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- En la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, a los veinticuatro
días del mes de septiembre de
2015, a la hora 10 y 28:
Sra. Locutora.– Muy buenos días a todos y a todas. Les doy
la bienvenida en nombre de la Honorable Cámara de Diputados
de la Nación y de su presidente, el diputado nacional
Julián Domínguez.
Este encuentro ha sido organizado por el Centro
de Estudios Legislativos para el Fortalecimiento de la
Democracia (ICAP) y el Instituto Arturo Enrique Sampay.
También participa de esta jornada la Escuela Superior de
Gobierno de la Nación y la Organización de Estados
Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Hoy llevaremos a cabo la jornada “Constitución, Estado y
nuevos derechos”.
Los objetivos del encuentro a lo largo de este
día serán los siguientes: difundir los principios e ideas
fuerza del constitucionalismo social, impulsar el
conocimiento y análisis de la Constitución Nacional de 1949
y las constituciones emancipatorias de América Latina y el
Caribe, así como también conocer el impacto que los textos
constitucionales tienen sobre la vida en democracia, la
actuación del Estado y el respeto de los derechos humanos.
Asimismo, a lo largo de toda esta jornada vamos a
dar inicio a las actividades del Instituto Arturo Enrique
Sampay como espacio de difusión de su obra y sus ideas.
Queremos destacar la presencia del señor ministro
de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, doctor Julio
Alak (Aplausos.); del doctor Marcelo Koenig, director de la
Escuela Superior de Gobierno de la Nación (Aplausos.); del
doctor Luis Scasso, coordinador del Centro de Altos
Estudios Universitarios de la Organización de Estados
Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(Aplausos.), y del doctor Eduardo Barcesat, asesor de la
Honorable Cámara de Diputados de la Nación y hoy en
representación del Instituto Arturo Enrique Sampay.
(Aplausos.)
También nos acompañan los diputados nacionales
Juan Carlos Díaz Roig y Héctor Tomas. (Aplausos.) Asimismo,
se encuentran presentes el señor ingeniero agrónomo
Guillermo Martini, director general del Renatea
(Aplausos.); el doctor Jorge Cholvis, presidente del
Instituto Arturo Enrique Sampay (Aplausos.) y la doctora
Claudia Bernazza, directora del ICAP. (Aplausos.)
Hechas las presentaciones pertinentes,
agradecemos una vez más la presencia de todos ustedes, del
público en general, de alumnos y del personal de la Casa.
Para dar entonces inicio formal a esta jornada,
vamos a escuchar las palabras del diputado nacional Juan
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Carlos Díaz Roig, que trae el saludo del señor presidente
de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, doctor
Julián Domínguez.
Sr. Díaz Roig.- Buenos días a todos y a todas. Señor
ministro, distinguidos presentes: la verdad es que a uno le
da un poco de vergüenza hablar ante quienes hoy nos
acompañan, que representan el pensamiento no solo
constitucional y jurídico sino también filosófico y
político, y honran esta Casa.
Simplemente les traigo el saludo del doctor
Julián Domínguez, quien tenía previsto estar en esta
jornada pero no pudo hacerlo dado que esta madrugada tuvo
que viajar a San Juan por razones oficiales.
Es un placer hablar de Arturo Enrique Sampay, que
significa mucho para mí en lo personal, al igual que para
muchos de ustedes. También es un placer presentar a un
ministro que tanto viene luchando por la dignidad de todos
estos derechos en estos doce años, derechos que a lo largo
de la historia tanto ha costado al pueblo argentino
defender y consolidar. Nuevamente estamos aquí para
difundirlos.
Creo que este selecto y prestigioso grupo de
juristas me exime de cualquier otro comentario. (Aplausos.)
Sra. Locutora.- Muchísimas gracias, señor diputado nacional
Juan Carlos Díaz Roig.
A continuación vamos a escuchar al doctor Marcelo
Koenig, director de la Escuela Superior de Gobierno de la
Nación.
Luego el señor ministro hará el cierre de esta
primera parte de la jornada denominada “Constitución,
Estado y nuevos derechos”.
Sr. Koenig.- Muchas gracias a todos y a todas, que se
acercaron hasta aquí en esta mañana lluviosa que se dice
“de primavera”.
En primer lugar quiero agradecer a los dueños de
casa, a la compañera Claudia Bernazza, al ICAP y a la
Cámara en general, por la realización de estas jornadas, en
las que no solamente vamos a debatir sobre la Constitución
y la figura de Sampay sino también sobre el Estado y los
nuevos derechos que hemos conquistado a lo largo de este
proyecto en doce años. Con respecto a esos nuevos derechos,
es hora de que por lo menos empecemos a discutir la
necesidad de darles un rango constitucional.
Por eso, desde la Escuela Superior de Gobierno
nos parecía absolutamente necesario e interesante convocar
a esta jornada y particularmente acompañar, con nuestra
pasión militante, la creación del Instituto Sampay, que
implica volver a recordar a ese gran hombre, quizás el
jurista más importante del siglo XX de la Argentina.
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De manera que agradecemos la presencia de todos
ustedes y les damos la bienvenida. (Aplausos.)
Sra. Locutora.- Muchísimas gracias, doctor Marcelo Koenig.
Vamos a escuchar a continuación al doctor Luis
Scasso, coordinador del Centro de Altos Estudios
Universitarios de la Organización de Estados
Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
Sr. Scasso.- Muy buenos días señor ministro de Justicia,
honorables miembros de la mesa y apreciada Claudia
Bernazza. Para nosotros es un gran placer, un orgullo y una
gran alegría haber sido invitados a colaborar con esta
iniciativa.
La Organización de Estados Iberoamericanos es un
organismo intergubernamental -con sede en Madrid y 17
oficinas en la región de América Latina- que tiene un
fuerte compromiso con la promoción de los derechos humanos,
a veces llamados “de nueva generación”. Pero si uno lee la
historia del doctor Sampay y la Constitución del 49, parece
que no son tan nuevos como se dice sino que hubo
precursores de este tema hace muchos años.
La OEI cuenta con un Instituto de Derechos
Humanos -hoy por la tarde estará aquí su director, el señor
Ignacio Hernaiz- y un Centro de Altos Estudios
Universitarios, desde el cual estamos comprometidos a
colaborar con esta actividad y a continuar colaborando con
las instituciones que participan en el trabajo del día de
hoy, en particular con el Instituto de Capacitación
Parlamentaria.
Queremos agradecer especialmente al presidente de
la Cámara de Diputados, doctor Julián Domínguez, y
felicitar el estupendo trabajo de Claudia Bernazza y su
equipo en el armado de esta jornada de trabajo. Muchas
gracias. (Aplausos.)
Sra. Locutora.- Muchísimas gracias, doctor Luis Scasso.
A continuación vamos a escuchar al doctor Eduardo
Barcesat, asesor de la Honorable Cámara de Diputados de la
Nación, hoy en representación del Instituto Arturo Enrique
Sampay.
Sr. Barcesat.- Buenos días y muchas gracias por la
invitación. Ante semejante audiencia, realmente es
emocionante dirigir la palabra en una jornada que
seguramente será un punto de partida para una Constitución
futura: la de la emancipación, la igualación y la libertad,
que recoja lo mejor del constitucionalismo social, que
proyecte a nuestro país en esta hermandad de Latinoamérica
y el Caribe, que sea tutelar de sus recursos y riquezas
naturales y que sea un ejemplo mundial en políticas de
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derechos humanos, que entendemos son la esencia de este
proyecto.
Este también es un muy merecido homenaje a Arturo
Enrique Sampay, porque ha sido uno de los olvidados. Ha
sido olvidado por las proscripciones políticas, al igual
que Carlos Cossio, del cual también tendremos que recuperar
su pensamiento y su obrar. De modo que es también un
homenaje a la memoria de estos maestros del derecho
constitucional y de la iusfilosofía.
Nuestra iniciativa es dar pasos para que el
pueblo de la Nación pueda darse la Constitución que se
merece, sin encorsetamientos, sin proscripciones, sin
cláusulas de agrupamiento del voto electoral. Creo que
nuestra Constitución será importante en la medida en que
sea obra de todo el pueblo. Y a esa obra de todo el pueblo
quedamos desde ya convocados los aquí presentes y aquellos
que habrán de enriquecer esta tarea de darnos una ley
fundamental acorde a las necesidades del siglo XXI.
Muchas gracias por vuestra presencia.
(Aplausos.)
Sra. Locutora.- Muchísimas gracias, doctor Eduardo
Barcesat.
A continuación escucharemos al señor ministro de
Justicia y Derechos Humanos de la Nación, doctor Julio
Alak.
Sr. Ministro de Justicia y Derechos Humanos.- Buenos días.
Quiero manifestar mi satisfacción pero también mi alegría
por poder participar de esta jornada que tiene como noble
iniciativa recordar la obra de Arturo Enrique Sampay.
Aunque no esté presente, quiero saludar a mi
querido amigo Julián Domínguez, presidente de esta Cámara
de Diputados, quien tanto ha trabajado para mejorar el
sistema legislativo argentino, ya que durante su
Presidencia de la Cámara se han sancionado cantidad de
leyes. Agradezco sus palabras al diputado de la Nación Juan
Carlos Díaz Roig, que está aquí en su representación.
Asimismo, felicito a Claudia Bernazza, vecina mía de
ciudad, por dirigir con tanta eficiencia este Instituto de
Capacitación Parlamentaria.
Quiero destacar muy especialmente a quien la
familia Sampay considera uno de los discípulos más
importantes de Arturo Sampay: el doctor Jorge Cholvis,
presidente del Instituto Arturo Sampay, que es un gran
luchador. También quiero destacar muy especialmente la
presencia del director de la Escuela Superior de Gobierno
de la Nación, Marcelo Koenig, y del director de la Sede
Argentina de la Organización de Estados Iberoamericanos
para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Luis Scasso. Y
también quiero destacar muy especialmente la presencia de
quien hoy es uno de los intelectuales más relevantes que
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tenemos en el Derecho Constitucional, especialmente en lo
vinculado a la incorporación de los tratados
internacionales en la Constitución Nacional y el impacto
que este bloque de constitucionalidad ha generado en la
Argentina: el doctor Eduardo Barcesat, asesor de esta
Cámara de Diputados de la Nación, quien junto con el doctor
Cholvis son no solamente intelectuales sino luchadores del
proyecto nacional, popular y democrático del que somos
parte los que estamos aquí. Digo esto último porque hace
pocos días, cuando un grupo que desconocía la voluntad
popular en la provincia de Tucumán pretendió anular las
elecciones democráticas en las que se había expresado la
soberanía popular de Tucumán con enorme amplitud y certeza,
el gobierno de Tucumán y la fuerza política que obtuvo las
elecciones consultaron acerca de cuáles eran los mejores
juristas o constitucionalistas que se podían consultar para
resolver con eficacia la maraña jurídica que había
desarrollado la oposición a quienes ganaron, y para ello
fueron convocados los doctores Barcesat y Cholvis. Y en 48
horas fueron los artífices, junto a los juristas de
Tucumán, para terminar con ese ataque a la soberanía
popular que significaba la anulación de elecciones
legítimas en esa provincia. (Aplausos.)
Lo destaco porque muchas veces se pretende
escindir el campo académico de lo intelectual con la acción
política. Y este ejemplo que los doctores Barcesat y
Cholvis nos dieron hace pocos días, de no tener reparos en
tomar un avión, armar una valija en horas, quedarse dos o
tres días en Tucumán y trabajar casi dieciséis horas por
día, merece un reconocimiento. Eso demuestra que las ideas
de la soberanía popular -que es la idea principal de una
Constitución-, del respecto a las autonomías provinciales y
de la voluntad popular no solamente las declamamos en las
cátedras e institutos sino que también tenemos valentía,
esfuerzo y coraje para luchar por ellas.
Es una gran noticia este encuentro. Es una gran
noticia porque, como dijo Eduardo Barcesat, el pensamiento
de los patriotas siempre ha sido silenciado por el poder
económico. El poder económico ha sabido hacerlo con las
viejas armas -las de las fuerzas armadas- y con las nuevas,
que son los medios de comunicación concentrados, que tratan
diariamente de esmerilar y desgastar a los gobiernos que
surgen de la voluntad popular, no ya con la muerte física o
las persecuciones -lo veo acá a Mario Kestelboim, y a
tantos que han luchado (Aplausos.)- sino produciendo un
desgaste moral, psíquico y político de los gobiernos
democráticos para impedir que cumplan con lo que deben
hacer y con lo que se han comprometido.
Nos parece muy importante que se reflote el
pensamiento de aquellos patriotas que han sido negados. El
doctor Barcesat nombró a Cossio. ¿Cómo puede ser que Cossio
haya desaparecido de las cátedras de la Facultad de Derecho
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cuando fue un pensador nacional de una relevancia mundial,
quizás equiparable a Kelsen? Sin embargo, hoy está
prácticamente negado en las cátedras. ¿Cómo puede ser que
cuando se desarrollan los derechos sociales en las
asignaturas de Derecho Constitucional de algunas
universidades públicas -no de todas- saltemos de la
Constitución de Weimar y de la Constitución de México al 14
bis de la Constitución y pasemos por alto la reforma
constitucional del 49? ¿Cómo puede ser que se esté negando
que hubo una Constitución que consagró derechos sociales en
1949 y se desvíe la atención de los estudiantes a la
Constitución de Weimar, a la Constitución de México o a la
supuesta reforma constitucional del 57 con un 14 bis que
nació de la proscripción de la fuerza política mayoritaria
de entonces?
Eso es producto de que, entre tantas cosas que
hay que hacer desde el movimiento nacional, popular y
democrático -como dice la presidenta-, hay cosas que se van
postergando y dejando de hacer.
Parecería que estamos ante una situación de
pérdida definitiva de algunos nombres, ideas y valores,
pero cuando se hacen encuentros de esta naturaleza nos
damos cuenta de que el movimiento nacional tiene reservas
suficientes como para no dejar morir el pensamiento, las
ideas y las obras de los grandes patriotas que lucharon
mucho por construir una gran Nación.
En el caso de Arturo Sampay, merece jornadas de
esta naturaleza. El constitucionalismo social merece
jornadas de esta naturaleza. Nuestra Constitución merece
jornadas de esta naturaleza. Sabemos que la Constitución es
un objeto vivo. Sabemos que ese concepto de transformar la
parte de los principios de la Constitución en dogmática,
ese concepto que es más traído del catolicismo -de
transformar los principios fundamentales en un dogma, como
si fuera la Biblia, es decir, en intocables-, es un
concepto conservador, que además no se ajusta ni al texto
constitucional del 53, que tan sabiamente dice que la
Constitución podrá reformarse en todo o en parte.
Sin embargo, siempre ha habido una resistencia
del orden conservador o del poder económico a reformar las
constituciones, para impedir que los avances sociales se
materialicen en normas, y fundamentalmente para impedir que
el Estado asuma el rol de benefactor y protector de los
derechos.
Por eso el otro día hablando con el doctor
Cholvis yo le manifestaba que los artículos 38, 39 y 40 de
la Constitución de 1949 quizás han sido los que más
irritaron al poder oligárquico de entonces, y el doctor
Cholvis me recordaba una frase -creo que es de Scalabrini-
que dice “Ahí está el huevo del tero”, porque si bien el 14
bis sintetizó mínimamente los conceptos de los derechos
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sociales que tenía la Constitución del 49, lo que no
incorporó en la dictadura militar y esas elecciones con
proscripciones fue el rol del Estado activo, la defensa del
Estado como protector de los derechos sociales. Está claro
que eso era lo que más le dolía y preocupaba al poder
económico.
Estos son los deberes que nos faltan: que estas
reuniones se hagan y se reproduzcan; que el Instituto
Arturo Sampay nazca jurídicamente; que la casa donde vivió
Sampay en La Plata sea comprada por el Estado nacional o
provincial para convertirla en un centro para la reunión y
el debate –cabe aclarar que hoy el titular es un consejo de
ciencias económicas-; que alguna facultad de derecho lleve
el nombre de Arturo Sampay, así como algunas llevan el
nombre de Arturo Jauretche. (Aplausos.) Y también haría
falta no dejar de editar las obras de Sampay y que el
constitucionalismo social -que de alguna manera vive en
todos nosotros porque en todos nosotros vive la idea de un
Estado que intervenga, que proteja y que defienda a los más
débiles- tenga un rol aún más activo que el que hoy tiene
en nuestra Constitución.
Eduardo hizo una síntesis perfecta. No tengo
mucho más que agregar en cuanto a la necesidad de
actualizar la Constitución, de mirar a Latinoamérica o a la
Unasur como nuestro espacio y de que las convenciones
internacionales de derechos humanos sigan teniendo plena
vigencia. Este es el espíritu que debe impregnarnos en
estos momentos.
Quiero contar una anécdota, que no está escrita
en ningún lado ni es conocida sino que me tocó vivir de
casualidad. Un día estaba caminando cerca del parque
Pereyra Iraola, en la localidad de Pereyra –que es una
pequeña localidad del partido de Berazategui-, y me
encontré con un señor llamado Lopumo, que tenía una
inmobiliaria; tendría 95 años, por lo que debe haber
fallecido. Ese señor me dijo que era ex capataz de la
estancia de Pereyra Iraola. Entonces le pregunté qué había
dicho Pereyra Iraola cuando vino el proceso de expropiación
del parque. Y este señor, que además de haber sido capataz
de la estancia era amigo de Pereyra Iraola, me respondió:
“No sabe lo que puteaba Pereyra”. (Risas.) Cuando le
pregunté por qué, me dijo: “Porque él quería lotear el
Parque Pereyra Iraola desde Florencio Varela hasta La
Plata”.
Me contó que Pereyra Iraola decía: “Ahí anda un
coronel Perón. ¿Qué se cree? No sabe lo que es meterse con
los estancieros. Y tiene esos abogaditos en la Fiscalía de
Estado que están parando mi expediente”, refiriéndose a la
Fiscalía de Estado de la provincia. Ese abogadito era
Arturo Sampay. (Aplausos.)
Arturo Sampay no solamente fue mentor de la
Constitución del 49, inspirador de las reformas
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constitucionales en Chile y en Uruguay y un intelectual
brillante, no solamente ejecutó los impuestos impagos de la
CADE, no solamente le cobró las deudas al grupo Bemberg,
sino que también fue el que paró el expediente de loteo que
ya estaba para la firma del gobernador Mercante en la
Fiscalía de Estado de la provincia. Hoy el Parque Pereyra
Iraola no existiría si no hubiera sido por Sampay.
Perón tenía la idea de que esas tierras que le
compró al vasco Ezeiza –no las expropió- fueran un parque
con piletas para los jóvenes y de que el Parque Pereyra
fuera un parque para los ancianos. Por eso en principio lo
llamó “Parque de la ancianidad”.
Ahora, con una buena decisión política, el
vicegobernador Mariotto impulsó una iniciativa para que el
Parque Pereyra Iraola -que no puede recibir ese nombre
porque lo que realmente quería Pereyra Iraola era lotear,
vender y generar una plusvalía fenomenal con esas tierras-
se llame Parque Domingo Mercante, que en definitiva fue,
junto a Sampay, quien decidió la compra -ya forzada- del
Parque Pereyra para ponerlo al servicio de los ancianos.
Como dije, en un principio se lo llamó “Parque de la
Ancianidad”.
Simplemente quería contar esta anécdota de color
que no está escrita en ningún libro pero que me tocó vivir
con alguien que seguramente ya murió. Muchas gracias.
(Aplausos.)
Sra. Locutora.- Muchísimas gracias, señor ministro de
Justicia y Derechos Humanos de la Nación, doctor Julio
Alak.
De esta manera entonces damos por inaugurada
formalmente esta jornada “Constitución, Estado y nuevos
derechos”.
Despedimos al señor ministro de Justicia y
Derechos Humanos de la Nación, doctor Julio Alak, y a los
diputados nacionales Juan Carlos Díaz Roig y Héctor Tomas.
Después del breve cuarto intermedio, la doctora Claudia
Bernazza explicará cómo va a funcionar esta jornada
destinada a abordar el tema “Constitución, Estado y nuevos
derechos”.
Muchas gracias.
- A la hora 10 y 48 se
realiza un breve cuarto
intermedio.
- Luego de unos
instantes:
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Sra. Locutora.- Seguimos con la primera parte de esta
jornada. A continuación, la doctora Claudia Bernazza,
directora del ICAP, va a explicar la modalidad de esta
primera parte de la jornada, con la presentación de los
paneles.
Sra. Bernazza.- Muy buenos días a todos. Gracias por estar
presentes y participar de las actividades del Instituto. Si
les parece, para ponernos en clima de trabajo, escucharemos
primero al doctor Cholvis, que nos va a comentar de qué se
trata la idea del Instituto Arturo Enrique Sampay para que
todos nosotros pensemos en la posibilidad de participar
activamente en él, y luego de su exposición veremos un
video y daremos comienzo al primer panel.
Sr. Cholvis.- Gracias Claudia, y gracias a todos ustedes
por acompañarnos en este acto, con el que creo que
iniciamos una nueva etapa en donde el camino de la
República Argentina hacia un nuevo texto constitucional que
refleje las aspiraciones y derechos del pueblo todo sea la
meta final.
¿Por qué impulsamos este ámbito de debate que
pretendemos que sea el Instituto Arturo Enrique Sampay? En
realidad, el tema constitucional en la República Argentina
estuvo marginado de la participación protagónica de los
sectores populares; se trató de que no tenga esa definitiva
presencia en la definición y en el sostén de un marco
constitucional. Por consiguiente, la tarea es abrir el
debate y promover la participación protagónica de los
distintos sectores de la comunidad política nacional en
función del nuevo proyecto nacional y popular para el país
de los argentinos en este siglo XXI.
Este momento importante y trascendente que nos
une es producto de otros momentos, de otros debates, de
otras presencias y de otros apoyos de compañeros, amigos y
maestros, algunos de los cuales están aquí presentes y
otros que nos acompañan con el ejemplo, a los cuales les
debemos un compromiso de militancia en pos del proyecto
nacional. En este sentido, no puedo dejar de mencionar la
férrea decisión que el maestro, amigo y compañero Alberto
González Arzac (Aplausos.) nos impulsó a tomar para lograr
lo que hoy tenemos concretado.
¿Por qué hablamos de Instituto Arturo Enrique
Sampay? Evidentemente, como se ha señalado, Sampay fue el
olvidado, el marginado en el ámbito académico y político de
la República Argentina. Los sectores dominantes frustraron
esa presencia. Nuestro compromiso es traer el pensamiento,
la obra y la acción de Arturo Enrique Sampay a nuestro
debate contemporáneo, no como una pieza de arqueología
constitucional sino como el primer peldaño –como lo
conceptuamos que fue y es- para acceder al nuevo
constitucionalismo que se está desarrollando en los
10
avanzados procesos políticos suramericanos, para que
nuestro país tenga esa Constitución que nos posibilite
consolidar esa emancipación política, económica, social y
cultural de la República Argentina.
Por eso, entre las actividades de este instituto
será principal el desarrollo de la cátedra Arturo Sampay,
en la cual convocaremos a distintos compañeros
especialistas en distintas materias y cuestiones que
conforman el proyecto nacional, que debe estar
institucionalizado al más alto rango normativo. Es
imprescindible que sepamos de qué hablamos cuando decimos
“Constitución”, pues es un concepto complejo; es un
concepto multiestructural y polisegmentario que lo nutre.
No solamente es un mero texto de gramática jurídica. Es un
proyecto político. Es la institucionalización al más alto
nivel normativo del proyecto nacional.
Y en esta importante etapa que estamos viviendo
los argentinos a partir de 2003, vemos que es la
posibilidad de concretar la apertura de este debate: abrir
el proyecto, abrir el proceso constitucional, y definir o
delinear un nuevo proyecto constitucional es la tarea.
Para ello, vamos a debatir las distintas circunstancias
sociopolíticas en las que se asientan, se basan o definen
un texto constitucional. Debatiremos la Constitución
histórica, cuáles fueron las circunstancias, cuáles fueron
los momentos que llevaron a su modificación.
Pero precisamente hablaremos sobre la
Constitución Nacional de 1949, que es el gran quiebre
constitucional que tuvo la República Argentina en el siglo
XX. Y por ello el golpe de Estado de 1955. Esa Constitución
de 1949 no solo incorpora los derechos sociales en su
artículo 37 y otros derechos civiles del ciudadano en su
primera parte -como el recurso de hábeas corpus, o marginar
o confrontar contra el abuso del derecho-, sino que
incorpora las nuevas normas de política económica
constitucional, que sostuvo el capítulo IV en sus artículos
38, 39 y 40. Ese es el gran quiebre contra el modelo
liberal agroexportador de 1853.
Es la Constitución de 1949 con esos artículos la
que institucionaliza los instrumentos y los medios
necesarios para hacer efectivo el mayor problema jurídico
que tienen los pueblos, que es hacer efectiva la vigencia
de los derechos.
Con esa presencia del Estado, con ese nuevo
concepto de la economía y con esa nueva definición del tema
de la propiedad confrontamos contra el condicionamiento
socioeconómico, que es el que impide la vigencia de los
derechos.
Por último, quiero mencionar que seguiremos el
análisis del proceso posterior al golpe de Estado y
hablaremos de la supraconstitucionalidad de facto, de los
11
motivos de la derogación y de cómo llegamos al texto
constitucional vigente. Convocaremos a distintos temas de
debate: la economía, la cultura, los trabajadores, la
integración en el marco constitucional para hacer efectiva
la patria grande que nos indicaron los padres libertadores.
Este es el debate que queremos abrir, éste es el
ejemplo de Sampay: la Justicia como fin último de la
Constitución, la Justicia en su máxima expresión, es decir,
la justicia social por la cual todos y cada uno de los
miembros de la comunidad política tienen los bienes
materiales y culturales que le permiten realizarse en su
plena dignidad humana. Ese es el objetivo.
No alcanza con teorizar sobre la Justicia. Es
imprescindible luchar para obtenerla, que es lo que estamos
haciendo los argentinos en este momento, y no vamos a
claudicar hasta lograrlo. Gracias. (Aplausos.)
Sra. Bernazza.- Muchas gracias, doctor Cholvis, siempre tan
claro respecto de los objetivos que se traza como militante
y los objetivos a los que nos convoca junto con otros
admirados juristas de nuestro campo nacional y popular.
Les quiero decir que está presente también la
doctora Florencia Gómez, directora nacional del Registro
Nacional de Tierras Rurales e integrante del Instituto
Sampay, a quien damos la bienvenida. (Aplausos.) Ella es
una luchadora por los temas de propiedad de la tierra.
Ahora vamos a ver una producción de Diputados TV
dedicada a la figura y obra del doctor Sampay y al
constitucionalismo social.
- Se proyecta un video.
(Aplausos.)
Sra. Bernazza.- Muchas gracias a Alejandro Schiantarelli,
su realizador; a Laura Cannigia, guionista, y al director
de Diputados TV, Luis Del Giovannino, por esta idea.
(Aplausos.) Dice Jorge Cholvis que con este video terminó
la jornada, porque ya está todo dicho. (Risas.)
Les quiero aclarar que en la pantalla van a tener
todo el tiempo el programa de nuestra tarea de hoy,
entendiendo que va a ser una jornada muy intensa. Por
supuesto, vamos a tener un momento de descanso para
almorzar. Pero antes de ese momento tendrá lugar el panel
que nosotros entendemos que es el más doctrinario o el más
abarcativo de todo lo que estamos charlando.
Por eso, cedo la palabra a la moderadora Juana
González Arzac, quien va a presentar a los disertantes.
Ella estará a cargo de que cumplamos los tiempos
establecidos. Muchísimas gracias, Juana, por esta tarea.
Sra. Moderadora (González Arzac).- Buenos días a todos y
todas. Gracias a ustedes.
12
En este panel, denominado “Pueblo, Constitución y
Proyecto Nacional", hará uso de la palabra en primer lugar
el doctor Carlos María Vilas, abogado recibido en la
Universidad Nacional de La Plata, doctor en Ciencias
Jurídicas y Sociales egresado de la Universidad de Buenos
Aires y Magister en Ciencia Política y Administración
Pública graduado en FLACSO. Es gerente general de la
Agencia de Planificación del Sistema de Saneamiento del
Área Metropolitana y director de la Maestría en Políticas
Públicas y Gobierno de la Universidad Nacional de Lanús.
Es autor y coautor de 19 libros publicados en castellano,
inglés y portugués, y de más de 200 artículos en revistas
académicas y profesionales de América Latina y el Caribe,
Europa, Estados Unidos y el Pacífico. Su último libro se
titula "El poder y la política, el contrapunto entre razón
y pasiones" y fue editado en Buenos Aires en 2013.
A continuación, lo escuchamos.
Sr. Vilas.- Buenos días. Quiero agradecer -no solo porque
es de rigor sino porque expresa un sentimiento personal- a
la Cámara de Diputados, a su presidente Julián Domínguez y
a la compañera, amiga y colega Claudia Bernazza por esta
invitación, que me permite estar con ustedes y compartir
este panel.
Quiero destacar la fantástica anécdota de Sampay
que contó el señor ministro de Justicia y Derechos Humanos,
que revela, entre otras cosas, que la realización de la
Justicia tiene caminos insondables y que el cajoneo de
expedientes también lo practicaba el doctor Sampay.
(Risas.) Esto sirve para alivianar algunos complejos de
culpa que pueden tener algunos colegas, si la causa es
noble, como lo fue en el caso del doctor Sampay.
Quiero pedir disculpas por esta alteración del
orden de las exposiciones. Lo que ocurre es que tengo una
agenda complicada a partir del mediodía y por eso pedí ser
el primero en la lista de expositores. Desde ya, pido
disculpas a mis compañeros y compañeras de panel porque
posiblemente en algún momento tenga que retirarme.
Me gustaría plantear algunas ideas básicas sobre
este tema que nos convoca: "Pueblo, Constitución y proyecto
nacional". Cómo sé que su modestia no le va a permitir
decirlo, les cuento que acaba de salir un libro de Marcelo
Koenig titulado "Una Constitución para todos", con prólogo
de los doctores Zaffaroni y Cholvis. El que quiera
afiliarse al Instituto Arturo Sampay tendrá que haberse
leído por lo menos la introducción y las conclusiones.
(Risas.) Es importante que este pensamiento también se
exprese.
Una Constitución, efectivamente, expresa un
proyecto nacional. ¿Qué quiere decir que es un proyecto
nacional? Es un proyecto de organización de la sociedad en
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función de determinados objetivos, objetivos que en
definitiva responden a la configuración de relaciones de
poder que existe en esa sociedad.
La Constitución de 1853 expresaba una
constelación o un acuerdo -no necesariamente explícito- de
relaciones de poder entre las distintas burguesías
provinciales que de alguna manera -con mayor entusiasmo
unas que otras- habían contribuido a la caída del gobierno
de Rosas y a la formación de este experimento de
confederación presidido por Urquiza.
Esa constelación de fuerzas no aguantó el
predominio económico y político de la provincia de Buenos
Aires, y en particular de la ciudad de Buenos Aires, lo que
se tradujo entonces en Pavón, en la reforma del 60 y en las
reformas posteriores que legitimaron e institucionalizaron
la hegemonía de la provincia de Buenos Aires y de los
intereses económicos y políticos que se expresaban en ese
territorio en el conjunto de esa Nación Argentina.
Esa Constitución rigió hasta el año 1949,
experimentando una serie de adaptaciones de facto o
jurisprudenciales, más que explícitamente institucionales o
macroinstitucionales, que le estiraron la vigencia hasta
que fue evidente que los cambios en la estructura social y
económica de la sociedad ya no soportaban esa Constitución,
que de proyección de una propuesta de organización nacional
se había convertido prácticamente en un corsé.
Habían aparecido nuevas fuerzas sociales, nuevas
clases, nuevos actores, nuevos temas y nuevos intereses que
no eran receptados, ni siquiera parcialmente, por ese texto
constitucional; es decir, esto que en la literatura
constitucional, sobre lo cual trabajó mucho Arturo Enrique
Sampay, es el conflicto entre la Constitución real o la
Constitución material de la sociedad –lo que podemos llamar
la estructura socioeconómica y de dominación política de la
sociedad- y su expresión jurídica en un texto, o sea, la
Constitución formal o la Constitución legal.
La reforma de 1949 es la institucionalización de
esa nueva constelación de fuerzas políticas y sociales y de
los objetivos y fines a los cuales -a partir de esa
estructura nueva de poder social y económico- se orienta la
sociedad argentina. Esa estructura, esa coalición de
fuerzas sociales, no pudo superar los embates de los
sectores retardatarios y entonces entramos en el fenómeno
del 55 y la derogación, por una asonada militar, de la
Constitución del 49 y su olvido oficial.
Yo insisto siempre, sobre todo cuando estoy en
esta Casa, que en la puerta del Congreso Nacional, donde
hay una placa con una larga enumeración de las
constituciones y sus reformas, el 49 sigue estando ausente.
Y en los antecedentes mencionados en la reforma del 94, el
49 sigue ausente. En algún momento, esta denuncia tiene que
convertirse en un hecho concreto.
14
Viejo, ¡llamen a un herrero y agreguen cuatro
dígitos en la placa que está en la Avenida Callao!
(Aplausos.) Perdón, doctamente sugiero… (Risas.) …al señor
presidente de la Cámara de Diputados que convoque a algún
herrero para que realice esa tarea y en media hora se
resuelva una injusticia histórica que ya tiene muchos años.
Y del mismo modo, la Constitución del 94 -para
simplificar- es la Constitución del consenso de Washington.
Es decir, no llegamos al neoliberalismo por la Constitución
del 94. El 94 es la expresión del modo en que el
neoliberalismo, es decir, el poder económico-financiero,
los grandes actores concentrados, la experiencia o la
memoria de derrotas populares, cuaja en una configuración
de poder que es perfectamente funcional a lo que eran las
fuerzas dominantes en el mercado internacional y en América
Latina.
Entonces, un cambio de Constitución es siempre
-por supuesto, implica un trabajo intelectual, profesional,
etcétera- la expresión de un cambio en las correlaciones de
fuerza dominantes en la sociedad. Y esto implica un cambio
en la idea de Justicia que orienta el desenvolvimiento
colectivo de esa sociedad.
Toda Constitución, en la medida en que involucra
un proyecto nacional, involucra una idea básica fundamental
de qué es lo justo y qué lo injusto, de qué contribuye al
bienestar colectivo y qué no. Y esta no es una idea
absoluta, rígida, válida en todo momento y lugar, sino que
es básicamente un efecto de las relaciones de poder –una
vez más- en esa sociedad.
En su obra “La política”, Aristóteles dice en
algún momento: la gente vive en la ciudad, en la polis, no
solo para vivir juntos sino para bien vivir. Allí está el
origen de esta expresión que hoy se utiliza tanto: “bien
vivir”. Ese bien vivir se refiere siempre a una idea de
justicia. Y cada régimen político -dice Aristóteles- tiene
su propia idea de justicia, de lo que es justo, de hacia
dónde debemos ir.
Es decir, la idea de justicia es una idea
relativa, es decir, relativa a quien orienta desde una
posición de autoridad los destinos, las prácticas de esa
sociedad y las condiciones objetivas, materiales y
culturales en las cuales existe y a partir de las que se
organiza esa sociedad. Por ejemplo, la esclavitud.
Aristóteles justificaba y legitimaba la esclavitud. En
realidad no lo hacía Aristóteles sino la sociedad ateniense
de su tiempo. ¿Por qué? Porque la organización social y
cultural de su tiempo suponía como condición de existencia
el trabajo esclavo. Cuando el trabajo esclavo dejó de ser
necesario, útil o conveniente para el desenvolvimiento
económico, social, cultural e intelectual de esa sociedad,
los seres humanos descubrimos que la esclavitud era
injusta, y cuando el capitalismo descubrió que sin trabajo
15
esclavo no podía poner en funcionamiento sus colonias de
América, África o Asia, recreó el trabajo esclavo en pleno
siglo XIX. Entonces, a esto se refiere Aristóteles cuando
dice que todo régimen político tiene una idea de justicia.
El sistema político-económico del liberalismo
tiene básicamente tres pilares, basados en otras tantas
concepciones de justicia o injusticia, según los veamos.
Uno de esos pilares es la propiedad. Ya Adam Smith decía
que el Estado existe para defender al rico contra el pobre,
al que tiene sobre el que no tiene. Ya en 1819 Benjamín
Constant planteaba que el tema no es tener o no tener, sino
que el que no tiene propiedad no puede cultivarse o
instruirse porque tiene que trabajar de sol a sol, sudando
como un bruto, y entonces no le queda tiempo para pensar en
las cosas de la polis.
Eso mismo lo va a decir Thomas Cooper, asesor de
Thomas Jefferson -de la izquierda radical de la revolución
norteamericana-, quien preguntaba a título de qué los que
no tenían propiedad iban a poder ejercer el derecho al
voto. “¿Para qué? ¿Para legislar sobre la propiedad ajena?”
Esto lo dice Carlos Rodríguez Larreta, que fue canciller de
Rodríguez Peña y profesor titular de la Facultad de Derecho
de la Universidad de Buenos Aires. Al fundamentar su
oposición a la ley del sufragio universal masculino secreto
dijo: ¿Esto quiere decir que el peón va a tener el mismo
derecho que yo?
Esta cuestión ya fue discutida por Manuel Dorrego
en la Convención Constituyente del año 26, que incluía el
sufragio censitario, el sufragio cualificado. Dorrego
decía: ¿A título de qué a los miles de pobres, de peones,
etcétera, que trabajan para mantenernos a todos nosotros,
los vamos a privar, encima, del sufragio?
Esta es la concepción -el pilar material,
económico, de clases- del liberalismo. Hoy parece grotesco,
pero esa discriminación legal deja paso a una serie de
discriminaciones fácticas, porque en realidad la relación
de poder es, en el fondo, siempre una relación fáctica. Por
ejemplo, se pone el día de las elecciones en un día laboral
para que quienes trabajan en relación de dependencia tengan
que pedir permiso para poder ausentarse en el trabajo e ir
a votar, etcétera. También aparece la cuestión del idioma
oficial en sociedades multiétnicas o multiculturales, lo
cual significa poner la mordaza en la boca a los grupos
étnicos lingüísticamente diferenciados. Es decir, se supone
que si uno es argentino habla castellano, o sea que si un
wichí del fondo del monte es atropellado por un camión
tiene que demandar en castellano porque es argentino, pero
si a un alemán lo atropella ese mismo camión tiene derecho
a pedir un traductor para poder presentarse a la Corte,
decir "¡Ay!" y que se traduzca "Le duele". (Risas.)
Eso en cuanto al derecho de propiedad, que -como
dice Constant- es el fundamento de la inteligencia y la
16
racionalidad. ¿Por qué? Porque si uno tiene propiedad,
tiene tiempo libre para ir a la escuela, aprender a leer y
escribir, leer a Aristóteles y participar de la creación
del Instituto Arturo Sampay. (Risas.)
El segundo pilar es la masculinidad; es decir,
hay toda una historia que culmina en la marginación de la
mujer, entre otras cosas, del derecho político al voto. El
peronismo ya en 1947 -o sea, antes de la Constitución del
49- rompe con esa discriminación mediante la ley de
sufragio universal femenino. Esto es muy interesante,
porque es el voto femenino el que permite la masificación
del voto peronista. En el 45 Perón ganó con lo justo. Lo
que convirtió al voto peronista en un voto abrumador, en
términos aritméticos, fue el voto de las mujeres. O sea que
más allá de toda discusión acerca de si el voto femenino
cambia o no cambia las cosas, es evidente que algunas cosas
cambió y siguen cambiadas.
Después descubrimos que la discriminación de
género va más allá de ciertas formas jurídicas, y entonces
apareció el tema de las candidaturas. Las mujeres podían
votar pero eso no se traducía inmediatamente en mayor
número de “candidatas” en las listas. Luego de muchas
discusiones apareció el instrumento del cupo, que ya es un
invento universal. Pero después también descubrimos -la
picardía política es fantástica- que ese cupo, que era
concebido como cupo mínimo, se convirtió en el techo. No
era un mínimo del 30 por ciento, sino que era a lo sumo el
30; y mejor aún si mi novia va de candidata, o la novia del
nene. (Risas.)
¿Qué quiero decir con todo esto? Que es necesario
dar a todas estas cuestiones un formato legal, esto que se
llama “la igualdad”.
El tercer pilar es el de la racionalidad
instrumental. La propiedad deja afuera al 30 o 40 por
ciento de la población latinoamericana, que son los que
están por debajo de la línea de pobreza. Aquí, un poco
menos; en Brasil, un poco más; en Bolivia, todavía bastante
más.
La masculinidad deja afuera por lo menos al 50
por ciento de la población. La racionalidad instrumental
deja afuera –como ya vimos- a una parte de los que no
tienen propiedad, o a los que no tienen propiedad porque
son brutos, y a las comunidades originarias, que no se
rigen por los criterios de la racionalidad instrumental.
Todo esto está siendo sometido a cuestionamiento
severo a partir de las transformaciones socioeconómicas que
vienen experimentando América Latina en general, Sudamérica
en particular, y nuestro país y algunas sociedades andinas
especialmente, en los últimos quince o veinte años. Esto se
traduce en una nueva generación de textos constitucionales
-básicamente los de Venezuela, Bolivia y Ecuador- que
receptan estas nuevas ideas de justicia e igualdad,
17
producto de las transformaciones que estas sociedades
vienen experimentando y que pueden resumirse a las nuevas
concepciones de justicia que se van abriendo paso a partir
de las transformaciones y de las luchas populares y
nacionales que se han venido experimentando en los últimos
35 o 40 años en nuestras sociedades. Estas luchas son la
etapa actual de un proceso multisecular de conflictividad y
de lucha social y política por ideas más avanzadas de
justicia social, y por la construcción de esto que, a falta
de un nombre mejor -y para evadir discusiones
terminológicas acerca de si son regímenes
nacional-populares, populistas, neopopulistas o
postneoliberales-, yo llamo “democracias coherentes”, es
decir, democracias expansivas en cuanto postulan la
vigencia del principio del gobierno de las mayorías más
allá de los formatos y las limitaciones institucionales y
legales, y lo aplican en el terreno de la economía, de la
cultura, de las relaciones interpersonales, de las nuevas
demandas sociales.
Son democracias de transformación. ¿Por qué?
Porque esta ampliación de derechos implica la introducción
de cambios profundos en las relaciones sociales, económicas
y políticas. Son, por lo tanto, democracias de conflicto,
porque quienes se oponen a esta expansión de la democracia
movilizan todos los recursos a su alcance para impedir, o
en todo caso para hacer más difícil o doloroso, un proceso
que está acompañado por la lógica de la historia. Es lo que
estamos viendo en estos días en la Argentina y lo que hemos
visto en el pasado reciente en Bolivia o en Brasil, es
decir, es la expresión de las resistencias que los sectores
del privilegio de aquella vieja idea de la justicia como
exclusión social interponen a estas concepciones más
avanzadas de democracias activas, de transformación,
transgresoras e inevitablemente de conflicto. Gracias.
(Aplausos.)
Sra. Moderadora (González Arzac).- Agradecemos las palabras
del doctor Carlos Vilas.
A continuación hará uso de la palabra Claudia
Bernazza, ingeniera agrónoma de la Universidad Nacional de
La Plata, Magister en Ciencias Sociales con orientación en
educación por la Facultad Latinoamérica de Ciencias
Sociales y doctora en Ciencias Sociales por FLACSO
Argentina. Es docente e investigadora sobre temas de Estado
y Administración Pública en la Universidad Nacional de
Lanús, en la Universidad de Buenos Aires, en la Universidad
Nacional de La Plata y en FLACSO sede Argentina, entre
otras casas de estudio. Es diputada nacional mandato
cumplido y ha sido secretaria de la Gestión Pública y
presidenta del Consejo Provincial de las Mujeres de la
Provincia de Buenos Aires. Actualmente es directora del
Instituto de Capacitación Parlamentaria de la Honorable
18
Cámara de Diputados de la Nación. Es escritora de numerosos
libros, artículos y ponencias. Sus últimos libros son "Diez
años del proyecto nacional: las leyes que cambiaron la
historia" y "Evaluando 'en clave pública'. Guía de
indicadores e instrumentos para la medición de capacidades
estatales". Asimismo, coordina el colectivo Agenda
Legislativa de las Organizaciones Comunitarias, que reúne a
más de tres mil referentes sociales de todo el país.
Sra. Bernazza.- Muchas gracias, Juana. Cambio de sombrero
por un rato, digamos. No hablaré en mi carácter de
directora de este Instituto -que tiene el enorme placer de
presentar esta jornada, de recibir a estos prestigiosos
especialistas y de estar con gente tan querida charlando
sobre estos temas- sino que por un ratito volcaré mis
reflexiones sobre este tema, ajustándome –como todos- al
tiempo establecido. Nuevamente doy las gracias a Juana por
la moderación de este panel.
La verdad es que desde hace mucho tiempo este
tema viene dando vueltas en conversaciones que tenemos
entre docentes, especialistas, amigos y compañeros de
militancia. Siempre nos surge la inquietud acerca de cuál
es la oportunidad para hablar de estos temas.
Siempre parece que los que venimos del peronismo somos
desprolijos y queremos hacerlo en el momento inoportuno.
Con este asunto de que siempre es inoportuno hablar de
esto, parece que nunca fuera el momento de hablarlo. Por
eso agradezco esa constancia de Jorge Cholvis y Eduardo
Barcesat, de traer permanentemente el tema y decir: el
tiempo es ahora y el tiempo es siempre para tratar estos
temas.
Dicho esto, quiero hacer un comentario sobre el
video que vimos, que por supuesto está disponible –ahora
hablo como directora del instituto- para quien quiera
tenerlo. Seguramente va a estar en el canal de la Cámara de
Diputados, pero si por algún motivo no lo pueden encontrar
en YouTube, nos lo piden para utilizarlo.
Cuando miraban el video, no sé si notaron que en
un momento el locutor -un locutor de época-, cuando anuncia
la presencia del presidente Perón en la Cámara de
Diputados, habla de la Constitución de los derechos
humanos. Lo digo porque pareciera que éstos fueran términos
de este tiempo pero en realidad son términos que vienen
desde el origen del peronismo y desde el origen que importa
haber pensado, elaborado, firmado y hecho carne una carta
magna.
Ahora bien, ¿por qué siempre los tiempos parecen
inoportunos para volver sobre estos temas, para ver el tema
de las constituciones? Porque nosotros estamos transitando
una derrota cultural, hace muchos años, a partir de lo que
Carlos Vilas comentaba como la Constitución del 94, hija de
19
un período neoliberal. ¿Cuál es esa derrota? El hecho de
que muchas veces nuestra gente -nuestras familias, nuestros
amigos-, desde una sencillez y desde un pensamiento de
buena voluntad, piensan que la ley está hecha para estar
allí, para perdurar, y ese perdurar se parece mucho a la
eternidad.
Casi todos nosotros venimos de una educación
religiosa –sea judaica, cristiana o musulmana-, donde las
tablas de la ley son muy importantes porque provienen de
Dios. Me imagino que cuando Moisés rompió las tablas y se
fue a la montaña a reescribirlas estaba haciendo una
especie de reforma constitucional. Pero claro, él tenía la
ventaja de que decía que las había hecho Dios, que se había
equivocado no sé en qué asunto; las volvió a presentar,
allí estaba la reforma y santo remedio. Para nosotros en
este tiempo es un poquito más complicado que para Moisés.
Está muy claro que esas tablas eran rígidas y que
había que hacer mucho trabajo para reformar esas escrituras
hechas en piedra. Y está muy bien que esta cultura de lo
que permanece amalgame a una sociedad, la mantenga viva, le
dé una identidad y cierta estabilidad. Pero a ese orden
siempre hay que acompañarlo con una idea de progreso, dicho
en términos más clásicos, o con una idea de revolución,
dicho en términos más peronistas.
Esa segunda idea, de que toda letra puede ser
reformada, es la que causa cierto escozor cuando charlamos
con familiares o compañeros que quizás no están tan metidos
en esta materia, y ni hablar cuando tocamos el tema de las
reformas constitucionales. De allí surgen conceptos tales
como el de las políticas de Estado, tan en boga en este
momento en las ciencias sociales. Quienes estamos en
política somos desprolijos, estamos todo el tiempo
chapuceando, cambiando cosas, y lo que importan son las
políticas de Estado, las que permanecen más allá de las
ideas políticas; desde una profunda ideología antipolítica,
porque la mayor política de Estado quizás hayan sido los
gobiernos autoritarios, que lograban hacer permanecer sus
normas.
¿Qué pasa en el caso de la Constitución? Esa
derrota es clarísima a la hora de que una Constitución que
había sido avalada por una enorme reforma constituyente
desaparece del mapa. O sea, es posible birlar, en la línea
histórica, una parte de la historia y generar una idea de
permanencia y eternidad por fuera de aquello que fue lo
disruptivo, la anomalía peronista.
Para resolver este tema, vamos a tener que
hacernos o apropiarnos del derecho. Y lo está diciendo
alguien que no viene del derecho, ya que en mi caso soy
ingeniera agrónoma, militante social y maestra. Siempre
parecía que los temas constitucionales y jurídicos eran de
los abogados. Entonces, le tenemos tanto respeto a eso que
es propiedad de una de las disciplinas de la modernidad que
20
pareciera que nosotros no tuviéramos nada que decir sobre
ese tema. Pareciera que no tuviéramos nada que ver con las
constituciones. Con las leyes, puede ser; pero el tema de
las constituciones es algo serio y, por lo tanto, de
abogados. Esto no es una casualidad, sino que es un sentido
común aprendido, porque las facultades de Derecho de las
universidades clásicas argentinas se encargaron de enseñar
esto, es decir, de enseñar quiénes eran los custodios de lo
constitucional y lo jurídico, de enseñar que los que no
pasábamos por esas aulas no teníamos nada que ver con esa
letra escrita. Si a eso le sumamos los períodos de golpes
de Estado, los períodos autoritarios, imagínense lo
distanciado que se puede sentir ese pueblo sencillo
-nosotros, nuestras familias, nuestros compañeros, nuestros
vecinos- de las leyes y la Constitución. ¿Cómo lograr en
ellos esa certeza de que esas leyes y esa Constitución les
pertenecen y tienen algo que decir sobre esa letra? Hay una
distancia enorme para llegar a ese estado de cosas, a ese
estado de conciencia. Y esa es la batalla cultural que nos
espera.
Por lo tanto, coincido absolutamente con el señor
ministro en que esta jornada es parte de aquello que
prepara el terreno, que empieza a hacer que todos nos
apropiemos de estos temas y sintamos que tenemos algo que
decir frente a cada artículo de la Constitución; por
supuesto, en la forma en que podamos. Los videos ayudan
muchísimo, al igual que las charlas de nuestros colegas y
compañeros abogados, que nos gritan que desde hace años
están militando para decirnos que esto nos pertenece.
Pienso en la pelea de los doctores Eduardo Barcesat, Jorge
Cholvis y Marcelo Koenig, que se la pasan militando por la
idea de que la ley es de todos.
Entonces, acompañándolos en esta militancia, creo
que nos toca a nosotros multiplicar por cientos esta
jornada, este apropiarnos de la Constitución, de la letra
de la Constitución, no sólo de la del 94 -con sus luces y
sus sombras- sino también, y fundamentalmente, de la del
49, porque en ella seguramente vamos a encontrar el
espíritu, transformado en letra, de lo que estamos viviendo
y de lo que queremos seguir viviendo como proyecto
nacional. Muchísimas gracias. (Aplausos.)
Sra. Moderadora (Arzac).- Agradecemos la disertación de la
doctora Claudia Bernazza.
A continuación hará uso de la palabra el doctor
Jorge Francisco Cholvis. Es abogado egresado de la Facultad
de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos
Aires, historiador y constitucionalista. Cursó en la
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA los dos
años del doctorado en Derecho Constitucional con el doctor
Arturo Enrique Sampay, en 1974 Y 1975. Fue profesor adjunto
de Derecho Constitucional Segunda Parte en la Facultad de
21
Derecho y Ciencias Sociales de la UBA de la cátedra del
doctor Arturo Enrique Sampay, desde el 28 de junio de 1973
hasta el 24 de marzo de 1976.
Es docente de la Universidad Nacional de
Avellaneda, profesor invitado en la diplomatura
universitaria sobre historia argentina y latinoamericana
organizada por el Ministerio de Educación de la Nación, y
de la Escuela del Cuerpo de Abogados del Estado. Se
desempeña en temas específicos de derecho administrativo y
constitucional, política portuaria y proyectos de
desarrollo.
Entre sus actividades se destaca su designación
por el doctor Arturo Enrique Sampay como jefe de
investigaciones del Instituto de Derecho Constitucional de
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA en el
tema referente a la reforma constitucional en el período
1974-1975.
Es autor de numerosas publicaciones, coordinador
de la edición facsimilar de las obras selectas de Arturo
Enrique Sampay -declarada de interés cultural por la
Secretaría de Cultura de la Nación- y autor de “La
Constitución y otros temas”.
Su último libro se titula “Revisionismo Histórico
Constitucional. Proyecto Nacional y Constitución” y fue
publicado por Ediciones Fabro.
Sr. Cholvis.- Prácticamente estamos ya avanzando en la
tarea que nos hemos impuesto como objetivo en el Instituto
Sampay. Muchos de los temas que se han desarrollado son
partes esenciales de nuestro camino.
Insistimos en lo siguiente: ¿qué estamos
mencionando cuando hablamos de Constitución? Estamos
hablando de un concepto complejo que tiene dos facetas: la
Constitución real, sociológica y dinámica, y la
Constitución escrita, jurídica y estática, que en realidad
es la que da legalidad a esa Constitución real. Esos son
los dos planos donde vamos a dar el debate en el Instituto
Sampay, fundamentalmente en el plano de la Constitución
real, que es el ámbito donde dirimen su fuerza los factores
reales y efectivos de poder que rigen en una comunidad
determinada.
Por ello, cuando hablamos de Constitución estamos
hablando de proyecto político. Ese es el proyecto político
que necesariamente debe estar institucionalizado en una
Constitución escrita. Y en realidad debe haber una
necesaria correspondencia entre el concepto de Constitución
y el concepto de proyecto. En la vida hay numerosos
proyectos -edilicios, portuarios, educativos-, pero en
realidad el proyecto social y político es el más
trascendente en la vida de los pueblos, puesto que hace a
sus derechos y al buen vivir que mencionaba Carlos
anteriormente. Por eso, a ese proyecto lo llamamos
22
nacional, popular, democrático y federal. Si no existe
correspondencia entre el proyecto y la Constitución, el
proyecto se margina. Por ello, en el debate en el plano de
la Constitución real, el lograr la prevalencia de los
sectores populares nos lleva a sostener que la Constitución
es el futuro del proyecto. Necesariamente, todo proyecto
tiene como objetivo lograr su permanencia.
Claudia señalaba un tema importante, como es el
de la participación protagónica; es el tema del derecho, de
la enseñanza del derecho, de ese privilegio que se
autoadjudicaron algunos para sostener las Constituciones
escritas en perjuicio de los derechos de los sectores
mayoritarios. Esto es un tema viejo: ya en Roma el
patriciado romano se adjudicaba esa facultad de la
iurisdictio, de decir el derecho, y a medida que el imperio
iba incorporando naciones, una de las banderas de lucha de
la plebe romana fue saber cuál era el derecho.
La pretensión de mantener el statu quo, como bien
señalaba Claudia, también confronta con los intereses
populares. Y en el marco de este debate vamos a sostener
que hasta en el propio pensamiento de Alberdi eso era algo
que no estaba previsto. Por el contrario, Alberdi sostenía
que la reforma es un medio de orden y de progreso. Por ello
en su proyecto de Constitución, que fue presentado en la
Asamblea Constituyente de 1853, incorporaba un artículo
sobre el tema de la reforma en la parte dogmática
constitucional, y ahí señalaba con toda precisión que la
reforma puede ser en todo o en parte. Es el derecho de los
pueblos, que las oligarquías en el trayecto histórico
nacional le han querido privar.
La reforma, el debate constitucional, en el
ámbito de la Constitución real en el plano político, nos
dará la posibilidad de delinear y definir el nuevo texto
constitucional para los argentinos en el siglo XXI.
Brevemente mencionaré que hay genealogías y
generaciones constitucionales. Estas genealogías son
aquellos textos que tienen una matriz común, pero las
generaciones son los cortes históricos en los cuales los
pueblos fueron definiendo sus textos constitucionales
acorde a las circunstancias sociopolíticas, económicas y
culturales, como bien señalaba Carlos Vilas.
Podemos señalar que la Argentina tuvo tres
modelos de Constitución. Uno de ellos fue el modelo
agroexportador de 1853, en la etapa de auge del liberalismo
en su breve faz concurrencial de desarrollo. Luego tenemos
la etapa justicialista de la Constitución, producto del
proceso político y social que se comenzó a desarrollar en
la República Argentina, etapa que se concreta en el texto
constitucional de 1949 en esa novedosa arquitectura
jurídica e institucional que, como decíamos antes, no solo
incorpora derechos sociales en el artículo 37 sino que el
quiebre con el modelo agroexportador precisamente se
23
encuentra en los artículos 38, 39 y 40, referidos a la
función del Estado activo, la función social de la
propiedad y la economía al servicio del pueblo. Como decía
el general Perón en el video que hemos visto, esto no fue
producto de un impromptu o una elucubración platónica de
juristas encerrados en un escritorio, sino que fue producto
de sentidos conceptos políticos, económicos, sociales y
culturales.
Ese Capítulo IV tiene un precedente que es
indispensable mencionar: son las propias palabras del
general Perón escritas y que quedan perennes en el primer
plan quinquenal. Ya en 1945 Perón sostenía que había que
fijar las bases económicas para el proyecto nacional y
popular. Por eso esa trilogía de la independencia
económica, la soberanía política y la justicia social
encabezan el Preámbulo de la Constitución Nacional de 1949.
Y por ello también ese Preámbulo impulsa la cultura
nacional como uno de los medios para el desarrollo del
proyecto y su vigencia. Pero hete aquí que, como también
señalaba Carlos, los sectores dominantes a través del golpe
de Estado dejan sin efecto ese texto constitucional y se
transforma en una desaparecida norma constitucional del
pueblo argentino.
Es importante señalar el rol que tuvieron para
convalidar esa supraconstitucionalidad de facto notorios y
renombrados constitucionalistas, que fueron los que
justificaron y dieron letra al golpe de Estado. Ahí están
sus dictámenes. Tienen nombre y apellido: González
Calderón, Linares Quintana, Sebastián Soler. Estos fueron
los mentores de esa supraconstitucionalidad de facto
utilizada por esos golpes cívico militares.
Pero hoy día también estamos hablando del Poder
Judicial. Es importante que se sepa cuál fue la actitud de
la Corte Suprema con relación a la Constitución Nacional de
1949. Es importante que se sepa qué ocurrió en la Argentina
los días 25, 26 y 27 de abril de 1956 en la Junta
Consultiva Nacional, que es otro de los disfraces que se
utilizaron para darle pretendida legalidad al golpe de
Estado. Funcionaba acá enfrente, en el Senado, y la
presidía el vicepresidente de facto.
El 25 de abril esa Junta Consultiva Nacional
estaba debatiendo qué iban a hacer con la empresa de
energía: la CHADE o CADE. Mientras hablaba el consejero
Horacio Thedy, el que presidía esa reunión, que era el
entonces ministro de Industria y Comercio Álvaro Alsogaray,
le pregunta: “¿Pero en qué Constitución está pensando
usted?, porque una cosa es la Constitución del 53 y otra
cosa es la Constitución del 49”. Se levantó la sesión sin
resolver el tema.
El 26 de abril se aprobó el plan Prebisch, moneda
sana o inflación incontenible. Las nuevas normas de
24
política económica liberal del golpe de Estado hacían acto
de presencia, y como esas normas de política económica
constitucional eran agua y aceite con el texto
constitucional que aún regía, el 27 de abril, por un bando
militar, se deroga una Constitución sancionada por el
pueblo de la Nación Argentina. ¿Y cuál fue la actitud de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación? Ahí están sus
fallos. Ahí está la prueba de su culpabilidad en todo esto.
Hasta el 23 de abril de 1956 la Corte Suprema fundó sus
fallos en la Constitución de 1949.
Como percibía que algo estaba pasando, hasta el 3
de mayo en sus fallos no cita ningún texto constitucional,
y a partir del 3 de mayo, como si nada hubiera ocurrido -y
como bien lo desarrolló Felipe González Arzac en un trabajo
sobre ese tema-, la Corte Suprema de Justicia de la Nación
vuelve a citar la Constitución de 1853. Hubo cien años de
retroceso en la historia constitucional argentina.
Esa es la lucha. En las facultades de Derecho se
convalidó, a través de una concepción del derecho
abstracto, memorizado, sin ir a las causas, sin señalar que
el derecho es un producto histórico y con la temporalidad
de sus normas puede servir al avance del proceso social de
los pueblos o servir para sostener el statu quo. Esa fue la
enseñanza que se estuvo dando en las facultades de Derecho
de la República Argentina con relación a este tema
constitucional. Y por si fuera poco, se marginó la
participación del pueblo en esta cuestión.
Es por eso que algunos de los principales
objetivos del Instituto Arturo Enrique Sampay serán los
siguientes: desbrozar todo esto que ha ocurrido en la
Argentina en materia constitucional; darle la posibilidad
de la participación protagónica a todos los sectores de
nuestra comunidad política; y contribuir al proceso de
integración de los pueblos en el marco de la patria grande,
que era uno de los objetivos que señalaba Perón ya en ese
tiempo histórico.
¿Por qué, por qué, por qué vuelven, vuelven y
vuelven hoy día a traer concepciones que quieren retrotraer
lo que ha ocurrido en la Argentina? ¿Por qué vuelven a
traernos la pretensión de un neoliberalismo cuyas
consecuencias las hemos sufrido en la década del 90? Así
como en 1853 estuvo el modelo liberal agroexportador y en
1949 tuvimos la etapa justicialista de la Constitución, en
esos saltos históricos y con esos malabarismos jurídicos
-como si la Argentina hubiera sido una sociedad simple y no
participativa, como si estuviéramos en el siglo XIX- en la
Asamblea Constituyente de 1994 se puso en marcha –como bien
se señaló aquí- el modelo del consenso de Washington, un
acuerdo de cúpulas y marginación de la participación del
pueblo en el debate constitucional. Por ello, ni participó
ni la conoce.
25
El objetivo del Instituto Arturo Enrique Sampay
es acercar al pueblo a toda esta temática, que como que
bien señalaba Claudia, no es solo materia de los abogados.
Por el contrario, debemos nutrir esta materia con el
pensamiento de economistas, filósofos, sociólogos,
trabajadores, etcétera. Esa es la esencia de un proyecto
nacional. No es patrimonio exclusivo de pretendidos
juristas que se autoatribuyen esa facultad de decir el
derecho.
El derecho es patrimonio del pueblo y de las
luchas. Por eso Evita en el año 1948, un año antes de la
reforma constitucional, le decía a los dirigentes
sindicales en la CGT que era necesario consolidar las
conquistas sociales y los derechos logrados.
Por ello, otro de los principios que sostenemos
es que hoy día también es necesario consolidar el proyecto
nacional y popular por el cual estamos peleando los
argentinos. Esta es la tarea esencial: tratar de superar
las diferencias insustanciales y los anacronismos que nos
separan y suturar esas divisiones del pueblo que pretenden
lograr los sectores dominantes, puesto que en el plano de
la Constitución real, en el plano del poder -como bien
señala Carlos en su libro-, es donde se va a definir esta
cuestión.
Solamente con la presencia masiva de los sectores
mayoritarios del país en pos de un proyecto nacional se
logrará el fin último de la Constitución, que -como
señalaba Sampay- es la Justicia en su más alta expresión.
Por ello, el Instituto Arturo Enrique Sampay va a
abrir el debate, va a recorrer el país y va a crear
distintas cátedras, puesto que la temática será cómo
definimos ese proyecto nacional y popular, cuáles son los
ámbitos en los que se ha de expresar, cuál es el contenido.
Y recién en última instancia vendrá la etapa de la
Constitución como marco de ese proyecto. Por ello abrimos
el debate en el plano del pueblo, de las asambleas, de las
reuniones y de las movilizaciones. Después vendrá el debate
en el ámbito parlamentario. Ese es el camino que
pretendemos desarrollar en el Instituto Arturo Enrique
Sampay.
Por cierto, nos sentimos sumamente gratificados
por la presencia de todos ustedes. Esto nos da la seguridad
de que entre todos lograremos el objetivo que nos hemos
propuesto. Muchas gracias. (Aplausos.)
Sra. Moderadora (Arzac).- Agradecemos la apasionada
disertación del doctor Jorge Cholvis.
A continuación hará uso de la palabra el doctor
Marcelo Koenig. Es abogado, profesor adjunto en la Facultad
de Derecho de la Universidad Nacional de Buenos Aires de
Historia Política Argentina y Teoría del Estado, y profesor
titular de cátedra en la Universidad Popular Madres de
26
Plaza de Mayo en Teoría del Estado en Clave Tercermundista.
Actualmente se desempeña como director nacional de la
Escuela Superior de Gobierno de la Nación. Fue director de
la revista “Oveja Negra” y es secretario general de la
Corriente Peronista Descamisados.
Sr. Koenig.- Compañeros, compañeras: ¿por qué volver a
Sampay? Arturo Sampay es sin dudas un pensador maldito; y
como todos los pensadores malditos, no fue discutido sino
ignorado. Ha sido ignorado en las aulas de las facultades
de Derecho de todo el país, en la doctrina jurídica e
incluso hasta en el propio peronismo -de esto tendremos que
hacernos cargo como peronistas-, o reducido solamente a su
condición de redactor de la Constitución del 49 pero no
rescatado como uno de los grandes pensadores nacionales que
tuvo el movimiento. De hecho, es mucho más difícil acceder
a los textos de Sampay que encontrar un texto de Jauretche,
de Scalabrini o del propio John William Cook.
Por eso nos planteamos esta idea de volver a
recordar a Sampay. Etimológicamente, recordar es volver a
pasar por el corazón. El objetivo es volver a ver sus ideas
y, desde este Instituto Arturo Enrique Sampay que estamos
construyendo y desde la cátedra Sampay, generar un proceso
abierto de discusiones sobre los temas principales que él
tocaba, entre los cuales sin duda ocupa un lugar casi
rutilante o excluyente la cuestión de la Constitución
Nacional.
Anteriormente Claudia Bernazza decía que cuando
planteamos estas discusiones siempre nos dicen que somos
inoportunos; siempre los políticamente correctos nos dicen
que no es el momento para plantear una discusión sobre la
Constitución. Pero nosotros somos, con esa definición con
fuerza de la poesía que nos dio John William Cook, el hecho
maldito del país burgués. Nosotros somos siempre los
inoportunos.
Ahora bien, ¿quién nos dice que somos
inoportunos? Lo dicen –vuelvo a parafrasear a Claudia-
aquellos que nos plantean que la Constitución está escrita
sobre piedra, que está escrita de una vez y para siempre.
Parece que la Constitución hubiese bajado de Dios y no que
fuera –como decía Jorge recién- producto histórico,
producto de la correlación de fuerzas de una sociedad
concreta, producto del proyecto de país. Aquellos que nos
dicen que somos inoportunos son aquellos que, como decía
Jauretche, tienen bronca porque están perdiendo sus
privilegios y entonces quieren tener en la Constitución una
trinchera para defenderlos. Y nosotros somos parte de los
que vamos con alegría van conquistando derechos, y por eso
queremos elevarlos al más alto rango legal, que es la
Constitución.
Agradezco a Carlos por haber hecho propaganda de
mi libro. Para mí realmente es un orgullo estar
27
compartiendo este panel con Carlos, Jorge, mi amiga
Claudia. La verdad es que la estatura de este panel es
enorme. Carlos explicó con mucha claridad que existe una
correlación entre el proyecto de país y la Constitución.
Esto se explica, a partir de Sampay, en esta concepción que
volvió a traer -vía Lasalle, vía Aristóteles- la
interrelación entre la Constitución real y la Constitución
escrita. Esa Constitución real es la articulación de los
pliegues del poder de una sociedad y, como definía recién
Jorge, la correlación entre los factores reales de poder.
De alguna manera, esa articulación es la cuestión básica y
subyacente en toda Constitución escrita, esa articulación
entre la Constitución real y la Constitución formal, que no
siempre tienen la misma dinámica. Para los liberales existe
solamente esa Constitución formal, pero esa dinámica muchas
veces deja sin fuerza esa Constitución formal y por lo
tanto es siempre así: que detrás de toda Constitución
formal existe como telón de fondo un proyecto que es
esencialmente económico.
Decía Carlos al principio de este panel que con
la Constitución se discute el sentido de justicia. Pero
además de esa reflexión filosófica que hacía Carlos, que
comparto absolutamente, también se discute el proyecto
económico. Detrás de toda Constitución hay un claro
proyecto económico. Borges decía que “Las Mil y Una Noches”
no refería en ningún momento al desierto y a los camellos y
que sin embargo uno los imaginaba detrás de cada imagen que
construía ese texto.
La Constitución del 53-60 tiene al modelo
agroexportador como los camellos y el desierto de “Las Mil
y Una Noches”; tiene esa idea de propiedad que siempre es
el núcleo de una Constitución. Por eso es que cuando se
empezó a alterar ese núcleo de la propiedad, cuando se
empezó a cambiar la Constitución real, se hizo necesaria la
formulación de una nueva Constitución escrita, de la cual
Sampay fue sin duda uno de sus principales luchadores y a
quien debemos su construcción institucional concreta.
El núcleo de esa Constitución no es solamente el
reconocimiento de todos los derechos que ya el peronismo
iba conquistando sino también, y fundamentalmente, aquel
Capítulo IV que habla de la función social de la propiedad,
del capital y de la actividad económica. No solamente
aborda la función social de la propiedad -una larga
tradición cristiana que se había plasmado jurídicamente en
constituciones anteriores a la de 1949 en la Argentina, en
todo Latinoamérica y también en Europa- sino que también
adopta una concepción central que habla de que la economía
y el capital tienen que estar al servicio del hombre. Esta
es una de las cosas fundamentales que recogen aquellos
artículos 38, 39 y 40 de la Constitución de 1949.
Sin duda, esa Constitución cambió la economía,
porque le ponía al Estado un rol protagónico sin opacar a
28
la iniciativa privada. Pero esa iniciativa privada no podía
ser absoluta; la lógica del mercado estaba subordinada a la
lógica del interés común.
Esta es la clave para entender cómo tiene que ser
la propiedad en una sociedad que busca la justicia.
El señor ministro Alak recordaba la frase de
Scalabrini cuando decía que los huevos del tero de aquella
Constitución estaban en particular en el artículo 40. En
otro artículo periodístico Scalabrini dice que el artículo
40 es el bastión de la soberanía. Ese es el título de uno
de sus artículos en defensa de aquella Constitución cuando
se avanzaba contra ello.
Sin duda en ese bastión de la soberanía no solo
estaba la propiedad de los recursos estratégicos -que hoy
es una de las discusiones que vuelven no solamente en la
Argentina sino en todo el mundo: la propiedad del Estado
sobre los recursos estratégicos- sino que se iba mucho más
allá y se planteaba que los servicios no solamente tienen
que ser del Estado sino que ni siquiera pueden ser
concesionados.
Y contenía también un hecho revolucionario que
generó mucho ruido, y de hecho muchas embajadas fueron a
apretar hasta al propio Perón para que no se pusiera el
último párrafo del artículo 40, donde se planteaba cómo
debían hacerse las nacionalizaciones. Decía que no debían
hacerse al valor del mercado sino que se debía tener en
cuenta, para establecer el precio de esas
nacionalizaciones, todo lo que habían ganado las empresas
privadas en el ejercicio de un monopolio privado, en cosas
que hacen al interés público.
Nada de lo que se hizo durante la dictadura, y
sobre todo durante los 90, se podría haber hecho con la
Constitución de 1949. Pero ese proceso es la consecuencia
de la instauración de la violencia en la Argentina como
forma de dirimir las contradicciones a las que la
oligarquía tuvo que recurrir después de ver que era
imposible ganarle en las urnas al peronismo. Y esa
violencia -instaurada en el 55 con los bombardeos y en el
56 con los fusilamientos- fue la que hizo desaparecer
también -como fusiló, torturó, encarceló y proscribió a las
mayorías populares- la Constitución de 1949 y restauró la
idea de un proyecto de país agroexportador. El plan
Prebisch es sin duda la clave para entender por qué esa
Constitución era absolutamente incómoda.
El pináculo de ese proceso político de
destrucción de una Argentina industrialista, que construía
en la justicia social -porque no se trata solamente de
industrialismo sino también de cómo se distribuye la
riqueza que se produce-, es sin duda la Constitución del
94, donde se termina de plasmar ese proyecto de país que
29
-como bien decía Carlos- es la Constitución del consenso de
Washington.
El otro día un compañero me decía –recurriendo a
esas cosas un poco esotéricas y conspirativas, como pasar
los discos al revés en otros años- que si uno da vuelta el
94 queda el 49. Es exactamente al revés; esas cosas
extrañas de la numerología. (Risas.)
La verdad es que muchas veces ese neoliberalismo
no solamente retrocede del hombre y la mujer argentinos
reconocidos en su carácter de trabajadores y en su carácter
social de miembros de una comunidad que se organiza, sino
que retrocede incluso de la propia Constitución liberal del
53/60, cuando plantea a los ciudadanos como consumidores,
cuando plantea a los consumidores como el centro de los
derechos.
Esa concepción, que de alguna manera expresa un
pensamiento de época llamado “pensamiento único”, es la
Constitución que hoy nos rige. Y hoy esa Constitución es
tironeada por esas contradicciones y esa disputa que se dio
en ese momento; el rango constitucional que se dio a los
tratados internacionales a veces es la grieta por la cual
vamos interpretando de un modo distinto -a veces hasta el
propio espíritu de los constituyentes- aquella
Constitución.
Sin duda hoy el tironeo de esa interpretación
revolucionaria -siguiendo el concepto de Sampay- de la
Constitución se hace cada vez más fuerte. Se hace cada vez
más necesario que volvamos a pensar eso que Alberdi decía
-el Alberdi liberal, el Alberdi del sistema rentístico- en
cuanto a que la Constitución es un andamio para la
construcción de un proyecto de país; solamente un andamio.
Nosotros tenemos que construir un nuevo andamio para el
proyecto de país que estamos construyendo. Ese andamio es
necesario para construir lo que recién Carlos denominaba
democracias coherentes y participativas -dijo “que se
expandían”; no se animó a llamarlas democracias
expansionistas porque no se expanden territorialmente sino
que lo que se expande es la democracia misma-, donde la
importancia del pueblo sea central, donde los derechos
populares sean la clave para avanzar.
Por eso en toda Latinoamérica existe un nuevo
constitucionalismo, que incluso da una vuelta de tuerca
sobre el constitucionalismo social, y al que podríamos
llamar constitucionalismo popular. Lo podemos llamar
popular porque rompe esa idea de que la Constitución está
escrita en piedra y también rompe esa idea de que solamente
los abogados tenemos el cincel para trabajar la piedra.
La Constitución es algo demasiado importante como
para dejarla solamente en manos de nosotros los abogados, y
me parece que allí está una de las claves para construir
colectivamente en la discusión con todos y todas, donde
30
cada uno vaya plasmando sus reivindicaciones de la patria
con que sueña y en la que quiere vivir.
Como decía Jorge hace un rato, esta idea del
constitucionalismo popular -que es el objetivo de nuestro
instituto- empieza a partir de abrir la discusión o el
debate sobre la Constitución y sobre estos temas. Es
posible que quizás algún día este debate llegue al
Congreso, pero si no es abierto en el seno del pueblo,
jamás va a llegar al Congreso.
Hace casi 70 años se producía un hecho de
protagonismo popular que cambiaba la historia de la
Argentina: el 17 de octubre de 1945. Para nosotros, el
pueblo en la calle decidiendo su destino es el horizonte
que pensamos de la Constitución. El otro camino es el que
gráficamente expresó en sus considerandos la Cámara de
Tucumán, que intentó invalidar las elecciones y de alguna
manera se llevó por delante la soberanía popular. En ese
fallo -que invito a todos a leer porque es una obra maestra
del “gorilismo” (Risas.)- hay un desprecio impresionante
del voto popular, de nuestro pueblo.
Creo que este es el pensamiento de la mayoría de
los juristas que dan cátedra en muchas de las aulas de las
facultades de Derecho y muchas veces el pensamiento que se
intenta inculcar a todos los hombres y mujeres del pueblo,
tratando de negarles el derecho que tienen de discutir el
proyecto de país y las reglas de juego en el proyecto de
país en el que quieren habitar. Muchas gracias. (Aplausos.)
Sra. Moderadora (Arzac).- Agradecemos a los panelistas de
esta mesa sus exposiciones, que sin duda han sido muy
interesantes.
Damos por cerrado este panel. Gracias a todos.
(Aplausos.)
Sra. Bernazza.- Vamos a dejarles el programa de la tarde.
Tenemos tiempo para algunas preguntas que quieran acercar
en forma escrita a los panelistas; o pueden también
hacerlas en forma oral.
En 10 o 15 minutos los esperamos en la sala 2,
donde tendremos un almuerzo compartido para que ustedes
puedan charlar con todos los panelistas y expositores. A la
hora 14 nos volveríamos a encontrar para desarrollar los
siguientes paneles, que contarán con la presencia del
senador nacional Juan Manuel Abal Medina y, en el cierre,
con la presencia del doctor Carlos Zannini.
¿Alguien desea hacer alguna pregunta? Aclaro que
solamente vamos a dar lugar a tres preguntas, y les pido
que sean muy breves para poder cumplir con el horario
fijado para la finalización de esta primera parte de la
jornada, que es la hora 13.
31
Sr. Participante.- Buenas tardes. Yo estoy en
representación del Instituto Argentino para el Desarrollo
Económico, cuyo signo más prominente es la publicación o
edición de la revista “Realidad Económica”. Esa revista,
que fue mencionada en el video, fue fundada por un grupo de
personas entre las cuales estaba el doctor Enrique Sampay,
quien fue su primer director. Esa publicación continúa
vigente hasta el día de hoy y en su trayectoria contó con
la participación de plumas brillantes, como las de los
ingenieros Horacio Giberti, Adolfo Dorfman y Juan Sábato,
siempre con un pensamiento de discusión de un proyecto de
desarrollo sustentable, nacional y popular.
Se trata de una publicación siempre crítica con
el sistema que permite explicar la coyuntura sin descuidar
los problemas intelectuales. Parte de la vida y de esa
actualidad está enriquecida, además de los nombrados, por
plumas vivientes, tres de los cuales se encuentran en el
panel y son autores vigentes al día de hoy, entre muchos
otros. Me refiero a los doctores Cholvis, Vilas y Corti. De
modo que para mí es un orgullo estar acá.
Por último, deseo transmitir una decisión de la
actual Dirección, a cargo de Juan Carlos Amigo, en el
sentido de donar al Instituto Arturo Sampay una colección
completa de los tomos disponibles al día de hoy.
(Aplausos.) Formalmente hago este ofrecimiento a Claudia
Bernazza, que podemos concretar a través de los amigos que
están en el panel. Gracias, y buenas tardes. (Aplausos.)
Sra. Bernazza.- Muchas gracias.
Pasamos a la siguiente pregunta.
Sr. Participante.- Soy un abogado que forma parte de la
Secretaría Nacional de Acceso al Hábitat.
Mi pregunta va dirigida a los profesores. Uno que
ha leído a Jorge Abelardo Ramos… Es decir, es una pregunta
para interpretar si es correcto o no. Arturo Sampay tomó
las ideas de aquellos hombres que ya en 1810 tenían una
idea de constitucionalismo. Quiero confirmar si es
correcto, como el caso de Mariano Moreno, Bernardo de
Monteagudo, y hasta Manuel Dorrego. ¿Puede ser que sea
correcta esa apreciación que hacía Jorge Abelardo Ramos en
sus lecturas?
Sr. Vilas.- En términos generales, sí. Eso se puede
constatar en “Las Constituciones de la Argentina”, de
Sampay, que publicó la Editorial Eudeba en 1975, donde hay
una trayectoria histórica de las ideas constitucionales que
nutrieron la Constitución del 49; y por cierto, también,
las del doctor Sampay.
Sra. Bernazza.- Pasamos a la última pregunta.
32
Sra. Participante.- En principio, quiero agradecer a todos
los panelistas y decirles que estoy absolutamente de
acuerdo con lo que han expresado. Les agradezco la lucidez
con la que han descrito la cuestión constitucional.
Primero quiero preguntar acerca del canal del
Congreso que mencionaba Claudia Bernazza, que no lo
conozco. No sé dónde verlo o cómo conocerlo. En segundo
lugar, deseo preguntar a la gente del instituto si se van a
publicar las jornadas, si nos podemos inscribir y cómo se
va a trabajar.
Sra. Bernazza.- Le respondo la primera pregunta. Por el
momento, Diputados TV no tiene aire, pero sí tiene un canal
de YouTube donde se pueden ver los programas y videos que
se realizan. El canal de YouTube de Diputados TV es HCDN
TV. Ahí encontrarán todos los videos; entre ellos, el que
vimos hoy.
Estamos muy agradecidos a los taquígrafos de la
Casa que están tomando versión taquigráfica de todas las
ponencias del día de hoy, que junto con el video estará
colgada en la página del ICAP, cuyo vínculo es:
www.icap.gob.ar.
Pido al licenciado Gustavo Mariluz, responsable
de nuestro Centro de Estudios Legislativos, que haga
entrega de una pieza de nuestra Imprenta del Congreso a
cada uno de los expositores. Se trata de la última
presentación de la Apertura de Sesiones Ordinarias de la
presidenta Cristina Kirchner editada por nuestra Imprenta
del Congreso. (Aplausos.)
Pasamos a cuarto intermedio para compartir el
almuerzo en la sala de aquí al lado, y a la hora 14 nos
reencontraremos nuevamente en esta sala para continuar con
la jornada.
- Se pasa a cuarto intermedio a la
hora 12 y 52.