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N°93 / marzo 2011 / ISSN 0117 / www.inia.cl Especial CAMBIO CLIMÁTICO Especial CAMBIO CLIMÁTICO Calculadora huella de carbono Efecto productivo y económico del cambio climático en el sector agrícola del centro sur de Chile ¿ Cuán vulnerable es la agricultura de riego frente al cambio climático ?

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Agro

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Especial CAMBIO CLIMÁTICOEspecial CAMBIO CLIMÁTICO

Calculadora huella de carbonoEfecto productivo y económico

del cambio climático en el sector agrícola del centro sur de Chile

¿ Cuán vulnerable es la agricultura de riego frente al

cambio climático ?

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El cambio climático es una de las realidades que enfrenta la huma-nidad en la primera década del siglo XXI,

cuyas repercusiones y efectos para la población mundial aún no están claros, habiéndose avanzado mu-cho a través de diversos estudios en la forma en que este proceso puede afectar la producción de alimentos en el mundo, pero manteniéndose aún muchas incógnitas que deben irse aclarando.

El Instituto de Investigaciones Agro-pecuarias de Chile, como institución de excelencia que busca el continuo mejoramiento de la agricultura en el país y en el mundo, no puede estar ajeno a esta situación que afectará el futuro de la humanidad y de su po-blación, motivo por el cual se llevó a cabo en Santiago de Chile el pasado 9 de Diciembre de 2010 un trascen-dental seminario con destacados ex-positores sobre “Cambio Climático y Huella de Carbono, Desarrollo y Efi-ciencia en la Agricultura Nacional” encuentro que contó con una alta asistencia de personas vinculadas al agro nacional y al mundo científico y académico interesadas en conocer más sobre este relevante tema.

La Revista Tierra Adentro y su Comi-

té Editorial consideraron importante para el país publicar en esta ésta edi-ción especial algunas de las presen-taciones efectuadas en dicho semi-nario, especialmente las vinculadas a los posibles efectos de este fenómeno de la naturaleza en la agricultura de Chile, la que se verá afectada por los cambio de temperatura, disponibili-dad de agua, y la generación de car-bono, variables cuya relevancia crece a nivel mundial pudiendo afectar in-cluso el comercio internacional en el cual la agricultura chilena tiene una importante participación.

Esperamos que esta edición especial sea una contribución más del INIA al desarrollo silvoagropecuario del país, permitiendo que se logre la meta de convertir a Chile en una po-tencia agroalimentaria y forestal que contribuya a mejorar la alimentación mundial, y a disminuir la pobreza en nuestra patria y en el mundo, con un uso racional de nuestros recursos na-turales.

Queremos agradecer el apoyo de todos quienes trabajaron para la or-ganización de estos seminarios y la formación de este material. Agrade-cer al Centro de Cambio Global de la Pontificia Universidad Católica y, especialmente, a la Fundación para la Innnovación Agraria (FIA).

Presentación

Comité Editor

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Una Nueva Cartade Ciudadanía

para enfrentar el Cambio Climático de manera sostenible

Editorial

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I. Marco General

Conformamos, como seres humanos, parte de este Chile que crece. Pertenecemos a ese cuerpo mayor que es el territorio y que nos regala la identidad nacional. La cultura na-cional, quizá por su perfil geográfico, tiene un carácter y una historia estrechamente vinculada al campo. Su identidad está más cercana a la tierra que al mar, más al interior que al litoral, más a la agricultura que a la navegación.

En la COP15 (Copenhague, 2009), Chile asumió el compromiso voluntario de redu-cir las emisiones de gases invernadero en un 20% para el año 2020, respecto a una línea de

base que está por definirse pero todo parece indicar que sería el escenario BAU (business-as-usual) del año 2020.

Si bien el mayor emisor es el sector energé-tico, el sector agricultura es también un im-portante emisor acumulando entre 12 y 14% de las emisiones nacionales de gases inver-nadero, las que provienen en partes iguales de la ganadería y la fertilización nitrogenada. Este es nuestro nudo crítico que nos desafía.

Por tanto, el sector agrícola nacional tiene que hacer un aporte proporcional a la reduc-

ción de emisiones que está comprometido internacionalmente a hacer.

De aquí deriva la importancia de este Semi-nario. De aquí deriva la gran convocatoria que ustedes le han otorgado.

II. Nueva Carta de Ciudadanía

Vivimos en una gran dualidad: por un lado, en la Economía del conocimiento y, al mis-mo tiempo, en la sociedad del riesgo.

Nosotros como país somos vulnerables: hay una tendencia a la desertificación de nues-tros suelos y dependemos de las aguas cordi-lleranas y glaciares.

Todos los objetivos se activan para enfren-tar esta nueva situación agroclimática desde la disminución del uso de combustibles fó-siles, la recuperación de suelos degradados, mejor aprovechamiento del recurso hídrico, hasta nuevos procesos y formas de produc-ción (BPA) y de cultivos más amigables con el medio ambiente, etc. Todos estos elemen-tos se coordinan para la construcción de una posibilidad; mantener los estándares de ca-lidad, producción y crecimiento en el sector agropecuario y forestal, por lo tanto, la res-puesta de país deben ser sistemas integrados de intervención para lograr que Chile se con-

vierta en una potencia alimentaria y forestal.

Para enfrentar estos desafíos se requiere de una nueva Carta de Ciudadanía para asumir obligaciones y deberes, como también acre-centar nuestros derechos políticos y sociales. Cuando hablo de Carta de Ciudadanía quie-ro expresar: una nueva conciencia ambien-talista, una aguda conciencia de respeto por el planeta y todos los seres vivos (bioética).

Esta nueva Carta de Ciudadanía explicita la necesidad de asumir la vida como leit mo-tiv de toda acción humana. “La humanidad como pocas veces en su historia, está frente a un notable e inédito desafío que es tecnoló-gico y económico pero principalmente ético y cultural”. Parece que las modificaciones del comportamiento estructural de la naturale-za, nos invitan a nuevas formas de relacio-namiento. Este es nuestro segundo desafío: crear un nuevo paradigma cultural a partir del respeto por el medio ambiente.

En este dinamismo se ponen en juego todas las variables que el hombre tiene en su po-der para modificar el rumbo de sus propios procesos: productivos, sociales, culturales, comerciales y de negocios.

También existe consenso en que este cam-bio climático global puede llegar a producir fuertes interferencias a las actividades huma-nas y que, dentro de éstas, serían las activi-dades dependientes de las condiciones de la atmósfera –como las silvoagropecuarias- las más afectadas por el cambio climático.

Ante esta posibilidad cierta, es esencial que las sociedades modifiquen sus estructuras (medioambientales, ecológicas, educativas, productivas) a objeto de contrarrestar los impactos del cambio climático, lo que en el caso de la agricultura, tiene dos vertientes: (a) contar con el conocimiento para con-

Existe consenso en que existen eviden-cias objetivas suficientes para concluir que el Planeta Tierra está experimen-tando un cambio en sus condiciones climáticas.

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tinuar haciendo la agricultura de hoy en el mismo territorio, y (b) contar con el cono-cimiento para adecuar nuevos espacios a la actividad agrícola.

III. Adaptación

Este nuevo conocimiento tiene que ver con la posibilidad de que la agricultura se adapte a las nuevas circunstancias climáticas. Esto obliga a los productores a leer los nuevos es-cenarios donde se genera la industria. La ca-pacidad de tomar decisiones está vinculada a la información disponible y al acceso que se tenga de ella, pero también a sistemas de decodificación de datos.

El cambio climático afecta a la agricultura de diversas maneras: variación en el ciclo de plagas y enfermedades, estrés por sequía y temperaturas extremas, variación en la feno-logía y época de cosecha, desplazamientos de cultivos, pérdidas de Calidad y rendimientosAnte esta necesidad de adaptación que pre-senta la agricultura, para enfrentar las nue-vas condiciones climáticas, INIA presenta un alto potencial –quizás el mayor del país- para aportar con nuevo conocimiento y avances tecnológicos para que la agricultura se adap-te a las nuevas condiciones climáticas que se traduzcan en dos áreas estratégicas de tra-bajo: “aumento de la eficiencia en el uso del agua”, “obtención de cultivares y razas con mayor tolerancia al estrés climático”.

El Estado tiene un rol insustituible en el proceso de adaptación de la agricultura a las variables del cambio climático, porque es el organismo ordenador del proceso en su integralidad: por eso, esperamos que el

estado sea capaz de producir a) generación sistemática de información y procesamiento de datos, logre los mecanismos para una co-rrecta b) conducción y articulación de planes y programas estratégicos que ayuden al pro-ceso de adaptación y mitigación agroclimá-tica, además que potencie decididamente el c) desarrollo de investigación e innovación para la producción de paquetes tecnológicos que sirvan para contrarrestar el impacto del cambio climático en las áreas productivas y aporte como bienes públicos d) en la genera-ción de instrumentos de fomento adecuados, es decir, tecnologías sostenibles que tengan un impacto ambiental bajo por unidad de renta.

IV. Mitigación

Lo mismo que en el ámbito de la adaptación, INIA tiene un gran potencial para colaborar activamente en alcanzar las metas de miti-gación que el país defina, entregando infor-mación de orientación y de los impactos de estrategias de mitigación.

Lo que hemos hecho. Hasta la fecha, INIA ha elaborado los inventarios nacionales de gases de efecto invernadero para el sector agrícola y otros sectores no-energéticos (Uso de los Suelos, Cambio de Uso de los Suelos y Silvicultura, y Residuos), herramienta que permite conocer donde nos ubicamos en el concierto mundial y de qué elementos se componen nuestras emisiones.

En esta misma línea de acción, INIA desa-rrolló un estudio preliminar sobre la huella de carbono de nuestros principales produc-tos agropecuarios de exportación, donde en-

tregó las primeras orientaciones de cómo en-frentar posibles estrategias de reducción de emisiones de gases invernadero, desde una perspectiva costo-efectiva.

Además, INIA integra algunas alianzas in-ternacionales, cuyo objetivo central es al-canzar reducciones de las emisiones de gases invernadero desde las actividades agrícolas. De esa manera INIA forma parte del LEARN (Livestock Emissions Abatement Research Network), del GRA (Global Research Allian-ce) y del Pastoral Greenhouse Gas Research Consortium.

INIA ejecuta proyectos de investigación en este ámbito (específicamente, INIA- Reme-hue), lo que nos permite pensar que nuestro aporte a la mitigación de las emisiones de los gases invernadero emitidos por el sector agrícola será, sin duda, de alto impacto en el futuro cercano.

V. Desafíos en Genética y Biotecnología

Si tenemos conciencia de los cambios estruc-turales que está sufriendo el planeta, la tarea de mitigación y adaptación del impacto en genética y biotecnología es ejecutar progra-mas de mejoramiento genético para el de-sarrollo de variedades agrícolas y forestales, adaptadas al cambio climático.

Esto se espera que hagamos como INIA: trabajar en la búsqueda de germoplasma to-lerante a sequía y a temperaturas extremas, otros, identificar genes asociados a toleran-cia a altas temperaturas, sequía, otros, gene-

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rar variedades tolerantes al cambio climático y realizar estudios críticos en relación con la evolución de plagas y enfermedades a nivel genómico frente al cambio climático.

Como institución estamos trabajando en las siguientes especies: una de mesa (estrés sali-no), eucaliptus (estrés hídrico), arroz (estrés a temperatura) papas (estrés a temperatura y sequía), trigo (estrés hídrico), forraje (Trifo-lium spp, Lotus spp, Bromus spp).

INIA, a través de su Joint Venture, CGNA (Centro de Genómica Nutricional Agroacuí-cola) desarrolla ciencia y tecnología en el área genómica para descifrar las bases gené-ticas que permitan enfrentar con mayor éxi-to el cambio climático. Estamos en buen pie. Podemos hacer más. El sentido de la investi-gación debe estar ligado al destino de Chile.

VI. Adaptación ambiental y Eficiencia EnergéticaDesde el punto de vista adaptación ambien-tal y eficiencia energética estamos trabajan-do en el Centro de Genómica Nutricional Agro Acuícola. En ese centro buscamos la generación de nuevos cultivares con mayor tolerancia al estrés hídrico, térmico, resis-tencia a plagas y enfermedades. Y además, pretendemos desarrollar cultivares de ci-clo corto, de alta eficiencia energética (alto

rendimiento, baja producción de residuos y menor requerimiento de insumos). También se trabaja en genómica nutricional para au-mentar la cantidad y calidad de proteínas, ácidos grasos y carbohidratos por unidad de superficie. Otro objetivo es disminuir la presencia de antinutricionales, los cuales au-mentan debido a “estreses” provocados por el cambio climático.

En suma, buscamos cultivos con mayor adaptación al cambio climático y elevada calidad nutricional. Necesitamos reducir los gases con efecto invernadero (GEI) y toda nuestra institucionalidad, a través del Con-sejo Consultivo del Minagri, tiene esa res-ponsabilidad.

VII. Palabres finalesPara concluir mi intervención de esta ma-ñana quiero señalar algunos aspectos cla-ves. Chile, “como país en desarrollo, está comprometido en aportar a los esfuerzos de mitigación, a través de NAMAS: Acciones tempranas, mediante la implementación de políticas públicas que incentivan, princi-palmente, el uso eficiente de la energía y las energías renovables”.

Asimismo, se planteó como definición cla-ve en la Declaración de Chile en la COP 15, Cumbre de Copenhague, a nuestro país

como: “Chile: Agricultura Carbono Neu-tral”, fomentando acciones de mitigación (NAMAs) ya iniciadas: eficiencia energética, energías renovables, forestación y reforesta-ción, Conservación de los bosques naturales, Mejoras en el transporte público, plantacio-nes, bioenergía, eficiencia energética y bue-nas prácticas en el sector.

Carbono neutral significa que las emisiones de gases invernadero en la producción y co-mercialización de productos alimenticios están compensadas por captura equivalente de carbono atmosférico; compensación, en este sentido puede significar compensar por compra de bonos de carbono o por planta-ción de árboles y mitigación por abatimiento efectivo de emisiones.

La Gran Tarea: Avanzar hacia una industria alimentaria carbono neutral.

Para Chile, la mitigación no debe ocurrir a expensas de desincentivar o reducir la pro-ducción de alimentos sino que a expensas de reducir las emisiones por unidad de produc-to. En los países europeos, la menor emisión agrícola ha sido por reducir las poblaciones animales. Potenciamos el crecimiento de manera sostenida. Aportamos con tecnolo-gías e innovaciones.

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CAMBIO CLIMÁTICO

LA POSICIÓN DE GOBIERNO,EN LOS ACUERDOS Y COMPROMISOS SOBRE EL

Andrea Rudnick García, Jefa Oficina de Cambio Climático Ministerio del Medio Ambiente.

Cambio climático y su base científica

El cambio climático dice rela-ción con un cambio del clima atribuido directa o indirecta-

mente a la actividad humana y que se suma a la variabilidad natural del clima. Así lo esta-

blece la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cam-bio Climático (CMNUCC). El

cambio climático no se refiere sólo a aumentos de temperatu-

ra, sino que también a cam-bios en las precipitaciones,

nubosidad, entre otros.

Política Nacional

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Política Nacional

Eel año 2007 el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) - principal re-ferente técnico de Naciones Unidas para la toma de decisiones en cambio climático - pu-blicó su cuarto informe de evaluación. Par-ticiparon más de 800 expertos de 130 países durante 5 años con procesos de revisión pro-gresiva. Los mensajes claves de dicho reporte fueron: el calentamiento del sistema climá-tico es inequívoco, como resulta evidente de observaciones; y la mayoría del aumento observado en la temperatura global es muy probable (>90%) debido al incremento ob-servado en las concentraciones de gases de efecto invernadero de origen antropogénico.

Las evaluaciones científicas posteriores al 2007 – de la Agencia Ambiental Holandesa y su Instituto Meteorológico - indican que el reporte del IPCC del 2007 aún provee una base científica válida para la toma de decisio-

nes y que existen indicaciones que el cambio del clima puede tener impactos más severos, lo que refuerza las conclusiones respecto a la adaptación y mitigación.

¿Cuáles podrían ser los im-pactos del cambio climático en Chile?

Nuestro país es un país vulnerable a los im-pactos del cambio climático. Contamos con zonas insulares, zonas costeras bajas, zonas áridas y semiáridas, entre otras característi-cas. Chile cumple con 7 de las 9 característi-cas de vulnerabilidad de la CMNUCC.

Durante los últimos años se han evaluado los impactos del cambio climático en ám-bitos como la producción de alimentos, la biodiversidad y la disponibilidad futura del recurso hídrico, tanto para el abastecimiento de agua potable a la población, como por la importancia que tiene para el desarrollo de sectores como la minería, agricultura, silvi-cultura, energía e industria en general.

¿Cómo podemos responder a tan compleja temática?

La nueva Ley 20.417 - que establece modifi-caciones a la Ley 19.300 sobre Bases Genera-les del Medio Ambiente - crea el Ministerio del Medio Ambiente, el Servicio de Evalua-ción Ambiental y la Superintendencia del Medio Ambiente, y establece en su artículo 70 que el Ministerio del Medio Ambiente

tiene la función de proponer políticas y for-mular planes de acción en materia de cambio climático, específicamente en adaptación y mitigación.

Para responder a tal desafío, el Ministerio del Medio Ambiente cuenta con una Oficina de Cambio Climático, con dependencia directa del Subsecretario del Medio Ambiente. Esta nueva institucionalidad permite una línea de trabajo apropiada y fortalecida para funcio-nar tanto a nivel inter ministerial, inter sec-torial e internacional.

Al mismo tiempo, la Ministra del Medio Ambiente preside el Comité Interministe-rial de Cambio Climático, constituido por los Ministros de: Energía, Relaciones Exte-riores, Hacienda, Agricultura, Transporte, Economía, Minería y Secretaría General de la Presidencia.

¿Cómo hemos avanzado en la implementación de políticas públicas?

Chile cuenta con un Plan de Acción Nacio-nal de Cambio Climático 2008-2012, que a la fecha ha generado valiosa información sobre adaptación a los impactos del cambio climá-tico y mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero. Dicho Plan contempla para el periodo 2011 al 2012, la formulación de los planes nacionales y sectoriales de mi-tigación de emisiones y de adaptación, de modo de abordar con una perspectiva nacio-nal los impactos asociados al cambio climá-

n

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tico que se espera sean relevantes para la población, los recursos naturales y económicos del país en los próximos años.

Asimismo, se contempla la implementación de un sistema per-manente de elaboración del inventario nacional de gases de efecto invernadero – que a la fecha cuenta con una serie de tiempo 1984-2006 - que nos permitirá adelantarnos a las futuras exigencias de la CMNUCC y nos permitirá evaluar el grado de cumplimiento de las acciones de mitigación planteadas.

Como parte importante de la implementación de políticas se en-cuentra la creación de capacidades y la difusión de información. En dicho ámbito, ha sido de gran relevancia la conformación de mesas de trabajo intersectoriales - con el sector privado y la socie-dad civil – e inter ministeriales – sobre transporte aéreo y marí-timo. Además, cabe destacar que la Oficina de Cambio Climático cuenta con el punto focal nacional del IPCC y siete investigadores chilenos han sido seleccionados por el IPCC como autores del próximo informe de evaluación.

Compromisos ante la CMNUCC

El compromiso de Chile – país no Anexo I de la CMNUCC - con-siste en informar sobre el balance neto de las emisiones de gases de efecto invernadero generadas en nuestro país y las acciones tomadas para la adaptación al cambio climático y para mitigar las emisiones. Por ello, en el año 2000 se presentó la Primera Comu-nicación Nacional, y actualmente se está terminando la Segunda Comunicación Nacional.

Asimismo, Chile cuenta con una Autoridad Nacional Designada para la otorgación de las cartas de aprobación nacional a los pro-yectos que postulan al Mecanismo de Desarrollo Limpio – meca-nismo flexible del Protocolo de Kioto. Dicha Autoridad Nacional Designada se encuentra operativa y ha otorgado 67 cartas a la fecha.

Por último, Chile participa activamente del proceso de negocia-ción que vive la CMNUCC y que recientemente ha celebrado su Conferencia de las Partes nº16. En el contexto internacional, sa-bemos que el mayor esfuerzo de los países desarrollados no será suficiente para detener el aumento de temperatura del planeta. Por este motivo, Chile se ha comprometido con Acciones Nacio-nales Apropiadas de Mitigación, que conocemos como NAMAs, con el objeto de limitar el crecimiento de las emisiones de Chile en un 20% respecto de la proyección del escenario de referencia – business as usual – al 2020. Los principales sectores que se abor-darán para cumplir este objetivo serán la eficiencia energética, las energías renovables, y el uso del suelo, cambio del uso del suelo y silvicultura. Para cumplir este objetivo Chile utilizará recursos tanto nacionales como internacionales. El compromiso de Chile ha sido enviado a la Secretaría de la Convención Marco de Nacio-nes Unidas sobre Cambio Climático como parte del Apéndice II del Acuerdo de Copenhague.

Así, el Gobierno está comprometido con la mitigación de los ga-ses de efecto invernadero y con la adaptación a los efectos adver-sos del cambio climático, y asume este compromiso para consigo y las generaciones futuras.

Política Nacional

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1.- Consideraciones generales sobre el Cam-bio Climático

El clima es definido tradicionalmente como el promedio de largo plazo de las variables meteorológicas (tempe-ratura, precipitación, humedad, vientos, etc.) en una región. El clima es determinado por la circulación at-mosférica de gran escala y la geografía; a su vez, el cli-ma define en gran parte los ecosistemas y los empren-

dimientos humanos que se desarrollan en una región, especialmente las actividades agrícolas y forestales. Formalmente el “largo plazo” corresponde a una ventana de 30 años de duración al interior de la cual puede existir considerable variabilidad interanual (asociada, por ejemplo, al fenómeno de El Niño – Oscilación del Sur) superpuesta en el ciclo medio anual. Cuando se examinan registros atmosféricos prolongados (observados directamente o inferidos de registros am-

bientales) resulta evidente que el clima también cambia en forma sig-nificativa en escalas de tiempo de siglos a cientos de miles de años. La mayoría de estos cambios climáticos obedecen a factores naturales, incluyendo la inestabilidad interna del sistema atmósfera-océanos-criósfera, cambios en el forzante solar debidos a pequeñas desviacio-nes en la geometría orbital del planeta, cambios de la composición de la atmósfera debido al volcanismo y otros procesos superficiales, y cambios en la configuración continental del planeta debido a la tec-tónica de placas.

El cambio climático que abordamos en esta presentación correspon-de a los cambios del sistema climático debido al incremento de la concentración de gases con efecto invernadero (GEI, gases con gran capacidad de absorber la radiación emitida por la superficie del pla-neta) como consecuencia directa de la quema de combustible fósi-les y otras actividades antropogénicas. Se debería hablar en rigor de

René Garreaud Salazar, Departamento de Geofísica

Facultad de Ciencias Físicas y Matemática de la Universidad de Chile.

Cambio Climático producto del incremento de efecto invernadero de origen antropogénico

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“cambio climático debido a incremento de efecto invernadero de origen antropogénico” pero de ahora en adelante sólo lo llamaremos “cambio climático”. La inyección de estos GEI, especialmente el dióxido de carbono (CO2), comenzó a ser significativa a media-dos del siglo XIX debido al proceso de in-dustrialización. En la actualidad, la concen-tración promedio de CO2 alcanza unas 360 partes por millón (ppm), un 30% por encima del valor preindustrial de 280 ppm. Eviden-cias paleo-ambientales indican que la con-centración de CO2 se mantuvo muy cercana a los 280 ppm durante los últimos 700.000 años. La taza actual de aumento del CO2 en la atmósfera es pronunciada, y se proyecta que dentro de las próximas dos décadas se duplicara el valor preindustrial.

Sobre la base del balance radiativo de la at-mósfera, existen consideraciones robustas que indican que un aumento de la concentra-ción del CO2 genera un aumento en la tem-peratura superficial del planeta. El aumento de la temperatura superficial del planeta por efectos radiativos se ve incrementada por retroalimentaciones dentro del sistema te-rrestre. Estos factores son sintetizados en la sensibilidad climática al CO2 en términos del cambio promedio de la temperatura superfi-cial frente a una duplicación del CO2 respec-to al valor preindustrial (rT2xCO2). Aun-que el valor exacto de esta sensibilidad no es conocido, la mayoría de las estimaciones de rT2xCO2 caen en el rango +2-3°C, pero con valores escapados tan bajos como +1°C y tan altos como +5°C (e.g., Schwartz, S., 2008). El valor promedio y aceptado por el IPCC es de rT2xCO2 = 2.5°C.

2. Cambios globales en el siglo XX

Antes de continuar hacia el futuro, es conve-niente analizar cuáles han sido los cambios observados en el último siglo, considerando que ya hemos recorrido más de medio ca-mino a la duplicación del CO2. La Figura 1, reproducida del Cuarto Informe del IPCC (Christensen et al., 2007), muestra los cam-bios de la temperatura promedio planetaria desde 1850 al 2005, junto a otras variables que también dan cuenta de un aumento de temperatura. En promedio, la temperatura se ha incrementado en unos 0.8° durante el siglo XX. Este valor cae en el límite inferior del rango esperable considerando las diver-sas estimaciones de rT2xCO2 y los cambios constatados de CO2. Este valor relativamente

modesto, parece explicarse en el rol mode-rador que ejerce el océano profundo, el cual aún no se ajusta completamente al nuevo equilibrio.

Los cambios de temperatura durante el siglo XX muestran considerable variabilidad tem-poral (taza de cambio variable en el tiempo y superpuesta en fluctuaciones interanuales muy importantes) y espacial. Para ilustrar este último punto, la Figura 2a muestra el cambio de temperatura superficial del aire en las últimas tres décadas. Consistente con la Figura 1, la mayor parte del planeta mues-tra una tendencia al calentamiento, pero este es mucho mas extenso e intenso (hasta 0.3°/década) sobre el hemisferio norte, debido a la mayor masa continental y la retroalimen-tación positiva que produce la perdida de

cobertura nival. El hemisferio sur, donde la superficie oceánica es mucho mayor, el ca-lentamiento es menos extendido e incluso se evidencia una banda circumpolar de enfria-miento cerca de la periferia antártica que se extiende a lo largo de la costa oeste de Sud América. Analizaremos este rasgo con más detalle en la sección siguiente, pero es im-portante comentar aquí que tal enfriamiento regional no es incompatible con un cambio climático global asociado al incremento de GEI.

Un cambio climático de carácter global no solo afecta la temperatura del planeta sino que también la circulación de la atmósfera y por ende los regimenes de precipitación. Es-tos últimos cambios, sin embargo, son más difíciles de detectar (debido a problemas ins-

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trumentales) y no presentan patro-nes espaciales tan coherentes como el caso de la temperatura. La Figura 2b muestra los cambios de precipitación durante el siglo XX, donde se apre-cian zonas con aumento de precipita-ción (como la cuenca del Plata) y zo-nas de decremento de precipitación (como el sector Chileno).

3. Cambios observados en Chile

Desde el punto de vista climático, Chile se ubica en la transición entre condiciones oceánicas frías y condi-ciones continentales más cálidas y húmedas. Este carácter de transición también se verifica en los cambios climáticos observados en el siglo XX y proyectados al siglo XXI. Cualquier estimación de los cambios observa-dos en Chile se complica debido a la pobre y dispar distribución de esta-

ciones de seguimiento climático.

Consistente con lo apreciado en el mapa global de cambio de tempera-tura, la Figura 3 permite apreciar el comportamiento dispar de la tempe-ratura a lo ancho del territorio nacio-nal en su zona central. Para distintos conjuntos de estaciones (según su cercanía a la costa) se muestra la serie de tiempo de la temperatura prome-dio anual, donde se aprecia la varia-bilidad interanual (saltos año-año) y una tendencia sostenida durante varias décadas. El análisis se restrin-ge al periodo posterior al año 1979 luego del “salto climático” natural de mediado de los 70. Mientras las tem-peraturas en el océano y a lo largo de la costa han disminuido (-0.15°/dé-cada), las estaciones en el valle cen-tral muestran un ligero aumento, y las temperaturas en cordillera mues-tran un aumento significativo de casi

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+¼°C por década. El enfriamiento costero y el calentamiento sobre los Andes se verifica en la zona central y norte de Chile (Falvey & Garreaud 2009). Al sur de la región del Bio-bío las tendencias dejan de ser significativas, pero predomina un ligero enfriamiento. Es importante destacar que 30 años es un pe-riodo relativamente breve y las tendencias en la Figura 3 podrían corresponder a una os-cilación natural de largo plazo. Sin embargo, comparación con los modelos climáticos y otros análisis permiten atribuir estas tenden-cias al cambio global (por aumento de GEI) al menos parcialmente (Falvey & Garreaud 2009). En particular, el enfriamiento litoral parece consecuencia de una intensificación de los vientos del sur a lo largo de la costa de-bido a una expansión hacia el sur de la zona de influencia del anticiclón subtropical del Pacifico sur oriental, un rasgo de gran escala consistente con un “calentamiento global”.

Los cambios de precipitación a lo largo de Chile son más difíciles de cuantificar, debido a que la precipitación muestra mucha mayor variabilidad interanual. La Figura 4, cons-truida en base a observaciones asimiladas en una grilla regular (University of Delaware climate data set), indica que sólo la zona cen-tro-sur (entre el Maule y Chiloé continental) presenta tendencias significativas, con una reducción de hasta 100 mm/década en el sector de Valdivia. La zona central, incluyen-do la cordillera de la región Metropolitana, no exhibe tendencias significativas que so-bresalgan de la gran variabilidad de precipi-taciones en esta región que es causada por la alternancia de eventos de El Niño y La Niña. Los resultados en la Figura 4 son consisten-tes con el análisis de datos de estaciones plu-viométricas realizado por Quintana (2008) y algunas estimaciones en base a caudales en la eco-región Valdiviana por Lara et al. (2008).

4. ¿Como saber que nos trae el siglo XX?

a. Modelos de Gran Escala (GCM)

Considerando el rango de sensibilidad cli-mática rT2xCO2, y las actuales tasas de emisión de gases con efecto invernadero, es esperable que la temperatura promedio planetaria aumente en +2°C hacia mediados XXI respecto al promedio 1960-1990. Existe amplio consenso que un cambio de +2°C trae acompañados problemas ambientales graves a nivel global y regional. Por otro lado, existe incertidumbre respecto a cuando la tempe-

ratura aumentará en +2°C debido a nuestro desconocimiento de la sensibilidad climática y, sobre todo, la tasa de emisión de GEI en el futuro (incertidumbre de emisiones). El es-quema adoptado por el IPCC es considerar distintos escenarios de emisiones de gases de efecto invernadero (lo que se relacionan con escenarios de evolución social, económica y tecnológica), desde uno muy benigno como el “constant composition commitment” a uno muy negativo como el A2.

Para predecir cambios climáticos más allá de valores promedios globales, es necesario emplear modelos numéricos de la atmósfera que capturen la dinámica de la circulación atmosférica y los procesos de intercambio de energía, masa y momentum con la super-ficie. En estos modelos la concentración de CO2 y otros GEI son establecidos de acuerdo al escenario de emisiones considerados, e in-tegrados en el tiempo en períodos de hasta 100 años. Para el IPCC-AR4 se dispuso de más de 20 GCMs que cubrían al menos un periodo “baseline” (BL) entre 1960 y 1990, y varios escenarios para fines del siglo XXI

entre 2070 y 2100. Como ejemplo, la Figu-ra 5 muestra la evolución de la temperatura promedio planetaria para todo el siglo XXI.

b. Modelos regionales (RCM-PRECIS)

El gran dominio espacial de los GCM exi-ge que la resolución espacial de la grilla de diferencias finitas no sea muy detallada, usualmente entre 200 y 300 km en la hori-zontal. Para un país como Chile, con geo-grafía compleja y gradientes tan marcados en la dirección este-oeste, la resolución de los GCMs resulta insuficiente para describir el clima y sus potenciales cambios. Aunque los cambios A2-BL en los GCMs dan cuenta de la alteración del régimen de precipitación y temperatura a nivel regional, no es evidente como se “mapean” estos cambios a la geogra-fía nacional. Es posible, por ejemplo, que los cambios de temperatura se incrementen con la altura sobre los Andes respecto a la atmós-fera libre debido al efecto albedo, fenómeno que no es representado por los GCMs.

En este caso se debe recurrir a modelos nu-

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méricos de mejor resolución pero de área limitada, llamados Regional Climate Models (RCMs). En esencia, los RCMs realizan un escalamiento hacia abajo (downscaling) de la in-formación de mayor escala provista por un GCM. Así, los resultados de un RCM son altamente determinados por el GCM que los alimenta en sus bordes laterales, pero su reso-lución es alta de manera que los resultados son físicamente consistentes con la geografía local.

PRECIS (“Providing Regional Escenarios for Climate Stu-dies”) es un RCM desarrollado por el Hadley Centre del Reino Unido sobre la base de Modelos Globales de este mis-mo centro de investigación (Jones et al. 2004). Como par-te del proyecto "Estudio de Variabilidad Climática en Chile para el Siglo XX", solicitado por CONAMA y co-financiado por el proyecto ACT19, el Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile realizó una estimación de escenarios climáticos para diferentes regiones de Chile durante el siglo XXI empleando PRECIS, cubriendo todo el territorio nacio-nal con una resolución espacial de 25 km (Figura 6). Los in-formes derivados de este estudio como la mayor parte de los datos generados están disponibles en: http://www.dgf.uchile.cl/PRECIS. En esta presentación se muestran los resultados de las simulaciones BL (clima actual, 1960-1990) y A2 (2070-2100 bajo un escenario severo de emisiones GEI).

5. Cambios proyectados para Chile du-rante el Siglo XXI

Empleando los resultados del modelo PRECIS, es posible calcular las diferencias entre el clima a fines del siglo XXI (periodo 2070-2100), considerando el escenario A2, y el cli-ma de fines del siglo XX (1960-1990). Es importante enfati-zar que este cambio corresponde al “peor caso” pues el esce-nario A2 supone emisiones muy elevadas de GEI durante las próximas décadas. A continuación presentamos los cambios más importantes y coherentes a nivel nacional; el lector in-teresado en cambios en lugares específicos puede recurrir al informe preparado por el DGF-UCh para CONAMA y acce-der a los datos del modelo PRECIS, ambos disponibles desde el sitio web: http://www.dgf.uchile.cl/PRECIS

La Figura 7 muestra el cambio de temperatura superficial del aire (promedio anual) sobrepuesto la topografía de Chile. Se observan calentamiento sobre todo Chile continental y el océano adyacente, pero con magnitudes variables. El ca-lentamiento es modesto (0.5-1°C) sobre la costa, pero este se incrementa rápidamente sobre la cordillera con cambios de hasta 5°C en las tierras altas del norte y centro de Chile. Existe una leve diferenciación entre las estaciones del año: durante los meses de verano el mayor calentamiento (>4°C) se extiendo sobre los Andes hasta la Patagonia, mientras que en invierno el calentamiento es mas intenso (>5°C) pero concentrado en los Andes de la zona norte de Chile (Fuen-zalida et al. 2007). Es importante destacar que el menor (mayor) calentamiento sobre la costa (los Andes) proyecta-do para el futuro es consistente con los cambios observados en las últimas décadas y probablemente debido al efecto de enfriamiento costero por un aumento de los vientos del sur

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(Garreaud & Falvey 2009).

Los cambios de precipitación (acumulada anual) se presentan en la Figura 8. En este caso, observamos una fuerte tendencia a la disminución de la precipitación en la zona centro-sur de Chile. En la cordillera entre las regiones del Bio-Bio a los Lagos, la pre-cipitación anual disminuye en mas de 1000 mm (50 mm/mes * 12 meses). También se aprecia un aumento de la precipitación (500 mm/año) en la costa austral de Chile y un leve aumento sobre el Altiplano (este último rasgo simulado por PRECIS no parece muy robusto, y estimaciones basadas en métodos alternativos indican una disminución de la precipitación en esa zona).

Para poner los números anteriores en con-texto, la Figura 9 muestra las diferencias nor-malizada por el promedio actual de la preci-pitación (simulada por PRECIS), para cada estación del año. La precipitación futura se reduce entre un 60-70% de los valores actua-les entre las regiones del Maule y Los Lagos, siendo la reducción mas intensa durante los meses de primavera. En el caso de la zona austral, las precipitaciones se incrementan un 10-20% del valor actual. La zona semiá-rida y árida de Chile experimenta cambios mucho más modestos. Nuevamente nota-mos que el patrón de cambio del futuro es consistente con los cambios observados en las últimas décadas. Es también notable el contraste de cambios en precipitación a tra-vés de la cordillera de los Andes, en cuanto

la zona sur de Argentina experimentará un aumento de precipitaciones, especialmente en verano.

6. Trabajo futuro

Los resultados del modelo PRECIS presenta-dos en el punto anterior son el punto de par-tida para modelar cambios en una variedad de sistemas físicos, biológicos y humanos, que realmente nos permitirán cuantificar los efectos del cambio climático en nuestros recursos ambientales y actividades econó-micas. Un primer paso se ha dado con la cuantificación del impacto sobre los recursos hídricos de nuestro país. El prospecto es bas-tante negativo, pues la disminución de la pre-cipitación y aumento de temperatura resulta en una reducción de los volúmenes anuales de escorrentía y un proceso de deshielo más temprano alargando y extremando la tem-porada de estiaje (e.g., Vicuña et al. 2010). Estimación de cambios en la productividad agrícola (Santibáñez et al., en este volumen) y forestal son estudios muy relevantes y ne-cesarios de conducir en la actualidad de ma-nera de poder definir políticas apropiadas de adaptación.

Desde el punto de vista estrictamente cli-mático, es imperativo fortalecer la red de seguimiento “ambiental”, de manera de po-der verificar en el tiempo las proyecciones en base a modelos numéricos. Por una parte es necesario ampliar la red de estaciones a zo-nas con baja cobertura (alta montaña y re-giones extremas) pero también es necesario crear los protocolos apropiados de registro, almacenamiento y divulgación de datos cli-máticos. Por otro lado, será importante re-visar las proyecciones regionales generadas con el modelo PRECIS, haciendo uso de las salidas de modelos globales más sofisticados que estarán disponibles a fines del 2011 en conexión con el 5to informe del IPCC.

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Referencias:

Christensen JH, Hewitson B, Busuioc A, Chen A, Gao X, Held I, Jones R, Kolli RK, Kwon RT, Laprise R, Magaña V, Mearns CG, Menendez CG, Raisanen J, Rinke A, Sarr A, Whetton P. 2007. Regio-nal Climate Projections. In: Climate Change 2007: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Fourth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. Cambridge Univ. Press, New York.

Falvey, M. and R. Garreaud, 2009: Regional cooling in a warming world: Recent temperature trends in the SE Pacific and along the west coast of subtropical South America (1979-2006). J. Geophys. Res., 114, D04102, doi:10.1029/2008JD010519.

Lara A, Villalba R, Urrutia R., 2008: A 400-year tree-ring record of the Puelo River summer-fall streamflow in the Valdivian Rainforest eco-region, Chile. CLIMATIC CHANGE, 86, A331-356

Schwartz, S., 2008: Climate change and climate sensitivity. Energy & Enviromental Science, 1, 430-453

Vicuña, S., R. Garreaud and J. McPhee, 2010: Climate change impacts on the hydrology of a snowmely driven basin in semiarid Chile. Climatic Change. DOI 10.1007/s10584 - 010-9888-4

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Cómo los cambios climáticos afectarán a la agricultura

Fernando Santibáñez QuezadaCentro de Agricultura y Medio Ambiente (AGRIMED)

Facultad de Ciencias AgronómicasUniversidad de Chile

La producción agrícola de-pende de la armonía entre los procesos ecofisiológicos internos de las plantas y las condiciones externas crea-das por el ambiente. Las plantas están dotadas de un programa genético interno donde están preestablecidas las conductas que ellas ten-drán frente a las cambiantes condiciones del clima.

El crecimiento de cada órga-no individual no solo de-pende del éxito fotosintético de las plantas, sino además, de la distribución de los car-bohidratos entre los distin-tos órganos. La fracción de

carbohidratos que se destina al crecimiento de cada órgano es una variable determinada genéticamente y su valor se va modificando a medida que transcurre la estación. No obs-tante el fuerte determinismo genético sobre la prioridad que cada órgano toma en la dis-tribución de carbohidratos en cada momen-to del ciclo, el clima puede modificar este

patrón de distribución.

Es así como ambientes altamente luminosos tienden a reducir el desarrollo aéreo en be-neficio del subterráneo, temperaturas muy elevadas tienden a reducir el peso de los fru-tos, la sequía frena el crecimiento de los ápi-ces, reduciendo la relación hojas/frutos, las noches frescas tienden a favorecer la fructifi-cación, los periodos frescos pueden producir aborto en floración y caida de frutos cuando ellos se prolongan por periodos de varios días, la excesiva alternancia de temperaturas altas y bajas tiende a reducir el crecimiento aéreo.

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chilena

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Junto al crecimiento, las plantas deben sin-cronizar el desarrollo, es decir, los cambios fenotípicos que van sufriendo a través de la temporada. La velocidad con que las plan-tas atraviesan las distintas fases de su ciclo, depende más bien del clima que del tiempo cronológico. Se ha demostrado ampliamente que, para las plantas, el tiempo no tiene un significado relevante como para los anima-les, la progresión de su desarrollo se debe más bien a la acumulación de estímulos fun-damentalmente térmicos, es decir, de tempe-raturas que superen un umbral base de creci-miento (días-grado, unidades heliotérmicas, horas-grado).

Adicionalmente, las condiciones del reposo invernal tienen una gran influencia sobre el equilibrio entre órganos vegetativos y re-productivos, por cuanto el éxito de la fruc-

tificación depende en una cierta medida del cumplimiento de los requerimientos de frío invernal y de la diferenciación floral produ-cida durante la temporada anterior (Santibá-ñez, 1994).

Entender esto es esencial para comprender el efecto que un cambio climático podría te-ner sobre el comportamiento de las especies cultivadas. Una pequeña alza en la tempe-ratura puede cambiar radicalmente el com-portamiento de una especie cultivada. Para formarse una idea de lo que representa una pequeña alza en la temperatura media, es necesario recordar que la diferencia de tem-peratura entre Santiago y Antofagasta es del orden de 2ºC, es decir, del mismo orden del cambio que se espera durante este siglo para los climas de Chile y el mundo.

Cambios del clima chileno durante los años 1900-2000

Durante el siglo XX, el clima de Chile tuvo importantes variaciones conductuales, espe-cialmente en la zona central y centro-norte. La temperatura promedio subió en alrededor de 0,7ºC, siendo esta alza más notable en zo-nas de altura, por sobre los 2.000 m. Esta alza afectó a las temperaturas máximas y míni-mas, con la excepción de las localidades cos-teras de Concepción al norte donde se regis-tró un decrecimiento de las máximas debido al mayor efecto refrescante de la corriente de Humboldt. Las precipitaciones decrecieron constantemente en ciertas localidades, espe-cialmente en las ubicadas al norte de Santia-go y las de regiones costeras hasta Valdivia (Figuras 1 y 2).

Esto no sólo fue una de las causas de la des-aparición del trigo de secano en la IV Región, sino además de una fuerte caída en la capaci-dad de carga de las praderas naturales en casi toda la zona central, lo que se potenció con el sobrepastoreo y la consecuente degradación de los pastizales. Adicionalmente, el número de lluvias anuales disminuyó, afectando es-pecialmente a aquellas de pequeño monto, entre eventos mayores de precipitación (Fi-gura 3). De Santiago al norte, los inviernos se hicieron notablemente menos fríos, habién-dose registrado una marcada caída en las ho-ras de frío invernal en las regiones III y IV.

Efectos de los cambios climá-ticos en la productividad de los cultivos

El efecto de variaciones climáticas en la pro-ductividad de los cultivos es difícil de pre-decir debido a la complejidad de las relacio-nes causa/efecto que se establecen entre las plantas y el clima. En ciertos casos, el efecto de un alza en las temperaturas es claramente negativo pero en otros, claramente positivo. El equilibrio de los impactos negativos y po-sitivos determinará la conducta de un cultivo frente a los nuevos escenarios climáticos. Un alza de la temperatura en climas fríos con-tribuirá a mejorar las tasas de crecimiento y acumulación de biomasa. Si este fenómeno es acompañado de la reducción de la preci-pitación, el efecto negativo de esto podría anular al cambio positivo en el régimen de temperaturas. El resultado final dependerá de cual fenómeno sea más determinante de

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la producción. En regiones tropicales, un alza de las temperaturas podría incrementar los niveles de estrés térmico reduciendo los rendimientos.

Simultáneamente un contenido CO2 más alto permitirá a las plantas una tasa fotosin-tética más alta, pero simultáneamente serán sometidas a tasa respiratorias más elevadas, lo que consume más carbohidratos. Un he-cho esperable en todas las condiciones, es que el calentamiento global acelerará los ci-clos vitales de las plantas, de los insectos y de los agentes patógenos, lo que podría hacer más difícil y costoso mantener la sanidad de los cultivos. La aceleración del ciclo vital de plantas reducirá el tiempo que estas tienen para generar semillas y frutos, afectando negativamente a los rendimientos. Para neu-tralizar este fenómeno, las áreas cultivadas deberán desplazarse en latitud o altitud, bus-cando climas más frescos cuando sea posi-ble o bien, cambiando las fechas de siembra buscando una mejor combinación de tem-peratura y precipitación. En regiones donde ninguna de estas dos posibilidades exista, los rendimientos fatalmente caerán.

El calentamiento global favorecerá una ma-yor dispersión geográfica de las plagas y en-fermedades de los cultivos. Temperaturas más elevadas, acelerarán la reproducción, a la vez que acortarán el tiempo entre diversas generaciones de insectos y agentes patóge-nos. Los cambios en el régimen de precipi-taciones podrían aumentar la sensibilidad de los hospederos a la vez que reducir las po-blaciones de predadores y competidores. Un ejemplo de esto fue la llegada del tizón tardío de la papa (Phytophthora infestans) a Chile Central, en los comienzos de los años 50’s .

La mayor parte de las regiones agrícolas del país (Atacama a Los Lagos) sufrirán una ari-dización como consecuencia de la declina-ción pluviométrica que continuara durante el siglo XXI. Junto con esta tendencia, las temperaturas seguirán subiendo, llevando los promedios actuales a crecer entre 2º y 4 ºC. Además de estas modificaciones prima-rias, es posible que otras características se-cundarias se vean modificadas, como el régi-men de vientos, de nubosidad y la frecuencia de eventos extremos como altas y bajas tem-peraturas. Este hecho podría desplazar las actuales zonas climáticas hacia el sur, espe-cialmente en lo que se refiere a la fruticultura y la silvicultura.

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Una consecuencia importante del calenta-miento de la zona central será el ascenso de la isoterma de 0ºC en la cordillera, la que po-dría moverse varias centenas de metros hacia arriba en la Cordillera de los Andes, redu-ciendo la precipitación sólida en las cuencas, favoreciendo un aumento del escurrimiento invernal en perjuicio del estival. Este hecho, sumado a una menor pluviometría, podría reducir la disponibilidad de agua, especial-mente en el periodo estival.

En el caso de los cultivos anuales, las modi-ficaciones en el régimen térmico permitirían cambiar sus fechas de siembra lo que com-pensaría una situación climática adversa. La atenuación del régimen de heladas per-mitiría adelantar en varios meses la fecha de siembra de los cultivos de verano, lo que permitiría aprovechar parcialmente las pre-cipitaciones invernales. Estos cambios en la fecha de siembra tendrían como única limi-tación la imposibilidad de sembrar en suelos húmedos, a la salida de invierno, lo que sería especialmente relevante en suelos arcillosos. Los frutales de hoja caduca podrían extender su área de cultivo hacia las regiones VIII, IX y X. El alza en la temperatura y la reducción de las heladas invernales favorecerá a las es-pecies subtropicales, las que podrían mejorar sensiblemente su potencial en casi todas las regiones del país. El bosque plantado de Pino y Eucalipto ampliaría su zona de producción hacia la décima región. Por el contrario en la zona central (V y VI regiones) el potencial productivo podría deteriorarse como conse-cuencia del aumento de la aridez. Las prade-ras en general se beneficiarían del aumento de las temperaturas invernales, iniciando an-tes su ciclo de crecimiento, mejorando con ello la productividad. Es posible que, a pesar de esto, el aumento en la variabilidad de las precipitaciones haga aún más difícil el ajuste de la carga animal en el futuro, impidiendo con ello una mayor productividad de los sis-temas de producción animales.

Todos los cultivos muestran un aumento en las necesidades de riego a lo largo del país. Esta variación es especialmente notable de la Araucanía al Sur, lo que sugiere la necesidad de crear y mejorar la infraestructura de riego de dichas regiones. Un aspecto de especial relevancia se refiere a los cambios negativos que podrían afectar a la hidrología de la Cor-dillera de los Andes. El adelanto de los máxi-mos de escorrentía hacia la primavera invier-no reducirá fuertemente la disponibilidad de

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agua durante el periodo de mayor demanda por la agricultura en aquellas cuencas que no cuente con obras de regulación hidrológica.

Globalmente, se proyectan cambios positi-vos y negativos sobre la producción agrícola. La neutralización de los negativos requerirá de un rediseño de los sistemas de produc-ción, especialmente en lo referente a las fe-chas de siembra de los cultivos anuales y al uso de variedades de ciclo largo, capaces de mantener los niveles de producción a pesar del aumento de la temperatura. El aprove-chamiento de los cambios positivos requiere de un cambio en las fronteras agropecuarias así como del mejoramiento de la infraestruc-tura de riego del país.

En muchos casos, la capacidad de adaptación de la agricultu-ra depende de la adopción de sistemas modernos y eficientes de riego, manejo altamente tecnificado de la fertilidad del suelo, de las técnicas de cultivo, de los pesticidas, de los necesarios aumentos en la eficiencia ener-gética e hídrica, de una ade-cuada gestión del riesgo, de la existencia de alertas tempranas y de una capacidad para reac-cionar frente a las amenazas climáticas, la disponibilidad de nuevos recursos genéticos ambiental-mente más estables y resistentes a plagas y enfermedades. Estas transformaciones de-berán ocurrir en un contexto de mercados inestables y elevados precios de los insumos, especialmente de la energía. Muchos tipos de agricultura nunca lograrán adaptarse con la velocidad requerida, lo que podría llevar a importantes zonas a una marginalización

progresiva, intensificando la pobreza rural.

A modo de ejemplo, las figuras 4 a 7 mues-tran como variaría la aptitud de nuestro te-rritorio para la producción de algunos culti-vos, fines del siglo XXI.

Principales proyecciones del cambio climático para la silvoagricultura chilena

El agua pasará a ocupar un papel aún más estratégico como resultado de estos cambios climáticos, los cuales reducirán los montos pluviométricos en la región más poblada del país. La disminución de la pluviometría, jun-to con una reducción en la capacidad de re-gulación hidrológica de las cuencas andinas, podría tener profundas consecuencias sobre la disponibilidad de agua en primavera ve-

rano, afectando mayormente a la agricultura de riego.

En el extremo austral podría registrarse un aumento en la pluviometría, lo que, junto a un alza en las temperaturas, beneficiaría a las pampas magallánicas. Claro está, que el riesgo de erosión del suelo se vería incre-mentado en el probable caso de un aumento en la agresividad del régimen pluviométrico

y eólico.

Los impactos económicos y socia-les que podrían acarrear estos

cambios dependen de la ca-pacidad que tendrá la agri-cultura chilena para absor-berlos y neutralizarlos. Esta capacidad estará asociada a características estructurales como tipo de tenencia de la tierra, acceso a la tecnolo-gía y capital, y a las opciones productivas que permitan un cambio en el uso del suelo en las regiones más afectadas. Las

figuras 4 a 7 muestran la distri-bución geográfica de los impac-tos productivos que los cambios climáticos podrían tener sobre la agricultura y la vulnerabilidad de esta en función de sus carac-terísticas estructurales (tipo de tenencia de la tierra, disponibi-

lidad de riego, uso del suelo, tecnificación y población rural).

¿Cómo será el clima de las próximas décadas?El calentamiento progresivo del aire irá pro-vocando una serie de cambios encadenados y graduales en la conducta de la atmósfera.

Impactos y Consecuencias

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El síntoma más directo del calentamiento será el aumento de la frecuencia de las tem-peraturas elevadas (T>32ºC), lo que podría llevar al Valle Central, con cierta frecuencia, a superar los 35ºC.

Un segundo síntoma será el aumento de las temperaturas mínimas y nocturnas, lo que podría estimular el vigor del crecimiento apical en perjuicio de los frutos en muchas especies. Igualmente negativo puede ser este fenómeno, para el desarrollo del color y aro-mas en vides y especies de piel coloreada. Esta situación provocará además una reduc-ción en las horas de frío invernales, lo que deteriorará las condiciones de la dormancia en especies caducas, reduciendo la fertilidad de yemas y el vigor de la brotación.

Un tercer síntoma será un aumento en la ventosidad, lo que podría convertirse en un factor de estrés y de aumento en las tasas de evapotranspiración, complicando con ello la

gestión del riego. Este fenómeno deberá ser compensado con mayores inversiones en es-tructuras de reducción de viento.

Un cuarto síntoma será el aumento de la frecuencia de precipitaciones de primavera verano y una disminución del número de lluvias de invierno. Es igualmente posible que aumente la frecuencia de ciclos nubo-sos como consecuencia de un mayor inter-cambio de masas de aire entre el continente y el océano. Si bien podría observarse una disminución en el total de lluvia anual, las precipitaciones podrían aumentar en inten-sidad, lo que es particularmente relevante en los casos que ellas coincidan con el periodo de fructificación.

Un quinto síntoma lo representará un au-mento en el contenido de vapor de la at-mósfera lo que creará mayores riesgos de condensación de rocío, favoreciendo la in-festación de hongos y bacterias.

Todos estos cambios irán acompañados de un posible aumento en la variabilidad cli-mática. Las temperaturas extremas, la pre-cipitación, la nubosidad y el viento podrían es más inestables pasando de un extremo a otro en breves tiempos, por cuanto una at-mosfera más caliente se torna más inestable e impredecible.

Todos estos cambios ejercerán efectos enca-denados sobre los cultivos, lo que hace difícil pronosticas cuan positivos o cuan negativos serán sus efectos (Figura 8). En general exis-te un cierto consenso en que las condiciones climáticas serán algo más hostiles y azaro-sas, por lo que será necesario implementar estrategias de control de riesgos, de reduc-ción de estrés o simplemente, relocalizar los cultivos evitando con ello enfrentarse a los riesgos. La agricultura tiene una gran tarea para adaptarse a estas nuevas situaciones, sin que ello signifique un aumento de costos que haga perder competitividad al sector.

Impactos y Consecuencias

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La preocupación acerca del cambio climático y sus consecuencias ha ido

en aumento desde mediados de los años 90. El Panel Intergubernamen-

tal sobre el Cambio Climático (IPCC) plantea, en el Cuarto Informe de Eva-

luación de 2007, que el aumento de la temperatura promedio del aire y del

océano, el deshielo generalizado y el aumento del nivel del mar, son fenó-

menos inequívocos del calentamiento del sistema climático global. Sistemas ecológicos estarían siendo afectados debido a variaciones en patrones de

temperatura, lluvia y concentraciones de CO2 producto de cambios en el

clima regional. Es de esperar que toda la actividad dependiente de fenóme-

nos climáticos no se vea afectada, en específico la agricultura que tiene

muchas actividades que dependen directa e indirectamente del clima.

Estimación del ImpactoSocioeconómicodel cambio climáticoen el sector silvoagropecuario

de Chile(Estudio contratado por ODEPA, Resolución Exenta Nº 420-2008)

Oscar Melo Contreras,Departamento de Economía Agraria Facultad de Agronomía y Ciencias Forestales, Pontificia Universidad Católica de Chile

Impacto y Consecuencias socioeconómicas

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El Chile el sector silvoagropecuario es una fuente laboral para una proporción impor-tante del país, especialmente para aquellos que vive en zonas rurales y se encuentran más vulnerables.

El presente informe es un extrac-to del estudio desarrollado por el Departamento de Economía Agraria de la Pontificia Univer-sidad Católica para estimar el impacto socioeconómico del cambio climático en la agricul-tura chilena, donde se muestran los resultados obtenidos a nivel regional con respecto a cambios de productividad, uso de suelo, requerimientos de mano de obra y costos e ingresos.

Desarrollo Metodológico

La información que se utilizó en ese estudio proviene de tres fuentes principales:

1-. Se utilizó el VI y VII censo agropecuario para obtener la superficie cultivada de cada especie a nivel comunal. De esta misma ma-nera se utilizó la información referente a la producción.

2.- Como complemento de la información obtenida en el punto anterior, se utilizaron fichas técnico-económicas. La información contenida tiene relación con los costos de producción, insumos, precios y rendimien-tos esperados. Todos los precios y costos de las fichas técnica fueron llevados a precios reales de Diciembre del año 2007.

3.- Por último, para estimar los rendimien-tos esperados de los principales cultivos y es-pecies cultivadas en el país, se utilizaron las estimaciones AGRIMED (2008) corregidas por las restricciones de disponibilidad hídri-ca como se presenta en CEPAL (2010). En dichos estudios se realizó una proyección de los rendimientos de doce especies bajo cua-tro escenarios climáticos (A240, A270, B240 y B270). Las especies consideradas en dicho estudio son: durazno, manzano, naranjo, vid, frejol de riego y secano, maíz de riego y seca-no, papa de riego y secano, remolacha de rie-go y secano, trigo de riego y secano, pradera, pino radiata y eucaliptus.

Especies: Como en el presente estudio se modela un mayor número de especies que en el estudio de CEPAL, se utilizaron especies

homologables para aquellas que no estaban presentes en ese estudio. De esta manera, los rendimientos para aquellas comunas y especies que no tenían ficha técnica fueron construidos multiplicando el rendimiento de la ficha técnica por el índice de su especie u homólogo en cada región.

Costos: Con respecto a los costos de produc-

ción se determinó un costo variable unitario (dependiente del rendimiento) y un costo fijo para todas las especies a partir de las fi-chas. El costo fijo para cada especie se asu-mió constante para todas las comunas.

Precios: Los precios de venta corresponden al promedio de los precios anuales entre el año 1997 y 2007 (ODEPA).

Impacto y Consecuencias socioeconómicas

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Se desarrolló un modelo que permite prede-cir los cambios en el uso de suelo a partir de cambios en los ingresos netos relativos en el cultivo de distintas especies a nivel de comu-nas. Los parámetros de este modelo fueron obtenidos de la estimación econométrica a partir de los datos de los dos últimos censos y fichas técnicas. Posteriormente se proyec-tan cambios en el uso de suelo utilizando los cambios en rendimientos por AGRIMED para distintos escenarios de cambio climá-tico. El nuevo patrón de uso de de la tierra genera nuevos ingresos netos y demanda de mano de obra.

Metodología

El estudio plantea un modelo de asignación de tierras agrícolas chilenas que depende de la relación entre ingresos netos por hectáreas de las distintas especies cultivadas. Los in-gresos netos son determinados por los ren-dimientos.

Se consideraron dos escenarios de cambio climático basados en modelos de proyeccio-nes del modelo de clima global Hadley Cen-tre Coupled Model, versión 3 (HadCM3): un escenario “severo” (A2) que considera alto nivel de emisión de GEI y un escenario “mo-derado” (B2) que considera menor emisión de GEI. Ambos escenario son evaluados en años 2040 y 2070. Por lo que los cuatro es-cenarios son: A240, A270, B240 y B270. Para cada uno de ellos se estudió el impacto so-cioeconómico en el sector silvoagropecuarioLas simulaciones se basan los escenarios de emisión de gases de efecto invernadero des-critos anteriormente (A240, A270, B240 y B270) que han dado origen a datos climáti-cos geográficamente detallados, que han per-mitido a expertos proyectar los rendimientos de varios cultivos usando modelos agronó-micos. De modo que el estudio toma dichas proyecciones de rendimientos para calcular ingresos netos utilizando fichas técnicas y precios dados de productos e insumos. Es-tos ingresos son utilizados para simular la asignación de la tierra en cada escenario y periodo, las que combinadas con coeficientes técnicos de uso de mano de obra permiten determinar la demanda de trabajadores en cada comuna.

Desde la región de Atacama hasta la región de Los Lagos (excluyendo la Provincia de Pa-lena). La asignación de tierra a nivel comu-nal se basa en una estimación econométrica de la respuesta del uso de suelo al cambio de

los ingresos netos relativos de los diversos cultivos considerados.

Tanto las estimaciones como las simulacio-nes se basan en un proceso de dos etapas se asignación de la tierra. La primera es la asignación en cuanto a cuatro rubros: culti-vos anuales, frutales, praderas y forrajeras. La segunda, es la asignación entre especies dentro de cada cultivo.

Los cambios en productividad producto del cambio climático son percibidos por los agricultores de manera paulatina, por lo que la reasignación del uso del suelo también es paulatina. En este estudio se consideró que el regazo para completar una adaptación completa (de todos los agricultores) es de 30 años. Debido a este regazo, impacto so-cioeconómico para un escenario en particu-lar) ingresos netos y requerimientos de tra-bajo) se estima considerando el uso de suelo del periodo anterior, pero bajo las condicio-nes climáticas vigentes.

Resultados

Con respecto del uso del suelo (Tabla I) se tiene que a nivel nacional la superficie de cultivos anuales disminuye en 0,6% en el es-cenario A270 respecto de la línea base, para el escenario B270 se espera un aumento de un 4,3%. Se espera que ocurra un desplaza-miento geográfico de la superficie cultivada hacia la zona centro- sur del país (regiones Maule y Biobío) y a la región de Los Lagos (región con mayor incremento de superficie de cultivos a nivel nacional). Desde la región de O’Higgins hacia el norte disminuye la su-perficie destinada a cultivos y la región Me-tropolitana es que presenta mayor pérdida de superficie asignada a cultivos.

Para el rubro frutal, a nivel nacional, se es-pera que la superficie plantada disminuya en un 1,6% en el escenario A270 respecto de la línea base, para el escenario B270 se espera un aumento de un 5,3%. A nivel regional, disminuye la superficie plantada desde la región de Valparaíso hacia el norte, en la re-gión del Maule y en la de Los Ríos. Se incre-menta la superficie de frutales en las regiones Metropolitana, O’Higgins, Biobío y de Los Lagos.

En relación a praderas y forrajes se espera una disminución respecto de la línea base a nivel nacional para los escenarios A270 y B270, de un 1,3% y 1,8% respectivamente. A nivel regional se espera un desplazamiento geográfico de la superficie desde la zona sur del país (región del Biobío hacia el sur) hacia el norte (región del Maule al norte).

El resultado respecto al rubro forestal, para el escenario A270 se espera un incremento respecto de la línea base de un 6,4% y para el escenario B270 de un 4,9%. A nivel regio-nal, se espera deslazamiento geográfico de la superficie destinada a plantaciones forestales hacia la zona sur del país (región del Biobío al sur) y en la región de O’Higgins, Se espera una disminución en la superficie forestal de la región Metropolitana al norte.

Este patrón de uso de suelo tiene impactos sobre los ingresos netos del sector silvoagro-pecuario de manera que a nivel nacional se espera una caída en un 14,2 para el escena-rio A270 y no se proyectan variaciones para el escenario B270 (Tabla II). Con respeto a las regiones; los ingresos netos se desplazan hacia el sur especialmente en el escenario A270, generando aumentos en la participa-

Tabla II. Ingresos netos por región y escenario de cambio (miles de millones de pesosde diciembre 2007).

REGION LB A240 A270 B240 B270Atacama 11,1 -8,46 -3,22 -0,11 -7,82Coquimbo 27,1 -18,19 -26,25 -3,03 -17,25Valparaíso 60,76 27,62 7,28 49,24 36,6Metropolitana 75,03 36,85 2,4 80,34 48,48O´Higgins 165,97 174,94 127,58 172,45 189,08Maule 244,83 238,02 216,36 243,01 238,58BioBío 236,75 249,61 258,49 249,23 260,26La Araucanía 192,59 228,66 234,53 228,41 245,1Los Ríos 103,51 106,2 109,1 105,24 106,78Los Lagos 83,99 103,69 104,24 92,34 101,87Total 1.201,62 1.138,94 1.030,52 1.217,12 1.201,67Fuente: Elaboración propia 2010

Impacto y Consecuencias socioeconómicas

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30 | marzo | 2011

ción de ingresos netos en las regiones de Bio-bío hacia el sur. Coquimbo y Atacama son las regiones que registran mayores pérdidas relativas. Las regiones de la Araucanía y de Los Lagos son las que presentan mayores au-mentos en ingresos netos relativos bajo los distintos escenarios, y las regiones Biobío y

La Araucanía son las que presentan mayores aumentos en términos absolutos.

Con respecto a requerimientos de trabajo, el patrón de uso de suelo también tiene im-pactos sobre éste. El requerimiento anual de trabajadores a nivel nacional disminuye en un 18% en el escenario A270 respecto de la línea base, mientras que en el escenario B270 se espera una caída de un 10% (tabla III). En

regiones; casi todas las regiones presentan caídas en sus requerimientos a excepción de la región de O’Higgins, que presenta aumen-tos de 4 y 13% dependiendo del escenario. En Coquimbo, Valparaíso y Atacama ocu-rren las principales disminuciones, siendo

esta última la más afectada en términos re-lativos.

La demanda de trabajadoras agrícolas sigue un patrón similar al del total de trabajadores (totales). El requerimiento anual de trabaja-dores disminuye con respecto a la línea base en todos los escenarios, cae un 17,3% en el escenario A270 y un 9,3% en el escenario

B270 (Tabla IV). La región de O’Higgins es la única que aumenta su demanda de traba-jadoras para todos los escenarios, aumentan-do su participación de un 13,4% a cerca de 18,7% para el escenario A270.

Conclusiones

El impacto del cambio climático a nivel na-cional se podría considerar moderado, aun-que se debe considerar que éste no refleja por completo los posibles cambios a nivel comu-nal ni del agricultor individual.

El cambio climático afectará de manera ne-gativa a algunas zonas del país generando pérdidas a la agricultura chilena; en contras-te otras regiones del país se beneficiarán, lo que podría generar oportunidades y ventajas comparativas para Chile. Es importante se-ñalar que la capacidad de adaptación no es homogénea entre los trabajadores y agricul-tores, por lo que el diseño de políticas acorde a la nueva redistribución de beneficios pue-de traer consecuencias en el bienestar de las personas y debe considerada para las deci-siones que se tomen a futuro.

Será necesario inversiones e innovación que permitan absorber las oportunidades que se presenten, orientadas tanto al uso de la tierra como a sistemas de riego, mejora en cami-no y transportes que permitan trasladar los productos a los mercados nacionales e inter-nacionales.

Finalmente, para el futuro la variabilidad climática debe ser considerada e investigada con mayor detalle, considerando las medidas de adaptación y los costos asociados para orientar de mejor manera un programa de adaptación del sector silvoagropecuario en respuesta al cambio climático.

Tabla III. Requerimiento anual de trabajadores (miles de personas).REGION LB A240 A270 B240 B270

Atacama 7,00 3,72 2,43 4,43 3,53Coquimbo 54,65 43,98 39,44 44,81 44,22Valparaíso 27,36 19,08 17,50 20,60 20,62Metropolitana 26,93 23,47 18,35 26,48 25,24O´Higgins 39,20 42,28 40,87 41,78 44,23Maule 30,94 28,06 28,72 28,28 29,20BioBío 49,26 44,68 43,58 45,17 44,51La Araucanía 30,11 27,33 25,49 27,92 27,34Los Ríos 12,43 10,29 9,07 10,62 9,71Los Lagos 17,72 18,07 16,92 17,64 17,22Total 295,60 260,96 242,38 267,73 265,83Fuente: Elaboración propia 2010

Tabla IV. Requerimiento anual de trabajadores (miles de personas)REGION LB A240 A270 B240 B270

Atacama 1,88 0,97 0,62 1,16 0,91Coquimbo 12,68 10,07 9,05 10,28 10,21Valparaíso 7,08 4,64 4,30 5,03 5,03Metropolitana 6,28 5,51 4,35 6,23 6,09O´Higgins 9,08 10,19 10,49 10,08 11,16Maule 6,45 5,98 6,10 6,04 6,18BioBío 10,77 9,75 9,55 9,86 9,71La Araucanía 6,75 6,10 5,77 6,24 6,12Los Ríos 2,80 2,31 2,03 2,39 2,18Los Lagos 3,98 4,03 3,76 3,94 3,84Total 67,75 59,57 56,02 61,25 61,44Fuente: Elaboración propia 2010

Impacto y Consecuencias socioeconómicas

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es la agricultura de riego frente al cambio climático?

Francisco J. Meza DabancensCentro de Cambio Global UC

Departamento de Ecosistemas y Medio AmbienteFacultad de Agronomía e Ingeniería Forestal

Pontificia Universidad Católica de Chile

¿Cuán vulnerable

Probablemente si pidiéramos a cada uno de los lectores que describiera su imagen favorita del uso del agua en la agricultura, nos quedaríamos con un mosaico de gran colorido y que da cuenta de dis-tintas realidades. Desde las imponentes escenas de los sistemas de riego tecnificado surtiendo eficaz-mente sobre grandes extensiones de terrenos ho-mogéneos, a las sencillas imágenes del agua em-papando los surcos y venciendo pacientemente los obstáculos (tacones) que la hábil pala le coloca en su camino. En cualquier caso, la mayoría de noso-tros pensará en las ventajas y seguridades que trae consigo el acceso a este recurso y cómo los rendi-mientos se elevan y sostienen en el tiempo, consti-tuyéndose en pilar fundamental para la explotación agrícola en zonas mediterráneas y semi-áridas.

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En los ríos de régimen pluvial la respuesta es más simple, pero igualmente preocupante. Dado

que hay una gran correlación entre la magnitud de las precipitaciones y los caudales, las reducciones de lluvia proyectadas sólo pueden ir aparejadas de menores caudales.

Independiente de las múltiples y, en ocasio-nes, dramáticas fluctuaciones que presen-te el acceso a este recurso en el tiempo, la ingeniería convencional tiende representar a el fenómeno hidrológico (tanto precipi-tación como escurrimiento a través de los cauces) como un proceso que tiende a ex-hibir un promedio y una variabilidad que son estable en el tiempo. En consecuencia, basta tener acceso a una serie de tiempo suficientemente larga de registros hidrocli-

máticos como para poder conocer sus propiedades esta-dísticas y caracterizar los nivele de fluctuación que pueden ser enfrentados.

Investigaciones recientes vienen a desafiar este marco conceptual, puesto que existe evidencia de cambios en el comportamiento del clima que pueden tener profundas repercusiones sobre la hidrología de nuestro país y, por ende, sobre la capacidad de los canales de transportar en el momento adecuado las cantidades suficientes de agua que den cuenta de los requerimientos para el uso en agri-cultura de riego.

Si podemos sintetizar el cambio climático proyectado a través de modelos de circulación global de la atmósfera, como la combinación de incrementos de temperatura y de reducciones de precipitación en la zona de mayor presen-cia de ríos de Chile, será entonces necesario entender, al menos cualitativamente, de qué manera esto puede afectar a la agricultura de riego en el mismo territorio. Previo a esto es necesario distinguir entra las cuencas de tipo nival y aquellas que presentan un régimen pluvial en la dinámi-ca de sus caudales.

La Figura 1 muestra un panel de gráficos que represen-tan el comportamiento de ríos de tipo nival y aquellos de tipo pluvial. Los primeros presentan sus mayores niveles de caudales en la mitad de la primavera y comienzos del verano a consecuencia del derretimiento de nieve y de gla-ciares. Este tipo de ríos se encuentra influenciado por la presencia de la cordillera y por la altitud media de las cum-bres que influencian la cuenca. Los ríos de tipo pluvial, por otra parte, muestran una influencia directa del régimen de precipitaciones, mostrando un rezago menor en relación a los anteriores y que es función de las características hidro-lógicas e hidráulicas de la cuenca (infiltración, transpira-ción y densidad y extensión de la red hidrográfica) Investigaciones llevadas a cabo por Barnett et al (2005) indican que, en ríos de tipo nival, aún sin experimentar cambios importantes en las precipitaciones, el solo hecho de tener un régimen de mayores temperaturas es capaz de imprimir cambios sustanciales en el ritmo y la estaciona-lidad con que los caudales responden. En otras palabras, el aumento de temperatura puede tener como impacto el adelantamiento del proceso de derretimiento y provocar una falta de sincronía importante entre los momentos de mayor demanda de la agricultura de riego (primavera-

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verano) y la oferta hidrológica. De acuerdo a resultados de simulaciones, que conside-ran aumentos de temperatura de hasta 4 °C promedio anual, este tipo de efectos podría significar cambios en el hidrograma con un adelantamiento del centro de masa de hasta 20 días en relación a la dinámica observada actualmente (Maurer y Duffey, 2005).

Con respecto a las reducciones de precipi-tación las cuencas nivales experimentarían importantes reducciones en la cantidad de nieve que puede depositarse y, en conse-cuencia, mostrarían menores caudales en los momentos de primavera y verano. Por lo tanto, comienza a aparecer una sombra de duda sobre la capacidad de nuestros sis-temas de riego de realmente abastecer la demanda de agua en las condiciones men-cionadas si es que no se introducen medidas de ingeniería, adaptación y de aumento de eficiencia suficientes.

Un punto importante a mencionar en este

tipo de cuencas corresponde a una aparen-te paradoja. El cambio climático proyectado podría tener consecuencias desde el punto de vista de un incremento del número de inundaciones y a un aumento del transporte de sedimentos en los ríos. Esto se explica por el hecho de que, al aumentar la temperatura, el nivel en las altas cumbres al que se pro-duce congelamiento y acumulación de nieve (isoterma cero) se desplaza en altura. Este hecho deja una menor superficie disponible para la acumulación de nieve y una mayor superficie en la que se experimentan los efectos tradicionales de lluvia escurrimien-to. Estas tormentas más cálidas redundan en aumentos súbitos de caudal, mayor erosión y mayor riesgo de inundaciones.

En los ríos de regimen pluvial la respuesta es más simple, pero igualmente preocupan-te. Dado que hay una gran correlación entre la magnitud de las precipitaciones y los cau-dales, las reducciones de lluvia proyectadas sólo pueden ir aparejadas de menores cau-

dales.

Una definición clásica de vulnerabilidad la sitúa como el grado al cual un sistema es susceptible e incapaz de hacer frente a los efectos adversos del cambio climático, in-cluyendo la variabilidad climática y los ex-tremos. Aun cuando tenemos una clara idea de los potenciales impactos del sistema cli-mático sobre los recursos hídricos, todavía falta camino por recorrer en determinar los otros elementos que permiten conceptuali-zar el cuadro de vulnerabilidad. Por ejemplo, es necesario pensar si nuestro sistema actual de derechos de aprovechamiento será lo sufi-cientemente robusto como para hacer frente en forma efectiva a los cambios proyectados. Otro elemento importante de considerar es la necesidad de obras de infraestructura o elementos de prácticas de adaptación gene-rales en la agricultura de riego que puedan ser incorporados para disminuir los impac-tos y constituir sistemas robustos frente al cambio climático.

Estero Lonquén (Trehuaco) VIII RegiónDos versiones para un mismo tema

Estero Lonquén (Trehuaco) VIII Región

Agradecimientos:Este artículo está basado en trabajo de investigación del autor, que ha sido financiado por el Inter-American Institute for Global Change Research (IAI) SGP-HD #003, a través del US National Science Foundation (Grant GEO-0642841).

Referencias:Barnett, TP; Adam JC; Lettenmaier DP. 2005. Potential impacts of a warming climate on water availability in snow-dominated regions. Nature 438(17) 303-309Cruzat, M.L. 2010. Estimación de la variación de caudales medios frente al cambio climático entre la IV y VIII región de Chile. Tesis Magister en Ingeniería. Pontificia Univer-sidad Católica de Chile.Maurer, E., y Duffey, P. 2005. “Uncertainty in projections of streamflow changes due to climate change in California”. Geophysical Research Letters. VOL. 32, L03704, doi: 10.1029/2004GL021462, 2005.

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DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN EL SECTOR AGRÍCOLA DEL CENTRO SUR DE CHILE"

PRODUCTIVO Y ECONÓMICO

EFECTO

Jorge A. González UrbinaIngeniero Agrónomo, M.Sc. - M.B.A.

Economista Agrario - [email protected]

INIA - QUILAMAPU

Fernando Santibáñez Quezada Ingeniero Agrónomo, Dr.

AGRIMED U. DE CHILE

Raúl Cerda González Ingeniero Agrónomo, M.Sc.

U. DE CONCEPCIÓN

Roberto Velasco HansenIngeniero Agrónomo

Efecto Productivo y Económico

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Efecto Productivo y Económico

IMPACTO EN LA PRODUCTIVIDAD DE RUBROS DEL VALLE CENTRAL REGADO

Ecambio climático o calentamiento global (CC) se refiere a la modifica-ción de las condiciones promedio del clima de una zona por causas atribui-bles directa o indirectamente a la acti-vidad humana, que altera la atmósfera del planeta y que es adicional a la va-riabilidad natural del clima.

En general, según los “modelos glo-bales de circulación atmosférica” (GCM), en nuestro país el CC afec-taría negativamente a importantes zonas geográficas y sectores económi-cos, como el agropecuario. A lo ante-rior se suma que la agricultura deberá competir con otros sectores económi-cos por los recursos suelo y agua. Lue-go, aspectos como productividad es-perada y disponibilidad de agua serán determinantes en decisiones futuras.

Estudiar impactos en la productivi-dad agrícola futura permite visuali-zar escenarios, anticipando de algún modo la volatilidad de la oferta de ali-mentos. Un desafío adicional es que el escenario incierto no exime del re-querimiento de los sistemas agrícolas de ser rentables, y ambiental y social-

mente, aceptables.

Este artículo entrega los principales resultados de cambio en productivi-dad, generados durante la ejecución del proyecto “Estudio sobre impacto, vulnerabilidad y adaptación al cam-bio climático en el sector silvoagro-pecuario de Chile”, financiado por la Fundación para la Innovación Agra-ria FIA, ejecutado por INIA, y con participación de la Universidad de Concepción y el Centro de Agricultu-ra y Medio Ambiente AGRIMED de la Universidad de Chile.

Se evaluaron rubros de interés de un área representativa del valle regado, con agricultura de vocación frutíco-la de exportación, que se denominó Zona Agroclimática Valle Regado Central (VRC); sus características se indican en Cuadro 1 y Figura 1. Se analizó un escenario climático ac-tual (LB), y dos escenarios futuros para los años 2020 y 2040, bajo la condición de emisión de gases efec-to invernadero más drástica (IPCC, 1996), denominada A2. Información adicional sobre el escenario A2 pue-de encontrarse en Tierra Adentro 88, páginas 44 a 47 (www.inia.cl/link.cgi/Documentos/ Tierradentro/).

Las estimaciones de productividad, épocas de siembra y balances hídricos se analizaron por rubro aplicando el modelo de circulación global de la atmósfera y océanos (HADCM3) y el modelo de downscaling (PRECIS) lo que generó el comportamiento futuro de variables climáticas como tempe-ratura, horas de frío, precipitación,

Capítulo 1

l

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36 | marzo | 2011

período libre de heladas y déficit hídrico, en los escenarios futuros indicados. Luego, con el modelo eco-fisiológico “Simulador de la Pro-ductividad de Cultivos”, SIMPROC (1998), de AGRIMED, se obtuvieron los rendimientos esperados futuros, bajo las condiciones climá-ticas simuladas. Los rubros estudiados fueron: Cultivos anuales: trigo, maíz y papa; Frutales mayores: manzano, cerezo, ciruelo; Frutales menores: arándano, frambueso; Otros fruta-les: vid de mesa y vid para vinificación; Pra-deras: alfalfa, trébol blanco-ballica y pasto natural.

A continuación, en los Cuadros 2 al 5 y Figura 2 se entregan los resultados de la evaluación de los efectos en la productividad y en los re-querimientos hídricos, para los cultivos, fru-tales y praderas, en los escenarios climáticos LB, A2 2020 y A2 2040.

En el Cuadro 2 se observan caídas moderadas de producción en maíz y trigo secano, siendo algo más notoria la caída que se produciría en papas, lo que puede traducirse en disminu-ción significativa de utilidad económica. Tri-go riego mantendría su productividad.

El Cuadro 3 indica que para obtener las pro-ductividades simuladas anteriormente, se debería ajustar la época de siembra de los cultivos estudiados. Es así como maíz riego hacia el escenario A2 2040 debería adelantar su época de siembra en un mes respecto a la actual recomendada. En trigo de riego la épo-ca de siembra debería ser adelantada para el mes de abril en un escenario A2 2040.

Respecto al requerimiento hídrico proyecta-do, en maíz y trigo disminuirá no obstante que los rendimientos se mantendrán o caerán moderadamente. Lo anterior debido al ade-lantamiento de la siembra óptima, lo que se traducirá en un mejor aprovechamiento de precipitaciones invernales o primaverales. En cambio en papa, el requerimiento hídrico del cultivo se incrementará en aproximadamente 50 mm por hectárea (ha) por temporada por lo que, como medida de adaptación habría que adicionar más riego o incrementar fuer-temente la eficiencia de este.

En frutales el cambio climático (CC) provoca-ría un impacto complejo, ya que a diferencia de los cultivos anuales, no hay posibilidad de cambiar ciclos de vida ni épocas de siembra. En el Cuadro 4 se presentan las producciones proyectadas para los tres escenarios estudia-dos. Hay una tendencia general a la dismi-

Efecto Productivo y Económico

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Comentarios Finales para el VRC

• Loscultivosbajoriegopresentaríancaídasfuturasmoderadasderendi-miento pero, en general, se mantendrán con productividades del mismo orden de magnitud actual. El maíz y el trigo debieran adelantar la época de siembra. Con ello, el trigo se transformaría en un cultivo sólo invernal. La papa registraría una caída algo mayor de rendimiento y su viabilidad en la zona estará a prueba.

• Enfrutales,hayunatendenciageneraladisminuirelrendimiento,funda-mentalmente en el escenario más lejano A2 2040. Arándano y manzano, preocu-pantemente, caerían a sólo el 40% y 50% del actual, en el escenario A2 2040. El cerezo y el frambueso podrían bajar notoriamente su producción. Las vides de mesa y vinificación presentarían un comportamiento relativamente similar, esta-ble y con moderada disminución en el escenario más lejano. Todas las especies frutales incrementarán su requerimiento hídrico actual.

• Paratomardecisionesfuturasadecuadasenfrutalesserequiereunfuerteanálisis de antecedentes económicos de impacto y adaptaciones al cambio climá-tico, teniendo en cuenta inversión inicial, duración del ciclo productivo y rentabi-lidad esperada con y sin adaptaciones. • En praderas semantendrá estable la productividad, con un leve incre-mento en pradera natural. No obstante, alfalfa y el trébol blanco/gramíneas au-mentarían su requerimiento hídrico, lo que amerita evaluaciones económicas de adaptación.

nución del rendimiento de fruta en la mayoría de las especies simuladas, fundamentalmente en el escenario más lejano A2 2040. Sólo la vid blanca para vinificación mantendría su produc-tividad en ese escenario. La tendencia es coinci-dente con otros estudios realizados.

Tres especies serían las más preocupantes: el arándano, que bajaría de 11.000 kilogramos por hectárea (kg/ha) a 7.500 kg/ha, y a sólo 4.600 kg/ha en A2 2040, fundamentalmente, se pos-tula, por caída de las horas de frío; el cerezo y frambuesa, tendrían una reducción importan-te hacia el A2 2020, y dramática en A2 2040, probablemente por disminución de horas frío e incremento de la temperatura media.

El manzano ya en el escenario más cercano (A2 2020) presentaría una importante dismi-nución de rendimiento, la que se acentuaría en A2 2040, produciendo en términos potenciales sólo el 50% de lo actual. La causa se encontraría en la disminución de horas frío y el aumento de temperaturas estivales, que reduciría el período de fructificación.

La vid de mesa mantendría una tendencia más estable, con algo de incremento en A2 2020 y caída moderada en A2 2040. Las cepas tinta y blanca de vid para vino presentarían un com-portamiento similar: algo de aumento en A2 2020 y una baja en el escenario A2 2040, más notoria en cepas tintas. El comportamiento va-riable podría explicarse por la interacción del alza excesiva de las temperaturas hacia A2 2040, la reducción de precipitaciones primaverales, el aumento del período libre de heladas y del dé-ficit hídrico.

En todas las especies frutales el requerimiento hídrico anual por hectárea aumentaría progre-sivamente en los escenarios A2 2010 y A2 2040. Ejemplos de lo anterior se grafican en la Figura 2.

En cuanto a las praderas la productividad se mantendría estable, con un leve incremento en pradera natural debido, probablemente, a un efecto neto positivo de la interacción entre disminución de heladas invernales, alza de temperatura y menor precipitación. La alfalfa y el trébol blanco/gramíneas mantendrán estables sus productividades. En general se pro-yecta un aumento del requerimiento hídrico para estas especies forrajeras (Cuadro 5).

Efecto Productivo y Económico

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38 | marzo | 2011

IMPACTO EN LA PRODUCTIVIDAD DE

Capítulo 2

RUBROS DE LA PRECORDILLERA ANDINA

Lactividad productivo/económica del hombre produce cambios adicionales a la variabilidad natural del clima, cuyo fenómeno es denominado cambio cli-mático (CC). Esta condición, afecta indistintamente a numerosas zonas del planeta y, consecuentemente, de Chi-le incluida la precordillera andina del centro sur. El sector agropecuario es uno de los más vulnerables ya que su comportamiento depende en gran me-dida del clima, por tanto, el estudio de los impactos en la productividad agrí-cola futura es de gran importancia. La agricultura de la precordillera andina, mayoritariamente de secano, es alta-mente sensible a las variables climáti-cas, y debe competir con otros sectores económicos, para mantenerse como una actividad competitiva, rentable y ambiental y socialmente sustentable. Ello propició estudiar esta área, cuyos resultados y conclusiones son parte del proyecto “Estudio sobre impacto, vul-nerabilidad y adaptación al cambio cli-mático en el sector silvoagropecuario de Chile”, financiado por la Fundación para la Innovación Agraria FIA, en en

el que participaron el Centro de Agri-cultura y Medio Ambiente AGRIMED de la Universidad de Chile y la Univer-sidad de Concepción, bajo la dirección y ejecución de INIA.

El área específica de trabajo se identi-ficó como Zona Agroclimática Precor-dillera Andina Centro Sur PCS, cuyas características se indican en Cuadro 1 y Figura 1. Se analizaron los escena-rios climáticos LB (línea básica o ac-tual) y los futuros A2 2020 y A2 2040. Información adicional sobre el esce-nario A2 puede encontrarse en Tierra Adentro 88, páginas 44 a 47 (www.inia.cl/link.cgi/Documentos/ Tierra-Adentro/).

Aplicando el modelo de circulación global de la atmósfera y océanos (HADCM3) y el modelo de downs-caling (PRECIS) se generaron los es-cenarios climáticos futuros señalados para la PCS, simulándose el compor-tamiento futuro de variables climáticas temperatura, horas de frío, precipita-ción, período libre de heladas y déficit hídrico, entre otras. Luego, con el mo-delo eco-fisiológico “Simulador de la Productividad de Cultivos”, SIMPROC (1998) de AGRIMED, se obtuvieron los rendimientos esperados futuros, bajo las condiciones climáticas simula-das, además de información de épocas de siembra y balances hídricos. Los ru-bros estudiados fueron: Cultivos anua-les: trigo, maíz y papa; Frutales mayo-res: manzano, cerezo, ciruelo; Frutales menores: arándano, frambueso; Otros frutales: vid de mesa; Praderas: alfalfa,

Efecto Productivo y Económico

a

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trébol blanco-ballica y pasto natural.

Los efectos en la productividad y en los re-querimientos hídricos, para los cultivos anuales, frutales y praderas frente a los es-cenarios climáticos LB, A2 2020 y A2 2040 estudiados se presentan en los Cuadros 2 al 5 y en la Figura 2.

Frente a los escenarios de cambio climático simulados los cultivos de secano de la PCS, (Cuadro 2) excepto trigo, no generarán pro-ducción y por tanto no tienen viabilidad agronómica ni económica. El maíz y la papa con riego artificial presentarán importantes incrementos de rendimiento, incluso, podría indicarse que constituirán una oportunidad cuya rentabilidad debiera ser atractiva. Para trigo en riego, el cultivo más importante de la zona, se prevé una leve caída, pero siempre su productividad estaría en el orden de mag-nitud actual. Respecto a las épocas óptimas de siembra esperadas (Cuadro 3), para apro-vechar el aumento potencial de rendimiento, el maíz debería adelantar su siembra a sep-tiembre, y el trigo de riego debería experi-mentar una evolución en su siembra óptima hacia abril, constituyéndose en un cultivo “neto” de invierno.

No obstante, para poder responder al incre-mento esperado de productividad en maíz y papa, el requerimiento hídrico futuro au-mentará considerablemente, incrementán-dose la lámina de agua necesaria en unos 200 mm adicionales por hectárea por tem-porada, dado que continuarán siendo culti-vos de primavera. En contrapartida, el trigo de riego, al adelantar su época de siembra óptima a otoño, aprovechará mejor las preci-pitaciones, disminuyendo su requerimiento hídrico anual actual.

En los frutales evaluados para la PCS no hay una tendencia general en el cambio de pro-ductividad futuro (Cuadro 4). El arándano mantendría su rendimiento en el escenario

A2 2020 (11.600 kg/ha), pero en A2 2040 lo disminuiría (9.400 kg/ha). Lo anterior puede tener grados de explicación en el incremento de temperaturas medias y en el mayor déficit hídrico anual esperado. El cerezo registraría un comportamiento productivo contradic-torio, pues aumentaría su producción hacia A2 2020, pero en A2 2040 caería a sólo 6.500

kg/ha. Lo anterior podría entenderse por el mayor déficit hídrico esperado, la reducción de las horas de frío y la variabilidad de las precipitaciones.

El ciruelo presentaría un importante incre-mento productivo, desde 7.200 kg/ha a alre-dedor de 14.000 kg/ha en ambos escenarios

Efecto Productivo y Económico

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40 | marzo | 2011

futuros, lo que constituye, desde este punto de vista, una oportunidad generada por el cambio climático. Sin embargo, para aprove-char tal situación será necesario hacer fren-te al incremento del requerimiento hídrico.

Factores que pueden influir en el comporta-miento futuro son el moderado aumento de la temperatura y el mayor número de días libres de heladas.

La vid de mesa también experimentaría un

mejor rendimiento futuro, debido probable-mente a la elevación de la temperatura y la prolongación del período libre de heladas, sobre todo en A2 2040 (23.000 kg/ha). Esto generaría un desafío importante en la toma de decisiones de fomento productivo, dada la irrelevancia actual del rubro en la zona.

Frambueso y manzano presentarían una es-tabilización de su producción en A2 2020, pero luego descenderían fuertemente hacia A2 2040. En términos relativos la disminu-ción sería más preocupante en frambueso, por su incidencia actual en la agricultura fa-miliar campesina local, y por el nivel de ren-dimiento propiamente tal.

Todas las especies frutales tendrían un au-mento progresivo del requerimiento hídrico en los escenarios A2 2010 y A2 2040. Ejem-plos de lo anterior se presentan en la Figura 2.

En praderas, la productividad de pradera natural presentaría un comportamiento fu-turo bastante estable. La alfalfa acrecentaría su producción gradualmente, igualando la productividad del valle regado centro VRC hacia A2 2040. Lo anterior puede explicarse por un efecto neto positivo de la interacción entre la disminución de heladas invernales, el alza de la temperatura media y los cam-bios en la precipitación. Los requerimientos hídricos crecerán fuertemente en las especies regadas (Cuadro 5).

Efecto Productivo y Económico

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Comentarios Finales para la PCS

• El maíz y la papa bajo riego presentarían buen incremento de rendimiento, siempre que se adelante su época de siembra. El trigo re-gado, en general, mantendrá su productividad; en cambio en secano au-mentaría un 20% su potencial de rendimiento, siempre que su manejo técnico obedezca a un cultivo invernal, sembrando en abril.

• Enfrutales,adiferenciadelodeterminadoparaVRC,noha-bría una tendencia general de cambio de productividad. Aunque en el escenario más cercano, A2 2020, se observa un leve incremento de ren-dimiento, éste se atenuaría hacia A2 2040, manteniéndose en un orden de magnitud semejante a la situación actual.

• Enarándanoseconservaríaelnivelderendimientoeneles-cenario más cercano A2 2020, disminuyendo moderadamente hacia A2 2040. Cerezo y frambueso son contradictorios, pues luego de incre-mentar o mantener su producción, caen fuertemente en el escenario A2 2040. En ciruelo habría un mejoramiento en ambos escenarios futuros. El manzano se estabilizaría hacia A2 2020, pero luego su rendimiento caería, aunque mantendría un orden de magnitud similar entre escena-rios.

• Vidmesaaumentaríasurendimientofuturosignificativamen-te, pudiendo ser una oportunidad y desafío de interés para la zona. • Todaslasespeciesfrutalesincrementaránfuertementesusre-querimientos hídricos actuales, lo que a su vez obligaría a tomar deci-siones adecuadas, requiriendo además mayores antecedentes económi-cos, de impacto y adaptaciones pertinentes al cambio climático.

• La pradera natural y el trébol blanco/gramínea presentaránproductividad futura baja pero estable. La alfalfa incrementaría su pro-ducción futura gradualmente hacia A2 2040.

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IMPACTO ECONÓMICO SIN ADAPTACIONES EN EL VALLE CENTRAL REGADO

Capítulo 3 E

cambio climático o calentamiento glo-bal (CC) es la modificación de las condi-ciones del clima de una zona, atribuible directa o indirectamente a la actividad humana, siendo una variabilidad adi-cional a la natural del clima. En general, el CC afectaría negativamente a impor-tantes zonas geográficas y sectores eco-nómicos, siendo el sector agropecuario uno de los más vulnerables.

Dado lo anterior, los aspectos de pro-ductividad estimada, y con ello los cambios en rentabilidad esperados o impacto económico, serán factores de-terminantes en decisiones futuras. A continuación se entregan los principa-les resultados de impacto económico sin adaptaciones al CC generados en el proyecto “Estudio sobre impacto, vulnerabilidad y adaptación al cambio climático en el sector silvoagropecuario de Chile”, financiado por la Fundación para la Innovación Agraria FIA, ejecu-tado por INIA, y con participación de la Universidad de Concepción y el Cen-tro de Agricultura y Medio Ambiente AGRIMED de la Universidad de Chile.

Se evaluó impacto en rubros de interés de un área representativa del valle rega-

do, con agricultura de vocación frutíco-la y de exportación, que se denominó Zona Agroclimática Valle Regado Cen-tral VRC (ver Capítulo 1 y Figura 1), bajo un escenario climático actual (LB), y dos escenarios futuros para los años 2020 y 2040, en la condición de emisión de gases efecto invernadero más drásti-ca (IPCC, 1996), denominada A2. Los resultados específicos por rubro, ex-presados en pesos por hectárea ($/ha), fueron extrapolados a superficies totales posibles o estimadas para los escenarios futuros en VRC.

Los rendimientos valorizados econó-micamente son los generados por los modelos ecofisiológicos y de simulación de productividad especificados en Capí-tulo 1. Para esto, utilizando el software A.C.E.R.A. de INIA se construyeron estándares técnico-económicos con in-formación de manejo agronómico de los rubros de interés. Se generaron los indicadores económicos Ingreso Bruto ($/ha), Costo Directo ($/ha), Margen Bruto ($/ha) y Costo Unitario ($/uni-dad). La unidad básica de superficie de análisis es una (1) hectárea (ha). En los estándares con riego, se incorporó el costo del agua, su implementación y aplicación. Luego, el impacto del CC se determinó según la siguiente igualdad matemática (1)

En el lado derecho de la igualdad (1), en el primer componente se colectó información de superficie, sembrada o plantada indicada en el VII Censo Agropecuario de Chile (INE, 2007). Se consideró la información de todas las comunas que integran total o par-cialmente la zona VRC. Estos datos de superficie se utilizaron como un factor “amplificador” del valor resultante de restar, al margen bruto esperado fu-turo (A2 2020 ó A2 2040), el margen

Impacto C. Climático = Superficie Zona x (* Margen Bruto A2 – Margen Bruto LB)

(*) Margen Bruto respectivo para los escenarios futuros A2 2020 ó A2 2040.

l

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bruto actual LB.

En Cuadros 1 al 3, se indica la valoración económica básica (márgenes) para medir impacto, entre paréntesis la producción o rendimiento futuro simulado de rubros, además, para sintetizar información sólo se explicita el indicador económico margen bruto/hectárea. En trigo siempre el margen bruto esperado sería muy superior en riego, respecto al se-cano, y bajo riego no habría cambios críti-cos en la valorización económica, para am-bos escenarios futuros. En maíz, cae 7% la productividad A2 2040 respecto a LB, esto ocasionaría disminución en el margen bruto del orden de 25%. Sin embargo, es la papa, el cultivo anual estudiado con caída esperada más notoria de rendimiento estimándose, por tanto una disminución del margen bruto del 50% hacia el escenario A2 2040). Cuadro 1.

En frutales (Cuadro 2), el manzano sería bas-tante afectado, llegando en A2 2040 a mar-gen bruto estimados negativos, con pérdidas de medio millón de pesos anuales. El cerezo, se espera, podría ser más afectado aún, pues producto de la caída de productividad simu-lada para A2 2040 la pérdida económica se aproxima a los 2 millones de pesos, es decir sería inviable económicamente. El ciruelo experimentaría una situación de deterioro de rentabilidad de similar tendencia, y de magnitud intermedia, entre manzano y cere-zo. El arándano, tendría caídas preocupantes en margen bruto, especialmente hacia el es-cenario A2 2040, cuya magnitud de pérdida económica esperada lo haría prácticamente inviable sin adaptaciones futuras. Frambue-sa, con proyección similar a arándano, sería muy impactada llegando a pérdidas econó-micas en el escenario A2 2040 del orden de $ 2,5 millones/ha anuales, es decir, sin even-tuales adaptaciones sería, probablemente, inviable económicamente. Vid mesa tendría un comportamiento productivo superior y más rentable que la mayoría de las otras especies frutales evaluadas, aunque experi-mentaría algún deterioro de rendimiento y margen bruto hacia el escenario A2 2040. En último término, Vid vinífera tinta, tendría tendencia de largo plazo (A2 2040) a dis-minuir beneficio económico en un valor del orden del 50% de su valorización actual, LB. Por su parte, Vid vinífera blanca presentaría estabilidad productiva y económica futura.

En praderas (Cuadros 3), alfalfa dada su estabilidad productiva esperada, no expe-rimentaría mayor volatilidad en su margen bruto. Por su parte, trébol blanco + ballica presentaría un leve deterioro en su margen económico futuro, y pradera natural tendría estabilidad futura, pero con un nivel muy bajo de producción y margen, manteniéndo-se como una alternativa ganadera de proyec-

ción menor.

IMPACTO ECONÓMICO ZONA ESTUDIADA

En Cuadro 4 se presenta, como ejemplo, el detalle del impacto económico estimado en frutales para el escenario A2 2020; mismo procedimiento se realizó para todos los ru-

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bros y para el escenario A2 2040.

En el ejemplo de frutales indicado se esti-mó un impacto negativo del CC para el área representativa estudiada, sólo por cambio en la productividad valorizada, del orden de los $4.250 millones de pérdida anual, c, siendo manzano y ciruelo quienes más impacto negativo tendrían; en cambio, vid mesa experimentaría un impacto positivo.

En Cuadro 5 y Figura 2 se resume el impac-to esperado (cambio en productividad valo-rizada) por subsectores. Para A2 2020 se es-tima una pérdida cercana a $ 4.700.000.000 (cuatro mil setecientos millones de pesos) anuales o US$ 9 millones.

De esta pérdida, los frutales son “respon-sables” con más del 80% del total; los culti-vos anuales tendrían, también, un impacto negativo superior a $ 550.000.000 anuales (US$ 1.1 millones), y en praderas el impacto es positivo pero, de magnitud menor.

Los rubros más impactados negativamen-te serían manzano, ciruelo, cerezo, arán-dano y maíz; en cambio, serían favoreci-dos vid mesa, vid vino y alfalfa. Para A2 2040 el impacto negativo sería aún mayor en el área representativa estudiada, con $ 26.000.000.000 (veintiséis mil millones de pesos) de pérdida anual (US$ 50 millones), fundamentalmente por la pérdida proyecta-da en frutales ($ 24.000.000.000/año ó U.S.$ 45 millones).

En cultivos, el impacto negativo se triplica respecto a A2 2020. Los rubros más afecta-dos, además de los indicados en A2 2020, serían vid mesa, vides vino y papa.

Figura 1. Zona Agroclimática Valle Regado Centro VRC. Región del Libertador Bernardo O’Higgins, interior sin achurar línea roja.

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CONCLUSIONES

• No es factible señalar una tendencia única del impacto futuro del CC para el área representativa VRC estudiada. No obstante, el sub-sector que evidenciaría mayor deterioro económico futuro es el de las especies frutales. Los cultivos presentarían situaciones futuras favora-bles y otras desfavorables. Las praderas presentarían cierta estabilidad productiva.

• Frambuesa,arándano,cerezoymanzano,necesariamentedebe-rán ser objeto de mayor análisis sectorial, pues los resultados de produc-tividad simulados y utilidad determinada, experimentarían caídas ya en el mediano plazo, es decir, el escenario A2 2020.

• Seestimaunimpactonegativo,aniveldepredio,paraelesce-nario A2 2020 con pérdida superior a $4.700.000.000 anuales o U.S. $ 9 millones. Frutales y cultivos presentarían la mayor pérdida anual. En A2 2040 el impacto negativo anual sería aún mayor en el área estudiada de VRC, del orden de los $ 26.000.000.000 o US$ 50 millones. De esta cifra, frutales representa más del 90%.

• Enfrutales,apesardelosimpactossectorialesnegativospareceimprescindible ser cauto en la toma de decisiones, toda vez que la imple-mentación de medidas de adaptación agronómicas pueden compensar económicamente el impacto negativo determinado. Este aspecto, vital para orientaciones de política, es abordado en otras etapas del proyecto mencionado.

Efecto Productivo y Económico

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IMPACTO ECONÓMICO SIN ADAPTACIONES EN LA PRECORDILLERA ANDINA

Capítulo 4 E

problema esencial del Cambio Climá-tico (CC) es que afectará importantes actividades económicas como la agri-cultura. En Chile este sector no esca-paría a ésta vulnerabilidad climática, que tiene importantes derivaciones productivas, sociales, económicas, de política y adaptaciones. En un sentido amplío al conjunto de cambios proyec-tados, y magnitud esperada de estos, se le denomina impacto. Luego, la genera-ción de conocimiento e información de impacto económico esperado constitu-ye un factor determinante en decisio-nes futuras, más aún considerando que existe literatura que señala que el CC afectaría negativamente a importantes zonas agropecuarias de Chile.

Estos aspectos fueron ampliamente analizados en el proyecto “Estudio so-bre impacto, vulnerabilidad y adapta-ción al cambio climático en el sector silvoagropecuario de Chile”, financiado por la Fundación para la Innovación Agraria FIA, ejecutado por INIA, y co-ejecutados por la Universidad de Concepción y el Centro de Agricultu-ra y Medio Ambiente AGRIMED de la Universidad de Chile, desde el cual se generaron los antecedentes que se des-cribirán en el presente artículo.

Luego, se determinaron impactos en rubros de interés de un área represen-tativa de la precordillera andina, con agricultura de vocación ganadera y de cultivos anuales pero, también, con es-pecies frutícolas importantes; al área representativa se le denominó Zona Agroclimática precordillera Centro Sur PCS (Figura 1), cuya información de productividad futura esperada se indica en Capítulo 2. Se determinaron los impactos en escenarios climáticos actual (LB), y dos futuros para el año 2020 y 2040 respectivamente, y en la condición de emisión de gases efec-to invernadero más drástica (IPCC, 1996), denominada A2. Los resultados económicos por rubro, se expresaron en pesos por hectárea ($/ha), valoriza-ciones que luego fueron extrapolados a superficies sembradas o plantadas según estadísticas oficiales.

Los rendimientos que fueron valoriza-dos económicamente fueron los gene-rados por los modelos ecofisiológicos y de simulación de productividad espe-cificados en el Capítulo 2. Para los cál-culos se utilizó el software A.C.E.R.A. de INIA, construyéndose estándares técnico-económicos con información de manejo agronómico de los rubros de interés. Se generaron los indicado-res económicos Ingreso Bruto ($/ha), Costo Directo ($/ha), Margen Bruto ($/ha) y Costo Unitario ($/unidad). La unidad básica de superficie de análisis es una (1) hectárea (ha). En los están-dares con riego, se incorporó el costo del agua, su implementación y aplica-ción. Luego, se determinó el impacto del CC aplicando la siguiente igualdad matemática (1)

(*) Margen Bruto respectivo para los escenarios futuros A2 2020 ó A2 2040.

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En la posición derecha de la igualdad, para conformar el primer componente se colectó información de superficie, sembrada ó plan-tada determinada en el VII Censo Agrope-cuario de Chile (INE, 2007). Para mayor pre-cisión se consideró la información de todas las comunas que integran total o parcialmen-te la zona PCS. Estos datos de superficie se utilizaron como un factor “amplificador” del valor resultante cuando se resta al margen bruto esperado futuro (A2 2020 ó A2 2040), el margen bruto actual LB. En los Cuadros 1 al 3, se indica el valor de la producción futura simulada (indicada entre paréntesis) de los rubros. A efectos de sin-tetizar la información económica generada sólo se explicita el margen bruto/hectárea obtenido. En trigo los niveles de margen bruto espe-rado serían superiores bajo riego respecto al secano, pero a futuro esta diferencia se estre-cha por incremento de la productividad es-perada en secano. Cabe señalar que sin adap-tación agronómica, la diferencia de margen responde a los distintos niveles de producti-vidad simulados. En maíz, habría tendencia al alza de productividad y utilidad, con un incremento hacia A2 2040 de 45% y 390% en producción y margen bruto, respectiva-mente. La papa, ya en el escenario A2 2020 experimentaría como cultivo una situación en que prácticamente duplicaría su margen bruto. Cuadro 1.

En frutales, Cuadro 2, la situación esperada por especie es la siguiente. El manzano expe-rimentaría leves cambios de productividad futura aunque el margen bruto pudiera dis-minuir en alrededor de un 25% en A2 2040 respecto LB. El cerezo tendría un compor-tamiento productivo dispar entre escenarios futuros, con muy buenas expectativas para el A2 2020 y, en cambio, riesgoso en perspecti-va de más largo plazo, por una posible caída importante de su rentabilidad. El ciruelo ex-perimentaría en PCS una situación bastante atractiva con aumentos de margen a futuro interesantes y, por cierto, muy superiores al actual escenario LB, que tiende a generar pérdidas de utilidad. El arándano tendría una situación estable en el mediano plazo (A2 2020) con mantención de productivi-dad y márgenes interesantes del orden de 1,5 millones de pesos por hectárea; sin embargo, su comportamiento de largo plazo (A2 2040) presentaría una disminución de utilidad a

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sólo un tercio de la actual, luego podría man-tener su atractivo pero con eventual pérdida del protagonismo actual. Frambuesa, estable productiva y económicamente en el mediano plazo (A2 2020), sería fuertemente impacta-da en el largo plazo, llegando a reducciones de margen bruto en el escenario A2 2040, respecto a LB, superiores a $2,5 millones/ha anuales, es decir, sin futuras adaptaciones al CC sería muy difícil su viabilidad económica Vid mesa tendría un comportamiento pro-ductivo futuro muy superior y rentable que la mayoría de las otras especies frutales. Su performance futura sería bastante atractiva como nueva alternativa para la zona, con productividades crecientes y tendencias de margen bruto esperado, también en aumen-to, ya en el mediano plazo.

Praderas presentaría en alfalfa el mejor com-portamiento futuro, aumentando su atrac-tivo económico respecto las otras praderas evaluadas; en efecto, trébol blanco + ballica, aunque mantiene su productividad, en tér-minos económicos no sería una alternativa atractiva, y la pradera natural podría presen-tar estabilidad futura, pero con un nivel muy bajo de rendimiento y margen, confirmando en cierta manera su limitación para sostener sistemas ganaderos más intensificados.

IMPACTO ECONÓMICO ZONA ESTUDIADA

Respecto a la estimación de impacto eco-nómico, en Cuadro 4 y a modo de ejemplo, se describe el detalle de los resultados ob-tenidos para el escenario A2 2020 en fruta-les aplicando la igualdad matemática antes descrita; el mismo procedimiento se realizó para todos los rubros y el escenario A2 2040 estudiado. En el ejemplo de frutales indicado se estimó un impacto positivo del CC, para el área representativa estudiada, sólo por cam-bio en la productividad valorizada, del orden de 185 millones de pesos anuales o US$ 350 mil, con cerezo y vid mesa con los mejores comportamientos esperados; en cambio arándano y frambuesa tendrían un impacto negativo, cuya magnitud sería relativa, con-

siderando la escala de inversiones y flujos de dinero que movilizan estas especies.

En Cuadro 5 y Figura 2, se resume el impac-to económico neto, a nivel predial, (respecto a LB) calculado por cambio en productividad futura valorizada, por subsectores. Luego, para el escenario A2 2020 se estima un im-pacto positivo neto, es decir, generación de nueva riqueza del orden de $11.000.000.000 (once mil millones de pesos anuales o US$ 21 millones) en el área de la PCS estudiada, explicado en gran medida por el comporta-miento esperado alentador de los cultivos, y en menor medida por las especies frutales.

En el largo, el escenario A2 2040, el impac-to neto, aunque positivo, disminuiría a $ 5.500.000.000 (cinco mil quinientos millo-nes de pesos anuales o US$ 10,5 millones) siendo los cultivos, con diez mil millones de pesos de impacto neto positivo, el subsector más relevante. En cambio los frutales, po-drían experimentar en el largo plazo un im-pacto económico negativo de consideración, si no se adoptasen medidas de adaptación. Frambuesa y arándano rubros importantes en el área estudiada que podrían tener caí-da de utilidad que debiera llamar la atención de quienes toman decisiones sectoriales y de rubro.

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Efecto Productivo y Económico

CONCLUSIONES

• Para laPrecordilleraAndinaCentrosur PCSno se espera una tendencia única del efecto del CC entre subsectores. No obstante, el subsector que evi-dencia mayor impacto neto positivo es el de cultivos anuales, frutales tendría en corto plazo un impacto neto menor de lo esperado, pasando a negativo en el largo plazo (A2 2040), de no realizarse adaptaciones. Las praderas presentarían estabilidad futura.

• Frambuesa y arándano por su posible caídade producción y utilidad, y vid mesa por representar una nueva oportunidad de negocio para la PCS debe-rán ser objeto de análisis agronómicos y económicos más exhaustivos que incluyan, por ejemplo, análisis de adaptaciones y mitigación.

• Encifras,elimpactoaniveldepredioeneláreaestudiada (US$ 21 millones) hacia A2 2020 es positivo en $ 11.000.000.000 anuales, debido especialmente a trigo; en frutales, aunque moderado, sería un efecto mucho más favorable, por ejemplo que lo proyecta-do para valle regado centro. Para A2 2040 el impacto, aunque positivo, alcanza “sólo” a $ 5.500.000.000 (US$ 10,5 millones), debido a caída posible de rendimiento y utilidad en frutales importantes en la zona, como arándano y frambuesa.

• Dada ladisparidadde los impactos sectoria-les estimados, parece relevante ser cauto en la toma de decisiones para la PCS, dado que implementar adaptaciones agronómicas, para compensar impacto negativo o aprovechar impacto positivo, pueden tener un efecto importante sobre los rubros, que orienten o reorienten políticas y/o estrategias.

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EL MEJORAMIENTO GENÉTICO Y LA BIOTECNOLOGÍA COMO HERRAMIENTAS PARA LA ADAPTACIÓN DE LA AGRICULTURA AL CAMBIO CLIMÁTICO

El efecto del cambio climático en la agricultura podría impactar seriamente la actividad agrícola tradicional, particularmente a la pequeña y mediana agricultura, reduciendo los rendimientos con diferencias importantes entre las regiones. De esta manera, el ca-lentamiento global en latitudes medias y altas, permitiría extender la estación de crecimiento. Con ello se podría adelantar la épo-ca de plantación, obtener cosechas más tempranas y aumentar el número de ciclos en una temporada. Contrariamente, el calen-tamiento global en latitudes más bajas, puede ser un factor nega-tivo para los rendimientos. Cuando las temperaturas exceden los rangos óptimos para los procesos biológicos, y las plantas sufren por estrés a altas temperaturas, los cultivos responden negati-vamente, colapsan y bajan sus rendimientos. Estos cambios cli-máticos podrían ser muy desfavorables en áreas en las cuales los cultivos crecen bajo condiciones límites de temperatura o de disponibilidad de agua.

María Teresa Pino QuezadaIngeniera Agrónoma. Ph.D.

[email protected] – La Platina

Luis Inostroza FuentealbaIngeniero Agrónomo. Dr. Cs.

INIA – Quilamapu

Julio Kalazich BarassiIngeniero Agrónomo. Ph.D.

INIA – Remehue

Ciencia y Adaptación

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Ciencia y Adaptación

Como la agricultura depende de la disponi-bilidad de agua, la sequía y cualquier cambio en el régimen de precipitaciones, definitiva-mente afectaría a gran parte de los cultivos y frutales. Particularmente, los sistemas pro-ductivos de secano serían los más afectados.

En el caso de países más avanzados, éstos ya desarrollan investigación para adaptarse a los efectos del cambio climático en aspectos como uso más eficiente del agua, variaciones en la época de siembra, mejoramiento gené-tico y la búsqueda de genes para dar toleran-cia a los distintos tipos de estrés que enfren-tarán las plantas. Desde el punto de vista del mejoramiento genético y la biotecnología, existen varias herramientas disponibles en el ámbito de la genética que permitirían mejo-rar la búsqueda de variedades. Ello de modo que logren buenos rendimientos frente al cambio climático; como uso de recursos ge-néticos, mejoramiento genético convencio-nal, uso de herramientas moleculares como marcadores moleculares, transgenia y cisge-nia, entre otros.

Para abordar la problemática, el Ministe-rio de Agricultura de Chile (MINAGRI), ha priorizado el “Proyecto Integrado so-bre Riesgo Climático y su Prevención en el Sector Silvoagropecuario”, el que considera dentro de sus líneas de trabajo desarrollar herramientas tecnológicas para adaptar los sistemas productivos a los nuevos escena-rios climáticos, basadas en el mejoramiento genético. En principio, el proyecto abordará tres grupos de cultivos de importancia para la seguridad alimentaria y economía nacio-nal: Cereales (Trigo y Cebada), Solanáceas (Papa y Tomate) y Forrajeras (Loteras y Tré-bol blanco).

Los objetivos de esta iniciativa se pueden resumir en los siguientes:

1. Determinar el efecto de alzas en las temperaturas y sequía en las actuales variedades que se cultivan en Chile.

2. Identificar material genético (ger-moplasma y genes) para ser incorporados a los programas de mejoramiento genéti-co tendientes a desarrollar nuevas varie-dades adaptadas al cambio climático.

3. Implementar una Plataforma de mejoramiento genético para el cambio climático en términos de capacidades hu-manas, científicas y de infraestructura.

En búsqueda de la adaptación ge-nética de Solanáceas al cambio cli-mático.

En actualidad el consumo de papa a nivel mundial y nacional crece aceleradamen-te por la gran importancia que ha cobrado como producto agroindustrial para proce-samiento y como producto demandado en importantes mercados en sus diversas op-ciones. En Chile, el cultivo de la papa está presente en todas las regiones. Sin embargo, las mayores superficies se concentran entre la Región de Coquimbo y la Región de los Lagos, siendo la Región de la Araucanía la que presenta la mayor superficie, con 13.406 ha. Esta es seguida por la Región de los La-gos, con 11.229 ha, y la del Bío Bío, con 8.441 ha (ODEPA, 2010).

A pesar de ser un cultivo ampliamente distri-buido, la papa cultivada es sensible a condi-ciones extremas de temperatura y sequía. Su rendimiento se ve seriamente afectado por restricciones hídricas y temperaturas extre-mas como heladas; disminuye el número de tubérculos así como el tamaño del tubérculo. Todo esto conduce a pérdidas económicas importantes entre los agricultores y conse-cuentemente a alzas en los precios. Chile conforma parte importante del centro de origen de la papa y el tomate. Estas espe-cies se caracterizan por poseer una alta va-riabilidad genética, así como la presencia de caracteres altamente deseables para su intro-gresión en cultivares comerciales como son la resistencia a diferentes tipos de patógenos, tolerancia a estrés abiótico, entre otros.

Bajo este contexto es fundamental no sólo mejorar el uso eficiente del agua, sino ade-más desarrollar variedades adaptadas a am-bientes con restricciones hídricas y a even-tos climáticos extremos como las heladas. Para ello, INIA ha implementado una serie de líneas de investigación tendiente a dar respuestas a estos problemas.

En búsqueda de la adaptación ge-nética de leguminosas forrajeras al cambio climático.

En Chile, en los últimos 10 años la deman-da creciente por suelos de buena calidad para la explotación de cultivos intensivos y establecimiento de sistemas productivos de exportación (frutales y vides) más renta-

bles, ha ocasionado una caída cercana a las 100.000 hectáreas en la superficie destinada a la producción de forrajes. Producto de la competencia por el recurso edáfico, la gana-dería está siendo desplazada hacia ambientes “marginales”, los que frecuentemente presen-tan suelos de baja fertilidad, con problemas de pH, mal drenaje y con periodos de sequía.

Como consecuencia de lo anterior, las pra-deras se cultivan cada vez más al límite de su adaptación, en áreas donde la habilidad para tolerar estrés ambiental se ha tornado una característica esencial. La adaptación de las especies forrajeras a ambientes margina-les toma mayor relevancia al considerar los efectos del cambio climático en los ambien-tes mediterráneos de Chile continental. Se estima que para fines del siglo XXI ocurrirá una reducción cercana al 30% en la cantidad de precipitaciones y un incremento de 2 a 4ºC en la temperatura del aire. Como conse-cuencia, esta situación hace imprescindible contar con genotipos de especies forrajeras

Líneas de Investigación en Papa y Tomate.

1. Respuesta agronómica de Solaná-ceas (papa y tomate) a condiciones extre-mas de temperatura y sequía.

2. Desarrollo y selección de genoti-pos de papas cultivadas (Solanum tubero-sum) tolerantes a sequía.

3. Desarrollo y selección de genoti-pos de papa y tomate tolerantes a tempe-raturas extremas.

4. Introgresión de genes de toleran-cia a bajas temperaturas en papa cultiva-da.

5. Identificación de regiones cromo-sómicas (QTL) y genes asociados a la to-lerancia a sequía y eficiencia en el uso del agua en papa y tomate.

6. Desarrollo de plataforma de pre-mejoramiento del tomate cultivado frente a estrés de tipo abiótico.

7. Estudio de componentes antioxi-dantes en frutos de tomate silvestre para su introgresión en tomate cultivado.

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tolerantes a sequía y desequilibrios térmicos.

Desafíos y Proyectos

Entre los desafíos que enfrenta un grupo de trabajo interdisciplinario que se ha formado dentro del INIA, constituído por fitomejora-dores, fisiólogos y biólogos moleculares, está buscar y mantener financiamiento a largo plazo para este tipo de investigación aplica-da. La generación de variedades adaptadas o con mejor grado de respuesta frente a las nuevas condiciones climáticas asociadas al calentamiento global no es una tarea fácil, sino un trabajo a largo plazo, que requiere financiamiento y dedicación de recursos hu-manos. En los últimos años, INIA ha ganado algunos proyectos que permitirán soportar el desafío de adaptación genética al cambio climático y la colaboración interdisciplinaria de especialistas, incluyendo también la par-ticipación de investigadores de otros países. Entre ellos es importante mencionar los que a continuación se indican:

1. PROYECTO FONTAGRO AT/OC-11943-RG:

“Adaptación de los Sistemas Productivos de Papa y Trigo al Cambio Climático (2010-2013)”. Actualmente, el INIA está desarro-llando un estudio con países como Perú (para papas), y Uruguay (para trigo), que busca intercambiar e identificar material ge-nético que se adapte a sequía y temperaturas

extremas. En este proyecto se caracterizará fisiológicamente los genotipos con metodo-logía estandarizada entre los países partici-pantes y molecularmente los genotipos a fin de incorporarlos a los programas de mejora-miento genético en papa y trigo de cada país. Investigador Líder del Proyecto: Dra. María Teresa Pino Q., INIA – La Platina.

2. PROYECTO FONTAGRO:

“Desarrollo y valoración de recursos genéti-cos de Lycopersicon spp para su utilización en mejoramiento genético de Solanáceas frente a estrés biótico y abiótico (2010-2012)”. In-vestigador Líder del Proyecto: Dr. Gerardo Tapia S – M., INIA - Quilamapu.

3. PROYECTO FONDECYT:

“Characterization of a mutant for a non spe-cific lipid transfer protein (nsLTP) in Lotus japonicus: study of cuticle modifications and implication in drought tolerance (2010-2012)”. Investigador Líder del Proyecto: Sr. Gerardo Tapia S- M., INIA – Quilamapu.

4. PROYECTO FONDECYT:

“Association mapping analysis of perennial forage legume species: Physiological and genetic study to identify quantitative trait loci (QTL) on Lotus tenuis drought tolerant (2010-2012)”. Investigador Líder del Proyec-to: Dr. Luis Inostroza F., INIA – Quilamapu.

Principales líneas de Investiga-ción en Forrajeras .

1. Desarrollo y selección de geno-tipos de Lotera (Lotus spp.) tolerantes a sequía.

2. Desarrollo y selección de ge-notipos de Trébol blanco (Trifolium repens) con alta eficiencia en el uso del agua.

3. Identificación de regiones cro-mosómicas (QTL) y genes asociados a la tolerancia a sequía y eficiencia en el uso del agua en leguminosas forrajeras.

4. Estudio y caracterización de genes implicados en procesos de no-dulación y tolerancia a estrés biótico y abiótico en leguminosas forrajeras.

5. Desarrollo de prácticas agro-nómicas para incrementar la eficiencia de captura de recursos (agua, fósforo y nitrógeno) de sistemas productivos fo-rrajeros.

6. Caracterización agronómica de especies y variedades forrajeras intro-ducidas a la Zona Centro-Sur de Chile.

Ciencia y Adaptación

Grupo RRGG - praderas y tomate - INIA - Quilamapu

Grupo de trabajo INIA - La Platina Grupo RRGG - Praderas - Quilamapu

Grupo mejoramiento genético cambio climático - La Pradera

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EFICIENCIA EN EL USO DEL AGUA DE RIEGO, COMO ESTRATEGIA DE ADAPTACIÓN AL CAMBIO CLIMÁTICO

Alfonso Osorio UlloaIngeniero Agrónomo, M. Sc.

Riego y Drenaje, INIA –INTIHUASI

Adaptación: Uso del Agua

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Etema de eficiencia en el uso del agua de rie-go es un concepto muy recurrente, inherente a la actividad agrícola de áreas regadas en el mundo y particularmente en zonas que presentan condiciones deficitarias de agua de riego. Nuestro país no es la excepción, existiendo tales condiciones en gran parte del territorio nacional. En este contexto, el riego representa el 84,5% del uso consunti-vo nacional, valor muy similar a lo que su-cede como promedio en el mundo (90%). Este 84,5% corresponde a un caudal medio de 546 m3/s, utilizado en el abastecimiento de 1,8 millones de hectáreas, que se locali-zan casi completamente desde la Región de La Araucanía al norte, de las cuales se estima que 1,2 millones de hectáreas tienen una se-guridad de riego razonable. El uso doméstico equivale al 4,4% de los usos consuntivos, con alrededor de 35 m3/s, y es utilizado para dar abastecimiento al 98% de la población urba-na y aproximadamente al 80 % de la pobla-ción rural. Los usos mineros e industriales representan el 11% del uso consuntivo total.

(Figura 1).

En este contexto, las demandas de agua exis-tentes significan una extraordinaria presión sobre los recursos hídricos. En efecto, de la RM al norte las demandas superan el caudal disponible, situación que sólo se explica por el rehúso reiterado de los recursos de agua a lo largo del curso de los valles. La extraor-dinaria intensidad de uso de los recursos de agua en esta zona tiene como consecuencia que durante períodos de extrema sequía los sobrantes que llegan al océano son prácti-camente nulos. La relación demanda/dis-ponibilidad se presenta substancialmente más favorable entre las Regiones Liberta-dor Bernardo O”Higgins y La Araucanía, y finalmente, de la Región de Los Ríos al sur la disponibilidad supera ampliamente las de-mandas.

En el futuro, este escenario, ya extraordina-riamente restrictivo, se acentuará notable-mente debido a los nuevos requerimientos. La Dirección General de Aguas (DGA, 1999 y Matus y col. 2004) ha efectuado una pro-yección de las demandas para el período de 25 años 1993 -2017 (Figura 2).

De acuerdo a esta estimación los requeri-mientos para los usos domésticos, mineros e industriales aproximadamente se duplica-rán.

El uso agrícola del agua se estima que puede crecer en aproximadamente un 20%, como resultado de las inversiones orientadas a me-jorar la seguridad de abastecimiento de unas 500.000 hectáreas y de la incorporación al riego de otras 500.000 hectáreas. Al respecto, el área continental de Chile es de 75,7 millo-

nes de hectáreas, de las cuales 28,7 millones corresponden a terrenos que tienen alguna actividad agrícola. Del área agrícola total del país, sólo 5,1 millones de hectáreas son arables, las cual se divide en 3,3 millones de hectáreas de secano y 1,8 millones de hec-táreas bajo canales. De la citada superficie bajo canales, 1,2 millones de hectáreas po-seen alta seguridad de riego y 0,6 millones de hectáreas corresponden a riego eventual. A su vez, el secano arable, de acuerdo a las dis-ponibilidades de recursos hídricos del país, presenta un potencial regable de 0,7 millones de hectáreas.

De acuerdo a las cifras citadas anteriormen-te, se concluye que el máximo potencial regable de Chile alcanza a 2,5 millones de hectáreas (1,8 millones bajo canales y 0,7 mi-llones de secano) y que para lograr esta meta se hace necesario ejecutar obras de regadío para elevar la seguridad de riego de las 0,6 millones de hectáreas actualmente con rie-go eventual y para incorporar al pleno riego las 0,7 millones de hectáreas actualmente de secano, es decir, actuar sobre 1,3 millones de hectáreas. Antecedentes coincidentes con los indicados por FAO/Banco Mundial (1991), y que se indican en Cuadro 1.

Las áreas regadas del país se extienden des-de la Región de Arica y Parinacota a la Re-gión de Magallanes. Sin embargo el 97% de la zona regada se encuentra comprendida entre las Regiones de Atacama y Los Lagos; lo cual está condicionado fuertemente por la ocurrencia de precipitaciones, las cuales varían desde 0 mm en la zona norte a 4.000 mm en la zona sur; como se puede apreciar en la Figura 3. Para fines explicativos se han establecido 6 zonas: Norte Grande, Norte Chico, Centro,

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Centro- Sur, Sur y Austral; las cuales inclu-yen las diferentes regiones administrativas del país, como se visualiza en la Figura 4 (Osorio, Sellés y Ferreyra, 2010).

La zona Norte Grande incluye las regiones Arica y Parinacota; Tarapacá y Antofagas-ta. La zona Norte Chico corresponde a las Regiones de Atacama y Coquimbo. La zona Centro está conformada por las regiones de Valparaíso, Metropolitana y Libertador Bernardo O”Higgins. La zona Centro- Sur comprende a las regiones del Maule y Bío Bío. La zona Sur involucra a las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos. La zona

Austral comprende las regiones de Aysén y Magallanes.

Al intentar establecer algún indicador que mida el grado de adopción de tecnologías de riego en las diferentes regiones del país, y utilizando la información del último Cen-so Agropecuario (INE 2007); se constata que aún existe en el país un alto porcenta-je (70%) de métodos de riego superficia-les, como tendido y surcos; y solamente un porcentaje cercano al 30% con métodos de riego más eficientes como aspersión, goteo y microaspersión, sobre un total de 1.093.806 hectáreas regadas; como se puede ver en el

Cuadro 2.

Dada esta situación del país, donde gran parte de la agricultura nacional requiere de riego para la producción de alimentos y a su vez sustentar el sistema agro exportador; el concepto de Eficiencia en el uso del agua de riego, no solamente debe preocupar como una estrategia para enfrentar el cambio cli-mático, sino que, independiente de ello, debe ser una estrategia permanente para mejorar y optimizar el manejo de las diferentes etapas y procesos que intervienen en la gestión del agua en las zonas regadas.

Al respecto, y para abordar este tema sólo se hará referencia a cinco elementos o factores, que parecen relevantes a la hora de enfren-tar el tema de eficiencia en el uso del agua de riego, en las diferentes áreas que intervie-ne en la gestión del agua: Organización de Usuarios, Infraestructura a nivel de cuenca, Equipamiento de riego a nivel de parcela, Manejo del agua a nivel cultivo y Estrategia del Estado.

2.- ORGANIZACIONES DE USUARIOS

De acuerdo a lo establecido en el Código de Aguas de Chile (2006), son las Organizacio-nes de Usuarios las responsables de la admi-nistración de los recursos hídricos a nivel de cuenca, a nivel de canal y a nivel sectorial. Una inmensa responsabilidad a la hora de gestionar un recurso que es vital para la agri-cultura del país. De la existencia, operación y manejo eficiente que tengan estas organi-zaciones dependerá en gran medida el buen funcionamiento que tengan los sistemas de riego en el país.

En la actualidad existe un avance importante en cuanto a la organización y fortalecimien-to de estas organizaciones, el cual ha tenido un apoyo importante de los Ministerios de Obras Públicas y de Agricultura; contándose con organizaciones con altos niveles de pro-fesionalización, principalmente a nivel de algunas Juntas de Vigilancia y algunas Aso-ciaciones de Canalistas. No ocurre lo mismo a nivel de las Comunidades de Aguas (DGA, 1999)

•ComunidaddeAguas:consistenendosomás poseedores de derechos de agua en un sistema común (riego o drenaje). Se cons-tituye a través de escritura pública la cual identifica sus miembros y especifica sus de-rechos. Tales escrituras también especifican

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las normas de operación de la comunidad, lo que incluye los aspectos administrativos y judiciales que aseguran una adecuada dis-tribución del agua entre sus miembros así como la mantención y operación de las obras en común.

•AsociacióndeCanalistas:estáformadaportodos los regantes de un canal común e in-cluye a las comunidades de aguas. Sus fun-ciones son similares a las que cumplen las comunidades de aguas pero tiene un status legal colectivo, lo cual posibilita la obtención de créditos colectivos.

• Junta de Vigilancia: es una organizaciónconstituida a nivel de un río en común. Sus miembros son individuos, entidades públi-cas, asociaciones de canalistas, comunidades de agua y cualquier otra entidad que usa el agua desde una misma cuenca e incluyen a usuarios distintos al riego. Estas organizacio-nes administran y distribuyen el agua entre sus miembros, explotan y mantienen la in-fraestructura en común y construyen nuevas obras para mejorar la distribución del agua y el uso más eficiente del recurso

Una Comunidad de Usuarios bien consti-tuida puede realizar una mejor gestión del agua que administra; pudiendo gestionar otros usos del agua, entre ellos generación de energía eléctrica a partir de obras de riego como embalses y/o canales. También pue-de optimizar la distribución del agua entre

los usuarios, evitando conflictos entre sus socios. Interactuar apropiadamente con los organismos del Estado y posibilitando la ob-tención de beneficios, entre otros (Figura 5).

Dada la importancia que tales organiza-ciones tienen, en varios países a surgido la necesidad de evaluar su funcionamiento, a través de varios indicadores; lo que constitu-ye la Evaluación de Desempeño (ED) de las organizaciones. Al respecto, según Prieto y Argella (2007), a nivel mundial las interven-ciones modernizadoras fueron inicialmente ingenieriles, luego se priorizaron los aspec-tos organizativos; más tarde la participación de los usuarios y más recientemente la incor-poración simultánea de todos los aspectos, incluido la revalorización de la importancia de la operación y su redefinición. La Evalua-ción de Desempeño (ED) de los sistemas de riego toma fuerza en la década de los 90; evo-lucionando desde propuestas de indicadores construidos sin un marco estructural y con visiones y objetivos diferentes, a propuestas con un marco teórico claro, integradoras de diferentes objetivos.

A nivel del entorno operativo, en Santiago del Estero, Argentina (Prieto y Argella, 2007), se han utilizado 2 indicadores: la Capacidad de Derivación Relativa (CDR) y la Derivación Operativa Relativa (DOR).

CDR = Capacidad máxima de los canales en cabecera / Requerimientos brutos máximos

DOR = Caudal real derivado / Capacidad de derivación máxima del canal.

Para la determinación del desempeño de los canales secundarios se mencionan 3 indica-dores externos: Lámina de Riego Derivada (LRD); Suministro Relativo de Agua (SRA) y Suministro Relativo de Riego (SRR).

LRD = ƒ (registro diarios de caudales deri-vados en cabecera de canal de Unidad Eje-cutora de Riego y la superficie total de riego efectiva).

SRA = ƒ (oferta total de agua superficial para los cultivos en un período determinad, su-mando los aportes de riego y lluvia y compa-rándolos con las necesidades de agua de los cultivos).

SRR = ƒ (suministro de agua de riego).

En México, también existen experiencias en esta materia. Rubiños y col. (2008), eva-lúan la administración y operación del canal Coria-Cortázar, en el Estado de Guanajua-to, utilizando los índices de Molden y Gates (1990), determinando: Suficiencia, Eficien-cia en la entrega, Confiabilidad y Equidad. Esta metodología permite identificar tramos con problemas de servicio de riego y des-empeño de operación, y evaluar alternativas para mejorar.

En Mendoza, trabajos efectuados por Sán-chez, Salomón y Pereira (2008), reportan antecedentes sobre la evaluación de desem-peño de los sistemas de distribución de rie-go tradicionales, comparando solamente, a lo largo de la temporada de riego, la oferta de agua disponible y la demanda total de los cultivos; identificándose períodos deficita-rios y con excedentes, como se muestra en la Figura 6.

Estos y otros indicadores pueden ser de gran utilidad para evaluar la eficiencia en la ges-tión de las organizaciones de usuarios; y a través de su análisis propender a mejorar su gestión.

3.- INFRAESTRUCTUA DE RIEGO A NI-VEL DE CUENCA

En este aspecto, y tratándose de eficiencia, el país manifestó su interés por construir obras de regadío a partir del año 1914, constru-yéndose importantes canales y embalses en diferentes zonas. En ello se desplegó un gran

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esfuerzo pero que aún es insuficiente. En las décadas de los 70 y 80 la construcción de grandes obras estuvo prácticamente parali-zada, y solamente se retoma a partir de los años 90, período en el cual se construyeron los embalses Santa Juana, en Huasco; Pucla-ro, en Elqui y Corrales y El Bato en la cuenca de los ríos Choapa e Illapel, respectivamente. En el Cuadro 3, se presentan los antecedentes de los embalses existentes en nuestro país.

En la actualidad existen varias obras que están en diferentes niveles de es-tudio y se espera que se logren avances significa-tivos en esta materia. Situación diferente se puede constatar cuan-do se analiza la inmensa red de canales existente en cada cuenca, y donde el sector privado juega un rol fundamental en su me-joramiento; siendo difícil lograr el consenso para realizar obras de revestimiento o entu-bamiento de tales estructuras. En este senti-do no siempre lo colectivo es priorizado por las personas. Una cantidad de canales, exca-vados en tierra, presentan abundantes pérdi-das en su recorrido; muchas veces superando el 40 y 50%. Avanzar en su mejoramiento es una de las funciones que deben abordar las Organizaciones de Usuarios, con o sin apoyo del Estado.

Importante en este sentido ha sido la Ley de Riego Nº 18.450.- a la cual tienen acceso todas las organizaciones, vía presentación y concurso de proyectos; existiendo concursos especiales para organizaciones de usuarios. En la Figura 7 se puede visualizar la impor-tancia relativa que han tenido históricamen-te las obras civiles en cuanto a bonificaciones de la Ley de Riego, en comparación con otros tipos de obras.

Sin lugar a dudas todas las acciones que se realicen en este sentido son muy beneficiosas y mejorarán la eficiencia, tanto en la acumu-lación como en la conducción del recurso, disminuyendo significativamente las pérdi-das y mejorando la disponibilidad de agua. Sin embargo, tal aspecto debe mirarse en un contexto más general, y que dice relación con la regulación del equilibrio que debe existir

en la cuenca entre uso del agua y disponi-bilidad. ¿Quién define tal aspecto? ¿Quién define o informa sobre los límites que debe tener el área regada de una cuenca? ¿Existe plena conciencia de los riesgos que se corren en la ampliación de la superficie de riego de la cuenca, con los mismos recursos de agua disponibles?

Al respecto, desde hace bastante tiempo se viene hablando de Manejo Integrado de Cuencas y de Ordenamiento Territorial; te-mas que apuntan definitivamente a dar res-puesta a las interrogantes planteadas. Sería muy conveniente y oportuno implementar acciones en tal sentido para, orientar y cau-telar intervenciones en las cuencas, evitando

inversiones de alto riesgo.

4.- EQUIPAMIENTO DE RIEGO A NIVEL PREDIAL

En la Figura 7, mostrada en punto anterior, se visualiza la importancia relativa que la tec-nificación del riego ha tenido en los últimos años, producto de la aplicación de la Ley Nº 18.450; significando un 50% de las bonifi-caciones. Ello ha traído un incremento im-portante en la incorporación de métodos de riego más eficientes a nivel predial y posibili-tando muchas veces el riego de nuevas áreas que sería imposible regarlas con métodos de riego tradicionales o superficiales.

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Este hecho ha repercutido con diferen-te intensidad en las distintas regiones del país; como se desprende al analizar las cifras entregadas por el último Cen-so Agropecuario (INE, 2007); como se muestra en el Cuadro 4; reflejando los niveles de tecnificación logrados en cada región y por ende la incorporación de tecnología a nivel parcelario. Entendien-do que no siempre el uso de riego tecni-ficado conlleva altos niveles de eficiencia de riego al momento de manejar el agua en relación al cultivo.

Se puede apreciar que a nivel nacional aún no se supera el 30% de tales tecno-logías; prevaleciendo aquellas tecnología que utilizan métodos de riego super-ficiales, como tendido y surcos; cuyas eficiencias de aplicación son inferiores al 50%.

Al respecto es importante comentar los anuncios que ha efectuado la Comisión Nacional de Riego, en el sentido de fi-jarse como meta para el año 2011 la in-corporación de 8.000 nuevas hectáreas al riego y la tecnificación de 20.000 ha; para lo cual se dispondría de un presu-puesto de $ 36.150 millones, a través de concursos de la Ley Nº 18.450; en los cuales, según las últimas modificacio-nes, es posible postular a subsidios de hasta un 90%.

Sin lugar a dudas, este factor de equipa-miento tecnológico a nivel de predio es un aspecto muy significativo a la hora de mejorar las eficiencias de los sistemas de riego y que cobra mayor interés y nece-sidad en las zonas áridas de nuestro país. Es prácticamente imposible incrementar los niveles de eficiencia a nivel parcelario si se persiste en el uso de metodologías de riego por superficie, especialmente en el norte del país. Este ya no es un tema de rentabilidad económica, sino que es un tema de sustentabilidad de los siste-

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mas productivos, que se basan fundamentalmente en el uso del agua de riego.

5.- MANEJO DEL AGUA A NIVEL DE CULTIVO

Finalmente, y en lo que compete directamente a los agricultores y re-gantes, está el factor o variable de manejo del agua a nivel de culti-vo; en el cual intervienen factores como: suelo, clima, características del cultivo, capacitación del regador, oportunidad de ejecución, entre otros. Ello se refleja en las interrogantes permanentes al momento de efectuar el riego, usando una u otra metodología: ¿Cuándo regar? y ¿Cuánto regar?, que aparentemente tienen fácil respuesta, pero que requieren un cierto manejo técnico, que no siempre está disponible.

Como se señalaba en punto anterior, utilizando metodologías de rie-go superficiales es imposible lograr altas eficiencias de aplicación de agua; y por otro lado el utilizar tecnologías de alta eficiencia en la entrega del agua no siempre asegura que la aplicación de ella al suelo y aprovechamiento por las plantas sea equivalente. Es decir, no por estar utilizando riego por goteo, el cual está diseñado para aplicar agua con alta eficiencia (superiores a 85 - 90%), no asegura que a nivel de suelo se logren eficiencias de valores equivalentes, como se puede apreciar en la Figura 5, que reproduce dos perfiles de humedad del suelo regado por goteo, y donde en uno de ellos existe abundante pérdida de agua bajo la zona de raíces.

Otra situación que es bastante frecuente, y donde se conjugan en for-ma adversa vatios factores, es la que se visualiza en las fotografías de la Figura 6. En ellas se ve claramente la aplicación excesiva de agua de riego, utilizando seguramente altos tiempos de riego, lo que provoca escurrimiento y anegamiento en superficie. Quizás en ambos casos los Coeficientes de Uniformidad de los emisores son altos,

Desgraciadamente tales situaciones son muy frecuentes, siendo nece-sario que los productores establezcan un apropiado monitoreo de la humedad del suelo para evitar no solamente las pérdidas de agua, sino que también evitar reducciones en sus rendimientos, por una falta de aireación en el suelo. Del mismo modo la ocurrencia de estas inefi-ciencias puede generar mayores costos de energía, en aquellos siste-mas de riego donde el agua es impulsada a cotas superiores.

Este factor es de singular importancia, dado que ello implica disponer de personal capacitado para manejar conceptos agronómicos básicos asociados al riego. Para enfrentar tal situación sería muy interesan-te que junto con promover la tecnificación del regadío, con fondos fiscales, se implementasen programas de extensión, capacitación y transferencia tecnológica en riego, lo cual le daría sustentabilidad a esta herramienta tecnológica, asegurando una mejor eficiencia en su aplicación.

Sin lugar a dudas, el impacto que se puede lograr puede ser significa-tivo; más aún si se piensa que países pioneros y desarrollados en estas materias han mantenido en el tiempo Servicios de Extensión Agríco-las, donde el riego es una temática prioritaria; dándole de esa forma sustentación a la actividad agrícola. 6.- ESTRATEGIA DE RIEGO DEL ESTADO

Desde sus inicios el Estado de Chile ha sido un fuerte impulsor de

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las obras de riego, a través de políticas y es-trategias orientadas a apoyar al sector privado. En este sentido la política de los últimos años ha estado orientada en dos ejes; por un lado a incrementar la superficie de riego en el país y por otro lado a aumentar la seguridad de riego de las áreas regadas.

En el primer caso se ha materializado con la implementación de la Ley Nº 18.450 (Cua-dro 7) y en el segundo con la construcción de obras de acumulación que permiten regular mejor el recurso (aspecto visto en punto an-terior). Ambas acciones han sido implemen-tadas por los Ministerios de Obras Públicas y de Agricultura.

En la actualidad, según antecedentes recogi-dos en la Comisión Nacional de Riego (CNR, 2010) y expuestos por Martín (2010), el én-fasis se basará en tres premisas: a) Embalses superficiales, embalses subterráneos, mejora-miento de conducciones, b) Perfeccionamien-to de títulos y c) Organizaciones de usuarios, con la finalidad de aumentar la superficie de riego y mejorar la eficiencia del uso del este recurso que es escaso.

Junto a lo anterior sería muy conveniente in-cluir dos elementos ya planteados en puntos anteriores y que dicen relación con:

•Programadeinformaciónpermanentesobrerecursos hídricos en las diferentes cuencas del país y su relación con áreas regadas en cada caso. El país dispone de abundante informa-ción sobre estas materias, la cual debe estar disponible para los usuarios.

•ProgramadeExtensiónenRiego,atravésdealianzas público – privada, donde los regantes puedan optar a beneficios del Estado, efec-tuando aportes para implementar un sistemas de Asesoramiento colectivo o grupal.

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7.- COMENTARIOS FINALES

•Existe en el paísunadistribución asimétricade ladisponibili-dad de agua, en sus diferentes cuencas hidrográficas; que obliga a tomar iniciativas que propendan a otorgar sustentabilidad a la actividad agrícola que en ellas se desarrollan.

•Considerandolaresponsabilidadquelasorganizacionesdeusua-rios del agua de riego tienen en la administración y gestión de los recursos hídricos; debe incentivarse y apoyarse una mayor pro-fesionalización de ellas y la evaluación permanente de su gestión

•Entodasaquellascuencasdeficitariasdebediseñarseunplandeobras mayores, medianas y menores de riego, con la finalidad de dar mayor seguridad a la disponibilidad del recurso agua y a su vez mejorar los niveles de eficiencia en su conducción.

•Anivel parcelariodebe incrementarse losniveles de tecnifica-ción, incorporando una mayor cantidad de superficie con metodo-logías de riego de mayor eficiencia.

•Enelaspectodemanejodelaguaenrelacióna loscultivos, sehace muy necesario la implementación de programas de extensión, capacitación y transferencia tecnológica; que permitan traspasar a nivel de campo los resultados e información relacionada con riego en diversas especies.

•JuntoalaspolíticasyestrategiasactualesquetieneelEstadodeChile en el área de riego, sería importante implementar programas que permitan disponer de información permanente sobre los re-cursos hídricos en las diferentes cuencas del país; como asimismo implementar un programa de Extensión en Riego, que comprome-ta acciones público – privadas.

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8.- REFERENCIAS

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de gases con efecto invernadero en sistemas ganaderos bovinos

Emisión y Mitigación

Según el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), la concentra-ción en la atmósfera de los principales gases de efecto invernadero (GEI) ha aumentado en 31% y 16% para el dió-

xido de carbono (CO2) y óxido nitroso (N2O), respectivamente, a partir del inicio de la época industrial. A escala mundial, la agricultura es la principal fuente emisora de GEI hacia la atmós-fera. Dentro del sector agrícola las fuentes pre-dominantes son el manejo y aplicación al suelo de residuos animales (ej. Purines), la estabula-ción de animales y pérdidas durante el pasto-reo, además del uso de fertilizantes nitrogena-dos (ej. Urea) aplicados a praderas o cultivos.

Francisco Salazar Sperberg y Marta Alfaro ValenzuelaIngenieros Agrónomos, Ph.D.

Grupo Ganadería y Medio Ambiente INIA

Emisiones Ganado Bovino

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Uestimación de la eficiencia de utilización del nitrógeno (N) a nivel mundial señala que, para la producción animal, esta promediaría solo el 10%, siendo para la producción bovi-na de 7,7%. En contraste, la producción de cultivos y praderas es mucho más eficiente con valores promedio de 60%. Estos bajos valores son explicados por la ineficiencia natural de los rumiantes en convertir el ni-trógeno ingerido en productos como leche y carne.

En el caso de los sistemas ganaderos, el ex-ceso de nutrientes, en especial de nitrógeno, es excretado en fecas y orina, siendo así re-gresado a la pradera directamente durante el pastoreo o acumulado en los pozos purine-ros. En países desarrollados, estimaciones de eficiencia de utilización de N muestran un excedente en sistemas de producción de le-che y carne, en donde las eficiencias de utili-zación de N varían de un 14% a 30%, con su-perávits de N que alcanzan los 470 kg N/ha/año, como ocurre en Holanda. Información obtenida en INIA-Remehue en un módulo lechero sólo con vacas en producción mues-tra una eficiencia del 25%. Esto sugiere que en sistemas ganaderos, las pérdidas de este nutriente al ambiente (suelo, agua o aire) pueden ser significativas.

Los inventarios de GEI elaborados en Chile se calculan en base a estimaciones que uti-lizan los factores de emisión recomendados por el PICC (valores por defecto) o publica-ciones científicas internacionales . Esto se debe a la carencia en nuestro país de infor-mación nacional medida y cuantificada que permita definir factores país- ó, mejor dicho, región-específicos. Los valores de emisión locales son necesarios debido a su alta va-riabilidad y dependencia de características locales (clima, suelo, pradera), que puede resultar en cálculos erróneos resultando así en un posicionamiento equivocado de nues-tros países ante el IPCC y ante el mercado agrícola internacional. De allí la relevancia de cuantificar y comprender los procesos y factores que controlan las emisiones de estos gases a nivel nacional, lo cual permitirá iden-tificar alternativas de manejo para reducir las emisiones provenientes de los sistemas de producción ganadera.

La investigación y desarrollo de GEI en la producción bovina de leche y carne, en espe-cial en sistemas pastoriles, ha sido liderada por Nueva Zelanda. Este país, a través de su Ministerio de Agricultura y Forestería, ha impulsado el desarrollo en esta temática. En este país, actualmente se está trabajando en el Consorcio Pastoral y de Gases con Efec-to Invernadero (Pastoral Greenhouse Gas Research Consortium), en la Red de Mitiga-ción (www.livestockemission.net), y desde hace poco también en la iniciativa denomi-nada Alianza Global de Investigación (www.globalresearchalliance.org), la cual tiene por objetivo coordinar la investigación realiza-da en GEI a nivel mundial. Otros países que también han hecho avances importantes en GEI son países europeos como Holanda, Bélgica, Inglaterra, y americanos como Ca-nadá y Estados Unidos. Recientemente, en

Octubre de este año se realizó la Conferencia ‘Greenhouse Gases and Animal Agriculture’ (www.ggaa2010.com), donde participaron especialistas de todo el mundo, que se reu-nieron para discutir avances en el tema y so-bre estandarización de metodologías.

Avances en investigación y desarrollo en Chile

Chile, al igual que otros países ha generado inventarios de GEI para diferentes series de años, de acuerdo a la metodología propuesta por el PICC. Para esto, el país ha avanzado en el detalle de los distintos comunicados, intentando desarrollar factores de emisión del nivel 2 (tier 2), eso sí para emisiones de metano desde fuentes animales. El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) ha elaborado los inventarios para la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA, hoy, Ministerio de Medio Ambiente), sien-do un investigador el representante frente al PICC y encargado de proponer y estudiar mejoras a la metodología actualmente en uso . Para la generación de inventarios más precisos y que reflejen mejor las distintas condiciones y sistemas productivos del país, se deberá alcanzar un nivel 3 (tier 3), lo que exige la generación de factores de emisión locales a través de la investigación y publi-cación de éstos en revistas científicas con comité editor.

Las mayores emisiones de óxido nitroso en Chile se relacionan al i) manejo de residuos orgánicos (purines y estiércol durante su al-macenaje y aplicación), ii) a la concentración de número de cabezas por unidad de superfi-cie y iii) al uso de fertilizantes nitrogenados.

A la fecha, se han realizado evaluaciones para determinar emisiones de GEI desde distin-tos tipos de suelo y ecosistemas en la zona

Emisiones Ganado Bovino

na

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Centro Sur de Chile y el efecto de aplicacio-nes de fertilizantes y purines de lechería en emisiones de N2O y CO2 en praderas. Estos trabajos han sido realizados en el marco de proyectos de investigación financiados por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de Chile (CONICYT). Como parte de este trabajo, se han creado capacidades en recur-sos humanos dedicados a la investigación en esta área y se ha fortalecido la infraestructu-ra y equipos necesarios para su medición en campo y análisis de laboratorio a través de cromatografía gaseosa.

Los resultados están indicando que existen diversas alternativas para mitigar las emi-siones de GEI generadas por la ganadería en nuestro país. La mayor parte de ellas dice relación con aumentar la eficiencia de utilización de nutrientes en el sistema suelo-planta-animal. Es importante destacar que, en este análisis, se debe considerar cada eta-pa o fracción del sistema, ya que existe una alta interdependencia entre ellos, por lo que cambios en una de las partes afectarán los balances de la otra. Los impactos más gran-des en la reducción de pérdidas de nutrien-tes, pueden ser logrados mejorando la utili-zación de ellos a nivel del animal. En ganado lechero, estudios realizados en Holanda han mostrado que el máximo de utilización de N en vacas lecheras es de 43%, siendo el pro-medio actualmente de entre 15 y 20%.

Otra alternativa la constituye el uso de com-puestos que inhiben la transformación del N de la urea presente en la orina bovina a amo-nio y nitrato, ambos precursores del N2O, o que disminuyen la formación del nitrato en el suelo, resultando también en una menor emisión de N2O. Esta tecnología fue desa-rrollada en Nueva Zelandia en sistemas pas-toriles destinados a la producción de leche, por lo que se estima que pudiesen contribuir a reducir las emisiones de N2O en el sur de Chile y hacer más eficiente la utilización de nutrientes por la ganadería, lo cual tiene im-plicancias positivas tanto económicas como ambientales y de aseguramiento de merca-do, a través de una producción con menor

huella de carbono. Estudios preliminares realizados en la Región de Los Lagos, indi-can que el potencial de reducción de las emi-siones de N2O es de hasta un 65%, cuando se usan asociados a fertilizantes nitrogenados, en comparación a las alternativas sin su in-corporación.

En relación a las emisiones asociadas al ma-nejo de purines y estiércoles, los estudios indican que las emisiones pueden reducirse drásticamente si estos materiales son rápida-mente incorporados al suelo una vez realiza-da la aplicación.

En cuanto a mediciones de CH4 entérico producido por animales, a la fecha no se han realizado evaluaciones en el país, y se requieren capacidades tanto en recursos hu-manos como infraestructura y equipos. Esta situación mejorará en el futuro debido a la reciente adjudicación del proyecto Fontagro titulado ‘Cambio Climático y Ganadería: Cuantificación y Opciones de Mitigación de las Emisiones de Metano y Óxido Nitroso de Origen Bovino en Condiciones de Pastoreo’. Este proyecto será liderado por INIA-Uru-guay y en él participarán investigadores de Argentina, Colombia, República Dominica-na y Chile.

Cabe destacar que como parte del trabajo realizado en GEI y de los vínculos inter-nacionales existentes, se realizó el 2009 el Seminario y Taller ‘Greenhouse gases emis-sions and methodologies to measure N2O emissions from agricultural soils’, que fue organizado por INIA-Chile con el apoyo del MAF (Ministerio de Agricultura y Fo-restería) de Nueva Zelanda y Procisur (red de INIAs del Cono Sur de América del Sur), en el que participaron investigadores de La-tinoamérica, Nueva Zelanda y Canadá. En este taller, se discutieron metodologías y se analizaron avances en estudios de reducción de emisiones de N2O en los distintos países. Acciones como esta son de gran importancia para crear capacidades de investigación, uni-formar aspectos metodológicos y conocer la experiencia de países con un mayor desarro-

llo en investigación en este tema.

Comentarios finales

•EnChile,existenavancesenlamediciónde N2O asociados a la producción bovina de leche o carne, existiendo grupos de in-vestigación que actualmente están desarro-llando proyectos en el tema.

• Es importante generar factores de emi-sión locales, debiendo priorizar para ello áreas críticas considerando la importancia económica y ambiental de las distintas ac-tividades productivas.

• En cuanto a lasmedidas demitigación,los mayores avances a la fecha están dados por aumentos en la eficiencia productiva de los sistemas productivos y uso de fertili-zantes de liberación lenta e inhibidores de la desnitrificación. Para el metano, las re-ducciones de emisiones por uso de aditivos o modificaciones de flora microbiana han sido bajas.

•Existeunabuenavinculaciónconlosgru-pos de investigación en GEI a nivel mun-dial, participando el país en las diferentes redes científicas internacionales.

•Eldesarrollofuturodebierafortalecerlosrecursos humanos en investigación de esta área temática. Se necesita tener un mayor número de investigadores con postgra-do para desarrollar estudios en emisiones de gases y evaluar medidas de mitigación. Además, se requiere aumentar la infraes-tructura y equipamiento para este tipo de estudios, lo cual puede ser realizado a tra-vés de proyectos nacionales e internaciona-les.

•Losavancesafuturodebieranconsiderarla generación de factores de emisión loca-les y evaluación de medidas de mitigación a implementar. Esto puede ser complemen-tado por la generación y/o validación de modelos de simulación.

Emisiones Ganado Bovino

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HUELLADE CARBONO DE PRODUCTOS AGROPECUARIOS EXPORTABLES

Sergio González MartineauxInvestigador INIA-La Platina

Integrante IPCC-Task Force BureauCo-Nobel de la Paz 2007

El término “huella de carbono”, especialmente aplicado a productos (bienes y servicios), emer-ge la primera década del siglo XXI, llegando

a ser un término de uso común a todo nivel. Aun-que aún no constituye un factor a ser cumplido por los exportadores nacionales (con excepción de los productores de vino que exportan al Reino Unido a través de la cadena de supermercados Tesco), es in-dudable -y todas las evidencias apuntan hacia allá- que terminará constituyéndose en un elemento con-dicionante del comercio entre países, en un futuro no muy lejano.

Exportación: huella de carbono,agua

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Exportación: huella de carbono,agua

Cuando esto ocurra, la huella de carbono llegará a condicio-nar el mercado internacional, básicamente por las siguientes dos vías:

• Por la obligación de que los pro-ductos cumplan con estar rotulados con su huella de carbono, para poder acceder a un mercado determinado, y

• Porlapreferenciaquelosconsumi-dores demuestren hacia un producto especí-fico, en función de su huella de carbono.

Si bien la obligación de rotular los produc-tos con la huella de carbono, como requisi-to de acceso a un mercado específico, podrá provenir de entes estatales (como lo sería en Francia) o privados (como lo sería en el Reino Unido), el concepto dominante es que el “premio” o el “castigo” para un producto específico no iría por la imposición de im-puestos o gravámenes ante la excedencia de valores referenciales muy difíciles de definir para productos primarios) sino que por la preferencia que expresen los consumidores, al momento de decidir los artículo por in-cluir en sus canastas de compra.

¿Qué es la huella de carbono de productos primarios?

En términos simples, es el conjunto de gases invernadero emitidos por un producto, a lo largo de todo su ciclo de vida, comprendido este como la secuencia de fases que ocurren desde su producción primaria (en campo o invernadero) hasta su venta en algún lugar del mundo; para algunos, el ciclo de vida de-

bería incluir también la fase de consumo y gestión de los residuos generados en esta.

La huella de carbono de un producto se ex-presa como la cantidad de CO2-equivalente emitida por unidad funcional del produc-to. Como en el ciclo de vida de un produc-to, hay emisión de CO2 y otros gases, todo lo emitido debe ser transformado en CO2-equivalente mediante el uso del Potencial de Calentamiento Global (PCG) de cada

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gas, actualizados por el Panel Interguberna-mental de Cambio Climático (en adelante, IPCC).

La suma de gases invernadero emitida debe relacionarse con el producto, lo que se hace a través de su unidad física funcional que, en general, corresponde a la como el producto es comercializado: kilogramo en el caso de la fruta fresca, litro en el caso de productos líquidos. En algunos casos, especialmente vinculados a productos manufacturados, el envase es parte del producto, lo que significa que las emisiones derivadas de su produc-ción y transporte deben ser incorporadas a la huella de carbono del producto: es el caso

del vino embotellado, las frutas en conserva ó la leche en envase tetrapak.

Un elemento importante, especialmente sensible para los productos nacionales de exportación, es la distancia hasta los grandes centros de consumo y que, para muchos, los podría dejar en posición desventajosa, res-pecto de productos provenientes de otros países. El valor de la huella de carbono no es el mismo si un mismo producto es enviado a mercados distintos puesto que la distancia entre sitio de producción y sitio de venta va-ría.

¿Qué incluye la huella de carbono?

La huella de carbono solo incluye emisiones de dióxido de carbono provenientes de fuen-tes no-biogénicas (léase, fósiles o geológicas y de gases no-CO2, como metano, óxido ni-troso y gases refrigerantes no controlados por el Protocolo de Montreal. Es evidente, entonces, que incluye todas las emisiones de gases invernadero que resultan de la aplica-ción de acciones o procesos propias de los procesos productivos, de procesamiento y de transporte de un producto.

Se trata de las emisiones directas, que resul-tan por ejemplo de la combustión de fósiles para movilizar la maquinaria agrícola, de la aplicación de fertilizantes nitrogenados ó cal y de la emisión fugitiva de gases refrigeran-tes. El consumo eléctrico también entra en esta categoría aunque las emisiones no se ge-neran en el sitio de consumo sino que en el de generación.

Además, la huella de carbono incluye las emisiones de gases invernadero que ocurren en la manufactura y traslado de los insumos desde las plantas industriales hasta los sitios de uso. Esto significa que la huella de carbo-no de un producto también debe incorporar la huella de carbono de sus suministros. Por ello, los productores y exportadores nacio-nales debieran proceder en la misma forma que los consumidores cuando los productos lleguen rotulados: preferir las opciones con menores huellas de carbono, para sumar el menor carbono posible a sus productos. Mientras los suministros no estén rotulados y a falta de una mejor información, se sugie-re usar la distancia como variable de deci-sión; se deja en claro que, si bien es válida para productos manufacturados, no es una aproximación necesariamente válida para productos primarios.

Elementos clave que condi-cionan la huella de carbono

No es posible comparar valores de huella de carbono publicados, para un mismo produc-to, a menos que hayan sido calculados utili-zando una misma metodología, bajo un mis-mo ciclo de vida y empleando los mismos factores de emisión.

En lo metodológico. No existe una norma única, de validez internacional, que sea la

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base única para el cálculo de la huella de carbono de productos, en cualquier lugar del mundo. Se estima que la próxima promulga-ción de la Norma 14.067, por la Internatio-nal Standards Organization (ISO), vendría a llenar este vacío aunque es muy probable que algunos países insistan en imponer sus propios procedimientos metodológicos para los productos que se expandan en sus terri-torios.

Hoy, la metodología más empleada para cal-cular la huella de carbono de productos, es la Norma PAS (Publicly Available Specifica-tion)-2050, versión 2008, cuerpo regulatorio de cumplimiento no obligatorio, promulga-da por la British Standards Institution (BSI, entidad británica equivalente al Instituto Nacional de Normalización (INN).

Para productos, la PAS-2050:2008 conside-ra la inclusión de emisiones de dióxido de carbono, siempre que provengan de fuen-tes fósiles (petróleo, p.e.) ó geológicas (cal), emisiones de metano y óxido nitroso, desde cualquier fuente, y emisiones de gases no controlados por el Protocolo de Montreal, como los HCFCs (hidroclorofluorcarbono) y el hexafluoruro de azufre (SF6). Por otra parte, la PAS-2050:2008 excluye las emisio-nes de dióxido de carbono provenientes de fuentes biogénicas (a menos que hayan ocu-rrido durante el cambio de uso de los suelos), las emisiones por manufactura y traslado de bienes de capital y las emisiones de los ani-males de trabajo y por traslado hogar-trabajo del personal.

El cambio de uso es un caso especial: de acuerdo a la PAS-2050:2008, debe incluirse en el cálculo solo si ocurrió a contar del 01 de Enero de 1990, fecha base para la negocia-ción en cambio climático, incluyendo el Pro-tocolo de Kyoto. Si el sitio donde se genera el producto fue habilitado para el uso agrícola a contar de esa fecha, el ciclo de vida debe iniciarse con el cambio de uso, el que obliga a hacer un balance –en términos de emisión y captura de carbono- entre la vegetación que se elimina y la que se establece. Se deja en claro que “cambio de uso” no se aplica al cambio de cultivo anual a huertos frutal pues ambos son usos agrícolas.

En lo del ciclo de vida. La PAS-2050:2008 define dos opciones posi-bles, a saber:

• Ciclo completo que cubre toda la

vida del producto (desde generación hasta consumo) y que se define como “de la cuna a la tumba” (Figura 1), y

• Cicloincompleto, que puede defi-nirse como “de la cuna a un próximo nego-cio” o “de un negocio a consumo” (Figura 2).

La elección de uno u otro enfoque depende-rá de las circunstancias del producto y de la meta perseguida con la huella de carbono. Si el producto cumple todas las fases del ci-clo de vida dentro de un mismo país, lo más válido sería aplicar el ciclo completo pero si algunas ocurren en otros países, lo más lógi-co sería aplicar el ciclo parcial. No obstante, cuando los productos chilenos deban ser ro-tulados, el cálculo deberá contemplar tanto las emisiones generadas en el país de origen como en el de destino.

En cuanto a factores de emisión. El cálcu-lo de la huella de carbono es muy sensible a

los factores de emisión, que son coeficien-tes que cuantifican emisiones o remociones de un gas por unidad de actividad; en otras palabras, se trata de constantes que transfor-man litros de petróleo combustionado, por ejemplo, en kilogramos de gases invernadero emitidos.

Las metodologías no orientan sobre cómo seleccionar los factores de emisión que se ne-cesitan para completar el cálculo de la huella de carbono, quedando los evaluadores en libertad para elegir los que consideren más adecuados. Por esta carencia de regulación, la selección de los factores de emisión puede transformarse en un factor de manipulación de los resultados, aunque la lógica indica que, a falta de orientación específica, se debe-ría actuar ceñido a las instancias con mayor validez en este tema: el IPCC y la Secretaría de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (UNFCCC), que han elaborado criterios de selección de fac-

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tores de emisión, en el ámbito de los inventa-rios nacionales de gases invernadero.

Cada país debería usar factores de emisión que reflejen sus condiciones ambientales; dado que Chile no cuenta con factores de emisión propios, por carencia de informa-ción científica propia, debe conformarse con los factores por defecto que ofrece el IPCC en sus guías metodológicas 1996 y 2006 y que no reflejan necesariamente las circuns-tancias ambientales nacionales. Esto es es-pecialmente válido para ámbitos en que la emisión resulta de procesos microbiológicos condicionados por condiciones ambientales, como son los propios de los sistemas agro-pecuarios y que son función de la combina-ción de aspectos tecnológicos, biológicos y ambientales.

Estudio INIA-FIA “Huella de carbono de productos agro-pecuarios de exportación”

Durante el año 2009, INIA desarrolló para la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) el Estudio “Huella de carbono de productos agropecuarios exportables”. En su ejecución, INIA trabajó con la empresa DEUMAN Ltda, con quién se firmó un convenio de co-ejecución. Este estudio fue ejecutado con la meta básica de afinar un procedimiento me-todológico que permita estimar el valor de huella de carbono de una serie de importan-tes productos agropecuarios de exportación, con identificación de las fases críticas; como valor agregado, el estudio entregó al uso pú-blico, una calculadora de huella de carbono

que, por encima del valor de huella de car-bono que se alcance, facilita la identificación de opciones de reducción costo-efectivas por parte de los interesados.

Se aplicó la PAS-2050:2008, con un ciclo de vida extendido desde producción en campo hasta entrega en puerto extranjero; la fase “cambio de uso” solo aplicó a los huertos de paltos en laderas de la Región de Valparaíso y a un parronal de la Región de Coquimbo. Se encuestó productores agrícolas y expor-tadores, de manera de validar el procedi-miento de cálculo con datos reales aunque no validados. Para evitar que la publicación de los resultados pudiera ser contraprodu-cente para los intereses nacionales y ante el hecho que el estudio no conducía a valores representativos para los productos incluidos, a nivel ministerial se decidió difundir los re-sultados en forma de rangos y no de valores promedio.

Principales resultados

El Cuadro 1 presenta los rangos de valores de huella de carbono para cada producto in-cluido. En primer lugar, puede verse que los productos de origen animal tienen valores de huella de carbono mayores a los de origen vegetal prácticamente por un factor 10, lo que se debe, según la Figura 3, a la fermen-tación entérica animal, con aporte menor de sus residuos biológicos.

El segundo punto interesante es que las pal-tas en ladera presentaron valores bajos, in-cluso hasta con balance favorable a la captura de carbono, lo que se debió a que el cambio de uso condujo al establecimiento de una vegetación que acumula varias veces más biomasa que la original; esto que puede ser positivo para la huella de carbono, debe ser visto con cautela ya que podría ser un ele-mento negativo, desde el punto de vista de una huella ecológica. Se trata de un crédito de carbono que solo puede ser contabilizado durante la vida útil del primer huerto esta-blecido.

Un tercer punto emergente del Cuadro 1, aislado en el Cuadro 2, tiene que ver con el peso relativo del transporte internacional. Cuando se usa la vía marítima, no parece ser la variable que más podría afectar la compe-titividad de los productos nacionales en los mercados extranjeros ya que, de acuerdo con estos resultados, no suma cantidades signi-ficativas a la huella de carbono de los pro-

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ductos.

Aunque la emisión por unidad aumenta para los vinos embotellados, por la inciden-cia de las botellas, la conclusión no cambia significativamente. La situación sí cambia substancialmente con el empleo del trans-porte aéreo, que hace un aporte absoluto tan significativo que llega a constituirse en la principal variable de la huella de los pro-ductos vegetales y la segunda en el caso de los productos animales.

Para el estudio, el cálculo de la huella de car-bono fue relevante, no tanto por los valores absolutos obtenidos sino que por la identifi-cación de las fases críticas del sistema, esto es, puntos del ciclo de vida que generan las mayores emisiones y, como consecuencia, identificar opciones de mitigación costo-efectivas y áreas requeridas de investigación aplicada para una mejor definición de estra-tegias de abatimiento costo-efectivas.

Sobre la base del uso de la vía marítima, fue posible establecer entre los productos vege-tales, dos grupos ben diferenciados, a saber:

• Productos cuyas mayores emisio-nes ocurren desde la fase de producción (paltas y semillas de maíz) (Figura 4), y

• Productos cuyas mayores emisio-nes ocurren desde las fases de post-cosecha, especialmente packing y unidad de frío (uva de mesa, ciruelas, manzanas, Berries y vinos embotellados) (Figura 5).

Principales conclusiones

Es importante que los productores nacio-nales empiecen a internalizar el tema de la huella de carbono, de forma tal de no tener inconvenientes en cumplir con las exigen-cias que a este respecto pudieran generarse en el extranjero y más que eso, estar en me-jores condiciones para alcanzar valores de huella de carbono que incrementen la com-petitividad de los productos agropecuarios nacionales.

Una de las principales conclusiones del es-tudio es que el montaje de una estrategia de reducción de la huella de carbono de los productos agropecuarios nacionales, que pretenda ser efectivo y eficiente, no puede ser genérico sino que producto-específico y, en cada caso, orientado hacia la fase del ciclo de vida con mayor volumen de emisiones.

En el ámbito agropecuario, muchas op-ciones de abatimiento de emisiones tie-ne que ver con cambios en la gestión de los sistemas productivos, como por ejem-plo, cambios en la alimentación animal, en el pastoreo animal y en la fertilización ni-trogenada. Esta opción de bajo costo y alto rédito no puede ser implementada en Chile, por carencia de investigación que respal-de las decisiones posibles de ser tomadas. Solo a modo de ejemplo, el país no puede discernir entre emisiones de óxido nitro-so provenientes de fertilizantes sintéticos u orgánicos, entre aplicación de una vez o

parcializada ó entre fertilizantes de entrega rápida ó lenta.

Debe tenerse en cuenta que, al final de cuen-tas, la huella de carbono está condicionada por dos variables que son relevantes para el éxito económico de la producción agrope-cuaria, que son la productividad y la eficien-cia. Un alto valor de huella de carbono es indicadora de un sistema con baja producti-vidad ó con baja eficiencia ó ambas.

Por tanto, la huella de carbono es una me-dición de la eficiencia con que el sistema productivo es gestionado y, por tanto, lo que se pueda hacer para reducir emisiones de gases invernadero redundará positivamen-te en mejorar la eficiencia productiva ya que se traducirá en un menor consumo de combustibles y/o de otros insumos; en otras palabras, una menor huella de carbono sig-nificará no solo una menor emisión de gases invernadero sino que, también, un menor costo de producción por unidad funcional del producto.

Finalmente, se plantea la conveniencia que el país genere una estrategia de mitigación de emisiones de gases invernadero basada en menores tasas de emisión por unidad funcional de los productos, a diferencia de una estrategia basada en reducciones de las emisiones totales de la actividad. Esto signi-ficaría usar la herramienta “huella de carbo-no” como elemento central para montar una estrategia de mitigación que apunte a la efi-ciencia de producción y en la productividad.

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de Agua y de Carbono en el combate al cambio climático

Huella

Aunque no existe ninguna eviden-cia objetiva que permita vincular ambos fenómenos, es evidente que la prensa ha vuelto a poner en el tapete el tema del “cambio climático antrópico”, a raíz del enjambre sísmico experimenta-do en las regiones del centro-sur del país a pocos días de llegarse

al primer año del gran terremoto del 27 de Febrero del 2010 (más conocido hoy como el 27F).

Sergio González MartineauxInvestigador INIA-La PlatinaIntegrante del IPCC (Task Force Bureau)Co-Nobel de la Paz 2007

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Esta vuelta a la palestra del tema del cambio climático antrópico nos da la entrada para referirnos a dos términos que han empezado a ser usados con frecuencia en el país, aun-que pareciera que no siempre su significado parece es claro y es empleado en forma uni-forme. Se trata de de dos huellas que pueden llegar a ser trascendentes para la humanidad, a saber: la “huella de carbono”, primera hue-lla en ser acuñada, y la “huella del agua”, que ha aparecido un poco después. Todo apunta a que ambas huellas nos acompañarán per-manentemente de ahora en adelante.

¿Qué son estas huellas, dónde nacieron y para qué? Quizás, convenga empezar con el para qué: se trata de dos términos que están asociados al combate del cambio climático

antrópico, ya que mientras uno (la del carbo-no) apunta a mitigar o reducir la magnitud de ocurrencia del proceso, el otro (la del agua) apunta a alcanzar una mejor adaptación de la población humana a las nuevas condiciones climáticas que ya están apareciendo.

El término “huella de carbono” derivó de las “millas alimenticias” o “millas de los alimen-tos” (traducción del término “food miles”), creado hace algunos años por movimientos ambientalistas británicos, con el fin de hacer presente que, si el cambio climático que esta-

mos viviendo es consecuencia de las emisio-nes humanas de gases de efecto invernadero (GEI), el transporte de los alimentos era una variable a tomar en cuenta dado su aporte de

emisiones, generando una forma simple de cómo la gente pudiera contribuir a comba-tir la causa del cambio climático: prefiriendo consumir alimentos producidos localmen-te. El slogan de la campaña fue “combata el cambio climático: coma local”.

Aunque hoy, la validez del slogan puede ser cuestionado ya que se sabe que la huella de carbono de un producto no es función de la distancia entre los centros de producción y consumo , el slogan prendió muy fuerte en-tre los consumidores del mundo desarrolla-do, europeos principalmente, debido a sus alta sensibilidad en temas ambientales.

Con ello, los productores de países lejanos que exportan hacia el continente europeo –en desconocimiento de los valores de huella de carbono asociados a sus productos- sien-ten un legítimo temor de que sus productos se vean afectados por algún tipo de discrimi-nación impuesta por los consumidores euro-peos, una vez establecida la obligatoriedad de la rotulación en huella de carbono. Por ello, es importante que los productores y ex-portadores nacionales empiecen a informar-se de estos términos y autoevaluarse, a fin de generar estrategias preventivas de defensa.

¿Qué son las huellas de car-bono y del agua?

En síntesis, se llama huella de carbono a la emisión total de GEI generada por la ocu-rrencia de una actividad, dentro de un marco temporal definido. Puede ser aplicada a cual-quiera instancia de la vida humana: a perso-nas, a empresas, a industrias y/o a productos; en el caso de personas, sería la suma total de GEI emitidos en un tiempo determinado por todas sus actividades rutinarias ó, si lo pre-fiere, solo por sus actividades laborales. Hoy día, hay numerosas calculadoras disponibles por internet, que permiten medir la huella de carbono personal.

En el caso de empresa o industria, puede tra-tarse de las emisiones totales –ó de alguna unidad integrante- ocurridas en un cierto período de tiempo. En el caso de productos, corresponde al total de emisiones de GEI ocurrida durante su ciclo de vida, el que ge-neralmente se extiende desde su producción en campo ó fábrica hasta su consumo y dis-posición de sus residuos finales.

1Estudios llevados a cabo en Nueva Zelanda han demostrado que muchos de sus productos alimenticios llegan al Reino Unido, con una mejor huella de carbono que los símiles locales, gracias a la mayor naturalidad de sus sistemas de producción; esta mayor naturalidad neutraliza largamente las emisiones

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La huella de carbono se expresa en cantidades emitidas por unidad de tiempo o unidad física funcional del producto. Las emisiones son expresadas en cantidad de CO2-equivalente, expresión que permi-te sumar cantidades de gases distintos y a la que se llega luego de transformar cada gas no-CO2 en CO2-equivalente con el uso del va-lor PCG (potencial de calentamiento global), el que puede ser toma-do de los informes metodológicos del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, según su sigla inglesa).

Generalmente, las emisiones son expresadas en el período consi-derado (kg ó ton CO2-equiv/mes o año), aunque para empresas o industrias, podría desagregarse por el número de trabajadores; para los productos, las emisiones son vinculadas con su unidad física fun-cional, que básicamente es la forma en que el producto se expende . El Cuadro 1 presenta algunos valores de huella de carbono de pro-ductos, encontrados en internet.

Dado que la huella de carbono traduce las actividades humanas en descarga de gases de efecto invernadero, causa responsable del calen-tamiento global, a su vez artífice del cambio climático antrópico, es evidente que su medición proporciona una cuantificación del aporte de la actividad al cambio climático. En consecuencia, su abatimiento o compensación pasa a ser parte de una estrategia mitigatoria del cambio climático de origen antrópico.

Un tema no menor es que, aún tratándose de un mismo producto, dos valores de huella de carbono publicados no pueden ser compa-

rados, a menos que se entregue información de que se usó la misma metodología de cálculo, los mismos factores de emisión, el mismo ciclo de vida y el mismo alcance de las emisiones (emisiones directas e indirectas ó involucradas), lo que es prácticamente imposible. El Cuadro 2 presenta algunos de los valores de huella de carbono, que el Estudio FIA-INIA (2010) obtuvo para productos agropecuarios de exportación.

Por su parte, haciendo un símil con la de carbono, la huella del agua relaciona el consumo de agua –básicamente, de las aguas dulces- con la población ó con sus usos; así, la huella del agua corresponde al volumen total de agua consumido por una persona, empresa ó in-dustria, en un cierto período de tiempo; en el caso de un producto, la huella del agua corresponde al consumo de agua requerido para pro-ducir y comercializar una unidad física funcional. En todo caso, esta huela, al igual que la de carbono, puede ser aplicada en forma parcial.

La huella del agua también puede ser calculada para un país ó una fracción de su territorio (región administrativa o cuenca hidrográ-fica, p.e.). Si el período temporal considerado es un año, se alcanza un símil con los inventarios anuales de gases invernadero, respecto de la huella de carbono, que los países presentan ante la secretaría de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC, según sigla inglesa). La revista Chileriego, en su número 36, presenta algunos valores del consumo de agua per cápita, en di-versos países.

La huella del agua desagrega el agua consumida por una actividad o producto en distintas clases, a saber: (i) “agua verde”, aportada por las lluvias, (ii) “agua azul”, aportada por el riego, y (iii) “agua gris”, requerida para diluir los contaminantes descargados, hasta llevarlos a la concentración máxima permitida por el estándar ambiental de calidad del agua vigente.

Otro concepto importante es el de “agua virtual”, volumen de agua requerido para producir una unidad de un producto o servicio y que está siendo aplicado a las exportaciones e importaciones de los países para saber su balance en agua; según Chileriego (36, 2008), el balance de agua virtual en Chile fue favorable a la importación: se importó 3 veces más agua que lo que se exportó. El Cuadro 4 presenta algunos valores de agua virtual.

Así como el abatimiento de la huella de carbono puede ser definida

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como una acción de mitigación del cambio climático, el abati-miento de la huella del agua es principalmente una acción de adaptación a este, debido a que se traduciría en una mayor efi-ciencia en el uso de las aguas permitiendo continuar la actividad de hoy, no obstante una menor dotación de agua ó bien, aumen-tar la productividad de una misma dotación de agua.

No debe olvidarse que la tendencia objetiva detectada para el centro del país es una reducción sostenida de la dotación de re-cursos hídricos, tanto por menor pluviometría como por menor embalsamiento de nieve por ascenso de la isoterma de 0°C. El pronóstico, respecto de las condiciones climáticas futuras, es una aridización de esta parte zona del territorio nacional, tanto por una menor caída pluviométrica anual, como por una menor co-lecta de nieve en la zona andina, debido a un ascenso significati-vo de la isoterma de 0°C.

Esta menor disponibilidad de aguas dulces debería traducirse en mayores profundidades de captación y menores caudales de aguas subterráneas, junto a una disminución de los caudales su-perficiales, especialmente en temporadas estivales. Todo indica que, a fines del presente, la disponibilidad de aguas dulces será la principal variable conductora del cambio climático, incluso con una importancia mayor que la del ascenso término.

Esto nos obliga a terminar con la marcada ineficiencia nacional con que se usa el recurso hídrico, haciéndonos más eficientes en el uso de este recurso, que es lo mismo que decir más producti-vos lo que tiene variadas aristas y que compromete a las distintas esferas de la vida social, a saber:

1. Nivel personal: modificar hábitos despilfarradores del agua potable (entre algunas acciones, duchas más cortas; no al goteo de las llaves de agua; no dejarlas corriendo; terminar con el uso de los grifos de agua, como fuente de entretención de niños y no tan niños; no regar jardines en horarios de máximo calor o en momentos previos a pronósticos de lluvia),

2. Nivel empresas o unidades productivas: no regar cul-tivos en momentos de máximo calor ó en momentos previos a lluvias pronosticadas; dosificar mejor el agua aplicada; aumentar el reciclaje del agua; y mantener una vigilancia permanente sobre el estado de los equipos sanitarios existentes en sus instalaciones así como también sobre los hábitos de consumo de los trabajado-res, y

3. Nivel estatal: invertir en robustecer/incrementar la in-fraestructura para colecta, almacenamiento y conducción/distri-bución de las aguas dulces, de manera que haya menos pérdidas en el sistema y que el excedente de años lluviosos (asociados a El Niño) no genere impactos negativos durante su ocurrencia y contar con mayor dotación de agua en los años secos (asociados a La Niña).

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Conclusiones

El sentido de las dos huellas mencionadas en el texto es bien claro: dimensionar cuán eficientes y productivos (ó su recíproco: cuán ineficientes e improductivos) somos al usar los recursos na-turales que están a nuestra disposición. En un caso (la huella del agua), eficiencia respecto de la dotación de aguas dulces o continentales, y en el otro (la huella de carbono), eficiencia prin-cipalmente de los recursos energéticos (sobre todo, aquellos de base fósil) y otros insumos generadores de GEI (como fertilizantes nitroge-nados y cal).

Si bien, el uso de estas huellas, a cualquier ni-vel de las sociedades humanas, aún no llega a ser obligatorio como instrumento de acceso a algunos mercados, es evidente que la presión social –principalmente, proveniente del conti-nente europeo- se empieza a hacer sentir sobre quienes producen y venden bienes y/o servicios. Así, muchas empresas están empezando a medir sus huellas de carbono y de agua, de manera de contar con información objetiva que transmitir a sus consumidores y clientes, montar estrate-gias de abatimiento y, finalmente, de establecer una instancia que los diferencie positivamente de la competencia.

Al final de cuentas, es muy probable que, a tra-vés de la institucionalización de estas huellas (y otras acciones que puedan aparecer en el futu-ro), la sociedad civil puede hacer mucho más y conseguir resultados más efectivos en la lucha contra el cambio climático y sus efectos, que los acuerdos internacionales alcanzados entre los gobiernos del mundo, como el Protocolo de Kyoto y otros que puedan ser firmados a futuro.

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Huella de CARBONO

Calculadora de la

Sergio González MartineauxInvestigador INIA-La Platina

Integrante IPCC-Task Force BureauCo-Nobel de la Paz 2007

La huella de carbono es la emisión total de gases efecto invernadero, producto de alguna acción humana. La huella de carbono se puede aplicar a productos industriales manufacturados, a produc-tos primarios como los agrícolas, a la actividad de las personas, a las empresas, así como también aplicarse en forma parcial o completa.

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el tema central de esta entrevista, la huella de carbono es la cantidad total de gases de efecto invernadero que se emiten durante el ciclo de vida. El ciclo de vida es el período de tiempo que se extiende desde la producción en el campo hasta su consumo en algún lugar del mundo. La huella de carbono es un concepto genéri-co. En resumen, Huella de carbono es igual a la emisión de gases efectos invernaderos por efecto de una acción, dentro de un marco temporal y espacial específico. Huella de Carbono y produc-ción limpia Conceptualmente, la huella de carbono no tiene que relación con la producción limpia, aunque en la práctica sí están muy vincula-dos. La producción limpia está asociada a una producción mucho más eficiente porque genera menos residuos, recicla o reutiliza los residuos y no contamina porque no los des-carga. Por esta esa causa, termina emitiendo menos gases de efecto invernadero; por esa razón, se genera cierta vinculación entre ambos conceptos aunque provengan de dos terrenos aparte. Al final de cuentas, las consecuencias de una producción limpia es que emite menos gases de efecto invernadero ya que necesita menos litros de petróleo para producir un kilo de algún producto, también necesita menos li-tros de agua para producir ese mismo kilo de algo.

¿Por qué los productores de-bieran preocuparse de medir sus huellas de carbono?

Es importante, por dos razones: Una: cum-plir con las exigencias que sean impuestas en el futuro (no sé en cuanto tiempo pero está dentro de la tendencia) para acceder a los mercados europeos, primero y luego como efecto dominó a todo el mundo. Dos: es importante que un productor se evalúe en huella de carbono, porque también a través de ese valor va a saber cuán eficiente o in-eficiente es. A través del levantamiento de su huella de carbono, el productor podrá identificar sus fases críticas, esto es cuáles son las etapas del ciclo de vida de sus pro-ductos donde más emite más gases de efectos invernadero. Y, obviamente, puede también empezar a buscar opciones para mejorar su huella de carbono, en forma costo-efectiva.

¿Cómo está nuestra agricultu-ra, respecto de otros países?

No existe suficiente información hoy día que nos permita decir cómo estamos en relación con otros países; sin embargo, los existentes nos están indicando que podemos ser op-timistas en relación al valor de la huella de carbono de nuestros productos.

Hay algunos antecedentes puntuales, que han sido desarrollados por Nueva Zelandia, y que llegan a la conclusión que sus produc-tos enviados a Inglaterra, tenían una mejor

huella de carbono que los mismos produc-tos producidos y consumidos en Gran Bre-taña. La razón substancial de ello está en la naturalidad de los sistemas productivos neozelandeses versus la artificialidad de los británicos. Esto es algo de lo que también nosotros participamos. Esto nos permite decir, que en el fondo, no es un problema la lejanía a los centros de consumo, aunque obviamente la huella de carbono incluye las fases de transporte. No es tanto problema que estemos lejos de los grandes centros de consumo ya que, si so-mos eficientes en nuestros sistemas de pro-ducción y contamos con sistemas más bien naturales, podemos llevar a Europa, en ge-neral a mercados del Hemisferio Norte, con mejores –al menos, no superiores- huellas de carbono que los propios productos locales. Por tanto, yo no veo a la huella de carbono, como algo terrible, que nos hayan puesto-poco menos- que la cabeza en la guillotina.

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Todo lo anterior está condicionado a un transporte entre países por la vía marítima, que es muy eficiente. Si los envíos se hacen por avión, evidentemente van a llegar a des-tino con una huella de carbono inmensa, perdiendo competitividad con los productos locales o de otras partes del mundo enviados por mar. La Calculadora de Huella de Carbono Es el producto resultante de un estudio fi-nanciado por FIA sobre Huella de Carbono, que realizamos en conjunto con la Empresa Deuman Ltda., el año pasado. Muchas per-sonas piensan que es una maquinita -tipo calculadora electrónica o teléfono celular. Se trata de un desarrollo en Excel y está dis-ponible para cualquier interesado en el sitio web del INIA (www.inia.cl). Accediendo a esta página, se van a encontrar con un ícono sobre huella de carbono. Si uno pincha ahí, accede a la calculadora.

Lo hemos hecho lo más amistosa posi-ble aunque tiene que haber un tiempo de aprendizaje. Básicamente, la persona debe ingresar sus datos y genere un resultado. Para usar la calculadora, el interesado debe descargarla en su computador, por lo que los datos ingresados no quedan registrados en

INIA. Hay cuatro versiones de calculadora dispo-nibles. No es que sean calculadoras distintas sino que se aplican a productos distintos. Hay dos para productos vegetales, una para productos animales y una, para vinos embo-tellados. El desarrollo podría haberse hecho en un solo archivo pero resultaba muy pesa-do y se corría el riesgo de exceder la capaci-dad de este programa.

En el caso de los p r o d u c t o s vegetales, u n a v e r -sión

evalúa desde la producción hasta la entrega en puerto de destino en tanto que la otra eva-lúa desde el cambio de uso de la tierra hasta entrega del producto en el puerto de destino; el cambio de uso de la tierra de otro uso a agrícola, del sitio donde está el huerto frutal o el cultivo anual evaluado, debe incluirse si ocurrió a contar del 1 de Enero de 1990. En el caso de los productos animales y el vino embotellado, el ciclo de vida evaluado

corre desde la producción en campo hasta puerto de destino, en el extranjero.

La calculadora solo permite ingre-so de datos en las celdas indicadas, aquellas que están activas. Si se in-tenta modificar o ingresar datos, el sistema le dirá que la celda está protegida y su contenido no puede ser modificado. Los resultados son

presentados en dos formas: en for-ma numérica y en forma gráfica. Las opiniones recibidas nos indican que

la preferencia de la gente es a la pre-sentación gráfica ya que es más fácil de

entender.

En resumen, la huella de carbono es una herramienta que ayuda a alcanzar de una agricultura progresivamente más sustenta-ble, por la vía de alcanzar niveles de mayor eficiencia.

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