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1
CAPITAL HUMANO Y SEÑALIZACIÓN 1
Jesús Iglesias Garrido
Departamento de Economía Aplicada. Universidad Autónoma de Barcelona.
Edificio B, 08193 Bellaterra (Cerdanyola del Vallés) Barcelona.
Tel: 935811153 – Fax: 935812292. e- mail: [email protected]. Año 2005.
Director: José Luis Raymond Bara
Codirector: José Luis Roig Sabaté
RESUMEN
El trabajo recoge una síntesis de las teorías relativas a capital humano. Las
investigaciones iniciales buscaban encontrar las causas de las desigualdades encontradas
en los salarios percibidos por los individuos, no obstante, el desarrollo de la literatura
plantea la necesidad de conciliar premisas básicas con planteamientos posteriores. Los
primeros trabajos postulaban que los salarios los determinaban las “habilidades
naturales”, y posteriormente la literatura ha modificado los soportes iniciales hasta
completar la teoría tradicional de capital humano planteada por autores como Mincer,
Becker o Schultz por un lado, y la teoría de señalización de autores como Spence,
Stiglitz o Arrow por otro. Las implicaciones que cada una de las teorías tienen sobre la
asignación de los recursos de la educación son muy distintas y supone la base del
análisis de este estudio.
1 Mis agradecimientos a los profesores J.L. Raymond y J.L. Roig por las sugerencias y la colaboración mostrada.
2
ÍNDICE: 1. INTRODUCCIÓN página 3 2. TEORÍA DE CAPITAL HUMANO página 4 2.1 INTRODUCCIÓN AL DESARROLLO DE LA TEORÍA DE CAPITAL
HUMANO página 4
2.2 LA FUNCIÓN DE INGRESOS MINCERIANA página 5
2.3 ANÁLISIS DE LOS DETERMINANTES DE LOS
SALARIOS página 10
2.4 PROBLEMAS EN LOS RESULTADOS EMPÍRICOS página 13
2.5 MÉTODOS DE ESTIMACIÓN DE LA TASA
DE ACTUALIZACIÓN página 15
3. TEORÍA DE SEÑALIZACIÓN página 20 3.1 ALGUNOS CRITERIOS DE APROXIMACIÓN AL
EFECTO SEÑALIZACIÓN página 24
3.2 CRITERIOS PARA MEDIR LOS EFECTOS SHEEPSKIN página 30
4. CONCLUSIONES página 33
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS página 34
3
1 INTRODUCCIÓN
Los estudios de capital humano se desarrollan para encontrar una explicación completa
acerca de la formación de las ganancias de ciclo vital. Las mayores aportaciones se
produjeron a partir de la década de los 60´s cuando una serie de investigaciones
desarrolladas por Mincer, Becker y Schultz, entre otros, proponen unas bases que aún en
los trabajos más recientes siguen siendo aceptadas. La teoría de capital humano es la
que tradicionalmente se ha aceptado en la literatura, no obstante han surgido teorías
alternativas, como la de señalización, que permiten ampliar la respuesta acerca de la
formación de salarios.
La teoría de capital humano propone que los salarios quedan determinados por la
educación y la experiencia. Posteriormente, cuando en algunos trabajos empíricos se
observa que existen diferencias salariales generadas por factores inobservables tales
como la habilidad o la motivación, se muestra que algunas de las hipótesis planteadas
por Mincer se alejan de la realidad. La teoría de señalización es el planteamiento teórico
alternativo más aceptado. En ella se plantea la utilidad de la educación cuando Spence
propone que los individuos se educan para ofrecer señales a los empresarios como
medidas de sus habilidades, pero no se contempla la enseñanza como un mecanismo
que genera stock de capital humano. Las diferencias entre las dos hipótesis hacen
referencia a las implicaciones que cada una tiene sobre la productividad de los
individuos y los costes sociales de la educación.
Los trabajos recientes tratan de identificar la teoría que se ajusta a los mercados de
trabajo según la evidencia empírica, para conocer las políticas educativas más
adecuadas según el caso. La literatura reciente propone modelos que concilian las dos
posturas, y consisten normalmente en identificar que efectivamente la educación genera
aumentos en la capacidad productiva de los individuos y, a la vez, que éstos
proporcionan su información a los empresarios a través de señales referentes a la
educación. Este tipo de estudios necesitan datos de individuos homogéneos, y en la
práctica no suelen elaborarse bases de datos que contengan esta especificación.
El objetivo del trabajo es analizar las teorías relativas a capital humano para establecer
un marco teórico fiable para posteriores investigaciones, y determinar las consecuencias
de presentarse una u otra teoría en el mercado de trabajo. En el apartado dos se recoge la
hipótesis de capital humano. A partir de la función de ingresos Minceriana se extraen
4
las aplicaciones del modelo, los determinantes de la ecuación de salarios, problemas
asociados con los análisis empíricos y el cálculo de la tasa de actualización. En el
siguiente apartado se plantea un repaso de la teoría de señalización y algunas
herramientas que miden esta hipótesis. Finalmente, se intentan extraer una serie de
conclusiones en las que se establece un marco comparativo entre ambas teorías que nos
permitirá conocer las implicaciones que cada una de ellas tiene sobre la decisión de los
individuos en la educación y sobre el mercado de trabajo.
2 TEORÍA DE CAPITAL HUMANO
2.1 INTRODUCCIÓN AL DESARROLLO DE LA TEORÍA DE CAPITAL
HUMANO
Los trabajos anteriores a la aportación de Mincer (1958) con la ecuación de salarios se
centraban en analizar las desigualdades en las ganancias de los individuos. Mincer
rompe con el enfoque empleado hasta entonces y analiza los determinantes salariales
desde el comportamiento de los individuos en sus decisiones de educación y
considerando los riesgos asociados a las oportunidades que en cada caso se plantean.
Hasta entonces, la hipótesis básica aceptada consistía en suponer que los salarios eran
determinados por las “habilidades naturales” de los individuos y que, como defendía
Galton, seguían una distribución Normal. Esta premisa fue rechazada por la ley
empírica de ingresos de Pareto. La conclusión más relevante fue encontrar que los
factores que determinan los salarios son observables, en contra de lo que se pensaba
hasta entonces. A partir de trabajos posteriores desarrollados por autores como Gary
Becker y Theodore Schultz, se consolida la teoría clásica de capital humano que se ha
empleado como eje de numerosos estudios empíricos. La teoría de capital humano
supuso un avance muy significativo sobre los supuestos de análisis de ganancias de
ciclo vital y decisiones sobre consumo que, hasta estos trabajos, tomaban las bases de
los trabajos de Modigliani y Bluemberg (1954) y Friedman (1957).
La función de ingresos Minceriana se aplicaba en estudios de formación de salarios
individuales y, en años posteriores, su uso se ha extendido a investigaciones muy
diversas como el análisis de problemas de discriminación salarial por sexo o raza, o la
influencia de la escolarización en el comportamiento social de los individuos entre
otros. Así mismo, los análisis de formación de salarios individuales se centraban, por
5
una parte, en el cálculo de la rentabilidad de la educación, que ha centrado la atención
de los investigadores con el objeto de ayudar a conocer el comportamiento de los
individuos en su decisión educativa, dado que la hipótesis básica de los modelos de
capital humano es que los individuos intentan maximizar su valor presente de los
ingresos teniendo en cuenta los costes asociados a la educación y, por otra, en estudiar
la experiencia como factor de aumento de la productividad y en consecuencia en su
influencia sobre las ganancias.
Los problemas de tales estudios son las limitaciones que se presentan en los conjuntos
de datos, que hacen difícil encontrar resultados comparables entre países. No obstante,
en este trabajo nos centramos en las bases teóricas que en las siguientes páginas
detallamos.
2.2. LA FUNCIÓN DE INGRESOS MINCERIANA
Mincer desarrolla la ecuación de ingresos a partir de dos planteamientos básicos que
rompen con las ideas aceptadas hasta entonces: el primero es que las habilidades
relevantes que determinan los salarios son observables, y el segundo, que estas
habilidades no se distribuyen normalmente. Desde aquí, Mincer busca encontrar los
determinantes de los salarios teniendo en cuenta que los ingresos se comportan de
manera similar a las habilidades. Por tanto, precisa conocer como se desarrollan las
habilidades de los individuos a partir de la educación o la experiencia.
El modelo de Mincer toma las bases en las aportaciones de Friedman (1953) en el que
considera los riesgos en las decisiones de los individuos asociados a las diferencias en
las oportunidades de cada uno. Las hipótesis que toma Mincer para presentar su modelo
son dos. En primer lugar, supone igualdad en las oportunidades de acceso a un puesto
de trabajo para todos los individuos e igualdad de habilidades y, en segundo lugar, que
los ingresos percibidos son constantes. Este supuesto es muy útil para calcular las
diferencias encontradas entre los individuos que toman distintas decisiones de inversión
en educación, y en consecuencia, que han soportado distintos costes de formación.
En el modelo se observa que cada año adicional de formación retrasa las ganancias que
el individuo percibe y, al mismo tiempo, que cada periodo retrasado será compensado
con ganancias superiores cuando el individuo acceda al mercado laboral. Esa
rentabilidad de la formación depende de los costes soportados para recibirla. La premisa
6
que Mincer toma para determinar su modelo se basa en considerar que los individuos
maximizan el valor presente de las ganancias de ciclo vital teniendo en cuenta los costes
asociados a la formación. En relación a los costes de la formación, Mincer considera dos
tipologías distintas que son los directamente relacionados con los servicios de la
enseñanza, y los relativos al periodo de formación, identificados como un coste de
oportunidad por dejar de percibir ingresos en el periodo que se acumula formación. Así,
en el caso de no considerar los costes de la enseñanza, la duración de la formación sería
idéntica para todos los individuos y el modelo irreal.
Si definimos las variables tal y como se exponen en Mincer (1958):
=l periodo de formación y de vida laboral.
=na ganancias anuales de un individuo con n años de formación.
=nV valor presente de las ganancias de ciclo vital en el momento de comenzar la
formación.
=r tasa a la que se descuentan las ganancias futuras.
=t 1,2,…,l , tiempo en años.
=d diferencias en los periodos de formación en años.
=e base del logaritmo natural.
Cuando el proceso de descuento es discreto, el valor presente de los ingresos de ciclo
vital es:
ll
ntnn r
aV )1
1(
1∑
+= +=
Y cuando el proceso de descuento es continuo:
)()( rlrnnrtnn ee
r
adteaV −−− −== ∫
El valor presente de los ingresos de ciclo vital de un individuo con dn − años de
formación es:
)( )( rldndndn ee
r
aV −= −−−
−
7
La tasa dnnk −, de los ingresos de ciclo vital de una persona para distintos años de
formación viene dada por la ecuación (1) dnn VV −= , y es la siguiente:
1
1)(
)()(
, −−=
−−== −
−+
−−
−−
−− nlr
ldlr
rlrn
rldnr
dn
ndnn e
e
ee
ee
a
ak (1)
De esta última ecuación se desprenden varias cuestiones. La primera es que las personas
con mayor formación obtendrán mayores salarios, la segunda que las diferencias de
ingresos de las personas difieren según los años de formación recibidos y, por último,
que es una función positiva de n, lo que supone que las diferencias de ingresos para
varios niveles de formación varían por un factor multiplicativo (k ), y no por una
diferencia constante [Ver Mincer (1958)].
A pesar de definir la formación según los periodos empleados para ella, hemos de
considerar que ésta no finaliza cuando se abandona la escuela. Precisamente es en el
puesto de trabajo donde se desarrolla la formación más importante para llevar a cabo
una tarea. En el modelo visto se incluye la formación como el periodo empleado en
formarse y, de la misma manera, se incluye la experiencia como una vía de formación.
En el modelo Mincer supone que el crecimiento de los ingresos permanece durante todo
el periodo laboral del individuo. Sabemos que las habilidades y la experiencia aumentan
los ingresos, pero al mismo tiempo podemos pensar que en los últimos años de vida
laboral se produce un deterioro de la productividad del individuo. Por este motivo se
encuentra que generalmente los ingresos de ciclo vital se comporten bajo una
distribución con forma de U invertida, tal y como se muestra en la figura 1, donde se
consideran dos individuos con niveles de educación diferentes y en consecuencia con
una senda de salarios distinta. El individuo 1 posee un nivel educativo superior al
individuo 2, de ahí que obtenga mayores salarios a lo largo de su ciclo vital, sin
embargo comienza a percibirlos más tarde porque dedica esos años a la educación.
8
FIGURA 1: DISTRIBUCIÓN DE INGRESOS DE CICLO VITAL.
Cuando distinguimos los trabajos según las habilidades requeridas, las implicaciones
que la formación tiene sobre la productividad son distintas. Para los trabajos que
requieren mayores habilidades adquiridas, la productividad crece más rápidamente,
mientras que para los trabajos que requieren labores manuales el crecimiento de la
productividad es menor. Por tanto, los individuos más formados suelen tener niveles de
productividad que crecen más rápidamente, y la experiencia es más relevante en los
trabajos que requieren más formación.
En el planteamiento de Mincer se concluye que las ganancias aumentan a través de la
formación del individuo. Esta formación se descompone en dos tipologías, la general,
que es la educación recibida en escuelas y que generalmente es aplicable en cualquier
trabajo, y la específica, que es la que se recibe para desarrollar un puesto de trabajo
determinado y que se define como la experiencia en un puesto de trabajo. La educación
y la experiencia son, en definitiva, los determinantes de las ganancias y de esta manera
la función estadística, considerando que las ganancias son influidas por estas variables,
se puede concretar en la siguiente expresión.
ξφ += ),( SXY
Donde ξ recoge las diferencias observadas en los individuos derivadas de su
productividad. Mientras que la función de ingresos Minceriana de capital humano
empleada en los estudios empíricos es la siguiente (2):
W
16 EDAD
W1
W2
9
iiiii XXSW ξββββ ++++= 23210log (2)
Donde W son los ingresos individuales, S es la escolarización y X la experiencia, que
generalmente se calcula a partir de una transformación de los años trabajados que
consiste en suponer que el individuo encuentra trabajo a tiempo completo al acabar los
estudios. De esta manera los años de experiencia son la edad (e) menos los años de
escolarización ( S ) y menos 6 que es la edad a la que se empieza la escuela. El ajuste
por tanto es:
6−−= SeX
Incluir la experiencia al cuadrado permite recoger la forma parabólica de la función,
correspondiente con el supuesto del aumento de capacidad productiva asociado con la
inversión en educación a medida que transcurre la vida laboral pero que disminuye en
los últimos años de trabajo. El coeficiente de escolarización es β1, que es constante,
positivo y proporciona un estimador de la tasa de actualización de la educación. β2 y β3
tienen signos positivo y negativo respectivamente. La educación y la experiencia hacen,
en definitiva, que los individuos esperen un mayor nivel salarial a lo largo de su vida.
La idea esencial a partir de la que se desarrolla toda la literatura de capital humano es
que los individuos esperan recibir un mayor nivel de ingresos a lo largo de su vida por
acumular años de escuela, dado que según este planteamiento serán más productivos al
tener mayor formación. Este es uno de los puntos fundamentales que determinan esta
teoría, es decir, la educación implica un aumento en la productividad de los individuos y
finalmente mayores salarios. Por otro lado, el equilibrio en este modelo se encuentra a
largo plazo, cuando en el mercado de trabajo la oferta asociada a cada nivel de
escolarización se iguala a la demanda para puestos equiparables a la formación de cada
trabajador, y de esta manera los trabajadores cuando alcanzan sus aspiraciones no
quieren modificar su nivel formativo.
Si en la ecuación Minceriana (2) consideramos que las empresas optan por formar a los
individuos que han recibido mayor formación porque consideran que son los más
hábiles, la nueva expresión de la ecuación es la siguiente (3).
iiiiiii XSXXSW ξβββββ +++++= 42
3210log (3)
10
Así, a partir de la expresión propuesta por Mincer podemos medir, además de los
rendimientos de la educación, el efecto de la experiencia sobre los salarios según se
muestra en la siguiente ecuación 4.
ii SXLnXi
LnWi432 2 βββ ++=
∂∂
(4)
Anotar que la experiencia está influida por la escolaridad. Una condición suficiente para
garantizar las mayores ganancias de los que tienen más experiencia y educación es que
el parámetro β 4 sea mayor que 0.
La literatura, como norma general, ha focalizado los estudios a partir de Mincer (1958)
en las decisiones de los individuos, sin tener en cuenta las empresas y las implicaciones
que éstas puedan tener en el mercado de trabajo. Willis (1986) recoge el desarrollo de la
literatura empírica en la función de ingresos tomando el modelo de ciclo de vida
exógenamente. No considerar las implicaciones sobre el mercado de trabajo por
simplificación tiene consecuencias de separación de teorías de capital humano y
mercado de trabajo y, además, hace poco reales los modelos. En su trabajo Willis
demuestra que a largo plazo se encuentra el estado estacionario asumiendo que con el
tiempo los trabajadores alcanzan los mismos niveles de productividad. Esta hipótesis se
consigue en la práctica asignando niveles de productividad idénticos por grupos de edad
y de formación. Existen, como decimos, numerosos planteamientos que incluyen
modificaciones sobre el modelo inicial, pero aquí recogemos el planteamiento clásico
que nos va a permitir discriminar entre éste y la hipótesis de señalización.
2.3. ANÁLISIS DE LOS DETERMINANTES DE LOS SALARIOS
La educación y la experiencia son los principales elementos que proporcionan al
individuo mayores salarios y así se recoge en la función de ingresos de Mincer. No
obstante, existen una serie de factores difícilmente cuantificables tales como la
habilidad, la motivación, factores demográficos o determinadas características
personales que también intervienen en la formación de los salarios.
La escolarización en los modelos de capital humano se define como la inversión que un
individuo decide realizar para obtener un determinado salario a lo largo de su vida,
considerando los costes asociados a esta formación. Las implicaciones de la teoría de
capital humano son que los individuos acumulan capital humano por cada año de
11
escuela, de este modo aumentan su productividad por cada periodo que han dedicado a
estudiar, independientemente del modo en que se haya empleado tal año. En este punto
se encuentran las mayores diferencias entre la teoría de señalización y la de capital
humano. Se observa además que los individuos con mayor escolarización tienden a
recibir una mayor formación en el trabajo, debido a que formar estos individuos supone
un menor coste a las empresas por su mayor capacidad para aprender. Este hecho hace
que habilidad y años de experiencia estén correlacionados, lo que implica una mayor
dispersión en la distribución de los ingresos.
Junto a la educación, la formación en el puesto de trabajo supone una vía de inversión
alternativa y que es cada vez más aceptada por los trabajadores, que sustituyen rentas
por formación en el puesto de trabajo, de manera que les permita acumular experiencia.
Denny y Harmon (1998) demuestran que el aumento de las ganancias derivadas de la
experiencia es mayor en los jóvenes, disminuyendo esas diferencias de ingresos en
edades más avanzadas. Podemos calcular los años de experiencia óptimos ( *X )
tomando la derivada de la función de ingresos respecto a iX , e igualando a 0 la
ecuación se llega a:
ββ
23
2*−
=X
En este resultado los años de experiencia son independientes de los años de
escolarización. La experiencia en el puesto de trabajo permite al trabajador aumentar su
productividad y, en consecuencia, los salarios aumentan cuando se posee mayor
experiencia. En general, la experiencia se determina como un factor menos importante
que la escolarización en la formación de los salarios, aunque este efecto es menor
cuando se incluyen en el estudio otras variables.
La herramienta clave en el análisis de la teoría de capital humano es la decisión del
periodo óptimo de educación. Willis (1986) ilustra el concepto de optimizar el tiempo
invertido en educación basándose en la idea de medir las diferencias de ingresos
obtenidos entre las diferentes decisiones de educación. La regla para que los individuos
decidan continuar los estudios es que la tasa de actualización de la educación (r) debe
ser superior a la tasa de interés del mercado (i). El nivel óptimo de escolarización es
aquel en el que se iguala la tasa de descuento con los costes marginales de educación.
12
En el planteamiento clásico de capital humano se obvia incluir medidas de habilidad
como factores que influyen en la formación de los salarios. Es preciso señalar que las
diferencias que se encuentran en los salarios se deben, además de los dos componentes
mencionados, a otra serie de factores, bien sean la motivación, determinadas
características personales o la habilidad. Este último se contempla como un elemento
determinante para los empleadores cuando pretenden conocer la capacidad del individuo
al desarrollar un trabajo. El problema que plantea este factor es que es muy complicado
establecer medidas de habilidad y, en este sentido, la literatura ha recogido diversas vías
de cálculo como tests que miden la habilidad psíquica y física, o los que se refieren a
controlar los efectos no observables tales como la influencia que la familia tiene sobre
el desarrollo de las habilidades. Taubman (1976) demuestra que ciertas medidas de
factores genéticos y medioambientales son estadísticamente significativos en la
determinación de los salarios. Griliches (1972) encuentra una evidencia importante al
estimar una función de ingresos que incluye la propensión a ser hábil, considerando que
ciertos aspectos familiares, personales y medioambientales permiten desarrollar las
habilidades individuales. El resultado que obtiene sustenta que la habilidad crece
positivamente con la experiencia. La función propuesta es:
ξγβα +++= ASWilog (5)
El parámetro β proporciona una medida de los rendimientos de la educación y A es una
variable que incluye la habilidad, aspectos familiares, la escolarización y otros aspectos
que influyen en la formación de salarios. A pesar de emplear en la ecuación una medida
de la habilidad, el autor pone énfasis en que la habilidad es un factor inobservable.
Behrman et al. (1977) defienden que la habilidad estimada es una consecuencia de la
contribución genética y medioambiental de la familia al individuo. Para medir este
efecto familiar descompone la habilidad en un componente genético y otro
medioambiental. Así:
iii EGA +=
Behrman encuentra evidencia de la tendencia a adquirir habilidad cuando se consideran
aspectos familiares. El desarrollo de su modelo se basa en desarrollar la ecuación 1, y en
calcular la diferencia entre dos ecuaciones donde se incluyan dos grupos de la población
que respondan a distintas características personales y, en definitiva, con distintas
oportunidades de acceso a la educación. La ecuación resultante es la siguiente.
13
´´´´´´´´ )()()()()(loglog iiiiiiiiiiiiiiii EEGGSSAASSWW ξξγγβξξγβ −+−+−+−=−+−+−=− (6)
En la ecuación 6 presentada i e i´ determinan los grupos de individuos con distintas
posibilidades de acceso a la educación. Las estimaciones de este modelo se pueden
interpretar como una muestra de la mayor tendencia a la educación de los individuos
que por factores familiares tienen más fácil el acceso a la educación. Griliches (1972)
argumenta que esta observación puede ser errónea porque no todas las variables
omitidas se relacionan con efectos familiares, y que los efectos de los problemas
estadísticos relacionados con la no observabilidad de la habilidad se acentúan en
regresiones donde se considera a la familia. Este problema es menor cuando la varianza
de la escolarización de la población es grande, por esta razón en la familia los miembros
suelen tener un nivel de escolarización parecido y se observa esa relación positiva en las
estimaciones de factores familiares y de habilidad.
La literatura recoge otros aspectos relativos a las características personales que hacen
que los individuos posean distintas capacidades para desarrollar un trabajo y en
definitiva que perciban diferentes salarios. En este sentido, los factores demográficos
tienen influencia sobre la formación de los salarios, y especialmente la edad de los
individuos se considera un elemento que influye sobre la productividad de los mismos.
Freeman (1979) recoge las variaciones en la distribución de la edad de la fuerza de
trabajo en un intento por medir las implicaciones que los factores demográficos tienen
sobre las ganancias, a partir de suponer que los trabajadores jóvenes y los
experimentados no componen un factor productivo sustitutivo perfecto. El resultado
llamativo de su trabajo es que cuando los trabajadores jóvenes aumentan, las ganancias
relativas de este grupo respecto a los más experimentados caen, especialmente para los
trabajadores más formados. Este resultado está relacionado con las conclusiones del
modelo de Mincer, donde considera que las ganancias crecen a medida que el individuo
adquiere experiencia, y este fenómeno es más pronunciado en los trabajos que requieren
una formación elevada.
2.4 PROBLEMAS EN LOS RESULTADOS EMPÍRICOS
Todo el desarrollo teórico encuentra limitaciones cuando se intentan trasladar a la
práctica los conceptos planteados. Como hemos comentado anteriormente, la formación
se puede distinguir en general o específica, y en ambos casos es interesante medirlas en
14
años. La primera limitación hace referencia a la formación específica, que se considera
como la experiencia de un individuo a lo largo de su vida laboral. Los datos
normalmente no recogen los años de experiencia de los trabajadores, por ello se realiza
un ajuste para su cálculo que en el trabajo se ha comentado. Otra alternativa es calcular
la experiencia potencial a partir de la edad en la que el individuo encontró su primer
empleo. Si la muestra contiene esta variable, basta con restar a la edad del individuo la
edad en la que encontró su primer empleo. Estas aproximaciones tienen el problema de
incluir como experiencia periodos en los que el individuo está desempleado. Por otro
lado, medir los años de escuela es también complicado, aunque las bases de datos
recogen distintas medidas de años de formación general que hacen más fácil
determinarlos.
Otro problema que aparece en los trabajos empíricos es que los individuos cuando son
encuestados suelen mostrarse adversos a declarar los salarios que realmente perciben,
indicando normalmente cifras de salarios inferiores. Además, suelen existir fuentes de
ingresos ajenas al trabajo y que no se recogen en los conjuntos de datos que provocan
que los salarios que aparecen en las bases de datos estén infravalorados. Este problema
de infravaloración de los ingresos hace que las estimaciones se alejen de la realidad, e
incluso en algunas investigaciones se modifiquen los datos de salarios por un factor
proporcional de corrección. Al respecto, en la literatura se han propuesto factores de
ajuste de los salarios que normalmente consisten en realizar modificaciones a partir de
información obtenida a priori acerca de ciertas características personales, tales como
factores familiares y demográficos, que permiten establecer en cierta medida la varianza
de esos ingresos para poder transformarlos con objeto de hacerlos más fiables. Para
evitar esos problemas de infravaloración de los salarios sería ideal utilizar la
productividad marginal como proxy de los ingresos, puesto que recoge las posibles
diferencias salariales de modo más real, pero esta variable no se ofrece normalmente en
las bases de datos.
Otra cuestión discutida en la literatura hace referencia a emplear datos de ingresos
anuales o salarios hora. Los ingresos anuales también suelen ajustarse por la
probabilidad de quedar en desempleo, reduciendo su cuantía cuando la muestra no
incluye el total de la población y los datos son individuales, porque los trabajadores que
reciben prestaciones por quedar en paro obtienen un salario menor al que recibirían en
caso de estar ocupados. Los resultados del cálculo de la tasa de actualización cuando se
15
incluyen los ajustes por desempleo varían aumentando su valor. Se recomienda por
tanto usar datos de salarios por hora para precisamente no incluir periodos en los que el
individuo queda desempleado. Otros aspectos, tales como la incidencia que los sistemas
impositivos tienen sobre los ingresos pueden ser considerados, sin embargo, en la
mayoría de trabajos no se realizan ajustes en los datos de ingresos.
La composición tan diversa de los sistemas educativos no permite realizar análisis
comparativos entre diferentes países, y esto lleva a trabajos de homogeneización de
datos para que las investigaciones que incluyen el análisis de varios países sean
comparables. Además, el periodo para obtener los títulos educativos no permanece
invariante y cuando se incluyen en el estudio a diferentes cohortes, los años de
educación y en definitiva la formación recibida es muy distinta entre los individuos que
con distintas edades tienen los mismos niveles educativos. No es este por tanto un
problema del conjunto de datos sino un problema de interpretación de los mismos, pero
que en definitiva plantea a los investigadores la necesidad de buscar datos compatibles
para el conjunto de países que se intentan estudiar.
A los citados problemas de medidas de habilidad, infravaloración de renta y consumo y
heterogeneidad de los sistemas educativos, el principal tema de discusión entre los
investigadores es la inclusión de factores no observables como la habilidad innata en la
ecuación de salarios. Por tanto, para determinar los ingresos de los individuos es
necesario conocer sus niveles de productividad, y suponer que estos sólo dependen de
los años de formación y experiencia no se ajusta totalmente a la realidad.
2.5 MÉTODOS DE ESTIMACIÓN DE LA TASA DE ACTUALIZACIÓN DE LA
EDUCACIÓN
Partiendo de la hipótesis básica por la que el individuo intenta maximizar su valor
presente de los ingresos esperados en su ciclo de vida, la tasa de actualización describe
la relación entre los costes y beneficios asociados a la enseñanza y proporciona una
medida de rentabilidad de la inversión en escolarización que permite a los individuos
obtener una herramienta de análisis para que esa decisión sea óptima, y se define como
la tasa de interés que iguala a cero las ganancias netas descontadas, tal y como se recoge
en la ecuación 7.
16
0)1(1
=+∑
−
=
st
tt
t
r
W (7)
Donde W son las ganancias percibidas en cada periodo t por los individuos. Para que la
tasa sea aplicable a la inversión en educación se toman las diferencias de salarios entre
los diferentes niveles educativos, y para ello es necesario determinar los niveles de
enseñanza previamente. De este modo, si consideramos dos niveles educativos en la
ecuación 7 y sus respectivos salarios, alto (hW ), y bajo ( sW ) se obtiene la ecuación 8
que proporciona las ganancias adicionales netas descontadas de los individuos con un
nivel de formación alto respecto a los del nivel educativo bajo.
0)1(
)(
1
=+−
∑−
=
st
ttsh
r
WW (8)
La situación de equilibrio es aquélla en la que se igualan los ingresos futuros y los
costes de la educación. Tomando como costes de la educación el ingreso que se hubiera
obtenido con un nivel de educación bajo, es decir, el coste de oportunidad (sW ) y los
costes directos de la educación (sC ), como por ejemplo la matrícula, se obtiene la
expresión 10.
ss
st
ttsh CW
r
WW+=
+−
∑−
=1 )1(
)((10)
Un individuo invierte en escolarización si ir > , siendo i la tasa de interés del mercado.
Si t es elevado, la ecuación 10 se puede expresar de la siguiente forma (11).
sssh CW
r
WW+=
− )((11)
Y cuando Cs tiene valores pequeños y tomando logaritmos se obtiene la expresión 12.
shs
sh WWW
WWr loglog
)(−=
−= (12)
La elección del periodo óptimo de escolarización lo determina la tasa descuento, así el
individuo continuará estudiando mientras tenga una tasa de actualización superior a la
tasa de interés de mercado, o bien hasta que se igualen los beneficios esperados con los
17
costes de la educación. En esta expresión se recoge la diferencia de salarios obtenida
por estudiar hasta el nivel de educación alto en relación a un nivel inferior. La literatura
de capital humano busca desarrollar modelos que se ajusten a la realidad económica, y
por ello se realizan intentos por incluir hipótesis que contemplen diferencias en
oportunidades y habilidades entre los individuos. Manteniendo la igualdad en las
ventajas comparativas, es decir, todos los individuos tienen una capacidad similar, se
entiende que los individuos con menor nivel de escolarización tendrán una tasa de
descuento mayor y viceversa.
En el trabajo realizado por Public Funding and Private Return to Education [PURE,
(1999)] en un estudio realizado para 15 países europeos con datos desde 1980 hasta la
década de los 90´s, se encuentran como resultados más destacables que los rendimientos
de la educación para las mujeres son mayores, argumentando tal motivo por tener una
oferta de trabajo más inelástica. Por otra parte se detecta que en los países escandinavos
los valores de los rendimientos educativos son inferiores, y los países donde hay una
tasa de descuento más elevada son Irlanda y el Reino Unido. De los 15 países
estudiados, en 10 de ellos encuentran que la rentabilidad de la enseñanza aumenta y en
sólo 5 disminuye, contradiciendo este resultado los de investigaciones previas.
Finalmente distintos autores han empleado diferentes enfoques acerca del análisis de la
rentabilidad de la educación, bien sean a través tasas privadas o sociales, tasas
promedios o marginales o tasas ex-ante o ex-post, según la finalidad del estudio. Los
rendimientos de la enseñanza privados incluyen todos los beneficios y costes incurridos
por un individuo, mientras que la tasa de actualización social incluye los soportados por
las instituciones, además de los impuestos asociados a la educación. Los estudios suelen
centrarse en el análisis de los rendimientos privados de la educación, sin considerar la
rentabilidad social. Son muy pocas las investigaciones en las que se analiza la
incidencia que tiene la financiación pública en la decisión de los individuos o las
consecuencias sociales de las subvenciones en educación. A continuación mostramos
una aproximación de un planteamiento donde se consideran los recursos destinados a la
educación. Si se define el ingreso neto como:
sss TWW +=´
hhh TWW +=´
18
Siendo Th y Ts los impuestos pagados por obtener un nivel de escolarización alto y bajo
respectivamente. Y por otra parte se definen los costes de escolarización de la siguiente
manera:
hhh SCC +=´
Ch recoge los costes de escolarización mientras que Sh es la cantidad de recursos que la
sociedad destina para un nivel de escolarización alto. Sustituyendo ´hW y ´
sW en la
ecuación 10 tenemos 13:
tsht
sh rWWr
WC)1)((
)1(
´ ´´´´
+−=++
∑∑ (13)
La parte izquierda de la expresión 13 recoge los años de estudio (m), mientras que la
derecha los años trabajados (n). Si se tiene en cuenta que parte de los costes no los paga
el individuo (Ch´ > Ch) y que los que tienen mayores ingresos pagan impuestos más
elevados, ( Th > Ts) entonces:
shhh TTCC −>−´
Como norma general, la tasa de actualización social es más baja que la privada si no se
tienen en cuenta los subsidios. De esta manera ambas tasas proporcionan una medida
que ayuda tanto a instituciones como a individuos a tomar decisiones acerca de la
financiación pública y las decisiones en inversión a la educación en cada caso.
Otra forma frecuente de calcular las tasas de actualización es a través de valores
promedio. No obstante son las tasas marginales las que suelen utilizarse en los análisis
empíricos, y permiten comparar como decíamos en líneas previas la rentabilidad de uno
o un grupo de individuos con otros de nivel inferior. Sin embargo cuando el objetivo del
análisis es comparar entre individuos con cualquier nivel educativo y otros sin
educación, las tasas empleadas pueden estar expresadas en valores promedio.
El cálculo de la rentabilidad de la inversión en enseñanza ex-post se hace cuando se le
quiere dar al estudio un enfoque histórico, mientras que el análisis ex-ante normalmente
sirve para el estudio del comportamiento en las decisiones educacionales. No obstante,
no podemos olvidar las limitaciones en los datos, y los estudios ex-post son
complicados porque normalmente no existen bases de datos que contengan series
históricas de ingresos por niveles de educación de los mismos individuos, y por este
motivo la mayoría de investigaciones se realizan con datos de sección cruzada.
19
Por último, el cálculo de la tasa de actualización a través de una estimación estadística
implica considerar que todos los individuos tienen el mismo conjunto de oportunidades.
Si se asignara un nivel de habilidad a cada grupo de individuos según su nivel de
formación se obtendría un estimador imparcial de las oportunidades de cada individuo
en cada grupo, debido a que el término de error ξ es independiente de las variables
escolarización y experiencia. Un estimador que permita recoger el conjunto de
oportunidades de un individuo tipo dentro de un grupo con determinadas características
es muy difícil encontrarlo, dado que los datos no suelen recoger el conjunto de
oportunidades. Este problema de autoselección plantea una dificultad econométrica
derivada de no poder observar las diversas opciones de elección que tiene cada
individuo.
Tal y como hemos venido repitiendo, la teoría de capital humano se sustenta bajo la
hipótesis de que la educación proporciona mayor productividad, lo que lleva a los
empleados a obtener mayores salarios dado que su producto marginal es superior que en
el caso de no haber recibido enseñanza alguna. La limitación del modelo de Mincer es
que supone homogeneidad en los individuos, es decir, todos tienen las mismas
oportunidades y el desarrollo de sus habilidades será idéntico. La inversión en
educación tiene diferentes efectos en las habilidades de los individuos, de lo contrario
todos ellos tendrían una estructura salarial idéntica. La literatura desarrolló a partir de
este modelo inicial trabajos en los que se considera heterogeneidad en el capital
humano. Becker (1966) es el primero que rompe con la igualdad de oportunidades al
considerar diferencias en los costes de financiación de los estudios. Rosen (1977) hace
una breve descripción de lo que más tarde Willis (1986) desarrolla para buscar un
modelo de capital humano que recoja el equilibrio bajo hipótesis más reales. Para no
alejarnos del objetivo del trabajo, hemos centrado nuestra síntesis en los supuestos
esenciales con el fin de entablar un marco teórico fiable para completar el objetivo de
este estudio. A continuación, detallamos la teoría de señalización, que apareció en la
literatura como una base teórica alternativa a la clásica de capital humano, donde se dan
cabida a interpretaciones acerca de la educación bastante diferentes a las vistas hasta
este momento.
20
3. TEORÍA DE LA SEÑALIZACIÓN
La hipótesis aceptada tradicionalmente que aseguraba que la educación proporciona a
los individuos incrementos en la productividad se rompe cuando Arrow (1973), Spence
(1973) y Stiglitz (1975) introducen el concepto de señalización como alternativa a la
teoría de capital humano. Esta teoría se basa en una hipótesis muy diferente al
plantearse la utilidad de la educación como un mecanismo por el que los individuos
adquieren títulos que los emplean como señales para ofrecer a los empleadores para que
éstos establezcan las expectativas acerca de su productividad. Según este enfoque, la
educación se identifica como la información referente a la productividad que tienen los
empresarios sobre los trabajadores, y se pueden encontrar diferencias entre esas
expectativas de los empresarios y la productividad que demuestran los trabajadores.
Este argumento ayuda a explicar las diferencias salariales que existen entre individuos
con niveles de enseñanza idénticos, mientras que tal planteamiento no encuentra
respuesta en los modelos clásicos de capital humano. Por tanto, los empleadores se
encuentran con un problema cuando deben determinar los salarios de sus trabajadores al
contratarlos, y en este sentido tienen información de un conjunto de características, pero
no disponen de información perfecta2 acerca de la productividad del trabajador en el
puesto de trabajo. La información imperfecta provoca que se produzcan costes
vinculados a la contratación, tales como los de aprendizaje, que convierte la
contratación en una decisión incierta3. Los empresarios se basan en los índices y las
señales4 del individuo para determinar la productividad marginal de éste y así asignarles
un salario que corresponda con las expectativas creadas a partir de esa información. Es
decir, lo que los empleadores pretenden con estas señales es que los trabajadores que
aspiran a acceder al mercado laboral no conformen una muestra aleatoria, para de este
modo señalizar como los más adecuados al puesto a los que poseen mayores niveles
2 Los trabajadores tampoco tienen información perfecta acerca del puesto de trabajo. Para simplificar nos centramos en la búsqueda desarrollada por el empleador.
3 M. Spence denominó este proceso como la compra de una lotería para el empresario en la forma de los salarios.
4Los índices y las señales son definidas por Spence (1973) como las características personales que ayudan al empresario a obtener información acerca de la productividad de los empleados. Si son características permanentes, por ejemplo la raza, se denominan índices. Por el contrario si dichas características son alterables por decisión del individuo, como la educación, se habla de señales.
21
formativos [ver Arrow (1973) donde desarrolla la teoría de filtro]. De esta manera, los
empresarios comienzan un proceso que consiste en recoger información a partir de las
señales ofrecidas por los empleados contratados en forma de títulos educativos y que
han determinado sus expectativas acerca de su productividad y, transcurrido un periodo,
pueden comparar si la información que utilizaron para determinar los salarios es
adecuada. Podemos comprender que los salarios se establecen a través de un esquema
que responde a los argumentos que el empresario posee acerca de los empleados.
Según la idea de señalización, los individuos pueden crear sus posibilidades de salarios
y de puestos de trabajo al educarse porque a través de la enseñanza adquieren las
señales que los posicionan de manera diferente ante el mercado de trabajo. Desde el
punto de vista de los trabajadores, desde que perciben la posibilidad de aumentar las
ganancias a través de la información de sus propias habilidades, intentarán aumentar los
recursos destinados a adquirir esta información [Stiglitz (1975)]. Lo que acabamos de
describir es el denominado proceso de autoselección por el cual estos individuos cuando
deciden el nivel educativo que quieren completar están estableciendo la productividad
que los que contratan sus servicios creerán. Por tanto, los individuos al educarse están
seleccionando las ganancias que esperan recibir.
La teoría clásica de capital humano y la de señalización implican comportamientos
similares acerca de las expectativas que la educación genera, es decir, en cualquier caso
el individuo opta por estudiar para percibir mayores ganancias, pero las diferencias se
hallan en las implicaciones que de darse una u otra alternativa tendrán sobre los
mercados de trabajo.
Tal y como hemos visto en los modelos de capital humano, la educación implica costes
que difieren para cada individuo, por ello existen múltiples decisiones de educación
porque cada individuo intenta maximizar la diferencia entre los salarios ofrecidos para
las señales que cada uno decida adquirir y los costes asociados a éstas. Los costes de
conseguir las señales permiten distinguir a los individuos que las poseen del resto, de
este modo, las señales sólo son útiles para los individuos cuando los costes de
señalización estén correlacionados negativamente con los ingresos, es decir, para
algunos trabajadores o trabajos ciertas señales carecen de valor y en este caso los costes
de adquirirlas aumentan. La correlación negativa es una condición necesaria pero no
suficiente para que se produzca señalización, porque además es preciso que haya un
número suficiente de señales para que se puedan establecer rangos que categoricen a los
22
individuos como elementos diferenciados. Algunos elementos que establecen estas
categorías son los años de educación, el grado de educación alcanzado o los títulos
obtenidos entre otros.
El proceso de contratar a partir de la información a priori que realizan los empleadores
se retroalimenta con el transcurso del tiempo cuando el empresario adquiere la
información de la productividad real de las sucesivas olas que van accediendo al
mercado laboral. De este modo se van ajustando los salarios a las expectativas de los
empleadores en el tiempo, en un sistema en continuo estado de flujo. El equilibrio se
alcanza cuando las expectativas creadas por los individuos a partir de las señales
coinciden con los esquemas de salarios determinados por los empleadores. En esta
descripción, los índices no son relevantes porque no suponen un problema en la
decisión de los individuos. No obstante, los empleadores normalmente toman los
índices como señales para conocer la productividad de los trabajadores. Jaeger y Page
(1996) encuentran diferencias en los salarios percibidos en individuos con idéntica
formación pero de diferente sexo o raza. Si los empleadores convierten los índices en
señales, la incidencia que en estos casos tienen los índices sobre el mercado de trabajo
es idéntica a las comentadas anteriormente para el caso de la educación. [Ver Spence
(1973)].
Para ilustrar la idea proponemos un ejemplo que nos muestra de un modo muy sencillo
el funcionamiento del mercado de trabajo bajo la hipótesis de señalización. Si tomamos
dos grupos, el primero de ellos tiene una productividad igual a 1 y un coste de
educación y, mientras los del segundo grupo poseen una productividad de 2 y soportan
la mitad del coste para alcanzar el mismo nivel educativo. Definimos un nivel educativo
que se ajusta a las expectativas de los empresarios como y*, podemos entonces afirmar
que los individuos con un nivel educativo y < y*, tendrán una productividad de 1 con
probabilidad 1. Los que tienen un nivel educativo y > y* se le supone una productividad
de 2 con probabilidad 1. Es lógico pensar que a partir del nivel educativo y* el salario
ofrecido será superior que para los niveles inferiores. Ese nivel determinado por las
expectativas de los empresarios es el que establece los beneficios que se obtendrán
derivados de las diferencias procedentes del trabajo y los costes de la educación. Anotar
que los individuos por debajo de ese umbral tomarán como decisión educativa el nivel
más bajo, porque esperan obtener un salario correspondiente a un nivel de productividad
1 (ver figura 2). Del mismo modo, los individuos que deciden estudiar por encima de y*,
23
no tomarán un nivel educativo superior al correspondiente justo con ese nivel, porque se
espera que tengan una productividad de 2, independientemente de la formación
adicional que puedan recibir. Esto ocurre porque el empresario toma la señal educativa
para crear los esquemas salariales. Finalmente, es comprensible que en el mercado de
trabajo se puedan encontrar tantos equilibrios como empleadores haya, pero en este
punto hemos intentado simplificar al máximo el ejemplo. Podemos pensar en el
comportamiento del mercado de trabajo no sólo con dos grupos, sino en tantos como los
que corresponden a cada tipo de trabajo.
La figura 2 representa gráficamente el ejemplo que acabamos de ver. En ella se muestra
el nivel de salarios que los empresarios ofrecen a los individuos según sus niveles de
formación. En este caso sólo se consideran dos niveles de enseñanza, uno alto y otro
bajo, de ahí que y* es el nivel de educación que diferencia a los individuos que obtienen
salarios elevados y bajos. Cuando el nivel educativo y > y* las expectativas de
productividad de los empresarios es 2, independientemente de la formación adicional a
ese nivel y* que posean los individuos. Del mismo modo, para todos aquellos
individuos que tienen una educación y < y* los empresarios esperan que tengan una
productividad de 1. Lo interesante es que en caso de existir señalización los salarios se
ajustan por esas expectativas y, en consecuencia, se produce una asignación de salarios
ineficiente que provoca pérdidas para los individuos y para la sociedad.
FIGURA 2: ESQUEMA DE SALARIOS OFRECIDOS POR LOS EMPRESARIOS.
Fuente : Spence (1973)
La repercusión que tiene este equilibrio es negativa para el estado del bienestar. Desde
el punto de vista social la señalización no genera beneficios, en tanto que la
productividad de los trabajadores no aumenta con la educación. El motivo para pensar
y y*
W(y) 2 1
24
en las pérdidas del estado del bienestar es que se produce un aumento en el nivel
educativo del país, lo que conlleva que a la vez los costes de la educación también se
incrementen, provocando una pérdida de los beneficios sociales porque los ingresos
netos disminuyen. Volviendo al ejemplo de antes, desde la perspectiva individual,
podemos comprender que en el caso de los trabajadores del primer grupo, muchos
estarían recibiendo salarios superiores a los que le corresponden con su productividad
real. Para los del grupo con formación alta, la mayoría de individuos tienen una
productividad marginal elevada, pero los sueldos que reciben son los correspondientes a
un nivel inferior, determinado por el umbral que separa los trabajadores de
productividad alta y baja. Por tanto, el nivel educativo y* se convierte en un requisito
para alcanzar un salario alto. La educación es un elemento que aumenta la productividad
desde el punto de vista individual, porque se utiliza como una señal frente al mercado de
trabajo, pero desde el punto de vista de la empresa no se refleja en un incremento del
producto marginal. Este es un caso en el que ambos grupos pierden respecto a la
situación inicial cuando existe señalización, pero no es la única situación posible, cabe
la posibilidad en la que al menos uno de los grupos mejore su situación inicial [Ver
Spence (1973)].
En presencia de señalización las consecuencias sociales se deben tener en cuenta, dado
que la inversión en educación se traduce en un proceso de búsqueda de rentas que no
genera beneficios para la economía. Por otra parte hemos visto que el equilibrio se
encuentra cuando las expectativas de los empleadores coinciden con las expectativas
salariales de los individuos y no son modificadas por la información que se obtiene tras
la contratación de nuevos trabajadores. Es evidente que para que esto se produzca es
necesario que el flujo de información entre empleador y aspirantes sea perfecto.
3.1. ALGUNOS CRITERIOS DE APROXIMACIÓN AL EFECTO SEÑALIZACIÓN
En la literatura se han desarrollado trabajos empíricos que pretenden demostrar la
hipótesis de señalización. Uno de los trabajos que fue más relevante en los primeros
estudios sobre las hipótesis de señalización es el de Taubman y Wales (1973), donde
mostraron evidencia a favor de la hipótesis de señalización indicando que los salarios se
reducirían hasta un 50% en ausencia de señalización en las ocupaciones que ofrecen
salarios elevados. En él estiman predicciones de los rendimientos de la educación para
25
individuos en ocupaciones distintas a las que desarrollan. Concretamente calculan los
rendimientos que obtendrían individuos que ocupan puestos de trabajo que requieren
una formación baja en el caso de ocupar puestos que requieren una formación elevada,
incluyendo como variables independientes los niveles de educación, la edad, la
habilidad, etc. Encuentran que los trabajadores con baja formación ganan menos de lo
que las predicciones del modelo determinarían si éstos ocupasen puestos que requieren
una formación elevada, mostrando que en caso de desarrollar esos puestos obtendrían
salarios superiores a lo que su productividad real ha mostrado por los salarios que
efectivamente perciben en los trabajos que desarrollan. Esta es una de las conclusiones
más relevantes que los trabajos empíricos habían extraído acerca de la señalización, y es
que ésta tiene efectos diferentes sobre los distintos puestos de trabajo, es decir, para los
puestos que requieren niveles de formación altos tienen un efecto más patente. No
obstante, estos planteamientos se rechazaron en posteriores estudios. Layard y
Psacharopoulos (1974) afirmaron que las ganancias de la educación caen cuando los
empleados acumulan experiencia porque los empresarios adquieren información acerca
de la productividad real de los trabajadores. Otro trabajo donde analizan las extensiones
de la señalización está recogido en Albrecht (1974). El autor argumenta que si la
educación se utiliza como una señal, será empleada para distinguir a los que tienen
niveles de productividad altos y bajos en los individuos que no poseen trabajos, es decir,
miden el efecto que la educación tiene sobre la asignación de salarios únicamente para
los que están fuera del mercado de trabajo porque sobre éstos individuos los
empresarios no tienen información acerca de su productividad. Wolpin (1974)
argumenta que si la educación tiene un efecto meramente informativo, en este caso los
autoempleados deben tener unas ganancias de la educación menores. Por último, hemos
de citar los trabajos pioneros de Spence (1974), donde considera la educación como un
método de señalizar su capacidad productiva, y Stiglitz (1975) que defiende que la
enseñanza sirve para reducir la varianza de la productividad esperada por los
empleadores acerca de los trabajadores que pretenden contratar.
Las aproximaciones que la literatura plantea para medir los efectos de la señalización
las podemos agrupar en cuatro categorías según los procedimientos empleados:
I. Estimaciones de las tasas de rendimientos de la educación para diferentes
submuestras, para comprobar si en alguna de ellas señalizan a los individuos
26
[Psacharopoulos (1979), Riley (1979), Ziderman (1992) y Brown y Sessions
(1999)].
II. Conocer los perfiles de los salarios de ciclo vital distinguiéndolos por niveles
educativos, sectores o experiencia laboral. [Layard y Psacharopoulos (1974),
Tucker (1986), Cohn et al. (1987)].
III. Incluir la posición percentil en la distribución de los años de educación. [Kroch
y Sjoblom (1994)].
IV. Analizar por un lado los años de estudios reales y por otro los teóricos, para
detectar si los que emplean menos años para obtener un título son realmente más
hábiles o bien el mercado de trabajo penaliza a los menos hábiles, es decir,
comprobar si se produce un efecto sheepskin. [Oosterbeck (1992), Groot y
Oosterbeck (1994)].
En este apartado describimos brevemente algunas de las herramientas más recientes que
la literatura propone. Todas ellas buscan identificar si la educación se traduce en
aumentos de productividad o bien sirven como elemento indicador de la habilidad de los
individuos en determinados grupos de la población. A pesar de que tanto la teoría de
capital humano como la de señalización suponen correlación entre educación e ingresos
lo interesante es, como acabamos de decir, poder medir si los años de escuela suponen
efectivamente un aumento de la productividad. La alternativa comúnmente aceptada
consiste en separar grupos de población, bien sean autoempleados o asalariados,
trabajadores del sector público o privado, etc., que permitan identificar las diferencias
que se puedan encontrar entre ellos como mecanismos de señalización del mercado de
trabajo.
Una herramienta muy sencilla consiste en estudiar las variaciones en los ingresos de
ciclo vital de los individuos de un país cuando se producen modificaciones en los años
requeridos para alcanzar los niveles educativos. Se trata de los llamados experimentos
naturales, y suponen que aumentos en los niveles de enseñanza deberían corresponderse
con aumentos en la productividad de los individuos y en consecuencia en sus ganancias,
tal y como predice la teoría de capital humano. Estos estudios se han realizado a partir
del supuesto de Lang y Kropp (1986) por el que defienden que un cambio en la edad
mínima de educación obligatoria afectará únicamente a aquéllos individuos que quieran
obtener el nivel de enseñanza mínimo. Sin embargo, bajo el argumento de señalización,
27
cualquier cambio en los niveles de educación afectará al conjunto de la población
porque de esa manera obtienen señales que mantienen las diferencias respecto al resto.
Simplemente con calcular los perfiles de salarios de ciclo vital de los individuos
afectados por ese cambio y los que no se obtendría una medida del comportamiento de
señalización, esperando que para aquéllos que recibieron más años de escuela obtengan
mayores rendimientos, ya que de lo contrario esos años de educación adicional no se
trasladan a la productividad de los individuos como defiende la hipótesis de
señalización. Harmon et al (2004), en un análisis realizado para Inglaterra y Gales entre
los años 1993 y 2001 a partir del Labour Force Survey (LFS), no encuentran tendencia
en las ganancias, especialmente para los niveles de enseñanza altos. Desde la idea de
señalización, cualquier cambio en los niveles educativos mínimos, como hemos
apuntado, provocaría un aumento en la educación del resto de niveles para mantener las
señales como elemento diferenciador entre individuos, y en este trabajo observan que
para el Reino Unido no se produce tal comportamiento en contra de la teoría de
señalización.
Una técnica que planteó Riley (1979) consistía en separar la muestra a estudiar en dos
grupos, a partir del supuesto que la señalización influye en algunos trabajos más que en
otros. Uno en el que el elemento de señalización se presumiese importante, por ejemplo
para los individuos con educación elevada, y otro para los que no exista elemento
señalizador alguno, como son los individuos con baja escolarización. Esta división ha
sido muy criticada en la literatura porque no responde a ningún argumento y se acerca
más a una segregación arbitraria. En los trabajos de Altonji y Pierret (2001) y Galindo-
Rueda (2003) han analizado este enfoque y argumentan que los incrementos de la
productividad responden a los aumentos en la experiencia de los trabajadores, lo que
implica que se produce un efecto de aprendizaje de los individuos en contra de la teoría
de señalización.
Partiendo de la idea de la versión anterior, las herramientas que se han utilizado de
manera general se centran en diferenciar entre grupos que respondan a determinados
argumentos que distingan sus salarios a partir de señales. Por tanto, con el objetivo de
distinguir a grupos que pueden recibir salarios a partir de las señales que poseen, se
exponen dos desagregaciones en la literatura.
Wolpin (1974) plantea el análisis de los rendimientos de la educación separando entre
trabajadores por cuenta propia y asalariados. De acuerdo con la teoría clásica, ambos
28
grupos de trabajadores deben obtener los mismos rendimientos de la enseñanza si
actúan en un mercado competitivo. La información acerca de los trabajadores
asalariados no es perfecta para los empleadores y aquí se rompe esta premisa. Podemos
pensar que para los autoempleados las ganancias proceden en parte de la educación,
pero hemos de considerar que otros factores influyen en la obtención de salarios y para
este grupo tienen mayor relevancia que para los asalariados, basta con pensar por
ejemplo en la motivación que puedan tener los individuos de los dos grupos. Otro
argumento que ayuda a comprender las diferencias citadas es que si el esquema de
salarios se corresponde con la teoría de señales, el primero de los grupos se escapa de
esta influencia de la señalización, dado que son ellos mismos los que se asignan los
salarios y en este caso poseen una información perfecta acerca de su productividad. Por
otra parte, el grupo de asalariados, se enfrenta al mercado de trabajo ofreciendo una
información a los empleadores acerca de sus características personales, que nunca
reflejan de un modo perfecto el producto marginal de estos en los puestos vacantes. Por
este motivo es de esperar que para aquéllos que se les asignan los salarios a partir de
señales las ganancias percibidas sean superiores. Por último, el efecto motivador que se
busca con los salarios, que para el caso de los empleadores desaparece porque sus
ganancias proceden de beneficios y otros resultados de la actividad económica, supone
que los rendimientos de la educación de los empresarios sean inferiores. Son muy pocos
las investigaciones que han considerado las ganancias de la educación separando entre
estos dos grupos de trabajadores, entre algunos ejemplos citamos: Rees y Shah (1986) y
Taylor (1996) para el Reino Unido; Hamilton (2000) y Kawachi (2002) para Estados
Unidos; Brown y Sessions (1999) para la población italiana; Alba-Ramirez (1994) y
San Segundo y Alba Ramirez (1995) para España. Un estudio comparativo entre España
y Portugal realizado por Garcia-Mainar y Montuenga-Gómez (2005) a partir del Panel
de Hogares Europeo (ECHP) con información longitudinal para los años 1994-2000 es
la alternativa más clara a las investigaciones clásicas que se basan en estimaciones
MCO, dado que consideran los rendimientos de la educación mediante estimaciones por
Métodos Generalizados de Variables Instrumentales [Este procedimiento fue propuesto
por Hausman y Taylor (1981)]. El problema asociado a estas estimaciones se encuentra
en que obtener datos fiables de salarios para autoempleados es complicado, más aún
obtener salarios hora para este subgrupo.
29
Bajo un argumento idéntico, Psacharopoulos (1979) plantea una alternativa similar para
medir la hipótesis de señalización consistente en separar a individuos que trabajen en un
sector competitivo de otro que no. Las empresas públicas actúan en un mercado en el
que ciertas reglas les son favorables, protegiéndolas de entradas de nuevos competidores
o bien asignándole a través de leyes una posición privilegiada respecto al resto de
empresas. Por este motivo, y porque los salarios suelen establecerse a través de la
legislación a partir de los niveles educativos, es éste el sector en el que es más
fácilmente identificable un efecto de señalización. Por el contrario, las empresas que
actúan en el sector privado ajustan sus salarios por la productividad marginal de sus
empleados, resultado de actuar bajo las normas de la competencia. Por tanto, cuando se
analizan los rendimientos para estos dos grupos se intuye que los rendimientos de los
trabajadores del sector público sean superiores a los del sector privado, debido a que en
el primer caso los salarios responden a las señales educativas.
EFECTOS SHEEPSKIN
Layard y Psacharopoulos (1974) ampliaron la idea de señalización considerando que los
empleadores pueden tomar como señales de habilidad algunos aspectos más
significativos que otros, en lo que se denominó como efecto sheepskin. En su
aportación, los años que un individuo necesita para obtener un determinado título se
puede considerar como una medida de la habilidad. Si el esquema de asignación de
salarios responde a las hipótesis de capital humano, es esperable que cualquier año de
educación aumente los salarios de los individuos. Por el contrario, hemos visto que bajo
las premisas de la teoría de señalización este efecto no se produce. El esquema es
básicamente el mismo bajo esta vertiente de señalización, es decir los empleadores
toman los años de educación empleados para obtener un título como señales de los
individuos para determinar su habilidad y en definitiva la capacidad productiva que
estos puedan desarrollar en los puestos de trabajo. La idea se sustenta en considerar que
los individuos que emplean los años requeridos para obtener la educación pertinente son
más hábiles respecto a los que finalizan los estudios en un periodo más amplio al
establecido. En este sentido, analizar empíricamente este hecho se puede realizar
separando los años de educación que se han traducido en la obtención de un título y los
que no.
30
3.2 CRITERIOS PARA MEDIR LOS EFECTOS SHEEPSKIN
Los trabajos anteriores a Layard y Psacharopoulos (1974) que trataban de incluir como
medida de habilidad los años empleados para obtener un título son los de Taubman y
Wales (1973), Ashenfelter y Mooney (1968) y Hansen, Weisbrod y Scanlon (1970) y en
ninguno de ellos encuentran que los años empleados para obtener un título sea relevante
en la formación de los salarios. No obstante, el trabajo de Taubman y Wales es el que
recoge una aproximación más próxima del concepto de efecto sheepskin que
desarrollaron Layard Y Psacharopoulos (1974), aunque las medidas que utilizaron no
fueron satisfactorias. Los criterios recientes encontrados en la literatura para detectar si
se producen efectos sheepskin se basan normalmente en analizar por un lado los años de
estudios reales y por otro los teóricos, para detectar si los que emplean menos años para
obtener un título son realmente más hábiles o bien el mercado de trabajo penaliza a los
menos hábiles, es decir, comprobar si se produce un efecto sheepskin
Groot y Oosterbeek (1994) plantean una herramienta que se basa en separar la
escolarización en diversos componentes para una muestra longitudinal alemana. Todos
estos componentes hacen referencia a los años de escuela, y lo que realizan es una
desagregación de los años de educación en años efectivos [(Se), que son los años
establecidos por el sistema educativo para completar un determinado nivel de estudios],
saltados [(Ss) donde se recogen aquellos años en los que se han completado más de un
curso en ese año], repetidos [(Sr) son los años de escuela empleados adicionalmente] y
de abandonos [(Sd) que suponen los años dedicados a la educación pero que finalmente
se han traducido en una salida del individuo del sistema educativo sin obtener un título].
Esta división ofrece mayor información acerca del modo en que obtienen los títulos los
individuos a través del procedimiento que siguen los empresarios para determinar sus
creencias acerca de los trabajadores a partir de señales. En definitiva se trata de
desagregar la información relativa a la enseñanza como mecanismo detector de
habilidades. Los efectos de cada uno de estos tipos de años de escuela son distintos.
Desde cualquiera de los dos marcos teóricos planteados, los años efectivos suponen
mayores ganancias, bien sea porque aumenta el capital humano del individuo o bien
porque proporcione una señal de habilidad. Los años repetidos no tienen un efecto
positivo para los salarios según las predicciones del efecto sheepskin, dado que el
empleador tomará los años adicionales a los establecidos como señal de que el
individuo es menos hábil. Sin embargo cuando esto ocurre, el planteamiento clásico de
31
capital humano supone que en ese periodo se acumula stock de capital humano y la
productividad marginal del individuo crecerá. Los años saltados tiene el efecto contrario
al que acabamos de narrar. Simplemente hemos de pensar que si el tiempo utilizado es
la señal que los empresarios toman, los que finalizan los estudios en un tiempo inferior
a los años naturales son más hábiles.
Groot y Oosterbeek (1994) presentaron tres especificaciones diferentes de las ganancias
de la educación. La primera mide los rendimientos de la educación a partir de los años
reales [(Sa), definido como los años que el individuo ha dedicado a lo largo de su vida a
la educación], en la segunda mediante los años efectivos o naturales y finalmente,
descomponiendo los años de escuela en efectivos, saltados, ineficientes [(Si), que recoge
los años que no han supuesto la obtención de ningún título o parte de él], repetidos y
años de abandonos. Obviando el resto de variables explicativas las especificaciones son
las que siguen:
ai SW 1log α= (14)
ei SW 1log β= (15)
dirsei SSSSSW 54321log γγγγγ ++++= (16)
Las ecuaciones 14 y 15 surgen de las condiciones siguientes respectivamente:
54321 γγγγγ ===−=
05432 ==== γγγγ
Este planteamiento es sumamente útil para medir las predicciones que proponen las
teorías de capital humano y de señalización. A través de la interpretación de los
coeficientes de la ecuación 16 se pueden tomar los instrumentos que señalan la
habilidad de los individuos. Encuentran como resultados más destacados que la división
de los años de educación es estadísticamente mayor que la especificación general,
mientras que los resultados apuntan a un comportamiento más cercano a la teoría
tradicional de capital humano, rechazando por tanto la hipótesis de señalización. La
limitación que se desprende de esta herramienta reside en el conjunto de datos porque es
muy complicado encontrar muestras que contengan información acerca de titulaciones
específicas y con individuos de características homogéneas.
32
En un planteamiento de Hungerford y Solon (1987) miden los efectos sheepskin a partir
de las ecuaciones de salarios Mincerianas clásicas. El análisis consiste en tomar la
variable explicativa educación como una función discontinua que toma los valores de
los años máximos establecidos para alcanzar cada nivel educativo. Descomponiendo el
sistema de enseñanza en tres niveles, establece los valores que toma la variable y a
partir de ahí incluye dummies que recogen el efecto de emplear más años de educación
de los necesarios. La interacción de estas dummies permite contrastar que efectivamente
existen cambios en los niveles de rentabilidad procedentes de la enseñanza. En otro
trabajo de Park (1998) también trata el efecto de emplear años de educación sin obtener
un diploma a través de una dummy, que toma valor 1 cuando los años de enseñanza se
traducen en la obtención de un título y 0 para los que no lo consiguen. En definitiva los
dos procedimientos son los que se detallan en las ecuaciones 17 y 18:
ε+≥+≥+++= )3()2(log 32110 nivelSDbnivelDbSbXaaW iii (17)
ηβαα +==++= ∑∑∈∈
)()(log 10 jsxDitítuloDXWji
ijji
ii (18)
En la ecuación 17 las variables dummies toman valor 1 si se han empleado más años de
los correspondientes a cada uno de los tres niveles educativos, tomando como referencia
el nivel más bajo. En la ecuación 18 se distingue entre los que han obtenido una
titulación y los que no, condicionado a que ambos grupos hayan cursado el mismo
número de años de educación. La variable D (título= i) es una dummy que toma valor 1
si el individuo obtuvo el título y D(s=j) es 1 si el individuo empleó el número de años
establecidos para cada nivel educativo. En estos trabajos encuentran que los
rendimientos de la educación caen cuando se emplean años de educación extras para
obtener un título.
Jaeger y Page (1996) aplican metodologías de estudios anteriores para encontrar
evidencia de discriminación por tipos de ocupación y factores demográficos como la
raza o el sexo. Encuentran resultados reveladores de la importancia del número de años
empleados para obtener un título según el tipo de formación y ocupación y las
características demográficas de los individuos en la formación de los salarios.
Las metodologías que hemos optado por incluir en este apartado se basan en estimar
ecuaciones de salarios Mincerianas utilizando como variable explicativa de los ingresos
los años de educación descompuestos en diversos componentes. Estas técnicas analizan
33
en definitiva la influencia que tiene en los rendimientos de la educación los años de
estudios adicionales a los establecidos por los sistemas educativos para obtener un
título. En todos los trabajos se encuentra la limitación de los conjuntos de datos, porque
para poder comparar los resultados es necesario disponer de una muestra de individuos
homogénea, es decir, que al menos posean una titulación similar.
4. CONCLUSIONES
Las teorías de capital humano se han desarrollado con el objetivo de dar explicación a la
formación de los salarios. A pesar de las limitaciones que siguen existiendo en las bases
de datos, el continuo esfuerzo por incluir en ellas variables relevantes en las
investigaciones de capital humano ha permitido confirmar las hipótesis iniciales de
capital humano de Becker y Mincer. Los supuestos de esta teoría se cuestionan cuando
Spence plantea que la educación se utiliza por los individuos como señales que ofrecen
información acerca las habilidades de los individuos.
Ambas teorías sustentan que los efectos que la educación tiene sobre las ganancias de
ciclo vital son positivos. Mientras la teoría de capital humano defiende que los
determinantes de los salarios son la educación y la experiencia, que permiten al
individuo adquirir las habilidades para desarrollar un trabajo, la hipótesis de
señalización de autores como Arrow, Spence o Stiglitz plantea la enseñanza como un
proceso que proporciona “etiquetas” a los trabajadores para presentarlas a los
empresarios en los procesos de selección, pero no supone un proceso que aumente la
productividad real de los individuos. En esta diferencia en las implicaciones que tiene la
enseñanza sobre la productividad del individuo de cada una de las dos teorías se
encuentra el interés en conocer la teoría que explica la formación de salarios en los
mercados de trabajo. En el caso de confirmarse la hipótesis de señalización los
individuos acudirían a educarse con el fin único de obtener señales para ofrecer a los
empresarios, y en este caso no están desarrollando sus habilidades para ser más
productivos, trasladando los recursos que la sociedad emplea en educación en pérdidas
porque no generan stock de capital humano. Por el contrario, las predicciones de la
teoría de capital humano implican que la educación sigue siendo rentable para los
individuos y probablemente para la sociedad.
34
Los estudios tratan de discriminar entre las dos teorías y así conocer la relevancia de las
políticas educativas sobre la economía, aunque descartar cualquiera de las dos limita la
respuesta de conocer los elementos que determinan los salarios. Los tests que la
literatura plantea para probar la teoría de señalización generan resultados un tanto
inciertos, dado que capital humano y señalización son, en el límite, dos teorías
observacionalmente equivalentes. En este trabajo hemos recogido algunas
aproximaciones que miden el efecto de señalización, y normalmente consisten en
identificar a grupos de población donde la señalización sea más patente. La evidencia
muestra resultados que confirman la validez de las dos hipótesis. Por ello, a pesar de ser
planteamientos que radican desde bases muy diferentes, las dos son útiles para
comprender la formación de los salarios de los individuos. En esta línea, se han
desarrollado en los últimos años modelos que muestran que la educación sigue
resultando una inversión rentable para los individuos y para la sociedad y, a la vez, que
los empleadores la toman como una información disponible acerca de la habilidad de
los individuos.
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