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SOBRE LA PRESENCIA DEL PERRO EN EL LEGADO RUPESTRE DE LOS ABORIGENES DE LAS ANTILLAS. Autores: Racso Fernández Ortega GCIAR. Grupo Cubano de Investigadores del Arte Rupestre [email protected] Divaldo Gutiérrez Calvahe GCIAR. Grupo Cubano de Investigadores del Arte Rupestre [email protected] José B. Gonzàlez Tendero GCIAR. Grupo Cubano de Investigadores del Arte Rupestre [email protected] Juan Cuza Huartt GCIAR. Grupo Cubano de Investigadores del Arte Rupestre ACTUALIDAD DE LAS INVESTIGACIONES SOBRE CANIDOS PRECOLOMBINOS EN LA ANTILLAS. Los últimos 30 años han sido sumamente productivos en investigaciones dedicadas a esclarecer la presencia de la familia Canidae en las Antillas así como algunas de sus relaciones con las culturas precolombinas. Desde las primeras referencias a la presencia de perros en contextos indoantillanos realizada por el Almirante Cristóbal Colon a su paso por La Fernandina (Bahamas) el 17 de octubre de 1492 y por Cuba el 28 de octubre del mismo año, a lo cual se sumaron otros cronistas entre los que se encuentran el fraile dominico Bartolomé de las Casas, Gonzalo Fernández de Oviedo, Pedro Mártir de Anglería y Francisco López de Gomara 1 ; han sido numerosos los investigadores que de una forma u otra han hecho aportes a esta problemática, sin embargo todos estos trabajos han abordado el tema del perro antillano desde dos posiciones fundamentales. La primera de las cuales esta dedicada a la existencia y validez o no de una o varias especies de perro endémicas de la región y diferentes de Canis lupus familiares 2 , en este grupo se encuentran por ejemplo Poey (1851), Miller (1916), Aguayo y Howell 1 Para una lectura detallada de la referencias a la familia Canidae realizada por los cronistas de indias en general, revisar Canidos precolombinos de Las Antillas: mitos y verdades de Jiménez Vázquez, O. y J. Fernández Milera, (2002). 2 Existen al menos dos especies de cánidos descritas para las Antillas Cubasyon transversidens (Arredondo y Varona, 1974) e Indosyon caribensis (Arredondo, 1981), aunque en la actualidad a quedado demostrada la invalidez de estas taxas, considerándose ambas dentro de Canis lupus familiares (Jiménez y Fernández, 2002: 84) Documento descargado de Cuba Arqueológica www.cubaarqueologica.org

Sobre la presencia del perro en el legado rupestre · SOBRE LA PRESENCIA DEL PERRO EN EL LEGADO RUPESTRE DE LOS ABORIGENES DE LAS ANTILLAS. Autores: Racso Fernández Ortega GCIAR

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SOBRE LA PRESENCIA DEL PERRO EN EL LEGADO RUPESTRE DE LOS ABORIGENES DE LAS ANTILLAS.

Autores: Racso Fernández Ortega GCIAR. Grupo Cubano de Investigadores del Arte Rupestre [email protected] Divaldo Gutiérrez Calvahe GCIAR. Grupo Cubano de Investigadores del Arte Rupestre [email protected] José B. Gonzàlez Tendero GCIAR. Grupo Cubano de Investigadores del Arte Rupestre [email protected] Juan Cuza Huartt GCIAR. Grupo Cubano de Investigadores del Arte Rupestre

ACTUALIDAD DE LAS INVESTIGACIONES SOBRE CANIDOS PRECOLOMBINOS EN LA ANTILLAS.

Los últimos 30 años han sido sumamente productivos en investigaciones dedicadas a

esclarecer la presencia de la familia Canidae en las Antillas así como algunas de sus

relaciones con las culturas precolombinas. Desde las primeras referencias a la presencia

de perros en contextos indoantillanos realizada por el Almirante Cristóbal Colon a su

paso por La Fernandina (Bahamas) el 17 de octubre de 1492 y por Cuba el 28 de

octubre del mismo año, a lo cual se sumaron otros cronistas entre los que se encuentran

el fraile dominico Bartolomé de las Casas, Gonzalo Fernández de Oviedo, Pedro Mártir

de Anglería y Francisco López de Gomara1; han sido numerosos los investigadores que

de una forma u otra han hecho aportes a esta problemática, sin embargo todos estos

trabajos han abordado el tema del perro antillano desde dos posiciones fundamentales.

La primera de las cuales esta dedicada a la existencia y validez o no de una o varias

especies de perro endémicas de la región y diferentes de Canis lupus familiares2, en

este grupo se encuentran por ejemplo Poey (1851), Miller (1916), Aguayo y Howell

1 Para una lectura detallada de la referencias a la familia Canidae realizada por los cronistas de indias en general, revisar Canidos precolombinos de Las Antillas: mitos y verdades de Jiménez Vázquez, O. y J. Fernández Milera, (2002). 2 Existen al menos dos especies de cánidos descritas para las Antillas Cubasyon transversidens (Arredondo y Varona, 1974) e Indosyon caribensis (Arredondo, 1981), aunque en la actualidad a quedado demostrada la invalidez de estas taxas, considerándose ambas dentro de Canis lupus familiares (Jiménez y Fernández, 2002: 84)

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(1954), Arredondo y Varona (1974), Arredondo (1981a, 1981b y 1982), y finalmente el

último trabajo dedicado a esta discusión sistemática publicado por Jiménez y Fernández

(2002), el cual presenta sin lugar a dudas la mas completa, pormenorizada y actualizada

información sobre el tema en cuestión, considerando finalmente dichos autores que el

conocimiento actual de la morfología en la dentición de la familia Canidae, asegura que

todas las variaciones morfológicas señaladas por otros autores para validar especies

diferentes para los restos de canidos precolombinos encontrados en el Caribe insular,

son variaciones individuales presentes en numerosos ejemplares vivientes del perro

actual, por lo que las características fenotípicas no permiten separar taxonómicamente

al perro indio de las Antillas del Canis lupus familiares (Jiménez y Fernández, 2002: 84)

PAIS SITIO EVIDENCIAS evidencias

arqueologicas

Cueva en Cabo San Rafael, La Altagracia Caninos decorados y perforados (28 piezas) Si

El Carril, Valverde Fragmento de Cráneo, Fragmento de Pelvis,

Tibia Izquierda y varias vértebras Si

Ramón Santana, San Pedro de Macorís Numerosos restos, entre cráneos

fragmentados, húmeros, mandíbulas, ulnas,

fémur, tibia, etc.

Si

Cueva de Guayacanes, San Pedro de

Macorís

46 dientes caninos, todos perforados Si

REPUBLICA DOMINICANA

La Caleta, D. N. Esqueleto completo Si

JAMAICA White Mari, Jamaica Osamenta

Sorce site, Isla de Vieques Osamenta Si PUERTO RICO

.......Desconocido…….. Dos ejemplares

MARTINICA ……..Desconocido…….. Mandíbula junto a entierro humano Si

Abra de Marina, Guaibano, Guantánamo. Canino con decoración incisa Si

Asiento No. 7, Maisí, Guantánamo. Canino perforado Si

Pueblo Viejo, Baracoa, Guantánamo Cráneo y mandíbula Si

Cueva del Derrumbe, Maisí, Guantanamo Hemimandíbula derecha Si

Caverna de la Patana, Maisí, Guantánamo Hemimandívula y pelvis Si

Damajayabo, Santiago de Cuba. Canino perforado Si

CUBA

Corrales de Ojo del Toro, Niquero, Esqueleto completo junto a un entierro Si

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Granma. humano (femenino)

Ventas de Casanova, Granma. Canino perforado Si

Loma de Los Mates, Holguín. Huesos largos y molares Si

Barrio Este, Banes, Holguín. Canino perforado Si

Loma de La Campana, Banes, Holguín. Canino perforado Si

Cueva Bélica, Guirabo, Holguín Osamentas de mas de 50 individuos

(47 hemimandíbulas) Si

Pedrera 11, Las Tunas. Hemimandíbula, canino y coprolitos Si

Cueva de la Tinaja, Cabaiguan, Sancti

Spíritus.

Hemimandíbula Si

Birama, Trinidad, Sancti Spíritus Osamenta juvenil Si

Cueva del Pirata, Cayo Caguanes, Sancti

Spíritus

Maxilar Juvenil Si

Cueva de los Perros, Canimar, Matanzas Abundante osamenta Si

Cuevas Blancas, Quivicán, La Habana Maxilar adulto Si

Cueva del Túnel , La Salud, La Habana Fragmento maxilar derecho

Cueva de Pío Domingo, Sumidero, Pinar

del Río

Osamenta

Cueva del Arriero, Viñales, Pinar del Río Dos maxilares Juveniles Si

Tabla No. 1.- Reportes de evidencias óseas de cánidos precolombinos realizadas en Las Antillas.

La segunda posición mantiene un estudio permanente sobre los reportes y/o

hallazgos de osamentas de perros en contextos arqueológicos y su interpretación desde

el punto de vista zooarqueológico, entre estos se pueden citar los trabajos de Pino

(1961), Rimoli (1977), Lawrence (1978), Rivero de la Calle (1981), Pino y Arredondo

(1987), Castellanos, Izquierdo y Pino (1989) y el último de los trabajos publicados es de

Pino e Izquierdo (2003), donde se repasan todos los hallazgos de evidencias de perros

asociadas ha sitios funerarios cubanos.

En estas dos direcciones por la que han transitado las investigaciones sobre el perro

indoantillano se trata en muy pocas ocasiones el tema relacionado con el papel

mitológico, mágico y psicológico del perro dentro de la cosmovisión aborigen de las

Antillas, esta problemática generalmente aparece como citas muy aisladas y sintetizadas

en trabajos dedicados a otros problemas, dicha situación, muy probablemente este

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relacionada con la poca seriedad en el tratamiento metodológico de campo que se le ha

dado a estas evidencias en los sitios arqueológicos donde han sido encontradas, pues

como ha sido ya expuesto por Pino e Izquierdo (2003), al menos para Cuba, en la

mayoría de los casos estudiados no se cuentan con informaciones serias y precisas

sobre la profundidad, ubicación y otros indicadores arqueológicos en relación con los

restos de cánidos; hasta el momento la evidencia mejor documentada al respecto fue

dada a conocer por Castellanos, Izquierdo y Pino (1989) en el sitio Corrales de Ojo del

Toro, municipio Pilón, provincia Granma. Sin embargo, es precisamente en esta ocasión

donde la vinculación entre los restos de cánidos3 y los entierros aborígenes son

relativos, pues entre unos y otros hay una distancia de más de 20 metros, lo que impide

realizar una asociación directa entre los mismos (Pino e Izquierdo, 2003:97).

Aún bajo todas estas circunstancias los hallazgos de restos de perros precolombinos

en contextos arqueológicos o en otros han sido numerosos en nuestra área geográfica

(Tabla No. 1) a lo que habría que sumar la información aportada por Oliver (1999:57) al

decir:

“La presencia de entierros de perros juntos con humanos saladoides muy

posiblemente obedece a esa concepción del perro guardián no como un mero cánido,

sino como una criatura sobrenatural” (Oliver 1999:57).

Lo que junto a las crónicas de los primeros colonizadores y los hallazgos de

elementos superestructurales del arte aborigen de la región, donde aparece

representado el perro, nos permite afirmar la importante de su rol en la vida cotidiana de

nuestras comunidades aborígenes.

Tenemos que decir que a pesar de esta aparente abundancia de evidencias, la

trascendencia de este animal en la cosmovisión aborigen de las Antillas no ha sido

estudiada a profundidad limitándose en la mayoría de los casos a la trascripción de los

datos apuntados al respecto por Fray Ramón Pane en el Capitulo XXII de su “Relación

acerca de las Antigüedades de los indios”, salvo honrosas excepciones (Arrom

1989:61,62 y 1990:78 y Oliver 1999:114 y 134).

3 El uso indistintamente de los términos “perro, cánidos, etc.” no tiene en este trabajo ninguna implicación sistemática ni taxonómica, coincidimos con la opinión de Jiménez y Fernández (2002).

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Por todo lo anteriormente expresado creemos que con las evidencias con que hoy

contamos en las Antillas (ver Tabla No. 1) y su alta frecuencia en contextos

arqueológicos es suficiente para abordar otros temas a los ya conocidos como es el

estudio de las manifestaciones rupestres donde aparece el perro como motivo

iconográfico; ésta puede resultar una importante vía que, junto a los elementos antes

comentados, nos permita acercarnos más al análisis arqueo-antropológico, que

necesariamente se requiere para lograr comprender el papel que jugó este animal

dentro de la vida y la cosmovisión de los pueblos precolombinos.

ATRIBUTOS DIAGNOSTICOS EN LAS IMÁGENES DE PERROS EN EL ARTE RUPESTRE ANTILLANO.

Las Crónicas de indias constituyen sin lugar a dudas la mejor fuente documental para

el estudio de numerosos campos aún oscuros en la reconstrucción etnohistórica de las

culturas aborígenes de América en general y de las Antillas en particular, entre estos

problemas que todavía hoy no han sido al menos abordados críticamente se encuentra

el papel mitológico de los perros en la vida cotidiana y ideología de los aborígenes de las

Antillas, situación a la que ya nos hemos referido antes. Sin embargo el estudio, análisis

y discusión que aquí nos proponemos depende ante todo de nuestra capacidad para

aislar los diseños de cánidos presentes en el dibujo rupestre de nuestra área geográfica

y cultural. Este aislamiento dependerá de las posibilidades reales que tengamos para

identificar los atributos diagnósticos de tales figuras dentro de la indudable simplificación

y/o abstracción que presenta la gráfica rupestre, a pesar de que en numerosas

ocasiones se le ha dado el incorrecto calificativo de naturalista (Gutiérrez y Fernández,

2005: 91).

Por todo lo anterior, comenzaremos por tratar de identificar que características

morfológicas de los perros precolombinos nos transmitieron los cronistas y a partir de

ellas, y de otros estudios o investigaciones -de colegas que le han dedicado algún

tiempo a esta problemática- tratar de definir algún o algunos de los atributos que pueden

servir como caracteres diagnósticos para la identificación y aceptación de los diseños

rupestre que puedan ser referidos a representaciones de cánidos precolombinos.

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Gonzalo Fernández de Oviedo al referirse a la morfología de las orejas de los perros

por él visto poco después del descubrimiento nos dice:

“Perros gozques domésticos se hallaron en aquesta isla Española, los cuales criaban

los indios en sus casas…tienen e las orejas avivadas e a la alerta4 como la tienen los

lobos” (Oviedo, 1851:30, según Pagan, 1978: 76).

Por su parte Luís Joseph Perguero al transcribir a los cronistas de Indias en su obra

“Historia de la Conquista de Santo Domingo” reproduce una imagen donde ilustra al

perro mudo encontrado por los conquistadores en la isla de la Española en la cual se

puede apreciar la morfología externa de estos cánidos (ver figura No. 2), además este

autor al referirse a lo comentado por los cronistas sobre estos animales nos dice:

“Era el tercero animal los Goges, una especie de perros semejante a los nuestros,

pero con la diferencia de ser mas largos de hosico y pies y manos mas gruesos5, y

ser tan mudos que aunque los matasen a palos ni aullaban, ni gritavan” (Peguero 1975:

259 según Pagán 1978: 76).

Ante las anteriores descripciones realizadas por los conquistadores que tuvieron la

oportunidad de apreciar los perros que acompañaban a los aborígenes agricultores,

entonces opinamos que debe ser revisada la presencia de dichos rasgos en los diseños

de cánidos del registro rupestre antillano, pues en realidad son estos elementos los

únicos con que contamos para su identificación etnohistórica.

Atributo Orejas Puntiagudas.

Por la ilustración anterior se puede definir que la presencia de orejas bien paradas y

avivadas en los ejemplares antillanos era un rasgo característico de los mismos; en las

condiciones de vida de las Antillas precolombina el sentido de la escucha era para estos

animales una herramienta de supervivencia indispensable, lo que muy probablemente

halla sido utilizado por nuestros aborígenes para la protección de sus aldeas y conucos.

Este rasgo decididamente llamó la atención de los colonizadores al estar acostumbrados

a mascotas de orejas caídas, pero también debe haber sido utilizado por nuestros

aborígenes para distinguir la figura del perro de otros cuadrúpedos, durante la

4 El subrayado en negritas es nuestro 5 Idem.

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elaboración de diferentes obras de la iconografía prehispánica. Partiendo de éste

presupuesto consideramos al Atributo Orejas puntiagudas como un carácter diagnóstico

para la identificación de imágenes de cánidos precolombinos.

Figura No. 2. Ilustración del perro mudo precolombino realizada por Luís Joseph Peguero.

En Puerto Rico el petroglifo de Caguana es un diseño que cumple con los rasgos

descritos para el atributo “orejas”, (figura No. 9, PR-1) situación que como vemos en la

figura No. 10 se cumple también para otros objetos de la superestructura de los

aborígenes de esta isla. Por su parte en la República Dominicana de las 12 imágenes

analizadas, sólo en 4 no pudo ser posible identificarlas con un alto grado de seguridad

para un 67 %. Para la isla de Cuba en los dos reportes asociados a este mamífero,

ambos petroglifos esculturales se les podrían señalar las orejas como atributos

presentes, sin embargo, hay que tener en consideración que a pesar de tenerlos bien

representados, éstos no guardan relación morfológica con los demás diseños analizados

para las Antillas, tal situación podría estar dada por la dureza y complejidad del material

seleccionado para la elaboración de dichos ejemplares y la habilidad y destreza del

hacedor.

Así podemos concluir que el atributo “orejas” está bien identificado en 10 de las 16

imágenes rupestres que se analizan.

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Atributo Hocico Grande.

Además de lo visto para el carácter diagnóstico anterior, se puede definir que la

presencia de un hocico grande era otro rasgo característico de los mismos. Este al

parecer fue otro elemento del cual dejaron constancia los colonizadores al llamar la

atención sobre la morfología del hocico de los diminutos mamíferos prehispánicos,

acostumbrados a convivir con una gran variedad de razas de perros en la Europa del

siglo XV; por ello era de esperar que también este rasgo fuera utilizado por los

aborígenes para distinguir la figura del perro, de la de otros cuadrúpedos durante la

elaboración de los motivos rupestres; por lo que consideramos que el “hocico grande ”

es otro atributo diagnóstico para la identificación de éstas imágenes.

En Puerto Rico, auque ha tenido que ser reconstruido el petroglifo por su deterioro,

los rasgos que todavía se conservan indican una morfología alargada y desarrollada

correspondiente con el atributo hocico grande (figura 9, PR-1). Sin embargo, para las

imágenes de la República Dominicana este rasgo es identificable en casi la totalidad de

las figuras analizadas, (figuras 11, RD-1; 12, RD-2; 13, RD-3; 14, RD-4; 15, RD-5; 16,

RD-6; 17, RD-7 y 18, RD-8) lo que representa el 100 % de identificación. En el caso de

Cuba los únicos reportes asociados son dos petroglifos esculturales a los que se les

podría señalar como presentes el “hocico alargado”, pues a pesar de la poca definición

de los contornos en su conjunto, éste es quizás, el más definido.

Atributo Patas Largas.

Otra de las particularidades que llamó la atención de los colonizadores fueron las

patas largas, el que resulta de fácil identificación en una parte importante de los diseños

antillanos, por lo que lo consideramos como un atributo diagnóstico para su definición;

sobre todo para su selectividad e identificación ante la disyuntiva de estar en presencia

de otros cuadrúpedos como por ejemplo la jutía, el almiquí, etc. Esta diferenciación, por

medio de las patas, se puede apreciar en detalle en la composición de la figura No. 4.

En el petroglifo de la Plaza de Caguana en Puerto Rico, el atributo aparece

representado con verdadera maestría, a pesar de que se limita a las patas delanteras,

por su tamaño y simplificación fue diseñado con eficiencia e intencionalidad (figuras 9,

PR-1 y 10). En la República Dominicana, sin embargo, el carácter diagnóstico “patas

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largas” es identificable en 11 de los 12 diseños de este territorio, representando el 92 %

de la frecuencia. Para Cuba sólo existen dos reportes, en el primero de los cuales se

puede distinguir claramente éste atributo; en el segundo no se puede identificar con

claridad.

Atributo Genitales.

En 1978 el investigador dominicano Dato Pagán Perdomo al referirse a una

pictografía de dos perros copulando de la Cueva No. 1 de las Cuevas de Borbón o del

Pomier (figura 15, RD-5), dice textualmente:

“Esta pictografía excepcional es única en Las Antillas. Representa una escena sexual

en la que aparecen dos perros mudos en evidente posición y actitud de cópula.

Obsérvese la posición montada de uno sobre otro. El que esta debajo tiene una posición

horizontal y el rabo levantado, mientras el que esta encima tiene el cuerpo arqueado y

exhibe el miembro en erección6. Nótese también los testículos7 del que aparece

encima”. (Pagán 1978: 76).

En Cuba por su parte el Dr. M. González Machado al describir el petroglifo escultural

de la Cueva del Perro en Gibara, provincia de Holguín dice:

“Es de sexo masculino8, pesa 81 libras y esta esculpido en roca calcárea de gran

dureza. (González, s/f ms.).

Como se verá más adelante a nuestras manos sólo ha llegado una foto de dicho

petroglifo, en la cual no se pueden observar los genitales, la afirmación del Dr.

González, sobre su carácter masculino es sin lugar a dudas una referencia a que su

definición era visible en la morfología del mismo.

Por otra parte, los hallazgos de dibujos rupestres en la Cueva de Hoyo de Sanabe en

República Dominicana y su estudio detallado, han demostrado que en los dos diseños

que pueden ser asociados a cánidos precolombinos la representación de los genitales

fue realizada con marcada intencionalidad por los ejecutores (figuras 11, RD-1 y 12, RD-

2) por lo que consideramos que este atributo es un buen índice diagnóstico para la

6 El subrayado en negritas es nuestro 7 Idem. 8 El subrayado en negritas es nuestro

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identificación y su delimitación en relación con otros posibles cuadrúpedos de la fauna

antillana.

Atributo Cola.

Para intentar definir éste atributo nos hemos remitido, como en los casos anteriores, a

la observación detenida de la imagen legada por los cronistas ya que en los comentarios

por ellos realizados no dejaron constancia directa de ésta particularidad. Aún así es

evidente que este apéndice estaba bien definido y en la generalidad de los casos sus

dimensiones no eran despreciables por lo que se puede apreciar tanto en el dibujo de

Peguero como las representaciones de las Cuevas Hoyo de Sanabe y Pomier o Borbón

No. 1 en la República Dominicana (figuras 11, RD-1 y 15, RD-5). Consideramos que

este es un buen atributo como índice diagnóstico para la identificación de los canes

precolombinos de las Antillas.

Atributo Gemelos.

En la República Dominicana hemos encontrado que en cuatro de las posibles

representaciones del mamífero que nos ocupa aparece formando parte del diseño o

semántema, la representación de los gemelos, tal es el caso de las Cuevas de Hoyo de

Sanabe y las No. 1 y No. 4 del Pomier o Borbón (figura 11, RD-1). Por ello hemos

considerado que la relación -perro-gemelos- puede ser un buen indicador diagnóstico

para la diferenciación e identificación correcta de representaciones de cánidos

precolombinos.

Uno de los problemas fundamentales de los estudios de la gráfica rupestre, y quizás

la tarea más difícil, lo constituye la definición aproximada del significante y el significado

de cada grafía, un tema sumamente complejo sobre todo en los ideogramas ejecutados

por los grupos humanos que se encontraban en pleno período de neolitización y

presentan un importante desarrollo estético en vías del abstraccionismo. Por otra parte

la importancia de conocer el significado puro y no abstracto de cada grafía está dada por

el hecho de que en no pocas ocasiones, éste es el camino para obtener un

acercamiento a la interpretación correcta de la función y el uso que la misma tuvo para

la sociedad que la ejecutó y la hizo parte de su vida cotidiana.

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En la literatura rupestrológica de nuestra área geográfica no aparece una sola

referencia a la vinculación directa entre representaciones de perros y de los gemelos

míticos de la cosmovisión Arauca. Si algo nos ha llamado poderosamente la atención,

en los diseños que estamos analizando, es el hecho de que las pictografías de los

perros estén asociadas a lo que hemos denominado el atributo diagnóstico “gemelos” y

la relación mitológica aparente que deben estar indicando, considerando que el dibujo

rupestre es como un sistema cuya función principal, en este caso particular, es

anecdótica además de mágica, logrando la transmisión de una parte importante del

comportamiento humano.

Lo anterior se sustenta en la alta frecuencia con que hemos logrado identificar la

identidad del númen asumido como Opiyelguobiran en el dibujo rupestre y además entre

los diseños en amuletos y cemíes elaborados en los más disímiles materiales (figuras 19

y 22), del Caribe Insular y en particular de las Islas de Puerto Rico, La Española

(República Dominicana y Haití) y Cuba; en las que se practicaba de forma general un

sistema de magia homeopática y de contagio, pretendiendo con ello lograr los beneficios

de la naturaleza, al mismo tiempo que creían dominar sus designios.

No debemos olvidar que el mundo mágico-religioso de los agricultores que habitaron

nuestra área geográfica está implícito en todas sus creaciones plásticas, en las

pictografías, petroglifos, en los ídolos y figuras modeladas en los más disímiles

materiales incluyendo las vasijas de cerámica con formas de animales; todos y cada uno

de ellos encierran un contenido mágico-mitológico relacionados con la cosmovisión y el

tiempo sagrado; por ello no resultaría extraña su asociación si tenemos en consideración

la relación amistosa establecida entre los humanos y el animal doméstico más

importante de los existentes en el Caribe a la llegada de los conquistadores europeos;

pero no creemos que sea precisamente éste, el móvil por el cual permanecen los

motivos en aparente vinculación, en más de una ocasión, en varias de las cuevas

estudiadas.

Compartimos la idea de que intentar hallar una particularidad, un hecho, una acción

que permita establecer la relación o que vincule a dos deidades mitológicas como

Opiyelguobiran y los gemelos míticos resulta sumamente difícil y arriesgado, pero aún

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así, plantearemos una propuesta de hipótesis que en alguna medida consideramos que

puede ser válida para comenzar el análisis.

Como de todos es bien conocido los gemelos -diseño iconográfico asumido como la

representación sintetizada de Deminán Caracaracol y sus tres hermanos- son los héroes

mitológicos de la cosmogonía aruaca que a través de sus acciones, permiten el traspaso

de los bienes culturales a este grupo humano. No son pocos los pasajes y leyendas que

vinculan a estos cuatro personajes con la transmisión, a los hombres, de los secretos de

la agricultura, la cerámica y el dominio del fuego. Fueron también sus acciones las que

les permitieron a la nueva generación de aruacos dejar de ser trashumantes para

convertirse en un pueblo sedentario, apegados a la tierra y los frutos que de ella se

obtienen.

Sin embargo, para conocer y obtener la tradición de cada uno de estos importantes

logros, Deminán y sus hermanos pasaron por múltiples dificultades y en la generalidad

de los casos se vieron obligados a transgredir las reglas y los tabúes establecidos por la

sociedad que ellos integraban. Recordemos la forma en que Pané nos relata el pasaje

durante el cual los cuatro acuden a la casa de Bayamanaco -el behíque- para obtener

los secretos de la agricultura, la cerámica y el dominio del fuego:

“Estos, tan pronto llegaron a la puerta de Bayamanaco, y notaron que llevaba cazabe,

dijeron: “Ahicabo guárocoel”, que quiere decir: “conozcamos a nuestro abuelo”. Del

mismo modo Deminán Caracaracol, viendo delante de sí a sus hermanos, entró para ver

si podía conseguir algún cazabe, el cual cazabe es el pan que se come en el país.

Caracaracol, entrando en casa de Bayamanaco, le pidió cazabe, que es el pan

susodicho. Y éste se puso la mano en la nariz, y le tiró un guanguayo a la espalda; el

cual guanguayo estaba lleno de cohoba, que había hecho hacer aquel día;.....Y así les

dio por pan aquel guanguayo, en vez del pan que hacía; y se fue muy indignado porque

se lo pedían......” (Arrom 1990:32).

El behíque, como es conocido, es el personaje con los poderes mágicos y

sobrenaturales que les permitía hablar y comunicarse con los espíritus a través de los

númenes y ellos mediante, de los primeros con los humanos; es por ello que sólo

Bayamanaco tenía la posibilidad de realizar el rito de la Cohoba para predecir el futuro y

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ejecutar los conjuros que le permitieran conocer las profecías que regirían los designios

del grupo. De la misma manera Bayamanoco por su condición social -primera

generación- es un representante de la autoridad y la sapiencia acumulada y recibida por

su rango.

La contradicción generacional que se establece -entre la vieja, representada por

Bayamanaco y la nueva, asumida por Deminán- con la acción ejecutada por los cuatro

hermanos -le piden cazabe- implica para el primero la revelación de los secretos de los

bienes culturales ya comentados, lo que constituye un acto de insubordinación,

arrogancia y un proceder irrespetuoso para con la autoridad que Bayamano representa.

Lo cual queda claro en el texto, al decir de Pané:

“Y así les dio por pan aquel guanguayo, en vez del pan que hacía; y se fue muy

indignado porque se lo pedían......” (Arrom 1990:32).

Al mismo tiempo como lo han demostrado los estudios antropológicos efectuados en

las últimas décadas en América del Sur, en muchas etnias se tiene el convencimiento de

que la calidad mágica del c[s]haman o behíque se comunica a toda suerte de objeto

aunque no procedan de su cuerpo -fenómeno que debió suceder entre los grupos

aborígenes que habitaron el arco de las Antillas-, y son las marcas de los poderes con

que cuenta y de los cuales hace uso -como es el caso del guanguayo que le entrega a

Deminán por el pan que le pedía-.

Son precisamente estas muestras de irreverencia e insubordinación, con las normas

de conducta, -recordemos como el irrespetuoso Opiyelguobiran, huye en la noche hacia

la selva por su inconformidad con las reglas culturales establecidas y representadas por

la casa del señor que era su dueño-9, que se expresan en todos y cada uno de los

pasajes en que desempeñan un papel protagónico los gemelos míticos, lo que nos

inducen a pensar en una posible asociación entre estos personajes mitológicos; de

alguna manera relacionados con los importantes vínculos generacionales y su

trascendental rol en la cosmovisión del grupo aruaco y el mantenimiento y control de la

conducta social.

9 Al comentar el significado cosmogónico de Opiyelguobiran en el epígrafe “El papel mitológico del perro en la cosmovisión de los aborígenes de las Antillas”, abundamos en esta actitud que lo caracteriza.

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GRAFIAS ASIGNADAS A LA REPRESENTACION DEL PERRO EN EL DIBUJO RUPESTRE ANTILLANO.

Ahora revisaremos los motivos rupestres que se han considerado como diseños de

perros por los diversos autores que trabajan el tema rupestre en el área; para este fin

revisaremos las localidades según su distribución de este a oste por las islas de las

Antillas Mayores.

Figura No. 8. Mapa de las estaciones donde aparecen diseños representativos de cánidos.

Puerto Rico.

En la Isla de Puerto Rico ha sido reportado en el famoso sitio conocido como Centro

Ceremonial de Caguana un sólo motivo rupestre que puede ser asociado al diseño

motivo de estudio. En esta localidad en una de las piedras que conforman la plaza

central (A) se puede apreciar un petroglifo que representa una figura canina (figura 9,

PR-1) que por la forma del sustrato10 aparenta estar en posición de sentado sobre sus

patas traseras.

Sobre este diseño Oliver (1998) en su importante obra “El Centro Ceremonial de

Caguana, Puerto Rico”. nos dice:

“Es un petroglifo zoomorfo. Esta grabado a todo el derredor de una roca algo cónica

por lo cual da la impresión que este personaje tiene volumen (tridimensional)…Su

cabeza presenta un hocico alargado, orejas triangulares y ojos ahuecados que a su vez

están circunscritos por un ovalo. También presenta las dos extremidades anteriores

10 Piedra donde esta el diseño, y que conforma parte del borde de la plaza central del centro ceremonial

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(delanteras), al parecer es un cuadrúpedo en actitud de estar sentado sobre sus

extremidades traseras (que no están representadas). El petroglifo mira hacia el este,

hacia el interior de la plaza” (Oliver 1998:122).

Más adelante el propio Oliver (1998:126) al definir los tipos de diseños de esta

localidad comenta sus impresiones sobre la morfología de éste:

“Advertimos que a pesar de denominar al tipo como canino, es nuestra intención de

solamente indicar -en esta coyuntura- que su morfología es la de un personaje de patas

o extremidades delanteras, cuyo hocico alargado es a fin al de los perros, pero que

podría ser por igual cualquier otro animal (real o fantástico) de hocico alargado y con

elementos de orejas” (Oliver 1989:126).

Sin embargo el propio Oliver (1998:134) nos recuerda que el perro es el único animal

cuadrúpedo doméstico que los tainos (agricultores) tenían11, de ahí que el mito

relacionado con el cemi Opiyelguobirán descrito por Pané según Arrom (1990) haya sido

interpretado por numerosos autores como un personaje Canino (Oliver 1998:134;

Guarch y Querejeta 1992:41; Robiou 1992:50) pero éste tema lo argumentaremos y

discutiremos mas adelante.

C

Figura No. 9. Petroglifo de la Plaza A, Centro Ceremonial de Caguana, Puerto Rico (Oliver, 1998:134, 135). Foto en vista frontal, B. Dibujo de la Vista Frontal y C. Vista lateral derecha.

11 Otros autores han considerado al mantenimiento en cautiverio de otros cuadrúpedos, como la Jutía, un proceso también de domesticación, ver Pose, Sanpedro y Celaya (1988).

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A pesar de la opinión quizás en alguna medida ambigua de Oliver (1998:126) en la

isla de Puerto Rico han sido encontrados otros objetos de la industria de los agricultores

que representan perros, como el Duho Oliver, elaborado en marmolita rosada y que

fuera encontrado en el Sector de Dos Bocas, Utuado (Oliver 1989:135), en él se pueden

apreciar algunos rasgos de identidad tipológica con el petroglifo de Caguana, como la

similitud en los diseños del hocico grande y las orejas puntiagudas (figura 10).

Estas características morfológicas (orejas y hocico grandes) se mantienen con un alto

grado de similitud en los diseños de cánidos de otras islas de las Antillas y constituyen

caracteres diagnósticos para la identificación del motivo del “perro”.

1

2

Figura No. 10. (A) Hocico grande (B) Orejas puntiagudas. 1 Dibujo en vista frontal, 2 Duho Oliver, Dos Bocas, Utuado, Puerto Rico.

República Dominicana.

Es en la isla de La Española, en la porción que constituye la República Dominicana, el

territorio Antillano donde más diseños rupestrológicos se han asociado a cánidos podido

hasta el presente. Entre estos reportes se pueden citar las estaciones conocidas como

La Cueva del Hoyo de Sanabe, provincia de Sánchez Ramírez; Las Cuevas No. 1, No. 4

de Borbón o del Pomier y La Cueva del Puente también en el Pomier, provincia de San

Cristóbal, y la Plaza Ceremonial de Chacuey, en la provincia de Dajabón; según

comunicación personal del colega dominicano Gabriel Atiles en ésta última, se aprecia el

petroglifo de un cánido que parece perseguir a un ave (figura 13, DR-3).

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Estos datos nos demuestran que las últimas investigaciones rupestrológicas

dominicanas permiten establecer la presencia del motivo rupestre el “perro” en un área

que abarca desde Cristóbal a Cotui, alcanzando su mayor expresión y realismo en

Sierra Prieta, Comedero y Sánchez Ramírez (Atiles, Com. Pers.).

Sin lugar a dudas la más espectacular de las pictografías de posibles cánidos de ésta

isla y de toda el área antillana es la localizada en las galerías de la Cueva del Hoyo de

Sanabe, en la provincia de Sánchez Ramírez (figura 11, RD-1), esta figura cuyas

dimensiones alcanzan más de un metro de largo, cumple los ya comentados caracteres

diagnósticos de hocico grande, orejas y patas largas, pero introduce nuevos elementos

en el estudio y análisis del papel mitológico de los caninomorfos en la cosmovisión de

nuestros pueblos precolombinos. Entre estos se puede citar la presencia de los

genitales. Finalmente su relación, al menos espacial, con la representación de los

gemelos, rasgo que como vimos con anterioridad, son reiterados en otras estaciones y

diseños (figura 12, RD-2).

Figura No. 11. Representación pictográfica de la Cueva del Hoyo de Sanabe, Sánchez Ramírez, nótese la superposición a otros diseños en los puntos A, B y C.

Durante el estudio del registro rupestre de la Cueva del Hoyo de Sanabe observamos

con asombro que la imagen que se levantaba ante nosotros, aún cuando cumplía con la

mayoría de los parámetros definidos como caracteres diagnósticos para designar a los

cánidos, guardaba marcadas diferencias en cuanto a dimensiones (figura 11, RD-1) y

que además se superponía a un número no despreciable de dibujos ésta pictografía

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representa la última generación de los diseños ejecutados- realizándose de forma tal

que cubre parte de los diseños más antiguos.

Estas desigualdades nos hicieron pensar en la probabilidad de encontrar diseños que

pudiesen corresponder a otros momentos ocupacionales del sitio por grupos o

poblaciones diferentes; homólogas culturalmente o, que sus autores se enfrentasen a

nuevas realidades que le imponían, indirectamente, una modificación a los diseños

tradicionales de sus deidades y personajes mitológicos. En nuestra opinión este cambio

en la solución de sus dimensiones, así como su superposición sobre dibujos anteriores,

refleja la importancia que jugo éste en el momento de su realización, así como el

impacto psicológico del fenómeno que despertó la necesidad funcional de su ejecución.

En este sentido no seria del todo desafortunado pensar que podríamos estar en

presencia del reflejo de la irrupción en la isla de La Española de una nueva variedad de

cánidos -de demostrarse que lo fuere- adaptados como una maquinaria para la guerra y

que en nada se podía asociar con el “aon” que hasta ese entonces había compartido de

manera armónica el espacio terrenal y el tiempo sagrado de los aborígenes.

Recordemos entonces el respeto y el temor que inspiraron a los indígenas, los galgos

venidos allende los mares, y en particular entre los que poblaban la Isla de Borinquen, el

mastín conocido como Becerrillo, cuyas sangrientas “hazañas” quedaron recogidas en

las Crónicas de Indias.

También en la Cueva de Hoyo de Sanabe se puede encontrar otra posible

representación de este mamífero (figura 12, RD-2), donde aparecen en un mismo diseño

dos ejemplares junto a una figura interpretada como los gemelos.

Otra de las estaciones de relevancia en el tema que tratamos lo constituye, el sitio de

Chacuey, Dajabón, al noroeste de la República Dominicana en el que se asume que

existen dos petroglifos que representan cánidos (figura 13, RD-3 y 14, RD-4). El

investigador Gabriel Atiles refiriéndose a los petroglifos de ésta estación escribió:

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Figura No. 12. Representación pictográfica de la Cueva del Hoyo de Sanabe, Sánchez Ramírez; nótese en la parte superior la presencia de una figura antropomorfa doble.

“Entre las figuras más importantes cabe destacar a Boynayel dios lloroso de la lluvia,

las aves unidas por el pico, escenas de caza; perros corriendo detrás de aves12, y

figuras antropomorfas con complicadas indumentarias o tocados” (Atiles, 2005).

Figura No. 13. Petroglifo de la Plaza Ceremonial de Chacuey, Dajabón, República Dominicana (Atiles, 2005).

La segunda imagen que también es considerada como la representación de un can,

nos fue remitida gentilmente por los colegas del Espeleogrupo de Santo Domingo (figura

14, DR-4).

La importancia de estos petroglifos recae en que es ésta la única técnica de ejecución

(grabado) que ha sido empleada para realizar el motivo el “perro” tanto en Cuba, como

12 El subrayado en negritas es nuestro

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en Puerto Rico y República Dominicana, pues hasta hoy las pictografías son sólo

patrimonio de ésta última.

Otras representaciones consideradas de caninomorfos se localizan en las Cuevas No.

1 y No. 4 del Pomier o Borbón en San Cristóbal (figura 16, RD-6; 17, RD-7 y 18, RD-8).

En la Cueva No. 1, se han podido aislar dos dibujos; el primero de ellos es una obra

importantísima dentro de la plástica precolombina (figura No. 15, RD-5), donde se

pueden observar dos cánidos en una escena sexual, la cual fue excepcionalmente

descrita por el arqueólogo dominicano Dato Pagan13 al redescubrir las cuevas visitadas

y descritas por Schomgburg en la pasada centuria; es además la segunda ocasión en

que se reporta la presencia de más de un ejemplar en el mismo diseño.

Figura No. 14. Petroglifo de la Plaza Ceremonial de Chacuey, Dajabón, República Dominicana (Abreu com. per.).

La segunda pictografía en la Cueva No. 1 la constituye un dibujo polémico que

algunos investigadores se niegan a admitir como de cánido (figura 16, RD-6), por la

posición espacial que ocupa en el contexto pictórico, pues se encuentra de manera

invertida con respecto al plano horizontal del resto de las pictografías; característica ésta

bastante común en todos los diseños de las cuevas del Pomier o Borbón14.

13 Ver el comentario sobre esta figura en la parte dedicada a los genitales como atributos diagnósticos. 14 En el registro rupestre de las Cuevas de Borbón o Pomier se pueden apreciar figuras antropomorfas, zoomorfas, etc. Dibujadas de manera invertida con respecto a la posición del espectador actual. Para ver información sobre este tema consultar a Pagán (1978).

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Figura No. 15. Pictografía con escena erótica de la Cueva No. 1 del Pomier o Borbón, San Cristóbal, República Dominicana.

En la Cueva No. 4 existe otro diseño polémico para algunos investigadores que no lo

aceptan como representativo de éste mamífero (figura 17, DR-7) pero que el colega

dominicano Domingo Abreu lo considera como tal (Domingo Abreu com. pers.).

Figura No. 16. Nótese en la flecha A la pictografía que aparece invertida en relación con la contigua, Cueva No. 1 del Pomier o Borbón, San Cristóbal, República Dominicana.

Finalmente en la Cueva del Puente, también en el área de Borbón, San Cristóbal, el

colega Domingo Abreu nos ha reportado una pictografía que según su opinión

representa una manada de cánidos (figura 18, RD-8). Si este diseño es en definitiva la

representación de varios perros, sería la tercera ocasión en que los aborígenes de las

Antillas dibujaron más de uno, y la primera en que aparecieran más de dos ejemplares.

Lo curioso de este diseño es que si son cánidos, como se ha planteado, tres de ellos

parecen estar sentados sobre sus patas traseras, lo que también se produce en el

petroglifo de Caguana en Puerto Rico (figura 9, PR-1) y en la estatuilla de barro

encontrada en el sitio Macao (figura 19 A).

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Figura No. 17. Pictografía de la Cueva No. 4 del Pomier o Borbón, San Cristóbal, República Dominicana. El diseño aparece junto a una figura que en nuestra opinión representa a los gemelos.

Figura No. 18. Pictografía de la Cueva del Puente, San Cristóbal, República Dominicana (Abreu, com. pers.).

Resumiendo el tema para la República Dominicana debemos señalar que se ha

encontrado una hermosa figurilla de barro ejecutada por los aborígenes agricultores que

poblaron la región de Macao la cual representa un perro mudo según Morbán (1980:102)

(figura 19 A). Esta figurilla, junto al hallazgo de hermosos pendientes -decorados y otros

perforados- para adornos corporales elaborados en piezas dentarias de perros (figura

19); así como todas las representaciones de cánidos aparecidas en el dibujo rupestre de

Dominicana demuestran que este animal jugo un importante papel dentro de la vida

cotidiana, mitología, magia e ideología de los pueblos que la habitaron.

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A

B

C

D

E

F

G

H

Figura No. 19. Imágenes de objetos superestructurales aborígenes (A) Figurilla de barro Sitio Macao, República Dominicana (Morbán, 1980: 102), (B) Bastón de madera Colección Archibichops, Santo Domingo (Fewkes, 1903-1904) (C) Figurilla del Valle Tres Ríos, noroeste de Haití, nótese la elaboración de los genitales masculinos (Olsen, 1974), (D) Dientes de Canis l. con figuras antropomorfas (Rimoli, 1978, Castellanos, Pino e Izquierdo, 2003: 96), (E) Figurilla Colección Pierre Dominó (Baztan Rodrigo F. J. 1971-1972: 254), (F) Dientes de Canis l. con perforaciones bicónicas Cueva de Playa Guayacanes (Jiménez y Arrazcaeta, 2005: 191), (G) Figurilla del cementerio aborigen de Constanza, República Dominicana (Kriger, 1938) y (H) Figurilla Colección Eduard Hall, Santo Domingo (Fewkes, 1903-1904).

República de Cuba.

En la isla de Cuba sólo han podido ser localizados hasta la fecha, dos estaciones con

el posible diseño o motivo estudiado, estas se conocen como las Cuevas del Perro en

Gibara, Holguín y de Los Ídolos en Ceiba del Agua, Habana (figura 20). La primera fue

conocida gracias a una nota mecanografiada del Dr. M. González Machado y una foto

del petroglifo encontradas entre los documentos personales del Dr. Manuel Rivero de la

Calle que fueron revisados por los autores después de su fallecimiento; lastimosamente

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el petroglifo en cuestión fue arrancado de la cueva y llevado al antiguo Instituto de

Segunda Enseñanza de la Ciudad de Holguín.

En esta institución permaneció durante algunos años, pero luego fue retirado de

exposición y desapareció sin que hoy se haya logrado encontrar su paradero, a pesar de

los esfuerzos realizados en este sentido por los autores de este trabajo y el arqueólogo

holguinero Juan J. Guarch Rodríguez. Por suerte hoy contamos con una foto del

petroglifo escultural (figura 20) permitiéndonos realizar algunas interpretaciones de sus

rasgos y atributos, pero primero veamos el contenido de la nota del Dr. M. González

Machado:

“Este ídolo fue encontrado a la puerta de una caverna dos leguas al norte de Gibara y

como a medio kilómetro de la costa del Atlántico, próxima a Puerto Jururú. Es de sexo

masculino15, pesa 81 libras y esta esculpido en roca calcárea de gran dureza.

Representa a un perro mudo o jíbaro, de los que por su abundancia en esta región

originaron el nombre de Gibara (antiguamente Jibarera).Este animal representaba para

los ciboneyes un valiente y leal defensor, por cuyo motivo lo veneraban como un

protector contra los espíritus malignos. Ídolos como estos eran situados a la entrada de

los templos o chozas sacerdotales para proteger a los cemies sagrados que ellos

adoraban en sus altares. Se le calculan de diez a doce siglos” (González, s/f ms.).

La segunda estación reportada fue dada a conocer por el Ing. Von Bandat en el año

1938. La Cueva de los Ídolos en Ceiba del Agua, provincia Habana contenía un número

importante de tallas petroglíficas, entre las cuales se encontraban un perro, un majá y

una mujer (Núñez, 1975:193; La Rosa, 1990:1). Años más tarde (1944) esta cavidad fue

visitada por importantes estudiosos cubanos, como René Herrera Fritot y Fernando

Ortiz, los cuales pudieron constatar en el lugar que las tallas petroglificas que le habían

dado notoriedad habían sido cortadas y trasladadas a la casa del arrendatario de los

terrenos donde se encuentra ésta estación. En esta ocasión los especialistas opinaron

que las esculturas eran de posible origen afrocubano (Núñez Jiménez, 1975:193-195).

15 El subrayado en negritas es nuestro

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Figura No. 2016. Petroglifo escultural de la Cueva del Perro, Gibara, Holguín, Cuba. Vista lateral, (B) Vista posterior.

Sin embargo, en agosto de 1990 durante los trabajos del Censo Arqueológico de

Cuba, miembros del Departamento de Arqueología del entonces Centro de Antropología

visitaron nuevamente esta estación pudiendo comprobar in situ que a pesar del destrozo

que habían sufrido los petroglifos todavía en la actualidad se conservan importantes

segmentos de las tallas del supuesto perro y el majá (La Rosa, 1990:3).

Desgraciadamente, no se puede apreciar la morfología completa de la representación

del cánido pues los fragmentos cortados desaparecieron con los años; hoy sólo se

cuenta con el dibujo de la estación realizado por el Ing. Von Bandat. En la figura No. 21

se puede apreciar una versión elaborada a partir de la información aportada por La Rosa

(1990:2).

Figura No. 21. Esquema de la Cueva de los Ídolos, Habana, Cuba, con la ubicación de los petroglifos en 1938. Elaborado a partir del mapa original de Von Bandat (1938) por La Rosa (1990).

16 La escala es arbitraria, esta elaborada sobre la base de la cadena y la placa de exposición.

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A pesar de los pocos aportes del dibujo rupestre aborigen de Cuba, existen otros

elementos asociados a los canes precolombinos en la vida de los indocubanos como lo

indican las crónicas de Indias y otros objetos superestructurales encontrados en sitios

arqueológicos. Entre estos se pueden mencionar por ejemplo el diente encontrado en el

sitio Aguas Gordas, Maniabón, Holguín (Rouse, 1942:191) que presenta una hermosa

decoración incisa y que constituyó un hermoso pendiente (figura 22 A). Otras evidencias

son la figurilla en cerámica encontrada en el sitio Várelas 3 en Maniabón, Holguín

(Rouse, 1942:187) y que constituye una de las más hermosas representaciones en el

arte aborigen de las Antillas (figura 22 B), además de varios pendientes encontrados en

sitios aborígenes agricultores (figura 22 C) y la peculiar mano de mortero de Maisí,

Guantánamo (Harrington, 1935:211) (figura 22 D).

B

C

D

Figura No. 22. Imágenes de objetos superestructurales de los indocubanos. Pendiente de diente de Canis l., (B) Figurilla asa de cerámica, (C) Caninos de Canis l. del oriente cubano y (D) Mano de mortero.

Por lo comentado y discutido se puede concluir que asumiendo los atributos

diagnósticos definidos en éste trabajo -a partir de varias fuentes documentales y la

exploración de varios sitios del dibujo rupestre antillano- nuestra área geográfica cuenta

hasta el momento con 14 diseños que pueden ser asignados como representaciones

aborígenes del perro mudo precolombino.

Estos diseños están distribuidos en ocho estaciones, cinco de las cuales se localizan

en la República Dominicana para un 63 %, dos en Cuba y uno en Puerto Rico. Todos los

motivos elaborados mediante la técnica de la pintura (pictografías) se encuentran en el

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territorio de la República Dominicana, mientras que los elaborados por la talla o

percusión (petroglifos) están distribuidos en Puerto Rico, República Dominicana y Cuba;

islas en donde único se han localizado diseños de perros mudos, hasta la fecha, en el

Caribe.

MODELO MATEMATICO DE CLUSTER ANALYSIS PARA LA EVALUACION DIAGNOSTICA DE LOS DISEÑOS DE PERROS DEL ARTE RUPESTRE DE LAS ANTILLAS.

Hasta aquí hemos descrito todos los diseños del dibujo rupestre antillano que se han

interpretado como representaciones de canes por diferentes autores. Por otra parte

hemos evaluado las descripciones de aquellos atributos diagnósticos comentados por

los cronistas para, a partir de la morfología biológica o del análisis de los dibujos

asociados a ellos, seleccionar o definir, los que pueden ser sometidos a valores

numéricos con significado informativo y correrlos en un modelo de similitud con el

objetivo de esclarecer cuales son realmente identificables como perros y cuales no.

La característica más popular utilizada en los métodos matemáticos de

reconocimiento es, precisamente, su capacidad de establecer clasificaciones jerárquicas

de grupos (Rodríguez 1982:32). Estos métodos trabajan con agrupaciones de datos en

filas y columnas (matrices); las filas representan a los individuos ó entes comparados y

las columnas a las variables que son “medidas” a esos individuos (Gutiérrez, 2005:39).

De ahí que si consideramos cada diseño de los aquí descritos como uno de estos

individuos y los atributos diagnósticos como las variables, el modelo matemático aislaría

las relaciones de semejanzas y diferencias que hay entre los diseños comentados en

este trabajo, dando como resultado “Conjuntos Representativos de las Relaciones

Significativas” (Gutiérrez, 2005: 40).

Es bueno señalar que en el procesamiento de las matrices se utilizó solamente la

variable cualitativa, con una relación matemática de presencia-ausencia (0 – 1) en cada

individuo, según el Coeficiente de Similitud de Gower (Gower 1971:859).

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(HG) Hocico Grande, (PL) Patas Largas, (OC) Orejas Grandes, (C) Cola, (GEN) Genitales y (GEM) Gemelos. Tabla No. 2.- Distribución de la relación presencia - ausencia de los caracteres diagnósticos en los diseños interpretados como canidos en el arte rupestre antillano.

Por el Coeficiente de Similitud de Gower el análisis de los datos se puede expresar de

la forma siguiente:

n n

S = ∑ Sijk ∑

Wijk

K=l K=l

Figura No. 23. Resultados del dendograma obtenido a partir de la matriz de la tabla No 2 corridos bajo el criterio de distancia euclidiana con agrupación por centroide.

CARACTERES DIAGNOSTICOS PAIS ESTACION CODIGO GRAFIA

HG PL OG C GEN GEM

Puerto Rico Centro Ceremonial de Caguana PR-1 Petroglifo 1 1 1 0 0 0

RD-1 Pictografía No. 1 1 1 1 1 1 1 Cueva del Hoyo de Sanabe RD-2 Pictografía No. 2 1 1 1 1 1 1 RD-3 Petroglifo No. 1 1 1 1 1 0 0 Plaza Ceremonial de Chacuey RD-4 Petroglifo No. 2 1 1 0 1 0 0 RD-5 Pictografía No. 1 1 1 1 1 1 0 Cueva No. 1 del Pomier RD-6 Pictografía No. 2 1 1 1 1 0 1

Cueva No. 4 del Pomier RD-7 Pictografía 0 1 0 1 0 1

República Dominicana

Cueva del Puente del Pomier RD-8 Pictografía 1 1 1 1 0 0

Cueva del Perro CU-1 Petroglifo 1 1 1 1 1 0 Cuba Cueva de los Ídolos CU-2 Petroglifo 1 0 1 0 0 0

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Los resultados del dendograma obtenido a partir de la matriz de la tabla No 2 (figura

23) y corridos bajo el criterio de distancia euclidiana con agrupación por centroide,

demuestran la similitud y sus distancias de las que se obtuvieron tres grupos bien

definidos y un elemento quedó fuera del agrupamiento.

El primero de estos grupos esta formado por los diseños RD-1, RD-2, RD-5 y CU-1,

los que se distribuyen en un rango de similitud de 0.000 a 2.000; y presentan como

características morfológicas de similitud el tener bien definidos los atributos

diagnósticos: hocico grande, patas largas, orejas grandes, cola, genitales y en más del

50 % están asociados a la representación de los gemelos, por lo que el conjunto queda

dividido en dos subgrupos (figura 24); el primero conformado por la representación ideal

donde se cumple el 100 % de los atributos seleccionados como diagnósticos. Este tipo

de diseño es la ejecución más precisa que existe en la gráfica rupestre de las Antillas y,

como veremos más adelante, probablemente esté relacionado con el mito aborigen de

Opiyelguobiran. Aquí también queda incluido el diseño CU-1 que es un petroglifo

escultural, a diferencia del resto de los miembros del conjunto que son pictografías; esto

puede crear cierta inseguridad al analizar el agrupamiento realizado por el cluster, pero

esta situación esta dada porque hemos empleado, en éste trabajo, solamente de rasgos

morfológicos y no así los morfotecnológicos los que lógicamente enriquecerían la

investigación. Hemos preferido obtener resultados iniciales con variables morfológicas

de forma tal que nos permita eliminar en el futuro, las incongruencias que surjan en el

desarrollo de la aplicación y generalización del método.

Figura No. 24. Dendograma de similitud de los diseños asociados a cánidos, según el criterio de distancia euclidiana, con agrupación por centroide.

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El segundo grupo quedo conformado por los diseños RD-6, RD-3 y RD-8, los que se

distribuyen en un rango de similitud de entre 2.600 a 3.000 y queda separado por 0.600

del primer; sus atributos comunes son: hocico grande, patas largas, orejas grandes y la

cola. En RD-6 el diseño esta asociado a los gemelos lo que provoca que este dibujo

encabece al grupo y sea el más cercano al primer grupo; los otros diseños

pertenecientes a éste conjunto comparten exactamente los mismos caracteres

diagnósticos. Estas podrían estar asociados a aquellas representaciones en las que el

cumplimiento de su función social permitía que la ejecución prescindiera de

determinados rasgos. Consideramos que la ausencia de atributos como los genitales y

los gemelos, pueden ser más indicativo de la función del diseño en la cosmovisión de los

hacedores que de su inclusión o no, entre los diseños de cánidos.

El tercero y último grupo aislado por el modelo, esta integrado por los diseños PR-1,

RD-4 y RD-7; éste se distribuye en un rango de similitud de 3.485 a 6.037 convirtiéndolo

en el de mayor distancia entre sus miembros, lo que puede indicar la falta de relevancia

informativa en el conjunto de caracteres diagnósticos comunes (patas largas) a los tres

diseños. En éste se da como característica el hecho de que PR-1, que es el individuo

más cercano al conjunto anterior, encabeza al grupo. A nuestro entender, esta situación

esta dada por la forma de su ejecución en posición de sentado (Oliver, 1998134),

condicionante que debemos considerar en la futura aplicación de los modelos de

similitud.

Por todo lo anterior, y aún sin incluir a PR-1, este grupo junto a CU-2 dejan muy poco

margen para que estos diseños sean incluidos entre las representaciones de cánidos de

la gráfica rupestre de las Antillas, pero opinamos que en la fauna precolombina de la

región no existe otro candidato con buena justificación para que fuese representado por

los aborígenes, pero éste tema lo analizaremos mas adelante. Finalmente, el

aislamiento de CU-2 puede estar vinculado a la hipótesis propuesta por Herrera Fritot

(Núñez 1975:193-195) y sostenida por La Rosa (1990) de que este petroglifo fuera de

factura africana y no aborigen, lo que justificaría en parte, el que no comparta los rasgos

comunes a los demás diseños, muy probablemente motivado por marcadas diferencias

en los criterios de ejecución entre estas culturas.

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EL PROBLEMA DE LA FAUNA PRECOLOMBINA Y LOS CANDIDATOS A ESTAR REPRESENTADOS EN LA GRAFICA RUPESTRE.

Uno de los problemas fundamentales en el estudio de las representaciones

zoomorfas de la gráfica rupestre precolombina de las Antillas es la selección correcta de

los candidatos faunísticos a estar representados, sin ignorar el registro paleontológico

del área. Después de ser evaluados por el modelo matemático de similitud, algunos de

los diseños estudiados parecen no corresponderse con la representación de un cánido;

por ello otro candidato para responder al significante de muchos de los cuadrúpedos

terrestres de nuestra área geográfica, tendría que ser buscado dentro de la fauna

autóctona de las Antillas.

La mayoría de los investigadores concuerdan en que los aborígenes antillanos casi no

introdujeron vertebrados exóticos y es el perro (Canis lupus familiares) el único hasta

hoy bien documentado (Ver Tabla No. 1). Cronológicamente desde el 7000 AP se

podría comenzar a considerar, en cierto grado, el inicio de la relación entre las

comunidades aborígenes establecidas y la fauna de nuestra región e inicialmente

pueden ser considerados los órdenes Pilosa, Soricomorpha y Rodentia.

Debemos tener presente que el candidato para ser asociado a los diseños que nos

ocupan debe cumplir varios requisitos como: ser un vertebrado terrestre cuadrúpedo, de

talla mediana a grande, con extremidades relativamente grandes y robustas y tener

orejas y hocico prominentes; en este sentido consideremos que los órdenes Rodentia -el

mejor representado en el registro paleontológico del área- y Soricomorpha no se ajustan

a los rasgos morfológicos estudiados, quedando entonces como posibles candidatos los

grandes mamíferos del orden Pilosa: Megalocnus rodens, Parocnus browni, Acratocnus

antillensis, Neocnus major y Neocnus gliriformis.

Como bien señala Díaz-Franco (2004:1187) el análisis crítico de la literatura, en

muchos casos, no permite visualizar con claridad la asociación estratigráfica entre los

elementos que componen los niveles de ocupación aborigen y el registro paleontológico,

debido a evidentes problemas en el reconocimiento de los agentes causales de

formación (antrópicos y naturales) de los diferentes depósitos. Básicamente, aceptar la

convivencia de ambos y admitir que éstos formaran parte de su psicología y mitología y

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quedaran plasmados en la gráfica rupestre, está en dependencia de la fuente de

información utilizada, unas favorecidas por los fechados colagénicos -obtenidos de

forma directa o indirecta sobre la fauna- y otra cuestionada por los radiocarbónicos -

obtenidos de cenizas de diversos sitios arqueológicos y material óseo de perezosos-

(Díaz-Franco, 2004:1189).

En este sentido, el primer punto a discutir, es la coincidencia espacio-temporal

(convivencia) para luego pasar a la reconstrucción histórica de su papel en la vida

cotidiana de los aborígenes de las Antillas; aproximarse a esta definición es de suma

importancia ya que la falta de coincidencia espacial y temporal (donde la segunda no

condiciona la primera) pudiera eliminar la posibilidad de considerarlos como candidatos

del modelo de las representaciones de cuadrúpedos “indeterminados” o, reafirmarlo.

Es llamativo el hecho que de la fauna extinta de perezosos sólo el Megalocnus rodens

aparece en circunstancias que hacen inferir su convivencia con las comunidades

precolombinas -al menos en el ámbito cubano ha sido descrito en más de una ocasión

compartiendo espacio con evidencias arqueológicas- (Izquierdo, G., Sanpedro, R. & R.

Villavicencio, 2003); pero también debemos admitir que es indudable que sus

características de locomoción con lentitud de movimientos en contraposición a otros

miembros del Pillosa lo convertían en un individuo mucho mas accesible al hombre.

De los únicos 13 fechados C14 AMS disponibles del orden Pilosa correspondientes al

Holoceno y no al Pleistoceno, en el registro paleontológico de las Antillas, ocho

pertenecen a Cuba y Haití; según Steadman et. al. (2005) los más significativos son:

Megalocnus rodens Cueva Beruvides, Cuba. 6,330 ± 50 a. AP Parocnus brownii Las Breas de San Felipe,

Cuba 4,960 ± 280 a. AP

Neocnus comes Trouing Ismays. Haití 4,391 ± 42 a. AP Neocnus comes Trouing Deron, Haití 4,486 ± 39 a. AP Neocnus comes Trouing Attie, Haití 6,161± 45 a. AP Neocnus comes Trouing Jeremie, Haití 6,875 ± 47 a. AP

De ser admitida la interacción de Megalocnus rodens, Parocnus brownii y Neocnus

comes con los amerindios según los fechados, la presencia de éstos como

representantes mas tardío que los 7000 a. AP pudiera indicar una extinción secuencial,

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donde estos taxones serían los de más tardía extinción para los perezosos, lo cual ya

fue propuesto para el Megalocnus rodens por otros investigadores (MacPhee et al. 1999

y Díaz-Franco, 2004); entonces es posible aceptar, al menos en principio, a algunos

miembros del orden Pilosa como candidatos a modelo para algunas de las grafías que

hemos estado estudiando. Sin embargo hay que decir que la mayoría de las estaciones

rupestres estudiadas en este trabajo se han asociado a los grupos agricultores de las

Antillas (De Boyre 1955; Oliver 1998 y Pagan 1978), lo que introduce un modelo difícil

de reconciliar con los datos anteriores, pues los fechados mas tempranos con que se

cuentan en la actualidad para comunidades Saladoides (agricultores tempranos) no

superan los 2700 a AP, como son los casos de Sorce, Vieques, Puerto Rico, con una

antigüedad de 2590 + 90 a AP; Fond Brule, Martinica, con 2480 + 140 a AP; Trants,

Monserrate, con 2430 + 80 a AP; Hope Estate, San Martín, de 2510 + 40 a AP y Tecla,

Guayanilla, Puerto Rico, donde se han obtenido fechados de 2380+-80 BP a AP.

Esta cronología para los agricultores tempranos de la Antillas posee una implicación

importante pues, si estos son los autores de las grafías estudiadas, entonces hay que

recordar que en la actualidad las investigaciones más recientes no ubican a ningún

miembro del orden Pilosa dentro de las taxas con fechados de extinción menores a los

1500 a AP (MacPhee y Flemming 1999); para este techo cronológico sólo han sido

considerados miembros de la fauna pleistocénica como: Boromys offella, Nesophontes

micrus y Geocapromys columbianus (MacPhee y Flemming 1999), que por demás,

ninguno cumple con las características morfológicas que lo incluya como modelo del

registro rupestre analizado. Es sumamente difícil admitir entonces, que en épocas tan

tardías existieran aún ejemplares vivos del orden Pilosa, pues el piso de los fechados

radiocarbónicos conocido para el Neocnus comes en Trouing Ismays, Haití, es como

vimos de 4,391 ± 42 a. AP, además de cómo bien plantea Díaz-Franco (2004: 1191)

hasta hoy las evidencias presentadas de la posible interacción entre los perezosos

antillanos y los amerindios no son concluyentes, y necesitan de mayor y mejor

documentación.

Por todo lo anteriormente expuesto, consideramos que en la fauna de las Antillas no

existe otro candidato que no sea el perro (Canis lupus familiares), para ser admitido

como modelo de las representaciones estudiadas por las numerosas evidencias

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arqueológicas (Tabla No. 1) e históricas (crónicas de Indias), como un importante

protagonista en la vida de los grupos humanos que poblaron las islas antes de la llegada

de los europeos.

EL PAPEL MITOLOGICO DEL PERRO EN LA COSMOVISION DE LOS ABORIGENES DE LAS ANTILLAS.

Inicialmente recordaremos que “Aon”, según las Casas, era el nombre que los

pobladores de las Islas le daban al perro:

“Según yo conocí hombre español, que al cacique i señor con el que él pudiera vivir

por mozo de espuelas llamaba aon17, que en la lengua de los indios quiere decir perro”

(Las Casas 1875:165, T. II).

De la misma manera lo recogen varios estudiosos como Emiliano Tejera (1951) y De

Goeje (1928:225) quien por su parte presenta una tabla muy ilustrativa sobre la forma en

que se dice “perro” en varias de las lenguas de la Amazonía Continental e insular,

pertenecientes al tronco lingüístico Arauco la que nos será muy útil durante el análisis

que deseamos desarrollar, por lo que en este sentido nos parece oportuno reproducirla:

LENGUA PERRO ÁREA GEOGRÁFICA

Aruaco ualiro Guyana

Caribe

insular anli Antillas Menores

Goajiro er, guariz Venezuela, Colombia

Paraujano ieri Venezuela, Colombia

Taíno aon Antillas Mayores

Achagua auri Venezuela, Colombia

Maipure auri Venezuela, Colombia

Piapoco aouri Guyana

Tabla 3.- Forma en que se expresa la palabra “perro” en las lenguas del tronco lingüístico Arauco de la Amazonía Continental e insular (según De Goeje, 1928) .

17 El subrayado en negritas es nuestro

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Es bien conocido por los estudiosos el pasaje mitológico narrado por el fraile ermitaño

Ramón Pané sobre lo que escucho decir a los indígenas de la Española en relación con

una de sus deidades que tenía cuatro pies como de perro:

“El cual cemí Opiyelguobiran dicen que tiene cuatro pies, como de perro, y es de

madera, y que muchas veces por la noche salía de casa y se iba a las selvas. Allí iban a

buscarlo, y vuelto a casa lo ataban con cuerdas; pero él se volvía a las selvas. Y cuando

los cristianos llegaron a la dicha isla Española, cuentan que éste se escapó y se fue a

una laguna; y que aquéllos lo siguieron hasta allí por sus huellas, pero que nunca más lo

vieron, ni saben nada de él” (Arrom 1990:44).

En la generalidad de las lenguas originarias existe un vínculo directo entre los

nombres de los personajes célebres y los númenes y las funciones sociales que éstos

tenían predestinadas en el grupo cultural que les dio origen, por lo que inicialmente

pretenderemos el acercamiento a la traducción del nombre de la deidad, para luego,

trazar las hipótesis que nos permitan descifrar aquellas acciones, que quedaron

implícitas pero no explícitas en los pasajes mitológicos, asociadas a la cosmovisión y el

régimen de la conducta social de los aruacos insulares.

Así de la misma manera en que hemos procedido en otras ocasiones (Fdez y

González 2001 y Fdez, González y Cuza 2004) y ya es tradicional en las investigaciones

vinculadas al análisis de la mitología, intentaremos desentrañar los mensajes que

subyacen en los relatos asociados a los personajes míticos vinculados con la relación

establecida entre los mundos de lo ignoto y el desorden (la noche) y el de la cultura y el

orden establecido (el día).

Si nos detenemos a realizar el análisis y la interpretación lingüística del nombre

Opiyelguabiran, encaminaremos nuestros pasos hacia el entendimiento de la

personalidad de esta importante deidad del panteón mitológico Arauco y su papel en el

contexto de su cosmovisión. De manera tal que el desglose del nombre del númen con

forma de cánido, se compone por el morfema inicial Opiyel que como sabiamente indica

José Juan Arrom, parece estar relacionado con el Caribe insular opoye-m, o el Taino

insular opía que respectivamente significan “espíritu de los muertos”; mientras que para

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el sufijo el, Arrom propone la traducción como “el hijo” y lo interpreta como “el hijo del

espíritu de los muertos” (Arrom 1990:73 y 78).

Por nuestra parte coincidimos planamente con la interpretación propuesta por Arrom

para la primera partícula; sin embargo opinamos que su terminación está compuesta por

la partícula yel -ii-el- relacionada con el verbo “llorar” (al igual que sucede con la deidad

de la lluvia Boina-yel, donde la partícula es asumida como -el llorador de lluvias o el

llora lluvias- y no como “el hijo de”); de tal suerte que Opiyelguobiran podría ser el

personaje o “espíritu llorón” alusión directa al sufrimiento y desamparo a que son

sometidos los que pierden a un ser cercano y preciado, y en este caso, muy relacionado

con el culto a los ancestros -lo que en alguna medida nos recuerda la antigua costumbre

de las “plañideras”, aquellas damas que tenían por oficio acudir a los velorios a llorar por

los fallecidos, tradición que se mantuvo aún hasta finales el siglo XIX-.

Por otra parte, aún cuando la partícula guobiran ha permanecido sin traducción hasta

nuestros días nos permitimos proponer un acercamiento a su interpretación asumiéndola

como la unión de las partículas wa -gua- reconocida como “nuestro” y biram que

creemos proviene del verbo del aruaco genérico -ibiran- “burlar, jugar” (Herrnhunter,

1883:132; De Goeje, 1928:30), verbo que caracteriza con precisión la forma de actuar y

proceder de los opias que con frecuencia engañan y hacen múltiples travesuras a los

seres con vida-.

“Y así quedan engañados algunas veces, que no reparan en esto, y yacen con alguna

mujer de las de Coaybay y cuando piensan tenerlas en los brazos, no tienen nada, por

que desaparecen en un instante... y que se les aparecen en forma de padre, madre,

hermanos o parientes, y en otras formas” (Arrom 1990:34 y 35).

Así las cosas, por todo lo que hemos venido explicando en las líneas anteriores,

proponemos que el nombre de la deidad con forma de cánido Opiyelguobiran podría

traducirse como “nuestro burlón espíritu lloroso”.

Si analizamos en el pasaje mitológico anteriormente citado la conducta asumida por la

deidad caniforme -de salir de noche e irse a la selva- veremos que esta tiene mucha

relación también con el comportamiento de los opias, los que durante las horas

nocturnas se trasladan desde Coaybay -región de los muertos- para frecuentar los

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espacios destinados a los vivos, participar en fiestas eróticas y disfrutar abusivamente

del fruto de la guayaba.

“Dicen que durante el día están recluidos, y por la noche salen a pasearse, y que

comen de un cierto fruto, que se llama guayaba,..... y por la noche... hacen fiesta y van

junto a los vivos” (Arrom 1990:34).

Esta forma de proceder de Opiyel -se aleja de los vivos a la inversa de los opias- a

pesar de su relación con el mundo de los muertos, está vinculada directamente con su

condición de ente con vida18 irreverente e insubordinado a las normas culturales

establecidas, por lo que aprovecha la oscuridad como el espacio ideal para transgredir lo

normado, y regresar a su lugar de origen -la selva- donde nada le es ajeno y por demás,

todo le es permitido, sin la presencia de los hombres -la casa del señor principal- que le

imponen una conducta establecida por normas inviolables -los tabúes- alejada de su

condición de animal de origen salvaje. Tanto la descripción que proponemos de la

interpretación lingüística del nombre, como el hecho de que este personaje se mantenga

en el área fronteriza y establezca la relación y el contacto entre el mundo de los vivos -

nueva generación- y el de los muertos -antepasados- nos puede estar indicando, como

apunta Oliver y con lo cual coincidimos, que Opiyelguobiran;

“Tiene la obligación de mantener a los seres vivos y no vivos, en el mundo que le es

apropiado. Controlando -por así decirlo- lo que entra y lo que sale de un dominio al otro.

Este es un personaje mediador que marca la separación y, a la vez, mantiene el balance

entre ambos mundos al regular el tránsito de espíritus en el tiempo (día vs. noche)

adecuado” (Oliver 1998:137 y 138).

Tarea que ejecuta -lloroso- por la angustia que provoca la pérdida constante de los

miembros de la comunidad y el tener que conducir a los recién fallecidos, en las noches,

a la región de Coaybay pero sin perder su condición de personaje irreverente y burlón

como el resto de los opias por lo que huye a la selva salvaje e ignota, -en alusión directa

a la región de los ausentes, de los muertos-.

18 Aún cuando no muestra el ombligo -condición sine qua non de los seres con vida- ésta está indicada porque siempre sus representaciones muestran los órganos genitales masculinos como símbolo indiscutible de buena salud y virilidad activa. En este sentido no coincidimos con la opinión expresada por Oliver (1998) que considera que éste númen para participar del mundo de los opias debía estar muerto, sin vida (Oliver 1998:115).

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También existe otro destacado númen de éste mismo panteón mitológico, susceptible

de análisis por la posible relación que se establece entre su nombre y la presencia del

perro; a continuación pasaremos a exponer nuestra opinión sobre esta propuesta la que

como la anterior, no pretendemos que se tomen a pies juntillas y si considerarlas como

sugerencias válidas o no, pero que al final persiguen abrir nuevos horizontes en el

entendimiento de la cosmovisión de nuestros pobladores tempranos; de la misma forma

la discusión y el análisis que las mismas generen permitirán el acercamiento a la visión

de su significado.

Al analizar el significado del nombre del primer señor que vivió en el área de

Coaybay, Maquetaurie Guayaba, Arrom apunta que éste puede estar relacionado con el

arahuaco kokke, kakü “vivir, vida” que precedido del privativo Ma equivaldría a “sin vida”

y lo asocia dentro de las mitologías americanas con Mictlatecuhtli, “señor de Mictlan, la

morada de los desaparecidos” (Arrom 1990:72), sin embargo su lectura literal sería “el

señor sin vida guayaba”.

Esta interpretación hasta nuestros días ha sido aceptada por la generalidad de los

investigadores del tema, pero evidentemente en ella quedan segmentos libres, sin

explicación -como es el caso de la partícula aurie y la palabra Guayaba- que permiten

augurar la posibilidad de que sea otro su significado. En este sentido opinamos que el

término acepta también otras interpretaciones -siempre utilizando como fuente los

distintos diccionarios que de las lenguas aruacas se han publicado- y puede desglosarse

de la manera siguiente:

Makutún - aurie Guayaba donde:

Makutún, Makoto.- podría estar relacionado con el verbo aruaco que significa

“ayunante, abstinente” (Herrnhunter, 1883:142, De Goeje, 1928:17).

Aurie.- puede vincularse con auri que, como ya hemos apreciado en la valiosa tabla

publicada por De Goeje (1928:225) indica “perro” en Achagua, Maipure, Piapoco,

Paraujano y es muy similar al anli y al aon del Caribe y Taíno insular (ver tabla 1).

Guayaba.- fruta muy parecida al membrillo en su forma, textura y sabor.

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De esta manera el señor de Coaybay en la mítica región de Soraya podría ser el

“perro ayunante, abstinente de guayabas”, que por demás, como es conocido, es el fruto

predilecto de los Opias.

“El primero que estuvo en Coaybay dicen que fue uno que se llamaba Maquetaurie

Guayaba, que era el señor del dicho Coaybay, casa y habitación de los muertos” (Arrom

1990:34).

Asumiendo este significado para el nombre “perro ayunante, abstinente de guayabas”

entonces no tendría ninguna incongruencia el hecho de que fuese Maquetaurie Guayaba

el primer habitante de la región donde abunda el alimento predilecto de los opias, las

guayabas, pues como buen protector y señor de Coaybay, en su nombre -que le da toda

la autoridad en la región bajo su dominio- queda explícita la prohibición a su consumo19.

Algo que nos ha llamado por mucho tiempo la atención, es el hecho de lo poco que se

ha escrito sobre la relación entre estos dos personajes nocturnos que disfrutan de plena

libertad y tienen un vínculo directo con la relación establecida entre el mundo de los

muertos y el de los vivos, nos estamos refiriendo a Opiyelguobiran y a Maquetaurie

Guayaba.

• Maquetaurie Guayaba “perro ayunante, abstinente de guayabas”, el Señor de

Coaybay, del cual desconocemos su forma, pero que aparentemente es un fuerte

candidato para ser un perro, según nos lo indica su traducción; y que históricamente lo

hemos relacionado con el señor de la noche “el murciélago” por estar vinculado a los

opias que duermen de día en forma de frutas y salen de paseo en las noches a comer

guayaba.

• Opiyelguabiran “nuestro burlón espíritu lloroso” con forma de perro, que aún

después de amarrado huye en las noches a la selva y es el mediador del espacio

fronterizo entre el mundo de los vivos y los muertos.

19 Aún cuando Maquetaurie Guayaba habitaba el mundo donde eran permitidas las transgresiones de las reglas –la noche-, también para él estaban determinadas las prohibiciones tan comunes en el sistema de control social establecido por centurias en el grupo cultural aruaco.

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Es muy probable que por el importante rol que ocupaban “los ancestros” para

mantener el orden y las tradiciones vigentes en la cosmogonía Arauca y por

consiguiente la protección y el cuidado de Coaybay en la región de Soraya -lugar donde

se reúnen los no vivos- y el espacio limítrofe, lugar a partir del cual se establece la

ruptura con las reglas que establecen la conducta social -entre el mundo de los vivos y

los muertos-, ambos personajes míticos relacionados con la muerte y la desaparición

física estuvieren representados por el perro.

No olvidemos que este pequeño y dócil animal era el inseparable compañero en las

largas jornadas de caza y además -según se comenta en las crónicas- fue la mascota

predilecta de los aborígenes. A ello debemos agregar, que en no pocas ocasiones ocupó

un lugar entre las ofrendas que acompañaron a los difuntos -según lo que parecen

indicar las evidencias recuperadas por la arqueología en el área de Las Antillas- lo cual

debió estar relacionado con su papel mitológico de guía y mediador entre los dos

mundos ya descritos.

También debemos considerar, en la relación que existe entre estos dos personajes,

un rasgo característico de este animal prehispánico que lo distinguía del resto de los

animales que poblaban la selva aborigen, “era mudo”:

“...eran todos estos perros aquí en estas e otras islas mudos, e aunque los apaleasen

ni los matasen, no sabían ladrar; algunos gañen o gimen baxo20, cuando los hacen mal”

(Oviedo 1851 T. l, L. I:390).

Otro cronista que dejó recogida también esta observación fue el Padre Las Casas

quien apuntó al respecto de este hecho que tanto llamó la atención de los recién

llegados de Europa:

“Tenían unos perrillos chiquitos como los que decimos de halda (falda)21, mudos, que

no ladran sino gruñian” (Las Casas 1929 Vol. III:159).

20 Según las descripciones que del perro aportan los cronistas, es muy probable que éste tuviere alguna deficiencia fisiológica que le impedía oír y por ello era incapaz de reproducir los sonidos. El simple hecho de que gruñera o gimiera, como apuntan los que lo conocieron, nos estaba demostrando que sí tenía la capacidad real de producir los sonidos. 21 El paréntesis es nuestro.

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Resulta así, por tanto, que por ésta característica física congénita, los dos

representantes del mundo de los muertos prescindían de alguna forma de comunicación

sonora, condición por la cual Maquetaurie Guayaba, estaba obligado a guardar

permanente silencio en las áreas de su dominio y de esta manera no perturbaba la

tranquilidad del sueño diurno de los opias, que coincidentemente, es el período durante

el cual opiyelguobiran permanecía atado en la casa de su señor.

De la misma manera en la noche, mientras los opias -espíritus que al igual

opiyelguobiran son “burlones” y “juguetones”, faceta que generalmente asociamos con la

bulla y el escándalo- disfrutaban del engaño de los vivos; opiyelguobiran salía hacia la

selva para cumplir con su importante tarea de trasladar las almas de los fallecidos hasta

Coaybay, teniendo obligatoriamente que guardar silencio como símbolo de respeto a los

antepasados.

CONCLUSIONES

• La selección de un grupo reducido, pero significativo de atributos diagnosticos en

los diseños asociados a canidos del arte rupestre de las Antillas, permitio poder hacer

una interpretación de su peso informativo mediante la aplicación de los modelos

matemáticos de similitud, lo cual arrojó la existencia de un primer grupo de diseños que

son interpretados como las representaciones ideales de cánidos; un segundo grupo

donde también es bueno el peso informativo de los atributos, aún cuando no cumplen

exactamente con todos los parámetros medidos, pero que pueden ser inferidos como

representaciones mas esquemáticas de canidos precolombinos; finalmente el modelo

aisló un petroglifo (CU-2) queda excluido como un diseño de canido precolombino. De la

misma manera el análisis de la fauna autóctona de las Antillas y su cronología permiten

asegurar, con un alto grado de confianza, que en Las Antillas no existió otro candidato

como modelo para las representaciones rupestre que no sea el perro (Canis lupus

familiaris) el cual fue introducido desde tierras continentales por los propios aborígenes.

Todos estos elementos enfocados junto al análisis mitológico y lingüístico de aquellas

deidades vinculadas al perro nos permiten afirmar que la mayoría de los diseños aquí

estudiados representan canidos precolombinos y dichas representaciones jugaron un

importante papel dentro de la psicología y cosmovisión de nuestras comunidades

prehispánicas.

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AGRADECIMIENTOS

Los autores desean dejar constancia de sus agradecimientos a los colegas

dominicanos Gabriel Atiles y Domingo Abreu, por toda la ayuda prestada para la

elaboración de este trabajo, a la familia del Dr. Manuel Rivero de la Calle por permitirnos

la revisión del material de su archivo, al paleontólogo cubano Osvaldo Jiménez por su

ayuda en la bibliografía consultada, al Lic. Jorge Betancourt por la revisión del original y

sus acertados señalamientos, a todos, el permanente reconocimiento de los autores.

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