Sorprendentes Necrológicas _ Edición Impresa _ EL PAÍS

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  • 8/17/2019 Sorprendentes Necrológicas _ Edición Impresa _ EL PAÍS

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    12/10/2015 Sorprendentes necrológicas | Edición impresa | EL PAÍS

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    MALEN AZNAREZ TORRALVO 26 ENE 2003

    LA DEFENSORA DEL LECTOR 

     Sorprendentes necrológicas

     Archivado en:   Opinión   El País   Prisa Noticias   Prensa   Prisa   Empresas   Grupo comunicación   Economía   Medios comunicación   Comunicación

    EL PAÍS viene dedicando las últimas semanas bastante más espacio del tradicional, de hechouna nueva sección, a las necrológicas, un género clásico del periodismo donde los haya, delque son pioneros y estrellas indiscutibles los diarios anglosajones. Los lectores también lo hannotado. No sin algunos sobresaltos. Una lectora madrileña, Natalia Bosch, pregunta bastante

    sorprendida cómo es posible que el periódico dedicara, el pasado 16 de enero, un generosoespacio de dos columnas a glosar en una necrológica la figura de una diputada argentinacuyo único mérito, al parecer por la tenaz insistencia en este punto, fuera el haber sido madrede "un presunto hijo" del ex presidente argentino Menem. "¿Es que ustedes se han pasado ala prensa del corazón?", preguntaba la lectora, que se confesaba intrigada por conocer loscr iterios de selección y valoración de las necrológicas en esta nueva etapa, en la que decíahaber leído varias sin interés alguno. Y añadía: "¿No será que sólo quieren rellenar el espacioque deja libre las esquelas que están promocionando?".

    Viuda anticipada

    Otro lector, Luis Puig Calverol, señalaba con sentido del humor el gazapo deslizado en lanecrológica del dibujante Ramón Sabatés, uno de los autores de los inventos del TBO,publicada el domingo 12 de enero. "Se nos ilustra que el dibujante murió asistido por su viuda.¿Sería una viuda anticipada o por poderes?". Pocas veces en la historia, añadía elcomunicante, "una persona tiene el privilegio de morir siendo asistido por su propia viuda. ¿Leacompañarían también sus huérfanos?".

    La Defensora del Lector ha revisado las necrológicas de una semana, y parece claro que lanueva sección, por la que muchos lectores amantes del género se felicitarán, ha producidociertas situaciones chocantes, cuyos resultados provocan, en algunos casos, perplejidad, y enotros, sonrisas.

    En la misma necrológica de la diputada argentina antes citada, generosa en espacio para unperiódico que lo administra tan cuidadosamente, y generosa en "presuntos", se decía queaquélla había fallecido de un "presunto intento de suicidio" después de ingerir un poderosoveneno. De lo que se podía deducir que el suicidio podía ser "presunto", pero no "intento", yaque el resultado saltaba a la vista. El Libro de estilo de EL PAÍS mantiene, por otra parte, en lorelativo a los suicidios, que sólo deberán publicarse cuando se trate de personas derelevancia o supongan un hecho social de interés general. ¿Se daba el caso?

    ¿Debe informarse en las necrológicas puntualmente de asesinatos?, como sucedía con todolujo de detalles en sendas necrológicas de periodistas rusos, los días 16 y 18 de enero. ¿Otales sucesos son propios de las páginas de información y debe reservarse este espacio paraglosar únicamente la figura del fallecido? ¿Es lógico, como sucedía en la amplia necrológicadel músico chileno Gato Alquinta (17 de enero), dedicar una parte de la misma a contar quiénera el poeta Pablo Neruda?

    Vicente Jiménez, subdirector del diario, responde: "Todos los periódicos de referencia delmundo cuentan con una sección de obituarios. Para cubrir esa carencia, la dirección de EL

    DOMINGO, 26 de enero de 2003

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    PAÍS decidió abrir un espacio fijo que recoja las necrológicas que hasta ahora se incluían enlas secciones del periódico. Los criterios con los que se elabora la página son los mismos quese utilizan en el resto del periódico: interés, relevancia, actualidad, rigor, calidad en laredacción... Al tratarse de una página diaria, en la que los textos deben combinarse con lasesquelas, el lector puede tener la legítima sensación de que alguno de los personajes nomerece aparecer o que el espacio que se les dedica es excesivo, en unos casos, o escaso, enotros. Lo mismo ocurre todos los días en las otras secciones del periódico: algunas noticiasson, a ojos de algunos lectores, irrelevantes, y otras, en cambio, no satisfacen plenamente el

    interés que puedan suscitar. El reto de los que hacemos el periódico es evitar que eso ocurra.La sección de obituarios no es una sección de sucesos ni un cajón de sastre en el que cabecualquier cosa, por más que en alguna ocasión hayamos incurrido en ese error. Es, por último, una sección nueva, que requiere un periodo de ajuste en sus contenidos y en eltrabajo diario de la redacción, un tiempo de rodaje en el que el equipo de dirección asumeplenamente los errores que se puedan cometer".

    Pese a su veteranía, la necrológica carece, algo habitual cuando se trata de génerosperiodísticos, de normas fijas. Las hay escuetas, breves, informativas y anónimas. Y hayartículos, auténticas piezas literarias, que llevan firmas de lujo, sin necesidad de recurrir a lafamosa autonecrológica que se hiciera el escritor Jorge Luis Borges.

    Como mantiene Antonio López Hidalgo, profesor de Redacción de la Facultad de Ciencias dela Información de la Universidad de Sevilla, "apenas se ha escrito de la necrológica comogénero periodístico, circunstancia ésta que hace más difícil el camino a la hora de acotar superfil. Los libros de estilo de los distintos diarios apenas le dedican espacio, y los manualessobre géneros periodísticos, si acaso unas líneas".

    El Libro de estilo de EL PAÍS nada dice sobre este género. El diccionario de la Real Academiadefine la necrológica como "noticia comentada acerca de una persona muerta hace pocotiempo", y el de Julio Casares, como una "noticia o biografía de una persona con ocasión desu muerte". Escuetos.

    La defensora ha requerido la opinión de una conocida periodista y escritora que ha tratado eltema en distintas ocasiones. Rosa Montero reconoce que la necrológica es un género que,cuando está bien hecho, le encanta. "En este país no estamos muy acostumbrados a ella.

     Aquí, cuando alguien muere solemos hacer artículos panegíricos rebosantes deemocionalidad, algunos sinceros, la mayor parte pomposos y falsos. Una necrológica no esuna loa funeraria. Tampoco es un ajuste de cuentas. La buena necrológica aspira a ladistancia intelectual reveladora, a describir, entender y explicar al difunto en su sociedad y suépoca. Siempre debería escribirse como si el personaje se hubiera muerto hace cien años, ocomo si pudieran leer el artículo dentro de un siglo y siguieran entendiendo y aprendiendoalgo".

    Vidas de novelaEl escritor y reciente premio Planeta Andrés Trapiello elogiaba hace unos años lasnecrológicas sin firma de este periódico, tras las que adivinaba "el alma de un novelista".Eran, decía el escritor, notas cortas. "No era raro que asistiéramos al nacimiento de unverdadero personaje de novela justo en el momento en que se nos comunicaba su cese deesta vida, pues nunca antes habíamos oído hablar de él. Eran vidas también, en su mayoría,de otras partes, de países lejanos, a veces países extraños o que habían dejado de existir,como Siam; de épocas remotas, un violinista del Imperio Austrohúngaro, el rajá que se gastótoda su fortuna con una suripanta, la penúltima amante de Mussolini, el inventor que moríapobre mientras veía enriquecidos a los usurpadores de su talento, o el penúltimo propietariodel diamante Excelsior. A menudo las notas eran tan breves que uno habría querido conocer mucho más de esas vidas fascinantes e insuficientes".

    Me temo que no es el caso de algunas de nuestras últimas necrológicas. Esta defensora halamentado, en ocasiones, que ese día la página no tuviera más esquelas.

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