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MI RELACIÓN CON LA COMIDA | TEATRO GA- LILEO (GALILEO, 39) | DIRECTORA E INTÉR- PRETE ESPERANZA PEDREÑO | EN CARTEL (GALILEO, 39) | HASTA EL 18 DE DICIEMBRE Esperanza Pedreño (Albacete, 1974), la po- pular Cañizares de Camera café, es antes que nada una actriz de teatro. En los esce- narios muestra una imagen muy distinta a su personaje televisivo, ya que casi siempre ha interpretado personajes clásicos o dra- máticos, como el que encarna ahora en Mi relación con la comida, una obra ya mítica de Angélica Liddell, que la propia Esperanza presentó hace un año en el mismo esce- nario como actriz, directora y productora. PREGUNTA.– ¿Qué le llevó a interesarse por esta obra tan intensa, que alguien definió como un vómito en la cara del espectador? RESPUESTA.– Leí el texto por casualidad, me gustó mucho y asumí el riesgo de poner- lo en pie íntegro. Es una obra muy nece- saria y directa, que llega a la conciencia y a la mente del espectador. P.– ¿Y lo transforma? R.– Abre heridas, que se subliman me- diante el arte. Es un texto que no habla al público en general, sino a cada uno de nosotros. P.– Al final de la función, saca a algún es- pectador al escenario. ¿No les incomoda? R.– El espectador pasa de ser un voyeur a participar en las preguntas que se hace la autora. Por eso me pareció oportuno le- vantar la cuarta pared. El público no se lo espera, pero no pasa nada: soy buena y me porto bien. P.– La obra es un monólogo. ¿Fue compli- cado el montaje? R.– El montaje es sencillo porque lo sostiene el texto. Un texto difícil que exige tiempo para asimilarlo y mucha concentración. Es- tuve todo un año con él. Mi primer monta- je, Valeria y los pájaros, de Sanchis Siniste- rra, fue, en cambio, bastante más costoso. Ahí empleé el dinero que gané con la te- levisión y la publicidad. Era el año 2008. Ahora son otros tiempos para el teatro. P.– El título parece aludir a la anorexia y luego resulta ser un texto sobre el hambre en el mundo. R.– Ésa es sólo una parte. El monólogo es una patada al poder, una crítica a la políti- ca, a la hipocresía social, al pasado no cerra- do, a las diferencias entre ricos y pobres, y al hambre, a la miseria, claro. En realidad, es una metáfora de mi relación con el tea- tro. La relación de Angelica Liddell. El pro- ductor de un teatro público quiere invitar a una dramaturga a comer y ella lo rechaza: ¿cómo ir a restaurante caro cuando ha es- crito el texto en la más absoluta miseria? Ésa es la anécdota en la que se apoya. P.– ¿Así es la cultura en España? R.– Los que viven de la cultura son los inter- mediarios y los políticos; no los artistas. P.– Ha trabajado en televisión, cine y tea- tro. ¿Cuál es su lugar natural? R.– Acabé mis estudios en la Escuela de Arte Dramático en 1998 y tengo claro que mi profesión es el teatro, aunque haga cine o televisión. JOSÉ MARÍA PLAZA E N T R E V I S T A ESPERANZA PEDREÑO «LOS QUE VIVEN DE LA CULTURA SON LOS POLÍTICOS» T E A T R O E S C E NA UNA VOZ PODEROSA Los textos de Angélica Liddell, siempre muy ligados a sus vivencias personales y poco complacientes, un grito lleno de chispazos que inquietan y seducen. Esta autora, directora y actriz ha sido reconocida con el Premio Valle- Inclán y el Nacional de Literatura Dramática. LA ACTRIZ Y DIRECTORA SE ENFRENTA A UN COMPLEJO TEXTO DE ANGELICA LIDDELL, UN MONÓLOGO QUE «ES UNA PATADA AL PODER, UNA CRÍTICA A LA HIPOCRESÍA SOCIAL» JOSE AYMÁ 38

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MI RELACIÓN CON LA COMIDA | TEATRO GA-

LILEO (GALILEO, 39) | DIRECTORA E INTÉR-

PRETE ESPERANZA PEDREÑO | EN CARTEL

(GALILEO, 39) | HASTA EL 18 DE DICIEMBRE

Esperanza Pedreño (Albacete, 1974), la po-pular Cañizares de Camera café, es antes que nada una actriz de teatro. En los esce-narios muestra una imagen muy distinta a su personaje televisivo, ya que casi siempre ha interpretado personajes clásicos o dra-

máticos, como el que encarna ahora en Mi relación con la comida, una obra ya mítica de Angélica Liddell, que la propia Esperanza presentó hace un año en el mismo esce-nario como actriz, directora y productora. PREGUNTA.– ¿Qué le llevó a interesarse por

esta obra tan intensa, que alguien definió

como un vómito en la cara del espectador?

RESPUESTA.– Leí el texto por casualidad, me gustó mucho y asumí el riesgo de poner-lo en pie íntegro. Es una obra muy nece-

saria y directa, que llega a la conciencia y a la mente del espectador. P.– ¿Y lo transforma?

R.– Abre heridas, que se subliman me-diante el arte. Es un texto que no habla al público en general, sino a cada uno de nosotros. P.– Al final de la función, saca a algún es-

pectador al escenario. ¿No les incomoda?

R.– El espectador pasa de ser un voyeur a participar en las preguntas que se hace la autora. Por eso me pareció oportuno le-vantar la cuarta pared. El público no se lo espera, pero no pasa nada: soy buena y me porto bien. P.– La obra es un monólogo. ¿Fue compli-

cado el montaje?

R.– El montaje es sencillo porque lo sostiene el texto. Un texto difícil que exige tiempo para asimilarlo y mucha concentración. Es-tuve todo un año con él. Mi primer monta-je, Valeria y los pájaros, de Sanchis Siniste-rra, fue, en cambio, bastante más costoso. Ahí empleé el dinero que gané con la te-levisión y la publicidad. Era el año 2008. Ahora son otros tiempos para el teatro. P.– El título parece aludir a la anorexia y

luego resulta ser un texto sobre el hambre

en el mundo.

R.– Ésa es sólo una parte. El monólogo es una patada al poder, una crítica a la políti-ca, a la hipocresía social, al pasado no cerra-do, a las diferencias entre ricos y pobres, y al hambre, a la miseria, claro. En realidad, es una metáfora de mi relación con el tea-tro. La relación de Angelica Liddell. El pro-ductor de un teatro público quiere invitar a una dramaturga a comer y ella lo rechaza: ¿cómo ir a restaurante caro cuando ha es-crito el texto en la más absoluta miseria? Ésa es la anécdota en la que se apoya. P.– ¿Así es la cultura en España? R.– Los que viven de la cultura son los inter-mediarios y los políticos; no los artistas. P.– Ha trabajado en televisión, cine y tea-

tro. ¿Cuál es su lugar natural?

R.– Acabé mis estudios en la Escuela de Arte Dramático en 1998 y tengo claro que mi profesión es el teatro, aunque haga cine o televisión. JOSÉ MARÍA PLAZA

E N T R E V I S T A

ESPERANZA PEDREÑO

«LOS QUE VIVEN DE LA CULTURA SON LOS POLÍTICOS»

T E A T R OE S C E N AU N A V O Z P O D E R O S A

Los textos de Angélica Liddell, siempre muy ligados a sus vivencias personales y poco complacientes, un grito lleno de chispazos que inquietan y seducen. Esta autora, directora y actriz ha sido reconocida con el Premio Valle-Inclán y el Nacional de Literatura Dramática.

LA ACTRIZ Y DIRECTORA SE ENFRENTA A UN COMPLEJO TEXTO DE ANGELICA LIDDELL, UN MONÓLOGO QUE «ES UNA PATADA AL PODER, UNA CRÍTICA A LA HIPOCRESÍA SOCIAL»

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6/11/2015 La Feria de Teatro y Danza concede sus premios Feria Internacional de Teatro y Danza Noticias

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La Feria de Teatro y Danza concede sus premios

Público y profesionales han elegido con sus votos

Huesca, 2 de octubre de 2015. La organización de la Feria Internacional de Teatro y Danza deHuesca, celebrada esta semana del 28 de septiembre al 1 de octubre, ha hecho públicos los premiosde su 29ª edición. Los galardones son el resultado de las votaciones de los espectadores y de losprofesionales, recogidas en las urnas colocadas a tal efecto en cada función.

El público ha votado como Mejor Espectáculo de Danza “Time takes the time time takes”, de GuyNayder y María Campos. El Mejor Espectáculo de Teatro ha sido, según los espectadores, “Mirelación con la comida”, de El Buco Producciones. Y ha elegido como Mejor Espectáculo de Circo yotras disciplinas al titulado “L’avant première”, de D’click.

En cuanto a las votaciones efectuados por los profesionales asistentes a la feria después de lasfunciones, el premio al Mejor Espectáculo de Danza ha recaído en “Tú Vas Tomber!”, de Cía. Moveo.Y “Penev” de La Teta Calva, ha sido reconocido como el Mejor Espectáculo de Teatro.

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6/11/2015 Voz de muchas hambres | Babelia | EL PAÍS

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MARCOS ORDÓÑEZ 12 JUN 2015 15:57 CEST

PURO TEATRO

Voz de muchas hambres'Mi relación con la comida' es uno de los mejores y más combativos textos de Angélica Liddell, interpretadocon enorme talento por Esperanza Pedreño

Archivado en: Actores Actrices Teatro Artes escénicas Gente Espectáculos Cultura Sociedad

Esperanza Pedreño en el Versus barcelonés, como una tormenta encampo abierto. Pedreño de gira por España, tras una larga yaplaudidísima estancia en el teatro Galileo de Madrid. Una actrizferoz para un texto feroz: Mi relación con la comida (2005), deAngélica Liddell. Invectiva, sermón, panfleto, cascada deinterrogantes, poesía trágica. Voz de muchas hambres, de muchasrabias, con Genet y Céline en la cabecera de la cama. O en mitad delcamastro. Un texto que ha encontrado a su actriz, y menuda actriz,entre la ligereza y la hondura de Norma Aleandro y el desgarrocallejero de Esperanza Roy en La vida perra de JuanitaNarboni.Han pasado 10 años desde su escritura y Mi relación con lacomida,que no conocía, sigue viva, tensa, rítmica, llena de ideas. Mecuesta, de entrada, creerme a la multipremiada Liddell haciéndoleascos existenciales a esa comida con un “señor de la cultura”.También en este sentido no está lejos de Genet. Vale, de acuerdo, lo

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Esperanza Pedreño, en un momento de la obra.

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6/11/2015 Voz de muchas hambres | Babelia | EL PAÍS

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escribió justo antes de que su carrera comenzara a dispararse, y biencierto es que, en todo texto, autor y personaje juegan siempre alcucútras: me muestro, me escondo. Y ya veo que “la cocina” es otracosa; es una metáfora de “lo malo, lo feo y lo injusto, camuflado bajoel pellejo de lo contrario”.

Liddell arranca hablando de sus siete años bajo el agua, agua fecal,agua de pobreza en una casa “donde las paredes estaban siemprehúmedas porque no entraba ni un rayo de sol para secarlas”, dondesus vecinos eran todavía más pobres que ella, porque ella “teníaalguna posibilidad de prosperar”. Me creo todo lo que dice sobre lamiseria, “ese gran genocidio consentido”; me la creo como me creí aCéline en Viaje al fin de la noche; me la creo por cómo lo cuenta ycómo lo sirve, con ojos de pájaro desvelado y alerta, EsperanzaPedreño. Y me creo lo que dice Liddell, sarcástica, sobre lademagogia: “La culpa la tienen los hambrientos por convertirnos endemagogos. Son tan negros, tan pobres, tan sucios, tan mugrientos,tan ignorantes…, tienen tantas moscas en los ojos y en la boca…, eltreinta y tantos por ciento de la población”. Seguro que el porcentajese ha multiplicado desde entonces: tendré que preguntárselo aMartín Caparrós. Y, de paso, decirle que vaya al Versus, que no sepierda Mi relación con la comida.

Liddell y Pedreño, me parece, están en contra del entretenimiento,por puerta abierta a lo banal, pero resulta que aquí hayentretenimiento del bueno: ritmo y verdad. O sentimiento y asombro,como dice el maestro Veronese. Genet y Céline, ya digo. Y tambiénDelibes. Y Lorca, como se verá. Si no hubiera ese ritmo cimbreante enel texto y la interpretación, latido de dos corazones furiosos, elpúblico escaparía. El ritmo es belleza, el ritmo es generosidad, elritmo es gancho, de sus corazones a los del público. El ritmo espotencia, la potencia de lo que el texto dice y la potencia de subombeo en escena. Si me aprietan, les diría que me sobra un poco lapelota roja, los trazos de tiza, ciertas danzas, ciertas, eso sí, comocalambrazos. Quiero decir que, tal como lanza y respira y vive el textoEsperanza Pedreño, hasta inmóvil me atravesaría. A pelo. Peroentiendo que necesita todo eso como quien va clavando el piolet en lapiedra para subir (y que subamos) la pared vertical.

Delibes, de nuevo. Y John Berger. El hermosísimo y brutal pasaje dela parte familiar, los abuelos extremeños, la dureza de la vidacampesina. Los niños lavando en el río las tripas de los cerdos, el ríoen invierno, las tripas humeantes en las manos. “Esa es mi relación

6/11/2015 Voz de muchas hambres | Babelia | EL PAÍS

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con la comida, una relación bruta, elemental, como el trazo de unidiota”. La comida como la meada en las manos de Azarías, para quelas manos no se le cuartearan.

Lo que no me gusta: la convicción (altanera, leninista) de que elpúblico necesita ser adoctrinado y sacudido, como si fuera incapazde pensar por sí mismo: “El espectador”, dice Liddell, “debe sentirseculpable con respecto a la realidad”. Hacemos lo que podemos con larealidad. Somos bastante conscientes, me temo, porque la tenemosencima. Solo nos faltaría sentirnos culpables. Tampoco me gusta lode “sacar” al espectador a escena, aunque Pedreño lo haga con todoel amor del mundo, y brevemente. El público ha de estar en lasgradas: ha pagado por eso. Un espectador en escena está a merceddel actor, y eso es un pequeño abuso de poder, una pequeñaviolencia, aunque en el escenario no hay nada pequeño. Y ademásdistrae, crea una tensión innecesaria. No hace falta subir a escenapara “correr el riesgo de la posibilidad de revolución”: toda butaca esuna silla eléctrica si el texto es verdadero, como aquí. Y añade,lúcida, Liddell: “¡Qué contradicción tan jodida! ¡Ser menos queYorick y aspirante a la revolución!”.

Llega, luego, Liddell como Carlota Corday, la parte en la que quieredevolver los disparos de la guerra y la desmemoria, de la dictadura,de una Iglesia que miró hacia otro lado ante el Holocausto. Haydesmesura, por supuesto, pero también un poderoso anhelo dejusticia, de reparación. Cita el Gorgias, donde Platón anhela la obra“molesta, benéfica y bella”, para que “las almas de los ciudadanospasen a ser mejores”. ¿Liddell, regeneracionista? A ratos parece (ydice) no creer en el hombre, pero luego lanza esta sentenciahermosísima y radical: “Yo confío en la representación de lacatástrofe porque es una batalla contra la catástrofe”. En el terciofinal miraba y escuchaba a Esperanza Pedreño y me pareció ver laluna de Lorca (“¡Prueba a enterrarme y verás como salgo!”), la lunadel teatro bajo la arena: la cocina como definitiva metáfora delempacho, el arte como hambre nueva, hambre de bien común. Haymucha tela en este espectáculo: una comida de tres platos cocinadosa la antigua, tres platos que no te acabas, hay quepedir tupper.Quizás yo sea demasiado conservador para asumir todolo que se dice (todo revuelto, todo revuelta), pero me parece un textoincendiario, algo que nunca había escuchado en un escenario contanta fuerza. Y tampoco te acabas el talento y el riesgo de esta actrizy directora, tan albaceteña y tan argentina. De tener dinero, yo lemontaba una gira por Sudamérica. Arrasaría, fijo.

6/11/2015 Voz de muchas hambres | Babelia | EL PAÍS

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Mi relación con la comida. De Angélica Lidell. Dirigida einterpretada por Esperanza Pedreño. Versus Teatre. Barcelona.Hasta el 28 de junio.