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8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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I N G R i
DERECHOS RESERVADOS
© 2014 César SilvaMárquez
©
2014 Editorial Almadía S.C.
Avenida Independencia 1001 - Altos
Col. Centro, C.P.68000
Oaxaca de juárez, Oaxaca
Dirección fiscal:
Monterrey 153,
Colonia Roma Norte,
Delegación Cuauhtémoc,
C. P.06700, México, D.F.
www.almadia.com.mx
www.facebook.com/editorialalmadia
@Almadia_Edit
Primera edición: agosto de 2014
ISBN:
978-607-411-160-6
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización de los
titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas por las
leyes,la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
medio o procedimiento.
Impreso y hecho en México.
[ S R
S i l V R Q U [ Z
1
1 1
1
~- .
lm dí
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A Rodrigo Silva Ve/asco
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Cuando yo entré en su vida, su vida ya había
acabado: ha tenido un principio, un desarrollo
y un final. Esto es el final.
N o e s p aís p ar a v ie jo s
CoRMAC McCARTHY
Seamosclarosen esto: en algún momento o en
otro, la mayoríade nosotros deberáluchar con
susdemonios personales. --- -
L os h om br es m alo s h ac en
lo q ue lo s h om b re s b ue no s su eñ an
ROBERTSJMON
¡Talvez ya prendieron el reflector para pedir
te auxilio [...] y allí están dobladostu traje de
héroe y tus sentimientos de héroe, listos para
cuando entresen acción.
Barman
]OSÉ
CARLOSBECERRA
i
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.);:;1(u/</ - .
L k k
Así c om ie nz a la p elíc ula .
11
En pr imer p lano aparece l ' }_a_ f () ( )g ra(~< :_dondei pa
dre m ira hac ia la c ám ara ; lue go e s la foto de m i m adre en
e l ja rd ín d e n ue str a p rim e ra c as ~ _nnf pn a vj t, u n j ardí n
c om o u n p eq ue ño p ar ch e v er de y p olv oso c on u n m an za no
to rc id o a l c en tr o; p ro nto le sig ue m i h erm an a d e d os a ño s
hu yen do d e la llu via, trata ndo de alca nzar el za guá n. A l
nortc )stán lo s am plio s cie los de T exas. P ara m í, e t sur es
u n sueño d }l y. id o en bos te zo s cuy o nombre sól o a par ec ía en
la te levisión los d om ingo s p or la m añ ana cu and o v eía el
p ro gr am a d e C ha be la . L en ta me nte s ur ge m i m ejo r a mig o
zo s e xte nd id os y lo s p u ño s c err ad os , c or ta nd o e l a ir e. A sí
lle ga el títu lo d e la pelíc ula en letras g ra nde s y un fond o
e n p a nta lo ne s c or to s j ug an do a s er
Superman,
c on lo s b ra -
7 ; ; . ,,
·,_;)
negro que por segundos oculta lo que sucede, com o si el
e sp ec ta do r e ntra ra e n u n tú ne . p orq ue , a fin d e c ue nta s,
pa ra ver una p elíc ula ha y que lleg ar a l o tro la do d e lo qu e
sea que tengas que llegar, de la vida m ism a si se quiere.
Y c ua nd o e l títu lo s e d esv an ec e, c ua nd o lle ga mo s a l fin al
del túnel, está el sonido crudo de los autos, el rugido de
los m otores, el claxon histérico de una cam ioneta en la
,. ,
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12
d is ta nc ia , u na s ir en a a br ié nd os e p as o. C om ie nz a la tom_q
a ér ea d e la c iu da d e n medio d el d es ie rto o sc ur o, d on de l as
luc es so n co mo m ile s de o jo s de lie bre s c arg ado s de lu z.
A lgu ie n m e h a pu esto u na p is o la e n la n uca , a lg uien m e
dice que voy a morir, que así tiene que ser, que m e lo
mer ez co , q u e si no sabía que en ElDiario, donde t ra b aj o,
. . - - , . . . . . . . . . _ , , ,. , _ _ . . . _ _ _ . .
tie ne n o íd os, a sí lo dijo , p en dejo, qu é no sab es qu e en El
Diario
tenem os oídos. E n ese m om ento m i vida es una
p elíc ula , y lo s h ér oe s n o a pa re ce n. S ólo h ay g en te q ue c a
m in a p or la s c alle s de stru id as d el c entro, e va die nd o lo s
rin co nes m ás o scu ro s, m uje re s qu e ha bla n p or teléfon o
s in p er ca ta rs e d e lo q ue p as a, g ato s d or mid os e n te rr aza s
y perros a punto de ladrar. Cuando sien to el cañón de
la p is to la e n la p ie l, p ie ns o e n to do lo q ue n o h e h ec ho e n la
v id a, e n c óm o n un ca h e e sta do e n Z ih ua ta ne io , p or e jem -
plo, o cóm o nunca m e he lanzado en paracaídas. P ienso
e n R eb ec a. E n la s u ña s d e R e be ca , s u s m u ñe ca s y to rs o, e n
. _ _ _ _ .
Rossana y su voz y piernas. Por un m om ento , en un solo
~
parpadeo largo, del cual creo que no volveré a abrir los
b ~
sr :
: . : i . c · \
cY .)
o jo s, p ie nso e n m i ab ue lo. D eseo un p ase . C uid ánd om e
-··· ····.< .···,·· ' '
d e la c oc a ta nto tie m po , p ar a m o rir a qu í a rr od illa do . S in
d u¡; ;;p -¡;rm á s q ue h ag as c am b io s e n tu v id a, d e u na m a
nera u otra , todo lo que has hecho se paga. C om o si un a
g ita na t e h ub ie ra e ch ad o u na ma ld ic ió n.
Mi
abue lo mu r ió
dos años antes de que yo naciera, en San Luis P otosí. L o
ú ni co q ue te ng o d e é l e s e l r ec ue rd o d e u na fo to gr af ía s ob re
e l u mb ral d e la p ue rta d e la sala d e m i a bue la . L ue go e lla
m urió y v end ie ro n la c asa . Y m ie ntra s sie nto la m ue rte ,
p or te rc er a ve z e n m i v id a, p ie ns o e n e l b ig ote m a l r ec or ta -
d o d e m i a bu elo . L a c oc aín a e s m i kr ip to nita , p er o s e d eb e
ser un hom bre de acero p ara no tener m iedo a una bala
qu e te p artirá e n d os la c abe za . L o h ab ía v isto ya ta ntas
v ec es e n e st os ú ltimo s d ía s.
E n u na d e m is p rim era s e ntrev istas c uan do c om en cé
a tr ab aja r e n El Diario, le p re gu nté a : f . J : : E i de ve in t i
cinco años por qué había asesinado a sus padres y a su
hermana pequeña. M e dijo que ya no lo tom aban en
cuenta y que ahora por las noches veía a la niña m uerta
en la esquina del ca tre. D espués m iró al suelo y m e pre
guntó si yo veía a los m uertos. Le dije que no. Él se enco
gió de hom bros y m e pidió un cigarro que de inm ediato
le negué. Tenía la nariz ro ta y un bigote de sangre seca
p or qu e l os c us to dio s lo g olp ea ro n d ur an te la n oc he , c omo
u na fo rm a d e b ie nv en id a.
. • . .
13
A hora estoy aquí y un tipo m e dice que m e creo m ejor
de lo que soy y vuelvo a sentir el cañón una, dos veces y
la ge nte pa sa y lo s au to s rug en.
M e llam o L uis, y un tipo presiona su pisto la contra
_ . . , - - - -
· · ----· --------· -------------~-------· ....• _
• . • • . . .
m i nu ca.
-
1
lvr-s 1
A1f
i>pe~ r c.~
c . . . 1 o
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/
14
LuisKuriaki es periodista. Tiene veinticuatro años y
---~
trabaja en
El Diar io d~_l ' A f ? .. z.
El día de su cumplea-
ños número di~~i~;ho,su_~g~Je regalóuna cárn.:ª_
ra Nikon de obturador automático. La primera vez
que consumió cocaína fue en 2004, a los diecinueve.
A los veinte se dio cuenta de que vivía para ella, y
despuésde cada pase se juraba que ese vacío que le
provocaba sería el último. A losveintiuno, en medio
de una fiesta y al lado de su mejor amigo, el Topo,
sufrió una sobredosis. ElTopolo llevó al hospital. El
TopotenÍa-~iectode que sefuera a morir en el cami
no hacia el hospital. Pero no fue así. Luis entró en
una clínica de rehabilitación, en la cual duró poco
másdeun mes.Lasegunda sobredosissucedióalcabo
de tres meses, frente al océano Pacífico,en Mazatlán.
Eraverano. El Topo le pidió que tomaran coca jun
tos. Elestiray3floja sedio de inmediato. Razonesen
contray ra~-onesa favor.
y
elmar tan basto no dejaba
decidir. ElTopoganó. Esavezno pudo llevara Luisa
urgencias: el Topomurió ahí mismo, echando espu
ma por laboca. Sacudiéndose como un pez fuera del
L \
agua. ALuislo llevaron al hospital más cercano y el
dinero de lospadres fue suficientepara que aquel de-
·· ~ ·
•· - - - - · · · , . ~ ~ - - - - - - · - - · ·.
· · · ·
sastresearreglara sin intervención policiacani de los
medios de comunicación. Luishizo a un lado la co
caína. Soñaba con ella. Se hacía en un desierto de
cocaína. En una tierra cubierta de nieve. Luego los
sueños comenzaron a disminuir, así como el ansia.
Pero ~- an~~Y~.2 .~-~-1:1~ía,sólo tenía que rascar
un poco la superficie de los recuerdos y ahí estaba, rs
palpitante y oscura.
En Ciudad Juárez comenzaron los asesinatos de
gente que vendía coca,mota ypastillas, conocidos co- -:
mo
puchadores.
Uno de los primeros en morir fue el
h~~-;;-I; Pa11cl:lg_A_z11eta,migo de infancia de
Luis.Lequemaron lospies,lecortaron una mano y lo -,
dejaron desangrándose. Luissupo del casopor la tele-
visión, luego lahistoria secomplementó por sus ami-
gos. Luisterminó la carrera de comunicaciones a los
veintitrés y comenzó a trabajar en
El
D ia rio d e fuárez
como~J>_?rt~r~c:l~-~°-t~,:?ja.síconoció al Chaneque.
Elverdadero nombre del Chaneque -~~J~lioJ'~s
trana. Le dicen el Chaneque porque viene de Vera- ,..,;
cru~~~to transfirieron a principios de 2003. Mejor ..
dicho, solicitósu cambio porque su prima Margarita,
que vivía acá, un dí~ ~ejó de
íla li~i~-~~¡¡:~~.
~-tía
de inmediato le suplicó que investigara lo que suce-
día, porque había tenido un sueño donde suquerida
Margarita nadaba incansablemente en una alberca
sin fondo ni orillas. Él, de inmediato, se comunicó
¡
V? >
•
J < p
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a Ciudad [uárez. Le pidió a un conocido, el agente
de tránsito Edgar Luna, que le ayudara a encontrarla.
Pero no f~a casa que supuestamente habi
taba la muchacha había quedado vacía tiempo atrás
sin haber dejado rastro. Para el agente Pastrana fue
frustrante. Entonces tuvo la posibilidad de pedir su
rang~ ~nci~~Ja frontera. Yla búsqueda siguió, pero
sin más frutos que chascos. Parecía que se la había
comido la tierra. Había veces en que era preferible
pensar esto a llegar a la conclusión (la más obvia)
de que Margarita había terminado asesinada como
tantas más mujeres en Ciudad Juárez. Ante este pen
samiento, prefería suspirar profundo y luego masa
jearse los ojos.
(Un día1.a principios de diciembre, cerca de la me
dia noche, el agente Pastrana llegó a la esquina de
Alí ChU[ll(lC~~o
y
_r>.ej_ <?_g_arfias.os vecinos llama
ron a la estación porque justo cuando oscurecía, una
c~11_et(l
~()E2~~.9::
olor negro y vidrios
tintea
dos,
había dejado en la calle _l: l ~~plástico. El
agente acudió de inmediato. En la escena del crimen
se encontraba Luis Kuriaki.
Ytú quién
chingaos
eres, le preguntó el agente.
X _~1 _5_2
1
ijo el muchacho y, sin dejar de mirar la
bolsa, alzó al nivel de los ojos su credencial de E l D ia
r io d e fuá re z.
Pinches soplones, murmuró el agente Pastrana.
Cuando llegaron los refuerzos, a mano limpia, un
policía gordito y muy moreno abrió la bolsa. Se hizo
·>'
L < ~
\fo1 ~ ra
f
-, \..u .
> C f t
a un lado y vomitó. Seacercó el agente Pastrana y con
el pie movió la boca de la bolsa para ver el interior.
Era la cabeza de un joven. Con los ojos hinchados.
·-· ··-~--·----·~-·--.~- ·--·• ~·-·.¡.
Luis tomó la foto y se acercó un poco más para darle
ur~-
~ ~e_ :_ : _ ~~:_11a1ge11tePastrana, luego algo hizo
clic en su cabeza. Sequedó boquiabierto. Aquella ca
beza la conocía.
Chingao,dijo Luis para luego vomitar.
No chingues, reparó el agente Pastrana, de este lo
17
entienciE dijo señalando al policía gordito, pero de ti.
l . . ¡
(Es que lo conocía,'> v o . . . L
·- ···- ...............•.... · ~ - - - - - ~ · - - · · · ·
~ \
Elagente escupió al suelo, cerró la bolsa y la puso
en la cajuela de lapatrulla. Elsonido que hizo lacabe
za adentro fue apagado. Pinche mundo, le dijo a Luis
antes de subirse al auto y alejarse de ahí.
Así se conocieron, por la cabeza de un yonqui
- - - -~- · - - · · · · · · · · · ·
·
. . . . . - · · · · - - ·
_,. ...
· - - ~ - - - - - ,_ .. _ .. _
amigo de Luis que siempre le conectaba lo que fuera
cuando ya eran pasadas las tres de la mañana.
De regreso en casa se preparó un cereal Froot
Loops con leche deslactosada y sefumó tres Marlboro
antes de dormir. Pero lo despertó la voz de su ªIl1J.go
muerto.
--Quién está ahí, preguntó Luis,y miró en derredor.
Samuel.
Cuál Samuel, preguntó Luis tratando de ahogar
un grito, te refieres al muerto.
Soy yo, contestó su amigo.
Me estoy volviendo loco, dijo Luis, tocándose el
pecho, el corazón estaba por estallarle.
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No te estásvolviendo loco, toma aire, respira pro
fundo; más, así,dejadetemblar. Luistomó lacajetilla
de cigarroscon mano temblorosa, extrajo el último y
lo encendió. Elsusto sediluyó en la nicotina.
Por qué te mataron, preguntó.
Sepa, dijo la voz y agregó,
_T_e~~~L~~s
~ _él:~
p~r
(lC UÍ.
Yeso, preguntó Luis,pero suamigo yanqui ya no
contestó.
Antes de volver a dormir tomó la cajetilla de ci
garros y secercioró con desgano de que ya no había
más. Es un mal sueño, se dijo, y recordó al agente
Pastrana escupiendo al suelo para luego tomar la ca
bezay depositarla en lacajuelade lapatrulla, un pin
che sueño, dijo en voz alta y cerró los ojos.
Lu~~~-d l. c:ar~_c: erern.J'....uerte q~L_agente
~(l_S _ra_na.n la oficina, ~ljefede información lemos
tró una fotografía donde seveía en primer plano al
agente jalando de los cabellos a un raterillo de un
barrio de la zona centro, cerca de la Parroquia del
SagradoCorazón. Si te lo topas, es porque hay algo
gg11c:Ie.últimament-¡t~¿;; es grande, dijo Lilis,
a
lo
que su jefesóloasintió con lacabeza, o tal vezno ha
ya asentido sino negado, pero qué más daba. Luegoel
jefede información searremangó la camisablanca, y
de un cajón del escritorio sacóun burrito de chicha
rrón junto con un refrescode manzana. Elhistorial
del agente está cabrón, le dijo a Luis, y comenzó a
hablarle sobre la desaparición de la prima.
~e_k
\
\ vr·
· ·v-10. , . . lw<-
\?
Luegollegó_}(lpeorhe_lªc_ ~d~~_i} gQii(l.n Ciu
dad Juárez. Latemperatura bajó más allá de los me
nos treinta grados centígrados. Un récord. No hubo
tubería de agua que se salvara. Era como si a la ciu
dad la hubieran acuchillado justo en las entrañas.
A las doce de la noche del nueve de diciembre, al
abrir la puerta de su casa, Pastrana escuchó agua
correr en la cocina. Hacía un frío increíble, así que
mientras pensaba en cómo era posibleque alguien se
hubiera atrevido a entrar en la casa de un policía y
que seríamejor llamar a sus compañeros, por inercia
fue avanzando hasta localizar la fuente del sonido.
A esa misma hora, Luis recibió una llamada de
suvecina Rebeca,contándole que en su casael agua
bajaba del segundo piso en cascada por las escaleras.
19
Dosdías después, Luisy el agente Pastrana sevolvie
ron a ver sobre la calle Plan de Gu l:~ ~upe,usto a la
altura de un parque raquítico con árboles que pare
cían secos.Antes de bajar del auto, Luisse llevó un
chicle de menta a laboca.
Una llamada informó sobre la presencia de un
hombre ira9:o,bocabajo en el parque.
--c~ando llegó-~¡·~ge~t~-Pas-trana,Luis ya estaba
ahí.
Tardes,ledijoelagente, a loque eljovenacertó en
contestar levantando la mano. Seaproximaron con
lentitud al cuerpo.
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\
, ''\
..
Q..~ c . . _ . ;Q
l
, :)
Eljoven sacóun billete de cien pesos y selo pasó
al agente.Murió congelado, dijo.
No, contestó el agente Pastrana, y con una rama
que en algún momento había tomado del suelo le
picó el cuello.
Yla sangre, preguntó Luis.
Elagentele dio lavuelta al cuerpo. Laropapor en
frente estabahecha jironesy a primera vista el hom
bre estaba vaciado. Nada de intestinos, corazón ni
hígado;corño-sifuera sólouna cáscara.
Pobre,dijo Luis,trata;;_do-·aecóñténeruna arcada,
pero sin dejar de mirar la escena. Sobrepasaba todo
lovisto por él hasta esemomento, a excepción de la
cabeza cercenada de su amigo yonqui.
Aeste pendejo lo venía siguiendo, la semana pa
sada no pude dar con él, pensé que sehabía largado
al Chuco, dijo el agente Pastrana, y se restregó lQS
. , . - · · · - - - - - -
~~S<2 1-~~l:>~~-~~nos.Miró a los alrededores, secru-
zódebrazos y sin despegarla vista del cuerpo lepre
guntó a Luiscómo le había ido con la helada.
Mal, contestó Luis, y tomó otras fotografías. El
clic de la cámara de alguna manera lo mantenía en
pie,y a su estómago en su lugar.
El agente Pastrana se retiró al auto para llamar a
Vizcarra, el forense. Voya acordonar el área, le dijo
ano~~:- · ---
El agente Pastrana era un caradura. Ha de ser un
buen jugador depóquer, pensó Luis,y escupió elchi
cleya sin sabor lomás lejos que pudo.
\v
.J
v f . : . >
\ J
· .·
L~
Enla oficina de la redacción lemostró las fotografías
al jefe. Estelas tomó una por una. Deberíamosdecir
que en la ciudad anda un tigre suelto, dijo.
Cómo. · -
Un tigre hambriento.
Luisse lo pensó un segundo. Estaríamosp~a~~an
do por lo menos dosnovelas, dijo.
.. . .~ · ..
~~-~~---------.~
Imagínate, un tigre comiéndose a estoscabrones.
Una novela es de una mexicana y la otra de un
gringo.
Le diré a Rossana que te ayude con la nota, dijo
el jefe sinseparar-IoSé}¡OSd~'7.i~ae las fotografías.
Lasdosnovelas están buenas, en la del gringo to
dos fuman mota, agregóLuis.
El jefe apartó por fin la foto.
1.
.-911.' ª~dJuárez
nadie lee, dijo, entonces se arremangó la camisa y
---------~
de un cajón sacó un par de burritos. Quieres uno, le
ofreció al muchacho.
Esen serio lodel tigre, preguntó Luis,pero el jefe
sólosonrió y procedió a comerseun burrito de carne
deshebrada a la mexicana.
Luis se despidió temblando y se marchó a casa.
Pensó en el tigre y se imaginó escribiendo la nota,
algo que ver con un circo y un veladorborracho. Tal
vez alguna pandilla de jóvenes estúpidos haciendo
enojar al enorme gato hasta que el candado, enclen
que y herrumbroso, cedió.Perotan sóloeraun perio
dista. Uno bueno, que ya era suficiente. Desde siem
pre se esforzaba por escribir alguna historia y, en
l
h :--e
•••v-
]
¿
21
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J , · \ - ,
k
< ,, ¡
cuanto se sentaba frente a la computadora, las pala
bras en su cabeza dejaban de oírse. Entonces se que
daba en blanco, o en negro, como siestuvieraviendo
el interior de un cuarto a oscuras.
Esanoche de nuevo conversó con su amigo yan
qui muerto.
-~~-al, dijo la voz.
Ati no te fue tan mal como al que hallaron hoy,
22
dijo Luis.
Suamigo guardó silencioun segundo. Alfinal el
resultado eselmismo, atinó a decir.
Talvez, contestó Luis,y después de una pequeña
pausa le preguntó ~e sentía estar muerto.
Sientes sueño hambre al mismo tiempo, pero
no frío, dijo el amigo yanqui, luego le dijo que le
agradaba estar ahí, pasar el tiempo frente al televisor
o la ventana, si pudiera me iría a casa, pero me hip
notiza este lugar, la esquina con los libros y las pe
lículas porno detrás del peinador, agregó, pero esto
último Luisno lo escuchó porque ya sehabía vuelto
a dormir.
Al día siguiente, la nota sobre la muerte del mu
chacho decapitado, de nombre SamuelBenítez, abar
có unas cuantas líneas perdidas entre otras notas
rojas igual de descabelladas. Notas pequeñas como
salpicadurasde sangre.
rvlw
rv \N
( {l
~j ',,.,,.p
Elamigo yanqui de Luisse llamaba SamuelBenítezy 23
vivía en la colonia Altavista, en el número treinta
y siete de la calle Oro. Bien pudo haber vivido en el
Campestre. TeníaelQ~~e-~oara hacerlo, pero mante-
ner un perfil bajo era importante. No todos lo creían
, así. Susamigos, por ejemplo Rodolfo,
e l C h em y ,
cuan-
,..j _-------..__...__________.
' do comenzó a trabajar de puchador, de inmediato se
compró dos grandes esclavas y una cadena de die
ciocho quilates de oro blanco cada una. Al Chemy
no le gustaban las botas, pero se procuró un par de
todos modos. Luegolo levantaron, y a las dos sema
nas lo descubrieron en un lote baldío en las afueras
de la ciudad, con las manos atadas por detrás y sin
zapatos. ElChemy sehabía vuelto una cosa, comoun
mueble inservible con las patas rotas. Samueldejó es
capar una risitamientras veía la foto de suamigo en
el diario vespertino
E l P A :f .
Podríahaber traído un me
jor a u t o p e r o , -~om~siempre le decía_~_A.:leja11dra,u_
novia, para qué hacer ruido, mejor vivo que Lobo.
'LO;buenos tiempos habían pasado, pero regresarían, '-.:
y Samuelestaría ahí para vivirlos de nuevo.
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. ~ , . , . , . . , p ,
•1 L .>K
En un momento que le pareció extraño, cuando
Samuel casi daba por terminada la plática, Núñez
t J J : : : ;
dijo: Está cabrón.
Eso fue todo. Samuel se inclinó un poco sobre la
mesa para ver si decía algo más, pero no, este volvió
a ser el hombre de siempre, una pared, un bloque de
hielo. Selevantó y salió del bar. No sevolverían a ver.
, ~ _~, por primera vez en seis meses, pensó en
26 ~Luis Kuri2_ki.Qué habría pasado con él. A Samuel le
g11~1?._a_~~()&~r~eQ l~~l.P_<: ()~~~ ª·o se veían con
frecuencia, pero las tres o cuatro veces que coincidie
ron la fiesta fue soberbia. Luego dejó de llamarlo, y
por amigos seenteró de la sobredosis. Supinche rollo,
pensó. Pero unos meses después sintió el peso de la
ausencia de su amigo. ui:_clí~_s~-~~ercósu casa y vio
. « luz en la planta baja. ~11~.E:~er_~~~~no lacio cru-
'· -0 •
zó de lado a lado la ventana. Qué bien, se dijo, y pen
sando en regresar otro día subió al auto y fue a casa
de Alejandra por unos pases. Pero el tiempo siem
pre es poco para lo que uno quiere. Ese o tr o d ía r eg re -
so nunca sucedió, y ahora pensaba en Luis Kuriaki.
Marcó su número celular y la llamada no pasó.
En casa, antes de meterse un par de rayas, pensó
en su BigMac y se recostó en el sillón de la sala. A
los diez minutos se reincorporó, algo no estaba bien.
<·>·~-----.--~
Con la luz apagada miró la calle vacía. La oscuridad
parecía decirle en otro lenguaje algo que él no podía
captar. Un auto pasó con la radio a todo volumen. Se
cercioró de que ambas puertas, la del patio y la fron-
tal, estuvieran cerradas y se dio un baño con agua
muy caliente. Eran las once de la noche y chascó los
dientes, la Big Mac tendría que esperar un día más.
Por qué Núñez habría tenido que decir eso de está
cabrón. Yarevisaría el periódico a primera hora, ma
ñana por la mañana, tal vez ahí estuviera la respues
ta. Del clóset de su recámara, más por instinto que
otra cosa, sacó un bate de aluminio que compró en
.----------~-··---~---.--~----.-. • . . . . . •
El Paso y lo puso al pie de la cama.
A las tres de la madrugada escuchó 2: IU: l <i .9 · Al
abrir los ojos, decidido a levantarse, lo primero que
vio fue a un.e.o,sªPlJ.l;.l ~.9..oosteniendo una estopa.
Entonces fueron las sombras y los dolores agudos en
el estómago, una punzada en el oído, más sombras,
y mucho cansancio y sed, alguien encendió el radio,
sonaba una canción de Javier Solís, luego llegó una
humedad tibia y preguntas y risas y Javier Solís can
taba Sombras nada más , y él gritaba o creía gritar.
Entonces, cuando el dolor y la música y las punzadas
pasaron, decidió visitar a Luis Kuriaki.
27
- ·
- ·~~
1
, ., ..,ve.., ..·~.
J~ .
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\ C \ : ; { -
M t/l c
V < M ~
.
8
En
1937,
los hermanos McDonald, Maurice y Rick, en
. . . . . . . _ . .. ,
. . • . .
~~··· ' ' ·· -·--~---·-. . . . . . . ~
Pasadena, Californi~_.ª1;;>renu primer restaurante de
hamburguesas. Enc 2.z;.?lovenden a RayKroc, su so
cio. Aparte de no coincidir del todo con las ideas de
Kroc, decidieron disfrutar tranquilamente de su vida.
Esemismo año nace Ofelia Pastrana, la futura madre
deMargarita Ortiz Pa~~;-éí'.i elPuerto d~;.~z.
El 14de mayo, en Alabama, e_ _~l _Kluxlan incendia
un autobús de los llamados Freedom Riders, y los acti
vistas que luchaban contra la segregación de los au
tobuses públicos son secuestrados y apaleados. En el
lugar del rescate se encontraron varias bolsas de pa
pel estraza con el distintivo de las hamburguesas de
los arcos dorados. La fotografía de Rita Wolf, una
· · - . -- . . .. . . - - - · - - - - ~ _ _ , - . . . . . _ _ _ _ _ . . . .
_
de las víctimas, apareció en un diario de Mississippi
que le dio la vuelta a Estados Unidos. En primer pla
no seencuentra ella de espaldas y en segundo plano
aparecen las bolsas de papel con los arcos impresos.
Poco después comenzaría una de las más inusua
les historias de homicidios en el norte de Estados Uni
dos. El asesino, después de alimentar a sus víctimas
(\<:.r: > ,,
.~c.r:•..J~
1 \
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con hamburguesas, las golpeaba hasta la muerte con
un bate color amarillo que él mismo pintó. Cometió
seis asesinatos antes de que dieran con él.
Maurice McDonald, el hermano menor, siempre
estuvo al tanto de tal atrocidad. Lapolicía no comen
tó el hallazgo de las hamburguesas. Sin embargo, un
- 7 joven reportero del
Chicago Tribune,
Louis Connor,
secomunicó con McDonald para pedir su opinión al
respecto. No lo puedo creer, fueron las primeras pa
labras de Maurice. Y a sus casi sesenta años de edad,
decide viajar a Cl Si 82para entender lo que está su
cediendo. Su hermano le pide que no lo haga, pero
él niega con la cabeza y se marcha. Insta al joven
reportero a no publicar nada sobre las bolsas de ham
burguesas y los cadáveres, que espere un poco más.
Lo cual, simpatizando con el viejo, hace.
Maurice McDonald obtiene acceso a los archivos
de la policía, los mira, los estudia, y una noche llama
a su hermano mayor y le dice que está destrozado por
los acontecimientos, que no puede más y que al final
no sabe lo que está haciendo en aquella ciudad tan
hostil y diferente a Pasadena. Christ , dice su herma
no en algún momento y le pide que regrese, que si
siente ese dolor tan profundo como lo está sintiendo,
es hora de empacar y volver. Al final, no eres más
que un simple empresario en este mundo, deja a los
expertos hacer su trabajo. Está bien, está bien, con
testa Maurice, y cuelga y se queda mirando desde la
ventana de su cuarto de hotel el lago inmenso, los
L Q _ , C .
h .
;- -
29 ~---
~,
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\
~
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30
veleros adormilados en el muelle, el oleaje casi im
perceptible. Tiene pesadillas, sueña que él mismo es
una hamburguesa enorme siendo devorada por el
tiempo, el asesino serial por excelencia. Y también
piensa que la ira está entre esosdos panes y sabe que
~
es ridículo, pero nada lo puede hacer sentir peor.
Al día siguiente, sale a caminar por las calles de
Chicago.En un parque sesienta a contemplar losvie
jos edificios con fachada en ladrillo rojo y los cami
nos empedrados que llevan al mercado._yna joven se
acercay lepregunta lahora. Tomaasiento a su lado, y
sin más le platica sobre sus tíos y sobrinos que están
por llegar. Irán a comer hamburguesas a un restau
rante viejo cerca de ahí. En el muelle, dice y apunta
con una de sus manos hacia la derecha, como si eso
fuera suficiente para dar a conocer la ubicación del
lugar.Maurice sonríe. Lamujer esdemasiado joven y
cualquier comentario elocuente sobre sus bellos ojos
podría ser interpretado como una torpeza de viejo
rabo verde. Quiere pedirle que lo invite, abre la bo
ca y de inmediato la cierra. No es necesario nada de
eso. Cinco minutos después la ve marcharse y sabe
que nunca conocerá ese lugar de hamburguesas.
. _ _
levendió el alma al diablo, de eso no hay duda, y pa-
~~..-~-,------.---·
ra poder vivir consigo mismo, y de alguna manera
perdonarse y ser perdonado por lo que ha hecho con
su consorcio de restaurantes, decide continuar ayu
dando al joven Louisen lo que pueda. Lo acompaña
a todos lados como un
sid ekick,
va a las juntas del
n
,J \
l , , , ~ c , \ r l _ \
diario, revisa los archivos, paga los honorarios a in
vestigadores independientes sin escatimar en costos,
se desvela y bebe café y come donas baratas de un
SevenElevencerca del hotel donde sehospeda.
Entonces, a principios del 72, el Asesino de los v .
, .-. . . . . . .,.,,_=··--- · -···- -~·· - -;·--
Arcos,como se le ha llamado secretamente, comete
· un error y Louis y Maurice llevan la información a
la policía. Cae por las_~~cii~itales que dejó en el
envoltorio deuna hamburguesa y que coinciden con 31
las huellas marcadas con cátsup en el marco de la
puerta donde terminó con la vida de la que sería su
última víctima, ClaireJohnson, estudiante de dere-
cho. Lashuellas pertenecen a Scott Campbell. Hom-
~ -'...---\
- - - . . _ , .
- - - - - - -
bre blanco de treinta y cinco años que se inspiró en
la paliza propinada a los
F r ee d om R i de rs
para cometer
sus crímenes.
Maurice se despide de Louis sintiéndose un poco
derrotado, pero de alguna manera sabeque esun hé-
roe. Losiente en los huesos. Subeal avión en el aero
puerto O'Hare y, desde el aire, al sobrevolar el lago,
reconoce el hotel donde se hospedó por más de tres
meses.RegresaaPasadenacon suhermano, quien no
se cansa de oír una y otra vez cómo fue capturado el
asesino. Campbell es condenado a la pena de muer
te. Suúltima cena consiste en una hamburguesa con
queso. Muere el 11 de diciembre de 1973.En esa fe
cha también agoniza Maurice McDonald de causas
naturales en su mansión. En Xalapa, esa noche, du
rante la primera posada que ofrece la Parroquia San
( \¡,
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José, Ofelia Pastrana, con diez años de edad, conoce
a Osear Ortiz, su futuro esposo.
~.-»·<>.-~
p¿,L,, M¡,-jit-,~
1
32
·
.
\
['~~c..c-~
Luis tocó el timbre de la casa y, mientras esperaba
que abrieran, miró elmoro sin hojas de laacera. Sem
brado en 1986,en marzo, las ramas sobrepasaban los
cableseléctricos. Su
~.I~
usualmente lomantenía a
buena altura, peÍ~ é _I.él~~-~~ ~~ t:
Su madre, mujer trigueña y de cabello castaño,
abrió la puerta y le pidió que entrara.
Cómo estás.
Bien.
Pasaron a lacocina y sesentaron a lamesa del pe
queño comedor, uno frente al otro. Lacocina estaba
limpia, un aroma a lavanda prevalecía en el ambien
te. En la mesa yacía un vaso con un poco de whisky.
~~1.' 2-~ __~ ~e, preguntó Luis, miró el
vaso y luego hacia la ventana.
Un año, dijo ella, y guardaron silencio.
Escierto lo~~ltigre, preguntó depronto lamujer.
Anoche soñéque rondaba por aquí. Eraun tigre muy
grande. No como el del circo aquel, recuerdas.
Se refería a un tigre de bengala visto cuando te
nía once años. Siempre lo recordaban porque había
33
~·.
- ~·-
~
4
S : .
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6
Luisvolvió a tomar asiento. No creo, dijo.
En los años que vivieron juntos nunca vio discutir
a sus padres, y aunque sabía que no podía tomárselo
de esa manera, cada vez que entraba en la casa respi
raba un aire de culpabilidad; pronto el sentimiento
se alejaba durante días o semanas para después regre
sar, un sentimiento incómodo, como si algo hubiera
muerto en aquel sitio y se estuviera pudriendo bajo
el aroma de lavanda.
Ella pasó la mano sobre la mesa varias veces, aca
riciando la superficie.
Una mano delgada, como la de Rebeca, pensó
Luis.
([' Ahora estoy en un club de lectura, dijo ella, des-
pués del gimnasio, me voy a casa de una amiga y pla
ticamos sobre novelas de detectives.
Eso es bueno, dijo Luis, y pensó en todas las mu
jeres divorciadas en gimnasios y clubes de lectura
en Ciudad
Iuárez ,
en Chihuahua, en México, en el
mundo.
)
~-)
f'ÍJ ~•-
La última que leímos es de Cormac McCarthy.
_._.,_,-~
Pero no hay detectives, trata de un asesino que mata
a todo mundo y un policía que trata de localizarlo,
?
aunque nunca da con él. Lo nombra fantasma. Eso
dice la novela.
Cómo se llama.
Por ahí está el libro, dijo ella.
Asípasa en lavida real, dijo Luispara de inmedia
to agregar, sabes a cuántos ha matado el tigre.
No quiero saberlo, contestó ella, y dio un sorbo a
su whisky. Teves más delgado.
Estoy igual.
Quieres que mande traer comida china, preguntó
ella, y selevantó para tomar el teléfono. Luegolo miró.
Habla con él.
No tengo nada que decirle.
Me preguntó por ti y le dije que estabas bien.
Pudo haberme llamado él mismo.
Se levantó y abrió el refrigerador, sacó una jarra
de agua de limón y se sirvió un vaso. Quería whisky
pero no iba a pedirle un trago a su mamá. Hablaré
con él, dijo por decir algo, pero entonces sintió que
pronto, en verdad, lo haría.
Estees el primer trago del día, pero será el último.
Ya no es como antes, dijo ella, y miró el vaso con
nostalgia.
Luis pensó ahora en todas las mujeres divorcia
das en clubes de lectura y al~ohólicasqiie-~i~;;;:·~~
'Juárez, ~~-Chfu~ahua; en.Méxi~~:·;~ el mundo.
Los primeros meses de la separación fueron los
peores. Cuando Luis regresaba de la oficina, fuera la
hora que fuera, a su madre la veía en el sillón indivi
dual de la sala con un vaso entre sus manos, recién
servido. Esa sí que era una bonita familia. Al cuarto
mes rentó un apartamento.
Lo entiendo, dijo, y le dio un traguito a la limo
nada. Yavendré a podar los árboles, agregó y la miró
a los ojos.
7
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Nolegustaba verla así. Sola,en medio de la coci
na ordenada, sin ningún vasoni plato fuera de lugar,
donde un piso tan limpio daba desconfianza. Como
sinadievivieraen aquel sitio.Suspadreslograron una
p~g~ lª-.fu.tl.lJD. i..< ~iliaqp~ ~a y ahora,
después de largas jornadas de desvelos y pequeñas
frustraciones, cuando ya el dinero estaba asegurado,
las frustraciones y losdesvelosseguían. Vayaasunto.
/:'§t f Ef -l _ ight
comenzó a sonar, la can
ción que más le gustaba del disco.
Vendré pronto, repitió, y se tomó el resto de la
limonada.
Loprimero que hizo el agente Pastrana, después de
39
recolectar y entregar la cabeza del
yonquí,
fue infor-
marse sobre.guién era es~-~alLuis_~,l; i~ki.No fÜ(t
Jüf
difícil. En el departamento de ~lii_~()Sle pidió a
FabiolaSandoval que le pasara lo existente sobre el
-~ódista.u~ archivo con alrededor de trescientas
páginas.Alasdos dela mañana regresóa casa.Envez
de dormir, preparó café y se quedó mirando las lu-
cesde la ciudad desde el segundo piso. Noquería ce-
rrar los ojos y soñar con su prima desaparecida.
Cuántos años llevababuscándola. Sacudióla cabeza.
Hacía seisaños que había llegado a [uárez y lo re
• ' ferente a su prima Margarita no avanzaba. Hizo lo
(.... que sabíahacer mejor.Interrogó a ConsueloSánchez
y a los compañeros de trabajo. visttó~l;:~-;;~;;;ñte
de comida china del ticket de compra quesuaiiiígo
EdgarLu~ descubrió en el cubo de labasura. Habló
con el dueño~ong. Hizomásquehablar con
el chino, laverdad, un inmigrante que apenasbalbu
ceaba español y cocinaba muy bien, pero después de
la ligera... cómo sepodría adjetivar aquella entrevis-
01
1 0 r
J
y
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\ ri'J-1..~
ta que tuvo con él, supo que las cosas seiban a poner
complicadas.
BenitoWong sabíaquién eraMargarita, recordaba
la última vez que vio a lamuchacha, los platillos que
había comprado, pero nada más. El agente Pastrana
secolocóloslentes negros, giró la cabezay con expre
sión de hielo le dijo que regresaría.Luego,con ayuda
del agenteÁlvaroLuna Cian, uno de sus compañeros
~
en la estación cuarenta y ocho donde trabajaba, puso
vigilancia en el restaurante chino un total de dos se
manas. De los más de cien comensales distintos que
entraron y salieron en aquel periodo hizo una lista
y fue investigando a cada uno de ellos, sin ninguna
suerte.
Chingao, dijo el agente Pastrana, y a lo lejos escu
chó el sonido de ~de ~etralleta atravesan
do el aire oscuro. No se inmutó. Hizo a un lado la
taza de café. Sacóel celular y marcó un número.
, Yavienes, preguntó ~Er del otro lado del
teléfono.
;\ ¡ -
*
40
Estanoche no puedo.
Nopuedes, dijo ella, y esperó a que el agente con
testara. Estábien, agregó finalmente, y la comunica
ción secortó.
El agente se quedó con el teléfono en la mano.
Una nueva ráfaga de balazos en la distancia dio la
pauta para que bebiera de su cafénegro y cargado.
Durante los seisaños había visto cosasmuy raras
en esta ciudad. Sien el Sotavento estaban los brujos,
IJ....1-tL
por estas tierras lo que menos necesitaba la gente era
magia. f\.g~f_~()-h~B-~C:<;>_~~~-~~i~-~~Hl eataban.
Los duendes y todas esasmamadas que su abuela al
guna vez pudo ver eran cosas de niños, comparadas
con las cabezasde cochino sobre los cuerpos y las ni
ñas enterradas en tambos de cemento y los cuerpos
destrozados en los lotes baldíos. Pensó en Margarita
y se quedó inmóvil, como un robot sosteniendo su
café.
¡
41
\ 1 í l
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.;.•r¡t?
A~, ,~~~; ;_
~
El jefe de información miró una de las fotografías
que tenía sobre el escritorio y ladeó la cabeza, el
cuerpo en ella mostraba sangre reseca alrededor de
la boca. Al lado de Luis se hallaba Adrián Morena,
~
uno de los fotógrafos. Desde el asesinato de Mike, un
. r viejo compañero, Morena se había vuelt;;~raí
do que antes. Luis lo había sorprendido un par de
veces mirando la pared del estacionamiento tras el
volante de su viejo Chevy, perdido en quién sabe qué
ideas.
Tal vez sean zombís, dijo de pronto el jefe de in
formación.
Cómo, preguntó Luis.
Le diré a Rossana que te ayude con la nota .. : c E _
e
~'l2.~-~ ;~ta la ira en la_gente, dijo el jefe.
Eso es una película, dijo Luis.
42
Digamos que comenzó en Corea.
Entonces es un libro, estaremos plagiando otro
libro.
Es como una influenza. Después de la mordida,
el corazón de la víctima deja de latir y surge una ur-
é,c,\
) \ . . . a .. . ~ z - > i J
gencia terrible de comer. A fin de cuentas, todos losl
zombis son iguales. Libro o película, terminan ha-
ciendo lo mismo.
, . . J
Hay unos más pinche veloces que otros, intervino
Morena.
Quién más podría hacer esto, dijo el jefe de infor
mación, y sacó una bolsa de plástico transparente de
uno de los cajones del escritorio.
Entiendo, dijo Luis, y sintió la necesidad de salir
con urgencia de ahí.
Elaroma del guiso de los burritos llenó la oficina.
Luis Kuriaki miró a Morena que se rascaba la cabe
za mientras buscaba algo al parecer diminuto en su
pantalón. Era un hombre alto y llevaba muy corto el
cabello. Las dos palabri.l~.J:> ~~J .~1- i.5-.de.M.9 .~n~ ªn
pinche y
m a m a r : ·
A . -Lüis le gustaba trabajar ~on ét.
Después-cteCttuno, si había tiempo antes de volver a
casa, se iban a tomar unas ~r:y~~(lSal_J5~12tl cl<y_Q_.al
Yankees, en el Centro.
De pronto se imaginó a una horda de zombis ve
loces tras ellos y a Morena gritando algo como pin
che Luis, no mames, pinche Luis, y ante tal imagen
ahogó una risilla.
Le diré a Rossana que te ayude, repitió el jefe de
------,·--,-~---
•.
. . . . . - . . . . • . • _ . • - - - - - - · - . _ . _ .
información mirando las fotos del cuerpo mutilado,
luego preguntó qué sabía la policía de esto.
Pinche nada, se apresuró a contestar Morena.
Es lo de siempre, completó Luis, y se levantó de
la silla.
J C
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,,
Y si el virus viniera de alguna base militar, pre
guntó el jefe de información, y le pasó dos fotos que
Luis no reconoció como suyas.
Yéstas, preguntó Luis.
Un solo balazo limpio en la celJeza, dijo el jefe, y
..
~~·.,--------
- · - - - - - - -
.•. . . - - - - - - , ..
_
..
, - - ~ - - - · ·
. . . .
- .
·- ·
-· -
. . . . . . , , , .
preguntó, un zombi puede hacer esto.
No mames, espetó Morena.
Luis adivinó el trayecto de la bala. Entró por la
mejilla izquierda para salir por la parte posterior del
cráneo.
Entonces tú tomaste las fotos, le preguntó a Mo
rena.
Pinche Luis, contestó este, afirmando con la ca
beza.
Teencargas, le pidió el jefe.
De regreso a casa, conduciendo por una calle con
gestionada, Luispensó que podría escribir la historia
de los zombis para su jefe sin ayuda de Rossana. Pe
ro algo no fluía. Se podía imaginar el encabezado,
pero cuando trataba de poner en orden sus ideas,
volvía a estar en ese cuarto a oscuras, donde las som
bras apenas daban forma a los objetos. Pensó en una
cerveza y su mente divagó hasta el seis de Tecate que
su padre dejó cuando abandonó á~~·hermana y a ~
madre. Siempre que trataba de escribir, su mente se
iba a ese rincón y la misma película se proyectaba. El
seis de Tecate duró quince días en la rejilla del fon
do del refrigerador. Por unos días lo ignoró, sóloverlo
le producía náuseas. Por qué no se las había llevado.
Con el tiempo, el rencor se transformó en indiferen
cia. Luego,una noche, después de volver de la oficina
mientras su madre escuchaba a Sinatra y bebía un
vasito de whisky, decidió beberse una. Abrió el refri
gerador, tomó la botella más cercana y lentamente la
ingirió, escuchando los grillos y oteando los pocos
autos que atravesaban la calle y la luz encendida del
zaguán de Doña Carmen.
Cuando el auto apenas avanzaba unos metros,
pensó en la terrible enfermedad de volverse un zom-
.bi. Sucorazón ya se había detenido en dos ocasiones
y tal vez eso lo convertía en uno. Tal vez su padre
era un zombi. Tal vez su madre lo era. Tal vez Doña
Carmen los había contagiado. ~~- .~.9.
Üiil lQ.J2JJ2:
f~¡teiiQdJsm9. La claridad de . osJlesJ.1ossQ 2re
Q . d o . Quizá no era que lo prefería, acaso era lo único
que podía escribir.
Todavía recordaba la nota en aquel viejo periódi
co que lo cambió para siempre:
5
--·--·\
MATA A SUS HIJOS PARASALVARALMUNDO __}
0 0 . (
Según la nota, una mujer llamada Nancy White,
lo recordaba bien, había ahogado ª sus·ti-~ iiWüsen
la lavadora (una niña de siete años, un niño de tres y
un bebé de apenas once meses)QQi:..éJrdenese Dios,
~ - . - .. - -------~-~----
para salvar a la Tierra de terremotos descomunales
y lava cuantiosa. Luis había estudiado con deteni
miento la fotografía del periódico mientras el sol des-
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- -
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Yucatány, tal como lo predijo su bisabuela, una an
ciana deochenta y nueve años, todo a supaso quedó
destrozado. La tarde del seis, Julio Pastrana niño se
encontraba en el área de los astilleroscontemplando
los grandes barcos. Bajoun cielo negro, en la distan
cia, vio a su padre discutir con un hombre muy alto
y entre los empujones, uno tras otro, vio a aquél caer
en la acera.Julio Pastrana comenzó a caminar hacia
él, luegotrotó, al final corrió, sólosentía la lluvia con
tra su cara. Pero el recuerdo hasta ahí llegaba.
Al día siguiente amaneció en su cama con un
vendaje en la cabeza. O se había caído o lo habían
golpeado.Nunca lo supo.Con eltiempo hizo suspro
pias conjeturas que igual cambiaban drásticamente.
Elhuracán Beluah tocó tierra en Matamoros y aun
que apenas si había rozado el puerto de Veracruz, su
bisabuela no se equivocó sobre el poder devastador
de la naturaleza.
Julio Pastrana se fue a vivir~alapa con una tía a
finalesde septiembre. Lu¡go,aJs~veinte años, segra
~e Eºl s a. En sueños aparecía aquel enorme tipo
que learrebató a supadre con un cuchillo. Luegouna
tormenta se llevaba al hombre y, por un momento,
Julio Pastrana sesentía aliviado, hasta que el agua era
tanta que comenzaba a cubrirle los pies para llegara
las rodillas y cintura, y cuando el agua subía hasta el
cuellodespertaba. Loterrible era abrir losojos empa
padoen supropiaorina, lleno demiedo, pero eso casi
nunca le sucedió.
e\ \ e 1 /Y';,. .__~\vc.v
Como po_ cíaera un_ho ).bretemerario. Los la
dronzuelos por un tiempo lo Ilamarone]
T~ J.l~ : ?. :
Elmote se leocurrió a EstebanAzueta,un pobre dia- ••
blo que vivía en la cir~i'í~ci:i. de Xalapa, rumbo
a Banderilla, y que cometía pequeños robos en los
barrios vecinos. Cierto día, sin mucho que hacer,
mientras caía un aguacero tremendo, puso la pelí
cula del robot asesino en la videocasetera. Envez de
hacerle gracia el parecido entre el agente Pastrana y
el verdugo encarnado por Schwarzenegger,tragó sa
liva y muy serio se quedó en su lugar hasta que los
créditos rodaron en la pantalla. El parecido entre
Schwarzeneggery el agente Pastrana era poco, mien
tras el primero era muy alto, el segundo no pasaba
del metro setenta, sin contar el colorde la piel. Pero
el gesto, sin duda alguna, era el mismo. Ninguno de
los dos reía. Yninguno se tentaban el corazón para
nada. EstebanAzueta lo sabía en carne propia.
Unpar demesesatrás, a principios demayo, tuvo
lamala suertede toparse con el agente sobrela aveni
da Xalapa, elm~~~.?.E~.' .C.ª~S<e..~yn bplsom;gro
cuando una patrulla lo detuvo. Pastrana se apeó y
con la macana señaló la bolsa. EstebanAzueta son
rió y le dijo que no traía nada. El agente Pastrana
abrió la puerta del pasajero del auto e hizo subir al
joven. Acasose había merecido~~el él,.&Ql..IDza.
~P~:.
n~_sacar algo de_a ca~-ro~':.~ª· Despuésde
la tunda sin escrúpulos lo llevó a la estación de poli
cía, de la cual salió a las pocas horas, pero de su casa
9
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50
no se pudo mover por un mes completo. La pierna
derecha lo podía constatar. Luego se enteró de que a
otro camarada lehabía roto lamandíbula. Aotro más
le había fracturado las piernas y a otro lo había ente
rrado vivo. Lo sabía por el amigo de un amigo. Pero
el mote de Terminator se le quedó al agente durante
un par de años, después de que Esteban Azueta vio la
película. Luego fue suficiente con su apellido. Si es
cuchabas que Pastrana estaba sobre tus talones, era
mejor dejar el negocio por un par de meses, hasta que
los rumores pasaran.
Margarita Ortiz Pastrana nació en 1975.Julio Pas
trañaf~~;;~rimeros en ver a la niña recién
~ida en el San Francisco, un hospital de monjas
situado sobre la avenida Cinco de mayo, a una cua
dra del mercado San José. Esa noche, el futuro agen
te sintió un gran alivio, como si se hubiera librado
de un peso enorme. Por dos semanas completas no
soñó con hombres gigantes ni huracanes. Se sentía
salvado. Hasta pensó en dejar la academia. Podría es
tudiar cualquier otra cosa si lo deseaba. Por primera
vez en mucho tiempo una mueca de alegría apareció
en su rostro. Apenas visible, pero suficiente para que
su tía la descubriera y comentara algo al respecto.
Julio Pastrana ~~asaj <~.J..<?.~J2ios,abrazó a la tía y
salió a la calle.
Pero aquel estado de felicidad no duró. A tres se
manas de haber nacido su prima Margarita, recibió la
llamada.-~ madre había muerto. Alparecer, víctima
cob
0
· ;1-
de un atraco. Primero pensó que era una broma.
Luego supo que su.ira era incontrolable. Le tembla
ban las manos. Cerró los ojos y vio a aquel gigan
te onírico riéndose de él. Se sintió mareado y tuvo
que tomar asiento. La única manera de acabar con
aquellas desgracias era seguir el camino ya escogido.
Y la verdad, seamos sinceros, se dijo, no quería que
fuera de otra manera. De inmediato tomó el auto
d:_s~ tí2J:'.:m~nejó al E.~t;.rto.Su antigua casa estaba 51
cerca de la calle Clavijero, en un callejón muy bien
iluminado. Alguien debió ver algo, se dijo. Pero su-
cedió que ni con la ayuda de sus amigos en la acade-
mia pudo dar con quien mató a su madre. Julio
Pastrana todélYÍél.~Lél-YllJl t;,;i<:pe tºPél él_~l S.ºnt i Lª
aq~~..l Q.,querían s.erenconnados . Por más ac
ciones que llevó a cabo y por más tiempo que pasó,
la muerte de su madr~-~dó_i~ne. Ahora soy
uñ--huérfano, -pensó al cruzar el umbral de la casa.
Chingao,masculló entre dientes.
f 1 , , . ?
c . .
rvr 25
Al cumplir veinticinco años, Margarita decidió irse a
vivir a CiudadJuárez. Alterminar de estudiar derecho
en la
u i ; h r ~ r s i d a c t
Veracruzana, de inmediato recibíó
lJ
V
una oferta laboral allá, en el norte, porque las cosas f \ J o
¡
de dinero eran más fáciles. Como desventajas se po- '~
dían contar la gran distancia entre aquella ciudad y
Xalapa, y el clima extremo, pero las cosas por Ciudad
juárez iban bien, así lo decían amigos que se
~º~
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~
(AM(l'\IA
.. J
\f;VV
,j J \
7 (A 2-1 \
]11.(,t( L
5
aventurado en busca de un mejor sitio donde vivir.
SE~miga -9?Esuelo Sánc ez fue quien la convenció.
Ella se había ido al norte dos años atrás al terminar la
carrera, y no paraba de decirle a Margarita que ambas
se la pasarían genial. Yatenía auto y pronto compra
ría una casa. Margarita no era ninguna ingenua, así
que para confirmar lo que su amiga le decía,, ~ visit<)__
en vacaciones de Semana Santa.
_,---
El viaje resultó 1 :1:.~.' IJ.JOrQl _Sa.odo lo que le
decían era cierto. Tanto lo bueno como lo malo. Así
que a su regreso les dijo a sus padres y a su primo que
se iría a vivir a Ciudad Juárez. Julio Pastrana la abra
zó y le pidió que se cuidara mucho. Para el agente,
Margarita e~rima, era su hermana me
nor, y en ocasiones la consideraba su hija. La ayudó
a estudiar, y siempre le dio buenos consejos. Una
vez, cuando la muchacha tenía dieciocho, un borra
chín atinó a tocarla mientras ella caminaba rumbo
a la escuela. De inmediato llamó a su primo y este
dio con el tipo. Los padres de Margarita nunca su
pieron nada de aquella ocasión ni del fin del pobre
ingenuo.
Lamuchacha, en menos de un mes, consiguió tra
bajo en eldepartamento de recursos humanos en una
·
~.9_uiladora de autopartes que trabajaba par~~GM.El
sueldo era bueno, le decía a su mamá por teléfono
cada fin de semana que le llamaba. A los seis meses
se hizo de su primer auto. Losdetalles del trabajo y la
ciudad eran pocos, pero no le importaban a la madre.
~ \ _ _ ~ ¡ . :> V \< . , ( . ) _ ,
C..'~v- '' '- 1
Todo iba bien, hasta que el 6 de julio de 2003 las lla-
. . . . . . . _ _
.• .-~~.~~ . ._ . _ . _._
ruadas de Margarita cesaron. A la mamá le extrañó,
pero no le dio demasiada importancia; estará con su
amiga Consuelo en alguna fiesta, pensó. Ellunes por
la noche fue la primera vez que soñó con su hija na
dando en una inmensa alberca. Luegole dijo asuma
rido que algo andaba mal. Dos noches después volvió
a soñar con su hija nadando con desesperación en
una alberca que parecía no tener orillas. Aparte, el
agua era oscura y no se divisaba el fondo. Se preocu
pó en serio y le comentó a su sobrino lo que sucedía.
El agente le dijo que no se preocupara por Margari
ta, sin embargo, para estar más tranquilos, le llamaría
a un amigo que tenía allá en el norte, para que fue
ra a ver qué sucedía con su prima.
_ . . . · ; v El amigo, un... ~ente d:_t;:_ánsito,al día siguiente
le llamó y le contó .$1Ue~ casa :stab~a. Tal pare- ¡
cía que la muchacha se había esfumado junto con la \ /
mayoría de sus cosas. Los trastes seguían en su lugar. /
7
~
Había una taza de café a medias sobre la mesa y en el 1 : ]
fregadero un plato con restos de comida china. En
el refrigerador la caja de chop suey, y dentro del bote)
de basura el recibo de la compra. Nada más.
El agente Pastrana pensó lo peor. Se masajeó los
ojosy se sentó a lamesa. Chingao,dijo, y miró hacia la /l
calle. La lluvia comenzó a caer. ~~rcera
era
la lle.O; e , , _ ,
~rimero su padre, luego su madre y ahora su
e { , ' . )
prima. Elgigante estaría muy contento si seenteraba
L ; /
de la desaparición de Margarita, por supuesto. Pero
53
/
t-
y
- <
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ahora sería distinto. Ya no era ni un niño ni un jo
vencito.
Hizo los arreglos necesarios y pidió su transfe-
, r
renda a Ciudad Juárez. Su jefe, el teniente Marino
j
Qk. ~, lo miró con desconfianza cuando se pre
' f \.C.,osentóy le reveló lo que tenía que hacer. No jodas,
Pastrana, le dijo. Marino González miró los papeles
que tenía enfrente. Eraciertoque Pastrana era un ca-
54
brón y que sele pasabala mano con alguno que otro
maleante. Sindespegarla vista del archivo lepregun
tó si recordaba al gañán del Lencero.Salió hace un
mes del hospital, dijo Pastrana. Con
gañán,
su jefese
\r \
refería a Raúl Fría_s,un tipo que golpeó a su esposa
Q~
WI \
hasta el hartazgo. Ni siquiera era su jurisdicción,
J
pero al enterarse del incidente Pastrana arregló todo
para ser él quien fuera por aquel tipejo. Lo man
dó al hospital con las costillas rotas. No sabía por
qué Marino González le preguntaba por él, pero in
tuía que quería que sequedara en Xalapay no que se
~ fuera a.aguel norte polvoso del que se comenzaba a
hablar pestes. Veréqué puedo hacer, a quién puedo
• . . . .
- - - - - - - -
llamar, dijo Marino González, lo que significaba no
hay problema, ya está arreglado. AJulio Pastrana se
le relajaron los músculos del rostro. Selevantó, salu
dó a su futuro ex jefe y se despidió. Esa noche vol
vió a soñar con el gigante y su sonrisa muy amplia.
Como siempre,despertó y miró el reloj. Eran las dos
de lamañana.
~~ l
J\f e \;,\,~,,.-~
• •
A tra vé s d e lo s v en ta na le s d e la c a rillJ Lav eo la s lu c es d e lo s
_ _ . . , _ .. . _ . . . . - . . . . - .•--
a uto s lam er la s h ela da s p ar ed es d e c a sa s
y
negoc i o s s ob r e
la a ven ida L inc o ln. L os auto s se dirigen hac ia el n orte,
afP uente Intern ac io nal qu e te lleva a E l P aso , T exas. A l
su r q ue da n la s g ra nd io sa s d un as, el a ma rillo q ue se m ue
ve , q ue en in viern o e s m ás a mp lio
y
parece invadirnos .
C ada m añana, las arenas am anec en en lo s traspa
tio s , e n lo s ja rd in es, e n lo s ta pe te s
y
so b re la s c asa s d e lo s
p er ro s . U n d ía , e l p a vim en to
y
la s b a nq ueta s vo lv erá n a
ser am arillas, se im po ndrá de nuevo el po lvo que y a re
c la ma su e sp ac io ,
y
la s p oc as p alm era s q ue e xisten en la
c iuda d serán parte del esc en ario q ue a lgun a vez d ic tó el
ma r, p o rqu e C iudad
f
u_~ .ez : ._ó E JLnueuau;_acf.o. , ,
R eg re so ,m e d ic ( }fe b él: g c ua nd o s e le va nta a l b a ño . S u
figura t amb i én b r il l( te ñÍ o s v en tanal es .
D esde mi mesa veo do s palm eras: una se impo ne al
a ire, b ata lla c o ntra él
y
se sac ude, o tra es de neón
y
se
m an tien e fija , n o d esa fía n ad a, su fu nc ió n es ilu min ar
y
a nu nc ia r u n re sta ur an te d e mar is co s .
Reb ec a se to pa c on un amigo en la b arra . E l tipo c a
n os; le d ic e a lg o y c uando ella so nrle,éi~ bre c o lo ca su
55
e:
1
- •
( :
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--<
. ;:;,,, . . .-
¿
~
~ :
7
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c u e J r
<,
~
m ano so b re el p erfu ma do ho m b ro d e R eb ec a. E lla , m e ha
d ic ho , tien e la b o c a y lo s o jo s d e s u m adre, u no s o jo s c o lo r
m iel, u na b o c a de la bio s g rueso s. T ien e el c ab ello lac io ,
c o mo sus herm ano s y su padre.
Ha c e d o s d ía s m e a vis ar o n d e u n n ue VQ .E J f.r pom e di o
esc ondido frente a la nueva plaza c om erc ial en la ave
n id a L as T o rres. U n so lo b alazo en la c ab eza. D esn ud o.
- - · · - - - - . _ _ - . ~
56
La ro pa a un lado . E l agente Pastrana m e rec ib ió en la
esc ena del c rim en, pero no c om entó nada. Q ué c alib re,
le p reg un té , y c o m o re sp ue sta el a gen te a tin ó a e sc up ir a l
suelo . A yer P astrana m e envió un m ensaje a m i c elu lar.
_ _ _ . . . . ..- - . . . , , , , . ,
.~-- -
-- . . . .
--~---
E ra d e M aza tlá n, d ec ía .
- - y ¡;~ ¡;¡~ -~ ~;as que suc eden y no so tro s aquí, en una
c antina do nde la m uerte no s so rprende a c ada m om en
to , no s envuelve c om o una manta de nieb la espesa y
pastosa.
A lg un a v ez e stu ve e n M a za tlá n. E ra in vie rn o y la n ie
b la llenab a las c alles. Salí a c am inar po r la play a. La
b ru ma a b so rb ía el so n id o y lo s c o lo re sd e la s c o sa s. E l g o l
p eteo d el a gua so b re la aren a y so b re sím ism a era o pa co .
F re nte a m í, d esp ué s d e u no s m in uto s, a pa re ció u na n iñ a
de no m ás de c inc o año s y su jo ven m adre.
Qu is ie ra e sta r e ntr e la n ie b la , o í d ec ir a la p eq ue ña .
P ero e sta mo s e ntre e lla , le d ijo la m ad re .
N o es c ierto , está a llá , enfren te, refu tó la c hiq uilla y
c o r rió p ar a to c a rla , p e ro s ólo v i c óm o lo b l an c o la e ng ullí a
en u n se gu nd o .
E lla pensaría , c om o alguna vez lo pensé y o, que la
nieb la se divid ía a c ad a p aso qu e da ba . L as pa lm era s de
f
lo s h oteles en M aza tlán en m edio d e la neb lin a se m an te
n ía n c omp le tam en te q uie ta s.
V ivir en C iu dad Iuárez es c omo vivir en una play a
.. - ~ - - - - - - - - - - - - - - - ~ - - - - - · - - · - - - - ~ - ~ -
seca .
. .
~
57
\
\
\
- ~ \ e/
~L.~
~J:¡-0 \
CQ_ ' ' -
..::; n ,
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~~
58
RebecaAlcalá Ortiz es vecina de Luis Kuriaki y tiene
cuarenta años de edad. Es alta, delgada y fue sobre-
- - ~ ~ ~ - - - , - - - - - - - - - - . . . .
cargo de varias aerolíneas importantes. Nació en El
Paso, Texas, meses después del asesinato de la actriz
~·-·- ~·--····-·- ·> ·-··· ·------
ShE<:n Tate <_ ~jlia Mansop.
En
1969,
la pareja. Alcalá Ortiz, que ha vivido
desde hace años sóbr~-1;;;;~, en la ciudad de
\ ¡ \
IJ
i
~ Madrid, en una vieja casona que con los años se con
vertirá en un hostal llamado Cantábrico, decide irse
a vivir a América. La represión franquista, tal como
lo ve la pareja, no tendrá fin. Junto con sus dos hijos,
estudian la manera de salir de España. A finales de
mayo logran, por los amigos de los amigos, y gracias
a una historia que incluye parientes enfermos, lle
gar a México. El plan es viajar al norte del país y de
ahí cruzar la frontera. LaFamilia Alcalá Ortiz llega a
México a finales de abril, y a Ciudad Juárez en mayo.
El calor en la ciudad es terrible, las calles son ape-
--------··
nas el esbozo de una ciudad que crecerá sin mfra-
--·-··------·--·-·-----------------------
---::::-::--
mientos. Logran cruzar la frontera. EnElPaso no hay
ucho trabajo, al menos no como lo imaginaba la
\ \<..~{(, -.
familia. Su objetivo es Nueva York, pero la idea co
mienza a menguar junto con sus ahorros. Rentan un
lugar pequeñito, en el centro. Desde la angosta ven
tana del baño se aprecia muy bien la terrosa Ciudad
Juárez. Esemismo año, a principios de agosto, la pa
reja queda embarazada. Será Rebeca la única hija.
El 9 de agosto, la familia Manson asesina a la actriz
Sharon Tate. La futura madre tiene constantes pesa
dillas. S~~.9_ 1 ___~ i -1Y_ªmay()r, sie11<Jgerseguí
da~.lªJ.ami]ia Ma~on. Los días de pesadilla se
vuelven semanas. Rebeca nace siete meses después.
59
•.5\-ivv-
Sharon Tateno era la gran actriz, quizá sumejor papel
~
fue el de esposa del director de cine Roman Polanski.
----
_
Ella lo supo y lo pudo entender. Una chica del sur,
como miles que sueñan con ser actrices. Un lugar co
mún. Levantarse temprano. Hacer dietas. Caminar
en tacones como si fuera un faquir, evidenciar cómo
su cuerpo iba cambiando; los senos, las nalgas, el ve
llo y todo eso, lo sabía. Ni siquiera su querido Roman
se sintió atraído por ella aquel verano de
1977,
cuan
do se conocieron. Pero esa E_:_~~C:-~.l_a.e ~-~~p~~<_?Se
cambió la vida.
Ahora Sharon estaba atada a una silla y un grupo
de drogadictos e ignorantes la mataría. Eso era la vi
da real y eso tenía que suceder. Lloraba, y .5-1: .~~-IL
Atk~e apenas veintiún años de edad, le hablaba
..-;loído, le decía que serían famosas, que dejarían un
i:::>\l._, J . i
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gran legado, el mundo no cesaría de hablar de Sharon
Tate. También le dijo, en algún momento, ahogan
do su propio llanto, que su propia vida sería terrible,
confinada a un cáncer que la iría desmembrando len
tamente. Así lo había soñado. Así sería escrito. Susan
y Sharon unidas para siempre, dijo, y agregó que no
la tenían fácil, entonces Sharon cerró los ojos.
6
Lamadre deRebecasigue el caso completo de la Fami
lia Manson, algo la llama, algo la hace recortar las
notas de los periódicos y comprar los libros y las pe
lículas donde aparece la actriz. Al principio cree que
haciendo esto las pesadillas acabarán, pero con el
paso de los meses ya no está segura. Cuando cumple
doce años y su madre trabaja en su máquina de coser
en el cuarto contiguo, R~ma
~ll>J. Ql5..~oto~}:1:.~l1.los de aquella mu
jer hasta entonces desconocida para ella. Rebecano lo
entiende. Le gusta mirar las fotos cuando su madre
no está presente. Comienza a leer la vida de Sharon
Y.~.~-~º~9r-~~,.lª.~R--~-.s11.._~triz
~I;ilio~~do ... mejor dicho, pasado gené
ticamente. Ese mismo año,
1981,
la convicta Susan
Atkins contrae matrimonio con un loco que se dice
millonario. Por qué debió morir Sharon de esa ma
nera. Por un tiempo Rebeca sueña con ser actriz, pe
ro de inmediato desecha la idea. Lo que se promete
a los dieciséis años, la misma edad que tenía Sharon
Tate cuando ganó su primer concurso de belleza,
es ir a Dallas, a la tierra natal de la actriz, y escribir
- ....---
un poema en su honor. No sabe cómo se escriben los
poemas:péroTrátar'á. Convencerá a sus padres de que
la lleven; si no funciona, le dirá a uno de sus herma
nos. A Roberto, por ejemplo. Así Rebeca comienza a
pensar en el viaje.
Luego sucede algo: su mejor amiga, Amy, es ul- •4/
~jada. l _ntiJ20del ejé~che 7ie fiesta, l~..
61
forzó a tener relaciones. Pero fue más que eso. En el
cuerpo no hay ninguna marca visible. Sin embargo,
Amy ya no es la misma. Rebeca la visita por las no-
ches, y un día la chica le cuenta cómo sucedió. Le da
coraje y vergüenza. Cuando voy al baño, veo sangre,
le dice, y llora. Sus padres no quieren que denuncie
al soldado, un joven bien parecido de apellido Smith.
Rebeca no opina. Sólo es testigo del deterioro de su
amiga con el paso de los días. Pero no hacer algo no
significa que no piense constantemente en eso. Y si
hubiera sido ella, cómo habría reaccionado. Un año
después, ~-L1 t.:E.~~.:l1i~},~~_:~~·ntonces Rebeca sí
que percibe las marcas físicas de la violación en las
muñecas de su amiga, líneas gruesas, oscuras y abul-
tadas que el doctor trató de disimular con una bue-
na cirugía. 1,my ?~iªElgpso para irse a vivir a San
Francisco, California.
Rebeca, al cumplir los veinte, visita Dallas y re
-
uelve que su viaje ha sido un fracaso, porque lo que
fue de Sharon Tateen esa ciudai:fSeV'ereducido a una
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o
vieja casa donde nadie la recuerda. Reconoce que
el viaje debió comenzar en Los Ángeles. Esa noche,
esperando el avión de regreso a El Paso, sabe lo que
tiene que hacer, es una epifanía, se dice.
La vida es muchas cosas, entre ellas, es volverse
sobreca fil?.de American Airlines. Lasituación esbue-
-·-~·
na. Consigue viajar por el mundo, conocer lugares.
Desde el aire ve la patria de sus padres. Pero le aterra
62 poner un pie en ella y lo evita a toda costa. Franco
ha muerto, pero teme quedarse pegada a esa tierra.
En París se enamora de Alphonse Colville. Un jovep
, _ . . . - ~ - - - · · · · - · · . , · - · · · · - - - - ~ - ~ - - - - -
. ..._. --...~- -
reportero, hijo de profesores universitarios. Tresaños
VIVeCOñél. Tiene un intento de embarazo pero des
graciadamente el producto no se afianza. Eldoctor le
receta hormonas. Necesitamos que el bebé se arrai
gue, le dice el doctor, y cuando menciona la palabra
-{ arraigar aprieta el puño izquierdo a la altura de los
( ojos de Rebeca. Siguen las revisiones y las hormonas.
--~ Al final del segundo mes, el doctor dice basta. El co
~~
-~~
d _ . .. ..
razón del producto no seterminó de formar, lo siento
mucho, le dice a Rebeca y el puño en alto se transfor
ma en una mano abierta. Rebeca odia todo aquello.
Ahora tiene que tomar pastillas para provocarse un
legrado. Está harta. Escomo una bomba lista para es
tallar. Alphonse lo entiende, pero no justifica tanto
grito y mal humor. Por las noches, mientras duerme,
habla dormida y murmura nombres y lugares que
Alphonse no conoce. En algún momento escucha la
.- ( palabra
Sharon,
en otros
Mesilla,
en otros
madre,
en
YJor
. e
otros violación, en otros México , en otros asesinato.
Las pastillas hacen su trabajo. Un domingo, mientras
Rebeca se prepara algo de comer, un dolor en el vien
tre la dobla, corre al baño y sucede. Está libre. Libre
de las cadenas de la vida en pareja y de los puños en
alto y lasmanos tendidas. Tiene que retomar su viejo
trabajo.
Rebeca habla con sus conocidos y, tras una bre
ve entrevista, retoma el vuelo, viaja a Cartagena y a
Londres. Viaja a ElCairo y a Japón. EnJ.22.1..seente
ra de que Kurt Cobain, fan de Charles Manson, ha
muerto. En 1995 comienza a escuchar sobre Ciudad
Juárez. Sobre loS'asesinatos de mujere Rebeca llama
a su madre. To~-bi~·~';;'quí, le ice. Yen verdad,
~12.El Pa~todo es ¡;;plpr Wi.wl.L1 . ID: §.1ª,Y~ola.
Pero Rebecade nuevo comienza a soñar con Sharon
Tate una y otra vez. Sueña que está a punto de salvar
la, y siempre es demasiado tarde. Siempre que irrum
pe en la casa elegante de la pareja Polanski, Sharon
está muerta. Su cuerpo sigue caliente, sus ojos están
húmedos. Pero es demasiado tarde. En otras ocasio
nes, Sharon se ha convertido en Amy, su vieja amiga
de la secundaria. Alprincipio se sorprende por haber
soñado con ella, pero con el paso de los días se da
cuenta de que su amiga siempre ha estado ahí, en
algún rincón oscuro de su cabeza.
Viaja por el mundo e intenta olvidar esas pesa
dillas que la aquejan. En cinco años prácticamente
recorre la Tierra. Conoce China y come escorpiones
63
~/ )
. . . . . . .
< :
/
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66
información. André ha muerto de cáncer. Lanoticia
----~
a hace pedir un vaso con agua. Losdetalles sobran.
Ella sobra en ese lugar. Sudedo índice toca su meji
lla y siente una lágrima que baja por ella. Una sola
lágrima. Usted conoció a mi primo; le pregunta un
hombre de cabello castaño. Legustaba la poesía, di
ce Rebecay suspira y se levanta. Algomás agregael
hombre de cabello castaño, pero Rebecano entiende
o no quiere detenerse a entender.
En un viaje relativamente corto, Roma-París, en
medio de una gran turbulencia, el capitán le da una
noticia que no puede asir.
A re you sure ,
pregunta. El
capitán es un viejo amigo que conoció en Nueva
York,y cuando entra en la cabina se percata de los
ojos enrojecidos. Es 11de septiembre. De inmedia-
~ ----~
to toma asiento y siente vértigo. Vesus manos, pero
sabeque elvértigo no tiene nada que ver con eso que
ha descubierto en ellas. Cuántos años han pasado.
Debp.yQlyera casa, piensa, pero aún le faltan cosas
- - - -
-~ -
por resolver.
Entonces el trabajo, hasta ese momento estable,
comienza a tambalearse. American Airlines se va a
pique, dicen que ha sucedido por el acto terrorista,
otros lo atribuyen a la mala economía del país. Hay
recorte de personal, hay huelgas que no ayudan en
nada. Rebecasemueve a otra aerolínea. Enuna oca
siónbusca a Alphonseen París,y cuando seencuen
tran lo desconoce.Tiene el cabello entrecano y lleva
lentes. Lascompañías aéreasvuelven a reestructurar-
t .
67
seyRobertoyJohn son los primeros en sentir la terri
ble separación. Más trabajo y menos oportunidades
de pasear por Copenhague o Manchester o Nápoles.
En2005 la S 1: acións. ~ ~~eca tieoe
u r
~- Perono quiere tocar ElPaso,
no todavía. Habla con su madre y le dice que ahora
estará más cerca.Eresuna buena hija, dice sumadre.
Elviaje de regreso es largo.Debe llegar a Madrid,
desafortunadamente no hayotra opción. Transborda
rá al día siguiente para seguir suvuelo a Londres,por
última vez,y de ahí a NuevaYorky deahí a Chicago
y al final aterrizará en Dallas. En Madrid piensa en
lo que tiene que hacer. Mientras toma el taxi del ae
ropuerto de Barajas al hostal llamado Cantábrico,
se vuelve a preguntar: Cuántos años han pasado. A
la mañana siguiente sale a recorrer los alrededores,
y de regreso se da cuenta de que no ha soñado con
Sharon Tate. Perono se siente feliz.
N o m or e n ice g irl,
dice Rebeca,y aguanta la respiración cuando tiene
enfrente el hotel.
En Dallas sigue su rutina de sobrecargo. Ahora
se dedica sólo a~~s, de Dallas va a
Chicago, o a Tempe,Arizona, para entonces retomar
elvuelo a LosÁngeles;en contadas ocasiones ha via
jado a Nueva Orleans o Washington D.C. Durante
ese tiempo está tentada a escribirlea CharlesManson
una carta larga llena de insultos, pero al final desiste.
A principios de 2007 conoce a Mark Smith, un 4
hombre que dice idolatrada. Viven j~TI.t~;-u~ar de
t>
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meses, y entonces las peleas comienzan. El tempe
ramento de Rebeca es fuerte. Un día sueña que le
clava
a
Mark un cuchillo en el ojo.
A
la mañana si
guiente, después de llorar todo el día, decide termi
nar con la relación. Mark se siente destruido, pero
para Rebecano hay marcha atrás.
En
2008
se entera por los periódicos y tabloides
que a SusanAtkins le han amputado una pierna. En
2009 la asesina muere y su última palabra es amén.
Diecisieteveces
sele
negó la libertad condicional.
Entre los objetos devueltos a sumarido están los dia
riosíntimos llenos de remordimiento yculpa yletras
de viejas canciones y dibujos de cuerpos humanos
sin piernas ni brazos.
El2de julio de 2010,su jefe,AndrewWhitehouse,
pide que sepresente en la oficina y Rebecapiensa lo
peor, pero sale bien librada. Ha logrado una 'buena
negociación para su retiro
voluntanío,
más de lo
.que
pensaba. Al salir de la oficina, ve
aun
grupo de jo
vencitas llenando formularios similares a los que ella
llenó tiempo atrás.
Eldía en que ,llegaa la casé _;qJJeabitará por un
buen tiem o en·CiudadJuárez, conocea LuisK-uriaki.
Lo
que es la vida, 1ée':l'.,uise recuerda enmuchas
maneras
a
Alphonse. Esun joven recién egresado de
la universidad y, se entera a los pocos días, es perio
dista.
Perfecto,
.s e
dice Rebeca.
\
c.\~
f
o
\ K
¡~l
...s.~v
Luis
Kuríaki
recibió la llamada~ el 12 de di-
ciembre.
Teva a interesar lo que tengo, ledijo.
Seguro,preguntó Luis,
y
entonces secitaron en el
restaurante de siempre,dondeSantos aparentemente
trabajaba como levanta platos yel gerente del restau
rante, todos los martes, salía
a
las diez de lamañana
para regresar al mediodía.
Yauno frente alotro, Luispreguntó: Yesto,cuánto
me costará, peroya sabíala·respuesta.Santos
sólo.son
rió y recibió ~1 _ ~.deJ2ille.tes, y sin contarlo lo
metió a uno de los bolsillos del pantalón. De sus in
formantes era elúnico al que Luisledaba dinero.
Resultaque entre las pláticas que ha tenido Luis
Kuriaki con su amigoyanqui muerto, el nombre de
/ Osear Núñez apareció en algún momento. Ahora,
·~
gracias a su contacto, tendría más información .aoer-
ca de ese sujeto.
Tevoy a contar una historia, dijo Santos, ves.esa
chimenea de allá.
Sí.
\ ---'? e \
'( '·.\ vvv
N ~. :; ,~
) , . / ) 1
¡__ Ji_\
t:,·
9
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Es la caseta de vigilancia de un policía. Aquel
perro es un perro policía y las monedas que suenan
en el pantalón del señor que acaba de pasar, son las
tintineantes esposas de un policía. Los tipos que es
tán sentados al fondo del restaurante sela pasan ha
blando depolicías, todo espolicía, todos sonpolicías.
LuegoSantos colocóuna foto pequeñita sobre la
mesa. Era la foto de un hombre blanco con nariz
muygrande. Delgado.
Estees OsearNúñez.
Luisacercóla fotografíapara corroborar lo obvio.
~Nyñez e~ _~rdjendo la razón, le dijo San-
tos, y seinclinó un poco sobre lamesa. Cada sábado
viene con un gordo
_ y
escucho cómo le va dicien
do que todo es parte de un complot contra él, y que
todos son policías.
Ahora esmartes.
Sí,pero hoy no me concierne. Losdías a los que
me refiero son los sábados. Siempre se sienta en el
mismo lugar.
A qué se dedica, preguntó Luis, y tamborileó su
vaso de agua.
Cada sábado es igual, los platillos que ordena
varían, así ha desfilado ante él la mayor parte de la
carta.
Luissonrió con una sola comisura.
Santosvuelve a bajar lavoz.
Esossábados, si el platillo se resume a una sopa
de hongos y si Núñez viene acompañadº-.Q~
tipo, al pobre djah a no la volxs;¡ása_yer.Nunca he
escuchado sus conversacionespero, desde la cocina,
veo cómo el acompañante mueve la cabeza, a veces
negando, otras asintiendo.
Santos ya no podía bajar más la voz, pero lo in
tentó. Alterminarse elplato de sopa,el gordoselleva
al pobre hombre, dijo.
Santos volvió a poner enfrente la foto de Osear
Núñez ycon el dedo índice la golpeó. 71
Sabesque esto no es mucho, dijo Luis.
Esalgo.
Noes suficiente,dijo Luis,y extendió lamano en
espera del rollo de dinero que acababa de entregar.
Santos, a primera vista, parece tímido, pero co
noce bien su negocio. Espuchador y trabaja para el
. . . . . . . .
.. . •.~·' ,.,._ ' •'--~ ;. .
cártel de La Línea. Mira a un lado, y corieí dorso
de la mano sélimpia el sudor que de pronto se le
ha juntado sobre el labio superior. Por un momen
to duda en contar lo que tiene que contar. Entonces
comienza.
4
~i~mó Núñez
Q~l n
trabajQim- ·S . . . _ ~ r -
portante. En Fabens, entre los matorrales secosy al-
g ü ñ a S
yerbas moribundas, hay un campo que sirve
como gista de aterrizaj.e.Tienealrededor de doskiló-
metros de largo. Lo suficiente para recibir un avión
grande. ASantoslo llamaban cada cierto tiempo pa-
ra des~r ~~pista y cargar avionetas con mercan
ctá'.Pasabanunpar demesescuando lovolvían a lla-
mar. Exceptoen noviembre que limpió el campo un
{rJ AJ
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\
..{ .,,>(,) r ,
sábado y Núñez le pidió repetir el trabajo el lunes
con el triple de la mercancía.
No me gustó la idea, acababa de llevar a mi gente
y quería que el trabajo se hiciera en lunes. No me olía
nada bien, le dijo Santos a Luis.
Alprincipio no hizo caso de la orden pero, dos.ho
ras después del primer telefonazo, Núñez, llamó para
preguntarle si todo marchaba correcto•.La voz sonó
tan gélida que a Santos lediomiedo escucharla. Estoy
en eso, le dijo. Un poco resignado juntó a los su
yos, y ya cuando estaba todo listo para cruzar a Esta
dos Unidos llamó a Fabio Camarena,
un
amigo que
podía prestárleñíá~ gente
y
~filas de alto calibre.
FabioCamarena era gringo, así que estaría ahí cuan
do Santos llegara.
Eran las.tres.de la mañana al comenzar a despejar
el campo, y aunque no seveía, la.gente de Camarena
estaba oculta, en sus puestos ..A las cinco recibió una
llamada de Núñez.
Cómo vas, le preguntó.
Hace unchingo de frío, le dijo Santos, y de inme
díato
se arrepintió de hablar; sin embargo, la llama
da se había eostado. antes. A Santos.eso no le gustó
nada ..
Un hombre que ayudaba con la limpieza se des
vaneció con principios de hipotermia a mitad del
campo. No jodan, cabrones, dijo Santos, e hizo que
arrastraran al desmayado a su camíoneta negra. Ahí
volvió en sí.
Síquieres me regreso, no me debes nada.
Usted no se regresa, ya nos arreglaremos, por
mientras busque entre los matorrales a Camarena,
dígale que lo mando yo. Y el tipo aquel salió de la
cabina y se perdió entre los arbustos.
A las seis el frío incrementó.
A las seis con diez minutos recibió otra llamada
de Núñez. Atento, dijo, y el teléfono se quedó mudo.
Santos miró a los matorrales. Todo lucía tan so
litario.
Se metió las manoµµQr< <:l:ª~_p,orl frío en las
bolsas del pantalón~ ..~~ :s, ~~~~~i~~
Pasaron los minutos. Un coyote apareció en la
distancia y Santos se imaginó al lado del animal, hu
yendo lejos de ahí.
A las siete sonó el teléfono, pero al segundo tim-
bre la llamada se cortó.
Chingao murmuró Santos.
Fue cuando vio el punto en el cielo.
Santos no se movió del centro del terreno despe
jado. Al principio, el punto en el cielo parecía estar
suspendido como estrella. Pasaron los minutos y el
zumbido de los motores se dejó escuchar. Tragó sali
va:·yse retiró del campo, el objeto en el cielo seguía
pareciendo un punto. Reparó en lo grande que po
día ser. No va a poder aterrizar, pensó y miró la tie
rra, la llanura al sur cortada por matorrales. No le
habían advertido qué tan grande iba a ser aquello,
la carga era bastante pero, como en otras ocasiones,
7 .3
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7
podían haber sido tres o cuatro viajes de una avio
neta Cessna. Sise estrella estamos todos jodidos, se
dijo.
En el cielo, el punto creció lo suficientepara de
velar que era un Ju~o. No puede ser, se dijo. Ca
marena legritó ya nos cargaron, compadre, y enton
ces las armas fueron recortadas. Santos percibió el
eco de los cargadores y, antes de saberse protegido,
distinguió el color del Jumbo. Era un avión militar.
Él mismo asumió su suerte y tanSólo~ezó pinche
Núñez mientras sacaba su revólver. Si me voy, no
me voy solo, pensó y miró al horizonte. El coyote
ya se había marchado y, muy lejos, las montañas
sin nombre apenas si se apreciaban. Atrás quedaba
México.Sintió la tierra moversey el sonido ensorde
cedor de los motores sele metió hasta los huesos. La
migra
tampoco tardaría en llegar. El avión tomó
lapista, latocó, rebotóuna vezy luegoseaferróa ella.
No la va a armar, pensó Santos y por un momento
se sintió liberado, el avión parecía llevar demasiada
velocidad. Pero en tres minutos ya estaba deteni
do.Nadiesemovió.Treinta segundosque parecieron
eternos pasaron y una escotilla bajó. El polvo albo
rotado comenzó a asentarse de nuevo. Un hombre ,
·-., , ..,-...-··--·~-~
.~
alto y uniformado apare.ciópor
lª
rampa. Vamos,gri-
tó enun español un tanto forzado,vámonos, gritó de
nuevo. Esa fue la señal. Santos salió junto con su
gente, excepto elgrupo deCamarena, que nunca de
jó su puesto. Subieron la mercancía. El uniformado
en ningún momento miró a Santos. Una hora des
pués, la escotillasecerró.Elavión giró ciento ochen
ta gradosy volvióa tomar el aire.
Alterminar la historia, Santos guardó silencio.
Eso no es nada, le dijo Luis, pero Santos se dejó
caer en la silla y de suviejamochila negra retiró un
fólder amarillo. El fólder contenía fotos. Ahí estaba
-
l avión como una gran ballena encallada en el de-
sierto y el uniformado de frente. Ahí estaban los ar
bustos donde Camarena y su gente supuestamente
estaban escondidos.
Todo aquello valía cada centavo. Luis Kuriaki
tomó el sobre y lo guardó en la bolsa interna de su
chamarra de piel.
Mepuedes llevar al restaurante ese,le preguntó.
Por supuesto, dijo Santos, pero hoy no puedo.
Endónde es, preguntó Luis.
Endonde siempre, en el restaurante de mariscos,
agregóSantos, y Luissólo asintió, pero la verdad no
tenía ni idea dea qué lugar serefería.
Se dieron la mano. Chascó la lengua y le dijo a
Santosque estababien.
Toda la tarde estuvo pensando en Osear Núñez
y en aquel avión en medio del desierto. La idea lo
envolvía.Por la noche esbozóuna nota sobreelmili
tar apurando a la gente de Santos.Sepreguntó si en
verdad quería sacudir el avispero, sivalía la pena su
amigo muerto. Cualquiera valdría la pena. Aun así,
dejó la nota a medias.
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A u na s em an a de ha be r e nco ntr ado e l c ue rp o de str oza do
en e l parque , Ra ym undo y Bea tr iz, a migos de la prepa
r ato ria , m e in vita ro ': :. J?C be r u na s c opa s e n s u a pa r
ta mento¡ el lugar es de ella , donde ha vivido sola des
d e lo s v ei n / id ós. E lla h a 1 e st a dt >-mo vi én do se d e s it io c an
fr ec ue n ci a, b u sc a nd o la s m e jo re s r en ta s p os ib le s, v iv ie n
do a l sur de la ciudad; aU oriente y c er ca d el h ip ód ro
m o ; R ay m un d-o i d e· ve z e n c ua nd o; s e' qu ed ab a c on e lla , y
p ar ec ía qu e ib an a ca sa ss ep so nto . C ua nd o te rm in e la -e s
cue la , decía él ca da vez que a lguien preguntaba por el
m atr im cn io : F alta po co , e lla e om pie ta ba dá ndo le u n b e
s o· e n t a m e ji lla .
A IC
p r in r ip io : h ab lame s s ob re s upe r hé ro e s y lle ga m os a
l a conc lu s ió n • de -q u ffBa rman en v e rd ad'p o se ía p ode r e s s o
b re hu ma no s. E ra , miño na sie ; ta nto c om o' p ar a te ne r tre s
v idas • .La pri 'vadl il i ,a ,públ ica · la d el h omb re mu rc ié la g o;
R ecuerde n que a pen as s i e s un ru mo r en la ca lle , por
que m ur poca s pe rso na s. lo ha n vis to , com o a u n fa nta s
ma , y e l rumor es par te de su vida , a gregó y b e bi ó• d e s u
ce rveza . E s la som bra de todos no so tro s, g e l o q ._ e ,~q l, li
s iéra mos ha ce r si no fuéra mo s ta n co ba rde s. U n ho mb re
m a lh ec ho p or d en tr a, q ue s e c on st ru ye - c ad a n oc he a l s alir
d isfra za do pa ra m oler a go lpes a lo s m alos . Im ag ína te
a Bruce W ayne esperando la seña l en su cueva llena de
b ot on es r ojo s
y
b la ncos qu e encienden y a pa ga n, d ijo ,
D is eñ an do n ue vo s- a pa ra to s, a vio ne s lig er os , t ra je s q ue
d e te ngan cuch il lo s y b a la s ; z ap at os s ile nc io so s, g ua n te s
q ue d ob le n m e ta l, r ay os q ue p ar alic en . T an o bs es iva c om o
un .. . . com a u n poe ta , d ijo; y no e nten dí lo que decía ha s-
--ta m ás ta rde . Oc re í e nt en de rlo c ua nd o- lle gu é a c as a y,
de spués de tra ba ja r, m e dispu se a dorm ir y , ya entre la s
sába nas y el ca lor de la ca le facción , escuché a Sam ue l
ha blándom e de su vida , su m adre rez~e
e n m edio - de la sa la -:su pa dre perdido en a lgún luga r de
< Jh iod es de 1 99 5 . .A un qu e e st uvie ra m u er to m i a m ig o ir ía
a bu s ca r lo ¡ y en
tm
m ome nt a d ud é s i p o dr ía h ac er lo ; pe ro
n o d ije n ad a; s ólC fm ir é la o sc ur id ad d el t ec ho y la lu z g ris
qu e se e scurría por la s co rt in as ha sta la co mputa dora y
el pe ina dor y los e nva se s de loción y m i ca rne t de per io
dis ta . Luego pensé que ta l ve z yo no tengo la hab ilidad
p ar a e sc uc ha rlo , t al ve z ~1:'1.Yf L~ JUOl111J-Jos
Jedi
había
lo gr ad o c om u nic ar se d es de la inm or ta lid ad c onm ig o, u n
s im p le h omb r e. S amu eLe :L .e .l.WP .e il ~ r .o e .Y t al c os a m e
hizo s en tir d er ro ta do ,. p or e so ,n o e sc uch ab a a lo s de más
mu er to s, s ólo ,a é l.
L a dis cu sió n qu e pr es en cié e sa n oc he e ntr e· m i s a mi
g os in ició co mo un a plática a men a sob re supe rhéroe s,
y en a lgún lugar áel cam ino el a lcohol se fue hacia la
e da d y e l t ie m po y , q uién s ab e c óm o , s e-d es vió ª l a guer r i
lla d el
EZLN
u na p lá ti ca a b su rd a , p or qu e p a ra e s to s; ti em -
77
~
::<....J ,
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ZLIJ
78
p os e l s ub co ma nda nte M ar cos y a s ólo e ra un a e st re lla d e
c ine que ) Jéb lac ;fé
~-;¡p;;¡ ;
Siem pre he pensado que e l a lcohol nos lle va hacia
ab ajo; después de be ber y pone rnos a le gres , a dife ren
cia de a lgu na s dr og as , e l d es ce ns o a ot ros t er ritor ios e s
inm ine nte . La a tm ósfe ra se e spesa , la paz te acom pa ña
y la in form alidad te cubre . Be be r es re la jarse . E n otras
p ala br as , d es ce nde r. A qu ella no ch e, B ea tr iz dijo q ue la
e d ad la a te rr a ba .
La edad siem pre te confronta , le dije , m ejor e s que
s ea m os s us a m ig os .
M e le vanté por una ce rveza , y cuando la sacaba de l
re fr ige rador y la destapaba m e di cuenta de que ya co
m enzáb am os e l desce nso. Es e l a lcohol, m e dije , y tom é
a sie nto d e n ue vo . B ea tr iz m ir ab a fija me nt e e l pis o, s e e s
t ab a t om a nd o e n s er io la p lá ti ca .
Yo le tengo m iedo a m uchas cosa s, a la sangre , a los
p er ro s, a lo s a cc id e nt es a u tomov il ís ti co s . .. , d ijo R a ymu n
do, y lo in te rrum pí porque in tu ía por dónde ib a ye ndo la
plática.
A noch e s oñ é qu e vivía mo s e n e l f utu ro , le s d ije .
Y c óm o e ra , p re gu nt ó é l.
N o s é, i gu al q ue e l p re se nt e, p er o m ás c óm od o. S e s en
tía que la vida era m ás fácil, y e l m ate ria l con e l que e s
t ab an h ec ho s lo s e difici os y la s c alle s p a re cía m ás lig er o.
A qué dices que le tie ne s m iedo, le dijo Bea tr iz a su
novio , m e pregunto si le t ie ne s m iedo a la guerra , s i te
ir ía s a c om b at ir , p or e je m plo , la s in ju st ic ia s e n C hi ap as .
E so y a fu e, co nt es tó él.
S ab es q ue n o.
P or t i, lo h ar ía .
M e d ej ar ía s s ola .
Mmmm ... s í, pero se rvir ía pa ra comba tir m is
miedos.
L a c on ve rs ac ió n c om en za ba a t or na rs e a bu rr id a. N o
h ab ía s a li da p ar a R a ymu nd o.
Q uie re n o tr a ce rve za , p re gu nt é, p er o e llo s y a m e ha
b ía n d eja do m uy a tr ás .
D ime la ve rdad, me de jarías aquí sola pa ra ir te a
co mb at ir a l s ur .
U n e sp e so s ile n ci o i nu nd ó la s al a. D e le jo s n os ll eg a ba
e l s on id o a m or tig ua do d e u na t ele vis ió n e nc en di da .
M e te nd ría q ue ir , fue la r es pue sta d e m i a mig o, y p ar a
s ub ra ya r s u po stu ra d io u n tr ag o a la ce rve za .
N o te ir ía s.
C laro que lo haría , no tengo por qué m entir te . A t i no
t e g us ta ría e sta r co n u n cob ar de . N o r es is tir ía s vivir con
un ga ll in a .
B ea tr iz lo m ir ó fija m en te , q ue ría d ec ir le q ue t en ía r a
zón; pe ro e so se ría m ás doloroso. D ejó su b ote lla a m e
dia s s ob re la m es a. T ra ta nd o de n o p er de r e l e qu ilib rio s e
le va ntó y , s in s iq uie ra m ir ar nos , s e r etir ó a la r ecá ma ra .
Entre Ra ym undo y y o nos be bim os las últ im as cerve za s
que quedaban y hab lam os de m úsica , pensando en que
e l
EZLN
e ra u n a su nto le ja no fr en te a o tr os p ro ble ma s r e
c ien tes .
E n C iu da d
Iuárez
n ec es it áb am os g en te co mo m i a m i
go y era ab surdo todo lo que pa saba en aque l departa -
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l
Ví'.)h__
80
m ento. Ahora m ism o m e pregunto qué tan tas cosa s no
e ra n a b surda s.
A l r eg re sa r a c as a e nce nd í la co mp ut ad or a.
~-- ·-,,,,
9l:ff.
ha ce s , m e p ,r e gun t óSa f l l J ll .
Voy a sacudir e l avispe ro, le dije , y ab rí la nota que
t en ía a m e di as s ob r~ Os ca r N úñ ez..
A quí no exis te
Batman
le di¡e , y m e le vanté por un
v as o d e b ou rb on .
T ermi né la n ot a x se la envié a
mi
je fe .
A l os d ie z m inu t ;~ ; ,, ;l lamó .
. . N o va a sa lir , m e dijo . D e inm edia to supe que a pe sa r
de se r las tre s de la madrugada se e staba com iendo un
burri to .
T ie ne q ue s a li r, le e s pe té .
E sto e s la b oca n egr a de u n p er ro r ab ios o.
E s m i cu ello .
E s e l de to do s.
S ab es qu e no e s cie rto .
N o s ab es n ada , L uis .
T ie ne s q ue v er co n e llo s.
L uis , te ng o q ue ve r con to dos .
H az q ue s alg a.
L a líne a quedó m uda un m om ento.
O ke y, L uis , s ald rá , p er o la a jus ta ré. L e p ed ir é a R os-
sana que m e
ayude.
D ile a q uie n qu ie ra s, m en os a e lla .
A P a tr ic io .
A quie n
quieras .
P i nc h e Lu is .
L ue go m e co lg ó, pe ro m i te léfo no vo lvió a s on ar un os
m i nu to s d es pu és .
Y o n o te ngo n ad a qu e ve r co n e sto , lo s ab es .
S i t ú lo d ic es .
L uis , e n cu ant o co lgu em os )~)le va ré la n ota a P atr i-
cio , s ald rá s in n om br e, e ro s al
á
A qu í n o e xis te Batman le d ije , y fu e to do .
V olví a s er vir me u n va so de b ou rb on .
L o único que fa lta ba e ra lla mar de nue vo a Santos ;r
lo ca liza r :e l r es ta ur an te d e m a ris co s d on de O se ar N úñ ez
ope raba .
La ca le fa cción se encendió . M iré por la ventana e l
fr accio na mie nto . L a ca sa d e R eb eca a o scur as , m ás a llá
la s luce s de un avión ray ab an un cie lo sin luna . Sa mue l
m e 'h ab ló d e s u fa m ili a y lu eg o g ua rd ó s ile nci o.
E st ás p or a qu í, le p re g un té .
S í, m e co nte sté, p er o y a n o d ije m ás .
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. .
. . M e
V~
8
Elsiguiente cuerpo lo encontró Mercedes Vences, una
--·---~·---- ~
joven de veinte años que salió de su casa muy tem-
prano a comprar tortillas. Elmuerto, hombre joven,
de tez blanca, yacía a las orillas de un canal de aguas
negras, al lado de lo que fuera el Linterna Verde, un
bar de mala muerte en el centro de la ciudad. Del
lugar sólo quedaba el cascarón. El gobierno lo había
clausurado y pronto sería demolido junto con otros
viejos edificios para construir lo que llamaban
e~
Y . : e n t r o . En medio de los asesinatos que llovían a
diario, se levantaban plazas amplias y grises.
El cuerpo desnudo mostraba un solo balazo en la
frente. Tenía las manos atadas a la espalda y la ropa
apareció doblada a unos metros.
Después de tomar los datos necesarios, Luis sefue
a casa, se preparó un sándwich de jamón de pavo y
encendió un cigarro. Cuando terminó de almorzar,
- tiró la colilla del cigarro al centro del cenicero y fue
a su cuarto. Estás por ahí, preguntó en voz alta, pero
su amigo yonqui no contestó. Luego se acercó a su
buró y desmontó uno de los cajones. Metió la mano
al fondo del mueble y sacó una bolsita de coca. La
miró y pensó en los zombis que rondaban la ciudad,
pensó en su madre siendo devorada por un tigre. Por
zombis o tigres, todos terminarían en el mismo lu
gar. Se vio haciendo una línea gorda y aspirando y
luego internándose en un centro de rehabilitación
en El Paso, Texas. Sopesó la idea. El intercambio le
pareció justo.
El celular comenzó a vibrar. Era Morena.
~
Pinche Luis, le dijo.
Que pasó, Morena, contestó Luis, y por instinto
escondió la bolsita de cocaína en su puño.
Vamos por unas pinches birrias.
Hoy no puedo, mañana.
No mames, contestó Morena.
Luis comenzó a sentirse menos ansioso, como si
un peso se estuviera levantando de su espalda.
No pinche mames, dijo Morena, y si decía eso en
tonces significaba que estaba insistiendo. Luis semor
dió el labio y escuchó la bolsita crujir en sus dedos.
Esoera bueno, entonces. Morena lo había salvado una
vez más. Semanas antes, en la escena de un crimen
divisó un paquetito blanco más allá del perímetro co
locado por la policía. Se acercó con cautela, pero tal
vez se notaba que estaba muy ansioso, porque de in
mediato sintió una mano en el hombro. Pinche Luis,
le dijo Morena detrás de él. Aquella bolsita que ahora
tenía en supoder había llegado a su buró de la misma
manera, pero en esa ocasión nadie lo detuvo. Legus-
83
Q l
1 5
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8
taba pensar en esa bolsita como un salvavidas que no
dudaría en utilizar.
Está bien, contestó, nos vemos e~IJ;Jub 15.
Pinche Luis, dijo Morena
y
colgó.
El Club 15 era uno de esos bares que aúPl'estaban
depie en la avenida Juárez. Las paredes.vivían vestt
das;con grandes pósteres de mujeres desnudas.
Pensó en invitar a Rebeca. Miró por la ventana,
sólo para percatarse de que las luces de la casa:de su
vecina estaban apagadas. Miró el reloj. Qué raro, dijo,
y tomó su celular y marcó su número, Una voz fría le
indicó que el número marcado estaba fuera del área
de servicio. La calefacción se encendió y de inmedia
to el sonido tibio recorrió la recámara,
Resolvióllamar a Rossana. Buscó su número en el
celular y al marcarlo tampoco tuvo suerte: Tal
vez los
zombis habían llegado por ellas. Pensándolo bierr, el
tigre suelto era una falacia, pero los zombís en ver
dad existían, cómo se podía explicar lo que estaba
sucediendo. Alfinal, Rossana escribió la nota y el jefe
de información estaba feliz. Una horda de·
zombrs
para toda una ciudad en ruinas. Roja de noche. Miró
hacia el buró y el corazón se le
aceleré,
Así que tomó
las.llaves del auto y aprisa salió a:I:Fío,
Elaire estaba cargado de electricidad. Antes de su
birse al auto se acercó a la casa de Rebeca
y
por no
dejar, tocó el timbre. Al final de la calle distinguió
las .sih et~~~· Uno de ellos levantó un
brazo, Algo brillaba en sus rostros, algo rojo. Roja
/)
\ \
de noche, pensó. Luis Kmiaki,.y
deseó.
ese pase de
coca, pero ya la bolsita estaba de nuevo guardada
en el buró de su recámara. Decidió subirse a:l.auto y
alejarse.
Sobre la avenida: Vicente
Guemeso pasó
una pa
trulta a toda: velocidad con la sirena encendida. En
fa,
Pasea
Ttitmfo
de·la Repitblica ciFculaban pecos,
ats
tes, eran las once' de la noche
y ;
la dudad pareda- un
pneble»fantasma. Dos:autos; lo-alcan.za:uon,uno por 85
cada flanco, y Luis:
colgó su
credencial de re ortero
en e1espejo retrovisor. e preguntó si se necesitaban
balas de plata para matar a un zombi. Encuanto su-
bió el carnet, los'autos aceleraron para dar vuelta en
mia catle más.adelante,
Entre patrullas ycamionetas del ejército, llegó al
centro, al
baF. ~ -
Morena ya·lo esperaba.
~que me están siguien~o1 le dijo Luis,
L u
/f
No mames, pinche Luis, contestó Morena, y be-
bióiIo que restaba de su eerveza,
1.0s:zorabís,
se·mueren
con
balas:de-_plata,pregun~
tóLuis
Claro, contestó Morena, ymostró su botella vacía
al ba,:rman.
Estás.seguro,
Por favor, pinche Luis, contestó Morena.
A los zombís los eliminas con un balazo en la;ca
beza, terció el:barman, apuntándose la sien con un
dedo, no importa el material.
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88
todos para presumirla, para exc itarse... y lo con I
gu ió. Mientras la penetraba le preguntó si podía 1 01
pearlc los senos, eUa dijo que sí. Esa era la ter , .,
vez que se veían. EnEl iario fueron discretos con \
relación. Luego tuvieron una diferencia
est úpida \1 1
bre las notas que cada uno redactaba. Las de
1.\11
era n muy concretas, parcas, y las de ella, lo pod ,
constatar,eran otra cosa. Ese día él se fue a casa
y
e
de entonces hacía lo posible-por no coincidircon l lI.
en El iario Sin embargo, cada vez que pasaba
1 0 1
aquel parque recordaba ese cuerpo desnudo exacu
mente ahí, entre los columpios.
E
barman
con
tó algo más sobre los zornb ís, l
ca de sus ojos negros y secos, de que había algo 111,1
podrido en ellos, en el alma, dijo, y de esa infec I
extremadamente contagiosa que hasta el peri ódk o
lo recalcaba.
Luis se despidió.
No mames, contestó Morena.
Nos vemos mañana.
No mames, repitió Morena, pero extendió
m,1
no para despedir se.
Al abrir la puerta , el aire frío le mordió las
11
1<
Uas. En la acera de enfrente dos policías plat icnb.iu
Auna cuadra de ahí, en la Plaza de Armas,una camlo
neta militar permanecía dormida, como un
an ím.r
con los ojos cerrados. Mientrasse dirigía al auto, vln
un poco más ade
l n
te al hombre de los chicles.
Legritó que se detuviera.
11
hom re se detuvo .
l c rompro ese chicl e, dijo Luis.
lu vo su oportunidad, contestó el hombre, se giró
, \IHUid avanzando. Luis se quedó inmóvil mirando
ti
lu unbre
que se alejaba, una ráfaga de aire frío lo
, I' hll
>
Ydecidió regresar al auto.
a casa de Rossana a media noche.
dón d e vamos, le dijo cuando abrió la puerta.
,\ ni ngún lado, c
ont
estó ella, es que no ha s leído
l pcrr ód ico, sonrió y se hizo a un Jada para que Luis
1 1
rara.
Fila cerró la puerta, le tend ió la m
no
para
I
1nlo.
Iis
se quedó un momento en el umbral de la re-
I ¡
ru.ira.
Desde ahí reconoc ió el libro al
la
o de un
tU I l l l 110
sistema de sonido. r el mismo que el
bar-
11
1,
11
'
del Club 15 leía sobre zornbis. La portada ama
ull.r rcsaltaba entre algunos más.
(
¡l
é haces.
llenes
que invitarme.
kossana tom ó el fondo de su camiseta entre las
111, I II IS y de un movimiento se la sacó. Adelante, dijo.
l uis dio
un
paso al frente. Recuerdas aquella
I
\l it lit .
l lIa se r
etir
ó el sostén. Por supuesto.
l uis dio un paso más. La cama estaba sin hacer.
10 ' la vent n entraba la luz fría del arbotante.
t lla se bajó el pantalón
y
los calzones en un solo
nuwhn iento .
89
uis se mordió un labio. a recámara despedía U
Por la tarde fui a casa de Alejandra mi nov ia pa-
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90
olor a mango. Dio un paso más
y
levantó la man o
ha sta alcanzar el seno izquierdo de Rossana. EII
abrió la boca
y
jaló aire . Le dio la espalda, cerró los
o jos. Escuchó eJ sonido de la cremallera del panta
Ión de Luis ba jar, la heb illa del cinturón al caer, el
ret umbo sord o de los zapatos contra el suelo. La u.
gcnci a en forma de respiración y manos. Miró por
la ventana para ver si su veci no la espiaba. La recá
maraestaba a oscuras.Tal vez espiaba agazapado
l JI
una de las esquina s. Eso era bueno. Luis sintió cómo
los muslos de la muchacha se relajaron bajo sus mil
no s. Clavó las uñ as en ellos y un peq
ue ño
jadeo h
hizo
saber
que iba por el
min
o correcto.
De regreso a casa encendió la radio y giró eJdia l has
ta sintoniza r Ja 92 .3. Sonaba The
i
dnight peclal
de Creedence. Trató de tomar todos Jos semáforos l l
verde, excepto el del cruce de la aven ida Tecnológico
con Vicente Guerrero donde debí a girar al este \
una p
atru
lla que iba más len to que él se le interpuso
en el camino .
Entró en el fracci
onamient
o. El auto de Rehel ,\
estaba en su lugar. No distinguió a nadie que rond r i
por las cercanías.
a en la recámara su ami
go
yan qui le
pregum
cómo estaba.
Creo que me siguen , dijo Luis.
u-ce
que ya me olvidó agregó su a
migo
.
Los zombis me siguen , dijo Luis. Y
mir
ó por Ja
ventana. El frío sería más intenso alrededor de las
Inca cuando la caída del sol lo arrastrara del desier
lo a la ciudad
91
1 uch lllos
de verdad o dientes, como quieras, parece
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92 Luis:
Espero que esté n bien . Mamá me llamó hace uno
días. Soñó contigo y me dijo que te hablaría pron
tooAl parecer, el sueño la alteró mucho y ne
es ítab,
platlcarte en detalle algo que tiene que ver con 1
trabajo... ya sabes cómo es nuestra madre.
Preñen
llamarme a mí que estoy hasta acá, que buscarte po,
allá. Por mi p
r t
e te digo que me quedaré hasta , 1
próximo año; a Marco le ofrecieron completar
011 1
estancia. En la universidad me han abordado vario
alumnos contentísimos por el curso que estoy imp
ar
tiendo. El próximo semestre pediré una o dos clas«
más. Ya le comenté a mamá
y,
bueno, ya sabes
1
ella está feliz; de
m í
padre ni te cuento, siempre
e
l
ol
muy ocupado.
La verdad, no te escribo nada más para saluda rte
D éjarne decirte que el frío de acá es distinto, no q
ue
extra ñe lo seco del aire helado de ]uárez pegando
me en la cara; porque el aire de acá en esta épo,
, 1
(espero vengan pronto) es helado. Este sí que l l
le muerde las orejas y la nariz. Mi vecina me
¡¡
1
11lea que hace linos aftas, en medio de una lluvia
ruoñal el aire del norte sí, aún más al norte) bajó
y 11tormenta se comenzó a congelar. Los cables te
h l ún icos se rompieron por el peso del hielo y
tod
r
l
,h l
¡¡
quedó inmersa en una cuajada oscuridad por
,
,
\
Aparte, el h ielo sobre b
nqu
etas y pavim
ent
o
l vncargó de romper las tuberías. Se quedaron sin
, In 1ricidad y sin agua y muchos murieron, la ma-
\
o Í
l
viejitos. Mi vecina, que es una mujer de unos
1 lnru cnta años, terminó en el hospital por una pul-
l
ní
l. Cuando me contaba del incidente, me iba
1I1l1...tr ndo
su álbum de fotos, la familia cerca de las
I I
rad
<l
s, el hijo en una fiesta de cumpleaños, la hija
u- .irgada en la antigua muralla de Quebec.
1
C
pronto me dieron ganas de estar con ustedes.
\ r que lleg
nd
o al apa rtamento me preparé un cho
111 , lh caliente y me acurruqué en el único sillón de la
,1 Eran las cuatro y, bueno, te has de imaginar que
1 11
n los lugares, a esa hora, comienza a oscurecer.
1I
álbum
lo abrí exactamente a la mit ad. Ahí es
l
I Il IOS.
La vez que nos invitaste al restaurante
Tú y yo abrazados de
m má
. Luego esas fo
la vez que comí con papá y Ana... Pero te
1 10 algo: laúni cacosa extraña fueron dos fotos al
üu.il.
Recuerdo que yo las tomé. Según
y
tú estabas
I 1111
1
1 i manos sobre la mesa de centro. Lo extraño
t I ltU en
la foto tú ya no apareces, como si te
hubie-
93
ras borrado. Supuse que me equivocaba de fiesta o dc '
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94
imagen. Te d igo que deberías estar ahí
con
las manos
sobre la mesa, hasta recuerdo
que
t raías la chamarr.i
de mezclilla que compraste en Quer
étaro
. Podrías
c
si tienes esas fotografías.
Cuídate mu cho. Te mando besos y abrazos.
'IÍ herm
an
a,
11.lgl'IHc Pastrana se apeó
del
auto. Miró hacia am
ll
lados de la avenida Valen tí n Fuentes y cr uzó los
11\ rn rriles.
1hospital del Seg
uro
Social,
con
S
tl S
nu eve pi sos
, lit
vnrlidos, en nfon avi t Casas Grandes, contrastaba
1 1111 {
l cielo c
errad
o. Con di screci
ón
¡ pa só los
pues
'
li t
'
tacos sobre el camellón fr
en t
e a la Sec
undaria
1I ;11No. 6. Llegó h asta un cla ro ro deado de casas,
h1 .11r v s ó va liéndose de las sombras donde la luz
di lo.. arbotantes no alcanzaba a
ilum inar,
alcanzó
l.
1 .1\
<
azu l de la esqu ina, la miró y bajó la vista a la
l
l l,ulufa de la reja. Si era necesario correría el ries
l l r
pvro era mejor no hacer ru ido; estudió la altura
1
, r uJó no más de dos met ros; se sujetó de los fríos
h
I
lo
l
's
neg ros, t
om
ó aire
y
con fuerza se
im
pu lsó
1,, ' ..lIos hasta lleg a r del otro lado, La calle siguió
I
vtk-ncio . De
vez
en vez, escuchaba 105 au tos pa-
11 por la avenida Valentín Fu
ente
s, a dos c
uad
ras
di
lI l i
95
Adrián
Valt íerra,
que en ese
mom
ento veía
cualq
uh r
cosa en la televisión, aguzó el oído . Bajó el
VO
l
H'1I
V
llierra levantó el rostro. Aqué se refiere.
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96
y
con cautela miró fuera. Al ver la silueta hUI11
ílJ1
a tres pasos de las escaleras se le fue la sangre a lo
pies. Chingao dijo , y al perder fuerza en las piern
t mbaleó al suelo.
Hola, dijo la silueta.
No me chingues, dijo Valtierra.
La silueta dio un paso al fr
en t
e para qu e la luz
1
1
la habitac ión se e
nc
argara de
reve
lar quién era, en
In
mano llevaba
un
pistola.
Valtierra se quedó rígido . No pu ede hacer estu
dijo.
Tú no podías hacer lo que
hi c
iste.
Fue un ma lentendido.
No seas pendejo, Valtierra,
un
ojo que tal VCí :
pierda, la nariz y diez costillas
rot
s.
Me hablaron de usted, luego lo soñé, dijo, \
decidió quedarse callado,
horr r
un poco 111
fuerzas.
Elagente Pastrana se bajó la cremallera de su eh:
marra de piel y guardó
la pistola. Cuántos gol¡»
crees que vale
un
nariz hecha polvo, le pre
gunt
ó 1
hombre en el suelo.
No, di jo
Valt íerra,
llévese todo lo que tengo.
E
nto
nces no te hablaron tan bien de mí, dijo
el
agente.
Valtierra escondió la cara en tre las dos manos.
Esto pudo haber ido de distinta manera.
1I
.rge
n t
e
Pastrana jaló ai re a los pulmones y len
I uue utc lo dejó escapar por la boca. No lo sé, dijo al
11 1
1
V1
1l
íerra se pasó la lengua por los labiosy sintió el
IIdo .
acumul do
en
ellos. Se
cree
intocable.
N,ldie lo es.
I lió se lo merec ía,
lo que piensas.
111ló y otra vez se lo advertí, se lo dije mil Veces .
I\drj¡ín , Susurró el agente Pastrana, y
mir
ó 10
desa-
,
lt
ll)del cuarto. Lasparedesparecían sucias
y en
un
11
11
. 0
11
destellaban un par de botellas
vacías
de
ron
11Mili.
Ahora la hi storia debe
tomar
nuevos
de
IH
I I I I O ;/
agregó. Miró
el
televi sor, alargó la
mano
01
tI
I d Ylo apagó. Estuve a
pu n
to de dejarlo por la
1
1
' • Itll'gO,
igual que t ú soñaste conm igo yo soñé con
I
dtllldil. desvan ecida en el hospital de aquí enfrente,
11
1.1 nariz machacada, dijo, y se masajeó los ojos,
11 11 lo que me refiero.
V lllicrra tragó saliva. Si me dispara, Jodenuncia-
I
l
ll
' toca, Yolanda lo pagará.
N.. lo h rá. Esto es entre tú y yo.
l u·hcme.
No
vs
la primera vez que hago esto, dijo el
agen -
• .I\ ,,, ,,a. Ni siquiera estoy aquí, agregó, y de los
,1
1 0 \ de
la chamarra sacó un par de guan tes de
1 h
I \ caló entre lazando los dedos. Dicen que está
11 1 l'IIIJO en Nueva York, en Manhattan.
97
Qué, dijo Valtierra,
y
miró el rostro rígido
y fr11
dei agente .
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98
Te gustan os superh éroes, preg
untó
Pastran a.
Está loco.
Deber ías
creer
en ellos}agregó Past ran a,
y
guard,
sile
ncio
.
En la dista ncia se escuchó la si rena de un a patru
lla
y,
como si esta fuera
la
seña l, se aba lanzó con
u;
el ro
stro
de Valt ierra.
' '
desp
er t
ó de golpe . El son ido del tren en la
I.lIId a parecía prov
enir de dentr
o de su cabeza.
p., { una mano
po
r el rostro y miró la hora en el
I
11l lle pared .
1 1 lIoche anterior, mi
en t
ra s est aba de visi ta
en
I I ¡/l su hermana lado de su sobrino de tr es
l oIl> ia visto un par de veces la película Toy tory
f 111
\ '{ 'Z por
el exceso de tacos en la cen a fue que
.1
\m sueñ os apareció
\Voody,
el
vaquero, y Buzz,
1
,1 I ll l l l<lu t a .
Era terrible p
en
sar en las obsesiones
I /11\
mu ñequítos. Vivir eterna mente
y bu
scar po r
I 111 1' 11'
el juego. Vivir resentidos en
un
rincón del
11 1110 t-..
peca
nd
o el
cariño
de un
niñ
o que dejó de
I III il . re afias. Juguetes
moviéndose durante
-
pl.lllean
do
cómo hacer que un jov
en qu
e está
1 III ,I ..
harse a la
univ
ers idad
y
que lo han
visto
CIe-
I l ll .l l l t e
años, se interese
po
r ellos
un
a vez más.
I
1I ,l
l
d o (. J1
el juego, el juego, el juego. Luego escu
lid .
un ido de la locomotora
y
despertó.
Ilt'
1I
1ras se tomaba un jugo de naran ja con vod
h \
11 la nota de los zombis en el periódico.
99
Sonrió apenas. Qué pendejada, dijo. tr n
las nueve de la mañana y ya no tenía nada
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La
t
a le molestaba. Había zombis por todos la
dos pero no importaba si eran zombis o no. No im
portaban tant os cuerpos. Lo que importaban eran ia
plazas. Eso era necesario.
Pensó en el vaquero \Voody oculto en un cinc
de la casa mirando sus movimientos, y un
esca lo íríu
le recorrió el cuello.
100 Una pendejada, dijo, tomó las llaves del auto \
salió.
Su hermana lo llamó al celular. Viste la nota, h
preguntó.
Imagínate que fuera real.
Entonces no tienes nada qué ver con eso .
Me hablas en serio, le preguntó Santos,
y
se im
ginó riéndo se como un científico loco en med io d.
una horda de juguetes asesinos .
Es algo serio.
Paty, por favor.
No te molestes, sólo era una pregunta .
La conversación terminó.
El
restaurante
estaba vacío. Quiso entrar
y, 111
cuanto sacó la llave del bolsillo del pantalón , se
1
I
cató de un a nota en el cristal de la puerta: Santo
nos vemos más tarde. La tomó
y
miró alrededor. I
avenida estaba vacía. Por la hora escrita, la nota I
bía sido puesta apenas unos minutos antes .
Ma
l
1
el
número de teléfono de su jefe} pero estaba
fUI 1 I
del área de servicio.
I
t hacer. Decidió ir a desayunar al Café Central.
I ,IS ralles estaban m ás solitarias que otros días. A l
1I1t IIOS
eso
le
parecía. En el café pidió unos huevos
1
heros
co n chilaquiJes rojos. Se tomó dos tazas
h
Ifé
Ycon templó a la gente que iba y venía por la
I 1 ,
l.os
rostros serios.
De
pronto el aire frío acele-
I
,1
Yla
gen te trataba de calentarse lasmanos con el
dc sus o
cas.
El
próximo sábado tendría que ir 101
I dl l
olf
un nuevo cargamento a
la
pista de aterrizaje y
1
\ 10 pensar en el frío que estaría haciendo por la
lo hizo sentir pesado. Le habló a Gabriel
, \1 Yle di jo que se preparara para el sábado.
Va
,
1 ; Ilriel Acosta,
y
colgó. Sopesó la posibiiidad de
tllM ti
su
compadre Camarena, pero eso lo
dec idí-
1I 1
1,).. tar
de
.
x.unos pidió la cuenta y salió del café. En ese lugar
h
.1 1rabajado
su madre. Por eso le gustaba
comer
ll ll go la mujer se
fue
a vivi r a El Paso. Por ella
1 j,¡
la hi storia de los Tirilon es, una pandi lla gi-
11I
{
i1 que se dedicaba a robary matar en los años
1
\ .\ . Lu
ego
el gobierno
omen
zó a hacer redadas
l. 1
Iones para llevarlos fuera de la ciudad
y
ex-
I
unt u.nlos.
Como viles zombis que eran. Su madre
, ,h,1 lIl
gullosa de aquella gran purga y de vez en
l Indo contaba la historia.
P,I \ CI
ver a su hermana, pero había salido de
Il lI p l ,
Su sobrino veía de nueva cuenta oy to
I H l
ccos lo pusieron nervioso. Ledio un beso
en la frente al pequeño, se despidió de la
n iñera \
1I pcr i ódíco Santos .
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salió a la calle.
Decidió r al Recreo, un
diminuto
bar sobre la ¡¡VI
ni 16 de septiembre. El señor Rojas, el dueño,
ehl
ll
un a taza de café. Buenos días, le di jo a San tos mk r :
t ras tomaba
un
lugar al centro de la ba rra . Pidió
,
Corona que vació en tres tragos, luego
un
a Víctorl»
El señor Rojas leía el periód ico. Los pocos autos
102 pas
aban po r
la avenida se reflejaban en la p
ant
alla d
la televisi
ón .
Y mientras con
temp
laba su botella
V.I
cía, decidió regresar a casa.
Al in
trodu
cir la llave en
el
cerro jo se
arreplnt ln
pero no había ma nera de volver el tiempo . Al
girad
.,
y entrar supo que se hab ía lanzado al vacío.
Buenas tardes, d ijo
un
a voz de en tre las sombra
de la casa. Las cortinas estaban cerradas.
Santos tomó aire.
Por más que t rates de enderezar el rumbo,
sícrn
pre
serás el m ismo, di jo la voz .
San tos fru nció el ceño. Osear, preguntó.
Por qué lo h iciste, qué necesidad .
Yo no h ice nada, dijo, y dio un paso al frente.
Cuando los ojos se acostumbraron a la penumln.i
de la habitación , descubrió la mirada fría de Osrru
Núñez a
un
os metros de él.
Eras uno de los mejores, Santos.
No sé a qu é te refieres.
1.0 sabes.
Ayúdame.
\ .• los se pasó la lengua por los labios. Te refieres
j ¡
t i nnbi s.
10\ zombis me valen
mad
re, s
on
noticia vieja,
dllll (
hrar Núñez, y le l
an
zó una sección del
per i ód í
111, 1 11 1\ pies.
I
uldado,
una voz a sus espaldas lo so rprend ió .
O Pl SÓ
la di stancia a la pu
erta
a la co cin a, al co -
1111
. lur, a su pistola en el cajón superior del tr in cha-
3
11111
No ten ía ninguna posibil idad .
lunccesario,
Santos, di jo Osear
N úñez,
y se pa só
1M rua
no por el rost ro. Sé por qué lo hici ste .
x.mros miró
al suelo y leyó un enc a
bez
ad o ence-
u.nlo con colo r rojo. La sangre se le fue a la cabeza.
III I I J
un
mareo. Eseera el peri
ód
ico
nu
evo ; entonces
11110 1.1de los zomb is era de
dí
as anter iores. En
ten
d ió
11 11( I.U
de su herman a.
s.uuos, en verdad quieres que te lo diga.
0 ,
dijo él, pero la v
erd
ad era que
no
existía ra
I ,ra haberle cont ado a Luis Kur iaki aquello. El
t \
h
del e jército en medio del desierto. Las paca s de
1I1 , 11 na y cocaína siendo aca rread as al in terior
di I
, .,,,. Núñez se acla ró la garganta. Sospechaba
\ , pero necesitábamosestar seguros de que eras tú .
,-slo lleva tu firma. Trataste de hacer lo mejor y lo
111
Is e y
estoy agradecido, pero hagas
lo
que hagas
ruprc seguirás siendo el mismo.
\ 1.
dijo él.
Aparte del periodista. hay alguien más involucra
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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do preguntó Osear Núñez .
Él está haciendo su trabajo dijo Santos.
y sabes qué es lo peor que esto no cambiaránada.
Los cargame ntos sólo se retrasarán habrá gritos v
más muertos y nada de esto valdrá un co no .
Sí dijo Santo s
y
pensó en su hermana
y
su so
brilla
y
su madre Y por alguna razón a su cabeza l
104 llegó la imagen de miles de muertos vivientes con I s
brazos extendidos rodeándolo. Luego fue el dispa
r
Intvsa lló del diario a las doce de la noche. Justo al l OS
g.n 1auto en el estacíon iento de la avenida 16
dI
\t pliembre una ráfaga de luces lo hizo
m irar
ha-
1 l r ntra orilla. Desde un Chevrolet oscuro alguien
ti
1
íouaba
el flash de una cámara fotográfica. Por un
uuuuen to no supo qué hacer. Se quedó paralizado
\l gundo para entonces tirarse al suelo; las luces
1 \·\ Iban. Qué hago pensó y encorvado co rrió has-
11 vestíbulo del diario. Tras la ventana vio cuando
111 se detuvo y el auto arrancó.
Iue a ln oficina del jefe de información.
I s ;ís pálido.
I tlis se pasó el dorso de la mano por la frente.
HIIIl 1l
acaba de tomarme un chingo de fotos ahí
\ 1 1.
11 [efe
de información sacó del escritorio una
hll l\ 1 1
ransparcn te de plástico. Quieres uno le pre-
11
1
\ ¡hl s algo de eso.
1 t qué.
1h las fotos.
El jefe le qu itó la envo ltur a u n bu
rr i
to
y
le d io
FI
jefe volvió a coloca r la fotog rafía sobre el escri
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una mordida. No sé nada.
Qu é pued o bacer.
Con qué .
Co n lo de las fotografías.
El jefe lo mir ó a los ojo s. Qué qu ieres hacer.
La oficina comenzó a oler a chicharrón en
sah, l
verde .
106 en
tien o
di jo Luis y el jefe de
ín form act óu
vo lv i ó
a morder su burrito .
Luis se llevó las mano s a la cintura. Tienes i IJtIl
que ver en esto , le preguntó.
Nada .
Nada de n ada.
Luis, alguna vez me hicieron lo
m i
sm
o
y
resu ln
ser la policía co mpleta n o m i ex pediente .
Todov l
nemas uno . Tú,
Rossana
Patricio,
Morena to dos
di
jo
y
se pa só
un
a servilleta de p ap el po r la b oca .
Y la not a de l avión m ilitar.
No la escr ibiste tú .
La not a h abía sa lido mo ificada y sin firmm
vio
impresa en el periódico, y lo único que hll
ter m
in r
de leerla fue tirarlo al bo te de la baSUI 1
Eso no significa na da le d ijo.
Ko sé agregó el jefe
y
levan tó la fo to grnn. 1
hombre con el balazo en la frente. Cómo vascon I 1
Igual d ijo. Aú n no lla m aba a l agen te l as\I 11I 1
a Santos. izo un apunte men tal para co u ,
con ellos lo m ás p ronto posible.
10
11 110 sin antes ec harle un ojo rápido. Para es
tos
dd ll-r íamos
inventarnos un vampiro en
la ciudad,
tlljo
l i [efe
y se quedaron en silenc io.
is, al
m nos
por hoy, no le seguiría el juego .
Ih
orr i ó
la
oficina con la mirada.
E
l el
escritorio resaltaban
u
jarrón con un par
tlr
10 \ .15
mar
hi t
as y la fotografía de una
niñ
a
so n-
I
1I1l .
De la par e d colgaba el dib ujo de lo que pa re -
107
I 1.1
wr
u
n zanaho ria amorfa que, deducía, había
1u di hu jada p or la n iñ a d e la fot o y po r alguna ra-
tvn ía
que ser presum ida. Quién era el jefe de
In
11I1 1I1,ll lú n .
Sabía que le gus taban los burritos y que
1 III I
IJ
ol
americano era su deporte, que un par
de
• I
n
hab ía
asistido al estadio de los Vaqueros,
en
l
dl,I\ ,
I 1 Ide mordió una vez más su burrito, que ya es-
1 h 1 pur desaparecer.
1
u.uu os años tiene tu hija, preguntó Luis.
1
.
1
1\ veñ uló
la fotografía.
I
soh rina Karen .
11
llIía
que tenías hermanos.
1111\
herma nas tres herm nos y una media her
1 qll l
vive en
Los Ánge les.
1 q o decir algo, preguntar sobre el divorcio
1 .\ pero
tan
sólo
atinó a
decir: Tengo ganas
I. tlll l lI1\
u n a
hamburguesa.
l 1 0 ,
Estoy pensado en voz alta, di jo, y al no t
ener
má.\
uuvnto al llegar al pasado, y a cada mi nu to q ue la
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108
que agregar ,se despidió.
Volvió a su auto . Antes de salir del edificio miró
h acia ambos lados de la calle. Encend ió el mo tor
to mÓ la aven ida 16 de septiembre, hacia el este . Pasó
al lado del McDonald s para comprarse
un
a Big Mar ,
pero ya hab ían cerrado. Dos o tres personas se dlstln
gu ía n dentro, limpiando el lugar.
De regreso a casa pensó en el vampiro, el asesino
del calibre 22, como llamaría al homicida . Ya h b
ln
ría con Pastrana, pero antes buscaría a Santos para
sab er su opin ión sobre la ráfaga fotográfica a la 1 1
fue expuesto. Notó que le seguían temblando las mu
nos. Miró el reloj y marcó el
núm
ero del celular dI
San to s. El
núm
ero estaba fuera del área de servicio
Casi la
un
a de la mañana. Mientras p
en
saba en la
lio
rrasca fotográfica y lo que podía significa r, recordó I
largo
e mail
de su hermana. No lo respondió porqru
no supo cómo hacerlo. Nunca dio con ninguna lo
togr fía que coi ncidiera con la descripción que dnl
J
ella . La fiesta a la que se refería sucedió un mes dt
pués de la segunda sobredosis (hacía cuántos
íl l)tl
ya, tres, cuatro). En algunas
o
asiones sentía com« I
aq uello
hubiera ocurrido mucho tiempo atrás, Ilt ltl
en otras, so bre todo por las mañanas al abrir los 0 1(1
sentía conl0 si el pas
ón
apenas hub iera sucedk lo
Una foto donde él debía aparecer, y como por arll
magia, ya no estaba. Una foto como la de oll .,
[u turo donde Marty McFly arr iesga su prop io
I
_ _
1 , lirula avanza Y no logra hacer que sus pad res se
I1Iozcao, se va borr
nd
o parte por parte, po rque,
\ 10 ,
ese futuro, su futuro, no sucederá.
A
Luis se le
1 I
.ip óuna risita
y
miró por el ret rovi sor del aut o . La
, ,,,,1,,1det rás de él era la pupila sin fondo de u n ojo
l}lol tcsCO . Las po cas luces en end idas que se
refle-
eran el remedo de un mapa int ergaláctico . Al
t1l1 1l0 S
nadie me sigue, p
en
só, y encendió un cig rro.
, t preguntó si Rebe ca estaría en casa y marcó el
1I11
l
t TO de su celular. Nada. En estos últimos
dí
as
p lIas si la había visto.
1 11 auto lo alcanzó en la intersección de la ca lle
I
M tI
de
Pátzcua ro con la aven ida Paseo Triunfo. Luis
111.
Il
II(Hnático colgó el carne t de
l iario
de Iu árez
en
I
II
l l o isor. El auto aceleró
y,
segundos después, las
hu I ,
de
los frenos se encendieron y volvieron a
ernp a-
I /.11 P. Luis desaceleró y miró por el retrovisor. Una
I h I
IIp
negra lo alcanzó por detrás. El auto comenzó
, I
le el paso hasta que Luis frenó. hingao di jo.
111 111 1vl celular; sin saber qué más hacer marcó
el
n ú-
1111
11
de
Rebeca.
Y
mientras ella contestaba, el vidrio
1
1.11 110 de Luis tr
on
ó en mil pedazos, Estoy muerto ,
I l o
y esperó a que la sangre brotara de algún la-
I 1 p l l ()
no hubo nada.
Un
par de brazos entraron
1 1I 1 1 venta na y de un jalón lo sacaron. Lo arrastra-
I .tI \ h1 lanzaron a la batea de la pick-up. Esmi mo
1l1l 1l111 dl
o
rrer, dijo pero no se movi ó, el cuerpo no
I 1I pt l H í a, aquel jalón había sido suficiente.
109
Oyó : Eres un pendejo .
Oyó: La ca ra al suelo,
put
o.
r
los pies de los hombres (cuántos eran) en tre piedras
sueltas.
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11
Oyó: Te crees muy ch l
ngó
n .
Eran vo ces distintas, unas más ronca s que otras,
pero tod as de hierro y dolorosas. La cam ioneta av n -
zaba y sobre la espalda sentí a
un gran
peso. Algu ien
iba sentado sobre
él.
ó un par de sirenas en la d istancia.
Oyó u n vión cruzar el cielo . Se imaginó la ín ter-
mitente iuz roja del fuselaje sob re su cabeza.
Oyó las rued as de la cam ioneta morder el asfa lto
hasta convertirse en terracer ía, luego se d
etu
vieron
por completo.
El aire frío comenzó a ca larle. Fue cuan
do
sin tió
algo
du r
o gol
pea
ndo su cabeza. Supo
qu
e iba a mori r.
Pensó en Reheca y Rossana, en las nalgas de Rossana,
en el cigarro que una vez le negó a un asesino en
In
cárcel. Pen só en su abuelo muerto y en la cocaína . El
el zombi en que se había convertido su madre. Esto
es una pelícu la, se dijo, y esperó a que un superh érov
llega ra de al
gún
lado, del fondo de la tierra , del cen
t ro del Sol, de alguna cueva escondida.
Eres un p
ende
jo, escuc
hó
. No sabes que tenemos
ojos en El iar io Te crees mejor de lo que eres.
y las v
oc
es proven ían de la oscuridad.
Luego alguie n dijo ya, Luis apretó los ojos ha l
que le do lieron ,
Otra voz agregó esperen.
Se hi zo un silenc io y Luis escuc
hó
su respíracíón
Me estoy mu riendo, pensó. Al tratar de levantar
1 cabeza sintió un arma contra la nuca.
Cuidado, dijo un hombre ronco detrás de él.
Contuvo la respiración. A un os metros de ahí uno
d i
estos fanta smas sin rostro hablaba por teléfono y
entr e las palabras que captó estaban
se
ñ
r
por
supues-
y enten i o Se
dio
cuenta de que el celuJar seguía
( su mano derecha y Rebeca l otro lado le de-
I
jtl una
y
otra vez que aguantara, parecía que nadie
In
hab ía
visto.
Ya gritaron
y
cortaron cartucho .
Po r favor, dijo Luis
urfakl
pero eran fantasmas
y
h
1\
r
nt
asmas no escuc
h n
. Se dio cuenta de que esas
W lÍ il ll las últimas palabras que pronunciaría en vida,
Alto, gritó otra voz.
1\
ts Kuriaki sollozó .
lodos, incluso quien estaba detrás de él, se reple-
Aprovechó para guardar con rapidez el celu-
1 en el bolsillo del pantalón , Murmuraron algo, No
1I1,l
l l
S,
espetó el h
omb
re r
on
co . Es un a orden, repIi-
1 \1
,¡Ig ll jen más.
Sl
acercó uno de ellos. Tienes suerte, le di jo, y
1 \ sin tió un golpe en la cabeza.
1
.uan do
abrió los ojos, se encontraba en su auto.
1
sueño, dijo, pero la ca
bez
a le come nzó a u
-
11
y
se dio cuenta de que el vidrio de la ventanilla
\( hallaba roto, Buscó el celular en el
pant
alón y
111
miró la hora . Sólo garabatos. El frío se intensificó y
No recuerdo nada .
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los músculos le dolían . Qué es esto, dijo, y miró la
ca-
lle; las luces de neón de algunos negocios seguían en-
cendidas . El celular comenzó a timbrar. Era Rebeca.
En dónde estás.
No
sé.
Estás bien .
No sé.
112
Cómo te llamas.
No lo recu erdo.
Descríbemc en d
ónd
e estás.
Eres Rebeca.
Escúchame. Tienes que describirme lo que ves
¡¡
tu alrededor.
t.u ís miró. Trató de leer el nombre de la s calles
pero las letras no le hacían ningún sent ido .
Creo que estoy muerto, dijo.
Necesito que te concentres.
Reconoció el negocio de
KFC
en la esquina.
Pátzcuaro, di jo y t ragó saliva, K
e
agregó y volvi ó
a desmayarse.
Cuando abr ió los ojos s e enteró de que estaha (
un cuarto de hospital.
Rebeca descansaba a su lado.
Te darán de alta ma
ñan
a por la tarde.
Veo borroso.
Es por el golpe en la nuca.
Yo
es
uché todo, creo.
Qué sucedió.
Rebeca lo tomó de la mano .
y
mi madre, preguntó Luis.
Acaba de irse.
Soñé con zombis, dijo, y miró las flores en un
[a
.
Son de
un
tal Rossana, de El iario 113
No me acuerdo de nada .
Tenías fiebre.
Crees en Dios.
No.
Yo tampoco.
Guardaron silen io . Entró una enfermera
y
sin
•.•ludar llegó hasta Luis y ver íñc ó el expediente a un
ulode la cama. Algo marcó en él y a renglón segui-
1I1 I despidió con un seco buena s noches.
ltebeca le apretó la mano. Cuando era pequeña
n••ha con Charles Manson, le dijo. Le clavaba un
I l h hi llo en el ojo, pero no serv ía de nada porque ya
11I li;¡ muerto Shacon Tate.
I.uis trató de incorporarse, pero no pudo.
I)l sde que te cono cí esos sueños terminaron .
No entiendo.
al vez qu ieras dorm irun poco más.
or
lo que veo he dormido demasiado. Aparte es-
l ll Ins zombis.
li S zombis.
Cierro los ojos y ah í están.
Los
zornbis
no existen.
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Mi m
dr
e es
un
zombi.
No digas eso.
Pero es verdad dijo y las manos le comenzaron
a t
emb
lar.
Rebeca se levantó de la silla
y
se acercó a
una
mesita. Quieres un poco de agua pregu ntó pero no
114
obtuvo respuesta Luis había
vu
lto a cerrar los
ojos.
Rebeca dejó el vaso en la
m s
ita y se acercó a lel
ventana. Cada día parecía correr más depri sa. En un
abr ir y cerrar de ojos ya era de noche. Tocó el vidrio
y lo frío la reconfortó. Vio más allá de su reflejo má\
allá de la calle pasando los edificios . Por ahí
nd
b n
io s zombis de Luis y ella
no
podí
hacer nada al
respecto. Sintió el peso del
fraca
so en sus hombros.
Así se ll ma dijo y su propia voz la sorprendió.
1124 de diciembre, por un a ll amada anónima, la po- 115
lit ¡a localizó lo que al principio parecían diez cuer-
\
enterrados en un a casa aband onada del fraccio
n.uuícn to
Quin tas del Valle al este de la ciudad muy
I a del Puente Internacional Zaragoza. La primera
t
rva
de la primera cuadra. El trabajo pasó a manos
d
t
1agente Álvaro Luna Cian . En
l
ario
el jefe de
Información le pidió a Rossana que escribiera la no-
1 1 . Esa vez no hubo
nin
gú n zo mbi involucrado ni
1ig l c suelto ni vampiro.
El agen te Álvaro Luna y un equipo de diez poli-
I ¡as estarían casi un a semana en la escena del cri
uu n r olectand o entre el lodo co ngelado pedazos
IIl
cuerpo s y ropa. El frío por mom
nt
os fue tan
in
u
uso
que
un
par de policías sufrieron hipotermia .
El 27 de dici
emb
re por la noche cayó
un
a ligera
nevada que entorpe ió el t r
b
a jo. Rodolfo
r
ian o
« uníston ado del caso para desperezarse com nzó
.1 lanzar bolas de nieve has ta que Gloria Olivares
ru mpa ñera en turno recibió el dedo meñ ique de uno
t1
l los cuerpos justo en el pecho. Por la nieve que lo
envolvía el dedo quedó adherido unos segundos . 1
l.
nqu l ru
durar más del tiempo necesario aquí e
1
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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116
chamarra azu l de la p olicía ha sta que cayó al slll lo
Alguien se
r io
Otros se indignaron
y uno
el
IlH
JI
ven de ellos le in form ó al agente Lu n a del in cldl llIt
El agente Luna sostuvo una plática Con Mariano.
Qu é
pend
ejo eres le di jo en la c oc in a oscu ra dI l.
casa. Sabes qui én es J
ohnn
y Knoxville.
No señor.
Esto no lo hu biera hech o
Iohnny.
No entie
ndo
.
sé q ue n o entiendes.
Sí s
eño
r.
Algo más
que
hayas lan zado.
Nada más ese meñique señor.
Nada más.
Sí señor.
Ve
por un
pa r de botellas de Joh nny Walker.
Sí señor.
El agente Lun a se recargó en el fregad ero y ró
por la ven tana h acia el patio. Alguien
ilumin
aba
el
fondo de la fosacon ayudade una linterna. Esparcidos
por el terreno los
coní tos
amarillos num erados
rcsal
taban la evidencia.
Q ué pendejo eres Marian o.
Señor.
ya qui e ro esas botellas aqu í le dijo y pu so un a
m no
en
el ho mbro. Si
un
a de tu s hu ellas apa rece
en cualquierpartede este desmadre te convertirás en
uno de mis principales sospechosos por pendejo.
h una cena en Las Vegas.
j
señor contestó el policía en cuanto la mano
lli 1.Igl nte Luna cedió se apresuró a salir de ah í.
Alvaro Luna suspiró y salió al patio el aire frío
-golpeó la cara. Miró los conitos am arillos y la fosa
11\1
lira. Cómo están las cosas le preguntó a una
mu-
t policía qu e esta ba den
tro
de la fosa.
Aquí hay más de diez cuerpos dijo ella.
En
dónde
vas
a pasar el año nuevo.
En El Paso con mi mamá.
Voy a Las Vegas a ver a Cher. Los boletos está n
hk ll
caros.
Me ima gino.
Raúl
pregun
tó Lu na .
En Las Cruc es. Un juego de bas
quet o
l.
Cuán to pa ra que se filtre a la prensa lo de lo s ca
tl íveres.
Con estos no se
sabe
dijo la mujer policía miran-
do
en
derredor.
Un par de po licías plat icaba al fondo del patio
ot ros
escribían mensajes en su celular. El más joven
hur gaba
un
m
ontícu
lo de tierra. Sepa raba
un
peda
zo lo pon ía en una báscula tomaba el peso lo regls
Iraba en una libreta y después vaciaba todo en otro
ro n tenedor.
El montículo era enorme y el trabajo
innecesario.
Qué está haciendo le pre
gun
tó a la muj er policía .
Paga sus pecados.
117
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Luego se hizo un silencio entre ellos. El
motor
ti
I
refrigeradorse accionó. Un zumbido
recon f t nu-
1II 11lre lo miró lo tomó entre las manos y lo
poquito Ni idea de lo que podría ser Lo
dej ó
de
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Sabes qué n
ov
la leí la semana pasada. Una l
11
tal Bernal Una
nove líta
muy divertida
Cómo te sien tes
Mejor
Yo
también
estoy un poco
mejor
dijo pero no
ment ó nada sobre los gritos y las cobijas empapadll
12 de sudor a media noche.
tía me espera.
Lo entiendo
y me gustaría decirte algo más
Dime .
Algo en algo en Rebeca no me agrada
Está bien
Lo
ten ía
que decir es mi
in s
tint
o
iba
a
revenuu
si no lo
hacía.
Lo entiendo agregó él.
y no
tiene nada que ver con la edad. Es una mu jer
muy guapa
Gracias mamá le dijo y la volvió a abrazar. La
acompañó a la puerta y se despidieron
Te espero
en casa.
Sí} dijo
Luis
y en un
impulso
la vol vió a
abrazar.
Cuando Se despidió fue basta la cocina y se sirvió
un t rago de whisky Se quedó mir ndo las luces de la
ciudad Las luces rojas del cerro Bola Las luces blan -
cas de la montaña Franklin De un golpe se bebió
su vaso y vo lvió a servirse. Fue hasta el regalo de su
nuev c
uent a en
la mesa. Ya lo abriría.
2
1 la puerta El hombre que tenía enfrente era
I h h jo que él sin embargo su rostro de piedra y
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122
El teniente Martínez le pidió a Pastrana que tom ara
asiento Sin quitarle la vista de encima le arrojó a 1m
pie
rn s
una fotografía donde el rostro molido a gol
pes de Adrián Valtierra miraba al objetivo .
Pastra na tomó la foto, la giró
un
poco y la
coloc ó
sobre el escritorio atib
orr
ado de
p p
eles y sobres.
No te hagas p
end
ejo, Pastr
n
.
Pastrana
mir
ó hacia la pared de la derecha don-
de colgaba el cuadro de un rco en medio de un
tempestad
r
un barco d
imin
uto navega
n o
en
UIl
agua roja y violenta.
No ha hecho ni nguna acusación dijo Martínez
Ni la hará, contestó Pastrana.
Cuando M
rin
o me habló de ti me a
dv
irti ó que
estas cosas sucederían ahoratengo que a
pe
hugar
Pastrana
uf
ó.
Cómo está la
u r
Al menos sabernos que no perderá el ojo.
Me sales caro Pastrana
No y yo teniente
Dios, dijo el ten i
ent
e, y se pu so de pie y caminó
11 oc apenas como una hendidura lo
nt m
aban.
I
d
noche estuviste con
ju n
cho
Vázquez y Marcelo
¡ l ld a.
Sí.
A las do s de la ma ñana compraste unos burritos
El Campa, donde comiste con Miranda. Me ima-
Hllo que conoces
el lugar.
Sí.
Lo demás
d éjarnelo
a mí.
Duraron un tiempo en silencio hasta que el telé-
tono so
nó
y Mar
tíne
z levantó el auricular No estoy
para nadie, dijo y colgó.
Pastr ana se lev
n t
ó y se acercó a la pintura del
barco, El mar parecía esta r hecho de fuego. Tal vez
¡sí era el mar a fin de cuentas
Me estoy volviendo viejo, dijo Martínez.
Todos nos estamos volvi
en o
viejos
Eres t
odo
un poeta.
Lo que usted diga.
Te di ré algo, sé que sabes muy bien por qué hago
esto . Sé que sabes que no soy un completo imbécil
r
eso me agrada y todo se reduce a que prefiero a
un
maldito vigilante de mi lado que en el
n
do con-
trario
y cuál es ese bando.
El
ot
ro, dijo, y para no agregar más se pasó la ma-
no por la boca, impidiendo que las palabras fluyer n .
123
Lo en tiendo
Te seg uiré ayudando Pastrana
Te invito a cenar
Mañana
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yo lo seguiré ayudando en tod o lo qu e pueda
teniente
Sobre las dem ás mu jeres golpeadas qu é hay
La mayoría se ha re
up
erado la mayoría sigue vi
vie
ndo
en
Iu árez
excepto por una que se regresó
él
Zacatecas pero no hay más qu e decir
124 Un po co sí
Dígame
Martínez se acercó al agente En estos cinco años
has m ndado al hospital a
un
a decen de cabrones
co mo
Valtlerra
un o s eran peores que otros
y
me
pre-
gun t ? de qué ha servido si te si
ent
es mejor al
respec-
to si has hecho la
dif
erencia
Qué
ím
porta
Martínez
se pasó un a m ano por el rostro
y
ence n-
dió la luz de la oficina Eran las siet e de la t
rd
e
y
el
sol ya se había oc ultado tras el cerro Bola En la dis-
tancia sobre la
m
ont
ña
nklin en El Paso Texas
se encendieron las luces que formaban el contorno
de una estrella gigant esca de
cin
co picos Una cosa
más dijo
y
se acercó de nuevo a su escritorio
y
de
uno de los cajones sacó un sobre amarillo y se lo dio
en la mano Encárgate de esto
Pastrana abrió el sobre y retiró el
co
ntenido eran
f
otog
rafías En ellas aparecían tr es h
om
bres muertos
on un
bal azo en la cabeza Un solo bal azo limpio
Re
on
oció a
un
o de ellos
Es un r
est ur nt
e de carnes por la 16 de sept íem-
hre a una cuadra del mercado
ju
árez tal vez lo co-
nozcas
Pa
str n
bajó la mirad a al suelo trata ndo de re-
corda r Vamos dijo al fin
y
abrió la pu
ert
a El
t p t p
de una máquina de escribir se hizo evidente junto
con
murmull
os y timbres de tel éfon o 125
El teniente Martínez se alegró de que Pastrana se
most rarae ntusiasta al m
eno
s
un
poco O tal vez sólo
quería aparentado pero no qui so pensar demasiado
l o ú
nic
o que deseaba era
come
rse un uen filete san-
griento con papas fritas
lalla en el tiemPo qlle
,
/ka. E
ra
ll las diez de la
rilar } . .
beberalcohol
__
la habla SO
1I
I/
;
I1
IO
SconoClend01lOS 110 tragoaSilvaso
, lite a ,m DIO
II/l
l,a, tl l/Iprall
o
. Se pusoI
re
.
ce
dió
Cadapa-
\
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126
RI
último sábado de diciembre, mientras Rebeca
cuulu
ba demí,
El
iar
io re
portó un muerto más en Ciudud
Iuárez. A Sali tas lo encontraron al ladode lapr
eparatoria
AItavista, cerca del Río Bravo. Le ab
rieron
la garganta
y por ahí le saca
ro
n la lengua, que lecolgaba como 1m
corbatin.
Hasta entonces mesentía
tra
icionadopor todos
mis
compañ
eros
del periódico. PorMorena
y
por
mi je/ .
Era
COmo
si
estuviera enmediode lapelículaThe Thing,
donde
cualq
ui
era
podía ser el monstruo disfrazado de
persona. lisa tarde lomé Ima de la. mantas del clósetF
me la eché
ell
la espalda. Me
sent é[rente
al televisor v
quedé ahí, pensando en el futuro que venía amí en r;n re
votui« de cosas, rostros amalgamados, situaciones, risas
y edificios oscuros. Cuandomedi cuenta
Fa
era
denoche.
E/ domingo por la
mañana,
p
reparand
o el desayuno
Rebecame retiró
la
espátula de lamanoy meguióhasta
la mesa. Ale sentí incómodo
porqu
e de alguna man
era
,
y sin querer vi a mi madre frente
a
mí. Supongo que file
una reacción normal. Ale pidió qlleme sentara y me pre
gunt ási i a rec
orda
ba lo sucedido. Le dijeque 110 del todo.
Se levanté, fue izasta el colige/adar i sacó la botella de
1
esa nochemeSll -
l
t
O
l/e
nzoa narrar oque o un travesano
d bocae
ra
com
. /In
,
que se despr
endla
e
il
en
otro
sme
rentos asen 1 I
l tl lllJ puentecol
gan
te, en do a las diez, Y
1- Iwbí••
com
e
nza
.,
/U
daba tieso. La p
atlCa .
Al terminar, mi vaso
1
(
¡
II
teminutos más tarde concluio. . abez
a
127
• 10Ym
c .
j \li lba seco, igual que garg
t1f1
restatlrante en
ir comer el un
Esa tarde me im l o a r eqllh>cación
p De regreso
y
po
robens,
cerca
de El a
SO
.
,
oca transi tada que
fomamosuna c
arret
era secundanarPd
ra conte
mplar
¡ 0 la ve/oclda pa
0 co
llocía
. Rebeca re,
u¡
d 1I casas de dos
mpOs de algo o r •
/
//s
alrededores. VaClOS ca OCO ellce lldl
do
I
ete
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l/
leros al costado de a carr r
co
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Y .
la entrada, edl
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. ¡al
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l/ogales o
moros
inverna n o Ig l •
do la siesta. .. fue loúnicoque ront-
NU
lca
neestadoaquí, le dIJe,
y I
recorrido. Ella
, ¡urante e
pió el silencio ent
re
nosotros , t có ; pierna Y
1 lel
volante,
o .
despegó la
lil
ai l
a
derec , d d dill ,a tan d,-
b
·
a lumnl
0S1
a
conduciendo aJo es le p
ero
la luz era
• < I . odela
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ticit de explicar. Eran as clllC 1 baam
ori
ren los
t -
queel . w
mu;,
tenue como
si
110S
IJ
era
que
110
tarda
ría
. t Vlla luz lItura
pró
ximos diez mmu os. nosotros loS que
uizá éramOS
eU r
eclamar
su tiempo, (J q I ¡: turo de
las
cosas.
n
era
en e
/11
irrumpimos
de
alguna ma 1
eco
rrid
o
desembo-
Cuarenta miliutas después de a
qlle
l
r te y crllzamos el
I
. 110S
a
ae
s
camas a la Interestata , g
rr
al
1
I
I
I
I
puente a casa. Ríla de pronto me miró, quiso decir ,\ 1
pero no se atrevió. l llegar a casale dije:
Sé porqué esa noche no morí.
ti ( so de las ocho de la noche mi ré el patio a través
1 fa ventana; el f rio estaba resultando duro s invierno
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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128
Rebeca apagó el
mot
or del auto } me miró.
No morí porque Santos estaba muriendo, tal I/ Z /m
convencio deque Fano tenía nada que
ver
Lo
cre
es, me preguntó.
No, le d
ij
e,
y
nos abrazamos.
La
verdad es que
11
/
sabía por qué sobreviví esa noche.
Lepedí un
pa r
de horas a solas
para
poner en onlcn
mi cabeza.
No hagas liada estúpido, me dijo
r
me dio UII beso,
ah
ora
te alcanzo, agregó
y
entróen su casa.
Ya en m i recámara, Samuel me pregunto
c ámo
11I
e
sen
tf
a.
No lo sé.
Los últimos dias me han parecido m ás cortos, agre.
góél.
Osear Núñ ez me m ndó
m t r
igual que a ti, igua l
que a Santos.
Quién es Santos.
Ya 110 importa, le dije.
P
ero
tú no estás muerto.
Porqu
e algo salió mal.
Algo de ú
ltimo moment
o.
Sí.
En
vano
esperé a que Samuel dijera
algo
más,
Me acerquéal buró dondeguardaba labolsita de coca
r no me moví ni un ápice,
l fll i
man
chones de pasto amarillo se veían reducidos a
110 másgrandesde diez cen metros esparcidas por
, / /fHar. Pensé en el verano que estaba por
v nir y
en ese
o ,;u· t o supe que, al cont rar io del [tio que habia roto
1 1\
tuberias
ta jand
o con sus cuchillos de hielo,
el
verano
I¡ I ( ll tdría p
ar
edes y vidrios y neum
áti
cos. Nadie sobtevi-
dría, ni
siquiera
} O
que
había
escapado a la muerte
tr
es
1{ ( cS.
Fui a la cocina, abri una cajet illa nl l
em
de cigarros
y
I filmé UII por junto al regadero
ror la
madrugada me l/amó
Moren
a.
Pinche
Lu i
s, enco
nt
ramos a Oscar
N úñez
en un bal-
dío del lote Br m
Medio dormido y
con cierta
expectativa,
me
vesti.
Le
di
un
besoa Rebeca.
A
dónde vas, me dijo.
Trabajo.
a la cama.
No puedo, le
di j
e,
y
sin espera r a que me re
criminara
algo, salí al auto. Hacía bastante río. Tomé el Rivereño
hacia el oeste, hasta la s na del crimen.
Morena me esperaba a la or
illa
de la oscura y vaefa
carretera hí no habia más que monte r yerbaio .
Pinche fria
dijo
cumu lo estuve a su lado,
y comen-
zamos a
caminar
hasta un descampado. Los dientes
me
129
chasqueaban.
No
mames, dijo M
orena
, y me detlllO
r ll
seco
)
puso una de sus mallos en m i hombro.
Estoy bien, le dije.
1
iS
l
ro. La
ciudad
desde a
i era lIna mancha de luces
enmarcada
por el silbido de
la
locomotora
a
lo lejos. En
punto descubrí las marcasde los neumáticos de un
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Pinche Luis, me
el
ijo y extendi ála mano libre y 0
\
la estreché.
Todo bien, le dije, } reanudamos la caminata un
poc
más allá, pasamos unos matorrales y a 10 lejos
s
cucha
mas los aullidos de los coyotes. Elcielo estaba desp
ejado
130
y
la Vía Láctea nos iluminaba. Podía decirque el frío em
insoportable, sus dientes me
roían
las orejas
; cuulqu
let
otraparte del cuerpo que tuviera al descubierto.
E cualquier momento llegará la pinche policía, dijo
Morena, y apuntó hacia un mezquite roto unos metros
más allá. Luego ac
clolló
el
flash
dela
c ámara.
Ah esta-
ha Osear
N úñez ,
Nos acer
camos
.
Una
parte del
ro
stro
s
c
la habían comido Jos p
erros
;v los coyotes, pero no cabta
duda, era el mismo tipo de
ojo
s
claro
s que tenía en una
foto en casa. Le faltaba la mitad del rostro y las
oreja
s,
O
mo si el desierto[uera el mary los coyo tes y perros sal.
vajes, peces hambrientos. Las manos también le faltaban.
Cómo sabes que es Oscar
l·
vúñez, le dije sin pensa
rlo
demasiado.
No chingues, Luis.
Está bien, le contesté. Cómo te enteraste, pregunté,
perono me oyó o no me quisocontestar.
Le pedi a Morena que
tomara
suficientes fotografías,
comosi de esta maneraconfirmarala muerte y sobretodo
la asegurara. Dejé que siguiera con
SIl
trabajo )' regresé
al descampado que pasamos minutos antes, encendí un
1 10. Por aquí pasaron, le dije a
Morena, y
él siguió las
tnwt ns con su cámara. Con sólo 'ef, supe que ahí había
' fh tiido una ligerapelea, quizá empujones, U arreba to
d
optimismo en forma degolpe, un no moriré
hoy
quizá.
1\
si. lo a
rra
straron hasta el mezquite aquel.
Pobrependeio, dijo Morena. 131
No comenté nada, me quedé ahí filmando y iugando
1111las monedas que traíaen el bolsillo delpantalón.
Por un momento dudé que tueraOscar Núñez para
deshacerme de esa sensación de vértigo} regresé al cuerpo
constatar lo que ya sabía. l verlo no pude más que
sonreir.
El
celular
ell el auto marcaba dos llamadas perdidas
tic Rebeca .
Ve regreso el casa, el cielosecerródeprontoy comenzó
itover Las gotas eran tan delgadas que pensé en copos
de nieve, pero el reporte meteorológico
para
esa semana
0 decíanada al respecto.
Cuando llegué a cosa
era
n las seis de la mailana i'
¡;¡ltaba pocoparaque clareara. Rebeca bebia ulla taza de
café en la cocina.
Todo bien, me preguntó.
Todo bien, colltesté, y me acerqué a la cafetera y me
servícafé.
Teves relajado.
Osear N
úñez
está muerto.
No entiendo.
Por alguna razóncreo que ya no me molestarán. i
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1]2
hacia fuera la lluvia ltabia pasado
r
horizonte era
dc
un naranja intensa rnosi alguien estuvie
ra
e
nce
ndien-
do basuraenel desierto.
n
toneladadepapel
r
plástico
siendored
ucida
a
bra
sa.
ero
nadie
lo sabe dije.
1 1agente Pastran a llegó al Centro de Rehabilitación 133
Social a las on ce horas Bajó del auto miró al cielo
se retiró los lentes osc uros El frío de inmediato se
a
rremolin ó
en los pies del agente Sin más comenzó
caminar Pasó la puerta principal saludó a los cus-
rodios
se registró y sigu ió por
uno
de los pasillos mal
iluminados hasta el departamento de Prevención
Cuánto ti
mp
o le d ijo Victoria Aguilera desde un
vscritorío con un teléfono negro una carpeta rosa y
un bolígrafo
Siemp re es demasiado dijo Pa
str n
a Dejó en el
escritorio un sobre amarillo y tomó asiento
Hace una llamada que no nos vemos
Sí y por eso me disculpo
Un añ o más para las elecciones y ta l vez me vaya
al ayuntamiento
Eso es bueno
Es mejor que esto d ijo y se pasó la man o por el
cuello Hace dos días hubo
un
m
ot í
n donde murie-
ron dos reos
Pastrana sostuvo la respiración Tienes miedo
No, dijo ella, y tomó el sobre. Ya no podemos COIl
tanto trabajo.
Es rápido. en menos de lo que crees estaré en la
, Había matadv a
nt í lástima por el. Luego ya no. d I
1 d
J
árez cerca e
1
de sus primos en el Val e e ti
Primero le quitó la piel, luego le arrojo
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calle.
Victoria Aguilera lo miró de soslayo y retiró la
fotns de los cuerpos con un balazo en la cabeza.
Son tres Asesinados de la misma manera dijo
Pastrana
134
Nunca es de la misma manera
Tienes razón
Yyo qué tengo que ver con esto.
Uno de ellos fue un violador. A los otrns nn los
conozco
Victoria Aguilcra separó las fotos en tres gru
pos sobre su escritorio Como si una gitana
estuvíera
leyendn las cartas.
Ese es Carlos
García
Miranda, dijo el agente, y
echó el cuerpn sobre el respaldo de la silla .
Ajá, di jo Victoria Aguil era,
y
de uno de loscajones
del escritorio ex trajo un papelito donde escribió el
nombre Se levantó y se lo entregó a su asistente en
la puerta.
De los otros dos no sé nada. En las fotos un hom
bre ten ía e l cabello muy rizado el o tro era rubio
A ver qué nos dice
Adri ana,
dijo Victo ria Aguilera
Se pasó la man o por el cuello y miró al agente . Hay
días que no puedo dormir. He pedido mi cambin tan
tas veces Hace un
ño
ingresaron a un tipo que no
aguantó la bienvenid ya sabes Cuando me enteré
_ . 1 dio de comer, }
die nte
le corto los gen
ita les
y se os d
,
- . 1 1 deló amarra o
1
si fuera poco, le unto rrue y b
1
1
ó
de
un
ar o .
cerca de un h
orm
iguero, a l final lo ca g d 1
. . . .
o durante to a a
autopsia
ndt
ca
que
est uvo
\
tor tura, 135
Qué mundo.
De pesadilla. - en la
Gua rdaron silencio hasta que Adriana en tro d
. , . .
o el archivv e
o cina y deln en medio del escn ton
Carlos García Mir nd . . , No
Victoria Aguilera lo acercó a ella Y lo
hOJeO
- 1
. d o y le paso e
hav nada peor que un a v lolacíón, I] I •
. , a foto s de
¡ Ule
archivo al agen te Pastrana Contern- d
1
g
olpeadns Y e
res con el rostro los senos
y
e se
xO .
. ca vICtnI13S se
color violáceo oscuro En las
Cl11
. 1
Sahva ce u
hallaron todo tipn de pruebas culposas. • Ict t-
_ . Todas las VIC I
las epit eliales, vello, pest
n
as, celas. , _
. , Past na
y
son
mas sobrevivieron
uo
fijamente a
rió. Apuesto a que sabes más.
Sobre qué.
it
saber
.
o neceSl O
No me maten t íend as. Pastrana n , t n
d
t Quizá estíl
S
a
más de lo ne cesario para ayu
ar
e té
este infelIZ es
conte
nto como
yo
de que al menoS
muerto.
Pastrana cr
uzó
los br
zos
No seas tan duro co ntigo
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Cuándo se enterarán los periód icos.
No he dicho nada.
Cuándo.
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138
Tres semanas.
Tres.
Cuando m ucho.
Gracias.
cuarto cadáver fue un descubrimiento de Israel
9
l iuchu k
a la en t rada del mo numento a Benito
j u á-
l Z
en el parque Chamiza l.
Israel llam ó a
Lil ía
ll r ández su mujer y le con-
del hallazgo.
Qué haces ahí.
Tomar fotos .
y le tomaste un a foto al cuerpo.
No dijo pero luego agregó: sólo una para que lo
veas y la borro .
Ll
ama a la policía .
No.
Entonces llamaré yo.
Qué crees que van a hacer.
AJ
me
nos
retirar
el
cuerpo.
Israel se pen s ó. Está bien dijo y colgó.
Miró el cuerpo en la cabeza tenía un pequeño
hoyo negro . Nu
nc
a había visto
un
cadáver.
o
tenía
nada que ver con las películas. La piel era de un color
lechoso y los ojo s esta ban abiert os. Era el remedo de
un
hom re.
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Luego tomaron asiento y comenzaron a hablar
una poruna
Bien decía Rebeca esporádicamente Sí decía
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144
e
beca abrió los ojos Eran las once de la mañana
Miró el teléf
on
o pero ya no tenía ti
emp
o de llamar
a su madre Se dio un baño se vist ió y salió El auto
de Luis no estaba en su
lug r
Mejor dijo y subió a su
Ford Fiesta blanco y tomó el bulevar Fern ández ha-
cia el norte
Diez
minutos después entró en la
colo-
nia El Futuro pasó junto a la Parroquia de la Sagrada
amilia llegó a la
calle
Salvador Novo y estacionó su
auto sobre la Pablo Neruda fren te al parque solita-
rio Ahí estaba el pasam nos despintado las llantas
viejas don de los ni ños jugaban y la cancha de bas-
quetbol Con ambos tableros rotos Son rió Cruzó la
peque ña
calle y tocó el tim bre de la vivienda marca-
da con el número diez
Alejandra Salazar abrió la puerta Antes de entrar
ambas miraron de soslayo el par
qu
e
En la sala había una decena de mujeres Unas
charlaban entre ellas otras de o jo s rojos miraban
el suelo
Cómo estás
Igual contestó
y
miró en derr or
otrasveces
En algún momento Alejandra dejó su ta za de
café en el suelo se levantó de la silla se acercó a ella
y
se aclaró
la
garganta; las demás guardaron silencio
La mayoría de estos crímenes siguen impunes Ya las
mujeres desaparecidas nadie las busca los asesi-
natos continúan dijo se apoyó en el hombro de
Rebeca Dejemos de ser cómplices agregó Yhabló so-
bre su hija desaparecida cuatro ños
atr
Ydijo que
por las noches sin más abría los ojos pensando que la
chica estaba en el zaguán y no se atrevía a llamarpor
haberse ido con sus amigas tanto tiempo Pero ya en
la puer ta ante s de quitar el pestillo y girar la perilla
sabía que no estaría allí y lloraba y su marido bajaba
para juntos mirar la calle vacía No podemos permi-
tirlo deb mo s ser la resistencia nadie vendrá a ayu-
darnos los balazos han ame rentado la lucha eso
sign ifica algo un golpe fuerte para ambos lados pero
un golpe importante a fin de cuentas No nos harán
callar di jo y habló de las estrellas de la luz que las
guiaría hacia sus desaparecidas Adriana de quin ce
año s Claudia de once y Yadira de catorce perdidas
en aquella no che
inm
ensa donde no amanecía nun-
ca Pero no todas están en esa situación dijo y le
apretó el hombro a Rebeca No más violadores ni ase-
sinos No má s mujere s violentadasy desaparecidas
14S
más de cuatro mujeres levantaron la mano
y
con un
gran esfuerzo Rebeca lo hizo tambi én. No dijo ju nto
co n ellas Viviana la hija de Sara fue brutalmente
poco Ya en el auto} su hija se convertía en aire lo
que en verd ad era y el rost ro de Amy se enca rgaba de
darle fuerzas. Había descubierto aquel gru po en sus
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46
abusad a h ace dos a ños Andrea Duarte de oc ho su
frió un ataque terrible de su vecino Ana Gallardo
de un sacerdote Eva Zúñiga Sand
r Ram íre z
Beatriz
Lucio
y
ia hi ja de nu est ra amiga Rebeca aquí presen
te a quien ustedes le h an entregado su corazón . Las
mujeres se levantaron y se abrazaro n Rebeca lloró
jun to con ellas. Co mo lo hi zo por días o por año s
a solas en algú n lugar del
mundo
sin saber por qué
lloraba . Sin tapuj os lloró largas lágrimas antiguas
y
de alguna m nera rancias Miró la casa pequeña las
mujeres a su lado y el olor a café que envolvía el Iu
gar T
o o
era tan real
y
pesado las tazas t
ení n
un
espacio justo en el m
un
o el crista l de az úcar sobre
el man tel el trazo de la cuchara la mesa que sostenía
a las mu jeres y el sucio el umb ra l y la ausencia el
lod o en el parqu e de ah i fuera la sangre escondida
el llanto po r un a hi ja que no existía y por que
había tom ado su lugar
y
forma como un vaso ple-
no de mordid as y golpes. Lloró porque ment ía y sin
emba rgo el llanto por su h ija falsa no era a rtificial
era tan real como una víscera o un pozo Nunca lo
hubi era pensando sus miedos y sus obses iones en-
tre Amy su mejor amiga y Ch arles Manson su peor
enemigo hab ían tom ado un cauce y cuando ella sa-
liera de allí co
nv
ertida en un mentirosa y al mi
smo
tiempo en una víctima} su corazón descansaría un
andan zas errantes por la ciudad pen s n o en su ma-
dre que vivía en El Paso apenas a unos kilómetros de
ahí y sin em bargo tan dis ta nte. Sesentía como la pri
mer a vez que v io la luz en aquella casa
y
los llan to s
ahogados los escuchó mientras camina ba esperan do
algo lo que fuera . Esa tarde se
d edi c ó
a h ablar de un a
mucha cha violada las ci rcunstancias eran reales
aun que los
nombr
es no lo fueran. Aquella vez ya de
regreso en casa pudo dorm ir
y
lo que era imp ortan-
te Charles Man s
on
por primera vez desde
r
ancia}
no ocupaba sus pensamientos
y era verd ad io que Aleja
ndra
dijo aquelias mu
jeres con fiaban en ella Se sabía sus historias com-
pletas Los daños Los pequeños triunfos en algunos
casos y las terribles derrota s en la mayoría. :- ; decía
junto con ellas
y
se mordía los labios.
A las seis de la tarde se d es
pidi
ó
Cam i
nó
al auto e introdujo la llave en el cerrojo
de la puerta pe ro se qu edó a hí quieta por
un
se
gun do. Retir ó la llave y sin guardarla en el bolso
recorrió los alrededores del parque. En cada esqui
na paraba y
leía los nombres de las calles pasaba la
mano por la malla ciclónica y m iraba h acia la casa de
Alejandra. Recorrió el perímetro completo . De nuevo
se acercó al auto introdujo la llave en el cerrojo y
abrió la puerta Se marchó
47
La vida era un t nque de gaso lina a m ed ias.
En casa le m rcó a su madre platicaron del cll-
ma y de las cosas que mar chaban bien.
Se im aginó com o
un
a vieja gitana cuyas cartas
eran la familia su trabajo. Rebeca se sentó a la or illa
de la cama
y mir ó
hacia la
fría oscuridad}
hacia la ca-
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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Cómo está el cl ima en Dalias Beca. Esa era la pri-
mera de tantas
menti
ras. Para su madre ella seg uía
viviendo allá.
Bi
en
m m
á.
Me alegro.
8 Sí.
iremo s pr
ont
o.
Tal vez vaya yo primero a saludarlos.
A tu pad re le gustaría mucho .
Claro.
Te prep araré tu paella favorita .
Sí dijo y tu vo que apreta r los labios.
Hablaron un os minutos más de El Paso y los vie-
jos am igos qu e
m n
daban saludos.
Cuando colgaron
not
ó que la man o que sujetaba
el teléfon o le dolía por haber apretado tanto el au-
ricular.
La v ida era
un
fecha marcada en rojo en el calen-
dario de la
coci
na .
Se desvistió se dio un baño y pensó en el presen -
te y futuro. Su madre y su trabajo esa razón que la
m nt
ení en un a ciudad terrosa cuadrada y chapa-
rra. Salió del ño y miró su reflejo. Prefirió apagar
la luz y conforma rse con las sombras a su alrededor.
La vid a era
un
bombilla t il il an te a punto de
morir.
sa de en frente.
Lu is Kuriaki viv ía hí Tenía suerte de segu ir
co n
vida. Los lloriqueos por teléf
on
o de aquella vez lo ha -
hían v uelto
un
niñ
o ant e sus ojos}
y
pensaba en lo
frágil que era todo eso la llenaba de rabia. Si pud iera
hacer algo por él lo haría. .. pero no quedaba fue
149
ra
de su alcance} hasta el mo mento . Lo
úni
co plausi
ble era estar a su lado . Reconforta rlo . Así sanaría. Si
es que
lgo
necesitaba sanar.
pr
ont
o se topaba con casos de asesinatos que la ma-
yor ía de las veces declinaba .
Leíste el periódico de hoy.
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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150 El primer domingo del mes de febrero apareció la
nota en
l iario de
uá
z
Un vampiro acechaba
la ciudad.
Con esfuerzo el viernes anterior Luis Kuri k i ha-
bía esc rito y entregado su versión al jefe
Muy bien ledijo este pero al final sepublicó una
muy ist t Y tenía que admitirlo mejor La autora
era
oss n
Rodríguez
La mad re de Luis se í al termin r de leerla
Luego miró por la ventana hacia el patio frío.
Doña Carmen fue hasta la despensa y al ver que
no tenía suficientes ajos hizo una an otación para
co mprarlos en la siguiente visita al súper
Ei teni
t
e Martínez leyó la noticia varias veces y
marcó un número en su ce lular
Buenas tardes teniente con testaron del otro
la
do de la línea.
Cómo estás Héctor
Bien
Héctor era detective privado y ent re los asuntos
de esposos infieles que atendía con regularidad de
Te refieres a la nota de los vampiros.
Sí.
Por favor
Martine z.
Cuán to hace del caso de la chica aquella.
Dos tres ño s
El ten
iente se refería a un viejo asunto donde se 151
presum ía de un asesino serial v inculado co n las mal
llamadas Muertas de ]uárez. La línea quedó en si-
lencio
La verdad no sé por qué llamé.
No hagas caso a los periódicos Martínez.
Sólo quería saber tu opin ión tengo a Pastrana de
lleno en esto .
Pastrana
Lo cono es
Todos co
no e
n al d
em
ente
ese
El teniente se rio. Es un buen policía.
Es un hijo de la chingada Martínez.
La verdad no sé por qué llamé dijo y colgó.
beca llamó a Alejandra. Leíste lo del vampiro le
preg untó mi entras sostenía
el
periódico
Es absurdo.
Pero eso nos a
yud
a Como para recortar la no -
ticia
Si tú lo dices dijo y agregó espero que no lo
hagas.
Es un vampiro Alejandra
Rossana lo miró Te espero en mi casa dijo y le
acarició una mejilla
Antes de salirdel edificio Luis mi ró h acia ambos
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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Me estás tomando el pelo.
nos vere
mos
Por favor porque no entiendo tu entusiasmo
152 Ese dom ingo alrededor de las d iez de la noche Luis
se acercó al escritorio de Rossana .
Me gustó la nota.
Ni siquiera es verdad
Eso no impo rta
Cómo te sientes
Aún me despierto a media noche.
Luis se acercó un poco más Oc qué
o or
son
aho -
ra le pre
gunt
ó
Violeta .
A
ver
Ella se lo pensó un po co metió la mano ent re los
panta lones
y
jaló las bragas para confirmar el color.
Luis se mordió los labios
Te invito a m i casal dijo ella
Es un
po
o tarde
Siempre es tarde.
Luis echó un vistazo a la hora en el ce lular Y
mientras lo hacía el aroma que despedía Rossana lo
sedujo.
Hueles rico
lados de la avenida subió al auto intr
odujo la llave
al contac to de encendido la giró y el mo tor d espertó.
Antes de arrancar contemp ló las luces de los ar
hotantes
y
los edi ficios oscuros de enfrente un
ba n
ro y un a distribuidora de automóviles Por alguna
zón sigo aqu í se dijo y e
n e
ndió la radio
Cuando se enteró ya estaba en la venta nilla de
McDonald s orden ndo un a Big Mac con papa s y
refresco grandes.
Vaya di jo mientras le daba una mordida a su
h m urguesa.
En cuanto estacionó el auto Rossana ya lo esperaba
en el quicio de la puerta.
Te invito a pasar
Luis puso un pie dentro le sonrió a la mucha
h
y con parsi monia introdujo el otro pie. Cerró la pu er
detrás atravesaron la pequeñ sala
y
dirigieron
a la recámara os ura
Te extrañaba dijo ella.
Él la tomó de la cintura y de un solo mov im iento
le bajó la pa ntaleta color violeta . Igual yo agregó
y
se besaron se dejaron caer sobre la cama destend ida
l S3
A las tres de la m a ñana Luis abrió los ojos.
Estás despierta.
Sí.
Esmás que tu v
e i
na lo vi en sus o jos. Aunque no
lile gustó como me miraba.
Hablas en serio.
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Sabes cu
ánt
s semillas de ajonjolí tiene
l
pan de
un a Big Mac.
Cuántas.
o
sci
en
tas.
Cómo sabes .
S Simplement e lo sé.
El l drido de un perro complementó el ruido de la
respiración que llenaba el espacio.
Sabes cómo se liama la primera person que ob
tuvo un récord perfe to en Pac Man pre
gunt
ó ella.
Cómo .
BilIy Mitchell de Florida.
Bonita pareja dijo Luis y se aclaró la garganta.
Tengo que
irm
e.
No ti
ene
s que irte.
Es mejor.
Para quién .
Lui s se pasó una mano por el rostro. Sintió el ca-
helio las
imp
erfecciones de la pie] en la fren te las
cejas los párpados la nariz fría el bigote y la
b
r
a
ralos.
El día qu e te llevé las flores al hospital la conocí
Es guapa . Me pareció un poco ...
Mayor.
Iba a decir dist nte.
Se llama Rebeca . Es mi vecina.
No lo sé.
Por un momento nadie dijo nada.
Me gustó Rebeca. Cuántas veces h n hecho el
1I1l r
Va
rias veces .
Deberías invitarla aquí con nosot ros.
155
Es en serio.
Por supuesto que es en serio. Me gusta hacerlo
I liando algu ien más me ve coger.
No tengo idea de si le gustaría algo así.
Tienes que preguntarle.
Luis Jo pensó un momento. No creo.
Me gustaría que nos viera hacerlo . 1.1e gustaría
v rlos
a ustedes dos.
Por eso me gustas tanto.
Yo te quiero Luis.
Muchacha di jo y le dio un beso en la mejilla.
Quédate aquí conmigo.
l uis
se incorporó. Deslizó la mano por encima de
1.1\
sábanas hasta localizar la cadera de Rossana. La
kV>
ahí
un
m
omen
to . Buscó su ropa en
el
suelo
y
11en contr ó junto a un libro sobre vampiros.
:0 tienes miedo de salir tan tarde de aquí pre-
ella.
1.0 peor ya pasó.
Si tú lo dices.
Luis se acercó, buscó sus labios
y
la besó. Se reti-
ró. Recorrió la coc ina, atravesó la pequeña sala de es-
tar. Abrió la puerta, y sin m ás llegó a u auto y se
marchó.
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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Rossana escuchó el motor encenderse, acelerar
y partir . Ten ía las mano, he ladas. Se h izo un ovillo
entre las cobijas. Trataría de mantenerse despierta
hasta que Luis llegara a casa, unos vein te minutos .
156 Imagin ó el auto de Luis recorriendo las calles, to -
mando la mayoría de los semáforos en verde, luego
pensó que Rebeca era quien conducía . No puedo dor
mirme dijo, pero sabía que no lograría mantenerse
despierta,
ABillyMitchell, campeón en Pac-M n, se le atr ibuyen 157
varios récords mundiales en videojuegos: Centipede,
nonkey Kong y Donkey Kong JI. lo, cuales en d ís-
tintos momentos le han sido arrebat do por
un
t l
Sleve Wiebe.
En var i ocasione, en la, que Billy Mitche ll se
present ó en l Paso, Rossana aprovechó para cru
, ,,
el pu
ent
e y entrevistarlo en el Chilli s de la ca
lle Mesa, cerca de la Intcrestatal 1 10. Era delgado
« uno un palillo y no bebía alcohol. En febrero de
l O
11 sufrió una crisis nerviosa por el acoso continuo
,Il s ñor to Wiebe, como lo llamaba BilIy Mitchell.
o retaba constantemente a través de diarios y
lideras para confirmar que él era mejor en Galaxy,
n
Patrol y BurgerTime. Se vieron en un famoso
,,·, taurante de h
mbu
rguesas llamado Scotty s, sobre
1
1ra lle Washingt
on
, en Colurnbus, Indiana. En Saint
ou i
s
se volvieron a ver en un pequeño restaurante
,h, hamburguesas y hot dogs llam ndo Gitto s, sobre
11avenida Shaw, cerca del zoo lógico . En Mississípp í
\ Nueva ork se avistaron en sendos McDooald s. En
Los Ángeles volvieron a c
o
ar sus miradasmientras
le entregaban a
Bll ly
un reconocim iento por parte
de Microsoft, dur nte la feria E3 dedicada a las con-
solas y videojuegos. Quiero destru irte en Cent ipede,
a manera de disculpa. Ella tomó el ovo y lo
entre sus libros de zombis y vampiros.
En
2012,
por el ewYork imes se enteró de un in-
1 1I10 de suicidio con pastillas para dormir por parte
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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le decía, hasta que Billy Mitchell no pudo más. Una
tarde se apareció en la corte de Hollywood en el con-
dado de Broward, Flor ida, y pidió un a orden judicial
con tra
Wíebe,
para mantenerlo alejado por lo menos
158
a
un
radio de quin i
ent
os pies, además no podía lla-
marlo por teléfo
no
ni mencionarlo en ningún medio
de comun icación . Pero el
ñ
o ya estaba hecho.
Ten go un sue
ño
recurrente donde Wíebe desco-
necta la mald ita máqu ina de Ccntipede, justo cuan-
do estoy por llegar a los nueve millones de puntos
le
dijo a R(
JSSana
alguna vez.
Rossana trató de reconfortarlo.
Billy Mitchell d ijo que era una insensible y no en
tendía la gravedad del problema. Sabe lo que sigril
-
can nueve millones de puntos. El tiempo implicado
La concentración . Tengo seguidores Rossana, sabes
cuántas cartas de
n i ños
recibo al mes soy un ejem
plo para ellos . El videojuego es apena> una
símp
h-
metáfora paraentendercosas más complejas. Morir
1
la mitad de un nivel sign ifica otra cosa . Un
esfuerzo
inútil trabajar sin convicción.
a
l vez no lo entienda contestó ella y colgó
l l
teléfono.
Después,
i
lly Mitchell le hizo llegar una graba
ción conmemorativa de su juego perfecto de PiH
jugador.
Ella lo llamó y él desmint ió la noticia.
No es eso fue una prescripción errónea argu-
mentó,
gracias por llamar.
Su gira por Japón se pospuso para julio. AChina
159
1 jil LI1 octubre y pasaría una temporada larga en
l uro pa : Dinamarca Espa ña,
rancia
y Holanda. Pe
111
pronto iré a El Paso a un congreso sobre utopía
\ vld ojuegos Eso a principios de marzo le dijo a
ltl l\
tlna
Pastran a
es cribió Adrián Soto
Heredi a
arriba de
11 foto. Esto confirmaba lo que intuía. Sólo necesita-
.1saber qu i
én
era el de cab ello rizado. Dio un paso
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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160
El agent e Pastrana leía el periódico cuando sonó su
celular. Era Victoria Aguilera llamando a las dos de
la
m ñ n
.
Estás despie rto, le pregu ntó.
Ac
o
de llegar de la estación.
Sabemos quién es el rubio . Se
ll m
a Adrián Soto
er
edi
a. Lo rec
on
oci
ó
un
custodio. Un caterillo
que
pre
sum
ía t
en
er mu ch as novi s Pero varias, no s en
teramos, lo denunciaron por violación. Una casi
muere.
El agente se levantó de la silla. Dobló el
peri ódíco
y se encam inó a la sala d
ond
e expuso las fotog rafla
de los cuerpos sobre la mesa.
Algo más, dijo, Adrián Soto osten taba su hom
bría co n
un
prominen te
mi
embro, tanto que al I
n
et r
arlas les hacía daño.
Vaya, di jo Pastr
n
a.
Del ch ino no tenemos
nada
to davía.
Te debo
un
a.
Te
ll m
o en cuanto me entere de algo más.
El agen te miró las fot os. Estaré esperando.
h.icla atrás. Carlos García Mira
nd
habfa violado a
1
I IIl O
mujeres. Adrián Soto Heredia era un
vio
lador.
1I homb re de la vieja cicat riz en la barbilla se llama-
Hogelio Cario Gallardo, violador. Pod ía adivinar a
í se dedicaba el de cabello rizado.
Por qué, quién, cuándo y cómo, se dijo Pastrana, 161
v
1 t
nu nz ó
a escribir la palabra
viol or
sobre las
fo-
después lo s nombres de las víc tim as. Ya
l lllllpletaría el di agrama cuando llegara toda la infor-
ru u ún
de Vic toria Aguile ra. Dio un paso hacia atrás
d
e
11l1 \ O. Quién, d ijo, ) cam inó hasta la ve ntana.
p¡
l Ú
l ll
su prima desaparecida. Luego desv ió la mi-
I lul.l hacia el diagrama.
acercó una vez más y leyó
1
11 1
1 de los nombres de las víctimas.
1I1l 10 ladrid os de perro s, se esc uchó una ráfaga
1
dl\ paros en la distancia .
IllIt valdtia,
sería como tener una
troca 4x4
como amigo,
wr
vírta pa
ra
morer muebles.
\ o[ar es
1
buen poder, pero
en
invierno
le moririas
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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162
t
Y
Y
O IlOS hicimos amigos
en
la ca
fe
tería de
,,,
Raymu ru
() . . . , .
. CtlGru
lo
roudábamos los diccisets
o
dt
eCls l( -
w
.,
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col
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·
te. poreseen ,
me decómics. . .
A
veces me
Ilamaba paradec
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me con entusiasmo lo
I
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·omprado. A/glíll Ilúmero especiat de Batman,
que
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ra ( , .
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Smokey gt
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estaba alguno. Usualméll
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in teresé realmente por la novela gm{i¡
uno vez me . .
W
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h m en una nistonaP
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/
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01
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nÍo en a
quiéll, .
I
Debo confesar algo, EIl ulla fiesta conmIs amIgo
s
I P
re tlta brotó .sin más, ¿si tuvi
era
s 111l , /1
la prepa, a
o
d
/ sería; la illvisibilidad, la file rza sobrellll
perpo er eua
. . . . •
I
a
os equis la poslblildadde leer la mente, ,\1
mana,
os
r
. . Re ,t,iz di o que ser invisible sen lo me/oro
., ,,
prlllcIPro
e
t
e
l
nquietó Y le diri l{Í una mi rada discreta .
respues , ,
La fuerza sobrellllm
alla
, apllllté.
ll e
S
ea el
meior poder, a
s
regó
Raymllndo, ¡/(
No creu q <
.Ic [tio, alguien agregó.
Miré
a
Beatriz,
ell a
me d
evolvi
ó lamirada } le sujetó
1,
Ul
a Raymundo.
C
re
o
que
serpsíquico sería el mejorentonces, agregué.
Pero
qu é significa
ser
psiquico, pregunto
ella, purque
IItl}
quienes pueden mover o incendiar objetos con la
11/( 11[( .
so 0
esserpsíquico agregó
Raymundo.
seguimos hasta que laplática tomó otros derrote-
, Tnc Wilite Stt ipcs, Nirvana y Blur.
\ arios días después llamé a Beatriz.
IIl pensandoen los
superpode
res le dije.
(
¿¡
¡jeres venira mi casa.
Si,
\ n l.
( ·o/ga
111o
s.
subí al auto.
Ella, en eseentonces
vi
l ,.1 11/
el Fra ccionamiento vtñahermosa,cerca de un : iejo
I n to
donde v
endían
buenos tacos de carne asada.
.\ /1,.( la mesa descansabanalgunos cómics.
nll.rlltlll ldo me los prestó, dijo,
)
sacóunpardecerve-
,1\
dd
refrig
era
dor.
II Mamos
r
bebimos mient
ra
s /a tarde caía y el frío
I d
ato o recorríalos es
pacio
s, nos tocaba.
sn« l I
re
loi.
No 1 preocupes.
i II J
( 11
Jossuperpoderes
163
En verdadcreo que serinvisiblesería el
mejor.
Tendrías oue andar desnuda.
Sí.
Cóm o crees qu e pu edas vol ver te in vi
sibl
e.
Si ~ I l l
vez ..
decido casarm e, me dijo, lile conseguirs
.11111 tipo como tu.
Eso fu e t
od
o.
Nu
estra relación siguió por varios
año
s
Illlllque nos
veí
amos
muy
poco, Huís veces la vi
a
ella
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164
Beatriz lo pensó un momento, desvió la mirada hacia
al
gún
lado de la cocina y sonrió .
Entonces dije.
Ella
se l
el lllll
Óde la silla}' se puso frente a mí.
A f
agregó, } sesac álablusa l los pantaI
O
;es, luegose q ~ i t el
sostén,
al
fili
alsebajó las bragas. Tema
el
pI/bISd
epilado.
y t IÍ
qué superpoder tienes, me preguntó.
El poder de t
raer
par decervezas.
Quieres un pase, me preguntó, [ue a la recámara
regresóCOl
m
paquetito transparente.
Lo dejó sobrela mesa de centro.
Me gusta
tu
illvisibilidad, dije.
Ella se sentó en un sillón frente a mí, dejó caer
t i
ClerpO e ll el respaldo l abrió las piemos.
é 10 que estás pensando, me dijo.
L a mirada puede decir mucho.
No 10 digopor lo mirada . Hay algo más.
Es la re
spira
ción.
Ella se llevó U
lilail
a a la entrepierna.
No
es ni la mirada ni la respiración .
No te entiendo.
No importa, Luis.
Me acerquéa ella. EIlaqu
e/ti
empoB
eatri
z
I/tili
za'
. s e los retiró los colocó juntoa la bolsita ti l
anteolo .
caina comenzó a desvestirme.
ll
l lí a mi ami
go.
Tan
sólo necesitaba cr
uz
ar e/ um bral de
11
puerta
para que
Beatriz se de
snud
ara, } si yo lo
hacía
/1 IJO ella
i
gual
se
pas
eaba por
la
casa,
me
besaba, jllga
J I n m
su s
exo mi
entras
hablábamo
s
de
cosas cotidianas .
/ 11 \0 algo sucedió: alg
ún sáb
ado de o
toño
mientras des
cuusúbamos en
Sil
cama, me dijo que parecía que estaba
cmbamz
ada. La semana entera esperé a que m e co
nfi
r:
uunu tu
noti
cia, pero
nun
ca lo hizo. Dejó
de
contestar
mi
s
ll.unodas.
A trás qu
edar
on esos
dí
as de jugar
t la muj
er
tuvisib e,
al menos conmigo. A partir de entonces, S Il re-
/
11 MfI
con Raymund
o se
estrechó, pero
de
eso no quiero
1I
.,111
1
r.
/ 11<:'(0 apareció Ro
ssana
en
mi
vida. Forios días des
1'lIc;
de conocerla,
mi
entras nos qued
ábam
os S% S por
11\
noches en el periódico
y
plat i
cá
bam
os de pornografía
l ¡J lo
que significaba para cada uno, reci
bí
en
mi
correo
d c í
1
ninico
1m video
donde
ella se masturhaba, luego s
u-
j ¡Jh i /0 del parque.
Con Rebeca siempre ha sido distinto. Ella se in tere
\ 1
0
1
mí. Me cuida co
mo
un viejo amor, es tranquila
r
¡J/\ f
lI I
l {
últ
imamen
te nos h
emo
s vi
st
o poco. Una vez
1
( ,\
JlJ
lté por su familia, me dijo que ellos vivían en
1Il f / /¡ I aC
l l
peroal parecer no estaba preparada para tal
I /IXIII/fa.
Una noche, m ientras dormía, escuc
hé
la pa
1. ,/
'
/11
morir
salir de sus labios. Luego l/oró entre sueños
1
y la desperté Le pregunt ési estflba bien, me dijo que sí.
Le pregu1lté si recordaba algo, me dijo que
0
No quise
insistir en el tema. Luexo sucedió el levantón donde casi
muero. Sentí cómo las cosas cambiaron entre nosotros.
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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Desde entoncesme mirade otramallera, más amorosa y
al mismo tiempo prot
ectora
Cosa que no me agrada .
Ya
lo
dije. U
lO
siemp
re
es el mismo.
Cre
o que ella de
alguna man
era
trata de ser alguien distinta
a
quien es
166 Quecómo losé. Lo intuyo. Es mayorqueyoy hay que
eso
nos
pesa}' me
pr
egunt
o
si podré alguna vez xuall·
tar
Sil
ritmo. Ate preguntó qué ve en mí y
para
nada
1/
la noche y mis días con la coca
y
la violencia en la lur
de la madrugada, los muertos y las notas que escribo
f
los
cuentos
que nunca podré escribir. Cuentos de
zomb
ls
} tigres
f
vampiros, naufragios que tienen que vercon
s
veces l lehe visto la muerte. Yeso me hacepensaren esta
ciudad. Toda la violencia contenida en ella vista a traw .\
de mis
ojos
, que \ 11 10.\de Rebeca. Si lohe vivido ella lo
ha vivido, le han gritado en la cara ha tenido una pistola
CII la Iluca. Talvez exagere, pero lo dudo. UIl día
IIllbhu
f
de mis suenas
y
no
tendr án nada
que ver
con hinnbn
»
[uertes que sepan volar, sino con asesinos en medio de 1
noche
como este
que
mata de
un
solo balazo en
la (am'
za. Y los otros tantos que deian por las calles 1
10m
b
vaciados, hombres degollados, muti
lados,
como si la vida
misma los hubiera tragado de
un
solo bocado}'
despuc»
del'lleito mocosasamorfas r 110 hay fiesta y noche qUl
dure
tanto,
lo sé.
1 1ten iente Marttnez hi zo pa sar a Pastrana a la oficina. 16 7
Eran las siete de la tarde y el ciel o se ve ía des-
pe jado .
Pastran a
tom
ó asi
ento
. Salvo por
algunos
sobr es
.uuaríllos
más el aspec to de l escritorio era el mismo
rh la últ ima visita.
Leí el reporte.
l astra na no se
movió
n i un ápice.
Así
que
ten e mo s a u n ca b rón qu e asesina a viola-
dores.
No
lo sab e mos del to do ten i
ente
.
Tres de los c ua t ro
tip
os so n violadores
di jo
Mar-
nue
z
y
se restregó los labio s con
una mano
. Me prc-
qué sab rá n los di arios.
No impor ta lo qu e s ep an .
Entie ndes la gravedad d e esto .
Es
bastante cla ra.
Martínez
son
rió
mir
ó h acia la calle por la venta-
.1
cn treabterta. Se t ro nó lo s de dos de las m
an
os . No
valva d e n ad a si vas por ahí golpeando gen te m atar
1I 11 ma
tar
es ape nas uno de tus prob lemas.
La boca de Pastr
ana
era
un
a lí nea recta
muy
fina .
Me preg
un
to qué harás cuando descubras qu ién
es ese
maniá
tico.
Qué quiere escucha r teniente que lo felicitaré
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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que me
un i
ré a sus filas qu e seré su coa r
tada
.
Mart ínez lo pensó
y
sólo
atin
ó a decir
ching o
Sí.
No eres
in tocable.
168 Nu nca he dicho tal cosa.
Actúas como si lo fueras.
Pastran a se leva ntó de pronto y el ten iente Martí
nez apre tó los lahlos.
T
en
go trabajo di jo Pastrana.
te pu edes ir.
Con pe rm íso.
El ten iente
Mart
inez se incorporó y abrió la pue r-
ta m iró cómo el agen te llegó ha sta el escritorio to mó
su chamarra de piel de la silla y sa lió de la estación.
No esta ba t
an
preocupado a fin de cuentas si
lo
re-
qu ería sac rificaría a Past r
an
a.
l.uis Ku riaki llegó a casa encend ió la luz de la cocina
abrió
el refri gerador
torn ó una cerveza. Con de sga-
no subió a la recám ara. En su escr ito rio desplegó las
fo tos de los mu
ert
os. Gracias a Rossan a
y
a la ami s-
tud con un policía obtuvo la cop ia del ar
chi
vo sobre
los asesi
nato
s comet idos por el vampiro¡
el
asesino
del calibre 22. c uando lo abrió y leyó el n
omb
re del
agente encargadO del caso se sobresaltó . u é pa saría
si Pa
stran
a se enteraba de que el repor te estaba en su
poder. Leyó sus ap unte s y el cxpediente completo.
Contempló las fotografías.
Cabrones dij o. Bebió de su cerveza y suspiró.
Cabrones
qu
iénes preguntó su amigo ya nqui.
Estos p
en
dejos
key
Luis se m
ord
ió el lab io. P
uede
s verlos por ahí.
Yoveo a los vivos.
Entiendo.
Qué hicieron .
Al meno s est oS
tres eran vio
lador
es de este no se
sabe nada .
9
Su amigo
yonqut se quedó callado
IgU
ahí
preguntó
L
P l S.
ensaba en Fabio d .
recido lo ha llaro spues de dos días de desapa
n en un tarnb d
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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El agente Past rana llegó a casa a Jas once de la noche
cojeaba de Ja pierna derecha. Entró en ia cocina abrió
el grifo del fregadero esperó a que corriera agua ca-
liente y metió las manos rojas e hi nchadas ajo ella.
El agua que caía a la coladera primero fue de un coJor
rosáceo y al final transparente. Escupió sangre. Dejó
que sólo corriera agua fría hiZO un cuenco con las
manos y se las llevó ai rostro. El pómulo derecho le
sangraba y tenía un moretón arriha delojo i quierdo
So ó su ce lular
Buenas noches agente
Sí.
Soy Luis Kuriaki.
m
e
Si está muy ocupado io puedo llamar Il ñ n .
Estoy en casa dijo Pastrana mient ras s e miraba la
mano derecha Jos cortes las pequeñas hiJlchaz
o
s
Sólo hablaba para saludarla.
Al grano.
Me preguntaba si ten ía algo sobre el muerto de
cabello chino.
170
Entiend o dijo L . o e concreto.
Ul S
pero no sabía quién era
Fab í
10 .
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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contraél Así comenzaro n losgolpes
El
musculoso le
propinó un par de puñetazos en el pómulo y la bar-
billa Pastrana lo aporreó tan fuer te que algo crujíó
en la boca de su contrincante Luego regresó
contra
A las dos de la m a ñ
ana
su celu lar volvió a sonar
Era Victoria Aguilera.
Estabas dormido.
mporta si lo hubiera estado preguntó Pastrana.
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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174
el
que gruñía sobre el suelo
y
come
zó
a
patear lo
fue cuando sin tió el golpe en la piern a el alto tenía
un bate de madera en las manos Por fortuna fue un
golpe malogrado tal vez por el miedo. Por
un
mo -
me
t
sus miradas
se
cruzaron
l
alto miró algo en
los ojos de Pastrana
ante lo que le revelaban se
echó a correr strana
dio
dos pasos y se derrumbó
en el suelo
e
puso
de
pie miró hacia atrás hacia
los dos tipos derrotados. Cojeando se acercó al que
gruñía
Quién fue.
El tip o tos ió.
QUién fue.
Valtierra.
Adrián Valtier ra.
Su hermano.
Pastrana lo soltó
Cojeando llegó al auto sacó su celular y s e quedó
pensando lo guardó
y
se march ó a casa
Con la yema de los dedos examinó lap ierna herida la
piel sobre el mú scu lo abultado comenzaba a tornarse
vtol ácea . Fue hasta el peinador y t
om
ó el frasqu ito de
Percodan
retiró la tapa
y
se tragó dos pastillas
Por qué no vienes a mi casa
Ahora no puedo.
Tengo algo nuevo y me pre
gunt
aba si lo necesita
rías ahora mismo
El teléfo
no
quedó en silencio.
Entonces dijo
Pastrana .
Te intriga.
Sí.
Victoria Aguilera come
zó
a contarle los
deta-
lles del hombre de cabello ondulado. Quién fue en
dónde había vivido y qu é lo un ía a las demás victí-
mas. Pero eso ya lo sabías dijo al final.
No estaba seguro . Tienes los generales de sus víc-
timas preguntó.
Por qué no vienes aquí tengo todo
Pastrana miró hacia la calle uno de sus vecinos
hab
ía in stalado un par de lámparas solares en su jaro
dí n y a esa hora la luz que despedían comenzaba a
mermar
Se miró la pi
erna
gracias a las pastill as el dolor
va menguaba. Con di ficultad se tnc
orp
or ó sobre la
cama
buscó sus pantalones
y
la camisa
Se
calzó los
zapatos. Al tomar las llaves del auto se miró las heri-
das en la mano . Abrió la puerta y salió al frío .
175
' 1 1piede la puerta mi
quedarnos
en
comer ahi. A 'emle J
padre se quedó lIelado.
Qué sucede preguntó el/a.
No es tija él.
l
O
na
pude ent
ra
ren
el
restmmJ1Jte
Ycuando
las
puer-
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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7 A
hora
necesito hablar de mi padre. Antes de que aban
donara la c
asa
lo
vi con Ana en un
restaurante sobre
1
avenida
Gómez
Morin.
Ella te
ni
a
recién cumplidos los veinticinco años
y mi
padre le doblaba la edad .
Si me quieres invitara
comer
invitame ahí, en atgún
momentodi
jo
JI eso fue ei princip io dei desenlace,
La invitaci án llegó tras
vario
s guiños. Primero la mu-
chacha elogió su corbata
en
la pequeña alacena de
oficinas donde
trabaiaban
JI él prontamente
resalto
Sil
corte de cabello. El formal
saludo
se convirtió en un tuteo
agradable F
luego
en un tuteo cari ñoso.
Así
comenzaba
cada
ma ñana;
se
ponia
inquieto
si no la t'eía
re
corr
er
los
pasillos antes de llegar al escritorio JI encender la compu-
tadom.
Por
supuestoque
habían
comido juntos
antes,
pero
Fa
era distinto;
el saludo de las mmlanas significaba
JI por lo tanto la co
mid
debía significar mucho más, Se
sentía halagado
po
rque
lIna
joven
se
fi
jara un
hombre
como él.
i cO
flocí
a
el restaurante
por
linos
amigosFesa tarde
tas volvieron a abrirse ) l me Jwbía retirado.
. ' d e s e s,nt
o r
lJá
s
rclaia-
Pasaron los
mmutos
y
mI pa
do. Tal vez
110
había sido ro, sólo alguieu parecido.
Ana y él hablaron de cosas trida/es.
A la mañ na siguiente me lo topé etl eatrada del
periódico. .
Tu madre va a estar muy
decepcionada,
l.uis, cuanto
tiempo creías que podías ocultar algo así, me dilo y me
, d temi recamara.
mostró
un
paquete
de
cocama
extra o ,
Lo f i i e contesté.
Se
hizo
uaa pausa
lO/
so.
Ajemiró con las manoSen la cintu
ra.
Elcal
Jei
loondu-
la
do
la ceja poblada, losgestos iguales a los míos,
y tú
,
qué le vas a decir a mi madre.
R se mantuvo firm e.
No estamos hablando ele mí. Qué crees que pasará. A
fin fe cuentas una comida
na
signi
fi
a nada.
Puede que
signifique más
de 10 que crees.
No
signi
fic
a
nada
comparado
esto. 1
Bajé la mirada. Un viejo ca
mlO
ll urbano de la Ruta
u n t 'or del labio
pasó
a lI tJ
lado denosotros.
Jle
ma
r I
e J1J en .
El sol comenzó a calctltarme el cabello.
, adTe le deiéver
Esa noche me senté [rente a nJl l ' I
mi
problema
con la
cocaíua.
Ella me
recordó
por lo que
177
habíamos pasado, el susto la depresión de meses, los
psicó[ogus. Luego me preguntó algo que hasta hace poco
tu vo
sentidopara mí; Es que te quieres morir.
Llegada la
hora
mi padre no pronunció ni una
pa-
[abra.
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Un
alío después,
en 1I1l
a cena familiar, anunció
Sil
partlda.
Posteriormente
lo vi
dos veces, una mañana
en-
trando
en
un gimnasio
r
una tarde saliendo del cine.
178
Esta ciudad se Iza llevado
lo
mejor de todos. Hace
dos días un hombre le disparó a otro
en
una luz
roj
por
no {l r
l llelt
a la derecha cuando tuvo l a oportunidad.
Hace dos semanas un policía encendióla torreta de la p -
tru lla
y detuvoa una
de
mis
prim s
porhaberseestaciona-
dosobre la avenida Ignaciode la Peña. Eran [as diez de la
noche. Ella le explicó que esperaba a alguien. E[palie/o
le dijo que exis
tí
an agentes buenos}'agentes malos
}
es/m
estacionada a
hí
la had a unblanco fácil. Paraqué, pregun-
to ella. Paracualquier cosa, agregó él. Afortunadamentr
su amiga salía en ese momento de la casa, subió al
aut«
semarcharon. .\
1i compañeroMorena
hace unos días lil e
mostró las fotos de
un
auto incendiándose
a media tanlr
en pleno centro de la ciudad. El
auto era
un
Lexus negtu
muy
similar al
de mi
padre.
Estuve
tentado
a
marcar
a
\ 1
celula
r
al final me contuve}'
esperéa
que mi j
f
e
tuvinu
algo más de información. Resultó ser
el
auto
de U1l
gri so
robado
en
El Paso y u
t i l i
z
o
en
r fi s atra cos
en
UÚ'N ,
Lo piel/50 . tal ez no sea la ciudad, es el país .
el
,lim'
ro la falta . el excesoa[mismo tiempo.
Iast r na se acercó al escritor io vacío de Luna. La
pierna le dolía se recargó en el borde. Cerró los ojos
un segundo y p
en
só en su tierra en la lluvia cons
t
n t
e del sur.
Buenas t rdes Pastr
n
a.
Bu
en
as t rdes.
Luna colocó la taza de café sobre e l escritorio. En
qué te puedo ayudar.
Pastrana le ent regó un fólder.
Luna m ir ó la primera hoja que contení a nom res
y
d irecci
one
s.
esto preguntó.
Mujeres.
Te deb
en din
ero.
Víctimas de violación.
Perdón .
Necesito saber a qué se dedic
n
qué hacen du-
r.mte el día y la noche.
Vigilancia.
Sí.
Algo en específico que andes buscando.
No sé todavía.
179
Algo que quieras e
n on
trar
Algo qu e
qui
era
en o
ntrar
Sí
Pastrana meneó la cabeza.
No seas pendejo Mariano vig ila a la familia a las
madres a los pa
dre
s a la abuelita
Algo en especial que quiera que busque señor.
na neg ócon la cabeza. No chingues Mariano
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Quiénes fueron .
Qu iéne s f
ueron
qué
Con la barbilla Luna apuntó a los moretones
l l1
el rostro. Quieres ayuda con eso también .
180 Pastrana men eó la cabeza .
Luna se acla ró la garg
n
ta Para el fin de semana
ten
dr
é algo
Gracias d ijo Pastrana
y
co menzó a caminar ha
ll
.1
la puerta. Se detuvo y le dedicó una última mir ada
Luna se la sostuvo
y,
cuando ya iba a desistir sallo
de la oficin a l una suspiró Regresó a la hoja
COIl
lo
nombres luego miró el restode l arch ivo}eran
f os
di
las víctimas; la más pequeña un a ni ña de o ho
l l ,
una de las mayores ten ía veinticinco} otra
tr einta
\
dos Tomó el teléfono y marcó un n
úm
ero
Comunícame con Mari no dijo. Mien
tr
s csp«
raba en la línea repasó los nombres en la hoja. 1h
1
en tot al
Cuand o co
nt
es
t ro
n del otro lado él escupió
v
y colgó
En menos de dos mi nutos Mariano estaba
;¡
lado
Neces ito a tres más para que echen un ojo a
mujeres.
Algunas son n iñas¡ señor.
Mariano se
qued
ó qu ieto
Pero ya, cabrón.
Sí señor dijo
y
se fue
a
buscar a los demás com-
p rüeros Antes de salir se dio la vuelta y miró a Lun a.
Ya sé quién es ]ohnny Knoxville señor dijo y antes 181
de obtener alguna respuesta retomó su camino .
Luna lo v io marcharse.
Por la estación se rumoraba de las andanzas sór-
didas del agente Pastrana y no era nin gún ch isme
t 1I1l0 trataba a los delincuentes. Se preguntó si algo
h lIían que ver los golpes en la cara y el caso del vam-
piro. Hizo un a nota mental para echarle un ojo al
uvh ivo pero a los cin o minutos lo olvidó .
No tu ve nada que ver con lo tu yo.
Luis asin
t ó
Quería que quedara claro sólo eso.
Está bien.
No dijeron nada por un segundo.
Cómo vas con nuestro vampiro
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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182 El jefe de información pidió a Luis Kur iaki que se
sentara
Cómo estás.
Bien
Algo que quieras compartir.
Nada.
Nada de nada .
Así es
El jefe de información tomó un lápiz y lo vol-
vió a soltar ace un año me robaron el auto en un
Oxxo mi sobrina iba co
nm
igo. Le pedí al tip o que me
permitiera bajar a la niña al principio me dijo que
no. Me acerqué a la pu rt a trasera y la abrí. Qué ha-
ce me gritó pero no contesté saqué a la n iña y vi
como el tipo arrancaba. Hablé con un amigo policía y
po r varias semanas estuve pensando en qué haría
cuando lo atraparan Al mes conseguí un auto si-
milar y le di jimOS a mi sobrina que al hom re ya lo
habían encarcelado. Pero hasta el d ía de hoy no 1
<
sahido nada de él.
Luis lo mi ró
Parece que se dedica a matarvioladores Al menos
tres de los cuatro lo son
Digamos los cuatro el jefe desvió la mirada al te-
cho como si ahí residiera lo que tenía que deci r Ten-
dremo s que cambiar nuestra nota
Yahora.
Un vengador algo así com o un caballero oscuro .
Se llaman vigilantes.
El de nosotros será un vengador porque nuestro
Irabajo es vende r periódicos. Habla con Rossana.
Está bien pero al menos pcrm íterne avanzar un
poco más
El jefe chasqueó los di ntes. Yo hahlaré con Ro
ssana.
Está hien .
Pastrana te ha ayudado bastante.
Es buen policía.
Un desquici ado diría yo. Qué sabe de nuest ro en
mascarado
A
o
ra es un enmascarado
Esmás dramático así
Que los muertos fueron violadores pero aún no
se sabe quiénes son las v íctimas
183
Luis m ira la ciudad ve lo que está sucediendo la
semana pasada mataron a dos médicos
y
un abogado
explotó un autobomba y los zombis siguen dejan
do cuerpos destrozados por ah í
res un romántico
Luis
miró
a los lados para estar seg uro de que no
había nadie
y
le dio
un
beso en la boca.
Luego fue a ver a Morena
Pinche Luis dijo al verlo. Se levantó le tendió la
mano
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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Tal vez dijo
y
dejó caer su cuerpo en el respaldo
de la silla.
Luis se levantó
y
fue al cubículo de Rossana .
1 4
Creo que el jefe está enloqueciendo después de
un
a pausa agregó: de qué color son
hoy
Rossana se llevó un a de las m no s a la cintura la
deslizó dentro de los pantalones hurgó por un segun
do
y
jaló el elástico de sus bragas color morado.
Luis sonrió
Cómo va tu reportaje.
Ahora es tuyo. Qu ieren a un vigilante.
A Batman .
Pero asesi no
Qué más tienes sobre el vampiro preguntó Luis
Mi am igo está por llamarme.
Gracias
Qué vas a hacer más tarde
Irme a
casa
Por
No he dormido bien .
Nadie duerme bien en esta ciudad Luis. Suplvtr
lo de los médicos.
Sí.
lIoy no tengo nada que hacer.
Cómo
va
todo
o
ma mes pinc
h
Luis
veo dijo
y
tomó un paquete de fotos del es-
critorio 185
Ojeó las primeras hom res descuartizados zapa-
tos rotos camisas llenas
de
sangre y lodo
Once cuerpos pinche Luis a llá por el pu ente Za
ragoza Setenta más en
el
kilóm tro veinte
rumho a
Casas Grandes en un rancho de mi edo Cabrón
Luis dejó las fotos en su lugar. Vamos por una cer-
veza
No m m
es.
Una sola Morena aqu í en Sanhorns
hingac
Yo invito
Chingao repitió Morena se levantó
y
se puso la
rharnarra de m zcli lla
En el bar se sentaron en
un
a de las mesas del
tun o
Pidieron dos Coron s y
esperaron.
Al llegar b ebieron a l mismo tiempo.
quí est uvo Samuel Ben ítez un a noche antes de
mortr.
Benítez el puchador
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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cómo había llegado ahí. Por má s qu e gritaba n adie
lo oía. Manojos de cila ntro se p
udr
ían en u na de las
esquinas una pierna de res
que
colgaba al centro o-
menzó a m
ov
erse. Luis despertó.
Qué crees que signifique le pre
gunt
ó a Rebeca.
No de esa manera.
De qué manera entonces.
No sé qué decir.
Qué ha cíamos en el sueño.
Come r.
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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190
No tengo idea dijo ella y duran te el resto del día
Luis se sintió extraño.
La noche del jueves soñó que c
om
ía en un restau-
rante. De fond o sonaba la can ió n Hotel Californ ia ¡
de Los Eagles. El mesero era Santos. Me mat aron de
cía y sob re la mesa colocaba un plato hondo Ueno
de cocaína . En algún
mome
nto¡ Rossana y Rebeca se
sentaron a su lad o. Somos Batman dijeron a coro .
Al despertar buscó a Rebeca en el baño.
Ano he soñé con tigo le dijo.
Ella lo m iró
y
lo besó.
En el
sue ño
decías que eras Batman.
B rm n .
Sí.
Rebeca se lo pensó
un
segundo. Ysi lo fuera.
No en tiendo.
Qué pasaría si fuera la mujer murciélago.
Nada supongo .
Por la tarde
Luis
visitó a Rossana en su cubículo.
Soñé qu e eras Barman le dijo mientras ella le mos-
traba el elástico nar a nj a de sus bragas.
Batman .
Sí.
Una mujer inmadura y trastornada.
De regreso a casa se imaginó al v igilante ac
e h n-
do las calles desde algún escondrijo. Pensó en la ma
n era
en que seleccionaba a sus víctimas pero no
ten
ía la suficiente in formación para eluc ubrar al
respecto . Tal vez fuera el padre de algun de la.s muje
res o n iñ as ultrajadas. Era un a posibilidad. Mas tarde
buscaría al agen te Pastrana.
Llegó a MeDonald s
pidió
un
a Big Mae con pa-
pas y refresco grande.
/\. Rebeca por su parte le pare ió curioso el sue-
ño de Lui s . Que fuera la mujer murciélago de Ciu
dad j u árez n o sona ba mal. Tal vez algo se le escapaba.
Pensando esto se estacionó frente al parque de la
colon ia El Futuro y se encaminó a la casa de Alejan
dra. Lla
mó
a la puerta. Cuando su amiga abrió se
saludaron y ningun pud o evitar mir ar h acia el par
que un pequ e ñ a ojeada a la esqu ina donde la po li
cía localizó al muerto.
El v ier
nes
por la tarde Pastrana estacio
nó
su
frente a la casa de Adrián Valtierra. Desde el auto V I
giló la ent rada las ventanas. Diez mi nutos después
se apeó . Cojeando fue hasta la puerta y sacó su ar ma.
La pu erta estaba entreabierta . Entró y caminó por la
sala echó un ojo rápido a la cocina fue directo a las
191
esca leras. Subió a la segunda pla
nt
. El cuarto donde
había pl ti do on Valtierra se en ontraba vacío ya
no estaba el televisor ni la cama . Revisó el
b ño
y la
estancia contigua. Miró el interior de los cajones de
una vieja cómoda . Sólo ropa de mu jer. Revisó el cl ó
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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setoRegresó a la cocin y se qued ó ahí en medio co
mo si algo se le hubiera pasado . La mujer de Valtierra
seg uía en el hospit al. Se gua rdó el arma. Uno me-
9 no
s dijo . Salió a la calle subió al auto
y
se retiró.
Álvaro Lun a fue llamado a las nu eve de la noch e
del sábado. Dos cue rpos hab í n sido colgados de
un
o de los pu en tes peato nales sobre la aven ida Tec
nol ógi co . Uno de los cue rpos ten ía una cartulina co -
lor verde fosforescente eng rapada al pecho y sobre
ella algu
nos
garabatos.
Sacó su celular
y
marcó un número. En cuanto
con testa ron dijo: Dos cuerpos más en el puen te del
Tecnológico. Colgó y esperó a que llegara su gente
para come
nz
r a bajar a los muertos.
Alvaro Luna siem pre quiso ser policía.
r
alguna 193
forma de hacer justicia pero entre más tiempo pasa
ba más se alejabade la idearomántica que tenía sobre
hacer el bien. Sin emb rgo como un a planta vieja ya
había echado raíces. Alguna vez vio programa de
ackass y a la primera
john
ny Knoxv ille lo atrapó.
Siendo sincero de alguna manera ser policía era ser
un
i ck ss
Dos veces le habían disparado¡ la primera
sucedió apen as al mes de ingresar al cuerpo la se
gunda
un
sábado por la noche mientras correteaba a
un sospechoso por las calles de la h veñ
.
En otra
ocasión para sobrevivir a una tercia de maleantes
tuvo que saltar del tercer piso de
un
edificio hacia
un contenedo r de basura. Hacía poco le h abía ped i-
do a un preso
on
las manos esposadas a la espalda
que manejara una bicicleta} si lograba recorrer una
ruta determinada lo dejaría libre. Pero la ruta era de-
masiado dificultosa pa ra lograrlo y sólo h izo que el
preso un
ratcríllo
se rompiera un brazo. Él sabía que
l hil ip
j
oh n Clapp el verdadero nombre de [
ohn
ny
Knoxvllle era un arti sta . Dejarse morder la tetilla
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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víctimas. Para las cinco de la tarde había terminado
pero el mapa no reflejaba ningún patrón al menos
no a simple vista .
Pastrana fue a la cocina
y
preparó una jarra de
c -
fé. Se sirvió un a taza y regresó a la sala. Leyó de nue
k-vent ó de su lugar miró los papeles y se pasó una
m no
por la boca.
Tomó las llaves de auto
y
el reporte de vigilancia
l
vistió la chamarra
y
salió a la calle .
Se dirigió hacia
el
oeste y en la aven ida Va lent ín
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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vo el reporte. Miró hacia la calle y volvió la vista a las
páginas. l celular sonó y lo ignoró. A las siete de la
tarde preparó ot ra jarra de café. El celular repiqueteó
9
una vez más
y
al
cuarto
timbre sin mirar la pantalla
contestó. EraLuis Kuriaki.
uenas noches agente.
Buenas no hes.
Algo nuevo.
Nada.
He esta do pensado que tal vez el asesino sea el
padre de alguna de las víctimas de ios muertos.
y
llegaste solo a esa conclusión .
Sí.
Los padres de las niñas se ún lo que tengo aquí
no son.
Tal vez algún tío.
Pastrana colgó.
Entonces analizó un a vez más el reporte de vigi-
lancia estudió las fotografías incluidas los padres
subiendo al camión para ir a trabajar comiendo un
burrito en algún puesto contestando el teléfono las
madres en el súpe r cargando gasolina haciendo la
fila de las tortillas. Regresó las páginas y en algún
momento marcó una luego una más y otra más. Se
uentes giróhacia la Parroquia de la Sagrada Familia
vol te ó sobre Salvador Novo pasó lIalzac para así He
g; a la calle Pablo Neruda. Ahí estaba el parque
donde hall aron el cuerpo de Adrián Soto Heredia. 97
Estacionó el auto se
apeó y
miró hacia los lados.
Localizó la entrada al parque y ca
min
ó hacia el área
de
juegos. Ahora só lo era un espacio como tantos
otros para jugar o platicar. Por lo que sabía ni siquie-
< acordonaron el área. A unos cuantos metros se
encontraba la casa que buscaba. El aire helado hizo
que metiera las manos en los bolsillos de la c
h m
-
rra de piel. Para no causar sos pechas regresó al auto
y
esperó. Cuando el reloj marcó las ocho con o
ho
minutos un ord Fiesta blanco se esta
ion
ó frent e
aI núme ro diez. Una mujer de cabello negro bajÓdel
auto llamó a la puerta luego de esperar unos segun-
dos se abrió
y
la mujer desapareció en el in terior de
la casa. Ve
int
e
minu
tos después llegó una decena
de mujeres.
Pastran a
reconoció a un par de ellas
y
las
buscó en el reporte para estar seguro. En la esquina
se juntaron algunos muchachos varios fumaban Y
de vez en cuando en med io de su plática uno reía
a carcajadas. A las nueve on cinco minut os las rnu
[eres
salieron de la casa.
Pastr na
no se mo
vió
de su
lugar hasta la una de la m ñana cuando la mujer del
Ford Fiesta se retiró. Lo
p nsó
un segundo antes de
encender el
uto
Esa noche no haría nada ya vol-
vería .
Cuál es la prisa
El tiem po de pronto parece estancarse
Sabes de qué color son ah ora
A ver
Rossana que vestía un a falda roja abrió las pier
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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A Luis Kuriaki no le i
mportó
qu e Pastrana le colgara
el teléfon o . Pronto se enteraría de los porm
no
res
198 en el reporte que conseguiría por medro de
Ro
ssana.
Se acercó a la v
en
tana y miró la casa de su amiga El
auto estaba en su lugar.
Tengo hambre dijo en voz alta.
Extrarlo las hamburguesas con testó su am igo
yanqui muerto.
Luis asintió. También t ngo ganas de una raya.
Ahí la tienes
Sí} dijo Luis y miró hacia el buró. Si lo hago ten
dré que internarme mañana en
el hospital.
Su amigo ya
nqu
i muerto
no
dijo na da
Pero con gusto me comería una hamburguesa.
Una ham
ur
guesa repitió su amigo ya nq ui
Luis mi ró el reloj.
ra
hora de ma rcharse al tra
bajo
Lo primero que hizo
al llegar
fue visitara Rossana.
Algo nuevo
a
ciencia Luis.
Hablé
con
Pastr
n
Innecesario.
a
sé
nas
y
Luis pudo verque no traía b
ragas
.
Me
gusta ese color
A mí también.
Vas a ir a m i casa . 199
No lo sé
e invito
las doce de la no che llegó a casa al ver qu e no
estaba su ve cina marcó el ce lularde Rossana.
Necesito
ver te.
Te qu ed ste solo
Dig
m
os que no está Rebeca
Entonces estás so lo.
En casa tengo fantasmas
Ven
Luis co lgó
y
antes de poner en marcha el auto
y
acelerar miró hacia su recámara osc ura a
hí
estaría
su amigo ya nqu i oteando la calle desde la ve
nt n
a
Mientras
dormíaal lado de Rossana tuvo un sue-
ño del cielo llovían cie ntos y ci
ento
s de hambur-
guesas. Cuando las hamburguesas le com nzaron a
llegar al cue llo despertó Aún era de noche
Hace tres meses las ham burguesas ni me gusta-
ban tanto dijo ahora sueño que me hogo en ellas.
Rossana lo abr zó
.
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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Alejandra estudió un segundo el rostro severo del
agente.
Me imagino que no tengo op
ció
n
Siempre hay más de una opción pero no es de m í
de qui
en
se tiene que preocupar.
Alejandra se mordió un labio
y
se hi zo a un lado
\
tiene de qué preocuparse Pero estoy en medio
de
una investigación
y
me gustaría saber si usted co -
noce
a Carlos García Miranda
No
dijo luego agregó no sé
Yo creo que sí
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Pastrana entró
La sala era pequeña . Al f
ond
o la cocina y
un
co
202
rre or que llevaba a las recámaras ahora oscuro
Intercam iaron
miradas
He investigado el trabajo que ha hecho hasta el
día de
hoy y
me conmueve dijo
Pastr na.
Ayudamos poco.
Yo diría que ayud bast nte.
Alejandra ind icó los sillones con una mano
Ambos avanzaron Ella se sentó frent e a él co n
las manos sobre las piernas
Le decía que me conmueve su trabajo
Es un grupo de ayuda solamente.
Creo que es más que eso
Por qué lo dice.
Vivi na
ch y
su madre Sara Olivares por
ejemplo.
Han sufrido mucho .
Usted misma con la desaparición de su hija Isabel
Isabel dijo ella.
Le digo que conozco muy bien su trabajo. A las
mujeres qu e ayuda.
Qué está insin
u ndo
.
e quien agredió
sexua lmente
a Sara Olivares
Entre otras ni ñas
Sí.
Sabe quién es Adrián Soto lIeredia
U
Alejandra se mordió un labio y se pasó una man o
por la fren te.
Sé quién fue él.
Fue
Leí el periód ico.
y sucedió juslo a unos metros de su casa
Demasiado
cerca
Debió de haber sido terri ble.
La t rde que suced ió vi gen te en el parque y luego
las patrullas
y
al final un a ambulancia
Past r na m iró el rostro de Alejandra Salazar las
manos la post ura en el
peque ño
sillón Su trabajo es
peligroso di jo.
o han pasado de ser amenazas telefó nicas he-
mos teni do más suerte que otras compañeras
Past r
n
a
sacó unas fotos del
Interior
de su chama-
rra de piel y las colocó sobre la mesa. Rogelio Carla
r
José Pereda terminaron igual que Carlos García
y
Adr
iá n
Soto dijo pero Alejandra no desvió la mi rada
de l rostro del agente
Tal vez hasta se sienta un poco más segura sabien
do que estos ya no pu eden h acer d ñ o a nad ie m ás de
su grupo.
Tal vez. Aun así no sé qué está haciendo aquí en
mi casa.
en el umbral de la puerta. Caminó hacia el parque y
sobre la calle Pablo Ne ruda giró. Co ntó los m in utos
y
cuando intuyó que ya no lo miraban recorrió el pe
rímetro completo hasta subir a su auto. Había lanza
do el anzuelo. Ahora necesitaba ser paciente.
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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Las muertes me trajeron a su puerta. Mire hace
un a ño
in vestigaba
a u n crimina l igual de pe ligro-
so que estos. Lo busqué por meses hasta que un día
4
en una vul n iz do ra cuando reparaba la llanta del
auto lo vi.
r
uno de los trabajadores junto con uno
de sus am igos tam bién con problem as legales. Las
coincidencias suceden. Alguien muere
y hay que se
guir el rastro que deja. Un muerto dice muchas cosas
y p or ellos
Pastr
n
a
señ aló las fotugrafías sobre la
mesa de centro la conozco a usted y su asociación .
Ale j
n
d ra n o respond ió.
Si necesita contarme algo de estos tipos puede
confiar en mí.
1 ; 0
te
ngo
nad a q ue decir.
De ellos ya n adi e se tiene qu e preoc upar pero .. .
no sé no puedo deci rmás.
Gracias por su visita dijo Alejandra y se puso
de pie.
Pastrana hizo lo mismo. Gracias por su tiempo
dijo inclinó la cabeza en forma de saludo
y
salió dl
la casa. El frío se había intensificado. Lo sentía en los
ojo s. El primer invierno que viv ió en Ci
ud d ju
árez
utili zó los lentes negros a toda hora así el aire helado
no lastimaba tan to. Se imaginó a Alejandra Sala zar
A las di ez de la noche el Ford Fiesta bi nco del dí a
anterior se estacionó frente a casa de Alejandra Sala
zar la mujer de cabello negro bajó y llam ó a la pu erta .
Cuando el reloj
l
auto marcó las once de la no -
20S
che la muje r de cabello negro salió de la casa sub ió
al Ford y a rrancó.
Pastrana giró la llave en el interruptor siguió a
la mujer. En un semáforo distinguió las placas y las
anot óen una libreta roja.
Rebeca recibió la llamada a las nueve de la noche en
casa de l.uis Ku rí ki donde estaban porcenar.
Hola dijo Rebeca.
Vin o la policía co ntestó Alejand ra del ot ro lado
de
la línea .
Sí d ijo Rebeca y colgó.
Q uién era pr eguntó Luis.
Trabajo.
Te ves preocupada.
Es sólo trabajo d ijo y comieron en silencio. Al
linal se despi dió y agregó: Regreso pronto.
Fu e por las llaves del auto mont ó en él y se di ri-
gió a casa de Alejandra Sala zar.
Cómo son los policías le preguntó cua ndo la tu
vo enfrente sentada en la penumbra de la cocina.
Era solamente un o.
Cómo es.
Amenazante .
Qué es lo que sabe.
No creo ha ber comet ido una in fracción oficial.
Le pido unos minutos de su ti empo por favor. No
podía esperar a que llegara a casa di jo Pas trana .
Rebeca aprovechó para ret irar de su bolso el apa-
rato negro qu e disparó con tra el pecho del agen te.
Pastr n a cayó
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Dice que confiemos en él.
Yeso qué
slgn
íüc
a.
20 6 No significa nada supongo.
Exacto Alejandra.
En algún sit io de la casa la m dera crujió.
Durante el trayecto de regreso distinguió un
Chrysler azul detrás de ella. Para confirmar la sospe-
cha d io algunas vueltas en lascalles siguientes.
Ju sto cuando iba a tomar la luz verde para entrar
en El Campestre las luces del
hr
ysler comenza ron
a centellar. Rebeca encend ió las intermitentes dis-
minu yó la velocidad y buscó la luz de un arbotante
para detenerse. Bajó el vidrio de la ventanilla. Metió
la man o en el bolso y esperó.
Una ráfaga de aire frío le acar ició el rostro. Por
el espe jo retrovisor vio qu e un h
ombr
e descendía
del auto con una lintern a encendida en la mano iz-
quierda.
El policía di jo Rebeca.
Escuc hó los pasos sobre el pavim
en to hasta que
el agen te estuvo frente a ella. Un rostro adusto. Una
mi rada aguda .
Necesitamos hablar dijo Pastrana.
Por
un
segundo Rebeca pensó que la descarga
eléct rica no sería suficien te para someterlo.
rostro
del agente apenas si se deform ó hi zo un últ imo in 20 7
rento para sujeta rse a la pu er ta del auto y no caer
pero fue insuficiente. Rebeca se apeó . Las manos le
temblaban . Con esfuerzos sujetó a Pastrana de los
brazos lo acercó a la acera .
Algo murmuró Pastran a era un sonido gutural
muy débil.
Rebeca
mir
ó en derredor. La calle desierta las ca-
sas en silen cio. El cerro Bola en la di st ncia con su
luz roja tit ilan te. Se quedó al lado del ag
en t
e unos
tres minutos al ver que comen zaba a recuperar la
movilidad subió al auto se perd ió en la noche.
Entró en casa de Luis Kuriaki fue al segundo pi-
so se desnudó en la recámara y se deslizó en tre las
sábanas hasta quedar a su lado. Le gustaba sen tir la
piel del muchacho. Lo siento le d ijo al oído y se que-
dó pens ndo en lo que debía hacer.
No me import a si lo hace o no.
La f m ilia de Rebeca Alcalá vive en El Paso. Ella es
gringa sus padre s son españoles.
Luis se quedó callado.
Sabes en
qu
é trabajaba.
En una
asociación para víctimas de violencia.
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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208 Luis Kuriaki entró en su casa a las doce de la noche.
Había sido un día difícil. El jefe de redacción le pe-
d ía avances en el caso del supuesto vigilante pero
Ross na no ten ía nada al respecto. Su contacto en
la
policía no lograba n ingún progreso. O el asunto es-
taba velado . Quién sabe. l ue a la cocina abrió el re-
frigerador
y
tomó un a cerveza. Cuand o se dirigía al
comedor
p r
a sentarse vio a Pastr
n
de pie al iado
de la mesa entre la penumbra.
Buenas noch es Kuriaki.
Lo podría denunciar por allanamiento de mora-
da pero
me
im gino que no serviría . Se acercó
a
una silla y dejó la otella sobre el ma ntel. Ambos to-
maron asiento.
Conoces a Rebeca Alcalá Orti z.
Es mi vecina.
Es
más qu
e tu vecina.
Hace cuat ro días
qu
e no la veo.
Qué sabes de ella.
Que es de Cuernavaca.
Por alguna razón te creo.
Atendía a mujeres agredidas sexualmente.
Pastr na suspiró.
Tuvo algún accidente.
209
xo creo.
Entonces está involucrada en algo malo .
No precis men te. dijo Pastran a luego se levantó
y
enfiló hacia la puerta .
Me va a contar lo qu e pasa¡ preguntó Luis Kuriaki.
Pastran a se detuvo. Digamos que no tiene impor
tancia.
Entonces a qué vino.
confirmar que no sabes nada Kuriak i.
o sé nada.
Eso parece.
Le in vito
un
a cerveza .
Pastrana salió de la casa sin responder.
Por la ven t n Luis
mir
ó sub ir a l ag
ent
e a su auto
y
marcharse. Enseguid a marcó el celular de Rebeca
y
la
llam ada se desvió al bu zón de voz. Hacía cuatro
días que no sabía de ella. Nada raro . Sin embargo si
Pastrana pregu ntaba por ella era que algo
impor
tan -
te pasaba.
Por qué dijo en voz alta
y
mi ró hacia la casa de
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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se pasó una mano por la barbilla Por qué intercam-
biaron la ropa de lo s cu erpos.
Ya le dije Haya hecho lo que haya hecho no me
arrepiento de nada
Creo que en el fondo está arrepentida y so im-
porta. Cuántas noches tiene sin dormir. Usted no
Apretó el volante con ambas manos
y
estudió el cie lo
despejado} n i una nube sobre
él.
Como si se hallase
en la prof
un
idad de una alberca
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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está hecha para estas cosas . Lo pu
edo
ve r en sus ojos .
Pastran a se levantó del sillón
y
se despidi ó con una
212
ligera inclinación de cabeza.
Alejandra Salazar lo acompañó a la puerta Qué
va a pasar co
nm
igo.
se preocupe ni siquiera la conozco nunca he
estado aquí
Al aseg urar la entrada on la caden ita vio que las
m no
s le temb laban notó sus uñas mordidas hi zo
un puño para
es o
nderlas} no recordarse a sí mi sma
el mal hábito adquirido desde los seis años Tengo
que dejar de hacer esto di jo
Pastrana subió al auto El frío ya había disminuido
un
po o y
en cuanto
menos
lo pensara comenzarían
los aires de marzo. Las tormentas de arena . Cerró los
ojos y recordó la lluvia constante de Xalapa El verde
inten so que su
memo
ria pintaba para él.
Pero
a
ho-
ra estaba acá era el día en que no p
odí
a dar con
su pr ima Margarita Por ahí estará escondida en al-
gún sitio o tal vez muy lejos en Estados Unidos en
Canadá en Europa. Sent ía imp oten i y cansa n
io
.
213
el agente estaría preguntando por Re eca Tendría
que ver con el caso del asesino del calibre 22 . Tal vez
pero en qué forma Luego se marchó
En la oficina visitó a Rossana
Cómo estás le pregun tó ella.
Bien .
El jefe me pid i ó que term inara la nota del venga
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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214 Luis K
uri k
i retiró del fondo del
ur
ó la vieja bolsi-
ta de cocaína fue al baño
y
levan tó la tapa del re
trete Se mordió el labio inferior
y
se quedó así un
m
ome
nt o viend o el blancor del
ino
doro . Después de
suspirar apretó la bolsita en su rnan o
y
la
regres ó
a su ant iguo escondite Tomó el juego de llaves de I¡l
casa de Rebeca que ella le entr egó al poco t iempo dl
conocerse Atravesó la calle y entró y pocas veces
había estado ahí Rebeca
era
quien
do
rmí
a y ce naba
en su casa Sobre la mesita de centro en la sala des
cubrió una carta con su nombre escrito a mano La
ahrió Solam ente decía: Lo sie nto Eran las mism as
palabras que escuchó de sus labios la
últim
a no che
que durmieron juntos A su lado recono ció el botó n
ro jo de uno de sus abr igos p referidos. Sub ió al se
gundo piso En los cajones del armario encontró un
pa
nt
lón de mezclilla desgatad o y dos camisetas os
curas. La c ma estab a hecha. In tacta . La luz que en
t raba por la ventana se reflejaba en el espejo del pei
nador
y
caía sobre un a silla de c oba Por alguna
razón int uía que Pastrana había estado ah í Por qu é
dor anónimo di jo ella y arrugó el ent recejo
Sí.
El re
por
te policiaco del asesino quedó a medias
Luis. Mi amigo piensa que le dieron carpe t
zo
. Desde
hace dos semanas no sabe nada no ha sucedido nada
Co mo tantas o tras cosas agregó él
Dicen que
a
Julio Past r na lo destituyeron¡
por
golpear so spechosos pero no es cierto se tom ó unas
va
c ciones tal vez puedas hablar
co
n
él
Te puedo ver en la noche.
Por supuesto.
Es
toy
trabajando en
un
cuento.
De
qu
é trata.
Un
día la ciudad comi enza a arder
Pero de qué trata.
Luis la observó La muchacha vestía pan talones
de mezclilla. De qué color son ahora le preguntó.
Rojos.
En e l cuento eres tú qu ien incend ia la ciudad
No soy capaz ni de matar una cucarach a
En el cuento sí
Más
que eso Hasta serías capaz de
di sparar un revólver
2 5
Cuántas cuartillas llevas.
Es la pura idea me falta aterrizarla.
Lo más difícil dijo ssana.
Yo dir ía que lo más fácil contestó él.
La muchach a le acarició la mejilla. Te espero en
mi recámara a las doce de la noche le dijo y le plan-
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216
tó un beso.
A mediados de marzo al agente Álvaro Luna le fue 217
asignado
homicidio de dos jóvenes en el Parque
Cent ral al sur de Ciudad ju árez. Los cuerpos fueron
abandonados cerca del lago norte. Antes de bajarse
l
auto jaló aire co mo si estuviera por zambullir
se en un a alberca. Atravesó el estacionamiento vacío
hasta llegar a los cadáveres. Los dedos de sendas ma-
nos derechas los ten ían cercenados. Con
la
punta
del zapato abrió la boca de lino de ellos hí estaban
alojados. Soplones pendejos dijo y c ontuvo las ganas
de vom itar. Desvió la m irada hacia unos sauces que·
mados por la helada de diciembre. Qué haría
ohnn
y
Kn
xv
lle
en
casos como este se preguntó y
se
llevó
las mano s a la cintura. Recordó la vez que el j k ss
mayor co n ojos ven dados fue embestido por un toro
enorme. Según ohn ny la ideadetrás de eso era el sis-
tema capitalista golpeando a la clase trabajadora. Así
se sintió en ese momento co mo si todo un sistem a lo
hubiera golpeado en los testiculos.
Tomó el celular y marcó el número de Rossana
c
u n o
contestaron del otro lado de la línea dijo:
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220 Luis Ku r i k i desde su recámara vio a una par eja jo-
ven con do s ni ños pequeños mudarse a la que fuera
la casa de Rebeca La mu jer era alta y rubia El hom-
bre delgado y mor no Algunos muebles entre ellos
la mesita de centro qu edaron a la intemperie sobre la
acera hasta que el camión de
la basura los retiró un
día después
El ruido de algo férreo cuntm el pcll im ento de la calle
me despertó . Miré el reloj. Eran las cincode la mañana.
Por la ventana descubrí una lig
era
neblina envolviéndolo
todo. Pensé en despertar a Russal/a pera al fina l decidí
qued
rme hí depi mirando el paisaje fimta.smagór ico
pensando en lo suc
edido
en los últimos m
eses. Co
mo si
una
peli
cula
estuvie
ra por
te
rminar y
f
i71tanm
cosas por
d
ecir
Co
n ayudadeA10
r
na y sus contactos conocíladirec-
cióndeRebecaen El
Pa
so Texas Aunqueséque 110 estará
ahí he decidido cruzar el puente } visitar a sus padres.
Me pregunto sí en verdad
Sil
madre se pa
r
ce a ella si
tiene sus ojos como alguna
z
me dijo. V os veces he lla-
mado al agente Pastranar he tratado de persuadirlo pam
que me Ciente el interés quetiene o tenía sob
r
Rebeca
p
ero
apenas escuc/w mi voz cue
lga
Cada vez estoy más
seguro de lileRebeca tiene a
lgo
que verCO el asesinodel
calibre 22.
Por
las noches tengo malos suer os pero al despertar
no
rec
uerdo nada sólo me q
ueda
esa sens
ació
n de haber
estado
envuel
to en g
ritos y
sombras que murmu
ran
.
Hace dos días fui a visitar el mi madre, hablamosde
cuatquier cosa Mientrus el la sostenía su
\ a
somedio ll eno
dewhisky,
en
algún momento
oh
a insistir en que bus-
cara a mi padre, que lo llamara . Lo haré,
uo
hay duda,
sin embargo, sé
que cuando levante el
telé ono
y
escuche
Sll l UZ 110
podré decir nada. •
fe quedar é
callado, mordis-
queando
UtI
gran bocadode
vacio
y rencor
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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•
i
entras, la película continúa, yo me levanto todos
222
los días
F siento
esa ansia
y
miroel
buró
en la esquina
.
antes de hacercualquier
cos
, me ba ño
y
salsa a recorrer
las calles ,v por las noches visito a Rossana. Los super-
h
é
oes sigilen sin aparec
er
sin solucionar el mundo. Sé
que en alSlÍll lugar
eb ec
estará durmiendo o pensando
en
las
cos s
que hir» en
Ciudad
lu ácz,
Lueg»,
la
noche
re
sr
esa p r« comenzar de n
uevo
la f ena. Desper tarse, re-
correr las calles
y
acostarme
con
oss n
a. Vermuertosen
las esquinas, incendios.
En algún momento de la película, con la canción
Sombras
nada más , de
[avi er
Solís, como fondo, corre-
rán los créditos sobre
II
na fotogr fí viejay IlIego tr y
otramás de mi padre. Detrás del volante del primerauto
que tuvimos
o
en el sillón
rojo
de la casa sobrela Valelltí
Fuentes, 0
1m
aso de agua mineral descansando ell el
muslo de la pierna derecha, más joven de lo que soy aho-
ra, con los ojos bien abiertos, listos pararecibir el futu
ro
.
El agente Pastrana llegó a la escena del crimen a las
diez de la noc he. Dos grados hajo cero diciembre el
cielo cerrado. Apagó el motor. Seapeó del auto y miró
en derredor. El calle jón negro frente a él y al este la
luz amarilla de un
arbotante cuidando el gimnasio
Nery Santos. Se acercó al edi ficio derruido Yabando-
nado. La llamada de un gringo perdido por el centro
tal vez en busca de alguna prostituta había llegado a
la estación veinte minutos antes con la no ticia de un
cadáver nuevo
Desenfundó el arma y llevó el dedo al gatillo.
Sin tió la tex
tu r
a del metal. Un perro ladró . Alguien
cerca escuch a música de band a. Por las remodela-
d ones en el centro y los con stantes atracoscometidos
por delincuentes y policías casi nadie cruzaba por
ahí.
El agente des
enfund
ó su l interna con la m no iz-
qu ierda y la encendió. Ent ró en una especie de patí n
un cu rto a medio construir . Avan zó por el húmedo
piso de tierra y grava en algú n momento giróa la de-
recha y perdió la poca luz que recibía de la calle. Ahí
estaba la entrada sin puerta de un cuartucho. Qué
andaría haciendo el gringo poraquí pensó Pastrana.
Desde
umbral distinguió los pies desnudos del
mu erto El haz de luz ilumin ó las paredes blan cas y
cuarteadas pintas ilegibles c aerosol rojo y negro.
En un rincón el ojo de un gato se encendió el ani-
mal cruzó la vivienda
y
por
un
pequeño orificio esca-
8/16/2019 Silva Márquez - Balada Arcos Dorados
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pó al pat io y se perdió entre maderas viejas y varillas
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con óxido Había costales deshilachados
y
rebos
nt
es
de escombro cerca del cuerpo el techo estaba desea-
rapelado y
un olor rancio se revolvía con
el
aire frío.
Antes de entrar
Past r n
miró hacia atrás como si
recordara algo luego dio el primer paso. Iluminó
el
cuerpo. Un hombre desnudo con las mano s atadas
detrá s de la espalda
y
la ropa a
un
par de metros de
él
El muerto tenía un ojo abIerto que
punt
aba ha-
cia el norte. El agente se sentó sobre sus talones se
mas eó los ojos y acercó laluz a la cabeza. Un orifico
destacaba en la fr
ent
e Uno solo Un calibre pequeño
Ni un rastro de sangre en el suelo. El agente Pastrana
se puso de pie con la
m n
o libre se tocó el pecho y
apagó la lámpara de inmedi to la noche concentra-
da en aquel cuartucho lo devoró. Escuchó un auto
acercarse Tal vez fuera Luis Kuriaki Su boca dibuj ó
lo que parecía una sonrisa. La oscuridad era tal que
nad ie hubiera notad o aquella mueca
Agradecim ien tos
Gracias a Lui
s
orge Bo
on
e Luis Chaparro y Guillermo
Quijas por el trabajo las historias y la oportunidad