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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. RESEÑAS trátese de barcos, de toro s, de orga- nismos de la naturaleza; como si tu v iera un Larousse adentro. Y lo hace con deleite y con donosura , porque tal vez en esa precisión ella encuentra el gran placer de esc ribir. Los párrafo s son cortos, y también las frases; lo hace si n ningún tem or; . ella no tiene duda s. Sus preocupa- c ione s so n la belle za, la armonía; así se va dejando ir tras el ritmo de las palabras co n sus pensamientos enca- denados; sus ocupaciones , una trae otra, son sus opiniones. H ay textos bonitos, tiernos , amorosos; hay ot ros que producen emociones plana s; a veces todo se vuelve lo mismo - sin serlo, p or s upue s to porque hay varie - dad - , pero el (la) lector(a) , q ue lec por el solo goce de leer, se cansa a pesa r de la diver si dad de tonos y colores, de retrato s, del rico lenguaje . Es que las emocione s esperadas sin ser prometidas se quedan suspendi- da s en la belleza y nada patalea aden- tro de nosotros mismos. / DORA CEC I LIA R AM I REZ Silencio de palabras, de deseos y de pensamientos La chispa de la v ida Hernando M alina Gracia Tercer Mundo Editor es, Bogotá , 1988, 250 págs. Me pregunto a veces, consternada, cuál será el c rit erio al que se ciñen al gunas edito riales para escoger lo s libros que h an de publicar . Si no s atenemos a lo que dice Ju an Gustavo Cobo Borda sobre la nueva narrativa de nue st ro país , en su en sayo '-' La nar r ativa colomb i ana des pu és de García Márquez: visión a vuelo de pájaro", "los signos son promiso- rios"1. Segú n por donde la tomemo s, esta afi rm ación pu ede se r cierta . En los últimos tiempos, la narrativa colombiana (post-Gabo) ha tenido lo que se podría calif i car de boom, con Boletín C ultural y Biblio gráfico Vol. 26, núm. 18, 1 989 la apari ción cas i diaria de e sc rit ores que hacen incur sio n e::; de prim er a, se gunda o tercera cat ego ría e n e l art e de la lite ratura. Por s upu esto . es tas incur siones so n de ce le brar , ya que signifi ca n q ue, cuand o menos, el volu- men de pr oducc ió n va en au me nt o. Muchas editor ial es se han dedicado a publicar colecciones de literatura colombiana o a darle s cabida en su presupuesto a figuras inéditas de las letras que , como poco , merecen la oportunidad de ser leídas . Claro está que , como siemp re, es el público lec- tor el que ti ene la última palabra en lo que se refier e a glorificar o condenar un libro. Si , por un lado, t enemos en cuenta que Colombia pretende con- vertirse en el centro de la indu s tria editorial en H ispanoam ér ica y, por otro, pensamo s en lo que Cobo Borda trae a colación, en el ensayo antes mencionado , referente a que las con- diciones de tensión que vive actual - mente nu estro país son propicias para la creación, nos aunamo s a lo que pien sa el crítico y con él cr eemos que "la respuesta creativa de [ ... ] los na r radores colombianos merece nu es- tra atención crítica y entusiasta "2. Sin embargo , no creo que el entu- sias mo po r apoyar nu es tra literatura deba ce gaLa los cons e jos editoriale s y lleva rlos a infligirle al• mu c has vec es de spreveni do públi co "obras" que nada hacen por el bien ni de la s e dito - ria l es mismas, ni de la literatura colombiana en general , ni de aque- llos que en ge s to de solida ridad se NAR RATIVA lanz.an a comprar que apare - cen en coleccio nes que pr o moci o nan nu es tr a lite ratur a. No es justo que. co n ba se en cr iterios en tus iastas y que poco ti ene n que ver con la cali- dad , se publiquen libr os mediocres que, e ntr e o tra s cosas , les r oba n la opo rtunidad de ser conoci d os a o tr os esc ritores cuya ca lid ad al menos merece se r ju zg ada por el público. Libr os como la chispa de fa vida de H ernando Mo lina Gra cia harían mejo r si permanecieran inéditas. S u pobreza ab sol uta en todo s los órde- nes es una ofe nsa para los esc rit ores que diariament e se esfuerz.an por producir un arte que no necesita, para llamar la atenció n, valer se de triq u iñuelas sensacio nali s tas y de temas en boga. Mientra s se s igan publicando o bras del talant e de La chisp a de la vida. el público se verá fo rzado a s um ergirse en la televisión, ya que ésta tr ata te mas s imilare s qu e no implican el esfuerz.o que para mucho s signif ica comprar y l eer un libro. La chis pa de la v ida es una narra- ción de 250 página s sobre las peripe- c ias de tres caballe r os modernos cuyo fin en la v ida es co ns eguir plata, y que se valen de tod os los medios para lograr tal fin. Por más qu e Molina Gracia intente bu sc ar ju s tificacione s superf iciales y s eudop sicológicas para la conducta de s us personajes en dr amas y conflictos tele no velescos, no es posibl e situa r en otra parte , el punto de ma yor ten s ión de la preten - dida novela. C omo ingredient e para a trapar in ca uto s y quizá para que e ntr e los lectores y los s ere s de cartón que deambulan por las 250 páginas se establezca algún tipo de identifica- ción, el autor apela a e lementos que, dada nuestra crisis actual , podrían resultar bas tant e at ra cti vos . En pri- mera ins tancia las s imilitud es ent re Colombia y Cristóbala res ultan tan evidentes, que no es posible de jar de pe nsar que son el denso produ c to de una ment e que pr etende ser alegó r ica 1 Juan Gustavo Cobo Borda, '"La narrattva co lombiana despué::. de Garcia rqu ez". en Boletín Cultural y Bibli ográfico. Bogotá. Biblioteca Arango. vo l. XXV , núm . 14, 198H. p ág . 19 . 1 1 bid . 109 brought to you by CORE View metadata, citation and similar papers at core.ac.uk provided by Banco de la República

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

RESEÑAS

trátese de barcos, de toros, de orga­nismos de la naturaleza; como s i tuviera un Larousse adentro. Y lo hace con deleite y con donosura, porque tal vez en esa precisión ella encuentra e l gran placer de escribir. Los párrafos so n cortos, y también las frases; lo hace si n ningún temor; . ella no tiene dudas. Sus preocupa­ciones son la belleza, la armonía; así se va dejando ir tras el ritmo de las palabras co n sus pensamientos enca­denados; sus ocupaciones, una trae otra, son sus opiniones. Hay textos bonitos, tiernos , amorosos; hay ot ros que producen emociones planas; a veces todo se vuelve lo mismo- sin serlo, por supues to porque hay varie­dad - , pero e l (la) lector(a) , q ue lec por el solo goce de leer, se cansa a pesar de la diversidad de tonos y colores, de retratos, del rico lenguaje. Es que las emociones esperadas sin ser prometidas se quedan suspendi­das en la belleza y nada patalea aden­tro de nosotros mismos.

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DORA CECILIA R AM I REZ

Silencio de palabras, de deseos y de pensamientos

La chispa de la vida Hernando M alina Gracia Tercer Mundo Editores, Bogotá, 1988, 250 págs.

Me pregunto a veces , consternada, cuál será el criterio al que se ciñen a lgunas editoriales para escoger los libros que han de publicar. Si nos atenemos a lo que dice Juan Gustavo Cobo Borda sobre la nueva narrativa de nuestro país, en su e nsayo '-' La narrativa colombiana después de García Márquez: visión a vuelo de pájaro", "los signos son promiso­rios"1. Según por donde la tomemos, esta afi rmación puede ser cierta. En los últimos tiempos, la narrativa colombiana (post-Gabo) ha tenido lo que se podría calificar de boom, con

Boletín C ultural y Bibl iográfico Vol. 26, núm. 18, 1989

la aparició n casi diaria de escritores que hacen incursio ne::; de prime ra, segunda o tercera categoría e n el arte de la lite ratura. Por supuesto . es tas incursio nes son de ce lebrar, ya que significan q ue, cuando menos, el volu­men de producc ió n va en au me nto.

Muchas editoriales se han dedicado a publicar colecciones de literatura colombiana o a darles cabida en su presupuesto a figuras inéditas de las letras que, como poco, merecen la oportunidad de ser leídas. Claro está que, como siempre, es el público lec­tor el que tiene la última palabra en lo que se refiere a glorificar o condenar un libro. Si , por un lado, tenemos en cuenta que Colombia pretende con­vertirse en el centro de la industria editorial en H ispanoamérica y, por otro, pensamos en lo que Cobo Borda trae a colación, en el ensayo antes mencionado, referente a que las con­diciones de tensión que vive actual­mente nuestro país son propicias para la creación, nos aunamos a lo que piensa el crítico y con él creemos que "la respuesta creativa de [ ... ] los narradores colombianos merece nues­tra atención crítica y entusiasta "2.

Sin embargo, no creo que el entu­siasmo por apoyar nues tra literatura deba ce gaLa los consejos editoriales y llevarlos a infligirle al• muchas veces desprevenido público "obras" que nada hacen por el bien ni de las edito­riales mismas, ni de la literatura colombiana en general , ni de aque­llos que en gesto de solidaridad se

NAR RATIVA

lanz.an a comprar libro~ que apare­cen en colecciones que promocionan nues tra literatura. No es justo que. con base en criterios en tusiastas y q ue poco tienen que ver con la cali­dad , se publiquen libros mediocres que, entre o tras cosas, les roba n la o po rtunidad de ser conocid os a o tros escrit o res c uya calid ad al menos merece se r juzgada por el público. Libros como la chispa de fa vida de Hernando M o lina Gracia harían mejor si permanecieran inéditas. Su pobreza absol uta en todos los órde­nes es una ofensa para los escrito res que diariamente se esfuerz.an por producir un arte que no necesita, para llamar la atención, valerse de triq uiñuelas sensacionalistas y de temas en boga. Mientras se sigan publicando o bras del talante de La chispa de la vida. el público se verá fo rzado a sumergi rse en la televisión , ya que ésta t rata temas similares que no implican el esfuerz.o que para muchos significa comprar y leer un libro.

La chispa de la vida es una narra­ción de 250 páginas sobre las peripe­cias de tres caballeros modernos cuyo fin en la vida es conseguir plata, y que se valen de todos los medios para lograr tal fin. Por más que Molina Gracia intente buscar jus tificaciones superficiales y seudopsicológicas para la conducta de sus personajes en d ramas y conflictos telenovelescos, no es posible situar en otra parte, el punto de mayor tensión de la preten­dida novela. Como ingrediente para atrapar incautos y quizá para que entre los lectores y los seres de cartón que deambulan por las 250 páginas se establezca algún tipo de identifica­ción, el autor apela a elementos que, dada nuestra crisi s actual , podrían resultar bastante at ractivos. En pri­mera instancia las similitudes ent re Colombia y Cristóbala resultan tan evidentes, que no es pos ible dejar de pensar que son el denso producto de una mente que prete nde ser alegórica

1 Juan Gustavo Cobo Borda, '"La narrattva co lombiana despué::. de Garcia M á rquez".

en Boletín Cultural y Bibli ográfico. Bogotá . Biblioteca l.ui~-Angcl Arango. vo l. XXV , núm . 14, 198H. pág. 19.

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~ARRATIVA

pero c.¡ u e a duras penas a lcanza a es bozar una caricatura grotesca y sin ,·ida. Element os tales co mo e l narco­tráfico. la aburrición matrimonial. la clase med ía en vías de extinción, la carencia de valores. los secuestros, tos negocios suc ios, las estafas y defraudaciones finan cieras, la prosti­tución disimulada, etc. ,etc.,etc., con­forman el panorama y el terreno en el cual pretende florecer algo así como un dramatizado de intriga, pasión y suspenso, salpicado de sufrimiento hu­mano, de intentos fa llidos de penetra­ción en la psicología de los personajes. Para darles un cariz ''interesante" a los tres jóvenes en cuestión. Molina Gracia Jos compromete. además, en la lucha contra un grupo religioso llamado los quietistas. cuyo poder manipulador está a punto de hacer sucumbir a Cristóbala en una oscura filosofía medievalista que, si no fuera por la lige reza con que el autor se refiere a ella, podria hasta ser hermosa. No obstante, lo que preten­día/ o prometía ser el plato fuerte de la novela tampoco es desarrollado, y al final del libro nos encontramos con que la lucha contra los quietistas está aún por empezar. Esto en sí no tendría nada de malo, si no fuera porque desde el principio esta lucha a muerte se nos venía anunciando.

Los recursos empleados para armar es te mamotreto sin pies ni cabeza ni posibilidad alguna de salvación, son un lenguaje pobre, pálido reflejo del lenguaje cotidiano, unas cuantas citas eruditas desperdigadas y desperdi­ciadas, unos diálogos forzados y arti­ficiales y una serie de chistes de salón ramplones que se unen entre sí por medio de un hilo marrativo que se pierde en la aburr idora maraña de episodios inconexos y que terminan sin mayor pena ni gloria en el mismo punto en el que había . empezado. Verdaderamente, La chispa de la vida, como la pobreza imaginativa de su título lo sugiere, nos remite a un absoluto silencio de palabras , de deseos y de pensamientos.

M IR IAM COTES BENÍTEZ

1 1 o

Afilada ironía , recreo verbal, burla mesurada

El signo del pez Germán Espinosa EditOrial Planeta . Bogotá. 1987. 23 1 págs.

Concluida la lectura del último libro de Germán Espinosa, El signo del pez. resulta evidente para el lector encontrarse frente a un autor que paso a paso ha forjado- con la minu­ciosidad del a rtista oriental - una obra de recuerdo perdurable, un cos­mos muy propio y original , cuyo eje central se mueve impulsado por la erudición, expuesta con el mejor es tilo narrativo , ameno y sin fal sas ostentaciones, y la poesía en cons­tante equilibrio. Estas dos vertientes se desplazan, como destellos conve­nientemente repartidos, entre la afi­lada ironía, el recreo verbal , la burla mesurada, el guiño, que preparan el camino para el encuentro con la reflexión. la información - real o rec reada- de hechos y personajes históricos.

En esta última obra del autor car­tagenero, hallamos reedificada la vida y caminos de Saulo -o Paulo- de Tarso, o , lo que viene a ser lo mismo , los difíciles comienzos del cristia­nismo, cuando pretendía imponerse - a través del verbo de sus primeros representantes- al imperio romano . La manera como se nos ambienta este proceso es altamente lograda; se recuperan todos los pormenores de la época, color y olor, diríamos, las situaciones político-económicas de l "año 64 de nuestro calendario grego­riano", la formación de Sau lo de T arso, en todas sus etapas, destinad a a conve rtirlo en "mensaje ro de Yahvé", en fin , u n argumento formi­dable, que requiere de un no menos formid able tratamiento; y es en este aspecto donde Germán Espinosa vuelve a demostrarnos sus amplias capacidades narrativas.

Consideramos, por eso, necesarísimo insistir en el interesante manejo li te­rario del autor, y en las situaciones en que coloca a sus personajes, despla­zándolos en torno a sucesos idént i-

RES EN AS

cos, y creando con ello un in terés creciente: tenemos, por ejemplo, el peculiar amor de Saulo de Tarso con Aspálata, una griega- y hetaira­iluminada por el saber y la devoción que experimenta ante el muchacho - y después el hombre- a quien ella intuye como un predestinado, y a qlllen protegerá con fiel empeño,

hasta verlo sucumbir físicamente ante el verdugo. La profundidad de los diálogos, usados diestramente , par.a resumir las corrientes del pensa­miento; ahí aparecen los filósofos estoicos, sus debates, el asombro que el joven Saulo experimenta ante sus disertaciones; sus dudas, sus convic­ciones: la perfectame nte lograda char­la de reprimido amor entre Saulo y Aspálata (parte segunda, capitulo VII ), en donde brillan todos los ele­mentos que conforman al narrador d e gran psicología e inteligencia pers­picaz. U na de las mejores capacida­des de Es pinosa es la disposición permanentemente reflexiva a lo largo de sus páginas: "La muerte, cuya inmensa tristeza había experimen­tado [ ... ], no se le aparecía ahora como la gran enemiga del hombre, como una fue rza maléfica liberada por Ya hvé, sino más bien como una amiga embozada pero benéfica, cuyo solo e irremediable defecto consiste en no saber golpear a tiempo".

Es de realzar este aporte culmi­nante sobre lo que son - o fueron­los "milagros" en la época primaria del cristianismo: "En su antigua estancia e n Mareotis, con la secta de los te rapeutas , habia aprendido q ue algu nos males - en esencia aquellos

Boletín Cultural y Bibliognifico Vol. 26, núm. ti! , 1989