Tarcus Las Izquierdas

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  • Las izquierdas argentinas en el siglo XX.Una aproximacin metodolgica

    por Prof. Horacio Tarcus. (7-VIII-1997)

    Quiero agradecer antes que nada al Archivo General de la Nacin esta invita-cin y esta posibilidad de adelantar hoy algunas de las ideas de un proyecto deinvestigacin en curso, un proyecto de largo alcance, sobre la historia de las izquier-das en la Argentina. Estoy sumamente interesado en avanzar algunas de mis hipte-sis para abrir mltiples canales de dilogo e intercambio, ya sea con otros investiga-dores, pero tambin con aquellos que hayan tenido alguna participacin en estosprocesos. Quiero advertir que las notas que voy a avanzar esta noche forman partede un trabajo colectivo que vengo desarrollando con otros dos colegas, los profeso-res Jorge Cernadas y Roberto Pittaluga.

    Voy a abordar el tema desde una perspectiva metodolgica, en primer lugarporque no contamos con una historia global de las izquierdas en la Argentina, conun relato que pueda ser razonablemente resumido en el tiempo que disponemoshoy, porque de lo que disponemos en este momento son mltiples relatos, a menu-do contradictorios entre s; temas muy estudiados, pero tambin grandes vacos deinvestigacin; fuentes en algunos casos muy transitadas y por otro un gran vaco defuentes, etc. Pero fundamentalmente creo que lo que est faltando es un espritucolectivo que apunte a estudiar sistemticamente este problema. Despus de losesfuerzos de las historias militantes en las primeras dcadas del siglo, la historiografaacadmica local abri cierto espacio, a partir de los aos '60, a los estudios sobre laclase obrera argentina. En los '80 y '90 el inters acadmico se reorient a lo que untanto difusamente dio en llamarse los sectores populares. Pero ni entonces ni hoyaparecen signos visibles de inters historiogrfico en la trayectoria de los partidos deizquierda en la Argentina.

    Para verificarlo, basta contrastar la escasa y fragmentaria produccin localcon la variedad, cantidad y calidad de las investigaciones sobre la izquierda en lospases europeos, o incluso en otros pases de Amrica Latina, como el Brasil,Venezuela, Mxico, Uruguay o el Per. Originadas tanto en medios polticos comoacadmicos, esas investigaciones han dado lugar a una rica masa bibliogrfica dehistorias partidarias, estudios monogrficos, biografas o historias de vida de diri-gentes y militantes, recopilaciones de fuentes, etc.

    En primera instancia, podra argumentarse que el vaco historiogrfico localexpresa lo que suele juzgarse como la irrelevancia de las fuerzas polticas de iz-quierda en la historia del pas, particularmente desde el surgimiento del peronismo.

  • Es verdad que no encontramos aqu participacin de aqullas en experiencias depoder como en Chile, durante el Frente Popular y la Unidad Popular ni enensayos de insurreccin, como el del PC brasileo en los aos '30, ni desde luegoen procesos revolucionarios victoriosos, como el del Movimiento 26 de Julio en laCuba de los '50. No obstante, su papel poltico y cultural en la historia nacional nopodra negligirse; ms an, acaso haya sido mayor en la Argentina que en los paseslatinoamericanos primeramente nombrados, si se piensa, por ejemplo, en su rol enla construccin de organizaciones sindicales, mutuales y cooperativas, en el activismoy la difusin cultural, o en su intervencin poltica en acontecimientos mayores deeste siglo, desde la Semana Trgica al Cordobazo. Sus persistentes fracasos a lahora de traducir polticamente su peso social no pueden oscurecer su no menospersistente presencia, renovada bajo diversas formas durante ms de un siglo, en elseno de la sociedad.

    Semejante borradura a la vez poltica y acadmica sugiere algunos co-mentarios. En primer trmino, que ella coadyuva a condenar a las dbiles izquier-das argentinas de hoy a una suerte de presente perpetuo, en la medida en que ladificultad de pensar su pasado es inescindible de la de pensar su futuro. Desdeluego, en la Argentina de hoy tambin las fuerzas polticas interesadas en la conser-vacin del orden existente carecen de un horizonte de futuro, pero obviamente ellono proporciona consuelo alguno: lo que puede ser cmodo y hasta funcionalpara estas fuerzas, hoy ampliamente hegemnicas, es catastrfico para las quepretenden ser transformadoras. En ese sentido, una empresa de recuperacin crti-ca de la memoria en este terreno aparece, pues, como un momento necesario paracualquier renovacin de las izquierdas tanto en el seno del campo poltico como enel de nuestro mdico campo historiogrfico.

    Qu obstculos se presentan a una empresa poltico-intelectual de este tipo?Sin afn exhaustivo, es posible sealar diversos problemas para poner en marchaun programa de investigacin sistemtica de la historia de la izquierda argentina. Elprimero y ms evidente lo constituye el problema del acceso a las fuentes. Ya escasi un lugar comn advertir sobre esa particular poltica pblica consistente en notener ninguna poltica para la formacin y preservacin de archivos o hemerotecasaceptablemente provistos con material de este tipo, o para la subvencin de edicio-nes de fuentes o estudios sobre estos temas.

    Sin embargo, la cuestin no se agota all. Las propias organizaciones partida-rias de la izquierda generalmente custodian celosamente sus archivos aun losreferidos a etapas remotas de su trayectoria de los investigadores ajenos al apara-to, ante el riesgo de que stos produzcan versiones revisionistas o insuficiente-mente gloriosas de la historia del Partido. Por razones distintas, tambin en losmedios acadmicos aparecen demasiado frecuentemente ejemplos de desinters o

  • desidia cuando no de mezquindad o recelo. De hecho, la investigacin se elitiza(vgr.: queda en manos de los pocos que acceden a recursos institucionales siem-pre escasos necesarios para viajar, microfilmar, etc.), y por eso mismo se empo-brece (son pocos los que investigan, y an menos quienes tienen la llave de algnfondo documental valioso, que a menudo se torna tan inaccesible, en la prctica,como los que estn en manos de las fuerzas de seguridad argentinas). Por todasestas vas, se desemboca en una situacin por lo menos paradjica: la tarea deinvestigacin, sobre un asunto pblico por definicin como es la vida poltica (eneste caso, digamos, del pasado...), se privatiza, e incluso pasa a ser coto de cazade subsidios y otros recursos institucionales, para seguir reproduciendo ms de lomismo.

    Un segundo obstculo est relacionado con las orientaciones dominantes enmateria de investigacin en historia y otras ciencias sociales en las ltimas dcadas.Huelga recordar que el clima poltico-cultural durante la ltima dictadura militar noera el ms propicio para emprender un programa de indagacin sobre la izquierdaargentina. Tampoco la dcada larga que nos separa de su fin result, sin embargo,muy fructfera en ese terreno: en el contexto de una profunda recomposicin delcampo intelectual, historiadores y otros cientistas sociales, particularmente los de lageneracin que produjo su obra madura en estos ltimos aos, orientaron suspreocupaciones con escasas excepciones hacia otros territorios (lo que no im-peda que ocasionalmente se mencionara algn episodio de la historia de la izquier-da para subrayar su dficit de aprecio a la Institucionalidad Republicana). No huboque esperar aqu a la crisis final de los socialismos reales para decir, en palabrasde Hobsbawm, adis a todo eso. As, por ejemplo, ni siquiera el renovado campode la historia social incluy en su expandido radio de inters la historia de lasfuerzas polticas de izquierda, ausencia sobre la que volver ms adelante.

    Sin pretender una explicacin acabada de esta evolucin, parece razonablesealar al menos dos puntos. Por un lado, es probable que en un campo acadmicohistricamente tan sensible a los avatares polticos como el argentino se haya adver-tido, luego de 1976, que la relacin entre las clases subalternas y las institucionesque pretenden encarnar sus intereses (vgr.: partidos) es ms mediada y compleja delo que ciertos vanguardismos postulaban hasta entonces. El fracaso y la fcil repre-sin de las organizaciones polticas de izquierda desde mediados de los aos 70debe haber arrojado una luz cruel, pero sin duda intensa, sobre este problema.Simultneamente, ciertos cuestionamientos de circulacin no slo local a lavigencia de la forma partido en la cultura poltica de izquierdas deben habercontribuido tambin al desinters por la historia de este tipo de organizaciones.Finalmente aunque no menos importante, es evidente que se fue abriendo unaprofunda crisis de la antigua confianza del margen izquierdo del campo intelec-tual en la capacidad de la clase trabajadora para transformar radicalmente a la

  • sociedad (en otras palabras: para qu historiar los proyectos polticos del pasadocuya vocacin revolucionaria se fundaba en dicha confianza, cuando en el presenteno slo est en cuestin la capacidad revolucionaria del sujeto, sino incluso el sujetomismo?).

    Un tercer problema est vinculado con las propias organizaciones de izquier-da. A lo ya sealado respecto de su escasa o nula disposicin a franquear el accesode los archivos partidarios a investigadores ajenos a la organizacin, puede agregarseque la izquierda partidaria no ha promovido ningn proceso significativo de investi-gacin o autorreflexin. Es verdad que existen unos pocos trabajos inditos sobre lahistoria de algunas vertientes de la izquierda argentina, pero se trata por lo generalde versiones oficiales u oficiosas, cuyo diseo como discutiremos ms ade-lante tiende a clausurar, antes que a plantear o responder, los interrogantes esen-ciales de cualquier labor historiogrfica crtica.

    Para terminar estos comentarios, cabe preguntarse si no existe todava unobstculo mayor, de orden poltico, que engloba de algn modo a todos los anterio-res: hay sectores significativos de la sociedad argentina interesados en recordar(construir) la historia de sus fuerzas de izquierda?. En tiempos en que la re-reelec-cin se debate seriamente en la agenda poltica, parece inevitable pronunciar un sque conlleva tanto una respuesta como una apuesta... Ella consiste en suponer queno habr un futuro alternativo a este presente para los oprimidos, que no demandeun balance histrico-poltico de la trayectoria de la izquierda argentina, aunque ellosignifique dado lo poco que se avanz hasta hoy en ese sentido emprender unadifcil elaboracin colectiva de la experiencia de la derrota de los 70. La suerte deun programa como el que alentamos tiene una especificidad intelectual, pero estestrechamente ligada a la historia presente y a la poltica: no habr lugar para unbalance histrico de la izquierda si no es en el seno de un balance poltico colectivo;pero, por otro lado, no habr posibilidad de remontar la derrota ni de refundar unproyecto emancipatorio en nuestro pas sin un balance crtico de las experienciasdel pasado.

    En suma, cualquier proyecto independiente que busque poner en marcha unprograma de investigaciones sobre la izquierda argentina, no puede ignorar los ml-tiples obstculos que debe afrontar. El primer desafo ser salir de la paralizanteencrucijada aqu esbozada, signada por la desidia de las polticas pblicas, el desin-ters del mundo acadmico y el monopolio corporativo de las organizaciones de lapropia izquierda.

  • Tipos de literatura

    Dado que el trabajo historiogrfico pasa, en la etapa actual, por la evaluacincrtica de la literatura existente, es conveniente detenerse brevemente en algunasconsideraciones al respecto.

    La masa de trabajos referidos directa o indirectamente al tema es de un tenormuy variado y de desigual valor, desde abordajes polticos o periodsticos hastainvestigaciones acadmicas, pasando por trabajos de orden monogrfico, biogra-fas, memorias, testimonios, etc. Para una mejor evaluacin de la literatura existen-te, es conveniente esbozar previamente una tipologa general de carcter orientati-vo:

    1) Memorias, testimonios, autobiografas de dirigentes y militantes polti-cos, sindicales, estudiantiles, etc. Son fuentes invalorables, pues aportan informa-cin o reflexiones sobre todos aquellos temas menores que habitualmente quedanfuera de las historias tradicionales: datos biogrficos (de especial inters son losrelativos al origen social del militante, las primeras influencias intelectuales, lositinerarios polticos, los vnculos con otras figuras, etc.), observacionesmicropolticas, referencias a la relacin entre poltica y vida cotidiana, etc. Relati-vamente abundantes para las primeras dcadas de nuestro siglo (figuras del anar-quismo y socialismo), lamentablemente se hacen menos comunes en las dcadassiguientes: es posible suponer que las violentas condiciones de la vida poltica nacio-nal hayan hecho poco propicio un tipo de literatura confesional que implicaba hacernombres de familiares, amigos y camaradas, empujando ms en el sentido delresguardo, del anonimato y del silencio. A este obstculo se suman otros: el estrictosentido de la confidencialidad en las organizaciones de tipo leninista, o el exacerba-do sentimiento de lealtad partidaria que indujo al silencio auto-impuesto aun a mili-tantes expulsados de sus organizaciones. Como ejemplos tpicos de literatura testi-monial pueden mencionarse la Vida de un proletario, del militante anarquistaPascual Vuotto, los Recuerdos de un militante socialista de Enrique Dickmann,o Mi paso por la poltica de Nicols Repetto.

    Para salvar siquiera parcialmente la carencia de este tipo de literatura esimprescindible apelar a la historia oral. Esta metodologa tiene todava escasa difu-sin en nuestro pas (acaso el pionero haya sido el Proyecto de Historia Oral delInstituto Di Tella), y an no ha generado entre nosotros un debate terico-metodolgico sobre sus alcances y sus lmites comparable al que tiene lugar en lospases centrales.

    2) Historias oficiales. Su caracterstica central es la ausencia de cualquiersentido crtico, su estilo pedaggico y su carcter propagandstico. Se recortan

  • segn un formato tradicional, de historia interna del partido (siguiendo los sucesivosCongresos y Conferencias). Suelen instituir una fundacin mtica, y con ella uno oms padres fundadores presentados olmpicamente como dirigentes naturales,concentrando en su figura mltiples atributos (polticos, tericos, organizativos,oratorios, periodsticos, etc.). A menudo confunden la historia del partido con la desu direccin. Atienden principalmente a las polticas adoptadas por sta en cadaperodo, a las relaciones del partido con el movimiento obrero u otros movimientossociales, a los vnculos con otros partidos, al comportamiento electoral y, cuando latienen, a la actuacin parlamentaria. Tienen un carcter proyectivo: buscan insti-tuir una tradicin, inscribiendo la historia del partido en un linaje; establecer lneasde continuidad ms all de las coyunturas y justificar para cada momento histricola adopcin de ciertas polticas, destacando los mritos del partido y de su direccinante una poltica que se mostrara correcta, mientras por otra parte intentan justi-ficar conflictos internos, purgas o deserciones responsabilizando a antiguos dirigen-tes de las lneas incorrectas (desviaciones).

    Con todo, son fuentes siempre tiles, no slo para estudiar las estrategias deautolegitimacin de una direccin determinada, sino tambin para conocer datosprimarios no siempre fcilmente accesibles: los redactores de este tipo de trabajoscuentan habitualmente con un archivo partidario al que el investigador independien-te raramente accede. As, la Historia del socialismo argentino de Oddone cuentacon el valor adicional de transcribir minuciosamente inapreciables documentos. Porotra parte, una lectura crtica de esta literatura puede extraer conclusiones prove-chosas, aun de sus omisiones o sus silencios. Hay que tener presente que no sonsiempre ni meramente construcciones propagandsticas arbitrarias: muchas vecesson la puesta en escritura del relato mtico que sobre la historia de la organizacin sefue tejiendo entre sus miembros a travs de los aos. En ese sentido, puede serprovechoso leerlas antropolgicamente, esto es, como relatos que sirvieron a lacohesin de un grupo humano, o sintomticamente, en tanto racionalizaciones deun sujeto colectivo.

    Adems, es necesario distinguir dentro de este bloque, dos tipos de historiasoficiales: por un lado, las ms antiguas, producto del esfuerzo de militantes, amenudo obreros, como los trabajos de Diego Abad de Santilln sobre el anarquis-mo vernculo o la obra citada de J. Oddone. Un segundo modelo, que termina porconfigurar un verdadero prototipo, caracterstico del perodo stalinista, lo constitu-yen las historias confeccionadas por aparatos polticos de mayor envergadura, comolas historias oficiales de los partidos comunistas, adonde a las caractersticas seala-das debe agregarse una importante dosis de manipulacin y tergiversacin histrica(nuestro ejemplo vernculo es el clebre Esbozo de historia del partido Comu-nista de la Argentina. Otros ejemplos de historias oficiales u oficiosas son Laizquierda nacional y el FIP de N. Galasso, El trotskismo en la Argentina de O.

  • Coggiola, El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina de E. Gonzlez,etc.

    3) Contra-historias oficiales. Se trata de estudios crticos de las historiasoficiales, a menudo concebidas como verdaderos contrapuntos: mientras aqullasbuscaban mostrar el carcter siempre correcto de la lnea que terminaba abrindosepaso en la direccin del partido, las contra-historias buscan mostrar sudescolocacin permanente, atribuyndoles ya sea un vicio de origen o bien unadesviacin irreversible en determinado momento de su historia. En general, estetipo de literatura proviene de ex-militantes que buscan saldar sus cuentas con supartido de origen, procurando viciarlo de legitimacin para, por otra parte, relegitimaruna nueva opcin poltica: es el caso de los ex-comunistas que hacen la contra-historia del PCA (como Rodolfo Puiggrs, Juan Jos Real o Jos Ratzer), o de ex-socialistas que hacen la contra-historia del PS (Jorge Eneas Spilimbergo o JosVazeilles). En otros casos, las contra-historias son elaboradas desde otras alternati-vas de izquierda, enfrentadas a la cuestionada: es el caso de un trotskista-populista(Jorge Abelardo Ramos) ocupndose del PCA, o del nacionalista de izquierdas J. J.Hernndez Arregui historiando el fatal desencuentro de las izquierdas con el sernacional.

    Seguimos aqu en el terreno de historias escritas en el fragor del combatepoltico, que quieren neutralizar la propaganda oficial con su contra-propaganda.No estn interesadas en una evaluacin ponderada de los aciertos y errores de unacorriente poltica, ni en una comprensin crtica de la orientacin de sus actores:buscan condenar antes de comprender. Si las anteriores buscaban ex-post en susdocumentos la cita que se ajustase a la posicin correcta, los contra-historiadores seempean en lo contrario: buscan la cita comprometedora, que ponga en evidencia elerror o el revisionismo permanente. Con todo, tienen muchas veces la virtud deproblematizar el carcter lineal y heroico de los relatos oficiales, y de exhumardocumentos tiles para contrastar con los anteriores.

    Ejemplos tpicos de este tipo de literatura lo constituyen los trabajos de RodolfoPuiggrs (Historia crtica de los partidos polticos), Juan Jos Hernndez Arregui(La formacin de la conciencia nacional) y Jorge Abelardo Ramos (El PartidoComunista en la poltica argentina). Ms reciente, merece citarse el trabajo deJordn Oriolo sugestivamente titulado Anti-esbozo de historia del partido comu-nista de la Argentina.

    4) Investigaciones de acadmicos extranjeros. Si bien ha sido la historia dela clase trabajadora argentina la que concit la mayor atencin de los investigadoresextranjeros, contamos en este rubro con trabajos de excepcional valor, convertidoshoy en obras de referencia. La mayor parte fue realizada en los aos 70, aunque

  • Robert Alexander viene trabajando con mucha anterioridad. Adems de tratarse dedestacados especialistas, en todos los casos contaron con recursos materiales pococomunes en el investigador local. Por ejemplo, estas obras revelan un excepcionalacceso a fuentes primarias escasas o inexistentes aqu: en ese sentido, el libro deRichard Gillespie sobre Montoneros nunca hubiera podido escribirse desde la Ar-gentina. Adems, la imagen de investigador distanciado que ofrece un extranjeropuede favorecer algunos testimonios orales no siempre asequibles al investigadorargentino: Alexander tuvo el privilegio de recorrer Amrica Latina entrevistandodirigentes comunistas y trotskistas. La perspectiva de los investigadores extranjerospuede tambin ser til al investigador local para ayudarlo a romper con cierta inme-diatez en relacin a su objeto, contribuyendo al distanciamiento historiogrfico atravs de juicios ms ponderados, mediante la apelacin al mtodo comparativo,etc.

    No obstante su indiscutible valor, esta literatura no es en modo alguno defini-tiva. Las ventajas de la distancia muestran tambin su contracara, pues al investiga-dor extranjero pueden escaprsele ciertos sentidos subyacentes de acciones o dis-cursos slo perceptibles mediante la consustanciacin con una cultura, propia delnativo o el asimilado. Este tipo de investigacin raramente alcanza la perspicaciaanaltica y la agudeza poltica de un Gillespie. Casi siempre se trata de investigacio-nes serias y documentadas, pero recortadas segn una matriz historiogrfica muytradicional, que las torna excesivamente descriptivas para nuestras actuales necesi-dades.

    5) Ensayos histrico-polticos de los aos '80 sobre las fuentes de la vio-lencia. En efecto, los '80 presenciaron un breve parntesis de produccin y discu-sin sobre la izquierda argentina, aunque fuese a travs de una mediacin: aqu eltema central es el lamentado desencuentro de las tradiciones polticas y culturalesargentinas con la democracia. En esos aos se volvi, pues, oblicuamente, sobre laizquierda, buscando, en su historia y sus tradiciones, claves que permitiesen expli-car su creciente desapego por el ideario democrtico as como su simultnea orien-tacin hacia la lucha armada e incluso hacia una verdadera cultura de la violencia.Los riesgos de este tipo de abordaje, apenas se generaliz, no tardaron en mostrar-se: la afanosa bsqueda de una esencia antidemocrtica en la concepcin que laizquierda tendra de lo social y lo poltico, adems de desgajarla unilateralmente delas concepciones no menos antidemocrticas del resto del arco poltico argentino(la UCR incluida), fue en desmedro de la investigacin histrica.

    Esta franja produjo, sin embargo, ensayos crticos corrosivos, como los deCarlos Brocato, e investigaciones sugestivas, como las de Mara Matilde Ollier,aunque su prototipo lo constituyen textos como el de P. Giussani (Montoneros. Lasoberbia armada) o el de C. Hilb y D. Lutzky (La nueva izquierda argentina),

  • los que, cada uno en su estilo (ensaystico-periodstico el primero, acadmico elsegundo), mostraron los lmites de un tipo de literatura que, nacida en los albores dela transicin democrtica, fue ms proclive a demonizar la izquierda y revalorizarlas instituciones y las prcticas democrticas que a intentar comprenderlascrticamente.

    6) Nuevas aportaciones: Incluimos en este apartado el conjunto de la nuevaproduccin sobre el tema, surgida a partir de 1984. Es, ciertamente, un conglome-rado demasiado heterclito, pero es difcil todava discernir dentro de l tendenciasclaras y distintas. Es posible, de todos modos, hacer algunos sealamientos sobre elconjunto.

    Recordemos que en Europa y los Estados Unidos las investigaciones inicialessobre el tema, producto de historiadores militantes, fueron relevadas y hasta des-plazadas hacia los aos '50 y '60 por la historia acadmica. En la Argentina estedesplazamiento se opera slo de modo parcial: a partir de los aos '60 los investiga-dores locales (e inclusive aquellos extranjeros que se vieron atrados por el estudiode las clases subalternas de nuestro pas) comenzaron a ocuparse fundamentalmen-te del movimiento obrero argentino; cuando se interesaron por las corrientes polti-cas, trabajaron principalmente sobre el anarquismo y, en menor medida, sobre elsocialismo. El inters historiogrfico por las corrientes polticas de izquierda no iba,con todo, ms all de los aos 30. A partir de entonces, el inters se circunscribaal peronismo. Esto es notorio en el caso del socialismo argentino: casi no existenobras de conjunto sobre esta corriente, o investigaciones que indaguen ms all delos '30: la historia oficial de Oddone, escrita en esa dcada, se centra en el perodofundacional; la obra de referencia sobre el tema, The Socialist Party of Argenti-na, de R. Walter, concluye en 1930. En relacin al partido comunista o a las co-rrientes trotskistas, el vaco acadmico local es absoluto, mientras que los abordajessobre la nueva izquierda han prestado mayor atencin a los procesos culturales quea los sociales y polticos (S. Sigal, O. Tern).

    Slo parcialmente el nuevo cuerpo de trabajos viene a llenar este vaco. En lamayor parte de los casos, son de obras surgidas en la periferia del mundo acadmi-co, y provenientes de investigadores jvenes. Se trata de un tipo de literatura casisiempre de mayor calidad historiogrfica que las historias oficiales o las contrahistorias(de origen militante), que incorpora el aporte de nuevos enfoques y mtodos, queexplicita con mayor celo profesional la procedencia de sus fuentes, etc.

    Adolece, en cambio, de ciertos lmites que tienen que ver con la ausencia deproyectos de investigacin colectivos de largo plazo: se trata, en la mayor parte delos casos, de trabajos monogrficos, tiles por su erudicin o su aporte a la eluci-dacin de tal o cual proceso histrico, pero hurfanos de una inscripcin en relatos

  • histricos mayores, lo que constitua el gran atractivo de muchas historias oficialeso contrahistorias, como las de Puiggrs o Ramos.

    Las generaciones de historiadores mayores slo se ocuparon tangencialmentede esta cuestin, aunque estos aos vimos aparecer nuevas investigaciones de auto-res como Alberto Pla, Mario Rapoport y Dardo Cneo. Las valiosas compilacionesde documentos del peronismo realizadas por R. Baschetti han provenido del campoextra-acadmico y carecen de cualquier equivalente en materia de edicin de docu-mentos de la izquierda argentina. En cuanto a poltica editorial, el proyecto msdinamizador en cuanto a difusin de investigaciones sobre la izquierda argentinaentre 1983 y 1995, fue fruto de la labor desplegada por Oscar Troncoso al frente desu Biblioteca Poltica Argentina en el marco del lamentablemente desaparecidoCentro Editor de Amrica Latina. La desaparicin de Jos Aric en 1991, tanto porsu calidad de investigador como de animador intelectual de las jvenes generacio-nes, ha dejado un vaco difcil de llenar por mucho tiempo.

    A pesar de la enorme tradicin argentina en la edicin de revistas de todotipo, no contamos con publicaciones centradas en investigaciones y documentossobre la izquierda argentina. Ahora bien, si no hay, pues, equivalentes locales delHistory Workshop Journal de Londres o Le Mouvement Social de Pars, algu-nas publicaciones argentinas han sido ms sensibles que otras a la cuestin. En esesentido, no puede dejar de mencionarse a revistas como Todo es Historia, espe-cialmente en sus primeros aos con las colaboraciones de O. Bayer, F. Quesada,E. Corbire, a los Cuadernos de Historia que en los aos 80 dirigi LeonardoPaso (y que en los '90 se transformaron en Nueva Historia) y a una publicacin deargentinos entonces exiliados en Pars, Apuntes para la historia del movimientoobrero y antimperialista latinoamericano, lamentablemente de corta existencia(1979-1980).

    No obstante lo dicho, podramos mencionar sin pretensiones deexhaustividad numerosos estudios en curso sobre la izquierda argentina, su histo-ria y sus tradiciones, provenientes en su mayora de lo que puede llamarse la gene-racin intermedia de historiadores: los de Edgardo Bilsky sobre anarquismo ysindicalismo, los de Ricardo Falcn y su equipo de la Facultad de Humanidades deRosario, los de Dora Barrancos sobre cultura y educacin anarquistas, las investi-gaciones sobre socialismo de Cristina Tortti, Pablo Lacoste, Sergio Berensztein yNicols Iigo-Carrera, los estudios sobre comunismo de Mara Caldelari y NstorKohan, las investigaciones sobre izquierda peronista de Cecilia Luvecce y GermnGil, los trabajos del grupo de la revista Entrepasados (Juan Suriano, Patricio Geli),la investigacin en curso sobre la historia del PRT de Pablo Pozzi y su equipo, etc.

    Pero est claro que, por el carcter inorgnico de este conjunto de investiga-

  • ciones, por tratarse de una enumeracin seguramente incompleta, y dado que esta-mos hablando de investigaciones en proceso de elaboracin, cualquier balance, einclusive diagnstico, que vaya ms all de lo enunciado, resultara prematuro.

    Apuntes metodolgicos para una historia de la izquierda

    a) Distanciamiento y compromiso

    Un primer problema a considerar y que remite a un locus clsico de laepistemologa histrica es el del compromiso y el distanciamiento, tanto msporque nuestro objeto, por reducida que hoy haya quedado la izquierda y porlejano que sea el perodo de investigacin escogido, no invita al anlisis desapasio-nado. A pesar de que en momentos como el presente la izquierda argentina parecie-ra no poseer ms que un inters histrico (y por momentos, como queda dicho, nisiquiera eso), su abordaje no deja de tener una alta carga poltica. Es un pasado queremite directa o indirectamente a intereses creados, a mitos establecidos, o a con-flictos de poder que viven o sobreviven en el presente.

    El primer problema metodolgico no es tanto, pues, cmo escribir la historiade la izquierda sino desde dnde escribirla. Hace algunos aos, lamentndose de laestrechez de las historias oficiales, Hobsbawm propiciaba el siguiente mtodo:La nica manera existente hasta ahora de que un organismo pblico escriba lahistoria oficial de una organizacin consiste en entregar los materiales a uno ovarios historiadores profesionales que tengan la suficiente simpata hacia ella comopara no entrar a saco en la misma; con el suficiente distanciamiento como para notemer husmear en todas partes con temor a descubrimientos inesperados y desagra-dables.... Queda claro que aqu no interesa estimular centralmente la produccinde historias oficiales, sino retener esta dialctica entre simpata y distanciamientoque recomienda el historiador britnico.

    En efecto, el distanciamiento sin el contrapeso de la simpata puede condu-cir a ciertas distorsiones historiogrficas: no nos referimos a especficas simpataspolticas del historiador con la corriente estudiada, sino a una bsica actitud decomprensin por su parte, de sensibilidad ante sujetos y situaciones: sabemos, porejemplo, lo poco que ha contribuido a la comprensin del comunismo casi toda laliteratura occidental del perodo de la guerra fra. Pero la simpata sin el contrapesodel distanciamiento empuja al historiador a confundirse con su objeto. Aun admi-tiendo las mejores intenciones por parte del historiador, regularmente el producto esuna racionalizacin prolija, escrita con formato acadmico, del relato mtico queproduce la misma institucin.

  • Una historia crtica de la izquierda no puede escribirse desde el punto devista de la lgica del aparato partidario y de sus necesidades de legitimacin; si supunto de vista ha de ser, como quera Benjamin, el de los vencidos, la preceptivabenjaminiana no puede entenderse en un estrecho sentido partidario, sino en el dela praxis colectiva de las clases subalternas, concebida segn palabras del historia-dor francs Georges Haupt, como laboratorio de experiencias, fracasos y xitos,campo de elaboracin terica y estratgica, en donde se imponen el rigor y elexamen crtico para fijar la realidad histrica y, por ese camino, descubrir sus resor-tes ocultos, para inventar y por tanto innovar a partir de un momento histricopercibido como experiencia. Este criterio metodolgico previene de la construc-cin de esquemas a priori, propios de las visiones esencialistas de la historia.

    G. Haupt, evaluando tambin los lmites de la literatura oficial, nos ha recor-dado que las obras de la historia militante de la izquierda que mejor han sobrevividoal paso del tiempo provinieron de figuras que tuvieron que enfrentarse con losguardianes de las leyendas oficiales, tales los casos paradigmticos de Franz Mehringy Arthur Rosenberg. Entre los historiadores europeos socialistas que pueden inscri-birse dentro de esta tradicin independiente y crtica, que han sabido encontrar elpunto de equilibrio que les permiti la toma de partido en la historia sin hacerhistoria partidaria, merecen citarse figuras como Riazanov, Isaac Deutscher, E. P.Thompsom, Raphael Samuel, Pierre Brou, sin olvidarnos del propio Haupt.

    Pocas veces encontramos en nuestro pas esfuerzos semejantes de erudi-cin, pasin por la bsqueda de nuevas fuentes, espritu crtico e independencia decriterio. Con todos los lmites de la literatura local sealados arriba, y salvando lasdistancias, puede decirse que los mejores aportes al conocimiento de la historia denuestra izquierda provinieron aqu de figuras como Diego Abad de Santilln, Jacin-to Oddone, Sebastin Marotta, Osvaldo Bayer y Pancho Aric, por otra partedeudores de esa tradicin internacional.

    b) La preceptiva gramsciana: la historia del partido como historia nacional.

    Uno de los rasgos ms notorios de lo que antes hemos llamado historiasoficiales u oficiosas es la construccin de un modelo de relato caracterizado por elencierro autorreferencial y autoglorificador en la historia interna de la orga-nizacin, en desmedro de lo que Perry Anderson ha llamado, siguiendo a Gramsci,el equilibrio nacional de fuerzas, del que esa organizacin no es ms que unmomento y que forma el contexto dentro del cual debe funcionar. A este respec-to, las fragmentarias pero agudas observaciones formuladas por Gramsci hace d-cadas siguen teniendo un enorme valor orientador.

    Cmo deber ser la historia de un partido? comienza preguntndose el

  • marxista italiano: nunca ser, responde, la mera historia interna de una organiza-cin poltica, lo que la restringira a las polmicas ideolgicas entre sus principalesdirigentes. Tampoco puede ser la historia de los hombres que siguieron a esospromotores, la de los congresos, las votaciones y el conjunto de actividades partida-rias. Evidentemente, ser necesario tener en cuenta el grupo social del cual elpartido en cuestin es la expresin y la parte ms avanzada. La historia de unpartido, en suma, no podr ser menos que la historia de un determinado gruposocial. Pero este grupo no est aislado; tiene amigos, afines, adversarios, enemigos.Slo del complejo cuadro de todo el conjunto social y estatal (y frecuentementetambin las interferencias internacionales) resultar la historia de un determinadopartido, por lo que se puede decir que escribir la historia de un partido no signi-fica otra cosa que escribir la historia general de un pas desde un punto de vistamonogrfico, para subrayar un aspecto caracterstico.

    Hay, pues, dos modos de concebir la historia de los partidos: El sectario seexaltar frente a los pequeos actos internos que tendrn para l un significadoesotrico y lo llenarn de mstico entusiasmo. El historiador, an dando a cada cosala importancia que tiene en el cuadro general, pondr el acento sobre todo en laeficacia real del partido, en su fuerza determinante, positiva y negativa, en habercontribuido a crear un acontecimiento y tambin en haber impedido que otros seprodujesen.

    Ya me refer a los alcances y lmites de historias oficiales u oficiosas querelatan minuciosamente la vida institucional de las corrientes polticas argentinas yque abundan en las virtudes de sus dirigentes. La historia que hoy necesitamos slopuede encararse desde la perspectiva del historiador que postula Gramsci en ltimotrmino. En la obra del historiador, a travs de la historia del partido, debe vislum-brarse la de su sociedad; a travs de la biografa intelectual, debe poder apreciarseel conjunto de la vida cultural, desde el ngulo particular del sujeto escogido para elestudio.

    No es que las historias oficiales u oficiosas de la izquierda no se ocupen de laclase obrera argentina, o de tales o cuales aspectos de la historia del pas. Tampocose quiere plantear, ni mucho menos, que no sea legtimo escribir historia desde unaposicin poltica definida. El problema de este tipo de literatura es que se limita aver la historia desde la perspectiva del partido en lugar de ver el propio partidodesde una perspectiva histrica. Siguiendo con la tipologa de Gramsci, podramosdecir que mientras el historiador se pregunta por la relevancia del partido en lahistoria del pas, el sectario la presupone. El historiador, sin dejar de hacer poltica,hace ciencia; el sectario, literatura de propaganda. El primero dialoga crticamentecon su pblico, busca persuadir a sus interlocutores sobre la fuerza de sus tesis; elsegundo busca convencerlo de sus verdades. El historiador, si logra demostrar la

  • relevancia del partido en la historia nacional, puede contribuir eficazmente a unacausa poltica. El sectario slo dialoga con su secta y sus simpatizantes y su discur-so sirve para reafirmar la fe de los previamente convencidos.

    c) Dimensiones de anlisis: lo social y lo poltico.

    Comenc sealando el vaco acadmico y poltico existente en nuestro pasrespecto de la historia de las organizaciones polticas de izquierda, y algunos de losobstculos a sortear para intentar comenzar a superarlo. A lo dicho hasta aqu sobrelas orientaciones dominantes en investigacin en el campo de la historia, cabe agre-gar ahora algunas observaciones ms puntuales. Es indiscutible que la renovacin yexpansin de la historia social en los ltimos aos conllev una atencin nueva ysin duda refrescante a dimensiones tradicionalmente obliteradas en la historia delmovimiento social argentino. Por ejemplo, y acaso como reaccin a sus versionesms replegadas hacia la relacin entre los trabajadores y sus instituciones tradicio-nales (sindicatos, partidos, etc.), temas de investigacin como la cultura y las condi-ciones materiales de vida o de trabajo de los sectores populares, los cruces yconflictos entre cuestin tnica e identidad de clase o los problemas de gneroadquirieron una legitimidad y relevancia impensables poco tiempo atrs.

    La historia de las organizaciones polticas, mientras tanto, en lugar de benefi-ciarse de la renovacin, qued prcticamente fuera de agenda, acaso como resulta-do de un consenso al menos tcito en el sentido de que no vala la pena niaun con herramientas nuevas volver a explorar ese terreno, el predilecto y noslo en Argentina de los viejos historiadores-militantes. Deca antes que la derro-ta de 1976 parece haber contribuido a complejizar y ms an, a perplejizar laspercepciones vigentes sobre la articulacin entre los sectores subordinados y lasorganizaciones polticas que pretenden encarnar sus intereses estratgicos, con efectosdevaluatorios para estas ltimas y su confiado rol de vanguardia consciente deaquellos sectores. Quizs en parte bajo esos estmulos, los historiadores se lanzaronen otras direcciones a la hora de buscar posibles lugares-clave de construccin,circulacin y cristalizacin de sentido para las clases subalternas. Sin embargo, yaun ponderando el ominoso recuerdo que pueden significar para la actual sensibili-dad acadmica las insuficiencias de las viejas historias partidarias con su preten-sin de subsumir la ntegra experiencia de la clase trabajadora en la epopeya de lalnea correcta del partido, no se comprende bien en virtud de qu premisastericas irrefutables se presume de nuevo, por lo menos implcitamente que lahistoria de esas organizaciones no encierra siquiera algn fragmento del sentidocontrahegemnico que, en cambio, se procura hallar afanosamente en las activida-des de una biblioteca barrial, en los cantos de una hinchada de ftbol, o en lastransgresiones de una jornada de carnaval. Ms an, cabe preguntarse si esta noto-ria elisin de lo poltico-institucional no perpeta en algn caso, incluso so

  • pretexto de modelar una suerte de historia desde abajo la muy tradicionalvisin de la lucha poltica y de sus agentes fundamentales en la sociedad moder-na, los partidos como asunto epifenomenal, o superestructural (en el sentidovulgar de distinto y extrao a lo social), en lugar de descubrir en ella la forma porexcelencia [es decir, no exclusiva] de la lucha simblica por la conservacin o latransformacin del mundo social (la cita es de Pierre Bourdieu).

    Similares y tambin discutibles escisiones metodolgicas reaparecen algo paradjicamente en algunas de las solitarias voces que desde la izquierdapoltico-intelectual reclaman atencin hacia la historia de las organizaciones de laizquierda argentina. As, por ejemplo, en un trabajo reciente, se sugiere privilegiaruna historia del comunismo argentino centrada en los militantes, orientada a lacotidianeidad, a la sensibilidad, a los comportamientos y mentalidades, a las creen-cias de los simples ms que a la lnea oficial, antes que una que significaratodava asumir un punto de vista limitado: las estructuras de poder, las dirigencias,los cuadros, los aspectos ms burocrticos. Desde luego, el inters de las cuestio-nes propuestas en el primer prrafo est fuera de discusin, pero cabe preguntarseprecisamente con miras a un abordaje productivo de ellas, por ejemplo, si lasdirigencias y los cuadros carecen de comportamientos, sensibilidad omentalidades dignos de atencin, si las creencias de los simples no songeneradoras, tanto como productos, de la lnea oficial, o si la cotidianeidad y lascreencias de los militantes de base no se encarnan, en algn modo, en determinadotipo de estructuras de poder, dirigencias y aspectos burocrticos del funcionamientodel partido (y viceversa). Al parecer, el fantasma de las viejas historias partidariasha logrado depreciar a la llamada historia institucional incluso entre laintelectualidad comunista a un punto tal que se ha tornado difcil plantear nodigamos ya su indispensabilidad, sino ni siquiera su necesidad, para la construccinde una historia integral y multidimensional de las fuerzas de izquierda (naturalmenteque sobre bases distintas de las que orientaron, vgr., la redaccin del Esbozo hacemedio siglo), aunque ms no fuera por el hecho de que una organizacin poltica esentre otras cosas una institucin, espacio de objetivacin de voluntad y decapital polticos.

    d) Lo personal, lo grupal y lo institucional.

    Por cierto, es necesario disponer de ciertas herramientas conceptuales paraabordar la problemtica institucional desde una perspectiva superadora de las anti-guas historias institucionales de los partidos. As pertrechada, una nueva miradasobre la dinmica propiamente institucional de los partidos de izquierda puede abrirun campo de anlisis apasionante y arrojar resultados decisivos para su historia.

    En efecto, en todo proceso poltico partidario cuestiones como la estructura

  • y la dinmica institucional, el peso relativo de grupos y de ciertos individuos, ladistribucin interna/externa de poder entre grupos dirigentes, las luchas sordas porla reproduccin o redistribucin de ese poder, los estallidos de crisis internas, losintentos de racionalizar esas disputas presentndolas como diferencias ticas, polti-cas o ideolgicas, etc., juegan un peso decisivo. Tanto ms en cuanto funcionancomo una dimensin inconsciente o semiconsciente de los sujetos involucrados, yconstituyen una suerte de inconsciente institucional que puede ser desentraadocon provecho por el historiador a travs de la lectura sintomtica de documentos otestimonios. En especial, los momentos del estallido de la crisis institucional(enfrentamientos en congresos, luchas de fracciones, rupturas, etc.) suelen consti-tuir un excelente laboratorio para el estudio de esta dimensin oculta pero operantey, por momentos, crucial.

    Un abordaje de este tipo debe saber discriminar, por supuesto, una suerte detipologa institucional, donde cada forma institucional tiene su propia dinmica, susreglas especficas y su propio imaginario: las formas pre-institucionales (las forma-ciones poltico-intelectuales), el partido, la fraccin y la secta; el partido de tipofederativo, el partido de tipo leninista (centralizado), la organizacin armada, etc.

    Lo dicho no vale slo para las pujas al interior de la direccin: el imaginarioinstitucional involucra, en grados diversos sin duda, a todos los miembros de unaorganizacin e inclusive a sus simpatizantes y ex-integrantes. Las cuestiones com-plejas de la configuracin de una identidad partidaria, de una identidad militante, delos juegos internos de lealtades y enfrentamientos, de la dinmica del adentro y elafuera (de la plasmacin de una vida de partido cada vez ms absorbente y quetiende a convertirse en endgena y autorreferencial), de la reproduccin al interiorde relaciones y valores contra los cuales se dice y se quiere combatir, deben formarparte de cualquier programa actual de estudios de la izquierda.

    Desde esta perspectiva, lo personal deja de pertenecer al mbito de lontimo, del chisme indecoroso o indigno de ser considerado seriamente, paraintegrarse con pleno derecho y plena significacin en el campo de lo poltico. Lopersonal no puede ser evacuado o soslayado, tanto menos en una historia que tratade dar cuenta de la accin y de la vida de sujetos. En ese sentido, el dato biogrficopuede ser crucial para el investigador que procura comprender la configuracin degrupos dirigentes, la divisin y el conflicto de roles, los cdigos explcitos e implci-tos de promocin poltica, etc., as como la composicin de cuadros intermedios omilitantes de base, simpatizantes, adherentes. Una cuestin clave a considerar es lacompleja imbricacin de elementos conscientes e inconscientes que llevan a unactivista social o a un ciudadano comn a incorporarse a (o a permanecer en) unaorganizacin poltica, as como los cdigos explcitos e implcitos por los que unaorganizacin regula la captacin, los ritos de integracin, permanencia o expulsin

  • de los miembros. Debe atenderse, pues, no slo al lado racional sino tambin allado subjetivo de la militancia, a la dimensin imaginaria, a lo que podra llamarse lafe militante, sus creencias y sus mitos colectivos. Debe volverse con una nuevamirada sobre la relacin interna dirigentes/militantes y estudiar atentamente los me-canismos a travs de los cuales reinterpreta y lleva a la prctica la base militante lasconsignas generales.

    De donde se desprende la necesidad de integrar una visin multidimensionalpara la historia de la izquierda: personal, social, poltica, institucional, cultural. Unanueva historia de la izquierda debe dar cuenta de las micropolticas sin desenten-derse de las macropolticas; debe atender a la dimensin poltica y la dimensincotidiana, pero no en forma paralela, sino simultnea, esto es, cmo se inter-rela-cionan y complementan, o bien, cmo para decirlo en los trminos del viejoslogan fem inista lo personal es poltico. Esto significa que el historiador debeampliar su horizonte intelectual ms all de las herramientas tradicionales de suprofesin. En parte, el campo de la historia fue abonado por los trabajos de historia-dores ms sensibles a estas cuestiones, siendo remarcables los aportes de unHobsbawm en sus estudios sobre los rebeldes primitivos o los de E. P. Thompsonsobre la clase obrera inglesa. Pero el desafo para el historiador de nuestros daspasa por una apropiacin crtica de los aportes de la moderna teora de las institu-ciones (C. Castoriadis, G. Lapassade, R. Lourau, etc.), los nuevos desarrollos de lateora cultural, la antropologa y el psicoanlisis sobre los fenmenos de configura-cin de identidades colectivas, los trabajos clsicos y contemporneos de la teorasocial y poltica sobre las formas de organizacin, de la secta al partido (de Weber yMichels hasta Bourdieu), etc. Particularmente estimulantes son las reflexiones deeste ltimo, a travs de su concepto de campo poltico para pensar mediacionesentre lo social y lo poltico, eludiendo tanto las concepciones que slo perciben enlo poltico una expresin lineal de lo social, como aquellas otras que escinden yautonomizan por completo ambas dimensiones (vuelvo a remitir aqu a Bourdieu).

    e) Las dimensiones espaciales: regional, nacional, internacional.

    Para finalizar quiero sealar la existencia de tres dimensiones que toda historiade la izquierda debe abordar, estableciendo un cuidadoso balance entre cada una deellas, dada su manifiesta interdependencia. Me refiero, siguiendo los momentos queestablece Anderson, a las perspectivas local o regional, nacional e internacional. Elcuadro es ms complejo que simplemente encarar un relato que alterneexpositivamente tales dimensiones; por este camino se han producido trabajos quehan quedado limitados a un agregado de perspectivas pero sin llegar a componer unenfoque integrado. O, ante la imposibilidad de realizar esta tarea, alguna de lasdimensiones sealadas se transforma en principal eje explicativo, relegando a lasotras a ser un segundo momento de aquella o directamente a desaparecer de la

  • narracin. Por ejemplo, la cuestin regional ha sido un aspecto cuya influencia en lavida poltica de los partidos de izquierda ha sido generalmente descuidada cuandono directamente ignorada, problema que no se resuelve adosando a los relatostradicionales una estimacin de las diferencias regionales.

    Por otro lado, cuando hablo de dimensin nacional me refiero a que latrayectoria poltica de la izquierda solamente cobra sentido si se la inscribe en elcontexto poltico nacional, es decir, si se atiende al equilibrio nacional de fuerzas.Cabe retener, en ese sentido, el sealamiento hecho por Bourdieu acerca de lalgica del campo poltico: La produccin de tomas de posicin depende del sistemade las tomas de posicin propuestas concurrentemente por el conjunto de los partidosantagonistas [...]. Los partidos, como las tendencias en el seno de los partidos, notienen otra existencia que no sea relacional, y sera vano tratar de definir lo que sony lo que profesan independientemente de lo que son y profesan sus concurrentes enel seno del mismo campo.

    El marco internacional tambin es una dimensin ineludible a la hora depensar una historia de la izquierda argentina. Primeramente porque casi todasagrupaciones que la conforman son internacionalistas (an la izquierda nacionaltuvo durante aos referentes en Pars, como Michel Pablo, o la nueva izquierdareferentes en China, Cuba o Vietnam). En algunos casos, como el del PartidoComunista, el peso de la Internacional es decisivo, pero debe evitarse el riesgo,siempre presente y reiterado en numerosas narraciones, de la historia conspirativa,donde el partido local es mera agencia de Pekn, Mosc o Pars. Muchas veces,son las propias fuerzas y condiciones nacionales de un determinado partido las quelo empujan en el sentido que las imposiciones internacionales. Ese internacionalismono slo debe verse como un entrelazamiento organizativo, la formulacin de unproyecto revolucionario que pretende superar las estrechas fronteras nacionales o laimportancia que sobre la propia legitimidad como fuerza de izquierda otorga elinvocar la pertenencia y mostrarse como prolongacin de un movimientorevolucionario de impacto universal; tambin debe valorarse la historia de la izquierdaen estrecha relacin con la del movimiento obrero a escala mundial, con sus etapas,crisis y transformaciones. La dimensin internacional de una historia de la izquierdadebera ser abordada pensando, entonces, en que las formaciones polticas nacionalescon esa orientacin forman parte de un conflicto inherente a un capitalismo cuyoalcance mundial obliga a una mirada histrica global. Ejemplo tpico de esta formade integracin de lo internacional lo constituye la rpida proliferacin de partidoscomunistas en los aos que inmediatamente siguieron a la Revolucin Rusa.

  • Por un programa de estudios sobre la Historia de la Izquierda Argentina

    Un proyecto de estas dimensiones y complejidad escapa, est claro, a lasposibilidades de un investigador o incluso de un equipo de investigadores. Poner enmarcha un proyecto semejante requiere del concurso de investigadores indepen-dientes, equipos de investigacin, militantes interesados en recuperar su historia,corrientes polticas y sindicales dispuestas a reconstruir sus luchas y tradiciones,instituciones acadmicas abiertas a este tipo de orientacin, revistas y boletinesdispuestos a difundir los resultados parciales, editoriales interesadas en publicarinvestigaciones o ediciones de fuentes sobre la historia argentina...

    No ser posible la redaccin colectiva de una historia de las izquierdas en elpas si no es sobre la base de la extensin de esta red de relaciones, sean formales oinformales. Es necesario, pues, promover: encuentros de investigadores provenien-tes de todo el pas para avanzar en el estado de la cuestin ms all de los lmites dela ciudad de Buenos Aires; la formacin de grupos interdisciplinarios (historiadores,socilogos, filsofos, antroplogos, psicoanalistas, feministas, institucionalistas, etc.),as como de equipos de investigadores integrados tanto por profesionales como pormilitantes; la formacin de archivos de publicaciones de izquierda de acceso pbli-co, o bien el relevamiento de los archivos pblicos y privados existentes en el pas;la constitucin de un archivo de historia oral sobre la izquierda argentina; la edicincrtica de fuentes que sirvan para preservar este patrimonio cultural y poltico y queestimulen la investigacin; la edicin de un boletn o una revista de historia de laizquierda, etc.

    En suma, estimular proyectos mltiples de investigacin que converjan enuna historia crtica de la izquierda en la Argentina, que contribuyan a crear, en elproceso mismo de su desenvolvimiento, una red no slo de investigadores profesio-nales, sino tambin de investigadores militantes, de actores dispuestos a testimo-niar, a participar en los balances de las experiencias polticas, a legar recuerdos ydocumentos, de lectores crticos interesados en ajustar cuentas con las tradiciones yluchas del pasado. Quienquiera que conozca nuestro medio acadmico y nuestromedio poltico sabe cun grande es el desafo que tenemos por delante si nosproponemos llevar adelante un proyecto de esta envergadura, pues implica la crea-cin de espacios alternativos de trabajo como los que quera E. P. Thompson:lugares donde nadie trabaja para que le concedan ttulos o ctedras, sino para latransformacin de la sociedad; donde la crtica y la autocrtica sean duras, perodonde haya tambin ayuda mutua e intercambio de conocimientos tericos y prc-ticos: lugares que prefiguren, en cierto modo, la sociedad del futuro. Muchasgracias.