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Soldados de Peron - Richard Gillespie

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Version completa en español. Edición actualizada en 2008, con prólogo actualizado por el autor teniendo en cuenta los acontecimientos relacionados de la realidad actual.

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RICHARD GILLESPIE

SOLDADOS DE PERÓNHistoria crítica sobre losMontoneros

Traducción de: Antoni Pigrau

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Sudamericana

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INTRODUCCIÓN

Lo que va a leerse en las páginasque siguen, es la historia de unalocura. Una locura que al principiose apoderó del espíritu de unpuñado de muchachospertenecientes a clases mediasaltas, y luego inficionó todo elcuerpo social argentino. Fue, en uncomienzo, una aventura casiquijotesco, atravesada de noblesideales: terminar con la injusticia

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social, oponerse al autoritarismo deun régimen ilegítimo, romper lahipocresía y el convencionalismo delas fuerzas dominantes. Pero estosobjetivos, que podían sercompartibles aun en su difusaexposición, se fueron degradandocuando se intentó su consecuciónmediante el uso permanente ysistemático de la violenciaterrorista. En pocos años, laArgentina terminó convirtiéndose enun campo salvaje donde la luchaarmada se exaltaba como un fin ensí mismo, cualquier crimen se

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justificaba y la competencia políticaera, simplemente, una apuesta a lacalidad de las metralletas y a laeficacia para volar un enemigo: elceremonial del “caño”, el trágicoerotismo de la muerte.

Buena parte de la culpa de estalocura colectiva corresponde almovimiento que el profesor RichardGillespie describe en este libro.

Las luctuosas consecuencias quedecimos, venían de una insinceridad

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inicial. Montoneros se constituyóprimitivamente con elementos quenada tenían que ver con elperonismo. En cierto momentoadvirtieron que sus esfuerzosgirarían en el vacío si no lograbanconectarse con el movimientomasivo que, aun en la inorganicidada que obligaba un poder de factoque había congelado la política,mantenía vivo y fresco el poderosomito de Perón, la nostalgia de unaépoca durante la cual el pueblohabría sido feliz, y la esperanza desu retorno. Entonces, los

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conductores de Montoneros sedisfrazaron de peronistas.Adoptaron las consignas queinstintivamente levantaba el puebloperonista y las radicalizaron: ya nomás “Perón vuelve” sino “Perón omuerte”. Se erigieron en jueces delmovimiento en el que se infiltraron:“Rucci, traidor, a vos te va a pasarlo que le pasó a Vandor”.Confiscaron el recuerdo de Evita ylo hicieron una bandera exclusiva:“Si Evita viviera, sería montonera”.Se jactaron de sus procedimientos:“Éstos son los Montoneros que

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mataron a Aramburu”. Reclamaronpara ellos la condición de laauténtica pureza peronista y de estamentira originaria pasaron arecoger la adhesión de buena partedel pueblo peronista.

De este modo, Montoneros se fueconvirtiendo en dueño de algo queparecía la verdad justicialista.Acostumbraron a las masas al saborde la violencia: cada actosangriento era aplaudido por gentea la que ni el propio Perón en suépoca presidencial, habíaarrastrado a esos territorios. Y la

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mentira inicial de Montoneros secompletó con otra, que el mismoPerón se complació en dejarelaborar: la idea de que el líderjusticialista era un revolucionario,una suerte de Mao o de Fidel quehabría de motorizar unatransformación tan vasta como la deestos conductores en cuanto sepusiera al frente de los destinos delpaís.

Lo que empezó con una mentira yse continuó con otra, lo que se llevóadelante con métodos violentos,fascistas, no podía tener otro fin

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que el que tuvo.Quiero decirlo sin atenuar mi

juicio con ningún matizexculpatorio: los Montoneros merepugnaron siempre. Por susmétodos en primer lugar, peroademás por sus pueriles y contusosobjetivos y hasta por la calidadhumana de sus dirigentes. No sientola menor admiración por ellos. Sinduda, algunos militantes fueronvalientes, pero otros muchosdemostraron flojedad cuando llegóel momento de hacer frente afuerzas oficiales o paraestatales.

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Una cosa era pegarle un tiro aAramburu en el sótano de unaestancia abandonada, o copar unpueblito de la sierra cordobesa, yotra cosa muy distinta enfrentar elpoder de un Estado que, tal comohacían sus enemigos, no quisolimitarse con ninguna norma ética.En esta coyuntura, donde no setrataba de asesinar a gente inermeo ensayar operaciones sorpresivassino de matar o hacerse matar, losMontoneros demostraron ladebilidad de sus convicciones, lasfallas de su formación teórica, las

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equivocaciones de su estrategia y lainsinceridad de su adhesión a unapostura política adoptada poroportunismo. Ahora se sabe lo quevagamente se intuía en la época deVidela: la increíble colaboración demuchos ex montoneros en ladelación de sus antiguoscompañeros. Pocas veces se habrádado en nuestra historia el ejemplode traiciones tan miserables comoéstas. La huida final de susprincipales jefes, dejando en laestacada a su segunda línea, lasórdenes que enviaron a la muerte en

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1978 a dirigentes castigados porsus disidencias, la tilinguería de suconducción en el exilio, ocupándosedel ceremonial militar de laorganización, completan lacaracterización de la cataduramoral del grupo. Un grupo que, nolo olvidemos, alcanzó a manejar laJuventud Peronista, se apoderó dela universidad y estuvo, aunquebrevemente, en la intimidad delpoder argentino en 1973.

Por lo mismo, encuentroincomprensible que intelectualesque habían hecho un ejercicio

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cotidiano del pensamiento racional,hayan asesorado y aun compartidoresponsabilidades operativas conun grupo cuyo proselitismo sefundaba en la muerte. No puedoasumir que, enfrentados a unrégimen militar, se mimetizaran conlo castrense en el lenguaje, lagradación jerárquica, el protocolo yla vocación por los uniformes.Hallo injustificable la actitud depolíticos, artistas, sacerdotes,gremialistas, periodistas y otrosque, por esnobismo o cálculo,contribuyeron a crear un clima de

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simpatía hacia Montoneros opretendieron dar jerarquía políticaa cónclaves donde se procesabasecretamente a determinadospersonajes, se los condenaba amuerte y se ejecutaban talessentencias. ¡Muy enfermo debióestar nuestro país para queocurrieran estas aberraciones!

Mis antecedentes me eximen,creo, de aclarar que la mismarepugnancia me provoca la brutal

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represión con que fue arrasadoMontoneros y otros grupossimilares. Quien, como yo, repudiala violencia en todas sus formas, nopuede justificar los métodos usadospor el Estado o sus delegadosparaestatales, en esa represiónindiscriminada que salteó todas lascategorías legales y éticas que lolimitan. Al fin, Montoneros y sussimilares usaban de esa violenciaque a veces estalla en el seno decualquier sociedad; pero cuando esel Estado, a través de susinstituciones armadas, el que se

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encanalla con el ejercicio de labrutalidad, la coacción, la tortura,el asesinato, entonces toda laarquitectura jurídica de lacomunidad se desploma. Al fin y alcabo, Montoneros no era otra cosaque un grupo de “soberbiosarmados” —para usar la expresiónde Pablo Giussani—. El Estadorepresor, en cambio, significaba ladegradación de la más altainstitución comunitaria.

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Pueden parecer fuera de lugarestas declaraciones personales.Pero sucede que al leer este libro herevivido en mi espíritu esosespantosos años en que toda normacivilizada pareció haberdesaparecido en mi país, arrasadasu tradición política por un vientode demencia aparentementeindetenible. Además, mis juiciosvienen como compensación a ladeliberada asepsia con que elprofesor Gillespie hace la crónicade Montoneros, desde su nacimientohasta su final disgregación. El

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autor hace bien en historiar así. Noes argentino, y la trayectoria de los“soldados de Perón” constituyepara él un sujeto de investigación, ynada más. Para nosotros, la gentede esta tierra, Montoneros es unade las pesadillas que vivimos desdelos finales de los sesenta hasta hacepoco tiempo.

Porque ese grupo estáestrechamente asociado a esostremendos años, porque su propiafrustración evidenció que hasta losideales más nobles se enroñancuando se pretende obtenerlos a

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través de medios despreciables,porque muchos de los jóvenes quecayeron en nombre de esa negrabandera podrían haber sidomagníficos dirigentes; por todoesto, el libro del profesor Gillespiees importante y oportuno. Hanavegado con seguridad en lasengañosas aguas de aquellaorganización cuyo hermetismocubría su realidad. Ha recogidotoda la información posible. Haseguido el hilo de acontecimientosconfusos y ambiguos con todo elrigor necesario.

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Sobre los hechos y los nombresregistrados por el profesorGillespie, los lectores argentinosratificarán la lección que lossucesos mismos les brindaron. Pues,en último análisis, la historia —yalo decía Goethe— se hace tambiénpara deshacerse de ella.

FÉLIX LUNA1986

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PRÓLOGO A LATERCERA EDICIÓN

La publicación de una terceraedición de Soldados de Perón —veinte años después de la primeraedición en castellano y algo más deun cuarto de siglo después de laedición original en inglés— mebrinda el placer de saber que estaobra sigue teniendo relevancia en laArgentina, a pesar del cambiogeneracional. Me agrada comprobar

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que un libro que fue una pieza deanálisis contemporáneo, escritodurante la última fase de lainsurgencia montonera, hoyreaparece más como un libro dehistoria; pero al mismo tiempo mepregunto: ¿por qué? ¿Es posible queen la Argentina, un país con fama devivir más en el presente quepensando en el pasado, hayaaumentado el interés del público porlos libros sobre historia nacional? Enel mundo universitario argentino, sítengo la impresión de que ha habidomás interés entre los investigadores

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en la época de los sesenta y lossetenta, aprovechando la libertadpara incursionar en este terreno apartir del fin de la época militar.Mientras que, para un público másamplio, el interés potencial del libroahora parece residir más bien en lainfluencia política que ha tenido elperíodo de la guerrilla con relación ala Argentina de hoy y al pasadoreciente.

Evidentemente, hubo cambiospolíticos importantes en la Argentinaa partir de la década del ochenta, yhoy la violencia política carece de la

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legitimidad que antaño tenía paraimportantes sectores de la sociedad.Sin embargo, el modelo económico yla falta de compromiso social dealgunos gobiernos elegidos bajo lademocracia traen como consecuenciala vigencia de una tradición vibrantede protesta social que todavíaentusiasma a muchos militantesnacionalistas y de izquierda. Entreellos, se destaca el fenómeno de los“piqueteros”, grupo de desocupadosy a la vez movimiento social quedespertó el apoyo de núcleosradicales y llegó a tener fuerte

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impacto, sobre todo en diciembre de2001, convirtiéndose en un factor deimportancia en la elección de NéstorKirchner como presidente de laRepública.

Lo interesante no es tanto lacontinuidad individual desupervivientes montoneros en otrasorganizaciones políticas o enmovimientos sociales, sino lainfluencia política de los Montoneroscomo modelo de cierto tipo deinsurgencia, modelo que finalmentefracasó, pero que sin embargo sigueofreciendo a los activistas políticos

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de perfil parecido, en la Argentina yen otros países, ciertas lecciones decómo actuar y cómo no actuar ensituaciones comparables (y tambiénhasta cierto punto en situacionesdiferentes, dada la posibilidad deextraer elementos de la estrategiapara el uso táctico o para adaptarse aotras condiciones). En concreto, losque intentaron promover a lospiqueteros como movimiento socialbuscaban una forma de acciónsociopolítica extraparlamentaria queevitaría el rechazo social queencontraron los Montoneros en su

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fase final y que a la vez fuera másdifícil de reprimir por parte delEstado. Los lazos que vincularon alos piqueteros con los Montonerosexistían a nivel estratégico en elsentido de que, mientras la guerrillaurbana dirigida hacia formas deguerra popular fue rechazada, lospiqueteros mantenían el énfasis en laacción directa, no excluyeron laviolencia —siempre que fuera “demasas”— y se apropiaron de algunosmétodos guerrilleros a nivel táctico.

No voy a intentar evaluarglobalmente el fenómeno piquetero.

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Mi argumento es que éstos fueronconscientes de la experienciamontonera cuando planteaban supropia estrategia. Esencialmente,buscaron una forma de acción directaque fuese más difícil de combatirpolicial o militarmente, y quecomplicaría la justificación de larepresión. Los militantes piqueteroshabitualmente no llevaban armas, eincluso cuando emplearon armasimprovisadas o caseras, dificultaronmás (en comparación con los“operativos” guerrilleros delpasado) la aplicación de medidas

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represivas por parte de lasautoridades y las fuerzas del orden.Mientras recurrieron a los métodosviolentos, aprendieron de laexperiencia de la guerrilla urbana laimportancia de evitar víctimasmortales, seleccionando comoblancos diversas propiedades, sobretodo las sedes de las grandesempresas multinacionales y lasinstituciones del Estado. Además, encontraste con las iniciativas elitistasde la guerrilla urbana, los piqueterosoptaron por la acción colectiva,buscando mantener su propia

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seguridad en la masificación de lalucha, para evitar así aislarse comolos insurgentes del pasado.Finalmente, rechazaron el“aparatismo” de los Montoneros,organización siempre dirigida poruna comandancia suprema formadapor líderes guerrilleros, quecontrolaba toda una serie de aparatosde apoyo e infraestructura. En vez deconstituirse burocráticamente, lospiqueteros utilizaron las asambleasde vecinos para debatir lasiniciativas tendientes a la acción, unaforma de tomar decisiones que a la

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vez hizo difícil a las autoridadesdistinguir entre los dirigentes y labase. Seguramente, fue una forma deactuar más vulnerable a lainfiltración, pero con menosconsecuencias para la supervivenciadel movimiento que en el caso de lasestructuras burocrático-militares delos Montoneros.

Fue así como los piqueterosadoptaron elementos de la estrategiainicial montonera y, más importanteaún, aprendieron de los “errores”cometidos por los aspirantes a“soldados de Perón”. Quizás

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encontraron algunos obstáculosparecidos: a pesar de practicar ciertadiscriminación en el enfoque de suactividad violenta, los dosmovimientos vieron difícil limitarsea los blancos elegidos en unprincipio. Los piqueteros perdieronla simpatía de muchos ciudadanospor destrozar coches particularesdurante las batallas callejeras. Eldrama de la acción directa tenía suatractivo, pero sólo durante untiempo, y luego empezó a serpercibido más bien como unamolestia que complicaba la vida

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diaria.A fin de cuentas, los dos

movimientos tenían más impactocomo fuerzas de resistencia o deprotesta que en el cumplimiento desus objetivos políticos y sociales.Sin embargo, su experiencia comofuente de lecciones para cualquierpersona interesada en el cambiopolítico y social sigue siendorelevante en la Argentina, dado elnúmero de personas desencantadascon el statu quo contemporáneo. LosMontoneros y otras organizacionescomparables, a pesar de su derrota

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histórica, quedan como un punto dereferencia, y eso se debefundamentalmente a querepresentaban un enfoque estratégicodeterminado.

El pragmatismo político de losMontoneros —al decidir definirsecomo peronista, al actuar dentro delmovimiento peronista y al intentarhacer política en combinación con laactividad armada— no deberíaocultar el hecho de que por logeneral la actividad de laorganización era informada a travésde una estrategia muy pensada y

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difundida por medio de comunicadosy entrevistas concedidos por loscomandantes guerrilleros. Comointento argumentar en el libro, a largoplazo la estrategia montonera exhibióevidentes defectos y contradicciones,sobre todo cuando sus miembros seinspiraron demasiado en laexperiencia de las revoluciones enotras partes del mundo (sobre todoChina, con su interpretaciónmaoísta), y se acentuó excesivamenteel militarismo. Pero, a pesar de sufracaso y los grandes costos ensufrimiento humano que traía, el caso

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de los Montoneros mantiene un lugardestacado en la historia de lainsurgencia, por ser el ejemplo deguerrilla urbana que más éxitorelativo ha tenido a nivel mundial.

Por eso, el tema de losMontoneros no es relevantesolamente para los argentinos quequieren aprender de su propiahistoria, sino para un públicointernacional. Se quiera o no, losMontoneros y otras formacionesguerrilleras volvieron a la Argentina“relevante” como laboratorio para elestudio de la insurgencia. No es un

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logro para ostentar ni un modelo paraadoptar como ideal. Pero sí, lahistoria de los Montoneros significaun episodio de conflicto que, másallá de la tragedia y el dolor, es muyrico en lecciones políticas. Sonlecciones discutibles, sin duda, y laúnica forma de clarificar lascuestiones controvertidas esentablando el debate de una maneraseria y racional, con la ayuda de unaliteratura creciente sobre cienciasocial e historia. Las condenasmorales de la violencia mantienen suvigencia, pero no pueden sustituir al

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análisis histórico que busca entenderlo ocurrido.

RICHARD GILLESPIEChester, enero de 2008

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PRÓLOGO A LAEDICIÓN ESPAÑOLA

Desde que se escribió el prólogode la edición inglesa han ocurridovarios acontecimientos políticosimportantes: la recuperación de losmovimientos populares en laArgentina, una guerra criminal en lasMalvinas, la humillación de losmilitares y un nuevo esfuerzo porconsolidar una democracia estable.Afortunadamente, esos hechos no han

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vuelto necesaria la actualización deeste libro a la hora de publicar laedición española, porque losMontoneros dejaron de tener impactoen la política argentina a fines de losaños setenta. No obstante, parece útilofrecer esta obra al lectorlatinoamericano y español, tanto porla luz que puede arrojar sobre loshechos del pasado reciente como porlas observaciones que ofrece acercade la violencia insurreccional engeneral.

En esta edición no he hecho ningúncambio sustantivo, pero he

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modificado algunas secciones de laedición original inglesa en que habíapequeños errores. He tomado todaslas precauciones necesarias para quela traducción de las citas queaparecen sean totalmente fieles aloriginal. Hay unos pocos casos enque esto no ha sido posible, porejemplo cuando mi fuente deinformación ya estaba en inglés, ocuando se trataba de una publicaciónguerrillera clausurada por lasautoridades argentinas y que no se hapodido obtener desde entonces.Aunque algunas citas no aparecen

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textualmente, puedo asegurar a loslectores que el significado escorrecto. En cuanto a la totalidad delos libros mencionados, laspublicaciones clandestinas o losdocumentos internos de losMontoneros y la gran mayoría deperiódicos y revistas (incluso los quefueron clausurados), fue posiblelocalizar la versión original.

Durante la preparación de estaedición, varias personas hancolaborado en el intento de ofreceruna traducción correcta. Estoy muyagradecido a Martha y Enrique Torn

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por su valioso trabajo, sobre todopor su interés en asegurar que unaversión hecha en Barcelona sea tanaceptable en América Latina como enEspaña. Jorge Barón aportó suutilísima opinión sobre la traducciónoriginal, mientras que María ElenaFernández me ayudó enormemente enmejorar varias secciones. Además,quiero aprovechar la oportunidadpara agradecer las observaciones ycomentarios de todos los argentinosque me escribieron después de lapublicación del libro en inglés.Personalmente, sus reacciones fueron

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de mucho mayor provecho que lascríticas más elogiosas. Quieromencionar particularmente a AmandaPeralta y Andrés Alsina porindicarme algunos errores de detalleque se deslizaron en la edicióninglesa. Finalmente, por su toleranciay apoyo mientras trabajaba en estatraducción, quiero manifestar miagradecimiento a María Elena, Ana yNelson.

RICHARD GILLESPIEUniversidad de Warwick, 1986

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PRÓLOGO A LAEDICIÓN INGLESA

La guerra de guerrillas urbana,sobre todo cuando se da en unasociedad tan agudamente polarizaday tan manchada de sangre como la dela Argentina contemporánea, hasuscitado los comentarios de unexcesivo número de apologistas ydetractores. Ni la hagiografía ni lademonología se han beneficiadomucho de tus esfuerzos, que no

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siempre han culminado enobservaciones válidas respecto delos efectos instrumentales de estetipo de guerra. Al ofrecer estahistoria crítica de la principal fuerzaguerrillera urbana que ha existidohasta la fecha en la América Latina,he intentado examinar las ambicionesy el impacto de la violenciainsurreccional sin presentar a loscombatientes ni como santos ni comopecadores. Las imágenespredominantes de los guerrilleroscomo heroicos defensores de lalibertad o como terroristas

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sanguinarios las rechazo porinapropiadas.

En ningún momento de los añossesenta los Montoneros parecieroncapaces de acaudillar una revoluciónpopular o de tomar el poder delEstado por medios militares. Enefecto, ellos mismos consideran unabuena parte de aquel decenio comofases de una lucha defensiva. Suimportancia no radicó en el triunfopolítico, sino más bien en el hechode servir de expresión tanto delpotencial como de las limitacionesde una estrategia que numerosos

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movimientos izquierdistas y deliberación nacional han probadodurante estos últimos años. Sinembargo, ningún examen delfenómeno montonero sería completosi se limitara a las desgracias yavatares de una organización deguerrillas urbanas. Los Montonerosempezaron como tal, pero seconvirtieron rápidamente en unmovimiento radical nacionalista que,cuando se le permitió movilizarabierta y legalmente el apoyopolítico, lo hizo de maneraimpresionante. Decenas y hasta

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centenares de miles de argentinos seagruparon tras sus estandartes en losviolentos meses de 1973-1974. Porlo tanto, además de iluminar laoscura realidad del mundoclandestino de la guerrilla, esteestudio examina a los Montoneroscomo unos actores políticos cuyainfluencia en la vida políticaargentina en general, yparticularmente sobre el peronismoen evolución, ha sido sustancial.

Los dos primeros capítulos de estelibro, que analizan las circunstanciasideológicas en que surgieron los

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Montoneros, dan algunas pistas de larazón por la que ellos y no otrasfuerzas guerrilleras de la épocaconsiguieron la supremacía. Loscapítulos que van del tercero al sextoconsideran las iniciativas políticas ymilitares tomadas por losMontoneros en cuatro períodosdistintos: los últimos tres años delperíodo militar de 1966-1973; laspresidencias, en 1973-1974, deHéctor Cámpora y Juan DomingoPerón; la administración,considerablemente menos popular,de María Estela Martínez de Perón,

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la primera mujer presidenta de laArgentina (1974 a 1976); y,finalmente, los cinco primeros añosdel régimen militar implantado enmarzo de 1976 y acaudillado alprincipio por el general Jorge RafaelVidela.

Buena parte del material en que sebasa este libro fue reunido durantelos dieciséis meses de mi visita deinvestigación efectuada a BuenosAires en 1975-1976, y el primerresultado de esa experiencia fue mitesis doctoral The Peronist Left(Universidad de Liverpool, 1979);

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sin embargo, las entrevistas llevadasa cabo desde 1976, junto con laadquisición de recientespublicaciones y documentos sobre laguerrilla, permiten que el presentelibro comprenda la totalidad de losaños setenta. Las fuentes utilizadasson, básicamente, diarios argentinosy semanarios de información; lasrevistas políticas de los Montonerosy las publicadas por otras tendenciaspolíticas; documentos públicos einternos de la guerrilla; entrevistascon los Montoneros hechas públicas;entrevistas personales con miembros

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y simpatizantes de los Montoneros,así como también con periodistasespecializados, académicos yescritores; y libros pertenecientes ala izquierda peronista y a la historiapolítica de la Argentina.

Se usan pocas abreviaciones paraindicar las fuentes materiales, paraque no se confundan con las inicialesy acrónimos representativos de lagran cantidad de organizacionespolíticas, guerrilleras y sindicalesque intervinieron en el desenlace delembrollo argentino. Se hallará unalista de ellas al comienzo del libro, y

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un glosario de términos al final.Varias personas e instituciones me

prestaron una ayuda indispensabledurante la preparación de esta obra.En particular el doctor Walter Little,de la Universidad de Liverpool,merece mi reconocimiento por suexcelente labor como supervisor deinvestigaciones doctorales. Ademásde ser una constante fuente deestimulantes ideas, me ayudó en granmanera con sus críticas yaprobaciones. Entre los que tuvieronla amabilidad de examinar misborradores, Alan Angell, del St.

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Anthony’s College de Oxford, deberecibir mi agradecimiento por susagudos comentarios y sus positivassugerencias. En 1974-1977, el SocialScience Research Council meconcedió generosamente una beca deinvestigación, sin la cual no habríapodido llevarse a cabo lainvestigación original. Además, debodar las gracias al Departamento deTeoría Política e Instituciones de laUniversidad de Liverpool, alDepartamento de Política de laUniversidad de Newcastle upon Tyney, sobre todo, al St. John’s College

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de Oxford por proporcionarme losmedios indispensables durante lafase de redacción del proyecto.

Por desgracia, no puedomencionar por su nombre a muchosargentinos que me prestaron su apoyode innumerables maneras, aun cuandoalgunos se hallan actualmente en elexilio. Figuran entre ellosacadémicos, abogados, militantes yamigos personales que facilitaron micontacto con personas que podíanayudarme en mi trabajo. Dado elpresente clima político interior de laArgentina y la evidente facilidad con

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que los disidentes argentinos queviven en el extranjero pueden sersecuestrados para no reaparecerjamás, el hecho de identificarlospodría ser igual que una sentencia demuerte. Su contribución fueverdaderamente esencial, tanto en laforma de entrevistas personalescomo de conversaciones informalespero informadas, o en la desuministro de material político ilegaly de facilidades para contactosulteriores. Aparte de expresarles mireconocimiento por el mucho tiempoque dedicaron a mi empresa, quisiera

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darles las gracias por los riesgos quecorrieron y por la confianza quedepositaron en mí.

RICHARD GILLESPIEUniversidad de Oxford, 1981

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SIGLAS YABREVIATURAS

1. ORGANIZACIONES ARGENTINAS

AAA Alianza AnticomunistaArgentina o Triple A

AB Asociación BancariaAC Acción CatólicaAE Agrupación EvitaANDE Asociación Nacional de

Estudiantes de DerechoAPA Agrupación del Peronismo

Auténtico

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APR Alianza PopularRevolucionaria

ATE Asociación deTrabajadores del Estado

CAR Corriente ArgentinaRevolucionaria

C de O Comando de OrganizaciónCGE Confederación General

EconómicaCGT Confederación General del

TrabajoCGTA Confederación General del

Trabajo de los ArgentinosCGT-R Confederación General del

Trabajo en la Resistencia

Page 63: Soldados de Peron - Richard Gillespie

CGU Confederación GeneralUniversitariaCNFC Consejo Nacional deFederaciones y Centros

CNT Comisión Nacional delTrabajo

CNU Concentración NacionalUniversitaria

CPL Comandos Populares deLiberación

CSP Comando/ConsejoSuperior Peronista

CUTA Conducción Única deTrabajadores Argentinos

EGP Ejército Guerrillero delPueblo

EM Ejército Montonero

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ENR Ejército NacionalRevolucionario

ERP Ejército Revolucionario delPueblo

FAL Fuerzas Armadas deLiberación

FAP Fuerzas ArmadasPeronistas

FAR Fuerzas ArmadasRevolucionarias

FEN Frente Estudiantil NacionalFGB Federación Gráfica

BonaerenseFIP Frente de Izquierda

PopularFM Franja Morada (grupo

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estudiantil alfonsinista delos radicales)FORJA Fuerza de OrientaciónRadical de la JovenArgentina

FOTIA Federación de ObrerosTucumanos de la Industriadel Azúcar

FRECILINAFrente Cívico deLiberación Nacional

FREJULI Frente Justicialista deLiberación

FRIP Frente RevolucionarioIndoamericanista Popular

FUA Federación UniversitariaArgentina

Page 66: Soldados de Peron - Richard Gillespie

GNR Guardia NacionalistaRestauradoraJAEN Juventud Argentina por laEmancipación Nacional

JCR Junta de CoordinaciónRevolucionaria

JEC Juventud EstudiantilCatólica

JOC Juventud Obrera CatólicaJP Juventud PeronistaJPA Juventudes Políticas

ArgentinasJPM Juventud Peronista

MontoneraJPRA Juventud Peronista de la

República Argentina

JRP Juventud Revolucionaria

Page 67: Soldados de Peron - Richard Gillespie

PeronistaJSP Juventud Sindical PeronistaJTP Juventud Trabajadora

PeronistaJUC Juventud Universitaria

CatólicaJUP Juventud Universitaria

PeronistaM-17 Montoneros 17 de OctubreMID Movimiento de Integración

y DesarrolloMIP Movimiento de Inquilinos

PeronistasMJP Movimiento de la Juventud

PeronistaMNR Movimiento Nacional

Page 68: Soldados de Peron - Richard Gillespie

ReformistaMNRT Movimiento Nacionalista

Revolucionario TacuaraMOR Movimiento de Orientación

ReformistaMPA Movimiento Peronista

AuténticoMPM Movimiento Peronista

MontoneroMRP Movimiento

Revolucionario PeronistaMVP Movimiento de Villeros

PeronistasOAP Organizaciones Armadas

Peronistas

OCPO Organización Comunista

Page 69: Soldados de Peron - Richard Gillespie

Poder ObreroOLA Organización para laLiberación de Argentina

OPM Organización PolíticoMilitar

PA Partido AuténticoPB Peronismo de BasePCA Partido Comunista de la

ArgentinaPCR Partido Comunista

RevolucionarioPI Partido IntransigentePJ Partido JusticialistaPM Partido MontoneroPPA Partido Peronista AuténticoPRC Partido Revolucionario

Cristiano

Page 70: Soldados de Peron - Richard Gillespie

PRT Partido Revolucionario delos Trabajadores

PSA Partido SocialistaArgentino

PSRN Partido Socialista de laRevolución Nacional

PST Partido Socialista de losTrabajadores

62 De Pie 62 De Pie Junto a PerónSITRAC Sindicato de Trabajadores

de ConcordSITRAM Sindicato de Trabajadores

de Materfer

SMATA Sindicato de Mecánicos yAfines del TransporteAutomotor

Page 71: Soldados de Peron - Richard Gillespie

SUD Sindicato Universitario deDerecho

TEA Tropas Especiales deAgitación

TEI Tropas Especiales deInfantería

TP Tercera PosiciónTriple A Véase AAAUCR Unión Cívica RadicalUCRI Unión Cívica Radical

IntransigenteUCRP Unión Cívica Radical del

PuebloUDELPA Unión del Pueblo AdelanteUES Unión de Estudiantes

Secundarios

Page 72: Soldados de Peron - Richard Gillespie

UNE Unión Nacional deEstudiantes

UNES Unión Nacionalista deEstudiantes Secundarios

UOCRA Unión Obrera de laConstrucción de laRepública Argentina

UOM Unión Obrera MetalúrgicaUTA Unión Tranviarios

Automotor (Sindicato deTrabajadores delTransporte)

VC Vanguardia ComunistaVR Vanguardia Revolucionaria

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2. ORGANIZACIONES NO ARGENTINAS

ELN Ejército de LiberaciónNacional, Bolivia

ETA Euskadi Ta Askatasuna (PatriaVasca y Libertad), País Vasco,España

FAI-CNT

Federación Anarquista Ibérica -Confederación Nacional delTrabajo, España

FSLN Frente Sandinista de LiberaciónNacional, Nicaragua

MIR Movimiento de IzquierdaRevolucionaria, Chile

MLN(T)Movimiento de LiberaciónNacional - Tupamaros,

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UruguayOLP Organización para la

Liberación de PalestinaPSOE Partido Socialista Obrero

EspañolUNAZ Unión Nacional Africana de

Zimbabwe

3. VARIOS

CONINTESConmoción Interna delEstado (medidas deFrondizi para ser usadas

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contra la insurgencia y losdisturbios civiles)

ESMA Escuela de Mecánica de laArmada (centro secreto dedetención después del golpede 1976)

GAN Gran Acuerdo Nacional(gran plan de acuerdonacional de Lanusse)

4. FUENTES

CICSO Centro de Investigaciones en

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Ciencias Sociales, Buenos AiresNACLANorth American Congress of

Latin America, Nueva YorkOEA Organización de Estados

Americanos

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Capítulo 1

ANTECEDENTES

No somos, de manera alguna,enemigos del capital, y se veráen el futuro que hemos sido sus

verdaderos defensores.JUAN D. PERÓN, 21 de octubre de

19461

Es imposible la coexistencia

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pacífica entre las clasesoprimidas y opresoras. Nos

hemos planteado la tareafundamental de triunfar sobrelos explotadores, aun si ellos

están infiltrados en nuestropropio movimiento político.

JUAN D. PERÓN, 20 de octubre de19652

Mucho antes de la aparición de laguerrilla urbana moderna e,

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incuestionablemente, más de un sigloantes de que el peronismo aparecieraen la escena política, los montoneroshicieron sentir su presencia en laArgentina, la ilusoria “tierra deplata”. Eran los jinetes rurales yplebeyos, los gauchos, que, aprincipios del siglo XIX, siguieron alos héroes de la independencia de lanación en su empeño de emanciparladel decadente dominio colonial deEspaña. Sin embargo, aunque seproclamó la autonomía en 1810 y sedeclaró la independencia política en1816, la subordinada integración de

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la Argentina en la economía mundialfue fortaleciéndose gradualmente envez de debilitarse. Juan Manuel deRosas, el primer caudillo que impusoal país algo con apariencia deautoridad nacional (1835-1852), dioalgunos pasos vacilantes hacia unaestrategia de desarrollo con basenacional que, sin embargo, acabóderrotada por el general Urquiza,gobernador de la provincia de EntreRíos, en la batalla de Caseros.Posteriormente, la consolidación delpoder político en manos de una“oligarquía” de comerciantes y

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terratenientes ligados principalmentecon los intereses británicos,favoreció el rápido expansionismocomercial y financiero de GranBretaña y el creciente dominio de laciudad-puerto de Buenos Aires sobrela nación.3 Hacia el final de siglo, sehablaba del país como la “Argentinabritánica”. En 1916, su dependenciadel capital británico fue lo bastantedestacada para merecer una menciónespecial en la obra de Lenin sobre elimperialismo.4 Pero la impetuosa ycentralizadora oleada unitaria de

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mediados del siglo pasado fuecombatida heroica aunqueinútilmente. Y las fuerzas federalesdel interior, que tan firmementedefendían la autonomía provincial,adoptaron un nombre que en aquelmomento empezaba a incrustarse enel folclore nacional-popular:Montoneros.

Las rebeliones de mediados delsiglo XIX, provocadas por elgenuino descontento popular, fueronencauzadas por los caudillos localesde La Rioja y Entre Ríos hacia ladefensa de las arcaicas estructuras

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provinciales. Sus principalespersonalidades —Ángel VicentePeñaloza, Felipe Varela y RicardoLópez Jordán— contaron con elapoyo de los mineros de Chilecito,empobrecidos por el cierre de minas,y de los artesanos arruinados por lacompetencia extranjera, perocarecieron de un orden económicoviable para oponerlo al de lospoderosos terratenientes y de lasempresas comerciales vinculadascon Gran Bretaña y otras metrópolisexteriores.5 Socialmente, estosmovimientos provinciales, que al

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final fueron sofocados en 1876, enAlcaracito, con la captura de LópezJordán, implicaron la subordinaciónde los carentes de tierras, losgauchos, a los que las poseían, loscaudillos, y su contribución históricaal nacionalismo del siglo siguientesería alentar la subordinación de lasclases bajas a los personajes de laelite nacionalista, figuras popularespero generalmente autoritarias.

En 1880, Buenos Aires seconvirtió en la indiscutible capital dela Argentina. Aquel mismo año, elgeneral Roca, en su discurso

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inaugural al Congreso, dio a larápida y creciente afluencia decapital, trabajo, tecnología e ideasextranjeras el nombre de agentes deprogreso y civilización que estabanbarriendo los restos de un bárbaropasado:

El que haya seguido conatención la marcha de este paísha podido notar, como vosotroslo sabéis, la profundarevolución económica, social ypolítica que el camino de hierro

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y el telégrafo operan a medidaque penetran en el interior. Conestos agentes poderosos de lacivilización se ha afianzado launidad nacional, se ha vencido yexterminado el espíritu deMontonera.6

Fue ésta la voz de la oligarquíavictoriosa, orgullosa de suConstitución liberal de 1853 yrebosante de confianza y optimismo.Acuñó intencionadamente el término“montonero” para denigrar a los“salvajes” jinetes de los entonces

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vencidos ejércitos irregulares. A losojos de los oligarcas liberales, eranmeramente un “montón”, una chusmaignorante incapaz de asimilar laherencia cultural europea.Ciertamente, las clases dominantespronto tuvieron nuevos problemascon que enfrentarse; especialmente,la amenazadora pero necesariallegada de trabajadores inmigrantes.Tanto los comienzos del desarrolloindustrial posterior a 1880, quepodría satisfacer las necesidades dela economía agroexportadora, comoel estado de gran despoblación del

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país,7 requerían su presencia; perolos extranjeros procedentes de Italiay otros países trajeron consigo laexperiencia organizadora y losrefuerzos para las ideas anarquistas,sindicalistas, socialistas ycomunistas. No obstante, durantevarias décadas, incluso los fantasmasde los montoneros parecieron habersido exterminados, en palabras deRoca. El modelo agroexportador —mediante el cual la economíaargentina se especializó en la carne,los cereales, los curtidos y demásproductos propiciados por los

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recursos naturales del país— parecióser el garante de un continuocrecimiento y de una prosperidadilimitada. Incluso las exigencias dela clase media —de caráctermarcadamente político—,expresadas por el partido radical(UCR), fueron satisfechas dadas lascircunstancias propicias imperantes,sin ningún trastorno estructural. Laley de Sáenz Peña, en 1912, queconcedía el sufragio universalmasculino, el ascenso al poder de losgobiernos radicales de 1916-1930,fueron importantes logros pero no

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fueron el presagio de la revoluciónsocial antioligárquica.8

El modelo argentino de desarrollodependiente, desarrollo enasociación subordinada y desigual acapitales británicos y de otrasprocedencias extranjeras, gozó deuna aceptación pública que fuecontestada individualmente poralgunos nacionalistas, pero no porescuela de pensamiento alguna. Fuenecesario el comienzo de ladepresión mundial para poner enevidencia la fragilidad del modelo, ypara provocar la reaparición de los

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montoneros, aunque sólo fuera através de la historiografíarevisionista de los años treinta. Alcaer los precios de las exportacionestradicionales de la Argentina y suvolumen, el radicalismo, desprovistode antídotos, languideció. Elpresidente Hipólito Yrigoyen, ya casisenil, fue depuesto fulminantementeen septiembre de 1930 por unejército cuya misión era la de aplicara la sociedad argentina medidas deausteridad y controles autoritarios.Las esperanzas corporativistas delgeneral Uriburu, nacionalista de

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derecha, resultaron frustradas en1932. Luego, por obra del presidenteJusto y sus sucesores, se dio paso aun conservadurismo que no era enmodo alguno democrático. Semanipularon las elecciones, sepracticó el fraude, y los anarquistas,comunistas, e incluso los socialistasy radicales, sufrieron las atencionesde la nueva policía. Fue la llamada“década infame” de la Argentina.

De modo muy parecido a como —aunque con mayor amplitud— laPrimera Guerra Mundial habíaestimulado la industria argentina, la

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reciente crisis internacional catalizóentonces un proceso de largo alcancepara sustituir las importaciones porla industrialización. Pero la situaciónde dependencia argentina fuesubrayada por el pacto Roca-Runciman de 1933 y su prórroga de1936: para evitar la pérdida de lasexportaciones que aún podía hacerGran Bretaña, e impedir que lasllevasen a cabo sus rivales desuministros de la Commonwealth, laArgentina se vio obligada a hacerconcesiones comerciales muyhumillantes, que incluían la supresión

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de los servicios locales de autobús,que se hallaban en competencia conla red de transporte británica deBuenos Aires. Alentado por el augede la extrema derecha en Italia,Alemania y España, así como por laconstante influencia de autoresfranceses de derecha como CharlesMaurras, floreció en la Argentina elnacionalismo literario. Buscando unasolución a la crisis nacional, ojustificaciones para un régimenautoritario, muchos escritores seinspiraron en el pasado, y tanto siexaltaban la dorada era hispánica de

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antaño como si volvían sus plumashacia la rehabilitación de Rosas, surevisionismo histórico secaracterizaba por un tajante rechazode las ideas liberales europeas.Contraponían el hispanismo a lavinculación angloargentina, elmonarquismo y la aristocracia a lademocracia liberal, el catolicismo alsecularismo; las masas merecían sudesconfianza, salvo cuando estabanalineadas tras un fuerte caudillo, y elliberalismo político y económico fueconsiderado culpable de la crisismundial y de la marcada corrupción

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que caracterizó la segundaadministración de Yrigoyen (1928 a1930).9

El revisionismo histórico de losaños treinta tuvo no pocascontradicciones internas: se presentócomo la encarnación delnacionalismo argentino, a pesar dehaberse inspirado mucho en elextranjero; fue un movimientoantiintelectual compuesto porintelectuales; proclamó la fundaciónde una nueva escuela historiográfica,al tiempo que se negaba a entregarsea una investigación histórica seria; y

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ensalzó el elitismo, aun cuando lamayoría de oligarcas se apartó de él.Y Rosas, desempolvado eidealizado, fue recuperado paraconvertirlo en un estandarte a cuyasombra se juzgaron otras figuras yfuerzas históricas sin tener en cuentalas diferencias de las circunstanciassocioeconómicas del momento y elpaso del tiempo. En consecuencia, demanera muy justificada, elrevisionismo histórico ha sidodesechado por su carácter de mero“ejercicio de militanciaretrospectiva”.10

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Si se tiene en cuenta que varias delas figuras más prominentes delrevisionismo eran de origenoligárquico o intelectuales de laclase media obligados a dependereconómicamente, como burócratas,del régimen oligárquico de aquelmomento,11 no debe sorprender queel nacionalismo de los años treintafuese predominantementereaccionario. En la práctica, susideas eran un fiel reflejo de lasactividades paramilitares de laLegión Cívica de Uriburu, cuyaviolencia de los primeros años

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treinta contra la izquierda y lossindicatos hizo evocar el recuerdo dela Liga Patriótica Argentinarompehuelgas de 1919-1921.12 Losrosistas no miraban con simpatía lasluchas populares del pasado comotales, pero influyeron en la literaturapopular nacionalista del futuro detres maneras fundamentales. Laprimera consistía en anteponernación a imperialismo, dicotomía ahorcajadas entre la identidad y eldilema argentinos. En otras palabras,a menudo en términos altamenteidealistas se planteaba la cuestión

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nacional, pero las respuestas nuncaeran coherentes. En segundo lugar, elrevisionismo histórico propugnaba lacultura basada en la política delcaudillo, del líder fuerte que dirigepaternalistamente una masa sininformación pero patriótica. Y entercer lugar, se defendía elpredominio de la política, al menosde manera implícita, tanto medianteun olvido total de la historia social yeconómica como subordinándola a lahistoria política.

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Evolución del nacionalismoargentino

Sin partir de sus orígeneshistoriográficos fundamentales, elrevisionismo experimentóimportantes cambios en los añoscuarenta, cuando tuvo que enfrentarseal ascenso del peronismo.13 Era ésteun movimiento indiscutiblementenacional, de gobierno autoritario yretóricamente antiimperialistas que,sin embargo, se había erigido almismo tiempo en protagonista de un

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drástico cambio social de basepopular: fue pródigo en el reparto debeneficios de carácter social, hizoque los trabajadores disfrutaran deuna parte notable de la rentanacional, promocionó el crecimientode poderosos sindicatos, emancipó ala mujer y, aunque no se intentóllevar a cabo una revolución agraria,tanto la retórica oficialantioligárquica como el aumento delpresupuesto destinado al sectorindustrial en detrimento del ruralprovocaron la animadversión de lostradicionalistas. Con los auspicios de

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Perón la Argentina se convirtió en unpaís semiindustrializado, de unosdieciséis millones de habitantes, el63% de los cuales, según el censo de1947, vivía en las ciudades.14

Lo que más inquietó a losnacionalistas reaccionarios no fuetanto la modernización industrial aque se comprometieron los oficialesrebeldes que tomaron el poder en1943, ni tampoco, en absoluto, unautoritarismo local cuyosresponsables declararon su simpatíapor las potencias del Eje en lapalestra internacional. La verdadera

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causa de su alarma fue el hecho deque dentro del régimen,sucesivamente capitaneado por losgenerales Rawson, Ramírez yFarrell, el coronel Juan DomingoPerón estaba haciendo uso de suentonces modesto cargo de directordel Departamento Nacional delTrabajo (que pronto se convertiría enla Secretaría de Trabajo y Previsión)para crear una base de poderindependiente entre las despreciadas“clases bajas”. Perón fuevirtualmente el único en darse cuentade que, con la masa laboral hasta

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entonces mal organizada ypolíticamente dividida, con laproducción industrial en expansión ycon unos elevados ingresosprocedentes de las exportaciones entiempo de guerra que permitían unaprogresiva redistribución de la rentanacional, el camino quedabaexpedito para la creación de unnuevo movimiento popular apoyado ycontrolado por el Estado, peroaclamado por los obreros como supropia expresión política. Lareciprocidad de beneficios que Perónpuso en marcha para ayudar a los

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trabajadores, capitalizando lasnecesidades y aspiraciones de unaclase obrera largamente desdeñada yfrecuentemente reprimida, no tardóen dar resultados.

Cuando el 9 de octubre de 1945Perón fue depuesto de su cargo devicepresidente y detenido poroficiales rivales que se oponían a suestrategia, los sindicalistas, aquienes había favorecido, le pagaronsu deuda movilizándose en pro de suliberación, y la consiguieronorganizando el 17 de octubre unavociferante concentración obrera en

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la Plaza de Mayo, situada en elcentro de Buenos Aires. A losnacionalistas elitistas aquelespectáculo subversivo les supo aanarquía y revolución, y sus temoresparecieron confirmarse cuando Perónse presentó en las siguienteselecciones de febrero de 1946 comocandidato presidencial no sólo de losdisidentes del Partido Radical, sinotambién de un Partido Laborista quesobre el papel denunciaba tanto alcapital nacional como al extranjero.Fue un pequeño consuelo para esosnacionalistas el hecho de que la

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triunfante campaña electoral dePerón hiciera hincapié en lasoberanía nacional como cuestiónclave, al tiempo que Spruille Braden,embajador de los Estados Unidos,intervenía activamente en favor de lacoalición llamada UniónDemocrática, que estaba en laoposición.15

Los tumultuosos acontecimientosde aquellos tres años obligaron a losnacionalistas a salir de suencastillamiento en el pasado y adefinirse con arreglo a las realidadescontemporáneas de la Argentina. Ello

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causó una inevitable y profundadivisión en sus filas. Mientras quealgunos, especialmente JulioIrazusta,16 se negaban a respaldar elnuevo movimiento, otros, comoErnesto Palacio, lo apoyabanfervorosamente, viendo en elperonismo la fuerza capaz de dotar alnacionalismo de una base en lasmasas. Muchos de los nacionalistasque simpatizaban con Perón leretiraron su apoyo cuando el generalcayó en desgracia ante la Iglesia porcuestiones como la legalización deldivorcio en 1954, pero los que

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siguieron apoyándole se encontraronprogresivamente acompañados denacionalistas populares cuyo caminohacia el peronismo había tenido suorigen en el radicalismo o en laizquierda, y estos dos cambios dedirección ideológica contribuyeronfinalmente al surgimiento de laizquierda peronista.

El peronismo absorbió a un buennúmero de arribistas procedentes delPartido Radical, cuya principalambición era la de obtener escañosen el Congreso, cargos ministerialeso puestos en el partido oficial, pero

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también atrajo a los sabattinistas,17

que después acentuaron suradicalismo (como en el caso de JuanJosé Hernández Arregui), y demanera aún más decisiva, se ganó amuchos miembros de la Fuerza deOrientación Radical de la JovenArgentina (FORJA). Era ésta unaorganización militante nacionalistade los radicales “Jóvenes Turcos”fundada por Arturo Jauretche en1935;18 diez años antes de que él yla mayoría de los forjistastransfirieran su fidelidad al

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peronismo. FORJA era la fuerzaintelectual de la clase mediacomponente del Partido Radical quedesafió las “desviaciones” de losprincipios nacionalpopulares porparte de los líderes del partido, peroque consideró que el partido y suspropios componentes eran unaredundancia cuando el peronismoapareció en escena dispuesto aasimilar muchas ideas radicales. Laaportación de los forjistas alperonismo, aparte de los contrapesosdemocráticos del autoritarismo,fueron las llamadas “tres banderas

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del justicialismo”, los tres principiosunificadores del movimiento dePerón: la soberanía política, laindependencia económica y lajusticia social. Un decenio antes deque esos estandartes fueran alzadospor Perón, Jauretche, influido porHipólito Yrigoyen, Manuel Ugarte yHaya de la Torre, había escrito quela emancipación económica y lajusticia social serían el complementoindispensable de la independenciapolítica.19 Por triviales que puedanparecer tales afirmaciones, debeadvertirse que la mayoría de los

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movimientos nacionalpopulares haoptado deliberadamente por estaclase de vaguedad ideológica paraaumentar al máximo su atractivo antediversas clases, fuerzas sociales ycorrientes políticas.20

Junto con los reclutas de FORJA,cierto número de individuos ypequeños grupos de antiguossocialistas, comunistas y trotskistasrespondieron positivamente a lasproposiciones de Perón. Sinembargo, la mayoría de lossocialistas y comunistas no lo hizo.Con la influencia de la

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socialdemocracia europea, delestalinismo soviético y delliberalismo argentino, estos dospartidos —cuando los nazisinvadieron la URSS— calificaron laSegunda Guerra Mundial decontienda entre la democracia y elfascismo. Y después, enfrentado alrégimen militar de 1943-1946 y a lanegativa de éste de entrar en elcampo aliado hasta que las potenciasdel Eje fueron derrotadas, elperonismo —en parte vástago deaquel sistema— llegó a ser tildadode movimiento fascista por la

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izquierda tradicional. Esto sucedió apesar del hecho de que Perón, comoministro de Trabajo, había otorgadoindiscutibles favores materiales a lacreciente clase trabajadora: ademásde las notorias subas de salarios, sedio plena vigencia por primera vez ala legislación laboral existente, seconfirmó a los sindicatosreconocidos el derecho legal detomar parte en la actividad política, ylos trabajadores pudieron disfrutarde viviendas baratas, de lacongelación de alquileres, de techoslimitativos para los precios de los

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alimentos y el transporte, una semanalaboral más corta, una mayorseguridad en el trabajo, vacacionespagadas, gratificaciones anuales ypensiones.

Las reacciones socialistas ycomunistas contra el peronismoresultaron agudizadas, naturalmente,por la manera como la mayoría delos sindicatos en que habían tenidoinfluencia fue suprimida por lospartidarios de Perón; se crearonoficialmente sindicatos paralelospara contar con un señuelo queatrajera a los trabajadores y los

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apartara de las jefaturas sindicalesrecalcitrantes ya establecidas;entretanto, decenas de socialistas ycomunistas se consumían en lascárceles. Sin embargo, subsistía elhecho de que Perón había hecho másen dos años para los trabajadoresque los socialistas en casi mediosiglo de estrategias parlamentarias.Además, Perón, como presidente,pese a no tolerar las organizacionessindicales independientes, siguiómejorando el nivel de vida de laclase obrera durante sus tresprimeros años de permanencia en el

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poder. Entre 1943 y 1949, lossalarios reales de los trabajadoresindustriales subieron un 50-60%, yentre 1946 y 1949, en notablecontraste con las experiencias de laEuropa fascista, la participación dela clase obrera aumentó de un 40,1 aun 49% de la renta nacional.21 Entales circunstancias, el hecho de quela izquierda repudiara a lospartidarios de Perón, incluida lamasa obrera, por peronazis, no fuesolamente injusto, sino políticamentesuicida.22

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Sin embargo, algunos disidentesnadaron contra la marca de laizquierda, tradicionalmente hostil.Rodolfo Puiggrós recorrió elsolitario camino que separaba alPartido Comunista del peronismo amediados de los años cuarenta, y en1954 Enrique Dickmann rompió consus colegas socialistas para fundar elpequeño y properonista PartidoSocialista de la Revolución Nacional(PSRN). Personas de creenciastrotskistas, como Jorge AbelardoRamos y Enrique Rivera, llegarontambién a valorar positivamente el

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peronismo basándose en los logrosnacionales, industriales y socialesdel mismo. Colectivamente, junto conex forjistas y otros nacionalistaspopulares, llegaron a ser conocidoscomo “izquierda nacional”, términocuya paternidad fue reclamada en1957 por Hernández Arregui,23

aunque el PSRN había usado la frase“Por una nueva izquierda nacional ylatinoamericana” dos años antes,como su principal consigna.24 Noobstante, Hernández Arregui fue elúnico que definió la “izquierda

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nacional” en el contexto del mundosubdesarrollado como

la teoría general aplicada a uncaso nacional concreto, queanaliza a la luz del marxismo, entanto método de interpretación dela realidad, y teniendo en cuenta,en primer término, laspeculiaridades y el desarrollo decada país, la economía, la historiay la cultura en sus contenidosnacionales defensivos yrevolucionarios, y ordena talanálisis teórico con la lucha

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práctica de las masas contra elimperialismo en el triple planonacional, latinoamericano ymundial y en este orden.25

Negándose a subordinarse acualquier partido o centrointernacional revolucionario, laizquierda nacional insistió en que lateoría y la estrategia de la revoluciónsocialista argentina tenían que surgirde los análisis de dicha sociedadantes que de los estudios delcapitalismo internacional o de loséxitos revolucionarios exteriores.

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Sus autores,26 aunque heterogéneoscomo grupo, contribuyeron en granmanera al cambio de aspecto delperonismo en los últimos añossesenta y a principios de los setentaen hacer creíble la idea de unaizquierda peronista, ayudando así areorientar a la izquierda —si no a lospartidos izquierdistas— hacia elmovimiento nacionalpopular. Y ellofue así porque el hecho deenfrentarse con la realidad nacionalde la posguerra significaba aceptar laidentidad peronista de la abrumadoramayoría de los trabajadores.

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Una condición previa para lareconciliación del socialismo con elnacionalismo era cuestionar lascredenciales de los que habíanpretendido representartradicionalmente tales tendencias.Así, la obra básica de esta escuela,escrita por Hernández Arregui en1958-1959, se ofreció precisamentecomo crítica de la izquierdaargentina sin conciencia nacional y elnacionalismo de derecha, conconciencia nacional y sin amor alpueblo”.27 Éste y otros libros de laizquierda nacional criticaron a la

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izquierda tradicional debido a supreocupación por las necesidadesinmediatas de la clase obrera o porel cumplimiento de normas dictadaspor Moscú, todo ello en detrimentode la lucha antiimperialista de unaArgentina carente deindependencia.28 El PartidoSocialista, fundado por Juan B. Justoy otros en 1896, había defendido coninsistencia unos principios delibertad de comercio que, al ofrecera corto plazo mercancías más baratasy de mejor calidad que una políticaproteccionista, alineó al partido con

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las fuerzas de la tradicionalArgentina agroexportadora.29

Entretanto, el Partido Comunista(PCA), fundado en 1920, habíaadaptado sus normas a todos loscambios y giros de la políticaexterior estalinista, anteponiendo asílos intereses nacionales soviéticos alos de la Argentina y su poblaciónobrera. El partido, incluso, habíapromovido actividades rompehuelgasdurante la Segunda Guerra Mundialen un esfuerzo por mantener losabastecimientos argentinos a losaliados.

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A pesar de su políticareaccionaria, los nacionalistas dederecha de los años treinta fuerontratados por la izquierda nacionalcon un respeto relativamente mayor,inspirado por su visión revisionistade la historia. En sus expresionesmás idealistas, el revisionismohistórico se había limitado a acabarcon los mitos liberales y a derribarde sus pedestales a los héroesecuestres de la oligarquía, sólo paraofrecer como alternativa héroes ymitos nacionalistas.30 No obstante,se hicieron algunos intentos para

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relacionar los conflictos de lasoberanía nacional con la estructurade clases, se amplió la lista decaudillos nacionales para incluir aYrigoyen y a Perón, elegidospopularmente, y el aspecto plebeyode las rebeliones del siglo XIX —sucontenido montonero— empezó aatraer mayor atención, aunque demanera por demás romántica. Contodo, la dicotomía nación-imperialismo conservó susupremacía por encima de lasconsideraciones de la diferenciaciónde clases. De ahí que la izquierda

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nacional concediera más importanciaal programa de Yrigoyen de los añosveinte para la nacionalización delpetróleo que a la complicidad de sugobierno con la sangrienta represiónde los huelguistas por parte delEjército y de las pandillas dederechistas organizadas por lospatronos durante la Semana Trágicaargentina de 1919.31 En numerosasocasiones, la izquierda nacionaldemostró ser más nacional queizquierda, tendencia que confirmóuna vez más en su evaluación delperonismo.

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Dado que la meta perseguida porla izquierda nacional era la dereorientar a la izquierda hacia elperonismo y dado que su clientelaestaba constituida inevitablementepor universitarios de la clase media,que se distinguieron por su hostilidadhacia el peronismo de los primerostiempos, existía un deseo dejustificar y legitimar que era muchomás fuerte que cualquier propensióna criticar el récord del peronismo enel poder (1946-1955). Quizá la másimportante contribución de laizquierda nacional a la

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radicalización y “peronización” entrela clase media fue de carácternegativo: su rechazo de laequiparación del peronismo con elfascismo por parte de los liberales.Debía reconocerse que Perón habíaelogiado a Mussolini y que, ennombre del corporativismo, elEstado peronista no había tolerado lapolítica obrera y el sindicalismoindependientes; pero más importantees el hecho de que la clase obrera sehabía beneficiado materialmente conel peronismo, que las estructuraspluralistas y las prácticas electorales

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habían persistido junto con losrasgos corporativistas, y que Perón,lejos de perseguir objetivosideológicos, tenía un compromisoeminentemente pragmático con eldesarrollo nacional.

Por otra parte, la izquierdanacional quedó expuesta a la críticaal ofrecer una visión del peronismoque exageraba su significación ypromesa radicales. Se le presentócomo un movimiento antioligárquicoy antiimperialista basadoprincipalmente en la clase industrial,en parte de la clase media y en el ala

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nacionalista de los militares; y auncuando se hablaba de “revoluciónnacional” y de “liberación nacional”,casi todos los intelectuales de laizquierda nacional daban a entenderimplícitamente que el peronismohabía tomado durante los añoscuarenta una trayectoria conducente ala revolución nacional democrática,la cual, si bien favorecíaprincipalmente a la “burguesíanacional”, merecía el apoyo de laizquierda por considerarla un hechoprogresista en un paíssubdesarrollado. Para Hernández

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Arregui, el peronismo fue el vehículode una nación que luchaba contra elimperialismo; para Puiggrós yRamos, la compatibilidad con esadicotomía histórico-revisionistadebía encontrarse en la idea de queun proceso revolucionario socialistatenía que ir precedido de una etapade revolución nacional democrática(abarcando las tareasantiimperialistas, la reforma agraria,etc.), tanto si estas dos fases seconsideraban temporalmentedivorciadas y distintas como si ibanunidas en una “revolución

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permanente”.32

Pueden oponerse cuatroobjeciones principales a tales puntosde vista. En primer lugar, si bien escierto que las medidas sobre eldesarrollo industrial y la ayuda a laclase obrera transformaron elaspecto de la Argentina, el origen desu estrategia de desarrollo se hallabaen los años treinta, cuando no sólolos fabricantes sino también un sectoroligárquico favorecieron laindustrialización como sustituto delas importaciones en respuesta a la

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Depresión.33 En segundo lugar,aunque el peronismo personificaba eldeseo nacional de que se siguiera unapolítica nacionalpopular, gozó deunas circunstancias económicasexcepcionalmente propicias, definanzas acumuladas durante laguerra y de altos preciosinternacionales de posguerra para lasexportaciones argentinas, lo cualfacilitó simultáneamente elcrecimiento industrial y la progresivaredistribución de la renta nacional.En tercer lugar, durante la mayorparte de los años 1946-1955 —los

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que duró la presidencia de Perón—,el capital extranjero no hizo unesfuerzo suficientemente decididopara que pesase de manera decisivay duradera en la economíaargentina:34 los años “dorados”peronistas, los últimos de la décadadel cuarenta, coincidieron con lanecesidad de Gran Bretaña deeliminar sus pérdidas en elextranjero, resultado de una costosaguerra, y precedieron a los esfuerzos,coronados por el éxito, de compañíascon base en los Estados Unidos y deotras multinacionales para lograr una

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presencia decisiva en los sectoresmás dinámicos de la economía delpaís. Finalmente, aun cuando bajo losauspicios de Perón se produjo unimportante cambio en la rentanacional, consistente en un aumentode los ingresos procedentes delsector industrial en detrimento de losderivados del sector rural, laestructura tradicional de lapropiedad rústica siguió siendoinexpugnable: la oligarquía, obligadaa vender sus productos al Estado abajo precio (para exigir preciosmucho más elevados en el mercado

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internacional y ayudar así aldesarrollo industrial), fue hostigada,pero no destruida. Así, contando conlos empresarios descontentos, con laclase media y con la aprobaciónoccidental, en 1955 se consiguióorganizar un movimiento contra elperonismo que culminó en laRevolución Libertadora del 16 deseptiembre.

A pesar de la derrota de 1955 ydel hecho de que sólo la clase obrerahabía permanecido fiel a Perón hastael último momento, los escritores dela izquierda nacional mantuvieron las

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esperanzas nacional-revolucionariasde todos los sectores del movimientoperonista —incluidas las de unasupuesta ala progresista del Ejército— hasta bien entrada la década delsetenta. No obstante, los procedentesde la izquierda tradicional, comoPuiggrós, intentaron sacar algunaslecciones del ocaso del peronismoinicial y llegaron a la conclusión deque, aun cuando todavía era viableuna alianza antioligárquica yantiimperialista de la burguesíanacional, la clase media y la claseobrera, un frente de liberación

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nacional de aquella clase requeriríala hegemonía de la clase obrera y unateoría revolucionaria si se queríaavanzar de nuevo.35

Otros, incluido Ramos, sepercataron de que ninguna burguesía,fuera o no nacional, se sometería aldominio obrero, del mismo modo quetampoco aceptaría una teoríarevolucionaria. Sin embargo, éstossostenían que un sector de laburguesía industrial poseía aúnaptitud para la lucha antiimperialista,y que la izquierda tenía el deber deapoyar aquella fuerza, desde una

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posición independiente, mientras novacilara. En cambio, ninguno deellos advirtió con suficiente claridadel gran declive sufrido por losindustriales “nacionales”,crecientemente limitados a pequeñasy medianas empresas, frente a lascompañías extranjeras. Laparticipación de las empresasforáneas en la producción industrialcreció del 8 al 40% entre 1955 y1972, con la particularidad de que el70% de las nuevas inversionesextranjeras directas durante eldecenio de 1959-196936 corrió a

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cargo de los Estados Unidos. Entrelas veinticinco compañías másimportantes, el número de firmasnacionales bajó de 16 en 1957 a 8 en1966.37 Todo eso debilitó no sólo elpotencial de los industriales del paísde cara a un nacionalismo económico—de modo especial en una décadatan desastrosa económicamente comola de los años setenta—, sinotambién su aptitud para unaarmoniosa colaboración con la claseobrera. Este hecho no carecía derelieve, porque los empresariosnacionales, para mejorar su situación

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económica frente a la de losmonopolios extranjeros, podíannecesitar el apoyo de la clase obrerapor razones políticas, y desde luegouna alianza nacional como un soportede importancia decisiva. Sinembargo, la realidad económicadictaba que los sacrificios de laclase obrera, y no sus mejoras, eranuna condición previa esencial paraaumentar los niveles de inversión yel crecimiento capitalista nacional.

El mensaje político e intelectualpreconizado por la izquierdanacional cuando, en 1973, el

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peronismo volvió al poder despuésdieciocho años de resistencia yoposición, hizo esperar a sus jóvenesreceptores el advenimiento de unvibrante proceso de desarrollonacional y de reformas radicalesdirigido por un Perón progresista eincluso revolucionario. Pero despuésde intentar rehabilitar el peronismo alos ojos de sus críticos, la izquierdanacional evolucionó, desde ladefensa del peronismo hacia unaacomodación que no suponía ningunaalternativa política al mismo.38

Aunque famosa por haber culpado a

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la izquierda tradicional de haber sidoun escudo defensivo de izquierdasdel orden oligárquico, la izquierdanacional se vio acusada a su vez deser un escudo defensivo deizquierdas de los intereses“burgueses nacionales”.

El fenómeno peronista

A través de la mayoría de susexegetas, el peronismo se hapresentado al mundo como unmovimiento nacional popular, como

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una fuerza antiimperialista yantioligárquica de tipo peculiarmenteargentino.39 Tales calificaciones, laimagen general que él mismo hacultivado, aun cuando tengan algo decaricatura, no eran enteramenteerróneas. En materia de economíaestratégica, lo que durante los años1946-1955 pasaba por“antiimperialismo” fueron comprasde intereses extranjeros, que incluíanlos ferrocarriles, las fábricas de gasy la red telefónica, a unos preciosque se llevaron el 45% de las divisas

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disponibles;40 después, durante losgobiernos peronistas de 1973-1976,el antiimperialismo consistió enciertos esfuerzos iniciales paradiversificar las relacionescomerciales del país, más unastímidas medidas de nacionalizaciónparcialmente revocadas en 1975.41

No obstante, el antiimperialismoestaba sin duda presente en ladoctrina oficial del justicialismo, yera una orientación —aunque amenudo variada y vagamentedefinida, pero muy emotiva y

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genéricamente unificadora—compartida por todos los principalescomponentes sociales y políticos delmovimiento peronista. Ciertamente,aparte de las personalidades y lossímbolos, el antiimperialismo hasido históricamente el único temaunificador con que ha podidoidentificarse la mayoría peronista.De las tres banderas deljusticialismo, la justicia socialsiempre resultó más polémica que lasoberanía política y la independenciaeconómica cuando se juntaronperonistas de diferentes clases y

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matices, especialmente una vezmenguada la prosperidad económicade los años cuarenta.

Aparte de esas tres banderas, elexiguo bagaje ideológico peronistasólo contenía dos ideas deimportancia básica: la “TerceraPosición” y la “ComunidadOrganizada”. La primerarepresentaba el repudio de losllamados “dos imperialismos” —elyanqui y el soviético—, y significabaque el peronismo era “tan distante deuno como de otro de losimperialismos dominantes en esos

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momentos”.42 Se presentaba como unintento de sacar partido de losantagonismos existentes entre lasgrandes potencias, con el fin de quela Argentina siguiera una trayectoriaindependiente tanto en el planonacional como internacional. Sinembargo, en la práctica se hicieronconcesiones de intereses petroleros alos Estados Unidos cuando, en losaños cincuenta, la economía declinó,y varias iniciativas diplomáticassituaron al país netamente más cercade los Estados Unidos que de la

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URSS.43 La Tercera Posición,supuestamente ocupada por eljusticialismo, pretendía hallarse,además, a una equidistanciafilosófica del idealismo y delmaterialismo y, en términos demodelos socioeconómicos,contrapuesta tanto al capitalismocomo al comunismo: “No queremosque el hombre sea explotado ni ennombre del capital ni en nombre delEstado”.44 La ComunidadOrganizada tenía el objeto de evitarlos excesos de los dos modelos: la

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existencia de la propiedad privadaestaba asegurada, estipulando quecumplía una función social; por otrolado, el Estado debía intervenir paraasegurar que la sociedad fuera “unaarmonía en la que no se produzcadisonancia ninguna, ni predominio dela materia ni estado de fantasía”.45

Según se afirmaba, el conflicto entrela clase obrera y el capital podíavencerse mediante la tutela de “laautoridad y la justicia que emana delEstado”.46 Por supuesto, los éxitosen ese campo resultaron cada vez

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más difíciles de repetir a medida quetranscurrían los años cincuenta y quela economía avanzaba a bandazoshacia una serie de crisisdestructivas,47 prueba de que eléxito de los proyectos quefavorecieran simultáneamente amboslados de la industria dependía muchomás del clima económico general quede los méritos intrínsecos deljusticialismo.

El movimiento peronista se hacompuesto tradicionalmente de tresramas: una rama política(generalmente con el nombre de

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Partido Peronista o Justicialista,según el período de que se tratara),que sirvió como dispensadora depatrocinio desde el poder y comoinstrumento electoral delMovimiento; una rama femenina,dirigida al principio por María EvaDuarte (Evita), segunda esposa dePerón, que movilizó de modoimpresionante el voto femenino enlas elecciones de 1951,48 después dehaber conseguido la emancipación dela mujer en 1947; y una ramasindical, al principio, durante elperíodo 1946-1955, sinónimo de la

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Confederación General del Trabajo(CGT), y representada a partir de1957 por las 62 Organizaciones, aúnabrumadoramente dominante dentrode la mayor amplitud del movimientolaboral. Una rama juvenil de facto,fundada principalmente por losmilitantes de la izquierda peronista,se uniría después a las otras tresramas, en 1971-1974, pero nunca fueinstitucionalizada.49

Muchos comentaristas hanpermitido que el problema de cómodebía caracterizarse el peronismofuera dominado exclusivamente por

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las controversias sobre su identidadsocial y política, quitando así todaimportancia a la condición demovimiento del peronismo. Alresaltar este último rasgo, se destacano sólo el hecho de que el peronismoestá compuesto de fuerzas sociales yclases verticalmente integradas, encontraste con la base horizontal declases de muchos partidos, sinotambién la particularidad de que lacondición de miembro del partidoera más un asunto de identificaciónque de afiliación. Ser peronista noimplicaba necesariamente una

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actividad política regular, y lostrámites formales de afiliación,excepto en lo tocante a losrequerimientos del registro electoral,eran generalmente ajenos alMovimiento. Ser miembro delMovimiento era una cuestión deidentificación con Perón y con laArgentina de Perón y, después de1955, no limitarse a recordar losdorados años anteriores, sinoapreciar el rudo contraste entre aquelpasado y lo que le siguió: crisis,draconianas medidas políticas yeconómicas, y lo que muchos

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consideraban una “entrega alimperialismo” de los sectores vitalesde la actividad económica, hechosque caracterizaron el interregno de1955-1973. El peronismo penetró enla conciencia de clase de millones detrabajadores que, con el espectacularcrecimiento de la fuerza de trabajoindustrial, tomaron conciencia de símismos como clase y, por primeravez, se sintieron apreciados comotrabajadores, al mismo tiempo queaclamaron al peronismo y fueronintegrados en él. En otras palabras,el peronismo se desarrolló como

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movimiento tanto social comopolítico, y fue eso lo que le dio sugran vitalidad, dinamismo yespontaneidad, aunque también sudebilidad orgánica. Esa fuerzapolítica, cuando después de 1955tuvo que enfrentarse a los intentos deahogarla y suprimirla, resultó máselástica de lo que habría podidoesperarse si el inflexible partidoperonista hubiera sido su eje.

Las definiciones generales delperonismo tienden a presentarlo, entérminos sociológicos, como unaalianza de clases o, en términos

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políticos, como una especie demovimiento nacional. Son varias laslimitaciones del primero de estosenfoques.50 En primer lugar, lacomposición de clases de losmiembros de la “alianza” peronistase ha alterado considerablemente conel transcurso del tiempo. Durante losprimeros años, el peronismo se viorespaldado por los industriales, porparte de la clase media y por la claseobrera, pero en 1955 se comprobóque el apoyo no proletario había sidomucho más seriamente erosionadoque el de la clase trabajadora; a

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partir de entonces, y durante losdieciocho años siguientes, losobreros fueron el principal bastióndel Movimiento, siempre con lasignificativa ausencia de losempresarios; y, más tarde, losúltimos años del régimen militar de1966-1973 serían testigos de uncreciente apoyo de la clase media debase universitaria (estudiantes,intelectuales, profesionales) y de losempresarios del país asociados conla Confederación General Económica(CGE). En segundo lugar, lasinstituciones han sido con frecuencia

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tan importantes como las clasessociales en la constitución de lasbases de sustentación del peronismo,ya se trate del apoyo de la Iglesia ylos militares o de la permanentelealtad de los grandes sindicatos.Además, se ha demostrado que estasúltimas organizaciones sonirreducibles a una clase: cuando losmilitares rivales de Perón leencarcelaron brevemente en 1945, lahuelga general, y la movilizaciónobrera que aseguró su puesta enlibertad, tuvo efecto el histórico 17de octubre, un día antes de la fecha

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fijada por la CGT;51 y de nuevo, amediados de 1975, cuando la claseobrera repudió la estrategiaeconómica del gobierno de MaríaEstela Martínez (tercera esposa dePerón), una huelga de facto paralizóla actividad económica días antes deque fuera oficialmente convocadapor los líderes de la CGT. En tercerlugar, las definiciones de clase delperonismo suelen pecar de una totalomisión de algunas facetas decisivasde la historia del peronismobasándose en que son de importancia“secundaria”. Digno de nota en este

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sentido es el rejuvenecimiento que lallegada de los sectores universitariosconfirió al Movimiento, algo quetendrá trascendencia no sólo para eldinamismo de la izquierdarevolucionaria del peronismo en losprimeros años setenta, sino tambiénpara comprender por qué tantasdoctrinas de la izquierda peronista sedistinguieron por su ingenuidad.

Etiquetar al fenómeno peronista,como muchos críticos han hecho, deexpresión de nacionalismo burgués ode alianza de clases dirigida por laburguesía nacional, es claramente

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inadecuado. Un número considerablede empresarios argentinos se opusoal peronismo por su mejora del nivelde vida de la clase obrera o por suautoritarismo; y quienes lo apoyaron,dieron en su mayoría una aprobacióncondicionada y oportunista, con loque se apartaron de él ya antes de lastomas de poder antiperonistas de1955 y 1976. La política de créditosbaratos del peronismo benefició sinduda a los industriales, pero muchosde ellos consideraban que sus nuevasventajas económicas erancontrapesadas por el creciente poder,

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aunque regimentado, de lossindicatos. Cuando la industria sedesarrolló, atrayendo a emigrantesrurales para trabajar en las empresasen expansión, cuando los empleadosdel sector público fueron inscritosautomáticamente como sindicalistas,el número de afiliados a lossindicatos creció de 440.000 en 1941a un millón y medio en 1947, y a tresmillones en 195152, y si bien lossindicatos pasaron a dependercompletamente del patrocinio delEstado, sus representantes seestablecieron, por primera vez como

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una presencia real en los ministerios,en las embajadas y en el Congreso.Fueran cuales fuesen las ventajas queel peronismo ofreció a loscapitalistas mediante un movimientosindical integrado que aceptaba lacooperación entre clases, talesfacilidades se vieron más quecontrapesadas por los costosfinancieros de esa integración cuandollegó la decadencia económica.Además, cuando en los primerosaños cincuenta, y de nuevo amediados de los setenta, losgobiernos peronistas intentaron

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imponer medidas de austeridad yaumentar la productividad enrespuesta a las crisis económicas, lafuerza latente de la clase obrera delMovimiento moderó el impacto detales esfuerzos, predisponiendo amuchos industriales a aplaudir laintervención militar.

Si bien es cierto que los nivelessalariales reales bajaron durante losaños cincuenta, la calidad de vida dela clase trabajadora permanecióbastante por encima de la que regíaen los años anteriores a 1943; yaunque el deterioro económico

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condujo a las huelgas, éstas nosupusieron un desafío consciente alrégimen peronista.53 La debilidad dela inmediata reacción de la claseobrera al golpe militar de septiembrede 195554 indicó cierto grado dedesencanto, así como laembrutecedora burocratización delos sindicatos; no obstante, la masaobrera no alcanzaba a ver ningunaalternativa viable al peronismo.Aquélla siguió siendo, comoreconoció el propio Perón, la“columna vertebral” histórica de su

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Movimiento. La devoción de lostrabajadores por el peronismo no fuemonolítica en ningún momento:aparte de los intentos de los añoscuarenta, obra de algunos sindicatos,por defender su independencia frenteal Estado, y de varios esfuerzostransitorios, después de 1955, paracrear organizaciones laboralesindependientes, la autoridad dePerón fue cuestionada por loscomités de empresa y los combativosorganismos coordinadores, dirigidospor peronistas revolucionarios y pormilitantes marxistas, que crecían en

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los últimos años sesenta y losprimeros setenta. Sin embargo, lamayoría de los trabajadores siguióofreciendo a Perón unainquebrantable lealtad durante losaños de oposición (1955-1973). Esafidelidad fue no sólo el resultado delas mejoras obtenidas por la claseobrera durante la tutela peronista,sino también del contraste entreaquella experiencia y la que lesiguió: después de la brevepresidencia militar de Lonardi, elrégimen del general Pedro EugenioAramburu (1955 a 1958)

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desencadenó una ofensiva de grandesproporciones contra los trabajadoresque comprendió la toma militar de laCGT, detenciones en masa,limitaciones en la participación de laclase obrera en la renta nacional y —significando a Aramburu la eternaenemistad del peronismo— laconfiscación y expatriación delcadáver de Eva Perón55. En unintento de defender y reafirmar losderechos políticos y económicosperdidos, fueron los trabajadoresquienes con más insistencia pidieronel retorno de Perón, y quienes, a

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pesar de las prohibiciones yproscripciones que anulaban lamayoría de las iniciativasconstitucionales, demostraron estardispuestos a recurrir a la accióndirecta e incluso violenta. La mayorparte de sus luchas carecía deintenciones anticapitalistas; noobstante, amenazaban al “sistema”,porque la lucha obrera por unascondiciones comparables a las quese habían gozado con Perón, a lavista del subsiguiente estancamientoeconómico, parecía revolucionaria;e, indiscutiblemente, esas luchas

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fueron un factor importante en lainestabilidad política argentina delos años posteriores a 1955. Elrevolucionario peronista JohnWilliam Cooke pensaba en el poderdesestabilizador de la rebeldía de laclase obrera cuando declaró que “elperonismo es el hecho maldito de lapolítica del país burgués”.56

Sin embargo, el peronismo no fueun movimiento de la clase obrera enmayor medida que pueda serlo de laburguesía nacional. Perón, pese a suobligado exilio después de 1955,conservó el control esencial de los

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movimientos obreros y peronistasmediante el uso de trecerepresentantes consecutivos o“delegados”; y su patrocinio a laclase obrera fue más manipuladorque de apoyo. Había descubierto elpotencial de la clase obrera comobase de poder cuando era secretariode Trabajo y Previsión durante elgobierno militar de 1943-1946; habíacortejado y conseguido aliados entrelos obreros concediéndoles derechosy condiciones sin precedentes; y susesfuerzos se vieron recompensadospor la movilización obrera del 17 de

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octubre de 1945 y por los votos delos trabajadores el 24 de febrero de1946. Pero, lejos de ser un altruistapaladín de la clase obrera, Peróntrató a la misma sin salirse de latradición del caudillaje. Rosas, trashaber observado que algunosgobernantes anteriores “habíandespreciado las clases humildes”,señaló cierta vez los beneficiosautoritarios que podían conseguirseadoptando la postura de abanderadode los pobres: “Creo que esimportante establecer una sólidainfluencia sobre esa clase para

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contenerla y dirigirla, y yo headquirido esta influencia. Soy ungaucho entre los gauchos. Habloigual que ellos. Los protejo. Soy suabogado. Cuido de sus intereses”.57

Con Evita actuando como suintermediaria antes de su prematuramuerte en 1952, Perón adoptó elmismo estilo, pero también dandopruebas de alarma ante el desorden yde temer a las masas cuando noestaban institucional y doctrinalmentecontroladas: “De nada sirve dar unlíder a una masa inorgánica yanárquica —dijo en cierta ocasión

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—. Lo ahorcarán”.58

Perón nunca estuvo dispuesto aadmitir la idea de que la clase obrerase organizara independientemente delas estructuras verticales de suMovimiento, según descubrieron asus propias expensas algunos lídereslaboristas, como Cipriano Reyes,cuando, a finales de los añoscuarenta, se resistieron a integrarseen el Partido Peronista oficial.59 Ymucho después de haber sidoabandonado a mediados de la décadadel cincuenta, por la mayoría de los

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empresarios que le apoyaban, ellíder peronista siguió abogando poruna concertación de clases impuestay arbitrada por el Estado, y vetó confirmeza todas las propuestas deestablecer una milicia sindicaldefensiva. Aun cuando pretenderíarepetidamente que en septiembre de1955 no promovió una verdaderalucha para evitar el derramamientode sangre; al conceder en el Paraguaysu primera entrevista a la prensadesde su caída del poder, un cansadoPerón exteriorizó este temerosopensamiento: “Bastaría pensar en lo

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que habría ocurrido si hubieraentregado armas de los arsenales alos obreros decididos aempuñarlas...”.60

Por lo tanto, el peronismo, cuandose requiere una caracterización de suposición histórica, no puedepresentarse como una alianza declases específica o solamente entérminos de clase: su composiciónsocial era fluctuante, y ningún sectorsocial ejercía por sí solo unahegemonía continua en elMovimiento. Genéricamente, es másútil y menos engañoso considerar el

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peronismo sólo como un movimientomultisectorial y nacionalpopularcuyos componentes sociales variaronde acuerdo con las clases y sectoressociales, e instituciones, quepercibieron sus intereses conrelación al nacionalismo endiferentes circunstancias políticas yeconómicas en evolución. Porsupuesto, esa “trayectorianacionalpopular”, englobadora depolíticas de desarrollo nacionalindependiente y de reformassociales, incluyó siempre corrientessubterráneas, se vio marcada por la

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disidencia y, durante estos últimosaños, sus extremos —agudamentepolarizados— de la izquierda y laderecha le crearon más de unconflicto. Sin embargo, todos losintentos de desplazar el centro degravedad del Movimiento hacia unou otro de los dos polos ideológicosterminaron en fracaso. Ni la derechaperonista, al ascender al gobierno en1974-1976, ni la izquierda peronista,cuando en 1974 rompió con lacorriente principal del Movimiento,consiguieron reconstruir una afianzanacional popular viable alrededor de

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su propio eje ideológico.El Movimiento permaneció fiel, en

su mayor parte, a unas amplias ideasnacionalistas y reformistas, según lascuales la cooperación industrial y eldesarrollo pluriclasista eran posiblessi los impulsaba un Estadointervencionista.

Ver el peronismo bajo esa luz nosupone aceptar el punto de vista delos revisionistas históricos, según elcual la dicotomía nación-imperialismo queda por encima detoda valoración de clase. Sólosignifica que no debe ignorarse

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ninguna dimensión: la “cuestiónnacional” no puede plantearseútilmente si se considera al margendel análisis de las clasescomponentes de la nación, del mismomodo que los intereses de las clasesno pueden definirse sin algunareferencia a la dependencia de laArgentina y a las respuestas políticasnacionalpopulares a la misma. Sibien no es posible encerrar elperonismo en rígidos análisisunidimensionales de clase, losanálisis de su composición social yde sus intereses en diferentes

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períodos de su historia resultanindispensables para comprender loque ha significado en uno u otromomento la política nacional populary para tener una idea correcta delcomportamiento y el potencial delperonismo en las diferentes etapas desu historia. Como podrá verse, lo quefue llamado justicialismo por lasautoridades peronistas de losprimeros tiempos, se disfrazó desocialismo nacional a principios dela década del setenta.

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Inestabilidad políticaposterior a 1955

Después del golpe militar de1955, y durante la totalidad de losdieciocho años de exclusión políticaque le siguieron, la fuerzaorganizadora del peronismo quedófundamentalmente en manos delmovimiento obrero. Hubo diferentesintentos, en especial bajo lospresidentes Frondizi (1958-1962) yOnganía (1966-1970), de integrar alos sectores de la clase obrera y alos elementos peronistas, a través de

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los líderes conciliadores de lastendencias “participacionistas” y“neoperonistas”, en nuevasestructuras de gobierno, pero cadatentativa acabó en fracaso: elperonismo, dada la constantepermanencia en él de la clase obrera,era simplemente incompatible concualquier régimen que no pudierasatisfacer las necesidades materialesy las aspiraciones de los obrerosdurante cierto tiempo.61 Las crisis deuna economía poca activacontribuyeron decisivamente a lainestabilidad política porque, aun

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cuando la buena fortuna económicade la Argentina no había caído enpicada, sus momentos aislados deprosperidad fueron demasiado cortosy frágiles para sostener la fortunapolítica de los gobiernos quebuscaban la reconciliación nacionalo, cuando menos, el orden social. Lasgrandes fluctuaciones en ladistribución de la renta nacional, losestancamientos, los síndromes deparalización y relanzamiento y losbrotes de hiperinflación “trajeroncomo consecuencia un hobbesianomundo de competencia y porfía en el

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que los diferentes grupos luchabanpor mantener los ingresosimprescindibles”.62

La reciente reputación de laArgentina en cuanto a suinestabilidad política es algo quedesde afuera no se consigue conciliarcon su abundancia de recursosnaturales y sus importantes logrosculturales. Los altos niveles deurbanización y alfabetizaciónconseguidos con Perón, junto con elprogreso industrial (principalmenteen el campo de la industria ligera),han dejado ocultas a muchos

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observadores las características dela antigua Argentina que seguíansiendo obstáculos para un ulteriordesarrollo. Ante todo, el desarrolloeconómico se vio frenado por lasupervivencia de actitudes yestructuras tradicionales en el agroen un momento en que la fuente vitalde las exportaciones tenía quefinanciar las importacionesrequeridas por la industria. Comoresultado, no pudieron obtenersedivisas suficientes para permitir unaexpansión industrial aceptable. Enlos años sesenta, las exportaciones

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agrícolas representaban todavía el85-90% de la entrada de divisasextranjeras,63 pero el nivel de laexportación era en verdaddecepcionante. Con unos preciosmundiales de los productosmanufacturados y de las mercancíasbásicas en constante aumento, y conunos precios de exportacióntendientes a la baja, los continuosdéficit de la balanza de pagos, queeran el principal freno delcrecimiento desde 1948,quebrantaban de manera crítica labuena marcha de la economía.

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Uno de los legados de Perón fueincrementar el consumo y lasesperanzas del consumidor muchomás allá de lo que permitía lainfraestructura productiva del país.Los regímenes posteriores a 1955heredaron una serie de dificultadesrelacionadas con la industria engeneral, como un anticuado sistemade transportes, unas fuentes decombustible y energía insuficientes yla ausencia de una indispensableindustria siderúrgica,64 y, noobstante, si bien se lograron diversoséxitos en esos sectores, el problema

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cardinal, el del anacronismo de lasestructuras agrarias, sólo recibió untratamiento superficial. La propiedadde la tierra continuó muyconcentrada, y las técnicas agrícolasde muchos de los grandes latifundiosquedaron muy retrasadas respecto delas practicadas por los competidoresde Australia, Canadá y los EstadosUnidos. La burguesía agraria, dueñadel 74% de toda la tierra cultivable(hacia 1970), siguió mereciendo ladenominación popular de“oligarquía”, pues sólo 1.800personas y compañías poseían una

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extensión de terreno equivalente a lasuperficie conjunta de Italia, Bélgica,Holanda y Dinamarca.65 Mientrasque los pequeños agricultores nodisponían por lo general desuficientes tierras, créditos y equipospara prosperar, los grandesterratenientes persistían en sutradicional infraexplotación agraria,y a menudo preferían invertir ensectores donde los rendimientosfueran más elevados e inmediatos. Laregión pampeana, área vital de lariqueza agrícola argentina,representaba aproximadamente el

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60% de la agricultura del país, y el80% de la producción de ganado;pero sólo el 38% de la tierra estabacultivada.66 El pastoreo y losmétodos tradicionales de cultivoseguían predominando. Los esfuerzosdel gobierno para estimular el sectoragrario, aun cuando en algunos casosconseguían una mayor productividad,no lograban aumentar suficientementeel volumen total de producción. Enrealidad, persistió la práctica,corriente entre los magnates, deretirar tierras de la producción comoforma de controlar los niveles de

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suministro y poder así manipular losprecios. La tasa anual de crecimientode ese sector durante los añossesenta fue inferior al 2%, cifratotalmente inadecuada a la tasa decrecimiento demográfico y a lasnecesidades del resto de laeconomía.67

Las razones de que se permitieraque el atraso agrario (junto con otrosfactores) frenase el desarrollonacional hay que buscarlas en el tipode industrialización existente. Tantocon Perón como con Onganía, losintereses de los principales

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productores agrarios fueronclaramente subordinados a lasempresas industriales. Sin embargo,la Argentina nunca experimentó unaverdadera revolución industrial.Como se ha indicado, laindustrialización fue apoyada por unsector de la oligarquía en los añostreinta, y la estrategia de desarrollosustitutiva de las importacionescontinuó con Perón durante la décadasiguiente, más para explotar laagricultura con miras nacionales quepara llevar a cabo unainevitablemente desorganizadora

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revolución agraria. Desde entonces—aunque el tema ha de ser aúnexaminado adecuadamente—, lostratadistas coinciden al resaltar quelos conflictos entre los interesesindustriales y los agrarios han sidonotablemente mitigados por todo unentramado de relaciones que vandesde los lazos matrimoniales hastala práctica, seguida por losindustriales y terratenientes másimportantes, de diversificar susintereses e invertir en ambossectores, a menudo sólo con finesespeculativos.68

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Dentro de la izquierda argentina,la situación agraria ha tendido aprovocar una de estas dosreacciones: mientras que losnacionalistas revolucionarios ybuena parte de la izquierdatradicional han insistido en lacontradicción teórica industriaagricultura, tomando a veces a laburguesía agraria por una clasefeudal e imaginando el papel quepodía jugar la burguesía industrial enuna revolución antioligárquica69, losgrupos marxistas másrevolucionarios, aun reconociendo la

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existencia de conflictosintraburgueses, han dado másimportancia a la comunidad deintereses compartidos por laburguesía (terratenientes,industriales, comerciales yfinancieros) en conjunto, y haninsistido en que un cambio radical delas estructuras rurales anacrónicassólo podría tener éxito cuandoformara parte de una ofensiva másamplia contra el capital en general.

Fueran cuales fuesen lassoluciones que se propusieran, elproblema fundamental era evidente

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para la mayoría de los argentinosperspicaces: el seguir dependiendo,para el crecimiento económico, de unsector agrario que, aparte de estarsujeto a los caprichos climáticos,carecía sin la menor duda de lacapacidad exportadora necesariapara pagar los costes del desarrollode la industria pesada y financiar almismo tiempo los gastos socialesexigidos por un poderosomovimiento obrero. En vez decontender con los terratenientes, losgobiernos consideraron más fácilfrenar el consumo interior cuando

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intentaban incrementar lasexportaciones. Sin embargo, nuncapudo llevarse a cabo ningún ataqueeficaz contra el nivel de vidapopular, no sólo a causa de laelasticidad de la clase obrera, sinotambién porque la competencia entrelas fuerzas políticas legales hacíabuscar a algunos el apoyo de lasmasas mediante promesas debeneficios materiales a corto plazo yde una distribución más equitativa dela renta nacional. Tal combinaciónera inestable en sí misma, por lo quemuchos observadores se mostraban

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fatalistas respecto de lainexorabilidad de unas crisiseconómicas cíclicas que ningúngobierno era capaz de frenar osuperar. Durante los dieciocho añosde proscripción del peronismo, laArgentina conoció ocho presidentes,de los cuales tres eran civiles(Frondizi, Guido, Illia) y cincomilitares (Lonardi, Aramburu,Onganía, Levingston y Lanusse).

El surgimiento de laizquierda peronista

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Fue durante esos años cuando elperonismo adquirió su ala izquierda,no mediante el “entrismo” practicadopor la todavía muy hostil izquierdano peronista,70 sino a través de laradicalización de los activistasperonistas, y la radicalización yperonización simultánea de jóvenesque, en algunos casos, se habíanorientado primero hacia la derecha yel nacionalismo católico en busca deinspiración. La aparición y el avancede las tendencias izquierdistas dentrodel peronismo fueron más irregularesque persistentes. Antes de 1955, John

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William Cooke y los que seidentificaban con su revista políticaDe Frente71, eran militantes encuanto a los métodos quepropugnaban para la defensa delrégimen peronista, y diferían demuchos sectores conciliadores en lotocante al fervor de su nacionalismo.Pero la izquierda peronista, es decir,todos los peronistas cuyas metasfueran el socialismo y la soberaníapopular, no surgió realmente hastalos últimos años cincuenta, cuando elgobierno de la Unión Cívica RadicalIntransigente (UCRI) de Arturo

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Frondizi, elegido con laindispensable ayuda de los votosperonistas, reemplazó al durogobierno del general Aramburu.Floreció luego brevemente aprincipios de los años sesenta ycristalizó en una tendenciarevolucionaria en 1963-1964, sólopara declinar mediada la década delsesenta, antes de resurgirvigorosamente al final de dichadécada y a principios de los añossetenta, cuando creció la JuventudPeronista (JP) y las “formacionesespeciales” se lanzaron a campañas

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de guerrilla urbana.Las vicisitudes de la izquierda

peronista a mediados de los añossesenta se vieron posiblementeinfluidas por una mengua temporal dela opresión de la clase trabajadora72

y sin duda resultaron afectadas por elimpacto represivo del golpe militarque llevó a Onganía al poder. Sinembargo, no debiera exagerarse lairregularidad del desarrollo de laizquierda peronista, pues el aparentevigor de esa tendencia en la primeramitad de los años sesenta fueparcialmente ilusorio. La “primera

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tendencia revolucionaria delperonismo”, que consiguió unacohesión momentánea en 1964 con lafundación del MovimientoRevolucionario Peronista (MRP), fuede hecho una afianza inorgánica entrerevolucionarios, centristas yreformistas. Sus documentos básicos,redactados principalmente por elperonista revolucionario GustavoRearte, y Compañero73 (su revistasemanal dirigida por Mario Valotta),fueron anticapitalistas en cuanto a suimplicación, pero no tomados al piede la letra. En realidad —como el

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propio Rearte reconoció después—aquella literatura sólo representabafielmente la tendencia de la pequeñaala juvenil y revolucionaria delMRP, compuesta principalmente porla propia Juventud RevolucionariaPeronista de Rearte (JRP) y por laJuventud Peronista de la provincia deSalta, dirigida por Armando Jaime.74

No obstante, las publicacionesdifundidas por la izquierda peronistade los primeros tiempos ayudan aexplicar el proceso de radicalizaciónque experimentó el peronismo en losaños sesenta y setenta, en el que

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intervinieron diferentes factores.Primero hubo el declinar general delnivel de vida de los trabajadoresdespués de 1955, en medio dereiteradas crisis económica. En1963, los salarios fueron un 15%más bajos que en 1958;75 laparticipación de los sueldos ysalarios en el producto brutonacional argentino, en comparacióncon los rendimientos del capital,descendió del 43% en 1955 aalrededor del 35% en 1972.76 Sólouna pequeña minoría de activistas

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consideraba los problemas del paísmás estructurales que coyunturales,pero para ellos la eficacia delcapitalismo era cuestionable, por loque empezaron a añadir el capitalmonopolista industrial alimperialismo y a la oligarquía comoenemigo del movimiento peronista yde la clase obrera.

La mayoría de los trabajadoresseguía estando mucho más interesadapor las cuestiones económicas ysindicales que por la políticasocialista, y en esa medida cabecalificarlos de “economicistas”,

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aunque el suyo era un “economismo”muy ligado al modelo políticoperonista y muy implicado en laexigencia política fundamental delregreso de Perón. El hecho de que nohubiera una mayor radicalización dela clase obrera después de 1955 sedebió en parte a que la decadenciaeconómica argentina no eraconstante, sino que de vez en cuandoexperimentaba cortos períodos decrecimiento. Éstos hacían creer quepodría conseguirse una mejoradefinitiva sin grandes cambiosestructurales y sin los sacrificios y

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trastornos inherentes a todo intentode llevar a cabo tal transformación.Al mismo tiempo, si bien en aquellosaños la base sindical del Movimientosuponía una garantía de estabilidad,era también una fuerza(contrariamente a los sueñosanarcosindicalistas sobre huelgasgenerales revolucionarias) quemilitaba a favor de las campañas“economicistas” y contra un enfoquerevolucionario de los problemasnacionales. Para ser eficaces, lossindicatos necesitaban laincorporación de tantos trabajadores

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como fuera posible, y sus líderessabían muy bien que las definicionespolíticas —más que la exigencia,ampliamente apoyada, de larestauración peronista— eran tandivisivas como cohesionadorespudieran ser los programaseconómicos. Además, ni latradicional hostilidad de la izquierdahacia el peronismo ni la crecienteheterogeneidad de las circunstanciasdel conjunto laboral durante los añossesenta facilitaron la formación deuna conciencia socialista en la claseobrera.77

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Muchos observadores y activistasde la izquierda se engañaron a símismos al equiparar, con demasiadooptimismo, los altos niveles demilitancia en el aspecto económicocon la suposición de que la claseobrera estaba preparada para lapolítica revolucionaria. En realidad,la militancia de aquélla no semantuvo siquiera en cuestioneseconómicas, sino que seguía unatrayectoria irregular no muy distintade la emprendida por la izquierdaperonista. Hubo inicialmente cuatroaños de lucha para recuperar el

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control de los sindicatos y resistir eldeclive económico —el famosoperíodo de 1955-1959 de laresistencia peronista—; despuésvinieron tres años de relativapasividad, tras una serie deaplastantes derrotas, en 1959, de laclase obrera.78 En 1963-1964 se diootro resurgimiento,79 pero tambiénesa vez, a mediados de los añossesenta, hubo una disminución de lasluchas obreras antes de que lamilitancia industrial, en los últimosaños de dicho decenio y los primeros

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del de 1970, volviera a cobrarvisible importancia.

Un segundo factor decisivo en laaparición de las organizacionesradicales peronistas fue la vicisituddel gobierno de Arturo Frondizi de1958-1962. En recompensa por ladecisiva ayuda que prestaron a laUCRI (el partido de Frondizi) en laselecciones de 1958, los peronistasobtuvieron una amnistía general, unanueva Ley de AsociacionesProfesionales (que proyectaba unareorganización nacional delmovimiento obrero), y unas mejoras

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salariales del 60%. Pero laprometida “normalización” de laCGT, intervenida por el régimenmilitar en 1955, se demoró hasta1961; y la legalización (frustrada,como probarían los hechos) delPartido Peronista, hasta 1962.Frondizi renegó de sus afirmacionesde nacionalismo, hechas durante elaño 1958 y antes de esa fecha, alfirmar contratos con ocho compañíaspetroleras extranjeras y aldesnacionalizar el frigoríficoLisandro de la Torre en 1959, hechoéste que provocó un intento de

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“huelga general revolucionaria”promovida por Sebastián Borro yJohn William Cooke en enero delmismo año.80 Ante la crecienteoposición de la clase obrera y lasviolentas actividades de resistencia,el líder de la UCRI cedió a laspresiones militares y declaróprimero el estado de sitio, y después,en 1960, el plan de CONINTES(Conmoción Interna del Estado).Bajo el mismo, los acusados deterrorismo fueron sometidos a lajurisdicción militar, Berisso, LaPlata y Ensenada se declararon zonas

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militares, los sindicatos sufrieron“intervenciones”81 y muchoshuelguistas fueron detenidos.

Los peronistas se sintierontraicionados por Frondizi, auncuando éste disponía de pocoespacio para maniobrar. Atrapadoentre la hostilidad de los militares ylas presiones peronistas, para poderconservar su cargo Frondizi se vioobligado a apaciguar y “traicionar”al movimiento peronista. Sinembargo, no podía satisfacer lasexigencias peronistas sin serdepuesto por los “gorilas” militares,

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ni podía convertirse en una marionetade éstos sin provocar una furiosareacción popular. La saludeconómica del país era demasiadodébil para que pudiera concederfavores duraderos a los trabajadores—y facilitar así la colaboración delos líderes obreros peronistas con elgobierno— sin perjudicar losintereses de los industriales, que eranquienes más lo apoyaban. Lasinversiones extranjeras fueronentonces consideradas, como loserían después con Onganía, la clavedel desarrollo, un medio para

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regenerar la economía y avanzarhacia la autosuficiencia en cuanto alas mercancías básicas sin recurrir agrandes gastos públicos; perotendrían que pasar muchos años antesde que tal estrategia “desarrollista”pudiera dar fruto (si llegaba a darloalguna vez), y para los peronistastodo olía a una “entrega” alimperialismo.

El proyecto de Frondizi acabó porderrumbarse porque el peronismo semantuvo intransigente en susexigencias y se negó a abandonar susaspiraciones respecto de algo que

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para los militares era un anatema: elregreso de Perón, que Frondizi,según temían, por venalidad odebilidad, podía organizar oconsentir. Las presiones paralegalizar el peronismo, queemanaban de casi todas las fuerzaspolíticas civiles e incluso de unreformado general Aramburu, sehicieron demasiado fuertes y, a lapostre, irresistibles. Se autorizó así alos peronistas a competir en laselecciones de 1962 paragobernadores provinciales, y su éxitofue excesivo para que los inquietos

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jefes militares se mostrarandispuestos a ratificar los resultados.La Unión Cívica RadicalIntransigente de Frondizi triunfó endiez provincias y en la CapitalFederal, pero los neoperonistas seimpusieron en cuatro provincias(cinco, incluyendo Jujuy, dondeapoyaron a un democristiano) y loscandidatos oficiales peronistasganaron en cinco de ellas, incluida lade Buenos Aires, decisiva, dondeAndrés Framini, militante sindical yfuturo aliado de los Montoneros, fueelegido gobernador. Al anular los

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resultados de las elecciones ydeponer a Frondizi, los militaresconfirmaron la predicción de Perón:“Si perdemos, no ganamos nada. Y siganamos, lo perdemos todo”,82 peroello conduciría al descrédito de laalternativa frondizista al peronismo.Frustrados en sus esfuerzos portriunfar con métodos constitucionalesen 1962, y proscritos luego para laselecciones de 1963 (que llevaron aArturo Illia y a los radicalespopulares al poder con el apoyo desólo una cuarta parte del electorado),muchos peronistas consideraron

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entonces que la única opción que lesquedaba era la acción directa: enmuchos casos, únicamente paraobligar a los gobernantes a que lespermitieran sacar partido de losmedios constitucionales; en algunoscasos, sin embargo, porque se habíansacado conclusiones mucho másradicales de la experiencia deFrondizi, especialmente en loreferente al abandono del camponacionalpopular por parte de losindustriales para pasarse al delenemigo. Un editorial de Compañerolo enfocó de esta manera:

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La burguesía claudicante noamenaza las estructurasoligárquicas, que esimpostergable destruir, y sóloaspira a convertirse en un sociomenor en el reparto [de lariqueza nacional con elimperialismo]. Quieresolamente el apoyo popularpara negociar esa participación,pero está dispuesta a sacrificarposteriormente los intereses delpueblo y de la Nación, si espreciso, con tal de salvar lospropios.83

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En otras palabras, la burguesíanacional era vista en aquel momentomás como burguesa que comonacional.

Un tercer factor radicalizador fuela necesidad de los peronistasmilitantes de definir con másprecisión sus lealtades cuando el“vandorismo”, la tendencia sindicalconciliadora relacionada conAugusto Vandor, se hizo dominantedentro de la CGT. En el transcursode los años sesenta, la burocraciasindical buscó cada vez con másahínco un lugar para el movimiento

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de la clase obrera —al menos parasus líderes— fuera de las órdenesperonistas, en vez de propugnar elretorno del peronismo y de Perón alpoder. Hubo una respuesta reformistaa esa evolución: la de los líderessindicales recientemente desplazadosy de los sectores sindicales noestratégicos que habían formadoparte del MRP y después, en 1965-1966, de la 62 De Pie Junto a Perón,una coordinadora sindicalestablecida para oponerse a las 62Organizaciones dominadas por losvandoristas, y dirigida por José

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Alonso. Pero el auge de laburocracia vandorista tambiénejerció, al parecer, un efectorevulsivo en algunos jóvenes líderesmilitantes de los sindicatos pequeñosque empezaban a ver las limitacionesde la lucha sindical, mientras losantaño “compañeros” —comoVandor— renunciabanostentosamente a la lucha de clases.Pueden servir de ejemplo al respectolos casos de Gustavo Rearte, elegidopara dirigir el Sindicato deJaboneros y Perfumistas a la edad deveinticinco años, y Jorge di

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Pasquale, también de menos detreinta años cuando fue nombradopresidente de la Asociación deEmpleados de Farmacia.

Y, en cuarto lugar, la Argentina,como el resto de América Latina,sintió el impacto de la revolucióncubana. Irónicamente, el júbiloinicial por el derrocamiento de ladictadura de Batista en 1959,procedió de los antiperonistasconvencidos, que consideraban lavictoria rebelde como una versióncaribeña de su propio derrocamientode Perón. El almirante Rojas,

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anterior vicepresidente y uno de losarquitectos derechistas de laRevolución Libertadora, habíaaclamado inmediatamente el éxito deCastro como “un triunfo que traerá laalegría no sólo a Argentina, sinotambién a toda América y a todo elmundo libre”.84 Ese apoyoreaccionario se disipó rápidamentecuando el proceso revolucionariocubano se hizo más profundo; sinembargo, la hostilidad peronista, deacuerdo con el anticomunismo delMovimiento, se mantuvo durantealgunos años. Incluso un líder obrero

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militante como Andrés Framinirechazó las “extrañas ideologías”procedentes de Cuba en los primerosaños sesenta.85

John William Cooke, que debía suapellido a sus antepasadosirlandeses, fue hasta su muerte,acaecida en 1968, el principalexponente del punto de vista de laminoría que intentó identificar alperonismo con el “fidelismo”.Nacido en 1920, forjista en sujuventud y después diputado delprimer Congreso regido por Perón,Cooke se destacó pronto por su ardor

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nacionalista, pero más tarde seinclinó claramente hacia laizquierda.86 Desempeñó su mejorpapel político después del golpemilitar de 1955, cuando Perón lonombró delegado suyo en laArgentina y jefe de la resistencia,cometidos que sólo pudo desempeñarplenamente después de su fuga, encompañía de Héctor Cámpora yotros, de la cárcel de Río Gallegos,en el sur del país, para dirigirse aPunta Arenas, Chile, en marzo de1957. Como jefe de la resistencia,aunque no sin oposición por parte de

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los políticos peronistas, Cookefomentó dos formas de luchaprincipales: las campañasindustriales, que incluyeron laimportante huelga de los trabajadoresdel petróleo de 1958, en que élintervino directamente; y la accióndirecta, de sabotaje y actividadespropagandísticas de pequeñasunidades de comandos, a veces demanera independiente y en otrasocasiones en apoyo de luchasobreras.87 Con Borro, se colocó en1959 a la cabeza de la huelga delfrigorífico Lisandro de la Torre, con

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intención de transformarla en unahuelga general revolucionaria, perofue encarcelado por Frondizi yabandonado por Perón cuando,finalmente, se deshizo la huelga.

La influencia de Cooke fueprincipalmente ideológica durante elresto de su vida. Tras habérselepermitido abandonar la Argentina en1960, no regresó hasta la amnistíadecretada en 1963 por el presidenteIllia. Aquellos tres años, pasados enCuba, influyeron mucho en susescritos políticos. Teniendo presentela deserción del peronismo llevada a

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cabo por los industriales y laexperiencia de la revolución cubana,Cooke empezó a sostener que lalucha antiimperialista no podíallevarse adelante sin declararsimultáneamente la guerra alcapitalismo en el mundosubdesarrollado. Pidiendo a Perónque se pusiera inequívocamente allado de la joven izquierda peronista,escribió: “Hoy en día nadie piensaen que la liberación nacional puedehacerse sin revolución social, y poreso la lucha es de pobres contraricos también...88. Desde que la

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liberación nacional es indivisible dela revolución social, no haynacionalismo burgués”,89 porque elobjetivo de la burguesía consistía en“privatizar el lucro y socializar lossacrificios”.90

La postura de Cooke eracontradictoria porque, al tiempo quepropugnaba la dirección delmovimiento peronista por la clasetrabajadora, esperaba sin duda que elperonismo conservara un carácterpluriclasista por algún tiempo, y seexpresó a menudo en sus escritos

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como si los burgueses peronistas sesubordinaran, de manera suicida, aun liderazgo de trabajadoresrevolucionarios. Había también másdeseos que otra cosa tras supretensión de que existía “unarelación dialéctica” entre elperonismo y el castrismo como“modalidades nacionales de la lucharevolucionaria continental”;91 y deque Perón, junto con la clasetrabajadora, era un revolucionarioque repudiaría y desautorizaría a laburocracia reformista que había“usurpado” durante los años sesenta

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la jefatura local del Movimiento.Durante largo tiempo, Cooke abrigóla esperanza de que Perón aceptaríael ofrecimiento de hospitalidad en LaHabana que le había hecho FidelCastro. Finalmente, escribió dandodiez argumentos que demostraban porqué Perón debía trasladar su base“revolucionaria” a Cuba,92 pero sulíder sólo respondió con evasivas.

A pesar de sus defectos, launificación de los objetivos de laliberación nacional y de larevolución social propugnada porCooke se convirtió en la piedra de

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toque de las manifestaciones másrevolucionarias del pensamiento dela izquierda peronista. Su mensajeera, en esencia, que la baseproletaria del peronismo debíaproporcionar al Movimiento unpotencial revolucionario cuyarealización implicaría a su sectorizquierdista y a sus obreroscombativos en una lucha internacontra la jefatura burocráticaperonista local, porque ésta aceptabalos valores y las estrategiasconvencionales del sistema socialdominante. Además, Cooke,

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haciéndose eco de sentimientosprocedentes directamente delradicalismo argentino a finales delsiglo XIX, insistía en que elperonismo prosperaría mejormediante la intransigencia queaviniéndose a compromisos.Resistiendo todos los esfuerzos parallegar a una acomodación políticacon las fuerzas no peronistas, Cookeconsideró que la acción directa —lahuelga general, la insurrección, laguerra de guerrillas— era el únicomedio de superar el estancamientoposterior a 1966 entre un régimen

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militar “imposibilitado paraafianzarse pero con poder materialsuficiente como para sobrevivir, y unmovimiento de masas poderoso comopara someterlo a un jaqueo constantepero no lo suficiente como parasuplantarlo”.93

La influencia cubana fue tambiénevidente en el intento, en 1959-1960,de iniciar un movimiento guerrillerorural, comúnmente conocido por losUturuncos, en las provincias deTucumán y Santiago del Estero; ytambién estuvo presente dentro delMRP. Héctor Villalón, que como

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delegado de Perón envió un mensajede apoyo al congreso fundacional delMRP en 1964, fue también —hastaque los cubanos lo acusaron demalgastar su dinero— traficante entabaco cubano y, según la opinióngeneral, representante de FidelCastro. Entretanto, más allá delperonismo, tanto la facción de ÁngelBengochea —de tendenciainicialmente trotskista— conocidapor Palabra Obrera, como el “foco”de la guerrilla rural en la provinciade Salta, el denominado EjércitoGuerrillero del Pueblo (EGP), de

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Jorge Ricardo Masetti, fueronconvencidos en diferente medida porla tesis cubana del éxitorevolucionario, en el sentido de quedebían emprender la lucha armadadurante los primeros años sesenta.

Finalmente, después de 1955, losgestos y declaraciones del propioPerón ayudaron a la izquierdaperonista a mejorar su posición. Encuanto a la retórica radical del líderperonista, que tanto complacía a susmás combativos devotos, no pasó aformar parte del léxico oficialperonista hasta mediados de los años

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sesenta; entonces Perón reformuló suTercera Posición para asociarla conlas luchas de liberación contra elcolonialismo y el neocolonialismodel Tercer Mundo, y pretendió que ély el justicialismo eran los heraldosde tales afanes.94 Simultáneamente,Perón aplaudió la ruptura chino-soviética, considerándola como ungolpe al “socialismo internacionaldogmático” de la Unión Soviética yviendo en ella una especie detendencia mundial hacia elsurgimiento de diversas variedades

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de “socialismo nacional”95. ¿Peroqué significaba en realidad esacapciosa frase? Ciertamente cosasmuy diferentes para las distintasclases de peronistas. Mientras que laderecha peronista la interpretabacomo nacionalsocialismo, como unhermano carnal del nazismo y elfascismo, la izquierda la equiparabacon una vía “nacional” hacia elsocialismo, considerándola unsistema de socialización económica ypoder popular respetuoso con lascondiciones y tradiciones nacionales.Como prueba fehaciente, la

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ultraderecha podía citar un pasaje deLa hora de los pueblos, en el quePerón había argüido que la derrotade Italia y Alemania por los aliadoseliminaba “toda posibilidadmomentánea de un socialismonacional”,96 así como unadeclaración, hecha por él en enero de1969, en el sentido de que durante suviaje a Italia en 1937 descubrió “elprimer socialismo nacional queaparecía en el mundo”.97 Sinembargo, la izquierda podía invocarmuchos más indicios de que Perón

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había sufrido una revolucionariametamorfosis en el exilio: elogió alos estudiantes rebeldes franceses enmayo de 1968, dijo “si yo hubierasido chino, sería maoísta”,98 yafirmó que “la única solución es lade libertar el país tal como FidelCastro libertó al suyo”.99

La explotación por Perón del“socialismo nacional” fuedeliberadamente ambigua y prolija.Instado a que explicara por qué eljusticialismo merecía la acreditaciónsocialista, su única respuesta fue la

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de que “pivotea sobre la justiciasocial”;100 y, en efecto, si seexaminan todas las maneras en que ellíder peronista aplicó su nuevaetiqueta doctrinal, el único temacomún es que todos los regímenes ymovimientos que se presentabancomo ejemplo predicaban la justiciasocial, la practicaran o no. Entre lascubiertas de un mismo volumen, sepodía descubrir a un Perón queproclamaba: “Ha terminado en elmundo el reinado de la burguesía.Comienza el gobierno de lospueblos”, así como a un Perón que

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buscaba claramente el patrocinio dela elite. En medio de la ampulosidadcasi revolucionaria, había imágenesde una Argentina a punto deprecipitarse en el abismo, con Perónapareciendo providencialmente comoúnico hombre capaz de “pacificar alpueblo argentino”, aplicar una“solución nacional” y presidir unprograma de “reconstrucciónnacional” basado en parte en un duroesfuerzo de los trabajadores(poniendo por ejemplo a Alemaniaoccidental),101 Perón, pretendiendoque con la aplicación de su política

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“se puede tener la seguridad de queel comunismo nunca será unproblema en nuestro país”,102 sepresentaba a veces como un bomberosofocador de revoluciones.

El crédito de Perón, tanto en suversión revolucionaria como en lareaccionaria, descansaba en lapropensión de muchos de lossimpatizantes de la izquierda y laderecha peronistas a creer que lasinsinuaciones que dirigía a susadversarios y enemigos de clase eransimples manifestaciones tácticasdestinadas a fortalecer el movimiento

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nacional atrayendo a nuevospartidarios, neutralizando los demássectores y aislando al régimen militarde 1966-1973. Todas las dudas quela principal corriente de la izquierdaperonista pudiera tener sobre laautenticidad de la supuestaconversión de Perón al socialismo—que él presentaba simplementecomo actualización doctrinal,adaptando el justicialismo al mundomoderno— se vieron prontodisipadas cuando los militantes de laJuventud Peronista y loscombatientes de las “formaciones

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especiales” recibieroncomunicaciones dirigidasespecíficamente a sus aspiraciones.En ellas Perón parecía reconocer quehabía cometido una equivocación alrendirse tan fácilmente en 1955,dados los grandes sufrimientospopulares que provocó con ello.103

Además, incitaba a los jóvenesactivistas a creer que prontoheredarían el liderazgo de suMovimiento mediante un“trasvasamiento generacional” de susestructuras. Fingiendo humildad yardor revolucionario, el viejo Perón,

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que tenía sesenta años cuando fuedepuesto, pretendió que aún podíaser útil a “la maravillosa juventudque tenemos, que tarde o tempranotomará nuestras banderas y, así loesperamos, las llevará hacia lavictoria”.104

Perón no sólo autorizó la guerrarevolucionaria, sino que halagó a suscombatientes de tal modo que muypocos pudieron resistírsele. Suselogios a las guerrillas urbanas delas “formaciones especiales”peronistas no conocían reservas.“Tenemos una juventud maravillosa,

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que todos los días está dandomuestras inequívocas de sucapacidad y su grandeza [...] Tengouna fe absoluta en nuestrosmuchachos, que han aprendido amorir por sus ideales”, escribió en su“Mensaje a la Juventud”, de 1971.Además de las alabanzas, seconcedió a los combatientes una totalindependencia táctica, debido a laimposibilidad de dirigirlos desdeMadrid, y se les prometió “unapreponderancia paulatina a medidaque vayamos acercándonos hacia lalucha violenta”.105 Al tiempo que

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conferían una gran legitimidad a lasguerrillas peronistas a fines de 1960y principios de 1970, estasdeclaraciones eran consideradas porlos luchadores como el equivalentede una definición revolucionaria porparte de Perón. Por lo que a ellosrespectaba, el factor decisivo —aunque no único— de quién podíallamarse revolucionario y quién no,era el método empleado en lapersecución de los objetivos. Laizquierda tradicional llevabadecenios hablando de socialismo,pero había logrado muy poco. Se

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habían aplicado fórmulas políticas eideológicas de todo tipo con escasoéxito. Así, durante los últimos añossesenta, frente a un régimen militarque parecía descartar cualquierposibilidad de que el peronismovolviera al poder por medios legalesy constitucionales, se postuló laacción armada directa como únicamanera eficaz de derribar aquelrégimen y único método viable paralos verdaderos revolucionarios. Conlas belicosas palabras del montoneroLuis Losada, los peronistas radicalesafirmaron su opinión de que “la

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única ortodoxia es el combate”.106

Aun cuando la izquierda peronistaresultó fortalecida por el apoyo dePerón, el principal beneficiario deaquellas relaciones fue él mismo. Legarantizaron la cándida lealtad decasi todos los peronistas de laizquierda, incluidos los Montoneros,mientras que los peronistasrevolucionarios que habíandescubierto el juego de lasestratagemas de Perón, se dieroncuenta de que eran utilizados enprovecho de la izquierda,independientemente de los

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propósitos del general. Abundaba laingenuidad, pero se puedecomprender por qué Perón se hizopronto tan aceptable a la opiniónradical. Ningún representante de laizquierda, peronista o no peronista,había proporcionado una historiacompleta de la política peronistaposterior a 1955, cosa que habríaincitado a tomar una actitud máscrítica respecto del general; además,la mayoría de los miembros de laizquierda peronista, se tratase o node recién llegados al Movimiento,eran demasiado jóvenes para

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recordar la Argentina peronistaanterior a 1955. Escuchabanmensajes de Perón grabados en cintamagnetofónica en los que les pedíacuanta violencia pudieranorganizar,107 y casi todos ellos letenían por un revolucionario; veíancómo los trabajadores peronistasparalizaban repetidamente laeconomía organizando grandesmanifestaciones, levantando inclusobarricadas en algunos lugares paraluchar contra los soldados, a finalesde los años sesenta, lo cual les hacíacreer que eran revolucionarios, con

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el peronismo como identidad políticay con Perón como líder,revolucionario por inferencia.

Muchas “pruebascircunstanciales” inducían a pensarque el peronismo merecía llamarserevolucionario. Sin embargo, unanálisis histórico delcomportamiento político de Perónhubiera revelado que siempre sehabía mostrado notablemente hábil aceder ante la izquierda, la derecha oel centro cuando una determinadatendencia política favorecía su másansiado propósito: la restauración

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peronista; y hubiera demostradoasimismo que tales gestos no negabansu tradicional creencia en eldesarrollo nacional, en laconciliación de las clases y en una“comunidad organizada”semicorporativista. Lo que confrecuencia se ha llamadoerróneamente la “estrategiapendular” de Perón (implicandogiros alternos a izquierda y derecha),era en realidad una juiciosa políticadestinada a adquirir el más amplioapoyo político y social al amparo delos estandartes de la liberación

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nacional, pero situando a veces suinmensa autoridad personal detrásdel sector del Movimiento que másle conviniese para sacar provecho deuna situación política determinada.Ocasionalmente, el gran pesopolítico del líder respaldaba a lasfacciones “rebeldes” cuando ungrupo dominante amenazaba alcanzardemasiada independencia o alterar elcarácter multiclasista delMovimiento.

Quizás el más claro ejemplo delgran éxito del oportunismo de Perónsea la breve historia del MRP. El 5

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de agosto de 1964, dos mildelegados108 escucharon, en elcongreso fundacional delMovimiento RevolucionarioPeronista, un mensaje de Villalón,portador de las bendiciones dePerón. Muchos observadorescreyeron que Perón tomabafinalmente partido por el ala másradical de su Movimiento, cuando enrealidad consideraba que el MRP eraun puro medio de contrarrestar losprogresos del vandorismo. Y aunquesólo temporalmente, el recurso dePerón a una “amenaza

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revolucionaria” para atemorizar a losvandoristas dio resultado: alarmadospor su patrocinio del MRP ytemiendo ser rebasados por laizquierda, Vandor y sus colegas(Iturbe, Parodi y Cavalli) tomaroninmediatamente el avión para ir ahacer las paces con el general. El 25de agosto de 1964 volvierontriunfantes de Madrid y presentaronal Comando Superior Peronista(CSP) las resoluciones firmadas porPerón para la prensa. Éstasconfirmaban al Partido Justicialistacomo única organización política del

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Movimiento Peronista, ratificaban alComando Superior Peronista comojefatura táctica dentro de laArgentina y nombraban delegado dePerón a Alberto Iturbe. La función detales declaraciones era también la de“proscribir el MovimientoRevolucionario Peronista, fundadobajo la inspiración de HéctorVillalón, que no pertenece a eseComando ni al MovimientoPeronista, lo mismo que su portavoz,el semanario Compañero”.109

De ese modo Perón abortó en1964 la embrionaria ala izquierda

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antes de que pudiera adquirir entidadtangible. Su desautorización delMRP hizo que las latentescontradicciones internas del mismollegaran al punto de ruptura: ennombre de la lealtad y la ortodoxia,los reformistas, incluida la mayoríade los sindicalistas, abandonaron elMRP prácticamente de la noche a lamañana. Una conferencia organizadapor su reducto revolucionario enfebrero de 1965 atrajo sólo a 118delegados110 y sirvió para poco másque para indicar el impacto de ladesautorización de Perón. Sólo

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apoyó al MRP mientras le fue útilpara sus más inmediatos propósitos.Más tarde, cuando los vandoristasintentaron “llevar los pantaloneslargos”, en el Congreso deAvellaneda de 1965111, y proclamarla llegada del “peronismo sinPerón”, el líder exiliado buscócontrapesos más sólidos frente alvandorismo. Enfrentado a laimplícita amenaza de algo parecidoal Partido Laborista británico, algoconstruido por los líderes sindicalesvandoristas sobre los cimientos delMovimiento Peronista, Perón hizo

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pesar su influencia, de nuevo con unéxito considerable aunque noduradero, en favor de José Alonso yde otros líderes sindicalistasdesplazados y marginales que habíanformado la 62 De Pie. Más tarde aún,cuando los vandoristas se mostrarondichosos de alternar con lasautoridades del régimen del generalOnganía, Perón fomentó elsurgimiento, en marzo de 1968, de la“rebelde” CGT de los Argentinos(CGTA), recibiendo afectuosamentea Raimundo Ongaro, su futuro líder,en Madrid, un mes antes. Con todo,

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una vez más, tan pronto como los“participacionistas” vandoristashubieron recibido las advertenciasnecesarias, tan pronto como se lesrecordó que no eran nada sin Perón,se dio fin al experimento por temor aque pudiera quedar fuera de control yenajenar a potenciales partidariosburgueses. De ahí que BernardoAlberte, uno de los delegados másizquierdistas de Perón, fuera cesadoy sustituido por Jerónimo Remorino,que era más conservador, cuandodesde Madrid, a fines de 1968, seordenó la disolución de la CGTA y

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la reunificación de la CGT.112 Porentonces, sin embargo, a Perón le eradifícil vigilar las andanzas de losrevolucionarios y los militantesperonistas. Podía hacer aún que leapoyaran, pero en aquel momento leera más fácil dejarlos en libertad quedevolverlos al redil: muchosactivistas de la CGTA desoyeron lasórdenes de Perón de desbandarse, ycuando en 1970 se logró lareunificación sindical, ello fueposible ante todo porque la CGTAhabía sido destruida por unasmedidas represivas gubernamentales,

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tomadas con el pretexto delasesinato, en junio de 1969, deAugusto T. Vandor. 113 No obstante,Perón consiguió evitar hasta 1973 laperjudicial pérdida de las fuerzas dela izquierda, entre las cuales sehacían cada vez más evidentes dostendencias. La más revolucionaria deellas, relacionada con los nombresde Cooke, Rearte, Di Pasquale,Ongaro y Jaime, advirtió sin duda elmaquiavelismo de Perón. En uno desus últimos escritos, Cookefinalmente criticó a Perón llamándole“el máximo valor de la política

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democrático-burguesa en laArgentina”, aunque reconociendo laconstante fuerza de su carisma y elhecho de que hubiera sido el símbolode “la única época en que el obrerofue feliz”.114 Por otro lado, Rearte,que había sufrido mucho comoresultado del giro espectacular dePerón, consideró político el guardarsilencio sobre la experiencia delMRP. Se dio cuenta de que el hechode romper abiertamente con Perón amediados de los años sesenta hubieraconducido a un instantáneoderrumbamiento entre ellos y el

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movimiento obrero organizado.Además, aunque la cuestión del MRPhabía hecho destacar el oportunismode Perón, también puso en evidenciasu predisposición de dar mayorimpulso a la “línea dura” delperonismo. Rearte sabía ya que elrespaldo prestado por Perón al MRPera meramente táctico, pero tambiénera consciente de que Perón teníadiferencias políticas con Vandor quepodían ser explotadas por laizquierda. Si bien el proyectovandorista tenía como objetivo“transformar al movimiento en un

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partido político que, integrado alrégimen, representase a lostrabajadores”, el retorno de Perón yla aplicación de su “proyectocapitalista propio” requerían uncambio de régimen.115 Losproyectos integracionistas-participacionistas de Vandor exigíanla destrucción del flanco radical delMovimiento; la estrategia de Perónrequería una línea “dura” y una“blanda”, la revolucionaria y laburocrática.

Al advertir la deliberadaambigüedad estratégica de Perón, los

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peronistas revolucionariosconcentraron más y más sus esfuerzosen la creación de organizacionesmilitantes de base, motivados por elobjetivo final de relacionar a suscomponentes con una “alternativaindependiente de la clase obrera”.Sin embargo, el apoyo que la claseobrera daba a aquellos“alternativistas” era demasiado débilpara que renunciaran a la proteccióndel general. Por ser tan grande laautoridad de éste, parecía prudenteno levantar demasiado alborotorespecto de sus maniobras, y usar, en

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vez de ello, su retórica y sus gestoscuasi revolucionarios para justificary hacer más aceptables sus propiasideas y actividades. No habíaingenuidad por parte de loscomponentes de aquel grupo. Podíaacusárselos (y lo fueron por laizquierda no peronista) de habercontribuido a que sobreviviera lamitología peronista, de haberalimentado las ilusiones de lostrabajadores en el sentido de quePerón podía solucionar susproblemas económicos, y de nohaber resuelto la contradicción

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fundamental existente entre su tácticaa corto plazo (apoyo de un Perón“revolucionario”) y su estrategia alargo plazo (la creación de unpartido revolucionario basado en lostrabajadores). Pero, para losrevolucionarios, se hallaban en unasituación poco envidiable: lasopciones a que se enfrentaban eran oel compromiso o el aislamientopolíticos.

La tendencia izquierdista peronista—menos radical pero mucho másnumerosa—, que los Montonerosllegaron a dirigir, no podía ser

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acusada de compromisos políticosanteriores a 1973, porque no podíanconcebir ninguna “alternativaindependiente”. La fe de susmilitantes en el revolucionarismo dePerón era absolutamente sincera. Sebasaba en la aprobación que él habíadado a la lucha armada y en lajuvenil falta de experiencia políticade aquellos hombres; y en algunoscasos, como veremos, hubo inclusouna reacción culpable contra suspropios antecedentes antiperonistas.La mayoría pertenecía a la clasemedia, y era más partidaria de las

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alianzas que de las luchasinterclasistas, aun cuando sobre elpapel tales alianzas tuvieran quellevarse a cabo en nombre del“socialismo nacional”. Llegaron aser conocidos como“movimientistas” porqueconsideraban que el MovimientoPeronista era básicamente unaalianza de clases revolucionariacuyas metas estaban en la liberaciónnacional y la revolución social. Lavisión que tenían tanto de la historiaperonista anterior a 1955 como de laposterior a aquel año decisivo estaba

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teñida de romanticismo y saturada detodos los mitos ofrecidos por elMovimiento Peronista. Ni por unmomento los jóvenes soldados dePerón sospecharon que pudieranestar luchando por un general infiel.

NOTAS

1. Perón citado en José Luis Romero,A History of Argentine PoliticalThought, Stanford University Press,

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California, 1963, p. 254.2. Idem, “Mensaje a la Juventud”,

reproducido en Militancia, nº 11 (23 deagosto de 1973), p. 49. Salvo indicacióncontraria, todos los periódicos, revistas ydiarios políticos de título español citadosen este libro son publicaciones deBuenos Aires.

3. Quizá la introducción más útil a losdiversos aspectos de la vida e historiaargentinas en lengua inglesa sea JamesScobie, Argentina: A City and a Nation,Oxford University Press (OUP), NuevaYork, 2° ed., 1971.

4. V. I. Lenin, Imperialism, theHighest Stage of Capitalism (1916),Progress Publishers, Moscú, 15° ed.,

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1970, pp. 82-83.5. David Viñas, De los Montoneros a

los anarquistas, vol. 1 de Rebelionespopulares argentinas , Carlos PérezEditor, Buenos Aires, 1971, pp. 15-148.

6. Citado en Romero, p. 172. Una“montonera” era una banda de“montoneros”.

7. La población de la Argentina,territorialmente octavo país entre los másgrandes del mundo, llegaba sólo a7.885.237 habitantes en 1914 (tras habersido de 1.830.214 habitantes en 1869 yde 3.956.060 en 1895), de los cuales el29,9% eran extranjeros y 410.201estaban empleados en la industria, segúnRomero, p. 169; Oscar Cornblit,

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“European Immigrants in ArgentineIndustry and Politics”, en The Politics ofConformity in Latin America, ClaudioVeliz, ed., OUP, Nueva York, 1970, pp.221-248.

8. Se ha demostrado que durante elperíodo del gobierno radical (1916-1930), el 60% de los proyectos de leypresentados al Congreso a favor de losganaderos fue obra de los radicales.Véase Peter H. Smith, “Los radicalesargentinos y la defensa de los interesesganaderos, 1916-1930”, DesarrolloEconómico, vol. 7, nº 25 (abril-junio1967), pp. 795-829. Sobre este período,véase especialmente David Rock,“Machine Politics in Buenos Aires and

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the Argentine Radical Party, 1912-1 9 3 0 ” , Journal of Latin AmericanStudies, vol. 4, nº 2 (noviembre 1972),pp. 233-274; y “Radical Populism andthe Conservative Elite, 1912-1930”, enRock, ed. Argentina in the TwentiethCentury, Duckworth, Londres, 1975, pp.66-87. Sobre la reforma universitaria,véase Richard J. Walter, Student Politicsin Argentina, Basic Books, Nueva York1968, pp. 23-62.

9. Sobre el nacionalismo derechista,véase Juan José Hernández Arregui,Formación de la conciencia nacional,Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 3° ed.1973, pp. 165-281.

10. Tulio Halperín Donghi, El

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revisionismo histórico argentino , SigloXXI Argentina Editores, Buenos Aires,1971, p. 79.

11. Hernández Arregui, op. cit.12. Para información sobre quién es

quién en las organizaciones nacionalistasde derecha argentinas, véase RayJosephs, Argentine Diary, Gollancz,Londres, 1945, pp. 265-271.

13. Sobre el surgimiento delperonismo, véase Walter Little, “ThePopular Origins of Peronismo”, en Rock,ed. Argentina, pp. 162-178; y RodolfoP uiggrós, El peronismo sus causas,Ediciones Cepe, Buenos Aires, 1969.

14. Scobie, p. 304.15. En las elecciones presidenciales de

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1946, los peronistas consiguieron el52,40% de los votos frente al 42,51% dela rival Unión Democrática (una alianzade radicales, conservadores, socialistas,comunistas, terratenientes y hombres denegocios respaldada por el gobierno delos Estados Unidos, todos los cualesconsideraban que el peronismo era unamodalidad de fascismo). Para datoselectorales, véase Darío Cantón,Elecciones y partidos políticos en laArgentina, Siglo XXI ArgentinaEditores, Buenos Aires, 1973, p. 272.

16. Para su crítica del peronismocondenado por dirigir una revoluciónsocial en lugar de nacional, véaseIrazusta, Perón y la crisis argentina,

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Editorial Huemul, Buenos Aires, 1966,especialmente su homenaje a LuisDellepiane, pp. 241-243.

17. Con base en la Córdobapreindustrial, el radicalismo sabattinistafue la tendencia más nacionalista de laUCR de los años cuarenta.

18. Sobre FORJA y Jauretche, véaseMiguel Ángel Scenna, FORJA: unaaventura argentina, 2 vols., EdicionesLa Bastilla, Buenos Aires, 1972; ArturoJauretche, FORJA y la década infame,A. Peña Lillo Editor, Buenos Aires,1962; y Ernesto Goldar, Jauretche,Cuadernos de Crisis 17, Buenos Aires,1975.

19. Jauretche, citado en Hernández

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Arregui, p. 307.20. Cf. los San Min Chu I (los tres

principios del pueblo) descritos por ellíder nacionalista chino Sun Yat-sen en1905: el nacionalismo, la democracia delpueblo, la subsistencia del pueblo.

21. Carlos F. Díaz Alejandro,Exchange-Rate Devaluation in a Semi-Industrialized Country. The Experienceof Argentina 1955-1961, MIT Press,Massachusetts, 1965, p. 110; y D. Rock,“The Survival of Peronism”, en Rock,ed., Argentina, p. 187.

22. La respuesta del PartidoComunista a los acontecimientos del 17de octubre de 1945 fue un manifiesto del21 de octubre que terminaba así:

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“PERÓN ES EL ENEMIGO NÚMERO UNODEL PUEBLO ARGENTINO”, Puiggrós, p.172. Para la actitud del partido hacia elperonismo de los primeros tiempos,véase Victorio Codovilla, Batir al nazi-peronismo para abrir una era delibertad y progreso , Editorial Anteo,Buenos Aires, 1946.

23. Hernández Arregui, p. 475, nota.24. Jorge Enea Spilimbergo, El

socialismo en la Argentina, 2 vols.,Ediciones Octubre, Buenos Aires, 1974,vol. 2, 2ª ed. p. 101.

25. Hernández Arregui, p. 475.26. Fueron varios los autores que

contribuyeron prácticamente al desarrollomontonero. En los últimos años sesenta,

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tanto Jauretche como Hernández Arreguiparticiparon en conversaciones regularescon los fundadores de los Montoneros,incluido Mario Firmenich. En 1973,Jauretche fue nombrado director deldepartamento editorial de la Universidadde Buenos Aires (EUDEBA), pero murióen mayo de 1974 a la edad de setenta ydos años. Su sobrino Ernesto llegó a serun importante montonero antes de unirsea un grupo disidente, a principios de1980. Hernández Arregui, comoJauretche, murió de muerte naturaldurante el último período del gobiernoperonista (1973-1976). Puiggrós,después de haber sido un líder delPartido Comunista en los años cuarenta,

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fue —apoyado por los Montoneros—rector interventor de la Universidad deBuenos Aires en mayo-octubre de 1973,antes de tomar partido inequívocamentepor la organización dos años después. En1977 se convirtió en primer secretario dela Rama de Profesionales, Intelectuales yArtistas del Movimiento PeronistaMontonero (MPM), y permaneció en elcargo hasta su muerte en La Habana, ennoviembre de 1980, a consecuencia deun fallo cardíaco. Ramos era muyimpopular entre los Montoneros debido ala equiparación que hacía de la guerrillaurbana con el “terrorismo individual” y el“blanquismo”. Sin embargo, su apreciadahistoria de la Argentina (Revolución y

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contrarrevolución en la Argentina, 5vols. Editorial Plus Ultra, Buenos Aires,5ª ed. 1973) fue muy leída en loscírculos universitarios, y contribuyó auna nueva y positiva evaluación delperonismo por parte de muchosestudiantes. El partido de Ramos, elFrente de Izquierda Popular (FIP),buscaba el apoyo del peronismo desdeuna posición de independencia crítica.En marzo de 1973 consiguió casi 70.000votos al presentar candidatos propios; enseptiembre de 1973 su sufragio nominalse elevó a 889.000 votos en laselecciones presidenciales, aunquemuchos de aquellos votos fueronindudablemente resultado de la confusión

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de los votantes al presentárseles, esa vez,la oportunidad de votar a Perónhaciéndolo por la lista del FIP. Para lacrítica que hizo Ramos de la guerra deguerrillas y la línea del FIP respecto delperonismo, véase La era delbonapartismo, 1943-1973, Editorial PlusUltra, Buenos Aires, 1973,especialmente pp. 297-309.

27. La formación, p. 19. Otras obrasinfluyentes de este autor fueronImperialismo y cultura, Editorial PlusUltra, Buenos Aires, 1973;Nacionalismo y liberación, EdicionesCorregidor, Buenos Aires, 1973; y ¿Quées el ser nacional?, Editorial Plus Ultra,Buenos Aires, 1973; todas en su tercera

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edición.28. Las principales críticas son

Spilimbergo, op. cit.; Ramos, Historiadel estalinismo en la Argentina,Editorial Rancagua, Buenos Aires, 1974;y Puiggrós, Las izquierdas y elproblema nacional, Ediciones Cepe,Buenos Aires, 1973.

29. Aun cuando muchas críticas de lafalta de nacionalismo económicomostrada por los socialistas son válidas,tienden a confundir, al dar a entenderque al partido se le presentaronverdaderas alternativas en momentosanteriores del siglo. Richard Walter (TheSocialist Party of Argentina, 1890-1930, University of Texas, Austin, 1977,

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pp. 227-233) arguye que ningún partidoque pretendiera representar los interesesde la clase obrera podría haber adoptadola política de tarifas altas deorganizaciones patronales tales como laUnión Industrial Argentina (UIA); yademás, ha recordado a los críticos en elsentido de que los socialistas habíanfacilitado a Perón gran parte de suprograma social. Pueden tambiénencontrarse respuestas a los ataques dela izquierda nacional en Emilio Corbière,artículos de 1975-1976 en Cuestionario.

30. Ocasionalmente, nacionalistas yliberales perpetuaron los mismos mitos.Varios autores de ambas escuelasconsideraron que la base del poder de

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Perón estaba constituida ante todo portrabajadores de origen provincial,aislados del movimiento obrerotradicional: la tesis “dualista”, refutada enLittle, op. cit.

31. Sobre el propio acontecimiento,véase David Rock, “Lucha civil en laArgentina: Semana Trágica de enero de1919”, Desarrollo Económico, vol. 11,nº 42 (julio 1971), pp. 165-215.

32. Hasta cierto punto, las diferenciasentre Puiggrós y Ramos, entre avanzarhacia la revolución por etapas e insistiren la estrecha ligazón de las tareasrevolucionarias nacionales y sociales,eran ecos de la disputa entre Stalin yTrotsky en el seno de la Tercera

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Internacional a finales de los años veinte.Sin embargo, con el paso del tiempo,Ramos fue abandonando el trotskismo.En 1975, ante una probable intervenciónmilitar contra el gobierno peronistaderechista de Isabel Perón, Ramos y elFIP abogaron no sólo por la defensa delas instituciones democráticas, sinotambién por el apoyo a Isabel. VéaseIzquierda Nacional, nº 39 (septiembre1975), p. 4.

33. Sobre el proceso deindustrialización, véase Eduardo F.J o r g e , Industria y concentracióneconómica, Siglo XXI ArgentinaEditores, Buenos Aires, 1971; y MiguelMurmis y Juan Carlos Portantiero,

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Estudios sobre los orígenes delperonismo, vol. 1, Siglo XXI ArgentinaEditores, Buenos Aires, 1971.

34. Un informe del Banco Central, de1940, afirmaba que el gobierno británicohabía expresado el deseo de que laArgentina considerase la compra de losferrocarriles ingleses que funcionaban enella. Véase Leopoldo Portnoy, Análisiscrítico de la economía, Fondo deCultura Económica, Buenos Aires, 1961,p. 143.

35. Puiggrós, El proletariado en larevolución nacional, EditorialSudestada, Buenos Aires, 1968, passim.

36. North American Congress on LatinAmerica (NACLA), Argentina in the

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Hour of the Furnaces, NACLA, NuevaYork 1975, p. 24.

37. Jorge Niosi, Los empresarios y elEstado argentino, 1955-1969, Siglo XXIArgentina Editores, Buenos Aires, 1974,p. 215.

38. Hernández Arregui, por ejemplo,siguió apoyando el peronismo oficialincluso después de que su ala derechallegara a ser totalmente dominante a nivelgubernamental tras la muerte de Perónen julio de 1974. En respuesta a talhecho, Hernández Arregui cambió elnombre de su revista política dePeronismo y Socialismo a Peronismo yLiberación, abogó por un aplazamientode la discusión de la disputa entre los

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partidarios del capitalismo independientey los del socialismo, y sostuvo que “elmandato de la hora no es, en estemomento particular y dramático de lahistoria argentina, disputar sobre palabrasescolásticas [...]”. En “Aclaración sobreel cambio de nombre de nuestra revista”,Peronismo y Liberación, nº 1 (agosto1974), p. 5.

39. Para guías útiles en cuanto a lasnumerosas interpretaciones delperonismo, véase Ernesto Laclau,“Peronism and Revolution”, LatinAmerica Review of Books, Londres yLeeds, nº 1 (1973), pp. 117-130; yCarlos S. Fayt, La naturaleza delperonismo, Viracocha, Buenos Aires,

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1967. Para antecedentes políticosgenerales referentes al período posteriora 1943, véase Félix Luna, De Perón aLanusse, 1943-1973, Editorial PlanetaArgentina, Buenos Aires, 1973; Rock,ed . , Argentina; y Donald C. Hodges,Argentina, 1943-1976, University ofNew Mexico Press, Albuquerque, 1976.

40. Scobie, p. 235.41. Véase Edward S. Milensky,

Argentina’s Foreign Policies, WestviewPress, EE.UU., 1978, especialmente pp.114-119.

42. Perón, entrevista en EnriquePavón Pereyra, Perón tal como es,Editorial Macacha Güemes, BuenosAires, 1973, p. 225.

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43. Véase Fernando Nadra, Perón hoyy ayer, 1971-1943, Editorial Polémica,Buenos Aires, 1972, pp. 79-81.

44. Juan D. Perón, Doctrinaperonista, Ediciones Macacha Güemes,Buenos Aires, 2° ed., 1973, p. 241.

45. Idem, La Comunidad Organizada,Ediciones Cepe, Buenos Aires, 1974, p.111. Sobre la Comunidad Organizada,véase también Rodolfo Terragno, Los400 días de Perón, Ediciones de la Flor,Buenos Aires, 1974, pp. 65-69.

46. Perón, 28 de junio de 1944, citadoen Milcíades Peña, El peronismo,selección de documentos para la historia,Ediciones Fichas, Buenos Aires, 1973, p.99.

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47. Véase Díaz, Alejandro, op. cit.,passim; idem, Essays on the EconomicHistory of the Argentine Republic, YaleUniversity Press, New Haven, 1970;Guido Di Tella y Manuel Zymelman,Las etapas del desarrollo económicoargentino, EUDEBA, Buenos Aires,1967; y Aldo Ferrer et al., Los planes deestabilización en la Argentina, Paidós,Buenos Aires, 1969.

48. Los votos obtenidos por elperonismo pasaron del 52,40% en 1946al 62,49% de la totalidad de los emitidosen las elecciones presidenciales yvicepresidenciales de 1951. VéaseCantón, pp. 272-273.

49. La primera Juventud Peronista

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(JP) fue creada a finales de 1957 eincluyó a Gustavo Rearte, Envar ElKadri, Jorge Rulli, Héctor Espina yCarlos Caride. Sin embargo, sudesarrollo se vio obstaculizado por elencarcelamiento de sus líderes aprincipios de los años sesenta, y después,cuando fueron amnistiados en 1963, poruna escisión que dio origen alsurgimiento de la JuventudRevolucionaria Peronista (JRP) deRearte y al Movimiento de la JuventudPeronista (MJP), mucho menos radical,dirigido por El Kadri. Para más detalles,véase R. H. C. Gillespie, “The PeronistLeft”, tesis doctoral inédita, Universidadde Liverpool, 1979, pp. 175-188.

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50. Aunque influido por la mitologíaperonista, José Pablo Feinmann, Elperonismo y la primacía de la política,Editorial Cimarrón, Buenos Aires, 1974,es un interesante antídoto contra unavisión reduccionista de clases delperonismo.

51. Véase Puiggrós, El peronismo, pp.164-172.

52. Murmis y Portantiero, pp. 77-79.53. Little, pp. 175-176.54. Sobre la caída de Perón, véase

Julio Godio, La caída de Perón, GranicaEditor, Buenos Aires, 1973.

55. Sobre este período, véase ClaraBudeisky, El retorno oligárquico, 1955-1958, Schapire Editor, Buenos Aires,

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1973; y Rock, “The Survival”.56. John William Cooke, “La

revolución y el peronismo” (1967), enLa lucha por la liberación nacional,Granica Editor, Buenos Aires, 2° ed.,1973, p. 81.

57. Rosas, citado en John Barnes, EvaPerón, Fontana, Glasgow, 1978, pp. 7-8.

58. Perón, citado en W. Little, “Partyand State in Peronist Argentina, 1945-1955”, Hispanic American HistoricalReview, vol. 53, nº 4 (noviembre 1973),p. 655.

59. Reyes fue encarcelado en 1948después de varios atentados contra suvida. Para una visión del lado sombríode la Argentina peronista, véase Mary

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Main, Evita: The Woman with the Whip ,Corgi, Londres, 1977, pp. 212-221.

60. Perón, citado en El Día(Montevideo), 5 de octubre de 1955;reproducido en Enrique Rivera,Peronismo y frondizismo , EditorialPatria Grande, Buenos Aires, 1958, pp.84-92. Cooke comentó después: “Todoslos lamentos póstumos sobre las miliciasobreras, para mí, son simplesespeculaciones fantasiosas. Porque no sepuede armar a la clase trabajadora paraque defienda a su régimen y al otro díadecirle: ‘Bueno, mi hijo, devuelva lasarmas y vaya a producir plusvalía para elpatrón’”. Véase Apuntes para lamilitancia, Schapire Editor, Buenos

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Aires, 1973, p. 102.61. Sobre la historia del peronismo

posterior a 1955, véase Ángel Cairo,Peronismo, claves, Centro de EstudiosAporte, Buenos Aires, 1975, pp. 968; yErnesto González, Qué fue y qué es elperonismo, Ediciones Pluma, BuenosAires, 1974.

62. Rock, Argentina, p. 195.63. Scobie, p. 241.64. Ibíd., pp. 238-246.65. Mariano Lesseps y Lucía

Traveler, Argentina: un país entregado,Castellote Editor, Madrid, 1978, p. 105.

66. Eugenio Gastiazoro, Argentinahoy. Latifundio, dependencia yestructura de clases, Ediciones Pueblo,

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Buenos Aires, 3ª ed., 1975, p. 21.67. Scobie, p. 245; Lesseps y

Traveler, p. 106.68. Lesseps y Traveler, p. 108.69. Véase Laclau, “Peronism and

Revolution”.70. El único grupo de la izquierda no

peronista que orientó su labordecididamente hacia los obrerosperonistas fue la diminuta PalabraObrera, organización de origen trotskistaque a fines de los años cincuenta y en losprimeros sesenta publicó un boletín delmismo nombre, presentado como órganodel “peronismo obrero revolucionario”.

71. De Frente apareció en marzo de1954 y publicó ochenta y cinco números

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antes de su prohibición, en octubre de1955. El nº 85 informó sobre ladetención de Cooke.

72. Ciertamente, la proporción de lossueldos y salarios en el producto brutonacional subió en este tiempo. VéaseMónica Peralta Ramos, Etapas deacumulación y alianza de clases en laArgentina (1930-1970), Siglo XXIArgentina Editores, Buenos Aires, 1972,p. 150.

73. Se publicaron setenta y sietenúmeros de Compañero (junio 1963-febrero 1965).

74. Para documentos sobre lafundación del MRP y la explicación porRearte del fracaso del MRP, véase el

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suplemento especial de En Lucha, nº 18(septiembre 1974).

75. Rock, Argentina, p. 205.76. NACLA, op. cit., p. 28.77. Sobre esta cuestión, véase Peralta

Ramos, pp. 58-63 y pp. 163-170.78. Cinco millones de jornadas de

trabajo se perdieron en las huelgas de1956, más de 3,6 millones en 1957, másde seis millones en 1958, y más de oncemillones en 1959, pero sólo un millón ymedio en 1960 y 1961, y 268.000 en1962. Véase Daniel James, “Power andPolitics in Peronist Trade Unions”,Journal of Interamerican Studies andWorld Affairs , vol. 20, nº 1 (febrero1978), pp. 21-22. Sobre la historia del

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movimiento obrero en ese período, véasetambién Santiago Senén González, Elsindicalismo después de Perón, EditorialGalerna, Buenos Aires, 1971.

79. En 1964, la CGT lanzó un “Plande lucha” que suponía la ocupación deunos 11.000 centros de trabajo por casicuatro millones de trabajadores. VéasePeralta Ramos, p. 166.

80. Véase “El Lisandro de la Torre del59: bastión de Resistencia Peronista”,entrevista con Sebastián Borro,Peronismo y Liberación, nº 1 (agosto1974), pp. 97-102.

81. Aquí la intervención se refiere alenvío de interventores por el gobiernopara tomar la dirección de los sindicatos,

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pero puede también indicar elnombramiento de un interventor por elgobierno para encargarse de unaprovincia o de una universidad. Bajo lasadministraciones peronistas de 1973-1976, los líderes sindicales nacionalesestaban también facultados para asumirla dirección de los sindicatos disidentes yorganismos sindicales regionales.

82. Véase Luna, pp. 137-143.83. “Falsa opción”, Compañero, nº 1

(7 de junio de 1963), p. 1.84. Publicado en el Buenos Aires

Herald, 3 de enero de 1959.85. Ibíd., 25 de marzo de 1962.86. Para un análisis de la evolución

ideológica de Cooke, véase mi tesis de

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doctorado, “The Peronist Left”, pp. 16-78.

87. Las actividades de los comandosse caracterizaban principalmente por suespontaneidad e improvisación y eranapenas coordinadas. Sin embargo,reflejaban la convicción de que laviolencia era necesaria para conseguir larestauración peronista. Según unaestimación (“Los guerrilleros”,Confirmado, nº 402, 18-24 de diciembrede 1975, pp. 20-25), hubo 7.000explosiones de bombas en 1956-1957,más que durante la lucha por laindependencia de Argelia. No obstante,en otro lugar (“Terrorismo yantiterrorismo”, Confirmado, nº 411,

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agosto 1976, pp. 14-19), la mismarevista afirmaba que, entre 1956 y 1961,los grupos de la Resistencia fueronresponsables de 1.022 explosiones depetardos y otros artefactos; de 104 casosde incendios premeditados contraedificios públicos, instalacionesindustriales y vagones de ferrocarril; y de440 ataques de varias clases (obstrucciónde las vías férreas, agresiones a policías,etc.). Sobre la Resistencia, véase“Apuntes para una historia de laResistencia y del peronismorevolucionario”, seis suplementos de EnLucha, núms. 13-18 (diciembre 1973-septiembre 1974); y las memorias deJuan M. Vigo, ¡La vida por Perón!, A.

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Peña Lillo, Buenos Aires, 1973.88. Cooke, carta a Perón del 24 de

julio de 1961, Correspondencia Perón-Cooke, 2 vols., Granica Editor, BuenosAires, 1ª ed., 1973, vol. 2, p. 203.

89. Idem, El peronismo y el golpe deEstado (informe a las bases delmovimiento), Ediciones AcciónRevolucionaria Peronista, Buenos Aires,1966, p. 38. Publicado también con eltítulo de Peronismo y revolución,Granica Editor, Buenos Aires, 1971.

90. Ibíd., p. 98.91. Carta del 18 de octubre de 1962,

Correspondencia, vol. 2, p. 262.92. Ibíd., pp. 261-290; y carta del 27

de enero de 1965, ibíd., pp. 324-338.

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93. Cooke, Apuntes, p. 29.94. Véase Perón, La hora de los

pueblos, Editorial Norte, Buenos Aires,1968, p. 162; y Pavón Pereyra, pp. 55-56.

95. Véase Nadra, p. 16; y Feinmann,pp. 226-230.

96. Op. cit., p. 174.97. Perón citado en Félix Luna, El 45,

Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 7ªed., 1975, p. 58.

98. Véase la carta de Perón del 10 dediciembre de 1969 a Hernández Arregui,y una entrevista de noviembre de 1972,ambas publicadas en Peronismo ySocialismo, nº 1 (septiembre 1973), pp.31-34.

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99. Perón, citado en el Buenos AiresHerald, 7 de julio de 1970.

100. Perón, citado en Pavón Pereyra,p. 336.

101. Perón, La hora, pp. 19, 43 y132.

102. Perón, entrevista en PrimeraPlana, 7 de septiembre de 1971.

103. Véanse, por ejemplo, lasafirmaciones de Perón publicadas por elBuenos Aires Herald del 23 de abril de1969 y del 7 de julio de 1970.

104. Ibíd., 16 de febrero de 1972.105. “Perón habla a la juventud”,

Cristianismo y Revolución, nº 29 (junio1971), pp. 8-10.

106. Entrevista en el periódico

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Córdoba, 20 de febrero de 1971.107. Ésta había sido una de las

exhortaciones de Perón desde el golpe de1955: “Cuanto más violentos seamos,mejor”, había escrito en una carta del 3de noviembre de 1956 a Cooke,Correspondencia, vol. 1, p. 35.

108. “5 de agosto: jornada histórica”,Compañero, nº 59 (11 de agosto de1964), p. 1.

109. La Razón, 25 de agosto de 1964.110. Gustavo Rearte, “La única

respuesta válida”, Compañero, nº 77(segunda quincena de febrero de 1965),p. 3.

111. Una de las consignas delcongreso fue: “Ya tenemos pantalones

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largos”. Véase Peralta Ramos, p. 167.112. Véase “Mayo 69: Cordobazo”,

En Lucha, nº 16 (junio 1974), p. 6. Lapostura revolucionaria de BernardoAlberte fue sintetizada en las dicotomías:“Dictadura o revolución” y “Régimendictatorial burgués imperialista ogobierno revolucionario del pueblo”, queaparecieron en su publicación Con Todo ,nº 0 (septiembre 1968), p. 3.

113. Éste y otros casos de asesinatosde líderes sindicales por guerrilleros seexaminan en la primera parte del capítulo5 de este libro.

114. Cooke, La lucha por laliberación nacional, pp. 92-93.

115. Rearte, “Por qué fracasó el

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MRP”, suplemento de En Lucha, nº 18(septiembre 1974), p. 3. Cooke murió enseptiembre de 1968, víctima de uncáncer, a la edad de cuarenta y sieteaños. Rearte murió de leucemia a loscuarenta años, en julio de 1973.

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Capítulo 2

ORIGEN DE LOSMONTONEROS

No conocen el peronismo desdedentro.

Conocen el antiperonismo desdedentro.1

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Los Montoneros aparecieron en laescena política argentina durantealgunos de los años más turbulentos,en cuanto a conflictos sociales,experimentados por su país. Tras sucreación dos años después de que elgeneral Juan Carlos Onganía y lasFuerzas Armadas usurparan el poder,en 1966, los fundadores dedicaron unpar de años al entrenamientopreparatorio y a acumular recursosantes de anunciar su existencia almundo en mayo de 1970. Se sabemenos de la fase de 1968-1970 quede cualquier otro período de la

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historia de los Montoneros, auncuando aquellos años de anonimato,como los que les precedieroninmediatamente, fueron deimportancia fundamental paradeterminar la fisonomía política desu organización.

El nacionalismo, elcatolicismo y los primerosmontoneros

Basta una mirada inicial a losantecedentes políticos de los

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montoneros de más relieve para queel observador se quede perplejo:muchos de los hombres y mujeresjóvenes que tomaron las armas en losúltimos años sesenta y principios delos setenta movidos por idealespopulares nacionalistas y socialistas,habían recibido su bautismo políticoen ramas de la tradicional yconservadora Acción Católica (AC);algunos incluso habían partido delTacuara, inspirado en la Falangeespañola; muy pocos procedían de laizquierda y casi ninguno habíacomenzado su vida política como

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peronista. Más tarde, pintaron unautorretrato retrospectivo quepresentaba el nacimiento de suorganización como una síntesis de lascorrientes peronista y guevarista.2 Elretrato era histórico en cuanto aideología, pero resultaba, sinembargo, muy revelador: su filosofíase basaba en la fusión, por parte delos Montoneros, de la guerrillaurbana —adaptación de la teoría del“foco” de Che Guevara—3 con lasluchas populares del MovimientoPeronista; en otras palabras, en

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unificar las actividades de lavanguardia y de las masas. Secaracterizaban por dar másimportancia a la estrategia y a losmétodos que a las definicionespolíticas e ideológicas y, poromisión, procuraban ocultar el hechode que la mayoría de los primerosmontoneros no fueron, inicialmente,de ninguna manera revolucionarios.

Aun cuando los Montoneros sebeneficiarían posteriormente de laincorporación de personas yorganizaciones de identidad políticaguevarista, su génesis obedecía más

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a la evolución interna delnacionalismo y el catolicismoargentinos. Sus fundadores, FernandoAbal Medina y Carlos GustavoRamus, habían pertenecido, a loscatorce años, al violento y derechistaTacuara. Y otros jóvenes quedespués se unieron a los Montonerosy llegaron a ocupar cargosimportantes también estabanimplicados en tal tendencia: RodolfoGalimberti, futuro líder de laJuventud Peronista, había sidosimpatizante del Tacuara, y DardoCabo había dirigido un grupo

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nacionalista católico, tambiénderechista, pero properonista,llamado Movimiento NuevaArgentina, antes de suencarcelamiento, en 1966.

El Tacuara tenía un gran atractivoromántico para los turbulentosjóvenes de educación católica.Formado por activistas de la UniónNacionalista de EstudiantesSecundarios (UNES) después delgolpe militar de 1955, susantecedentes se remontaban, a travésde las organizaciones nacionalistasde los años cuarenta, a la Legión

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Cívica de los treinta y a la LigaPatriótica de 1919.4 La novedad queofrecía el Tacuara era su fascinaciónpor el falangismo español, pero, aligual que sus predecesores, dabamucha importancia a valores comovalentía, sacrificio, violencia ylucha, y sus miembros mostraban unagran afición a la acción directa, a losuniformes y a las ceremonias en granforma. Los tacuaristas solían llevarla cruz de Malta en la solapa yvestían de uniforme en los ritossecretos de iniciación que llevaban acabo en los más oscuros rincones del

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cementerio porteño de Chacarita.Gracias a la policía y a los contactoscon los militares, poseyeron armasligeras desde el principio e, inclusocuando no estaban empeñados enataques a escuelas judías, llevabanporras y manoplas. Efectuabanejercicios de entrenamiento,combinados con banquetes al airelibre y charlas folclóricas, en unacasa de campo situada en el delta delParaná, perteneciente a la familia dellíder, Alberto Ezcurra, cuyo árbolgenealógico lo ligaba directamente aUriburu, autor del golpe nacionalista

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de la derecha de 1930, eindirectamente a Rosas. En parteporque varios de sus miembrospertenecían a familias eminentes o almenos “respetables”, y en partedebido a su virulento anticomunismo,el Tacuara de los primeros tiemposgozó de una gran inmunidad encuanto a la atención de la policía. Afinales de los años cincuenta, cuandoel Tacuara movilizó cientos deestudiantes en defensa de losderechos de los centros docentescatólicos, se dijo que los activistasraramente pasaron más de

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veinticuatro horas bajo custodiapolicíaca, y que los policías nofotografiaban a los detenidos, pormiedo a ser suspendidos delservicio.5

Durante los primeros años sesenta,el Tacuara dominó el SindicatoUniversitario de Derecho (SUD),pero por entonces ya había empezadoa desintegrarse en varias ramas.Como resultado del ingreso dejóvenes de origen peronista y delcreciente convencimiento por partede una facción de que losnacionalistas tenían que llegar a

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reconocer la vitalidad del apoyo dela clase obrera al peronismo, surgiógradualmente en el Tacuara unatendencia izquierdista que tomó elnombre de Movimiento NacionalistaRevolucionario Tacuara (MNRT) en1962.6

Desilusionados por la vacíaretórica nacionalista de losgobiernos posteriores a 1955,dirigieron inicialmente su mirada alperonismo sólo con vistas a larealización de la idea falangista delsindicalismo nacional. “Ante laindiferencia liberal y la negación

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marxista”, el Tacuara había abogadopor “el Estado Nacional Sindicalista,que reemplazará el régimen liberal ylos partidos políticos, y que será unauténtico Estado vertebrado en lossindicatos”.7 Pero mientras que elnacionalismo de la línea dura de losantiperonistas seguía siendoreaccionario, autoritario, católico yampliamente inspirado en modelosextranjeros, el de la facción enproceso de surgimiento se hizo mássecular e identificó su posturanacionalista y proobrera con la causaperonista.

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Dirigida por José Luis Nell y JoeBaxter (un estudiante de Derecho deorigen inglés), el MNRT creó lazosde unión con las organizacionesjuveniles e izquierdistas y conalgunos sindicatos, y repudió agrupos derechistas escindidos delTacuara, tales como la GuardiaNacionalista Restauradora (GNR),por creer que “la batalla por lasoberanía argentina se libró en laCancillería de Berlín en 1945”.8 Asu vez, la GNR pretendía que elTacuara había sido copado por “elfidelismo, el trotskismo y el

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ateísmo”, y afirmaba que “laultrajerarquía es necesaria paradistinguir calidades”.9

Definido después como “losperonistas jóvenes que queríanpelear”,10 el MNRT, como recordóun antiguo afiliado, “leía cuantohabía de subversivo y clandestino —incluso papeles de la OAS[Organisation Armée Secréte]— sinque le importara la ideologíapolítica. Había en ello muchoinfantilismo y romanticismo”. Latendencia a beber en tales fuentes de

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información provenía principalmentedel deseo de aprender a dirigir unalucha guerrillera, aun cuando lamayor parte de los escritos (muchosde ellos procedentes de Cuba yArgelia) que devoraban losmiembros de aquel movimiento,impartían ideas izquierdistas.11 Sinembargo, el izquierdismo del MNRTera más bien ambiguo: una de sus dosfacciones, dirigida brevemente porEzcurra,12 y que al parecer incluía aGalimberti, admitía el peronismo,pero era hostil al marxismo; la otra,

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relacionada con Nell, aceptó elmarxismo como método de análisis,declaró que no era posible laliberación nacional sin unarevolución social y señaló a la claseobrera como vanguardiarevolucionaria.13 Fue esta últimafacción la que, el 29 de agosto de1963, organizó la primera operaciónde guerrilla urbana argentina dignade tal nombre, aunque el objetivo queeligieron reflejó la ambigüedad,incluso, de su radicalismo.14

Utilizando una ambulancia alquilada,

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sus protagonistas se dirigieron a laUnión Clínica de Empleados deBanca, mataron a dos guardianes abalazos, hirieron a un policía y luegohuyeron con los 100.000 dólares aque equivalía la nómina del centro.Pensaron invertir sus fondos en una“invasión” de las Malvinas. Sinembargo, la infraestructuraorganizativa del MNRT erademasiado rudimentaria, y su apoyopolítico demasiado limitado paraaguantar el acoso policíacosubsiguiente. El núcleo de laguerrilla fue destruido en 1964 con la

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detención de la mitad de susmiembros; una excepción fue Nell,quien se las arregló para huirespectacularmente de la corte enBuenos Aires.

Después de una visita a la China,se reunió en Montevideo, a fines de1965, con otros supervivientes delMNRT. La mayoría de ellos, despuésde contribuir al desarrollo político ymilitar de los Tupamaros,15

desempeñarían importantes papelesen la estructuración y fortalecimientode las modernas fuerzas de laguerrilla urbana argentina algunos

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años después. Joe Baxter, que habíaestado en Vietnam, puso su periciamilitar al servicio del no peronistaEjército Revolucionario del Pueblo(ERP). En julio de 1973, moriría, ala edad de treinta y dos años, alestrellarse en Orly el avión en queviajaba. Jorge Caffatti empezó acumplir su sentencia en la cárcel porla algarada de 1963, pero luego seescapó dos veces, se unió a lasFuerzas Armadas Peronistas (FAP) ycontribuyó a propagar la idea deorganizar grupos de trabajadoresperonistas de base para oponerse a

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los elementos burgueses yburocráticos del Movimiento.Finalmente, el propio Nell ejerceríauna influencia políticomilitar en losMontoneros, antes de unirse a latendencia “leal” peronista, másortodoxa, a principios de 1974. Auncuando la continuación genealógicaprincipal del MNRT fuesen las FAP,el hecho de que los mandos delMNRT siguieran influyendo en tresorganizaciones armadas,políticamente distintas, es indicativode su falta conceptual de unidad yaen 1963-1964, cuando los más

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sólidos lazos de unión entre elloseran los métodos empleados por laguerrilla urbana. Su progresiónideológica hacia la izquierda nocarecía de importancia, pero debesubrayarse que la tendencia a laacción directa, puesta en práctica enla guerrilla urbana, fue la únicaconstante, aparte el nacionalismo, enla evolución de los montoneros quehabían partido de la derecha. Inclusosus compañeros tuvieron quereconocer que la tempranaintervención de Abal Medina y deRamus en el ultraderechista Tacuara

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había demostrado que su deseo deacción era más fuerte que sumotivación ideológica.16

Los que tomaron el camino de laviolencia en los años sesenta teníanplena conciencia de cómo losesfuerzos constitucionales paraprovocar un cambio habían sidorepetidamente frustrados. A finalesde ese decenio tenían tras de sí elveto militar al resultado de laselecciones de 1962, la proscripcióndel peronismo en 1963 y la toma delpoder, en 1966, por unos generalesdispuestos a detentarlo largo tiempo.

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Cada vez más gente se mostraba deacuerdo con la máxima de Perón:“Contra la fuerza bruta, sólo puedeser eficaz la fuerza aplicada coninteligencia”.17 Sin embargo, laaceptación de la lucha armada y elflorecimiento de las expresiones denacionalismo izquierdistas ypopulares no habrían ocurrido nuncaen la medida en que lo hicieron sin elfuerte viento de cambio que sopló através de la Iglesia católica durantela misma década. En un país donde el90% de la población estababautizada y el 70% había recibido la

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primera comunión,18 las ideascatólico-radicales socavarondecisivamente la influenciaconservadora que la jerarquíaeclesiástica ejercía sobre millares dejóvenes argentinos. Despertaron lapreocupación por los problemas ycambios sociales, legitimaron laacción revolucionaria y encauzaron amuchos hacia el MovimientoPeronista. En realidad, para elpuñado de católicos que constituíanel núcleo montonero de 1968, talesideas eran el elemento másimportante de su radicalización.

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La difusión de las tesis católicasradicales no fue, por supuesto, unfenómeno peculiar de la Argentina.Aun cuando el padre Carlos Mugicalas propagó y Juan García Elorrio lasdesarrollo después, buena parte delímpetu procedió del Vaticano y delejemplo dado por Camilo Torres,sacerdote-guerrillero colombianocon impronta de mártir. El Vaticano,consciente de que más de un terciode sus seguidores se hallaban enAmérica Latina, y temeroso de quesus millones de pobres cayeran enlas redes rivales del ateísmo

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marxista, empezó a preocuparse máspor ellos a partir de los últimos añoscincuenta, y especialmente durantelos papados de Juan XXIII y PabloVI en los sesenta. Al observar lacreciente participación de loscatólicos en las luchas de clasepopulares, el diálogo con losmarxistas se hizo aceptable paraRoma. Juan XXIII, en Pacem interris (1963), llegó a decir que en elmarxismo había “buenos elementosmerecedores de aprobación”.19

El Concilio Vaticano II y losdocumentos resultantes del mismo

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formalizaron esa nueva orientación.En ellos se condenaban la pobreza,la injusticia y la explotación comoresultado del afán humano de poder yriqueza; se incitaba asimismo a loscristianos, en nombre del amor alprójimo, a que lucharan por laigualdad. El nuevo mensaje tuvo unade sus expresiones más radicales enel Concilio de 1965, cuando elpatriarca Máximo IV declaró que elverdadero socialismo “es elcristianismo integralmente vivido enel justo reparto de los bienes y en laigualdad fundamental de todos”.20 La

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promulgación por el papa Pablo VIde la Populorum progressio , la másimportante síntesis de las ideas delVaticano II, tuvo lugar dos añosdespués. Atacaba la desigualdad, lacodicia, el racismo y el egoísmo delas naciones ricas, pero no aclarabapor completo cómo debían vencersetales injusticias; la violencia eradescartada, “excepto donde seamanifiesta una tiranía duradera quepudiese perjudicar los derechospersonales fundamentales y dañarpeligrosamente el bien común delpaís”.21 Consciente de la presencia

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de “explotadores” entre su grey, elVaticano usó términos equívocos portemor a que la Iglesia católica seconvirtiera exclusivamente en una“Iglesia de los pobres”. LaPopulorum progressio podíainterpretarse por algunos —y dehecho lo fue— como si implicara quela tiranía no era sólo algo propio delos regímenes políticos represivos,sino también de los sistemas socialesque deshumanizan y mantienen laexistencia de la pobreza en granescala, y justificaba con ello laviolencia de los oprimidos del

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Tercer Mundo. Para otros, sinembargo, “una tiranía duradera” selimitaba a las de tipo político, y sumodo de interpretar la frasejustificaba la no implicación enmovimientos revolucionarios y sólouna tímida oposición a las jóvenesdictaduras.

Los sacerdotes obreros, presentesya en la Argentina antes de laPopulorum progressio , seanticiparon en la práctica a algunasde las ideas de los documentos delVaticano II trabajando entre lospobres y compartiendo sus

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vicisitudes. Su tarea no adquiriócarácter manifiestamente políticohasta la creación, en 1967, delMovimiento de Sacerdotes para elTercer Mundo, anunciado por undocumento de los “Obispos delTercer Mundo” que se refería alsocialismo en términos muypositivos: “La Iglesia no puedemenos que regocijarse al veraparecer en la humanidad otrosistema social menos alejado de lamoral de los profetas y delEvangelio”. Era “menos alejado”,por supuesto, que el capitalismo, el

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cual resultaba firmemente condenadopor sus “perversas” características,consistentes en sujetar al hombre a laeconomía y en subordinar los valoressociales a los económicos.22

El documento no tardó en recibirel apoyo de casi mil sacerdotes de laAmérica Latina, quienes presentaronun manifiesto a la Conferencia deMedellín del Episcopadolatinoamericano reunida enColombia, en 1968. El manifiestodiferenciaba la “injusta violencia delos opresores” y la “justa violenciade los oprimidos”, distinción

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mantenida sólo hasta cierto punto porlos jerarcas eclesiásticos presentesen Medellín. Si bien condenaban laviolencia institucionalizada y lasestructuras sociales injustas, queconsideraban como unos de losmayores problemas de la AméricaLatina, se oponían categóricamente ala revolución armada (“por logeneral, engendra nuevasinjusticias”)23 y criticaban a la vezal marxismo y al capitalismo liberalbasándose en que “ambos atentancontra la dignidad de la persona

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humana”.24 Con todo, lasdeclaraciones más radicales hechasen Medellín incitaron a unarevolución teológica que se extendiópor amplios sectores de la Iglesiacatólica durante los años sesenta yprodujo un impacto particularmentefuerte en los jóvenes argentinos.

La teología radical fue impartidaal embrión de los Montoneros pordos hombres cuyas diferentesactitudes respecto de la violenciareflejaban un dilema general de losradicales católicos. Juan GarcíaElorrio adoptó el punto de vista de

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Camilo Torres, según el cual “larevolución no sólo está permitida,sino que es obligatoria para todos loscristianos que vean en ella la maneramás eficaz de hacer posible un mayoramor para todos los hombres”,25

añadiendo que podía resultar “aveces necesariamente violenta porser algunos corazones taninsensibles”.26 Por otra parte, CarlosMugica representó un punto de vistamás generalmente aceptado, alrechazar la participación de lossacerdotes en las luchas

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revolucionarias armadas y alafirmar: “Estoy dispuesto a que mematen, pero no a matar”.27

Mugica, miembro de la ordenjesuita y del Movimiento deSacerdotes para el Tercer Mundo, sehizo peronista a la edad de veintiséisaños. El motivo de su conversión fueun sentimiento de intensaculpabilidad por el hecho de que laIglesia hubiera apoyado, en 1955, elderrocamiento de Perón, junto con laconvicción de que ello habíaconducido a vastos sectores de laclase trabajadora, muy

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justificadamente, a identificar a laIglesia con la oligarquía y losregímenes opresivos posteriores a1955. Su sentimiento de culpa, queencontraría paralelos en los queexperimentaron los estudiantes reciénllegados al peronismo a causa delantiperonismo de suspredecesores,28 ayuda a explicar suactitud increíblemente ingenua haciael peronismo en su ingreso en elcampo popular. La aceptación porMugica de la pretensión de Perón enel sentido de que su gobierno “sólohace lo que el pueblo quiere” fue

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motivada por su deseo de acercarse ala gente corriente, por su fe en lalealtad de ésta hacia Perón y por lacreencia de que un movimiento debase popular como el peronismotenía que poseer como mínimo unpotencial socialista. Sus simpatíassocialistas eran compatibles con elapoyo al peronismo debido a suconvencimiento de que la revoluciónargentina tenía que pasar por unaetapa de “liberación” antes deaventurarse en tareas socialistas; y,según su criterio, el peronismo habíainiciado tal proceso en 1945.29

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En 1964, Mugica entró en contactocon los ex tacuaristas Fernando AbalMedina y Carlos Gustavo Ramus, asícomo con Mario Eduardo Firmenich.Por entonces, estos tres fundadoresde los Montoneros eran alumnos delColegio Nacional de Buenos Aires, ytodos ellos se mostraban muy activosen la Juventud Estudiantil Católica(JEC), una rama de Acción Católica.Mugica se convirtió en el consejeroespiritual de la rama escolar y fuequien, según Firmenich, “nos enseñóque el cristianismo era imposible sinel amor a los pobres y a los

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perseguidos por su defensa de lajusticia y su lucha contra lainjusticia”.30 Creía que Jesucristohabía venido al mundo para traer laespada antes que la paz, y que talespada era dirigida contra losexplotadores de hombres y losvioladores de la dignidad humana;más tarde, sin embargo, rechazaríaesa interpretación del pasaje bíblicoarguyendo que no era una llamada alas armas lo que había queridoexpresar Jesucristo, sino laadvertencia de que sus seguidores

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podían ser perseguidos.31

El mensaje de Mugica no habríacausado tanta impresión al trío si élno hubiera intentado ponerlo enpráctica. En varias ocasiones llevó asus tres seguidores a trabajar con élentre los chabolistas del Retiro, enBuenos Aires. Firmenich y Ramustambién le acompañaron en un viajea Tartagal, Salta, en febrero de 1966,con el fin de trabajar con los pobresy predicar las nuevas ideas de laIglesia. Estas experiencias de trabajosocial y evangélico, unidas a lainspiración de Camilo Torres,

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llevaron a los misioneros a laconclusión de que “el problemabásico era político, y la solución erala revolución política”.32 Pero en1967 el grupo se dividió. Auncuando Mugica, mientras se hallabanen Tartagal, había abogado por lametralleta como única solución,rechazaba ya la guerra de guerrillaspor considerarla incompatible con elejemplo de Jesucristo. Seguía siendosacerdote y condenaba la violencia,salvo cuando fuera empleada por elpueblo al negársele las demásposibilidades de expresión. En

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cambio, Abal Medina, Ramus yFirmenich empezaron a prepararsepara la lucha armada, queconsideraban una respuesta legítimaa la violencia institucionalizada.Rompieron con sus organizacionescatólicas seculares y pasaron a laclandestinidad aquel mismo año,para lo cual Firmenich tuvo quesacrificar sus estudios de ingenieríay la presidencia de la JEC.

Al establecerse el ComandoCamilo Torres en 1967, los trespasaron a ser compañeros de JuanGarcía Elorrio. El comando, ligado

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con el peronismo, el socialismo y lalucha armada, era simplemente untrampolín en el camino para crear laorganización montonera, que sellevaría a cabo un año después. Suúnica hazaña publicada en losperiódicos tuvo efecto con ocasiónde la celebración del Primero deMayo de 1967, cuando GarcíaElorrio y dos compañeros suyosinterrumpieron una misa que secelebraba en la catedralmetropolitana de Buenos Aires conasistencia del general Onganía. Suintención no era otra que la de

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demostrar que la Iglesia institucionalera una defensora del régimen military hacer una llamada en favor de lalucha revolucionaria contra elgobierno.

La colaboración de García Elorriocon esos protomontoneros fue breve,pero su influencia se dejó sentirmucho. Antes de que murieraatropellado por un coche en 1970,fue él, más que ningún otro, quienreconcilió a los radicales católicoscon la política violenta. Hijo de unmatrimonio de la clase media altaperteneciente a la derecha católica,

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pasó por el seminario de San Isidroantes de renunciar, a los veintiúnaños, a su carrera eclesiástica. Comoconsecuencia de un viaje a Cuba, desus diálogos en 1965 con marxistasen la Facultad de Filosofía y Letrasde la Universidad de Buenos Aires yde sus conversaciones con Cooke,llegó a convertirse en revolucionarioperonista.33 El producto final de suevolución política fue la revistaCristianismo y Revolución, queapareció por primera vez enseptiembre de 1966. Su objeto eradenunciar los intentos de Onganía de

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justificar su régimen sobre la base delas ideas cristianas: el 30 denoviembre de 1969 el presidentehabía consagrado la nación argentinaa la “protección y divina invocacióndel Inmaculado Corazón deMaría”.34

Tomando por consigna lasmáximas de Torres y de Guevara—“El deber de todo católico es el deser revolucionario”, “El deber detodo revolucionario es el de hacer lar e vo l uc i ón” — , Cristianismo yRevolución se convirtió en unafuerza decisiva en la radicalización

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de los cuatrocientos sacerdotesargentinos y del puñado de obisposque apoyaron el Movimiento deSacerdotes para el Tercer Mundo.Muy pocos ayudaron a las guerrillaso justificaron sus actividades, peromuchos, aun cuando trabajaran por lapaz, se negaron a condenarlaspúblicamente y pidieron, en vez deello, que se cuestionara el sistemagenerador de su violencia. Variospárrocos tomaron parte en las luchasobreras de los últimos años sesentapara evitar el cierre de lasazucareras de la provincia de

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Tucumán, así como en loslevantamientos populares de 1969.Indicación de su éxito fue el hecho deque, en julio de 1969, el traslado deun sacerdote radical por la Iglesiacatólica provocara una huelga deprotesta de veinticuatro horas ymultitudinarias manifestaciones enCañada de Gómez, Santa Fe.35

Para los Montoneros, elperiodismo de García Elorriofortalecía el tercermundismo de sumovimiento, su solidaridad con losoprimidos y su identificación con lasluchas de liberación nacional del

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Tercer Mundo. Pero también lesdaba una actitud escatológica. Laglorificación de los militantes quehabían sacrificado heroicamente suvida por los oprimidos, en forma dehomenajes publicados en la revistade García Elorrio, ayudaba apreparar a los jóvenes radicales parauna lucha político-militar que, contoda probabilidad, podía exigir suvida. Aparte asegurarse a los futuroscaídos que disfrutarían de unaperfecta paz celestial, se lesprometía la vida después de lamuerte entre las personas por las que

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habían luchado. Refiriéndose a lamuerte de Camilo Torres y PazZamora (un católico muerto mientrasluchaba por el Ejército de LiberaciónNacional boliviano, ELN), la revistaaseguraba: “Formarán ya siempreparte de esa anónima guerrilla quelucha en toda América Latina con elrebelde machete de los campesinos ocon el fuego vengador de la dinamitade los mineros”.36 Además, lapublicación difundió la idea,brillantemente dramatizada en LesJustes,37 de Camus, de que ser un

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agente de la violencia no era nadademasiado malo y de que, hastacierto punto, si uno estaba dispuestoa sacrificar la vida en la luchaarmada, podía considerarselegitimado. ¿Hay, para un cristiano,mayor prueba de amor que el dar lavida por los demás..., y más elevadaforma de expiación?

Otros de los primeros montonerosde más relieve cuya radicalización seforjó en organizaciones católicas,fueron Emilio Ángel Maza,estudiante de medicina en laUniversidad Católica de Córdoba y

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líder del centro de la juventud“integrista” local; José SabinoNavarro y Jorge Gustavo Rossi, queiniciaron sus actividades en laJuventud Obrera Católica (JOC),vinculada con Acción Católica; yCarlos Capuano Martínez, quecomenzó su vida política en la JEC.En virtud de su compromiso con lajusticia social y la causa popular, elcatolicismo radical condujo amuchos jóvenes hacia el MovimientoPeronista. Como Mugica, muchosllegaron a él con sentimientos deculpabilidad por su anterior

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antiperonismo, y se integraronentonces en el Movimiento con uncelo propio de pecadoresarrepentidos. Con el deseo deadoptar el punto de vista de lasmasas, no pocos se hicieron eco delas palabras con que García Elorrioexplicaba su propia radicalización:“Tuve que luchar junto con losesclavos, junto con la gente, tal comoellos luchaban, no como un profesorelitista que dice a sus discípulos loque es bueno y lo que es malo, paravolver luego a su estudio y ponerse aleer a San Agustín, sino como un

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verdadero participante, junto conellos, no para ellos, en su miseria, ensus errores, en su violencia [...] Oluchaba, o podía considerarme lafalsedad en persona”.38 Lo irónicodel caso era, por supuesto, quemuchos de los que como mínimohabían superado su alejamientopolítico nominal del peronismo, noeran sino elitistas al elegir el caminode la lucha armada. El lanzamientode las guerrillas urbanas era unainiciativa procedente “de arriba”, ladecisión de pequeños grupos demilitantes y no la respuesta a una

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amplia exigencia popular; y auncuando los combatientes seríanelogiados por Perón y disfrutarían deuna considerable simpatía populardurante los primeros años setenta,nunca podrían eliminar las huellas desu origen elitista, como no seríancapaces de transformar las“formaciones especiales” delMovimiento Peronista en unverdadero ejército popular. Decirque el desenlace fue una guerra civilentre dos facciones de la clasemedia, con la clase obrerameramente a la expectativa, sería

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exagerado; sin embargo, talcaricatura sociológica está más cercade la realidad que el argumento deuna guerra popular ideado por losMontoneros.

Radicalización en losúltimos años sesenta

La evolución interna delnacionalismo y del catolicismo fue,pues, decisiva en la radicalización y“peronización” del núcleo original:los llamados protomontoneros. Con

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todo, no fue ése el único grupoguerrillero que nació en 1968.Aparecieron las Fuerzas ArmadasPeronistas, y la decisiva deserciónde las filas trotskistas de los hombresque poco después crearían elEjército Revolucionario del Pueblotambién ocurrió aquel año.39

Aproximadamente al mismo tiemposurgieron otros grupos armados. Sinembargo, los años sesenta fueronante todo una década en que toda unageneración de jóvenes argentinos sevio afectada por la desilusión y eldescontento que les generaba el

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sistema político, tanto en la formaostensiblemente constitucional, bajolos gobiernos radicales de Frondizi eIllia, como en su forma espuria bajoOnganía. Sólo si uno advierte estaextensión más general y la rebeldía,puede comprenderse por qué losMontoneros y sus compañeros delucha se vieron favorecidos portantos reclutas y simpatizantes,convirtiéndose en considerablesadversarios del régimen militar, enun movimiento guerrillero y, pocodespués, en una poderosa fuerzapolítica.

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El peronismo se benefició más deeste alejamiento que de sus propioslogros históricos, dando validez alrefrán español citado por Perón:“Detrás de mí vendrán los que buenome harán”.40 Frondizi habíadecepcionado a los esperanzadosnacionalistas, había sido incapaz deimponer su voluntad frente a laspresiones de los militares y,finalmente, había sido derrocado porel Ejército por permitir que elperonismo revelara su popularidadelectoral. El gobierno de Illia,aunque muchos lo recuerdan hoy con

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nostalgia por haber favorecido alpaís con el trienio menos represivode la historia argentina de laposguerra, careció tanto de direccióncomo de legitimidad, y se mostródesprovisto de soluciones cuando, en1966, reapareció la recesión. Elderrocamiento de los gobiernos,aunque obra de los militares,recordaba a los argentinos ladurabilidad y la fuerza delperonismo, demostradas en laselecciones de 1962, por la acciónindustrial de 1964 y por la mayoríade predicciones de lo que el

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Movimiento podía lograr en laselecciones a medio plazo previstaspara marzo de 1967.

Sin embargo, para la mayor partede los que más tarde se unieron a lacausa montonera, el fenómenodecisivo fue el “onganiato” de 1966-1970. Aquel régimen socavó elapoyo obrero al conciliatoriovandorismo, abriendo el camino parauna limitada pero importanteradicalización de la clase obrera, ytambién tuvo un marcado efecto entrela clase media, especialmente en losestudiantes, empleados y

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profesionales, que predominaron, ensentido sociológico, en lassubsiguientes referencias de laprensa a guerrilleros muertos, en lasnecrologías montoneras y en toda laliteratura relativa a la composiciónpolítica y social de losMontoneros.41 El objetivoeconómico de Onganía, oficialmenteperseguido en nombre de una“revolución argentina”, fue prontointerpretado como un intento deconsolidar la hegemonía de losgrandes monopolios industriales yfinancieros asociados con el capital

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extranjero, a expensas de laburguesía rural y de los sectorespopulares.42 En manos del ministrode Economía, Adalbert KriegerVasena, el plan causó trasvases en larenta nacional, del sector agrario alindustrial, del pequeño al grancapital, y de los asalariados a loscapitalistas. En 1971, sesenta y seisde las ciento veinte compañías másimportantes pertenecían a interesesextranjeros o estaban controladas porellos y otras dieciocho estabanclaramente asociadas con ellos.43 Se

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estimulaba el nacionalismo, ymuchos jóvenes nacionalistas, aladvertir la tendencia posperonista deuna “burguesía nacional” que perdíaterreno ante una expansionista“burguesía internacional”, sepreguntaron si el desarrollo nacionalera compatible con la continuacióndel capitalismo en la Argentina. Elcapital nacional, perjudicado por ladevaluación del 40% de KriegerVasena, no podía competir enabsoluto con los monopolios,técnicamente superiores. Lasquiebras pasaron de 1.647 en 1968 a

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2.982 en 1970; otras firmasnacionales entraron también enrelaciones de dependencia conempresas extranjeras.44

Sin embargo, aun cuando elimpacto de la política económicaneoliberal aumentó la atracción delas alternativas nacionalistas, es muydudoso que la mala situacióneconómica fuera un factor importantedurante aquel período en laradicalización de la clase media.Ciertamente hubo una tendencia alargo plazo hacia un relativo declive,con (como ya se ha demostrado) un

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porcentaje participativo de lossueldos y salarios en el productobruto nacional en continuo descensodesde los años cincuenta; sinembargo, a finales de los añossesenta fueron los trabajadoresquienes pagaron el precio de esedeclive. Mientras que su nivel devida resultaba deprimido por unacongelación de salarios, la inflación,principal preocupación de la clasemedia, se situaba por debajo del10%45 (“menos que nada”, para losniveles de la Argentina moderna).Los funcionarios públicos (1,4

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millón en 1970) se vieron afectadosparcialmente por la“racionalización” de las empresasdel Estado, pero si bien los nivelesde empleo descendieron en ellas enun 3% a finales de los años sesenta,la reducción de puestos de trabajo sedejó sentir más en algunos que enotros sectores, especialmente en losferrocarriles.46 La radicalización deque se beneficiaron los Montonerosse debió mucho más a factorespolíticos y culturales que a sociales yeconómicos. Para la clase media, elgolpe de Onganía supuso más que

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una pérdida de representaciónpolítica. Significó un violento ataquea lo que sus componentes habíanconsiderado tradicionalmente comosu coto privado, incluso durante laDécada Infame de los años treinta:las universidades y el mundo de lacultura en general. Se disolvieron elCongreso, las legislaturasprovinciales y los partidos políticos;la principal revista satírica, TíaVicenta, fue cerrada por haberretratado en su cubierta al bigotudoOnganía en la imagen de una morsa;se prohibió la venta de la revista

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uruguaya Marcha; y personajes comoel inspector Luis Margaride,nombrado “guardián de lamoralidad” de la ciudad de BuenosAires, hicieron campañas contra lasminifaldas y los clubes nocturnos maliluminados. Ante todo, las ochouniversidades nacionales fueronintervenidas, al tiempo que seanulaba su autonomía. El violentoataque de Onganía —en teoría, unaredada contra la “infiltracióncomunista” y, en la práctica, unasalto a la libertad académica y unintento de reformar la educación

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superior en interés de los gruposeconómicos dominantes—,contribuyó muchísimo a empujar a lajuventud de la clase media hacia elcampo de la oposiciónnacionalpopular.47 Se prohibió laactividad política de los estudiantesy se anuló su derecho a participar,junto con los académicos y losgraduados, en el tradicional sistematripartito de la administraciónuniversitaria. Carecían incluso de larepresentación simbólica de quehabían gozado al principio delperíodo peronista. Unos tres mil

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académicos, entre ellos algunos delos estudiosos más eminentes de laArgentina, dimitieron y abandonaronel país en tropel; los estudiantesprotestaron y fueron reprimidos sincontemplaciones.

El 29 de julio de 1966, un mesdespués del golpe derechista, la“Noche de los Bastones Largos”causó una profunda impresión en losánimos estudiantiles. La PolicíaMontada Federal irrumpió a caballoen la Universidad de Buenos Aires,ordenó a los estudiantes y a losdocentes que la desalojaran, usó sus

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porras con indiscriminada ferocidadcontra los desobedientes y,finalmente, hizo centenares dedetenciones. Sesenta estudiantestuvieron que ser hospitalizados.48

Vistas las cosas retrospectivamente,el acontecimiento, comparado con larepresión sufrida durante el régimende Videla, no fue particularmenteterrible, pero los estudiantesimplicados conservaron un vivorecuerdo de la noche en que fueronvíctimas de un brutal filisteísmo. Dosmeses después, la policía deCórdoba proporcionó a las fuerzas

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de protesta su primer mártir al herirmortalmente a Santiago Pampillóndurante una manifestación estudiantil;pero dos años más tarde, los mástenaces de los descontentos,apoyados por la intelectualidadradical, hacían ya decididosesfuerzos para superar la impotenciade su estrategia, estableciendo lazosde solidaridad con lasorganizaciones obreras militantes.

Aun cuando en 1966 la comunidadacadémica había sido el único grupoque protestó contra Onganía desde elprincipio,49 en 1968 los portavoces

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más populares se habíandesengañado de la vaga creencia deque el derrocamiento de Illia hubierapodido representar un cambio haciacosas mejores. Vandor y otroslíderes sindicales participacionistassiguieron negociando con el nuevorégimen, pero el hecho de que nolograran prevalecer sobre KriegerVasena pronto aumentó la atracciónde los líderes obreros y estrategiasmás militantes, sobre todo en lossindicatos más pequeños y en elinterior del país. La crecientemilitancia pudo expresarse enseguida

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a través de la CGT de los Argentinos(CGTA), la facción obrera rebeldede 1968-1969 dirigida por el lídercatólico revolucionario de losgráficos, Raimundo Ongaro. En lacelebración del Primero de Mayo de1968, la organización declaró que“la propiedad sólo debe existir enfunción social”, e hizo una combativallamada a la acción y a la luchadesde abajo contra el régimen y losmonopolios. “La CGT de losArgentinos no ofrece a lostrabajadores un camino fácil, unpanorama risueño, una mentira más

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—advertía el manifiesto de la CGTA—; ofrece a cada uno un puesto delucha”. Al clamar por larecuperación de “la libertad y lajusticia social” y por la devolucióndel “ejercicio del poder” al pueblo,la confederación rebelde declaró que“la lucha contra el poder de losmonopolios y contra toda forma depenetración extranjera es misiónnatural de la clase obrera”. La fuerzaprincipal de ese “sindicalismo deliberación” residía en la accióndirecta de los trabajadores y en larevuelta antiburocrática de las bases

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en los sindicatos vandoristas, aunquela CGTA modificó tal énfasis con suapoyo a “cada empresa nacionalenfrentada con una empresaextranjera”50 y, con mayoresimplicaciones prácticas, con unesfuerzo para llegar a una alianzapopular basada en el ejetrabajadores-estudiantes.

El propio Ongaro promovió lacoordinación obreroestudiantil alrecibir a los líderes de catorcegrupos de estudiantes en un campo devacaciones de la Federación Gráfica,en junio de 1968, para hablar de las

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actividades antirrégimen. CGTA, lapublicación de los rebeldes, editadaentre bastidores por un futurodirigente montonero, Rodolfo Walsh,fomentó esa alianza. Fortalecida éstapor la participación conjunta enmanifestaciones y luchas callejerascon la policía, llegó a su puntoculminante en mayo de 1969 con elanticipado pero espontáneo“Cordobazo”: una fusión de protestaestudiantil y descontento obrero, éstede inspiración principalmenteeconómica, en las desamparadasciudades del interior.51 Los hechos

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que precedieron a la explosiónempezaron a mediados de mes,cuando los estudiantes de laUniversidad del Nordeste tomaronlas calles de Corrientes paramanifestarse contra el alza de losprecios de los alimentos en un 537%,luego de la privatización de sucantina. Juan José Cabral, unestudiante de diecinueve años,resultó muerto, otros cuatroestudiantes fueron heridos, y veintemás sufrieron lesiones cuando lapolicía respondió con disparos a susprotestas. A continuación, un

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movimiento obrero-estudiantil, quedespertó considerable adhesión entrela clase media, estalló en otrasciudades importantes como expresiónde solidaridad con las víctimas deCorrientes y como denuncia de lasinjusticias locales y nacionales. Lostumultos se extendieron, estudiantes ysindicalistas atacaron con piedras ycócteles molotov a soldados ypolicías armados, y la agitaciónobrera se hizo tan violenta queincluso los líderes vandoristas sevieron obligados a respaldar laculminante huelga general del 30 de

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mayo de 1969. Los dos días deluchas callejeras en Córdoba,durante las cuales se levantaronbarricadas, se encendieron hoguerasy algunas zonas de la ciudadquedaron en manos de los revoltosos,terminaron en una cruentaintervención de las Fuerzas Armadas.Un tributo de catorce muertos marcólos acontecimientos con una manchade sangre.

Sin embargo, la revueltaprovincial y el éxito de la huelgaseñalaron el principio del fin del“onganiato”. Sus hombres clave,

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Krieger Vasena y el ministro delInterior, Guillermo Borda, perdieronsus cargos diez días después (elprimero fue sustituido por JoséDagnino Pastore; el segundo, por elteniente general Francisco Imaz), y elrégimen volvió a ser presionado afines de junio; esa vez por BuenosAires, que había sido meraespectadora del “Cordobazo”. Lasiniciativas de la CGTA paraorganizar una huelga y manifestarsecontra la visita de NelsonRockefeller, enviado del presidentede los Estados Unidos, terminaron en

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más violencia: Emilio Jáuregui, exmilitante y secretario de prensa delSindicato de Periodistas antes de su“intervención” en 1966, fue muertode un balazo por un policía cerca dela Plaza Once. Las cinco milpersonas que se unieron al cortejofúnebre fueron hostigadas por lasfuerzas de seguridad. También en laCapital, el llamado Sector 2, Ejércitode Liberación Nacional (ELN) atacótrece supermercados Minimax,propiedad de la familia Rockefeller,mientras en otras partes la visita delnorteamericano provocaba nuevas

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demostraciones de sentimientosantiimperialistas: estallaron bombasen Rosario, Mendoza y Paraná; laUniversidad de Córdoba fue cerradaa causa de las protestas estudiantiles;y mil estudiantes se manifestaron enRosario. Gracias, en parte, alasesinato de Vandor el 30 de juniode 1969 por un grupo que más tardeingresó en los Montoneros, Onganíaconsiguió seguir en el poder otroaño,52 pero entonces incluso muchosde sus antiguos partidarios estabanalarmados ante la respuesta social asu política. La oficialidad militar se

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vio pronto desunida por las disputasentre los corporativistas adictos alrégimen y los críticos “liberales” quepropugnaban el liderazgo deAramburu y luego el de Lanusse;para tales críticos, el retorno a ungobierno civil se convirtió en unmedio imperativo de quitar fuerza ala creciente presión en favor de uncambio radical.

La peronización y laradicalización, puestas de manifiestoen muchas de las consignas voceadasy de los objetivos escogidos en elcurso de estos tumultuosos

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acontecimientos, pueden tambiénrastrearse a nivel de organizacionesestudiantiles y gremiosprofesionales. A principios de losaños sesenta, militantes comunistasse habían hecho bastante dominantesen las federaciones universitarias,pero ello reflejaba más bien lafragmentación política delmovimiento estudiantil que lassimpatías políticas de la mayoría delos ciento cincuenta mil estudiantescensados.53 Además, la influenciacomunista ortodoxa se veíacrecientemente socavada por la

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atracción del “fidelismo”. Elperonismo, con ser un anatema paramuchos estudiantes, sólo estabarepresentado en aquel entonces poralgunos centenares de nacionalistasde derecha, con base principalmenteen la Facultad de Derecho de BuenosAires. Allí actuaban como tropas dechoque, y tenían frecuentesenfrentamientos con los nacionalistasantiperonistas. En junio de 1962, unmitin organizado por la JuventudPeronista y la Confederación GeneralUniversitaria (CGU) con motivo delsexto aniversario del levantamiento

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militar peronista de 1956, fueviolentamente atacado por tacuaristasde la ultraderecha; a consecuencia deello, uno de los defensores, CarlosCaride, pese a sus protestas deinocencia, fue encarcelado durantecuatro años por la muerte de NormaMelena. Más tarde, Caride, Envar ElKadri y otros identificados con laAsociación Nacional de Estudiantesde Derecho (ANDE) ayudarían afundar las FAP; Grassi Susini, líderdel Sindicato Universitario deDerecho (SUD), tuvo un destinocompletamente distinto: bajo el

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último gobierno peronista, seconvertiría en jefe de la policía deSan Juan.

Hacia finales de 1962, lasustitución de la CGU por laJuventud Universitaria Peronista(JUP) representó un giro hacia laizquierda que, aunque en pequeñaescala, siguió una trayectoriaparalela a la del Tacuara. En 1964,cuando la JUP celebró un congresonacional aplaudido por el MNRT,tenía grupos en cinco facultadesuniversitarias de Buenos Aires ypequeños enclaves de apoyo en otros

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lugares. La Juventud UniversitariaPeronista se anticipó a su homónimapromontonera de 1973-1976 alafirmar que su misión consistía enllevar “a las aulas de la universidadliberal, oligárquica y cipaya, unacombativa presencia peronista, esdecir, nacional y revolucionaria. Elsentido de esa presencia ha sido lanecesidad de ligar concretamente lalucha estudiantil con la lucha delpueblo trabajador de la patria”.54

Pero sólo con el golpe de Onganía yla prohibición de los grupospolíticos existentes en las

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universidades, las organizacionesradicales peronistas empezaron aflorecer, ofreciendo las más obviasoportunidades para una luchasemiclandestina junto con losobreros peronistas. Las másimportantes fueron el FrenteEstudiantil Nacional (FEN), dirigidopor Roberto Grabois, y la UniónNacional de Estudiantes (UNE),fundada por socialcristianos,nacionalistas y peronistasprogresistas, si bien RodolfoGalimberti creó también en 1967 laJuventud Argentina por la

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Emancipación Nacional (JAEN)cuando se hallaba en la universidad.Mientras que la FederaciónUniversitaria Argentina (FUA,fundada en 1918) declinaba,demasiado preocupada porcuestiones puramente universitarias,el FEN y la UNE ofrecieron a losestudiantes una opción política deimportancia. Declarándose a símismo “nacionalista, revolucionarioy antiimperialista y partidario delperonismo revolucionario”, el FENrespaldó el manifiesto hecho públicoen la celebración del Primero de

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Mayo de 1968 por la CGT de losArgentinos, y probablementedesempeñó el papel más importantede ambas organizaciones, antes deque las detenciones que siguieron al“Cordobazo” lo dejaran sinlíderes.55

Otras evoluciones de tipo radical,parcialmente resultado de lamilitancia estudiantil, afectaron a lasorganizaciones profesionales, lamayoría después de un corto períodode tiempo.56 La ola de dimisionesliberales y socialistas provocadas

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por el asalto de Onganía a launiversidad creó un vacío que, auncuando colmado por personalsimpatizante del régimen, tambiénpermitió ocupar puestos académicosa los nacionalistas populares. En laFacultad de Filosofía y Letrasaparecieron las llamadas “cátedrasnacionales” con el apoyo de losestudiantes, ocupadas por personascomo Juan Pablo Franco y FernandoÁlvarez, y que, por algún tiempo,tomaron partido por la izquierdaperonista “movimientista”. Otrasdivisiones más sorprendentes

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tuvieron lugar en profesiones cuyasasociaciones habían sidotradicionalmente conservadoras yelitistas. Disidentes de la AsociaciónPsicoanalítica Argentina se unieron ala Federación Argentina dePsiquiatría a principios de los añossetenta, y esta última,significativamente, impartió suprimer curso de aprendizaje en lasede de la Federación Gráfica.Miembros de la AsociaciónArgentina de Artes Plásticasempezaron a organizar exposicionescallejeras de sus obras, en vez de

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presentarlas en el prestigioso peroelitista Salón Nacional. Incluso hubouna lista de candidatos peronistas enlas elecciones del Centro Argentinode Ingeniería, pero perdieron.

La radicalización afectó sobretodo a la abogacía. Varios abogadosprestaron sus servicios a la CGT delos Argentinos de Ongaro, cosa quellegó pronto a conocimiento delescuadrón de la muerte de la policía,unidad activa desde los primerosaños sesenta, pero básicamenterelacionada hasta aquel momento conel asesinato de delincuentes

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comunes.57 En la Capital Federal losabogados habían pertenecidoprimero al reaccionario yoligárquico Colegio de Abogados, oa la liberal Asociación de Abogadosde Buenos Aires, y fue ésta la queconvocó una huelga cuando elabogado izquierdista Néstor Martinsfue secuestrado, junto con un clienteque intentó ayudarlo, el 16 dediciembre de 1970. Ninguna de lasdos víctimas reapareció. Sinembargo, los radicales no seorganizaron independientementehasta después del secuestro, en julio

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de 1971, de Roberto Quieto, abogadoy futuro líder de las Fuerzas ArmadasRevolucionarias. Los miembros de laAsociación que se encargaron conéxito de su defensa, obligando a lapolicía a legalizar la detención,crearon la Asociación Gremial deAbogados, que siguió representandoa los prisioneros políticos ydenunciando la represión en general.En agosto de 1972, cuando tuvoefecto su Reunión Nacional deAbogados “Néstor Martins”, lanueva organización contaba con 350afiliados, que ascendían a 400 en

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1973.58 Constituyeron un decisivolazo de unión entre la oposiciónclandestina al gobierno y lasemilegal; algunos incluso sirvieronde enlaces entre los guerrillerosprisioneros y sus organizacionesexteriores, pero todos se expusieronmucho y no pocos pagaron un precioterrible por su actividad. Muchos deellos fueron asesinados (como JoséAntonio Pastor Deleroni, abogado dela CGTA y del PB, y Rodolfo OrtegaPeña, abogado de las FAR) oforzados a exiliarse (como EduardoDuhalde, socio de Ortega Peña) por

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las organizaciones derechistas;decenas de miembros anteriores,incluido Mario Hernández, fueroncapturados por agentes uniformados,después del golpe de 1976, y nuncamás se supo de ellos.59

El proceso de radicalización definales de los años sesenta yprincipios de los setenta, a menudoacompañado de “peronización”, fue,pues, de gran envergadura, y sobretodo producto de los factorespolíticos y culturales. Se vioestimulado en gran manera por elautoritarismo del régimen militar,

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cuyos métodos represivos eran aveces brutales, siempre torpes ynunca eficaces. Para muchos elperonismo era meramente unaalternativa popular; sin embargo,decenas de millares de ciudadanostomaron la retórica radical al pie dela letra y se unieron al peronismo porconsiderarlo una alternativaauténticamente revolucionaria. Suingenuidad, su buena disposición aaceptar los mitos del movimiento, noeran solamente una cuestión deromanticismo juvenil, sino lanecesidad de muchas personas de

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antecedentes liberales oreaccionarios de probarse a símismas como peronistas. Fue sumanera de expiar el pasado, su modode mostrar sus credenciales en unmovimiento que siempre había hechohincapié en la lealtad al líder y en laortodoxia doctrinal como virtudes.Al mismo tiempo, debiera recordarseque los de orientación montonera sedefinían o redefinían en el seno deuna vigorosa cultura políticaargentina de largo alcance, que podíaconsiderarse verdaderamentenacional y latinoamericana: tenían

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más tendencia a apoyar e impulsar alas personalidades que a una políticaconcreta, a los líderes que a lasorganizaciones, y sus métodospolíticos traslucían el individualismode una sociedad inmigrante y lapropensión a usar la acción directa yviolenta para lograr objetivospolíticos, teniendo en cuenta, sobretodo, que el poder político delantiperonismo descansaba en lafuerza armada de los militaresargentinos.

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Peronismo montonero

Al dar conjuntamente alcatolicismo radical, al nacionalismoy al peronismo una expresiónpopulista de socialismo, losMontoneros fueron capaces deaglutinar una riqueza de legitimidadhistórica en algo que atrajo a losciviles de diversas denominacionespolíticas: católicos militantes,nacionalistas populares,nacionalistas autoritarios peropopulistas, militantes de la izquierdatradicional y peronistas combativos.

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El grupo original no tenía teóricos derelieve, pero su pragmatismo era amenudo su fuerza, como fue tambiénsu debilidad en los primeros años,facilitando la flexibilidad táctica y larealización de alianzas políticas.Había diferentes puntos de vista:algunos montoneros considerabanque el objetivo perseguido era unavariante nacional del socialismo;otros veían en él una forma socialistade la revolución nacional. Sinembargo, todos creían que la“principal contradicción” queafectaba a la Argentina era la del

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nacionalismo frente al imperialismo,y que los intereses del país estabanrepresentados por una alianzapopular, pero multiclasista. Enefecto, debido a su relegación de lalucha de clases a un plano secundarioy a su devoción por un líder quepreconizaba la armonización de lasclases, puede decirse que losMontoneros eran todo loizquierdistas que les permitía elperonismo, y viceversa. Presentabana su organización como adalid delpueblo porque ellos no pertenecían ala clase obrera; y más que buscar el

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“Estado de los trabajadores” a queaspiraba la izquierda no peronista,sus principales objetivos eran eldesarrollo nacional, la justicia socialy el “poder popular”. Ante lavaguedad de sus ideas sobre elsignificado del “socialismonacional”, algunos, de acuerdo conJosé Pablo Feinmann, creían que taltendencia y el justicialismo eran“conceptos equivalentes”; que no setrataba de una nueva cuarta banderadel justicialismo, sino de “la síntesismás profunda del proyectó políticode poder popular que animó al

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peronismo desde sus orígenes”.60

Otros, cuya opinión coincidía con lasde Juan Pablo Franco y de FernandoÁlvarez, no retrotraían el socialismonacional tan imperiosamente a losaños cuarenta, sino que sustentabanla proletarización, el desarrollodialéctico y la “darwinización”social experimentada por elperonismo desde 1955.61 Todosellos, sin embargo, crearon un Peróna su propia imagen y semejanza, y semostraron más dispuestos a escucharla retórica que a estudiar historia

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política.La ilusión más perjudicial de los

Montoneros, en tanto que supuestosrevolucionarios, fue considerar elperonismo como un movimientorevolucionario específicamenteargentino que debía su dinamismo ala íntima unión existente entre ellíder y las masas. Los monólogos dePerón dirigidos a sus seguidores enlas multitudinarias concentracionesde la Plaza de Mayo eraningenuamente considerados comoparte de un diálogo simbiótico:“Perón hablaba con los trabajadores,

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les planteaba los principalesproblemas de nuestra patria, yescuchaba las propuestas y anhelosde las masas”.62 Si a veces Perónhabía parecido débil o cometidoerrores tácticos, si eldesenvolvimiento peronista habíapadecido una crisis en los primerosaños cincuenta, todo ello, a criteriode los Montoneros, obedecía a que laadalid revolucionaria de la izquierdaperonista, el nexo de unión entrePerón y las masas, murió en 1952. Su“evitismo”, su aceptación del culto aEva Perón, les llevó incluso a creer

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la afirmación de que a ella, y no a loslíderes sindicales, correspondía elmérito de la gran movilización del 17de octubre de 1945 que aseguró laliberación de Perón, pretensióndesmentida por todas lasinvestigaciones históricas delacontecimiento.63

La reputación póstuma de Evitaresultó muy magnificada por el hechode que su carrera política hubieracoincidido con los “años dorados”del peronismo. Su aureola estuvoestrechamente relacionada con losbeneficios generales que fueron

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posibles durante la repentinaprosperidad económica de finales delos años cuarenta, especialmente conlos subsidios que la Fundación EvaPerón daba a los pobres. Losrumores de que había invertidodinero de la fundación en suabundante vestuario se rechazaroncomo calumnias difundidas por unamargado Partido Radical. Perofueron las diatribas de Evita contrala oligarquía y las vehementesdenuncias de la injusticia social loque realmente le granjeó lassimpatías de la izquierda peronista.

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Predicó la muerte de los oligarcas:“Con sangre o sin sangre, la raza delos oligarcas explotadores delhombre morirá sin duda en estesiglo”;64 y también proporcionórecursos a la izquierda para que losusara en la batalla contra la derechaperonista y la burocracia vandorista:“Le tengo más miedo a la oligarquíaque pueda estar dentro de nosotrosque a esa que vencimos el 17 deOctubre”, escribió Evita. Previnocontra “los Pilatos dentro de nuestracausa”, y sostuvo que “el funcionarioque se sirve de su cargo es oligarca.

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No sirve al pueblo, sino a suvanidad, a su orgullo, a su egoísmo ya su ambición”.65

Sin embargo, esos mismos rasgospersonales asoman claramente bajola capa de falsa modestia queimpregnaba los escritos de EvaPerón. Se presentaba a sí mismacomo sólo “una humilde mujer”, peroel verdadero mensaje era que enrealidad se trataba de una modestaheroína cuya existencia estaba ligadapor entero a la causa popular, unasanta que había dedicado su vida a“servir a mi pueblo, a mi Patria y a

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Perón”.66 Su odio a los oligarcas,que la despreciaron durante toda sucorta vida, era indudablementesincero, pero muchas de sus actitudeseran hipócritas. Adoptó unaautoimagen de plebeya, verdaderasólo en sus orígenes; pese a esto, legustaba lucir llamativos visones ycostosas alhajas, al tiempo queexplicaba a sus “descamisados”:“Les quito las joyas a los oligarcaspara dároslas a vosotros [...] Un díaheredaréis toda la colección”;67 peroera invariablemente “un día” o

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“durante este siglo”; no en aquelmismo momento. Adoptaba la actitudde una devota y desinteresadaservidora de Perón y de su pueblo,pero su carrera, el “mayorencumbramiento social desde el deCenicienta”,68 influía la adquisiciónde su imperio burocrático enconstante expansión. Y si bien seerigió en revolucionaria, enestandarte del proletariado, no lerepugnó visitar la España fascista,recibir de Franco la Gran Cruz deIsabel la Católica e intercambiarsaludos falangistas en las

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multitudinarias recepciones que se ledieron durante su Gira Arco Iris de1947.

Sin embargo, los Montoneros, al“descubrir al pueblo”, se mostrarondemasiado dispuestos a compartircon éste la adoración que la gentetenía por ella, a admitir el mito deEvita la jacobina; en su deseo de seraceptados por los peronistas,olvidaron su juicio crítico. Paraellos, era el símbolo de lacombatividad, la mujer que habíaintentado crear una “milicia detrabajadores” a principios de los

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años cincuenta haciendo un trato conla familia real holandesa para elsuministro de cinco mil pistolas delcalibre 45, destinadas a armarla, delas cuales sólo cien llegaron a serdistribuidas antes de que el planfuera desechado. En realidad teníanque participar en él varios jóvenesoficiales del Ejército además de loscontingentes sindicales, y hubierasido esencialmente un mecanismo dedefensa que sólo se hubiese utilizadoante el riesgo de un golpe militar. Noobstante, el montonero Dardo Cabo,que tuvo conocimiento del plan por

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mediación de su padre, el dirigentesindical Armando Cabo, lo comparócon “el esquema de defensa armadapor los cubanos”69 sin tener encuenta lo que se defendía en cada unode ambos casos. Si Perón vetó elplan de 1952, su decisión fue debidaa supuestas presiones del Ejército, aun desfavorable equilibrio defuerzas, etc.; y si el exiliado líderque pedía a los Montoneros golpearal régimen hasta que cayera70 habíasido agasajado por dictadoresnotorios —Alfredo Stroessner del

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Paraguay, Marcos Pérez Jiménez deVenezuela, Rafael Trujillo de laRepública Dominicana, y FranciscoFranco, generalísimo de los Ejércitosde Tierra, Mar y Aire por la Graciade Dios—,71 bueno..., había querecordar que Perón había sidomilitar, y que él estaba“naturalmente” predispuesto aconfraternizar con los otrosmilitares.72 Tras varios años dehallarse aislados de los trabajadoresargentinos, los militantes de la clasemedia aceptaron entonces por

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completo la mitología peronista,pues, por muchas que fueran lascríticas contra Perón y su esposa, nopodían creer que el pueblo sehubiese equivocado en suinquebrantable fe en ellos. De ahíque las consignas de los Montonerosno fueran intencionadamenteinsinceras ni meramenteautolegitimadoras cuando se leía oescuchaba en ellas: “¡Evita, Perón,revolución!”. “¡Evita, presente, encada combatiente!”, y el predilecto:“Si Evita viviera, sería montonera”.

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La teoría de la guerrillaurbana y el atractivo de lalucha armada

Los fundadores del movimientoMontonero y los que se unieron a élestaban convencidos de que la luchaarmada era el único medio eficaz quetenían a su disposición —en suspalabras, se trató de “responder conla lucha armada a la lucha armadaque [la dictadura] ejercía desde elEstado”.73 En 1969, tanto el“Cordobazo” como el aplastamiento

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de la CGT de los Argentinos fueroninterpretados como prueba de esaconvicción. Aun cuando losanteriores trastornos habíansocavado críticamente el régimen deOnganía, tales acontecimientosfueron sólo esporádicos ytransitorios: “La continuidad esimprescindible para avanzar sobre elenemigo en todos los terrenos en queéste presenta la lucha, incluido elmilitar como factor decisivo”74,declararon los Montoneros. Después,durante el mismo año, el éxito delgobierno en paralizar la CGTA,

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declarándola ilegal, un gran númerode detenciones y el despido decientos de obreros gráficos nohicieron más que aumentar elatractivo y la necesidad de la luchaclandestina. Por supuesto, lanecesidad de la lucha armada no erala única lección que hubiera podidosacarse de los acontecimientos.Ongaro y otros revolucionariosperonistas se concentraron desde1970 en la creación del Peronismode Base (PB), especialmente en lasfábricas de Córdoba, donde, juntocon los sindicatos marxistas

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SITRAC-SITRAM y los sindicalistasperonistas combativos, siguieron unatrayectoria mucho más militante quela tomada por la CGT reunificada ysus líderes en Buenos Aires.75 Sinembargo, para los Montoneros,aparte el limitado carácter de suradicalismo, esa opción se vioimposibilitada por su composiciónde clase que hizo inviable unaorientación decisiva hacia elclasismo y la participación en lasluchas obreras.

Tampoco la guerrilla ruralemuladora del modelo cubano resultó

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muy atractiva para los Montoneros.Los esfuerzos para aplicar el“foquismo”, después de 1959, a otrospaíses del continente, habían tenidoresultados calamitosos. La muertedel Che Guevara en Bolivia en 1967había demostrado la mejorpreparación de los organismosantiinsurgencia estadounidenses ylatinoamericanos para responderrápidamente a la actividadguerrillera en el campo, y convencióa muchos revolucionarios de lanecesidad de adquirir un mejorconocimiento de las características

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peculiares de su país al planearestrategias. En la Argentina, ni losUturuncos en 1959-1960, ni elEjército Guerrillero del Pueblo deMasetti en 1963-1964, ni elDestacamento 17 de Octubre de lasFAP en 1968, lograron realmenteponerse en marcha, pues ninguno deellos atrajo un apoyo popular quepudiera llamarse importante, nisiquiera en las provincias deTucumán y Salta, donde intentaronactuar.76 Pensar en términos demontañas y escabrosos terrenosresultó desastroso en un país donde

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todas las luchas populares decisivasse libraban en las grandes ciudadesde Buenos Aires, Córdoba y Rosario,y en las zonas industriales cercanas aellas.

Al contemplar la guerrilla urbanaen 1968, los Montoneros tomaron encuenta el aislamiento geográfico quesufrieron los primeros guerrillerosrurales. De los veintitrés millones dehabitantes de la Argentina, un 75%vivía en las zonas urbanas, enlocalidades de más de 2.000habitantes.77 Prácticamente la mitadde la población estaba concentrada

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en la ciudad y provincia de BuenosAires, y los dos tercios en esa regiónjunto con las provincias contiguas deSanta Fe y Córdoba.78 La terceraparte restante poblaba diecinueve delas veintidós provincias. Sinembargo, aunque evitaba elaislamiento geográfico, la estrategiade los Montoneros militaba en favordel aislamiento social. Laexperiencia había demostrado a casitodos los activistas de la claseobrera que su fuerza radicaba másbien en el poder colectivo industrialque en las armas de fuego. Además,

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la escasez de recursos económicosde los trabajadores limitaba susposibilidades de participación en unaguerrilla. Los obreros podíancolaborar o simpatizar con ella, peroeran pocos los que podían permitirseel paso a la clandestinidad comocombatientes “profesionales”, enespecial los casados cuyo salario erael único apoyo económico de ellos yde su familia. En este sentido, losradicales de la clase media gozabande una independencia económicamucho mayor, y los estudiantes,cuyas carreras universitarias duraban

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normalmente cinco o seis años,disponían de mucho más tiempo parala exigente vida de guerrillero. Nodebe, pues, sorprender que la guerrade guerrillas urbana en la AméricaLatina prosperase sobre todo en laArgentina y Uruguay, países muyurbanizados, con una clase mediaculturalmente refinada, afectada cadavez más por la reducción de laslibertades políticas y culturales, amedida que los gobiernos de ambospaíses iban introduciendoautoritarios controles y medidaseconómicas impopulares.79 De una

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población argentina económicamenteactiva de nueve millones de personasen 1970, el 70% eran asalariados (ydentro de esta categoría el balancehabía sido un 70% de trabajadoresmanuales y un 30% de no manuales,en 1960).80 Aproximadamente el40% del total de la poblaciónpertenecía, en el momento de lafundación de los Montoneros, a los“sectores intermedios”.81

La mayoría de los reclutas ysimpatizantes de los Montonerosprocedía de tales sectores, pero, por

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lo general, las actitudes hacia lapolítica radical seguían siendorealmente ambiguas e inestables, enlo cual influía la dependencia delEstado de buena parte de ciudadanosde clase media, representada enmuchos casos por funcionarios,vulnerables a las medidas de“nacionalización” y a las presionesde los detentadores del poder. Otrospertenecían a grupos profesionalesmás independientes, pero la actituddel gobierno respecto de laenseñanza superior condicionaba sucamino de acceso a las carreras

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universitarias. Cuando la autonomíauniversitaria fue violada, laburocracia podada, la actividadcultural excepcionalmente censurada,o cuando la inflación se hizoincontenible, esos sectoresdemostraron cierta capacidad para lamilitancia, pero no siempre hicierongala de unánime simpatía por lassoluciones izquierdistas,especialmente cuando un aumento delpoder sindical, concedido por elgobierno, o la demagogia populistaparecían amenazar su situación. Caside modo general aplaudieron, en

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1955, el derrocamiento de Perón,favorecieron en parte las propuestasradicales quince años después, yluego tendieron a aceptar o a apoyarinicialmente, en 1976, elestablecimiento de otro régimenmilitar autoritario. En cuanto aingresos personales, la mayoríaquedaba más cerca de los obrerosmejor pagados de las más modernasy fuertes industrias que delprivilegiado 5% de quienes máscobraban, los cuales, en 1961,percibían casi el 30% del total deingresos familiares, con un promedio

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anual por familia de 14.800 dólares:seis veces más que el promedionacional y diecisiete veces más queel ingreso medio de las familiassituadas en la base de la pirámidesocial.82 Sin embargo, lasconsideraciones de status referentesa las condiciones laborales, unambiente más confortable, una mayormovilidad social y otras ventajassobre los obreros, hicieron que elapoyo de la clase media a laizquierda y a las causas popularesestuviera estrictamente condicionadoa tendencias políticas y económicas

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de corto alcance y, por lo tanto, fuerapoco fiable. Si el surgimiento de losMontoneros no hubiera coincididocon el comienzo de un levantamientopopular, habrían podido prestar másatención al análisis de la conducta delas clases; pero consideraron que elprincipal problema revolucionarioera una cuestión de estrategia, yconfiaron en que el “pueblo”,incluyendo en él a la mayoría de losargentinos de la clase media, seguiríarepudiando el autoritarismo militarcomo lo hizo a finales de los añossesenta.

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Desde el principio dos influenciasestratégicas guiaron el pensamientomontonero: revolucionaria la una, yde inspiración clásicamente militarla otra. La primera de ellas fueaportada por Abraham Guillén,veterano de la guerra civil española,que había desarrollado sus ideas deorigen bakuninista junto con losmilitantes del MNRT en los primerosaños sesenta. Como Guevara y RégisDebray, Guillén insistía en que laguerra revolucionaria tenía quellevarse a cabo bajo una jefaturapolítico-militar unificada, pero para

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él el “foquismo” rural previsto por laescuela cubana de estudiosestratégicos sólo podía, en Uruguay yla Argentina, ejercer una función deapoyo: la demografía y la economíareclamaban una estrategia urbana,porque, según él, “la potencia de larevolución se halla donde está lapoblación”, y “Buenos Airesrepresenta aproximadamente el 70%de la riqueza, del consumo deenergía, de los transportes, de laindustria, del comercio y, en general,la mayor parte de la economíaargentina”.83 Guillén sostenía que,

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mientras la población fuerafavorable, el terreno adecuado y elenemigo vulnerable, la guerrarevolucionaria podía iniciarse “con10 a 25 hombres bien probados,físicamente aptos, moralmenteresistentes [y] políticamenteeducados”. Al fin y al cabo, lospioneros de esa modalidad deguerrilla sólo sumaban un par dedecenas en China, veinticuatro enArgelia y doce en Cuba.84

Aparte abogar por el escenariourbano, muchos de los escritos deGuillén difundían simplemente

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fórmulas clásicas para la guerra deguerrillas, Por ejemplo: “Lasoperaciones deberán consistir enataques dispersos, por sorpresa,realizados por unidades móviles yrápidas, superiores en armas y ennúmero, en los puntos designados,pero evitando el levantamiento debarricadas, para no atraer la atencióndel enemigo en un lugar determinado.Las unidades atacarán con la mayorparte de sus efectivos los sectoresmenos fortificados o más débiles desu enemigo en la ciudad”. La luchadebería ser “prolongada”, y

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consistiría en “muchas pequeñasvictorias militares que, sumadas,conducirán a la victoria final”,85

pero no se trataría de una cuestiónexclusivamente militar. Sin unaorientación positiva hacia la claseobrera y las luchas populares, sin unesfuerzo consciente de loscombatientes para coordinar susactividades con éstas y,progresivamente, incorporar algrueso de las masas en un eventualejército de liberación, la guerrarevolucionaria degeneraría en

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terrorismo.86 Por ello, Guillén incitóa “una guerra total: económica,social (huelgas), manifestaciones,protestas por el costo de la vida,acciones violentas aisladas,propaganda bien dirigida, [y] unapolítica internacional coherente, perotodo combinado con el ejército deliberación y la guerrilla (colocada enla espalda del enemigo).87 En cuantoal modo en que debían combinarsetodas las facetas de la guerra,Guillén no podía dar muchosconsejos. Su “guerra total”, que

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encontró paralelos en la “estrategiaintegral” de Perón, tenía por objetivoel debilitamiento del enemigomediante las actividades simultáneasde los guerrilleros, huelguistas,descontentos, alborotadores yprofesionales de la política, peromientras que Perón veía en laintegración de tales fuerzas unaamenaza potencial para su propiadirección del Movimiento, Guillén laconsideraba la clave del éxitopolítico-militar. Para Perón, talesacciones eran un medio de presionara los militares para que permitieran

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la celebración de unas eleccionesque sin duda ganaría; el objetivo deGuillén, la toma revolucionaria delpoder, era evidentemente másambicioso.

Acompañaba a Guillén, en calidadde lo que podría llamarse mentorestratégico de los Montoneros, Carlvon Clausewitz, un personaje cuyasenseñanzas les llegaron a través delos escritos de Guillén, posiblementea través de las obras militares dePerón (las cuales, como diría unargentino, eran una “malatraducción” de Clausewitz), y a

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través de las discusiones de antiguosnacionalistas como HernándezArregui celebradas a finales de losaños sesenta con losprotomontoneros en el bufete deabogado donde ejercía MarioHernández. Más que dar la seguridada los inexpertos Montoneros de quelas luchas militares pertenecíanmejor a la esfera de la política que ala de la criminología, Clausewitzparecía tener para ellos granimportancia por su tesis de que “laguerra defensiva es intrínsecamentemás fuerte que la ofensiva”88 En

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opinión de los guerrilleros, lasFuerzas Armadas habían lanzado, en1966, una ofensiva contra el puebloargentino; ofensiva, sin embargo, quepodía ser contenida mediante unacampaña defensiva agotadora para elenemigo antes de llevar a cabo lacontraofensiva de las fuerzaspopulares. Clausewitz nunca habíaabogado por la defensa pura, puestoque la guerra, por definición, teníaque hacerse por ambos lados. En vezde ello, su concepto de la defensa erarelativo, pues incluía batallasofensivas, porque “la guerra

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defensiva no es un simple escudo,sino un escudo compuesto de golpesbien dirigidos”.89 Tales analogíaseran forzadas, por supuesto, y no muysostenibles: suponían la aplicaciónde argumentos clásicos acerca de laconveniencia de esperar y parar losgolpes cuando el enemigo avanzara(basándose en el hecho de que “esmás fácil conservar el terreno quetomarlo”)90 a una situación en que elenemigo ya había triunfado, hastacierto punto, mediante la toma delpoder de un Estado y cuyo “ataque”

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se traducía ya en forma de decretosmilitares.

Los Montoneros se inclinaban poruna guerra popular; Guillén, por unaguerra de clases en su sentido másamplio; pero en la práctica tal guerrano era apoyada por el pueblo ni porla clase obrera: sólo por un puñadode jóvenes de la clase media, tanpoco numerosos que sus intentos deaplicar la estrategia de Clausewitz enlas junglas de hormigón de BuenosAires, Córdoba y Rosario habríanparecido ridículos para cualquierobservador si sus resultados no

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hubieran sido tan trágicos. Lo válidofue la norma de no atacar sin poseerla supremacía táctica, así como la deno comprometer excesivamente lasfuerzas en actos demasiadoambiciosos; pero eso eraseguramente sólo el sentido comúnpropio de todo insurrecto. Sinembargo, fueron los escritos deGuillén y Clausewitz los queinfluyeron en la discusión estratégicamontonera, en la cual, como se verá,Clausewitz eclipsó totalmente aGuillén. Al ir desarrollándose losMontoneros, sus pretensiones

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militares se vieron cada vez másregidas por consideraciones deguerra regular, y olvidaron conrapidez las lecciones que Guillénhabía sacado de la caída de losTupamaros en el Uruguay: ante todo,evitar el establecimiento de basesurbanas fijas que comprometieran lamovilidad y la seguridad de losguerrilleros; no construir un“microestado”; descartar el uso de“cárceles del pueblo”, cuyaexistencia crea “innecesariamente unsistema paralelo de represión”; y —lo más importante— recordar que

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“para lograr la victoria en una guerrapopular, hay que actuar deconformidad con los intereses,sentimientos y deseos del pueblo. Lavictoria militar resulta inútil si no espolíticamente convincente”. LosTupamaros, por desgracia, se habíanvuelto “excesivamenteprofesionalizados y militarizados,por lo que habían quedado aisladosde las masas urbanas”,91 y losMontoneros, invocando la autoridadde Clausewitz, habrían de compartirsu suerte.

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Preparación para la guerra

Sin embargo, en 1968, losTupamaros, a pesar de habersecreado cinco años antes, sóloempezaban a poner en marcha unacampaña guerrillera sostenida enMontevideo, y la respuesta delEstado no fue inmediatamente eficaz.Los que organizaron a losMontoneros en la Argentina lohicieron llenos de optimismo,confiando en la victoria aunque éstasupusiera perder la vida. “¡Todo onada!” se convirtió en la consigna

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interna de los jóvenes guerrilleros,mientras que el grito tradicional de“¡Perón o muerte!” fue consideradoel “todo o nada” para la totalidad delMovimiento. Pero lo que resultó másimportante para su rápidocrecimiento fue la elección, de entrelas quince propuestas que figurabanen su selección, del nombre“Montoneros”. Elegido conpreferencia a un vacío anagrama, suadopción fue motivada por laromántica nostalgia de una idílicaépica pastoral parcialmenteimaginaria en que los gauchos

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recorrían las pampas como hombreslibres. Tomando el nombre deMontoneros, los jóvenes militantesafirmaban los méritos de la gentecomún, al tiempo que resucitabanpoderosos símbolos nacionalistascon que pudieran identificarse tantolos xenófobos como losantiimperialistas. “Montoneros” ysus connotaciones revisionistasofrecieron a los jóvenes argentinosun pasado y unos héroes nacionales;les dieron una identidad nacional enun país en que el proceso deconstrucción nacional seguía

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caracterizado por el origeninmigrante de generaciones no muylejanas; y representaban unaafirmación de “argentinidad” frente alos intereses extranjeros dominantesy las ideas foráneas. Tras veinte añosde penetración económica por partede los Estados Unidos, con lasconsiguientes repercusionesculturales, el atractivo de “las cosasargentinas” aumentó en gran manera,aun cuando las reacciones queprodujeron en la clase media notuvieron nada de uniformes. Muchosrepresentantes de ella disfrutaban de

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niveles de vida comparables a los desus iguales norteamericanos, y a nopocos les encantaba ver losmercados locales repletos deartículos de consumo importados. Noobstante, otros, aun cuando vivíanmucho mejor que los obrerosmanuales, se sentían claramenteofendidos por la impetuosidad y laartificialidad de la sociedad deconsumo “gringa”. Sus valores losbombardeaban mediante unapublicidad lanzada a través de todoslos medios de difusión, pero laevocación de la “sociedad libre” que

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los acompañaba chocaba rudamentecon la realidad política de laArgentina. Se rebelaron contra lainfluencia “yanqui”, adoptaron lasleyendas y los símbolos de un pasadonacional y al mismo tiempoidentificaron internacionalmente a laArgentina contemporánea con elTercer Mundo y sus luchas deliberación contra el imperialismo.

Dos de los primeros montoneros—Fernando Abal Medina y NormaArrostito— se trasladaron a Cubadurante los años 1967-1968 pararecibir adiestramiento militar. El

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resto comenzó con una reconocida“ignorancia absoluta respecto de loque era la lucha armada”, y sólopoco a poco adquirió la periciamilitar necesaria entrenándose enoperaciones cuyos medios bélicos —principalmente dinero y armas— seconsiguieron por requisa. Debido asu inexperiencia en la luchaclandestina, se comportaban de unmodo “casi suicida”: “Andábamos encoches robados sin ningún tipo depapeles. Ni siquiera teníamosdocumentos [de identidad] falsos. Elúnico que tenía era Fernando. Tenía

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también una chapa policial, y eso eralo único que teníamos para salir desituaciones difíciles”. Durante susprimeras operaciones, como la“expropiación” de armas de fuegodel Tiro Federal de Córdoba, enfebrero de 1969, losprotomontoneros, para no serdetectados, fingían ser delincuentescomunes”92, y tal manera de protegersu identidad tuvo éxito. No hayindicios de que las autoridadesconocieran la existencia del grupoantes del comienzo de 1970. Por lamisma razón, se carece de detalles

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sobre sus primeras actividades. Alparecer, aunque su núcleo inicial fueestablecido por Abal Medina, Ramusy Firmenich en Buenos Aires, lamayor parte de las primeras accionestuvo efecto en la provincia deCórdoba, donde Emilio Mazaorganizó una segunda red y seconvirtió en el “comandante” local.El grupo de Córdoba asaltó el Bancode La Calera y atacó el puesto devigilancia del Hospital Militar deCórdoba; y hubo también incursionesen algunos otros bancos, en canterasy en unas cuantas comisarías. Los

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policías, atacados por sorpresa,fueron desarmados. Ninguna de lasprimeras acciones fue espectacular,pero se juzgaron indispensables parala preparación y el equipamiento deunas fuerzas de combate eficaces. Ycada una de ellas, convienesubrayarlo, fue considerada por susprotagonistas como un paso adelante:todas tenían resultados tangibles, queno daban la distribución de folletos,la venta de publicaciones y otrasactividades practicadas por losgrupos leninistas.

Desde el punto de vista

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organizativo, los Montonerossiguieron los principios de la“compartimentación”, táctica que yahabía sido aplicada por losTupamaros del otro lado del Río dela Plata y, con anterioridad a ellos,con el nombre de cloisonnement, porlas fuerzas antinazis de la resistenciaen Europa. En efecto, por razones deseguridad, la organización adoptóuna estructura celular, con unidadesque sólo conocían de la estructurageneral el mínimo indispensable parasu eficaz funcionamiento. Lasunidades de lucha básicas eran los

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comandos militares, que hacia finalesde los años setenta adoptaron, aveces sólo para uso ocasional, losnombres siguientes: “Eva Perón”(por el cual competían ávidamentetodas las unidades), “ComandanteUturunco” (seudónimo del jefe de laprimera guerrilla rural modernaargentina), “General José de SanMartín” (como el héroe de laindependencia), “Felipe Vallese” (elprimer joven mártir peronista) y “29de Mayo” (fecha del “Cordobazo”).Más tarde, las unidades montonerasfueron bautizadas predominantemente

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con nombres de combatientes caídos,como fuera el caso de los comandosAbal Medina-Ramus, José SabinoNavarro y Marcos Osatinsky.Además, la organización contaba convarios departamentos: según unainformación de la policía deCórdoba, a mediados de 1970, habíaun “departamento de mantenimiento”(responsable de la consecución devehículos y del aspecto logístico delas operaciones), un “departamentode documentación” (queproporcionaba documentos militaresy policiales falsos, facilitando con

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ello la libertad de desplazamiento),un “departamento de guerra” (queplaneaba los secuestros, atracos,etc.) y un “departamento de acciónpsicológica” (encargado de laredacción de declaraciones ycomunicados).93

Dado que los Montoneros sumabansólo una veintena a finales de 1970,su estructura era sin dudadesproporcionada, pero indicaba laambición y también las primerasmuestras de una convicción queequiparaba el éxito con la expansióndel aparato militar y político,

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acompañado por una numerosajefatura. Este “aparatismo”, que seincrementaría conforme el núcleo dela guerrilla se convertía en unmovimiento, iba parejo con laburocracia y un sistema de mandovertical autoritario. Si bien lasdiscusiones internas fueron másfáciles antes de salir la identidad desus miembros a la luz pública, nohubo esfuerzos para fomentar oformalizar los procedimientosdemocráticos en la toma dedecisiones. Ese autoritarismo, enparte herencia de las organizaciones

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a que varios montoneros habíanpertenecido, era totalmente aceptableen los círculos peronistas. Suponíatambién reconocer el hecho de que loque la democracia interna podíaproporcionar a una guerrilla urbana,en cuanto a evolución política ydesarrollo teórico, era susceptible deverse fácilmente contrarrestado porlas pérdidas que pudieran producirsecomo resultado de la infiltración, dela fuga de informaciones y de lacreación de facciones antagónicas.Pero, sobre todo, ese autoritarismose debía a la creencia de los

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guerrilleros de que, al fin y al cabo,ellos no eran estrategas políticos. Asus ojos, Perón era el jefe delMovimiento Peronista, el líder de unmovimiento revolucionario del quepasaban a formar parteconstituyéndose en uno de susnúcleos armados. Su papel erafundamentalmente de combate, comouna formación especial peronista, locual constituía sólo un aspecto delgran plan elaborado por el generalPerón. Dicho de otro modo, losMontoneros no creían ser la únicavanguardia de la revolución

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argentina, ni partieron de semejanteilusión para enfrentarse a todas lastareas que la misma hubiera exigido.

Los doce miembros con quecontaba la organización en mayo de1970 eran, en su casi totalidad,estudiantes o graduados, y dos —incluida Arrostito—, profesores.Según un relato posterior del período1968-1970, Abal Medina y Ramus sedistinguieron por cierta dureza, casipor una especie de ascetismo, por lacreencia absoluta en laautodisciplina y en la totalsubordinación de la vida personal a

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la causa política a la que estabanentregados.94 Poco se sabe sobre elcarácter de Maza, quien, junto conAbal Medina, constituyó la jefaturanacional de la organización.Arrostito fue la única de susprimeros componentes que procedíade la izquierda tradicional. Nacidaen 1940, rompió con el PartidoComunista en 1967, en compañía demillares de estudiantes y jóvenesafiliados del mismo que habíanempezado a apoyar verbalmente lalucha armada. Muchos no pasaron de“guerrilleros de café”; Arrostito

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siguió adelante hasta convertirse enla mujer más importante de la luchaguerrillera urbana. También contabacon dos relaciones personales queayudaron a dar cohesión al grupo ensus primeros tiempos: como cuñadadel operador de televisión CarlosMaguid y como compañera del líderde los Montoneros. Esta últimarelación fue tan íntima que Arrostito,desde la muerte de Abal Medina en1971 y hasta su detención en 1976,fue conocida en el interior de laorganización como “la Viuda”.

Emilio Maza e Ignacio Vélez

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procedían de familias acomodadasde Córdoba, pero casi todos los queformaban la docena de fundadoreseran de la clase media baja. JoséSabino Navarro, por pertenecer a laclase obrera y a la vez a una familiade indiscutible raigambre peronista,era la única excepción a la reglageneral.95 Su padre lo había llevado,cuando sólo tenía dos años, aescuchar los discursos que Peróndirigía a las masas, y su madre pudosalvar la vida gracias al avión queEvita envió a Corrientes paratrasladarla a Buenos Aires con el fin

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de que la operasen. A finales de losaños sesenta, ese futuro lídermontonero se había convertido en unactivo sindicalista con el cargo deenlace sindical, e hizo lo posiblepara que los pretendidos militantesDirk Kloosterman y José Rodríguezfueran elegidos para dirigir elSindicato de Mecánicos y Afines delTransporte Automotor (SMATA).Los nuevos líderes le causaron unagran desilusión. Corrió la voz de quehabían colaborado con la direcciónde la fábrica de coches DECA paraque, en 1969, lo despidieran; toda

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esa experiencia condujo a SabinoNavarro, durante el mismo año, aformar un pequeño grupo armadopara lanzarse a la guerra deguerrillas. Las influenciasintelectuales, recibidas de la lecturade Frantz Fanon, Perón y Evita,fueron en su caso factores menosradicalizadores que en el de losmiembros de procedencia estudiantil;no había terminado siquiera laenseñanza secundaria, aunquecompartía los antecedentes católicosde la mayoría de ellos.

El grupo de Sabino Navarro

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aportó poco a los Montoneros encuanto a nuevos militantes o a periciamilitar cuando se afilió almovimiento a principios de 1970,después de haber establecidocontacto con él el año anterior. Quese sepa, como organización autónomasólo llevó a cabo algunas incursionesde poca importancia, amén de dosataques a comisarías de la provinciade Córdoba. Sin embargo, la fusiónde ambos grupos fue de importanciavital para la expansión del núcleomontonero, porque Sabino Navarroera hombre de valiosas relaciones en

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los sectores combativos delperonismo. En 1968 tomó parte, conCooke y otros importantes peronistasde la izquierda (incluidos Rearte, DiPasquale y De Luca), en un Congresodel Peronismo Revolucionariosecreto, que no consiguió determinarsi se daban en la Argentina lascondiciones adecuadas para laexistencia de la lucha armada. El añosiguiente se celebró en Córdoba unaconferencia de mayor alcancepolítico, pero las disensiones sobreesa cuestión se hicieron aún másprofundas. Mientras que Sabino

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Navarro y otros propugnaban elinmediato inicio de una campañaarmada, Gustavo Rearte abogaba porel fortalecimiento de lasorganizaciones de la clase obreramilitante como requisito previoesencial para el éxito de la luchaarmada, y sindicalistas comoRicardo de Luca insistieron en elfortalecimiento de la CGT de losArgentinos. Finalmente, laconferencia apoyó la línea defendidapor Sabino Navarro y sus colegas,aunque, para la mayoría de losparticipantes, tal compromiso no fue

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más que una bravata retórica. Lasescaramuzas verbales tildaron de“foquista” al grupo de SabinoNavarro tan pronto como empezó aponer en práctica las normasacordadas en la conferencia antes deunirse al grupo de Abal Medina.

Así, a principios de 1970, docejóvenes, casi todos hombres, habíanconseguido unirse para completar laarriesgada fase preparatoria de laguerra. Influidos por diversosfactores políticos, sociales,económicos y culturales, así comopor las evidentes limitaciones de las

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iniciativas de resistencia de masas,la ineficacia de la izquierdatradicional y las nuevas ideas yestrategias radicales, estaban enaquel momento decididos aresponder a la violencia militar conla violencia en nombre del pueblo.Aunque pocos e insuficientementeactivos para atraer la atención de lapolicía, los doce estaban dispuestosa levantar el telón que los separabadel público. Había llegado elmomento de anunciar al mundo suexistencia, y lo hicieron mediante unaacción cuyas repercusiones no

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guardarían la menor proporción consu escasez numérica.

NOTAS

1. Padre Hernán Benítez, “Causas yresponsables de la ‘ejecución’ deAramburu”, Cristianismo y Revolución,nº 25 (septiembre 1970), pp. 5-11.

2. “Informe del Consejo Nacional delPartido Montonero, septiembre de1977”, Boletín Interno, nº 4 (s. f.), pp.

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1-2.3. La teoría del “foco”, o “foquismo”

(seguida por los “foquistas”), aunqueelaborada al principio pensando en laguerra rural, sostiene que losrevolucionarios debieran iniciar la luchaarmada aun cuando las condiciones parael éxito de una revolución no estuvieranaún presentes en su país; que lasactividades guerrilleras ayudan a creartales condiciones; y que, sacando partidode las ventajas clásicas de la guerrilla, esdecir, la movilidad, la flexibilidad y lasorpresa, los pequeños núcleos armadospueden llegar a convertirse en ejércitosrevolucionarios populares capaces dederrotar a ejércitos regulares. Véase

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Régis Debray, Revolution in theRevolution?, Penguin, Harmondsworth,1968; y Che Guevara, GuerrillaWarfare, Penguin, Harmondsworth,1969.Cuando el término “guevarista” se usa eneste libro como una etiqueta política, serefiere a las fuerzas procubanas noperonistas que se definen a sí mismascomo “marxistas-leninistas” y quepractican la lucha armada.

4. Véase Marysa Navarro Gerassi, Losnacionalistas, Editorial Jorge Álvarez,Buenos Aires, 1968.

5. Sobre el Tacuara y sus retoños,véase especialmente Horacio Salas, “Laideología de la violencia”, Discusión, nº

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15 (3-16 de abril de 1975), pp. 14-17; yRogelio García Lupo, “Diálogo con losjóvenes fascistas”, en su obra Larebelión de los generales, ProcesoEdiciones, Buenos Aires, 1962, pp. 71-78.

6. La radicalización dentro delTacuara quizá también tuvo algo que vercon las circunstancias propias de la clasemedia baja, en que se hallaban losnuevos miembros reclutados por unaorganización cuyos líderes por lo menoseran originalmente de extracciónburguesa. Un buen número de losnuevos tacuaristas de principios de losaños sesenta eran aún estudiantesuniversitarios o de escuelas nocturnas

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pero tenían que trabajar, generalmentecomo empleados, para poder pagar susestudios. Véase García Lupo, pp. 72-73.

7. “Tacuara juega a la miliciarevolucionaria”, Che, nº 15 (2 de juniode 1961), pp. 10-11.

8. Baxter, citado en Salas, p. 17.9. Declaraciones de la Guardia

Restauradora Nacionalista, citadas enNavarro Gerassi, p. 229; y Salas, p. 16.

10. García Lupo, p. 73.11. Entrevista personal con un antiguo

miembro del MNRT, Buenos Aires,octubre 1976.

12. Ezcurra, que era seminarista antesde la creación del Tacuara, volvió a suantigua vocación ingresando en el

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seminario de Paraná en 1964. Fueordenado en diciembre de 1971.

13. Sus documentos básicos fueron el“Reportaje al Movimiento N.Revolucionario Tacuara”, Compañero,nº 63 (8 de septiembre de 1964), p. 4; y“T: violencia revolucionaria” (1º demayo de 1964), Militancia, nº 6 (19 dejulio de 1973), pp. 35-38.

14. El robo de la nómina de unaclínica sindical difícilmente podía ayudara que la clase obrera aplaudiera alMNRT. Según las informaciones de laprensa, tal objetivo fue elegidopuramente porque Gustavo Posse, quesólo era un simpatizante de laorganización, tuvo conocimiento de la

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existencia de aquel dinero e informó dela misma a un amigo del MNRT, acambio de participar en el botín. Pararelatos de esa Operación Rosaura, véaseLa Razón, 25 de marzo de 1964(informe de la policía); Ocurrió, nº 54(1º abril de 1964), pp. 12-14; y CarlosA. Arbelos y Alfredo M. Roca, Losmuchachos peronistas, Emiliano EscolarEditor, Madrid, 1981, p. 56. Esta últimaobra, escrita por militantes veteranos,ofrece valiosos relatos internos de losprimeros esfuerzos de la guerrilla urbanae incluye referencias anecdóticas apioneros como Nell, Baxter, Caffatti,Espina e Ibarra.

15. Véase ibíd., pp. 87-117, y James

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Kohl y John Litt, Urban GuerrillaWarfare in Latin America , MIT Press,Massachusetts, 1974, pp. 185-187.

16. “7 de septiembre - Día delMontonero”, El Descamisado, nº 17 (11de septiembre de 1973), pp. 5-8.

17. Perón, citado en MNRT,“Violencia revolucionaria”.

18. Padre Carlos Mugica, Peronismoy Cristianismo, Editorial Merlín, BuenosAires, 1973, p. 81.

19. Citado en John Gerassi, ed.,Revolutionary Priest, Penguin,Harmondsworth, 1973, p. 17.

20. Citado en Dorothy Day, ed.,Camilo Torres: Priest andRevolutionary, Sheed and Ward,

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Londres, 1968, p. 16.21. Citado en J. Gerassi, p. 45.22. Citado en Mugica, p. 89.23. Citado en J. Gerassi, p. 49.24. Citado en Peter Strafford, “The

Church of Change”, The Times,Londres, 2 de diciembre de 1977.

25. Camilo Torres, “A Message toChristians”, 3 de agosto de 1965, enDay, ed., pp. 72-74.

26. García Elorrio, Cristianismo yRevolución, nº 1 (septiembre 1966), p.23.

27. Mugica, citado en Mario EduardoFirmenich, “Nuestras diferenciaspolíticas”, El Peronista, nº 5 (21 demayo de 1974), pp. 4-8.

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28. Mugica, p. 84. Para indicios desentimientos de culpabilidad en losestudiantes, cf. JUP, “El peronismo y launiversidad”, Envido, nº 9 (mayo 1973),pp. 54-61.

29. Mugica, pp. 35 y 55.30. Firmenich, “Mi afecto y

agradecimiento al padre Carlos Mugica”,El Peronista, nº 5, op. cit.

31. Mugica, pp. 16 y 66.32. Firmenich, “Mi afecto”.33. “Juan García Elorrio” (necrología),

Cristianismo y Revolución, nº 28 (abril1971), p. 23.

34. Buenos Aires Herald, 1º dediciembre de 1969.

35. Ibíd., 24 de julio de 1969.

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36. Cristianismo y Revolución, nº 28(abril 1971), p. 81.

37. Albert Camus, The Just,traducción inglesa, Penguin,Harmondsworth, 1970.

38. García Elorrio, entrevista con JohnGerassi, en Gerassi, pp. 41-42.

39. La genealogía del ERP (ilustradaen el apéndice A) se remonta a principiosde los años sesenta, cuando una facciónproguerrillera, dirigida por ÁngelBengochea, surgió dentro de la trotskistaPalabra Obrera. Los aspirantes aguerrilleros formaron el ComandoBuenos Aires, pero fueron destruidoscuando, en 1964, voló su arsenal,situado en un apartamento de la calle

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Posadas. Sin embargo, cuando PalabraObrera se fusionó con un grupoprocedente de Santiago del Estero (elFRIP) para convertirse, en 1965, en elPartido Revolucionario de losTrabajadores (PRT), la línea deBengochea fue llevada adelante por el ala“El Combatiente” del PRT, dirigida porLuis Pujals y Mario Roberto Santucho.La ruptura decisiva con el trotskismo seprodujo en el congreso del PRT de1968, pues, aunque la tendenciaproguerrillera siguió manteniendovínculos formales con el movimientotrotskista internacional hasta 1973,Guevara, más que Trotsky, se convirtióen su principal mentor. Las operaciones

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armadas empezaron en 1969, y el añosiguiente se fundó el ERP como alaarmada del PRT. La otra ala del PRT,“La Verdad”, dirigida por NahuelMoreno, se unió al Partido SocialistaArgentino (PSA), de Juan Carlos Coral,para formar, en 1972, el PartidoSocialista de los Trabajadores (PST). ElPST consiguió 73.796 votos (el 0,62%del escrutinio) en las elecciones generalesde marzo de 1973, y 181.474 votos (el1,52%) en las elecciones presidencialesdel mes de septiembre siguiente. Sobre elERP, véase mi artículo, “Armed Strugglein Argentina”, New Scholar, California,vol. 8, 1982, pp. 387-427.

40. Perón, entrevista en Pavón

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Pereyra, p. 327.41. Para detalles, véase mi tesis de

doctorado, “The Peronist Left”, pp. 509-513.

42. Véase Oscar Braun, Elcapitalismo argentino en crisis, SigloXXI Argentina Editores, Buenos Aires,1973; y Peralta Ramos.

43. NACLA, pp. 29-35.44. Ibíd., pp. 23-24.45. Véase Scobie, pp. 243-245.46. CICSO, Los asalariados.

Composición social y orientacionesorganizativas, Centro de Investigacionesen Ciencias Sociales, Buenos Aires, s. f.,pp. 223-224.

47. Véase Peter G. Snow, Political

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Forces in Argentina , Praeger, NuevaYork, 1979, pp. 132-134; y JoanMonahan, “I agreed to teach but not tobe a goaler”, Times Higher EducationSupplement, Londres (11 de febrero de1977), p. 10.

48. Sobre la “Noche de los BastonesLargos”, véase Gregorio Selser, ElOnganiato: la espada y el hisopo, vol.1, Carlos Samonta Editor, Buenos Aires,1973, pp. 117-128.

49. No sólo los líderes sindicales y losempresarios, sino también Perónesperaban que el golpe de 1966produjera un cambio hacia una situaciónmás favorable. La actitud inicial dePerón, que se mantuvo a la expectativa

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cuando Onganía, un “buen soldado”,tomó el poder, se basó en parte en lareputación de Onganía comoconstitucionalista, adquirida durante elconflicto intramilitar de 1962 entre los“azules” y los “colorados”. Perón tardótres meses en calificar al nuevo régimende “gorila” y “reaccionario”. VéaseNadra, p. 84; y Andrew Graham-Yooll,Tiempo de tragedia, Ediciones de laFlor, Buenos Aires, 1972, p. 30.

50. CGT de los Argentinos, “Mensajea los trabajadores y al pueblo”, 1º demayo de 1968, en Raimundo Ongaro,Sólo el pueblo salvará al pueblo,Editorial de las Bases, Buenos Aires,1970, pp. 27-40.

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51. Sobre el “Cordobazo”, véase BebaBalvé, et al. , Lucha de calles, lucha declases, Ediciones de la Rosa Blindada,Buenos Aires, 1973; Francisco J. Delich,Crisis y protesta social. Córdoba, 1969-1973, Siglo XXI Argentina Editores,Buenos Aires, 1974; Oscar Moreno,Contradicciones, conflictos ymovimientos sociales en laproblemática urbanoregional ,CENDES, Caracas, 1979; ErnestoLaclau, “Argentina-Imperialist Strategyand the May Crisis”, New Left Review,Londres, nº 62 (julio-agosto 1970), pp.3-21; Carlos Tagle Achával, “Córdoba:de Cabrera al Cordobazo”, Todo esHistoria, nº 75 (julio 1973), pp. 102-

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129; “El Cordobazo”, Polémica, nº 15(julio 1972); y “Córdoba rebelde”,Transformaciones en la historiapresente, nº 23 (septiembre 1974).

52. Onganía usó el asesinato deVandor como pretexto para poner a laCGTA fuera de la ley, posesionarse detodos los sindicatos que habían apoyadola convocatoria de huelga de la CGTA,declarar el estado de sitio e imponer laley marcial. Centenares de trabajadores yestudiantes fueron encarcelados, yOngaro, acusado de la muerte deVandor, fue privado de libertad duranteel resto del año. Era su sexta detencióndurante aquellos doce meses,hostigamiento llevado a cabo para evitar

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su participación en huelgas y mítines.53. Véase Walter, Student Politics,

pp. 172-174.54. Sobre la fuerza y orientación

política de la JUP, véase Compañero, nº47 (19 de mayo de 1964) y nº 49 (2 dejunio de 1964).

55. Las diferencias políticas entre elFEN y la UNE se aclararon cuando losrepresentantes de ambas organizacionesfueron entrevistados por la revistaPanorama en 1969. Al preguntárselesobre la revuelta estudiantil, Grabois(FEN) dijo: “El movimiento no debeagotarse en la universidad, porque el ejeunificador de la lucha son los obreros. Alargo plazo, con un frente unido obrero-

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estudiantil, se gestará un nuevo tipo depoder en la Argentina: el socialismonacional, que sólo podrá llegar al poderpor la violencia”. El portavoz de la UNE,Julio Bárbaro, mostró una orientaciónmás populista: “Para la muchachada quehoy sale a la calle, sus padres históricosson el federalismo, el yrigoyenismo y elperonismo. Nos importan un bledoMarcuse y Marx. Sólo el pueblo es el ejehistórico de la emancipación” (deHoracio González Trejo, Argentina:tiempo de violencia, Carlos PérezEditor, Buenos Aires, 1969, pp. 100-105). Por supuesto, los verdaderospadres de la mayoría de ellos eranantiperonistas o no peronistas.

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56. La información sobre la evolucióninterior de los organismos profesionalesproviene de entrevistas llevadas a cabo afines de 1980 con un antiguo miembrode la Asociación Gremial de Abogados.

57. Sobre el escuadrón de la muerte,véase Andrew Graham-Yooll, Tiempo deviolencia, Granica Editor, Buenos Aires,1973, apéndice IV, pp. 125-160.

58. Véase Mario Kestelboim, “Unaexperiencia de militancia: la AsociaciónGremial de Abogados”, Peronismo ySocialismo, nº 1 (septiembre 1973), pp.87-89.

59. En abril de 1978, un informe de laComisión Internacional de Juristasafirmó que, durante los cuatro años

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anteriores, habían sido asesinados en laArgentina veintitrés jueces y abogados,cuarenta y uno habían desaparecido,ciento nueve estaban o habían sidodetenidos y muchos habían huido (TheTimes, 18 de abril de 1978).

60. Feinmann, pp. 185 y 229.61. Juan Pablo Franco y Fernando

Álvarez, “Peronismo: antecedentes ygobierno”, Cuadernos de Antropologíadel Tercer Mundo, nº 1 (junio 1972); yFranco, “Notas para una historia delperonismo”, suplemento de Envido, nº 3(junio 1971). Para una crítica de estosautores, véase Blas Manuel Alberti,Peronismo, burocracia y burguesíanacional, Ediciones Rancagua, Buenos

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Aires, 1974, pp. 41-90.62. Franco y Álvarez, p. 94.63. Eva Perón, en La razón de mi

vida, Editorial Relevo, Buenos Aires,1973, p. 36, declaraba que iba de puertaen puerta pidiendo ayuda. Los mitos sepropagaron mediante libros como el deJuan José Sebreli, Eva Perón:¿aventurera o militante?, Editorial SigloVeinte, Buenos Aires, 1966. Para relatosde investigación sobre el acontecimiento,véase Luna, El 45, especialmente pp.340-341; y Juan Carlos Torre, “La CGTy el 17 de octubre de 1945”, Todo esHistoria, nº 105 (febrero 1976), pp. 70-90.

64. La razón de mi vida, p. 154.

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65. Eva Perón, Historia delperonismo, Editorial Freeland, BuenosAires, 1971, pp. 36 y 79.

66. La razón de mi vida, pp. 113-114.67. Eva Perón, citada en Barnes, p.

126.68. Tim Rice, letra de la ópera-rock

Evita, 1976.69. Dardo Cabo, “La milicia

peronista”, La Causa Peronista, nº 4 (30de julio de 1974), p. 29. Véase también,de Cabo, “La lucha interna en elmovimiento peronista: 1945-1955”,Nuevo Hombre, nº 8 (8-14 deseptiembre de 1971), pp. 8-9.

70. Carta de Perón a los Montoneroscitada en el Buenos Aires Herald, 22 de

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diciembre de 1971.71. El otro país que dio hospitalidad a

Perón durante su exilio de 1955-1973fue Panamá. En 1956, conoció allí a sutercera esposa, María Estela Martínez(Isabel); tenía treinta y cinco años menosque él y trabajaba de bailarina en el clubnocturno Happy Land Bar. Su gerente,Raúl Lastiri (presidente provisional de laArgentina en julio-octubre de 1973), erayerno de José López Rega, quien, a suvez, se convirtió más tarde en secretarioparticular de Perón en Madrid, enministro de Bienestar Social (1973-1975)y en organizador del escuadrón de lamuerte, la Triple A. La residencia dePerón en España duró desde enero de

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1960 hasta junio de 1973, aun cuando endiciembre de 1964 hubo un intento deretorno a la Argentina, que sólo llegóhasta Río, y en noviembrediciembre de1972, una visita de regreso oficialmentetolerada.

72. Para un ejemplo de la apologíamontonera, véase Ignacio GonzálezJanzen, Argentina: 20 años de luchasperonistas, Ediciones de la PatriaGrande, México, 1975, p. 48.

73. “La unidad de FAR yMontoneros”, El Descamisado, nº 22(16 de octubre de 1973), pp. 6-7.

74. “Córdoba: a cinco años del 29 demayo, un montonero cuenta elCordobazo”, El Peronista, nº 6 (28 de

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mayo de 1974), pp. 26-29.75. Sobre la CGTA, el PB y la

militancia cordobesa, véase mi tesis dedoctorado, “The Peronist Left”, pp. 455-484.

76. Sobre los Uturuncos, véase EmilioMorales, Uturunco y las guerrillas en laArgentina, Editorial Sepe, Montevideo,1964. Sobre el EGP, véase JorgeRicardo Masetti, Los que luchan y losque lloran, Editorial Jorge Álvarez,Buenos Aires, 1969; Ricardo Rojo, MyFriend Che, Grove Press, Nueva York,1968; y Luis Merder Vega, Lasguerrillas en América Latina, EditorialPaidós, Buenos Aires, 1969, pp. 117-120 y 153-164. Para la declaración del

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Destacamento de las FAP referente a suderrota en Taco Ralo, véase “Nuestroserrores pueden servir de lección yejemplo, pero no de negación de la únicasalida del pueblo ante la violencia gorila”,Con Todo, nº 2 (diciembre 1968), p. 4.

77. Scobie, p. 304.78. Snow, pp. 3-4. Cuando se llevó a

cabo el censo de 1980, la población totalascendía a 27.862.771 habitantes, lo quesignificaba un 39,2% de aumentodurante los veinte años anteriores. VéaseLa Nación, edición internacional, nº1.050 (3 de noviembre de 1980).

79. Aun cuando los militaresuruguayos no tomaron el poder hasta1973, las libertades del pueblo habían

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sido reprimidas cada vez con mayordureza por los gobiernos civiles desde1965, y a partir de 1968 se habíarecurrido a medidas de emergencia paraaumentar el poder del presidente y de lasfuerzas de seguridad. Para un examencomparativo, véase R. Gillespie, “ACritique of the Urban Guerrilla:Argentina, Uruguay and Brazil”, ConflictQuarterly, New Brunswick (Canadá), nº2 (otoño 1980), pp. 39-53.

80. CICSO, pp. 131 y 196.81. Snow, p. 5.82. Lesseps y Traveler, p. 128.83. Donald C. Hodges, ed.,

Philosophy of the Urban Guerrilla: TheRevolutionary Writings of Abraham

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Guillén, William Morrow, Nueva York,1973, pp. 237-239.

84. Abraham Guillén, Teoría de laviolencia, Editorial Jamcana, BuenosAires, 1965, pp. 201 y 210.

85. Philosophy, pp. 238-239.86. Los términos “terrorismo” y

“terrorista” se refieren a los métodos yagentes inspiradores de terror, y, aunquea menudo se usan vagamente en losenfrentamientos políticos, nocaracterizan adecuadamente a losMontoneros. El terror político se tratade: “El uso de la intimidación coercitivapor los movimientos revolucionarios,regímenes o individuos por motivospolíticos”; “Los terroristas políticos

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siempre recurren al asesinato político conel fin de crear un estado de terrorpsíquico” (Paul Wilkinson, PoliticalTerrorism, Macmillan, Londres, 1974,pp. 11-12). Los terroristas contrarios alEstado se proponen intimidar al pueblo ydemostrar que el Estado es incapaz degarantizar la seguridad y el ordenpúblico. Cuanto más indiscriminada eimprevisible es su violencia, mayores sonlas probabilidades de que logren susobjetivos. Pero los que practican laguerra de guerrillas urbana —“una formano convencional de combatir en laszonas urbanas y suburbanas con finespolíticos” (idem, Terrorism and theLiberal State, Macmillan, Londres,

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1977, p. 60)— buscan la conquista delpoder del Estado mediante una estrategiapolítico-militar que requiere considerableapoyo y colaboración pública. Por ello suviolencia tiende a ser discriminada yprevisible, aun cuando a menudoprovoca una reacción menosdiscriminada. Mientras que los terroristaspueden considerar a los inocentes civilescomo objetivos legítimos, los guerrillerosurbanos limitan generalmente sus ataquesa los agentes del Estado (especialmente,personal militar y policíaco) y aenemigos políticos claramente definidos(con frecuencia relacionados de algúnmodo con el Estado o la violenciaderechista). Los Montoneros y los

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Tupamaros, puesto que sus actividadesestaban más bien orientadas a captar a lagente corriente que a aterrorizarla,debieran considerarse como guerrillerosurbanos. Sin embargo, la guerra deguerrillas urbana y el terrorismo políticono son siempre un fenómenomutuamente exclusivo. El hecho de quelos actos individuales de violencia debancalificarse o no de ejemplos deterrorismo depende en gran manera decircunstancias específicas, porque elterror es “un fenómeno subjetivo”(Political Terrorism , p. 11). Y elterrorismo puede ser empleado por losguerrilleros urbanos como un “armaauxiliar” (ibíd., p. 38), en especial

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cuando son débiles y están socialmenteaislados. No obstante, debe señalarseque la violencia insurreccional guerrilleraen la Argentina ha estado exenta de losactos de terrorismo al azar (bombas enlugares públicos concurridos)presenciados durante los últimos añospor los europeos.

87. Guillén, Teoría, p. 240.88. Carl von Clausewitz, On War ,

obra editada y traducida al inglés porMichael Howard y Peter Paret,Princeton University Press, NuevaJersey, 1976, p. 358.

89. Ibíd., p. 357.90. Ibíd.91. Hodges, ed., Philosophy, pp. 263-

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271.92. “7 de septiembre”; y “La unidad

de FAR y Montoneros”.93. Buenos Aires Herald, 6 de julio de

1970.94. “7 de septiembre.”95. Sobre Sabino Navarro y su grupo,

véase “José Sabino Navarro: untrabajador, un montonero, un peronista”,El Descamisado, nº 12 (7 de agosto de1973), p. 30; y “Montonero José SabinoNavarro. Volverás en brazos de tupueblo”, La Causa Peronista, nº 4 (30de julio de 1974), pp. 9-11.

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Capítulo 3

POR EL RETORNO DEPERÓN

(1970-1973)

Ayer fue la resistencia,hoy los Montoneros y FAR,

y mañana el pueblo enteroen la guerra popular.

Con el fusil en la manoy Evita en el corazón,

Montoneros “Patria o muerte”

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son soldados de Perón.1

Primeras operaciones ydefiniciones políticas

A las nueve en punto de la mañanadel 29 de mayo de 1970, dos jóvenesde uniforme militar subieron alapartamento de un general retirado,en el piso octavo de un edificio de lacalle Montevideo de Buenos Aires.El motivo de su visita era, le dijeron,ofrecerle una custodia. Por espaciode varios minutos sostuvieron una

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amable conversación, durante la cualtomaron una taza de café..., hasta queuno de los visitantes dijo de pronto:“Mi general, usted viene connosotros”. Si el general no hubieracreído que sus capturadores eranmilitares, seguramente se habríaresistido, pues era un personajepolítico muy importante: PedroEugenio Aramburu, uno de loslíderes del golpe que depuso a Perónen 1955 y jefe del régimen militar de1955-1958. No se habría ido conellos tan tranquilo si hubieraadivinado que el “capitán” que

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estaba utilizando sus conocimientosadquiridos en la academia militar eraEmilio Ángel Maza, que el “tenienteprimero” que lo acompañaba eraFernando Luis Abal Medina, y queambos constituían la jefatura de unaorganización guerrillera urbanaperonista llamada Montoneros.

Tres días después el general habíadejado de existir, y la organizaciónmontonera hacía con ello unasensacional aparición en la escenapolítica argentina. El OperativoPindapoy, o el “Aramburazo”2 —quede ambas maneras fue llamada la

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acción—, había requerido uncuidadoso planeamiento, intrepidez ysangre fría por parte de sus autores,pero había podido conducir, y casi lohizo, al hundimiento de losMontoneros como resultado de suexcesiva ambición, de suinexperiencia y de su espírituaventurero. Por entonces laorganización sólo se componía dedoce personas, de las cuales diez secomprometieron en el comando JuanJosé Valle, que llevó a cabo laoperación. La infraestructura delgrupo era muy débil: tres o cuatro

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“casas seguras” en la ciudad deCórdoba; en Buenos Aires, una casaen Munro, compartida por Firmenichy Capuano Martínez, y otra en VillaUrquiza, alquilada por Abal Medinay Arrostito. No pudo contarse conuna “cárcel del pueblo” de máximaseguridad para celebrar el “juiciorevolucionario” de su víctima antesde su “ejecución”, el 1º de junio. Envez de ello, Aramburu fue retenidoen La Celma, un casco de estanciaque la familia de Ramus poseía enTimote, en el sur de la provincia deBuenos Aires, y lo trasladaron allí en

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una pick-up Gladiator 380 inscrita anombre de la madre del participanteCarlos Gustavo Ramus. Fue en todossentidos una operación del tipo “todoo nada”, mediante la cual losMontoneros esperaban lograr tresobjetivos.

El primero de ellos consistía endar a la organización el bautismopúblico proclamando laresponsabilidad de una acciónespectacular que tendríarepercusiones en todo el país. Elhecho de que se produjese el día delprimer aniversario del “Cordobazo”,

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mientras los militares celebraban elDía del Ejército, dio más fuerza alimpacto y más relieve a la fecha. Unaserie de cinco comunicados, escritospor Emilio Maza y Norma Arrostito,difundieron paso a paso la noticiadel acontecimiento y presentaron alos Montoneros al público. “NuestraOrganización —anunciaron en elComunicado nº 5— es una unión dehombres y mujeres profundamenteargentinos y peronistas, dispuestos apelear con las armas en la mano porla toma del Poder para Perón y parasu Pueblo y la construcción de una

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Argentina Libre, Justa y Soberana”.Los Montoneros anunciaban suadhesión a “la doctrina Justicialista,de inspiración cristiana y nacional”.Cosa más bien extraña, la influenciacatólica estaba también presente enel comunicado que anunciaba lamuerte de Aramburu. Terminaba conlas palabras: “Que Dios NuestroSeñor se apiade de su alma”.3

En segundo lugar, el OperativoPindapoy tenía un propósito punitivo.Después de unos procedimientosjudiciales simulados, destinados aestablecer la legitimidad de la

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operación, Aramburu, como símboloprincipal del antiperonismo, fuesometido a “la justiciarevolucionaria” por sus ignominiososactos del pasado (sobre todo, porhaber expatriado el cadáver de EvaPerón en 1956 y por laresponsabilidad de la ejecuciónilegal de veintisiete peronistas enjunio del mismo año). Para muchos,el asesinato de Aramburu fue brutal yvengativo, especialmente teniendo encuenta el tiempo transcurrido entrelos “crímenes” y el “castigo”, perolos dos citados acontecimientos de

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1956 habían quedado profundamentegrabados en la memoria de losperonistas, por lo que los sectoresmás combativos lo consideraron unacto justiciero. Antes de suprematura muerte, Evita se habíaganado el afecto de millones deciudadanos, y el propio Perón dijode quienes habían “secuestrado” elcadáver: “De esas víboras no debequedar una viva”.4 Poco después dela desaparición del cuerpo, lasrepresalias de Aramburu contra unpequeño grupo de militares y civilesperonistas rebeldes ilustró el

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encarnizamiento del conflictoperonista-antiperonista. La revueltaacaudillada por el general Juan JoséValle fue poco más que un simulacrode levantamiento; sólo obtuvo unéxito momentáneo en La Plata, y fuesofocado en veinticuatro horas por unrégimen que conocía previamente losplanes del golpe. Lo que enfureció alos peronistas no fue tanto la pérdidade siete insurgentes durante la brevelucha, como el fusilamiento, entre losdías 10 y 12 de junio, de dieciochomilitares y nueve civiles que sehabían rendido suponiendo que se les

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respetaría la vida. En algunos casosse aplicaba la ley marcialretrospectivamente; en otros lassentencias iniciales de detencióneran anuladas por el régimen enfavor de una ejecución inmediata.5Catorce años después, no fueron lasvíctimas de Aramburu las queretornaron de la muerte para darlecaza, como Valle le había prometidoen una carta que le dirigió, pero sinduda alguna el comando montoneroque llevaba el nombre de Valleconsideró que vengaba la muerte deunos patriotas.

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Por paradójico que pueda parecer,la tercera razón que había detrás del“Aramburazo” fue la de queAramburu había empezado aconspirar contra el régimen deOnganía. Desde 1969, consciente dela alarmante inquietud social, habíaestado haciendo lo posible paradeponer a Onganía y dar a laArgentina una solución electoralcuasi liberal. Aunque no llegó aarticular el plan por completo, éstegiraba en torno de la idea de atraer alos líderes peronistas másconciliadores, tales como Jorge

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Daniel Paladino, hacia una ampliaalianza política en un esfuerzo porsuperar el largo antagonismo entreperonistas y antiperonistas.Dividiendo el Movimiento Peronistay ofreciendo cargos a sus“moderados” en un nuevo ordencivil, se negaría al ala revolucionariala protección y ayuda que recibía delmovimiento nacional pluriclasista;aislados, los revolucionarios podríanser aniquilados militarmente. Agrandes rasgos, el plan perfilaba elGran Acuerdo Nacional (GAN) delgeneral Lanusse de 1971-1973, aun

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cuando este último daba granimportancia a la necesidad de quePerón regresara para que pudiesedesautorizar las “formacionesespeciales” de los “Jóvenes Turcos”.En lo tocante a los Montoneros, talesplanes eran mucho más peligrososque la empresa cuasi corporativistade Onganía y la proscripción delperonismo. Los razonamientos de losMontoneros eran poco más o menoséstos: el peronismo es el movimientorevolucionario del pueblo argentino;como tal, no puede acomodarsedentro de ningún régimen liberal

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cuasi democrático; cualquier intentode integración dirigido a losperonistas conciliadores estaríaprincipalmente motivado por eldeseo de destruir el peronismo comofuerza revolucionaria; al mismotiempo, los militares nuncapermitirían que se celebrasen unaselecciones libres, porque elMovimiento Peronista no sólo lasganaría, sino que procedería a asaltarlos bastiones del privilegio; por ello,el peronismo seguiría una inequívocaestrategia revolucionaria, dirigidahacia la toma violenta del poder; los

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sectores conciliadores seríanatacados, lo mismo que losincitadores de su postura desdefuera; de otro modo, aunque elperonismo de base no sucumbiríanunca a sus “engatusamientos”, éstospodrían desorientarlo por algúntiempo y dividirlo con sus maniobrasreformistas.

Los Montoneros habíanconseguido un éxito parcial en cadauno de sus objetivos. El“Aramburazo” ciertamente dio aconocer a los Montoneros y sunombre empezó a resonar. Por otra

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parte, aun cuando sus autores localificaron más tarde de “primerahazaña militar llevada a cabo por unaorganización revolucionaria queimplicaba por sí misma unadefinición política”,6 tal definiciónse perdió para la opinión pública“liberal”. Amigos de Aramburu, talescomo Próspero Fernández Alvariño(al ias Capitán Gandhi), dieron aentender que los Montoneros eransimples cabezas de turco de uncrimen perpetrado por el régimen deOnganía, o insinuaron que losguerrilleros estaban aliados con los

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Servicios de Seguridad.7 En apoyode la primera de estas tesis, losapologistas del desaparecido“soldado de la libertad” recordaronal público que los secuestradoresvestían uniforme militar, quedespués, cuando la policía acorraló aalgunos montoneros sospechosos,nada se había intentado paradetenerles vivos, y que la viuda deAramburu sostuvo no reconocer loscadáveres de los secuestradores desu marido cuando los hubieronmuerto a tiros. Los partidarios de lasegunda de tales tesis basaban su

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postura en las informacionesaparecidas en La Vanguardia, segúnlas cuales Mario Firmenich habíavisitado veintidós veces elMinisterio del Interior durante losmeses de abril y mayo de 1970.8Ambas interpretaciones se basabanen pruebas muy cuestionables y,sobre todo, en anticuadasapreciaciones biográficas de losMontoneros. El detallado relato delOperativo Pindapoy, que incluía ladescripción de los efectos personalesde Aramburu y que después publicó

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la organización,9 demostró que losMontoneros no eran cabezas deturco. Además, ambasinterpretaciones adolecían de unacaracterización política errónea delos Montoneros, que prontoadquiriría la categoría de mito. Sesuponía que Abal Medina, Ramus,Firmenich y Maza seguían siendo loscatólicos de derecha que habían sidoanteriormente, en los años sesenta, yque por lo tanto eran simpatizantesde Onganía. Los liberalessubestimaban el dinamismo de laradicalización católica de los

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últimos años sesenta y no podíancomprender que tantos jóvenesasiduos de la misa pudieran haberoptado por la lucha armada. Así el“Aramburazo” dio a los Montonerosun nombre que se hizo familiar paratodo el mundo y fue bien acogido porlos peronistas, pero no aclaró porcompleto la identidad política de laorganización.

El segundo objetivo, el de sometera Aramburu a la “justiciarevolucionaria”, se logró, pero suimpacto potencial no llegó a sumáxima expresión debido a las

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restricciones de la libertad deprensa. Previendo ese problema, losMontoneros grabaron en cintamagnetofónica el “juicio”, pero mástarde, durante las represivasconsecuencias del “Aramburazo”,quemaron las cintas como medida deseguridad. De acuerdo con su propiareferencia de los hechos, las cintashabrían probado que Aramburu sereconocía responsable de haber“legalizado” los fusilamientos de1956, la represión del MovimientoPeronista y la desaparición delcadáver de Evita, al tiempo que se

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declaraba inocente de otros cargos.Según se comentaba, Aramburu, alser interrogado, dijo, sin revelardetalles, que el cadáver de Evita sehallaba en un cementerio de Roma;10

entonces, los Montoneros intentarontrocar los restos de su víctima por elde su “Abanderada de losTrabajadores”, hasta que eldescubrimiento del cadáver delgeneral, el 16 de julio, desbarató susplanes. Fue encontrado en laestancia, enterrado en un sótano,antiguo almacén de las armasrobadas en el Tiro Federal de

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Córdoba en febrero de 1969.Finalmente, los Montoneros

consiguieron cierto grado de éxito enla busca de su tercer objetivo.Onganía, contra quien se alzaban concreciente estridencia las voces de losmilitares desde el “Cordobazo”, fuedepuesto por los altos mandosmilitares sólo diez días después deque el “Aramburazo” sacudiera a laArgentina. Su sustituto, el generalRoberto Levingston, ex jefe delServicio de Información del Ejército,pronto perdería, a su vez, laconfianza de los oficiales más

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lúcidos. La ambición de Levingston,de prolongar la “revoluciónargentina” durante otros tres o cuatroaños, unida al hecho de que sóloestaba dispuesto a consultar“corrientes de opinión”, en vez devolver a legalizar los partidos yavenirse a un arreglo con Perón y conBalbín, líder de la UCR, pasó poralto la amenazadora realidad de laamplia hostilidad pública hacia losmilitares y el crecientefraccionalismo militar. El plan deAramburu de una retirada militar yde la celebración de elecciones para

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aislar a las guerrillas no se logrócumplidamente hasta la sustitución deLevingston por el general AlejandroLanusse en marzo de 1971. Lospartidos políticos volvieron aponerse legalmente enfuncionamiento al cabo de un mes.Los Montoneros, pues, habíanayudado a desestabilizar al régimenmilitar, pero con su primer actopúblico sólo aplazaron los intentosde darle una alternativa civilreformista.

Mientras 22.000 hombres sededicaban a la busca del cadáver de

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Aramburu y de sus secuestradores,los Montoneros se creyeronobligados a dar un segundo golpeespectacular, para demostrar quepodían desafiar constantemente alrégimen. Así pues, el 1º de juliocuatro unidades montonerasmandadas por Emilio Maza ocuparonla población cordobesa de LaCalera, situada a diecisietekilómetros de la capital provincial.La elección de un lugar cercano a labase del Regimiento de InfanteríaAerotransportada de Córdoba, cuyopersonal era incapaz de reaccionar

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con suficiente rapidez, fuedeliberadamente calculada paraminar la moral del enemigo. Unosveinticinco combatientes de loscomandos Eva Perón, ComandanteUturunco, General José de SanMartín y 29 de Mayo, que llevabanbrazales distintivos de losMontoneros y que se mantenían encontacto mediante radiotransmisoresportátiles, se apoderaron del bancolocal, de la comisaría de policía ydel ayuntamiento después de haberdestruido los equipos decomunicaciones de las oficinas de

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telégrafos y correos. Un policíallamado Argüello, que había sidoherido en un anterior (y anónimo)asalto montonero al mismo banco,volvió a recibir un balazo por nocooperar. Fueron sustraídos 26.000dólares al banco. Las armas perdidasen el curso del anterior atraco almismo fueron recuperadas de lacomisaría, en la que los policíasfueron encarcelados y obligados acantar la marcha peronista mientraslos guerrilleros se daban a la fugacon su emisora de radio.Simultáneamente otros montoneros

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pintaban “Montoneros” y “Perón omuerte” en el edificio municipal,mientras una cuarta unidad intentabadespertar, sin éxito, a los habitantesdel lugar con la marcha peronistagrabada en cinta magnetofónica.11

Inspirada en la ocupación dePando, en 1969, por los Tupamarosuruguayos, esa primera operaciónmilitar importante de la guerrillaurbana argentina fue bien planeada yperfectamente sincronizada, pero,como en la acción prototípica, laretirada resultó mal. Los incursoresdejaron La Calera en un convoy de

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coches, esparciendo clavos(“miguelitos”) detrás de ellos en lacarretera, para evitar que lospersiguiera la policía. Otrosautomovilistas abrían paso a medidaque se acercaba la cabalgata, porquedelante iba Capuano Martínezconduciendo un coche, remedo de losde la policía, con la sirena ululandosin parar. Pero la suerte abandonó alos Montoneros. Mientras el convoyse dispersaba en las afueras deCórdoba, uno de los coches seaverió, y Luis Losada y José Fierrofueron capturados por la policía; el

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primero de ellos, herido. Gracias ala información que presumiblementese les extrajo, la policía se dirigió auna casa de un barrio de Córdoballamado Los Naranjos, donde losMontoneros sufrieron sus primerasbajas. Después de un tiroteo en elque Maza fue mortalmente herido eIgnacio Vélez lesionado de gravedaden la columna vertebral, una docenade personas, entre ellas el doctorRaúl Héctor Guzzo Conte Grande,resultaron detenidas. Varios de éstoseran estudiantes de la UniversidadCatólica de la ciudad, y otros, como

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Vélez, pertenecían a importantesfamilias cordobesas.

Esa vez la simpatía pública porlos Montoneros se hizo evidente.Tres mil personas asistieron alentierro de Maza y se hicieroncolectas en fábricas y universidades,y también en los poblados debarracas, para los montonerostorturados en la cárcel. Sin embargo,las pérdidas fueron tremendas: apartedel “comandante” Maza, losMontoneros perdieron armamentos,bases, una lista de contactos de 167nombres, que se encontró en la casa

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de Vélez, y buena parte de suseguridad organizativa. Después deaquel episodio, la policía tuvoconocimiento de que los guerrillerosintentaban establecer una tercera reden Santa Fe, y pudo hacerse unamejor idea de la estructura celular dela organización. Se les asestó otrogolpe el 9 de julio, cuando elmontonero Carlos Maguid, fotógrafoy operador de televisión, fuedetenido por la policía. Su cuñada, lamaestra Norma Arrostito, y losrestantes autores del “Aramburazo”—Firmenich, Abal Medina, Ramus y

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Capuano Martínez— fueron entoncesidentificados y perseguidos por lasfuerzas de seguridad.

Los Montoneros estuvieron a puntode ser aniquilados en julio-agosto de1970. Los miembros cordobeses queconsiguieron evitar la capturadespués de los hechos de La Calerase dispersaron por todo el país, ycuatro detenciones en Santa Fe, el 19de julio, paralizaron los esfuerzospara organizar un grupo en aquellugar. Después de un atraco de73.000 dólares a un banco de LagunaLarga (Córdoba), llevado a cabo por

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cuatro guerrilleros que, segúndijeron, vengaban de aquel modo lamuerte de Maza, los Montonerosquedaron casi reducidos a la nadadurante aquellos dos meses, con lamuerte y la destrucción siempre alacecho. Les salvó de la extinción,ante todo, la ayuda y protección queles prestó la organización guerrilleraurbana peronista, las FAP, creadados años antes. Durante dos meses,mientras la policía “peinaba” todo elpaís y se informaba que los fugitivoshabían sido localizados en Salta, enla región casi desértica situada entre

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San Rafael y la frontera chilena, y enotros remotos lugares, las principalesfiguras montoneras permanecieronescondidas en un par de casas deBuenos Aires prestadas por las FAP.Las operaciones se reanudaron el 1ºde septiembre, cuando Abal Medina,Ramus y otros sustrajeron de lasucursal del Banco de Galicia yBuenos Aires de Ramos Mejía lasuma de casi 36.000 dólares, pero el7 del mismo mes la organizaciónsufrió nuevos descalabros. Ese día,designado después como “Día delMontonero”, cinco de los principales

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miembros celebraron una reunión,por unas razones que escapan alsentido común, en la pizzería LaRueda, en William Morris, poblaciónde la provincia de Buenos Aires. Suservicio de seguridad, sólocompuesto por Ramus, apostado enun coche en el exterior, no pudoevitar que los guerrilleros fueranrápidamente atrapados después deque el dueño del establecimientodenunciara su presencia a la policía.Abal Medina y Ramus, compañerosdesde hacía casi diez años, murieronjuntos en el tiroteo resultante, durante

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el cual fueron heridos tres cabos dela policía. Luis Rodeiro, que no ibaarmado, fue detenido, pero SabinoNavarro y un quinto guerrilleroconsiguieron escapar después dequedarse sin municiones.12

Por no haberse tomado lasmedidas de seguridad máselementales, la organización quedódesprovista de sus primeros jefes ycasi todos sus secretos fuerondescubiertos. Después del tiroteo deWilliam Morris, los documentosencontrados en los coches de losMontoneros proporcionaron a la

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policía, entre otras cosas, los apodosde los luchadores. Sin embargo, lasupervivencia de los Montoneros sevio entonces favorecida por elaumento del apoyo popular,procedente en particular delMovimiento de Sacerdotes para elTercer Mundo, de amplios sectoresdel peronismo y de grupos juveniles.El cardenal Caggiano, primadocatólico, no se conmovió en absolutopor la carta que le dirigieron losMontoneros justificando el“Aramburazo” como “un acto de altajusticia revolucionaria”,13 pero a no

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tardar un gran número de párrocos ycatólicos seglares achacaría tal actode violencia al régimen y a lasinjusticias sociales, en vez de culpara sus autores. Después de tres añosde separación, el padre CarlosMugica hizo una defensa de losguerrilleros católicos; ofició en elfuneral de Ramus y de Abal Medina,refiriéndose a los muertos como “unejemplo para la juventud”. El padreHernán Benítez, peronista másconservador, también se arriesgó a laexclaustración, en el mismo acto,declarando que ambos habían sido

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“asesinados por una nación que nollegó a comprenderles [...] Gracias,Señor, por estos dos jóvenes. Noescogieron un camino fácil”.14

Importantes nacionalistas yperonistas, entre ellos ArturoJauretche y Miguel Gazzera,presentaron sus respetos en elfuneral. Perón envió una corona, ycentenares de jóvenes, muchos deellos militantes de Acción Católicaque consideraban mártires a Maza,Abal Medina y Ramus, asistieron a laceremonia. Benítez fue luego acusadode haber proporcionado la sotana

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que vestía Maguid durante elsecuestro de Aramburu, y el padreAlberto Carbone fue a la cárcelcomo propietario de la máquina deescribir con que se mecanografiaronlos comunicados montoneros.

La identidad peronista de losMontoneros también les valió unaprotección y una ayuda quenecesitaban en gran manera. Adiferencia de las organizaciones dela guerrilla guevarista, contarondesde el principio con un valiosoapoyo externo, especialmente de losgrupos de jóvenes peronistas. Ello

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demostró al régimen que eliminar la“subversión” requería algo más quela erradicación de algunos“terroristas”. La muerte de Ramus yde Abal Medina provocó la primeramanifestación promontoneros,llevada a cabo por mil jóvenes en elpoblado de barracas de Barrio Casasel 14 de septiembre, y el 7 del mismomes pasó a formar parte delcalendario de la izquierda peronistacomo fecha en que se celebraríanmanifestaciones anuales en recuerdode aquellos dos destacadosguerrilleros. Ramón Cesaris, de

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dieciocho años, graduado delColegio Nacional de Buenos Airescomo Abal Medina, Ramus yFirmenich,15 se convirtió en unmártir de la Juventud Peronistacuando le dispararon una granada degases lacrimógenos a pocos metrosdel rostro durante el homenaje de1972. Aquella muerte inspiró alpresidente Lanusse el comentario deque “sepan estos jovencitos, desdehoy, que las armas no las tenemos deadorno”.16

Durante el último trimestre de

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1970, los Montoneros consiguieronpequeñas sumas medianteincursiones en el Jockey Club deCórdoba, en una estación deferrocarril cordobesa y en la oficinacentral de correos de la mismaciudad; se apoderaron de armas y delequipo de comunicaciones del puestode vigilancia del Instituto Nacionalde Tecnología Industrial (INTI) deCórdoba, y de documentos en unregistro civil de Bella Vista;pusieron una bomba en casa delgeneral Osiris Villegas, embajadoren Brasil, y asaltaron un puesto de

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guardia de la residenciapresidencial, en Olivos, que causóuna víctima. Aquellas operaciones,en cada una de las cuales sólo tomóparte un puñado de activistas,mantuvieron a los Montoneros a laluz pública, pero durante el mismoaño el reclutamiento de nuevosmiembros hizo poco más quecompensar sus propias bajas: a finesde 1970,17 la organización no pasabade veinte militantes. Sin embargo, nohabía la menor duda de que losMontoneros habían establecido supresencia pública. Si bien las FAP

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fueron, con mucho, el grupoguerrillero urbano peronista másactivo del año, los Montoneros,mediante el “Aramburazo” y laocupación de La Calera, habíanobtenido más publicidad, antes deaprovechar el refugio ofrecido porlas propias FAP. Habían demostradouna gran osadía en el planeamientode sus operaciones y, hasta ciertopunto, captado la imaginaciónpopular mediante sus hazañas másespectaculares.

Si los últimos meses de 1970resultaron, militarmente, más bien

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estériles para la organización, no lofueron en lo político. LosMontoneros dedicaron muchas horasa buscar apoyo político mediante laredacción de documentos y laconcesión de entrevistasencaminadas a propagar sus ideas.En un documento publicado a finesde 1970 en la revista católica radicalCristianismo y Revolución,18 sepresentaban a sí mismos como “partede la síntesis final de un procesohistórico con ciento sesenta años dehistoria”. Su revisionismo presentabala historia de la Argentina en

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términos de un constante conflictoentre dos importantes corrientespolíticas: “Por un lado, la de laoligarquía liberal, claramenteantinacional y vendepatria; por elotro, la del pueblo, identificada conla defensa de sus intereses, que sonlos intereses de la nación contra losataques imperialistas de cadasituación histórica”. En otro tiempo,la corriente nacionalpopular habíaestado presente en “las luchas delejército sanmartiniano y de lasmontoneras gauchas del siglo pasado,en las heroicas luchas de los

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inmigrantes que dieron su vida por laformación de nuestros sindicatos y enel sindicalismo yrigoyenista”. Másrecientemente, la corriente había sidorepresentada por el peronismo, “laúnica expresión de unidad nacionalen ciento sesenta años”. Su empresalibertadora fue interrumpida en 1955porque “el poder era compartido porlos enemigos del pueblo y lostraidores. Pero aquellacontrarrevolución purificó nuestrasfilas, dejando compuesto elMovimiento casi exclusivamente porfuerzas populares”. Había cierta

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verdad en ello. Desde 1955 elperonismo, en efecto, se habíaconvertido en una fuerza másplebeya, desprendiéndose de algunosde sus elementos burguesesoportunistas y dotándose deestructuras que arraigaronfirmemente en el movimiento obrero.Pero los Montoneros no previeronque muchos de los que habíanabandonado el destartalado carroperonista en los años cincuentavolverían a subirse a él cuandoestuvo cerca el éxito electoralperonista de 1973, y fueron, además,

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bien recibidos por Perón comocontrapeso a las presiones de laclase obrera y de la izquierda.

La simplicidad del esquemamontonero y, especialmente, suatractivo dicotómico, facilitaban suasimilación popular, pero susuperficialidad no tardaría enconvertirse en un riesgo. Al hacer unbalance de los movimientosnacionalistas argentinos, el análisissubestimaba sus limitaciones yvaloraba en exceso su antagonismocon la estructura agroexportadoraliberal tradicional del país. En

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realidad, ni el yrigoyenismo ni elperonismo habían atacado el poderde la burguesía terrateniente. En vezde ello, mejoraron la situación de lasclases populares dentro del ordensocial establecido, y tampoco semostraron dispuestos a movilizar oarmar al pueblo cuando fueamenazado por los golpes militaresde 1930 y 1955. La reivindicación detales movimientos por losMontoneros demostraba que, paraellos, los conflictos entre las claseseran de importancia secundaria encomparación con las luchas

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nacionalistas contra la dominación yla influencia extranjeras. En términosprácticos, su apreciación de lahistoria los llevó a suponer que elperonismo podría lanzarse a larealización de proyectos de“liberación nacional” cuando hubierarecuperado el poder; los dejótotalmente desprevenidos para elestallido del conflicto interno delMovimiento Peronista, quealcanzaría su momento culminantedespués de 1973.

Es interesante observar aquí queninguna diferenciación política,

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ideológica o de clase apareció en lahagiografía peronista de losMontoneros: al elogiar a Eva Perón,los comandos de la resistencia de losúltimos años cincuenta, el generalValle, las guerrillas rurales uturuncasde 1959-1960 y el MovimientoRevolucionario Peronista de 1964,los Montoneros no hicieron distingoalguno entre los sectores queluchaban meramente por el retornode Perón al poder y los que buscabanuna transformación socialista de lasociedad. Se identificaron con “todoslos argentinos que luchan [...] porque

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creemos que en todos ellos alienta elespíritu montonero”. Había un culto ala acción implícito en la visiónmontonera de que el peronismo secomponía históricamente de dostendencias, burocrática la una yrevolucionaria la otra; y de que loque las distinguía eran los métodosque utilizaban. Los revolucionarioseran los que habían luchadoempleando procedimientosguerrilleros, rebeliones militares,movilizaciones de masas y el armade la huelga, aun cuando no hubieranoído hablar nunca de “socialismo

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nacional”. En cambio, los burócratasformaban parte, “objetivamente”, delcampo enemigo, precisamente porquese abstenían de tales métodos enfavor del pactismo y delelectoralismo. Ésa era la visiónmontonera del alineamiento de lasfuerzas contendientes, una visiónsólo inteligible para quien tuviera encuenta dos factores: en primer lugar,los métodos legales yconstitucionales usados por losperonistas no habían tenido muchoéxito desde 1955, mientras que laacción directa parecía ser el único

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medio de superar el estancamientoperonista-antiperonista de los añossesenta; y en segundo lugar, el hechode que los Montoneros considerabanque el proceso revolucionariopasaría primero por una etapa de“liberación nacional” en que todoslos peronistas, excepto algunos“traidores”, tenían un papel quedesempeñar.

El primer documento de losMontoneros también ilustraba a suslectores respecto de cómo concebíala lucha armada. Después dejustificar la violencia revolucionaria

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como una respuesta a la violenciainstitucional, los Montonerosafirmaban que su ambición era“convertirse, junto con las FAP yotras organizaciones fraternas, en elBrazo Armado del pueblo. Estoimplica el ser la vanguardia político-militar de una base popular lo másamplia posible”. Confiaban más en elestallido de una “guerra popular” queen una mera confrontación entreelementos militares, e insistían enque “nuestra lucha y la lucha de lasmasas deben ir juntas, alimentándosemutuamente y fortaleciéndose una a

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otra”19. Sin embargo, aun cuando losMontoneros aspiraban a formar partede una estrategia “integral” quecomprendiera las actividadespolíticas, sindicales y estudiantiles,así como el elemento armado, lescomplacía claramente promoverellos mismos el aspecto guerrillero ydejar las actividadescomplementarias restantes a los otrossectores del Movimiento. Estosignifica que la posibilidad de unaestrategia tendiente alestablecimiento de un socialismo“nacional” dependía de que Perón y

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el resto del Movimiento fueran tanrevolucionarios y progresistas como,equivocadamente, creían losMontoneros.

Con todo, el imperfecto análisisque los Montoneros hacían delperonismo y las ilusiones que habíanpuesto en Perón no debieran ocultarel hecho de que ellos eran, desde elcomienzo, evidentemente másradicales que los principalesperonistas. En una entrevistaconcedida a principios de 197120,los guerrilleros dejaron bien claroque el objetivo de su proyecto era

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“la destrucción del Estado capitalistay de su Ejército, como previos a latoma del poder por el pueblo”.Concomitantemente, rechazaban la“Tercera Posición” de Perón, deequidistancia de los Estados Unidosy del “imperialismo” soviético,interpretando tal concepto como “unaforma de vinculación solidaria activacon los pueblos latinoamericanos,asiáticos y africanos, los del llamadoTercer Mundo, explotados por elcolonialismo y el imperialismo”.Ello demostraba una vez más latendencia de los Montoneros a

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subordinar la lucha de clases a lasluchas populares nacionales. Talpostura atraía a un creciente númerode jóvenes de la clase media bajaque no querían confiar sus intereses aun liderazgo de la clase obrera, perono tenía mucho atractivo para lostrabajadores industriales. Unapequeña minoría de éstos,principalmente en Córdoba,rechazaron la actitud de losMontoneros desde un punto de vistamás revolucionario, mientras que lamayoría “economicista” considerabaque las estrategias armadas eran

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ajenas a sus experiencias, luchas ynecesidades. En su mayor parte, norespondían al ejemplo montonero detomar las armas, y en vez de elloconfiaban en sus sindicatos para lamejora de sus condiciones de vida.Los Montoneros pedían demasiado aesos obreros y les ofrecíandemasiado poco. A la vez que no lesbrindaban mayores beneficiosmateriales que el peronismoortodoxo en la etapa montonera de“liberación nacional”, losMontoneros recurrían totalmente alos trabajadores para subordinar sus

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medios tradicionales de lucha,ampliamente probados, a unas nuevasestrategias político-militaresinéditas. Más que pedir a las masasque sólo colaborasen con lasunidades guerrilleras, las incitaban aadoptar “las formas organizativas ylos métodos de lucha propios de unaorganización armada” como primerpaso hacia la “incorporaciónpaulatina y organizada del pueblo alas organizaciones armadas” y sutransformación en un ejércitopopular.21 José Sabino Navarro,José Enrique Carral y Jorge Gustavo

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Rossi no eran, en modo alguno,trabajadores típicos al responder alllamado a las armas.

Relaciones con Perón yotras organizacionesguerrilleras

Al impulsar las actividades de losMontoneros desde su exilio deMadrid, Perón descartaba, con razón,la posibilidad de que lostrabajadores se unieran en masa a lasfilas de los guerrilleros. Manipulaba

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sus “formaciones especiales” con lamáxima habilidad y, aunque lamitología predominante sostuvieraque los Montoneros estabanespeculando sobre la cercana muertede un envejecido líder popular con laesperanza de heredar la jefatura desu Movimiento, no hay pruebas deque la manipulación se intentara ensentido inverso. El apoyo montonerode Perón y la fe en sus declaracionescuasi revolucionarias eran genuinos;se basaban en la convicción de quese había convertido sinceramente auna forma nacional de socialismo. La

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visión errónea que tenían losguerrilleros de las verdaderasdiferencias estratégicas y políticasexistentes entre ellos y el líderperonista se hizo visibleespecialmente después de noviembrede 1970. Aquel mes Perón patrocinóla “Hora del Pueblo”, unadeclaración colectiva pidiendo lacelebración de elecciones firmadapor el Partido Radical de Balbín, elPartido Conservador Popular, elPartido Demócrata-Progresista, elPartido Socialista Argentino22 y losradicales “bloquistas” de San Juan,

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además de los peronistas. El grupohizo después una serie dedeclaraciones públicas sobre lapolítica que pensaba seguir —unapolítica de naturaleza nacional-reformista moderada—, la cual seanticipaba, en muchos aspectos, alprograma del Frente Justicialista deLiberación (FREJULI), de mayoríaperonista, creado en diciembre de1972 para participar en laselecciones de marzo de 1973.23 Perolejos de advertir que la actitud y elproceder de Perón eran de clásicoestilo reformista, los Montoneros

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consiguieron encontrar una razónrevolucionaria a su comportamiento.

Para los Montoneros, la “Hora delPueblo” era sólo una treta de suastuto líder con miras a una“maniobra táctica destinada amantener al régimen en la mesa denegociaciones mientras elMovimiento profundiza sus nivelesorganizativos y sus métodos de luchapara emprender las próximas etapasde la guerra”.24 Atacaron a Paladino,el delegado de Perón encargado de lainiciativa, por confundir la estrategiacon la táctica, pero el desarrollo de

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los acontecimientos revelaría queeran los Montoneros quienes habíanconfundido la estrategia de Perón consu táctica y viceversa. Algunas dudasde poca importancia que losguerrilleros tenían sobre el tratoentre los partidos políticos fueronrápidamente disipadas tras unintercambio epistolar con Perón. Enuna carta de febrero de 1971,entregada por el líder obrero radicalRaimundo Ongaro, calificaban elpacto de “tácticamente correcto”,pero mostraban recelos respecto delmodo en que “se utiliza la opción

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revolucionaria armada, es decir,nosotros, como factor de presiónpara reforzar el golpe táctico, o sealas elecciones”, añadiendo que lacontinuación de tal estado de cosasera una “absoluta imposibilidad”.Los Montoneros no se dieron cuentade que el electoralismo de Perón eraestratégico, y se mostraroncompletamente satisfechos con larespuesta de él, según la cual sedecía “completamente de acuerdo”con ellos. “Sobre la opción electoral—escribió—, yo tampoco creo.”25

Durante aquellos años Perón no

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criticó ni una sola operaciónmontonera, y en noviembre de 1971pareció que, en efecto, reafirmaba laperspectiva revolucionaria aldestituir a Paladino y nombrar aHéctor Cámpora para sustituirlocomo delegado. En realidad, sucomportamiento no tenía elsignificado que hubiera podidosuponerse. Paladino había caído endesgracia por haber perdido de vistala estrategia “integral” de Perón yporque seguía la trayectoria electoralsin reforzarla simultáneamenteimpulsando la actividad armada,

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sindical y de masas; había degradadoa los que no estaban de acuerdo conél y pasado demasiado tiempohaciendo planes con no peronistas.Pero aun cuando Cámpora estabadispuesto a trabajar con el alarevolucionaria del Movimiento y aconsiderar a los guerrilleros “tanrespetables como los que estamos enel camino de las ideas y de lapersuasión”26, su nombramiento nohabía significado un “giro hacia laizquierda” por parte de Perón. Todolo que éste intentaba demostrar alrégimen militar era esto: “Si las

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elecciones no tienen efecto, estamospreparados para algo más. Estamospreparados para otras cosas ademásde para votar”.27 Quizá la izquierdaperonista hubiera debido dar másimportancia al nombramiento quePerón hizo, el mismo mes, delteniente coronel Jorge Osinde, exjefe de seguridad del Servido deInformación del Ejército durante elgobierno peronista anterior a 1955,como su consejero militar y político:dos años después, Osinde dirigiría lainfame carnicería en Ezeiza contra laizquierda peronista.

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Entretanto, los Montoneros sehabían estado reorganizando despuésde su descalabro de La Calera. JoséSabino Navarro tomó posesión de lajefatura de la organización despuésde la muerte de Abal Medina yRamus. Se trasladó a Córdoba ytrabajó diecisiete horas diarias parareconstruir allí la red montonera,además de viajar a menudo comoenlace nacional. A expensas de lavida familiar de Sabino Navarro, elesqueleto montonero empezaba atomar cuerpo y se transformó en unaorganización nacional. Un puñado de

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militantes obreros peronistas, talescomo el ferroviario José EnriqueCarral y el activista de JuventudObrera Católica Jorge GustavoRossi, que habían perdido susempleos debido a sus actividadessindicales, fueron reclutados en1971. No obstante, en lo que respectaal crecimiento a largo plazo de laorganización, resultó mucho másimportante el fortalecimiento de losvínculos con las otras “formacionesespeciales peronistas” y lapromoción por los Montoneros de unmovimiento unitario de juventudes

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peronistas.En 1971, el otrora trotskista y en

aquel momento guevarista EjércitoRevolucionario del Pueblo (ERP)era la organización guerrilleraurbana más activa militarmente;28

pero otras cuatro organizaciones, queserían las que acabarían porconvertir a los Montoneros en la máspoderosa de todas, estabanemprendiendo un proceso decisivohacia la unificación. Aparte de losMontoneros, los implicados eran lasFuerzas Armadas Peronistas (FAP),las Fuerzas Armadas

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Revolucionarias (FAR) y losDescamisados, de menorimportancia. En 1968, las FAPhabían sido creadas para la guerra deguerrillas rural y urbana, e incluían amilitantes peronistas experimentados,como Envar El Kadri y CarlosCaride (fundadores en abril de 1958de la primera Juventud Peronista),así como a los ex seminaristascatólicos radicales Arturo FerréGadea y Gerardo Ferrari. Sinembargo, sus ambiciones en elámbito rural fueron desbaratadas enseptiembre de 1968 cuando,

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exactamente trece días después dehaber empezado su adiestramiento,trece guerrilleros inexpertos fueroncapturados en La Cañada, cerca deTaco Ralo, en la provincia deTucumán. A pesar de aquellaspérdidas, seguidas de la detención yencarcelamiento de Caride en abrilde 1969 después de un tiroteo, lasFAP consiguieron reorganizarse parala lucha urbana y llevar a cabo unacampaña sostenida en 1970. Ese año,cierto número de compañeros deaquellos guerrilleros ayudaron aveteranos sindicalistas que habían

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desempeñado papeles importantes enla CGT de los Argentinos a crear unaorganización peronistarevolucionaria, el Peronismo deBase (PB), para actuar a nivel defábricas. Las FAP se convirtieronentonces en la principal “formaciónespecial” peronista por algún tiempo,pero no pudieron mantener suposición preeminente a causa de lasmutiladoras escisiones entremovimientistas y alternativistas, devarias importantes bajas en 1971 ydel hecho de que sus líderes, ElKadri, Caride y Verdinelli,

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permanecieron encarcelados hasta1973.

La historia de las FAR fueradicalmente distinta: su origen seremontaba a 1966, cuando unascuantas personas se unieron con laesperanza de convertirse en elapéndice argentino del “foco”boliviano de Guevara. La muerte delChe y el derrumbamiento, en octubrede 1967, del proyecto bolivianocondujo a las FAR, con el mando delempleado de la empresa GilletteCarlos Enrique Olmedo, a iniciar unaguerra urbana en 1969. Al intentar

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salir de su aislamiento social ypolítico, el giro hacia la lucha urbanafue acompañado de la peronizaciónde las FAR, proceso que seconsolidaría finalmente en 1971. Lamás notable de sus primeras accionesfue la ocupación, en julio de 1970,de la pequeña población de Garín,distante cuarenta kilómetros deBuenos Aires. Siguieron siendo unaespina clavada en la carne delrégimen militar, pero sólo despuésde experimentar serios trastornos.Raquel Liliana Gelín fue la primeramujer argentina que murió

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combatiendo, y varios otrosmiembros de las FAR fueroncapturados después del atraco a unbanco en Córdoba a finales de 1970.Luego, en julio del año siguiente,Marcelo Aburnio Verd y su esposafueron detenidos por las fuerzas deseguridad y obligados a declararbajo tortura antes de ser asesinados.La información extraída a Verd, dequien la policía dijo que era elcerebro del movimiento guerrilleroargentino, condujo, días después, alsecuestro ilegal y al asesinato deljefe de Ventas de Gillette, Juan Pablo

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Maestre (algunas horas después deque agentes de la Seguridad Federalhubieran llamado a la empresa parapedir su dirección), a la“desaparición” permanente de suesposa, Mirta Misetich, y al yamencionado intento de rapto deQuieto por parte de la policía (que seconvirtió en detención). Maestrehabía estado al mando de una de lasunidades de las FAR en Garín. Éstasestaban sufriendo serias bajas, perofueron de nuevo las FAP las queprestaron su ayuda, salvando a lasFAR del aniquilamiento como habían

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hecho con los Montoneros despuésde La Calera.

Finalmente, el ComandoDescamisado fue un pequeño grupoperonista fundado en 1968 por losfuturos líderes montoneros HoracioMendizábal y Norberto Habegger,entre otros. Tras ser excarcelado en1969, Dardo Cabo, hijo del lídersindical Armando Cabo, se convirtióen jefe de dicho, grupo.Anteriormente había tenido a sucargo la custodia de Isabel Peróndurante su visita a la Argentina, deoctubre de 1965 a julio de 1966; y,

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como líder del derechistaMovimiento Nueva Argentina, habíadirigido, en septiembre de 1966, unafracasada “invasión” de las islasMalvinas destinada a provocar unincidente internacional durante unavisita a la Argentina del duque deEdimburgo. Ni aun después de sernombrado, en 1973, director delsemanario de los Montoneros, ElDescamisado, Cabo llegó a figurarentre los miembros más izquierdistasde la organización. Su nombre y el delos Descamisados han sidorelacionados con el del Ejército

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Nacional Revolucionario (ENR), elcual, a pesar de ser presentado porlos Montoneros como otraorganización guerrilleraindependiente que se unió a ellos aprincipios de los años setenta, notuvo, al parecer, vida propia. Elquimérico ENR sólo llevó a cabo unpar de operativos militaristas: elasesinato, en 1969 y 1970, de los dosprincipales líderes sindicalesperonistas conciliadores de los añossesenta, Augusto Timoteo Vandor yJosé Alonso, ambos considerados“traidores” por sus “verdugos”. La

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verdad del caso es que el ENR noera sino un “sello” de Descamisadosutilizado para actos que sin dudaprovocarían importantes reaccionespor parte del Estado y enfurecerían alos círculos obreros peronistas.

Aunque en 1971 se hicierongrandes esfuerzos para unir a estasorganizaciones, la iniciativa fueprematura. Se concibieron yejecutaron operaciones conjuntas,pero el ineficaz órgano coordinadorestablecido para fomentar launificación, las OrganizacionesArmadas Peronistas (OAP), nunca

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alcanzó una estructura formal. Alprincipio, los guerrilleros nolograban ponerse de acuerdo sobre sidebían concentrarse solamente en lalucha armada o bien seguir unaestrategia “integral” consistente enimpulsar múltiples formas de acción,postura, esta última, adoptada por losMontoneros. También tuvieron quevencer el obstáculo que suponía lahostilidad de los Montoneros haciael marxismo: en noviembre de 1971declararon que eran peronistas“auténticos”, que no tenían nada quever con las “ideologías extranjeras”

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de las otras guerrillas.29

Además, exceptuadas las buenasrelaciones existentes entre losMontoneros y los Descamisadosdesde 1971, durante una temporadaaumentaron entre ellos lasdiferencias en cuanto a cómo habíaque responder al anuncio deelecciones llevado a cabo porLanusse: ¿debían procurar losguerrilleros que la celebración de laselecciones redundara en su provechoo continuar su lucha armada a pesarde todo? Finalmente, había unelemento competitivo entre las

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organizaciones, consistente en eldeseo mutuo de dirigir el procesounificador.30

Los acuerdos alcanzados en cuantoa la estrategia oportuna, elsocialismo como objetivo, y elimperialismo estadounidense comoenemigo, fueron insuficientes paragenerar una verdadera unidad entrelas “formaciones especiales”;también se necesitaba un acuerdosobre las concepciones políticas yorganizativas, cosa que no seconsiguió hasta fines de 1972 entrelos Montoneros y los Descamisados;

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en octubre de 1973, con las FAR; ycon un pequeño grupo de las FAPdirigido por Caride, en junio de1974. Sin embargo, los cimientos deesa unificación que tanto benefició alos Montoneros fueron establecidosen 1971-1972. En julio de 1971, lastres principales organizacionesperonistas cooperaron en el asesinatodel mayor Julio Ricardo Sanmartino,director de prisiones y ex jefe depolicía de Córdoba, pero ennoviembre del mismo año otraoperación conjunta terminó con uncostoso fracaso. En un esfuerzo por

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provocar la revocación de unaprohibición gubernamental sobre lossindicatos marxistas de las fábricasFiat, SITRAC y SITRAM deCórdoba, las FAP, las FAR y losMontoneros planearon el secuestrode un alto directivo de la Fiat. Poralguna razón desconocida, suprevista víctima llegó tarde al lugarde la emboscada, los guerrillerostuvieron que esperar demasiado,fueron descubiertos y denunciados ala policía, y en la subsiguiente yferoz “Batalla de Ferreyra” lasorganizaciones armadas peronistas

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perdieron a Olmedo, AgustínVillagra, Juan Carlos Peressini yJuan Baffi.

Las conversaciones tambiénayudaron a cimentar la unidad de loscombatientes peronistas, y éstas,irónicamente, resultaron a menudomás fáciles en el interior de la cárcelque fuera de ella. La mayoría de lasbases para la convergencia entre losMontoneros y las FAR seestablecieron durante lasconversaciones celebradas en 1972por los militantes recluidos en lacárcel de máxima seguridad de

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Rawson, en la Patagonia. Éstasterminaron con la redacción conjuntade un documento que los militantesllamaron “El balido de Rawson”,porque los presos eran alimentadoscon carne de cordero día tras día. Sinembargo, el lance unificador másdecisivo fue quizá, como se verádespués, la oportunidad que tuvieronde militar juntos a nivel políticodurante la breve visita de retorno dePerón, a finales de 1972, y en lacampaña que condujo a laselecciones de marzo de 1973.

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Naturaleza y efectos de laactividad montonera

Para comprender la crecientepopularidad de los Montoneros endichos años, resulta esencialexaminar la naturaleza de suactividad guerrillera. La mayoría desus acciones, más que operacionesmilitares, fueron ejemplos de“propaganda armada”. Incluso latoma, en junio de 1971, de lapequeña población rural de SanJerónimo Norte, situada a unossesenta kilómetros de Santa Fe, fue

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un caso de guerra psicológica y no unintento de combatir con unidadesmilitares enemigas. Como en LaCalera, once meses antes, losobjetivos montoneros eran, en parte,hacerse con recursos (10.000 dólaresde un banco, veintisiete fusiles,diversas armas y uniformes tomadosde una comisaría; documentos,cédulas de identidad y permisos deconducir sustraídos en los tribunales)y, en parte, impulsar la combatividadpopular demostrando lavulnerabilidad del régimen militar.Sacando partido de las clásicas

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ventajas de la guerrilla consistentesen la sorpresa y la movilidad de unasfuerzas reducidas —en el caso quenos concierne, veinticinco hombres—, pudo ocuparse una población de5.000 habitantes por espacio de doshoras y hacer así que el gobiernopareciera débil e incompetente a losojos de los ciudadanos, de losinversionistas extranjeros y de labanca internacional. Duranteaquellos años, incluso en lasacciones de menor importancia, laacumulación de recursoseconómicos, militares y logísticos,

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así como el estímulo del apoyo y dela adhesión popular, fueron losprincipales objetivos montoneros.No hubo asaltos a guarnicionesmilitares y tampoco ejemplos decomandos montoneros queprovocaran deliberadamente elenfrentamiento armado con elEjército o la policía.

Se cultivaba cuidadosamente lasimpatía hacia las actividadesmontoneras mediante un mínimo usode la violencia ofensiva y unaextremada selectividad de objetivos,en vez de practicar el terrorismo al

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azar. Los guerrilleros prestabanespecial atención a las operacionessimbólicas, susceptibles de provocarla adhesión de todos los peronistas.A principios de 1971 su unidad decombate “Evita” ocupó la históricaCasa de Tucumán, donde en 1816 sedeclaró la independencia argentina,como “un acto de homenaje yrecuerdo de la independenciaeconómica que Perón declaró en1946” en el mismo lugar.31

Inevitablemente, estallaron bombasen las ciudades más importantes enlos aniversarios peronistas de más

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relieve, tales como los de la revueltamilitar de 1956 y de la muerte deEva Perón, el 26 de julio de 1952. Secolocaron más de cien bombas, quedestruyeron empresas extranjeras, eldía del vigésimo aniversario de lamuerte de “Evita montonera”. Y elpúblico, aplaudiera o no aquellosactos, captó al menos su significadopolítico; fueron muchos menos losespectadores que se dieron cuenta deque las pequeñas guerras-relámpagoguevaristas que solían hacerse los 9de octubre tenían por objeto recordarla muerte del Che. Los blancos

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favoritos de los Montoneros para lacolocación de bombas fueron, enaquellos primeros años, los símbolosdel privilegio oligárquico y de laopulencia, tales como los numerososJockey Club, las instalaciones de loscampos de golf y los lujosos clubesde campo. Y todo se hacía conmucho brío y estilo, para rodear deuna aureola romántica a sus autores.Mientras se volaban los clubes delos ricos, los caminos y las rutas queconducían a ellos eran cerrados conletreros que decían: “¡Peligro! Zonadinamitada”.

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Al no matar soldados y al atacarsólo a muy pocos policías, muchosde los cuales eran de origen plebeyo,los Montoneros, en sus tres primerosaños de vida pública, no dieronocasión a sus enemigos depresentarlos con éxito, a través delos medios de información, como“sanguinarios terroristas”.Demostraron su potencial, y a la vezsu disciplina, en casos como el de laembajada de la Alemania occidental,donde, en febrero de 1971, elcomando Chacho Peñaloza desarmóa los policías que estaban de guardia

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en el exterior del edificio sincausarles el menor daño ni prodigaren su interior el fuego de metralleta.Sólo en raras ocasiones se empleó laviolencia con menos contención.Cuando los Montoneros, en julio de1972, dispusieron un busto de Evitaen la plaza central de San Isidro,junto con un letrero en el que se leía“Plaza Evita-Montoneros”, tambiéncolocaron unas bombas camufladasque hirieron a tres policías, dejaronciego a un bombero y mataron a otro.Y, por supuesto, a veces losMontoneros crearon el dilema de

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“ellos o nosotros” y dejabancadáveres mientras se abrían paso abalazos. A finales de 1971, elcomando Juan José Valle, compuestopor once montoneros de BuenosAires, “expropió” 88.000 dólares alBanco de Boulogne, de VillaBallester, tras haber desarmado ados policías que lo vigilaban. JoséSabino Navarro, jefe de laorganización, no sabía nada de losplanes para aquella operación, peroquiso la casualidad que se dirigierael mismo día en su automóvil aaquella zona. Dos policías de

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patrulla descubrieron al sospechosopersonaje cuando esperaba dentro desu coche en un rincón oscuro;intentaron cachearlo y abrieron fuegocuando él empuñó una pistola. Losdos agentes resultaron muertos.32

Como en aquel incidente, la mayoríade las personas muertas por losMontoneros sólo corrían tal suertecuando suponían una amenaza fatalpara los guerrilleros, por mucho que,naturalmente, las actividades deéstos provocaban de vez en cuandolances como el citado.

Las compañías y los directivos

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extranjeros eran especialmenteescogidos como objeto de castigo,pero tampoco en tales casos constabaaún el asesinato en la agendamontonera. La disuasión de losinversores extranjeros en laArgentina se llevó a cabo volandolas casas de los directivos, pero nodañando a éstos:33 las propiedades,y no las personas, eran el principalblanco de la violencia montonera. Envarias ocasiones las casas deejecutivos involucrados en conflictosindustriales fueron incendiadas porlos Montoneros. En febrero de 1971,

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la unidad de combate Eva Perónocupó y voló una comisaría depolicía en construcción en Santa Fe.Nueve meses después, en solidaridadcon la lucha de trabajadoresmilitantes del ramo del automóvil,otra unidad invadió una fábrica decoches en Caseros, roció de gasolinatreinta y ocho Fiat y convirtió enhumo mercancías valoradas en98.000 dólares.

Hubo pocos secuestros. El deVicenzo Russo, jefe de Fabricaciónde la Standard Electric Argentina(subsidiaria de la ITT), en diciembre

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de 1972, fue una excepción a laregla, con un rescate de un millón dedólares. Una razón para aquelloquizá fue el hecho de que los otrosdos intentos montoneros de secuestrode que se tiene noticia terminaroncon muertes imprevistas: en marzo de1972, Roberto Uzal, uno de losprincipales miembros de laorganización de extrema derechaNueva Fuerza, fue muerto después deque él matara al montonero JorgeRossi e hiriera a otros dos; y en abrilde 1973, el coronel Héctor Iribarren,jefe del Servicio de Información del

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Tercer Cuerpo de Ejército, fueametrallado al resistirse a un intentode secuestro por parte de lasunidades montoneras MarianoPujadas y Susana Lesgart. Enconjunto, aun incluyendo lasoperaciones conjuntas, no puedenatribuirse más de una docena demuertes a los Montoneros duranteaquellos años de régimen militar. Sibien nunca tuvieron tanto éxito comolos Tupamaros en su primera fase,presentando al público una imagen alestilo Robin Hood, habían aprendidolecciones, al parecer, sobre la

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naturaleza políticamentecontraproducente del terrorismo, deprecedentes como la campaña “Mataa un policía cada día”, lema, aprincipios de los años sesenta, de lasUnidades Tácticas de Combatevenezolanas, en Caracas.34

Al crear un clima de inseguridad yde desorden social, la actividadguerrillera montonera llegó a ser, sinduda, un factor determinante en ladecisión de los militares de volver alos cuarteles y buscar una soluciónpolítica a la crisis argentina. Pero noera, en modo alguno, el único factor.

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El cambio en la táctica de losmilitares fue motivada en la mismamedida, si no más, por los desafíossemiinsurreccionales que habíansacudido al régimen desde 1969. Enmarzo de 1971 fue el “Viborazo”, unpequeño “Cordobazo”, lo queprovocó principalmente la decisiónde la Junta Militar de expulsar alpretencioso Levingston y sustituirloen la presidencia por el electoralistaLanusse. En tal ocasión fue necesariala ocupación de Córdoba por 3.500soldados para poner fin a una huelgageneral provincial, a las

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manifestaciones callejeras y a lalucha de barricadas; todo ellodespués de que el gobernador JoséCamilo Uriburu hubiera lanzado laamenaza de “cortar la cabeza devíbora” de la rebelión precisamenteen aquel lugar. Se quemaron más decincuenta vehículos y se destruyeronvarios locales de negocios en lalucha, con un saldo de pérdidascalculado en millones de dólares. Elmes de abril de 1972 presenció másviolencia popular, esa vez en laandina ciudad de Mendoza,desencadenada por el incremento de

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las tarifas eléctricas. Aquel“Mendozazo” sólo se calmó despuésde que el régimen se aviniera asuspenderlo y de que la intervenciónde las tropas causara la muerte detres manifestantes, amén dequinientas detenciones. Durante lostres meses siguientes otra racha dealborotos, manifestaciones y huelgas,en San Miguel de Tucumán y enGeneral Roca, mantuvo el impulso dela revuelta popular. En el curso del“Rocazo”, la población local llegó aexpulsar a su alcalde y gobernar laciudad autónomamente.

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Todos estos desafíos a ladictadura militar, acompañados deuna serie de huelgas regionales ynacionales convocadas por la CGTen apoyo de reclamacioneseconómicas35 convencieron algeneral Lanusse de que la postura delrégimen era insostenible. Aun cuandola guerrilla era considerada más unaplaga que una amenaza militarinmediata, él y el ministro delInterior, el catalán Arturo Mor Roig,temían claramente la incorporaciónde elementos antigubernamentalesplebeyos a las filas de la guerrilla.

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En unas memorias publicadas en1977, Lanusse justificaba sucomportamiento durante susveintiséis meses de presidencia conla razón de que “el totalitarismo deizquierda pudo florecer connaturalidad donde existían dictadurasreaccionarias”. Había que restaurarla democracia para “quitar todoargumento a la subversión”, y eranecesario que el envejecido Perónfuera llevado de nuevo a la Argentinasi se quería explotar su mito. De otromodo, “Perón, en España, sinalternativa política, habría terminado

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convirtiéndose en el comandante enjefe de la subversión sin correrriesgo alguno”. Si Perón volvía a supaís, buscaría una base más sólidaque la que podían ofrecer sus“formaciones especiales”. Lanussetemía que la situación generalempeorara y que las divisionesexistentes entre los militares sehiciesen más profundas a no ser quese restaurase la “legitimidad delpoder”. Casi cínicamente, calificó suplan electoral de “válvula deescape”, pero al parecer no se leocurrió que el peronismo sería el

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primer beneficiario de ello.36

El Partido Justicialista de Perónfue reconocido por el régimen militarcomo una agrupación política legalen enero de 1972, pero Lanusse, alestipular que los candidatospresidenciales tenían que residir enel país desde el 25 de agosto deaquel año, prácticamente aseguró quePerón mismo no sería candidato. Ellíder peronista no podía permitirseque lo vieran cumplir lascondiciones impuestas por losmilitares volviendo a tiempo,especialmente habida cuenta de que

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no se le había ofrecido ningunagarantía en cuanto a su seguridadpersonal. Al parecer, Lanussecalculó que el 11 de marzo de 1973la alianza constituida por elFREJULI conseguiría algo menos del50% de los votos, cosa querequeriría una votación de arbitrajepara la presidencia, que sería ganadapor las fuerzas no peronistas; éstasrenunciarían a sus diferencias y seagruparían en torno de la candidaturade Ricardo Balbín, del PartidoRadical.37 Pero fue una jugada queno dio resultado. Aunque Lanusse

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estimó correctamente el poderelectoral del peronismo, valoró pocola capacidad de Perón de reunir unamplio frente electoral dominablepor él: un logro que no se consolidóhasta la visita de Perón a laArgentina, en noviembre de 1972. Enfin de cuentas, el candidatopresidencial Héctor Cámpora delFREJULI, con el 49,59% de losvotos escrutados, llegaría tan cercadel 50% requerido para ser electo enlas elecciones del 11 de marzo, quelos militares no vieron objeto enhacer valer sus exigencias para una

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segunda vuelta electoral.38 Lanusseperdió así el control del proceso decuya marcha había sido instigador, ylos militares no pudieron condicionarel comportamiento del gobiernoentrante.

Mientras proseguía la realizaciónde su Gran Acuerdo Nacional,Lanusse no hizo que su gobiernocesara su trato represivo de lasfuerzas populares de oposición.Siguieron operando los escuadronesde la muerte, estallaron bombas endomicilios de abogados deizquierdas, y fueron torturados

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presos políticos. Sin embargo, larepresión se suavizó en ciertamedida debido a las divisionesexistentes entre los militares sobre laestrategia de la Junta y el deseo deLanusse de conseguir acuerdos con elmayor de los partidos civiles.Lanusse no podía, por razonespolíticas, ordenar un ataque sincuartel contra los guerrillerosperonistas porque, dada la simpatía yapoyo que recibían de muchossectores del Movimiento Peronista,ello habría supuesto tal ofensivacontra los peronistas en general que

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los tratos de los militares incluso conlos líderes peronistas más biendispuestos a la conciliación hubieranresultado imposibles. Según datos delos Montoneros, unas cien personasfueron muertas y quinientasencarceladas por razones políticaspor los agentes de la RevoluciónArgentina en el transcurso de losaños 1966-1973;39 muchos másperderían la vida o la libertaddurante el primer año del régimen deVidela en 1976-1977.

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Las pérdidas de la guerrillay el culto al mártir

No obstante, los Montonerosperdieron varias figuras deimportancia durante los primerosaños setenta. José Sabino Navarro,después de sobrevivir alenfrentamiento con la policía enVilla Ballester, fue asesinado en laflor de la vida, a finales de 1971.Sabino Navarro, uno de los cuatromontoneros perseguidos por unnumeroso grupo de policías tras una“expropiación” de coches en Río

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Cuarto, fue finalmente acorralado yametrallado en las colinas deCórdoba. El Negro Díaz tambiénmurió en uno de los enfrentamientos,que culminaron en la caída de sulíder. El puesto de Sabino Navarrofue entonces ocupado por MarioFirmenich, ex líder de la JuventudEstudiantil Católica, quien, fuerancuales fuesen sus cualidades, carecíade la ascendencia proletaria y de laexperiencia sobre el sindicalismoque poseía su predecesor. Firmenichsobrevivió durante los años setenta,pero a finales de noviembre de 1971

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los principales precursores de laguerrilla urbana moderna en laArgentina habían desaparecido. AbalMedina y Sabino Navarro, de losMontoneros; Olmedo, de las FAR; yLuis Pujals,40 del ERP, pagaron elprecio que suelen pagar los pionerosde su género, aun cuando susnombres fueron perpetuados amedida que se bautizaban las nuevasunidades guerrilleras.

Agosto de 1972 fue un mes negropara los Montoneros, y también paratodas las organizaciones armadasmás importantes. El día 15, los

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Montoneros presos en la cárcelpatagónica de Rawson, puestos deacuerdo con los reclusos del ERP yde las FAR, se apoderaron de suprisión de máxima seguridad,matando a un guardián en la refriega,antes de hacer un desesperadoesfuerzo para escaparse y volver asus actividades armadas. Grupos deapoyo operativo no montoneros delexterior consiguieron apoderarse deun jet de la compañía Austral queesperó a los fugitivos en el cercanoaeropuerto de Trelew, pero ciertosfallos en el sistema de señales entre

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los presos y los guerrilleros delexterior crearon problemas detransporte en el viaje entre Rawson yTrelew. Un primer grupo, compuestode seis jefes guerrilleros, consiguióalcanzar Trelew a tiempo de escaparhacia la seguridad en el avión.Santucho, Gorriarán y Menna, delERP, Osatinsky y Quieto, de lasFAR, y el montonero Fernando VacaNarvaja consiguieron llegar al Chilede Allende; volaron entonces haciaCuba dos días después y, por último,regresaron clandestinamente a laArgentina. Pero a causa de las

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dificultades surgidas en el transporte,un segundo grupo de diecinueveguerrilleros no llegó a Trelew hastaunos minutos después de haberdespegado el avión de sus líderes.Fueron rodeados, obligados arendirse y llevados luego a la baseAlmirante Zar. Allí, a las tres ymedia de la madrugada del 22 deagosto, se produjo la infame“masacre de Trelew”. En ella, elERP perdió once miembros, incluidala esposa de Santucho, Ana MaríaVillarreal, mientras las FARperdieron tres. Los Montoneros

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perdieron a la profesora (y esposa deFernando Vaca Narvaja) SusanaLesgart y al estudiante de agronomíaMariano Pujadas. La Lesgart habíaestado al mando de los Montonerosen Tucumán en 1971, Pujadas habíasido un artífice de la organización enCórdoba, y ambos habían participadoen la toma de La Calera. Sólo tres delos diecinueve, aunque malheridos,sobrevivieron a las ejecucionesilegales, supuestamente llevadas acabo por el capitán Luis Emilio Sosay el teniente Roberto GuillermoBravo, gracias a la llegada al lugar

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de algunos oficiales ajenos a lamatanza. Entre los sobrevivientes sehallaba Ricardo Haidar, ingenieroquímico de veintiocho añosperteneciente a los Montoneros.41

Entretanto, otro fundador de losMontoneros encontraba la muerte enBuenos Aires. El 16 de agosto,consciente de que debía hacer algopara evitar una masacre en Trelew,Carlos Capuano Martínez, entonceslíder regional bonaerense, seaventuró por la capital, alterando conello sus propias normas deseguridad. Fue muerto a balazos

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cuando tres policías entraron en elbar de Barracas donde estabahablando con un pequeño número decolegas montoneros. Jorge Escribanoy Gerardo Burgos también perdieronla vida durante los últimos meses delrégimen militar, lo mismo que JoséEnrique Carral, más veterano queellos en la organización. Despedidode su puesto de ferroviario en 1970,se había unido a finales de 1971 a laorganización, donde alcanzó el rangode “comandante”, pero su vida deguerrillero urbano terminó de unmodo ridículo: Carral fue acorralado

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y muerto en Lanús mientras cambiabalas placas de matrícula de un cocherobado, en febrero de 1973.42

La persistente influencia católicahizo mucho para evitar los temores ala muerte que muchos montoneroshabrían podido sentir. En la literaturamontonera, los guerrilleros fueronpresentados como heroicos “hijosdel pueblo” que “caían” en vez demorir, y se les concedió la categoríade mártires. Un epitafio dedicado aCapuano Martínez algún tiempodespués de su muerte pone demanifiesto la glorificación del

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luchador guerrillero:

Sabía que si moría, lo hacía amanos de los enemigos delpueblo, de los enemigos delperonismo. Que es la forma máslinda de morir, esa queenorgullece a los compañeros,que nos aprieta el corazón peronos pone contentos de saber quela entrega no es una meradeclamación, sino es una formade vida. Como la quería Evita,la dueña de nuestra ternurarevolucionaria. [...] Encarnaste,

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Carlitos Capuano Martínez,erguido con el arma en la manoen medio de esa RevoluciónPeronista, la esencia más purade nuestro pueblo.43

Por supuesto, tales tributos no erannada nuevo en la literaturaguerrillera, pero los escritoresmontoneros acentuaban en granmanera sus conceptos cuasireligiosos. Los ingredientes de sushomenajes eran la afirmación de la“autenticidad” peronista de losmuertos, alguna referencia al valor, y

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la idea de que sacrificar la propiavida por la causa popular garantizabauna especie de existencia metafísicaentre “el pueblo” mucho después dela muerte física. No importaba queesos elementos guardaran relacióncon los hechos biográficos. SobreRaquel Liliana Gelín, la compañerade Alberto Camps, los Montonerosescribieron: “Cae peleando.Ametralladora en mano. Y el pueblola lloró [...] Hoy Liliana, ‘lavirgencita montonera’, ‘hija deEvita’ se convirtió en pueblo”.44 Nofue un homenaje muy apropiado para

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una estudiante de veintiún años quenadie había oído nombrar antes de sumuerte, que pertenecía a las FAR yque fue muerta no sólo tres añosantes de que tales fuerzas se unierana los Montoneros, sino tambiénvarios meses antes de que sedeclarasen peronistas.

El hecho de que los Montonerosestuvieran dispuestos a verter susangre en la lucha por la causapopular no es la única explicaciónque debe darse al considerableapoyo popular y la solidaridad quese atrajeron durante la segunda mitad

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de 1972 y después de ella. Loprincipal en aquel caso era eldecisivo giro estratégico de losMontoneros hacia la actividadpolítica de masas cuando desecharonla idea de que al peronismo nunca sele permitiría recuperar el poder pormedios electorales. Cuando, en unaconferencia de prensa celebrada enTrelew antes de la rendición,preguntaron a Mariano Pujadas porqué los guerrilleros consideraban lalucha armada su única opción, éstecontestó: “El régimen siempre va atender alguna trampa [...] porque

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necesitan las clases dominantesmantener una situación de privilegio.Entonces, siempre va a tener algunatrampa dentro del actual sistemacapitalista para impedir la llegada alpoder de gobiernos representativosde los intereses del pueblo”.45 Sinembargo, después de agosto, amedida que se acercaba la visita deretorno que haría Perón del 17 denoviembre al 14 de diciembre, losMontoneros volvieron a evaluar laposibilidad electoral y empezaron apercatarse de la realidad política dela situación. Sin abandonar

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totalmente la lucha armada,manteniéndola para indicar a losgenerales lo que podían esperar si sesuspendían las eleccionesanunciadas, orientaron entonces susenergías hacia una labor de masas enla campaña para el retorno de Peróny después en la propia campañaelectoral.

Promoción de la JuventudPeronista

El vehículo fundamental para la

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orientación montonera hacia losmovimientos de masas fue laJuventud Peronista (JP), desde cuyointerior, después de varios años dedesunión y anarquía, se estabanhaciendo grandes esfuerzos —desdemediados de 1971— para conseguirla unidad y crear una fuerzamovilizadora, agitadora yorganizativa llena de dinamismo.Con tal propósito, Perón aceptó elnombramiento de Francisco JuliánLicastro, un ex teniente que habíadejado el Ejército después deaplaudir públicamente el

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“Cordobazo”, y de RodolfoGalimberti, líder de la JuventudArgentina por la EmancipaciónNacional (JAEN), comorepresentantes juveniles en elConsejo Superior del MovimientoJusticialista Nacional. Ambos habíansido propuestos por los gruposjuveniles, pero sólo Galimberti gozóde un apoyo verdaderamente amplio,y fue la presa más codiciada por losMontoneros cuando lo reclutaron en1972. Mediante discusiones ymovilizaciones conjuntas, Galimbertillegó a construir una alianza no

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demasiado estrecha de los variosgrupos juveniles. Subsistieron lasfricciones ideológicas y políticas, yresurgieron violentamente en 1973-1974, pero en 1972 y a principios de1973 la labor conjunta para elretorno y las campañas electoralesresultó factible. Estructuralmente, elproducto no fue una simple JuventudPeronista, sino que el procesoprovocó el espectacular crecimientode una tendencia que llegó aempequeñecer a todas las demás. Fuela promontonera Juventud Peronista(Regionales), creada a mediados de

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1972, la organización que prosperó acausa del patrocinio táctico deGalimberti prestado por Cámpora yPerón y del prestigio adquirido porlos Montoneros mediante susoperaciones. También recibió ayudacondicional del secretario generaldel Partido Justicialista, Juan ManuelAbal Medina, el hermano nomontonero de Fernando Luis a quienPerón designó en noviembre de 1972para revitalizar la jefatura nacional.

Desde febrero de 1972, laJuventud Peronista, de crecienteorientación montonera, celebró una

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serie de manifestaciones de unidad yactos de campaña en las que laasistencia pasó de 5.000 a casi100.000 sólo en doce meses. Tanespectacular fue el resurgimiento dela Juventud Peronista y tan amplia suidentificación con las “formacionesespeciales”, que cuando la multitudreunida el 9 de junio en el estadio dela Federación Argentina de Boxgritó: “FAR y Montoneros sonnuestros compañeros”, HéctorCámpora se sintió obligado aresponder: “Vuestros compañerosson también los míos”.46 En los

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últimos meses de 1972, los jóvenesperonistas se habían convertido enprotagonistas indiscutibles de lacampaña electoral peronista.Después de denunciarmomentáneamente como una“traición” la candidatura deCámpora-Solano Lima parapresidente y vicepresidente,contando con que Perón mismotendría que presentarse, lapromontonera Juventud Peronistaacuñó la consigna: “Cámpora algobierno, Perón al poder”, y vio a laalianza del FREJULI adoptarla en

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conjunto. Fueron los activistas de laJP quienes dirigieron a los 100.000peronistas que ocuparon losalrededores de la residencia dePerón en Vicente López durante suvisita el mes de noviembre y quienesdecoraron las paredes de lascercanías con inscripciones como“Barrio de San Perón”, “ZonaLiberada”, “Calle Perón”, “BarrioOcupado” y “Casa de Gobierno”.

Aunque muy disminuida, laactividad armada también hizoaparición en la campaña electoral. El26 de diciembre, en un asesinato

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frustrado, los Montoneros hirieron aLuis Guerrero, secretario general dela sección Avellaneda de la UniónObrera Metalúrgica. Guerrero, quese mantenía en la derecha peronista,había atraído las iras de Peróndesatendiendo sus órdenes,nombrándose a sí mismo candidatopara el cargo de vicegobernadorprovincial de Buenos Aires ypresentándose a las elecciones juntocon el acaudalado terratenienteperonista de derecha Manuel deAnchorena, que aspiraba al puesto degobernador. El ataque, junto con la

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amplia oposición peronista a talcandidatura, convencieron aAnchorena y a Guerrero de quedebían desistir de su empeño, perocontribuyó muy poco a aumentar laestimación que pudieran sentir loslíderes sindicales por losMontoneros. Ni tampoco lo hicieronlos discursos de Galimberti en lasreuniones masivas de la JP, en losque amenazó abiertamente deextinción a la burocracia sindical:“¡Los vamos a pisar comocucarachas!”, prometió en febrero de1972.47

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Cuando los siete años de régimenmilitar estaban llegando a su término,los Montoneros poseían unacapacidad de movilización dedecenas de miles de personas, perosu verdadera fuerza organizativaquedó muy reducida en las bases y enlos sindicatos. La falta de apoyo deestos últimos había sido el talón deAquiles de los Montoneros desde1970, cuando la CGT condenó elsecuestro de Aramburu calificándolode “inspirado desde el extranjero”.48

Por haber elegido su nombre y susobjetivos de manera más inteligente

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que otras organizaciones guerrilleras,y sobre todo porque eran máspragmáticos y más políticos que losdemás, los Montoneros terminaronaquel período siendo la principal“formación especial” peronista. Peroel hecho de que sus actividadesguerrilleras sólo hubieran estadoligadas tangencialmente, en el mejorde los casos, a las luchas obreras, nolos ayudó a superar la línea divisoriaentre la guerrilla y los sindicatos:una línea impuesta por las exigenciasde seguridad de los rebeldes,basadas en el anonimato y el

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aislamiento, y además una líneadivisoria de clases que separaba antetodo a los luchadores de la clasemedia de una clase obrerageneralmente reformista. Sólo alvolverse hacia la campaña política, afines de 1972, salieron realmente losMontoneros de su cuarentena social,pero su repudio constante de loslíderes sindicales ayudó a dejar fuerade su influencia a un gran número detrabajadores.

Perón percibió con mucha másclaridad que los Montoneros laslimitaciones de la guerrilla urbana

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como método revolucionario.Patrocinó sus “formacionesespeciales” sabiendo muy bien que,aun cuando acosaban al régimenmilitar y hacían lo posible para quevacilase, eran incapaces de organizarel apoyo de las masas, de modo quela restauración peronista condujeraal establecimiento de la patriasocialista por la que abogaban.49

Rindiendo homenaje a CapuanoMartínez, escribió: “Todos los queluchan por la liberación son nuestrosaliados y amigos. Lo que importa noson las diferencias ideológicas, sino

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el método y la forma de esta luchacontra el enemigo común”.50 Lajuventud y las organizacionesarmadas, incluido el poderoso ERPguevarista, sirvieron de arietes conque abatir las defensas del régimenmilitar. Pero cuando se hubo vencidoa la guarnición, fue la blanquicelestebandera argentina, y no la ribeteadade rojo, la que se izó en el bastión.Cuando hubo servido a lospropósitos de Perón, la “juventudmaravillosa” de ayer pronto fuevilipendiada por su líder al llamar“infiltrados” y “mercenarios” a sus

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componentes.

NOTAS

1. Canción montonera.2. Los detalles del caso de Aramburu

proceden de informaciones de la prensay del relato oficial montonero, “Cómomurió Aramburu”, La Causa Peronista,nº 9 (3 de septiembre de 1974), pp. 25-31.

3. Ibíd., p. 31.4. Perón, citado en González Janzen,

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p. 97.5. Sobre los acontecimientos de 1956,

véase Rodolfo Walsh, OperaciónMasacre, Ediciones de la Flor, BuenosAires, 1972; Salvador Ferla, Mártires yverdugos: sentido histórico del 9 dejunio de 1956, Librería Plus Ultra,Buenos Aires, 1964; y Julio Troxler,“Los asesinatos de junio del 56 en eltestimonio de un militante”, Peronismo ySocialismo, nº 1, pp. 94-97.

6. “Hablan los Montoneros”,Cristianismo y Revolución, nº 26(noviembre-diciembre 1970), pp. 11-14.

7. Próspero Germán FernándezAlvariño, Z. Argentina. El crimen delsiglo, obra editada por el autor, Buenos

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Aires, 1973.8. La Vanguardia, 5 de agosto de

1970. Aun cuando se crea que huboalguna clase de cooperación entre elcondenado onganiato y los Montoneros,ello debiera interpretarse como unacuestión de mutua conveniencia y nocomo una colaboración de dos fuerzasde la derecha católica. A ambos lesinteresaba destruir las alternativasliberales al régimen; y Mario Firmenichsiempre ha sido caracterizado más comoun pragmático que como hombre defervor ideológico. Sin embargo, aparte dela aceptación de la premisa deloportunismo montonero, la creencia enla teoría de la conspiración implicaría

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también la suposición de que Onganía yel ministro del Interior Imaz carecían deperspicacia y que precipitaron su propiacaída independientemente de que laacción guerrillera fracasara o tuvieseéxito.

9. “Cómo murió Aramburu”,supuestamente escrito por Firmenich yArrostito.

10. No ha quedado claro si Aramburuintentó engañar a sus apresadores o siellos mismos cometieron un errorcuando, cuatro años después, escribieronel relato oficial del “juicio”. En realidad,el cadáver de Eva Perón yacía en laparcela 86, jardín 41, del cementeriomilanés de Musocco.

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11. Sobre la ocupación de La Calera,véase “Montonero Emilio Maza: LaCalera”, La Causa Peronista, nº 2 (16de junio de 1974), pp. 22-23; y “A tresaños de La Calera”, Militancia, nº 4 (5de julio de 1973), pp. 8-9.

12. Para relatos, véase “7 deseptiembre”; y “El mandato político deFernando Abal Medina”, Militancia, nº13 (6 de septiembre de 1973), pp. 10-43.

13. Publicado en el Buenos AiresHerald, 13 de junio de 1970.

14. Ibíd., 12 y 15 de septiembre de1970.

15. Varios miembros de las FuerzasArmadas Revolucionarias (FAR),incluidos Carlos Enrique Olmedo y

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María Angélica Sabelli, también seconocieron cuando asistían a aquellamisma escuela.

16. Lanusse, citado en GonzálezJanzen, p. 103.

17. A finales de 1970, Maza, AbalMedina y Ramus habían muerto; Vélez,Liprandi de Vélez, Fierro, SorattiMartínez, Conte Grande, Maguid yLosada se hallaban en la cárcel; yFirmenich, Capuano Martínez, Arrostito,Pujadas, Rodeiro, Susana Lesgart ySabino Navarro seguían entre los quetodavía actuaban.

18. “Hablan los Montoneros.”19. Ibíd.20. “El llanto del enemigo”,

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Cristianismo y Revolución, nº 28 (abril1971), pp. 70-73.

21. Ibíd.22. En este caso se trata del PSA

dirigido por Jorge Selser; no debeconfundirse con el Partido SocialistaArgentino, dirigido por Juan CarlosCoral.

23. Con anterioridad a la creación delFREJULI, el Frente Cívico deLiberación Nacional (FRECILINA),formado en julio de 1972, hizobrevemente las veces de una alianza deorientación peronista. Dentro delFREJULI, el único partido importanteaparte del Partido Justicialista (PJ) fue elMovimiento de Integración y Desarrollo

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(MID), de Arturo Frondizi. El PartidoRevolucionario Cristiano, UDELPA y elPartido Intransigente se retiraron delFREJULI en diciembre de 1972, enprotesta contra la reserva del 75% de losescaños del frente por parte del PJ yrechazando, por demasiado moderado, elprograma económico del FREJULI.

24. Montoneros: “Las armas de laIndependencia hoy están apuntadas haciael Pueblo”, Cristianismo y Revolución,nº 30 (septiembre 1971), pp. 13-15.

25. Ambas cartas publicadas en“Cómo murió Aramburu”.

26. Héctor Cámpora, citado enAlejandro A. Lanusse, Mi testimonio,Lasserre Editores, Buenos Aires, 1977,

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p. 316. En estas memorias (p. 250)Lanusse llamó a Cámpora “punta delanza del montonerismo y de la oposiciónmás virulenta”, pero no era,ideológicamente, un hombre deizquierda. En 1957, participó en unahuida de la prisión con Cooke y otroslíderes peronistas, pero, según Cooke,Cámpora, durante su reclusión de 1955-1957, se pasaba los días rezando y “lehizo una promesa a Dios de que jamásvolvería a actuar en política [...] En todomomento manifestó que no era hombrede lucha, así que no puede ser de utilidad[a la Resistencia]”, CorrespondenciaPerón-Cooke, vol. 1, p. 72. Suspropuestas a la izquierda peronista eran,

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en parte, en cumplimiento de lasinstrucciones de Perón, y, en parte,resultado de la debilidad de su base deapoyo en el Partido Justicialista y de lafalta de respaldo sindical.

27. Perón, declaración en Roma,Buenos Aires Herald, 12 de febrero de1973.

28. En mayo de 1971, el ERPsecuestró a Stanley Sylvester, cónsulbritánico honorario y director de la plantaenvasadora de carne Swift en Rosario;Swift distribuyó 50.000 dólares en ropasy alimentos a los pobres con el fin deque lo soltaran, caso que inspiró aGraham Greene para escribir TheHonorary Consul, Penguin,

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Harmondsworth, 1974. La otraoperación importante del ERP durante elperíodo 1970-1973 fue menosproductiva: en marzo de 1972, el ERPsecuestró a Oberdan Sallustro, directorgeneral de Fiat-Concord, en un esfuerzopor conseguir la readmisión de obrerosdespedidos y la liberación de guerrillerosy huelguistas encarcelados. El gobiernoprohibió el pago del rescate, y Sallustrofue muerto por los guerrilleros el 10 deabril, al huir cuando llegó a la “cárcel delpueblo” del ERP una patrulla de policía.

29. Buenos Aires Herald, 14 denoviembre de 1971.

30. Sobre el proceso de unificación,véase “La unidad de FAR y

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Montoneros”.31. Comunicado montonero, Buenos

Aires Herald, 15 de febrero de 1971.32. Véase “Montonero José Sabino

Navarro. Volverás”.33. Es difícil evaluar el impacto de

tales actividades con anterioridad a 1973.Sin embargo, Time del 14 de enero de1974 estimó que el 60% de los hombresde negocios extranjeros, movidos pormás de 170 secuestros de empresariosocurridos aquel año, habían abandonadola Argentina durante 1973.

34. Véase Richard Gott, GuerrillaMovements Latin America, Nelson,Londres, 1970, pp. 128-138.

35. En 1970 hubo tres huelgas

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generales; en 1971, cinco huelgasregionales en Córdoba; y en 1972, tresregionales en Córdoba, una en Mendozay otra en San Juan.

36. Lanusse, op. cit., passim.37. Ibíd., pp. 273-274; y “La muerte

de Mor Roig”, La Causa Peronista, nº 3(23 de julio de 1974), pp. 20-23.

38. De los 11.911.832 votos válidos,la fórmula del FREJULI para lapresidencia y vicepresidencia atrajo5.907.464; la candidatura radical (UCR),con Balbín a la cabeza, consiguió2.537.605 (el 21,3%), y quedó ensegundo lugar.

39. “Compañeros presos: la aurora dela libertad”, El Descamisado, nº 1 (22 de

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mayo de 1973), cubierta trasera.40. Luis Pujals, líder político del ERP

en Buenos Aires, fue detenido enseptiembre de 1971 y supuestamenteasesinado poco después en el cuartel dela policía de Rosario.

41. Para relatos de la totalidad delepisodio, incluidos los testimonios de lossobrevivientes, véase Francisco Urondo,La patria fusilada, Ediciones de Crisis,Buenos Aires, 1973; y Tomás EloyMartínez, La pasión según Trelew,Granica Editor, Buenos Aires, 1973.

42. Sobre Carral, véase “Paco: dio lavida por Perón”, El Descamisado, nº 40(19 de febrero de 1974), p. 23.

43. “Carlos Capuano Martínez, por

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compañero, por peronista, pormontonero, ya sos entraña de tupueblo”, La Causa Peronista, nº 7 (20de agosto de 1974), pp. 22-23.

44. “Fuiste hija de Evita”, ElDescamisado, nº 36 (22 de enero de1974), p. 15.

45. Pujadas, citado en Eloy Martínez,p. 72.

46. Cámpora, citado en “Soy leal,total, incondicional a Perón”, ElDescamisado, nº 9 (17 de julio de1973), p. 12.

47. La fuente fundamental sobre elresurgimiento de la JP es Juan CarlosDante Gullo, “El país se pregunta: ¿quées la Juventud Peronista?”, ibíd., nº 8

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(10 de julio de 1973), pp. 10-13.48. Buenos Aires Herald, 3 de junio

de 1970.49. Esto fue reconocido por Ramón

Torres Molina, recluso de Villa Devotodesde 1969, que escribió en enero de1971 una crítica de la guerrilla urbana,señalando: “La guerra de resistenciadesgasta políticamente a la dictadura ydemuestra su impopularidad, pero tiendea crear salidas políticas que no son las delos propios guerrilleros. Mediante lalucha de guerrillas urbana se puedeforzar a la dictadura a la concesión deelecciones. Pero tal triunfo tácticoguerrillero sería una derrota estratégica,puesto que alejaría las perspectivas de la

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toma del poder a largo plazo [...] Losgenerales de la dictadura saben que lamedida contrainsurgente por excelenciason las elecciones”. Véase “La etapaactual de las guerrillas argentinas”,Cristianismo y Revolución, nº 29 (junio1971), pp. 17-19. Las sagaces palabrasde Torres Molina fueron desoídas porlos Montoneros.

50. Perón, citado en “En nuestromovimiento decide el pueblo, aquídeciden ustedes”, La Causa Peronista,nº 7 (20 de agosto de 1974), pp. 16-19.

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Capítulo 4

EN BUSCA DE AIRE(1973-1974)

¿Qué pasa, qué pasa, qué pasa,general?

Está lleno de gorilas el gobiernopopular.1

El retorno del peronismo yel avance de la izquierda

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peronista

El 25 de mayo de 1973, mientrasHéctor Cámpora ocupabaformalmente su puesto de presidentede la República Argentina, unaatmósfera carnavalesca invadió elcentro de Buenos Aires. Después dedieciocho años de proscripción, elperonismo volvía al poder, ycentenares de miles de argentinos sealegraban efusivamente de ello.Incluso las formalidades que secelebraron en el interior delCongreso estuvieron teñidas hasta

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cierto punto del carácter popular delhistórico día gracias a la presenciaen la ceremonia de juramento de lospresidentes de Chile y de Cuba,Salvador Allende y OsvaldoDorticós. En el exterior, más de unmillón de peronistas llenaban laPlaza Congreso, la céntrica Plaza deMayo, frente al palacio del gobierno,y la Avenida de Mayo a lo largo decatorce cuadras. El corazón deBuenos Aires latía a los gritos de“Se van, se van, y nunca volverán”,mientras una jubilosa muchedumbrecelebraba la partida de los

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militares.2Se alzaban voces contra los

soldados, la policía y los símbolosde la presencia de los EstadosUnidos en la Argentina. Ebrios deeuforia triunfal, algunos de losjaraneros más jóvenes intentaronincluso asaltar el Comando en Jefedel Ejército y, más tarde, el HotelSheraton, propiedad de la dominanteITT, cuyos edificios fueronapedreados por sus repelidosasaltantes. Se impidió que losmilitares llevaran a cabo losapagados y anémicos ritos que tan

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meticulosamente habían planeado:los manifestantes no permitieron quela banda de la Escuela de Mecánicade la Armada dejara oír su música;se abandonó un desfile militar al serrodeados sus componentes y ocupadasu ruta por la multitud; los hombresde la Infantería de Marina quebordeaban la Avenida de Mayotuvieron que ser protegidos por lapolicía —y, finalmente, por uncordón de miembros del servicio deorden de la Juventud Peronista— delfuror de una belicosa muchedumbre;y a Lanusse se lo agredió y escupió.

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Al secretario de Estadonorteamericano, William Rogers,representante de Richard M. Nixon,lo declararon persona non grata losmanifestantes que cerraron el paso asu coche camino de la Casa Rosada(sede del gobierno argentino) desdeel Congreso; con lemasantiimperialistas ensordeciéndole losoídos, un aturdido Rogers se vioobligado a retirarse rápidamentehacia la embajada de los EstadosUnidos. Durante casi todo un día lasenormes multitudes peronistassaborearon anticipadamente el poder

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popular y experimentaron unaexquisita sensación de “liberación”,mientras los militares, de pésimohumor, tomaban instantáneasmentales de lo que percibían como“el poder de la chusma” y laanarquía. La ilusión de aquel poderno duraría, pero las instantáneaspermanecerían: reaparecerían ydestacarían como ilustraciones en losdiscursos de los generales delrégimen de Videla, iniciados en1976.

Pero los dueños de la jornadafueron los peronistas, muy

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particularmente el ala izquierda y lossectores populares del Movimiento.Gigantescos estandartes de losMontoneros y de las FAR decorabanla Plaza de Mayo junto con lasenseñas rojinegras de la JP. Unaformidable bandera de losMontoneros colgaba delante de latribuna de honor. E incluso en laCasa Rosada la imponente multitudpopular “convenció” a la policía deque cediera el control de las entradasy salidas a miembros del servicio deorden de la JP. “¡Usted, dé mediavuelta y váyase, nosotros nos vamos

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a encargar de que por aquí entrequien corresponda!”, dijo JuanCarlos Dante Gullo, líder de la JP, alteniente coronel Perdini... y elteniente coronel se retiró. El ordenpúblico —todo el que podía haberdadas las circunstancias— eramantenido por militantes de la JP,quienes, a su vez, estaban a lasórdenes de jefes de las “formacionesespeciales”, como HoracioMendizábal, el superior jerárquicode los montoneros presentes en laplaza.

Sin embargo, aún había tensión en

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el aire. Se produjeron peleas apuñetazos entre grupos sindicalesque gritaban exigencias para la patriaperonista y jóvenes que pedían lapatria socialista. También larepresión estaba presente: enrespuesta al lanzamiento de piedras,a los insultos y al desarme depolicías aislados por losmanifestantes, las fuerzas deseguridad hirieron al menos a unadocena de personas; y la represióncontinuaría aquella misma noche.3

Para los Montoneros y otrasorganizaciones armadas, el mejor

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recuerdo de aquel 25 de mayo fue laliberación de sus compañeros deguerrilla,4 amnistiados tal comoprometió el nuevo gobierno. Lospresos políticos recibieron grandesbienvenidas de sus parientes, amigosy compañeros, en Rawson, VillaDevoto, Córdoba, Resistencia,Chaco, Salta y Ezeiza. No obstante,la solidaridad que había unido a losguerrilleros de diferentesorganizaciones desapareció paramuchos junto con la adversidad quela había engendrado. Inmediatamentese hicieron más profundas las

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divisiones entre los combatientesperonistas y guevaristas, estosúltimos llenos de desconfianzarespecto del gobierno y deescepticismo en cuanto a la alegríapopular. Mientras que lapromontonera JP consideraba que sutarea consistía meramente en“garantizar” la realización de laprometida amnistía mediante unamarcha hacia la cárcel de VillaDevoto y permanecer allí durantetoda la noche del viernes 25, losguevaristas del ERP juzgaban que lasarmas eran el único medio de

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conseguir sus exigencias: en abrilhabían secuestrado al jefe retirado dela inteligencia naval FranciscoAlemán, y a Jacobo Nasif, coronel dela Gendarmería, en un intento decanjearlos por treinta de suscompañeros de guerra. De hecho, elgobierno respetó el deseo popular ysoltó a todos los presos políticos,incluidos doscientos que habíanocupado su bloque de celdas de VillaDevoto la misma víspera de la tomade posesión de Cámpora. Sinembargo, después de que la mayoríade los diez mil manifestantes,

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principalmente de la JP, huboabandonado los alrededores de lacárcel demostrando su alegría por laliberación de montoneros comoMaguid,5 Haidar y Roqué —por nomencionar a personalidades de lasFAR, como Berger, Camps y al poetaFrancisco Urondo—,6 el principalresto guevarista se negó a dejarserelegar totalmente por los peronistas.Espoleados por los rumores de queaún quedaban setenta y ocho“prisioneros de guerra” dentro de lacárcel, intentaron tomarla por asalto,

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sólo para enfrentarse a la furia de losfusiles Itaka, de las granadas degases lacrimógenos y de lasmetralletas vueltas contra ellos porlos guardianes y la policía. OscarLysak, de la Juventud Peronista, yCarlos Sfeir, de VanguardiaComunista (VC), resultaron muertos,y otros veinte heridos, en aquelinnecesario “Devotazo”.7

A pesar de aquel trágico epílogode un día tan importante en la historiade la Argentina, el giro de losacontecimientos políticos fue en talmomento completamente favorable a

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los Montoneros. Al tiempo que losguevaristas persistían en sumilitarismo (ignorando con ello unamáxima guerrillera elaborada por supropio mentor),8 los Montonerosaprovecharon la oportunidad paraextender su influencia políticaconcentrándose en la actividad legaly actuando en múltiples frentes.Adquirieron la capacidad demovilizar a decenas de miles depersonas, pero seguían careciendo deuna fuerza organizativa de base, locual, junto con la oposición de lasramas política, sindical y femenina

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del Movimiento Peronista, impidióque pudieran cubrir su participacióndel 25% en los cargos políticos quePerón había asignado a la Juventud.Si hubieran poseído una estrategiaindependiente para lograr el poder,tales obstáculos habrían sidorelativamente poco importantes, perocomo su estrategia consistía enoperar a través del MovimientoPeronista, tanto dentro como fueradel gobierno, conquistando el mayorterreno político posible, seencontraron muy limitados en susexpectativas. Como

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“movimientistas”, los Montonerosaún dependían de que Perón y suMovimiento fueran verdaderamenterevolucionarios, pues sus medios deavance político —una purga de los“burócratas” y “traidores” delMovimiento, y su rejuvenecimientogeneracional, tal como habíaprometido Perón— eran pasos queellos podían reclamar, pero noconseguir por cuenta propia.Entretanto, los grupos“alternativistas”, mucho máspequeños,9 seguían repudiando a losburgueses peronistas como

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“enemigos de clase”, para rehuir elcontacto con los órganos oficialesdel Movimiento y dedicar todas susenergías a la construcción de una“alternativa independiente de laclase obrera”: el núcleo de un futuropartido obrero y de un ejércitorevolucionario que, sin embargo, noquería cortar el cordón umbilical quelo unía al peronismo, hasta que lamasa de los trabajadores estuvieradispuesta a romper con la jefaturaperonista.

Los Montoneros aclararon suspuntos de vista sobre el nuevo

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proceso político en un documento dejulio de 1973, redactado con lasFAR y titulado “Construir el PoderPopular”.10 En él se daba la imagende una Argentina situada ante eldilema de optar por “la liberación ola dependencia”, lo que obligaba alos argentinos a tomar partido por “elpueblo peronista y sus aliados” o por“el imperialismo y sus aliados”. Losenormes monopolios de propiedadextranjera y la “oligarquía industrial,financiera, comercial y agrícola”eran desafiados por “la clase obrera,incluidos un millón y medio de

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desocupados y los sectoresmarginales, los pequeñosproductores urbanos y rurales, lamayoría de los estudiantes eintelectuales y sus aliados, losproductores urbanos y ruralesmedianos y todos los que seidentifican con los objetivos de laliberación”. El FREJULI erapresentado como expresión políticade aquella “alianza de clases parahacer frente al imperialismo”, y losaspectos más radicales de suprograma electoral —“Luchar contralos monopolios y todas las formas de

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dependencia”, “Redistribuir lariqueza”, “Nacionalizar y socializarla economía”— eran tomados al piede la letra. Los autores deldocumento insistían en que elliderazgo de la clase obrera dentrode la alianza era la única garantía deque el programa fuese aplicado,pero, en la práctica, los Montonerosno se organizaron teniendo presentetal objetivo. Sobre todo porque, acausa de su incuestionable fe enPerón, se avinieron a la dominaciónde los sectores burgueses yburocráticos del peronismo durante

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el primer año de su vidagubernamental, confiando en quePerón optaría tarde o temprano poruna trayectoria inequívoca, siempreque la izquierda peronista siguierasiendo una base de podermultitudinaria que supusiera unaalternativa. Mientras que la etapa dela liberación y reconstrucciónnacional se consideraba transitoria ytendiente a “la construcción nacionaldel socialismo”, la presencia dePerón y de la clase obrera en elMovimiento militaba —por lo que serefería a los Montoneros y a las FAR

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— en favor de un suave y rápidopaso de una etapa a la próxima. Talcomo lo veía el líder montoneroMario Firmenich cuando presentó sudocumento al público, no había“ninguna diferencia entre la patriaperonista y la patria socialista,puesto que el Movimiento Peronistadirigido por el general Perón sirve alos intereses de los trabajadores y,precisamente por esta razón, seplantea la construcción delsocialismo nacional”.11

Todo eso descansaba sobre dospremisas sin fundamento, y una

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tercera, en extremo dudosa: es decir,la supuesta conversión de Perón al“socialismo nacional”; la suicidapredisposición de los sectoresburgueses y burocráticos delperonismo para aceptar una jefaturaradical de la clase trabajadora; y laposibilidad de mantener una ampliaalianza de clases en el poder durantela llamada etapa revolucionaria de“liberación nacional”. De estassuposiciones, la última era la máspersuasiva, pero, sin embargo,resultaba anticuada. La vitalidadeconómica de la Argentina a finales

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de los años cuarenta, que habíapermitido al primer gobiernoperonista la concesión de beneficiosa ambos polos del espectroindustrial, ya no existía. Fue la crisiseconómica y no la prosperidad loque saludó al peronismo cuando, en1973, volvió al poder: se encontrócon la herencia de un importantedéficit presupuestario y una tasa deinflación del 6,5% mensual (datossobre cinco meses hasta marzo de1973).12 Además, el país prontosufrió los efectos de la decisión —tomada en julio de 1974 por la

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Comunidad Económica Europea—de cerrar sus puertas a la carneargentina, que afectó al 70% delcomercio nacional de exportación decarne y, consiguientemente, a labalanza comercial;13 y del alza delos precios mundiales del petróleo,que perjudicó a la Argentina tantodirectamente, por ser importadora decrudos (aunque no en gran escala),como indirectamente, por larepercusión de tal aumento en susimportaciones industriales. En talescondiciones, el plan de desarrolloeconómico peronista y la propia

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alianza gubernamental empezaron adesintegrarse muy pronto. Durantelos treinta y cuatro meses que elperonismo estuvo en el poder,recurrió a seis ministros deEconomía, lo que no pudo impedir eldeclinar económico ni satisfacer a lavez a los patrones y a lostrabajadores inicialmentesimpatizantes del régimen. Aquellosmeses fueron no sólo testigos de laprimera huelga general contra ungobierno peronista, sino también dela primera huelga de patrones de lahistoria de la Argentina; ambas

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demostraciones debilitaron en granmanera la pretensión histórica delperonismo de armonizar los interesesdel capital y de la clase obrera.

La incapacidad del peronismopara emprender conjuntamente unaserie de tareas de desarrollonacional y redistribuir radicalmentela renta nacional, fue algo que los“alternativistas” comprendieronmucho mejor que los“movimientistas”. Los primeros,como el guevarista ERP, pronto sedieron cuenta de que “reconstrucciónnacional” no significaba nada más

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que la reconstrucción nacional delcapitalismo, el cual, después de unprimer período de concesiones a lostrabajadores, perpetuaría lacongelación de salarios y el uso de larepresión en favor de la acumulaciónde capitales y del orden social. Perosagaces análisis por parte del ERP yel Peronismo de Base no sereflejaron en el reclutamiento denuevos militantes. La convicción delERP de que “como el pueblo nopuede enfrentarse al Ejército en lascalles, la acción guerrillera debecontinuar”,14 fue una actitud de

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inflexibilidad que sólo contribuyó aaumentar su aislamiento social. Almismo tiempo, ni ellos ni elPeronismo de Base pudieron hacermucho para socavar las ilusionespopulares puestas en Perón y en elperonismo a causa de su tremendafuerza y de los aparentes éxitoseconómicos peronistas durante losdoce primeros meses. Más que a losméritos intrínsecos de susdocumentos programáticos, losespectaculares progresos de losMontoneros durante aquellos años sedebieron al hecho de que sus

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fórmulas políticas estabanimpregnadas de los mitos popularesdominantes y de las ilusiones e ideaserróneas de la época, mientras quepara los estudiantes poseían elatractivo de cierta coherencia lógicaintrínseca. Más tarde, en undocumento interno del mes deseptiembre de 1977, los Montonerosadmitirían el fracaso político del“movimientismo”, ¡poniendo almismo tiempo de relieve supopularidad, conceptuándolo, conoriginalidad, de “desviacióncorrecta” para la situación política

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de 1973-1974!15

En realidad, el movimientismo,aunque sólo por algún tiempo, lespermitió a los Montoneros adquirirfama y fortuna y los ayudó aconvertirse, indiscutiblemente, en lamayor fuerza radical de la Argentina.Durante la breve presidencia decuarenta y nueve días de Cámpora,antes de que dimitiese para permitirque Perón tomara personalmente eltimón, la composición política delgobierno reflejó de manerarelativamente precisa la diversidaddel Movimiento Peronista. En cuanto

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a los cargos más importantes, JoséBer Gelbard, uno de los principalesrepresentantes del sectormonopolista de la burguesíanacional, tomó las riendas delMinisterio de Economía; el deTrabajo fue otorgado a RicardoOtero, de la Unión ObreraMetalúrgica; y la ultraderecha, en lasiniestra figura de José López Rega,secretario particular de Perón,estableció una base al frente delMinisterio de Bienestar Social. Porsu parte, la izquierda peronistaadquirió cierto grado de influencia

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durante algo más de un mes en elMinisterio de Relaciones Exteriores,donde el ministro correspondiente,Juan Carlos Puig, y su secretario,Jorge Alberto Vázquez, facilitaron elestablecimiento de relacionesdiplomáticas con Cuba, Vietnam delNorte y Corea del Norte; en elMinisterio de Educación, con JorgeTaiana en el cargo, durante un tiempoconsiderablemente mayor; y, sobretodo, en el Ministerio del Interior.

Las aspiraciones nacionalistasrevolucionarias de un nuevoalineamiento de la Argentina con

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Chile, Panamá, el Perú y Cuba no fuemás allá del discurso con queVázquez, el 21 de junio, en unareunión en Lima de la Organizaciónde Estados Americanos, pidió laadmisión de Cuba. Aunque sediversificaron las relacionesdiplomáticas y comerciales de laArgentina, los acuerdos alcanzadospor el nuevo gobierno con los paísescomunistas se debían más a lasrestricciones en las importaciones dela Argentina impuestas por la CEEque a preferencias ideológicas.16

Por consiguiente, las nuevas

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relaciones internacionales fueronbien recibidas o aceptadas por todoslos sectores del peronismo e inclusopor el capital extranjero: elestablecimiento de relacionescomerciales con Cuba, por ejemplo,permitió que los subsidiariosestadounidenses del automóvil queoperaban en la Argentina encontraranuna salida para eludir el boicotoficial de los Estados Unidos a laisla caribeña. Entretanto, en elMinisterio de Educación, lasfrecuentes condenas de Taiana a lasocupaciones estudiantiles de las

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universidades hicieron mucho paramodificar el apoyo de la izquierdaperonista.

El ministro más cercano a losMontoneros era sin duda EstebanRighi, de Interior. Es cierto quetambién él se manifestó contra lasocupaciones de los centros docentesy de los lugares de trabajo quecaracterizaron los primeros días delgobierno de Cámpora, pero por otraparte era él quien guió la petición deamnistía a través del Congreso y fueresponsable de la rápida liberaciónde los presos políticos y de la

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supresión de los organismosrepresivos del Estado. Se dice de élque tan pronto como recibió sunombramiento se dirigió al cuartelgeneral de la Policía Federal,acompañado de varios activistasmontoneros con sus chaquetas decuero, y ordenó a los policíaspresentes: “¡Canas, de pie para loscombatientes montoneros!”, a los quehabían estado persiguiendo durantelos tres últimos años.17 Fue Righi elresponsable de la disolución delDepartamento de InvestigacionesPolíticas Antidemocráticas (DIPA),

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que había practicado la caza debrujas contra la izquierda, así comode la destrucción de sus archivos.Más tarde pronunció un elocuentediscurso ante una asamblea de jefesde policía a quienes reprendió porsus nefandas actividades y ordenóque abandonaran la tortura y lasdiversiones al estilo del escuadrónde la muerte. No debe, pues,sorprender que fuera el principalblanco de los ataques derechistas enel gobierno de Cámpora: titulares deperiódico como “El ministro delInterior aún no ha dimitido”18

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aparecieron durante el ejercicio desu cargo, que terminó con la dimisiónde Cámpora. Poco después, se vioobligado a huir del país y exiliarseen México.

Fuera del gobierno federal, lainfluencia montonera se dejó sentiren el Congreso Nacional, en lasadministraciones provinciales y enlas universidades. Sólo hubo ochodiputados montoneros en el grupo delFREJULI, formado por 145representantes en la Cámara deDiputados: Armando Croatto,Santiago Díaz Ortiz, Jorge Glellel,

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Aníbal Iturrieta, Carlos Kunkel,Diego Muñiz Barreto, RobertoVidaña y Rodolfo Vittar. 19 Todosellos pronunciaron discursosradicales e impulsaron lainvestigación de los casos de torturay de las actividades parapoliciales,pero no pudieron conseguir la puestaen práctica de las promesaselectorales del FREJULI respecto dela reforma agraria, la socialización yla participación de lostrabajadores20 al quedar reducida laeficacia de los ocho por su

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aceptación de la disciplina delgrupo.

Los candidatos montonerostambién obtuvieron cincuenta puestosen gobiernos provinciales, así comoescaños en gobiernos y legislaturaslocales, pero fueron superados ennúmero por los candidatosvencedores nombrados por lossindicatos y otros sectores menosradicales del Movimiento. Variosgobernadores provinciales prestaronsu vacilante apoyo a la“movimientista” izquierda peronista,o al menos toleraron su presencia en

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sus administraciones. Los mejordispuestos hacia ella fueron OscarBidegain (Buenos Aires), AlbertoMartínez Baca (Mendoza), JorgeCepernic (Santa Cruz), MiguelRagone (Salta) y Ricardo ObregónCano (Córdoba). Los gobernadoresde Santa Cruz y de Córdoba yahabían hecho mucho, en 1973, paramerecer el patrocinio táctico de laizquierda peronista, pero otros seacercaron a la tendencia montonerapor razones muy pragmáticas: comoCámpora, carecían de sólidas basesde apoyo en el Movimiento. Todos

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eran atacados por los mandamasessindicalistas constructores delimperio y por la derecha peronista, yrecibían poco o ningún apoyo deJuan y de Isabel Perón. Finalmentefueron eliminados por una serie deintervenciones federales (Mendoza,Formosa, Santa Cruz); dimisionesforzadas (Buenos Aires, Catamarca);un misterioso accidente aéreo(Misiones) y un golpe policíaco deinspiración fascista (Córdoba). Elvicegobernador de Córdoba, elpopular dirigente obrero AtilioLópez y Miguel Ragone fueron

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después asesinados por losescuadrones de la muerte. Sinembargo, varios de los exgobernadores sobrevivientesdecidieron comprometerse totalmentecon los Montoneros, como hizoRicardo Omar Sapag, cosa que pusoa su padre, Felipe Sapag, gobernadorde Neuquén, en un seriocompromiso.21

Los progresos iniciales de laizquierda peronista se vierongradualmente reducidos mientras elala derecha y los representantessindicales se hacían cada vez más

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dominantes en el gobierno y en laeducación superior. Indudablemente,el más valioso trofeo concedido a laizquierda “movimientista” bajoCámpora fue la Universidad deBuenos Aires, donde el prolíficohistoriador nacionalista RodolfoPuiggrós, relevante ex miembro delPartido Comunista, fue nombradointerventor para preparar el caminode las reformas. Ayudado por variosnuevos decanos de facultad quesimpatizaban con él, Puiggrós, comorector, empezó a transformar esainstitución, tradicionalmente liberal,

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en la “Universidad Nacional yPopular de Buenos Aires”. Loscatedráticos que se habían mostradopartidarios del régimen militar o queeran “agentes de compañías quedeforman el proceso históriconacional”22 fueron despedidos; seordenó a la policía que saliera de lasfacultades y se concedió plenalibertad de expresión a los grupospolíticos estudiantiles; catedráticos,estudiantes y personal no académicocomenzaron a participar en ladirección de la universidad; secrearon cursos como el de “Historia

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de las luchas del pueblo argentinopor su emancipación”; seestablecieron instalaciones médicasy centros de ayuda legal de laspertinentes facultades en las zonashumildes, en un esfuerzo porconseguir que la universidadestuviera al servicio de la gentecorriente; y se suprimieron lasrestricciones de ingreso.23 LaUniversidad de Buenos Aires y, enmenor medida, las del interiorexperimentaron así cambiosfundamentales. Dejó de ser una“isla”, se hizo más democrática e

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intervino más activamente en losplanes de desarrollo nacional. Sinembargo, incluso los académicosizquierdistas se desconcertaron antelos resultados del ingreso sinrestricciones: la poblaciónestudiantil de aquella solauniversidad pasó de 80.000 en el año1973 a 237.000 en 1975, ¡con unaproporción entre estudiantes yprofesores que llegó a 300 por 1!24

Para su labor política en aquelperíodo, los Montoneros crearon unaserie de organizaciones de masasadaptadas a las necesidades de cada

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uno de los movimientos sociales másimportantes. A la JP (Regionales),que entonces se concentró enactividades a nivel de barrio, se leunieron la Juventud UniversitariaPeronista (JUP), la JuventudTrabajadora Peronista (JTP), laUnión de Estudiantes Secundarios(UES), el Movimiento de VillerosPeronistas (MVP), la AgrupaciónEvita (AE) de la rama femenina y elMovimiento de Inquilinos Peronistas(MIP);25 colectivamente, esasorganizaciones fueron conocidascomo Tendencia Revolucionaria del

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Movimiento Peronista.Los Montoneros movilizaron

impresionantes multitudes a través detales organizaciones en lasconcentraciones y manifestaciones de1973-1974, así como en lasactividades relacionadas con lacampaña electoral presidencial deseptiembre de 1973. En más demedia docena de ocasiones,consiguieron reunir de 50.000 a150.000 personas, e inclusosobrepasaron dichas cifras cuando eldefinitivo regreso de Perón al país,el 20 de junio de 1973: si bien las

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estimaciones del número deargentinos que fueron a recibirlo alaeropuerto de Ezeiza oscilaron entreun millón y medio y cuatro millones,se sabe con certeza que la Tendencia,por sí sola, había movilizado a lamitad de ellos. Fuera de BuenosAires, por supuesto, lasmuchedumbres fueron menosnumerosas, aunque proporcionales,en cuanto al número de asistentes, alas de la Capital Federal,naturalmente teniendo en cuenta lasdiferencias de población de lasdistintas ciudades.26 Y cuando

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grupos juveniles rivales patrocinadospor la derecha peronista o por laburocracia intentaron competir con laTendencia, los resultados de susconvocatorias fueron superados porésta en un número, como mínimo,seis veces mayor.27

El 31 de agosto de 1973, enocasión de una gran marcha peronistaque debía desfilar ante la sede de laCGT, en apoyo de la candidaturapresidencial de Perón, los líderessindicalistas y los Montonerostuvieron la oportunidad de competirabierta y directamente en el juego de

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las cifras bajo la mirada delmismísimo Perón. El resultado nodesacreditó en modo alguno a loscontingentes de la Tendencia:mientras que éstos invirtieron 162minutos en pasar frente a la tribuna,las columnas movilizadas por laCGT necesitaron 165 minutos parahacer el mismo recorrido (¡según laJP, andando más lentamente!); y dosgrupos juveniles no pertenecientes ala Tendencia, sólo once minutos enconjunto. La CGT, que se habíaestado preparando durante un mes,gastó, según se dijo, 300.000 dólares

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en el acontecimiento, y centenares deautobuses recogieron a los obreros ala puerta de las fábricas; laTendencia había decidido participarel 28 de agosto y consiguió movilizara sus 150.000 manifestantes en sólodos días.28

Limitaciones de laTendencia Revolucionaria

La tragedia para la Tendencia fueque ninguna de sus movilizacionesmultitudinarias impresionó a Perón.

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Había utilizado a la juventud y a lasformaciones guerrilleras como puntasde lanza en las luchas de 1966-1973contra la “estratocracia”, las usótambién para llevar a cabo la mayorparte de las tareas electorales entremarzo y septiembre de 1973, pero,finalmente, no volvió a tenernecesidad de sus servicios. Perón, yade nuevo en el poder, si bien procurómantener idealmente la unidad de suMovimiento, no sintió inclinación ar e t e ne r a toda costa al alaradicalizada, considerando que podíaconservar el apoyo, o al menos el

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control, del movimiento obrero.Cuando se hizo evidente que a pesarde su frecuente buena disposición alcompromiso, la Tendencia no podíaser “domesticada”, el interés dePerón no se centró en hacerconcesiones con el fin de manteneruna unidad cada vez menos real, sinoen echar a la izquierda de suMovimiento, intentando aislar el“virus” del socialismo. En febrero de1974 demostró el desprecio quesentía por la izquierda al decir a losgrupos juveniles de derecha ligadosa la burocracia obrera que prefería

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“un líder honesto con diez personasdetrás de él a uno deshonesto condiez mil”,29 y en junio procedió sinmás a clausurar definitivamente latotalidad de la rama juvenil despuésde explicar que no quería “llevar lamanzana de la discordia dentro delMovimiento”.30 Cuando senecesitaba de nuevo algunademostración de apoyo popular, elinflujo personal de Perón, junto conla ayuda del aparato sindical, podíallenar aún la Plaza de Mayo. A pesardel boicot de la Tendencia, la última

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aparición pública de Perón en dichaplaza, el 12 de junio de 1974, fuepresenciada por una multitud de60.000 a 100.000 personas, con laparticularidad, eso sí, de quetuvieron que ser espoleadas: Perónhabía amenazado con dimitir, y laCGT declaró una huelga de diezhoras, que empezó a media mañana,para poder transportar trabajadoresal sitio de la concentración desde suslugares de trabajo.

Sin embargo, el número deasistentes a tales actos fue un factorcada vez menos importante en las

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luchas internas peronistas cuandoPerón hubo vuelto a la presidencia;las movilizaciones callejeras, sin lafuerza económica y organizativa pararespaldarlas, corrían el peligro deconvertirse en puro exhibicionismo,pero la Tendencia siguió careciendode esos decisivos refuerzos. Sudebilidad organizativa era elresultado directo de la herenciarecibida por las organizaciones demasas consistente en las estructurasburocrático-autoritarias y losprocedimientos elitistas31 quecaracterizaron a todas sus

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formaciones especiales, sobre todo alos Montoneros. Todas lasorganizaciones de masas tenían unajefatura nacional, y las mayores (laJUP, la JTP y la UES, así como lapropia JP), también ejecutivosregionales, pero todos eran elegidospor la jefatura montonera en vez deserlo por sus militantes. Antes dedesarrollar cuadros con la base delas organizaciones de masas, losMontoneros se mostraban muyselectivos respecto de quiénesdebían incorporar y a quiénes lesservían solamente para las

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movilizaciones y las campañaselectorales. Sólo los jóvenesperonistas visiblemente capaces eranescogidos para el adiestramientoespecializado político y militar, quese les daba con el fin de prepararlospara su incorporación a losMontoneros. Ello significaba que lasgrandes multitudes que éstos solíanmovilizar a través de susorganizaciones de masas no podíanequipararse legítimamente con elapoyo numérico para un proyectopolítico revolucionario. Lamovilización no se basaba en un

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análisis coherente de los problemasde la Argentina, en una alternativasocialista definida con claridad o enuna teoría que guiase a losmovilizados a lo largo del caminoque, surgiendo de la sociedad yaexistente, debía llevarlos a otra quelos Montoneros querían construir enel futuro. En su mayoría eranmovilizados mediante consignas ypor la expresión de posturaspolíticas específicas que, por logeneral, no estaban vinculadas conningún proyecto global detransformación de la sociedad; y

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también mediante el atractivoemocional de las concentraciones ymarchas de los Montoneros con sucolorido, sus cantos, su redoble detambores, su exuberancia, su sentidode la fuerza y de la solidaridad y suextrema arrogancia.

La adhesión a las organizacionespromontoneras expresaba a menudoel genuino deseo de un cambio, peroun cambio que parecía confuso ydesarticulado, y que así permanecía:una pequeña minoría se convertía encuadros, capaces de dirigir, deorganizar y de tomar iniciativas

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políticas, mientras que la ampliamayoría hacía poco más quecontribuir con sus cuerpos, voces,vigor y entusiasmo a losacontecimientos multitudinariosdurante los proyectos de trabajosocial relacionados con lareconstrucción nacional.32 Talestado de cosas, no reconocido comoproblema por los Montoneros hastaprincipios de 1974, no significabatan sólo un verdadero derroche detalento político en potencia, sino queabonaba el terreno para lasescisiones. Ante una total ausencia

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de mecanismos para la participaciónde la base militante en la elaboraciónde las normas oportunas, y nopudiéndose contar con mediosinternos democráticos con quecuestionar a los líderes, los gruposdisidentes tendían a convertirse enfacciones rebeldes que rompían conla organización o que eranexpulsadas de ella. Fueron varias lasdisidencias que surgieron, a laderecha y a la izquierda de laortodoxia montonera, durante unperíodo tan cargado de actividadpolítica.

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A la izquierda, con base en laciudad de Córdoba, el año 1973presenció el surgimiento de laColumna José Sabino Navarro, decorta vida, cuyos líderes incluían aLuis Losada, el montonero herido ycapturado después de la ocupaciónde La Calera, y a Luis Rodeiro, unsuperviviente del tiroteo en quemurieron Abal Medina y Ramus.Rodeiro se convirtió en director dePuro Pueblo,33 portavoz de laColumna. Esa tendencia no creció,por carecer de propuestas positivaspropias, pero su crítica de los

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Montoneros, llevada a cabo medianteuna serie de “Notas para losmilitantes”,34 fue escrita conautoridad y experiencia.

Rechazando el “movimientismo”de los Montoneros y su concepto deetapas revolucionarias, la críticaatribuía la principal debilidad de suorganización madre al hecho dehaber sido lanzada “desde arriba”, amanera de “respuesta de la pequeñaburguesía radicalizada a losproblemas generales del país”, envez de crearse como respuesta a lasnecesidades de la clase obrera

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argentina. A continuación, la luchaarmada, faltando participaciónobrera, había militarizado “todos losaspectos de la vida” de losMontoneros con el resultado de quecuando finalmente dieron un girohacia la actividad política, ésta habíasido obstaculizada por la estructuramilitar y burocrática, que sofocó elespíritu crítico y el disentimiento.35

A su vez, lo único que podíaofrecer el disidente derechista erauna obsequiosa lealtad a Perón: latendencia “leal”, que rompió filas aprincipios de 1974, se limitó a

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abogar por el fin de las críticasmontoneras a Perón. Atrajo a sujefatura a Jorge Obeid, ex líder de laSegunda Región (que comprendíaSanta Fe y Entre Ríos) de la JP, perosólo afectó de manera significativa ala JUP, e incluso en el ámbitouniversitario, su candidatura sóloatrajo 350 votos en comparación conlos 21.000 que ganó la JUP en laselecciones estudiantiles de 1974celebradas en la Universidad deBuenos Aires.36 Ambos gruposdisidentes cayeron en el olvido haciafinales de 1974, pero su efímera

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existencia puso al menos demanifiesto una debilidadorganizativa, y fundamentalmentepolítica, de los Montoneros: la falta,debido a su militarismo, de todaforma democrática interna quepermitiera resolver las diferenciasinternas. Para ellos, la discusión eraequiparable a la traición, y la crítica,a la hostilidad. Los gruposminoritarios se considerabanamenazas que había que exorcizarmediante el ostracismo y laexpulsión; nunca empleando la fuerzade la argumentación política.

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La debilidad económica de laTendencia Revolucionaria, debida asu composición social, fue unproblema aún más serio para losMontoneros. El gobierno peronistaera sensible a las presiones de losque tenían en sus manos el podereconómico, como lo demostraría lahuelga general de mediados de 1975,que costó ochocientos millones dedólares en pérdidas deproductividad;37 pero el grupoobrero de la Tendencia, la JTP, sóloexperimentó un crecimientoespectacular entre los trabajadores

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no industriales. Aun cuando pudoreunir 20.000 personas en un actocelebrado en el Luna Park ennoviembre de 197338 y pese ahaberse impuesto en los consejosregionales de la Asociación deTrabajadores del Estado (ATE) enCórdoba, Rosario y Misiones, yhaber conseguido fuertes posicionesentre los choferes (UTA), lostrabajadores de Gas del Estado y losempleados bancarios de BuenosAires, la JTP nunca llegó a tener unaverdadera influencia sobre lostrabajadores industriales. Como

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demostración aproximada del gradode debilidad de la JTP dentro delmovimiento obrero, cabe mencionarque en la manifestación de la CGTdel 31 de agosto antes citada, loscronómetros revelaron que, en tantolas columnas de Trabajadores delEstado y las de Gas del Estado(pertenecientes a la JTP) invirtieronrespectivamente dieciséis minutos enpasar por delante de la tribuna, losobreros dirigidos por la burocraciasindical necesitaron más tiempo: lostrabajadores de la Unión ObreraMetalúrgica (UOM), cuarenta

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minutos: los afiliados al Sindicato deMecánicos y Afines del TransporteAutomotor (SMATA), treinta y tres;y los afiliados de Luz y Fuerza y dela Unión Ferroviaria (UF), veintecada uno. Además, el total dedieciséis minutos invertidos por laJTP quedó superado, con mucho, porlos 146 minutos que tardó el resto dela Tendencia Revolucionaria enhacer el mismo recorrido.39 Aunteniendo en cuenta que algunosgrupos pequeños de la JTPdesfilaron con las columnas oficialesde los sindicatos, ninguna estimación

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razonable del conjunto social de laTendencia podría atribuir alelemento obrero más de un 20-30%,con un 50% a los estudiantes y elrestante 20-30% a otros participantesde la clase media, consistentes enalumnos de secundaria yprofesionales. La expresión de lamayoría estudiantil de la Tendenciafue la Juventud UniversitariaPeronista (JUP), la cual, en 1973, altomar parte por primera vez en laselecciones estudiantiles de laUniversidad de Buenos Aires,consiguió 23.176 votos (el 44% del

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escrutinio), con lo que se impuso ennueve de los trece centrosestudiantiles.40

Los defectos de organización y lafalta de poder económico estratégicolimitaron la influencia de laTendencia montonera dentro delMovimiento Peronista y en elgobierno, y lo mismo sucedió con elvacilante comportamiento político delos Montoneros durante aquelperíodo. Tal situación se hizo porprimera vez evidente en abril de1973, cuando Rodolfo Galimberti fuedepuesto por Perón de su cargo de

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delegado de la juventud, después dehaber pedido la creación de una“milicia popular” de trabajadores yestudiantes destinada a defender losprincipios justicialistas. Aun cuandoel líder de la Juventud Peronistahabía declarado que la cuestión de sidebía ser armada o no dependía delcurso de los acontecimientos, cuandofue llamado a Madrid fingió que “nohabía sido comprendido bien” y dijoque ¡sin duda alguna, la miliciapropuesta no debía ir armada! Lassucesivas retiradas del primitivoplan de la JP condujeron finalmente a

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un proyecto para crear sólo uncuerpo de trabajo juvenil. Sinembargo, no se pudo salvar aGalimberti. Fue obligado a dimitir,se vio retirado de la circulaciónpolítica durante un año por losMontoneros como si hubiera caído endesgracia, y tuvo que sufrir lahumillación de que la jefatura de laJP, con gran hipocresía, respaldarala decisión de Perón. La Juventudcondenó a Galimberti por susintentos de introducir “una políticade extrema izquierda” en elMovimiento y lo acusó de

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“infantilismo y cierto elitismo”.41

Ello estableció la tónica para lasreacciones de la TendenciaRevolucionaria a las sucesivasdecisiones de Perón favorecedorasde los sectores menos radicales de suMovimiento. Según sostenían losMontoneros, sus críticas de lalegislación propugnada por Perón noimplicaban diferencias políticas conél, sino que eran motivadas por sustemores sobre la manera en que lasleyes serían aplicadas por los“agentes” de la extrema derechainfiltrados en el aparato estatal. A

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cada promulgador de una leyantipopular, la Tendencia montoneradeclararía que su “espíritu” y susintenciones eran buenas, pero que supuesta en práctica por Perón podíaser subvertida por los “infiltrados”.

Sin ninguna crítica al principio,los Montoneros apoyaron el PactoSocial, un acuerdo entre la CGT y laConfederación General Económica(CGE) de los empresariosnacionales, patrocinado por el nuevogobierno peronista, en el que seprometía a la clase obrera unaumento de su participación de la

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renta nacional, que pasaría del 35%(nivel de mayo de 1973) al 48%(nivel de 1955), además del controlde los precios, a cambio de dejar ensuspenso por dos años los derechosde libre negociación colectiva. Paralos Montoneros, el pacto fue la claveeconómica de su ilusorio “frente deliberación nacional”, aun cuando elsentido común económico dejabatraslucir que el acuerdo no tardaríaen zozobrar. Teniendo en cuenta losproblemas económicos de 1973-1974, era una pretensión totalmenteirreal esperar que los empresarios

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invirtieran en un proyecto dedesarrollo con sus precioscongelados y unos salarios máselevados; y también lo era —esta vezdoblemente irreal— contar con que,como hacían los Montoneros, lossectores más débiles de lacomunidad comercial e industrial seajustarían al mismo comportamientosólo porque eran “nacionales” yporque tenían intereses que seconsideraban “objetivamente”opuestos a los del capital extranjero.Dadas las circunstancias, el únicomedio que encontraron los peronistas

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para proveer créditos baratosdestinados a la burguesía nacional ya estimular el crecimiento fuepermitir que la cantidad de dinero encirculación aumentaraastronómicamente: durante susprimeros dieciséis meses en elpoder, autorizaron la acuñación eimpresión de dinero por una cifra¡dos veces y media mayor que larepresentada por la emisión demonedas y billetes a lo largo de losúltimos cien años!42 Lahiperinflación esperaba a la vueltade la esquina.

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Económicamente, el Pacto Socialera una verdadera utopía; en lopolítico era potencialmenterepresivo, al menos en cuanto a susimplicaciones. Bajo el mismo, y conla legislación inherente, las huelgaspodían ser declaradas ilegales por elgobierno, el ministro de Trabajoquedaba autorizado para imponer laconciliación obligatoria y lossindicatos que organizaran huelgas seexponían a la suspensión o pérdidade sus derechos legales. Con todo,debido a su concepto sumamenteesquemático de etapas

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revolucionarias, los Montonerosesperaron varias semanas a unirse alas críticas obreras del pacto, y sólopara pedir “modificaciones”. No semostraron partidarios de que el pactofuera anulado hasta un año despuésde la elección de Cámpora, cuandoel “comandante” montonero MarioFirmenich dijo, ante unamultitudinaria concentración que tuvolugar en el estadio de Atlanta, quedebía negociarse un nuevo pacto paradar a los obreros el “51% delpoder”. En respuesta a los insistentesgritos de “Todo el poder”, siguió

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declarando que “en el proceso quetenemos en marcha, no todo el poderpuede pertenecer a la clasetrabajadora. Es un problema deequilibrio de fuerzas, es un problemadel avance, a través de la liberaciónnacional, hacia el socialismonacional”.43

Tal clase de afirmacionesresaltaba el dilema político a que seenfrentaban los Montoneros: por serleales, aunque críticos, al peronismo,no tenían la posibilidad de atraer a laminoría obrera con conciencia declase, que empezaba a desafiar la

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estrategia económica del gobierno, apesar de que el canon revolucionariosugería que aquella minoría tenía queser el objetivo prioritario delreclutamiento; por otra parte, elhaber hecho una crítica más dura dela trayectoria de la políticagubernamental hubiera supuesto elriesgo de aislarse del resto delMovimiento Peronista, incluida lamayoría de los trabajadores“economicistas”, con lo que lossindicatos hubiesen quedado enmanos de la burocracia sindicalreformista.

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Finalmente, los Montonerosrecibieron lo peor de ambas partes alquedarse sin una cosa y sin la otra.Su actitud hacia las medidas delgobierno era demasiado crítica paraque la tolerase la jefatura peronista,siempre a punto de exigir la“ortodoxia” y la “lealtad”tradicionalmente requeridas de losadheridos al Movimiento, peroinsuficientemente firmes parapreludiar la formulación de unagenuina política alternativa alperonismo ortodoxo. Sin embargo, elcomportamiento montonero durante

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el bienio 1973-1974 se inclinó haciauna acomodación con el gobierno.Así pues, la JTP abandonó lasocupaciones de los lugares detrabajo que se produjeron durante lasprimeras semanas de la presidenciade Cámpora tan pronto como Perónagitó el dedo de manera reprobadora;sólo algunas partes de la nueva Leyde Asociaciones Profesionales (quefortalecía la burocracia sindicaldando poderes a la CGT para que“interviniera” en sus seccionesregionales, y a las federaciones paraque intervinieran en los sindicatos

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participantes) fueron elegidas para lacrítica, aun cuando la influencia de laTendencia en el Congreso erademasiado débil para poder obtenerenmiendas; y la Tendencia apoyó unanueva Ley de Prescindibilidadconfiando en que sería usada contralos “reaccionarios” y no, comosucedió, contra los militantes deizquierda. Por último, durante lareforma del Código Penal aprobadaen enero de 1974, en virtud de lacual se introdujeron para lasactividades guerrilleras penas másduras que las existentes durante el

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régimen militar, los Montoneroshicieron todo lo posible para llegar aun compromiso mediante —a fin decuentas— el intento de que sealterasen sólo dos cláusulas. Bajoaquella ley, la tenencia de armaspodía suponer una sentencia másdura que el asesinato.

Todos los compromisoslegislativos se llevaron a cabo con lavana esperanza de que, con Perón enel poder, la legislación seinterpretaría según su “verdadero”(léase “progresista”) espíritu,especialmente si la izquierda

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movilizaba sus numerosos seguidorespara impedir que el generalsucumbiera a las presionesderechistas. Tan grande era la fe delos Montoneros en Perón, quedurante algunos meses sus“desviaciones” del camino de laesperada liberación nacional fueronpasadas por alto o sólo criticadas entono moderado. Después de queCámpora dejara la presidencia el 13de julio de 1973, la nominación porPerón de su tercera esposa, Isabel,como candidata a la vicepresidenciapara las elecciones del 23 de

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septiembre fue algo que lossorprendidos Montoneros “noentendimos ni entendemos”.Comentaron que “no era la personamás representativa de aquellosdieciocho años de lucha [por partede la oposición peronista]”, pero,aunque expresaron su desacuerdo conla designación, decidieron callarse“disciplinadamente”, confiando enque Perón pronto pondría las cosasen su lugar.44 No criticaron ladimisión de Cámpora, sino sólo elintento de la derecha peronista depresentar los acontecimientos del 13

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de julio como una “revoluciónpalaciega” tramada por ella, y nocomo resultado de un acuerdo previoentre Perón y Cámpora.45

Perón ataca a losMontoneros

Cuando el 12 de octubre Peróntomó posesión del cargo depresidente, los Montoneroscelebraron el acontecimientoanunciando su fusión con las FAR.Llenos de optimismo, declararon

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alegremente: “Perón hoy esArgentina. Es Soberanía. EsPatria”.46 Al mismo tiempo,mediante un incrédulo editorial en susemanario El Descamisado, titulado“Y esto, ¿qué es?”47, pretendían quePerón no tenía nada que ver con un“Documento Reservado” de lajefatura peronista, publicado despuésdel asesinato de José Rucci,secretario general de la CGT,verdadera declaración de guerracontra los “grupos marxistasterroristas y subversivos”

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supuestamente “infiltrados” en elMovimiento.48 Sin embargo, ¡fuePerón quien anunció públicamente eldocumento, y su firma la que figurabaal pie del mismo! La incredulidadante el hecho de que Perón estuvieradefendiendo a la derecha peronista ya los líderes sindicales paralizó lainiciativa de los Montoneros porespacio de varias semanas, mientrasasimilaban estoicamente el castigoverbal que él les infligía. Despuésdel discurso pronunciado por Perónel 8 de noviembre en la sede de laCGT, en el que equiparó a los

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llamados “infiltrados” con“gérmenes” que estuvierancontaminando al Movimiento, losMontoneros llegaron incluso aobedecer su orden de no criticar alos ministros del gobierno, aceptandoasí el principio peronista del“verticalismo”, o disciplina yautoridad de arriba abajo. Comoescribió Dardo Cabo (que se habíahecho cargo de la dirección de ElDescamisado sucediendo en elpuesto, tras la publicación del primernúmero, a Mario Hernández, másizquierdista que él): “Quien conduce

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es Perón, o se acepta esa conduccióno se está afuera del Movimiento [...]Porque esto es un procesorevolucionario, es una guerra yaunque uno piense distinto, cuando elgeneral da una orden para el conjunto[el Movimiento], hay queobedecer”.49 Lo que equivalía adecir, con menos palabras: “Aquímanda Perón”.

Durante aquellas semanas losMontoneros fantasearon sobre el“extraño” comportamiento de Perón.En vez de cuestionar inmediatamentesu propio concepto del general, lo

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presentaron como inocenteprisionero de una pandilla de agentesimperialistas, traidores y burócratasconstituidos en un cordón que lorodeaba y aislaba de sus seguidores.José López Rega, ministro deBienestar Social, pasó a formar partede aquel fantástico drama en el papeldel villano principal, quetergiversaba las órdenes de Perón eimpedía que llegara hasta él laopinión de las masas. Durante variassemanas los Montoneros creyeronque bastaría, para rectificar aquelproceso político, utilizar su fuerza

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movilizadora y romper el cordón conel fin de que se renovara el contactodirecto entre Perón y las masas, elcual, según ellos, habíaproporcionado tradicionalmente sudinamismo revolucionario alMovimiento Peronista. De ahí laafirmación de los Montoneros:“Cuando Perón y su pueblo se juntan,sólo triunfan Perón y el pueblo”.50

Las cosas no empezaron a llegar asu culminación hasta enero de 1974,momento en que Perón pidió a ungrupo de diputados disidentes delFREJULI que votaran en el Congreso

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a favor de su regresiva reforma delCódigo Penal o que dimitieran. LosMontoneros, que habían estadomurmurando veladas amenazas deretirar a sus representantesparlamentarios, tenían que cumplirlasentonces para no desacreditarse. Conun Perón no dispuesto a hacerconcesiones para mantener la unidaddel Movimiento Peronista, los ochodiputados de la Juventud Peronistadimitieron el 24 de enero. Si bienintentaron evocar el recuerdo deEvita y su llamado “renunciamiento”de la vicepresidencia en 1951,

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declarando que “renunciaban a loshonores, pero no a la lucha”51, sugesto fue muy poco coherente: de lasocho personas que, por ser los queseguían en las listas del FRE-JULIpara la sustitución de sus diputados,ocuparon los escaños vacíos, doseran los montoneros LeonardoBettanín y Miguel Domingo ZavalaRodríguez. En la ceremonia de latoma de juramento ambos sediferenciaban de los otros reciénllegados haciendo su promesa “porDios y la patria, por la memoria deEvita y por los caídos en la batalla

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por la liberación nacional”, y, cosanada sorprendente, no se les permitióformar parte del grupo delFREJULI.52

Durante el mismo mes losMontoneros hicieron algunas críticassuaves, según empezaban a descubrirque tenían diferencias políticas conPerón. Al dirigirse a los asistentes deuna jornada de formación política dela Juventud Peronista, MarioFirmenich reconoció que antes delretorno de Perón los Montoneroshabían “hecho nuestro propio Perón,más allá de lo que es realmente. Hoy

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que está Perón aquí, Perón es Perón yno lo que nosotros queremos”.Admitió que Perón permanecía fiel asu tradicional Tercera Posición yque, para él, el “socialismo nacionalno es socialismo; lo que Perón definecomo ‘socialismo nacional’ es eljusticialismo”, algo que propugnabala alianza de clases en vez deimpulsar la lucha entre ellas.53 Eldescubrimiento de una brechaideológica entre Perón y los líderesmontoneros no condujo, sin embargo,a una retirada de su apoyo, porquelos Montoneros aún se sentían

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estratégicamente unidos a él: seguíande acuerdo con la postulación dePerón de una alianza interclasistanacional, aunque, mientras que Perónveía un fin en la conciliación de lasclases, ellos creían que tal alianza,poniendo en práctica medidasantiimperialistas, iniciaríainevitablemente el proceso hacia elsocialismo. Es importante señalarque esa distinción entre la ideologíade Perón y su estrategia no era unaidea que los Montonerostransmitieran al público, ni siquiera asus simpatizantes. Siempre con la

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esperanza de que Perón hiciera algúngesto de concesión en favor de ellos,los líderes montoneros disimulabansus diferencias en público, con elresultado de que muchas de lasantiguas ilusiones de que el generalera socialista seguían vivas en lamente de muchos de sus seguidores,para dar lugar más tarde a la actitudde “Perón nos traicionó”.54 Lapostura oficial de los Montoneroscontinuó siendo la de que, a pesar delos “errores” atribuibles a “unanálisis erróneo de la situaciónnacional”, Perón era todavía un

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revolucionario y un antiimperialista,aun cuando hubiera optado por “unproceso de liberación a muy largoplazo”, ¡para “engañar” alimperialismo!55

La segunda “demostración” quehicieron los Montoneros y suTendencia, destinada de nuevo aarrancar concesiones a Perón con laamenaza implícita de abandonar elMovimiento, tuvo efecto el 31 deenero, cuando boicotearon unareunión entre Perón y lasorganizaciones juveniles en laresidencia presidencial de Olivos.

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Pusieron reparos a la invitación alacto de grupos ultraderechistas talescomo la Concentración NacionalUniversitaria (CNU) y el Comandode Organización (C de O), basándoseen que no representaban a laJuventud Peronista, sino que habíansido responsables de asesinatos yotros ataques contra militantes de laizquierda peronista. Entre los quetomaron parte en aquella reunión conPerón, como en las otras que secelebraban semanalmente, se hallabael líder de la CNU, AlejandroGiovenco, quien, después de haber

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participado en la fracasada“invasión” de las islas Malvinasjunto con Dardo Cabo y otros quinceen 1966, y tras haber sidoencarcelado por ello, se habíaconvertido en uno de losguardaespaldas de José Rucci,secretario general de la CGT.Persuasivas pruebas de la relaciónentre la derecha peronista y lacreciente incidencia del terrorismo56

quedaron de manifiesto el 18 defebrero, cuando Giovenco, mientrasse dirigía a medianoche a un destinodesconocido, fue destrozado, en el

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centro de Buenos Aires, por laexplosión de una bomba que llevabaen su cartera de mano. Sin embargo,el boicoteo de las reuniones de Peróncon las organizaciones juveniles porparte de la Tendencia siguió siendomás una maniobra táctica que un actode desafío basado en cuestiones deprincipios: Alberto Molina, de losMontoneros, así como varios líderesde las organizaciones de masas,asistieron a la reunión del 25 de abrilpara ponerse de acuerdo sobre lacelebración del Primero de Mayo,ello a pesar de que Perón se había

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negado a excluir a los jóvenesfascistas.

El 11 de marzo de 1974, un añodespués del triunfo electoralperonista, 50.000 personas atestaronel estadio de Atlanta con motivo delúltimo mitin multitudinario de laJuventud Peronista y Montoneros,ansiosas de escuchar lo que loslíderes de la Tendencia tenían quedecir como respuesta a sus recientesreveses. Era la ocasión adecuadapara la reaparición pública deGalimberti, pero fue Firmenich elhombre que había de marcar el curso

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de la futura política montonera. En sudiscurso, el montonero número unohabló de que el pretendido procesode liberación había sido“tergiversado” y “traicionado” porlos “traidores” al Movimiento,especialmente por los candidatossindicalistas que habían conseguidoel cargo de vicegobernadorprovincial sólo para conspirar contralos gobernadores populares, asícomo por las personas que, al frentede las estructuras oficiales, habíanpurgado a los militantes de laizquierda peronista. Para

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“reencauzar” el proceso conforme alas líneas de la liberación nacional,Firmenich insistía en tres propuestas:que el pacto social existente fueradesechado en vez de reformado; queera necesario “recuperar el gobiernopara el pueblo y para Perón” en lugarde “apoyar, controlar y defender” algobierno popular, como pedía suanterior lema; y que la JuventudPeronista y las demás organizacionesparalelas debían prestar másatención a las tareas organizativas.57

Lo que no dijo fue que el mayor“traidor” a la concepción montonera

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de lo que el peronismo debía ser yhacer era el propio Juan DomingoPerón.

Sin embargo, se había hechoinevitable un enfrentamiento deenvergadura. Ocurrió en la Plaza deMayo, escenario del júbilo popularsólo un año antes, cuando losMontoneros intentaron transformar loque los líderes peronistasconsideraban una fiesta del Primerode Mayo en una asamblea en que “elpueblo” pudiera “dialogar” con sujefe.58 Por última vez la TendenciaRevolucionaria hizo un alarde de

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fuerza numérica movilizando a60.000 personas —quizá más— de laasistencia total de 100.000, cuyoresto fue aportado principalmentepor los sindicatos. Si los líderesperonistas se hubieran podido salircon la suya, el acto hubiera sido unaconcentración de masasperfectamente orquestada que habríaaplaudido un anodino discurso dePerón, exhortador de la unidadnacional; pero en realidad el actopuso de manifiesto que el peronismose encontraba al borde de una guerrafratricida.

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Aquel día los Montoneros y susdevotos se mostraban indomables.Los organizadores sólo habíanpermitido que se exhibieran en laplaza los estandartes de lossindicatos y banderas nacionales,pero las enseñas que los Montonerosenarbolaban, una vez en la plaza,fueron transformadas. Al salir albalcón de la Casa Rosada, Perón seencontró con un paisaje deestandartes de los conductores deautobús de la UTA, con las siglasamañadas de modo que se leyera“JTP”, así como varias banderas

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argentinas con el nombre Montonerosescrito con aerosol. Y sus portadoresno se contentaban con gritar“Argentina, Argentina” y “Perón,Perón”, como las autoridadesperonistas habían estipulado.Silbaron con despiadadas muestrasde burla cuando Isabel Martínez,esposa de Perón, coronó a la “Reinadel Trabajo”. “No queremoscarnaval, Asamblea popular”, segritó antes de que se oyeranexclamaciones de “Si Evita viviera,sería montonera”. Luego, tras unminuto de silencio en memoria de

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Eva Perón y de todos los difuntosperonistas, redobló un tambor de laJP y se leyeron en voz alta losnombres de los montonerosasesinados, con la respuesta de“Presente” por parte de la Tendenciadespués de cada uno: “FernandoAbal Medina”... “¡PRESENTE!”“Carlos Gustavo Ramus”... “¡PRE-SENTE!” “José Sabino Navarro”...“¡PRESENTE!”.59

Perón estaba furioso. Y más seenfureció cuando, en el momento enque se acercaba al micrófono, fuerecibido con la persistente pregunta

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montonera, proferida a gritos: “¿Quépasa, qué pasa, qué pasa, general,que está lleno de gorilas el gobiernopopular?”. Perdido el dominio de sí,renunció a su discurso de unidadnacional y soltó contra la izquierdaperonista un ataque que equivalió auna declaración de guerra. Despuésde sólo cincuenta segundos deelogios a la calidad del sindicalismoargentino, mientras se oían consignasgritadas contra los líderessindicalistas, hizo su primerareferencia a “estos estúpidos quegritan”; sin embargo, de momento, la

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Tendencia no reaccionó. Perónprosiguió: “Decía que a través deestos veinte años, las organizacionessindicales se han mantenidoinconmovibles, y hoy resulta quealgunos imberbes pretenden tenermás méritos que los que lucharondurante veinte años”. Poco después,tras haber oído las consignasrecordatorias de dos de los líderesobreros asesinados (“Rucci traidor,saludos a Vandor”), Perón se refirióamenazadoramente a compañeros“que han visto caer a sus dirigentesasesinados, sin que todavía haya

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sonado el escarmiento”. Reprendiócon dureza a los miembros de laTendencia Revolucionariallamándolos “infiltrados que trabajanadentro y que traidoramente son máspeligrosos que los que trabajan deafuera, sin contar que la mayoría deellos son mercenarios que trabajan alservicio de dinero extranjero”; einvocó la necesidad de recurrir a unaguerra interna “si los malvados nocejan”. Pero los “malvados” ya noestaban allí: hartos de aquelladiatriba, se habían retirado de laplaza de manera bastante ordenada,

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voceando a coro: “Aserrín, aserrán,es el pueblo el que se va” y “Si estono es el pueblo, el pueblo ¿dóndeestá?”, y dejando atrás a Perón y susgritos. Dos tercios de la plazaquedaron vacíos.

Como podía predecirse, laautopsia montonera, después de losacontecimientos del Primero deMayo, reveló que “algo se rompiódespués de treinta años”.60 Aquel“algo” eran las mágicas relacionesrevolucionarias que ellos creíanprevalentes entre Perón y las masas,y que habían esperado percibir en la

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Plaza de Mayo. Lejos decomprometerse en un diálogo, Perónhabía intentado pronunciar unmonólogo, monólogo que puso aldescubierto el desprecio y laaversión que sentía por la izquierda.Evidentemente, nada podía yaesperarse de un Perón que, unasemana después, protegido por milsoldados, daría personalmente labienvenida, en la base aérea deMorón, al visitante chileno generalPinochet y declaró que “nuestrasrelaciones con Chile sonexcelentes”.61 Hacía sólo ocho

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meses del sangriento golpe de Estadode septiembre de 1973. El 15 demayo, en una conferencia de prensamontonera, los portavoces AlbertoMolina y Fernando Vaca Narvajahablaron de la posibilidad de un“retorno a la resistencia” en caso deun “ataque del imperialismo” a ungobierno debilitado y a unMovimiento Peronistadesmovilizado.62 Después de variosmeses de absorber golpes de laderecha casi sin reaccionar, losMontoneros fueron aumentando suscríticas contra el gobierno y

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perdiendo su ingenuidad respecto dePerón. Sin embargo, sus ideaspolíticas básicas permanecieronintactas: sólo quince días despuésdel enfrentamiento de la celebracióndel Primero de Mayo, Miguel Lizaso,en un editorial del semanariomontonero El Peronista, afirmaba:“El Movimiento Peronista siguesiendo el único modo de avanzar porel camino de la liberación nacionalhacia la construcción del socialismonacional”.63 De haber vivido Perón,los Montoneros podrían habersevisto empujados por la corriente

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reaccionaria del gobierno peronistahacia una mayor radicalización desus formulaciones políticas. PeroPerón murió el 1º de julio de 1974,víctima de un ataque cardíacoprovocado por una pulmonía, a laedad de setenta y ocho años.

La muerte de Perón impidió quelos Montoneros rectificasen susilusiones en el líder. Empezando conuna respetuosa crítica de sus“errores”, para luego caer en undesconcertado silencio, jamásprocedieron a una completacomprensión y crítica de su proyecto

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político. Su discurso del 12 de junio,el último de importancia, en el quedenunció “un complot imperialista”,fue entonces presentado por losMontoneros como prueba de que eldesaparecido líder estaba “teniendoen cuenta en gran medida lasorientaciones y las críticas quenosotros le formulábamos”.64

En efecto, los diputados Bettanín yZavala Rodríguez fueron losprimeros en pedir la unidad popularen defensa del proceso políticoiniciado el 11 de marzo de 1973, conel discurso de Perón del 12 de junio

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como guía que debía seguir elPartido Justicialista. Los destacadosmontoneros Mario Firmenich,Roberto Quieto y Carlos Caride, doslíderes de la JP, Juan Añón y JuanCarlos Dante Gullo, y el líder de laJTP Enrique Juárez, se hallaban entrequienes fueron a presentar susúltimos respetos a Perón cuandoyacía de cuerpo presente en eledificio del Congreso. Los líderes dela Tendencia cerraron los ojos antesus vicisitudes de los últimos meses,y Galimberti rindió homenaje aPerón por “no haber defendido nunca

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otra causa que la del pueblo”.65

Dado que Perón, en el momento de sumuerte, no había agotado su créditopolítico en el ánimo de muchostrabajadores, y quizá por tener laconvicción de que aquél habíaaprendido de su “error” de lacelebración del Primero de Mayo,los Montoneros siguieron usando sunombre como principal bandera decombate, afirmando su propiaortodoxia peronista, al tiempo quecorrían un velo sobre todos los actosy declaraciones antipopulares quepudieran recordarse del

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desaparecido caudillo argentino.Sin embargo, Perón había

promovido, o al menos condonado,la legislación que los Montoneroscriticaban; era presidente cuando, en1974, Quieto, Caride y Firmenichfueron detenidos temporalmente unotras otro; se hallaba en el podercuando los semanarios montonerosEl Descamisado y El Peronista66

fueron clausurados por decretogubernamental; y no hizoabsolutamente nada para reprimir laviolencia derechista contra laizquierda peronista. Si se excluye el

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tiroteo, de menor importancia,ocurrido durante el homenaje del 10de junio de 1973 a los peronistasejecutados en 1956, puede decirseque los ataques a los activistas de laizquierda comenzaron el 20 de juniode 1973, fecha de la matanza deEzeiza y del retorno definitivo dePerón a la Argentina. La Tendenciamovilizó centenares de miles depersonas para ir a dar la bienvenidaa Perón, pero se vieron excluidos delcomité organizador por la derecha.Cuando las columnas que marchabandetrás de los estandartes de los

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Montoneros, las FAR y la JPllegaron a Ezeiza, el aeropuerto enque debía aterrizar Perón, suscomponentes fueron tiroteados desdela improvisada tribuna de oradoresal intentar ocupar la zona, ya atestadade gente, que se extendía ante ella.Algunos miembros de la Tendenciaiban armados, pero sólo con pistolas,bien poca cosa frente a los fusiles ylas metralletas con que se losatacaba. Murieron al menosveinticinco personas, entre ellas elmontonero Horacio Beto Simone; elperiodista de origen peruano Antonio

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Quispe, uno de los líderes de laregión sureña de las FAR, fuemortalmente herido, y más de 400personas sufrieron lesiones.67 Elprincipal comentario de Perón al serinformado de la tragedia (y desviadoya su avión hacia Morón) fue que “hade haber un retorno al orden legal yconstitucional”.68 La izquierdaunánimemente hizo responsable de laagresión a Jorge Osinde, coronelretirado del Ejército y subsecretariode Deportes en el Ministerio deBienestar Social; a Alberto Brito

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Lima, líder del C de O; a NormaKennedy, peronista del ala derecha; yal capitán Ciro Ahumada, y losacusadores incluso publicaronfotografías que mostraban a Ahumaday a otros disparando contra lamultitud, pero Perón no hizo nada.69

La Triple A y la ofensivaderechista

Los Montoneros habrían debidotener más en cuenta el hecho de queOsinde era un subordinado de José

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López Rega, ministro de BienestarSocial. Sólo más adelante declararonque Ezeiza, la mayor movilizaciónpopular de la historia de laArgentina, había presenciado el“nacimiento” del escuadrón de lamuerte, la Triple A (la AlianzaAnticomunista Argentina), que seríaresponsable de la eliminación detantos peronistas de la izquierda.Tanto si se “estrenó” en Ezeiza comosi no, es evidente que López Rega, en1973, estaba organizando unescuadrón de la muerte con base ensu Ministerio, aunque no se bautizó a

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sí mismo con el nombre de Triple Ahasta 1974. López Rega escogiócomo lugartenientes suyos alcomisario Juan Ramón Morales, alque hizo jefe de Seguridad delMinisterio de Bienestar Social, y alinspector Rodolfo Eduardo Almirón,miembro del equipo responsable dela seguridad presidencial, que seconvirtió en guardia de corps deIsabel Perón a la muerte de sumarido. Fieles al modelo dereclutamiento de la Triple A, amboshombres habían sido expulsadosantes de la Policía Federal por

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gangsterismo, si bien fueronreincorporados a ella la víspera dela toma de posesión de lapresidencia por Perón. Al cabo dealgunos meses, Morales subió dosgrados y Almirón, cuatro; peroaquello no fue nada en comparacióncon la subida meteórica de su jefe: el10 de mayo de 1974, el policíaretirado José López Rega eraascendido, por decreto, de cabo acomisario general, ¡dando así unsalto de quince grados!70 El díasiguiente, como para celebrar taltriunfo, la Triple A asesinó al padre

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Carlos Mugica, cuando salía de suiglesia del barrio de Mataderos, conla intención de implicar en el crimena los Montoneros y desacreditarlos.

La Triple A no hubiera podidolograr la mortal eficacia de que fuecapaz a no ser por la tolerancia o laparticipación activa del mando de laPolicía Federal, que hizo posibles elascenso de Alberto Villar. Ya jefe depolicía con Lanusse (encargado delDepartamento de Orden Urbano),Villar fue nombrado subjefe de laPolicía Federal a finales de enero de1974, para ocupar el puesto más

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elevado después de la dimisión deIñíguez en abril. Tras haberseopuesto al ascenso de Villar yhaberse referido a Firmenichdiciendo que era “un buennacionalista, un buen peronista y unbuen católico”,71 Iñíguez (que en1960 había dirigido un fracasadolevantamiento militar peronistacontra el gobierno de Frondizi) fuepersuadido de que el retiro era elúnico medio de preservar su salud.

Los ataques de la Triple A contrapersonas aisladas empezaron, alparecer, el 21 de noviembre de 1973,

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cuando una bomba estuvo a punto deacabar con la vida de Hipólito SolariYrigoyen, senador del PartidoRadical y crítico sincero de lalegislación laboral peronista. Entrelas primeras víctimas importantes secontaron el diputado peronistarevolucionario Rodolfo Ortega Peña,director adjunto de Militancia; loshéroes de la resistencia peronistaHoracio Chávez y Julio Troxler, quehabían participado, en junio de 1956,en el levantamiento de Valle; el exvicegobernador de Córdoba AtilioLópez, de destacado papel en el

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“Cordobazo”; el marxista SilvioFrondizi, hermano del ex presidente,asesinado por haber denunciadopúblicamente la matanza de dieciséisguerrilleros del ERP y acusado aVillar de haber presididopersonalmente la tortura de otrosdoce en Catamarca en agosto de1974; y Alfredo Curutchet, que fuedefensor de presos políticos hastaque se unió a ellos en Rawson, y másrecientemente asesor jurídico de lasección izquierdista cordobesa delsindicato de obreros de automotores,SMATA. Eran peronistas en su

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mayoría, pero una minoría sustancialde ellos pertenecía a la izquierda noperonista o estaba constituida —como en los casos del general CarlosPrats (comandante en jefe chilenocon Allende), su esposa y variosantiguos tupamaros— por refugiadospolíticos procedentes de paíseslatinoamericanos vecinos. Losmontoneros Eduardo Beckerman yPablo van Lierde fueron asesinados,todas las organizaciones de laTendencia sufrieron pérdidas ydocenas de oficinas locales de la JP,la JUP y la JTP fueron dinamitadas.

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En total, unas doscientas personashabían sido asesinadas por la TripleA y los comandos civiles fascistasantes de septiembre de 1974, y losMontoneros, incluyendo miembros desus organizaciones paralelas, habíanperdido más militantes asesinadosque en el período 1970-1973.72 Porsupuesto, la violencia política hizoalgo más que afligir a la izquierda:se desataron feroces campañasguerrilleros durante los años 1973-1974, tanto por el ERP como por elala Comando Nacional de las FAP,organizaciones fusionadas en octubre

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de 1974.73 Sin embargo, la violenciade la Triple A y de los fascistas nopuede considerarse una respuesta almilitarismo izquierdista, porque lagran mayoría de los ataques de laderecha fueron dirigidosprecisamente contra los queintentaban desarrollar políticamentea la izquierda sacando partido de losmedios de lucha legales, o contra losque meramente defendían losderechos democráticos existentes.

En varias ocasiones, los policíasde guardia fueron retirados de lascasas que custodiaban de las

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víctimas de la Triple A, poco antesde un ataque del escuadrón de lamuerte74, y tanto la CNU como el Cde O tenían algunos policías entresus miembros. Elsa Calia Algañarazde Román, activista de la JuventudPeronista, fue violada y asesinadapor el C de O en Don Torcuato enjulio de 1974, y su esposo resultógolpeado al acudir a una comisaríade policía para recuperar sucadáver.75 El hecho de que Perón nohiciera nada para evitar o condenartales crueldades rayaba en su

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aprobación, y no toleraba la menorcrítica de la policía. En 1974,cuando Ana Guzzetti, una periodistaperonista que trabajaba para ElMundo, diario con simpatías hacia elERP, le preguntó en una conferenciade prensa si su gobierno estabainvestigando las organizacionesparapoliciales de la derecha quehabían asesinado a doce militantesperonistas y destruido veinticinco desus locales durante la quincenaanterior, Perón ordenó que seprocediera legalmente contra ella pordifamación.76 Fue detenida el mismo

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mes y catorce meses despuéssecuestrada a su vez por los hombresa quienes había denunciado, queconducían unos Ford Falconidénticos a los que usaba la PolicíaFederal. Los miembros de laAsociación de la Prensa de BuenosAires emprendieron una huelga deprotesta y seis días después fueencontrada baleada, pero aún viva,en la autopista Panamericana.

Ideológicamente, la ofensivaderechista se manifestó a través delas páginas de El Caudillo, revistaantisemita de Felipe Romeo.

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Supuestamente financiada por elMinisterio de Bienestar Socialmediante anuncios pagados, pedía laeliminación de los “guerrilleros de laretaguardia” (es decir, toda laizquierda) y adoptó como lema lafrase “El mejor enemigo es elenemigo muerto”.77 Después deagosto de 1974, cuando el fascistaoctogenario Oscar Ivanissevichreemplazó a Jorge Taiana al frentedel Ministerio de Educación, laofensiva se intensificó en el áreauniversitaria, vital para losMontoneros. Un mes después,

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Ivanissevich nombró rector de laUniversidad de Buenos Aires aAlberto Ottalagano78 y juntosemprendieron la “misión” de“purificar” la universidad. Quince odieciséis universidades fueronintervenidas, y sus rectores, enalgunos casos, sustituidos porfascistas. En julio de 1975, tras eldespido de 4.000 catedráticos, elencarcelamiento de 1.600 estudiantesy la huida de varias docenas deuniversitarios después de haberrecibido amenazas de muerte, laConfederación Argentina de

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Profesores Universitarios tuvo quereconocer que Ivanissevich habíaconseguido establecer “la paz de loscementerios”.79

Perdieron así los Montoneros unavaliosa base, o al menos susderechos legales respecto de ella;pero allí, como en otras esferas, laderrota se debió en parte a suspropias vacilaciones al ser atacadospor la derecha. Por ejemplo, cuandoen los primeros días de marzo de1974 fue aprobada la nueva LeyUniversitaria, Juan Pablo Ventura,uno de los líderes de la JUP, declaró

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que su organización estaba“convencida” de que “no fueconcebida para echarnos”80 pero,después de ser enmendada en elSenado, la nueva ley consiguióprohibir el ejercicio de la política enla universidad, se discriminóideológicamente a los catedráticosizquierdistas y se restringió la libreactuación de los sindicatosestudiantiles. Con la misma, losrectores corrientes de lasuniversidades debían serreemplazados por “rectoresnormalizadores”, lo que, en la

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práctica, significaba que lospartidarios de la Tendencia concargos universitarios tendrían quepresentar la dimisión. En tal ocasión,los Montoneros, como les eracaracterístico, llevaron a sussoldados hasta la cumbre, parahacerlos bajar de nuevo: lasmovilizaciones, destinadas, una trasotra, a la consecución de una leyuniversitaria progresista, fueronseguidas de la habitual “retiradatáctica”, que pronto se convirtió enun descalabro estratégico. La JUPcalificó como “ultraizquierdista”

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toda petición de “ningunasdimisiones”. Hizo su habitualdistinción semántica entre el“espíritu” y el “contenido” de ladisposición legal, y confió en lasbenevolentes decisiones tomadas enaltas esferas para el triunfo del“espíritu” de la ley.81 El resultadofue el sucesivo desplazamiento delos rectores populares RodolfoPuiggrós, Ernesto Villanueva y RaúlLaguzzi82 y la apropiación de laUniversidad de Buenos Aires por losfascistas; porque tan pronto como los

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estatutos universitarios fueronmodificados según la nuevalegislación, la derecha quedó encondiciones de actuar respaldada portoda la fuerza de la ley.

Vacilaciones similares, además desu joven imagen, dificultaron elcrecimiento de la JTP, la otraorganización paralela deimportancia. Completamente apartede su contemporización con el PactoSocial, la Ley de AsociacionesProfesionales y la Ley dePrescindibilidad, sus ilusionesrespecto del gobierno la condujeron,

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durante la lucha de los trabajadoresdel automóvil de Córdoba (ocurridaa mediados de 1974), a oponerseinicialmente al uso de la huelga, en laesperanza de no frustrar la exigenciade un aumento salarial que debíarebasar el techo fijado por el PactoSocial, y a condenar a RenéSalamanca y a otros líderes obreroslocales por sus “incendiariosdiscursos”; y finalmente, cuando lahuelga se llevó adelante de todosmodos y la sección local delSMATA fue amenazada de“intervención” nacional, la JTP

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propuso que la petición de aumentosalarial fuera “disfrazada” conpeticiones de otras mejoras “paraevitar un nivel de confrontación que[el sindicato] no estaba encondiciones de afrontar debido algran aislamiento de la lucha”. Fuerao no aconsejable en tal caso unaretirada táctica, no era probable queaquella postura consiguiese el apoyode militantes entre los obreros deCórdoba, dotados de gran concienciade clase. En realidad, losMontoneros sólo podían ofrecer“militarismo” a aquellos obreros:

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“Si nuestros enemigos avanzan conlas armas, los vamos a parar con lasarmas”, declaró Firmenich cuando,durante la disputa de Córdoba, se leofreció una única oportunidad dedirigirse a una asamblea de lostrabajadores.83

Pueden hacerse muchas críticasparecidas al comportamiento seguidopor los Montoneros durante aquellosmeses, pero eso no debiera ocultar elhecho de que tenían que habérselascon enemigos muy poderosos. Paradesafiar con eficacia el poder de laburocracia sindical, la JTP

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necesitaba en gran manera imponerseen la Unión Obrera Metalúrgica que,además de ser el sindicato másinfluyente de la CGT, dominaba elMinisterio de Trabajo por medio delministro Ricardo Otero. Sinembargo, a la burocracia le resultófácil sofocar su participación en laselecciones sindicales de marzo de1974. A fines de noviembre de 1973,se celebró un Congreso Nacional deDelegados, todos ellos nombradospor los burócratas, y cambió losestatutos sindicales con el fin deevitar eficazmente que se presentaran

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listas de la oposición en laselecciones. Otero condonó lamaniobra, y acusó al grupo deactivistas de los trabajadoresmetalúrgicos de la JTP de “bolches ytroskos”,84 antes de que la policíadiera su golpe de gracia allanando lasede de la JTP y apoderándose de laslistas del grupo que, teóricamente, ledaban derecho a competir. Dado quela mayoría de los trabajadoresmantenía aún una actitud expectante,o de apoyo al gobierno, era muypoco lo que el frente sindical de losMontoneros podía hacer ante

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aquellos fraudes; y los ánimos de laJTP hubieron de alcanzar el puntomás bajo de su historia en agosto de1974, cuando cayeron las dos másmilitantes, aunque no montoneras,fortalezas sindicales: el SMATA deCórdoba fue intervenido por sudirección nacional, y el sindicato delos obreros gráficos de RaimundoOngaro, la FGB, fue declarado ilegalpor el gobierno, justamente tresmeses después de que la Lista Verdede Ongaro hubiera derrotado a laburocracia sindical peronista en laselecciones por 4.800 votos contra

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682.85

El fracaso de la estrategia“movimientista”

En aquel momento quedabademostrado el fracaso de laestrategia “movimientista” de losMontoneros: la izquierda fueexpulsada de los puestos que regía enel Movimiento y, además, viodeclinar o desaparecer su influenciaen el Congreso Nacional, en losgobiernos provinciales y las

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administraciones de lasuniversidades. Con la presidencia deIsabel Perón, no podía esperarseningún cambio favorable en latrayectoria gubernamental,especialmente teniendo en cuenta eldominio de López Rega en el nuevogobierno. Los Montoneros sufrieronentonces el cierre por decreto de sudiar io, Noticias, y de su últimosemanario, La Causa Peronista;86 seles negó el permiso de continuar consus mítines y manifestaciones, eincluso el de conmemorar, el 22 deagosto, el aniversario de la matanza

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de Trelew; los conatos demanifestaciones fueron ferozmentereprimidos por la policía; y, segúnpalabras textuales de un periódiconacional, el asesinato político llegó aconvertirse en una forma de muertecasi “natural”.87 Los Montonerostenían que optar por una nuevaestrategia si querían evitar elaniquilamiento.

Políticamente, habrían podidoformar frente común con lasorganizaciones obreras combativas yde la izquierda, para construir elembrión de una alternativa socialista

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frente al gobierno. Sin embargo, elhecho de que no lo hicieranconcuerda con el comportamientoque venían observando hastaentonces. Los Montoneros habíanrehuido todos los ofrecimientosunitarios que se les habían hecho,tanto por la izquierda armada comopor la no armada, así como losemanados del ERP, que buscaba unaalianza guerrillera, o del PartidoSocialista de los Trabajadores(PST), con la propuesta, másmodesta, de unir sus actividadescontra la burocracia de la

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Asociación Bancaria (AB). En vezde ello, buscando “aliados tácticos”en los lugares más extraños: habíancortejado a la juventud de lospartidos políticos procapitalistasmientras buscaban un sectorreformista “peruano” con quienaliarse en las Fuerzas Armadas.Ambas iniciativas resultaronestériles.

En agosto de 1973 se celebró en ellujoso Hotel Savoy, con losauspicios de la JP, la AsambleaMultipartidaria para laReconstrucción y la Liberación

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Nacional, que atrajo a dieciséissecciones juveniles, entre ellas laJuventud Radical y la JuventudConservadora Popular. Su resultadofue la formación, el 17 de agosto, deun frente popular juvenil, lasJuventudes Políticas Argentinas(JPA), pero su unidad, basada en elmás bajo de los denominadorescomunes, consistente en elgeneralizado deseo de unidad“nacional” y “popular” contra elimperialismo y la oligarquía, erademasiado frágil para obtener algopositivo. Las JPA movilizaron aquel

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mes de septiembre a 120.000 jóvenespara manifestarse contra el golpemilitar chileno, pero fueronincapaces de otras iniciativas. Parallevar a cabo una lucha seria contrael imperialismo y la oligarquía, lasorganizaciones juveniles hubierantenido que descartar su implícitoconvencimiento de que elimperialismo era algo que estaba alacecho en los Estados Unidos y deque la oligarquía hacía lo mismo enel campo argentino; hubieran debidoexaminar más detenidamente loslazos de unión entre el capital

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nacional y el extranjero, y entre laoligarquía terrateniente y otrossectores de la burguesía. Sinembargo, el rechazo de talessuposiciones hubiera sido totalmenteincompatible con la fidelidad de lamayoría de aquellos grupos juvenilesa los partidos conservadores yreformistas.

Entretanto, después de queGalimberti recibiera una reprimendade Perón por su proposición de crearuna milicia radical, los Montoneroshabían intentado ganar amigos y lasimpatía de personas de influencia en

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las Fuerzas Armadas. Aparte laspeticiones iniciales de que fueranpurgados los restos de la “pandillamilitar”, no se había propuestoninguna otra reforma de las FuerzasArmadas. En lugar de eso,organizaron pequeñas células encada una de las tres Fuerzas (másbien para los oficiales jóvenes quepara los conscriptos), que notuvieron trascendencia alguna;intentaron conquistar al nuevocomandante del Ejército, el generalCarcagno, quien, a pesar de suretórica populista de 1973.88 había

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participado en el aplastamiento de larevuelta peronista de 1956 y del“Cordobazo” de 1969; e hicieron losarreglos necesarios para que 8.000militantes de la JP se unieran con5.000 soldados del Primer Cuerpo deEjército en la Operación deReconstrucción Nacional CoronelManuel Dorrego, en octubre de 1973.Ésta, aparte prestar ayuda práctica ala población de las zonas de BuenosAires afectadas por las inundaciones,fue patrocinada por la JP, “sinabrigar demasiadas esperanzas sobrela conversión al proyecto de

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liberación nacional de los sectoresmilitares más vinculados al proyectoimperialista”, aun cuando aquel planpudiera contribuir “a una ampliaciónde la base social y política delFrente de Liberación Nacional y alaislamiento del enemigo principal: elimperialismo yanqui”.89 Laoperación —sólo uno de las docenasde proyectos de trabajo comunitariosemprendidos por la Tendencia—hubo de llegar a su término para quela JP se diera cuenta de lasintenciones del Ejército: mientrasque la JP había tomado parte en

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dicha operación con el propósitoidealista de contribuir a la“reconstrucción nacional”, elEjército “parece haber ido a ganarespacio político”.90 El Ejército,después del trato recibido durante lascelebraciones electorales peronistasdel 25 de mayo de 1973, deseaba ynecesitaba ante todo unacontecimiento como aquél, capaz dedarle una imagen popular a nivelnacional, y ello fue lo que la JP leproporcionó hasta cierto punto con suactuación.91

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Aquellas dos iniciativas revelaronque los Montoneros, conscientes delescaso apoyo que el movimientoobrero prestaba al socialismo,adaptaban en cierta medida sus velasal viento dominante, y permanecíanfieles al concepto del desarrollorevolucionario por etapas. Sucomportamiento, que por este motivoy por su énfasis en “el pueblo”, y noen la clase obrero, les hacía parecermás populistas que socialistas, fuedenunciado por la ultraizquierdacomo ejemplo de reformismopequeñoburgués. Y, en efecto, hasta

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cierto punto lo era: uno puedelegítimamente cuestionarse sideterminados miembros de laTendencia de la clase media bajaestaban entregados íntegramente aladvenimiento del socialismo; yapuntar que algunos pudieronpercibir sus intereses personales y declase más bien como laconsolidación de una tecnocraciaizquierdista92, refutando así lasafirmaciones socialistas de que lapequeña burguesía se había“proletarizado”. Sin embargo, elerror de explicar el comportamiento

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de los Montoneros por su simplecomposición de clase se haceevidente en el hecho de que laconstitución social del ERP y el PSTera muy parecida a la de aquello.93

A este respecto, lo más significativoes que los Montoneros, a causa desus primeras “fusiones” para laguerrilla durante los años setenta, sehabían acostumbrado a ser losparticipantes principales en los actosde unificación, y también que en elpasado inmediato se hizo evidenteque en las marchas y otrascongregaciones multitudinarias

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gozaban de un apoyo político mayorque aquellos que planteaban una“unidad entre iguales”. En aquelmomento sólo les interesaban,organizativamente, las fusiones quesuponían la subordinación a sujefatura y la aceptación de suestrategia y sus puntos de vista. Supropia historia también ayuda aexplicar por qué los Montonerosdescartaron en esa misma época laopción estratégica de seguir con sutrabajo de masas, de modoclandestino. Como señalara ladisidente Columna José Sabino

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Navarro, la práctica de la guerrillaurbana, al principio consideradasolamente un medio, provocó unacompleta militarización de laorganización, la cual habían llevadoconsigo los Montoneros en 1973-1974 al palenque político. Habíanretenido su opción a la carta de laguerrilla durante los dieciséis mesesposteriores al 25 de mayo de 1973 yseguían propendiendo a equiparar lalucha revolucionaria con la luchaarmada o, al menos, a ver en lasegunda la quintaesencia de laprimera.94

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Excluidos del sistema políticooficial argentino, los Montoneros sevolvieron entonces violentamentecontra él. El 6 de septiembre de1974, tras haber declarado la guerraa un gobierno juzgado “ni popular niperonista”, se hallaban de nuevo enla clandestinidad. Les parecía habervuelto a donde se hallaban antes delas elecciones de marzo de 1973, yse preguntaban: “¿Qué diferencia hayentre aquella dictadura y estegobierno? [...] En nombre delperonismo y de la legalidadconstitucional, hace lo mismo que

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antes los militares”.95 Pero el tiempono había pasado en vano. LosMontoneros poseían ya una tremendareserva de apoyo gracias a susiniciativas políticas relacionadas conlas masas y a su sensibilidad ante laopinión pública radical. Habíansuspendido su campaña guerrilleracomo principal fuerza de lasformaciones especiales peronistas;reanudaron su actividad como laorganización político-militar máspoderosa de la Argentina; y en elcurso de los doce meses siguientes seconvertirían en la más potente fuerza

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guerrillera urbana de cuantas se hanconocido en la América Latina.

NOTAS

1. Pregunta montonera gritada a Peróndurante la principal concentración de lacelebración del Primero de Mayo de1974.

2. El relato de los acontecimientos del25 de mayo de 1973 se basa en EduardoMarín, “El 25 de mayo de 1973:

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Cámpora al gobierno”,Transformaciones en el Tercer Mundo ,nº 24 (1974); Buenos Aires Herald, 26-27 de mayo de 1973; y El Descamisado,nº 2 (29 de mayo de 1973), passim.

3. Ibíd.4. Nasif fue liberado por el ERP el 5

de junio, cuando se hubo “verificado quelos prisioneros políticos excarcelados porel gobierno se hallaban en buen estadofísico”; Alemán, tras sesenta y ocho díasde cautiverio, fue soltado el 7 de junio,después de la publicación y difusión porla radio de una “confesión” en que serefería al régimen de 1966-1973 como auna dictadura. Véase Buenos AiresHerald, 6 y 9 de junio de 1973.

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5. Maguid rompió con los Montonerosdespués de su excarcelación y optó poruna línea más ortodoxa. Asistió a lasreuniones Perón-Juventud de principiosde 1974, actos que fueron boicoteadospor los Montoneros. Sin embargo, ellono le evitó el ser secuestrado, en 1977,supuestamente por agentes de seguridadargentinos, cuando se hallaba exiliado enel Perú. Véase Noticias de Argentina (s.l.), nº 17 (8-15 de octubre de 1979).

6. Haidar, Berger y Camps, lossobrevivientes de Trelew, fueronentrevistados por Urondo durante latoma parcial por los guerrilleros de laprisión de Villa Devoto; el resultado fueLa patria fusilada. Julio Roqué pasó a

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ser miembro de la conducción nacionalmontonera antes de hallar la muerte, enmayo de 1977.

7. Sobre el “Devotazo”, véase“Informe especial”, El Descamisado, nº3 (5 de junio de 1973), pp. 12-13.

8. “Donde un gobierno ha llegado alpoder mediante alguna forma devotación popular, fraudulenta o no, ymantiene al menos cierta apariencia delegalidad constitucional, no puedeabogarse por la irrupción guerrillera,puesto que las posibilidades de luchapacífica no se han agotado todavía”. CheGuevara, p. 14.

9. Los principales órganos“alternativistas” fueron Militancia

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(Peronista para la Liberación), unarevista semanal codirigida por RodolfoOrtega Peña y Eduardo L. Duhalde hastasu prohibición, en 1974, y su sucesora,De Frente (con las bases peronistas),suprimida cuatro meses después. “Lostirajes de las publicaciones de laizquierda peronista facilitan una guíaaproximada del nivel de apoyo activo acada tendencia: mientras que el diariomontonero Noticias (dirigido por MiguelBonasso) conseguía regularmente unaventa de 150.000 ejemplares, y elsemanario El Descamisado más de100.000 (González Janzen, pp. 219-220), Militancia sólo llegaba a 40.000 yestaba luchando constantemente para

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sobrevivir en una batalla contra loscrecientes costos de publicación(“Militancia, entre el ahogo y laclausura”, Militancia, nº 38, 28 demarzo de 1974, p. 3).

10. “Construir el poder popular”, ElDescamisado, nº 4 (12 de junio de1973), pp. 2-4: documento presentadopor Firmenich y Quieto durante unaconferencia de prensa, el 8 de junio de1973.

11. Ibíd.12. “30 Meses de camino

descendente”, Confirmado, nº 400 (3-9de diciembre de 1975), pp. 52-54.

13. Pablo Kandel y MarioMonteverde, Entorno y caída, Editorial

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Planeta Argentina, Buenos Aires, 1976,p. 26.

14. Comandante en jefe del ERP,Mario Roberto Santucho, en unaconferencia de prensa guerrillera, citadoen el Buenos Aires Herald, 9 de junio de1973.

15. “Informe del Consejo Nacional delPartido Montonero, septiembre de1977”, p. 5.

16. A causa de las restriccionescomerciales europeas, las exportacionesargentinas a la Comunidad EconómicaEuropea descendieron del 60% a sólo el37% entre 1960 y 1980, y estas cifrasfueron citadas por el ministro deEconomía de Videla, José Alfredo

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Martínez de Hoz, al explicar a loshombres de negocios de los EstadosUnidos el creciente volumen delcomercio argentino con la UniónSoviética y China. Véase La Nación,edición internacional, 5 de mayo de1980. Sobre la importancia cada vezmenor del nacionalismo en la políticaextranjera argentina después de 1974,véase Milenky, passim.

17. Entrevista personal con unmontonero, Buenos Aires, 16 denoviembre de 1975.

18. “Righi: el nuevo ordenrevolucionario”, Militancia, nº 5 (12 dejulio de 1973), p. 7.

19. Croatto seguía encargándose de la

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labor sindical montonera a finales de losaños setenta, antes de que resultaramuerto en una emboscada en septiembrede 1979. Kunkel fue detenido enseptiembre de 1975. Muñiz Barreto, deorigen acomodado y antiterrorista, habíasido antes asesor jurídico del régimen deOnganía (véase Roberto Roth, Los añosde Onganía, Ediciones La Campana,Buenos Aires, 1980, pp. 82-84). Segúnla carta abierta de Rodolfo Walsh demarzo de 1977, fue secuestrado y luegoasesinado en un campo de detencióndespués del golpe militar de 1976. Laevolución política de Vittar fue endirección contraria: después de sudimisión del Congreso, dejó los

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Montoneros para unirse a un nuevo —pero desafortunado— grupo de laJuventud Peronista creado por JuanManual Abal Medina (depuesto de sucargo de secretario general del PartidoJusticialista en mayo de 1974); mástarde, después del golpe de 1976, seidentificó con las ambiciones políticas delcomandante general de la Armada, elalmirante Emilio Massera.

20. Como se resumió en el BuenosAires Herald del 13 de marzo de 1973,el programa del FREJULI de marzo de1973 prometía el establecimiento derelaciones diplomáticas con Cuba,Vietnam del Norte y Corea del Norte; unaumento general de los salarios; una

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amnistía para los presos políticos; lanacionalización de los depósitosbancarios y del comercio exterior;medidas de apoyo a la industria nacional;la reforma agraria: “La tierra debe serpara quien la trabaja y un bien deproducción; de ninguna manera unmedio de renta o especulación”; unaextensa socialización de la economíamediante la incautación por el Estado delas industrias cuyas actividades impliquen“un poder monopólico y/o decisionesestratégicas). Para el programa completo,véase Héctor Cámpora, La revoluciónperonista, EUDEBA, Buenos Aires,1973, pp. 7-67.

21. Las simpatías políticas de Ricardo

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Sapag salieron a la luz en diciembre de1975, cuando participó en una acciónguerrillera destinada a secuestrar oasesinar al brigadier mayor Aly LuisIpres Corbat, cuarto en la jerarquía de laFuerza Aérea. Sapag era en aquelmomento su ayudante de campo y huyócon el resto de los asaltantes, dejandogravemente herido a Corbat de fuego demetralleta. Sapag padre dimitió un díamás tarde.

22. “Puiggrós y el avance del pueblo”,entrevista con Puiggrós, Militancia, nº 5(12 de julio de 1973), pp. 16-20.

23. Para la lista completa de lasreformas de Puiggrós, véase su libro Launiversidad del pueblo, Editorial Crisis,

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Buenos Aires, 1974, pp. 97-114.24. Cifras procedentes de J. Monahan,

“I agreed to teach”; Jonathan Kendell, “Icannot imagine what would happen if thepolice left”, Times Higher EducationSupplement, 7 de enero de 1977; y“Universidad: o del pueblo o de nadie”,El Descamisado, nº 45 (26 de marzo de1974), pp. 22-24.

25. De las cuatro últimasorganizaciones analizadas en el texto, elMVP y la UES eran las mayores. Enagosto de 1973, asistieron cuatro milpersonas a una concentración del MVP,y después declaró contar con el apoyo de450 “villas miseria” de toda la nación(“Las villas triunfarán”, El

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Descamisado, nº 43, 12 de marzo de1974, pp. 12-14). Sin embargo, losproletarios desarrapados lo mismopodían apoyar a la derecha que a laizquierda, con la particularidad de que lasvillas miseria eran ciertamente una fuentede reclutas para el ultraderechistaComando de Organización de AlbertoBrito Lima. El MIP, que se dedicaba aorganizar a gente de los barrios bajos,nunca consiguió atraer a más dequinientas personas a uno de sus mítines,y, de todos modos, su base socialpotencial era muy débil. La UES era losuficientemente grande para adquirir,como lo hicieron la JP, la JUP y la JTP,una estructura regional, pero su plaza

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fuerte siguió siendo Buenos Aires, yespecialmente el vivero de militanciaestudiantil que era el Colegio Nacional, elcual fue ocupado por docenas de policíasdespués del golpe de 1976. Finalmente,el Grupo Evita fracasó en sus intentos deabsorber la pequeña rama femenina delMovimiento Peronista y de movilizar ungran número de mujeres. En parte, ellopuede atribuirse a la excesivaconcentración en una sola cuestión,descrita por Firmenich como “la mayorexigencia de las mujeres argentinas, quees la mayor exigencia de la clase obrera:la repatriación de nuestra abanderadaEvita”. (“Palabras de Firmenich”,Militancia, nº 37, 14 de marzo de 1974,

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pp. 37-42.)26. La mayor concentración de masas

en el Interior fue la del 29 de mayo de1973, cuando 40.000 personascelebraron el cuarto aniversario del“Cordobazo” en Córdoba, pero en lasciudades provinciales la concurrencia fuegeneralmente de 15.000 asistentes omenos. Todos los datos al respecto sebasan en informaciones publicadas por elBuenos Aires Herald, La Nación, LaRazón y El Descamisado.

27. Sólo asistieron 1.200 personas a lamayor concentración organizada por laJuventud Peronista de la RepúblicaArgentina (JPRA) en febrero de 1974 enAvellaneda; y, mientras que 15.000

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personas asistieron a un acto semejanteorganizado por la 3° Región de laJuventud Peronista promontonera el 17de octubre de 1973 en Córdoba, lasfuerzas combinadas de la derechaperonista sólo pudieron atraer unadécima parte de dicha cifra a unacontecimiento rival que tuvo efecto enla misma ciudad. En el frente sindical,cuando la JTP compitió con laproburocracia Juventud SindicalPeronista (JSP), triunfó de un modoigualmente impresionante: el 31 deoctubre de 1973, la JSP movilizó a 3.000partidarios; la JTP, tres días después, a20.000.

28. Véase el suplemento especial de El

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Descamisado, nº 16 (4 de septiembre de1973) y la información en La Razón, 1ºseptiembre de 1973. Loscronometradores de cada una de ambaspublicaciones casi coincidieron en susapreciaciones.

29. Perón, citado en “Semana política:entre la definición y la violencia”,Militancia, nº 35 (21 de febrero de1974), pp. 4-9.

30. “Definiciones del general Perón”,El Peronista, nº 6 (28 de mayo de1974), p. 8.

31. Después de muchas críticas deestas características por parte de otrosgrupos izquierdistas, la JP, en enero de1974, reconoció: “Somos conscientes de

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que todavía falta mucho para quenuestra organización sea totalmentedemocrática”, en “Habla JuventudPeronista”, El Descamisado, nº 36 (22de enero de 1974), pp. 4-5.

32. Los típicos proyectos de laJuventud Peronista comprendían lareparación de calles, la construcción deescuelas y unidades sanitarias, así comola retirada de la propaganda electoral delas paredes. El MVP, a pesar de laoposición ministerial de López Rega,intentó establecer programas deautoayuda en las villas miseria, mientrasque la UES, a principios de 1974,movilizó a quinientos jóvenes para elOperativo Güemes, destinado a ayudar y

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organizar a la gente que vivía en el surde la provincia de Salta.

33. Puro Pueblo (más tarde, PuroPueblo Venceremos) fue creado comosemanario en julio de 1974, pero sóloaparecieron cinco números.

34. Se publicaron al menos cinco“Notas para Militantes”, de las cualescuatro aparecieron en Militancia,números 20, 26, 30 y 35 (octubre 1973-febrero 1974).

35. Montoneros José Sabino Navarro,“Cartilla para militantes nº 4”,Militancia, nº 30 (3 de enero de 1974),pp. 20-22.

36. Carta Política, nº 20 (primerasemana de abril de 1974), pp. 14-16.

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37. La Opinión, 6 de julio de 1975.38. Multitud estimada por El

Descamisado, nº 25 (6 de noviembre de1973).

39. Suplemento especial de ibíd., nº16; y La Razón, 1º septiembre de 1973.

40. En 1972, la organizaciónestudiantil “Reformista” del PartidoComunista (MOR) obtuvo una fácilvictoria, con el 55,5% de los votosescrutados, y Franja Morada (losradicales izquierdistas que apoyaban elMovimiento de Renovación y Cambio deRaúl Alfonsín, una tendencia de la UCR)quedó en segundo lugar; pero losperonistas de izquierdas habíanboicoteado las elecciones, y las cuatro

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quintas partes de los estudiantes sehabían abstenido. En 1973, FranjaMorada atrajo el 21% de los votos, y elMOR sólo el 18%. Además, la victoriade la JUP fue más representativa: en1973, votó aproximadamente el 50% dela población estudiantil metropolitana,cuadruplicando la cifra de 1972. VéaseBuenos Aires Herald, 6 de noviembre de1972; y La Nación, 4 y 6 de diciembrede 1973.

41. Juan Carlos Dante Gullo, “El paísse pregunta”; y Buenos Aires Herald, 27de abril y 1º de mayo de 1973. Gullopasó a ocupar la jefatura de la JPdespués de la destitución de Galimberti ytambién, con Cámpora, actuó de asesor

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presidencial para Asuntos de la Juventud.42. Álvaro Alsogaray, artículo en La

Prensa, 8 de septiembre de 1974.43. “Palabras de Firmenich”.44. Dardo Cabo, “Carta del director:

Compañeros”, El Descamisado, nº 13(14 de agosto de 1973), pp. 2-3.

45. Para la versión del propioCámpora del acontecimientocontrovertido, véase El mandato dePerón, Ediciones Quehacer Nacional,Argentina, 1975.

46. “El final de una batalla: Perónpresidente; el comienzo de otra:liberación”, El Descamisado, nº 19 (26de septiembre de 1973), pp. 2-3.

47. “Y esto, ¿qué es?”, ibíd., nº 21 (9

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de octubre de 1973), pp. 2- 3 .48. Para el texto, véase La Opinión, 2

de octubre de 1973.49. Cabo, “Compañeros”, El

Descamisado, nº 26 (13 de noviembrede 1973), pp. 2-3.

50. “Con el Pueblo hacia Perón”,ibíd., nº 16 (4 de septiembre de 1973),pp. 2-3.

51. Buenos Aires Herald, 25 de enerode 1974.

52. Ibíd., 15 de marzo de 1974.53. Firmenich, “Etapa y conjuntura”,

reproducción mecanografiada de laconferencia dada en la jornada de la JP,en enero de 1974, p. 7.

54. Tal actitud fue expresada por

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muchos antiguos miembros de la JPentrevistados por el autor entre junio de1975 y octubre de 1976.

55. “Qué votamos el 11 de marzo”, ElDescamisado, nº 43 (12 de marzo de1974), pp. 2-3.

56. Al diferenciar entre el terrorismopolítico y la guerra de guerrillas urbana yal calificar los violentos medios de laderecha y la izquierda peronistas, debenhacerse varias distinciones: la evidenciade los hechos demuestra que el uso porla derecha de la violencia homicida eramenos discriminado que el de laizquierda, y, en efecto, iba casi siempredirigida contra no combatientes; esto eraasí porque la derecha actuaba

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conscientemente para sembrar un climade terror en toda la sociedad, con el finde disuadir a quienquiera que se opusieseal gobierno cuando Perón recupera lapresidencia; a ese respecto, la violenciaderechista defendía el statu quo en vezde ser instrumento de una estrategiapolíticomilitar dirigida hacia la toma delpoder; y, finalmente, mientras que laizquierda solía respetar las convencionesde guerra, al encontrarse los mutiladoscadáveres de las víctimas de la violenciaderechista se comprobabafrecuentemente que habían sido violadaso torturadas.

57. Para el texto completo de laalocución de Firmenich, véase “Palabras

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de Firmenich”. Su discurso formó labase de un programa llamado “Undocumento para la Liberación”, el cualapareció con El Peronista, nº 1 (19 deabril de 1974), y fue en realidad el únicoprograma de conjunto elaborado por laTendencia montonera.

58. El relato de la manifestación deldía de la celebración del Primero deMayo de 1974 se basa en informacionespublicadas en el Buenos Aires Herald, 2de mayo de 1974; De Frente, nº 1 (2 demayo de 1974); y El Peronista, nº 3 (4de mayo de 1974).

59. La idea del mártir que se haganado la vida eterna no es reciente ni depropiedad exclusiva de la izquierda: los

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legionarios fascistas de la Guardia deHierro rumana también practicaban elrito, durante los años treinta, de gritar losnombres de sus muertos en los desfiles yde contestar “¡Presente!”. Véase WalterLaqueur, Terrorism, Sphere Books,Londres, 1978, p. 157.

60. Miguel Lizaso, “General, elperonismo no está de acuerdo”, ElPeronista, nº 3 (4 de mayo de 1974),pp. 2-4.

61. Perón, citado en Buenos AiresHerald, 17 de mayo de 1974. Resultairónico que mientras que el Chile deAllende concedió al general Lanusse, en1971, la más alta condecoración chilena(la Orden del Mérito de Bernardo

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O’Higgins), la Argentina peronista, en1974, otorgó la Orden de Mayo algeneral Pinochet. En septiembre de1973, Perón se había referido al golpemilitar chileno como una tragedia para laAmérica Latina, y había dicho quesospechaba la participación de losEstados Unidos en él (ibíd., 13 deseptiembre de 1973).

62. Ibíd., 16 de mayo de 1974.63. Lizaso, “lº de mayo, ¿quién ganó?,

¿qué cambió?”, El Peronista, nº 4 (14de mayo de 1974), pp. 2-3.

64. “Hablan los Montoneros”, textodel discurso de Roberto Quieto en LaPlata, La Causa Peronista, nº 4 (30 dejulio de 1974), pp. 6-8.

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65. Rodolfo Galimberti, “Unidadnacional o ‘Gran Acuerdo Nacional’”,ibíd., nº 3 (23 de julio de 1974), pp. 2-3.

66. El Descamisado fue prohibido por“causar un caos ideológico y una crisisde conceptos al deformar la realidad”(Buenos Aires Herald, 11 de abril de1974), después de que su número 46hubiera culpado a López Rega de lamuerte del militante del MVP AlbertoChejolán durante una protesta frente alMinisterio de Bienestar Social, y quehubiera publicado una fotografía de unpolicía en el momento de disparar contraé l . El Peronista estaba dirigido porMiguel Lizaso, cuyo hermano CarlosAlberto fue fusilado después de la

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rebelión peronista de 1956. Él mismo,junto con Julio Troxler, era unsuperviviente de las ejecuciones ilegalesde 1956, pero murió en un campo deconcentración de la Armada después delgolpe de 1976. El decreto que clausuróEl Peronista en junio de 1974, se referíaespecíficamente a un artículo sobre ungrupo de la Juventud Peronista en lasFuerzas Armadas y afirmaba que larevista se proponía provocar en ellas ladesunión y la indisciplina.

67. Entre los que resultaron heridos sehallaba el montonero José Luis Nell, queen 1963 había conducido al MNRT a laprimera acción guerrillera urbana de laArgentina (aun cuando la leyenda

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sostiene que fue Joe Baxter quien dirigióel grupo). Las heridas que Nell recibió enEzeiza le causaron una parálisis que lodesmoralizó rápidamente y, finalmente,lo llevó a suicidarse de un tiro enseptiembre de 1974.

68. Perón, citado en el Buenos AiresHerald, 22 de junio de 1973.

69. La información del acontecimientopublicada por la prensa fue pésima,porque los periodistas presentes setiraron al suelo tan pronto como empezóel tiroteo; pero, para los relatos de laizquierda peronista, véase Militancia, nº3 (28 junio 1973); y El Descamisado, nº6 (26 de junio de 1973), nº 7 (3 de juliode 1973) y nº 8 (10 de julio de 1973). El

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nº 7 daba a entender que ex agentes de laOAS, como François Chiappe, habíantomado parte en la matanza.

70. Para el desenmascaramiento de laTriple A por parte de los Montoneros,véase “La historia de la Triple A”, ElAuténtico, nº 6 (26 de noviembre de1975), nº 7 (10 de diciembre de 1975) ynº 8 (24 de diciembre de 1975). Paracorroboración de alguien que en otrotiempo estuvo relacionado con la TripleA, véase “Las revelaciones de Paino”,La Opinión, segunda sección, 12 defebrero de 1976.

71. Iñíguez, citado en el Buenos AiresHerald, 14 de abril de 1974.

72. Ibíd., 7 de septiembre de 1974; y

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“Respuesta socialista al llamamientomontonero”, Avanzada Socialista, nº120 (9 de septiembre de 1974), pp. 8-9.

73. En 1973, el ERP se concentróprincipalmente en el secuestro dehombres de negocios, y los rescates leproporcionaron más de treinta millonesde dólares. También se atacaronobjetivos militares: el 6 de septiembre de1973, los guerrilleros del ERP coparon elComando de Sanidad del Ejército ysostuvieron un tiroteo de cinco horas atreinta manzanas de la Casa de Gobiernoantes de que algunos se rindieran y otroshuyeran; el 20 de enero de 1974, desesenta a setenta miembros del ERPatacaron, en Azul, a unos 270 kilómetros

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al sur de Buenos Aires, la guarnición delRegimiento X Húsares de Pueyrredón,del Ejército, y no sólo fracasaron en sumisión, sino que también dieron unpretexto a Perón para destituir al populargobernador de Buenos Aires, OscarBidegain, e introducir reformas en elCódigo Penal; y, el 11 de agosto de1974, los ataques sincronizados a unafábrica de explosivos de Córdoba y a laguarnición del Regimiento 17 deInfantería Aerotransportada deCatamarca proveyeron al ERP decentenares de armas automáticas,aunque a costa de importantes bajas.Durante 1974 el ERP empezó a volversu atención hacia la guerrilla rural en la

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provincia norteña de Tucumán,esperando que el lugar se convirtiera en“la Cuba de la Argentina”. Entretanto, laactividad de las FAP (ComandoNacional) fue menos espectacular en elsentido militar, pero igualmenteinsensible a la opinión pública.Comenzando, el 22 de mayo de 1973,con el asesinato de Dirk HenryKloosterman, secretario general delSindicato de Mecánicos y Afines delTransporte Automotor (SMATA), esaala de las Fuerzas Armadas Peronistas sededicó al castigo de “traidores”, aataques vindicativos y a la intimidaciónde hombres de negocios extranjeros.

74. Por ejemplo, en el caso del ataque

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con bombas llevado a cabo por la TripleA el 7 de septiembre de 1974 contra lacasa de Raúl Laguzzi, peronista deizquierda y rector de la Universidad deBuenos Aires. Sobrevivió al atentado,pero su hijito de cuatro meses, Pablo,resultó muerto. Los Montonerosenviaron un mensaje de condolencia aLaguzzi: “Su hijo es el mártir más jovende la resistencia peronista” (BuenosAires Herald, 8-9 de septiembre de1974).

75. Ibíd., 8 de julio de 1974.76. Para el texto completo de esta

conferencia de prensa, véase La Nación,9 de febrero de 1974.

77. Véase Kandel y Monteverde, pp.

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30 y 77; y “Volvemos para triunfar omorir junto a Isabel”, El Caudillo, nº 68(15 de octubre de 1975), p. 3.

78. Ottalagano afirmó que la únicaalternativa que tenían los argentinos era:“O justicialistas o marxistas. Seránsuperados los partidos políticos, sellamen radicales, conservadores, etc.,porque todos esos partidos liberalestendrán que escoger entre el justicialismoy el marxismo [...] Aquí y ahora hay queestar con Cristo o contra Cristo [...] Seha pretendido una sociedad llamadapluralista y a la vista están lasconsecuencias. Nosotros tenemos laverdad y la razón; los otros no las tieneny los trataremos como tales”. Citado en

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Kandel y Monteverde, p. 31.79. Monahan, “I agreed to teach”, p.

10.80. “La Universidad al borde de la

opción: liberación o continuismo gorila”,El Descamisado, nº 43 (12 de marzo de1974), pp. 7-8.

81. Ibíd.; y “Universidad: o del puebloo de nadie”.

82. De hecho, el conservador SolanoLima, ex vicepresidente de Cámpora,ocupó el puesto por algún tiempo entrelos rectorados de Villanueva y Laguzzi.Las amenazas de muerte de la Triple Aobligaron a Puiggrós y a Laguzzi a huir aMéxico en septiembre de 1974.Villanueva fue encarcelado en 1975,

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acusado de la posesión de armas ydocumentos falsos, pero no fue puestoen libertad cuando, en marzo de 1980,había cumplido su condena de cincoaños.

83. “Córdoba: el porqué del conflictode SMATA”, La Causa Peronista, nº 4(30 de junio de 1974), pp. 30-31; y“Córdoba: si es necesario aquípondremos sangre montonera”, ibíd., nº6 (13 de agosto de 1974), pp. 26-31.

84. Comunicado hecho público por laAgrupación Metalúrgica 17 de Octubrede la JTP, El Descamisado, nº 43 (12 demarzo de 1974), p. 15.

85. Resultados citados en “Lafederación gráfica es de los gráficos”, De

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Frente, nº 1 (2 de mayo de 1974), p. 50.86. Noticias fue prohibido en agosto

de 1974 por “no contribuir a lapacificación nacional” (Buenos AiresHerald, 29 de agosto de 1974). LaCausa Peronista, dirigida por RodolfoGalimberti, fue prohibida el 6 deseptiembre de 1974 después de haberpublicado un relato del “Aramburazo”firmado por Arrostito y Firmenich.

87. La Opinión, 2 de agosto de 1974.88. Carcagno, dirigiéndose a la 10ª

Conferencia de Comandantes en Jefe deAmérica, había dicho que “el Ejército nopuede ser la guardia pretoriana de unorden social y político injusto”. BuenosAires Herald, 6 de septiembre de 1973.

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89. “La JP y la ReconstrucciónNacional”, El Descamisado, nº 20 (2 deoctubre de 1973), p. 25.

90. “Balance del Operativo Dorrego: laJuventud Peronista fue a trabajar”, ibíd.,nº 25 (6 de noviembre de 1973), p. 27.

91. Durante la operación, la JP trabajójunto al coronel Albano Harguindeguy(futuro ministro del Interior con Videla),a quien se refirieron llamándole “unliberal inteligente” que se había dadocuenta de que la “coexistencia” con elperonismo era posible (“OperativoDorrego”, ibíd., nº 22, 16 de octubre de1973, pp. 28-30). Cuando huboterminado la operación, dijeron que, enrealidad, era un “gorila inteligente”

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(“Balance de Operativo Dorrego”).92. Tal como dijo Poulantzas, la

pequeña burguesía radical no puede“desear romper las escaleras con las queimagina que puede subir”. NicosPoulantzas, Classes in ContemporaryCapitalism, Verso, Londres, 1978, p.292.

93. En agosto de 1970, el líder delERP, Santucho, reconoció que el PRT-ERP sufría de “debilidad en sucomposición social (sólo el 30% trabajanen fábricas)” (Mario Roberto Santucho,Argentina: Bourgeois Power,Revolutionary Power, ResistancePublications, Oakland, California, s. f.,p. 29). Los datos del PST pertenecen a

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las elecciones de 1973, pero aún no sehan publicado.

94. “La guerrilla es sólo una de lasformas de desarrollar la lucha armada; essin duda el más alto nivel de luchapolítica. Este método se desarrollacuando los objetivos políticos no puedenser alcanzados a través de las formas noarmadas de la lucha política.” Entrevistacon Mario Firmenich, “El valor políticodel fusil”, El Descamisado, nº 17 (11 deseptiembre de 1973), p. 3.

95. “¿Quién votó a Isabel, LópezRega?”, La Causa Peronista, nº 8 (27de agosto de 1974), pp. 2-3.

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Capítulo 5

A LAS ARMAS DENUEVO

(1974-1976)

Isabel no es Perón1

Flanqueado por Adriana Lesgart,Juan Carlos Dante Gullo, Juan Pablo

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Ventura y Enrique Juárez, líderesrespectivamente del Grupo Evita, laJP, la JUP y la JTP, Mario Firmenichanunció la decisión de losMontoneros de “volver a laresistencia” en una conferencia deprensa secreta celebrada en BuenosAires el 6 de septiembre de 1974. Lalucha armada, según prometió el jefeguerrillero de veintisiete años,continuaría mientras la represión, las“intervenciones” de los sindicatos, lalegislación laboral antidemocrática,el Pacto Social y la existencia depresos políticos siguieran

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caracterizando la vida políticaargentina; no cesarían lashostilidades en tanto no se permitieranegociar colectivamente los salariosy todas las fuerzas políticas pudiesenexpresarse libremente. Puesto que“se han agotado todas las formaslegales de continuar la lucha”,declaró Firmenich, sólo quedaba laopción de emprender una “guerrapopular integral”, que supondría elestablecimiento de “miliciasperonistas”, contra los monopoliosnacionales y extranjeros y contra ungobierno cada vez más dominado por

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José López Rega.2En realidad, la reanudación de la

guerrilla se había iniciado unasemana antes. En la citadaconferencia de prensa sereivindicaron media docena deoperaciones “por la causa popular”,incluidas algunas muertesvindicativas: la destrucción de cuatromáquinas cosechadoras de caña deazúcar, en protesta contra eldesempleo rural en la provincia deTucumán; la colocación de bombasen locales de venta de coches IKA-Renault en Buenos Aires y Córdoba,

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en apoyo de la huelga de lostrabajadores del automóvil delSMATA; el rapto de EnriqueMascardi, directivo de PropulsoraSiderúrgica, retenido una semanapara reforzar la petición de unasubida salarial por parte de lostrabajadores, y de la readmisión delos compañeros despedidos; la“ejecución” de Orlando Fernández,policía de Quilmes, acusado dehaber dado muerte a Beckerman y aVan Lierde; el asesinato de RubénSan Juan, policía de Rosario,inculpado por los Montoneros de la

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muerte, en 1972, del revolucionarioperonista Carlos Brandazza; y unaincursión en el Palacio de Justicia deLa Plata para “recuperar las armastomadas al pueblo”.3 Todos aquellosactos habían ocurrido en pocos días,pero eran de escaso relieve encomparación con las operacionesmontoneras anónimas y ocasionalesde 1973-1974 que aún no se habíandado a conocer, quizá con elpropósito de conservar la legalidadde las organizaciones de masas de laTendencia Revolucionaria o, másprobablemente, porque algunas de

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aquellas operaciones habían sidoacogidas con frialdad por elmovimiento obrero.

Incluso en vida de Perón, losMontoneros no habían dejado deaumentar sus reservas de capital, yocasionalmente habían practicado supropia versión de la “justiciapopular”, al tiempo que ocultabancon éxito su responsabilidad.Durante sus dieciséis meses “en lasuperficie”, asesinaronprobablemente a José IgnacioRucci,4 secretario general de laCGT; habían matado sin duda a

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Rogelio Coria, anterior jefe delsindical de los obreros de laconstrucción (UOCRA); a FélixNavazo, guardaespaldas de laUOCRA; a Arturo Mor Roig,ministro del Interior de Lanusse; aDavid Kraiselburd, propietario de unperiódico, y a Martín Salas, líderultraderechista de la CGT; y habíanherido gravemente, a Leandro Salato,director del Departamento deEmergencias Sociales pertenecienteal Ministerio de Bienestar Social.5Tanto Rucci como Coria habían sidoacusados de traición al peronismo y

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a la clase obrera; Mor Roig seencontraba en funciones cuando lamatanza de Trelew; Navazo habíasido fotografiadocomprometedoramente durante lacarnicería de Ezeiza; él y Salashabían intervenido, se decía, enactividades parapoliciales en LaPlata;6 Salato fue uno de los hombresde López Rega en el autodenominado“Ministerio del Pueblo”;7 yKraiselburd había atraído la atenciónde los Montoneros por habérseleentregado el periódico El Día,

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anteriormente propiedad sindical,después del golpe militar de 1955, yhaber dirigido un monopolio de laprensa en La Plata (junto con BuenosAires, Córdoba y Rosario, una de lasprincipales plazas fuertes de losMontoneros). Fue secuestrado porlos guerrilleros hacia finales de juniode 1974 y retenido en una casaalquilada a Carlos Iriart, al parecercon el propósito de conseguir unrescate; pero una incursión de lapolicía en la casa, durante la cual fueherido y capturado el montoneroCarlos Starita (para morir o ser

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muerto seis días después), llevó a loscapturadores de Kraiselburd amatarle.8

Si se tiene en cuenta el número depérdidas de la izquierda peronista aprincipios de los años setenta, esposible comprender el atractivo delas muertes por venganza y laconvicción de los guerrilleros deestar administrando la “justiciapopular”; pero tal actividad noaumentó en modo alguno lasganancias políticas de losMontoneros. Ciertamente, antes delmes de marzo de 1973, las

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multitudes, en las asambleaselectorales del FREJULI, habíangritado: “Ya van a ver / ya van a ver/ cuando venguemos los muertos deTrelew”; y tanto el ERP como lasFAR actuaron en cumplimiento deaquella promesa.9 Arturo Mor Roighabía sido “ajusticiado” ya por losMontoneros, pero podría dudarseseriamente de que la popularidad deaquella muerte alcanzara más allá dela izquierda combatiente: al fin y alcabo, la víctima era un civil, exmiembro de un partido político (laUCR) que aún gozaba de

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considerable apoyo por parte de laclase media, un hombre que, a ojosde los liberales, había sidoresponsable junto con Lanusse porlas elecciones de 1973 (aun cuandopara los peronistas fuera elarquitecto de un engañoso GAN), yque no había mantenido actividadespolíticas desde los comicios demarzo.

Ataques de la guerrilla a laburocracia sindical

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Las represalias contra Rucci yCoria no fueron más productivas,aunque es evidente que reclamanmayor atención, dado que estuvierondirectamente relacionadas con elobjetivo montonero de atraer elapoyo masivo de la clase obrera.Coria, en 1963, había ganado alPartido Comunista la secretaríageneral de la UOCRA yposteriormente ascendió a puestos demando en las 62 Organizacionesperonistas y en el PartidoJusticialista, antes de que, acusadode corrupción y colaboracionismo

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con el régimen militar, hubiese dedimitir de aquellos tres cargos afines de 1973. Tras oponerse a lafórmula Cámpora-Solano Lima parael FREJULI, había declarado que suslistas de candidatos se habían vistoinfiltradas por marxistas. Durante sudecenio en la cumbre, mientras segúnél representaba a los obreros de laconstrucción, se había convertido enun magnate de aquel ramo y enterrateniente, adquirido un fabulosoapartamento en el elegante BarrioNorte y gastado parte de su dinero enun coche a prueba de balas,

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guardaespaldas y otras medidas deseguridad.10 En 1973 se habíarefugiado en su estancia del Paraguayde Stroessner, pero hacía viajesocasionales a Buenos Aires. Elúltimo de ellos fue el 22 de marzo de1974.

También Rucci era un rico jefes indical ; playboy propietario devarios coches y apartamentos, teníainversiones en el extranjero, yhabitualmente un séquito deseguridad compuesto por quincepistoleros, de los cuales dos almenos estaban implicados en el

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asesinato de activistas de la JuventudPeronista.11 Sin embargo, losMontoneros cometieron un graveerror al suponer que el movimientoobrero compartía en su totalidad lacaracterización de “traidor” quedaban a Rucci, del mismo modo queFirmenich se engañó a sí mismo aldeponerlo, como a otros firmantessindicalistas del Pacto Social, porconsiderarlos “cuatro burócratas queno representaban ni siquiera a suabuela”.12 Porque, aun cuandoimportantes tendencias obreras

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antiburocráticas —relacionadas conlos nombres de Raimundo Ongare,Jorge di Pasquale, Agustín Tosco,Armando Jaime, René Salamanca yAlberto Piccinini— habían mostradosu fuerza durante los últimos añossesenta y principios de los setenta,sus bases de poder eran regionales oradicaban en sindicatos militantes,pero de reducida importancia.13 Ungran número de trabajadores seguíadispuesto a tolerar a los líderessindicales corruptos y enriquecidosmientras consiguieran de vez encuando beneficios económicos para

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sus afiliados. En aquel caso, losMontoneros, en parte a causa de lanaturaleza de su composición social,subestimaron el economicismo de laclase obrera argentina, viendo en suadversario “vandorista” un simplefenómeno sindical superestructural.Erróneamente, equipararon los altosniveles de militancia obrera relativaa las cuestiones económicas con elradicalismo político en las bases, yconsideraron a la burocracia sindicalcomo una excrecencia totalmenteajena al movimiento obrero, comoalgo impuesto desde el exterior y no

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como expresión de la falta depreparación de la clase obreraargentina para la políticarevolucionaria.

Históricamente, la burocraciasindical tuvo sus raíces en losprimeros años preperonistas yperonistas posteriores al golpenacionalista de 1943, cuando elpatrocinio de las cuestioneslaborales por el Estado y variosauténticos progresos de la claseobrera se lograron a costa de lapérdida de libertad sindical. Suconsolidación como factor de poder

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se vio interrumpida por el golpeantiperonista de 1955 y por laposterior intervención militar de laCGT, pero gradualmente se convirtióen algo inherente al sindicalismoargentino después de lanormalización, en marzo de 1961, dela Confederación General delTrabajo, con líderes tan prudentes yconciliadores como Vandor y Coria,completamente dispuestos a negociary a llegar a un entendimiento con losgobernantes militares posteriores a1966.14 Sin embargo, lo que losMontoneros solían pasar por alto al

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presentar a la burocracia comoinstrumento del imperialismo y como“hija” de la Revolución Libertadorade 1955,15 era el hecho de que laburocracia había poseído unagenuina base, primero de apoyo ydespués de tolerancia, por parte delmovimiento obrero: totalmente apartede las pretensiones históricas deprimogenitura peronista de laburocracia, los cabecillas sindicalesde finales de los años sesenta yprincipios de los setenta fueron, enmuchos casos, los militantes de losúltimos años cincuenta que habían

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dirigido la lucha por la recuperaciónde la CGT;16 eran ciertamente objetode presión e influencias externas,pero no podían pasar por altoconstantemente —y no lo hicieron—las necesidades económicas de susafiliados;17 y, en efecto, los líderesde los sindicatos vandoristas, muysólidamente organizados enmonopolios con capacidad pararemuneraciones relativamente altas,tuvieron éxito a menudo,ateniéndonos solamente a sus logrosen el terreno económico.18

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Una vez situados en puestos clave,muchos de tales líderes sindicalesrecurrieron a la proscripción de laslistas de la oposición, a fraudeselectorales, e incluso a ungangsterismo sindical al estilo de losEstados Unidos. Varios de ellosamasaron enormes fortunaspersonales y todos erandecididamente anticomunistas. Perolos Montoneros se equivocaban alsuponer que los trabajadorescompartían en masa su repugnanciamoral, de origen católico radical,ante las ostentosas demostraciones

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de riqueza y corrupción por parte delos líderes sindicales,19

especialmente en un país donde loselevados beneficios de los altoscargos eran algo tradicional yhondamente arraigado, y donde lasquejas sobre la corrupción eran amenudo entibiadas por la ocultaadmiración que inspiraba el éxito deltrepador social (admiración nacidadel conocimiento de que quienes sequejaban, podían tambiénaprovechar, a su vez, todas lasoportunidades de enriquecimientoque se les presentasen). Un error, aún

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mucho más grave, de muchosmontoneros fue creer que losmétodos con que la burocracia solíamantener su poder eran los mismosque había empleado para lograrlo: enseptiembre de 1973, la JTP habíadeclarado que uno de sus objetivosprioritarios era “arrancarle a laburocracia los gremios que hatomado por asalto”.20

La lógica con que se habíanllevado a cabo los asesinatos deRucci y Coria, presente de nuevo, enfebrero de 1975, en las muertes deHipólito Acuña y Teodoro Ponce,

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debidas a los Montoneros21, eraidéntica a la que costó la vida aVandor y Alonso a manos del ENRalgunos años antes. Uno de susprincipales componentes erapuramente punitivo: se trataba de“ejecutar a los traidores”: el nombrecifrado de la eliminación de Vandorfue “Operativo Judas”;22 otro era lacreencia de que “la traición” podíaeliminarse del Movimiento Peronistapor la fuerza del fuego, cosa que sepodía percibir en una apología delasesinato de Alonso —llevado a

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cabo en agosto de 1970— escritacuatro años después por unos“ejecutores” que habían pasado aconvertirse en montoneros. En ella secalificaba a la Argentina comoescindida entre dos campos en lucha:“Por un lado, el imperialismo; por elotro, la Nación. La principal fuerzade la Nación era el MovimientoPeronista, y dentro de él, la clasetrabajadora. Por ello cualquiertraidor procedente del campoimperialista situado en el corazón dela Nación, es decir, en el seno delMovimiento y en la clase obrera

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peronista, era un blanco que requeríaeliminación prioritaria”. Elitistas,arrogantes, sordos a las verdaderasopiniones de los trabajadores, losdescendientes del ENR seguíanexplicando que la operación Alonsose había emprendido “para demostrara todo la clase obrera peronista quese disponía de un arma superior atodas las empleadas durante aquellosdieciocho años [de resistencia]”, ypara dejar claro que la “principalmisión de los revolucionarios”consistía en “aplastar a lostraidores”.23 En otras palabras, la

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propaganda de la acción por laacción.

La publicación de dichocomunicado por los Montoneros,precisamente diez días antes de quereanudaran oficialmente lashostilidades, fue su modo de anunciarque las operaciones punitivas —incluyendo en ellas, por algúntiempo, las enfocadas contradirigentes sindicales— seconvertirían a partir de aquelmomento en un factor importante dela lucha guerrillera; y tales métodosmilitares se consideraban, unidos a

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una actividad agitadora menosespectacular en las fábricas, unmedio legítimo y eficaz de conseguirun liderazgo obrero más militante. Enenero de 1974, cuando se le preguntóprivadamente qué podían ofrecer losMontoneros a los líderes sindicalespara que se interesaran por lasnegociaciones, Firmenich sugirió queuna de las ofertas que podían hacerera no matar a Lorenzo Miguel, líderde la UOM y de las 62Organizaciones.24

Por culpa de su militarismo(además de otros motivos), los

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Montoneros quedaron a la postreirremediablemente aislados dealgunos de los sectores obreros másradicales. En 1969, Ricardo de Luca,en nombre de la combativa CGT delos Argentinos y con motivo del casoVandor, había condenado elasesinato señalando que “no era lamanera de resolver disputas propiade la clase obrera argentina”.25 Ylas Fuerzas Armadas Peronistashicieron una crítica igualmenteadversa de la “ejecución” de Alonsocon este comentario: “Si elmovimiento obrero no tiene fuerza

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para sacudirse sus parásitos deencima, en ningún caso va a tenerfuerza para hacer la revolución”.26

En su propia defensa, losMontoneros declararon contar con laautorización de Perón para eliminar alos “traidores”, aun cuando laaparente condonación del asesinatode Alonso por parte del líderperonista, en una carta que éste lesdirigió en febrero de 1971, era laprueba de aprobación más recienteque podían citar.27 Desde entoncesRucci, como líder de la CGT, había

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intentado refrenar los movimientoshuelguísticos, pero lo hizo siguiendoórdenes de Perón28, de un Peróndeseoso de demostrar prácticamenteal régimen militar su capacidad dedominar los movimientos obreros.Rucci también había aceptado elPacto Social, que estabarestringiendo los aumentos salarialesfrente a las nuevas alzas de losprecios, pero también lo habíanhecho, brevemente, los Montonerose, inequívocamente, Perón. Su muerteprovocó una huelga general de treintahoras, sirvió de pretexto para una

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purga de “marxistas” en elMovimiento Peronista oficial, yPerón manifestó su desaprobaciónasistiendo al entierro. Sólo sealegraron los guevaristas y laizquierda peronista, como si la causarevolucionaria hubiera dado un pasoadelante, pero ninguno de losasesinatos de líderes sindicales —Vandor, Alonso, Kloosterman,Mansilla, Rucci, Coria ySantillán29— ocasionó un giro a laizquierda cuando se escogieron sussustitutos.

Sin embargo, hasta la huelga

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general de mediados de 1975, losMontoneros persistieron en su“política obrera” militarista en vezde reservar sus energías paraarremeter contra la derecha. A sumodo de ver, sus enemigosperonistas habían pasado a ser los“brujovandoristas”: neologismomontonero que implicaba una alianzaentre la derecha peronista,capitaneada por el Brujo30 LópezRega, y los vandoristas, agrupadoséstos alrededor de la burocracia dela UOM y, según se decía, deseososde transformar a la Argentina en una

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patria metalúrgica. Pero aquí lasnociones de “lealtad”, “autenticidad”y “traición” se demostraroncompletamente inútiles como guías alas verdaderas divisiones dentro delcampo peronista: aquellos dossectores se habían unido en unmovimiento de tenaza para obligar adimitir, en octubre de 1974, alministro de Economía, Gelbard, peropronto se separaron en lo tocante a lapolítica económica. Mientras queLópez Rega patrocinó a ministros deEconomía liberales como CelestinoRodrigo y Emilio Mondelli, que

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intentaron cargar el peso de unacrisis económica sostenida en lasespaldas de los trabajadores, laburocracia sindical se refirió alnacionalismo económico y ladistribución de la renta nacional definales de los años cuarenta.31 Lascontradicciones entre la facciónLópez Rega-Isabel Perón y elliderazgo sindical se pusieron másclaramente de manifiesto en junio yjulio de 1975 durante el“Rodrigazo”, cuando las tácticaseconómicas “de choque” de Rodrigoprovocaron una huelga general de

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facto (la primera que se dirigíacontra un gobierno peronista) que loslíderes de la CGT se vieronobligados a reconocer, declarar y,por último, dirigir; y fue utilizada porellos para ayudar a echar delgobierno a López Rega y a algunosde sus aliados, aumentando con ellosu propio poder.32

Como se ha demostrado en otrolugar, el poder de la jefatura de laCGT era, de todos modos, másaparente que real,33 estabaprincipalmente limitado a las

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cuestiones sindicales, y, después dela muerte de Perón, la Confederacióntuvo más éxito en vetar iniciativasgubernamentales que en imponer suspropuestas de determinada política.Con su tendencia a poner en elmismo saco al resto del MovimientoPeronista en el campo de la traición,los Montoneros se aislaronpolíticamente antes de reforzarmilitarmente su aislamiento. Lescostó reconocer la aparición defracturas en la burocracia sindical yen el Movimiento Peronista cuando,en 1974-1975, salieron a la

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superficie. Había conflictos entre laUOM y el SMATA, en competenciapor los derechos de sindicación;entre Lorenzo Miguel y VictorioCalabró, sustituto de Bidegain comogobernador de la provincia deBuenos Aires; y entre los partidarios“verticalistas” de Isabel Perón y losdesencantados críticos centristas dela misma surgidos en el seno delMovimiento Peronista. Con unanálisis político y sociológico máspenetrante del peronismo, y menosdenuncias morales de traición, losMontoneros hubieran logrado

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acuerdos tácticos con otros sectoresantiisabelistas,34 a no ser por elcreciente apego de los guerrilleros auna estrategia altamente militarista.

El intento de crear unejército montonero

El retorno a la clandestinidad seconsideró una medida defensiva, una“retirada estratégica” en respuesta auna “ofensiva” enemiga que incluía ala Triple A y a las fuerzas de policíaregulares, previéndose además que

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pronto se unirían a ellas las FuerzasArmadas.35 Tal “retirada” no fuereconocida por los observadores,que veían en toda acción guerrilleraun acto de agresión; no fue, en modoalguno, una retirada pasiva, sino, entérminos clausewitzianos, la“retirada de un león herido”.36

Mientras el enemigo avanzaba, lastareas que se habían impuesto a símismos los Montoneros eran:proteger sus propias fuerzas;maniobrar con el fin de recibir elmenor daño posible del adversario;

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tomar iniciativas militares con el finde acosar, desmoralizar y desorientara las fuerzas contrarias; y todo eltiempo prepararse lo mejor posible,en todos los terrenos, para laeventualidad de una contraofensivapropia. Cuando la “retirada” en sífue llevada a cabo y los guerrillerosse encontraron a salvo en laclandestinidad, lo cual se consiguió afines de 1974, se lanzaron “ofensivasmilitares tácticas” de fuerzacreciente, pero siempre dentro delcontexto estratégico-defensivo de unaguerra de desgaste en la que el

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principal objetivo de losMontoneros, más que la aniquilacióndel enemigo, era su agotamiento.37

Cuando la ofensiva enemiga, a causadel acoso de los Montoneros, sedetuviese, los guerrilleros podríanpasar a una fase de contraofensivaestratégica durante la cual lostriunfos populares abrirían brechas yatraerían ciertos sectores de lasFuerzas Armadas; pero tal fase no seconsideraba posible, incluso por losestrategas montoneros másoptimistas, antes de algunos años.

El retorno a la guerra clandestina

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no implicó radicalización políticaalguna. Aun enfrentados a ungobierno que consideraban“proimperialista” (y sin dudadispuesto a abandonar la estrategia,más nacionalista, de 1973-1974), losMontoneros aspiraban todavía alliderazgo de un movimiento deliberación nacional, basado en elperonismo, en vanguardia de unfrente de liberación nacional másamplio que incluiría “la medianaempresa nacional y sus expresionespolíticas, interesadas en terminar conla dependencia”, con el liderazgo de

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la clase obrera.38 La única novedadera que, muerto Perón, losMontoneros se veían a sí mismos, yno a los líderes peronistas oficiales,como principales arquitectos yconstructores de tales estructuras.

Sin embargo, construir un puentepolítico era más difícil de lo queparecía sobre el papel, y dependía engran medida de que los Montonerosmantuvieran una base legal en elsistema político establecido. Por ellose llevó a cabo un intento demantener “en la superficie” lasorganizaciones de masas de 1973-

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1974, disminuyendo la actividadguerrillera durante tres semanas, ennoviembre de 1974, mientras laJuventud Peronista luchaba porreafirmarse al menos como fuerzasemilegal. Pero los activistas de lasorganizaciones de masas, comoFlorencio Fernández y RobertoSilvesti, siguieron siendo asesinadospor los pistoleros de la derecha, y laJUP, sobre todo, recibió fuertespresiones para que denunciara a losguerrilleros o se considerase comouna organización ilegal: en octubre,sus activistas estudiantiles fueron

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amenazados por el ministro deEducación, Ivanissevich, con lapérdida de un trimestre de estudios, ode determinados exámenes, comocastigo, si continuaban su activismo,y un mes después fueron detenidosdos dirigentes de la JUP, José PabloVentura y Miguel Talento, junto conMarcela Cuesta. La reanudación dela lucha armada montonera aumentónotablemente el riesgo que suponíaparticipar en las organizaciones demasas, el flanco más visible yvulnerable de la organización. Y yafuera por ese motivo, o a causa de

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alguna disensión política, o inclusopor la manera en que tal reanudaciónfue decidida por los jefesguerrilleros, que dejaron que muchosde sus partidarios se enteraran deella por los periódicos a la mañanasiguiente,39 no toda la periferia de laguerrilla se unió a los combatientesel 6 de septiembre. MarioKestelboim fue solamente la figuramás prominente que se disociaría enaquel momento de la TendenciaRevolucionaria. Lo hizo dimitiendode su cargo de decano de la Facultadde Derecho de la Universidad de

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Buenos Aires en vez de confiar en laJUP, y por ende en los Montoneros,para el apoyo necesario contra laofensiva universitaria derechista.

Al cabo de algunas semanas sehizo evidente que las organizacionesde masas de la Tendencia estabandemasiado identificadas con losMontoneros para servir deexponentes legales de su política.Las más importantes de ellas (laterritorial Juventud Peronista y lasfuncionales JUP, JTP y UES)siguieron existiendo durante 1975,pero como organizaciones

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clandestinas compuestas por unaserie de agrupaciones. De hecho,durante varios meses los Montonerosencontraron completamentebloqueado su acceso al sistemapolítico constitucional: los últimosdiputados que les quedaban —ZavalaRodríguez y Bettanín— se retirarondel Congreso a mediados deseptiembre, alegando en su protestaque éste había “resultado inútil parala defensa de las causas del pueblo”y sólo se había dedicado a aprobarlos proyectos de ley presentados porel gobierno;40 y hacia finales de

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noviembre, dos gobernadoresprovinciales que simpatizaban con laizquierda peronista, Jorge Cepernic yMiguel Ragone, fueron depuestos porsendas intervenciones federales. Enaquel momento, con la pérdidatemporal de todos los restos delegalidad, la creación de nuevasformas de organización se hacíainaplazable.41

Durante los primeros años setenta,la unidad básica guerrillera habíasido el comando; varios de ellos seagrupaban para las operaciones deimportancia, pudiendo contar,

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además, con la Juventud Peronista“Regionales” y algunos gruposperonistas combativos creados porlos Montoneros, llamados unidadesbásicas de combate, como expresiónde su “frente de masas”. Para 1973-1974, cuando la labor de masas eraprioritaria, se había ideado unsistema igualmente sencillo de“pelotones integrados” o células deactivistas, tanto para el trabajo demasas como para las tareas militares.Pero ahora los Montoneros teníanmiles de activistas dispuestos a serorganizados a uno u otro nivel, por lo

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que la “especialización” pasó a laorden del día: hasta cierto punto, lasestructuras política y militarquedaron separadas. Hacia fines de1974 se creó una red específicamentemilitar con “pelotones de combate”como unidades celulares básicas.Los pelotones eran, en cierta manera,los equivalentes de los antiguoscomandos y, como éstos, muchos deellos llevaban nombres deguerrilleros asesinados, aun cuandolas nuevas unidades de combate eransólo parte de una estructura muchomás compleja, compuesta

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militarmente por columnas42 (comola Columna Abal Medina, en BuenosAires) y, geográficamente, porRegiones o Zonas. Junto con talesinnovaciones se produjo una ampliaexpansión de infraestructura quecomprendía la adquisición de bases,de “casas seguras”, lugares para lasreuniones, equipo de imprenta,“cárceles del pueblo”, instalacionespara el entrenamiento y talleres demuniciones. Se introdujeron tambiénrangos militares, entre los que podíandistinguirse los comandantes, losaspirantes y los oficiales, de los que

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había tres grados. Desde principiosde 1975 se abrigó la ilusión de quepodía crearse un ejército montoneroregular,43 no demasiado diferentedel que los Montoneros llamaban“las autodenominadas FuerzasArmadas Argentinas”, en la jungla dehormigón de las ciudades.

La naturaleza “político-militar” dela organización montonera(mencionada internamente a menudocomo la “OPM” —organizaciónpolítico-militar—, y como “la M” enla jerga de la izquierda peronista) sepreservaría mediante la creación

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simultánea de milicias peronistas,compuestas por activistas que, comoen 1973-1974, siguieron realizando ala vez tareas políticas y militares: lasprimeras, por mediación de las“agrupaciones”, que actuabanespecialmente en universidades yfábricas; y las segundas, a guisa demilicias de combate. Mientras quelos pelotones, compuestos por“combatientes”, estabanespecializados en el combate military en operaciones técnicamentecomplejas, sus miembros adiestradospara el uso de armas de diversos

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tipos, las milicias, formadas por“milicianos”, empleaban armas demano y cócteles molotov, y cumplíanuna función paramilitar, a veces enapoyo de los pelotones delembrionario Ejército Montonero y,en otras ocasiones,independientemente. Si bien muchos“combatientes” llevaban una vidatotalmente clandestina (en especialcuando se trataba de “quemados”, esdecir, conocidos por lasautoridades), el “miliciano” solíacombinar sus actividades político-militares con el desempeño de un

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empleo o de unos estudios regulares,con una correcta adaptación“pública” y una perfecta aparienciade “normalidad”.44

Tales estructuras permitieron quelos Montoneros, durante 1975, su añocumbre, organizaran a un mínimo decinco mil personas como“combatientes” o “milicianos”,siendo los segundos obviamente másnumerosos que los primeros.45 En1974, para recordar el golpeantiperonista del 16 de septiembre de1955, fueron movilizadas en todo el

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país 1.500 personas en unas cien“operaciones”: ataques con cóctelesmolotov contra objetivosrelacionados con el imperialismo, laoligarquía y el aparato represivo,además del reparto de octavillas, laocupación de edificios y lasmanifestaciones relámpago.46 Sinembargo, aun cuando la nuevaestructura permitió la integración demilitantes a dos niveles, facilitótambién el avance del militarismo.Teóricamente, el surgimiento de unacasta militar tenía que versefrustrado por la participación de

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combatientes profesionales en lasagrupaciones del frente de masas,pero en la práctica las razones deseguridad convirtieron aquel hechoen un fenómeno poco común. Por otraparte, la importancia militar de lasmilicias menguó al hacerse lasoperaciones cada vez másambiciosas y requerir principalmenteservicios de profesionales. Así pues,estructuralmente, ya desde elcomienzo de aquella nueva fase de laguerrilla hubo indicios de que losfactores militares podían pesar másque los criterios políticos en la toma

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de decisiones por los Montoneros.Uno de los aspectos más

impresionantes, y en constanteproceso de mejora, del aparato enebullición de la guerrilla fue,innegablemente, el Servicio deInformaciones Montonero. Supericia, a diferencia de la de unorganismo similar del Estado,descansaba en la colaboración nopagada de individuos situados encasi todas las esferas de la vidapública argentina. Principalmente através de las agrupaciones, seencauzaban hacia ese servicio datos

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referentes a las fuerzas de seguridad,a los “traidores”, a los patronos, alos cuarteles y comisarías de policíay al funcionamiento de los serviciospúblicos. Por otra parte, a principiosde 1975 se hizo una apelación a laPolicía Provincial de Buenos Aires(considerada por los Montoneroscomo menos represiva que suequivalente federal), y aquellapetición y otras semejantes pudieronhaber cosechado información sobrela Triple A (información facilitadapor policías corrientes quedetestaban las actividades de esa

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última, que veían cómo el ansia devenganza causada por los asesinatosde la Triple A estaba transformandogradualmente a todo el personaluniformado en blanco de la guerrilla,o resentidos por el hecho de quecualquier vulgar asesino de la TripleA fuese preferido a un policía decarrera). También se pidió a laPolicía Provincial que no opusieraresistencia a las accionesguerrilleras, que ayudase en secreto alos montoneros capturados y queatenuara los efectos de las órdenesde represión;47 ruegos con muchas

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menos probabilidades de seratendidos después de la emboscadaguerrillera de febrero de 1975 contrauna patrulla de la policía en BuenosAires, en la que fueron muertos tresagentes y otro resultó gravementeherido.

Además de un buen servicio deinformación, la creación de unauténtico ejército guerrillero exigíaabundantes recursos económicos yarmas. Antes de concluir el mes deseptiembre de 1974, los Montonerosresolvieron su problema financieroactuando contra Bunge y Born, un

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importante monopolio que poseíaharineras en todo el mundo, así comodiversas empresas agrícolas eindustriales. Juan y Jorge Born,respectivamente gerente y directorgeneral de aquel imperio económico,fueron seguidos cuando, el 19 deseptiembre, salían en coche de sucasa de la zona bonaerense deBeccar; desviados de una carreteraprincipal por “policías” provistos deluces de tránsito que funcionaban conpilas, fueron acorralados por veinteo treinta “reparadores” de teléfonos:cuatro pelotones de la columna

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montonera Eva Perón. AlbertoBosch, gerente de Molinos Río de laPlata, S.A., y un chofer de laempresa, Juan Carlos Pérez,murieron al resistirse al secuestro.

Al cabo de algunas horas, un“comunicado de guerra” montoneroanunciaba que los hermanos Bornserían “juzgados” por “su actuacióncontra los trabajadores, el pueblo ylos intereses nacionales”, ydeclaraba que el gobierno habíadevuelto recientemente a lacompañía las mercancías que lehabía confiscado, acaparadas, según

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se decía, para provocar una subidade precios.48 Recluidos en una“cárcel del pueblo”, los hombres denegocios secuestrados fueroninterrogados sobre sus actividades y“condenados” luego a un año decárcel (pena que fue rebajada anueve meses cuando la compañíacedió ante las exigencias de losguerrilleros). La confianza de éstosen sí mismos era tan grande como suspretensiones. El rescate que se pidió—sesenta millones de dólaresestadounidenses— fue un verdaderorécord mundial, y calificado por los

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secuestradores como “una fianzapara la puesta en libertad de Jorge yJuan Born, y una multa por lasirregularidades en el cambio dedivisas, suma que será entregada alos Montoneros como representantesde los intereses nacionales”; ladistribución de otros 1.200.000dólares en mercancías, como castigopor acaparamiento y creación deescasez; la aceptación de lasdemandas de sus trabajadores; y,finalmente, por la supuestaparticipación en el golpe de 1955, seordenó a Bunge y Born que colocaran

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bustos de Juan y Eva Perón en todassus fábricas.49

Las negociaciones fueron largas ydifíciles. Para acelerarlas, losguerrilleros dejaron sentir su presióncolocando bombas y ametrallandolas casas de los directores deMolinos durante un conflicto laboralque hubo en la empresa en febrero de1975, secuestrando a otro directivode Bunge y Born (rescatado pormedio millón de dólares) y lanzandonumerosas amenazas de muerte, hastaque finalmente la compañía cedió.Hubo una reunión de los

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representantes de Bunge y Born enGran Bretaña, Alemania, Francia eItalia, para llevar a cabo los arreglosnecesarios; aparecieron gigantescosanuncios de publicidad montonera encinco periódicos occidentales;decenas de camiones de ropa yalimentos fueron distribuidos en las“villas miseria”, y en los barriosobreros de la Argentina por losMontoneros, los cuales anunciaronque se trataba de “dinero de Bunge yBorn devuelto al pueblo”;50 semodificaron las relacionesindustriales y las condiciones de

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trabajo de algunas de las compañíaspertenecientes al grupo, incluida lade Molinos; Firmenich y Jorge Bornaparecieron en una conferencia deprensa secreta celebrada enAcasusso para dar detalles de suactuación; y los secuestradosrecuperaron su libertad el mismo día,20 de junio de 1975.

Aun cuando los sectoresizquierdistas se refirieron a loslogros industriales de la operaciónllamándolos “paternalistas”, ésta fueindudablemente un éxito en otrossentidos. Si bien la potencia

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económica de la compañía erasuficiente para acceder a lasexigencias de los guerrilleros, éstano despertó, pese a hallarse en unmomento difícil, la menor muestra desimpatía por parte de los argentinos,siendo muy plausibles, en 1975, lasacusaciones de acaparamiento,negadas por Bunge y Born. Por otraparte, los Montoneros habíandemostrado la fuerza de suorganización, de la que Jorge Borndijo que era “tan buena como Bungey Born”; la violencia empleada sevio compensada por muestras de

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compasión (se permitió que el doctorde los Born visitara a Juan, el cualfue liberado después de seis mesespor razones de salud); y lateatralidad a lo Robin Hood con queterminó el episodio ayudó aconsolidar la imagen romántica delos Montoneros. Sobre todo, elenorme rendimiento de la operación,que equivalió, según Jorge Born, auna tercera parte del presupuestonacional de Defensa, garantizó a losMontoneros seguir disfrutando deindependencia económica.51 Otroscinco millones de dólares afluirían a

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las arcas montoneras el siguiente mesde diciembre, esa vez importe de una“multa” pagada por Mercedes Benzpara conseguir la liberación deEnrique Metz, recluido dos meses enuna celda de los Montoneros.Nuevamente la operación estuvorelacionada con un conflictoindustrial. La compañía fue obligadaa acceder a las peticiones deaumento salarial y a la readmisión delos obreros despedidos, ynuevamente, por la fuerza, losguerrilleros ganaron espacio en losprincipales periódicos del mundo,

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esa vez para dar publicidad a lapetición de unas eleccionesadelantadas.52

Con sus ingresos del año 1975,procedentes en su mayor parte deaquellos secuestros y que ascendíana más de setenta millones de dólares,los Montoneros se hallaban encondiciones de comprar grandescantidades de armas automáticas,pero fueron muy pocas las queadquirieron. Una incursiónguerrillera en la fábrica de armasHalcón, de Banfield, a finales de1975, les ahorró aquel gasto. Según

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las informaciones de la prensa,obtenidas de la agencia oficial denoticias, los atacantes se llevaronpiezas suficientes para montar 100metralletas de nueve milímetros y150 fusiles del calibre 765; deaquellas armas, las primeras estabandestinadas a la Prefectura y lasúltimas se habían modificadoespecialmente para la Marina;53 sinembargo, los Montoneros, segúnellos, dejaron el lugar completamentevacío de armas, piezas, maquinaria eincluso accesorios. El jefe deProducción de la fábrica Halcón era

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montonero.54

Aquella operación permitió a losguerrilleros comenzar la producciónde armas. Habían adquirido elpotencial suficiente para fabricarametralladoras Halcón, aunque nollegaron a hacerlo,55

presumiblemente por falta deconocimientos técnicos para ello (ypor no correr el riesgo que suponíala contratación de armerosextranjeros) y porque, al fin y alcabo, contrariamente a lo que noshace creer la televisión, el fusil

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(junto con las pistolas y lasgranadas), más que la metralleta, esel arma típica de la guerrilla urbana.En ciudades populosas y de densaedificación la precisión eraindispensable. No es puessorprendente que el fusil FAL,también usado por el Ejércitoargentino, fuera el arma favorita delos Montoneros, junto con laspistolas Browning y Halcón, lasprimeras generalmente arrebatadas alos policías.56 Pero empezaron aaparecer productos montoneros —especialmente granadas, y

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lanzagranadas acoplables a losfusiles FAL—, que revelaban lacreación de un servicio defabricaciones montoneras consistenteen un gran taller (la fábrica de armasSabino Navarro, del Gran BuenosAires) y un buen número de unidadesmenores diseminadas por variaszonas del país. Como podíapredecirse, los talleres pequeñostardaron más en ser descubiertos.57

Una nueva fase de la luchaarmada

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Económicamente seguros, mejorarmados y más numerosos, losMontoneros se volvieron másambiciosos en su nueva etapa delucha, pero no tardaron en ponerse alborde del descrédito a causa de unmacabro hecho relacionado con losrestos del general Aramburu. Elataúd de la primera víctima de losMontoneros desapareció delcementerio de la Recoleta amediados de octubre de 1974, parano ser devuelto hasta al cabo de unmes, pocas horas antes de que López

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Rega regresara de España trayendoconsigo el cadáver de Eva Perón.Muchos vieron la repatriación de laheroína peronista sólo como unapobre maniobra publicitaria en favorde Isabel Perón y de el Brujo, peroel esfuerzo montonero para eclipsaral gobierno fracasó: losobservadores en su mayoríacalificaron el secuestro del cadáverde Aramburu —presentado por losMontoneros como medio de“asegurar” el retorno de EvitaMontonera— como trivial orepulsivo.58

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“JUSTICIA MONTONERA”

Los asesinatos vindicativos(“ajusticiamientos”, según el léxicoguerrillero) se convirtieron ahora enuna parte habitual del repertoriomontonero, a medida que laviolencia, aunque todavíadiscriminada, se empleaba conmayor frecuencia no sólo contra lapropiedad sino también contra laspersonas. El primero de la lista fueAlberto Villar, jefe de la PolicíaFederal, despedazado por unaexplosión en noviembre de 1974

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cuando acababa de salir, a bordo desu lancha motora, de un muelledeportivo del Tigre. Villar era tanimpopular que muchos comentadorespasaron por alto el hecho de quetambién su esposa había muerto en elatentado. Experto en la luchaantiguerrilla, Villar estabacondenado por los Montoneros acausa de su papel en la creación, en1970, de la Brigada Antisubversiva,unidad que se distinguía por suscascos azules; por dirigir el asalto,en agosto de 1972, a la sede delPartido Justicialista con el fin de

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apoderarse de los cadáveres de tresvíctimas de Trelew (supuestamentepara evitar que se probaramédicamente que Ana MaríaVillarreal de Santucho estabaembarazada cuando fue abatida atiros); por los ataques de la policía,en 1974, a los cortejos fúnebres deRodolfo Ortega Peña y SilvioFrondizi; por dirigir asaltos a loslocales de la JP y la JTP; y,principalmente, por su participaciónen la Triple A, o al menos por sucolaboración con ella. Su muerte fuepedida por los Montoneros durante el

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acto que éstos organizaron en elestadio de Atlanta en marzo de 1974,cuando Firmenich, respondiendo alos gritos de “Montonero, el pueblote lo pide, queremos la cabeza deVillar y Margaride”, contestó:“Heredamos todas las consignas denuestro Movimiento”.59

El asesinato de Villar encantó a laizquierda peronista, fue públicamentelamentado por pocos y demostró losprogresos técnicos de losMontoneros, pero su único resultadopolítico fue la declaración del estadode sitio por el gobierno el 6 de

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noviembre de 1974 (una suspensión“temporal” de los derechosconstitucionales que permanecíafirmemente en vigor seis añosdespués). Para los Montoneros, elestado de sitio representó una merainstitucionalización del statu quo,puesto que sus derechos demanifestación, reunión y expresión yales habían sido negados; sinembargo, la nueva situación hizo másdifícil la vida a las otras fuerzasizquierdistas. A pesar de laspromesas del gobierno en el sentidode que el decreto 1386 —que

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declaraba el estado de sitio— nosería usado contra los partidoslegales, éste fue invocado, en elespacio de sólo una quincena, parajustificar una incursión en la sede delPartido Socialista de losTrabajadores (PST) y para prohibirun congreso del Frente de IzquierdaPopular (FIP) y una concentracióndel Partido Comunista de laArgentina (PCA) en recuerdo de larevolución bolchevique.60 Elsucesor de Villar, el comisariogeneral Luis Margaride, no resultómás humano que su predecesor pero

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sí más duradero en el cargo: endiciembre el ERP lanzó un camiónlleno de explosivos hacia su coche,pero la víctima de la explosión fue suescolta de policías motorizados.61

No obstante, los Montonerosadquirieron la propensión deasesinar a jefes de policía. Lodemostraron matando después algeneral Jorge Esteban CáceresMonié (jefe de la Policía Federal en1970-1972 y luego nombradosecretario de Seguridad por Perón enjunio de 1974) y al general CesarioÁngel Cardozo (primer jefe de la

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Policía Federal con Videla) duranteel bienio siguiente. (Revivieron asíuna práctica iniciada en noviembrede 1909, cuando el anarquista SimónRadowitzky mató al notorio RamónFalcón.)62 Sin embargo, el júbilo delos Montoneros de aparecerconstantemente en los titulares de laprensa debía disiparse rápidamentecon cada reacción de sus enemigos:centenares de “sospechosos” fuerondetenidos en operacionesantiguerrilleras intensificadasdurante la semana posterior a lamuerte de Cáceres Monié y, como

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represalia por ella, el “PelotónGeneral Cáceres Monié” delComando Libertadores de América63

irrumpió en un mitin estudiantil, sellevó a rastras a cinco bolivianos,tres argentinos y un peruano y loscondujo a un lugar aislado de lasafueras de Córdoba, donde, atadosde pies y manos y con los ojosvendados, fueron fusilados.64

Villar fue sólo una de las víctimasde una persistente campaña de losMontoneros contra la Triple A queafectó a policías y a personal del

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Ministerio de Bienestar Social. JoséMario Russo, funcionario derechistadel Ministerio, fue asesinado enSanta Fe en octubre de 1974; elcomisario de policía retirado JuanRamón Morales, “jefe operativo” dela Triple A según los Montoneros,resultó herido en una emboscadamontonera en abril de 1975, perosobrevivió a ella gracias a unaintervención del Ejército;65 enagosto, fue asesinado el trabajadorde la televisión Adolfo Dibatista,perteneciente a la Triple A, supuestoresponsable de la muerte de dos

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montoneros;66 y finalmente, enfebrero de 1976, José MiguelTarquini, funcionario del Ministeriode Bienestar Social y ex jefe deRedacción de la publicación fascistaEl Caudillo, fue acorralado y muertoen Quilmes.67 Aunque totalmenteineficaces como respuesta a laviolencia derechista —y, enrealidad, estimuladores de la misma—, aquellos asesinatos no estabanexentos de legitimidad en el ánimode no pocos observadores. La TripleA pasaba, en general, por una

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organización siniestra que hacía unaguerra mucho más sucia que los másferoces grupos guerrilleros. Envarias ocasiones, montoneros heridosfueron recogidos por médicos en lacalle y entregados a ambulancias delMinisterio de Bienestar Social, sinque llegaran al hospital: fueronmuertos en los mismos vehículos, ollevados a centros de tortura antes deser eliminados en basurerosmunicipales, o fueron colgados delos árboles.68 Además, la Triple Agozaba de protección oficial yparecía inmune a la acción de la ley:

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nunca fue detenido ninguno de sussecuaces ni ningún empleado delllamado “Ministerio de laMuerte”.69 Los funcionarios delgobierno daban la impresión dejustificar públicamente la violenciaderechista. Se reportó que GarcíaRey, subsecretario de SeguridadInterior, dijo en Tucumán que “paraterminar con la guerrilla se utilizaránlos mismos métodosanticonvencionales que usa ladelincuencia”;70 López Rega llegó aafirmar que sus adversarios tenían la

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cabeza tan dura que sólo podíantratarse a martillazos;71 y la propiapresidenta, en una asamblea pococoncurrida celebrada el día de lacelebración del Primero de Mayo de1975, expresó el deseo de llevar ellátigo a los guerrilleros.72 Habíatambién pruebas de que se estabandesviando fondos públicos haciagrupos fascistas.73

Por otro lado, se produjeronmuchos asesinatos montonerosvindicativos cuyo significadoescapaba al público en general. Uno

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se pregunta, por ejemplo, cuandoRubén Dominico, consejero deMonte Grande, fue asesinado en1974, cuántas personas sabían yrecordaban que ocho meses anteshabía sido acusado por la JuventudPeronista de ser responsable de laviolación y el asesinato de laactivista de la JP Liliana Ivanoff.74

A ese respecto, los guerrilleroscorrían el peligro de que, inclusopara los civiles que veían conindiferencia el asesinato de jefes depolicía, los ataques por venganzapoco “obvios” se considerasen parte

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de una guerra privada entre bandasarmadas. Tales actos no favorecieronen nada el deseo de los guerrillerosde transformar sus unidades decombate en un ejército del pueblo;sólo consiguieron incrementar elintercambio de balas asesinas entrela izquierda y la derecha, con laparticularidad de que las de estaúltima iban dirigidas a blancos másdifusos. A partir de la muerte deVillar, la violencia derechista se hizocada vez más indiscriminada; su listade víctimas incluyó a decenas derefugiados políticos de los regímenes

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militares vecinos y a personas cuyoúnico delito había sido el parentescocon los guerrilleros.75 Atendiendosólo al punto de vista práctico, el usodel terror por la derecha era lógico:ya tenía el control sobre los centrosde poder fundamentales, lo que lepermitía mantener su dominiomediante los recursos del Estadoprescindiendo del apoyo popular. Encambio, la violencia de la izquierdacontra el Estado tenía que serselectiva, pues la atracción y laconservación del apoyo popular eranesenciales para la estrategia con

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vistas a la toma del poder.Los asesinatos por venganza no

siempre eran suficientementeselectivos como para que el públicoapreciara su significado, pero seemplearon otros dos medios paracontestar a la violencia derechista.El primero, que demostraba lacalidad del servicio de informaciónde los Montoneros, consistió encompilar un amplio expediente sobrela Triple A con que estimular a lospolíticos constitucionalistas y a losmiembros del Ejército para queactuasen contra ella. Puede decirse

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casi con seguridad que taldocumentación fue enviada a RicardoBalbín, líder del Partido Radical,aun cuando en julio de 1975 seabstuvo de intervenir en unainvestigación sobre la Triple A ynegó haberla recibido. Un hermanosuyo atribuyó su ausencia a motivosde “fuerza mayor”.76 El plan de losMontoneros fracasó, pero éstosestaban en lo cierto al suponer que elEjército era hostil a la Triple A enmuchos aspectos: la “seguridadinterna” no era una tarea propia deuna empresa privada, según los

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generales, y además éstos querían uncontrol completo de ella por símismos. Fueron en gran manera ellosy los sindicatos quienes obligaron adimitir (y después a abandonar elpaís) a López Rega en julio de 1975,y sólo ellos quienes adquirieronpreeminencia aquel mismo año en lalucha contra los guerrilleros: enfebrero se encargaron de lasoperaciones dirigidas contra el ERPen la provincia de Tucumán; enoctubre, consiguieron el controlnacional de todos los asuntos deseguridad..., aunque ello no refrenó

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en modo alguno la actividad delescuadrón de la muerte.

El otro esfuerzo montonero paraenfrentarse al mismo problema fueaún menos eficaz, y resaltó unadificultad que venía afectando a laguerrilla de modo creciente: lareferente a la publicidad. El 25 defebrero de 1975 los PelotonesMontoneros de Combate HugoBaretta y Hugo Figueroa,77 de laColumna Emilio Maza, ocuparon lasoficinas de John Patrick Egan, cónsulhonorario de los Estados Unidos enCórdoba, autografiaron las paredes

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con aerosol, dejaron octavillas y sellevaron a su víctima, que teníaentonces sesenta y dos años. Sepublicó aquel mismo día un “parte deguerra” según el cual Egan, “comorepresentante directo de los interesesYankys [sic] en nuestra provincia, hasido condenado a muerte porfusilamiento”, pese a lo cual se le“conmutaría” la sentencia y seríaliberado si el gobierno y las FuerzasArmadas demostraban, antes de lassiete de la tarde del 28 de febrero,que cinco guerrilleros“desaparecidos” seguían vivos. Una

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carta de Egan, dirigida al embajadorde los Estados Unidos en BuenosAires, decía de los cincomontoneros: “Yo sé que usted tieneel poder suficiente como pararequerir al gobierno argentino y alEjército que cumplan con lasexigencias de los Montoneros. Siesas personas no han muerto, porfavor, use usted toda su influenciapara que aparezcan”.78 El mensajeno dio el menor resultado, y Egan fuefusilado al vencer el plazoestipulado; su cadáver se descubrióenvuelto en una bandera montonera y

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con periódicos con la información dela muerte de Baretta y Figueroa.

En aquel caso, las exigencias delos Montoneros, aunque enapariencia razonables, no fueronrealistas. O los cinco guerrillerosestaban ya muertos o el gobierno y elEjército eran culpables de secuestro.Por ello, una respuesta en cualquierade ambos sentidos habríadesacreditado políticamente algobierno y posiblemente creado laimpresión de que éste era uninstrumento de los Estados Unidos.El dilema en que se encontraron los

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capturadores de Egan, provocado porellos mismos, fue así similar al queafectó a los Tupamaros en el caso deDan Mitrione,79 con la diferencia deque el prisionero de los Montonerosno era un agente de la CIA ni delFBI. Soltar a Egan habría sido unacto humanitario, pero hubierapodido interpretarse como un signode debilidad, de consecuenciasdesmoralizadoras para lospartidarios de los Montoneros. Mataral cónsul equivalía a decir conclaridad que podían hacer promesasy amenazas, y cumplirlas; pero los

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guerrilleros, al dar muestras defirmeza, corrían el peligro nadadespreciable de que la gente losconsiderase autores de un actoterrorista de secuestro y asesinatodesprovisto de razones políticas. Yasí fue como presentó el hecho, sinexcepción, la prensa argentina dehabla hispana, que nada tenía de“libre”, lo que puso asimismo demanifiesto el problema de publicidadque aquejaba a los guerrilleros.

LOS PROBLEMAS DE

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COMUNICACIÓN Y EL ASCENSODEL MILITARISMO

Las presiones de autocensuraejercidas sobre los responsables dela prensa aumentaron a finales deseptiembre de 1974, cuando unanueva Ley Antisubversiva estableciósentencias de prisión, que podíanllegar a cinco años, para losperiodistas y directores deperiódicos que publicaraninformaciones consideradastendentes a “alterar o eliminar elorden institucional”.80 Poco después

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entraba en vigor una disposiciónespecífica que prohibía inclusomencionar las organizacionesguerrilleras por su nombre, por loque, a partir de entonces, no seimprimió prácticamente ningunainformación sobre la actividadguerrillera procedente de fuentes noautorizadas. Con las noblesexcepciones del Buenos AiresHerald, publicado en lengua inglesa,y, ocasionalmente, La Opinión, losobjetivos políticos de lasoperaciones guerrilleras fueron casisilenciados por la prensa, la cual

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sólo indicaba específicamente laautoría de las acciones en un diez porciento de los incidentes reseñados.81

En estos casos, en vez de lashabituales referencias a“delincuentes subversivos”, el ERP(ilegal desde septiembre de 1973)era mencionado como “ODI” u“organización declarada ilegal”,mientras que los Montoneros, a losque se consideraba proscritos por símismos desde que optaran por laclandestinidad, aparecieron como “laorganización autoproscripta” o como“la guerrilla peronista”. Las

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referencias al “terrorismoperiodístico” fueron haciéndosehabituales en la retórica derechista, yel triste estado de la prensa argentinase patentizó cuando, en agosto de1975, Antonio Benítez, ministro delInterior, negando toda restricciónsobre la misma, declaró que “sólo”se había prohibido la publicación deCrónica, Militancia, El Mundo, ElDescamisado, Noticias, La Calle ySatiricón.82

Por ello, los Montoneros seencontraron con tremendosobstáculos para explicar sus

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acciones al público. Un par de veces,se apoderaron brevemente deemisoras de radio para lanzaremisiones piratas, pero tales actosfueron una pobre compensación de lafalta de portavoces legales: tras laprohibición, en septiembre de 1974,d e La Causa Peronista, no huboninguna publicación montonera a laque se pudiera acceder libremente,hasta el lanzamiento un año despuésd e El Auténtico. Fue quincenal, y alo sumo, únicamente pudo dejar verentre líneas su simpatía por losMontoneros; su vida editorial se

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limitó a ocho números, y fue, contodo, un periódico que sólo podíacomprarse en los quioscos mirandonerviosamente por encima delhombro.83 A principios de 1975a pa r e c i ó Evita Montonera, unarevista clandestina que conteníacomentarios políticos y detallessobre los acontecimientosguerrilleros y las actividadesobreras, pero, por ser sólodistribuible a mano y por correo,nunca tuvo otros lectores que losmiembros de la organización y suspartidarios activos. Los ocho

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números publicados aquel añotuvieron un tiraje total de 69.000ejemplares y, por lo general,llegaban con un retraso de tres ocuatro meses.84

Todo ello significaba que para quelos objetivos políticos de lasoperaciones tuvieran algunaprobabilidad de éxito, las accionesde la guerrilla debían explicarse porsí mismas; de otro modo, como habíaadvertido el estratega guerrilleroAbraham Guillén, serían“políticamente inútiles”.85 Sin

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embargo, tal autoexplicación hubiesesupuesto una mayor discriminaciónen la elección de objetivos ymétodos operativos por parte de losMontoneros, algo que hubiera ido encontra del creciente ímpetu de lalucha guerrillera y de la progresivatendencia de los Montoneros aequiparar la lucha revolucionaria conuna guerra regular. Guillén siemprehabía insistido en que “paraconseguir el apoyo del pueblo debenusarse directamente las armas en sufavor”,86 pero las máximas de eseveterano del movimiento

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anarcosindicalista español (FAI-CNT) fueron poco menos quedesoídas por los Montoneros. En sulugar, en la medida en que se puedehablar de influencias estratégicassobre los Montoneros, se alzó laimponente figura de Carl vonClausewitz, el dialéctico de laguerra, generalmente conocido porhaber escrito que “la guerra no es unfenómeno independiente, sino lacontinuación de la política por otrosmedios”.87 Esta cita la usaron alprincipio los Montoneros parasubrayar que su actividad guerrillera

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formaba parte de una lucha política,pero ahora el aforismo les sirviócomo sustituto de una teoríarevolucionaría: se utilizó parapresentar la escalada guerrillera de1975 no sólo como un avance militar,sino también, ipso facto, como unprogreso político. El militarismo seconvirtió en el rasgo dominante de laguerrilla mientras las declaracionesestratégicas no bosquejaronúnicamente su metodología, sino quehicieron también las veces de teoríarevolucionaria. La lucha armadahabía adquirido una dinámica propia,

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con una actuación dictada por losacontecimientos políticos nacionalesy por dos elementos más: una teoríade la lucha armada que exigía saltosperiódicos hacia niveles bélicos másaltos; y cuando aumentó el tributo dela muerte, el deseo de venganza.Sobre todo este último lo llevó a losguerrilleros a lo que ellos llamaronla “dialéctica del enfrentamiento”,una espiral reactiva de violencia queindujo a los Montoneros a respondera las acciones del enemigo en vez detomar y conservar la iniciativa.

Dos años más tarde, el militarismo

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se manifestaría, con el“movimientismo”, como objeto deautocrítica por parte de la guerrilla,aunque también como un pecado quepodía perdonarse como una de lasvarias “desviaciones correctas de laetapa”.88 Sin embargo, en 1975 losMontoneros por lo menosdemostraron a los escépticos laposibilidad de la guerra de guerrillasurbana. Apoyados por una tesoreríafuerte, las operaciones de aquel añono sólo incluyeron el secuestro, elasesinato y la colocación de bombas,sino que fueron mucho más lejos:

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sacando partido de las clásicasventajas guerrilleras de la sorpresa yla movilidad, los Montonerossocavaron totalmente, en dosocasiones, el control del Estadosobre una ciudad grande, y, variasveces, sobre ciertos suburbios;dieron eficaces golpes contra laMarina y la. Fuerza Aérea; y llevarona cabo una “operación monstruo”contra el Ejército que les hizoadentrarse profundamente en elterreno fronterizo que separaba laguerra regular de la irregular.Aquella fase no duraría. Los

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Montoneros se mantuvieronestratégicamente a la defensiva. Perosus hazañas de aquel año losllevaron al centro de la escenapolítica argentina, los elevaron a lapreeminencia en la guerrilla urbanade la América Latina y revelarontanto el potencial como laslimitaciones de una estrategia que semostraba claramente distinta, desdeel punto de vista cualitativo, delterrorismo político.89

EL SALTO GUERRILLERO

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Dentro del contexto “defensivo”definido por los estrategasmontoneros, vigente hasta 1979, selanzaron tres “ofensivas militarestácticas” durante el período 1974-1976. De éstas, la primera campañamilitar (enero-marzo de 1975), alproducir 150 “operativos”, consistióprincipalmente en propagandaarmada y en ajustes de cuentas conlos “traidores” peronistas y con losmiembros del aparato deseguridad.90 El mes de juliopresenció el inicio de una segundacampaña y el comienzo de una

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actividad genuinamente militar yparamilitar. Al principio éstacomprendió el bloqueo de rutas, elcontrol temporal de zonas urbanas yataques a comisarías, operaciones enlas que intervinieron tanto lospelotones como las milicias enesfuerzos específicamenteproyectados para aumentar laconfianza popular en la capacidadmilitar de los Montoneros; pero selogró un nuevo “salto”, como partede la misma campaña: desde finalesde agosto hasta octubre, seefectuaron por primera vez ataques

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de importancia contra las FuerzasArmadas. Finalmente, hacia el finaldel año, se anunció una nueva fase de“retirada y preparación” (para unacontraofensiva montonera) comorespuesta a la “campaña deaniquilación” emprendida por losmilitares, aun cuando ella no evitaríauna “tercera campaña militar”,dirigida principalmente contra lapolicía, que se pondría en marcha lavíspera del golpe de 1976. En total,los Montoneros en 1975 llevaron acabo unas quinientas operaciones demuy distinta importancia.91

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De éstas, las más importantesfueron sin duda cuando losMontoneros alteraron a su antojo elorden público en las ciudadesprincipales de la Argentina, y cuandoasestaron golpes contra las tresFuerzas Armadas. Dos veces en juliode 1975, los guerrilleros dieronmuestras de su fuerza militarmediante ataques soberbiamentesincronizados en la ciudad deCórdoba, por entonces foco de larepresión política urbana.92 En elprimer operativo, un par de díasdespués de la victoriosa huelga

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general, colocaron bombas en doscomisarías, veinte almacenes y dosoficinas de prensa, pero aquellaespecie de guerra relámpago,acompañada por una exhortaciónpara un levantamiento popular contrael gobierno, no fue un verdaderosustituto para conseguir el liderazgodel movimiento huelguístico.Después de una correría similarllevada a cabo el 25 de julio en laprovincia de Buenos Aires, durantela cual fueron atacados tresayuntamientos, siete comisarías y elcuartel general de Artillería de

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Ciudadela, los Montoneros volvierona causar disturbios en Córdoba el día30, obstaculizando los caminos deacceso a la ciudad con cadenas ycoches volcados antes de lanzar unataque con metralletas contra eledificio del gobierno provincial. Auncuando la policía, en esa últimaocasión, perdió el control deCórdoba durante una hora, lo quemanifiestamente se echaba de menosen todas aquellas acciones era laparticipación de las masas.93 Auncuando el objetivo de aquellasoperaciones apuntaba a encender la

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espoleta de la rebelión popular, y noservir meramente de ejercicios deentrenamiento guerrillero, eranextremadamente “blanquistas”: suimpacto sobre los trabajadores eraexterno y de tipo militar, y laverdadera participación de losMontoneros en las luchas de masasestaba subordinada al mismo. Lo queconsiguieron, a costa de la pérdidade varios montoneros, fue demostrarque la policía no se bastaba a símisma para mantener el orden. Pesea la colocación de nidos deametralladoras rodeados de sacos de

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arena delante de las comisarías, y deun estricto control de los coches quecirculaban por las calles cercanas,las bajas de la policía estaban ahoraaumentando, al menos tanrápidamente como las de losMontoneros,94 lo que apoyó laspeticiones del Ejército demonopolizar la lucha contra lainsurgencia.

Después de haber llegado con elERP a un acuerdo táctico que dejabalos ataques contra los militaresexclusivamente en manos de los

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guevaristas,95 los Montonerosconcentraron su potencial bélico,hasta agosto de 1975, en la policía,los monopolios y la derechaperonista. Si bien se intercambióinformación entre ambasorganizaciones, principalmente deplanos de las instalaciones enemigas,no hubo operaciones conjuntas deimportancia ni se hizo progresoalguno hacia la unidad. Aunque todoslos guerrilleros compartían ya elparecer de que era necesaria laoposición armada contra un gobiernocada vez más impopular, la división

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básica peronista/guevarista subsistió,mientras los Montoneros buscaban elmodo de establecer un frente másamplio que el deseado por el ERP yse aferraban a su hegemonía. Enoctubre de 1974, Roberto Quietoseñaló en una entrevista que, si bienel ERP veía en las Fuerzas Armadasun monolito reaccionario, losMontoneros seguían abogando por“un programa de liberación nacionalque será apoyado por un ampliofrente en el que participarán lapequeña burguesía y los sectoresprogresistas de las Fuerzas

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Armadas”.96 Además, losMontoneros consideraban que el“foquismo” rural del ERP eraanticuado e inapropiado: laprovincia de Tucumán, donde el ERPinició operaciones rurales en 1974,no era la “Cuba de la Argentina”, ypronto se convirtió, segúnestimaciones del Ejército, en el“Stalingrado del ERP”.97 Al quedarcada día más limitada la acción delERP en Tucumán, resultandogeneralmente perdedor en lasescaramuzas con las tropas regulares,

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los Montoneros tuvieron que cargarcon la responsabilidad de “elevar” lalucha guerrillera a nuevas alturas.Los últimos meses de 1975 secaracterizaron, pues, por biencoordinadas operaciones de granpericia técnica. El 22 de agosto, díadel aniversario de Trelew, estallaronen toda la Argentina más de cienbombas dirigidas contra lapropiedad, seguidas de otra acciónde igual magnitud, los días 15 y 16de septiembre, para conmemorar elgolpe de 1955. Después, cada una delas Fuerzas Armadas sufrió un golpe

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psicológico, si no una derrotamilitar. Considerando todavía a laMarina principal responsable de lamatanza de Trelew, el Pelotón deCombate Arturo Lewinger,98 de losMontoneros, señaló el aniversariodel 22 de agosto haciendo estallar lamás valiosa pertenencia de aquellafuerza: su primera fragata modernaprovista de misiles, la SantísimaTrinidad, de 3.500 toneladas.Aquella “niña bonita” de la Armadaargentina era particularmentetentadora para los Montoneros, pueshabía sido construida con ayuda

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británica en una operación que, comoparte de un trato de trescientoscincuenta millones de dólares,ultrajaba sus sentimientosnacionalistas: según los guerrilleros,buques de guerra como aquélhubieran debido usarse pararecuperar las islas Malvinas para laArgentina, no para fortalecer loslazos de amistad con el“imperialismo británico”.

Concebida en noviembre de 1974,la operación fue meticulosamenteplaneada por una unidad que estudióy después adaptó lecciones sacadas

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de la guerra submarina de la,Segunda Guerra Mundial. Unaversión cinematográfica habríapodido ilustrar mejor la escena quela información impresa que dieronlos guerrilleros sobre ella:99 elbuque, atracado en los AstillerosNavales Río Santiago, en Ensenada,donde estaba siendo equipado,protegido por confiados guardianesnavales; la furtiva llegada nocturnade los saboteadores en un boteplegable camuflado; el penosotrabajo, durante tres horas y media,de los hombresrana montoneros, lo

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suficientemente cerca de losguardianes para oír su charla,mientras fijaban al casco del buque170 kilos de cargas de demoliciónsubmarina, y la culminante explosión,sin hundir la nave, dejandoinservibles todos los aparatoselectrónicos de computaciónnecesarios para conducirla, yretrasando al menos en un año losprogramas de construcción.100

Le tocó luego el turno a la FuerzaAérea, que también sufrió un ataquevindicativo, esa vez por el asesinatodel líder montonero Marcos

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Osatinsky.101 A finales de agosto, unpelotón que llevaba su nombre volópor telemando la pista de aterrizajedel aeropuerto Benjamín Matienzo deSan Miguel de Tucumán, y destruyóun avión de transporte Hércules C-130 mientras despegaba con personalantiguerrilla. Cinco personasresultaron muertas y cuarenta heridasen aquella respuesta —la más directade los Montoneros— a la misiónmilitar antiguerrillera de Tucumán.Sucedió en una zona militar bienvigilada, pero la seguridad se habíarelajado, y la existencia de un túnel

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debajo de la pista —desde el cual sepodían amontonar explosivos en undesagüe— fue olvidada, al parecer,por los guardianes. Nuevamente sehabían invertido meses de trabajo enuna operación. Los Montoneros serefirieron fríamente a ella como “unaverdadera obra de ingenieríamilitar”.102

Sin embargo, el Ejército tuvo elhonor de ser objeto de la operaciónmejor elaborada y realizada de lalucha guerrillera argentina. Fecha: 5de octubre de 1975; lugar: Formosa,a 930 kilómetros al norte de Buenos

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Aires, cerca de la fronteraparaguaya; objetivo principal: laguarnición del Regimiento 29 deInfantería de Monte (R29), uno de losmás fuertes de la Argentina. Aquellacapital provincial norteña no eraprecisamente una plaza fuertemontonera donde unos guerrillerosnativos pudiesen efectuar un ataquepor sorpresa y luego desaparecercomo “peces en el agua”.Combatientes y equipo hubieron detransportarse a 800 kilómetros dedistancia, desde Rosario a Formosa,y después ser retirados a un punto

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situado a 700 kilómetros de allí. Porello hubo que pensar sobre todo en laeconomía, tanto de material como depersonal, y el único medio seguro deevacuación era la vía aérea.Formaron las fuerzas de asalto treintay nueve combatientes organizados ennueve pelotones, aunque la existenciade grupos de apoyo en Buenos Aires,Santa Fe y Formosa elevóprobablemente a sesenta el númerode los implicados de modo directoen la operación. Las fuerzasasaltantes llevaban 11 fusiles FAL, 5fusiles FN, 18 pistolas

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ametralladoras Halcón, 1 fusilametralladora Madsen, 2 escopetas,5 minas y 51 granadas, además dearmas cortas para todos suscomponentes.103

El éxito dependía de la precisasincronización de tres operaciones:el secuestro del Boeing 739 Ciudadde Trelew de Aerolíneas Argentinasen su vuelo 706 de Buenos Aires aCorrientes, tarea a cargo de unpelotón de cuatro guerrilleros,incluidos doctores, encargados deobligar al piloto a aterrizar en elaeropuerto provincial de Formosa de

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El Pucú; la ocupación del aeropuertopor otros dos pelotones (nueveguerrilleros) mientras el aviónacometía el aterrizaje; y todo ello altiempo que una caravana de seisvehículos cargados con sietepelotones (veintiséis personas) sedirigía hacia la guarnición R29procurando no ser detectada. Losobjetivos uno y dos fueronconseguidos con éxito; el tercerosupuso una tarea más difícil. Erademasiado pedir que la guarnición serindiese, pero el hecho de que losMontoneros se lo propusieran nos

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habla de la confianza que tenían en símismos, como lo demuestra el hechode que los asaltantes vistieranuniforme: los tres componentes delpelotón cinco, de soldados delEjército; el resto de los montoneros,con sus gorros característicos,camisas azules y pantalones de telade algodón del mismo color.

La resistencia fue más fuerte de loprevisto: la ametralladora pesada dela guarnición no tardó en dar señalesde vida y las guardias, a quienes sehabía permitido huir, abrieron fuegodesde la distancia y causaron varias

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bajas entre los guerrilleros. Sinembargo, las fuerzas asaltantespenetraron hasta el arsenal. Contodo, a causa del fuego del Ejército,tuvieron que contentarse concincuenta de los doscientos fusilesFAL que esperaban llevarse.También fue tomada, y puesta en usoen el acto, una ametralladora FAP. Elenfrentamiento fue breve pero feroz.En poco tiempo, los pelotones dos,tres y cuatro quedaron reducidos asólo dos supervivientes, cinco de losseis vehículos de los Montonerosresultaron inmovilizados y

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empezaron a llegar refuerzos delEjército procedentes del cercanobarrio de oficiales y suboficiales.Afortunadamente para losguerrilleros, el coche que habíaquedado intacto era un camión F-350con suficiente capacidad para huir enél once atacantes con el armamento.Otros cuatro guerrilleros que nooyeron la orden de retiradaconsiguieron, sin embargo, llegar porsu cuenta al aeropuerto. Losguerrilleros dejaron por lo menosonce muertos en la guarnición.

Las bajas del Ejército se

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estimaron en doce muertos ydieciocho heridos; y la policíatambién sufrió bajas, una de ellasfatal, en escaramuzas menores. Lasoperaciones de “limpieza” llevadas acabo durante los días siguientes porlas fuerzas de seguridad hicieronascender el número de muertos,según ellas, a un total de cuarenta ysiete, cifra que pudo o no incluirpérdidas montoneras adicionales. Locierto es que los guerrilleros quelograron retirarse de la guarniciónhicieron una huida sin tropiezos:alcanzaron El Pucú, despegaron en el

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Boeing con su botín y un Cessna 182de cuatro plazas (encontrado despuéscerca de Corrientes) e hicierontransfusiones de sangre a sus heridosa bordo del avión. Finalmente, elBoeing aterrizó en el campo de unaestancia de Santa Fe, donde fueronrecibidos por un grupo decompañeros con diez vehículos.104

A partir de aquel momento, losguerrilleros y su armamentodesaparecieron, y evitaron que lapolicía los persiguiera por el simpleprocedimiento de esparcer tachuelasdetrás de ellos en las carreteras.

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Las valoraciones militares de laoperación de Formosa por parte delos comentaristas dependieron de queéstos creyeran o no las informacionesoficiales y, en especial, la afirmaciónde que todas las personas muertasdespués de la acción eran realmentemontoneros;105 en tal caso, debieronde ser “nativos” casi con todaseguridad. Pero, tanto si se estimabanlas bajas en once como en treinta,muchas personas, al tiempo quecondenaron la iniciativa guerrillera,se mostraron impresionadas por suaudacia y magnitud. Un periódico

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conjeturó que al menos quinientosguerrilleros habían sido movilizadospara llevar a cabo la operación, yafueran combatientes o auxiliares.106

Pero incluso los que admirabansecretamente los aspectos técnicosde la hazaña preguntaban: “¿Por qué?¿Cuál es el objeto de todo ello?” Enrealidad, el hecho carecía de lógicapolítica. El propio relato detalladode los Montoneros, en el quepretendían que el “autodenominadoEjército Argentino, brazo armado dela oligarquía y el imperialismo,sufrió el domingo 5 de octubre una

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de sus mayores derrotas a manos delas fuerzas revolucionarias [...]”, nomencionó, como de costumbre,ningún objetivo político delataque.107 Formosa fue, en primerlugar, una espectacular demostraciónmilitar, proyectada y llevada a cabocon el fin de conseguir un buennúmero de armas, de humillar alEjército y de hacer ambas cosas conla mayor aparatosidad posible.Políticamente sirvió de poco a losMontoneros: casi todos los partidospolíticos condenaron la acción, y elPartido Socialista de los

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Trabajadores no fue el único enseñalar que la mayoría de las bajasdel Ejército eran “trabajadores quecircunstancialmente forman parte delas Fuerzas Armadas por su carácterde conscriptos”.108 Irónicamente, elúnico oficial que murió, elsubteniente Ricardo EduardoMassaferro, era hijo de unparticipante en el alzamientoperonista del general Valle, ocurridoen 1956.

Los posteriores ataquesmontoneros contra el Ejército fuerontambién, inevitablemente, de carácter

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militarista: la llamada“recuperación” de seis fusiles FALen una emboscada contra un camióndel Ejército en La Plata, enseptiembre de 1975, y otro actoparecido, llevado a cabo en BahíaBlanca en diciembre. En amboscasos, los vehículos fueron pintadoscon lemas guerrilleros, y en BahíaBlanca se lanzaron octavillas en lasque se decía que “las armas delEjército represor de Sierra Grandepasan al Ejército Montonero”;109

pero, aparte algunos transeúntes ysimpatizantes, pocos argentinos

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supieron que la acción era unarespuesta a la represiva intervencióndel Ejército y la policía destinada aaplastar una huelga ilegal de losmineros de Sierra Grande. Encambio, la mayoría de losciudadanos se enteró de que unsargento murió resistiendo laemboscada y que un suboficial y unsoldado habían sido muertos enBahía Blanca.

Aunque los Montoneros nuncarecurrieron al terrorismo estratégicocomo tal, al cabo de un año de haberreanudado la guerrilla empezaron a

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tratar a soldados y policías comoblancos legítimos. Después de haberasesinado a Cáceres Monié y, sinproponérselo, a su esposa, lanzaronla amenaza de que “todos aquellosque hayan perseguido, asesinado oexplotado al pueblo, tarde otemprano, estén donde estén, tendránque enfrentarse a los fusilesmontoneros”;110 y, en marzo de1976, “los ataques contra todorepresentante de institucionesrepresivas” se consideraronjustificados: “Desde el momento enque las Fuerzas Armadas tienen el

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mando operativo de todos losorganismos de seguridad, cadahombre uniformado y armado —independientemente de su extracciónde clase y de sus ideas— contribuyea la represión antipopular y escorresponsable de las atrocidades yasesinatos que comete larepresión”.111 Sin embargo, cuantomás se concentraron los Montonerosen las represalias, más empezaron aparecerse a los escuadrones de lamuerte patrocinados por el Estado.Dos semanas antes del golpe deVidela, un aspirante a montonero que

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transportaba un saco con revólveresfue sorprendido por unos policías decivil en una parada de autobús deWilliam Morris: se resistió a ladetención, hirió a dos agentes conuna granada y huyó. El día siguiente,13 de marzo, la respuesta montonerafue montar guardia en aquella zonacon sus “patrullas de policía”. Elpelotón Calá López detenía a lostranseúntes, comprobaba susdocumentos y explicaba: “Somosmontoneros y buscamos policías”. Alcabo de media hora, encontraron a uninfortunado agente, un tal Ramón

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Echevarría, lo “ejecutaron” ydesaparecieron con su Browning.112

En teoría, los Montoneros seguíanrigiéndose por dos principios: elmantenimiento de “la permanenteligazón con las masas”... “yreconocer a las tareas militares comoel aspecto principal de nuestraacción, basados en la concepción deque si bien la guerra es lacontinuación de la política por otrosmedios, no se pueden alcanzarobjetivos políticos mayores si no seposee poder militar suficiente”,113

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lo cual reflejaba aún la influencia deClausewitz. En la práctica, las doscosas eran manifiestamenteincompatibles: los criterios políticosy militares chocaban entre sí cuantasveces había que tomar una verdaderadecisión táctica. El razonamientopolítico exigía que los Montonerosprofundizaran su penetración en losmovimientos de las masas; la lógicamilitar dictaba un alto nivel deaislamiento por meras razones deseguridad. Puede comprenderse porqué fue el polo militar de esacontradicción el que se impuso de

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forma creciente. Al margen de lainsistencia en la escalada militarcontenida en las teorías guerrilleras,y de la tendencia a la venganza paramotivar una reacción violenta enespiral, otros factores estimulaban elmilitarismo. En primer lugar, estabalo que hubiera podido llamarse“determinismo tecnológico”: latendencia de que los recursostécnicos disponibles se convirtieranen un factor determinante al decidirla clase de operaciones que debíanrealizarse, con lo que las accionesguerrilleras serían cada vez de mayor

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envergadura como resultado de loséxitos militares, prescindiendo delbuen criterio político de las mismasy de su importancia para losmovimientos y progresos de lasmasas. En segundo lugar, existía lapreocupación guerrillera de que, encuanto no se llevaran a cabooperaciones audaces yespectaculares, el público pronto secansaría de los reiterados actos deviolencia. Y en tercer lugar, ellimitado apoyo político de laizquierda peronista también incitabaa intentar la sustitución del apoyo

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social por el poder militar, al menoscomo medida provisional.

A medida que crecía la magnitudde las operaciones guerrilleras, ibaen aumento el número de nocombatientes que veían a losMontoneros más como simplesactores que como verdaderosparticipantes en los dramas socialesdel momento. Para unos eran héroes,para otros, malvados, pero, encualquier caso, sus representacionesquedaban cada vez más distantes delargentino medio. En cuanto a larespuesta favorable del público, las

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actividades guerrilleras de más éxitofueron, con mucho, las de estiloRobin Hood, pero éstas perdieron sufrecuencia al intensificarse losconflictos políticos. Las operacionesde aquel tipo, tales como la citada deBunge y Born (junio de 1975),seguida de la distribución de ropas yalimentos, desaparecieron casi porcompleto de la escena guerrillera afines de aquel año, aunque la últimafue particularmente divertida: lavíspera de Navidad, montonerosuniformados visitaron una comunidadsituada en una zona de Tucumán

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controlada por los militares,repartieron pan dulce a la gente dellugar, ¡y luego se retiraron desfilandoen formación militar!114 Pero tantoen aquel caso como en susoperaciones “monstruo” de 1975, elproblema de los Montoneros comomilitantes políticos estaba en que susactividades no pedían de las masasotra cosa que el aplauso. Como enUruguay, cuanto mayores fueron loséxitos de la guerra de guerrillasurbana en términos militares, másdegeneró hacia una “batallatecnológica entre especialistas en

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violencia clandestina, con las masascomo espectadores situadosalrededor de la palestra dondeluchaban los profesionales”.115

Una enorme brecha separaba lalucha armada de los Montoneros delas luchas de los militantesindustriales, incluidos los de ideasmontoneras. Aun donde el apoyo alos guerrilleros era considerable,nunca había la posibilidad deorganizar a la población local congarantías de continuidad. Por actuar“detrás de las líneas enemigas”,donde estaban concentradas las

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fuerzas del Estado, los Montonerosno podían —como las guerrillasrurales— establecer “zonasliberadas” dentro de las cuales lapoblación local pudiera serpolíticamente organizada ymilitarmente protegida. La estrategiaque habían escogido suponía, demodo inevitable, su aislamientofísico del pueblo en nombre del cualluchaban. No obstante, la respuestadel Estado a la violencia insurgentese dejó sentir con gran dureza, nosólo contra los guerrilleros, sinotambién contra los obreros

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militantes. La Ley Antisubversiva deseptiembre de 1974, por ejemplo, altiempo que dictaba normas contra lapropaganda guerrillera, estipulabapenas de prisión de uno a tres añospara los líderes de huelgasdeclaradas ilegales.116 Lasreferencias del gobierno a la“subversión industrial” y a la“guerrilla industrial” acompañabancon frecuencia, en 1975, a laprohibición de las huelgas, aunqueuna revista hizo notar que laaparición de aquella nueva“amenaza” era muy conveniente para

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que la burocracia sindical pudierainvocarla con el fin de coaccionar alos sectores sindicales disidentes.117

La guerra de guerrillas urbanasirvió de pretexto a la derecha parasocavar, mucho antes de la toma delpoder por los militares en 1976,buena parte de los logrosdemocráticos de 1973.118 Catalizómás a la reacción que a larevolución; pero los Montoneros noignoraban tales efectos. “Nuestraacumulación de poder popular —observaron— actúa objetivamente,

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en ciertos momentos, dandojustificaciones a los golpistas,endureciendo las posicionesenemigas y promoviendo el avancede las fuerzas más reaccionarias”.Ello era considerado “ineludible”porque “el poder popular no sepuede construir sin enfrentar alenemigo y sin agravar nuestrascontradicciones con el campo de losimperialistas y sus aliados”119 Lalógica de tal argumentación hacíasuponer que los trabajadores seunirían en tropel a las filas delEjército Montonero cuando la

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situación represiva se hicierainsoportable. Sin embargo, muchosde ellos llegaron a considerar a losguerrilleros como únicosresponsables de la represión o seconvirtieron en víctimas de la misma.Es significativo que la primeraacción “antisubversiva” deimportancia, cuando el Ejército tuvoen sus manos el control de la“antiinsurgencia”, se dirigiera contralos mineros de Sierra Grande.120

¿Pero cómo podían replegarse haciala causa montonera cuando las minas,su único medio de vida, estaban

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ocupadas por el Ejército, cuandotrescientos mineros habían sidoencarcelados y cuatrocientos habíanperdido sus puestos de trabajo? Sóloabandonando las minas para aportarsu contribución militar a la luchaguerrillera, mientras lo quenecesitaban realmente losguerrilleros era atender al apoyo delas masas y remediar su tradicionaldebilidad en las industriasestratégicas. No tenía sentido, pues,reclutar militantes de la clase obrerasi sólo iban a convertirse encombatientes profesionales o a vivir

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en la clandestinidad, totalmenteseparados de su zona de influencia.No obstante, aquello eraprecisamente lo que exigían lasconsideraciones relativas a laseguridad. La reacción represivacontra la actividad montonero afectóal principio con mucha más dureza ala periferia real, potencial eimaginada de la guerrilla, que a lospropios combatientes, provocando elpaso de activistas “legales” a laclandestinidad, pero impidiendo conello el crecimiento de la periferiaaún más que por la violencia

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represiva. La periferia era el mediode comunicación vital entre loscombatientes y sectores de losmovimientos de masas, por lo que suparálisis suponía una amenaza mortalpara el porvenir de los Montonerosen conjunto. En efecto, a pesar detodas sus extravagancias militares de1975, cuando llegó el golpe militarde 1976 los guerrilleros parecíanmucho más aislados que a finales de1974.

Las iniciativas políticas

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mediante los “Auténticos”

El año 1975 también fue testigo devarios intentos, por parte de losMontoneros, de afirmarse como unafuerza política de masas y deprepararse para la eventualidad deuna solución electoral a la crisis conque estaba forcejeando por entoncesel gobierno de Isabel Perón. Dadoque las antiguas organizaciones demasas eran tratadas por lasautoridades en aquel momento comoilegales, se imponía la necesidad deuna nueva imagen pública. Las

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elecciones provinciales de Misiones,convocadas como resultado de lamuerte de su gobernador y de suvicegobernador al estrellarse en1974 el avión en que viajaban, secelebrarían en abril y facilitaron alos Montoneros el intento depatentizar que el Partido Justicialistaoficial no representaba alMovimiento Peronista. Con aquellacontienda electoral a la vista, aprincipios de año fue debatida laidea de un Partido Descamisado,pero el 11 de marzo, cuando elpartido se puso formalmente en

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marcha en el restaurante Nino, sunombre se había convertido enPartido Peronista Auténtico (PPA),por haber fallado los tribunales afavor de la petición del PartidoJusticialista de que se le concedieranlos derechos de propiedad exclusivasobre la palabra “descamisado”.Poco tiempo después, otro litigiojusticialista despojaba al partidorecién creado incluso de la etiquetade “peronista”, dejándolo en PartidoAuténtico (PA), aunque sepreservaba la continuidad con elpasado mediante la consigna “El

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peronismo vuelve con el PartidoAuténtico”.121

Esencialmente, el PA era unaalianza formada por la TendenciaRevolucionaria montonera de 1973-1974, la mayoría de losgobernadores provinciales depuestos(Bidegain, Martínez Baca, Cepernicy Obregón Cano) y algunos veteranossindicalistas de las luchas de laoposición peronista posteriores a1955. El alineamiento no eraenteramente nuevo: un año antes, losveteranos habían creado la ComisiónPermanente de Homenaje al 11 de

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Marzo para defender el programaelectoral que diera la victoria aCámpora y para llevar a cabo unacampaña de democracia interna en elpartido peronista. Resonantesnombres de la resistencia de los añoscincuenta y de las luchas obreras delos sesenta, tales como SebastiánBorro, Armando Cabo, AvelinoFernández, Andrés Framini, ArnaldoLizaso y Dante Viel,122 aparecieronen el acto de la Tendencia celebradoen el estadio del Club Atlanta el 11de marzo de 1974, y no tardaron enformar la Agrupación del Peronismo

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Auténtico (APA). Tanto los exgobernadores como los veteranoshabían compartido la identificaciónde los Montoneros con el mandatoelectoral peronista y también suvacilante comportamiento político de1973-1974. Martínez Baca, cuandosus superiores peronistas leordenaron purgar a los “marxistas”de su gobierno, sacrificó a dosministros provinciales pertenecientesa la izquierdista Juventud Peronistaantes de que él mismo perdiera elpoder en Mendoza; y Framini, comola JP, había apelado

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momentáneamente a los peronistas, araíz de la muerte de Perón, para quese agruparan alrededor de Isabel.123

Al haber abandonado losMontoneros todas las esperanzas de“recuperar” el Partido Justicialistadesde dentro, el PA se presentócomo heredero legítimo del partidode Perón y como parte de unMovimiento Peronista Auténtico(MPA) igualmente legítimo.124 Perono se destacó en la primera y últimacontienda electoral, desarrollada enla provincia norteña de Misiones.

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Aliados con el partido local de laizquierda peronista, llamado TerceraPosición (TP), los “Auténticos”atrajeron sólo el 5% de los votos; yla alianza de la izquierda peronista,únicamente el 9%, quedando el PA-TP en un distante tercer lugar, detrásde la alianza del FREJULI, que logróel 46%, y de los radicales (UCR),que consiguieron el 38% en laselecciones para gobernador yvicegobernador. Mientras que laTercera Posición, presentándosesola, había ganado 29.000 votos(frente a los 51.000 del FREJULI) en

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marzo de 1973, en ese momento,aliada con los “Auténticos”, losvotos para los candidatosgubernamentales de la izquierdaperonista cayeron hasta 15.000. Lospremios de consolación del PAfueron dos puestos, para PabloFernández Long125 y Juan Figueredo,en la legislatura provincial de treintay dos escaños, y la satisfacción desaber que el Partido Justicialistaoficial había perdido terreno en lavotación respecto de los radicales yque a la izquierda no peronista lehabía ido aún peor que a ellos

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mismos.126

Debe señalarse que Misiones noes el microcosmos de la RepúblicaArgentina y que los “Auténticos”probablemente habrían conseguidomejores resultados en una contiendanacional. El propio Perón habíaestimado la fuerza de su alaizquierda en, “como máximo”, el10% de sus siete millones deelectores de septiembre de 1973.127

Respecto de la provincia, estásubdesarrollada y por tanto es pocolo que tiene en cuanto a desarrollo

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industrial o a clase obrera. Sólo el40% de la población provincial viveen zonas urbanas, y el resto enpequeñas comunidades aisladas. Hayen esta provincia una mayorproporción de extranjeros,especialmente de paraguayos, que enla mayoría de las demás, y laexperiencia ha demostrado que elapoyo al partido del gobierno federales a menudo más fuerte por razonesde empleo. Además, no es ningúnsecreto que el Ministerio deBienestar Social de López Regagastó una pequeña fortuna en la

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Operación Misiones para asegurarsela victoria del FREJULI: alacercarse las elecciones, se anuncióla creación de treinta cooperativas,se aumentaron las pensiones y losprecios pagados a los productores deté, se llevaron a cabo reembolsosfiscales y se distribuyeron alimentos,ropas, refrigeradores, equipos paraescuelas y máquinas de coser comolos argumentos políticos máspersuasivos que podía ofrecer elgobierno.128

En tales circunstancias, laactuación del Partido Auténtico,

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aunque no impresionante, fuerespetable. Tenía que demostrartodavía su viabilidad comoalternativa electoral al justicialismoy al radicalismo, pero era sin duda lafuerza izquierdista más importante.Para aumentar su credibilidad, los“Auténticos” mandaron enviados aMéxico con el propósito deconvencer a Cámpora129 de quefuera su “mascarón de proa”nacional, pero la gestión no dioresultado: cuando el ex presidenteretornó a su patria a fines de 1975, sumensaje fue esencialmente el mismo

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que en 1973 —“Quiero gobernarpara todo el mundo, sinexcepciones”130—, lo quesignificaba más bien un intento dereconciliar las facciones peronistasen pugna que una opción por laderecha o la izquierda. Todo ello apesar de que el Partido Justicialistalo había expulsado por “traición ydeslealtad”131, presumiendo querespaldaba al PA tan sólo porqueCámpora se había negado a apoyaractivamente al gobierno.

Después de la huelga general de

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mediados de 1975, mientrasaumentaban las presiones sobreIsabel Perón para que dimitiera yconvocase a elecciones sin tardanza,el Partido Auténtico formó unaorganización nacional que cubría unazona habitada por el 95% delelectorado.132 A finales de octubre,tenía inscritos 40.000 miembros,133

ante todo personas previamentemovilizadas por las organizacionesde masas de la Tendencia creadasalrededor de 1973. Anunciando en elprimer número de su publicación

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quincenal El Auténtico que “lostrabajadores han iniciado una nuevaresistencia, organizándose pararecuperar el MovimientoPeronista”,134 los “Auténticos” sepresentaron a sí mismos comorepresentantes de la militanciaproletaria. Sin embargo, cuando fuelanzado oficialmente el MovimientoPeronista Auténtico, el 21 deseptiembre de 1975 —en el HotelSavoy, que nada tenía de proletario—, sólo un tercio de las personaselegidas para formar su ConsejoSuperior tenía credenciales

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sindicales.135 Y aun cuando eldocumento básico aprobado en laconferencia fundacional sostenía que“no podemos repetir viejos errores”,la línea política que lo caracterizabatenía muy poco de nueva. Laliberación frente a la dependenciaseguía siendo la dicotomíamontonera fundamental, la cualservía en aquella ocasión defundamento de un proyecto quecontemplaba la creación de un“Frente de Liberación Nacional contodos los sectores nacionales quetengan enfrentamiento objetivo con el

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imperialismo”.136 Las críticasdirigidas a Perón eran mínimas; selimitaban a su decisión, tomada en1974, de clausurar la rama juvenildel Movimiento, que nunca habíasido institucionalizada. Se trazóasimismo una precisa divisoria entrelos gobiernos de Perón y el de IsabelMartínez: titulares como “Con Perónera otra cosa”137 y “Este gobiernotraicionó al pueblo y a Perón”138

aparecían con frecuencia en ElAuténtico.

El frenesí organizativo de los

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“Auténticos” alcanzó su momentoculminante con motivo del PrimerCongreso Nacional “Perón-Evita”del partido, celebrado el 16 denoviembre de 1975 en un localfacilitado por la Asociación CulturalCheca después de que el escenariocordobés previsto para el actohubiera sido dinamitado la mismamañana del acontecimiento por elgrupo paramilitar ComandoLibertadores de América. Sinembargo, muchos montonerosexpresaban en privado sus dudassobre la oportunidad del nuevo

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partido: algunos creían que unpartido de cuadros, en vez de unmovimiento de masas (MPA) con unpartido electoral (PA), debía ser elobjetivo; muchos considerabansimplemente que cualquierestratagema electoral era unaequivocación, arguyendo que losmilitares nunca darían al peronismola oportunidad de volver a ganarunas elecciones, aunque sólo fuerapor una mayoría reducida; y lostemores respecto de los riesgos quesuponía dar públicamente la cara sehallaban muy extendidos.139 Tales

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aprensiones estaban muy bienfundadas. Fueron detenidos variossolicitadores electorales durante lacampaña de Misiones, y más tarde,mientras el Partido Auténtico sepreparaba para unas futuraselecciones generales, fueronpresentados los nombres de 40.000partidarios de los Montoneros a lasautoridades con el fin de cumplir conlos requisitos de registro delpartido.140

Si las Fuerzas Armadas y laderecha peronista hubieran poseídomás talento político, habrían

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permitido que los “Auténticos”conservaran su situación legal,estimulando así una divisiónmontonera entre militaristas y“políticos”, antes de destruir aambos sectores. Ciertamente lasacciones guerrilleras estorbaron aveces a los líderes “Auténticos”: ennoviembre de 1975, el doctorAntonio Lombardich, ex ministro deBienestar Social cordobés ymiembro del Consejo NacionalAuténtico por su provincia, declaró:“Nosotros no tenemos nada que vercon lo ocurrido en Formosa” (sin

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embargo, fue detenido en diciembre);y Framini denunció el asesinato porlos Montoneros de Cáceres Monié yde su esposa.141 Las presiones sobrelos políticos del Partido Auténticopara que repudiaran a losguerrilleros aumentaron después deseptiembre de 1975, cuando losMontoneros fueron puestosfinalmente fuera de la ley por ungobierno presionado por losmilitares en respuesta al comienzo delos ataques montoneros a las FuerzasArmadas.142

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La paternidad política de los“Auténticos”, aunque públicamentenegada, era un secreto a voces.Cuando, el 21 de septiembre, sefundó la sección bonaerense delpartido, los Montoneros enviaron unmensaje de apoyo y recibieronentusiastas “vivas” de los delegadosreunidos. Fueron los Montonerosquienes proporcionaron al partido sulínea política y su financiación,además de la mayoría de sus líderes,cosa que era evidente para todo elmundo, en particular para las FuerzasArmadas. Para ellas, Montoneros y

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“Auténticos” estaban intentando unaadaptación argentina del drama deldoctor Jekyll y míster Hyde con unargumento que era más que obvio, ytambién de facilísima bajada de telóndespués de sólo ocho meses derepresentaciones. El PA fueprohibido la víspera de Navidad de1975 con el falso pretexto de que losMontoneros habían participado lanoche anterior en el desastrosoataque del ERP contra el BatallónDepósito de Arsenales 601, deMonte Chingolo.143

Quizás el verdadero motivo que

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escondía la prohibición era el hechode que las iniciativas tomadas parael establecimiento de un frenteelectoral de centroizquierda pudieranprosperar, El 21 de octubreBidegain, en representación de los“Auténticos”, había compartido latribuna con Oscar Alende, delPartido Intransigente (PI), y HéctorSandler, de la Corriente ArgentinaRevolucionaria (CAR), durante unmitin en el Teatro Avenida,supuestamente para hablar de lasituación universitaria. Lasnegociaciones prosiguieron también

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con el Partido RevolucionarioCristiano (PRC), de Horacio Sueldo,y con otros pequeños partidos, en unesfuerzo por construir algo parecidoa la alianza chilena de UnidadPopular, que debería dirigir Alendesi Cámpora no podía ser convencidopara que aceptase su candidatura.Pero, en realidad, tales temores yesperanzas referentes a lacristalización de un frente populareran, como dijo Alende ennoviembre, “prematuros”144 Talalianza habría sido fútil sin losintransigentes, pero ellos formaban

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grupo con los comunistas (PCA) enel Congreso,145 y el PCA siemprehabía visto un anatema en la luchaarmada. Además, un abismoseparaba la pretensión del partidopromoscovita consistente en formarun “gabinete cívico-militar de ampliacoalición democrática”146 de lapostura de los “Auténticos”, pues losprimeros propugnaban el apoyo delgobierno existente mediante lacolaboración de los críticos civiles ymilitares, mientras que los segundosproponían una alternativa radical,

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aunque conllevara todos los peligrosque había tenido que arrostrar elprototipo chileno de 1970-1973. Larenuencia de Alende a transformar enhechos las declaraciones unitariaspodía tener algo que ver con ladesconfianza que los Montonerosinspiraban al PCA, así como con laamenaza de la prohibición delPartido Auténtico.

Tal prohibición fue acompañadapor el cierre de El Auténtico, elúltimo periódico legal de losMontoneros. En su número 6 se habíapublicado una lista de casi 300

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víctimas de la Triple A; el octavo yúltimo número había dado el nombrede 4.000 prisioneros políticos,incluyéndose en la lista al montoneroDardo Cabo y a los líderes de la JPJuan Carlos Dante Gullo y MiguelÁngel Mosse.147

La lucha armada y la respuesta delEstado a la misma fue tambiénperjudicial para la actividad demasas no electoral de losMontoneros. Por necesidad, perotambién impresionados por lamilitancia de las bases, observadadurante la huelga general, ya sólo

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actuaban a nivel de dichas bases. Lasegunda mitad de 1975 presenció losredoblados esfuerzos montonerospara organizar agrupaciones obreras.

Se estableció una Coordinadora deGremios, Comisiones Internas yCuerpos de Delegados en Lucha, dela Capital y el Gran Buenos Aires,con participación montonera, ydespués, Gonzalo Chávez, antiguafigura directiva de la JTP, cuyospadre y hermana fueron asesinadospor la Triple A, pasó a ser sudirigente. En diciembre de 1975, talcoordinadora contaba con el apoyo,

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según ella, de 130 agrupaciones en laCapital Federal y el Gran BuenosAires,148 pero de ningún modo erantodas promontoneras. Aun cuando eradifícil medir la fuerza exacta delBloque Sindical Auténtico (quereemplazó a la JTP), resultaba claroque era escasa fuera de Buenos Airesy La Plata. También puede darseimportancia al hecho de que lossindicalistas presentes en el primercongreso nacional de los“Auténticos” se hallaran en él a títulopersonal, y no como representantesde sindicatos.

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La impresión que dan las pruebasdisponibles es que los Montoneros ysus agrupaciones no se hallabancuantitativamente por delante de laTendencia de 1973-1974: elreclutamiento se mantenía constante,pero también lo eran las bajas porasesinato, encarcelamiento o“desaparición”. La desilusión, másque la radicalización y el recurso alas armas, fue el efecto que causó elcomportamiento gubernamental enmuchos peronistas, o quizás en lamayoría de ellos. Los costos y losriesgos de la participación activa

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subieron a medida que bajó elumbral de la violencia política. Uncreciente número de personas semostró de acuerdo con el lema querodeaba el obelisco de la Avenida 9de Julio: “Silencio es salud”; pocossospechaban, sin embargo, que teníaque ver con un intento de reducir losruidos urbanos. A finales de 1975, lapresencia de 200 “agencias deprotección” daba prueba de la graninseguridad existente en laCapital.149

Todos los éxitos del BloqueSindical Auténtico a nivel social de

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bases se lograron en la zona deBuenos Aires. Córdoba y VillaConstitución seguían siendo centrosde intransigencia de la izquierda noperonista; y el gobierno y laburocracia sindical tenían aún basespropias de poder entre trabajadores,quienes los consideraban, al menos,sensibles en última instancia a laspresiones de las bases, y un malmenor frente a la única alternativareal de poder a corto plazo: lasFuerzas Armadas. La pretensión delos Montoneros en el sentido de queellos eran la mayor fuerza impulsora

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de la huelga general150 sólo revelóuna inmodesta tendencia a laautoexaltación. Al fin y al cabo, eltiraje de Evita Montonera no pasabade los doce mil ejemplares cuando seprodujo la huelga. A principios de1976, los guerrilleros tuvieron quereconocer “el espacio políticoperdido por el justicialismo traidorha sido ocupado por nosotros sóloparcialmente”; y coincidentementealudieron al “retraso de lavanguardia respecto del movimientode masas [...] en el avanceorganizativo estamos retrasados

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respecto del alto grado de respuestaespontánea de las masas”. Pero elhecho de que los Montoneros nohubieran “alcanzado larepresentatividad necesaria para uniry conducir al conjunto delpueblo”151 era inevitable, y sedebía, entre otras razones, a supropio militarismo. Hubo queesperar hasta su “autocrítica” de1977 para que los Montoneros, trasaclarar que sólo “un ínfimoporcentaje” de sus 500 operacionesde 1975 fueron “de apoyo a losconflictos de masas”, admitieran que

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“cada campaña militar paralizaba laactividad política”.152 La“producción logística” se habíabasado totalmente en el aparatoguerrillero, en vez de fundamentarseen los movimientos de masas, y “loscompañeros que tenían la posibilidadde moverse legalmente, en lugar dehacerlo invitaban a los que estabanen su sindicato a pasar a laclandestinidad”.153

Presumiblemente, unatransferencia similar de militantes delas actividades de masas a las

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clandestinas de combate tuvo efectoen otra importante zona de interés delos Montoneros: las universidades.En ellas, en las eleccionesclandestinas de fines de 1975, lapromontonera JUP dio muestras deun descenso menor, aunque lascircunstancias represivas en que serealizaron fueron un factor en contrarespecto de la posibilidad de ser unbarómetro preciso de las simpatíaspolíticas estudiantiles. En unaselecciones de ámbito nacional en queparticiparon 50.620 estudiantes, laLista Blanca y Azul de la JUP

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consiguió 16.129 votos, es decir, el32% del escrutinio, y veinte centrosestudiantiles, siendo su porcentajeinferior al 35% logrado en toda lanación por la JUP en 1973. Algunoscentros se perdieron frente atendencias estudiantiles reformistas(la FM de los radicales progresistas,el MOR de los comunistas y el MNRde los socialistas populares), quecondenaban tanto el “terrorismo” dela derecha como el de la izquierda yque, en conjunto, representaban el45% del total de los votos.154 Losesfuerzos de la JUP por atraerse a

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los estudiantes radicales y socialistaspopulares sustrayéndolos a laFederación Universitaria Argentina(FUA) para hacerlos ingresar en elConsejo Nacional de Federaciones yCentros (CNFC), dirigido por laJUP, también fracasaron, ante todo enla cuestión de la lucha armada, conlo que a finales de 1975 elmovimiento estudiantil argentinoquedó casi tan fragmentado como encualquier momento del decenioanterior.

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El costo de la participaciónactiva

Uno de los principales obstáculospara responder positivamente a lasllamadas de reclutamiento de losMontoneros fue el hecho de que lascifras de bajas demostraban que laizquierda combatiente tenía ahoramás bajas propias que víctimas.Aunque el número específico de lasbajas montoneras de aquel períodonunca fue anunciado, la informaciónsobre las 705 muertes habidas porcausas políticas durante los catorce

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meses comprendidos entre julio de1974 y septiembre de 1975 indicaque más de la mitad de ellascorrespondían a izquierdistas.155 Entotal, frente a las 200 muertespolíticas reportadas en 1974, hubo almenos 860 en 1975; y en el momentode la intervención militar del 24 demarzo de 1976, otros 149 nombres sehabían añadido a la lista devíctimas.156 En varios casos, laprogresiva violencia atrajo, enefecto, a ciertas personas hacia losMontoneros —parientes y seres

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queridos de víctimas de losescuadrones de la muerte y, cuandola violencia derechista empezó aafectar a las familias de losguerrilleros, también las esposas decombatientes vivos—, pero fueronmuchos más los que se echaron atráscuando aumentaron los riesgos de laparticipación activa y cuando elrecurso montonero a ataques menosdiscriminados erosionó la imagenromántica de los guerrilleros: unantídoto vital frente al aspectodesagradable de la violencia.

Otro freno a la afiliación

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montonera estaba en la ausencia detoda perspectiva de éxitos a cortoplazo, a causa de la debilidad de lascabezas de puente montoneras en elmovimiento obrero y de los indiciosde que importantes sectores de laclase media —influidos por lasubida en espiral de la inflación y elaumento de la inseguridad— seresignaban o acogían bien laperspectiva de la toma del poder porlos militares.157 Pero incluso losadmiradores de los Montonerosdebían de sentirse a vecesdesconcertados ante la forma de vida

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sobrehumana exigida a loscombatientes. Convertirse en unguerrillero profesional suponía, amenudo, no sólo romper con lafamilia y los amigos y con losmedios de subsistencia nodependientes de la organización, sinotambién comportarse conforme alfantástico mundo heroico que laspublicaciones y comunicadosguerrilleros procuraban ofrecercontinuamente. La severa respuestadisciplinaria a aquellos cuyaconducta no estaba a la altura delcódigo montonero, aunque vital a

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largo plazo en lo tocante a laseguridad, no contribuíaprecisamente a dar una buena imagena la organización, sobre todo en unpaís donde, a pesar de las frecuentesejecuciones ilegales por parte de lasfuerzas del Estado, la pena capital nohabía sido aplicada durante losúltimos años.

Dos ejemplos de la disciplinainterna montonera atrajerondiferentes grados de publicidad. Elprimero de ellos fue el caso deFernando Haymal, un estudiante deveintiséis años muerto a tiros en

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1975 por delatar.Detenido y torturado por las

fuerzas de seguridad del Estado,Haymal había revelado la ubicaciónde una casa y una base de losMontoneros y, según se dijo, diezcompañeros suyos fueron torturadospor su culpa; como resultado de susconfesiones, se le atribuyó la muertede Osatinsky, una importante pérdidade dinero y armas, y la necesidad devarios guerrilleros de pasar a lailegalidad, todo lo cual proporcionóa sus capturadores un triunfopolítico-militar. Cuando,

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posteriormente, sus antiguoscompañeros lo sometieron a juicio,la primera defensa de Haymal fueque había sido torturado, pero elalegato se desechó: se adujo quetodos los prisioneros solían sertorturados, pero de los 800-1.000montoneros maltratados hasta agostode 1975, el 95% (según ellos) nohabía dado informaciones deimportancia, el 4% había facilitadoalguna, y sólo el 1% había dichotodo lo que sabía. “La tortura esperfectamente soportable —afirmó elTribunal Revolucionario,

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refiriéndose a frías estadísticas—; noes un problema de resistencia físicasino de seguridad ideológica, ya queha habido compañeros y compañerasde escasa fortaleza física que hansuperado totalmente esta situación”.Y tampoco se aceptó, como atenuantedel comportamiento negativo deHaymal, el hecho de que hubieraresistido cuatro días antes de“cantar”: delatar, en cualesquieracircunstancias, era perjudicial parala organización y revelaba debilidadideológica, Haymal fue pues“ejecutado” el 26 de agosto.158 La

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policía encontró su cadáver en laciudad de Córdoba una semana mástarde.

Con tal proceder los Montonerosdefendían su existencia a la manerade un ejército y no como unaorganización revolucionaria. Haymalno era un enemigo infiltrado;159 sucrimen fue simple debilidad humana.A los medios de información se lespresentó una preciosa oportunidad dedar una imagen desalmada de losMontoneros absteniéndose derelacionar su muerte con el asesinatoy la detención de otros miembros de

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la organización. La muerte deHaymal provocó cierto grado deintrospección entre los guerrilleros,pero su impacto fue mucho menorque el ignominioso trato recibido porRoberto Quieto en uno de losepisodios más desconcertantes de lahistoria montonera. Muchas de laspreguntas que provocó el hecho hanquedado sin respuesta; sin embargo,el caso permitió a los observadoresasomarse a la vida interna de losMontoneros, y lo que percibieron fuepoco alentador.

Al acercarse la Navidad de 1975,

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Roberto Quieto, como “oficialsuperior” que era, se había sentado asu escritorio para redactar a máquinaunas órdenes en las que se insistía enla necesidad de que, bajo ningunacircunstancia, los combatientes searriesgaran a ponerse en contacto consus familias durante las próximasfiestas. Dos semanas después, a lassiete y media de la tarde del 28 dediciembre, Quieto fue detenido,desarmado y sin guardaespaldas a sualrededor, mientras jugaba con sufamilia en la playa bonaerense deSan Isidro. Como en muchos otros

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casos parecidos, los miembros de laPolicía Federal y del Ejército, queaquella vez actuaban a las órdenes deun tal inspector Rosas, iban vestidosde civil y afirmaron que elprocedimiento era legal, añadiendoque Quieto iba a ser llevado a lajefatura de la Policía Federal.160

Al cabo de pocas horas losMontoneros pusieron en marcha unaestentórea campaña para exigir quela detención fuera legalizada por lasautoridades y que se tratase alarrestado según las normas de la ley.“QUE APAREZCA QUIETO,

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SECUESTRADO POR LASFUERZAS ARMADAS GORILAS”y “QUIETO PRESO POR ELEJÉRCITO GORILA” fueron lasconsignas que aparecieron de lanoche a la mañana en centenares deparedes de todo Buenos Aires. El 3de enero de 1976 un centenar demilicianos organizaron alborotos enel centro de la capital incendiandocoches, lanzando bombasincendiarias contra variosestablecimientos y locales denegocios y arrojando octavillas quepedían que se respetase la

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“integridad física” de Quieto. Laesposa de la víctima, Alicia BeatrizTestai, y su madre hacían entretantolo posible para movilizar el apoyointernacional a favor de los derechoshumanos del preso y estabanconsiguiendo un éxito considerable:enviaron telegramas, entre otros,François Mitterrand, Jean-PaulSartre, Simone de Beauvoir, PacoIbáñez, Pierre Vilar, Alain Tourainey el Partido Socialista Italiano.

Pero el gobierno se negó areconocer la detención de Quieto. Ytan pronto como la campaña

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montonera estuvo en plena marcha,tuvo que suspenderse por razonesque en seguida se hicieron evidentes:durante la noche siguiente a ladesaparición del líder montonero, lastropas allanaron dos bases de losguerrilleros y se apoderaron devalioso material; después vino unaracha de secuestros, detenciones,desapariciones y pérdidas deinfraestructura que, en conjunto, sólopodían significar una cosa: RobertoQuieto había hablado. En el plazo deuna quincena desaparecieron sólo enCórdoba, veinticinco personas en

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idénticas circunstancias: lossecuestradores iban fuertementearmados, se identificaron comopolicías y actuaron sin ningúnimpedimento de las fuerzas deseguridad.161 Porque eran lasfuerzas de seguridad.

Así pues, el TribunalRevolucionario se constituyó enfebrero para juzgar a Quieto, y suveredicto no pudo causar sorpresa anadie. En su ausencia, el acusado fuecondenado por permitir su captura(puesto que ésta, aun cuando élhubiera guardado silencio, habría

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requerido el abandono automático dela infraestructura conocida por eldetenido y, al menos en teoría, eladoptar medidas de protección paralos militares puestos en peligro) ypor delatar. Quieto habíatransgredido el canon montonero: Noentregarse vivo, resistir hastaescapar, o morir en el intento. Élhabía estado varias veces en la playaen compañía de su familia, pero aésta no le había hecho adoptaridentidades supuestas ni habíapracticado el antiseguimiento(procedimiento para evitar ser

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seguido); no iba armado y suresistencia sólo había sido pasiva. Eldelito de dar información al enemigose consideró agravado por el rangodel acusado, la importancia de losdatos revelados y la rapidez con quelos había facilitado.162

Los aspectos más importantes delepisodio fueron la explicaciónmontonera de Quieto y el impactoexterior del caso en general. Según elparecer de los jueces guerrilleros,los delitos del acusado sólo podíaatribuirse a su conducta liberal eindividualista, observada

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anteriormente en malas resolucionesde problemas de su vida familiar, suprimera detención y su no asunción afondo de todas sus implicaciones dela clandestinidad. Se trataba dereferencias al fracaso de Quieto ensu intento de acostumbrarse a la vidasolitaria que representaba resistir enuna casa segura, a su recientecostumbre de compartir una casapública con otros compañeros, y alhecho de que su vida matrimonialandaba mal (su esposa no había sidonunca militante ni había aceptadonunca la idea de compartir una

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existencia clandestina con él). Laspresiones que sufría su matrimonioinfluyeron casi con seguridad en elcomportamiento y las discusiones delos cónyuges durante aquellaNavidad, la última que pasaronjuntos. Pero, para el tribunal, talesproblemas no eran atenuantes, sinomera confirmación del extremoliberalismo de Quieto, de su maladisposición a aceptar los sacrificiospersonales de la guerrarevolucionaria. Encontrado culpablede “deserción en operación ydelación”, fue condenado a

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“degradación y muerte”, juicioratificado días después por elConsejo Nacional Montonero.163

La condena a muerte de Quietoaturdió a muchos montoneros y aterróa sus simpatizantes...164 aunque alcabo de algunas semanas se habíallegado a la creencia general de quelas Fuerzas Armadas habían“intervenido” en el asunto. Para losmilitantes de la izquierda peronista,Quieto era un gigante revolucionario,un “Jefe Montonero”. Susantecedentes políticos se remontaban

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a los primeros años sesenta, a sustiempos de rebelde del PartidoComunista;165 incluían suprotagonismo en el llamado Sector 2,ELN, y más tarde, en el mando de lasFuerzas Armadas Revolucionarias;había sido prisionero de la dictadura,pero pudo huir a Chile y a Cuba en1972, después de participar en lalegendaria fuga de la prisión deRawson; había hablado en varios delos actos multitudinarios de losMontoneros en 1973-1974; desdeentonces, tuvo a su cargo el aparatomilitar de la organización, y era

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considerado popularmente como ellugarteniente de Firmenich, pese aser en realidad el número tres de lajerarquía guerrillera. Quieto infundíaun tremendo respeto a causa de supericia militar, adquirida en Cuba,pero sus apariciones en públicotambién le habían ganado muchassimpatías. Muchos lo llamabancariñosamente “el negro Roberto”, ysu reputación de revolucionariodestacado había rebasado lasfronteras argentinas. Su armapersonal era una pistolaametralladora, obsequio de Fidel

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Castro.166

La condena de Roberto Quietotrastornó en gran manera, si nopermanentemente, a los militantes dela izquierda peronista: ni la aducidatraición ni la respuesta de losMontoneros a la misma concordabancon sus ideas románticas de lo quedebía ser la guerra revolucionaria.Evita Montonera, en un intento detranquilizar a los fieles, se llenósúbitamente de informaciones conejemplos de heroísmo eintransigencia,167 combinándose con

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condenas del individualismo: “Elindividualista [...] no es un héroesino un traidor en potencia”,insistía.168 Pero tal razonamientoalcanzaba las máximas alturas de lahipocresía. ¿Cómo podía tomarsealguien en serio las denuncias de“individualismo” en una nación tanfamosa como la Argentina por elindividualismo de sus hijos? Ni laguerra de guerrillas urbana nininguna otra forma de lucha habríanflorecido tanto si no hubiera sidoprecisamente por aquelindividualismo, atribuido en aquel

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momento por los Montoneros alliberalismo, a la ideología de lasclases dominantes. Lo que queríanrealmente los Montoneros era quesus componentes fueran una réplicadel “Hombre Nuevo” del CheGuevara, que su conducta fuera laque se seguiría en una sociedadsocialista ideal, no afectado por lacompetencia, el egoísmo y elindividualismo propios de lascondiciones materiales de lasociedad capitalista.169 Pero ahoradaban la impresión de serestalinistas; querían desestimar la

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complejidad del carácter humano ennombre de un torpe híbrido defantástico idealismo y de crudodeterminismo, no acertando aadvertir la ampulosidad y el egoísmoargentinos, a reconocer los rasgos desu propia clase. Y tampoco sepercataron realmente de la fuerza dela institución familiar en su país: unacosa era atraer a los jóvenesdinámicos y decididos, ansiosos dedemostrar su “machismo” político enlas filas guerrilleras, y otraconvencer a radicales maduros,expuestos a las tentaciones de la

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seguridad, y a menudo con hijos, aconvertirse en guerrilleros. No eracasualidad que la mayoría de ellos sehallasen entre los veinte y los treintaaños, y especialmente en el grupocomprendido entre los veintitrés ylos veintisiete. Quieto tenía treinta ysiete. Su negro pelo empezaba ya agrisear.170

Quizá, considerando lascircunstancias de aquel momento,171

era comprensible que los hombres ylas mujeres que se habían erigido enjueces de Quieto no tolerasen la

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debilidad y la indisciplina humanas,pero puede dudarse de si ellosmismos habían alcanzado lacategoría del “Hombre Nuevo”guevarista. Durante 1975, variaspersonas, mientras disfrutaban de undía en las carreras de Palermo,declararon haber visto entre losespectadores nada menos que a unpersonaje tan importante como MarioFirmenich. Ello nos lleva areflexionar sobre el grado derealismo en que se basaba en aqueltiempo el juicio. ¿Pudo sólo el dolor,en sólo veinticuatro horas, haber

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derrumbado a Roberto Quieto, unhombre que, a pesar de todo su“individualismo”, habíaexperimentado la vida de presidio endos ocasiones anteriores? ¿Nohabrían juzgado mal los Montonerosno sólo a Quieto, sino también a susenemigos al no pensar siquiera en laposibilidad de que losdesorientadores efectos de las drogasalucinógenas hubieran sido utilizadospara extraer información al preso?

Todo aquel episodio se reflejó demodo ignominioso en el conjunto delos implicados en él, pero al menos

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las ondas de choque que envió através de las filas montoneras y a superiferia hicieron aparecer laautocrítica. Después de que Quietohubiera sido “condenado” con lamayor severidad, hubo que reconocerque el aspecto más grave de todo elasunto no era su “traición”, sino “queno hayamos sido capaces deadvertirlo con anticipación; que lohayamos considerado un jefe hasta elmomento mismo de su traición”. Seargüía de pronto que, en realidadhabían pasado por alto el“individualismo” de Quieto debido

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al individualismo, el liberalismo y laburocratización de la propiaorganización; y que tales rasgos eransintomáticos de una falta general decrítica y autocrítica, de nosocialización de los procedimientosorganizativos y de la noparticipación de militantes en la tomade decisiones. En principio se habíaadoptado recientemente elcentralismo democrático, pero enrealidad se practicaba el centralismoburocrático.172 Lo que tambiénhubieran podido observar losmontoneros más críticos era que las

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consideraciones de seguridadorganizativa habían aplastado todareflexión sobre cómo sería recibidala condena de Quieto por aquelloscuyo apoyo era vital si losMontoneros tenían que desarrollarsedespués como fuerza política.Militarmente, habían avanzadomucho en sólo un año, pero su éxitohabía ayudado a fomentar más sumilitarismo, restringiendo el estilopolítico y la salud de la organizacióny comprometiendo también, así, susperspectivas militares.

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Se acerca el golpe

Cuando el período del gobiernoperonista llegaba a su término, lainflación estaba galopando haciamarcas universales y la Argentina seacercaba a la suspensión de pagos desus deudas. Cada cinco horas ocurríaun asesinato político, y cada tresestallaba una bomba.173 En vista delvacío de poder causado por ladesunión del peronismo y laimpotencia del gobierno, de lacreciente oposición que le mostrabantanto los grupos obreros como los

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empresariales, a principios de 1976se consideraba en general que erainevitable un golpe militar. Unnúmero notable de argentinos, enespecial entre la clase media,abogaban por tal solución, unoscomo disculpándose y otros conentusiasmo. Naturalmente, no era loque buscaban los Montoneros, perosus ataques a las Fuerzas Armadasparecían hacer todo lo posible porprecipitar el acontecimiento. Lejosde desearla, los guerrilleros veían enla intervención militar un inevitablepaso que el enemigo emprendería

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cuando la guerra revolucionariaalcanzase cierto nivel de intensidad.Sin embargo, dentro de aquelpanorama fatalista, los Montonerosmantendrían, hasta marzo de 1976, laesperanza de poder provocar sudesunión mediante ataques directoscontra los militares. Recurriendo alataque frontal, podía explotarse larivalidad entre sus distintas fuerzas,en relación con la manera deresponder al desafío subversivo. Porbreve tiempo, en diciembre de 1975,pareció surgir tal situación cuando elbrigadier Jesús Orlando Capellini se

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puso al frente de un putschderechista de la Fuerza Aérea, perola supremacía del Ejército fuerápidamente reafirmada.

Previendo el golpe, losMontoneros empezaron a actuar conatolondrado abandono, rayano en elterrorismo practicado al azar. Elumbral de la violencia guerrillerallegó al nivel más bajo de su historia,mientras los objetivos insurgentesquedaban reducidos a la meradesmoralización y el agotamiento delenemigo. A fines de enero de 1976,tres pelotones guerrilleros

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invadieron la fábrica de la firmaBendix en la zona industrial deMunro, Buenos Aires, cerca del lugardonde dieciséis trabajadoresmetalúrgicos habían sidosecuestrados recientemente; matarona balazos a dos importantesdirectivos, pintaron en las paredes:“Patrón que colabore con larepresión, patrón que irá alparedón”, y se marcharon matando aun cabo de la policía en su huida.174

Entre los atacantes nadie se preocupóde averiguar cuál había sido lareacción de los obreros, pero, tres

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meses antes, cuando los Montonerosasesinaron en Córdoba al directivode la Fiat Samuel Salas, durante unadisputa industrial, las fuerzas obrerashicieron una huelga de protesta.175

Un grupo, la Fuerza de Monte delEjército Montonero, que seestableció en las montañas deTucumán para actuar en ellas,176

inició sus operaciones por aquelentonces, posiblemente como ungesto dirigido al declinante ERP,pero con mayor probabilidad con elfin de adiestramiento y para

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dispersar cuanto pudieran a lasfuerzas enemigas.177 Se hizodiscernible alguna influenciamontonera en las Ligas Agrarias, lascuales habían encabezado las luchasde los trabajadores agrícolas enChaco, Formosa, Misiones y en elnorte de la provincia de Santa Fedurante el primer quinquenio de losaños setenta. El secretario general delas Ligas, Osvaldo Lovey, seconvirtió en montonero. Sin embargo,las ciudades siguieron siendo losfocos decisivos del conflicto; ypreviendo que la policía

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desempeñaría el principal papelfísico en el componente urbano de laofensiva enemiga (puesto queconocía mejor el terreno guerrillerode las ciudades que los militares),los Montoneros escogieronprecisamente a aquélla como suobjetivo prioritario para 1976. El 12de enero, de quince a veintecombatientes intentaron irrumpir enla Escuela de Policía Juan Vucetich,en La Plata, para apoderarse de loshelicópteros, pero fueron rechazados.Volvieron veinte días después, esavez formando un grupo de cincuenta

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guerrilleros, pero fueron nuevamenterepelidos. Una “Tercera CampañaMilitar Nacional Montonera” seinició el 11 de marzo y, al cabo deuna semana, las operaciones de“aniquilamiento y recuperación dearmas” habían causado la muerte dedieciséis personas —incluidos trecepolicías— y herido a otros diezagentes.178

Los Montoneros vagaban cada veza mayor profundidad en la penumbraque media entre la guerra deguerrillas urbanas y el terrorismo, yse mantenían al borde de lo que la

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prensa llamó “terrorismo colectivo”,sobre todo cuando hubieron llevadoa cabo la operación más “ruidosa”de aquel período. El 15 de marzo, unartefacto que contenía veinte kilos detrotil, colocado en un cocheestacionado delante del CuartelGeneral del Comando General delEjército (el Edificio Libertador),estalló por mando a distancia cuandoentraban en el lugar varios oficialesde alta graduación. Resultaronheridos levemente cuatro coroneles yotros doce militares.

Pero también lo fueron una docena

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de civiles, y un conductor de camiónmurió en la explosión, sólo a 150metros de la Casa Rosada. LosMontoneros conceptuaron aquelataque de impacto en “el centro degravedad del enemigo”. La operaciónpudo costarle la vida al tenientegeneral Jorge Rafael Videla, jefe delEjército, pero también puso enpeligro la de civiles.179 Y algoparecido sucedió en losacontecimientos del día siguiente: nosólo se encontraron bombas —semejantes a las del Cuartel Generaldel Ejército— donde debía pasar el

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cortejo fúnebre de dos policíasasesinados, presidido por el generalHarguindeguy, jefe de la PolicíaFederal, sino que se hicieron estallarartefactos al menos en media docenade apartamentos de lujo del BarrioNorte (entre ellos uno, segúnafirmaron los Montoneros, propiedaddel secretario general de la CGT,Casildo Herreras). “Hemos minadoel Barrio Norte”, comunicaron losMontoneros por teléfono a laprensa.180

En aquel momento, la potencia dechoque de los Montoneros,

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indiscutiblemente elevada, se estabausando con creciente agresividadcontra las fuerzas de seguridad y suspatrocinadores de la elite. Laprohibición del Partido Auténticohabía eliminado todo obstáculo a unaumento del acoso de las fuerzas delEstado por parte de los guerrilleros.Sin embargo, su “ofensiva militartáctica” no fue la única acciónrebelde que espoleó a las FuerzasArmadas en su carrera hacia elpoder: la inquietud obrera se estabageneralizando de nuevo, esa vez enrespuesta al Plan Mondelli —una

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caricatura del Plan Rodrigo (queprovocó la huelga general de 1975)— que ofrecía una subida de preciosdel 100% y unas mejoras salarialesdel 20% como fórmula curativa delos males económicos de la nación.A pesar de la prohibición de lashuelgas, importantes sectores delmovimiento obrero recurrieron aellas, así como a marchas de hambre,trabajo a reglamento ymanifestaciones callejeras, en unesfuerzo por forzar un cambio en laestrategia económica del gobierno.Los obreros metalúrgicos, los del

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sector del automóvil y muchos otrosgrupos paralizaron sus industrias enBuenos Aires, La Plata y Córdobaaun cuando las propuestas deMondelli gozaban del apoyo de laCGT. Con todo, los guerrilleros nodesempeñaron papel orgánico algunoen las movilizaciones obreras demarzo de 1976. Previendo redadas ydetenciones sistemáticas en masa,retiraron de las fábricas, semanasantes del golpe del 24 de marzo, alos militantes que quedaban en ellas.Era uno de los comportamientosortodoxos de los guerrilleros:

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retirarse al verse enfrentados a unafuerza militar superior.Absolutamente esencial comomedida de seguridad, no era, sinembargo, una táctica calculada parahacer avanzar la causa política deuna supuesta vanguardia de lostrabajadores. Cuando el enemigoavanzó, la “vanguardia” se retiró delcampo de batalla industrial.

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NOTAS

1. “Isabel no es Perón”, un remoquetemontonero corriente de 1974 a 1976,frecuentemente precedido de “Losprecios dan la razón”. Otra pulla favoritacontra Isabel era: “Evita hay una sola”.

2. Para informaciones de laconferencia de prensa, véase BuenosAires Herald, 7 de septiembre de 1974;The Sunday Times, Londres, 8 deseptiembre de 1974; y The Guardian,Londres, 9 de septiembre de 1974.

3. Buenos Aires Herald, 7 deseptiembre de 1974.

4. Muchos señalaron al ERP o a losrivales sindicalistas de Rucci cuando éste

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fue asesinado. Los Montonerosparecieron lamentar públicamente sumuerte, aun cuando alguien sospechabaclaramente que ellos habían sido losautores del atentado: Enrique Grynberg,uno de los principales miembros delAteneo Evita, de la JP, fue asesinado eldía siguiente, en la entrada de su casa, enun ataque de represalia. Rucci,evidentemente, había sido “condenado amuerte” en las manifestacionespromontoneros: el 26 de julio de 1973,en una conmemoración de Eva Perón enSaavedra, 90.000 personas habíangritado repetidamente: “Rucci, traidor, avos te va a pasar lo que le pasó aVandor”, dando a entender que recibiría

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el mismo “castigo” que Vandor por serun “traidor al peronismo” (ElDescamisado, nº 11, 31 julio de 1973,pp. 2-6). Pero los Montoneros tardaronmás de un año en “asumir” (en vez dereivindicar) la responsabilidad delatentado. Es probable que mataran aRucci, aunque algunos rumoressugirieron que intentaban atribuirse deforma oportunista la fama de un acto quehabía sido obra de la disidente ColumnaJosé Sabino Navarro. En cualquier caso,lo más importante en cuanto a lasrelaciones Montoneros-clase obrera esque, en general, se creyera que losMontoneros habían sido los asesinos deRucci.

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5. Fechas de las operaciones: Rucci,25 de septiembre de 1973; Coria, 22 demarzo de 1974; Navazo, 1º de julio de1974; Mor Roig, 15 de julio de 1974;Kraiselburd, 17 de julio de 1974; Salas,24 de agosto de 1974; Salato, 12 de juliode 1974.

6. González Janzen, p. 184.7. Para informaciones de prensa de los

asesinatos más controvertidos, véase“Ante la muerte de José Rucci” y “Lavida y muerte de José Rucci”, ElDescamisado, nº 20 (2 de octubre de1973), pp. 23 y 45; “Por qué murióCoria”, ibíd., nº 45 (marzo 1974), pp. 23y 81 y “La muerte de Mor Roig”, LaCausa Peronista, nº 3 (23 de julio de

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1974), pp. 20-23.8. Puede suponerse que los

Montoneros secuestraron a otroshombres de negocios con miras aaumentar la disponibilidad de fondosantes de su anuncio, el 6 de septiembrede 1974, de una vuelta a una guerraconstante. Varios directivos, reacios afinanciar actividades guerrilleras,empezaron a dirigir sus operacionescomerciales desde hoteles yapartamentos en Montevideo (TheGuardian, 3 de septiembre de 1974).

9. Las FAR habían asesinado alcontralmirante Emilio Berisso, alto oficialdel Servicio de Información de laArmada, el 28 de diciembre de 1972; el

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ERP había matado al contralmiranteHermes Quijada, presidente retirado dela Junta de Jefes del Estado Mayor, el 30de abril de 1973.

10. El estilo de vida de Coria y deRucci, así como el de otros líderessindicales, se describe en Jorge Correa,Los jerarcas sindicales (EditorialObrador, Buenos Aires, 1974), versiónmuy aumentada y puesta al día deloriginal (Editorial Polémica, BuenosAires, 1972) y la mejor fuente deinformación existente sobre la corrupciónsindical en la Argentina.

11. Correa (1974, pp. 89-90)menciona el caso de Juan Carlos Gómez,uno de los miembros de la CNU que

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asesinaron, en diciembre de 1971, a laestudiante de Mar del Plata Silvia Filler.Gómez fue excarcelado en la amnistía demayo de 1973. También se refiere aTomás Roberto Cardozo, que en julio de1973 mató a Benito Miguel Span,secretario de Prensa de la JP de SanNicolás.

12. “Atlanta”, texto del discursopronunciado por Mario Firmenich el 22de agosto de 1973, Militancia, nº 12 (30de agosto de 1973), pp. 26-29.

13. La Federación Gráfica Bonaerense(FGB) de Ongaro y la Asociación deEmpleados de Farmacia de Di Pasquale,junto con el Sindicato de Trabajadoresde la Publicidad, fueron los principales

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bastiones del alternativita Peronismo deBase (PB). Otro centro importante delPB era la ciudad de Córdoba. Tosco ySalamanca eran líderes regionalescordobeses; el primero, de lostrabajadores de Luz y Fuerza, y elsegundo, del Sindicato de Mecánicos yAfines del Transporte Automotor (SMA-TA). La base de Jaime se hallabaprincipalmente en la provincia de Salta:en julio de 1973, obreros militantesestablecieron allí la CGT Peronista-Clasista Antiimperialista de Salta, perofue violentamente suprimida, cincosemanas después, por las fuerzasoficiales de la CGT. Finalmente,Piccinini fue el líder de la huelga de

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sesenta y un días surgida en VillaConstitución en marzo-mayo de 1975, yque comenzó cuando la burocracianacional de la UOM intentó hacersecargo de la sección sindical local despuésde haber perdido allí, en noviembre de1974, el liderazgo en las eleccionessindicales frente a una lista común decandidatos de la JTP, el PST y el PRT(véase “Entre el tiempo y la sangre”,Carta Política, nº 21, tercera semana deabril de 1975, pp. 46 y 8). En BebaBalvé et al., pp. 155-167, se presentanlas razones del marcado radicalismo delos trabajadores cordobeses; lo mismo enDelich, passim.

14. Sobre la base del poder y el

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ascenso del vandorismo, véaseespecialmente Daniel James, “Power andPolitics in Peronist Trade Unions”. Elmismo autor ofrece una introducción alos sindicatos combativos en “ThePeronist Left, 1955-1975”, Journal ofLatin American Studies, vol. 8, nº 2(1976), pp. 273-296.

15. “La burocracia traidora es hija dela Libertadora” era una consignamontonera corriente en 1975.

16. En realidad, los Montonerosreconocieron en una ocasión losantecedentes combativos de los líderessindicales conciliatorios, pero sin apreciarla buena reputación que ello les habíavalido en el movimiento obrero durante

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los años sesenta. Tal ocasión se dioprecisamente unos días después delasesinato de Rucci, cuando, en uneditorial muy raro, los Montoneroscomentaron: “Rucci era un buenmuchacho [...] no era mal tipo. Tenía suhistoria de resistencia, de cárcel”. Elmismo editorial se refería también a lamilitancia de Vandor y de Coria durantelos últimos años cincuenta: “Eran leales,eran queridos, habían llegado a lossindicatos por elecciones y representabana la base del gremio” (en “Ante la muertede José Rucci”).

17. Como cuando, en 1964, la CGTpuso en marcha un Plan de Lucha quesuponía la ocupación de más de 11.000

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centros de trabajo por casi cuatromillones de trabajadores (Peralta Ramos,p. 166).

18. Peralta Ramos (pp. 58-63) serefiere a la creciente heterogeneidad de laclase obrera después de 1955, cuandoaumentaron los salarios de lostrabajadores en los sectores industrialesdinámicos y las diferencias que losseparaban de los trabajadores de lossectores deprimidos se acentuaron. En1966 los obreros metalúrgicos noespecializados estaban mejor pagadosque los especializados de otros sectoresde producción y, se vea o no en estostrabajadores una “aristocracia obrera”,su sindicato, la UOM, era el principal

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bastión del vandorismo.19. Un militante de relieve que,

excepcionalmente, se inclinó hacia lapolítica socialista como resultado de lainfluencia católica radical fue RaimundoOngaro, como puede verse en Sólo elpueblo salvará al pueblo. Se dice que,durante las muchas temporadas que pasóen la cárcel, soportó los sufrimientos dela tortura recitando fragmento de laBiblia a sus martirizadores.

20. “Hacia la toma de la batuta”, ElDescamisado, nº 17 (11 de septiembrede 1973), p. 11.

21. Hipólito Acuña fue diputadonacional del FREJULI para Santa Fe ysecretario adjunto de las 62

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Organizaciones peronistas; TeodoroPonce fue el líder interino de la UOM deRosario.

22. “Declaración del ENR con motivodel ajusticiamiento de Augusto T.Vandor”, Cristianismo y Revolución, nº28 (abril 1971), pp. 52-53.

23. “Quiénes, cómo y por qué loejecutaron. La muerte de José Alonso”,La Causa Peronista, nº 8 (27 de agostode 1974), pp. 25-29.

24. Firmenich, “Etapa y conjuntura”,p. 17.

25. De Luca, citado en el BuenosAires Herald, 1º de julio de 1969.

26. “Con las armas en la mano”,entrevista con representantes de las FAP,

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Cristianismo y Revolución, nº 28 (abril1971), pp. 77-80.

27. “Perón a los Montoneros”, 20 defebrero de 1971, La Causa Peronista, nº9 (3 de septiembre de 1974), pp. 28-29.

28. Buenos Aires Herald, 19 demarzo de 1972.

29. Marcelino Mansilla, secretariogeneral de la región de la CGT de Mardel Plata, peronista de la derecha yacaudalado líder de la UOCRA de LaPlata durante diez años, fue asesinadopor el Destacamento Belloni-Frondizi delas FAP (Comando Nacional) el 27 deagosto de 1973, tercer aniversario de lamuerte de Alonso; Atilio Santillán,secretario general de la Federación de

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Obreros Tucumanos de la Industria delAzúcar (FOTIA) fue abatido a tiros en elcentro de Buenos Aires, el 22 de marzode 1976, por una unidad del ERP.Santillán había sido durante muchos añosun combativo líder sindical peronista,pero después apoyó al Ejército cuando, aprincipios de 1975, entró en la provinciade Tucumán para contrarrestar allí laactividad del ERP.

30. Este apodo provenía de laobsesión que López Rega tenía por laastrología y el ocultismo. Entre sus librossobre tales temas, a menudoautofinanciados, había uno, según él,¡escrito en colaboración con el arcángelSan Gabriel! Se hicieron paralelos entre

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López Rega y Rasputín. Véase TomásEloy Martínez, “El ascenso, triunfo,decadencia y derrota de José LópezRega”, La Opinión, 22 de julio de 1975;y Jane Monahan, “Fallen star whoguided Señora Perón”, The Times, 23 dejulio de 1975.

31. Véase, por ejemplo, “Elmovimiento obrero argentino ante lasituación nacional”, anuncio de prensapagado de CGT-62 Organizaciones, LaRazón, 22 de julio de 1975. Enseptiembre de 1975, los Montonerosdijeron que Antonio Cafiero, el ministrode Economía más partidario de la CGTde aquella administración, representabala continuación de la política de Rodrigo

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(“Otra vez el poder militar”, EvitaMontonera, nº 7, septiembre 1975, pp.2-4).

32. Las relaciones entre la facción deLópez Rega y los líderes sindicales seanalizan en Santiago Senén González, Elpoder sindical, Editorial PIus Ultra,Buenos Aires, 1978, passim.

33. Ibíd., especialmente pp. 24-25.34. Sin embargo, nunca hubo una

verdadera oportunidad para una alianzaentre los Montoneros y el liderazgosindical. La CGT, durante el período1973-1976, apoyó firmemente lacampaña de las fuerzas de seguridadcontra la “subversión”. En octubre de1974, organizó una huelga general de

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quince minutos para manifestar su“repudio al terrorismo”, el mes siguienterindió homenaje a los oficiales muertosen la lucha antiguerrillera y, en agosto de1975, expresó su “permanenteidentificación con los soldados denuestro glorioso Ejército [...] en su luchacontra los terroristas”. A veces, elEjército también ayudaba a la burocraciaobrera: en octubre de 1974, el brigadiermayor Raúl Lacabanne, nombrado“interventor federal” para gobernar laprovincia de Córdoba después del golpede la policía contra el gobierno electo deObregón Cano, apoyó la decisión de losejecutivos nacionales del SMATA deexpulsar a Salamanca y a sus partidarios

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y se refirió a ellos como “mercenarios”(ibíd., pp. 28, 50-58 y 71).

35. “Informe del Consejo Nacional delPartido Montonero, septiembre de1977”, p. 10.

36. Clausewitz, p. 271.37. “Parar a los milicos cipayos,

preparar el avance popular”, EvitaMontonera, nº 12 (febrero-marzo 1976),pp. 7-8.

38. “La clase obrera y el movimientoperonista”, ibíd., nº 7 (septiembre 1975),pp. 14-15.

39. Entrevista personal con unpartidario de los Montoneros que tuvoun cargo secundario durante lapresidencia de Cámpora, Buenos Aires,

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27 de septiembre de 1975.40. Buenos Aires Herald, 13 de

septiembre de 1974. Zavala Rodríguez,en 1975, pasó a ser uno de los líderesnacionales del Partido PeronistaAuténtico (PPA) de los Montoneros ydirector de El Auténtico. En diciembrede 1976, murió en un tiroteo con lapolicía. Leonardo Bettanín, que habíatrabajado antes para Primera Plana, fuemuerto en enero de 1977 al resistirse asu detención, algunos meses después delsecuestro y probable asesinato de suhermano Guillermo Juan. Cristina, laesposa de Leonardo, se suicidó para queno la capturaran viva.

41. En el apéndice B hemos tratado de

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ilustrar el desarrollo organizativo de losMontoneros.

42. La idea de la “columna”guerrillera, influida por el modeloorganizativo de los Tupamaros, consistíaen unas unidades autosuficientes, conreclutamiento, servicio de información,aparato militar y técnico independientes,así como con la organización propia de lalabor de masas. Teóricamente, auncuando algunas columnas fueroneliminadas, las demás se conservaronintactas y por ello capaces de luchar ymultiplicarse. Un año después de haberempezado a formar columnas, losMontoneros las abandonaron porconsiderar que se habían hecho

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demasiado grandes y difíciles demanejar. Sobre las estructuras de losTupamaros, véase Kohl y Litt, pp. 188-191; MLN Tupamaros, Actas tupamaras(Schapire Editor, Buenos Aires, 1971); yAlberto Islas y Clara Ferreira, “Apuntespara una historia crítica del MLN(tupamaros)”, Combate (Suecia), núms.31-37 (marzo-septiembre 1978).

43. Buena parte de la informaciónreferente al desarrollo organizativoprocede de una entrevista personal condos miembros del Movimiento PeronistaMontonero (MPM), agosto 1980.

44. “Hacia la construcción del EjércitoMontonero”, Evita Montonera, nº 8(octubre 1975), pp. 25-26.

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45. Otras estimaciones del momentode máxima fuerza de los Montonerostienden a dar cifras más altas respectodel número de personas en armas:Christopher Roper (The Guardian, 26 demarzo de 1979) lo elevó a 7.000 en1975, lo mismo que The Economist (26de enero de 1980) en un estudio sobre laArgentina; Robert Cox, director delBuenos Aires Herald, lo llevó a más de10.000 (The Observer, 3 de febrero de1980).

46. “Las milicias peronistas sonposibles”, Evita Montonera nº 3 (marzo1975), pp. 22-23.

47. “Carta a la policía”, ibíd., p. 47.48. Buenos Aires Herald, 20 de

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septiembre de 1974.49. The Guardian, 19 de junio de

1975.50. Buenos Aires Herald, 18-19 de

junio de 1975.51. Ibíd., 22 de junio de 1975.52. Para detalles sobre el secuestro de

Metz, véase La Opinión e ibíd., 26 dediciembre de 1975, además delcomunicado guerrillero publicado enEvita Montonera, nº 11 (enero 1976), p.22. Para ejemplos de la publicidadlograda, véanse Le Monde y TheGuardian, 24 de diciembre de 1975.

53. Buenos Aires Herald, 29 de juliode 1975.

54. Entrevista personal, en agosto de

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1980, con miembros del MPM, Londres.55. La Junta de Coordinación

Revolucionaria (JCR), compuesta por elPRT-ERP argentino, el MLN Tupamarouruguayo, el Movimiento de IzquierdaRevolucionaria (MIR) chileno y elEjército de Liberación Nacional (ELN)boliviano, cuya existencia fue anunciadapúblicamente por el ERP en febrero de1974, empezó a fabricar, sin embargo, lapistola ametralladora JCRI. En abril de1975, la policía argentina descubrió unafábrica de armas JCR en Caseros, dondese estaban produciendo quinientas dedichas armas, principalmente pormiembros uruguayos (Buenos AiresHerald, 15 de febrero de 1974 y 12 de

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abril de 1975).56. Entrevista personal, en agosto de

1980, con miembros del MPM, Londres.57. Los principales productos eran el

lanzagranadas de fusil LG-22, la granadade mano SFM-4 y la granada de fusilantiblindaje G40. En Estrella Federal(órgano oficial del Ejército Montonero),nº 5 (septiembre 1978), p. 13, aparecióun reportaje sobre la producción degranadas y explosivos.

58. Buenos Aires Herald, 20 deoctubre y 18 de noviembre de 1974.

59. “Palabras de Firmenich”.60. Buenos Aires Herald, 17 de

noviembre de 1974.61. Por aquel tiempo los personajes

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importantes se trasladaban de un lado aotro rodeados de coches y motocicletasde la policía, a menudo con las callessecundarias cerradas temporalmente.Muchos vehículos de seguridadparticulares llevaban lanzallamas.

62. Viñas, pp. 231-241.63. El Comando Libertadores de

América era un escuadrón de la muerteque actuó en 1974-1976 y que estabasupuestamente relacionado con elEjército en Córdoba.

64. La Opinión, 5 de diciembre de1975; y El Cronista, 8 de diciembre de1975.

65. El coche de Morales fueacorralado en el distrito bonaerense de

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Palermo por la Unidad de CombateGustavo Natalio Stenfer (dos pelotones);pero no tardaron en llegar tropas delEjército y comenzó un tiroteo durante elcual murieron el teniente coronelColombo y un guardia de corps. Véase elcomunicado montonero en GonzálezJanzen, pp. 243-254.

66. Jorge Ernesto Araya y AdrianaEstévez, cuyos cadáveres fueronencontrados en el río Carcarañá el 19 dejulio de 1975.

67. Los nombres de Morales yTarquini figuraron en lugar destacado, enfebrero de 1976, en el testimonio deHéctor Paino, desertor de la Triple A(“Las revelaciones de Paino”, La

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Opinión, segunda sección, 12 de febrerode 1976). El organigrama de la Triple Ade Paino mostraba que López Rega sehallaba a la cabeza de la organización,con Carlos Villone (por breve tiempo,después de la caída de Rega, ministro deBienestar Social) y Jorge Conti(consejero de prensa del Ministerio deBienestar Social) como enlaces. Entre losgrupos de la Triple A supuestamenteorganizados por Conti, había uno dirigidopor Julio Yessi (líder de la derechistaJuventud Peronista de la RepúblicaArgentina, JPRA) y otro por FelipeRomeo, que incluía a Tarquini. Painodejó la Triple A y fue encarcelado, segúnél, por haberse negado a matar a alguien

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(Buenos Aires Herald, 5 de febrero de1976; y La Nación, 14 de febrero de1976).

68. The Times, 29 de julio de 1975.69. La Opinión, 28 de septiembre de

1975.70. Ibíd., 11 de julio de 1975. Más

tarde, negó haber hecho tal declaración.71. Buenos Aires Herald, 30 de junio

de 1975.72. Ibíd., 2 de mayo de 1975. Sólo

asistieron de 20.000 a 30.000 personas ala concentración.

73. El Comando de Organización (Cde O), dirigido por el diputado peronistaAlberto Brito Lima, recibió más de mildólares del Ministerio de Bienestar Social

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en febrero de 1975, según se declaró,para un campo de deportes pertenecientea una escuela primaria, la Escuela Hogarnº 11, de Ezeiza. En aquel momento el Cde O se hallaba en el proceso de tomar elcontrol de la escuela. Bajo su dirección,que duró casi todo el año 1975, loscolegiales eran frecuentemente arengadospor propagandistas del C de O y, enciertas ocasiones, se los obligaba amarchar en columnas y a hacer el saludonazi (La Opinión, 12 y 14 de octubre de1975).

74. Buenos Aires Herald, 26, 27 y 30de abril de 1974 y 9 de diciembre de1974.

75. Mario Norberto, primo de

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Firmenich, “desapareció” tras sudetención, aunque oficialmente seanunció que había sido liberado (BuenosAires Herald, 16 de diciembre de 1974);luego, para señalar el tercer aniversariode la fuga de la cárcel de Rawsonconseguida por los guerrilleros, elComando Libertadores de Américaasesinó en Córdoba a los padres, a unhermano y a una hermana de la víctimade Trelew Mariano Pujadas, lo queprovocó un considerable alboroto públicoque incluyó huelgas de protesta por partede los trabajadores de Transax, IKA-Renault, Thompson Ramco y Fiat (LaOpinión, 14 y 16 de agosto de 1975; ElCronista, 20 de febrero de 1976); el

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doctor Hugo Vaca Narvaja, ex ministrodel Interior de Frondizi, padre deFernando Vaca Narvaja, otro fugado deRawson e importante montonero, fuesecuestrado en Buenos Aires, dossemanas antes del golpe militar, por unossupuestos policías y nunca volvió a servisto (La Nación, 11 de marzo de 1976);y el padre del montonero “original”Carlos Capuano Martínez, fue muerto enCórdoba la víspera de la toma del poderpor los militares (La Tarde, 23 de marzode 1976).

76. Buenos Aires Herald, 25 de juliode 1975.

77. La operación fue planeada para el24 de febrero, con el fin de que

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coincidiera con el aniversario de lavictoria electoral de Perón en 1946, perotuvo que ser aplazada cuando, el 21 defebrero, dos supuestos participantes,Baretta y Figueroa, fueron muertos enlos suburbios de Córdoba al dispararlesla policía mientras retiraban armas defuego de un coche abandonado.

78. Para el texto del “parte de guerra”y de la carta de Egan, véase EvitaMontonera, nº 3 (marzo 1975), pp. 46-48. El principal nombre de la lista era elde Gustavo Stenfer, hijo de un modestohombre de negocios, que se unió a losguerrilleros durante los primeros añossetenta. Encarcelado por un ataque a unpolicía en agosto de 1972, intervino en la

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toma de la prisión de Villa Devoto enmayo de 1973, pero “desapareció” el 21de octubre de 1974.

79. Sobre el caso Mitrione, véaseAlain Labrousse, The Tupamaros,Penguin, Harmondsworth, 1973, pp. 99-112. La película de Costa-Gavras,Estado de Sitio, retrata brillantemente eldilema tupamaro.

80. Buenos Aires Herald, 27 deseptiembre de 1974.

81. Análisis de la prensa argentina porel autor, junio 1975-marzo 1976.

82. Buenos Aires Herald, 7 de agostode 1975. En la misma ocasión, eseministro, responsable de la policía, dijoque no sabía si existía realmente la Triple

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A: “Podrían ser izquierdistasdisfrazados”.

83. De manera semejante, los libros dela izquierda peronista estaban en venta,pero cuando alguien pasaba más dealgunos minutos examinándolos encualquiera de las principales librerías delcentro de Buenos Aires, un policíavestido de civil le preguntaba sobre elparticular (experiencias personales).

84. Partido Montonero, documentointerno sin título, octubre de 1977: unasíntesis, hecha por la ConducciónNacional, de la reunión del ConsejoNacional del partido de septiembre de1977, p. 16. El Montonero se unióbrevemente a Evita Montonera a

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principios de 1976. La víspera del golpemilitar, salió un número de Información,apoyado por los Montoneros, paravocear la petición de elecciones hechapor los grupos de centroizquierda. Sudirector, Holver Martínez Borelli, habíasido rector de universidad y líder delPartido Cristiano Popular en Salta. En1977 pasó a ser un líder de la rama delos profesionales, intelectuales y artistasdel MPM. La mejor fuente sobre losproblemas que afectaban al periodismoes Andrew Graham-Yooll, The Press inArgentina, 1973-1978, Writers andScholars Educational Trust, Londres,1979.

85. Hodges, ed., Philosophy of the

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Urban Guerrilla, p. 266.86. Ibíd., 267.87. Clausewitz, p. 7.88. “Informe del Consejo Nacional,

septiembre de 1977”, p. 6.89. Walter Laqueur se refirió a la

guerra de guerrillas urbana (TheGuerrilla Reader, Temple UniversityPress, Filadelfia, 1977, p. 7) llamándola“mero terrorismo presentado de otraforma”, aun cuando Guillén y Marighelafiguran en la citada obra. John Ellis (AShort History of Guerrilla Warfare, IanAllan Ltd., Londres, 1975, pp. 6-8)también considera que “guerrilla urbana”es una denominación errónea, y acusaademás a quienes la practican de

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“gangsterismo a medias”; sin embargo, lalucha armada argentina de 1975correspondió a su definición de unaguerra que implicaba “cierto nivel deviolencia organizada situado por encimay más allá de los actos aislados defrancotiradores, el secuestro y el robo”.

90. “Hacia la construcción del EjércitoMontonero”.

91. Partido Montonero, documentointerno sin título, octubre de 1977, pp.15-16.

92. Datos no oficiales, con probableorigen en el Ministerio del Interior,citados en La Nación del 21 de junio de1975, sugieren un giro de la luchaarmada hacia fuera de Córdoba después

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de 1973, debido posiblemente a ladureza de los métodos contrainsurgentesempleados allí después del golpe de lapolicía y de la “intervención” federal defebreromarzo de 1974. Según estafuente, hubo 689 “actos de terrorismo”en la Argentina en 1973 y 3.178 en1974; en 1973, Córdoba fue su principalescenario, seguida de la provincia deBuenos Aires, pero en 1974 dichaprovincia se convirtió en la zonaprincipal de tales actividades, seguida dela Capital Federal.

93. Para detalles, véase Buenos AiresHerald, 11, 26 y 31 de julio de 1975; LaOpinión, 11 de julio 1975; y La Nación,11-12 de julio de 1975.

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94. El Buenos Aires Herald del 13 deagosto de 1975 calculaba que desde juliode 1974 habían muerto sesenta y cincopolicías en choques con los guerrilleros oen ataques de los mismos. En 1975 huborumores de que ciertas comisarías depolicía de los suburbios de Buenos Aireshabían sido abandonadas debido a lovulnerables que eran a los ataquesguerrilleros. Aunque nunca se confirmó(o negó) tal hecho, su verosimilitud dauna idea del ambiente político deaquellos momentos.

95. Después de la matanza de dieciséisguerrilleros capturados en Catamarca enagosto de 1974, el ERP anunció queabatiría a dieciséis oficiales del Ejército

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como represalia, y empezó a hacerlo el25 de septiembre. Hasta el 10 dediciembre habían sido asesinados diezoficiales, pero entonces la campaña sesuspendió a causa de la muerteaccidental de una niña de tres añosatrapada en el tiroteo que tuvo efectodurante el asesinato de su padre, elcapitán Viola. Después el ERP seconcentró en la guerra de guerrillas ruralen Tucumán por espacio de un año, ytuvo éxitos iniciales al enfrentarse sólocon la policía, pero, en 1975, sucumbiógradualmente al Ejército. El apoyo que elERP recibió de la gente de aquel lugar,conseguido por el PRT, su partidohermano, durante su participación de los

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años sesenta en las luchas contra elcierre de las fábricas de azúcar, fuesocavado por el Ejército con la creaciónde áreas “protegidas” y la destrucción delas viviendas aisladas para separar a losguerrilleros de la población rural. Enenero de 1976, fuentes oficialessugirieron que el ERP había perdido 150combatientes en Tucumán, frente a unasbajas de 50 hombres por parte delEjército; según el ERP, el enemigo habíatenido 100 bajas contra 50 propias, peropor entonces se hallaba en francodeclive. Véase Buenos Aires Herald, 7de enero de 1976; y La Opinión, 8 deenero de 1976.

96. “Under the Shadow of a

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Gumnan”, Roberto Quieto entrevistadopor Richard Gott, The Guardian, 18 deoctubre de 1974.

97. El general Luciano BenjamínMenéndez, jefe del Tercer Cuerpo delEjército, citado en La Opinión, 18 dediciembre de 1975. El ERP asemejabaTucumán a Cuba a causa de la industriaazucarera de aquella provincia y de suextenso terreno montañoso; pero,además de las románticas ideasguevaristas, la elección de Tucumáncomo zona de guerra tuvo sin duda algoque ver con el hecho de que los líderesdel PRT-ERP, Mario Roberto Santucho,Manuel Carrizo y Luis Sbédico, habíansido estudiantes de la Facultad de

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Ciencias Económicas de la Universidadde Tucumán y habían obtenido el mismodía su graduación como contadorespúblicos.

98. Lewinger había pertenecido alcuerpo de redacción de Primera Plana yera uno de los oficiales de más categoríade los Montoneros. Dirigió la unidad quelanzó el ataque contra la Armada, pero élfue muerto cuando, el 24 de mayo de1975, capitaneaba un atentado contrauna comisaría de policía en Mar delPlata para liberar al montonero EduardoSoares. El padre de Soares murió al díasiguiente, supuestamente a manos de lapolicía (Evita Montonera, nº 7,septiembre 4975, p. 12).

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99. Ibíd., pp. 28-29; y nº 8 (octubre1975), pp. 16-18. Véase también LaOpinión, 23 de agosto de 1975.

100. Se produjo una operaciónsemejante, aunque de menorenvergadura, el 14 de diciembre de1975, cuando los Montoneros minaron yprodujeron graves daños al yate Itatí,propiedad del Alto Mando de la Armada,pero usado generalmente por el almiranteEmilio Massera.

101. Osatinsky había sido antes unode los líderes de las FAR. Detenido enfebrero de 1971, fue uno de los jefesguerrilleros que se escaparon en la granfuga de la cárcel de Rawson de agosto de1972. Después de la fusión Montoneros-

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FAR, pasó a formar parte de laConducción Nacional y estuvo al mandode la Zona Oeste de los Montoneroshasta el 7 de agosto de 1975, fecha enque fue detenido en Córdoba por lapolicía como consecuencia de una“traición” de Fernando Haymal. Fuemuerto dos semanas después, o por lapolicía (según los Montoneros) o pormontoneros que intentaban rescatarlo(según la policía). Su esposa fueencarcelada, un hijo suyo, muerto, y otro—de quince años—, secuestradodespués del golpe de marzo de 1976.Véase La Opinión, 10, 22 y 26 deagosto de 1975.

102. “Tucumán: golpe a las fuerzas de

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ocupación”, Evita Montonera, nº 7(septiembre 1975), pp. 16-18; BuenosAires Herald (29 de agosto de 1975); yLa Opinión (30-31 de agosto de 1975).El único otro ataque montonero de esteperíodo fue el de diciembre a Corbat(mencionado en el capítulo anterior), enrespuesta al anuncio hecho ennoviembre, de que los aviones decombate Skyhawk estaban siendo usadosen Tucumán para el bombardeo desaturación de las altas zonas montañosasfrecuentadas por los contingentes delERP.

103. “Formosa: el ejército gorila ocultasu derrota”, Evita Montonera, nº 8(octubre 1975), pp. 2-8. Véanse también

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La Opinión y el Buenos Aires Herald,6-10 de octubre de 1975, que incluyeninformes de las fuerzas de seguridad.

104. La pregunta de por qué no huboninguna persecución aérea del Boeing niintento alguno de dispararle mientras sehallaba en el aire nunca fue contestadasatisfactoriamente. Además de latripulación, parece ser que losmontoneros se llevaron, en su vuelohacia Santa Fe, a un oficial de laPrefectura, pero sería sorprendente quesólo ello hiciera desistir al despiadadopersonal de seguridad de la persecucióno interceptación del aparato.Posiblemente la necesidad de unaautorización de los jefes militares y del

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ministro de Defensa para actuar contra elaparato fue uno de los factores queretrasaron las contramedidas. Sinembargo, es más verosímil que la malacoordinación entre el Ejército y la FuerzaAérea, debido a rivalidades entre lasrespectivas fuerzas, explicase el misterio.

105. Hasta donde uno puededeterminar, los relatos de losMontoneros de sus propias actividadesestaban basados en la realidad. Sinembargo, adolecían de la omisión dehechos importantes: en este caso, el deque los atacantes del R29 pudieroncontar con la ayuda interior del reclutaRoberto Mayol, muerto por los soldadosdurante la lucha. Por otra parte, los

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relatos de las fuerzas de seguridad, almenos en esta ocasión, se caracterizarontanto por su tergiversación efectiva comopor sus omisiones: se negó la pérdida dearmas por parte del arsenal R29, perohubo testigos presenciales que vieroncómo eran cargadas a bordo del avión enque se llevó a cabo la huida (LaOpinión, 11 de octubre de 1975); y lasdeclaraciones oficiales de que hubotambién ataques montoneros a otrosedificios de Formosa, incluido unhospital y una cárcel, nunca llegaron averificarse. Mientras que los Montonerosdieron la información de que el númerototal de bajas en la guarnición había sidode once, los informes oficiales hablaron

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de dieciséis guerrilleros muertos en laacción, cinco más en el ataque a unhospital, negado por los Montoneros, yotros nueve en unas escaramuzasdurante las cuales, según se dice,murieron cuatro civiles, sorprendidos porel fuego cruzado.

106. La Opinión, 7 de octubre de1975.

107. “Formosa: el ejército gorila”, op.cit.

108. Afirmación del PST citada en LaOpinión, 8 de octubre de 1975.

109. “Contra el ejército represor deSierra Grande”, Evita Montonera, nº 11(enero 1976), pp. 9-11.

110. Evita Montonera, nº 11, p. 20.

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111. “Tercera Campaña MilitarNacional Montonera”, ibíd., nº 12(febrero-marzo 1976), pp. 32-35.

112. Ibíd.113. Evita Montonera, nº 11, p. 17.114. Ibíd., p. 21.115. Régis Debray, The Revolution on

Trial, segundo volumen de A Critique ofArms, Penguin, Harmondsworth, 1978,p. 164.

116. Buenos Aires Herald, 27 deseptiembre de 1974.

117. “Guerrilla: ¿ahora está en elParaná?”, Cuestionario (Buenos Aires),abril 1975, p. 7.

118. Los principales pasos del avancemilitar fueron los siguientes: con

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anterioridad a febrero de 1975, elEjército sólo tomó parte en lacontrainsurgencia con su capacidad deapoyo; aquel mes fue enviado aTucumán para luchar contra el ERP; enagosto, el general Laplane, de la derechaperonista, fue depuesto de su cargo decomandante en jefe en un movimientodirigido por Videla, que luego loreemplazó a él; al cabo de veinticuatrohoras de la espectacular acción deFormosa, las Fuerzas Armadas pasaron aparticipar en un nuevo Consejo deSeguridad Interna regido por elpresidente; nueve días después, la policíaprovincial fue puesta bajo control militar.En noviembre se iniciaron en Bahía

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Blanca grandes operacionescontrainsurgentes en las que tomaronparte el Ejército, la Armada, la Policía yla Gendarmería, y a mediados de mes sehabían extendido, bajo la autoridad delEjército, a toda la Argentina. Como en elUruguay de 1972-1973, se utilizó laactividad guerrillera para justificar laconsiderable militarización que precedióal verdadero golpe de Estado. Porejemplo, cuando el gobernador deCatamarca, Hugo Mott, decidió, ennoviembre de 1975, poner en libertad asiete detenidos, el Ejército desaprobó lamedida y volvió a detenerlos sin lamenor traba (La Opinión, 23 denoviembre de 1975).

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119. “Los militares cipayos: una nuevaetapa de la guerra”, Evita Montonera, nº11 (enero 1976), pp. 12-15.

120. Las minas de Sierra Grandellevaban cuarenta y cuatro días deocupación cuando, en 1975,intervinieron las fuerzas de seguridad.Las peticiones de los trabajadores deaquel lugar incluían el aumento desalarios, pero su principal objeto —comoen la anterior huelga de VillaConstitución— era el derecho de losmineros a elegir sus propiosrepresentantes sindicales locales. VéaseEl Cronista, 24 de noviembre de 1975;y La Opinión, 20-23 de noviembre de1975.

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121. Suplemento especial de ElAuténtico, nº 6 (26 de noviembre de1975).

122. Borro fue un importante líder dela derrotada huelga general“Revolucionaria” de 1959; Cabo, padrede Dardo, era obrero metalúrgico y habíasido miembro de la ejecutiva de la CGT;Fernández, ex secretario general interinode la UOM, había luchado, durante losúltimos años sesenta y los primerossetenta, en una batalla contra LorenzoMiguel, que perdió, por la jefatura delsindicato en Buenos Aires; Framini fueun líder de los trabajadores textiles y unafigura prominente en las luchas sindicalesposteriores a 1955, antes de ser elegido

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gobernador de la provincia de BuenosAires en las elecciones, anuladas, de1962; Lizaso había sido radical y habíapertenecido a la FORJA en su juventud,pero en 1945 optó por el peronismo yluego participó en la resistencia posteriora 1955; y Viel, ex secretario general delConsejo Coordinador y Supervisor delPeronismo, había sido uno de los líderesde la Asociación de Trabajadores delEstado (ATE).

123. Andrés Framini, “Hacia la unidadque nos marcaba Perón”, La CausaPeronista, nº 1 (9 de julio de 1974), p.46.

124. Para la estructura básica delMPA, véase el organigrama del apéndice

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B.125. Fernández Long, que después

pasó a ser un representante juvenilinternacional de los Montoneros, habíasido, durante los cuatro años anteriores,asesor jurídico de las Ligas Agrarias deMisiones, fundadas en 1970.

126. La izquierda “no peronista”significa aquí el PCA, el PI, el PST y elFIP (aunque el FIP, en septiembre de1973, había tomado parte en la campañaelectoral a favor de Perón). LosMontoneros habían rechazado unaalianza con el PCA, el PI y el PSTdiciendo que la lucha estaba en elMovimiento Peronista. En las eleccionespara gobernador y vicegobernador, la

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izquierda no peronista recibió 4.593votos en conjunto frente a los 15.244 delPA-TP. En las elecciones de diputadosprovinciales, la izquierda no peronistaobtuvo un total de 5.239 votos, el PA9.178 y la TP 6.362. Todos los datoselectorales proceden de La Nación, abril1975.

127. Perón, citado en The SundayTimes, 8 de septiembre de 1974.

128. Buenos Aires Herald, 27 defebrero de 1975; y 11 y 13 de marzo de1975.

129. Cámpora permaneció en Méxicodespués de su período de embajador dela Argentina (octubre de 1973 a junio de1974) en aquel país. Antes de volver a la

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patria, abrió, con Obregón Cano y dosmexicanos, una clínica dental (mayo de1975). Se hallaba aún en la Argentinacuando se produjo el golpe militar, peroconsiguió escapar a la detención cuandolas tropas irrumpieron en su casa de SanAndrés de Giles y se refugió en laembajada mexicana. A pesar de susproblemas de salud, el régimen militar nole permitió dejar el país hasta noviembrede 1979, momento en que se unió a lacolonia mexicana formada por Puiggrós,Righi, Laguzzi, Obregón Cano y otros.Cámpora murió en Cuernavaca, México,el 19 de diciembre de 1980, a la edad desetenta y un años.

130. Cámpora, citado en el Buenos

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Aires Herald, 9 de abril de 1973.131. La Opinión, 23 de abril de 1975.132. Ibíd., 28 de diciembre de 1975.133. “Congreso Nacional del PPA”, El

Auténtico, nº 4 (29 de octubre de 1975),p. 6.

134. Ibíd., nº 1 (17 de septiembre de1975), p. 1.

135. “La conducción del MPA:hombres y mujeres con trayectoria delucha en defensa de los interesespopulares”, ibíd., nº 2 (1º octubre de1975), p. 4. Una razón de ello fue que elMPA, al haber sido formado según elmodelo del tradicional MovimientoPeronista, tenía una ejecutiva compuestapor un número igual de representantes de

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cada una de las cuatro ramas. ElConsejo, de dieciséis personas, secomponía así de cuatro consejerospolíticos (Framini, Cepernic, ZavalaRodríguez y Bidegain), cuatro consejerossindicales (Gonzalo Chávez, RobertoTapia, Heriberto Torres y MarioAguirre), cuatro consejeras femeninas(Diana Alac, Delia Castelazzi, RenéChávez y Susana Sanz de Llorente) ycuatro consejeros juveniles (RodolfoGalimberti, Ramón Puch, ClaudioSlemenson e Ismael Salame). Respectode los trabajadores, aparte de AndrésFramini, Chávez había sido despedido dela compañía telefónica del Estado en1969 por sus actividades de base, Tapia

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había dirigido la Unión TranviariosAutomotor (UTA) de Córdoba durantelos primeros años setenta, Torres fue unactivo sindicalista desde los primerosaños cuarenta y desempeñó un cargo enla CGT en 1957, y Aguirre fue, por dosveces, secretario general de la Asociaciónde Trabajadores del Estado en Rosarioentre 1961 y 1974.

136. MPA, Consejo Superior,“Emprendemos la históricatransformación del Movimiento”, ibíd.,p. 5.

137. Ibíd., nº 1, p. 6.138. Ibíd., nº 5 (12 de noviembre de

1975), p. 6.139. Varias entrevistas personales con

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montoneros en Buenos Aires a fines de1975.

140. Según un suplemento fotográficode El Auténtico, nº 8 (24 de diciembrede 1975), el partido consiguió 98.000militantes en sólo ocho meses.

141. La Opinión, 16 de noviembre y26 de diciembre de 1975.

142. La prohibición en sí era de pocaimportancia práctica: sólo significabaque, si algunos guerrilleros eransometidos a juicio, lo que sucedía raravez, podrían ser también acusados deasociación ilícita. Sin embargo, lo querepresentaba realmente era que la buenareputación conseguida por losMontoneros en las luchas anteriores a

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1973 se había devaluado mucho en elMovimiento oficial. Hasta aquelmomento, aquel prestigio había hechoque el gobierno se abstuviera de lanzartodo el ímpetu de las fuerzas deseguridad contra los guerrillerosperonistas, aun cuando demostró mayordureza contra el ERP.

143. Según un reportaje publicado enLa Opinión del 31 de enero de 1976, elEjército reconoció más tarde que sudeclaración sobre la participación de losMontoneros era falsa. El reportajetambién revelaba que, de las 29 bajas delERP identificadas, sólo una correspondíaa un trabajador; las restantes eranestudiantes universitarios y secundarios.

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El número total de muertos pudo haberllegado a 160: tomaron parte en el asaltovarios centenares de guerrilleros, yfuentes militares no oficiales citadas porThe Times (29 de diciembre de 1975)afirmaban que las bajas guerrillerashabían sido 137, y las militares y civiles,unas 20. El ERP reconoció 61 bajas (28muertos, 10 detenidos y 23desaparecidos) y denunció la maneracomo los aviones y los helicópteroshabían disparado a cuanto se movía en elbarrio en que estaba situada la guarnición(“Monte Chingolo: equivocarse conducea la derrota”, Evita Montonera, nº 11,pp. 18-19). Ciertamente, el Ejércitohabía tenido conocimiento previo de

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aquella operación, probablemente graciasa la información facilitada por el traidordel ERP Jesús Ranier: los guerrilleros lo“ejecutaron” unas semanas después,pero nunca se recuperaron de su derrota.

144. Alende, citado en La Opinión, 4de noviembre de 1975.

145. Como resultado de las eleccionesde marzo de 1973, la Alianza PopularRevolucionaria (APR) tuvo un senador ytrece diputados en el Congreso de untotal de 69 y 243. El grupo se componíade cinco diputados del PI; un senador ytres diputados del PRC; dos diputadosdel PCA; tres diputados de la UDELPA(Unión del Pueblo Adelante). Lacandidatura de Alende-Sueldo,

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correspondiente a la APR, para lapresidencia y la vicepresidencia atrajo,en marzo, 885.201 votos (el 7,43%) deun total de casi doce millones. No hubocandidatos de la APR en la votación deseptiembre de 1973. Véase CartaPolítica, nº 9 (tercera semana de octubrede 1974), p. 13; y Graham Yooll,Tiempo de violencia, p. 59.

146. Comunicado del PCA: “ElPartido Comunista apoya la decisión dela CGT y reclama la formación de ungabinete cívico-militar de ampliacoalición democrática”, publicado en LaOpinión, 6 de julio de 1975.

147. El Auténtico, nº 6 (26 denoviembre de 1975), p. 5; y nº 8,

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suplemento fotográfico. Cabo, Gullo yotros seis fueron detenidos en dosrestaurantes de Morón en abril de 1975.Según las especulaciones de la prensa,estaban planeando una operación quecoincidiera con una visita a la Argentinadel general Pinochet, o esperando laentrega de una parte del rescate deBunge y Born. La madre de Gullo fuedespués secuestrada (La Tarde, 9 deagosto de 1976), y Cabo, junto conRufino Uriz, aun cuando se habló en loscírculos oficiales de una posible fuga, escasi seguro que fue sometido a ejecuciónsumaria el 6 de enero de 1977. Tenía yaparalizado un brazo como consecuenciade la tortura. Mosse fue detenido en

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Córdoba en julio de 1975 y fue muerto,junto con cinco personas más, en juniode 1976. Amnistía Internacional (Reportof an Amnesty International Mission toArgentina, 6-15 de noviembre de 1976,Londres, 1977, p. 24) calificó susasesinatos de ejecuciones sumarias.

148. Coordinadora de Gremios enLucha, “La guerrilla industrial, un nuevocuento para perseguir a lostrabajadores”, El Auténtico, nº 8 (24 dediciembre de 1975), p. 6.

149. “Guardaespaldas: imagen de laArge n t in a” , Cuestionario, nº 32(diciembre 1975), p. 17.

150. Montoneros, “Argentina: laguerra continúa”, Marcha (Perú), c.

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junio 1976.151. “Los trabajadores hundiremos al

régimen, porque queremos el poder parael pueblo”, Evita Montonera, nº 12, pp.2-5.

152. Partido Montonero, documentosin título de octubre de 1977, op. cit., p.16.

153. “Argentina: un país en guerra”,entrevista de Cuadernos Políticos con elimportante montonero Julio Roqué,publicada en Revolución (s. l., diciembre1977), boletín ya extinguido publicadoconjuntamente por varias tendenciasrevolucionarias chilenas.

154. Resultados electorales publicadospor El Auténtico, nº 7 (10 de diciembre

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de 1975) y La Opinión, 19 de diciembrede 1975. Los porcentajes de resultadosobservados de año en año son losmejores índices de las tendenciaspolíticas de los estudiantes. En 1975, losgrupos estudiantiles pro Isabelobtuvieron un patético total de sólo2.584 votos, alrededor de un 5% de losescrutados.

155. El Buenos Aires Herald del 12de septiembre de 1975 estimó que las705 muertes políticas acaecidas entre el1º de julio de 1974 y el 12 de septiembrede 1975 se componían de: 248 bajas dela izquierda; 131 muertos en tiroteos(principalmente izquierdistas); 41pérdidas de la derecha; 75 de la policía;

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34 del Ejército; 19 hombres de negocios;35 personas de orientación políticadesconocida; y 122 cadáveres sinidentificar. Para el período peronistacomprendido entre mayo de 1973 ymarzo de 1976, las fuerzas de seguridadestimaron un total de 1.358 muertos acausa del “terrorismo”: 66 militares, 136policías provinciales; 34 policíasfederales; 677 civiles; 445 subversivos(La Prensa, 22 de marzo de 1976). LaNación, edición internacional, del 3 dejulio de 1978 citó una estimación deAmnistía Internacional, según la cual laviolencia derechista organizada porLópez Rega era responsable delasesinato de más de 1.500 personas en

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18 meses.156. Buenos Aires Herald, 12 de

enero de 1975; La Opinión, 2 de enerode 1976; y La Tarde, 22 de marzo de1976.

157. Véase Ronaldo Munck, “TheCrisis of Late Peronism and the WorkingClass 1973-1976”, SLAS, Boletín de laSociety for Latin American Studies(Reino Unido), nº 30 (abril 1979), pp.25-28.

158. Toda la información sobre elcaso de Haymal procede de “Juiciorevolucionario a un delator”, EvitaMontonera, nº 8, p. 21. La prensacomercial sólo dio la noticia de que habíasido muerto por traición.

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159. Los “delitos” de Haymal fueronde menor gravedad que los de CarlosRoth, un montonero que se convirtiórealmente en un traidor y que fue con lasfuerzas de seguridad por las calles deCórdoba señalando a todos los militantesque reconocía; sin embargo, los dosrecibieron la misma condena. Y laprincipal acusación contra Haymal —lade dar la ubicación de la base que tenía asu cargo, permitiendo así la captura delos líderes Osatinsky y Mendizábal— fuemuy cuestionable: fuentes cercanas a losMontoneros revelaron que ninguno deellos había tomado la elemental medidade seguridad de telefonear a la base antesde dirigirse a ella para una reunión.

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160. Véase el anuncio pagado:“¿Dónde está Roberto Quieto?”, en LaOpinión, 31 de diciembre de 1975; y ElCronista, 29 de diciembre de 1975.

161. La Opinión, 10 y 17 de enero de1976; El Cronista, 12 de enero 1976;Buenos Aires Herald, 14 de enero de1976.

162. Para un relato montonero deljuicio, véase “Juicio revolucionario aRoberto Quieto”, Evita Montonera, nº12, pp. 13-14.

163. Ibíd. Con toda probabilidad,Quieto había apoyado antes la sentenciade muerte de Haymal.

164. El autor estuvo presente enconversaciones celebradas entre

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partidarios de los Montoneros en BuenosAires en enero de 1976.

165. Quieto participó en la ruptura delPCA dirigida por Juan Carlos Portantierohacia 1963. Como consecuencia de ello,se convirtió en una luz orientadoradentro de la pequeña y efímeraVanguardia Revolucionaria (VR). Elbreve éxito de la VR antes de 1966 sehizo notar en la liza estudiantil y en laselecciones del Sindicato de Periodistas: elmilitante de la VR Eduardo Jozami pasóa ser secretario general del sindicato, yQuieto, su asesor jurídico. Después de ladisolución de la VR, Jozami, Quieto yotros compañeros ingresaron en lasFuerzas Armadas de Liberación (FAL),

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formadas principalmente por disidentesdel PCA que, en 1967, habían creado elescindido Partido ComunistaRevolucionario (PCR). Más tarde,Quieto pasaría a las FAR, siendo sudirigente durante el proceso de fusióncon los Montoneros. Sin embargo, en1974 Quieto y Jozami se reunieroncuando una escisión de las FAL, losComandos Populares de Liberación(CPL), fue incorporada a losMontoneros.

166. La información referente a losprimeros tiempos de la militancia y de lavida privada de Quieto procede deentrevistas celebradas durante 1980 conun amigo del ex jefe guerrillero.

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167. El más notable fue el relato de lafuga y rescate, en enero de 1976, deloficial superior montonero HoracioMendizábal de un palacio de Justicia conla ayuda de su abogado defensor. Véase“La conducta revolucionaria”, EvitaMontonera, nº 12, p. 36. Mendizábalpasó a ser Jefe del Ejército Montonero.

168. “El heroísmo y el individualismoen las guerras popular”, ibíd., páginasadicionales sin numerar.

169. Ibíd.170. Es interesante recordar las

impresiones de Richard Gott sobreQuieto, sacadas de su entrevista de 1974con él (“Under the Shadow of aGunman”): “Durante la conversación

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parece desconfiado y vacilante, casipeligrosamente falto de dogmatismo,teniendo en cuenta que se trata de unrevolucionario. Sonríe con el aire de unhombre que busca confirmación yseguridad”.

171. Sin embargo, las pérdidas de losMontoneros por traición fueron menosserias que los casos de los tupamarosuruguayos Héctor Amodio Pérez yMario Piriz. Véase mi artículo “ACritique of the Urban Guerrilla:Argentina, Uruguay and Brazil”, p. 48.

172. “El heroísmo y elindividualismo”.

173. La Opinión, 19 de marzo de1976.

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174. “Bendix: patrón que colabore conla represión irá al paredón”, EvitaMontonera, nº 12, pp. 18-20.

175. El Cronista, 30 de octubre de1975.

176. La primera baja fatal de la unidadde montaña fue Juan Carlos Alsogaray,hijo del general Julio Rodolfo Alsogaray,comandante en jefe del Ejército conOnganía. Fue muerto por una patrulla delEjército cerca de El Cadillal, Tucumán,el 13 de febrero de 1976 (EvitaMontonera, nº 12, p. 24).

177. Después del golpe, la Fuerza deMonte fue destruida o aislada. Algunosguerrilleros del Chaco permanecieron dosaños en las montañas y no tuvieron

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conocimiento de la reorganizaciónmontonera de 1977, hasta quesintonizaron el Servicio Mundial de laBBC (Boletín Interno del PartidoMontonero, nº 13, febrero 1980).

178. “Tercera campaña militarnacional montonera”.

179. Según los Montoneros (“Crónicade la resistencia Evita Montonera, nº 12,p. 29), Videla no murió por un pelo, yquince soldados resultaron heridos. PeroLa Opinión (16 de marzo de 1976) yotros periódicos no mencionaron lapretendida presencia de Videla en ellugar de los hechos. El grado de tenientegeneral es el más alto del EjércitoArgentino.

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180. La Tarde, 17 de marzo de 1976;y La Opinión, 18 de marzo de 1976.

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Capítulo 6

LA RETIRADA HACIAEL EXTERIOR DEL PAÍS

(1976-1981)

Nosotros hacemosde la organización unarma, simplemente un

arma, y por lo tanto,sacrificamos la

organización en elcombate a cambio del

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prestigio político.Tenemos cinco mil

cuadros menos, pero¿cuántas masas más?

Esto es el detalle.MARIO E. FIRMENICH1

El sacrificio no esun argumento político

y el martirio noconstituye pruebaalguna. Cuando la

lista de mártires sealarga demasiado,

cuando cada acto de

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valentía se convierteen martirio, algo anda

mal.RÉGIS DEBRAY2

El régimen de Videla

Muchos argentinos creyeron a lanueva Junta Militar cuando, el 24 demarzo de 1976, declaró haberdepuesto a los peronistas de loscargos oficiales al objeto de“terminar con el desgobierno, lacorrupción y el flagelo subversivo”.

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Con una inflación que aumentaba conmayor rapidez que la de Alemania en1921-1922,3 con la Argentina apunto de interrumpir los pagos de sudeuda exterior, los nuevosgobernantes militares del paíspudieron hablar persuasivamente de“la irresponsabilidad en el manejode la economía” del gobiernoconstitucional. Con un peronismo encrisis y múltiples fracturas, conpruebas de malversación, yapúblicas, por parte de Isabel Perón, ycon su administración completamentedesacreditada, los comandantes

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militares justificaron también suintervención basándose en la falta deética y de principios morales delgobierno depuesto, y quisierondemostrar que el “tremendo vacío depoder” existente había estadoamenazando a la Argentina con “ladisolución y la anarquía”. Estabatambién la afirmación golpista desiempre de que la responsabilidaddel gobierno se había “asumido”sólo en interés de la patria; de queaquel golpe de Estado no ibadirigido contra ningún “sectorsocial”, sino sólo contra “quienes

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han delinquido o cometido abusos depoder”. Tales fueron las promesas yjustificaciones de sí mismos quepresentaron al público el tenientegeneral Jorge Rafael Videla por elEjército, el almirante EmilioEduardo Massera por la Marina, y elbrigadier general Orlando RamónAgosti por la Fuerza Aérea.4

Como en 1966, fueron disueltos elCongreso y las legislaturasprovinciales; el presidente, loslegisladores, los gobernadores y losjueces, depuestos; y prohibida laactividad política estudiantil y de los

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partidos. No obstante, ese golpe fuemucho más “duro” que el anterior,especialmente por su asalto al poderde las organizaciones obreras: laCGT y los sindicatos másimportantes fueron intervenidos; losfondos, congelados; y las actividadesrelacionadas con las huelgas y lasnegociaciones colectivas, declaradasilegales. Los principales políticos ysindicalistas peronistas fueronencarcelados; las 62 Organizaciones,disueltas; y cinco partidos de laizquierda revolucionaria, puestos porcompleto fuera de la ley. Se

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establecieron consejos de guerramilitares con poderes para dictarsentencias de muerte por una granvariedad de delitos y para encausarsumariamente a toda personaconsiderada subversiva. Sinembargo, el mensaje oficial,enfáticamente expuesto, de loscomandantes militares, era que “sólolos corruptos, los criminales y lossubversivos tendrán que temer a lanueva autoridad”.5

Los liberales, en particular,cobraron confianza ante la apariciónde un eje “moderado” Videla-Viola

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que se impuso en breve sin prestarsea las exhortaciones, más extremadas,de los generales Menéndez, DíazBessone y Suárez Mason.Interpretaron su misión militar comoalgo destinado, primero, a terminarcon los guerrilleros y, en segundolugar, a poner la economía “enorden”. Pero un año después losapologistas del régimen ya estabanconfundidos y alarmados. No sólo laeconomía estaba peor que cuandoJosé Alfredo Martínez de Hoz sehizo cargo del ministeriocorrespondiente, también la acción

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contra la subversión pareció haberperdido el control: estaba infligiendoduros golpes a las libertadesdemocráticas en todas las esferas dela vida nacional y cometiendoinnumerables violaciones de los máselementales derechos humanos.

Los comentadores desengañadospor el nuevo régimen erraban, en susapreciaciones, entre dos modos dever las cosas: subestimaron en granmedida las dimensiones del conceptomilitar de la “subversión” argentina,y no advirtieron que su estrategiaeconómica, profundamente

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impopular, requería una ampliarepresión —y no sólo un gobiernofirme— como concomitante político.Aun cuando en marzo de 1976 laprincipal ambición de los militaresera acabar con la “subversión”, lacaza humana en que desembocóestaba muy lejos de limitarse a losguerrilleros. Muchos sindicalistas,activistas estudiantiles, periodistas yrefugiados políticos de los paísesvecinos fueron también tratadoscomo delincuentes. El propio generalVidela dijo que “un terrorista no essólo el portador de una bomba o una

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pistola, sino también el que difundeideas contrarias a la civilizacióncristiana y occidental”.6 Según sumodo de pensar, el ex presidenteCámpora era un “delincuentepolítico”.7 El general Vilas, mientrasdirigía una purga universitaria enBahía Blanca, también dio a conocersu particular punto de vista sobre lasubversión: “Hasta el momentopresente, sólo hemos tocado la puntadel iceberg en nuestra guerra contrala subversión [...] Es necesariodestruir las fuentes que alimentan,

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forman y adoctrinan al delincuentesubversivo, y esas fuentes están enlas universidades y en las escuelassecundarias”.8 Por su parte, elalmirante César Guzzetti, ministro deRelaciones Exteriores, afirmó que noexistía en la Argentina lo quellamaban subversión derechista,“sólo anticuerpos” que, según él,eran “la reacción natural de uncuerpo enfermo” contra el “germen”de la guerrilla.9 Y el PartidoSocialista de los Trabajadores, quehabía actuado constitucionalmente y

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que había criticado de formarazonada todas las organizacionesrevolucionarias armadas, fuecalificado de “banda terrorista” en eldossier sobre la “delincuenciaterrorista” elaborado por elgobierno.10

Muchos de los que juzgabanequivocadamente las intencionesantisubversivas de las FuerzasArmadas también tardaron encuestionar el proyecto económico deMartínez de Hoz y en reconocer susimplicaciones para las libertadesciviles. Era de esperar que aquel

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hombre, producto de una familia“tradicional”, presidente del ConsejoEmpresario Argentino, de la granindustria del acero Acindar, delCentro Azucarero de la Argentina yotras cosas, velara por los interesesde sus compañeros de negocios y sussocios internacionales. Lo que no sepercibió inmediatamente fue sutendencia, mientras seguía unapolítica favorable al capitalextranjero, a los intereses de losterratenientes y de algunos grandesfinancieros, a permitir que tuvieraefecto una importante

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desindustrialización del país. Laindustria argentina se vioperjudicada en gran manera comoresultado de una excesivarevalorización del peso (queobstaculizaba las exportaciones, altiempo que estimulaba lasimportaciones), del gradualdesmantelamiento de los aranceles yde la fuerte disminución del poderadquisitivo de la clase obrera. Afinales de septiembre de 1976, lossalarios reales habían descendido aun 50% de su nivel de 197411 y sóloexperimentaron una recuperación de

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poca importancia después de 1978.La oposición obrera a la disminuciónde los salarios, a la“racionalización” y privatización delas empresas del Estado, al despidode los militantes y a la pérdida de losorganismos sindicales de asistenciasocial no tardó en expresarse, auncuando la desunión fue un obstáculopara su eficacia. Pero también fueinevitable la respuesta del régimen atal actitud. Las protestas de lostrabajadores del sector delautomóvil, en septiembre de 1976,contra las reducciones salariales, los

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despidos y la semana laboral de tresdías se encontraron con la ocupaciónmilitar de la planta General Pacheco,perteneciente a la Ford, y con undecreto de “Seguridad Industrial”(21.400) que prescribía penas dehasta diez años de prisión porincitación a la huelga.

Fueron detenidos centenares detrabajadores (o secuestrados, comoel dirigente sindical Oscar Smith)durante las luchas de los obreros delsector eléctrico, de octubre de 1976y principios de 1977, contra losplanes para aumentar su semana

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laboral de treinta y seis horas acuarenta y dos, y despedir a unos300.000 trabajadores del sectorpúblico, siendo los primerosdespedidos 200 dirigentes ydelegados del sindicato de Luz yFuerza.

Desde el principio, pues, losplanes de los nuevos gobernantesmilitares y sus consejeros civiles nosólo implicaron una cruel represiónde los guerrilleros y de su entorno,sino también el aplastamiento y laintimidación de toda la oposiciónorganizada a las impopulares

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medidas políticas, económicas ylaborales. Aquellos que trabajabanen los medios de información,excesivamente entusiasmados por laposibilidad de ofrecer a su públicoun servicio normal de noticias,también sufrieron las consecuenciasde la nueva situación, lo mismo quelos académicos, que encontraronsumamente desagradable elnacionalismo derechista de algunosmilitares y el “liberalismo”12 nodemocrático de otros muchos. Losguerrilleros habían ayudado, y nopoco, a generar aquel estado de

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cosas, pero no debían considerarseexclusivamente responsables de él.La crisis económica crónica, lasdisposiciones sumamente regresivasdel doctor Martínez de Hoz,respaldadas por el Fondo MonetarioInternacional, y la combativarespuesta a ellas de un poderosomovimiento obrero favorecieron engran medida un autoritarismodraconiano con independencia de lasupuesta amenaza guerrillera, unaamenaza debilitada por el ocaso delguevarista ERP durante los cuatromeses anteriores al golpe y por su

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virtual desarticulación cuatro mesesdespués del mismo.

Independientemente de cómoquiera uno repartir la “culpa” de latragedia humana de aquellos años, esevidente que Martínez de Hozterminó su quinquenio con menosadmiradores en la Argentina de losque tenía cuando lo empezó. En sudiscurso de marzo de 1981,verdadero canto de cisne anterior asu retirada, dio la impresión delamentar tan sólo los altos tipos deinterés bancario que habíanprovocado recientemente varias

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quiebras. La inflación, que él mismoreconocía como el enemigo públiconúmero uno, había sido reducida a un100%, pero seguía siendo un serioproblema difícil de abordar13.Además, la deuda nacional, que enaquel momento ascendía a treinta milmillones de dólares, se habíatriplicado, el producto bruto nacionalper cápita era más bajo en 1980 queen 1974,14 y las fuerzas políticas quehabían atraído casi las cuatro quintaspartes de los votos en las eleccionesde marzo de 1973 condenaban

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inequívocamente la actuación deMartínez de Hoz, que considerabanun fracaso.15 Para él, fue quizás aúnmás desconcertante, cuando dejó sucargo y el general Roberto Violareemplazó a Jorge Rafael Videlacomo presidente, la revelación deque al menos dos miembros delnuevo equipo de economía estabanpersonalmente de acuerdo conquienes juzgaban que la situacióneconómica del momento era peor quecuando los militares tomaron elpoder.16

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La respuesta de losMontoneros: “Defensaactiva”

Los Montoneros calificaron latoma del poder por los militares el24 de marzo de 1976 de “ofensivageneralizada sobre el campopopular” y de golpe apoyado por la“oligarquía, los monopoliosimperialistas y la alta burguesíanacional”, que gozó de unaconsiderable pero no duraderaaprobación de la clase media. Vieronen ella una respuesta a “la crisis

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definitiva del capitalismodependiente en la Argentina”,agravada por la creciente recesióneconómica occidental, en la que elcamino de avance de los militaresfue allanado por la “crisis definitivadel Movimiento Peronista y latraición de Isabel y López Regadesde el gobierno”. Y su objetivo:“Inmovilizar a la clase trabajadora yaniquilar a las fuerzasrevolucionarias”.17

Ante el nuevo régimen, losguerrilleros optaron por unaestrategia de “defensa activa”

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destinada a evitar su consolidación ya preparar el terreno para unaeventual contraofensiva popular. Enteoría, el papel del EjércitoMontonero era ahora el de detenerlos avances del enemigo y hacer loposible para que las masas sereorganizaran y resistiesen.Traducido en términos prácticos, ellosuponía el lanzamiento de ataquessimples pero eficaces contra el“centro de gravedad” del enemigo:contra personas e instalacionesclave, cuya destrucción demostraríala vulnerabilidad del régimen y, por

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ende, estimularía a las masas a poneren práctica diversas formas deresistencia. Las fuerzas guerrilleraseran lo suficientemente numerosaspara que su supervivencia noconstituyera una preocupaciónfundamental. A pesar de loscentenares de detenciones ysecuestros de activistas queacompañaron a la toma del poder porlos militares, los Montoneros teníanbastante confianza en sí mismos paraaventurarse, en abril del mismo año,a una 4ª Campaña Ofensiva Tácticaconcebida con anterioridad al 24 de

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marzo. Sin embargo, al proceder detal modo juzgaron muyequivocadamente el poder y laestrategia del enemigo, y durantebuena parte de 1976 se dejaron guiarpor la declaración de las FuerzasArmadas de octubre de 1975, en elsentido de que mientras los militaresestuvieran ocupados en la represiónde la guerrilla rural en Tucumán,sólo intervendrían contra losguerrilleros urbanos en los casos enque la fuerza de la policía resultarainsuficiente.18 En realidad, si bien lacontribución de la policía a la

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campaña contra la insurgencia seguíasiendo importante, y aun cuando lasactividades del escuadrón de lamuerte emprendidas en otro tiempopor la Triple A se convirtieronoficialmente en actividad habitual dela policía, las Fuerzas Armadasasumieron la tarea de eliminar a losMontoneros a principios de 1976.Hacía un siglo que el Ejército notomaba parte en guerra alguna, y noiba a perder la ocasión de hacerloentonces. No obstante, la campaña decolocación de bombas llevada acabo por los Montoneros durante

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aquel año se basó en la erróneasuposición, mantenida durante variosmeses, de que el “centro degravedad” del enemigo se hallaba, almenos en sus fines tácticos, en lasfuerzas policiales.

Cuatro grandes explosionesafectaron a la policía: la primera, el18 de junio, cuando el jefe de laPolicía Federal, el general CesáreoCardozo, fue víctima de 700 gramosde trotil colocados bajo el colchónde su cama; la segunda, el 2 de julio,cuando nueve kilos del mismoexplosivo volaron el techo del

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comedor del cuartel general de lasección de seguridad de la PolicíaFederal (Coordinación Federal),matando de veinticinco a treintapersonas e hiriendo a otras sesenta;la tercera, el 12 de septiembre,cuando un Citroën cargado deexplosivos estalló por mando adistancia en el momento en quepasaba un automóvil de la policía,con el resultado de once policías ydos civiles muertos; y la cuarta, el 9de noviembre, cuando una bombamontonera destruyó el cuartel generalde la Policía de la Provincia de

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Buenos Aires en La Plata y mató a unoficial de policía e hirió a otros onceque se encontraban reunidos en eldespacho del ayudante del jefeprovincial de policía, coronel Trotz.

Los Montoneros intentaronjustificar aquellas accionesbasándose en que casi todas susvíctimas habían torturado u oprimidohasta entonces con total impunidad; ybuscaron legitimarlas arguyendo quese había tomado una “decisióncolectiva” respecto de las“ejecuciones”.19 Adujeron asimismoque el Ejército Montonero no habría

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podido llevar a cabo talesoperaciones sin las informacionesproporcionadas por la ciudadanía.Sin embargo, en tres de los casoscitados no pudo observarse la menorayuda exterior. Cardozo murióporque la “asesina” —Ana MaríaGonzález, de dieciocho años— sehabía hecho amiga de la hija delmilitar para tener acceso a la casadel mismo; la carnicería deCoordinación Federal fue obra de uninfiltrado que pudo introducirfurtivamente los explosivos en eledificio; y el montonero responsable

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de la colocación de la bomba de LaPlata había sido, hasta el día delatentado, secretario particular delcoronel Trotz. Decir que las víctimasde aquellos hechos eranuniversalmente queridas y respetadasy que los argentinos sintieron sumuerte no respondería a la verdad: laantipatía por la policía,especialmente por la de seguridad,era más bien común, y el temor y ladesconfianza que inspiraba, casigenerales. Pero en ése, más que enningún otro momento, los guerrillerostenían que enfrentarse a una prensa

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manipulada por el régimen, unaprensa a la que, desde el 22 de abrilde 1976, sólo se le permitía darnoticias “oficiales” sobre los“delincuentes”. La versión que se diosobre la segunda de las accionesmencionadas fue que la explosión deCoordinación Federal había causadola muerte a muchos empleadosciviles, impresión que no fueexplícitamente rectificada cuando sepublicó la lista de fallecidos, quesólo mencionaba una víctima noperteneciente a la policía.20 Conpocas excepciones, los directores de

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los periódicos cumplían las normas,dictadas por el régimen, de dar lamenor publicidad posible a lasactividades guerrilleras. En realidad,tal política impulsó a los Montonerosa concentrarse en las matanzas y enlos asesinatos audaces. Comoexplicó Ana María González al serentrevistada por un periodistaespañol sobre el asesinato deCardozo, varias operacionesanteriores de los Montoneros nohabían conseguido “romper lacensura de la prensa establecida porel enemigo. Con acciones de aquel

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tipo [Cardozo], no tendríamos ningúnproblema de publicidad, pues lapropia espectacularidad del hechoatraería inmediatamente la atencióndel público”.21

Desde luego, cada uno de aquellosgolpes demostró una ciertavulnerabilidad del Estado y, sin dudaalguna, elevó la moral de losguerrilleros en un momento en quelas grandes pérdidas que sufríantendían a minarla. Pero cada uno deellos provocó también furiosasrespuestas por parte de las fuerzas deseguridad, que alcanzaron tanto a los

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montoneros como a los nocombatientes. El asesinato deCardozo condujo al establecimientooficial de la pena de muerte para losasesinos de miembros de las fuerzasde seguridad y funcionariosjudiciales o del gobierno. Otrarespuesta fue una serie de matanzasno oficiales, a menudo presentadasen la prensa como ataquesguerrilleros fracasados a lascomisarías de policía y a convoyesmilitares, en las que las bajas,siempre numerosas,invariariablemente afectaban a los

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atacantes. Las represalias fueronparticularmente duras después de laexplosión en Coordinación Federal.La policía golpeó a los reporterosque se hallaban en el exterior deledificio. Un joven, atado yamordazado, fue llevado aempujones hasta el pie del obelisco,en la Avenida 9 de Julio, donde loejecutó un pelotón de fusilamiento.Se encontraron los cadáveres deocho detenidos en un estacionamientode San Telmo. Y tres sacerdotes ydos novicios de la orden palotinafueron acribillados a balazos

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mientras dormían en una iglesia deBelgrano, por unos asesinos quegarrapatearon en una puerta antes demarcharse: “Por nuestroscompañeros de la policíadinamitados”.22 El incidente tambiénprovocó una respuesta exitosa de lasfuerzas policiales contra el generalArturo Corbetta, jefe de la PolicíaFederal, que fue reemplazado menosde dos semanas después de haberexigido una represión organizada ycentralizada pero legítima, quesustituyera los escuadrones de lamuerte.

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Hubo otras matanzas que llevabanel sello de las represalias. Entreellas la que, en agosto, dejó un saldode treinta cuerpos dinamitados yacribillados a balazos en unvertedero cercano a Pilar, y otra, enLomas de Zamora, que dejódiecisiete cadáveres. Se supuso quelas víctimas de Pilar habían sidoretenidas en Coordinación Federal y,según observaron algunos testigosoculares, habían desaparecido (comoen muchos casos de víctimas tildadasoficialmente como “guerrillerosmuertos en combate”) sus corbatas,

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cinturones y cordones de zapatos —cosas que siempre se confiscaba alos detenidos—.23 Posiblemente laspeores represalias se llevaron a caboen La Plata, donde cincuenta y cinco“sospechosos” fueron muertos en unlugar cercano al cuartel general de lapolicía volado en noviembre.24 Loscomentadores que, teniendo sólo encuenta las tácticas terroristasclásicas, opinaron que losmontoneros colocadores de aquellasbombas buscaban deliberadamentetales represalias con el fin de

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aumentar la atracción de respuestasarmadas contra el Estado, noprestaban suficiente atención a losdaños que la reacción causaba a lapropia organización guerrillera, sincontar las víctimas inocentes.Relevantes montoneros, como MiguelMosse, Hugo Vaca Narvaja hijo,Dardo Cabo y Rufino Uriz sehallaban entre los prisionerosmuertos, oficialmente, cuandointentaban escapar, pero víctimasprobablemente de unas ejecucionessumarias.25 Durante el últimotrimestre de 1976, los grupos

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parapoliciales y las unidadesparamilitares llevaron a cabo unpromedio de quince secuestrosdiarios. Al finalizar el año, lasfuentes oficiales declararon que elnúmero de muertes políticas habíaascendido, durante los doce mesesanteriores, a 1.354 víctimas, cifra enla que se incluían 391 guerrilleros y167 policías y militares. AmnistíaInternacional estimó que en enero de1977 había entre 5.000 y 6.000presos políticos, y calculó que en1976 las fuerzas de seguridad y losgrupos parapoliciales probablemente

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habían causado 1.000 víctimas,mientras que la izquierda armadacausó entre 400 y 500 muertes.26

En las nuevas circunstancias, losMontoneros carecían de capacidadpara combatir directamente con lasFuerzas Armadas. Su “guerrilla de lajungla”, después de una aparición enTucumán sólo notable por subrevedad y su falta de resultados, fuedisuelta hacia finales de 1976; seestableció una pequeña unidad ruralen el nordeste (Formosa, Chaco),pero sólo como presencia simbólicaque no buscaba el combate. La

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actividad urbana siguió siendo suprincipal norma de actuación, y afinales de 1976 y durante la primeramitad de 1977 dieron golpesselectivos, de carácter similar a susataques a la policía, contra objetivosestratégicos militares. A principiosde octubre, durante una revistamilitar en Campo de Mayo, unartefacto explosivo colocado debajode la tribuna abrió un boquete de unmetro de diámetro en el sitio exactodonde el presidente Videla, situadoya a cincuenta y cinco metros dedistancia, había permanecido hasta

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poco antes. Dos semanas después, enla víspera del aniversario peronistadel 17 de octubre, una bombadestruyó un cine del Círculo Militare hirió a sesenta oficiales retirados ya sus familiares. También huboasesinatos individuales, tales comola muerte, el 1º de diciembre, delcoronel Leonardo d’Amico, directorde Estudios de la Escuela Superiorde Guerra; era el decimoséptimomilitar de alta graduación asesinadopor los guerrilleros desde el golpe.Pero sólo los ataques contra lasfuerzas de seguridad y las

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explosiones destructivas ofrecían lagarantía de aparecer en los titularesde la prensa. El Pelotón de CombateNorma Arrostito era perfectamenteconsciente de ello cuando, amediados de diciembre, colocó unabomba de fragmentación de seis kilosen una sala del Ministerio deDefensa durante una conferenciaantisubversiva: murieron en laexplosión catorce militares de altorango y oficiales del servicio deinformación, y otros treintaresultaron heridos.

En 1976, los Montoneros llevaron

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a cabo un total de 400 operaciones ymanifestaron haber muerto o herido a300 empresarios y miembros de lasfuerzas militares y policiales.27 Sedescubrieron varios talleres donde sefabricaban municiones, pero lo quelos guerrilleros llamaban“producción logística” no se detuvohasta finales de 1978. Por lo menosen una ocasión, en noviembre de1976, los Montoneros fueronadvertidos de una redada de lapolicía, lo que les permitió retirar atiempo todo su equipo y dejar sóloalgunas minas para recibir a los

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atacantes. Entre 1976 y 1978 suunidad logística central produjo 780kilos de Alto Explosivo Plástico (C-2), y sus unidades logísticas zonalesmás de 1.500 kilos de explosivo demediano poder, usado para losataques con granadas y enoperaciones con bombas de mayortamaño.28 En 1977 hubo menos deestas últimas. Aun cuando seregistraron 600 acciones, sólo cuatrofueron presentadas como“operaciones contra el centro degravedad enemigo”: laincapacitación de Guzzetti, ministro

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de Relaciones Exteriores, cuando seintentó asesinarlo; una explosión enel cuartel general del Comando de laFuerza Aérea, instalado en elEdificio Cóndor; un ataque con unlanzagranadas múltiple al palco delgeneral Videla, dos horas antes deuna ceremonia en Rosario; y otraexplosión en el despacho del generalLiendo, ministro de Trabajo.29 Elestallido de una bomba en elAeropuerto Metropolitano, que dejóun cráter de nueve metros, en elmomento en que el avión delpresidente pasaba por el lugar, a

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cincuenta metros de altitud, enfebrero de 1977, al parecer fue obrade sobrevivientes del PRT-ERP.

A finales de 1976 y durante 1977centenares de operaciones menores,orientadas a buscar el apoyo de laclase obrera, fueron realizadas porlos Montoneros en un momento enque la organización, obligada por lascircunstancias, tenía que frenar susambiciones militares y prestarcreciente atención a la renovación desu diezmada base social. De losgrupos sociales entre los que habíanbuscado apoyo, sólo la clase obrera

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se mostró capaz de ofrecer unaverdadera resistencia a las nuevasautoridades. En un esfuerzo porcontribuir a tal resistencia yestimularla, los Montoneroscometieron actos de sabotaje enoctubre de 1976, con motivo de lahuelga de los trabajadores de lascentrales eléctricas; mataron ohirieron a varias docenas dedirectivos implicados en losconflictos industriales; y volaronvagones, vías y estaciones deferrocarril durante un largo conflictoferroviario que, en noviembre de

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1977, terminó con la victoria de lostrabajadores. Sin duda alguna huboocasiones en que los patronescedieron ante la intimidación y laamenaza de daños a la propiedad,pero no se produjo ningún éxodo deobreros agradecidos hacia las filasde los Montoneros.

Las actividades guerrilleras, auncuando se realizaron en estrechacoordinación con las luchas obreras,no podían rivalizar seriamente con elsindicalismo como medio de luchapor las exigencias obreras; y larespuesta del Ejército al menor

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indicio de implicación guerrilleradificultaba en gran manera losesfuerzos por reconstruir los comitésy las organizaciones de base en lasempresas. Cuando los Montonerosintentaron integrarse másdirectamente en las luchas obrerascreando, el 14 de agosto de 1976,una Confederación General delTrabajo en la Resistencia, pronto seencontraron ante un muro dedesconfianzas: quizás injustamente,la CGT-R fue acusada de“sindicalismo paralelo” y de buscarla sustitución de la CGT, en vez de

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recuperarla, sustrayéndola al controlmilitar. Incluso los militantessobrevivientes de la izquierda noperonista se negaron a participar enla nueva confederación, acusando de“sectarismo” a sus promotoresmontoneros.30

De todos modos, en cualquiercolaboración con los Montoneros,los sindicalistas más realistas veíanuna opción virtualmente suicida.Mientras que la capacidad ofensivade los guerrilleros declinó en 1977,con el resultado de menos de treintay cinco víctimas entre los militares,

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la policía y los empresarios,31 laspérdidas montoneras siguieronaumentando. Ciertamente, laimplacable represión llevada a cabocontra los maltrechos Montoneros ytodas las fuerzas consideradassubversivas por el régimen parecióhacerse aún más furiosa durante lasegunda mitad de 1977, cuando elgeneral Videla y sus colegasintentaron cumplir su promesa de una“Navidad en paz” y de quitar a losMontoneros de la escena mucho antesde los mundiales de fútbol. Un añodespués del golpe militar de marzo

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de 1976, las bajas montonerasascendían a 2.000, un tercio más delo que habían previsto los propiosguerrilleros.32 En agosto de 1978,las bajas sufridas desde el golpealcanzaban las 4.500,33 y las FuerzasArmadas no mostraban el menorinterés por las ofertas de alto elfuego hechas por los Montoneros.

Reorganización, reflexión yaumento de las disensionesinternas

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La relativa facilidad con que losMontoneros fueron militarmenteaplastados en 1976-1977 necesita serexaminada a la luz de un fracasopolítico, más general, en que ladecepción causada por el fracaso dela CGT-R fue sólo un factor. Vistosuperficialmente, los guerrilleros sehallaban en ese momentoradicalizados por la crisis queafectaba al peronismo y a laeconomía, así como por unasinfluencias marxistas cada vez másdiscernibles en sus propuestaspolíticas y organizativas. Después de

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todas las reflexiones y autocríticasprovocadas por la llamada “traición”de Quieto, el Consejo Nacional,34

reunido en abril de 1976, decretó latransformación de los Montoneros deuna organización político-militar enun partido revolucionario, el PartidoMontonero. Por lo tanto, la OPM seconvirtió en el PM, teóricamente unpartido de cuadros, basado en elaspecto organizativo en losprincipios leninistas del centralismodemocrático, y regido por unaideología llamada “materialismo

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histórico y dialéctico”:35 eleufemismo usado por losnacionalistas para referirse almarxismo.

Todavía en el terreno de losideales, el PM sería un partido devanguardia, vinculado, mediante unMovimiento Montonero, a la masaobrera, que aspiraba a dirigir.Porque en aquel momento losMontoneros, como muchos“entendidos” en otras ocasiones,declararon que el peronismo habíamuerto..., sólo para descubrir pocodespués que el cadáver se resistía

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obstinadamente a ser enterrado. Laproclamación de su muerte se hizo enlo que fue sin duda el documento másizquierdista que jamás publicaran losMontoneros.36 En él, la crítica de los“errores de Perón” de 1973-1974 fuemás lejos que en cualquier ocasiónanterior: no había sabido arrebatar elpoder a los militares; había usado ala burocracia sindical como base depoder propia, al tiempo que purgabaa la izquierda y facilitaba la subidade López Rega; había mantenido elprincipio de los nombramientospersonales “a dedo”, en vez de

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permitir que se eligierademocráticamente a los altos cargos;y había optado por un vacilanteprograma basado en el capitaleuropeo, árabe, e incluso yanqui, envez de practicar la expropiacióncontra la oligarquía y losmonopolios, de insistir en el ahorrointerno y buscar el apoyo comercial yfinanciero de los “paísessocialistas”. El fracaso de su últimapresidencia, seguido de “la traiciónde Isabel y de López Rega” y laoposición a ellos de las masasmilitantes, movieron a los

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Montoneros a concluir: “Elperonismo ha quedado agotado, y elpueblo, huérfano”. La doctrinajusticialista, con su defensa de unasarmoniosas relaciones entre elcapital y la clase obrera, alimentadapor un Estado neutral, ya no seadecuaba a las necesidades delpueblo: “ [...] en 1975 lostrabajadores ya saben que cuando elpoder se comparte con los patrones,terminan ganando éstos, aliándosecon el imperialismo como pasó en1955 y 1974. Entonces, el Pueblohoy no quiere compartir el poder con

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el capitalismo, el Pueblo quiere todoel poder [...] del Estado, que ya queno es independiente ni neutral, quesea de los trabajadores y no de lospatrones”. Mostraba ciertaambigüedad, casi en forma deparodia del mismo, el hecho de quela expresión “todo el poder” ibaseguida de “o por lo menos más del50%”. Sin embargo, el tono generaldel documento era, considerando elespectro político montonero,decididamente ultraizquierdista.

La trayectoria de 1976abandonaba implícitamente la

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desacreditada teoría de las etapasrevolucionarias y proponía unainmediata “transición al socialismo”después de la toma del poder. Elcapital industrial, agrícola yfinanciero sería expropiado a laoligarquía y a los monopolios; las“grandes empresas nacionales” severían impulsadas a participar en laaventura montonera, y se lasnacionalizaría a la menor vacilación.Finalmente, el documento defendía lanecesidad de reemplazar eltradicional liderazgo unipersonal delperonismo por el de un partido

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revolucionario más duradero —elPM—, y terminaba en tonopretencioso: puesto que elmovimiento revolucionario popularargentino había tomadohistóricamente el nombre de suliderazgo estratégico (“Antes, Perón,hoy, Montoneros”), era lógico queaquel movimiento fuera rebautizadoentonces como MovimientoMontonero.37

Otro ejemplo de izquierdismofugaz fue el de extenderfraternalmente las manos hacia laizquierda revolucionaria no

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peronista, especialmente hacia elERP y la Organización ComunistaPoder Obrero (OCPO). Esta últimahabía sido noticia por susactividades durante la huelga de1975 en Villa Constitución y, másrecientemente, en mayo, con la ayudalogística del ERP, había secuestradoal coronel Pita, interventor militar dela CGT. Sin embargo, la actividadconjunta nunca fue más allá de lasconversaciones exploratorias: laOrganización para la Liberación deArgentina (OLA), cuya creación sepropuso en junio de 1976, nunca

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llegó a materializarse, mientras quela CGT-R, ante las reservas del ERPy la OCPO, fue impulsada solamentepor los Montoneros. Incluso laaspiración a la unidad fueabandonada por algunos montonerosdespués del aniquilamiento, el 19 dejulio, de la jefatura del ERP: MarioRoberto Santucho, José BenitoUrteaga y Domingo Menna. Corrió elrumor de que el ERP había pedido“protección” a los Montoneros,aunque de hecho los límites de sudependencia no llegaron más allá deunos cinco préstamos de dinero en

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1976-1977.¿Qué había realmente detrás de

todos aquellos cambios? Lo ciertoera que el nuevo partido estabacompuesto exclusivamente porguerrilleros, por miembros delEjército Montonero (EM); y que elMovimiento Montonero seguíasiendo sólo fruto de la imaginaciónde la Conducción Nacional. Loscargos políticos se unían de pronto alos rangos militares: Pepe Firmenich,ya primer comandante del EM, seconvirtió en primer secretario delPM, pero los cambios organizativos

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distaron mucho de los postuladosleninistas. El intento de formar unpartido revolucionario a despechodel ambiente represivo de 1976 eraalgo así como intentar botar unaembarcación de recreo durante unhuracán. La consulta de los activistassobre las decisiones importantes seamplió notablemente, pero, comoreconoció Julio Roqué a finales de1976, el centralismo democrático nollegó a ser perfecto, siendo lasoperaciones de las fuerzas deseguridad un gran obstáculo a laformación de cuadros del partido.38

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Más tarde, la Conducción Nacionaladmitió que el partido había sidocreado “sin participación de lasmasas”, como parte de un ambiciosoplan “triunfalista” que en realidad notenía claras perspectivas de lograr elpoder político. El militarismo siguiócaracterizando la actividadmontonera, al menos hasta octubre de1976, cuando apareció un nuevoénfasis para actuar en apoyo de lasluchas de las masas: “la supremacíade las armas político-sociales y lasubordinación a éstas de lasmilitares” entonces se convirtió en

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principio rector,39 aunque muchostrabajadores consideraban que elasesinato de sus patrones era tan“militarista” como la metodologíadel bombazo.

Durante 1976 las discusionesinternas dieron origen a variospuntos de vista disidentes, entre losque se destacó la oposición a laConducción Nacional de losmilitantes de las columnas Norte delGran Buenos Aires y de La Plata. Enun informe de finales de 1977, lajefatura calificó a los disidentes de“clasistas, ideologistas y

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militaristas” porque, entre otrascosas, persistían en su deseo defusionarse con la izquierda armada; ytambién de “aparatistas” por abogarpor una ampliación de lainfraestructura montonera. Mientrasel secretariado de La Plata afirmabaque necesitaba casi cuarenta cochespara una ciudad de 300.000habitantes, el secretariado de la ZonaNorte de Buenos Aires pedía que seasignaran diez millones de dólares alplan anual de viviendas, con el fin dealbergar clandestinamente a losmilitantes industriales perseguidos

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por las fuerzas de seguridad. Apartede sostener que la protección de losactivistas de la industria perseguidoscorrespondía más al movimiento demasas que al partido, la conducciónpresentó a su vez aquellas cuestionescomo resultantes, en gran parte, desimples desacuerdos sobre elpresupuesto organizativo de 1976.Hizo asimismo una caricatura de ladisidencia de la Columna Norte,arguyendo que su lógica era la detransformar el PM en un “BancoHipotecario Nacional”, cosa queresolvería el déficit de vivienda en

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el país pero no los problemas de larevolución argentina.40 En realidad,a pesar de la dudosa viabilidad de lapropuesta sobre los alojamientos, losmotivos de la Columna Norte no eran“militaristas” ni “aparatistas”: detrásde sus propuestas sólo se hallaba eldeseo de transformar a losMontoneros en una organización quecolaborase con el movimientoobrero, en vez de actuarprincipalmente sobre él desde elexterior.

Por ello, los disidentes erandespreciados y puestos en ridículo

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por la Conducción Nacional. Segúnésta declaró en octubre de 1976, lasdesviaciones sólo persistían dentrode la Columna Norte. No se hacíaninguna mención al hecho de que lamisma estaba compuesta de 900montoneros,41 ni a que, junto con laColumna de La Plata, había sido laque con más éxito había desarrolladola labor montonera en el movimientoobrero.42 Las peticiones, por partede los disidentes, de celebrar uncongreso nacional del partido, comohabía prometido la ejecutiva en abril,

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fueron rechazadas de pronto por laConducción Nacional como“suicidas”, y así habría sidoprobablemente. En vez de ello, loscuatro “comandantes” guerrillerosestablecieron las normas a que debíaajustarse el “centralismodemocrático”: se ordenó lacelebración de un referéndum en elque participarían los oficialessuperiores, mayores, primeros ysegundos, pero con una opción devoto restringida sólo a dos mociones,lo que en realidad convertía el asuntoen un voto de confianza a favor de la

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Conducción Nacional, que laautorizaba a “imponer la hegemoníade la línea mayoritaria”. Eraimposible, mediante aquelprocedimiento, expresar desacuerdocon la conducción sobre lascuestiones políticas en juego sinacusarla de no representarampliamente a la organización. Comoresultado, incluso la Columna Nortese unió al voto unánime ratificadorde la jefatura existente.43 Serecuperó cierto grado de unidad,pero sólo restringiendo losparámetros de debate político; y aun

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cuando tales limitaciones pudieronhaberse justificado por razones deseguridad, únicamente se logróaplazar unos años la perjudicialpérdida de los disidentes.

Sin embargo, la ConducciónNacional y la organización enconjunto no podían ignorar el hechode que ni las iniciativas de losMontoneros ni la de la OLA ni la dela CGT -R habían encontrado unarespuesta externa que pudieraconsiderarse estimulante. Si laesperada conversión del peronismoen montonerismo estaba teniendo

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efecto, se realizaba con excesivalentitud, dejando peligrosamenteaislada la vanguardia montonera. Porello, los Montoneros, sin abandonarsus esfuerzos para la creación de unpartido, retrocedieron en busca delapoyo popular. El 20 de abril de1977 pusieron en marcha elMovimiento Peronista Montonero(MPM) tomando como modelo elMovimiento Peronista peroincorporándole, además de lastradicionales ramas, una rama agrariay una rama de profesionales,intelectuales y artistas.44 Con todo,

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los montoneros volvieron amostrarse más imaginativos en laelaboración de los proyectos quecompetentes en su construcción. Enteoría, tenían en ese momento unpartido revolucionario de cuadros (elPM), un ejército revolucionario (elEM) y una organización de masasarraigadas en los más ampliossectores populares (el MPM);también en teoría, había atraído a losPeronistas Auténticos —Bidegain,Obregón Cano, Puiggrós— hacia unafranca fusión con los Montoneros,añadiendo así mayor legitimidad

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peronista a su organización. Pero enla práctica, los líderes del PM y delEM eran idénticos, al igual que susmiembros; además, los líderes delPM y del EM estaban en su mayoríaen jefaturas de las ramas del MPM; yMario Eduardo Firmenich era ahoraprimer secretario del PM,comandante en jefe de EM ysecretario general del MPM (estoúltimo, con el fin de garantizar eldominio de la ideología del partidoen el movimiento, según se dijo).45

En realidad, la creciente afición ala jerarquía y a las estructuras

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complejas significaba que laverdadera división física existenteera la surgida entre los “oficiales” yla “tropa”. La distinción entre elMPM y el PM, por su parte, existía anivel de compromiso yresponsabilidad; eran menosimportantes, aunque no triviales: unactivista del MPM disidente podíaser emplazado ante un tribunaldisciplinario y expulsado; un cuadroextraviado del PM-EM podía sercondenado por un tribunalrevolucionario a la pena máxima —aplicada realmente al menos media

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docena de veces—, consistente en elfusilamiento. Quienes tenían en susmanos el verdadero poder eran lospocos que ocupaban los más altospuestos militares y que controlabanla tesorería bélica. Fueron ellosquienes tomaron la iniciativa, enabril de 1977, de crear el MPM, yquienes causaron una granconsternación entre muchos de losque se esperaba que construyeran elmovimiento en la Argentina, alanunciar su establecimiento desde lasegura y distante Roma, después dehaber decidido unilateralmente

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abandonar el país.

El uso del terrorismo deEstado para erradicar la“subversión”

Los métodos que pusieron enpráctica las Fuerzas Armadasargentinas para eliminar lasubversión tomó a los Montonerospor sorpresa. Esperaban violentosenfrentamientos armados en lascalles, comprobaciones de vehículos,búsquedas casa por casa y

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detenciones colectivas, pero creíanque esto último se llevaría a cabocomo antes: el sufrimiento de unosdiez días de tortura antes de que selegalizara la detención, seguidos delrestablecimiento del contacto con lafamilia y la organización delafectado. Tardaron algún tiempo enpercibir la nueva infraestructurarepresiva y sus métodos: campos deconcentración oficialmenteautorizados pero clandestinos,centros de tortura y unidadesespeciales basadas en las tres fuerzasmilitares y en la policía, cuya misión

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era la de secuestrar, interrogar,torturar y matar.46 Con el nuevorégimen, no sólo la tortura era máscruel, sino que el detenido quedabaen manos de unos hombres sobradosde tiempo, libres de injerenciasjudiciales, con medios para aislartotalmente al detenido de la sociedady que no necesitaban devolver viva auna persona al final de su tarea. Elnuevo régimen no era fascista. Lefaltaba para ello la necesaria basecivil organizada a nivel de masas yel apoyo movilizado de la pequeñaburguesía, pero muchos de sus

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agentes alardeaban de sus simpatíaspor los nazis, y los métodos queempleaban, y que les permitíanemplear, no eran precisamente ajenosa los de la Gestapo.

Tal como habían previsto losMontoneros, centenares deguerrilleros fueron abatidos en lascalles, mientras oponían unadesesperada resistencia a sussecuestradores de los Grupos deTareas. Carlos Caride, CarlosHobert, Sergio Puiggrós, MiguelZavala Rodríguez y Rodolfo Walsh47

fueron sólo los más relevantes.

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Algunos guerrilleros acorralados,como el montonero FranciscoUrondo, uno de los nuevos poetasargentinos, se tragó la “pastilla”, laterrible cápsula de cianuro, comoacto final de desafío.48 Otros, en suscasas y lugares de reunión, lucharonhasta la muerte. A finales de enero de1976, el Secretariado PolíticoNacional49 de la organización fuerodeado durante una reunión en unacasa de la calle Corro, en Floresta,por tropas que usaron un tanque,bazucas y un helicóptero en el

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combate de una hora y media que seprodujo a continuación. Después deque los montoneros Coronel, Salamey Beltrán murieran disparando desdela planta baja, el secretario políticonacional Alberto (Tito) Molina yMaría Victoria Walsh, hija deRodolfo, llevaron a cabo los ritosfinales en un balcón del primer piso.Pasmados, sin creer lo que veían, lossoldados observaron cómo la jovendejó su metralleta Halcón en elsuelo, se asomó de pie sobre elparapeto, abrió los brazos y les gritó:“¡Ustedes no nos matan! ¡Nosotros

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elegimos morir!” Acompañada deMolina, puso entonces fin a su vidacon un disparo en la sien.50 Aquellascinco muertes, aunque en loestratégico no tan mutilantes comolas bajas sufridas por el ERP enjulio, supusieron una pérdidaconsiderable para los Montoneros.Sin embargo, se dijo que el quíntuplesacrificio permitió la huida deFirmenich y Galimberti. Sufrieronotro golpe en mayo de 1977, cuandoJulio Roqué, el único miembro de laConducción Nacional designado parapermanecer en la Argentina, fue

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atrapado con otro montonero en unacasa. Al no poder escapar, leprendieron fuego y la volaron.51

Sin embargo, las verdaderascausas del derrumbamientomontonero fueron los secuestros ysus consecuencias. Hacia finales de1977, los guerrilleros declararonque, durante los cinco mesesposteriores al golpe, el 90% de lossecuestrados se habían negado ahablar, por lo que habían sidoasesinados; y que aun cuando el 10%había hablado, sólo el 1% del totalde bajas optó por la traición y

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patrulló con las unidades móvilesdelatando a sus antiguos compañeros.Sin dudas, el número de los quehablaron pero no colaboraron fuemucho mayor, pero más tarde losMontoneros se dieron cuenta de queincluso sus propias cifras erangraves: un solo traidor podíadenunciar de 20 a 30 miembros, delos cuales 3 o 4 podían hablar sincolaborar, denunciando a otros 8 o10, de los que uno podía convertirseen “dedo” (alguien dispuesto a“pasear” por las calles y “marcar”, oseñalar, a montoneros conocidos

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suyos).52 Aquellas tácticas enemigascontribuyeron en gran manera a quelos guerrilleros fueran víctimas de supropio “aparatismo”. Sin advertir elverdadero carácter de la operacióncontra la insurgencia hasta que fuedemasiado tarde, en 1977 seguíanmanteniendo su vasta estructura,aunque ésta disminuía constantementecomo resultado de lo que confesabanlos detenidos; y, con cada trozo delaparato, caían más compañeros.

Los pocos montoneros quesobrevivieron a la pesadilla de ladetención dejaron bien claro, en sus

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subsiguientes testimonios, que lamayoría de los montoneros que cayóen las manos del enemigo lo hizo“con la moral prácticamentedestruida”;53 muchos de elloshablaron, y sin demorarsedemasiado. Eso no implica que lasbarbaridades no se hubieranconvertido en actos de rutina.Además de la “picana” (corrienteeléctrica), del “submarino”(inmersión) y de la violación, losmétodos incluían el “encierro de losdetenidos con perros feroces,adiestrados por sus secuestradores,

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hasta que quedaban casidescuartizados”.54 Las presionesfísicas eran tremendas, pero eltestimonio de los sobrevivientes dela Escuela de Mecánica de laArmada (ESMA), cuya unidadG.T.3.3 fue considerada responsable,ella sola, de 3.000 muertes,55 revelaque la mayoría de los montonerosllegaba allí sin confianza en el futuropolítico de su organización. Llevadosa la cámara de tortura encapuchadosy encadenados, la mayoría de ellosrápidamente cooperaba, preocupada,

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aunque con pocas esperanzas, por susupervivencia individual. “Sin losmontoneros, las FFAA no hubiesenpodido destruir a los Montoneros”,dice el testimonio.56 Acuciados porel dolor físico, los montoneroshablaban a causa de la bancarrotapolítica de su organización y de suocaso militar; hablaban porquesabían que sus amigos estabanhablando, porque sus líderes sehabían ido y los habían abandonado.Era demasiado lo que esperaban deaquellos presos sus jefesguerrilleros, unos hombres que

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exigían heroísmo y solidaridad comonormas de conducta y que notoleraban otras facetas menosgloriosas de la naturaleza humana. EnArgelia, los detenidos se proponíanun objetivo realista: resistir durantecuarenta y ocho horas para que lasbases conocidas por los presospudieran ser evacuadas y suscompañeros quedar a salvo. Sinembargo, a los montoneros se lesordenaba que resistieran hasta lamuerte.

Algunos montoneros fuerontraicionados por su propio

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militarismo, persuadidos paracolaborar al plantearles unargumento que les hacía enfrentar lasituación real entre los dos“ejércitos” opuestos. Si ello lessalvó la vida, nunca llegó a saberse,una vez que su colaboración habíadejado de ser útil. Los que aúngozaban de libertad no tenían ningunarespuesta eficaz que ofrecer a lamáquina represiva que estabadevorando a sus compañeros. Loúnico que podían hacer era denunciarlos horrores de la ESMA y otroscentros, y lanzar represalias

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simbólicas de tipo militarista(empleando a veces equipos llegadosdel extranjero para cumplir misionesespecíficas) contra los responsablesmás visibles. En agosto de 1978,demolieron la casa delcontralmirante Lambruschini, queesperaba convertirse pronto encomandante en jefe de la Armada,usando treinta kilos de explosivos.Pero Lambruschini no estaba allí.Sólo estaban su pequeña hija, unguardia y una anciana. La muerte deaquellas personas no aportó el menorprestigio a los Montoneros.

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No obstante, dentro de la ESMA,algunos prisioneros consiguieronidear una estrategia que, durante elperíodo 1977 a 1979, les salvó lavida. Simulando colaborar con susapresadores de la Armada,escaparon al destino de la granmayoría. Fueron personas comoMartín Grass, uno de los miembrosmás antiguos del serviciointernacional montonero, y SaraSolarz, la viuda de MarcosOsatinsky, a quienes la Armadaconsideraba guerrilleros importantesque debían mantenerse vivos ante la

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eventualidad de que las presiones delos derechos humanosinternacionales se hicierandemasiado fuertes y fuese necesarioexhibir a alguna persona“desaparecida”. Pronto se hicierontambién evidentes las ambicionespresidenciales del comandante enjefe Massera, al acercarse el términode su período de pertenencia a laJunta Militar. Habiéndose ganadoampliamente la guerra contra losguerrilleros a finales de 1977, elalmirante empezaba a buscar apoyopolítico. Ello permitió que el grupo

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del interior de la ESMA mejorasegradualmente su situación material ypsicológica convirtiéndose, demanera indirecta e increíble, en“consejeros políticos” del jefe de laArmada: una especie de “depósito deideas de izquierda” que, entre 1977 y1979, si no tuvo una influencia muygrande sobre Massera, sí parecióhaber sido escuchado en cuanto a dosaspectos normativos: el uno referentea la necesidad de legalizar lasituación de los detenidos yreemplazar el exterminio en masa porasesinatos selectivos, con el fin de

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mejorar la imagen internacional delrégimen; el otro, relacionado con lasdisputas de aquel momento conChile, Brasil y Gran Bretaña.Conocedores de que Massera queríaeludir su responsabilidad personal enlas medidas represivas, y de que sumejor estrategia sería la de presentaruna alternativa populista a los jefesdel Ejército, los consejeros, usando amenudo al capitán Jorge EduardoAcosta como intermediario, loinstaron a suavizar la represión, adescargar la responsabilidad de lamisma en el Ejército y a buscar un

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triunfo nacionalista en el canal deBeagle, las islas Malvinas o contrael Brasil, ostensiblemente con elobjeto de mejorar sus posibilidadesde acceso a la presidencia. Losverdaderos motivos de los“asesores” eran, por supuesto, salvarvidas y apartar la atención de losmilitares de la “subversión” internapara orientarla hacia las cuestionesexteriores.57 Aunque el grado exactode influencia de dicho grupo nunca seconocerá, lo cierto es que losdetenidos, fingiendo colaborar,obtuvieron más de una ventaja.

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Mejoraron sus condiciones de vida,se les quitaron las cadenas, se lespermitieron contactos limitados consus familiares, y mediante el diálogopolítico consiguieron sembrarcrecientes dudas en el ánimo de susapresadores respecto de si eranverdaderamente unos “monstruos”que habría que matar. En 1979, unossesenta o setenta prisioneroslograron alcanzar de aquella manerauna situación que les permitiómarcharse a Europa. Fue un extrañofenómeno: una batalla psicológica dedos años con aspectos curiosos. Una

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de las reclusas, conocida por losMontoneros como Ana, y como Lucypor la Armada, llegó a tener unaamistad tan estrecha con un oficial dela misma, que terminó convertida ensu esposa. También se dice que,cuando murió Arrostito, el oficialencargado de su custodia tuvo ungran disgusto y lloró al conocer lanoticia.58

No obstante, aquel caso fueexcepcional; los otros resultaronmucho más tristes. Por lo general, lospresos eran sumamente “útiles”durante las primeras cuarenta y ocho

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horas, cuando la informaciónextraída podía causarinmediatamente otras bajas deguerrilleros. Después se pediríainformación más detallada al preso,sería invitado a salir con laspatrullas de los Grupos de Tareas, ya aparecer en conferencias de prensa.Finalmente, los que habían dejado deser útiles para sus apresadores eran“trasladados”. En una primera fase,los trasladados aparecíanacribillados a balazos, estranguladoso dinamitados; más tarde,“desaparecían”, sin más. Las pruebas

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acumuladas sugieren que su “destinofinal” era el mar. Se les inyectaba unfuerte sedante, eran luego llevados abordo de un avión, y nunca másvolvían a ser vistos. Los guardianesa quienes los detenidos preguntabanpor el destino de los “trasladados”hacían “bromas” sobre la “comida delos peces” y la “solución naval”.59

También hay razones para creerque tuvieron efecto dos grandesmatanzas: según dijo un capellánderechista de la Fuerza Aérea, pocodespués del golpe fue llamado paradar la extremaunción a los católicos

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que había, entre centenares depersonas, en un campo de Córdoba, ydespués vio cómo eran acribillados yenterrados.60 Y lo que el régimenpresentó como la muerte de sesentareclusos durante un alboroto ocurridoen la cárcel de Villa Devoto enmarzo de 1978, fue denunciado poralgunos periodistas como “laMasacre de Devoto”, en la quemurieron 200 presos políticos ydelincuentes.61

La norma era extremadamentecruel, y no sólo en la eliminación de

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los sospechosos de ser guerrilleros.Mientras la Junta se defendíadiciendo que se había visto obligadaa practicar una “guerra sucia” quehizo inevitables ciertos “excesos” y“errores”62, el tipo de represiónseguido correspondía másexactamente al mencionado por elgeneral Ibérico Saint-Jean,gobernador de Buenos Aires, en unasdeclaraciones que hizo a raíz delgolpe militar: “Primero mataremos alos subversivos; después, a suscolaboradores; después [...] a sussimpatizantes; después [...] a los que

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permanezcan indiferentes; y,finalmente, a los tímidos”.63 Afinales de 1977, la Argentina, conuna estimación de 18.000 presospolíticos, encabezaba la lista depaíses con inocentes encarceladoscompilada en Washington por elCouncil of Hemispheric Affairs.64

La Junta nunca reconoció la retenciónde más de 5.108 detenidos (mayo de1977), y en enero de 1981 declaróque sólo tenía 900 reclusos adisposición del Poder Ejecutivo.65

No hay ningún cálculo digno de

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crédito respecto del número depersonas muertas por las fuerzas delEstado a partir de marzo de 1976,aunque apreciaciones aproximadassitúan la cifra entre diez y veintemil,66 y la cantidad de exiliadospolíticos, en múltiplos de la misma.La delegación investigadora de laOrganización de Estados Americanosque visitó la Argentina en 1979acusó implícitamente a la Junta de“terrorismo de Estado” y,explícitamente, halló responsables de“numerosas y serias violaciones delos derechos humanos

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fundamentales” a las “autoridadesgubernamentales y a sus agentes”.67

Como respuesta, el régimen presentóuna lista de 1.025 ataquesguerrilleros ocurridos desde 1969 ypublicó detalles sobre un total de688 muertes causadas por la“delincuencia terrorista” desde1970.68 El hecho de que pocosobservadores considerabanjustificada la represión por eseargumento quedaba simbolizado porla concesión, en octubre de 1980, delPremio Nobel de la Paz a Adolfo

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Pérez Esquivel, antiguo presopolítico argentino, por su actividaden defensa de los derechos humanos.

La gran envergadura de lacampaña represiva, y especialmentesu impacto en el movimientoestudiantil, no permitió que losMontoneros sustituyeran sus pérdidashumanas con nuevos reclutamientos.A finales de 1977, los guerrillerosestimaron que el número de susefectivos equivalía al 40% de los de1975, habiéndose recuperado de unmínimo del 20% al que habíabajado.69 Aparte de las bajas, habían

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sufrido numerosas deserciones,incluida la de uno de sus principalessindicalistas, Guillermo Grecco, unhombre que, según se decía, habíaempezado a recapacitar después delasesinato de Rucci. Hacia fines deaño, casi todos los montoneros quepermanecían en libertad abandonaronel país con la esperanza de quedar asalvo por algún tiempo, en el exilio,de sus perseguidores, hasta que unamejora de la situación les permitieraretornar triunfalmente a la Argentina.Sufrirían una gran desilusiónrespecto de ambas cosas.

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La emigración montonera

Los Montoneros sobrevivieron asu pesadilla de 1976-1977 gracias ala gran fuerza numérica que habíanlogrado a fines de 1975, a laevacuación de sus líderes y a susolidez económica. En el extranjero—en Madrid, Ciudad de México,Roma, París, Caracas y otrascapitales— pudieron reagruparsemás de 1.000 militantes y,posiblemente por algún tiempo,atrajeron hacia ellos a otrosexiliados. La preservación de la vida

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de sus líderes era esencial para loque quedaba de la moral guerrillera,puesto que los “comandantes” dieronuna continuidad real a sus recuerdosde un pasado más glorioso. Y losfondos de que disponían aún losMontoneros para la lucha eranadecuados a sus necesidades.Aquéllos habían sufrido unahemorragia en agosto de 1976, alestrellarse el avión particular deDavid Graiver en la ladera de unamontaña cuando se dirigía aAcapulco desde Nueva York. Ibanpresumiblemente con él los

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diecisiete millones de dólares cuyosbeneficios e intereses, procedentesde inversiones en bancos, industriasy fincas, habían rendido 130.000dólares mensuales, destinados almantenimiento de los Montoneros ysu infraestructura.70 Pero laprecaución había aconsejado a lossecuestradores de los hermanos Borndesviar, en 1975, cincuenta millonesde dólares hacia Cuba, donde, auncuando no rentaban nada, estabanabsolutamente seguros.71 Aprincipios de 1979, les quedaban

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todavía unos treinta millones dedólares.72

En 1977, cosa nada sorprendente,los líderes que controlaban losfondos y el armamento de laorganización establecieron su baseestratégica en La Habana. Firmenichy los otros “comandantes” empezarona viajar en busca de aliadosinternacionales, aun cuando suprincipal pied-à-terre siguió siendoCuba, donde, a pesar de operar sinmucha publicidad, el “comandante”Firmenich aparecía en lascelebraciones oficiales más

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importantes como invitado delgobierno y del Partido ComunistaCubano. Sin problemas de dinero, seinició una gran ofensivapropagandística contra el régimenargentino. Las publicacionesmontoneras se multiplicaron: a EvitaMontonera, técnicamente el órganodel partido, se le unieron variosboletines de noticias sindicales, unórgano del Ejército Montonero, unasíntesis general de noticias, unarevista internacional del MPM y unagran cantidad de circulares impresasocasionales.73 Se instaló legalmente

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una emisora de radio de onda cortaen Costa Rica, que se dedicó adifundir denuncias del régimen en laArgentina por toda AméricaLatina.74 Los Montoneros tambiéncrearon Radio Liberación. Consistíaen unas pequeñas cajas portátiles quepodían ser introducidas en laArgentina y que, al ser enchufadas enuna toma de corriente eléctrica,emitían cortos mensajes grabados encinta magnetofónica a través de lostelevisores en un radio de ocho odiez manzanas. La voz de losMontoneros sería también oída en los

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principales foros internacionales,pero la que prevalecía en ellos era lade los líderes. Eran éstos los quealternaban con la alta sociedadrevolucionaria, quienes disfrutabande libertad económica para viajar,mientras que los exiliados corrientes,muchos de ellos graduados sintrabajo, sufrían grandes dificultadeseconómicas. Lejos de la Argentina,éstos se hicieron más dependientesde sus líderes, tanto para larecepción de noticias como para lasasignaciones de tipo económico,pero también se volvieron más

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críticos respecto de ellos. Al fin y alcabo, si Mario Firmenich, RobertoPerdía, Horacio Mendizábal yFernando Vaca Narvaja estuvieronde acuerdo en la necesidad deinvertir millones de dólares enviajes, en publicaciones a menudodemasiado lujosas y en una nuevainfraestructura, ¿por qué razón nopodía dedicarse ahora, en laseguridad del exilio, una pequeñaparte del dinero a la financiación deltan largamente prometido congresodel Partido Montonero?

En el extranjero, los Montoneros,

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al menos como organización, seabstenían de toda actividad militar.Se hicieron estallar bombas enedificios diplomáticos argentinos deColombia, Ginebra y El Salvador,pero fueron colocadas poradversarios locales del régimen. En1980, el líder montonero declaró que“nos honraría haber matado aSomoza”, aunque fue el ERP quien enrealidad reivindicó la eliminacióndel depuesto dictadornicaragüense.75 En cambio, losMontoneros concentraron susesfuerzos en la obtención de apoyo

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internacional y en el aislamiento dela Junta, dirigiendo su actividadhacia las organizaciones de losderechos humanos, la Iglesiacatólica, el movimiento obreromundial, la Internacional Socialista,los “países socialistas” y losmovimientos de liberación nacional,adoptando una gran variedad deactitudes en tal proceso.

Nunca dominaron, ni intentarondominar, el movimiento de protestacontra las violaciones de losderechos humanos. Muchas de lasvalerosas Madres de Plaza de Mayo

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que se reunían regularmente delantede la Casa de Gobierno para exigirnoticias de sus hijos e hijassecuestrados estaban vinculadas conlos Montoneros, aunque más porlazos de sangre que políticos. Encuanto a la Iglesia argentina, no huborespuesta del Obispado a una cartade los Montoneros, de finales de1976, en la que proponían la aperturade un diálogo con miras al logro dela “pacificación”.76 Como tampococontestó el Vaticano a la carta que el“comandante” Mendizábal dirigió en1978 a su eminencia el cardenal Jean

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Villot, para informarlo de que, con elfin de animar a los católicos a unirseal Ejército Montonero, éste (sinconvertirse en una entidadconfesional) había establecido unacapellanía y designado al padreJorge Adur como capellán de lamisma.77 El consejo superior delMPM también disponía de unsacerdote, el padre Rafael Iaccuzzi,con el mismo objeto, pero losargumentos montoneros ya nodisfrutaban de mucho crédito en loscírculos eclesiásticos. En cambio,tuvieron una mejor acogida en el

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mundo laboral cuando se permitióque las delegaciones montonerasasistiesen a las reuniones de laOrganización Internacional delTrabajo y a congresos sindicales enArgelia y otros lugares, si bien en lamayoría de los casos ello sólosuponía una expresión de solidaridadcon los centenares de sindicalistasencarcelados o “desaparecidos” enla Argentina (no específicamente conlos Montoneros, aunque éstos habíantenido sus propias bajas obreras,tales como Mario Aguirre, exsecretario general de la Asociación

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de Trabajadores del Estado enRosario, detenido en septiembre de1976). Las relaciones con lossocialdemócratas, los “paísessocialistas” y los movimientos deliberación nacional fueron máscomplejas. En el campo de laInternacional Socialista, losrepresentantes montoneros fueronrecibidos por los líderes de lospartidos de Suecia, España yAlemania occidental. Los socialistasaustríacos incluso propusieron a losMontoneros para su ingreso en laInternacional Socialista, aunque sin

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éxito.78 Sin embargo, talesprogresos, especialmente losconseguidos con los partidos españoly austríaco, fueron hasta cierto puntoel resultado de anteriores gestionesen busca de apoyo para los“Auténticos” llevadas a cabo porJuan Gelman cuando tenía su base enRoma y, también en ese caso,constituyeron más una expresión desimpatía hacia los trabajadoresargentinos que hacia los Montoneros.Tal simpatía se debilitó cuando sedieron cuenta de que lasafirmaciones de los Montoneros de

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estar dirigiendo la resistenciaargentina eran ilusiones que pocotenían que ver con la realidad, ycuando, en España, el PSOE seafirmó cada vez más en su criterio deque la ETA vasca era una amenazapara el proceso políticoposfranquista.

En cuanto a los llamados “paísessocialistas”, las esperanzasmontoneras de solidaridad se vieronfrustradas por la atracción delcomercio. Contrariamente a algunasexpectativas, el gobierno militarencontró tan conveniente seguir

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explotando los cauces comercialesabiertos por su predecesor peronistacon el bloque soviético, que laArgentina incluso rompió elpretendido embargo estadounidensede los cereales impuesto por elpresidente Carter a raíz de laintervención soviética enAfganistán.79 Ese matrimonio deconveniencia explica por qué elPartido Comunista de la Argentina(PCA), servil a Moscú, conservó sulegalidad en 1976, por qué prestó“apoyo crítico” al gobierno delgeneral Videla, viéndolo como un

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baluarte “liberal” contra unosdesafiantes “pinochetistas”, por quéenvió treinta representantes a Europaen un esfuerzo por neutralizar losefectos de la propagandamontonera,80 y por qué la UniónSoviética bloqueó los intentos decondenar a la Argentina en variosforos internacionales como violadorade los derechos humanos. Chinatambién consideró ventajoso elincremento del comercio con elrégimen, lo que la llevó a recibircomo huéspedes a Videla y Martínezde Hoz y, en 1978, a elogiar “los

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vertiginosos progresos conseguidospor la Argentina durante los dosúltimos años”.81 La actitud de Cubafue más ambigua, como pudo verseen ocasión del Festival Mundial dela Juventud celebrado en La Habanaen 1978. Por una parte, Cuba aceptóel veto del PCA sobre laparticipación de los Montoneros enla delegación argentina que debíaasistir al festival82 y organizó actosmultitudinarios de solidaridad con elpueblo de todos los paíseslatinoamericanos bajo régimen

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militar, excepto la Argentina; porotra, quince montoneros estuvieronpresentes como invitados personalesdel gobierno cubano, y Fidel Castro,en dos discursos, incluyó a laArgentina en sus listas de regímenesdenunciados. Aunque no debieraexagerarse, hay algo de verdad en elpunto de vista de los Montoneros,según el cual el régimen cubanoencierra una sólida líneaprosoviética y otra, fidelista, conmás simpatía hacia ellos. El 26 dejulio de 1980, dirigiéndose a unaconcentración popular, el líder

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cubano reafirmó: “Sólo hay uncamino: ¡la revolución! Sólo hay unprocedimiento: ¡la lucha armadarevolucionaria!”.83

Sin embargo, el apoyo másinequívoco en favor de losMontoneros procedió de losmovimientos de liberación,principalmente los de África y delOriente Medio. Representantes delMPM publicaron un comunicadoconjunto con el partido gobernante deTanzania y establecieron, en 1977,una representación permanente enDar-es-Salaam.

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Más tarde se firmó unadeclaración similar en Irak, hubovisitas oficiales a Mozambique y aEtiopía, y los Montoneros fueronhuéspedes de la UNAZ durante lacelebración de la independencia enZimbabwe.84 A nivel deorganización, los lazos más firmesfueron los establecidos con losmovimientos nacionalistasrevolucionarios partidarios de lalucha armada: principalmente la OLPy los sandinistas de Nicaragua(FSLN).85 En septiembre de 1978,

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los “comandantes” Firmenich yMendizábal fueron a Beirut paratratar asuntos políticos y militares.86

El año siguiente, el apoyo montoneroa la lucha sandinista contra Somozaincluyó una contribución económica,la presencia de Fernando VacaNarvaja en Nicaragua el último mesde lucha y el envío de la BrigadaSanitaria “Adriana Haidar” paratratar a los sandinistas heridos en laregión de Masaya.87 Los resultadosobtenidos fueron, teóricamente, laslecciones que se sacaron del triunfo

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del FSLN y la experiencia de lareconstrucción posinsurreccional; y,prácticamente, la derrota de unaliado del régimen argentino y laobtención de un lugar para mantenerreuniones sin ser molestados.88 Estoúltimo no era una conquistadespreciable: más de una docena demontoneros y supuestos montonerosfueron detenidos o muertos fuera dela Argentina, con lo que los serviciosde espionaje y los agentes deseguridad latinoamericanosdemostraron lo que significaba para

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ellos el “internacionalismo”.89

Entretanto, en la Argentina elfútbol pasaba a ser el centro de laatención popular, con millones depersonas entusiasmadas con laposibilidad de que la selecciónnacional ganara el Mundial, amediados de 1978. Los Montonerosdeclararon que sería un “festivalpopular” que transformarían en una“conferencia de prensa gigante parainformar al mundo de la tragedia quenuestro pueblo está sufriendo”.90

Persiguiendo tal objetivo, publicaron

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un folleto tan llamativo como elprospecto de una compañíamultinacional;91 dieron conferenciasde prensa en Buenos Aires a cargode Juan Gelman, Norberto Habeggery Armando Croatto;92 y difundieronla consigna de que los asistentes a lacompetición gritaran durante lospartidos: “¡Argentina campeón!¡Videla al paredón!” Al mismotiempo, el Ejército Montonero,completamente apartado de lasmultitudes futbolísticas, entraba enacción para demostrar que aún

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poseía suficiente capacidad militarpara producir impactos en loscentros de represión. Utilizandolanzacohetes portátiles RPG-7 porprimera vez, se llevaron a cabodieciocho ataques contra casas deoficiales del Ejército, la EscuelaSuperior de Guerra, la Escuela deMecánica de la Armada (ESMA), lasede del Servicio de Información delEjército, la Casa de Gobierno, elComando en jefe del Ejército yvarias comisarías; además, fueasesinado un jefe de Gendarmería.93

Por desgracia para los Montoneros,

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aquella actividad tuvo demasiadoéxito: los guerrilleros alcanzaron susblancos, consiguieron evitar lamuerte de civiles y se retiraron sinbajas. Por ello la prensa pasó poralto los hechos, anulando así su valorpolítico y dando pie a la repeticiónde las grandes explosionesprácticamente contraproducentes y alos asesinatos espectaculares,acciones que nadie podía silenciar.

A efectos de propaganda, y a pesarde las afirmaciones montoneras deque “nosotros ganamos el Mundial defútbol”,94 el campeonato estimuló la

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clase de nacionalismo de que sebeneficiaría el régimen. El únicoconsuelo para sus adversarios fue elespectáculo de las contraccionesnerviosas del general Videlamientras, durante la ceremonia depresentación final, los retrasosprovocaban fuertes silbidos de todoslos espectadores. El públicointernacional llegó a conocer muypoco de los centros secretos dedetención, solamente una selecciónargentina bien organizada que recibiólos honores, al vencer a Holanda por3 a 1 en la final, con dos goles de

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Kempes y un tercero de Bertoni.En este y otros casos, la jefatura

montonera, llena de un triunfalismonada convincente, se mostrótotalmente incapaz de reconocer susfallos, sus reveses y su derrota. Sólola distancia del exilio les permitióconvencer a sus miembros —opretender convencerlos— de que“hoy el conjunto de los trabajadoressimpatiza con nuestra política, que eltiempo demostró acertada”, que“hoy, el peronismo montonero esmayoría dentro del peronismo”, y “elperonismo montonero es el alma de

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esta resistencia”.95 Quizá los lídereslograron convencerse a sí mismos deque sus ilusiones coincidían con larealidad. Ciertamente, al principio,su presunción se basó en la confianzaen su futuro: aun cuando la CasaMontonera que abrieron en Méxicohabía suspendido sus actividadespúblicas como resultado de laspresiones del gobierno argentinosobre el mexicano, su gemela en lamadrileña Puerta de Hierro fueinicialmente considerada como ellugar al que los “generales de ladictadura” tendrían que ir finalmente

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para negociar las condiciones de surendición, tal como los enviados deLanusse se habían trasladado a lamisma ciudad para “rendirse” aPerón a principios de los añossetenta.96 Los esfuerzos por evocarel recuerdo de aquel triunfoarruinaron la película montoneraResistir es vencer, la mitad de lacual se echó a perder por la fijaciónde la cámara en Mario Firmenich,quien, intentando revestir el manto dePerón y emular el aspecto queofrecía el líder peronista en unafilmación enviada años antes a la

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Argentina, se entregó a un monólogosumamente tedioso.

La determinación de persistir enlas declaraciones de victorias apesar del patente fracaso del MPMen su intento de arraigar en laArgentina, fue fundamentalmente unaexpresión de oportunismo político.Por entonces, los “pragmatistas” ylos militaristas ejercían plenodominio. Los principalesrevolucionarios —Osatinsky, Quieto,Urondo, Roqué— habían muerto.Incluso se insinuó en algunos ánimosla duda de si estaría infiltrada la

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Conducción Nacional de laorganización. ¿Era pura casualidadque los mandos directivos de lasFAR, el componente montonero másfuertemente influido por el marxismo,hubieran sido eliminados en sutotalidad? Fuera cual fuese laverdad, el programa de 1976 se viorápidamente enterrado. Fuesustituido, primero, en abril de 1977,por los “Ocho Puntos de Roma”, unprograma mínimo que pedía laretirada de Martínez de Hoz, lacelebración de elecciones, laliberación de los presos y la

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restauración de todos los derechosconstitucionales, políticos ysindicales.97 Después, en junio de1978, apareció un documento que,aun cuando mencionaba todavía elsocialismo, abogaba por lareunificación y transformación delperonismo, con la participación de laizquierda, la derecha y el centro enuna jefatura conjunta.98 Y finalmente,en abril de 1980, la evolución llegó aun programa que se contentaba con launidad antioligárquica yantidictatorial, sin mencionar el

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socialismo. En cuatro años, losplanes influidos inicialmente por elleninismo habían dado paso a la“pacificación nacional”, la “justiciasocial” y la “estabilidaddemocrática”. Incluso a los militaresse les garantizaba un papelinstitucional en el “ProyectoNacional Revolucionario”montonero.99

Ninguna de las propuestasmontoneras prosperó. Las peticionesmínimas, con ser las de millones deargentinos, tuvieron el defecto de nodiferenciar a la organización de las

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demás fuerzas de la oposición, lascuales, a su vez, veían en laasociación con los Montoneros unobstáculo a sus esfuerzos por volvera las libertades políticas de lospartidos. Entre los peronistas,incluso Héctor Cámpora, cuyalibertad el MPM venía exigiendodesde 1977, condenó la “subversión”cuando se le permitió dejar laArgentina, y se negó a un encuentrocon Obregón Cano y RodolfoPuiggrós a su llegada a México.100

Unas negociaciones con losempresarios nacionales, dirigidas en

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1979 por Ernesto Jauretche, tambiénresultaron infructuosas: se condenóla política de Martínez de Hoz, perotambién los reclamos salariales,arguyendo, plausiblemente, que unossalarios mucho más altos llevarían ala quiebra a las poco saneadascompañías implicadas.101

Como para compensar los fracasospolíticos, el militarismo se hizo aúnmás pronunciado. Los delegadosmontoneros vistieron de uniformedurante el Festival Mundial de laJuventud en Cuba, con gran regodeode los representantes del Ejército

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Rojo, que iban de civil. Unos díasdespués, se anunció que el jefe delPelotón de Combate Mártires de laResistencia y los miembros delPelotón de Combate Miguel ZavalaRodríguez, todos ellos pertenecientesa la Sección de Tropas EspecialesCapitán Alberto Camps del EjércitoMontonero, habían sidocondecorados con la Orden delHéroe en el Combate, del gradoComandante Carlos Olmedo, por sushazañas con el RPG-7 durante laCampaña de Ofensiva Táctica delCampeonato Mundial.102 Después de

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ésta, los Montoneros declararon queel movimiento de resistencia habíadetenido la ofensiva enemiga,provocado contradicciones internasen el régimen y creado así lascondiciones favorables para llevar acabo con éxito una contraofensiva en1979. Luego, Evita Montoneraanunció tal acontecimiento entreimágenes de montonerosuniformados, fotografías de lacomandancia en jefe del EjércitoMontonero e instantáneas de cadauno de los “comandantes” en elmomento de dar la mano al

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comandante Firmenich delante deenormes mapas de la Argentina,mientras los demás permanecían, alfondo, en posición de firmes. Y unamuestra del texto: “El brillantedesempeño del ComandanteMendizábal al frente de la jefaturadel Ejército Montonero es destacadopor el Comandante Firmenich, quienlo felicita y expresa elagradecimiento en nombre delconjunto del Partido por el rolcumplido por las fuerzas militares asu mando en la detención de laofensiva enemiga”.103 Todo habría

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sido más convincente si lasfotografías hubieran sido tomadas enla Argentina.

Detrás de todo el militarismoestaba la disposición de un jefemontonero a sacrificar docenas devidas, entre ellas las de varioscompañeros prominentes, en unacontraofensiva, cuyo posible frutopolítico sería recogido por unospocos sobrevivientes, y sobre todopor los no participantes Firmenich yVaca Narvaja. Era una disposiciónya evidente en el caso de TulioValenzuela, “el inolvidable Tucho de

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heroica muerte”.104 Valenzuela fuesecuestrado por el Ejército, junto consu esposa y su hijo, en enero de1978, después de haber sidotraicionado por miembros delSecretariado Regional de Rosario,que él dirigía. Con su familiaretenida como rehén, fue obligado aacompañar a varios oficiales delSegundo Cuerpo de Ejército yagentes del Servicio de InformaciónNaval a México con la orden defacilitar el secuestro o el asesinatode líderes montoneros, incluidoRicardo Obregón Cano. Sin embargo,

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al llegar allí, denunció laconfabulación en una conferencia deprensa, causando gran desconciertoal general Galtieri, comandante delcuerpo de Ejército implicado y futurocomandante en jefe. LuegoValenzuela escribió a Galtieri “degeneral a general”, prometiendo un“desembarco de Normandía” de losMontoneros para dos años después yexigiendo que, si el Ejército aún nohabía matado a su esposa y a su hijo,se informara a éstos, antes deeliminarlos, de lo orgullosos queestaban los Montoneros de su

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heroísmo. Aparte de los elogios deValenzuela y de las referencias a su“heroica” muerte, la versión oficialmontonera de la Operación Méxicono ofrecía más datos.105 Lo que nose dijo en ella fue que losMontoneros no estabancompletamente seguros de que lacolaboración de Valenzuela con elEjército hubiera sido simulada y deque hubiera terminado; como no sedijo que por ello lo habíandegradado al rango de “aspirante” yle habían ordenado regresar a laArgentina; ni tampoco que había sido

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muerto a tiros cuando intentaba entraren el país.106

Desastroso intento deretorno

La “contraofensiva” de 1979 fueun desastre desde el comienzo hastael final, una exhibición más demilitarismo pese a las afirmacionesguerrilleras de que lo que sepreparaba era una contraofensiva“popular”. Animados por el aumentode las huelgas en 1978 y por la

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manifestación de cinco mil personasel día del cuarto aniversario de lamuerte de Perón, los Montonerosintentaron su prometido “desembarcode Normandía”. Según su análisis dela situación, había en aquel momentouna posibilidad real de que lostrabajadores se apoderaran de lacalle, de que se recuperasen losderechos sindicales, de que sederribara a Martínez de Hoz y de quese dividieran las Fuerzas Armadas,obligando a éstas a una desbandada.Sin embargo, quizá más importanteque la consideración del estado de

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ánimo de las masas argentinas era unantiguo temor de todos los exiliadospolíticos: el de que, a menos queregresaran pronto, su organizaciónsería completamente olvidada; talcomo ellos mismos lo expresaron,“desaparecerá políticamente ante lasmasas”.107 Tal vez ello fue lo quecegó a los estrategas montonerosrespecto de la realidad de unmovimiento obrero dividido:dividido en parte, porque losmilitares no habían intervenido todoslos sindicatos, lo cual los habíallevado a una situación heterogénea;

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y dividido también porque, al noexistir una confederación mediadora,las rivalidades personales, políticasy burocráticas se habían agudizado.Como pudo verse en el intento dehuelga general del 27 de abril de1979, la clase obrera no estaba aúnpreparada, ni organizativa nipolíticamente, para unacontraofensiva militante unida.108

Muchos trabajadores retrocedieronpor temor a las consecuencias de suparticipación, y también, quizás, acausa de los indicios observados deuna pequeña recuperación del nivel

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de los salarios reales. Hacia finalesde 1979 surgieron dos importantesconflictos industriales en el GranBuenos Aires, y el general Menéndezse levantó en rebelión simbólicacontra sus superiores militares, peroaquellos hechos quedaron muy lejosde las expectativas montoneras. Loque se había programado como unacontraofensiva popular se convirtió,así, en otra de tipo principalmentemilitar, que resultó muy costosa.

En principio, el plan de lacampaña hacía hincapié en lamovilización sindical como clave del

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éxito. Mientras que una cuarta partede los montoneros que volvieron sereagruparon como miembros de lasTropas Especiales de Infantería(TEI, bajo el mando de Yäger) contareas militares a su cargo, las trescuartas partes restantes retornaroncomo miembros de las TropasEspeciales de Agitación (TEA, bajoel mando de Mendizábal), con lamisión de dirigir las actividadespolíticas y obreras. Y aun cuando losprimeros tenían instrucciones deaniquilar al equipo económico de laJunta,109 habían recibido también la

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orden de sincronizar sus golpesmortales con la esperada explosiónde la combatividad de la claseobrera, lo que vendría a culminarvarios meses de agitación,transmisiones de Radio Liberación ynegociaciones políticas.110 Segúnlos que habían planeado laoperación, el momento cumbre de lamisma sería la salida masiva de losobreros de sus fábricas,especialmente en el norte de BuenosAires, para llevar a cabo una marchahacia la Plaza de Mayo. Y allí podríasuceder cualquier cosa. Recordando

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la histórica movilización obrera del17 de octubre de 1945, el“Cordobazo” de 1969 y el“Rodrigazo” de 1975, losMontoneros decretarondescaradamente la iniciación del“Argentinazo”.

Aparte una tradicional exageraciónen estimar el nivel de unidad de laclase obrera, su identificación conlos Montoneros y su preparaciónrevolucionaria, y una subvaloracióndel enemigo, los Montonerosvolvieron a demostrar que susiniciativas orientadas hacia la masa

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laboral seguían siendoincorregiblemente militaristas. Elresumen de sus planes decontraofensiva no podía ser másrevelador al respecto:

– Fase III. Ataque (la batalla).(Idea de las acciones sin fechasprecisas.)

– Movilización obrera del GranBuenos Aires a Plaza de Mayo:zona principal, el Norte. (Ideadel “Rodrigazo”.) Columnasuficiente: unos 5.000 obreros

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(una fábrica grande:¿Ford?).111

Dejando a un lado toda la retóricasobre un compromiso básico con lasluchas obreras, el conjunto deaquello demostró claramente que losMontoneros, lejos de considerar alos obreros como protagonistasrevolucionarios movilizables entanto clase, veían en ellos unastropas estratégicas para lanzar a laacción en cantidades mesuradas,

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según lo decidieran los generalesguerrilleros. La clase obrera debíamanipularse de modo que formara lasaguerridas brigadas que seríanllevadas al frente para reforzar lastropas de choque de la brigada ligeramientras éstas se infiltraban en lasfilas inmovilizadas del enemigo yeliminaban a sus adversarios uno auno.

Sin embargo, la clase obrera semostró reacia a la manipulación delos Montoneros. Los trabajadorespermanecieron en sus fábricas,algunos luchadores, pero todos como

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observadores del espectáculomontonero. Las unidades TEIdemolieron, a fines de septiembre, lacasa de Guillermo Walter Klein,secretario de Planificación yCoordinación Económica, hiriendo atoda su familia y matando a dospolicías en la acción; dos semanasdespués, hirieron a dosguardaespaldas en un ataque conmetralletas y bazucas, sin éxito, enBelgrano, a Juan Alemann, secretariode Hacienda, y a mediados denoviembre asesinaron al empresarioFrancisco Soldati y a un

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guardaespaldas en el bulliciosocentro de Buenos Aires. Abatieronmás guardaespaldas que objetivosprevistos, se atrajeron ladesaprobación general por haberatacado a los Klein, y la condena delos sindicatos por haber hecho lomismo con Alemann,112 y noconsiguieron que llegara aconocimiento de la ciudadanía larelación entre Soldati y el Ministeriode Economía. Sus “logros” fueronnegativos y sus pérdidas,catastróficas. Tan clara fue lavictoria de los servicios de

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información del Estado, que losMontoneros nunca revelaron sunúmero total de bajas, entre ellas, unmiembro de la Conducción Nacional(Mendizábal) y siete del ComitéCentral. De una docena deconsejeros superiores del MPM queretornaron a la Argentina, seis fueroncapturados y dos (el ex diputadoArmando Croatto y el militanteagrario Carlos Píccoli) murieron encombate. Se perdieron los primerossecretarios de las ramas de trabajo,juvenil y femenina del MPM(Croatto, Guillermo Amarilla y

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Adriana Lesgart), dos secretariosadjuntos (Píccoli y María AntoniaBerger), y un talentoso miembro dela rama política (Julio Suárez); larama juvenil quedó totalmentedecapitada. Otras bajas notablesfueron el secretario general de laCGT-R, José Dálmaso López, ellíder juvenil Jorge Gullo (hermanodel anterior jefe de la JP), elveterano de las FAR DanielTolchinsky y su esposa, AnaWeissen.113

Tales pérdidas fueron sin dudairreparables, pero después de que los

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sobrevivientes hubieran abandonadola Argentina a finales de año, losmariscales de la derrota, insistiendoen sus juicios anteriores, declararonque su decisión de lanzar lacontraofensiva había sido “correcta yoportuna”.114 Mario Firmenich —que junto con Fernando VacaNarvaja había estado a mediados de1979 en Managua, fotografiado juntoa los comandantes sandinistas enropa de combate frente a unas cajasde suministros de la Argentina aSomoza— dijo: “Es obvio que dehaber ocurrido la movilización

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sindical hacia la Plaza de Mayo, otrohubiese sido el efecto político. Sinembargo, fue un triunfo”. Segúnafirmó, miles de trabajadores sehabían identificado con los planesmontoneros; sólo una ocupación deveinte días de la fábrica metalúrgicade Santa Rosa por el Ejército y laconcesión de todas las peticiones quehabían hecho los trabajadores de laPeugeot impidieron que se iniciara lamarcha hacia la Plaza de Mayo.115

En otras palabras, los Montoneros nofallaron en nada, y su éxito habríasido completo si sus adversarios no

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se hubieran opuesto.

El declive montonero

Más que otra cosa, fue esa falta derealismo lo que provocó elalejamiento de dos tendenciasmontoneras en 1979-1980.

La primera, relacionada sobretodo con el nombre de RodolfoGalimberti, se retiró a principios de1979 y rechazó la contraofensiva,considerándola un disparateestratégico; la segunda, que tomó el

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nombre de Montoneros 17 deOctubre (M-17), se separó un añodespués, negándose a aceptar laestimación positiva que laConducción Nacional había hechodel fracaso.

Entre los compañeros deGalimberti figuraban el poeta JuanGelman, cuyos hijo y nuera fueronsecuestrados en 1976, y PabloFernández Long, en otro tiempodiputado “auténtico” por Misiones yen aquel momento secretario deAsuntos Internacionales de la ramajuvenil del MPM. Tanto Galimberti

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como Fernández Long habían sidonombrados miembros del ComandoTáctico creado para dirigir lacontraofensiva en Buenos Aires. Lacarta de dimisión de Gelman yGalimberti criticaba “elresurgimiento de un militarismo deorigen foquista que impregna todaslas manifestaciones de la vidapolítica en las estructuras a las querenunciamos”; el “concepto elitistade un partido de cuadros” de losMontoneros; el “recurso a prácticasconspiradoras” de la jefatura y su“insensato sectarismo”, así como “la

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definitiva burocratización de todaslas esferas de dirección del Partido,cuya última expresión es la faltaabsoluta de democracia interna, locual sofoca cualquier intento dereflexión crítica, a la que desechancomo deserción o traición,escondiendo la ausencia de respuestapolítica tras un irresponsabletriunfalismo que no convence anadie”.116 Los disidentes instaron asus anteriores líderes a abandonar lapretensión de dirigir el movimientode masa y a participar en él en sulugar, a acabar con la diferenciación

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del PM-MPM y las organizacionespuramente teóricas, y a reconocerque el movimiento obrero se hallabatodavía en fase de resistencia.

El grupo disidente se llevóconsigo 68.750 dólares, ¡expresandosólo su sentimiento por no haberpodido hacerse con más! Sostuvieronque los treinta millones de dólaresque tenía aún en su poder laorganización, en vez de seguir siendola única fuente de poder político dela jefatura montonera, debían serrepartidos entre las fuerzasrevolucionarias, entre todos los que

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resistían y protestaban, estuvieranarmados o no.117 Como respuesta,los líderes montoneros hicieron notarque Galimberti había estadopreparando cuadros juveniles para lacontraofensiva hasta el momento desu “pronunciamiento”, lo acusaron detener ambiciones de “caudillo”118 yamenazaron asesinarlo junto con suscompañeros. De toda evidencia,muchas de las críticas de losdisidentes no hacían más que crisparunos nervios ya excitados, auncuando algunas de las declaraciones

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de Galimberti en las conferencias deprensa (“No debimos matar aMugica”) eran probablementemaliciosas, hechas para poner aFirmenich en un apuro. Pero lo quepretendía realmente el nuevo grupono estaba muy claro: por un lado,bautizaron su tendencia con elnombre de “Peronismo en laResistencia”, implicando menosénfasis en el “montonerismo”, ydesde entonces dedicaron susesfuerzos en el exilio a acercarse denuevo al Movimiento Peronista; porotro, hablaron de crear una

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“Alternativa Peronista MontoneraAuténtica”, que practicaría lademocracia interna, y orientarsehacia la recuperación del terrenopolítico cedido por su organizaciónmadre como resultado de sumilitarismo. En realidad, su principalcontribución positiva a lareorientación de los activistas de laizquierda peronista podría llegar aser la publicación de los informescríticos inteligentemente escritos porRodolfo Walsh de 1976 a 1977, a losque sus superiores nunca contestaron.En ellos Walsh recomendaba que no

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se llevara a cabo “ninguna acciónmilitar que no esté ligada en formadirecta inconfundible con un interésinmediato de las masas”.119

La deserción del M-17 fueinicialmente expresada mediante un“Documento de Madrid”, redactadopor seis tenientes montoneros, entreellos Miguel Bonasso y JaimeDri.120 Como en el caso deGalimberti (ex líder de la ColumnaNorte), sus censuras se refirieron alas críticas internas de 1976, parapasar luego a rechazar la afirmación

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de la Conducción Nacional de quelas pérdidas de 1979 eran simples“costos de la guerra”. Los autoresdel documento criticaron en él lanegativa de los “comandantes” apermitirles el derecho de formar unatendencia (aun cuando la conducciónhabía hecho circular su documentointernamente), autocriticaron elcarácter “foquista” de lacontraofensiva y reconocieron queuna contraofensiva auténticamentepopular sólo habría podido ser“impulsada”, y no “lanzada”, por unaorganización como la de ellos. Sobre

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todo, aislaron las raíces del pecadooriginal montonero, diciendo que eraun “reduccionismo clausewitziano”que presentaba “la compleja luchasocial como movimientos de dosfuerzas militares convencionales”, yque había condenado a líderesexperimentados a desaparecer en un“enfrentamiento entre dos aparatos, yno entre dos fuerzas sociales”.También señalaron que los ataquesmilitares de la campaña habían sidocensurados por dirigentes peronistaspolíticos y sindicales, lamentaron lareducción del centralismo

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democrático en el PM a un merocentralismo, y abogaron por unalucha armada que se adaptase alnivel real y a la verdadera naturalezade la resistencia de las masas.121

Ostensiblemente diferían del grupode Galimberti en cuanto al hecho deapelar a la autoridad de Lenin yCooke, y no a la de Rodolfo Walsh.En la práctica, la diferencia consistíaen que el primer grupo se inclinabamás que el otro hacia el peronismoortodoxo y buscaba la recuperaciónde cierto crédito a ojos del mismo,mientras que los M-17 seguían una

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nueva modalidad de montonerismo,desprovista de militarismo. Pese aser más numeroso que el primero,este último grupo sólo tenía a MiguelBonasso,122 ex director de Noticias,para inspirar un respeto inmediato enlos círculos peronistas, mientras queGalimberti, como líder que habíasido de la Juventud Peronista en losprimeros años setenta, tenía mejorescredenciales a ser reconocido por elperonismo.

Los líderes montonerosrespondieron a las dimisiones conexpulsiones, y a las acusaciones de

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militarismo con amenazas demuerte.123 Debilitados por lasdeserciones y por las pérdidas de1979, quedaron reducidos casi a laimpotencia. En 1980 ascendieron asus compañeros de viaje “históricos”Bidegain, Obregón Cano y Puiggrós auna reformada Conducción Nacionaldel MPM, pero Puiggrós murió en LaHabana, de un ataque al corazón, afinales de aquel mismo año. En elextranjero, simplemente cerrarondepartamentos enteros de laorganización, de base continental —en Europa, los Estados Unidos y el

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Canadá—, sólo para silenciar lasvoces discrepantes.124 Desde LaHabana podían mostrarse todavíapoderosos económicamente y causaralgunas molestias al régimen en laArgentina, pero poco más que eso.Su crédito era escaso como en ningúnmomento anterior.

Cinco años después del golpemilitar de 1976, los otrora soldadosde Perón tenían poco que ofrecer a laconsiderable pero divididaoposición al régimen argentino.Militarmente podían hacer poco paradesafiar a las Fuerzas Armadas

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argentinas con sus 130.000hombres,125 mientras quepolíticamente sus propuestas para uncapitalismo de Estado de marcadocarácter corporativista126 eranapenas conocidas por suscompatriotas. Y los implicados enlos grupos disidentes, porrenovadoras que hubieran sido suscríticas —tanto las dirigidas a losdemás como las que hicieran de símismos—, estaban probablementedemasiado identificados con elpasado de la organización para

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escapar al desencanto popularrespecto de lo que los Montoneroshabían ofrecido y que seguíanintentando ofrecer.

A pesar de la crisis de laizquierda peronista, los militaresargentinos no mostraban mucha prisapor devolver el poder a los políticosciviles. Los generales hablaban de lanecesidad de mayor diálogo con los“sectores representativos” antes deiniciar una etapa de conversacionescon unos partidos políticosreconocidos oficialmente, hastallegar a una fase final en la que se

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celebrarían elecciones de algún tipo.El ministro del Interior,Harguindeguy, sugirió cierta vez quepodían tener efecto en 1999,127

aunque la mayoría de personajesmilitares demostraba no tener idea decuándo o dónde terminaría suProceso de ReorganizaciónNacional. Conscientes de que a ojosde muchos habían permanecidodemasiado tiempo en el poder, deque seguían en él aun mucho despuésde que nada semejante a una“amenaza subversiva” hubieradesaparecido y de que habían

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llevado a cabo matanzas ingentes ennombre de una “guerra sucia” contralas guerrillas, los militares dejaronver su temor a las represalias en suescasa disposición a renunciar alpoder. Aunque era sólo la izquierdamilitarista la que predecía “consejosde guerra” para castigar a losoficiales implicados en actos derepresión ilegales, y si bien cabíaconfiar en que los principalespartidos rechazarían talesproposiciones, nadie podíagarantizar que los parientes de losmiles de “desaparecidos” no

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intentaran vengarse en el futuroacorralando a los oficiales delEjército en las calles. Quizás eranesas consideraciones las que tuvopresente el jefe de la ArmadaLambruschini cuando afirmó que, auncuando pudieran haberse cometidoalgunos errores, “desandar lo andadopuede llegar a ser sin dudasuicida”.128

Entretanto, con los ejemplos deIrán y Nicaragua en el ánimo, losMontoneros supervivientes seguíancreyendo que “ninguna dictadura, porpoderosa que parezca, es capaz de

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soportar la combinación explosivaconstituida por la movilizacióninsurreccional de las masastrabajadoras, la sublevación de todoun pueblo, combinada con la luchaarmada guerrillera de una vanguardiarevolucionaria surgida y amamantadade la propia historia nacional, de lapropia experiencia histórica de lasluchas populares de su país”.129

Pero en aquel momento era evidente,al menos para muchos críticos, quelos guerrilleros urbanos —debido asu extracción social, a factores deseguridad y a su proximidad a las

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fuerzas enemigas— eran incapacesde unificar las luchas militares con lalucha de masas. Ambas podíancoexistir, como, por ejemplo, en Irány anteriormente en la Argentina, peroera improbable que se unieraneficazmente, excepto donde losguerrilleros contaban con zonasrurales seguras en que poderorganizar una población protegidamientras luchaban. Talprocedimiento había sido una de lasclaves del triunfo sandinista enNicaragua, pero no era utilizablepara abrir las puertas del éxito en

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una Argentina sumamente urbana,donde, al fin y al cabo, el Estado quedebía asaltarse era mucho másformidable. Si la lucha armada teníaalgún futuro en la Argentina, éstedependía más del logro de una mayorcombatividad en los movimientos demasas que de las iniciativas de“profesionales”, ya fueran urbanos orurales.

Eso fue algo que los líderesmontoneros nunca llegaron a captar.Habían transcurrido cinco años derégimen militar sin que hubiesenencontrado una estrategia viable,

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siempre en el ambiente de bancarrotasugerido por la cita introductoria deeste capítulo. Poco antes de 1981,tales líderes se habían referido a “lasbajas y los crímenes que la dictaduramilitar ha causado entre nuestragente”, afirmando: “Es algo quenosotros hemos demostrado y alzadoorgullosamente como una bandera,como prueba de nuestra correctapolítica y del heroísmo que ha puestoa nuestro pueblo detrás de ellas”.130

Aun cuando quedaba algo deidealismo en las mermadas filasmontoneras, la voz del “comandante”

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en jefe dejaba traslucir un cinismototal: el sacrificio de sus tropas sehabía convertido en un desesperadomedio de conseguir la aclamación yel reconocimiento popular; la últimacarta que estaba dispuesto a jugar erasu propia organización, apostándolaa la posibilidad de que hubieraalguna recompensa política para elmando guerrillero si el peronismovolvía a recuperar el poder algúndía. Pero era una voz que no encontróeco en la Argentina.

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NOTAS

1. Entrevista de Firmenich, “La basedel triunfo está siempre en la masa”,Bohemia (La Habana), 9 de enero de1981; reproducido en Resumen(Madrid), 17 de febrero de 1981.

2. Debray, Revolution in theRevolution?, p. 86.

3. La Tarde, 23 de marzo de 1976. Latasa de inflación del períodocomprendido entre marzo de 1975 ymarzo de 1976 fue del 566,3%; y si ladel primer trimestre de 1976 se hubieramantenido durante el resto del año, lacifra anual habría llegado al 788,8%.Véase La Opinión, 3 abril de 1976.

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4. Proclamación de la Junta Militar del24 de marzo de 1976, en Kandel yMonteverde, pp. 223-226

5. Graham Yooll, The Press, p. 115.6. Videla, citado en The Times, 4 de

enero de 1978.7. Videla, citado en La Nación,

edición internacional, nº 997 (29 deoctubre de 1979).

8. Vilas, citado en un informe deAmnistía Internacional (1977), p. 65.

9. Guzzetti, citado en el Buenos AiresHerald, 4 de octubre de 1976.

10. República Argentina, PoderEjecutivo Nacional, Terrorism inArgentina, 7 de enero de 1980, p. 419.

11. La Opinión, 26 de septiembre de

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1976.12. Muchas de las declaraciones del

general Videla sugieren que se consideraa sí mismo un demócrata meramente porsu identificación con el mundooccidental. Por lo que respecta al futuropolítico interno de la Argentina, dijo queel peronismo, a no ser que cambiasefundamentalmente, no tenía lugar en unasociedad democrática. Véase La Nación,edición internacional, nº 1.004 (17 dediciembre de 1979).

13. La cifra de inflación de 1980 fue,oficialmente, del 87,6%, pero seconsideró en general que era inferior enunos 20 puntos al porcentaje real. Véaseel estudio del Financial Times del 1º de

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diciembre de 1980.14. Clarín, 1º de febrero de 1981.15. Para los puntos de vista de Arturo

Frondizi y del MID, véase ibíd.; para losde la UCR de Ricardo Balbín, véase LaNación, edición internacional, nº 1.069(16 de marzo de 1981); y para los de losperonistas, véase Partido Justicialista,“Primeras jornadas de economía social:declaración final”, Buenos Aires, 16 dediciembre de 1980. Este últimodocumento, bosquejado por AntonioCafiero, es especialmente importante porsu retrazo de la teoría de la dependenciay la aceptación del concepto dedesarrollo interdependiente.

16. La Nación, nº 1.069, que también

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contiene el texto del último discursoministerial de Martínez de Hoz.

17. “Un balance de 1976”, EvitaMontonera, nº 15 (febrero 1977), pp. 2-11.

18. La Opinión, 14 de octubre de1975.

19. “Crónica de la resistencia”, EvitaMontonera, nº 15, p. 27.

20. Buenos Aires Herald, 3 de julio de1976; La Opinión, 3-4 de julio de 1976.

21. Buenos Aires Herald, 13 deseptiembre de 1976. Para detallescompletos de esta conferencia de prensaclandestina celebrada en Buenos Aires,en la que también habló Mendizábal,véase Cambio 16 (Madrid), nº 245 (16

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de agosto de 1976).22. Buenos Aires Herald, 5 de julio de

1976.23. Ibíd., 21 de agosto de 1976; La

Razón, 20 de agosto de 1976; informe deAmnistía Internacional (1977), p. 35.

24. The Times, 17 de noviembre de1976.

25. Informe de Amnistía Internacional(1977), pp. 24-25; Organization ofAmerican States (OEA), Report on theSituation of Human Rights in Argentina(Washington, 1980), pp. 41-44; TheTimes, 4 de febrero de 1977.

26. Informe de Amnistía Internacional(1977), pp. 10, 18, 33 y 49.

27. Ejército Montonero, 600

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Operaciones en 1977 (s. l, 1978), p. 5;Evita Montonera, nº 15, p. 7.

28. “Las armas montoneras en nuestroaccionar militar”, Estrella Federal, nº 5(septiembre 1978), p. 13.

29. Para detalles, véase 600Operaciones. De las otras operacionesguerrilleras, 253 fueron clasificadascomo “operaciones de respaldo a lasluchas de los trabajadores”, 114 como“operaciones antirrepresivas”, y 238como “operaciones de propaganda”.

30. Entrevista personal con unmiembro del PRT-ERP, Inglaterra, 15de septiembre de 1978.

31. 600 Operaciones, passim.32. “Informe del Consejo Nacional del

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Partido Montonero, septiembre de1977”, pp. 17-18; y entrevista personalcon miembros del MPM, Londres, 15 dediciembre de 1979.

33. Entrevista personal con el oficialmontonero Manuel Pedreira, La Habana,agosto 1978. Pedreira fue muertosemanas después en la Argentina.

34. El Consejo Nacional equivalíaaproximadamente a un comité central, y,en efecto, tomó tal nombre cuando fueampliado en 1979. La ConducciónNacional era el equivalente montonerode una comisión ejecutiva o politburó, ycuando el golpe de 1976, se componíade Firmenich, Roberto C. Perdía, CarlosHobert y Raúl Yäger. Cuando Hobert

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fue muerto aquel mismo año, JulioRoqué lo reemplazó. HoracioMendizábal se unió a la jefatura cuandoRoqué cayó en 1977, como hicieronFernando Vaca Narvaja y HoracioCampiglia cuando, a fines de 1978,aquélla fue ampliada. La ConducciónNacional del PM era la Comandancia enJefe del EM.

35. Nota 1, Vencer (México), núms.2-3 (1979), p. XXVIII.

36. Partido Montonero, “Hacia unanueva política para la conquista delpoder por los trabajadores y el puebloperonista” (Buenos Aires, agosto 1976),versión modificada de un original másextenso publicado en El Montonero, nº

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11 (24 de abril de 1976).37. Ibíd. Sobre la denominación del

Movimiento Montonero, véase tambiénla entrevista con Firmenich publicadaparcialmente en The Guardian, 2 demarzo de 1977; y “Firmenich: a PoliticalAnalysis”, NA-CLA Report, vol. 11, nº 1(enero 1977), pp. 17-22.

38. “Argentina: un país en guerra”.39. “Informe del Consejo Nacional

[...] septiembre de 1977”, passim. Elmismo documento fue publicado eninglés como “Criticism and Self-Criticism”, en Vencer (revistainternacional del MPM), núms. 2-3.

40. Ibíd.41. Cifra facilitada por un ex dirigente

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de la Columna Norte que hoy vive en elexilio.

42. Para el caso de los disidentes,véase Peronismo en la Resistencia,Reflexiones para la construcción de unaalternativa peronista Montoneraauténtica (s. l., junio 1979), p. 12.

43. “Informe del Consejo Nacional[...] septiembre de 1977”.

44. Véase apéndice B.45. Entrevista personal con dos

miembros del MPM, Londres, 25 deagosto de 1980.

46. Véase especialmente AmnestyInternational, Testimony on SecretDetention Camps in Argentina(Londres, 1980).

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47. Sergio Puiggrós era hijo deRodolfo Puiggrós y fue su secretarioparticular cuando éste era rector de laUniversidad de Buenos Aires, en 1973.Se dice que Puiggrós hijo dirigió laoperación de Formosa de 1975. Elescritor y periodista Rodolfo Walsh,fundador de la agencia de noticias PrensaLatina y más tarde del diario montoneroNoticias, se había convertido en unsegundo oficial montonero y era,supuestamente, el encargado de lasección de policía del servicio deinformación de la guerrilla. Muriócuando se resistía a ser secuestrado el 25de marzo de 1977, un día después dehaber denunciado al régimen militar en

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una famosa Carta Abierta. Su casa enSan Vicente fue después demolida portanques del Ejército.

48. Sobre la muerte de Urondo, véaseLos papeles de Walsh (s. l., Cuadernosdel Peronismo Montonero Auténtico,1979), p. 25. La obligación de que losmontoneros acorralados se suicidaran fueanulada por la Conducción Nacional enmayo de 1978.

49. En abril de 1976 se estableció unSecretariado Nacional como órgano delliderazgo táctico. Al principiocomprendió tres secretariados: político;militar; y de prensa, propaganda yadoctrinamiento. Los secretariados deorganización y relaciones extranjeras se

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le añadieron más tarde.50. Sobre la batalla de la calle Corro y

la muerte de la hija de Rodolfo Walsh,véase “A Letter to my Friends”, delmismo, Vencer, nº 4 (1980), p. 37. Parala cobertura de prensa, véase LaOpinión, 2 de octubre de 1976.

51. The Times, 6 de junio de 1977.52. “Informe del Consejo Nacional

[...] septiembre de 1977”, p. 17.53. “Memorándum 1: Explicitación

política de la experiencia mantenida pormilitantes montoneros con la Marina deGuerra, en calidad de detenidos y bajocondiciones de secuestro”, julio 1979, p.11. Este documento inédito, procedentede Ginebra, relata la experiencia de

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importantes montoneros retenidos en laEscuela de Mecánica de la Armado(ESMA).

54. OEA (1980), pp. 199-200.55. “Memorándum 1”, p. 6.56. Ibíd., p. 15.57. Ibíd., passim.58. Se publicó la noticia de que

Arrostito fue muerta en diciembre de1976 en una emboscada, pero, según eltestimonio del fugado de la ESMAHoracio Maggio (MPM, Secretaría dePrensa, 1978), ella vivió hasta el 15 deenero de 1978, fecha en que se le diouna inyección y murió en el HospitalNaval. El ex diputado peronista JaimeDri también se fugó de la ESMA, pero

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los demás montoneros detenidos allí locriticaron por haber comprometido suestrategia, como cuenta el“Memorándum 1”.

59. OEA (1980), p. 80; Amnesty(1980), pp. 22-27.

60. The Guardian, 24 de mayo de1978.

61. Triunfo (Madrid), abril 1978.62. Declaración del ministro del

Interior, general Harguindeguy, LaNación, edición internacional, nº 1.071(30 de marzo de 1981).

63. The Guardian, 6 de mayo de1977.

64. The Times, 24 de diciembre de1977.

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65. La Nación, edición internacional,nº 1.059 (5 de enero de 1981).

66. En 1980, la Asamblea Permanentede los Derechos Humanos tenía datossobre 6.000 personas desaparecidas, yAmnistía Internacional sobre 4.000,mientras que la OEA hablaba de 5.000personas “desaparecidas”,“presumiblemente ejecutadas” (TheGuardian, 25 de noviembre de 1980).Muchos de los secuestros no han sidodados a conocer. En 1979, el equipo dela OEA en la Argentina recibió 5.580testimonios de violaciones de derechoshumanos, de las cuales 4.153 erannuevas (OEA, 1980, p. 6). No se hapublicado dato alguno sobre el número

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de personas muertas por las fuerzas deseguridad en enfrentamientos armados odurante sus redadas desde el golpemilitar, si bien es probable que sean unas5.000. Las cifras más frecuentementedadas por los Montoneros fueron 10.000muertos, 30.000 desaparecidos (muchosde ellos muertos) y 15.000 detenidos.

67. OEA (1980), pp. 27 y 263.68. La Nación, edición internacional,

nº 1.025 (12 de mayo de 1980); yTerrorism in Argentina , p. 314. De las688 víctimas de asesinatos políticos, 515eran miembros de las Fuerzas Armadas,de la Gendarmería y la policía (más del70% del total). Con las muertes deempresarios, estas víctimas

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representaron el 82% del total. Lossindicalistas muertos por los guerrillerossumaron 24.

69. Documento interno del PM, sintítulo, octubre de 1977, p. 15.

70. Sobre el caso Graiver, véase TheSunday Times, 5 de junio de 1977; yChristopher Dobson y Ronald Payne,The Weapons of Terror , Macmillan,Londres, 1979, pp. 87-90.

71. Entrevista personal con un exmontonero, Inglaterra, enero 1981.

72. Peronismo en la Resistencia,Reflexiones, p. 12.

73. Respectivamente, Crónica de laresistencia sindical argentina , EstrellaFederal, Noticias (de Argentina) y

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Vencer. Eran de aparición menos regularMovimiento, órgano del ConsejoSuperior del MPM, y El 17, publicadopor el Bloque Sindical del PeronismoMontonero. Éste también publicó folletosy lo mismo se hizo en nombre de laJuventud Peronista Montonera (JPM); laCGT-R también hizo circular un BoletínInformativo.

74. Radio Noticias del Continente fuesilenciada por el gobierno de Costa Ricaen febrero de 1981 como resultado delas presiones gubernamentales argentinasy de la indiscreción montonera.

75. Entrevista de Firmenich, “Noshonraría haber matado a Somoza”,reproducida en Noticias (de Argentina),

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1-15 de septiembre de 1980; y “Así semató a Somoza”, El Socialista(Madrid), nº 172 (24-30 de septiembrede 1980), p. 50.

76. Montoneros, Lettre à l’Épiscopatd’Argentine du CommandementNational du Parti Montonero (Francia,diciembre 1976).

77. “Comunicación oficial del EjércitoMontonero al Vaticano”, suplementoespecial de Estrella Federal, nº 5(agosto 1978), pp. 2-4.

78. La Nación, edición internacional,núms. 941 y 943 (2 y 16 de octubre de1978).

79. En 1980, la Unión Soviéticacompró el 52% de la cosecha cerealera

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argentina (volumen). Ibíd., nº 1.060 (12de enero de 1981).

80. Ibíd., nº 913 (20 de marzo de1978).

81. Ibíd., nº 1.029 (junio 1980); TheGuardian, 2 de junio de 1978.

82. Los Montoneros publicaron lasocho cartas, mediante las cualesbuscaban por lo menos ser aceptadoscomo parte de la delegación argentina.Todas quedaron sin respuesta.

83. Semanario Granma (La Habana),edición inglesa, 3 de agosto de 1980.

84. Pueden hallarse más detalles sobrela actividad internacional montonera enel citado documento interno del PM, sintítulo, octubre 1977; MPM, With the

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People of the World (s. l., 1978); yVencer, núms. 1-4, passim.

85. Consejo Superior del MPM,“Interview with Commandant MarioEduardo Firmenich”, 16 de marzo de1979 (Londres, 1979), p. 10,

86. Latin America Weekly Report(Londres), 15 de febrero de 1980.

87. Evita Montonera, nº 25 (agosto1979), número especial dedicado altriunfo sandinista.

88. Entrevista personal con dosmiembros del MPM, Londres, 26 deagosto de 1980.

89. En 1976, los ex parlamentariosuruguayos Zelmar Michelini y HéctorGutiérrez Ruiz fueron los exiliados más

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prominentes que murieron asesinados enBuenos Aires; el ex presidente bolivianoJuan Torres también fue muerto, ydurante cierto período “desaparecían”unos veinte chilenos por semana, quizáporque había cuarenta agentes de policíachilenos con base en la jefatura depolicía de Buenos Aires (L’Europeo,Italia, 10 de septiembre de 1976). Loscasos a los que los Montoneros dieronpublicidad con el fin de demostrar laexistencia de un “terrorismo de Estadointernacional” contra sus activistasfueron los referidos a continuación. Año1977: el ex miembro Carlos Maguid,secuestrado en Lima; en Uruguay, JaimeDri y Oscar de Gregorio, detenidos y

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llevados a la ESMA, y Alejandro Barry(secretario político del PM) y CarlosValladares, asesinados. 1978: NorbertoHabegger, secuestrado en Río deJaneiro; intentos fracasados de secuestraro asesinar dirigentes montoneros enMadrid y México; el pianista de famamundial Miguel Estrella, encarcelado enUruguay bajo la acusación de ser un“terrorista montonero”. 1980: el dirigenteHoracio Campiglia y Susana Binstock,secuestrados en Brasil; María InésRaverta, Julio César Ramírez y NoemíEsther Giannotti de Molfino,secuestrados en el Perú, la segunda deellas hallada muerta, asesinada, algunassemanas después, en un apartamento de

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Madrid; y el capellán montonero, elpadre Jorge Adur, secuestrado en elBrasil, adonde había ido con motivo dela visita papal.

90. Declaraciones de Juan Gelman, LeMonde, París, 15-16 de enero de 1978.

91. Argentina ’78 (s. l., 1978).92. En aquellas conferencias de prensa

los Montoneros condenaron el secuestroy asesinato de Aldo Moro en Italia,arguyendo que las expresionesconstitucionales de discrepancia políticaeran allí posibles. Véase The Guardian,8 de junio de 1978.

93. Para detalles, véase EstrellaFederal, nº 5 (septiembre 1978), pp. 16-17.

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94. Ibíd, p. 35. Véase también laentrevista de Firmenich, “Por qué Videlaperdió el Mundial”, ResistenciaSocialista (boletín del Partido SocialistaCNR, Gran Bretaña), 1978, pp. 3-5.

95. PM, documento interno sin título,octubre 1977, p. 16; entrevista deFirmenich, “Nos honraría”; y“Organizarse para vencer”, EvitaMontonera, nº 23 (enero 1979), pp. 3-10.

96. Entrevista personal con dosmiembros del MM, Londres, 26 deagosto de 1980.

97. MPM, Victory is Born withPeopIe’s Unity (s. l., 1978).

98. Mario Firmenich, “Acerca de la

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unidad del peronismo” (s. l.), junio 1978.99. MPM, “Al pueblo argentino: la

justicia social y la soberanía popular sonel camino hacia la democracia y la paz”(s. l.), abril 1980.

100. La Nación, edición internacional,nº 1.017 (17 de marzo de 1980).

101. Entrevista personal con dosmiembros del MM, Londres, 26 deagosto de 1980.

102. “Condecoración”, EstrellaFederal, nº 5 (septiembre 1978), p. 12.

103. Evita Montonera, nº 23, pp. 13-18. Al mismo tiempo, se fusionaron losórganos de la dirección táctica yestratégica del PM y el EM, lo quesimplificó la estructura organizativa, pero

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también aumentó la diferenciación entreel liderazgo y los militantes de base.

104. Noticias (de Argentina), nº 23(17 de diciembre de 1979), p. 58.

105. Ibíd. Véase también TheGuardian, 26 de enero de 1978.

106. Entrevista personal con un exmontonero, Inglaterra, enero 1981.

107. “Balance de la Campaña ‘CarlosHobert’ de Lanzamiento de laContraofensiva Popular”, BoletínInterno, nº 12 (enero 1980).

108. La huelga general fue dirigida, apesar de la detención de veintiuno de suslíderes, por la Comisión de los 25, perono recibió el respaldo del otro órganosindical coordinador de aquel período, la

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Comisión Nacional de Trabajo (CNT).Los 25 declararon que el 75% de losobreros respaldó la iniciativa; Le Matin(París) estimó que el 60-80% de lostrabajadores de la Capital Federal y elGran Buenos Aires se había unido a lahuelga (Vencer, nº 1, 1979, p. 64).

109. Los ataques al equipo económicohabían empezado con el asesinato, enabril, de Miguel Padilla, asesor delMinisterio de Economía sobre políticasalarial, y con la voladura de la casa deJuan Alemann, secretario de Hacienda,durante la campaña de la Copa Mundial.El número de víctimas montoneras en1978 llegó a seis a mediados de agosto.

110. Véanse las respuestas al

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“Documento de Madrid”, especialmentela de Eduardo Pereyra, en PartidoMontonero, Boletín Interno, nº 13(febrero 1980).

111. “Balance de la Campaña ‘CarlosHobert’”.

112. El ataque a Alemann fuecondenado por la Conducción Única deTrabajadores Argentinos (CUTA),creada en un esfuerzo por unificar elmovimiento obrero y basada en la CNTy los 25. Sin embargo, persistieron lasdivisiones, y la CUTA resultó incapaz deorganizar la oposición a la nueva leysindical anunciada en noviembre de1979. Bajo esta ley, fue disueltaformalmente la CGT, sólo se permitieron

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los sindicatos y las federaciones (no lasconfederaciones), y fue eliminado elderecho de los sindicatos, que existíaantes del golpe militar, a adoptarposturas políticas.

113. “El Documento de Madrid: Antela crisis del Partido. Reflexiones críticasy una propuesta superadora”, BoletínInterno, nº 13; y Vencer, núms. 1-4,passim.

114. “Balance de la Campaña ‘CarlosHobert’”.

115. “Nos honraría”.116. Carta abierta de Galimberti y

Gelman, 22 de febrero de 1979 (circularduplicada).

117. “Reflexiones para la

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construcción”, passim.118. Entrevista con un montonero,

Inglaterra, 30 de marzo de 1980.119. Los papeles de Walsh, p. 17.120. Op. cit. Los otros signatarios

fueron Daniel Vaca Narvaja, PabloRamos, Olimpia Díaz y Gerardo Bavio.Cuando se crearon los M-17, su consejoprovisional también incluyó a EduardoAstiz, Sylvia Bermann, René Chávez,Ernesto Jauretche, Pedro Orgambide,Julio Rodríguez Anido y Susana Sanz(La Nación, edición internacional, nº1.021, 14 de abril de 1980).

121. “El Documento de Madrid”,passim.

122. La decisión de Bonasso de

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separarse pudo haber sido influida por elhecho de que, como secretario de prensadel MPM, había tenido que publicar uncomunicado tras otro para informar alpúblico de las bajas montoneras en 1979.Las publicaciones montoneras quedarondesorganizadas durante varios meses aconsecuencia del abandono de su cargo.

123. Los Montoneros hablaron de “laconspiración, deserción y eventualtraición del grupo de Galimberti yGelman, en Boletín Interno, nº 12; y la“expulsión” fue anunciada en Vencer, nº1, p. 23.

124. Entrevista con un montonero,Inglaterra, 30 de marzo de 1980.

125. John Keegan, World Armies ,

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Macmillan, Londres y Basingstoke,1979, p. 24.

126. MM, “Al pueblo argentino: lajusticia social”.

127. The Times, 25 de noviembre de1977; La Nación, edición internacional,nº 938 (11 de septiembre de 1978).

128. La Nación, edición internacional,nº 1.059 (5 de enero de 1981).

129. Editorial, Evita Montonera, 25(agosto 1979), p. 5.

130. “Interview with CommandantMario Eduardo Firmenich”, p. 2.

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GLOSARIO

AGRUPACIÓN Grupo de base. Paralos Montoneros, ungrupo de partidariossuyos dentro de unsindicato, dentro delMovimientoPeronista o en lasuniversidades.

AJUSTICIAMIENTO “Ejecución” por losguerrilleros.

ALTERNATIVISMO Tendencia peronistaizquierdista queargüía que sólo la

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base obrera y laizquierda delperonismo eranrealmenterevolucionarias, porlo que debían estarorganizadasindependientementede la jefatura delMovimiento.

ALTERNATIVISTA El que aprueba ysigue las ideas delalternativismo.

APARATISMO Indebido hincapiéen crear el aparatoguerrillero,generalmente en

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detrimento de lalabor en elmovimiento demasas.

ARAMBURAZO Secuestro yasesinato del expresidenteAramburu por losMontoneros.

ASPIRANTE Recluta guerrilleroen período deentrenamiento.

AUTÉNTICOS Peronistas“auténticos”.

BARRIO NORTE Área elegante y ricade Buenos Aires.

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BUROCRACIASINDICAL

Burocracia/direcciónde los sindicatos.CASA ROSADA Casa de Gobierno,Buenos Aires.

CIPAYO Alguien o algofuertemente influidopor un poderextranjerodominante.

CÍRCULO MILITAR Club de oficiales delEjército.

COLEGIO NACIONAL Colegio Nacional deBuenos Aires.

COLUMNA NORTE Columna montoneradel norte de BuenosAires.

COMANDANTE Comandante

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guerrillero. Gradosuperior montonero.

COMANDO Unidad guerrillera.CONDUCCIÓNNACIONAL

Jefatura nacional delos Montoneros.

CORDOBAZO Levantamientonacional en laciudad de Córdoba,1969.

DESCAMISADOS Los “sin camisa”seguidores dePerón; de unaorganización de laguerrilla urbana.

EVITISMO Culto de Eva Perón.FOCO Núcleo o base de la

guerrilla.

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FOQUISMO Teoría guerrillerarelacionada conGuevara y Debray,según la cual lalucha armada puedeayudar a crearsituacionesrevolucionarias.

FOQUISTA Seguidor de losprincipios delfoquismo.

FORJISTA Miembro deFORJA.

GORILA Reaccionario. Amenudo oficialmilitar antiperonista.

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IDEOLOGISTA Persona que basalos análisis políticosen sus prejuiciosideológicos,ignorando lascircunstanciasconcretas.

INTERVENCIÓN Nombramiento deun delegado por ungobierno o por lajefatura de unpartido o sindicatocon facultades paragobernar o dirigiruna provincia, unauniversidad, o rama

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de un partido o unasección de unsindicato.INTERVENTOR La personadesignada parallevar a cabo laintervención.

JUSTICIALISMO Doctrina peronista.LABORISTAS Miembros del

Partido Laborista delos años cuarenta.

LEALES Miembro de latendencia peronista“leal”.

MIGUELITOS Tachuelasesparcidas en lascalles y rutas por los

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guerrilleros paraevitar la persecuciónde la policía.MONTONERA Banda de jinetesgauchos que luchóen las guerras de laindependencia.

MOVIMIENTISMO Tendencia peronistade izquierda queconsideraba que elMovimientoPeronista erarevolucionario en suconjunto.

MOVIMIENTISTAS Seguidores de lasideas delmovimientismo.

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ONGANIATO Régimen y proyectopolítico de JuanCarlos Onganía(19661970).

OPERACIÓN/OPERATIVOAcción guerrillera.Proyecto social ocomunitario.

PASTILLA Cápsula de cianuro.PELOTÓN DECOMBATE

Unidad básicamontonera decombate.

PLAZA DE MAYO Plaza principal deBuenos Aires, frentea la Casa deGobierno.

PRONUNCIAMIENTO Rebelión militar.PUERTA DE HIERRO Distrito de Madrid,

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lugar de residenciade Perón en elexilio.

RAMA Sector delMovimientoPeronista o de otrosmovimientos.

RESISTENCIA Movimiento deresistencia; lasluchas peronistas dela clase obreraposteriores a 1955contra los gobiernosantiperonistas y noperonistas.

REVOLUCIÓNLIBERTADORA

El golpe militar de1955, según la

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denominación que ledaban suspartidarios.

RODRIGAZO La huelga general ylas protestas obrerasde mediados de1975 contra lasmedidas económicasanunciadas por elministro deEconomía,Celestino Rodrigo.

ROSISMO/ROSISTAS Partido de JuanManuel de Rosas.Adherentes a esepartido.

SALTO Subida a un nivel

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más alto de laguerra de lasguerrillas.

SOCIALISMONACIONAL

Para la derechaperonista, elsocialismo nacional;para la izquierda,una forma nacionaldel socialismo.

TACUARISTA Miembro del grupoTacuara.

TENDENCIAREVOLUCIONARIA

La izquierdaperonista en generalo, másespecíficamente, losMontoneros y susorganizaciones de

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masas de 1973-1974.

TRANSVASAMIENTO RejuvenecimientogeneracionalGENERACIONAL(del MovimientoPeronista).

UNIDAD BÁSICA Unidad políticabásica del PartidoJusticialista oPeronista.

VANGUARDISMO Tendencia aconsiderar que laprincipal tarearevolucionaria es lade desarrollar la

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vanguardia, y aignorar el desarrollodel movimiento demasas.VENDEPATRIA Traidor dispuesto asacrificar losintereses nacionalesen provecho propio.

VERTICALISMO Principio peronistade autoridad ymando según el cualse espera que todoslos peronistasobedezcan lasórdenes emanadasdel líder.

VILLA MISERIA Barrio de viviendas

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muy humildes.

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APÉNDICES

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A. ESCISIONES Y FUSIONES ENLA TRAYECTORIA MONTONERA

Y DEL PRT-ERP

Los Montoneros

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NOTA. Las organizaciones noperonistas sólo figuran aquí enfunción de su importancia para latrayectoria montonera. Por esto se

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excluyen algunas de ellas y se ignorala mayoría de las divisiones delPRT-ERP y de las FAL.

Genealogía del PRT-ERP

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NOTA. Las líneas de puntos indican

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trayectorias tangenciales alsurgimiento del PRT-ERP; losnombres entre paréntesis son los delos líderes de las organizaciones.En el exilio, el PRT-ERP se escindióal menos dos veces (1978 y 1980),dejando pequeños grupos dirigidospor Gorriarán, Mattini y RobertoGuevara (hermano del Che).

B. ESTRUCTURAS

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ORGANIZATIVAS MONTONERAS

1. Antes de 1973

1970 Comandos1972 Unidades básicas decombate/unidades básicascombatientes1972 Juventud Peronista(Regionales)

2. Tendencia Revolucionaria 1973-1974

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Juventud Peronista(Regionales) (JP). Para eltrabajo juvenil y políticageneral, basado enbarriosJuventud UniversitariaPeronista (JUP). Para eltrabajo entre losestudiantes universitarios,junto con los empleadosuniversitariosJuventud Trabajadora

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Peronista(JTP). Para laactividad sindicalMovimiento de VillerosPeronistas(MVP). Parael trabajo en las villasmiseria.Unión de EstudiantesSecundarios (UES). Parala actividad en lasescuelasAgrupación Evita de larama femenina (AE).Para el trabajo en lasección femenina delMovimiento Peronista

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Movimiento deInquilinos Peronistas(MIP). Para organizar alos inquilinos de loshoteles (pensiones de lamás baja categoría) y deconventillos (viejas casasde familia divididas enviviendas de una solahabitación)

NOTA. Juventud Peronista era tantoun término genérico aplicado a todaslas organizaciones que llevaban acabo tareas relacionadas con el

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frente de masas, como un nombre,más específico, que designaba laorganización política juvenil basadaen los barrios. Ésta estuvoestablecida primero en siete regionesy después en ocho, y su ejecutiva secomponía del líder de cada región.De ahí Juventud Peronista(Regionales).

3. 1975

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NOTA. La introducción de laespecialización, a fines de 1974, conel establecimiento de milicias y sudiferenciación de los pelotones,significó el fin de la estructura de“pelotones integrados” de 1973-

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1974: unidades destinadas tanto altrabajo de masas como a las tareasmilitares. Algunas milicias eranestables; otras, deliberadamentetemporales.

4. 1977-1979

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NOTA. Excepto para las ramassindical y juvenil del MM, no habíaorganizaciones específicas para laactividad de masas, siendo el trabajohecho en nombre de la ramacorrespondiente. En 1976, el BloqueSindical creó la ConfederaciónGeneral del Trabajo en laResistencia, organización que sólo enteoría incluía tanto a militantes queno pertenecían al MPM como apartidarios de los Montoneros.Esta estructura reemplazó, en 1976,un breve intento de crear unMovimiento Montonero por un

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Partido Montonero.En la estructura de 1977, todos losmiembros del EM eran miembros delPM. También procedían del PMtodos los componentes de lasjefaturas de las distintas ramas(consistentes en un primer secretario,un secretario adjunto, un secretariode organización y un secretario deasuntos internacionales). MarioEduardo Firmenich ocupaba lajefatura máxima, lo que significabaser jefe del PM, del EM y del MPM.La composición de la ConducciónNacional del PM era idéntica a la

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Comandancia en Jefe del EM (MarioFirmenich, Roberto Perdía, RaúlYäger, Horacio Mendizábal).

5. 1979

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NOTA. La reorganización para lacontraofensiva de 1979 supuso la

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disolución del Secretariado Nacionaly del Estado Mayor Nacional delEM, que habían sido,respectivamente, las jefaturastácticas del PM y del EM. Lasestructuras del mando estratégico ytáctico fueron subsiguientementeunificadas y la Conducción Nacionalampliada a seis miembros: el primersecretario y los jefes de cincosecretariados nacionales. Lacomposición de aquella ConducciónNacional era idéntica, en cuanto asus miembros, a la Comandancia enjefe del Ejército. Sin embargo, el EM

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pasó a formar parte,estructuralmente, del PM, aun cuandoel nombre de Ejército Montonero fueconservado con finespropagandísticos. En conjunto, loscambios de 1979 simplificaron unadrástica, pero necesaria,simplificación de las estructurasoperativas. Antes había unaduplicación de trabajo de loscomandos estratégicos y tácticos ofuncionales, tanto en el PM como enel EM, y también una duplicación detareas de las estructuras políticas ymilitares. De las unidades usadas en

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la contraofensiva de 1979, las TEIquedaron bajo el mando delsecretario militar Yäger y las TEAbajo el de Mendizábal, secretario deAgitación, Prensa y Adoctrinamiento.

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BIBLIOGRAFÍA

NOTA. Esta bibliografía sólocontiene las fuentes citadas en eltexto y no incluye material deinformación general. Los documentosque se citan consisten endeclaraciones y programas políticospublicados por las organizaciones,textos de discursos, entrevistas,cartas e informaciones oficiales. Elmaterial sin firmar, principalmenteartículos que aparecieron en revistas

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políticas argentinas, se presenta enuna lista separada. La bibliografíaestá ordenada alfabéticamente y sedivide en cuatro secciones:

1. Periódicos.2. Revistas.3. Libros, documentos y artículos

firmados.4. Material sin firmar.

1. PERIÓDICOS

Buenos Aires

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Buenos Aires Herald, enero 1966-octubre 1976, y numerosasediciones 1955-1966.

La Nación, numerosas ediciones,1955-1976.

La Nación, edición internacional,1977-1981.

La Opinión, julio 1975-octubre1976.

La Razón, numerosas ediciones1955-1976.

Noticias, 3-11 de junio de 1974.

Londres

Page 1574: Soldados de Peron - Richard Gillespie

The Guardian, 1970-1981.The Times, 1974-1981.

2. REVISTAS (Buenos Aires, salvoindicación contraria)

Avanzada Socialista, mayo-diciembre 1974, nº 104-131.

Carta Política, septiembre 1974-septiembre 1975, nº 7-30.

Che, octubre 1960-noviembre 1961,nº 1-16.

Che Compañero, agosto 1968, nº 4.Compañero, junio 1963-febrero

Page 1575: Soldados de Peron - Richard Gillespie

1965, nº 1-77.Confirmado, diciembre 1975-agosto

1976, nº 401-411.Con Todo, fines de 1968, nº 0-2.Cristianismo y Revolución,

septiembre 1966-septiembre 1971,nº 1-30.

Crónica de la resistencia sindicalargentina (s. l.), 1978-1980.

Cuestionario, marzo 1974-junio1976, nº 11-38.

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“Córdoba: a cinco años del 29 demayo, un montonero cuenta el

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“Córdoba rebelde”,Transformaciones en la historiapresente, nº 23 (septiembre 1974).

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Peronista, nº 6 (28 de mayo de1974), p. 8.

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Gillespie,RichardSoldados dePerón: historiacrítica sobre losMontoneros. -1a ed. - BuenosAires :Sudamericana,2012(Investigaciónperiodística)EBook.

ISBN 978-950-07-3473-8

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1. InvestigaciónPeriodística. I.Pigrau, Antoni,trad. II. TítuloCDD 070.44

Título original en inglés: Soldiers ofPeron, Argentina’s Montoneros

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ISBN 978-950-07-3473-8

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