóricas, adolecen
de una simplificación: consideran constantes todos los factores distintos al precio del
bien o servicio ofrecido o demandado. Es decir, consideran constantes la
tecnología, la población, el nivel de vida, etcétera. Cuando la teoría considera otros
factores, distintos al precio se da lugar a la aparición de nuevas funciones de oferta
o demanda. ¿Qué ocurrirá si, por ejemplo, dado un precio de equilibrio, la
innovación tecnológica produce un aumento de la oferta y, a pesar de ello, la
demanda se mantiene constante? En este caso la teoría neoclásica indica que
disminuirá el precio de equilibrio y aumentará la cantidad de equilibrio, porque los
productores competirán entre ellos para colocar el exceso de oferta, reduciendo
los precios para captar la demanda existente. Ver esto en el gráfico que sigue. Un
aumento de oferta, sin variar la función de demanda, produce sobreabundancia
de producto. Como consecuencia, para poder captar a más demandantes se
disminuye el precio. Ver cuadro 10.
Cuadro 10. Nuevo equilibrio entre oferta y demanda
(Aumento de oferta)
Precio
Nuevo
precio de
equilibrio
Cantidad
Nueva cantidad
de equilibrio (ofrecida y demandada)
Como vemos, un aumento de oferta, por uno o más factores distintos al precio, se
refleja en una nueva curva de oferta más a la derecha (más alejada del eje
vertical). Esta nueva curva de oferta muestra las nuevas cantidades (por supuesto,
mayores) que se supone se ofrecerían a los distintos precios. Como consecuencia
de esta nueva curva de oferta, el punto de intersección con la curva de demanda
Demanda
Of
ert
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(si esta ha permanecido constante) desciende, es decir, la representación gráfica
de la nueva situación muestra que el precio disminuye. El proceso puede resumirse
así:
La innovación tecnológica reduce el coste unitario de producción,
generando una expectativa de mayores beneficios que provoca un
aumento de oferta (la curva se desplaza a la derecha).
El exceso de oferta respecto a la demanda habitual hace que los oferentes
se disputen la demanda abaratando el precio.
La disminución del precio incentiva la demanda según se prevé en la curva
de demanda. La curva de oferta aumentada se cruza con la de demanda
en un punto más bajo (el correspondiente al nuevo precio de equilibrio y
nueva cantidad de equilibrio).
También la demanda está influida por factores distintos al precio del bien o
servicio demandado. De estos factores, los principales son:
Ingresos de los potenciales compradores
Precios de los bienes sustitutivos
Preferencias de los potenciales compradores
¿Qué ocurrirá si, por ejemplo, dado un precio de equilibrio, la evolución del nivel
de vida produce un aumento de la demanda de un producto en el que la oferta
se ha mantenido constante? Pues que aumentará tanto el precio de equilibrio
como la cantidad de equilibrio. Ver cuadro 11.
Cuadro 11. “Nuevo equilibrio” entre oferta y demanda (aumento de demanda)
Nueva cantidad de
equilibrio ofrecida y
demandada
Cantidad
Precio
Nuevo precio de
equilibrio
Oferta
Demanda
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La nueva situación se refleja en una nueva curva de demanda más a la derecha
(más lejos del eje vertical) cuyo punto de intersección con la curva de oferta, si esta
ha permanecido constante, es más alto. Este nuevo punto de intersección muestra
el nuevo precio, que es superior como consecuencia del aumento de la demanda.
Cuando se rompe una situación de equilibrio de modo que la demanda supera a
la oferta, los precios aumentan porque los compradores los presionan al alza;
también aumenta la cantidad porque el nuevo precio atrae mayor oferta. Así pues,
un aumento de demanda produce un aumento de precio y de cantidad vendida,
si la función de oferta permanece constante.
El proceso puede resumirse así:
Factores distintos al precio producen un aumento de demanda.
El exceso de demanda respecto a la oferta habitual hace que, ante la
insuficiencia de producto ofrecido, los demandantes estén dispuestos a
pagar más para obtenerlo.
El aumento de precio incentiva la oferta según se prevé en la curva de
oferta. La curva de demanda aumentada se cruza con la de oferta en un
punto más alto (el correspondiente al nuevo precio y nueva cantidad de
equilibrio).
En resumen: Un cambio en los factores distintos al precio que produce un aumento
de la demanda repercute en un aumento de precio y un aumento de la cantidad
objeto de compraventa. Lógicamente, si el cambio en dichos factores reduce la
demanda, se produce el efecto contrario: disminuyen el precio y la cantidad de
equilibrio.
Caso 2-. Con interacciones mutuas entre oferta y demanda
Hasta aquí, hemos visto cómo ciertos factores diferentes del precio (por ejemplo,
tecnología y nivel de vida) modificaban la función de oferta o de demanda y
provocaban, como consecuencia, aumentos o disminuciones de precios. Hemos
supuesto que sólo variaba una función (la de oferta o la de demanda). Sin embargo,
cabe suponer que la oferta y la demanda, por ser dos fuerzas opuestas que actúan
simultáneamente en el mercado, pueden influenciarse recíprocamente. Así, un
cambio en la función de demanda representaría nuevas expectativas para los
oferentes y, por lo tanto, repercutir en una nueva función de oferta y, viceversa, un
cambio en la función de oferta repercutir en un cambio en la función de demanda.
Dicho de otra manera: cuando una función (de oferta o de demanda) varíe, no
sólo cambiaría de lugar y de forma su correspondiente curva sino también la curva
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de la función opuesta (de la demanda o de la oferta). Esto significará que el punto
de intersección de ambas curvas no se limitará a desplazarse, hacia arriba o hacia
abajo, a lo largo de la curva que permanece inmóvil, como hemos supuesto, para
simplificar, en los casos anteriores. En definitiva, un cambio de comportamiento de
la demanda producirá un cambio de comportamiento de la oferta y viceversa. La
nueva función de oferta puede atenuar, compensar o incluso sobrepasar el efecto
en el precio del cambio en la función de demanda. Ver cuadro 12.
Cuadro 12. “Nuevos equilibrios” entre oferta y demanda
Nuevas cantidades de
equilibrio
Cantidad
Oferta
Demanda
Precio
Nuevos precios
de equilibrio
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CONCLUSIONES Y REFLEXIONES
En la teoría de los precios debemos distinguir entre “precios esperados” y “precios
confirmados”. Todas las decisiones que toma un empresario son siempre sobre
precios esperados. En un escenario de precios con mayor volatilidad se tiene que el
precio de mañana no está ligado con el de ayer, por el contrario, si la volatilidad es
baja se da la “ilusión” de que el “precio de ayer” es “el precio de mañana”. Pero
no sabemos a largo plazo si eso será así pues el hecho de que tomemos decisiones
con información incompleta y asimétrica hace que nuestras decisiones tengan dos
resultados:
El “esperado” o ex ante
El constatado, “real” o ex post
Nuestras decisiones son siempre sobre los resultados ex ante o esperados. Cuando
se dé el resultado ex post o real, este evento será el único que sancionará si las
decisiones tomadas fueron en su momento correctas o incorrectas. Por ello, la
formación de los precios es distinta a la explicación de la curva de oferta y
demanda típicamente neoclásicas. Los empresarios deciden producir una cierta
cantidad de bienes en función de la rentabilidad “esperada”. Si el empresario
“apuesta” por un “precio esperado” de un bien, mirará, desde ahora, cuánto
cuesta producirlo y comparará los ingresos esperados con esos costes, y esa
diferencia la relacionará con la inversión que debe hacer en los bienes de capital
necesarios para producirlos. Si le da una rentabilidad a medio plazo superior a la
alternativa de invertir ese capital en otras alternativas se lanzará a producir la
cantidad de bienes que “espera” poder vender a su “precio apuesta”. (Con el que
“debería” obtener la rentabilidad “esperada”).
Hecho lo anterior al empresario solo le cabe esperar, pues los costes en que ha
incurrido ya no tienen “retirada”, se han producido y son “historia”. Ahora solo debe
estar a las resultas del “veredicto” de los consumidores” para que, con los ajustes a
realizar en su caso, tenga los precios finales y el consiguiente resultado de la
explotación (EBITDA o EBIT) que le permitirá el cálculo real de la rentabilidad
conseguida para el capital que ha empleado en obtener ese resultado. Al
comparar la misma con la que se podría haber tenido en un uso alternativo de ese
capital empleado es cuando podrá decir si realmente ha hecho “un buen
negocio”. (Ahí tenemos la respuesta a lo que plantea el cuadro 13).
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Cuadro 13. Una pregunta, ¿sabe usted, lo que realmente es “hacer
negocios”?
En definitiva:
Los costes no influyen de ninguna manera en la determinación de los precios.
Como bien nos ilustra el marketing, ese es un estudio de lo que el mercado
puede dar y nadie lo sabe a ciencia cierta. Es la acción de los empresarios
en el mercado, al competir en él, y la utilidad marginal que estiman los
consumidores (más o menos influida por gustos, publicidad y otros estímulos),
la que determina sus decisiones y los precios: es decir, su reacción ante la
cantidad disponible y la predisposición a pagar según la utilidad marginal
que dan a los bienes.
La teoría neoclásica es una elaboración fruto del análisis de los estados de
equilibrio. Su recorrido parte de la optimización de cada agente individual en
un sistema ideal en donde consumidores y empresarios maximizan funciones
de utilidad y beneficios restringidas por presupuestos y tecnologías dadas. (En
realidad habría que repetir aquí todos los supuestos que ya hemos visto que
implica la definición de “competencia perfecta”). La empresa aparece en
esa teoría como “una caja negra”, se la sustituye por un supuesto tratable
matemáticamente: “una función de producción”. (Piénsese en todo lo que
se ha visto en el tema 2 sobre “la teoría de la firma” para ver lo poco realista
que resultan esas propuestas)
Se piensa que los precios corrigen los excesos de oferta o de demanda y que
finalmente todos acaban en un equilibrio general y simultáneo que viene
expresado por un sistema de ecuaciones que arroja los precios y cantidades
que conforman ese “equilibrio”. Es evidente que, como los supuestos de
partida no son los de la realidad, no se hace inteligible con ello el
funcionamiento real de una economía de mercado y no sirve más que muy
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de lejos para entender el mundo de la acción humana que se ejecuta para
resolver los problemas económicos.
Al no dejar espacio para el estudio de los procesos de interacción que se
llevan a cabo entre los agentes del mercado no tiene respeto por los
derechos de propiedad de los medios de producción y no entiende que lo
que se busca por el empresario es la “rentabilidad comparada” del capital
invertido (con su rentabilidad alternativa). Ya que, el beneficio sin más, a lo
sumo, puede ser condición necesaria pero no suficiente para el empresario.
Es decir, la cantidad ofrecida de bienes no depende del coste marginal sino
de la rentabilidad esperada para el capital que es necesario emplear según
las estimaciones de los empresarios.
Los cambios, en la teoría neoclásica, toman la forma de ejercicios de
“estática comparativa” que buscan expresar el paso de ajuste de un
equilibrio a otro ante alguna modificación en las “variables exógenas”.
Cuando en la realidad lo que se da en la vida real solo se puede calificar de
proceso y no de cambio por saltos. Ese proceso puede ser considerado un
“orden dinámico” en el que las valoraciones son subjetivas, cambiantes, no
admiten continuidades tratables matemáticamente y donde la población, la
dotación de recursos, las tecnologías, los precios, las cantidades y las
calidades de los bienes y servicios se encuentran en cambio permanente.
La teoría neoclásica busca asignar recursos óptimamente pero dentro de sus
“coordenadas” y “supuestos”, cuando, en la realidad, “esa asignación” se
da en un contexto de información dispersa entre millones de actores en los
diferentes mercados y no lo contrario. Es por esto que en el “escenario de
coordinación plena neoclásico” no quedan ganancias en los intercambios,
por lo que se alcanza siempre el “óptimo de Pareto”. Pero si la vida real es la
de “la economía del tiempo, en cambio continuo, y de la ignorancia del
futuro”, por la incertidumbre y, además, hay que contar con la rivalidad
competitiva entre los empresarios, resulta imposible reconocer un estado de
la misma, tal como el descrito por las condiciones de eficiencia de la teoría
neoclásica. Es, por este “desconocimiento del futuro”, por lo que se mantiene
viva la posibilidad de obtener “ganancias derivadas del comercio” a través
del descubrimiento de oportunidades por esos empresarios. Todos no siempre
acertarán, claro está, pero sus errores serán fuente de nuevas intentonas y de
ahí surgirá el avance de la sociedad.
Debemos ser muy cautos, y actuar con una gran modestia intelectual, al
afirmar que las utilidades pueden ser medidas no ya cardinalmente, sino
incluso ordinalmente, pues las subjetividades implícitas en ello impiden
cualquier afirmación categórica. Además, también hay que someter a un
juicio cuidadoso todo lo que sea decir que el consumidor dispone de
conocimientos casi perfectos de lo que debe consumir, por lo influenciable
que puede ser a estímulos muy variados, como el marketing en general o el
“trade marketing” del consumo, en particular, nos indican. Todo lo cual nos
ECONOMÍA, BANCA Y MERCADOS FINANCIEROS Tema 3. El mercado, la utilidad marginal,
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dice y nos explica, el cómo, incluso dentro de una “racionalidad global” del
consumidor, se pueden dar reacciones aparentemente irracionales o que no
coinciden con el comportamiento estudiado en tantos “modelos
psicológicos del consumidor” y en esos mismos estudios de marketing.
No podemos afirmar, por tanto, que la mayor parte de la gente se comporta
“racionalmente” en situaciones de elección y hay que ser cautos también
porque, más habitualmente de lo que se cree, las personas no actúan para
maximizar sus “utilidades esperadas” y a menudo ni siquiera identifican o
atienden a todas las opciones de precios y condiciones posibles. Por ello es
normal que bastantes estudios empíricos concluyan que sea falso que los
consumidores sean coherentes en sus preferencias.
Todo lo dicho hasta aquí es una muestra de lo contradictorio que resulta que
la economía neoclásica presuponga que los agentes son "racionales" y que
buscan "maximizar su utilidad individual" y que, encima, la vean “continua” y
“no discreta” y que lo hagan incluso, cuando esa utilidad está sujeta a tantas
“limitaciones ambientales”. Resulta cuando menos chocante el que, a partir
de una noción tan poco “realista”, deriven sus funciones de la oferta y la
demanda, obtengan ecuaciones en diferencias finitas para explicarse sus
supuestos y que incluso, bajo ciertas condiciones, digan que se puede llegar
a un equilibrio del mercado “pareto eficiente”.
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Cuestiones para facilitar el seguimiento, el aprendizaje y el “repaso” del
texto.
1)-. …El precio de mercado es muy importante ya que informa si una mercancía es
más escasa o abundante de acuerdo con las preferencias de los consumidores. Sin
esta información es imposible producir en forma “ordenada”. Es decir, sin que
acabemos en continuos despilfarros, pues una autoridad central no puede abarcar
toda la información cambiante por segundos en continua interacción que realizan
los actores en el mercado… Explíquelo en no más de dos párrafos en 10 líneas.
2)- …Las características de la “competencia perfecta” son una muestra de
un pensamiento racional, válido en sí mismo, como medio de explicarse una
realidad, así construida para mejor entenderse, pero imposible de implantar
o corresponder con la realidad… Explíquelo en no más de dos párrafos en 10
líneas.
3)-. …Lo importante… (en el monopolio de mercado) es darse cuenta que lo
clave no es la magnitud de la dimensión del mismo sino el que exista real
posibilidad de entrar en el mercado, sin cortapisas, con una idea que arrase
a la anterior… Explíquelo en no más de dos párrafos en 10 líneas.
4)-. …La “paradoja del agua y los diamantes” tiene mucho que ver con la
explicación de la utilidad marginal … Explíquelo en no más de dos párrafos
en 10 líneas.
5)-. …A largo plazo, todos los costes son variables… Explíquelo en no más de
dos párrafos en 10 líneas.
6)-. … No son los costes los que determinan el precio de venta en el mundo
real sino al revés… Explíquelo en no más de dos párrafos en 10 líneas.
7)-. … El economista británico Alfred Marshall, en su obra Principios de
Economía (1890), explica la oferta a partir del coste marginal (coste de
producir la última unidad) y dice que la oferta se detiene en el punto en que
el precio iguala el coste marginal… Explíquelo en no más de dos párrafos en
10 líneas
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© Tea Cegos, S.A. 2016 41
Palabras y frases claves a tener en cuenta especialmente y a entender bien
su significado.
Cinco características básicas de la utilización del mercado
Clasificación de los mercados
Competencia perfecta y sus características típicas
Monopolios y oligopolios, gubernamentales y de mercado, sus diferencias y
valoración
Utilidad marginal, coste marginal, productividad marginal
Ley de los rendimientos decrecientes y ley de las economías de escala
La “elasticidad” de la oferta y de la demanda
Óptimo de Pareto
“Fallos” del mercado
Crítica de los supuestos de la “economía neoclásica”