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Comunidad de Bogotá 7 PASOS PARA EL DISCERNIMIENTO VOCACIONAL Uno de los grandes retos que deberás enfrentar en tu vida es el de encontrar tu lugar en la sociedad y en la Iglesia. Para ti, que buscas tu vocación, describiré siete pasos que te pueden ayudar a discernir el proyecto de Dios sobre ti. Aunque me referiré directamente a las vocaciones consagradas (en la vida religiosa, en el sacerdocio, etc.), los pasos que enumeraré se pueden aplicar para el discernimiento de cualquier vocación, estado de vida o profesión. Misioneros del Espíritu Santo

Siete pasos para el discernimiento

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Discernimiento según Félix de Jesús Rougier.

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Page 1: Siete pasos para el discernimiento

Comunidad de Bogotá

7 PASOS PARA EL

DISCERNIMIENTO

VOCACIONAL

Uno de los grandes retos que

deberás enfrentar en tu vida es

el de encontrar tu lugar en la

sociedad y en la Iglesia.

Para ti, que buscas tu vocación,

describiré siete pasos que te

pueden ayudar a discernir el

proyecto de Dios sobre ti.

Aunque me referiré

directamente a las vocaciones

consagradas (en la vida religiosa,

en el sacerdocio, etc.), los pasos

que enumeraré se pueden aplicar

para el discernimiento de

cualquier vocación, estado de

vida o profesión.

Misioneros del Espíritu Santo

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La vocación no es algo que tú inventas;

es algo que encuentras. No es el plan

que tú tienes para tu vida, sino el

proyecto de amistad que Jesús te

propone y te invita a realizar. No es

principalmente una decisión que tú

tomas sino una llamada a la que

respondes.

Si quieres descubrir tu vocación, dialoga con Jesús. Sólo mediante la

oración podrás encontrar lo que Dios quiere de ti. En la oración, el

Espíritu Santo afinará tu oído para que puedas escuchar.

En el diálogo de amistad con Jesús podrás oír su voz que te llama:

“ven y sígueme” (Lc 18, 22); o bien, escucharás que te dice: “vuelve a

tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho por ti” (Lc 8, 39).

1. ORACIÓN “Señor ¿Qué quieres que haga?” Hch 22, 10

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Para descubrir lo que Dios quiere de ti

tienes que escuchar, mirar y experimentar. Para esto necesitas hacer silencio interior y

exterior; el ruido te impide percibir.

Está atento a lo que se mueve en tu interior:

tus deseos, tus miedos, tus pensamientos,

tus fantasías, tus inquietudes, tus

proyectos. Escucha tanto a los que aprueban

tu inquietud como a los que la critican. Escucha tu corazón: ¿qué es lo

que anhelas? Aprende a mirar a los hombres que te rodean: ¿qué te

está diciendo Jesús a través de su pobreza, de su ignorancia, de su

dolor, de sus desesperanzas, de su necesidad de Dios...?

Ve tu historia: ¿Por cuál camino te ha llevado Dios? ¿Cuáles han sido

los acontecimientos más importantes de tu vida?, ¿de qué manera

Dios estuvo presente o ausente en ellos? ¿Qué personas concretas

han sido significativas para ti?, ¿por qué? Contempla el futuro: ¿qué

experimentas al pensar en la posibilidad de consagrar tu vida a Dios?

Tienes sólo una vida, ¿a qué quieres dedicarla?

Ten cuidado en discernir si tu inquietud y la atracción que sientes son

signos de una verdadera vocación consagrada o son manifestaciones

de que Dios quiere que intensifiques tu vida cristiana como seglar.

Al dar este paso podrás decir: “Tal vez Dios me esté llamando...”

“Siento la inquietud de consagrar mi vida a Dios”.

2. PERCEPCIÓN

“Había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos y aunque yo hacía esfuerzos por ahogarlo, no podía”.

Jr 20, 9

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Los caminos para realizar la vocación

consagrada son múltiples. No basta con

querer entregar tu vida a Dios y desear

dedicarte al servicio de tus hermanos. Es

necesario saber dónde quiere Dios que tú

lo sirvas.

Para descubrir tu lugar en la Iglesia es conveniente que conozcas las

diversas vocaciones. Investiga cuál es la espiritualidad que viven los

sacerdotes diocesanos o las diferentes congregaciones religiosas; y siente

cuál de ellas te atrae. Ve cómo viven: no es lo mismo una congregación

contemplativa que una de vida apostólica. Infórmate sobre cuál es su

misión y por qué medios pretenden realizarla: enseñanza, hospitales,

dirección espiritual, promoción vocacional, misiones, predicación de

ejercicios, medios de comunicación, etc. Conoce quiénes son los principales

destinatarios de su apostolado: jóvenes, pobres, sacerdotes, enfermos,

niños, seminarios, ancianos, etc.

Aunque ordinariamente cuando se experimenta la inquietud vocacional se

siente también el atractivo por una „vocación específica, vale la pena que

dediques algunas horas a informarte más a fondo sobre esa vocación y

sobre otras. Y si al final te decidieras por la que en el principio te

inclinabas, el tiempo empleado en informarte no habrá sido desperdiciado.

Al dar este paso podrás decir: “Me atrae la espiritualidad, el estilo de vida

y el apostolado de esta congregación”. “Posiblemente Dios me está

llamando a ingresar al noviciado o al seminario”.

3. INFORMACIÓN

“Observen cómo es el país y sus habitantes, si son fuertes o débiles, escasos o numerosos; cómo es la tierra, buena o mala; cómo son las ciudades que habitan, de tiendas o amuralladas; cómo es la tierra fértil o estéril; con vegetación o sin ella”. Nm 13, 18-20

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La vocación es una empresa demasiado

grande, ¡y es para toda la vida! Por eso no te

puedes lanzar sin antes haber reflexionado

seriamente sobre ti y sobre la vida que

pretendes abrazar.

Descubre cuáles son tus capacidades y limitaciones. Piensa si podrás vivir

las exigencias que implica la vocación -contando desde luego con la gracia

de Dios-. ¿En qué signos concretos te basas para pensar que Dios te llama?

¿Qué razones en favor y en contra tienes para emprender ese camino?

¿Qué es lo que te atrae y qué lo que no te gusta de ese estado de vida?

Dios te pide que te comprometas responsablemente en el discernimiento

de su voluntad. Quiere que utilices tu inteligencia para buscar tu vocación.

Con la luz del Espíritu Santo podrás descubrir lo que Dios quiere de ti.

No pienses que llegarás a tener certeza absoluta de lo que Dios quiere de

ti: algo así como tener un contrato firmado por El, en el que te revelara su

voluntad. Lo que encontrarás serán signos que indican cuál podría ser el

proyecto de amistad que tiene para ti.

Al descifrar esos signos podrás tener certeza moral de su llamado. Yo

tengo certeza absoluta de que no puede haber un círculo cuadrado, y tengo

certeza moral de que la silla en la que estoy sentado no se va a romper. La

certeza moral es la que necesitas para actuar

Al dar este paso podrás decir: “Creo que Jesús me llama”. “Creo que, con la

ayuda del Espíritu Santo, podré responder”.

4. REFLEXIÓN

“Si uno de ustedes quiere construir una torre ¿no se sienta primero a calcular los gastos, y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pu-diendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo: “Este comenzó a edificar y no pudo terminar”. Lc 14, 28-30.

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Habiendo descubierto lo que Dios quiere de

ti, decídete a seguirlo.

Tomar tal decisión es difícil. Sentirás miedo.

Tus limitaciones te parecerán montañas:

“¡Ay Señor mío! Mira que no sé hablar, que

soy un muchacho” (Jr 1, 6). Sin embargo, a

pesar de tus limitaciones -o mejor con todas

ellas-, responde como Isaías:

“Aquí estoy, Señor, envíame” (Ls 6, 8).

Decir el “sí” con el cual comprometes toda tu vida es una gracia.

Pídele al Espíritu Santo que te dé esa capacidad de respuesta. No

afrontar la decisión equivale a desperdiciar tu vida.

Para iniciar el camino de la vocación no esperes tener certeza

absoluta de que Dios te llama (“el contrato firmado”); te basta la

certeza moral. La decisión es un paso en la fe; en un acto de

confianza en tu amigo Jesús.

Al decidirte a seguir radicalmente a Jesús es normal que tengas

dudas de si podrás con las exigencias y si llegarás al final. Pero de lo

que no puedes dudar es de lo que tú quieres.

Al dar este paso podrás decir: “Quiero consagrar mi vida a Dios en el

servicio de mis hermanos”. “Quiero ingresar en esta congregación

religiosa”. “Quiero ser sacerdote”.

5. DECISIÓN “Te seguiré vayas adonde vayas” Lc 9, 57

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Una vez tomada la decisión, ¡lánzate! No te dejes

vencer por el miedo; lánzate sin miedo.

Pon todos los medios que estén a tu alcance para

realizar lo que has decidido. No cedas a la

tentación de diferir tu ingreso a una casa de

formación: “Te seguiré, Señor; pero déjame pri-

mero...”. (Lc 9, 61). Con tu decisión has comprometido todos los

momentos posteriores; en el futuro busca cómo ser fiel. La única

manera de realizar el proyecto de Dios es la fidelidad de cada día.

Vive todo momento en coherencia con lo que has decidido; dirige cada

paso hacia la meta.

¿Y cuando venga la dificultad? ¡Perseverar! El camino que

emprenderás es difícil; más de lo que ahora crees. Prepárate para la

lucha; deberás enfrentar problemas y superar obstáculos. Jesús te

dice: “El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que

cargue cada día con su cruz y me siga” (Lc 9, 23).

El sendero es arduo, pero María te acompaña y el Espíritu Santo te

fortalece para que puedas recorrerlo. Además, no se trata de cargar

hoy la cruz de toda la vida, sino sólo la de hoy; y así cada día. Al dar

este paso podrás decir, como Pedro: “Nosotros lo hemos dejado todo

y te hemos seguido” (Mc 10, 28).

6. ACCIÓN “Jesús los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron”. Mt 4, 21-22

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El acompañamiento espiritual no es, en realidad, un paso más en el proceso de

discernimiento vocacional; es un recurso que puedes aprovechar en cada uno de

los pasos anteriores.

El acompañante espiritual te motivará a orar y a percibir los signos de la volun-

tad de Dios; te indicará dónde obtener la información y te ayudará a reflexionar

En el momento de la decisión se alejará de ti para que tú, frente a Jesús, li-

bremente respondas a su llamada. Te ayudará a que te prepares conveniente-

mente para ingresar en una casa de formación. Su oración y sacrificio por ti te

alcanzarán del Espíritu Santo, la luz para descubrir tu vocación y la fuerza para

seguirla.

Si bien es cierto que la vocación es una llamada de Dios que nadie puede es-

cuchar por ti ni responder a ella en tu lugar, también es cierto que necesitas de

alguien que te acompañe en tu discernimiento vocacional.

Es fácil hacerse ilusiones: podrías creer que es un llamado de Dios lo que tal vez

sea sólo un deseo tuyo, o bien podrías pensar que no tienes vocación cuando en

realidad Dios te está llamando. Dialoga con tu acompañante espiritual para

clarificar la autenticidad de tu vocación.

Jesucristo, después de habérsele aparecido a Pablo en el camino de Damasco, le

dijo que fuera con Ananías y que éste le indicaría cuál era la voluntad de Dios.

Aunque Cristo hubiera podido decirle a Pablo lo que quería de él, quiso valerse de

Ananías para hacerle descubrir su vocación (cf Hch 22, 10-15).

En el discernimiento del proyecto de Dios sobre ti no puedes prescindir de la

mediación de la Iglesia.

Descubrir tu vocación no es fácil, pero tampoco es imposible Si con sinceridad te

pones a buscar la voluntad de Dios y realizas los pasos que aquí te sugiero, creo

que podrás encontrarla.

De muchas maneras Dios te está revelando la manera como quiere que colabores

en la instauración de su reino. El es el más interesado en que tú descubras y

realices tu vocación. Por eso haz oración, dialoga con tu acompañante espiritual,

percibe, infórmate, reflexiona, decídete y actúa.

7. ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL

“Levántate y vete, a Damasco, allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas”. Hch 22, 10.