Sócrates y La Soledad Del Pensar

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La soledad y la sabiduría

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SCRATES Y LA SOLEDAD DEL PENSAREnero 8, 2016La historia de la filosofa tambin es la del pensar solitario. Scrates es ejemplo de ello. En susMemorias, Jenofonte nos cuenta que Scrates poda pasar inmvil horas continuas en un mismo lugar, silencioso, indiferente hasta al castigo de la intemperie, todo con tal de mantenerse en un pensamiento, y slo desista hasta que terminaba con l. En elBanquetelo vemos rezagarse en el camino, quedndose atrs, solo, incluso pidindole a su amigo Aristodemo que se adelantara, pues estaba ocupado en un pensamiento. Pero Scrates no fue el primero ni el ltimo en sugerir esta relacin entre el pensar y la soledad. Antes que Scrates, el filsofo eleata Parmnides deca que el camino que inicia en el saber se recorre solo, y el Zaratustra de Nietzsche se retir sendos aos hacia la montaa, para dedicarse a escuchar la voz de su corazn. Zaratustra recomendaba huir del zumbido de las moscas del mercado y del ruido de los grandes hombres. En la alegora de la caverna, al filsofo no lo sacan acompaado de sus mejores amigos o de sus parientes, lo sacan casi violentamente y solo; y as, en su soledad, comienza a ver la luz.Decir esto no es ninguna novedad. En el imaginario comn existe la casi caricaturesca idea del tpico pensador profundo en su gabinete, a solas y con la luz tenue de una lamparita. El ilustre incomprendido. Ya en la prctica la soledad causa cierta aversin. Desde los adjetivos como el de aptico, hurao o inadaptado social, y hasta la actual tendencia de diagnosticar autismo con la misma facilidad que se detecta el catarro, la soledad nos parece una anomala, especialmente cuando el solitario se ocupa mucho en pensar. El pensar solitario nos parece algo propio de amargados necios y locos. El pensar colectivo nos entusiasma (coloquios, conferencias, presentaciones, diplomados sobre cmo hacer amigos, crculos de lectura). El pensar colectivo nos da ms confianza que el pensar que se forja desde la soledad, prueba de ello es que vamos con mdicos con cdula profesional, que aprendieron en el saln de clases, antes que con un mdico autodidacta. Tambin existe la simptica opinin de que es ms autoridad libresca alguien que estudi carrera en literatura que alguien que estudi los libros en su soledad.Conocer la figura de Scrates nos ayuda a comprender mejor la relacin entre la soledad y el pensar, al tiempo que nos ayuda a ver mejor las aristas de dicha relacin. Por las cosas que deca Scrates y hasta por la forma como se portaba, uno puede comprender la fatalidad de la suma confianza en el pensar colectivo, as como las virtudes y defectos del pensar en soledad.En los dilogos de Platn vemos, por ejemplo, actitudes antitticas a las de Scrates con relacin a la soledad. Ah estn los hermanos Eutidemo y Dionisodoro, en el dilogoEutidemo, que hacen del pensar y el conocer un asunto de encuesta, pues piensan que lo que ellos dicen es sabio e inteligente en la medida en que la gente los celebra. Piensan que le han ganado la discusin a Scrates porque ste y sus amigos se quedan estupefactos, mientras la porra que los acompaaba a ellos (un montn de jovencitos, algo as como susfans) irrumpen en aplauso y jolgorio ante los ms disparatados argumentos de los hermanos. (Es curioso que, a lo largo de todo el dilogo, Scrates va mostrando que Eutidemo y Dionisodoro se equivocan, pero de esto no se da cuenta nadie, por lo que no hay aplausos para Scrates y, por lo tanto, Scrates no gan). Ah estn tambin el caso de Gorgias y Protgoras, quienes, como se ve en los dilogos homnimos, hacen del pensar una cuestin de fuerza y de venta, pues se esmeran por convencer a Scrates de que la verdad de un discurso depende de quin formule argumentos irrefutables y ms vendibles. Por las conversaciones que tuvo Scrates con todos estos consagrados sabios podemos aprender que a veces las multitudes son capaces de aplaudirnos hasta los ms absurdos pensamientos, as como que, en lugar de procurarnos un camino hacia el conocimiento, podemos hacer de nuestros pensamientos una herramienta para amontonar dinero (Gorgias y Protgoras cobraban cantidades exorbitantes por escucharlos hablar y por tomar lecciones particulares con ellos, ms o menos lo que hoy hacen conferencistas de estos de talla mundial).Y si actitudes como las de Eutidemo, Dionisodoro, Gorgias o Protgoras nos reducen el gusto por andar exhibiendo nuestros pensamientos en pblico, el carcter de otras personas que tambin convivieron con Scrates nos hace entender mejor las desventajas del pensar en soledad.Tenemos, por ejemplo, el caso de Eutifron (en el dilogo homnimo), un joven que se tena a s mismo por un experto en la interpretacin de textos tradicionales (todo un crtico del canon!), senta que nadie entenda mejor los pasajes de Homero referentes al culto religioso que l. Tan pagado de s era este tal Eutifron que, en cierta ocasin que su padre encaden y mat por inanicin a uno de los empleados de Eutifron, ste decidi enjuiciar a su padre, acusndolo de asesino. Eutifron aseguraba que, as como Zeus castig las injusticias de su padre Cronos, l deba castigar las injusticias de su propio padre. (Eutifron no quera tomar en cuenta que el asesinato fue casi involuntario, pues su padre simplemente se haba olvidado de atender al encadenado, quien de hecho tambin haba matado a un compaero por andar borracho). Slo hasta que Eutifron vio cuestionadas por Scrates sus intenciones de encarcelar a su padre y sus supuestas aptitudes para interpretar lo justo y lo piadoso en los textos antiguos, slo entonces se hace patente que probablemente estaba malinterpretando todo. Pero esto se hace patente para el lector, no para Eutifron. El final del dilogo nos sugiere que la clase de teologa le sirvi de poco al joven, pues aunque Scrates le prueba que no sabe de lo que habla, Eutifron se despide, se da media vuelta, y procede su camino hacia el tribunal de justicia. Gracias a esta conversacin llevada a cabo entre Eutifron y Scrates podemos comprender que tambin la soledad es perjudicial, pues siempre est propensa a convertir nuestro pensamiento en cerrazn. En su pequeo dilogoEl caminante y su sombra, Nietzsche indica que, en la soledad de nuestros pensamientos, la mayora de las veces se afirma nuestra vanidad. (Hay que destacar que la sombra de Nietzsche no afirma,pregunta). No hace falta encerrarse en el ropero para quedarnos en la soledad de nuestros pensamientos y nuestra vanidad, hasta acompaados de los maestros ms lcidos podemos persistir en nuestros orgullosos pensamientos, tal como le pas al joven Eutifron.Y en el otro extremo, opuesto al carcter de Eutifron, est el curioso Apolodoro, joven amigo de Scrates al que apodaban el influenciable. Este joven Apolodoro es el que revienta en desgarrador llanto cuando Scrates bebe la cicuta en elFedn, mismo del que Jenofonte dice que era un tipo muy simple (Memorias), es decir, alguien que no destacaba. Lo que llamaba la atencin de Apolodoro era que se la pasaba todo el tiempo junto a Scrates, queriendo escuchar lo que l deca e imitndolo en todo. (En elBanquete, un sujeto se burlaba diciendo que para Apolodoro todos en el mundo eran despreciables, incluido el mismo Apolodoro, excepto Scrates, a quien defenda como el mejor de los hombres). Josef Pieper, en su libroEl ocio y la vida intelectual, afirma que Apolodoro era uno de aquellos muchachos irreflexivamente entusiastas que rodeaban a Scrates. Probablemente a Apolodoro le doli ms la muerte de Scrates porque perdi a su dolo que por otra razn, pues despus de la muerte de ste, Apolodoro se la pasaba investigando qu otras cosas dijo Scrates que l no haya escuchado. Ni muerto lo abandonaba! Como muchas personas, quiz Apolodoro hua de la soledad de su pensamiento porque no saba pensar solo, por s mismo. Es como si le hubiera interesado ms la compaa de Scrates que ponerse a pensar por sus propias luces.Causa conflicto todo lo dicho con el hecho de que Scrates estimaba mucho la amistad, y es comn verlo rodeado siempre de sus amigos. En susMemorias, Jenofonte asegura que para Scrates lo mejor que le poda ocurrir a una persona era conseguir un amigo, afirmacin que tiene su eco en latica Nicomaqueade Aristteles, donde el estagirita explica que hasta los tiranos tienen deseo de estar acompaados de amigos. Podramos apresurarnos a concluir que, en tal caso, el pensar por uno mismo, la filosofa, va de la mano de la amistad, y resolviramos que entonces s es necesaria la compaa para un verdadero pensar y conocer. Pero esta opinin queda entredicha por, cuando menos, dos razones. La primera es que sealar quin es nuestro amigo y quin no es demasiado difcil. En los textos no es raro encontrar a Scrates burlndose de sus amigos o incluso insultndolos, como cuando le dijo a su joven amigo Critias, frente a todos sus dems amigos, que por sus incontrolables deseos sexuales se pareca a los marranos, o como cuando le dijo a Jenofonte que era un imbcil, y aun as Jenofonte afirma que Scrates fue el mejor amigo que puede alguien tener (Memorias). La segunda razn es que, aun estando entre amigos, no necesariamente se sigue que cada quien se disponga a pensar por s mismo; por el contrario, es fcil que, en la medida en que el afecto los junta, los amigos no hagan sino aprobar sus pensamientos mutuamente (el mero hecho de que ciertas personas sean amigos implica que son afines, que piensan parecido), por lo que hasta los seres ms viciados podran reunirse para confirmarse unos a otros toda clase de prejuicios, con poco o nulo esfuerzo por pensar. El largo historial de amigos filsofos peleados es un buen motivo para dudar que la amistad es amiga incondicional del pensar por uno mismo; Sartre y Camus, Hume y Rousseau, Husserl y Heidegger... Tampoco es que Scrates tuviera muchos amigos entraables. Platn hace mencin de que slo un puado de personas estaba en el juicio de Scrates dispuesto a apoyar plenamente a Scrates (Apologa).Entonces uno queda perplejo. Cmo se piensa, pues, por uno mismo? Cmo haca Scrates para no andar imitando a otros y no orillar a los otros a que pensaran como l? La multitud nos puede llevar en su corriente, la soledad nos puede viciar en la irreflexin. Quiz la respuesta podemos encontrarla en el famoso arte partero de Scrates (Teeteto), ese que nosotros llamamosmayutica. Scrates deca que, al igual que su madre, l posea el arte de ser partero, pero l ayudaba a que las personas dieran a luz pensamientos propios. La mayutica nos ayuda a situarnos en un punto medio, en el que evitamos el engao solipsista y la codependencia porque, por medio de la conversacin, las personas ponen a prueba lo que saben y se desengaan si es que en realidad no saben. Cuando Scrates conversaba con los pocos amigos que tena, no les enseaba a que pensaran (o no pensaran) tales o cuales cosas en especfico; lo que haca era proponerles toda clase de preguntas para que ellos mismos pusieran a prueba lo que ya pensaban. Muchas veces Scrates haca que sus amigos se dieran cuenta de que nada ms andaban repitiendo lo que otras personas haban dicho, y esto se notaba porque no podan sostener sus opiniones ante los cuestionamientos de Scrates. Este arte mayutico de Scrates resultaba chocante no slo para sus amigos, sino quiz para todos los atenienses con quienes se atraves. Cuando su amigo Critias (al que Scrates le deca marrano) creci y se hizo parte de los gobernadores de Atenas, le prohibi a Scrates filosofar, pues segn ya tena a todos los atenienses fastidiados con sus preguntas (Memorias). Curiosamente, a la persona que mejor poda ayudarlos a que pensaran por s mismos, a que alcanzaran la libertad que es, quiz, la libertad ms importante: la del pensamiento; a que no fueran unos esclavos de las ideas de los dems, a esa persona la abandonaban, la despreciaban, la condenaron a muerte, no queran estar cerca de ella. Scrates era un verdadero solitario.Y es que, siendo framente sinceros, qu tiene de malo no pensar por s mismo? podra alguien objetar. Los das siguen pasando, el sol viene y se va, qu puede pasar porque yo no piense por mi propio esfuerzo? Soy humano y me gusta la compaa de los dems. Nadie sea un ensimismado!. A diferencia de aquella soledad propia de la pubertad, esa que nos hace creer que somos unos ilustres incomprendidos, los pocos elegidos rodeados de un montn de bobos, la soledad del pensar nos prepara para una mejor relacin con los dems. Hay soledad que aterra y soledad que llena de jactancia nuestros pensamientos, pero siempre es una soledad que oprime, que nos hace menos capaces. La soledad del propio pensar es liberadora, y poco a poco hace el mundo un lugar ms claro. Probablemente el pensador solitario es la persona que mejor sabe convivir.F. Mifune~