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97 INTRODUCCIÓN A todo momento histórico le corresponden contenidos, emblemas y procesos propios de su naturaleza específica. De igual forma que a mediados del siglo XX el átomo, la energía nuclear y la bomba atómica dominaban cual- quier espacio de la cultura popular, el proceso globalizador parece conquistar hoy al mundo entero. La globalización es un fenómeno tan abs- tracto y efímero que parece instalarse en todos los procesos que determinan el enfoque de la realidad; en esta tónica, son sus efectos tanto positivos como negativos los que intervienen en la conformación de nuestra rutina cotidia- Durante las últimas tres décadas se ha especulado en tor- no a las posibles causas que dieron lugar al vertiginoso proceso globalizador del mundo. Por un lado, algunos de estos debates se han fundamentado a partir de las teorías económicas, pero muchos otros desde la perspectiva an- tropológica y cultural. Lo que es cierto, es que en pleno siglo XXI, se hace evidente que el quehacer arquitectónico se ha convertido en una fase más de este fenómeno, sin encontrar aún las bases teóricas que coadyuven a revelar cuáles son los elementos que determinan su condición. En esta tónica, el presente artículo analiza las etapas evo- lutivas de la arquitectura del siglo XX y los factores que han propiciado su metamorfosis. Palabras clave Globalización, quehacer arquitectónico, metamorfosis, modernismo, internacionalización, posmodernismo, con- textualismo, supermodernismo, neutralidad. During the last three decades, inspections have been made concerning the presumable causes involved in the vertiginous globalizing process of the world. On one hand, some of these debates have been based on economic theories, but many others on the anthropolo- gic and cultural perspective. What is true is that at the height of the 21st century, it has become evident that the architectural task has turned into another phase of this phenomenon, and the theoretical basis which aid in the revealing of the elements that determine its condition have not yet been found. In this respect, the present ar- ticle analyzes the evolutionary stages of the architecture of the 20th century and the factors that have atoned for its metamorphosis. Key words Globalization, architectural task, metamorphosis, mo- dernism, internationalization, postmodernism, contex- tualism, super-modernism, neutrality. La arquitectura g na. Así pues, es la complejidad de la globali- zación asociada con los distintos factores que intervienen en nuestras vidas lo que limita a otorgar una definición concreta del término. No obstante, los efectos del fenómeno glo- balizante están latentes en la mayoría de los campos del conocimiento y, es por esta condi- ción, que el cometido arquitectónico también sufre grandes consecuencias. Los procesos de internacionalización y mo- dernidad que la arquitectura ha desarrollado desde el último tercio del siglo XX son conce- bidos como parte de un sistema más general de sus consecuencias Fernando Roberto Chiapa Sánchez Maestría en Ciencias y Artes para el Diseño

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INTRODUCCIÓN

A todo momento histórico le corresponden contenidos, emblemas y procesos propios de su naturaleza específi ca. De igual forma que a mediados del siglo XX el átomo, la energía nuclear y la bomba atómica dominaban cual-quier espacio de la cultura popular, el proceso globalizador parece conquistar hoy al mundo entero. La globalización es un fenómeno tan abs-tracto y efímero que parece instalarse en todos los procesos que determinan el enfoque de la realidad; en esta tónica, son sus efectos tanto positivos como negativos los que intervienen en la conformación de nuestra rutina cotidia-

Durante las últimas tres décadas se ha especulado en tor-no a las posibles causas que dieron lugar al vertiginoso proceso globalizador del mundo. Por un lado, algunos de estos debates se han fundamentado a partir de las teorías económicas, pero muchos otros desde la perspectiva an-tropológica y cultural. Lo que es cierto, es que en pleno siglo XXI, se hace evidente que el quehacer arquitectónico se ha convertido en una fase más de este fenómeno, sin encontrar aún las bases teóricas que coadyuven a revelar cuáles son los elementos que determinan su condición. En esta tónica, el presente artículo analiza las etapas evo-lutivas de la arquitectura del siglo XX y los factores que han propiciado su metamorfosis.

Palabras clave Globalización, quehacer arquitectónico, metamorfosis, modernismo, internacionalización, posmodernismo, con-textualismo, supermodernismo, neutralidad.

During the last three decades, inspections have been made concerning the presumable causes involved in the vertiginous globalizing process of the world. On one hand, some of these debates have been based on economic theories, but many others on the anthropolo-gic and cultural perspective. What is true is that at the height of the 21st century, it has become evident that the architectural task has turned into another phase of this phenomenon, and the theoretical basis which aid in the revealing of the elements that determine its condition have not yet been found. In this respect, the present ar-ticle analyzes the evolutionary stages of the architecture of the 20th century and the factors that have atoned for its metamorphosis.

Key wordsGlobalization, architectural task, metamorphosis, mo-dernism, internationalization, postmodernism, contex-tualism, super-modernism, neutrality.

La arquitectura La arquitectura globalizada... globalizada...

na. Así pues, es la complejidad de la globali-zación asociada con los distintos factores que intervienen en nuestras vidas lo que limita a otorgar una defi nición concreta del término. No obstante, los efectos del fenómeno glo-balizante están latentes en la mayoría de los campos del conocimiento y, es por esta condi-ción, que el cometido arquitectónico también sufre grandes consecuencias.

Los procesos de internacionalización y mo-dernidad que la arquitectura ha desarrollado desde el último tercio del siglo XX son conce-bidos como parte de un sistema más general de

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Fernando Roberto Chiapa Sánchez Maestría en Ciencias y Artes para el Diseño

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la globalización. Gran cantidad de arquitectos han llegado a concebir el mundo de manera homogénea sin comprender que se trata de un gran sistema complejo cuyas partes específi cas requieren ser estudiadas con gran detalle. Por otra parte, un sinnúmero de diseñadores se han puesto a experimentar con la globalización, es-pecialmente en los países dominantes, en donde las publicaciones de arquitectura dedicadas a mostrar las causas y efectos de este fenómeno son un fuerte indicador de un tema cuyas con-secuencias y repercusiones son equiparables a las problemáticas ambientales.

El objetivo principal de este artículo es in-dagar las causas de una de las mayores y más frecuentes difi cultades con las que el arquitec-to se ha enfrentado a lo largo de su actividad profesional, que se acentúa alarmantemente en estos tiempos en los que el fenómeno de la globalización parece impregnarse en todas las esferas de la vida cotidiana.

El análisis que elaboro tiene sus bases en el desarrollo y la evolución de los tres periodos representativos que la arquitectura presenta a lo largo del siglo XX: el Movimiento Moderno (cincuenta y sesenta), el Posmodernismo (se-tenta y ochenta) y el Supermodernismo como lo defi ne Hans Ibelings en su obra titulada Su-permodernismo, Arquitectura en la Era de la Globalización.

DEL MOVIMIENTO MODERNO Y LOS POSTULADOS DE LE CORBUSIER

Uno de los más grandes arquitectos y urbanis-tas que soñaron en voz alta con monopolizar el registro cartográfi co mediante el esparcimiento de sus postulados, mismos que favorecían y fundamentaban el surgimiento de la Ciudad del Futuro, fue indudablemente el célebre sui-zo-francés Le Corbusier.

La arquitectura, comenta Le Corbusier, es una ciencia afín a la geometría, al arte de la su-

blimidad platónica, al orden matemático y a la armonía; sus ideales son la línea continua, las paralelas y el ángulo recto; y sus fundamentos descansan en la estandarización y prefabrica-ción. (Bauman, 1999, 58)

En la futura ciudad radiante, la supremacía de la arquitectura signifi caría la muerte de la calle, tal como la conocemos: “ese produc-to incoherente y azaroso de la historia de la construcción desorganizada y desincronizada, representa el campo de batalla de usos incom-patibles, el lugar propio del accidente y el equívoco”.

Para el radiante modernista, las arterias de la ciudad, así como sus edifi cios, estarán con-sagrados a tareas concretas; la única función de aquellas será el tráfi co y el transporte de personas y productos de un lugar funcional a otro. Esa funcionalidad tendrá que ser liberada de todas las incomodidades causadas por la ac-ción de los paseantes sin brújula, transeúntes casuales.

El sistema de organización espacial en el cual se basaba la confi guración de la Ciudad del Futuro fue tomado del modelo panóptico del po-der moderno propuesto por Michel Foucault. Este nuevo e innovador sistema surge de la analogía del cómo funcionaba y estaba cons-tituido el espacio en las antiguas prisiones. El poder decisivo que ejercen los supervisores ocultos en la torre central del panóptico sobre los presos encerrados en las alas del edifi cio en forma de estrella es la combinación de la plena y constante visibilidad de los presos con la to-tal y perpetua invisibilidad de los supervisores. Su propósito principal radicaba en infundir la disciplina e imponer la uniformidad en los pa-trones de conducta a los presos; se consolidó como la herramienta que neutralizaba la dife-rencia, la elección y la diversidad.

Así pues, las condiciones de legibilidad y transparencia del espacio eran consideradas en los tiempos modernos como las señales del orden racional. La era moderna signifi có, entre

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otras cosas, hacer del espacio un lugar cómodo y placentero para la administración comunal regida por el Estado.

El modelo panóptico constituye un espacio artifi cial, construido sobre la base de la asime-tría de la capacidad visual. Sólo era cuestión de saber manipular y reordenar a voluntad la transparencia del espacio como relación so-cial: en último de los casos como relación del poder absoluto. (Bauman, 1999, 48)

Desafortunadamente, estos intentos de ho-mogeneizar el tejido urbano, convertirlo en algo lógico, funcional y legible, estimulaban la dis-gregación de las redes sociales de protección de los lazos humanos. En un ambiente creado utópicamente con el objeto de asegurar el ano-nimato mediante la búsqueda de la especiali-zación funcional del espacio, los transeúntes y paseantes urbanos padecieron una patología de identidad irreversible.

Entre los diversos experimentos que se quedaron atrapados en el papel destaca La

Ville Radieuse (La ciudad radiante), publica-do en 1933 y postulado para convertirse en el máximo evangelio del modernismo urbano. Le Corbusier declara la muerte de las ciudades existentes: un depósito putrefacto de la histo-ria ingobernable, irracional y urbanísticamente ignorante e impotente (Le Corbusier, 1962). No obstante, el visionario arquitecto urbanis-ta Oscar Niemeyer es el primero que trata de poner en práctica las propuestas del padre del urbanismo moderno, cuando se le presenta la oportunidad. Fue en Brasilia, capital de la na-ción carioca, donde encontraría el paraíso para dar rienda suelta a su utopía arquitectónica, libre de restricciones tanto materiales como sentimentales.

Para los arquitectos y urbanistas modernos, Brasilia era concebida como un inmenso labo-ratorio en el que se podían fusionar la lógica y la estética. Se mostraba como un sitio incon-taminado por la doliente historia, en el que se lograría emprender el experimento a partir de

Fig. 1. Boceto del modelo Panóptico del Poder Moderno.

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la nada, diseñando el espacio a la medida del hombre. Sin embargo, para sus pobladores esta ciudad resultó convertirse en toda una pesadilla, y en citas textuales de Bauman “sus infelices víctimas acuñaron rápidamente el concepto de “brasilitis”, un nuevo síndrome patológico del cual la ciudad es el prototipo y epicentro más famoso hasta la fecha”. Fue hasta entonces, cuando se establecieron sus más graves pa-tologías, entre ellas: la falta de multitudes y concentraciones de residentes en el espacio urbano, las calles se percibían desiertas y los espacios se pronunciaban anónimos; un lugar despojado de todo factor humano. Por el contra-rio, los espacios de la ciudad eran sumamente transparentes para ser controlados por los co-misionados de tareas administrativas y los que determinaban el contenido y programación de éstas. (Bauman, 1999, 61)

El Movimiento Moderno no sólo infl uyó en la confi guración del tejido urbano, también incidió radicalmente en la propia disposición del espacio interno del edifi cio, promoviendo

la inclusión de innovadores sistemas construc-tivos y la utilización de nuevos materiales. Así pues, se convierte en un estilo arquitectónico que debería ser aplicable “internacionalmente”. Es de este modo que la década de los años no-venta es concebida como la apoteosis de los años cincuenta y sesenta, los cuales representa-ron una dilatación de los procesos de preguerra propios de la modernización y la internacio- nalización. (Ibelings, 1992)

En esta arquitectura, la sensación inmediata de la forma, espacio y luz, de transparencia y liviandad, es más importante que la comunica-ción de un mensaje.

En esta tónica, la naturaleza de lo interna-cional era percibida como un factor esencial de modernidad; siendo Estados Unidos el lugar más acogedor para que se asentara la arquitec-tura moderna. El uso de diversas tipologías, como el edifi cio de actividades administrati-vas o el mismo hotel, se desplegaron por todo el mundo en forma de “cajas de cristal”. De este modo, estos grandes edifi cios podían per-

Fig. 2. Brasilia hacia 1960. Proyecto de Oscar Niemeyer.

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tenecer a compañías diferentes, pero también eran vistos como parte de una gran cadena es-tadunidense.

Otro aspecto que infl uyó de manera deter-minante en la homogeneización del espacio fue la innovación de la tecnología comunicacional, que permitía con gran facilidad insertarse y participar en dicha sociedad global. Debido a todas estas características, existía la convicción de que la gente pertenecía a una única y misma comunidad global, olvidándose fácilmente de los rasgos específi cos de identidad nacional.

Actualmente, el Movimiento Moderno en arquitectura constituye una condición perma-nente y, al mismo tiempo, resulta ser un fenó-meno histórico superado. (Montaner, 1997)

POSMODERNISMO… UNA REACCIÓN EN CONTRA DEL MOVIMIENTO MODERNO

Esta corriente ha resultado ser muy polémica, pero como escuela de pensamiento ha llegado a ser aceptada universalmente. En esencia, la mentalidad del posmodernismo no ha represen-tado solamente ser la oposición a la arquitectu-ra del Movimiento Moderno, sino también a conceptos como la creencia en el progreso y la fe en la razón. (Ibelings, 1992)

El rechazo a la modernidad surgió a partir de mediados del siglo XX, y desde la perspectiva posmoderna, éste había promovido la genera-ción de productos anónimos, visualmente em-pobrecedores, tecnocráticos e indiferentes hacia los individuos y su contexto. La corriente pos-moderna despliega dos objeciones contunden-tes hacia el Movimiento Moderno: en primer lugar, la escasez de facultades comunicativas por parte del edifi cio, es decir, la incapacidad para hablar un lenguaje no verbal y procurar signifi cados relacionados con el sentido de la obra en sí misma; y en segundo término, la falta de memoria, misma que convertiría en nostal-gia el doliente paso de la historia.

Así pues, en la escuela del pensamiento pos-moderno ha permanecido la idea de que cada edifi cio es portador de un signifi cado, concep-ción que representaba prestar atención a la dimensión simbólica de la arquitectura. Por otra parte, la sensibilidad hacia el contexto y la máxima comprensión de los elementos del entorno signifi carían el derecho de un edifi cio a existir. Esta visión contextualista tiene sus fundamentos en el concepto de genius loci, temática principal de la obra literaria de Chris-tian Norberg-Schulz, en la que argumenta la idea de que “cada lugar presenta su carácter específi co, de acuerdo con su situación geo-gráfi ca e histórica. En este sentido, el Posmo-dernismo siempre ha mostrado una tendencia populista, comprometida con dar a la gente lo que quiere.

Un aspecto sumamente signifi cativo de la Posmodernidad radica en concebir al renaci-miento de la historia como punto nodal para la creación de formas, tipos o estilos. Una gran cantidad de historia arquitectónica ante-riormente detestada —por los artistas moder-nos— se constituye ahora como un interesante mercado de investigación.

Esta nueva perspectiva posmoderna tam-bién apuntalaba sus fundamentos teóricos en otras disciplinas, que durante mucho tiempo se encontraban ajenas a la arquitectura. De este modo, para muchos artistas posmodernos las perspectivas fi losófi cas constituían la justi-fi cación principal de sus proyectos. (Ibelings, 1992, 23).

No obstante, el mecanismo de búsqueda constante de originalidad y novedad utilizado por los artistas sufre una crisis entre los años cuarenta y setenta. Esta crisis era concebida como una situación de rechazo al racionalismo y a la modernidad, ambos introducidos y apo-yados por el régimen capitalista mundial. De este modo, a mediados del siglo XX se cons-truyen dos edifi cios “emblema” y totalmente opuestos en su concepción de modernidad. Por

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un lado, el Seagram Building en Nueva York de Mies van der Rohe, obra en la que se lleva a cabo la idea de modernidad como lenguaje, estilo y espacio internacional, utilizando las más avanzadas tecnologías de estructuras de acero. Y, el segundo edifi cio, estandarte de la posmodernidad, es la Torre Velasca en Milán del grupo BBPR. Su responsabilidad radicaba en “otorgarle un nuevo grado de modernidad a la arquitectura”, que consistía precisamen-te en voltear la mirada a la tradición, en la

integración a las preexistencias ambientales y en la recuperación de la idea de monumen-talidad. Partiendo de esta premisa, Joseph María Montaner, en su obra La modernidad superada: Arquitectura, arte y pensamiento del siglo XX plantea una pregunta en la que se cuestiona ¿quién es más moderno, el que continúa acríticamente los patrones de la mo-dernidad establecida o el que pone énfasis en la crisis de esta modernidad, y para afron-tarla introduce referencias a la tradición? (Montaner, 1997)

SUPERMODERNISMO... LA SUPERFICIALIDAD Y LA NEUTRALIDAD DE LA ARQUITECTURA

Durante una exposición llevada a cabo en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1988, se lanzó el deconstructivismo como la última tendencia arquitectónica. Sin embargo, varios arquitectos incluidos en la exposición no querían ser “catalogados” como partidarios de esta vanguardia. Visto en retrospectiva, el deconstructivismo estaba destinado a una vida breve. (Ibelings, 1992)

Como consecuencia de este fenómeno sur-gen un sinnúmero de diferentes estilos arqui-

Seagram Building, Nueva York de Mies van der Rohe.

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tectónicos, que van desde las construcciones ligeras y monolíticas (Light Construction) has-ta la arquitectura minimalista, cuya preocupa-ción es proponer al máximo la abstracción de la forma, promoviendo los lugares fl exibles y seguros. En palabras de Hans Ibelings, “una sensibilidad hacia lo neutral, indefi nido, im-plícito, cualidades que no se limitan a la subs-tancia arquitectónica y que hallan también una poderosa expresión en una nueva sensibilidad espacial”.

De este modo, una vez superada la espacia-lidad radicalmente defi nida por los posmoder-nistas y deconstructivistas, ahora el espacio se convierte en el vacío bajo control, el espacio indefi nido no es la nada sino un contenedor se-guro, un cascarón fl exible. Desde la perspecti-va historicista, el hecho de que conceptos como indefi nido, ilimitado o neutral hallan tomado gran fuerza se puede leer como una reacción a los postulados dominantes del antepuesto Mo-vimiento Posmoderno. No obstante, es viable observar más allá de la arquitectura para darnos cuenta de los cambios ocurridos durante el si-glo XX en el ámbito arquitectónico.

Uno de los factores que intervienen de ma-nera sustancial en la transformación del orden del espacio es lo que llamamos actualmente como el fenómeno de “globalización”. Así pues,

los avances en las telecomunicaciones y la creciente movilidad, que han desempeñado una faceta sobresaliente en el proceso globali-zador, intervienen de igual manera en la plani-fi cación urbana y arquitectónica, en la medida en que cambian nuestra experiencia del tiempo y el espacio. Así pues, el intercambio mundial y la incidencia de las redes internacionales de comunicación interactuando en un nuevo es-pacio (cibernético) han transformado nuestra manera de concebir el mundo.

Torre Velasca en Milán del grupo ����.

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Como consecuencia de este fenómeno, surge la paradoja en la cual gran cantidad de arquitec-tos conciben cualquier rincón del mundo como si fuera su propia casa, es decir, un territorio seudo familiar en el cual la gente encuentra un planeta carente de signifi cados.

Esta experiencia de falta de signifi cado en el contexto arquitectónico es uno de los temas que trata el antropólogo francés Marc Augé en su libro Los no lugares: espacios del anonima-to; antropología sobre modernidad (1992). En to; antropología sobre modernidad (1992). En to; antropología sobre modernidadefecto, este ensayo reafi rma el concepto que existe entre lugar y espacio, defi niendo a partir de estudios antropológicos el lugar como un sitio que adquiere signifi cado mediante las actividades humanas que se desarrollan en el mismo; mientras que el espacio, comenta el an-tropólogo, carece de cualquier tipo de signifi -cado a causa de la indiferencia que el sujeto

tiene hacia él. Este fenómeno es considerado por ese autor como: Supermodernismo.

Según Augé, esta concepción de Supermoder-nismo surge de la coalición de tres condiciones de abundancia: la abundancia de los espacios, la abundancia de los signos y la abundancia de individualización. Este último factor tiene un fuerte impacto en la arquitectura ya que la in-dividualización transforma el uso de los espa-cios públicos y semipúblicos, imaginándolos cada vez en menor grado como espacio social, condición que fomenta el surgimiento de si-tios en los cuales el individuo se desenvuelve de manera individual.

Desafortunadamente, la progresiva y crecien-te homogeneización del mundo ha provocado que estos “no lugares” se reproduzcan de mane-ra incontrolable, resultando ser más comunes en el ámbito del transporte y del consumo. Centros comerciales, aeropuertos y hoteles son espacios en los que los sujetos pasan un período variable, no obstante, la interacción de los sujetos dentro

Gaskin & Bezanski, Hotel-Casino New York/New York, Las Vegas, EEUU, 1995-1997.

Murphy/Jahan, Inc. Architects, aeropuerto O’Harede Chicago, EEUU, 1988.

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de estos contenedores no es comparable con la que podría ejercer la plaza del pueblo como centro social de reunión comunal.

En conclusión, estos sitios llamados “no lugares” los podemos considerar como fuertes manifestaciones de una conjunción de fenó-menos y procesos que interactúan de manera homogénea: la globalización.

BIBLIOGRAFÍA

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