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Sobre los supuestos económicos y sociales de la marginalidad y de la acción política de los grupos marginales en América Latina Author(s): Rolando Franco Source: Desarrollo Económico, Vol. 14, No. 55 (Oct. - Dec., 1974), pp. 507-529 Published by: Instituto de Desarrollo Económico y Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3466158 . Accessed: 29/08/2014 07:48 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. . Instituto de Desarrollo Económico y Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Desarrollo Económico. http://www.jstor.org This content downloaded from 46.189.195.58 on Fri, 29 Aug 2014 07:48:13 AM All use subject to JSTOR Terms and Conditions

Sobre los supuestos económicos y sociales de la marginalidad y de la acción política de los grupos marginales en América Latina

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Sobre los supuestos económicos y sociales de la marginalidad y de la acción política de losgrupos marginales en América LatinaAuthor(s): Rolando FrancoSource: Desarrollo Económico, Vol. 14, No. 55 (Oct. - Dec., 1974), pp. 507-529Published by: Instituto de Desarrollo Económico y SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/3466158 .

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SOBRE LOS SUPUESTOS ECONOMICOS Y SOCIALES DE LA MARGINALIDAD Y DE LA ACCION POLITICA DE LOS

GRUPOS MARGINALES EN AMERICA LATINA *

ROLANDO FRANCO *

I. EL CONCEPTO DE MARGINALIDAD

Los estudios sobre marginalidad estuvieron motivados por hechos de diferente especie. En primer lugar, debe recordarse que el proceso de ur- banizacion, o de "sobreurbanizacion" como algunos lo llaman, jugo un gran papel ya que hizo visible la concentracion de importantes conglomerados humanos "al margen" de las ciudades mas grandes del continente. Por otro lado, cuando fue evidente que, a la inversa de lo pensado, el proceso de industrializacion no solucionaba los problemas latinoamericanos, los eco- nomistas y planificadores se apresuraron a explicar el fenomeno y a pro. poner politicas apropiadas para hacerle frente. Asi comenzo a hablarse de la incapacidad dinamica de estas economias y de la necesidad de recurrir a tecnologias kabour-intensives, que absorbieran a las crecientes masas de desocupados. Tanto la teoria como los datos que la ratificaban, elaborados mediante ciertos procedimientos de medicion y estimacion ideados al efec- to, alcanzaron general predicamento y durante buen tiempo fueron consi- derados validos unanimemente.

Los sociologos aceptaron tales hipotesis, explicita o tacitamente, y, a partir de ellas, construyeron sus teorizaciones en torno de la marginalidad. Ello queda de manifiesto en el uso de las cifras "catastrofistas" sobre el empleo en America Latina, generadas desde la mencionada perspectiva, por todos los autores, cualesquiera que sean los canales teoricos por los que luego desarrollaran el tema. Germani ha clasificado los factores "explica- tivos" a que se recurrio en: economico-sociales, politico-sociales, cultura-

* Trabajo presentado a la Conferencia Intemacional sobre Sociologia del De- sarrollo, realizada del 4 al 11 de noviembre de 1973, en Berlin, organizada por la Fundaci6n Alemana para el Desarrollo Internacional, el Consejo Europeo de Inves- tigaciones Sociales sobre Ameica Latina (CEISAL), y el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

" Las opiniones vertidas son de la exclusiva responsabilidad del autor y no comprometen al Instituto Latinoamericano de Planificaci6n Econ6mica y Social, para el cual trabaja.

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les, psicosociales y demograficos1. Sin embargo, en los !utimos tiempos esa variabilidad se ha visto reducida por cuanto las explicaciones de indo- le econ6mico-social han predominado. En ellas se enfatiza que la especifi- cidad de la situaci6n latinoamericana frente a la europea de comienzos de la industrializacion, seria la existencia de una poblacion "excedente" o "so- brante", que se denomina "masa marginal" y que difiere del clasico "ejer- cito industrial de reserva".

El origen de ello estaria en la conformacion dependiente del mercado latinoamericano 2, (lo que originaria excedentes demograficos con funciones especificas diferentes. Incluso se destaca el caracter "expulsivo" (ya no s6lo "no absorbente") de la organizacion economica dominante en America Latina, que produciria la marginalizacion de importantes porciones de la fuerza de trabajo. Algunos autores sostienen que este proceso seria disfun- cional o por lo menos afuncional para el sistema, por cuanto esas "masas marginales" no servirian para mantener los salarios en el nivel de repro- duccion de la fuerza de trabajo. Para otros, en cambio, los sectores mar- ginales serian funcionales al capitalismo dependiente, ya que permitirian a las empresas obtener la maxima rentabilidad, aunque para ello fuera ne- cesario sacrificar el crecimiento de la economia3.

La importancia que, segun los datos estadisticos, tendrian esas masas desplazadas seria tal, que los autores terminan reconociendo su elevado potencial politico. Para asignarles funciones de agentes de cambio (o de conservacion) de la estructura vigente es necesario aceptar previamente la existencia de determinadas caracteristicas internas a los grupos marginales. Sin embargo, en la mayoria de los casos, esos supuestos permanecen impli- citos e indluso ignorados por quienes reflexionan sobre el tema.

En este trabajo se intentara justamente revisar, en lo que tiene que ver con los problemas sociologicos de la marginalidad, la literatura que pone en tela de juicio la exactitud tanto de buena parte de las elaboraciones te6- ricas sobre el dinamismo de las economias latinoamericanas, como los calcu- los econ6micos destinados a medir la desocupaci6n y el subempleo en que aquellas se sustentan; y, ademas, levantar los supuestos en que se basan quienes asignan determinadas potencialidades politicas a los grupos mar- ginales en America Latina.

Obviamente, no corresponde repetir aqui la polemica teorica, de ca- racteres "talmiudicos", en que se han visto inmersos varios sociologos la- tinoamericanos respecto al concepto de "masa marginal" y a la posibilidad de introducirlo en el paradigma marxista, no obstante la importancia de

X GIN GEMANI: "Sobre algunos aspectos teoricos de la marginalidad", en Revista Paraguapa de Sociologta, afno 9, No 23, enero-abril 1972.

2 Josi: NUN, MIGUEL MURMIS Y JUAN CAmUOS MAPiN: La marginalidad en Ame- rica Latna, Informe Preliminar, Documento de Trabajo NQ 53, Instituto Torcuato Di Tella, Buenos Aires, diciembre 1968.

3 CA IXS IESSA: "Marginalidad y proceso de marginalizaci6n", en Cuadenos de la Sociedad Venezolan de Planificaci6n, Caracas, Nos. 82-83, noviembre-diciem- bre 1970.

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muchas de las preguntas y soluciones que presentaron 4. Resulta mas in- teresante reflexionar a partir de los abundantes trabajos empiricos realiza- dos 4ltimamente y contrastar los resultados que ellos entregan con las hi- potesis y predicciones de los "marginalistas" respecto a los grupos sociales en que se interesan.

Debe hacerse mencion, sin embargo, al posible sesgo de la literatura manejada, por cuanto la misma, si bien ha sido producida por autores de origenes muy diversos, se basa en general en datos recogidos en Chile. Una de las conclusiones a la que se llegara es, justamente, la necesidad de no elaborar hip6tesis demasiado globales validas para cualquier tiempo y lugar. Podria pensarse que si a partir de datos de una sola situac'on concreta se hacen generalizaciones validas para el continente entero, se estara infringiendo lo que se propone. Sin embargo, no es asi. Chile, por diversas razones, es el pais donde quienes afirman el potencial politico de los marginales han encontrado mejores condiciones para ver confirmados sus postulados. Si es posible demostrar con datos originados en ese con- texto, que ello resulta por lo menos dudoso, se estaria falseando la hipo- tesis en una situacion ideal.

Por otro lado, respecto al empleo se enumera solo un caso -el de Brasil- incluso recurriendo a cifras que no son todo lo completas que seria de desear. Pero se trata de un caso concreto (y no precisamente cual- quier caso) en que una economia "capitalista dependiente" muestra un comportamiento que permite rechazar la hipotesis de su inherente incapa- cidad dinamica.

II. EL FUNDAMENTO ECOXNOMICO DE LAS TEORIAS DE LA MARGINALIDAD: LA TESIS "ORTODOXA SOBRE EL EMPLEO EN AMERICA LATINA

Ante las caracteristicas que asumio el proceso de industrializacion en el continente, se presentaron un conjunto de proposiciones te6ricas v poli- ticas que tendian a dotarlo de mayor capacidad de absorcion no solo de los desocupados urbanos, sino tambien de los crecientes contingentes de migrantes internos de origen rural que llegaban a las urbes latinoameri- canas.

Si bien se ubican en diferentes niveles de importancia, cabe destacar tres de las mencionadas proposiciones: 1) la insuficiencia dinamica de las economias latinoamericanas; 2) el uso de tecnologias capital intensives; y 3) el desempleo y subempleo crecientes, seguin se comprobaba mediante

4 Vease al respecto JosE NUN: "Superpoblaci6n relativa, ejercito industrial de reserva y masa marginal", en Revista Latinoamericana de Sociologia, vol. V, No 2, y "Marginalidad y otras cuestiones", en Revista Latinoanericana de Ciencias So- ciales, No 4, diciembre 1972. Tambi6n FERNAND H. CARIOSO: "Participaci6n so- cial y desarrollo: la clase obrera y los grupos marginales", en Boletin de ELAS, afio 4, NQ 6, diciembre 1969, y "Comentarios sobre los conceptos de superpoblaci6n relativa y marginalidad", en Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, NQ 1-2, julio-diciembre de 1971

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ciertos procedimientos de medicion y que constituian la razon ultima en que se sustentaban tales teorizaciones.

A continuacion se hara una presentacion critica sumaria de estos puntos.

1. Insuficiencia dindmica de la economva para 'la absorcion de una fuerza de trabajo creciente

En 1963 la CEPAL destacaba la escasa capacidad de absorci6n produc- tiva de mano de obra que caracterizaba a las economias de la region, a con- secuencia de lo cual la fuerza de trabajo se tornaba cada vez mas redun- dante, quedando "al margen del desarrollo economico" y siendo "acaso el factor mas poderoso de tensiones sociales" 5. El fundamento de esa insufi- ciencia dinamica se encontraba en el desequilibrio existente entre la pro- ductividad y la inversi6n, que tenia como consecuencia el desequilibrio en- tre la tecnica que los paises latinoamericanos debian asimilar y su aptitud presente para formar capital.

Anfos mas tarde, el Informe Prebisch insistia sobre el problema, mos- trando que se hacia imperioso alcanzar una tasa de crecimiento econ6mico adecuada para cumplir con el objetivo de dar empleo productivo a toda la fuerza de trabajo. Para demostrar la existencia de una "brecha en el em- pleo" comparaba -lo que implica suponer homogeneidad tecnologica- la estructura sectorial latinoamericana con la de otros paises en el momento en que tenian una proporci6n igual de su poblacion econ6micamente ac- tiva en la agricultura 6. Prebisch destacaba la existencia de diferentes tec- no!ogias en ambas situaciones, pero en tal forma que ciertos criticos han podido sostener que en su exposici6n no queda claro si "la diferencia de tecnologia se seinala como limitaci6n a la comparacion efectuada o si, por el contrario, se esta postulando implicitamente el retorno a tecnicas inten- sivas en uso de mano de obra" 7.

Sin embargo, no es posible sostener que esta ultima sea la intencion del autor, quien ya en 1963 habia destacado, al situar la base de los pro- blemas de insuficiencia dinamica en America Latina en la utilizacion de tecnologia ahorradora de mano de obra, que "...no corresponde retroce- der a formas tecnicas preteritas buscando las que sean compatibles con la presente capacidad acumulativa del capital".

Esta apreciacion de los ritmos de desarrollo latinoamericanos y de su incapacidad para absorber nuevos contingentes de trabajadores fue acep- tada sin dudar durante mucho tiempo por todos aquellos que se dedicaban al tema, constituyendose en lo que podria denominarse tesis ortodoxa sobre la ocupacion en America Latina. En la actualidad, sin embargo, hay quie-

5 CEPAL: Hacia una dindmica del desarrollo latinoamericano, presentado a la Conferencia de Mar del Plata, Argentina, 1963, pag. 27.

a RA6iL PREBISC: Transformac6 n y desarrollo: la gran tarea de America La- tina, Fondo de Cultura Econ6mica, Mexico, J1970.

7 SIM46N TErrTEI Y ViCTrR ToxMAN: "Acerca del Informe Prebisch", en El Trimestre Economico, XXXVIII (3), No 157.

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nes no concuerdan con ella, recordando, por un lado, que no parece sus- tancial al capitalismo dependiente latinoamericano el hecho de carecer de una tasa de crecimiento elevada. El ejemplo de Brasil es citado a menudo para dar un mentis a tal afirmacion. Ademas, ese mismo pais o, mejor di- cho, los polos dinamicos en torno de los cuales se esta dando su proceso de desarrollo asociado -como se lo ha denominado- tienen una elevada capacidad de absorcion de mano de obra, por lo menos en las fases ascen- dentes del ciclo economico. En tal sentido, no parecen existir diferencias sustanciales respecto a la forma y modo en que evoluciona cualquier sis- tema capitalista.

Joseph Ramos -analizando el problema de la ocupaci6n en el conti- nente- ha concluido que no existen pruebas que permitan comprobar em- piricamente la validez de los datos que se manejan respecto al caracter dra- matico que estaria alcanzando el problema del empleo en America Latina e, incluso, Uega a afirmar que -a partir de los escasos elementos dispo- nibles- podria sostenerse una hip6tesis heterodoxa en el sentido de que "la situacion ocupacional en America Latina es seria pero esta mejorando" 8.

En su razonamiento acepta una caida de la tasa de participacion total de la fuerza de trabajo (que habria pasado de 35,0 por ciento en 1925 a 33,1 por ciento en 1960); pero sostiene que la variacion se explicaria por cambios en la composici6n de edades de la poblacion a consecuencia del proceso de urbanizaci6n, por tasas de participaci6n femenina mas ba- jas, por la mayor escolaridad y la fuerte declinacion de la participacion de las personas menores de 25 alnos y especialmente de entre 15 y 19 afnos de edad y, por iultimo, por la declinaci6n de la participaci6n de los ancia- nos. E1l mismo autor afirma que el subempleo esta disminuyendo y con ello la oferta de trabajo. Fundamenta su contrahipotesis en algunos argu- mentos a tener en cuenta:

a) El monto de los salarios se habria elevado, en contra de lo que se espera, en casos de abundancia de trabajo. Rechaza que la razon de esa alza se encuentre en el poder sindical, ya que en ciertos casos los salarios han subido pese a politicas gubernamentales restrictivas o en ausencia de presion sindical.

Considera que el hecho de que el grado de abundancia de trabajo ha- ya decrecido solo es compatible con un alza del desempleo abierto, en el caso de que el trabajo sea utilizado mas eficientemente, o, en otros termi- nos, si el grado de desempleo encubierto ha declinado.

b) La productividad de los empleos en el sector servicios es mas alta que la de aquellos, de tipo agricola, abandonados por la mano de obra mi- grante, que ademas mejoraria su condici6n en la ciudad. "La migracion favorece la visibilidad de la pobreza, pero es mejor para la mayoria de los migrantes y resulta en un incremento del producto nacional".

En conclusion, la declinaci6n de la tasa de participacion total refle- jaria una mas efectiva utilizacion del trabajo de pocas personas, y no se-

8 JOSEPH RAt)os: An Heterodoxical Interpretation of the Employment Pro- blem in Latin America, PREALC/OIT, Santiago, 1973 (mimeo).

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CUADRO 1

Estructura del 'empleo en Brasil: '1920 a 1969 (En por cientos)

Sectores (a) 1920 1940 1950 1960 1969

Primario 66,7 64,4 601i 54A1(1); 434 Secundario (I) - 11,1 14,2 12,3 (2); 18,s

(II): - 4,5 3,9 Secundario I y I 13,2 15,6 18,1 -

Servicios de producci6n 7,8 9,2 10,4 11,5 (3) 13,0 (3) Servicios de consumo 5,0 6,6 6,3 15,3 (4) Servicios colectvios 2,5 4,2 5,1 -6,8 (5) Tercicarios 15,3 20,Q 21,8 38L1 (6) Otros 4,8 (7) 2211-

(a) Los ramos componentes de, la clasificaci6n sectorial utilizada son los siguientes: Pri- mario: agricultura y extracci6n vegetal. Secundario I: extracai6n mineral, industria de transformacl6n, construcci6n, gas, energi'a y saneamiento. Uncmvicrrio II: servicios de reparraci6n; servicios de produccion; comercio, transporte y comunicaciones; servicios colectivos; gobierno y actividades sociales; servicios de consumo; servicios restantes. Los casos en que los datos obligan a discrepar de estcr clasificaci6n se indican en las notas siguientes.

(1) Irdluye extracci6n mineral; (2) no incluye extracci6n mineral ni servicios industriales de utilidad p6ib~ica; (3) no incluye comercio de inmuebles, valores mobiliarios, eta.; (4) in- cluye los servicios de reparaci6n y los de saneamiento urbano; (5) no incluye defensa nacional; (6) es mayor que la suma de los ramos porque tambien incluye el empleo en comercio de inmuebles, valores inmobiliarios, eta., y en la defensa; (7) incluye, principal- mente, "mal definidos"; (8) prestaci6n de servicios, servicias de reparaci6n y las otros servicios afin no incluidos. Fuentes: CEBRAP (1971, p6g. 32). SegAn Censos de 1920, 1940, 1950 y 1960 (muestra de

1,27 %), PNAD, 3er. trimestre de 1969. Segan P. Singer.

ria, en manera alguna, el resultado de la declinaci6n de oportunidades de empleo productivo.

Ademtas de estos datos globales, la evidencia empirica existente res- pecto de algunos paises mostraria que el capitalismo dependiente puede te- ner, y tiene en ciertos casos, el empuje necesario y la dinaniuca suficiente como para absorber crecientes contingentes de mano de obra. Datos re- cientes del Brasil permiten afirmar que en la de&ada de 1960-1969 el em-

pleo en el sector secundario mantuvo una tendencia de crecimiento rapido. Afirma CEBRAP que "el incremento medio anual de empleo relativo en el secundario fue de 0,85, entre 1920-40; de 1,48 entre 1940 y 1950; de 2,30 entre 1950 y 1960 y de 4,11 entre 1960 y 1969" 9. (Ver cuadro 1).

9 CFE3RAP: Emprego e forga de trabawho na America Latina, San Pablo, pa'g. 31. Para obtener la comparabilidad de los datos,, los c4lculos hasta ,1950 se refieren a las dos partes del secundario (I y II), mientras que de 1950 a 1969 lo hacen s6lo al secundario I. Los datos presentados son lamentablemente incomple- tos y no verifican algunas de las afirmaciones del texto. AdemAs, recu6rdese que "'artesanales" son, segin criterios estadisticos, las empresas que ocupan menos de una cierta cantidad de obreros, por lo que pueden no coincidir necesarianente cbn el conjunto de empresas que utilizan "tecnicas artesanales".

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Bien es verdad que durante el periodo considerado (1920-1970), la absorcion de mano de obra por el sector secundario no ha seguido siem- pre la misma direccion, sino que ha fluctuado. Pero -como afirman los autores- "la explicacion de esas fluctuaciones ...esta en la sustitucion de unidades de produccion artesanal... por la produccion fabril. Ese pro- ceso se acelero en la medida en que se integraba el mercado nacional y se ampliaba la red de transportes, lo que ocurrio a ritmo considerable en la posguerra. De modo que en los periodos intercensales de 1940-50 y 1950- 60 la variacion relativa del empleo manufacturero (la parte principal del se- cundario) debio haber estado constituida de dos partes: una negativa, fru- to del decrecimiento del artesanado, y otra positiva, derivada del aumento del empleo fabril. La tendencia mas reciente de aceleracion del empleo ma- nufacturero relativo se debe muy posiblemente al progresivo agotamiento de esa sustituci6n de unidades artesanales por establecimientos fabriles"10.

Podrian distinguirse entonces dos etapas en el proceso de industriali- zacion: mientras esta acabando (relativamente) con el sector artesanal, eli- mina probablemente mas empleos de los que crea; pero en el momento si- guiente, una vez liquidado aquel, el sector manufacturero puede absorber crecientes proporciones de fuerza de trabajo aun cuando la tecnica sea in- tensiva en capital. Si a ello se agrega la elevada proporcion de mano de obra que se incorpora a los servicios directamente vinculados con la pro- ducci6n, puede afirmarse que en determinadas circunstancias el capitalismo dependiente puede tener suficiente potencial dinamico, lo que no implica que no subsistan otros problemas.

2. El problerna de la tecnologia

Como se vio, directamente vinculada con el argumento que hacia re- ferencia a la escasa capacidad del sistema economico para absorber mano de obra, la posicion clasica se complementaba -por lo menos en muchas de sus presentaciones- con la critica a la utilizacion de tecnologia mo- derna. Se afirmaba que ella era perjudicial al no respetar la disponibilidad de factores productivos existentes en los paises subdesarrollados, donde, justamente, escasearia el capital, siendo abundantes en cambio tanto los re- cursos naturales como la fuerza de trabajo. Esa tecnologia contribuiria, si no a "expulsar", por lo menos a no "absorber" mano de obra, lo que fundamentaria la recomendacion de recurrir a tecnicas labour-intensives.

Pero este razonamiento tiene varios puntos oscuros que es convenien- te discutir mas detenidamente.

a) En primer lugar, ciertas afirmaciones sobre aspectos empiricos han sido objeto de critica. Asi Ramos sostiene que el estrangulamiento de las economias latinoamericanas no puede atribuirse a la escasez de capital, por cuanto -seguin sus calculos- 6ste ha crecido a la tasa del 4,1 por ciento

10 CEBRAP, ob. cit., pag. 38.

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anual en el periodo de posguerra, mientras que el crecimiento demografico solo lleg6 al 2,4 por ciento l.

b) Muchas de las recomendaciones sobre seleccion de tecnologia hacen referencia a la adopcion de una politica unica para todas las disponibili- dades de capital. Vale decir que tienen un grado de generalidad tan ele- vado que se tornan dificilmente practicables. Piensese que una economia de- be resolver diversos problemas simultaneamente, por lo cual no es posible aspirar a una mnximizaci6n absoluta de la ocupacion sino, a lo mas, a una optimizacion, o sea, a conseguir la mayor ocupacion compatible con las otras limitaciones del sistema. Asi, por ejemplo, los paises que sufren un estrangulamiento de divisas deberan realizar fuertes inversiones en aque- llos sectores que pueden tornarse competitivos en el mercado internacional, ya que de esa manera podran exportar y aliviar su escasez en aquel rubro.

Pero no solo quienes postulan la adopci6n de tecnologias labour-inten- sives se manejan a un elevado nivel de abstracci6n. Sus criticas incurren muchas veces en defectos similares. Es frecuente que al analizar, por ejem- plo, la viabilidad politica de los cambios tecnologicos -a lo que se hara referencia mas tarde- se maneje el supuesto de la indivisibilidad de la tecnologia. Parece conveniente recordar, sin embargo, que los procesos pro- ductivos se componen de diferentes etapas y operaciones que pueden ser efectuadas de diversa manera, aunque respetando el proceso tecnologico ge- neral. Asi, el armado de automoviles se realiza en serie, pero hay diferentes alternativas de, por ejemplo, transportar las piezas que van a ensamblarse. En la industria farmaceutica, se pueden utilizar mezcladoras automaticas muy sofisticadas o recipientes en los cuales los ingredientes son mezclados mas primitivamente. En uno y otro caso se respeta escrupulosamente el pro- ceso quimico, pero uno ocupa mas trabajadores en su realizacion. Otro ejemplo estaria en el armado de condensadores, compuestos de decenas de pequeinas piezas hechas en serie (y en muchos casos importadas), pero que pueden ensamblarse manualmente. Las grandes empresas internacionales que operan en los paises subdesarrollados no desconocen estos procedi- mientos, sino que recurren a ellos siempre que sean mas rentables, lo que demuestra la posibilidad de adecuar las tecnologias importadas, por lo me- nos en parte, a la disponibilidad de factores de la region.

Todo lo anterior conduce a la necesidad de estudios mucho mas con- cretos en torno del problema tecnol6gico, sea para sostener finalmente una u otra de las posiciones y politicas en juego.

c) Como forma de hacer frente a los problemas enunciados, se han postulado estrategias de empleo basadas en la redistribucion del ingreso en favor de los grupos menos favorecidos, estimando que tales alteraciones induciran cambios en la composici6n del consumo, ganando importancia los bienes producidos por industrias "tradicionales" que utilizan tecnicas mas intensivas en mano de obra en relaci6n con las utilizadas en la pro- duccion de los bienes consumidos por los grupos de ingresos mas altos. Sin embargo, investigaciones recientes hacen pensar que tales estrategias

11 J. RAMOS, ob. cit.

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MARGINALIDAD Y ACCION POLITICA EN A. L.

no producirian los resultados esperados, ya que los supuestos en que se basan (asociaci6n entre estructura de demanda y distribucion del ingreso; asociacion entre tecnologia utilizada y tipo de bien producido) son de va- lidez dudosa. Aun cuando aa redistribucion del ingreso postulada sea signi- ficativa, s6lo algunos bienes-salarios aumentan su participacion en el con- sumo y la magnitud del cambio es, en todo caso, reducida.

Por otro lado, las industrias de bienes de consumo no duradero no se caracterizan por ser las mas labour-intensives. En contra de lo que suele suponerse, el anilisis de los casos de Peru, Venezuela y Ecuador muestra que la mayor intensidad en el uso de mano de obra se registra en las in- dustrias de bienes duraderos y de capital 2.

Pero lo mas importante para lo que se esta discutiendo aqui es que --segun las mismas investigaciones- si bien en el corto plazo dar prio- ridad a la inversi6n en industrias intensivas en mano de obra puede me- jorar la absorci6n de la fuerza de trabajo desempleada, provocara en el largo plazo una disminucion relativa de la tasa de ahorros y, por ende, de la inversion, que determinara a su vez un menor crecimiento. Cabe pensar que disminuira el ritmo de absorci6n de mano de obra de tal ma- nera que, a partir de un cierto anio, la ocupaci6n generada por la estrategia labour-intensive sera menor que la que se hubiera alcanzado con industrias intensivas en capital.

Probablemente el razonamiento anterior no presta suficiente atencion a las alteraciones que va sufriendo la estructura economica inicial, que se tornaria cada vez mas integrada. Asi, en el primer momento aumentara el nuimero de industrias intensivas en mano de obra, lo que permitira la formaci6n de talleres de mantenimiento de sus maquinas e instalaciones y de ilaboracion de piezas, por ejemplo, hasta llegarse a un momento en que sera ventajoso producir insumos y equipos destinados a ellas.

d) El razonamiento sobre la "opcion tecnologica" solo es valido en la medida en que ella sea tecnica y politicamente posible. Sin embargo esta bastante generalizada la opinion de que tal alternativa o no existe o solo se da en situaciones de escasa relevancia para una politica que quiere ser de caracter general. Asi, se ha criticado recientemente el principio neocla- sico de la sustituibilidad de los factores, sosteniendose que el mismo fue derivado de la observacion del universo tecnologico en el sector agropecua- rio de una economia precapitalista y extendido sin reservas al sector in- dustrial capitalista, donde sucede que, en cada momento, hay una tecnica, la mas moderna, que es "superior", esto es, elegible a priori 13.

La tecnica a utilizarse esta determinada taxativamente por la natura-

12 Cf. VICTOR TOKMAN: Tecnologfa y empleo en el sector industrial del Peru, marzo 1972; Distribucidn del ingreso, tecnologia y empleo en el sector industrial de Venezuela, setiembre 1972; Ingresos, tecnologia y empleo en la industria del Ecuador, julio 1973, y Distribucidn del ingreso, tecnologia y empleo. Un andlisis del sector industrial del Ecuador, Peru y Venezuela, setiembre 1973 (Santiago, ILPES, mimeo).

13 ALFREDn MoNZA: "Industrializaci6n y tecnologia", Instituto de Estudios Laborales, Ginebra, setiembre 1970 (mimeo).

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leza del producto; "una vez que se determina la canasta a producir queda automaticamente definida la tecnologia a emplear para cada bien y, con ello, la tecnologia promedio", importando poco el precio relativo del tra- bajo o consideraciones semejantes 14.

Los paises subdesarrollados adquieren los bienes de capital en las na- ciones centrales, que ejercen el monopolio de la nueva tecnologia, dada la divisi6n internacional del trabajo actualmente imperante. Pero esa maqui- naria ha sido pensada para una dotaci6n de recursos que no es la del pais subdesarrollado. A la empresa multinacional vendedora, que es la que ha realizado las costosas investigaciones que culminan en la innovacion tecno- logica, no le resulta rentable elaborar una tecnologia adecuada para las necesidades de la nacion compradora, por cuanto la cantidad de bienes que coloca en ella es muy pequeina; constituye apenas un mercado marginal.

Y esto es especialmente cierto en el caso de la industrializacion lati- noamericana. Al ser realizada mediante sustitucion de importaciones, las opciones tecnologicas que se abrian a quienes utilizaban la proteccion de los mercados nacionales, generada sea por la distancia, sea por la crisis, sea por la guerra, eran exiguas, por no decir nulas. Paralelamente, el sec- tor de subsistencia mantenia formas arcaicas de producir, conservando enor- mes contingentes de poblaci6n, lo que generaba elevadas diferencias de productividad entre uno y otro sector.

Por otro lado, como recordaba la CEPAL en 1951: "En los paises subdesarrollados... las innovaciones tecnicas no recorren... la gradual trayectoria que tuvieron en el desenvolvimiento historico de los centros, ni tienen que pasar por las sucesivas fases de desenvolvimiento que tuvieron sus bienes de capital. Tienen que importar los mismos equipos a que lle- garon los paises desarrollados tras larga evoluci6n". Ello hace que no ten- gan "en la practica muchas posibilidades de buscar la disponibilidad op- tima" 15

Pero el problema crucial y a menudo olvidado al recomendar politicas consiste en preguntarse si resulta politicamente viable destinar el capital a otros fines. En la etapa de la internalizacion del mercado interno es dificil para los gobiernos decidir el tipo de tecnologia que utilizaran las industrias de su propio pais, porque buena parte de la inversion la realizan corpora- ciones multinacionales, con sede en los paises centrales, que son los que generan las innovaciones tecnologicas y para cuyos intereses privados re- sulta ventajoso que sus filiales en los paises dependientes utilicen la ven- taja tecnica que poseen. Incluso por esa via pueden obtener "una renta diferencial en cada etapa de expansion y proteger su tasa de ganancia en las epocas de cris's" 16. Es entonces muy probable que los intereses de la sociedad no coincidan con la tasa de rentabilidad de las empresas. La ca-

14 A. MONZA, ob. cit. 13 CEPAL: "El problema de la productividad y la escasez relativa de fac-

tores", en El Trimestre Economico, vol. XVIII, NQ 3, julio-setiembre 1951. 16 MARIA DE CONCEIAAO TAVARES y JOSE SERRA: "MAs alla del estancamien-

to: una discusi6n sobre el estilo de desarrollo reciente en Brasil", en ievwisa La- tinoamericana de Ciencias Sociales, afio I, NQ 1-2, junio-diciembre 1971, pag. 25.

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pacidad de imposicion por los gobiernos de politicas destinadas a absorber mano de obra es, ademas, limitada, aunque seria posible que en las con- cesiones por las cuales se permite la instalaci6n de empresas extranjeras en el pais, se establezcan clausulas especificas respecto de la forma en que se realizaran ciertas operaciones. Pero sucede que, como los planteos respecto de las alternativas tecnologicas se formulan siempre a nivel de politicas ge- nerales, faltan los conocimientos especificos necesarios para fijar esas con- diciones.

e) Otras criticas han sostenido que cuanto menor sea la cantidad de capital que se utilice, tanto mayor sera el esclavizamiento de las economias latinoamericanas en el papel de importadoras de bienes industrializados y de explotadoras de la mano de obra local a bajos niveles de productividad y renta17. Sin embargo, este razonamiento adolece de excesiva simplifica- cion, por cuanto quienes sustentan la necesidad de utilizar tecnologias in- tensivas en mano de obra no plantean que sea necesario ahorrar capital. Por el contrario, afirman que este es escaso y que debe utilizarse de una determinada manera; no se trata, en fin, de ahorrarlo, sino mas bien de gastar todo el que hay en ciertos tipos de industria donde se considera que es mas iutil y aprovechable.

Es probable que cuando se sostiene la necesidad de intensificar al mi- ximo la acumulacion e internalizar los procesos y tecnicas productivas, com- prando cuando fuera necesario nuevas tecnicas y nuevos procesos, buscando transferir al interior de las economias subdesarrolladas ql conjunto del cir- cuito de acumulacion de capital, no se este diciendo algo inaceptable para quienes postulan el enfasis en las tecnodogias intensivas en mano de obra. Y mucho menos cuando se agrega que junto a "politicas favorables a la utilizacion de tecnologias desarrolladas" se requieren "politicas especiales de dos tipos: explotaci6n de la posibilidad efectiva de uso de tecnicas in- tensivas en trabajo, principalmente a traves de la organizaci6n y coordina- ci6n de mano de obra en la agricultura y en obras de infraestructura y construccion y de redistribucion del ingreso" 18.

3. Los procedimientos de medicion del subempleo

Las teorias respecto del caracter "pavoroso" del desempleo y el sub- empleo se fundamentan mediante complejos procedimientos estadisticos que manejan datos "catastrofistas" en cuanto a la magnitud que la carencia de ocupaci6n o la desocupacion "disfrazada" tendria en America Latina. De ser asi, hasta los planteos mas extremos se justificarian sin mucha dificul- tad. Por ello es necesario detenerse para tratar de revisar, aunque mas no sea someramente, la forma en que los mismos se computan.

Tales mediciones han sido objeto de multiples observaciones al res- pecto e incluso los autores de uno de los informes mas criticados han re- conocido la fragilidad de las cifras en que basaron su recomendaci6n de politicas tendientes a lograr "el pleno empleo": "Hay que admitir -afir-

17 CEBRAP, ob. cit., pig. 13. 18 CEBRAP, ob. cit., pig. 13.

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man- que casi es posible (dar) cualquier cifra, segin la amplitud de la definici6n que se tome y la audacia con que se conjetura" 19.

La mayoria de los cilculos extraen de distintos contextos la situacion "6ptima" y la "situacion real", comparandolas y considerando que todas las condiciones, excepto las tasas de empleo, son iguales. Con este supues- to puede sostenerse que las diferencias encontradas se deben a la mala uti- lizacion de los recursos disponibles en la segunda de las situaciones men- cionadas, lo que indudablemente se reputa disfuncional para el sistema eco- nomico, por lo cual es necesario realizar ciertas recomendaciones "econo- micas" que contribuyan a su mejor aprovechamiento.

A continuacion se revisaran algunos de los metodos mas comunmente utilizados.

a) La Organizacion Internacional del Trabajo ha recomendado medir el grado de subempleo no solo por el numero de horas trabajadas, sino por "la eficiencia (midasela como se la mida) del trabajo efectuado". Pien- sese en las dificultades que existen para determinar que se considera una "razonable" eficiencia. El metodo propuesto brinda una adecuada medi- cion de la utilizacion relativa de los factores, pero de ello no puede deri- varse ninguna estimacion con respecto a niveles de subempleo comparables.

b) El Informe de la Misi6n del Instituto Internacional del Trabajo so- bre Colombia considero conveniente manejar las tasas de participacion a los efectos de medir el subempleo, considerando que existen "razones para creer que en gran parte (la disminuci6n relativa de estas tasas) se debio al aumento de las tasas de desempleo y a la dificultad cada vez mayor para encontrar trabajo" 20. Debe recordarse, sin embargo, que existen otras ra- zones que pueden hacer variar las tasas de participacion, tales como la composicion de edad y sexo de la poblacion y la extension de las oportu- nidades educativas. E incluso a la inversa, es posible que la tasa de par- ticipaci6n aumente en situaciones de desempleo generalizado, al producirse por ejemplo una incorporacion de otros miembros del nuicleo familiar, en especial las mujeres, al mercado de trabajo, para complementar el in- greso del grupo 211. El corregir tales variaciones es posible, pero no facil, y generalmente no se intenta.

c) ILPES-CELADE, por su parte, elaboraron otro metodo para eva- luar el subempleo, que parte de considerar vilido y posible expresar un volumen dado de subempleo en unidades equivalentes de desempleo abierto.

Sobre la base de los resultados asi obtenidos se concluia que: "Si se computa la proporcion en que cada (persona) se encontraba subutilizada y se determina sobre esa base la cantidad equivalente de desempleados to- tales contenida en el grupo de subempleados, resulta que el equivalente al

19 Organizaci6n Internacional del Trabajo: Hacia el pleno empleo. Un pro- grama para Colombia, Ginebra, 1970, pag. 22.

20 OIT, ob. cit., pags. 383-84. 21 JOSEPH HODARA: "El mercado de trabajo en America Latina: aspectos po-

liticos" en Foro Internacional, vol. XI, enero-marzo 1971, NQ 3. Tambien J. Ra- mos, ob. cit.

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25,7 por ciento de la poblacion activa se encontraba en 1960 totalmente desempleado en America Latina; o sea, alrededor de 17 millones de per- sonas" 22

Estas cifras incluyen tanto a las personas que se encuentran abierta- mente desempleadas como a aquellas que aparentemente tienen alguna ocu- pacion, la que, sin embargo, es de tan baja productividad que equivale a un desempleo encubierto.

Conviene detenerse especialmente en este metodo por cuanto sus da- tos han tenido bastante difusion y, ademas, sus calculos adolecen de defec- tos bastante generalizados. El documento ILPES-CELADE muestra la mag- nitud que alcanzaria, de acuerdo con sus estimaciones, el desempleo que denominan "equivalente" en cada sector de la economia.

Ante todo debe recordarse que si bien puede resultar interesante en algun sentido convertir a una unidad iinica los casos de desempleo y sub- empleo, debe tenerse buen cuidado de recordar que se trata de situacio- nes radicalmente distintas y con consecuencias sociales tambien diferentes. Asimismo, resultaria importante hacer estudios que muestren la similitud o disimilitud de la desocupacion en los paises desarrollados y en los sub- desarrollados. Es probable que de esos analisis se concluya que tales si- tuaciones resultan incomparables.

Respecto del calculo efectuado en el sector comercio y finanzas, los autores asumen la existencia de una determinada "relacion tecnica", con lo que se omite la consideraci6n de poderosas razones, tanto de indole poli- tica como incluso economica, que pueden hacer que los servicios tengan necesidad de expandirse mas alla de lo que mediante ese calculo podria estimarse conveniente. Hodara cita el caso de Panama, donde el peso del comercio exterior es significativo debido a su peculiar posici6n geografica.

Asimismo se compara el numero de personas y la productividad como si hubiera una relacion directa entre ambas, sin tomar en cuenta las dife- rencias de tecnologia. Hodara recuerda que con la aplicaci6n del m6todo al caso de El Salvador, el estrato escogido como referencia tenia una pro- ductividad menor que aquel en que se suponia la existencia de subempleo.

Pero el punto central de la critica debe referirse al hecho de que los calculos se hacen comparando productividades en terminos de valor, lo que hace que se obtenga un producto mas "valioso" en el caso de aquellos estratos donde los insumos utilizados son mas "caros". Ello es especial- mente notable en las comparaciones internacionales entre desarrollados y subdesarrollados.

Como se sabe, hay que distinguir la productividad del trabajo y la productividad fisica. Esta es el numero medio de unidades de un cierto tipo de bien producido por cada trabajador. Aquella es el resultado de multiplicar la productividad fisica por los precios relativos, que reflejan los costos de producci6n, vale decir, la retribuci6n de cada uno de los factores. El salario con que se paga al factor trabajo se fija por el costo

22a ILPES-CELADE: Elementos para la elaboraci5n de una politica de desa- rrollo con integracidn para Am4rica Latina, Santiago, julio 1968, pAg. II-1 (mimeo).

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de reproducci6n de la fuerza de trabajo que, obviamente, no es igual en circunstancias sociales diferentes. Por lo tanto al comparar la productivi- dad del trabajo y deducir de ello magnitudes de subempleo, se esta in- curriendo en una falacia, por cuanto la verdadera explicaci6n de esas di- ferencias se halla en la baratura de la mano de obra del pais o sector sub- desarrolado.

Para terminar conviene recordar que, probablemente, uno de los fac- tores que mais contribuye a "inflar" los calculos relativos al desempleo "dis- frazado" en las economias latinoamericanas, deriva de considerar al sector primario como un puro sector agricola, y no percatarse de que en America Latina este constituye un complejo rural, que combina las tareas agricolas clasicas con las artesanales y de "servicios". Al tener en cuenta solo las primeras, se considera que el tiempo dedicado a las restantes es "ocioso". Incluso habria otras actividades que no son "rentables", pero si son "ine- vitables". Julio Cotler recuerda las actividades economicas de ese tipo que ocupan gran parte del tiempo de los campesinos peruanos, impidiendoles dedicarse a las tareas agricolas que les reportan beneficio particular 23

III. EVALUACION POLITICA DE LA MARGINALIDAD

Los grupos marginales han sido considerados de manera diferente: desde quienes los han presentado como portadores del peligro de una nue- va "invasion de los barbaros" que se cernia sobre America Latina y que hacia temer por la sobrevivencia del "estilo de vida" imperante,24 hasta quienes ponen en ellos todas sus esperanzas y expectativas de provocar el derrumbe inminente del sistema, pasando por aquellos -de derecha y de izquierda- para los que no son mas que una nueva forma de lumpen.

Quienes primero se percataron de la existencia de las nuevas aglome- raciones de construcciones livianas levantadas "al margen" de los nucleos urbanos mais importantes fueron los politicos sostenedores del establishment, que intentaron captarlos mediante politicas de corte populista, en especial, el asistencialismo estatal, para convertirlos en masa de apoyo politico. Si bien lograron exitos mas o menos importantes, se enfrentaron rapidamente con los limites que tal politica tiene, y con el incremento de las aspiraciones de esos grupos a medida que adoptaban pautas de consumo caracteristicas de otros estratos urbanos y elevaban, consiguientemente, la mira de sus reivin-

23 JULIO COTLER: Estructura social y empleo rural en el Peru, Santiago,

1970 (mimeo). 24 Un ejemplo paradigmatico de esta posici6n puede encontrarse en diversas

publicaciones del Centro para el Desarrollo de America Latina (DESAL). Sos- tenia que la concentraci6n en las ciudades mas importantes ha colocado a los grupos marginales frente a una vidriera cuyos bienes no pueden adquirir. Por ello "es necesario actuar para que la vitrina no estaUe violentamente". DESAL, La mar- ginalidad en Amdrica Latina, Herder, Barcelona, 1969, pag. 61 (subrayado agre- gado).

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dicaciones, hasta un punto en que estas ya no podian ser solucionadas facil- mente por el sistema.

Poco a poco la izquierda capto la importancia de tales grupos e intento penetrarlos, considerandolos tambien una masa de maniobra. Posteriormen- mente, sectores de la "nueva izquierda" confiaron en los "marginales" como el nuevo agente de cambio No creian que la olase obrera pudiera cumplir, en estas regiones, un papel similar a su congenere europea del periodo clasico, por cuanto estaba "integrada" al sistema, careciendo por tanto de interes en introducir modificaciones que podrian sacarla de su posici6n de relativo acomodo.

Ademas, de ser cierto que el sistema econ6mico capitalista dependiente funciona marginalizando a porciones cada vez mas importantes de la po- blaci6n y que no hay retroceso posible ni salida alternativa, podria soste- nerse como corolario la posibilidad de que esos grupos cuestionaran el orden constituido que los expulsa. En ese sentido Darcy Ribeiro afirma que "el sistema modernizado de producci6n y consumo... condena (a) la mayoria de la poblacion a una existencia miserable y humillante que corresponde a su posicion regular en la estructura socioeconomica y en la estratificacion social, configurando la clase oprimida a que se refiere Marx. Tales son las masas marginadas". "Son por esto las clases virtualmente insurgentes contra un sistema institucional en el cual no tienen ni lugar ni papel" 25.

Todas estas evaluaciones politicas de los grupos marginales, tanto las que consideran positivamente su accion como las que lo hacen negativamen- te, suponen su homogeneidad como estrato social y los consideran una po- blacion situada fuera del sistema de clases o de estratificacion.

A titulo de ejemplo recuerdase este texto: "Asi concentrados (en la ciu- dad) los marginados de alguna forma se van homogeneizando y, probable- mente, concientizandose respecto de su condici6n de parias. De ese modo, comienzan a alcanzar la condicion necesaria para constituirse un dia como un grupo social diferenciado, o sea, consciente de si mismo, con formas previsibles de conducta y con capacidad de acci6n conjugada". 26

Resulta interesante apreciar la validez empirica de tales supuestos a la luz de los muchos trabajos que en torno de los grupos marginales se han realizado ultimamente. Cabe recordar, sin embargo, que los datos han sido recogidos a partir de marcos te6ricos sumamente diferentes, lo que difi- culta grandemente su comparabilidad. Al revisar la literatura pertinente, llama poderosamente la atencion que en la mayoria de los estudios la recoleccion de los datos se haga tomando como universo cierto ambito ecologico (poblaciones, conventillos, callampas, barriadas, etcetera). Ello es razonable cuando la marginalidad es concebida como una caracteristica ecol6gica.

25 DARCY RIBERO: "El desafio de la marginalidad", en Estudios Intera- cionales, aio IV, No 16, enero-marzo, pags. 101 y 104.

26 D. RIBEmo, ob. cit., p/ag. 116. Cf. en destacar los mencionados supues- tos G. GERMANI, ob. cit., y GERMAN RAMA y NORAH SCHLAEN: El estrato po- pular urbano, Santiago, CEPAL, 1973.

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Pero cuando se la considera el producto de determinado comportamien- to del sistema econ6mico, debe aceptarse previamente que en tales aglome- raciones habitacionales se concentran los individuos rechazados o expulsados por dicho sistema, lo que, sin embargo, es refutado por los mismos datos que se recogen.

1. En torno de la homogeneidad o heterogeneidad de los marginales

Los resultados de los diferentes estudios son unanimes con respecto al caracter heterogeneo de las situaciones de clase de los llamados sectores populares urbanos. Por ejemplo, datos sobre poblaciones y campamentos del Gran Santiago muestran que si bien el sector servicios concentra la mayor proporci6n de la fuerza de trabajo, son numericamente importantes los trabajadores de la industria manufacturera residente en tales ambitos, al punto que superan la proporci6n establecida para el Gran Santiago. Hay el doble de trabajadores en las actividades de la construcci6n que los que se encuentran en el total de la poblaci6n de la ciudad, y los ocupados en ser- vicios lo estan en proporciones menores. 27

Vale decir que en los contextos considerados "marginales", en San- tiago de Chile al menos, es posible encontrar una fuerte representaci6n de clase obrera, cuyos miembros participan junto a los "subproletarios"

* en la movilizacion reivindicativa urbana.

Castells llega a afirmar, refiriendose a los sectores populares, que "su composicion social es fundamentalmente obrera e incluso obrero-industrial". "Las poblaciones no se caracterizan por ser la residencia de los sectores con relacion incierta al proceso productivo, sino, al contrario, por tener una pro- porcion de obreros elevada". Se trataria, sin embargo, de "fracciones obreras integradas en industrias 'vegetativas' supeditadas a los intereses de los sec- tores monopolicos... y al sector de la construccion". 28 No faltan tampoco obreros de la gran industria. Incluso otras investigaciones realizadas en Chile han demostrado la existencia de proporciones importantes de indi- viduos de la pequena burguesia y empleados en tales conglomerados residenciales.

La residencia "marginal" no implica entonces una situaci6n "marginal" con respecto a la estructura productiva. Vale decir que aquellos individuos que tendrian una misma situaci6n en las relaciones de producci6n (de "excluidos" en este caso concreto) no tendrian ninguna contigiiidad fisica. Por el contrario, hay abundante material empirico para rechazar la hip6-

27 JOAQUIN DUQUE y ERNESTO PASTRANA: "La movilizaci6n reivindicativa ur- bana de los sectores populares en Chile: 1964-1972", en Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, NQ 4, diciembre 1972, pag. 286.

? Los autores citados denominan "subproletarios" a quienes trabajan en la construccion, en servicios personales de baja calificaci6n, en actividades indepen- dientes de la mas variada indole (artesanales, comerciales, paraproductivas industriales).

28 MANUEL CASTELLS: Chile: Movimiento de pobladores y lucha de clases, CIDU, Santiago de Chile, Documento de Trabajo, NQ 56, 1972, pags. 12-13.

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tesis de la existencia de homogeneidad en la situacion de los grupos deno- minados marginales. 2 Habria que desarrollar tal vez una linea alternativa que se basara en que el contacto entre sujetos con diferente insercion en el sistema productivo, en la misma situacion de vida puede generar compor- tamientos de tipo clasista similares.

Tambien se ha considerado el origen ecologico como caracteristica co- mun que daria homogeneidad a tales agrupamientos. La mayoria de los pobladores provendria del campo y estaria haciendo su entrada a la vida urbana, a traves de la residencia en las poblaciones, lo que explicaria buena parte de su comportamiento, por cuanto carecerian de "hibitos urbanos" y de la experiencia necesaria para desempefiarse adecuadamente en la ciudad. Matos Mar --que ha sostenido esta posicion- encontro que en las barriadas limenias el 47 por ciento es provinciano, mientras el 52 por ciento ha nacido en Lima. Sin embargo, teniendo en cuenta la importante cantidad de ninios de hasta 10 anios de edad nacidos en la capital, hijos de padres provincianos, las cifras se alteran significativamente. Sostiene, en fin, que "solo el 11 por ciento de los jefes de familias son nacidos en Lima y el 89 por ciento son provincianos".30

Sin embargo, hay estudios que entregan resultados en otro sentido. Castells, utilizando datos de DESAL, afirma que el promedio de poblacion inmigrante es menor en las poblaciones, campamentos y conventillos que en el conjunto del Gran Santiago. Ademais, tan solo el 13,2 por ciento de los inmigrantes a la ciudad capital proceden de zonas rurales 81.

Estas cifras muestran las importantes diferencias existentes en situa- ciones englobadas frecuentemente bajo el mismo rubro de "marginales", y hacen necesario, nuevamente, cuidarse de generalizaciones apresuradas, sea en un sentido o en el opuesto.

Todo lo anterior conduce obviamente a que tampoco haya homoge- neidad ideologica en las unidades sefialadas. Vanderschueren ha distingui- do tres formas de conciencia social en las poblaciones marginales: consti- tuyente (legitimadora del orden social); dependiente (economicista) o he- gemonica (proletaria), encontrando un elevado predominio de la segun-

29 Entre otros, ADOLFO ALDUNATE: Participacin y actitud de los pobladores ante las organizaciones poblacionales. Una aproximacidn a la heterogeneidad po- pular, ELAS/FLACSO, Santiago, 1970; ADOLFo GUBRmIun y otros: Estudios sobre la juventud marginal latinoamericana, Siglo XXI, Mexico, 1971; ALEJANDRO PORTES: Cuatro poblaciones: Informe preliminar sobre la situacin y aspiraciones de los grupos marginales en el Gran Santiago, Santiago, 1969; FRANZ VANDERSCHUERN: "Significado politico de las Juntas de Vecinos en poblaciones de Santiago", en Revista EURE, NQ 2, y "Pobladores y conciencia social", en Revista EURE, No 3, 1971; CARLOS ESTEVAM MARTINS: "Integraci6n social y movilizaci6n poli- tica de la clase baja urbana del Brasil", en Revista Latinoamericana de Ciencia Politica, vol. II, NO 1, abril 1971; G. RAMA y N. SCLAEN, ob. cit.

30 JOSE MATOS MAR: "Las barriadas limefias: un caso de integracion a la vida urbana", en PHILP HAUSER, ed.: La urbanizacion en Amnrica Latina, Solar-Ha- chette, Buenos Aires, 1962, pAg. 201.

31 JUAN C. ELJZrAGA: Migracdones a las areas metropolitanas de Amrica La- tina, CELADE, Santiago, 1970, pAg. 43.

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da 32, que -como sostiene Castells- no es diferente de la que predomina en el grueso de la masa trabajadora chilena y que, como agregamos noso- tros, tampoco difiere de la que alcanza usualmente la clase obrera en cual- quier contexto 33. Todos los estudios coinciden en "la diversidad de repre- sentaciones y comportamientos al interior de una misma poblaci6n, en fun- cion del juego de interacciones entre clase o capa social y posicion poli- tica".

La ideologia sustentada varia segun las posiciones sociales: se destaca "el juego mfiltiple de determinaciones de las actitudes y comportamientos, su dependencia de las practicas organizadas y, en fin de cuentas, el frac- cionamiento ideologico del 'universo poblacional' en funci6n de los procesos sociales que lo atraviesan y lo modelan constantemente" 34. Por lo cual, "el universo poblacional... desemboca... en una heterogeneidad popular en la que ocupa un lugar destacado una fraccion bien determ:nada de la clase obrera".

2. Sobre la existencia de un corte en el sistema de lases

Como se mencion6 anteriormente, el segundo gran supuesto en el que se sustentan las apreciaciones sobre el valor politico de los grupos margina- les, es que existe un corte en la escala de estratificacion social, que deja a los marginales "fuera de" o "al margen de" la sociedad. Muchos autores han destacado estos aspectos. Incluso Pablo Gonzalez Casanova al referirse a un "marginalismo integral" pareciera sustentar de alguna forma esta po- sici6n. Germani ha criticado oportuna y certeramente, a nivel logico, estas apreciaciones, sosteniendo que la marginalidad no puede ser total porque, si lo fuera, careceria de sentido el teorizar en torno de sus relaciones con la sociedad, ya que se trataria simplemente de otra sociedad. Aunque no se lo explicite suficientemente, resulta obvio que los autores privilegian ciertas dimensiones y consideran que es en ellas que los individuos o gru- pos no participan de la manera que se estima adecuada, mientras que omi- ten destacar aquellas otras en que si se encuentran integrados 35.

Pero no es esa discusion la que se quiere mencionar aqui, sino insis- tir nuevamente en los resultados de algunos estudios empiricos que demues- tran fehacientemente la ligazon, muy estrecha, que existe entre la acci6n de los grupos marginales y la coyuntura politica de la sociedad global.

En este sentido conviene recordar, por ejemplo, que la conciencia so- cial de los marginales esta fuertemente condicionada por sus experiencias de participacion social a diferentes niveles. Es especialmente relevante la actividad politica y en menor grado la sindical, estando en i'ltimo grado la vecinal.

32 FRANz VANDERSCUEREN: "Pobladores y conciencia social", ob. cit. 33 Lenin afirm6 que "la historia de los paises muestra que la clase trabaja-

dora, par su propio esfuerzo exclusivo, es capaz de desarrollar tan s61o una con- ciencia sindical", en dQut hacer?

34 M. CASTELLS, ob. cit., p/g. 20. 35 Cf. G. GERnMAN, ob. cit.

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Las fragmentarias e incompletas menciones anteriores permiten, sin embargo, afirmar que resulta dificil referirse a un "mundo de la margi- nalidad urbana". Todo parece indicar que no habria tal, ya que tales gru- pos sociales viven al unisono con los procesos politicos mas generales de la sociedad total.

3. El sistema de dominacion interno al sector popular

Comprobada la heterogeneidad situacional del sector popular urbano, se han intentado divisiones al interior de los primitivos "universos" mar- ginales, distinguiendo grupos "subproletarios" (Duque-Pastrana) o "margi- nales" en sentido estricto y enfatizando sus diferencias. Estos grupos se- rian diferentes de los obreros, que participarian a su vez de la estructura de clases de la ciudad-sociedad. Sin embargo, los mismos estudios repetida- mente citados muestran, por un lado, la participacion de estos sectores de la clase obrera, junto con sus vecinos, en los movimientos de pobladores, y por otro, la importancia de los sectores sociales supuestamente "integra- dos", en la organizacion y direccion tanto de los movimientos como de la vida interna misma de la poblacion marginal.

En este filtimo sentido merece citarse el trabajo de Martins, con datos extraidos de encuestas aleatorias de un elevado nuimero de favelas de Rio de Janeiro y San Pablo, en el que se muestra el liderazgo politico ejercido por aquellos sectores que mantienen ligazones estrechas con la sociedad global y que actuan quitando cualquier tipo de violencia antisistema a los sectores dominados al interior de la favela.

Llama la atencion de Martins el modo por el cual, en un pais como Brasil, las llamadas poblaciones marginales se articulan al conjunto de la sociedad global y tienden a funcionar como parte integrante del mismo todo social 36, lo que iria contra la opinion de quienes tienden a sostener que las mayores concentraciones de actitudes y valores antisistema y anti- conservadores tienden a ocurrir, precisamente, en los sectores marginales y a expresarse con mayor fuerza en su comportamiento. Los datos muestran que en el interior de las poblaciones de las favelas existen mecanismos so- cioecoriomicos que permiten que su incorporacion en la sociedad global tienda a efectuarse con un desgaste minimo para el sistema de dominacion existente37. Hay un sistema de estratificacion social que reproduce el de la sociedad y se le opone, protegiendo a sus miembros de la influencia del sistema general, atenuando la repercusion de los efectos que seria l6gico esperar. La estratificacion interna produce efectos favorables en las rela- ciones de integracion entre favela y ciudad, por cuanto los estratos infe- riores tienen una orientacion anticonservadora y un comportamiento po- litico apatico; los estratos superiores son participantes politicamente y de orientacion conservadora 88.

36 C. E. MARTINS, ob. cit., pag. 47. 37 C. E. MARTINS, ob. cit., pag. 53. 38 C. E. MARTINS, ob. cit., pag. 59.

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ROLANDO FRANCO

Parece entonces que las apreciaciones sobre la accion politica de los grupos marginales incurren tambien en generalizaciones apresuradas que conducen a postular una autonomia de decision y acci6n exagerada. Re- cuerdese ademas el importante papel que en todos los movimientos sociales originados en los grupos marginales ha tenido la intervencion de los par- tidos politicos, sean populistas, sean izquierdistas39.

Lo anterior no debe hacer olvidar, sin embargo, que en tales situacio- nes de movilizacion popular se han dado experiencias importantes que de- berian ser analizadas con mayor detenimiento (verbigracia, las formas de justicia popular).

IV. CONCLUSIONES

,Cual es la manera mas fructifera de encarar el tema de la margina- lidad? Resulta dificil presentar un modelo alternativo que sea coherente y completo. Sin embargo, es posible mencionar algunas recomendaciones ge- nerales y basicas que pueden guiar la futura investigaci6n.

a) La revision de los fundamentos economicos de la marginalidad he- cha precedentemente permite afirmar que se ha exagerado de manera no- table las peculiaridades de la situacion latinoamericana. De ser asi, Germa- ni tiene razon cuando aconseja no perder de vista "las situaciones analo- gas que se han presentado en el curso de la transici6n de los paises de industrializacion temprana, asi como los problemas de 'marginalidad' (en sentido amplio) que persisten en los paises avanzados. Los rasgos diferen- ciales de la situacion latinoamericana no pueden cancelar los elementos co- munes con otros paises, y la utilidad de enfoques comparativos al res- pecto" 40.

La situaci6n de los paises europeos durante el siglo pasado resulta si- milar en muchos aspectos, aunque los conceptos en uso actualmente, tales como "desempleo cr6nico" o "marginalidad", no aparecieran en el lexico de los reformadores sociales de aquel entonces. Ello invita a meditar sobre si es realmente necesario renovar los conceptos clasicos aduciendo que ca- recen de valor explicativo en la situacion de America Latina.

b) El ejemplo brasilenio, referido en la primera parte, muestra el caso de una economia capitalista dependiente con el suficiente dinamismo como pa- ra absorber a crecientes contingentes de fuerza de trabajo en el sector mo- derno de la economia, por lo menos durante las fases ascendentes del ciclo economico. Constituye -a nuestro entender- un llamado de atencion con respecto a muchas generalizaciones apresuradas e invita a recordar la con- veniencia de realizar analisis de situaciones concretas y evitar las generali- zaciones para un continente que, como sostiene un trabajo reciente ya mencionado, es mas bien un "archipielago de situaciones peculiares, con si- milaridades en ciertos trazos, pero diferentes en la especificidad de cons-

39 Cf. J. DUQUE y E. PASTRANA, ob. cit., y M. CASTELLS, ob. cit. 40 G. GERMANI, ob. cit., p/ag. 19.

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telaciones y procesos resultantes"; por ello, "considerar a Amirica Latina como un todo homogeneo no es mas que una ilusion de perspectiva" 41.

c) Al comienzo del trabajo se menciono la tesis de quienes destacan la "funcionalidad" que los grupos de desempleados marginalizados tienen para el capitalismo dependiente, ya que permitirian que el costo de repo- sici6n del trabajo se mantuviera en el minimo. Algunos datos mencionados en la parte critica parecen no darles razon. Como recordaba recientemen- te Fernando H. Cardoso, para que asi fuera se necesitaria no s6lo que la magnitud de la poblacion marginal fuera tal que obligara a los ocupados a trabajar recibiendo un salario que fluctuara alrededor y muy cerca de los costos minimos de reposicion (con lo cual estaria cumpliendo una de las funciones atribuidas al ejercito industrial de reserva), sino tambien que la reposicion dependiera de la existencia de medios de vida, producidos al margen del sistema capitalista industrial, vale decir, que los alimentos y la ropa, por ejemplo, se produjeran en "bolsones de miseria". Evidentemente, esto ultimo no es en manera alguna lo que sucede en la etapa de "interna- lizaci6n del mercado interno", por lo menos en la mayoria de los paises latinoamericanos. Si bien existen tantos bolsones de miseria como margi- nales, parece necesario recurrir a una explicacion alternativa de su surgi- miento y existencia.

d) Todo lo anterior recomienda analizar los problemas de la margi- nalidad poniendo enfasis especial en la forma de constitucion historica de tales agrupamientos, dando especial importancia al proceso de disolucion de las antiguas economias comunitarias donde las hubo, y a la destruccion del artesanado colonial.

Fernando H. Cardoso ha formulado algunas apreciaciones referidas al proletariado, que pueden ser sumamente utiles tambien en el estudio de los grupos marginales y que, por ello, conviene citar in extenso.

Destaca, entre otras cosas, la importancia que para cualquier expli- caci6n en terminos de clase tiene el abandonar los esquemas formales que estiman que, con la maduracion de la clase obrera, esta adoptaral compor- tamientos similares a los que en su oportunidad llevaron adelante los pro- let0rios europeos. Se necesitaria mostrar "como se da dinamicamente en cada situacion tipica la emergencia de la clase obrera en un contexto en que, por un lado, existen grupos, en la base de la piramide social, ligados parcialmente a formas anteriores de organizacion de la produccion y, por otro lado, en las condiciones en que se da la industrializacion latinoameri- cana..., como la clase trabajadora se inserta en un contexto de 'sociedad urbana de masas' "42.

"Se necesita mostrar el proceso historico de constitucion de la clase obrera en cada pais (o region), teniendo en cuenta no solo los origenes

41 CEBRAP, ob. cit. Un intento empirico de destacar las diferencias existen- tes en el continente puede verse en ROLANDO FRANCO: Tipologia de Amcrica La- tina Ensayo de medicidn de las discontinuidades sociales, Cuadernos del ILPES, Santiago, 1973.

42 FERNAND H. CARDOSO, "As classes sociais...", ob. cit., pigs. 38-39.

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(rural o urbano, migrante externo o interno, etcetera), sino sus relaciones con las otras clases (absorbidas en enclaves extranjeros, ligadas a la em- presa nacional, vinculada a partes del sector nacionalizado de la economia, etcetera), y, principalmente, los aspectos politicos de como en el juego de poder la clase obrera o fracciones de ella pasaron a definirse y a existir" 43.

De la misma manera es necesario destacar las profundas diferencias existentes en la conformacion de los grupos que, en cada pais o region, son incluidos bajo la designacion de marginales. El anfilisis concreto de situaciones especificas permitira captar la peculiaridad de las mismas, por cuanto no es lo mismo la marginalidad derivada de la abolicion de la esclavitud en el Brasil, que la producida por el alambramiento de los cam- pos en el Rio de la Plata 44. Asimismo, debe verse el momento en que co- mienza la industrializaci6n y la forma en que se relaciona con los modos de produccion preexistentes. El origen de la masa marginal se encontrara en esos eventos hist6ricos; ya que ella "es anterior al momento de la in- ternacionalizacion del mercado interno y no generada por este".

d) Tambien conviene Ilamar la atencion sobre el ya referido proble- ma de la "falacia ecologica de los antiecologistas". Si se sostiene que los grupos marginales no se definen a consecuencia de su lugar de residencia, sino mas bien por su insercion en el sistema productivo, cuando se intentan estudios empiricos de tal categoria de sujetos es necesario ser consecuen- tes con tal postulado al fijar el universo sobre el cual se realizara el muestreo. Ello no es respetado en la mayoria de los casos, que terminan haciendo estudios "de pobladores" (o como quiera que se llame en los di- versos paises a los habitantes de los "barrios de emergencia", "callampas", "cantegriles", "corralones", "villas miseria", etcetera) y no de "margina- les", por lo menos si se entiende por tal a los "expulsados" por el fun- cionamiento de un sistema economico capitalista dependiente.

e) La ausencia de los supuestos fundamentales para justificar las es- peranzas de muchos autores en el potencial politico revolucionario de los grupos marginales hace que sea necesario el uso de una mucha mayor pru- dencia en los juicios que al respecto se formulen. La revision de conceptos, metodos e hipotesis formulada en este trabajo no ha buscado mas que analizar, por un lado, las bases a menudo endebles a partir de las cuales se han elaborado sofisticadas teorias en torno del problema de la margi- nalidad en America Latina y, por otro, destacar la fuerte ideologizacion de

43 F. H. CARDOSo, ob. cit., pig. 39. 44 Es interesante recordar aqui un pirrafo debido a la pluma de uno de los

propietarios rurales que "modemizaron" el campo uruguayo, en la epoca en que no se hablaba de "marginalidad". Decia Modesto Cluzeau Mortet, testigo de la epoca: "dQue hara despues el desventurado paisano, cuando se vea expulsado de la estancia donde vivia feliz con su familia? DiD6nde podra hallar una ocupacion que le procure el sustento de sus hijos? dQue suerte le espera en fin? Es inne- gable que la industria ha de nacer con el desarrollo de la ganaderia perfecciona- da; pero de aqui a que llegue ese feliz momento, ,debemos condenar a las fa- milias criollas a los horrores de una vida errante?", en Revista de la Asociacion Rural del Uruguay, 15 de junio de 1878, pags. 162-63.

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tal concepto, aun en aquellos intentos mas solidos y series de ligarlo a una teoria de las relaciones sociales de produccion. A menudo se ha vuelto a una "vision global", vaga y confusa, apta para cualquier pais o region, que traiciona incluso los motivos con que los autores han iniciado su trabaj o.

Por ello no debe tomarse esta discusion como un intento critico frus- trante de lo hecho hasta el momento. Su motivacion fue mas bien hacer un alto en las investigaciones sobre el tema, para echar una mirada atras y reflexionar en torno de ella, con la finalidad de reorientar los estudios de la manera mas conveniente. El problema sigue desafiando al pensamien- to social de America Latina, que no lo puede omitir ni ignorar.

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