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1 TEMA 3. EL SER HUMANO Y LA CULTURA La paradoja del animal cultural La adaptación del ser humano al medio que le rodea es distinta a como se produce con las otras especies de animales. Lo más llamativo a primera vista es lo indefenso que es el hombre, comparada con otras especies (no tiene pelaje adecuado que lo proteja de los cambios de temperatura, ni garras o mandíbulas que lo caractericen como cazador, ni alas, ni branquias, ni un olfato desarrollado...), pero en cambio, tiene la habilidad de cultivar su medio natural para ponerlo a su servicio, surgiendo así la cultura. El término cultura hace referencia a la manera de vivir el mundo e interpretarlo que tiene el ser humano, al conjunto de técnicas y recursos que nos ayudan a vivir, a las instituciones que organizan nuestra convivencia, a las ideas y creencias de los pueblos e individuos y a un alto grado de conocimiento alcanzado por algunos miembros de una comunidad. El hombre transciende la naturaleza pero no la abandona. Son dos mundos que están solapados y que se condicionan. La cultura afecta a la naturaleza y ésta a aquella. Ese hombre, que se vale de la naturaleza pero que no la abandona, queda recogido en el concepto de «animal cultural». El ser humano medita sobre qué estímulos interesa o no satisfacer y programa sus acciones en función de ello. Por tanto, el hombre es un ser inacabado ya que está condicionado por la indeterminación de las posibles respuestas al medio, al contrario que los animales. Su regresión de los instintos y su complejización cerebral provocan el desarrollo de la autoconciencia. Ese despertar de la conciencia supone además el despegue cultural que permite al hombre el desarrollo de sus potencialidades. En este caso, la cultura ha de entenderse como el modo desde el cual el ser humano puede aliviar el peso de su libertad. El dominio de la naturaleza y la comunicación con los otros serán los pilares sobre los que se asiente todo ese mundo de respuestas generadas por la inteligencia para un fin compartido con el mundo animal: la supervivencia. Biología y cultura: modelos reduccionista y sintético El ser humano es un animal cultural. Somos animales, luego contamos con unos orígenes biológicos; y somos culturales, lo cual nos diferencia del resto de los seres vivos y nos introduce en nuevo orden. Pero, ¿cómo se relaciona lo biológico y lo cultural? Para responder a esta cuestión existen varios modelos: Modelos reduccionistas: aseguran que todo se reduce a lo biológico, o presentarlo solo como algo cultural. Desde estos dos supuestos la evolución cultural se entendía o bien como un proceso que completaba la evolución biológica o bien como una realidad radicalmente separada de la anterior, pero siempre desde puntos de vista excluyentes y reduccionistas. Modelo sintético o biocultural: presenta los diferentes aspectos de la existencia humana como interrelacionados entre sí. La relación entre naturaleza y cultura debe pensarse no bajo la forma de la balanza, para luego preguntar de cuánto hay más, de naturaleza o cultura, sino como en una interrelación entre biología (cerebro, sistema nervioso, etc.) y socialización (aprendizaje individual y colectivo). Por tanto, es falsa la oposición que se suele hacer entre biología y cultura. Para cada uno de nosotros es tan natural lo biológico como lo cultural. Somos producto de nuestro origen biológico, de nuestro origen cultural y de su mutua interacción.

Tema 3. El Ser Humano y La Cultura (Resumen)

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Tema 3. El Ser Humano y La Cultura (Resumen)

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TEMA 3. EL SER HUMANO Y LA CULTURA

La paradoja del animal cultural

La adaptación del ser humano al medio que le rodea es distinta a como se produce con las

otras especies de animales. Lo más llamativo a primera vista es lo indefenso que es el hombre,

comparada con otras especies (no tiene pelaje adecuado que lo proteja de los cambios de

temperatura, ni garras o mandíbulas que lo caractericen como cazador, ni alas, ni branquias, ni

un olfato desarrollado...), pero en cambio, tiene la habilidad de cultivar su medio natural para

ponerlo a su servicio, surgiendo así la cultura.

El término cultura hace referencia a la manera de vivir el mundo e interpretarlo que tiene

el ser humano, al conjunto de técnicas y recursos que nos ayudan a vivir, a las instituciones que

organizan nuestra convivencia, a las ideas y creencias de los pueblos e individuos y a un alto

grado de conocimiento alcanzado por algunos miembros de una comunidad.

El hombre transciende la naturaleza pero no la abandona. Son dos mundos que están

solapados y que se condicionan. La cultura afecta a la naturaleza y ésta a aquella. Ese hombre,

que se vale de la naturaleza pero que no la abandona, queda recogido en el concepto de «animal

cultural». El ser humano medita sobre qué estímulos interesa o no satisfacer y programa sus

acciones en función de ello. Por tanto, el hombre es un ser inacabado ya que está condicionado

por la indeterminación de las posibles respuestas al medio, al contrario que los animales. Su

regresión de los instintos y su complejización cerebral provocan el desarrollo de la

autoconciencia. Ese despertar de la conciencia supone además el despegue cultural que permite

al hombre el desarrollo de sus potencialidades. En este caso, la cultura ha de entenderse como el

modo desde el cual el ser humano puede aliviar el peso de su libertad. El dominio de la

naturaleza y la comunicación con los otros serán los pilares sobre los que se asiente todo ese

mundo de respuestas generadas por la inteligencia para un fin compartido con el mundo animal:

la supervivencia.

Biología y cultura: modelos reduccionista y sintético

El ser humano es un animal cultural. Somos animales, luego contamos con unos orígenes

biológicos; y somos culturales, lo cual nos diferencia del resto de los seres vivos y nos introduce

en nuevo orden. Pero, ¿cómo se relaciona lo biológico y lo cultural? Para responder a esta

cuestión existen varios modelos:

Modelos reduccionistas: aseguran que todo se reduce a lo biológico, o presentarlo solo

como algo cultural. Desde estos dos supuestos la evolución cultural se entendía o bien

como un proceso que completaba la evolución biológica o bien como una realidad

radicalmente separada de la anterior, pero siempre desde puntos de vista excluyentes y

reduccionistas.

Modelo sintético o biocultural: presenta los diferentes aspectos de la existencia

humana como interrelacionados entre sí. La relación entre naturaleza y cultura debe

pensarse no bajo la forma de la balanza, para luego preguntar de cuánto hay más, de

naturaleza o cultura, sino como en una interrelación entre biología (cerebro, sistema

nervioso, etc.) y socialización (aprendizaje individual y colectivo). Por tanto, es falsa la

oposición que se suele hacer entre biología y cultura. Para cada uno de nosotros es tan

natural lo biológico como lo cultural. Somos producto de nuestro origen biológico, de

nuestro origen cultural y de su mutua interacción.

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El término cultura

El término cultura procede del verbo latino colere, que significa ‘cultivar’. Cicerón fue el

primero en extender su sentido a la educación y formación del ser humano. Para este autor el

concepto griego de “paideia” (educación) se refería a un ideal que debe ser alcanzado, para lo

cual se necesita un “cultivo personal”, una tarea de formación y asimilación de una forma de

vida. Este sentido etimológico la palabra cultura agrupa dos acepciones fundamentales:

formación personal e inserción en una comunidad.

Cultura en sentido pedagógico. La cultura representa un ideal humano que hay que

alcanzar y se cifra en una serie de conocimientos e informaciones que se deben tener o

actividades que hay que realizar. Este ideal humano depende de cada pueblo.

Cultura en sentido etnográfico. La cultura es una forma de vida y de interpretar la

naturaleza, producto de una sociedad. La cultura es el conjunto de creencias, tradiciones

y técnicas de una determinada “etnia”. Cada cultura ofrece un modo de vida a los

individuos que participan de esa cultura. Esta se constituye en la red de símbolos y

expresiones con la que los humanos damos sentido al mundo, ponemos cada cosa en su

lugar y nos entendemos unos a otros.

El estudio científico de la cultura: antropología cultural

El estudio científico de la cultura se remonta al nacimiento de la época moderna (siglos XV

y XVI). Uno de los acontecimientos que motiva dicho estudio y análisis de las culturas es la

conquista y colonización de América. La ciencia de la cultura, la antropología cultural, nace como

tal en el siglo XIX, a la vez que otras muchas ciencias humanas. Su objetivo es describir las

culturas tal y como se presentan. Sin embargo, existen diferentes enfoques, metodologías o

escuelas, según sus intereses.

El estudio de la cultura llevado a cabo por las diferentes escuelas de la antropología

cultural ha intentado describir la actividad cultural en toda su complejidad. Ha puesto de relieve

las características que definen la cultura, los elementos que la integran, la relación con el

individuo y sus tipologías, entre otros muchos aspectos.

Características de la cultura

La cultura presenta una serie de características:

La cultura es aprendida: las personas nos integrarnos en una cultura y la aprendemos

(endoculturación). La cultura existe gracias al proceso de transmisión de unas

generaciones a otras. Las destrezas y habilidades no son genéticamente incorporadas a

los vástagos futuros, sino que siempre requieren la enseñanza social y el aprendizaje

individual. Dicha enseñanza se denomina socialización, que significa que el individuo,

conforme va creciendo biológicamente, se va integrando en su comunidad a través de

diversas vías, mediante su trabajo, status social, cualidades personales para los actos

simbólicos, etc. Y lo que el individuo hace es experimentar un proceso de

endoculturación, de acomodar sus necesidades biológicas a las formas de satisfacción

de las mismas asentadas en su comunidad. En ese proceso, la generación de más edad

transmite, incita, induce y obliga a la generación más joven a adoptar los modos de

pensar y comportarse propios de esa comunidad.

La cultura modifica y somete la naturaleza: nuestras necesidades biológicas están

interpretadas y revestidas por la cultura.

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La cultura es compartida: no pertenece a individuos aislados, sino a individuos en tanto

que forman un grupo. Por ello, es difícil separar sociedad y cultura, dado que son dos

caras de la misma moneda: la forma de vida del ser humano.

La cultura es adaptante y mal-adaptante: el hombre puede adaptarse a la naturaleza

(por ejemplo, a las condiciones climatológicas) gracias a la cultura, pero determinadas

formas culturales pueden ser mal-adaptantes, pues ponen en peligro la continuidad de

la especie humana sobre la tierra (por ejemplo, desarrollando una economía que hace

peligrar los recursos naturales).

Tipologías

La cultura real es la que todos los miembros de una sociedad determinada piensan y hacen

a lo largo de su vida. La cultura ideal es la considerada como modelo por una sociedad, aunque

puede estar reflejada o no en sus conductas y actitudes. No es lo mismo lo que una cultura o

sociedad hace y lo que dice o comunica. Por eso, a los antropólogos que estudian una cultura les

interesa adoptar un doble punto de vista para intentar dar cuenta tanto de la cultura real como

de la ideal.

El primer punto de vista analiza una cultura desde dentro; el antropólogo intenta

ponerse en la perspectiva del participante de esa cultura, es decir, intenta hacerse uno

de ellos. A esto se le llama perspectiva emic.

El segundo punto de vista consiste en tomar distancia del grupo cultural y analizarlo

desde fuera, como un observador ajeno al grupo. Es el punto de vista llamado etic.

Subcultura y contracultura

Subcultura: grupo cultural formado por un grupo social que posee y transmite una serie

de patrones culturales que difieren de los de la cultura dominante. En cada cultura

concreta se puede hablar de subculturas, porque las personas que participan de ella no

la viven de la misma forma. Dentro de cada cultura existen diferencias que vienen dadas

por la edad, el nivel socioeconómico, la clase social, el origen étnico, … Así, aunque

todas las personas viven en esa cultura, el grado en que aprovechan sus posibilidades es

diferente de unas a otras. Por ejemplo, existe gran diferencia entre una cultura urbana y

una cultura rural.

Contracultura: subcultura cuyas formas de sentir o actuar cuestionan deliberadamente

la cultura dominante. La contracultura es un movimiento de rebelión contra la cultura

hegemónica, que presenta una forma de vida y de sociedad alternativa a la existente.

Ejemplos de manifestaciones contraculturales son las tribus urbanas (punkies, heavys,

skins, etc.), los grupos sociales alternativos (movimientos ecologistas, ONGs, etc…).

Relación con el individuo: cultura y personalidad

La relación entre cultura e individuo es uno de los grandes temas que ha preocupado a los antropólogos. Sin cultura no hay individuos, pero sin individuos tampoco hay cultura.

Determinismo cultural: afirma la prioridad de la cultura, y señala que todo lo que hacemos y pensamos está ya dado por la cultura; es una posición muy determinista, según la cual el individuo es un mero resultado de la cultura en la que se inserta.

Individualismo: da prioridad al individuo. Él es quien puede cambiar la cultura, el que la mantiene viva, pues las facultades humanas están más allá de la cultura.

Condicionamiento cultural: las posiciones anteriores son falsas pues cada una de ellas ignora lo que afirma la otra. Entre las dos se puede abrir paso una tercera vía

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intermedia. La cultura nos “da condiciones” para que podamos actuar y vivir, nos da posibilidades. Y para que esto ocurra tiene que darse un proceso que llamamos de socialización, mediante el cual el individuo va asumiendo la cultura del grupo, hasta que se integra en ella o incluso la transforma. Este último punto es fundamental. Para que la cultura siga viva necesita ser asumida crítica y creativamente por el individuo.

Actitudes ante la diversidad cultural

Nuestras sociedades actuales están caracterizadas por la multiculturalidad. El mundo se

nos presenta como algo irremediablemente plural. Es un hecho que en un determinado espacio

social han de convivir personas identificadas con diversas culturas. Este multiculturalismo es un

fenómeno antiguo. Ante la diversidad cultural son posibles tres actitudes:

Etnocentrismo: consiste en analizar las demás culturas desde la propia, convirtiéndola

en el criterio para medir y valorar las restantes. Se trata de una actitud asimilacionista,

pues el otro debe adaptarse a mi cultura si quiere convivir conmigo. El etnocentrismo

supone, por un lado, falta de comprensión hacia todos los que no comparten su modo

de vida, y, por otro lado, la radicalización del sentimiento de cohesión con el propio

grupo, que hace a sus miembros sentirse superiores a los demás. El etnocentrista puede

adoptar varias actitudes cuando se trata de preservar su cultura: xenofobia (odio a los

extranjeros); racismo (rechazo de ciertos grupos étnicos); chovinismo (patriotismo

fanático) y aporofobia (desprecio y rechazo al pobre).

Relativismo cultural: propone analizar las diferentes culturas desde sus propios valores

y no desde los valores de una cultura ajena, y recomienda mostrarse tolerante con las

diferentes expresiones culturales. Esta actitud supone un gran avance respecto al

etnocentrismo, pero tiene sus limitaciones. Bajo la apariencia de respeto máximo, no

proporciona ni busca diálogo y la comunicación con otras culturas, sino que prefiere

evitar cualquier contacto con ella. No se evita así el racismo, pues considera que la

mejor manera de preservar las culturas es no mezclarlas. Por otro lado, el relativismo

cultural puede conducir a la actitud romántica que considera que todos los aspectos de

otras culturas son siempre positivos, perdiendo así todo sentido crítico con formas de

vida que atentan contra los derechos humanos.

Hospitalidad universal o interculturalismo: parte del respeto a otras culturas, supera al

relativismo cultural al propugnar el encuentro entre las diferentes culturas en pie de

igualdad. El interculturalismo supone reconocer la naturaleza plural de nuestra sociedad

y nuestro mundo, comprender la complejidad de la relación entre las diversas culturas,

promover el diálogo entre culturas y colaborar en la búsqueda de respuestas a los

problemas mundiales. En definitiva, propone aprender a convivir en un mundo plural y

entender la diversidad como fuente de riqueza.