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34 Estudios críticos sobre el modernismo De aquella unión quedan hermosas criaturas y fecundas conse- cuencias. Mucho ganó la literatura especial, sobre todo la poesía, gra- cias a ella. Si bien no ha habido ningun gran poera modernista en España, en casi todos los poetas españoles de hoy se siente el pro- vecho de aquella gran conmoción de conceptos y de técnica poéticos. El modernismo para algunos poetas españoles fue un estado transi- torio, para otros un experimento fructuoso. Para ninguno, creo, ha sido un ideal ni una meta. Aprendieron del modernismo para servir necesidades espirituales que iban mucho más allá del modernismo. Y nuestra poesía española tomó otro rumbo. Aunque esto se salga de mi tema, si se me preguntara cuál es ese camino divergente del mo- derpismo, yo contestaría que no es otro que el de la gran tradición poética viva, no académica, española, la de Garcilaso y Góngora, San ]uan de la Cruz y Bécquer. Se repetiría aquí un fenómeno muy fre- cuente en Ia historia de la literatura española y que en el siglo xrx se cumple lo mismo con el romanticismo que con el realismo. Es la con- versión de un movimiento revolucionario, despertado por estímulos extranieros en sus comienzos, en una revisión depuradora de lo uadi- cional, que da por resultado un renacimiento restaurador de los más puros y auténticos valores del pasado. Porque no hay duda de que los tres poctas mayores de Ia España reciente, forge Guillén, Federico Garcfa Lorca y Alberti, aunque sean beneficiarios de la herencia mo- dernista, cn distinto gradq atienden desde su poesfa muchlsimo mris al son del Romancero, a la mrlsica refinada de los Cancioneros o de Góngora, a las pastorales platónicas o mlsticas de Garcilaso o de San Juan dc la Cruz, que a las cantarinas scducciones de aquellas sirenas parisicnsee con quienes Rubén Darfo bebla champaña en cualquier pabellón dc Ermenonviüe, verdadero o imaginario, mientras revolucio- naba, entrc trago y bcoo, la pocsfa española. Fr»rnrco DE ONfs SOBRE EL CONCEPTO DEL MODERNISMO Hrcc algunos años presenté ante nuesua Asociación un trabajo cl concepto del Renacimiento r, tratando en él de llegar a una que reflejase la unidad y sentido de aquella época en la de España, para lo cual era necesario ampliar y mo¿lificar el general del Renacimiento en Europa. La aplicación a España l&ar parciales e insuficientes del Renacimiento había llevado a confusiones, haciendo aparecer como trunca y contradictoria lulldad española en Ia época en que evidentemente España habla u{¡ una y más ella misma. Ahora me propongo, en cierta me- h¡ccr lo mismo respecto al concepto del Modernismo, época que tto pocas semeianzas con la del Renacimiento, como veremos al de la una para entender la otra. Tambifu los iuicios acerca lltt época reciente empiezan a ser cada vez más confusos y con- y por Io tanto, insuficientes. Ambas -Renacimiento y una al principio y otra al fin de la Edad Moderna, son do profunda y rica originaüdad en las quq la cultura hispánica c¡rácter propio a un movimiento universal. Lo cual quiere quc Io raiz de la originalidad hispánica en esas épocas hay que dcntro de ella y no en las influencias generales del tiempo, Ls Moilsrn Langtuge Association de los Estados Unidos, donde fue ñh trabaio. El aatcrior, a que se alude, se titulaba "El concepto del bnm rplicado a la líteratu¡a cspañola" y fue publieado ea mi libro nbrt cl sc¡tido de la cultwa espúota, Mad¡id, Publicaciones de la {i il ¡ I i' dc E¡tudiantcs, 1932, p, tg5-z)3.

Sobre el concepto de Modernismo - Federico de Onís

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Page 1: Sobre el concepto de Modernismo - Federico de Onís

34 Estudios críticos sobre el modernismo

De aquella unión quedan hermosas criaturas y fecundas conse-cuencias. Mucho ganó la literatura especial, sobre todo la poesía, gra-cias a ella. Si bien no ha habido ningun gran poera modernista enEspaña, en casi todos los poetas españoles de hoy se siente el pro-vecho de aquella gran conmoción de conceptos y de técnica poéticos.El modernismo para algunos poetas españoles fue un estado transi-torio, para otros un experimento fructuoso. Para ninguno, creo, hasido un ideal ni una meta. Aprendieron del modernismo para servirnecesidades espirituales que iban mucho más allá del modernismo.Y nuestra poesía española tomó otro rumbo. Aunque esto se salga demi tema, si se me preguntara cuál es ese camino divergente del mo-derpismo, yo contestaría que no es otro que el de la gran tradiciónpoética viva, no académica, española, la de Garcilaso y Góngora, San

]uan de la Cruz y Bécquer. Se repetiría aquí un fenómeno muy fre-cuente en Ia historia de la literatura española y que en el siglo xrx se

cumple lo mismo con el romanticismo que con el realismo. Es la con-versión de un movimiento revolucionario, despertado por estímulosextranieros en sus comienzos, en una revisión depuradora de lo uadi-cional, que da por resultado un renacimiento restaurador de los máspuros y auténticos valores del pasado. Porque no hay duda de que lostres poctas mayores de Ia España reciente, forge Guillén, FedericoGarcfa Lorca y Alberti, aunque sean beneficiarios de la herencia mo-dernista, cn distinto gradq atienden desde su poesfa muchlsimo mrisal son del Romancero, a la mrlsica refinada de los Cancioneros o deGóngora, a las pastorales platónicas o mlsticas de Garcilaso o de SanJuan dc la Cruz, que a las cantarinas scducciones de aquellas sirenasparisicnsee con quienes Rubén Darfo bebla champaña en cualquierpabellón dc Ermenonviüe, verdadero o imaginario, mientras revolucio-naba, entrc trago y bcoo, la pocsfa española.

Fr»rnrco DE ONfs

SOBRE EL CONCEPTO DEL MODERNISMO

Hrcc algunos años presenté ante nuesua Asociación un trabajocl concepto del Renacimiento r, tratando en él de llegar a una

que reflejase la unidad y sentido de aquella época en lade España, para lo cual era necesario ampliar y mo¿lificar elgeneral del Renacimiento en Europa. La aplicación a España

l&ar parciales e insuficientes del Renacimiento había llevado a

confusiones, haciendo aparecer como trunca y contradictorialulldad española en Ia época en que evidentemente España habla

u{¡ una y más ella misma. Ahora me propongo, en cierta me-h¡ccr lo mismo respecto al concepto del Modernismo, época quetto pocas semeianzas con la del Renacimiento, como veremos al

de la una para entender la otra. Tambifu los iuicios acerca

lltt época reciente empiezan a ser cada vez más confusos y con-y por Io tanto, insuficientes. Ambas

-Renacimiento y

una al principio y otra al fin de la Edad Moderna, sondo profunda y rica originaüdad en las quq la cultura hispánica

c¡rácter propio a un movimiento universal. Lo cual quierequc Io raiz de la originalidad hispánica en esas épocas hay que

dcntro de ella y no en las influencias generales del tiempo,

Ls Moilsrn Langtuge Association de los Estados Unidos, donde fueñh trabaio. El aatcrior, a que se alude, se titulaba "El concepto del

bnm rplicado a la líteratu¡a cspañola" y fue publieado ea mi libronbrt cl sc¡tido de la cultwa espúota, Mad¡id, Publicaciones de la

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dc E¡tudiantcs, 1932, p, tg5-z)3.

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que le vinieron de fuera. La originalidad de los puebros y de los in-dividuos no se da en el aislamiento, sino en ra comunicación con losdemás, y precisamente estas dos épocas de máxima originalidad his-pánica sou las de máxima comunicación de los pueblos hlsprínicos conel resto del mundo.

- La causa principal de la i¡ssmprensión del Renacimiento españolfue el mirar como Io más importante y característico de ér ra iniuen-cia italiana y clásica cuya manifestación más visible y general en laIiteratura fue Ia introducción por Bosain y Garcilaso di los metros,formas y espíritus italianos y clásicos, dando así origen a una escuelapoética italianizante que en España, como en toda Europa, se extend.ióy nacionalizó en el siglo xvr. Idéntico error se comete cuando se tratade reducir el Modernismo a una influencia exüaniera, en este caso lafrancesa, y a una escuela poética, que consistió en introducir ciertosmetros, formas y espíritu franceses que en Hispanoamérica, y luegoen España, como en todas partes, se extendieron y nacionalizaron afir¡es del siglo xrx. Los mismos merros franceses ---el alejandrino y eleneasllabo- que introdujeron los pfimeros modernistas, hablan sidointroducidos de la misma Francia por los primeros poetas españolesdel siglo xrI al xrv, sin que por eso dejen de ser Berceo y Juan Ruizgrandes poetas originales españoles de su tiempo, como siglos despuéslo son del suyo los americanos Gutiérrez Nájera y Rubérr Darío. Comohubo además evidente influencia de la épica francesa en la castellana,también aquella época decisiva del,nacimiento de la literatura españo-la ha sido mirada en la historia literaria como r¡na hijuelar o apéndicedc la literatura francesa medievaL y ha sido muy difícil ráctificareste emor y probar lo que debfa laber sido evidente: la originalidadradical desde sus principios de una literatura que al desarrollarse llegaa culminar en su Siglo de Oro bon caracteres no sólo disrintos sinoantitéticos dc la de Francia. La influencia italiana del siglo xvr y lafrancesa de la Edad Media o de los siglos xvur y xlt( son hechos demagna c innegable importancia histórica, no sólo para el mundo his-pano, sino para toda la civilización occidental, y por su misma gene-ralidad no pueden tomarse como carácter de ninguna de las culturasnacionales que tiñeron y fecundaron. Esas influencias, por grandesque fueran, no explicarán iamás la originalidad y el valor propio delos productos de la cultura hispánica, que en las épocas a que nos

§trmo¡ refiriendo son distintos de los extranjeros que en ellos influ-[ron. Rcspecto del Modernismo americano lo ha dicho, con su acos-

tmb¡adu agudeza, Alfonso Reyes: "Admitimos, por ser de evidencia,h reeión determinante de Francia sobre este ciclo; pero casi nadieI &cldc a romper en esta dulce penumbra con la Iámpara de la pre-ddón. Un estudio más anaütico arroiaría luz sobre esa misteriosa des-Tb€lén, csa equivocación fecunda que se produce en la poesía de un

Sblo cuando recibe y traduce el caudal de una sensibilidad extran-pt, l,orque Io cierto es que aquellos hiios de Francia brotados enf,mérlcn son muy diferentes de sus padres, acaso muchas veces a pesar

Bto, aun cuando ellos mismos declaren la filiación. Este fenómeno de

Sdopndencia involuntaria es lo más interesante que encuentro en el*lgdernismo americano, y lo que todavía está por estudiar".¡ ttHl Modernismo

-como dijo Díez-Canedo en ¡943- es más que

€¡cucla: es una época; y su influjo sale del campo literario paraen todos los aspectos de la vida"; lo cual confuma lo que

dlfe cn t934: "El Modernismo es la forma hispánica de la crisis ¿/de las letras y del espíritu, que inicia hacia 1885 la diso-

del siglo xlx y que se había de manifestar en el arte, la ciencia,

nllglón, Ia política y gradualmente en los demás aspectos de la vidacon todos los caracteres, por lo tanto, de un hondo cambio

cuyo proceso continúa hoy". Hay signos de la influencia de§rl¡l¡ universal en la ultima fase de la obra de los grandes escri-etpañolcs del siglo xu

-Galdós, la Pardo Bazán, Palacio Val-

Leopoldo Alas, Echegaray- y en hombres de pensamiento comoy Costa; pero en lo esencial estos hombres más o menos sen-I lo; tiempos nuevos siguieron perteneciendo a la época ante-.

tn tB que nacieron y se formaron. La revolución literaiia qn" r. ]ú derpués Modernismo surgió, no en España, sino en Américari

obra de individualidades aisladas y pequeños gupos selectos enüütento mismo en que las naciones hispanoamericanas habían lle-

oldr una I su modo, a su organizacién interna, y hablan en-Ot un largo perlodo de relativa paz, estabilidad y prosperidad.

kcho, aunque con caracteres americanos, corresponde al hechoI curopeo dc quc hacia r&7o tomen forma y organización defi-

f nuÉval todos los palses mediante un compromiso entre lasHrdlclonnlcs y las progresistas del siglo xrx, lo cual significó

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38 Estudios críticos sobre el modcrnismo

el triunfo posible y diverso de éstas. En la década de rggo-rg9o sur-gen en Europa, como en América, individualidades aisladas que tienencomo rasgo común la insatidacción con el siglo xlx, cuando éste hallegado a su:riunfo, y ciertas tendencias, entre las que descuellan elindividualismo y el cosmopolitismo. Estas tendencias universales coin-cidían con rasgos propios de los hispanoamericanos, que encontraronasí terreno favorable para su desarrollo en forma más fuerte y original.

La insatisfacción en América tenía que ser doble y distinta, por-que en ella no podía significar la ruptura con el siglo xrx, cuya civi-lización, al¡nque imperfectamente asimilada y realizada, venía a serconsustancial con el nacimiento de la América iu'dependiente, y, porlo tanto, siguió siendo el ideal y meta de los americanos, al mismotiempo quÉ sentían Ia necesidad de superarla conforme a las tenden-cias europeas nuevas. El esfuerzo de los hispanoamericanos iniciadoresdel Modernismo tendió a salvar la distancia que separaba a Américade Europa desde siempre, por el hecho de ser América y de ser Es-paña, continuando así los esfuerzos repetidos de sus antepasados delos siglos xvlrr y xrx, aunque con la sensación de su fracaso y de lanecesi&ad por tanto, de empezar de nuevo. Por eso la voluntad deinnovación, iunto con el individualismo y el cosmopolitismo, es carác-ter del Modernismo hispanoamericano. También lo era en la revolu-ción que se estaba llevando a cabo en Europa por el mismo tiempo;pero allf se trataba de una decadencia y liquidación del pasado, mien.trae que en América s€ trataba de un principio y anuncio del porvenir,Cuando en la década de r89o-r9oo surgen en España tardíamente res-pecto de América y Euopa las primeras grandes individualidades delModernismo

-Benavente, Ifnamuno, Ganivet, Valle-Inclán, Azorín-

la literatura que crean tiene también carácter autóctono y original, in-dependiente del de la americana anterior; pero coinciden las dos entendencias y espfritu, con las diferencias que siempre hay que esperarentre España y América. El individualismo es más fuerre en Españay el cosmopolitismo más débil; la actitud hacia el siglo xr5 más ne-gativa; el problema de salvar la distancia entre España y Europa ad-quiere caracteres de tragedia nacional. Pero en el fondo hay una co-rrespondencia esencial entre el Modernismo de España y el de Amé-rica, que los uue en comparación con el resto del mundo, y que de

w* ¡¡6hu ac traduio en contactos e influencias que por primera vez eranJUtuo¡ y en algunos aspectos predominantemente americanos.

. Bl Modernismo significó, por lo ranro, no sólo la incorporación|¡ Améric" a Ia literatura europea y universal, sino el logro por pri-tllr vcz de su plena independencia literaria. El apartamiento inevi-,lbl¡ de los rnodelos europeos, que en el siglo xli r" manifiesta enlbu producto de la tierrá y la iociedad amáricanas, dio nacimiento,I Verdad, a formas de literatura como la política y la gauchesca, que

fUnquc produjeron obras como el Facundo y el Martín Fiero, que.fuy eonsideramos las creaciones superiores dá h üteratura americÁa,

lu tiempo eran miradas como formas inferiores y casi ajenas a laculta de tipo europeo, en graq parte olvidada hoy. En cam-

ol movimiento literario que, independientemente de España, crea-Éntre ¡882 y 1896 los primeros modernistas al norte del ecuador,

uyó dccisivamente no §ólo en el resro de América sino en España.Llcvaba dentro de sí el tr{.odernismo algo muy específicamenie es-

que era válido y fecundo en todos los países hispanoamericanosü Brpaña misma. Habrá que encontrar el sentido hispánico que hayI lo¡ caracteres generales de esta revolución literaria, que tuvo la

de cambiar tanto el fondo como la forma de la literatura enaus géneros, de modo tan hondo y general que ha quedado de-

incorporada a ella como una fase decisiva de su historia.lfrsncesamiento, que es el carácter más aparente de la época, re-

pnradójicamente significar la liberación de la influencia francesa,tcr la Francia de entonces escuela e impulso de exuanierizaciín.cttc respecto el americanismo del movimiento modernista está en

erpecidad de los americanos para asimilar y mirar como propiasll luc formas de cultura extranjera, mucho mayor, sin duda, que laFrnncia al seguir aquella misma tendencia de la época. El ameri-

¡icnte como suyas todas las tradiciones sin que ninguna le ate aly mira al porvenir como campo abierto a todas las posibili-

¡ rnbe que.América es hiia de Europa y que al mismo tiempotl Buropa; aspira como cosa natural a sintetizar e integrar en

y en sf mismo todo lo que le llega de fuera, lo mismo quepucblos absorben la inmigración diversa, que en los días del Mo-

llegaba a todos ellos con intensidad variable y conüibuía atfecJmicnto y prosperidad. De ahí que la extranierización del Mo-

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40 Estuüos críticos sobre el modcrnismo

dernismo hispanoamericano fuera más bien expresión de su cosmopo-litismo nativo, de su flexibilidad para absorber todo lo extraño sindeiar de ser el mismo. Por eso la exaget'ada extranjerización que alprincipio caracteriza a muchos de los modernistas se convirtió muypronto en la vuelta a sf mismos, y el resultado final fue el descubri-miento de la propia originalidad y la conciencia de las realidades ame-ricanas. En España, de otra manera, la tendencia extranierizante, quese llamó europeización, significó la resurrección del carácter esencial dela cultura española, la aspiración a Ia universalidad y acabó en laafirmación más absoluta de todo lo nacional. Martí en América y Una-muno en España, o, meior dicho, los dos en España y en América,representan desde el principio esta actitud esenciaf del Modernismo,que es la busca y afirmación de lo propio a través de lo universal.

La reacción conua el siglo xrx, que en Europa fue el carácter ne-gativo que unió a los escritores, en América es más imitación que

realidad. Los modernistas hispanoamericanos combaten, es verdad, elverbalismo, los lugares comunes, el anquilosamiento, todos los defec-tos de la literatura inmediatamente anterior; pero no niegan ni el ro-manticismo

-"¡s¡1{¡1isos somos, ¿quifu, que es, no es romántico?"

(Darío)- ni el realismo y naturalismo, que van a continuar y dar sus

meiores frutos hispanoamericanos durante el período modernista ydespués. Es decir -y éste es un carácter esencial y constante de laliteratura americana, al que ésta debe mucho de su mayor originalidady valor- que en ella coexisten, aun en los mismos autores, tendenciasliterarias que en Europa fueron fases sucesivas incompatibles las unascon las otras; que el escritor americano al afirmar y realizar algonuevo no niega lo anterior ni renuncia a ello, sino que lo integra enuna superposición de épocas y escuelas que conviven armónicamenteen una unidad donde están vivos y presentes todos los valores huma-nos del pasado. Asl ocurre que los modernistas hispanoamericanos son

al mismo tiempo clásicos, románticos, parnasianos, simbolistas, rea-listas y naturalistas. Muchos mezclan en su obra, en mayor o menorproporción, todas o varias de estas escuelas, con alguna de ellas comopredominante.

No es, por lo tanto, la escuela, sino la diversidad de escuelas, loque caracteriza al Modernismo hispanoamericano, por el motivo indi-cado, aparte de los generales de la época: el subistivismo, el."cf-eu.-d§

Etrd lndivid-ugl" y la .yp-l-u¡!ed .dp""innpy-aci0n En España igualmentebrpo¡iblc reducir a una escuela a los escrito¡es modernistas: cada

É! un cstilo y una personalidad. Se ha tratado de reunirlos baioldvoceción de una fecha, la de 1898, y de sustraerlos a la unidad

Modcrnismo hispánico. No puedo entrar en esre tema, que ha

§eltEtlo muchos artículos y algunos libros polémicos y contradicto-

iU, §ólo diré que esa fecha de J--8-9-E,.-.esmq -tp*dplo .to,.c¿¡,Ie-.al-M-sdsr-tlene una significación a le".v9?" qspaflolC e.hispaqg3nglisa[a,

Hl: hlopanoamericána que española. -Es!á.. en el centro y ¡rq .9-n eldel período modernista, y signiñca la culminación de dos

de larga preparación anterior, que determina! lrn cambio fuq;al cn las relaciones de la América española con el mundo: la

del imperio colonial de España en América, y el principlq,h cxpansión de los Estados U:ridos hacia el sur del continente.

al salir definitivamente de América como poder político¡ €rr\I aer vista por los americanos, independientes desde hacía ochen=

É¡, a una luz distinta de la dominante en el siglo xx: si antes

rldo mirada como la antigua metrópoli, con la que había queno sólo políticamente, sino en todos los aspectos de la cultura

lograr la completa independencia espiritual, bor¡ando delibera-hasta los últimos restos de su tradición, ahora esta tradición

y los lazos de la lengua, sangre y cultura comunes apare-I loa ojos de los modernistas como la base indestructible del ca-ü y originalidad de la América española y la fuerza y razón de

& ¡u unidad. Esta nueva actitud hacia España, que se traduce enmanifestaciones de lo que entonces se empieza a llamar "his-, Be enlaza con la nueva actitud de los Estados Unidos hacia

!ürto dcl continente americano, que empieza llamándose "paname-y que se traduce en múltiples manifestaciones de relación

l¡t dos Américas. Es-tos-hec-hos, que erpp_i_ezag en 1889 qqn laconfercncia de naciones americanas en Washingto& y ql¡p -§-9-

con rapidez'y eficacia crecientes, produjeroa en los hispano.lo convicción casi general, profetizada pqr M4rtí, de queUnidos hablan llegado al momento en que, como resultadp

e lncvitable del crecimiento de -§u fuerza interna, rebasabany amenazaban con la dominación de los estados desunidos

;dff;;:,I ,l:' ,',iri r:

§'"r,

Amérlc¡ que cntonces se empezaba a llamar "latina". "Nuestra

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42 Estudios críticos sobre el modernismo

Ar4ériea" la llamó Martí, y así la llamaron generalmente los hispano-

ry-uc+rosr.I^ :^1"-lji:1d",' Yrl*t "{ o{ia ,Aur+.q{:: q{t¿f+¿9í uqa nueva

-concepción de la existencia ¿ -ilt" Áñ-qiffiJ[mGcon un sentimiento, primero de incompáti¡iUaa¿,"-Aápües-&ffitrdy colaboración.

?\ Estos dos temas, el de Ia unidad hispánica -(.s¿¡g¡s

de Hispaniavfécunda" (Darfo); "patria es para los hispanoamericanos, la Américaespañola" (Rodó)- y el de la incompatibilidad con la América sajonadel Norte -" ¿ seremos,§r_rjr-egados- a los_ bárharos*fie'o§? ¿

Trltos m i-.[gges de hombres habl?le¡qg,s, "jlglés?" (Darío)-, iniciados comomucho de lo meior y más hondo del modernismo por Martí, encon-trarán sus grandes voceros en Rubén Darío y Rodó, y serán domi-nantes y generales en la literatura del período modernista.

El examen, aunque somero, de otros temas del Modernismo nosllevaría a la misma convicción que he tratado de sustentar en estetrabajo en la forma más breve posible: la de que pg4__euterl-dcrluJuryglle--dqsechar las iate¡p_¡9-9.9¡l9q-per.c-ielp-c_y,.sobre todo, le- de iutsntarreducirto -4 upa escuela "ubeadaria_ua, 9p la .que no cab¡jan _M-artji,_niU¿qpHluno, ni e! mismo Rutén.D.p--rlg,+!rrl.cambio, hay que mimrlo5/ rvdeñ sü-unidad y coniunto, como una_ crisis espiritual que en múltiplesformas individuales y nacionales diversas y aun contradictorias rogré *dar nueva expresién universal y ,moderna a lo más hondo del . ser

"hispánico.

Rmlrr FrRRrnrs

LOS LfMITES DEL MODERNISMO Y LA GENERACIóNDEL NOVENTA Y OCHO

En 1938 publicó Pedro Salinas su interesante ensayo "El proble-dcl modernismo en España, o un conflicto entre dos espíritus" l,

l! el que pretende y quiere separar en dos escuelas, en dos denomi-ilciones diferentes (modernismo y 98) a los escritores que hoy, gracias

lu esfuerzo y al de los que le han seguido, pasan por tales.§u tesis rro es que "España reúazara el modernismo de buenas a

El modernismo fue aceptado y cultivado durante varios años,Sntonces es cuando nace la confusión que tratrimos de deshacer" 2.

que confusión, como dice el admirado poeta, sería mejor indicarentre estas dos actitudes literarias y vitales bastante afines, como

Con este afáu que hay de clasificar todo lo material y hu-había que poner etiqueta preceptiva, había que reunir gregaria-a los escritores más diferenciados entre sí de toda la historia de

lltcratura española. Este loable deseo inicial de Salinas de poner un

I Incluido ea su lib¡o Literuttna espúola del sigto XX, z." edición, Mé-rg4g. I

B¡c¡ibe Salinas en el citado ensayo: 'Rubén Dario, en varios pasaies

lut obras, se jacta, no sin razón, de su influencia en el nuevo rumbo quelas letras españolas. En efecto, ¿por qué no habían de aceptar losdel noventa y ocho el nuevo idioma poético, el modemismo, comooficial de la nueva geneiación? Al fin y al cabo, convenía con su ín-

üortc, tenía algo de revolucionario y de renovador, era lo mismo que eüoshacer, sólo que en un horizoote mucho más amplio: una revolución