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“He dedicado mi vida a la novela. Ya basta. Ya no siento ese fanatismo por escribir que sentía antes” Por: ABC / Juan L. Simental Págs: 4 y 5 Philip Roth: basta ya; se acabó Comunicante Comunicante Comunicante VIERNES 18 DE MARZO DE 2016 SUPLEMENTO CULTURAL 70 Jaime Sabines: el son de la vida La poesía es un acontecimiento humano, y la puedes encontrar en cualquier parte, a cualquier hora, sorpresivamente Jesús Reyes Heroles, coherencia entre el pensar y el hacer “Se puede ser político sin dominar todos los apetitos; pero no se debe ser político sin dominar, vencer, el apetito de la riqueza” Juan L. Simental Pág. 8 Gloria Vergara Pág. 6

SUPLEMENTO CULTURAL - HP 673

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Philip Roth: basta ya; se acabó

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“He dedicado mi vida a la novela. Ya basta. Ya no siento ese fanatismo por escribir que sentía antes”

Por: ABC / Juan L. Simental Págs: 4 y 5

Philip Roth: basta ya; se acabó

ComunicanteComunicanteComunicanteVIERNES 18 DE MARZO DE 2016 SUPLEMENTO CULTURAL 70

Jaime Sabines: el son de la vida

La poesía es un acontecimiento humano,

y la puedes encontrar en cualquier parte,

a cualquier hora, sorpresivamente

Jesús Reyes Heroles, coherencia entre el pensar y el hacer“Se puede ser político sin dominar todos los apetitos; pero no se debe ser político sin dominar, vencer, el apetito de la riqueza”

Juan L. Simental Pág. 8Gloria Vergara Pág. 6

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VIERNES 18 DE MARZO DE 2016

Diseño / Grupo Editorial HADEC

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“Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte, música, pintura, carpintería o el arte de la medicina o la ingeniería”, Erich Fromm en su libro más reconocido: “El arte de amar”. Murió el 18 de marzo de 1980.

Newton y el fin del mundo

(Nació el 21 de marzo de 1960).

“No puedo justificar, bajo ninguna razón, llegar en segundo lugar”, Ayrton Senna.

Sin duda, Isaac Newton fue y sigue siendo uno de los científicos más influ-

yentes de todos los tiempos. Polifacético, dedicó su vida no sólo a formular la teoría de la gravedad, sino que también desarrolló una carrera políti-ca, dirigió la Real Casa de la Moneda, mejoró el telescopio existente en su época y consa-gró mucho de su tiempo a la alquimia y la búsqueda de la piedra filosofal.Por otra parte, el Newton devotamente religioso escribió tratados teológicos interpre-

tando profecías bíblicas que predicen el fin del mundo en el año 2060, según algunos manuscritos presentados por la Universidad Hebraica de Jerusalén.En una carta escrita con puño y letra de Newton y fechada en 1704, el físico realizó un cálcu-lo basado en un fragmento de la Biblia sacado del Libro de Daniel. Según Newton, debían pasar mil 260 años entre la refundación del Sacro Imperio Romano por Carlomagno (año 800) y el fin de la vida humana:“Entonces el ‘tiempo, tiempos,

y la mitad de un tiempo’ son 42 meses o mil 260 días o 3 años y medio, contando 12 meses por año y 30 días por mes como era hecho en el calendario del año primitivo. Y los días de las bestias de vida corta puestos por los años de los reinos vivi-dos, el periodo de mil 260 días, si se cuenta desde la conquista completa de los tres reyes en el año 800 después de cristo, terminará en el 2060 después de Cristo. Podría terminar des-pués, pero no veo razón para que termine antes”.Los manuscritos ponen en

evidencia un aspecto de la vida del gran físico inglés que muchos desconocen: Newton era sumamente religioso, a tal punto que pasó 55 años inten-tando decodificar la Biblia, en la que suponía que se encon-traban las leyes divinas del universo.Esto dio sus frutos: calcular la fecha exacta en la que ocurriría el Armagedón, es decir, la últi-ma batalla global que acarrea-ría plagas, guerras, el retorno de Cristo y el fin del tiempo. (pijamasurf.com. Newton mu-rió el 20 de marzo de 1727).

Nomás por hablar de algo...La Efeméride

El 20 de marzo es el Día Internacional de la Felicidad. La Asamblea General de la ONU pide reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno. Si fuera tan solo “reconocer”. Sin embargo, felicidad no cumplida es felicidad que no es.

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3SATÍN Y SEDA

¡Todos por la calzada de Emaús!

¿Terapéutico, relajante o solamente el pedicura? -me interroga una correcta y desenvuelta señorita, al referirse al tra-tamiento para pies que iba a elegir. En un principio dudé de mi respuesta. So-

lamente quería un tratamiento para que mis pies no “rayaran el piso” o, por lo menos, “no rasgaran las sábanas”, pero mi vanidad me impedía mencionar abiertamente que era dueña de unas envidiables y bastantes cotizadas “garras de dinosaurio”.

-¿Qué diferencia hay en cada uno? -con-testo como buscando en las paredes la res-puesta a la pregunta para así poder desviar su mirada de mis “piecesitos” (no dudo que si hubiera descubierto la verdad de mi visi-ta, me hubieran sacado en parihuela y ha-brían llamado a los bomberos para que ellos manejaran con profesionalismo el arma mortal que eran mis pies).

-Mire, el terapéutico es un masaje en sus pies, dándole más énfasis a los puntos donde se localizan sus órganos -¡órganos! ¡Santos pies descalzos rumbo a la calzada de Emaús! “Y si esta maña-na desayu- né dos quesa-dillas con guacamole, he de tener unas protuberancias enormes en las plantas, indicando el festín cu- linario que acabo de d i s f ru ta r ”, pensé alarmada.

-Ad e m á s -proseguía la joven sin molestarse siquie- ra en hacer puntuaciones o co- mas en el monólogo-, con esto le a y u d a r á a que sus enfermeda- des poco a poco se vayan reti- rando, así como las molestias o dolores. Por otra parte, el relajante es un masaje con reflexología… -¿re- flexología?

Según su etimología latina, podemos dividirla en dos: “reflexo”, que me imagino que significa… ¡reflexión!, introspección, mirar hacia adentro, meditar, cavilar, bus-car, y “logos”, tratado; entonces, si mis co-nocimientos no me engañan, es la ciencia que busca la introspección, en este caso, del pie. ¡Vaya!, hasta dónde ha avanzado la ciencia, ya llegó el tiempo en que los pies

también deben pensar. Se acabó aquella frase de mi

Se acabó aquella frase de mi tía Eurisma: “pues qué te pasa, acaso estás pensando con los pies”tía Eurisma: “pues qué te pasa, aca-so estás pensando con los pies”.

¡Quién lo hu-biera dicho! Que en el futuro vamos a discernir “con las patas”, concluyo asombrada.

-Ahora pode-mos ofrecerle la pedicura, donde le damos tratamien-tos a sus callosida-des y uñas enterra-das -finaliza por fin el monólogo.

Bien, tenía que decidir, ya pasaron los tiem-pos en que sólo el cortaúñas era suficiente para lucir unas sandalias de moda. Si no quería usar

zapatos ortopé-dicos con mis pescadores de verano, tenía for-zosamente que someterme a un tratamiento pro-

fesional. -Usted, ¿qué me recomienda? -pregunto du-

dosa. Después de varios parpadeos, la señorita se dobló sobre el escritorio y observó aquello que era mis extremidades inferiores. Su silencio me hizo sentir incómoda y, por quincuagésima vez, añoré poder leer los pensamientos. “A esta mejor la mato”, podría ser uno; “y quién le dijo a ella que eso eran pies”, era otro, o el más sutil: “por qué no le ofrezco un catálogo de botas a esta pobre mujer”.

-Tome la pedicura y que nuestra especialista le indique cuál elegir des-pués en su próxima cita -y antes de pronunciar “sarcó-fago abierto”, estaba tendi-da en un cómodo diván con mis pies al aire y escuchan-do música de feng shui, aunque en esos momentos de paz hasta Molotov me hubiera parecido relajante.

No supe a qué hora llegó “aquella de la bata blanca con cubrebocas”, pero de inmediato tomó mi pie izquierdo y comenzó a trabajar en él con

una serie de instrumentos que parecían “cincel, tala-dro, serrucho y martillo”, mientras yo convulsiona-ba en el si-llón por las “ansias” que tenía cuando ella me tocaba las sensibles plantas de los pies. Después de haber pasa-do “un siglo”,

tomó el segundo pie, dándome unos segun-dos de descanso para retomar nuevamente el trabajo y proseguir yo con mis convulsio-nes en el sillón, acompañadas de risas ner-viosas, gritos y aspavientos.

Los minutos pasaron y aún estaba ten-dida en el sillón de la clínica… pero habían terminado (tómenlo literalmente) conmigo, y todos los conceptos acerca de los pro-gresos de la tortura se vieron reducidos a simples mecanismos de molestia. Salí con la dignidad en mis pobres pies y de buena gana hubiera gateado hasta el carro, pero solamente recordar que hubiera por ahí un tratamiento de “rodilloflexia”, me impidió hincarme como yo quería.

Había buscado una mejoría a mis ex-tremidades y estas lucían tersas y suaves, pero nunca se habló de un tratamiento psi-quiátrico después de una sesión de esta na-turaleza, por lo que aspiré profundamente en varias ocasiones y me imaginé en un lu-

gar seguro, con verdes prados y cantos ange-licales… y yo en ellos, en silla de ruedas, por supuesto.

¿Quiere lucir esas sandalias de moda?

¡Pero qué vanidad! Qué hay de malo en usar esas modernas pantuflas de brillos y plumas que tiene guardadas en su clóset. Todo sea por la dignidad que ahora está, como nunca, antes que sus pies.

Nadia Bracho

Había buscado una mejoría a mis

extremidades y estas lucían tersas y suaves

Bien, tenía que decidir, ya pasaron los tiempos en que sólo el cortaúñas era

suficiente

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Philip Roth: basta ya; se acabó“Hice lo mejor que pude con lo que tuve”

Por ABC / Juan L. Simental

“He dedicado mi vida a la novela. Ya basta. Ya no siento ese fanatismo por escribir que sentía antes”

El mal de Bartleby sigue haciendo de las suyas. Es la historia del escribiente al que se le ordenaba un tra-bajo de redacción tras otro y que siempre respondía:

“I would prefer not to” (“Preferiría no hacerlo”). Y aunque no de ahora, sino como consecuencia de la humana posibi-lidad, el relato es reiteración, es pasar una vez y otra más por el mismo lugar, como la piedra que no se aparta del ca-mino y es ocasión renovada de tropiezo, de caer constante, de volver a pecar.

Herman Melville, autor de “Moby Dick”, publicó por primera ocasión “Bartleby the Scrivener: A Story of Wall Street” en 1853, en la revista Putnam’s Magazine; luego, en 1856 el cuento fue incluido en “The Piazza Tales”. Pasó con más pena que gloria y esta fue quizá una de las razo-nes que convirtieron a Bartleby en el alter ego de los últimos y tristes días de Melville, quien murió en medio de la pobreza, el anonimato y el olvido.

“Preferiría no hacerlo”. Tres pala-bras convertidas en consigna, en fruto de la negación, la voluntad consciente que reside en la inacción. “Preferiría no hacerlo”. La libertad no solo de ser o no ser, de estar o no estar, sino incluso de hacer o no hacer.

Existe, sin embargo, otra posibilidad que no es tan solo cruzar los brazos y de-jar que la vida pase.

“Preferiría no hacerlo” puede ser también: es que ya no puedo hacerlo, igual que cuando a Rulfo se le murió el tío Celerino, el que le con-taba las historias. Saber la razón es una cuestión personal; saber si ya no se quiere o ya no se puede, es la verdad de cada cual.

El mal de Bartleby no deja de hacer de las suyas. El 9 de noviembre de 2012, El País publicó en sus páginas: “Philip Roth, centauro de las letras estadounidenses, el penúltimo de una estirpe de novelistas que definió el siglo XX, dice adiós. Se retira de la literatura. (…) ‘Se acabó. Némesis ha sido mi último libro’”.

Luego, la contundente confesión del autor, que toda-vía el año pasado estuvo entre los nominados el Nobel de Literatura: “he dedicado mi vida a la novela: he estudiado,

he enseñado, he escrito y he leído. He dejado fuera casi todo lo demás. Ya basta. Ya no siento ese fanatismo por escribir que sentía antes”. Bartleby en persona.

Son ya más de tres años de ausencia, de ese andar echando en falta al creador de Nathan Zuckerman y David Kepesh, y aunque hay heridas que no cierran, como la ausencia de lo que se ha querido, queda la evi-dencia de su palabra escrita, que al fin y al cabo un escritor es eso: el que se significa por lo que ha escrito. Sin sus palabras, no es más que un personaje, uno de tantos que se diluyen en el relato, aun antes de haber llegado al fin.

UNA VUELTA A ROTH EN DIEZ TÍTULOSEl premio Príncipe de Asturias de las Letras 2012 es un maestro a la hora de expresar las ansiedades, los miedos, los esplendores y las miserias de la sociedad. Estos son tan

solo diez de sus títulos.1- Pastoral Americana. Seymour

Levov, modelo a seguir por todos los muchachos judíos de New Jersey, gran atleta y mejor hijo, sólido heredero ha rebasado la mitad del siglo XX sin con-flictos que puedan estropear su dorada Arcadia… sin embargo, un día verá de-rrumbarse estrepitosamente todo lo

que le rodea.2- El lamento de

Portnoy. El largo re-lato que de sus frus-traciones y complejos hace el protagonista, Alexander Portnoy, durante sus sesiones de psicoanálisis. Desde su crecimiento en un típico hogar judío de clase me-dia en la Nueva Jersey de

los años cuarenta, hasta su despertar sexual… Una lúcida e irónica visión, tremendamente divertida, de las costum-bres y psicología judías, y del desmoronamiento del sueño americano.

3- La conjura contra América. Cuando el renombrado héroe de la aviación y fanático aislacionista Charles A. Lindbergh obtuvo una victoria aplastante sobre Franklin Roosevelt en las elecciones presidenciales de 1940, el mie-do invadió todos los hogares judíos de Norteamérica… Tras acceder al cargo como trigésimo tercer presidente de EU, negoció un “acuerdo” cordial con Adolf Hitler, cuya conquista de Europa y virulenta política antisemita pareció aceptar sin dificultad.

4- Sale el espectro. Philip Roth dice adiós a su alter ego: 28 años después de introducir a

Zuckerman en “La visita al maestro”, Roth le dice adiós a su célebre protagonista y alter ego.

Zuckerman ya es un hombre anciano, atormen-tado por la pérdida de sus medios económicos y el temor de ver morir a los que le quedan… Sale el espectro es un estudio profundo de la obsesión, del olvido, de la resignación y del deseo imposible de satisfacer.

5- Elegía. La lucha crónica de un hombre contra la mortalidad. El destino del protagonista de la novela comienza con la primera y abruma-dora confrontación con la muerte en las idílicas playas de sus veranos infantiles, pasando por los problemas familiares y los logros profesionales

La naturaleza del deseo sexual y la

autocomprensión; los problemas de asimilación

e identidad de los judíos de EU, el

trasfondo de sus obras

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Philip Roth: basta ya; se acabó“Hice lo mejor que pude con lo que tuve”

Por ABC / Juan L. Simental

“He dedicado mi vida a la novela. Ya basta. Ya no siento ese fanatismo por escribir que sentía antes”

Zuckerman en “La visita al maestro”, Roth le dice adiós a su célebre protagonista y alter ego.

Zuckerman ya es un hombre anciano, atormen-tado por la pérdida de sus medios económicos y el temor de ver morir a los que le quedan… Sale el espectro es un estudio profundo de la obsesión, del olvido, de la resignación y del deseo imposible de satisfacer.

5- Elegía. La lucha crónica de un hombre contra la mortalidad. El destino del protagonista de la novela comienza con la primera y abruma-dora confrontación con la muerte en las idílicas playas de sus veranos infantiles, pasando por los problemas familiares y los logros profesionales

en su edad adulta, hasta llegar a su vejez, momento en el que se siente desgarrado al comprobar el deterio-ro de sus contemporáneos y el suyo propio… Alguien que acaba siendo aquello que no quería llegar a ser.

6- Goodbye Columbus. El primer libro de Philip Roth. La novela corta de la que toma el título narra el idilio veraniego de dos jóvenes universitarios… Com-pletan este volumen cinco relatos cuyo tono va de lo iconoclasta a lo asombrosamente tierno, y que arro-jan luz sobre el conflicto entre padres e hijos, y ami-gos y vecinos de la diáspora judía norteamericana.

7- El animal moribundo. David Kepesh, a sus ochen-ta años, confiesa a un personaje desconocido una de sus últimas experiencias sentimentales: la que mantuvo con Consuelo Castillo, una joven cubana, casi cincuenta años más joven que él… A las puertas de la vejez, la vitalidad y la hermosura de Consuelo enfrentarán al protagonista con el significado de su vida.

8- Némesis. Una espantosa epidemia causa estragos y amenaza con dejar a los niños de la ciudad de Nueva Jersey mutilados, paralizados o minusválidos, e incluso

con matarlos. Este es el sorprendente tema de la nueva y desgarradora obra de Roth: una epidemia de polio que tiene lugar en un tiempo de guerra, el verano de 1944, y sus efectos sobre la comunidad de Newark, regida por la cohesión y los valores de la familia, y sobre sus niños.

9- La humillación. Para Simon Axler, uno de los principales actores teatrales norteamericanos, todo

ha terminado. Ya sexagenario, ha perdido su magia, su talento y la seguridad en sí mismo. Imagina que la gente se ríe de él, no puede fingir que es otra persona. Su mujer se ha ido, su público le ha abandonado, su agente no puede persuadirle de que vuelva a actuar. De repente, estalla otra trama: un deseo erótico fuera de

lo corriente que sirve de consuelo a su vida desposeída…

10- La mancha humana. Durante el turbulento verano del escándalo Lew-insky, Coleman Silk, decano de univer-sidad, ve cómo su carrera se arruina por pronunciar una expresión poco afortu-

nada. La fiebre de lo políticamente correcto —la nueva caza de brujas en EU— desata, a partir de una sola frase, consecuencias devastadoras… Philip Roth escribe con su habitual lucidez y nos deleita con la reaparición de

su alter ego, el escritor Zuckerman. (Los diez libros imprescindibles de Philip Roth; ABC, España; 6 de junio de 2012).

LOS PREMIOSAlgunos de los reconocimientos que ha recibido Philip Roth:

1960 Premio Nacional del Libro

1986 y 1991 Premio del Círculo de Críticos Nacional del Libro

1994, 2001 y 2007 Premio Faulkner del PEN Club

1995 National Book Award

1998 Premio Pulitzer

1998 Ambassador Book Award of the English Speaking Union

2001 Medalla de Oro de Ficción, por la Academia Estadounidense de las Artes y las Letras

2001 WH Smith Literary Award

2002 Premio a la Distinguida Contribución a la Literatura Estadounidense por la National Book Foundation

2005 Premio Sidewise de Historia Alternativa

2006 Premio Nabokov del PEN Club por su trayectoria literaria

2011 Premio Booker Internacional

2012 Premio Príncipe de Asturias de las Letras

FUENTE: Wikipedia.

“Debilitado por la naturaleza

aterradoramente provisional de todo”

Nació en Newark, Nueva

Jersey, EU; 19 de marzo de 1933

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En 1951, Sabines escribió para la revista La Patria Chica: “¡Afuera! ¡Lejos, la función

trivial, la musiquita, la rima! (…) Hay que libertarse. El poeta no es un ani-mal de adorno, ni la poesía un arete o un abanico. Somos hombres, antes que poetas. Y lo hondo, lo profundo, lo oscuro, como lo claro y lo concre-to del hombre, debe ir al poema, debe hacerlo, construirlo con su mundo aparte.

(…) Y es que hacer un poema es llorar. Llora o ríe el poema, nosotros sangramos, pari-mos, cumplimos una función vital” (Zarebska, 1994: 77).

Al igual que Dolores Castro, Sa-bines ve la poesía como producto de la experiencia emotiva. En la obra, el poeta no controla sus hilos de sangre como no se controlan los ríos amar-gos en las quijadas de los que sufren. Es una entrega al mundo, comunica-ción vital con el universo.

El oficio es parte de la perfección en tanto tiene que ver no sólo con una disciplina sino con un orden in-terior. En este proceso hay que dar-les la vuelta a las palabras, dejarlas que se acomoden a gusto en el en-jambre que traemos dentro para que, al vaciarse, estén en una convivencia natural.

Sólo entonces se despliega ese instante de revelación. Sabines lo manifiesta así: “cuando escribo, lo único que sé es que sufro de dolor, de

“El poeta escribe por necesidad fisiológica,

por necesidad ontológica, por

fatalismo”

“Si no se escribe de la vida, ¿de qué se puede

escribir entonces?”

“La poesía, más que una vocación, es un destino”

La poesía es un acontecimiento humano,y la puedes encontrar en cualquier parte,

a cualquier hora, sorpresivamente, Jaime Sabines

Por Gloria Vergara

Jaime Sabines: el son de la vida

esperanza, de alegría; sé que estoy sufriendo y que necesi-to decirlo” (Ibid.: 104). Y si el dolor no se dice, de cualquier modo se sufre, pues “el poeta escribe por necesidad fisioló-gica, por necesidad ontológi-ca, por fatalismo. La poesía, más que una vocación, es un destino” (Ibid.: 256).

Para Jaime Sabines, la poesía debe ser producto de una manera de vivir. En esta disposición de circunstancias, el poeta es un contem-plador, se gusta, se reclama, se apropia. Rosario Castellanos,

en el ensayo “El escritor y su públi-co” afirma que el acto de escribir tie-ne que ver con una disposición de la naturaleza en la que opera el hábito de la voluntad. Y este hábito, dice, es resultado del trabajo, de la paciencia “detrás de cada página tersa, de cada texto ordenado, deleitoso, nítido, se ocultan las infinitas tachaduras, los borrones inconformes, los cestos lle-nos de papeles desechados” (Caste-llanos, 1984: 190).

Pero cuando se es completo ya no se escribe, dice Jaime Sabines, porque entonces se alcanza a Dios y Dios es silencioso. En este sentido, e l arte siempre está en ca-

mino de

perfección. Si fuera perfecto, afirma el poeta, no nos ser-viría de nada porque no podríamos reconocernos en él.

Jaime Sabines ve la necesidad de ese reconocimien-to en el ejemplo de otro gran escritor: “Una vez le cri-

ticaron a Faulkner sus nove-las; decían que había mucha paja. Él contestó que no sólo había paja, sino lodo y tierra y hojas secas; y huesos ro-tos como los hay en la vida misma. ¿Para qué queremos un arte perfecto, puro, autó-

nomo, si nosotros no somos así, si no nos vamos a reconocer en él?” (Zarebska, 1994: 188). El arte es el rescoldo de la vida. El poeta aprende de esta.

El poeta es el condenado a vivir, el escribano a sueldo de la vida; no tiene privilegios, no tiene una estrella en la frente, es un peatón. Sabines lo sabe muy bien y lo sufre. Así, por ejemplo, nos habla de cómo se vio forzado a trabajar en la tienda de ropa: “era un poeta, pero tenía que ponerme a vender metros de manta o delantales o no sé qué carajos. Ahora reconozco que aquellos años me enseñaron mu-chas cosas; la humildad, a ser cual-quier gente, aunque en el fondo supiera que yo era, antes que nada, un poeta” (Zarebska, 1994: 84).

“En ese orden, absolutamente. Si no se escribe de la vida, ¿de qué se puede escribir entonces?

Hablar de las cosas que toca-mos y que nos rodean. Yo, por eso, hablo de mi cuarto, de mi cama, de mis zapatos, de mi cigarro” (Ibid.: 181). “Le di carne y poco de aire, libertad”, dice, pensando tal vez en los poetas que critica por su “acar-tonamiento” en la expresión poéti-ca y su papel social de clubes y grupos. (La Colmena, Universidad Autónoma del Estado de México).

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“El artista aporta al mundo algo que no existía antes, y lo hace sin destruir nada”

Por José de la Colina

El conejo dejó de correr

Si alguna revista literaria le pedía una entrevista al norteamerica-no, novelista, cuentista, ensayista,

crítico literario, caricaturista, astro de la legendaria revista The New Yorker que fue John Updike, él la negaba diciendo que detestaba ser uno más de la legión “de monologadores de cabeza humeante”.

Pero cuando en alguno de los años se-tenta Charles Thomas Samuels, un entrevis-tador de The Paris Re-view, volvió a la carga, penetró en la updikia-na casa veraniega de la isla Martha’s Vine-yard y atrapó a la tan evasiva cabeza conejil, esta empezó a humear en un monólogo que se hizo pasar por diálogo con el afortuna-do cazador del “inentrevistable”.

Updike habló extensamente acerca de su vida, de su vocación literaria, de su paso por el periodismo y, claro, ¿de qué otra cosa si no?, de sus obras.

Dijo, como definiéndose solidario de la fuga sin fin y en busca de escon-dite de su principal personaje nove-

lesco: el conejo humano Harry “Rabbit” Angstrong: “la capa-

“Escribiría anuncios para desodorantes o etiquetas para botellas de ketchup si tuviera que hacerlo”

cidad de escribir se convierte en una especie de escudo, una manera de esconderse y de transformar el dolor en miel demasiado instantánea”.

Y, justificando la condición de es-critor como un profesional y no como un campeón intelectual o un guía moral, espiritual o político, añadió:

“siempre quise es-cribir o dibujar para ganarme la vida.

He sido capaz de ganarme la vida con las formas literarias respetables: poesía, cuen-tos cortos, novelas, ensayos, pero el perio-dismo me ha sido útil y escribiría anuncios para desodorantes o etiquetas para botellas de ketchup si tuviera que hacerlo”.

Para sorpresa de algún fan de la Gran Li-teratura (así, con mayúsculas), elogió la po-sible nobleza de cualquier forma, literaria o publicitaria o periodística o artesanal de cor-porizar la escritura: “el milagro de convertir las insinuaciones en pensamientos, los pen-samientos en palabras y las palabras en tipos

metálicos y en tinta sobre papel, nunca pierde su sabor para mí. La distinción entre algo bien hecho y algo mal hecho se observa en todas partes, en todos los círculos del Paraíso y del Infierno”.

Pero su amor a la ficción de todos los géneros y niveles lo llevó a inferirle a la alta cultura una especie de ¿saluda-ble? injuria: “crear una figura tan universal como Tarzán es en cierto modo un logro mayor que escribir novelas de Henry James. Cuando era niño, mi primer pensamiento

sobre el arte fue que el artista traía al mundo algo que no existía antes y

que lo hacía sin destruir nada.

Una especie de refutación de la teoría de la conservación

de la materia. Esa sigue siendo la magia central, la médula de alegría del arte”.

Updike, el personaje que no quiso resignarse a estar y ser indistinto en el mundo común y corriente, un hombre del siglo XX, un fugitivo constante e impenitente de la condición de tran-quilo ciudadano vulgar y habitual, el hombre-conejo siempre en desespera-da pero acaso íntimamente alegre bús-queda de la trágica, la feliz, la inquieta e inquietante, la maravillosa ambigüe-dad de lo cabalmente humano.

Y si al final Harry “Rabbit” Angs-trom aparece conformista y vulgar-mente inmerso en el mundo común y corriente, no podremos olvidar su fuga una y otra vez emprendida hacia los horizontes ambiguos y sin fin, sin señal de destino establecido.

John Updike ha muerto, ¡viva Ha-rry the Rabbit! (Letras Libres; 23 de febrero de 2009. Edición Comu-nicante. Updike nació el 18 de marzo de 1932).

Harry Conejo

Angstrom, “el

protestante de clase media de

un pequeño pueblo norte-

americano”

Sus personajes, prototipos de la sociedad de su país por los

que él siente compasión

“El hombre no estaba destinado a vivir en el paraíso”

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Cultura: cultivación del alma… y no lo contrario

“Se puede ser político sin dominar todos los apetitos; pero no se debe ser político sin dominar, vencer, el apetito de la riqueza”

Por Juan L. Simental

Jesús Reyes Heroles, coherencia entre el pensar y el hacer

“La corrupción es una cuestión cul-tural”. Tal fue la frase, lapidaria, definitiva, categórica. Y si la pru-

dencia aconseja ir al significado de la palabra, es posible saber entonces que corrupción viene “del latín ‘corruptĭo’, ‘corruptiōnis’, a su vez del prefijo de intensidad con- y rumpere ‘romper, hacer pedazos’”. La corrupción, pues y literalmente, hace pedazos lo que toca.

La pregunta es obvia, necesaria, urgente: ¿es en verdad la corrupción una cuestión cultural entre los mexi-canos? Antes de aventurar una res-puesta, aconseja la prudencia –una vez más- acudir al diccionario: cul-tura, “cultivación del alma o ‘cultura animi’, uno de los ideales más altos posi-bles para el desarrollo humano”. Visto así, la respuesta sobra, baste solo afirmar: “cultura” bien podría funcionar como un antónimo pro-picio de “corrupción”.

¿Quién fue, pues, el que dijo eso de la relación esqui-zoide, simbiótica, entre cultu-ra y corrupción?

El nombre es lo de menos, y menos aun cuando en su acervo per-sonal-cultural no figura, ni siquiera, la lectura de tan solo tres libros.

Más importante que la dilucida-ción de misterios que es mejor que permanezcan como tales, importa decir que siempre se ha creído que en el ámbito de la política la incultura es uso y costumbre, generalidad que raya en la totalidad… pero afirmar así es injusticia. La Historia ha demostra-do la existencia perenne de un resto fiel, una excepción que hace la regla. No todos son iguales, pues.

Los nombres que han hecho la excepción abundan: Beatriz Paredes

Rangel, mujer de huipil y trova-

dora que declama y hace poesía con la palabra que toca; Heberto Castillo, el intelectual de izquierda, coherente en su palabra y en su hacer; Carlos Castillo Peraza, el ideólogo, inteligente y agudo; Gilberto Rincón Gallardo, el Quijote que luchó contra molinos de viento; y, más cerca de esta cotidianidad llamada “nosotros”, Máximo Gámiz, estudioso y teórico del Derecho; Ángel Sergio Guerrero Mier al que, quien esto escribe, escuchó improvisar y disertar en torno a la cultura en un suceso nacional que cele-braba a la cultura en esta, la patria chica.

Sin embargo, hoy la intención es resaltar la figura de un hombre de verdadera cultura: Jesús Reyes Heroles, “un destacado político, jurista, historiador y académico mexi-cano”. Pero no fue tan solo eso, el hombre de cultura, sino que fue presidente nacional del Partido Revolucionario

Institucional, y eso es ya mucho decir. Afirma su biografía: “dentro del PRI, la figura de Je-

sús Reyes Heroles es vista, hasta la fecha, como la del mayor ideólogo que dicho partido ha tenido en su existencia”.

El mayor ideólogo del PRI cayó en desgracia –tan solo en la política- cuan-

do se opuso “a los intentos reeleccionis-tas de Luis Echeverría” y pronunció aquel

memorable discurso del 5 de febrero de 1975, el mismo que provocó su relevo algunos meses después.

Política y cultura, pues, no están peleadas como habitualmente se cree.

LOS AFORISMOSPara ilustrar acerca de la talla de un hombre como Jesús Reyes Heroles, es propicio reproducir un fragmento de la selección que hizo selección de Alberto Enríquez Perea y que publicó en la revista nexos, en mayo de 2006…

Don Jesús Reyes Heroles a largo de toda su vida fue un hombre de Estado que supo que sólo la política podía transformar las realidades nacionales. Don Jesús estudiaba, meditaba y es-cribía con afán de conocer aquellos mo-mentos clave de nuestra his-toria, buscaba “el sentido de los hechos”, deseaba expli-carlos hasta donde fuera posible y “situarse en posición equidistante”. “La política es noble tarea cotidiana”, decía

don Jesús.- En política siempre se elige entre inconvenientes.

- En política lo impor-tante es convencer, per-suadir, no improvisar.

- En política la línea rec-ta casi nunca es la más cer-cana entre dos puntos.

- La política o se deja o ella abandona.

- La política la hacemos nosotros, o la política se hace en contra de nosotros.

- La política demanda pasión, pero, a la par, mesura, sosiego interno, dominio de sí mismo, para no inten-tar dominar a otro u otros; aspirar a

dominar las cosas y no a los hombres.- Hay que aprender a salir limpio

de los asuntos sucios y, si es preciso, a lavarse con agua sucia.

- Las luchas fáciles no son luchas, son trampas mortales para ingenuos que creen que la política es vía sen-cilla, sin tropiezos, ajena a los con-flictos, vía triunfal sólo porque así se desea.

- Sin emplear la cabeza muchas co-sas se pueden hacer, pero no política.

- No creo en los que dicen no tener ambiciones.

- Todos los demagogos invocan una Constitución, pero tienen por símbolo el sable y el despotismo.

- Flotar no es gobernar.- La vida misma es inconcebi-

ble sin la libertad, pues únicamen-te vive lo que es libre.- Se puede ser político sin dominar todos

los apetitos; pero no se debe ser político sin dominar, vencer, el apetito de la riqueza.

Murió el 19 de marzo de 1985

“No queremos luchar con el viento, con el aire; lo que

resiste apoya”

A causa de sus principios, tuvo diferencias con José López

Portillo, entonces presidente