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SUCESOS VARIOS

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Page 1: SUCESOS VARIOS

VI

SUCESOS VARIOS

l763-'768

Reparaciones en la Habana. — Institución de Correos marítimos.—Reformas en el

comercio, en el material y en el personal de la Armada.—Viaje de la Princesa

de Asturias.—Motines.—Embajada de Marruecos.—Tratado de paz con el Sul

tán.—Persecución al corso de los argelinos.—Se distingue D. Antonio Barceló.—

Expulsión de los jesuítas.—Translación del departamento de Marina de Cádiz á

San Fernando.—Tratado de comercio y navegación con Francia.

|ada más natural que atender á la curación de las

heridas cuando se han recibido y duelen. Las pla

zas de la Habana y de Manila, encontradas en

estado deplorable después de la devolución, mere

cieron preferencia del Gobierno, que dispuso restaurar

y mejorar las fortificaciones y astilleros, comisionando

al efecto Jefes entendidos, dándoles mayor autoridad de la

que tuvieron sus antecesores, y procurándoles recursos per

manentes por virtud de reformas en la organización civil y

militar, que acrecentaron considerablemente las rentas rea

les '. Visitadores, investidos con extraordinarias atribucio-

' La Academia de la Historia posee el proyecto original de obras de reconstruc

ción y ampliación de fortificaciones de la plaza, en libro manuscrito, acompañado

de planos y perfiles, signatura II, 1,6, núm. 8, con título de Defensa de la Ha-

lanay sus Castillos por el Brigadier é Ingeniero director D. Silvestre Abarca. Empe

zado en 1763y concluido en 1774.

El Astillero y Arsenal reformó D. Juan Antonio de la Colina, ascendido al em

pleo de Jefe de escuadra, y nombrado primer Comandante general del Apostadero

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IZg ARMADA ESPAÑOLA.

nes, atacaron sin contemplación á los abusos é impusieron

en los virreinatos y provincias el respeto á la ley, que no dejó

de resistirse como novedad desagradable en determinados

lugares donde andaba olvidado.

Una de las medidas, cuyo benéfico influjo se tocó inmedia

tamente, fue la institución de correos marítimos con orde

nanza especial, por la que se creaba su centro en el puerto de

Goruña, resolviendo que el día primero de cada mes sa

liera un paquebote con la correspondencia para las Indias,

que dejaba en la Habana, y desde allí, balandras y jabeques

ligeros, conducían la destinada á los puertos principales de

la América Septentrional. Mensualmente también la reco

gían, contestada, los mencionados paquebotes, dando vuelta

á Coruña con autorización para tomar pasajeros y carga *,

No tardó en extenderse el beneficio á la América meridio

nal, saliendo mensualmente otro paquebote para el Río de la

Plata, desde cuyas orillas se distribuía á los puertos principa

les de aquellas regiones.

Produjo efectos más trascendentales todavía la concesión

de libertad de comercio entre los puertos de la Península y.

las islas de Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Margarita y

Trinidad ', precursora de otras mayores y brecha primera que

la opinión había conseguido abrir al sistema antiguo del mo

nopolio.

En lo más próximo se mandaron avanzar las obras de los

arsenales, á fin de reemplazar brevemente la escuadra per

dida en la Habana, y haciendo cuenta de quedar disponibles

36 navios de línea, 18 fragatas, 10 jabeques y siete galeotas,

de Marina que se creó. En poco tiempo subsanó los daños causados por los ingle

ses, y pudo empezarse la construcción con mejores elementos, acreditándolo la de

los navios de tres puentes Trinidady San José de 112 cañones, San Rafael de 8o,

San Pedro Alcántara de 64 y siete fragatas.

1 El reglamento provisional é instrucciones al Administrador del Correo ma

rítimo, establecido en Coruña, se dictaron en San Ildefonso el 24 de Agosto

de 1764 con la firma del Marqués de Grimaldi. Se encargó de la organización del

servicio en la Habana á D. José Antonio Armona, que lo hizo satisfactoriamente,

de tal modo que no se modificó hasta mediados del siglo xix, en que se adoptaron

los buques de vapor.

* Decreto é instrucción dados en San Lorenzo á 16 de Octubre de 1765.

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SUCESOS VARIOS. H9

ordenóse la construcción de seis navios más en Cartagena y

de otros seis con cuatro fragatas en Guarnizo, estimulando y

favoreciendo de paso al personal con la institución de cole

gios, de Montepío militar, y de premios de constancia en el

servicio.

El suceso fausto de Corte indicado con motivo de la mi

noración de penas que proporcionó á los Generales y Jefes

sentenciados por resultas del proceso de la Habana, el doble

enlace matrimonial de la infanta D.a María .Luisa con el ar

chiduque Pedro Leopoldo, y del Príncipe de Asturias con

D.a María Luisa de Parma, puso en movimiento á la escuadra

de Cartagena con aparato de gala, dispuestos nueve navios,

dos chambequines y cinco buques menores, á cargo del casi

octogenario capitán general marqués de la Victoria, teniendo

á las órdenes al teniente general D. Blas Barreda y al jefe de

escuadra D. Luis de Córdoba.

La Infanta embarcó en el navio Rayo de la insignia, el

24 de Junio de 1765; llegó á Genova el 17 de Julio siguiente;

el 25 entró á bordo la Princesa de Asturias en el de su mismo

nombre, y puso pie en tierra de Cartagena el 11 de Agosto,

haciendo viaje feliz l.

Celebráronse en la ocasión fiestas reales con luminarias y

fogatas, de buen efecto en el invierno siguiente, excepcional

por la crudeza, tanto que se heló el mar en la costa de Viz

caya *.

Perturbaron el orden normal, deteniendo las reformas be

neficiosas, los motines inaugurados en Madrid en el mes de

Marzo del año de 1766, con pretexto de los bandos del mar-

* Gacelas'de Madrid.—Rasgo épico que á la Srma. Princesa de Asturias doña Luisa

de Barbón, con ocasión de su feliz arribo á España para digna esposa del Srmo. Prin

cipe de Asturias, consagra el P. Frant.isco Javier Llampclla, de la Compañía de Jesús.

En mi colección de estampas de marina hay una acuarela, pintada con primor,

que representa á la escuadra navegando en tres columnas, con esta leyenda: Orden

de marcha que observó la Armada Nabal de Nro. Rey Carlos III en el Transporte de

sus Altezas Reales á los Puertos de Genobay Cartagena en el año de 1765 , por Alexo

Berlinguero, en el departamento de Cartagena,

* «Este invierno ha sido rigurosísimo, y lo prueba bien el haberse helado el mar

en las Costas de Vizcaya.» Carta del Rey á Tanucci en 4 de Febrero de 1766. Ferrer

del Rio, t. ii, pág. 11.

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IÍO ARMADA ESPAÑOLA.

qués de Squilace aboliendo el traje nacional popular, pero

que sin duda obedecían á impulso más hondo, no bien averi

guado todavía. El hecho es que el Rey salió de Madrid, no

bien parada su autoridad, y que cundió el desorden por las

provincias, estando la capital varios días á merced del popu

lacho '. Oyéronse entre su vocerío algunos vivas al marqués

de la Ensenada, causa suficiente para desterrarlo á Medina

del Campo por el resto de sus días, que es lo que del asunto

aquí importa apuntar.

Sucedíanse, como se ve, las novedades de toda especie, y

tocó la vez á una embajada del Emperador de Marruecos,

cuyo objeto era el canje de cautivos y afianzamiento de la

paz. Previamente, y á insinuación del sultán Sidi-Mohamad-

ben-Abdalá, había estado en Marruecos el navio Galicia,

para recibir á 95 prisioneros que graciosamente enviaba

á S. M. Católica *; después otro navio, con una división de

jabeques, embarcó en Ceuta al embajador Abu-Alabbag-Ah-

med-Algacel, con gran séquito, equipaje y regalos 8, pasán

dolo á Algeciras, desde donde caminó á la Corte, con la

1 Tratando del particular ha dicho D. Manuel Danvila, t. n, pág. 402: «Del tu

multo salió muy quebrantado el principio de autoridad y la misma dignidad del

rev Carlos III, que sólo demostró atolondramiento y hasta miedo en aquellas cri

ticas circunstancias. Los sucesos que se originaron en las provincias, por el mal

ejemplo que habia dado Madrid, no adquirieron carácter político, sino más bien

socialista, luchando la plebe contra la clase acomodada.»

Bien puede ser, mas no debe pasar inadvertido que. entre las sátiras de los ma

drileños, una que pusieron en manos de D. Carlos decía:

«Yo el gran Leopoldo, el primero

Marqués de Esquiladle augusto,

Rijo la España á mi gusto

Y mando á Carlos tercero:

Hago en los dos lo que quiero,

Nada consulto ni informo,

Al que es bueno lo reformo,

Y á los pueblos aniquilo,

Y el buen Carlos, mi pupilo,

Dice á todo: Me conformo.-»

Lafuente.—Danvila.

* Gacetas de Madrid del año 1766.

! ídem de 24 de Junio. Nrv<:branle Sidi Hamet Elgacel y el Gazel las relaciones

del tiempo con muchas variani;?

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sucesos varios. tar

mala oportunidad de llegar el 10 de Julio, día del falleci

miento de la reina madre Isabel Farnesio. Tardó, por esta

justificada causa, en recibirle D. Carlos, que guardaba el

luto en San Ildefonso; conferenció después detenidamente

con el marqués de Grimaldi, secretario de Estado, hasta

convenir en los puntos esenciales de un tratado de amistad

y comercio, en lo que se empleó el tiempo hasta fines de

Septiembre. Para la aprobación y ratificación solemne del

Sultán se nombró embajador á D. Jorge Juan, persona pre

sente en la memoria del Gobierno siempre que se ofrecían

negocios de dificultad, y no eran pocas las que se encomen

daron en las instrucciones \

Hasta el 19 de Febrero de 1767 no embarcó en Cádiz la

doble embajada, que hizo breve travesía á Tetiián, en una

escuadrilla de jabeques. Uon Jorge recibió agasajos y hono

res en el tránsito de veintisiete días á Marruecos, donde el

Emperador le recibió en audiencia solemne, dispensándole

distinciones singulares, ya que no todas las cláusulas venta

josas negociadas. Se firmó el tratado el 28 de Mayo; lo

trajo á España embarcando en Mogador, en el navio

Triunfante, y de vuelta en Cádiz, el 27 de Julio, quedó el

Rey muy satisfecho de su gestión.

Eran las condiciones esenciales !: Paz perpetua por mar y

por tierra; expedición de pasaportes á las naves de comer

cio, dispuestos de suerte que para su inteligencia no fuera

necesario saber leer; hospitalidad á las que naufragaran;

libre comercio; establecimiento de vicecónsules españoles

en los puertos de Marruecos, con jurisdicción en las cues

tiones con subditos de esta nación; entrega de los desertores

de los presidios de Ceuta, Melilla, Peñón y Alucemas; dere

cho de refugio reconocido en los presidios y bajeles de Su

Majestad; concesión exclusiva á los españoles de la pesca en

la costa marroquí, desde Sínta Cruz, hacia el Norte, hasta

Ceuta.

1 Véase el Apéndice de este c^oitulo.

1 Tratado de paz y comercio entre España y Marruecos, firmado el 28 de Mayo

de 1767. — Cantillo, Colección, pág. 50,5.

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IJJ ARMADA ESPAÑOLA.

Como efecto de las relaciones amistosas quedaron retira

das del corso unas 20 embarcaciones de mediano porte

y 30 fragatas pequeñas y galeotas, que armaban en los puer

tos de Larache, Salé, Mogador, Ceuta y el Riff, es decir,

en todos los dependientes de la autoridad de Mohamad-ben-

Abdalá, que se titulaba Rey de Fez, Mequinez, Algarbe,

Sus, Tafilete y Dra. Por su intervención é influencia se

consiguió á poco el canje de 1.600 esclavos argelinos que

había en España, por otros tantos cautivos españoles ence

rrados en Argel; y como éstos fueran en mayor número, se

determinó que la redención del resto, por la Obra Pía, se

hiciera abonando 500 reales por cada marinero, y 1.000 por

capitán ó arráez. Pero las buenas intenciones que acreditó

el Sultán en esta época ' no sirvieron para inclinar á los de

la Regencia á suspender la que tenían por guerra santa de

mar., esto es, la piratería de que se mantenían.

Desde el principio del reinado de Carlos III, como en el

anterior, hubo constantemente destinada fuerza naval en

persecución de los corsarios, sin hacer mella en su número

ni embarazar por completo sus empresas las divisiones de

jabeques y de galeotas que cruzaban por la costa. Las Gace

tas de Madrid comunicaban frecuentemente noticia de

combates, siempre obstinados y sangrientos, en que eran

por lo regular vencidos; pero también de daños que causa

ban burlando la vigilancia.

Empezó á significarse en este servicio D. Antonio Bar-

celó, patrón y propietario de un jabeque mallorquín fletado

desde el año 1749 para correo de las Baleares. La inteli

gencia y el valor con que escarmentó á cuantos piratas tra

taron de apresarlo hicieron notoria la aptitud, que el Go

bierno utilizó confiriéndole el mando de un jabeque de gue

rra primero y de una división de ellos después, otorgándole

ascensos bien merecidos. De 1762 á 1769 apresó ó echó á

fondo á 19 corsarios armados con 10 á 32 cañones; entregó

para faenas de los arsenales 1.006 prisioneros, y dio libertad

1 Fray Manuel Pablo Castellanos, Descripción histórica de Marruecos. San

tiago, 1878.

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SUCESOS VARIOS. 123

á otros tantos cautivos cristianos por lo menos '; empresa

en que contó con excelentes cooperadores*, mas que re

sultó ineficaz en los fines, como lo fue la idea de coalición

de los príncipes cristianos iniciada por la Corte de Viena,

reprobando el Convenio hecho por la República de Venecia

con los centros de la piratería. España y Malta aceptaron el

pensamiento considerándolo útil al comercio universal5; las

demás naciones prefirieron cuidar por sí solas de la seguri

dad de las embarcaciones propias, como lo hizo Francia en

viando una escuadra á la costa de Berbería \

Un acontecimiento de suma gravedad, que ocupa sendos

capítulos en las historias del tiempo, la expulsión de los

jesuítas de España y de todos sus dominios de Ultramar,

tiene que consignarse en ésta, por haberse determinado la

salida por mar. Las órdenes se comunicaron con extremada

reserva, previniendo que en la noche del 31 de Marzo

de 1767 entrara la tropa en los conventos y colegios de la

Compañía de Jesús en la Península, hiciera salir á los ocu

pantes, escoltándolos hasta determinados puertos y los em

barcara en los transportes dispuestos de antemano. Una

fragata de guerra había de custodiar á los de cada Departa

mento hasta las aguas de Civita-Vecchia, donde serían pues

tos en tierra sin aviso previo ni venia del señor del territo

rio. Lo mismo había de verificarse en las provincias de

Ultramar, para lo que con anticipación se circularon pre

venciones, con lujo que, de haberse tomado antes de las

hostilidades, acaso produjera mejores resultados. La dife-

1 Don Vicente Garda de la Huerta, Elogio de D. Antonio Barceló. Madrid, 1784.

* También se distinguieron mandando divisiones de jabeques y de galeotas

D. José de Pereda, D. Vicente Pignatelli, D. Diego de Torres, D. Juan Félix de

Tejada y D. Antonio Domonte, de todos los cuales hizo mérito la Gaceta de Ma

drid en el periodo mismo, describiendo 23 combates, con que se aumentaron

bastante las cifras de muertos, heridos, prisioneros y cautivos libertados. Con los

prisioneros se hizo el canje de los 1.600 de Argel.

3 Carta del marqués de Grimaldi á Tanucci, en 26 de Noviembre de 1764. Dan-

vila, t. 11, pág. 247.

* Relación individual de las operaciones de la escuadra francesa sobre las costas de

Berbería en el mes de Junio de 1765. Impreso en Cádiz. Esta escuadra sufrió un

grave descalabro en Larache.

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124 ARMADA ESPAÑOLA.

rencia parece indicar que para el buen rey Carlos III eran

los jesuítas enemigos más de temer que los ingleses, y no es

de omitir que las precauciones, las órdenes de embarco, la

disposición de los bajeles se adoptaron, con beneplácito del

Soberano, sin que el Ministro de Marina las conociera ni

llegara á tener remota idea de lo que hacían sus compañeros

de Gabinete en el particular.

Estaba calculado que el número de individuos de la Com

pañía ascendería en los dominios de España y de sus Indias

á unos 6.000, para los que se aprestaron embarcaciones; mas

no resultaron suficientes; fue menester disponer después que

el navio Santa Isabel condujera á los enfermos y rezaga

dos *, produciendo clamoreo el trato que se dio á estos expul

sos, entre los que había muchos ancianos y no pocos sabios.

El hecho era efecto de la lucha entablada entre el filoso

fismo francés y el catolicismo; entre los principios de autori

dad absoluta y de los que alentaban la revolución incipiente,

patrocinados sin presumirlo por el Soberano español \

Recuerda por los procedimientos al juicio de los Templa

rios en la Edad Media y á la expatriación de judíos y moris

cos en las sucesivas, y escritores protestantes son los que con

mayor vehemencia lo han censurado, lo cual no quiere decir

que falten otros católicos que lo aplaudan.

Preocupados como estaban los ánimos con esta cuestión

pública político-religiosa, excitó los de los marinos la Real

orden mandando trasladar la Dirección general de la Ar

mada, el Observatorio, la Academia de Guardias marinas, la

biblioteca, la imprenta, en una palabra, el Cuerpo entero de

la Marina, desde las delicias de una ciudad rica y culta, como

era Cádiz, á los arenales de la Isla, ó San Fernando, enton

ces aldea insignificante sin caserío ni comodidad para alber

gar á tantos jefes y oficiales. La sátira, que no necesita de

materia tan á propósito para exhibirse, clamó que España

para aumentar su marina la llevaba dos leguas tierra aden-

1 Real orden de 8 de Marzo de 1768. Colección Vargas Ponce, leg. 36.

1 «Carlos III fue el primer monarca revolucionario de España.» Danvila, t. n,

página 616.

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SUCESOS VARIOS. 125

tro l. En realidad la acercaba otras tantas al arsenal; recon

centraba al Cuerpo en derredor de sus jefes y cabezas;

cortaba los abusos que pervertían el ser vicio en aquel De

partamento destartalado, y sentaba los fundamentos de la

que es ahora ciudad importante con vida propia. Así todas

las medidas gubernamentales ofrecieran defensa tan sólida

como ésta.

Acabo este capítulo de tan varia lección, con no ser largo,

asentando noticia del tratado de comercio y navegación

ajustado con Francia como ampliación del pacto de fa

milia *.

Se estipuló por principio que Francia disfrutaría del trato

de nación más favorecida, y que, por tanto, le serían aplica

dos los beneficios y privilegios acordados á Inglaterra por

los convenios de Utrecht y posteriores. Los administradores

de Aduanas procederían en los actos de visita de fondeo y

resguardo de acuerdo con el Cónsul. Se daría fe y crédito á

los certificados, patentes, pólizas y cartas de mar, tanto por

lo que mira á la sanidad del navio, como á la calidad y pro

cedencia de los cargamentos. Se uniformarían en España los

gastos que se causan por la visita de Sanidad, formando

arancel. No se exigirían los derechos llamados de visita de

Inquisición, ni los de lleuda acostumbrados en Cataluña. No

se daría auxilio á los desertores de los navios, antes bien con

mano fuerte serían puestos á disposición de los Cónsules. Se

ría común á ambas naciones la pesca en las costas de Fran

cia y de España á condición de sujetarse franceses y espa

ñoles á las leyes y estatutos establecidos.

1 Vargas Ponce, Vida del Marqués de la Victoria.

- Convención entre ¡as Coronas de Españay Francia para esplicar ó ampliar el ar

ticulo 24 del pacto de familia en punto á navegación, comercio marítimo y i<isilas de

cuharcacioncs, ajustaday firmada en Madrid el 2 de Enero de 1768. Cantillo, Colec

ción, pág. 509.

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126 ARMADA ESPAÑOLA.

APÉNDICE AL CAPÍTULO VI

Embajada de Marruecos.

Tanto por el objeto como por la persona interesa á la consideración

marina el establecimiento de relaciones amistosas con el Imperio de Ma

rruecos, de que apenas 'dice .cosa el historiador Ferrer del Río, y nada en

absoluto Coxe, Lafuente y otros.

Dos años antes, en 1765, había ido á Marruecos el ex prefecto apostó

lico de las misiones Fr. Bartolomé Girón, con instrucción reservada del

Gobierno para tantear el terreno '. Muy versado en las costumbres del

país, obtuvo audiencia del Sultán y le presentó escrito ponderando los

beneficios hechos en España á los marroquíes como manifestación de los

deseos del Rey de establecer relaciones de amistad y comercio en virtud

de las que vivieran moros y españoles como hermanos. Acompañando al

discurso algunos regalos y oferta de otros de mayor consideración en caso

de hacerse las paces, fue oído benignamente y pudo continuar su labor

hasta lograr la designación y nombramiento de Sidi Ahmed Algazel con

carácter de Embajador para venir á Madrid en su compañía \

De la iniciativa y determinación de envío de la Embajada trata en tér

minos distintos, bien curiosos por cierto, un moderno historiador marro

quí, para el que Carlos III de España no pasaba de ser un rebelde al que

socorrió el Sultán ennobleciendo su país con la Embajada, cuyo objeto era

en realidad desatar las ligaduras de los prisioneros y cuidar de la suerte

de los valientes musulmanes por parte de quien había recibido el poder

de Alá '.

Mandó el Rey que se tratase al Embajador espléndidamente *; se le se

ñaló por residencia el Buen Retiro con situado de 800 reales diarios, cua

tro caballos de montar y coche á su disposición; conferenció con los Mi-

1 Don León Galindo y de Vera, Historia de las vicisitudes y política de España en África.

Memoria premiada por la Real Academia de la Historia. Madrid, 1884.

> Fray Manuel Pablo Castellanos, Descripción histórica dr. Marruecos. Santiago, 1878.

3 Libro del compendio acerca de la historia de Almagrib Alaksa, por Ahmed ben Jalid el

Nasiri, el de Qalé. Obra escrita en Marruecos,, impresa en el Cairo en lengua arábiga y co

mentada por D. Francisco Codera. Boletín di la Real Academia de la Historia, año 1897, to

mo xxx, pág. 251.

1 I.as Gacetas de Madrid de 21 de Junio, I.°, 8 y 15 de Julio, 26 de Agosto y 14 de Oc

tubre de 1766 refieren las demostraciones hechas al Embajador en Medina Sidonia, Jerez

Sevilla, Elija y Córdoba; bailes, corridas de toros, banquetes, visitas á la Giralda, al Alcá

zar y otros edificios.

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SUCESOS VARIOS. 127

nistros manifestando gran empeño en la devolución de la librería de

Muley Cidán, conservada en El Escorial, y convino al fin en determinar

dos puntos esenciales del convenio con su amo *. También se le agasajó

en el camino de vuelta á la costa, deteniéndole en Córdoba á fin de que

visitara los edificios arábigos *, prolongando los obsequios mientras no dio

la vela en Cádiz la escuadrilla en que le acompañaba D. Jorge Juan, em

bajador de S. M. C.

Desde el punto en que tomaron tierra en Tetuán, hay relaciones escri

tas por individuos del séquito, si más ó menos extensas, conformes en el

señalamiento del itinerario hasta la ciudad de Marruecos, la descripción

de los pueblos y gentes y la impresión de usos y costumbres encontradas

nuevas \

Algunos de los textos * consigna que en el nombramiento expedido á

D. Jorge Juan en 10 de Noviembre de 1766 no se le fijó sueldo, si bien se le

libraron 30.000 reales para ayuda de costa. Las instrucciones firmadas por

el Rey'en 30 de Diciembre prevenían que procurase estipular paz perpetua

y no tregua; cambio de géneros y frutos; modificación de derechos marro

quíes; ensanche del radio de las plazas españolas; libertad de pesca para

las Canarias; concesión de un establecimiento en el Atlántico; señala

miento de zona neutral en los mares de ambos reinos, y auxilio á los náu

fragos. Recomendábasele como de primera importancia lo relativo á la

pesca, y esto porque, perdido el derecho á verificarla en el banco de Terra-

nova, convenía procurar un equivalente.

1 Galtndo y de Vera.

* Don Manuel Antonio Ramírez escribió relación en verso de los festejos con que le ob

sequió la ciudad de orden del Rey.

a Una manuscrita en la Biblioteca Nacional, signatura S , 259, tiene titulo de Diario de

el viaje hecho desde Cádiz á Tetuáti v desde esta ciudad 4 la corte imperial de Marruecos de los

dos Embajadores, el uno por fiarte de S. AI. C, el Excmo. Sr. D. Jorge Juan, y el otro por el

Emperador de Marruecos que estuvo en España Ziddi Mahamet Beiigazel.

Otra publicada por D. Antonio Rodríguez Villa en la Revista Contemporánea de 15 de

Junio de 1880, teniendo por cabeza: Una emhajada española en Marruecos y estado de este

imperio en tiempo de Carlos III. El manuscrito del año 1767 reproducido se nombraba

Breve noticia de lo acaecido en el viaje que hizo á la corte de Marruecos el Excmo. Sr. D. Jor

ge Juan, embajador de S. M. C.

Un extracto de cualquiera de ellas se insertó en la Relación del viaje á la ciudad de Ma

rruecos que por disposición del Excmo. Sr. D. Manuel Pando, marqués de Mira/lores, primer

secretario de Estado, verificó en el mes de Mayo de 1S63 ü. Francisco Merry y Colom, Minis

tro residente de S. M. la Reina de España cerca del Sultán Sid Mohammed Ben Abderr/ia-

tnan. Madrid, 1864.

Otra relación, acaso la más amplia de todas, dada á luz en la Revista de España, año 1869,

tomo VIH, páginas 161 y 481, por el (entonces) Vizconde del Pontón, posteriormente Conde

de Caia Valencia, con membrete de La embajada de D. Jorge Juan en Marruecos. Lo re

produjo en 1895 en libro de Estudios históricos, y lo extractó Galindo de Vera en la M emo-

ria citada.

< El del Conde de Casa Valencia.

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Ij8 ARMADA ESPAÑOLA.

Antes de partir escribió el Embajador una Memoria técnica demos

trando que la pesca en la costa africana no era tal como la había supuesto

el escocés Jorge Glarr en informe reciente, ni menos susceptible de susti

tuir á la de bacalao de Terranova. Hacía al propio tiempo observaciones

contrarias al establecimiento deseado en Santa Cruz de Mar Pequeña

considerándolo de más costo que utilidad; pero los razonamientos no con

vencieron al Ministro de Estado, que en nueva orden de 9 de Febrero

de 1767 le dijo:

«El asunto es en sí tan grave y serio, que parece justo tomarse tiempo

y adquirir cuantas noticias se puedan antes de plantificar el proyectado

establecimiento; pero de todos modos tiene S. M. por preciso que se pida y

logre el permiso del Emperador de Marruecos para hacerlo, dejando así á

nuestro arbitrio practicar lo que más nos convenga. Nunca se ha creído

que la pesca en aquella parte del África pudiese llegar á comparación con

la de Terranova, ni aun remotamente; pero sentando que á veces no tiene

otro alimento la gente pobre de Canarias, y que los moros bravos de di

cha costa impiden sus maniobras á los pescadores, no cabe más arbitrio

que establecerse allí con algún poder suficiente á contenerlos. Es cierto

que sería importuno formar una fortaleza que emplease bastante tropa y

causase mucho gasto, sin estar seguros de unas ventajas equivalentes

pero por esta misma consideración no ha habido hasta ahora más desig

nio que hacer en el paraje que se juzgue más á propósito un pequeño

fuerte de tierra ó de faginas que bastase á precaver los insultos de los mo

ros bravos errantes, dejando que el tiempo y la experiencia indicasen si

convenía aumentarlo ó abandonarlo. Verdaderamente puede atribuirse á

empresa de un aventurero la tentativa del inglés Jorge Glarr; pero como

esto no nos consta, cabe creer también que cuando hubo comerciantes que

franquearon sus caudales, sus ganancias se prometían. Y lo que no admite

duda es que la idea se siguió con noticia, aprobación y aun estímulo del

Gobierno británico; el cual pasó con nosotros oficios muy fuertes sobre la

prisión en Canarias del citado Glarr, y autorizó esta empresa con un acto

del Parlamento. Suponiendo que la pesca se puede verificar en la costa de

África, no debe retraernos la idea de intentarlo la reflexión de que no se

ría tan abundante como la de Terranova; pues á lo menos en la parle que

alcanza se disminuiría el consumo del bacalao inglés, y consiguientemente

la extracción de nuestra moneda Es evidente que nunca podemos im

pedir á los ingleses que se establezcan cuando quieran en las costas de

África, aunque preceda un establecimiento nuestro; pero es igualmente

.cierto que en este caso no lo intentarían ellos sin llevar hecho el ánimo á

hacer uno considerable y costoso por respeto al nuestro. Y para plantificar

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SUCESOS VARIOS. 129

uno de esta especie podrían tener mil reparos V. E. reflexione sobre

este punto y busque cuantas noticias pueda Entretanto, arréglese

V. E. á la instrucción y al contexto de esta carta.»

Cumpliéndola el Embajador se presentó al Sultán en audiencia solemne

el 16 de Mayo, acompañándole todo el personal de la Embajada, una mú

sica militar y los regalos destinados al Emperador y á sus cuatro hijos,

consistentes en armas, telas de seda, espejos, arañas, vajillas, quitasoles,

tiendas de campaña, azúcar y golosinas. Como especial una sortija con

grueso brillante, algunos libros alcoránicos de los solicitados por Algazel,

y lo que en público más estimó, 285 prisioneros moros. No dejó de esti

mar entre todos el complementario de osos domesticados, perros de presa,

guacamayos, cardenales y canarios, y muy satisfecho dijo á D. Jorge

«que le concedía cuanto traía en el pecho».

Con todo, en la negociación con su primo y ministro Muley Dris hubo

tropiezos, sobre todo en la rebaja de derechos de entrada en los puertos,

señalamiento de zona neutral y establecimiento de factoría, arguyendo y

consignándolo en el tratado ', «que su Majestad imperial se apartaba de

deliberar sobre el establecimiento que su Majestad Católica quería fundar

al Sur del río Non, por no poder hacerse responsable de los accidentes ó

desgracias que sucedieran, á causa de no llegar allá sus dominios y ser la

gente que habita el país errante y feroz».

Al cumplir la visita de despedida presentó D. Jorge Juan nuevos rega

los siguiendo la costumbre de la corte, siendo el principal un cuadro al

óleo con marco dorado de talla en que estaban representados el navio

Princesa, de 70 cañones; el jabeque Gaviota, de 30; el Cuervo, de 22, y el

San José, transporte, con pavesadas y banderas, tal como estuvieron dis

puestos para el viaje de Abu Alabbac Ahmed Algazel.

1 Artículo 18.

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