Svampa - La Sociedad Excluyente [Fragmento]

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    LA SOCIEDAD EXCLUYENTE.LAARGENTINA BAJO EL SIGNO DEL

    NEOLIBERALISMO

    [Fragmento]

    MARISTELLA SVAMPA

    Svampa, Maristella (2005): La Sociedad Excluyente. La Argentina bajoel signo del neoliberalismo, Buenos Aires: Taurus

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    Introduccin

    En las ltimas dcadas, la entrada en una nueva etapa de acumulacindel capital produjo hondas transformaciones sociales. Esos procesos, caracte-rizados por la difusin global de nuevas formas de organizacin social y por la

    reestructuracin de las relaciones sociales, cambiaron las pautas de integra-cin y exclusin, visibles en la nueva articulacin entre economa y poltica.Estos cambios desembocaron en un notorio incremento de las desigualdadesen el interior de las sociedades contemporneas, creando nuevos bolsonesde pobreza y marginalidad.

    Sin embargo, es necesario tener en cuenta que en los pases centraleslos procesos de mutacin estructural no se expresaron necesariamente en eldesmantelamiento total o cuasi-total de las instituciones y marcos regulatoriostpicos del modelo anterior (Estado de Bienestar). En contraste con ello, en las

    regiones del capitalismo perifrico la globalizacin no slo profundiz los pro-cesos de transnacionalizacin del poder econmico, sino que se tradujo en eldesguace radical del Estado Social en su versin nacional-popular, el quems all de sus limitaciones estructurales y tergiversaciones polticas, se habacaracterizado por orientar su accin hacia la tarea nada fcil de producir ciertacohesin social, en un contexto de sociedades heterogneas, desiguales y de-pendientes.

    As, en Amrica Latina, estas transformaciones, que vinieron de la manode polticas neoliberales, conllevaron una fuerte desregulacin econmica y u-na reestructuracin global del Estado, lo cual termin por acentuar las desi-gualdades existentes, al tiempo que gener nuevos procesos de exclusin,que afectaron a un conglomerado amplio de sectores sociales.

    Recordemos que, como afirmaban hace dcadas los tericos latinoameri-canos que reflexionaron sobre la dependencia y la marginalidad, los obstcu-los al desarrollo forman parte intrnseca del proceso global del capitalismo y,como tal, son el resultado de la asimtrica articulacin entre el centro y la peri-feria.

    En ese sentido, en Amrica Latina la dependencia siempre implic el re-conocimiento de que la realidad tena dos escenas: por un lado, la nacional;por el otro, la internacional. As, esta dualidad de escenas limitaba los mrge-nes de accin de los diferentes actores sociales nacionales, al tiempo que se-alaba la incorporacin de otros actores econmicos, de carcter internacio-nal, en la difcil articulacin entre poltica y economa.

    Sin embargo, en las ltimas dcadas, a la luz de las nuevas condicionesde dominacin econmico-financieras, estos procesos cobraron gran enverga-dura y dimensin, hasta llegar, para decirlo con trminos de Guillermo ODon-nell (2001), a un grado y un tipo de dependencia que no soaron siquiera losms pesimistas textos sobre la dependencia escritos hace algunas dcadas.

    Cierto es que este escenario tena como teln de fondo la dcada perdi-da, signada por la crisis estructural del modelo nacional-popular, visible en elincremento de la deuda externa, la alta inflacin, la pauperizacin creciente y,

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    al final de los 80, los episodios hiperinflacionarios. Con todo, el reconocimientode la crisis no habilitaba como nica salida, y mucho menos como la ms ade-cuada a los intereses de la mayora de la sociedad, aquella que finalmente ha-bra de adoptarse, a saber, la solucin neoliberal.

    Ahora bien, en la Argentina, en el contexto de la nueva dependencia, la

    salida neoliberal se tradujo en la implementacin de un programa drstico dereformas estructurales que, acompaado y facilitado por la instalacin de unnuevo modelo de dominacin poltica, termin produciendo una fuerte muta-cin y reconfiguracin de la sociedad.

    En efecto, cambios de toda ndole, algunos ya anunciados desde media-dos de los 70, encontraron una inflexin hiperblica en el marco de la polticaneoliberal puesta en marcha por Carlos Menem (1989-1999) y continuada porsu sucesor. En este nuevo marco social, atravesado por una fuerte dinmicade polarizacin, todas las clases sociales sufrieron grandes transformaciones.

    Mientras que los grupos pertenecientes a la cspide de la sociedad auna-ron alta rentabilidad econmica y confianza de clase al encontrar en su adver-sario histrico el peronismoun aliado inesperado, una gran parte de la so-ciedad, perteneciente a las clases medias y populares, experiment unadrstica reduccin de sus oportunidades de vida. An as, el proceso no fue,de ningn modo, homogneo, pues si bien es cierto que amplias franjas de lasclases medias experimentaron el empobrecimiento y la cada social, otras seacoplaron con mayor xito al modelo y buscaron afirmar la diferencia por me-dio del consumo y los nuevos estilos de vida. Por ltimo, la clase trabajadora,cuya identidad poltico-social se haba estructurado desde y a partir delperonismo, atravesaron un proceso de descolectivizacin que arroj a la situa-cin de marginalidad y exclusin a vastos sectores, por va del trabajo informaly el desempleo.

    En suma, la dinmica de polarizacin y fragmentacin social adquiri talvirulencia que durante gran parte de la dcada de los 90 hubo grandes dificul-tades en dotar de un lenguaje poltico a las experiencias de la descolectiviza-cin, en la cual se entremezclaban diferentes trayectorias y situaciones, ade-ms de sentimientos contradictorios y ambivalentes respecto de la nueva con-dicin social. No era para menos; la mutacin era no slo econmica, sinotambin social y poltica.

    En realidad, durante la dcada del 90, los cambios fueron reflejando rpi-damente la configuracin de un nuevo campo de fuerzas societal, y que de -signa menos una estructura ya consolidada que un proceso atravesado pordos grandes tendencias, suerte de polos magnticos que arrastran de manerairresistible a los diferentes grupos sociales hacia uno y otro extremo, hacia laadquisicin de posiciones ventajosas o hacia la descalificacin social.

    El pas nos devolva as la imagen de una sociedad en pleno estallido, po-larizada, en medio de una dinmica vertiginosa y a la vez muy inestable. Sinembargo, la doble dinmica de polarizacin y fragmentacin fue moldeando loscontornos ms duraderos de un nuevo pas, de una sociedad excluyente, es-

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    tructurada sobre la base de la cristalizacin de las desigualdades tanto econ-micas como sociales y culturales.

    Este trabajo se propone abordar algunas de las dimensiones principalesde ese proceso de mutacin y reconfiguracin estructural vivido por la Argenti-na en los 90, con una ptica que privilegia el anlisis de la sociologa poltica.

    Su objetivo es describir, en la medida de lo posible, los contornos generales dela sociedad excluyente.En la primera parte, titulada La Gran Mutacin, iniciamos el recorrido pre-

    sentando las diferentes dimensiones del proceso de mutacin estructural, a finde instalarnos luego en el terreno propio de la sociologa poltica, a saber, atravs del anlisis del modelo de dominacin poltica y sus avatares, as comolas transformaciones en las figuras de la ciudadana.

    En la segunda parte nos concentraremos en estudiar La Nueva Configu-racin Social. Para ello, nos proponemos pasar revista al proceso de disloca-

    cin y transformacin de las diferentes clases sociales, en un contexto que se-ala el pasaje de la gran mutacin a la consolidacin de la sociedad excluyen-te. Comenzaremos con un anlisis de las continuidades y rupturas de los sec-tores dominantes, para adentrarnos luego en la dinmica de fragmentacin delas clases medias y, por ltimo, avanzaremos en el relato de los procesos depauperizacin y territorializacin de las clases populares.

    El relato aqu presentado propone un recorrido que privilegia un anlisisdesde la sociologa poltica: as, en primer lugar, realizamos el trazado de lasmutaciones econmicas, polticas y sociales que hicieron posible la emergen-cia de otra sociedad y en segundo lugar, nos adentraremos en el anlisis de ladialctica entre estructuras y prcticas sociales, mediante el estudio de lastransformaciones de los diferentes grupos o clases sociales.

    PRIMERA PARTELA GRAN MUTACIN

    Captulo 1Hacia el nuevo orden neoliberal

    La hiperinflacin constituy as el momento resolutivo en la interminableagona, que llegaba a su trmino, para la sociedad forjada por la revolucin

    peronista [] Este fin fue tambin un principio; el principio de los das que es-tamos viviendo. A la memoria de esta experiencia debe su fuerza el orden so-cio-econmico y poltico que hoy vemos perfilarse; es ese recuerdo alecciona-dor el que da a las mayoras la fuerza necesaria para soportar la ostentosa in-diferencia de los sectores privilegiados por las penurias que siguen sufriendolos que no lo son y ofrecer su resignada aquiescencia a la progresiva degrada-cin de las instituciones cuya restauracin celebraron con tan vivas esperan-zas hace diez aos.

    Tulio Halperin Donghi. La larga agona de la Argentina peronista(1994)

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    Los momentos de la mutacin econmica

    Durante dcadas, en la Argentina imper un modelo de integracin de tiponacional-popular, cuya mxima expresin fue el primer peronsmo (1946-1955).Este modelo se caracterizaba por tres rasgos mayores. En primer lugar, en el

    plano econmico, presentaba una concepcin del desarrollo vinculada a laetapa de sustitucin de importaciones y la estrategia mercado-internista. Ensegundo lugar, implicaba el reconocimiento del rol del Estado como agente yproductor de la cohesin social, principalmente por medio del gasto pblicosocial. Esta poltica se tradujo as en la ampliacin de la esfera de la ciudada-na, expresada () en el artculo 14 bis de la Constitucin Nacional. En tercerlugar, una tendencia a la homogeneidad social, visible en la incorporacin deuna parte importante de la clase trabajadora, as como la expansin de las cla-ses medias asalariadas.

    El desmantelamiento de este modelo societal, luego de largos avatarespolticos y tergiversaciones no menores, y su reemplazo por un nuevo rgi-men, centrado en la primaca del mercado, conoci diferentes momentos. Enrealidad, el proceso de instauracin de un nuevo orden liberal estuvo lejos deser lineal o de registrar una secuencia nica. De manera esquemtica, podra-mos afirmar que los cambios en el orden econmico comienzan en la dcadadel 70, a partir de la instalacin de regmenes militares en el cono sur de Am-rica Latina; las transformaciones operadas en la estructura social comenzarana tornarse visibles en la dcada del 80, durante los primeros aos del retorno ala democracia; por ltimo, podemos situar los cambios mayores () con lagestin menemista.

    En rigor, el cambio en el rgimen de acumulacin conoci un primer inten-to con el Rodrigazo, bajo el gobierno de Isabel Martnez de Pern (1974-1976). () El ministro de economa Celestino Rodrigo en 1975 () aplicdrsticas medidas de ajuste que implicaron una devaluacin del 100 % y unaumento de las tarifas de los principales servicios pblicos () El plan deRodrigo implicaba una reorientacin fundamental de la economa, pues apun-taba a poner fin a la poltica econmica nacionalista y reformista, caractersticadel peronismo, para dar paso a una poltica de estabilizacin y ajuste, asenta-da en una alianza con los grupos econmicos. Sin embargo, esta primera ten-tativa por cambiar el rgimen de acumulacin encontr grandes escollos en lasmovilizaciones populares () que paralizaron el pas y culminaron en unahuelga general decretada por la CGT ().

    La segunda tentativa comenzara de manera decidida con el Golpe de Es-tado del 24 de marzo de 1976. () El objetivo de la dictadura militar argentinafue llevar a cabo una poltica de represin, al tiempo que aspiraba a refundarlas bases materiales de la sociedad. En consecuencia, el corte que introdujofue doble: por un lado, mediante el terrorismo de Estado, apunt al exterminioy disciplinamiento de vastos sectores sociales movilizados; por otro lado, pusoen marcha un programa de reestructuracin econmico-social que habra deproducir hondas repercusiones en la estructura social y productiva.

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    Las consecuencias econmicas y sociales de estos procesos fueron de-vastadoras. El nuevo rgimen de acumulacin supuso la puesta en marcha deun modelo asentado en la importacin de bienes y capitales y en la apertura fi-nanciera. Estas medidas implicaban la interrupcin de la industrializacin susti-tutiva (visible en la erosin de la produccin interna), y propiciaban el endeuda-

    miento de los sectores pblico y privado (reflejado en el aumento espectacularde la deuda externa, que en el perodo 1976-1983 pas de 13 mil millones a46 mil millones). Asimismo, la lgica de acumulacin desencadenada por esteproceso centrado en la valorizacin financiera apunt tambin a liquidar las po-sibilidades de una coalicin nacional-popular, al tiempo que fue sentando lasbases de un sistema de dominacin centrado en los grandes grupos econmi-cos nacionales y los capitales transnacionales, que finalmente terminara deconcretarse hacia 1989, a partir de la alianza poltica entre estos sectores y elperonismo triunfante.

    El proceso de desindustrializacin iniciado por la dictadura militar produjoimportantes cambios en la estructura social argentina, anticipando su latinoa-mericanizacin, a travs de la expulsin de mano de obra del sector industrialal sector terciario y cuentapropista, y la constitucin de una incipiente mano deobra marginal. Asimismo, el deterioro de los salarios reales y la baja de la pro-duccin produjeron la contraccin de la demanda interna, lo cual fue acompa-ado por el fuerte incremento de las disparidades intersectoriales. Por ltimo,la eliminacin de las negociaciones colectivas y la cada del salario impacta-ran negativamente en la distribucin del ingreso.

    Recordemos que en 1974, en la Argentina, la distribucin de la riqueza e-ra similar a la de muchos pases desarrollados: los ingresos del 10 % ms ricoeran 12,7 veces mayor que el 10 % ms pobre. () Con el retorno a la vidaconstitucional, gran parte de la sociedad tomar conciencia de la dimensin delos cambios producidos. Ms an, este cuadro econmico-social no tard enponer de manifiesto el aumento de las desigualdades, visible en el incrementode la llamada pobreza estructural, as como en la aparicin de una nueva po -breza que afectaraa los sectores medios y medio-bajos. ()

    Ahora bien, aunque la dictadura logr crear las bases de un nuevo ordeneconmico, ello no significa que no haya habido luego tentativas de reorientarel sistema hacia una economa productiva. As, durante los primeros aos delgobierno de Ral Alfonsn (1983-1989), en medio de la efervescencia demo-crtica, hubo ciertos ensayos que, aunque limitados, se propusieron reorientarel desarrollo, acorde al modelo de acumulacin precedente. Dichas tentativasse dieron en el marco de la crisis de la deuda externa que sacudi a gran partede los pases latinoamericanos a partir de los aos 80 (la dcada prdida se-gn la CEPAL), y en un contexto de aumento de las demandas y expectativaspopulares. Sin embargo, pese a sus proclamas iniciales, que prometan desdela renovacin de las estructuras sindicales hasta una democracia sustantiva, elnuevo gobierno constitucional no cont con el coraje poltico no tampoco conlas alianzas necesarias para ir hasta el fondo de la cuestin.

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    Por un lado, las acciones del gobierno de Ral Alfonsn dejaron entreveruna debilidad creciente en relacin con los poderosos sindicatos peronistas.() Por su parte, la CGT, conducida por el sector ubaldinista, continu desa-rrollando una fuerte capacidad de presin, ilustrada de manera elocuente porlos trece paros generales realizados entre 1984 y 1988.

    Hacia fines de los 80, envuelto en una serie de conflictos econmicos einstitucionales, el pas se hunda cada vez ms en una grave crisis econmica,reflejada en la importante cada de la inversin interna y extranjera, la crecien-te fuga de capitales y el rcord inflacionario. () Finalmente, el gobierno de Al-fonsn naufragara sin dar con la clave de la constitucin de una nueva alianzapoltico-econmica, que apuntara tanto a consolidar el recobrado marco insti-tucional como a sanear una economa severamente deteriorada. La disocia-cin entre, por un lado, una democracia representativa, orientada hacia la con-solidacin del marco institucional y el respeto de las reglas de juego entre los

    partidos polticos y, por el otro, una democracia sustantiva, basada en la articu-lacin entre solidaridad y demandas de justicia social, se tornaba cada vezms evidente. La debacle del Plan Austral () y la entrada en un perodo dealta inflacin, culminaran en la crisis hiperinflacionaria de 1989, impulsada enparte por los grandes grupos econmicos (el golpe de mercado). Estos suce-sos determinaran el retiro anticipado de Alfonsn, quin haba accedido al po-der en 1983, () en medio de grandes expectativas de renovacin poltica y e-conmica.

    As las cosas, la Argentina de principios de los 90 era una sociedad em-pobrecida y atravesada por nuevas desigualdades, que ya haba experimenta-do una primera gran desilusin respecto de las promesas sustantivas de la de-mocracia. El pas asista a la crisis estructural del modelo nacional-popular, sinpor ello descubrir la frmula, a la vez econmica y poltica, que permitiera re-encontrar las claves prdidas de la integracin social. Sin embargo, aunque elincremento de la heterogeneidad y la polarizacin social anunciaban los con-tornos de un pas diferentes del de antao, la gran mutacin se consumaradurante el tercer momento de la secuencia, esto es, durante el largo gobiernode Carlos Menem, entre 1989 y 1999.

    1989: El final de un ciclo poltico y econmico

    El ao 1989 signific el final de un ciclo poltico-econmico, tanto en el ni-vel nacional como en el internacional. En el nivel internacional, en 1989 colap-saron los socialismos reales, proceso ilustrado de manera elocuente por la ca-da del Muro de Berln. El hecho terminaba abruptamente con la divisin msemblemtica de la guerra fra, al tiempo que anticipaba, tras la rpida reunifica-cin de las dos Alemanias, el triunfo avasallador del ideario capitalista. () Elespectacular fin del mundo bipolar abri un amplio espacio poltico-ideolgicoque sera ocupado por el neoliberalismo, rpidamente sacralizado en trminosde pensamiento nico.

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    En el contexto de los pases latinoamericanos, la situacin no era menosgrave. La dcada perdida se cerraba con un balance negativo: solamente enlos ltimos cuatro aos el nmero de pobres en Amrica Latina haba registra-do un aumento del 25 %. () La crisis econmica [en la] Argentina desborda-ba por la crisis hiperinflacionaria y los saqueos a supermercados registrados

    en localidades del conurbano bonaerense y en la ciudad de Rosario.De manera ms especfica, en la Argentina, la experiencia de la hiperinfla-cin habra de constituir un punto de inflexin para la historia poltica nacional.En primer lugar, desde el punto de vista econmico, para la gran mayora de lapoblacin la hiperinflacin trajo consigo una mayor cada del salario real, lacontraccin de la actividad econmica, la suspensin de la cadena de pagos yel reemplazo de la moneda local por el dlar. ()

    En segundo lugar, la crisis hiperinflacionaria desemboc en el acuerdoentre diferentes actores sociales sobre ciertos puntos bsicos, referidos, en es-

    pecial, al agotamiento de la va nacional-popular, esto es, del modelo de inte-gracin social que el peronismo haba puesto en vigencia en 1945 y que elproyecto alfonsinista haba propuesto recrear, poniendo al descubierto lasdistorsiones e insuficiencias producidas en cuarenta y cinco aos de conflictosy transformaciones. En consecuencia, la hiperinflacin termin por afianzar a-quellas posturas que afirmaban la necesidad de una apertura del mercado y unachicamiento radical del Estado.

    En tercer lugar, en trminos experienciales, la hiperinflacin confront alos individuos con la prdida sbita de los marcos que rigen los intercambios e-conmicos, a travs de la desvalorizacin y desaparicinvertiginosa de lamoneda nacional. Ms an, la hiperinflacin como experiencia de disolucindel vnculo social dejara profundas huellas en la conciencia colectiva, visiblesen la fuerte demanda de estabilidad que recorrera la sociedad argentina du-rante los aos 90. La demanda no tardara en transformarse en una suerte demandato irrevocable, que erigira al rgimen de convertibilidad (mediante la pa-ridad entre el dlar y el peso), implementado en 1991, en base y garanta de lanueva sociedad posinflacionaria.

    En cuarto y ltimo lugar, la experiencia traumtica de la hiperinflacin ha-bra de asestar un rudo golpe al imaginario integracionista que, desde los or-genes de la repblica, haba alimentado las prcticas y las representacionesde vastos sectores sociales, incluidas las clases medias y parte de las clasespopulares. Extenuada y empobrecida, la sociedad argentina asista al final deun modelo de integracin social que, desde los comienzos de la repblica yms all de las crisis recurrentes, haba asegurado canales importantes demovilidad social ascendente.

    Ahora bien, si la crisis hiperinflacionaria apur el recambio presidencial ysent las bases para el consenso neoliberal en diferentes sectores sociales, noes menos cierto que 1989 estuvo signado por otros sucesos, que habran detener vastas repercusiones polticas en los aos por venir. Uno de ellos tenaque ver con la cuestin militar, a saber, con las presiones ejercidas por lasfuerzas armadas, que reclamaban que el gobierno pusiera fin a las causas por

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    la violacin de los derechos humanos registrados bajo la ltima dictadura. Es-to, sumado a demandas ms puntuales de ciertos sectores del ejrcito que,desde 1987, haban venido alimentando rebeliones sucesivas y rumores deconspiraciones, atentaba contra la frgil institucionalidad del sistema de-mocrtico argentino, y apareca como uno de los legados ms problemticos

    del gobierno de Alfonsn, cuya cuestionable resolucin estara a cargo de Me-nem.Por otro lado, 1989 fue un ao que condens grandes derrotas en el cam-

    po de los movimientos sociales. As, (en Enero) un hecho de violencia polticasacudi a la sociedad argentina: una fraccin del Movimiento Todos por la Pa-tria (MTP) intent copar el regimiento de La Tablada, en la provincia de Bue-nos Aires. (...) Los efectos de La Tablada tuvieron una significacin mayor,pues alcanzaron un modelo de militancia que planteaba una continuidad ideo-lgica entre los aos 70 y los 80, al articular lo social y lo poltico. (...) El caso

    es que La Tablada aceler el proceso de quiebre ideolgico de lo que quedabade la izquierda populista revolucionaria, lo cual se tradujo en el ocaso de un ti-po de militancia social y poltica. (...)

    Por si esto fuera poco, en Octubre de 1989 el nuevo gobierno de Menemfirm el primero de los dos decretos que otorgaban la amnista a la cpula mili-tar, anteriormente condenada por crmenes de lesa humanidad, as como a losaltos dirigentes de Montoneros, la organizacin armada peronista ms impor-tantey ms controvertidade los aos 70. (...)

    Los indultos (...) concitaron una oposicin generalizada, no slo de los or-ganismos de derechos humanos, sino tambin de vastos sectores de la socie-dad. (...) Pero, sin embargo, nada pudo torcer la particular poltica de pacifica-cin asumida por el nuevo presidente peronista. En consecuencia, este con -

    junto de hechos diferentes pondra de manifiesto una inflexin en los sistemasde accin colectiva, lo cual sera corroborado luego tanto por la desmoviliza-cin y fragmentacin de las organizaciones de derechos humanos, como por lacrisis de un tipo de militancia poltica en los barrios populares. (...)

    En suma, luego de 1989, la sociedad argentina cambi ostensiblemente.Tras la imagen de un pas devastado, la crisis del vnculo social experimentadadurante la hiperinflacin dej la puerta abierta, demasiado abierta, para la rea-lizacin de las transformaciones radicales llevadas a cabo durante la larga d-cada menemista.

    El nuevo orden neoliberal

    A nadie escapa que la institucionalizacin creciente del sistema partidarioen la Argentina desde 1983 contrasta con el largo proceso de inestabilidad ins-titucional y polarizacin poltica que caracteriz a la Argentina a partir de 1955(o 1930). Ahora bien, dicha institucionalizacin debe interpretarse en el marcode las especificidades del caso argentino, tradicionalmente caracterizado porun sistema poltico dbil y () por una fuerte articulacin entre el sistema pol-tico, los actores sociales y el Estado. ()

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    Cierto es que la progresiva institucionalizacin del sistema poltico partida-rio no se dio sin inconvenientes, entre los cuales hay que destacar tanto las re-beliones militares (), como la constante presin de los grupos econmicos,dramticamente ilustrada por el primer brote hiperinflacionario de 1989, consi-derado por algunos como un verdadero golpe de mercado. Sin embargo, lo

    propio del perodo () es el acercamiento cada vez mayor entre los sectoreseconmicamente dominantes y los partidos polticos mayoritarios.En realidad, desde el punto de vista de los sectores dominantes, la aper-

    tura democrtica trajo consigo un cambio importante de perspectiva poltica, apartir del abandono de las posiciones golpistas y la aceptacin de las nuevasreglas de juego. Este proceso, que tena como trasfondo la conviccin de quela corporacin militar haba dejado de ser el canal ms apropiado de sus inte-reses econmicos, tambin daba cuenta de la existencia de mandato demo-crtico que recorra el subcontinente (). De ah en ms, la accin de los sec-

    tores dominantes se orientar a la colonizacin de los dos grandes partidospolticos existentes, a travs de la infiltracin del discurso econmico liberal,como eje de la solucin de los problemas argentinos. () Los sectores domi-nantes comenzaron a desarrollar una campaa sistemtica a favor de la nece-sidad de realizar profundas reformas estructurales.

    Recordemos que en 1983, la poltica liberal, uno de los puntos centralesdel programa econmico-social de la dictadura militar, era fundamentalmentesostenida por los grandes grupos econmicos y los partidos de inspiracin li-beral, estrechamente vinculados con aquella. () Finalmente, la puesta enmarcha de un nuevo programa liberal, mediante la alianza entre importantesgrupos socioeconmicos y el gobierno democrtico, se tornara posible con laasuncin del nuevo presidente justicialista de la Argentina, Carlos Menem. ()

    Menem, termin construyendo una nueva alianza poltico-econmica quele permiti dar cauce a la demanda de ejecutividad, mediante una estrategia li-beral, orientada a la deslegitimacin y desmantelamiento completo del modelonacionalpopular, sin que por ello las promesas electorales o la supuesta vo-cacin popular del partido justicialista se convirtieran en una verdadero obst-culo.

    La entrada en un nuevo orden liberal puso fin a la recurrente distancia e-xistente entre sistema de poder y sistema poltico, que tantos analistas seala-ron como una de las fuentes de la inestabilidad y polarizacin poltica en la Ar-gentina. La larga etapa de empates sociales, que haba caracterizado al pasa partir de 1956, signada cada vez ms por la acentuacin de la crisis del mo-delo nacional-popular, pareca haber llegado a su fin. Se abra una nueva po-ca, marcada a la vez por la polarizacin y la fragmentacin social, as comopor la hegemona de los grupos econmicos en alianza con el partido mayori-tario.

    Claro est que una transformacin tan radical del proyecto econmico exi-gi un cambio fundamental en las alianzas polticas del Partido Justicialista,que dej de apoyarse masivamente sobre el sector corporativo sindical, comolo haba hecho tradicionalmente, para vincularse estrechamente con los secto-

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    res dominantes representados por los grandes grupos econmicos. Fue estanueva alianza () la que hizo posible la aplicacin de la reforma del Estado, apartir del abandono de una poltica de concertacin social y de la asuncin deuna gestin decisionista.

    Slo tras un perodo signado por la puesta en escena de las nuevas alian-

    zas econmicas () se consolid en el pas la liberalizacin de la economa, apartir del Plan de Convertibilidad y la reforma del Estado. () En 1991 el rgi-men logr estabilizarse, con la asuncin de Domingo Cavallo en la cartera eco-nmica ().

    En efecto, el Plan de Convertibilidad, que acompa las reformas estruc-turales, produjo una verdadera transformacin de las reglas de juego econmi-cas, entre ellas, la paridad entre el dlar y el peso, la restriccin de la emisinmonetaria, la reduccin de las barreras aduaneras, la liberalizacin del comer-cio exterior y el aumento de la presin fiscal. Tambin fueron suprimidos los

    principales mecanismos de control del Estado sobre la economa, a favor delas reglas del mercado, al tiempo que se liberaliz la inversin extranjera en laArgentina.

    As, se logr salir de la espiral hiperinflacionaria aplicando una severa po-ltica de ajuste y de estabilizacin, complementada por una poltica de aperturadel mercado nacional a las importaciones y las inversiones extranjeras. Estaestrategia de shock logr detener la hiperinflacin, lo cual contribuy a recupe-rar parte de la credibilidad ante los mercados internacionales, al tiempo que fa-cilit () la recuperacin econmica y la reduccin de la pobreza (). Asimis-mo, la adopcin de la convertibilidad supuso el abandono de una poltica mo-netaria autnoma, lo cual acentu la dependencia estructural del pas frente almercado internacional y sus sobresaltos coyunturales y no permiti tampocodesarrollar un nivel de competitividad suficiente.

    El nuevo orden impuso un modelo de modernizacin excluyente, () im-pulsando la dualizacin de la economa y la sociedad. () La pauta generalfue el incremento de la productividad, con escasa generacin de empleo y de-terioro creciente de las condiciones laborales. Asimismo, el nuevo modelo mo-dific la insercin de la economa en el mercado mundial, ya que la apertura alas importaciones condujo a una reprimarizacin de la economa: en este con-texto las pequeas y medianas empresas tuvieron grandes dificultades para a-frontar la competencia externa. ()

    En los primeros aos, el cambio de modelo econmico gener una situa-cin novedosa, visible en la coexistencia de crecimiento econmico y aumentode la desocupacin. Sin embargo, las limitaciones propias del modelo de mo-dernizacin excluyente se haran notorias a partir de 1995, momento en el cualel crecimiento se estanca, debido a una combinacin de elementos externos(el efecto tequila) e internos (limites en la expansin del consumo interno). ()El inicio de la recesin ira acompaado por un aumento espectacular de la de-socupacin, [que] en 1998, entr en un perodo de recesin profunda, que secontinuara durante el breve gobierno de la Alianza, y llevara al estallido delmodelo, hacia fines de 2001. ()

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    La Reestructuracin del Estado

    El proceso de reestructuracin del Estado fue crucial. (...) Reestructurarsignifica eliminar de la organizacin todo aquello que no contribuye o aportavalor al servicio o producto suministrado al pblico, cliente o consumidor. As,

    un problema de la reestructuracin es la determinacin de qu se elimina yqu se retiene en funcin de los objetivos e intereses polticos de los gobier-nos.

    El programa de ajuste, basado en la reestructuracin global del Estado,puso en vigor una fuerte reduccin del gasto pblico, la descentralizacin ad-ministrativa y el traslado de competencias (salud y educacin) a los nivelesprovinciales y municipales, as como una serie de reformas orientadas a ladesregulacin y privatizacin que impactaron fuertemente en la calidad y al-cance de los servicios, hasta ese momento en poder del Estado Nacional. En

    consecuencia, las reformas conllevaron una severa reformulacin del rol delEstado en la relacin con la economa y la sociedad, lo cual trajo comocorrelato la consolidacin de una nueva matriz social caracterizada por unafuerte dinmica de polarizacin y por la multiplicacin de las desigualdades.Por otro lado, la desregulacin de los mercados, acompaada de la introduc-cin de nuevas formas de organizacin del trabajo, produjo la entrada en unaera caracterizada por la flexibilizacin y la precariedad laboral y una alta tasade desempleo.

    As, a lo largo de los 90, la dinmica de consolidacin de una nueva ma-triz estatal se fue apoyando sobre tres dimensiones mayores: el patrimonialis-mo, el asistencialismo y el reforzamiento del sistema represivo institucional. Elprimer rasgo alude a las caractersticas que asumi el proceso de vaciamientode las capacidades institucionales del Estado, como producto de la drstica re-configuracin de las relaciones entre lo pblico y lo privado. De manera msprecisa, el patrimonialismo se vincula con la prdida de la autonoma relativadel Estado, a travs del carcter que adoptaron las privatizaciones. (...)

    Gran parte de la estrategia de legitimacin desarrollada por el nuevo go-bierno y sus aliados apunt entonces a desacreditar el rol monoplico del Es-tado, augurando que la libertad de mercado asegurara la eficiencia y la mo-dernizacin, sin necesidad de que se implementaran los controles propios querequera un modelo semiestatista, estancado y corrupto. Sin embargo, la formaque adopt el proceso de privatizaciones estuvo lejos de corresponderse conlas altisonantes declaraciones que postulaban la asociacin natural entre de-mocracia, mercado y globalizacin. Antes bien, el proceso de privatizacionesimplic la destruccin de las capacidades estatales, as como la constitucinde mercados monoplicos, paradjicamente favorecidos por la propia protec-cin estatal, que terminaron de asegurar, por medio de condiciones ventajosasde explotacin, la obtencin de un rentabilidad diferencial. Una de las claves

    del perodo fue (...) la corrupcin y cooptacin de la clase poltica local (...) ascomo la fuerte imbricacin preexistente entre el equipo econmico rector conlos grupos privados. Por ltimo, no hay que olvidar que durante el proceso de

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    privatizaciones, el Estado gener nuevas formas jurdicas, que favorecieron laimplantacin de capitales extranjeros, al tiempo que garantizaban la acepta-cin de la normativa creada en los espacios transnacionales (...).

    En segundo lugar, en la medida en que las polticas en curso implicaronuna redistribucin importante del poder social (...), el Estado se vio obligado a

    reforzar las estrategias de contencin de la pobreza, por va de la distribucincada vez ms masivade planes sociales y de asistencia alimentaria a laspoblaciones afectadas y movilizadas. (...) Estos procesos reorganizaron la pol-tica en funcin del mediador barrial, encargado de la organizacin y distribu-cin de recursos alimentarios (...). Finalmente, en ausencia de estrategias decreacin masiva de ocupacin formal, los gobiernos se abocaran a implemen-tar de manera ms sistemtica una serie de programas de emergencia ocupa-cional (...) destinados a contener, al menos parcialmente, a aquellos que que-daban excluidos del mercado de trabajo y se movilizaban a travs de las inci-

    pientes organizaciones de desocupados. (...)En tercer y ltimo lugar, el Estado se encamin hacia el reforzamiento delsistema represivo institucional, apuntando al control de las poblaciones pobres,y a la represin y criminalizacin del conflicto social. As, frente a la prdida deintegracin de las sociedades y el creciente aumento de las desigualdades, elEstado aument considerablemente su poder de polica, lo cual trajo comoconsecuencia un progresivo deslizamiento hacia un Estado de Seguridad. E-se rasgo, que actualmente configura las democracias latinoamericanas, no de-bera ser desvinculado de la emergencia de nuevas fronteras poltico-jurdicas,en relacin, entre otras cosas, al tratamiento de la conflictividad social que a-punta a la criminalizacin de diversas categoras sociales, desde jvenes po-bres y minoras extranjeras, hasta organizaciones poltico-sociales moviliza-das.

    El impacto del proceso de privatizaciones

    En rigor, el proceso de reestructuracin del Estado mediante las privatiza-ciones tuvo dos etapas. La primera se extendi desde la asuncin de Menemhasta principios de 1991 y abarc la transferencia a manos privadas de la em-presa telefnica (Entel) y los transportes areos (Aerolneas Argentinas), (...)incluy la red vial, canales de televisin, radios, reas petroleras, polos petro-qumicos y lneas de ferrocarriles. Esta primera ola privatizadora fue acompa-ada por fuertes conflictos laborales (...). Por su parte, la segunda etapa (...) a-barc la privatizacin del servicio elctrico, gasfero, de agua y cloacales, ascomo tambin el resto de los ferrocarriles, las reas petroleras remanentes, lasfirmas siderrgicas, edificios pblicos, la red de subterrneos de la Ciudad deBuenos Aires, algunos hoteles, fbricas militares, la junta nacional y los eleva-dores portuarios de granos, el mercado de hacienda y el hipdromo. En 1994concluy la reforma del sistema nacional de seguridad social y la transferenciade transporte martimo, la caja nacional de seguro y la corporacin agrcola na-cional. (...) Esta segunda fase estuvo menos marcada por los conflictos sindi-

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    cales que la primera, entre otras cosas debido a que el Estado prometi la dis-tribucin de acciones a los trabajadores, garantizando en ciertos casosunaparticipacin de los sindicatos en el proceso de privatizacin. Asimismo, es ne-cesario decir que a partir de 1991, las expectativas econmicas ya eran otras,pues el plan de estabilizacin implementado por Cavallo haba logrado detener

    la inflacin y no eran pocos los argentinos que haban interiorizado un discursocrtico y hasta vergonzante respecto del rol del Estado, adhiriendo al con-senso neoliberal.

    El impacto social del desguace del Estado sobre el empleo fue devasta-dor. (...) Los despidos masivos se combinaron con planes de retiro ms o me-nos compulsivos, implementados en un lapso muy breve, durante el perodoprevio a la privatizacin, cuando las empresas eran declaradas sujetas a pri -vatizacin. De esa manera, se habilitaban planes draconianosde racionaliza-cin, en manos de todopoderosos interventores que respondan directamente

    al poder ejecutivo. (...)Es importante subrayar que este proceso afect directa e indirectamentea comunidades enteras, como lo refleja de manera paradigmtica la privatiza-cin de las empresas productivas del Estado. Ejemplo de ello es el caso de Y-PF. (...) La empresa productiva estatal ms grande del pas construy un mo-delo de civilizacin territorial, pues la modalidad de ocupacin del territorio nose circunscribi a la sola explotacin de los recursos naturales, sino que inclu-y en todos los casos una extensa red de servicios sociales, recreativos y resi-denciales para el personal permanente. En este sentido, YPF era un verdaderoEstado dentro del Estado, pues el mundo laboral de la zona explotada, y demanera ms extensa, el conjunto de la vida social estaban estructurados direc-ta o indirectamente en torno de YPF.

    En 1990, la empresa, que contaba con 51.000 empleados, luego de un a-celerado proceso de reestructuracin que inclua retiros voluntarios y despidos,pas a tener 5.600. Ello repercuti sobre la actividad econmica y el empleo[:]el retiro de YPF en 1993 implic una cada del 73% de la actividad petrolera,que a su vez se tradujo en una retraccin del 75% del empleo. Por otro la-do,la reestructuracin implic el cuasidesmantelamiento de la actividad econmi-ca de amplios sectores de la comunidad, cuyos servicios estaban orientadostanto a la empresa como al personal de YPF. Esto revela la ausencia de unaestrategia de reconversin productiva en los dos niveles, esto es, respecto dela zona, integralmente dependiente de la accin territorial de YPF, y respectode los propios trabajadores, cuya estabilidad laboral y oportunidades de vida a-parecan indisociablemente ligadasen muchos casos, desde haca varias ge-neracionesa la empresa estatal. ()

    Asimismo, las consecuencias de este proceso se hicieron visibles en elaumento de la proporcin de empleo precario y en negro. Aqu tambin la au-sencia de una planificacin y una estrategia de reconversin econmica hizoque parte de las indemnizaciones desembocara en emprendimientos comer-ciales individuales (kioscos, remiseras) o fuera destinada al consumo y adqui-sicin de bienes (compra de automviles, casas). (...)

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    Por otro lado, el proceso de ajuste y reestructuracin desbord la esferadel Estado, para alcanzar la totalidad del mercado de trabajo, por medio de unconjunto de reformas laborales que implicaron la reformulacin de las fronte -ras internas del trabajo asalariado. Dichas reformas trajeron aparejado el des -mantelamiento del marco regulatorio anterior, fundado en los derechos del tra-

    bajador y el poder de negociacin de los sindicatos.As, la implementacin de un modelo de acumulacin flexible produjo unareestructuracin diferente del mercado de trabajo, reflejada en la multiplicacinde las formas de contratacin (empleo autnomo, tercerizacin, subcontrata-cin, trabajos temporarios). Ello se hizo efectivo en 1991, gracias a la sancinde la () Nueva Ley de Empleo, que conllev un cambio en el modo en que elEstado intervena en la relacin capital-trabajo. La ley reconoca la emergen-cia laboral al tiempo que planteaba una doble estrategia: por un lado, la flexibi-lizacin del contrato de trabajo formal y la creacin de nuevas modalidades de

    contratacin, destinadas a facilitar la entrada y salida del mercado de trabajo;por el otro, el desarrollo de polticas sociales compensatorias. Esta ley redujoasimismo los aportes patronales a la seguridad social, modific las normas so-bre accidentes y enfermedades laborales y cre un seguro de desempleo quecubra slo ciertos sectores del mercado formal. ()

    Una de las consecuencias de este fenmeno fue la emergencia de un de-recho del trabajo del segundo tipo, que afecto la capacidad de representaciny de reclutamiento del movimiento sindical. Ms an, estas transformaciones,operadas en un contexto de ajuste del gasto pblico y de desindustrializacin,aceleraron notablemente el proceso de quiebre del poder sindical, reorientan-do sus fines y limitando su peso especfico dentro de la sociedad, y acentuaronel proceso de territorializacin de las clases populares, visible en el empobreci-miento y la tendencia a la segregacin socio-espacial.

    Modernizacin excluyente y asimetras regionales

    El doble proceso de modernizacin y exclusin que afect al sistema eco-nmico nacional se reprodujo en cada una de las regiones que lo integran. Eneste sentido, la poltica de apertura econmica signific el desmantelamientode la red de regulaciones que garantizaban un lugar a las economas regiona-les en la economa nacional. () Esta poltica traduca una manera diferentede concebir el espacio geogrfico nacional, que desplazaba la idea de un mo-delo global de territorio subsidiado desde el Estado nacional, a la de territorioeficiente. En consecuencia, la viabilidad o inviabilidad de las economas regio -nales pas a medirse en funcin de la tasa de rentabilidad. Dicha poltica man-tuvo las asimetras regionales preexistentes, al tiempo que conllev la crisis ydesaparicin de actores sociales vinculados al anterior modelo (economas re-gionales ligadas a empresas estatales, pymes, minifundios) y en muchos ca-sos condujo a la reprimarizacin de la economa, a travs de la expansin deenclaves de exportacin. ()

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    As, una mirada nacional del impacto que tuvieron el ajuste y la puesta enmarcha del modelo neoliberal requiere dar cuenta de sus dimensiones regiona-les. () [Se] establece tres grandes zonas econmicamente diferenciadas: enprimer lugar, unrea Central, de gran desarrollo econmico, que se caracteri-za por la existencia de economas urbanas de servicio (ciudad de Buenos Ai-

    res), as como por la existencia de estructuras econmicas de gran tamao ydiversificacin (Buenos Aires, Crdoba y Santa Fe). Aqu, el proceso de mo -dernizacin excluyente desemboc en una dinmica de desindustrializacin,que fue acompaada por la concentracin creciente de la actividad econmicaen manos de grupos privados y empresas multinacionales. ()

    En segundo lugar, unrea Mixta, conformada por las provincias patagni-cas () caracterizadas como estructuras productivas basadas en el uso inten-sivo de recursos no renovables. Lo notorio aqu es la presencia de grandesempresas multinacionales, beneficiadas por el proceso de privatizacin, vincu-

    ladas a la explotacin de hidrocarburos. Estas provincias, que presentan unabaja densidad poblacional y un ingreso per cpita mayor que el de otras pro-vincias, sufrieron sin embargo los efectos del pasaje de un modelo de civiliza -cin territorial a un esquema de explotacin ms asociado a una economa deenclave, ligada a las exportaciones, cuyos beneficios difcilmente llegan a de-rramarse sobre el conjunto de los actores sociales de la zona.

    En tercer lugar, se encuentran las provincias del rea Perifrica, que [se]mantienen rezagadas en trminos de crecimiento econmico, ms all del de-sarrollo de ciertas reas marginales, ligadas a la expansin de la frontera agr-cola. () Se caracterizan por un deterioro econmico mayor que el de otras -reas del pas, luego del decreto de desregulacin de 1991, aun si uno de susrasgos mayores es el peso (e incremento) del empleo pblico, como visible he-rramienta de control poltico. ()

    El proceso de modernizacin excluyente implic la introduccin de unnuevo modelo agrario, que trajo aparejados grandes cambios en los sistemasde organizacin y explotacin tradicionales. Cierto es que el nuevo modelo tra-

    jo consigo aumentos importantes de la produccin y la productividad. Pero, a-simismo, esta poltica afect severamente a pequeos y medianos propieta-rios, favoreciendo la concentracin de la produccin en unidades de mayor ta-mao. En realidad, es posible distinguir tres procesos que, en gran medida, re-flejan en sus diferentes aspectos las dimensiones inherentes al modelo neoli-beral aplicado al sector agrario argentino.

    As, en primer lugar durante los primeros aos de la dcada del 90, el dis-curso oficial se centr en dos ejes: la modernizacin, mediante la incor-poracin de nuevas tecnologas, y la competitividad, mediante la produccinen gran escala. El modelo estimulaba al pequeo productor a endeudarse, obien ceder (vender o alquilar) la tierra a los grandes productores. Una de lasconsecuencias de ello fue la desaparicin de numerosas pequeas y media-nas unidades de produccin, lo cual supuso la modificacin de la estructura a-graria tradicional. ()

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    En segundo lugar, el proceso de apertura econmica posibilit la introduc-cin de nuevas tecnologas (semilla transgnica, asociada a la siembra direc-ta), que modificaron bruscamente el modelo local de organizacin de la pro-duccin, orientada al mercado externo. Estas innovaciones implicaron un grandesarrollo del sector agroalimentario, que increment notablemente la produc-

    cin de soja transgnica, colocando a la Argentina entre los primeros exporta-dores mundiales. El salto de la produccin (la sojizacin del modelo agrario ar-gentino) se dio a fines de los 90. ()

    En tercer lugar, en los ltimos aos se ha registrado la expansin de lasfronteras agropecuarias y mineras, pues esas actividades tienden a radicarseen las reas marginales del pas. As, () la superficie total sembrada creci(). Estos procesos afectan sobre todo a los campesinos y a las comunidadesindgenas, quienes ven tambalear sus derechos legales o consuetudinarios yestn en el origen de desalojos violentos, llevados a cabo por los nuevos y vie-

    jos inversores. ()

    * * *

    Durante la dcada del 90 asistimos al final de la excepcionalidad argenti-na en el contexto latinoamericano. Ms all de las asimetras regionales y delas jerarquas sociales, esta excepcionalidad consista en la presencia de unalgica igualitaria en la matriz social, la que iba adquiriendo diferentes registrosde significacin e inclusin a lo largo del tiempo. As, en trminos generales,

    esto apareca ilustrado por la confianza en el progreso social indefinido, aso-ciado a la fuerte movilidad social ascendente; en trminos ms especficos, laexcepcionalidad fue incluyendo fuertes referencias a un modelo de integra -cin, favorecido por la existencia de un Estado Social, ms all de sus imper-fecciones o disfuncionamientos (modelo nacional-popular); por ltimo, la ex-cepcionalidad involucraba tanto a las clases medias, consideradas como el a -gente integrador por excelencia, como a un sector significativo de las clasespopulares, cuya incorporacin en trminos de derechos sociales se haba reali-zado durante el primer peronismo.

    Las transformaciones de los 90 desembocaran en un indito proceso dedescolectivizacin de vastos sectores sociales. Retomamos el trmino ()para hacer referencia a la prdida de los soportes colectivos que configurabanla identidad del sujeto (sobre todo, referidos al mundo del trabajo y la poltica)y, por consiguiente, a la entrada en un perodo de individualizacin de lo so -cial.

    En consecuencia, en pocos aos, la cartografa social del pas vari con-siderablemente. Al ritmo de las privatizaciones, la desindustrializacin y el au-mento de las desigualdades sociales, el paisaje urbano tambin revel trans-formaciones importantes. Al empobrecimiento visible de importantes centrosregionales, anteriormente prsperos, algunos de los cuales, luego de la privati-zacin pasaron a ser verdaderos pueblos fantasmas o enclaves de exporta-cin, hay que sumarle la imagen desoladora que presentara cada vez ms el

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    cordn industrial de las reas centrales, () convertidas en verdaderos ce-menterios de fbricas y de pequeos comercios, parcialmente reemplazadospor cadenas de shoppings e hipermercados.

    As, durante los aos 90, un enorme contingente de trabajadores fue ex-pulsado del mercado de trabajo formal, mientras que otro sufri las consecuen-

    cias de la precarizacin o busc refugio en las actividades informales, comoestrategia de sobrevivencia. () Este proceso incluy tambin la destruccinde las identidades individuales y sociales, afectando muy especialmente loscontornos tradicionales del mundo masculino. La dinmica afect a gran partede los jvenes procedentes de los sectores medios y populares, que en muypocos casos pudieron desarrollar algn tipo de vinculacin con el mundo deltrabajo, distanciados al mismo tiempo de las instituciones polticas y educati-vas.

    Esos factores impulsaron la entrada de las mujeres en el mercado laboral.

    Esto fue particularmente notorio dentro de los sectores populares, donde lasmujeres en muchos casos debieron asumir la responsabilidad de buscar los re-cursos que aseguraban la subsistencia mnima, mediante el trabajo domsticoo la labor comunitaria.

    La descolectivizacin fue abarcando diferentes categoras sociales, desdegrupos considerados como pobres estructurales con una trayectoria marca-da por la vulnerabilidad social y la precariedad laboralpasando por ampliossegmentos de la clase trabajadora industrial, que hasta haca poco tiempo ha-ban contado con trabajo ms o menos estable, hasta sectores de clases me-dias empobrecidas, cuyas oportunidades de vida se haban reducido drstica-mente en el ltimo decenio. Por otro lado, es necesario tener en cuenta que enla sociedad argentina no haba redes de contencin ni centros de formacin oreconversin laboral, ni tampoco el Estado se propuso desarrollarlos a cabali-dad, a la hora de aplicar crudas medidas de flexibilizacin o despidos masivos.

    () La modernizacin excluyente se manifest tambin en el campo ar-gentino, en la desarticulacin de la estructura agraria tradicional (reduccin os-tensible de unidades pequeas y medianas de produccin), y su reemplazopor una nueva estructura productiva en la regin pampeana, basada en la apli-cacin de biotecnologa, marcada por la concentracin econmica. Ms recien-temente, dicho proceso encuentra continuidad en la expansin de las fronterasde recursos naturales, tanto agropecuarias como mineros, en las llamadas -reas marginales (las provincias perifricas), donde se registra un comporta-miento similar de los grandes agentes econmicos (economas de enclave), alo cual se aade una estrategia de desalojos y cercamientos de tierras, en de-trimento de las poblaciones campesinas e indgenas, as como la amenaza delhbitat y la biodiversidad.

    En fin, la modernizacin excluyente fue adoptando formas territoriales ca-da vez ms radicales, ilustradas de manera emblemtica por el proceso de au-tosegregacin de las clases medias superiores, a travs de la expansin de lasurbanizaciones privadas (countries, barrios privados), as como por la segrega-

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    cin obligada de un amplio contingente de excluidos del modelo, reflejada enla multiplicacin de las villas de emergencia y los asentamientos.

    SEGUNDA PARTELA NUEVA CONFIGURACIN SOCIAL

    Introduccin

    Los cambios sociales y culturales que arrancan en los aos 60 y 70 traje-ron aparejadas grandes transformaciones en el proceso de construccin de lasidentidades individuales y colectivas. En efecto, en esta poca comienza a re-gistrarse el pasaje de una economa industrial a una economa centrada en losservicios, caracterizada por una presencia cada vez mayor de la mujer en elmercado laboral. A esto hay que agregar la multiplicacin de escisiones socia-

    les, reflejada en el paulatino declive de las formas organizativas que caracteri-zaron la etapa fondista (sindicatos y partidos polticos) y, ms an, en la impor-tancia que adquieren las dimensiones propiamente simblico-culturales en losprocesos de construccin identitaria, ilustrados de manera ejemplar por la e-mergencia de los nuevos movimientos sociales (feminismo, ecologismo, movi-miento estudiantil) y los procesos de modernizacin cultural.

    Posteriormente, hacia fines de la dcada del 80, el proceso de globaliza-cin de las relaciones econmicas, en su versin neoliberal, debilit los mar-cos regulatorios asociados al modelo de acumulacin precedente, garantiza-

    dos por los Estados Nacin, confirmando la entrada en un perodo de indivi-dualizacin de lo social. Sin embargo, fue especialmente en los pases capita-listas perifricos donde la expansin de las nuevas fronteras del capitalismoms se articul con el proceso de reestructuracin general de la sociedad, atravs de la erradicacin casi completa de las instituciones y regulaciones ca-ractersticas de la llamada sociedad salarial. As, la dinmica de individualiza-cin abri la puerta para la expresin de nuevas desigualdades (superpuestasa las ya existentes), que terminaron por dislocar los patrones sociales, cultura-les y organizativos que durante dcadas haban configurado la accin de las

    diferentes clases sociales.En la Argentina, al igual que en otras regiones del capitalismo perifrico,la mutacin fue mayor. En efecto, en los ltimos 30 aos, todos los grupos so-ciales sufrieron grandes transformaciones, tanto en lo que concierne a su com-posicin socio-ocupacional como al peso poltico y econmico de cada uno deellos en el espacio social. Ms simple, lo que cambi es la distribucin del po-der social y, como tal, el modo en que cada uno se autorrepresenta, piensa yfigura su destino social dentro de la sociedad. Cierto es que este proceso dereconfiguracin del poder social aparece muy asociado al terrorismo de Estadode los 70 y a sus consecuencias, tanto polticas como econmicas y sociales.Sin embargo, a mediados de los 90, esta dinmica encontrara una suerte devuelta de tuerca lo que podemos denominar una reproduccin ampliada delas asimetras y desigualdadesque afectara enormemente las oportunidades

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    de vida y la capacidad de accin de las clases medias y populares. As, elcambio en el modelo de acumulacin produjo una nueva modificacin de lasrelaciones de clase, visible en el proceso de polarizacin social. Por ltimo, es-tas transformaciones se tradujeron en una prdida de la gravitacin poltica yeconmica de los sectores medios y populares, y su contracara: una creciente

    concentracin de poder de los sectores altos y medios altos de la sociedad.()Nos proponemos pasar revista a este proceso de dislocacin y trans-formacin de las diferentes clases sociales, en un escenario marcado por el in-cremento de las asimetras econmicas, sociales, culturales y polticas. ()Nuestro propsito es explorar, en la medida de lo posible, los contornos de lanueva dialctica entre estructuras y prcticas sociales. As, comenzaremoscon un anlisis de las continuidades y rupturas de los sectores dominantes,para adentrarnos luego en la dinmica de fragmentacin de las clases mediasy, por ltimo, avanzaremos en el estudio de los procesos de pauperizacin y

    territorializacin de las clases populares.Captulo 4Continuidades y rupturas de los sectores dominantes

    En la Argentina, una consecuencia de las mltiples represiones que ejer-cieron los Videlas, Martnez de Hoz y otros, fue que cargaron el dado fuerte-mente contra buena parte de una sociedad paralizada por el terrorismo de Es-tado y por una brutal venganza de clase.

    A partir de entonces no hizo falta (y ste es mi argumento) jugadores particu-larmente buenos para que ganaran una y otra vez contra los intereses de los

    sectores populares y medios, y cada vez ms, en un acto tpico en estas si-tuacionescontra las fracciones capitalistas ms dbiles.Y tanto ganaron algunos que, en varias coyunturas de crisis, ellos pudieronvolver a cargar los dados cada vez ms a su favor.

    Guillermo ODonnell (2002)

    Introduccin

    De manera general, la teora social considera como sectores dominantesa aquellos actores sociales que ocupan un lugar privilegiado a la vez econ-mico y poltico dentro del modelo de acumulacin capitalista, vinculado alcontrol de empresas, cuyo carcter puede ser muy variado (nacional o asocia-do con el capital internacional, o bien, carcter multinacional). ()

    Buena parte de la literatura latinoamericana pareci concluir en el carcterms bien dominanteantes que dirigentede la burguesa. () esta deficien-cia apareca reflejada en la ausencia de un comportamiento verdaderamenteempresarial de las elites, lo cual terminaba por obstaculizar o impedir que lasociedad se orientara por la senda de un desarrollo capitalista endgeno. ()

    En la actualidad, salvo raras excepciones, el estudio de la dinmica de lossectores dominantes parece haber quedado confinado al espacio de la econo-ma y de la sociologa econmica. Entre los trabajos ms destacados se ()desarrolla un abordaje de las clases dominantes en trminos de cpula econ-

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    mica, definicin que incluye tanto a los conglomerados econmicos de origenextranjero y los grupos econmicos locales (caracterizados por la diversifica-cin econmica), como a las empresas transnacionales y las empresas localesindependientes (que se insertan en un sector de la actividad). ()

    Intentaremos plantear algunos interrogantes acerca de los agentes eco-

    nmicos involucrados en las denominadas nuevas tramas productivas quehoy asoman, asociadas al nuevo paradigma agrario y la revolucin biotecnol-gica. [A continuacin] buscaremos dar algunas pistas acerca de los cambiosvisibles en los estilos de vida de lo que muy genricamente hemos denomina-do sectores dominantes.

    Del empate social a la gran asimetra

    Entre 1880 y 1930, las clases dominantes argentinas se caracterizaron

    por un fuerte dinamismo social y econmico, estrechamente asociado a lasventajas comparativas que tuvo su insercin internacional, como productora yexportadora de carnes y cereales. En efecto, durante esta etapa de gran pros-peridad, las clases dominantes pusieron en marcha un proyecto modernizador,que trajo aparejada la integracin socio-econmica de vastos sectores de lasociedad. Sin embargo, esta dimensin integracionista que dotaba a la Argen-tina de altos niveles de homogeneidad social (y no solamente en comparacincon otros pases latinoamericanos), era acompaada por una tendencia polti-ca excluyente, con una definicin restrictiva de la democracia, y que involucra-

    ba no slo a la poblacin de origen inmigrante, sino tambin a amplias capasde las clases medias y populares nativas.Luego de la sancin del voto universal y obligatorio, en 1912, una de las

    grandes dificultades de la elite dirigente sera la imposibilidad de consolidar enel nivel nacional un partido conservador. Por ello, los portavoces privilegiadosde las elites seran, por un lado, las corporaciones tradicionales, paradigmti-camente representadas por la tradicional Sociedad Rural Argentina (SRA) y laUnin Industrial Argentina (UIA); por el otro, el Ejrcito, cuya entrada en la es-cena poltica se producira con el golpe de Estado de 1930. As, arrancaba elproceso de conformacin de una elite oligrquico-militar, cuyo protagonismoen la sociedad argentinay ms all de las divisiones ideolgicas registradasen ciertos perodosse extendera durante cincuenta aos.

    Ciertamente, recordemos que en las primeras dcadas del siglo, tanto elmodelo de desarrollo econmico (agroexportador), como el esquema de domi-nacin poltica empezaron a mostrar signos de agotamiento. () Frente a es-tos nuevos desafos, la elite oligrquica abandonara prontamente el caminodel reformismo institucional para agudizar sus comportamientos autoritarios.

    As, durante los aos 30, aparecen claramente cristalizados dos de losncleos identitarios de los sectores dominantes, a saber, el liberalismo econ-mico y el conservadurismo poltico. () La irrupcin del peronismo (como an-tes el yrigoyenismo), con sus novedosas formas de democracia plebeya y suslderes carismticos, aadira un tercer rasgo identitario: el antiperonismo mili-

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    tante. Sin embargo, el pasaje a un modelo nacional-popular implicara impor-tantes cambios en la estructura econmica del pas, lo cual pondra en eviden-cia el declive de la burguesa agropecuaria, como agente del progreso socioe-conmico, as como la emergencia de un nuevo empresariado nacional, aso-ciado al desarrollo sustitutivo. La Confederacin General Econmica (CGE),

    entidad representativa del nuevo actor econmico, ilustraba la alianza entre unsector de la burguesa (empresariado nacional) y los sectores populares, re-presentados por los grandes sindicatos, y promovida por Juan Domingo Perndesde el aparato del Estado. ()

    As las cosas, el programa de industrializacin sustitutiva restara di-namismo econmico a la elite agropecuaria, aunque esta seguira conservan-do una gran centralidad econmica y poltica. () Estos sectores mantuvieronla capacidad para presionar y desarrollar estrategias ofensivas, orientadas aobtener, tras la crisis de la balanza de pagos, masivas transferencias de ingre-

    sos en su beneficio. Pero su centralidad seguira siendo tambin cultural, puespese a que las referencias a la burguesa agropecuaria, como ncleo de la eli-te dirigente, remitan cada vez ms al pasado, sta continuara ejerciendo unpoder de fascinacin social por medio de la propiedad terrateniente (la imagende la pampa y su extensin), como encarnacin paradigmtica a la vez del pa-sado glorioso y de la riqueza consolidada.

    La entrada de un (nuevo) perodo de democracia restringida, luego de1955, coincidi tambin con el avance de la internacionalizacin del capital. Lasituacin posterior no slo hara ostensible el fracaso constante de las alianzasde clase establecidas, sino tambin la fragmentacin creciente en el interior delos sectores dominantes. Ms an: el nuevo escenario aceler la dinmica depolarizacin poltica, lo cual terminara por erosionar las bases de cualquierproyecto poltico-econmico de mediano plazo. Este cuadro de empate social(Portantiero) o hegemnico (O Donnell) revelaba as tanto las oscilaciones delos sectores dominantes como el vaco poltico producido por la cada del pero-nismo, y la entrada en un perodo atravesado por la recurrente inestabilidadinstitucional, producto de la polarizacin poltica y de las fuertes pujas intersec-toriales.

    Un primer intento de poner fin a esta situacin tuvo lugar durante el go-bierno de Ongana () [cuando] se establece una alianza entre el estamentomilitar y las elites burocrticas, vinculadas con los grandes grupos econmicosextranjeros. El resultado fue la implementacin de un Estado burocr tico-au-toritario, combinacin aparentemente paradjica entre crecimiento econmicoy autoritarismo poltico.

    Finalmente, sera durante la ltima dictadura militar y bajo la gestin delministro Martinez de Hoz, perteneciente a una de las familias ms emblemti-cas de la oligarqua ganadera, la que sellara el final del empate social, sentan-do las bases de un nuevo rgimen excluyente () El proceso de concentra-cin se inicia en los 70, poca en la cual se interrumpe la industrializacin sus-titutiva, al tiempo que opera una transferencia de excedente desde el Estado alos grandes grupos econmicos. Asimismo, este proceso marca el reemplazo

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    del liderazgo de las empresas nacionales, por empresas extranjeras diversifi-cadas y/o integradas.

    En efecto, la poltica econmica de la dictadura militar signific el ingresoen una primera etapa de fuerte concentracin de los grupos econmicos (queprodujo la quiebra de otros grandes empresarios), hecho que se ira acentan-

    do luego de la hiperinflacin de 1989. En otros trminos, la estrecha articula-cin establecida entre los primeros y el gobierno militar, precedi e impuls laconsolidacin de los grupos econmicos como actores centrales de la polticaargentina, al tiempo que vino a confirmar la salida de una situacin caracteriza-da como de empate social o hegemnico. Asimismo, el programa emprendi-do por la dictadura militar permitira a los sectores dominantes adaptarse a loscambios, sin tener que renunciar por ello a los elementos centrales de su n-cleo indentitario (liberalismo, conservadurismo, antiperonismo).

    Ya hemos dicho que la reinstalacin del rgimen constitucional trajo con-

    sigo nuevos desafos, a partir del abandono de las posiciones golpistas y la a-ceptacin de las nuevas reglas de juego por parte de las elites econmicas.Sin embargo, no menos importante es tener en cuenta que este cambio deperspectiva poltica se llevara a cabo en un contexto de mayor protagonismode los grupos econmicos. En este sentido, la relacin que el nuevo gobiernoconstitucional entabl con los grandes grupos econmicos anticipara la entra-da en la nueva poca. ()

    No por casualidad, en adelante, la accin de los sectores dominantes seorientara muy particularmente a la colonizacin de los dos grandes partidospolticos existentes, mediante la difusin de un discurso econmico liberal, co-mo eje de la solucin de los problemas argentinos. Este discurso asumira unnuevo alcance, luego del fracaso ostensible del Plan Austral en 1987, momen-to a partir del cual los sectores dominantes impulsaran una campaa sistem-tica a favor de la necesidad de realizar profundas reformas estructurales. Lapropuesta, adems de contener medidas concretas de reformas, realizaba unaparticular lectura poltica y econmica que luego se ira afianzando en la socie-dad, responsabilizando al Estado argentino de la crisis actual y haciendo hin-capi en el agotamiento del rgimen de acumulacin vigente, iniciado en el pe-rodo de posguerra.

    Sin embargo, muy probablemente, el triunfo final de la estrategia de losgrandes grupos econmicos no hubiera sido posible sin aquel golpe de Estadode 1976, que desembocara en una verdadera revancha de clase, por mediode la mayor represin poltica de la historia argentina del siglo XX. La resolu-cin final del empate social, luego del tumultuoso interregno radical, marcaraentonces la entrada en un perodo signado por las grandes asimetras, entrelas elites cada vez ms internacionalizadas del poder econmico y los cadavez ms fragmentados y empobrecidos sectores populares y medios.

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    Concentracin econmica y extranjerizacin del capital

    El gobierno de Carlos Menem abri las puertas al establecimiento de unaalianza entre los sectores dominantes, nucleados en los grandes grupos eco-nmicos, y la dirigencia poltica, de origen peronista. En efecto, si el nuevo mo-

    delo de acumulacin haba hallado su momento constitutivo durante la ltimadictadura militar, fue el gobierno peronista de Menem el que finalmente asumi-ra sin ambages la remocin de todos los obstculos que hasta el momentohaban impedido su verdadera consolidacin ().

    El correlato econmico de esta nueva alianza fue la modalidad que adop-taron las privatizaciones de las empresas pblicas. Esa modalidad posibilit lareconfiguracin positiva de los grupos econmicos nacionales, que reorienta-ron sus actividades hacia los servicios. Recordemos una vez ms los principa-les factores que caracterizaron el conjunto de las privatizaciones[:] celeridad

    del proceso privatizador, subvaluacin del patrimonio de las empresas privati-zadas, alta improvisacin en las negociaciones, en fin, debilidades normativasy dficit de marcos regulatorios. Ms an, el saldo de esta reconfiguracin a-bri las puertas a una poca de grandes beneficios, incluso de una rentabili -dad diferencial, dado el contexto de monopolio en el que insertaron muchasde las empresas privatizadas.

    Por ltimo, la reconfiguracin del perfil empresarial incluy la desaparicinde las empresas estatales, lo cual dio paso a un protagonismo mayor de losgrupos subsidiados de empresas trasnacionales (caracterizadas por una ma-yor presencia y una integracin entre los diferentes grupos) y de unos pocosgrupos econmicos locales (con capacidad de articulacin internacional), altiempo que seal una prdida de relevancia de las pymes.

    No olvidemos que la desregulacin econmica potenci la dinmica des-industrializadora caracterstica de la economa argentina desde mediados delos 70 [que] implic el colapso y cierre de numerosas pequeas y medianasempresas, que se encontraron en condiciones desventajosas para competirfrente a la apertura de los mercados. ()

    La constitucin de una alianza con el peronismo y, a partir de ello, la aper-tura de nuevas oportunidades econmicas, favorecida por el contexto interna-cional, dio paso entonces a una nueva poca. As, durante los primeros aosde la dcada de los 90, varias empresas argentinas decidieron repatriar partedel capital financiero depositado en el exterior, para invertirlo como capital fijo.Sin embargo, esta tendencia volvi a revertirse a mediados de la dcada,cuando los grupos econmicos locales vendieron su parte de los activos a con-sorcios extranjeros. () Durante ese perodo, parte de esos grupos invertiraen sectores considerados tradicionales (produccin agropecuaria) que ofrece-ran de ah en ms una alta rentabilidad, al tiempo que se reanudara la fugade capitales. ()

    As las cosas, el perodo se caracteriza por la fuerte concentracin de lariqueza y de la produccin y, al mismo tiempo, por el creciente proceso de ex-tranjerizacin de la economa argentina. () Lo destacable, empero, fue el

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    proceso de concentracin, ejemplificado de manera paradigmtica por lasgrandes firmas o cadenas en el sector comercial, a partir de la proliferacin dehipermercados y shoppings, lo cual perjudic notablemente los pequeos co-mercios, en gran medida desplazados del mercado. () Sin embargo, la din-mica de concentracin alcanz a todos los rubros de la vida social y econmi-

    ca, incluyendo tambin los medios de comunicacin, con la conformacin depoderosos multimedia, hacia fines de los 90.

    Empresariado, privatizaciones y sector financiero

    Lo dicho anteriormente puede servirnos para avanzar en algunos de losrasgos presentes en los grupos econmicos dominantes. El primero de ellosse refiere al carcter dependiente del gran empresariado respecto del Estado;el segundo, a la profundizacin de una perspectiva cortoplacista, asociada a

    la dominacin del capital financiero. ()Mucho se ha criticado la figura del empresario nacional, crecido al amparodel modelo de acumulacin anterior, subsidiado y protegido desde el Estado.Por otra parte, la distorsin de este modelo (para algunos, en realidad, su co-rolario inevitable) apareca ilustrada por un tipo de empresariado prebendario,vinculado estrechamente al Estado por medio de la prestacin de servicios.

    Ambos modelos de empresariado nacional eran los que, supuestamente, el or-den neoliberal, basado en la competencia del mercado, vendra a erradicar.Sin embargo, lo cierto es que una parte importante de los grandes empresarios

    nacionales supo adaptarse exitosamente a los nuevos tiempos, mientras quelos pequeos y medianos empresarios quebraban o eran absorbidos por fir-mas mayores. En realidad, estos grandes grupos pasaron de una relacin detipo prebendario con el Estado, a la constitucin de un vnculo de tipo patrimo-nial con un Estado neoliberal (asegurndose una alta rentabilidad gracias amercados cautivos). Una vez ms, las privatizaciones fueron el marco ideal pa-ra garantizar el acceso y saqueo del Estado por parte de los grupos privados.En definitiva, por encima de las diferencias de los contextos estructurales, elnuevo perfil empresarial parece mostrar menos la ruptura que la continuidad(aunque sta se diera bajo otras formas y condiciones de acceso al Estado),en un marco de mayor internacionalizacin del capital y, a la vez, de constitu-cin de conglomerados y nuevas sociedades.

    Por otro lado, () las nuevas reglas del capitalismo tendieron a afianzaruna relacin de exterioridad de estos nuevos empresarios de la globalizacin,actores a la vez internos e internacionales, en relacin con las sociedades na-cionales. Sin duda, () el pasaje a un nuevo modelo apunt a la creacin deun escenario de fuerte reduccin de incertidumbre para la ansiada movilidadde los capitales, gracias a la desregulacin y al dficit de controles estatales.

    An ms, el gobierno de Menem no dudara en utilizar el conjunto de herra-mientas institucionales disponibles () para intervenir de manera decisiva afavor del capital, descuidando deliberadamente los controles y la formulacinde marcos regulatorios ().

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    Adems de ello, las opciones poltico-econmicas del gobierno mene-mista impulsaron la radicalizacin de uno de los rasgos ya presentes en el pe-rodo anterior, la valoracin del capital financiero, cuyo peso en la economaargentina (y sobre las otras fracciones del capital) fue sin duda en aumento.()

    Favorecido por la estabilidad monetaria, el sector financiero logr expan-dir notoriamente sus servicios, modernizando su oferta y aumentando el volu-men de crditos. Al igual que en otros sectores, esta expansin fue concretn-dose en un marco de concentracin y consolidacin de la posicin de los gran-des bancos y de su creciente internacionalizacin. ()

    En resumen, este conjunto de actores aparecen como la ilustracin de unethos, esto es, el conjunto de coordenadas ticas e ideolgicas que orientan laaccin de un grupo o individuo, asociado a la nueva etapa de acumulacin delcapital y, muy especialmente, a las exigencias del capital financiero en el con-

    texto de la nueva dependencia. En fin, un ethos que en su expresin hiperbli-ca impulsa no slo la autonoma de la economa y las virtudes del manage-ment, sino el desarrollo de prcticas empresariales disociadas del contexto na-cional y cada vez ms marcadas por las referencias al mercado global y la in-ternacionalizacin de la economa.

    Modelo agrario y nuevos? perfiles empresarios

    () Desde mediados de los 90, asistimos al desarrollo de nuevas tramas

    productivas en el agro argentino, que han modificado bruscamente el modelolocal de organizacin de la produccin. Este nuevo modelo, que se caracterizapor el uso intensivo de biotecnologas () ha colocado a la Argentina no slocomo uno de los grandes exportadores mundiales de los cultivos transgnicos,sino como uno de los pases mejor posicionados en trminos tecnolgicos. Di-chas innovaciones implicaron un gran desarrollo del sector agro alimentario, in-crementando notoriamente su peso relativo en la economa argentina. Por lti-mo, estos cultivos no slo se extendieron en la regin pampeana, sino tambinen las llamadas reas marginales. ()

    El creciente desarrollo de la agroindustria (que incluye, adems de la pro-duccin de soja y oleaginosas, ligadas a las nuevas biotecnologas, otros pro-ductos, como vinos finos, ctricos, tabaco y cortes de carnes no tradicionales),muestra como tendencia la reformulacin del perfil empresarial, traccionadopor el mercado internacional, [que] se ha desarrollado en el marco de un mer-cado abierto y competitivo, de alta rentabilidad (pese a las retenciones, que al-canzan el 20%), por medio del aprovechamiento de las nuevas tecnologas.()

    As, una hiptesis optimista planteara que, dada la heterogeneidad de ac-tores que asoman en el nuevo mapa agrario, dicho modelo tendra la particula-ridad de salir de una dinmica de ganadores y perdedores, propia de los 90.Ms an, para esta visin dicha trama productiva dara cuenta de la emergen-cia de una nueva clase empresarial, suerte de nuevos ricos, que no provienen

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    solamente de los grandes emporios econmicos y financieros, sino tambin deciertos establecimientos o productores (medianos) del campo. Estos actoreshabran acertado en la bsqueda de una diversificacin, mediante la modali-dad muy extendida en los 90: el contratismo y el tercerismo. [El primero] en-contr otras posibilidades (y potencialidades) a partir de la introduccin del

    nuevo modelo agrario, ligado a las biotecnologas. () El contratista y el terce-rista vendran a reflejar una nueva tendencia que expresara un perfil empresa-rial que asocia las modernas tecnologas con la bsqueda de nuevos nichosde mercado. Por ltimo, se tratara de un modelo que plantea una relacin re-cursiva entre investigacin y produccin en el marco de la sociedad del cono-cimiento, por medio de la experimentacin y aplicacin de los ltimos avancesen biotecnologa. ()

    La discusin acerca del nuevo modelo agrario y sus consecuencias anno se ha instalado. En realidad, la introduccin de las nuevas tecnologas y de

    innovaciones organizacionales en el sector agrario ha motivado algunos deba-tes, en los cuales intervienen no slo especialistas, sino tambin organizacio-nes no gubernamentales y movimientos campesinos. () Hay elementos queindican que el vertiginoso desarrollo de la agroindustria ha trado aparejada ladesarticulacin de los sistemas productivos locales, aun si esto se ha realizadoa favor del desarrollo de formas organizacionales con escasas relaciones conel contexto local (entre las cuales se incluyen los pools de siembra y los fondosde inversin). () En algunas regiones, el aumento de la rentabilidad en el cul-tivo de transgnicos parece ir de la mano del avance de la deforestacin y latendencia al monocultivo intensivo, con el consiguiente peligro en trminos dedegradacin de la biodiversidad. ()

    En resumen, es demasiado pronto para establecer cun fuertes o vulnera-bles son los diferentes actores presentes en la nueva trama productiva; sinembargo, no es menos cierto que la expansin del modeloy su alta rentabili-dad actualest estrechamente vinculada con cuestiones de orden coyuntural(entre otros, los precios favorables en el mercado internacional). En los prxi-mos aos habr que ver qu dinmicas se establecen entre los distintos acto-res econmicos y qu rol asume el Estado, para realmente sopesar hasta dn-de el nuevo paradigma agroalimentario, asociado a la revolucin biotecnolgi-ca, es capaz de generar desarrollocomo aseguran sus defensores ms entu-siastaso slo es una burbuja ms, un parntesis cada vez ms acotado, den-tro de una larga historia de estancamientos y recesiones, cuyo final dejar unnuevo saldo de (pocos) ganadores y (numerosos) perdedores.

    Las marcas del mimetismo cultural

    Vamos a presentar ahora () algunos elementos que den cuenta de lastransformaciones culturales de los sectores dominantes, en especial, ciertoscambios ligados a las fracciones ms tradicionales de la elite, () los que, pordistintas razones, se hicieron ms visibles durante la dcada de los 90. ()

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    En trminos generales y al igual que en otras sociedades, los sectoresdominantes argentinos se han caracterizado por el desarrollo de una sociabili-dad de tipo comunitario. En realidad, pese a que suscriben un discurso indivi-dualista, centrado en la competencia, las clases dominantes ()se han carac-terizado por desarrollar un colectivismo prctico: prcticas y estrategias socia-

    les encaminadas a la conservacin de las posiciones y la reproduccin socialdentro del espacio social. En la Argentina, desde los orgenes de la repblicamoderna, dichas prcticas fueron definiendo los diferentes crculos de perte-nencia, que abarcaban los deportes exclusivos, realizados colectivamente(como el polo y el golf), los lugares de sociabilidad y de encierro que permit-an la prctica del ostracismo social (los clubes selectos, ciertos countries), enfin, que incluan tambin la eleccin de las instituciones educativas, esto es,las escuelas de elite. El corolario inevitable de este estilo de vida sera, sin du-da, una sociabilidad homognea, intensa, de carcter mundano, con rasgos

    comunitarios, visible en la contigidad e interpenetracin de los diferentes cr-culos sociales. ()Ahora bien, en el marco de los nuevos procesos de articulacin entre lo

    local y lo global, el establecimiento de una alianza con el peronismo triunfanteprodujo en las elites argentinas, tradicionalmente liberales y profundamenteantiperonistas, una importante recomposicin. Desde el punto de vista polticoy cultural, lo ms notorio de los 90 es que las clases altas fortalecieron su se-guridad ontolgica, esto es, su confianza de clase, al encontrar en su adversa-rio histrico, el peronismo, un inesperado aliado. Al mismo tiempo, este en-cuentro con el peronismo se dio en un contexto de modernizacin de la elite yde generacin de nuevos espacios de sociabilidad, asociados al avance de laprivatizacin de lo social.

    As, en un contexto de alta rentabilidad econmica y de fuerte afirmacinpoltica, la elite tuvo, sin embargo, que resignar ciertos criterios de afirmacindel nivel social, para aceptar la entrada de nuevos ricos, que el rgimen me -nemista, del cual ella era socia fundamental, iba generando. () El resultadode esta experiencia fue una suerte de ampliacin de los espacios de sociabili-dad y socializacin, que posibilitaron el contacto y vinculacin con la clase pol-tica y los nuevos ricos emergentes. Adems, la alianza establecida con el pe -ronismo en su inflexin neoliberal se realiz en un contexto de modernizaciny globalizacin de las elites (visiblemente ms americanizadas) lo cual proba-blemente facilit el paso hacia la ostentacin desmedida y el exhibicionismoms desenfrenado. ()

    Los gestos del menemismo para con los sectores tradicionales de la elitefueron ostensibles, abarcando desde el discurso de la conciliacin (el abrazocon el almirante Isaac Rojas) hasta el reconocimiento de las reivindicacionesde la Sociedad Rural Argentina, incluidas la liberacin de controles y precios,la supresin del impuesto a las exportaciones y la venta del predio de Palermoa un precio por dems irrisorio. ()

    Para una parte de la clase poltica, esta reconfiguracin cultural supusoun gran quiebre ideolgico, a partir del abandono del ideario tradicionalmente

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    peronista y la conversin al neoliberalismo. No pocos de ellos, hasta ayer irre-verentes defensores de lo popular, se convirtieron en nuevos ricos, motivo porel cual se apresuraron a abandonar toda referencia a una tica ciudadana o u-na supuesta moral colectiva, para celebrar hiperblicamente la asociacin en-tre el mercado e individuo, entre res pblica y asuntos privados. Ms an, en

    un marco de comunin con las clases dominantes, el elemento plebeyo tradi-cionalmente asociado al peronismofue expurgado (esto es, desconectado desu sentido originario popular y contracultural, ms an, de su potencialidad po-ltica antagnica) y reconvertido en funcin de un nuevo estilo, asociado alkitsch y el consumo ostentoso. ()

    En cambio, para la elite, el espritu de celebracin, visible en la ostenta-cin obscena y la apertura de los lugares antes exclusivistas () nos hablamenos de un quiebre ideolgico que de una muestra de mimetizacin con lanueva clase poltica, tan segura y gozosa del xito de su transgresin.

    En todo caso, sorprendida primero frente al viraje neoliberal de su adver-sario histrico, seguidamente satisfecha ante las multiplicadas muestras debuena fe, atrada incluso por el carcter festivo de nuevo look p lebeyo, ()buena parte de la elite terminar por dejar atrs el antiperonismo, para mirarcon buenos ojos la farandulizacin de los gustos, sin esquivar por ello ni elkitsch ni mucho menos la desmesura reinante.

    Elitismo, socializacin homognea y visiones de la pobreza

    En los 90 se redefinen los espacios de sociabilidad y de socializacin. Es-to aparece ilustrado en la expansin de las urbanizaciones privadas. () Loque nos interesa analizar es en qu medida esta nueva dinmica privatizadoraafect las pautas y comportamientos de la elite, lo cual trajo aparejado tanto u-na apertura social como la reformulacin de las tradicionales estrategias dedistincin. Recordemos que el impulso mayor de las urbanizaciones privadasocurri en un contexto de notorio aumento de las desigualdades sociales: fren-te a la desercin del Estado y el vaciamiento de las instituciones pblicas, sefueron desarrollando modalidades privatizadas de la seguridad y de la integra-cin social, que marcaran nuevas y rotundas formas de diferenciacin entrelos ganadores y los perdedores del modelo n