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UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA INFANTIL Mora De La Hoz Andrea 20082187055 Fecha: 07 de Diciembre de 2011 Tema: Reflexión TEXTOS Y CONTEXTOS DE LA PERSUACIÓN Los medios de comunicación y la construcción social del conocimiento Carlos Lomas ARTÍCULOS DE INVESTIGACIÓN EL CIERRE DISCURSIVO DE LOS NOTICIEROS DE TELEVISIÓN Borys Bustamante B. “LA PUBLICIDAD CREA NECESIDADES” ¿Por qué somos consumistas? ¿Es responsabilidad de la publicidad? ¿De la globalización? ¿De las modas? ¿Del influjo de las mareas? Resulta difícil achacar a un único factor el alto nivel de consumo que llevamos a cabo casi todos los que tenemos algo más de dinero del estrictamente necesario para vivir, aunque sea muy poco más. Todos los factores tienen su importancia sin llegar a ser determinantes, pero, desde mi punto de vista, el factor principal está claro: la propia naturaleza humana. El ser humano tiene unas necesidades básicas o primarias, aquellas que le resultan imprescindibles o “estrictamente necesarias” para su supervivencia: alimentación, descanso, evacuación, etc. Sin embargo, a medida que va cubriéndolas, le empieza a resultar importante cubrir otras, seguridad o amor, por ejemplo. Si consigue cubrirlas, vendrán otras más, tales como el éxito o la autoestima. En otras palabras, las necesidades son infinitas, sólo que se ordenan jerárquicamente. Todo esto no es ningún hallazgo personal; lo dijo Abraham Maslow allá por 1943. ¿Y

¿SOMOS UNA SOCIEDAD CONSUMISTA?

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Page 1: ¿SOMOS UNA SOCIEDAD CONSUMISTA?

UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDASFACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN

LICENCIATURA EN PEDAGOGÍA INFANTIL

Mora De La Hoz Andrea 20082187055Fecha: 07 de Diciembre de 2011Tema: Reflexión

TEXTOS Y CONTEXTOS DE LA PERSUACIÓN Los medios de comunicación y la construcción social del conocimientoCarlos Lomas

ARTÍCULOS DE INVESTIGACIÓNEL CIERRE DISCURSIVO DE LOS NOTICIEROS DE TELEVISIÓNBorys Bustamante B.

“LA PUBLICIDAD CREA NECESIDADES”

¿Por qué somos consumistas? ¿Es responsabilidad de la publicidad? ¿De la globalización? ¿De las modas? ¿Del influjo de las mareas? Resulta difícil achacar a un único factor el alto nivel de consumo que llevamos a cabo casi todos los que tenemos algo más de dinero del estrictamente necesario para vivir, aunque sea muy poco más. Todos los factores tienen su importancia sin llegar a ser determinantes, pero, desde mi punto de vista, el factor principal está claro: la propia naturaleza humana.

El ser humano tiene unas necesidades básicas o primarias, aquellas que le resultan imprescindibles o “estrictamente necesarias” para su supervivencia: alimentación, descanso, evacuación, etc. Sin embargo, a medida que va cubriéndolas, le empieza a resultar importante cubrir otras, seguridad o amor, por ejemplo. Si consigue cubrirlas, vendrán otras más, tales como el éxito o la autoestima. En otras palabras, las necesidades son infinitas, sólo que se ordenan jerárquicamente. Todo esto no es ningún hallazgo personal; lo dijo Abraham Maslow allá por 1943. ¿Y a qué viene esta explicación sobre la psicología humana? Pues a que las personas no solemos tener un umbral en el que pensamos: “ya he conseguido todo aquello a lo que aspiraba, soy feliz”. Siempre hay necesidades insatisfechas. Además, resulta difícil diferenciar entre las necesidades y los deseos, ya que, como planteábamos líneas atrás, la ubicación de la línea que separa lo que es necesario más allá de la supervivencia de lo que es accesorio es completamente subjetiva por esta razón, en el ámbito del consumo, como en el del marketing, se emplea “necesidad” como término genérico.

Podríamos ejemplificar todas estas cuestiones de muchas formas, pero recurriremos al amor ¿por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?. Dice Joaquín Sabina en su canción “Y sin embargo” que “hasta los huesos sólo calan los besos que no has dado”. ¿Por qué? Porque deseamos aquello que no tenemos y, una vez que lo alcanzamos, buscamos una nueva meta. Aquellos besos con los que soñamos cuando estamos enamorados se suelen volver monótonos y

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aburridos con el tiempo. Podemos llamarlo inconformismo, masoquismo, insatisfacción permanente o como queramos. Pero sí, nos suele pasar. Siendo optimistas, podemos decir que las necesidades son el motor del ser humano, aquello que nos impulsa a llevar iniciativas de todo tipo a la práctica y nos hace levantarnos del sofá. Siendo pesimistas, nos percataremos de que las necesidades insatisfechas no son, especialmente en casos extremos, buenos compañeros para nuestra felicidad.

Pues bien, ¿esto qué tiene que ver con el consumo? La sociedad capitalista y globalizada en la que vivimos instrumentaliza esta tendencia del ser humano para obtener réditos económicos; y, en muchas ocasiones, sin demasiados miramientos ni escrúpulos. Día a día, aparecen en el mercado nuevos productos y servicios que, a su vez, son anunciados a bombo y platillo a través de publicidad y otras herramientas de comunicación. Por eso, se suele decir que la publicidad “crea necesidades”. ¿Lo hace realmente? Desde mi punto de vista, no. Las necesidades están ahí, vienen de regalo con el propio ser humano. Eso sí, cualquier empresa aprovechará las tendencias del ser humano para ofrecer productos y servicios que cubran sus necesidades, las más obvias y las más latentes, y la publicidad se encargará, como sólo ella sabe hacerlo, de transmitirlo y persuadir de su bondad. Pongamos un ejemplo. Cuando empiezan a anunciarse los primeros móviles en cualquier parte del mundo, encontramos numerosos discursos críticos con una publicidad que intenta “crearnos una necesidad”. Sin embargo, lo cierto es que el proceso funciona de forma inversa, aparte de que la publicidad no inventó el móvil. Los estudios sociológicos del momento indicaban una de las más importantes tendencias del ser humano de finales del siglo XX y comienzos del XXI: la movilidad. El móvil fue y es una respuesta a tal problema, como antes lo fueron los contestadores automáticos, y la publicidad, una difusora de su existencia. Ahora bien, ¿podríamos vivir sin móviles? Seguro.

En esta línea, podemos plantearnos la siguiente cuestión: ¿Consumimos lo que somos o somos lo que consumimos? En realidad, las dos cosas. Las personas no somos autómatas que hacemos sin más lo que nos dicen. Un determinado discurso, para persuadirnos de que compremos tal o cual producto, tiene que sintonizar con nuestra forma de ver el mundo, nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestros intereses, etc. De lo contrario, su fracaso está asegurado. Por esta razón, la publicidad no es hoy simplemente la promesa de solucionar un determinado problema o la exhibición de las ventajas de un producto concreto el mercado está tan saturado que hay distintos productos y marcas con características muy similares. Enlazando con el comienzo de este artículo, los bienes no sirven hoy únicamente para cubrir las necesidades primarias, y marcas como Nike o MTV han desbordado completamente el concepto de marca comercial, construyendo a su alrededor complejos universos simbólicos. O, como caso más extremo, está la marca de agua embotellada Dasani, curioso y perverso ejemplo de la importancia de la marca y su imagen por encima del producto en sí Coca-Cola comercializaba en 2004 botellas de agua del grifo embotellada bajo la marca Dasani. Sin embargo, como decíamos, mientras consumimos lo que somos, también somos lo que consumimos. Ya hemos hablado de que el consumo, como la publicidad, supone un refuerzo de determinadas actitudes. De hecho, por ejemplo, hay quien exhibe un cocodrilo en su pecho para acentuar una determinada imagen social que hace preferible a este reptil frente a un pingüino o un cangrejo ermitaño. Pero, más allá de la obviedad de este ejemplo, hay quien dice que todos estamos integrados en el universo del consumo, más allá de nuestra forma de aproximarnos a él o, incluso, de nuestra ideología. No olvidemos que, más allá del sentido contracultural que queramos darle a este concepto, lo alternativo es simplemente “otra opción”. Más importante es la diferencia de base entre las marcas tradicionales de refrescos de cola Coca-Cola, Pepsi, etc. y la marca Mecca Cola. Y finalmente no debemos perder de vista que, más allá de la sociedad de consumo está un sistema, el capitalista de carácter neoliberal, con una marcada tendencia al “todo vale”.

Fuente: http://www.edicionessimbioticas.info/El-individuo-y-la-sociedad-deEl individuo y la sociedad de consumo (con paisaje publicitario)David Selva en Zemos98Domingo 12 de febrero de 2006, por ediciones simbióticas