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INTRODUCCI6N AL CONCEPTO DE MASA.IE

Textualmente, la voz masaje signifiea amasar . Y amasar es ese bien co­nocido movimiento con el eual se trabaja, pOl' ejemplo, la masa de un pastel. Este mo vimiento consiste en eomprimir y haeer pasar a traves de la mano, que se cierra para formal' un pufio, una masa firme y deformable. Con este mismo movimiento caracterfstico se trabaja tam bien la museulatura; ahora bien , al ser la musculatura elastica, es decir, que recupera su configuracion original una vez que ha cesado la aplicacion de la fuerza deformante, amasar este material requiere una gran habilidad manual.

El concepto original de ma saje = amasa r ha expe rimentado, en el cursO de la evolucion de esta tecnica hasta un sistema terapeutico , un a ampliacion, gracias a la introduccion de otras maniobras. El acariciar la piel , el desplazarla sobre los tejidos subyacentes, y al cornprirnir porciones tisulares concr etas, se designan tarnbien, en la actualidad, con el nombre de masaje.

A fin de caracterizar el masaje, es preciso responder a tr es pr egu ntas : ma­saje, Lpara que": masaje, Ldonde?; masaje, Leon que y como?

Masa]e, i,para que? El masaje se aplica para fines terapeuticos . Si el ma­saje no sirviera para la curacion de enfermedades, 0 para influir sobre padeci­mientos, no despertarfa necesariamente el interes medico .

Masa]e, i,d6nde? El lugar donde acnia el masaje es, pOI' una parte, la cubierta corporal, y pOI' otra, la musculatura. Asi, no se someten a masaje , en general, las partes blandas, entre las que tarnbien se cuentan las vfsceras abdo­minales, sino la eubierta corporal, es decir, la piel, el tejido conectivo subcu­taneo y los rmisculos, pero no las articulaciones.

Masa]e, i,con que? El masaje se lleva a cabo con las manos ; es , en el mas puro sentido de la palabra, un tratamiento manual. Est rictamente, todos los procedimientos llamados masaje, pero en los que el cuerpo no se trata con la mano, sino con un aparato, no son verdaderamente masaj e. El masaje de aspiracion emplea una ventosa; el masaje de vibracion, un vibrador; el masaje subacuatico, un chorro de agua. Ni el mejor apa ra to .puede substit uir a la mana que palpa. S610 la mana experimentada puede dctectar las alteraciones tisu­lares en la zona a tratar, palparlas, y diferenciarlas sirnultaneamente en cuanto a tipo (gelosis, contractura) y localizacion (tejido conectivo, musculatura). Estos

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4 Teoria general del masaje

TECNICAS DEl MASAJE ClASICO

Para el masaje clasico utili zamos cuatro tecnicas manuales concretas, que se diferencian entre sf po r la forma del movimi ento, la direccion del movi­miento y el efecto :

1. Acariciamiento (effleur age). 2. Amasamiento (pet rissage). 3. Fric cion, 4. Masaje de las fasci as subcutaneas.

La puesta en pr actica de tod as las tecnicas manuales debe ensay arse y pr ac­ticarse desde un principio con ambas manos, ya que en caso contrario no se conseguira nunca el necesario flujo homogeneo del movimient o. Segun la situ a­cion de la po rcion a tratar, es a veces neces ario realizar el masaje con la mana derecha, y en ot ra s casos con la mana izqu ierda . La fuer za con la que se apIi­can las tecnicas depende de las car acterfsticas del tejido y de la sensibilidad de la porcion patologicamente alterada que se desea tr atar. El masa jista debe bu scar siempre la aproxim acion al umbral de sensibilidad de cada paci ente y evitar, especialmente en el caso de zona s ope radas 0 inmovilizadas durante largo tiempo, la aplicacion de una presion exces iva. De una sesion a otra del tratamiento se toleran asi masajes cada vez mas energicos ,

Es necesario mencionar aquf qu e pa ra el ejerc icio del masaje es condicion previa imp rescindible el conocimiento exacto del aparato locomotor, es decir , de la anatomfa de los museu los , de sus fun cion es, de la mecanic a de las articu­laciones y de la fisiologfa del movimiento . En el marco del pr esente libra es imposible tratar la anatomia.

A continuacion se describen y se explican en series de fotograffas las diver­sas tecnicas manuales del masaje. Las foto grafi as se han tornado de una pelf­cula cin ematog rafica reali zad a con una carnara especial destinad a a tomas se­riadas, con el fin especffico de ilustrar el presente libra. En Iuncion de la necesidad y de la posibilidad , las diversas fases se han ilustrado desde dos puntos de vist a, es decir, segiin la perspectiva del masajista, en la que se apre­cia habitualment e el lado del pul gar de las mano s que actii an , y desde el lado del observador, qu e ve par 10 gene ral el lado de los dedos largos. Las Ioto­graffas representan siemp re el masaje de la mit ad derecha del cuerpo. Al plan­tearse el masaje de la mit ad izqu ierda debe intercambiarse la funcion de las manos que actii an.

Acariciamiento (effleurage)

Esta tecnic a emplea movim ientos de gran superficie, qu e, como su nombre indica, son «acariciantes». EI movimiento se realiza siempre de la periferia hacia el centro, esto es, sigui endo el curso del retorno venoso y linfatico hac ia el corazon. La aplicacion abarca por 10 genera l solo zona s cut aneas que co­

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3 lntroducclon al coricepto de masale

hallazgos palpatorios son imprescindibles para el efecto optimo del masaje, va que segiin ellos se rigen el tipo y fuerza de las tecnicas empleadas.

Masaie, i,c6mo? EI masaje consiste en ejercer con las manos una influen­cia mecanica sobre el cuerpo mediante tecnicas determinadas. EI proposito de este libro es precisamente el transmitir dichas tecnicas mediante la palabra y la imagen. Las tecnicas diffciles para el principiante deben «encarrilarse» me­diante ensayos y ejercicios concienzudos. Sin embargo, es imprescindible la observacion de la practica del masaje y la direccion de la propia actividad por parte de un masajista experimentado : el masaje no se aprende en los libras, sino de la mana del maestro a la mana del discipulo. Ahora bien, solo el co­nocimiento de los efectos y de las areas de aplicacion del masaje hara del tecnico un maestro.

Para poder captar la esencia del masaje es necesario conocer sus efectos. Pero el conocimiento de estos efectos esta ligado a bases fisiologicas mas am­plias. Los tres planteamientos de «punto de accion » (i,que estructuras anato­micas recogen el estfmulo 7) , «modo de accion» (i,que procesos fisiologicos desencadena el estimulo") y «resultado», es decir, el efecto con el que concluye la accion , estan indisolublemente unidos. Es necesario tener en cuenta estos planteamientos, aunque el estado actual del conocimierito no pueda suministrar una respuesta completa. Solo con estos conocimientos es posible dar una base cientifica a la aplicacion terapeutica del masaje.

Una vez caracterizado el masaje, podemos pasar a definirlo. «EI masaje es la aplicacion de una influencia mecanica efectuada con la

rna no sobre la cubierta corporal y la musculatura, empleada con fines terapeu­ticos y que alcanza efectos objetivos. »

Nuestro tema es el masaje clasico, terrnino que empleamos en la actualidad para diferenciar esta tecnica de las formas especiales de masaje desarrolladas en las iiltimas decadas. Entre estas se cuentan :

1. EI «masaje de zonas reflejas en el tejido conectivo», 0 mas brevernente «masaje del tejido conectivo», de Dicke-Leube.'

2. EI «rnasaje periostico », de Vogler ." 3. EI «rnasaje segmentario», de Glaser y Dalicho.' 4 . Otras tecnicas de masaje pOl' friccion,

Mientras que el masaje clasico se aplica en alteraciones del aparato locomo­tor, 0 en alteraciones que se manifiestan sobre el aparato locomotor, las formas especializadas de masaje sirven principalmente para influir sobre los organos internos por via nerviosa refleja a traves del segmento correspondiente.

1. Tei rich-Leube : Grundriss der Bindegewebsm assage. Gustav Fischer Verlag, Stutt­gart, 1960.

2. Vogler, P.: Periostbehandlung. Thieme Verlag, Leipzig, 1955. 3. Glaser-Dalicho: Segmentmassage. Thieme Verlag, Leipzig, 1955.

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4 Teorla general del masaje

TECNICAS DEL MASAJE CLASICO

Para el masaje clasi co utilizamos cuatro tecni cas man uales concretas , que se diferen cian entre sf por ia forma del movimiento, la direcclon del movi­mien to y el efecto:

1. Acariciami ento (effleurage). 2. Ama samie nto (petri ssage) . 3. Friccion. 4. Masa je de las fasci as subcutaneas.

La puesta en practica de todas las tecni cas manuales debe ensayarse y prac­ticarse desde un principio con amb as ma nos, ya que en caso contrario no se con seguira nun ca el necesari o flujo homogeneo del movimiento . Segun la situa­cion de la porcion a tratar, es a veces neces ario realizar el masaj e con la mana dere cha , y en ot ros casos con la mana izquierda . La fuerza con la que se apl i­can las tecnicas depende de las car acteristicas del tejido y de la sens ibilidad de la porci6n patol6gic amente alterada que se desea tratar. El masajista debe buscar siempre la aproximaci6n al umbral de sensi bilidad de cada paciente y evitar, especialmente en el caso de zonas operadas 0 inmovilizadas durante lar go tiempo, la aplicaci6n de una pr esion excesiva. De una seslon a otra del tratamiento se toleran asf masajes cada vez mas energicos,

Es necesario mencionar aquf que para el ejercicio del masaj e es cond iei6n previa imprescindible el conoci miento exacto del apara to locomoto r, es dec ir, de la anatomia de los rmisculos , de sus funciones, de la mecanica de las artieu­laciones y de la fisiologfa del movimiento. En el marco del pr esente libro es imposibl e tratar la anatomfa.

A continuaci6n se describen y se explican en series de fotograffas las dive r­sas tecni cas manuales del masaje. Las fotograffas se han tornado de una pelf­cul a cinern atografica realizada con un a cam ara especial destinada a tomas se­riad as, con el fin especffico de ilustrar el presente libro. En Iuncion de la necesidad y de la po sib ilidad , las diversas fases se han ilust rado desde dos puntos de vista, es decir, segtin la pe rspectiva del masajista, en la que se apre­cia habitualmente el lado del pulgar de las manos que actu an, y desde el lado del observador , que ve por 10 general el la do de los dedos largos. Las foto­graffas representan siempre el masaje de la mitad dereeha del cuerpo. Al plan­tearse el masaje de la mitad izquierda deb e intercambiarse la funcion de las manos qu e actiian.

Acariciamiento (effleurage)

Esta tecnica emplea movimientos de gran superficie, que, como su nombre indica, son «aeariciantes». El movimiento se realiza siempre de la perifer ia haci a el centro, esto es, siguiendo el curso del reto rno veno so y linfatico hacia el corazon , La aplicaci6n abarca por 10 general 5610 zon as cut aneas que co­

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5 Tecnicas del masaje claslco

rr esponden a la extension de determinados grupos mu sculares. El movmuento se conduce segun las direcciones de las fibras del musculo suby acente , desd e SlJ

insercion lejana hasta su inserci on proxima al corazon. La mana no debe adhe­rir se a la superfi cie del cuerpo, sino deslizarse sobre ella leve, suave y ritmica­ment e. El movimiento se iniciara siempre sobre una zona sana , pasani por sobre la zona enferma, y conclu ira en zona nuevament e sana; la pr esion debera ini­ciarse y conclu irse con suavidad , y mantenerse con stant e sobre la zon a enferma.

La tecnica del acariciarniento depende de la ex tens ion de la zona a tratar . En musculos 0 grupos mu scul ares cortos y voluminosos, por ejemplo en el

brazo, empleamos el acariciamiento can una sola mana. La mano , en posicion medi a de flexo-extension , se mantiene en la mufieca en ligera desviacion cubital (haci a el dedo mefiiqu e): el pulgar se encuent ra en posicion diametralmente opuesta, encontrandose a igual altura que el indice. Los cuatro dedos largos se apoyan firmemente unos en otros, con las articul acion es metacarpofalangicas casi tot almente extendidas y las interf'al angicas ligeramente flexionadas . En esta posici on, la mano se asemeja a una tenaza semiabierta. EI masaje se realiza manteniendo la rnano en esta actitud, con toda la superficie palmar de la mism a, qu e se apoy a y adapta sobre la region corporal a tratar. Se apli car a con toda la mana una pr esion que se incrementa al avanzar la mano, para volvel' a disrninuir al final de su recorr ido . Es impo rtant e que la pre sion no solo se aplique de arriba hacia abajo, es deci r , perpendicularmente a la zona a trat ar, sino que los dedos que se apoyan sobre la zon a, perpendicularmente al tra­yecto de las fibras musculares, abarquen la zona tratada como un anillo y la cornpriman suavemente. En esta tecnica de masaje toman parte la palma de la mano y las caras palmares del pulgar y de los otros dedos, especialmente sus dos fal anges proximales . Las falanges terminales se ut ilizan para la com­presi on solo cuando el grupo muscul ar a tratar (por ejemplo el cuadriceps) tiene un perimetro tan grande que las falanges terminales se encu entran aiin sobre el,

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6 Teoria general del masaje

Las figuras 1 a 6 mu est ran , en una serie de fctograffas, el curso del aca­riciarnient o con una sola ma no de la musculatura del anteb razo derecho . EI paciente esta sentado, y su coda de­recho se apo ya sobre el brazo del si­ll6n. EI masa jista fija el brazo suje­tando la mana derech a del paciente con su propia mana izquierda. La mano derecha activa del masajista se aplica distalmente, en la posicion de tenaza descrita, sobre el grupo exten­sor, y pa sa sob re el ejerciendo una pre­sion qu e aumenta y disminu ye. La

2 presion principal se ejerce siempre en el espacio en forma de V delim itado por el pulgar, la eminencia ten ar, la eminencia hipotenar y el mefiique.

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FIGs. 1 a 6. Serie de aca riciamiento con una sola mano; tra tamiento del antebrazo,

6 visto segtin el observador .

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7 Tecnlcas del masaje clasico

Se ilustra tambien, en dos series de fotograffas, el acariciamiento con una sola mano en el muslo, en el area del cuadrfceps. La columna de fotograffas de la izquierda (figs. 7 a 10) reproduce las imagenes segiin son vistas por el observador, mientras que la columna de la derecha (figs. 11 a 14) muestra la vision del masajista. Las fotograffas situadas una junto a otra representan la misma fase del masaje.

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FIGs. 7 a 10. Serie de acarici arniento can una sola mana; tratamiento del cua­driceps, vista segiln el observador.

FIG S. 11 a 14. Serie de acari ciarniento can una sola mana; trat ami ento del cua­dric eps, vista segun el masajista.

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8 Teoria general del masaje

En los rmisculos grande s y volumi­nosos, por ejemplo en el mu slo, la tee­nica se apli ca en la modalidad de acariciamiento a dos manos. La ac ti­tud de la mano es an alogs a la des­crita para la modalidad con un a sola

15 man o, pero la posi cion en ten aza la ad optan las dos man os. La situacion de las manos se ap recia en las figu­ras 15 (vista por el observador) y 21 (vi sta por el masaji sta). En el cu rso del movimient o del acaricia mie nto a dos ma nos, u na de ellas -en este caso la derecha- se empuja ha cia ade­

16 lante como en la mo dalidad de una sola man o, co n la presion prin cip al en la lfne a pulgar- eminencia tenar-emi­nencia h ipo tena r-mefiiqu e, mientras qu e la otra , qu e se mueve por delan te de ella, y que en el caso pres ente es Ia izquierd a , se despl aza hacia arras

17 ejerciendo la p resion princi pal en la linea pulgar-Indi ce. Al llegar al fina l de la zona tratada, las manos cambian su senti do de movim iento; la qu e se desplaza ba hacia adelante 10 ha ce ha­cia atras, y la qu e 10 hacia hacia a tras se mu eve ahora hacia ad elante, vol­

18 viendo a la po sicion de partida mien­tras mant ienen un leve contac to entre la p iel de la zon a tr at ada y las ca ras p almares de los dedos. De esta ma­nera el aca riciamiento se hace ma s fluid o y agradable que cu ando al final de cada inovi mie nto se levant an las

19 manos pa ra volv er al pu nto de pa rti da. Gracias al ca mbio de di reccion del movimiento, est as describen sob re la zona tr at ad a dos ova los alargado s.

FIGS. 15 a 20. Serie de aca riciarn iento a dos ma nos; tratam iento del cuadriceps, vis­

20 to segd n el obse rvador.

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9 Tecnlcas del rnasaje clasico

El decurso de los movimientos des­critos se il ustra en las series de figu­ras 15 a 20 (vision del observador) y 21 a 26 (vision del masajista); las figuras que quedan a un mismo nivel corresponden siempre a la misma fase.

Fase de avance centripeto: figu­ras 15, 16 Y 21, 22.

Fin de la fase de avance: figuras 17 y 23.

Cambio de posicion relativa de las manos: figuras 18 y 24.

Vuelta a la posicion de partida , con contacto leve con la piel: figu­ras 19 y 25.

Cambio de posicion relativa de las manos, para volver a la posicion ini­cial de la fase de avance: figuras 20 y 26.

2'

~"IIIII"-IiI!!!!:=---22

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FIGs. 21 a 26. Serie de acariciamiento a dos manos; tratamiento del cuadriceps, vis-to segun el masaj ista. 26

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10 Teoria general del masaje

El acariciamien to ados manos puede realiza rse tambien, sobre gru­pos musculares grandes, en la forma de acariciamiento mana sabre mana. En esta modal idad una de las manos recorre la zona a tratar hacia adelante, como en la modal idad con una sola mano, y se leva nta al terminar su re­corr ido , mom ento en que la ot ra ma na comienza su recorrido desp lazandose hacia at ras en igual direc ci6n . De esta mane ra las manos se intercambian con­tinuamente, y siempre hay una mana en contacto con el cue rpo ; esto ha ce

.que la tecn ica se perciba como fluid a y agradable .

FIGS. 27 a 3 1. Serie de aca riciarniento a dos manos; trat amiento del cuadrfceps con la tecnica «ma rio sobre rnano», visto segiin - 31 el observa dor.

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11 Tecnicas del masaie clasico

Las series de figuras 27 a 31 y 32 a 36 muestran el curso completo de los movimientos en el acariciamiento mano sob re mano; las fases ilustra­das segun la vision del observador y la del masajista se correspond en entre sf.

Fase de avance de la man o dere­cha: figur as 27 a 29 y 32 a 34.

Fin de la fase de avance de la mario der echa, y comien zo de la de la mano izquierda : figur as 29 y 34 .

Fase de avance de la mano iz­quierda : figuras 29 a 31 y 34 a 36 .

Se aprecia clarament e que la mano izquierd a vuelve a su posicion de par­tida durant e la fase de avance de la mano der ech a, y que esta 10 hace du­rante la fase de avanc e de la man o izqu ierda .

FIGS. 32 a 36. Serie de acar iciamiento a dos manos; tratamiento del cuadrfceps con la tecn ica «rnano sobre mano», visto segun el masajista.

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12 Teorfa general del masaje

En los rmisculos pIanos 0 recubier­tos por fascias, por ejemplo los de la espalda, que no se pueden abarcar con la superficie palmar de la mano en la posicion descrita, se apl ica el acaricia­miento con los nudi llos. Esra tecnica se realiza con el dorso de la ma na, es

37 decir, co n la cara de extension de los dedos. Para esto se dispone la mano en flexion maxima en la mufieca y las ar riculaciones metacarpofalangicas, pero con las articulaciones interfalan­gicas extendidas y los dedos apoyados unos en otros. Con la rnano en esta

38 posicion, las superficies dorsales de los dedos se desplazan en la direccion del trayecto de las fibras muscu1ares. Al llegar a1 final de 1a zona a tratar, se extienden las articulaciones metacar­pofalangicas y 1a mufieca pasa a fle­xion dorsal, con 10 que toda la cara palmar de mano y dedos hace COI1­

39 tacto con la piel. En esta posicion, y manteniendo un 1eve contacto con la piel, 1a mana vue1ve al punto de par­tida. Esta modalidad de acariciamien­to con los nudillos se efectua segun sea necesario con una a con ambas manos, como se discutira mas adelante

~o al tratar el masaje de las regiones cor­porales.

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FIGS. 37 a 42. Serie de acariciamiento con los nudillos; tratamiento de 1a espalda, vis­

42 to desde delan teo

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13 Tecnicas del masaje claslco

Las series de figura s 37 a 42 y 43 a 48 muestran el cur so de los movi­mientos en el acariciamiento con los nudillos. Para una mejor visualizacion de la extension de la mano al concluir la fase de ava nce se han elegido los angulos de vision oblicuo desde delan­te (obse rvador) y lateral (masajista). 43

En zonas corporales limitadas, co­mo por ejemplo en los dedos, en el p ie y en la cabeza, la tecnica se rea­liza con las yemas de los dedos 0 del pulgar, 0 con la cara pal mar del pul­gar 0 la eminencia tenar. Discutire­mos este tipo de acariciamiento digi- 44

tal al tra tar el masaje de la mano y del pie.

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F IGS . 43 a 48. Serie de acariciamiento can los nud illos; trat amien to de la espa lda , vis­ta desde u n lado . 48

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14 Teorfa general del masaje

Amasamiento (petrissage)

£1 am asamiento represent a una tee­nica de alcance mas pro fu ndo y efec ­tos mas intensos que el acariciamien to, que se emp lea pa ra influ ir sobre la musculatura. La forma de los mov i­

49 mient os en el amasa miento comprende distensiones. tor siones y presiones eje r ­cidas ob licuamente 0 en angulo rec­to respecto al trayecto de las fibras mu scul ares, y qu e abarcan mu sculo s aislados 0 grupos musculares. La di­recci6n del movimi ento es desde la

50 inserci6n distal hacia la proxima l, si­guiendo el curso de las fibras museu­lares haci a el cor azon .

La tecnica del amasamie nto se rige segun la fo rma, tarnafio y situacion de los mu scu los.

Los rmiscul os 0 grupos musculares pequefios y largos se tratan con el ama­

51 samiento can una sola mono. La man a se ap lica a la zona, como en el caso del acariciamiento, con una sola ma­no ; mediante un ligero cierre de la ten aza sefialada se compr ime ligera ­mente el grupo muscula r deritro del hueco de la mano. A pa rtir de esta

52 posicion se inicia el am asamiento «pe trissage », a base de fases de p re­sion rftm icamente altern an tes de las eminencia s tenar e h ipotenar . La tor­sion (ex tension) de las fibr as mu scul a­res se realiza entre el pulgar y los de­mas dedos.

53 La man e, en liger a flexion dors al en la mu fieca, describe en las fase s de

FIGS. 49 a 54. Ser ie de amasa mien to ca n una sola mana; trat amiento de los ex ten­sores del ant ebrazo , vis ta segun el obse rva­dar . Ob ser vense las fases de presion de la emine ncia ten ar , en las figuras 50 y 56,

54 54 y 60.

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15 Tecnicas del rnasaje claslco

presion alternantes un movimiento pendular transverso al trayecto de las fibras musculares. Al ejercer presion con la eminencia tenar, la mano pasa a desviacion radial y pronacion leve , con las articulaciones metacarpofalan­gicas flexionadas, aumentando as! la boveda palmar.

Al ejercer presion con la eminen­ 55

cia hipotenar, la mano pasa a desvia­cion cubital y supinacion ligeras, con las articulaciones me tacarpofalangicas casi extendidas, aplanandose la bove­da palmar.

Con la variacion de la boveda pal­mar, durante la presion mas energies de 1a eminenci a tenar e11ado cubital de

56la mano se desplaza ligeramente ha­cia adelante (<<fase de presion »), mien­tras que con la menor presion de la eminencia hipotenar se aprecia un des­plazamiento hacia ad elante mu cho ma­yor del lado radial de la mano (efase de Irotacion ») .

Para llevar a cabo correctamente el am asamiento con una sola mano, es

57 importante que los dedos esten siem­pre apoyados unos en o tros, sin des­cribir movimien tos circulares sobre 1a pie!. La palma de la mano debe es­tar siempre en contacto con el grupo muscular aba rcado, y las yemas del pulgar y de los dedos no abandonaran nunca sus bordes. El brazo de la mano activa esta flexionado en el codo casi 58

en angulo recto, y el avance de 1a mano se realiza en la articulacion del hombro.

FIGS . 55 a 59. Serie de amasamiento con una sola mario : tratamiento de los exten­sores del antebrazo, vis to segun el masa­jista. 59

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16 Teoria general del masaje

En rmisculos grandes y volurnino­sos se emplea el amasatniento CI clos manes. l as manes se dispo nen parale­las en tre sf sob re el rniisculo, como pa ra el aca riciarnien to a dos manos, es de cir con los dedos en angulo recto al cur so de las fibras muscu lares. El nni scul o, com primi do, penetra en las

60 b6vedas forrnadas por amb as palmas. El arnasamiento se realiza desde es ta po sicion, mediante alternacion ritmica de las fases de presion tenar e hipote­nar, como en el amasarnie nto con una sola mane , pero en este caso las rna­nos se hacen mutuament e resistencia de apoyo. Mientras un a mano atrae la masa mu scular con la eminencia hi­

6 1 poten ar, la otra oprirn e en con tra con /

la eminenci a tena r. Se produce de esta manera un a torsion ca racteri st ica en «s» de 1a masa muscular elevada, que nun ca debe esca parse de las mano s.

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F IG S . 60 a 63. Ser ie de amasamiento a dos man es: tratamiento del cu adriceps, visto

63 segun el ob ser vado r.

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17 Tecnicas del masaje clasico

Para llevar a cabo correctamente el amasamiento ados manos es im­portante qu e la man a delantera, qu e se mue ve «hacia arras», no sea em­pujada hacia adelante como en el ama­sarniento con una sola mano, sino qu e SLl mov imient o sea por traccion hacia ade lante.

F IGS. 64 a 69 . Serie de amas amien to a dos manes: tr atamiento del cua driceps , vis to seg iin el masa jis ta , Observese la torsion carac terfstica en forma de «s» del vie ntre del rmiscu lo. La presion que ejerce Ja emi nen cia tenar de una ma na se apoya co ntra la presion de los dedo s de la otra mane , que en cie r to mo do ace rca el mu sculo . Vease el movi­m iento de las mufi ecas, En la fase de pr e­sion de la ern ine nc ia tenar , la rnu fieca hace una desvi acion cubital co n abduccion ra­dial simu ltanea , mient ras que en la fase de presion de 1a eminenci a hi potenar hace desviac ion radia l con ab d ucc ion cubi ta l. Por el cambio de las fases de presion, la rnan o se desliza cada vez una pequefia dis ­tancia ha cia el corazon .

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18 Teoria general del masaje

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Musculos aislados profundos 0 pla­nos solo pueden alcanzarse por medio del amasamiento can las puntas de los dedos. La actitud de la mano es nue­vamenle 1a adcprada para el acaricia­miento, pero los dedos cuarto y quinto se flexionan hasta que sus puntas ha­cen contacto con la palma de la mano. Los dedos segundo y tercero, firme­mente apoyados uno en otro y con todas sus articulaciones semiflexiona­das, forman tenaza contra el pulgar, dispuesto en oposicion, Para que las yemas de los dedos se encuentren a igual altura, el dedo medio debera flexionarse un poco mas, a causa de su mayor longitud. El amasamiento se efectua entre las yemas de los dedos y las de los pu1gares, aplicando los dedos a la piel 10 mas perpendicular­mente posible.

En caso de rmisculos aislados 0

profundos, las manos se disponen pa­ralelas una junto a otra, con los de­dos en angulo recto al curso de las fibras musculares. Las yemas de los dedos y de los pulgares abarcan entre sf el vientre del musculo aplicandose sobre su borde, y 10 levantan de los tejidos circundantes. A partir de esta posicion, los movimientos son los mis­mos que en el amasamiento ados manos.

FIGS. 70 a 75. Serie de amasamiento can las puntas de los dedos sabre musculos ais­lados -en este caso el tibial anterior-, vis­ta segun el observador.

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Tecnicas del masaje claslco

El amasamiento se produce al ap re­tar las yemas de los dcdos de una ma no cont ra la yema de l pulgar de la otra . Segui damente, las manos, tra­bajando en oposicion , ca rnbian su fase de presion . Se produce asf nuevarner re un a torsion en «s» del vien tre eleva­do del mu sculo, como en el amasa­miento a dos manos. Al cambiar J.:: posicion de las manos, como se ve c1 aramen te en las ser ies de figuras, la poreion decargada de las manos, c. decir, un a vez los dedos, y lue go e! pulgar , se va desplaza ndo a 10 lar go del bord e del rmiscu lo en direccion al co razcn , descr ibiendo pequefios mov i­mientos circulates.

78

F IGS . 76 a 79. Serie .-' ..n ~ S 3 I i.1 i ~ 1 -0 c n las punta s de los dcdos so' rc nui sc ulos ais­lade s - en es te caso el tibial an reri r­ . v is· to segun e l ma sajista . Observese la presion del pulgar de un a man a co n tra los dedos de la o tra , la tor sion en « S» del vien tre muscula r y el movirn ien­to de 18s mufi eca s. 79

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20 Teoria general del masaje

Al traba jar los rmiscu los pianos, la tecnica del amas amient o con las puntas de los dedos se mcdifi ca por cuanto las ma nos mantenid as parale­las se disponen de modo que los dedos sigan la di recc ion de las fibra s museu ­lares. Las yemas de los dedos de una mane recogen y reun en las fibras mu sculares ex tendidas en un plano, las fijan y las llevan contra el pulgar de la otra mane, que ha ce de punto de apoyo pa ra la cornpr esion y la torsion. L8 captur a de las fibras mu scul ares se efecnia haciendo que la renaza abierta se vaya cerrando hacia el pulgar con pr esion crecien te, y el avance del arna­sami ent o en la direccion de las fibras se con sigue abriendo la tenaza para una nueva cap tura en Ia direccion del dedo mefiique. Tam bien en esta mo­dalidad de arnasam iento, las man es trabajan alte rna tivamente, de modo que una mano siern pre precede a la otra en medi a fase del movimiento. Si el masaje de un musculo p lano se rea­liza hacia arr iba, sigu iendo el curso de las fibras, los ded os cerraran su te­naza en cfrculos que se aprox iman, alterna tivamen te, y los pulgares, que form an los puntos de apoyo, les siguen describiendo circulos men ores.

Los movimientos de los dedos se rep resentan en las series de figuras 80 a 85 , con marcas ind icati vas. Ya qu e el movimient o avanza desde la posi­cion del masa jista hacia adelante, la seri e debe considerarse en secuencia desde abajo hacia arriba.

FIGS . 80 a 85. Serie de amasamien to con las pu ntas de los dedos sob re mu sculos pia­nos - en es te caso el do rsal anc ho-, visto segiin el masajista. Ob servese la presa alterna nte de los dedos . H acia arriba , los dedos hacen presa descri­biendo cfrculos grandes, y los pulgares les siguen, como apoyo, describien do circulos

80 pequefios.

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21 Tecnicas del masaje claslco

Los musc ulos pianos de l tronco se tratan hacia arriba y hacia aba jo con el amasamiento con la pu nta de los dedos. Si el masaje se hace hacia aba­jo, los pulgares se rnoveran des crib ien ­do cfrculos que se separan para aba r­ca r las fibras, y los dedos les siguen , haciendo de punto de apoy o, descri­biendo cfrculos menores. Estos movi­mien tos se representan en las figuras 86 a 91 , con marcas indicat ivas. Dado que en este caso el movimiento se desplaza hacia el masaj ista , la serie de bera considerarse desde ar riba ha­cia abaj o.

Es necesario hacer no tal' qu e esta s figuras solo tienen el objeto de ilus­tr ar la tecnica. La region corporal, que no se reconoce claramente en las Io­tograffas (rmisculo dorsal ancho) se ha elegido a causa de la buena rep re­sentacion plast ica de las deformacio­nes de l tejido bajo masaje .

Par a esta tecnica hay que tener en cuenta que la fase de p resion en el amas amiento con las pu ntas de los dedos se efectuara siempre en ang ulo recto respecto al cu rso de las fibras mu sculares.

F IG S. 86 a 91. Serie de amas amie nto co n las pu nt as de los dedos so bre museu los p ia­nos - en este caso el do rsal ancho- , visto segun el rnas ajista , O bservese la presa alt ern ant e de los pul­gares. H acia abajo, los pu lgares hacen pr esa describ iendo ci rculos gra ndes , y los dedos les siguen , como apoyo, desc r ibiendo circu ­los pequ efios ,

86

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~=='-- _

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22 Teoria genera l del masaje

Para la mejor comprensi6n de las figuras 80 a 111, las figura s 112 y 113 ofrece n imagenes esquematicas, con exp licacion de las f'ases de presion y aca ricia miento de esta tecni ca.

92 10 '

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Tecnlcas del masaje claslco 23

Para ilus trar est a form a del amasamiento, tecnic a­mente dificil , presenta mos ad ernas las series de figur as de esta s pag ina s, q ue mues­tr an el curso del amasa­miento con las puntas de los dedos sa bre el m uscul o dorsal anch o, desde 1a vi­ 106

sion del observa dor y desde 1a del masajista.

FIG S. 92 a 96 . Ser ie de amasa­m ie nt o con las pu nta s de los ded os, dorsal an ch o , vis:o segun el ob servador. Tengase en cu en ­ta que el mo vimiento se ace rca al ob serv ad or, por 10 q ue hay

105

q ue consid erar las figuras en se­cue ncia de a rrib a hacia abaj o.

FIGS. 97 a 101. Se rie de am a­sam iento co n las puntas de los dedos, dorsal anc ho , vi sto se­gun el o bserva dor. T engase e n cuenta qu e el movimi ento se aleja del ob servador, por 10 que hay que consider a r las figur as 104

en secu en cia de abajo hacia arr iba .

FIGS. 102 a 106. Se rie de arna­sarn icnto con las puntas de los ded os, dorsal an cho, visto segiin el m asajista . Te ngase e n cuenta qu e el mo vimi en to se aleja del ma sajista , por 10 ' que hay que co nsider ar la s figu ra s en secuen ­ 103

cia de ab ajo hacia arriba .

F IGS . 107 a 111. Seric de am a­sami e nto co n las puntas de los dedos , do rsal ancho, visto segun el ma saj ista. T en gase en cu enta qu e el m ovimiento se ace rca al mas aj ista, po r 10 qu e h ay que co ns ide rar la s figuras en secuen­cia de arriba h acia aba jo . 102

107

·,0 9

il i

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11 2

FIGS. 112. Amasam iento co n las pu nta s d e lo s d edos hacia arriba. La sec ue nc ia se ini­c ia en e l d ibuj o infe rio r . Presion p r in ci pal por pa r te d el p ul gar iz ­quierdo y los dedos segu n do y te rc ero de­rechos. Mientras e l pulgar Izquierdo au n ejerce pre ­sion, la m an o pu ed e ya m o verse h aci a arr i­ba alrededor de est e p u n to de apoy o : los dedos segundo y te rcero izq ui erdos abarca n , con presion creci en te y describi en do un arco hacia afuer a, una po rc ion d e tejido y 10 oponen a la presion igu al men te ere ­ciente del pulgar d erecho . Ahora pu eden los d edos segundo y tercero derechos e fectuar Sll movi m ie n to de presa , mi en tr as se mantien e u n breve tiernpo la co m p resion e n tre p ul gar derech o y de dos iz qu ierdos . EI p ul ga r iz q uierdo, qu e se h a deslizad o h ac ia a r r iba en co n tac to con la p ie l, d esa­rroll a nue vamen te a u rne n to d e p res ion , y of re ce apoyo a los d ed os seg u n do y tercero d e rechos, q ue in icia n tarnbien su co m­p resio n . (P un tea do : P iel y tejido m uscula r baj o c o m­p resion ; la p resio n m a xim a se marca por puntead o m as den so. EI d ibujo no rmal re ­p re sen ta la fase d e aca ric ia mien to; e l d i­b uj o reforzado, la d e p resion .)

(

113

F IG. 113. Amasa mi ento co n las p u nt as d e lo s d ed os liacia abaio . La sec ue ncia se in i­c ia en e l d ib ujo su perior . P re sio n p r in cip al p or parte de l p u lgar iz ­qu ierdo y los dedos seg un do y tercero d e ­re ch os. Mientr as los dedos seg undo y ter ce ro d ere­c hos aun ejercen presion , e l pulgar de re cho d escribe un arco hacia afuera y a ba jo, a ba r­cando tejido y oponiendolo contra los de ­dos segundo y tercero izquierdos, h acie nd o aumentar la presion. Una vez establecido el contact o de co rnp re ­sion, el pulgar izquierdo pu ed c ini ci ar s u movimiento de presa, hacia af uer a y a ba jo a ume n tan d o la presion, mi entras la c om­presion entre pulgar derecho y d edos iz ­q uierd os se mantiene aun un breve tiemp o. A con tin uac ion , e l pulgar Izqu ierdo vu elv e a a urn en ta r la presi on co ntra los ded os se ­gu nd o y tercero d erech os, qu e h ac en 10 mismo, mie ntr as lo s d ed os seg un do y te l" ce ro izqu ierdos sue ltan su presa. (Puntead o : Piel y tejido musc ul a r bajo com ­p resion ; la presion max im a se mar ca po r punteado m as d en so . EI d ibujo normal re ­p resen ta la fase d e aca ric ia m ic n to ; e l d i­bujo re forza do , la d e p resio n .)

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25 Tecnlcas del masaje claslco

Fricci6n

Las fric ciones son movirmentos de efec tos intensos, circulares 0 elip ticos y apli cados a superficies pequefias, que se efectu an con las yemas de los pul­gar es 0 de los dedos. La tecnica se rige en su aplicacion por el hecho de que deb a influir sobre la superficie cutanea, 0 sobre alteraciones cir cunscritas de estructuras tisulares mas profundas.

Campo de aplicaci6n: Miogelosi s, contractu ras.

Cuanto mas sup erficial se encuentre la miogelosis, tanto menor pod ra ser la p resi6n ejercida en la fricci 6n. Es por tanto fac tor imp ortante el espe sor del tejid o graso subcutaneo del paciente. Si con un a tecnica superficial es min po­sible transmitir amplios movimientos de la mana al punta de fric ci6n , el radio de los cfrculos dcscritos sera tanto menor cuanto mayor sea la presi6n a apli ­car. La intensidad de la presi6n llega desde la muy leve, del tip o empl eado por Kohlrau sch 4 en su masaje de zon as reflejas, hasta la gelotripsia de Lange;' aunque ha y que hacer notar que debe evitarse , en la medida de 10 posible , el empleo de los nudillos, y qu e es supe r£luo el uso de los codos 0 hasta de bastones de masaje. Recientemente se ha emp ezado a recomen dar el empl eo de bastoncillos de masaje para aliviar contracturas en la mu scul atura isquio­femo ral profunda."

La tecnica de la fri cci6n sup erficial empieza con la btisqueda de un endu­recimiento tisular ad ecuadamente pequefio. El dedo medio se apoya en ella y permanece en dicha posici 6n , y transmite los giros de la mana desde toda s las direcciones a la miogelosis. Una segunda modalidad de la fri cci6n, apli­cable a zon as limitadas en manos y pies, esta indicada en caso de tra stornos fun cionales de la perfusi6n.

4. Kohlrausch, W. : Rejlexzon enma ssage in Mu skulatur und Bindegewebe. Hippo. krates Verlag, Stuttgart , 1955.

5. Lange, M.: Die Muskelhiirten, Lehmann, Munchen, 1931. 6. Eichler, J.: Cornunicaciori personal.

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26 Teoria general del masaje

Para esto, se colocan los pu Igares con sus yemas sobre la zona a tratar, uno junto al otro 0 uno detras del otro. Los dedos restantes, apoyados, suministran apoyo lateral. Seguida­mente, las yemas de los pulgares desa­rrollan movimientos circulares alter­nos dirigidos hacia afuera, el derecho en sentido horario y el izquierdo en sentido antihorario. Todo el movimien­to avanza sobre la piel, como un aca­riciamiento, en direccion al corazon, del mismo modo que, durante el in­vierno, se frotan dedos frios; pOl' esta causa, esta modalidad de friccion ha recibido tarnbien el nombre de acari­ciamiento circular. Volveremos a ha­blar de ella al tratar el masaje de la mano y del pie.

, i 4

115

- ,_ . ....... 116

Las fricciones de capas tisulares mas profundas comprenden los movi­mientos circulares y la presion. El mo­vimiento es independiente del curso de las fibras musculares y se !leva a la profundidad en espiral; la piel de I area tratada debe quedar en firme con­tacto con el dedo que c1esarro!la el masaje, sin desplazarse. Aplicando di­ferentes presiones de apoyo es posi­ble alcanzar capas tisulares a diferen­tes profundidades. Esta mod alidad de fricciones profundas se aplica princi­palmente sobre alteraciones geloticas, llegando en cierto modo a deshacerlas por Ia f riccion. Se colocan los dedos sabre el tejido y se palpa, desplazando Ia piel y describiendo peq ueDOS circu­los, el tejido profundo. Una vez 10­calizada una zona de alteracion gelo­tica, se, Ia deshace bajo los dedos con la friccion. Este tipo de friccion puede tarnbien llevarse a cabo con dos rna­11 0S, una de las cua les pal pa y realiza los movimientos circulares mientras que la otra, apoyada sobre ella, pro­duce la presion. M. Lange da el nom­bre de gelotripsia a esta forma de eli­minar las gelosis. H8Y que tener en cuenta que al aplicar friccion sobre puntos de miogelosis se prcducen he­morragias tisulares debidas 8 18 1'0­

tura de capilares en la zona de gelo­sis, que se reabsorben sin embargo en pecos dias. Mientras la friccion super­ficial esta emparentada con el acari­ciamiento, Is gelotripsia 10 esta con el amas arniento.

FIGS. 114 a 116. Friccion superficial. me­dia y profunda.

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27 Tecnicas del masaje claslco

120 117

118 12 1

119 ' 22

FI GS. 117 a 119. Seri e de f ricc io n con FIGs . 120 a 122. Scr ie de Iriccion con un a so la man o e n la zo na de la il iaca . vista scgiin el o bservador .

cres ta una rn a no a poyada sob re la ot ra , en zona de la cresta iliaca, vist a segun observad or .

la e l

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28 Teor ia general del masaje

Masaje de las fascias subcutaneas

Campo de aplica ci6n: Adh erencias en tre fascias musc ulares, es tado s ede­matosos no inflam ator ios, y adherencias entre fascias mu sculares y ten dinosas o ent re fascias museu lar es y peri ostio.

£1 tr atamiento de las adherencia s entre fa scias mu seu lares debe aplica rse como rrat ami ento p reparatorio 0 de soporte pa ra el amasa miento . POI' 10 ge­neral, los endurecimientos gel6ticos no se ci rcunscriben a los mtisculos, sino que abarcan tam bien las fascias e inducen en elia s ad he re ncias. Par a un tr a­ta miento intermi tente mediante masaje de fa scias subc utaneas se of recen , pOI' ejemplo, las zon as mu scular es de las extremidades disp uestas en pro ximidad inm ediata a un hueso , la s po rcion es de los musc ulos de los ca nales vertebra­les inmediatas a las ap 6fisis esp inosas y los museu los inte rcostales.

La tecni ca de esta mod alidad de m asaje se corresponde ap rox ima da­mente con la del ma saje profundo de tejid o con ecti vo de D icke ; y Teirich­Leube ." EI dedo medio se coloca , en fun cion de los hal lazgos, for ma ndo un an gulo mas 0 men os agud o res pec to a la direcci6n del movimiento (u sual­

123 me n te de uno s 60 gr ados), y se hace avanzar empu jando en direcc i6n era ­neal. EI cuar to dedo ap oya al dedo medi o , reforzando su soporte y el efec­to de empuje.

Es necesario hacer not al', sin em­barg o, que este metodo no es adecu ado para zon as conecti vas de p rime r y se­gu ndo orden (retra cci6n y edern a), en

124 las qu e esta in dic ad o el procedimiento,

FIGs. 123 Y 124. Tecnica del masaje de fascia s subcutan eas, Dir eccion de

por ejemplo, de Teirich-Leube, tal como se ens efia en nu est ra escue la y

av ance siguie ndo el bord e del mu seu lo , se describe en los textos correspon­usualrnente en sent ido cr anea l. dientes.

7. Dicke, B.: Mei ne Bindegewebsmassage. Hippokrates Verl ag, Stuttgart, 1954.56. 8. Teirich-Leube : Grundriss der Bindegewebsmassage. Gu stav Fischer , Stutt gart, 1960.

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/

Tecnicas del rnasaje clasico

£1 masaje de las fascias subcutenees

La palpacion de endurecimientos a manera de rosario es hallazgo frecuente en los bor des de los museulos. Sus localizaciones mas frecuentes son el borde lateral del cuadrfceps con extension al tracto iliotibial , bordes de deltoides, bice ps y triceps, y bor des de flexores, extensores, pronadores y supinadores del antebrazo y de la pierna.

Para localizar los bordes de los musculos es iitil hacer que el pacient e con­tra iga el musculo estud iado . Es de suma importancia, en estos casos, la deli­mitaci6n y diferenciacion de las adhere ncias fasc iales de otros procesos aun activamen te inflamatorios 0 de otro tipo (jtu moral! ) en la zona . En caso de duda, el masajist a debe consultar con el medico qu e ha ind icado el masaje, a fin de evitar dafios 0 lesiones cau sados por tecni cas de masaje no bien rneditadas .

EI principio de «nil nocere» se ap lica tarnb ien al masajista. Con este ejemplo del masaje de fascias subcutaneas se hace especialmente

claro el requisito de que el masaje solo debe realizarse por prescripcio n medica.

La aparicion de dolor corta nte 0 de hematomas circunscr itos al realizar un masaje de fascias subcutaneas no debe considerarse resul tado de un erro r tecn ico.

Para evi tar regresiones, el mejor medio es aquf el planteamiento estr icto de las ind icaciones.

(Para datos adicionales, vease la pagina 92.)

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30 Teoria general del masaje

LUGAR DE ACCldN - ViA DE ACCldN . EFECTO

El ma saj e se aplica a las cubiertas corporales y a la mu scul atura. La cu­bierta corporal se compon e de la pie l y el tejido conectivo subcutaneo . La musculatura esta formada por celulas musculares que contienen, como elemen­tos contractiles, las miofibrill as. Esta s celulas musculares se retinen en haces rodeados y mantenidos por tejido cc ne ctivo (perimisio), y estes se un en par a formar el organo muscular, recubierto por el epimisio. POl' fin, los musculos de una extremidad quedan sep ar ados del tejido conectivo subcutaneo por las fas cias, laminas de tejido con ectivo qu e rodean la extremidad. Es necesari o hacer especial hincapie en la ubi cu a presencia del tejido conect ivo, ya q ue entre sus celulas y sus fibr as colagenas y elas ticas discurren las v ias conduc­teras del organismo : vas os linfaticos , vasos sa nguineos aferentes y efer en tes, y fibr as ner vio sas sens itivas , motor as y vege ta tivas. Los vasos y ner vios se oc upan del suminist ro de la piel y sus anejos (gland ulas, pelos) y tarnbien del de la mu sculatura. En es tado no rmal , la cubierta corporal mu estra un a des­pla zabilidad optima e indolora de las diferentes capas un as sobre otras . Re­sulta facil producir pli egu es y pa lpar y exprimir los vasos venosos y linfaticos,

Todas las tecnicas manuales del masaje afectan , si bien con dif er ente ap Ii­cacion de energia, a las celul as de las capas abarcadas, y tambien a las a rte­riolas, capilares, venulas y lintati cos qu e discurren por el tejido conectivo. Adi­cionalrnente, en la piel se es timulan las terminaciones nerviosas sensitivas , y en los rmrsculos las tecnicas de ama samiento de acci6n profunda deforman y ex­panden las fibras musculares ,

En las secciones que sigu en se describen las vias reflejas desde sus or gano s receptores hasta sus organos efectores; es tas vias constituyen la ba se fisiologica de la via de accion. Por esta razon se describiran inicialmente los reflejos pro­pioceptivos, luego di ver sos otros fenornenos fisiologico s muscular es, y po r fin los reflejos ex terocep tivos qu e acttia n sobre el rmisculo.

Reflejos propioceptivos

El arco reflejo en los re flejos pr opioceptivos se forma de: Un receptor (or gano sens ible 0 antena, con caracteristicas pr op orcion ales

y diferenciales). Una neurona sensitiva (fibr a afere nte) . Una sinapsis, punto de contacto entre dos neuronas con mecanismo s de

inh ibicion y facilitaci6n (por ejemplo, las celulas de Renshaw). Un a 0 mas neuronas motoras del cu erno ante rior de la substancia gris me­

dular (neuronas motoras aHa, tarnbien con ca rac te rfs ticas proporcionales y di­Ie renc iales) .

Un a ne urona motora (fibra eferente). Un mu scu lo (organo efector). Es tos do s ultimos componentes, consi dera dos en conjunto, constituyen la

«unida d motora».

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31 Lugar de accion - Via de acclon • Efecto

FIG. 125. Represent acion esqu ernatica de un Iv! IvI S

u - IvI N

" " "

a

b I~n t!J

hu so neuromuscular (MS) con su capsula fibrosa (H) dis puesto junto ados fibras mu s­culares extrafusales (M) . a-MN = neurona motora a ; y -MN = neurona motora Y: SO = organa tendinoso; SpA = fibras aferentes de las zo nas receptoras del h uso : b = sfmbo los esq uernaticos.

_ J l...~ _so '--_

Receptor

El receptor, 0 hu so neuromuscul ar , con tiene fibras llam adas in tra fusa les, d ispues tas en paralelo a las fibras musculares propiamente d ichas. El area re­cep tora principal se encuentra entre estas fibras , y no es contracti l, De aquf surge una fibra nerviosa de gran cal ibre (de l gru po A, con velocidad de con­ducc i6n maxima de 80 a 120 m/ seg y un diarnetro de 15 a 17 nm) .

Los husos neu romu sculares se ac tivan al ser esti rados, y su ac tividad se extingue al produci rse una contracci6n activa (receptores de dila tac i6n) . La frecuencia de descarga depende de :

a) 1a velocidad 0 pendient e de la alte raci6n de longitud , que se des igna como carac teris tica diferencia1, y

b) del incremen to abso1uto de longitud , es decir , de 1a proporci6n del rmisculo, por 10 que se le da el nom bre de carac teris tica proporcional .

Neurona sensitiva

Se trata de un a fibra nerviosa ascendente, qu e pe netra en la medula es­pin al a traves del cuerno post erior y transmite, a traves de cola tera les reflejas, a una sinapsis.

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Teoria general del masaje 32

Sinapsis

La sinapsis es el punta de contac to entr e dos unida des fun cionales, en el que se !leva a cabo una transmisi6n del estfmulo. La celula de Renshaw post­sinaptica da lugar a una inhib ici6n de la sinapsis, a modo de inhibici6n retro­grad a. La celula recibe tarnbi en estfmulos espinales y supraespinales, con 10 que ya aqu f es posible la aparicion de mecanismos inhibid ores selectivos. Desde aquf , el estimulo pasa a la neurona motor a,

Neurona motora del cuerno anterior

Estas celulas, dispuestas en la medula espinal, poseen, al igual que los husos neurornus culares:

a) capacidad de produci r acortarniento, con 10 que actuan sobre museu­los Iasicos, del movimiento 0 «palidos» (caracterfsticas diferenciales), y

b) capacidad de rnanten er la longitud absoluta, con 10 que actuan sobre / musculos tonicos, de sosten 0 «rojos» (caracteristicas proporcionale s).

Unidad motora

Una unidad motor a se compone de una fibra nerviosa rnoto ra y de un nu­mero variable de fibras musculares, segtin las rarnificaciones de la fibra ner­viosa.

En los musculos de trabajo rapido y exac to (musculos fasicos 0 «palidos»), el nurnero de fibras musculares subo rdinad as a una fibra nervios a es bajo, pOI' ejemplo 5 a 10 en los miisculos oculares,

En los miisculos de trabajo lento (tonicos 0 «rojos»), pOI' el contrario, este ntimero es alto, y una unica fibra nerviosa puede encargarse de la act ivaci6n de varios cientos y hasta de mil fibras musculares.

Asi, ante un estirnulo que afecta a una sola fibra nerviosa, en un musculo Iasico reaccionar a s610 un pequ efio nurnero de fibras musculares, mientras que en un musculo t6nico reaccionara un gran mirnero de fibras.

. POI' tanto, un movimiento de ajuste finisimo, como 10 es el de los ojos, dispone de mayores posibilid ades de varia cion y graduacion que el del rmisculo de sosten. (Si se considera en funci6n de la totalid ad del rmisculo, los museu­los oculares disponen por tanto de un mayor mimero de celulas nervio sas que los miisculos de sosten.)

Frecuencia de los impulsos

A frecuencias baja s de impul sos nerviosos que actiian sobre una unidad motora, el efecto de sumacion es debil, Este efecto aumenta al crecer la Ire­cuencia , con el resuItado de una contraccion mas rapida y Iuerte.

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Lugar de acclon "" Via de aceion • Efecto 33

El movimiento de la to talidad de un mu sculo no es repentino, sino ho mo­geneo. Esto se debe a qu e las -dif erentes unidades motaras no se es timulan simultanearnente, sino con una secuenci a en el tiempo. Fin alm ente, la inerci a elas tica de la masa mu scul ar favorece tarnbien la progresion horn ogenea de la contracci6n . Si las unid ades motoras se ac tivasen simultanearnente, result arfa un temblor como el qu e se aprecia en estados patologicos bajo for ma de tem­blor 0 de contraccion clon ica .

Si se increm enta adiciona lmente la pe rfus ion sanguinea, se facilit a, entre otros efectos, la eliminacion de catab olit os inductore s de cansancio (acido lac­tico), y se mejor an el volumen de reaccion del met abol ismo anaerobic (trans­formacion de glucogeno en glucosa sin parti cipacion del ox igeno), y especial­mente el met aboli smo ox idativo biologico muscular (degradacio n de la glucosa y obtencion de enlaces Iosforicos ricos en energia).

La perfusion sangu inea esta red ucid a tanto en los muscu los hipoton icos atroficos como en los hipertroficos gelosicos. En el primer caso se aprecia, por falta de uso, un empobrecimi ento de la red capilar 0 una falt a de la capacida d de perfusion (el caso ex tre ma seria la degeneracion fibro sa); predo mina n las anastomosis entre art eri olas y venulas.

El musculo hipertrofico hipertonico no permite ya la perfusion capi lar en las zonas de mayor dureza (gelosis) ; su caso extrema es la contractura isque­mica. Tras la primera mejo ria, p robablemente par via reflej a, de la situacion del tono muscular, pu ede in iciarse el efecto promotor de la circu lacio n del masaje y de otros medios . La norrnalizacion del mu sculo hipotonico por la di s­tension cau sada por el masaje (y por tanto a tr aves de una accion directa sobre los hu sos neuromuscular es) es mu cho mas Iacil de compren der qu e el tr atamiento de relajac ion de la mu scul atura hipertoni ca . En es te act ua n dife­rent es Iactores, tales como los reflejos cutaneos, los propiocept ivos, la mejeria de la perfusion y el entrenam iento, posibl emente uno tra s ot ro sobre el musculo. Con secuentement e, es necesario tener en cuenta la neces idad de elegir de ma­nera diferente la secue ncia de las tecnicas man uales de masaje. Para un musculo de este tipo puede resul tar incluso lesivo el agredirlo ya en los p rimeros mo­mentos con una di stension energies bajo forma de amasamiento masivo. A tra­yes de la sensibilidad de la pie l resultarfa mas bien una contractura reac tiva de defensa que la rel ajacion deseada. Por estas razones es necesario tornarse especialmente en serio el acariciarniento en el tratamiento del musc ulo hiper­tonico. El ma saji sta expe rime ntado po dra confirmar que a menudo se ap rec ia ya despues del primer masaje, siguiendo esta tecnica, una red uccion de la con­sistenc ia de la contrac tura . El que hacia el fina l del tratamiento el paciente tolere tecni cas de amasam iento mucho mas intensivas que al pri ncipio es un hecho real obse rvado una y otra vez por med icos y masajistas (tambien po dria pensarse en un a hipoestesia cutanea gradual debida al efecto cont inuado de las tecnicas de ma saje). La accio n sob re la tot alid ad del musculo hip ert oni co por medi o del masaje se basa en un a alternancia continua entre los reflejos ex terocep tivos cutaneos y los reflejos propioceptivos de d istension del rmisculo en las fa ses ini ciales de l tra tamiento. En el masaje del tejido conec tivo a me­nudo basta el reflejo cutaneo puro para ejercer un efecto sob re la contractura.

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FIG. 126. Modificaciones de la actividad aferen te de los husos neurornuscu lares (SA) y de los organos de Golgi (GA) durante la d istension muscu la r pa siv a y durante incre­mentos de la actividad de las neu ronas motoras o: y y . El nive l de activ idad en cada caso se indica enci ma de las flech as, por medio de potenciales de acci on nerv iosa esque­maticos. a) y d) Ac tividad basal en un musculo en rep oso . b) Aumento de la actividad aferente del h uso y de l organa de Golgi durante d istension pas iva energ ies (0) de l m tiscul o . c) Interru pcion de la actividad afer ente de l huso y aumento de la de l or gano de Goigi durante u na contraccion muscular por activacion a islada de la ne urona rnotora o: e) Ac en tuacion de la actividad aferent e del hu so po r activaci6n ais lada de In neurona mot or a y . t) Ausencia de la supresion de la ac tividad aferente de l huso al activar se sim ul­taneamente las neuronas mot oras a: y y .

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FIG. 127. Re flejo p rop ioceptivo. R = celula d e Rensh aw ; la fac ilit a­c ion se marca com o +, la inhib icion como - . La distension se indica con flechas.

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35 Lugar de acci6n . Via de acci6n . Efecto

Tarnbien la quiroterapia del raquis y de las extrem idades cont iene uno de los dos componentes de efecto primari o: la distension se produce aqui po r modifi cacione s rep en tin as de la Iongitu d de los nui sculos y consig ue , a menudo, por esta via, exitos sor prendentes. Esta tecnica podra emplearse mejor dond e el rmiscul o es dificilmente acce sible al masaj e (porciones profundas de los rmisculos par avert ebrales).

Cua ntas mas celul as del cuerno anterior sea n excitadas de man era sinc ro­nica, y cuanto ma s alta sea la fr ecuencia de sus impu lsos, tant as mas fibras musculares responderan con una contr accion (del tipo llamado tetanico), ne­cesaria para el trabajo muscular . Como contraposicion, piensese en la contrac­cion uni ca obse rvada , por ejemplo, en el reflejo rotul iano .

Las neuronas motoras gamma del cue rno anterior emiten, por el contrario, axones que se diri gen a las fibr as contractiles del huso neuromu scular. Si se excitan estas neuronas, se contraeran las fibras int rafusales del hu so, dilatand o su porcion central e ind uciendo un incremento de la descarga afere nte del hu so . Por tanto , las neuron as motoras gamma tienen en pr imer lugar la capacidad de suminis trar y mantener un a tension basal , en cierto modo comparable al precalen tami ento en un motor diesel, y en segundo lugar pueden incrementar aun mas la tension del musculo, incluso si este ya estaba deformado. Es te proceso es necesario para que la secuencia tet ani ca de impulsos no se int e­rrumpa, incluso al aumenta r la contraccion del rmisculo y disminuir continua­mente su longitud total.

Los receptores fu siformes de los hu sos tend inosos (apa ra to de Golgi) son receptores de tension. Est as estructuras representan una funcion de proteccion para el mu scu lo. Si un musculo dado se hace con traer hasta ap rox imarse a la ruptura , la tension en es tas terminaciones sens itivas crece tan to mas cu ant o (a) mayor sea la veloci dad de incremento de la ten sion , y (b) mayor sea la ten­sion abso lu ta . Ahara bien, estas estructuras, al contrari o qu e los imp ulsos afe­rentes del huso neuromuscular, tienen efecto inhibitorio sobre la neurona mo­tora alfa, es decir, llegan a inducir fina lmente una interrupcion repentina de la contracci on ,

Si un mu scul o se distiend e repenti namente par modificacion pasiva de la posicion de las ar ticul aciones, 0 po r un golpe sobre su tend on de insercion , los hu sos neuromusculares responderan , en Iuncion de la velocid ad (diferen­cial) y de la magni tud (pro porciona l) del cambio de longitud con un incremento cons idera ble de su ac tividad aferente (fig. 127) . Todos los muscul os del apa ­rato locomotor es tan en condiciones de rea ccion ar de este modo . El med ico desencadena por 10 general estos reflejos solo en uno s po cos mu sculos de facil acceso (cuadriceps, tri ceps sural) , y los desi gna er roneame nte como «refle jos ost eotendinosos». Sin embargo, el estimulo adecuado desencadenante de la con tracc ion es la distension del rmiscul o. Los reflejos mu sculares propiocepti­vos son p redomina ntemente de tipo ex tenso r, y estan mucho mas clar amente desarrollados en los musculos extenso res qu e se oponen a la accion de la gra­vedad. POI' esto, los reflejos pr opioceptivos colaboran principalmente al man­tenimien to de la posicion erecta del cuerpo y de la posicion de los miemb ros.

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Lugar de acci6n . Via de acci6n . Efecto 37

Reflejos exteroceptivos con efecto sobre los musculos

«Ante una est imulac ion mec ani ca 0 terrni ca de la piel , el nurnero y Ire­cu encia de las descar gas de las neuronas moto ras alfa y gamma aumentan. Esta excitacion puede llegar a ser tan intensa que se produzca un acortamiento mu scul ar visible.»"

Ya qu e se trata de un reflejo qu e proced e de la piel y ac tua sobre el mu sculo, se da a es te proceso el nombre de reflejo exteroceptivo. Un a parte de la es ti­mulacion procedente de la piel pasa a la s neuronas mot or as del cu erno anterior.

Al igual que las descargas (propiocep tivas) de los hu sos neuromusculares, tarnbien los reflejos cu taneos (ex terocep tivos) ac tuan sobre las neuronas mo­toras a lfa y gamma. En el reflejo pr opioceptivo se estimul an las neuron as mo­tor as alfa y se inhiben las gamma correspond ien tes; en el reflejo ex terocep tivo se es timulan 0 inhiben, paralelamente y en igual sentido , las neuron as motoras alfa y gamma. Los reflejos exter oceptivos se dirigen hab itualmente a los flexo­res, mientras qu e se inhiben los extensores. Al es tim ular Ia piel unilateralmente se ob servan en el lad o contrar io relaciones de es tirnulacion de sen tido inver so . Esto re pr esen ta un a coordinacion ya a nivel de cent ros medulares, de gran importancia, por eje mplo, par a el movimiento de amb ulaci6n; estos reflejo s pueden observarse mejor en lact antes, cuyo control ce rebral central marcha aun pOl' detras de los comportamien tos reflejos. En cond iciones de actividad pr evia normal , responden primero a los reflejos cu taneos las neuron as motoras gamma, puesto que tienen un umbral de exci taci6n mas ba jo . Una vez conse­guida la dilataci6n del huso neuromuscular poria actividad gamma, se pro­duce a tr aves del reflejo propioceptivo la excitacion de la neurona mot ora alfa. Al cesa r la estimulacion cutanea en el ar ea receptora del refle jo exteroceptivo, se det ien e tambien la es timulacion aferen te del hu so neuromuscular, por faltar la ac tivida d gamma. La supresion del estirnu lo cu taneo, de pequefia superficie de recepci6n, se cons igue en el masaje mediante el ca rnbio continuado de l punto de acci6n (pie nsese en la di sposici6n ana t6mica de los musculos y en su di stribuci6n segmenta ria) . Del mismo mod o que se pu ed e mejorar la velocidad de reacci6n de los pequefios vasos mediante la aplicacion alternante de fri o y calor , debe uno cons iderar en el caso de lo s rmiscul os la Iac ilitacion de los reflejos propioceptivos y ext ero ceptivos por medio del m asaje. De cs ta manera pued e alcanzarse un a mejor funci6n mu scul ar, tanto poria via pr opi oceptiva como poria exteroceptiva .

EI ma saje posee multiples efec tos , qu e Goldscheide r esq uematiza de la ma­ner a sigu iente :

«No se limit a al desplazamiento de sangre y linfa, sino que estimul a los nervios de la piel y los tejidos bland os subyacentes, como por ejemplo los de los musculos y tend ones, acnia sobre troneos nerviosos profundos y hace surgir asi multiples estimulos que se transrniten a los organos internos desencadenando en ellos efectos

9. Caspers, H., en Keidel, W. D. : Kurzgejasstes Lehrbuch der Physiologie (pp, 21-22 a 21·27, y figs. 125 a 127). Georg Thie me Verl ag, Stuttgart, 1975.

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38 Teoria general del masaje

FIG. 128. Representaci6n esquernatica simplifica da de 1a inervacion muscular en el reflejo flexor ipsilateral con reflejo extensor contralateral.

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estimulatorios e inhibitorios. Es total ment e err6neo plantearse los efectos del masaje solamente como hechos mecanicos y exclusivamente perifericos. EI masaje en sus divers as form as condiciona hiperemia react iva, favorece la' movilizaci6n de los fluidos tisulares, aumenta la permeabilidad de las paredes de los capilares, tonifica los 6rganos internes, favorece la reabsorcion de acumulaciones hematicas y serosas, apoya la circulacion sanguinea en la insuficiencia circulatoria, tiene efecto sobre 1a sensa cion general de energfa, sobre los estados de can sancio, sobre el animo, sobre el psiquismo ... »

En base a multiples estudios de otros autores, podemos apuntar algunos otros efectos del masaje: induce una profundizaci6n transitoria de la ventila­cion y favorece el suefio,

Podemos as! designar con todo derecho los efectos del masaje como un evento complejo. Si en 10 subsiguiente nos vemos obligados a disecarlo, des­menuzarlo y discutir separadamente diferentes efectos parciales, esto se debe s610 a que de otro modo estos efectos sedan incomprensibles. Sin embargo, nunca hay que olvidar que el exito del masaje depende de los multiples efectos indisolublemente ligados unos a otros. Acentuamos esto especialmente refirien­

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39 Lugar de acci6n . Via de acci6n . Efecto

donos a las formas especiales de mas aje publicadas en los iiltimos tiempos, que dejando (conscientemente) de lado la apreciacion general solo destacan efec­tos aislados . Para e1 masaje clasico sigue siendo valido que sus efectos no se deben exclusivamente a «condicionamientos reflejo s», «cond icionamientos seg­mentarios 0 rnet arnericos», 0 «condicionamientos circulatorios».

Establecemos en general una distincion entre efectos a distancia y efectos locales. Citaremos algunas exp eriencias terapeuticas para aclara r estos con­ceptos .

1) Si durante un masaje corporal gen eral observamos que el paciente se duerme, que su respiracion se hace mas profunda, 0 que dice sen tirse des­cansado cuando an tes del masaje se quejaba de agotamiento Fisico, debemos considerar todos estos fenomenos como efectos a distancia , Se trata ademas de efectos generales, que surgen independientemente del lugar de aplicacion del masaje .

2) Si observamos, por ejernplo, durante el masaje de la region del hombro y cara posterior del cuello en e1 lado izquierdo, 0 en el del rmisculo pectoral izquierdo, la desaparicion simultanea de molesti as de tipo estenocardico, de­bemos cons iderar esto tarnbien como efecto a distancia . Sin emb argo, ya qu e este efecto se manifiesta en un organo in terno metamericamen te correspon­diente a la zona muscular y cutanea tratada , deb emos delimitarlo , como efecto metamerico 0 segmentario, del grupo amplio de los efectos generales.

3) Finalmente, debe considerarse efecto a distancia la reduccion de un musculo hiperton ico mediante tecnicas de acariciamiento . Observamos ocasio­nalmente, aplicando acariciamiento 0 amasarniento sin gran aplicacion de fuer­za, un a relajacion involuntaria de un musculo previamente hipertonico, y desig­namos esto como reflejo exteroceptivo (vea se mas adelante).

4) Cu ando, por el contrario, observamos en el ar ea de masaje, por ejern­plo durante acariciamiento 0 friccion intensivos, un enrojecimiento de la piel , o vemos qu e en un caso de estasis cronica en la pierna (por ejemplo, despues de un esguince de tobillo) esta adelgaza durante el masaje por acariciamiento, o que un rmisculo cansado por la actividad se hace de nuevo funcionalmente capaz por medio 'del amasamiento , consideramos todos estos como efectos que se manifiestan en el lugar de apli cacion del masaje. El eritema cutaneo, la desa­paricion de la estasis y la desaparicion del cansancio son ad erna s efectos rela­cionados con los sistemas sanguineo y linfatico.

5) Constatamos otro tipo de efecto, igu almente local, cuando un musculo contraido se relaja, 0 cuando un musculo laxo adquiere un grado de tension mayo r . Este efecto, que modifica exclusivamente el estado de contracci6n 0 tono de la musculatura , debe considerarse diferente de los efectos vasculares.

Resumamos: Los efectos del masaje que se presentan en ellugar de su apli­cacion son efectos locales, aquellos que aparecen lejos del lugar de aplicacion son efectos a distancia. La experiencia terapeutica nos permite, po r tanto, dife­renciar entre sf varias areas de efecto del masaje:

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40 Teoria gene ral del masaje

Como efectos a distancia: efectos gener ales; efectos segmentarios 0 metamericos: reflejos exteroce ptivos.

Como efectos locales: efec tos sobre los vasos sanguineos y linf'aticos: efectos sobre la musculatura.

Sin emba rgo, no debe pensarse que se puede alcanzar un efec to dado ais­lad amente. S610 es posible, media nte tecnicas manua les adecuadas, acentuar especialmente uno de los efectos. Esto se demuestra por ejemplo en el masaje del tejido conectivo, que empleando una tecn ica especial desencadena princi­palmente efectos de tipo segmen tario 0 metamerico . De entre los efectos que, como hemos visto, puede tener el masaje, par a el clasico son de especia l in­teres los locales. Las «partes blandas» del aparato locomotor son el lugar de acci6n y el lugar de efecto clel masaje clasico, raz6n por Ja que 10 aplicamos al tratamiento de alteraciones que surgen en estas estr ucturas .

Estudiaremos seguidamente que efectos se prod ucen, donde y como, a con­secuencia de estos estim ulos.

1) EI estimulo tactil acnia inicialm ente en la piel sobre las terminaciones nervio sas sensitivas, mecanorreceptores, corptisculos tactil es de Meissner y plexos del folfculos piloso pa ra la sensibilidad de contacto, termi naciones libres intraepi teliales pa ra la sensacion dolorosa meca nica . EI estirnulo tactil pasa p OI' las vias nerviosas perif'ericas, cuyas neuronas se encuentran en los gan­glios espinales, y a traves del cuerno posterior a la rnedula espinal, y a traves de su cordon poster ior (vias mecl ulares) al cerebro, a la zona de la sensibi­lidad sornatica en la circunvo lucion cen tral posterior. De esta manera, la sen­sacion de contacto se hace consciente.

Todos los estimulos que inciden desde el exterior sobre las cubiertas cor­porales (estimu los somatosens itivos) se elaboran en los centres nerv iosos me­dulares y cerebrales, e inducen a traves de interconexiones neura les ada pta­ciones a los estfmulos.

Asi, tarnbie n los estirnulos aislados del masaje inducen, segtin la intensidad de las maniobras y la extension de la superficie tratada , sensaciones y efec tos gener ales diversos. EI acariciamiento lento , rltmico y sobre grandes superficies produce relajaci6n ; las fricciones puntiformes, localizadas, toni fican.

Resumen: EI acariciamiento estimula los nervios sensitivos de la piel y produce, por via neur al , efectos generales.

Utilizacion: Como etapa inicial de un masaje, el acariciamiento induce relajacion genera l. Esta relajaci6n es necesaria si se desea actual' sobre capas tisulares mas profundas. Asimismo, el acariciamien to intercalado entre ma­niobr as de masa je doloro sas tiene el efecto de alivial' el dolo r y de reducir la ten sion de defensa . Especialmente en los nifios, el acariciamiento puede resolver estados de inqu ietud .

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Lugar de acci6n . Via de acci6n • Efecto 41

2) Tod as las tecni cas manuales qu e se reali zan en progresion hacia el corazon y bajo con tac to directo continu o con la piel , es decir el acaricia miento y el amas amien to, ejercen, si la presion es su ficiente, un efe cto de ex presi6n mecdnica sobre las ven as y los vasos linjaticos.

El efecto acariciant e sobre las venas normales solo mejora Ievernente el flujo , ya que la san gre es ta continuamente en movimiento rapido. P OI' el con­trario , en los enlentecimientos del flu jo venoso ca usad os por venas dil at ad as, el efec to depletorio se reconoce con fac ilida d.

Resulta mas inten so el efe cto so bre las vias lin fat icas, en la s q ue el flujo del fluido es sen sibl emente mas lento que en las venas, integrantes de la circu­la cion general. Est o se observa clar am ente cuando se ex ponen los vasos linfa­ticos para realiza r un a linfangiograffa, la representacion de las vias Iinf aticas con medi os de contraste radiologicos. Si se inyect a ba jo la piel una soluc ion de un colorante azul, al cabo de 20 0 30 minutos se re llena n las vias linf'ati cas subcu ta neas q ue va n hacia el corazon, qu e se manifi estan entonces como ban­das azules a traves de la piel. Un a vez abierta la piel por encima de es ta banda azul se reconocen cla ra mente, en el tejido graso subc utaneo , los vasos lin fa­tico s tefiidos de azul, del diametro de un hilo. Ah ora bien, si se ap lic a acari­ciam iento energico a la zona de piel en la que p revi am ente se inyecto el colo­rante, se ob serva al tiempo como los vas os linfati cos se llenan a ten sion con el coloran te y adquieren un di arnet ro va rias veces supe rior al ori gin al. P OI' 10

tanto , con el ma saje se ha aumentado y acelerad o la corriente linfat ica.

R esumen: Acariciamiento y amas amiento inducen local y mecan icarnente un a aceleracion de la co rr ien te linfati ca, y una aceleracion de la co rriente san­guinea en ve nas di lat adas y con estasis . Se trata de un efec to dep leto rio vascu­lar local.

Utilizaci6n: Se real izan acari ciarniento localizado y arna sarn ien to suave para la eliminacion de acurnulos de Ifquidos (ed emas) y de estasi s cro nicas , por ejemplo despues de esguinces y lu xaciones, en casos de varices, y en los edemas ortostaticos qu e aparecen especialmen te en las zonas maleolares en person as cuyos oficios 0 profesion es les hacen perm anecer largo ti empo en pie.

3) Las tecn icas de masaje con efec to de presion local mas int en so , es decir, las fr icciones, pu eden destruir celulas, especialmen te si estas se encuen tran en un es tado de edematizacion patologica (i gelosis! ) . Al destruirse las celulas se lib eran sustanci as del contenido celula r analogas a la histarnina, las llama­das «ho rmonas tisul ares». Estas actuan , como la ace tilco lina , a maner a de es­timulo parasimpati co , dando lugar a la dil ata cion de ca pilares acti ve s y a la apert ura de cap ilar es en reposo. Se pr oduce asf un inc rement o local ac tivo de la per fusion (hiper emia) . De sus consecuencias hab lar ernos ext en sarnente mas ad elante. Ocasionalm ente, las fri ccion es dan lugar al desgarro de ca pilares, a la salida de san gre al tejido int erst icial, y al hematoma. EI «card en al », cier­tam ente no es el prop osito de la Ir iccion, pero cu ando se produce un hema­tom a en zonas de tejido gelos ico , es te hematoma ac tiia del mismo modo que la autohernoter ap ia, como terapi a es timu lado ra . En el curso de la elirnina cion

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42 Teoria general del masaje

de la extravasacion se observa simultanearnente la elirninacion de la alteracion tisula r previamente ex istente y a causa de la cual se prescribio el masaje . Pero lo s efec tos de los cuerpos hi starninicos no solo SOn locales, sin o tarnbien sistemi­co s. A es te respecto esc rib e Hoff 10 que en la es timulacion de diver sos organos se producen es tos compuestos, «que po seen efec tos Iarmacologicos acusados, y da la impresion de qu e en el or ga nismo se inter cal an a menudo, en tre el efec to de un estimulo y la Iuncion por e l inducida , compuestos quimicos que su rgen d irectamente en el teji do por efecto del es tirnulo, y qu e dan lu gar a un a mo dificacion funcional de l organo 0 del organ ismo . Ya fisio logicarne nte, la piel es ta sometida a multipl es estimulos. Los compuestos activos qu e se forman en la pi el tienen la notabl e peculiaridad de pasar en forma ac tiva a la circu­laci on, y po r ta nto pu ed en desencadenar efe ctos no solo locales , sino generales».

POI' procedimienros ex perimen tales se determine esta correlacion de la ma­ner a siguien te : Se reco gieron muestras de sue ro sanguineo de un vo luntar io ta nto an tes como 10 minutos despues de un masaje . Esto s dos sue ros se adrni­nistraron por via in tra dermica a un segundo voluntario, pr oduciendo papulas tan iguales como fu ese po sible. EI su ero obtenido despues de l ma saje induce un agrandamien to de la papula mucho mayor (40 a 50 % ) que el recogido an tes de l masaje. Los fenornenos obs erv ados de reduccion de la pre sion arte­ri al , len tificacion del p ulso y reduccion de la cifra de leucocit os es tan relacio­nados con el efecto de este producto . La p rue ba de qu e la sus ta nc ia formad a en la pi el solo tien e efec to par la via circula taria la suministro Farok . Este investigador dernost ro qu e la sus tancia recien fo rmada so lo alca nz aba efectos (gen erales) cuando no se habia aplicad o una Iigadura a la ex tre mid ad en qu e se habian producido. Esta sustancia, inicia lme nte desconocida, se consider o com o analoga a la h ist amina, es decir, como hormona tisul ar , que se liberaba dur ante la destruccion de celulas, La dernostracion experiment al la consiguio Ruhmann, al aplicar a la piel y hacer penetr ar en ell a med iante iontoforesis , es decir con corrientes ga lvanicas debiles, d iferentes hormonas tisulares . En sus exper iencias, los efec tos de la acet ilcol ina res u lta ron co mple tame n te iguaies a lo s del masaje: se producia una reaccion cu ta nea hiper ernica. Segu n Ruh mann, tarnbi en la hiperemia demostrablemente local de las capas tisu lares profundas y de la musculatura esque letica que se induce pOl' el masaje se debe a la lib e­racion de sustancias con accion analogs a la de la acetilcolina.

Resum en: La fri ccion intensa in d uce 1a liberacion en el tejido de sus ­tan cias ana logas a la hist arn ina 0 a la acetilcol ina . Estas in du cen, por estimu­lac ion del parasimpatico, una hiper emia local, alcanzan por via ci rcula tor ia la tot alidad de l organi smo, y hacen asf pos ib le, por via humoral , la aparicion de efectos generales.

4) Con tod as las tecnicas de masaje, en el lugar en que este se ap1ica aparece rapidam ente un eritema. Este feno rneno pu ed e rep roducirse a vol un tad en cua lq uier punto de la pi el.

10. Hoff , F.: Unspezijische Th erapieund natiirliche Adwehrvo rgiinge. Springer , Berlin, 1930.

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Lugar de acclon . Via de accion . Efeeto 43

El color de la p iel depende de su perfus ion. Cua ndo la perfu sion es escasa , la pi el es p alida , y eua ndo la perfusion es a bun da nte, se h ace de tonalid ad 1'0­

jiza . Lo s vasos sangu ineos que dejan transparentar el color de la sangre son las ramificaciones perifer icas ma s finas del sistema vascul ar cerrado : las arte­ri ol as y cap ilares. Estos vasos son tan pequefios que no se pueden pe rcibir a sim ple vista . So lo co n la arnplificac ion sumin istra d a por un ap ara to adecua do, el m icroscopio de capi lares , es posible verlos en el sujeto vivo .

Epp inger ha estudi ado el ef ecto del m asaje sobre la pe rfusion muscula r con ayuda de inyecciones de tinta ch ina , y h a observado que con e1 masaje se abren tarnbien mul tip les ca pilares en la masa muscu lar que previamente no eran pe rmeables .

Con arreglo a estas inv estigaciones de bemos suponer qu e en tod a cap a t isu la r sometid a al est imulo mecanico del masaje se produ cen en los ca p ilares los mi sm os fenornenos : capilarizacion, d ilatacion de los capilares y ace lera­cion del flu jo ca p ilar.

El ori gen de estos efec tos sobre los capi lares, como consecuenc ia de la lib e­radon de hormon as t isulares, se h a d iscu tido ya . Sin embargo, difer entes ob­servac iones permiten llegar a la conclusion de qu e, aparte de este proceso q uim ico , los vasos sa nguineos tarnbien exp er imenta n un a variacion de cal ib re a t ra ves de la esti rnulacion de lo s ne rvi os de sus p ared es,

Tarnbien el dermografismo debe comprenderse com o un proceso neura l. Si frotamos suavernente, por ejemp lo, la piel de la espalda co n el extrem a ramo de u na cerilla , Ia linea de roce pal idecera inicialm entc. p ara luego enrojecerse . El b reve pla zo h ast a la apa r icion de la reaccion, y la l im itacion espacial de la m isma a la linea de roce , as f como las man ifestaciones patologicas de l der­mog rafismo (tales como el halo de pa lidez qu e ro dea la line a eriternat osa) de­mu estran eI mecanisme neurcgenico.

El estfmu lo con efec to va scu lar pue de u til iza r dos vias neurales: POl' una parte, la de los nervios sen sit ives espi n ales hasta el ganglio Esp inal y a traves de l cuerno po ster ior a 1a sustancia gris medular, Y por otra , la de l plexo vascular a trave s del gan glio simpatico segmenta rio , el ramo cornunicante blanco y el cue rno poste rio r a Ia sus tancia gris medul ar. Las vias afere ntes (es decir , las fibras nerviosas que conducen a la medula) terminan d irectarnente 0 a tra­ves de celulas interrned iar ias en las ce lulas ve ge tativas de los ha ces laterales de la medula . Las fib ras simp a ticas eferen tes ab an donan 18 me dula a traves de

"las raices an te r io res , alca nzan el gang lio simpatico correspo ndie nte a tra ves del ra mo comuni ca n te blanco . y pa san , despues de una sin aps is ga nglio nar, a t rav es del ramo comunicante gris , a lo s nervios espin ales, que se di ri gen a la s cu bi er ­tas corporales. El ef ecto de la transmi sion eferente de esu m ulos se hace entonces observable en los va sos perifericos.

Ahara b ien, lo s estirn ulos qu e to man la via aferen te a traves del plexo va scular pueden se r derivados , al lIegar a las column as Iateral es (a la s que segun Scheidt 11 estan conectado s vegetativa rnente lo s orga nos interne s). a la s

11. Scheid t, W.: Die Bindegewebsmassage nacb Leube-Dicke im Spiege l der Leit­werklehre. Anthropologisches Institut der Universitat Hamburg, 1953.

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44 Teoria general del masaje

visceras, dando lugar a los llamados reflejos cuta neo viscerales. Est a es la base cientifica de los efectos segmentarios 0 metarnericos del masaje. Esta tecnica fue desarrollada hasta constituir un sistema ter ap eutico recon ocid o por Kohlrausch y Teirich-Leube, bajo el nombre de «rnasaje del tej ido conectivo».

Adicionalmente, los estimulos afer entes pueden ser cond uc idos , si su in­tensidad es suficiente, mas alla de las sina ps is metam ericas hacia el sistema nervioso cen tral, a los centros veget at ivos en el mesen cefalo . De es ta man era se explican los efectos generale s veget at ivo s del masaje. Sin emba rgo, al estar los cen tros vegetativos en estrecha relaci6n funcion al con la hip6fisis, resulta tam bien imaginable una acci 6n del masaje sobre es ta , y po r tanto sobre el sis­tem a endocrino .

Resum en: Tod as las tecnicas de masaje pos een efec tos vascu lares . En el area directamente some tida al ma saje se obse rva n capila rizaci6n y ace leracion del flujo capilar . Se ha demostrado qu e est os efectos se producen de man era local-humoral y refleja -neural. Son posibl es las sigu ientes deri vacion es de los estfrnulos aferentes sens itivos 0 vegetativos:

a) Retroderivacion segme nta ria : Efer encia a los vasos periferi cos. b) Derivacion segme ntaria: Efer encia a los organos internos.

5) El efecto cir culatori o local del masaje anteriorme nte de scrito, con el resultado de aumento de la perfusion, tiene consecuencias importantes. Lo s capilares son un compon ente imp ortante del sistema circu latorio, puesto que en ellos se cumple la tar ea de la circ ulac ion san guine a ." Ti enen como Iuncion el aporte a todas las po rciones del organismo de oxigeno y nutrientes y el transporte y eliminaci6n de los residuos del met abolismo. El cor azon, la s arte­rias y las venas estan al servicio de esta funcion , e igu alm ente los vasos linfa­ticos, para el transporte y eliminaci6n de agua, p rot einas y residuos metaboli­cos. Un capilar tipico tiene entre 0 ,5 y 1 mm de longitud , y en tre 8 y 10 mile­simas de milimetro de diarnetro. Se encuentran intercal ados en numero casi infi­nito entre las arterias y las venas, y representan el limite en tre los vasos que llevan la sangre del corazon a la periferia y los que la iIevan de la periferia al corazon, limite que a menudo se manifi est a ya en su aspecto de lazo u hor­quilla, La perfusion depende del est ado de activida d del organ o afectado; su adaptacion a la funcion se regula por una parte po r estimulos nerviosos cen­trales, y por otra localmente por los productos met ab oli cos de reaccion acida (por ejemplo, acido lactico), que in terrumpen localm ente el tone simpatico general existente durante el esfuerzo, con vasoconstricci6n periferi ca genera­liza da, dando lugar a vasodilataci6n capil ar po r efec to par asirnp ati co. Se ase­gura de esta manera que la zona mu scul ar acti va reciba un a perfu sion aumen­tada, mientras que simulta nearnen te se yugula el aporte a zonas mu sculares inacti vas. Vol veremos mas ad elante sobre este tem a. Krogh 1 3 ha demostrado

12. Hoff, F.: Klin ische Physiologie und Pathologie. 6.a ed . Georg Th ieme, Stutt­gart, 1962.

13. Krogh, A.: A nalomie und Physiologie der Capillaren, Juliu s Spr inger, Berlin, 1924.

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45 Lugar de acclon . Via de ace ion . Efecto

que en los or ganos y tejidos activos se permeabilizan mu lt iples capilares que estan cerrados en estado de reposo, con 10 que la superficie vasc ular total dis ­ponible p ara intercambio de productos aumen ta y pued e alcanzar una exten­sion cons iderable . Cit amos a continuacion datos tornados de Bur ger : 14

Especie anima l: Cobaya

Condiciones N ume ro de

capilares por mm?

Superjicie capilar, en

em " por em" de musculo

Volumen capi­lar, como % del vo lumen de m usculo

Reposa 31 3,0 0,02

Reposa 85 8,0 0,06

Esfuerzo 2500 360, 0 5,50

Maximo 3000 750,0 15,00

Es dec ir, bajo condiciones de esfuerzo max imo, el volumen de los capilares puede llegar a representar hasta un 15 % del volume n del mu scul o. Por tanto, existen siempre considerables reservas de espacio capil ar.

EI efecto circulatorio local del mas aje hace pos ible aprovechar terapeutica­me nte las condiciones ana tomicas citadas, es decir , las reservas capi lares de ar eas tisulares en rep oso, ya que por medio del masaje conectamos estas reser­vas al sistema cir culatorio. La cap ilarizacion y 1a dilatacion de los capilares incremen tan la superficie de interca mbio entre la sangre y los tej idos, com o ya se ha discu tido, de man era sign ificativa . Los mediadores liberados durante el masaje mej or an simultaneamente la perm eabilidad de los capilares y de las supe rficies int ercelulares. De esta man era se fac ilita el intercambio que se rea­Iiza entre la sangre y los tejidos. Los comp ues tos energeticos y el oxfgeno se ofr ecen a los tejidos a traves de un a superficie mayor y mas facil de atraves ar (mejora del apo rte). Al ace lera rse simultan eamente por el estimulo del masaje el retorno venoso y el flujo linfat ico, mejora tarnbien la eliminacion de resi­

, duos y ca tabo litos de los tejid os. Vemos as! que a los efe ctos circulato rio s local es del masaje se acopla inseparablemente un efecto sobre el metaboli smo local , COn el resultado fina l de una regeneraci6n del tejid o tratado. Es tos efec tos se han demo strado de ma nera ev idente med iante experienc ias sobre muscul os agotados.

Respecto a los efectos del masaje sobre el musculo can sado 0 ago tado, mu l­tipl es expe riencias han dem ostrado qu e existe una gra n dif erencia entre la capacid ad de rendimien to de un miisc ulo al qu e, despues de h ab er llegado al

14. Burger, M.: Pathologische Physi ologie. Thieme, Leipzig, 1953.

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46 Teoria general del masaje

es tado de cansancio, se ha aplicad o masaje du rante 5 a 10 minutos, y la de un mu sculo en condicion es similares , al q ue solo se han concedido 5 a 10 m inutos de repas a para recuperacion. Con cret amente, si can samos un miisculo hasta el agotamiento y 10 sometemos seguid amente a masaje, vuelve a quedar en con­diciones de cumplir un rendimient o que no solo iguala al que p rod ujo el ago­tarni ento , sino que habitualmente 10 supe ra (llegando com o valo r maximo al doble). P Ol' el contrario, el rmisculo agotado al que solo se concedio un a fase de recuperacion de igual duracion a la del masaje no fu e capaz de recu perar la cap acid ad de ren dimi ento pr evia .

Kirchberg 15 sostiene qu e es el «organo con ectivo » el punto de accion del ma saje , y debemos recordar aquf 10 anter iorme nte dicho sobre piel y mu scul a­tura, puesto qu e es en el tej ido conectivo dond e se !levan a cabo prin cipal­mente las modificacion es tisulares cond icionadas por el metab olismo, pero tam­bien tod os los procesos inflamatorios. La alteraciones patologicas del tejido conectivo dan lugar a modifica cion es de las impresiones palpatori as (H art­mann 16) , bien exclus iva mente en la piel 0 exclusivamente en el tejid o conec ­tivo subcu ta neo 0 en ambos, bien reco noci bles entre los mu sculo s y so lo apa­renteni ente dentro de eIJos, bie n en aposicion directa sobre el periostio . La supe rficie cuta nea ap arece entonces a menud o tensa, sin pliegues , brillante por la ten sion, y mu estra un incremen to del e ritema inducid o por presion. La pal­pa cio n experimentada aprecia un a resisten cia elas tica c1aram ente aumentada, y un espesamiento 0 emp astamiento del tejid o , de con sistencia firme-elastica. En los casos mas graves, la piel parece estar adherida a los tejidos subyacentes, y el tejido graso y la musculatu ra parecen esta r fundid os el uno a la otra , Esta s altera ciones no tien en qu e cursa r Io rzosarnente con dolor, en un prin­cip io . Su capacida d algogena aparece, sin embargo, siemp re q ue se actu a cons­ciente y repe tidamente sobre elias con una p resion fuerte 0 un masaje per fric­cion. La consecuen cia es un dolor inmediato y un eritema cutaneo durad ero.

Los es tud ios de Sch ade 17 han su mi nis trado datos con cretos respecto a la fisiopatologia de es tas al te raciones de Ia cubier ta corpo ral. Es te in vestigad or demostro de man era convincen te que los Ienomeno s descritos cursan con mo­dificacion es fisicoqu imicas de los coloides tisulares. La s soluc iones co loidales pueden pasar del estado sol aJ est ado gel , en tre otras caUS8S, par carnbios de temper at ura 0 pr esion, 0 por los efectos de sales, acidos 0 bases qu e ca usan dilatacion de las partfculas, y volver del estado gel al estado sol al re mit ir dicha d ila tacion .

El mantener constante el est ado coloidal de sus componentes tisulares es una Iuncion regulat oria importante del organ ismo vivo . Esta Iuncion puede perderse, por ejernplo , por cau sas externas : acci on sobre la pi el del calo r, el frio 0 la humedad , pero tarnbien como consec uencia de enfermedades infec­

15. Kirchberg, F.: Handbuch der Massage und Heilgvmnasiik . Thieme, Leipzig, 1926. 16. Hartmann, F.: Muskelrh eumatismus und Massag e. M ed . W elt, 14: 1930. - Ibid .:

Funktionell nervose Storu ngen inne rer Organe bei einer gelosen Erkrankung der Decke. Wien. klin. Wsch r., 1.2: 197.7.

17. Schade : Pliys ika lisc he Chemic in der inneren Mediziu. 3.a ec'.

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47 Lugar de acclon . VOla de acclon . Efecto

ciosas. Esta s acciones externas 0 internas causan de manera aguda, subaguda o cro nica gelosis en las cubie rtas corp orales y - a traves del tejido conectivo­tarnbien en la musculatura. Esta situac ion se caracteriza poria prese ncia de dilataciori/ edematizaci6n , aumento de la consistencia, aumento de la resisten­cia a la presion, alteracion de la circulacion sangu inea y de los fluidos tisulares, alteracion de la movilid ad de las capas tisulares entre sf y -nuevamente a tra­ves del tejido conectivo- efectos sobre la Iuncion muscular. Schade designa las lesiones asf surgidas del coloide tisular con el nombre de gelosis por en­friamiento.

EI efecto sobre la permeabilidad de las superficies limitantes celulares debido a la liberacion de hista mina hace supone r la posibili dad de influir ter apeutica­mente sobre las alteraciones coloidales celulares .

Resumen: El efecto circulatorio local del masaje tiene por consecuencia un efecto igualmente local sobre el metabolismo. Este efecto comprende:

- Aumento de la superficie de inte rcambio entre la sangre y los tejidos. - Aceleraci6n del intercambio de sus tancias en el sentido de una mejora

de la nutrici6n y de la elirninacion de metabolitos tisulares. - Efectos sobre las alteraciones pa tol6gicas del estado coloidal celular

y tisular.

£1 exi to del efecto metabolico se aprecia en la eliminacion de alteraciones tr6ficas, la norm alizac ion del int ercambio de sus tancias, Y la conservacion de la elast icidad del tejido conectivo,

6) Junto a las interacc iones funcionales «horizontales» descri tas, como la de efecto circulatorio local -efecto metabolico local, existen tarnbien interaccio­nes funcionales «verti cales»:

Alteracion local de la perfusion-modificacion circula tor ia sisternica . Alteracion local del met abolisrno-ef'ectos metabolicos sisternicos.

EI sistema vasc ular cer rado y cont inuo, con el corazon como motor , las arterias y venas como canales condu ctores, y los capilares intercalados entre estas ultirnas como superfic ie de intercarnbio, tiene por Iuncion el apo rtar a los orga nos Ja cantidad de sangre necesaria para su actividad. Esta cantidad de sangre varia segun el rendimiento mornentaneo del organa , y se regula POl' via refleja . Sirnultaneamente al incremento del flujo capiiar inducido por los productos del metabolismo (que aparecen durante la actividad) y la acetiI­colina , 0 «refl ejo nutricional» de W . R . Hess, las arteri as aferen tes se dilatan po r efecto reflejo, con una con st riccion pa ra lela igualmente refieja de otras zonas de la circu lacion. Asf, durante la actividad muscul ar los orga nos diges­tivos se yen especia lmente hipoperfundidos. Prccisamcnte las rnismas modifica­ciones de la distribucion sauguinea se prcducen du rante el masaje , y conc re­tamente Iavoreciendo 18 zona sometida al mismo. POl' otra parte , el masaje

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48 Teoria general del masaje

requiere -y me parece especialmente import ante acen tua rlo- , para conseguir un efecto circulatorio local, las siguientes con diciones previas:

a) Un aparato circulatorio capaz de rea ccion. b) Una distribucion sangufnea periferica inalterad a. c) Vasos perifericos capaces de reaccion.

Tenemos en cuenta la importanci a de la circulac ion en su tot alid ad al prohi­bir la aplicacion de masaje inmedi atament e despu es de las com idas principales, y al aconsejar no aplicar el masaje inmediatament e, sin pau sa de reposo, despues de aplicaciones termicas mayores (aire caliente, hid roterapi a).

Podemos explicar la distribucion sangu fnea peri feri ca inalter ada con el ejemplo del embolismo arteri al en un a extremidad . Si se l1eva a cabo un ma­saje local en un caso de emb olia arteria l ex istente, el estimulo del masaje l1 e­gara sin duda a los vasos sanguineos, perc el aumento de la perfusion como consecuencia del estfmulo no llegara a produci rse por causas purament e me­canicas, ya qu e el embolo bloquea la corriente sanguinea. La repl eci6n san­guinea de los vasos no dep end e solo de su diametro, sino tambien de su con­tenido, es decir , de la sangre , y tambien de la presion arterial gene rada por el corazon.

EI requisito de la cap acidad de reaccion de los vasos perifericos ex ige, en fin, mantener alejado todo tipo de estimulo capaz de limitar dicha capa cidad. EI alcohol produce una paralisis de los vasos perifericos en situaci6n de vaso­dilatacion, mientras que la nicot ina indu ce paralisis en estado de vasoconstric­cion. Por esta s razones consideramos que, durante un tr atamiento de masaj e, la abstenci6n de utilizar estos peligrosos pr oductos es condici6n previa para el exito del tratamiento. EI masajista tiene la tar ea de informar y explicar al pa­ciente estas correlaciones. Si el pacien te no respeta las reglas de conducta du ­rante el tratamiento, el mismo sera responsabl e de la falta de exito .

La uni6n entre los efectos metab6licos locales y generales se hace cornpren­sible al considerar la sangre como medio de tr ansp orte. La sangre l1eva al tejido el oxfgeno y los nutrientes necesarios , y retir a de el el anhidrido carbonico y los productos de degradaci6n resul tantes del metabolismo, qu e actiian como mediadores del cansancio. POl' ejemplo, es posible llegar a fatigar a un animal transfundiendole la sangre de otro animal compl etament e agotado. EI empleo ulterior, la degradaci6n y la eliminaci6n de estos productos del metabolismo se transfiere, porIa via hernatica, a otros 6rganos: el intercambio gaseoso al pulm6n, la ulterior transformaci6n metab 6lic a al hfgado, y la excreci6n de los productos finales al rifion.

Resumen: Al efecto cir culatorio local del masaje esta acoplado un efecto circulatorio sisternico, y a su efecto metab61i co local un efecto metab6lico ana­logamente sisternico, en acoplamiento funcion al. Los efectos sisternicos citados estan interrelacionado s entre sf, y ademas con las fun ciones de todos los 6rganos restantes. Podemos por 10 tanto afirmar con fund amento que el masaje esta en condiciones de intervenir en todas las fun ciones del organi smo.

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Indicaciones 49

7) La exp licaci6n de los efectos de masaj e bre el estado de tension de la musculatura es di ffcil, y req uiere c nsidera iones fisiologicas de mayor enver­gadu ra ." (Vease la discusi6n en la agina 30 ':' sigui ntes.)

El estimulo adecuado pa ra 105 organos sen - ria es propioceptivos del rmiscul o es la deformaci6n mecanica. "

Ap licado al masaje, esto signifies que n exis:e '':.. es .imulo mejor ada ptad o a los recep tores de la tr ansmisi6n de es irnulos .:. sd ~ hacia el rmisculo qu e la di sten sion , amasam iento 0 petrissage.

INDI CACIONES

Es el medico quien de termina la ap li - 2 i'n rer apeu ica del n saje . Por est a razcn , los corne ntarios respecto a su s ind i a ior.es inreresaran prirnor di lmente a los med icos. No s esforza remos en eim mr ar :3 -;? x_erie ncia mp iri a de 12 eficac ia del mas aje sob re alteraciones pa w l ' gica s .e las cubie rras corporales y de la mu scula tura con los conocimientos de S'': S e .ecros fisi log icos.

Correspondiendo con su efieac ia local sobre l perfusion de los tejidos tra­tados y el estado de tens ion muscular, resultan 3 esibles I masaje todos aque­llos es tados pa tol6gicos que condicionan , por La parte . alteraciones de la perfusi6n con la consecueneia de una alrera ion del me tab olismo , y por otra alte ra ciones de la musculatura con todas las con secuencias de la red ucci6n y lirnitacion funcional. En resumen , Storck desc rib e el campo de ap licacion del mas aje con la frase siguien te :

«Dondequiera que deba conseguirse un incremento de la cap acida d p ara cumplir las ex igenc ias planteadas, es decir , donde se haya impl antad o un cierto cansancio organico y tisular, el estfm ulo del masaje es el med io curativo mas eficaz»; y des igna al masaje como un regulad or de la fu nci6n .

Si nos pl an teamos el tipo de h alla zgos local es, debemos exclu ir y descartar aquell as alteraciones reflejas de las cu biertas corporales que represen tan , ba jo forma de aumento palpable de la ten sion con re tracciones y edema tizac iones p arcialmente visibles y con aspecto de superficie 0 de banda en el tejido co­nectivo , alteracio nes patologicas de organ os int ernes . En est as al ter aciones conectivas reflejas, sobre las que inc ide el estimulo de traccion del mas aje del tejid o conectivo con la finalidad de lcanzar un deem sobre los 6rganos, ob­

.servarnos una uni formidad de los Ienomenos ap r ri tes frente a la variab ilidad de las causas desencade nan tes.

«Las zonas del tejido con ectivo , qu e aparecen como las de la p iel y la muscu lat ura en las mas d iversas enter nedades bajo igual apa rien cia , pero s610 con diferente intensidad, no pueden nu nca su minis trar al explorador datos acerca del tipo de enfe rmedad, sino 5610 respecto a su loca lizac ion event ual », establece T eirich-Leu be en su Grundriss der Bindegewebsmassage,"

18. Rein-Schneider : Phvsioloeie des Men schen. Springer, Berlin, 1956. 19. Hensel, H., en Keidel, W . D.: Ku rzgejasstes Lehrbuch der Physiologie. Georg

Th ieme Verl ag, Stuttgar t, 1975; 20. Teiri ch-Leube. 2.a edici6n . Gu stav Fischer Verlag, Stuttgart, 1960.

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Indicaciones 49

7) La exp licaci6n de los efectos de masaj e bre el estado de tension de la musculatura es di ffcil, y req uiere c nsidera iones fisiologicas de mayor enver­gadu ra ." (Vease la discusi6n en la agina 30 ':' sigui ntes.)

El estimulo adecuado pa ra 105 organos sen - ria es propioceptivos del rmiscul o es la deformaci6n mecanica. "

Ap licado al masaje, esto signifies que n exis:e '':.. es .imulo mejor ada ptad o a los recep tores de la tr ansmisi6n de es irnulos .:. sd ~ hacia el rmisculo qu e la di sten sion , amasam iento 0 petrissage.

INDI CACIONES

Es el medico quien de termina la ap li - 2 i'n rer apeu ica del n saje . Por est a razcn , los corne ntarios respecto a su s ind i a ior.es inreresaran prirnor di lmente a los med icos. No s esforza remos en eim mr ar :3 -;? x_erie ncia mp iri a de 12 eficac ia del mas aje sob re alteraciones pa w l ' gica s .e las cubie rras corporales y de la mu scula tura con los conocimientos de S'': S e .ecros fisi log icos.

Correspondiendo con su efieac ia local sobre l perfusion de los tejidos tra­tados y el estado de tens ion muscular, resultan 3 esibles I masaje todos aque­llos es tados pa tol6gicos que condicionan , por La parte . alteraciones de la perfusi6n con la consecueneia de una alrera ion del me tab olismo , y por otra alte ra ciones de la musculatura con todas las con secuencias de la red ucci6n y lirnitacion funcional. En resumen , Storck desc rib e el campo de ap licacion del mas aje con la frase siguien te :

«Dondequiera que deba conseguirse un incremento de la cap acida d p ara cumplir las ex igenc ias planteadas, es decir , donde se haya impl antad o un cierto cansancio organico y tisular, el estfm ulo del masaje es el med io curativo mas eficaz»; y des igna al masaje como un regulad or de la fu nci6n .

Si nos pl an teamos el tipo de h alla zgos local es, debemos exclu ir y descartar aquell as alteraciones reflejas de las cu biertas corporales que represen tan , ba jo forma de aumento palpable de la ten sion con re tracciones y edema tizac iones p arcialmente visibles y con aspecto de superficie 0 de banda en el tejido co­nectivo , alteracio nes patologicas de organ os int ernes . En est as al ter aciones conectivas reflejas, sobre las que inc ide el estimulo de traccion del mas aje del tejid o conectivo con la finalidad de lcanzar un deem sobre los 6rganos, ob­

.servarnos una uni formidad de los Ienomenos ap r ri tes frente a la variab ilidad de las causas desencade nan tes.

«Las zonas del tejido con ectivo , qu e aparecen como las de la p iel y la muscu lat ura en las mas d iversas enter nedades bajo igual apa rien cia , pero s610 con diferente intensidad, no pueden nu nca su minis trar al explorador datos acerca del tipo de enfe rmedad, sino 5610 respecto a su loca lizac ion event ual », establece T eirich-Leu be en su Grundriss der Bindegewebsmassage,"

18. Rein-Schneider : Phvsioloeie des Men schen. Springer, Berlin, 1956. 19. Hensel, H., en Keidel, W . D.: Ku rzgejasstes Lehrbuch der Physiologie. Georg

Th ieme Verl ag, Stuttgar t, 1975; 20. Teiri ch-Leube. 2.a edici6n . Gu stav Fischer Verlag, Stuttgart, 1960.

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50 Te oria general del masa]e

En las discusiones que siguen verern os que tarnbien en las alteraciones oa­tologicas del sistema locomotor llama la atencion la uniformiel ad el e los ha ll~z ­gos frente a la multi pliciel ad de causas desencad enantes.

En las enfermedacles de las visceras aparecen alteraciones refl ejas no solo en el tejielo conect ivo, sino tarnbien en la musculat ura. El ejemplo mas cono­cido es proba blemente la contractura abdominal en la apenel icitis aguda. Estas mcdificaciones ele la tension muscula r no solo se aprecian en enfe rmedael es inflarnatorias agudas, sino tarnbien en 18S enferrned ades cronicas y en altera­ciones funcionales de los orga nos in tern es. Kohlrausch 2 1 introelujo, pa ra su trat amiento, el «rnasaje de zonas reflejas».

Ahora bien, 110 todas las alteraciones visibles y 'palpables de la piel, del teji do conectivo y adiposo subcutan eo y el e Ja muscu la tura son consecuencia (refleja) de enfermed ades de los orga nos int ernes. Con mayor frecuencia, las altera ciones de estos tejidos tienen su causa en factores exte rnos , 0 en enfer­medades del propio aparato locomotor , y son estas las que form an el campo de ap licac ion del masaje clasico . Se trat a principalmente e1 e los siguientes gru ­pos de enferrneda des : el «reuma», considera nelo este terrnino como denorni ­na dor cornun para un tipo de disfunci6n del tejido conectivo : la artrosis, como concepto de lesion ar ticular con degenera ci6n del cartilage : el trauma­tismo y sus secuelas; y la para/isis como con secuen cia de deficit neurologico.

La cornp rension de las ind icaciones e1 el rnasaje en casos de secuelas tr au­maticas y paralisis no ofrcce dilicultad es. Sin embargo, los conceptos de «reu­mat ismo » y lesion articular degenerative req uieren ex plicac ion ,

Son comunes a ambos los dolores cambiantes de caracterist icas reumat icas. A causa de su localizacion en las parte s blandas, estas manifestaciones han dado Jugal' a la denomina cion de «reuma tismo s musculares». La palpaci6n de las zonas afectadas evidencia alter acio nes el e la consistencia, localizadas en el tejido adiposo-conectivo sub cuta neo y en la muscu latu ra. En las masas museu­lares, un fino sentiel o del tacto perrni tira diferencia r estru cturas acordon adas o ahusadas, que se designan como con iractu ra 0 (mas limit adamente ) hi per­i onia y son expresion de una alte racion patol ogica del tono muscular , y estruc­tu ras mas redo ndeadas, de tam3110 var iable entre el ele un guisan te y el de una jud fa y dolorosas a la pr esion, las durezas musculares 0 miogelosis, expre­si6n de alt eracion es loca les del metabolismo de las ce lula s mu sculares.

Las miogelosis han sido objeto de especial intcres, ya que duran te mucho tiempo rein6 la incertidurn bre re spe cto a su subs tra te histolo gico . A es te res­pecto , Lange "2 escribe 10 siguien te :

«El tarnafio y forma de las miogelosis que dctecta el dedo expJorac1or es variable; depende del tipo de enfermedad a la cual se asocian, y de su localizacion. En los musculos grancles, carnosos, puede Iorrnarse una miogelosis de mayor tarnafio qu e en un rnusculo pequefio. La deteccion de las miogelosis en casos rec ientes requiere una gran experiencia y un sentido del tacto muy bien desarrollado. La modificaci6n

21. Kohlrausch, W. : R ejlex zonenmassage in Mu skulatur und Bin degewe be. Hipp o­kr ates Verlag , Stuttgar t. 1955 ,

22. Lang e, I'vl.: Die Mu skelhiirten (M yogelosen). Lehmann , Miinch en, 1931.

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51 Indicaciones

de la consis tenc ia m uscula r en ca ws de miogelosis recientes so lo se ev idencia me­d iante un a explor acion muy cuid adosa y co n la muscula tura tot al me n te rela jada . Las mi ogelosis que l1evan ya algun iempo de existencia son m ucho mas fa cilcs de evide ncia r. A men udo m uc stran u n grade co nside ra b le de du reza , y se deli­mit an mu y nitidamente de su entorno, Par a est os casos, la designac ic n de d ureza muscular es especialmenre ca racteristi 3 . Pes e a todo , se tiene siempre 1a sensa­cion de q ue e1 dedo ex plorado r se de s iza so bre tejido rnuscular.»

La alteracion 0 les io n b asic a de i s g losis musculares ha quedado ya acla­rada desd e el punto de v is ta hist 16gi.._. Ci t n s a l respecto a H arff : 2J

« jMiogelosi s co mo alteracion orgai i ntro de las miofib rillas! Lo s est ud ios de Wallraff han dccid ido ya el fin de la ' l":t::, i 'n s' b re si ex iste un hall azgo his ­tologico en las durezas musculares . Segu 'J. se p roduce p rime ro un a alteracion colo idal rev ersib le en la musculatu ra , Si st a alre acion persiste d ur ante algun t iemp o , las fibra s m useulares evidenciarar u rnem del nurncro de nucleos, luego desapar icion de las estrias transversa les, Y por fin egei eraran , siendo su luga r oc up ado por teji do graso. »

Vemos la causa de la s alteraciones gelosicas en alteraciones local es del meta­b olismo. Y est as no s610 se observan en la muscu la tura, sino tambien en el tejido ad ip oso-conectivo subcutaneo, e n e l gue la pa lpacion evi dencia tarnbien in duracicnes dol o rosa s. E n par al elismo a las miogelosis llama mo s a es tas iil ti­m as gelosis conectivas. Sobre su o r igen, Kirchberg 2< escribe 10 siguiente:

«Basando rne en rni experiencia, considero .yo tarnbien que el reuma tismo muscu­lar en la m ayoria de lo s cas os e s so lo un aspecto parcial de una alte racion patolo­gica de las cu bie rtas co rporales y del teji do de sos te n del organismo un ido a elias . Las cubiertas corporales no so lo se apoyan sobre la m uscu1 at u ra y el esqueleto, sino qu e se prolon gan en todos los intersticios en tre los ha ces, paquetes y capas rnusculares, hasta las estr ucturas esqueleticas p ro funda s que ellos rec u bren . E nt re las tareas de este tejid o celular y de sos ten subc uta neo se cue n tan la de rnant en er la normal desplazabil idad de todos los orga nos disp uestos en tre y bajo 61, y, de impo r ta ncia mucho m ayor , la d el transporte regul ado de ma teriales y flui dos . En el reuma tisrno muscular r Snico, la palpacion no s mucstra, en zo nas mas 0 menos am p lias , que ]a pi i , el ej ido celu lar subcutaneo y las es tructu ras subyacen tes estan adherido s unos a or r s . .orno fundidos en una unica ma sa . No "es aq uf el musc ulo el qu e ha en fer rnado p rim ero ; las d u rezas m uscular es se deben a tension m uscu lar re fleja . Len ta mc nie . sin em bargo, pa rcee que tarnbie n las fibras museu­lar es en ferman en el sen tido de una gclosis, a ca usa del insuficien te trabajo : indu ­rac io n musc ular.

Como causa princip al de la enferrn edad subyacente de l tejido ce lu lar y de sosten subc u tanec, considero que ex iste una deficiencia co nstituc iona1 de l organa cutaneo , que puede ser heredada, pero ta rnb ien adquirida a causa de ex igenc ias

23. Ha rff , T.: En W irbe{siiu{e in Forschung und Praxi s (vol. 26, pag, 55). Hippo­krates Verlag, Stuttgar t, 1963.

24. Kirc hberg, F.: Hand bu ch de r Massage und I-leilgym nastik. Thieme Ver lag, Leip zig, 1926.

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52 Teoria general del masaje

func iona les deficitarias (endu recimiento insuficient e, ab landamiento); cons idero tam­bien cau sas de igua l importancia los enfriam iento s du rad eros y repet idos. Con gra n frec uencia, ambas causas ap arecen juntas, ya que un organo cutaneo constitucio­nalmente deficiente se ver a ya patologicarnente alterado pOI' enfriamientos repe tidos leves, a los que un organa cu taneo sana no reaccionarfa de manera patologica . Las alte racione s meta bolicas juegan un papel como causas desencadenantes asociada s, ta l vez en el sentido de que esta cub ierta cutanea defectuosa no es capaz de con­seguir la elimi nacion de det erminados productos residuales del metab olismo. O bser­vac iones de afios de dur aci6 n sobre fam ilias de reum aticos me han demostrado que, en estas fam ilias, los individu os jovenes muestra n una capacida d des favo rable de rea ccion de la piel ante efectos de la temperatu ra, ya mucho antes de qu e ha gan su aparicion las pr imeras moles tias reum ati cas. Estos ind ividuos no sud an adec ua­damente en respuesta al calor, y sien ten un frfo anormalmente intenso con des­censos relativamente pequefios de la temperatu ra. Es na tura l que estas persona s esten mucho mas expuestas a enfermedades e infecciones pOI' enfr iamie nto: en las enfermedades infecciosas, la pie l no pue de act uar como organo excretor, ni el tejido celular subcutaneo puede cumplir su fun cion de fo rmac ion de antitoxin as.

Asf debe exp licars e, en mi opin ion, la frecu ente asociaci6n de enfermedades musculares reurnati cas y enfermedades infecciosas repetitivas de diversos tipo s, asociacion qu e en muchos casos ha llevado a pensar que son estas infecc iones la causa de la enfermed ad mu scular reumatica , euando solo existe una causa cormin para ambos tipos de enferme dad. Ciertamente, a menudo una nueva infeccion induce un incremento de las mo lestias, ya que la infeccion impone al tejido celular y de sosten subcutaneo nu evas tareas, tal vez incluso causadas pOI' las alter acio­nes metab61 icas qu e apa recen en toda enfermedad infecciosa. Sin emb argo, tarnbien vemos a menudo, en pacientes con reumatismos mu sculares, la apa ricion de las primeras rnolestias articulares a continuacion de un a enferme dad infeccios a , 10 que prob ablemente se explica po rque tambien la membrana sinovial debe contarse entre los organos excretores 0 tra nsform adores del organismo ; p iensese , pOI' ejemplo, en las ar tr itis que acornpafian a las pa peras 0 al sarampion, etc., y que ap arecen p rincipal mente en individu os ffsicame nte deficientes y con orga no cu taneo defec­tuoso. El desconocimiento de estas correlac iones es la causa de que todos los pr o­cedimientos terapeu ticos del reumatismo musc ula r basados en combatir las enfer­medades infecciosas tengan, en mi opinion, escaso 0 nu lo exito , EI metodo tera­peutico domina nte es el mas aje, que no debe restringirse a las zonas induradas y rnomentaneam en te dolorosas, si bien estas deben tratarse en pr imera linea, puesto que el mas aje actua aquf en breve plazo aliv iando la tensi6n y el dolor, sino que debe tr atar de igual mod o la tot alidad de las cubiertas blandas del sistema es­queleti co,

Las induracione s y emp astamientos, que surgen de la cubierta cutanea y afec-. tan gradualmente a la totalidad del tejid o celular y de sos ten subcutaneo , implican tarnbien, de manera nat ural, un extraord inario obs tacu lo a la circulacio n, y produ­cen asimismo de mane ra gra dual lesiones graves del corazon y de los vasos. POI' tanto, tarnbien pOI' esta causa esta indicada su elirninac ion pOI' medio del masaje.

Tarn bien se da a menudo el nombre de reum atism o mu scular a un estado dolo­roso de la muscula tura de la espa lda , cuya ca usa es una deficiencia del tonG en estos mus culos (in suficiencia postural). T amp oco este tipo de afeccion puede in­fluirse favor ablemente mas que pOI' el masaje y ejercicios girnnas ticos ade cuados (gimna sia en dec ubi to).

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53 Indicaciones

Las dos form as que aca bamos de des cr ib ir de moles tias muscula re s reurn a ticas reaccion an por supuesto de manera extraordinariament e desfavorable a los efectos de l fr io y muy espe cial me nte a los enfri amient os grad ua les in sensibles, que a me­nudo ind uce n un empeoramien to agudo gr ave. En casi tod os los caso s de torticolis o ciatica agu do s por enf riamiento se ap recian en la exploracic n general los hechos arriba indicados, y la anamnesis del enfermo confi rm a regul armente la ex istencia previa de dolores re umaticos repe titivos en diversos puntos del cuerpo . Los reu­matism os mu scul ares agud os q ue se ap recian oc asion almen te en dep or tist as des­pues de un enfr iamiento se locali zan ca si sie rnpre en los lu gar es de traumati sm os muscuJ ares previos, 0 se adqui eren en situaciones de gran cansan cio. Dad a la actual eufori a int ernacion al respecto al deporte y la gimnasia, es necesario h acer notal' qu e incluso el deportist a mas en du rec ido se compor ta , en estado de cansa nc io y exc eso de en trena mien to , cua ndo se enfre n ta a un enfria rnien to, como un sujeto normal no preparado.

Lo s cas os rebeldes de cia tica , tortfcol is, etc., de presentacion aparcnternente tan aguda, deben so me terse imperativa mente y de inme diato a amasam ien to ener­gico ; habitual mente , de esta man er a remiten por co mp leto en un o 0 dos dias.»

Una vez concluidas estas puntualizaciones sob re las ge losis, no s dedica­re mos a las alteraciones de la tensi on de la mu sculatura. T arnbien est as se con­sideran in cl u idas en tre los llamados « re u ma tismos musculares», y a menudo se las asoci a a las alteracio nes locales de m e taboli sm o y perfus ion desc r itas anterio rmente. La a p a rici6n de dolor se asocia frecuen temen te con la f un c i6n de la musculatu ra , y se di agn ostican «do lo r im ien to s ligados a Iuncion » y «limi­taci6n del movimiento cond ici onada por dol or» .

Bru gger 03 designa estas a lter aciones de la act ividad fisiol6gica m uscular -siempre que no se trate de lesiones n eurol6gicas 0 verdade ras inflamaciones­con el nombre d e tendomi osis, y define este terrnino como «una a lte raci6n

muscula r funcional , que cur sa con dolor , que se presenta como s ituaci 6n ag ud a o croni ca, y que ca rece de sub stra to ana tomopa to l6 g ico 0 humoral d et ec table en la ac tua lid ad » .

R esp ecto a la patogenesis, Brugger dice :

Son n urnerosos los fa ctores que en la literatura se consideran ca usa del reu­matismo m uscular . Durante largo tiempo, es ta dol en cia se co n sidero asociada a una infeccion directa.Ni la sin torn at clogia clfn ica ni las bases anato rnop ato lcg icas ne­ga tivas han conseguiclo demost rar Ia opinion de qu e bacte rias 0 toxinas proced en tes de u n foco serla n res po nsab les de la enfermeclad, y raras veces ha tenido exito la eliminacion de un foco. No exis te, sin em b argo, duda alguna de que la ex posici6n a frio, hu medad 0 co rr ien tes, 0 los cambios bruscos de temperatura 0 de situ acion climatologica pu eden desencad en ar un acceso do loroso . T eni endo esto en cuent a, se h an sup uesto efectos neur ovegetati vos sobre el meta bolis mo y la circulacion, que, sin embargo, no se pu eden demost rar det aJladamente en la actu a lidad .

AI cc nsidera r los factores patogeni cos IJama la atencicn que la tendomiosis representa una alteracion muscular do lorosa , dep endiente de la Iuncion, y rev er­sible en todo mom ento. EI dol or asociad o a la funcion co nlleva una alterac i6n de

25. Brugger, A. : Uber vertebrale, radikalare un d pseudaradikulare Syndrome. Acta rheumatologica Geigy, 19: 1962.

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II

I

54 Teoria general del masaje

la contrac tilidad del rruisculo, que muestra una tend encia a fun cion ar por fascfculos (contracciones Iasciculares 0 fasci culaciones) 0 a adquirir car acter fsticas de espas ­ticidad fascicular (miogelosis). La alteracion muscular cesa en cuanto desaparece el agente pat6geno . Llegamos, por tant o, a la consideraci6n de que la tendomiosis representa un a altera ci6n muscular asociad a a mecani srnos retlejos de tipo neural y qu e se manifiesta por una sintoma tologfa de inh ibici6n de la fun ci6n que se in icia con el dolor imiento a la contracc i6n y progresa, pasando poria desorgani­zaci6n del decurso norm al de la contra cci6n (fasciculaciones) a la aparici6n del bloqueo de contracci6n (contractura fascicular, rigidez). La tendomiosis es, por tanto , expresi6n de un efecto bloqueante neurovegetative y se cuenta asf ent re los retlejos vegetativos mas importantes. Esto puede tambien explicar por que respond e favorablemente, si bien por 10 genera l de manera transitoria, a todo tipo de me­didas que intluyen sobre el sistem a vegetativo (medicamentos, bloqueo del ganglio estrellado, etc.). EI sindrorne de la tendomiosis pu ede, sin emb argo, rernitir por completo en cualquier momento, cuando se elimina el factor patogenetico, que es al mismo tiernp o el estimulo inicial para el arco retlejo aferente. POI' tant o, en este caso la base de todo tratarniento esta dad a, no por el facto r eti ologico, sino por el patogenetico.

EI hecho de que las tendomiosis y los estad os de irritacion articular tengan como ba se mecanismos retlejos vegetativ os hace comprensible el que sean accesibles a todo s los actos tera peuti cos cap aces de inducir un eiecto neu rovegetative.

En el ca p itulo p recedente hemos conocido la via de ac cion del ma saje como de tipo neurovegetative , y por 10 tanto tenemos con el ma saje un medio tera­peutico «e ntre las m anos» que cumple todos los requisitos para ejercer un efecto causal sobre tod as la s alt er aci on es que se reunen bajo el terrnino de « tendorniosis». Las ba ses fisiologicas es tablec idas resp ecto a via de acci on y efectos del masaje clas ico permiten fundamental' cie ntfficame n te su aplicacion.

Sin embargo, la musculatura no solo reaccion a ante estimulo s patogeni cos J

con un incr emento de su estado de tension, sino tarnbien con una reducci6n, -1 a cu ya ca usa volveremos mas ad elante. La s po sibilidades de alteracion muscu­lar - en cuanto indicaciones para el masaje- son las sigu ientes:

~1. Alteraciones de la tension muscular: Atonia como falta de tono. H ipot onia como reduccion del tono. Hipertonia (0 contra ctura) como aumento del to no de fascfculos museu­

lares (fas ciculaci ones) 0 de rruisculos. Rigidez com o aumento del to no de musculos 0 grupos musculares

enteros (contractura fascicula r), con adherencia simultan ea del tejid o deslizante intramu scul ar si pers iste durante mu­cho tiempo. j

2. Alteraciones de las celulas musc ulares : Miogelosis como expresion de alteraciones coloidales inicialmente re ­

versibles, pero con degeneraci6n fibrosa si persisten. 3. Alteraciones de la m asa mu scul ar: 1

At rofia como exp res ion de la inactividad inducid a por el dol or 0 la 1lesion .

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Indicaciones

Conc1uimos asi las consideraciones generales. La discusion sistematica de las indicaciones para el masaje que damos a continuacion no tiene la intencion de ser completa. Se intenta suministrar, desde el punto de vista de la localiza­cion principal de la alteracion a tratar, una vision de conjunto de las posibles causas y del modo de accion del masaje.

Alteraciones locales del tejido conectivo subcutaneo

En el tejido adiposo y conectivo subcutaneo se aprecian a menudo altera­ciones llamadas reumaticas, que se 'presentan bien aisladas 0 en asociacion con alteraciones musculares. Se las designa con el nombre de paniculosis (= fibro­sitis 0 adiposalgia) y cursan con dolorimiento periodico 0 persistente. A la exploracion, la piel y la hipodermis estan adheridas a manera de placas, y la deslizabilidad de las capas de tejidos falta, con 10 que, al intentar levantar un pliegue de piel, esta adopta un aspecto en «piel de naranja». Es caracteristica la sensacion, en esta maniobra, de dolor intenso, que se percibe como corte o pellizco. Llamamos a este hallazgo «gelosis del conectivo» 0, mas correcta­mente, «alteraciones gelosicas del tejido conectivo», Se aprecian, predominan­temente en el area posterior del cuello, a manera de almohadillas alrededor de la apofisis espinosa de la septima vertebra cervical, sobre el area sacra, en la region lumbar, sobre el musculo deltoides, en el area de los trocanteres, sobre el tracto iliotibial (las llamadas «bandas de general») y en la cara interna de las rodil1as.

La causa de la paniculosis se desconoce. Puesto que esta alteracion se apre­cia primordialmente en mujeres (y usualmente en la menopausia), se han im­plicado factores hormonales. Actiian como facto res desencadenantes alteracio­nes locales de la nutricion (troficas) y de la perfusion, y los efectos del frio. Se supone que bajo los efectos de estos factores, y en presencia de una debi­lidad constitucional determinada (veanse los comentarios de Kirchberg), se produce una deposicion de agua en el tejido conectivo-adiposo subcutaneo, a la que posiblemente sigue una degeneracion del conectivo.

Por medio del masaje -empleando acariciamiento intensivo y amasamiento superficial (con las puntas de los dedos)- es posible eliminar por completo estas alteraciones. Es caracteristico un fuerte dolor producido por el masaje y la aparicion de hematomas 0 cardenales, que solo se observan en estos

... casos y en las miogelosis. EI masaie induce, mecanicamente a traves del drenaje regional linfatico y por via refleja a traves de la mejora de la perfusion (el efecto circulatorio local), una regeneracion del teiido conectivo que se expresa por la normalizacion de los hallazgos palpatorios y el restablecimiento de la normal deslizabilidad, desapareciendo el dolor.

Alteraciones de la musculatura

En practicamente todas las alteraciones musculares se aprecian los siguientes hallazgos: alteracion del tono, alteraciones de la perfusion y del metabolismo,

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56 Teorta general del masaje

limitacion de la Iuncion y dolor. Desde el pu nta de vista causal pueden estar or iginadas pa r factores (a) musculares, (b) art iculares, (e) raqu ideos, (d) trau­mat icos, y (e) neurologicos, y las tratare mos aquf en ese orden.

Alteraeiones mus eula res de origen muscula r

Las alteraciones musculares que mencionaremos aqui se caracterizan por tene r su causa exclusivamente en la musculat ura esqueletica .

Observamos con frecuencia estados de deb ilidad constitucional de la mus­culatura en escolares y jovenes, especialmente en los de habito astenico, a los que por esta r usua lmente afectados los rmisculos extensores de la espa lda damos el nombr e de debilidad postural. Estas alteraciones se caracte rizan por la exis­tencia de rmisculos dorsales delgados, en parte hipotonicos y en parte hiper­tonicos, can escapul as salientes, arco do rsal redond eado y, en casas extremos, «vicios postur ales». Este tipo de «debil muscular » a menudo no presenta dolor, o presenta solo dorsalgia per sisten te leve.

Desde el punto de vista causal, estas alteraciones estan eondiciona das por las [ibras muscu lares por cuanto , al ser la musculatura demasiado debil desde su origen, no es capaz de cump lir la Iuncion de mantene r erec to el cuerpo. Este esfuerzo «normal» supo ne en estos casos ya un sobreesfuerz o.

EI tratamiento mediante masa ie consigue, especialmente empleando el arna­samiento, aumentar la perfusion (efecto circulatorio local) como condic ion pr e­via para la actividad, faci lita r la inerva cion voluntaria por medio de la dis­tension (la llamada preton ificacion) y desencade nar contracciones muscu lares por medio del golpeteo 0 «clappin g». Sin embargo, el masaje es solo un trata­miento adic ional pr epar atorio , ya que la meta terapeuti ca debe ser el fortale­ 1 cimiento de la musculatura por medio de ejercicios activos, es decir, por medio de un estfrnulo de esfuerzo dosificado.

La insuficiencia muscular de por ciones especialmente sometidas a carga del aparato locomotor (espald a, piern as, pies) es enormernente frec uen te, y una ind icacion impor tante para el masaje. Storck comenta al respecto:

«Si hemos de llevar a Ia practica el requisito de que es mejor preveni r que curar, es prec isamente en estas debilidades fun cionales de organos y tejidos donde existe un campo especialmente prometedor para la actividad medica. »

Como alterac ion de or igen igualmente muscular, es necesario diferenc iar de los estados de debilid ad el sobreesiuerzo de la musculatura, con el que nos enfrentamos bajo el nombre de «agujetas», En estos casos apreciamos desde miogelosis hast a rigidez, asociadas a dolor en reposo, dolor a presion y dolor jinducido po r el movimiento en los mtisculos 0 grupos musculares afectados .

Consideramos que estas alteraciones tienen su origen en la perjusion, ya , que los hallazgos locales, en una musculatura normalmente desarrollada, evi­dencian alter aciones metabol icas que se produ cen cuando el trabajo muscular Iexcede su perfu sion posible -condicion previa para un metabolismo adec ua­do--- . Entendemos por tanto las miogelosis y la rigidez como expresion de un

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Indicaciones

acrimulo , bien loca l 0 qu e afecta a todo el rmisculo, de productos ac idos del metaboli smo (acido lactico).

Las agujetas aparecen ante una act ividad corp or al desacostumbrad a, cuan­do a causa de un deficit de la economfa de la ine rvacion (si no ha sido edu­cada, esta es casi siempre cor tical) se aplican al esfue rzo demasiados mu sculos con un a contraccion excesiva . Piensese, por ejemplo , en las ac tividades de pelar patatas 0 jugar al tenis, qu e en el suje to caren te de practica inducen al poco tiemp o agu jetas en el antebrazo y el hombro .

Por otra parte, tambien ac tividades monotonas persistentes, como por ejem­plo el tra bajo con una maquina en el qu e se repiten una y otra vez los mismos movimi entos, pu ed e inducir sobreesfuerzo en determinados gru pos mu sculares, pese al entrena miento y habltuacion . Brugger llama a esta s alt eraciones, acer­tadamente, «tendomiosis ocupacionales», Cursan con los mismos hallazgos lo­cales qu e las aguj et as, y pu eden imitar otros cu adros, como por ejemplo, en el brazo, un a peri art riti s escapulohumeral 0 una epicondilitis humeral.

En es tas situaciones de sobreesfue rzo, el masaje tien e la tarea de movilizar los residuos metabolicos (efecto metabolico local) a traves de una mejora de la perfu sion (efec to circulatorio local), p ara 10 qu e resultan especialmente ade­euadas las maniob ras de am asamiento , ya que el or gano afectado es la mu seu­latura . EI masaje es al p rinci pio dolo roso, pero se hace pr ogresivamente indo­101'0 y agradable en la misma medida que la man a activa detecta una norrnali­zacion de los hallazgos palpatorios. Las alteraciones que solo llevan un breve tiempo de evolucion (agujetas) pu eden a menudo resolverse en una sola ses ion : aqu ellas que se han instaurado Ient am ente y du rante largo tiempo, como las tendomiosis ocupacionales, requieren ser ies de tratamientos (cura de masaje) a fin de conseguir su total eliminacion .

A/teraeiones museu/ares de origen artieu/ar

Miisculos y articulaciones fo rman la u nidad fu ncional del apa rato locomo­tor; amb ios tienen igual importancia para la conservacion de su Iuncion. La enfermed ad de un a de las partes acar rea con sigo alteraciones de la funcion del movimiento y alteraciones de la otra parte del aparato locomotor. No s son conocid as alteraciones art icu lares como cons ecue nc ia de paralisis musculares, y al teraciones musculares como signo de lesion es ar ticulares . Esta ultima posi­bilidad es la qu e vamos a di scutir.

Las ar ticulaciones se caracterizan po r la amplitud de sus movimienros y por su capacidad para soportar presion . Tod as las alter aciones articulares patolo­gica s, independiente mente de Sll cau sa , inducen por vfa refleja una limitacion del movimiento. Las capsulas ar ticulares tienen un a red nerviosa sensorial muy rica, que toma parte en la regul acion del tono y en la coordinacion de la museu­latura. Brugger observe , al estimular la capsula de diferentes articul acio nes, ir rad iaciones algicas tipica s a la periferi a , que no seguian la d istribucion neural , sino qu e inciden sobre la mu sculatura qu e moviliza la articulacion corrcspon­diente. Por esta mi sma vfa nos explicamos el origen de la fijacion mu scular

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58 Teoria general del masaje

en artropatfas dolorosas. En estos casos, la art iculac ion queda descargada en una posicion antia lgica por la hipertonicidad de rmiscu los 0 grupos muscula res adec uados, y qu eda proteg ida de mov imientos do loroso s por Ia atonfa y/o dolor en otros grupos muscular es (antagonistas) .

La artrosi s dejormante, concepto gener ico que designa a todos los procesos degenerativos cro nicos de los cartilagos, de mu ltiples cau sas, se acompafia de alteraciones muscu lares especialrnente llamat ivas y acentuadas.

Las articulaciones artrosicas acce sib les a la rnano pa lpadora (por ejemplo, la rod iIla) perm iten reconocer el roce 0 movimien to ca rac terfsticament e «artro­sico» . A menudo, los movim ientos con carga simultanea po r presion producen do lor, mientras que los movimi en tos sin carga (<<oscilaciones pendulares») se perciben como sensaciones agraclables.

La imag en radiografica evidencia las mult iples co.isecuencias de la dege­neracion cartilaginosa : estrechamiento de la in terlfnea art icular , y por tanto perdida de l cartil ago ar ticula r ; esclerosis cIel hueso subcondra l; expansi6n osea reactiva en los bordes de la ar tic ulaci6n (osteofi tos) : deformaci6n de las su­per ficies ar ticulares; y fina lmen te, imagenes qu fsticas como consecuencia de la pene tracion de l tej ido subcondral en el hueso esponjoso a cau sa de la sobre­carga de pres ion .

Estas alteraciones rnorfologicas se acompafian forzosamente de alter acio­. nes de la uti lizabilidad de las articulaciones. Encontramos un a reduccion de la capacidad de carga por presion y de la extension del movimient o, asociada a red uccion de la muscu latura y muy espe cia lmente de los rmisculos extensores; asi, por ejemp lo, en la ar trosis de rodi lla existe atrofia del cu adrfceps y en la coxartrosis atrofia de los gluteo s.

Sin emb argo, es erroneo suponer que la artrosis solo Ilega a inducir alte·· raci ones mu sculares cuando esta to talme nte desarrollada, como consecuencia de la reduccion de la ut ilizabilidad ar ticular. La artrosis es el estadio anatornico fina l e irrep arable de una degen eracion car tilaginosa de larga evoluci6n . EI desarrollo evolu tivo de la artrosis es a menu do c1fnicamente mudo, con ind e­pende ncia de si la causa ha sido una degeneracion sen il, un error en la di s­tribucio n de carga (obesida d, sobrecarga ocupaciona l, maldistribucion estat ica­anatomies) , una alteracion endocrina 0 una artri tis infecciosa pasada. EI cue rpo compe nsa alteraciones tra nsitor ias del mov imiento, y el sujeto afecto ignora dolores ocasionales, para los qu e en un pr inc ipio no es pos ible encontrar un substrato morfologico (por ejemplo, en la imagen radio16gica) .

Las alteracione s articulares, incluso las de una artrosis en desarrollo (<<pre· ar tros is») , estan asociadas a dolor de la capsula articular. La capsula art icular y el sistema de Iigame ntos fun cionan como limi te pas ivo cIe la ar ticulaci6n, y en el movim ien to son irritados por la tra ccion, con 10 qu e aparece un aumento del do lor . Este do lor se irradia, segtin se ha comentado, a los rmisculos qu e mueven la articulacion, y los ponen en ac tivida d media nt e mod ificaciones del tono, a modo de lim ites acti vos. Refiriendose a este fenorne no, Brugger hab la de «tendorniosis refleja en situ aciones de irritaci6n articular».

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59 Indicaciones

Para la articulaci6n alterada, la limitaci6n mus cul ar refleja supone una protecci6n y un alivio. El cuerpo compensa la limi tacion de movimiento, du­rante la act ividad, con las restantes articulaciones del miembro 0 de la columna vertebral. A menudo resultan entonces secuencias de movimiento antifisiolo­gicas para estas otras articulaciones, que inducen sobreesfuerzo 0 mala utili­zacion de sus musculos corres pondie ntes.

La ar tic ulaci6 n alterada se sigue utilizand o, y por 10 tan to no queda libe­rada del esjuerzo de carga por presion. Ciertamen te , la limitaci6n refleja de la movil idad da lugar a posiciones antia lgicas , pe ro causa sirnultaneamen te un desplazamien to de la ca rga hacia superficies ca rti laginos as habitualmente me­nores, Estos esfue rzos per carga err6nea de los cartilages articulares son a su vez la causa de su degeneraci6n .

«En ciertas artrosis de los miembros llega uno a tener la impresion de que una situaci6n de irritacion articular con tendomiosis refleja promueve y favorece su desarrollo, si es que no era realmente 1a causa en un principle» (Brugger).

La degeneracion del cartilage reduce la capacidad de soporte de presion, causa dolor dur ante la carga, y fuerza asi a una p rotecci6n de la articulaci6 n. Toda falta de uso que dure cierto tiempo lleva a la atro jia por desuso de la mu sculatur a. Este fen6meno es una sefial caracteristica de la ar trosis evolucio ­nad a. Ahora bie n, la atrofia muscular es irr egular: los musculos extenso res se yen afectados mas precoz e intensamente. Especia lmente en las articulac io­nes de los miemb ros inferio res, mas expuestas a la degeneracion que las de los brazos, ya que tienen que soportar el peso del cuerpo, la atro fia muscular tiene ser ias consecuencias. Los extensores de los miembros inferiores tien en la funci6 n de oponerse a la gra vedad, qu e intenta Iorzar las art iculac iones a un a situaci6n de flexi6n . Su atrofia hace posibl e la apa rici6n de contracturas en flexi6n (por ejemplo, de la rodilla 0 de la cadera) . La atrofia muscular inhomo­genea se puede considera r, desde el punto de vista fun cional , como una alte­raci6n de l equilibrio muscul ar, y el equi librio muscu lar es -una de las condi­ciones necesarias para una funci6n articul ar normal, por 10 que su altera ci6n induce, ya antes de aparecer la contractura en flexi6n , la inestab ilidad de la ar ticulac i6n. Pese a esto, la funci6n de movimient o de las extremida des afec­tadas puede conse rvarse al conseguir otras articulaciones la compensaci6n.

.Aho ra bien, la inestabilidad articular y las posteriores situaciones de vicio po­sicio nal en con tractura tienen a su vez la consecuencia de inducir un desplaza­mien to de la distribuci6n y transmisi6n de cargas en las superficies cartilagi­nosas articulares: el circulo vicioso de la artrosis progresiva ha quedado cerrado .

La artrosis defo rma nte es un ejemplo tipico de la coexis tencia de museu­latura hipe rt6nica-hipertr6fica e hipot6nica-atr6fica que llega hasta la dege­neraci6n. Precisament e en la coxartrosis pueden evidenciarse estos hallazgos de la manera mas evidente, ya que esta es la ar ticulac i6n de carga qu e, en el sano, tiene la mayor amplitud de movimientos. En esta ar tic ulaci6 n, las altera­ciones ar tr6s icas dan lugar a las mas llamat ivas limit aciones del movirnient o, y fuerzan la act itud viciosa tipica : contrac tura en aduccio n. flexion y rotacion

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60 Teoria general del masaje

ex terna . Al final , de aquel grado de lib ert ad de movimiento original qued an solo , en fu ncion del grado de deformacion de la cabeza del femur y del acet abulo, unos po cos movimientos utilizables, y aun es tes a menudo en un plano esta­ticamente desfavorable. La mu sculatu ra aun act iva se hipertrofia y muestra miogelosis y contracturas, mientras qu e los rnusculos no ins ertos ya en la se­cuencia de mo vimiento se a trofia n , se ha cen hipotonico s, y pueden llegar, en casos de larga evolucion sin tratamiento, a la de generacion gra sa 0 fibrosa.

Pr eci samente en nuestra epoca, en la que medidas operatori as hacen po si­ble recuperar al menos un a parte de la movilidad , es de especial importancia e l cuidado de la mu sculatura inactiva, para que, par ejemplo , despues de la sustitucion endop rotesica de la ar ticulacion de la cadera estos musculos sigan siendo regenerables.

El esquema de la figura 129 intenta ha cer visibles las imbricaciones de la altera cion ar ticular y la artrosis progres iva , EI circ ulo de la izq uie rda muestra la alt eracion articular ; el de la derecha, la artrosis. La union entre ambos ci rculos se ha ce a tr aves del de splazamiento del punto de apoyo de la ca rga , ya que este hecho conlleva la degeneracion del cartil age. Al mi smo tiempo, el desplazamiento de la carga ind uce vicios po sicionales en la a rticulacion y con ellos alteraciones capsulares, 10 que explica lo s cu adros de irritacion articular dolorosa qu e acornpafian a la a rtros is.

En el esquema se han indicado los posibles puntos de accion terapeutica. La s flechas grues as muestran los puntos de aplicacion del masaj e. Vemos qu e tanto en el lado de la alter acion articular como en el de la a rtros is, el masaje es ta en condicione s de interrumpir el c irc ulo vicioso e impedir el progreso de la en fermedad. Explicaremos esto mas a fondo.

EI masaje en las alteraciones articula res se aplica a la mu sculatura cu yo I tono ha sido modificado reflejamente per los impulsos neurales irradiados. EI " am asamiento consigu e, poria dilatacion de los hu sos neuromusculares, una 1 norrnalizacion del tono (efecto sobre fibras mu sculares) de los miisculos im- 1 plicados . Simultanearnente se produce la transmision de l estimulo vegetativo J de los nervios de las paredes va sculares, en fo rma segmentaria, con el efec to de un au me nto de la perfusion (ef ecto circula torio). Sin emba rgo, este estimul o 11alcanza tam bien la articu lacion al terada, con la consec uencia de una d isminu­cion de su irri tabilidad (reduccion del do lor cap sul ar) , con 10 que se inte­rrumpen la s irradiaciones patologica s del dolor.

La prescripcion del masaje en la artrosis se hace con el proposito de corre­gir la atrofia mu scu la r. Es importante al resp ecto saber qu e el miisculo a trofico , aparte de la des apa ri cion por desuso de elementos contractiles , acus a tarnbien una reduccion del tono de la s fibras conservadas. Llamamos por es to a es ta situacion muscular «estado atrofico-atonico». EI ama sa miento, como maniobra tipica del ma saje muscular, tiene un triple efecto en mii sculos as f alterados:

1) La deforrnacion ca usada po r el amasamiento re su elve mecanicarn ente jI" adherencias del tejido deslizante intramuscular (p erimisio) quo impidcn b , funcion, y que se p ro du cen por el de su so prolongado .

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61 Indicaciones

Alteracion articular Artrosis

Reducci6 n de la capacidad de carga

por presion

Inhi bici 6n muscu lar Reducci 6n de uso refl eja (Prot ecci 6n)

Atrofi a muscul ar ir regular

Compen saci6 n del movimient o por otras articulaciones.

Sobrecarga y de carga en

maldistribuci6n la rnuscul atura

Punto de ataque terapeutico

Tratamiento masajfstico y erqot erapico, efecto de ejercic io

Masaje, efec to circulator io

Medidas ortopedicas (de descarga 0 qul rur qicas)

Tratamient o medicament oso

FIG. 129. Causas fisiopatol6gicas de la mald istribuci6n de earga en la museulatura , y po­sibilidades de aeei6n terapeutica (fleehas) .

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Teoria general del masaje

2) La deforrnacion por amasamiento es el estfrnulo adecuado para los receptores sensibles de los husos neuromusculares, que pasan al estado de ex­citacion. Por via refleja se incrementa entonces el tono muscular patologica­mente reducido (norrnotonificacion) y se facilita al mismo tiempo la inervaci6n voluntaria (cpretonificacion»).

3) EI incremento de la perfusion, reducida en el musculo atrofico (efecto circulatorio local), consigue las condiciones previas para el metabolismo fun­cional.

Estos tres efectos del masaje son condicion indispensable para el fortale­cimiento de la musculatura , que solo puede conseguirse mediante ejercicios de contraccion, es decir, mediante entrenamiento de esfuerzo.

EI estimulo del masaje consigue adernas, a traves de la via neural, un efecto segmental importante: se incrementa y promueve la perfusion de la articu­lacion artrosica. Como ya se ha comentado respecto a las alteraciones articula­res, se interrumpen asi las irradiaciones dolorosas que alteran el tone muscular.

/

EI aumento de la perfusion, que afecta a la capsula articular, se opone a los procesos degenerativos en el tejido conectivo capsular y mejora al mismo tiem­po las condiciones de nutrici6n del cartilago, que se produce desde la insercion de la capsula .

Asi, el masaje en la artrosis deformante consigue: (1) capacitar para el ejercicio la musculatura atrofica-atonica, y (2) frenar los procesos degenerativos en la capsula y el cartilago. Adernas, por medio del masaje debe corregirse -si el tratamiento ha de tener exito- la hipertonfa bloqueante refleja de los rmisculos correspondientes (antagonistas). En conjunto, con la eliminacion de la atrofia muscular alcanzada por medio del ejercicio se consigue asi restable­cer el equilibrio muscular alterado. Esto tiene por consecuencia una estabilidad creciente de la articulacion, y asegura la homogeneidad de la distribucion de cargas, inc1uso de las originadas par la traccion muscular, sobre toda la super­ficie del cartflago. Se elimina asi la base de la degeneracion progresiva del cartflago debida a desplazamiento del punta de apoyo de cargas. Las altera­ciones articulares ya existentes siguen siendo irreversibles, perc se impide el progreso de la artrosis. EI exito solo se consigue despues de un tratamiento prolongado (cura de masaje). Puesto que la articulacion artrosica sigue siendo, sin embargo, un punto de menor resistencia y por tanto de mayor alterabilidad, es posible la reaparicion repetitiva de situaciones de irritacion articular. El tratamiento de masaje repetido a intervalos regulares que nosotros propugna­mos en la artrosis deformante esta en condiciones de prevenir tales alteraciones recidivantes y de preservar la Iuncion, es decir, la utilizabilidad de la articu­lacion. [La rehabilitacion solo tiene senti do cuando le sigue el tratamiento profilacticol

EI tratamiento, tanto de las alteraciones articulares como de las artrosis, quedara por fuerza incompleto si no se eliminan al mismo tiempo las altera­ciones a dlstancia que las acompafian. Hemos explicado que los movimientos de una extremidad con una articulacion irritada 0 artrosica son compensados

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63 Indicaciones

por las restantes articulaciones de la extremidad. La musculatura correspon­diente evidencia entonces a menudo signos de sobreesfuerzo y de mala utili­zaci6n, que l1egan a alcanzar caracterfsticas de enfermedad independiente. Res­pecto a su tratamiento, remitimos al lector a las consideraciones sobre las alte­raciones musculares de origen muscular.

En caso de limitaciones del movimiento no corregibles de origen articular, la meta del tratamiento es entrenar hasta tal punta la musculatura compensa­dora que pueda absorber las cargas adicionales que se Ie imponen sin pre­sentar signos de sobreesfuerzo.

A diferencia de la artrosis, la ar tritis, 0 inflamaci6n infecciosa de la articu­laci6n, requiere reposo. La enfermedad tiene lugar en la capsula articular y puede, al curar, dejar como secuela situaciones de contractura del tejido capsular: la contractura artrogenica (postartritica). EI cartflago no tiene que verse primariamente involucrado, pero la rigidificaci6n de la articulaci6n 0 de sus partes predispone a la artrosis, a causa del desuso 0 de la maldistribuci6n de cargas. POl' esta raz6n, una vez que hayan remitido los fen6menos inflama­torios agudos, debe iniciarse un tratamiento con el proposito de restablecer en la medida de 10 posible la amplitud original del movimiento. En este sentido son indispensables, ademas de las medidas ortopedicas, el masaje y la ergo­terapia. POl' medio del masaie, cuyos efectos tienen lugar segun 10 expuesto al discutir las alteraciones articulares y artrosis, se eliminan atrofias museu­lares, hipertonfas reflejas y alteraciones musculares a distancia en la cadena articular del miembro.

EI discutir a fondo el reumatismo articular primario cronlco exced eria los propositos de este libro. Nos contentamos con hacer notal' que en esta enfer­medad el masaje - en presencia de deformidades articulares 0 no-, para in­fluir sobre las disminuciones de movilidad y carga de las articulaciones, como en el caso de la artrosis, y en combinaci6n con la hidroterapia y el tratamiento dietetico es, en nuestra opinion, indi spensable."

A/teraeiones museu/ares de origen raquideo

La importancia central de la columna vertebral para el sosten y el movi­miento de todo el cuerpo, y la frecuencia de las alteraciones usualmente dolo­rosas de su funcion, justifican el que sea tratada pOI' separado, especialmente teniendo en cuenta la construccion compleja y nada facil de comprender de sus uniones articulares y la disposici6n en varias capas de la musculatura dorsal, con funciones de fijaci6n postural y de conducci6n del movimiento.

La unidad funcional de mov imiento de la columna vertebral es el segmento movil (Junghanns). EI segmento abarca las estructuras anatomicas participantes en el movimiento entre dos vertebras: (1) los discos intervertebrales, dispues­

26. Storck, H.: Rheumatismus als Regulationskrankheit. Urb an und Schwarzenberg, Miinchen-Berlin, 1954. - Ibid.: Rheuma. B. Wilkens, Hannover, 1960. - Ibid .: Rheuma­tische Pernstorungen aus Beckenherden. Urban und Schwarzenberg, Miinchen-Berlin, 1962.

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64 Teoria genera l del masaje

tos entre los cuerpos ver tebrales , (2) las articu1aciones interver tebra1es pares, disp uestas sobre peque fias ap6fisis de los ar cos ver tebra1es, y (3) los Iigarnen­tos que unen y rodean los cuerpos, arcos y ap6fis is verteb ra1es.

Todo s los movimientos requi eren e1 juego conjunto de estas es tructuras, que cump1en en cada caso fu nciones distintas. Los discos int ervertebr ales son elasti cos y deformab1es, ya qu e e1 micleo pu1poso modifica su posicio n dentro de l an illo fibroso. Se hacen aS1 posib1es cambios posiciona1es de las ver teb ras entre si, sin que los discos intervertebra1es tengan que pe rder su funci6 n de tran smiti r, a manera de a1mohadillas elas ticas , e1 peso de un a verteb ra a otra . La conduc cion del movimie nto se efectua en las ar ticu1aciones intervertebra1es, que de ter rnina n 1a direcci6n con la posici6n de las car illas art icu1ares, diferent e en los distintos segmentos de 1a columna , y 1a magnitud del movimi ento pos ible por su apa ra to capsular y ligamen ta rio.

Las apo fisis de los arcos vertebrales sirven como brazos de pa lanca, y for­man el punto de insercion de la musculatura . La muscul atura p ropia de la es­pald a recibe, a causa de su tarea princip al de mantener recto el tronco, el nomb re de «erector del t ronco », Los movimiento s de la columna se indu cen po r traccion muscular . Sin embargo, en cua nto el cuerpo se desvia del equi­lib rio inestab le de la posici6n erecta, se afiade el efecto de la gravedad como par de fuerzas inductor de movimiento . La iiiacion de toda pos icio n adoptada corresponde a la muscula tura prop ia de la espa lda , y muy concretamente al cor d6n medio del erecto r del tronco, formado princi palmente por miisculos monosegmentarios (rnusculos interes pinales, in tertra nsversos y tran sversoesp i­nal es). POl' el contra rio, de la conducci6n del movimiento se ocu pan tractos muscul ares que acnian sob re b razos de palan ca mas largos, y por tanto mas eficaces : en pr imer lugar, el cordon lateral del erec tor del tron co (rmisculos dorsal largo e iliocostal), que pa rtiendo del sac ro y de la cres ta ilfaca se inser­tan en las ap6fisis tra nsver sas vertebrales y en las caras posteriores de las costillas, entre los tub erculos y los angulos costales, y en segundo lugar la mu scul atura ab domi nal, que se exti end e en trayectos rectos y oblicu os ent re la pelvis y la caja toracica."

La movilida d pro pia del tronco solo es necesaria para la venti 1aci6n, en la que sin embargo la columna, bajo condic iones normales, no toma parte. No obstant e, los movimientos de la columna vertebral sori necesario s:

1) Para la cabeza, a fin de orient al' en una di recci6n determ inad a los 61'­ganos sensoriales (por ejemplo, los ojos) .

2) Pa ra ampliar la extension del movimiento de las extrernidades (por ejemplo, la flexion de la co lumna cua ndo se int enta alca nzar los pies con las manos, manteniendo las rodillas en extensi6n) .

3) Para pos ibilitar el paso de la posicion sede nte a 1a erecta (p iensese en el paciente afecto de un a enferm edad de Bechterew) y para la ambulacion sin impedim ent o (ba lanceo conjunto de la colum na y de los br azos al andar).

27. Benn inghoff, A. : Lehrbuch der Anatomie des Menschen. J. F. Lehmann, Miinche n-Berli n.

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65 Indicaciones

4) Pa ra los mo vimi entos de expresion (un suj eto afectado por una cia tica no tien e «posicion» ).

Estas fun ciones se ye n ob sta culizad as 0 impedidas por las enfe rme dades del or gano qu e sirv e de eje. D ejam os de lade aq ue llas enfe rme dades qu e prohf­ben el trat ami ento mediante masaje : espond ilitis tuberculosa y o tras inflam a­cions, tumores y met astasis. Sin embargo, son acc esibles al masaje las a ltera­ciones musculares desencadenadas por de fectos estaticos 0 dinami cos de la mecanica de la columna 0 de alguno de sus segmentos. Discutiremos b reve­mente estas alte raciones, sin que la exposicion quiera ser completa .

Todas las alte raciones morfologica s de la columna vertebral, tanto las qu e suponen desviacion de las curvaturas fisiol ogicas (aumento 0 dism inucion de la cifosis 0 de la lo rdosi s) como las q ue implican de sviacion lateral (esco­Iiosis), afecta n forzosamente la estdtica ra quidea. Las causas basicas de las alteracion es morfolcgicas son multiples, y podemos di stingui r los sigu ien tes grupos:

1) Cau sas musculares: Espalda redonda a causa de la debilidad de la musculatura dorsal , sacra horizontal por debilidad de la musculatura abdo­minal, escoliosis en cas o de paralisis unil at eral de la musculatura dorsal.

2) Causas verteb rales: Deformaciones vertebrales debidas a malforrnacion (congenitas) , a secue las de enferme da d (raquiti smo , espo ndilit is tuberculosa cu­rada) 0 a secuelas de traumati smo s (fracturas por cornp res ion) .

3) Ca usas 6se as ex travert eb rales : Escoliosis por alteracion del equilibrio de la cadera (por eje mplo, como con secuen cia del acorta mien to de un a pierna por fr actura, 0 como consecuencia de un a coxartrosi s unil at eral), sacro hori­zontalizado en compensacion de un a rigid ez coxal bilateral.

La compensac ion de las alteraciones de la estatica la efectuan los musculos propios de la espa lda, que por medio de tonificacion refleja polisegment aria disponen los segment os funcionalmente in tactos de Ia columna de ta l maner a qu e qu ede garan tizado el eq uilib rio en la posicion ere cta . Asf, po r ejcmplo, la «espalda redonda » se compensa con un a h iperlordosis cervical, y la escolios is lumbar con un a incurvacion en sentido contrario de la columna toracica . Par a la mu sculatu ra de los segmentos intactos de la columna, la ton ificaci 6n con tinua , realment e an tifisiolog ica, supone un sobreesfuerzo cons iderab le, ya qu e no solo debe asegurar la nueva posicion de equ ilib rio , sino tarnbien encarga rse de los movimientos del segmento estatico alterado . Encontrarnos en tonces tod as las alteraciones qu e ya se citaron al hablar del sobreesjuerzo muscular: rigid ez y micgelosis, dolor a la presion y dolor al movimi ento, fatigabilidad facil y do­lor en repose .

EI tratam ienio por masa ]e en combinacion con ejercicios consigue re solve r por com pleto las ca usas mu sculares de al teraciones de la estatica ra quidea, y elirninar el sob rees fuerzo doloroso de los rmisculos dorsale s en las rest antes alteraciones es ta ticas (efe cto metabol ico local , normotonizaci6n ). Se comprende

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66 Teoria general del masaje

con claridad que las al teraciones de origen vertebral y oseo , al ser situaciones permanentes, volveran una y otra vez a interesar la musculatura en la forma descrita, y que en con secuencia es necesario el tratamiento por masaje a inter­valos regula res a fin de mantener al paciente libre de molestia s y prevenir lesiones degenerativas progresivas en el organo-eje,

Como tales lesiones degenerativas progresivas deben considerarse las con­secuencias locales de las alteraciones estaticas que se ba san en cambios de posicion relativa de las distintas vertebras: las distensiones de los ligamentos que las unen se siguen de osificacion, el contacto y roce entre los bordes de los cuerpos vertebrales (especialmente en el lado concave de una incurvacion) inducen proliferacion osea reactiva (espondilosis), y los vicios posicionales de las articulaciones intervertebrales, limitadas en su movimiento pero que sopor­tan peso, dan lugar a la degeneracion de los cartflagos y a la espondiloartrosis.

Todas estas degeneraciones locales a causa de desviaciones de la estatica pueden designarse como alteraciones de la mecanica raquidea, ya que se pro­ducen, como las rest ante s lesiones que discutiremos, en la zona de los seg­mentos moviles . Sin que haya causas estaticas primarias, las estructuras ana­tornicas de los segmentos moviles caeran en su momenta vfctimas de la dege­neracion senil inevitable. Esto s procesos pueden verse acelerados por factores constitucionales y sobreesfuerzos (trabajo Iisico pesado, trabajo unilateral, obesidad), mientras que sus localizaciones predilectas dep enden de condiciona­mientos funcionales . Las alteraciones degenerativas apareceran especialmente donde exista la maxima sobrecarga por presion (disco int ervertebral lumbo­sacro), 0 una gran movilidad (segmentos cervical y lumbar de la columna), o un cambio repentino de la capacidad de movimiento (vertebra cervical infe­rior movil - columna dorsal relativamente inrnovil - columna lumbar movil s­

sacra inmovil), Los Ienomenos de desgaste de la columna vertebral pueden tener un curso

clinicarnente mudo. Sin embargo, a menudo se acompafian de molestias carac­teristicas: dolores «reumaticos» locales e irradiados, limitacion del movimiento y dolor a la movilizacion son los sfntomas de los que habitualmente se queja el paciente. Estos pacientes, y estos sfntomas tipicos, los conocen no solo todo medico, sino tarnbien todo masajista.

La degeneracion se inicia en los discos intervertebrales. Estes se deshidra­tan gradualmente, y su nucleo pulposo pierde pOI' modificacion coloidal su capacidad de dilatacion, 10 que se aprecia radiologicarnente en forma de un adelgazamiento 0 «pinzamiento» de los espacios intervertebrales (condrosis). En el curso ulterior se yen afectadas tarnbien las placas cartilaginosas que revisten las caras de los cuerpos vertebrales. La perdida progresiva de la capa­cidad de soporte de carga se compensa en el cuerpo vertebral pOI' produccion de hueso, y aparece en la imagen radiologies la esclerosis periferica de los cuerpos vertebrales (osteocondrosis). La fuerza separadora del disco interver­tebral, reducida a causa de la perdida de agua , reduce la estabilidad del ele­mento 0 segme nto movil, y permite que los cuerpos vertebrales se desplacen levemente unos hacia otros. La perdida degen erativa de sustancia y de elasti­cidad del anillo fibroso tiene la consecuencia de que s610 puede ofrecer un

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67 Indicaciones

apoyo in suficient e al mic leo pulposo, que 10 comp rime durante los movirnientos, y que no pueda res istir la tr accion al desplaza rse dos cuerpos verteb ra les un o respecto a otro ; sus fibr as ex teriores se ro mpen. Llegada es ta e tapa , el di sco in tervertebral bajo compresi6n solo enc ue ntra resistenci a en los ligamentos ver tebrales lon gitud ina les. E I an terior, firmemente adherido a los cuerpos ver­tebrales, rea cciona a es ta carga pato16gica con un a os ificacio n de sus insercio­nes , que se manifiestan radiol6gi ca me n te como os teofi tos , «gauchos» en los bordes de las ve rtebras (espondilosis deformante). El ligamento longit udinal posterio r, no ad her ido a los cuerpo s ve rtebrales , sino a los di scos, se ve ernpu­jado y abombado por el n ucleo p ulposo que 10 comprime, en casos extre mo s -especialmente bajo flexion anterio r maxima baj o carga- lle gan do a fo rmar un saco he rni a rio: hernia disca l int erver teb ral. Es te Ienorneno p uede dar luga r a co mp resiones de la medula (a partir de L2-3 a LS, de la col a de c ab allo) , o a compresiones de las ra lces ne rviosas en los orificios de conjuncion inte r­vertebrales, con los co rr espondientes deficit ne u rolog icos ,

Estas alteraciones d egen er ati vas afectan tarnbi en a la s ar ticula ciones inter­vertebrales corr espondientes al segmento movil, ya qu e la reduccion de la altura del di sco interverteb ral causa. una modific acion de su posicion . Este vicio de posicion lleva, a traves de la degeneracion de l cartflago, al ci rculo vicioso de la ar tros is (en este caso, espondiloartrosis). Las ar ticulacion es en es tas co ndiciones se yen so me tida s, co n los movimi entos y la ca rga, a esf uerzos de trac cion y ciza llamiento q ue actuan sobre sus capsulas y causan ir rit acion. De esta ma ne ra se produce tarnbien en la articula cion int erverteb ral el ci rculo vicioso de la alter acion art icular.

Los estfmulos nerviosos irrad iados por las a rticulaciones vertebrales ir ri­tadas inmovili zan el segme nto movil af ectad o en posicion an tialgica , por medi o de un incremen to reflejo del to no de la mu sculatu ra mo nosegmentar ia , cu ya tarea no rmal es la fijacion de la posicion . Al mis mo tie mpo, y de mo do igual­mente re flejo , los miisculos polisegmenta rio s limitan la mo vi lidad de todo el segmento de la col umn a ve rteb ral, 0 10 imp iden mediante fenornenos doloroso s. La palpacion revela en los rmisculos dorsales endurecimi en tos alargados, en forma de lapi z (contracturas de los rmisculos polisegmentarios) y miogelosis mas red ond eadas, Ienomenos todos qu e producen dolor a la presion. En oca­sion es se ap rec ia rigid ificacion de toda la mu scula tu ra de la region afectada. Si estas alte raciones pe rsisten duran te la rgo tiemp o sin trat amiento, se afec ta ra tarnbien e l tej ido conecti vo subcu taneo apa rec ien do, en situacion de carga, abo­llonami en tos gelosicos en superficies mas 0 menos amplias, con el dolor de pelli zcamient o tfp ico de la fib rosi tis . A menudo, los pacientes ind ica n q ue .el dolor irradia a ambos lados de la columna ve rtebral (por ejemplo, a los brazos, las escapulas, la ca de ra), 0 unilat eralmente a un a extremida d . S in embargo, el es tudio minu cios o de la Iuncion de los rmisc ulos per ifer icos, de lo s reflejos y de la sensib ilidad no muest ra alte racio nes patologica s, perc sf (ocasiona l­me nte) alte raciones gelosicas en el tej ido conect ivo de las cubiertas co rporales de la ex tremi da d (por ejemplo, sob re el deltoides 0 sob re el tracto iliotib ial , las llamadas «bandas de genera l») . Es tos dol o res irradiado s p ueden inte rpret a rse como proyec cion de la sensacion dolorosa. Las tracciones sobre la s capsulas

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68 Teoria general del masaje

articular es inducen ed ema local, qu e com prime la s rak es nerviosas di spu esta s en inmediata vec indad en el tej ido conec tivo laxo del o rificio de conjuncion inter ver tebr al. Solo en los casos de lesion mecanica de las rak es espinales por un prolapso dlscal (do rsolateral) se aprecian verdader os sintornas radiculares, es decir , deficit motores unilaterales, alteracion es irri tati vas sensor iales y alte­raci6n de los reflejos.

Con sideramos a est as al terac ione s mu scul ares, fen6menos do lorosos y limi­taciones del mov imiento como de causa 0 condiciona mien to raquideo , puesto que dep enden ca usa lmente de la condrosis y os teocondrosis, de la esp ondilosi s y de la espo ndi loar trosis .

Tarnbien la contractura muscul ar refleja, a veces muy alejada del lugar de la alteraci6n ca usal y que pr etende solo impedi r movimi entos do lorosos, constituye un a vez el iminada la enfermedad de base un a indicacion clas ica para el masaje. Estos endurecimien tos mu scul ares persisten a menudo durante largo tiempo y adquiere n posteriormente el papel de enfermedad p rin cipal. Piensese al respecto en la contr ac tura del pectoral despu es de un epi sodi o an­ginoso cardiaco (vasomo tor) , 0 las alteraciones gelosicas pel vian as, qu e pueden alcanzar incluso los rmiscul os dorsale s, en casos de def ecto de la estatica del pie.

EI masaie muscular cons igue eliminar localmente rigidez y contractu ra (efec to sobre las fibra s mu scul ares) , gelosis y mialgias (efecto circ ula to rio local). La s alteraciones gelosicas del tejido conectivo de la s cubier tas corpora les nos inducen a liberar primero es tas, mediante acariciamiento sup erficial inten sivo y am asamiento superficia l, antes de ocuparnos de la mu scul atu ra . Las altera­cion es perif'ericas , tale s como las «bandas de genera l», deben incluir se tambien en el trat amiento. La mejoria segm entaria de la perfusion tisular en el segmento movil co rr ige los Ienomenos edema tosos e int errumpe el cfrculo vicioso de alte­racion a rticular y artrosis. En la mayoria de los casos, el masaje de la region dorsal es mu y doloroso; el paciente percibe es te dol or como el de un a herida superficial, perc al continuar el tr atamiento diario el dolor desaparece en 4 a 5 d ias, normalizandose al mismo tiempo los hall azgos de palpacion .

A/teraeiones museu/ares de origen treumetico

A causa de la elevad a frecuen cia de las lesiones traumaticas del apa ra to locomotor, citaremos brevemente y por separado su trat amiento.

Contu siones: Siempre que la piel este atin int act a, ya cua lqu ier persona sin con ocimientos especiales acaricia y frota casi in stintivamente la lesion. Este masaje di stribuye en los tejidos el hematom a qu e se de sar roll a ba jo la piel , y facilita y ace lera su reab sor cion . Sin emba rgo , los hem atomas de gra n tarnafio con train dican el masaje, por el riesgo de rep eti cion de la hemorragia, trombosi s y embolia.

Esguinces 0 distorsiones: Est as lesion es se siguen , especia lmente en la articulaci on de la rodilla, de un derrarne arti cular (<<hidrartros») . Ante es te

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69 Indicaciones

hallazgo, el proposito del tratamiento ser a el consegu ir la reabsorcion del de­rrame. Los metodos mas adecuados son el reposo y la aplicaci6n de vend ajes compresivos. Toda prohibicion de mas aje articular es poca, ya que todo estimulo mec anico altera la reabsorcion, Algo mu y distinto es, sin embargo, el masaie del cuadriceps en el tratamiento tardfo despu es de la resolucion de derrames ar ticulares en la rodilla. El cuadriceps es el musculo tensor de la cap sula articular de la rodilla . Si la capsula ha quedado demas iado distendida despues de la eliminacion de un derrame de cierto volumen , solo un cuad rfceps que se ha mantenido vigoroso es cap az de impedir una recidiva, que puede apa­recer por ejemplo a causa de la comp resion de la capsula dilatada y laxa entre las superficies articulares. El masaje del cuadriceps esta indicado porque con­sigue ret onificar mediante distension de las fibras el musculo rel ajado durante la inrnovilizacion (efecto sobre las fibra s musculares). Es preciso prestar es­pecial atenci 6n a las porciones cortas del musculo (vastos medio y lateral) , que tens an la capsula y comprimen la arti culacion abrazandola a modo de manguito . Tambien son de imp ortanci a los ejer cicios de meni scos --eontraccion y rela­jacion ritmica del cu adrf ceps ten sando la articulacion de la rodilIa y rel ajan­dola, varios cientos de veces al dfa- para fortalecer el. cuadrfceps sin movilizar la rodilla.

Para los esguinces de otras articulaciones , y en 10 ref erente al masaje , son validas las mism as consideraciones. La movilizacion 0 carg a de un a articula­cion, sin la gufa de una mu sculatura norrnotonica , inducen necesariamente la alteracion ar ticular.

Luxaciones: Son infrecuentes las luxaciones sin desgarro de porciones o capas de la cap sul a articular. Para su curacion, el tejid o lesionado deb e ser inmoviliz ado , por 10 que nos oponemos al masaje articular. Sin emba rgo, una vez reducida la luxacion consideramos que el masaie de la musculatura con el proposito de aumentar su tono mediante amasamiento (efecto sob re fibra s musculares) es el mejor medio para prevenir e impedir una reluxacion.

Fracturas: Para su curacion, las fr acturas requieren tam bien inmoviliza­cion, qu e se consigue al eliminar la fun cion de movimiento y de car ga en el venda je de escayola inmo viliz ant e. La muscul atu ra, a la que asf se imp ide su funcion, cae en la atrofi a por desuso. Sirnul tane arnente, las capas deslizantes intrarnusculares, peritendinosas, periarticulares y capsulares empiezan a for­mal' adherencias. Con frecu enc ia, estos fen ornenos colaterales de la fijacion y de la curacion de una fra ctura con stituyen las uni cas secuelas, baj o form a de limitacion funcional duradera de la extremidad afectada. No es la fra ctura en sf, sino las con secuencias de la inmoviliza cion prolongada las que requieren un tratamiento a posteriori. El masaie se aplica con los propositos de: (1) me­jorar la perfusion como condicion pr evia para el entrenamiento y tratamiento ergoterap ico de la mu sculatura afectada (efecto circulatorio local) , (2) resolver las adherenci as de los tejidos desliz antes qu e impiden el movimiento (efecto mec anico) y (3) eleva r el tonG mus cular reducido y facilitar, mediante facili­tacion de la inervacion voluntaria, el tr atami ento ergoter api co dirigido y for­talecedor, por medio de ejerci cios de tension (efecto sobre las fibra s musculares) .

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70 Teoria general del masaje

En resumen pu ede deci rse qu e el masaje no es necesari o para et trata­miento de los traumatismos, sino para el posterior tratamiento de sus secuela s sobre la musculatura.

A/teraciones museu/ares de origen neuro/6gico

Todos los musculos esquelet icos estan subordinados a nervi os motores, y pierden su funcion en el mom ento en qu e se interrumpe la cone xion nerviosa. Las causas principales de deficit neurologicos son las lesiones de nervios peri­Iericos (por ejemplo, en lesiones por secci6n, 0 en desgarros caus ados por un a fractura osea ), 0 la inflamaci6n de cau sa infecciosa de las neu ronas radicu­lares motoras: paralisis infantil 0 poliomieliti s anterior aguda .

La paralisis completa producida por la seccion de un nervio puede recu­perarse, despues de la regener acion de las fibra s nerviosas. Tras la sutura ner­viosa 0 la liberaci6n de un nervio comprometido por tejid o cica tricial, las neuritas vuelven a crecer hasta la pe riferia en un plaza de entre 6 semanas y 12 meses. Es posible la recuper acion funcional de la mu scul atura, siempre que los musculos afectados sean aun funcionalmente capaces. A la perdida de funcion le siguen, a caus a de la fa lta de estimulos (funcionales) troficos , la atro­fia y la degeneracion grasa de las celulas musculares. EI proposito del tra­tamiento par masaje es pr evenir esta degeneracion grasa preservando y promo­vien do la perfusion (efecto circulatorio local) durante el pla zo de regene racion del nervio, y por tanto mant ener la mu sculatura en estado de prepar acion op ti­ma ha sta el restablecimiento de la con exion nerviosa . EI tratamiento por medio de impulsos de corrientes Iaradicas aplicados al rmisculo supone en estos casos un con siderable enriquecimiento del masaje propiamente dicho.

Las misma s con sideraciones rigen la aplicacion del masaje muscular en el estadio de convalecencia de la paralisis injantil. En este caso es necesari o tener en cuenta el hecho de qu e, a causa de la distribucion polirnetarnerica de las neuronas radiculares de la mayorfa de los nervios perifericos, no tienen por que estar afectadas por la enfermeda d todas las neuronas que- surten un rmisculo dado, y que muchas de las neuronas del cuerno anterior solo estan funcional­mente afectadas por el edema inflamatorio que las rodea. Asi, es posible un retorno parcial de la Iuncion de la musculatura antes totalmente parali zada, una vez que hayan rem itido las manifestaciones agudas. EI proposito del tra­tamiento por masaje, y del cor respondiente entrenamiento muscul ar , es, junto a la prevencion de la degeneraci6n grasa, el entrenar y desarrollar las por ciones mu sculares preservadas y aun inervadas de tal manera, ha sta la hiperfun cion (hipertrofia), que puedan IIegar a desarroIIar elIas sola s la actividad funcional de todo el mu sculo.

Las paralisis parciales 0 transitorias (paresias ) se dif erencian de la para­lisi s completa solo en el grado de afectaci6n . La paresia puede desenc adenars e, por ejemplo, por compresi6n sobre troncos nerviosos (paresia postanestesica, paresia obstetrics). La aplicacion del masaje puede abreviar con siderablemcnte el estado paretico, Es necesario mencionar aqui tarnbien las par alisi s y pa resias parciales en casos de hernia discal 0 tras la extirpacion quirurgica de secuestros

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71 Contraindicaciones

discales prolapsados. Estas situaciones pueden corregirse total 0 casi total mente por medio del masaje. Si existe una hernia 0 prol apso discal, la aplicacion de medidas adecuadas de tracci6n sobre la columna vertebral puede conseguir que el nucleo pulposo enc1avado vuelva a Sll posicion normal. Se elimina asf la lesion mecanica de la raiz nerviosa. Junto con el masaje de la musculatura periferica paretica debe procederse al tratamiento de los musculos de la espalda, a fin de: (1) corregir espasmos reflejos, (2) estabilizar el segmento correspon­diente de la columna vertebral mediante fortalecimiento de su musculatura y (3) a traves de los efectos segmentales, eliminar el edema en la zon a del agujero de conjuncion intervertebral, que comprime la raiz nerviosa. Con este tratamiento «conservador» activo se corrigen no solo las consecuencias de una hernia discal, sino que puede tarnbien corregirse la causa de la alteraci6n muscu­lar neurogena, con 10 que a menudo se hace innecesaria la intervenci6n qui­nirgica.

Alteraciones del retorno venoso y linfatico

Las vena s varicosas con insuficiencia de las valvulas venosas, los edemas secundarios a estas, y los estados edematosos ortostaticos y postraurnaticos de las extremidades pueden tratarse favorablemente por medio del acariciamiento (efecto depletorio). Sin embargo, dada la posibilidad de inducir lesiones, es necesario establecer una indicaci6n estricta (descartando complicaciones infla­matorias y tromboticas) y realizar el tratamiento bajo supervisi6n medica.

Trastornos vegetativos

Para ejercer un efecto sobre trastornos vegetativos, que habitualmente en­cuentran expresion en forma de molestias polifaceticas, y de los lIamados «estigmas vegetativos», aprovechamos los efectos generales 0 sistemicos del masaje clasico. Empleado a manera de secuencias de cura, el masaje ligero de la espalda 0 de todo el cuerpo repetido a intervalos de dos 0 mas dias resulta adecuado para «norrnalizar el tono vegetative». Ahora bien, al ser las causas, casi siempre, tan complejas como los propios sin tomas, no debe esperarse una mejoria permanente utilizando solo el masaje. Sin embargo, ya no podemos prescindir de el como tratamiento basico 0 tratamiento adicional en el manejo sanatorial, balneoteraoico, etc. , de la distonia neurovegetativa.

CONTRAINDICACION ES

S610 el medico determina la aplicaci6n terapeutica del masaje. EI masajista colabora con el como auxiliar tecnico terapeutico, y solo puede lIevar a cabo acciones terapeuticas segun se le han indicado: nunca puede prescribirlas 61 mismo .

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71 Contraindicaciones

discales prolapsados. Estas situaciones pueden corregirse total 0 casi total mente por medio del masaje. Si existe una hernia 0 prol apso discal, la aplicacion de medidas adecuadas de tracci6n sobre la columna vertebral puede conseguir que el nucleo pulposo enc1avado vuelva a Sll posicion normal. Se elimina asf la lesion mecanica de la raiz nerviosa. Junto con el masaje de la musculatura periferica paretica debe procederse al tratamiento de los musculos de la espalda, a fin de: (1) corregir espasmos reflejos, (2) estabilizar el segmento correspon­diente de la columna vertebral mediante fortalecimiento de su musculatura y (3) a traves de los efectos segmentales, eliminar el edema en la zon a del agujero de conjuncion intervertebral, que comprime la raiz nerviosa. Con este tratamiento «conservador» activo se corrigen no solo las consecuencias de una hernia discal, sino que puede tarnbien corregirse la causa de la alteraci6n muscu­lar neurogena, con 10 que a menudo se hace innecesaria la intervenci6n qui­nirgica.

Alteraciones del retorno venoso y linfatico

Las vena s varicosas con insuficiencia de las valvulas venosas, los edemas secundarios a estas, y los estados edematosos ortostaticos y postraurnaticos de las extremidades pueden tratarse favorablemente por medio del acariciamiento (efecto depletorio). Sin embargo, dada la posibilidad de inducir lesiones, es necesario establecer una indicaci6n estricta (descartando complicaciones infla­matorias y tromboticas) y realizar el tratamiento bajo supervisi6n medica.

Trastornos vegetativos

Para ejercer un efecto sobre trastornos vegetativos, que habitualmente en­cuentran expresion en forma de molestias polifaceticas, y de los lIamados «estigmas vegetativos», aprovechamos los efectos generales 0 sistemicos del masaje clasico. Empleado a manera de secuencias de cura, el masaje ligero de la espalda 0 de todo el cuerpo repetido a intervalos de dos 0 mas dias resulta adecuado para «norrnalizar el tono vegetative». Ahora bien, al ser las causas, casi siempre, tan complejas como los propios sin tomas, no debe esperarse una mejoria permanente utilizando solo el masaje. Sin embargo, ya no podemos prescindir de el como tratamiento basico 0 tratamiento adicional en el manejo sanatorial, balneoteraoico, etc. , de la distonia neurovegetativa.

CONTRAINDICACION ES

S610 el medico determina la aplicaci6n terapeutica del masaje. EI masajista colabora con el como auxiliar tecnico terapeutico, y solo puede lIevar a cabo acciones terapeuticas segun se le han indicado: nunca puede prescribirlas 61 mismo .

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72 Teorla general del masaje

Como te rapeuta activo, el masajista de be, sin embargo, saber en q ue situa ­ciones el m asaje no s610 no rep res enta una ay ud a, si no que pu ede ser in cluso perjudi cial, y debe saber tamb ien a q ue sig no s deb e prestar especi al atenci6n en las si tuaciones patol6gicas.

La s contraindicaciones de l m asaje clasico pueden subd iv id irs e en tres gr upos:

Resumen de las contraindlcaciones

1. Con traindicacion es genera les 1.0. Situaciones de alarm a pa ra el masa jista

1.0.1. T romboflebit is 1.0.2. Embolia arterial 1.0.3. Aparicion de signos de defic it ne uro l6gico 1.0.4. Desaparicion br usca de un dol or de compresion nerviosa 1.0.5. Deterioro repen tino del est ado general (sit uacion de primeros

auxilios) 1.1. Infl am acion es 1.2. Traumatismos con heri da abier ta 1.3. Enfermedades vasculares 1.4. Laminectomia 1.5. lesion de las vias pi ramid ales 1.6. Lesiones cerebelosas 1.7. Irnpl antacion de barra de Harring ton 1.8. Degeneraci on fibrosa de los mus culos 1.9. Enfermedades tum orales e infecciosas

2 . Contraindicac iones ternporales 2.1. Despues de cirugia ar ticular de la rod illa 2.2. Despues de frac turas de los mie mbros 2 .3. Despu es de frac turas vertebrales 2.4. Despues de la irnpl ant acion de un a endoprotesis de cadera. 2.5. Intervencion po r hern ia discal lumbar 2 .6. In terv enc ion por hern ia discal cerv ical (Cloward) ' 2 .7. Intervenciones por esco liosis (excep to el pu n to 1.7) 2.8. Despues de fijacion de fr acturas med iante placas 0 torni llos

3 . Contraind icacion es relativas 3.1. Inmovil izacion 0 reposo en ca ma de mas de 5 meses, con a ltera cio nes

circulatorias 3.2. Sintoma tologia de cornpresion (sin deficit neur ol6gi co) sin efectos sobre

el estado general 3 .3. Ante s de la pubert ad

Contraindicaciones generales: Se co ns iderara proh ibida la p ractica de ma­saje duran te to do el ti em po que un a de las s ituaciones indicad as b ajo este en­ca bezamiento exista y persista en el area a tr at a r .

Contraindicaciones temporales: Se tr a ta de un co ncep to a te ner en cu en ta en sit uac iones postraumat icas y po stq uini rgicas.

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73 Contraindicaciones

Contraindicaciones relativas: La contraindicacion relativa se refiere al tr atamiento subsiguiente de una situacion patologica en la que no se ha alcan­zado un exito reconocible. P Ol' esta razon, est a contraindicacion la establecera exclu sivamente el medi co que controla el tratamiento, que deb e reconocer que es necesario recurrir a proced imientos distintos del masaje. La contraindicac ion rel at iva establece, como condiciones previas, (l) la practica adecu ada y correcta del masaje y de los ejercicios ergoterap icos por parte del masajista y (2) la capacidad de juicio crftico del medico. Una contraindicacion relativa pu ede con­verti rse muy rapidamente en contraindicacion general y en situaci on de alarma para el mas ajista.

1. Contraindicaciones generales

1.0. Situaciones de alarma para el masajista

En algunas situaciones, el masajista que tr abaja en su propia consulta no puede limitarse a recom endar al paci en te que acuda al medico 10 antes po sible, sino que debe encargar se el mismo de remiti r al paciente al medico que 10 atiende. Estas situaciones son :

1.0.1 . La sospecha de una tromboflebitis de las venas profundas 0 de las venas pelvian as, por el riesgo inmedi ato de embolismo pulmonar (vel' tam­bien 1.3).

1.0.2. La sospecha de un embolismo ar terial, ind ependientemente de su localizacion . Es necesario proceder de inmed iato al ingreso hospitalario , ya que en caso contrario se pe rderia la oportunidad de recurrir a tratamiento anti coagu­lante 0 a la extraccion quinirgica del embole .

1.0.3 . Aparicion de sintoma tologia de com presion radicular con sintomas de deficit neurologico, como las alteraciones del vaciamiento de la vejiga 0 del colon 0 la pa ralisis flaccida repentina de un rmisculo con 0 sin trastornos de la sensibilidad (recu rrir a pru ebas musculares simples en las ext remida des, marcha de punta y talon, dorsiflexion de los dedo s de leis pies con tra resis­ten cia).

1.0.4. Desaparicion repentina del dolor en la zon a antes dolorosa corres­pondiente al curso de un nervio. A menudo se valora erronea mente este Ieno­meno como un exito terapeutico, pero se trata del ultimo signo de alarma que indica la perdida funci onal de un nervio previamente irritado. En pres encia de otros sintornas ind icativos, el medico debe proceder sin demora, dent ro del mismo dta, a la exp loracion neurologies 0 neuroquinirgica del paciente.

1.0.5. POl' supuesto, tod a situacion amen azante que requiere asistencia medica ind ependi entement e de los efecto s del masaje debe pon erse de inme­diato en conocimien to del medico.

1.1. Inflamaciones

Los signos caracterfsticos de la inflamaci6n son el enr ojecimiento, la hin­chaz6n , el aurnento de temperatura, el dolor y la limitacion funcional. Estos

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74 Teoria general del masaje

cinco signos inflamatorios se man ifiestan en formas diferentes en la piel, en el tejido celular subcutaneo, en la musculatura , en el periostio, en el hueso y en la medula osea, Los Ienomen os inflamatorios son mucho mas llamat ivos y fa­ciles de reco noc er en la p iel, y se hacen mas dificiles de detectar y valoral' a medida que se progresa hacia la profundi dad . Estos hechos de be n quedar reservado s al di agno stico medico . Para el masajis ta deb e tener va lidez gene ra l el principi o de que , si en el cu rso del masaje orden ado por un medico surge, bajo el estimulo mecanico sobre el tejido, un do lor no hab itual y no previa­mente ob servado, es nece sario consultar de inmediato con el medic o. Si no es pos ible la con su lta , debe interrumpirse como primera medi da el masaje y el pacien te debe acudir al med ico sin demora (pero, po r sup uesto, el rnasajista tendra en cuenta las situac iones de alarrna de los pu ntos 1.0. 1 a 1.0 .5, y actu ara en consecuencia).

Rupturas fasciales y hernias musculares. Las molestias en las hernias muscula res simples, no acornpafiadas de lesion tra uma tica muscular, son por 10 general leves si se exce ptiia el estado de do lor agudo qu e aparece en oca­siones en el momento de producirse la hern ia . Su localizacion mas fr ecuen te es en los aductores , el rrnisculo tib ial anterior, el biceps braquial y el cuadriceps femoral. EI masaje carece de efectos beneficiosos sobre las rupturas fasciales y las hernias musculares ,

1.2. Traum atismos con herida abierta

Tan gran des como sus exitos en la correcci6n de las secuelas de trauma­tismos son los riesgos que supone el mas aje en las lesiones traurnaticas reci en­tes. Cornentar emos por 10 tan to las lesiones de importan cia practica para el masaj ista . Cua ndo tie ne lugar una lesion traumatica se prod uce una cont rac­cion defens iva 0 la de tencion de un movimiento ya iniciado . En estos casos , el ma saje solo puede ser de ut ilida d una vez curado el desgarro . La excepcion a la regIa la constituyen las tracciones rnusculares ligeras restr ingidas a zonas pequefias, como las que se observa n en la distensio n de mu scul os inervados . Este tip o de lesion se aprec ia con especial fre cue ncia en deport istas, como pOl' ejemplo en la pa ntorrilla en los jugado res de ten is, en la zona de los aduc tores en los jine tes, etc . Este tipo de lesiones son accesib les al rnasaje, com o 10 apre­ciara en el curse de su actividad profesional el masajista deport ivo.

EI desgarro tendinoso produ ce a menudo una deformacion en bulto y de s­plazamiento de la masa con tractil del rmisculo correspondiente . Usualmente no da lugar a gra ndes mole stias, y se reconoce pri ncipalmente por Ia perdida de funcio n . EI masa je en estas lesiones es ta form almente prohibido .

Es evidente que las lesiones con solucion de cont inuida d de la pie l, es decir, las heridas abiertas, no se some ten a masaje. Lo mismo pu ede decirse de las lesiones traum aticas recien tes con integridad de las cubiertas corporales, como los hematom as grandes profundos, las lesiones int ernas, las luxaciones y las fr actur as. Es pr udente hacer notal' que en los casos de distrojia de Sudeck,

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75 Contraindicaciones 0

qu e se de sarrolla a menudo incluso tras tr aumatismo s ban ales, el masaje local solo empeora la situaci on , por 10 que es ta ab solutamente contraindicado, mi en­tras qu e, por el contrario, el masaje del tejido conectivo en la zona de la raiz metarnerica co rres pond iente alca nza mu y bu enos resultados.

1.3. Enfermedades vasculares

En este tema deben mencionarse en primer lugar las enfermedades infla­matorias, que constituye n contra in dicacion ab soluta para el masaje.

La inflamaci6n de los vasos linfaticos (linfangiti s), co nocida pa ra cualq uie r persona con sus signos de banda roja bajo la piel e hinchazon de los ganglio s lin fat icos regionale s corr espondientes , constituye evident emente contraindica­cion para el masaje.

Es espe cial mente importan te apuntar los riesgos asociados a la inflarnacion de las venas. Ya el cua dro de dilatacion venosa (varices) constituye un signa que impone precaucion . Si en los cursos venosos se aprecian zo nas duras (de tro mbosis) 0 cor dones de consistencia firm e, 0 bien estos Ienomen os asociados a los signos de la inflarnacion (enrojecimiento, h inchazon, dolor a presion) , nos hall amos ante un cu adro de tr omboflebitis . En los casos de trombosis y de tr om boflebitis , el masaje rea lizado por e rror con lIeva un r iesgo mortal : el desp rendimiento de un coagulo 0 trombo y su progresion con la co rriente san­guinea causan el emboli smo pu lmonar, que a menudo causa la mu erte por me­canismos reflejos ini ciad os en las arter ias pulmonares. POl' es ta ra z6n, recornen­damos una y otra vez a todo masaji sta la palpacion de las pantorrillas del pacient e an tes de iniciar un masaje. En cas o de ap reciar cordones firmes, 0 los signos de la inflarnacion, no debe reali zar el masaje, aunq ue es te ha ya side orden ado por un medi co. Es necesaria la consu lt a con el medico que 10 ha ya prescrito, ya que la fleb itis puede haberse instaur ado despues de que est e haya visto al pa ciente po r ultima vez . Ahora bien, el masaje en el sind rome post rom­botico .10 debe rea lizar perso na lmente el med ico , 0 el masa jist a en presen cia del medico. Finalmente, vale la pena comentar que. un trombo reciente solo lIega a ad he rirse a la pared ve nosa con su ficiente fuerz a como par a hacer posi­bles ulteriores medid as terapeu tica s a l ca bo de siete d fas de sde su form aci6n .

No solo las venas, sino tarnbien las arterias, pueden , al presentar deterrni­_ nad as alt erac iones en sus paredes, constitu ir una contraind icacion para el ma­

saj e . EI q ue las pared es arteriales se endurezcan es un fen6meno propio de la edad. En los sujetos maduros, la deposicion de colesterol entre las difer entes ca pas de la pared arteri al da lugar a la aterosclerosis. Estas deposiciones pue­den calcificarse. POI' cuanto los vasos , en es tas condiciones, pierden su elas ti­cidad , es comprensible que maniobras bruscas de am asamiento - y especial­mente si afectan a las grandes arterias en el brazo y en el muslo, en e1 ca nal de los ad uctores- puedan dar lugar a desgarros parietales que ori ginan herno­rragias intern as poten cialmente letales . En la mayoria de los casos solo puede salvarse la vida del paciente mediante la amputacion inmediata del miembro afec tado . En toda persona de eda d madura qu e acuda para masaje ernpleare­

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76 Teoria general del masaje

mos par tanto siempre maniobras suaves, teniendo siempre presente el riesgo de la aterosclerosis periferica.

Mencionemos por fin que el masaje local causa empeoramiento en los cua­dros de enfermedad arterial oclusiva exi stente (embolia) , por 10 que esta for­malmente contraindicado ell estas situaciones.

1.4. Lamineetomia de dos 0 mas areos vertebrales

La Iaminectomia sobre mas de dos arcos vertebrales, tal como se realiza ocasionalmente sobre la columna dorsal, supone tambien una contraindicaci6n general, puesto que la medula espinal ya no esta protegida de la presi6n ex­terna por su cubierta osea. Aunque la region en sf no se someta a masaje, debe evitarse incluso la tracci6n cau sada sobre los tejidos nerviosos porIa piel 0 el tejido celular subcutaneo. Las intervenciones para correcci6n de hernias dis­cales en la columna lumbar no se plantean ya como larninectomias. En la medida de 10 posible, las laminas se respetan 0 como mucho se recurre a su fenestraci6n, y se extirpa solo el ligamento amarillo en el area quinirgica (2.5 y 2.6).

1.5. Lesion de las vias piramidales

En estos casas, ha sta el minima estimulo cutaneo induce un incremento de la espasticidad. La lesion piramidal aparece ocasionalmente en hernias dis­cales cervicales, y a menudo no puede ya corregirse, ni siquiera mediante ci­rug ia. La lesion de las neuronas centrales induce, en funcion de la altura y ex­tension del dafio, paresias espasticas de magnitud variable.

1.6. Lesiones eerebelosas

Tanto en este tipo de lesiones, como en las del cordon posterior con ataxia o en la eniermedad de Parkinson, los estirnulos cutaneos y musculares inducen deterioro del cuadro clinico, con posible incremento de los defectos de la coor­dinacion,

1.7. Despues de la correccion qutrurqice de la eseoliosis

Cuando se procec1e a la correcci6n quirurgica de la escoliosis, bien a) con implantacion de una barra 'para enderezamiento de la columna in­

curvada, segun Harrington, b) can denudacion e implantaci6n de esqu irlas oseas , segun Albee, 0

c) con fijaci6n ventral de los cuerpos vertebrales, segun Dweyer (la tee­nica mas reciente),

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77 Contraindicaciones •

existe contra indicacion gene ral para el masaje. Es te tipo de anclajes oseos pu ede aflojarse por sf solo, y el masaje puede aceler ar este proceso. En nu estra so­ciedad, con cierta tendencia a exigir compensacion, el ma saji sta estarfa por 10 menos expuesto a ser consi derado causa desencadenante.

1.8. Degeneraei6n fibrosa de los musculos

Los musculos que ya han sufr ido degeneracion fibrosa no responden a la distension , puesto que falt an los organos receptor y efecto r. EI masaje en esto s casos deb e considerarse, por tant o, un intento ine ficaz sobre un organo inelicaz. Este tipo de degeneracion se observa como secuela de traumatismos y paresias, y de inmo vilizaciones prolongadas en cama en pacientes de edad avanzada.

EI mu sculo sana cumple la ley del <dodo 0 nada». Un estfmul o aplicado a estos musculos se tran smite por via neural. Por el contrario, en el miisculo en degener acion, cronicarnente denervado y en proceso de sus titucion po r muerte celul ar, las fibril acion es y contraccion es Iasciculares son la expresion rnecanica de la excitacion espontanea de fibra s y fa scfculo s aislad os, como se ha evidenciado en numerosos expe rimentos y en hallazgos c1fnicos sobre museu­los de hum anos y de an ima les de experimentacion ."

Segun multiples da tos expe rimentales , la excitacion transmitida segun la ley del «todo 0 nada» es un pro ceso relativamente labil, mientras qu e la exci­tacion local es un proceso mucho ma s esta ble. Por esta razon, la degeneracion de un mu scul o se reconoce p recozmente por el hecho de que la excitacion originalment e transmitida se convierte en la mod alidad de excitacion local. La perdida de la capacidad norm al de reaccion ante impulsos elec tr icos de breve duracion , y la aparicion de contracciones localm ente limitadas, qu e progresan lentarnente a 10 lar go del muscul o , se reco nocen desde hace tiempo como expre­siones perceptibles de estas alte raciones.

1.9. Enfermedades tumorales e infeeeiosas

Este tipo de enfermedades solo puede experimentar, como maximo , efectos negat ivos a consecuencia del masaje. En este tip o de patologfa hay que prestar

.. especial atenci6 n a formaciones cutaneas con dep6sito de melan ina .

2. Contraindicaclones temporales

2.1. Despu es de in tervenciones quirtirgicas simples sobre la articulacion de la rod illa (por ejemplo, la meniscect omfa) , el masaj e del cua drfceps es ta prohibido al meno s en las cuatro primera s sema nas del postoper atorio , ya qu e se pu ede irritar facil men te el fondo de saco superior de la capsula arti cul ar .

28. Ad ams, en Reichel, H .: Muskelphysiologie (p. 94). Springer Verl ag, Berlin, 1960.

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Teoria general del masaje78

Po steri ormente pu ede irnciarse el aca rici ami en to y el amasamiento cau to de la s porciones med ia y superior d e la masa del cu adrfcep s.

2.2 . Despu es de fracturas de los miembros, la mu scul atu ra de la zona deb e preser va rse de acortamientos 0 alargami en tos mecanicos pasivos du ran te 12 sema nas . Por el con trario , el ma saj e de los grupos musculares proxim ales a la f ract ura puede in iciarse ma s precozmen te . EI trat ami ento por masa je qu e se prescri ba se limitara inici a1ment e, incluso despu es de la pa usa forzosa , a la musculatura de disposicion proximal.

La dist rofia de Sud eck es a menu do la consecuencia de una inrn ovilizacion demasiado prolongad a , perc tambien pu ede ser la disyu nti va de graves conse­cue ncias de una activida d demasiad o precoz .

2.3. En las fractu ras de la colu mna vertebral es de imp or tanci a primor­dial la espe ra hasta qu e se cumplan los pr ocesos de con solidacion , y en es tos casos los tratam ien tos de movilizacion deberan preceder en mucho a tod o tipo de manipulacion de masaje, independientemente de donde se quiera aplica r este. Antes de los -habitualmente necesarios- primeros masajes sera nece­sario dejar tran scu rri r un plazo de 12 semanas en casos de afectacion de un cuerpo vert ebral dor sal con conservacion de su cara dorsal, y de al menos 16 semanas si la ver teb ra afec tada es lumbar 0 cervical. En casos con fractur as de vari as ver tebras no se debera ini cia r el masaje hasta qu e ha ya tran scurr ido al menos un semestre desde la fra ctura.

2.4. En el postopera tor io de un a sus tituc ion a rticu la r coxal endoprotesica co n pr otesis metalica, plasti ca 0 ce ramica esta proh ib ida toda manipulaci6n de masaj e duran te al menos 12 semanas . Dur an te lar go tiempo se ha aceptado , incluso, segun el principio basico de «n il no cere» (es decir, «nunca causa r dafio»), la regIa de qu e un musculo qu e pasa sobre una articu lac ion ar tificia l no debe ser sometido a masaje, ya que la extirpacion de la cabeza femora l, el fr esad o de l ace tabulo, la exeresis de la capsula art icu lar y la separaci6n 0 sec­cion intrao pe ra toria de algunos rmisculos dejan como res u ltado un lecho cr ue nto de consid er abl es d irnens iones , y la orga nizacion de l hem atoma por las fibri Jlas y fibrobl astos p rolifer antes y su tr ansform acion en tejido fibr oso cicatricia l movil no debe ser alterada po r es tfmu los mecani cos. Solo se permite el ent re­namiento ergotera pico , qu e es inclu so necesar io con una dosifi cacion con creta a fin de qu e a 1a contra ctura muscular que se aprec ia en la may or ia de los casos se afiad a una contractur a de la cicatriz . La balneoterapia de movimi ento resulta el metodo terapeutico ideal, ya 16 0 17 dias despues de la interv encion. El terapeuta debera indicar y controlar los movimientos dentro del agua , El riesgo de que de un a curac ion hasta ese mom ento ase ptica de la herida mu scu­la r su rja una miosit is osific an te aumenta en proporcion al est imulo meca nico que se apli ca . La ve locidad de sed irnen tac ion globu lar no es un indicad or sufi­ciente del curso de la cica trizac ion, ya qu e puede es tar elevada aun un as 6 se­manas despu es de la int er ven cion . Co nd ici6 n previa importante para el ma­sa je es, como en otros casos, la ex istenc ia de areas a trat ar libres de inflarna­

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Contraindicaciones •

cion: un leve incremento de la tempe ratura es indicativo de una reaccion in­flamat oria.

En casos de lesion del parenquima hepatico hay que contar con un retraso de los procesos de reabsorcion, ya que la sinte sis de fibrina se ve alterada por un deficit de vitamina K (tiempo de p rotrombina ala rgado) . De esto se deduce la necesidad de esperar atin mas tiempo antes de iniciar el masaj e en estos casos, perc> por 10 general puede inici arse la primera sesion de tratamiento al cabo de 12 semanas, pero aplicando solo tecnicas de elevacion, sin ejercer pre­sion sobre capas mas profundas. Si se aplic a pre sion a la capsula articular coxal neoformada, fibrosa y cicatricial , se da el riesgo de inducir una miositi s osificante. Para el control del exito en la correccion de contracturas, especial ­mente de la musculatura flexor a y aductora, es neces ario controlar regularmente la longitud de las piernas," mediante el procedimiento de la tablilla y el con­trol en posici on sedente y en deciibito.

EI rmisculo ghiteo mayor y los musculos gluteos laterales, c1aramente at ro­fiados en la mayorfa de los casos ya antes de la intervencion, requieren, des­pues de meses de haber sido protegidos de todo estirnulo, masaj e y entrena­miento graduales dosificados.

2.5. Para la eliminacion de un disco intervertebral lumbar que causa com­presion del cono medular 0 de las rakes nerviosas se prefiere actu almente la llamada «flavectornfa» (exti rpacion del ligamento amarillo que recorre dor­salmente el canal medular) a la laminectomia 0 hemilaminectomfa. Sin em­bargo, ocasionalmente es necesario, al empl ear esta tecnic a conservadora, re­currir a la Ienestracion del arco vertebral (Iaminectomia pa rcial) , si la localiza­cion del prolapso herniario asf 10 requiere.

La perdida de continuidad de la columna vertebra l (el llama do «disco in­tervertebral blando ») prohibe inicialmente, como en el caso de la endoprotesis, todo tipo de irritacion mecan ica. Al cabo de 2 a 3 semanas puede inici arse el tratamiento de movilizacion en la piscina caliente (30 °C), y resulta espe­cialrnente adecuada la nat acion de espaldas, a cau sa de la escasa tend encia a la lordotizacion. Al cabo de un intervalo de entre 3 y 6 meses puede consi­derarse terminada la estabilizaci6n por formacion de tejido conec tivo organi­zado. El masaje resulta entonces recomendable, en los primeros dias en decu­bito lateral, mientras se realiz an ejercicios ergoterapicos evit ando todo tipo de tendencia lordotizante. Tampoco los ejercicios sobre espalderas resultan Iavo­rables despues de discectomias, ya que en las fases finale s de las flexiones elas­ticas del tronco las contracciones musculares inducidas por el dolor no pueden ya frenar el peso del cuerpo. Y tampoco resultan favorables los ejercicios con la espalda contra las espalderas, porque consiguen mas que una distension de la columna lumbar un a lordotizacion por la tracci6n del musculo psoas iliaco. Tambien al buscar el necesario fort alecimi ento de los rmisculos oblicuos abdominales es necesario neutralizar al maximo la componente lordotizante del psoas iliaco.

29. Eichler , J.: Orthopadische Prax is, 5: 193·200, 1973.

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80 Teoria general del masaje

Al cabo de 3 a 6 meses, segun el cur so de la curacion, esta permitido el ma saje de la region lumbar , pero prescindiendo de la aplicacion de fricciones y masajes del tejid o conectivo en las proximidades de la zon a cicatricial.

2.6. En casos de pr olapso d iscal cer vical puede p roducirse lesion tanto de la neuron a cent ral como de la periferlca , porque en esta region la medula y la raiz nerviosa es tan muy proximas una a otra . Par est a raz on, tr as la repa­ra cion quirurgica del prolapse es necesari o el bloqueo igualmente quirurgico de los cuer pos vertebrales adyacentes . A fin de no arriesgar el ex ito de es te blo queo, el tr atamiento po r ma saje no estara indicado hasta que hayan tr ans· currido al menos 6 meses desde dicha operacion (operacion de Cloward).

2.7. En las carrecciones qu irurgica s de la escoliosis con implantaci6n de esquirlas de hueso autologa s no deb e apli car se masaj e durante al men os un afio, a fin de no afiadir alteraciones rnecanicas externas a un proceso opera­torio ya sobreca rgado de problemas de reabsorcion y estabi lida d . Si al cabo de un afio las esquirlas son aun radiologicame nte visibl es y se encuentran bien sit uadas, es pos ible contar con que su resistencia se ra la adecuada. En tal caso, el mas aje como preparacion para el programa de ejercicios no solo es permisible, sino deseable .

2.8 . EI tratami ento ortop edico-qu irurgico de las fr acturas de las extrerni­dades con pl acas metalicas, tornillos y otros metodos de fijacion proh ibe la apli­cacion directa de estimulos mec anico s sob re estos materiales. Exist e aqui tam­bien el r iesgo de la miosi tis osifican te, por el roce entre el tejid o mu scular y el metal; por tanto, la indicacion para el ma saje solo exi stira despues de la ex­traccion de las piezas de fijacion y debera ser establecida de nu evo en funcion de la situacion local y de los resultados de la int ervencion,

3. Contraindicaciones relativas ,.

3.1. Despu es de un periodo de repose en cama de mas de tres meses (0 men or, en caso de pa cientes de edad madura) y en presencia de alteraciones de la circulac ion, el masaje esta, en principio, contraindicado. La indicacion del masaje sobre el lugar de la alteracion se regira segun el cu adro clinico , Cu anto mas ma rcada la ten denci a a la isquemi a mu scular '-y por tanto el t rayect o de marcha sin dolor-, 0 cuanto mas evidentes los signos de insufici encia de las va lvulas ven osas, 0 cuanto mas afectadas estan las vena s situa das dentro de las fascias musculares, tant o mas exacta y estricta debe ra ser la con sideracion de indi cacio nes y contraind icaciones . En caso de afec tacion unilateral , el tra­tamiento por masaje de la extremidad contra lateral est a permitido y es eficaz;

* De igual manera pod ria hablarse de indi caciones relati vas. Tratarnos el terna bajo este encabezamiento para acentuar la necesidad de conocer los riesgos del masaje.

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81 Contraindicaciones

en es tos casos pueden tambien espera rse buenos resu ltados del masaje de l tejido conectivo .

3.2. Si en un paciente con sfntomas de compresion en el ar ea lumbar no se aprecian modificacion del cu adro (pe rs istencia del dolor al levantarse del decub ito 0 de 1a posicion en cuc1iIlas, al toser, al es tornud ar, con el paso de heces end urecidas 0 con los mov imientos en la cama) en el p1azo de 14 di as, existe contra ind icaci6n para la conti nuaci6n de l masaje y de la ergoterapia. En tales casos el pacien te debera some ter se a exp lo raci on ne uro16gica 0 ne uroqui­nirg ica, ya qu e pu ede aparecer Facilmente un o de los cuadros res efiados en los puntos 1.0.3 y 1.0 .4.

3 .3 . EI masaje esta raras vece s indi cado antes de la puber tad . El trata­miento ergotera pico abarca zona s tan extensas, y los estfmu los creados po r ia gim nasia son tan amplios en el organismo en crecim ien to, que el masaje resulta sup erfluo. S610 en la relajaci6n de 1a contractura mu scular en el lado c6ncavo de una escoliosis, en la enfermedad de Scheuermann 0 en una espalda convexa parcia1mente fijada puede e1 ma saje representar un aporte va1ioso a los ejerci­cios ergote ra picos . Esp ecialmente en e1 caso de tra tamientos dir igidos al apa­rato locomotor del nino debe darse un gran va lor al tratamien to de mov iliza­ci6n en agua.

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82 Teoria general del masaje

TABLA II. CONTRAINDICACIONES 9101 Tromboflebitis

<))02 Embolia arterial

9103 Aparicion de deficit neuro logicos

9104 Interrupci6n brusca de un dolor de compresi6 n ner viosa

9105 Situaci 6n de urgencia

911 Infiarnacio nes

912 Lesiones traumaticas

I 913 Enfermedad vascula r

914 Laminectom ia de 2 0 3 vert ebr as I 915 Le sion de la via piramidal I 916 Lesion cerebelosa

917 Barra de Ha rringt on

918 D egeneracion fibrosa de rnusc ulos

919 Enfermedad tumoral 0 infecciosa

921 T ras cir ugia de la rodilla

922 Tras fr acturas en los miern bros .~ 9231 Tr as frac tura de un cue rpo vertebral co n borde do rsa l conser vad o

9232 Tras fract m a de un cuerpo vertebral lumbar 0 ce-rvicaJ -- _.-1= = = :::--=­9233 Tras fracturas multi ples en la columna verteb ral

924 T ras endoprotesis de 1a ca dera

I 924 T ras endopr 6tesis de la cadera co n pa renq uirna hep atic a dafiado - ,- - - ===--===,-_-=:,,:= =-,,:­925 Tras int er venci6n par herni a discal lumba r

(u "~7Z27- '-=_"'==-::-:---==-== = _ 926 Tr as int ervencion por hern ia disca l , ~e r,v i ca l (CI<?ward l

927 T ras intervencion es por escol iosis, sa lvo 917

9281 T ras tratamie n to de frac tllras can placa s· a torn illos

9282 Tras la retir ada de placas 0 tornillos ? ­ -=-===::..-.=====---~

931 Reposo en ca ma de mas de 5 meses co n a lterac ione s circ ula tori as En el luga r de 1a enfe rme d:'-'a"'d-=-- ­

932 Sin tornato logfa de cornpr esion

933 Antes de la p ubertad ·, ' . L;tZ : zz//:,·//;: ':t.·l7ZZi..' -, ~· - za.T,· /~/'//7· / L7/.r -'/7T .L.t~ /2/7.-; · _ D,,: _ ~·.! · : :zz Z::::::;. .: .'.: 'l.!/ .'[ _--:, -·.!z.:.· 7/_T /7' Z/" 7Z7.?///7 .'/:'/L7T . .i:./. ... .?:/ _,· //"n - - ..

5 6 7'""i<r 3 , 4 - 51 (, 1" 7 iT'i" 1 10 i II 1 12 10

Seman as Meses Afios Situ aciones de a larma Con traindicaci6n genera l

7T, .., ,- T) Co ntrai nd icacion rela tiva

In dicacion

Espera en f uncion de los hall azgos loca les

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TECNICA ESPECIAL DEL MASAJE DE lOS ORGANOS DEL MOVIMIENTO

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ELEMENTOS BASICOS DEL TRATAMIENTO POR MASAJE

La sala de masaje

La sala de mas aje debe ser lurninosa, lim pi a, ag radable y bi en ven tilada . EI ba nco 0 camil1 a de masaje debe se r accesibl e per todo su perirnetro, y di s­poner de un es pa c io lib re c irc undan te sufic iente me nte gr ande pa ra el m asa­jis ta. E l esp acio opt irno a emp lear puede ser de 2,5 metros de anchura y 4 metros de Ion gitu d.

La mana de! masajista

La s manes del masa jista deb en est ar secas y lim p ias. Manos sudorosas resultan inadecu ad as para el rnasaje. Las ufias se ran cortas y cortadas en re­dondo , y las yernas de los dedos deben sobresa lir lige ra mente de los bordes de las mism as . POl' sup ues to , el ma sajista se lava ra las manes an tes de cada mas aje . La h igiene cuid ado sa es el mej or p reventive de las infecc ione s de la pi el.

A ca u sa del ejercicio de l rnas aj e, Ia mano de l masajista ex per imenta deter­minadas tran sfo rrnaciones, c uya au sencia puede ser indicativa de u na tecn ica defectuosa. Con la mayor fre cu encia se desa rroll a, durante el arn asa miento con la pu n ta de lo s dedos, una cornificacion de la piel del 1ado radial de la s yemas de los dedos, que alcanza hasta el repliegue ungu eal. Lo s fiexores co ­munes superficia les y profundos y el flexor largo del pulga r se Iortalecen pro­gresivarnente . La agud ez a de la sensacion tactil de las yemas de lo s de dos se perfecc iona , po r el continuo contacto con los teji dos . Graci as al amasamiento con una y con 'dos rna no s se for talecen y desarrollan especialm ente los flexores su perficiales, los lumbrical es y los interoseos, al igu al qu e el adu ctor y el opo­ne nte del p ulgar:

POI' es tas razones, y co mo preparacion para el o ficio de masajista , s610 pod em os recornendar un a y otra vez el entre namient o y fort alecim iento selec­tivos de estos nnisculos, especialme nte en las p ersonas con teji dos conectivos laxo s. P OI' otra pa rte , las co nd iciones de adecua cion para es te trabajo no se dan en los caso s en qu e una enfe r me da d ocasion a defi cit sensorial de la s ra kes C6 y C7, 0 defi cit mo tor , especialme nte del nervio mediano 0 del nervio cu bital , incluso en casos con afect acion unilateral. En la s pe rsonas q ue pre­sen tan con tracturas cicatricia les ex tensas, rniopatias 0 secc iones tendino sa s, o en casos de tendencia a la luxacion del pulgar, de sindrome del n inel car­

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85 ::!ementos basicos riel tratamiento por masaje

piano, 0 de tendovaginiti s, debe pOl' supuesto ponerse en duda 1a capacidad de ejercer el masaje. EI amasarniento can una sola mana reclama, a mas de la capacidad de oposicion del pulgar y un a flexion pot ente de las articul acicnes int erfalan gicas, una arnpl ia movilidad para desviacion radial y cubita l de la mane. En este tipo de movimientos, en el principiante se observa con fre­cuencia una falta de resistencia . Estas dificultades iniciales se corr igen Iacil­mente con un entrenamiento fr ecuente previo a la asistencia a la escuela de masaje .

, reparaci6n de la piel de la zona a tratar

La piel de 13 zona qu e se ha de someter a masaje debe estar limpia y seca ; es recomendable su lava do ante s de iniciar el masaje . Evidentemente se elimi ­nara toda prenda de ropa de la zona a trarar, para que no haya contacto entre la rcpa l' la mano act iva. No es suficient e el separar 0 recoger la ropa, pu esto que las zonas corporales centrales resp ecto a la zon a tratada no deben verse atenazadas 0 comp rimid as por prenda alguna , Para reduci r la fr icci6n sobre la piel empleamos agentes lub ricantes, Pe rsonalrnente, nosot ros los empleamos en forma de polvo , l' concretarnente el polvo de talco corrien te . No hemos onservado obstruccion de los po res -ni la subsiguiente Iirnitacion fun cionai de la piel-, pero inclu so esto puede evitarse lavando la piel desp ues del ma saje . Considera rn os inadecuad o el uso a manera de lubricantes de grasas, aceites. unguentos y jabon es, ya que reducen dernasia do la necesar ia adherencia de la mario activa a la piel y red ucen el efecto en profundidad, esp ecialmente en el acari ciam ien to y el amasamiento . J:I1 las zonas pi losas es conveniente recortar los pelos an tes del masaje, y preferimos para este pro posito la tijer a a Ia navaja de afeitar .

Las verrugas y papilornas deben excluirse de las man ipulaciones del rna­saje, l' es deseable su extirpaciori antes de iniciar el tr ata mien to por masaje. En las zonas afectadas por enfermedades de la piel , y muy especialmente en las zonas-de infec cion purulenta , el masaje esta absolu tarnente prohibido.

olocaci6n del paciente

Antes de iniciar el rnasaje propiamente dicho, el rnasajista debe ocuparse de colocar 81 paciente en posicion optima. Solo cuando se han creado las con­diciones que penniten la relaja cion del musculo pueden esperarse efectos positives del masaje.

En este senti do, la pr irnera tarea es descargar al musculo de todas sus ta reas de sosten y estabilizaci6n . En la rnedid a de 10 posibl e se procurara que todas las articulaciones sobre las que el mtisculo pasa esten firmemen te apo ­yadas, 0, como en el caso del amasamiento con una sola mano, qued en fijadas y sostenidas por la mane libre del masajista .

£1 rnasaje de la espalda y del vientre no ofrecen en este punto dificultades. Es cond ici6n importante e1 masaje en posic ion de decubito, regla de la que

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86 Tecnica del masaje de los 6rganos del movimiento

solo nos desv iaremos en muy poco s casos concretos, en los que una enfermedad ca rd iaca 0 pulmonar hace in tolerable es ta posicion.

Una segunda cond icion , de igual importancia , es la de qu e al coloca r al pacient e se consiga la aproxi rnacion entre las dos inserciones del muscul o, po r l, 10 menos hasta la posicion intermedia de la articul acion que ese musculo mueve . El intent ar aplicar masaje a un mu sculo distendido ca rece de sent ido, a cau sa de la escasa defo rmabilidad. Adern as, el dolor innecesario indu cido, la di sten­sion de la capsula de pOI' 10 menos una de las art iculac iones adyace ntes , y la mala diferenciacio n entre tejid o muscular di stend ido y tejid o muscul ar local y circunscritamen te alterado deben cons idera rse un obs tacu lo adic ional.

Colocaci6n del masajista

Para la aplicacion del masaj e, el masa jista pr ecisa libertad de movimient os y liber tad de respiracion , condiciones que se curnpl en con mas facilidad cuando se encuent ra en pie. POI' esta razon reco mendamos el empleo de ba ncos 0 ca­millas de masaje de altura suficiente como para hacer pos ible el masaje con el masaj ista en pie. Sin embargo, el masaje en posicion sedente no es incorrecto. Al trata r el rnasaje de [as regiones corporales nos ocu parernos mas deta llada­mente de la posicion del masaji sta.

Ritmo de las manipulaciones del masaje

El aca riciarniento es la manipulaci6n mas len ta del rnasaje : al tratar una zona muscul ar, cad a pasc requiere aprox imada mente 3 segundos. En los casos -1

en que los pases se hacen en dos direcc iones op uestas, como en el mu sculo erector del tronco , cada dobl e pase dura tam bien tres segundos, 1

En e! amasamiento, rnan ipulacion mas rapida que Ia ant erior, la duracion de un «tiernpo», ent endi do como el espacio ent re dos Iases iguales de la misma man o, es de un segun do. Asf, en el amasarniento con una sola mano, un «ti ern­po» abarca desd e una fase de com pres ion con la eminen cia tenar ha sta la siguiente, y en el amasarniento con dos manos desde una Iase de cornpresion con la eminencia tenar de la mano derecha hasta la siguiente fase de com­pre sion con ia misma eminencia de la misma rnano: en el amasa rniento con la pun ta de los ded os, un «tiempo » abarca desd e el momento en que Ia mario derecli a coge el tejido hasta qu e Ja misma man o 10 vue lve a coger .

En las rnaniobras de Iriccion se desarrollan aproximadamente tres ciclos comp letos pOI' segundo .

Estas indicaciones de tiempo supone n solam en te datos indicativos arnpl ios, ~ y estrin sometidas a variaciones individuales. Sin embargo, es necesario evi tar J un ritmo dernasiad o rapi do en las manipulaciones de masaje , especialmente J en el acariciarnicnto y el arnasarnient o, ya que la intens idad y el efec to deere­cen si se efectuan con veloc idad excesiva.

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\- - ..- ---..- -- --- - - - - -t-­FIG. 130. Co locacion del pac icn tc en el tratamien to del cu adriceps. La pierna es ta apo­ya da en tod a su ex tension, a l igua l qu e el tronco. Arnasamie ruo ados man os de todo el muscul o y amasa mien to con las pun tas de los dedos em plean el m ism o ti po de co loca­cion . La rodilla debe estar en ex tens ion, la cadera en flexion . En caso de con tractu ra en flexion, se ernpleara un apoyo de espum a de gorna como en Ja con trac tura en flex ion de Ja cadera.

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~~1\ )1/ ~\ FIG. 131. Co locacion para el masaje del triceps sural , en este caso el de recho . El pie derecho del pa cien te se apoya con to d a su superficie sob re el mu slo izq uierdo del rna sa­jis ta (para el masaje del lado izquie rdo, se in vier tcn los te r rninos) . Part iend o de la pos i­cio n med ia , el p ie de be apoyarse en flexion pla n tar de ap rox imada mente J0 g rades.

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: IG. 132. Colocacion para el masaje del area poster ior del cuello y los hom bres. si este ultimo debe hacerse sin trata r la totalidad de la espalda (por ejemplo, si existe contra ind i­cacion para el decubiro, 0 una cifo sis con tr actural do rsal) . La cabeza se apoya en ma ntas dobladas y en un rod illo para nuca , con Ia frent e como supe rficie cl e eontaeto . Ya qu e L:; fl exores de la ca beza estan contraidos, se inte rcalaran en el masaje 2 0 3 pa usas

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br eves cle relajacion.

FIG. 133. Para evitar la hiperex tension de la colu mna cer vical se coloca bajo el tronco un a ma nta doblada 0 una pieza de espuma de goma; el soport e debe ab arcar aprox irnada ­mente desde la cres ta ilfaca hasta la clavicula .

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FIG. 134. La frente reposa sobre un rodi llo . Durante el masaje de las reg iones lumb ar y toracica puede perrni tirse el apo yo lateral. Se co loca o tro rodi llo ba jo los p ies.

FIG. 134 bis. Durante el masaje de Ia reg ion torac ica y cervical, la fren te p uede apo ­yarse sobre el dorso de las manes, si con el rod illo no se consigue una re lajaci 6n adc ­cua da de ia musculatura dorsal del cuello.

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F IG, 135. Colocaci6n par a el masaje del deltoides, Posicio n med ia . pero e n nin gun caso di stensi6n exc esiva de l rnuscu lo . EI sopo rte pa ra cl br azo y cl co do deb e ser firme , pa ra que el delt oides pued a relajarse por completo. EI bra zo sc co loca aproximad am ente en a bd uce io n de 60 gra dos , el co do flexion ad o en angulo recto y el untebrazo en posici6n media entre ro tacion exte rna e inte rna; e l br aze estara par alelo a l tronco , en posici6 n me­d ia entre Ia anteve rsio n y la retroversio n. En los casos de co ntrac tu ra no deb e p rod uc irse nunca el mov imie nto de la eintura csca pular con el rnasa jc : en tal ca so , el masaje se har a en una posic ion de rneno r ab du cc i6n.

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1 FIG. 136. Situaci6n de la cadera en el masaje de l glu teo mayo r : ex tension , abd uce i6n de 10 grad os, punto med io de ro taci6n, saco de a rena bajo los tob illos. Es ta co locaci6n es recomenda ble pa ra todo rnasaje qu e deba haccrse co n el paciente en decubit o pro no . En caso de co ntractu ra en flex ion se ap licar a un sopor te de esp uma de goma de tal rigi­de z que no Ilegue a ceder bajo el peso del cuerpo per o suministre nun una cierta elast icidad.

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Elementos basicos del tratamiento por masaje 91

Dolor y masaje

Se discu te aun energicarnente el tema de si dur ante el masaje debe, puede o no puede nunca producirse dolor. Por prudencia, la mayorfa de los masajes se realiza de una man era demasi ado superficial. Tememos que el paciente se quejara antes a causa de un dolor infligido de rnanera inmediata que de un tratarniento sin exito, y de esta manera se prategen tanto el participante pasivo como el act ivo en el masaje.

Solo en el masaje deportivo, segun oimos a veces, se amasa y bate aiin, se trabaja durante un tiempo suficiente, bajo el acicate de la necesidad obl iga­tor ia de exito. Y aSI, el masaje deporti vo reclama pa ra sf algunas hojas de la corona de laurel del vencedor, si bien algunos de sus metcdo s adicionales no son del todo justificables desde el punto de vis ta medico (anestesia de zonas musculares lesionadas para evitar la contractura refleja fisiologica, vendaje de esguinces con cornpresion exces iva para que el atleta pueda continuar a cual­quier precio en la cornp etici on , etc.).

En estos casos se juega con una puesta excesiva, en detrimento de la salud del atleta. La consecuencia forzosa es la aparicion precoz de lesiones secun­daria s.

EI masaje clasico se diterencia del masaje depo rtivo y de sus etectos sobre el musculo, esencialmente, solo en el planteamient o de las indi caciones.

En el masaje clasico, el dolor casi nun ca aparece en Ia pr imera sesion; para el ejemplo clasico del masaje de la espalda se acepta que son la segunda y la tercera sesion las que hab itualmente son dolorosas. Depende de la habi­lidad -del masajista el iniciar el trabajo en estas sesiones segunda y tercera con escasa intensidad , a fin de veneer la contractura defensiva, para despues (en el cur so de los pri meros 5 minutos, apr oximadamente) volver a la fuerza em­plcada du rant e la primera sesion. Si esta ::forma de aplicacion fracasa ante la hipersensib ilidad algogena del paciente, 0 gracias a la mal ent endid a arnabi­lidad del rnasajista , el umbral de dolor aceptado de la segunda y tercera se­sion se alcanzara mucho mas tarde, 0 tal vez nunca, con 10- que partes impor­tant es de los efectos hurnorales y neu rales no se prod ucen y se abandona la resoluci6n de adhere ncias, condicion previa absoluta para el tratam iento de cada musculo por separa do.

No siempre se ha de elegir el camino de la minima resistencia, ya que er tal caso el masaje muscular se queda detenido en la piel, desapareciendo la es timulac ion de los recentores mas profundo s.

Por supuesto, tambi en existen excepciones a la regIa de realizar el masaje clasico lege arti s; solo es necesa rio que la excepci6n nun ca Ilegue a conver­tirse en regla La fuerza aplicada en el masaje debe regirse por el cuadra clinico, la constituci6n del paciente, su umbral de sensibiliclad dolorosa v su edad . ­

La importancia del contacto estrecho entre el medico qu e ha orclenado el tratamiento y el masajista que 10 ap lica se hace especi alrnente clara con el ejern­plo del masaje de la region lum bar. Un dolor resistent e al masaje puede surni­nistrar aqu f dat os sobre enfe rmedades que nada tienen que ver con una afec­

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92 Tecnica del masaje de los 6rganos del movimiento

cion muscular. Dolores repet itivos justarnent e po r debajo de los arcos costa les infer iore s do rsales pu eden indi car un a urolitiasis, especialrn ente si el dolor se irradia hacia el vientre y la ingle.

EI masaje de la musculatu ra lumbar pued e tarnbi en desencadenar cri sis hip ert ensivas con taquic ardia , extrasis tolia, er iterna facial inten so y dolor pre­cordial cuando existe un feocr omocir oma, afeccion tumoral de la rnedula su­prarrenal . La palpacion de la region renal , y por Jo tant o tarnbien e1 masaje intenso, pueden desencad enar esta situacion a manera de p rueb a dia gnosti ca .

EI que un dolor en la region lumbar no remita puede sin embargo debers e tambien a irritacion con tinua de los nerv ios en su pu nto de sal ida de la co­lumna verteb ral , a causa de un prolapso discal, de un neurofibroma, 0 de otro tipo de tumor (vease el capitu lo re ferente a contraindicacion es) .

EI prolapse uteri no y otras afecciones gineco logicas cursan con dolor en el area sacra , que usualmente no pueden aliviarse por med io del masaje. Sin embargo, tarnbi en se supo ne con excesiva frecuencia la existenci a de enferrne­da d gineco logica w and o en rea lidad se trat a de do rsalgias dinarnicas 0 estati cas .

El masaji sta con sciente se pondra en contacto con el medico en casos de dolor resisten te al tratamiento, especialm ent e si observa adernas reaccion es in frecuentes 0 no habitu ales en rel acion con el masaje.

Muchos pacien tes se as ustan al observa r hematomas. Si el hema toma se encuentra en la espalda, usualrnente sera una tercera persona la que, con e\ correspondiente dr arnati smo , llarne su atencion sobre el, y en este momento el dolor hasta enton ces sopor tado puede transforrna rse en an tipa tia con tra la persona ca usan te, 0 en un estado de resignac ion con tendenci a al emp eora ­miento. EI mejor remedio con tra esto es informa l' previamente al paciente de la pos ibilidad de apar icion de «carderiales» , especialm ente si la palpacion ex­ploratoria ha evidenc iado una consist encia aurnen tada y firme, con capas «pe­gada s un as a otras».

Se p rodu cen a menudo hematomas en la piel 0 bajo ella durante el tra­tarn ient o de miogelosis ref'ractarias, que por 10 general cursan con dolor . Tanto la fr iccion como el masaje de las fascias subcutaneas son forrn as de masaje en las que con frecuencia se observan estos fen6m enos acornpafiantes . H ay que tene r el maximo cuid ado , sin emb argo, en los casos de pacient es con tra s­tornos de la coagulac i6n, y especialm ente en los enfermos que est an recibiend o tratarnient o anticoagula nte (despues de infa rto de miocardio, 0 en riesgo de embolia, 0 como pr ofilaxis de la trombo sis). Deberia establecerse como regia que los pacien tes acudan al masajist a con una prescrip ci6n de rnasaje espe cial­mente de taJlada y marcada. Tarn bien los pacientes con incr emento de la perrnea­bilidad vascula r (por ejernplo , en los casos de pu rpura) y cifra baja de pla­queta s de berfan !levar una nota especifica al respecto en la p rescrip cion de masaje. Las locali zacion es mas frecu entes de hematomas son el tensor de la fascia la ta con el tracto iliotibial, los bordes del delt oides, la region interesca­pul ar, la zona por debaj o de la cresta iliac a, y en general todas las zon as lirni­trofes entre rmisculo y otros tejidos.

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93 Elementos baslcos 'tiel tratamiento por masaje

Secuencia de las manipulaciones del masaje

En todo masaje deben respeta rse las secuencias siguientes: acari ciamien to ­amasamiento - acariciamiento , 0 acariciamiento - f riccion - acariciarniento. Esto es, todo masaje se inicia y se concluye con el acariciamiento. Las maniobras de friccion y amasami en to que se intercalan se hacen mas tolerabl es interca lan­doles a su vez, y hac iendolas seguir, de maniobras de acaric iamiento.

Tambien e! masaje de fascias subcutaneas puede precederse de acar icia­miento; esta maniobra supone hab itualrnente un buen suplernento al amasa­miento de la musculatura adyacente.

Planeamiento de un tratamiento de masaje

En el planearni ento de un trat amiento masajistico debe respetarse siernpre el precepto de tratar primero las regiones centrales, con el proposito de per­meabilizar venas y linfat icos para el transporte de los residuos, antes de pro­gresar hac ia la periferia. Asf, por ejemplo, al tratar la extremidad superior, el masaje se iniciara en el area de la nuca, siguiendo luego a la region del hom­bro para llegar POl' fin al brazo, el antebrazo y la mano . Siempre se aplicara el masaje en direccion centrfpeta, hacia el corazon , y solo los mufiones pueden someterse a masaje cen trffugo, hacia el mufion,

EI terri torio a tratar se prepara median te acari ciamien to repetido seis a diez veces una tras otr a. Siguen las maniobras de amasamiento, que se repi ten seis a echo «tiempos». Del mismo modo se actua a1 tratar una region. Las fric­ciones, por fin, se intercalan en la secuencia segun necesidad .

En toda afeccion inflarnatorio-i nfecciosa de las articulaciones debe consi­derarse terminantemente prohib ido el masaje , dado el riesgo de que los ger­menes pasen a la sangre y se dis tribuyan por via hernatica .

Duraci6n y frecuencia de tratamientos y curas por masaje

Para un masaje parcial, es decir , para el masaje de una sola region cor­poral , se precisan entre 12 y 15 minut os. Pa ra un masaje total 0 completo se

. acepta como maximo el tiempo de media hora. E1 masaje con fines terapeuticos debe efectuarse diariamente, y si es nece­

sario y posible dos veces al dfa. Para el tra tamiento de una region corporal se requi eren aproximadamente 15 a 20 dias de trat amiento . No es aconsejable prolongar una cura de masaje mas de seis sernanas, a causa de la habituacion del cuerpo a los estfmulos del masaje, salvo en casos de enferm edad reumatica progresiva . Una vez concluida una cura por masaje, y antes de iniciar un nuevo tratamiento , debe insertarse un a pausa de reposo que, en 10 posib1e , correspondera a la duracion del trat amiento pr evio. Asf, a cua tro semanas de tratamiento seguiran otra s cuatro de reposo, y luego ot ras cuat ro semanas de tralamiento .

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94 Tecnica del masaje de los 6rganos del movimiento

Vale la pena hacer notal' que noso tros suspendemos el masaje du ra nte la me nstruacion .

Durante la practica del masaje, la posici on del masajista respecto a la su­perficie en tratamien to debe elegirse de ta l mod o que el curso de los mov i­mien tos no tenga que int erru rnpirse br uscame nte, sino que se desarrolle en pasos fluidos. La di stribuc ion y regulacion de los movimientos de los dedos desde la mu fieca hasta el hombro hace que la apl icacio n de Iuerza sea ma s econornica . Tam bien es posible, si el rnasajista esta bien colocad o, acen tuar la Iuerza de la mana con el refuerzo qu e supone el peso afiad ido de los rnovi ­mientos del tor so .

Los errores tecnicos mas frecuentes

De 10 expuesto en el capitulo ant erio r pueden ded ucirse ya algunos errores tecnicos que se ap recian durante el amasamien io con las puntas de los dedos:

1) EI aflojamiento de la presion de la falange distal del pul gar durante el «amasarniento» del tejido. Este fallo se encubre a menudo reduciendo la presion que ejerce el pul gar, con el resultado de un masaje excesivamente su­per ficial. EI p roposito del tratamiento, la deformacion mecani ca del musculo , no se alcanza ya . En esta tecnica, apro ximadamente dos terc ios de la presion de l masaje se ejer cen en sentido craneal con el pu lgar, y en sen tido caudal con el dedo Indice y el dedo medic.

2) El contacto entre los dedos que desc riben cfrculos hacia arr iba y la pie l no es con tinuo, y los dedos «saltan» , porque los cfrculos no se aprox iman uno a ot ro .

3) La mana esta en desviacion cubita l excesiva: las manipulaciones se hacen po r esta ra zon demasiad o superficiales , Los pia nos de las dos superficies palma res deben ser aproxirnada mente para lelos, y solo se permiten pocos gra­dos de desv iacion al abrir la «tenaza» para abarcar tejido .

4) Los dedos cuarto y qu into no estan en flexion ; esto no es en realidad un error grave, pero usualm ente hace imposible el ab arcar ais ladamente un grupo muscular. Adicion almente, los dos dedos no flexionad os origina n un es­tfm ulo cuta neo ad icional no planeado .

5) Falt an los movimientos circula res de dedos y pulgares , y par tanto las transiciones fluidas entre las fases de aba rcamien to y presion . La conse­cuencia es un ma saje innecesariamen te doloroso para el paciente por las tran ­siciones demasiad o duras entre las fase s; el paciente reacciona habitu almente ante este tipo de masaj e con una contrac tura de defensa. Pa ra el masaji sta , esto significa un cans ancio acelerado, ya que solo se esfuerzan al maximo de­term inados haces de fibras muscula res.

6) El acariciam iento correcto, en el que en el movim ien to bacia arriba van los nudi llos por delante, mientras que en el movimient o bacia ab ajo se aplica toda la rnano, para abarcar una a rea muscula r tan grande como sea posi ble,

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Elementos biisicos (lei tratamiento por masaje 95

COn frecu encia no se efectua con la fu erza debida. Est e hecho no tiene nad a qu e ver con la distribucion del lubricante antes del ma saje.

7) En la fase de acariciamiento del amasamiento con una sola mano, est a y los dedos deb en estar tan extendidos como sea posible sobre la piel. EI 1evantar el lade radial y no ext ender suficientemente el pulgar suponen un a desventaja por cuanto, en esto s casos , frecuentemente no se domina tampoco la primera Iase de 1a maniobra. Esto causa una reduccion de la masa muscular abarcada en el amasarniento. Otro error frecuente es la contractura de Ia mana durante 1a fase de presion, 0 e1 no aminorar la pre sion durante la fase de acariciamiento, 0 la transicion demasiado abrupta entre amba s fases.

8) £1 amasamiento con una 0 con dos manos comprende esencialmente tre s componentes : elevacion, amasamiento y pul sion en sentido craneal. Con maxima frecuencia se presta poca atencion a 1a primera fase. En ella es ne­cesario reducir la pr esion de la punta de los dedos a favor de la presion de superficie de las Ialanges, qu e se desplazara, segiin el perimetro del musculo , mas hacia la primera 0 hacia 1a segunda falange.

9) £1 nece sario ritmo hornogeneo de ambas manos, por ejemplo en el masaje del cuadriceps, tiene en el masaji sta poco entrenado el aspecto de un a serie diffcilment e definible de eventos sincopados, cuya desv entaja se encuen­tra principalmente en Ia expres ion insuficiente de los musculos, Tarnbien en el amasamiento ados manos es necesario pre star atencion a la aplicacion com­pleta de las manos y a la extension del pulgar, qu e a menudo se echan de menos en la fase de aca rici amiento.

10) La intensidad de la friccion se ve limitada por el aumento de pre­sion que ejerce una mana sobre la otra, la que ejerce la Iriccion. La gelotripsia tal como la describe Max Lang e, que recomienda e1 ernpleo de los nudillos y ha sta de ba stoncillos de masaje, es en manos del masaj ista una actividad con riesgo de reclamacion por dafios, De hecho, Lan ge acentiia que «el masaje de las miogelosis debe quedar en manos del medico». Con las infiltraciones de Impletol en las miogelosi s, 0 con otros procedimientos , el medico puede ac­tualmente evitar la gelotripsia en la mayoria de los casos.

El masaj e palpatorio segun Ruhmann 30 es por otra parte un procedimiento que vemos con excesiva frecuencia , y que parece ser el apoyo moral y lite­rario de todos los masajistas que pr efieren no esforzarse. En el se aunan la palpacion exploratoria y el masaje terapeutico, en perjuicio tanto del paciente como del metodo .

11) Para el masaje profundo tornado de las tecnicas de las fascias conec­tivas subcutaneas se aplican los mismos argumentos que para e1 «rnasaje pal­patorio ». Aplicado con excesiva frecuenc ia entre las maniobras de am asamiento, llega incluso a ocupar 1a mayor extension de tiempo de tod a la sesion de tra­tamiento. Por el contrario, debe utilizarse despues del acariciamiento, y dos o tres veces mas en el curso de la sesion , sin exceder los 5 a 10 pases sucesivos.

12) En el periostio, tanto el masaje profundo de las fasci as subcutaneas como la fricci6n desencadenan impulsos sumamente dolorosos . Por esta razon

30. Ruhmann : Medizinische W och el1 sch rijt, p . 278, 1929.

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96 Tecnica del masaje de los 6rganos de! movimiento

no deben aplicarse estas tecnic as antes de haber palpado cuidadosamente la zona a tratar. Uno y ot ra se apli can solarnente a zonas de endurecimiento tisu­lar claramente diferenci ables, como contracturas 0 miogelosis. Por esta razon apun tamos aqui una vez mas su diagnost ico diferencial respecto a otr as anorna­lias tisul ares.

La miogelosis es un estado de edernatizacion dent ro del rnusculo , de form a habitualmente redondeada pero a veces alarga da y por tan to no diferenciable de la contractura. En eJ diagn ostico diferencial de la miogelosis entra n en conside rac ion : lipomas, lipofibro mas, neurinomas , glandulas sebaceas ocluidas e inflarnada s, oleoma s y abscesos post inyeccion , hematom as organificados, lin­faden opatias, en raras ocasiones los gornas intrarnusculares en la lues 0 la tuber­culosi s, el eriterna indurado (Bazin) , el erit erna nudoso reurnaticc , la triquinosi s. la per iart er itis nudosa y las metastasis tumorales.

En el diagnostico diferencial de la contractura (y de las miogelosis de forma alargada) se consideraran: el cordon tromboflebitico (vease en el capitulo sobre contraindicaciones), las alteraciones rnusculares cicatriciales postraurnaticas, la ruptura de fascias muscula res, las «zonas de prim er ord en » (Teirich-Leube) profundas, la fibrorniositis reurnatica, las miositis y polimio sitis, las fibrositis, las neuritis de un nervio que se encuentre en el area muscular (neuritis ciatica) y las linfangiti s.

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101 masaje de las diferentes regiones corporales 97

EL MASAJE DE LAS DIFERENTES REGIONES CORPORALES

Masaje de la espalda

En la es pa lda exi sten tr es mu scu los que se deben someter a masa je : el er ecto r de l tron co (0 m tisculos de los canales vertebr ales), el do rsal an cho \' el trap ecio . Las figuras 138 , 139 Y 140 mues tran sus limi tes topc gra ficos.

Para el masaje de la espa lda, el pacien te se en­cu en tra en decub ito prono, co n los brazos ex ten­didos hacia de lan te . Si la cam illa de masaje no dispone de un a ranura 0 espa cio para la na riz , la fren te se apoyara sob re una almohad illa cil ind ri­ca. Para re lajar la mu sculatu ra de las piernas, es tas se apoyara n , a la altura de los em peines de lo s pi es, sobre un sopor te fir me (saco de are na). A veces, en pacientes con lordosis lumb ar acen­tuada , puede res ulta r favorab le el compensar di­cha curvatura de l raqu is situa ndo o tro saco de arena bajo el abdomen .

Pa ra el rnasaje de la mi tad derech a de la es­palda, el masajista se coloca a la izq uierda del F IG. 137. Coloca cion par a pacient e, y a la derech a para el ma saje de la mitad el m asaje de la esp alda . iz qu ierda .

FIG. 138. Mu scu lo r ic . 139 . Mu scu lo F IG. 140 . Mu scu lo erector de l tronco . dorsa l an ch o . tr apcc io.

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98 Tecnica del rnasaje de los 6rganos del rnovirniento

El masaje de la espalda se inici a con el aca ricia miento de tcda la region do rsa l. Para esto se coJocan arnbas ma­nos, apoyando sobr e la superficie dor­sal de los dedos, en paralelo por en­cima de l sacro , de manera que la linea de las apofisis espinosas quede entre ambas manos. Haciendo acariciamien­

141 to con los nudillos, se trata todo el erector del tronco, siguiendolo hacia arriba, hasta la nu ca, donde las ma­nos se vuelven y retornan al sacra rea­lizando acariciamien to con la mano abierta; aquf las manos vuelven a la posicion de acaric iamiento con los nu­dillos y sigu en lateralmente el curso

142 de la cre sta iliaca , por su parte supe­rior , hasta la espina iliaca anterior y supe rior, volvi end o al punto de orig en en aca riciamien to a ma no abier ta. Se repite en tonces el acariciamiento con los nud illos hacia arri ba . A todo mo­vimi ento desde la nu ca hacia abajo Ie sigu e un o later al, qu e se realiza cad a vez un traves de mano mas arri­

143 ba que el anterio r . En esta forma, man­teniendo la secu encia arriba - abajo­a los lado s - vuelta a origen , se reali za el acariciami ento de toda la espa lda , con movimientos en abanico.

F IG S. 14 1 a 145. Serie de aca riciarnien to 144 de tod a la espald a. Se ha lIegado ap roxima­

darnent e a la zona media de Ja espa Jda .

FIGS. 141 y 142. Acariciam ien to con los nud illos ha r ia ar riba . FIG. 143. Acar iciam ient o hacia abajo con 18 rna no plana . FIG. 144. Acariciami ent o con los nu dill os hacia los lados. FIG. 145. Acariciarniento can la mana pla­

145 na volviendo al orig en .

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99 ,

E! masaje de las diferentes regiones corporales

Una vez realizado en la maner a de scrita el acariciamiento de toda Ia esp ald a, se pa sa al masaje unilateral, subdividido segun los tres musculos nombrados. Cada uno de los musculos se tratar a con acariciamien to y ama sa­mien to. Las maniob ras adic iona les de fri ccion y ma saje de fascias subc uta­neas se intercalan en el tra tamiento solo en func ion de la necesidad.

Se ini cia el masaje por el erector 146

del t ronco, que comienza con el aca­riciamien to co n los nudillos, hacia arri­ba y ha cia abajo (claramen te v isible en las figuras 146 a 149).

A cont inuacion se procede al am a­samiento . Dad a la disposicion profun­da de las fibras del erector y la fascia firm e que 10 recubre, esta indicado el am asamiento con las pu ntas de los de­dos. Com o el acariciarniento, se pro­cede hacia arr iba y hacia abajo, per­ 147

pendi cularrnente a la direccion de las fibra s, Las figuras 150 a 157 y 158 a 165 muestr an el cur so del amasa­miento en la zona media de la esp ald a .

148

FIGS . 146 a 149. Serie de acariciamient o can los nudi llos sabre el erector del tronco. 149

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154 153

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155 152 I

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156151

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157 150

FIGS. 150 a 153. Seri e de amasamiento con FIGS. 154 a 157. Seri e de amasamiento can las puntas de los dedos del erector del tron­ las puntas de los dedos del ere ctor del tron ­co , en la parte media de la espalda. El co, descendiendo. La secuencia de image­ma saje se de spl az a haci a a rriba, par 10 que nes es de a rr iba hacia a bajo. la secuencia de las irnagenes es de a bajo hacia arriba .

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El masaje de las diferentes regiones corporales 10~

158

159

160

161

Frcs. 158 a ]61. Variante del masaje del erector del tronco, en angulo recto al curso de las fibras.

162

163

164

165

FIGS. 162 a 165. Variante del masaje de la espalda en sentido lateral, en angulo recto al curso de las fibras. Vision del ma­sajista.

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102 Tecnica del masaje de los 6rganos del movimiento

FIG. 166. Acariciamie nto con los nudillos.

FIG. 167. Ama samien to co n las pu nt as de los dedos sob re el dorsal ancho .

FIGs. 168 Y 169. Am as amiento con las dos manos de 1a pared po steri or ax ilar.

Sigue a continuacion el masaje del miisculo dor sal ancho. El tratamiento se inicia con el acariciamiento con los nudiIlos, apoy ando la mano en la zon a de las apofisis espinosas de las verte­bras lumbares y rnoviendola, hacia arriba y afu era, en dir eccion a la axi­la, siguiendo el curso de las fibras del rmiscul o. Aproximadamente en la par­te media de la linea axilar, la mano se vuelve rod ando sobre la superficie dorsal de los dedos, y regresa al punto de origen en acariciamiento con la rnano abierta . En funci on de la talla del paciente, esta maniobra se repite un a 0 dos veces, apoy ando la mano en cada repeticion algo mas arriba, en direccion craneal, hasta que en el ul­timo paso alcanza el borde superior del musculo dorsal ancho . Este ultimo pase no vuelve al punto de orig en, sino que, vuelt a ya la mano a la po­sicion de apo yo palmar en el bord e infer ior del hueco axil ar , se continua como acariciamiento con una sola man o abarcando la pared po ster ior de la axila hasta la insercion del rmisculo en el brazo. De igual manera, es decir, en varios pases cada vez mas altos , se trata el dorsal anch o por medio de amasamiento con las puntas de los de­dos. EI ultimo pase, que alcanza la pared posterior de la axila, se convi er­te alli en amasamiento con las dos ma­nos y pro sigue hasta la insercion del rmisculo. Las figuras 166 a 169 mues­tr an las maniobras, y ref erimos al lec­tor a las figuras 97 a 116 en la sec­cion tecn ica del libra.

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103 EI masaje de las °diferentes regiones corporales

EI masaje del rmisculo trapecio debe tener en cuen ta las tres direcciones de las fibr as de este musculo. En funci6n de la direcci6n de las fibra s, el aca ri­ciamie nto con los nudillos se hace en tre s pases: el primero desde las vert e­br as dorsales inferiores , oblicuamente hac ia arri ba hasta la espina de la esca­pu la, y de nuevo al punto de origen; el segundo desde la column a dors al medi a hacia el hombro , y de nuevo al pun to de origen; y el tercero desde el hom­bro, subiendo por la cara dorsal de l cuello , hasta la nuca . AI acaric iamiento Ie sigue el amasamiento, igualmente en tres pas es. Las porciones inferior y media del musculo se tratan con amasamien to con las pu ntas de los dedos, y la superior, Iaci l de ab arcar en pac ientes de cons tituci6n atletica, permite el amasamiento a dos ma nos, que debe segu ir, al igual que el acariciamiento , el trayecto desde el hombro hasta la nuca (vease la figura 278) .

170 173

171 174

172 175

FIGS. 170 a 172. Acariciamient o nudillos sobre la porcio n cer vical pecio .

con del

los tra­

FIGS. 173 no s de la

a 175. Am asami en to a dos rna­porcion ce rvical del trap ecio .

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104 Tecnica del rnasaje de los organos de l movimiento

Como ya se cornento en el capitulo sobre elemen tos basicos del ma saje , cad a una de las diferentes maniobras se rep ite varias veces y al men os cinco veces en ca da zo na. Las tecnicas de acariciamiento constituyen la tr ansicion a la serie sigu iente. Las alteraciones gelos icas requieren de fri cciones intercal ad as entre las maniobras de am asamiento, a fin de ser eliminadas par completo.

Una vez concluido el tratamiento de un lado de la espa lda , el masaj ist a cambia su posicion al lado opuesto y trata de igual manera el o tro lado de Ia espalda . Para conc luir el masaj e de la esp alda se practica nu evamen te el aca­ri ciami ento de toda la region, tal como se hi zo para ini cia r el tra tamien to.

Masaje del area posterior de! cuello

EI m asaje del ar ea po sterior del cuello debe ab arcar la porcion cervical del tra pecio y la porcion ce rvica l del erector del tronco . Es necesario el trat arni ento con cienzudo de las inserciones musculares en la nuca con am asamiento con las puntas de los ded os y friccion, ya qu e a menudo se ap recian aqui altera­ciones gelosicas .

Masaje de la region del hombro

El relieve del hom bro 10 deterrnina el miisculo deltoid es. Sin embargo, no nos ajust a riamos a la sign ificacion del masaje en el tr ata miento de las alter a­ciones del movimiento en la extremidad superior si, al hablar del masaje de la regio n del hombro , mencionasemos so lo el deltoides. EI amplio radio de mo­vimiento de nu estro or gano de p rehension, de l brazo, se hace po sible gracias a la disposici on rnovil de la cin tura esca pu lar . Y es ta cin tura se m ueve por medio de m useulos que van des de el tronco ha cia la escapula : el elevad or de la esc apula y el ro mboides van des de la columna ve r tebral al borde medial de la escapula, donde tambien se inser ta el serrato ma yor, -p rocedente es te de la pa red toracica later al. En la ca ra anterior del torax se ori gina el pectora l men or, qu e di scu rre haci a arriba y af ue ra y se in ser ta en la apofisis coracoides. En la car a do rsal, la capa muscula r profunda se ve cubierta pOl' el tr apecio , qu e parti endo de la columna ve rteb ra l alca nza la esp ina de Ia escapula, el acromion y la epifisis distal de la clavic ula .

Desd e el tronco al b razo pasan po r Ia par te dorsal el musculo dorsal ancho, proced en te de las vertebras lumbare s y del hueso ilia co, y el redondo mayor, que se le asocia pa rt iendo del an gulo inferior de la escapula . En el aspecto ven tr al se en cuentra el pectoral ma yor, que desde sus inserciones en la va ina de los rectos, el esternon y la porcion proximal de la clav icula, alcanza la porcion su perior del humero,

Adern as de los mii scu los qu e pasan del tron co a la escapula y de los q ue pasan del tro nco al brazo , en la zon a de l hom bro se enc uentran musculos qu e pasan des de la pro pia cintura escapular al brazo . Se trat a del sup raespinoso ,

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1:1 masaje de las di ferentes regiones corporales -lOS

del infraespinoso, del redondo menor, del sub escapul ar, y por fin del propio deltoides, qu e deterrnina el rel ieve del hombro .

Todos estos rmisculos debe n incluirse en el traramient o en las alteraciones funciona les del hombro. El masaje de l trapecio y de l dorsal ancho se ha co­mentado ya al exp licar el masaje de la espald a. EI romboides se alcanzara mediante amasamiento profu ndo con las puntas de los dedos, entre el borde med ial de la escapula y las ap6fi sis espinosas de la columna toracica . A men udo se aprecian en el alt er aciones gel6sic as, que requ ieren la ap licac ion de fr icci6n.

EI romboides tiene su antagonista en el musculo serrato mayor . Para el masaje de este ultimo es necesario colocar al paciente en decubito

lateral. EI brazo se dispone hor izon talmente haci a delante , con el antebrazo flexionado en angulo recto y la mana reposando delante de la car a sobre la cam illa de ma saje. De esta manera, el musculo queda re lajado y puede tra­tars e med ian te acariciamie nto con los nud illos en dir eccion hacia la escapula y amasarniento con las pun tas de los dedos.

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106 Tecnica del masaje de los 6rganos del movimiento

FIG. 176. Mu sculo pecto ral mayor ( jIado izquierdo! ).

FIGs. 177 a 179. Am asam iento con las pun­tas de los dedo s del pectoral mayor, en ang ulo rect o al cu rso de las fibra s.

La figu ra 176 nos ilustra la situa­ci6n del pectoral mayor, por debajo del cual se encuentra el pectoral .me­nor . Al proceder a l ma sa je (lei pec to­ral Izquierdo es necesario record ar que esta re gi6n esta conectada a la me ta­mera ca rdiaca , Las experiencias del tratamiento segmenta l 0 meta rner ico han demostra do qu e un 6r gano fun­cionalmente al terado puede ser influi­do ter apeuticarnente desde la super­ficie corporal, pero que tarnbien un organo qu e tie nde a la alteraci6n pue­de sufrir efectos pato16gico s clesde el exter ior. Este hec ho debe tene rse siern­p re en cuenta en el masaje de la reg ion pectoral.

EI pectora l mayor se trabaja si­guiendo el curso de sus fibra s, desd e el estern6n hacia el b raze , mediante acariciamien to con los nudillos. Se ex­cluira del trata miento la zona marn i­lar. Por Ia dis pos ici6 n en plan o de las fibras rnusculares se emplea tarnbien aqui el amasarniento co n la s puntas de los dedos . En caso de con st itu cion atletica, es po sible abarcar el rmisculo, co mo en el cas o del dorsal ancho , en la pared anterior de la axil a COn el amas amiento a dos man os, tratandolo en direcci6n h aci a su inserci6n en el brazo .

Una vez tratados ade cuadamente los grandes m usculo s supe rfic iales, pa­sa remos al masaje de los mtisculos pe­q uefios y profundos que pasan desde la esc apu la al brazo . Para el m asa­jista a un no experi mentado y en fase de aprendizaje es imp ortante orienta r­se sob re la pos icion de la escapula con la ayuda de sus bordes 6seo s palpables . La fricci6n sobre los bo rdes 6seos sa­lientes es dolorosa, y carece de efectos en el ma saje muscular.

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107 EJ masaje de las diferentes reg iones corporales

Para el masaje de los mu sculos pequefios de la escapula , el paciente debe encontrarse en deciibito prono, con el brazo del lado a tratar en angulac ion lateral de 90 grades, y el coda flexionado y la mana apoyada sabre la camilla jun to a la cabeza .

La figura 180 esquernatiza Ia sit uacion de la escapula cuando el paciente se encuentra en esta posicion. Desde el borde medial de la escapu la pra cticamos ahara acari ciamiento can los nudillos, primero par encima y luego par deba jo de la espina , en direccion al angulo ar­ticular. Can igual direccion sigue despues el amasamiento pro funda can las puntas de los dedos.

El rmisculo subescapular es de dificil acce­so. EI masajista se situa en el lado a trata r y eleva, ca n el paciente en deciibito , la esca pula hacia atras ca n la mana mas proxima a la cabeza (es decir , la derecha al trata r el lado derecho), mientras que, simultaneamente, los dedos de la otra mana se deslizan bajo el an­gulo escapular inferior, «cargando» en cierto modo la escapula sabre los dedos. En esta po­sicion se puede someter a masaje el musculo subescapular, con pequefios movimie ntos cir­culares de los dedos. Las maniobras ideberan avanzar hacia arr iba , a 10 largo del borde me­dia l de la escap ula , hasta donde esto sea po­sible.

A veces resulta mas corncdo tra tar el museu­10 subescapular can el pacien te en posi cion se­den te. Al tratar el Iado de recho, mie ntras el pacient e deja que su braze cuelgu e inert e, con la mana puesta sobre el muslo , la mano dere­cha del masajista empuja la cintura escapu lar hacia atras .

F IG. 180. Limitcs de: 18 cscapula.

FIG. 18 1. Friccion del subcsca­pu lar co n el pacient e e n decubito .

F IG. 182. F ricc io n del subesca­p ular con el pacicnte sentad o.

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108 Tecniea del masaje de los organos del movimiento

FIG. 183. Limites de las tres porciones del delto ides .

FIG. 184. Acariciarn iento con una mana del del toides con fijac i6n de la cin tura escapu lar.

FIG. 185. Ama sam iento con las puntas de los dedos de un a porcion de l deltoides,

Tratamos seguidamente e1 rmisculo deltoides. Este musculo presenta tres por­ciones: la ante rior, que se origina en 1a porcion extern a de la clavicula ; 1a inter­media , qu e se origi na en el acromi on. y la posterior, que se orig ina en la espi na escapular. Para re1ajar eI musculo para el masaje e1 brazo debe apoyarse en ab­duccio n a 60 grados . Esto puede hacerse en un a silla con brazo ajustable , sobre el que se apoyara el antebrazo , con el codo flexionado. Se procede primero al acari­ciamiento. Si el musculo es pequefio, co­mo es el caso en nifios, puede abarcar­se con el acariciamiento con una sola mano. Los de1toides de mayo r tamafio, especialmente los de los adultos museu­Iosos, deben tratarse en dos pases, mien­tras la mano libre del masajista fija desde arriba la cint ura escap ular. El acaricia­miento se inicia en la insercion del museu­10 en la cres ta del toidea del hurne ro, y progresa hacia arriba hasta su linea de insercion en la cintura escapular. La figu­ra 184 muestra el acariciarniento con un a sola mano con fi jacion sirnul tanea de la cintura escapular .

Tr as eI acariciamiento se procede al ama samient o. Un deltoides pequefio deb il puede tratarse con amasamiento con una sola mano . Los deltoi des mayo­res y de desarrollo mas robusto se tratan mejor con amasamien to con las puntas de los dedo s en tres pases que se corr es­ponden con las tres porciones descritas del rmisculo (representadas en la figu­ra 183) . Para el amasamiento de la por­cion anterior, e1masajista se coloca detras del pacient e ; para el de Ia porci6n pos­

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EOl rnasaje de las diferentes regiones corporales

teri or se coloca de lante. La porcion inter­me dia p uede tr atarse tanto desde dela nte como desde det ras. Como el aca ricia ­miento, e l ama samiento avanza desde la cres ta deltoidea del htimero hacia la linea de ori gen del musculo, T anto en Ia If­nea de origen como en Ia insercion distal se enc uen tran a me nudo alteracion es ge­los icas q ue es necesario tratar mediante fricciones, La s limitaciones del movim ien­to de la artic ulacion escapulohurneral se asocian a menudo a distensiones y con ­tracturas del dorsal an cho y del pectoral mayor. En ta l caso , las paredes ante rior j posterior de la ax ila , formad as por los citados mii sculos, se notan acortadas y rf­gid as . Para su relajacion empleamos la Hamada dil ataci6n ax ilar . £1 masaj ista se coloc a al lad o de l paciente, cuyo b razo esta apoyado en abd uccion como para el masaje de l deltoides, y enga ncha una ma ne bajo el reborde axilar poster ior y otra bajo el anterior . Desde esta posicion , am bas ma nos ejercen simultaneamente t raccion , con 10 que se consigue la dila­tac ion y relaj ami ento de los mu sculo s que forma n los pliegues axilares.

FIG. 186. Colocacio n de las manos pa ra Ia diiat acion axi lar .

f IG. 187. Fase de traccion de la di­la tacion axilar .

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110 Tecnica del masaje de los 6rganos del movimiento

Masaje del brazo

FIG. 188. Acaric iamiento can una mana de l biceps bra quia l.

FIGs . 189 y 190. Amasamien to con una mana de l bic eps braquia l.

En el brazo encontramos dos grupos mu scul ares: en la cara anter ior el biceps braquial y el cor acobraqu ial, y en la ca ra posterior el triceps. Para el ma saje de los rmiscul os del brazo el paciente se encue n­tra sentado con el br azo en elev acion an­terolateral sos tenido sobre el brazo de la silla; resulta pr actice para estos tip os de masaje el d isponer de una silla con bra­zos de altura variable. EI ma sajista se coloca a un lad o del pacient e.

EI masaje se inici a po r los mu sculos flexores. EI masaj ista coge el brazo con su mano izquierda, de ma nera qu e el codo repose en la palma de su mano, con el pul gar aba rca ndo el epic6ndilo y los de­dos sob re la epitr6 clea . La mano der echa, activa , aba rca la porcion inferior del bi­ceps de manera que los dedos se en cuen­tren en los sur cos bicipitale s, el pul gar en el ex terno y los restantes dedos, apo­yad os unos contra otros, en el interno.

De sde esta posici on de partida, el mtiscul o se trat a con acari ciamie nto con un a sola mano , sigui endo el cu rso de las fib ras hast a el hu eco axilar . Cuando el pul gar alcanza el delt oides, sigue adela n­te por su borde h asta encontrarse con los ot ros cu atro dedos en la parte supe rior del paquete mus cul ar flexor. En es te punto la mano se flexiona en direccion palmar y se eleva separa ndose de los rmiscul os.

Al acariciamien to Ie sigue el am asa­m iento con un a sola man o, en igual di­reccion , com o se mu estra en las figuras 189 y 190.

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111 EI masaje de las diferen tes regiones corporales

T ras el masaj e de los flexores se pasa al de la muscul atura extenso ra, es decir, del triceps. Ahara es la mana derecha del masajista la que suj eta el coda del pa­ciente, con el pulgar sobre la epitr6clea y los dedos sobre el epic6n dilo . £1 ante­b razo del pac iente reposa sobre el an­tebrazo de l masaj ista . La mano izqu ierda , ahora activa , se adap ta al triceps en la cara posterior del bra zo , justo po r en­cim a del codo. Los dedos avan za n ahora par el surco bicip ital medial y el pulgar FIG. 191. Acariciamiento can una man a par el lateral hacia arriba, abarcando en­ del triceps. tre sf el vientre del mus culo . £ 1 pulgar sigue luego el bo rde posterior del del toi­des, hasta enc ontrarse can los dedos en la ex tremidad superior del tri ceps. Re­petida varias veces la maniob ra de aca­ric iamiento, se p rocede al amasamiento con una sola mano del tri ceps, en igual direcci 6n y desde su inserci6n distal a su origen, conclu yendo el masaje con una rep etici6n del acariciamiento .

FIGS. 192 Y 193. Amasamiento con un a mano de l tricep s.

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11'? Fecnica del masaje de los 6rgan os del movlmie nto

Masaje del antebr azo

Como en el brazo, en el antebrazo los Ilexores y extensores estrin separados, y de­ben tratarse sepa radarn ente . .Los grupos muscu lares estrin rodeados per vain as co­nectivas que los delimitan entre sf. Los ex­

194 tensores tiene n su origen en el ep icondilo humeral, los flexores en 1a epitroclea .

Para eI tratamient o del antebrazo, el pa­ciente, sentado, coloca eI brazo en elevacion anterior con el coda apoyado sobre una al­mohadilla dispuesta sobre las rodillas del masajista, que esta a su vez sentado sobre Ja camilla de masaje . El grupo extensor del antebrazo derecho se trata con la mane de­recha del masajista , que sostien e can su rnano izqu ierda la mufieca del paciente, su­jetandola en 1a pinza formada po r eI pulgar y el indice (fig. 194),

P<1 1'a el acariciamiento ca n una sola rnano del grupo ex tensor se aplica Ja mano derecha justa par encima de 18 mufieca y se la hace ava nzar hacia ei codo; el pu lgar se dcsliza sabre la a rista cubital, y los cledos per el surco entre ios grupos extensor y flexor. Al alcanzar el final del grupo museu ­Jar la mana rasa a flexion palmar y se eleva separandose de 105 musculos. Al acaricia­miento Ie sigue , en iguaI direc cion , el arna­samiento con una sola mano.

FIGS . 194 a 198. Serie de acari ciamiento con una mane del anteb razo, vista segun el observa do r.

195

196

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113 EI masaje de las diferentes regiones corporales

El tratamiento del grupo flexor se hace, como el del extensor, con aca­riciamiento y amasamiento con una sola mano, en este caso la derecha.

El masajista, sentado 0 en pie de­lante y ligeramente hacia un lado del paciente, sujeta por su cara dorsal la mufieca del paciente, cuyo braze esta extendido hacia delante y lateralrnen­te, con el codo en semiflexi6n apoy ado sobre el brazo de la silla. Las figuras 199 a 203 muestran el masaje del gru­po flexor antebraquial.

Ei acariciamiento y el amasarnien­to con una soia mano se describen de­talladamente en 1a secci6n tecnica del libro, a 1a que remitimos a1lector.

201

FIG. 199. Fijacion de la mana para el masaje de los flexores del antebrazo.

FIGS. 200 Y 201. Acariciamiento can una mana de los flexores.

FIGS. 202 Y 203. Amasamiento can una mana de los flexores del antebrazo. 203

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114 ,ecnica del masaje de los organ as de l movimiento

Masaje de la mano

EI masaje de 1a mano puede hacerse necesario cuando , despues U,; una inrno­vilizacion pro longada (por ejemplo, a cau­sa de una fractura del radio 0 de una lesion de la propi a mane), se ha produ­cido rigidez de las articulaciones de la mana y los dedos y reduccion de la cir­culacion sanguinea.

En la mano deben someterse a masa­je, ademas de los muscu los de las emi­FIG. 204. Acariciami ent o del dorso de nencias tenar e hip otenar, los interoseos los dedos, del metacarpo, cuya funcion es 1a separa­cion de los dedos.

EI masajista se sienta ante el paciente, y coloca la man o a tratar sabre sus 1'0 ­

dilla s. Se trabaj a inicialmente sobre el dorso de la mano. EI acariciamiento se realiza con el pu lgar , descl e la falang dis­tal hasta la art iculacion metacarpofalan­gica, y se puede fijar el dedo sujetandolo por la falange distal can la mano libre. Los dedos primero a tercero se trabaja n con el pulgar derecho, sostenien do la mano can la izquierda del masajista : se­

FIG. 205. Acariciamiento de los in ter­guidamen te se tra tan de igual manera las oseos. regiones laterales derecha e izqu ierda de cada dedo. Se alcanza un mayor efecto estimulante sabre la perfusion cutanea con el acar iciamiento circular , en el que las yemas de los pul gares describen mo­vimientos circula res analogos a los de la fr iccion. Sigue el masaje de la zona me­tacarpiana, practicando el acariciarniento en los espacios in teroseos can la yema del pul gar.

FI G. 206. Acariciami ento cir cular de los in teroseos,

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115 · El masaje de las diferentes regiones corporales

En es te caso, la mano lib re fija los metacarpi anos sujetandolos por sus epi­fisis di stales. Puede tambien efec tuarse, con amb os pulgares, un acariciam iento «pulgar sob re pulga r», analogo al mano sobre mano .

Se proced e segui damente al masaje de los rmisculos int eroseos par medi a de aca ­riciamien to ci rcu lar, en el que el dedo media , describ ien do pequefios cfrcu los, trata cad a uno de los espacios interoseo s desde las ar tic ulaciones rnetacarpofalan­ FIG. 207. Acariciamiento can los nudi­gicas hacia la mufieca, lias de la palm a de la mana.

Sigu e el masaje de la regio n pal mar , qu e el paciente vue lve ahora hacia arr i­ba. Se ini cia ca n un acariciamiento can los nudillos, fijando la man a del paciente con la man o libre del masajist a dispuesta bajo ella. Seguida mente, y con el pulgar , se tratan las caras palmares de los dedos con acariciami ento circular, como se h izo can sus caras do rsales. Los mu scul os de las eminen cias ten ar e hipotenar se tra­tan intensamen te con amasa miento con las puntas de los dedos. EI masaje con­cluye ca n un nu evo aca ricia miento con FIG. 208. Amasamiento can la punta los nudillos. de los dedos de la eminen cia tenar.

Los rmisculos interoseos pu ed en tra­tarse tarnbien sujetando entre el pulgar y los de dos de las manos dos metacarpi a­no s ad yacen tes y desplazandolos uno res­pecto a otro , hacia arrib a y hacia aba jo .

FIG. 209. Amasamiento can la punta de los dedos de la eminencia hipotenar.

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Masaje de la region lumbar

La region lumbar se abarca y trata tarnbien en todo masaje de la espalda. Sin embargo, a men udo se observan alteraciones pat ologicas que afec tan exclu­sivamente a la region lumb ar, por 10 que parece justificado expIicar separada­men te su masaje. La musculatura lumbar, que comprende la porcion lum bar del erec tor del tronco y eI rmisculo cuadrado lumbar, esta recub ierta por la resis tente estructura de la fascia lumbodorsal. Con el fin de poder alcanzar la muscul atura profunda con las manipu laciones del masa je, es recomendable, si existe hiperlordosis, compensarla situ ando un saco de arena bajo el abdo­men. El ma sajista se coloca en el lado opuesto al qu e se ha de tratar, como para eI masaje de la espa lda . El tra bajo se inicia con acariciam iento con los nudiIIos, en el qu e es necesa rio ejercer un a fuerte presion a causa del espesor de la fascia. Tanto el acariciamiento como el amasamiento con las puntas de los dedos que Ie sigue respetan el curso de las fibra s de la musculatura lumbar; sin embargo, para el amasa miento deben colocarse los dedos formando un angulo recto con la direccion de las fibras, y trabajar al mismo ritm o que en el amas amiento con las dos manos . El cuadr ado lumbar se abarca mejor si se emplean para el amasamiento todos los dedos , trac cionando el rmisculo hacia el pulgar.

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1

FIG. 211. Amasamiento a dos manos de 1a region lum bar.

FIG. 210. Amasamien to con la pu n ta de los ded os de la region lumbar.

La region lumbar muestra a menudo alteraciones gelosicas in tensas , POl' 10 que no es posible alcanzar palpatoriamente la musc ula tura , En estos casos es necesario recurrir prim ero al masaje de las capas super ficiales para conseguir su relajaci6n . Se emplea para este fin nu evament e el amas amiento con las pu n­tas de los dedos, pero muy superficialmente y con el pulgar apoyado en plano, an te el cua l deb e rodar el pIiegue cut aneo, pu ede tarnbien efectuarse este «rcdamiento» de las diferentes capa s tisul ares con la ayuda de todos los dedos. Los dedos aba rcan un pliegue de p iel del area lumbar latera l y 10 llevan hacia el pulgar colocado sobre la lfnea de las ap6fisis espinosas, y los pulgares dejan desIizar este pliegue por debajo de sf mismos mientras se desplazan lateral­men te. Esta forma de masaje, que se describe tamb ien como «tecnica de tejido conec tivo en superficie», consigue un aum ento de la perfu sion , eliminaci6n de residuos y relajaci6n del tejido subcutaneo y de sus capas de deslizamiento , con 10 que se pu ede despues rea lizar el masa je muscular. Sob re los cordones contractura les y las gelosis de la musculatura lumb ar se apli can vibraciones, y sobre las gelosis masaje fascial y fricc iones.

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117 EI masaje de las diferentes regiones corporales

Masaje de la region coxal

En esta reg i6n se en cuentran los musculos ghi teos . Para comprender la direccion de las manipulaciones del ma saj e es necesario recordar los trayectos de estos musculos, Las fibras del gluteo mayor tienen un trayecto oblicuo, de sde la cara posterior del ilfaco y el borde lateral del sacra hacia fuera y ab ajo hasta alcan zar la porcion iliotibial de la fasci a del musl o y la tuberosidad glu tea del femur. Los gliiteos medio y men or tienen un tra yecto ma s ver tical, desde la cara externa del ilfaco h acia abajo, hasta el trocanter mayor femoral. A los ghiteos menores se adapta por delante el vien tre fus iforme del musculo ten sor de la fa scia lat a, qu e surge de la espina ilfaca anterior y superior y se inserta en el tracto ili otibial.

Respecto a la colocacion del pa ­ciente, remitimos al lector a la figu­ra 136.

El ma saji sta esta en pie en el lad o opuesto a la zon a a tr atar, y se inclina hacia deiante por en cima de la cami­lla hasta poder abarcar con comodi­dad , con la mano , el trocanter mayor . El acariciamien to se hace entonces en tres pa ses, haci a arriba, siguiendo la direccion de las fibra s. El primer pas e (figura 212) se dirige verticalmente hacia arriba, a 1a cr esta ilfaca, con el 21 2

dedo mefiique deslizandose por el bor­de anter ior del tens or de la fas cia lata hasta alc anzar la espina ilfac a ante­r ior sup er ior. El segundo pase (figu­ra 213) se diri ge oblicuamente hacia arriba y concluye en la mitad medial de la cre sta ilfaca. Finalmente, el ter­ 213

cero (fig. 214) se dirige al borde lat e­ral del sacro, con el pulgar siguiendo el pli egue gluteo-femoral hasta alcan­zar el coccix.

FIGS. 212 a 214. Tres pases del acancia­mient o con una mana de los ghit eos. 214

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118 Tecnica del masaje de los 6rganos del movimiento I lCada pa se se inicia por debajo del

trocanter mayor, adaptando firmemen­te la mana a la piel con el pul gar se­parad o y siguiendo entonces en las di recciones men cionadas.

Con tinu amos entonces con el ama­sam iento, asimismo en tres series, y emplea ndo a ca usa de la gran masa mu scul ar el amasamiento ados man os. Es frecu en te encontrar en la musc ula­tur a glutea miogelo sis ju stam en te por

215

deb ajo de la cresta iliaca, fen6menos qu e hay que resolver por medio de fri cciones ; estas se intercalan en tr e dos ma niobras de amasamiento,con 10 que se perciben como menos do­lorosas .

216

217

FIGS. 215 a 218. Primer pase del acaricia­218 miento can una man a de los gluteos.

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119 EI masaje de las dlferentes regiones corporales

219

220

FIGs. 219 a 221. Amas am iento a nos de los glu teos en tres pas es.

FIG. 219. Primer pa se. FIG. 220. Segundo pas e. FIG. 221. Terc er pas e.

dos ma­

221

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120 Tecnica del masaje de los 6rganos del movimiento

FI G. 222. Acariciamiento con una mano del ten sor de la fa scia lat a.

F IG. 223. Acarici ami ent o con los nudi­lIos sobre el tracto iliot ibial.

FIG. 224. Masaje de) tejido conect ivo sobre el tracto iliotibial.

FIG. 225. Amasamiento con las puntas de los ded os del tensor de la fa scia lata.

Apar te los gluteos, en la regi6n coxal es necesario someter a masaje el rmisculo tenso r de la fascia lata. Se coloca al pa­ciente de lado, con la zona a tratar haci a arriba . Es recomend able sostener la pier­na por medio de un saco de arena coloca­do entre las rodillas 0 entre los tobillo s. EI masajista se coloca a espaldas del paci ent e, e inici a el tratamiento con aca­rici amiento . Esta manipulacion deb e al­canzar no solo el vientre muscular, sino la totalidad del tr acto iliotibial de la fas­cia del mu slo, por 10 que se extenders desd e la cab eza del perone hasta la es­pina iliaca ant erior y superior. EI masa­jista coloca su mano derecha de tal ma­ner a qu e los dedos, partiendo del borde lateral de la rot ula , pasen al lado del t ro­canter mayor pa ra llegar hasta la espina iliac a, mientras que el pul gar parte de la cara posterior de la cabeza del pe ron e y pasa por detras del trocanter mayor, par a llegar hasta la cresta iliaca. A causa de la gran fuerza de la fa scia, aplic amo s adicionalmente acariciamiento con los nu­dillo s.

Ocasionalment e, la presencia de al­tera ciones ge16sicas del tejido cone ctivo en la zona de las «bandas de general» (fascia lata y tejid os vecino s) ha ec nece­sari a la aplic acion de un aca riciamiento ma s energico, qu e aplicamos en la mc da­lidad de masaj e de fasci as subcutaneas sobre el tracto ilio tibial. A este masaje le sigue el amasamiento del vientre muscu­lar del tensor de la fascia lata, preferi ­blem ente aplicando amasamiento con las puntas de los dedo s. En los casos con alt eraciones gelosicas extensas e impor­tantes, todo el tracto iliotibial se somete a amasamiento del mismo modo que el propio musculo.

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121 EI masaje de las diferentes regiones corporales

Masaje del muslo

En el musIc se encuentran varios grupos m uscula re s de gran tarnafio, que deben ser tratad os separadamente. En el aspecto anterior esta el potente ext en ­so r de la pi erna, 0 cuadrfceps femoral , al qu e en su porcion su pe rior se su per­pone el sartorio. EI relieve del aspecto medial del muslo esta determinado por el grupo de los aduc tores . En el aspe cto do rsa l se enc ue ntran los rruisculos qu e d iscurren sobre dos art iculaciones , y que so n flexores en la ro dilla y ext en­so res en la cadera: lat eralmente el biceps fem oral, medialmente el semitendi­noso y el sem imemb ra noso .

Para el rnasaje del cuadrfceps , el paciente deb e estar sen tado con la pi erna estirada sobre la camilla de m asaje. D e es ta man era se consigue una basculacion ante rior de la pelvis y co n ella la rel aj acion del cuad riceps, al ac erca rse entre sf origen e inserc ion del recto an ter io r, uno de los cua tro va stos eel bi articular) del cu adrfceps. El m asajista se sien ta del lade a tratar.

227

FIGS. 226 a 228. Amasamiento ados rna­nos del cuadrfceps. 228

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122 Tecniea del masaje de los 6rganos del movimiento I l

FIGs. 229 y 230. Acarici amiento con una mano del gru po de los aductores.

FIGS. 231 y 232. Amas arnien to ados manos del grupo de los aductores.

El masa je del cuad riceps , qu e com­p rende acar iciamiento a dos manos y amasamien to a dos ma nos , se ha ilustrado de ta llad amen te enla secci6n tecnica (figu­ras 15 a 26 y 60 a 63).

La posici6n del paciente para el ma­saje de los aductores es la de decubito su­pi no, y el mas ajista esta en pie en el lad o qu e se ha de trata r. La rodilla se co loca en sem iflexi6n, con la ayuda de un saco de are na que la sostie ne. EI aca riciamie n­to con una sola mano se inicia a la altura de la rodi lla. EI pul gar se coloca sobre el borde media l de la r6t ula y los dedos en el lado in terno de la articulac i6n, en el h ueco popliteo: de esta manera la mano pu ede aba rcar todo el grup o adu ctor en el acariciamiento . Al final del movimien­to, el pulgar alcanza ap roximadamente el punto medio de l p liegue inguinal, y los dedo s el borde inferi or de la sinfisis pu­bia na, desde don de siguen el pliegue in­guinal hasta uni rse al pulgar, con 10 que termina el mov imiento . Las figuras 229 y 230 muestran el desa rrollo del acaricia­miento con un a sola mano. Para poder realizar el amasamiento ados ma nos sin esf uerzo, el masa jista, qu e par a el acari­ciamiento se enco ntra ba de pie junto al paciente y mira ndo hacia el, se coloca ahora frente al mus lo para incli narse so­bre el y agarrar as! el gru po muscu lar . Como el acariciamien to, el amasamiento ava nza desde la cara int erna de la rodilla hacia el pubis; las manos del masajista no deben nunca de ja r escapar la masa mu scul ar . Esta mani ob ra se ilustra en las figur as 23 1 y 232.

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123 EI masaje de las diferentes regiones corporales

Para el masaje de la reg i6n dorsal del mu slo, el paciente se co loca en deciib ito prono. Se coloca un saco de arena baj o los tobillos, para que Ja serniflexion de la rod illa re laje la muscul atura . Los gru­pos flexores, formados por el biceps fe­moral lateralme nte y el semitend inoso y el sem imembranoso medialmente, estan sep ar ados por un surco que se extiende , desde el hueco popliteo ha cia arriba, por el cen tro del mu slo. En es te pli egue 0

surco se en cuentra el nerv io cia tico . En correspondencia con esta situ aci6n, los mu seulos se trat an por separado. El bi ­ceps femoral, de posici6n lat er al , se trata desde el lado opuesto . En el acariciarnien­to con un a sola mano , el pu lgar derecho recorre el su rco intermedi o desde el hu e­co popliteo hacia arri ba, mientras que los dedos se de sp lazan siguiendo una lfn ea qu e va desd e la cabeza del perone ha sta el bo rde posterior del trocanter mayor. EI amasamiento a dos ma nos sigue al acar i­ciamie n to , reali zandose en la misma di­recci6n . Las figuras 233 a 23 6 muestra n estas maniob ras vistas por el masajista. Para el tr at amiento del grupo flexor me­dia l, formado por el semimem branoso y el semitendinoso, el masajista se coloca en el lado a tratar. EI aca riciam ien to so­br e la pierna der echa se hace con la man a izquierda; en este caso el pulgar sigue nuevarnente la linea media, y los dedos siguen el borde ' posteri or de los aduct o­res ha sta el pub is. Al concluir el movi­miento, el pulgar se Ileva sigui endo el pli egue glu teo-femo ra l a re un irse con los dedos. El amasamiento a dos ma nos de este grupo se hace en igual direccion,

FIG. 233 . Aca riciamiento con una mana del b leeps femor al.

FIG. 234. Amasamiento ados manos del b iceps fem oral.

/

FIG. 235. Acariciamiento con un a ma no del sem itend inoso y el semimembranoso.

FIG. 236. Amasami ento a dos ma nos del semitendinoso y del semimemb ra­no so .

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124 Tecnlca del masaje de los 6rganos del movimiento

237

238

, 239

, 240

241

En los nifios, y en los adultos con mus los delgados, toda la mus­culat ura del muslo puede trat arse simultanearnente con las dos ma­nos. EI masajista fija entonces el muslo del pac iente, que flexiona cadera y rodilla, apoyando la ro­dilla contra su pro pio pecho. Abar­ca entonces con ambas manos, una medial y una lateral , todo el muslo, y lleva a cabo el masaje en la for­ma que muestran las figuras 237 a 241. Las dos manos tienen, en este caso , siempre la misma fase de traba jo, y se alternan rftmicament e la elevacion de la masa muscular con las palm as y las eminencias hi­potenares y la compr esion con las eminencias tenares. EI movimiento del masa je progresa desde 1& rodi­lla hacia la articulacion coxal.

FIGS. 237 a 241. Serie de amasamiento sincro no de toda la rnusculatura del mus lo.

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125 EI masaje de las diferentes regiones corporales

Masaje de la pierna

En la pi ern a tenemos qu e someter a masaje tres grupos musculares:

1) Grupo extensor : tibi al anterior , extensor largo de los dedos y extensor largo del primer dedo.

2) Grupo peroneo : peroneo largo y peroneo corto. 3) Grupo flexor: triceps sural (form ado por los gemelo s 0 gastrocnemios

y el soleo) en la capa superficial, y tibial posterior, flexor largo de los dedos y flexor largo del primer dedo en la capa pro fund a.

EI masaje se apli cara por separado a cada uno de los tres grupos . Para el masaje de la pierna, el paciente se encuentra en deciibit o supino.

EI masajista se sienta al lado de la extremidad a tratar , e inicia el masaje por los musculos extensores . Se apli ca el acariciamiento con los nudillos , qu e al­canza desde la zona interm aleol ar del dor so del pie hasta la cabeza del perone . Se procede a continu aci6n al amasamiento con las punt as de los dedo s, ya des­cri ta en la seccion tecn ica e ilust rada en las figuras 76 a 79 . El arnas amie n to se repite unas diez veces.

Una vez concluido el tratamient o de los extensores, se trata de igual ma­nera , con acariciami ento con los nudillos y amasami ento con las puntas de los dedo s, la musculatura del grupo peroneo.

FIG. 242. Limites de los extensores de la pierna.

FIG. 243. Limites de los pe roneos.

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126 Tecnica del masaje de los 6rganos del movimiento I

244 245 246

FI GS. 244 a 246. Acariciarniento can un a man a de la pa rd on medial de la mus culatu ra sur al.

Resulta adec uado efectuar el masaje del gr upo flexor separandolo en por­cion interna y por cion externa , y tratando al mismo tiempo, en cada mitad , las capas superficial y profunda . Pa ra este fin, el pacient e, aun en dectibito, flexion a su rodilla en aproximadament e 90 grados, y apoya el pie sobre la ca­mill a de masaje. El masajista elimina la tension mus cular act iva nece sari a para mantener esta posicion fijando el pie del pa ciente con su p ropio muslo y fijand o la rodilla con su mana libre.

Se procede primero al acariciamient o con un a mana de la porcion medial, con un movimie nto que llega desde el tend on de Aquiles hasta el hueco po­pl iteo : al fina l del movimierito, la mana pasa a flexion dorsal, con 10 que las puntas del pulgar y de los dedos se acercan y contimia n el acariciamiento hacia el origen del gastrocnemio en el muslo. La porcion medi al se trata seguida­mente, en igual direccion, mediante ama samiento con una sola mano, repitien­dose esta maniobra varias veces. A continuacion se trata de la misma manera la po rcion lateral, fijando una vez mas la rodi lla de l pacien te con la mana libre del masajista .

En pa cientes de constitucion no exces ivamente musculosa se puede tratar al mismo tiempo toda 1a region sural. El paciente se coloca en decubito prono, y un saco de arena bajo los empeines eleva ligerament e y sost iene sus pies. Despu es de un aca riciamien to mana sobre mano, la reg ion sura l se somete a am asami ent o a dos mano s; esta maniobra debe iniciarse en la zon a del tendon de Aqui les con amasamiento con la punta de los dedo s, a causa de su redu­cido perimetro , pasando a la modalidad de dos mano s en la zon a de los vien­tre s museu lares del triceps sural. Estas maniobras se ilus tran en las figuras 250 a 253.

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, EI masaje de las diferentes regiones corporales 127

247 248 249

FIGS. 247 a 249. Amasamie nto mana de la porci6n medi al de la tura sur al.

FIGS. 250 a 253. Amasamient o nos de la mu scul atura masajista . La rodilla deb e es tar , si sibl e, angu lada.

251

252

250

con una mu scula­

ados ma­sura l, visto segiin el

es po -253

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Tecniea del masaje de los 6rganos del movimiento 128

Deseam os comentar aqui aun el tip o de masaje-aca riciamiento qu e emp lea mos en las alteraciones del retorno venoso de la pier­na. El paciente se coloca en decubito pr ono , con los pie s sostenidos por un saco de arena . El masajis ta se coloca a los pies de la ca­milla de masaje, y procede al acariciamie n to de la regi6n sur al 0 de todo el miembro in­

258 ferior con movimientos alternos de ambas manos. Esta modalidad de aca ricia mien to deb e ser ligera, y hacers e sin presi6n .

Se coloca pri mero la mana de rec ha en la zona del tend6n de Aquiles y se neva hacia arriba sobre la reg i6n sura l; por en­cima de la zona media de la regi6n, la mana se desliza la teral mente y se leva nta de la pie l, volviendo al lugar de or igen . Mien tra s la mano derecha vue lve arras, la izq uierda

257 ini cia el mismo movimi en to pa rti endo desde e1 tend6n de Aquiles, pa ra desplazarse la­ter alm ente y elevarse al alcanzar la porcion medi a de la regi6n. De esta manera, las ma­nos se suceden al ternativame nt e una a otra . Cad a movim ient o se alarga aproxima da men­te un a anchura de mana mas ar riba qu e el anterior, co n 10 qu e en aproximadamente cinco pases se ha com pletado el tratamien to

256 de la regi6n su ra l y se ha llegado aprox ima­dam ente hasta la mitad de l muslo ; en tonces se in icia el p roceso nu evamente en el ten­d6n de Aqui les.

Si s6lo se ha ordenado la practic a de acariciamiento , este se llevara a cabo du­rante unos 10 minutos, en la fo rma descrita .

255

F IGS . 254 a 258. Masaje-acariciarnient o de la pan­tor rilla derecha . La secuencia de imageries es de abajo hacia ar riba. Los dedos deb en esta r cerra­

254 dos y apoyados unos en otros.

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129 EI masaje de las diferentes regiones corporales

Masaje del pie

£1 masaj e del pie se plantea de manera analoga al de la ma no . Asi, tenemos el dorso del pie, con los rmisculos interoseos, luego los dedos, y finalmente la planta del pie con las eminencias bajo los meta ­tarsianos primero y quin to.

Para el masaje del pie, el paciente se encuentra en deciib ito sup ino sobre la camill a de masaje, rela­jado, y el masajista se encuen tra de pie ante los pies de la cami lla. Se inicia el masaje con el acaricia­miento del dors o del pie , que abarca tambien los dedos. Para esto, el pie derecho se fija en angulo recto respecto al rnuslo y pierna con la mano derecha, cuya palma se encuentra bajo los dedos y las cabezas distales de los metatarsianos. La mano izquierda se adapta a la supe rficie interna del dorso del pie . £ 1 acariciamiento se practica desde la superficie dorsal de los dedo s sobre el an tepie, abarcando los maleo­los, y concluye como acariciami ento con la palm a de la mano en la pierna. Una vez reali zado varias veces este acar iciamie nto, se trata cada dedo por separado . £1 dedo sobre el qu e se trabaja se fija con la mano libre, sujetandolo por Sll falange dis tal. Cada dedo se somete primero a acaric iamierito con la yema del pul gar, y seguidamente a acariciamiento circular.

Se trat a, por tant o, de las mismas maniobras que se han descrito ya para el tratamient o de los dedos de las manos .

FIG. 259. Fijacion del pie para el acar iciamie n­to del dorso del mismo.

FIG. 260. Acaric iamien ­to del dorso del pie.

FIG. 261. Aca riciamien­to de los dedos del pic; con las manos en igual posicion se hace el aca­riciamiento circ ular.

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130 Tecniea del rnasaje de los organos del rnovirniento

FIG. 262. Fijaci6n del pie para el acariciamien­to de los espa cios int er­6seo s.

FIG. 263. Acariciam ien­to pulgar sobre pulgar de los espacios inter 6seos .

FIG. 264. Acariciamien­to circular de los int er­6seos.

Para el acariciamiento de los espacios inter6seos se ap lica la tecnica de pu lgar sob re pulgar, mientras los dedo s de ambas manos fijan el pie por su cara plantar. El acariciamiento circ ular sub siguiente de los espacios inter6 seos se hace con el dedo med io, mientras la mano libre fija el me tatars iano junto al cua l se trabaja sujetandolo po r su cabeza distal. Los rnusculos interoseos pueden tarnbien tratarse desp la­zando uno respecto al otro dos huesos metatarsianos contiguos.

En la planta del pie, el masaj e se inicia con un aca riciamien to con los nudillos . Al tr atar el pie de­recho, la ma no izquierda de l masaj ista se adapta al dorso del pie como para el masaje de esta zona, pero pe rrnanece inmovil y suministr a el apoyo para la de­recha , qu e efec tua el acarici amien to con los nud illos. Seguidamen te se practica un acariciamiento mas in­tenso de los musculos plant a res desde la articu laci6n meta tarsofalangica hacia el tal6n , emplean do el pul­gar, mien tras la mano izquierda fija el pie. En igual pos ici6n se realiza despues la fricci6n de la zona , en la que el pu lgar desc ribe pequefios circulos dirig idos hacia el borde externo del pie .

Adernas de l .tratarniento de la regi6n plant ar, las eminencias bajo los metatarsianos pr imero y quin to se someten a mas aje por separado. El paciente co­loca su pierna en rotaci6n ex terna , de modo que el bor de extern o del pie rep ose sobre la camilla de ma­saje . El masajista se sienta del lado de la ext remid ad a tratar, sob re la camilla , y vuelve su espalda al pa­ciente. En esta posici6n tiene el p ie ante sf, y puede tra tarlo con las dos manos. ·

En esta pos icion, se somete a amasamient o con las puntas de los dedos la emine ncia del primer me­tatar siano y luego el bord e in terno del pie; seguida­ment e el masajista levanta el tobillo derecho cogien­dolo por debajo ca n su mano izquierda, y 10 coloca sabre su regazo. Con esto, el borde externo del pie

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131 EI masaje de las diferentes regiones corporales

se sepa ra del apoyo de la camilla, y se hace accesible al masaje. Se reali za primero el aca riciamiento de la eminencia del quinto metatarsia ­no y del bo rd e extern o del pie con el pu lgar, para tratar lue go la mus­culatura par medio de fricciones. T ambien pu ede realizarse un ama­samiento del borde ext erno del pie, 265

trat andolo en tre el pulgar y la fa­lan ge proxim al del Indice,

£1 acariciamiento del dorso del pie se hace como sigue: la mano izquierda, 0 ambas man os altern a­tiv arnente, se apoyan sobr e la su­perfi cie dorsal del pie en plano so­bre la base del dedo ma yor , mi en­tras los pul gares, ap oyados en tod a 266

su extension, tratan la superficie plantar (1 a yema del pul gar rec or re ap roximadamente el eje longitudi­nal del pie), y luego, evitando los sali entes de los maleolos, las manos recorren pie y pierna ha sta la ro­dill a, efectu ando aca ri ciamie nto so­bre el tibial anterior y el ext ensor de los dedos . 267

FIG. 265. Acariciamien to ca n los nud i­110s de la planta del pie.

'_FIG. 266. Acar iciamiento can el pulgar de la planta del pie; en igual posici6n 268

se pr actica la fricci6n de la planta del pie.

FIG. 267. Amasamiento can las puntas de los dedos del bord e interno del pie y de la eminencia del primer metatar­siano.

FIG. 268. Acar iciamiento del bord e ex­terno del pie.

FIG. 269. Acariciamiento de todo el pie. 269

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132 Tecnlca del masaje de los 6rganos del movimiento

Masaje del pecho

EI m asaj e de lo s rmisculos dorsales toracicos, del pectoral m ayor y del se­rr ato mayor se ha discutido ya al t ratar el masaje de otras reg iones corporal es. Los nuisculos intercostales son los qu e mueve n la pr opia caj a tor acica d ur an te la respiracion . Para su m asaje, el paciente se coloca en decubito supino. EI masaji sta se coloca en pie en e l lad o opuesto a la zona a tr a tar, coloca los dedos segundo a quinto, ligeramente separados, junto al esternon y ca da uno en un espa cio intercostal , y realiza co n ellos un aca riciamien to hacia el costad o. EI movimiento termina don de qu eda obs taculizado por los mu sculos dorsales supe rficia les. Cada nuevo pase se ini cia una vez ma s junto al esternon, perc un espacio intercostal mas abajo, repitiendose la op eracion ha sta h aber tratado todos los esp acios in tercostales. Seguidamente se continua el tratamiento con fricciones en forma de pequefios movimientos circulares del Indi ce, con despl a­zamiento de la pi el , qu e progresan tambien des de el bo rde es ternal hacia lo s lad os.

Masaje del abdomen

EI masaj e del abdomen infl uye sobre la mu sculatura de la pared abdomi­na l y es timula nervios del area esplacnica, po r 10 que pu ede modificar el to no intestinal. Po r esta raz6n , el ma saje abdominal deb e realizarse con especial cuidado. Nunca se efectua ra despues de la s comidas, y es necesario que se proced a antes del masaje al va cia mien to del intestino y .especia lmente de la vejiga.

Para el ma saj e del abdomen, el paciente se encuentra en decubito sup ino sobre la camilla, co n la cab ecera liger arnen te ele vad a y las caderas y rodillas en semiflexion. EI masajista se co loca esencia lmente al lado derecho del pa­ciente. El masaje abdo mina l deb e pl an earse con cui dad o , y concretarnent e en la secu encia «cub ierta s abdomina les - muscul atura abd ominal ».

. Primerarnente, es necesa rio preparar en cierto modo las cubiertas abdorni­nales para las ma nipulaciones que seguiran . En todo paciente q ue se some te a mas aje por primera vez, la cubierta abdominal se contrae de tal ma nera al simple tacto , qu e resulta luego imposible penetrar a la p rofundidad . Esta ten­sion se resue lve del rnejor modo por medio de aca riciarniento circular . Las dos manos, apoya da s en plano sob re la piel , descr iben cir culos peq uefios que se ap rox iman, la izqu ierda en sen tido horar io y la der echa en antihora rio. Es e l m ismo movirniento descrito en la seccion tecnica como ac aricia miento ados manos. En e l movimiento de vuelta , los cfrculos son rnenores y el ritmo de

I

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133 EI masaje de las diferentes regiones corporales

movimiento mas rapido. El acaricia­miento se inicia ju sto por encima de la sfnfisis y ava nza en sentido horario por Ia superficie del abd omen , siguien ­do par tanto el tra yecto del int estino gru eso. Hay que prestar atenci6n a que en el acari ciamiento del abdomen el pul gar se apoye contra el indice, y no, como en el mas aje de las extremida­

270

des, ocupe un a posici6n separada . Una vez vencida con este aca riciamiento la contracci6n refleja defensiva de las cu­bier tas abdominales, puede emp ezar el masaje de la musculatura abdominal. La totalidad de la pared abdomina l se tr ata con pases paralelos de acari cia­miento: las manos, colocadas parale­ 271

las una a otra, se despl azan tr ansver­. salmente sobre el abdomen, un a al lado de ot ra y en sen tidos inversos, as­cendiendo desde la sfnfisis ha sta el re­bord e costal. Las figuras 270 a 273 mu estran esta mani ob ra . De es te mod o se abarcan todos los rnuscul os abdo­minales, y especialmente los mtisculos pIanos, qu e en otros casos escapan al 272

masaje : el transverso, el obli cuo ma­yor y el oblicuo menor.

FIGS. 270 a 273. . Acariciamiento en para­lela de los rnusculo s del abdomen. 273

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Page 137: Tecnica del Masaje.pdf

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _

134 Tecnlca del masaje de los organos del movimiento

El rmisculo recto anterior del ab­domen es Iacilmente accesible al ama­samiento, en contras te con los ya ci­tado s. Empleamos una modalidad de amasamiento can las puntas de los de­dos, en la qu e tam an parte todos los dedos. Las manos deben apoyarse, sin embargo, en plano sabre el abdomen,

274 si se desea abarcar solo el recto an­terior. Si se colocan derna siado verti­ca lmente, se trat ara tarnbien el intes­tino delgado con el masaje.

El masaje debe avanzar desde la insercion del rmisculo en el pubis ha­cia arriba, basta el esternon. En suje­tos musculosos se puede tratar par se­parado la mitad derecha y la mitad iz­

275 qu ierda del musculo . Las figuras 274 a 277 ilustran el amasamiento con las puntas de los dedos del recto anterior del abdomen.

Una vez tratada de esta manera la pared abdominal , se pu eden apli car , si es necesario, tecnica s de masa je que sur ten efec to sabre el tona intes tinal.

276

FIGS. 274 a 277. Amasamiento can las pun­tas de los dedos del recto anterior del ab­

277 domen.

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Page 138: Tecnica del Masaje.pdf

EL RELIEVE MUSCULAR DE LAS PRINCIPALES REGIONES CORPORALES

FIG. 278. Musculatura de la espalda (line a roja continua, lado del pul gar ; lfnea roja punteada, lado de los dedos en los pases de masaje).

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136 Tecnfca del masaje de los 6rganos del movimiento

FIG. 279. Muscul atur a del hombro y del brazo (lado derecho, aspecto later al) .

FIG. 280. Musc ulatura del hom bro y del brazo, lado derecho, aspecto an terior con rotac i6n externa ligera,

j I

1 I

I I

I

279

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137 Relieve muscular de las principales regiones corporales

FIG. 281. Musculatura del antebra­ FIG. 282. Musculatu ra del antebra­zo, lado derecho, aspecto radial. zo, lado derecho , aspecto cubital.

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Page 141: Tecnica del Masaje.pdf

138 Tecnlca del masaje de los 6rganos del movimiento

FIG. 283. Musculatura del muslo, lado FIG. 284. Musculatura del muslo, lado derecho, aspecto anterior . derecho, aspecto pos terio r.

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Page 142: Tecnica del Masaje.pdf

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Relieve muscular de las principales regiones corporales 139

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FIG. 286. Musculatura de la pierna , lado derecho, I aspecto lateral externo .

FIG. 285. Musculatura de la pier­na, lade derecho. aspecto anterior.

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Page 143: Tecnica del Masaje.pdf

A

Abdom en (Masaje) , 132-134 Acariciami ento , 4, 94 - a do s manos, 8 - con los nudillos, 12-13 - con una soja mano, 5 - digi tal , 13 - mana sobre mano, 10-11 - pulgar sobre pulgar, 115 AcetilcoIina , 47 Ad am s, 77 Adiposalgia , 55 Aducto res (Masaje), 122 Aguj et as, 56 Alt er ac iones ar ticulares , 57 - - (Masaje), 58, 60 - musculares, 55 Ama samiento , 14 - a do s manos, 16-17, 95 - con las puntas de los dedos, 18-24,

94 - con una sola mano, 14-15, 95 Amasar, 2 Antebrazo (Acariciamiento con una

sola mano), 6 - (Masaje), 112-113 - (Masaje de los flexores), 113 - (Musculatura), 137 Apar at o de Golgi, 35 - locom otor del nifio, 81 Arti cul acion es, 57

.- (Alterac iones ), 57 - (Masaje en las alteraciones), 58, 60 - artr6s icas, 58 A rtros is, 50 - (Masaje), 60 - de for ma nte, 59, 59 - - (Masaje), 62 Aterosclerosis, 75 Aton ia, 54 Atrofia , 54 - por des uso , 59 - mu scular, 59

IN DICE ALFABETICO

B

Bandas de general, 55, 67, 120 Barra de H arrington (I mp lantac i6n) , 76 Baston cillos de masaje , 25 Bazin , 96 Ben ningh off, A ., 64 Biceps (Masaje), 110 - fem oral (Masaje) , 123 Bra zo (Masaje), 110-111 - (Musc ula tura) , 136 Brugger, A ., 53, 57, 58, 59 Burger, M ., 45

c

Cap ilar es, 44 Capsu la ar ticular (Dolor) , 58 Card en al , 41 , 92 Cartflago (D egen eraci6n ), 59 Casper s, H. , 37 Celula de Ren sh aw , 32 Celulas (D estrucci6n), 41 - mu scul ar es (A lte rac iones), 54 Cerebelo (L esiones), 76 Circulaci6n (Alteracion es), 80 Clapping, 56 Cloward (Oper acion), 80 Columna vertebral (Alteracic ne s), 63 - - (D esgaste), 66 - - (Estati ca) , 65 - - (Frac tur as), 78 - - (Mov imiento) , 63 Compresi6n, 81 - radicu lar, 73 Condrosis, 66 Contracc ion es fascicul ares, 54 Contractura , 25 , 50 , 54, 96 - ar trogen ica, 63 - en la mu scula tura isq uiofemoral

profunda, 25 - postartritica , 63 Contusiones, 68

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142

Coxartrosis, 59 Cu ad rfceps (Ma saje), 69, 77, 121 Cuello (Ma sa je del area posterior), 104 Cu erpos vertebrales (Esclerosis periferi­

ca ), 66

D

Debit muscul ar, 56 Debilidad (E stados), 56 - postu ral, 56 Dedos de la mana (A cariciamiento del

do rso), 114 - de l pie (Acariciamiento), 129 Deltoides, 108 - (Ma saje), 108-109 De rivaci6n segment ar ia , 44 Dermogr afismo, 43 D esgarro tendinoso, 74 Di cke, B., 28 Dilatacion axilar, 109 Disco intervertebral blando, 79 - - lumbar (Eliminaci6n), 79 Discos intervertebrales (Degeneraci6n),

65 Distorsiones , 68 Distro fia de Sudeck, 74, 78 Dolor, 53 - (Desa pa rici6n repentina) , 73 - (Lim itaci6n del movimien to), 53 - en el masaje , 91 - ligado a fun ci6n , 53 Dorsal anc ho, 97 - - (Masaje), 102 Du rez as musculares, 50 Dweyer, 76 .

E

Effleu rage , 4 Eich ler , J., 25 , 79 Embolia , 76 Embolismo arter ial, 73 Eminencia hipotenar (Amasam ien to),

115 - tenar (Ama samien to), 115 Empastamientos, 52 Enfermed ad de Parkinson , 76

indice alfabe tlco

Enfermedad de Scheuermann, 81 Enfermedades vasculares, 75 Ep icond ilitis humeral, 57 Erector del tronco, 64, 97 - - (Masaje), 99-101 Ergo ter apia, 36 Eritema, 42 Escapula, 107 - (Ma saje), 107 Esclerosis periferi ca de los cuerpos

ve rtebrales, 66 Escol iosis (Correcci6n quinirgica), 76 - (Relajaci6n de la contractura mu s­

cula r), 81 Esgu inces, 68 Esp acio s in ter6seos de l pie (Acarici a­

mien to ), 130 - in tervertebrales (P inzamiento), 66 Esp alda (Masaje ), 97-104 - (Muscul atura) , 135 - convexa, 81 - redonda, 65 Espondiloart rosis, 67 Esp ondilosis, 66 - deformante, 67 Esquirlas 6seas (D enudaci6n e implan­

ta ci6n) , 76 - - (Implantaci6n) , 80 Est ad o a tr6fico-a t6nico, 60 Estatica ra q ufdea , 65 Estigmas vegetativos, 71 Estfmulo tact il, 40 Expresi6n mecanica, 4 1 Extensores, 37 - de la pierna (Masaje), 125 Extrem id ades (Fracturas), 80

F

Fascias subcutaneas (Masaje), 28 Fa sciculaciones, 54 Fase de frot aci6n, 15 - de presi6n , 15 Fib ras in tra fusales, 31 Fib rosit is, 55 Flavectornfa , 79 Flexores, 37 - del antebrazo (Masaje) , 113 - de la pierna (Musculos), 126

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143 Indice alfabetlco

Fracturas, 69 Friccion, 25, 95 - (Intensidad), 95

G

Gelosis (Elirninacion), 26 - conectivas, 51 - del conectivo, 55 Gelotripsia, 25 , 26 , 95 Gimnasia en deciibito , 52 Glaser-Dalicho, 3 Gluteos (Masaje), 117-119 Goldscheider, 37 Golgi (Aparato), 35 Golpeteo, 56

H

Harff, J., 51 Harrington (Barra), 76 Hartmann, F., 46 Hematomas, 92 Hemilaminectomia, 79 Hensel, H ., 49 Heridas abiertas, 74 Hernias musculares, 74 Hess, W. R., 47 Hidrartros, 68 Hiperemia, 41 Hipertonia, 50, 54 Hipotonia, 54 Histarnina, 41 Hoff, F., 42 , 44 H ombro (Masaje), 104-109 - (Musculatura), 136

. Hormonas tisulares , 41 Hu sos neuromuscula res (Actividad

eferente), 34 - - (Esquema), 31 - tendinosos (Receptores fusiformes),

35

Impulsos (Frecuencia), 32 Induraci6n muscular, 51

Induraciones, 52 Inervacion muscular (Esquema) , 38 Inestabilidad articular, 59 Infecciones, 77 Inflamaciones, 73 Insuficiencia postural, 52 Interoseos de Ia mana (Acariciamien­

to), 114 - del pie (Acariciamiento de los es ­

pacios), 130

J

[unghanns, 63

K

Keidel, W. D., 37, 49 Kirchberg, F., 46, 51, 55 Kohlrausch, W ., 25, 44 , 50 Krogh, A., 44

L

Laminectomia, 79 - parcial, 79 - vertebral, 76 Lange, Max, 25, 50, 95 Lesion articular degenerativa , 50 Linfangitis, 75 Linfaticos (Alteraciones), 71 - (Inflarnacion), 75 Luxaciones, 69

M

Mano (Acariciamiento de Ia palma), 115

- (Masaje), 114-115 - del masajista, 84 Masa muscular (Alteraciones), 54 Masaje, 2 - (Bastoncillos", 25 - (Con traind.caciones) , 71 - (Dolor), 91

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144 Indice alfabetlco

Masaje (Duracion), 93 Miisculo agotado (Efectos del masaje), (Efectc), 30, 37 (Efecto circulatorio), 45 (Elementos basicos), 84 (Errores), 94

- (Frecuencia), 93 - (lndicaciones), 49

(Lugar de accion), 30 (Planeamiento), 93 (Ritmo de las manipulaciones), 86 (Sala), 84

- (Secuencia de las manipulaciones), 93

- (Vfa de accion), 30 - clasico, 3, 36 - - (Tecnicas), 4 - de las fascias subcutaneas, 28 - del tejido conectivo, 3, 36, 44 - de zonas reflejas, 25, 50 - - - en el tejido conectivo, 3 - palpatorio, 95 - periostico, 3 - profundo, 95 - - de tejido conectivo, 28 - segmentario, 3 Masajista (Colocacion), 86 - (Mano), 84 - (Situaciones de alarma), 73 Meniscectomia, 77 Metabolismo, 47 - (Alteracion), 47 Miembros (Fracturas), 78 Miogelosis, 25, 50, 54, 95, 96 Miositis osificante, 80 Movimiento (Conducciori), 64 Musculatura (Alteraciones), 55 - (Alteraciones de la tension), 53 - (Fisiopatologia), 61 - (Sobreesfuerzo), 56 - (Tensi6n), 49 - coxal (Masaje), 117-120

de la espalda, 135 - del antebrazo, 137 - de la pierna, 139 - del braze, 136 - del hombro, 136 - del muslo, 138 - isquiofemoral profunda (Contractu­

ras), 125 - lumbar (Masaje), 116

45 - bfceps (Masaje), 110 - - femoral (Masaje), 123 - cansado (Efectos del masaje), 45 - cuadrfceps (Masaje), 121 - deltoides, 108 - - (Masaje) , 108-109 - dorsal ancho, 97 - - - (Masaje), 102 - erector del tronco, 97 - - - (Masaje), 99-101 - hipertonico, 33 - hipot6nico, 33 - pectoral mayor, 106 - - - (Masaje), 106

recto anterior abdominal (Masaje), 134 romboides (Masaje), 105

- semimembranoso (Masaje), 123 - semitendinoso (Masaje), 123 - serrato mayor (Masaje), 105

subescapular (Masaje), 107 tensor de la fascia lata (Masaje), 120 trapecio, 97

- - (Masaje), 103 - trfceps (Masaje), 111 Miisculos (Alteraciones), 54, 55, 56 - (Alteraciones articulares), 57 - (Alteraciones neurolcgicas), 70 - (Alteraciones raquideas), 63 - (Alteraciones traumaticas), 68 - (Degeneracionfibrosa), 77 - aductores (Masaje), 122 - dorsales intercostales (Masaje), 132 - extensores de la pierna (Masaje),

125 - fasicos, 32 - flexores de la pierna (Masaje), 126 - - del antebrazo (Masaje), 113 - gluteos (Masaje), 117-119 - interoseos de la mana (Acaricia­

miento), 114 - - del pie (Acariciamiento de los

espacios), 130 - palidos, 32 - peroneos (Masaje), 125

rojos, 32 - tonicos, 32

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145 Indice alfabetlco

Mu slo (Acaric iamiento a do s manos), 8-9

- (Acariciarniento con un a sola m ario), 7

- (Masaje), 121--124 - (Musculatura), 138

N

Nervio (Seccion), 70 Neurona motora del cu erno anterior,

32 - sensitiva, 31 Normctonificacion, 62

o

Operacion de Cloward, 80 Organo conect ivo, 46 Oscilaciones pendulares, 58 Osteocondrosis, 66 Osteofitos , 67

p

Pacien te (Colocacion par a el ma saje) , 85

Paniculosis, 55 Pantorrilla (M asaje) , 126-128 Paralisis, 50 - completa, 70 - infantil , 70 - parcial , 70 - tr ansi toria, 70 Pa resias, 70

. Parkinson (Enfer rneda d) , 76 Pectoral ma yor, 106 - - (M asaje), 106 Pecho (M asaje), 132 Perfusion, 44, 56 - (Alteracion), 47 - (Aumento ), 44 - (Incre mento), 62 Periartriti s escapulohumeral, 57 Perimisio, 60 Periostio (Dolor ), 95 Peroneos (Masaje ), 125

Petrissage, 14 Pie (Acaric iamiento del dorso ), 129,

131 - (M asaje) , 129-1:51 - (Masaje de la p lan ta) , 130-131 Piel (Preparacion para el masaje), 85 - de naranja, 55 Pierna (Masa je), 125-128 - (Musc u la tur a) , 139 Pinzamiento de los espacios interverte­

brales, 66 Poliomielitis anterior aguda, 70 Posici on (Fii acion), 64 Postura (Vicios), 56 Pre artrosis , 58 Pretonificacion, 56 , 62 Prolapso di scal, 68 - - cervical, 80 Pul gar sobre pulgar (Acariciamiento ),

115

Q

Quiroterapi a , 36

R

Receptor, 31 Receptore s de diJataci6n, 31 - fusiform es de los husos tendinosos,

35 Recto anterior abdominal (Masaje),

134 Reflejo exteroceptivo, 37 - nu tricional, 47 - osteotendinoso, 35 - propiocep tivo, 30, 34 Region coxal (Masaje) , 117-120 - sural (M asaj e) , 126-128 Re ichel, H., 77 Rein-S chneider, 49 Ren shaw (Celula) , 32 Reposo para recuperaci6n, 46 Retroderivaci6n segrnentaria , 44 Reuma, 50 Reumatismo, 50 - articular primario cronico, 63 Reumati smo s musculares, 50, 53

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146

Rig idez, 54 Romb oides (Masaje), 105 Ruhmann, W ., 95 Rupturas fasc iale s, 74

s

Sa la de masaje, 84 Schade, H ., 46 Sch eidt, W. , 43 Scheuermann (Enfermedad), 81 Segmento movi l, 63 Sem imembranoso (Masaje), 123 Semitend inoso (Masaje) , 123 Serrato ma yor (Masaje), 105 Sin apsis, 32 Sobreesfuerzo (Masaje), 57 - muscular, 56 Storck, H ., 49, 56, 63 Subescapular (Masaje), 107 Sudeck (Distrofia), 74, 78

T

Teirich -Leube, 3, 28, 44, 49 , 96 Tejido conect ivo (Alteraciones gelosi ­

cas), 55 - - (Masaje) , 3, 36, 44 - - (Masaje profundo), 28 - - subcutaneo (Alteraciones loca­

les), 55 Tendomiosis, 53, 54 - ocupaciona les, 57 - refle ja en situaciones de irritacion

articular, 58 Tension muscular, 49 - - (Alteraciones), 53, 54 Tensor de la fascia lata (Masaje), 120 Tono vegeta tivo (Normalizaci6n), 71

indice alfabet lco

Trapecio, 97 - (Masaje), 103 Tratamiento (Mecanismos de accion),

36 Traumatismos, 50 - (Alteraciones musculares) , 68 - con herida abierta, 74 Triceps (Masaje), 111 Trornboflebiti s, 73, 75 Trombosis, 75 Tronco (Erector), 64 - (Movilidad), 64 Tumores, 77

u

Unidad mo tora, 32

v

Varices , 75 Vegetativos (T ra storn os), 71 Venas (Alteraciones), 71 - (Inflarnacion) , 75 Vertebras (Fijacion ventral), 76 - (Laminectornia ), 76 Vfas p iramidales (Lesion), 76 Vicios posturales, 56 Vogler, P., 3

' w

Wallraff, st

z

Zonas reflejas (Masaje), 25, 50

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