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Jornada de Trabajo a cargo del Ps. Alejandro Ariel el 26 de septiembre de 2014 en el Hospital HECA de la ciudad de Rosario, Sta. Fe, Argentina
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Situaciones de violencia:
Actualidad y sistema de Salud Pública
Por Ps. Alejandro Ariel
JORNADAS DE TRABAJO JUNTO AL DR ALEJANDRO ARIEL (Hospital HECA 26/9/14).
Ps Ariel Martello (jefe del servicio de Salud Mental del Heca): Buen día, les queremos
agradecer su presencia aquí. Para dar comienzo a la jornada de trabajo junto al Dr
Alejandro Ariel. Vamos a escuchar primero al Dr Leonardo Caruana (secretario de salud
pública de la Municipalidad de Rosario) y luego al Dr Néstor Marchetti (director del
Hospital de Emergencias dr. Clemente Alvarez)
Leonardo Caruana (Secretario de Salud Pública de la Municipalidad de Rosario)
Hola, buen día a todos, en realidad gracias por permitirnos estar un minutito en la
apertura, con el Dr Alejandro Ariel, bienvenido al Municipio de Rosario. Primero bueno,
felicitar al servicio de salud mental, al propio hospital, a la dirección de salud mental,
por seguir pensando y continuar pensando en distintas instancias de trabajo que tienen
que ver con intercambiar, reflexionar, conceptualizar acerca de este problema, acerca
de esta situación, acerca de este eje que tiene que ver con la violencia y quizás casi
como lo planteaba Saúl Franco Audelo con un auditorio tan completo como este, o en
el distrito sur dos días antes, trabajando con los equipos territoriales, un tema que
atraviesa los países de América Latina y se transforma en el debate y en el análisis, en
un relato mediático, en un intercambio permanente en las familias y en los equipos de
trabajo, que ha cambiado en último caso la dinámica propia de las instituciones, en el
territorio, en el centro de salud, y que también nos interpelaba a no quedarnos
solamente en un análisis más fenomenológico de los problemas que es la epidermis, él
hablaba de la epidermis o de las primeras capas, sino avanzar en profundidad, por eso
hablaba de las tres “I” que tiene que ver con la Inequidad, la Intolerancia y la
Impunidad. Y complejizaba aún más en relación a que tampoco hay una relación lineal
entre estos tres factores estructurantes, sino que es también necesario complejizar, es
necesario investigar, es necesario seguir avanzando en discusiones interdisciplinarias y
colectivas. La verdad que para nosotros este es un hecho de mucha jerarquía, de poder
estar acompañando y que se sigan desencadenando y multiplicando, porque la verdad
que esto impacta en los equipos de trabajo. Yo hace un ratito comentaba una situación
ayer, de un festejo de un centro de salud y a sesenta metros un hecho de violencia y en
el centro de salud, con la familia de Rubén Naranjo, inaugurando un mural y un cuadro
con la foto de él, Rubén Naranjo fue un militante que luchaba ante estas situaciones
en la década del setenta, a veces con visibilidad y muchas veces lamentablemente no,
por la situación de la dictadura militar y en ese escenario se daba esa complejidad, esa
complejidad del propio equipo comiendo una torta, discutiendo con los chicos,
atendiendo y a sesenta metros.. Bueno, la verdad que nunca más pertinente seguir
profundizando en este caso, en este campo seguramente con la significación y las
conceptualizaciones acerca de quién viene a exponer desde su perspectiva, pero
intentando siempre complejizarlas, así que, bueno, ojalá que el espacio sea lo más
disfrutable para todos y que siga generando lo que uno espera de estos encuentros que
es; a pesar de este escenario denso, a veces aplastante, nos permita construir otras
relaciones y el entusiasmo de los equipos para seguir pensando y para seguirnos
repensando lo que estamos haciendo, porque seguramente este es uno de los posibles
caminos de seguir transitando instancias de transformación en este escenario con
presencia del estado en relación a seguir disminuyendo las inequidades, tratando de
trabajar la intolerancia y por supuesto siguiendo abordando en otros campos que
tienen que ver con la justicia y que tienen que ver con las áreas de control en su real
dimensión y no solamente hablar de drones, video cámaras, y de gendarmería, sino
justamente que eso sea un peso relativo al lado de los otros dos círculos que aparecen,
bueno, que nos permita transitar con un discurso y con hechos y acciones lo más
integrantes posibles para poder justamente disminuir este discurso que aparece que
tiene que ver solamente con el control, así que bueno, muchas gracias y los dejo con
los que saben.
Nestor Marchetti (director del HECA)
Gracias, en primer lugar agradecer la presencia de Alejandro Ariel en este Hospital,
para nosotros es un gran honor, como verán, tener un auditorio poblado por el tema
que vamos a analizar hoy y en toda la jornada. Alejandro Ariel es un Psicoanalista que
desarrolló su práctica en la fundación Estilos en la ciudad de Buenos Aires, es autor de
múltiples trabajos, ha escrito libros, capítulos, ha dictado cursos en la Universidad
Nacional de Rosario, es decir tiene una trayectoria en todo lo que es académico y
científico realmente destacable. Abordar un tema como lo es la violencia en Salud
Pública en realidad Uds. saben que es un tema que nos preocupa porque ha cambiado
en el último tiempo, como nos desempeñamos y como nos desenvolvemos en la Salud
Pública, a tal extremo que en distintos hospitales trabajamos y tenemos hasta comité
de violencia, de violencia familiar. Con la secretaría de Salud Pública trabajamos en
comisiones para ver el entorno social de los heridos de armas de fuego, cuantos
ingresan, como está constituida su familia, cuantos ingresos han tenido, es decir,
hemos utilizado herramientas, hemos creado herramientas nuevas para ver como
abordamos el tema de la violencia en Salud Pública. Esto ha cambiado también,
¿porqué cambió la sociedad?. Analizábamos recién con Alejandro, antes de empezar
esta charla un poco cuales son las cosas que cambiaron que nos llevaron a vivir esto.
Hoy va a ser una jornada realmente creo que muy jugosa, porque vamos a tener una
charla inicial, por la tarde organizar talleres más ajustados a lo que es en sí la
especialidad de la Salud Mental con presentación de casos clínicos y yo quiero felicitar
a todo el equipo de Salud Mental, no solo al hospital, sino también a la secretaría por
este encuentro, porque en realidad, creo que es un esfuerzo organizar cosas y aparte
del trabajo cotidiano que tienen mucho y hacer esto para mí es realmente muy
importante, así que gracias por su presencia y gracias a todos Uds. por estar acá.
Ariel Martello (jefe a cargo del servicio de Salud Mental del HECA)
Quería comentar un poquito como surge esta invitación, no tengo que agregar algunas
cosas que ya se han dicho. Me parece que no es casual que Uds. estén acá, que
nosotros hayamos organizado esto, la convocatoria que ha tenido.
Desde un primer momento hubo una aceptación por parte de la Secretaría, de Débora,
de la Secretaría de Salud Pública, de la Dirección del Hospital. Cuando empezamos a
propagandizar, a difundir esta tarea, enseguida hubo un entusiasmo y un contagio en
las ganas de hacer algo con esto, poder dar una vuelta más a esto que se viene
imponiendo, porque de alguna manera, haber organizado esta jornada, surge también
como una necesidad. Una necesidad por diferentes situaciones que se nos vienen
planteando y que nos atraviesan, no solo en el trabajo en el Hospital, sino también los
compañeros que trabajan en los territorios, en las diferentes dependencias del Estado,
tanto Municipal, Provincial, Nacional, aparte es pan de todos los días de los medios de
comunicación hablar de violencia. Entonces es una decisión de alguna
manera tratar con la violencia. Por más que no queramos, siempre tenemos que tratar
y vérnosla con la violencia, porque la violencia siempre se cuela, por algún lado
aparece, no necesita invitación para participar de la fiesta, la violencia.
Pero, bueno, un punto poder reconocerla y poder dar un tratamiento responsable. Un
tratamiento responsable, me refiero no a un tratamiento moral, sino, responsable en
ese sentido de la dimensión ideológica, epistémica, que tiene poder tratar con eso.
Poder hacer algo. O sea, poder establecer ciertas líneas, tener ciertos conceptos o
ciertas consideraciones que nos guíen, que nos ubiquen de alguna manera para dar
una respuesta o un tratamiento diferente que no nos llene de impotencia, porque de
alguna manera muchas veces esa es la sensación que tenemos: De impotencia, de
desazón y eso muchas veces se puede tornar en un camino sin retorno para todos los
trabajadores de la Salud Pública. Y es algo que atraviesa no solo el campo en sí, sino el
campo de la Salud Pública en general, por eso la convocatoria y la puesta que sea una
primera instancia de trabajo para los distintos profesionales y no profesionales para
quien sea que trabaja aquí y que se sienta convocado.
Porque de alguna manera creemos que toda la conceptualización que tengamos de la
violencia, después se pone en acto en intervenciones concretas. Pero tenemos que ir
solidificando, precisando y reconstruyéndolo en construcción de líneas de trabajo. No
quiero decir que no las haya, pero siempre es necesario ir construyendo,
reconstruyéndola, pero, fundamentalmente a partir de una lectura de la experiencia.
Por eso se nos ocurrió invitarlo a Alejandro, muchos ya lo conocemos, hemos
participado en algunos espacios de formación, entre otros temas, también trabajó
estos temas. Entonces nos pareció que era alguien que nos podía ayudar. Agradezco la
predisposición de él en el comienzo. Con el primer mes que le escribo, él me responde:
Estoy dispuesto a colaborar. Por eso pusimos en el título: “Junto a Alejandro Ariel”, no
esperamos una clase magistral, sino, que nos causa trabajo, un trabajo en conjunto.
Bueno, en esto ya dio su recorrido, es Médico Psicoanalista, actualmente Director de la
Fundación “Estilo”, es Arbitro de la revista de “Psicoanálisis” de la UBA, Docente
Invitado de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Rosario, que ha
escrito varios libros: “El estilo y el acto”, “La interpretación”, “Cura en Psicoanálisis”, “La
responsabilidad del analista”, entre otros.
Así que agradezco nuevamente la presencia de Uds., de la Dirección del Hospital, de la
Secretaría de Salud Pública, de la Dirección de Salud Mental y fundamentalmente de
Alejandro.
Así que, bueno, lo escuchamos.
Alejandro Ariel – 1ra. Parte
Bueno, me dejaron solo. Se me ocurría que antes de agradecer quería hacer una
pregunta: ¿De dónde salen las ganas? Bueno quería agradecerles a Uds. sus ganas, su
presencia, a la Secretaría de Salud, a la Dirección del HECA, a la Dirección de Salud
Mental del HECA, al Servicio de Salud Mental, a Debora Danielli, a Ariel Martello, en
fin, a todos los que hicieron posible que yo esté acá, con MIS ganas, yo también tengo
ganas, por eso, la pregunta de dónde salen las ganas en estos tiempos, es ardua, ¿no?
Porque el entusiasmo viene muchas veces limitado por la decepción, por el fracaso, por
la dificultad y sin embargo, seguimos estando, seguimos llenando lugares de trabajo.
Cuando yo acepté dictar esta jornada, este seminario, se evocaron para mí una
infinidad de cuestiones, a diferencia de cuando fui convocado en la Universidad, aquí
mismo, en Rosario. Esta convocatoria me produjo infinidad de cuestiones. ¿Qué quiere
decir eso? Que hubo un encuentro, para mí la convocatoria me produjo un encuentro,
un encuentro entre la historia, entre la ocasión y el deseo. Estas tres cuestiones, la
historia, verán Uds., les voy a contar un poco, mi entusiasmo, que espero pueda ser
transmisible, estas tres cuestiones se ponen en juego frente a una invitación como la
de una institución de emergencia, una institución hospitalaria… Porque yo pensé: ¿Qué
hago yo acá? ¿A que vengo? ¿Qué voy a decirles? ¿Qué cosa voy a decirles y que cosa
voy a decirles si tengo las ganas en relación a esta convocatoria de hablarles no solo a
personas que estén en el ámbito psi, sino a personas que participen en lo que
llamamos un Hospital de emergencias, que participen de un Hospital, ¿Qué tengo yo
para decirles?, que no sea hacer un gráfico inentendible para muchos o que no sea
explicar algunas cosas que están fuera de contexto para esos muchos. ¿Tengo yo algo
para decir? Cuando acepté con entusiasmo la invitación es porque supe que tenía algo
para decir, por eso agradecer realmente una invitación es tener una mejor disposición,
verán que esta palabra es importante, tener mi mejor disposición para decirles algo
esta mañana. Entonces me voy a permitir un extraño lujo, hacer una pregunta con Uds.
¿Qué es un Hospital de Emergencias para mí mirada? ¿Qué es un Hospital de
Emergencias?
La complejidad que tiene cada uno de estos términos: “Hospital” y “Emergencias”, La
complejidad que presentan al conjugarse va a ser para mí la introducción a este
seminario.
En verdad, la palabra “Hospital” y la palabra “Emergencia” conjugan algún aspecto,
algún resultado de la violencia, no solo de la violencia en el sentido de la inseguridad,
de la violencia de vivir.
Comencemos con el encuentro. Primero, yo les dije: La historia, la ocasión y el deseo.
Primero la historia: Yo no siempre fui Psicoanalista, mis primeros años como médico y
mis últimos como estudiante, fui cirujano, cirujano en una guardia de cirugía general, y
allí aprendí a diagnosticar, aprendí a cortar, aprendí a coser y aprendí a cuidar. Aprendí
esa rara forma de abstinencia que permite cortar un cuerpo sin padecerlo, se imaginan
que un cirujano si padece cada vez que corta un cuerpo no podría hacer absolutamente
nada de su práctica, ¿no? También hay una extraña y férrea forma de abstinencia para
poder hacerlo, yo aprendí eso. También aprendí lo que permite la excelencia de la
técnica, a la que debe sumarse las frecuencias de las decisiones y la paciencia y el
respeto por el tiempo de recuperación. Imagínense cómo una invitación, su invitación a
mí me hizo evocar mis primeros años como cirujano y evocarlos no solo diciendo: ah
fui cirujano¡, sino hablando de la excelencia de la técnica que había que tener, de la
frecuencia de las decisiones que había que tomar, de la paciencia y el respeto por el
tiempo de recuperación. Pero algo no me era satisfactorio. Hoy podría decirles: no era
ese el cuerpo que me interesaba de la gente, era de otro modo que imaginaba
intervenir, era otro tipo de padecimiento, otro tipo de cuerpo y otro tipo de dolor. En
este momento me acuerdo haber encontrado una metáfora: Yo decía: Es un cuerpo
cuyo peso no se pesa en la balanza, ese es el que me interesa. Y después uno diría
cuando está muy angustiado, muy agobiado por el peso de la existencia, de la que le
toca, de los tiempos. Yo pensaba: yo pongo una balanza, peso a mi paciente antes de
entrar en la sesión, el tipo se alivia, se siente un poco más aliviado, pesa distinto, se va,
lo peso al terminar la sesión y pesa igual, si es verano y transpiró 100 gramos menos.
Entonces yo digo: Ese cuerpo tiene un peso que es otro peso, ¿Cómo intervenir sobre
ese cuerpo, sobre ese peso? Eso fue para mí la metáfora que casi presidió el pasaje de
la cirugía a Oscar Masotta. Yo pasé de ser cirujano a estudiar con uno de los que para
mí, mi maestro, uno de los que fueron realmente maestros en la Argentina de muchos
Psicoanalistas. Comencé entonces a estudiar con Oscar. Y allí se abrió una vía que aún
hoy me resulta una vía nueva cada vez, eso me impresiona, porque la verdad que algo a
uno a lo largo de los años se le abra como una vía nueva, uno debería agradecerlo,
¿no? En tanta gente aburrida o inmersa en el tedio de lo que hace, uno debería
agradecerlo y aún hoy esa vía nueva que abrió Oscar en mí, me permite volver a
comenzar y esa vía es Freud. Eso es, Freud. Yo hoy leo Freud y vuelvo a comenzar con él
otra vez, es la verdad para mí una experiencia notable. Años después me encontré con
una frase de Lacan, que durante muchos años me interesó y después me dejo de
interesar, la frase decía así: “El Psicoanálisis debe aspirar a ser una cirugía mayor”
Chau! Dije (risas), “ proposición del nueve de octubre” que ahora se debe buscar si
quiere: El Psicoanálisis debe aspirar a ser una cirugía mayor, para mí era exactamente
una risa, una sonrisa. Bueno ese es el primer punto del encuentro, la historia.
El segundo punto del encuentro es: La ocasión. Hace ya algún tiempo que tengo en mi
práctica clínica y teórica una necesidad, una verdadera necesidad, hace no muchos
años, yo, cinco de cirujano y treinta de psicoanalista, es la necesidad de la SENCILLEZ,
no la tuve siempre, la tengo hace poquitos años. Durante años pensé que la sencillez
era un punto de partida y que luego venía una complejidad a la que me aboqué con
muchas ganas, pasé de la sencillez a la complejidad, a estudiar muchas cosas, a leer, a
pensar, a complejizar los problemas y en verdad los problemas son complejos. Me
encontré por un lado con la complejidad de la clínica, las cosas son fáciles al principio
cuando uno no se encuentra con esa complejidad, cuando uno se encuentra de verdad
con la clínica, la clínica es compleja. Me encontré con la complejidad de la teoría y
sobre todo me encontré con la complejidad de los acontecimientos. Así fue
transcurriendo gran parte de lo que he hecho. Hoy, a diferencia del comienzo, donde
creía que la sencillez era un punto de PARTIDA, hoy, creo que la sencillez es un punto
de LLEGADA. Que hace falta muchísimo trabajo para llegar a esa sencillez, hace falta,
como decía recién el Secretario de Salud, hace falta complejizar mucho los problemas
para llegar a abordarlos con un punto un punto de sencillez, porque el punto de
sencillez es el punto en que uno toma desde algún lugar una DECISIÓN Y sobre esa
decisión, trabaja. Hace falta mucho trabajo para llegar a la sencillez, por eso, para mí la
sencillez se transformó ya no en la ingenuidad de un punto de partida, sino en la
dificultad de un punto de llegada. Y entonces dije: Bueno, quizás es una frase que vale
la pena que les diga: Vivir mejor es una sencillez escandalosa y ardua. Piensen Uds. en
lo que sería para Uds. vivir mejor, ¿no? Vivir mejor es una sencillez escandalosa y
ardua. Bueno, si hay algo por lo cual tiene algún sentido el Psicoanálisis es un SESGO
para vivir mejor, así que imagínense que les cabe lo que acabo de decir recién. Ahora
Uds. dirán: ¿De qué forma, diría este tipo, que es una sencillez?
Vivir mejor es no decir SI cuando uno quiere decir NO ¿Cuántas veces que uno quiere
decir NO y dice SI?, en esta historia que se llama vivir. Esa sencillez implica no decir SI
cuando uno quiere decir NO, implica un desapego, implica una soledad, de la que los
hablantes, en general, no queremos saber nada, por eso decimos SI, aunque queramos
decir NO.
Y entonces cuando los discursos, muchos de ellos, se me transformaron en una música
vacía, vacía de cuerpo, comprendí que me dejaban de interesar. Volví a comenzar, volví
a Freud, pero ya solo, a solas, sin maestro. Agradecer a un maestro es poder seguir a
solas, es decir: Poder reencontrarlo como uno y otro, como uno con otro. Entonces
volví a Freud, a solas, ya solo, sin maestro, y comprendí una cosa que también quisiera
transmitirles hoy, así como vivir es una sencillez ardua y escandalosa: Comprendí que la
neurosis es LA NECESIDAD DE UNA DEFENSA FRENTE A LA INTEMPERIE, la neurosis no
es poca cosa, es una necesidad de una defensa frente a la intemperie, y tener una
defensa frente a la intemperie, no es poco. Quizás, la violencia de estos tiempos, es
que hay, como empezamos a ver, por distintos factores: la droga, los tiempos, un
fracaso de la neurosis como defensa. Piensen que loco es decir esto, nosotros que
estamos todos acostumbrados a hablar de la neurosis, a curar la neurosis, intentar
hacer algo con ella, estoy formulando que hay algún fracaso de la neurosis como modo
de defensa frente a la intemperie. Como se imaginarán, el respeto por la sencillez fue
creciendo, el respeto por lo arduo que significaba lograrla. Y la paciencia frente a la
repetición se transformó en el respeto por la dificultad de vivir. Yo creo que durante
años yo fui alguien que desde mi práctica era poco respetuoso de la dificultad de vivir.
Cuando fui comprendiendo algo del orden de la dificultad de vivir y el respeto que ella
me producía y también el fracaso de la neurosis en estos tiempos, el fracaso de esa
defensa que es la neurosis, entonces, esa es la pasión en que me encuentro y me
encuentran uds. hoy al hablarles. Si yo hubiera venido a dar una charla hace quince
años atrás, probablemente esto no hubiera podido decirlo. Por eso, para mí la historia
es un encuentro entre la historia y la ocasión, la ocasión hoy. Entonces, o bien me
callaba o bien me amparaba en un discurso pretensioso cuya música me aburre o bien
les hablaba de este modo, digo, hoy no podría hablarles, SINO de este modo, SINO de
estas cosas, si acepté venir es porque puedo hablarles de este modo y de estas cosas.
Había un tercer elemento en este encuentro y es: El deseo. El deseo es lo que me lleva,
lo que me anima hoy, aquí a conjugar estas dos palabras, por eso voy a conjugar dos
palabras: “Hospital” y “Emergencias”, y a sostener una pregunta, en realidad la
pregunta original era: ¿Se puede obligar a alguien a tratarse?, con muy buen tino me
dijeron que fuera un poco más civilizado y entonces cambié la pregunta: Si se puede
obligar a alguien a tratarse por una forma excelente y civilizada ¿
Tratamiento:Posibilidad o Necesidad?, me pareció que efectivamente que decía
civilizadamente exactamente lo que yo quería decir con: ¿se puede obligar a alguien a
tratarse? Así que esa es la historia del título, que verdaderamente fue todo un trabajo
bueno, realmente bueno.
El deseo entonces, lo que me anima, lo que me lleva a conjugar esas dos palabras, el
deseo es lo que se RESTA de lo cotidiano, es lo que excede a lo cotidiano, piensen que
es algo que se resta de lo cotidiano y a la vez lo excede, y entonces dije: ¿Cómo les
cuento yo que es lo cotidiano?, digo, desde quien les habla, entonces digo: El deseo es
lo que se resta de, lo que excede a, a la VALENTIA JUVENIL, es más que la valentía
juvenil y es menos que la valentía juvenil. El deseo es lo que se resta y excede a la
HAZAÑA OBSESIVA, el deseo es lo que se resta y excede a la DESESPERANZA
DEPRESIVA, AL ESCEPTICISMO DE LA IRONÍA, al OPTIMISMO DE LA HISTERIA, al
ALTRUISMO REACTIVO y a la CONVENIENCIA DEL PODER. De qué les estoy hablando,
¿no? De que hay una valentía personal, juvenil, hay una hazaña obsesiva, una
desesperanza obsesiva, hay un escepticismo de la ironía, hay el optimismo de la
histeria, un altruismo reactivo y una conveniencia del poder. Es decir, hay todas esas
formas de LA DEMANDA DEL OTRO, hay todas esas formas que hacen a LO HUMANO,
que son ni más ni menos que las formas en que lo humano se ampara para seguir
respirando. En otro momento yo hubiera criticado esto. Hoy digo estas son las formas
en que lo humano se ampara para seguir respirando, y quien no respira, se muere.
Ahora, cuando las inclemencias de lo real se ponen duras y voy a decirles muy
mínimamente que entiendo por lo real así podemos compartir en común eso. Voy a
llamar “REAL” a lo QUE NO CESA DE PRODUCIRSE, lo que no para de pasar, lo que no
tiene ni fin ni comienzo. Supongamos: El océano es real, no para de ocurrir, no para de
ocurrir, eso, el movimiento de una colmena es real, no empieza ni termina, no para de
ocurrir, lo que no cesa de ocurrir. En la segunda parte les voy a contar algo del principio
de realidad, el principio de realidad en Freud, eso tan poco considerado, tanta historia,
y les voy a decir que es un hombre, que es un HABLANTE. Un hablante es el que tiene
principio y final, eso. Ahora, un perro no tiene principio y final, tiene principio y final
para el hablante. Un árbol no tiene principio y final, tiene principio y final para el
hablante. Es decir, la proyección arma un mundo que es una realidad sobre un real que
no tiene ni principio ni final. Es complejo pero trato con alguna sencillez que podamos
entendermos lo que hablo.
Entonces, cuando las inclemencias de lo real, o sea, de algo que podría no tener ni
principio ni final, cuando esas inclemencias, o dicho de otro modo: Cuando el
movimiento sin causa de la pulsión de muerte insiste, cuando las inclemencias de lo
real amenazan la Institución, supónganse que acá los pacientes no paran de llegar, de
repente había un recital, se armó un quilombo tremendo y no paran de llegar, no paran
de llegar, no paran de llegar… eso, para el sujeto amenaza la Institución, es como si
fuera la inclemencia de lo real que amenaza y entonces la Institución puede
desvanecerse, desfallecer. No va a desfallecer, va a haber modos de… bueno,
¿Entienden lo que quiere decir cuando la inclemencia de lo real amenaza?,
entendiendo “lo real” por eso que podría no cesar, entonces, cuando la inclemencia de
lo real amenaza la Institución, cuando amenaza en cada sujeto, en cada sujeto
amenazado, incluso cuando las inclemencias de lo real amenazan el orden económico
real, yo no estoy hablando del orden económico solamente en el sentido más de
dinero y cuenta de eso que también es un orden, sino, del orden económico de la
energía del sujeto, digo, de las ganas, del entusiasmo, cuando amenazan eso. Cuando
las inclemencias de lo real TIENTAN para resolverlas con la segregación o el maltrato,
porque muchas veces esos excesos, esa inclemencias de lo real tientan con correrla con
la segregación o el maltrato. Cuando las inclemencias de lo real toman por asalto la
realidad, imagínense, recién me decía Ariel que él estaba a disposición, de guardia a
demanda de alguna urgencia que hubiera. Imagínense si el tipo tiene una realidad, su
familia, su casa… y de repente… una y otra, y otra, otra, otra y… bueno, cuando se
amenaza la estabilidad de la realidad, es entonces cuando las formas del amparo
humano, o también podemos decir: las formas humanas del amparo, que no es lo
mismo, se revelan insuficientes, eso tiene consecuencias. Las consecuencias son: El
malestar, las guerras, la angustia y las consecuencias son LA VIOLENCIA. La violencia
como un modo de fracaso de la neurosis. Yo definiría: LA VIOLENCIA EN ESTOS
TIEMPOS COMO UN MODO DE FRACASO DE LA NEUROSIS, desde la guerra hasta la
violencia urbana, a la cual asistimos.
Es así entonces, frente a estas inclemencias de lo real, que solo el deseo puede
sostener la fortaleza del espíritu para volver a comenzar.
Eso es lo que yo les supongo a Uds. aquí: Una fortaleza de espíritu para volver a
comenzar. Después veremos en los dos casos de los cuales vamos a charlar un rato esta
tarde, que realmente uno se pregunta después de esto no tenés ganas de seguir y si
además de eso lo justificas con todos los días, menos ganas de seguir tenés. Entonces,
¿De dónde salen las ganas? fue mi primer pregunta antes de agradecer, entonces: Esa
fortaleza de espíritu, vieja fórmula cristiana, que sin embargo es compatible con mi
idea del deseo, la fortaleza de espíritu, para volver a comenzar, ¿Qué es lo que hace
que Sísifo, Uds. conocen el mito de Sísifo, el tipo que llevaba la piedra hasta arriba de la
montaña, tuc! se le caía, volvía a agarrar la piedra, la llevaba de nuevo, tuc! se le caía,
¿Qué era? ¿Un boludo, un obsesivo, un melancólico, que era? O ¿eso era lo que le
tocaba y eso era lo que él quería?
La fortaleza de espíritu para volver a comenzar, no como una condena, sino como lo
que INSISTE FRENTE A LA DIFICULTAD. Efectivamente cuando es una condena, lo único
que uno tiene ganas es de huir, frente a toda condena, ¿Cuántas veces les habrá
pasado a Uds. que la realidad se vuelve una condena? Entonces lo que uno tiene ganas
es de huir, con lo cual uno no debiera complicarse, es tan humano como cada vez que a
uno se le arma una condena uno puede decir: No. Pero también hay una alternativa
que es esta insistencia que no tiene que ver con una condena, esta insistencia frente a
la dificultad que llevamos: El deseo.
Hospital de Emergencias. Todo esto fue una introducción. (Risas) Por lo menos, me era
necesaria para poder conocernos un poco, para poder encontrarnos un poco. Hospital
de Emergencias. ¿Qué es un Hospital? Entonces acá van algunas idea en relación a eso
que espero les sean útiles. ¿Qué es un Hospital? Un Hospital es UN LUGAR PARA
ALOJAR EL DOLOR y es un lugar para alojar el dolor cuando éste sobrepasa lo posible y
amenaza con la desaparición. Cuando el dolor no sobrepasa lo posible y no amenaza
con la desaparición, uno va al médico. Cuando el dolor sobrepasa lo posible, uno va al
Hospital o lo llevan. El Hospital es un lugar donde LA HOSPITALIDAD y vamos a
transformar la palabra “hospitalidad” en un concepto del cual les voy a hablar hoy. El
Hospital es un lugar donde la “hospitalidad” está REGULADA. Está regulada por un
“saber hacer” específico sobre el dolor. Sobre el dolor de ojos, sobre el dolor de oídos,
sobre el dolor de panza, sobre el dolor. Entonces el Hospital es un lugar donde la
hospitalidad está regulada por un “saber hacer” específico sobre el dolor para poder
alojarlo. Quizás el dolor humano es el libro más vasto, quizás el libro que contiene el
dolor humano, es el libro que contiene los demás libros.
El dolor es el borde mismo donde el amor naufraga, donde el temor es el mal, el temor
al dolor es el mal y el amor naufraga. Imagínense si no es algo que tenemos que tener
en cuenta, y tener en cuenta en sus múltiples manifestaciones. Lo que hace naufragar
el amor es exactamente lo que hay que tener en cuenta. En el dolor, pareciera que la
vida se olvida de mí, y la muerte me reclama, me reclama, no me toma, me reclama.
Pero, comencemos por aclarar que implica la hospitalidad en su verdadero sentido del
lazo social, porque la hospitalidad lo que define con lo que yo voy a definir un Hospital.
Les diré que la hospitalidad es: TRANSFORMAR A UN EXTRANJERO EN HUESPED, EN
LUGAR DE TRANSFORMARLO EN UN ENEMIGO. Vamos a decirlo fácil: Es invitarlo a
comer, en lugar de comerlo, es ofrecerle comida en lugar de transformarlo en comida.
Es el primer lazo, acto humano. No es como cuando uno llega y te ofrecían un Gancia,
una picadita, antes te ofrecían un café, hoy te ofrecen un vaso de agua, pero, te siguen
ofreciendo. ¿Qué quiere decir eso? Esa hospitalidad es transformar a un extranjero en
huésped, en lugar de transformarlo en un enemigo. La hospitalidad es un acto humano
por excelencia, no hay hospitalidad en ninguna otra especie que no sea la especie
humana. Por lo tanto, les diré que la hospitalidad es una decisión pretérita de nuestra
especie. Perder la hospitalidad es perder una de las decisiones que configuran nuestra
especie. Eso hay anotarlo en el orden de los riesgos, no en el orden de las costumbres.
Me decía el Dr. Marquetti: Hoy se entra a un Hospital, y se amenaza a un Médico y en
otro momento, no. Efectivamente, hoy un Médico ha perdido su investidura, su
semblante, su lugar… pero no porque eso valiera más que para su práctica, sino hay
algo de la hospitalidad que está puesto en crisis, en verdad que está puesto en crisis.
Poner en crisis o que esté puesta en crisis esta decisión pretérita de nuestra especie,
imagínense que es: Inscribir la violencia actual como una posibilidad de poner en crisis
la especie misma, la especie misma. Se los digo para los Psicoanalistas: uds. se
imaginan: ¿sujetos sin SUPER-YO? Imagínense por un instante: Sujetos sin SUPER-YO.
Dicho de otro modo: Sujetos sin moral, sujetos sin frenos, sin bordes, sujetos sin
padres… ¿Qué especie daría? ¿No? No lo piensen catastróficamente, nada de eso,
¿Qué especie daría? Daría otra especie. ¿Ok?
Entonces, la hospitalidad, sigo con ella, es hacer del desierto una mesa y un techo
donde sentarse. Eso. La hospitalidad FUNDA el huésped y a quien lo esperaba, aquel
que camina y que ha llegado a un lugar donde se lo espera. Se lo espera. Diré casi al
modo de una consigna: La hospitalidad es entonces: UN CRUCE DE CAMINOS. La
hospitalidad es un cruce de caminos. Vuelvo a decir que la cría será familia, y los hijos
son familia, no son cría, digamos. Esa es la generosidad del nombre, que funda una
mesa, un techo para una especie. El nombre funda la hospitalidad, el nombre funda
una filiación. Entonces, la hospitalidad es un cruce de caminos entre alguien que es
extranjero y alguien que lo recibe, y no es tu hijo.
La hospitalidad es entonces, un FUNDAMENTO de lo humano. Y cuando digo
fundamento de lo humano, digo que la palabra alienta transformando el recorrido en
vida, si no hay palabra, uno de los trabajos, insisten casi frenéticamente: y hay que
ponerle palabra, y hay que ponerle palabra y hay que ponerle palabra donde hay cada
vez menos palabras. ¿Por qué esa insistencia de ponerle palabras más allá de nuestra
práctica que tiene que ver con las palabras, no? Si no, porque la palabra lo único que
transforma el recorrido en vida. La hospitalidad es entonces, la manifestación de una
fraternidad que la palabra crea en la nada. Si nuestra especie se pone en riesgo, no es
que va a haber gente que viva, va a vivir en la nada. La hospitalidad es entonces: UNA
ALIANZA. Una alianza silenciosa, una alianza particular y social a la vez. Es: ACOGER AL
OTRO, es recibirlo, piensen acá: Es recibirlo, es recibir lo que se ofrece y ese “recibir lo
que se ofrece “es gratuito en su fundamento y es intercambio en lo moral. En su
fundamento es gratuito, se hace por nada. En su moral, en su intercambio, tiene que
haber un intercambio, un intercambio entre la gente que llamamos: Hospitalidad.
Entonces, yo diría, para decirlo de algún modo: LA GRATUIDAD ES FUNDAMENTO DE
TODA MORAL. Es en ese sentido que decimos: EL DESEO ES UNA FORMA DE LA
GRATUIDAD. ¿Por qué uno desea no ciclotímicamente? O sea, no ligado al éxito o al
fracaso, ¿Por cuando el deseo es fuerte, pese a la gran cantidad de fracasos que
tenemos? cuando es gratuito, cuando el deseo es porque sí, porque sí.
Por lo tanto, estamos en condiciones en este momento de retomar la cuestión de: Un
Hospital.
Esa complejidad que recibe el extranjero. Ahora, ¿Por qué uno dice: en un Hospital se
recibe a un extranjero? Decimos que en un Hospital se recibe a un extranjero porque
son extranjeros que no son por su dolor, el dolor los hace extranjeros. Si a mí no me
duele nada, a todos Uds. no le duele nada o más o menos, porque por lo menos están
sentados acá, no nos duele. Al que le duele, ese se transforma en extranjero.
Imagínense que entrara alguien diciendo, o como decía recién el Secretario de Salud:
“estaba en una celebración y todo eso y de repente, pido y… pum, pum”, imagínense
que entrara alguien acá gritando o sangrando, irrumpiría, se transformaría en
extranjero. ¿Qué hacemos? ¿Lo expulsamos? ¿Lo ponemos por fuera? ¿Qué hacemos?
¿Qué hace un Hospital ahí? Un Hospital ahí lo que hace es recibirlo. Es transformar a
ese extranjero en huésped. ¿Se entiende la idea?
Es decir, se recibe al extranjero que lo es por su dolor, que lo amenaza ¿Con que
amenaza el dolor? ¿Saben con qué? Yo decía siempre: ¿Cómo hago para que todos nos
pongamos de acuerdo en eso?: El dolor amenaza con el desierto. ¿Vieron que cuando a
uno le duele mucho algo y le parece que le va a seguir doliendo, uno tiene la sensación
de estar a la intemperie? Que no hay nadie que entienda, que no hay nadie que esté,
digamos, ¿No? a veces ni la madre (Risas) Bueno, por su dolor entonces, que lo hace
solo, lo hace alguien solo e irrepresentable, Irrepresentable ¿Qué quiere decir? Que el
dolor jamás se puede explicar. Uno puede decir algo, sobre todo en un Hospital, para
que alguien transforme ese decir en un signo o para que alguien escuche ese dolor.
Pero, el dolor no se puede explicar. Es un extranjero al que recibimos en nuestra casa.
Una casa, nuestra casa, el Hospital. Es una casa con la aptitud para alojar a ese
extranjero. No es cualquier casa. ¿Por qué? Porque esta es una casa que lo espera. A
diferencia de SU casa, que no sabe qué hacer con él. En SU casa no se saber qué hacer
con él, se transforma en un extranjero en su casa, cuando además dura mucho, se
transforma en un extranjero hincha pelotas, en su casa y además cuando se pone en
riesgo, se transforma en un extranjero en riesgo, en su casa. Entonces, ¿Hay una casa
para ese extranjero? Esta. Es un Hospital. Un Hospital, es entonces, una casa, un lugar
donde la hospitalidad recibe al extranjero que en lugar de transformarlo en enemigo, lo
transforma en huésped. Una casa que lo espera. El dolor puede ser dicho con las
palabras de Edmond Jabés, retengan, Edmond Jabés fue un escritor, dice así, es
magnífica, yo decía: ¿Cómo hago además de decirles que el dolor es irrepresentable?
Es como uno cuenta una película, ¿Vieron cuando uno cuenta una película que a uno lo
emocionó mucho? Entonces la vas contando y sentís que el otro no entiende ni un
poquito, (Risas) te empieza a agarrar una decepción del otro terrible: No, este boludo
le estoy contando, no entiende nada y después empezás a darte cuenta que tenés una
decepción sobre vos, porque no estas transmitiendo ni contando bien, bueno; El dolor
es así, pero mucho más. Y además a veces es urgente. El dolor puede ser dicho en estas
palabras, miren que interesante: “NADIE CONSULTA LA HORA EN RELOJ AJENO, SINO
EN EL PROPIO”, nadie consulta la hora en reloj ajeno, sino en el propio. La hora del
dolor es una hora del reloj propio, no reloj ajeno. Alguien que le duele es un “ajeno”,
podes decir: Me duele la cabeza, me duele esto, me duele lo otro, a lo sumo podés
evocar algún dolor tuyo, pero el reloj es inaccesible, ese real del dolor que lo hace al
otro extranjero, ¿Ok?
Entonces, ¿Cómo recibir al ajeno? ¿Cómo alojarlo en su particularidad? El Hospital
recibe al sujeto en riesgo, recibe a ese sujeto en riesgo en ese dolor, es un sujeto a la
intemperie, un sujeto cuyo techo, ya no puede ser cualquiera, este es el asunto, el
techo de alguien que le duele que el dolor sobrepasa, recuerden lo que dijimos al
principio, que sobrepasa la posibilidad. Ya no puede ser cualquiera el techo.
Entonces, cuando el sufrimiento ya no es refugio, porque muchas veces, el sufrimiento
es un refugio frente al dolor, tiene que ver un poco, el dolor no sobrepasa las medidas
del sujeto, entonces el sujeto se refugia en el sufrimiento, entonces veo gente que hace
del dolor un sufrimiento permanente, un relato del dolor sufriente permanente.
Muchas veces, el dolor desaparece y el relato del sufrimiento queda. Entonces vos vas
a casa de tal y tal te empieza con lo mismo: “Vos sabes que… “y cada uno puede hacer
de ese relato de sufrimiento eso que fue un borde para el dolor… Les voy a contar algo
muy gracioso pero les va a permitir situarles que quiere decir que el dolor cese y el
sufrimiento, como relato, permanezca: Un día yo, cuatro hijos, un día uno de ellos, él
tiene veintiséis años, tenía alrededor de seis y me dice: “Papá, te quiero preguntar
algo”, había aprendido a atarse los cordones de la zapatillas, ¿No? Entonces dice:
“Mira, resulta que la abuela y mamá me dicen que me ate los cordones de la zapatilla,
yo me ato los cordones de la zapatilla, a veces me olvido”, pero era: “Me dicen que me
ate los cordones de la zapatilla y me dicen que me ate los cordones de la zapatilla y yo
quiero preguntarte algo”: ¿Ellas quieren que me ate los cordones de la zapatilla o me lo
quieren seguir diciendo? (Risas) Me pareció fantástico. Totalmente provisorio, el
asunto, ¿No? Y supimos en mi casa una cosa que era: cuando uno quería algo del otro,
que lo dijera cortito (Risas), todos nos reímos bastante, así y fracasó, no siguió así.
Pero, entonces, el sufrimiento es: Una vez que ha pasado el dolor, seguir diciéndolo,
seguir diciendo de ese dolor, por lo tanto ahí hay dos órdenes distintos. Cuando el
sufrimiento ya no es refugio, el dolor inaugura la intemperie. A veces puede pasar que
el sufrimiento, o sea, el relato del dolor no alcance, y entonces el dolor inaugura la
intemperie. ¿Por qué? Porqué el sufrimiento es aún una manifestación subjetiva del
dolor.
El Hospital recibe a ese sujeto en riesgo en ese dolor. Trabajar en un Hospital es tener
disposición para la hospitalidad. Es muy difícil trabajar en un Hospital sin disposición
para la hospitalidad en el sentido de como venimos tratando esto hoy. Una disposición
a la hospitalidad de quien por su dolencia, por su dolor, queda exiliado de su propia
casa, queda exiliado de sus amigos, queda exiliado del trabajo. Vieron que cuando la
gente se interna, uno mismo cuando está internado, piensa: Uh!, tengo que ir a laburar,
Uh! Mis pacientes, ¿Cómo voy a hacer para ayudarles? Queda exiliado, Uh! Mis hijos,
Uh! Está lindo el día Uh! Queda exiliado de algo. Entonces, de quien por su dolencia
queda exiliado. Y EXILIADO quiere decir: Que ha tenido Patria, que ha tenido techo,
que ha tenido realidad psíquica y que la perdió. Eso es exiliado. Vamos a decir: LA
ENFERMEDAD ES LA RUPTURA DE UN EQUILIBRIO, la ruptura entre lo que enferma y lo
que protege. Vieron que hoy el concepto de salud ya no es más enfermedad sino
ruptura de un equilibrio entre lo que enferma y lo protege. Exiliado quiere decir: Que
carece de lugar y hace de su necesidad o su deseo de tener un lugar, hace de ese
deseo, un verdadero lugar. Y esto es muy importante: Hace del deseo de tener un lugar,
de VOLVER a tener un lugar quiere decir: Patria, techo, realidad psíquica, familia,
trabajo, lo que fuera. Hace de ese deseo, un verdadero lugar. Y digo que, (presten
atención a esto) porque, nos vamos a encontrar en que en esta rara inclemencia de los
tiempos y de la violencia no todo extranjero, no todo aquel que llega como extranjero
al Hospital, tiene ese deseo de un verdadero lugar. No todo extranjero acepta, necesita
y busca esa hospitalidad y tiene el deseo de un verdadero lugar. Lo veremos sobre el
final de esta parte de ahora y lo veremos luego en los talleres. Porque los dos casos son
casos donde en verdad, se los anticipo, en verdad no hay deseo de un verdadero lugar,
no hay necesidad. La necesidad es un deseo de tener un lugar, no aparece, aparece un
rechazo, bueno, ya lo veremos.
Entonces, pero quien hace de ese deseo de tener un lugar, un verdadero lugar, avanza
dificultosamente, casi diría, lo llevan y acaba por llevar por necesidad o con urgencia su
dolor a la casa del dolor que es el Hospital. Se sabe ESPERADO, se sabe esperado.
Alguien que va a un Hospital, lo que sabe es que va a ser esperado. Y aquí es donde
encuentro un sentido hablarles hoy.
Hospitalaria es la espera de quien espera al que su dolor hace extranjero, al amor y al
trabajo. Entonces yo les hablaba, trate de ser bastante ordenado como verán, aunque
no parezca.
Hospitalaria es la espera de quien espera al que su dolor hace extranjero al amor y al
trabajo. Esa es la tarea. Ese es el fundamento de la tarea. Lo otro es la práctica
específica de la tarea: Es ser Cirujano, o es ser Analista, o es ser Psiquiatra, o es ser
Odontólogo. Pero esa es la espera hospitalaria, la que espera de quien espera al que su
dolor hace extranjero al amor y al trabajo.
¿Es que acaso, y eso deben Uds. preguntárselo, nuestra espera es hospitalaria? ¿Es que
acaso recibimos al que padece, de ese modo? Quien contestara: “Si, yo, me pasa
siempre eso”, sería como una madre que no se anima a decir que a veces tienen ganas
de encerrar a su bebé o tirarlo, porque no aguantan más y tienen un sueño terrible y es
así. ¿Se puede ser siempre hospitalario? No.
Ahora, si uno no tiene esa DISPOSICION a esa hospitalidad, entonces si más vale que no
esté en un Hospital. Yo no estoy hablando de una moral hospitalaria, sino de una
DISPOSICION a la hospitalidad. ¿Se entiende la diferencia? Espero que sí.
Es por cierto, un raro trabajo el de todos nosotros, un trabajo difícil, que precisa, a
diferencia de la cirugía, el nuestro, el específico, una abstinencia sostenida y costosa.
Vuelvo al Hospital. Siempre de nuestro lado, en un Hospital, hay un sitio vacío, esto es
un eufemismo, verán porque, un sitio vacío para la llegada de ese extranjero, digo, es
un eufemismo, porque la cantidad de veces que no hay cama, es tremendo. Pero el
sitio que no es la cama que hay o no hay, el sitio está siempre vacío, ¿Se entiende? Uds.
vienen a trabajar a un lugar que tiene un sitio vacío donde el día siguiente ese sitio va a
estar lleno y así, hay un sitio vacío. Tenemos la ignorancia de quien será, tenemos la
ignorancia de quien va a ocupar ese sitio vacío. No sé quién es, diremos, pero te
pareces a mí, así empezamos, no sé quién eres, pero te pareces a mí. Pero, te recibo, y
esto es crucial: Te recibo, no por tu parecido a mí, sino, porque eres un extranjero, sin
nombre. Volverás a tener un nombre, cuando dejes de ser tu dolor. No sé quién eres,
pero te pareces a mí, peo te recibo por lo que el extranjero relaciona el dolor, hace que
hayas perdido el nombre. Cuando dejes de ser tu dolor, volverás a tener un nombre,
volverás a tener una casa, volverás a tener amor, trabajo.
Por lo tanto, la hospitalidad, la disposición a la hospitalidad, hace del próximo día, un
día importante, porque es el día donde va a llegar un nuevo extranjero. Te recibiremos,
yo pensaba como decirlo, ¿No? Yo he estado de guardia varios años, ¿Cómo decirlo? :
Te recibiremos en tu NOCHE OPACA. El dolor es una noche opaca, inaccesible aún, te
acompañaremos hasta la aurora, hasta el día, insomne, por ese camino compartido,
¿Cuántas veces uno queda insomne cuando se va del Hospital? Cuando se va del
Hospital a la casa y se “quedó “en el Hospital, se quedó en esa disposición a la
hospitalidad, que la familia a uno o lo comprende o lo echa (Risas).
Pero a veces, el extranjero del dolor nos incomoda, ese extranjero que lo es del dolor,
nos incomoda. Porque está enojado, porque el llamado paciente (yo lo estoy llamando:
“extranjero del dolor”), porque no acepta su condición, porque se resiste a nuestra
lejanía, es decir, a nuestra abstinencia para poder estar con él, o porque se apodera de
nuestra cercanía o bien nos incomoda porque no podemos prolongar su vida ni su
esperanza. Muchas veces no podemos prolongar ni su vida ni su esperanza.
Y entonces, la hospitalidad, la disposición a la hospitalidad se transforma en
RETICENCIA, uno se siente reticente. La disponibilidad se convierte entonces: De
disponibilidad en responsabilidad. La responsabilidad es lo que hace de suplemento
cuando la disponibilidad empieza a tambalear. Cuando las inclemencias de lo real
hacen que haya demasiado para quienes estamos trabajando, la responsabilidad toma
un momento del relevo, si se retorna de la disponibilidad, vuelve a sostenerse, sino de
la responsabilidad se pasa al deseo de huir.
Edmond Javés, ese Filósofo escritor dice una frase muy bella, dice: “LA VIDA ES LO
POSIBLE DE LA NADA”, y lo posible de la nada es cruel y es doloroso, es lo posible de la
nada, y LA MUERTE ES EL TRIUNFO DE LO IMPOSIBLE.
La enfermedad, a veces, produce extranjeros más difíciles, más agresivos, con menos
deseos de un lugar. Uds. vieron qué difícil que es tratar a alguien agresivo, que se enoja
con quien está sosteniendo esa hospitalidad, quien está sosteniendo ese “recibirlo” y
uno se encuentra con personas muy difíciles, muy agresivas. Se me ocurría que además
de una serie de cuestiones teórico-clínicas, se me ocurría un buen chiste en relación a
la vida cotidiana. ¿Uds. vieron que a los padres, padre o madre viejos, los terminan
cuidando los hijos menos queridos? Los hijos más queridos en general, zafan bastante
del cuidado y los hijos menos queridos, los cuidan puteándolos, los cuidan enojados,
los cuidan puteando al elegido: Vos fuiste el elegido toda la vida y yo los tengo que
cuidar, ¿No? En fin.
La enfermedad a veces, produce extranjeros difíciles, más agresivos y con menos
deseos de un lugar. Casi, casi como si rechazaran nuestra hospitalidad, que sin embargo
necesitan. ¿Qué hacer? Porque eso es lo que tiene que ver con el título, ¿Qué hacer
frente a la hospitalidad rechazada? ¿Se obliga a alguien a la hospitalidad? Piensen que
ya no es obligar a alguien a ir a tratarse, ¿Se obliga a alguien a la hospitalidad? ¿Qué
hacer frente a la hospitalidad rechazada?
Cuando la soledad es el hogar para desaparecer. A veces, en estos tiempos, la soledad
es un hogar para desaparecer, por eso se rechaza la hospitalidad, no es que el
muchacho, uno de los muchachos del caso, rechaza la hospitalidad porque sí, la
rechaza para encontrar una soledad en la cual él sabe que va a desaparecer. ¿Nos cabe
obligar al extranjero a aceptar la hospitalidad? ¿Nos cabe hacer uso de su necesidad,
transformando posibilidad en condena?, Fíjense que pregunta dificilísima, yo no me
animo a responderla, de verdad, no me animo a responderla, ¿Por qué? Porque si yo
sería Ministro de Salud Pública respondería una cosa, si fuera Director del Hospital,
respondería otra, si fuera Terapeuta, respondería otra, si fuera padre de familia,
respondería otra, respondería desde muchos lugares. ¿Nos cabe obligar al extranjero a
aceptar la hospitalidad? ¿A un chico, quince años, veinte años, adicto, que no quiere
saber nada de esa hospitalidad, una vez que se le fue el dolor? Les recomiendo una
película, ya, se llama: “Réquiem para un sueño”, si no la vieron, véanla, de un Director
que se llama: Aronofsky, brillante Director.
Entonces, ¿Nos cabe obligar al extranjero a aceptar la hospitalidad? ¿Nos cabe hacer
uso de su necesidad, transformando la posibilidad en condena? Bueno.
Yo esta tarde, después de o no, como corolario de lo que tengo para decir de los casos,
después de que hablen los que presentaron el caso, un poquito los voy a hacer hablar,
les anticipo, les voy a hacer unas preguntas de entrada. Luego de eso voy a proponer
una respuesta posible, acotada al trabajo de algunos que rechazan esa hospitalidad
como son los adictos, voy a proponer algo que se me ocurrió hace un tiempo, tomó
forma para esta charla y, intenta ser una propuesta, nada más. Pero las preguntas que
tienen que quedar en este Auditorio es: ¿Nos cabe obligar al extranjero a aceptar la
hospitalidad? ¿Nos cabe hacer uso de su necesidad, transformando la posibilidad en
condena? Una madre a lo mejor, pónganle con un adicto, una madre diría: Si, ¡por
supuesto! Ahora el adicto diría: ¡No! Y el hermano a lo mejor diría: ¡No! Es muy difícil,
muy difícil. Es el conflicto, digamos, de cuan libre es el sujeto frente a su dolor. O por el
contrario. ¿Nos cabe abandonarlo, sabiendo que no podrá salir del desierto?
Supongamos que le decimos: No, si nosotros no vamos a obligar a nadie y blablabla…
entonces, ¿Nos cabe abandonarlo, sabiendo que no podrá salir del desierto?
¿Conocen lo que decía Freud con esto? No lo decía en relación a esto, no exactamente
a esto, pero uno puede leerlo, por lo menos para leer a alguien que vivió algo que se
sostiene y lo digo en un sentido fuerte. Él decía, con respecto hay una nota en “El yo y
el ello “ con respecto al suicidio, él decía que la amenaza del suicidio, el intento de
suicidio era algo frente a lo que había que hacer algo, frente a lo que había que pedir
asociaciones, lo digo de otro modo a como él lo dice, porque quiero que lean la nota.
Digo, porque eso amenaza a la transferencia, amenaza al análisis mismo, decía él,
entonces hay que hacer algo responsable. Él no se quedaba mirando como alguien
llegaba o no al suicidio, entonces yo digo, él soportaba dejar de ser Analista, no sé si
me explico, él soportaba dejar de ser Analista, era capaz de decir a un señor: “Toma
para comer” “porque vos no te podes analizar, toma para comer, si algún día podes
analizarte, pero primero tené para comer”.
Entonces, ¿Nos cabe abandonarlo sabiendo que no podrá salir del desierto? Fíjense
que estamos entre una disyuntiva, y es una disyuntiva espantosa: ¿Nos cabe obligar al
extranjero a aceptar la hospitalidad y hacer uso de su necesidad para transformar esa
posibilidad en condena? o ¿lo abandonamos sabiendo que no podrá salir del desierto?
Bueno, eso, todos los días. Ahora, estas cuestiones, no son por negligencia, no son por
cansancio, son cuestiones humanas. Si transformamos la hospitalidad en Ley, ¿No
atacamos con ello su fundamento mismo? Si el fundamento es transformar al enemigo
en huésped, ¿No atacamos el fundamento mismo si transformamos la hospitalidad en
Ley?
Pero resulta que hay momentos que tiene que haber un policía en el Hospital, porque
viene un familiar, te pone un chumbo así y dice: Si no haces tal cosa…y… y entonces,
¿Cómo es?, ¿Cómo es?
Volvamos atrás. ¿La violencia no está poniendo en riesgo la especie misma a través de
la puesta en riesgo de la estructura del sujeto? No solamente la dimensión política, no
solamente la dimensión económica, no solamente todas esas dimensiones que son
absolutamente ciertas, ¿No estaremos asistiendo a algo que va produciendo
estructuras subjetivas diferentes? Habrá que pensarlo.
¿No estamos aquí en el límite mismo de lo humano? Es decir, cuando el sujeto y el
deber tienen sendas distintas, cuando la hospitalidad y su rechazo CO-EXISTEN, porque
co-existen, sino estaríamos en la selva, co-existe la hospitalidad con el rechazo de esa
hospitalidad. Por eso me interesaba hablarles de esto, porque nuestra presencia misma
en un Hospital, más allá de nuestra práctica específica, es mantener abierta esta
pregunta. Y para mantener abierta esta pregunta hay que comprender cuál es el
fundamento de la hospitalidad.
Voy a hablar quince minutos más, y vamos a parar y vamos a descansar un poco,
porque no solo yo estoy cansado, yo supongo que Uds. deben estar cansados de
alguien que les está hablando, le intereses, más, menos, pero que más, pero, es
cansador. Fíjense que lo que digo es: Voy a hablarles quince minutos más, a lo mejor
son veinte, a lo mejor son doce, pero eso ya da una medida de tiempo, entonces uno
aguanta un poquito más (Risas), me aguantan un poquito más, “aguantamos a
Alejandro Ariel” porque sabemos que son quince minutos nomás. Yo recuerdo una vez,
volvía del Uruguay, en avión y había una nena de unos siete, ocho años que empezó a
angustiarse muchísimo, muchísimo y la madre no sabía cómo calmarla y la nena lloraba
y decía: Mamá, me quiero bajar, me quiero bajar (veníamos en avión), me quiero bajar,
me quiero bajar… ¡una angustia! No era una angustia, era un capricho, una angustia
espantosa. Entonces, la mamá no puede calmarla y viene la azafata, le trae un juego,
otro juego, otro juego, la nena no estaba en ese momento para jugar, de emergencia.
Estaba sentada la mujer, yo, la nena. El avión estaba muy nervioso, esa cosa angustiosa
y muy contagiosa, digo, la histeria agarra muy rápidamente eso, eso lo disemina, estaba
todo el mundo preocupado. Entonces, yo me sentía como hace unos años cuando
alguien se descomponía y yo le decía: Soy Médico, tengo que ir (Risas), tengo que ir,
tengo que ir. Bueno, acá no tenía la excusa de: “no me acuerdo nada” (Risas), entonces
le dije a la nena: Vení, vení que te cuento una cosa. Entonces la nena me mira, mira a
ese loco que le estaba diciendo eso y entonces le pido a la azafata si ella puede
prestarme el reloj de ella. Me da el reloj y entonces yo le digo: Bueno, mira, ahora la
aguja está acá, ¿Si? Cuando la aguja dé toooda esta vuelta y llegue acá, nosotros
llegamos, te vas a poder bajar. Ella tiene una referencia, tiene una referencia de algo
que se movía, que había empezado a moverse a partir de que ella lo veía e iba a llegar
el momento donde sabía dónde iba a terminar, eso es lo humano. La angustia la llevaba
al caos donde nada tenía ni principio ni final. Pero no fue tan fácil el asunto, la tipa
decía, la nena decía: Entonces, se mueve despacio (Risas), se mueve despacio, se
mueve despacio… entonces se me ocurrió que hacía falta algo más que esta medida y
entonces hicimos un avión. Escribimos, ella sabía escribir, las letras, escribimos las
letras de su nombre, del mío, de los dos lados del avioncito de papel, y entonces
íbamos haciendo así: Se movía el avión y mientras se seguía moviendo el reloj que
todos queríamos que se moviera más rápido (Risas) no se ponía a prueba que el avión
llegara antes, ¿Ok? Eso es lo mismo que lo que acabo de hacer yo con Uds. para poder
llegar a esos quince minutos que faltan.
¿Qué es una emergencia? Eso que pasaba en el avión, era una emergencia. Vamos a
definir la emergencia por las condiciones en que ocurre. ¿Qué quiero decir con esto
que parecen palabras vacías? Es decir, vamos a tratar, TRATAR, de encontrar una
condición que defina el acontecimiento que llamamos “emergencia” por su
característica estructural. Es decir: No tal emergencia o tal es una emergencia, o tal es
una emergencia. Vamos a ver si podemos definir, al menos en nuestro campo, una
emergencia en el sentido estructural de la emergencia, así como yo intenté de aportar
un elemento estructural a lo que es un Hospital: Qué es la hospitalidad.
Es decir, por algo que nos permita situar a la emergencia más allá de lo opinable,
porque si no, para mí es una emergencia, para otro no es una emergencia, para otro sí,
para otro no, es opinable.
Entonces vamos a decir lo siguiente: Una emergencia es, vamos a situar dos
condiciones:
Una: ES LO QUE OCURRE CUANDO ALGUIEN SE DETIENE, PARA Y NO CESA DE
DETENERSE. POR LO TANTO SE ACUMULA. Si yo me callo de repente, de golpe, no digo
nada, me callo y sigo callado, se empieza a acumular en Uds. una inquietud que, o
estalla o me dicen que hable o se levantan, dicen: Este se volvió loco y se van. O sea,
hacen que eso que se detuvo, siga de algún modo. Entonces, ocurre una emergencia
cuando alguien se detiene, cuando no cesa de detenerse, por lo tanto, se acumula.
Amenazando en su “no cesar” de detenerse, amenazando, de acumularse,
amenazando la HOMEOSTASIS. La homeostasis quiere decir: equilibrio. Vamos a decirlo
así. Cualquier obstrucción es una emergencia: Una obstrucción renal, una obstrucción
hepática, una obstrucción de una arteria cerebral, una obstrucción de una arteria, una
obstrucción de la uretra, entonces no pueden hacer pis. Digo: Una emergencia es
cuando algo se detiene y no cesa de detenerse, por lo tanto se acumula y no cesa de
acumularse. ¿Se entiende entonces?
Primer concepto de emergencia: Algo que obstruyó, se detuvo y no para de estar
detenido.
La segunda condición posible para la emergencia: También ocurre cuando algo se
derrama. Fíjense, cuando algo se obstruye y no para de acumularse, o cuando algo se
derrama y no cesa de derramarse, por dentro o por fuera, amenazando la homeostasis.
Cualquier corte que produzca una pérdida, de sangre, de líquido, cualquier corte que
produzca una pérdida que no cesa de perderse, es una emergencia. Uds. imagínense,
piénsenlo, en un sentido casi gracioso: Si Uds. abren la canilla y no la pueden cerrar, es
una emergencia, es una emergencia, y si además abren el bidet y no lo pueden cerrar,
es más emergencia todavía (Risas) y hay que llamar un plomero, ahí, urgente o cerrar
el agua, pero si no cierra, eso es una emergencia. Es muy simple una emergencia, uno
puede pensar cualquier emergencia, en el cuerpo, en la casa, en la vida, en el avión, en
el barco, en cualquier lugar. Pero, ya veremos también en la Psicología. Pero es algo
que, o se obstruye y se acumula, o se derrama y no cesa. Uno podría decir: Con esos
dos elementos nosotros podemos caracterizar una emergencia, ¿Si? Y podríamos
ponernos de acuerdo, más allá de la profesión que tengamos, de la cultura que
tengamos, de lo que sea. A eso me refería yo con la sencillez al comienzo.
Entonces, ambas, la obstrucción o la pérdida se caracterizan por algo, por lo que no
cesa de producirse, no cesa de salir el agua, no cesa de perderse sangre, no cesa de
acumularse pus, no cesa de acumularse orina en la vejiga, ¿Se entiende? Por lo que no
cesa de producirse. A eso llamo yo: LA INCLEMENCIA DE LO REAL. Acuérdense que yo
había definido LO REAL, como aquello que no tiene ni principio ni final, que no cesa de
producirse.
Entonces, ambas, la acumulación en general, lleva a un dolor que no cesa de
producirse y cada vez es mayor. Lo que se derrama puede, no necesariamente producir
dolor, pero ambas, con dolor o sin él, llevan al desvanecimiento del sujeto. Uds. saben
que el dolor, pasado un límite de lo tolerable, sigue doliéndole a nadie, no es que no
hay, sigue doliéndole a nadie, no hay sujeto que transforme ese dolor en sufrimiento,
en padecimiento, se desvanece el sujeto.
Quiere decir, que la condición de una emergencia es que ALGO amenace con que no
cesa. El dolor de un quemado, la pérdida de sangre de un baleado, en fin, muchas
cosas.
Entonces, la condición de una emergencia es que no cese, ya sea que se detenga o que
se derrame, no cese de hacerlo.
Volvemos entonces, a definir LO REAL como aquello que no tiene ni principio ni final,
que no cesa de producirse. La emergencia es entonces, UNA AMENAZA DE LO REAL.
El hombre, el hablante es efecto de un principio y un final, les decía. Por lo tanto,
fíjense que podemos decir una cosa muy simpática, muy difícil de entender, pero muy
simpática: El hombre es un DEFECTO en lo real. Si el hombre tiene un principio y un
final en algo que no tiene ni principio ni final, es un defecto que se agrega a lo real. Es
efecto, entonces, de un nombre que se agrega a la nada. Es el efecto de un nombre que
se agrega a la nada para comenzar un encantamiento. Y una escritura que escribe su
final, el final del nombre: “Aquí yace…”
El nombre anima su existencia, una vez y otra vez y otra vez, por eso, aquel que ha
quedado reducido al dolor, cuando sale del Hospital, recupera el nombre. Y con el
nombre puede vivir entre otros.
Su existencia es la presencia del nombre que ausenta el cuerpo. Uds. vieron que si uno
en este momento, no tiene la sensación de la presencia del cuerpo, porque no duele,
porque no está angustiado, porque no pesa, porque no es nada, la nada, es porque
efectivamente Uds. son sujetos del nombre, si se aburrieron de mi voz, se les
transformó en una música sin sentido, empiezan a sentir el cuerpo, la incomodidad, las
ganas de irse… efectivamente caen de esa existencia a efecto del nombre.
Pero si su cuerpo se obstruye o se derrama, lo que se amenaza, es la existencia misma.
Sea su cuerpo un emergente de lo real, se desvanece la existencia. Entonces, la
emergencia de lo real, cuando está desencadenado, se desanuda (vamos a decirlo de
este modo), se desanuda del inconsciente. ¿Qué quiero decir yo cuando digo: Se
desanuda del inconsciente? Quiero decir que esa cosa que se derrama o se obstruye, el
dolor, se desanuda del nombre. Cuando alguien viene a un Hospital, es un sujeto
desanudado del nombre, que viene a recuperarlo, que viene a poder ser nombrado en
su dolor para recuperar el nombre de su existencia. Y ¿Qué quiere decir: desanudado
del nombre? Quiere decir: amenazado por lo inanimado. Porque uno tiene la sensación
de pensar que lo inanimado, es algo que no se mueve. No, no. Lo inanimado es algo
que no se mueve animado, ¿Se entiende? Puede ser quieto, algo puede ser quieto,
porque no empieza o puede ser algo que se mueve que no empezó ni termina. Eso que
no empezó o puro movimiento, un puro movimiento que no empezó ni termina, es
algo inanimado. Ahora, para nosotros, que somos sujetos de empezar y de terminar, lo
inanimado siempre lo pensamos como algo quieto, porque nos es muy difícil en pensar
algo que sea inanimado en el sentido de un movimiento que no empiece ni termine.
Entonces, lo que quiere decir: Amenazado con lo que no cesa, lo que quiere decir una
emergencia para el cual el inconsciente, el nombre, no protege. Lo que quiere decir
que el inconsciente es el nombre de lo que permite animar una existencia para que sea
una existencia de lenguaje. Esta existencia, que nosotros tenemos como existencia de
lenguaje, no es un capricho de decir que es porque hablamos. Es porque el lenguaje
nos hace ser sujetos de un comienzo y de un final. Y el mundo se ordena en comienzos
y finales, el mundo, el tiempo, se ordena en comienzos y finales. Si efectivamente
nosotros no fuéramos sujetos del nombre, sujetos del inconsciente, no seríamos
sujetos del principio y del final, por lo tanto, estaríamos en lo real.
Un Médico actúa, sutura, en la emergencia, para que esa amenaza de lo real no
termine con la existencia.
El extranjero que concurre al Hospital de Emergencias, es un extranjero amenazado con
una clase de violencia, que solo lo real cuando se desencadena tiene.
Justamente, una de las cuestiones que producen las adicciones, es un
desencadenamiento de lo real, de lo que no cesa de producirse. Está amenazado con la
ausencia del tiempo, con la ausencia de casa. Quizás, y esta es otra frase a retener:
Quizás la ciencia sea el producto del fantasma de los hombres de poder responder a
ese desanudamiento de lo real, ordenándolo en alguna causalidad. Repito: Quizás la
ciencia sea el producto del fantasma de los hombres, de poder ordenar eso que no
tiene ni principio ni final, de poder ordenar eso cuando se desanuda, en una
causalidad, porque una causalidad ES principio y final. ¿Se entiende? Vos decís: por
eso; tal cosa.
Quizás nuestra presencia en un Hospital de Emergencias sea el producto del fracaso en
domesticar la muerte. Aquí es donde, en verdad, les hablo a los que trabajamos de
Analistas, de Psicólogos, de Psiquiatras. Quizás, nuestra presencia en un Hospital de
Emergencias sea el producto del fracaso de domesticar la muerte.
Es decir: Se trata de no confundir el “mejorar la vida” con “derrotar la muerte”. Quizás
nuestra presencia en un Hospital de Emergencias, yo cuando se lo contaba a alguien,
que aprecio mucho, con lo que les voy a decir ahora, me decía: Che, ¿Te parece?, pero
digo: Si, me parece. Quizás, nuestra presencia en un Hospital de Emergencias sea
CÓMICA. Cómica. Como pólipo de los bufones. Imagínense, somos bufones, pero los
bufones no en el sentido peyorativo, bufón, ¿Eh? Sino, los bufones eran los que podían
decir algo de la verdad a los reyes sin que les cortara la cabeza. El que cree que puede
decir algo de la verdad y no ser un bufón en una situación de emergencia, le corta la
cabeza. Así que yo dije: y ¿Porque no les voy a decir esto? Si en verdad nos salva las
vidas. Nos salva la vida, ¿Qué quiere decir? Que en verdad, esa cualidad del bufón, de
aquel que no es tomado en serio, les permite decir lo más serio de una situación en
relación a la verdad.
Los bufones eran aquellos que podían decir algo de la verdad a los reyes a condición
de que fueran lo suficientemente payasos. Y la verdad de los que somos llamados a
testimoniar, es la de la muerte, esa cuyo triunfo se soporta mejor. Y se soporta mejor
cuando es el nombre quien sostiene la existencia hasta el final.
Termino con algo que es muy querido para Uds.
Decía Fontanarossa (Recuerden los que les digo: La verdad de los que somos llamados
a testimoniar es la de la muerte, esa cuyo triunfo se soporta mejor, cuando es el
nombre quien sostiene la existencia hasta el final)
Decía Fontanarossa en una de las últimas entrevistas que concedió que me tocó el
gusto de poder ver, decía, en relación a su enfermedad: “¿Y POR QUÉ NO A MÍ?” vieron
uno cuando dice: ¿Por qué me tocó a mí, esta mierda, me voy a morir, y porque a mí?
Él dijo con toda la seriedad humorística que la respuesta tenía. ¿Y por qué no a mí?, por
qué no me va a tocar a mí, esto, de morirme. Rasgo de humor con que enfrentó
aquello que le tocó, con la dignidad de que tropieza, sin lamentarse por estar caído, y
sin añorar estar parado. ¿Por qué no a mí?
Bueno. Acá paramos un rato.
(Aplausos)
Alejandro Ariel – 2da. Parte
Como les decía, esta segunda parte, más que segunda parte va a ser un apéndice de la
primera. Quizás, como su característica, va a ser la de estar un poco más acotada, un
poco menos general y un poco más acotada a algo de nuestra experiencia clínica.
El concepto de realidad es un concepto muy poco trabajado por ahí, casi como si se lo
dejara a otras disciplinas u a otras prácticas, otras teorías en pensar que es la realidad
como que todo el esfuerzo estaría puesto en trabajar en las manifestaciones del
inconsciente y las producciones del inconsciente y los efectos de esas producciones. Por
lo tanto uno debería haber escuchado muchas más veces hablar del principio del placer,
que más allá del principio del placer que es el principio de realidad que es un concepto
despreciado y hablar en este ámbito (y no solo en este ámbito, la opción de la
consciencia es para mí es algo que estoy trabajando hace un año y trabajaré este año y
otro año más porque me parece un concepto muy difícil de asir, que es la consciencia,
no? Es un concepto mucho más supuesto…) Entonces quiero empezar este apéndice con
dos preguntas.
¿Cómo y por qué se produce el principio de realidad? ¿Por qué se agrega el principio de
realidad al principio del placer? La segunda pregunta es una vez que se instituye el
principio del placer, perdón, el principio de realidad, se instituye lo que llamamos la
REALIDAD PSIQUICA, por lo cual vemos que efectivamente que la realidad psíquica
es algo que se va a instituir con el principio de realidad y que va a fijar algunos bordes.
¿Cómo se fijan esos bordes? Uno podrá decir: un chico durante los primeros años,
justamente lo que no tiene son los bordes para esa realidad psíquica, la realidad psíquica
es exclusivamente cambiante, porque no hay una elección de espacio ni de tiempo, le
decís al chico: el mes que viene vamos a ir a Córdoba y entonces el chico al día
siguiente pregunta: ¿vamos? Y seguro se sabe que es un chico chiquito, pero que sabe,
para él el tiempo es, el espacio es. Uno sabe que en esa realidad psíquica que va… que
esta inestable, no sé cuál es la palabra, llamémoslo así, en esa realidad psíquica que es
tan inestable, determinadas condiciones que se repiten, ayudan a fijar algunos bordes de
la estabilidad y cuando, efectivamente, las condiciones no son las mismas porque se
vive situación de calle o no se vive situación de calle pero sí se vive en una situación de
violencia, violencia del hogar, violencia familiar… donde fuera, o cuando los escenarios
son diversos, cambiantes, la televisión que se mete en el living de la casa y entonces…
todo eso que es el progreso, va produciendo escenarios de nivel cambiante con lo cual
es muy difícil establecer para esos niños en ese punto durante un tiempo siempre es
igual que los BORDES de la realidad, entonces me parecía interesante en esta segunda
pregunta, como se fijan los bordes de lo que llamamos realidad psíquica, bordes que al
mismo tiempo deben sostener las escenas, deben permitir que esas escenas se amplíen
con el conocimiento y con la experiencia, porque si son bordes de una escena, se deben
ir admitiendo nuevos conocimientos, es decir :un contrasentido. Como sitúas un borde y
de qué, que se afirme para sostener una escena que al mismo tiempo admita que la
escena pueda ir creciendo, pueda ir tomándose el tiempo para aprender, en fin…
Entonces, en principio vamos a decir que en la génesis del principio de realidad, está el
fracaso. O sea que hay un fracaso circundante, es el fracaso del placer, el fracaso de la
experiencia insatisfacción lo que arma las necesidades del principio de la realidad, o
sea, que eso además de ser una frase remanida, la importancia que tiene. En el principio
de la fijación de una realidad, hay un fracaso, el efecto del fracaso, no el efecto de algo,
que sé yo… el efecto de un fracaso que efectivamente se van armando los bordes por
donde circular. Entonces, ese fracaso, en lo real: no llega la teta, o no llega el juguete o
no llega el papa, o no llega, porque no llega, es el fracaso en lo real, así que lo
alucinatorio tampoco hace llegar, aunque lo alucinatorio arma una instancia donde eso
se espera, uno podría decir: el fracaso en la llegada de algo en lo real produce una
desesperación, lo alucinatorio produce una espera, sobre la espera va a tener que
constiturse algo que tenga que ver con el principio de realidad.
Entonces vamos a tratar de hacer o seguir más o menos un determinado orden para que
yo les pueda transmitir algo de esto. Freudianamente, como yo les decía antes, para mí
Freud ha constituido ya un par de veces en todos estos años un nuevo comienzo.
Entonces, ¿como se explica los bordes de lo que llamamos la realidad psíquica? Uds.
Imagínense que todo lo que dijimos antes del dolor, desdibuja los bordes de la realidad
psíquica, todos esos bordes que ahora vamos a ver como se fijan, están desdibujados por
el dolor, en ese sentido el sujeto se transforma en un extranjero. El fracaso de la
satisfacción, el fracaso de lo real alucinatorio, el fracaso entre la cosa que es el sujeto y
lo real, hace lugar a la demanda del Otro. ¿Qué quiere decir?
La DEMANDA del otro, quiere decir que hay una demanda, la de la madre, que solicita
una demanda, una demanda que solicita una demanda, La madre, que solicita en su
demanda?, es que solicita que el niño coma? O es que solicita que el niño le demande
alimento? Si la madre solicita que el niño coma, la negativa a la demanda es la anorexia,
si la madre solicita que el niño le demande alimento, el objeto de la demanda de la
madre no es que coma sino que la quiera, el objeto es una demanda de amor (no olviden
mi pasión por la sencillez, digo esto mucho más complicado también, pero a la vez, así
de sencillo, por lo menos para poder decírselos hoy, yo acá). Entonces, eso que fracasa
en conseguirlo en lo real, eso que fracasa en conseguirlo en lo alucinatorio, porque la
alucinación no produce, efectivamente la satisfacción, eso que fracasa en la satisfacción,
va a generar la necesidad de un principio de realidad. Ese principio de realidad va a
sostenerse de la producción del sujeto como sujeto de una demanda de amor, porque si
no, sería un sujeto de una demanda que solo querría que satisfaga su necesidad, que
coma.
Es más, cada vez que encontramos un sujeto cuya madre solo ha tenido la demanda de
que coma, esto está el fracaso, por exceso o por defecto, pero está el fracaso. Entonces,
una demanda que solicita una demanda en quien fracasa en su satisfacción alucinada, yo
fracaso en mi insatisfacción alucinada de comida y resulta que, me demandan que
demande, no que coma, que demande un alimento. Por lo tanto, yo, para conseguir el
alimento, tengo que responder a esa demanda con una demanda. Al responder con una
demanda, entro en un circuito que es del lenguaje, entonces consigo el alimento. Por lo
tanto, eso que consigo el alimento sea la resolución de ese fracaso de la satisfacción, es
efecto pensar en un circuito que el de incorporar esa demanda.
Acaso el grito, el llanto de un bebé, no es, sino, un índice urgente de ese fracaso?¿ No es
un índice urgente del fracaso de la satisfacción el llanto del bebé? El bebé tiene hambre,
espera la teta y llora, la satisfacción está el fracaso, ese llanto (yo les preguntaría algo)
¿cuando alguien vuelve a llorar de ese modo por fuera de la demanda?,¿ cuántas veces
Uds. Han llorado de una manera que no sea para llamar a otro ? Es muy difícil volver a
llorar como un bebé, es muy difícil volver a estar tan a la intemperie como está ese bebé
al llorar cuando tiene que entrar en el circuito de la demanda, por lo tanto, uno llora y
cuando llora, está llamando al otro, aunque esté solo. Cuando llora y no está llamando a
nadie, la desolación es urgente, es urgente, eh ¡ quiero decir, el temor tiene que ser del
pasaje al acto.
Entonces, el grito, el llanto de un bebé no es sino un índice urgente de ese fracaso de la
satisfacción? ese llanto insomne, esa vocalización sin silencio, como se hará? No?
porque el bebé lo dice: Mamá, vení a darme de comer, eso de más grande. El bebé dice:
a, e, i, o, u, o sea dice: uauuaua… vocaliza, un bebé vocaliza, hablar es vocalizar
vocales y consonantes, y las consonantes son silencio, es decir: cuando un bebé dice:
papá, la “p”, la “a”, la “p” y la “a”, ahora no se enseña más: la “pe” sino la “p”…
porque ? porque son FORMAS del silencio, esas FORMAS del silencio se agregan a las
vocales, si uds agregan: “p”, “p” es: pa-pá, , si Uds. Agregan: “m”,”m”, es: ma-má y así
cada una de las palabras, quiere decir las palabras son la producción de un silencio, del
dibujo de un silencio en la emisión de aire, por decirlo así. Las palabras son una
respiración que no es cualquiera, una espiración que no es cualquiera. Es una espiración
que se produce entre vocales y consonantes, las con-sonantes son las que están con las
vocales, con las sonantes, con-sonantes. Las consonantes son la trama misma de las
palabras, Uds. Quieren pronunciar consonantes, no pueden, salvo la semi- oclusivas
como la “sh”, digo, hay algunas que son semi-oclusivas, pero sino, las consonantes son
modos de ocluir el sonido, es solo la palabra, de repente es maravilloso pensarlo de ese
modo, porque, ¿que es hablar? Es combinar los sonidos y los silencios, o sea, una
música.
Entonces, como el llanto insomne, ¿cómo esa vocalización sin silencios se hará
demanda, se hará lenguaje? Insisto en el misterio de la de antes y ese también es todo el
misterio de la hospitalidad, sin esa primera hospitalidad, no hay demanda. Sin esa
primera hospitalidad ,bueno, pero ahí ya estamos en otra cosa, en otro problema mucho
más serio que nosotros solemos ver acá, que es el autismo. Hubo el displacer, socava
esta nada que somos, para instalar el tiempo de demora en la satisfacción, ¿qué somos?,
sino, un tiempo de demora en la satisfacción, cuando yo digo: bueno, voy a hablarles
quince minutos más o cuando le digo a una paciente: la sesión que viene, o le digo…,
digo, somos un tiempo de demora, nuestra existencia es un tiempo de demora, uno
podría ponerse, sutilmente, y lo único decir: es un tiempo de demora frente a la muerte.
Y sí, efectivamente, la vida es un tiempo de demora frente a la muerte, con lo cual, nos
pondríamos más tétricos todavía, diríamos: en el futuro se ven gusanos…y ahí
cagamos… como dice Ferdinand Céline en “al final de la noche”, no ?,
Pero, bueno, ¿Cómo se instala ese tiempo de demora en la satisfacción? ¿Cómo se
inscribe en la estructura libidinal de la satisfacción? Eso es de acuerdo a los modos en
que ese tiempo de demora se inscriba, algo de la vida seguirá esas rutas trazadas, esos
circuitos trazados, ¿trazados donde?, Dios sabe, pero trazados en algún lado. El fracaso
del placer es fundante la estructura para transformar la necesidad, el fracaso del placer,
eso que necesitas, transforma la estructura de la necesidad. Transformar la estructura de
la necesidad quiere decir que necesariamente la estructura de la necesidad de nuestra
especie tiene que pasar por el OTRO. Quiere decir que no solo tiene que pasar por la
presencia o ausencia de la madre, sino tiene que pasar por la presencia o ausencia de la
DEMANDA de la madre, o sea, si la madre no demanda, no hay ese pasaje por el otro.
Pero cuando, aún la satisfacción del placer obtenida, cuando no logra calmar su más
allá, ¿su más allá que quiere decir? Que el tipo terminó de comer, está opíparo, digamos,
y se durmió. Pero cuando para obtener esa satisfacción tiene que pasar por demandar, la
madre le demanda que demande, no solo va a comer, sino que va a demandar una
demanda, o sea que va demandar amor, por lo tanto, lo que hace imposible la
satisfacción de esa necesidad, es el AMOR. El amor, la demanda de amor hace
imposible la satisfacción de la necesidad, ¿Por qué? Porque una madre podría quedarse
al lado de su bebé todo el día, es más, solo sería un objeto, y el bebé solo sería: un
objeto, se entiende ? Entonces, la satisfacción obtenida no logra calmar su más allá, no
queda más remedio que marcar su más allá para fundar una realidad que sea el margen
mismo para fundar un principio: el principio de realidad.
El principio de realidad es aquello que se funda, que no existe en lo real, el principio de
realidad es aquello que se funda en la estructura de ese hablante para ordenar lo real de
modo que le permita satisfacer lo que necesita satisfacer, lo más posible. Entonces,
principio de realidad que regulara el principio del placer, regula al mismo tiempo su más
allá, porque el principio de placer pide la satisfacción inmediata, cuando la satisfacción
no puede ser inmediata, porque eso no cesa, recuerden lo que decíamos antes: no cesa,
no cesa, no cesa de necesitar satisfacerse, cuando el principio de placer no puede
satisfacer ese más allá que no cesa de necesitar satisfacerse, entonces, hay que regularlo,
hay que regular ese más allá, regular ese principio ese placer, ese es el principio de
realidad.
Es decir: aquello que de la conciencia real se hará consciente. Uno diría: un bebé ve
todo, escucha todo, huele todo, gusta todo, pero no hay ninguna discriminación de ese
TODO, todo es todo, es decir, no es que no tiene conciencia, tiene conciencia de todo lo
que pasa, ahora, esa conciencia no es consciente, no es que un bebé no tenga conciencia,
todas sus percepciones SON su conciencia, sus percepciones, todo lo que se refiera a
sus cinco sentidos, está oler, gustar, etc. Ahora, de todas sus percepciones ninguna es
consciente, o sea, no hay un sujeto del cual uno pueda decir es consciente de la
conciencia de lo que percibe, ¿me explico?
Aquello que de la conciencia real, esa conciencia que les acabo de decir recién, se hará
consciente, tiene que pasar por el inconsciente, aquello que de la conciencia real va a
pasar por esa instancia que es la capacidad de nombrar, que es la capacidad de incluirse
en la demanda, que es la capacidad del nombre, eso que va a pasar por esa capacidad de
nombrar, desde el hombre de participar del lenguaje, es aquello que va a permitir que
algo de esa conciencia real se haga consciente.
El inconsciente, como aquello que va a permitir entrar, estructurar algún lenguaje, entrar
en un lenguaje, el inconsciente es un nombre que es silencio, por eso se dice que como
el nombre de Dios, que es impronunciable. ¿Qué quiere decir que el inconsciente es un
nombre que es silencio? Quiere decir que es aquello que se inscribe en ese bebé, va a
permitir ir reconociendo los silencios en las palabras que le dicen, por ejemplo uds Le
dicen a nuestro bebé: “Mamá te quiere mucho” y el bebé escucha: “aaeeuuo”, escucha
eso, por lo cual el tono de la voz que recibe es absolutamente esencial, pero con el tono
no alcanza, tiene que aprender a reconocer los silencios que están dentro de: MAAMAA
, TE, QUIERE, MUCHO, sino escucha: aaeeeuuoo, escucha las vocales que pronuncian.
Si por eso las canciones de cuna son estirar las vocales para competir con el bebé:
arrorró miii niiñooo… arrorró mii sool… le estiran las vocales, porque eso es lo que
escucha el bebé, y les pasa de contrabando las consonantes, entonces, el bebé de repente
deja de gritar como un marrano y empieza a repetir esa tonada y de ahí se va a dormir.
Es decir, empieza el ENCANTAMIENTO, quiere decir que empieza el encanto de la
mentira. Los hablantes somos eso: Un efecto del encanto de la mentira sobre el placer,
¿Qué somos? Cuando aún la satisfacción del placer obtenido no logra calmar su más
allá, cuando el placer se muestra escaso frente a ese más allá que sigue pulsando, porque
todo esto que yo les decía, el inconsciente que permite entrar a la demanda, que permite
entrar en el lenguaje, etc no hace que lo real no exista. Lo real sigue existiendo, lo que
pasa que eso está recortado como realidad que le permite al sujeto vivir en esa realidad.
Cualquier inestabilidad de esa realidad demanda nuevamente a la, vamos a decirlo así,
maldita palabra, pero para mí, no: la SENSACIÓN CAOTICA de lo real. Es decir,
aquello que de la conciencia real se hará consciente, pasando por el inconsciente, por
esa defensa que es a la vez estructura, el inconsciente hace que los estímulos pasen por
ese silencio, pasen por esa demanda y entonces en lugar de dar todos los estímulos a ese
cuerpo, los estímulos pasan por el orden de la lengua. gracias a eso, hablamos, pero
también, gracias a eso, parte de los estímulos pasan por otro lado que por el cuerpo, la
enfermedad psicosomática es, para mí, en mi opinión, hasta donde puedo entenderla, la
enfermedad psicosomática implica un cierto fracaso, un cierto desvío, una cierta vía
paralela, por donde los estímulos pasan, no pasan por el inconsciente, no pasan por el
circuito, no pasan por la palabra, pasan directamente rompiendo la homeostasis corporal
– real. Hay un fracaso de lo que sería el inconsciente como defensa, por eso la
psicosomática en sí no es analizable y ojalá pudiera uno transformar ese fracaso de la
intención inconsciente de que pase lo que pasa por ahí, pase por ese inconsciente, se
entiende?
¿Cómo se fijan los bordes, los marcos, de una ventana por donde lo real entra hecho
realidad psíquica? Lo real, es como si uno hiciera una ventana, y por esa ventana, una
ventana muy rara, porque es como una ventana donde al mismo tiempo no la hay, como
si uno pudiera ver todo al mismo tiempo sin ventanas, se entiende lo difícil que es
imaginarlo? Al mismo tiempo de ver todo sin ventanas y sin pared, uno tuviera una
pared con una ventana, ¿me explico? No aspiro a que se lo puedan imaginar, solamente
explicarme. Eso significa que lo real está presente todo el tiempo, yo tengo estímulos en
el orden de lo real todo el tiempo, sin embargo, para mí, esos estímulos que están todo
el tiempo, además tienen un muro que es el lenguaje con el cual les hablo y supongo
que Uds. me escuchan y una ventana por donde de vez en cuando miro alguna cosa.
Ahora, si yo saco la ventana y el muro, veo todo, si veo todo no veo más nadie, no veo
más nada, eso quiere decir que el marco de esa venta por donde lo real entra hecho
realidad psíquica para cada quien.
Hay techos sin casas, los techos sin casas protegen de la intemperie pero no del
descampado. ¿Qué es un techo sin casa? Un techo sin casa es una morada, es Dios, es
inconsciente, un techo sin casa es: que es posible un refugio y habrá casa, habrá muro,
habrá ventanas. Los muros fundan el espacio al ordenarlo en un antes y un después del
muro, si yo pongo acá un muro, tengo un antes y un después del muro, un lado del muro
y un otro lado del muro. Si yo les digo a Uds. que el muro es el del lenguaje, deberán
tener una imagen casi arquitectónica, visual, arquitectónica, del valor que el lenguaje
tiene para un hablante. El lenguaje es un muro que permite que, todo eso siga
existiendo, al mismo tiempo que va a generar la posibilidad de un espacio y un tiempo.
Aún, los muros no son paredes, porque para que un muro sea una pared, ¿Qué tiene que
tener? Una puerta y una ventana, cuando un muro tiene una puerta y una ventana
entonces se transforma en una pared de una casa, es decir, una puerta por donde entrar y
salir y una ventana por donde mirar. Si ahora Uds. se imaginan eso, en el sentido que yo
les decía recién, un muro por donde mirar a través de la ventana al mismo tiempo que
estoy mirando como si no hubiera muro, son un sujeto de ese muro, si yo como sujeto
de ese muro, después de mirar por la ventana, me desvanezco, ¿Qué va a pasar? Voy a
ver todo nuevamente, y ese “ver todo nuevamente” es lo que yo llamaba: la amenaza de
lo real, la amenaza de la inclemencia de lo real.
Entonces, aún no son paredes, aún no tienen puerta ni ventanas, aún los muros al
principio son un lugar donde chocar y no un lugar donde parar. Uds. vieron que una y
otra vez choca un niño contra el muro de un “NO”. El “no” al principio, es un muro,
entonces vos le decís que no y el pibe va y pum, choca, rebota, va de nuevo, vos le
decís que no, pum, choca, rebota. Este “no”, que por ahora es un muro y no una pared,
imagínense todo el esfuerzo, uno nunca tiene una idea, el esfuerzo subjetivo que es la
construcción de un niño, esa habilidad que uno se mete en ciertos detalles que no hacen
más que iluminar caminos nuevos, es para pensarlo, no? Una vez que choca contra ese
muro del “no” y ese “no”, ese muro, lo limita, efectivamente, lo excita, efectivamente y
lo irrita. Ese “no” es un muro que al limitarlo, lo excita a atravesarlo, pero que lo irrita,
un muro frente al placer que quiere obtener, un “no” es un muro frente al placer que
quiere obtener.
Ahora, ¿Cuál es el soporte de ese muro, qué lo sostiene a ese muro? ¿Qué es lo que
sostiene a ese “no”? Lo que sostiene a ese “no”, por un lado la paciencia, uno sabe que
tendrá que decir muchas veces que no. ¿Qué es lo que sostiene en su fundamento, en su
verdadero fundamento a ese “no”? lo que sostiene como fundamento a ese “no” es LA
AUSENCIA, en determinado momento, si esa madre que dice “no” no puede
ausentarse, sigue diciendo “no”, y sigue diciendo “no” y después le pega un grito y
después le pega un chirlo y después le recontra pega y después, y después ¿qué hace?
¿Lo mata? ¿Se entiende? ¿Cuál es el fundamento que hace que el “no” tenga una
eficacia? El fundamento que hace que el “no” tenga eficacia es la ausencia de la madre,
porque lo que hace eficaz a ese “no”, es la posibilidad de perderla. Cuando la madre se
enoja, uno tiene la posibilidad de perderla porque, perderla sonriendo, cuando una
madre te pega, tenés la posibilidad de perderla acariciándote, y así, cuando una madre te
grita, tenés la posibilidad de perderla, pero cuando una madre no está, tenés la
posibilidad de perderla. Si no hay la presencia - ausencia de la madre ningún
encantamiento se pone en juego.
Entonces, un muro frente al placer que quiero obtener y algún más allá lo manda una y
otra vez como las olas del mar, a buscar, a buscar, a buscar. ¿Cuándo va a incorporar ese
“no” que es esa ausencia, qué es ese silencio? Cuando la reprimenda es muro, el dolor
del grito duele, pero lo detiene, cuando la reprimenda es el muro, el dolor del grito te
pega: “Salí!” o “malo!” o lo que fuera, el dolor que el grito produce que es como un
golpe, duele, pero lo detiene. Vuelta, vuelta contra el muro. Recuerden esto:
El dolor del castigo duele, pero lo detiene, el dolor del castigo detiene muy
precariamente hasta que pasa como ese chico que era hijo de un señor conocido que se
enojaba mucho con su hijo y entonces le pegaba y entonces él le preguntaba: ¿caricia o
castigo? Si el padre le decía: caricia, listo. Si el padre le decía: castigo, se ponía a llorar.
Estando frente a ese dolor, a que ese dolor no fuera un muro, que ese dolor mismo era
una posibilidad de amor, ese dolor no detenía nada, podía transformarse en una caricia.
Entonces, cuando el dolor del castigo duele, pero lo detiene, cuando un muro se
pretende infranqueable, se naturaliza el dolor, ese pibe ya había naturalizado el dolor, es
como si dijera: me pegaste, me duele, ¿eso fue una caricia o un castigo? ¿Por qué me
porté mal o porque me querés? Se naturaliza el dolor y el deseo se constituye no sin
dolor, no sin el castigo o el grito. Nosotros vemos niños, jóvenes, adolescentes, ya una
generación de hombres en donde este dolor está naturalizado, en donde el deseo se
constituye no sin el castigo y el grito, por lo tanto, el castigo y el grito, no detienen. Por
eso se puede llegar a perder el miedo al castigo, a la policía, en fin, se puede llegar a
perder el miedo, podemos decir: Un barra brava sabe a lo que se expone, sabe del miedo
y no tiene miedo, está naturalizado el castigo como parte de su propia existencia. El
muro entonces, revela su fracaso ante su capricho, revela la exasperación que produce
en el niño el berrinche. Se acuerdan cuando yo les contaba la anécdota que mi hijo
decía: ¿para qué me dicen? ¿Para seguir diciéndome que me ate los cordones o para que
me ate los cordones? Entonces, cuando el muro es infranqueable, cuando el muro no
tiene silencio, no tiene pausa, no tiene fracaso, no tiene agujeros, cuando el muro no
cesa y se transforma en capricho, deja de haber padre y deja de haber madre. Cuando
hay una madre caprichosa, deja de haber madre, hay una “caprichosa”, cuando hay un
padre caprichoso, deja de haber padre, hay un “caprichoso”.
Entonces, cuando un hijo es criado por un caprichoso o una caprichosa, ¿Cómo se
defiende un chico criado por un caprichoso o una caprichosa? Caprichoso o caprichosa
quiere decir: es que le dice: ¿Entendiste? ¿No lo vas a hacer más? y el pibe, llora, ¿No
lo vas a hacer más? Y el pibe llora ¿No lo vas a hacer más? Y el pibe podría preguntar
como un hijo: ¿Vos querés seguir diciéndome que no lo voy a hacer más o querés que
no lo haga más? Si querés que no lo haga más, ahora ándate y déjame pensarlo.
Entonces, el capricho produce la exasperación de un hijo. El capricho produce la
CAIDA DE LA LEGALIDAD de un padre o una madre, pero el capricho no es que está
mal o no está mal, el capricho es lo que ocurre en estos tiempos con los padres y las
madres, ¿cuánto es posible desear un hijo y cuanto ocurre con la impresión de tener que
cargar con él? ¿Qué pasa con el deseo y la maternidad en un mundo cada vez menos
poblado, o poblado casi bulímicamente? Cada vez menos niños, puedan por el efecto de
la producción de niños, como hay en Europa, o por un exceso de niños, cuando una
familia, tenés para darle de comer a dos y tenés doce, hay un montón de “ex – niños”,
no “niños”.
Entonces, el muro para no convertirse en capricho, para convertirse en pared, tiene que
tener aberturas; una puerta por donde entrar y salir, una ventana por donde mirar, ya no
es un inconmensurable sin horizonte, sino como la realidad que se instala aun cuando se
sale. Es decir, una ventana garantiza que al salir no haya infinito, sino bordes, al salir no
es que uno se encuentra con el infinito, al salir se vuelve a encontrar con una ventana
por la cual mira. El muro es la COACCION, no es sin ella que todo comienza, si Uds. le
van a explicar a un chico porque no tiene que cruzar la calle, cuando tiene dos años,
hasta que se les escapo corriendo, hasta que se le explica, lo piso un coche. En ese
momento hay coacción. Con la coacción comienza, así como no es sin techo y sin
morada que puede comenzar, es decir, el niño comienza como una cosa que es del otro,
pasa por sus puertas, mira por sus ventanas para afuera y desde afuera… me voy a
permitir una palabra que es quizás un neologismo: el mundo se CASIFICA. Es decir, se
“casifica” en su modo de ser que el falo que él es para su madre, para su padre y sus
límites le hacen recorrer un camino más o menos protegido, salvo que su lugar en el
deseo materno, en el lugar que es un lugar protegido sea una ruina, digo, cuando tenés
doce hijos y la posibilidad de alimentar a dos. La vez pasada pensaba lo siguiente: Uds.
vieron que en China, con la superpoblación que hay, las parejas están obligadas a tener
solo un hijo, no podrían por ley tener más de un hijo. Yo digo: ¿Cómo será, uno, dos,
hasta tres generaciones, calculo cuando se legisló eso, sin hermanos? ¿Qué será no tener
hermanos? ¿Qué sujeto produce eso? No lo sabemos. Estuve buscando a ver si había un
laburo en relación a China, no lo encontré. Si alguien conoce algo de quién haya
trabajado en esto, me lo pasa. Entonces, cuando surja el deseo materno frente a una
ruina sin puertas ni ventanas, sin agujeros, sin marcos, entre gritos y desprecios,
entonces el chico se cae, no va a tener casa, va a vivir entre ruinas.
Pero ¿Cuándo el sujeto va a venir a las ventanas, a las puertas, a las paredes o a los
muros de lo social? ¿Cuándo? En el colegio. El colegio va a producir en ese muro que
es el lenguaje, otras ventanas, otras puertas por donde entrar y salir, por eso, los chicos
que vamos a ver esta tarde los dos tienen esa cosa en común : No están escolarizados.
Cuando se tiene la posibilidad de perder la casa, ¿Con que se la apuntala? Se apuntala
con la identificación secundaria: Un oficio, un tío, un padre, una madre, a un político, a
un vecino. Ahora, cuando los pilares de la identificación secundaria no se sostienen, la
identificación secundaria deja de ser un apuntalamiento de esa casa, quiere decir que el
estatuto de disgregación del tejido social nos marca eso. El sostén de la casa lo asegura
el SUPER YO, esa incorporación de los padres, esa incorporación de alguna legalidad
que deja de necesitar que me la estén diciendo, que me estén diciendo el “no”, el “no”
es el súper – yo. ¿Se imaginan Uds. personas sin el súper – yo?, si cada vez tengan que
encontrar un “no”, un “no podes”, “no podes”, “no podes”, ¿la violencia que eso
significa? Es parecido a lo que hay. Y también el entramado del lazo social posibilita no
perder la casa.
Entonces, incorporar una realidad, es apropiarse de las ventanas por las que se aprendió
a mirar, es alquilar esa casa que fue la casa de los padres, del colegio, en la que vivía, es
orientar la pulsión por los recovecos donde fue esperado. Entonces, si un chico no fue
esperado, no tuvo casa que alquilar, no tuvo ventanas por donde mirar, ¿Qué chico es?
¿Qué estructura tiene? ¿Qué soporte hay? ¿Qué es lo que vemos hoy y hace varios años
en los adolescentes y en algunos adultos que vemos?
Entonces, para terminar, ¿De dónde se saca el “hacer”, sino de lo que se vio? El marco
por donde la vista se constituyó para él. Si hay una vista sin marco, si se vio todo, si en
lo ruinoso de una casa, pobre o riquísima (ojo no sólo pobre), se vio todo, hubo una
ventana por donde recortar una realidad, no hay para hacer más que todo, es decir, por
fuera de los bordes de la realidad que implica el espacio social. “Pegan a un niño” , ese
famoso artículo freudiano, es el fantasma por excelencia ya que el cuerpo está implicado
en la vista, ¿Qué quiere decir? Mi padre me ama, mi padre me pega, yo no tengo
registro, puedo pensar: me ama, me pega, no lo sé, mi padre pega a otro que no soy yo,
yo veo que pega a otro y me acuerdo que cuando me pegaba a mí, me dolía, pero me
duele, ¿Dónde? Me duele en el momento cuando yo veo que le pega a otro, en ese
momento constituye una ventana, entonces, cada vez que le peguen a alguien, a mí me
va a doler, entonces no voy a necesitar “ser pegado” para no meterme en problemas, así
de simple, no voy a necesitar ser pegado porque yo construí una ventana donde que le
peguen a otro hizo que yo supiera lo que es ser pegado, no necesito ir a que me peguen
para ser pegado. Cuando no construí esa ventana, cada vez voy a necesitar “ser pegado”
y si eso pasa con un chico de cinco años tenés un berrinche, pero si pasa con un
adolescente de quince o dieciocho, tenés un sujeto que se va haciendo absolutamente
ASOCIAL y que entonces encuentra en la dirección de romper la escena la misma
direccionalidad sin dirección que encontraba un chico cuando no tenía esa ventana y
terminaba en un bife, ¿se entiende?
Entonces, ¿Por qué nos duele, entonces, que peguen a otro?, también, ¿Por qué nos
gusta que peguen a otro? Ese gusto inconfesable que todos los humanos tenemos,
además eso que nos duele, ¿No es acaso el misterio de la realidad psíquica que nos
ahorra el cuerpo o el castigo? Nos ahorra el cuerpo o el castigo la realidad psíquica, esa
ventana, ¿pero no nos ahorra el goce que más allá del principio del placer se hace
realidad psíquica? La realidad psíquica, a veces, es imparable, a veces no sirve para
parar, la realidad psíquica misma, a veces, se convierte en imparable. Cada vez que Uds.
imaginan, por ejemplo, fue su hijo y salió un sábado a la noche, un hijo de dieciséis,
diecisiete años, entonces empiezan a imaginan las cosas que le pudieron pasar en
Rosario, en... y son las tres de la mañana, y las cuatro, y las cinco y las imágenes que
Uds. tienen no paran y el pelotudo no llama y entonces tiene apagado el celular y no
saben y entonces… Eso que no cesa, también es una amenaza de lo real, absolutamente
situable todavía en el marco de una ventana que es una ventana horrible, porque es una
ventana del noticiero donde Uds. vieron lo que pasó hace dos días, hace tres días o hace
un mes. Ahora, si ni siquiera esa ventana hay y uno no le vienen esas imágenes y vienen
y vienen y vienen, entonces ahí se rompe el marco y uno sale a buscarlo por la calle por
cualquier lado. Entonces, eso es imparable, a veces, con las imágenes y a veces es
imparable con los pensamientos.
Pero por decirles algo, como las cabezas a veces, muchas veces no pueden dejar de
pensar y de pensar y de pensar… es casi como hablar de las mujeres, así que paro aquí.