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Mensaje Jornada Mundial de las Misiones Santa Teresa Con mirada eucarística FER en Jaén Celebraciones por el inicio de curso 5-19 de octubre Sínodo sobre la Familia ¡Enciende una luz!

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MensajeJornada Mundialde las Misiones

Santa TeresaCon mirada eucarística

FER en JaénCelebraciones por el inicio de curso

5-19 de octubreSínodo sobre la Familia

¡Enciende una luz!

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Editorial: Misión inherente

Viaje apostólico del papa a Albania

Hacia el Sínodo sobre la Familia (III)

Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones

Partícula para eucaristizarnos

Resonancias en nuestra Iglesia de hoy

Fogón Vocacional en Santa Fe, Argentina

I Congreso Internacional Beato Manuel González

Encuentro de Animadores UNER en Madrid

Inicio del curso FER en Jaén

Orar con el obispo del Sagrario abandonado

Cordialmente, una carta para ti

Con mirada eucarística

Espigando en los escritos de san Juan

Lectura sugerida

Conoce y vive

Familia Eucarística Reparadora

Desde la fe

Sum

ario

19 I Congreso Internacional Beato

Manuel González26Una carta para ti

La cultura de lo provisional

20 Encuentro de Animadores UNER

en MadridRevista y Editorialfundadas por el Beato

Manuel González Garcíaen 1907

Edita:Misioneras Eucarísticas de NazaretTutor, 15-17, 28008 - MADRIDTfno.: 915 420 887E-mail: [email protected]

Imprime:Azul IbéricaISSN: 2340-1214Depósito Legal: P. 7-1958

En portada: Miles de personas con sus velas encendidas se unieron en la oración en Roma y en todo el mundo, el 4 de octubre, para pedir por el Sínodo sobre la Familia.

HacemosEl Granito de Arena

Dirección:Mónica Mª Yuan Cordiviola

Equipo de Redacción

Miguel Ángel Arribas Sánchez

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Ana Mª Fernández Herrero

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Diseño y maquetación:Mónica Mª Yuan Cordiviola

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Boletín de suscripción a «El Granito de Arena»Nombre y apellidos: _________________________________________________ DNI: _ _ _ _ _ _ _ _ - _Dirección: _____________________________________________________________________________Población: _____________________________________________________________ CP: _ _ _ _ _Provincia: ________________________________________________ Teléfono: _ _ _ _ _ _ _ _ _E-mail: _____________________________________________________ Móvil: _ _ _ _ _ _ _ _ _

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Fuegoen el corazóndelmundo

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EDITORIAL

Misión inherenteL a vida de todo ser humano está marcada,

aunque él no sea consciente, por la voz de Dios que constantemente lo llama a la

existencia, a la felicidad, a entrar en comu-nión con Él. Para que estas llamadas encuen-tren eco positivo en las personas es necesa-rio que se den una serie de condiciones que le permitan reconocer la voz divina. Son con-diciones que, por lo general, se dan en am-bientes y entornos eclesiales.

Sin embargo, también entre quienes se di-cen ateos o afirman desconocer a Dios la lla-mada existe y, en más de una ocasión, en-cuentra un terreno fecundo donde crecer y ser instrumento de salvación.

Quienes afirmamos conocer a Dios, posi-blemente seamos más conscientes de estas llamadas y por eso podemos reconocer la tier-na voz de Dios invitándonos a nuevas misio-nes y tareas. La llamada al matrimonio, la vi-da religiosa o el sacerdocio son, por así decir-lo, un paso más en esta serie de llamadas que jalonan nuestra vida y le dan sentido pleno.

Hay, sin embargo, llamadas que están des-de siempre en el corazón humano, sea este creyente o no. Es el caso de la llamada al amor. Toda persona desea –porque lo necesita– ser amada y, cuando se descubre depositario del amor de otro, descubre que su realización co-mo persona y su felicidad pasan tanto por ser amado como por amar.

Esta realidad se muestra, de forma eviden-te, en la vida familiar. Los esposos y los hijos, los padres y los hermanos, necesitan recibir y dar amor a quienes los rodean. La familia es ese recinto sagrado, verdadero sagrario, donde el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se reflejan como dadores y receptores de amor.

No se oculta a nadie que en la sociedad actual la familia, como institución, está su-friendo duros momentos y también que mu-

chas familias se encuentran desorientadas porque no logran encontrar el modo de rea-lizar esta vocación (esta llamada) al amor.

La Iglesia, en sus más de dos milenios de historia, ha destacado siempre por dar res-puestas de amor entregado en los ambientes más desfavorecidos. Los santos de todos los tiempos son muestra inequívoca de ello: per-sonas que dieron su vida por la educación de los más desfavorecidos, por la salud de los excluidos, por la salvación de los condena-dos. Los ejemplos se cuentan por miles. In-cluso hoy comprobamos que hay cristianos dando su vida en África para ayudar a los en-fermos de Èbola.

Si comprobamos que actualmente está siendo terriblemente marginada, ¿no será el momento de que cada uno de nosotros –cris-tianos, católicos, miembros de la Familia Eu-carística Reparadora– hagamos una apuesta decidida por la familia?

La Iglesia, por voz del papa, ya lo ha he-cho y ha convocado un Sínodo sobre la Fami-lia. Pero también cada uno de nosotros tene-mos un deber que cumplir. Hay una llamada de Dios implícita en los acontecimientos de cada día, una verdadera misión inherente, un grito silencioso que no podemos acallar.

El papa Francisco habló de esta responsa-bilidad que cada uno de nosotros tiene al afir-mar que «ocuparse de la familia es también una forma de trabajar en la viña del Señor, para que produzca los frutos del Reino de Dios (cf. Mt 21,33-43)» (Ángelus, 5/10/2014). Nuestras familias y las que nos rodean son el terreno que Dios quiere que transforme-mos en Reino de Dios. Nuestra escucha y pa-ciencia, acoger las cruces de cada día y la ora-ción son los medios que tenemos a nuestros alcance para lograrlo. En esta misión no es-tamos solos. Dios camina a nuestro lado. «

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D urante apenas once horas, el papa vivió un intenso encuen-tro con los albaneses en su ca-

pital: Tirana. Intenso y, sobre todo, profundo. El testimonio de los már-tires de diversas religiones traspasó el corazón del Santo Padre, le arran-có lágrimas y confesó: «No sabía que habían sufrido tanto».

Confianza y esperanzaSin embargo, en medio del dolor, se abre una luminosa ventana de espe-ranza. Los albaneses hoy saben cami-nar de la mano. Durante el vuelo de regreso, un periodista ha dicho que el albanés ha sufrido pero es toleran-te. El papa ha matizado: «En cuanto a lo de tolerante, cambio la palabra. El albanés no es tolerante; es herma-no. Tiene la capacidad para la frater-nidad, que es más. Y esto se ve en la convivencia, en la colaboración entre

los musulmanes, los ortodoxos y los católicos. Colaboran, pero como her-manos». Hermoso testimonio para toda la humanidad.

Tal vez por eso, al leer detenida-mente las diferentes intervenciones del papa, se constata que una palabra clave simboliza los anhelos del pue-blo albanés: libertad. Más de veinte veces la pronunció en público. Liber-tad: este fue el preciado bien que du-rante mucho tiempo intentaron arre-batar al pueblo albanés y que ahora saben valorar aún mejor.

Su primer discurso, durante el en-cuentro con las Autoridades, se abre así: «Ha pasado ya casi un cuarto de siglo desde que Albania ha encontra-do de nuevo el camino arduo pero apasionante de la libertad… La liber-tad recuperada les ha permitido mi-rar al futuro con confianza y esperan-za, poner en marcha proyectos y te-

jer nuevas relaciones de amistad con las naciones cercanas y lejanas».

Libertad de pensamientoProsiguió matizando: «El respeto de los derechos humanos, entre los cua-les destaca la libertad religiosa y de pensamiento, es condición previa pa-ra el mismo desarrollo social y eco-nómico de un país. Cuando se respe-ta la dignidad del hombre, y sus de-rechos son reconocidos y tutelados, florece también la creatividad y el in-genio, y la personalidad humana pue-de desplegar sus múltiples iniciativas en favor del bien común.

Me alegro de modo especial por una feliz característica de Albania, que debe ser preservada con todo cuida-do e interés: me refiero a la conviven-cia pacífica y a la colaboración entre los que pertenecen a diversas religio-nes. El clima de respeto y confianza recíproca entre católicos, ortodoxos y musulmanes es un bien precioso pa-ra el país y que adquiere un relieve es-pecial en este tiempo en que, de par-te de grupos extremistas, se desnatu-raliza el auténtico sentido religioso y en que las diferencias entre las diver-

Domingo 21 de septiembre de 2014: Una jornada histórica para el pueblo albanés y el papa Francisco. Albania, país de periferia, es el primer país de Europa que visita desde el inicio de su ministerio petrino. Albania, conocido ya universalmente por ser la cuna de una mujer que, con su vida y con sus palabras, ha sacudido la conciencia de muchos: la madre Teresa de Calcuta.

Viaje apostólico del papa a Albania

El arduo y apasionante camino de la libertad

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sas confesiones se distorsionan e ins-trumentalizan, haciendo de ellas un factor peligroso de conflicto y violen-cia, en vez de una ocasión de diálogo abierto y respetuoso y de reflexión común sobre el significado de creer en Dios y seguir su ley.

Que nadie piense que puede es-cudarse en Dios cuando proyecta y realiza actos de violencia y abusos. Que nadie tome la religión como pre-texto para las propias acciones con-trarias a la dignidad del hombre y sus derechos fundamentales, en primer lugar el de la vida y el de la libertad religiosa de todos. Lo que sucede en Albania demuestra que la conviven-cia pacífica y fructífera entre perso-nas y comunidades que pertenecen a religiones distintas no sólo es desea-ble, sino posible y realizable de mo-do concreto».

Ejemplo de fidelidadEn la mañana siguió la celebración de la Eucaristía en la Plaza Madre Tere-sa. En la homilía afirmó: «Los que te-nían miedo a la verdad y a la libertad hacían todo lo posible para desterrar a Dios del corazón del hombre y ex-cluir a Cristo y a la Iglesia de la histo-ria de su País, si bien había sido uno de los primeros en recibir la luz del Evangelio».

Y concluyó: «Iglesia que vives en tierra de Albania, gracias por tu ejem-plo de fidelidad. No se olviden del ni-do, de su historia lejana, también de las pruebas; no se olviden de las he-ridas, pero no se venguen. Vayan ade-lante a trabajar con esperanza por un futuro grande. Muchos hijos e hijas de Albania han sufrido, incluso hasta el sacrificio de la vida. Que su testi-monio sostenga sus pasos de hoy y de mañana en el camino del amor, en el camino de la libertad, en el camino de la justicia y sobre todo en el cami-no de la paz».

En este viaje merece un lugar des-tacado el encuentro con los líderes de otras religiones y denominaciones

cristianas, celebrado a primera hora de la tarde en la Universidad Católi-ca Nuestra Señora del Buen Conse-jo. El papa Francisco pronunció un discurso para la historia: claro y di-recto. Así comienza:

«Albania ha sido tristemente tes-tigo de la violencia y de las tragedias que se pueden producir si se excluye a Dios a la fuerza de la vida personal y comunitaria. Cuando, en nombre de una ideología, se quiere expulsar a Dios de la sociedad, se acaba por adorar ídolos, y enseguida el hombre se pierde, su dignidad es pisoteada, sus derechos violados. Ustedes saben bien a qué atrocidades puede condu-cir la privación de la libertad de con-ciencia y de la libertad religiosa, y có-mo esa herida deja a la humanidad ra-dicalmente empobrecida, privada de esperanza y de ideales».

Luego, evocando el viaje de Juan Pablo II a Albania, se hizo eco de sus palabras: «La libertad religiosa no es solo un don precioso del Señor para cuantos tienen la gracia de la fe: es un don para todos, porque es la garantía fundamental para cualquier otra ex-presión de libertad. La fe nos recuer-da mejor que nadie que, si tenemos un único Creador, todos somos her-manos. La libertad religiosa es un ba-luarte contra todos los totalitarismos y una aportación decisiva a la frater-nidad humana. La verdadera libertad religiosa rehúye la tentación de la in-tolerancia y del sectarismo, y promue-ve actitudes de respeto y diálogo cons-tructivo» (25/4/1993).

La libertad religiosaSiguió una apremiante llamada uni-versal: «La religión auténtica es fuen-te de paz y no de violencia. Nadie pue-de usar el nombre de Dios para co-meter violencia. Matar en nombre de Dios es un gran sacrilegio. Discrimi-nar en nombre de Dios es inhumano.

Desde este punto de vista, la liber-tad religiosa no es un derecho que ga-rantiza únicamente el sistema legis-

lativo vigente: es un espacio común, un ambiente de respeto y colabora-ción que se construye con la partici-pación de todos, también de aquellos que no tienen ninguna convicción re-ligiosa. Me permito indicar dos acti-tudes que pueden ser especialmente útiles en la promoción de la libertad religiosa.

La primera es ver en cada hombre y mujer, también en los que no per-tenecen a nuestra tradición religiosa, no a rivales, y menos aún a enemigos, sino a hermanos y hermanas. Quien está seguro de sus convicciones no tiene necesidad de imponerse, de for-zar al otro: sabe que la verdad tiene su propia fuerza de irradiación. En el fondo, todos somos peregrinos en es-ta tierra, y en este viaje, aspirando a la verdad y a la eternidad, no vivimos, ni individualmente ni como grupos nacionales, culturales o religiosos, co-mo entidades autónomas y autosufi-cientes, sino que dependemos unos de otros, estamos confiados los unos a los cuidados de los otros. Toda tra-dición religiosa, desde dentro, debe-ría lograr dar razón de la existencia del otro.

La segunda actitud es el compro-miso en favor del bien común. Siem-pre que de la adhesión a una tradición religiosa nace un servicio más con-

vencido, más generoso, más desinte-resado a toda la sociedad, se produce un auténtico ejercicio y un desarro-llo de la libertad religiosa, que apare-ce así no sólo como un espacio de au-tonomía legítimamente reivindicado, sino como una potencialidad que en-riquece a la familia humana con su ejercicio progresivo. Cuanto más se pone uno al servicio de los demás, más libre es».

Dios: el único Consolador En la catedral de Tirana, dedicada al apóstol Pablo, celebró la Liturgia de Vísperas con los sacerdotes, religio-sos, religiosas, seminaristas y movi-mientos laicales. Si bien había prepa-rado una reflexión para ese momen-to, el papa decidió entregar el texto y hablarles espontáneamente.

Una idea centró su exhortación: Consolar a nuestros hermanos con el consuelo que recibimos de Dios, to-mando como referencia la lectura bí-blica (cf. 2Cor 1,3-4).

Tras insistir en el valiente testimo-nio de los mártires, algunos aún vi-ven y ofrecieron su testimonio, con-cluyó: «Este es el misterio de la Igle-sia: cuando la Iglesia pide al Señor que consuele a su pueblo, el Señor consuela humildemente, incluso a es-condidas. Consuela en la intimidad

del corazón y consuela con la fortale-za. Ellos no se enorgullecen de lo que han vivido, porque saben que ha sido el Señor quien los ha sostenido. Pero nos dicen algo. Nos dicen que para nosotros, que hemos sido llamados por el Señor a seguirlo de cerca, la úni-ca consolación viene de Él. Ay de no-sotros si buscamos otro consuelo».

La caridad abre los corazonesEl último encuentro en el que tuvo una intervención pública fue con los niños del Centro Betania. Momento entrañable en el que subrayó cómo la fe se verifica en la caridad.

«Esta fe que actúa en la caridad mueve las montañas de la indiferen-cia, de la incredulidad y de la indo-lencia, y abre los corazones y las ma-nos para hacer el bien y difundirlo. La Buena Noticia de que Jesús ha resu-citado y está vivo en medio de noso-tros pasa a través de gestos humildes y simples de servicio a los pequeños.

Además, este Centro demuestra que es posible la convivencia pacífi-ca y fraterna entre personas de distin-tas etnias y diversas confesiones reli-giosas. Aquí las diferencias no impi-den la armonía, la alegría y la paz; es más, se convierten en ocasión para profundizar en el conocimiento y en la comprensión mutua. Las diversas experiencias religiosas se abren al amor respetuoso y operante con el prójimo; cada comunidad religiosa se expresa con el amor y no con la vio-lencia, no se avergüenza de la bon-dad. Quien cultiva la bondad en su interior recibe a cambio una concien-cia tranquila, una alegría profunda aun en medio de las dificultades y de las incomprensiones. Incluso ante las ofensas recibidas, la bondad no es de-bilidad, sino auténtica fuerza, capaz de renunciar a la venganza».

Finalizó el discurso con broche de oro; toda una consigna de vida en la que se engarzan amor, sacrificio, alegría, compromiso y libertad. «El secreto de una existencia plena es

amar y entregarse por amor. Ahí se encuentra la fuerza para “sacrificarse con alegría”, y el compromiso más exigente se convierte en fuente de mayor alegría. Así no asustan las op-ciones de vida definitivas, que apa-recen, a su verdadera luz, como un modo de realizar plenamente la li-bertad personal».

Convivencia pacíficaEn el vuelo de regreso a Roma, com-pendió brevemente lo que constató: «Albania ha hecho un camino de paz, de convivencia y de colaboración que va más allá, va a otros países que tie-nen igualmente varias raíces étnicas».

El día 24, durante la audiencia ge-neral en Roma, compartió la expe-riencia vivida tres días antes: «Doy gracias a Dios por haberme permiti-do mostrar la cercanía de la Iglesia a este pueblo. Un pueblo durante mu-cho tiempo oprimido por un régimen inhumano, pero donde hoy se puede constatar un renacimiento de la Igle-sia, y también la posibilidad concre-ta de una convivencia pacífica y fruc-tuosa entre personas y comunidades de diferentes religiones. Esta se basa en un diálogo auténtico en busca de lo que acomuna a las diversas formas religiosas: el camino de la vida, recha-zando el relativismo, y la voluntad de hacer bien al prójimo, sin renegar de la respectiva identidad.

Hemos recordado conmovidos a tantas víctimas de la persecución y a los mártires. Ellos no son los derro-tados, sino los vencedores, en un ré-gimen que prohibía la fe y quiso ex-terminar a Dios de todos los ámbitos de la vida. En su testimonio heroico brilla la omnipotencia de Dios, que siempre consuela a su pueblo y abre nuevas vías de esperanza. Y nos re-cuerdan hoy que nuestra fuerza resi-de principalmente en el amor de Cris-to, que nos sostiene en la dificultad y nos inspira la bondad y el perdón, mostrando así la misericordia de Dios».

Ana Mª Fernández, m.e.n.

Catedral de San Pablo en Tirana, Albania [Foto: Gertjan R.].

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D urante la misma tendrá lugar un acontecimiento particular-mente gozoso y largamente es-

perado: la beatificación del papa Pa-blo VI, recordado, entre otras cosas, por su encíclica Humanae vitae.

En los números anteriores de nues-tra revista hemos publicado una se-lección del documento que se deba-tirá durante el Sínodo. Concluimos este mes con la tercera parte, dedica-da al tema de la apertura a la vida y la responsabilidad educativa de los pa-dres en el seno de la familia, que abar-ca los números 121-157.

Está dividida en dos capítulos. El primero se centra en los desafíos pas-torales acerca de la apertura a la vida y el segundo trata de la Iglesia y la fa-milia frente al desafío educativo.

Finalmente, el Instrumentum laboris se cierra con una breve Conclusión, en la que se recoge la Oración por el Sínodo.

Signo de contradicción121. En referencia al tema de la aper-tura a la vida, en las últimas décadas,

se han planteado objeciones radica-les. En este campo se tocan dimen-siones y aspectos de la existencia muy íntimos, acerca de los cuales se po-nen de relieve las diferencias sustan-ciales entre una visión cristiana de la vida y la sexualidad, y un planteamien-to fuertemente secularizado.

Por otra parte, Pablo VI, al publi-car la carta encíclica Humanae vitae, era muy consciente de las dificulta-des que sus afirmaciones podrían sus-citar en el tiempo. Así, por ejemplo, escribía en ese documento: «Se pue-de prever que estas enseñanzas no se-rán quizá fácilmente aceptadas por todos: son demasiadas las voces –am-pliadas por los modernos medios de propaganda– que están en contraste con la de la Iglesia. A decir verdad, es-ta no se maravilla de ser, a semejanza de su divino Fundador, “signo de con-tradicción”, pero no deja por esto de proclamar con humilde firmeza toda la ley moral, natural y evangélica» (HV 18).

122. La encíclica Humanae vitae tuvo un significado claramente pro-

fético al subrayar la unión inquebran-table entre el amor conyugal y la trans-misión de la vida. La Iglesia está lla-mada a anunciar la fecundidad del amor, a la luz de la fe que «ayuda a captar en toda su profundidad y ri-queza la generación de los hijos, por-que hace reconocer en ella el amor creador que nos da y nos confía el mis-terio de una nueva persona» (LF 52).

Dice el Magisterio123. Las respuestas relativas al cono-cimiento de la doctrina de la Iglesia sobre la apertura a la vida de los es-posos, con particular referencia a la Humanae vitae, describen de modo realista el hecho de que, en la gran mayoría de los casos, no se conoce su dimensión positiva. Quienes afirman que la conocen pertenecen casi siem-pre a asociaciones y grupos eclesiales que frecuentan las parroquias o par-ticipan activamente en caminos de espiritualidad familiar.

En la gran mayoría de las respues-tas recibidas, se pone de relieve que hoy la mentalidad común percibe co-

Hacia el Sínodo sobre la Familia (III)

mo una injerencia en la vida íntima de la pareja y una limitación a la au-tonomía de la conciencia la valora-ción moral de los diferentes métodos de regulación de los nacimientos. Cier-tamente hay diferencias de posición y de actitudes, que adoptan los cre-yentes en relación a este tema según los contextos geográficos y sociales, entre quienes se encuentran inmer-sos en culturas fuertemente seculari-zadas y tecnificadas y quienes viven en contextos sencillos y rurales.

Muchas respuestas mencionan la impresión de que para un buen nú-mero de católicos el concepto de pa-ternidad y maternidad responsable engloba la responsabilidad compar-tida de elegir en conciencia el mé-todo más adecuado para la regula-ción de los nacimientos, en base a una serie de criterios que van de la eficacia a la tolerabilidad física, pa-sando por el hecho de que sea real-mente practicable.

128. Desde el punto de vista pas-toral, las respuestas, en numerosísi-mos casos, indican la necesidad de una mayor difusión –con un lengua-je renovado y proponiendo una vi-sión antropológica coherente– de cuanto se afirma en la Humanae vitae, sin limitarse a los cursos prematrimo-niales, sino ofreciendo también itine-rarios de educación al amor.

Algunas respuestas sugieren que la presentación de los métodos de re-gulación natural de la fertilidad se ha-ga en colaboración con personas real-mente preparadas, tanto desde el pun-to de vista médico como pastoral. A

este fin, se insiste en la colaboración con centros universitarios dedicados al estudio y profundización de dichos métodos, en el ámbito de la promo-ción de una visión más ecológica de lo humano. Del mismo modo, se su-giere dar más espacio a esta temática en el ámbito de la formación de los futuros presbíteros en los seminarios, ya que los sacerdotes a veces no es-tán preparados para afrontar estos te-mas, y dan indicaciones inexactas y desconcertantes.

Praxis sacramental129. En el ámbito de las sugerencias pastorales relativas a la apertura a la vida, se encuentra el tema de la pra-xis sacramental vinculada a estas si-tuaciones, tanto por lo que se refiere al sacramento de la penitencia, como a la participación en la Eucaristía.

A este propósito, las respuestas son esencialmente concordes a la ho-ra de observar que, en las áreas de fuerte secularización, en general, las parejas no consideran pecado el uso de los métodos anticonceptivos; en consecuencia, normalmente se tien-de a no considerar esto materia de confesión y se acercan sin problemas a la Eucaristía. Diversamente, se su-braya que permanece íntegra entre los fieles la conciencia del aborto co-mo pecado extremamente grave, siem-pre materia de confesión.

Algunas respuestas afirman que hoy “el examen de conciencia” de las parejas cristianas se concentra en la relación entre los cónyuges (infideli-dad, falta de amor), mientras que más

bien se descuidan los aspectos de la apertura a la vida. Esto confirma la debilidad con la que con frecuencia se percibe la relación entre la entrega de sí al otro en la fidelidad y la gene-ración de la vida. Las respuestas tam-bién ponen de relieve que la actitud pastoral de los sacerdotes en referen-cia a este tema está muy diversifica-da: entre quien asume una posición de comprensión y acompañamiento; y quien, en cambio, se muestra muy intransigente, o al contrario laxista. Se confirma así la necesidad de revi-sar la formación de los presbíteros so-bre estos aspectos de la pastoral.

El desafío educativo132. Los desafíos que la familia debe afrontar en ámbito educativo son múl-tiples; con frecuencia, los padres no se sienten preparados para esta tarea. El Magisterio reciente ha insistido en la importancia de la educación, me-diante la cual los cónyuges reciben también una gracia singular en su ma-trimonio.

En las respuestas y observaciones se subraya que la educación debe ser integral y debe suscitar la gran pre-gunta sobre la verdad, que puede guiar el camino de la vida y que nace siem-pre en el seno de un amor, comenzan-do por la experiencia de amor que vi-

La apertura a la viday la responsabilidad educativa

El 5 de octubre el papa Francisco, durante la concelebración eucarística que presidió en la basílica vaticana, inauguró el Sínodo extraordinario sobre la Familia, que fue precedido con una Vigilia de oración en la Plaza de San Pedro la víspera. Los trabajos sinodales concluirán el día 19 y serán clausurados con una Misa presidida por el santo padre.

Se ve la necesidad de ofrecer formación como itinerarios de educación al amor

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ve el hijo acogido por los padres. La educación consiste en una introduc-ción amplia y profunda en la realidad global y en particular en la vida social, y es responsabilidad primaria de los padres, que el Estado debe respetar, tutelar y promover (cf. GE 3; FC 37).

El papa Francisco ha subrayado la importancia de la educación en la transmisión de la fe: «A los padres corresponde, según una sentencia de san Agustín, no solo engendrar a los hijos, sino también llevarlos a Dios, para que sean regenerados como hi-jos de Dios por el bautismo y reciban el don de la fe» (LF 43).

134. La educación cristiana en fa-milia se realiza, ante todo, mediante el testimonio de vida de los padres para con los hijos. Algunas respues-tas recuerdan que el método de trans-misión de la fe no muta en el tiempo, aunque se adapte a las circunstancias: camino de santificación de la pareja; oración personal y familiar; escucha de la Palabra y testimonio de la cari-dad. Donde se vive este estilo de vi-da, la transmisión de la fe está asegu-rada, aunque los hijos estén someti-dos a presiones de signo opuesto.

Peticiones dirigidas a la Iglesia141. En líneas generales, del análisis de las respuestas, se deduce que los padres en situaciones irregulares se dirigen a la Iglesia con actitudes muy diferentes, según los sentimientos y las motivaciones que los animan.

Hay quien nutre mucho respeto por la Iglesia y tiene confianza en ella y, al contrario, quien muestra una ac-titud negativa a causa de la vergüen-za que sienten por las decisiones to-madas, o quien duda en acercarse por miedo a ser rechazado o marginado.

142. La petición principal y más generalizada que los padres en estas situaciones de vida dirigen a las Igle-sias particulares es la de la administra-ción de los sacramentos a los hijos, es-pecialmente el bautismo y la primera Comunión, pero con una clara difi-cultad a reservar la debida importan-cia y el justo valor a la formación reli-giosa y a la participación en la vida pa-rroquial. Muchos saben que la cate-quesis es un requisito para recibir los sacramentos, pero más que una opor-tunidad la consideran una obligación, una formalidad o un compromiso que deben aceptar para que el hijo pueda recibir lo que se ha pedido.

Las respuestas señalan que con frecuencia encuentran reticencia y desinterés de parte de los padres res-pecto al itinerario de preparación cris-tiana que proponen las comunidades. El resultado es que a menudo los pa-dres, si pueden, evitan participar en los caminos previstos para los hijos y para ellos, justificándose con razones de tiempo y de trabajo, mientras que con frecuencia se trata de despreocu-pación y búsqueda de soluciones más cómodas o rápidas. A veces, manifies-tan también actitudes negativas fren-te a las peticiones de los catequistas. En otros casos, es patente su indife-rencia, porque permanecen siempre pasivos respecto a cualquier iniciati-va, y no se implican en la educación religiosa del hijo.

143. Lo que emerge del análisis de los datos es que muchísimos de es-tos padres, como por lo demás una buena porción de padres católicos re-gularmente casados, piden para los hijos la iniciación a los sacramentos para no faltar a una costumbre típica, a algo que es habitual en la sociedad. El sacramento para muchos todavía representa una fiesta tradicional, que piden más por ajustarse a una cos-tumbre familiar y social, que no por-que estén convencidos.

Sin embargo, hay padres que de-sean sinceramente transmitir la fe a

los hijos y, por esto, se encomiendan a los itinerarios de formación que la parroquia propone con vistas a la ad-ministración de los sacramentos. A veces, ellos mismos piden que se les ayude a salir de las situaciones que les hacen ser frágiles, están dispues-tos a iniciar un auténtico camino de espiritualidad y desean participar ac-tivamente en la vida de la Iglesia, de-jándose implicar en el recorrido ca-tequístico–sacramental de los hijos. No son raros los casos en los que los padres redescubren la fe de modo más genuino, llegando incluso a pe-dir el matrimonio después de años de convivencia.

Las Iglesias particulares149. Las Iglesias particulares saben bien que los niños o los jóvenes no tienen la culpa de las decisiones o las vicisitudes de sus padres. En todas partes, por tanto, los hijos son acogi-dos sin distinciones respeto a los de-más, con el mismo amor y la misma atención.

La propuesta formativa cristiana que se les ofrece no se diferencia de las iniciativas de catequesis y activi-dad pastoral dirigidas a los jóvenes de toda la comunidad: la catequesis; las

escuelas de oración; la iniciación a la liturgia; los grupos, especialmente la infancia misionera en América Lati-na; las escuelas de teatro bíblico y los coros parroquiales; las escuelas y los campamentos parroquiales; los gru-pos juveniles.

Se advierte que no hay activida-des especiales que puedan servir de ayuda a estos niños para cicatrizar o elaborar sus heridas. Se propone la promoción de itinerarios a su favor, la organización de itinerarios de sos-tén, especialmente en el período di-fícil de la separación y del divorcio de los padres, momento en el que deben poder seguir esperando en los víncu-los familiares a pesar de que los pa-dres se separen.

153. Las dificultades que se reve-lan en relación a la práctica sacramen-tal despiertan la atención sobre as-pectos delicados y nudos problemá-ticos para la praxis de las Iglesias par-ticulares. En relación al sacramento del bautismo se denuncia, por ejem-plo, la actitud de tolerancia con la que, a veces, se administra a los hijos de padres en situaciones irregulares, sin itinerarios formativos. Sobre el mis-mo tema, existen casos en los que se ha negado el camino de iniciación

cristiana, porque uno de los dos pa-dres se encontraba en situación irre-gular. Aparece varias veces, en las res-puestas, la referencia al fuerte males-tar de padres que no pueden acceder al sacramento de la penitencia y de la Eucaristía, mientras que se invita a los niños a participar en los sacramen-tos. Este malestar se vive en propor-ción a la mayor o menor compren-sión del sentido de la no admisión, percibido solo en términos negativos o bien dentro de un posible camino de curación.

Indicaciones pastorales154. Se muestra cada vez más nece-saria una pastoral sensible, guiada por el respeto de estas situaciones irregu-lares, capaz de ofrecer un apoyo efi-caz a la educación de los hijos. Se ad-vierte la necesidad de un acompaña-miento mejor, permanente y más in-cisivo para los padres que viven estas situaciones.

Puesto que es alto el número de quienes vuelven a la fe con ocasión de la preparación a los sacramentos de los hijos, a nivel local sería necesa-rio pensar en oportunos caminos de redescubrimiento y profundización de la fe, que requerirían una adecua-da preparación y una conveniente ac-ción pastoral. Una observación signi-ficativa se refiere a una nueva com-prensión del valor y el papel que asu-men el padrino o la madrina en el ca-mino de fe de los niños y los jóvenes.

155. Las Conferencias Episcopa-les se preguntan si se podrían encon-trar en cada comunidad cristiana pa-rejas de esposos que puedan seguir y sostener el camino de crecimiento de las personas interesadas de forma au-téntica, como madrinas padrinos idó-neos. En las zonas en las que los cate-quistas tienen un rol importante y de-licado, se sugiere que sean formados con más empeño y que sean elegidos con mayor discernimiento, ya que sus-citan divisiones y perplejidad los ca-sos de catequistas que viven en situa-

ciones de irregularidad matrimonial. Se señala que la Iglesia debería tomar en consideración mayormente la ca-lidad de la oferta catequística, y se pi-de una mejor formación para los ca-tequistas, a fin de que sean testigos de vida creíbles. Se advierte la necesidad de una preparación más profunda a los sacramentos mediante la evange-lización de las personas: haría falta trabajar más por una iniciación a la fe y a la vida. Se pide que se garantice una pastoral apropiada para los pa-dres que comprenda el período que va del bautismo a la primera Comu-nión del hijo. Se propone la organiza-ción –a nivel de decanatos y vicarías– de encuentros para quien vive o afron-ta problemáticas familiares y está lla-mado a educar a los hijos a la fe.

156. Las escuelas católicas tienen una gran responsabilidad para con es-tos niños, muchachos, jóvenes, hijos de parejas en situaciones irregulares, que hoy día se cuentan en número elevado. Al respecto, la comunidad educativa escolar debería suplir cada vez más el rol familiar, creando un am-biente acogedor, capaz de mostrar el rostro de Dios.

157. En los casos de algunas de las situaciones difíciles, por ejemplo de parejas de refugiados o inmigrantes, la Iglesia debería ofrecer ante todo una ayuda material y psicológica, apo-yando la instrucción y la prevención de abusos o explotación de menores. En el caso de los nómadas, que en ge-neral piden el sacramento del bautis-mo para sus hijos, las Iglesias particu-lares deberían comprometerse más intensamente a un acompañamiento espiritual de la familia, para que se complete todo el camino de inicia-ción cristiana. «

Hay padres que quieren vivir la fe en familia y piden

itinerarios formativos

Es necesaria una pastoral sensible, respetuosa de las situaciones irregulares

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1312

Q ueridos hermanos y herma-nas: Hoy en día todavía hay mucha gente que no conoce a

Jesucristo. Por eso es tan urgente la misión ad gentes, en la que todos los miembros de la Iglesia están llama-dos a participar, ya que la Iglesia es misionera por naturaleza: la Iglesia ha nacido en salida. La Jornada Mun-dial de las Misiones es un momento privilegiado en el que los fieles de los diferentes continentes se comprome-ten con oraciones y gestos concretos de solidaridad para ayudar a las igle-sias jóvenes en los territorios de mi-sión. Se trata de una celebración de gracia y de alegría. De gracia, porque el Espíritu Santo, mandado por el Pa-dre, ofrece sabiduría y fortaleza a aque-llos que son dóciles a su acción. De alegría, porque Jesucristo, Hijo del Padre, enviado para evangelizar al mundo, sostiene y acompaña nuestra obra misionera. Precisamente sobre la alegría de Jesús y de los discípulos misioneros quisiera ofrecer una ima-gen bíblica, que encontramos en el Evangelio de Lucas (cf. 10,21-23).

El evangelista cuenta que el Señor envió a los setenta discípulos, de dos en dos, a las ciudades y pueblos, a proclamar que el Reino de Dios ha-bía llegado, y a preparar a los hom-bres al encuentro con Jesús. Después

de cumplir con esta misión de anun-cio, los discípulos volvieron llenos de alegría: la alegría es un tema domi-nante de esta primera e inolvidable experiencia misionera. El Maestro Divino les dijo: «No estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nom-bres están inscritos en el cielo. En aquella hora, Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra”. Y volviéndose a sus discípu-los, les dijo aparte: “¡Bienaventura-dos los ojos que ven lo que vosotros veis!”» (Lc 10,20-21.23).

Experimentar el amor de DiosSon tres las escenas que presenta san Lucas. Primero, Jesús habla a sus dis-cípulos, y luego se vuelve hacia el Pa-dre, y de nuevo comienza a hablar con ellos. De esta forma Jesús quiere ha-cer partícipes de su alegría a los dis-cípulos, que es diferente y superior a la que ellos habían experimentado.

Los discípulos estaban llenos de alegría, entusiasmados con el poder de liberar de los demonios a las per-sonas. Sin embargo, Jesús les advier-te que no se alegren por el poder que se les ha dado, sino por el amor reci-bido: «porque vuestros nombres es-tán inscritos en el cielo» (Lc 10,20).

A ellos se les ha concedido expe-rimentar el amor de Dios, e incluso la posibilidad de compartirlo. Y esta experiencia de los discípulos es mo-tivo de gozosa gratitud para el cora-zón de Jesús. Lucas entiende este jú-bilo en una perspectiva de comunión

trinitaria: «Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo», dirigiéndose al Padre y glorificándolo. Este momen-to de profunda alegría brota del amor profundo de Jesús en cuanto Hijo ha-cia su Padre, Señor del cielo y de la tierra, el cual ha ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las ha re-velado a los pequeños (cf. Lc 10,21). Dios ha escondido y ha revelado, y en esta oración de alabanza se desta-ca sobre todo el revelar. ¿Qué es lo que Dios ha revelado y ocultado? Los misterios de su Reino, el afirmarse del señorío divino en Jesús y la vic-toria sobre Satanás.

Dios ha escondido todo a aque-llos que están demasiado llenos de sí mismos y pretenden saberlo ya todo. Están cegados por su propia presun-ción y no dejan espacio a Dios. Uno puede pensar fácilmente en algunos de los contemporáneos de Jesús, que Él mismo amonestó en varias ocasio-nes, pero se trata de un peligro que siempre ha existido, y que nos afecta también a nosotros. En cambio, los pequeños son los humildes, los sen-cillos, los pobres, los marginados, los sin voz, los que están cansados y opri-midos, a los que Jesús ha llamado ben-ditos. Se puede pensar fácilmente en María, en José, en los pescadores de Galilea, y en los discípulos llamados

a lo largo del camino, en el curso de su predicación.

«Sí, Padre, porque así te ha pare-cido bien» (Lc 10,21). Las palabras de Jesús deben entenderse con refe-rencia a su júbilo interior, donde la benevolencia indica un plan salvífico y benevolente del Padre hacia los hom-bres. En el contexto de esta bondad divina Jesús se regocija, porque el Pa-dre ha decidido amar a los hombres con el mismo amor que Él tiene para el Hijo. Además, Lucas nos recuerda el júbilo similar de María: «Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se ale-gra en Dios mi Salvador » (Lc 1,47). Se trata de la Buena Noticia que con-duce a la salvación. María, llevando en su vientre a Jesús, el Evangelizador por excelencia, encuentra a Isabel y cantando el Magníficat exulta de go-zo en el Espíritu Santo. Jesús, al ver el éxito de la misión de sus discípulos y por tanto su alegría, se regocija en el Espíritu Santo y se dirige a su Padre en oración. En ambos casos, se trata de una alegría por la salvación que se realiza, porque el amor con el que el Padre ama al Hijo llega hasta noso-tros, y por obra del Espíritu Santo, nos envuelve, nos hace entrar en la vi-da de la Trinidad.

Fuente de alegríaEl Padre es fuente de la alegría. El Hi-jo es su manifestación, y el Espíritu Santo, el animador. Inmediatamen-te después de alabar al Padre, como dice el evangelista Mateo, Jesús nos invita: «Venid a mí todos los que es-táis cansados y agobiados, y yo os

aliviaré. Tomad mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera» (11,28-30). «La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tris-teza, del vacío interior, del aislamien-to. Con Jesucristo siempre nace y re-nace la alegría» (EG 1). De este en-cuentro con Jesús, la Virgen María ha

tenido una experiencia singular y se ha convertido en causa nostrae laetitiae. Y los discípulos a su vez han recibido la llamada a estar con Jesús y a ser en-viados por Él para predicar el Evan-gelio (cf. Mc 3,14), y así se ven col-mados de alegría. ¿Por qué no entra-mos también nosotros en este torren-te de alegría?

«El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individua-lista que brota del corazón cómodo y

Este día es una jornada privilegiada para orar y

ayudar a los fielesde otros continentes

Partícipes

La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida de los que se encuentran con Jesús

de la alegría de Jesús

Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones

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14 1514

Espigando en los escritos de san Juan

«Esa quisiera yo que fuera la consignade la acción y del apostolado de la María activa:

“dar a los demás lo que ella ha contemplado”, esto es, llenar sus ojos, sus oídos, su corazón

de contemplación de Jesús abandonado, y después... hablar y hacer lo que quiera»

(Florecillas del Sagrario, 5ª ed., p.37)

Octubre 2014

Partícula para Eucaristizarnos

A sí como en los últimos años se han puesto de mo-da los productos light –algunas bebidas o ciertos alimentos–, se ha ido formando un tipo de hom-

bre que también podría ser calificado como el hombre light. Alimentado exclusivamente de la televisión, las re-des sociales o el periódico; parece que todo le interesa, pero es solo a nivel superficial, ya que le ha ido convir-tiendo en un ser hueco, ligero, frívolo, lo acepta todo, pero sin criterios en su actuar. Los cambios han sido tan-tos en tan poco tiempo, que ya no sabe a qué ajustarse, «todo vale», «qué más da», son sus conclusiones. Es-to le hace ir a la deriva y le va transformando en una per-sona superficial, indiferente y permisiva, dando lugar a un sentimiento de insatisfacción que le produce vacío interior, vulgaridad de lo cotidiano y lejanía de lo espi-ritual.

Para que el hombre contemporáneo salga de esta si-tuación debe reconocer que hay algo más, que estamos envueltos en algo que trasciende y que nuestra vida se debe mover en un horizonte de mayor profundidad. El hombre está necesitado de que alguien le ayude a des-cubrir la presencia de Dios latente en el fondo de su co-razón. Y esto lo puede recibir de un creyente que ha con-templado, que no enseña cosas sobre Dios, sino que in-vita a mirar hacia Él y dice que solo Dios es Dios, que solo Él es nuestro bien. Que todo lo demás puede ser bueno, pero que nada se puede convertir en ídolo que no puede salvar. «Que está mal, el mundo lo sabe ya; pero no sabe que por los cuatro costados está en las bue-nas manos de Dios» (K. Barth).

«La evangelización se hace de rodillas. ¡Sean siem-pre hombres y mujeres de oración! Sin la relación cons-tante con Dios la misión se convierte en función. (…) En efecto, nuestra misión pierde su fecundidad, e inclu-so se apaga, en el mismo momento en que se interrum-

pe la conexión con la fuente, con el Señor» (papa Fran-cisco, Homilía, 7/7/2013).

Una pastoral o un apostolado espiritualmente débil, no inspirados en la unión con Jesucristo, termina deján-dose llevar por el pensamiento y estilo del «mundo».

Pero «si el apóstol es fruto de la oración, encontrará en ella la luz y la fuerza para su acción» (ib.). Este en-cuentro demanda palabras nuevas para poder exteriori-zar, pronunciar y comunicar lo que vive: Dios encarna-do en Jesús es Amor insondable, Fuente de vida y de sal-vación para todos los hombres.

En los primeros tiempos del cristianismo, el encuen-tro asombroso y transformador de unos hombres y mu-jeres con Jesús, que experimentaron en Él la cercanía sal-vadora de Dios, hizo que se entusiasmasen por la misión evangelizadora, por la tarea de extender el Reino de Dios. Espontáneamente comunican lo que viven a otros. Su experiencia es un mensaje que transmiten a través de un anuncio, un nuevo estilo de vivir y una forma nueva de celebración.

Solo quien se ha dejado «inyectar el germen» de Je-sús Eucaristía, por el contacto diario y prolongado con Él, puede hacer eficaz su misión, puede contagiar.

«La oración del beato Manuel González se conden-saba en una jaculatoria breve y esa la paladeaba durante el día. Las visitas al Santísimo, breves pero frecuentes, mantenían el calor de su corazón; y centraban toda su acción en Él.

Alrededor suyo se respiraba una atmósfera limpia, tan llena de paz, que hacía fácil la vida… Siendo un in-quieto hombre de acción era un gran contemplativo, por-que en el rezar, escribir, hablar y hasta bromear no tenía más que un solo y único objetivo: dar a Dios…» (El Obispo del Sagrario abandonado, 6ª ed., p. 464).

Hna. Mª Leonor Mediavilla, m.e.n.

avaro, de la búsqueda enfermiza de pla-ceres superficiales, de la conciencia ais-lada» (EG 2). 

Por lo tanto, la Humanidad tiene una gran necesidad de aprovechar la salvación que nos ha traído Cristo. Los discípulos son los que se dejan aferrar cada vez más por el amor de Jesús y marcar por el fuego de la pa-sión por el Reino de Dios, para ser portadores de la alegría del Evange-lio. Todos los discípulos del Señor están llamados a cultivar la alegría de la evangelización. Los obispos, como principales responsables del anuncio, tienen la tarea de promo-ver la unidad de la Iglesia local en el compromiso misionero, teniendo en cuenta que la alegría de comunicar a Jesucristo se expresa tanto en la preocupación de anunciarlo en los lugares más distantes, como en una salida constante hacia las periferias del propio territorio, donde hay más personas pobres que esperan.

En muchas regiones escasean las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. A menudo esto se debe a que en las comunidades no hay un fer-vor apostólico contagioso, por lo que les falta entusiasmo. Por tanto, animo a las comunidades parroquiales, aso-ciaciones y grupos a vivir una vida fra-terna intensa, basada en el amor a Je-sús y atenta a las necesidades de los más desfavorecidos.

Donde hay alegría, fervor, deseo de llevar a Cristo a los demás, surgen las verdaderas vocaciones. Entre es-tas no deben olvidarse las vocaciones laicales a la misión. Hace tiempo que se ha tomado conciencia de la iden-tidad y de la misión de los fieles lai-cos en la Iglesia, así como del papel cada vez más importante que ellos es-

tán llamados a desempeñar en la di-fusión del Evangelio. Por esta razón, es importante proporcionarles la for-mación adecuada, con vistas a una ac-ción apostólica eficaz.

«Dios ama al que da con alegría» (2Co 9,7). La Jornada Mundial de las Misiones es también un momento pa-ra reavivar el deseo y el deber moral de la participación gozosa en la mi-sión ad gentes. La contribución eco-nómica personal es el signo de una oblación de sí mismos, en primer lu-gar al Señor y luego a los hermanos, porque la propia ofrenda material se convierte en un instrumento de evan-gelización de la humanidad que se construye sobre el amor.

Queridos hermanos y hermanas, en esta Jornada Mundial de las Mi-siones mi pensamiento se dirige a to-das las Iglesias locales. ¡No dejemos que nos roben la alegría de la evange-

lización! Os invito a sumergiros en la alegría del Evangelio y a nutrir un amor que ilumine vuestra vocación y misión. Os exhorto a recordar, como en una peregrinación interior, el pri-mer amor con el que el Señor Jesu-cristo ha encendido los corazones de cada uno, no por un sentimiento de nostalgia, sino para perseverar en la alegría. El discípulo del Señor perse-vera con alegría cuando  está con Él, cuando hace su voluntad, cuando comparte la fe, la esperanza y la cari-dad evangélica.

Dirigimos nuestra oración a Ma-ría, modelo de evangelización humil-de y alegre, para que la Iglesia sea el hogar de muchos, una madre para to-dos los pueblos y haga posible el na-cimiento de un nuevo mundo.

Vaticano, 8 de junio de 2014, So-lemnidad de Pentecostés.

Papa Francisco

La Humanidad tiene gran necesidad de

aprovechar la salvación que nos ha traído Cristo

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Resonancias en nuestra Iglesia de hoy

Sobre todo creo que debe ser senci-lla, cercana, alegre. Tiene que ser co-mo es Dios con cada uno de nosotros, y si nosotros creemos en Él es porque pensamos que Él nos quiere y nos tra-ta con ternura. Nadie, en su sano jui-cio, se acerca a quien lo trata mal o lo desprecia. Si estamos de parte de Je-sús Eucaristía es porque descubrimos en Él un remedio a nuestros males y un motivo para confiar y creer que to-do puede ser mejor a su lado.

¿Qué nos pedirías especialmente a la Familia Eucarística Reparadora para que nuestra acción misionera sea sig-

nificativa en el mundo actual, tan ne-cesitado de Dios, a veces sin saberlo?Yo pido a la FER, y a mí misma que también soy parte, que se acerque mu-cho a Jesús, que lo conozca por el Evangelio y por el trato personal. Que anuncie la alegría y la ternura de Dios.

Que anuncie a un Dios que nos da fu-turo, porque es eterno, y que nos mi-ra y nos espera siempre con amor, que siempre nos da una segunda oportu-nidad y que es suficiente para cada uno de nosotros.

Mª del Carmen Ruiz, m.e.n.

Así lo expresaba el beato Manuel«¡Conocer y dar a conocer a Jesús! ¡Conocerlo y darlo a conocer todo lo más que se pueda! He aquí la suprema aspiración de mi fe de cristiano y de mi celo de sacer-dote, y la que quisiera que fuera la única aspiración de mi vida. Y no digo conocer y amar, y darlo a conocer y amar, porque, con que se conozca, basta. Porque no se le conoce, o se le conoce muy a medias. En la tierra, mientras más nos acerquemos por el estudio, la oración, la fe y la contemplación a su conocimiento, ciertamente, más irresistiblemente lo amaremos» (cf. OO.CC. I, n. 234).

«¡El bien que puede hacer la palabra apostólica acompañada de una sonrisa!» (OO.CC. III, n. 5094).

«Corazón de Jesús, calor de todos los que tienen frío: da un poco de tu calor a todas esas almas que viven en invierno perpetuo, y haz que estas, ya abrigadas, se acuerden de que hay niños, obreros, ancianos, sirvientes y muchos, muchos pobre-citos, que tienen mucho frío» (OO.CC. II, n. 3318).

«Apóstol es, sí, un enviado de Jesús con una sola ocupación: ir, y un solo fin: salir de Jesús, haciendo de Jesús, y volver después de haber hecho a Jesús en muchas almas, para volver a salir, y así cumplir el “id” del mandato apostólico. Es decir, a un apóstol le es todo permitido menos el estarse quieto. ¡Siempre yendo! ¡O saliendo de Jesús solo, o volviendo acompañado de almas a Jesús! El apóstol es un perpetuo viajante con este solo divino encargo: ir desde Jesús solo hasta Jesús acompañado. Él lo dejó dicho: Yo os elegí y os puse para que vayáis» (OO.CC. I, n. 259).

«Construir caminos que desde cualquier punto del globo y desde cualquiera situación de la vida terminen en el Sagrario para recorrerlos con cuantos puedan llevar consigo» (OO.CC. I, n. 637).

Querida hermana, ¿quieres compar-tir con nosotros lo que significa para ti anunciar el Evangelio vivo de la Eu-caristía?¡Significa todo un reto! Hoy, como en todos los tiempos, es muy difícil anunciar la presencia de Jesús en la Eucaristía, es tan silenciosa, tan sua-ve, tan imperceptible para quien va corriendo. Y, a la vez, me parece lo más importante. ¡Hay que contarle a todos los que no lo saben que Jesús está con nosotros de verdad! De sa-ber que Dios vive entre nosotros pa-ra hacernos bien, depende que viva-mos confiados, tranquilos, esperan-

zados, seguros, y de todas estas cosas depende la felicidad. Anunciar el Evan-gelio vivo de la Eucaristía es anunciar a las personas que queremos que Dios está con ellas para bendecirlas, para ayudarlas, para curarlas, para querer-las, para dar sentido a todas las amar-guras que la vida les pueda traer y vi-vir nosotros también seguros de que esto es verdad.

¿Qué es lo que más te interpela de la acción misionera del beato Manuel González?Su confianza sin límites en Jesús Eu-caristía. A Don Manuel no se le po-

nía nada por delante, no tenía miedo de emprender grandes empresas, ya fueran de evangelización o de cons-trucción (¡ahí está, testigo de su con-fianza, el seminario de Málaga!). Era un hombre intrépido y eso me admi-ra mucho. Don Manuel estaba segu-ro de Quién se había fiado, conocía a Dios de verdad y en su vida eso se tra-dujo en servicio a los demás y en amor y confianza en el Corazón Eucarísti-co de Jesús.

¿Cuáles te parece deben ser las carac-terísticas de la acción misionera de la FER hoy?

«Queridos hermanos y hermanas, hoy en día todavía hay mucha gente que no conoce a Jesucristo. Por eso es tan urgente la misión ad gentes, en la que todos los miembros de la Iglesia están llamados a participar, ya que la Iglesia es misionera por naturaleza: la Iglesia ha nacido en salida... “El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada” (Evangelii gaudium, 2). Por lo tanto, la Humanidad tiene una gran necesidad de alcanzar la salvación que nos ha traído Cristo. Los discípulos son aquellos que se dejan aferrar cada vez más por el amor de Jesús y marcar por el fuego de la pasión por el Reino de Dios, para ser portadores de la alegría del Evangelio. Todos los discípulos del Señor están llamados a cultivar la alegría de la evangelización. La alegría del Evangelio nace del encuentro con Cristo y del compartir con los pobres. Animo, por tanto, a las comunidades parroquiales, asociaciones y grupos a vivir una vida fraterna intensa, fundada en el amor a Jesús y atenta a las necesidades de los más desfavorecidos» (Del mensaje del Papa Francisco para el Domund 2014).Queridísimo D. Manuel: El mes octubre en el que la Iglesia nos recuerda a todos la necesidad de vivir nuestra vocación misionera, tu Familia Eucarística Reparadora te recuerda especialmente porque nos sigues ayudando con tus palabras, con tus vivencias... impregnadas del fuego de tu amor a Jesucristo y de tu pasión por extender su Reino. Hoy entrevistamos a Verónica Mª Wasinger, Misionera Eucarística de Nazaret, pidiéndole que desde el mensaje del papa Francisco para el Domund de este año y desde tus palabras nos ayude a retomar nuestra vocación misionera con un renovado amor, que nos haga vivir «en salida» nuestra misión de anunciar a todos el Evangelio vivo de la Eucaristía.

Anunciar la alegría y la ternura de Dios

Hna. Verónica Mª (a la izquierda), en un campamento de la RIE.

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«F uego en el corazón del mun-do» es el lema escogido para el I Congreso Internacional

Beato Manuel González que se reali-zará del 29 de abril al 2 de mayo de 2015 en la ciudad de Ávila (Sede del CITeS. Universidad de la Mística. Ca-lle Arroyo Vacas 3. Ávila, España).

La propuesta de organizar el Con-greso surgió en un curso sobre la es-piritualidad de este inquieto apóstol de la Eucaristía, con el anhelo de pro-fundizar y dar a conocer mejor su he-rencia espiritual, que constituye una riqueza para toda la Iglesia.

Tiempo de graciaEl Congreso, que se realizará en el año 2015, tiene como marco el 75º ani-versario de la muerte del beato Ma-nuel González (Madrid, 4 de enero

de 1940). El día que dará ini-cio, 29 de abril, también es una fecha significativa, ya que

recordamos con gozo y grati-tud la beatificación de don Manuel, celebración que tu-vo lugar en Roma presidi-

da por el papa san Juan Pablo II, en el año 2001.

Desde los inicios de esta iniciati-va, nos acompañan y animan estas luminosas palabras del papa Francis-co: «La Eucaristía constituye el ma-nantial de la vida de la Iglesia. De es-te Sacramento de amor brota todo auténtico camino de fe, de comunión y de testimonio… No agradecere-mos nunca suficientemente al Señor el don que nos hace en la Eucaris-tía… No acabaremos nunca de cap-tar todo su valor y riqueza. Pidámos-le, pues, que este Sacramento conti-núe manteniendo viva en la Iglesia su presencia» (Audiencia general, 5 de febrero de 2014).

En las redesEl Congreso también se va preparan-do y dando a conocer a través de las diversas redes sociales. Desde el pa-sado 30 de mayo es posible encontrar una página en Facebook (Congreso Internacional “Beato Manuel Gonzá-lez”) y una cuenta en Twitter (usua-rio: @mgonzalezavila) donde se pue-

de seguir, comentar y compartir to-da la información de este evento.

Con el deseo de que este I Con-greso Internacional, en que nos guia-rán el testimonio de vida, las obras y los escritos del Beato Manuel Gon-zález, sea un medio de evangelización para que cada vez más personas des-cubran y se acerquen a Cristo Euca-ristía, nos ponemos en camino. ¡Ávi-la nos espera!

I Congreso Internacional Beato Manuel González

Q uisimos que tuviera el título de Fogón Vocacional, ya que estábamos en un mes tradicio-

nalmente dedicado a las vocaciones. Fue un verdadero Punto de ENcuen-TRO con Jesús Eucaristía y con nues-tros hermanos.

Asistieron numerosos jóvenes. Co-menzamos con la Santa Misa. A con-tinuación, y reinando un clima de fra-ternidad, pasamos a compartir una cena a la canasta, lo que incentivó a

que nos uniéramos más. Después co-menzó el fogón propiamente dicho. Allí personificamos el pasaje del Evan-gelio de los discípulos de Emaús. Re-flexionamos y formamos comunida-des en donde hablamos sobre el tex-to bíblico. Compartimos qué nos ha-bía llegado más, o con qué personaje nos sentíamos más identificados. En síntesis, nos identificamos con los dos discípulos para ver qué había hecho arder nuestro corazón y cómo descu-brimos la presencia de Dios a nues-tro lado.

También, por comunidades, se hi-cieron representaciones con la con-signa de cómo evangelizar en diferen-tes situaciones y ambientes. No falta-ron canciones, animaciones y la gran

fogata que nos iba animando para ir al encuentro con Jesús expuesto en la Eucaristía.

El fogón podríamos decir que no terminó ya que, después de compar-tir estos momentos agradables de can-tos, risas, juegos y dinámicas, nos dis-pusimos a tomar del fuego una peque-ña llama con una vela. Así, peregri-nando con la luz en nuestras manos nos acercamos a la capilla para juntos acompañar a Jesús expuesto durante la noche, haciendo compañías por tur-nos. Estuvimos hasta las cinco de la mañana. Como dice el beato Manuel: «Corazón de mi Jesús Sacramenta-do, ¿me concedes acompañarte en tu camino de Sagrario silencioso?».

Rubén ( JER, Santa Fe) y novicias m.e.n.

En los 75 años del paso al cielo del beato Manuel

Punto de ENcuenTRO en Santa Fe (Argentina)

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Jesús Eucaristía hace arder nuestro corazón

Fue maravilloso compartir cómo Dios sigue haciendo arder

nuestro corazón

El fogón no terminó sino que se prolongó durante toda la noche de adoración

Sabemos que Dios no se deja ganar en generosidad y estamos llenos de gratitud por ello. Por este motivo, el 2 de mayo la JER y las novicias de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret de Santa Fe, Argentina, organizamos un tiempo prolongado de oración para estar junto a Jesús Eucaristía y agradecerle tantos dones recibidos.

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S e comenzó con una Eucaristía preparada por el centro de Tole-do, donde oramos y pedimos el

don del Espíritu Santo para que nos concediera su luz y nos llenara de los frutos de este encuentro compartido y vivido por todos. Un gran cartel anunciaba el lema del curso: Cristo Eucaristía. Vida que hace vivir. En tor-no a esta idea giró todo el encuentro.

Nos presentamos los participan-tes por regiones, entregando un men-saje con una imagen que se proyecta-ba de forma simultánea en la panta-lla del salón. Todos estaban relacio-nados con el proceso de hacerse pan, de ser Eucaristía. Así hasta trece re-giones y Portugal. Se iban colocando sobre el suelo del pasillo central ha-cia la salida. Fuimos hacia la capilla cantando y recitamos todos juntos la oración de hacerse pan.

El sábado comenzamos con Lau-des, fueron preparados por Jaén. Lue-go del desayuno, D. Daniel Padilla, nuestro Asesor Nacional, nos invitó a reflexionar sobre «El papel del anima-dor UNER como discípulo–misione-ro», llamado a ser una persona adul-ta, viviendo una fe adulta, que la ca-pacita para asumir, con valentía, los desafíos del tiempo presente. Al me-diodía tuvimos la Eucaristía, animada por el Equipo Nacional de Portugal.

Por la tarde, David Rodríguez Mar-tín ( JER) y Hna. Mónica Mª Yuan, por medio del taller «La teoría, la téc-nica y la Gracia», para la elaboración de temas, nos animaron a descubrir la realidad de nuestros grupos, ver

qué necesitan, cuál es la manera ade-cuada de transmitir los contenidos, y a reconocer que solo somos instru-mentos de Dios. Concluimos el día con una vigilia eucarística, en la que oramos con los distintos momentos del proceso de hacerse pan.

El domingo los representantes de Aragón fueron los responsables de guiar el rezo de Laudes. En esta ma-ñana, la Delegada General, Hna. Mª Esther Herrero, nos propuso reflexio-

nar sobre las «Formas de trabajo pas-toral en misión compartida desde el Bto. Manuel González». Así mismo, Consuelo Fuentes, de Sevilla, y Hna. Mª Cristina Ruiz nos presentaron la programación del curso y el material propuesto para la formación.

Como conclusión del Encuentro D. Daniel nos recordó que, como ani-madores se nos pide pasar del interés a la gratuidad y descubrir que no po-demos ser pan sin cruz, que necesita-mos dejarnos convertir en pan para la vida del mundo.

En la Misa final recibimos el en-vío de ser sembradores de la Buena Noticia de la Eucaristía.

En primera persona: Así lo vivimosSoy Montse, una maestra joven de Valdepeñas (Ciudad Real), casada y con dos hijos. Fui Niña Reparado-ra (RIE) y participé en varias con-vivencias. Desde entonces, para mí el Sagrario es algo muy grande, don-de habita un Jesús que me sigue con su amor y su mirada, donde quiera que vaya. Me paso muchos ratos con Él y de allí saco la fuerza y la ilusión para vivir.

Me invitaron las Marías (UNER de Valdepeñas) al grupo que hay en mi parroquia y poco a poco me fui integrando. Este año me enviaron al Encuentro de Animadores de Ma-drid para representar el grupo. ¡Yo sola en un tren, sin conocer a nadie! Me lance y me fui para Madrid.

Este Encuentro de Animadores para mí llenó todas las expectativas que tenía. Ha sido un encuentro ex-traordinario, quizá porque iba muy motivada y con muchas ganas de par-

ticipar. Me gustó todo: la acogida, la relación de los participantes, la vida de familia que se creó desde el prin-cipio, el desarrollo del encuentro.

Actual y renovadoMe gustó mucho descubrir un ca-risma tan actual, tan renovado, que tiene un gran reto para darse a co-nocer, que debe desarrollar su mi-sión en la parroquia en la comuni-dad cristiana. Me encantaron las ce-lebraciones: la Liturgia de las Ho-ras, las celebraciones Eucarísticas, la Vigilia de la noche, preparadas por grupos diferentes. En todas se refle-jaba la delicadeza y el detalle de un carisma que mima la Eucaristía.

También disfruté con los temas desarrollados, las presentaciones y los talleres de pedagogía para la pre-paración de temas. Tengo mi carpe-ta de material como si fuera un te-soro del que voy leyendo, profundi-

zando y sacando cosas que me ayu-dan a ir creciendo un poco más. Es-toy preparando la apertura de cur-so, donde tengo que exponer el le-ma, los objetivos, la programación y los temas de este curso al grupo.

Me llenó de forma especial el he-cho de que todo el encuentro iba si-guiendo un hilo conductor que gi-raba y siempre se encontraba for-mando un todo. Para mí ha sido un nuevo lanzamiento lleno de ilusión y alegría. Es importante orar mucho unos por otros, para que cuando lle-guen nuestras lágrimas sepamos que hay alguien apoyándonos y forman-do familia.

Que esa Eucaristía, Vida que nos hace vivir, nos llene por dentro y se-pamos que esa Vida por mucho que nos la quieran robar o destruir na-die podrá, porque es Jesús Vivo, que vive dentro de nosotros.

Montse Jiménez (Valdepeñas)

Encuentro de Animadores en Madrid

Ser pan para tantos hambrientos de DiosDel 12 al 14 de septiembre se celebró en Madrid el Encuentro de Animadores organizado por la Delegación Nacional de la UNER. Participamos de varios centros diocesanos de España y Portugal.

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2322

P or eso, recomenzar siempre tie-ne un gusto nuevo, un nuevo sa-bor, expectativas sobre el tiem-

po nuevo que se abre como regalo de Dios, como oportunidad renovada de experimentar su amor y percibir su presencia.

Así, el día 30 de septiembre, la Unión Eucarística Reparadora en Jaén ha dado inicio al curso pastoral en el Seminario Diocesano. Se hicieron presentes miembros de diferentes pueblos de la Diócesis: Los Villares, Valdepeñas, Campillo de Arena, Lo-pera, Torredonjimeno, Carchel, Car-chelejo, Linares y Jaén capital. Toda la jornada giró en torno al lema que nos acompañará este año: Cristo Eu-

caristía, Vida que hace vivir. Por la ma-ñana, tras la acogida, se celebró la Eu-caristía, presidida por Don Rogelio de Jesús Garrido. A continuación, Don Antonio Garrido impartió una conferencia con el título: «El cami-no de oración en santa Teresa de Je-sús» enriquecida con matices del bea-to Manuel González.

Todos los presentes recibieron también una significativa bendición en clave misionera, ofreciendo a ca-da uno un símbolo de tierra y semi-lla, para recordar que necesitamos sa-bernos tierra, dejarnos sembrar, sen-tirnos espiga de trigo, capacitarnos para la criba del discernimiento, aco-ger la acción del molino, dejarnos ama-sar en comunión, para llegar a ser pan partido y repartido, Eucaristía viva.

En esta clave y después de una co-mida fraterna, se continúo con la char-

la de Hna Mª del Valle Camino, que habló sobre el «Itinerario vital de un corazón eucarístico», en la que fue desgranando, paso a paso, el proceso para hacerse pan, presentando las lí-neas fundamentales de lo que será la temática del curso.

Por otra parte, una de las asisten-tes pudo comunicar con gozo un fa-vor recibido por la intercesión del bea-to Manuel González, un verdadero regalo que hemos tenido oportuni-dad de compartir.

Se concluyó el encuentro con áni-mo para llevar la alegría del Evange-lio y de la Eucaristía, siendo testigos del don recibido.

Misioneras Eucarísticas de Nazaret, Comunidad de Jaén

Inicio de curso FER en Jaén (España)

Un nuevo comienzo«Todo tiene su tiempo bajo el sol» nos dice la Palabra de Dios (Ecl 3,1). Y así lo vivimos en nuestro día a día. Nuestra vida está hecha de tiempos que vuelven una y otra vez: el día, la noche, el verano, el invierno, un año se termina y otro comienza. Todos los ciclos se acaban para volver a empezar. Son siempre iguales y, a la vez, siempre distintos.

Compartir la alegríadel encuentro

Hola, soy Juani, una afortunada esposa y madre. Sí, afortunada porque cada día siento que Dios me regala, a través de mi familia y de las perso-nas con las que me relaciono, la alegría de poder vivir y compartir mi fe, que necesita luz para for-talecer mis cimientos en todos los momentos de mi vida.

Ahora, al comienzo del curso catequético, necesito vivir para compartir con los más peque-ños el gran regalo que nos proporciona nuestro amigo Jesús. Por ello, el pasado día 30 de sep-tiembre, acompañada de una gran amiga, acudí al Seminario Diocesano de Jaén a la apertura del curso 2014-2015 de la Familia Eucarística Re-paradora. Necesitaba compartir, aunque fuera poquito rato, la alegría del encuentro, ya que la labor de las Misioneras Eucarísticas ha calado dentro de nuestra familia.

Sintiendo la alegría como santa Isabel cuan-do se encontró con María, la dicha del Espíritu se afianza en mí cuando me encuentro con Jesús a través de la Familia Eucarística Reparadora.

Gracias por estar ahí, hogar de Nazaret, y por llevar en vuestras vidas las palabras de Don Ma-nuel González: «Anunciad a Jesucristo vivo en la Eucaristía, llevándolo vivo en vuestra vida».

Juani Escobar Bruno

Preparar y sembrarMe ayudó mucho pensar y reflexionar acerca de ese proceso para llegar a hacer-se pan y plantearme la pregunta: ¿En qué etapa de la vida te encuentras? Me he de-tenido a reflexionar particularmente en el momento de preparar la tierra y sem-brar. Pienso que la Palabra llega todos los días al campo de nuestra vida pero no siempre tenemos la tierra igual de pre-parada. La semilla siempre es buena. Sin embargo, nosotros algunos días estamos muy receptivos, pero otras veces lo que oímos no nos cala.

Asunción, m.e.s.n.Teresa Caballero:Fue un día de intensas emociones y de sentir

mucho lo que se habló

Capilla Cobo:He comprendido que para orar es muy necesario el silencio

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Orar con el obispo del Sagrario abandonado

E stas palabras de Benedicto XVI son un estímulo para seguir cre-ciendo todos (sacerdotes, con-

sagrados y laicos) en esa participa-ción activa, honda, gozosa y plena de la Eucaristía, en especial la Eucaristía dominical.

Porque también es verdad que si-gue dándose una asistencia a la litur-gia eucarística meramente externa, sin poner en juego la vida, como sim-ples espectadores, mudos o extraños.

La verdadera participación fecun-da, fructuosa, vivísima, reclama que los fieles, «instruidos por la Palabra de Dios, reparen sus fuerzas en el ban-quete del Cuerpo del Señor, den gra-cias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmacu-lada no solo por manos del sacerdo-te, sino también juntamente con él, y se perfeccionen día a día, por Cristo Mediador, en la unidad con Dios y entre sí» (SC, 48).

Son palabras de la Constitución Sacrosantum Concilium, sobre la sa-grada liturgia. Nos están indicando cómo la participación de los fieles en la Eucaristía conlleva una preparación interior de cada uno, una mayor to-ma de conciencia de lo que se cele-

bra, un verdadero hambre del Pan Vi-vo, una mayor relación de la Eucaris-tía con la vida cotidiana, una prolon-gación constante de la acción de gra-cias al Padre por la vida de su Hijo, un mayor sentido de comunión y uni-dad de unos con otros como expre-sión de la comunión eucarística, una sensibilidad mayor por la belleza li-túrgica, un compromiso más valien-te y servicial por los pobres, un des-prendimiento más generoso de los propios bienes como Cristo se rom-pe y se da en el Cuerpo eucarístico…

¡Cuánto nos queda en las parro-quias, movimientos, grupos eclesia-les y comunidades de vida consagra-da por mejorar para que las Eucaris-tías sean celebraciones de una fe vi-va, fuerte, recia, activa, confiada y bien arraigada en cada participante, y ex-presión de la verdadera comunión de corazones: un mismo pensar y un mis-mo sentir!

¡Cuánto nos queda! El beato Ma-nuel González se dolía de lo poco que se dejaban transformar quienes participan de la Eucaristía diaria o dominical, de lo poco que se ofre-cían con gesto oferente de la propia vida quienes comulgaban con fre-cuencia, del poco ardor apostólico que luego mostraban en la calle, de la mucha separación que reinaba en-tre lo que se celebraba en la santa Mi-sa y lo que luego se vivía en la fami-lia, en el taller, en la oficina, en el mer-cado, en las relaciones humanas. Por

eso él pudo gritar: «¡Si viviéramos las Eucaristías!».

Oración inicialTe damos gracias, Padre, porque has querido que tu Hijo se quedara con nosotros todos los días hasta el fin del mundo en su Presencia eucarística; haz que vivamos de tal manera la ce-lebración de este Sacramento del Amor que nos ofrezcamos a ti con su mis-ma entrega y generosidad, y que la co-munión en su Cuerpo y en su Sangre nos haga vivir el mandamiento nue-vo del amor. PJNS.

Escuchamos la Palabra 1Cor 11, 26-34.

Vivir y celebrarVivir bien y celebrar intensamente ca-da Eucaristía es esencial para el cre-cimiento de nuestra fe, para la íntima amistad con Jesucristo, para dejarnos transformar por Él y en Él: ser cristos vivos. Dejarse eucaristizar: «Cada vez que coméis de este Pan y bebéis de este Cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva».

Comer su Cuerpo y beber su San-gre indignamente no es propio de un verdadero hijo de Dios. Bien es cier-to que hay distintos grados de indig-nidad. No es digno asistir a la Euca-ristía sin prepararla o por compromi-so social. Pero más indigno es ir a co-mulgar en pecado mortal, o distan-ciando muchos meses el sacramento del perdón.

Quien se vive en verdad ante Dios y ante sí mismo ha de examinar có-mo participar de la Eucaristía y có-mo se acerca a comulgar. Porque vi-vimos en una cultura que tiende a ba-

rrer el sentido del pecado, favorecien-do la superficialidad de la participa-ción en las celebraciones litúrgicas y olvidando que es necesario estar en gracia de Dios para acercarse a co-mulgar dignamente.

Dios es infinitamente misericor-dioso. No se cansa nunca de perdo-nar. Siempre está dispuesto al perdón. Pero cuando no se tiene conciencia de pecado se cae en una cierta super-ficialidad en la forma de comprender el infinito amor de Dios. Sucede en-tonces lo que decía Jesús a Simón el fariseo (cf. Lc 7,36-50) cuando este juzgaba en su interior a la pecadora pública que lavaba los pies a Jesús con sus lágrimas, se los secaba con sus ca-bellos y le ungía con un perfume: «Sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mu-cho, pero al que poco se le perdona, ama poco».

Hemos de caminar en el segui-miento de Cristo en constante espí-ritu de conversión, cambio de mente y de corazón, para que Él lo sea todo en nosotros. La participación frecuen-te en la Eucaristía suscita ese espíritu de conversión.

Perdón que humanizaPero, a la vez, hemos de fomentar la confesión en espacios cercanos, go-zando el penitente de esa infinita mi-sericordia de Dios, descubriendo que el pecado deshumaniza y el perdón recrea, regenera y reconcilia: con Dios, con los demás y con uno mismo: «Don-de abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Rm 5, 20).

La misericordia es la forma más bella y honda que tiene Dios de de-mostrarnos su amor.

Esa relación tan directa entre la Eucaristía y el sacramento de la re-conciliación ayudará, a todo cristia-no que aspira a la santidad, a partici-par en el Sacramento del Amor de manera más limpia, gratuita, atenta, generosa y con verdadero sentido de comunión con los otros cristianos.

Escuchemos al beato Manuel González«No hablo ahora con los que no vi-sitan el templo de Dios. Ni con los que, yendo, por abandono o impie-dad, viven incomunicados con Jesús Sacramentado, no comulgando ja-más o rara vez. Ni tampoco con los que, viviendo en el templo, hacen sa-crílegas mercaderías con su Misa y con su culto. Hablo con los piadosos, y en esta categoría incluid a muchos, desde los más obligados a una com-pleta instrucción teológica y ascéti-ca, hasta a los apenas iniciados en las prácticas de la piedad.

Y a estos piadosos de todas las ca-tegorías, y de alguna buena voluntad, por lo menos, digo, muy quedo, para que no lo oigan ni se escandalicen los

que no lo son, y muy fuerte para que se les grabe muy hondo, esta queja: ¡En qué abandono tan espantoso se ofrece sacrificado cada día Jesús!¡El altar del Señor está despreciado!

Y repito que no hablo ahora de abandonos exteriores, ni de sacríle-gos abusos, sino de infidelidades, in-gratitudes, disonancias, postergacio-nes, ignorancias vencibles y desaten-ciones groseras que pesan sobre el de-licado y sensible Corazón de Jesús en cada Misa que se celebra, y que, mi-radas superficialmente, no pasarán de la categoría de pequeñeces, y a la luz de una sólida y delicada piedad, son de una trascendencia que espanta...

Si la santa Misa no es uno de tan-tos actos de nuestro culto, sino el prin-cipal de todos. Ni es una serie de ce-remonias litúrgicas representadas pa-ra hacernos pasar media hora en pia-dosos entretenimientos, sino la esen-cia de nuestra religión y de nuestro culto. Si el altar en que se celebra no es uno de tantos adornos de la igle-sia, sino la piedra angular de todo el edificio religioso, el hogar de la fami-lia cristiana, el punto culminante del

Comer el pan y beber del cáliz del Señor«El Concilio Vaticano II puso un énfasis particular en la participación activa, plena y fructuosa de todo el Pueblo de Dios en la celebración eucarística. Ciertamente, la renovación llevada a cabo en estos años ha favorecido notables progresos en la dirección deseada por los Padres conciliares» (Sacramentum Caritatis, 52).

Preces eucarísticasPresentemos a Dios Padre nuestra súplica confiada alentados por el Espíritu de

amor. Respondemos:Bendito seas, Padre, por el don precioso de la Eucaristía.

u Padre eterno, te damos gracias porque en la Última Cena, reunido con los após-toles, tu Hijo quiso perpetuar su Pasión salvadora, instituyendo este Sacramento de tu amor, como alimento de vida eterna.

u Padre santo, te bendecimos porque tu Enviado se hizo Cordero inmaculado y Eucaristía perfecta con su Sacrificio único e irrepetible de la Cruz, quedándose con nosotros en este sacramento que alimenta y santifica a tus hijos.

u Padre creador, que congregas en una misma fe y unes en un mismo amor a quie-nes participamos en una única Eucaristía universal, haz que todos los que comul-

gamos el Cuerpo de Cristo tengamos un mismo pensar y sentir.

La misericordia es la forma más bella

y honda que tiene Dios de amarnos

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Cordialmente, una carta para ti

A preciado lector: Como bien sabes, los antiguos, por ejem-plo, los egipcios o los roma-

nos, construían sus obras arquitec-tónicas pensando en la posteridad, pensando en que durasen genera-ciones y generaciones. No eran obras provisionales. Ahí están en pie, después de tantos siglos, las pirámides de Egipto, el acueduc-to de Segovia y tantas otras obras que nos permiten comprobar que fueron hechas con la intención de que durasen mucho. Evidentemen-te, había entonces ansias de per-petuar lo que se hacía.

Sin hablar ahora de obras tan importantes y grandiosas, es po-sible que recuerdes, estimado lec-tor, sobre todo si ya tienes cierta edad, que hace algunos años exis-tía una gran preocupación por la duración de las cosas que se fabri-caban. Piensa, por ejemplo, en los aparatos electrodomésticos. Du-raban tantos años que llegábamos a cansarnos de ellos y los cambiá-bamos no porque se estropeasen, sino por puro aburrimiento. Ha-bía entonces una cultura de lo de-finitivo. Las cosas se hacían para que durasen toda la vida.

Falta de criteriosPero los tiempos han cambiado. Hoy ya no se hacen las cosas para siempre, para que duren toda la vida. Al contrario, más bien pare-ce que se fabrican con la intención de que duren poco. Lo importan-te es vender mucho, que el consu-mo no se detenga, y esto exige que las cosas duren poco. El propio consumidor es consciente de que

lo que compra (ropa, calzado, teléfo-no móvil, electrodomésticos, etc.) le durará poco tiempo. De esta manera va surgiendo una cultura de lo provi-sional, totalmente opuesta a la cultu-ra de lo definitivo, la cual termina por calar hondo en el modo de ser y de pensar de las personas.

Como consecuencia, todos noso-tros, pero muy especialmente los jó-venes, nos hemos acostumbrado a vi-vir de un modo provisional, sin crite-rios firmes y definitivos. Tomar deci-siones serias, sólidas, para toda la vi-da, nos parece un riesgo que preferi-mos no correr. Es más cómodo seguir la filosofía del no compromiso, la cul-tura de lo provisional. Pero esta pro-visionalidad, esta falta de criterios fir-mes, nos lleva a andar perdidos por la vida, desnortados.

Precisamente, preocupado por es-ta situación, el papa Francisco, a fina-les del pasado mes de junio, le dijo a un grupo de jóvenes que están madu-rando su vocación sacerdotal que «es-tamos viviendo una cultura de lo pro-visional: esto sí, pero por un tiempo, y para otro momento… ¿Te casas? Sí, sí, pero hasta que dure el amor, luego otra vez cada uno a su casa…». Qué gran verdad encierran estas palabras, amigo lector.

Desgraciadamente, muchos de los jóvenes que hoy van al matrimonio lo hacen con esta mentalidad. Tie-nen miedo a comprometerse para to-da la vida, tienen miedo a lo defini-tivo. Se da la casualidad que hace unos días le oí decir a una joven en el pue-blo donde veraneo que ella pensaba casarse muy pronto, pero que lo to-maba como una prueba; si no resul-taba, se volvería a casa de sus padres,

y el novio también haría lo mismo, es decir, se volvería a casa de los su-yos. Y lo decía con una naturalidad pasmosa. Esto último quizá sea lo más alarmante, porque se está toman-do como normal lo que debería ser algo excepcional.

No andar errantesDando muestras de su gran preocu-pación por la actual cultura de lo pro-visional, pocos días después de que pronunciase las palabras anteriormen-te citadas, el papa Francisco volvió a insistir sobre el tema, esta vez duran-te el encuentro que mantuvo con los jóvenes de Abruzzo y Molise.

Les recordó que no podían que-darse inertes, que debían caminar, lo que significa «ir hacia algo», no an-dar errantes, dando vueltas y vueltas sin saber a dónde ir. Ahora bien, en ese caminar puede surgir el miedo a equivocarse, el miedo a implicarse:

«Voy en esta dirección, elijo esta di-rección –les dijo el pontífice– pero dejo abierta esta puerta: si no me gus-ta, vuelvo y me marcho».

Esta provisionalidad no hace bien. Hoy elijo esto, mañana elijo lo otro…, como sopla el viento, así me muevo; o, cuando se termina mi entusiasmo, mi deseo, emprendo otro camino… Y así es este dar vueltas en la vida, pro-pio del laberinto. Pero el camino no es el laberinto.

Finalmente, les advirtió que solos no podrían encontrar el camino, y que si lo encontraban no tendrían la sufi-ciente fuerza para seguir, para perse-verar. Surge así la gran necesidad de acudir a Jesús, de ir al Evangelio. Aquí está su generosa invitación: «Si quie-res…, sígueme». El Señor Jesús nos invita para acompañarnos en el cami-no y para hacernos libres.

Cordialmente,Manuel Ángel Puga

La cultura de lo provisionalmundo de las almas y el centro de to-das las convergencias de la vida espi-ritual, no solo en el orden místico, as-cético, pastoral, dogmático y moral, sino científico, social y artístico. Si la acción que se realiza en la Misa no es una mera conmemoración del sacri-ficio de la Cruz o exclusivamente un símbolo de nuestra redención, sino que es la oblación real de un sacrifi-cio positivo, de aplicación actual a ca-da miembro del Cuerpo místico de Jesucristo, de los méritos de la muer-te y de la vida gloriosa y divina que nos ganó y mereció en su Sacrificio absoluto y cruento del Calvario. Si esa acción de la Misa no es una de tantas acciones como realizó y realiza el Co-razón de Jesús en su vida mortal, y ahora en su vida eucarística, sino la principal, más querida, costosa y fe-cunda de todas, la que tanto absorbe y condiciona a las demás, que pudie-ra llamarse la única acción suya... Si la Misa, repito, y el altar y la acción de la Misa es eso, habéis de convenir con-migo en que Jesús en la Misa padece muchos y muy crueles abandonos» (OO.CC. I, nn. 158-159).

«¡Si viviéramos nuestras Misas! ¿Quién convirtió al mundo pagano o

salvaje en cristiano y civilizado? ¿No fue la Redención de nuestro Señor?

¿Cómo y en dónde se hizo la Re-dención? Por su sacrificio, en la Cruz del Calvario. ¿Qué es la Misa? Es el mismo Sacrificio de Jesús aplicándo-nos su Redención.

Cada Altar es un Calvario y cada Hostia consagrada es Jesús inmolado ofrecido en Sacrificio de Redención. Si la primera Misa de Jesús tuvo po-der para transformar al mundo, ¿por qué las demás Misas no han de poder conservar y aumentar aquella trans-formación?

¡Ah, si viviéramos nuestras Misas! ¿Qué hay que hacer? Aunque la fra-se «vivir la Misa» no sea muy caste-llana, tiene un profundo significado en castellano y en todas las lenguas. ¿Es esto posible? Si queremos, sí. Si no queremos, no. Querer es poner lo medios, el estudio, la reflexión, la cons-tancia y, entre todos, el principal, que es buscar la Gracia de Dios y por ella la fe viva, que es la única fuerza ele-vadora e iluminadora para contem-plar, por fuera y por dentro, el gran misterio y la gran trascendencia de la Misa» (OO.CC. III, nn. 5283-5285).

Miguel Ángel Arribas, Pbro.

Oración final recitada todos juntosBendito y alabado seas, Señor Jesús, Cristo Sacramentado,porque nos traes ante tu Presencia eucarísticay nos podemos postrar a tus pies como lo hizo la pecadora pública, lavándote los pies con sus lágrimas, secándolos con sus cabellos,llenándolos de sus besos y ungiéndolos con su perfume.Acepta hoy, Señor Jesús, el perfume de nuestra oración de alabanza,nuestro gesto de reconocerte dueño de nuestra vida,nuestro deseo de ser enteramente tuyos,nuestro arrepentimiento por los pecados cometidos,nuestro anhelo de vivir intensamente cada Eucaristía.Te adoramos, Jesús Sacramentado,porque estás aquí presente amándonos,seduciéndonos y transformándonosdesde esta Presencia eucarística,reconociéndote en tu Cuerpo y en tu Alma,en tu Sangre y en tu Divinidadcomo verdadero Dios y verdadero hombre.

Bendito y alabado seas.

Laberinto de Pontevedra. Robert Morris. Pontevedra (España).

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Teresa de Jesús

L a importancia del suceso y la magnitud de la fi-gura nos obligan a dedicar estas líneas a la per-sona de Teresa de Jesús, nombre con el que se

conoce a la carmelita, santa y doctora de la Iglesia. Sobre santa Teresa se ha escrito mucho y sin fin, si bien nosotros queremos destacar una actitud que, a nuestro entender, explica todo: Nada fue posible sin la presencia del Sagrario.

En el libro de su Vida, escrito en los años prece-dentes a 1562, a partir del cual comienza su labor reformadora, ya nos señala Teresa de Jesús la im-portancia que tiene la oración en tanto que «tratar de amistad estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama». Concretamente, do-ce de los cuarenta capítulos que integran esta obra están dedicados completamente a la oración.

El motor de su vidaSi ella pretendía, a la manera de las Confesiones de san Agustín, escribir una especie de memorias so-bre su vida religiosa y especialmente sobre su per-sonal ascensión hasta la vida contemplativa (desta-quemos, por ejemplo, el conocidísimo episodio de la transverberación), lo que al final nos mues-tra es que el motor de su vida es la oración, la co-municación a solas con Dios.

Siempre aconsejaba a sus monjas la retirada pre-cisa para comunicarse con Dios, en la intimidad y soledad de las rodillas dobladas ante el Jesús de la Eucaristía. Y ella se lo aplicó a sí misma a lo largo de toda su existencia. A veces tenemos la impre-sión de que Teresa, la escritora y santa mística, te-nía como fin la contemplación arrebatadora ante la

presencia de Dios en una especie de quietismo y abandono inactivo, pero nada más lejos de la realidad. El esta-do místico, la unión con Dios, no es el final sino el principio que da co-bertura e impulsa toda acción.

Contemplación y acciónTeresa de Jesús encarna a la perfec-ción la dualidad de ser contemplati-va en la acción. La actividad, el traba-jo, la existencia, la vida no tienen sen-tido sin la permanente presencia de Dios. Hay que tomar las fuerzas del Sagrario cada día, en todo momento, y confiar en la misericordia de Dios. No en vano el Libro de su Vida fue llamado por la Santa el libro de las mi-sericordias de Dios.

Y de este modo fue posible su ac-tividad fundadora y reformadora del Carmelo a lo largo y a lo ancho de la geografía española. Así lo explica en el Libro de las Fundaciones, escrito al final de sus días, que viene a ser el complemento del anterior. El tiempo que dedicó la Santa a la fundación de los 18 conventos esconde todavía mu-cho más tiempo dedicado a la con-templación y la oración ante la pre-sencia de Dios. El estado místico es el estado eucarístico que impregna toda su actividad reformadora del Carmelo y su lucha contra la Refor-ma protestante. Todo ello no es po-

sible sin la presencia activa, cercana y real de Dios en su camino.

La fuerza le venía de la Eucaristía. Con ella supo superar todas las difi-cultades, las persecuciones de los su-yos, su confinamiento en Toledo (co-mo su amigo Juan de Yepes, después san Juan de la Cruz)…y llegar hasta el mismísimo rey Felipe II. Con esa fuerza también supo superar sus no-ches oscuras, que fueron muchas, sus vacilaciones espirituales, sus seque-dades de alma, sus cegueras de Dios. Con esa fuerza actuó.

Cuando en Las Moradas, su me-jor obra y cumbre del misticismo cris-tiano, tras el paso por las moradas de la vida purgativa e iluminativa al fin el alma alcanza en la séptima morada la unión con Dios, Teresa de Jesús ha-bla de sí misma, de cómo al final Dios se convierte en el principio que orien-ta, que da sentido, que da fuerza. Y que, sobre todo, siempre espera.

Desde la humildadPara llegar hasta aquí hay que utilizar especialmente el camino de la humil-dad. Así lo propone Teresa en su li-bro Camino de Perfección: A la perfec-ción por la humildad. De todos es bien conocida su concepción de esta virtud. Estas son sus palabras: «Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de la virtud de la humildad, y púsome delante –a mi parecer sin considerar-lo, sino de presto– esto: que es por-que Dios es suma Verdad, y la humil-dad es andar en Verdad» (Las Mora-das). Si Jesús es la Verdad, se trata por tanto de andar en Jesús, andar en Dios,

imitar a Jesús que pasó por este mun-do haciendo el bien.

En esta imitación de Jesús llegó la Santa de Ávila a excesos de mortifi-cación, comprometiendo su propia salud, que en ocasiones la llevaron a los umbrales de la muerte. Más aún, la mortificación, como instrumento de humildad, le indujo –como sostie-ne Menéndez Pidal– a utilizar en sus escritos un estilo descuidado, lleno de incorrecciones, de falsas concor-dancias, de repeticiones, hasta vulgar en ocasiones, ella que conocía per-fectamente el lenguaje culto, lecto-ra empedernida, incluso en su ju-ventud de los libros de caballería.En este sentido no debe extrañar-nos que su santo preferido fuera san José, sin duda el personaje más hu-milde –y por humilde obediente– del Evangelio.

Antes y después de santa Teresa han existido en la Iglesia personas comprometidas, contemplativas en la acción. En la edad moderna nos atrevemos a señalar, entre otras mu-chas, a dos: el beato Manuel Gonzá-lez, que encadenó su vida activa a un Sagrario abandonado; y la beata Te-resa de Calcuta, que llamaba Sagra-rio a cada una de sus fundaciones.

Siempre en la raíz del bien hay un Sagrario. ¿Por qué será?

Teresa y Lucrecio, matrimonio UNER

Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada nació en Ávila el año 1515, por lo que en el próximo 2015 se cumplen quinientos años de su nacimiento. A partir del presente 15 de octubre, día de su santo, la Iglesia Católica va a conmemorar este acontecimiento hasta el otro 15 de octubre del año siguiente, es decir, de 2016.

La unión con Dios no es el final sino

el principio que impulsa toda acción

Contemplativa en la acción

Con mirada eucarística

Una actitud lo explica todo: En su vida, nada fue posible sin la presencia del Sagrario

La transverberación. Vidriera de la Parroquia de Santa Teresa y San José. Madrid.

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Espigando en los escritos de San Juan

J esús ha subido desde Galilea a Je-rusalén para la fiesta de las tien-das. Su vida ya corría peligro en

Jerusalén. Ya no podían los judíos aguantar más que cada día mayor nu-mero de gente creyera en Él; ni po-dían soportar más la luz que emitían sus palabras al ir Jesús aclarando, ma-nifestando, probando con sus ense-ñanzas y signos, su origen divino, pues hasta los guardas del templo tu-vieron que confesar a sus jefes fari-seos, aun con peligro propio, que «nadie ha hablado como habla este hombre» (Jn 7,46).

Ya está dada la orden de prender a Jesús. Por la noche, el Monte de los Olivos le ofrece cobijo entre sus ár-boles. Bien de mañana el Maestro de Nazaret se presenta en el templo y allí «todo el pueblo acudía a Él» (Jn 8,2).

Cuando está enseñando, es brus-camente interrumpido por los escri-bas y fariseos que ponen enfrente de Jesús a una mujer sorprendida en adul-terio y le preguntan: «Moisés nos mandó apedrear a las adulteras. ¿Tú que dices?». Sabiendo muy bien lo que hacía, Jesús contesta de este mo-do para salvar a la mujer: «inclinán-

dose, Jesús se puso a escribir con el dedo en la tierra» (v. 6). Insisten ellos en que les responda. Entonces Jesús, incorporándose, reta a los acusado-res: «Aquel de vosotros que esté li-bre de pecado que tire la primera pie-dra» (v. 7). Al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comen-zando por los más viejos. En cambio, a la mujer, mirándola con infinita mi-sericordia, Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más» (v. 11).

Se van los fariseos, se van los acu-sadores, se va la mujer perdonada. Se queda una gran multitud de oyentes. Entonces Jesús se pone en pie para exclamar en voz alta: «Yo soy la luz del mundo» (v. 12).

ComentarioYo veo en estas palabras de Jesús un mensaje de eterna valía, pues pienso que Jesús nos decía y nos dice: «Imitadme. Proclamad todos el perdón misericordioso que ha venido a traer a la tierra. ¡Cristianos, sed apóstoles de mi misericordia! Mirad este corazón que tanto he amado y perdonado. Sed como Él, luz de perdón, luz de acogida, luz de bondad, luz que ilumine todos los corazones y los llene de esperanza, de amor y de paz».

Reflexionemos brevemente sobre la luz que es Cristo.

Luz de verdadAun ante Pilatos, Jesús es el porta-voz de la verdad. «Todo el que es de la verdad, escucha mi voz» (Jn 18,37). Miles y miles de israelitas escucha-

Otra de las definiciones que de sí mismo se hace Jesús. Apropiadísima por el momento y las circunstancias en que el Maestro escogió para autodefinirse así: «Yo soy la luz del mundo».

«Yo soy la luz del mundo»ron la verdad que Jesús les explica-ba en sus atractivas parábolas con sencillas semejanzas.

«No podéis servir a dos seño-res» (Mt 6,24). Verdad que nos ha-ce caer en la cuenta de que lo prime-ro de todo es el amar y el servir a Je-sús y a los hermanos. «El que no es-tá conmigo, está contra Mí» (Mt 12,30). Verdad que ilumina nuestra posición en la sociedad y la actitud que debemos tomar en la vida. So-mos de Cristo y estamos decidida-mente con Él.

«El Padre y Yo somos uno» (Jn 10,30). No lo creyeron los judíos. Por eso murieron en sus pecados. Esta ver-dad sobre la relación entre el Padre y Jesús solo la conocemos y creemos porque Jesús nos lo ha confirmado.

«Venid a Mí todos…» (Mt 11,25). Estas palabras auténticas de Jesús nos iluminan el camino para acercarnos al Jesús de Sagrario siempre y en cual-quier situación en la que estemos. Je-sús no pone barreras para que nos acerquemos a Él y podamos recibir la abundancia infinita de su bondad y benevolencia.

Oración El Sagrario guarda al que es la luz. Luz de misericordia y de perdón. Luz que nos ciega por la potencia de su mise-ricordia. Luz que nos llena de alegría

pues yo necesito perdón como la mu-jer perdonada. Luz que nos hace en-tender rectamente las palabras de Je-sús: «Id y aprended que lo que quie-ro es misericordia y no sacrificios».

La luz del Sagrario ilumina cons-tantemente a los que nos acercamos a Él para darnos a conocer mejor las maravillas de perdón y de bondad que encierra el Corazón Eucarístico del Salvador. Corazón lleno de profunda comprensión del corazón humano. Corazón lleno de la misericordia más tierna y más benevolente. Corazón rebosante de la delicadeza más exqui-sita; Corazón desbordante del amor más ardiente y más perdonador.

Por eso podemos decir a Jesús que Él sea para ti y para mí:

l La luz de la verdad: «Jesús es la verdad eterna».

l La luz de la justicia: «Dad al Cé-sar lo que es del César…».

l La luz de la amabilidad: «Dejad que los niños se acerquen a Mí».

l La luz de la amistad: «A vosotros os llamo amigos».

l La luz de la piedad: «Hijo, aquí tienes a tu Madre».

l La luz de la caridad: «Os he da-do ejemplo lavándoos los pies».

l La luz del triunfo: «Yo soy la re-surrección y la vida». Jesús Eucaristía, yo deseo seguir-

te a ti para no andar a ciegas; deseo tener la luz de la vida que me ilumi-ne en el día y en la noche. Señor, que tu luz, que es fuerza, acogida y ener-gía, sea hoy y siempre el faro lumino-so que me señale el puerto de la di-cha final. ¡Que así sea!

José Mª Casasnovas, s.j.

Jn 8,12

Publicaciones del P. José Luis de Urrutia, s.j.

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El Sagrario guarda al que es la luz de

misericordia que nos llena de alegría

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Lectura sugerida

L os dos tiempos de la novela: Las batallas en el desierto está escri-ta en primera persona, a través

del personaje Carlos, el cual evoca los acontecimientos que suceden en la ciudad de México en los años cuaren-ta, concretamente durante el gobier-no de Miguel Alemán. Ocurren, por tanto, en ella dos tiempos diferentes: el tiempo de lo relatado, de lo evoca-do, de lo sucedido; y el tiempo de la evocación (el viejo que trae a la me-moria el pasado joven), que viene a durar únicamente lo que se tarda en leer la novela.

Para ello el novelista se vale de un lenguaje nominal, directo, cortante, poético, en donde alterna la narración con la descripción, incrustándose al mismo tiempo la técnica del estilo in-directo libre, con lo que aparece en su conjunto un universo lingüístico solidario en el que todas palabras se arropan a fin de conseguir una uni-dad de mensaje.

Los personajes (Carlos, sus pa-dres, sus hermanos, sus compañeros de colegio, Mariana…) son persona-

jes que trascienden su propia realidad individual para convertirse en perso-najes tipo, en personajes simbólicos que representan a una clase social, una forma de ser, una manera de en-tender el mundo y la vida como pa-trones existenciales o sociales. Lo mis-mo les pasa a los lugares, incluso a los acontecimientos, sobre todo los que se centran en torno a la Colonia Ro-ma, arrogándose la representación de un mundo que va más allá del estric-to lugar o del estricto relato, más allá del propio México.

El simbolismo en lecturasEl propio título de la novela (Las ba-tallas en el desierto) no se queda so-lo en el territorio de juego de los cha-vales, sino que apunta a la realidad, enconada cada vez más en el tiempo, de la constitución por aquellos años del Estado de Israel. Por todo ello son posibles varias lecturas en la novela, aunque a simple vista yo propongo tres: Una lectura individual o existen-cial, otra de carácter social y finalmen-te una política o de gobierno.

En una lectura existencial apare-cen los tres grandes problemas de la vida humana: el tiempo, la muerte y el amor. A través del personaje Car-los se muestran ante nuestros ojos los desastres que el tiempo ha produci-do en las personas y los lugares, lo perdido, lo irrecuperable, pero lo úni-co cierto. Como cierta es la muerte

que ese tiempo ha producido, que es-tá produciendo, que va a producir. Sin embargo, en ese trayecto, es posible el amor, aunque haya sido imposible en el personaje de Mariana («El amor está bien, lo único demoníaco es el odio»).

En una lectura de carácter social destaca especialmente la relación hu-mana. Frente a la hipocresía, los va-lores establecidos, el convencionalis-mo, la apariencia, los prejuicios, la do-ble vida… es posible la naturalidad, la sinceridad, la comprensión, el per-dón, la aceptación («Todos somos hipócritas, no podemos vernos ni juz-garnos como vemos y juzgamos a los demás»).

Del pesimismo a la esperanzaFinalmente en una lectura de carác-ter político, resalta la corrupción y el economicismo como patrones de con-ducta de los gobernantes y de los go-bernados. La corrupción política (cen-trada en el gobierno de México) lle-va a la vez aparejada la corrupción moral («Todos en el gobierno de Ale-mán son una bola de ladrones»). Y la economía es el único valor posible en la transformación social. A ella se pliegan todos, también los padres de Carlos, y sobre todo su hermano Héc-tor, símbolo de ese dominio econó-mico («Héctor, quién lo viera aho-ra... tan digno en su papel de hombre de empresa al servicio de las transna-cionales»). Es posible que nada ten-ga remedio, que esta sociedad, que el ser humano sean siempre una con-quista imposible, una pesadilla sin re-medio. La pesadilla es tal, que a lo me-jor nada haya existido, que la realidad sea una quimera, que todo haya sido

El tiempo, la muerte y el amor

un horrible sueño. Parece como si na-da hubiera sucedido, como si no hu-bieran existido los lugares, como si los personajes hubieran pertenecido a una ficción, como si los aconteci-mientos jamás hubieran sido de ver-dad. Todo ha sido un sueño, una pa-traña, como sucede en la obra calde-roniana La vida es sueño.

A esta conclusión parece llegarse cuando se leen las últimas líneas de esta novela: pesimismo social («Ter-minó aquel país. No hay memoria del México de aquellos años»), pesimis-mo existencial («Nunca sabré si aún vive Mariana. Si hoy viviera, tendría ya ochenta años»). Pero no. El ser hu-mano tiene redención, y es el ser hu-mano que nace y que muere, el que transforma para bien las relaciones so-ciales, el que gobierna con justicia. Si se escucha con detenimiento la pala-bra, la posibilidad la ofrece la esperan-za: «Sin embargo, había esperanza».

L. Serrano

La novela Las batallas en el desierto es una novela corta del autor mexicano José Emilio Pacheco (1939-2014) publicada en 1981. José Emilio Pacheco recibió, entre otros muchos, el Premio Cervantes de Literatura en el año 2009. Esta novela fue llevada al cine en el año 1986 («Mariana, Mariana», dirigida por Alberto Isaac) y adaptada al teatro, con supervisión del propio autor, en el año 2011.

Las batallasen el desierto

Autor: José Emilio PachecoPáginas: 80Año: 2010 (1981) Editorial: TusquetsPrecio: 10 €

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AgendaOctubre

Participantes en el Sínodo sobre la FamiliaEl Sínodo sobre la Familia contará con 191 Padres sinodales. En-tre ellos hay 61 cardenales, 1 cardenal patriarca, 7 patriarcas, 1 ar-zobispo mayor , 67 arzobispos metropolitanos, 47 obispos, 1 obis-po auxiliar, 1 sacerdote prelado y 6 religiosos. A ellos se unen co-mo invitados 16 expertos, 38 auditores y auditoras y 8 delegados fraternos. También ha destacado que con motivo de esta asam-blea centrada en la familia, se ha prestado una especial atención a las parejas casadas, a los padres y madres, y a los cabezas de fa-milia, que suman en total 12 personas y que incluso entre los ex-pertos habrá una pareja casada.

En la web del Pontificio Consejo para la Familia se puede con-seguir abundante información sobre este evento: familiam.org.

Descarga disponiblePara quienes deseen descargarla, ya se encuentra disponible, en el Blog Eucarístico (blog.uner.org), el archivo de la carpeta UNER del curso 2014-15. Como todos los años, la descarga es gratuita. La carpeta en su versión impresa se puede comprar en la Delega-ción UNER.

Intenciones del papa para el mes de octubre

Universal: Para que el Señor conceda paz a las regiones del mun-do más afectadas por la guerra y la violencia.

Por la Evangelización: Para que el Día Mundial de las Misiones despierte en cada cristiano la pasión y el celo por llevar el Evan-gelio a todo el mundo.

Asuntosde familia

2Jueves

4Sábado

12Domingo

5Domingo

27Lunes

19Domingo

35

Pedidos:Editorial El Granito de Arena

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Cientos de niños y decenas de sacerdotesen todo el mundo reciben

Revista RIE y El Granito de Arena gracias a tu ayuda.

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FER: En 1912 el beato Manuel González fundó la Reparación Infantil Eucarística (RIE)

Iglesia: Vigilia de oración como preparación al Sínodo sobre la Familia

Iglesia: El papa Francisco inaugura el Sínodo extraordinario sobre la Familia

FER: En 1935 el beato Manuel González ingresa como Obispo de Palencia

Iglesia: 88ª Jornada Mundial de las Misiones: «Renace la alegría»El papa Francisco clausura el Sínodo extraordinario sobre la Familia y beatifica al papa Pablo VI

FER: En 1922 el beato Manuel González, siendo Obispo de Málaga, realiza su 1ª Visita ad limina y es recibido en audiencia por el Papa Pío XI

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