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Sol negro1

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Hoja de Poesia

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Sol Negro Hoja de poesía Numero 1 Marzo 2015 Director: Paul Guillén Portada: Yulino Dávila Bolero andrógino Entraña 14 Página 11: aleWendorff detalle Lima – Perú Colaboraciones: [email protected]

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Amparo Arróspide

Sin despeinarse aún, nos da su corazón partido de zombie trajeado, moja en propia

sangre un dedo verde, llega a la profundidad de algún esfínter, a la claridad cloacal

de un esófago post romántico, y arroja lanza y salpica orines, un agudo sentimiento

de anzuelo, un agua sorda, un fervor embrionario y la amenaza de un parto

prematuro. De donde viene el poseedor del dedo verde conocen la placidez del

sembrado de púas, el plantar alambre por el gusto de ver a los otros rasgarse las

alas, el plantar estacas para el sembrador mismo, un destino de ferocidad en la

intemperie, un apropiarse de lo suyo en legítima defensa. El dedo verde. Porque los

paisajes interiores protegen con pólizas y timbres, sellos llevan piernas, exhalan

amor a rosas los certificados de propiedad. El alma bien lavada y molida en fino

polvo puede luego absorberse por la nariz.

El poseedor del dedo verde anuncia, intenso, sus ansias por comunicarse

de víscera a víscera en un ritual de cirugía abierta. Grávidamente, en la

partenogénesis del llanto, no le importa quién sea el titular del oído sino la

blandura, he dicho víscera, las nuestras, y sumergir en un lecho de terrores los

gritos de la vaselina ante un muro chorreante de ciencias morales. Es comadrona

por frustración del ánima insolvente pero no aguarda nuestro desprecio. Abre un

poco más la llaga en el costado, la pústula por donde gorgotea su don.

Es imposible evitarlo, fingir que no reconocemos su calidez humana. De

tales desencuentros están poblados los días de cualquiera y al fin y al cabo solo

alimenta nuestra ansiedad, allí en su féretro blanco ante el cual desfilamos en

procesión de uno en uno, testigos de los dislates de un dios verde.

También hay quienes piden no padecer un dolor serio hasta una vejez muy

avanzada y disminuir en las tres cuartas partes el de sus seres queridos, esto es

laudable y comprensible. El poseedor del dedo verde tramitará nuestra petición.

Desgarrada la carne por las púas, exponemos las heridas manzana, las lesiones

biliares y un autógrafo de persona humilde ante los embates del tiempo y de la

vida. Luego, es cuestión de esperar y seguir sembrando inocencia e instancias.

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Elí Urbina

Bola de ratas

A la luz de la luna verde por el bosque,

un temblor de súbito sacude la cabaña,

ratas, ratas invadiendo en hordas, ratas,

con acerados dientes, con infectas garras,

ratas quebrando el silencio del papel,

ratas andando como latir de sombra,

al asecho de tu pie desnudo y de tu rostro,

ratas llenando la bombilla hasta nublarla,

desollando al gato, destripando al pastor,

ratas de piel lampiña y rugosa cual

escroto decrépito, a ciegas olisqueando,

ratas pululando hasta por dentro del espejo,

un gran tumor mutante a punto de explotar en ratas,

ratas brincando a quemarropa en el pasillo,

ratas cuando a tientas buscamos la salida,

ratas como derrame de petróleo hirsuto,

apestando a humedad y a meadero,

a menstruación y a carca umbilical,

ratas chirriando sin tregua ¡aj! chirriando

lo mismo que sartenes o parlantes posesos,

ratas, ratas, fariseas, déspotas, demagogas,

agujereando por doquier al mundo,

siempre en tránsito hacia su latido,

ratas, paradigmas de monstruosidad,

engendros de un ovario emputecido, ratas

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Samuel Trigueros

Obertura

Desde la sombra

-y con todas sus fuerzas-

Tiraron de la cuerda

-que, previamente, ataron a mi cuello-;

Pero

-perdida toda semejanza entre nosotros-

Miré sus manos calcinadas

-desde un pensamiento-

En la cabeza del sol.

¡AH, DORADA SOLEDAD!

Un cello en llamas

estalla en medio de la orquesta.

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José Carlos Sánchez-Lara

para José Watanabe

Fíjate en la mosca de 300 ojos.

Laboriosa y pulcra

se peina en un montículo.

Con qué maestría escarba túneles

separa y selecciona

el material.

Sorbe minerales. Registra

en su complejo software

las enzimas necesarias.

Chupa esas manitos

y en postura de tractor

compone aditamento dadaísta

al concluir rutina entrópica

de forestación y tao.

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César Klauer

Bala de plata

1

Dentro de la bala de plata la comodidad es una taza de café humeante, y un

cojín en la espalda.

2

La curvatura de la tierra se incendia de diferentes tonalidades, mientras el aire se

convierte en hielo microscópico, vidrioso, escupido desde el techo plastificado.

3

Las ruedas del servicio de salvación rasgan el piso, traquetean entre siluetas de

respiración pausada. Los ojos atentos al rectángulo multicolor, las orejas

engullidas por conchas poseedoras de voz.

4

Would you like more coffee?, forma un túnel azul forrado de sonrisas y gestos

cuidadosos. Manos atentas distribuyen brebajes de hechiceros ausentes, y

envolturas de aluminio.

5

El cielo nos autoriza a pasar, y estamos cada vez más cerca del corazón

añorado.

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Alan Pool Su nombre era *** y la decepcioné. ¿Qué esperaba ella de mí, que no se lo di?

Nunca me lo diría —tan buena ella—, y juraba amarme y quererme como ella

sería capaz de hacerlo. Me daba besos, me abrazaba. Utilizaría su profesión y su

vida y su trato con otras personas. Yo la veía y la admiraba. Era mi heroína.

Quería tal vez ser como ella. ***, el modelo a seguir, mi modelo. Mi espejo de

verdades y deformidades —su maldita hipocresía. La quería. Sí, la quería. Hubo

un tiempo. Y muy lejano. Jugábamos como niños, nos divertíamos. En una

piscina de plástico, en un patio, en una terraza, con sus perros, en charlas, en

bromas, viendo televisión, viendo videos, golpeándonos, insultándonos.

Nunca peleamos de verdad, solamente simples y pequeñas discusiones.

Ella me quería y yo a ella. Parecíamos hermanos. Y a veces la odiaba. Nos

queríamos. Ella decía: “Sí, nos queremos. Somos hermanos”. Los hermanitos,

seres, criaturas, que me causarían repugnancia. Y si hubiera una mano, la

violencia. No. Solo son mis ilusiones tontas de ser malo. De ser maligno y

matar o maltratar. Ella lo hacía. Y yo revivía cuantas veces me parecía necesario.

¡Era su hermano! ¡Celebremos nuestro pacto, nuestra relación! Hermanos que

una vez fueron unidos y que serían separados. Aquel hermano malo que no lo

fue. El hermano. La hermana. Mentira. Nunca lo fueron. El hermano se iría

caminando sin ser hombre aún, y ella lo observaría, vería sus pasos. Lo

aclamaría, pues él haría lo que ella dejaba que le reprimieran. El hermano

heroico, el hermano tonto, el inmaculado, el precoz, al que todos entendían, al

que nadie conocía.

Y aquella hermana barajaría las cartas de un juego solitario, pensando si

era verdad, si eran ilusiones. Quizá pensando si él era su hermano, si él

pertenecía a ese lugar y a esa herencia.

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María José Mures

Los lados del ecuador Espera la piedra abierta

con el queroquero en cielo azul.

Un paisaje dentro de otro

¿fractal o matrioska?

La casa que calienta

es la de tus labios

o tu mano investigando

a los lados del ecuador

buscando latitudes.

Hilo de vida Con un hilo que me dio

hice mi tela de araña,

me dio vida,

a punto del precipicio.

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Sergio Manganelli

Lo más complicado de la muerte

no es morir,

sino acostumbrarnos a que la vida

se las arregle sin nosotros,

que ni siquiera perciba

nuestro sillón vacío,

el polvo en nuestros libros.

Lo triste es añorar,

—debajo de la tierra

o zumbando en el aire—

el beso de los buenos,

la taza de café,

la balada de amor,

o el ardid asesino.

Lo maravilloso es

que entre tanto despojo,

nos abriga el recuerdo

de ausencias que sentimos.

Solo algo consuela:

el corazón del grillo

en la palma de Eos.

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Colaboradores

Amparo Arróspide Traductora y filóloga, nacida en Argentina. Autora de dos plaquettes, dos poemarios publicados y tres inéditos, así como poemas, relatos, traducciones y artículos de crítica literaria y cine en antologías y revistas internacionales, como The Guardian Poster Poems, Linden Lane Magazine, Concrete, Cuadernos Hispanoamericanos, Voces Nuevas viii, Vasos Comunicantes, Narrativas, Piedra del Molino, Nayagua, Alhucema, La Galla Ciencia, Zurgai. Coeditora de la revista digital Poetry Life and Times y del volumen en castellano de Phoenix Rising from the Ashes, antología internacional de sonetos (ed. Richard Vallance, 2013). Traducida al inglés y al rumano, ha traducido a su vez a Margaret Atwood, James Stephens, Stevie Smith y al inglés a Francisca Aguirre, Isla Correyero, Blanca Andreu, Guadalupe Grande y Javier Díaz Gil, entre otros autores. Participa en festivales poéticos, los últimos en el Centro de Poesía José Hierro, de Madrid. Elí Urbina Poeta peruano nacido en la ciudad de Chimbote en 1989. Además de escribir poesía es docente de literatura. Es también editor de contenido del libro Plexo Perú, Poesía y gráfica Perú-Chile del grupo de Investigaciones poéticas Casa Azul de Valparaíso, además de Plexo Puertos, Narrativa y gráfica del mismo grupo. Actualmente prepara la publicación de su primer volumen de poesía. Samuel Trigueros Honduras, 1967. Es Autor del libro El trapecista de adobe y neón. Mereció el Premio Único de Cuento Súbito-Centro Editorial. S.P.S. 1991. Obtuvo Mención de Honor para Poetas Jóvenes. Revista Mairena. Río Piedras, Puerto Rico, 1992, con el libro Amoroso signo. Primer Premio Poesía. Lira de Oro Olimpia Varela y Varela 1988 de Honduras con el poemario Todo es amor tras esta nostalgia. Miembro fundador y primer director del Colectivo de Poetas Paíspoesible.

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José Carlos Sánchez-Lara Cienfuegos, Cuba. Tiene publicado Regiones, Premio Luis Rogelio Nogueras, 2004. Sus textos han sido incluidos en revistas norteamericanas, portorriqueñas y cubanas como Rio Grande Review, Azoteas, Ceiba: Revista Universidad de Ponce, PR, Cuadrivium, Revista Universidad Humacao, Caimán Barbudo, El coloquio de los perros, Letras Salvajes, La cita trunca, Isliada, entre otros. Se ha especializado en objetivismo estético. En Puerto Rico comanda el taller literario: Texto y objeto. Próximamente aparecerá su título Pequeña corrección del mito (Isla negra). César Klauer Nació en Lima en 1961. Es profesor universitario y escritor. Ha publicado la colección de cuentos Pura Suerte (Altazor, 2009), los cuentos infantiles ilustrados El Gigante del Viento, El Perro Patitas y El Delfín de Arena (Altazor, 2010), y el libro de microrrelatos La Eternidad del Instante (Micrópolis, 2012). Su trabajo aparece en antologías y revistas literarias del Perú, Colombia, Uruguay, Venezuela, México, España y Estados Unidos. Alan Pool Nació en Lima en 1979. Interventor. Obras: Hijo de los poemas, Desintoxicaciones, El cuaderno de colores, Poemas para morir en público. Esto es una intervención, Cuentacuentos y declamapoemas, En el camino. María José Mures Nace en 1970 en Fernán Núñez, Córdoba, España. Es diplomada en Educación Especial por la Universidad de Córdoba y habilitada en Educación Infantil por la UNED. Es Máster en logopedia “Rehabilitación de los trastornos del lenguaje y el habla” por la Universitat Politècnica de Catalunya. Sus libros editados son: Antes del Amor, Fernán Núñez, 2001. Zahorí, Valencia, 2004. Libro de relatos. Cambalache, Madrid, 2005. Libro de poesía erótica. Su producción poética y narrativa aparece en revistas como Baquiana, Alhucema, Arique, La pájara pinta, en el e-book de Registro Creativo XLVI de la Universidad de Montreal, y otras revistas literarias de formato digital. Blog: http://palabravisual.blogspot.com.es/. Sergio Manganelli Nació en Haedo, Provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1967. Reside actualmente en San Antonio de Padua, al oeste del conurbano bonaerense. Sus poemas y artículos han sido publicados en diarios argentinos, mexicanos y españoles. Asimismo en revistas culturales y literarias de Argentina, Cuba, Italia, España, México, Estados Unidos, Puerto Rico, Francia, Colombia, Venezuela, Chile, Brasil, Honduras, etc. En 2011 ha ganado el Premio de Poesía de la Universidad de Cali, Colombia y el Premio de Poesía “Leopoldo Marechal”, que otorga el Municipio de Morón, Buenos Aires, Argentina.