22
G&H Revolución francesa 37 PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA C/ Sagasta, 20 – 1º 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32 REV.: 11/15 Email: [email protected] Web: http://www.preparadores.eu TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa Autor: Fernando Alvarez Esquema: 1. Introducción. 2. La interpretación conservadora. 3. La interpretación liberal o burguesa-idealista. 4. La interpretación socialista francesa. 5. La interpretación marxista-leninista. 6. El principio de investigación e interpretación estructuralista. 7. Conclusión. Bibliografía 1. INTRODUCCIÓN. Bastaría para acercarnos a lo inabarcable de este tema decir que la investigación sobre la Revolución de 1789 abarca, sólo desde la primera guerra mundial, alrededor de 100.000 títulos en todos los idiomas modernos más importantes, no se incluyen en esta suma el gran número de obras de divulgación, de ensayos históricos y de novelas, que son imposibles de registrar. De todos los movimientos subversivos de la Edad Moderna, ninguna revolución ha ocupado más la opinión diaria de los contemporáneos, ni ocasionado, por tanto tomas de posición más parciales en la ciencia, que la Revolución francesa. Esta toma de posiciones desde los años 1789-99, aquí el adversario allá el partidario de la revolución, se mantuvo a lo largo de todo el siglo XIX y del XX y marca hasta hoy, en gran medida la escena política en Francia. Se puede decir que esta Revolución se ha convertido en el trauma nacional francés. Porque, al enjuiciarla, se dividen los espíritus de la nación, al menos de la parte de la nación consciente de su historia , hasta nuestros mismos días.

TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

  • Upload
    buidung

  • View
    274

  • Download
    8

Embed Size (px)

Citation preview

Page 1: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

RE

V.:

11/1

5

E

mai

l: in

fo@

prep

arad

ores

.eu

Web

: http

://w

ww

.pre

para

dore

s.eu

TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

Autor: Fernando Alvarez Esquema:

1. Introducción.

2. La interpretación conservadora.

3. La interpretación liberal o burguesa-idealista.

4. La interpretación socialista francesa.

5. La interpretación marxista-leninista.

6. El principio de investigación e interpretación estructuralista.

7. Conclusión. Bibliografía

1. INTRODUCCIÓN.

Bastaría para acercarnos a lo inabarcable de este tema decir que la investigación sobre la Revolución de 1789 abarca, sólo desde la primera guerra mundial, alrededor de 100.000 títulos en todos los idiomas modernos más importantes, no se incluyen en esta suma el gran número de obras de divulgación, de ensayos históricos y de novelas, que son imposibles de registrar. De todos los movimientos subversivos de la Edad Moderna, ninguna revolución ha ocupado más la opinión diaria de los contemporáneos, ni ocasionado, por tanto tomas de posición más parciales en la ciencia, que la Revolución francesa. Esta toma de posiciones desde los años 1789-99, aquí el adversario allá el partidario de la revolución, se mantuvo a lo largo de todo el siglo XIX y del XX y marca hasta hoy, en gran medida la escena política en Francia. Se puede decir que esta Revolución se ha convertido en el trauma nacional francés. Porque, al enjuiciarla, se dividen los espíritus de la nación, al menos de la parte de la nación consciente de su historia, hasta nuestros mismos días.

Page 2: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

La opinión pública francesa ha equiparado, de modo simple, desde el principio, esta revolución con los acontecimientos durante el régimen jacobino. A la vez, la consideración de este régimen jacobino como la supuesta encarnación de todas las tentativas revolucionarias en el último siglo y medio, ha tenido una función política predominante: ha servido de disparador en discusiones políticas de principios, como catalizador en incontables disputas entre reacción y progreso, entre clericales y anticlericales, entre derecha e izquierda. Así ante la respectiva valoración de la revolución, se articulaba la respectiva postura ante la República en la propia Francia y la simple postura política en Europa. La revolución ha sido, desde siempre, un todo cerrado para la opinión pública francesa, como si dijéramos un “bloque”, que provoca una opinión moral y política, y esto ha tenido como consecuencia que todo este complejo no se haya convertido nunca, como otros objetos de la historia más reciente, en materia exclusiva de la historia académica. Además cada declaración de un historiador francés sobre esta revolución incide directamente en la opinión pública, muy sensibilizada respecto a este punto, ganando rápidamente el carácter de una confesión política, independientemente de la calidad científica y de la capacidad de razonar críticamente de su autor, e incurre así en el peligro de ser deformada en función de un argumento para la política del momento. Estos vínculos del debate científico con la correspondiente dimensión política del momento ha llevado, como no podía ser de otro modo, a fuertes disputas entre los más diversos intérpretes de la Revolución, a interminables polémicas y justificaciones, incluso de cuando en cuando, a intentos de falsear las fuentes en función de una determinada interpretación: a lo largo de la historia de los escritos históricos sobre la Revolución francesa se trazan, al igual que un hilo rojo, íntimas enemistades entre especialistas condicionados por su filosofía y su ideología.

2. LA INTERPRETACIÓN CONSERVADORA.

La crítica conservadora constituye, junto a la liberal, la escuela más antigua entre las principales corrientes de la interpretación de la Revolución. Correspondiendo a la tendencia extendida entre los círculos conservadores de ejercer puntualmente la crítica ante un motivo concreto, apelando a valores tradicionales, de tipo empírico y trascendental, la correspondiente crítica ante la Revolución francesa se

Page 3: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

organizó justamente con su comienzo burgués, esto es, con el 17 de junio de 1789. Fue expuesta, en primer lugar, por los portavoces conservadores de la Assamblée nationale constituante (Cazalès, Lally-Tollendal, Abbé de Maury). Se expresó en publicaciones periódicas “Mercure de France” y en numerosos escritos que desde 1789 provenían cada vez más de círculos de emigrantes. En el periodo comprendido entre el encarcelamiento y la muerte de Luis XVI (1792-93) y la restauración de los Borbones (1814-15) venía esta crítica conservadora necesariamente desde el extranjero, ya procediese de franceses, ingleses o alemanes; generalmente estaba en relación directa o indirecta con las complicaciones políticas provocadas desde 1792 por las guerras revolucionarias, y que habían transformado desde la base el sistema europeo de Estados. Esta interpretación en adelante tendrá dos tendencias que muchas veces se confunden como son los Monárquicos ilustrados y el liberalismo doctrinario.

1. Lo inició Ire E. Burke con Reflections on the Revolution in France and on the Proceedings in Certain Societies in London Relative to That Event, (1790) que representaron la crítica más radical de los principios, hechos y metas revolucionarias, hasta la aparición del rechazo sistemático de la Revolución francesa por Taine. Es notable que la crítica fundamental de Burke fuese ya escrita tres años antes del Grande Terreur y, por tanto, antes del punto culminante de la Revolución. Sin embargo, resultó tan severa como si el poder jacobino fuese ya una realidad. El recurso más importante de Burke es común a casi toda la crítica conservadora: en primer lugar, pinta la época de 1789 de color rosa. Según esto, la monarquía francesa del Antiguo Régimen poseía una constitución buena y equilibrada, cuyos fieles guardianes eran los parlamentos (los más altos tribunales); tenía una nobleza virtuosa y valiente, un clero íntegro y un pueblo trabajador y humilde. Todo el desastre había comenzado el 17 de junio de 1789 con la declaración del Tiers-État o la Assemblée nationale. En esta asamblea nacional dieron el tono abogados carentes de escrúpulos. Ambiciosos y sin respeto a la dignidad del monarca fueron destruyendo paso a paso las columnas sustentadoras de la Constitución y erigieron su propio régimen ruidoso, hecho para violar, por medio del igualitarismo racionalista, la naturaleza humana y las experiencias de la historia. Dado que Burke no conocía las circunstancias de la vieja Francia y de la Revolución más que por informes de emigrantes y de sus círculos más allegados, sus observaciones son unilaterales. Su interpretación de la historia es, por tanto, errónea y poco fiable.

Page 4: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

La explicación de Burke ha marcado la pauta de la interpretación conservadora inglesa sobre la Revolución francesa a lo largo de todo el XIX y casi hasta la actualidad (D. W. Brogan). Su razón más profunda es, desde Burke hasta hoy, un respeto fuertemente enraizado ante leyes legadas por el pasado en el ámbito político, tomando la idea de Montesquieu en sus Lettres y Hume de que son las costumbres y la forma de vida (que luego toma Jovellanos en los diferentes debates sobre la constitución de 1812 en España) lo que marca la forma política de cada país. Frente a lo cual la Revolución francesa representa el principio de la transformación arbitraria y de la nueva creación de leyes políticas y sociales.

3. Un análogo punto de partida se observa en la primera crítica conservadora de los emigrantes franceses. Ya en 1789 había nacido la tesis de la conspiración o del complot, tantas veces repetida entre tanto, y hasta hoy sin justificar por medio de documentos, según la cual, una serie de círculos secretos de iluminados, masones y jacobinos habían planeado minuciosamente, desde hacía tiempo, la Revolución y luego la habían llevado a cabo de común acuerdo en 1789 (Comte de Ferrand, Abbé Barruel, Abbé Duvoisin). La teoría legitimista de la Restauración borbónica se basó en la anteposición de esta teoría, que ha quedado unida a los nombres de De Maistre, de Lamartine y de Bonald, y que, hasta la primera guerra mundial, ha representado ampliamente la opinión de la Francia católica sobre la Revolución. Esta concepción consideraba toda la época revolucionaria como un castigo enviado por Dios al depravado y poco creyente Antiguo Régimen, veía con de Maistre “un caractère satanique dans la Révolution”. Este rechazo de la Revolución como síntesis de anarquía y de destrucción proviene, sin duda, de las convulsiones que trajeron consigo la experiencia de la ruptura de los clérigos y la proclamación de un “culto al ser supremo”, no cristiano, como religión, han estado muy extendidos en Francia (B. Fay. J. Ousset) hasta hace poco, a pesar de que la Iglesia se ha distanciado de ellos desde principios del siglo XX. Dicha opinión ha experimentado, en lo que atañe a las causas de la Revolución, un nuevo reforzamiento, formulado científicamente hacia los años 20, a partir de los trabajos de Cochin y un poco después por el neomonárquico Gaxotte. Cuyas tesis van a ser las dominantes en la Francia conservadora hasta la nueva formulación de los revisionistas y la tercera generación de annales.

Page 5: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

3. En cierto sentido, se puede decir algo parecido de la interpretación conservadora en lengua alemana hasta aproximadamente la primera guerra mundial. Estos análisis (F. von Gentz, A. von Müller, J. Von Haller, J. Stahl, H. von Sybel, L. von Ranke, H. von Treitschke, A. Wahl) pusieron en primer término, a pesar de notables diferencias, el escaso respeto de los revolucionarios ante el orden estatal, ante instituciones y relaciones políticas y sociales reguladas por la Constitución y por las leyes dentro del sistema del Estado. En este contexto fueron confrontados los puntos de vista de la Constitución orgánicamente representativa, del principio monárquico y del Estado como poder legalizador, al del pensamiento y la acción de la Revolución. Con semejante sistema de valores el veredicto había de ser negativo para la Revolución. No fue casual que la mayor parte de los autores indicados fuesen naturales de Prusia o de Austria, de estados por tanto, que, a causa de la razón de Estado de un movimiento nacionalista, habían combatido la Revolución francesa con más fuerza que, por ejemplo, los estados de la Confederación del Rhin.

4. En Francia hay que distinguir la opinión sobre el complejo

revolucionario motivado religiosamente, de otra interpretación conservadora: la crítica nacionalista sobre el poder del Estado en la Revolución francesa, expuesta primeramente por Taine. Es significativo que fuese la amarga experiencia del hundimiento del Segundo Imperio lo que impulsó a Taine a reflexionar sobre el surgimiento de la Revolución francesa. Su obra, aparecida en 1876, Les origines de la France contemporaine, se preguntaba cómo se podría guardar a Francia de las continuas convulsiones que trastornaban su integridad política desde 1789. El modo de plantear el problema era, por tanto, políticamente actual, y los resultados de dicho análisis permitieron reconocer que las repuestas se hallaban en un momento anterior. Es cierto que Taine fue el primer historiador que vio el surgimiento de la Revolución como resultado de la sucesiva pérdida de autoridad del Gobierno con Luis XVI, y de la puesta en discusión del viejo orden social. No identificó, sin embargo, a los revolucionarios con todo el pueblo. Para él fueron más bien contrebandiers, vagabonds, mendiants, la dernière plebe o bandits. Igualmente calificó a los jacobinos como engendros sociales carentes de principios. Finalmente, para el juicio de Taine es significativa la comprobación de que todos los impulsos hacia la grandeza nacional y la autoafirmación desde la Revolución francesa acabaron, sin excepción, en un desastre. El esplendor de la época del Rey Sol no se volvió a alcanzar. Aún en los cincuenta-sesenta del siglo XX, autores neorrealistas (O. Aubry, G. Gaxotte) condenan la Revolución francesa a partir de estos recuerdos históricos y hallan, con esto, una importante resonancia en la opinión pública. Después del ya

Page 6: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

mencionado Cochin y estas tendencias neomonárquicas un tanto marginales el relevo de la historiografía conservadora lo tomará, la tercera generación de Annales y americanos como Cobban que aun compartiendo ciertas tendencias con estos conservadores, vendrán a realizar un planteamiento diferente. 4. LA INTERPRETACIÓN LIBERAL O BURGUESA-IDEALISTA.

La interpretación burguesa-idealista de la Revolución francesa comienza, al igual que la conservadora, con el acto de la declaración del Tiers-État a la Asamblée national, el 17 de junio de 1789. Numerosos contemporáneos (Mirabeau, Sieyès, Bailly, Etienne, De Genève) han reconocido la importancia de este paso, que consistía en liquidar de un golpe la representación particular de los intereses de los estamentos privilegiados, vigente desde medio milenio, y, a la vez, usurpaba ampliamente las prerrogativas de la Corona, sobre todo, la competencia en las decisiones políticas de mayor peso. Sin duda, el acto espontáneo del juramento en la sala del Juego de Pelota (20 de junio de 1789) y del asalto a la Bastilla más importante en el recuerdo, gracias a su alto contenido simbólico, que el paso dado el 17 de junio, más complicado jurídicamente, pero más rico en consecuencias, que pasó sin gran brillantez. Los dos puntos culminantes de la Revolución fueron según opinión de la burguesía contemporánea, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, del 26 de agosto de 1789 y la creación de la primera constitución escrita en Francia, del 3 de septiembre de 1791, el prototipo de constitución representativa en el continente a lo largo de todo el XIX. Se sobreentiende que los círculos burgueses, hasta el comienzo de la dictadura de la Convención en el otoño de 1792, valorasen tan alto sus propias conquistas y se sintiesen, de manera singular, “en la cima del tiempo”. Una adhesión casi unánime halló este sentimiento, sobre todo en Alemania y en Suiza (Fichte, Von Görres, Forster, Herder, Schiller, Kant, Wieland, Kopstock, Hegel, Humboldt, Goethe) pero también, a pesar de la crítica de Burke, en Inglaterra y América (Fox, Paine, Jefferson). Sin embargo, esta resonancia positiva se tornó, casi sin excepción en rechazo, al comienzo de la expansión revolucionaria y en presencia de la dictadura jacobina. La actitud discrepante surgida de este hecho ha caracterizado hasta hoy a la interpretación liberal de la Revolución francesa. Distingue claramente, en oposición a las interpretaciones tanto conservadoras como socialistas o marxistas-leninistas, entre las transformaciones, hechos y principios de la Revolución dignos de apoyo y los negativos. A lo largo de los siglos XIX y XX ha tomado rasgos diversos, unos

Page 7: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

fuertemente influidos por la oposición a las diferentes monarquías y sistemas cesaristas de su tiempo, pero también por un malestar ante los incipientes movimientos socialistas de masas. La interpretación liberal, en particular, ha subrayado siempre el papel de la Ilustración como elemento condicionante de la Revolución. De esta forma se puede considerar sobre todo a Montesquieu (quien los contemporáneos burgueses de 1789 difamaban como aristocrate) a Voltaire y a Rousseau como los orientadores espirituales de la gran reorganización revolucionaria de Francia. También le reprochan al Antiguo Régimen: la injusticia y arbitrariedad practicada por medio de las Lettres de cachet, la frivolidad y las intrigas de la Corte, la mala gestión financiera del régimen, la corrupción de la administración, el dispar sistema impositivo, las escasas posibilidades de levarse de los routiers, el desinterés hacia los consejos de los philosophes, cuando todos estos inconvenientes habían alcanzado una dimensión insoportable, los justos principios del Tercer Estado tuvieron necesariamente que imponerse, ya que todo el que no fuese privilegiado estaba convencido de la necesidad de las reformas y de que el Estado no se hubiese sostenido sin su aplicación. A su vez, se puso de relieve el arraigo de los principios burgueses-revolucionarios en el derecho natural y su íntima unión con los principios de la libertad, la igualdad, la racionalidad la trasparencia y la moral. En este lugar se introduce por regla general, en la exposición burguesa-idealista, el hecho del drama revolucionario. Para el romántico Michelet es el bon peuple de France, que ha roto sus cadenas y actúa. Se trabaja con conceptos colectivos y anónimos, como “tout París”, “La Natión”, “L´opinión públic”. Las personalidades pasan a segundo término, o son intérpretes de los deseos del pueblo o son enviados a la guillotina. Intereses egoístas y condicionamientos institucionales quedan sin nombrar. Es característico en él, como en toda la interpretación burguesa-idealista, hallar atroz el terror de la dictadura jacobina, pero considerarlo inevitable, teniendo en cuenta la amenaza contra Francia por parte de las potencias monárquicas europeas, como si dijéramos, basado en la lógica inexorable de la historia.

Quizás el último gran historiador liberal en sentido pleno, ya que la tendencia liberal en Francia se desliza hacia la izquierda republicana, sería A. Tocqueville, admirado por la generación de Lefebvre, Soboul. Tocqueville, renovó la concepción (incluida la de los propios liberales) de los orígenes de la revolución francesa. Este aristócrata considerando la lucha secular entra la monarquía y la nobleza como una de las características esenciales de la Francia antigua, subrayaba que la

Page 8: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

convocatoria de los Estados Generales fue impuesta a Luis XVI por la aristocracia, (recordemos a Montesquieu, cuando afirma “es claro que sin rey no hay nobleza, pero sin nobleza tampoco hay rey, sino tirano”) o sea, que la revolución no comenzó en 1789 por iniciativa el tercer estado, sino en 1787, por una primera fase que Albert Mathiez haciéndose eco de estas teorías llamó “La sublevación nobiliaria” y Georges Lefebvre, “la revolución aristocrática”, expresión que sin embargo, puede prestarse a confusiones. Para culminar este punto de la admiración de los jacobinos por Tocqueville citar las palabras de Lefebvre al comentar el libro de éste L´ancien régimen et la Révolution que es el “libro más bello sobre la revolución francesa. Tocqueville se desligó del relato, y por encima de éste, trató de indicar las relaciones que precisamente explican los hechos”. La suya fue, indiscutiblemente, una gran aportación dentro de los estudios históricos decimonónicos que han influido en mayor o menor media en los historiadores de la actualidad.

A partir de aquí los defensores de esta opinión fueron, sin

excepción republicanos convencidos que pertenecieron al comienzo de la III República a la izquierda política, la mayoría a los radical-socialistas; la aceptación o el rechazo del mensaje de 1789 se convirtió en el criterio más seguido para distinguir la izquierda republicana de la derecha monárquica. El 14 de julio de 1789 fue erigido a la categoría de fiesta nacional en la III República; la referencia a los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 se convirtió en un culto nacional, al que se agregaban el patriotismo y el laicismo (características que marcarán la fundación de la IV y V República). Aulard ha sido quien ha encarnado, de manera más completa, todas estas tendencias. En sus escritos históricos ha canonizado a Danton; le ha visto como el hombre de la clemencia, como un político empírico y, sobre todo, como el héroe de la patria amenazada y, por tanto, le ha señalado como predecesor de Gambetta. Robespièrre aparecía como su malvado oponente. Por fin, Clemenceau consiguió conciliar esos antagonismos con su famosa Thèse du bloc. Al ser ante todo la concepción de la unidad de la Revolución sólo un medio para luchar contra el boulangerismo y el neo-realismo, fue, en consecuencia, convirtiéndose poco a poco, en un mito político nacional. Los problemas sociales de la Revolución no fueron apenas vistos por estas tendencias interpretativas.

Page 9: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

5. LA INTERPRETACIÓN SOCIALISTA FRANCESA.

La interpretación socialista francesa de la Revolución ofrece el ejemplo de una versión ampliamente independiente del materialismo histórico, que posee tanta tradición y conciencia de sí misa que puede abstenerse de una relación especial con Marx. Cultiva tanto la conciencia de ser la Revolución un caso único en la historia del mundo, como la herencia nacional que está unida a ella, y hoy puede reivindicar el poseer en Francia la mayor resonancia entre todas las demás interpretaciones sobre la Revolución francesa. Algunos de sus representantes J. Jaurès, A. Mathiez, G. Lefebvre y A. Soboul, M. Vovelle, cuentan entre los más importantes historiadores de la Revolución en el siglo XX. La interpretación socialista tiene, más que ninguna otra (con excepción de la marxista-leninista), el carácter de una escuela homogénea, y ha aportado a la investigación fenómenos concretos como los antecedentes de la Revolución. Esta escuela posee una propia entidad científica. La Société des Études Robespierristes y una publicación trimestal, Annales historiques de la Révolution française. En 1847 había publicado Blanc la primera exposición socialista de la historia de la Revolución francesa, en la que se apasionaba ante la dictadura de Robespierre. Blanc vio en el Terreur el primer paso hacia el futuro Estado de la Fraternité, y en Robespierre al gran socialista fracasado, cuya obra había que continuar. Esta interpretación fue retomada por Jaurès en 1901 en su Histoire socialiste de la Révolution française, y entusiasmó a la generación de L. Febvre, A. Mathiez y G. Lefebvre. La producción de Jaurès se sustentaba en un convencido humanismo socialista. Para él la Revolución francesa fue el modelo histórico del ataque al poder político de una clase que ya dominaba económicamente y, a la vez el modelo de una democracia social, ya apuntada con Robespierre. Mathiez militante del PCF en el momento en que éstos tenían una gran separación con la Izquierda republicana fue, en los años 20, el auténtico redescubridor de Robespierre, cuya actividad desinteresada y cuya virtud sin mancha contraponía al carácter corrompido de Danton. Así provocaba Mathiez a la izquierda republicana, que, de acuerdo con Aulard había elevado a Danton a la categoría de símbolo republicano. Mathiez comparó al Incorruptible, con Lenin, el “Robespierre qui a eu du succès”. Y así fue como estableció por vez primera la relación entre la Revolución francesa y la rusa de octubre.

Page 10: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

Mathiez sostuvo la opinión de que ambos sucesos presentaron en el fondo, el mismo proceso: tuvieron los mismos orígenes, utilizaron los mismos medios y tuvieron la misma aspiración es decir, la transformación de toda la sociedad. Si Robespierre fracasó fue por carecer de una doctrina coherente comparable al marxismo. No obstante, Robespierre era, a los ojos de Mathiez, el antecesor de la Revolución de octubre, y la dictadura jacobina, la primera dictadura del proletariado, el primer experimento colectivista. Posteriormente, Lefebvre y Soboul no han participado de esta opinión. Por supuesto veían, al igual que Mathiez, rasgos igualitarios en la política de la dictadura jacobina, al igual que principios de una socialización de los bienes de consumo (legislación sobre precios máximos, confiscación de cosechas, etc.); pero rehúsan llamar socialista a esta política. Ellos entienden como socialista, según el sentido marxista-leninista de la palabra, expropiación de los medios de producción, lo cual nunca se hizo manifiesto durante la dictadura jacobina. En todo caso fue una “Revolución” con minúscula de los pequeños propietarios y artesanos de París. Recordemos que ambos pertenecían al Partido Socialista Unificado creado por Jaures y al Partido Comunista Francés respectivamente. Conforme a ello, la Revolución francesa no fue socialista en ninguna de sus fases; correspondieron exclusivamente a esta calificación según su criterio, ciertas ideas de los Enragés (Roux, Hébert, Chaumette) y la “Conspiration des égaux”. De esta manera, la escuela de Lefebvre-Soboul se encuentra muy cerca de la opinión marxista-leninista en sus juicios básicos sobre la Revolución. Salvo que estos priman el carácter único y particular de la Revolución francesa, mientras que los marxistas la engloban dentro de las revoluciones donde la burguesía aparece como la triunfante. Para Mathiez, Lefebvre y Soboul, la Revolución fue el resultado de la lucha de clases, de la lucha de la bourgeoisie contra la nobleza feudal. Lo que significó la victoria del capitalismo moderno y la Revolución, el prototipo de camino revolucionario hacia ese objetivo. En principio la burguesía no deseaba la ruina de la aristocracia. Al contrario siguiendo la opinión de Tocqueville creen que la Revolución la empezó la aristocracia y la acabó el bajo pueblo. No obstante, la intransigencia de los privilegiados apoyada desde el extranjero, forzaron a liquidar todo el Antiguo Régimen, sin posibilidad de compromiso. Para este fin se alió con las masas populares: así fue como se llegó a la Revolución popular de 1792-94, al Terreur, al establecimiento de la democracia. Los monopolios gremiales fueron abolidos, la propiedad feudal destruida, se promovió la libertad de los pequeños productores y toda Francia se fusionó en un gran mercado nacional. La producción capitalista se liberó, de esta forma, de todos los obstáculos e impuestos feudales y

Page 11: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

mercantilistas, tanto en el sector agrario como en la manufactura industrial. Se puede distinguir claramente dos condiciones para alcanzar la sociedad capitalista: el reparto de la propiedad agraria feudal y la liberación de los campesinos. Por ello la cuestión agraria constituyen ni más ni menos que una “position axiale” (Soboul) de la Revolución francesa, también fue la cuestión agraria la que Lefebvre dedicó la mayoría de sus estudios Question agraires au temps de la Terreur y La Révolution française et le paysan. A partir de aquí se comprende el gran interés de esta escuela en la historia social y económica, que para ella es, a la vez, una historia de las capas bajas, de las “masas”, y no de los “héroes”. Labrousse ha estudiado el problema de las oscilaciones cíclicas y estacionales de los salarios y los precios en el Antiguo Régimen y en la Revolución, dando así un fuerte impulso a parecidos estudios cuantitativos. G.F.E. Rudé ha profundizado en la indagación sobre la estructura y mentalidad de las masas revolucionarias, partiendo de los documentos de la prefectura de la policía de París. En lo que es unánime esta interpretación socialista es en que la parte activa de la Revolución francesa no fue acometida por la burguesía comerciante, sino por la masa de pequeños productores, aquéllos a los que el clero y la nobleza habían quitado más ganancias. La gran burguesía o burguesía comerciante se adaptó a cualquier solución política, siempre que no dañase sus propios intereses, En cambio la dictadura jacobina fue el instrumento político de corta vida, de los campesinos y artesanos autónomos, cuyo ideal lo hubiesen visto en una comunidad democrática de pequeños productores independientes.

6. LA INTERPRETACIÓN MARXISTA-LENINISTA.

La interpretación marxista-leninista de la Revolución francesa estuvo extendida hasta los años 60 casi exclusivamente por la Unión Soviética y sus aliados las democracias populares, pero desde entonces ha hallado una mayor resonancia en los países occidentales. Su modo de ver la Revolución se basa en numerosas manifestaciones, aisladas entre sí, de K. Marx, ocasionalmente de Engels, V. I. Lenin, sobre todo, y en todo caso hasta 1953, de Stalin, cuyas afirmaciones teóricas están ligadas a la concepción marxista-leninista de la historia. La “revolución burguesa francesa del siglo XVIII” constituye, según el lenguaje oficial, el clásico ejemplo de una revolución democrática, burguesa, consumada. Es el resultado de una lucha victoriosa de la burguesía capitalista, que se había unido temporalmente con el campesinado, la pequeña burguesía, el proletariado y los pobres de la ciudad (plebeyos), contra el “sistema feudal absolutista reaccionario” de la Francia de aquel

Page 12: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

momento. Los marxistas-leninistas ponen el mayor peso en la circunstancia de haber sido la Revolución francesa el resultado de una lucha de clases, de un conflicto social, por tanto ineludible como otros procesos futuros. El mismo Marx, se había dirigido al tema, en primer lugar, desde el punto de vista filosófico. Su primer trabajo sobre la Revolución francesa se presentó en relación con el problema de la supresión de la alienación humana. Con este fin analizó, desde 1843, los Derechos del Hombre y del Ciudadano, de 1789 y 1793, que consideraba el símbolo de las aspiraciones de la Revolución. Partió de la base de que había una diferencia entre la emancipación política por medio del Estado y la emancipación humana total. Desde 1844 Marx estudió intensivamente la época del régimen jacobino. Leyó las actas de la Convención, los escritos de Babeuf, los discursos de Robespierre y Saint-Just de la época revolucionaria, además de los estudios sobre la Revolución realizados por Mignet, Thiers y Guizot. Estos estudios le confirmaron se podían ver los primeros signos del comienzo de una lucha de clases entre burguesía y proletariado. Más adelante reconoció que el Estado político siempre defendía los intereses de la clase dominante, a expensas de las otras clases, y que sólo se podían conseguir transformaciones políticas y sociales profundas por medio de las más duras luchas revolucionarias contra la clase dominante. Basándose en el ejemplo de la Revolución francesa, se enfrentó a la idea de que tales transformaciones se podían conseguir sobre la base de modelos ideológicos: “Las ideas nunca pueden imponerse a una situación establecida, sólo a las ideas de esta situación establecida.” Para Marx el error de Robespierre habría consistido en haber fortalecido el ejecutivo del Estado. Mientras tanto había desatendido las tareas sociales de la comunidad, que, de todos modos, no hubiesen sido de ninguna manera resueltas, dentro del ámbito político. Su caída hay que reducirla a un fuerte alejamiento entre sus intenciones políticos y los intereses de la burguesía. Napoleón fracasará más tarde por lo mismo, cuando empezó a utilizar la fuerza del Estado contra los intereses básicos de la burguesía. Marx, al igual que Engels, vio siempre en la Revolución francesa un acontecimiento histórico de dimensión europea, para él fue la expresión “de las necesidades del mundo en aquella época”.

Page 13: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

Este juicio, relativamente desapasionado, se transformó con Lenin en un alto aprecio por la Revolución francesa, sobre todo por la fase activista del jacobinismo. En el artículo “¿Se puede asustar a la clase trabajadora con el jacobinismo?” declaró enfáticamente en 1917: “Está en la naturaleza de la burguesía, odiar al jacobinismo, y en la naturaleza de la pequeña burguesía, temerlo. Los trabajadores con conciencia de clase creen en el paso del poder a la clase revolucionaria, oprimida, y ésta es la esencia del jacobinismo...” En otro contexto denominó a los bolcheviques “los jacobinos de la socialdemocracia actual”. A diferencia de Marx y Engels, Lenin se interesó sobre todo, por el activismo de la Revolución, luego por la dinámica que había resultado de la participación de las masas populares en los distintos levantamientos. Para Stalin, al igual que para Lenin, existía una diferencia básica entre una revolución burguesa y una socialista. Pero si Lenin había mostrado siempre a la Revolución francesa como prototipo de una revolución burguesa, Stalin la colocó, sin hacer mayores diferenciaciones, en una misma serie, junto a la Glorious Revolution de 1688 y las diferentes revoluciones continentales de 1830 y 1848. También le impresionó la Revolución francesa sobre todo por su carácter de revolución popular. Mostró un gran interés por los métodos de lucha revolucionarios de los años 1792 a 1794. Durante los 70 y 80 la historiografía soviética sobre la Revolución, a diferencia de las interpretaciones de Marx y Engels, puso el acento en los elementos activistas de la Revolución (Volgin, Tarle, Dalin, Narocnickij, Ioannisian, Manfred) Los temas predominantes de sus trabajos son Babeuf, los Enragés, los sans-culots, los campesinos, la política exterior de la dictadura jacobina y los elementos de pensamiento comunista de la Revolución. Entre autores no rusos, pertenecientes a la misma escuela interpretativa, se puede nombrar, ante todo a Markow y al francés Mazauric. En resumen, desde esta escuela, se da la siguiente interpretación de la Revolución: La causa más profunda de la Revolución hay que verla en la circunstancia de que el sistema feudal-absolutista de la vieja Francia ya no correspondía con las relaciones económicas y sociales del país, a fines del XVIII, sino que constituían una cortapisa para el desarrollo y el crecimiento de las fuerzas productivas. A lo largo del proceso revolucionario se transformaron, a la vez, la base sociológica, es decir, la política, el Estado y las ideas de los hombres. En suma; la Revolución de 1789 en Francia efectuó, al igual que la Revolución de octubre de 1917, el paso revolucionario a un tipo de sociedad más avanzado, en este caso concreto, de la sociedad feudal a la capitalista.

Page 14: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

Según este enfoque, la Revolución es el estallido de una tensión siempre existente, en parte latente, y, en parte, claramente visible, entre las clases sociales de una sociedad. La clase dominante en la vieja Francia de 1789 era la aristocracia. En la segunda mitad del XVIII entró en tensión, cada vez más aguda, con la clase económicamente ascendente y finalmente dominante de la burguesía. Este antagonismo llevó en 1789 a un conflicto abierto entre ambas clases. Ante esto, la burguesía se aseguró, gracias a una serie de concesiones, el apoyo de los campesinos y de las clases urbanas por debajo de la burguesía. De este modo fue capaz de vencer a la aristocracia. Se convirtió en la clase dominante en la sociedad y en el Estado y eliminó, gracias a su control del aparato estatal, todos los obstáculos que se hallaban en el camino hacia el modo de producción capitalista: hasta aquí fue la Revolución francesa una revolución burguesa.

La interpretación marxista-leninista rehúsa cualquier intento de establecer una relación interna entre la Revolución francesa y la Revolución rusa de octubre. La revolución burguesa de 1789 se limitó a sustituir la dominación de un grupo explotador por la de otro grupo explotador; por el contrario, la Revolución de octubre de 1917 se caracterizó por la victoria del modo de producción socialista y por la eliminación de toda explotación del hombre por el hombre. No obstante, la Revolución francesa, en comparación con el anterior régimen del absolutismo feudal, ha de ser vista como una nueva fase en la continua evolución progresiva de la sociedad. Esta interpretación, en particular, pone de relieve el instinto revolucionario de las masas como elemento motor en la evolución hasta 1793-94, y contribuye así a una mitificación del comportamiento de las capas medias y bajas durante la Revolución francesa. Esto vale tanto para la Declaración del 14 de julio de 1789, como para la interpretación del papel de los sasns-culottes, de las secciones parisinas y de la Commune de 1792-94. Las guerras de los girondinos y los jacobinos serán calificadas como “guerras patrióticas y justas”, análogamente a la “gran guerra patriótica” de la URSS, y en contraposición a las “guerras de rapiña del chauvinismo burgués y de Napoleón”, después de 1794. Únicamente durante el Terreur, desde septiembre de 1793, se dieron principios de ideas socialistas alrededor de Roux, Hébert, Chaumette y Babeuf, pero estas concepciones no fueron típicas de la dictadura jacobina. El régimen del terror sólo sirvió en Francia para hacer desaparecer como por encanto, con sus enérgicos golpes de martillo, las ruinas feudales del suelo francés. Ni en decenios habría acabado la temerosa y discreta burguesía con esta labor. La acción sangrienta del pueblo, por tanto, sólo le preparó el camino.

Page 15: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

Dentro de la escuela marxista leninista habría que hacer un punto aparte para quizás una de las escuelas históricas más dinámicas del siglo XX, el llamado grupo de Leipzig que inició en 1969 un ambicioso proyecto de investigación que tenía como objetivo la realización de un estudio comparado de las revoluciones burguesas, para establecer una teoría más rica y matizada que “las tesis generalizadoras y globales”, que las identificaba a todas. En una de sus últimas publicaciones, además de mostrar el estado de la investigación, se pretendía deshacer la imagen caricaturesca que se tenía de la investigación marxista realizada en los países del Este.

El trabajo se proponía analizar las revoluciones ocurridas desde finales del siglo XV hasta 1917, en un ámbito geográfico que abarcaba desde América Latina al Japón, superando así la interpretación europeizante de la historia. Constituía, en palabras de Engelberg, uno de los miembros del grupo, un intento de explicar la “unidad dentro de la multiplicidad” de las revoluciones, demostrando que ésta era una idea fundamental en la historia comparativa de los fenómenos revolucionarios. El fin último del proyecto era establecer leyes de validez general para todas ellas, y variantes para cada una. Basándose en esta argumentación, el estudio comparativo de las revoluciones burguesas debería tener en cuenta una serie de criterios, necesarios para plantear futuras investigaciones sobre el particular. He aquí, en síntesis, cuáles habrían de ser tales criterios.

- Causas: las inmediatas y mediatas, es decir, es preciso estudiar la historia previa y posterior de cada revolución

- Finalidades: tanto las primarias como las secundarias que han derivado de ellas

- Fuerzas impulsoras: valorando el papel y el ritmo de desarrollo de los principales componentes de clase que las constituyes.

- La cuestión del poder y la hegemonía: analizando el carácter de clase, sus formas y las fases de su desarrollo

- El papel de las masas populares: permitirá establecer la diferencia cualitativa entre revolución burguesa y democrático-burguesa.

- Formas y métodos de lucha: con ello se puede fijar la diferencia entre poder revolucionario y contrarrevolucionario

- Resultados y consecuencias: no sólo las inmediatas, sino también las que configuran una modificación sólo tangible o mensurable a largo plazo.

- Lugar histórico y particularidades: con ello se consigue explicar sus características irrepetibles, aunque se enmarquen en un ciclo.

Page 16: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

- Carácter de la época: Su conocimiento facilita su integración en la línea de desarrollo del proceso histórico.

Tipología de las revoluciones burguesas según el grupo de Leipzig. Después de analizar estos criterios, Kossok estableció una tipología de las revoluciones burguesas que daría lugar a cuatro clases de revoluciones, bien distintas de las definidas por Palmer y Godechot al fijar las oleadas revolucionarias: 1º Revoluciones en el feudalismo contra el feudalismo. De este tipo serían la Revolución Francesa de 1789 y el ciclo revolucionario de 1820 2º Revoluciones en el capitalismo, a favor del capitalismo. Su fin es consolidar el orden capitalista-burgués que ya se había establecido revolucionariamente. Los ciclos revolucionarios de 1830 y 1848 serían el ejemplo más claro de este grupo de revoluciones. 3º Revoluciones en la vía hacia el capitalismo. Afectados por los efectos de la doble revolución (sociopolítica en Francia e industrial en Inglaterra), muchos países de Europa tendrán que elegir una vía de desarrollo, planteándose las opciones entre la vía revolucionaria (democrática) o la vía reformista (conservadora). Alemania en 1848-1849, y España en 1854 y 1868-1874, realizarían revoluciones con las características de este grupo. 4º Revoluciones burguesas bajo hegemonía proletaria la burguesía ya no se pone a la cabeza de un proceso revolucionario y, además, tiene un equilibrio de intereses con la gran propiedad. En este grupo sería difícil integrar a las revoluciones de 1820, 1830 y 1848, aunque algunas características del ciclo de 1848 le permitirían pertenecer a él. 6. EL PRINCIPIO DE INVESTIGACIÓN E INTERPRETACIÓN ESTRUCTURALISTA Los conflictos entre historiadores por el monopolio de la auténtica interpretación de la Revolución han llevado al esfuerzo, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, de llegar a una supuesta síntesis, así como rellenar los vacíos en la investigación. Esta interpretación se pretendía independiente de postulados ideológicos, lo cual resultó ser un fiasco, y ser baluarte defensivo de otros órdenes e intereses de diferente tipo. Destacan en este grupo Brinton, Gottschalk, Ferrero, Cobban, Godechot, Palmer, Richet, Furet, Taylor y Bien. Interesa a estos científicos, en primer lugar, un examen documentado de las investigaciones realizadas hasta ahora, unido al nuevo estudio y reinterpretación de determinados fenómenos de la Revolución francesa, descuidados hasta ahora o vistos de modo unilateral; en segundo lugar, se esfuerzan por llegar a una interpretación de conjunto que, según su criterio, se puede aportar tras

Page 17: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

décadas de trabajo intensivo. Los representantes de esta tendencia intentan utilizar un vocabulario que suponen adecuado a los testimonios de las fuentes y conseguir, ante todo, objetivizar la discusión científica. Este principio de investigación e interpretación coincide fácilmente, en determinados casos, con las diferentes preocupaciones científicas de la escuela interpretativa socialista y marxista-leninista francesa, si bien se halla tan escéptico frente a sus tesis básicas como frente a la interpretación conservadora y liberal. En general, son manifestaciones conservadoras que en casos extremos llegan a negar la propio Revolución francesa como Furet y Richet, o llegan a firmar que la única Revolución que se produjo lo fue en el vocabulario. En este contexto, Palmer y Godechot lanzaron una teoría sobre las revoluciones burguesas donde se omitía cualquier trasfondo económico y social. Para ellos, las revoluciones burguesas, y en especial la Revolución Francesa, eran el resultado de una conmoción revolucionaria, común a Europa y a América, donde no influyeron los contenidos económicos (es decir, el carácter burgués y, por tanto, capitalista), sociales (es decir, el carácter anti-aristocrático y burgués) ni nacional (es decir, su carácter de uno e indivisible). Según Palmer, la “Teoría Atlántica” era necesaria en la coyuntura internacional de los años cincuenta, donde se trataba de exaltar la solidaridad ideológica en los países de la Alianza Atlántica, remontándose al siglo XVIII para buscar el origen de sus tradiciones políticas. A medida que se iba apaciguando la guerra fría, se retornaba a una visión más serena y más adecuada a la realidad, de manera que Palmer, en su obra de 1968, llegó incluso a admitir que 1789 era también la revolución de la igualdad, aspecto en el que la Escuela Francesa siempre había insistido con fuerza. La argumentación de Palmer fue retomada y desarrollada en colaboración el historiador francés J. Godechot, en 1955, en el Congreso Internacional de Ciencias Históricas de Roma. Antes de que Palmer iniciara la etapa de rectificaciones y seguramente por no haber estado tan implicado en la “Teoría Atlántica”, Godechot se propuso aliviar el contenido de sus afirmaciones, insistiendo en el carácter antifeudal de las luchas sociales que se produjeron de 1789 a 1793.

Estas teorías fueron muy criticadas en el momento de su publicación por toda la historiografía de izquierda en su sentido más amplio. Sin embargo ahora, se las valora en su justa medida y recibiendo valoraciones positivas de historiadores como Hobsbawm en Los ecos de la Marsellesa.

Page 18: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

La iniciativa de Palmer fue seguida por otros autores que, basándose en la Revolución Francesa rechazaban cualquier interpretación social de las revoluciones.

De entre ellas, cabe mencionar a Cobban, Interpretación social de la Revolución francesa (1976) que niega la existencia del feudalismo y también de un conflicto de clase entre aristocracia y burguesía que pudiera determinarse socialmente con claridad. Siguiendo sus palabras vemos como comenta Irene Castells que ataca con “celo iconoclasta” a los puntos centrales de la interpretación “jacobino-marxista” dominante en esos momentos, representada en esos momentos por la figura del prestigioso Soboul. Uno de sus discípulos Eisenstein, critica duramente a Lefebreve por el abuso del término “burguesía” para la Francia de fines del XVIII. Parece que la razón última de todas las controversias surgidas en el debate sobre la revolución liberal-burguesa radica en las distintas nociones que tienen los historiadores sobre conceptos básicos tales como feudalismo, burguesía o capitalismo. En conclusión, las tesis de Cobban están encaminadas a saber si hubo o no revolución en Francia y a señalar que cualquier proceso que se produjera en Francia en esa fecha no pudo acabar con el feudalismo porque éste ya había desaparecido y que tampoco puede darse validez al argumento de revolución capitalista porque era una revolución hecha por burgueses que ya ocupaban altos cargos desde hacía mucho tiempo, ejercían todas las funciones administrativas y las conservaron. En definitiva, para Cobban, la Revolución Francesa fue una revolución esencialmente política que tuvo consecuencias sociales, pero no una revolución social con consecuencias políticas. Sus tesis han conseguido adeptos entre los historiadores norteamericanos, aunque con algunos matices, porque han centrado sus trabajos sobre aspectos concretos y distintos de la revolución liberal, tales como la burguesía y el capitalismo. Así se rompe en la década de los sesenta y setenta el “consenso historiográfico” en palabras de Irene Castells en su libro La Revolución francesa (1789-1799). Y dentro del ámbito académico francés el revisionismo tuvo por protagonistas a Furet con Pensar la Revolución francesa (1980), que salió al ruedo sosteniendo la idea de que tras su éxito inicial, materializado en la Constitución liberal de 1791, la Revolución habría experimentado un resbalón (derrapage) que la desvió bruscamente de su curso conduciéndola a la dictadura jacobina y al

Page 19: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

Terror, episodios protagonizados por un núcleo de ideólogos que intentaron concretar un proyecto de ingeniería social con el apoyo de las masas urbanas desesperadas por el hambre y las eventuales consecuencias de la guerra y la contrarrevolución. Los ataques de Furet apuntaban al corazón de la “interpretación social” de la Revolución, a la que criticaba su determinismo, fruto de la adscripción marxista de sus principales miembros. Rescataba –en la línea de Cobban- las dimensiones políticas de la Revolución, pero destacaba además “la actuación de los individuos y la incidencia de sus ideologías en las prácticas políticas”.

Además junto con Richet La Revolución francesa (1971) crean un corpus teórico, a partir del análisis del proceso revolucionario llegan ambos historiadores a la conclusión según la cual en 1789 surgieron paralelamente tres revoluciones diferentes: la de los diputados en Versalles la de las capas bajas y pequeñoburguesas en las ciudades, ejemplo: París, y la de los campesinos. En este caso, las revueltas campesinas y urbanas están íntimamente ligadas a la tradición de los levantamientos de campesinos, artesanos y oficiales artesanos de la vieja Francia y, aunque estos disturbios de 1789 fueron provocados e intensamente influenciados por los acontecimientos en Versalles, no dejaron por ello de tener sus propios motivos y metas.

La Revolución fue, según Furet y Richet, una “revolución burguesa” sólo en tanto que fue un arranque reformista liberal de las élites de los tres estamentos, un movimiento dirigido contra todo tipo de privilegios, que intentó el establecimiento de la igualdad y seguridad personal en la legislación: en resumen, un movimiento que señalaba hacia el constitucionalismo y el liberalismo económico del XIX. Esta revolución burguesa se presentó durante la fase de la monarquía constitucional, en los años 1789-1792, en su forma típica, adecuada mientras que a lo largo del régimen de la Convención, desde la abolición de la monarquía en 1792 hasta la caída de Robespierre hacia la mitad de 1794, se puede decir que se “desvió” sufrió un “dérrapage” y sólo recobró su auténtico carácter en la época del Directorio. En este juicio el acento se traslada claramente de lugar frente al de la interpretación marxista-leninista. Este acento vuelve, al igual que sucede en el juicio de la masa de los contemporáneos, desde la fase del Terreur de 1793-94 a la fase de la llamada “revolución liberal” de 1789-92, en la cual la “república burguesa” de 1795 encontró su correspondencia. Estas teorías encontraran eco en un número importantes de autores Lewis La aventura del capitalismo moderno en Francia 1770-1840, aunque matizando el discurso político-ideológico. Y en otros

Page 20: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

discípulos de Furet y Richet como Nogaret y Nona Ozouf. Sin embargo para nosotros siguen teniendo validez las palabras de Hobsbawm en Los ecos de la marsellesa cuando afirma que “la paradoja del revisionismo es que pretende disminuir la significación histórica y la capacidad de transformación de la revolución, cuyo extraordinario y duradero impacto es totalmente evidente”

7. CONCLUSIÓN. La celebración del Bicentenario de la Revolución Francesa, que se celebró hace varios años en Francia, y que ha hecho resurgir el antiguo debate historiográfico sobre el carácter de la Revolución. Debate que se ha manifestado en esta ocasión con especial acritud, desbordando incluso el ámbito académico y provocando enfrentamientos políticos entre representantes de las fuerzas de la derecha tradicional y de la izquierda. La polémica rebrotó en 1986 cuando Louis Pauwels, ideólogo de la derecha, exhortó a través de las páginas del Figaro Magazine a acabar de una vez con la Revolución, al tiempo que lanzaba duros ataques contra Max Gallo, antiguo portavoz del Gobierno de la Unión de Izquierda, quien acababa de publicar un libro, Letre ouverte à Maximilien Robespierre sur les nouveaux muscadins, que era tachado por Pauwels de “lamentable” y de clara muestra de la decrepitud intelectual de una izquierda arcaica. El mismo año, Reynal Sécher publicaba la controvertida tesis doctoral que había presentado el año anterior en la Sorbona, Le génocide franco-française, La Vendée, en la que sostenía que la Convención había llevado a cabo, a lo largo de 1793, una auténtica masacre en esa región francesa, asesinando a 117 mil hombres de una población de 815.000. El libro fue publicado por un historiador ultraderechista como Pierre Chaunu. Estas manifestaciones provocaron la indignación de los historiadores llamados jacobinos o marxistas como Guy Lemarchand, profesor en Rouen; Claude Mazauric, miembro del Instituo de Investigaciones Marxistas, Roger Barny, profesor en Franche-Comté y Michel Vovelle, hombre apacible, conciliador y dúctil, que sorprendió en la conferencia de inauguración por la dureza de sus ataques, tanto contra la derecha reaccionaria como contra los historiadores revisionistas. Frente a los intentos de ambos de acabar con la Revolución, declaró tajantemente que sigue viva puesto que sus grandes ideales de libertad, fraternidad e igualdad todavía no se han cumplido.

Page 21: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

Se ponía de manifiesto así, nuevamente, la oposición entre una derecha contrarrevolucionaria, para la cual la Revolución es símbolo de Terror, genocidio y atraso económico, y una izquierda para la que 1789 representaba la victoria del humanismo liberal y de las libertades democráticas frente al despotismo, y para la que 1793 simboliza la lucha de 1789 para defender sus logros. La polémica ha conducido en los últimos años a un endurecimiento de las respectivas posturas, que ha terminado por cortar el diálogo y con ello toda posibilidad de entendimiento entre ambos planteamientos. Últimamente, tanto la llamada escuela revisionista como la marxista vienen realizando sus encuentros coloquios y congresos, de manera paralela, ignorando las posiciones de los historiadores contrarios. El mejor ejemplo en castellano de esta disputa historiográfica entre los autores citados es la serie de artículos publicada en la fundación Pablo Iglesias poco después del segundo centenario

Page 22: TEMA 37: El debate historiográfico sobre la revolución francesa

G&H Revolución francesa •37

PREPARADORES DE OPOSICIONES PARA LA ENSEÑANZA  C/ Sagasta, 20 – 1º • 28004 Madrid Tel.: 91 308 00 32

RE

V.:

11/1

5

E

mai

l: in

fo@

prep

arad

ores

.eu

Web

: http

://w

ww

.pre

para

dore

s.eu

BIBLIOGRAFÍA BOULOISEAU, M., La República jacobina, Barcelona, Ariel, 1980 CASTELLS, I. La revolución francesa 1789-1799, Síntesis, 1991 COBBAN, Historia social de la Revolución francesa. 1986 GODECHOT, J.: Los orígenes de la Revolución francesa, Barcelona, Península, 1985 EBERHART SCHMITT, H., Introducción a la historia de la Revolución francesa, Cátedra, 1980 FURET, F.: Diccionario de la Revolución francesa, Alianza, Madrid, 1988 Pensar la Revolución Francesa, Y D. RICHET, La Revolución francesa, Rialp, Madrid, 1971 HOBSBAWM, W. J.: Los ecos de la Marsellesa, Barcelona, Crítica, 1993 LABROUSSE, Fluctuaciones económicas e historia social, Tecnos, Madrid, 1973 LEFEBVRE. La Revolución Francesa y el Imperio, FCE, Méjico, 1975 Los orígenes de la Revolución. Causas profundas y causas ocasionales LEWIS, La aventura del capitalismo moderno en Francia 1770-840; 1993, Oxford University MATHIEZ, R.: Le Bolchévisme et le Jacobinisme, París, 1920 MCPHEE, La Revolución Francesa, Barcelona, Crítica, 2001 RICHET, D. La Revolución francesa, 1971 SOBOUL, A.: La Revolución francesa: principios ideológicos y protagonistas colectivos, Crítica, Barcelona, 1989 Comprender la Revolución Francesa, Crítica, Barcelona, 1983 VOVELLE, M.: Introducción a la historia de la Revolución Francesa, Barcelona Crítica 1989 WONOROFF, D. La República burguesa 1794-99, Ariel, Barcelona, 1981