Sociedad descompuesta

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Francisco Durand.Artículo publicado en el semanario “Hildebrandt en sus Trece” el viernes 4 de setiembre del 2015. Reproducido con autorización del autor.Nuestra sociedad (la manera como nos organizamos colectivamente para vivir en paz en este territorio llamado Perú) está descompuesta. Este lamentable estado rige a pesar de que tenemos una Constitución y cientos de leyes, que en parte se emiten para tratar de mejorar, creyendo ingenuamente que así arreglamos los problemas. En realidad, no son las normas sino el comportamiento social y las instituciones los que deben cambiar. Recordemos aquello de hecha la ley, hecha la trampa. A más leyes, igual descomposición social. Pocos las respetan, la mayoría finge hacerlo o la desafían abiertamente.La comprobación fehaciente que tenemos este gran problema nos debe llevar a reflexionar y plantear una recomposición. La pregunta es si tenemos a la gente con la voluntad y la capacidad para emprender esta larga y complicada tarea.

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    Sociedad descompuesta

    Artculo publicado en el semanario Hildebrandt en sus Trece el viernes 4 de setiembre del 2015.

    Reproducido con autorizacin del autor.

    Francisco Durand

    Nuestra sociedad (la manera como nos organizamos colectivamente para vivir en paz en este

    territorio llamado Per) est descompuesta. Este lamentable estado rige a pesar de que tenemos

    una Constitucin y cientos de leyes, que en parte se emiten para tratar de mejorar, creyendo

    ingenuamente que as arreglamos los problemas. En realidad, no son las normas sino el

    comportamiento social y las instituciones los que deben cambiar. Recordemos aquello de hecha la

    ley, hecha la trampa. A ms leyes, igual descomposicin social. Pocos las respetan, la mayora finge

    hacerlo o la desafan abiertamente.

    La comprobacin fehaciente que tenemos este gran problema nos debe llevar a reflexionar y

    plantear una recomposicin. La pregunta es si tenemos a la gente con la voluntad y la capacidad

    para emprender esta larga y complicada tarea.

    Crisis valorativa

    Uno de las manifestaciones de una sociedad descompuesta como la peruana actual es que el

    pas ha perdido un sistema de valores social y nacional sin reemplazarlo por otro mejor. Esta prdida

    ha ocurrido lenta pero persistentemente desde los aos 1950 a la actualidad y se ha acentuado

    hasta llegar a niveles inaceptables en las ltimas dcadas. El viejo sistema de valores que pona el

    nfasis en el respeto a los mayores o los preceptos de la Santa Madre Iglesia ha perdido

    vigencia. Tampoco el amor a la patria o el sentido de entrega de la militancia poltica para dirigir a

    los ms pobres hacia la redencin social que practicaron los viejos partidos, empezando por el APRA

    y siguiendo por las izquierdas, se han mantenido. La mstica sindical ha desaparecido con los

    sindicatos. Estos viejos sistemas valorativos de los hogares, la iglesia, las fuerzas armadas o los

    antiguos partidos y organizaciones sociales se debilitaron sin dar lugar a otros mejores y ms

    universales. Ergo, se gener un vaco valorativo. Como ya no hay reglas sociales ni instituciones

    viables (salvo en pequeos bolsones), cada cual hace lo que le parece, as haga dao a los dems. Lo

    que rige entonces son antivalores expresados en un comportamiento trasgresor, en un

    individualismo extremo que se corresponde con el capitalismo salvaje que tenemos.

    Las causas

    Esta crisis valorativa empez mientras el pas se fue modernizando a medida que la

    migracin se acentu y se triplic la tasa de crecimiento poblacional. El Per se urbaniz

    alocadamente y luego el campo tambin termin siendo afectado por las presiones consumistas de

    todo tipo. En los aos 1980 entraron en accin varios factores de crisis que acentuaron una cultura

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    de trasgresin normativa, preparando las condiciones para que desaparezcan los viejos valores sin

    reemplazarlo por un republicanismo ciudadano.

    Primero, fue la recesin econmica que vino con inflacin, inicindose en el segundo

    gobierno de Belaunde y agravndose con el primer gobierno de Alan Garca. La gran crisis gener

    desempleo masivo, devast las formas de sobrevivencia y empuj a la poblacin a agenciarse

    ingresos de cualquier manera, haciendo mil oficios, as no fueran legales.

    A la recesin se junt un segundo factor, la erupcin de la corrupcin. Este proceso fue

    generalizado pero se agrav desde la presidencia de Garca en 1985-1990 y no ha parado desde

    entonces. Lo confirma la sucesin de bandidos presidenciales que, con la excepcin de Valentn

    Paniagua, se han mantenido en el poder hasta la actualidad. Ellos dieron la seal que el Estado y los

    recursos pblicos, las funciones pblicas, el cargo y el uniforme, podan servir para enriquecerse y

    luego salir de compras. Ser autoridad era un mecanismo efectivo para depredar los bienes pblicos y

    usar el cargo para extorsionar a los peruanos que tuvieran la mala suerte de no tener papeles en

    regla o ser enjuiciados.

    El tercer factor tiene que ver con los modelos econmicos, que empujaron a gran parte de la

    masa trabajadora a la informalidad y la delictividad, generando junto con la recesin y la corrupcin

    estatal la base estructural de la trasgresin institucionalizada. La migracin y el crecimiento

    poblacional generaron una fuerza de trabajo abundante que el sistema mismo no poda emplear. El

    modelo estatista y de proteccin de mercado, acentuado con Velasco y continuado hasta el primer

    gobierno de Garca no lo resolvi, sucumbiendo en la recesin de los 80.

    Fracaso neoliberal

    Luego vinieron los neoliberales en 1990, que sostuvieron (entre ellos De Soto, el terico de

    la informalidad urbana) que con mercados abiertos y desregulacin se generara una dinmica de

    mercado que acabara con la informalidad, que con reformas como la titulacin y la eliminacin de

    barreras burocrticas se sentaran las bases de la modernidad. Lo que en realidad ocurri fue un

    reparto de los activos estatales a grandes grupos de poder econmico y las transnacionales y

    grandes oportunidades especulativas como la recompra de los bonos de la deuda externa y un

    consumismo desenfrenado.

    Con el modelo libremercadista, y la bonanza exportadora 2002-2012, se reactiv el

    extractivismo pero siendo intensivo en capital y escaso en generar empleo directo. Volvimos

    entonces a un modelo de crecimiento sin desarrollo, de nuevos ricos y nuevos pobres, tambin con

    una nueva clase media, pero con corrupcin, en una situacin donde la mayora poblacional no entra

    a la formalidad y la mayora de las autoridades roban y abusan, y donde quienes han ascendido

    socialmente corren el riesgo de hacer el camino de vuelta apenas termine la bonanza. Ese momento

    ha llegado.

    Con el consumismo que vino con la recuperacin y la apertura, se reforz una cultura de

    individualismo salvaje hoy predominante. Las reformas neoliberales aceleraron entonces una

    tendencia a comprar para satisfacer un deseo reprimido de consumo, con deudas crecientes y sin

    dar prioridad a las necesidades bsicas de las familias. En medio de las reformas neoliberales se

    entroniz el principio del lucro incluso para actividades como la educacin (siguiendo un plan del

    Banco Mundial), apareciendo colegios y universidades que vendan ttulos sin verdadera instruccin

    profesional. De all ha surgido una nueva generacin de rectores millonarios, destacando uno que

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    tiene aspiraciones presidenciales y que hace poltica diciendo: hay plata como cancha. Habla incluso

    de una nueva raza que es, supongo, la raza de los trasgresores.

    Las instituciones polticas y la representacin han seguido asimismo una tendencia

    declinante. Ha aparecido una nueva generacin de polticos plutcratas que sostienen que la plata

    llega sola y toda clase de otorongos en el Congreso. Una mayora de alcaldes y no pocos gobiernos

    regionales viven de la coima. Los medios de comunicacin de masas no se quedan atrs. Esta

    regresin cultural se expresa en la prensa basura y la televisin basura, que refuerzan esa actitud trasgresora e individualista salvaje.

    Al fallar el modelo econmico y tener una clase poltica y medios de comunicacin de masas

    que expresan la nueva cultura logrera, la informalidad ha crecido, extendindose a provincias y

    luego a los espacios rurales, que tambin han cado presa del consumismo, acelerando la disolucin

    de las viejas costumbres y del poco respeto a los mayores que quedaba. La piratera de msica y

    videos experiment un enorme desarrollo, al igual que el contrabando tipo culebra, organizado

    por mafias internacionales que entran por Puno. La bonanza incentiv no solo a las grandes

    empresas formales (suerte de lunares de modernidad que dominan los sectores ms rentables pero

    que son una suerte de enclave) sino tambin a las delictivas, acentuando y extendiendo a todo el

    territorio la descomposicin social. Aparecieron las mafias que explotan oro y trafican con mujeres y

    nios en la sierra de Puno y en los lavaderos de Madre de Dios, tambin los taladores ilegales de

    maderas finas que se concentran en Pucallpa. No faltan depredadores legales de los bosques

    amaznicos, incluyendo un empresario checo que est sembrando palma aceitera de la peor

    manera en Aguayta. La produccin de coca volvi a crecer y el Per obtuvo el dudoso ttulo de llegar

    a ser el principal productor de cocana del mundo, generndose un nuevo corredor de la droga por

    tierra, ro y aire hacia Bolivia y el Brasil. Cabe sealar que tanto las economas informales como las

    delictivas generan ms empleo que las grandes mineras y petroleras, que los grandes bancos y

    fbricas, evidenciando las limitaciones del modelo econmico.

    Al mismo tiempo, estas nuevas mafias importaron mtodos criminales del exterior, como el

    sistema de cobros de cupos al transporte patentado por la Mara Salvatrucha de El Salvador, el

    asesinato pagado con motos lineales de Colombia o el descabezamiento patentado por los carteles

    mexicanos. Nuevas pandillas aparecieron por todo el pas, desbordando a la polica o quizs

    articulada a ellos en un sistema institucionalizado de reparto de ganancias. El crimen callejero se

    agrav en plena bonanza, indicando que no estaba asociado a la pobreza sino a una cultura de

    riqueza rpida y consumismo y de cadenas globales del crimen. El trfico de armas, por su parte,

    aument la audacia de raqueteros y sicarios.

    Es posible el cambio?

    Existen dos maneras de atacar este problema para ir revirtiendo la condicin de sociedad

    descompuesta y caminar a una sociedad recompuesta. El cambio debe venir de quienes no estn

    comprometidos con esta lgica depredadora y trasgresora, sea en el Estado, ese grupo de

    funcionarios y tecncratas que no forman parte de la descomposicin, o de la propia sociedad,

    activando la famosa reserva moral que apareci fugazmente con Paniagua el 2000 y cuya tarea fue

    incompleta y que en buena parte ha sido revertida. El cambio, adems lo deben planear y ejecutar

    peruanos, no entidades extranjeras.

    El cambio entonces puede venir de arriba, desde las autoridades sanas y competentes, o de

    abajo, desde la mejor parte de la sociedad. Un optimista afirmara que es posible, que tales

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    potencialidades existen y que con un buen Estado y una mejor democracia se podra generar una

    moral republicana. Un pesimista argumentara lo contrario, que es demasiado tarde, que el sector

    sano y responsable se est achicando; entonces el pas estara condenado y puede fcilmente

    convertirse en un narco Estado o en un Estado Fallido.

    No descarto un tercer escenario. Que la descomposicin se mantenga, avanzando o

    retrocediendo segn nos toquen buenos o malos gobernantes, pero mantenindose esencialmente

    los rasgos de sociedad descompuesta que ahora tenemos. Qu nos espera en las elecciones del

    2016?