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SIGNOS D E V I D A REVISTA CRISTIANA DE DIVULGACIÓN Y REFLEXIÓN No. 55, Marzo 2010 Desafíos teológicos del conflicto palestino-israelí Amar al enemigo El Buen Samaritano en Belén Ministerios tranformadores en contextos de crisis Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel: Testigos de la verdad

Signos 55 Marzo 2010

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Amar al enemigo testigos de la verdad el buen Samaritano en belén en contextos de crisis programa ecuménico de Acompañamiento en palestina e israel: REVISTA CRISTIANA DE DIVULGACIÓN Y REFLEXIÓN  No. 55, Marzo 2010 S i g n o s d e V i d a S e p t i e m b r e 2 0 0 8 • i

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SIGNOSD E V I D A

REVISTA CRISTIANA DE DIVULGACIÓN Y REFLEXIÓN No. 55, Marzo 2010

Desafíos teológicos del conflicto palestino-israelí

Amar al enemigoel buen Samaritanoen belén

ministeriostranformadoresen contextosde crisis

programa ecuménico de Acompañamiento en palestina e israel:

testigos de la verdad

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SiGNOS De ViDASegunda época

Nº 55, marzo 2010

Signos de vida es una revista informativa y de análisis publicada

trimestralmente por el Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI).

Las opiniones expresadas por los autores de los artículos

son de su exclusiva responsabilidad y no reflejan necesariamente el punto de vista del Consejo.

Prohibida la reproducción total o parcial de los textos e imágenes de

esta publicación sin autorización expresa por escrito del Director.

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C O N T E N I D O

O t r o s A r t í c u l o s

2 Sobre esta edición de Signos de Vida

4 Crónica de una eterna guerra: Palestina

19 Ministerios transformadores en contextos de crisis

21 Judíos y palestinos comparten el sufrimiento y la esperanza

22 Carta del Rev. Munib Younan, de la Iglesia evangélica luterana en Jordania y Tierra Santa

36 Las desgracias del mundo

38 Imágenes de Palestina, imágenes de Dios...

6DesAfíOs teOlógicOs Del cOnflictO pAlestinO-isrAelíLuis N. Rivera PagánLas teologías de liberación han enfocado la narración bíblica del éxodo como paradigma emancipador clave. Pero, con excesiva frecuencia, descuidan o evaden su dimensión siniestra –la conquista de Canaán, una invasión violenta que conlleva la subyugación o el exterminio de sus habitantes.

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teStiGOS De LA VerDAD: eL prOGrAmA eCUméNiCO De ACOmpAñAmieNtO eN pALeStiNA e iSrAeLManuel Quintero Luego de un proceso de intensas consultas (...) fue lanzado el Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI), originalmente como parte de la campaña del CMI para poner fin a la ilegal ocupación de Palestina y apoyar una paz justa en el Medio Oriente.

impLiCACiONeS iNterreLiGiOSAS DeL SiONiSmO CriStiANORobert O. Smith El diálogo cristiano estadunidense concerniente al Estado de Israel puede ser una combinación volátil de política y teología, una mezcla que en raras ocasiones deja lugar a una solución.

Suscripciones (4 ediciones al año): América Latina USD 15,00 • Otros países USD 20,00 • Precio Unitario USD 3,00

SUSCríbete eN: www.claiweb.org

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eL mAyOr ObStáCULO pArA LA pAz: teOLOGíA De LA LiberACióN eN pALeStiNANaim AteekIsrael no ha reconocido a los palestinos sus derechos humanos y políticos, y siempre se ha negado a cumplir las numerosas resoluciones de las Naciones Unidas que ordenaban poner fin a la ocupación y permitir a los palestinos establecer su propio Estado al lado del estado de Israel.

AmAr AL eNemiGO: eL bUeN SAmAritANO eN beLéNMitri RahebEsta parábola ha sido interpretada de modos variados en diferentes momentos de la historia. Una de sus inter-pretaciones más antiguas es la alegórica, que se originó aquí, en el Oriente Medio y fue muy popular hasta tem-prano en la Edad Media.

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C O N T E N I D OXcxcxcxcxcxcxc

Nilton GieseSecretario General del CLAI

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Con amor y besosNada dura por siempre...

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e D i t O r i N V i t A D OS A m U e L p A G á N

Es un gran placer para mi editar este ejemplar de Signos de vida dedicado a Israel y Palestina, particularmente orientado a los desafíos for-

midables que representan las relaciones entre estos dos pueblos. Por muchos años he estado involucrado en programas, estudios, peregrinares, seminarios y talleres referente a estos países… Y durante ese tiempo he teni-do la magnífica oportunidad de conocer gente buena y grata, e instituciones extraordinarias y transformadoras en ambas comunidades. La verdad es que las personas que aman la paz que se fundamenta en la justicia, sobre-pasan los límites étnicos, las confesiones religiosas y los linderos geográficos.

En esta edición deseamos exponer algunos aspectos importantes de la crisis palestino-israelí, desde una pers-pectiva teológica, educativa y pastoral. Intentaremos poner de manifiesto los desafíos políticos, misioneros y espirituales que tienen las iglesias del mundo, y en nues-tro caso en América Latina y el mundo hispanoparlante,

al responder a los reclamos de justicia que nos hacen nuestros hermanos y hermanas, desde esa región conoci-da como la Tierra Santa.

No en pocas ocasiones, cuando hablamos en torno a los conflictos que manifiestan con frecuencia en el Oriente Medio, la gente nos pregunta si hay cristianos palestinos, y si los hay, inquieren: Quién les predicó, qué iglesia les evangelizó, qué junta misionera comenzó el trabajo entre ellos... En realidad, el Oriente Medio cuenta con una iglesia viva y mártir desde el Día de Pentecostés, que pone diariamente de manifiesto en la región y en la actualidad sus proyectos misioneros, sus programas transformacionales y sus valores espirituales.

Particularmente en Israel y Palestina, las diversas confesiones cristianas que con el tiempo han llegado, juegan un papel protagónico e impostergable en los programas educativos, sociales y espirituales, y en el testimonio ecuménico, profético e histórico de las comu-nidades de fe. Y esa presencia cristiana y testimonio de unidad basada en la fe ha sido vital para el ministerio transformador y relevante de las iglesias en periodos socialmente difíciles, momentos de crisis económica, instantes de guerra y terrorismos, dinámicas racistas, experiencias de ocupación, violaciones de derechos humanos, y decisiones políticas injustas.

En efecto, el contexto básico y fundamental de esta revista, que enmarca significativamente las relaciones entre las comunidades palestinas e israelíes, es la ocu-pación israelí del territorio palestino, y las respuestas y contra respuestas a esa realidad social, política, eco-nómica y militar. Y en medio de ese singular entorno de resentimientos y desconfianzas, donde se «respiran amenazas» continuamente, Dios ha llamado a su iglesia a cumplir un papel profético y sacerdotal, a ser embaja-dora de la paz, promover la justicia, y modelar una forma de ser alternativa que permita el diálogo respetuoso, el respeto a los derechos humanos, la afirmación de la dignidad de la persona, y la celebración de la esperanza y la redención.

Sobre esta edición de

Signos de Vida

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Y para lograr nuestros objetivos, hemos incluido en esta revista varios artículos que desean exponer estos temas desde una amplia perspectiva teológica y misionera. No intentamos repetir los que otros medios han hecho y dicho con diversos niveles de objetividad y éxito. Nuestro propósito fundamental es releer estas dinámicas complejas, desde una perspectiva teológica y espiritual, y desde un ángulo misionero y pedagógico. La finalidad básica de este ejemplar es poner ante la consi-deración del lector o la lectora de Signos de vida, varias perspectivas que están ausentes en las presentaciones tradicionales del conflicto palestino-israelí en los medios seculares o religiosos de comunicación, y que tampoco necesariamente se dirimen en los diálogos íntimos con-gregacionales ni en las deliberaciones oficiales de las denominaciones.

Los autores y las autoras de los artículos que inclui-mos pertenecen a uno de dos grupos: Los primeros son escritores palestinos que por años se han dedicado a identificar las causas principales de las dificultades entre el Estado de Israel y la Autoridad Palestina. Y a esos distinguidos escritores, le sigue otro grupo de autores que llevan muchos años sirviendo en la región o que se han dedicado a analizar de forma crítica e interpretar las dinámicas complejas entre palestinos e israelíes, que han mantenido intermitentemente en confrontación a los dos grupos.

En primer lugar hemos incluido un saludo a los her-manos y hermanas de América Latina del Rev. Mounib Younan, Obispo de la Iglesia Evangélica Luterana de Jordania y Tierra Santa, y con sede en la Ciudad Santa de Jerusalén. En ese saludo van sus anhelos de colaboración y deseos diálogo con las comunidades cristianas de habla castellana. Son miles y miles los creyentes palestinos que, en diversos momentos de la historia de esta pequeña pero conflictiva región del mundo, han encontrado refu-gio, esperanza y seguridad en nuestras ciudades y entre nuestras familias.

Luego tenemos dos artículos que presentan el caso palestino-israelí desde ángulos diferentes: Luis Rivera Pagán y Naim Ateek responden teológicamente a la cri-sis. El primero presenta la perspectiva latinoamericana de renovación, redención y liberación; y el segundo escri-be desde sus vivencias, como pastor de almas palestino, que ha decidido ser fiel a Dios en medio de todas las dificultades extraordinarias de desesperanza, cautiverio, desgracia y dolor que enfrentan a diario la gente amante de la paz en la región.

Mitri Raheb, teólogo y pastor en la milenaria e histórica ciudad de Belén, relee la parábola del Buen Samaritano en medio de las dificultades de la ocupación israelí de los territorios palestinos, y los problemas que se manifiestan en la insurrección o Intifada. Este escrito le brinda a la revista un componente homilético, espiri-tual y educativo de valor incalculable.

Dos poemas le añaden a la revista el valor literario que hace justicia a la tradición literaria de Signos de vida.

Laura Hernández y Anaida Pascual exponen en versos sus reacciones a la crisis aquí estudiada. Laura es una joven mexicana que en la actualidad vive en Barcelona, y reacciona a los bombardeos en Gaza; y Anaida es una experimentada profesora universitaria, especialista en temas relacionados con la paz y la pedagogía, que res-ponde a los desafíos éticos y morales que representa la ocupación.

Junto a estos artículos y poemas, se incluyen varios escritos que ponen de relieve la dimensión misionera de la tarea eclesiástica en la región. En primer lugar, Nohemi Pagán explica el caso concreto de una institución pales-tina que ha decidido no esperar a que se resuelvan los problemas regionales para comenzar a implantar progra-mas transformadores: Se trata del Colegio Universitario Dar al-Kalima.

Y a este escrito misionero y educativo se unen dos artículos adicionales: El que escribió Manuel Quintero, que no es ajeno a esta publicación, que describe uno de los ministerios del Consejo Mundial de las Iglesias en Israel y Palestina: El Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI). Se trata, en efecto, de un ministerio que está presente en la frontera misma de las dificultades y los desafíos cotidianos. Y el segundo, que representa las experiencias críticas de un periodista brasileño que participó en un programa educativo convocado y auspiciado, entre otras, por las Iglesias de la Tierra Santa.

Un componente importante de esta edición son las fotos, que ciertamente hablan «mucho más que mil pala-bras». Y estas fotos provienen de diversos periodistas que han decidido recopilar y exponer a través de estas imágenes sus experiencias en la región. Son fotos que presentan las dinámicas diarias del conflicto, descri-ben el dolor más profundo de la gente, exponen el peor rostro de la injusticia, identifican la irracionalidad de la ocupación, y revelan hasta dónde pueden llegar las implicaciones onerosas e ingratas del problema… En efecto, deseamos que nuestros lectores tengan un atisbo de lo que se vive diariamente en diferentes ciudades de la Tierra Santa.

La palabra final de esta presentación es de agradeci-miento sincero. En primer lugar, a los buenos lectores y lectoras de Signos de vida que han tomado el tiempo para leer y estudiar los temas que exponemos en esta edición. Además, estamos más que agradecidos al consejo directi-vo de la revista, por habernos invitado a editar este ejem-plar especial en torno Israel y Palestina. Y finalmente, a la gente buena, noble y grata, amante de la paz que se basa en la justicia de la Tierra Santa, tanto en Israel como en Palestina, y a diversas personas en el resto del mundo, que, como el salmista, oran por la paz de Jerusalén.

Samuel Pagán Editor invitado, Jerusalén

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Crónica de una eterna guerra:

palestina1917 – Tras la caída del Imperio Otomano durante la I Guerra Mundial, la zona pasa a control británico cuyo gobierno favorece la llegada de judíos sionistas a la región, a los que había prometido la creación de un estado judío a cambio de apoyo económico en la gue-rra. Mientras a los árabes les prometió un gran estado musulman si se revelaban contra los turcos.

1933 – Comienza la persecución nazi a los judíos. El ritmo de inmigración judía se dispara.

1937 – Diferentes informes analizan la situación crea-da por la llegada masiva de inmigrantes a Palestina. Conclusiones: dos pueblos con un fuerte sentimiento nacionalista que les impide convivir; se propone el fin del mandato británico y la creación de dos estados.

1939 – Conflictos entre judíos y palestinos. Gran Bretaña prohíbe la inmigración (Papel Blanco). Los sionistas comienzan una campaña de atentados contra palesti-nos y británicos.

1939-45 – ii Guerra mundial – Los judíos se organizan en colonias y crean su propio parlamento y administración, dando lugar a un estado dentro del estado. Cuentan con el apoyo de la Haganat (actual ejército israelí).

1945 – Tras la visión del Holocausto judío pertrechado por los nazis, la opinión pública internacional se vuel-ve muy favorable a la creación de un estado judío. La Haganat organiza la inmigración judía desde los cam-pos de refugiados en Europa.

1947 – Informes angloamericanos sugieren pasar el mandato de Gran Bretaña a Estados Unidos. Ola de atentados tanto judíos como palestinos. Se mete la ONU: plan de partición en dos estados.

29 noviembre 1947 – El plan de partición en dos estados con Jerusalén bajo control internacional es votado por 33 votos a favor y 13 en contra. Los judíos con un 54% de la tierra aceptan el plan. Los palestinos y países árabes lo rechazan. Enfrentamientos entre judíos y palestinos.

1948 – Un día antes del fin del mandato británico, los judíos proclaman unilateralmente el Estado de Israel. La liga árabe ataca Israel.

1949 – Se firma la paz por la presión de las potencias internacionales. Israel obtiene el 78% del territorio. Se generaliza la inmigración de judíos de todo el mundo (+650.000), mientras más de 1.500.000 palestinos se convierten en refugiados.

1956 – Egipto nacionaliza el Canal de Suez (empresa británica). Francia, Gran Bretaña e Israel se enfrentan a Egipto. La presión soviética y américana en la ONU hace que los europeos se retiren y entregan a la ONU el con-trol de la península del Sinaí. Nace Al-Fatah liderado por Yasir Arafat, movimiento por la liberación de palestina.

1957-67 – Cascos azules patrullan las fronteras de Egipto e Israel. Israel se convierte en un poderoso estado militarista.

1964 – Al-Fatah crea la OLP (Organización por la Liberación de Palestina) que aglutina las diferentes fuerzas con el objetivo de la creación de un Estado Palestino. Defiende la lucha armada como método y no acepta el Estado de Israel. La OLP hostigará con tácticas guerrilleras las fron-teras de Israel desde los paises fronterizos.

1967 – Guerra de los seis días – Egipto remilitariza la península del Sinaí. Israel lanza un ataque preventivo y pasa a controlar la Franja de Gaza, Jerusalén oriental, Cisjordania y los Altos del Golán. Resolución 242 de la ONU que reclama la devolución de los territorios ocu-pados por Israel y la aceptación del estado hebreo por los paises árabes. Ambos bandos la rechazan. En los años siguientes la situación de los palestinos bajo con-trol militar israelí es cada vez peor. EEUU es el aliado de Israel, por lo que la URSS apoya a los estados árabes. La OLP que ni pincha ni corta, se radicaliza.

1970 – Septiembre negro – La radicalización de la OLP les lleva a querer ser primera fuerza militar en Jordania a lo que el rey Hussein responde atacando los campos de refugiados palestinos.

1973 – Guerra del yom Quippur – Egipto ocupa la orilla del Canal de Suez controlada por Israel, mientras Siria ataca las posiciones que Israel había ocupado en el 67. En este nuevo conflicto los paises árabes usan el petró-leo como arma política e implicando al mundo entero en el conflicto.

1977 – Acuerdos de Camp David – Egipto (que no tiene petróleo) firma unilateralmente la paz con Israel y

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comienzan a tener relaciones diplomáticas. Israel retira sus tropas del Sinaí y se compromete a dar cierta auto-nómia a los palestinos en Gaza.1982 – masacre de Sabra y Chatila – Las milicias liba-nesas falangistas (católicos maronitas), entrenadas y dirigidas por Israel (Ariel Sharon dirige la operación) asesinan, violan y descuartizan a más de 3000 personas en los campos de refugiados de Shabra y Chatila al sur del Líbano.

1987 – i intifada – La población civil palestina de Gaza y Cisjordania se subleva para llamar la atención inter-nacional. Principalmente niños armados con palos y piedras se enfrentan al ejército israelí. La respuesta del ejército hebreo dejó más de un millón de víctimas.

Años 90 – Acuerdos de madrid y Oslo – Como resul-tado de la primera intifada, se convocan las primeras negociaciones en Madrid donde la OLP reconocería el Estado de Israel a cambio de la retirada del ejército hebreo y la creación de un Estado Palestino. Israel concede el control a la OLP sobre un 20% mientras que israel mantiene el control sobre los asentamientos judíos en territorio palestino y las carreteras que los unen. El resto del territorio estará bajo autoridad civil palestina, pero bajo control militar israelín. Los palesti-nos aceptan, pero el continuo crecimiento de los asen-tamientos judíos en territorio palestino y los atentados de ciertas facciones palestinas como la Yihad Islámica y Hamás embarran el proceso.

2000 – ii intifada – Ariel Sharon, primer ministro israelí, visita la explanada de la mezquita de Al-Aqsa acom-pañado de 2000 soldados lo que es visto como una provocación por los palestinos, comenzando la segun-da Intifada. Israel anula las autonomías concedidas y

reocupa el territorio. Comienzan los atentados suicidas por parte de palestinos y los asesinatos extrajudiciales por parte de Israel.2002 – Israel comienza a construir en Cisjordania el “Muro de la Vergüenza”, adentrándose hasta 22km en territorio palestino, con el fin de separar Israel y las colo-nias judías en palestina del resto del territorio palestino.

2006 – Ante la corrupción y poca eficacia de Al-Fatah, el movimiento islámico Hamás gana las elecciones con un 65% de los votos. EEUU, Europa e Israel no aceptan los resultados y fuerzan un gobierno de coalición con Al-Fatah.

2007 – El fracaso del gobierno de coalición entre los dos partidos palestinos mayoritarios dan lugar a enfrenta-mientos que acaban con Gaza bajo control de Hamás y Cisjordania de Al-Fatah. Israel bloquea la franja de Gaza prohibiendo la entrada de alimentos, medicinas o gasolina, entre otros.

2009 – El mayor ataque contra la población de Gaza tras el bloqueo da lugar a más de 5000 heridos y 1300 muertos, la mayoría civiles. Israel mantiene el bloqueo y planea duplicar los asentamientos en Cisjordania con más de 73.000 nuevas viviendas. El nuevo presidente norteamericano, Barak Obama, exige su paralización. Israel no cede.

2010 – Israel anuncia que construirá 5.000 viviendas en zonas ocupadas al tiempo que limita o prohibe cons-trucciones en territorios palestinos.

FUeNteS: http://alifa.org/wp-content/uploads/2009/02/mapa-palestina.jpeghttp://alifa.org/tag/cronica

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L U i S N . r i V e r A p A G á Nt e O L O G í A

La historia trágica de la nación palestina, tras las victorias militares israelíes de 1948 y 1967 y las consecuentes expansiones territoriales del

recién creado estado de Israel, efectuadas siempre a costa del desplazamiento de palestinos y la expropiación de sus tierras, debe ser tema primordial para cualquier teo-logía que conciba como su tarea primordial la atención y el cuidado de los dolores y las aspiraciones de pueblos oprimidos y comunidades menospreciadas. Como ha escrito, tras visitar a Palestina, la eminente autora afro-americana Alice Walker: “lo que acontezca a una porción de la humanidad, nos compete a todos. No importa cuan

oculta sea la crueldad, o cuan lejos sean los gritos de dolor y terror, vivimos en un mundo. Somos un pueblo”. La infausta situación del pueblo palestino obliga a ponderar ciertos cruciales e ineludibles asuntos teológicos.

Las teologías de liberación han enfocado la narración bíblica del éxodo como paradigma emancipador clave. Pero, con excesiva frecuencia, descuidan o evaden su dimensión siniestra —la conquista de Canaán, una inva-sión violenta que conlleva la subyugación o el exterminio de sus habitantes. La hermenéutica teológica palestina posibilita la consideración seria de esta aciaga cara oculta del éxodo, tanto en su contexto narrativo bíblico —las

Desafíos teológicosdel conflicto

palestino-israelí

Las teologías de liberación han enfocado la narración bíblica del éxodo como paradigma emancipador clave. Pero, con excesiva

frecuencia, descuidan o evaden su dimensión siniestra –la conquista de Canaán, una invasión violenta que conlleva la

subyugación o el exterminio de sus habitantes.

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atroces reglas militares que prescriben la servidumbre o la aniquilación de los pueblos que habitan la ruta a la “tierra prometida” (Deuteronomio 22: 10-17)— como en la actua-les circunstancias históricas en las que el pueblo palestino es seriamente maltratado por el estado de Israel. En el relato bíblico de la invasión y la conquista de Canaán, los pueblos indígenas se consideran fuentes potenciales de contaminación étnica, religiosa y ética y, por consiguien-te, los hebreos reclaman derecho divino para desplazar-los, expelerlos o exterminarlos. Actitud discriminatoria similar asoma posteriormente en la reconstrucción de Jerusalén y el templo, lo que resulta en la inmisericorde expulsión de las mujeres extranjeras y sus hijos, según los epílogos de Esdras y Nehemías. Son auténticos textos de terror, según la feliz frase de la biblista Phyllis Trible. Desafortunadas resonancias de esta perspectiva exclu-yente se pueden identificar en algunos escritos teológicos y jurídicos durante la conquista ibérica de Indoamérica durante el siglo dieciséis, al igual que en las proclamas de innumerables sionistas israelíes quienes invocan esos mismos textos bíblicos para intentar legitimar sus aspi-raciones de un Gran Israel (Eretz Yisrael), libre de toda posible “contaminación” palestina.

La memoria adolorida de al-nakba (la “gran catástrofe” de 1948), permite a la hermenéutica palestina acentuar los temas bíblicos significativos de devastación, despla-zamiento, dispersión y cautividad, que son, al fin y al cabo, las matrices históricas cruciales de las escrituras sagradas judeocristianas, como ejes centrales de enuncia-ción y reflexión teológicas. Es la experiencia trágica de la derrota nacional, la destrucción de la patria y sus lugares sagrados y el desplazamiento forzado, de donde emerge con vigor irresistible la necesidad imperiosa de recordar,

de preservar la memoria de Dios como fundamento tras-cendente de la esperanza de liberación y de la aspiración obstinada del retorno a la tierra perdida. Contrario a otras escrituras hieráticas del Oriente próximo, redac-tadas por escribas cortesanos y caracterizadas por sus laudos a las victorias nacionales, la Biblia se forja en el dolor intenso de la experiencia trágica de la devastación y el exilio. Son escrituras sagradas justamente porque surgen del dolor de un pueblo invadido y desplazado que a lo lejos contempla con honda tristeza la demolición de sus viviendas y lugares santos, pero que no ceja en sus anhelos de retorno y restitución. Este es precisamente el lugar de reflexión que asume la nueva generación de teólogos palestinos.

Los teólogos palestinos han podido responder críti-ca y eficazmente al empleo sionista de la Biblia hebrea para justificar la militarización y expansión territorial del estado de Israel y sus políticas sociales discrimina-torias contra árabes y palestinos. Después de todo, es difícil, para cualquier lector atento, evadir o marginar la médula profética de las escrituras sagradas hebreas, con su vínculo indisoluble entre la práctica de la justicia y el conocimiento de Dios (Jeremías 22: 16) y su énfasis con-tinuo en la solidaridad y la compasión con los sectores más vulnerables de la sociedad —los pobres, las viudas, los huérfanos, los inmigrantes, las víctimas de la avaricia de los poderosos— como expresión máxima de la obe-diencia a la voluntad divina. ¿Cómo citar la Biblia para justificar el trato cruel y degradante que el actual estado de Israel practica hacia la población palestina, cuando esos mismos textos sagrados enfáticamente reprochan y

El riesgoso concepto de “pueblo de Dios” (...), nada tiene que ver con una alegada descendencia genética. Refiere, más bien, a la lectura de los tiempos en una hermenéutica profética de opresión y liberación.

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censuran al Israel bíblico por sus acciones y leyes injustas y opresivas? Tanto los libros históricos como los proféti-cos, en la Biblia hebrea, proclaman por igual el profundo desagrado divino ante las estructuras endémicas de injus-ticia social que proliferan en la monarquía israelita.

El tema del “pueblo escogido” por Dios ha sido un dilema teológico clásico. La primera confesión de fe bíblica comienza así: “Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió a Egipto… Los egipcios nos maltrataron, nos afligieron y nos impusieron una dura servidumbre…” (Deuteronomio 26:5s). ¿Quiénes son los genuinos descendientes de ese arameo errante, supuesto antecesor patriarcal de un “pueblo divina-mente escogido”? En palestina, dos respuestas conflic-tivas pugnan intensamente. Muchos sionistas alegan que los judíos, cualquiera sea su procedencia o su linaje cultural (sefarditas o asquenazíes, en toda su inmensa diversidad lingüística) constituyen la nación escogida con sus correspondientes derechos divinos a poseer la tierra palestina. Esta es la premisa ideológica de las leyes israelíes de retorno. La citada primera confesión bíblica de fe, sin embargo, no necesariamente recalca la alegada descendencia biológica o étnica. Su énfasis central es la

experiencia de esclavitud, subyugación y potencial geno-cidio que sufre un pueblo al que Dios libera tras prestar atención a sus clamores de angustia y dolor. El riesgoso concepto de “pueblo de Dios”, por consiguiente, nada tiene que ver con una alegada descendencia genética. Refiere, más bien, a la lectura de los tiempos en una her-menéutica profética de opresión y liberación.

A través de su extensa historia, Jerusalén ha sido simultáneamente bendecida y maldecida por el reclamo que las tres grandes religiones abrahánicas monoteís-tas hacen de ella como ciudad sagrada. Durante siglos e incluso milenios, judíos, cristianos e islamitas la han considerado “tierra santa”, santificada por la presencia divina. Los intensos sentimientos religiosos evocados por Jerusalén, ubicada en los mapas medievales en el centro del orbe creado, donde conviven tensamente la Iglesia del Santo Sepulcro, el Muro de las Lamentaciones y la Mezquita de la Roca la han transfigurado, en la imagi-nación activa de innumerables creyentes, peregrinos y cruzados, en una urbe a la vez santa y peligrosa, sagrada y sanguinaria, como ninguna otra ciudad en la historia humana. Incontables judíos, cristianos e islamitas han invocado con profunda devoción el nostálgico cántico a la ciudad perdida y añorada: “¿Cómo cantaremos un cántico a Dios en tierra de extraños? Si me olvido de ti, Jerusalén, pierda mi diestra su destreza. Mi lengua se pegue a mi paladar, si de ti no me acuerdo; si no enaltezco a Jerusalén como preferente asunto de mi alegría” (Salmo 137:4-6). ¡Un himno espléndido, ciertamente! Pero con frecuencia se olvidan sus rencorosos versos postreros, en los que el lamento se transforma en anhelo de cruel venganza: “Hija de Babilonia… bienaventurado el que te dé el pago de lo que tú nos hiciste. ¡Dichoso el que tome tus niños y los estrelle contra la peña!” (Salmo 137:8-9). La sacralidad atribuída a varios lugares en Palestina, Jerusalén en primer rango, ha sido causa funesta de inter-minables conflictos violentos y sangrientos. ¿Tenemos acaso, ese es el reto que agudamente plantea la teología palestina, los recursos intelectuales y espirituales para reconfigurar este debate de manera que el concepto de “tierra santa” sea punto de partida, no para la “guerra santa”, sino para el diálogo, el entendimiento y la solida-ridad entre las tres grandes religiones monoteístas que comparten memorias y escrituras sagradas? De la res-puesta a esa pregunta crucial depende en buena medida

¿Tenemos acaso, ese es el reto que agudamente plantea la teología palestina, los recursos intelectuales y espirituales para reconfigurar este debate de manera que el concepto de “tierra santa” sea punto de partida, no para la “guerra santa”, sino para el diálogo, el entendimiento y la solidaridad entre las tres grandes religiones monoteístas que comparten memorias y escrituras sagradas?

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el destino feliz o infortunado de los diversos pueblos que habitan los valles y colinas de Palestina.

La teología palestina, quizá más enfáticamente que otras teologías de liberación, subraya el arduo pero deseable y necesario vínculo entre justicia y reconci-liación, denuncia profética y esfuerzos pacificadores, recuperación de la historia de agravios y el perdón sanador de esa memoria. La meta última de la denuncia profética no puede ser la humillación ni menos aún la destrucción del pueblo adversario, sino el cumplimento histórico de la visión de Isaías de una nueva creación, libre de violencia y devastación bélica, un mundo en el que las comunidades en conflicto, en este caso palestinos e israelíes, “edificarán casas y las habitarán; plantarán viñas y comerán de su fruto. No edificarán para que otro habite ni plantarán para que otro coma… No trabajarán en vano ni darán a luz para maldición…” (Isaías 65:21-23). Este es hoy, tras varias devastadoras guerras recientes y la memoria herida de siglos de sanguinarias hostilidades, un sueño compartido por muchos palestinos e israelíes, sean judíos, islamitas, cristianos o no-creyentes. Un sueño de paz y reconciliación. Es la aspiración de dos pueblos con

memorias profundamente heridas: la memoria del shoah, el holocausto judío, y la memoria de la al-nakba, la gran catástrofe palestina. Este sueño es tema central de la teo-logía palestina. Es también un anhelo que, desde tierra de gentiles, compartimos muchos.SV

Un sueño de paz y reconciliación. Es la aspiración de dos pueblos con memorias profundamente heridas: la memoria del shoah, el holocausto judío, y la memoria de la al-nakba, la gran catástrofe palestina. Este sueño es tema central de la teología palestina. Es también un anhelo que, desde tierra de gentiles, compartimos muchos.

Luis N. Rivera Pagán, puertorriqueño, es profesor emérito en teología ecuménica del Seminario Teológico de Princeton. Autor de varios libros, entre ellos, Evangelización y violencia: La conquista de América (1992), Entre el oro y la fe: El dilema

de América (1995), Mito exilio y demonios: literatura y teología en América Latina (1996), Diálogos y polifonías: perspectivas y reseñas (1999) y Teología y cultura en América Latina (2009).

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Palestina es uno de los últi-mos lugares donde la teo-logía de la liberación ha

quedado articulada. Lo que Gustavo Gutiérrez comenzó en América Latina a mediados de los años seten-ta ha servido de inspiración para muchas teologías contextualizadas en diversas partes del mundo. El presente artículo está dedicado a mi amigo Gustavo, la persona que ha inspirado a mucha gente mediante su compromiso de vida y sus escritos, y que me ha inspirado en mi personal trayectoria de fe.

En 1948 fue cometida una grave injusticia contra el pueblo palestino. Fueron muchas las fuerzas coaliga-das para llevar a delante el proyecto. Además de las fuerzas judías sio-nistas que perpetraron la catástro-fe, proporcionaron apoyo político y legal internacional Inglaterra y los Estados Unidos. Ilan Pappe, un his-toriador judío israelí, describió la catástrofe en el Prefacio de su libro The Ethenic Cleansing of Palestine:

«Una vez tomada la decisión, llevó seis meses el cumplimiento de la misión. Al final, más de la mitad de la población nacida en Palestina, cerca de 800.000 personas, había sido erradicada, 531 pueblos destruidos, y 11 ciudades vaciadas de habitantes. El plan fue programado para el 10 de marzo de 1948 y, habida cuenta de su implementación sistemática durante los meses siguientes, se trataba de un operativo neto de limpieza étnica, el cual, de acuerdo con la actual legis-lación internacional, constituye un crimen de lesa humanidad» (Oxford, 2006, p.xiii).

N A i m A t e e kt e O L O G í A

El mayor obstáculo para la paz

Teología de la liberación en Palestina

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Esto llevó al establecimiento del Estado de Israel, el 15 de mayo de 1948, sobre el 78% del territorio palestino. Mediante la guerra subsiguiente del año 1967, el ejército israelí ocupó el 22% restante de Palestina. Desde enton-ces, el Gobierno de Israel ha estado confiscando la tierra palestina, construyendo asentamientos para uso exclusivo de judíos (ilegales, según la legislación internacional), escindiendo el territorio palestino al establecer cientos de puestos de control que impedían el el libre tránsito de la población palestina dentro de su propio país, sometiendo a los palestinos a injurias, humillaciones e incluso torturas…

Israel no ha reconocido a los palestinos sus derechos humanos y políticos, y siempre se ha negado a cumplir las numerosas resoluciones de las Naciones Unidas que ordenaban poner fin a la ocupación y permitir a los pales-tinos establecer su propio Estado al lado del estado de Israel. La violencia y el terrorismo del Gobierno de Israel ha chocado con la violencia y el terrorismo de los grupos de resistencia palestinos, y esta espiral de violencia ha llevado a la ruina al país, su economía y su seguridad. En este contexto político surgió la Teología de la Liberación Palestina (TLP), para encarar esta calamitosa situación y sus múltiples injusticias desde la perspectiva de la fe.

Desafíos teológicos a las religiones monoteístasEn términos generales, el conflicto palestino-israelí

ha puesto en entredicho las tres religiones monoteístas descendientes de Abrahán. Nada interesante tienen que aportar. Cada una de ellas ha desempeñado un triste papel. Se puede incluso decir que la religión ha sido parte del problema y no ha acertado a ser parte de la solución. ¿Cuán es, entonces, el obstáculo teológico cen-tral interpuesto en el camino?

Sin ninguna duda, el mayor obstáculo tuvo que ver con nuestra teología de Dios. Si nuestra teología de Dios es equivocada, es inevitable que lo sea también, automá-ticamente, nuestra teología sobre el prójimo, y viceversa. En la práctica, es más sencillo analizar la teología del prójimo que uno tiene porque es del todo verificable. Cuando ella es deficiente, nos damos cuenta de que se tiene una teología de Dios igualmente deficiente. Como pueblo creyente, nuestra teología de Dios es la que deter-mina nuestra teología del prójimo; y, si queremos ayudar a la gente a cambiar su teología sobre el prójimo, hemos de encarar su teología de Dios. Si nuestra teología de Dios se basa en nuestros textos sagrados, interpretados literalmente sin análisis alguno, entonces nuestra teolo-gía de Dios resultará estática y quedaremos realmente paralizados.

En nuestro contexto del Oriente Medio, cuando nos referimos a las personas creyentes, ya sean musulmanas, judías o cristianas, y especialmente a quienes son religio-samente conservadoras, tradicionales y aun fundamen-talistas, el gran problema proviene de su comprensión de Dios. Según sea nuestro concepto de Dios, pequeño y estrecho o bien grande y abierto, queda determinado el modo como le damos solución a los conflictos entre creyentes o a los conflictos políticos y socioeconómicos que enfrentan nuestras comunidades.

Lo que está absolutamente claro es que los tres cre-dos abrahámicos o, como algunas las llaman, las tres reli-giones monoteístas se han encontrado, juntas e inmersas del todo, en el conflicto palestino-israelí. Es importante recordar que el conflicto no tuvo su origen en la religión; con todo, a través de los años, la religión ha llegado a ser parte integral del mismo y es, hoy día, su más clara expresión.

La gente cree que la religión tiene un papel impor-tante que desempeñar en la construcción de la paz, por lo que esperan que estas tres religiones, que reclaman a Abrahán como común antecesor, aporten al respecto una valiosa contribución. De hecho, el conflicto pales-tino se convirtió en un test de la autenticidad religiosa. Por ejemplo: ¿Puede la religión encontrar una solución al conflicto a partir de la fe en un Dios vivo, el Dios de la paz? Se podría decir incluso que se ofrece una privi-legiada oportunidad a los dirigentes religiosos y a sus pueblos para tener un discurso profético y crear los

Israel no ha reconocido a los palestinos sus derechos humanos y políticos, y siempre se ha negado a cumplir las numerosas resoluciones de las Naciones Unidas que ordenaban poner fin a la ocupación y permitir a los palestinos establecer su propio Estado al lado del estado de Israel.

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lineamientos para la paz con fundamento en su fidelidad al Dios Único.

Pero ha sido de veras decepcionante lo que se ha dejado traslucir como resultado de este conflicto. Este intenso conflicto político ha sido causa de que fieles de las tres religiones hayan chocado sobre el suelo palesti-no. Al chocar ellos, chocaron sus religiones. El judaísmo en su conjunto ha siso capturado por el sionismo y se ha puesto al servicio del Estado de Israel y sus extremistas religiosos judíos. Su fe parece estar centrada en un Dios nacional, quien ha retornado a Palestina a reclamar «sus» derechos de herencia para «su» pueblo y pelear de su lado para recuperar la tierra de los actuales cananeos, los árabes palestinos. Lo que observamos de la parte judía es, en realidad, un dios tribal en nada comparable al gran Dios de la Biblia.

De manera semejante, el Islam invocó a su propio dios tribal, el que también reclama sus derechos en exclusi-vidad para toda la región del Oriente Medio, incluida la Palestina. Para los islamitas, el éxito del proyecto sionista fue sentido como una cuchillada que recortara una porción importante de «su» tierra. De esta manera, y con su dios, se aprestaron para la guerra y empuñaron las armas. Al igual que el pueblo judío, en lugar de apelar a sus elevados dog-mas de fe, echaron mano de sus conceptos más primitivos sobre dios: los dioses tribales tenían que chocar.

Se puede decir incluso que Palestina constituye una encrucijada para el mundo, en cuya arena lidian entre

sí las tres mayores religiones en busca de la paz y para encontrar solución a un conflicto sostenido. Cada una de ella encara el conflicto con su fe en el Dios Único y una firme tradición de justicia y de paz. Esto no obstante, en lugar de acercar a sus pueblos cada vez más a la paz, ellas han contribuido a su progresiva alienación. Sus religio-nes y sus credos no se han manifestado suficientemente vigorosos como para detener el conflicto o lograr la paz. En consecuencia, ¿la palabra «monoteísmo» es errónea, debe ser cambiada o incluso descartada? ¿Se convierte en una vergüenza nuestra fe monoteísta? ¿No estaremos, en realidad, observando tres religiones, cada una de las cuales cree en su Dios Único, pero no en el mismo Único Dios? Mucha gente entre nosotros sostiene que las tres religiones creen en el mismo Dios Único. Es la razón por la cual se refieren a ellas diciendo «las tres religiones monoteísta».

Con todo, observando más de cerca de nuestros pueblos y atendiendo a su comportamiento y mutua interacción, resulta obvio que no compartimos una fe en el mismo Único Dios. Si así fuera, se advertiría un mayor respeto entre los seguidores de las tres religiones y mayores progresos en el logro de la paz. Por el contra-rio, nuestras religiones son parte del problema y no de la solución. En otras palabras, se podría presumir que nuestra fe en el mismo Único Dios, que demanda justicia y paz para todos nos reuniría y actuaría como vigoroso catalizador y fuerza que nos ayudara a encontrar una

Si nuestro concepto de un Dios amoroso, compasivo y miseri-cordioso no puede comprobarse hoy mediante demostraciones de misericordia y compasión hacia los demás, aunque sean ene-migos, entonces nuestra religión ha fracasado.

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solución a nuestro trágico conflicto. El hecho de que esto no haya sucedido arroja dudas acerca de nuestros credos monoteístas. No hemos sido capaces de superar nuestros egoísmos y ambiciones ni nuestros pequeños intereses nacionalistas. La zona de Palestina-Israel es la única en el mundo donde estas tres religiones monoteístas han entrado en conflicto y donde el conflicto ha puesto a prueba sus teologías de la justicia y la paz y descubierto sus carencias.

Llegados a este punto, hemos de distinguir una reli-gión de sus adherentes. La pregunta crucial es esta: ¿Qué dice la religión acerca del conflicto y dónde se sitúa Dios tratándose de la paz? Si de veras creemos en el mismo Único Dios, hay que presumir que nuestras religiones tienen, al menos, esbozadas una visión común para la paz acorde con el Único verdadero Dios.

Importancia de las religiones proféticas Nuestras religiones deberían señalar con claridad la

injusticia y el mal perpetrados y sugerir vías para una justa solución, al tiempo que tendrían que ejercer la misericordia y la compasión. Si una religión no es profé-tica, podrá ser cooptada por el poder y convertirse en su colaboradora. Una auténtica religión tiene que provocar a sus fieles con la palabra de Dios, alentarlos a conformar sus ideas y sus actos de acuerdo a ella, y no rebajar a Dios hasta el nivel de su ambición y su egoísmo, lo que nor-malmente conduce a la violencia y a la guerra. Cuando nuestra teología de Dios se deteriora hasta el punto de apoyar y justificar nuestros prejuicios, algo anda mal en nuestra teología.

Más aún, hemos de decir con sencillez que, si nues-tros distintos textos sagrados no pueden conciliar nues-tra teología del Dios Único con el Dios que detesta la injusticia y el mal, sea quien sea el perpetrador del mismo, algo está drásticamente equivocado. Si nuestra teología de Dios no condena la opresión y la explotación de todos los hijos de Dios, algo está básicamente equi-vocado en nuestra teología monoteísta. Si nuestro con-cepto de un Dios amoroso, compasivo y misericordioso no puede comprobarse hoy mediante demostraciones de misericordia y compasión hacia los demás, aunque sean enemigos, entonces nuestra religión ha fracasado. Si el Dios en el que creemos nada tiene que decir respecto a nuestros enemigos, sino que hay que matarlos, algo anda equivocado en nuestra teología. Si nuestra religión nada tiene que decir acerca de los pobres y oprimidos excepto ignorarlos y satanizarlos, tenemos que analizar la auten-ticidad de nuestra teología sobre Dios y el prójimo. Si

nuestra religión nada tiene que decir respecto a la paz y la seguridad a no ser a favor de nosotros mismos, habrá que examinar nuestra teología. La tragedia de muchas personas que han accedido al poder es que, cuando se hacen fuertes, no quieren dar a los demás lo que ellas mismas deseaban cuando eran débiles. Y, cuando nos convertimos en opresores, no queremos dar a los demás lo que deseamos para nosotros cuando estamos oprimi-dos. El interés de la teología de la liberación está puesto en los oprimidos y en los opresores. En palabras de Gustavo Gutiérrez,

«Amor universal es aquel que en solidaridad con los oprimidos busca liberar también a los opresores de su propio poder, de su ambición y de su egoísmo… Se ama a los opresores libe-rándolos de su propia e inhumana situación. Pero a esto no se llega sino optando resueltamente por los oprimidos, es decir, combatiendo contra la clase opresora… Es esto consiste el reto, nuevo como el Evangelio: Amar a los enemigos.» (Teología de la liberación. 4 ed. Lima: CEP, 1984, p. 344.)Hablando como cristiano desde el corazón de mi fe,

puedo decir que, si el Dios en el que creo no es un Dios que cuida del otro y se interesa por él tanto como lo hace conmigo, ese dios no puede ser el Dios del universo que nos ha creado y nos ama a todos. Si cada una de nuestras religiones, a partir de sus bases teológicas, no es capaz de criticar toda violencia y terrorismo en su interior y

El Dios genuino y auténtico es el Dios de la justicia y la paz para todos. Dios no puede complacerse en la injusticia, la dominación y la opresión. Quienes están oprimidos, así como aquellos que viven bajo el yugo de la dominación, tienen que ser liberados. Y esto incluye a los oprimidos palestinos.

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rechazar absolutamente la idea de que Dios tenga algo que ver con esa prácticas, algo está equivocado en nues-tra comprensión de Dios. Como pueblo creyente, hemos de levantar nuestra voz profética que alcance a todos los pueblos que nos rodean para proclamar que el único Dios en el que todos creemos es el Dios de la justicia, la paz, el amor, la misericordia y la compasión y que no existe otro dios distinto a Él. A menos que logremos esto, estaremos perdidos y nuestras religiones seguirán manteniéndonos prisioneros en un sistema de teología anticuada que nada tiene que ver con Dios y los próji-mos que nos rodean; nuestra religión no podrá aportar algo valioso para resolver los endémicos problemas de nuestro mundo actual.

El Dios genuino y auténtico es el Dios de la justicia y la paz para todos. Dios no puede complacerse en la injusticia, la dominación y la opresión. Quienes están oprimidos, así como aquellos que viven bajo el yugo de la dominación, tienen que ser liberados. Y esto incluye a los oprimidos palestinos. Nuestras tres religiones creen en un Dios libertador. ¿Podrá este Dios libertador conducir-nos hacia la paz? Será magnífico que nuestras religiones pudieran producir una fórmula de paz que proporcio-nara justicia, paz y seguridad a todos los pueblos de la tierra. Yo creo que esto se puede hacer, pero exige de nosotros la voluntad y la teología para hacerlo.

En la práctica esto sig-nifica que debe acabar la ocupación israelí de los territorios palestinos y que la tierra debe ser compar-tida. Se debe establecer un Estado palestino sobre todos los territorios pales-tinos de Cisjordania y la Franja de Gaza ocupados, a lo largo del Estado israelí. La ciudad de Jerusalén tiene que ser compartida bajo la forma de dos capitales para los dos Estados. Es preci-so encontrar una solución justa para los refugiados palestinos sobre la base del Derecho Internacional. Se ha de poner fin a cualquier clase de violencia y terroris-mo. Ambos gobiernos con sus pueblos deben trabajar conjuntamente para desa-

rrollar la capacidad económica de sus países buscan-do el bienestar de sus ciudadanos.

Yo creo que el Dios Único, al que todos rendimos cultos, se complacerá en la obra de la justicia y esta-blecimiento de la paz en el país que todos nosotros amamos, de modo que podamos vivir como vecinos, no como enemigos, y respetar la humanidad que recibimos de Dios. Sólo entonces nuestras tres religiones mono-teístas podrán dar un testimonio común de la grandeza, soberanía y amor del Dios Único, el Dios de la justicia y la paz.SV

En la práctica esto significa que debe acabar la ocupación israelí de los territorios palestinos y que la tierra debe ser compartida. Se debe establecer un Estado palestino sobre todos los territo-rios palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza ocupados, a lo largo del Estado israelí.

El Dr. Naim Ateek, palestino, sacerdote de la Iglesia Episcopal, fundador y director del Centro ecuméni-co Sabeel de teología de la liberación en Jerusalén, y autor de varios libros, entre los que se encuentra, Justicia, y solo justicia,

una teología palestina de la liberación (1989).

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m i t r i r A h e bt e O L O G í A

Una de las parábolas más hermosas de la Biblia es la que conocemos como «El buen Samaritano», que se encuentra en el Evangelio de Lucas

10:25-37. Y el texto dice:Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probar-le: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respon-

diendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones,

Amar al enemigo:El buen samaritano en Belén…

La parábola y sus interpretaciones

Esta parábola ha sido interpretada de modos variados en diferentes momentos de la historia. Una de sus interpretaciones más antiguas es la alegórica, que se originó aquí, en el Oriente Medio y fue muy

popular hasta temprano en la Edad Media.

m i t r i r A h e bt e O L O G í A

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los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samari-tano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.Esta parábola ha sido interpretada de modos variados

en diferentes momentos de la historia. Una de sus inter-pretaciones más antiguas es la alegórica, que se originó aquí, en el Oriente Medio y fue muy popular hasta tem-prano en la Edad Media. Un sentido profundo de salvación histórica se atribuía a las palabras. De acuerdo con esta interpretación, el hombre detrás del que salió de Jerusalén en Lucas 10:30 no era otro sino Adán, que simbolizaba a todas las personas de la humanidad. Jerusalén era símbo-lo del Paraíso, que estaba ubicada en un lugar profundo, era el mundo. El ataque del asaltante era simplemente, de acuerdo con estas interpretaciones alegóricas antiguas… «el trabajo de los poderes satánicos y demoníacos, hostiles y obscuros, que le roban a la gente los dones espirituales de gra-cia, vida eterna, inocencia e imagen de Dios, como si estas cosas fueran ropas; le hieren con pecados morales; y la dejan en el camino, medio muerta y medio viva, a su suerte, incapaz de salvarse a sí misma. Los sacerdotes y los levitas (Lc 10:31-32) tampoco pue-den ayudar. Ellos y sus debilidades representan la ley y los profetas, el sacerdocio y el culto del Templo, fun-cionarios del legalismo del Antiguo Testamento, posiblemente el período antes y después que la ley de Moisés se presentara al pueblo.

Solo el Samaritano de Lucas 10:33 puede lograr el rescate, porque quien se esconde detrás de él es Cristo el guardián, pastor, y médico. Con acei-te y vino, medicinas suaves y fuertes, con la unción santa el bautismo y

la eucaristía, con consolación y exhortación, con la gracia perdonadora y penitencias fuertes, el rescatador sagrado de Lucas 10:34-35 comienza su proceso de sanidad y res-tauración. Cuando el Samaritano puso al hombre herido en su animal de carga, para llevarlo a la posada más cercana, esto significa, metafóricamente, que Cristo se hizo hombre por amor y que… Dios asumió el sufrimiento en la cruz para reconciliar a la humanidad.

Lo que sigue nos lleva nuevamente a la comunidad cris-tiana, que admite a cualquier persona de buena voluntad, y le presenta la fe correcta a través de sus líderes, sean ellos, apóstoles, presbíteros, obispos, prelados, pastores, maestros y diáconos. La promesa de regresar para pagar los gastos adicionales del herido que hizo el Samaritano, se interpreta a las luz de la parusía y el juicio final, mientras que el trabajo de las personas responsables en la comunidad es visto sobre todo en el desarrollo de nuevas enseñanzas, exhortaciones y consejos que no están incluidos en la Biblia pero que están contenidos en la práctica homilética y exegética, como en el cumplimiento de algunas peticiones especiales…».

Esta interpretación se aplica aun el día de hoy en las Iglesias Ortodoxa y Católica, sino también en algunas igle-sias protestantes. Por lo tanto, me era muy familiar en mi niñez. Sin embargo, otras interpretaciones se difundían en

Cuando el Samaritano puso al hombre herido en su animal de carga, para llevarlo a la posada más cercana, esto significa, metafóricamente, que Cristo se hizo hombre por amor y que… Dios asumió el sufrimiento en la cruz para reconciliar a la humanidad.

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Palestina, que entendían el texto más que de una manera alegórica de una forma literal. Y yo también fue confron-tado con esta parábola en mis años de estudios teológicos en Alemania, cuando aprendí a leerla y estudiarla con un sentido histórico-crítico.

A pesar de esas interpretaciones diferentes, este texto nunca estuvo tan cerca de mí como en el período de la Segunda Intifada, o levantamiento palestino. Un particular incidente que ocurrió muy cerca de mi casa en Belén me movió a recordar una vez más esta parábola. Por esta his-toria, es que yo comencé a sentir lo que la parábola pudo haber querido decir en tiempos del evangelista Lucas.

Un nuevo Samaritano Sucedió el 5 de abril de 1990. Esa noche un viento frío

soplaba sobre las montañas de Belén y Jerusalén. Ariel y Hariel, dos niños judíos, estaban en la parada del bus en una de las calles de la ciudad de Jerusalén. Los niños de 10 años estaban de camino a sus casas. Un bus se detuvo, y los niños, que estaban entretenidos hablando, se subieron. No notaron que se habían montado en el bus equivocado hasta que llegaron a la parada final, cuando se percataron que estaban en un lugar diferente.

Los niños, asustados, le pidieron ayuda al chofer del autobús, que era judío, pero él no tenía tiempo para ellos, pues ya culminaba su jornada de trabajo. Y para no demo-rarse más, el chofer pidió a los niños que se bajaran del bus y que pidieran ayuda a alguien en la calle. Los niños no tuvieron otra alternativa sino decir buenas noches al chofer, bajar del bus, y quedar en la oscuridad de la noche bien al sur de Jerusalén. Entonces vieron una pequeña luz que les parecía no estaba lejos de la parada del bus, y se dirigieron en esa dirección: ¡Caminaron con la esperanza de conseguir a alguien que les ayudara!

Estaban en la Calle Hebrón, que comienza en la Puerta de Jaffa, en Jerusalén, y llega a la ciudad de Hebrón, a través de Belén. Los niños caminaron al sur, en vez de dirigirse al norte. Con cada paso que daban, la noche se hacía más oscura, callada y fría. Los niños se dieron cuenta del pro-blema y comenzaron a preocuparse. Luego de como cuatro horas de caminar desorientados, se percataron que estaban perdidos, que estaban en el sendero equivocado. Ya habían recorrido como 10 kilómetros sin acercarse a su meta.

Como a las 9:30 PM, los niños llegaron a una estación de gasolina, donde todavía había alguna luz tenue. Un joven como de 25 años estaba parado al frente del lugar. «¡Finalmente una persona!, por fin alguien que nos puede rescatar», pensaron los niños. La estación lucía un tanto árabe, como el vecindario. Los dos niños judíos se asusta-ron; estaban usando sus kipas, o gorras judías, signo que pertenecían a una familia piadosa. Sin embargo, cuando

ellos notaron que estaban en un barrio árabe, se quitaron las gorras y las escondieron. Cuidadosamente, se allegaron al joven árabe y le hablaron en hebreo. Él les respondió tam-bién en hebreo. Ellos le preguntaron si podían llamar a sus padres por teléfono, y él los llevó dentro de la estación. Puso el teléfono y la oficina a la disposición de ellos. Uno de los niños marcó el número de su casa, y la madre respondió.

«¿Dónde estás Ariel?», preguntó ella, pues estaba deses-perada, furiosa y bien preocupada.

«Nos perdimos», respondió Ariel.«¿Dónde están ahora?»«No estoy seguro, pero le voy a pedir al joven de la esta-

ción que hable contigo. Él te puede decir dónde estamos»«Hola, le habla Isa. Sus niños llegaron aquí hace algunos

minutos cansados y agotados. Se perdieron. Pero usted no necesita preocuparse más. Yo me voy a encargar bien de ellos».

La mamá judía notó, por el acento del joven, que estaba hablando con un árabe. Ella le preguntó, dónde estaba y cómo podría encontrar la estación de gasolina.

«Muy simple», Isa le dijo. «¿Usted conoce el campo de refugiados Dehesha? La estación está ubicada exactamente al otro lado de la calle.»

La mamá no podía creer lo que oía. ¿Que sus niños hayan caído en manos de los palestinos del campo Dehesha? Ella sabía exactamente cómo era ese campo de refugiados. Dehesha es uno de los campos palestinos más grandes en la Rivera Occidental, y la resistencia de sus habitantes a la ocupación israelí es muy fuerte. Ella sabía que los palesti-nos que vivían allí fueron sacados de sus villas en el 1948, cuando se fundó el Estado de Israel, y que vivían de manera forzada en ese campo de refugiados desde aquel momento. Esta madre judía sabía muy bien lo mal que esos palestinos eran tratados por los soldados israelíes, los trataban como animales. Porque ella conocía todo esto, se sintió aún más preocupada y temerosa. ¿Serán los niños tratados de una forma humana por estos palestinos oprimidos? ¿Podrán salir vivos de la estación de gasolina? Más aún, lo que esa madre no sabía era quién realmente era Isa. Ella no sabía que él había perdido seis miembros de su familia por la violencia israelí. Y el último de estos seis familiares fue su primo Alí, que murió en la prisión israelí Nafha, luego de una prolongada huelga de hambre.

La madre judía temió por sus hijos. Ella llamó a algunos hombres que conocía y les suplicó que la llevaran al campo Dehesha para buscar a los dos niños. Pero se mantuvo en el teléfono. Cada cinco minutos llamaba a la estación de gasolina para preguntar por los niños y para implorarle a Isa que no les hiciera daño.

Los dos niños eran la forma que podía usar Isa para ven-garse de los israelíes. Esa sería una oportunidad única para

Amar al enemigo no significa encubrir el conflicto ni subestimar su seriedad, sino resistir la tensión sin sucumbir ante el odio. Debemos amar a las personas pero no los actos injustos que comenten.

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castigar a los israelíes por los años de opresión que había vivido; podía hacerlos sufrir por la vida de sufrimiento que había sido forzado a vivir. Pero Isa no lo hizo: Tuvo mise-ricordia de ellos; puso el teléfono a la disposición de ellos; notó que tenían mucho frío, y les encendió la calefacción eléctrica; sabía que no habían cenado, y corrió a su casa para traerles algo de comer y de beber; se preocupó por hacer que ellos se sintieran bien.

Esta historia me hizo recordar la parábola del buen samaritano. Los niños judíos en problemas no recibieron ayuda de su compatriota, el chofer del bus. De todas las per-sonas, fue un palestino, un hombre que pertenecía al campo enemigo, uno que era herido y oprimido por los israelíes. De todas las personas, fue palestino el que ayudó a estos dos niños israelíes que estaban en problemas. De todas las personas, fue un joven musulmán, que no era miembro de la religión judía, el que ayudó. De todas las personas, fue el joven del campo de refugiados el que ayudó a los dos niños judíos piadosos. El palestino musulmán entendió muy bien que en esa situación los niños ya no eran enemigos, sino vecinos que necesitaban ayuda. En aquel día, el palestino se convirtió en el samaritano de los dos niños.

Esta historia, por supuesto, no llegó a los titulares. No llegó tampoco a la televisión, porque no hubo derrama-miento de sangre. Por esa razón la historia no era «adecua-da» para los medios. Sólo dos periódicos, uno israelí y otro palestino, la reportaron.

Esta historia, sin embargo, es «evangelio», un mensaje de amor por los enemigos. De todas las personas, fue un joven musulmán palestino el que reconoció la voluntad de Dios. De todas las personas, fue él quien vio a un vecino cuando miró a su «enemigo» en problemas, uno que necesitaba su amor. En este caso, el amor al enemigo no era un ideal que el joven palestino estaba tratando de alcanzar. ¡Fue un acto concreto en una situación real!

El amor al enemigo y la resistenciaLos cristianos palestinos con regularidad están en una

situación muy difícil: Los cristianos europeos y americanos los acusan de nacionalismo; y los extremistas árabes, de falta de patriotismo. Los primeros demandan amor a los enemigos; y los últimos requieren que se manifieste la resis-tencia militante. ¿Qué pueden hacer?

El mandamiento de amar a nuestros enemigos es parte integral de la fe cristiana. Es responsabilidad del cristiano seguir a Jesús como su modelo, y de ese valor se desprende el amar al enemigo. Este tipo de amor no es una respuesta sentimental, ni es un concepto abstracto. Amar al enemigo no significa que uno acepte todo lo que el enemigo hace. No significa tampoco observar pasivamente mientras la injus-ticia se manifiesta. Ciertamente, no significa resignarse al comportamiento del enemigo, o peor aún colaborar con él.

Amar al enemigo no significa encubrir el conflicto ni subestimar su seriedad, sino resistir la tensión sin sucum-bir ante el odio. Debemos amar a las personas pero no los actos injustos que comenten. Amar al enemigo, significa, entonces, que en medio del conflicto uno reconoce que el enemigo es una criatura de Dios que tiene el derecho a vivir, ser perdonado y amar; pero no tiene derecho de cometer actos injustos.

Dios no quiere que derramemos la sangre de nues-tros enemigos. Pero Dios también nos llama a resistir a nuestro enemigo, si ese enemigo intenta derramar la sangre de nuestros vecinos. Nosotros no queremos matar a nuestros enemigos, pero no queremos que ellos maten a nuestras hermanas y hermanos. Amar al enemigo sin resistirlo, es una actitud barata, abstracta, traicionera. Pero resistir sin amar al enemigo es inhumano, brutal y violento. El uno sin el otro viola los derechos divinos y humanos. Pero si podemos superar la tensión, el amor y la resistencia se convierten en la única forma de vida para nosotros los cristianos.

Nosotros no demandamos venganza; solo reclamamos justicia. Amar al enemigo nos mueve a resistir la injustica. Pero la resistencia requiere que amemos al enemigo si no queremos caer en el hoyo del racismo. La crítica a Israel debe incluir siempre nuestra autocrítica. Esto puede suce-der únicamente cuando la fe rodea nuestra conciencia y el amor guía nuestra razón.SV

Mitri Raheb nació en Belén en 1962, estu-dió teología y obtuvo su doctorado de la Universidad Philips, en Marburg, Alemania. Desde el 1988 es el pas-tor principal de la Iglesia Evangélica Luterana de la Navidad en Belén. Fundó el Centro Internacional de Belén (Dar Annadwa) en el

1995, y posteriormente, comenzó nuevas iniciativas y pro-gramas, entre las que se encuentran: una escuela modelo, un centro de salud, dos centros culturales, un colegio uni-versitario y un centro palestino para la educación política. Estas iniciativas, desde 2006, forman parte del Consorcio Diyar, presidido por el Rvdo. Raheb. Además, el Dr. Raheb es autor de ocho libros que se han publicado en 13 idiomas diferentes. Y su trabajo ha recibido varios reconocimientos y galardones, como el Tschelebi Mohammad y el Premio Aachener de la paz.

Amar al enemigo sin resistirlo, es una actitud barata, abstracta, traicionera. Pero resistir sin amar al enemigo es inhumano, brutal y violento. El uno sin el otro viola los derechos divinos y humanos.

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Sin embargo, si esos ministerios se implantan en contextos de crisis y dificultades extremas, entonces se necesita, además, valentía, seguri-

dad, visión y compromiso. En entornos críticos, la comu-nicación e implantación de la voluntad divina requiere algo más que un buen deseo, necesita espíritu profético y compromiso con la gente en necesidad.

Ese es el caso del Consorcio Diyar en Belén, que ha decidido servir a la comunidad palestina en medio de guerras, ocupaciones, separaciones, dificultades econó-micas, desorientación social y angustia espiritual. Esta institución decididamente ecuménica, y anclada en la tradición de la Iglesia Evangélica Luterana en Jordania y la Tierra Santa, ha decido no esperar a que los proble-mas entre el estado de Israel y la autoridad Palestina se resuelvan para llevar a cabo sus ministerios. En efecto, el Consorcio Diyar, se ha propuesto responder a las necesidades del pueblo palestino, específicamente en Belén, con programas noveles, entusiastas, desafiantes y contextuales.

Una de esas instituciones relacionadas con el Consorcio Diyar es el Colegio Dar al-Kalima. Esta ins-titución de educación superior ofrece a la comunidad de Belén, una serie de programas que pueden contribuir positivamente al desarrollo socioeconómico y cultural de

la comunidad palestina. Entre sus programas, se inclu-yen grados académicos y profesionales en arte, comuni-caciones y turismo.

De singular importancia es el programa de turismo pues el Colegio está ubicado en la ciudad de Belén, cuna del cristianismo y centro de peregrinares de creyentes de todas partes del mundo. Este programa tiene como finalidad preparar guías profesionales que lleven a efecto turismo responsable y pedagógico. Los guías turísticos egresados de estos programas orientan a los peregrinos en torno a la ciudad antigua de Belén y referente a las narraciones evangélicas que destacan los cánticos ange-licales, el viaje de los sabios de Oriente y el nacimiento de Jesús, reconocido por la iglesia como el Cristo de Dios. Además, estos profesionales del turismo, presentan a los peregrinos la vida y los desafíos diarios de la población de Belén. Se comunican con los visitantes de otras naciones en diferentes idiomas, que algunos de ellos aprendieron en el Colegio Dar al-Kalima, incluyendo el castellano.

Entre los estudiantes de turismo se encuentran cre-yentes cristianos y musulmanes. Hombres y mujeres de fe, que desean prepararse bien para proseguir una carrera profesional en el mundo del turismo. Se educan en un momento de crisis económica mundial, pero que en Israel y Palestina las dificultades y los desafíos son mayores.

m O h e m í p A G á Nm i N i S t e r i O S D e S e r V i C i O

Ministerios transformadores

en contextos de crisis

Llevar a efecto ministerios transformadores es una tarea compleja que requiere sabiduría, organización y sentido de dirección (...) El Consorcio Diyar, se ha propuesto responder a las necesidades del pueblo palestino, específicamente en Belén, con programas

noveles, entusiastas, desafiantes y contextuales.

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En medio de los problemas cotidianos los estudian-tes de turismo de Dar al-Kalima reciben una educación de calidad, a la altura de cualquier universidad del mundo, pues la institución no ha escatimado esfuerzos ni recursos para presentar una oferta académica de primer orden. En efecto, los profesores, la biblioteca, la tecnología y el currículo están al servicio de la exce-lencia académica y profesional. Y es, en ese contexto educativo que se afirman los valores de la espiritua-lidad transformadora, que son pilares básicos de la fe cristiana.

La filosofía educativa que gobierna los programas de Dar al-Kalima, toma en consideración las realidades sociales, económicas, políticas y espirituales de la ciu-dad de Belén, e incorpora las experiencias, las destre-zas, los recursos y el potencial de los estudiantes. Esa filosofía pedagógica intenta contribuir positivamente a la formación integral de los nuevos profesionales del turismo que se necesitan en el mundo del siglo 21. Esos profesionales deben conocer muy bien, entre otros temas, la historia y la arqueología de los lugares sagrados, además de comprender adecuadamente los desafíos que enfrentan diariamente las comunidades palestinas, entre las que se encuentra la famosa ciudad de Belén.

El evangelio de Jesucristo reclama de la iglesia y sus instituciones responsabilidad y fidelidad en la creación e implantación de sus programas misioneros. En el singular caso del Colegio Dar al-Kalima, la fidelidad se pone en clara evidencia no solo en su filosofía educa-tiva y en su diseño curricular sino en la presentación de sus clases. La facultad del Colegio no solamente se dedica a presentar la información que contienen los diversos libros en torno a los lugares sagrados para el cristianismo, el judaísmo y el islam, sino que analizan críticamente los grandes temas que se presuponen en los peregrinares a la Tierra Santa.

Entre los temas que se evalúan con profundidad en el programa de turismo responsable y alternativo, están los siguientes: ¿Qué significa ser el pueblo de Dios? ¿Cuál es el significado el día de hoy del concepto Tierra Prometida? ¿Quiénes son los cananeos y los filisteos en la sociedad actual del Oriente Medio? ¿Qué papel ocupa el mensaje de la Biblia en el conflicto político y decisional en Israel y Palestina?

En efecto, el Colegio Dar Al Kalima está interesado en contribuir positivamente en la formación, transfor-mación y renovación de sus estudiantes. El objetivo

fundamental de sus programas es propiciar el desarro-llo de una cultura que fomente el diálogo, la libre expre-sión, la democracia, la paz, la justicia, la solidaridad, la esperanza y el pluralismo en Palestina. Su finalidad programática es proveer a las comunidades palestina e israelí, en particular, y al Oriente Medio en general, modelos adecuados de ecumenismo, diálogo interreli-gioso y respeto a los derechos humanos. Además, sus programas viven y afirman las dimensiones renovado-ras y liberadoras del evangelio de Cristo.

La educación en este extraordinario contexto de crisis, conflicto y desesperanzas, no es la repetición o memorización de algunas ideas importantes o de varios conceptos relevantes; por el contrario, el proceso edu-cativo requiere pensamiento crítico, y, la identificación y evaluación de las fuerzas subyacentes que generan violencia, desesperanza y opresión en la sociedad. Educar en estos entornos de dificultad óptima es un peregrinar renovador que le permite a los estudiantes y sus profesores analizar y denunciar las estructuras, las filosofías y las ideologías que generan los ambientes y los programas de cautividad en la Tierra Santa.

El Colegio Dar al-Kalima y el Consorcio Diyar son magníficos ejemplos de instituciones cristianas que, aunque viven en medio de guerras y violencia, han deci-dido crear diariamente el futuro desde una perspectiva positiva. No se han sentado a esperar que las realidades actuales de dolor cambien, se han convertido en parte de la solución. Han comenzado a construir el porvenir día a día, programa a programa, estudiante a estudian-te, sueño a sueño, en el nombre del Señor.SV

Una de esas instituciones relacionadas con el Consorcio Diyar es el Colegio Dar al-Kalima. Esta institución de educación supe-rior ofrece a la comunidad de Belén, una serie de programas que pueden contribuir positivamente al desarrollo socioeconómico y cultural de la comunidad palestina.

Nohemi C. Pagán es edi-tora ejecutiva del minis-terio “Palabra y más”, que afirma programas y publica literatura para apoyar comunidades indigenas, la niñez y las mujeres. Se docto-ró en Ministerio en el Seminario Teológico McCormick; y en la actualidad sirve como

profesora de castellano en el Colegio Universitario Dar al-Kalima en Belén. Junto a su esposo, Samuel, viven en Jerusalén.

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Ambos forman parte de una organización no-gubernamental que promueve el diálogo, la reconciliación y el respeto entre palestinos e

israelíes que han perdido seres queridos en el conflicto de Oriente Medio.

Se trata del Círculo de Padres – Foro de las Familias, que desde su comienzo en 1995 desempeña un rol impor-tante en la búsqueda de la paz en Tierra Santa. Esta organización cuenta con unos 500 participantes, entre ellos jóvenes y adultos que normalmente no tienen la oportunidad de encontrarse y hablar del sufrimiento por la pérdida de un familiar.

Aisheh Al-Khateep, proviene de Nablus, Palestina, y perdió a su hermano en 1989, muerto por soldados israe-litas dentro de su casa. La pérdida de su hermano cambió su vida, pues él “era muy importante” para ella. Aunque aún el día de hoy todavía le es muy difícil de aceptar esa muerte, admite Aisheh, ella no cree que mataría al soldado que fusiló a su hermano. ¡Ella cree en la paz! “La persona del otro lado es igual a mí”, reconoce ella. Aisheh recuerda que “el profeta Mahoma quería buenas relacio-nes con los vecinos”.

Esta joven palestina de Nablus se enteró hace algunos años que había una organización que reunía parientes de víctimas del conflicto entre judíos y palestinos. Ella comenzó a frecuentar el grupo, y se dio cuenta que los judíos y los palestinos comparten el mismo sufrimiento. Es así que ella logró comprender el dolor de Ben Kfir, judío de Askelón, Israel, que en 2003 perdió a su hija, que era militar, en un ataque suicida de un hombre-bomba. Ella apenas había salido del cuartel y estaba en una para-da de autobús, cuando un hombre se aproximó y voló todo a su alrededor. Además de ella, murieron adicional-mente ocho soldados israelitas.

Ben admite que, tan pronto supo la noticia, perdió las ganas de vivir. Sin embrago, las noches sin dormir le die-ron la oportunidad de reflexionar. Concluyó, finalmente, que la venganza no es la solución a los graves problemas de la región, sino llevar la paz con justicia a las personas comunes y corrientes. En esos días, un amigo le invitó a un encuentro del Círculo de Padres. Al principio, no sabía si en verdad quería ver a algún palestino delate de él. No obstante, acabó por ir al encuentro y conoció a

palestinos que también habían perdido seres queridos. Hoy en día Ben advierte que el Círculo no es un grupo político. Ben le expresó a varios periodistas cristianos de diversos países que visitaron, por invitación del Consejo Mundial de Iglesias, la Tierra Santa: “Somos solamente ciudadanos de ambos lados. Somos dos pueblos que vivi-mos en una franja angosta de tierra, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo”. Ben y Aisheh conversaron con el grupo de periodistas en Jerusalén.

Ben comprendió que la paz significa reconciliación, algo que sucede entre personas normales. Puntualizó: “Reconciliación significa que tenemos que conversar”. Afirma que la organización Círculo de Padres intenta propagar la idea de la reconciliación entre judíos y pales-tinos. Solamente en el año 2008, se llevaron a efecto más de mil encuentros. Centenas de reuniones fueron promo-vidas entre instituciones civiles y universidades pales-tinas, y también entre mujeres de ambos lados. Incluso campamentos y seminarios se han llevado a efecto para jóvenes judíos y palestinos. “Ellos aprecian estos encuen-tros y se olvidan de las diferencias”, afirma Ben.

Ben reconoce que “la sociedad palestina es más cerrada a los encuentros”. Asimismo, en la sociedad israelita, existen muchas personas que desean la paz. Ben, sin embargo, no es muy optimista en cuanto a la paz. “Algunas cosas tienen que pasar”, indicó. Sobre todo son necesarios dos líderes fuertes para negociar, y los dos lados deben renunciar a algunos intereses, sugiere. Uno de éstos es el muro que Israel está construyendo a lo largo de la frontera con Palestina. Serán 725 kilómetros de puro concreto con una altura de ocho metros. Un 60% del muro ya está listo.

“El muro no va a prevenir ataques suicidas. Tenemos que construir puentes”, y en esto el diálogo tiene un papel fundamental, pues es “la única solución para cualquier conflicto”, argumenta Ben. Tomará tiempo, pero debe haber esperanza, entiende. Felizmente, la mayoría quiere la paz para vivir tranquilamente, y “esta mayoría tiene que forzar a la minoría a implantar la paz”, concluyó.SV

Rui Bender ha estudiado teología y periodismo, y en la actualidad es editor de la Editora Sinodal, y colaborador de la revista Novolhar, en San Leopoldo (RS), Brasil.

r U i b e N D e rt e S t i m O N i O

Judíos y palestinos comparten el sufrimiento y la esperanza

Ben es judío y perdió una hija en un ataque suicida de un hombre-bomba árabe. Aisheh es palestina, y perdió a un

hermano fusilado por soldados israelitas.

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Abril de 2009

¡Salaam y saludos desde Jerusalén, la ciudad de paz!

Es un gran honor y un placer dirigirme a ustedes a través de este número de Signos de vida, que estudia los desafíos y las posibilidades ministeriales en Palestina e Israel. Aunque nos dividan océanos y conti-nentes, sentimos gran afinidad con nuestras hermanas y hermanos en América Latina. En primer lugar, ustedes han dado refugio a muchos palestinos que se han establecido en medio de ustedes para comenzar nuevas vidas. Además, aunque geográficamente estamos ubicados en la sección norte del Globo, tenemos muchas luchas y preocupaciones en común, y nos sentimos como parte de la familia de naciones del sur.

En Jerusalén, nosotros atesoramos el privilegio de vivir en el lugar donde Dios reveló el plan de sal-vación a la humanidad. Al mismo tiempo, estamos agradecidos por la forma que ese plan fue revelado en otros lugares del mundo, como América Latina, donde nuestras hermanas y hermanos nos han enseñado tanto en torno al poder liberador del evangelio. El testimonio que han dado, referente a nuestro Salvador y su mensaje de justicia, es una gran fuente de entusiasmo para nosotros. Ustedes nos han ayudado a enten-der que el compromiso de Jesús no solo fue con la vida eterna sino también con la vida diaria. Ustedes nos han proporcionado un modelo teológico que nace en las bases de la iglesia y llega a sus líderes y jerarquías. Ustedes nos han recordado que el Dios que adoramos es el Señor del amor y la justicia.

Jerusalén ha sido a través de los siglos un buen signo del Dios compasivo. Sin embargo, el pueblo en esta ciudad amada, donde Dios se reconcilió con la humanidad a través de Jesús, está muriendo por falta de reconciliación. La gente de este lugar, donde la esperanza se hizo carne, está perdiendo la esperanza. La ciudad de la paz se está convirtiendo en la ciudad del extremismo. Los cristianos palestinos están saliendo de la tierra de sus antepasados, por las dificultades económicas y otros problemas causados por la continua ocupación.

A pesar de estas realidades, inspirados por los eventos que sucedieron en Jerusalén hace 2000 años y

por el testimonio y el apoyo de nuestras hermanas y hermanos en diversas partes del mundo, los cristianos palestinos continúan la búsqueda de su propia liberación. Nosotros creemos que Jerusalén puede volver a ser la ciudad de paz, donde judíos, musulmanes y cristianos puedan adorar a Dios en armonía, y en la que israelís y palestinos puedan vivir como vecinos. Nosotros creemos que Jerusalén puede ser el centro de esta manifestación de justicia y reconciliación.

Algunas personas piensan que nuestra visión de inclusión, coexistencia y libertad es imposible. Pero tan seguros como que Dios liberó a Jesús de la tumba fría y oscura, sabemos que Dios también liberará esta Tierra Santa de la prisión fría y oscura del odio, la ocupación y el derramamiento de sangre, y la transformará en una tierra de libertad y aceptación mutua.

«Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra» (2 Tesalonicenses 2.16-17).

¡Que Dios les bendiga! Sinceramente,

Rvdo. Dr. Munib A. Younan, ObispoIglesia Evangélica Luterana en Jordania y Tierra Santa

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m U N i b y O U N A NC A r t A

La Iglesia Evangélica Luterana en Jordania y Tierra Santa

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m A N U e L Q U i N t e r Or e p O r t A j e

Unos días antes de la Navidad de 2003, dos jóvenes palestinos disfrazados de María y José intentaron cruzar un punto de control israelí para entrar en Belén. “María”, cabalgando un humilde asno, era una estudiante de 20 años oriunda de Beit Hanina, un poblado palestino anexado a Jerusalén. “José”, de treinta años, vivía en el cercano pueblito de Sawahreh. Al llegar al punto de control, los soldados israelitas les pidieron su identificación. Después de verificar sus identidades, les

negaron el paso. “María”, que posee un pasaporte israelí, no puede entrar legalmente en Belén: los ciudadanos israelitas no pueden viajar a la Ribera Occidental por razones de seguridad. En cuanto a “José”, aunque tenía un documento de residente en la Ribera Occidental, vivió la experiencia de muchos palesti-nos a quienes se les demora u obstaculiza desplazarse en esos territorios. Dos mil años después, no solo no había lugar para ellos en el mesón; ni siquiera les fue posible entrar en Belén…

Testigos de la verdad:

El Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel

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En septiembre de 2000, las conversaciones entre el primer ministro israelí, Ehud Barak, y el líder palestino Yasser Arafat parecían encaminadas

a lograr un acuerdo significativo, luego de meses de difíciles negociaciones iniciadas en Camp David bajo los auspicios del presidente Bill Clinton. Pero el político y militar Ariel Sharon, por entonces parlamentario y líder del centroderechista Likud, tenía otros planes. El 20 de septiembre, rodeado de centenares de policías y efectivos de seguridad, Sharon entró en la Explanada de las Mezquitas —un sitio en la Ciudad Vieja de Jerusalén que es sagrado tanto para judíos como musulmanes. Su presencia provocó una airada reacción de los musulma-nes palestinos. Al día siguiente, la policía israelí disparó para frenar una manifestación y asesinó a siete pales-tinos. Era el comienzo de la Segunda Intifada, que se prolongará hasta finales de 2006 y causará la muerte de más de 5.000 palestinos y 1.000 israelitas. La elección de Sharon como primer ministro israelí en febrero de 2001 puso fin a las negociaciones de su predecesor y desató una ola de ataques contra la Autoridad Palestina.

Pasa a Macedonia y ayúdanos Es en ese momento que una delegación ecuménica

visita la región y escucha el ruego inapelable de las iglesias de Jerusalén, un ruego que recuerda aquel mensaje del joven macedonio en la visión de Pablo: “Pasa a Macedonia y ayúdanos”. (Hechos 16:9) El obis-po luterano Munib Younan, presidente de la Iglesia Evangélica Luterana en Jordania y Tierra Santa y uno de los personajes claves en este proceso, ha señalado que, en un principio, se pensó en la palabra “monito-rear” para describir la acción requerida de las iglesias hermanas. “Pero monitorear tiene una connotación más bien política y no implica el involucrarse y cami-nar conjuntamente con nuestras iglesias. Así que, en realidad, estábamos hablando sobre acompañamiento”.

En septiembre de ese año, el Comité Ejecutivo del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) recomendó el desarrollo de “un programa de acompañamiento que incluiría una presencia ecuménica internacional estre-chamente vinculada con las iglesias locales”. Luego de un proceso de intensas consultas con iglesias y

agencias, un equipo se reunió en Ginebra para desarrollar el marco de referencia del programa, que fue aprobado por el comité ejecutivo del CMI en febrero de 2002. Así fue lanzado el Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI), originalmente como parte de la campaña del CMI para poner fin a la ilegal ocupación de Palestina y apoyar una paz justa en el Medio Oriente.

Los primeros ocho acompa-ñantes ecuménicos llegaron bajo los auspicios del Programa de Acompañamiento Cristiano de Islandia y Dinamarca. Entre marzo y julio de 2002, esos pioneros escol-taron ambulancias, trabajadores de la salud y convoyes humanitarios a través de los puntos de control en los territorios ocupados. El primer grupo oficial del PEAPI, formado por veinte personas provenientes de Dinamarca, Alemania, Noruega, Suecia y Estados Unidos, llegó a la región en agosto del 2002 y perma-neció hasta enero del 2003, trabajan-

Luego de un proceso de intensas consultas (...) fue lanzado el Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (PEAPI), originalmente como parte de la campaña del CMI para poner fin a la ilegal ocupación de Palestina y apoyar una paz justa en el Medio Oriente.

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do con iglesias y organismos palestinos e israelíes en la Franja de Gaza, la Ribera Occidental y Jerusalén.

El segundo grupo de voluntarios se distribuyó en las ciudades palestinas de Jayyous, Tulkarem, Jenin, Hebrón Belén y Ramala, así como en Jerusalén y la Franja de Gaza. Ya a finales del 2003 sumaban ochenta los participantes en el programa, representando a 30 iglesias y agencias en nueve países: a los cinco países originales se sumaron Canadá, Suiza, Nueva Zelanda y el Reino Unido. En años subsiguientes, también habrá acompañantes ecuméni-cos de Finlandia, Polonia, Hungría, Australia, Francia, Holanda y África el Sur, el único país del Sur Global que ha participado regularmente en el PEAPI en los últimos cinco años.

Esos acompañantes ecuménicos —que pasan tres meses sirviendo en una de las comunidades— no solo han enfrentado una realidad de muerte y destrucción; también la dramática situación de miles de individuos cuya existencia se ve cotidianamente afectada por la violación de sus derechos más elementales y la de comu-

nidades sometidas a la injusticia de una ocupación que desconoce las resoluciones de Naciones Unidas.

De Tulkarem a HebrónCon una población cercana a los cincuenta mil

habitantes, en su inmensa mayoría musulmanes sunitas, Tulkarem está situada en las estribaciones de las mon-tañas de Samaria. En los terrenos aledaños se produce trigo, papas, tomate, sésamo, guayabas y están presentes, engalanando el paisaje, miles de olivos. Pero la cons-trucción del llamado Muro de Separación —declarada ilegal por la Corte Internacional de Justicia en 2004— ha significado aquí, como en muchos otros lugares de la Ribera Occidental, una ruptura de la comunicación entre los residentes de Tulkarem y las aldeas que rodean la ciudad. En esta zona los acompañantes ecuméni-cos monitorean los puntos de control de Deir Sharaf y Anabta, así como la terminal de trabajadores Ephraim (en Tulkarem), donde con frecuencia se producen casos de hostigamiento.

Los primeros ocho acompañantes ecuménicos llegaron bajo los auspicios del Programa de Acompañamiento Cristiano de Islandia y Dinamarca. Entre marzo y julio de 2002, esos pioneros escolta-ron ambulancias, trabajadores de la salud y convoyes humanitarios a través de los puntos de control en los territorios ocupados.

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Jayyous, un pueblo de poco más tres mil habitan-tes, es conocido por su alta producción agrícola y su riqueza acuífera. Pero la construcción del Muro de Separación determinó que tres cuartas partes de la tierra arable y las seis fuentes de agua de Jayyous quedaron atrapadas detrás del Muro. Así que los campesinos palestinos tienen que acceder a sus tierras a través de dos puertas que se abren solamente tres veces al día y por un tiempo limitado. La situación fue tan intolerable que los habitantes de Jayyous fueron los primeros en organizar actividades de pro-testa no violenta y acciones legales contra el Muro. Finalmente, la Corte Suprema israelí decidió que el Muro tendría que retroceder dos kilómetros. Pero esa medida solo sirvió para facilitar el crecimiento del ilegal asentamiento de Zufit al otro lado del Muro, en territorio confiscado a los campesinos de Jayyous, que perdieron 1,380 acres de tierras cultivables sin com-pensación alguna de parte del gobierno israelí.

La aldea de Yanoun, al sudeste de Naplusa, alcanzó notoriedad ya en 1996, cuando los colonos de un asen-tamiento ilegal cercano llamado Itamar iniciaron sus ataques contra los atemorizados habitantes de la aldea. En los años siguientes, los colonos de Itamar robaron animales y se apropiaron de tierras palestinas, destru-yeron el generador eléctrico de la aldea, envenenaron el ganado, arrasaron con los olivos, y derribaban casas de los indefensos palestinos. En el 2000, la resistencia de los habitantes de Yanoun finalmente se quebró: hicie-ron sus bártulos y se marcharon al cercano pueblito de Agraba. Fue el primer caso de un pueblo palestino que debió evacuar completamente a causa de la violencia de los colonos israelitas.

La reacción internacional y la acción de israelitas pacifistas —que se desplazaron a Yanoun para residir allí prolongados períodos— posibilitaron el retorno de los aldeanos palestinos. La presencia de acompañantes ecuménicos del PEAPI ha sido un factor positivo para que los aldeanos se sientan más seguros y continúen librando su azarosa existencia en Yanoun.

La mayor parte de las vías de acceso a Belén desde la Ribera Occidental están sometidas a bloqueos y punto de control israelitas, y los palestinos residentes necesitan un pase para visitar la cercana Jerusalén. En esos puntos de control se ubican los acompañantes ecuménicos, cuya tarea es monitorear que las puer-tas se abran a tiempo e informar de cualquier arbi-trariedad o abuso. El pasado año los desmanes y la humillación contra los palestinos alcanzaron niveles tan altos, que en abril de 2008 los patriarcas y líde-res de las diferentes iglesias cristianas en Jerusalén dirigieron una carta al mayor general Yosef Mishlev, coordinador de las actividades de gobierno en los

Territorios, señalando que ese maltrato era “absoluta-mente insoportable e intolerable”.

En Jerusalén, ciudad sagrada de las tres religio-nes monoteístas, los acompañantes ecuménicos se relacionan estrechamente y apoyan las tareas de gru-pos y organismos israelíes que trabajan por una paz justa. Uno de los asuntos más conflictivos en la Ciudad Santa es la ola de expulsiones y demoliciones de casas palestinas. Las estrictas medidas administrativas y los altos costos administrativos hacen muy difícil que los residentes palestinos obtengan permisos para construir sus casas, lo que prácticamente les obliga a construir-las ilegalmente. Según un informe de la Oficina de Coordinación para Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, más de sesenta mil palestinos en Jerusalén Oriental podrían ser víctimas de esa política de demo-lición y expulsión.

Esta medida refleja una política deliberada del gobier-no de Israel para limitar el crecimiento natural de la población palestina y forzarla a abandonar Jerusalén. Por lo menos 600 palestinos fueron desplazados como fruto de las expulsiones y demoliciones desde principios de este año, aumentando las tensiones en la parte oriental de la ciudad que los palestinos ven como la capital de su futuro estado independiente y que los israelitas consideran su indivisible e inalienable capital.

Treinta kilómetros al sur de Jerusalén, Hebrón es la mayor ciudad en la Ribera Occidental, con una población de más de ciento cincuenta mil palestinos y unos cuantos centenares de israelitas que viven en el histórico Barrio Judío. En Hebrón se encuentra la Tumba de los Patriarcas (o ‘La cueva de las tumbas dobles’), el sitio donde, según

La presencia de acompañantes ecuménicos del PEAPI ha sido un factor positivo para que los aldeanos se sientan más seguros y continúen librando su azarosa existencia en Yanoun.

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la tradición, se encuentran las tumbas de cuatro parejas bíblicas: Adán y Eva, Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob y Lea. Este sitio hace de Hebrón la segunda ciudad más sagrada del judaísmo, después de Jerusalén. La pre-sencia de asentamientos ilegales en Hebrón (como los de Tel Rumeida y Kiryat Arba) y en sus zonas circundantes ha sido una fuente de hostilidad permanente contra la población palestina. En Hebrón, una de las tareas coti-dianas de los acompañantes ecuménicos es acompañar a niñas y niños palestinos a la escuela, para protegerlos contra el hostigamiento de los colonos.

Testigos de la verdadA través de estos años, los acompañantes ecuménicos

han apoyado y estimulado la oposición de la sociedad civil a la ocupación, aportando su presencia protectiva en áreas críticas y monitoreando continuamente los pun-tos de control y las puertas de los cercados que permiten el acceso de los campesinos palestinos a sus tierras. Han participado activamente en la vida de las congregacio-nes cristianas y facilitado el acceso de los peregrinos a los lugares santos durante las festividades religiosas de Semana Santa y Navidad.

La tarea de los acompañantes ecuménicos no termina cuando llega el momento de despedirse de las comunida-des que les han acogido durante tres intensos meses. De regreso a sus países, tienen ante sí otra gran tarea: la de ser testigos fieles de lo que han visto y oído; son llamados

a ser testigos de la verdad. Ahora les corresponde com-partir sus experiencias y reflexiones y llevar el mensaje de aquellos a quienes han acompañado, mediante inter-venciones públicas, entrevistas, artículos. Este esfuerzo de incidencia tiene como meta sensibilizar a individuos e instituciones y buscar la manera de influir en una polí-tica a favor de la justicia, los derechos humanos y la paz en Israel y Palestina.

En palabras del obispo Younan: “El acompañamiento es decir la verdad. Como iglesias locales en Tierra Santa, no les pedimos otra cosa que decir la verdad, incluso si esa verdad nos duele. El PEAPI es una cadena humana para decir la verdad y tiene que decir lo que los medios de comunicación y los palestinos ignoran. El PEAPI debe ayudarnos a construir una cadena humana por la verdad, la justicia y la reconciliación en el mundo. Así, el acompañamiento se convierte en una esperanza para el oprimido”.

Si desea conocer más sobre el PEAPI, sírvase visitar su sitio en la intenet: www.eappi.org. También puede solicitar información adicional directamente a: [email protected] SV

La tarea de los acompañantes ecuménicos no termina cuando llega el momento de despedirse de las comunidades que les han acogido durante tres intensos meses. De regreso a sus países, tienen ante sí otra gran tarea: la de ser testigos fieles de lo que han visto y oído; son llamados a ser testigos de la verdad.

Manuel Quintero Pérez, oriundo de Santa Clara, Cuba, es presbítero diaconal de la Iglesia Presbiteriana Reformada en Cuba y coordinador interna-cional del Programa Ecuménico de A c o m p a ñ a m i e n t o en Palestina e Israel (PEAPPI). Ingeniero

eléctrico y comunicador social, Quintero Pérez ha ocupa-do diferentes cargos en organismos ecuménicos como la Federación Universal de Movimientos Estudiantiles Cristianos (FUMEC), Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI), Frontier Internship in Mission (FIM) y Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Ha sido editor de varios libros y autor de una importante biografía sobre Emilio Castro, escrita en colaboración con Carlos Sintado. Coopera regularmente con la Agencia Latinoamericana y Caribeña de Comunicación (ALC) y Ecumenical News International (ENI).

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S O C i e D A Dr O b e r t O . S m i t h

El diálogo cristiano estadunidense concerniente al Estado de Israel puede ser una combinación volátil de política y teología,

una mezcla que en raras ocasiones deja lugar a una solución.

Implicaciones interreligiosas del

Sionismo Cristiano

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Con la fundación de Cristianos Unidos por Israel (CUFI), este tema ha alcanzado nuevos niveles de controversia. Fundada por el pas-

tor de la megaiglesia de San Antonio, Texas, John Hagee, para ser “una gran fuerza en la política americana” como el Comité Israelita Americano de Relaciones Públicas (AIPAC), el CUFI personifica la rama políticamente movilizada del fundamentalismo cristiano, conocido entre sus adherentes como “Sionismo Cristiano”.

Además de subrayar las tensiones dentro del cris-tianismo estadunidense, los conceptos y actividades del Sionismo Cristiano Contemporáneo tienen amplias implicaciones interreligiosas. Debido a que el movi-miento centra su energía movilizando actividades polí-ticas con justificación religiosa en torno al conflicto Israelí-Palestino, estas implicaciones interreligiosas están centradas en las relaciones Judeo-Cristianas y Cristiano-Musulmanas. El Sionismo Cristiano tiene también implicaciones significativas para la relación entre los cristianos Occidentales y los cristianos Palestinos.

Las relaciones interreligiosas nos desafían a analizar nuestras concepciones más fundamentales y sobre los medios para definir el acercamiento de nuestra comu-nidad cristiana al mundo. Estas relaciones nos ofrecen oportunidades para entendernos a nosotros mismos, a través de la experiencia que otra comunidad tiene con nosotros. El testimonio que escuchamos de la iglesia estadunidense, no es siempre alentador o consolador; es a menudo desafiante y provocativo. Por eso, estos desafíos nos invitan a revisar nuestras concepciones más elementares, en la búsqueda por mayor fidelidad al Evangelio de Jesucristo.

El teólogo bautista y místico, Howard Thurman, encarnó esta postura de apertura ante el reto y el cambio. En el prefacio de Jesús y los Desheredados (1949), los pensa-mientos de Thurman sobre la realidad de la segregación desafían el testimonio de la iglesia, cuando considera-mos las contribuciones de la iglesia al conflicto y con el proceso de paz en Medio Oriente.

Esta es la pregunta que se hacen individuos y grupos, que viven todos los días en nuestra tierra bajo amenaza de un profundo desplazamiento social y psicológico: ¿por qué es que el cristianismo parece impotente para tratar radicalmente, y por lo tanto de manera efectiva, los problemas de discriminación e injusticia sobre raza, religión y nacionalidad? ¿Se debe esta impotencia a la traición del objetivo de toda religión, o se debe a la debi-lidad básica de la religión misma? La pregunta evidencia la manifestación dramática de la impotencia del cristia-

nismo para tratar el problema, pues ha sido subestimado por su aparente inoperancia para enfrentárselo dentro de su propia fraternidad.

El Sionismo Cristiano es una fuerza creciente dentro de la religión estadunidense, la cual mira al “profundo desplazamiento social y psicológico” como un aconte-cer natural de los eventos dentro del plan divino para el Medio Oriente. Se dice que James Hutchens, un líder regional del CUFI, ha afirmado que “el propósito planteado por la CUFI es apoyar a Israel en temas rela-cionados a nuestro entendimiento de la Biblia; lo que eso implica incluye el hecho de que no apoyamos una solución entre dos estados, no apoyamos ‘tierra a cambio de paz’. Creemos que el pacto que Dios hizo con Israel es permanente, y que al final existirá una redención para el pueblo judío”.

Buscar apoyo para la “política externa de Dios” en relación a Israel puede parecer pintoresco. Sin embargo, hacerlo por medio de conferencias, en las que son pro-tagonistas el ex director de la CIA James Woolsey y los generales retirados de las Fuerzas de Defensa Israelís, indica un movimiento que puede llevar a devastadoras consecuencias para las relaciones interreligiosas y para el bienestar global. Por eso, nosotros en nuestra fraterni-dad tenemos que superar nuestra inhabilidad para tratar con este movimiento y sus implicaciones.

Desde Blackstone al CUFIEl sionismo cristiano es un sistema teológico político

que sacraliza la tierra bíblica de Israel, la cree esen-cial para la salvación histórica, sostiene que los judíos deberían tener dominio sobre toda la tierra entregada a ellos por Dios. El erudito anglicano Stephen Sizer, en su crítica historia al Sionismo Cristiano, dice que el Sionismo Cristiano puede ser definido como “apoyo cristiano al Sionismo”. Ele entiende aquí el “Sionismo” como un movimiento político secular del nacionalismo judío. Sin embargo, esta definición es problemática porque la actividad cristiana que apoya devolver a los judíos su soberanía política sobre Palestina, puede ser encontrada antes del propio Sionismo. En ese sentido es importante apuntar que William E. Blackstone presentó al Presidente Harrison la recomendación “en favor de la restauración de la Palestina a los judíos” en 1891, en cuanto que el panfleto Der Judenstaat de Theodor Herzl, no fue publicado sino hasta 1896. Dada esta cronología, uno puede empezar a comprender al Sionismo Cristiano como un movimiento que funciona bajo sus propias motivaciones, de manera independiente del Sionismo político judío.

El sionismo cristiano es un sistema teológico político que sacraliza la tierra bíblica de Israel, la cree esencial para la sal-vación histórica, sostiene que los judíos deberían tener dominio sobre toda la tierra entregada a ellos por Dios.

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Para comprender al Sionismo Cristiano, uno debe comenzar con su sistema teológico de base: el dispensa-sionalismo pre milenar. Tanto para ese método de inter-pretación bíblica como para la filosofía de la historia, el sistema tuvo su origen en John Nelson Darby (1800-1882), un ex sacerdote anglicano en Irlanda y fundador del movimiento Plymouth Brethren (la hermanad de Plymouth). El sistema fue popularizado más tarde por el ministro congregacionalista Cyrus I. Scofield (1843-1921). A pesar de que varios otros movimientos del siglo XIX compartían características con el sistema de Darby (muchos grupos, como los Milleritas miraban intencio-nadamente al inminente retorno de Jesús), lo que dis-tinguía a Darby y a sus discípulos era, según el erudito bautista Timothy Weber, “su estricto literalismo cuando interpretaban la profecía bíblica, su absoluta separación de Israel y la iglesia como dos distintos pueblos de Dios, y algunas conclusiones que aparecieron de estas dos pre-suposiciones”. La doctrina más innovadora e influyente resultante de estos presupuestos fue la del “rapto” secre-to de la iglesia, previo al tiempo de tribulación. Weber comprende de manera favorable el dispensasionalismo pre milenar, como una filosofía de la historia que permite a sus adherentes comprender y controlar su relación con el mundo alrededor.

Cuando se la moviliza políticamente para apoyar una visión de la hegemonía judía y occidental sobre el Medio Oriente, el dispensasionalismo pre milenar resulta en Sionismo Cristiano. El activismo político y la abogacía del Sionismo Cristiano fueron en principio evidentes en la labor de William Blackstone, un negociante del área de Chicago a finales del siglo XIX y participante activo en esfuerzos evangélicos para ganar prosélitos judíos. La tradición de Sionismo Cristiano de participación polí-ticamente activa puede ser rastreada a lo largo de todo el siglo XX, pero fue revivida a finales de los años 70, a través de la popularidad del Late Great Planet Earth de Hal Lindsey y la abogacía pública del tele evangelista y fundamentalista Jerry Falwell. En los años 90 el interés cristiano estadunidense también garantizó la popula-ridad de las series de novelas de Left Behind (los Dejados Atrás), que es una versión dramatizada de las expectati-vas básicas del dispensasionalismo pre milenar y de los eventos sobre el rapto de la iglesia. A pesar de que varias organizaciones se fundaron a lo largo de los años 80 y 90 para promover el Sionismo Cristiano de participación políticamente activa —siendo entre las más significan-tes la Embajada Cristiana Internacional en Jerusalem— ninguna ha alcanzado el nivel de acceso e influencia que la CUFI pudo lograr en 2006. Lejos de ser simplemente una organización políticamente motivada, las bases de la CUFI están construidas sobre un semillero del dispen-

sasionalismo pre milenar, con relaciones entre judíos y cristianos bien establecidas y revigoradas.

Sionismo Cristiano y las relaciones judíos-cristianosDesde el surgir del Sionismo y especialmente a partir

del Holocausto, los judíos han renegociado constan-temente su relación con el Occidente cristiano. Este proceso puede ser verificado en los argumentos sobre la pertinencia a la nueva idea de la “civilización judeo-cristiana”, un concepto politizado posteriormente gra-cias a la tesis del “choque de civilizaciones”. Los judíos han visto históricamente a los cristianos conservadores como una amenaza; esta perspectiva histórica habla de su sospecha en relación a los propósitos del Sionismo Cristiano. En la política estadunidense actual, esta ame-naza se extiende a las agendas domésticas, a menudo defendidas por evangélicos que son también sionistas cristianos. A pesar de todo eso, la posibilidad de apoyo autosostenible no crítico y la movilización política en favor del Estado de Israel, todo eso es demasiado bueno para muchos líderes judíos, como para rechazarlo.

Aunque no existe una llave maestra, la existencia del Sionismo Cristiano puede ayudar a clarificar el aguante de la “relación especial” entre Estados Unidos e Israel. Hasta 1989 las explicaciones de tal relación tendían a poner énfasis en el beneficio estratégico de Israel, por la geopolítica de la Guerra Fría. Recientemente otros han señalado para la influencia de los esfuerzos colectivos pro Israel. Nimrod Novik, quien sirvió como asesor de política exterior a Shimon Peres, observó en 1986 que

un instrumento importantísimo en los esfuerzos estadouniden-ses-judíos para asegurar el apoyo de Estados Unidos a Israel, ha sido la promoción de la idea del vínculo bidimensional entre Estados Unidos e Israel: primero, la afinidad cultural ideológico-moral; en segundo lugar, la contribución poten-cial y actual de Israel a los intereses estadounidenses. Por el hecho de ir de la mano con corrientes que animan las bases de la identidad nacional estadunidense, el Sionismo Cristiano puede crear una real contribución para mantener esa “afinidad cultural-ideológica y moral”. Como la Guerra Fría se derritió, el contenido específicamente religioso de la ideología estaduni-dense hacia Israel, sustentó la confianza judía que la situación geopolítica cambiante no haría peligrar la “relación especial con Estados Unidos.No obstante este beneficio político, los judíos han

sido a menudo considerados sospechosos por los evan-gélicos pro-Israel. Aunque estos evangélicos puedan aparecer como filosemitas, muchos judíos dicen que el compromiso evangélico para buscar ganar nuevos cre-yentes surge de concepciones antisemitas. Conscientes de estas percepciones que prevalecen dentro de la comu-nidad judía, el lanzamiento de CUFI fue precedido

Los judíos han visto históricamente a los cristianos conserva-dores como una amenaza; esta perspectiva histórica habla de su sospecha en relación a los propósitos del Sionismo Cristiano.

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por intensas conversaciones entre John Hagee y varios líderes judíos prominentes, en torno a temas como la cuestión de evangelismo y la necesidad de la conversión judía. Existía incluso un informe en el que Hagee y Rabbi Aryeh Scheinberg, también de San Antonio, habían con-vencido al líder fundamentalista Jerry Falwell de que los judíos no tenían la necesidad de tener fe en Jesús para disfrutar de los beneficios de la salvación. Falwell negó la veracidad de tal informe, y adjuntó el siguiente comen-tario en su sitio web (www.falwell.com):

Quiero reafirmar que soy un sionista en los términos del derecho de Israel a su tierra natal. Yo rezo todos los días por la paz de Jerusalén, tal como la Biblia enseña hacer a los cris-tianos... Sin embargo, yo simplemente no puedo alterar mi muy profunda creencia en la exclusividad de la salvación a través del Evangelio de Cristo, por el bien de la conveniencia política y teológica.Mientras la consistencia de la posición de Falwell

es fácilmente reconocida, personas críticas al Sionismo Cristiano no siempre han visto consistencia en la teo-logía de Hagee, acerca de las relaciones judeocristianas. Sin embargo, como se apuntó anteriormente, su creencia

en la no-necesidad de la conversión judaica a la fe cristia-na encuentra consistencia en las variantes más elementa-res del dispensacionalismo pre milenar. La formulación de Hagee acerca de la correcta relación judeocristiana ha hecho eco en los niveles claves del liderazgo judío organizado. Mientras algunos, como Abraham Foxman, director de la Liga Anti-Difamación, siguen expresando sospechas acerca de las motivaciones básicas de Hagee, éste último fue invitado para dirigir el discurso principal en la conferencia política de AIPAC, en marzo de 2007.

Más allá de situaciones de éxito político, la cuestión del Sionismo Cristiano invita a los cristianos estaduni-denses a importantes conversaciones sobre las relaciones judeocristianas. Estas cuestiones aunque tengan relación entre sí, no cuestionan las actitudes hacia el Estado de Israel y sus políticas hacia los palestinos. Un viejo tópico teológico en las relaciones judeocristianas ha sido el tema del “supersesionismo” o de la “teología del remplazo”, la idea de que la relación cristiana con Dios ha remplazado a la relación judía con Dios. En la era post-Holocausto, se escucharon muchas voces de cristianos que defendían que los judíos fueron “remplazados como pueblo de Dios”. Como lo pone Franklin Littell, un pionero en las relaciones judeocristianas post-Holocausto: “enseñar que la misión de un pueblo dentro de la providencia divina está acabada, que ellos han sido relegados al limbo de la historia, tiene intenciones mortales, las mismas que con el tiempo son evocadas por los asesinos”. A causa de su teología única de relaciones judeocristianas, heredada o al menos sugerida por el dispensacionalismo pre mile-nar clásico, los Sionistas Cristianos tienen la seguridad de que evitan caer en la trampa del supersesionismo. Los cristianos históricos, por lo tanto, tienen el reto de encontrar un camino intermedio, para cuestionar las presunciones del dispensacionalismo pre milenar y a la vez afirmar su repudio al supersesionismo y sus efectos históricamente confirmados.

Existe una discusión enérgica entre los judíos acerca del adecuado acercamiento judío al Sionismo Cristiano. Esta discusión no es simplemente política o estratégica; para los judíos, estas cuestiones tienen presencia en la preocupación final por la supervivencia comunal. Los dos libros más recientes de autores judíos sobre el Sionismo Cristiano argumentan que los judíos deberían dar la bienvenida a sus defensores evangélicos. David Brog, aunque judío, trabaja como Director de Comunicaciones de la CUFI. Su libro, Standing with Israel (Al lado de Israel), parece dirigido más a judíos que a cristianos. El segundo libro, de Zev Chafets, está dirigido claramente a conven-

Existe una discusión enérgica entre los judíos acerca del ade-cuado acercamiento judío al Sionismo Cristiano. Esta discusión no es simplemente política o estratégica; para los judíos, estas cuestiones tienen presencia en la preocupación final por la supervivencia comunal.

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cer a los judíos a aceptar que las buenas relaciones con los Sionistas Cristianos implican beneficios materiales garantizados.

El periodista israelí Gershom Gorenberg, ha sugerido recientemente que a causa de la objeción de los judíos, el Sionismo Cristianismo no es realmente Sionismo de ninguna manera. En una entrevista a la Radio Pública Nacional (NPR), Gorenberg señaló que mientras los sionistas cristianos miran a los

judíos como actores en una obra cristiana que lleva hacia el fin de los tiempos ... el Sionismo real, como movimiento judaico, es un movimiento dirigido a trasladar a los judíos fuera de la realidad mitológica y a convertirlos en actores normales en la historia, a controlar su destino y a actuar por razones pragmáticas conectadas al aquí y al ahora. Eso para lo que se define como Sionismo Cristiano, es de hecho muy distante del Sionismoconcluyó Goremberg. Sin embargo, la mayoría de las

opiniones no son expresadas con tanta fuerza. Algunas, como las de Foxman y James Rudin, advierten que mientras los judíos aprecian el apoyo israelita, ellos no pueden a la vez apoyar la agenda política doméstica de la derecha cristiana.

Jack Moline, un prominente rabino advirtió lo siguiente sobre John Hagee, antes de su discurso en el encuentro de la CUFI en Washington DC en 2007:

No me gusta su política ni su teología; pero vivimos en un tiempo en el que los amigos de Israel son pocos y son largas las distancias entre ellos. Tenemos que reconocer que estamos recibiendo apoyo de la comunidad evangélica, apoyo que no estamos recibiendo de nuestros amigos tradicionales. Cuando se le preguntó si la teología evangélica le era

incómoda, él respondió: “Me encantará hablar acerca del contexto teológico una vez que consigamos un Israel salvo y seguro”. Siguiendo este razonamiento, muchos judíos dan la bienvenida al filosemitismo, aunque repu-dian las tácticas conversionistas, pero aceptan el apoyo incondicional al Estado de Israel ofrecido por los Sionistas Cristianos. Este apoyo es especialmente bienvenido frente a los nuevos desafíos, incluyendo las crecientes críticas de los cristianos históricos y judíos disidentes, que amenazan la continuidad de la política israelí, en especial en los terri-torios palestinos ocupados.

Sionismo Cristiano y el Mundo IslámicoJohn Hagee se inclina a referirse a los seguidores del

Islam político como “fascistas islámicos”, un término usado también por James Woolsey. David Brog, director ejecutivo de la CUFI, alabando la utilización de este

término globalmente criticado por el presidente Bush, escribió al e-mail de los miembros de CUFI en 22 de agosto de 2006 que: “Los Estados Unidos no pelean contra una “táctica-terrorista” particular ni contra una “religión-islam”; los americanos pelean contra un tipo particular de musulmán que ha escogido usar el terror —el asesinato discriminado de inocentes— como herra-mienta para atacar, desmoralizar y en último término destruir la civilización judeocristiana”. En medio de su discurso en marzo de 2007, en la conferencia política de AIPAC, Hagee afirmó que el avance en vía de una resolu-ción del conflicto palestino-israelí se encuentra bloquea-do a causa de un “rechazo árabe al derecho de existencia de Israel. El problema es que Israel no tiene compañero para la paz; el problema es la adopción sangrienta—sedienta de sangre por parte del Islam radical - de una dictadura teocrática que cree tener mandato divino para asesinar a cristianos y judíos”.

Estas creencias acerca del Islam y de los Musulmanes —las cuales para Hagee están implícitas en el “Islam radical”— tienen consecuencias más allá de las rela-ciones interreligiosas. En una de las primeras grandes entrevistas a Hagee para una audiencia israelí, que se centró de manera prioritaria en sus concepciones teo-lógicos, él fue claro acerca de los compromisos políticos de la CUFI:

Yo esperaría que los Estados Unidos se unieran a Israel en un ataque militar preventivo, para retirar la capacidad nuclear iraní en pos de la salvación de la civilización occidental. No creo que la mentalidad islámica fascista responda jamás de manera favorable a la diplomacia. En su agenda está la des-trucción de Israel y la muerte de judíos y cristianos.Más que su posición pro-Israel, son las concepciones

aparentemente anti-musulmanes del Sionismo Cristiano, las que han generado la mayor repercusión política. El 25 de abril de 2007, en una carta al organizador del even-to llamado “Noche para Honrar a Israel”, organizado por CUFI en Minnesota, la congresista estadounidense Betty McCollum (DFL-MN) rechazó la invitación para participar en dicho evento. En su carta para declinar la invitación, McCollum dijo que algunas “declaraciones publicadas por el Pastor Hagee demostraban extremis-mo, intolerancia y discriminación, lo que es repugnante”. Según la congresista McCollum, “las declaraciones tóxi-cas de Hagee contaminan el ambiente de coexistencia pacífica religiosa, la cooperación y respecto que bus-camos alcanzar en Estados Unidos, y especialmente en Minnesota, entre cristianos, judíos, musulmanes y gente de todos los credos”.

En mayo de 2006, Hamed al-Tamimi, un miembro del Consejo Judicial Supremo (...) hizo público un pequeño artículo en el que afirma que ambos, judíos y sionistas cristianos, “están de acuerdo en el odio al Islam y a los Musulmanes y con el propósi-to de destruirlos a todos”.

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Los palestinos, los que más sufren con los efectos negativos de la ideología y la política exterior defendidas por el Sionismo Cristiano, han empezado a poner aten-ción a ese movimiento. En mayo de 2006, Hamed al-Tami-mi, un miembro del Consejo Judicial Supremo (Islámico) dentro del Hammas, y Director del Departamento del Partido para el diálogo interreligioso, hizo público un pequeño artículo en el que afirma que ambos, judíos y sionistas cristianos, “están de acuerdo en el odio al Islam y a los Musulmanes y con el propósito de destruirlos a todos”. Al señalar que “Balfour y el Primer Ministro Lloyd George eran Sionistas Cristianos”, al-Tamimi mencionó particularmente la Embajada Cristiana Internacional en Jerusalén como una de las instituciones contemporáneas del movimiento. Esta preocupación en torno al Sionismo Cristiano es clara en su acusación, cuando dice que “los sionistas cristianos han adoptado a Satanás como Dios, el cual dirige su loca naturaleza”.

Las declaraciones palestinas mejor formuladas sobre el Sionismo Cristiano han venido de cristianos palestinos, especialmente de aquellos con vínculos cercanos con las comunidades cristianas norteamericanas. Naim Ateek, un sacerdote anglicano palestino y fundador de Sabeel, el Centro de la Teología de la Liberación Ecuménica en Jerusalén, ha ayudado a organizar algunas conferencias enfocadas en el tema tanto en Jerusalén como en Estados Unidos. Los contenidos de la primera conferencia fueron publicados por una editorial londinense.

El enfrentamiento cristiano-palestino más consisten-te con el Sionismo Cristiano se ha dado con Munib A. Younan, obispo de la Iglesia Evangélica Luterana en Jordania y en Tierra Santa (ELCJHL). En enero de 2003, el boletín informativo de la ELCJHL señaló el hecho de que el Obispo Younan, hablando para un diario danés, había declarado que el Sionismo Cristiano era una herejía:

Yo por la presente declaro que el Sionismo Cristiano no sólo es una teología enferma sino también una herejía, junto con el arianismo y el nestorianismo y otros. Creo que es tiempo de que llamemos por lo que realmente es, a esta tergiversación de Cristo y del Evangelio. El boletín informativo identificó tres objeciones al

Sionismo Cristiano: 1) su promoción de Jesús no como el Salvador sino como un General militar, 2) su trato al pueblo judío como simples “personajes ... en la así llamada batalla final” y 3) su visión de “anti-justicia, anti-paz, anti-reconciliación”. En Mayo de 2007, el Obispo Younan hizo público un artículo completo sobre las implicaciones teológicas y políticas del Sionismo Cristiano en El Diario de la Ética Luterana, una publicación en Internet de la Iglesia Evangélica Luterana en Estados Unidos. El Obispo Younan fue uno de los cuatro fir-

mantes de la Declaración de Jerusalén sobre el Sionismo Cristiano, emitido en Agosto de 2006 por el Patriarca y Líderes Locales de las Iglesias en Jerusalén.

En este momento, existe un esfuerzo entre algunos seguidores del Sionismo cristiano no dispensacionalista — que son personas representantes de una versión par-ticipativa políticamente movilizada, de lo que Stephen Haynes, un historiador de las relaciones judeocristianas post-Holocausto, llama de “Sionismo Cristiano libe-ral”— para desacreditar la legitimidad de los teólogos cristianos-palestinos y de los líderes de iglesias críticos a la política israelita y al Sionismo Cristiano. Dexter Van Zile, Director de Alcance Cristiano para la Alianza Judeocristiana y miembro del Comité Ejecutivo para Cristianos por el Testimonio Justo en Medio Oriente, es un laico de la Iglesia Unida de Cristo, quien ha dedicado una buena cantidad de energía en busca de deslegitimar a Sabeel y a su fundador, Naim Ateek.

Paul Merkley, un historiador luterano canadiense, también se ha metido en la pelea en busca de deslegiti-mar las voces de cristianos palestinos. Al usar categorías conceptuales notablemente similares a aquellas emplea-das por Samuel Huntington para diagnosticar y justificar un “choque de civilizaciones”, Merkley busca establecer una marcada distinción entre lo que el denomina las “Iglesias del Este” y las “Iglesias del Oeste”. Respeto a los cristianos-palestinos, dice, “esta distinción hoy en día no tiene virtualmente ningún significado”, una vez que los líderes locales de las Iglesias del Oriente son en su mayoría ya no europeos sino árabes, que ya no se ven como defensores, menos aun como emisarios, de lo que solía llamarse ‘cristiandad’. Él acusa a estos intenciona-damente cristianos no europeos de comprometerse en campañas sistemáticas de desinformación, aceptadas sin crítica por cristianos liberales crédulos en el Occidente. Merkley busca sembrar dudas sobre el testimonio de los líderes locales, cuando, por ejemplo, pastores como Mitri Raheb, de la Iglesia de la Navidad Luterana en Belén, observan que las escrituras hebreas, por el hecho de haber sido usadas “en gran medida como textos sionis-tas” se han “vuelto casi repugnantes para los cristianos palestinos” —alienando así trágicamente a su pueblo del canon de las Escrituras. Merkley los acusó de “abrazar abiertamente la doctrina de Marción”. Él cierra su libro con este comentario:

Es muy temprano para saber si el trabajo desempeñado por las fuerzas dedicadas a la reconciliación judeocristiana... aguan-tarán contra el esfuerzo flanqueante de los neo-marcionistas, cuyo corazón se encuentra en el trabajo especial de acomodar a los liberales seculares, a las iglesias del este y a los musul-manes.

Tanto el dispensasionalismo pre milenar como el liberal, tra-bajan para garantizar al Sionismo Cristiano las presunciones ideológicas estadounidenses sobre la intransigencia palestina y la moralidad israelí, como demandas religiosas fidedignas.

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Ambos, Van Zile y Merkley, representan esfuerzos de sionistas cristianos no-dispensasionalistas por poner una cuña estratégica entre comunidades cristianas en Palestina y en Estados Unidos. Estos esfuerzos están ligados a los intentos por construir una cuña conceptual sobre el entendimiento estadounidense en relación a los cristianos y musulmanes nativos de Palestina. Si los cris-tianos palestinos no sufren bajo el yugo de la opresión islámica, entonces es porque se han “puesto de parte” del Islam y por lo tanto deben perder el acompañamiento y la solidaridad cristiana estadounidense. Estas posibles formas de comprometimiento dependen hoy mucho más del testimonio actual de los mismos cristianos palestinos y de declaraciones políticamente útiles contra el enemi-go islámico.

Dentro de los sionistas cristianos, existe poca acep-tación a la afirmación de Mitri Raheb de que como “cristianos árabes y musulmanes comparten la cultura arábiga, historia, y lenguaje; su destino está entrela-zado y es inseparable” y que de la misma manera “los cristianos árabes son una parte inseparable del mundo del Islam”. Así como el fallecido intelectual palestino y cristiano anglicano, Edward Said, una vez observó: “Ser un árabe, incluso para un no-musulmán, quiere decir ser un miembro de aquello que Marshall Hogson llamó un mundo o cultura islamizada. Cualquier intento por cortar esa relación está, creo yo, destinado al fracaso”. En un mundo claramente dividido por la línea del “oeste” versus “el resto”, el espectro del Islam “radical” promue-ve un enemigo, que beneficia tanto a la política estado-unidense como a la ideología sionista cristiana. Muchos sionistas cristianos lamentablemente se han permitido, por conveniencia política, denigrir al Islam y así excluir la posibilidad de una relación entre cristianos de Estados Unidos y los cristianos que preservan la fe en la tierra sobre la cual Jesús caminó.

Reflexiones conclusivasLa ex analista de la CIA Kathleen Christison, en

su famoso libro (Perceptions of Palestine: Their Influence on U.S. Middle East Policy. Berkeley: University of California Press, 1999) acerca del entendimiento estadouniden-se del conflicto palestino-israelí, sostiene que todo el “problema israelí-palestino” en una etapa temprana “se volvió algo como una suma de ecuación cero, en la cual el apoyo a Israel descartaba cualquier apoyo a la posición palestina”. De manera especial, en una etapa inmediatamente post-holocausto, los palestinos pasaron a ser vistos como “no cooperativos” o incluso “inmora-les”. Lo que es considerado “moral”, rara vez puede ser

considerado de manera objetiva como correcto y bueno. Si consideramos a la segregación, por ejemplo, Howard Thurman señaló cómo

Los recursos del entorno son transformados en instrumentos para hacer valer la posición artificial. La mayoría de los patrones de comportamiento aceptados asumen a la segrega-ción como normal —si es normal, por lo tanto es correcto; si es correcto, por lo tanto es moral; si es moral, por lo tanto es religioso. La religión es así transformada en defensor y garante de los presunciones. Tanto el dispensasionalismo pre milenar como el

liberal, trabajan para garantizar al Sionismo Cristiano las presunciones ideológicas estadounidenses sobre la intransigencia palestina y la moralidad israelí, como demandas religiosas fidedignas.

En las reflexiones de Thurman de Jesús y los Desheredados, encontramos una definición de la vida según la segregación, notablemente similar a las descripciones palestinas de la vida a partir de la ocupación israelita. Más importante, sin embargo, es la claridad con la cual Thurman identifica a las estructuras sociales que vigilan y mantienen la autoridad de hegemonía y control:

La amenaza de violencia en el marco del poder casi ilimitado, es un arma por la cual los débiles son mantenidos bajo control. Limitaciones artificiales son colocadas por encima de ellos, restringiendo su libertad de movimiento, de empleo y de parti-cipación en la vida normal. A estas limitaciones se les da expre-sión formal e informal o se justifica una política específica de separatismo o segregación. Esta política tiende a congelarse en el status social de inseguridad. La amenaza de violencia puede ser combatida no sólo por la autoridad constituida, pero también por cualquier persona que actúe en nombre del orden establecido. Todo miembro del grupo de los controladores es en alguna manera un diputado especial, autorizado por las buenas costumbres a hacer valer la norma. Este hecho tiende a crear temor, lo que trabaja a favor de las prescripciones y las garantiza. La anticipación de posible violencia hace muy difícil que cualquier escape a la norma sea efectivo.El Sionismo Cristiano busca preservar la habilidad

de los Estados Unidos y del Estado de Israel para impri-mir su voluntad en el mundo. Esta habilidad incluye el presunto derecho de Israel de segregar y oprimir a los palestinos en su búsqueda por “seguridad”. El último objetivo del Sionismo Cristiano de participación polí-ticamente movilizada es cultivar dentro de los cristia-nos evangélicos estadounidenses su auto entendimiento como miembros legítimos del grupo de los “controlado-res”, un entendimiento que los autoriza a actuar como “diputados especiales” para “establecer la norma” del apoyo estadounidense para el Estado de Israel.

En un mundo claramente dividido por la línea del “oeste” versus “el resto”, el espectro del Islam “radical” promueve un enemi-go, que beneficia tanto a la política estadounidense como a la ideología sionista cristiana.

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La solidaridad cristiana con “los más pequeños” no depende de la construcción de una “comunidad imagina-da”, sino de un tipo de nacionalismo en que los semejan-tes se defienden entre sí. Por eso, es imposible imaginar que los sionistas cristianos puedan aceptar que el híbrido de la identidad palestino cristiana —su entendimiento propio como pertenencia plena en el mundo “islamiza-do”— no signifique una obstrucción para la fe cristiana. Aunque, los sionistas puedan utilizar con demasiada facilidad la contrucción “judeocristiana”, y pasar por alto aspectos problemáticos de la política israelita, incluso disculpando violaciones al derecho internacional y a los tratados de derechos humanos como esfuerzos por defender la “civilización occidental”.

De la misma manera como la teología cristiana post-holocausto ha concluido ampliamente que la relación entre Judaismo y Cristianismo no es un simple juego de suma cero, tampoco los acercamientos cristianos

estadounidenses al conflicto israelí-palestino deberían ser entendidos como una cooperación política artifi-cial. Nuestras convenciones políticas, nuestras buenas costumbres sociales y nuestras ideologías en política exterior resultantes no deberían ser las determinan-tes primarias de nuestra ética teológica. El Sionismo Cristiano, tanto en su forma de dispensasionalismo pre milenar como en su forma de no-dispensacionalista, presiona a las comunidades cristianas estadounidenses a posiciones a favor de un solo bando, que trabajan para sostener el status quo. El Evangelio nos invita a un disci-pulado más riguroso.SV

Rev. Robert O. Smith es luterano y fue director de Mesa Continental para Europa y Oriente Medio del Departamento de Misión Global de la Iglesia Evangélica Luterana de América. Junto con Charles P. Lutz, es autor de Christians and a Land Called Holy: How We Can Foster Justice, Peace and Hope (Fortress Press, 2006).

Muchos sionistas cristianos lamentablemente se han permitido, por conveniencia política, denigrir al Islam y así excluir la posi-bilidad de una relación entre cristianos de Estados Unidos y los cristianos que preservan la fe en la tierra sobre la cual Jesús caminó.

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p O e S í AL A U r A G A b r i e L A h e r N á N D e z

LAS DESGRACIAS DEL MUNDOMi hermano…Ése energúmeno que orbita a mi alrededorcon el sólo fin de incordiarme, la ha roto.Mi muñeca…

Mi muñeca nueva. La que me envió mi abuelay llegó para mi décimo cumpleaños.Mi preciosa muñeca nueva,con sus rizos rubios y sus ojos azules.Y el vestido, ése vestido de seda azulque se le ceñía perfectamente.Rota. Irreparable.

Dice mi madre que puede que la garantía lo cubra “con lo que ha pagado tu abuela, más vale que así sea”.No me importa, no quiero otra, ésta era mi muñeca, ésta y no otra,aunque tenga los mismos rizos y el mismo vestido,aunque su fría mirada azul se pose en mí de la misma manera.

Oigo gritos. Claro, mi padre le riñe,y él se defiende: un accidente, dice.No fue un accidente,vi cómo la miraba mientras yo jugaba con ella.Además, sabía que la rompería.

No puedo más, entro a mi habitación con el portazo de rigory siento las lágrimas en mi cara. -¡A comer!-.Ya no tengo hambre…

Me despierto del hambre,con esa sensación de pesadez y la boca chiclosa;miro por la ventana y me encuentro con la luz de los fluorescentes.Vaya, ya ha anochecido.Salgo y me encuentro a mi madre poniendo la mesay a mi padre mirando las noticias de la noche.

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Protestas en Paris por la guerra en Gaza…Qué pesados ¿aún se están tirando bombas?,me fijo en la torre Eiffel, qué bonita, me gustaría visitar Paris.

La imagen cambia…y la mujer dice que son unas de las pocas imágenesconseguidas desde dentro.

Y entonces la veo,aferrada entre los brazos de una niña palestinaque parece que llora sobre los cadáveres de una mujer y algunos niños.Mi muñeca, la misma,está un poco sucia y el vestido algo roto,pero es ella.

Busco con al mirada los restos de la que me envió mi abuela,ya los deben haber tirado,y me vuelvo a fijar en la pantalla,ésta vez en la niña, que coge con fervor la muñeca,no querrá perderla entre tanto caos,pero parece triste,¿por qué?, su muñeca esta intacta.

Y entonces los veo, los veo de verdad y por primera vez,los cadáveres, los cuerpos inertes en el suelo.Y de golpe lo comprendo, se trata de su madre y sus hermanos,que yacen allí, a sus pies, inmóviles.

Ya no importa cuánto llame a su madre,ésta nunca le responderá ni le volverá a preparar la cena.Ya se puede descuidar de la muñeca,porque no queda ni uno de sus hermanos para romperla.

Laura Gabriela Hernández Leal, nació en México D.F., el 7 de enero de 1992 y vive en Barcelona desde el 2004, donde actual-mente cursa segundo año de bachillerato.

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p O e S í AA N A i D A p A S C U A L

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Memorias heridas, historias conflictivas.

El nombre de Dios como la narrativa.

El eje central el nombre de Dios.

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Historias inventadas, ideologías narradas.

¿Dónde encontramos al Crucificado hoy?

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Donde el pasado encierra el futuro.

Mas el lenguaje de la memoria presente,

se erige como señal de esperanza,

como signo de Dios.

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Compartiendo solidaridad con el “Otro”,

como vía para la compasión, com-partire,

com-pathos, with passion, con pasión…

¿Dónde están nuestras teologías?

¿Dónde estamos en conjunto?

¿Dónde está nuestra pasión?

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Pueblos aterrorizados y destruidos,

cruel y despiadada “matriz de control”.

Firmes ante el espejo del Reino,

comparecemos indignados y en conmoción.

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Más allá de la opresión… a la indignación.

Más allá de la indignación… a la transformación.

Con la compasión como estado de conciencia.

Con la conciencia como recíproco lenguaje de amor.

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Territorio ocupado en profética lucha.

Territorio sufrido en paisaje de esperanza.

¿Hacia dónde caminan nuestras teologías?

¿Dónde posicionarnos en esta jornada?

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Praxis y potencialidades para vencer

una historia inscrita en avaricia y poder.

Prisma y paradigma teológico para crear

multitudes en solidaridad.

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Inventando narrativas liberadoras.

Reconstruyendo identidades socavadas.

Desde la memoria de los conquistados.

Y no desde la codicia conquistadora.

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Memorias trágicas en campo de batalla

llevando consigo una llama de esperanza.

Por senderos de una paz aún no hallada

hacia una justa reconciliación que avanza.

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

¿Santidad como el conflicto?

¿Tierra santa para quiénes?

¿Momento de conciencia y Kairos?

Turbulencia en silencio pleno.

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

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Silencio en plena turbulencia.

Interrogantes de fe en progreso.

Fe sagrada que rememora audacia.

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Memorias e imágenes, narrativas haciéndose…

Memoria del inviolable cactus.

Memoria del venerado olivo.

Resistencia como oración de lucha.

Cruda imagen de los desposeídos.

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Memorias e imágenes, narrativas haciéndose…

No más prisioneros del pasado.

No más sangre derramada.

No más patrimonio robado.

No más desplazados en tierra sagrada.

No más dolor inhumanamente infligido.

No más discriminación persistente.

No más mentiras que privan de vidas.

No más “Bienvenidos al muro de lágrimas”.

Solo liberación del miedo, solo amor radical,

solo Buenas Nuevas para Todas y Todos, YA...

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Memorias e imágenes, narrativas haciéndose…

De voces palestinas escuchamos la voz de Dios…

En rostros palestinos vemos el rostro de Dios…

En solidaridad caminamos con su visión.

Siendo testigos de esta realidad

venimos llamados a peregrinar

hasta la liberación del pecado de la ocupación.

Como gente de fe es el KAIROS preciso

para reafirmar con fuerza nuestro compromiso.

Imágenes de Palestina, Imágenes de Dios…

Amén, Amen, Amin

Anaida Pascual Morán, puertorriqueña, es Catedrática en la Facultad de Educación de la Universidad de Puerto Rico y miembro fundador de la Cátedra UNESCO de Educación para la Paz. Colabora como asesora pedagógica con varias entidades de educación

teológica. Co-editora de la antología Educando para la Paz en y desde la Universidad. Autora de Acción Civil No vio-lenta: Fuerza de Espíritu, Fuerza de Paz y de varios ensayos sobre pedagogías diferenciadas y liberadoras.

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