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SIEMBRA efraínrojasbruschetta “Pa’ que no apaguen tu fuego tal vez algún pobre me ayude a soplar.” (“Vidala de la copla”, Chango Rodríguez) Para sembrar hacen falta tres cosas: tierra, semilla y trabajo. Pero como a la buena tierra le gustan los tréboles, y los mejores son los de cuatro hojas, existe un cuarto elemento que no todo el mundo pone: amor. Ese que dicen que radica en aquello que llamamos corazón, y que por suerte todo el mundo tiene, pero por desgracia no tod@s utilizan. Nuestr@s ancestr@s, sembrad@s como están ya en el regazo de la madre tierra, saben que ese amor llega en forma de agüita buena, que acaricia y alimenta, para que ell@s puedan recuperar fuerza vital y renacer, como hierbita tímida. Y cuando eso hay, renacen cantando y bailando: para eso son nuestras festividades de Días de Muertos, y por eso su música emblemática es el Xochipitsawak, “la flor menudita”, que acompaña la fiesta de quienes resucit@n hech@s niñ@s. Apenas el pasado domingo 8, l@s muertit@s cantaron y bailaron en la Colonia Álvaro Leonel, en Yautepec, Morelos. En la cancha deportiva de la comunidad, resonaron los acordes de la ecuatorianísima “Vasija de barro”, se cantaron y actuaron el “Saucillo del cementerio”, el “Romance del enamorado y la muerte”, y otras más, cerrando con “La llorona”, dueña y señora de nuestros camposantos. Un festival que desde su modestia alcanzó niveles de gran intensidad, hecho sin más recursos ni apoyos que los de la comunidad misma, en cuyo seno trabajan, desde hace un par de años, aquell@s mism@s que en ella siembran poniendo por delante el corazón: el Centro Cultural Comunitario Álvaro Leonel. Miradas de mujeres y hombres de todas las edades presenciaron aquello que se les entrega sin esperar más recompensa que sus miradas mismas y lo que significan: conciencia, regocijo, recreación, calor humano. Bajo la noche comprensiva y serena, quién sabe cuántos recuerdos, sueños, reflexiones, imágenes,

Siembra

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Reflexión sobre una experiencia de promoción cultural comunitaria en la Colonia Álvaro Leonel, Municipio de Yautepec, Estado de Morelos, México.

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SIEMBRAefraínrojasbruschetta

“Pa’ que no apaguen tu fuegotal vez algún pobre me ayude a soplar.”

(“Vidala de la copla”, Chango Rodríguez)

Para sembrar hacen falta tres cosas: tierra, semilla y trabajo. Pero como a la buena tierra le gustan los tréboles, y los mejores son los de cuatro hojas, existe un cuarto elemento que no todo el mundo pone: amor. Ese que dicen que radica en aquello que llamamos corazón, y que por suerte todo el mundo tiene, pero por desgracia no tod@s utilizan.

Nuestr@s ancestr@s, sembrad@s como están ya en el regazo de la madre tierra, saben que ese amor llega en forma de agüita buena, que acaricia y alimenta, para que ell@s puedan recuperar fuerza vital y renacer, como hierbita tímida. Y cuando eso hay, renacen cantando y bailando: para eso son nuestras festividades de Días de Muertos, y por eso su música emblemática es el Xochipitsawak, “la flor menudita”, que acompaña la fiesta de quienes resucit@n hech@s niñ@s.

Apenas el pasado domingo 8, l@s muertit@s cantaron y bailaron en la Colonia Álvaro Leonel, en Yautepec, Morelos. En la cancha deportiva de la comunidad, resonaron los acordes de la ecuatorianísima “Vasija de barro”, se cantaron y actuaron el “Saucillo del cementerio”, el “Romance del enamorado y la muerte”, y otras más, cerrando con “La llorona”, dueña y señora de nuestros camposantos. Un festival que desde su modestia alcanzó niveles de gran intensidad, hecho sin más recursos ni apoyos que los de la comunidad misma, en cuyo seno trabajan, desde hace un par de años, aquell@s mism@s que en ella siembran poniendo por delante el corazón: el Centro Cultural Comunitario Álvaro Leonel.

Miradas de mujeres y hombres de todas las edades presenciaron aquello que se les entrega sin esperar más recompensa que sus miradas mismas y lo que significan: conciencia, regocijo, recreación, calor humano. Bajo la noche comprensiva y serena, quién sabe cuántos recuerdos, sueños, reflexiones, imágenes, sonidos, se quedaron grabados como obsequio de quienes hacen cultura convencidos de que el arte también es un deber (y un querer, y un poder) comunitario.

Talleres de teatro, cartonería, literatura y música, así como apoyo educacional abierto a nivel preparatoria, son algunas de las actividades que este grupo cultural comunitario han venido realizando contra viento y marea, demostrando que para trabajar con la gente, por la gente y desde la gente, hacen falta tan solo decisión, voluntad y sobre todo honestidad y amor, sin esperar que alguien de arriba y de afuera venga a hacerlo, o que lleguen los a menudo abundantes y casi siempre negados recursos de las instancias oficiales que deberían sembrar cultura.

Sin instalaciones propias, funcionando como pueden en espacios a los cuales no saben por cuánto tiempo tendrán acceso (y que sin su iniciativa permanecerían

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abandonados e inútiles), sin recibir un centavo de retribución, poniendo de los bolsillos propios, del propio tiempo y esfuerzo, este modesto y digno equipo cultural decidió no esperar, ni rogar, ni ponerse a hacer cola por recursos, ni venderse por ninguna migaja: se han puesto a hacer, y desde ahí crecen.

No están sol@s, por suerte. Por muchas partes en Morelos y en el país florecen esfuerzos, como los del Colectivo El Amate, en Jiutepec; el Dichoso Lugar (y sus colaborador@s) en Yautepec; el Centro Cultural Yakuik Kuikamatilistli en Xoxocotla; por mencionar algunos. Estos y otros esfuerzos, caminan convencidos de que la cultura es tekio, labor comunitaria, y que en el corazón de la comunidad el arte y la cultura laten “golpe a golpe y verso a verso”, como dijera la canción.

Pulsando en la medida en que se siembran sentimientos, emociones y pensamientos con la gente, que tarde o temprano se volverán actitudes y acciones para vivir mejor. ¡Cuántas conciencias han despertado a partir de un poema, un canto, una imagen, un baile, una sensación - ignorados y menospreciados por la soberbia y la miopía del poder autoritario- y se han echado a andar!

Porque como dice también Milton Nascimento, en esta adaptación cantada por Mercedes Sosa, “con la ropa enlodada y el alma repleta de amor / todo artista debe ir donde el pueblo está. / Si fue así, así será: / cantando resucito, y no me canso / de vivir, ni de cantar.” https://www.youtube.com/watch?v=a4_quoF-pDg

http://elregional.com.mx/Noticias/?id=74167